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Lojo, María Rosa - Recordar El Futuro, Imaginar El Pasado

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XIX CONGRESO NACIONAL DE LITERATURA ARGENTINA

UNIVERSIDAD NACIONAL DE FORMOSA | FACULTAD DE HUMANIDADES

La literatura argentina
en el Bicentenario
Balances del sistema
y diálogos con el mundo
F o r m o s a , 16,17 y 18 d e a g o s t o d e 2017
Universidad Nacional de Formosa - Facultad de Humanidades.
La literatura argentina en el Bicentenario : balances del sistema
a
y diálogos con el mundo ; compilado por María Ester Gorleri. - I
edición especial - Formosa : Universidad Nacional de Formosa.
Facultad de Humanidades, 2019.
694 p.; 2 3 x 1 3 cm.
ISBN 978-987-1604-61-6

1. Crítica de la Literatura Argentina. 2. Estudios Culturales. I. Gor-


leri, María Ester, comp.
CDD 801.95

FACULTAD DE
NACIONAL DE
INI HUMANIDADES
FORMOSA

www.unf.edu.ar
Universidad Nacional de Formosa
Rectorado: Don Bosco 1082 - C P . 3 6 0 0 - Formosa
Campus Universitario: Av. Gutnisky 3 2 0 0 - C P . 3 6 0 0 - Formosa

Coordinación editorial y compilación: María Ester Gorleri


Diseño: Eleonora Silva
Impresión: La Imprenta Ya

La responsabilidad por las opiniones expresadas en los artículos y otras colaboraciones publicadas en esta edición incumbe exclusiva
mente a los autores firmantes.
No s e permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cual
quier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo y expreso del Editor.
Impreso en Argentina.
Contenido

PRELIMINARES

Fundamentos del XIX Congreso Nacional de Literatura Argentina


Presentación , 15
Secretaria Académica del XIX CNLA Dra. María Ester Gorleri

Cronología de los Congresos Nacionales de Literatura Argentina 19

Instrumentos legales del XIX CNLA. Promoción, Auspicios y Comunicación 21

Programa 23

CONFERENCIAS

Ya todo está pensado. Lucrecio y la escritura 45


Noé Jitrik

Pensar/escribir en la(s) frontera(s) 53


Zulma Palermo

Apropiaciones de la dramaturgia universal en el teatro argentino.


Las reescrituras de Shakespeare como corpus de la dramaturgia nacional.
Perspectivas de Teatro Comparado y Poética Comparada 67
Jorge Dubatti

La literatura lunfardesca en la página policial de los inicios de Crítica (1913-1914) 97


Osear Conde

PANELES

Panel: Actuales líneas de investigación y crítica de literatura argentina.


Temas, aportes, alcances y proyecciones de estudios recientes y en curso 117
Moderadora: Hebe Beatriz Molina (UNCuyo-Conicet)

Escribir desde el archivo 123


Pampa Aran
¿Cómo es un thriller en la civilibarbarie?
Elsa Drucaroff

Recordar el futuro, imaginar el pasado


María Rosa Lojo

Regionalismo literario: un concepto problemático para la crítica


Hebe Beatriz Molina

¿A qué le llamamos hoy día literatura?


Eduardo Romano

Panel: Textos, autores y lectores de literatura argentina en la educación


secundaria del siglo XXI: entre cánones y novedades
Moderadora: María Inés Laboranti

Panel de escritores de las regiones argentinas


Coordinadora: Relatora: Natalia Crespo

Proyecto Internacional "Urban Dynamics"


María Rosa Lojo, Marcela Gladys Crespo, Luciana Belloni, Enzo Cárcano,
Leonardo Grana y Sonia Jostic

PANEL DE LA RELA

Experimentación, subjetividad y transculturación


en el espacio de la novela argentina entre 1960 y 1970
Jorge Bracamonte

El norte literario, mapa fronterizo de las memorias


María Alejandra Nallim

TALLERES Y CONVERSATORIOS

Taller: Versiones de lo social: traducciones estéticas


Silvia N. Bareí

El teatro en el aula de literatura en la educación secundaria


Gabriela Fernández

El teatro, poiesis corporal y convivio: tesoro cultural de la Humanidad


Jorge Dubatti

Conclusiones del Conversatorio de Estudiantes


en Letras del país XIX Congreso Nacional de Literatura Argentina
Daiana Diamela Rivarola, coordinadora
Recordar el futuro, imaginar
pasado
MARÍA ROSA LOJO

Conicet-UBA-USAL

Historia y ficción: un pueblo, escribió el historiador francés Jules

Michelet, tiene derecho de soñar en su futuro.

