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Trabajo final Ética

“La relación médico-paciente”

Materia: Ética
Profesor: Lic. Ricardo Graneros
Alumna: Granelli María Florencia
Ciclo lectivo: 2017
Introducción:
El establecimiento de una relación terapéutica implica desde un primer momento que el
medico se responsabiliza de la salud del paciente que acude a él, mientras esa relación
exista el medico está obligado a atenderlo de la mejor forma posible desde el punto de
vista científico y ético.
La relación médico-paciente tiene ciertas connotaciones éticas, que son muy
importantes para delimitar los distintos papeles, que mientras esté presente la
enfermedad, van a ser asumidos por ambas partes.
Se basa en una relación de confianza iniciada en la primera entrevista. Ambos deciden
colaborar juntos para intentar lograr un objetivo común: combatir el trastorno por el
cual se consultó al médico.
Una buena relación va a influir de un modo notable en la respuesta del paciente al
tratamiento prescrito ya que de ella depende la confianza que el va a poner en el
enfermo y por tanto haga caso o no a las medidas que se le recomiendan.
La medicina hipocrática fue la que más se interesó en la antigüedad por los principios
éticos de la práctica médica. Jurar las normar hipocráticas fue un requisito
imprescindible para que el medico pudiese comenzar su ejercicio profesional,
costumbre que aun permanece vigente en algunos países.
Este conjunto de normas mantienen en la actualidad toda su vigencia como modelo a
seguir por los médicos de nuestro siglo, tal vez demasiado tecnificados como
consecuencia de la revolución tecnológica.
El papel del médico y del hombre en general no se reduce al de un mero ejecutor, sino
que es portador de valores trascendentes. El progreso no debe restar dignidad al hombre.
En ningún caso parece ético considerar mas a un enfermo por lo que puede aportar al
progreso científico que como persona. Este temor se halla presente en algunos
pacientes, que se acercan al médico con recelo y desconfianza, no solo debido a las
limitaciones de la medicina, sino también a las dudas sobre los principios morales del
médico.
El logro de una buena relación Médico-Enfermo debe constituir un medio beneficioso y
necesario para aplicar los conocimientos actuales sobre la mejor forma de poder
combatir cada enfermedad, sin detrimento de la libertad y dignidad del enfermo.
A veces no resulta fácil establecer una relación idónea. El secreto está en tenerle
``cariño al paciente’’ sin que se pierdan las características propias de una relación
profesional.
El respeto y la confianza son los elementos más imprescindibles para lograr establecer y
mantener una adecuada relación médico-enfermo.
Desarrollo:
La entrevista medica:
Es un instrumento imprescindible de la práctica médica, es esencial para realizar la
historia clínica y para entablar una relación adecuada que va a superar los factores
meramente técnicos, ya que los factores más humanos de la relación tienen una gran
importancia para que el paciente se sienta comprendido y deposite su confianza en el
medico, lo cual ya en si mismo puede ocasionar un alivio de la sintomatología y un
mejor pronostico a más largo plazo.
Hay que considerar al hombre de forma individual y en todas sus dimensiones, sin caer
en el error de verlo como una mera maquina que es necesario reparar.
La primera entrevista inicial es de especial relevancia, donde el paciente elabora una
primera impresión y opinión sobre el medico que se puede ver influida por la
información previa recibida a través de otros pacientes que le han recomendado a ese
medico o institución sanitaria.
El enfermo suele analizar al médico, sobre todo durante la primera entrevista para
obtener elementos de juicio sobre su capacidad profesional, su personalidad y el modo
en que establece su relación terapéutica con el paciente. (A veces espera más una buena
relación que incluso su curación)
Es necesario dedicarle tiempo suficiente al paciente para que este llegue a la conclusión
de que ha sido atendido correctamente como para que su caso haya sido comprendido
por el médico y este pueda procurar lo que realmente necesita. En caso contrario,
podemos defraudar al enfermo favoreciendo indirectamente la enfermedad tome un
curso más desfavorable.
El paciente debe sentirse cómodo, relajado, en un ambiente de naturalidad y confianza.
La entrevista no debe ser sistemática, no debe tener un tono de interrogatorio. Hay que
