Habilidades Sociales
Habilidades Sociales
Habilidades Sociales
crecer, nutrirnos de otros puntos de vista y vivir en armonía. Para ello, saber relacionarnos y disponer de
una serie de habilidades sociales es fundamental porque en la mayoría de las ocasiones evitaremos
malentendidos y conflictos.
¿Qué son exactamente las habilidades sociales? Hay quien las define como esos rasgos de comportamiento
y comunicación que nos hacen tener éxito en la vida. Sin embargo, más que de éxito deberíamos hablar de
bienestar, de saber convivir en armonía, compartiendo experiencias, comunicando con efectividad y
conformando esa cohesión social donde se llegan a acuerdos y se da forma a un bienestar que revierte de
forma directa en cualquier aspecto: el profesional, personal y el de la salud.
“Lo que realmente importa para el éxito, carácter, felicidad y logros vitales es un conjunto definido de
habilidades sociales, no solo habilidades cognitivas que son medidas por tests convencionales de
coeficiente intelectual”.
–Daniel Goleman–
Las habilidades sociales son un conjunto de conductas que nos permiten interactuar y relacionarnos con los
demás de manera efectiva y satisfactoria. Un aspecto interesante sobre ellas es que se pueden aprender,
potenciar e ir desarrollándolas día a día con la práctica. Aunque bien es cierto que no siempre será sencillo
debido al grado de complejidad que tienen algunas de ellas, tampoco es imposible conseguirlo.
Un aspecto importante que debemos tener en cuenta es que la cultura y las variables sociodemográficas
son imprescindibles para entrenar y evaluar las habilidades sociales, ya que dependiendo del lugar en el
que nos encontremos, los hábitos y formas de relacionarse cambian. Por eso, no solo es importante tener
un buen repertorio de habilidades sociales, sino que hay que saber cuándo y dónde poner esas habilidades
en práctica. Esto último se conoce como competencia social.
Así, el hecho de poseerlas evita la ansiedad en situaciones sociales difíciles o novedosas, facilitando la
comunicación emocional, la resolución de problemas y la relación con los demás, siempre y cuando se
adecuen al contexto.
“La persona inteligente emocionalmente tiene habilidades en cuatro áreas: identificar emociones, usar
emociones, entender emociones y regular emociones.”
-John Mayer-
Si se carece de ciertas habilidades sociales el afrontamiento de las situaciones será pasivo, evitándolas y
accediendo a las exigencias de los demás. Pero también se puede caer en la agresividad, imponiendo
criterios e infringiendo los derechos de los demás.
Existe un gran número de habilidades sociales pero a nivel general podemos distinguir dos tipos que
engloban y organizan al resto: las habilidades sociales básicas y las habilidades sociales complejas.
Veámoslas con detalle.
Escuchar. Oír no es lo mismo que escuchar, solo cuando somos capaces de atender de forma activa,
cercana y empática a quien tenemos en frente, damos forma a ese primer escalón de nuestras
interacciones sociales. Esta dimensión por muy básica que nos parezca, es algo en lo que solemos fallar en
muchos casos.
Iniciar una conversación. Por curioso que nos resulte, saber generar una correcta apertura en una
conversación dice siempre mucho de nosotros. Requiere soltura, requiere dotes de cortesía y cercanía,
requiere positividad y esas dotes comunicativas donde no parecer amenazante o inseguro, sino todo lo
contrario.
Formular una pregunta. Saber preguntar es saber reclamar y hacer uso también de una adecuada
asertividad. Esta competencia social es de las primeras cosas que se enseñan a los niños en las aulas y las
que más pueden ayudarnos en nuestro día a día, en casi cualquier contexto.
Habilidades complejas
Hay que tener en cuenta que es necesario aprender las primeras para desarrollar el segundo tipo de
habilidades sociales y que cada situación demandará unas u otras, dependiendo de las características y
dificultad de las mismas.
Asertividad. Hacíamos referencia a ella hace un momento. En un mundo complejo como son las relaciones
sociales, saber defendernos con respeto, hablar de nuestras necesidades, comunicar y escuchar, reclamar
derechos y cuidar también los ajenos es una habilidad de gran valía.
Capacidad para definir un problema, negociar y evaluar soluciones. Esta dimensión es algo que todos
deberíamos practicar a diario y potenciar al máximo. De este modo, podríamos llegar a acuerdos con mayor
facilidad, negociar y establecer metas donde ambas partes ganen.
Pedir ayuda. Tomar consciencia de que no lo sabemos todo, de que necesitamos consejo, apoyo u otras
dimensiones es un acto de madurez. Saber pedirla con efectividad es ejemplo de un buen dominio de las
habilidades sociales.
Convencer a los demás. Saber convencer no es manipular. Es saber argumentar, conectar y llegar a un
entendimiento donde hacer ver al otro que determinada conducta o acto le puede ser más beneficioso.
Crear impacto y hacerlo con respeto es un arte que vale la pena aprender.
Como podemos observar, el tema de las habilidades sociales se encuentra presente en nuestra vida diaria,
ya sea tanto por la presencia de estas como por su ausencia, tanto en ambientes familiares, laborales como
entre amigos. Aprender y desarrollar estas habilidades en uno mismo es fundamental para conseguir unas
relaciones óptimas y satisfactorias con los demás.
Son numerosos los beneficios que obtendremos con su puesta en práctica, como conseguir que no nos
impidan lograr nuestros objetivos, saber expresarnos y tener en cuenta los intereses, necesidades y
sentimientos ajenos. También nos ayudarán a obtener aquello que queremos, a comunicarnos
satisfactoriamente con los demás y facilitar una buena autoestima, entre otros aspectos.