Yo agregaría que tiene el derecho de soñar en su pasado.

Todos estamos en la historia porque los tiempos de los hombres y mu-

jeres todavía no concluyen. Todavía no hemos dicho nuestra última

palabra.

Es una cuestión de la más alta importancia política e histórica: ¿qué

es lo que recordamos, qué es lo que olvidamos, de qué somos responsa-

bles, a quién tenemos que rendir cuentas?

Mas, finalmente, no es una cuestión sujeta a valoraciones meramente

políticas. Es parte de la dinámica de la cultura, así como el artista se

atreve a imaginar el pasado y a recordar el futuro, dando una versión

más plena de la realidad que la de las controversias políticas, las ruti-

narias estadísticas o la neutralidad factual.

Recordar el futuro. Imaginar el pasado.

El pasado humano se llama Memoria. El futuro humano se llama

Deseo. Ambos confluyen en el presente, donde recordamos, donde an-

helamos. (27-28);

Recordar; volver. Entonces podemos percatarnos de que vivimos ro-

deados de mundos perdidos, de historias desaparecidas. Esos mundos y

sus historias son nuestra responsabilidad: fueron hechos por hombres y

por mujeres. No podemos olvidarlos sin condenamos nosotros mismos

a ser olvidados. Debemos mantener la historia para tener historia;

somos los testigos del pasado para tener un futuro.

PANELES 137
Comprendemos que el pasado depende de nuestra memoria: aquí y

ahora, y el futuro de nuestro deseo, aquí y ahora. La memoria y el

deseo son nuestra imaginación presente: éste es el horizonte de nues-

tros constantes descubrimientos y éste es el viaje que debemos renovar

cada día. (44).

Carlos Fuentes. La gran novela latinoamericana.

Dos preguntas se relacionan con la frase y con el texto motivador de


Carlos Fuentes que encabezan esta exposición, y me implican de dos
maneras, como investigadora y crítica y como escritora: ¿Por qué y cómo
la literatura argentina vuelve sobre el pasado de la nación? ¿Por qué y cómo
la investigación y la crítica vuelven sobre el pasado de nuestra literatura?
Trastocando los verbos, Fuentes habla de recordar el futuro e imaginar
el pasado. Valga la paradoja. Nunca estático, sino móvil, en perpetua
recirculación y reinterpretación, el pasado es también imaginario. No
puede ser re-vivido "tal cual fue", sino imaginado, conjeturado, pro-
yectado: el pasado como "cosa en sí", diríamos kantianamente, se man-
tiene inalcanzable. Por otra parte, el futuro no es sino el recuerdo que
estamos construyendo ahora, en el presente. En la medida en que nos
ejercitamos para imaginar lo que ya sucedió, sentamos las bases de ese
futuro donde nosotros, los hoy vivos, actuaremos como ficciones y fan-
tasmas frente a lectores/espectadores que aún no existen.
Recordar el pasado/imaginar el futuro, recordar el futuro/imaginar el
pasado, son prácticas que se condicionan mutuamente. Porque nadie
nos recordará/imaginará si hoy no sabemos ni enseñamos a recordar
imaginando. O, porque si hay futuro, será solo porque hay memoria.
El futuro, cuando hablamos de asuntos humanos, es siempre futuro de
alguien: de un sujeto individual y/o colectivo asentado en una memoria;
por lo tanto, en la percepción de una continuo temporal: esto que so-
mos/seremos constituye (con toda la cuota de ilusiones, ficciones y me-
tamorfosis que ello comporta) una identidad. Ya se trate (salvando las
distancias) de esas construcciones que llamamos "literatura argentina" o
"nación argentina", o de quienes aquí se presentan ante ustedes con un
cuerpo físico y sus nombres propios.
Contra el lugar común, el pasado nunca está pisado. En irresistible,
indestructible. Se levanta y vuelve. Si se lo tapa sin re-conocerlo, sin
enfrentarlo, sin interrogarlo, resucita por la tangente, se filtra por los

