Tema08 ORDGP (2022 23)
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TEMA 8.
Las Ligas profesionales. Las sociedades anónimas deportivas.
1. Introducción.
Desde luego, esta visión se circunscribirá al caso de España pues partimos de la base de
que en cada país existe un modelo determinado de gestión y regulación de las
competiciones de carácter profesional. En este sentido, podemos afirmar que a nivel
global se detectan dos modelos de ligas profesionales: el primero, de inspiración
norteamericana, es el seguido en las conocidas Major Leagues además de en otros lugares
como Australia o Canadá, y viene caracterizado porque no están normativizadas desde el
poder público, son absolutamente privadas, el protagonismo de las Federaciones
deportivas está muy limitado o es inexistente y admiten equipos de otros países. El
segundo es el que identificamos como continental o Federativo –en el que se inscribiría
España-, donde las ligas y las competiciones profesionales están reguladas desde el poder
público generando un en ocasiones conflictivo punto de encuentro entre lo público y lo
privado, constatándose también un nítido protagonismo federativo, aunque con un ámbito
de autonomía reconocido a la Liga.
Apuntado esto, y sin entrar a contrastar el modelo de España con otros, nos centraremos
como decimos en este país.
Estas dificultades tienen que ver con aspectos –entre otros- como la deuda de los equipos
profesionales, salvo cuatro excepciones sociedades mercantiles, la aplicación de normas
generales como la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal, o el nuevo contexto de la
retransmisión televisiva de encuentros que es la principal fuente de ingresos de los clubes
de fútbol, por citar algunos.
Apuntado esto a muy grandes rasgos, en las páginas que siguen abordaremos en líneas
generales los caracteres del modelo que instaura la Ley 10/1990 y el marco jurídico en el
que se desenvuelve el deporte profesional, las ligas profesionales.
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De ahí que, tras no pocas dificultades, las normas estatutarias de las Federaciones
deportivas, conscientes de esa especialidad, reconocieran en su seno a la unión de los clubes
implicados como una entidad que, con más o menos autonomía organizativa, pero sin
apartarse del núcleo federativo, asumiera la responsabilidad de gestionar las competiciones
en que participaban. Además, y esto es más determinante todavía, en esos años se produjo la
aprobación del primer Plan de Saneamiento para el fútbol profesional el 11 de junio de
1985, consistente en enjugar la ya entonces cuantiosa deuda de los equipos de fútbol con el
dinero de las apuestas deportivas –las quinielas-, que a todas luces es dinero público
procedente de la gestión estatal de las mismas, lo que hizo necesario contar con una
organización que los agrupara y sirviera de interlocutora válida para encomendarle la
gestión del Plan. Eso sólo podía hacerse desde el reconocimiento de la Liga Nacional de
Fútbol Profesional (LFP) como entidad deportiva, tal y como sucedió.
Con estos condicionantes, la LD incorpora como una de sus principales novedades que, por
primera vez, una norma de ese rango se ocupa del deporte profesional. Y ello se hace
reconociendo una organización peculiar, pues las competiciones profesionales de deportes
de equipo, que hasta la LD se realizaban directamente por las Federaciones deportivas,
ahora se desgajan organizativa y legalmente de ellas mediante la constitución obligatoria de
una "nueva" entidad deportiva: las Ligas Profesionales que, aunque integradas en la
Federación correspondiente, tendrán personalidad jurídica propia y autonomía organizativa
y funcional respecto de aquella.
Federación, al igual que los deportistas que compiten representándolos, y los técnicos que
los dirigen, que deben estar, todos ellos, en posesión de la correspondiente licencia
federativa.
Se trata por tanto de distinguir un aspecto claramente diferenciado del fenómeno deportivo
sobre el que la LD pretende unos objetivos claros: "regular el espectáculo deportivo,
considerado como una actividad progresivamente mercantilizada". También en palabras del
preámbulo de la LD, con ello esta "no autoriza una quiebra del núcleo federativo, pues es
éste el genuino catalizador de las labores de promoción del deporte". Lo que se hace es
integrar a las Ligas profesionales dentro del modelo asociativo que impone, y las califica en
su artículo 12.1, al igual que a clubes y Federaciones, como "asociaciones deportivas". Pues
es sobre el núcleo federativo sobre el que actúa y del que se sirve, al igual que lo hizo la Ley
de 1980, para asegurar la intervención de la Administración del Estado sobre el deporte.
