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Gomel Transmision Generacional Familia y Subjetividad Cap 6

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I

~C> t--, E t. S. \\" ~")-) "lMAJSI-t :s;G;)!U c.


1I
.)

pítul
l es e e en la
clínica los

LA EXTERIORIDAD VINCULAR

del concepto de exterioridad-interioridad y su


L articulación
A CONSTRUCCIÓN
con las vicisitudes del armado de la subjetividad,
puede seguirse en el desarrollo freudiano a través de toda su obra. Ya
en el to, FREUD alude a la dimensión de la exterioridad como
rasgo irreductible del prójimo, factor inasimilable sin posibilidad de
ser integrado. Pero será en siones destinos de pulsión donde
situará sus argumentos alrededor de las tres polaridades: Sujeto-(yo)
y Objeto-írnurido exterior), Placer-Displacer, Activo-Pasivo. La diferen-
l. ciación entre interior y exterior se produce a través de sucesivos y
diversos momentos, desde un yo-realidad inicial al yo-placer purifica-
do y, a partir del impulso del principio de realidad, al yo-realidad defi-
nitivo. La distribución de los espacios exterior-interior no constituye
un dato inicial y absoluto sino un proceso y su resultado. Ahora bien,
¿es pertinente reformular el concepto para lo Vincular? Se trataría de
sostener la hipótesis de una exterioridad eficaz como producto de este
campo. Ajenidad sujeta a transformaciones y cambios en cuanto a lo
autorizado a ingresar vía representación o lo rechazado en forma
categórica, la exterioridad como producto vincular --{) más precisa-
mente las exterioridades, pues no se trata de un campo homogéneo-

,
l
reabra a su vez sobre la construcción de dicha dimensión para cada
uno de los sujetos del conjunto.P Emerge en primera instancia la
osibi d falta resistente a toda. unificación, erigida
sin embargo --{) tal vez debido a eso- en factor motorizanto del vín-
¡
culo. Negatividad radical sobre la cual la prohibición del incoxl.o cri
t:
I ()~I
¡il'ñ los pilares de lo simbólico." Se trata de un men de invisibili-
dad a ser apartado en el armado del lazo de parentesco, que debe
excluirse para así plasmar el "estar-juntos", y demanda incluso un
punto de intersección en las estrategias subjetivas frente a la castra-
ción. Imposible refiere a la plenitud vincular como eterno señuelo nos-
tálgico: curioso modo de añorar lo no sido. También se ubica en este
punto lo perdido para siempre del otro -tope inexpugnable- y la aje-
nidad en uno mismo: sostener un vínculo no sólo implica soportar lo
incognoscible del otro, sino lo incognoscible propio jugado con ese
otro. 9:1
A partir de estaajenidad fundante, lo exterior al vínculo queda
definido a través de pactos y acuerdos y presenta horizontes múltiples:
ajenidades heterogéneas e incluso antagónicas, resultado de diversas
operatorias psíquicas." ~1 lazo social se fundamenta en la renuncia
pulsional que, a partir de una pérdida de goce, abre la promesa del vín-
1.110 de recuperar tal vez de modo efímero algo del encanto de lo per-
clido ];lara siempre. Campo de lo prohibido, espacio motorizante de la
trama cleseante, lo inconsciente jugado en la vincularidad puede ser
nsideraclo como una exterioridad interior fundamentada en la efec-
tivización de la interdicción. del objeto endogámico y la prescripción de
la exogamia, propiciante de contextos de significación inéditos a través
de nuevos vínculos.
Sabemos no obstante que lo pulsional cava circuitos en la vincu-
laridad, pues la familia se encuentra atravesada no sólo por el tabú
sino también por las diversas estratagemas para burlarlo. La organi-
zación simbólica no supone el barrido de la satisfacción; perdura un
goce, insistencia de marcas enlazadas al enfrentamiento familiar con
lo pulsional y eterno señuelo para su tramitación. Para afianzarlo será
necesario apartar aquellas representaciones que puedan hacer peli-
grar dicho goce, apelando a diversos mecanismos: negación, represión,
desmentida, repudio. Estrategias conjuntas, presentifican las oscila-
ciones entre el deseo acorde a la Ley y el goce tumultuoso: Ubico aquí
lo no admitido al conjunto representacional en generaciones pretéritas
que, al transferirse falto de reescrituras psíquicas, configura el borde
de lo traumático transgeneracional. .
-a
. ¿Qómo pensar entonces el concepto de!refOl!Ha .;u~él.Ciel ehtrá-
niago?JExisten diversas formas de reaparición y cada una de ellas exhi-
be al producirse la impronta de las operatorias que han "arrojado fuera"
la representación intolerable. Intolerable para la subsistencia del vín-
culo y pa.:r;ael sostenimiento de las psiques enlazadas en él. (t1i ñóclfóñ .
e~~etapsÍcei)r0gia.tra'nsúb~tiva'" apunta a procesos en los
cuales un mecanismo psíquico singular,' se encontraría soste-

