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ARQUEOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA, 6, enero-diciembre 2009, págs. 63-92 Madrid / Vitoria.


ISMAEL
ISSN
GARCÍA
1695-2731
GÓMEZ
eISSN 1989-5313
doi 10.3989/arqarqt.2009.09007

Sistemas complejos y arqueología.


Una aproximación teórica
al fenómeno urbano

Complex Systems and Archaeology.


A theorical approach to urban phenomenon

Ismael García Gómez


G.I. Arqueología de la Arquitectura. UPV/EHU. Vitoria-Gasteiz* 1

Resumen
En este artículo exponemos algunas reflexiones sobre la
aplicación del enfoque sistémico en arqueología a partir de la
experiencia de nuestra tesis doctoral, que ha tenido como objeto
de estudio la ciudad de Vitoria-Gasteiz. Defendemos la idea de
que, más allá de las objeciones planteadas desde la arqueología Fig. 1. M. C. Escher, Calle en Scanno, Abruzzi.
postprocesualista, las nuevas formas de entender los sistemas
(Sistemas Emergentes o Complejos), ofrecen una estimulante
alternativa para la interpretación en arqueología, alcanzando
incluso los significados contextuales.
«Inútilmente, magnánimo Kublai, intentaré describirte
la ciudad de Zaira de los altos bastiones. Podría decirte de
Palabras clave: Sistemas; Redes; Estructura; Proceso; Geometría cuántos peldaños son sus calles en escalera, de qué tipo los arcos
social; Análisis multiescala. de sus soportales, qué chapas de zinc cubren sus techos; pero sé
ya que sería como no decirte nada. No está hecha de esto la
Abstract ciudad, sino de relaciones entre las medidas de su espacio y los
This paper intends to reflect upon the application of the systemic acontecimientos de su pasado (…) Una descripción de Zaira
approach on archaeology from the experience of our doctoral como es hoy debería contener todo el pasado de Zaira. Pero la
thesis, whose subject of research has been the city of Vitoria-
Gasteiz. Beyond the objections rose by the post-processual ciudad no dice su pasado, lo contiene como las líneas de una
archaeology, the new ways of understanding the systems mano, escrito en los ángulos de las calles, en las rejas de las
(Emergent or Complex Systems) offer a stimulating alternative to ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las astas de las
archaeological interpretation, getting even contextual
banderas, surcado a su vez cada segmento por raspaduras,
significances.
muescas, incisiones, cañonazos…»
Keywords: Systems; Networks; Structure; Process; Social I. Calvino, Las ciudades invisibles.
Geometry; Multiscale analysis.

1. OBJETIVO: CARTOGRAFIAR LA GEOMETRÍA SOCIAL


* ism.garc@gmail.com
1
Becario doctoral de Arabarri (Sociedad Anónima de Gestión del Patrimonio Hace ya algún tiempo que nos encontramos inmersos en
Cultural edificado de Álava). la incierta tarea de profundizar en la historia de Vitoria-

ARQUEOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA, 6, enero-diciembre 2009 Madrid/Vitoria. ISSN: 1695-2731. eISSN 1989-5313. doi 10.3989/arqarqt.2009.09007
SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 64

Gasteiz desde un enfoque que consideramos poco habi- —por ejemplo— la que actualmente recoge la Wikitravel4.
tual, en cuanto que pretende hacer justicia a las múltiples Aunque sólo fuera por la distancia temporal, o las distintas
escalas de existencia que la han hecho posible: de las perspectivas e intereses que entran en juego, cabría pensar
técnicas constructivas a los ciclos productivos; de la unidad que poco, ¿pero subyacerá incluso en las visiones más
estratigráfica al tejido urbano; de la individualidad de los dispares un común denominador? ¿Algo que el viajero de
principales personajes históricos a la sociedad; de la fun- cualquier época reconocería inequívocamente como Vito-
ción al significado simbólico; en fin, de la sincronía a la ria? Puede que pequemos de ingenuos, pero —como
diacronía. observa Johnson en el caso de Florencia (2003: 93-94)—
Nos estamos refiriendo a la tesis doctoral en la que creemos que la respuesta a tal pregunta no puede ser sino
llevamos varios años concentrados, una investigación que afirmativa. Ese común denominador existe.
hemos concebido como una suerte de experimento carto- No podemos ocultar que, antes de entrar al análisis de
gráfico, si bien en nuestro trabajo no ha pesado tanto la los contextos significativos, la mayor parte de nuestro
simple descripción topográfica o morfológica, como el empeño se ha concentrado en el conocimiento somático de
propósito de evidenciar que el tejido urbano es ante todo la estructura material de la ciudad (por supuesto su
un sistema, un patrón de organización que se proyecta en arquitectura, pero también su urbanística, su estratifica-
el tiempo. Un patrón de organización que no debe ser ción, profundizando en los modos y técnicas empleados
entendido como una estructura predeterminada (o prede- para erigir los muros de los edificios), sin embargo esto no
terminante) que se impone implacablemente a la sociedad debería conducir al opuesto, para deducir que nuestro
y al individuo; como creemos podrá comprobarse, com- interés es más el de analizar el continente que el de
prender los sistemas complejos implica, ante todo, un gran comprender el contenido. Hemos buscado un punto de
respeto por la capacidad de decisión del individuo o del contacto entre ambas realidades, y por ello nuestro objeti-
grupo humano, puesto que son sus iniciativas las que vo ha sido el de cartografiar con un mínimo de eficacia lo
construyen «de abajo hacia arriba» el sistema urbano. que S. Unwin denominara geometría social: «Cuando la
Así, en nuestro enfoque, la arquitectura de una calle gente se congrega, cada uno identifica su propio lugar de
no constituye un escenario pasivo sino un sujeto activo, un diversas maneras. Al hacerlo así, cada uno sobrepone una
recipiente receptor y reproductor de relaciones sociales y geometría social al espacio en que se encuentra. Como
económicas de diverso tipo. El espacio por ella contenido mecanismo de identificación del lugar, la geometría social es
es un lugar de encuentro, un canal por el que fluyen, y arquitectura por derecho propio, pero al tratarse únicamente
donde se intercambian, objetos e ideas. Al igual que M. de interacción entre personas, su existencia es efímera. Las
Delgado, estamos convencidos de que «más allá de los obras de arquitectura pueden responder a geometrías sociales,
planes y los planos, lo urbano es otra cosa» (2007: 15) y por ordenarlas, y hacer que su definición física sea más permanen-
ello hemos intentado trascender del puro soporte material te» (2003: 113).
que es el urbanismo de una ciudad, para alcanzar los
contextos significativos de aquellos que la habitan, la 2. NUESTRAS REFERENCIAS: UN EJEMPLO DE
imaginan y la recrean física y mentalmente. CAUSALIDAD CIRCULAR5
Ahora bien, si la ciudad además de objeto es también
una percepción, o una multiplicidad de percepciones —la 2.1. Un punto de partida
de los transeúntes que constantemente la recorren (Ibidem: Los riesgos asumidos con tal enfoque no son pocos a
72)2—, lo primero que cabría preguntarse es qué pueden nuestro juicio. Para empezar, porque si no logramos dar
tener que ver la Vitoria de Víctor Hugo de 18653 con con la fórmula adecuada para transmitir nuestra percep-
ción (por ejemplo en este artículo), el potencial que
2
«Quienes la recorren –y que no pueden hacer otra cosa que recorrerla, puesto que no
atribuimos a la idea de la visión de sistemas emergentes,
es sino un recorrido- basan su co-presencia en una visibilización máxima en un
mundo superficial (…) En ese terreno cuenta, ante todo, lo observable a primera
4
vista, lo intuido o lo insinuado mucho más que lo sabido. Consenso de apariencias y «Capital de la Provincia de Álava y capital también de la Comunidad Autónoma
apreciaciones que da pie a una construcción social de la realidad cuyos materiales son del País Vasco. España».
5
comportamientos observables y observados, un flujo de conductas basadas en la A partir de este epígrafe y a lo largo del artículo se hará referencia a diversos
movilidad cuyos protagonistas son individuos que esperan ser tomados no por lo que títulos tanto en inglés como en español. La elección del idioma para la cita no
son, sino por lo que parecen.» (Delgado, 2007: 72). depende de la edición original sino de la lengua de la edición consultada por el
3
«Une ville gothique, entière, complète, homogène, como il en reste encore quelques- autor. Del mismo modo, para las fechas de las distintas obras mencionadas, se
unes». optará por la data de la edición utilizada.

Madrid/Vitoria. ISSN: 1695-2731. eISSN 1989-5313. doi 10.3989/arqarqt.2009.09007 ARQUEOLOGÍA DE LA ARQUITECTURA, 6, enero-diciembre 2009
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puede ser interpretada como un mero subterfugio con el postularon que la Arqueología de la Arquitectura debía em-
que acaso habríamos tratado de cohesionar elementos que peñarse en la formulación de nuevos problemas históricos
en esencia poco o nada tienen que ver entre sí. Para seguir, y la creación de nuevos ámbitos de investigación (Azkarate
porque, aunque se perciba una cierta omnipresencia del et alii 2002: 8). Convencidos de esto último, nos hemos
enfoque arqueológico, nuestra forma de analizar el fenó- dejado llevar hasta cierto punto por el propio objeto de es-
meno urbano de Vitoria, no se cimienta en exclusiva sobre tudio —la ciudad—, adaptando y reformulando experien-
la Arqueología; el análisis de este tipo de cultura material cias pasadas con tal de conseguir un conocimiento más
ha implicado por descontado a la Arquitectura, a la profundo, basado en el máximo respeto al modelo de ra-
Historia del Arte, y como no, a la historiografía del cionalidad que el propio contexto urbano nos imponía7.
documento escrito. Todas estas disciplinas tienen tanto que Nuestra visión surge también, aunque quizá de forma
ver en el producto final, que el encuadre de nuestra menos evidente, de los planteamientos post-procesuales de
investigación dentro de un ámbito de conocimiento espe- I. Hodder, en la medida en que concedemos gran impor-
cífico resulta muy difícil; esperamos que esto sea apreciado tancia al significado contextual y entre nuestros objetivos
por el lector más como una cualidad que como un defecto. está el intentar sintetizar ciertas dicotomías que creemos
Por otro lado, el grado experimental del enfoque plan- que son hasta cierto punto ilusorias; relación entre norma e
teado aconseja alejarse de pretensiones que vayan más allá individuo, entre proceso y estructura, entre lo ideal y lo
de las meramente propositivas. Es verdad que, de algún material; entre sujeto y objeto (1994: 166-176). Para ello,
modo, creemos estar planteando un marco de trabajo dota- seguiremos algunas de las propuestas de los propios críticos
do de una cierta originalidad, pero desearíamos que nadie al procesualismo y a la teoría de sistemas clásica, como son
viera en estas líneas un postulado formal con vistas a superar C. Tilley, o M. Shanks, quien ya hace casi dos décadas
anteriores paradigmas. De hecho, aunque este fuese nuestro propuso el ‘rhizomes-thinking’ como una alternativa al
deseo, no tendríamos más opción que rendirnos ante los imperante ‘tree-thinking’: «en un rizoma, nunca te sientes
límites de nuestra propia capacidad expresiva y reflexiva. seguro ante una división binaria o una dicotomía; la división
En cualquier caso, ha sido precisamente la naturaleza puede volver sobre sí misma con una nueva organización,
de los riesgos asumidos al adoptar este enfoque la que ha reiniciando la secuencia» (1991: 35). En esta línea, no
hecho que, desde un primer momento, nos hayamos podemos olvidar la Social Archaeology of Houses de R.
sentido identificados con algunos de los planteamientos Samson y de T. Saunders de quienes tomamos algunas
que se están abriendo paso últimamente en la arqueología ideas que creemos han sido directrices en nuestras investi-
moderna: nos referimos en concreto a aquél que reciente- gaciones sobre el urbanismo vitoriano: «Para superar este
mente ha sido conceptuado por G.P. Brogiolo como falso dualismo entre forma y contenido, el espacio activo o
Arqueología de la Complejidad (2007). Nuestro «viaje hacia pasivo, debemos reiterar la premisa básica de que las estructu-
la complejidad» ha discurrido por cauces distintos6, hasta ras espaciales son simultáneamente el medio y el resultado de
el punto de que es bastante probable que al completar la la acción humana» (1990: 183).
revisión de este artículo el lector llegue a la conclusión de
que nuestra complejidad y la de Brogiolo tienen poco que 2.2. Una presunta revolución
ver (como de hecho nosotros mismos creemos). Con todo, lo hasta aquí expresado aún sólo describe
Epistemológica y metodológicamente, nuestro trabajo parcialmente las bases de nuestra perspectiva; acaso su
hunde sus raíces en la noción de Arqueología de la Arquitec- «prehistoria», porque hace aproximadamente cuatro años,
tura que, a grandes rasgos, cristalizó con el Seminario In- dos lecturas al margen de nuestros habituales intereses
ternacional celebrado precisamente en Vitoria en Febrero disciplinares venían a transformar radicalmente la forma
de 2002. En él, los congresistas participantes convinieron en que hasta entonces concebíamos la Arqueología y el
en reivindicar —si cabe con mayor decisión que en ante- modo en que «leíamos» la cultura material8. Dichas obras,
riores ocasiones— la lógica estratigráfica como clave de lec-
7
tura del hecho construido, pero sobre todo —o al menos es F. Criado propone, como segunda fase de su método interpretativo, introducir
significado en las interpretaciones mediante un modelo contextual, es decir,
otro de los aspectos que más destacaríamos— también adoptando «como referencia interpretativa (como horizonte de inteligibilidad de la
interpretación) un modelo de racionalidad que sea el del contexto original de lo
6
Debemos dejar bien claro que el horizonte metodológico propuesto por el interpretado» (2006: 250).
8
investigador italiano nunca formó parte de nuestras premisas de partida, de Este cambio creemos que se aprecia al comparar los otros artículos que hemos
hecho no tuvimos conocimiento de su formulación hasta una etapa muy publicado en esta misma revista (García Gómez, 2003; Azkarate y García
avanzada de nuestras investigaciones. Gómez, 2004).

