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F I e L Usa Sesion

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F.I.E.L.

USA — Sesión
Jueves, Agosto 5, 2011, 10:00-11:45 AM

Espiritualidad Integral y Educación Teológica:


Aproximaciones escriturales para el desarrollo
del líder plantador de iglesias

Papel presentado en

FIEL USA

Agosto 3-4, 2011

Seminario Teológico Pentecostal

Cleveland, TN

Sammy Alfaro

Agosto 4, 2011
Alfaro, ii

Contenido

Introducción ............................................................................................................................. 1

1. El Estudio Académico como Tarea Espiritual ............................................................... 2

2. Una Nueva Manera de Hacer Teología ........................................................................... 6

3. Espiritualidad, Educación Teológica, y la Plantación de Iglesias .............................. 11

Bibliografía.............................................................................................................................. 16
Introducción

En los últimos cien años, el movimiento Pentecostal a pasado, de ser un aparente retoño

insignificante de los movimientos de Avivamiento y Santidad del siglo dieciocho y diecinueve, a ser

una fuerza global dentro del mundo Cristiano.1 Nadie puede negar el fenomenal crecimiento

numérico de creyentes Pentecostales a través del mundo durante el pasado siglo. Sin embargo, aun

desde sus principios, el entendimiento teológico central del Pentecostalismo ha sido cuestionado y,

en ocasiones, hasta desaprobado por una supuesta falta de rigor académico. Quizá esto sucedió en

parte por la actitud anti-intelectual que se manifestaba dentro del liderazgo de la iglesia y repercutió

en su membresía en los primeros años del movimiento, de una manera que a persistido hasta hoy.

Afortunadamente, aun en sus inicios, el movimiento ha contado con generaciones de pensadores

Pentecostales cuyo propósito ha sido dar credibilidad teológica a las doctrinas, adoración y practicas

Pentecostales entrando en dialogo con corrientes académicas de discusión bíblica y teológicas que

sitúan al movimiento en dialogo con otras tradiciones Cristianas.

Por los últimos quince años mi preocupación por el avance de la educación académica

dentro de nuestros círculos Pentecostales frecuentemente me ha puesto en la posición de intentar

defender la importancia de la tarea académica frente a personas y grupos que desean establecer la

supremacía del aspecto espiritual de nuestra fe y creencias. Pero hoy me encuentro en la más

agradable posición de intentar reestablecer la conexión entre la educación académica y las disciplinas

espirituales, ya que en mi opinión éstas no deben subsistir una sin la otra. El propósito de esta

conferencia es despertar una nueva pasión por la capacitación académica de lideres laicos, pastores y

educadores que enfatiza la prioridad de las disciplinas espirituales como fuentes y herramientas de la

teología Pentecostal.

1 Algunas estimaciones recientes indican que los Pentecostales (incluyendo a grupos Carismáticos) forman

aproximadamente una cuarta parte de la total población de Cristianos en el mundo actual. The Pew Forum on Religion
and Public Life (Octubre 2006), Spirit and Power: A 10-Country Survey of Pentecostals. [Consulta: Julio 1, 2011].
Alfaro, 2

1. El Estudio Académico como Tarea Espiritual

No espero decir nada novedoso en cuento a la ruptura entre educación académica y espiritualidad

que tristemente en ocasiones ocurre en la preparación formal de ministros y lideres cristianos. No

cabe duda que en la actualidad todavía se oyen ecos de las a veces mal embocadas palabras de

Tertuliano: “¿Qué tiene que ver Atenas con Jerusalén? ¿O la Academia con la Iglesia?” (De

praescriptione, vii). Pero debemos notar que en su contexto, las palabras de Tertuliano no recalcan una

total denunciación de herramientas académicas en la tarea de interpretar el texto bíblico. Más bien,

Tertuliano se refería a la incongruencia entre las enseñanzas de la filosofía de su tiempo y las

doctrinas derivadas de las Sagradas Escrituras. Sin embargo, se ha hecho muy común optar por un

divorcio entre estudio académico y espiritualidad, como si estos dos se excluyeran mutuamente.

Por un lado, el fanatismo Pentecostal señala la insuficiencia del estudio académico

juzgándolo como carente de vida y poder; acentuando una supuesta dependencia única en la unción

del Espíritu.2 Pero la realidad bíblica es que aunque algunos hombres de Dios “eran gente sin

estudios ni preparación” (Hechos 4:13) al principio de su ministerio, no siempre quedaron así. Lo

que es más, la Biblia nos provee muchísimos ejemplos de hombres y mujeres que fueron preparados

y educados para su vocación ministerial en el ámbito secular y religioso. Dios usó a un Moisés, a un

José y a un Daniel que recibieron la educación formal más elevada de su tiempo bajo el tutelaje de

maestros paganos. Además, Pablo, el escritor más prolifero del Nuevo Testamento, que nos dejó

cartas repletas de enseñanzas doctrinales y prácticas que forman la esencia de nuestra fe, fue un

fariseo, un doctor de la ley, que estudio con los fariseos de mayor reconocimiento en su día. Esto

indica que aunque no es un requisito, la preparación académica es muy útil en las manos de Dios.

2 Espacio hiciera falta para mencionar el sin número de veces que he escuchado mencionar desde un púlpito
este tipo de argumentos en contra de la educación académica ministerial. Un texto favorito para enfocar la supuesta
insuficiencia del estudio académico de la Biblia es 2 de Corintios 3:6 donde Pablo dice: “porque la letra mata, pero el
Espíritu da vida.” Sin embargo, el contexto del pasaje claramente hace un contraste entre el viejo y el nuevo pacto, entre
la ley y el Espíritu.
Alfaro, 3

Por otro lado, y lo que más me preocupa hoy, nosotros los académicos también debemos

aceptar responsabilidad por la desasociación contraproducente entre academia e iglesia Pentecostal.

