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Arequipa de Antaño

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AREQUIPA DE ANTAÑO

Laura Duncker de Cáceres


Arequipa de antaño

Junio 10, 2006

Laura Duncker de Cáceres

500 ejemplares
AGRADECIMIENTOS

A mis hijos, pues cada uno de ellos me ha impulsado a


sacar adelante lo que me había propuesto.
Al Dr. Telmo Salinas García, mi sobrino, quien con
mucho cariño ha editado mi trabajo.
A Carmela Cruz Marroquín, mi secretaria que, sin su
ayuda, no hubiera podido plasmar en el papel este libro, ya
que mi falta de visión no me permite escribir.
Presentación

Resido en Lima desde hace 28 años. Todos mis años de infancia,


juventud, madurez, los pasé en Arequipa. Tengo para esta
hermosa ciudad que me vio nacer, los recuerdos más bellos, mis
más grandes vivencias. Quiero expresar mi nostalgia sobretodo a
esa época en que yo era una niña, luego una adolescente y mi
juventud. Era el tiempo en que la ciudad no era grande y su
población más bien pequeña.

Recuerdo que todos nos conocíamos, si no personalmente, por lo


menos de vista, o de nombre. La vida diaria transcurría en un
ambiente amigable y sencillo; muy temprano, salían todos de sus
casas para trabajar, ya sea a los pocos Bancos existentes, o a las
tiendas comerciales, a los colegios, a la Universidad del Gran
Padre San Agustín y las amas de casa al mercado San Camilo.
Los arequipeños se transportaban a pié o en los elegantes tranvías
que cruzaban sobre rieles por las calles de la ciudad de una zona a
otra; tampoco faltaban los campesinos que se desplazaban en
burros, trayendo la leche, queso, huevos, verduras y frutas para
vender.

En este juego de palabras que les voy a presentar a continuación,


he tratado de pintar, en el prólogo siguiente, la romántica
admiración que siento por mi ciudad; y luego describo algunos
pasajes de la vida diaria de “Mi querida Arequipa”.
PRÓLOGO

En un punto privilegiado del mundo, nació un orgulloso Volcán;


pasadas algunas eras y llegada su adolescencia se sintió grande y
poderoso y creyó llegado el momento de ser reconocido por los
dioses del Olimpo, pero para entonces estos sólo quedaban en la
historia. Su frustración fue tan grande como su ira y alzó los
brazos haciendo estremecer la tierra, y su voz de protesta se
convirtió en fuego y de su pecho brotó un torrente de furia
convertida en lava que corrió atravesando llanuras, laderas y
quebradas hasta llegar a una hondonada donde formó montañas.
Al sentir el crepitar de aquel gigante, el Sol que ya se alejaba, se
detuvo un poco al contemplar tales sucesos. Emocionado,
enrojeció, rodeándose de brillantes colores a manera de
bienvenida y para calmar aquel enojo le prometió volver todos los
días. Luego, reanudó su recorrido.

Mientras tanto, se acercaban las lluvias del Este y los vientos del
Sur, tiñendo su ropaje de azul y violeta. Mas tarde, la Luna
curiosa y coqueta por entre las nubes se hizo presente, y vio que
un hermoso Volcán ocupaba el sitial destinado sólo para reyes.
"Ya llegó", se dijo la Luna, y mandó a la nieve colocarle un
manto de armiño y envió a las nubes para coronarlo. Luego,
acudió alegre un ejército de estrellas brillantes a rendirle pleitesía.
Irguióse el Misti, majestuoso y complacido y palpitó ese noble
corazón que tiene dentro. Aquel joven rey, ¡tenía los brazos
abiertos! "Sí".
Su brazo derecho: "el Chachani", levantado en alto, desafiante,
mostrando su fuerza, retador y bravío, surcado de aristas rebeldes
de color cobrizo como el mestizaje del hombre que a su amparo
allí nacería; guardián celoso y desconfiado pero magnánimo, pues
de sus grietas brotan sabrosas aguas tibias de mágicos poderes,
que por sabias rutas vírgenes con trazos de intuitiva ingeniería,
hasta el desierto lleva su rico manantial, formándose más tarde
esos oasis de salud que son "Yura y Socosani".

Su brazo izquierdo: "el Pichupichu", acogedor y romántico de


suave arena soleada, donde hasta ahora acuna al "Indio Dormido".
Cuentan que, por las tardes, al pasar el viento, se escuchan las
débiles y tristes notas de su Antara o flauta de pan. Él también
entrega generoso el agua saludable y tibia de sus vertientes: "El
agua de Jesús".

Y volvieron las lluvias del Este y los vientos del Sur tiñendo los
campos de verde. Y atraída por la brisa y la tierra húmeda, la flor
silvestre llegó presurosa y bella, "la radiante primavera", llevando
en su delantal mil flores y en sus sandalias semillas, que al
caminar repartía, y que aquella tierra fértil multiplicó agradecida.
La seguían mariposas, abejas y colibríes; siendo el Texao la flor
más bella con sus colores más vivos y variados, que alegraban
desde lejos el paisaje que emergió, mereciendo ser nombrada
nuestra flor arequipeña. En ese regazo y entre esos dos brazos
nació Arequipa y en este paraíso sin serpientes nació el hombre
arequipeño, hijo del Misti. Recios hombres de color cobrizo y
músculos de acero y sus mujeres de fina piel soleada y mejillas
encendidas color durazno. En un conjunto de talento y corazón,
de creatividad y trabajo, de decisión y constancia.

No es hiperbólica la descripción. Se puede comprobar todo esto al


contemplar la andenería de su campiña: "Paucarpata, Sabandía y
más allá, las andenerías del fabuloso Cañón del Colca. Y las
construcciones de la ciudad, utilizando la lava convertida en sillar
que hasta ahora encontramos en aquella hondonada donde formó
montañas. Material noble de color blanco o rosado con el que se
construyeron las primeras chozas que luego servirían para
construir casas, después templos y palacios.

Así, posiblemente, fue la historia que les he contado en el


pequeño prólogo de este libro. Esta historia quedaría trunca si no
contara las grandes y pequeñas intimidades, hazañas, genialidades
y tropiezos de este pueblo que nació y vivió en esta bella ciudad
de la cual, a mis 91 años aún conservo en el baúl de mis
recuerdos.
COMIENZA LA HISTORIA

Mi historia comienza a los tres años de edad. Vivíamos en la calle


Santo Domingo 123. Esta era una casa grande de dos pisos. A
mano derecha, en los altos vivía la familia Cornejo Gil. Y a la
mano izquierda vivíamos nosotros y todo el primer piso era
ocupado por la numerosa familia Nicoli.

Frente a esta casa vivía la familia Zegarra Ballón, compuesta por


Don Edilberto Zegarra Ballón y su esposa la señora Clotilde
Valdez de Zegarra Ballón, padres de una dignísima y conocida
familia arequipeña. Don Edilberto fue muchos años Director del
periódico "El Deber" y le sucedió su hijo, el Dr. Edilberto Zegarra
Ballón Valdez, exquisito poeta de limpia trayectoria. También
escribía en ese diario Enrique Zegarra Ballón Valdez un
interesante artículo diario de deportes que lo titulaba "Enrique
Escribe". Aún tenemos en Arequipa descendientes de esta notable
familia.
UNA INOLVIDABLE AMIGA: CLOTILDE VALDEZ DE
ZEGARRA BALLÓN

Quiero hacer una reseña de admiración y cariño y un homenaje al


recuerdo de la Sra. Clotilde Valdez de Zegarra Ballón, que me
distinguió con su amorosa amistad. Cuando yo tenía tres años de
edad ya ella tenía su familia completa. Solía escaparme a visitarla
y cuando entraba a su casa ella decía: "Ya vino mi rayo de Sol", y
me recibía entre sus brazos.

Les voy a contar un acápite de su vida: En una tarde, casi noche,


pasaba por delante de su casa una pareja de indígenas. Muy
enfermo él, ella desvalida, sin alojamiento y sin pan. Acababan de
llegar buscando ayuda, tocaron su puerta y la señora Clotilde los
hizo pasar a un cuarto de servicio que tenía desocupado en el
segundo patio; les proporcionó alimento caliente y abrigo para
que pasaran la noche. A la mañana siguiente, muy temprano, los
llevó al Hospital Goyeneche. Esta es una muestra de lo que es el
alma arequipeña, noble y solidaria.

Es un cariño que aún conservo y correspondo con nostalgia.

MI LINDO CABELLO NEGRO

En la primera planta vivía la familia Nicoli, de prósperos


comerciantes: papá, mamá y ocho hijos. Luzmila, la cuarta de
ellos, en una ocasión, subió donde mi mamá y le dijo: qué bonito
cabello tiene Laurita, es de color oro. Eso estuvo muy bien, si no
le hubiera agregado: " Aunque el cabello negro también es muy
lindo". Naturalmente, yo quería tener el lindo cabello negro.
Al día siguiente, como todos los días en las mañanas, mi madre
salió a hacer compras, dejándome "dormida"....Pero, ni tanto,
porque al salir mi mama por la puerta yo abrí los ojos y empecé
mi trabajo de embellecimiento. Al principio, con cuidado y,
luego, que Dios me ayude. Y la crema negra de zapatos hizo el
milagro perfecto, ya tenía mi lindo cabello negro. Regresó mi
mamá y abriendo los ojos exclamó: ¿Qué te has echado en la
cabeza?, ¿Cómo se dio cuenta? No lo sé, pero yo esperaba que
dijera ¡qué lindo cabello negro!, en lugar de ello me lavó mi lindo
cabello negro.

UNA AVENTURA

La familia Nicoli Heresi se aprovisionaba de combustible para su


cocina, consistente en yareta, leña o carbón. En este caso, de
carbón al por mayor, que lo compraban a arrieros que lo traían de
las faldas del volcán.
En esa ocasión entró al patio de la casa una pareja de esposos
llevando una docena de burros con sendas cargas de carbón.
Además, llevaban una niña casi de mi edad, envidiablemente
tiznada, sin zapatos y en un lindo burro. Nació entre nosotras una
amistad a primera vista, a través de alegres miradas y amplias
sonrisas, qué fácil fue encaramarme de la reja de las gradas y
subirme al lomo del burro que ya habían descargado. También fue
fácil deshacerse de las medias y zapatos. Luego empecé a sobar el
lomo del burro para echarme el tizne a la cara, a las piernas, y por
supuesto al vestido.
Salió la pareja contando su dinero y arreando los burros hacia la
calle, sin percatarse de que llevaban una pasajera demás, que
trabajaba afanosamente para tiznarse, sobando el carbón del lomo
del burro, logrando más o menos su cometido, aunque sin
conseguir todo el éxito deseado.
Yo estaba muy orgullosa y quería que me vieran todos. Pero
quien me vio fue la mujer carbonera, que asombrada le dijo a su
marido, "Mira a esa chiquita, debe ser "diande" el judío". ¡Qué
desgracia!, me bajaron del burro, me dejaron en la acera y me
dijeron "corre vete pa' tu casa" y siguieron su camino.
Yo me quedé sin moverme del sitio, viendo que me alejaban del
burro y de mi amiguita que volteaba a mirarme, tal vez también
apenada porque nos separaban. En eso, los amorosos brazos de mi
madre me llevaron a una tibia bañera y mientras me bañaba
cantaba.....