XIX CONGRESO NACIONAL DE LITERATURA ARGENTINA I? • • •


intersticios del muro tras el que lo escondemos, asalta por la espalda
como un escalofrío de mansión gótica. El pasado ignorado, negado,
barrido debajo de la alfombra, presiona desde lo inconsciente como lo
reprimido sobre la conciencia de los individuos y también de las socie-
dades. Y la palabra, muy en particular la ambigua y ambivalente palabra
creadora, negocia con ese retorno, develándolo y a la vez enmascarán-
dolo desde las necesidades y las perplejidades del presente.
Por eso la ficción histórica siempre es anacrónica. El ayer no puede
revisitarse sino desde la mirada de hoy señala Celia Fernández Prieto
(1998) en su ya clásico libro sobre la poética de la novela histórica. Y,
como apunta la hispanista Rosa Maria Grillo (2010, 57), quizás esta,
más que ningún otro género, refleja la conciencia del tiempo de quienes
la escriben. Desde el aquí y el ahora recortamos y enfocamos el pasado
para marcar los puntos de interés que corresponden a nuestras propias
preocupaciones y valores.
Algunas de estas preocupaciones emergen, en el último cuarto del
siglo XX y comienzos del XXI, como asignaturas pendientes que atañen
tanto a la investigación como a la ficción. La "historia desde abajo" ha
colocado el foco en otros y otras protagonistas, que a su vez pueblan la
imaginación literaria. La puesta en valor y en visibilidad de las mujeres
como agentes y sujetos históricos desde la vida privada y también des-
de los espacios públicos, se hizo notoria con la aparición, tanto en el
campo internacional como en la Argentina, de Historias de las mujeres;
esto corre paralelamente al sostenido interés del feminismo académico
y de los estudios filológicos y culturales por las presencias y las voces de
sujetos femeninos en la literatura, en la política, en la sociedad. Y se re-
fracta en una novelística que, desde los libros fundacionales de Libertad
Demitrópulos (Río de las congojas) y Martha Mercader (Juanamanuela,
mucha mujer), ya a comienzos de la década del 80 del siglo XX, instaura
(o reinstaura) el protagonismo de sectores postergados ahora también
dentro la ficción. Las escritoras del siglo XIX se convierten incluso en
personajes nocionales de novelas contemporáneas (Gorriti configurada
por Mercader; Juana Manso por Silvia Miguens o Eduarda Mansilla por
quien les habla). Y son objeto del estudio y las ediciones de rescate en
proyectos que insumen años de investigación, como los que llevamos
adelante con Marina Guidotti, Hebe Molina, María Laura Pérez Gras,
Jimena Néspolo, para publicar la obra de Eduarda Mansilla en ediciones
críticas; paralelamente un miembro del mismo equipo: Natalia Crespo,

PANELES 139
abordaba la obra casi por completo desconocida de Josefina Pelliza, y
Norma Alloatti descubría y editaba el primer diario de viaje a Europa
firmado por una mujer argentina: Francisca Espinóla.
¿Escribir sobre mujeres, y sobre mujeres escritoras, tanto desde la
crítica e investigación, como desde la ficción, es solo un asunto femeni-
no? En principio, es verdad que los institutos de género, las historias de
las mujeres, y las editoriales y estudios críticos de rescate consagrados
a escritoras son, sobre todo, obra de congéneres. Pero tampoco esto es
exclusivo. En el campo internacional, baste pensar que un historiador
como Georges Duby estuvo, con Michelle Perrot, al frente de la Historia
de las mujeres en Occidente. Y en la Argentina, no faltan investigadores
como José Amícola o José Maristany entre otros, que han hecho aportes
importantes a la cuestión.
En cuanto a la ficción, es cierto que la subjetividad femenina, vista
desde adentro, ha concitado un mayor interés por parte de las escrito-
ras que de los escritores, no solo en la narrativa histórica de las últimas
décadas, sino en toda la literatura argentina. En definitiva, nuestra lite-
ratura es parte de ese largo y universal "monólogo masculino" que de-
nuncia Victoria Ocampo en su temprano ensayo La mujer y su expresión
(1936).
Sin embargo, es verdad que algunos autores de pluma marcadamente
"masculina", como Andrés Rivera, han creado, desde una dimensión
interior y subjetiva, heroínas luminosas y antiheroínas oscuras. A las
primeras pertenece la memorable Margarita Weild de Ese manco Paz, y
a las segundas, Lucrecia, de La Sierva. Y también las escritoras se han
ocupado inevitablemente de héroes varones: hijos, maridos, amantes o
hermanos de las mujeres novelescas.
El amor, decía Dante, mueve los astros. Y según San Agustín, la histo-
ria humana. No es el único en pensarlo, aunque no sea desde el punto
de vista teológico. Salvando las distancias, con Tu nombre en mi boca,
escrito por los historiadores Leandro de Sagastizábal y Matilde Ollier,
empieza a florecer en el país una serie de textos historiográficos y tam-
bién literarios, que hacen hincapié en esta dimensión, a menudo prete-
rida por la historiografía científica más dura, pero no por las biografías
ni, por supuesto, por la ficción histórica. Esas historias de amor no
son, como suponen los clichés naturalizados, solo historias de mujeres,
contadas por mujeres y para un público femenino. La verdad es que
puede tratarse de historias de varones y mujeres, enlazados en diversas