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Fig. 2. Visión termodinámica del edificio. «La energía


solar que atraviesa el vidrio o la energía fósil que se
consume en la estufa hacen el edificio habitable para los
seres vivos que en él se albergan; y los propios materiales
que lo forman no son sino energía acumulada, como
muestran elocuentemente los campesinos que,
amenazados por el hambre, alimentan al ganado con la
paja de sus tejados» (Fernández-Galiano, 1991: 25)

aunque nos abrían al campo del pensamiento de sistemas obra, L. Fernández-Galiano (1991) profundizaba en cier-
complejos, no desplazarían las ideas hasta entonces asumi- tas cuestiones (como la clave termodinámica para el
das, antes bien, les dotaron de un sentido más preciso, análisis del edificio, y la concepción de éste como sistema
potenciándolas. Hablamos de «Sistemas emergentes. O qué termodinámico abierto que se debate entre ciclos anabólicos
tienen en común neuronas, hormigas, ciudades y software» de de construcción y catabólicos de disgregación, Fig. 2) que
S. Johnson (2003) y de «La trama de la vida. Una nueva nos eran extrañamente familiares. No había sin embargo
perspectiva de los sistemas vivos» de F. Capra (1998). Las dos nada de qué sorprenderse, pues no en vano se trata de
obras recogen en síntesis los conceptos básicos de lo que conceptos fundamentales para la comprensión de la géne-
Capra denomina una «visión holística del mundo» o tam- sis de la estratificación, como explícitamente señalaban
bién una «visión ecológica»9. E.C. Harris en su «Principios de Estratigrafía Arqueológica»
En un primer momento, nuestra propia ignorancia (1979) y A. Carandini en su «Historias en la tierra. Manual
nos hizo pensar que aquella aparente novedad constituía de excavación arqueológica» (1991).
una verdadera revolución, pero pronto nos dimos cuenta Fue precisamente al cerrar este, digamos, «círculo» (de
de que se trataba de un marco conceptual que contaba con la arqueología a los sistemas, de los sistemas a la naturaleza
un largo recorrido y que de hecho ya había sufrido termodinámica de la arquitectura, y de ésta de nuevo a la
numerosas y furibundas críticas desde que L. von Bertalan- arqueología), cuando empezamos a considerar que podría
ffy publicara su «Teoría de los Sistemas» allá por 1968 (entre ser interesante experimentar y tratar de aplicar este diverso
aquéllas habría que destacar la del propio Hooder, 1994: bagaje conceptual al análisis e interpretación del hecho
33-48). urbano. Sin embargo, aún cabía una duda fundamental;
No mucho después llegó otra lectura fundamental que teníamos bastante claro que el enfoque de sistemas com-
nos sirvió como puente para conectar el apenas descubier- plejos podía ayudarnos a comprender y decodificar la
to «universo» sistémico con el hecho arquitectónico; «El estratificación y la conformación arquitectónica de los
fuego y la memoria. Sobre arquitectura y energía». En esta edificios históricos ¿pero nos ayudaría efectivamente a
alcanzar los aspectos sociales? ¿los significados contextua-
9
El término «ecológico» se utiliza aquí en un sentido mucho más amplio y
profundo de lo habitual. En síntesis el término pretende hacer hincapié en la
les?, es decir, más allá del continente, ¿nos permitiría
visión del mundo, no como una colección de objetos aislados, sino como una red comprender el contenido?, ¿hasta qué punto debíamos
de fenómenos fundamentalmente interconectados e interdependientes. «Los zambullirnos en el, según Capra, «nuevo paradigma»?
términos ‘holístico’ y ‘ecológico’ difieren ligeramente en sus significados (…) Una
visión holística de, por ejemplo, una bicicleta significa verla como un todo funcional
y entender consecuentemente la interdependencia de sus partes. Una visión ecológica 2.3. Un retorno
incluiría esto, pero añadiría la percepción de cómo la bicicleta se inserta en su entorno De nuevo, otra importante lectura vino a matizar nuestras
natural y social: de dónde provienen sus materias primas, cómo se construyó, cómo su
utilización afecta al entorno natural y la comunidad en que se usa, etc.» (Capra, reservas. Hablamos de «El paisaje de la historia. Cómo los
1998: 28). historiadores presentan el pasado», una obra en la que el

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historiador J. Lewis-Gaddis ponía de manifiesto que, fenómeno urbano. Amén de aquellos conceptos y métodos
paradójicamente, los más avanzados conceptos en la cien- de análisis que de forma más o menos evidente han ido
cia de los sistemas y la complejidad, ya estaban implícitos impregnando los discursos interpretativos de historiadores
en la historiografía tradicional, mucho antes incluso que y arqueólogos de la ciudad, existen no pocos ejemplos de
en los campos experimentales: «nuestros métodos han sido enfoque explícitamente sistémico. Podemos poner sobre la
más sofisticados que nuestra conciencia de ellos, nuestra mesa el trabajo de Y. Barel «La ciudad medieval. Sistema
práctica ha sido mejor que nuestra epistemología» (2004: social-Sistema urbano» (1975), una aportación en nuestra
127). Gracias a Lewis-Gaddis, comprendimos que no era opinión interesantísima, pero que sin embargo no tuvo
necesario cambiar sustancialmente el marco interpretativo mucho eco (quizá precisamente por la dificultad de encua-
en el que habitualmente nos habíamos venido moviendo dre dentro de una esfera de conocimiento concreta).
como historiadores y arqueólogos. La base en principio era Obsérvese también el modo en que G. Bois afronta el
buena, acaso bastaba con un mínimo reciclaje —en gran análisis de la crisis bajomedieval en «La gran depresión
medida terminológico— que nos sirviera para establecer medieval: siglos XIV-XV. El precedente de una crisis sistémica»
paralelos razonables entre las estructuras urbano-arquitec- (2001).
tónicas, las sociales y los distintos contextos de significado, En Arqueología, la teoría general de sistemas ocupó
entre el lenguaje propio de las ciencias experimentales y el un lugar relevante del debate disciplinar ya a finales de los
de las humanas. De algún modo era como volver al 60 y durante los 70, fundamentalmente gracias a los
principio ¿perdía entonces su sentido el largo «periplo trabajos de un nutrido grupo de investigadores encabeza-
sistémico» que apenas habíamos completado? ¿fue una dos por K.V. Flannery, autor de la clásica referencia
travesía en balde? Creemos que no, el itinerario epistemo- «Archaelogical systems theory and early Mesoamerica»
lógico arriba esbozado nos sirvió para tomar consciencia; (1968). Los presupuestos sistémicos se mantuvieron con
ahora conocíamos las bases teóricas de los principios que cierta vigencia hasta bien entrados los 80, siendo quizá
hasta entonces aplicábamos de forma mecánica. «Arqueología, una ecología del hombre» de K.W. Butzer
En ese proceso de continuo reciclaje metodológico (1982) la obra donde, de forma más explícita, quedó
—y fijando cada vez con más decisión la ciudad como ob- reflejado el sustrato de pensamiento sistémico —el mismo
jeto preferente de estudio— M. Delgado y K. Schlögel, au- que luego perviviría en la llamada Arqueología Espacial o
tores, respectivamente, de «Sociedades movedizas. Pasos ha- Ecológica—. Los años 90 fueron sin embargo años de la
cia una antropología de las calles» (2007) y de «En el espacio revisión post-procesualista, que vieron como los sistemas
leemos el tiempo. Sobre Historia de la civilización y Geopolíti- en arqueología caían en un cierto descrédito, a pesar de
ca» (2007) constituyeron un importante revulsivo. Delga- que algunos de los principales críticos sólo pretendían, por
do con su no-ciudad, nos aportó una estimulante visión de así decir, un replanteamiento de objetivos, sobre todo una
la sociedad como creadora de espacios urbanos (su sociedad corrección del excesivo acento funcionalista: «Las necesida-
de miradas, su cultura de las aceras, o sus coaliciones peatona- des del sistema social no pueden ser independientes de los
les forman parte fundamental de nuestro modo de entender actores que lo forman, de modo que la noción de función de
el fenómeno urbano). Schlögel, por su lado, nos proporcio- sistema o la función de los rituales u otras prácticas institucio-
nó múltiples e imprevistas formas de entender y leer pla- nalizadas es completamente irrelevante» (Shanks y Tilley,
nos, las cuales, a nuestro juicio, superaban con mucho las 1992: 119).
lecturas que habitualmente se hacen desde la urbanística, la Con todo, las ideas sistémicas en ningún momento
arqueología y la propia historiografía10. han dejado de formar parte del pensamiento arqueológico
actual. Casi subterráneamente, han pervivido en los mode-
3. EXPERIENCIAS DE PENSAMIENTO SISTÉMICO los interpretativos de la última década, aflorando puntual-
En cualquier caso, es claro que no somos los primeros en mente en el contexto de modelos interpretativos que no
recorrer la senda, digamos, sistémica a la hora de estudiar el necesariamente se reconocen —no tienen por qué— como
10
deudores de la teoría clásica de sistemas. Los ejemplos son
Para Schlögel todo material es susceptible de convertirse en fuente documen-
tal: «Todo cuanto en otro caso se utiliza sólo como recurso auxiliar, guías de
variados, pero en nuestra opinión cabría destacar trabajos
itinerarios, listines telefónicos y directorios, ganan una fuerza expresiva totalmente como «Arqueología de la Producción», de T. Mannoni y E.
nueva tan pronto se los trata y se les interroga como a documentos ‘sui generis’. Nos Giannichedda (2004), donde los conceptos de sistema y de
abren espacios de ciudades arruinadas y despliegan ante nosotros movimientos grandes
y complejos que hace ya mucho se pararon: coreografías de trato humano, guiones de ciclo constituyen una base argumentativa fundamental. A
socialización humana» (2007: 17). pesar de lo diluido que ha quedado el legado de los

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sistemas después de las reformulaciones post-procesuales,


no creemos que haya nada de que lamentarse. En nuestra
opinión, el caldo de cultivo epistemológico en estos últi-
mos años ha sido razonablemente fértil y sobre todo ha
logrado rescatar al individuo, los significados contextuales
y la dimensión simbólica.
Este renovado bagaje sin duda seguirá enriqueciéndo-
se. Creemos que la Arqueología de la Arquitectura está en
disposición de contribuir aún más en este sentido, quizá
adoptando las estimulantes aportaciones de la Arqueología
del Paisaje. Sistemas de representaciones, patrones de
racionalidad y de organización, múltiples niveles de articu-
lación espacial, etc. (Criado, 1999: 10), son conceptos que
articulan la metodología interpretativa propuesta por esta
última disciplina, en la que no podemos evitar apreciar
ecos del pensamiento sistémico. Éstos quizá resultarían Fig. 3. Sección del Centro George-Pompidou de París. La arquitectura de este
irreconocibles a ojos de los investigadores que hasta los edificio se caracteriza por invertir los términos habituales, mostrando al exterior, los
elementos sustentantes, las escaleras mecánicas o los conductos de ventilación y
años 80 aplicaron tales presupuestos, pero desde la nueva calefacción. Los colores de las viguetas y conductos corresponden además a la
perspectiva de los sistemas complejos, es como si algo, función que cumplen: azul para el aire acondicionado, verde para los fluidos, rojo
para los transportes y amarillo para la corriente eléctrica
poco a poco, volviese a tomar forma, volviese a adquirir
coherencia; algo mestizo, algo nuevo pero que, en parte,
recuerda a lo que había. mológicas, exponiéndonos a la crítica. Dentro de nuestras
posibilidades, estamos tratando de responder al reto que
4. ALGUNOS CONCEPTOS DEL PENSAMIENTO DE plantea Lewis Gaddis: «Mi cuarto objetivo es alentar a mis
SISTEMAS COMPLEJOS colegas historiadores a explicitar más sus métodos. Normal-
Ahora bien, ¿en qué consiste más concretamente el pensa- mente nos resistimos a ello. Trabajamos en el seno de una
miento de sistemas complejos?, ¿qué puede aportar al amplia variedad de estilos, pero en todos ellos preferimos que
estudio de una ciudad como Vitoria-Gasteiz? Probable- la forma oculte la función. Nos espanta la idea de que nuestra
mente para responder a estas preguntas deberíamos hacer escritura imite, por así decirlo, el diseño del Centro Pompidou
una exhaustiva retrospectiva que recogiera, siquiera síntéti- de París (Fig. 3), que pone con orgullo sus ascensores, tuberías
camente, la evolución del pensamiento en diversos campos y cables ‘fuera’ del edificio, a la vista de todo el mundo. No
a lo largo de las últimas décadas, sin embargo hemos creído cuestionamos la necesidad de esas estructuras, sino sólo el
más adecuado el ceñirnos a aquellos aspectos que, surgidos impulso a exhibirlas» (2004: 11).
en el contexto de nuestro proceso de investigación han Hablar de enfoque sistémico en arqueología puede dar
contribuido efectivamente a estructurar el enfoque con el la impresión de dejà vu, o puede resultar directamente un
que, personalmente, percibimos el fenómeno urbano. anacronismo si consideramos las críticas de Hooder (1994:
En este punto del discurso, nuestra situación es justo 33-48), de Shanks y Tilley (1992), o del propio Criado
la contraria a la descrita por T. S. Kuhn en «La estructura de (1993) como punto final y superación del mismo. La cosa
las revoluciones científicas»: «cuando un científico individual posiblemente no fuera para menos, pues por ejemplo
puede dar por sentado un paradigma, no necesita ya, en sus Hooder advertía, no sin razón, importantes debilidades en
trabajos principales, tratar de reconstruir completamente su los marcos interpretativos de los arqueólogos que según él
campo, desde sus principios, y justificar el uso de cada concepto se englobaban dentro de la corriente sistémica11; repita-
presentado.» (2001: 47). En nuestro caso, no podemos dar mos, infravaloración de los significados históricos, rol
por sentado paradigma ecológico o sistémico alguno en la pasivo del individuo, acusado funcionalismo, etc.
medida en que percibimos que se trata de un enfoque en Con todo, Hooder advertía que el problema del enfo-
plena discusión dentro del área de conocimiento en que que de sistemas no era tanto su planteamiento como su
nos movemos. Es por ello que este artículo responde sobre puesta en práctica, reconociendo incluso que en un cierto
todo a la necesidad personal que sentimos como investiga-
dores de explicitar nuestras fuentes metodológicas y episte- 11
Wobst, Flannery, Marcus, Sherratt, Randsborg, etc.

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sentido «el pensamiento sistémico sí es contextual» (1994: Para Lewis-Gaddis, aunque la mayoría de los historia-
46). Las críticas más fuertes se centraban quizá en dos as- dores sabe instintivamente cómo responder a tal cuestión,
pectos clave; la incapacidad para abordar los significados lo normal es que se evite: «No preguntéis, no diremos nada –
simbólicos y la atemporalidad atribuida a la actividad hu- respondemos a menudo cuando nuestros estudiantes preguntan
mana «como producto de las interacciones sistémicas, y no por la causación-. Limitaos a terminar la tesis. Cuando lo
como un producto histórico» (1994: 47-48). En nuestra tesis hayáis comprendido, os lo haremos saber» (2004: 126).
doctoral trataremos de demostrar que, como de hecho al- Capra por su parte, admite que, puesto que todos los
gunos autores ya apuntan (Bintliff, 2004: 187), los objeti- fenómenos están interconectados, para explicar cualquiera
vos, digamos, post-procesuales, pueden ser también satisfe- de ellos es preciso comprender todos los demás —lo cual
chos desde los sistemas. No obstante, la razón de este artí- obviamente resulta imposible—. Con todo, lejos de consi-
culo es otra; partimos de una impresión —que el enfoque derarlo un inconveniente, Capra incorpora el obstáculo
de sistemas se ha renovado (bien es verdad que en el seno entre las cualidades del paradigma: «lo que convierte al
de disciplinas ajenas a la arqueología)— y pretendemos planteamiento sistémico en una ciencia es el descubrimiento
plasmar la intuición de que merece la pena volver a tomar- de que existe el ‘conocimiento aproximado’. Esta percepción
lo en consideración bajo un nuevo e integrador prisma: el resulta crucial para la totalidad de la ciencia moderna. El
de los sistemas complejos (o emergentes si se prefiere)12. viejo paradigma se basa en la creencia cartesiana de la
Pues bien, a continuación intentaremos sistematizar certitud del conocimiento científico. En el nuevo paradigma se
en diez puntos (podrían haber sido unos cuantos más), los admite que todos los conceptos y teorías científicas son limita-
aspectos fundamentales del renovado pensamiento sistémi- dos y aproximados; la ciencia no puede facilitar una compren-
co, o al menos aquellos que, de forma más determinante, sión completa y definitiva» (1998: 60-61).
han venido a estructurar nuestro método de análisis del fe- Nuestra perspectiva al respecto de la causalidad en el
nómeno urbano. Por supuesto, tomados uno por uno, nin- marco holístico es un poco la de M. Bloch cuando
guno de estos aspectos es privativo del enfoque de sistemas propone el ejemplo del hombre que cae por el precipicio y
complejos —muchos proceden, como no, de la teoría clá- muere. Para que se produzca este trágico resultado, señala
sica de sistemas, o son comunes a otras escuelas de pensa- Bloch, tienen que darse muchas condiciones: un resbalón,
miento—, pero creemos que esto no impide admitir la ori- un sendero al borde de un abismo, unos procesos geológi-
ginalidad del conjunto. Por otro lado (aunque quizá no es cos que hayan generado la montaña, la acción de la fuerza
necesaria la advertencia), muchos de los autores citados en de la gravedad, etc., y sin embargo, probablemente, cual-
los distintos epígrafes no se reconocen ni explícita ni implí- quiera que fuera interrogado por el accidente contestaría
citamente dentro de una supuesta corriente de sistemas; con sencillez: «Un mal paso». Según Bloch, la razón de que
sencillamente recurrimos a ellos para recalcar que el pensa- todos tendamos a esta respuesta radica en que, ese antece-
miento de sistemas complejos está presente entre nosotros, dente particular —el del resbalón—, se diferenciaría de los
aunque no lo reconozcamos como tal. otros por ser el último de una secuencia de hechos, siendo
además el más excepcional en el orden general de las cosas.
4.1. VISIÓN HOLÍSTICA Y CAUSALIDAD Lewis-Gaddis, profundizando en el ejemplo de Bloch,
El mundo y la historia no pueden entenderse como una advierte no obstante que la posición relativa dentro de una
colección de objetos aislados, seriados o secuenciados de misma secuencia de hechos no es suficiente para determi-
un modo más o menos lógico, sino como una red de nar cuáles son relevantes, sugiriendo que aún habría que
fenómenos fundamentalmente interconectados y comple- distinguir entre causación necesaria y causación suficiente.
tamente interdependientes. Frente a las visiones mecanicis- Para Gaddis, las condiciones presupuestas para el descrito
tas, el enfoque sistémico concibe a los propios objetos accidente eran todas necesarias, salvo el resbalón. Éste era
como redes de relaciones inmersas en redes de relaciones una causa suficiente pero carente de valor por sí sola: «Una
mayores. Para el pensador sistémico las relaciones son causa suficiente depende de causas necesarias: por esa razón un
prioritarias (Capra, 1998: 29 y 57). Ahora bien, si todo mal paso en la montaña es más peligroso que uno en la
depende de todo, ¿podremos alguna vez conocer la causa llanura. Analizar el traspié sin especificar dónde se produce no
de algo? La respuesta no parece sencilla. tiene sentido. Las causas tienen siempre contextos, y para
conocerlas debemos comprender éstos» (2004: 129-132).
12
Actualmente, más que de teoría de sistemas se habla de análisis de Sistemas Por nuestra parte, con el citado ejemplo pretendemos
Complejos o, directamente, de Sistemas Emergentes. poner de manifiesto que, aunque el marco de análisis en