110
-- _ •••._._. __ •••..• _ ••..•...•.•.••••.••••• ,•••.••.•.••••••••••.•••••.•.•.•••...•••••••• 01".1 •••.•. " .•••••.••••.•.'.I•.•V. ••• lUurlló:. . ••.
~ """)of..dJ

nido a dos _s: 6 desde lo intrapsíquico y dcsde el conjunto'


vincular, o desde algunos sectores del mismo.
\ La realidad vincular reabra sobre los sujetos imprimiendo nue-
; vas marcas psíquicas. No significa esto, desde luego, que la familia
I opere con un mecanismo psíquico común, pero señala cómo los lazos
\ familiares pivotean sobre mecanismos instituidos por las diferentes
\ subjetividades y a su vez instituyentes de las mismas. En tanto pre-
cipitados de la tópica intersubjetiva -que postula una aproximación
diferente a los espacios psíquicos singulares, apoyada en la categoría
de encadenamientos subjetivos- dichos mecanismos señalan un
lugar de llegada y no de partida: la represión no es parte del bagaje
que el niño trae al mundo sino resultado de un complejo trabajo de
transmisión precedente.
Cuando una pareja pacta inconscientemente la represión de cier-
tas representaciones potencialmente desestabilizantes para el víncu-
lo, cada una de las psiques comprometidas en ese momento y poste-
riormente en la trama, encontrará una fuerza venida del conjunto que
alimentará el caudal de contrainvestimiento necesario para su propia
operatoria represiva, y una vez efectivizada ésta, refluirá sobre 10 apar-
tado por la familia dándole renovado vigor.
El campo clínico muestra' cómo lo negativizado adquiere diferen-
tes modalidades, con retornos también disímiles. Pueden producir-
se retornos de lo reprimido, lo desmentido o lo repudiado, a
manera de estratificaciones de diferentes niveles de produc-
ción familiar? Cada uno de los distintos lazos de parentesco coexis-
tentes en una familia ostenta la huella del mecanismo fundante en su
armado; la interdicción del objeto endogámico se retoriza con formas
novedosas en los distintos vínculos o en un mismo vínculo a lo largo de
su historia. Más aún, si pensamos en el vínculo filial, es dable com-
probar en el trabajo clínico que no siempre se repite el mismo meca-
nismo con los distintos hijos. ¿Cómo explicar, sin caer en un reduccio-
nismo tranquilizante, la paradoja de un vínculo de alianza priorita-
riamente fundado en una operatoria -por caso perversa- que des-
pliega con los diferentes hijos lazos apoyados unos en el trabajo de la
represión y otros en estrategias más cercanas a la desmentida o al
repudio? La potenci l d incu 95 entendida como disponible
,e en juego con e cie c to posibles inhe entes ti
los culos juega aquí su papel, fuertemente enlazada al erecto d(~
~ encuentro.
Los vinculas reconocen entre sus condiciones de producción la his-
toria transgeneracional de los lazos anccstrales y el sesgo impensado
y azaroso de nuevos encuentros. En su trama vendrán a suplerncn-

