Unidad 2. Espínola
Unidad 2. Espínola
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evolución constructiva
Mendicant architecture in new Spain in the 16th century and its evolution
Espinosa Spínola, Gloria*
RESUMEN
En el primer cuarto del siglo XVI se produjo la incorporación de las tierras mexicanas a los dominios de la
Corona Española. Entre los mecanismos aplicados en el proceso de colonización destacó el proceso de conversión
y evangelización de la población autóctona llevado a cabo por las órdenes mendicantes. Tomando como
referencia la actividad constructiva de dichas órdenes, este texto plantea una serie de reflexiones sobre la
evolución arquitectónica de los edificios conventuales durante el Quinientos.
Palabras clave: Ordenes mendicantes; Arquitectura religiosa; Conventos; Templos; Arquitectura colonial; Capillas
abiertas; México; Nueva España; S. 16.
ABSTRACT
During the first quarter of the 16th century lands in Mexico were incorporated into those owned by the Spanish
Crown. Among the methods used in the colonization process was that of the conversion and evangelization of
the native population which was carried out by the mendicant orders. Taking as her starting point the building
undertaken by these orders, the author offers a series of reflections on the architectural development of convents
and monasteries during the 1500s.
Key words: Mendicant orders; Religious architecture; Convents; Monasteries; Churches: Colonial architecture;
Open chapels; Mexico; New Spain; 16th century.
* Departamento de Historia, Geografia e Historia del Arte de la Universidad de Almería. 04071 Almería.
expansión por la Nueva España quisiéramos en este texto plantear una serie de reflexiones que
nos permitan conocer y valorar la arquitectura mexicana del Quinientos así como los distintos
períodos constructivos en los que se desarrolló.
El proceso de conversión y evangelización de las comunidades novohispanas se inició de
forma sistemática y profunda en 1524 con la llegada de los doce primeros franciscanos, a los
que se unieron los dominicos en 1526 y los agustinos a partir de 1533. Este proceso requería
de la realización de una serie de actividades como las descritas por el franciscano fray Toribio
de Motolinía:
«Como los sacerdotes son tan pocos reciben mucho trabajo, porque acontece un solo sacer
dote bautizar, confesar y desposar, y velar, y predicar, y decir misa, y otras cosas que no
puede dejar. En otras partes he yo visto que a una parte están unos examinando casamientos,
otros enseñando los que se tienen de bautizar, otros que tienen cargo de los enfermos, otros
de los niños que nacen, otros de diversas lenguas e intérpretes que declaran a los sacerdotes
las necesidades con que los indios vienen, otros que proveen para celebrar las fiestas de las
parroquias y pueblos comarcanos, que por quitarles y desarraigarles las fiestas viejas celebran
con solemnidad, así de oficios divinos, y en la administración de los sacramentos, como con bailes
y regocijos; y todo es menester hasta desarraigarlos de las malas costumbres con que nacieron»'.
Las primeras construcciones religiosas que se· realizaron para albergar todas estas actividades
fueron de carácter provisional. Así, por ejemplo, cuando los agustinos se asentaban en una
población trataban de «hacer una chozuelas para vivir, y una iglesia moderada para poder decir
misa y poner el santísimo sacramento», para ello «ordenaron que se hiciese un jacal grande,
donde la gente se juntase a ser catequizada y oír la palabra de Dios»2 •
Edificios de estas características fueron la capilla de San José de los Naturales del convento
franciscano de la Ciudad de México y la primera iglesia también franciscana que se levantó
en la población de Huejotzingo (Estado de Puebla)3 • Eran construcciones que se realizaban con
materiales perecederos como adobe, ladrillo, madera y pequeños cantos de piedra. Respondían
a un diseño basilical de tres, cinco o siete naves, con el acceso principal y los paramentos
laterales totalmente abiertos hacia una explanada de terreno adyacente, lo que permitía un fácil
acceso y la contemplación desde el exterior del edificio de los actos litúrgicos celebrados en
su interior.
Esta primera etapa constructiva se desarrolló aproximadamente entre 1524 y 1530. La razón
por la cual se optó por la creación de estos espacios provisionales fue la necesidad apremiante
de evangelizar a los naturales desde el mismo momento que llegaban los frailes mendicantes
a una localidad, ya que este tipo de iglesias se adaptaban constantemente a las distintas
actividades que requería el proceso de evangelización y permitían una construcción rápida y
sencilla pues, como señala Manuel Toussaint: «.. abundando la madera, era fácil tender techos
de viga y armaduras sobre las tres naves. Pueden construirse así iglesias de bastante capacidad,
dado que el material era casi excesivo y los obreros muy numerosos»4 •
Solapándose con esta primera fase, a finales de la década de 1530 y durante los años cuarenta
se desarrolló una nueva etapa constructiva que supuso un período de transición dentro de la
evolución de la arquitectura religiosa novohispana puesto que, por un lado, se continúan las
construcciones religiosas de planta basilical y, por otro, va a aparecer un nuevo tipo arquitec
tónico de carácter permanente y definido funcionalmente: la articulación atrio-capilla abierta.