Y en pocos minutos me quitó mi negra piel, y me la volvió al


color que siempre tuvo desde que me trajo al mundo.

INTENTONA DE CLONACIÓN - LAS MUÑECAS DE


ROSA Y ALICIA

Las muñecas de Rosa y Alicia Rodríguez Ballón eran unas lindas


muñecas, una rubia y la otra negra, ambas grandes y de biscuit
(material tan fino y delicado que se rompe con cualquier golpe).
Rosita y Alicia me prestaban sus muñecas cuando podían sentarse
junto a mí a cuidarlas, guardándolas cuando tenían que retirarse.

En una ocasión le pedí a Rosita con insistencia que me prestara su


muñeca, y ella me dijo, - no puedo. - ¿Y por qué? - Porque ya la
enterré"... ¿Y para qué? le pregunté. Para que me salgan otras
muñecas iguales, me contestó. ¡Qué gran idea!, ¡cómo no se me
ocurrió!....... En el descansillo de mi departamento, había una
piedra mal puesta, ¡Ideal!

Llamé entonces a mi amiguita Mercedes Nicoli, que era de mi


edad, (tres años) y le expliqué que había que enterrar ese muñeco
para que salieran otros. Y a trabajar, ¡manos a la obra! Abrimos
un hueco en la tierra y ahí fue a dar mi querido muñeco de
caucho. Una vez cubierto por la tierra, había que regarlo, así lo
hicimos. Pero desgraciadamente salió la señora de la cocina del
primer piso y quejosa nos gritó: ¿Quién echa tanta agua, que casi
le ha caído a la leche?... Con lo cual tuvimos que dar por
terminado nuestro ingenioso trabajo. ¡Eran los imponderables!
...Y mi pobre muñeco, volvió al sitio de los juguetes.

Bueno, no había que descorazonarse, quedaba otra opción.


Enterrar a mi amiga era mejor, porque tendría una hermana igual
a mi amiguita y sería de mi propiedad. Así no la llamaría la Sra.
Carmen (su madre) para que regrese a su casa. Pero ¿dónde? ¿En
el jardín? "No", porque los grandes no nos dejarían hacerlo.
Mejor en el zaguán, así no se darían cuenta del hueco que
debíamos abrir, y cuando la enterrara, no podrían encontrarla.

Mercedes me dijo que tenía que ponerse en la cabeza un pañal de


su hermano Rodolfo, que era bebé, para que no se le ensuciara el
cabello. Todo planeado, herramientas: un clavo, una piedra, un
cuchillo. Y, nuevamente, manos a la obra.

Trabajamos concienzudamente y empezó el éxito: un ladrillo


mellado. Pero nos buscaban y nos encontró Candelaria (la mayor
de sus hermanos). ¡Qué mala suerte! y nos dijo: pero que hacen
jugando con un cuchillo? Se van a lastimar y llevándose el
cuchillo nos dijo que ya era hora de almorzar y que mi mamá
hacía rato que me estaba llamando. Menos mal que no vio el
clavo y a la piedra no le hizo caso. Como no podíamos darle una
explicación que la convenciera, propusimos la realización de
nuestros proyectos para tiempos más propicios.

Pero hablando en lenguaje actual, en realidad quise clonar a mi


amiga. Por cierto que no teníamos ni una pizca de los
conocimientos que sobre el particular existen en nuestros días,
pero sin saberlo ni beberlo, la idea de la clonación, en cierto modo
estuvo en aquel lejano momento.

LA PLAZA DE ARMAS Y LAS CALLES DE AREQUIPA

A menos de tres cuadras de mi casa estaba la Plaza de Armas, los


Portales y la Catedral. Los tres portales, de San Agustín, de Flores
y de la Municipalidad, eran de alegre colorido, sostenidos por
hermosas columnas de piedra de bordes cincelados a puño y
fuerza del hombre, trabajo perfecto de asombrosa simetría. Sus
paredes pintadas color rosaté y sus pisos de precioso mosaico
color terracota y blanco, con líneas negras de dibujo caprichoso.
En estos portales estaban las más bonitas tiendas de comercio.
¡Qué orgullosos éramos los arequipeños de nuestros portales y de
nuestra Plaza de Armas!
Ah!, La Plaza de Armas! piso de mosaico igual que el de los
portales; los jardines de artísticos diseños, bordeados de
clavelinas y en el centro palmeras y flores. Junto a ellos bancas de
fierro forjado, con cintas de madera, pintadas de color verde. En
medio de la Plaza la pileta grande de piedra y en el centro de ella,
el legendario “Tuturuto”: Niño travieso en actitud de tocar una
corneta de donde lanzaba una lluvia de agua que alegraba las
noches de los domingos, en los que de 6 a 8 tocaba la Banda del
Ejercito, dirigida por el Sr. Sam Bon, con más de 100 kilos de arte
musical.

Creo que todos los niños de aquel tiempo que concurríamos a esta
retreta, aprendimos a escuchar y apreciar la buena música de una
buena Banda. Eran noches de alegría, los niños jugaban, corrían,
mientras los padres o personas responsables los vigilaban
sentados en esas bancas que aún existen. Eran horas inolvidables.

Y ahora observemos nuestra hermosa Catedral: como se yerguen


tres imponentes naves; construida finamente en blanco sillar con
estilizadas columnas y dos preciosas torres con delicados
campanarios. Un amplio atrio, flanqueado por dos robustos arcos.
Negras rejas circundan el atrio, pero el enrejado de fierro forjado
que dan a los arcos de la calle San Agustín y a la calle San
Francisco (La Pontezuela), son bellísimos, realmente un bordado
de ensueño.

En general, todas las calles de Arequipa estaban empedradas con


piedras redondeadas del tamaño de una naranja. Las veredas
estaban hechas de bloques de piedra plana y el sardinel con
piedras alargadas.

Entre los portales de la Municipalidad y el Portal de Flores hacia


la calle Ejercicios, está la Iglesia de la Compañía que como todas
las iglesias de Arequipa, fue construida con blanco sillar, tallado
con hermosos diseños y diferentes estilos, que están convertidas
en joyas de gran valor histórico y artístico.

Al frente de la puerta lateral de la Iglesia de la Compañía estaba el


Club Arequipa, el más importante club social de la Blanca
Ciudad.

Eran frecuentes las actividades culturales en este Club,


recordemos que la música del momento era la clásica y la ópera,
entonces nunca faltaban espectáculos de primera calidad

Cuentan que en una recepción, en que estaba presente Luis


Duncker Lavalle, los asistentes le pidieron que interpretara unas
piezas al piano. El permaneció en silencio y pensativo por unos
minutos, algunos asistentes susurraban tenuemente; las damas
impusieron silencio diciendo: "¡Mantengan silencio, Duncker está
pensando!"; y luego, ésta engreída sociedad, pudo escuchar una
brillante interpretación.

LA HERMOSA CATEDRAL

Maravilloso templo, como dijimos, de sillar, de arte, de trabajo y


devoción, con unas campanas de bronce que, tanto sabían
expresar el duelo por el fallecimiento de una persona, como
también repicar llamando a rebato por la indignación popular ante
un atropello a la libertad, o para llamar a los ciudadanos a unirse a
los reclamos de algún derecho o a la defensa contra alguna
agresión. Imponente templo donde se reúnen para orar, para
esperar milagros o para agradecerlos; la devoción es de todos. Sus
enormes puertas están abiertas para todos y allí encuentran la paz
en el alma y energía para seguir con alegría este difícil camino
que es la vida. Este grandioso monumento a la fe cristiana es el
más caro recuerdo de mi infancia.

Trasponiendo la puerta principal, hacia la derecha está el Altar


Mayor donde se exponía el Santísimo en su hermosa Custodia de
oro con piedras preciosas. En dicho altar se celebraba la misa de
9:30 de la mañana. Cuando se celebraba alguna festividad
colocaban a los lados de la Nave elegantes sillones tapizados de
labrado terciopelo granate, donde se sentaban los canónigos
ayudados por acólitos. A pesar del gran tamaño de la catedral,
ésta en las fiestas se llenaba de fieles.

Lo que más recuerdo de este Templo es su púlpito, pues estaba


colocado sobre la patética imagen de un demonio que purgaba su
condena. Este demonio, viva imagen de la desesperación, para mi
era una viviente incógnita, que curiosa tocaba frecuentemente
pensando que era una ignota realidad.

Fue fabricado en Francia y colocado en la Catedral de Arequipa


en 1879. Fue donado por la dama arequipeña señora Javiera
Lizárraga de Alvarez Campanet.

En la Nave opuesta al Altar Mayor estaba el "Gran Órgano" y "el


Coro", separado de la Iglesia por una división de madera de tallas
arabescas. Dicen que este órgano daba hasta el techo de la Iglesia
y a lo ancho ocupaba la cuarta parte de la Nave. En grandes
fiestas y misas concelebradas, era mi padre, Adolfo Duncker
Lavalle, el que tocaba el órgano y también se escuchaba su voz y
la del coro de niños que él preparaba. La última vez que vi tocar a
mi padre en La Catedral, fue en la fiesta de la Reseña o Lavapiés
(Antes lavaban los pies a doce mendigos, ahora no lo sé).

Mi padre falleció el 29 de abril de 1921, fecha en que se dejó de


escuchar el "Órgano de Arequipa" porque nadie podía tocarlo.
Sólo Adolfo Duncker Lavalle pudo ser el artífice, músico y
técnico que logró manejar por tantos años este monumental
"Órgano".

Para el cuarto centenario de la fundación de Arequipa, contrataron


a dos técnicos europeos que lo arreglaron. Funcionó poco tiempo
y nuevamente se descompuso.

Por mucho tiempo lo recordé con nostalgia. Cuando volví a verlo


después de varios años lo encontré que había decrecido a su
mínima expresión y había sido trasladado al rincón donde quedan
las cosas olvidadas. Seguramente, ya le habrían puesto un cartel
que decía: "este fue...etc.". Ni modo de competir con los actuales.
(Réquiem).
Se con satisfacción que ha vuelto a su lugar de origen, pero no he
tenido la oportunidad de escuchar sus notas.

El reloj de la Catedral se instaló en 1854. Este viejo y puntual


compañero a pesar de los años sigue alertando con exactitud las
horas, los minutos del tiempo que inexorablemente pasa. Sin
retroceder ni un punto, da la vuelta a su esfera una y otra vez
hasta hoy.