111
.•...'1_.---...... ____
"'¡
e ;,

LuT'SO otros víncul

ACERCA DE LA HISTORIA

La historia de una familia surge en su trans11\i~ióm, k ª,l11i~~n


1msa 6" 8K ea v [dad, mc:;tnrÜ'lm ue a p an tcac Il IIIl Ü 1syuncwn
'entre historia y pasado: la primera es una construcción simbólica que
a través de diversos criterios de selectividad, engarza sucesos y los con-
vierte en hechos históricos con algún tipo de encadenamiento; en cuan-
to al pasado, como tal, está perdido. Tanto en las predi ..icciones vincu-
lares como en la cadena asociativa familiar se pone en movimiento la
historia, permitiendo el juego metáforo-metonímico. El relatohistóri-
co configura una escena y es "interminable": siempre podrá darse una
nueva versión de lo sucedido. Pero asimismo supone reducción; algo va
a permanecer necesariamente excluido, porque no todo puede entrar
en su elaboración." La historia por estructura decanta un resto no his-
torizado; si no dej a huellas, transcurre libre de retornos de lo
reprimido.
Pero en ese fondo insemantizable puede darse un plus; lo secreto,

112
_.l

.-
lo desmentido y repudiado, lo traumático, pueden a veces quedar en
un cono de sombra, con una existencia en paralelo a la versión oficial.
Silenciamiento de sucesos impedidos de tramitarse, con sus vincula-
ciones cortadas del resto de la cadena historizante. Hechos sucedidos
con frecuencia en un tiempo anterior a la alianza, fragmentos desliga
dos inelaborados cuya resignificación no se ve favorecida por los nuo-
vos vinculas, y merodean por la psique de sus miembros.
Lo no ligado ancestral -dije antes- retorna bajo el sesgo do 111
compulsión a la repetición, perforando la capacidad representativu dI'
una psique. Al mismo tiempo, si suponemos que contec ~~)en un
miembro de la familia lo no escrito como historia para ese aparato psí-
quico y para la familia en su conjunto, aparece una oportunidad única
de enfrentar el blanco de significación allí instalado. FREUD bordea 111
cuestión al formular su hipótesis acerca del asesinato de Moisés ;¡
manos del pueblo judío. ién entos de lu. tml{Cdi(J
ehistó i (el sesin del p d e p ) es b n h su
c pli iento. ece que c eciente concienc de culp se 1/11./)(11
pode del pueblo judío, de todo el uniue so u.(! <.:ll{/f//{J, .t.
quel tie p ec del eto no del contenido e iini.ls). 1I
Aparecen en este párrafo varios términos enlazados con la (;IIC'HJ.lI)J I
del retorno a partir de lo transgeneracional. Prehistoria, eVCllL()H ¡ICHI'I'1
dos en épocas anteriores a la existencia de documentos escritos: J)f'('IJi:¡
toria vincular, sucesos no metabolizados como hechos históricos, iL1sl'
mantizados y en consecuencia trawnáticos.tQQric),éhcju de c1I190, Lr
. ,,~y~e;]-ci5~11?l.~.prel~ción a un p;inwn c9meticto e¡,\ otros Lion 1~(Jé que
rerorpér~)f~twesen~ Y¡ ~&,.regQ¡,lJ.o ílÍ d'O,CÓ1lLoll1c.lóli J'(.J~I'in\l(J()K
beio.las Ü&.'U~'M
1~¡;:.~1.1):iira 16gi.caldelhac.er, dQlu dOt:¡mon~ldl1O CYWlpU
.di9,tLOs fragmentos' de la prehistoria vincular obstaculizados de
transformarse en hechos históricos, "esfuerzan hacia su cum-
plimiento" por la vía del hacer, cn gcnerncioncs con Frecuencia
alejadas de aquéllas que protagoniznron los hechos. La memo-
ria anida también en los cuerpos y en los actos.
Circulan en el interior del sistema familiar'" dos archivos diferen-
ciales: a)~uir~aJ. h:i..vQ de la hls'tpda";29 en el cual se ubican los aCOl1-
tecimientosEonvertidos en hechos históricos, con posibilidades de
establecer conexiones lógicas, causales, temporales; acontecimientos

* Llamaré archivo no a la totalidad de los textos que han silla conservados pOI'
una civilización, o al conjunto de las huellas que pudieron salvarse de sus desastres.
sino al juego de las reglas que determinan en una cultura la aparición y la dcsapa
rición de los enunciados, Sil remanencia y su eclipse, su existencia paradójica de
acontecimientos y de cosas." M. FOUCAULT, citado en referencia 29.