adaptarse a la secuencia con que el paciente nos refiere sus problemas, con lo cual la
conversación es más fluida, natural y espontanea.
Se debe evitar expresiones de reproche o actitudes de superioridad. Evitar incluso
disposiciones materiales que sitúen al paciente en una impresión de inferioridad.
El ambiente debe ser suficientemente silencioso y evitar interrupciones durante la
entrevista, o la presencia inesperada de personas, incluso de personal sanitario auxiliar.
Algunas veces las interrupciones son inevitables, por lo que conviene explicar esta
circunstancia al paciente, para que comprenda que la interrupción está justificada.
El médico debe limitarse a escuchar al paciente y ampliar detalles sobre aspectos que
verdaderamente puedan resultar relevantes con miras al tratamiento posterior. Las
preguntas delicadas o muy personales deben ser evitadas. Si no se trata de una
información que se requiera con urgencia, la obtención de la misma puede ser aplazada
hasta visitas posteriores, buscando un momento más adecuado; se debe buscar el
momento psicológico más idóneo y siempre efectuarlas en un ambiente relajado y
suficientemente adecuado de modo que no se hiera ni violente la sensibilidad corporal o
psicológica del paciente.
Actitud del médico hacia el paciente:
La actitud más adecuada es la que corresponde a la situación que representa, es decir, la
de un profesional dedicado a mejorar la salud de las personas que acuden a el, lo que
supone un cierta proximidad interpersonal, pero manteniendo a su vez respetuoso
distanciamiento.
El médico debe centrarse en los problemas del enfermo, evitando exponer al paciente
problemas o situaciones vividas por el.
Evitar el influjo que puede ejercer sobre el paciente en temas que sobrepasan el campo
delimitado por su profesión.
Respetar la intimidad del paciente, evitando manipulaciones, más o menos subliminales,
encaminadas a influir en sus planteamientos ideológicos.
Facilitarle un amplio margen de perspectivas que vayan dirigidas a favorecer su
reconsideración de facetas olvidadas, que puedan ayudar a enriquecer su personalidad y
a orientar su planteamiento existencial.
Mantenga siempre una actitud comprensiva y de ayuda, al margen de sentimientos
personales de rechazo. Si estos surgen, debe evitar que influyan negativamente en su
práctica profesional y preguntarse los motivos de los mismos de un modo objetivo para
intentar disminuir estas dificultades.
Si el paciente manifiesta en un primer momento rechazo hacia el médico, y este
reacciona a su vez con una actitud de rechazo, se aumentara mas el rechazo
deteriorándose la relación entre ambos. Si el medico es comprensivo, amable y cordial
se puede mejorar la relación.
No se debe hacer cargo emocionalmente de los sufrimientos de los enfermos, ya que
sería una carga insoportable y nada beneficiosa para su ejercicio profesional. Es
importante olvidarse de estos problemas cuando concluye el ejercicio profesional.
Los medico comenten un error ético grave inconsciente, como consecuencia de unos
sentimientos de culpa e incapacidad mal elaborados nacidos de la imposibilidad de curar
a un paciente en concreto. Dichos sentimientos pueden dirigirse hacia la agresividad que
proviene de su frustración.
Al momento de comunicar a un paciente o a sus familiares de que se trata de una
enfermedad incurable y previsiblemente mortal, hay algunas especialidades en las que
dichas noticias son cotidianas y el medico olvide el impacto psicológico; en estas
circunstancias conviene recordar que nos encontramos ante un ser humano y conviene ir
preparando paulatinamente al enfermo para evitar un impacto psicológico severo.
También la indicación de intervenciones quirúrgicas requiere de un mínimo de
delicadeza, así como el ingreso a un hospital puede tener repercusiones psicológicas de
cierta intensidad que requieren atención.
Con los niños el médico debe adoptar con ellos y con sus padres una actitud particular
tendiente a prepararles psicológicamente siguiendo los objetivos descritos: proporcionar
al niño una explicación verdadera y honesta de las razones de la operación, fomentando
una relación personal niño-cirujano. Evitar los elementos de sorpresa y confusión en el
hospital. Explicarle el propósito de la anestesia es evitarle el dolor, asegurándole que
ese sueño es solamente temporal. Asesorar a los padres sobre las necesidades
acrecentadas de afecto que presenta el niño después de la operación y permitir la