Frente a esta razón de ser de las Ligas, y en cumplimiento del objetivo señalado, está la
impuesta transformación en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), figura que inaugura la
LD, de todos los clubes que participen en las competiciones cuya organización se
encomienda a las Ligas, esto es, las competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito
estatal. La creación de un régimen jurídico singular para estos clubes deportivos pretende
"establecer un modelo de responsabilidad jurídica y económica" dado que, hasta la fecha, y
por su propio funcionamiento, tenían al deporte profesional inmerso en una deuda
multimillonaria. El control, tutela y supervisión de las SAD lo encomendaba la LD a la Liga
correspondiente.
Hay que reseñar que, en aquellos momentos, se dispensó de adoptar la forma de SAD a
aquellos clubes que tuvieran un “saldo patrimonial neto positivo”, de lo que se
“beneficiaron” el FC Barcelona, el Real Madrid, el Athletic de Bilbao y el Osasuna de
Pamplona, quedando sometidos al régimen de responsabilidad que establece la propia Ley y
sus normas de desarrollo, que hoy está en el vigente RD 1251/1999, de 16 de junio, de
SAD. Régimen el allí establecido que implica, entre otras cuestiones, tener un capital social
mínimo desembolsado cuya cuantía determina la Comisión Mixta de Transformación del
CSD.
Como vemos, fueron tres las medidas estructurales que adoptó la LD: la instauración de
las SAD, la creación de las Ligas profesionales, y la consecución de un Plan de
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De esas tres medidas nos centraremos ahora en la creación de las Ligas profesionales y a
la regulación que para las mismas establece la LD.
Asimismo, está más que consolidado el papel de las Ligas profesionales como patronales
del sector, habiendo alcanzado convenios colectivos con las asociaciones de deportistas
profesionales tanto en el baloncesto como en el fútbol. Así, el convenio vigente ACB-
ABP es de 9 de enero de 2019, y el del fútbol profesional LFP-AFE, tiene prevista su
vigencia del 1 de julio de 2016 al 30 de junio de 2020, estando actualmente prorrogado.
El fútbol profesional femenino tiene convenio colectivo desde el 31 de julio de 2020.
Más allá de estas cuestiones, consideramos oportuno mencionar al menos los últimos
pronunciamientos del Tribunal Supremo, que difuminan los límites de la laboralidad y la
extienden al conjunto de las relaciones jurídicas en las que pueda probarse cualquier tipo
y cuantía de retribución al deportista, por nimia que esta sea, tal y como sucede con la
Sentencia de 2 de abril de 2009, de su Sala 4ª.
Esta situación, que está por resolver, llevó a que la Disposición Adicional 16ª de la Ley
14/2013, de 27 de septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización,
estableciera que “en el plazo de 4 meses desde la aprobación de la presente Ley el
Gobierno procederá a realizar un estudio de la naturaleza de la relación jurídica y, en su
caso, encuadramiento en el campo de aplicación de la Seguridad Social de la actividad
desarrollada en clubs y entidades deportivas sin ánimo de lucro que pueda considerarse
marginal y no constitutivo de medio fundamental de vida”. Ello se cumplió a mediados
de 2014 con el informe elaborado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social
titulado “Estudio sobre la actividad desarrollada en los clubs y entidades deportivas sin
ánimo de lucro”, donde se propone que se generalicen los contratos a tiempo parcial en
este ámbito.
a) Concepto y naturaleza.
Comenzaremos señalando que, como apuntamos, hubo que esperar a la LD para que se
contemplara, como integradas en la organización deportiva privada del deporte que la
misma ampara y regula, a las asociaciones de clubes que se hallen integradas en la
correspondiente Federación para la gestión de las competiciones de carácter profesional.
Pues tanto pesó que la Administración tuviera ya tratos con la asociación de clubes de fútbol
(LFP), que a pesar de llevar el nombre de Asociación algunas ya reconocidas, como la
Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB), se optó por denominar Ligas profesionales a
estas agrupaciones de clubes pertenecientes a una misma Federación que participen en la
misma competición oficial, otorgando por tanto a la asociación el nombre de la competición.
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Así, la LD en su artículo 12, tras catalogar a las Ligas profesionales como "asociaciones
deportivas", establece que "son asociaciones de clubes que se constituirán, exclusiva y
obligatoriamente, cuando existan competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito
estatal, según lo establecido en el artículo 41 de la presente ley" (párrafo 2), precepto este
que se limita a disponer que "en las Federaciones deportivas españolas donde exista
competición oficial de carácter profesional y ámbito estatal se constituirán Ligas, integradas
exclusiva y obligatoriamente por todos los clubes que participen en dicha competición"
(párrafo 1).