113
demarcadores de una genealogía en la cual cadL4!tto de los sujetos
puede ubicarse en un ~nte~ y un después. No impor;¡ cuán ajustada
a 108 hechos sea esta historia en tanto funde una certeza acerca de un
tiempo pasado, ineludible para el sostén de la identidad, telón de
fondo sobre el cual podrán escribirse las biografías singulares." iTb)
'i5ñ "archivo de lo '1'eRl", sostén de la exterioridad vincular posibili-
Ora del vínculo -lo lmposible=- y también de su perfil obstaculi-
zante, de lo no traspuesto al campo representacional. En su calidad
de7ímpresentaélo 17untúa el espacio de lo rechazado a través de cliver-
sos mecanismos, articulables a los recursos vinculares puestos en
juego frente al mandato de la cultura, El fragmento resulta desliga-
do y no puede simbolizarse, provocando una confusión de tiempos
ntre un pasado no perdido, un presente como repetición de ese pasa-
Io y un futuro incierto.
Resurge la importancia de la construcción de una historia fami-
1iar que anude los hilos de los recuerdos, los olvidos y las omisiones,
para posibilitar la organización subjetiva del pasado. Si bien 10 vivido
se encuentra signado por los avatares de la historia personal entre-
tejidos en la realidad psíquica, es indispensable que la diferencia en
las vivencias del pasado para cada uno de los sujetos ligados vincu-
larmente no sobrepase un cierto umbral: si así no ocurriera, la mode-
lización del pasado de uno podría desestructurar el tiempo del otro,
Es nece o p ón e ción del
do de p todo sujeto l doble e de que debe n
go un p e de tos e i es os eso ... (el o) en-
de bien que l histo el n l sólo puede esc ib se en -
bo ión con ot o 97
En los vinculas opera con frecuencia un modo drástico de excluir
algo del cliscurso y de la memoria; fragmentos bajo el estatuto de lo no
acaecido, imposición transgeneracional bloqueante de la historia del
propio pasado. Cuando un hijo intente construir su propia historia,
correrá el riesgode erosionar las certezas identificatorias de otro miem-
bro de la familia, generalmente ubicado en una generación precedente,
Las diferentes formas de retorno de lo que fuera apartado, pue-
den correlacionarse con la existencia de estos "archivos"; archivo de la
historia o archivo de lo real, circunscriben respectivamente las pro-
ducciones vinculares del decir y las precipitaciones del hacer, como
modalidades diferenciales de reaparición en la clínica vincular.

114
____ •.• __ . ••._ ••••••_ •••, .••.•• _ ••11\01.'1' •••• "\ .•'h.Io.'"tl!.ll.U.' "11¡f.A1c¡-1IrJJ~.,-:~';r'/"!~!t!.a.I';J

LAS PROme::IONES VINCULARES DEL DE~,

BERENSTEIN denominó in es de l es c ii incons-


ciente a ciertas producciones transpersonales identificables en toda
fam.ilia. dquie en sig ión desde l est uc inconsciente del
ili e o del tipo de equilib o igen de e es uc-
. 98 Incluye en esta categoria el sistema de los nombres propios,
el espacio y el tiempo familiar; a mi juicio se trata de verdaderos reto-
ños de 10 reprimido sostenidos a nivel de los pactos y acuerdos vincu-
lares. Otros autores ampliaron el abanico de los indicadores con la
conceptualización del sistema de circulación de los bienes," el relato
conjunto, la historia familiar, los mitos y la organización sintomal.'?"
Lo reprimido al servicio de sostener l.ID vínculo se encuentra
siempre relacionado con el orden representacional y Su
retorno también se fundamenta en una representación lig'a-
da más al orden del decir que al del hacer, enhebrada en la
trama fantasmática.
La especificidad de dichas producciones anónimas es su cornbi
natoria que, a la manera del procesamiento onírico, puede S01" SO'!1ll'
tida a un trabajo de desciframiento; hablar de combinatoria en{~¡(,izll
la caracteristica de ligadura en cuanto ala representacional. Su pre-
sencia verifica la eficacia de alguna clase de operación represiva en el
armado de las familias. 'Iodas ellas nominan a sus descendientes y
organizan el tiempo y el espacio familiar. Posibilidad simbólica, a
veces desfalleciente, que motoriza el trabajo de la represión en sus
integrantes. Si su ausencia fuera radical, tampoco podria establecer-
se 10 familiar en la cultura circundante, En algunos casos los ropajes
metáforo-metonimicos se ven reducidos a una mínima complejiza-
ción, quedando más al desnudo su fragilidad y la insistencia bajo el
estatuto de la repetición; en ese borde resulta a veces dificil puntuar
el pasaje de una producción vincular hacia una ejecución.
,