Vivimos en una época en donde el estudio académico y la espiritualidad no siempre habitan el

mismo terreno de pensamiento; donde la preparación de sermones y estudios bíblicos a veces no

tienen una conexión significante con la tarea teológica a nivel académico.3 Pero, ¿acaso no somos

nosotros mismos culpables de construir el muro de separación con nuestra arrogancia intelectual y

falta de aprecio por líderes menos educados? ¿No es cierto que en ocasiones el líder de la iglesia que

se fue al seminario o la universidad regresa habiendo desechado su herencia Pentecostal y convertido

en un anti-supernaturalista? La realidad es que muchas veces líderes Pentecostales que optan por

una educación superior tristemente se dejan seducir por las oportunidades y comodidades que

naturalmente producen los diplomas académicos. Después de haber sido comisionados y ungidos

con aceite (aunque quizá no apoyados financieramente por la iglesia local y oficina regional),

regresan a la iglesia local con altivez académica pensando que ahora son mejores predicadores y

maestros. ¿Dónde están las convicciones Pentecostales y amor por la iglesia y denominación que se

profesaron detrás de un púlpito antes de salir a estudiar? Es muy probable que estás desaparecieron

cuando el enamoramiento del estudio académico hizo a un lado las disciplinas espirituales que al

principio sirvieron para identificar al candidato como uno que había sido llamado al ministerio.

Estas realidades nos deben motivar a cambiar nuestra aproximación a la preparación académica.

3 La separación de la cual hablo quizá es más prevalente en la iglesia local. Entiendo que en los niveles

superiores del liderazgo de nuestra iglesia se han hecho grandes estragos en los últimas décadas. Sin embargo, ha tomado
mucho tiempo para que estos avances se infiltren en la iglesia local y hagan un impacto significante que cambie actitudes
negativas hacia la importancia de la educación ministerial. Quizá esto se deba en parte a la sencilla razón que
continuamos siendo una iglesia cuyos laicos y pastores locales no han tenido la oportunidad de avanzar en estudios
académicos debido a la necesidad financiera o realidad de los obstáculos que presenta la inmigración. Hablando en
términos generales en la iglesia Hispana Pentecostal rara vez se encuentran pastores que posean una maestría en
divinidad y mucho menos un doctorado. Quizá en congregaciones anglas el académico Pentecostal ya haya comprobado
su contribución y haya sido aceptado dentro del rebaño como un recurso valioso para la misión de la iglesia. Pero,
tristemente, es muy común escuchar todavía dentro de nuestras congregaciones la comparación de seminarios a
cementerios; donde supuestamente mueren llamado y ministerios. No cabe duda que como académicos apasionados por
la extensión del reino y misión de la iglesia tenemos que hacer más para cambiar esta dicotomía innecesaria.
Alfaro, 4

La historia de la iglesia nos enseña que la preparación académica no debe ser considerada

como enemiga de las disciplinas espirituales y el labor ministerial. En realidad, lo opuesto es verdad.

No solo escritores bíblicos como Moisés y Pablo (entre otros) deben ser considerados como

personas que combinaron el trabajo académico con una profunda espiritualidad, sino también

abundan ejemplos en la historia de la iglesia. Desde los Padres Apostólicos hasta la época del

Renacimiento, las disciplinas espirituales eran parte indispensable de la tarea teológica.4 De hecho,

no se podía concebir como podría ser diferente. Los grandes pensadores de la iglesia combinaron

una robusta espiritualidad con un rigoroso estudio académico.

Como un ejemplo de este acercamiento espiritual al quehacer teológico, Tomás de Aquino

encabeza su obra magna con esta oración:

Dios misericordioso, te pido que me ayudes, como bien te agrade, que pueda buscar
diligentemente, investigar detenidamente, conocer con veracidad, y presentar
perfectamente, a la gloria de tu nombre.5

Lo importante aquí es que esta oración introductoria no fue una mera mención pasajera que

intentaba dar una superflua espiritualidad a su escrito. Al contrario, de principio a fin el método

teológico de Aquino incorpora una actitud de reverencia y adoración que celebra con asombro la

grandeza de Dios y su obra en la creación. Por eso, el teólogo alemán, Karl Barth comenzó su

primer curso en dogmática con una reflexión sobre la devoción de Aquino y la necesidad de imitarlo:

4 En su análisis del origen de la teología como disciplina académica, Simon Chan comenta: “La división de la
teología (como espiritual, dogmática, y bíblica) era desconocida antes del surgimiento de la filosofía racionalista del siglo
dieciocho, el período conocido como el Renacimiento. Antes de eso los teólogos consideraban su tarea como un
ejercicio profundamente espiritual, aun cuando hacían uso de métodos escolásticos.” Spiritual Theology: a systematic study of
the Christian life ( Downers Grove: IVP Academic, 1998), 16.
5 Igualmente se puede hacer referencia a la “Oración del Académico” que Tomas solía hacer antes de enfocar

su mente a su labor teológica.


“Creador Inefable,…Tú que eres la verdadera fuente de luz y sabiduría, y el soberano principio, dígnate
infundir sobre las tinieblas de mi entendimiento un rayo de tu claridad, apartando de mí la doble oscuridad en
que he nacido: el pecado y la ignorancia. Tú, que haces elocuentes las lenguas de los niños, instruye mi lengua e
infunde en mis labios la gracia de tu bendición. Dame agudeza para entender, capacidad para retener, método y
facilidad para aprender, sutileza para interpretar, y gracia copiosa para hablar. Dame acierto al empezar,
dirección al progresar y perfección al acabar. Amén.” Tomas Aquino publicado en Raccolta #764, Pius XI
Studiorum Ducem, 1923).
Alfaro, 5

La manera en que Tomás persiguió la dogmática deja la impresión de una santa,


elevada, bella y celestial obra de arte…Somos una generación que debe aprender de
nuevo, y en ocasiones aun por nombre, las presuposiciones que un Tomás, un
Agustín antes de él, y un Calvino después de él, calladamente tomaron por dadas.6

Siguiendo la pauta de Barth, debemos optar ejercer el estudio académico entendiéndolo como una

disciplina espiritual.

