MEDITACION GUIADA ME PERDONO - ITSARO SUITT Ok
MEDITACION GUIADA ME PERDONO - ITSARO SUITT Ok
MEDITACION GUIADA ME PERDONO - ITSARO SUITT Ok
19:39
Busco un lugar cómodo donde descansar relajarme, me puedo acostar o sentar si quiero, donde esté me permito
relajar, siento mi respiración profunda, siento como el aire entra en mí, siento los latidos de mi corazón. Me permito
sentir todos los sonidos del exterior. Todo lo recibo con ternura y gratitud, me rindo ante la vida y voy a recordar que
esto es solo un sueño. Jamás podría estar en peligro, mi verdadero ser ya está a salvo de todo.
Esto que experimento es tan sólo un breve sueño de separación. Y yo que soy la perfecta creación de Dios, ya estoy a
salvo en el infinito amor de Dios, siempre. Ahora mismo estoy ahí, aunque no me pueda dar cuenta por completo.
Pero para allá voy, llevaré mi conciencia hasta ese espacio donde soy uno con Dios y con todos mis hermanos, donde
no existe separación ni división, no hay diferencia ni división, donde todo es uno y todo es amor.
Siento mi respiración profunda, descanso mi cuerpo, me relajo.
Sé que está todo bien. Relajo los músculos de mi cabeza, mi cara, suelto por completo la frente, las cejas, las mejillas
y los labios, relajo el cuello, los hombros, los brazos y las manos, los dedos de las manos y respiro profundo, suelto
toda mi espalda, relajo mi abdomen, las caderas, las piernas, los pies. Descanso, le permito a mi mente descansar.
Poco a poco voy a ir dejando de identificarme con el cuerpo, voy a recordar que yo soy espíritu, soy el Cristo, el santo
Hijo de Dios, la santa Hija de Dios, esa perfecta creación, que de hecho no es ni hombre ni mujer, es solo amor.
Eso es lo que soy. Pongo toda mi voluntad y mi disposición a recordar quién soy, a recordar en la paz en que se me
creo, pues en esa paz aún estoy, aunque lo haya olvidado mi verdadero ser. Aún es tal como Dios lo creó.
Yo soy tan perfecto como Dios me creó, esto es lo que quiero recordar.
Siento mi respiración profunda.
Deseo perdonarme de todo, sin excepciones. Voy a recordar al maestro Jesús diciéndome:” tú crees que sin el ego
todo sería caótico, más yo te aseguro que sin el ego todo sería amor.”
Es mi ego el que me hace sentir culpable, el que me hace sentir incómodo o irritable.
Es mi ego el que me hace sentir enfadado rencoroso.
Yo creo ser ese ego cuando me creo separado de Dios y separado de mis hermanos. Pero sin ego, o sea, sin
separación todo sería uno. Y de hecho todo es uno es el recuerdo de lo que soy, a dónde voy.
En esta meditación, en esta oración, no voy a suplicar nada, no voy a exigir nada, simplemente voy a aceptar lo que
ya se me dio eternamente. Yo ya soy parte de Dios siempre ahora. Eso es lo que soy, eso es lo que quiero recordar y
Dios me creó inocente. Voy a recordar alguna situación donde yo me haya sentido culpable.
Y voy a recordar a Dios diciéndome esto:
” Tú eres mi felicidad, eres mi perfecta creación y yo me regocijo en tu existencia.
Eres santo, perfecto e inocente porque así yo te cree. Te cree exactamente igual a mí.
Tú no puedes cambiar eso, puedes olvidarlo y engañarte a ti mismo, pero no puedes dejar de ser santo.
No puedes dejar de ser la perfecta belleza, eso es lo que eres ahora y siempre, eternamente y más allá del
tiempo.”
Decido aceptar lo que soy, decido aceptar que yo soy tan santo como Dios, que soy esa misma pureza y perfección.
Soy tal como Dios me creó, soy libre, yo no soy un cuerpo no me limito a una figura, soy el infinito amor de Dios.
Y deseo recordar, acepto quién soy, entonces me perdono.
Jamás hice nada, pues estos son un sueño, no tiene efectos reales, nada aquí me puede afectar.
Yo jamás le hice daño a alguien en verdad, porque en la realidad, en el cielo con todos mis hermanos soy un solo ser
de perfecto amor. Ahí ya todo está bien y esa es la verdad.
Este mundo es solo un sueño, una ilusión que no existe, por lo tanto, yo que soy la perfecta creación de Dios, jamás
tuve pecado.
Yo que soy el Cristo, no sé de pecados ni culpabilidades. Esas cosas son ilusiones inexistentes.
Decido aceptar la voluntad de Dios, y su voluntad es que yo sea feliz.
Yo no puedo cambiar la voluntad de Dios, por lo tanto, yo ya soy feliz, mi verdadero ser lo es.
Y yo como un ente separado no puedo cambiar eso, porque no existo separado.
Este yo que creo ser con un cuerpo, viviendo en este mundo, no existe, es sólo una ilusión, es solo un sueño.
Sin embargo, puedo ocupar este yo individual que es sólo un sueño, una ilusión como un medio para llegar a mi
verdadero ser que es el Cristo, llegar a esta unidad con Dios. En verdad, ya soy uno con Dios.