XIX CONGRESO NACIONAL DE LITERATURA ARGENTINA


• • •
formas de redes amorosas, no solo la tradicional heterogenérica, sino
otras: varones y varones, mujeres y mujeres, e incluso mujeres y sujetos
pre-transgénero, como la monja Catalina de Erauso, que murió con el
nombre de don Antonio de Erauso, y que pasó la mayor parte de su
vida en traje de varón. Historias así recoge mi libro Amores insólitos, que
es imaginativo y erudito.
Nos dice también Carlos Fuentes: "Es una cuestión de la más alta impor-
tanda política e histórica: ¿qué es lo que recordamos, qué es lo que olvidamos,
de qué somos responsables, a quién tenemos que rendir cuentas?". Añadiría,
como ya lo hice en un trabajo académico (Lojo 2013), que las naciones,
y el modo como eligen leer/escribir su Historia se definen quizás, sobre
todo, por aquello que deciden entregar al olvido. Entre la larga lista de
nuestros olvidos voluntarios, podría destacar uno: la Argentina abori-
gen. Y en particular, la de los aborígenes del centro y sur del país que
perdieron la guerra de fronteras mantenida sorda o explícitamente, con
treguas y recrudecimientos, durante varios siglos. Como apunta Mónica
Quijada (2002, 123) la sociedad blanca tenía "interés especial en borrar
totalmente de la memoria histórica la participación de los nativos en
el proceso de su construcción nacional", aunque desde los días de la
Colonia los indígenas, miembros de sociedades cambiantes, que evolu-
cionaban en el tiempo, hubiesen sido actores en las contiendas externas
e intestinas del Río de la Plata, y los huincas, a su vez, en los asuntos de
los naturales (Lojo 2004).
También en las últimas décadas la historiografía y la literatura han
decidido recordar que, lejos de pertenecer a un primitivo y remoto pa-
sado, estos pueblos fueron sujetos históricos con una intervención ac-
tiva en el devenir de la nación: tanto en el proceso de la Independencia
como, sobre todo, en la suerte de las guerras civiles. Nuestra historia
no hubiera sido la misma sin la participación, en todos los sentidos, de
esas comunidades indígenas, que a su vez, se consideraron a sí mismas
naciones, a la vez que con diversos matices y, según las épocas, se cre-
yeron argentinas y actuaron como tales.
Tras este olvido, tras la desaparición simbólica que acompañó y siguió
a las prácticas de exterminio físico, hay un mundo de relatos, de textos
enterrados como los cuerpos, en bibliotecas, en hemerotecas, en archi-
vos públicos y privados, que las investigaciones han ido exhumando:
la narrativa expedicionaria estudiada por Claudia Torre, los relatos de
cautiverio teóricamente enmarcados y analizados por María Laura Pérez