Además, el hecho que la universidad nació en la cuna de la iglesia nos debe impedir el hacer

una dicotomía falsa entre lo académico y lo espiritual. Debemos visitar de nuevo la pregunta que

surge en ocasiones del punto de vista eclesiástico, ¿qué tiene que ver Azusa con Princeton o Harvard

con Cleveland? Primero, debemos reconocer que es cierto una teología que carece de espiritualidad

no es útil para una comunidad que desea un toque del Espíritu. Pero, y ¿qué si invertimos la

pregunta? ¿Qué tiene que ver el seminario o la universidad con la iglesia? ¿Cuál es la relación que

debe existir entre el estudio académico y la práctica de las disciplinas espirituales? Simon Chan nos

provee una respuesta a estas preguntas:

[L]a verdadera teología surge de la experiencia personal de Dios en Cristo Jesús, y


reflexionar en esa experiencia debe llevar a un conocimiento experencial más
profundo de Dios. El que esta envuelto en “trazar con exactitud la gloria de Dios”
será afectado por esa gloria, que inevitablemente provoca alabanza. La verdadera
teología siempre es doxológica.7

En vista a esto, debemos optar por reestablecer el estudio académico de la Biblia o lo que fue en su

principio; una búsqueda espiritual por la verdad divina contenida en el texto sagrado de los escritos

bíblicos. Pero, ¿cómo comenzamos a volcar esa ola de estudio académico vacío de espiritualidad que

en ocasiones opera en contra de la misión de la iglesia? Creo que la respuesta se encuentra en una

nueva manera de entender la tarea académica que se enfoca en la misión de la iglesia desde una

perspectiva genuinamente Pentecostal.

6 Karl Barth, The Göttingen Dogmatics: Instruction in the Christian Religion, Vol. 1, ed. Hannelotte Reiffen, trad.

Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids: Wm.B. Eerdmans Publishing Co., 1991), 4


7 Chan, Spiritual Theology, 16-17.
Alfaro, 6

2. Un Método Pentecostal para Hacer Teología

Por mucho tiempo se ha argumentado que los Pentecostales no tenemos un método teológico; o

que la teología Pentecostal no se presta para una metodología. Además, se puede decir que en sus

principios el movimiento Pentecostal no estaba muy interesado en el quehacer teológico (como

atestiguan algunos sermones Pentecostales) como lo estaba en doctrina bíblica.8 Pero deberíamos

considerar si tal distinción debe ser hecha entre doctrina bíblica y la noción más académica de una

teología sistemática. Harvey Cox describe la manera Pentecostal de hacer teología de esta manera:

La diferencia esta en que mientras los fundamentalistas, y muchos otros grupos religiosos, se
conservaron en sistemas teológicos formales, el Pentecostalismo esta enraizado en
testimonios, discursos extáticos, y movimiento corporal. Pero es una teología, con un amplio
cosmos religioso, un sistema intrincado de símbolos que responde a las preguntas
recurrentes del significado y valor humano. La diferencia es, que históricamente, los
Pentecostales se han sentido más a gusto cantando su teología, o poniéndola en folletos para
distribución en las esquinas. Solo recientemente han comenzado a escribir libros.9

Cualquiera que haya sido la auto-comprensión del quehacer teológico Pentecostal, algo es cierto;

aunque intentaron no ser identificados como teólogos, inescapablemente elaboraron pensamientos

teológicos, y como tal, deben ser identificados como teólogos del Espíritu.

Enfatizando la relación entre la experiencia de Dios dentro de la iglesia y la reflexión

teológica, Orlando Costas localiza la celebración congregacional como eje principal de la teología

Latino Americana de manera muy relevante para el desarrollo de una teología Pentecostal:

El culto es el reflejo más claro de la teología de la comunidad de fe. Ello se hace claramente
evidente en el N.T., donde pasajes de mayor profundidad teológica son trozos litúrgicos–
himnos, oraciones, confesiones, etc.– tomados directamente de la experiencia litúrgica de las
comunidades primitivas. En America Latina ello se hace aún más claro dado el carácter oral
de nuestra teología. Nuestra teología…no es una reflexión lineal, horizontal, escrita. Antes

8La siguiente cita nos provee un ejemplo de la actitud anti-intelectual (o puesto de manera más positiva, el
deseo de desasociar el enfoque bíblico Pentecostal de lo que era considerado un mero enfoque académico) de los
primeros Pentecostales. “Dios no necesita un gran predicador teológico que solamente puede dar trozos y rebanadas
teológicas a la gente. [Dios] puede tomar un gusano y deshacer una montaña…” en “Back to Pentecost,” The Apostolic
Faith 1(Octubre 1906): 3.
9 Harvey Cox, Fire from Heaven: the Rise of Pentecostal Spirituality and the Reshaping of Religion in the Twenty-first Century

(Reading: Addison-Wesley, 1995), 15.


Alfaro, 7

bien, es parte de la vida, que, para bien o para mal, se representa…por el culto, ya que este es
el punto central de la vida eclesial.10

Siguiendo esta misma línea de pensamiento, Eldin Villafañe y Samuel Solivan identifican el culto de

la iglesia Hispana Pentecostal como punto de partida para la elaboración de una teología netamente

Pentecostal.11 En vista a estas declaraciones, es por demás decir que el teólogo Pentecostal debe estar

conectado a la comunidad de fe de la cual pretende ser su interprete.