En el mismo año que llegó el reloj, también llegó el órgano (18 de


mayo de 1854) y lo entregaron al señor Teodore Scholten,
organista. Lamentablemente, no fue instalado por su constructor.
De difícil mantenimiento hasta fines del siglo XIX en que fue
medianamente restaurado por el señor Liogia de nacionalidad
italiana. No sé en qué año se hizo cargo mi padre pero, el más
caro de mis recuerdos está en aquel Órgano.

LA CALLE SAN FRANCISCO

La calle San Francisco empezaba en la Pontezuela de la Catedral,


al final de esa cuadra quedaba el Seminario que luego pasó a ser
el elegante Palacio Arzobispal, estilo gótico. Siendo el primer
Arzobispo Monseñor Mariano Holguín.

En esta calle San Francisco se encontraba la Prefectura, la


Subprefectura y la Corte Superior de Justicia. También en esta
calle y la calle Melgar estaban los estudios de abogados. De gran
movimiento: demandantes, demandados, jueces, librerías,
apoderados, etc., trajinan desde temprano con distintas
expresiones en sus rostros: ansiedad, triunfo, derrota, cansancio,
angustia, y el mundo siguen dando vueltas También los abogados.

Excepto una vez a la semana en que abandonaban la movida calle,


quedando semi desierta, dejando a los escribanos para que
terminen los últimos toques del día. Todos los abogados se
reunían en la Picantería de la Benavente, ubicada en la "otra
Banda" para disfrutar del buen picante, la rica chicha y la
entusiasta tertulia, pues no faltaban, entre ellos, guitarristas y
cantores, que con romántica emoción, interpretaban los yaravíes
de Mariano Melgar, amén de las partidas de casino y briscán,
donde se ganaban o perdían centavos, sin sacrificio ni daño.

Cuando llegaban los escribanos para compartir con los abogados,


los picantes habían sido agotados. Entonces para atender a estos
tardíos parroquianos, nació un nuevo plato arequipeño: "el
Escribano" consistente en papas, tomates y rocotos picados y muy
bien sazonados, que los entretenía mientras las eficientes
cocineras preparaban nuevamente apetitosos platos.

"EL FUNDO EL FIERRO": LA DELICIOSA PLAZOLETA


DE SAN FRANCISCO, LA ANTIGUA CÁRCEL Y EL
TEATRÍN.

Al finalizar la calle San Francisco, contemplamos la bellísima


iglesia de San Francisco a cuyo costado está la plazoleta: “28 de
Febrero”.

Esta plazoleta tenía un piso de losetas color granate, ¡válgame


Dios!, ¿para qué? si siempre estaba alfombrado de color lila por
las flores que el Jacarandá le obsequiaba, y que las mimosas
adornaban con finas flores amarillas de terciopelo. Eran cuatro los
árboles de Jacarandá, 8 los de Mimosa. Al centro una pileta con
las esculturas de cuatro niños, que entre sus brazos sostenían
sendos jarrones de donde salía el agua para llenarla. En las
esquinas, hacia las veredas, había unas pequeñas pozas en forma
rectangular, en cuyos vértices lucían unas ranitas de piedra,
lanzando agua por su boca, colmando las pozas, donde nadaban
unos pececillos de colores y flotaban orgullosos nenúfares. Tenía
bancas y luces por doquier.

Pero quitaron la pileta, los niños, las ranas, el agua, los árboles y
colocaron allí una linda imagen de San Francisco de Asís. Se
perdió la tradición, el arte y la alfombra lila y las bancas de
inocentes romances.

Al otro lado de dicha plazoleta, donde ahora está el Fundo El


Fierro, estaba la cárcel, hasta hace más de 50 años. Parece que en
aquel tiempo había pocos presos y estos se dedicaban a fabricar
escobas de muy buena calidad y a buen precio.

En la puerta estaba siempre el centinela paseándose de un lado


para otro, sin accidentes ni incidentes.

A mano izquierda de la cárcel, separado por un pasaje, había un


teatrín que por temporadas servía de cine. Era el cine Arequipa,
de propiedad de los padres franciscanos, que generalmente era
utilizado para funciones de escolares, tanto del colegio San
Francisco como de algunos otros colegios. Este se encontraba
junto a la Tercera Orden de San Francisco.

En la cárcel antes nombrada, hubo presos políticos de renombre


en aquel tiempo, perseguidos encarnizadamente. Entre ellos
estaba Enrique Portugal Paredes, escritor, ganador del primer
premio y Medalla de Oro de la Asociación Interamericana de
Escritores. Compuso junto con Jorge Huirse, la alegre Marinera
"Montonero Arequipeño", entre otros. Portugal emigró hacia la
Argentina, al igual que Alberto Hidalgo, Núñez Borja, Jorge
Huirse; donde triunfó, también como periodista internacional.

SAN LAZARO Y LA FUNDACION DE AREQUIPA

San Lázaro es un bello rincón arequipeño de típico estilo colonial


construido con la piedra sillar. Es el barrio más antiguo de
Arequipa donde Don Manuel Garcí de Carvajal proclamó su
fundación el día 15 de Agosto de 1540 llamándola “La muy
Noble y Leal Ciudad de Arequipa “

Recuerdo la plazoleta, lo mismo que una pequeña y linda capilla.


Varios puentes construidos, también de sillar, sobre La
“Torrentera”. Muchas calles centenarias angostas iban hacia
distintas direcciones. Las casas tenían sólidos portones con
artísticas manecillas de bronce para llamar a la puerta. Estas casas
no eran muy grandes pero, casi todas tenían un florido huerto al
fondo. Había también sinuosos callejones, los más conocidos eran
Del Violín, la Bayoneta y los Cristales.

RECUERDOS DE LA CALLE SANTA CATALINA

A media cuadra de la plaza 28 de Febrero está la calle Santa


Catalina, donde encontramos el famoso e histórico convento, que
fue fundado el 10 de Septiembre de 1579, según los datos que
aparece en el valioso archivo histórico certificado por el escribano
de entonces, Don Gaspar Fernández. Recién en 1970 se abrió al
público este enorme recinto religioso

El convento de Santa Catalina, más bien es una ciudadela llena de


historia donde las mejores niñas arequipeñas tomaban los hábitos
e ingresaban al convento, además con su servidora, haciendo
votos de clausura de por vida, ya sea por su voluntad o por la de
sus padres para librarlas de funestas tentaciones u otros motivos
valederos en bien de su alma. Ejemplo eminente de estas monjitas
fue la Madre Monteagudo, recientemente beatificada por el Papa.
Naturalmente, este inmenso convento es un valioso lugar
turístico, asiduamente visitado por los miles de viajeros que
llegan a la Ciudad Blanca.

En esta calle vivían familias conocidas, entre ellas, don Juan


Manuel Polar, maestro del Colegio Nacional de la Independencia
Americana. Era un apóstol de la solidaridad, se preocupaba por el
bienestar de sus alumnos, les inculcaba amor al estudio y al
trabajo. Se han dicho cosas muy grandes de él, sobre su humildad,
su generosidad, su nobleza, pero yo tengo una historia no contada,
que me tocó verla muy de cerca.

Una conocida familia de Arequipa, que al morir el padre, dejó una


viuda y ocho hijos; que fluctuaban entre los 2 y los 15 años;
contaban con un pariente generoso que pagaba el alquiler de la
casa que habitaban. ¿Y para el diario vivir?... ¡Dios y su ayuda!...
Cada uno de los niños trataba de ayudar a su incansable madre.
Durante mucho tiempo, dos de los niños pequeños después de
volver del colegio, adquirían periódicos uno del diario El Pueblo
y el otro del diario El Deber, y salían por las calles pregonándolos
para poder venderlos rápidamente. Cuando agotaban la venta del
día, volvían a su casa para tomar un plato de sopa caliente con
tanto esfuerzo ganado.

Uno de estos niños que cursaba el cuarto año de primaria era


alumno de don Juan Manuel Polar, que era conocedor de la
situación de la familia. Un día llamó a su alumno, que era
inteligente y de espléndida presencia y le dijo: - Hay un puesto de
porta pliegos en el Banco, pero se necesita el certificado de haber
terminado el quinto de primaria. ¡Tú puedes ocupar ese puesto!
Yo te puedo preparar para que rindas ese examen, pero tienes que
estudiar mucho para lograrlo.

Efectivamente, con el apoyo de don Juan Manuel Polar y el gran


esfuerzo de este muchachito, se logró el puesto soñado. Para
abreviar esta historia, años más tarde, este joven fue jubilado
como alto funcionario de aquel Banco.

LA CALLE SAN AGUSTIN

Terminando la calle Santa Catalina, está la calle San Agustín, que


toma ese nombre por la preciosa Iglesia, de San Agustín que está
en la esquina, artística obra de arte estilo barroco-mestizo, pues se
distinguen las líneas geométricas que se combinan con el estilo
colonial.

La Universidad del Gran Padre San Agustín está al costado de


esta Iglesia, de cuyos claustros egresaron prestigiosos
profesionales, que nos han dado grandes glorias a través de su
historia. Testigo del reconocimiento para estos valores está en la
galería de Hombres Ilustres de Arequipa.
A la vuelta de la esquina y al costado de la Iglesia, en la calle
Bolívar estaba el Colegio Nacional de la Independencia
Americana. Histórico plantel que más tarde fue trasladado a la
Avenida Independencia. Los independientes se preciaban de
librepensadores y rebeldes; protagonizaban huelgas y una de ellas
tuvo resultados trágicos, en la que intervino el ejército y el
pueblo, con la inmolación de Arturo Villegas y Carlos Bellido,
salvándose milagrosamente Javier de Belaunde y Arnoldo
Guillén. En este difícil episodio se destacó el gran líder: don
Francisco Mostajo, que con sus discursos desde el balcón de la
Municipalidad pudo apaciguar a la enardecida multitud en que se
convirtió el pueblo arequipeño.

En la esquina del Colegio de la Independencia, entre la calle


Sucre y el Puente Bolognesi, hace ya muchos años, se inauguró el
mejor hotel de Arequipa llamado "Hotel Sucre", (aún no existía el
Hotel de Turistas), propiedad del Sr. Morossini, de nacionalidad
Italiana. Casado con una dama peruana, tuvieron dos hijos
varones y una niña preciosa. Al crecer ésta, se casó con un Sr.
Martínez formando la familia Martínez Morossini, padres del
distinguido periodista arequipeño, Sr. Humberto Martínez
Morosini.