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SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 70

llos elementos aún presentes en la trama urbana que sin


embargo tienen una gran proyección hacia el pasado. Así
pues, guiándonos por una suerte de principio de disminu-
ción de la pertinencia —utilizando la terminología de
Lewis-Gaddis— hemos optado por aquéllos que han
estado presentes transversalmente a lo largo de, práctica-
mente, toda la historia de la ciudad. Hablamos en esencia
del sistema amurallado y del sistema templario de nuestra
ciudad, a saber, el primitivo recinto mural de Villasuso y
sus distintas ampliaciones plenomedievales, las iglesias de
Santa María, San Vicente, San Miguel, San Pedro y los
Conventos de San Francisco, Santo Domingo y Santa
Clara (Fig. 4).
Nuestra elección de murallas y templos como princi-
pales objetos de estudio no deriva por lo tanto de conside-
raciones como la monumentalidad, ni siquiera del gran
interés que despierta en nosotros la historia de las elites, de
la Iglesia o la poliorcética medieval. Lo que deseábamos
enfatizar era precisamente su carácter de, por así decir,
testigos aún vivos del devenir histórico de Vitoria.
En ellos, lo interesante no es tanto que su arquitectura
actual responda esencialmente a su estructuración origina-
ria, medieval o moderna, sino sobre todo que ésta soporta
Fig. 4. Plano de Vitoria a finales del siglo XV. Destacando sobre el entramado de y contiene todas las evoluciones estructurales posteriores
calles, el trazado de las murallas y los distintos templos (los elementos de color hasta nuestros días. A través de las murallas podemos
granate hoy están desaparecidos)
remontarnos selectivamente hasta la decimoprimera centu-
ria, pero en ellas también podemos rastrear la diacronía, el
que nos reconocemos es esa visión holística o ecológica por devenir histórico de la ciudad, siglo a siglo hasta la
la cual todo está conectado, sin embargo, nos hemos actualidad. Estas murallas, al igual que los templos son
decantado por una vía determinada, primando unas varia- —directamente, sin intermediarios, e incluso antes de
bles y descartando otras a la hora de abordar el estudio del estudio arqueológico alguno— elementos de la cultura
fenómeno urbano de Vitoria-Gasteiz13. material de tiempos pasados que tienen la cualidad de
Con seguridad, múltiples han sido las causas necesarias convivir aún hoy con nosotros (Fig. 5), o dicho de otro
que han provocado el enorme despliegue urbano de la modo, son parte de nuestra cultura material moderna
sociedad actual pero sólo unas pocas causas suficientes han puesto que forman parte del paisaje cotidiano con el que
dado lugar a esto que hoy reconocemos específicamente interactuamos.
como Vitoria-Gasteiz. Sin ánimo de descalificación; Vito- Como señala F. Capra, en cualquier punto del cami-
ria-Gasteiz es como el cadáver del ejemplo de Bloch. Es el no, la estructura del organismo vivo (la ciudad, las mura-
último suceso de la secuencia de hechos, o mejor dicho, su llas, los templos y otros edificios de algún modo son seres
producto; en esta idea se basa nuestro criterio de selección vivos15) es el historial de sus cambios estructurales anterio-
de edificios a estudiar14. Al desarrollar nuestras investiga- res y, por lo tanto, de interacciones pasadas. Esta ontogenia
ciones sobre Vitoria hemos procurado centrarnos en aque- es la que hace que la estructura de un edificio aún vivo sea
como un diario, como una biblioteca («la ciudad no dice su
13
pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en los
«En el proceso de investigación, lo más importante es saber distinguir, de un cúmulo
de hechos, aquellos que son accidentales y aquellos que son esenciales. De lo contrario,
ángulos de las calles»).
nuestra energía y nuestra atención se dispersa, en lugar de concentrarse» atribuido a
15
Sherlock Holmes (Baldini, 1995: 50). «La ciudad presenta un metabolismo similar al de un organismo vivo. La ciudad
14
«No hay nada menos real que el realismo. Los detalles confunden. Sólo mediante la importa materia y energía, en forma de alimentos, materiales de construcción,
selección, eliminación y el énfasis podemos llegar al verdadero significado de las energía de distintos tipos, agua e información, y exporta residuos sólidos, aguas
cosas». G. O’Keeffe (Solé, 2009: 15). residuales, productos, información, etc.» (Saura i Carulla, 2003: 118).

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71 ISMAEL GARCÍA GÓMEZ

pone asumir que no es producto de una única decisión


sino de una constelación de ellas, que no es sólo el
resultado de la voluntad de una persona sino más bien de
la acción combinada de toda una colectividad.
En este sentido, nos parece muy oportuna la adverten-
cia de M. Delgado, cuando dice que la ciudad «ni es una
cosa —un objeto cristalizado—, ni un enclave —un frag-
mento de territorio dotado de límites—» (2007: 12). Coinci-
dimos con Delgado en que, efectivamente, la ciudad no es
tanto un objeto cristalizado como un objeto en perpetua
cristalización, y que tampoco es un enclave perfectamente
delimitado o localizado sino más bien una «mancha» sobre
el territorio, de bordes más o menos difusos. Ahora bien,
también pensamos que existen ciertos elementos dentro
del sistema urbano de Vitoria-Gasteiz que al haber mante-
nido la misma estructura esencial desde sus orígenes hasta
la actualidad, nos permiten hablar de un cierto patrón de
organización quizá no completamente cristalizado, pero sí
muy consolidado (se trata de más de doce siglos de
historia). El trazado de calles del casco medieval es una
clara muestra de ello, también lo es la estructura de las
murallas y, cómo no, la arquitectura de las iglesias.
Estos tres tipos de elementos son, a nuestro juicio, la
expresión arquitectónica que delata la consolidación de
algunas de las principales propiedades emergentes de un
sistema urbano como Vitoria-Gasteiz; la presencia de estos
edificios es una prueba (si bien no la «única») de que,
Fig. 5. Años 50. La muralla ha estado ahí desde el siglo XI. Agazapada,
contemplando desde un segundo plano la vida que transcurría ante ella. En todo como decíamos, ciertas propiedades del sistema son propie-
este tiempo, sus muros no han dejado de acumular información; el desmoche de dades del todo que ninguna de las partes posee por
sus torres, o esos cobertizos que vemos adosados en la imagen son muestra de
separado. Mucho más que el abigarramiento del caserío, la
ello. Foto: Begoña Anguita
existencia de una iglesia denota un alto grado de cohesión
de la colectividad, ésta será además un instrumento im-
4.2. Propiedades emergentes de los sistemas prescindible para la reproducción y perpetuación efectiva
complejos de una específica geometría social, en este caso concreto, la
Según la visión sistémica, las propiedades esenciales de un geometría social de la comunidad de creyentes de la
sistema son propiedades del todo que ninguna de las partes localidad donde se enclava el edificio. La muralla también
posee por separado; emergen de las interacciones y relacio- es una expresión de esa propiedad emergente del sistema
nes entre las partes (Fig. 6)16. Esas partes son destruidas urbano si la tomamos por ejemplo como instrumento, del
cuando el sistema es diseccionado, ya sea física o teórica- que la colectividad se sirve para definir con claridad su
mente, en elementos aislados (Capra, 1998: 48). identidad (los de dentro frente a los de fuera); y, en fin por
Poner el acento en las cualidades permanentemente supuesto, la calle, que no es —no puede ser— sino la calle
emergentes del espacio urbano implica advertir que éste no de la comunidad. Suscribimos las palabras de R. Wright:
puede patrimonializarse como cosa ni como enclave. Su- «Así como las diversas estructuras de un organismo lo defien-
16
den de las fuerzas entrópicas, algunas estructuras sociales
K. Kelly señala: «El espíritu de la colmena, el comportamiento de la economía, el
razonamiento de un superordenador y la vida en mí están distribuidos según una
impiden que la sociedad se desintegre. Esto es rigurosamente
multitud de unidades más pequeñas (las cuales a su vez pueden estar repartidas en cierto en el caso de las murallas de Jericó, que tal vez sea el
otras unidades). Cuando la suma de las partes puede tener un sentido conjunto, monumento vivo a la productividad agrícola más antiguo que
entonces ese ser extra (ese algo de la nada) se distribuye entre las partes. Siempre que
encontramos algo de la nada, vemos que surge de un campo de muchas piezas más se conoce. Incluso los templos de jefatura —al margen de si
pequeñas que interactúan» (2002: 138). eran instrumentos para oprimir y controlar a las masas o para

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SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 72

segunda mitad del siglo XX en el seno de las corrientes de


pensamiento estructuralistas.
Quizá sean los ecos del pensamiento del filósofo
británico, los que —pasados por dicho tamiz estructuralis-
ta— resuenan tras la ‘recurrencia estructural’ de que nos
habla F. Criado. Este autor propone dentro de su método
interpretativo, una ineludible primera fase que tendría
como objeto comprobar la coherencia e integridad de una
interpretación. Para ello, habría que examinar «si la regula-
ridad o estructura descrita por la hipótesis interpretativa
reaparece en otras escalas, ámbitos o códigos de la misma
formación cultural analizada» (2006: 249-250). Si bien
Criado no otorga a esta ‘regularidad estructural’ un valor
decisivo («pues lo único que se contrasta es si la hipótesis es
correcta viendo si la regularidad que propone se documenta en
otros casos»), para nuestros fines de análisis del hecho
urbano el concepto de ‘recurrencia estructural’ tiene una
gran importancia, ya no solo por su valor como verificador
de hipótesis, sino también porque considera el espacio
como un sistema de saber intrínseco a cada cultura17.
En fin, adoptando la terminología de Whewell para
intentar recoger en un término los matices de nuestro
enfoque, podría decirse que también nosotros abordamos
el análisis del hecho urbano de un modo confluyente18;
Fig. 6. Propiedades emergentes. Según la visión sistémica, las propiedades primero, porque rastreamos la recurrencia, los patrones de
esenciales de un sistema son propiedades del todo que ninguna de las partes posee comportamiento semejantes a distintas escalas y, segundo,
por separado; emergen de las interacciones y relaciones entre las partes. Así, el
rostro femenino que percibimos en la imagen, emerge del conjunto de esferas que
porque tratamos de comprobar si la motivación de un
la componen. Estas esferas, tomadas por separado, no difieren mucho unas de otras, hecho arquitectónico o urbanístico se encuentra a una
ninguna posee un rasgo característico que prefigure que con ellas se puede esbozar escala distinta a la que se manifiestan los efectos (Fig. 7)19.
un rostro y sin embargo, a la vista de esta pintura, nadie diría que lo que ve sólo es
un montón de esferas. S. Dalí, Galatea en las esferas La decisión de emplear una piedra de cierta geología
para erigir un muro, o la elección de una determinada
técnica constructiva, la «inoportuna» localización de una
coordinarlas pacíficamente— fueron en cierto modo integra- antigua fuente o la preexistencia de una vereda, han sido
dores, ponían orden en una sociedad amplia, daban cohesión microrrazones que, a menudo, nos han servido para expli-
orgánica» (2005: 262). car satisfactoriamente el por qué de la aparente anomalía

4.3. RECURRENCIA ESCALAR 17


Criado señala: «los códigos expresivos de una cultura son, por fuerza, limitados, de
En su obra «El mapa fantasma», S. Johnson hace referencia tal modo que si uno tiene que ordenar su entorno posiblemente lo hará con categorías
a un concepto que creemos que describe otra de las transferidas de un ámbito próximo y, con seguridad, aplicando un único y mismo
concepto de espacio, que es el que el sistema de saber en el que está embebido le
características del enfoque sistémico. Hablamos del pensa- suministra» (2006: 250).
miento confluyente, un término acuñado por W. Whewell 18
Si nos ceñimos al marco conceptual arquitectónico-urbanístico, a nuestro
(filósofo inglés de finales del XIX) que al reflexionar sobre juicio, el pensamiento confluyente encuentra su mejor paralelo en las escalas de
dimensiones concurrentes de Caniggia y Maffei, autores que no dudan en resaltar
los métodos de la ciencia de su tiempo sugería: «La que cada escala de dimensiones constituye un momento de comprensión
confluencia de las inducciones tiene lugar cuando la inducción «gradualmente aumentada» fundamental en la comprensión de la ciudad como
sistema urbano (1995: 81). En cualquier caso, la cuestión de las escalas en la
obtenida de un grupo de hechos coincide con una inducción
articulación de sistemas urbanos siguen preocupando en el ámbito disciplinar de
obtenida de un grupo diferente. Así pues, la confluencia sirve la arquitectura, ya desde un nuevo enfoque, como se puede apreciar en Saura i
para probar la verdad de la teoría en la que sucede» (Johnson, Carulla (2003: 28-30).
19
«Nuestra comprensión del mundo está formada por innumerables capas. Cada una
2008: 64). Whewell recogía en este enunciado una idea merece ser explorada, siempre que no olvidemos que es una entre muchas» de E.
que sin embargo no parece haber arraigado hasta la Chargaff (Solé, 2009: 15).