Estoy convencido que la experiencia Cristiana de la presencia de Dios debe ser el punto

focal de la teología Pentecostal. Por ‘experiencia’ aquí, me refiero a lo que French Arrington define

como “la experiencia de la fe que ha sido encendida por la Palabra de Dios y el Espíritu.”12 En su

tratado sobre espiritualidad Pentecostal, Steven J. Land provee una descripción que nos ayuda a

comprender como la experiencia Pentecostal debe informar el entendimiento teológico. “La

experiencia del Espíritu…apunta hacia y requiere [una] integración de creencia, afecciones, y práctica

que a la misma vez es la definición de espiritualidad y la tarea teológica.”13 Para el Pentecostal,

entonces, la espiritualidad no es diametralmente opuesta a la labor teológica; en cambio es una parte

integral de ella ya que las dos deben ir mano a mano.14

10 Orlando Costas, El Protestantismo en America Latina Hoy: Ensayos del Camino (San José, Costa Rica:
Publicaciones INDEF, 1975), viii.
11 Eldin Villafañe, El Espíritu Liberador: Hacia una ética social Pentecostal hispanoamericana (Grand Rapids: Nueva
Creación, 1996), 110; Samuel Solivan, The Spirit, Pathos and Liberation: Toward an Hispanic Pentecostal Theology (Sheffield:
Sheffield Academic Press, 1998), 106.
12 French L. Arrington, “The Use of the Bible by Pentecostals,” PNEUMA 16:1 (Spring 1994): 106.
13 Land, Pentecostal Spirituality: A Passion for the Kingdom (Sheffield: Sheffield Academic, 1993), 41.
14 Es irónico pensar que muchos pastores y predicadores Pentecostales a primer vista se opongan a este punto

de vista en base a su predisposición a pensar que una postura académica hacia la Biblia no puede existir con una
enfocada en la oración. Sin embargo, como alguien que se ha mantenido envuelto en el ministerio de la iglesia durante
mi peregrinaje académico, soy testigo que los dos enfoques pueden habitar el mismo ámbito. Un ejemplo de cómo estas
dos disciplinas (espiritualidad y estudio académico) se entienden como complementarias, e inseparables, es la Sociedad
para Estudios Pentecostales. La realidad es que poner la una contra la otra crea una separación que históricamente no es
la norma sino la excepción. Considerando el lugar para una “teología espiritual” Simon Chan escribe con gran certitud:
“Pensar en Dios y orar a Dios no son dos tareas separadas que de alguna manera debemos juntar por medio de un
puente mecánico llamado ‘aplicación espiritual’; al contrario, últimamente son un solo acto de relacionarse a Dios. Si los
Pentecostales a comienzos del siglo veintiuno van a recuperar el corazón que el movimiento tuvo en sus primeros diez
años, necesitan desarrollar una teología Pentecostal espiritual” Simon Chan, Pentecostal Theology and the Christian Spiritual
Tradition (JPTS 21, Sheffield: Sheffield Academic Press, 2000), 31-32.
Alfaro, 8

Cuando nos acercamos al texto bíblico como Pentecostales lo hacemos con la noción de que

nuestra experiencia de Dios por medio del Espíritu nos proporciona un punto de partida para poder

entender lo que el texto significó, y lo que significa para nosotros hoy como individuos y para la

comunidad de adoración. El Pentecostal no deja su espiritualidad en la puerta buscando recuperar

de manera objetiva el significado del texto bíblico. Más bien, es precisamente la experiencia de Dios

por el Espíritu que le da a la hermenéutica Pentecostal su distintiva voz profética a la comunidad

eclesial mayor.15 Terry Cross describe el proceso de interpretación Pentecostal de esta manera:

Como interprete Pentecostal del texto de la Escritura, creo que es crucial tener todas las
herramientas escolásticas en mi caja de herramienta intelectual mientras me ocupo en la tarea
de interpretar la Escritura. También debo tener la guía del Espíritu para leer el texto.
Además, creo que de alguna manera mi experiencia de Dios informará mi lectura de la
Escritura– en verdad, debe informar esa lectura o el texto se convierte en un texto antiguo
mas, junto a Cicero, Platón, o Seneca. Es el Espíritu de Dios quien respiró a vida las
Escrituras por medio de la letra de sus autores y es el mismo Espíritu quien me ayuda a
experimentar al Dios de la Escritura en mi vida diaria y en mi labor de interpretar el texto.16

En corto, la hermenéutica Pentecostal entiende que todo acto de interpretación es informado por el

punto de vista particular de que el Espíritu se movió en los eventos del texto mismo, y asimismo en

y a través de la comunidad que interpreta.

Debido a que el empuje principal de la teología Pentecostal es indudablemente su

característica orientación pneumática, podemos describir la tarea académica desde el punto de vista

15Varios términos han sido usados para nombrar la apelación particular a la experiencia que los Pentecostales
incluyen en su método hermenéutico. Al describir la interpretación característica de los primeros Pentecostales Donald
Dayton hace referencia a una “hermenéutica subjectivadora,” en que tomaron la narración de la recepción del Espíritu
en Hechos 2 como normativa para la experincia. [Ver Dayton, Theological Roots, 24.] Edificando sobre el modelo
carismático de Max Weber, Margaret Paloma se refiere a este énfasis en la experiencia como “acción afectiva,” para
recalcar que para los Pentecostales “el sentimiento, en vez de raciocinio, es la base para la acción.” Para una
aproximación crítica y constructiva del lugar de la ‘experiencia’ en la teología Pentecostal, vea Peter Althouse, “Toward a
Theological Understanding of the Pentecostal Appeal to Experience,” Journal of Ecumenical Studies 38:4 (Fall 2001): 399-
411.
16 Terry L. Cross, “A Review of Ben Witherington, The Problem With Evangelical Theology: Testing the Exegetical

Foundations of Calvinism, Dispensationalism and Wesleyanism” (papel presentado en la 36ta reunión anual de la Sociedad para
Estudios Pentecostales. Cleveland, Tenn., March 9, 2007), 6.
Alfaro, 9

Pentecostal como “pensando en el Espíritu.”17 No es sorpresivo que un movimiento, que surgió

debido a la búsqueda de restaurar los orígenes pneumáticos de la iglesia primitiva, se enfocaría

primordialmente en desarrollar su entender sobre el bautismo en el Espíritu Santo dejando de

articular otras doctrinas. Pero, con la frase ‘pensar en el Espíritu’ no me refiero a ‘pensar sobre el

Espíritu’, o aún ‘pensar con una orientación pneumatológica.’ Aún antes del nacimiento del

movimiento Pentecostal había mucho énfasis en la persona, naturaleza, y propósito del Espíritu

Santo; incluso, durante el siglo pasado se han escrito teologías desde una perspectiva pnuematológica

que no se identificaban con el movimiento Pentecostal.