Seguimos adelante por el Puente Bolognesi, donde cuentan que,


cuando aún no había clubes sociales, era en esta calle donde la
gente se reunía para hacer vida social. Luego se convirtió en una
calle donde había curtiembres importantes como la de Pedro P.
Díaz, pero también negocios de diversos artesanos en cueros
haciendo zapatos, carteras, etc. También de instrumentos
musicales, tales como mandolinas, charangos, pero sobre todo
guitarras de excelente calidad. Al finalizar la última cuadra del
Puente Bolognesi está la casa de la "Cabezona", que empieza en
la parte alta y sale por un portón que está prácticamente a orillas
del río. Esta enorme casona debe haber tenido buenos
departamentos de alquiler. Allí vivían unas señoritas educadas en
España, de una cultura poco frecuente, de modo que su léxico era
rebuscado y a veces, difíciles de comprender para las personas del
campo. Por eso les decían "las Chicharronas", y aquí va una de
sus anécdotas:

Una mañana muy temprano pasaba un hombre por la calle


arreando un burro con serones (dos canastos rústicos que se
colocaban en el lomo de los burros), que servían para trasladar
papas o cantarillas de leche, o como en este caso, camarones que
traía aquel hombre desde Vítor hasta Arequipa para venderlos.
Cuando este vendedor estaba pasando, salió la señorita de su casa,
y en ese momento las campanas de la Catedral empezaron a tañer.
Entonces la dama le preguntó al vendedor: ¿Sabéis buen hombre
por quién doblan esos insensibles bronces? - El hombre contestó:
"Camarones son señora", - "Eso ya lo sé, buen hombre, mas, lo
que quiero saber es ¿por quién tanto repiquetean esos insensibles
bronces? Y el hombre respondió enojado, "le he dicho que son
camarones y si usted no me cree, igual me voy a venderlos’.

Después de la casa de la Cabezona, está el antiguo Puente


Bolognesi, vetusto puente, de fortaleza titánica, que como el
Puente Grau y las torrenteras, son valientes titanes de sillar sobre
sillar que resisten impertérritos los embates del río Chili que
arremete poderoso cuando las lluvias han hecho crecer
peligrosamente su caudal.

DOS EMINENTES AREQUIPEÑOS

Seguimos adelante cruzando el Puente Bolognesi, pasamos la


esquina de la Alameda Pardo (hacia el fondo de ésta se
encontraba el elegante Club Alemán). En esta esquina empieza la
Calle Beaterio, en la siguiente cuadra está el Callejón de Loreto,
de apariencia rústica, en donde vivía la familia Rodríguez Ballón,
en una hermosa casona, de su propiedad. Esta familia se
componía del Sr. Pío Calderón, su esposa Carmen Ballón García
de Calderón y sus dos hijos Luis y Alberto y además sus seis
sobrinos, cuyos padres, de gran fortuna, fallecieron dejándolos
pequeños, siendo el último, un bebé recién nacido: José Enrique.
El cuarto hermano Alfredo Rodríguez Ballón, fue aviador.
Alfredo Rodríguez Ballón, de ojos celestes, de cabello castaño
claro, de genio vivaz, quiso realizarse de inmediato, empujado por
su pasión por los aviones. Aunque no habían llegado todavía a la
Ciudad Blanca, él ya tenía noticias de ello. Obsesionado Alfredo
se hizo una avioneta de caña y la forró de papel blanco, la subió al
techo de la cocina de su casa, que no era muy alto, pidió un
copiloto ofreciéndole pagar, pero nadie se atrevía a volar con él.
Entonces tuvo que hacerlo solo, y desde allí se lanzó con su avión
y fue a dar con sus huesos al suelo. Por suerte, sólo el avión se
hizo trizas, y el salió bien librado, solamente con algunos
arañazos y pocas contusiones. Después de este primer vuelo viajó
a la Argentina, de donde volvió al Perú convertido en todo un
aviador profesional, enrolándose luego a la Fuerza Aérea del
Perú. Así se convirtió en héroe nacional al ofrendar su vida
defendiendo el suelo patrio. Por eso el aeropuerto de Arequipa
lleva su nombre.

José Enrique, aquel bebé recién nacido, se convirtió en un


inquieto adolescente. Frecuentaba el Convento de la Recoleta y se
hizo amigo de los padres del convento, que le regalaban hostias
sin consagrar y hasta hábitos en desuso. En el segundo patio de su
casa, que era bastante grande había una lavandería también de
grandes dimensiones. José Enrique, la hizo dividir por mitad y allí
hizo construir una capilla, incluyendo un barril a manera de
confesionario, que para atraer a sus penitentes prometía darles la
comunión con aquellos recortes de hostias no consagradas.

También organizaba procesiones dentro de la casa un par de veces


al año, a la que debían asistir familiares y amigos llevando sendas
velas. Todos asistían, porque José Enrique era un niño muy bueno
y querido que pedía muy poco. Efectivamente, se realizaban las
procesiones con todas las de ley. Las mujeres iban muy bien
vestidas y las cabezas cubiertas con mantillas.

Empezaba la procesión saliendo de la Capilla, dando la vuelta a


los dos patios, para regresar a la Capilla, todo entre familiares y
amigos presidida por José Enrique. Esta festividad, a la que
íbamos unas treinta personas, se convertía después, en una
reunión familiar que duraba poco. Así se manifestaba la temprana
vocación de nuestro querido Arzobispo Monseñor Leonardo
Rodríguez Ballón.
Juan Manuel el mayor de los hermanos, viajó a Estados Unidos, y
después de muchos años, volvió delicado de salud y falleció en
Arequipa. Hace algunos años, Monseñor Rodríguez Ballón ya
jubilado, junto con sus hermanas Rosita, Alicia y Leonor, fueron
a residir a Lima donde, uno a uno, fueron dejándonos.

Dignísima familia que ha permanecido siempre en mi recuerdo y


en mi corazón. Mi madre gozaba del cariño de todos ellos y yo los
consideraba mi familia.

DE CASONAS, BEATERIO, ARTISTAS Y TE PITIAO

Al lado de la casona de los Rodríguez Ballón había otra más


grande aún, de la familia Núñez Melgar Lozada, ahí se reunía la
elite de los músicos, poetas y escritores entre ellos Luis Duncker
Lavalle, Edilberto Zegarra Ballón Valdez, Eduardo Recabarren,
Percy Gibson, Manuel Arispe, Octavio Polar, Manuel Aguirre y
mi padre Adolfo Duncker Lavalle. Era esta casona de excelentes
anfitriones donde los banquetes y recepciones que allí se
celebraban eran fastuosos, exquisitos, a menos y muy elegantes.
Nunca faltaba el pavo real en la mesa; ni la decoración con sus
plumas.

En la acera de enfrente continuaba la propiedad de esta familia;


había un portón que no llamaba la atención, pero al trasponerlo se
daba con un jardín muy hermoso lleno de flores, rodeado de
árboles frutales y varias glorietas repartidas en el centro; donde se
realizaban amenos almuerzos, ofrecidos a familiares y amigos.

A una cuadra del Callejón de Loreto estaba la Capilla del


Beaterio, al fondo de la cual había un internado para niñas
difíciles, que, sin embargo, de ahí salían muy hábiles como niñas
de servicio y eficientes para valerse por sí mismas en bordado,
costura, cocina, repostería y cuidado del hogar. Al fondo estaba la
cárcel de mujeres.

Si comparamos aquellas pecadoras con la moralidad actual creo


que ellas podrían estar en el coro de las 20.000 vírgenes.

Siguiendo el camino hacia adelante, había otras casas que


gozaban de toda clase de comodidades. Entre mezcladas con estas
residencias había modestas viviendas, buenas panaderías,
pequeñas tiendas donde muy temprano ofrecían el "Te Pitiao",
que se anunciaba al sonar un pito al hervir el agua. Este era un
clásico desayuno que consistía en una taza de té caliente con una
copa de aguardiente o anisado y dos panes que caían bien a los
trabajadores en las frías mañanas arequipeñas.

Ahí también estaba el cine Universal (propiedad del Sr. Moro


Díaz), diversión de todo el vecindario especialmente de la
muchachada. En los carnavales elegían su reina y, a su vez ésta
elegía a sus damas entre las chicas más lindas del barrio. Allí
asistían además de los vecinos mucha gente del centro de la
ciudad que se interesaba no sólo por la fiesta, sino por la belleza
de su reina y su séquito.

LAS AVENTURAS DE DOÑA FERMINA

Seguimos adelante hacia la esquina donde termina el Beaterio.


Ahí cruzaba una ancha y profunda acequia de regadío de dos
metros de ancho que llegaba de Yanahuara hasta Chullo. En esta
esquina límite existía una pequeña habitación que la ocupaba una
preciosa y vivaz octogenaria, llamada Sra. Fermina, que tuvo
varios hijos siendo el preferido el menor de ellos, quien a su vez
tenía un hijo que era su verdadero engreído; jovencito travieso a
quien no le gustaba estudiar; debido a sus malas notas, no lo
recibieron como repitente en el colegio de la Independencia.
Indignada doña Fermina comentó: "Qué me importa que a mi
nieto no lo reciban en el colegio de la Dependencia
(Independencia) porque yo con mi plata lo voy a poner en el
"Prostituto Mercantil" (Instituto Mercantil). Debió ser así porque
años más tarde lo vi regentando una pequeña, bonita y lucrativa
tipografía.

En una ocasión a esta legendaria señora le fueron a decir que tenía


que pagar la luz que le correspondía del alumbrado público. Y
ella contestó terminantemente que no necesitaba la luz, que se la
podían llevar porque ella cerraba su puerta temprano, se acostaba,
apagaba su vela, y se dormía. Y no pagó. Así defendía "sus
derechos".

En otra ocasión cayó enferma, se sentía afiebrada, su estómago no


estaba bien por lo que salió muy de madrugada con su bacín a
botar sus aguas. Como aún estaba oscuro, desgraciadamente se le
cayó el bacín al "cequión" y ella se fue tras él para no perderlo.
Pero ya no pudo salir, pues la señora Fermina era menudita y la
acequia era honda. En eso vio que pasaba un vecino y desde la
profundidad de la acequia le grito ¡Don Caitano sáqueme usted de
aquí!: Don Caitano miró en todas direcciones y no vio a nadie,
aterrado picó el caballo y huyó. Luego, pasó un transeúnte
arreando su burro, y como iba a pie la escuchó y la ayudo a salir.
Pero ella salió más preocupada porque su bacín se había
desportillado, entró a su cuarto se cambió de ropa y salió diciendo
que el baño la había sanado. Era inteligente y entretenida y decía
"si yo hubiera sido hombre habría sido Presidente de la
República".