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en la configuración de algunas de esas macrorrespuestas


urbanísticas que son las murallas, las calles, las plazas o, por
qué no, los propios templos.
No creo que esta idea pueda sintetizarse mejor que lo
hizo Thomas Schelling en Micromotives and macrobehavior
(1978) —un título ya de por sí expresivo—, pero en esta
obra se obtiene la inquietante sensación de que los objetos
cobran vida, que son ellos —y no tanto los individuos que
los usan— los que mueven el mundo. Evidentemente, eso
no es así. Individual o colectivamente es el ser humano
quien genera el movimiento, quien promueve un escenario
de constante interacción, quien construye un edificio o
traza una carretera, lo que sucede es que, precisamente su
papel demiúrgico, su omnipresencia, provoca que muchas
veces su actividad se de por sobreentendida en ciertos
análisis. En este sentido, preferimos discursos como el de
M. Harris, donde apreciamos que el individuo y su sistema
de creencias están en el centro del mismo, como microrra-
zones capaces de generar dinámicos comportamientos de Fig. 7. Dimensionalidad concurrente. Obsérvese el modo en que se estructura la
masa que -aunque estén en constante interacción con el ilustración. Peces compuestos de peces, peces de distintos tamaños cuyos
ecosistema- no siempre responden a variables estrictamen- contornos encajan sin embargo con coherencia. Ángulos y puntos de confluencia,
múltiples escalas que conviven en armonía, esta es una forma de plasmar
te ecológicas: «Ahora es el momento adecuado para rechazar gráficamente la confluencia. (Ernst, 1994: 34)
la afirmación que sostiene que todas las prácticas alimenticias
tienen explicaciones ecológicas. Los tabúes cumplen también
funciones sociales, como ayudar a la gente a considerarse una articulado el ciclo productivo de la piedra en Vitoria y su
comunidad distintiva» (2006: 48). entorno, la localización de las canteras, las rutas de acceso a
Este es quizá el momento de añadir que un aspecto la villa, el valor económico o los costes de producción, etc.
fundamental en nuestro análisis (con implicaciones a Ha sido muy interesante por ejemplo comprobar cómo
distintas escalas), lo constituye la semantización del espa- hasta bien entrado el siglo XIII el sistema lítico en que se
cio, o más concretamente, su sacralización. La muralla, los basaban todas las obras de la villa estaba compuesto casi en
edificios templarios y por supuesto la ciudad, son sistemas exclusiva por la calcarenita. Entre los siglos XIII y XVI en ese
complejos construidos mental y físicamente a partir de una sistema se consolidó la presencia de la lumaquela, y sólo a
forma de comprensión del medio, del paisaje. Todos ellos, partir del XVII nos encontramos ante un sistema ternario de
son sistemas emergentes en tanto que cristalizaciones de calcarenita, lumaquela y arenisca. Dada la posición de las
una geometría social en permanente redefinición, el pro- respectivas canteras, el recurso a uno u otro tipo de
ducto de una interacción diaria de múltiples individuos material nos ha dado una buena medida de la evolución
que no se reduce a lo material, sino que también depende del hinterland vitoriano.
del mundo de las ideas.
A continuación hacemos una pequeña síntesis del b) Técnica constructiva. El material lítico, sustancia
espectro escalar (un total de seis escalas de dimensiones primordial en la estructura de los edificios que hemos
concurrentes) en que nos hemos movido para estudiar el estudiado, fue empleado según distintos criterios. Por sus
fenómeno urbano de Vitoria, partiendo desde lo micro, características, margas y calcarenitas casi siempre han sido
para, poco a poco, llegar a lo macro. empleadas como mampostería común (en algunos casos
como sillarejo), mientras que la lumaquela se ha reservado
a) Materiales. La menor de las escalas a la que hemos para la sillería y los detalles escultóricos más complejos.
recurrido es la de la distribución de los distintos tipos Además, según los requerimientos de cada edificación, la
líticos empleados en la construcción del tejido urbano. El técnica constructiva, es decir, el modo de disponer los
conocimiento a esta escala ha resultado fundamental para bloques pétreos para formar los muros, ha cambiado.
entender, en otras superiores, el modo en que se ha Aparejos completamente en mampostería o completamen-

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Fig. 8. Escalaridad concurrente. Tal como pretendemos


enfocar su estudio, el sistema urbano de Vitoria-
Gasteiz se despliega en múltiples escalas. Todas ellas
coexisten coherentemente, encajando unas sobre
otras como las piezas de una muñeca rusa, o como en
la ilustración «Peces y escamas» de Escher. En el
enfoque confluyente, la respuesta a ciertos problemas
que se plantean a determinada escala, a menudo se
encuentran en otra distinta

te en sillería, aparejos mixtos de mampostería en paramen- nos pues en estas ideas, en nuestro trabajo concebimos la
tos con esquinales de sillería, han sido los más habituales; estructura simple, como un habitáculo sin subdivisiones
otros sin embargo han resultado mucho más específicos, físicas categóricas21; puede ser la cabaña de alguno de los
como por ejemplo el aparejo en espiga de pez (empleado primitivos pobladores de la Gasteiz del siglo VIII, la nave de
de forma sistemática en las cimentaciones de la muralla). una pequeña ermita o de una gran parroquia, el patio de
Profundizar en esta escala se ha revelado como una de las un claustro, el espacio de una sacristía o de una capilla, el
claves para discernir las distintas fases de la evolución hueco definido por los muros de una torre de vigilancia,
histórico-constructiva de las estructuras más complejas;
por ejemplo, para distinguir las etapas de edificación de las lante— que visualmente pueda dar la apariencia de una celda abierta. En esos
casos, la clave para distinguir la celda cerrada de la celda abierta consistiría en
ampliaciones de la muralla (que son mucho menos unita- tener en cuenta que el espacio de aquélla está reservado para el habitante —en el
rias de lo que en un principio se pensaba) o, de nuevo, para caso de la tienda, sería el propio comerciante—, mientras que la celda abierta (el
inferir importantes transformaciones en la articulación del espacio exterior) es el espacio del visitante, aquel individuo esencialmente ajeno a
la celda cerrada —en nuestro ejemplo, la persona situada al otro lado del
propio ciclo productivo de la piedra. mostrador—: «La celda cerrada es el dominio del habitante, sólo, mientras que la
celda abierta es el lugar del interfaz habitante-visitante. Este edificio elemental no
c) Articulación de estructuras simples. El término concierne en exclusiva a la antigüedad o a las sociedades primitivas. Se pueden
encontrar ejemplos aún hoy día. Por ejemplo, la tradicional tienda —que durante el
estructura simple es nuestra adaptación del concepto ele- día dispone fuera sus productos en el espacio en frente de la celda cerrada, haciendo
mentary building de Hillier y Hanson (2001: 176), con que el espacio interior sea lo más continuo posible con respecto al exterior— está
explotando el potencial básico de esta estructura. Por la noche, todas las mercancías se
aportes de la noción de lugar primitivo de S. Unwin (2003:
colocan dentro de la celda cerrada y la permeabilidad es completa». (Hillier y
53-73). Los dos primeros entienden el edificio elemental Hanson, 2001: 176-177).
como la celda cerrada, a saber, el espacio delimitado por 21
En la propuesta de Hillier y Hanson un espacio sin subdivisiones físicas evi-
dentes puede estar fuertemente estructurado en base a otros criterios derivados
una solución de continuidad, una barrera, que lo escinde de la propia codificación social. Así, los distintos ángulos de una habitación pue-
del resto, si bien manteniendo un cierto grado de per- den tener distinto significado y estar reservados a distintos usos, o a cierto tipo de
meabilidad (por medio de puertas, ventanas o dispositivos personas (2001: 177-180). Sin dejar de tomar en consideración esta circunstan-
cia, por una mera cuestión práctica hemos preferido no entrar en el análisis de es-
similares) con una celda abierta contigua (una celda abierta tos esquemas de ocupación del espacio, salvo en aquellas ocasiones en que nos ha
que puede ser el espacio exterior directamente)20. Basándo- parecido que este tipo de análisis era absolutamente imprescindible para com-
prender el edificio como espacio de sociabilidad; por ejemplo, en el caso de la
nave de una iglesia donde es importante distinguir, altares o deambulatorios de
20
Es posible sin embargo que la cerrazón de dicha celda sea tan escasa, tan poco capillas, intercolumnios o sotocoros, áreas no necesariamente bien delimitadas,
evidente físicamente —como por ejemplo en un tenderete de comercio ambu- pero muchas veces reservadas para uso restringido de unos pocos.

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75 ISMAEL GARCÍA GÓMEZ

etc. A una escala inferior, todos estos espacios han sido se haya entrado en el templo. Esta cadena podría ampliarse
confeccionados por medio de unos materiales y unas sucesivamente si el templo, por ejemplo, se encontrase
técnicas constructivas determinadas (escalas a y b respecti- dentro de un convento. Esta es la escala de articulación
vamente); en una escala superior (d), estas estructuras compleja donde se perciben más coherentemente la mayo-
simples, sirven para conformar otras más complejas; las ría de los edificios tratados en nuestras investigaciones
naves, las capillas y las sacristías hacen la iglesia, las torres sobre Vitoria: nos referimos a las iglesias (Santa María, San
hacen la muralla, el conjunto de las viviendas dispuestas a Vicente, San Miguel, San Pedro y San Ildefonso) y a los
los lados del camino hacen la calle, y así sucesivamente. El conventos (Santo Domingo, San Francisco y Santa Clara).
estudio de esta escala nos ha servido de puente para
conocer de cerca los usos específicos del espacio, la relación e) Articulación del tejido urbano. Nuestra definición
entre la geometría social y la cristalización material de las de esta escala de estudio es, en su mayor parte, deudora de
interacciones humanas, en definitiva, como han pretendi- las reflexiones de K. Lynch sobre el fenómeno urbano
do Hillier y Hanson, nos han permitido profundizar en la —particularmente de sus conceptos de senda, borde, barrio,
lógica social del espacio. nodo y mojón (2004: 62)—, si bien la noción de tejido
urbano y de aglomeración en Caniggia y Maffei (1995: 80),
d) Articulación de estructuras complejas. Siguiendo nos han influido de forma considerable. Como cabe
con el enfoque propuesto por los citados autores anglosajo- deducir por lo dicho en las escalas inferiores, en nuestro
nes, a una escala mayor, denominaremos estructuras com- esquema de análisis el tejido urbano es el resultado de la
plejas aquellas que entendemos como el producto de la acumulación, o mejor, de la aglomeración, de un conjunto
adición de sucesivas estructuras simples (elementary buil- de estructuras complejas; las iglesias, los conventos, las
dings): «Con el paso del tiempo, los lugares que usa la gente se viviendas, los patios o los solares de huertas, son ejemplo
hacen más variados y sofisticados, a la vez que sus interrelacio- de algunas de éstas. De la interactuación de todos estos
nes ganan en complejidad» (Unwin, 2003: 53). No obstan- elementos, emerge la urbe como esa propiedad del todo
te, es necesario insistir que la distinción entre estructuras que los componentes no poseen pos sí solos: «La forma
simples y complejas no deja de ser un artificio que sólo urbana es cumulativa (…) pero es algo más y algo distinto que
pretende facilitar el trabajo de análisis; no es tanto una la sola acumulación» (Lefevbre, 1972: 125). El carácter
división basada en las características inherentes al objeto de emergente de la ciudad se percibe en las consecuencias
estudio, como una clasificación que, creemos, permite al físicas de la aglomeración de las distintas entidades; las
observador aproximarse a las motivaciones del hecho calles (sendas, según la terminología de Lynch), las murallas
construido de un modo ordenado y satisfactorio. Así, en el (bordes), las circunscripciones parroquiales, los arrabales o
caso de las estructuras simples, consideraremos cualquier la judería (barrios), las plazas o cementerios (nodos) y las
espacio contiguo a una celda cerrada como exterior —es propias iglesias, en cuanto que referencias físicas dentro del
decir, como espacio ajeno—; esto se percibe fácilmente en entramado urbano (mojones). En esta escala es donde se
el caso del espacio interior de una cabaña frente a la visibiliza en su globalidad el patrón de organización del
pradera en la que se enclava, pero también describe el caso sistema urbano de Vitoria-Gasteiz; los distintos edificios
de la capilla de un templo cuando la analizamos de forma que lo componen pasan gradualmente a un segundo o
aislada (en esta ocasión, es el propio templo el que puede tercer plano (sobre todo la arquitectura residencial), si bien
considerase exterior a la capilla). En cambio, cuando aquéllos que expresan con mayor determinación la presen-
hablamos de estructuras complejas, hablamos, por así cia de una comunidad, es decir, que constituyen polos de
decir, de un encadenamiento de espacios: la cabaña con congregación22, despuntan como ejes articuladores del
respecto a la pradera difícilmente podría ser considerada urbanismo; es el caso de las murallas y de los propios
como una estructura compleja, salvo si por ejemplo esta templos (también de los mercados por ejemplo). En lo
cabaña se rodeara de un cercado; ahí, ya se produciría un urbanístico, las murallas compactan, dan coherencia al
mínimo encadenamiento de espacios (antes de entrar en la tejido urbano; en lo social, lo definen, trazan la línea que
cabaña es necesario entrar en el cercado). En el ejemplo de distingue a los que viven dentro —y por lo tanto son
la capilla, el encadenamiento se produce con sólo cambiar
de escala de análisis, porque una capilla habitualmente sólo 22
«Los signos de lo urbano son los signos de la congregación: las cosas que permiten la
se comunica con la nave del templo del que forma parte, congregación (la calle y el suelo de la calle, piedra, asfalto, acera, etc.) y las
de modo que, para acceder a ella lo normal es que primero estipulaciones de la congregación (asientos, luces, etc.)» (Lefebvre, 1972: 124).

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SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 76

Fig. 9. La red local del hinterland vitoriano. Destacado


con mancha amarilla, la extensión del primitivo término
municipal de Vitoria-Gasteiz

Vitoria— de los que viven fuera. Los templos también rentemente pudiera parecer que las murallas hacen de la
contribuyen a la construcción de una identidad común, en ciudad una especie de gueto, es evidente que Vitoria-
primer lugar porque en todos ellos se reproduce un mismo Gasteiz ha vivido a lo largo de su historia de la apertura,
sistema de creencias, en segundo lugar porque, de algún nutriéndose de los flujos de materia y energía procedentes
modo, la iglesia es entendida como la casa de todos, la casa del exterior, si bien, por supuesto, todo lo que ha llegado
de casas; todos los vecinos de la ciudad pertenecen a alguna ha sido después reelaborado, sintetizado y asimilado, para
parroquia23, todos los antepasados de la comunidad se construir poco a poco su singularidad. Dentro de una
encuentran sepultos en el cementerio parroquial (que concepción reticular del sistema urbano, Vitoria sólo es un
durante gran parte de la Edad Media estuvo dentro del nodo entre miles, como es evidente, sus relaciones han sido
propio recinto templario). históricamente más fluidas con los centros geográficamen-
te más próximos, y por ello, en nuestras investigaciones
f ) Articulación del hinterland. El sistema urbano nos hemos referido con mayor frecuencia a ciudades como
Vitoria-Gasteiz no es un fenómeno aislado. Como sistema Pamplona, San Sebastián, Burgos, Bilbao, Logroño, etc.
termodinámico abierto, la ciudad depende por completo del A esta escala, resulta por ejemplo muy estimulante la
medio en el que evoluciona; de él obtiene prácticamente sola reflexión sobre el origen de los apellidos de las familias
todo, alimentos, materias primas, productos manufactura- que detentan el poder en Vitoria a finales de la Edad
dos de toda índole, efectivos demográficos, formas de Media; estos linajes, mecenas de las grandes operaciones
organización, sistemas tecnológicos, simbólicos, sistemas constructivas en los templos vitorianos, nos remiten a
de creencias, políticos, constructivos, etc.24 Aunque apa- poblaciones que sin duda hay que incluir en la red de
23
Evidentemente, quizá con la salvedad de aquéllos que profesan otras religiones; construido. La autonomía es, como se sabe, sólo característica de la simplicidad: todo
judíos, y en mucha menor medida musulmanes. lo complejo es heterónomo, o si se prefiere, ‘interdependiente’. Una granja necesita de
24
Según Fernández-Galiano: «La inexcusable dependencia entre organismo y medio sus tierras de labor; una ciudad, de su ´hinterland’ como los innumerables asedios de
es, en efecto, manifestación del mismo fenómeno que causa la heteronomía de lo la historia bélica de la humanidad se han ocupado de subrayar» (1991: 93).

