El autor pide perdón a los opositores por las deficiencias del sistema de selección de oposiciones. Explica que el tribunal trabaja jornadas extenuantes de 12-14 horas sin descanso evaluando miles de páginas en poco tiempo, lo que compromete la calidad de la evaluación. También critica que las pruebas orales evalúan aspectos hipotéticos en lugar de competencias docentes reales. Concluye diciendo que muchos opositores no fallaron, sino que el azar del sistema injusto los perjudicó.
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El autor pide perdón a los opositores por las deficiencias del sistema de selección de oposiciones. Explica que el tribunal trabaja jornadas extenuantes de 12-14 horas sin descanso evaluando miles de páginas en poco tiempo, lo que compromete la calidad de la evaluación. También critica que las pruebas orales evalúan aspectos hipotéticos en lugar de competencias docentes reales. Concluye diciendo que muchos opositores no fallaron, sino que el azar del sistema injusto los perjudicó.
El autor pide perdón a los opositores por las deficiencias del sistema de selección de oposiciones. Explica que el tribunal trabaja jornadas extenuantes de 12-14 horas sin descanso evaluando miles de páginas en poco tiempo, lo que compromete la calidad de la evaluación. También critica que las pruebas orales evalúan aspectos hipotéticos en lugar de competencias docentes reales. Concluye diciendo que muchos opositores no fallaron, sino que el azar del sistema injusto los perjudicó.
El autor pide perdón a los opositores por las deficiencias del sistema de selección de oposiciones. Explica que el tribunal trabaja jornadas extenuantes de 12-14 horas sin descanso evaluando miles de páginas en poco tiempo, lo que compromete la calidad de la evaluación. También critica que las pruebas orales evalúan aspectos hipotéticos en lugar de competencias docentes reales. Concluye diciendo que muchos opositores no fallaron, sino que el azar del sistema injusto los perjudicó.
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PIDO PERDÓN
PIDO PERDÓN, y necesito hacerlo, a todos y cada uno de los opositores de mi
tribunal. Antes que nada, sabed que muchos de quienes no habéis superado la primera prueba, ni tampoco superaréis la segunda, no tenéis la culpa de ello. El responsable último es un sistema de selección injusto y opaco que os ha centrifugado. Un funesto azar me ha obligado a formar parte de un tribunal de oposiciones en la presente convocatoria (2021), y aquí he descubierto sus graves deficiencias. Para empezar, os confieso que no cuento con ningún mérito ni capacitación específica para seleccionaros, ni me han proporcionado formación previa alguna para este complejo proceso selectivo. Soy un simple docente vocacional y mi oficio es trabajar en el aula con mi alumnado, no seleccionar a mis futuros compañeros. Este sistema de selección se construye sobre una enorme deficiencia estructural. Para cumplir con los objetivos y plazos exigidos, los miembros del tribunal hacemos jornadas de 12 a 14 horas y, en ocasiones, sin descanso semanal (de lunes a domingo). Como imaginaréis, este agotamiento físico y mental, así como la falta de coordinación y apoyo logístico general en todos los ámbitos, repercute en el rigor de los resultados. A modo de ejemplo, de un día para otro (de un domingo a un lunes) me encontré con que tenía que calificar unas 3500 páginas en una semana (500 hojas diarias), además de mecanizar los 38 ítems de cada ejercicio, todo ello sin que el tribunal dispusiera de tiempo material para coordinarse. ¿Es posible calificar ese volumen de ejercicios con rigor y equidad en ese plazo? Si, a ello sumamos que, en ningún momento del proceso existe un control externo, ¿quién garantiza que todos los ejercicios se han corregido con el detenimiento y precisión que este proceso exige? Quizás aquí encontremos la razón por la que no se muestran las pruebas escritas a los candidatos que lo solicitan. Quienes tienen la suerte, digo bien, la suerte de superar la primera parte, se enfrentan a la defensa de su programación y la de una unidad didáctica. Si el tiempo de la primera calificación es ajustado, el de las programaciones con decenas de folios es aún más: el tribunal, en el mejor de los casos, cuenta con un día y una tarde para calificar todas la programaciones antes de empezar las pruebas orales. Dentro de jornadas de 12-14 horas, dedicamos entre 7-8 a escuchar y calificar vuestra exposición metodológica sobre diversos aspectos que nada tienen que ver con lo que ocurre un día normal en un aula real, es decir, nuestro trabajo diario. Contrarreloj y exhaustos habláis de normativa, siempre la misma, de secuenciación, objetivos de etapa, de materia, de NEAE, de extraescolares y de complementarias… «Haré, visitaré, utilizaré…» (todo ello anclado en el mundo de la hipótesis). A mi juicio este es un proceso tan absurdo como sería seleccionar a cocineros a partir del relato de sus recetas o a pianistas contando, ante cinco personas extenuadas, cómo interpretarían una partitura sin acercarse a su instrumento. Además, todo esto sucede en aulas-sauna, tras largas horas de espera, de nervios, mascarillas y cansancio compartido. Me duele la apatía y la aceptación de esta injusticia por parte de muchos de mis colegas. A cambio de una indemnización (sic), la Administración pulveriza algunos de nuestros derechos laborales y nos obliga a formar parte de este sistema injusto y cruel. Subrayo: nos obliga en base a un sorteo y sin proporcionarnos formación ni información, confiando vuestras expectativas laborales a nuestra buena voluntad y capacidad de sacrificio. Pesan sobre mi conciencia las posibles injusticias involuntarias que haya podido cometer en este proceso. Sabed que he sacrificado mucho por hacer lo que consideraba lo mejor y más justo para nuestro proyecto social y educativo común, pero tened en cuenta que el sistema no es justo ni racional. Pesa sobre mi conciencia todo el tiempo que habéis dedicado a estudiar y prepararos para formar parte de esta pantomima. Pesa también sobre mi conciencia cada minuto que os habéis sacrificado por este proyecto y no habéis obtenido fruto. Os digo que muchos no habéis fallado. No os sintáis frustrados. Este sistema es como una carrera a través de un campo de minas, donde muchos caen porque la suerte los abandonó. Pido perdón con estas palabras. Ismael Ramos Vocal 2, Tribunal n.º 37 de Geografía e Historia de Granada