En otra ocasión una de sus hijas quiso vender una de las


propiedades de doña Fermina aduciendo que estaba decrépita.
Pero doña Fermina se presentó ante el Juez y dijo así: "Sr. Juez,
mi hija dice que estoy incrépula, yo Sr. Juez salgo en mi burro
desde temprano y hago todo lo que tengo que hacer sin pedir nada
a nadie. En cambio, ella tiene que ir en cañón (camión) pa' arriba
en cañón pa' abajo, y aquí me tiene usted sentada por puro gusto,
Sr. Juez: si me va usted a mandarme (mandar) presa, de una vez
que vengan los guardias y me lleven y si no, pues déjeme ir a mi
casa; pues dígame usted Sr. juez ¿qué hago aquí sentada? El juez
la miró por encima de sus lentes y le dijo: Vaya usted a su casa
señora; ella muy decidida le contestó: Adiós Señor Juez y tráigala
a mi hija que se siente dos horas en este mismo lugar como yo.

POR LA RUTA DE LA OTRA BANDA

Por el mercado de la Antiquilla, había una panadería donde


vendían el pan de tres puntas, ¡Y qué pan de tres cachetes! Desde
lejos iban a comprarlo para el desayuno familiar. La tradición del
pan arequipeño se extendía hasta en la música. Al terminar una
marinera se decía: ¡Adentro con la tercera! ¡Tres cachetes tiene el
pan!

Y con el pan en la mano avanzamos hacia Chullo, por un camino


de herradura, paralelo a un cequión de regadío, con aisladas casa
de campo a la vera del camino. Como fondo de las casa un
enorme y lindísimo paisaje de variados tonos de verde, sembrados
de alfalfares, cebollas y maizales; con unos atardeceres que eran
un paraíso de silencio y paz, interrumpido por mugidos, ladridos y
el trinar de los jilgueros.

Al final de camino encontramos la casa más linda, perteneciente a


la familia Taboada y Bustamante. Allá vivía una dama bella y
afortunada, porque tenía tres hijos un ingeniero un abogado y un
médico: Este era un médico de corazón y de conocimientos,
acertado en sus diagnósticos, preciso en sus recetas y
recomendaciones. Su casita tenía un largo camino como entrada,
alegre de sol, de follaje y de limpieza. En esta larga entrada
esperaba su turno mucha gente que lo buscaba generalmente para
que viera a sus bebés, aunque también atendía a niños y adultos.
Cobraba 0.50 ctvs, que podía rebajar hasta 0.30 ctvs. ó 0.20 ctvs.
o nada. Porque él siempre los veía y les recetaba e igualmente se
interesaba por ellos, amable, cortés con todos. Se le conocía como
el "Dr. Taboadita". El mismo don de gente lo tenían sus
hermanos, admirable herencia familiar.

Seguimos por Chullo hacia adelante, encontramos chacras y más


chacras hasta llegar a Tahuaicani, donde se encontraba el fundo
de la familia del Dr. José Luis Bustamante y Rivero, notable
jurisconsulto y poeta. Muy querido presidente de la República, a
él le debemos el reconocimiento de las 200 millas del mar
territorial.

Regresamos de nuestro paseo al Callejón de la Recoleta, llamado


asi porque alli se encontraba el convento y la Iglesia de los padres
Recoletos, a mitad del Callejón había un gran molino y una gran
carpintería, todo en una sola casa. La carpintería pertenecía al Sr.
Manuel Morales, padre ejemplar de ocho hijos; fue al nacer el
último que falleció su esposa. El Sr. Morales hacía púlpitos
tallados con ángeles usando niños como modelos. El mismo Sr.
Morales fue el encargado de hacer la renovación de todo el
trabajo artístico con pan de oro del templo de la Compañía, por
ello fue muy felicitado y reconocido por la prensa. Esto fue más o
menos en 1940. Uno de sus hijos, Manuel Morales Guzmán, fue
uno de nuestros destacados pintores.

Si seguimos hacia la izquierda y llegamos a la Avenida del


Ejército, encontramos una casa grande que fue obsequiada por la
Srta. María Acosta a las Siervas de María, congregación religiosa
dedicada a cuidar enfermos. También estaba la casa de la familia
Lucioni Romero, construcción que por fuera no llamaba la
atención, pero por dentro era bellísima, con hermosos jardines,
huertos, y hasta con un lago artificial con peces, donde los
miembros más jóvenes de la familia y sus amistades trataban de
pescar, cuando se reunían. Carlos Lucioni fue el fundador de la
Casa Lucioni, ubicada en el portal de la Municipalidad. Más tarde
ampliando su negocio la firma llegó hasta Lima con el nombre de
“Carsa”.

Más tarde, parte, de esta hermosa quinta fue urbanizada con el


nombre de Urbanización Jardín, terrenos adquiridos por
honorables familias de Arequipa, que mantienen la belleza del
lugar.
DE HUAYRUROS Y BASUREROS

Antes de seguir adelante y sobrepasar los límites de la Blanca


Ciudad, para llegar a sus distritos aledaños, vamos a ocuparnos de
dos temas que siempre han sido preocupación para los habitantes
de éste y de todos los centros urbanos del mundo: la salud pública
y la seguridad ciudadana.

Nadie puede negar que la salud pública y, dentro de ella la


eliminación de la basura, constituye principalísimo tema. Veamos
cómo se resolvía en aquellos tiempos.

Las carretas que recogían la basura de las calles arequipeñas eran


enormes armatostes con fuertes ruedas de fierro y conducidas por
un carretero, a menudo de respetables barbas grises, quien con
ejemplar paciencia y un látigo muy largo que manejaba sin
crueldad, dirigía su fornido caballo percherón, blanco y rojizo, de
ancho pecho y vigorosas patas peludas. El carromato tenía una
sonora campana que el barbudo basurero tocaba sin cesar,
anunciando su paso, ante el cual la gente salía presurosamente de
sus casas a botar sus residuos sólidos, como hoy
eufemísticamente se les llama.

La seguridad ciudadana la daban los policías, que eran personas


de mucha garantía, con buenos antecedentes. Vestían de un modo
muy parecido a los soldados rasos, pero ¡hurra!, un día les dieron
unos elegantes uniformes de color azul marino con ribetes rojos,
botones dorados y kepí azul. ¡Qué orgullosos estaban!

Por el color de sus nuevos uniformes los apodaron "huairuros".


Siempre muy cumplidores y responsables de su misión, eran
personas de confiar y estaban repartidos en todas las esquinas
para cuidar el orden. Era la segunda década del siglo XX.
¡Dichosos tiempos en que los niños podían jugar a ladrones y
celadores, con la seguridad de saber quién era quién!
LAS BELLEZAS DE YANAHUARA Y OTROS DISTRITOS

El mejor clima del Perú es el de Arequipa, el mejor clima de


Arequipa es el de Yanahuara: divino paraíso de frutales, como
duraznos, albaricoques, damascos, melocotones, guindas y
muchos más. Sobre todo, las pequeñas papayas, únicas en su
aroma y sabor. Y qué decir de los deliciosos dulces de estas
frutas, en especial de la papaya con su perfume característico, que
no se encuentra en ningún otro sitio del mundo. ¡Viejos tiempos
idos! A la mayoría de frutos les entró la queresa, terrible plaga
que destruyó todo tipo de frutales. De esta destrucción salió
triunfante la deliciosa papaya, para el deleite del más exquisito
paladar.

Yanahuara era un lugar de paseo. La Plaza Principal, era


acogedora con algunos sauces llorones, una fuente y varias bancas
invitando a la tertulia. Su ubicación permite una maravillosa vista
panorámica de Arequipa, su campiña y sus volcanes. A un lado de
la plaza, se yergue la hermosa iglesia de Yanahuara, construida en
blanco sillar, con su campanario, con sus muchos años, con sus
bellos cuadros y con las leyendas de muchos milagros.

Yanahuara ciudad, estaba rodeada de sólidas casas de sillar, no


eran muy grandes pero todas tenían un frondoso huerto al fondo.
Estas casas intercaladas con famosas picanterías. Pero un poco
apartadas de la Plaza, también había hermosas casonas, como la
mansión de la familia Ricketts.

Es en Yanahuara, en la calle Misti, en una casa no muy grande


cuya entrada daba a un enorme jardín, según mis recuerdos, que
vivia Luis Duncker Lavalle, con su esposa, María Teresa Llosa de
Duncker.

Yanahuara campo, al igual que todos los distritos arequipeños,


gozaba de una amplia campiña, mucha andenería y algunas
explanadas, que eran aprovechadas por los campesinos, para
realizar sus fiestas. Una costumbre tradicional en festividades era
la "Peleas de Toros"; esta consistía en enfrentar a dos toros de
diferentes distritos. Cuando éstos no querían pelear, se les
pasaban entre ellos una vaca coqueta y muy bien emperifollada.
Entonces los toros celosos arremetían contra su rival y se
quedaban peleando, mientras los dueños se llevaban a su
Dulcinea. Hubo entre estos bravos astados, un famoso vencedor,
el gran toro "Medellín", campeón de campeones, que falleció
seguramente orgulloso de sus triunfos. En Socabaya, también
hubo otro campeón, "Menelik", orgullo del distrito, siempre
vencedor.

Después de Yanahuara sigue Cayma, es un lugar encantador, se le


llama el balcón de Arequipa porque ofrece una hermosa vista
panoramica de la ciudad de Arequipa. Mantiene su arquitectura
colonial, en la plaza que se levanta la Iglesia de Cayma construida
en el siglo XVIII.

Hacia la derecha de Cayma, hay un distrito llamado La Tomilla,


notable porque brinda purísimas aguas a algunas zonas de la
ciudad. Carmen Alto, es otro distrito aledaño, donde está ubicado
el observatorio astronómico, allí trabajó mi tío Luis Duncker
Lavalle desde los 15 años, y por muchos años. Él fue asignado
por la Universidad de Harvard para este trabajo.

DE YURA A JESÚS: Paraíso de aguas termales

Pasado el distrito de Cayma estaba el entonces nuevo distrito de


Cerro Colorado, llamado así por el color rojo de su tierra. De allí
para adelante solo había cerros, arenales y quebradas.

Por ahí se abrió paso el torrente de lava de cuyo caudal ya


endurecido hasta hoy disfrutamos, son las "Las Canteras de
sillar". Paralela a estas canteras, se abrió un camino que conducía
a Yura y Socosani; verdaderos oasis de aguas termales que por los
años treinta se convirtió en el balneario más bonito y exclusivo,
donde iban a pasar la Luna de Miel los recién casados de nuestra
engreída sociedad.
Para llegar a Yura, había que tomar el tren que iba a la Sierra:
Juliaca y Cuzco, en la estación de Arequipa. Actualmente hay una
buena carretera que va de Arequipa a Yura, esta balneario estaba
rodeado de vastas, hermosas y productivas chacras.

Las aguas termales de Yura tienen propiedades medicinales y


estan separadas de acuerdo a su temperatura y propiedades en
cuatro diferentes pozos: El Tigre, El Fierro, el Desaguadero y el
Vegeto, donde la gente iba a recuperarse de reumatismo, artritis,
los riñones y de la piel y también a descansar.