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77 ISMAEL GARCÍA GÓMEZ

centros mejor conectados con Gasteiz; Lequeitio, Estella, otras sistematizaciones bien conocidas en Arqueología; la
Bermeo, pero también —más cerca— Maturana, Escoria- analítica de G. P. Brogiolo (1988, habitualmente aplicada
za, Mendoza, Salinas, etc. (Fig. 9). en Arqueología de la Arquitectura y compuesta de menor a
Ahora bien, el espacio que más hemos, por así decir, mayor por; Unidad Estratigráfica Mural, Elemento Arqui-
«trillado», ha sido el de la Llanada alavesa occidental, el tectónico, Estructura Horizontal, Unidad Funcional, Alza-
área que más directamente ha co-evolucionado con Gasteiz do Particular, Alzado General, Cuerpo de Fábrica y,
(en una suerte de relación simbiótica) hasta incluso fundir- finalmente, Complejo Arquitectónico), o la sintética de A.
se con ella. Hablamos de aquellas localidades, inmediatas, Carandini (1996, Unidad Estratigráfica, Actividad, Grupo
que en algunos casos acabarían formando parte incluso de de Actividades y Períodos). El parecido no es casual,
su término municipal; desde Adurza hasta Arriaga, desde primero porque ambas sistematizaciones han sido referen-
Subijana a Matauco. De hecho, macroescalarmente, no cia fundamental para el conjunto de la arqueología moder-
podemos sino constatar la profunda relación existente na y, cómo no, para nosotros; segundo, porque ambas
entre el crecimiento del término municipal de Vitoria responden al aserto fundamental de todo enfoque sistémi-
entre los años 1258 y 1286 y, en la microescala, la co: «los objetos en sí mismos son redes de relaciones inmersas
imperiosa necesidad de la ciudad para asegurarse el sumi- en redes mayores» (Capra, 1998: 57). Sin embargo, ninguna
nistro de piedra con que sustanciar su estructura urbana (la de ellas se plantea un horizonte inferior a la Unidad
mayoría de las localidades que históricamente han abaste- Estratigráfica, ni ninguno superior al edificio o al yaci-
cido de piedra a Gasteiz entraron a formar parte del miento concreto. Es por ello que, de algún modo podría
municipio precisamente en 1258). considerarse que ambas quedarían englobadas entre nues-
Por otro lado, resulta interesante reconocer que uno tras escalas ‘b’ y ‘d’ (Técnica constructiva y Articulación de
de los «flashes» iniciales que nos impulsaron a aplicar el Estructuras Complejas).
enfoque sistémico al estudio de Vitoria, fue un mapa que El nivel de comprensión ‘e’ resulta más difícil de al-
se nos venía en mente sólo con repasar algunas de las canzar, si bien en el campo de la Arqueología Urbana son
celebraciones festivas más importantes de la ciudad y muchos los esfuerzos que se hacen en este sentido, como se
comprobar cómo mediante distintas romerías, Vitoria, o ha encargado de señalar últimamente el propio Brogiolo
los vitorianos, persisten (o persistían, porque algunas ya no (2007: 27-28). Con todo, estos límites resultaban restricti-
tienen lugar) en ejercitar su memoria, trazando anualmen- vos para el análisis que pretendíamos del sistema urbano
te diversas rutas que parecen funcionar como una red de vitoriano, y por esa razón hemos preferido diseñar un mar-
anclajes físico/psicológicos que unen el núcleo de la urbe co más ajustado a nuestras necesidades. Como es evidente,
con ciertas localidades del entorno inmediato imprescindi- la definición de este elenco de escalas ha comportado un
bles para la comprensión de su propia historia25, a saber, grado de subjetividad nada desdeñable, aunque creemos
Armentia en San Prudencio, Avendaño en la Ascensión, que se ha tratado de ese tipo de subjetividad que para Ca-
Arriaga en San Juan, Estíbaliz el primero de Mayo y randini es absolutamente pertinente: «Sin probar el drama
Olarizu el primer lunes después de la Virgen de Septiem- de la pérdida de objetividad no estaremos nunca seguros de
bre. Dibujados sobre el plano los respectivos recorridos haber utilizado hasta el mínimo indicio como ladrillo para
procesionales, la ciudad situada al centro adquiere el erigir nuestra construcción histórica» (1996: 138).
aspecto de un octópodo que extiende sus tentáculos como
intentando aferrar su propia memoria. Esta visión podría 4.4. Redes y relaciones estratigráficas
servir como síntesis gráfica de nuestra concepción de El concepto de red es fundamental para la comprensión de
Vitoria-Gasteiz al centro de su hinterland (Fig. 9). cualquier sistema. Los primeros en percibir este tipo de
El hinterland cierra el elenco de las escalas considera- esquemas de organización fueron, en los años 20, los
das en nuestras investigaciones sobre Vitoria, pero antes de ecólogos que estudiaban las redes de alimentación, después
finalizar con el epígrafe desearíamos hacer una observación el concepto se extendió a otras ciencias (Capra, 1998:
más. Probablemente el lector haya percibido cierta simili- 100). Los geógrafos la conciben en tres sentidos: a) como
tud estructural entre la subdivisión que proponemos y polarización de puntos de atracción y difusión, que es el
caso de las redes urbanas; b) como proyección abstracta,
25
que es el caso de los meridianos y paralelos en la cartografía
Hasta bien entrado el siglo XIX y a modo de recordatorio, se siguió practicando
la costumbre –no exclusiva de Vitoria- de visitar en procesión aquellas parroquias del globo, y; c) como proyección concreta de líneas de
desaparecías adscritas al término de una cierta población. relaciones y conexiones, que es el caso de las redes

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SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 78

hidrográficas, las redes técnicas territoriales, etc. (Santos,


2000: 222). Por otra parte, ha sido la capacidad de
abstracción de los matemáticos la que ha permitido la
representación gráfica de estos esquemas de tan difícil
comprensión: «las redes o ‘grafos’ han sido un campo de
investigación muy activo entre los matemáticos (…) un grafo
es una representación abstracta de un sistema cualquiera, en el
que los elementos del sistema o ‘nodos’ se relacionan entre sí
mediante conexiones que indican la presencia de una interac-
ción» (Solé, 2009: 32-33).
Prácticamente todo lo que nos rodea responde a algún
patrón o esquema de tipo reticular; por supuesto en el
mundo biótico («si vemos vida, vemos redes», Capra, 1998:
100), por ejemplo, en el modo en que se organizan las
neuronas del cerebro, pero también en la configuración de
los transportes, en las infraestructuras energéticas, en los
sistemas de información o en la interconexión de los
mercados. La red es también social, política, técnica,
religiosa, si bien debemos insistir —a despecho de la
materialidad con que se impone a nuestros sentidos— que
la red es, en realidad sobre todo, una abstracción, una
herramienta de comprensión (Santos, 2000: 222).
El esquema reticular también subyace en la organiza-
ción y estructura del entramado urbano de Vitoria-Gasteiz
(Fig. 10). De hecho, si se revisa lo apenas comentado en el
epígrafe 4.3., creemos que se percibirá con claridad el
hecho de que los distintos niveles de profundización
propuestos podrían expresarse de forma sintética simple-
mente aludiendo a la red de objetos que interaccionan en
cada una de las escalas; las remesas de distintos tipos de
piedra (a), los muros que se diferencian según el modo en
que se compone aquellos materiales pétreos (b), las habita-
ciones que se articulan mediante la erección de esos muros
(c), los edificios que se conforman a partir del encadena-
miento de habitaciones (d), el coágulo de edificios que da
lugar a la ciudad (e), o la constelación de poblaciones que
forman el hinterland vitoriano (f ).
La división en escalas que hemos propuesto puede
resultar, a primera vista, contradictoria con respecto a
nuestro discurso (puesto que al diseccionar la globalidad se
destruye el sistema como tal), pero no proponemos las
distintas escalas como cajones estancos, rellenos de colec-
ciones de objetos aislados, sino como método de clasifica-
ción útil para ordenar de forma más fácilmente comprensi-
ble los nodos de esa compleja retícula que es todo sistema
urbano. A partir de esa visualización en distintas escalas
Fig. 10. Patrón reticular. Según M. Santos, el espacio está formado por un conjunto nos resultará más sencillo hacer inteligibles las relaciones, o
indisoluble de sistemas de objetos y acciones. En esta vista esquemática de nuestro
sistema urbano, los círculos representan los objetos, y las líneas, las relaciones/
dicho de otro modo, podremos cartografiarlas de un modo
acciones que los ligan comprensible.

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En esta línea, nos pareció un buen punto de partida 4.5. Patrón y estructura
el planteamiento del geógrafo M. Santos, para quien el H. Lefebvre, concebía el urbanismo de la ciudad como la
espacio está formado por un conjunto indisoluble («soli- forma pura «el punto de encuentro, el lugar de una congrega-
dario y también contradictorio») de sistemas de objetos y ción, la ‘simultaneidad’. Esta forma no tiene ningún conteni-
sistemas de acciones, por supuesto, no considerados aislada- do específico, sin embargo todo se acomoda y vive en ella. Es
mente, sino como el contexto único en que se realiza la una abstracción, pero contrariamente a una entidad metafísi-
historia. Según Santos, los sistemas de objetos y sistemas de ca, es una abstracción concreta, ligada a la práctica» (1972:
acciones interactúan; por un lado, los sistemas de objetos 125). En el enunciado de Lefebvre —sólo aparentemente
condicionan la forma en que se dan las acciones y, por confuso— subyacen dos niveles de comprensión que si
otro lado, el sistema de acciones lleva a la creación de bien no pueden existir por separado, requieren una míni-
objetos nuevos o se realiza sobre objetos preexistentes; ma disección que permita el análisis; hablamos de diferen-
«así, el espacio encuentra su dinámica y se transforma» ciar lo abstracto de lo concreto en la forma urbana.
(2000: 54-55). Siguiendo este planteamiento, el sistema de A decir de los especialistas, la perspectiva sistémica es
objetos de nuestro trabajo sería toda esa colección de esencialmente un enfoque de patrones, patrones reticulares
elementos, componentes de la urbe antes aludidos (y como los que acabamos de tratar en el epígrafe precedente.
clasificados en sus distintas escalas), mientras que el siste- No obstante, con ser fundamental, la comprensión del pa-
ma de acciones sería más bien el sistema de relaciones que trón no resulta suficiente si no va acompañada de la des-
debería regir la convivencia entre los objetos; porque en cripción de la estructura del sistema. Es importante diferen-
definitiva, las acciones las producen los objetos y ellos son ciar ambos conceptos; así, por patrón de organización del
también los que reciben los efectos. sistema entendemos la configuración de las relaciones entre
En abstracto, el esquema gráfico que se derivaba de sus componentes, la red antes aludida, que determina las
esta concepción era necesariamente reticular (los objetos características esenciales del sistema (Figs. 11 y 12). Por es-
serían los nodos donde confluirían las líneas que represen- tructura del sistema entendemos sin embargo la corporeiza-
tan acciones/relaciones), lo cual de forma espontánea nos ción física de su patrón de organización. Mientras que la
recordó a un tipo de esquema en red con el que estábamos descripción del patrón de organización implica una carto-
bastante familiarizados; el del diagrama estratigráfico. Un grafía abstracta de relaciones, la descripción de la estructura
tipo de diagrama que responde por completo a los paráme- implica el relato concreto de las características formales de
tros de representación grafica de las ‘redes’ o ‘grafos’ en sus componentes físicos26 (Capra, 1998: 172).
tanto que se trata una representación abstracta: «una A lo largo de nuestras investigaciones sobre el entra-
representación global de la estratigrafía no puede ser topográfi- mado urbano de Vitoria nos hemos esforzado en hacer
ca, es decir, realista, sino solo estratigráfica, es decir, reducida justicia a los dos niveles de comprensión, si bien es verdad
a la única dimensión del tiempo relativo, lo que comporta el que la descripción de la estructura, del cuerpo físico de la
paso del verismo al simbolismo» (Carandini, 1996: 79). ciudad (tal como lo perciben nuestros sentidos) y de los
Reflexionando sobre representaciones gráficas abstrac- elementos que la componen, ha recibido nuestra mayor
tas, no pudimos sino reafirmarnos en la convicción de que atención.
la «argamasa» de nuestro edificio teórico estaba precisa- No obstante, en no pocas ocasiones también hemos
mente en las relaciones estratigráficas, y que, de hecho, era recurrido a la esquematización, con el fin de buscar los
el enfoque estratigráfico el mejor anclaje de nuestro trabajo
a los presupuestos sistémicos (recordemos, «para el pensa- 26
Capra propone el siguiente ejemplo práctico: «Para ilustrar la diferencia entre
dor sistémico las relaciones son prioritarias», Capra, 1998: patrón y estructura, tomemos un sistema no vivo bien conocido: una bicicleta. Para
57). Las relaciones estratigráficas funcionan en todas las que algo pueda ser llamado una bicicleta, deberá existir un número de relaciones
funcionales entre sus componentes conocidos como cuadro, pedales, manillar, ruedas,
escalas propuestas —no sólo en las más asiduamente cadena, ruedas dentadas, etc. La configuración completa de estas relaciones funciona-
tratadas por la arqueología de campo (las estructuras simples les constituye el patrón de organización de la bicicleta. La estructura de la bicicleta es
y complejas de nuestra nomenclatura)—, conectando obje- la manifestación física de su patrón de organización en términos de componentes de
formas específicas, hechos materiales específicos. El mismo patrón ‘bicicleta’ puede
tos no sólo dentro de cada uno de ellas, sino también entre manifestarse a través de muchas estructuras distintas. El manillar tendrá distinta
escalas distintas. Constituyen además la plasmación física forma para una bicicleta de paseo, otra de carreras y una de montaña; el cuadro
de las acciones —antrópicas o naturales— de erosión, podrá ser pesado y sólido o ligero y delicado, los neumáticos podrán ser estrechos o
anchos, tubulares o macizos. Todas estas combinaciones y muchas otras serán
transporte y deposición; más adelante volveremos sobre reconocidas como diferentes manifestaciones físicas del mismo patrón de relaciones que
esta cuestión fundamental. define a una bicicleta» (1998: 173).

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Fig. 12. Por patrón de organización del sistema entendemos la configuración de las
relaciones entre sus componentes que determina las características esenciales del
Fig. 11. Siempre hay un patrón de organización que subyace en la forma de sistema. Por estructura del sistema entendemos sin embargo la corporeización física
cualquier estructura. M. C. Escher, Ciclo del patrón de organización

patrones de organización que están detrás de la estructura para mantener la organización morfológica que se halla
evidente. El diagrama estratigráfico, también conocido en la base de su existencia. Si observamos una ciudad,
como matrix Harris es un ejemplo de esto último, pero una población cualquiera, entendemos que se les con-
también hemos acudido a formulaciones sencillas de los sidere sistemas termodinámicos abiertos, en tanto que
llamados ‘y-maps’, ‘interface maps’ o ‘decomposition maps’ de percibimos como algo evidente que viven de su apertura,
Hillier y Hanson (2001: 97-122). es decir, que subsisten gracias a los flujos de materia y
energía que intercambian con del mundo exterior. Cual-
4.6. Estructuras disipativas27 y proceso quier ciudad, separada de su medio, se desintegraría
El edificio o la ciudad tienen en común con el organis- rápidamente. Por decirlo de otro modo, la ciudad es la
mo vivo la necesidad de degradar continuamente energía encarnación, local y singular, de los flujos que no dejan de
transformarla (Fernández-Galiano, 1991: 90).
27
Puede decirse que estructura disipativa es el término prácticamente sinónimo Señalaba I. Prigogine que la ciudad existe sólo en
que emplea F. Capra para referirse a los sistemas termodinámicos abiertos. Éste
a su vez toma el término del químico y físico de origen ruso I. Prigogine (1998: situación de no-equilibrio: «La ciudad vive gracias a que
103). intercambia materias primas o energía con el campo que la