Ambos modos arquitectónicos están documentados en la segunda fase constructiva del con
vento de San Miguel Huejotzingo. Entre 1535 y 1545 se realizó un segundo templo en el
mismo lugar donde se ubicaba el primero. En esta intervención se ensanchó la iglesia cerrando
sus laterales con paramentos de piedra y adobe, y agregándole un tramo más en el acceso
principal que continuo abierto al exterior5 • Semejante esquema constructivo se adoptó en los
primeros proyectos catedralicios novohispanos como por ejemplo los de las ciudades de
México, Puebla, Oaxaca o Morelia6 •
También en Huejotzingo, y en este mismo momento, se puede constatar la conjunción entre
atrio y capilla abierta como tipología arquitectónica específica destinada a las actividades
relacionadas con la evangelización de los naturales. Este tipo que podríamos denominar como
«arquitectura de la conversión» hereda muchas de las características de los templos de planta
basilical, entre ellas la articulación entre espacio constructivo y espacio natural como elemen
tos integrantes de un mismo recinto religioso, la facilidad de adaptación a la realización de
distintas actividades, la capacidad para acoger a un elevado número de personas y, por último,
la rápida construcción que ambos tipos facilitaban, ya que, en el caso de la unión atrio-capilla
abierta, sólo era necesario realizar un presbiterio de mampostería para jerarquizar el espacio
litúrgico y religioso.
Al mismo tiempo, en esta segunda fase constructiva se cimenta la política intervencionista que
el Estado Español desarrollará durante todo el Quinientos. Está se inaugura con la llegada a
México de don Antonio de Mendoza, primer virrey de Nueva España, en el año de 1535. Por
cédula real dada en Madrid a 27 de octubre de este año, la Corona expresa la importancia de
la actividad constructiva regular como instrumento de la conversión y evangelización de los
naturales, a la vez que determina que todos los edificios religiosos que se realicen a partir de
ese momento deben hacerse bajo su expresa licencia o la del virrey7 .
Para llevar a cabo este control Mendoza, junto con las órdenes de San Francisco y San
Agustín, concertó la llamada «Traza Moderada» para los conjuntos monásticos, tal como
informa a su sucesor en el cargo don Luis de Velasco:
«En lo que toca a edificios de monasterios y obras públicas, ha habido grandes yerros, porque
ni en las trazas ni en lo demás no se hacia lo que convenía, por no tener quien lo entendiese
ni supiese dar orden en ello. Para remedio desto, con los religiosos de San Francisco y San
Agustín concerté una manera de traza moderada, y conforme a ella se hacen todas las casas» 8 •
mayor. Así, por ejemplo, en las iglesias de Atotonilco el Grande y Sisal la nave se cubre con
bóveda de cañón y el presbiterio con crucería, mientras que en las de los conventos francis
canos de Tula y Cholula se emplean bóvedas de crucería, estrelladas en la capilla mayor y de
terceletes en los tramos de la nave.
También durante la segunda mitad del siglo XVI se levantaron iglesias mendicantes que
responden al tipo que denominó George Kubler como templos crrptocolaterales, los cuales:
«Son de una y tres naves a la vez. En dichos templos, los pasillos laterales están ocupados por
una hilera de capillas, que lo hacen desaparecer como volumen efectivo, siendo distinguibles
únicamente desde el exteriorn 1 �. Las iglesias que presentan esta tipología son muy escasas y
entre ellas podemos mencionar las del convento de Coixtlahuaca y las iglesias de San Agustín
y Santo Domingo en la Ciudad de México, estas últimas muy transformadas por intervenciones
y reconstrucciones realizadas durante los siglos XVII y XVIII.
Los templos criptocolaterales mexicanos responden a la renovación arquitectónica que sufre
la arquitectura gótica española entre 1488 y 1526 y que favoreció la creación de una tipología
de iglesia nueva que desarrolla una nueva concepción del edificio religioso, el cual, describe
Víctor Nieto con las siguientes palabras:
«Formada por una nave con capillas entre contrafuertes, crucero alineado con éstas, a veces
con cimborrio, capilla mayor poco profunda y coro a los pies en alto, la iglesia se concibe
como una 'caja cerrada', de proporc10nes armónicas y regulares y una proyección perspectiva
en la que los muros adquieren una valoración material... Uno de los aspectos que más
caracteriza a este tipo de iglesia es la articulación de un efecto perspectivo detem1inado por
la axialidacl de la nave y el espacio centralizado de la cabecera, rompiendo con la tradicional
compartimentación crucifo1me del crucero, el ábside y la nave... La creación de este ámbito,
reduciendo la profundidad de los brazos del crucero y de la capilla mayor, tr¡.1duce la nave
en un pasadizo de tránsito y en un espacio desde el que se establece una percepción
monofocal de la cabecera» 1 '.
Sin lugar a dudas, esta es la concepción espacial que se desarrolla en los templos novohispanos,
tanto si responden al tipo de nave única como al criptocolateral, ya que en ellos se crea un
espacio unificado y amplio que converge en el presbiterio como centro litúrgico del recinto
religioso.
La última unidad constructiva conventual la constituye las dependencias propiamente monásticas,
es decir, portería, claustro, celdas, cocina, refectorio, sala de profundis, oficinas, servicios,
bodegas y, en grandes conjuntos, bibliotecas, noviciados y caballerizas. Desde un punto de
vista arquitectónico destacan los claustros que se configuran doblados, siendo los más antiguos
los denominados por George Kubler «claustros de contrafuertes» que se caracterizan por ser
«toscos y bajos pasillos con bóvedas de cañón, que se abren a un pequeño patio central a
través de vanos, los cuales reciben el empuje de las bóvedas con ayuda de los contrafuertes
de los muros» 14 • Claustros de estas características se conservan en Ocoituco y Totolapan.
Posteriormente se desarrollan los claustros con arcadas, si bien los del tipo anterior continua
ron realizándose hasta finales de siglo. Los de arcadas permitieron reducir el sistema de
soportes y la masa de los muros, empleando cubiertas de madera en los dos pisos (Epazoyucan
y Acolman) o sistemas mixtos de bóvedas de crucería en la galería baja y alfarjes en la
superior (Actopan).
NOTAS