El sistema de las denominaciones

El acto de la nominación da entrada al niño en el orden de Ins


relaciones humanas; tener un nombre significa haber adquirido UIl
lugar en un sistema simbólico, La nominación como acto de reconoci-
miento remite a la función simbólica de la parentalidad: cuando se'
atribuye un nombre a un niño, está también en juego la atribución lI('
un niño a un nombre. El grado de libertad.existente ni momonto ('/1
que los padres deben nominar al hijo es restri ngido, PI/('S con ('/'1'

I l!í
I

cuencia el nombre preexiste a quien será su portador; cada nom-


bre es un criptograma pasible de descifrado cuya clave se encuen-
tra en el desarmado de los recorridos metonímicos fundantes del
sesto inte gene l 101 del sistema de nomenclatura
familiar.
Los nombres propios cristalizan los deseos parcntales yentrea-
bren el telón de escenarios fantasmáticos actuales y pretéritos. La
predominancia de las ramas paterna o materna se hace visible a par-
tir de la selectividad en la reiteración de nombres do personajes fuer-
temente investidos o de versiones apenas camufladas de los mismos.
En otros casos, la reiteración monótona de los nombres eslabonados
en las cadenas genealógicas, sin posibilidad de combinación o ele-
mento nuevo, marca la presencia de los muertos en los vivos y abre a
una multiplicidad de efectos. La similicadencia y la homofouía Ior-
man también parte del proceso de creación de sentido en su relación
con el conjunto de las denominaciones.

".
Alejandro Rodríguez y Rosa Alvarez de Rodríguez solicitan una
entrevista para consultar por uno de sus hijos, Transcurridos unos
veinte minutos el padre dice: e p ece que no le s los n -
es y s e es de nues os hijos e tiene nu os, ej
IlÜ!(.(l .~I!\ l C 1CO
AI()jnnd,'O, /\lojal1drina, Alejo y Alexis ... comento: eno, p ece
1 ,1// Ir'o //0111 h/'r. ( O//, ciones

, Illl.Ol'vi(lllo 1Il111l1drc y señala un anillo que lleva puesto el padre,


('1ll1 IIIH Iltid"loH A. lt grübndas:
l/u 111 c!, .· 1'.'1(' o . (L se el e e
é
.
ese i-

1 :1jllogo lii¡p)jficanLe, con su posibilidad de condensación y des-


plllY.IlIt¡j(It1Lo,
VII encontrando nuevos nombres para viejos emblemas.
A. I~. I"OfiC'I'O(JIIel relato al nombre y apellido paterno pero también
~ In íórmulu invertida del nombre y apellido de la madre. Una hila-
ha de 10 roprirnido en la constitución del vínculo -tal vez un anhe-
lo fuslonul emblemático más allá de las diferencias generacionales y
sexuales-e- retorna en la peculiar combinatoria de los nombres.