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Fig. 13. La ciudad como permanente proceso de


construcción. Preocupado por hacer creíble el discurso
de su cuadro, Brueghel entendió que el proceso de
construcción de un edificio de las características de la
torre de Babel no podía haber tenido lugar sino en el
contexto de un abigarrado sistema urbano. En la
imagen, la ciudad aparece bien diferenciada de su
hinterland por medio de las murallas, pero estas
murallas transpiran; a través del puerto y los accesos al
recinto mural que vemos a la derecha, al pie de la
torre, la ciudad y el edificio reciben las materias primas
que le son imprescindibles para subsistir

circunda. Es la función la que crea la estructura. Pero la en afirmar que, desde un cierto punto de vista, la ciudad
función, el flujo de materia y de energía, es evidentemente aprende29.
una situación de no-equilibrio» (2005: 34). Efectivamente, Esta sorprendente propiedad de algunos sistemas,
mientras que en un sistema sencillo, como por ejemplo sugiere el proceso como tercer criterio para una completa
una bicicleta o un molino, las partes han sido diseñadas, descripción de la naturaleza de una ciudad. En tanto que el
fabricadas y ensambladas para formar una estructura de proceso es la actividad que se ocupa de la continua corporei-
componentes fijos, en un sistema complejo como la zación del patrón de organización del sistema, el criterio de
ciudad, los componentes mutan continuamente, se sinte- proceso constituye el vínculo entre patrón y estructura. No
tizan y asumen nuevas estructuras, o se eliminan las obstante, resulta imposible abordar ni siquiera en el marco
sustancias sobrantes. En definitiva, la ciudad dispone de de las investigaciones más ambiciosas todos los procesos
su propio metabolismo28. En la ciudad, los nuevos traza- que confluyen en el metabolismo de una ciudad, ni
dos urbanísticos se agregan, se superponen o directamente siquiera ciñéndonos a un estadio evolutivo primario de la
sustituyen a los antiguos; generación tras generación, los urbe, como podría ser el caso de la Gasteiz medieval. Por
distintos contingentes humanos se suceden; hay creci- ello, en nuestras investigaciones hemos dejado a un lado la
miento, desarrollo y evolución. No obstante, el metabolis- mayoría de las formas de absorción metabólica (como
mo de la ciudad no debe medirse sólo en la dimensión alimento, vestuario, bienes durables, o materiales combus-
material; la ciudad también asume ideas, adopta -y adap- tibles, etc.), para concentrarnos, por un lado, en el meta-
ta- formas de organización o estructuras sociales que
después comparte con el resto de poblaciones de su 29
S. Johnson se cuestiona: «¿Aprenden las ciudades, no los individuos que las
entorno. En este sentido, algunos investigadores no dudan pueblan, no las instituciones que las apadrinan, sino las ciudades mismas? Pienso que
la respuesta es que sí (…) El aprendizaje es una de las actividades que habitualmente
asociamos al conocimiento consciente, como enamorarse o llorar la pérdida de un
28
Como señalara Wolman: «Las exigencias metabólicas de la ciudad suelen familiar. (…) Pero el aprendizaje no depende de la consciencia. (…) Por ejemplo,
ser definidas como la suma de todas las materias y productos que aquella ne- nosotros no venimos a este mundo predispuestos a combatir el virus de la varicela; sin
cesita para el sostén de sus moradores, tanto en sus hogares como en sus trabajos embargo nuestros cuerpos aprenden a hacerlo sobre la marcha, sin consciencia, sin
y en sus esparcimientos. Entre esas exigencias hay que incluir también —para un ningún entrenamiento específico (…) El cuerpo aprende de forma inconsciente, y lo
determinado período de tiempo— los materiales destinados a la construcción —o a mismo ocurre con las ciudades, porque el aprendizaje no consiste únicamente en ser
la reconstrucción— de la propia ciudad. El ciclo metabólico no se considera cerra- conscientes de la información; es también una cuestión de almacenar información y
do hasta que los desechos y detritus que la vida cotidianamente va acumulando saber dónde encontrarla. (…) El sistema no necesita ser consciente de que es capaz de
han sido recogidos y eliminados con un mínimun de molestia y riesgo» (1982: ese tipo de aprendizaje, al igual que nuestro sistema inmunológico no necesita ser
199). consciente de que aprende a protegernos de la varicela» (2003: 92-93).

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SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 82

bolismo relacionado con los materiales de construcción son el cuerpo humano y la sociedad; nos referimos entre
—sustancia esencial del tejido urbano— y, por otro, en lo otros a circular, dormir, comer, beber o deponer, pero
referente a la asimilación y desarrollo las formas de edificar, también orar, dialogar, intercambiar, etc. Según esta lógica
y a los modos de articular socialmente el espacio (Fig. 13). del bucle, en principio, cuanto más frecuente sea el uso de
una vía de comunicación, más posibilidades habrá de que
4.7. Retroalimentación (feedback) y recursividad la comunidad se preocupe por mejorar el camino, y cuanto
Originalmente, en matemáticas, un bucle de retroalimenta- mejor sea el camino más tráfico atraerá y más se erosionará,
ción corresponde a una determinada clase de proceso no- de modo que dicha comunidad deberá invertir más en el
lineal conocido como iteración, en el que una función mantenimiento, y así sucesivamente. En un sistema com-
opera reiteradamente sobre sí misma, o dicho de otro plejo como la ciudad los pequeños cambios pueden tener
modo: «un bucle de retroalimentación es una disposición efectos espectaculares, ya que pueden ser repetidamente
circular de elementos conectados causalmente, en la que una amplificados por la retroalimentación reforzadora, esto se
causa inicial se propaga alrededor de los eslabones sucesivos del debe a que los ciclos retroalimentados están siempre
bucle, de forma que cada elemento tiene un efecto sobre el enlazados unos a otros.
siguiente, hasta que el último ‘retroalimenta’ el efecto sobre el Los ciclos pueden estar interconectados —por así
primer eslabón en que se inició el proceso. (Capra, 1998: 75 decir, de igual a igual— dentro de una misma escala30,
y 140). pero también pueden encadenarse interescalarmente, de
modo que el mínimo cambio en los ciclos de los niveles
inferiores puede desencadenar un efecto en cadena con
gran repercusión en los ciclos de mayor escala31; es la
consecuencia de lo que Hofstadter denomina específica-
mente recursividad32.
Retroalimentación y recursividad han estado siempre
en la base de la interpretación de los procesos históricos.
Pensemos por ejemplo, en el caso de un conocido ciclo
retroalimentado, tratado con frecuencia por la historia
económica medieval; la rotación de cultivos. Este ciclo
(introducido a fines del siglo VIII), al mejorar la productivi-
dad del suelo, favoreció en principio la obtención de
nutrientes y el crecimiento demográfico (White, 1973: 85-
93). Una de sus consecuencias probables: el crecimiento de
los núcleos de población. Con su mayor tamaño poblacio-
nal, las aglomeraciones fueron capaces de generar mayor
cantidad de residuos, que en gran parte pudieron ser
Fig. 14. Retroalimentación. «Según es generalmente sabido, el modelo básico es un
reutilizados como fertilizante en el campo, lo que aumen-
proceso circular en el cual parte de la salida es remitida de nuevo, como información
sobre el resultado preliminar de la respuesta, a la entrada, haciendo así que el sistema se taría la productividad del suelo (Johnson, 2003: 100). En
autorregule, sea en el sentido de mantener determinadas variables o de dirigirse a una este ejemplo, apreciamos retroalimentación (puesto que
meta deseada» (Bertalanffy, 1976: 167). M. C. Escher, Manos dibujando
advertimos como el primer eslabón se ve afectado por el

En la práctica, todos los sistemas complejos que nos 30


Por ejemplo, las mejoras en el aprovechamiento de la fuerza del agua corriente
rodean (desde nuestro sistema neuronal a los circuitos de los ríos afectarán tanto a la molienda, como a la elaboración del hierro en las
ferrerías, es decir, tanto al ciclo productivo cerealícola como al ciclo productivo
integrados de un ordenador, desde la colonia de hormigas del hierro.
hasta la sociedad de la que participamos) funcionan en 31
Siguiendo la concepción sistémica de que un ciclo percibido a cierta escala está
base a la retroalimentación (Figs. 14 y 15). Reflexionemos compuesto a su vez de ciclos que sólo se perciben en una escala inferior, y de que
éstos a su vez están conformados por otros ciclos que funcionan a una escala aún
concretamente sobre la urbe. Arquitectura y urbanismo se menor, etc.
basan en el reforzamiento de los hábitos básicos que 32
«¿Qué es la recursividad? Incrustaciones y variaciones de incrustaciones. El concepto
requieren el individuo y la sociedad para su existencia, es muy amplio (relatos dentro de relatos, películas dentro de películas, muñecas rusas
dentro de muñecas rusas (o comentario entre paréntesis dentro de comentarios entre
hábitos que en sí mismos son ciclos retroalimentados cuya paréntesis), son solamente algunos de los encantos de la recursividad)» (Hofstadter,
pretensión es el sostenimiento de esos otros sistemas que 2005: 141).

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83 ISMAEL GARCÍA GÓMEZ

Fig. 15. Ejemplos de causalidad circular

último)33, pero también apreciamos la recursividad, porque también estuvo presente en fenómenos como el de la Peste
lo que en origen sólo era de un avance tecnológico puntual del XIV. Ahondando en esta idea, G. Bois señala por
que pretendería aumentar la productividad de una explota- ejemplo la deflación como clave central de la crisis bajome-
ción –y mejorar las condiciones de vida de sus beneficiarios dieval, optando para su descripción por un sinónimo de
directos-, debido al éxito y difusión de la fórmula, pudo retroalimentación, a saber, autoalimentación: «Si la evoca-
acabar transformando a escala continental el régimen ción de la palabra produce escalofríos, es por el efecto
demográfico de la población europea (debemos señalar no destructor que todos coinciden en reconocer a la ‘deflación’. El
obstante, que por supuesto, fenómenos a gran escala, como movimiento se ‘autoalimenta’; descenso de los precios y de la
el del crecimiento demográfico entre los siglos VIII y XI, producción se refuerzan mutuamente en un deslizamiento que
nunca responden a un único factor detonante sino que puede volverse dramático. (…) El problema consiste en
son el resultado de la confluencia de un conjunto de comprender los principales mecanismos de la espiral» (2001:
ellos)34. 104). Según Bois, el deshinchamiento de la burbuja
Por supuesto, mecánicas de este tipo subyacen tanto especulativa, la contracción de oferta y de la demanda son
en los períodos de crecimiento como en sus contrarios. los factores detrás de la crisis bajomevieval. Se trata de los
¿Qué decir de las pandemias y los mecanismos utilizados ciclos que —hacia arriba— desencadenan el gran bucle de
por los virus para su contagio?, la retroalimentación la crisis, los mismos que —hacia abajo— se pueden
subdividir en nuevos ciclos hasta alcanzar el caso puntual,
33
Lo cual se traduce en la autorregulación de todo el sistema, al verse modificado el comportamiento individual: «Aquí tocamos la parte
el estímulo inicial a lo largo de cada recorrido por el circuito. sumergida del iceberg económico. Cada burgués, cada notable,
34
En este caso, más allá de la rotación de cultivos habría que hablar también de
estaba al frente de un patrimonio inmueble de un valor
otros aspectos tecnológicos y no tecnológicos: «Ya no es aceptable la hipótesis de
una ‘revolución’, considerada como un ‘cambio brusco’ o un ‘salto adelante’ claramen- respetable. (…) Ahora bien, el valor mercantil de estos bienes
te delimitado en el tiempo. En cambio, parece poco dudoso que la sociedad medieval no había cesado de ascender beneficiándose del crecimiento
hubiese sido la matriz de un conjunto coherente de progresos en el utillaje y las
técnicas. Hablemos de ´sistema técnico’ para denominar a este conjunto. Sus elementos
urbano (…) entre el coste del inmueble urbano y los ingresos
se organizaron progresivamente desde la alta Edad Media y quedó configurado, como salariales se había abierto una distancia considerable (…)
muy tarde, en el siglo XII. El sistema comprende a la vez el dominio de energía, el Dicho de otra manera, el sector inmobiliario, que representa-
utillaje y las formas de cultivo» (Bois, 2001: 22). Bois habla además de otros
factores; de la difusión del molino de agua, del molino de viento, de la
ba una gran proporción de los activos de los ricos, se había
‘democratización’ del hierro y la mejora de los instrumentos aratorios, también de beneficiado de lo que hoy llamaríamos una ‘burbuja especula-
la mejora en el utillaje de labor y de tiro entre otros, llamando la atención sobre tiva’» (Ibidem: 106). Obsérvese por tanto cómo la crisis
otras variables no estrictamente tecnológicas; la propia expansión de los burgos
como ‘revolución ignorada’, la monetarización de la sociedad, la promoción del bajomedieval hunde una parte importante de sus raíces en
trabajo, el desarrollo del mercado, etc. (Ibidem 20-62). las dinámicas del sistema urbano y cómo, por otro lado, es

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SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 84

Fig. 16. Los ciclos retroalimentados están muy presentes en Arqueología. En la imagen, una visión sintética de la parte del
ciclo de la piedra que respecta a la construcción de un edificio

la retroalimentación la que hace que una multiplicidad de iniciando con ello un proceso que sólo tendría su fin cuando se
actos individuales puedan convertirse en fenómenos im- aislase cada gesto técnico precedente o sucesivo. De esta forma,
previsibles a gran escala. Se trata según P. Krugman, de una para cada uno de estos gestos se deberían separar también los
suerte de organización espontánea de la economía35. caracteres específicos de cada persona, entre ellos la anatomía,
El propio Krugman nos revela que los procesos de la psicomotricidad, la voluntad y la atención.» (2004: 77).
retroalimentación afectan no sólo a las transacciones eco- Como vemos, en los ciclos productivos también hay sitio
nómicas sino también a la organización del espacio urba- para la recursividad.
no. Sus investigaciones se refieren a las grandes metrópolis En nuestra investigación hemos prestado una especial
modernas, o mejor, a las edge cities, pero al leer sus atención al ciclo productivo de la piedra36 en tanto que es
conclusiones resulta difícil sustraerse a la sospecha de que la materia fundamental a partir de la cual se ha estructura-
quizá la distribución espacial de las distintas actividades en do la mayor parte del patrimonio construido que ha
la ciudad medieval no se rigiera por pautas de segregación llegado a nosotros (Fig. 16). Por supuesto, existen otros
muy diferentes a las de las empresas actuales (modelo de ciclos igualmente importantes en la generación de la
segregación de Schelling, 1997: 24-32). estructura urbana que merecerían un tratamiento específi-
En cualquier caso, la retroalimentación también ocupa co; el ciclo productivo de la madera por ejemplo, impres-
un espacio importante en el campo de la Arqueología. La cindible en la arquitectura preindustrial (pensemos en las
percibimos por su puesto en la génesis de la estratificación cabañas de la Gasteiz del siglo VIII, y aún en la estructura
(el ciclo de erosión/destrucción, movimiento/transporte y interna de cualquier inmueble vitoriano hasta mediado el
depósito/acumulación, Carandini, 1996: 25) pero tam- siglo XX), o el ciclo de la cerámica para el conocimiento de
bién la encontramos presente en los procesos de generación la conversión de arcillas en adobes o ladrillos. No obstante,
de la cultura material, los ciclos productivos de Mannoni y hemos tenido que optar por uno sólo de estos ciclos con
Giannichedda (2004). Según estos autores, los ciclos pro- vistas a no exceder nuestras posibilidades.
ductivos preindustriales pueden ser descritos como secuen-
cias de operaciones que permiten transformar un material 4.8. Sociología del error y marco cronológico de
en un producto con características diversas: «en teoría, cada nuestros trabajos
una de estas actividades se podría subdividir posteriormente, Tradicionalmente, la historia del conocimiento se centra
35
en los exitosos pasos hacia adelante, en las ideas vanguar-
«Consideramos que hemos logrado arrojar luz sobre un fenómeno cuando
conseguimos demostrar cómo ese fenómeno –el ‘macrocomportamiento’- emerge de la
distas y en los saltos conceptuales; nula o escasa atención
interacción de decisiones de familias o empresas aisladas. Los modelos más satisfacto-
36
rios serían aquellos en los que el comportamiento resultante es más sorprendente si lo Sin olvidar uno de los procesos que dentro de éste y los demás ciclos se puede
comparamos con los ‘micromotivos’ de los participantes» (Krugman, 1997: 23). calificar como más genuinamente ‘retroalimentado’, el reciclaje de materiales.