Era conocido que estos baños hacían milagros en las personas que
llegaban hasta en sillas de ruedas por efecto del reumatismo; a los
veinte o treinta días de tomar estos baños, salían caminando por
sus propios medios.

Había una pequeña piscina, también de agua caliente donde las


madres llevaban a sus hijos para enseñarles a nadar. Este pozo se
llamaba Zamacola en honor al descubridor de las vertientes.

Allí había el bonito hotel de Turistas y otros hoteles para las


familias que llegaban en busca de salud o de descanso. La
muchachada, en las noches de luna, se reunía en la plazoleta a
cantarle al monumento de Zamácola. Existe también una planta
embotelladora en Yura, de donde sale la famosa Kola Escocesa, y
otra en Socosani, con el agua mineral Socosani.

En las faldas del Pichupichu, existe otro oasis surtido por


vertientes de deliciosas aguas también medicinales. Allí
construyeron el acogedor balneario llamado “Jesús” con un
elegante hotel. También, en una época, este fue el lugar preferido
por las parejas de recién casados para pasar su luna de miel.

El MISTI, en cuyas faldas está la ciudad de Arequipa, es el más


imponente de los volcanes, no ha habido un pintor que al
conocerlo no lo haya puesto en su lienzo. Mucha gente lo ha
escalado, incluso hay novios excéntricos que van hasta su cumbre
para casarse. También hay excursiones de entusiastas caminantes
que lo escalan en sus 5,822 metros de altura.

Entre estas excursiones hubo un grupo de alumnos del Colegio


San Francisco, que bajo el cuidado y dirección de un sacerdote,
tomaron el reto de subir a su cumbre, cada uno con una tarea. Fue
una gran aventura. Allí celebraron la Misa. ¡Que felicidad! Luego
del triunfo, se prepararon para volver, ansiosos por llegar a sus
casas y contar a la familia la experiencia ¡Al fin llegaron a las
faldas del volcán! Uno de los alumnos, cuya misión era llevar y
traer el Cáliz lo dejo al borde del Cráter del Volcán.

Estaban bien protegidas: las vestiduras, el Misal todo completo,


las vinajeras, ¿y el cáliz? ¿Dónde está el Cáliz?, ¿Quién lo tiene?
¡Se olvidaron del Cáliz! ... el Cáliz de Oro! el Sacerdote preguntó
¿Quién era el responsable de traer el Cáliz? Salieron unos
angustiados jovencitos que dijeron: "Nos lo hemos olvidado
Padre". El sacerdote con voz de mando les dijo: - "Pues, vuelvan
inmediatamente para traerlo" y así se hizo ¡Gracias a Dios le
encontraron!

ALEGRES BAÑOS Y PLACERES GASTRONÓMICOS


EN TINGO Y TIABAYA

Hubo tambien, en ese tiempo, un pasaje emocionante para mi:


primero el tendido de rieles, !apareció el tranvía! Y se podía subir
y trasladarse en él, mirar por las ventanas, que bonitos eran!:
llevaban por un precio económico a los puntos más distantes del
centro de la población: Tingo, Paucarpata, Yanahuara, Antiquilla
y Miraflores;

Tingo era el balneario de Arequipa, donde varias familias tenían


sus casas de verano, muchas otras las tomaban en alquiler toda la
temporada. Se llagaba a Tingo en tranvía que hacia servicio desde
las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche.
Viajar a Tingo en el tranvía, demoraba cerca de una hora. Desde
sus ventanas se podía contemplar el paisaje de la campiña
arequipeña y el Puente de Fierro, de increíble arquitectura
diseñado por el genial Eiffel.
Avanzamos entre la campiña hasta llegar a la estación, frente al
cuartel de Tingo, donde terminaba la línea del tranvía. Entonces a
pie se hacía el ingreso al balneario de Tingo que tenía una
alameda, con una simpática glorieta donde, los domingos, la
banda del Ejército amenizaba el lugar; había dos piscinas: una
reglamentaria y la otra un poco más pequeña y menos onda.
También había un canchón donde se realizaban eventos
deportivos. No faltaban visitantes como mister Aladar, hombre
fornido, que hacía pasar un camión sobre su estómago,
espectáculo que congregaba a una multitud.

Había también un lago que lucía hermoso, con una glorieta en el


centro, poblado de patos de propiedad del dueño de un comedor,
ubicado al frente del lago, famoso por vender un delicioso arroz
con pato.

Había lanchas y lancheros, que por unas monedas, brindaban


alegría al público que se atrevía a surcar sus aguas.

Hay, hasta ahora, un lugar destinado a las vivanderas que venden


los picarones, anticuchos y choclos con queso. Muchos visitantes
hacen este paseo con el único propósito de servirse estos platos.

Una de las dos hermosas piscinas, tenía vestidores a todo


alrededor con letreros en sitios visibles que decía "PROHIBIDO
BAÑARSE SIN COTONA". Se refería a una especie de "BVD"
que tenían que usar los varones como parte superior e
indispensable de su ropa de baño, completada por un short.

Después de algunas horas de zambullidas y clavados y chapotear


alegremente hasta el cansancio, chicos y chicas se vestían para
seguir disfrutando del lugar. Al salir del agua fría de las piscinas,
se sentía en el ambiente el delicioso olorcito de los platos que
preparaban las vivanderas: los sabrosos buñuelos con miel de
caña. ¡Y qué decir de los anticuchos con papa y ají inimitables y
los choclos con queso calentitos! Todo esto, y el encontrarse entre
amigos en un ambiente de alegría, que el sol aumentaba, hacía de
Tingo el mejor balneario de Arequipa.

Una vez al año, el día de Reyes, la excursión se extendía de Tingo


hasta Tiabaya y por supuesto se hacía a pié, por un camino rústico
que serpenteaba, paralelo al río Chili.

En Tiabaya la tierra es fértil por excelencia, ahí se encontraba la


mejor plantación de peras, fruta pequeña y sabrosa. El 6 de enero
se congregaba toda Arequipa (que no era mucha), "para ir a
sacudir los perales" y se pagaba un pequeño precio para entrar a
un huerto y tener derecho a comer allí mismo cuanta pera se
deseaba. Las peras eran la disculpa para reunirse entre los amigos
y familiares y caminar en medio del campo en un ambiente de
alegría. Así se festejaba la famosa "fiesta de Reyes", día de
sacudir los perales.

En Tiabaya también se encuentra el Centro de Formación


Sacerdotal de San Francisco fundado por Fray José de Guadalupe
Mojica. Distinguido tenor quien antes de ser sacerdote gozo de
fama internacional por sus valores artísticos.

Pasando este Seminario y atravesando un puente se llega a lo que


se llamaba "La Palestina" o paseo de los turcos, este era un
camino largo y angosto con varios sauces llorones que brindaban
sombra a las familias que acampaban llevando sus ricas viandas.
Cuando el sol se ocultaba, los excursionistas regresaban a sus
hogares después de un día de paz y saludable oxígeno.

Hubo un terremoto en que cayó el 90% de las casas de Tiabaya,


incluyendo su pequeña Iglesia, donde se celebra la fiesta del
"Cuasimodo", de la que sólo quedó intacta la efigie del "Señor de
la Caída". Atribuyéndose a esto un milagro patente, todo se
reconstruyó prontamente, y aún existe la Iglesia en el ampliado
distrito.
Detrás de Tingo está el pueblo de Sachaca, que estaba constituido
por casitas campestres, picanterías y verdes campos, una Iglesia y
dos escuelas, una de varones y otra de niñas, y muchas chacras,
con diferentes sembríos dando un hermoso paisaje con tan
variados matices de verde.

La belleza del lugar ha inspirado la construcción de un esbelto


mirador del cual se obtiene una fabulosa vista panorámica.
Destacando además el majestuoso Misti, el Chachani y el Pichu
Pichu.

LAS NOCHES AREQUIPEÑAS


EL CINE

Antiguamente el cine era mudo, y a falta del sonido, los artistas


debían expresarse con una perfecta fono mímica.

El otro elemento importante en el cine mudo, era el piano que con


la interpretación musical complementaba la parte teatral de las
acciones imprevistas o de suspenso o románticas. Para esto, era
necesario un pianista genial, y este fue Adolfo Duncker Lavalle
quien interpretaba tales acciones infundiendo a la obra final una
característica muy propia de él.

Charles Chaplin fue el primer exponente de este maravilloso arte,


fue el rey de la películas tragicómicas, Jackie Coogan fue el niño
precoz que le secundó magistralmente en la serie de películas
actuando como “El Pibe", mostrando mucha ternura y tragedia
pero con gran comicidad.

Otro artista de la epoca era Buxter Keaton el cómico que hacía


reír pero él jamás reía. Harold Loyd, genial, "El Hombre Mosca"
que logró escalar varios pisos; el público saltaba de su asiento por
la tensión de pensar que se caería, sobre todo cuando se quedó
colgado en el minutero del gran reloj que ostentaba la pared del
edificio. Maciste Alpino era el Mister "T" de estos tiempos.
Nunca en el cine hablado se ha presentado con más arte e ingenio
"El ladrón de Bagdad" como lo presentó Douglas Fairbans. Como
artista romántico destacaba "Rodolfo Valentino", sobre todo en su
película “El Hijo de Sheik".

Por los años 30 recién llegaron a Arequipa las películas habladas.


A los cines iban las damas elegantemente vestidas y con lindos
sombreros, cada quien procuraba usar lo mejor, pero era una
incomodidad para las personas que ocupaban el asiento de atrás,
causando esto una protesta obligada contra ese tan hermoso como
antipático adorno; así empezó el "Sin sombrerismo" usando a lo
mucho graciosas boinas.

El “Olimpo” era un teatro muy elegante; tenía las paredes


interiores decoradas con artísticos alto relieves; los palcos y
covachas estaban amoblados con cómodos sillones tapizados de
terciopelo rojo, toda la platea estaba alfombrada. El cortinaje del
escenario era muy lujoso. Las secciones de preferencia y galería
eran más sencillas. A este teatro llegaban famosas compañías
teatrales nacionales e internacionales y renombrados artistas como
José Cibrian y Margarita Xirgu.
Cuando llegó el cine acondicionaron el teatro para películas. Este
seguía siendo lujoso.

En ese tiempo no mandaban fotografías para anunciar las


películas como ahora sino que preparaban unos carteles de
aproximadamente un metro cuadrado que los colocaban a la
entrada del cine, entiendo que esas pinturas eran artísticas, pues
representaban escenas referentes a las películas o personajes.

USOS, COSTUMBRES E INCREIBLES PRECIOS DE


TIEMPOS IDOS

A propósito de usos y costumbres de aquel tiempo, viene al caso


la movilidad más práctica del campo: "el Burro" con cerones, de
los que ya hablé. Todas las mañanas muy temprano, los lecheros,
llegaban a la ciudad vendiendo su blanco líquido que
transportaban las cantarillas, si era pura, su costo era de S/. 0.15
ctvs. el litro, y si era descremada; 0.10 ctvs. Las personas que
descremaban la leche vendían exquisita mantequilla a S/. 0.90
ctvs. la libra. En ese tiempo no se usaba el kilo ni se usaba el
metro sino la vara igual a.84 ctms.