expresión libre postoperatoria de honestidad e insatisfacción como profiláctica del daño
psíquico.
Actitud del paciente hacia el medico:
Dicha puede tener una connotación particular hacia el médico o tratarse de una
manifestación en relación con sus ideas generales sobre los médicos o la medicina. En
este caso suelen influir las experiencias previas por sus personas allegadas y por ellos
mismos.
Es necesario explicarle un poco por encima y sin abuso de términos técnicos lo que le
ocurre y la finalidad que persigue el tratamiento prescrito.
Algunos paciente se angustian pensando que no vav a ser capaces de expresarse
adecuadamente y que pueden equivocar al médico. Otros apuntan los síntomas en un
papel y algunos pueden perderse en detalles sin importancia, pero que ellos creen que
pueden tener algún significado.
Es conveniente que el medico escuche con paciencia, ayudando a la canalización de la
angustia del enfermo, que se sienta atendido, escuchado y comprendido. Evitar
interrumpir con preguntas sobre otros temas ya que podría pensar que el médico no está
interesado en sus preocupaciones. Es preferible atender a sus quejas y escuchar sus
detalles, y en un segundo momento, preguntar sobre los aspectos más interesantes desde
el punto de vista clínico; así el paciente se siente satisfecho y se le predispone a cumplir
rigurosamente las medidas terapéuticas.
La confidencialidad es imprescindible en todo acto médico. Éticamente está obligado
por secreto profesional a no divulgar la información obtenida de un paciente, salvo que
este se lo autorice expresamente.
Existe la problemática de que pueden ingresar terceras personas al lugar donde se
archiva la información, por lo que se debe tener extrema seguridad y solo se debe
registrar información confidencial de cierta relevancia y que resulte imprescindible para
el beneficio de la salud del enfermo.
A veces el enfermo miente y puede ser porque no tiene suficiente confianza o piensan
que el medico puede tomar una actitud hostil hacia ellos por este motivo prefieren
ocultar ciertas cosas. Para evitar este problema es conveniente que se pregunte con
naturalidad si el paciente ha llevado a cabo lo acordado, admitiendo de entrada la
posibilidad de que esto no haya sido así. El enfermo puede ocultar la verdad por la
vergüenza que le supone admitirla, actuando la mentira como un mecanismo
psicológico de defensa. Ante la sospecha de un engaño, la actitud más adecuada pasa
por ir elaborando cambios psicológicos en la relación que impliquen directamente al
paciente, en forma progresiva y espontanea, este relate los hechos reales una vez que su
seguridad psíquica no se encuentre por ellos seriamente amenazada. Para facilitar este
trabajo es necesario incrementar la confianza y comprensión con el paciente.
Interrelación:
La relación debe establecerse y mantenerse dentro de una marcada cordialidad y
delimitado respeto. La perdida de respeto puede significar para el paciente una falta de
confianza y para el médico una pérdida de autoridad en el terreno estrictamente
profesional.
En ningún caso son validas actitudes de reproche por parte del medico. Es necesario que
demuestre su capacidad para comprender a personas que actúan bajo el
condicionamiento de una enfermedad en una esfera u otra, pero que les condiciona su
comportamiento.
Su actitud debe revelar una postura comprensiva e inalterable en sus principios éticos en
lo que se refiere a la relación con los pacientes.
Si la relación terapéutica se ha deteriorado hasta el punto de dificultar seriamente las
posibilidades de poder realizar un tratamiento adecuado, el médico debe intentar poner
en manos de otro profesional al paciente. Esto debe ser sugerido con mucha delicadeza,
de tal modo que el paciente no se vea rechazado y sin que sienta culpable del deterioro
de la relación. Conviene sugerir la mayor capacitación profesional de otro médico en el
tipo de trastorno que padece el paciente, o cualquier argumento que no dé a entender
una actitud hostil, de rechazo o desprecio.
El paciente puede acudir a otro médico mientras está en tratamiento con uno inicial, con
el fin de contrastar ambas opiniones. Si el paciente vuelve a consultar al médico inicial,
este debe evitar actitudes de reproches, como si su sensibilidad hubiese quedado herida
por una falta de confianza o fidelidad. Es necesario comprender las dudas e inquietudes
del enfermo que le llevan a considerar otras posibilidades y a no aceptar como una
verdad absoluta el criterio de un médico en un momento dado.