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85 ISMAEL GARCÍA GÓMEZ

Fig. 17. La evolución puede entenderse


como una gestión sistemática del error. La
Pirámide Romboidal es probablemente el
eslabón más expresivo de la evolución
arquitectónica de las pirámides; un error de
cálculo obligó a corregir la inclinación de
sus caras sobre la marcha. Esta experiencia
sirvió para los siguientes prototipos. A otro
nivel, en San Pedro de Vitoria, vemos como
los contratiempos se acaban gestionando
con éxito; la idea original (A) era construir
un templo completamente nuevo (morado)
desechando el primitivo (naranja), pero la
nueva obra no avanzó lo deseado debido a
la falta de recursos (B), los artífices optaron
por una solución más económica, unir,
mediante un cuerpo de fábrica imprevisto
en los plantes originales (rosa), lo viejo, con
lo poco que se había logrado hacer de lo
nuevo. De ahí las anomalías que presenta la
planta del edificio actual

reciben sin embargo las ideas o proyectos fallidos, aquellos anomalía constituye un componente básico de los descu-
oscuros continentes del error y del perjuicio. Revelándose brimientos científicos (2001: 93). Anomalía no es exacta-
ante lo que juzga una carencia en la historia del conoci- mente lo mismo que error pero ambos términos comparten
miento, S. Johnson defiende precisamente la sociología del un mismo esquema conceptual; es lo inesperado frente a lo
error37 como una de las mejores vías para alcanzar una esperado, el ideal frente a la realidad práctica38.
comprensión integral del hecho de la evolución humana La sociología del error en nuestro trabajo se puede en-
(2008: 17). En la misma línea, K. Kelly llega incluso a tender a varios niveles. En primer lugar, al nivel de la inves-
interpelarnos: «honrad vuestros errores» (2002: 140). tigación misma (o incluso al nivel del texto que ahora pre-
Según estos autores, para avanzar más allá de lo sentamos). Este artículo es una selección de las reflexiones
ordinario se requieren siempre nuevos espacios de trabajo, que han primado en nuestro trabajo, concretamente aqué-
lo que implica en cierta medida el abandono de los llas que hemos considerado que nos han permitido alcan-
métodos o territorios convencionales; una aventura que zar con cierto éxito los objetivos que nos planteábamos,
tiene sus peligros, y cuyas consecuencias son a menudo pero, por su puesto, ha habido otras muchas reflexiones
indiscernibles de lo que llamamos error. Incluso el acto que nos han conducido a dolorosos callejones sin salida, y,
más brillante de la mente humana es un acto de ensayo y cómo no, han quedando fuera de esta presentación. Aún y
error. Kelly afirma que el Error, aleatorio o deliberado, todo, todas aquellas «erradas» líneas de investigación nos
debería convertirse en una parte integral de cualquier han ayudado a fijar la deriva de nuestro enfoque metodoló-
proceso de creación: «La evolución se puede entender como
la administración sistemática del error» (Ibidem: 141). No 38
«El descubrimiento comienza con la percepción de la anomalía; o sea, con el
se trata de una afirmación novedosa, ya a mediados del reconocimiento de que en cierto modo la naturaleza ha violado las expectativas,
inducidas por el paradigma que rige la ciencia normal. A continuación se produce
siglo XX, T. S. Kuhn apuntaba que la percepción de la una exploración más o menos prolongada de la zona de la anomalía. Y sólo concluye
cuando la teoría del paradigma ha sido ajustada de tal modo que lo anormal se haya
37
S. Johnson añade: «El río del progreso intelectual no sólo está definido por el flujo convertido en lo esperado (…) La percepción de la anomalía –o sea de un fenómeno
constante de buenas ideas que engendran ideas mejores, sino también en la topografía que el investigador no está preparado por su paradigma- desempeña un papel esencial
que le han diseñado factores externos. A veces esa topografía levanta tantos diques que en la preparación del camino para la percepción de la novedad» (Kuhn, 2001: 93 y
el río retrocede durante un tiempo» (2008: 128). 100).

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SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 86

gico, logrando dar —creemos— un sentido más profundo Es un hecho que apreciamos claramente en la arqui-
y genuino a esas líneas de trabajo «correctas». tectura de los templos vitorianos; si bien al comenzar la
En segundo lugar, al nivel de los datos. Investigar en construcción de las distintas iglesias existe una idea más o
busca de un objetivo u objetivos, errar al trazar la línea menos determinada del producto que se pretende obtener,
para alcanzarlos, en fin, remar durante un tiempo en la las diversas circunstancias que imponen las interrupciones
dirección equivocada, implica a menudo generar una gran hacen que el resultado final sea imprevisible, diferente sin
cantidad de datos -en este caso, para el conocimiento de la duda a la idea original (o a la sucesión de ideas originales,
historia de Vitoria-Gasteiz-, que aun siendo interesantes, porque cada vez que se reemprende el proyecto se reelabora
sin embargo suelen no cuadrar dentro del marco previsto por completo la idea del producto final a obtener). Sólo
de una investigación dada, puesto que ésta debe caracteri- aquéllos que desde el presente podemos echar la mirada
zarse por una línea argumental clara, coherente, compacta hacia atrás y apreciar ese producto final como tal podemos
y cualquier digresión tiende a producir «ruido». hacernos una idea completa del edificio, una perspectiva
En tercer lugar, al nivel del conocimiento mismo de que muchas veces resulta engañosa porque tendemos a
los procesos constructivos. Así, salvo quizá en el caso las creer que aquello que nosotros percibimos como un todo
murallas, podemos afirmar que en los trabajos de erección acabado coincide con la idea original de los primeros cons-
de los templos vitorianos rara fue la ocasión en la que un tructores: «el acontecimiento sólo es identificable cuando es
proyecto se concluyó en el plazo y las formas previstas al percibido, es decir, cuando se acaba y se completa. Y el aconte-
inicio de las obras. A menudo se produjeron interrupcio- cimiento sólo se completa cuando se integra en el medio» (San-
nes que dejaron huella en los edificios; hasta el punto de tos, 2000: 80).
que, a veces, da la impresión de que estos están hechos a El producto final que hoy percibimos es el fruto de la
base de retales de las más variadas formas y estilos arquitec- interacción de todas las obras que se han sucedido en los
tónicos. Esta constatación podría hacernos pensar en un distintos complejos construidos estudiados hasta bien en-
alto grado de imprevisión, amén de continuos errores de trado el siglo XX. Todos ellos son fundamentales para la
cálculo, por parte de constructores y promotores (Fig. 17). comprensión del edificio como edificio completo; en lo
Pero si bien algo de esto hay, la realidad parece que fue más constructivo, no hay posibilidad de primar un período so-
bien otra. bre otro, porque todos han intervenido de igual modo en
Lo habitual es que los artífices fueran conscientes de la generación del efecto inesperado y actual que constituye
que los trabajos se prolongarían durante décadas, circuns- cada iglesia. También por ello, en nuestros trabajos, el estu-
tancia que se limitaban a aceptar con resignación, de dio arqueológico de cada edificio ha sido, digamos, inte-
modo que cuando los recursos lo permitían se avanzaba gral en lo cronológico (desde las primeras obras en piedra
todo lo posible, y cuando no había fondos se esperaba del siglo XI hasta el siglo XX)39. Ahora bien, la mayor parte
pacientemente hasta poder contar con ellos. Evidente- de nuestras investigaciones se centran en el análisis del pe-
mente, lo lógico era que, al retomar los trabajos, la ríodo medieval y moderno, debido a que entendemos que
concepción del proyecto original se hubiera transformado el conocimiento de los efectos socio-económicos de los
por completo, una reformulación que trataría de aprove- procesos constructivos requieren entrar en tal grado de de-
char las nuevas posibilidades técnicas y adecuarse a los talle que, intentar mantener la exhaustividad hasta el siglo
cambiantes gustos arquitectónicos. Por supuesto, este no XX habría hecho inviable ninguna aproximación.
es un hecho exclusivo de Vitoria, se trata de un fenómeno Por último, cabe señalar que este «enfoque del error»
endémico en la arquitectura europea de prácticamente es susceptible de ser aplicado tanto al edificio como a la
todo el período preindustrial. Erlande-Brandenburg ob-
serva: «sorprende la aparente indiferencia de los promotores 39
Al respecto de la importancia de la elección de la escala cronológica adecuada
para la percepción de ciertos fenómenos nos parecen muy interesantes las
de obra; éstos, dejaban para sus sucesores el cuidado de reflexiones de Saura i Carulla: «Para comprender cómo cambia un sistema a lo largo
arreglar los problemas a medida que se presentaran, mientras de la historia o descubrir la heterogeneidad de su estructura en el espacio se
ellos se contentaban con solucionar los más inmediatos» seleccionan respectivamente escalas temporales y espaciales adecuadas. En principio, la
escala espacial o temporal escogida es independiente del nivel o niveles jerárquicos del
(1989: 198). Como vemos, anomalía o error, se asumían sistema que se pretendan estudiar. La extensión de la escala espacial viene limitada
como una parte constitutiva del proceso constructivo, por las propias dimensiones del sistema. Por su lado, la escala temporal tiene sus
haciendo buena la afirmación de K. Kelly antes aludida: límites en la persistencia del sistema en el tiempo. Si bien las escalas y los niveles son en
principio interdependientes, es cierto que para estudiar la evolución temporal de un
«la evolución se puede entender como la administración determinado nivel será necesario tomar un tiempo de referencia adecuado para que
sistemática del error» (2002: 141). sea observable su evolución» (2003: 28).

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Fig. 18. Un ejemplo muy gráfico de ‘autonomía de la


acción’ puede ser el de la investigación en el campo
de la energía atómica. En la foto, los investigadores
germanos que con más ahínco la promovieron desde
la esfera científica; no sospechaban las terribles
consecuencias que tendría el uso político/bélico de
sus descubrimientos pocas décadas más tarde

ciudad en su conjunto; como veremos a continuación, la La construcción de unas murallas con objeto de
urbe también es un producto heterogéneo, imprevisto, un proteger un asentamiento o para controlar mejor el tráfico
laboratorio de prueba/error, en fin, el resultado de diseños local, puede ser un fin conscientemente buscado por el
que se superponen a otros diseños. individuo o individuos que deciden promover la creación
de una población y su diseño urbano. No obstante, una vez
4.9. Autonomía de la acción alcanzada la meta principal, no todas las consecuencias que
La naturaleza funcional y sociológica del espacio urbano se derivan del proceso puesto en marcha con tal operación
no puede estar preestablecida en un plan, no puede res- entran dentro de los planes previstos por los promotores.
ponder mecánicamente a las direccionalidades y los puntos La generación de arrabales, el nacimiento de nuevas plazas
de atracción prefigurados por unos diseñadores, puesto de mercado inmediatamente por fuera al cinturón mural y
que resulta de un número inmenso e inmensamente varia- otros muchos fenómenos de diversa índole, constituyen
do de movimientos y ocupaciones transitorias, imprevisi- una suerte de imponderables, de efectos colaterales o
bles la mayoría, que dan lugar a mapas móviles y sin bordes resultados no previstos –quizá incluso no deseados- cuyas
(Delgado, 2007: 13). En este sentido, M. Santos advierte consecuencias a menudo sólo pueden ser percibidas en el
que la cuota de imponderabilidad de toda acción humana largo plazo.
depende de la propia naturaleza humana, pero también del El fenómeno urbano de Gasteiz también puede ser
carácter humano del medio, es decir, que al contrario de la interpretado desde la perspectiva de la autonomía de la
producción del conocimiento —imposible de separar del acción; es decir, como un resultado inesperado, aunque
proceso que lo ocasiona—, en el dominio de la acción los fruto de la interacción de múltiples acciones con resultados
resultados están siempre separados de aquel que la produce esperados. Para Y. Barel por ejemplo, la ciudad medieval en
(Fig. 18)40. Esta imprevisibilidad del resultado es conocida sí misma es el resultado inesperado del régimen feudal41;
como la autonomía de acción (2000: 79-80). para nosotros el desarrollo poblacional y urbanístico del
sistema que llamamos Vitoria —amén de otras razones
40
Santos es bastante claro en su explicación: «Una razón por la cual no se puede
41
prever completamente el resultado de la acción proviene, exactamente del hecho de «La ciudad medieval está en la lógica del régimen feudal, pero a la vez permanece
que la acción siempre se realiza sobre el medio, combinación compleja y dinámica, ajena a esta lógica (…) En cierto modo, puede decirse que los primeros pasos del
que tiene el poder de deformar el impacto de la acción (…) Un acontecimiento es el movimiento urbano no son algo externo ni contrario al régimen feudal, sino, a la
resultado de un haz de vectores, conducido por un proceso, que lleva una nueva inversa, una autotransformación del régimen, una labor de éste sobre sí mismo, lo que
función al medio preexistente» (2000: 79). Toraine llamaría ‘un fenómeno de historicidad’» (1980: 9 y 17).

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concurrentes— tiene mucho que ver con un impacto del monarquía o de la conformación de alfozes, entre otras
sector de la construcción que fue mucho más fuerte, o muchas cuestiones de indudable relevancia. Es claro que
mejor dicho, mucho más profundo de lo que los promoto- estos fines manifiestos han primado a la hora de hacer
res de las distintas obras habían esperado en un primer historia de la ciudad.
momento42. Sin embargo, la ciudad también tiene fines latentes, es
Quizá el principal fin de la muralla fuera proteger un decir, no planificados o no percibidos conscientemente por
cierto grupo humano, o la de construir un templo fuera la aquellos que la habitan. La idea es de S. Johnson: «La
de articular con éste una circunscripción parroquial. Am- ciudad tiene fines manifiestos; hay razones para que exista que
bas pudieron ser las motivaciones primarias que promovie- generalmente sus habitantes reconocen: buscan la protección
ran el inicio de las respectivas empresas de construcción, de una ciudad amurallada o el libre intercambio de produc-
ahora bien, los efectos que estos procesos de edificación tos. Sin embargo, la ciudad también tiene fines latentes:
produjeron fueron mucho más allá de lo evidente; la aldea funciona como dispositivo de almacenamiento y recuperación
de Gasteiz después de la construcción del primer recinto de información» (2003: 96). Según Johnson las ciudades
mural no sería sólo un asentamiento mejor protegido; crearon interfaces43 de fácil manejo —al modo de las
además ahora contaría entre sus habitantes con nuevos computadoras actuales antes de que nadie soñara con los
efectivos demográficos, gentes especializadas en trabajos ordenadores—; «las ciudades reúnen las mentes y les asignan
artesanales relacionados con el sector de la construcción un lugar coherente. Los zapateros se instalan cerca de los
(canteros, herreros, carpinteros, etc.) que durante varios zapateros, y los fabricantes de botones cerca de otros fabrican-
años habían participado en las obras y que habían introdu- tes de botones. Las ideas y los bienes fluyen dentro de estos
cido novedades irreversibles en el tejido económico y social conglomerados en una ‘polinización cruzada’ productiva,
de la aldea. asegurando que las buenas ideas no mueran en el aislamiento
rural» (Ibidem: 96-97).
4.10. Fines latentes: Vitoria como memoria de sí De hecho, el sistema de barrios de la ciudad funciona
misma como una suerte de interfaz de usuario por la misma razón
Todos reconocemos de inmediato los fines manifiestos de que las interfaces de un ordenador tradicional (Fig. 19):
una ciudad. Una urbe puede ofrecer la protección de una hay límites para la cantidad de información que nuestros
muralla, el libre intercambio de productos en la plaza del cerebros pueden manejar en un momento dado. El urba-
mercado, la solidaridad de una comunidad amplia, o nismo de la ciudad contribuye —incluso en los casos más
permitir el dominio de un territorio; la lista podría ser caóticos— a que las ciudades sean más inteligibles para sus
mucho más larga. Estos fines manifiestos se perciben de una habitantes, y probablemente la forma medieval de denomi-
forma tan clara, que lo natural es que se impongan a la nar las calles, constituye el mejor ejemplo de ello. Los
hora de interpretar el fenómeno urbano, de modo que si nombres de las calles del Casco Antiguo de Vitoria-Gasteiz
nos referimos a las murallas lo habitual es hablar de son de sobra elocuentes; Correría, Zapatería, Cuchillería,
defensas, de guerra, de aislamiento o diferenciación ciu- Herrería, Pintorería, Brullería, etc.
dad/campo; si nos referimos al mercado lo natural es Esta perspectiva nos ayuda a percibir el urbanismo
hablar de economía, de ferias, de productos en compra/ también como una herramienta de gestión de información,
venta, de impuestos…; si hacemos referencia a las solidari- un instrumento que contribuye a que ciertos elementos de
dades comunitarias habría que hablar de sociedad, de la vida urbana pasen de generación en generación, precisa-
parroquias, de cofradías, de gremios, de vecindades, etc.; o mente porque dichos elementos están asociados a una
si percibimos la ciudad como un polo de control territo- estructura física que tiene su propia durabilidad (Johnson,
rial, habrá que hablar de historia política, del poder de los 2003: 96-97). Un buen ejemplo de esto lo constituye el
señores, de la formación de los concejos, del control de la propio registro estratigráfico, que no es sino materia in-

42 43
Al hablar del despegue de las economías urbanas, si bien resulta natural hablar No confundir con el uso de ‘interfaz’ en terminología arqueológica. Aunque en
del mercado, del aumento de la productividad en el sector agrario y del su estructura conceptual la ‘interfaz’ arqueológica guarda importantes similitudes
progresivo desarrollo del sector artesanal en relación a los productos textiles o con la ‘interfaz’ de las ciencias de la información, el uso que hace Johnson de este
metalúrgicos, muy pocos son los esfuerzos a la hora de profundizar en el papel vocablo es de este último tipo. Entiéndase por lo tanto como el modo en que el
del sector de la construcción, aún cuando hace tiempo que se le reconoce como ordenador establece la comunicación con el usuario, habitualmente a través de la
es una de las claves del despegue: «El ‘take off ’ de la economía medieval se produjo pantalla, donde se nos presentan en forma de gráficos o iconos, los elementos o
en dos sectores base, no en sectores punta, la tierra y la construcción» (Le Goff, 1983: acciones que podemos realizar con el ordenador, la estructura de archivos del
67). disco duro, etc.

