Lo Romántico Es Político. Coral Herrera Gómez PDF
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LO ROMÁNTICO
ES POLÍTICO
Coral Herrera Gómez
COLECCIÓN VOL. 2
Coral Herrera Gómez: Lo romántico es político
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Autora: Coral Herrera Gómez
Diseño de portada y material gráfico: Jorge Morales Carbonell
Año: 2012-2013
Geolocalización: Madrid-San José
Fuente original de los textos: El Rincón de Haika
http://haikita.blogspot.com/
El Rincón de Haika
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Coral Herrera Gómez: Lo romántico es político
“Tenemos que comprender el amor; tenemos que ser capaces de enseñarlo, crearlo,
predecirlo o el mundo será vencido por la hostilidad y el recelo” Maslow
“Desde el punto de vista científico, la falta de conocimientos deja sin respuesta algunos
de los interrogantes más desconcertantes de la vida, como por qué la gente sacrifica
años de su vida buscando amor y luchando por conseguir una relación”. David Buss,
1996.
“Durante el proceso de socialización aprendemos cómo debemos sentirnos cuando
estamos enamorados, cuándo debemos enamorarnos, qué características son
deseables en el otro para enamorarnos de él (sexo, edad, clase social, estado civil,
atractivo físico, actitudes), cuales son las pautas y el ritmo de seducción adecuados,
qué se espera de la gente cuando se enamora, los lugares en los que uno se enamora,
etc. Aprendemos cuáles son las pautas normativas y cuáles las desviadas, y a la vez
que soportamos el control social (presión hacia el cumplimiento de las normas
implícitas y sanción de las desviaciones a esas normas) nos convertimos también en
agentes de control social de los demás, y de
nosotros mismos”. Carlos Yela García, 2002.
“Hasta ahora nadie ha pensado ni ha calculado lo que en el ámbito de la economía
nacional se ha gastado y se sigue consumiendo en fuerzas, recursos y dinero por culpa
de las crisis de la pareja, de las angustias del amor y de los esfuerzos para superar el
dolor. Pero, a pesar de la falta de datos y de números concretos, se puede concluir
que, para la economía nacional, la separación se ha convertido en un problema que
absorbe una parte considerable
del producto interior bruto”. Jaeggi y Hollstein (1985)
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Índice
Introducción: Lo romántico es político
1. La construcción social del amor
2. La industria del amor romántico
3. El Matrimonio y el divorcio
4. La prostitución masculina y femenina
5. ¿Es egoísta el amor romántico?
6. ¿Es revolucionario el amor romántico?
El Rincón de Haika
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Coral Herrera Gómez: Lo romántico es político
La prostitución masculina
La prostitución masculina es una profesión tan antigua como la femenina (Benjamin y Masters,
1964), pero está aún más invisibilizada socialmente por la homofobia patriarcal, y porque
desbarata las tesis que se centran únicamente en la explotación de los cuerpos femeninos. Y
es que pese a que la violencia y la explotación son comunes, la prostitución masculina no ha
sido estudiada a fondo por el feminismo y ello empobrece de algún modo la visión de un
fenómeno tan complejo.
Los estudios de masculinidad advirtieron de que los hombres también han sido víctimas de un
sistema de poder patriarcal, desigual e injusto. Y el hecho de que haya tráfico de chicos para
prostituirlos bajo condiciones de esclavitud demuestra que, aunque las mujeres sufren en
mayor medida la explotación y el abuso, los hombres también se han visto utilizados como
moneda de cambio, como esclavos sexuales, como objetos-cuerpo para uso y disfrute de los
señores poderosos.
Paralelamente, creo que es importante entender que no todas las personas que se prostituyen
son víctimas: muchas de ellas ejercen esta profesión voluntariamente, especialmente en el
caso de la prostitución de lujo. Multitud de modelos, cantantes, presentadoras, showmen,
showoman, camareros, azafatos, azafatas y estrellas mediáticas se prostituyen por unas cifras
muy elevadas con personajes importantes de la actualidad política, deportiva o económica, y no
se consideran víctimas. En muchos casos pueden negarse a prestar sus servicios, y la ejercen
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puntualmente, para lograr ingresos extra que les permitan llevar un nivel de vida superior.
El estudio de Rafael Ballester Arnal, Rafael, y Ma Dolores Gil Liario (1996) sobre prostitución
masculina en España es muy interesante porque deconstruye todos los estereotipos que
existen acerca de los chaperos o gigolós masculinos: no son personas superdotadas ni
obsesionadas con el sexo, no todos son delincuentes, drogadictos o enfermos mentales, y
muchos provienen de familias de clase media-alta.