La modclizución del espacio

1':1 ¡',I'II po fillnilillr modcliza el espacio en una configuración acor-

I1 (1
-
de con su propia lógica. Configuración abordable por la proxemia, teo-
ría concerniente al empleo que el hombre hace del espacio como pro-
ducto cultural específico. Algunas de las categorías trabajadas por esta
disciplina son muy interesantes para el mapa de lo vincular; tal es el
caso á8"10 ínt'íIíi.wiCf"pnviad'oy lo ¡fníbliéó.fozLo íntimo, espacio intrapsí-
quico asbéia:dó-ála~iélea de secreto, derecho a no decir y a no escuchar
determinados contenidos. Lo privado, espacio familiar o grupal, mar-
cado por la discreción. Finalmente lo público, ámbito de la sociedad del
cual se espera transparencia. Un altillo puede ser un lugar absoluta-
mente íntimo para un miembro de la familia con acuerdo de todos los
demás -cerrado con llave, se requiere golpear para entrar, etcétera-
y curiosamente en esa misma familia, la cama matrimonial pasa a con-
vertirse en un lugar público transparente, adonde todos están autori-
zados a dormir, mirar televisión o comer.
La distancia entre los cuerpos puede oscilar entre la lejanía y la
intrusión, y así producir segregación, confinamiento, autorreclusión,
hacinamiento o promiscuidad. En otras circunstancias el espacio se
transforma en nicho o en santuario, hito señalador de la presencia de
un muerto. La familia va delimitando un topos familiar como actua-
lización de una gramática propia de la lógica vincular, verdaderos
espacios de la tópica intersubjetiva desplegados en el hábitat. Campo
por demás proclive a ser infiltrado con acciones; pareciera que la deli-
mitación de los lugares de personas y objetos en el espacio vincular se
transforma con frecuencia en monumento silencioso a lo vedado de
ingresar a la tr~a representacional.

El Sr. N.* solicita una entrevista para su hijo Pedro, de cuatro


años, por sugerencia del pediatra. El niño padece un principo de úlce-
ra duodenal.
Padre: ...Hay algo más que me preocupa, hace un montón que de noche
no duerme en casa, se niega a dormir con nosotros, quiere quedarse en
la casa de la madre de Ana; por supuesto que ella se queda con él para
cuidarlo. Vivimos en dos casas, la mía es un descalabro.
Madre: Hay que tener paciencia, ya se le va a pasar. Le dolía la pan-
cita. Yo creo que en la casa de mi mamá se siente más seguro, tiene
. mieditos, sustitos.
Padre: Antes él dormía todas las noches en la cama matrimonial con
Ana y yo en el piso. Al final me iba a la cuna. (sic).
;' ,
Madre: Quiere dormir conmigo y yo tengo que escucharlo. El padre no
:!,
entiende.
* Agradezco a la licenciada CRISTINA GARctA.

117

--~, , _ _ _ .•••••.•..•..
"1' ~~'~: " ''''' ' '''' I : •. 1 .. "":,,' ,..•¡ •••. , 1,;'..;;.1\',','/',' 1', , ~
La modelización del tiempo
-
El ejede la temporalidad atraviesa a la familia en cuanto a su fun-
dación y a su disolución: las estrategias de manejo pueden incluir el
futuro, vivir recostados en un eterno pasado, o quizá sostenerse en un
presente absoluto sin historia y sin proyecto. Los criterios de periodi-
zación o fraccionamiento temporal responden asimismo al esquema
relacional en juego. Criterios variables de familia en familia, pero con
un punto a ser respetado: me refiero al tiempo inherente a la línea
genealógica, posibilitador de la clasificación de los miembros en ante-
cesores y sucesores. aceptar este par significan te promueve el caos
genealógico -yuxtaposición de las distintas generaciones sobre los
s lugares del parentesco-- poniendo en riesgo los apoyos sim-
bólicos de la psique.
El reconocimiento que la familia pueda o no hacer sobre el paso
del tiempo configura dos modalidades: el tiempo detenido y el tiempo
que fluye. La modalidad de detención temporal se encuentra
engarzada a la dificultad de permutación de lugares en uria
línea genealógica fuertemente endogamizada, transformada
por este camino en ilusoriamente atemporal. Cuando una muer-
te viene a quebrar tan precario equilibrio, es muy difícil la aceptación
de la pérdida y se cimenta el camino para la falta de elaboración de un
duelo. Por oposición, el tiempo en su fluir marca el proyecto, horizon-
te futuro resignificador del presente y el pasado. En cuanto ala histo-
ria familiar, la realidad vincular enmarca los posibles e imposibles en
la construcción histórica. Las mudanzas, los casamientos o nacimien-
tos, los hechos disruptivos:::=:€xihos, acclaentes, enfermec1aaes-;rnUer-
te s- en fin, los criterios de selectividad en juego, son utilizados para
marcar una historia promovida en fundamento, impronta de los pro-
cesos de historización singular.