Ya que empecé a hablar de pesos y medidas, estos, por ejemplo,


resultan graciosos. El precio de la carne era de 0.20 ctvs la libra;
el arroz 0.12 ctvs; el azúcar 0.10 ctvs. Para comprar la verdura el
"medio" 0.05 igual a ctvs. se podía dividir hasta en ocho partes:
cuartillo, mitad y medias. Además, algunas pequeñas tiendas de
barrio forjaban su propia moneda de plomo (seña) equivalente a
un cuartillo (2 centavos y medio).

Por lo general, los colegiales en camino a su colegio con su


propina de “medio” (cinco centavos), entraban a alguna tienda y
se compraban cuartillo de pan y cuartillo de chancaca. ¡Delicioso!

Los chacareros hacían su recorrido por la ciudad, en burros,


vendiendo higos y peras: 15 higos por un 0.05 ctvs. y 10 peras
también por 0.05 ctvs. Igualmente, vendían la alfalfa porque en
muchas casas, criaban cuyes o conejos; los alfalferos pasaban
silbando una canción cualquiera y en ese momento se compraba
la alfalfa para los conejos, que generalmente parte de ellos era
sacrificada el día Domingo.

De la misma forma, o sea, en burros, los hieleros, bajaban de los


nevados rectángulos de hielo de 0.25 ctms. de alto, por 0.80 ctms.
de largo y 0.40 ctms. de ancho, envueltos en costales de yute o
cotencio que los cargaban por pares en los lomos de los sufridos
animales. Llevaban el hielo al mercado de San Camilo donde lo
compraban las señoras que preparaban el delicioso y renombrado
"Queso helado”. Cuando se entraba al mercado de San Camilo, lo
primero que se sentía era el riquísimo olor a leche que hervía con
coco y canela para la preparación del Queso Helado.

Amerita mencionar el Mercado de San Camilo, de una


construcción fabulosa, por decir lo menos; el techo es un
entrelazado de fierro y cemento, arte, estructura e ingeniería,
como se ha dicho antes, diseñado por Eiffel.

Hablando de telas, la fábrica de "tocuyo", "El Huayco" tuvo la


gran idea de perfeccionarlo en su calidad y teñirlo en colores
variados y bonitos, e iniciar una nueva moda veraniega con el
nombre de "Tela de Playa". Su costo: 0.50 ctvs la vara. Con dos
varas y media se confeccionaba un bello vestido, convirtiendo a
cada chica en una linda modelo.

Los pañales de los bebés eran cuadrados y de franela, y otro


interno más pequeño, de género de algodón. Se compraba una
docena o más de ambos para cambiarlo y lavarlo cada vez que se
mojara el bebé. En esos ya lejanos tiempos no había lavadoras ni
secadoras, pero el sol arequipeño se encargaba de secar la ropa de
todo el "tendal" en quince minutos.

TIEMPOS DE BATANES, LUZ BARATA, ZARATÁN Y


GUAGUAS DE TODOS SANTOS

No existían las licuadoras, pero si un poderoso "batán", que


consistía en piedra grande, liza, semi-plana, como base y otra
piedra más pequeña en forma oblonga que balanceándola sobre la
piedra plana, servía para moler ingredientes como el maíz para los
tamales o el ají para la deliciosa ocopa, etc...

A pesar de que no había todas las facilidades actuales, las amas de


casa sabían hacer de su rutina motivo de alegría y comentarios
entre amigas, amén de recetas culinarias y enseñanzas hogareñas.

La luz, tanto en las calles como en las casas, se encendía a las


6:00pm. y se apagaba a las 6:00am. En un principio no había
medidores de luz sólo se pagaba S/.1.50 al mes por cada foco de
16 bujías que se usara.

Hablando de precios, una buena gallina se compraba en la chacra,


su carne era más costosa que la de res, pues eran criadas con maíz
y trigo. Había que matarlas y desplumarlas en casa sin
preocuparse de la grasa, ya que no se conocía lo malo del
colesterol ni el peligro de la presión alta; igualmente, todas las
comidas eran guisadas con deliciosa manteca de chancho. El
dicho popular era "la gordura es hermosura".

Tampoco se conocía el Cáncer y cuando una dama era atacada por


el mal en el seno, se decía que le dio "Zaratán" y que éste era
producido por un golpe, así que había que cuidarse de los golpes.

Arequipa tenía fiestas y costumbres muy propias, por ejemplo, el


día primero de noviembre que es el día de todos los Santos, salían
a la venta las "Guaguas de bizcocho", de los más variados
tamaños, sabores, decoraciones y precios. Dichas "guaguas" con
caritas de yeso, eran el excelente pretexto para bautizarlas y hacer
una fiesta. Entre los asistentes elegían al más gracioso que fungía
de cura, otro de Sacristán; otros serían los padres y los padrinos.
Todo lo cual era el principio de una jocosa y alegre reunión.

Los horarios en aquel tiempo eran exactos. Los mercados se


abrían a las 6:00 am. y la gente empezaba sus compras. A las 8:00
am. abrían sus puertas el comercio en general, al igual que los
colegios. Con un margen para almorzar, seguían las labores hasta
la tarde o la noche, según fuera su línea de ocupación ó negocio.

LAS LLUVIAS DE AREQUIPA

Para los arequipeños, el clima de Arequipa, es el mejor del mundo


porque contamos con las cuatro estaciones en el transcurso del
día: Amanece otoñalmente fresco, al medio día gozamos de un
espléndido sol y vestimos con ropa de verano; por la tarde no
olvidamos llevar impermeable, que de seguro cae un primaveral
chapuzón y por las noches nos ponemos abrigos por que el
invierno se hace sentir.

En lo alto de las casas antiguas, casi en el techo, hacia afuera hay


unos tubos del mismo sillar, estos tubos se llaman "chorros"
porque por ahí corría hacia afuera el agua de las lluvias que se
juntaba en la azotea y salían en verdaderos chorros, de allí su
nombre.

Las lluvias eran abundantes sobre todo en el verano y algunas


veces predecibles. Cuando a lo lejos se veía llegar las nubes
grises, ya se sabía que con ellas venían las fuertes lluvias, a pesar
que por la mañana reverberaba el sol. Desde las afueras de la
ciudad empezaban a correr las aguas, pasando por las viviendas
humildes desde los alrededores llegando hasta las "Llocllas"
(torrenteras) y de éstas al río.

En tiempo de lluvias, las aguas de las torrenteras y ríos llegaban


turbias, del color de un buen café con leche, porque estaban llenas
de lama cargada de nutrientes para la tierra que a su paso quedaba
enriquecida.

La inundación se veía venir de las alturas, por las lluvias y los


deshielos, que arrastraban a su paso tierras vírgenes, piedras y
hasta rocas con tal fuerza que cargaban en pendiente, las chocitas
y aparejos de los pocos habitantes que presurosos huían. Seguía
hacia abajo el agua cada vez en más cantidad hasta el río en donde
iban flotando chanchitos, mesas y hasta arbustos arrancados de
raíz.
Los habitantes se refugiaban en lo alto de los cerros hasta que
pasara el alud. El río crecía con esta inundación, muchas veces se
salía de su cauce, llevándose puentes y arrasando sembríos y
algunos animales. El Barrio Obrero solía inundarse a pesar del
buen muro que lo defendía.

Cuando las lluvias del verano no llegaban a tiempo, se hacía una


romería hasta Cayma para sacar en procesión a la Virgen de la
Candelaria invocándole que lleguen las lluvias. Como se decía :
“Enero poco, Febrero loco, Marzo poco a poco... y Abril, guarda
tus aguas en un barril”

Contaban las abuelitas que las lluvias de antaño se sucedían a


horas fijas y entre amigas se decían, "te veo después de la
segunda lluvia", y la amiga contestaba, "está bien, porque tengo
un compromiso después de la tercera lluvia. Pero por los años 20
las lluvias eran intempestivas, amanecía el día con un sol radiante
y a media mañana llovía un buen rato para salir nuevamente el
sol. Mas cuando se veían las nubes oscuras a lo lejos era señal
inequívoca de unas tardes lluviosas que a veces se prolongaban
hasta la noche.

Los truenos que desde las alturas anuncian tempestad precedidos


por intermitentes rayos, invadían el firmamento como preludio de
una fuerte lluvia que a muchos aterraba. Mas, a los que estaban
acostumbrados a estas manifestaciones climáticas, no los alteraba;
pero pocas personas salían a la calle bajo la débil protección de su
paraguas, además, solía ser jolgorio para los niños. En mi casa se
juntaban mis niños con algunos amiguitos que iban expresamente
con vestimenta ad-oc para jugar bajo la lluvia.

Cuando las lluvias eran muy intensas, las calles de la Blanca


Ciudad se convertían en ríos. Entonces algo que normalmente era
habitual y sencillo, se convertía en un verdadero problema: pasar
de una acera a otra... Pero la solución estaba en la ayuda de los
famosos "camiles", robustos indígenas que por una propina,
cargaban especialmente a las damas, para hacerlas cruzar "el gran
charco".

LOS ALEGRES CARNAVALES DE ANTAÑO

Los Carnavales de Arequipa eran tres días: Domingo, Lunes y


Martes, pero los empezaban desde el Sábado con la coronación de
las reinas en la Municipalidad. Y el día domingo la reina elegida
presidiría el Gran Corso de la Plaza de Armas.

La primera reina fue Doris Iriberry Gibson, luego cada año


teníamos bellísimas representantes. Como dijo alguna vez César
Atahualpa Rodríguez, uno de nuestros grandes poetas: "para mí el
verdadero reinado es la belleza". Efectivamente, estas reinas
parecían sacadas de un cuento de hadas.
El Domingo habia que ir temprano a Misa, 6:00am. ó 7:00am., el
tiempo así lo exigía. Todos se preparaban para ir a la Plaza de
Armas para ver el Corso de carros alegóricos.

Familias íntegras iban llevando sillas para sentarse y aplaudir el


paso de los elegantes carros alegóricos en que iban las bellas
reinas. También desfilaban comparsas de la muchachada
entusiasta con disfraces pintorescos: de gitanos, pierrots,
colombinas, y otros ingeniosos ropajes.

Los días Lunes y Martes eran también de mucha euforia y


entusiasmo. Desde los balcones las chicas esperaban,
provocativas, decididas a jugar, premunidas de globos de agua
coloreada a que pasaran las pandillas de mozos, a pie o en
camiones, con sendos canastos de globos y cascarones: (cáscaras
de huevo que solían juntar las familias durante el año para en
Carnavales llenarlos con agua coloreada, tapándolas con un
pequeño trozo de tela encolada). Estos grupos, pasaban cantando,
algunas veces acompañados por una banda.