Otro dato interesante es que en la actualidad los prostitutos no constituyen un grupo social
organizado y su situación legal es todavía muy ambigua. Las prostitutas, en determinados
contextos, están más organizadas y se concentran en determinados barrios y locales. En
algunos países trabajan bajo licencia estatal e incluso conforman grupos de presión política. En
cambio la prostitución masculina sigue siendo vista como algo más monstruoso que la
femenina, que hasta cierto punto ha sido sublimada por la cultura patriarcal.
Sin embargo, el estudio de Ballester y Gil se limita a los trabajadores sexuales que ponen
anuncios en periódicos o a través de Internet; otra cuestión son los chavalitos árabes que se
prostituyen en las estaciones de tren o de autobuses, en la Puerta del Sol de Madrid, en las
discotecas de ambiente, o en la entrada de los cines X. O, en el extremo opuesto, los hombres
jóvenes que se casan con mujeres más ricas que ellos para ser mantenidos económicamente a
cambio de cariño, sexo y acompañamiento.
Kinsey (1948), y más recientemente Janus (1981), hallaron en sus estudios que en las grandes
ciudades americanas hay casi tantos hombres como mujeres adolescentes ejerciendo la
prostitución en la calle. En 1977 había 13.000 chicos menores ejerciendo la prostitución en
París. En la Antigua Grecia, se consideraba normal que un muchacho prestase servicios
sexuales a hombres adultos a cambio de conocimiento: los grandes filósofos mantenían
relaciones con jóvenes efebos y les explicaban que a través de la sexualidad podrían alcanzar
el conocimiento. Estos jóvenes se prostituían a cambio de un material filosófico, y en otras
culturas se ha ejercido a cambio de otros recursos, normalmente riquezas materiales o dinero.
La prostitución masculina de carácter homosexual constituye un fenómeno social muy
antiguo, pero la prostitución masculina de tipo heterosexual es un fenómeno
relativamente nuevo, según Ballester y Gil (1996). Cada vez son más las mujeres que
pagan a cambio de sexo; suelen ser mujeres de clase alta o media-alta, pero es un sector
aún muy minoritario.
El perfil del cliente, sin embargo, es el de hombres de mediana edad, con un nivel económico y
cultural elevado, que frecuentan con cierta asiduidad (entre una y cuatro veces al mes) al
prostituto. La mayor parte de ellos están casados (cerca de un 60%) y son padres de familia
con un nivel sociocultural alto. Al parecer, son raros los casos de clientes con una renta baja,
según Ballester y Gil.
El Rincón de Haika
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Coral Herrera Gómez: Lo romántico es político
Otro dato interesante que aportan estos autores es que un 85% de hombres prostitutos afirmó
tener clientes asiduos con los que mantenían contactos sexuales con cierta regularidad.
También existe un porcentaje de clientes que, según la estimación de los trabajadores del
sexo, acuden motivados por la necesidad de hablar con alguien que está enteramente a su
disposición y de quien se espera confidencialidad absoluta:
“A veces la necesidad que los prostitutos tienen de estabilidad y seguridad y la necesidad de
los clientes de compañía y de sexo, llevan a que una relación o acuerdo puntual puramente
comercial llegue a convertirse en una relación continuada. Esto parece haber sido desde
siempre un rasgo característica de la prostitución masculina y por otra parte es consecuencia
de algo que ocurre en el ambiente gay con mucha frecuencia. (...) Los clientes tienen sus
temores, ya que se arriesgan a ser maltratados, robado o a sufrir chantaje. Pero en general, las
relaciones se suelen desarrollar en un clima de tranquilidad, acuerdo y reciprocidad” (Ballester
y Gil, 1996).
Sin embargo, la imagen que proyectan los medios sobre estos colectivos están siempre
asociados a estereotipos negativos. Sólo salen si son noticia, como la que vimos hace pocos
días acerca de la desarticulación de una trata de chicos jóvenes, esclavos sexuales.
Comentando la noticia con la gente, son muchas las que piensan que ellos se venden o se
alquilan porque quieren, otros no lo entienden porque no sabían que los hombres se
prostituyen y que tienen clientes, y otros se ríen con la cara de los policías que tienen que
explicar un fenómeno así, sin entenderlo tampoco del todo, y con cara de consternación ante
tal monstruosidad.
Y es que lo que no se ve por televisión, no existe. Por eso es positivo que en series de
televisión como Aída exista un personaje cuya profesión es trabajadora sexual sin que
eso suponga su marginación social ni afectiva.
Creo que hay que romper los estereotipos asociados a su trabajo, porque existen colectivos no
visibles (como las amas de casa que se prostituyen, los hombres que se casan por dinero, etc.)
y otros estigmatizados, como el caso de las transexuales, que siempre se asocia a gente con
un nivel socioeconómico y cultural bajo y siempre relacionadas con drogas, delincuencia y
crímenes.