Todo lo que tengo que hacer es perdonar para recordarlo.
Perdonar es mi única función. Y este momento me lo he regalado para descansar, aceptar lo que ya soy.
Perdonarme y recordar que ya soy libre, que de hecho yo soy la libertad, yo soy la paz de Dios, pues soy su perfecta
creación y me regocijo en ello.
Respiro profundamente, respiro la libertad de saber la verdad, el descanso de toda mi culpabilidad.
Es sólo una ilusión, si el ego me sigue diciendo que yo soy culpable y viene Dios mismo a decirme que soy la perfecta
inocencia. ¿Ahora a quien querría creerle? A ese falso yo que me fabrique o a la voz de Dios.
Descanso en paz, pues soy tan libre. Así se me creó y yo no puedo cambiar lo que ya soy.
Yo soy la misma inocencia y eso es lo que quiero ver en cada uno de mis hermanos, pues solo cuando pueda ver la
inocencia de todos mis hermanos, podre reconocer por completo la mía.
Es en mis hermanos donde yo me perdono, es en ellos donde yo encuentro al Cristo que soy y junto con ellos vuelvo
a mi hogar. Al reino celestial del que jamás me ausente, porque yo ya soy uno con todos mis hermanos y ya estoy
ahí.
Perdono a todos ser de lo que jamás hizo, si esto es sólo un sueño.
Siento esa alegría, ese alivio de saber que en verdad no ha pasado nada, fue todo un sueño. Y aunque sigo en este
sueño puedo tener un poco más de conciencia y certeza de que aquí nada me va a dañar nada me puede quitar la
paz de Dios.
Y aquí en este mundo, nada me va a dar la paz de Dios, yo ya soy esa paz.
Solo debo recordar quién soy, pero sólo recordaré quién soy cuando recuerde quiénes son mis hermanos.
No dejaré que ningún capricho absurdo me haga olvidar al santo Cristo que es mi hermano, mi hermana, todo ser en
el mundo en todo el universo.
Las figuras los cuerpos son ilusiones, pero el contenido de todo ser es el infinito amor de Dios y solo eso quiero ver.
Estoy dispuesto a ver solo una inocencia en todos mis hermanos porque así encontraré mi propia inocencia.
Respiro profundamente y me pierdo en el mar de amor de Dios, me pierdo en esa luz y mi yo individual desaparece
para ahora ser uno con el todo. No con las figuras ni cuerpos, soy uno con el amor de Dios.
No tiene tiempo ni espacio, no tiene una figura ni contorno, no tiene límites, no tiene una imagen o color, es solo
Amor, está más allá de mi percepción más allá de lo que mis sentidos puedan percibir. Eso es Dios y eso es lo que yo
soy junto con todos mis hermanos.
Me dejo adentrar aquí en este amor de Dios, siento como él me envuelve con su infinita paz y bondad, y me
recuerda que la paz me creó pacífico, la bondad me creó bondadoso, la ternura me creó tierno y eso es lo que soy.
No importa cuánto lo haya olvidado, ahora estoy dispuesto a recordarlo. Y recordar esa ternura que yace en el
corazón de todos mis hermanos más allá de sus apariencias, más allá de cómo yo les perciba siguen siendo el
perfecto Hijo de Dios.
Dios solo conoció a un Hijo, nosotros creemos habernos separado, pero él sabe que tiene un solo Hijo, y ese único
Hijo es uno con él, por lo tanto, yo y todos mis hermanos somos uno con Dios.
Toda la verdad se podría resumir tan solo en dos palabras, es todo lo que existe: Dios es.
Y ahora guardamos silencio, para hacer uno con aquel que nos creó exactamente igual a sí mismo, en perfecto amor.
Siento mi respiración profunda.
Voy en cada momento con mi maestro interior, puedo llamarle Espíritu Santo o a Jesús como símbolo o al Buda.
Simplemente escojo a este maestro que soy yo mismo, en verdad. Es mi verdadero ser, que me recuerda quien soy y
quiénes son mis hermanos. Y me recuerda de dónde vengo, del infinito amor de Dios y yo soy ese amor de Dios.
Elevo mi corazón en gratitud hacia Dios.
Gracias Padre, por crear solo perfección, por mandar a tu Santo Espíritu recordarme quién soy, que ya soy libre y no
puede ser de otra manera. Que este mundo solo un sueño una ilusión y nada me puede quitar la paz Dios, porque es
mi única meta.
Mi única función es perdonar al Santo Hijo de Dios, que jamás ha hecho nada.
Todos mis hermanos lo son, el Santo Hijo de Dios jamás me han hecho daño, yo jamás les he hecho daño, porque
esto que he experimentado no existe. Es solo un sueño que yo me lo he inventado en mi mente, pero yo como el
perfecto Hijo de Dios ya estoy a salvo en el cielo y soy uno con Dios.
Gracias Padre por mandarme a cada uno de mis hermanos para hacer mi espejo, donde en ellos reflejarme y en ellos
perdonarme.
Gracias por recordarme que todos somos un solo ser, a salvo de todo en perfecto Amor.
Siendo uno contigo Padre mío.
¡Gracias!
(música)