Había familias que invitaban a sus amistades para ir a jugar


empezando a la 2:00 pm. donde los anfitriones llenaban la tina de
agua coloreada. Después de un suculento almuerzo de asado de
puerco y fruta al por mayor, especialmente uvas y sandia,
empezaba la guerrilla entre hombres y mujeres. Allí solía empezar
el juego con una pepita de sandía lanzada a la persona que estaba
enfrente, la que a su vez, era seguida por otras pepitas y todos
corrían al ataque. Así empezaba la guerrilla en la que casi siempre
ellas resultaban vencedoras, porque ellos eran más considerados y
resultaban de bruces en la tina por el carga montón femenino. El
acuoso combate terminaba a las 6:00 de la tarde.

Cada cual volvía a su casa para prepararse e ir, unos al cine, que,
antes de empezar la película jugaban elegantemente, lanzando
serpentinas, con los chisguetes perfumados y el pica-pica que era
uba mixtura de papel de colores. Otro entusiasta grupo, asistía por
la noche, a las fiestas de disfraces en clubes o casas particulares,
donde la alegría, la música y el baile eran los factores principales,
acompañados por la decoración del local, con globos, serpentinas
con mensajes y mucho color. Los asistentes llevaban para
salpicar, una botellita de "agua de florida" para jugar en la fiesta,
(después aparecieron los chisguetes de éter). Mientras las parejas
bailaban se ponían serpentinas al cuello, un puñado de pica-pica y
talco a la cabeza de la pareja, también se intercambiaba los
mensajes de las serpentinas, con la intención de enviar alguna
broma, o quizás una galantería, un piropo... o, una respuesta.

El día Miércoles de Ceniza, la gente arrepentida del dispendio


económico y de energías de estos días, iba a la Iglesia a hacerse
poner la Cruz de Ceniza en la frente para recordar que "polvo
somos y en cenizas nos convertiremos".

PREPARATIVOS PARA LA SEMANA SANTA

Termina el Carnaval y empieza la Cuaresma. Cuatro semanas de


preparación para la Pascua Florida con ayuno y abstinencia. El
Viernes Santo es famoso por la Procesión del Santo Sepulcro, en
que con mucha anticipación los señores se mandaban hacer su
terno negro y las señoras de toda edad, desde los trece años,
preparaban austeros y elegantes trajes negros para asistir a la
Iglesia y a la venerada procesión.

Cada persona portaba una vela de 0.30 cmts., de color verde, que
la Hermandad del Santo Sepulcro, se encargaba de repartir.

Contaba el Sr. Don Guillermo Butrón que, cuando él era joven, a


fines del siglo XIX, todos los señores para ir a esta procesión, se
mandaban a hacer ternos de elástico tipo inglés y que las damas
lucían hermosas mantillas españolas.

LA HERMANDAD DEL SANTO SEPULCRO

La procesión estaba a cargo de los miembros de la Hermandad de


los Caballeros del Santo Sepulcro.

Cuando recién se fundó esta Hermandad, se llamaba "Los 24 del


Santo Sepulcro" pues se trataba de solamente 24 jóvenes; con el
tiempo han crecido en edades y cantidad.

La sede de la Hermandad de los Caballeros del Santo Sepulcro era


la iglesia de Santo Domingo, donde miembros se reunían con
antelación para organizar la Procesión.

Con tal efecto se designaba un Director General y un encargado


de dirigir el ritmo de las pausas y del andar de la urna de
Jesucristo y de las demás andas; así como de la identificación, la
estatura y los turnos de los hermanos cargadores. Lo cual era muy
importante porque la sagrada urna era muy pesada y las calles
adoquinadas, algunas con marcados declives como por ejemplo,
la calle Mercaderes, a fin de que el público no notara el esfuerzo
que hacían los cargadores.

Otra de las andas que salía en esta procesión era la de la Virgen


Dolorosa. El Director debía tener muy presente el ritmo del
desplazamiento de las dos andas, para los cual los hermanos
encargados le hacían llegar oportunamente los respectivos
informes.

Los hermanos más connotados, estaban encargados de la


recepción de las autoridades eclesiásticas, militares, civiles, y
diplomáticas. Debían vestir trajes de etiqueta: levita, smocking o
frac; los demás, que eran los más jovencitos, debían vestir de
negro o de azul marino.

Todos sin excepción, llevaban al cuello, una cinta verde de la cual


pendía un crucifijo. Se distribuían largos cirios para las
autoridades, acompañantes y para los hermanos de más
destacados cargos.
LA SOLEMNE PROCESIÓN DEL VIERNES SANTO

El Viernes Santo, temprano por la mañana, se iniciaba en las


Iglesias los diversos oficios. A las 12 del día comenzaban los
famosos y esperados Sermón de las Tres Horas o de las Siete
Palabras. Concluido éste, se hacía el descendimiento de Cristo, de
la Cruz.

En un catafalco previamente dispuesto, se colocaba al Cristo


yaciente, recostando su sagrada cabeza en una almohadilla
ricamente bordada, mientras un manto de perfumados pétalos
cubría su lacerado cuerpo.

Una abigarrada multitud se aproximaba en interminable cola para


besar las manos o los pies de la sagrada imagen. Suplicantes y
reverentes madres con hijos en brazos, pugnaban por tocar y hacer
besar el sudario a sus pequeños.

La procesión del Santo Sepulcro empezaba por la tarde, en la


Iglesia de Santo Domingo y después de un largo recorrido
terminaba en la Catedral.

En el momento se salir de la Iglesia la Cruz Alta, empezaba el


estrépito de las matracas, ya que no podía tocarse las campanas.
Los elementos de la pasión venían en seguida: la corona de
espinas, los clavos y cetro de caña. Los seguían las andas de la
Verónica y de San Juan. Luego, en manos del Padre Prior de
Santo Domingo o algún dignatario eclesiástico, bajo Palio un
Crucifijo. Con aspecto majestuoso, lento en su avance, el obispo
encabezaba el duelo, envuelto en una capa negra de larga cola y
escoltado por los Deanes del Cabildo Eclesiástico. El prefecto de
la ciudad, con rigurosa etiqueta que, si era militar, lucía ostentoso
uniforme de gala, portaba el Guión en el "centro de las
Corporaciones". Acompañaban al prefecto, el Alcalde de la
Ciudad, autoridades civiles, el Rector de la Universidad y
magistrados vistiendo traje de levita y sombrero de dos picos con
elegante pluma blanca y discreta cinta roja.
Más atrás, a una distancia mayor, se tambaleaba la urna del Cristo
yaciente, bajo una lluvia de pétalos, que los efervorizados fieles le
arrojaban como multicolor ofrenda. Las principales autoridades
rotaban en su acercamiento a la sagrada urna, a invitación del
hermano director del protocolo. La Guardia de la Compañía de
Bomberos, con su uniforme de gala y relucientes cascos, hachas y
botas altas, lucía en forma especial... Aproximadamente 40
metros atrás venía el conjunto de la Sociedad Musical de Santa
Cecilia, con sus instrumentos con sordina, tocando el Miserere, en
dolida y lastimera interpretación.

Poco a poco se iba delineando la imagen de la Dolorosa, con las 7


espadas de su sublime dolor, clavadas en su corazón... ¡Han
matado a su hijo! ¡Han matado a Cristo! ¡Qué dolor tan inmenso e
inenarrable de la Santa Madre! Los devotos y los hermanos
pugnaban por entrar bajo el anda. Todos querían cargar a la
Madre Dolorosa. La multitud se hacía cada vez más y más
numerosa.

Cuando ya las andas habían entrado en la Catedral, el catafalco


del Cristo yaciente era expuesto para la veneración de los fieles.
Prácticamente, todo Arequipa había participado en la solemne
procesión del Viernes Santo.

SABADO DE GLORIA Y DOMINGO DE RESURRECCION

Como antiguamente la Misa de Resurrección era a las 8 de la


mañana del Sábado de Gloria, las campanas se echaban a vuelo,
las sirenas tocaban, en las casas se prendían velas y juntaban
flores para el Señor que había resucitado, "Gloria, Gloria", hasta
la madrugada del Domingo donde todos los arequipeños se
preparaban para ir a Misa de Pascua. Después, la gente iba a
tomar el tradicional caldo de Pascua, luego de haber escuchado
misa y acompañado a la procesión de la Virgen del Rosario.

Finalmente, se realizaba la quema de Judas, que era un muñeco de


cañas de carrizo forrado de papel de colores llamativos, llevando
en la mano derecha la bolsa de monedas con que vendió a Jesús.
En su interior había cohetes y fuegos artificiales de manera que
cuando lo encendían, empezaba, como un pequeño castillo que se
quemaba todo, en medio de los aplausos del público asistente.

ALGUNAS FIESTAS TRADICIONALES

Después de la Semana Santa, la más grande fiesta religiosa, es la


fiesta de la Virgen de Chapi.

Chapi es un pequeño y alejado pueblo donde existe una capillita


pequeña donde se venera a la imagen de la "Virgen de Chapi".
Milagrosa y linda Virgen que en sus festividades: 1 de mayo y 8
de Septiembre, se hacía una fervorosa peregrinación para llegar
hasta ella, obligadamente éstas eran a pie, pues no existía
carretera. Es más, había caminos difíciles que tenían que cruzarlos
en fila india por la estrechez de su tramo, por lo que solían ocurrir
lamentables accidentes. Pero la fe era mayor que la incomodidad.

Al llegar a Chapi lo primero que hacían los cansados fieles era


hundir los pies en las aguas del río. Ya limpios de la larga
caminata, se dirigían a la Iglesia donde se celebra la Misa de
fiesta y la procesión.

Luego, de vuelta a la ciudad, los fieles ya contentos, seguros de


haber sido escuchados y de haberse comunicado de corazón a
corazón con la Reina de los Cielos

Hoy, esta peregrinación es más fácil porque han hecho y ampliado


la carretera y hay movilidad. Se le construyó una nueva iglesia,
más amplia. El año 2001 hubo un terremoto que la destruyó. A la
Virgen de Chapi la llevaron a la Iglesia de Yanahuara, donde
permaneció hasta el 2004, luego fue trasladada a la Iglesia
Catedral por un año. Pues ahora ha regresado al distrito de Chapi,
a su pequeña capilla de origen, esperando que restauren la Iglesia
para poder recibir a los miles de fieles que la visitan
constantemente.

Esta es mi Arequipa, que aunque han pasado tantos años , ha


crecido mucho , ha cambiado tanto…, sigue siendo hermosa y
seguimos amándola y aunque no todos residamos en ella, los que
no estamos allá, la representamos lo mejor que podemos.

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