Arrington nos ayuda a entender mejor esta dinámica de ‘pensar en el Espíritu’:

Un principio fundamental de la hermenéutica Pentecostal es: La Escritura dada por el


Espíritu Santo debe ser interpretada por el Espíritu Santo. La iluminación del interprete por
medio del Espíritu Santo es una parte vital en elucidar el significado contemporáneo del
texto bíblico. Por tanto, en el proceso de la interpretación el Espíritu Santo juega un papel
más amplio que simplemente tomar las enseñanzas del Cristo encarnado y declararlas a
nosotros (Juan 16:14).18

En otras palabras, el Espíritu Santo es un agente asociado en la interpretación del texto sagrado. De

hecho, para el Pentecostal es muy problemático pensar que se puede hacer una interpretación

adecuada y completa de un pasaje bíblico sin la ayuda del Espíritu Santo; pues es solamente por y en

el Espíritu que uno puede tomar este texto antiguo y encontrar significado relevante para el mundo

actual. Por esto, Arrington declara con autoridad:

[E]l Espíritu Santo supera la distancia al servir como el contexto común y haciendo puente
que cruza la distancia cultural y temporal entre el autor original y el interprete moderno.
Puesto de otra forma, el Espíritu establece un continuo entre la palabra escrita en el pasado y
la misma palabra en el presente, iluminando así lo que las palabras del autor antiguo
significan para los que vivimos en el siglo veint[iuno] y como nos hablan hoy. A través del

17 Debo esta frase a Douglas Jacobsen, quien la usa como título a su obra sobre las teologías tempranas del

movimiento Pentecostal. Douglas Jacobsen, Thinking in the Spirit: Theologies of the Early Pentecostal Movement (Indiana:
Indiana University Press, 2003).
18 Arrington, “The Use of the Bible by Pentecostals,” 104.
Alfaro, 10

Espíritu Santo la Palabra de Dios se hace viva y habla a nuestra situación presente con
nuevas posibilidades para transformación personal y social.19

En vista a esto, varias cosas se pueden decir en cuanto a la manera que como Pentecostales

intentamos interpretar la Escritura en línea con el Espíritu. Dado el aspecto dinámico de la

hermenéutica Pentecostal, el significado de un texto se establece por medio de la interacción

dialógica entre Espíritu, Escritura y comunidad.20 El académico Pentecostal no hace exegesis del

texto bíblico simplemente para recuperar su significado original; la experiencia de la comunidad del

Espíritu tiene relevancia para la interpretación de la Escritura. Lo que es más, la presencia del

Espíritu en la iglesia y el relato bíblico sirven para hacer exegesis sobre la experiencia de la

comunidad. Ninguna de las tres puede funcionar independientemente de las otras dos, pues esto

crea un desbalance en la estrategia hermenéutica. Un método únicamente enfocado en una

interpretación histórico-gramática, tan valiosa como es, sin el testimonio de la actividad del Espíritu

en la comunidad puede resultar en una lectura sin vida, pues el Espíritu da vida. Igualmente, una

lectura enfocada en el aspecto experiencial sin el intento a establecer el contexto histórico puede

producir una lectura ilegitima del texto que es contraria al testimonio de la Escritura y en desacuerdo

a la continua obra del Espíritu en la Iglesia.

Nuestro estudio de hermenéutica teológica nos revela que para nosotros los Pentecostales la

orientación pneumática y enfoque en la experiencia proveen nuevas ventanas hacia el texto. Como

los relatos de los comienzos del movimiento Pentecostal demuestran, la imaginación teológica

Pentecostal nació del deseo de integrar el relato bíblico con nuestros relatos personales y

comunitarios. Kenneth Archer describe el proceso de esta manera:

19 Arrington, “The Use of the Bible by Pentecostals,” 104.


20 Aquí sigo el método hermenéutico desarrollado por Kenneth Archer quien propone que existe una

interrelacionalidad entre teología e interpretación bíblica dentro de comunidades Pentecostales. Kenneth J. Archer, A
Pentecostal Hermeneutic for the Twenty-First Century: Spirit, Scripture and Community (JPTS 28; London: T & T Clark, 2004).
Alfaro, 11

Los Pentecostales encontraron paralelos entre la Biblia y su vivencia e incorporaron estas a


sus testimonios. Esto reesforzó la historia Pentecostal. Por tanto, los Pentecostales no veían
diferencia en como Dios obró en tiempos bíblicos y como obra en tiempo presente.
Además, no reconocieron una diferencia en la realidad percibida debido a los cambios de
tiempo o cultura. La gente siempre ha tenido experiencias similares. Entonces, vieron sus
experiencias como similares a las de los tiempos bíblicos. Esta cosmovisión reitero la fácil
accesibilidad e inmediación del significado de la Escritura para la comunidad Pentecostal.21

En resumen, para el pueblo Pentecostal, las Escrituras contienen una teología experiencial del

Espíritu. A través del Antiguo Testamento y el Nuevo, los autores bíblicos reflejan teológicamente

sobre la experiencia de Dios en y por el Espíritu (como se puede ver en el Sinaí y el Día de

Pentecostés). Dios manifiesta su presencia en la historia por medio de hechos providenciales a favor

de su pueblo y el mundo, y los autores bíblicos guiados por el Espíritu preservaron la revelación de

Dios dada por y a través de esa manifestación particular escrita en forma narrativa. En cierto

sentido, como Pentecostales duplicamos ese proceso al pensar sobre lo que significa que Dios

manifieste su presencia en una reunión por medio de una sanidad o mensaje profético en lenguas.

Pero este tipo de reflexión orgánica sólo puede hacerse si optamos por mantenernos conectados a la

comunidad Pentecostal y practicamos una espiritualidad Pentecostal.