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autoorganizado, más en la línea del Instituto Santa Fe que


de la escuela de Frankfurt. Este tipo de complejidad vive en
un nivel superior; describe el sistema de la ciudad en sí
mismo y no su recepción empírica por parte del habitante. La
ciudad es compleja porque abruma, sí, pero también porque
tiene una personalidad coherente, una personalidad que se
autoorganiza a partir de millones de decisiones individuales,
un orden global construido a partir de interacciones locales»
(Johnson, 2003: 37).
La «complejidad sistémica» es además responsable de
que arqueólogos e historiadores dispongamos de la materia
prima fundamental en nuestro trabajo: el tiempo. La
extensión de la siguiente cita merece la pena: «El tiempo
aparece sólo al alcanzarse cierto nivel de complejidad. Si
analizamos sistemas muy simples, como por ejemplo un
péndulo ideal –sin fricción-, no tenemos forma de distinguir
entre el pasado y el futuro. Si pasamos una película que
muestra solamente el movimiento de un péndulo, no importa
Fig. 19. M. C. Escher, Naturaleza muerta con calle. La ciudad como biblioteca. «Uno se
si hacemos funcionar el proyector hacia adelante o hacia atrás:
adentra por las calles llenas de enseñas que sobresalen de las paredes. El ojo no ve cosas siempre veremos lo mismo. Podemos decir que se trata de una
sino figuras de cosas que significan cosas: las tenazas indican la casa del sacamuelas, el película reversible. Lo mismo sucede si consideramos el movi-
jarro la taberna (…) La mirada recorre las calles como páginas escritas: la ciudad dice
todo lo que debes pensar» I. Calvino, Las ciudades invisibles
miento de la Tierra alrededor del Sol; no hay irreversibilidad
asociada a este proceso. Todo problema surge porque se ha
considerado a los sistemas simples como modelos del universo.
formada, almacén de información histórica, que es la que De esta forma, la física clásica terminó concluyendo que el
nosotros como arqueólogos intentaremos recuperar para tiempo no existe, y es por eso que yo pienso que sólo
reconstruir la evolución del tejido urbano de Gasteiz. descubriremos el tiempo al descubrir los sistemas complejos. La
historia de la arquitectura nos muestra un ejemplo muy
5. LA IDEA DE COMPLEJIDAD DE LOS SISTEMAS interesante. Si tomamos un ladrillo de una casa persa y uno de
A lo largo de este artículo nos hemos esforzado por una casa del siglo XIX no habrá básicamente grandes diferen-
sintetizar en unas pocas palabras las características princi- cias. Pero si pasamos a un nivel de mayor complejidad y
pales que rigen el pensamiento de sistemas complejos, consideramos un edificio completo, la discrepancia entre una
tratando de evidenciar que, con ser la perspectiva por construcción persa, una gótica o una del siglo XIX será enorme.
nosotros escogida para profundizar en el conocimiento de Siempre he pensado que el tiempo se descubre a través de la
la urbe, ésta transciende lo arqueológico, lo histórico, lo complejidad y, en alguna medida, esto se ha comprobado en
social, lo económico o lo político. En realidad, el concepto los últimos años». Son palabras del Nobel de Química I.
de sistema complejo ha superado las barreras disciplinares, Prigogine (Najmanovich, 1991: 3-4).
insertándose desde hace décadas en el discurso de práctica-
mente todas las ciencias, si bien hay que reconocer que esta 6. SISTEMAS COMPLEJOS: ENTRE PROCESUALISMO Y
modalidad de pensamiento sistémico, con todas sus impli- POST-PROCESUALISMO
caciones, aún parece muy lejos de adquirir una corporei- Como hemos venido comentando a lo largo del artículo,
dad y coherencia suficientes (Capra, 1998: 28-31). las diversas implicaciones del pensamiento sistémico y el
Conviene insistir en estas últimas líneas, que la no- universo de la complejidad, están siendo exploradas por
ción de sistema está íntimamente ligada a la idea de científicos de todo tipo; zoólogos, biólogos, antropólogos
complejidad (particularmente si nos referimos al estudio físicos y sociales, etc. y entre ellos, a modo de «pioneros»,
del ámbito urbano), hasta el punto de que algunos espe- algunos arqueólogos. Cabría destacar entre estos últimos,
cialistas no dudan en recurrir con cierta frecuencia a puesto que además no lo hemos hecho con anterioridad, a
expresiones mixtas, del tipo «complejidad sistémica»: autores como J. L. Bintliff (1999), R. Lewin (1993), a S.
«Existe también el sentido de complejidad como sistema E. Van der Leeuw y a J. McGlade (1997) quienes han

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SISTEMAS COMPLEJOS Y ARQUEOLOGÍA. UNA APROXIMACIÓN TEÓRICA AL FENÓMENO URBANO 90

profundizado en varias de las cuestiones que hemos tratado Aunque en un principio Whitehead también era de
en este texto. Uno de sus méritos más remarcables –al los que pensaba que el cólera se transmitía por el aire, tuvo
menos a nuestro juicio-, es haber conseguido cuestionar de una corazonada: conocía de cerca el primer caso de cólera
forma bien argumentada la supuesta incompatibilidad de en el barrio, y sabía que ése se había producido precisa-
los enfoques procesual y post-procesual. Nos gustaría mente en el 40 de Broad Street, a pocos metros del surtidor
dedicar a esta cuestión parte de las últimas líneas. señalado por el médico ¿habría efectivamente alguna co-
nexión entre el agua que manaba de aquella fuente y el
6.1. La palanca del surtidor de Broad Street brote epidémico?
A principios de septiembre 1854, un terrible brote de Efectivamente la había. Las heces del primer afectado
cólera asoló las calles del Soho londinense. Durante aque- habían sido arrojadas a un pozo negro que filtraba parte de
llos días, prácticamente contrarreloj, dos hombres —John su contenido a la canalización que a su vez alimentaba el
Snow y Henry Whitehead— llevan a cabo una investiga- citado surtidor. Con todo, el agua presentaba el saludable
ción que, aparte de frenar el contagio, acabará sacudiendo aspecto de siempre, de modo que las gentes del barrio
los cimientos de la comunidad científica victoriana. La siguieron sirviéndose de él. Así había empezado todo.
labor de ambos resultó fundamental para la resolución del Sin embargo, los medios para frenar el contagio no
problema, pero lo insólito del caso es que no trabajaron en fueron puestos de inmediato ¿por qué? Es aquí donde que-
equipo; de hecho, en un principio ni se conocían. Sus ríamos llegar. Con el hallazgo del patrón, la posterior loca-
formas de ver el mundo eran además muy distintas. Snow lización del caso índice y de la secuencia de arranque de la
era médico, mientras que Whitehead era párroco; aquél epidemia, el primario análisis de sistemas de Snow, aporta-
visualizaba el problema desde la perspectiva de los virus y ba pruebas fundamentales, pero sólo circunstanciales (re-
las formas de contagio, éste lo leía en los rostros de las cordemos que por entonces las bacterias aún no eran reco-
personas del barrio a quienes atendía espiritualmente. nocidas como causantes de enfermedades); para detener
Como es lógico, Snow enfocó el problema un tanto aquella ruleta mortal aún había que superar otro obstáculo.
despersonalizadamente. No era que no le importaran las Ahora era necesario actuar sobre la sociedad, sobre los indi-
personas, pero creía que la epidemia sólo se podría detener, viduos y el sistema de creencias vigente. Esa fue la contri-
catalogando y ordenando fríamente los datos. Contraria- bución más genuina del reverendo Whitehead; dando cré-
mente a lo que entonces pensaban los científicos, Snow dito (casi por intuición) a la hipótesis de Snow, concentró
tenía el convencimiento de que el cólera se transmitía por todos sus esfuerzos en argumentar y tratar de superar su-
el agua y no por el aire, de modo que tomó un plano de la persticiones, logrando finalmente convencer a las gentes de
zona y empezó a marcar con un punto el lugar de los barrio, a la Junta Parroquial y al reaccionario Comité de Sa-
domicilios con casos de cólera y el enclave de las fuentes nidad londinense sobre el peligro del agua del surtidor. Esta
que abastecían el distrito. Recurriendo a una centenaria labor fue extremadamente compleja y más lenta de lo de-
técnica matemática que después fue conocida como seable, pero al final consiguió que se retirara la palanca de la
‘diagrama Voronoi’, extrajo una conclusión clara; el epi- fuente. Sólo entonces la epidemia cesó (Johnson, 2008).
centro del brote de cólera era el surtidor de Broad Street. En este episodio (fundamental para la ciencia, parti-
Sin embargo, a pesar del fundamental hallazgo, la comuni- cularmente para la epidemiológica), Snow muestra una
dad científica y las autoridades londinenses no le concedie- predominante inclinación por la búsqueda de patrones,
ron valor. por la modelización e identificación de procesos de retroa-
Whitehead por su parte tenía un contacto muy limentación; el modo en que actuaba era el del pensador
directo con la epidemia. Diariamente visitaba las casas de sistémico. Whitehead por su parte se centraba en los
los afectados para tratar de reconfortarles tanto en lo aspectos sociales, profundizaba en el conocimiento de los
material como en lo espiritual. Era también un hombre individuos, caso por caso, observaba los hábitos, las supers-
metódico -confeccionó su propia lista de afectados-, pero ticiones. Cada uno desde su enfoque había conseguido dar
sobre todo era alguien que conocía muy bien la mentalidad con algunas de las claves del problema, y sin embargo, es
de los parroquianos, sus costumbres, sus creencias, sus muy probable que si no hubieran tenido conocimiento
hábitos. Sin embargo, a pesar de su empeño, Whitehead mutuo en el tramo final de sus respectivos procesos de
no era capaz de visualizar el problema de forma global: investigación, nunca hubieran llegado a una solución.
hasta que tuvo la oportunidad de contemplar el mapa del Desde nuestro punto de vista, el «problema» de la
brote elaborado por Snow. interpretación en arqueología tiene ciertas semejanzas. El

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91 ISMAEL GARCÍA GÓMEZ

entendimiento entre las perspectivas procesual y post- habla de Arqueología de la Complejidad ¿de la compleji-
procesual resulta imprescindible para aspirar a nuevos dad sistémica?, ¿la de las llamadas Ciencias de la Compleji-
horizontes de conocimiento, y sin embargo la polarización dad? ¿o de otra cosa (acaso un nueva nomenclatura con
sigue bastante marcada; la palanca sigue en el surtidor. efectos restringidos «puertas adentro» de la propia Arqueo-
Según Shanks, la arqueología procesual sigue siendo la logía)?
ortodoxia dominante en la arqueología mundial, mientras La cuestión nos parece clave; primero porque si lo que
que la crítica post-procesual esta llegando al extremo de ser se pretende con tal formulación no es adaptar el sistema
caricaturizada (2005). conceptual del nuevo enfoque a la ciencia arqueológica,
Quizá el modo de matizar las diferencias comience estamos corriendo el serio peligro de automarginarnos, al
precisamente por evitar este tipo de reduccionismos y suplantar con distintos contenidos una terminología que se
«caricaturizaciones», pero en ambos sentidos; evitando por está gestando interdisciplinarmente, precisamente con la
ejemplo tachar, sin apenas matices, al enfoque procesual de vocación de generar entendimiento entre las diferentes
neopositivista, cuando no está demostrado que exista una ciencias humanas y experimentales. Segundo, porque quizá
conexión necesaria entre la búsqueda de modelos, estruc- con el ansia de aggiornamento nos exponemos con dema-
turas y patrones y el positivismo per se (Mcglade y Van der siada gratuidad al riesgo de la moda; por más que se
Leeuw, 1997: 8); o dejando de lado ese supuesto —un plantee casi como la alternativa definitiva, es difícil sus-
tanto maniqueo— por el cual la crítica post-procesual se traerse al pensamiento de que la Arqueología de la Com-
consagra al individuo al tiempo que rechaza de plano las plejidad y de las relaciones no es sino otro producto
generalizaciones de la ciencia procesual (Shanks, 2005). coyuntural, cuando aún prácticamente no-nata, tacha al
Si algo creemos haber aprendido a apreciar mediante resto de «arqueologías» precisamente como productos de
la perspectiva de sistemas complejos -y el paradigma una efervescencia pasajera44.
ecológico que lo sustenta- es que las tendencias de pensa- Como creemos habrá quedado claro a lo largo del
miento arqueológico actuales son mucho más asertivas que texto, somos por supuesto partidarios de introducir los
integrativas. Nuestra apuesta personal con el enfoque de principios del pensamiento sistémico o el universo de la
sistemas complejos aplicado al urbanismo de Vitoria nace complejidad en Arqueología de la Arquitectura, o sencilla-
de ese convencimiento, y de creer que existe la necesidad mente dentro de la Arqueología (la cuestión de la denomi-
de compensar los valores asertivos de competición, expan- nación resulta a nuestro entender secundaria). Ahora bien,
sión, dominación, con un pensamiento más abierto a lo creemos que para superar cualquier marco teórico supues-
holístico, a lo cooperativo, a lo no-lineal; en definitiva, tamente obsoleto, no conviene sugerir su presunta obso-
el‘rhizomes-thinking’ de Shanks (1991: 35). lescencia y acompañar tal argumentación con una nueva
denominación. Creemos que es necesario entrar en una
7. ¿OTRA «ARQUEOLOGÍA DE LA COMPLEJIDAD»? definición más explícita de los nuevos principios en que se
A la vista de todo esto y como conclusión no podemos sustenta, asumiendo por así decir, esa estética del Centro
evitar preguntarnos ¿es ésta la Complejidad de la que habla Pompidou que mencionáramos al principio. Esto es lo que
Brogiolo? Sin duda, la Archeologia della complessità en estamos intentando en nuestros trabajos, y es lo que hemos
cuanto que Arqueología delle relazioni, nos remite al hori- ensayado en este artículo sobre los Sistemas Complejos.
zonte del pensamiento sistémico. También apuntan en esa
dirección algunos de los otros aspectos sobre los que el Bibliografía
citado autor reclama atención: «una arqueología diacrónica Azkarate, A. et alii (2002), Arqueología de la Arquitectura: definición disciplinar
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hasta la edad preindustrial, con el objetivo de reconstruir la sistémico de un proceso de reestructuración espacial/territorial, Arqueología de
la Arquitectura, nº 3, 7-37.
evolución en el largo plazo de la identidad de un territorio y
de las comunidades que lo han habitado» (2007: 33). Incluso
su propuesta de recuperar de algún modo los Annales 44
«Dall’Archeologia dei segmenti, quali sono l’Archeologia dell’Architettura e le tante
discurre en ese sentido (como él, el propio Bintliff insiste etichette inventate dal nulla in questi anni di fervorosa e talora imaginativa recerca
en la influencia de esta corriente en los más recientes teorica nel solco dell’Archeologia post-processuale (Archeologia storica, Archeologia
industriale, Etnoarcheología, Archeologia attualistica, Landscape Archaeology, Mate-
enfoques sistémicos, 2004: 174-194). Con todo, nuestra rial Cultura Studies, Rescue Archaeology), è forse più interessante proporsi
pregunta sólo pretende dilucidar de qué se habla cuando se un’Archeologia della complessità e delle relazioni» (Brogiolo, 2007: 32-33).

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