Relación con los familiares del paciente:


Esta relación es muy importante; ya que pueden ofrecer una información
complementaria que a veces resulta muy útil para el diagnóstico, especialmente en el
caso de los niños.
También pueden insistir al enfermo a que cumpla las medidas terapéuticas prescritas.
En algunos casos, como con los niños o personas con trastornos mentales de cierta
gravedad, es necesario establecer una relación terapéutica en la que la familia está
incluida.
A veces hay que evitar hacer a los familiares confidencias que el paciente ha contado,
salvo que se obtenga el permiso del mismo.
Es preferible que desde el punto de vista ético, que la entrevista con los familiares se
lleve a cabo en presencia del paciente; evitando que el enfermo se intranquilice por la
posibilidad de que estos suministren información errónea que perjudique su tratamiento.
Relación entre “la relación médico-paciente” y la ética profesional
Según J de las Heras el establecimiento de una relación terapéutica implica desde un
primer momento que el médico se responsabiliza de la salud del paciente que acude a él,
y que por tanto mientras esa relación exista el médico está obligado a atenderlo de la
mejor forma posible desde el punto de vista científico y ético.
Esta cuestión la puedo relacionar con la cuarta conferencia de Elena donde se describe
la ética profesional y los rasgos éticos, es decir virtudes, y las deficiencias donde se
pueden ver las señales o síntomas del deterioro profesional.
Una de las virtudes que se describen en la cuarta conferencia que deben definir la
dimensión del carácter profesional es el respeto por la persona. Sostiene se debe tener
respeto por sí mismo y que respecto a la persona del próximo se recuerda que no es un
mero medio o recurso para satisfacer la vanidad del profesional o un ventaja si no que
prójimo posee dignidad integridad e identidad propia que se deben reverenciar. Nunca
se verá al paciente como una cosa o como un funcionario que puede servir para los fines
del profesional. Con respecto a este tema J de las Heras afirma que la perdida de respeto
puede significar para un paciente una falta de confianza y para el médico una pérdida de
autoridad en el terreno estrictamente profesional.
Otra de las virtudes que debería tener un profesional es la empatía, supone la capacidad
de salir de uno mismo y observar cuidadosamente al otro tratando de percibir como este
experimentando su propia vida.
Alibert a principios del siglo XIX enseñaba a los estudiantes de la facultad de medicina
de Salamanca, enseñaba, “Este penetrado de respeto hacia el carácter sagrado de la
desdicha, y muéstrese compasivo y generoso. Para socorrer a un desdichado por lo
regular más se necesita un buen corazón que un buen ingenio.
Alibet al sugerir a los médicos mostrarse compasivo con su paciente refiere a ponerse en
el lugar del otro y comprender por la situación que está pasando. Este texto también
puede relacionarse con la benevolencia.

Conclusión:
Al analizar lo desarrollado en párrafos anteriores creo que la relación médico- paciente
en la Nutrición debe ser de confianza y amena ya que una persona que requiere de una
consulta con un nutricionista está atravesando un problema de salud o una situación
particular con su cuerpo ya sea estar disconforme con su peso o alguna situación de
hábitos nuevos que debe comenzar a implementar y dichos cambios generan un estrés,
como por ejemplo una persona a la que se le diagnostica diabetes y debe cambiar su
estilo de vida, al necesitar aplicarse insulina todos los días.
En estas situaciones es esencial tener una buena relación medico paciente debido a que
va a influir de un modo notable en la respuesta del paciente al tratamiento prescrito
haciendo caso a las medidas que se le recomiendan y así lograr el objetivo de curarse o
en este caso llevar un estilo de vida lo más normal posible. Difícil seria abordar esta
situación si no hay una buena relación medico paciente.

Una Buena relación médico paciente es de vital importancia ya que con ella podremos
llegar al diagnóstico más preciso de la enfermedad, una buena historia clínica clara y
precisa que será útil para el trabajo interdisciplinario y favorece notablemente la
adhesión al tratamiento.

La relación Médico-Paciente que se genera en lo relacionado con la nutrición creemos


que debe ser como lo explicado en párrafos anteriores , de confianza y amena, ya que un
paciente que concurre al nutricionista se encuentra en una situación particular con su
cuerpo , ya sea disconforme consigo mismo por verse excedida de peso o cuando
realmente se encuentra con sobrepeso generando un riesgo para su salud integral o ya
sea por una situación quirúrgica que requiera de una alimentación especial para el caso
que acontezca. Creemos que las diferentes interrelaciones que se generan entre paciente-
medico pueden verse ayudadas cuando hay una relación interprofesional es decir que se
creen equipos de salud que ayuden al paciente en dicho momento de enfermedad que
presenten para poder abordar de una manera adecuada el tratamiento prescrito y lograr
el objetivo, curarse o de ser una enfermedad crónica llevar un estilo de vida lo más
normal posible.

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