Debo confesar que en los pasados ocho años, he batallado con la ambivalencia de intentar

establecer la credibilidad teológica de la teología Pentecostal desde un punto de vista Hispano

deseando al mismo tiempo, mantenerme fiel a la adoración experencial y énfasis en el Espíritu de la

comunidad Pentecostal. Hoy me doy cuenta que no se necesita sacrificar una por la otra, pues la

contribución más importante que la teología Pentecostal aporta es precisamente su reflexión en la

experiencia viva de una comunidad saturada con la presencia y actividad del Espíritu. Como teólogo

Hispano Pentecostal entiendo que el regalo más valioso que puedo entregar a la comunidad

académica y la iglesia es mi reflexión enfocada en la experiencia de Dios por medio de la persona y

21 Kenneth J. Archer, A Pentecostal Hermeneutic , 122.


Alfaro, 12

obra del Espíritu Santo en la iglesia global. Cox narra su testimonio de cómo tuvo que repensar la

manera Pentecostal de hacer teología:

Como teólogo me había acostumbrado a estudiar movimientos religiosos leyendo lo que sus
teólogos escribían y tratando de captar sus ideas centrales y doctrinas más sobresalientes.
Pero pronto me di cuenta que con el Pentecostalismo ésta táctica no sirve de mucho. Como
lo describe un teólogo Pentecostal, en su fe “la experiencia de Dios tiene supremacía
absoluta sobre el dogma y la doctrina.” Por tanto, la única teología que puede dar un relato
de esta experiencia, el dice, es “una teología narrativa cuyo central expresión es el
testimonio.” Yo creo que él está en lo correcto…22

De igual manera debemos abrazar nuestras distintivas Pentecostales como fuentes y recursos para el

labor teológico.

Durante la última reunión de la Sociedad para Estudios Pentecostales en Marzo de este año,

Cox ofreció dos recomendaciones enfocando la necesidad de recobrar el celo Pentecostal y

centralidad en el Espíritu: 1) recuperen el ascetismo y piedad Pentecostal que caracterizó al

Pentecostalismo en sus orígenes, y 2) tengan cuidado con acceder a la tentación de aceptación

política y uniformidad.23 A mi se me hizo muy significante que estas advertencias fueron dadas a un

grupo de teólogos Pentecostales, y no necesariamente pastores y líderes. Parafraseando, el punto

principal que el deseaba darnos a entender era: “Sean un movimiento y no una empresa teológica.

Regresen a ser un pueblo del Espíritu.” Creo que el académico Pentecostal puede hacerle un gran

servicio a la iglesia y la academia si opta por hacer teología como una disciplina espiritual. El

Pentecostalismo nació después de noches arduas en búsqueda de un toque de Dios, por tanto, si la

teología Pentecostal va a ser un testigo fiel del movimiento debe tomar de la misma fuente espiritual.

Tiene que haber una correlación entre espiritualidad Pentecostal y teología Pentecostal, pues uno no

puede hacer teología desde una perspectiva Pentecostal si uno no comparte el estilo de vida

22 Cox, Fire From Heaven, 71. Aquí Cox hace referencia a D. William Faupel, The Everlasting Gospel: the Significance

of Eschatology in the Development of Pentecostal Thought, JPTS 10 (Sheffield: Sheffield Academic, 1996).
23 Plática titulada “El Futuro de la Teología Pentecostal,” presentada en la Reunión Anual de la Sociedad de

Estudios Pentecostales en Memphis, TN, 10 de Marzo del 2011.


Alfaro, 13

Pentecostal.24 Puesto de otra forma, une tiene que estar enraizado en su tradición religiosa si

pretende ser un verdadero interprete de su comunidad. Recuperar la naturaleza doxológica de la

teología no solamente ayudará a hacer un puente la división entre iglesia y academia, pero también

servirá como un medio metodológico para avanzar nuestra distintiva manera de hacer teología.

3. Espiritualidad, Educación Teológica, y Plantación de Iglesias

En esta última parte quisiera dar algunas directrices de cómo esta manera de hacer teología puede ser

determinante para levantar una nueva generación de plantadores de iglesias. Algunos quizá sabrán

que mi vida tomó un giro no esperado al finalizar de mis estudios doctorales. Digo esto, pues no es

muy común que después de obtener un doctorado uno se entregue a la tarea de plantar una iglesia.

Quizá si mi concentración hubiese sido misiones o ministerio, no fuera tan sorprendente que mi

esposa y yo comenzamos a plantar una iglesia en la sala de nuestra casa cuando yo estaba

terminando mi tesis doctoral. Pero, mi preparación académica fue en teología, lo cual debió haber

matado el espíritu misionero y la pasión por ganar almas. Quizá suene contradictorio pero fue el

estudio académico que volvió a encender la pasión por ejercer el pastorado. No logro entender

cómo uno pudiera estudiar los orígenes y las raíces teológicas del Pentecostalismo y no ser afectado

por el poderoso mover del Espíritu Santo en la iglesia a nivel global.

Al estudiar el progreso de la iglesia desde el comienzo de la era cristiana hasta hoy, como

teólogo, me admiro de que estemos viviendo durante un tiempo donde cómo nunca antes se ha

dado libertad a que el Espíritu se mueva en la iglesia. Quien hubiera pensado que el sueño de Barth,

de “una teología del Espíritu”25 sería realizado por un movimiento que en sus tiempos solía ser la

24 Me viene a la mente un libro popular escrito por un simpatizante del movimiento Pentecostal, Tony

Campolo. El título del libro, Cómo Ser Pentecostal Sin Hablar en Lenguas, ruega que hagamos una pregunta para discusión:
¿Puede uno ser un teólogo Pentecostal si no habla en lenguas o puesto de manera más inclusiva sin experimentar la vida
en el Espíritu?
25 Eberhard Busch relata el sueño de Barth de esta manera: “Barth escribió de su sueño – que en ocasiones

también lo comunicó en conversaciones – que alguien, y quizá toda una era, sería dejado desarrollar una ‘teología del
Espíritu,’ una ‘teología que hoy sólo puedo visualizar de lejos, como Moisés vio la tierra prometida.’ El estaba pensando
Alfaro, 14

burla del mundo académico. Aún más reciente, Cox ha declarado de manera profética que estamos

viviendo en “la Era del Espíritu” debido, entre otros factores, al crecimiento global del

Pentecostalismo en el pasado siglo.26 Este despertamiento al movimiento del Espíritu a nivel global

nos posiciona a nosotros los Pentecostales a ser agentes de transformación en el ámbito eclesiástico

y académico; el mundo necesita nuestra reflexión en la misión de la iglesia en el poder del Espíritu.