La circulación de bienes

La circulación y distribución de bienes y el manejo de la economía


~al como son relatados en la sesión vincular, puedenTamb""lé'Il'"
abordarse desde la legalidad inconsciente condicionante de otros inter-
cambios familiares. La predominancia de las líneas paterna o mater-
na, la valoración diferencial de los lazos cosanguíneos y de alianza, el
lugar de los distintos hijos -entre otras cuestiones- van señalizan-
do los caminos por los cuales transitarán los bienes dando origen a
diversas figuras: circulación, acopio, monopolio, dilapidación, privile-
-- -
118
l,
11
gios. También _'consolidan prebendas, subsidios, indemnizaciones,
~ estafas y despojos apoyados en regulaciones vinculares estrictas, Se
~
\:
suman circuitos reconocidos y clandestinos con su saldo de alianzas y
~:
exclusiones, que en relación a las cuestiones referidas a herencia lle-
~'
.t .
van con frecuencia a la eclosión de conflictos larvados planteando un
"
'j:'

f~., antagonismo entre códigos familiares sacralizados y el Derecho


Sucesorio como intervención de la cultura.
~.

La producción mítica

Cuando el conjunto fantasmático tiene entre sus componentes 1111


relato sobre los orígenes -cuenta cómo nació algo- conforma 111\
mito. Las creaciones míticas familiares permiten captar cierto tipo d('
relaciones constantes, más allá del anecdotario cotidiano. A menudo.
estas relaciones se detectan a través de los ritos, ligados él. ,lCOIiI,(,('i
mientas significativos para la familia: el mito, cuando es U(IVWIII 11
algún tipo de ejecución, se sustenta en el ritual compartido, 1,11I'PIIII
trucción mítica es una herramienta lógica para dar a 111111 Hillllll'lIl1l
conflictiva una solución imaginaria, yestablece la posihi 1icllld tll'1'1'1111'
sentación de lo vivido. Recordemos a la familia C)'(lIllW(\II,w(lI',1I111 11
dar una respuesta frente a la emergencia del conflicto: "1':11111I. 1'11111",
vinieron con algo raro".
Con frecuencia sn texto es generaliza dar y postula la iJ 1I1Il'VI t111J111
Se presenta como un relato sin fisuras que ni el tiempo ni el Hllhul' 111111
de modificar; no puede ser completado y es indiscutible. Por UIHI(, 11'1111
quiliza porque so co ejid en ple de /.0,'> 1';11'1/
c s, o ni un undo sin con diccion p ecie eni (JI/ I'! ',': (111 ('
l cos s signi ic n po sí mismas". 103 La narración mítica 1>11;;1,'(' 1111
carácter "mestizo": arraiga en la trama fantasmática y se apoyu (1:41
mismo en las creencias conscientes sobre el origen de las COS<1S. La I'(l:,i
bilidad de ir poniendo en movimiento cada una de las frases subYi\('('I\
tes a narraciones petrificadas, es también la de hacer circular el d( s('o
retenido en su enunciado. De ahí que la recomposición oaun la en':!
ción de nuevos mitos exija una reestructuración en el campo del klt'nl.
En cuanto al mito fundador, mito referido al momento fundacinu.¡l
del vínculo, enraiza en la genealogía y sostiene el linaje, ejecu la ndo 11J 1
primer paso inel udible para el armado de la subjetividad de la e:!p; wi
dad historizante de un sujeto. La versión propuesta por el d isci 1r,'il)
familiar acerca de un tiempo precedente puede no ser fidedigna; si 1\
embargo es mejor que el vacío pór~ue el niño no podrá, sin este primer
aporte, escribir su propia historia. 2

119

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