PANELES 141
Gras, los epistolarios cruzados entre uno y otro lado de la frontera, como
los que recopilaron Marcela Tamagnini y Graciela Pérez Zavala, la visión
paralela de la expedición de Lucio Y Mansilla a los toldos ranqueles,
desde sus acompañantes franciscanos, cuidadosamente documentada
por Carlos Mayol Laferrére. Este historiador repitió la "excursión" de
Mansilla en 1981 y yo misma volví a emprenderla en 1992, con fines
de investigación y de imaginación, que desde diferentes registros se die-
ron la mano. De ahí los vasos comunicantes entre el libro de ensayo La
'barbarie' en la narrativa argentina del siglo XIX y la novela La pasión de
los nómades, ambos publicados en 1994.
Por donde miremos, las anamnesis reparadoras, los descubrimientos,
los reconocimientos, permiten una reconquista de la memoria perdida.
En ese sentido, la ficción histórica de América Latina y de la Argentina
en particular, no se queda atrás: repone los elementos resistentes que
los imaginarios oficiales han desplazado e ignorado (Lojo 2008, 2010 y
2011), neutraliza los agujeros negros de la memoria con una contra-tra-
dición imaginaria; desconstruye (y reconstruye) el canon histórico y
literario, trabaja sobre la hibridación y el mestizaje, rastrea, parafrasean-
do a Martín Lienhard, las huellas de una voz olvidada. Es la búsqueda
de las cñptoidentidades que no solo puede o debe relacionarse con los
grupos indígenas, sino también con sectores inmigratorios incluso de-
mográficamente mayoritarios, pero que, por razones complejas que no
viene al caso detallar aquí, no están reconocidos de manera proporcio-
nal como fundadores de identidad cultural (el colectivo gallego, por
ejemplo).
Mi dedicación a la literatura argentina no ha estado ceñida a una cá-
tedra delimitada por la cronología, sino a temas y problemas que atra-
viesan sus dos siglos y pico, no sin remitirme, cuando corresponde, a
la época colonial (por ejemplo, a la fundadora crónica rioplatense de
Ruy Díaz de Guzmán). Ese movimiento de ida y vuelta implica recorrer
el diálogo que la literatura y la historia entablan entre sí a lo largo del
tiempo. Indagar cómo Sarmiento o Hernández o Mansilla o Echeverría
vuelven a ser leídos desde perspectivas muy distintas a lo largo del siglo
XX y del siglo XXI. O cómo empieza a incorporarse a las nuevas escri-
turas un diálogo con tradiciones y textos antes no conocidos ni tenidos
en cuenta. No es un dato menor que las escritoras del siglo XXI cuenten
hoy con una memoria de antepasadas literarias del XIX puesta en valor
no sólo desde la crítica más erudita y especializada, sino desde una bella

142 XIX CONGRESO NACIONAL DE LITERATURA ARGENTINA


colección para todo público como "Las Antiguas", dirigida por Mariana
Docampo, cuya consigna es editar cada texto precedido por el prólogo
de una escritora y/o investigadora actual. O advertir cómo desde las
distintas regiones y provincias se van descubriendo y publicando todo
tipo de textos insuficientemente conocidos: desde exponentes de un
canon literario en la "pampa gringa" (las ediciones de la Universidad del
Litoral a cargo de Adriana Crolla) hasta crónicas de viaje de colonizado-
res y de criollos, memorias y diarios, epistolarios perdidos.
En los últimos años me he abocado intensamente a la relectura y la
ampliación/modificación del corpus y del canon de la literatura argen-
tina, en ediciones de investigación y en libros propios. Se trata de un
desafío que establece una tensión constante entre pasado, presente y
porvenir. Crea puentes de avance y de regreso en un campo inestable
que es reconfigurado en cada época, en cada generación de críticos,
lectores y creadores. De lectores creadores y creadores lectores. Editar,
reeditar, escribir, reescribir. Recordar el futuro, imaginar el pasado: en
eso consisten la historia y la literatura.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Corregidor.
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Historia en el contexto de la globalización. El
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caso argentino. En Cervera Salinas, Vicente &
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Adsuar, María Dolores (Eds.). Alma América: sas hacia la población indígena de la Pampa y

• PANELES 143
la Patagonia, 1870-1920. Revista de Indias,, 59 Estados Unidos y Australia, s. XVI-XX", coord.
(217), 675-704. (Ejemplar dedicado a: "Es- por Mónica Quijada Mauriño).
tado y política indígena, Hispanoamérica,

144 XIX CONGRESO NACIONAL DE LITERATURA ARGENTINA • • El

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