Siguiendo esta pauta me he entregado con pasión a la labor de plantar una iglesia

entendiendo mi trabajo a la vez como un laboratorio de aprendizaje. Las mismas preguntas

teológicas que me había hecho antes sobre la naturaleza de la iglesia y papel del Espíritu Santo en la

misión de la iglesia, ahora las hago desde un lugar donde deseo ver a Dios obrando en medio de su

pueblo y las dificultades que enfrenta. Al estar envuelto en la ocupación semanal de traer palabra de

Dios a un pueblo sufriente, mi teología se enriquece al pasar por el filtro de una experiencia real y no

solamente teórica. No es lo mismo escribir un libro que pretende describir quien es Dios y explicar

cómo debemos vivir en base a esa verdad y caminar con un pueblo siendo el vocero de Dios quien

esta supuesto a traer palabras edificadoras y alentadoras. Esta gran responsabilidad naturalmente me

hace doblar rodillas al reconocer mi insuficiencia e ignorancia. En ocasiones, hasta preferiría escribir

un papel exegético sobre un pasaje de difícil interpretación que ser puesto en la silla del acusado y

tener que responder a preguntas que van a tener repercusiones inmediatas en la vida de unas de mis

ovejas y sus familias. En esta labor, el estudio académico tiene sus límites, y la oración y el poder

vivificador de la Palabra y el Espíritu han sido las herramientas más útiles.

de una teología que, en diferencia a la suya, no sería escrita desde la dominante perspectiva de la Cristología, pero desde
la pneumatología.” Algunos teólogos contemporáneos hacen la conexión entre estas declaraciones proféticas y el
surgimiento del movimiento y la teología Pentecostal. Karl Barth: his life from his letters and autobiographical texts
(Philadelphia: Fortress press, 1976), 494.
26 Es importante notar que para Cox el Pentecostalismo es una de las señales de los tiempos, pues también hace
hincapié en el enfoque en lo ‘espiritual’ por otras tradiciones religiosas y filosofías. Sin embargo, como un buen
interprete de la iglesia como movimiento global, identifica a los Pentecostales como los proponentes catalíticos que
pueden ocasionar “una revolución en la Cristiandad hacia el renacimiento de la fe en la Era del Espíritu.” Harvey Cox,
The Future of Faith (New York: Harper One, 2009), 9, 211.
Alfaro, 15

Algunos me han preguntado recientemente sobre los libros y cursos de iglecrecimiento que

más me han ayudado en la plantación de una iglesia. La verdad es que he leído mucho en

preparación antes y durante este proceso, y cuando hay tiempo añado libros a mi colección de obras

enfocadas en el liderazgo y el plantamiento de iglesias. La realidad es que métodos abundan y uno

puede aprender mucho de cada libro escrito. Pero, lo que los libros no enseñan es el aprender a

seguir las huellas del Espíritu y a ser sensible a su voz y dirección. He cometido errores, y seguro los

seguiré cometiendo, pero una cosa tengo por seguro, la teología sigue la misión; o como diría Martín

Kähler: “la misión es la madre de la teología.”27 Se pueden aprender metodologías y estrategias pero

éstas deben rendirse a la dirección del Espíritu. En este respecto, las instrucciones más valiosas

vienen de los viajes misioneros de Pablo, pues nos sirven como ejemplo de una teología del camino.

Podemos aprender tanto de un análisis detenido de la obra misionera en el libro de Hechos,

pero lo que para mi es más significante es la dependencia en el Espíritu de la iglesia al cumplir el

trabajo evangelístico. En el libro de Hechos este es un tema principal, pues vez tras vez los apóstoles

llegaron a confirmar la voluntad de Dios al ver como el Espíritu Santo se estaba moviendo en la

iglesia. Desde el principio en Jerusalén, y después en Judea y Samaria, el bautismo con el Espíritu

Santo es la señal de aprobación que impulsa a la iglesia a predicar el evangelio a diferentes grupos

étnicos (8:15-17; 10:44-47; 11:12-15; 19:6). Además, en momentos críticos cuando la iglesia necesitó

tomar decisiones importantes la respuesta surgió en consultación con el Espíritu (Hechos 6:1-5;

13:2-4; 15:28). De hecho, el libro de Hechos demuestra que el Espíritu Santo fue quien orquestó la

misión de la iglesia dirigiendo a sus líderes e incluso en ocasiones impidiendo su avance (11:12, 28;

16:6-7). Estoy convencido que un análisis teológico igualmente guiado por el Espíritu nos ayudaría

inmensamente en la revitalización de iglesias moribundas y la plantación de nuevas obras.

27 Martín Kähler, Schriften zur Christologie und Mission (Chr. Kaiser Verlag, Munich, 1971), 190. Citado en David J.

Bosch, Misión en Transformación: Cambios de paradigma en la teología de la misión, trad. Gail de Atiencia (Grand Rapids: Libros
Desafío, 2000), 31.
Alfaro, 16

Ahora, reconozco que ésta hermenéutica no es ajena al púlpito Pentecostal, pues se han

predicado incalculables sermones enfatizando la obra del Espíritu Santo como guía de la iglesia. Sin

embargo, me atrevo a pensar que como Pentecostales no hemos seguido por completo el impulso

del Espíritu a reformar y renovar la iglesia según sus directrices. Pero, que si escucháramos la voz del

Espíritu al tomar decisiones como cuerpo eclesial, y que si buscamos identificar el mover del

Espíritu hoy siguiendo sus pisadas, tal y como lo hizo la iglesia primitiva y la iglesia Pentecostal en

sus principios. Es triste ver como un movimiento que se caracterizo por su dependencia en el

Espíritu Santo, hoy parezca ser más democrático que pneumático. La realidad es que en ciertos

aspectos de nuestra estructura organizacional, elección de líderes y liturgia hemos llegado a apagar la

voz del Espíritu y optado por ser más políticos que bíblicos. Parafraseando un dicho de Samuel

Rodriguez: “en vez de seguir el burro o el elefante, el pueblo Pentecostal debe seguir la Paloma!”

Creo que la aproximación a la tarea teológica Pentecostal como disciplina espiritual en

servicio a la iglesia, hoy puede marcar la diferencia y traer transformación a nuestra iglesia. Pregunta:

¿por qué seguimos recurriendo a argumentos fundamentalistas al abordar el tema del ministerio de la

mujer en la iglesia? ¿Acaso no optamos por una hermenéutica rígida que no es abierta al mover del

Espíritu cuando insistimos en limitar y silenciar lo que el Espíritu esta haciendo a través de una

mujer? No debemos dejar que las limitaciones patriarcales del primer siglo y el machismo de hoy

tengan prioridad sobre el sello que el Espíritu Santo pone sobre los líderes que él confirma. Es

sorprendente considerar que como iglesia Pentecostal dirigida por el Espíritu estemos tan atrasados

en reconocer la igualdad de la mujer en el ministerio cuando ellas han hecho tanto por encender y

extender el fuego Pentecostal en la iglesia local y el mundo misionero. ¿Acaso no debe ser una

teología Pentecostal del ministerio fiel al testimonio del Espíritu quien dirige la iglesia en su poder?

Estoy convencido que una teología Pentecostal sumergida en oración y enfocada en la obra del

Espíritu en la iglesia puede energizar la iglesia para que cumpla su misión en el poder del Espíritu.
Alfaro, 17

Permítanme hacer otra crítica desde una teología Pentecostal que desea servir a la iglesia en

la plantación de nuevas obras. Pregunta: ¿Qué tan importante fue y ha sido la adoración en la

reunión Pentecostal? Un análisis histórico de la adoración congregacional de la iglesia Pentecostal

revela que hemos estado en la vanguardia de innovación e incorporación de música e himnología

que busca contrarrestar la liturgia tradicional. El movimiento moderno de la alabanza y adoración

que ha revolucionado la iglesia a nivel mundial y ha ayudado a revitalizar la iglesia infundiéndola con

pasión por la intimidad con Dios debe ser considerado como un verdadero mover del Espíritu. ¿Por

qué pues muchos siguen optando por una liturgia que en su tiempo fue renovadora pero ha llegado a

ser tradicional y estática? ¿Acaso no es más Pentecostal poner el vino nuevo en odres nuevos (Lucas

5:38)? ¿Acaso no es mejor alinearse con lo que el Espíritu esta haciendo a nivel mundial? Decidir

retroceder a modelos de adoración del pasado y no reconocer el viento del Espíritu en la adoración

contemporánea limita el avance de la misión de la iglesia, pues Dios la ha escogido como

instrumento de renovación y transformación a nivel global.

Es cierto, no todo lo moderno es del Espíritu, pero debemos reconocer que en términos

generales el surgimiento de los grupos de alabanza modernos han envigorizado el enfoque

Pentecostal de la experiencia de Dios a través de la adoración; aun en denominaciones que

históricamente se han opuesto al mover dinámico del Espíritu en la iglesia. Por tanto, no debemos

dejar que la nostalgia nos impida abrazar cualquier movimiento contemporáneo del Espíritu. De otra

manera, seríamos igual de culpables que aquellos que intentaron detener el nuevo mover del Espíritu

al principio de la era Cristiana. A ellos como a nosotros las palabras de Gamaliel hablan con

autoridad: “Si lo que se proponen y hacen es de origen humano, fracasará; pero si es de Dios, no

podrán destruirlos, y ustedes se encontrarán luchando contra Dios” (Hechos 5:38-39). Un

movimiento que ha impulsado a la iglesia a una relación más íntima con Dios por más de veinticinco

años debe considerarse como un verdadero mover del Espíritu.


Alfaro, 18

Un aspecto más que debo enfatizar en relación a la plantación de iglesias y la preparación

académica es la necesidad de educar líderes y pastores que no sólo dependen del Espíritu en su vida

personal y el trabajo de la iglesia, pero también están debidamente preparados para responder a los

desafíos que presenta la situación actual de nuestro mundo. Existen tantos problemas a nivel local y

global donde una mejor preparación académica que reconoce soluciones seculares puede ser

determinante en el futuro progreso de la iglesia. Por eso es necesario tener un concepto más integral

de la preparación ministerial; intentando un balance entre rigor académico y una robusta

espiritualidad. Como amantes de la educación y ministros de la iglesia, debemos trabajar para que

llegue el día en que tengamos líderes laicos en la iglesia local que son llenos del Espíritu y que han

terminado carreras académicas. Sueño con una iglesia local donde la mayoría de los líderes son

hombres y mujeres profesionistas quienes pueden tomar sus herramientas seculares y ponerlas en

servicio de Dios guiados por un espiritualidad profunda y un amor por la iglesia.

Creo que la iglesia Pentecostal Hispana en los Estados Unidos tiene el potencial para ser un

agente de transformación a nivel nacional y mundial si optamos por impulsar a nuestros jóvenes a

continuar sus estudios y servirle a Dios en la iglesia y el mundo secular simultáneamente. Cuando

crezca el número de jóvenes Pentecostales que decidan servir a Dios bivocacionalmente, estaremos

estratégicamente posicionados para hacer un impacto mundial. Pero este sueño requiere una

estrategia pastoral que logre hacer puente entre lo académico y lo espiritual; necesitamos modelar lo

que es servir a Dios con la mente y el espíritu, y fomentar una espiritualidad integral que florece aún

en el ámbito secular. Nosotros somos la generación de educadores Pentecostales que transformará la

iglesia Hispana capacitando una nueva generación de pastores, líderes y plantadores de iglesia que se

han aprendido a combinar el estudio académico y las disciplinas espirituales en servicio a Dios.
Alfaro, 19

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