Su constitución es reglada y tanto Estatutos como Reglamentos han de ser aprobados por el
Consejo Superior de Deportes (CSD), reconociendo la Ley su personalidad jurídica propia y
autonomía organizativa respecto de la Federación en que están integradas. Además, la LD
en el artículo 41.4, hace una referencia expresa a cuáles son las competencias que
corresponden a las Ligas incluyendo, además de las que puedan serles delegadas por la
Federación, las siguientes:
Fijado este marco general, tenemos en primer término que las ligas, por su engarce dentro de
la organización federativa, ejercerán principalmente las funciones que éstas deleguen en
ellas; funciones que habrá que ver si son de las calificadas como públicas o no. Asimismo,
observamos tanto a lo largo de la LD como de sus disposiciones de desarrollo múltiples
casos en que la Administración -CSD- se relaciona directamente con las Ligas. En segundo
término, la naturaleza jurídica de las Ligas plantea interrogantes derivados tanto del ejercicio
de las funciones públicas a que nos hemos referido como, principalmente, de su constitución
obligatoria con la integración, también con ese carácter, de las entidades deportivas que
participen en competiciones deportivas profesionales de ámbito estatal, por lo que habremos
de calificarlas, al igual que las Federaciones pero con una menor presencia de lo público,
como asociaciones privadas de configuración legal.
La primera calificación de competición profesional por parte del CSD se vehiculizó a través
de un Real Decreto (RD)D, concretamente en la Disposición Adicional 5ª del RD de SAD
de 1991, donde se estableció que "son competiciones de carácter profesional y ámbito
estatal, las actualmente existentes en las modalidades deportivas de fútbol y baloncesto:
primera y segunda división A de fútbol y primera división masculina de baloncesto,
denominada Liga ACB", reiterándose tal declaración en el vigente RD 1251/1999, de 16 de
julio de SAD (RSAD).
El 7 de julio de 2022 la Comisión Directiva del CSD también calificó como profesional
a la máxima categoría de balonmano masculina, la liga ASOBAL. Está en proceso de
constitución como liga profesional.
Dispone la LD que tanto los Estatutos como los Reglamentos de las Ligas "serán aprobados
por el Consejo Superior de Deportes, previo informe de la Federación deportiva española
correspondiente, debiendo incluir, además de los requisitos generales señalados
reglamentariamente, un régimen disciplinario específico" (artículo 41.3 LD). En desarrollo
del precepto legal, los Estatutos, tal y como establece el artículo 26 del RD 1835/1991, de
20 de diciembre, sobre Federaciones Deportivas Españolas y Registro de Asociaciones
Deportivas (RDF), deberá tener el contenido mínimo que se establece en el mismo:
“Los Estatutos de las ligas profesionales deberán incluir, al menos, los siguientes extremos:
a) Denominación concreta y objeto asociativo.
b) Domicilio social.
c) Órganos de gobierno y representación y sus funciones, así como sistema de elección y cese
de los mismos. Serán órganos de gobierno necesariamente el Presidente y la Asamblea. El
Presidente será incompatible con el desempeño de un cargo directivo en un club o sociedad
anónima deportiva de los asociados a la Liga.
d) Competencias propias y delegadas.
e) Procedimiento para la aprobación y reforma de sus Estatutos y Reglamentos.
f) Régimen disciplinario específico para sus asociados, que recogerán obligatoriamente y de
forma diferenciada, el régimen de infracciones y sanciones de sus directivos o administradores.
g) Régimen de gestión patrimonial, económico-financiero y presupuestario.
h) Causas de extinción o disolución.
i) Normas y criterios para la elaboración de los presupuestos de sus asociados y supervisión de
los mismos”.
Asimismo, el artículo 27 RDF dispone que el proyecto de Estatutos deberá presentarse ante
el CSD en el plazo de dos meses contados a partir de la calificación de la competición como
profesional, debiendo emitir la Federación española correspondiente un informe sobre el
particular que, por no establecer nada la Ley, habremos de entender que no es vinculante.
Realizados esos trámites, la resolución del CSD sobre la aprobación de los Estatutos se
producirá en el plazo de seis meses contados a partir de la presentación del proyecto ante el
mismo, debiendo proceder a la inscripción en el Registro de Asociaciones Deportivas si es
aprobatoria.
Así pues, definidas legalmente las Ligas como asociaciones de segundo grado, con los
caracteres apuntados, la LD reconoce que "tendrán personalidad jurídica y gozarán de
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Entrando ya en cada una de las Ligas reconocidas en España, tenemos que en la ACB se
configuran estatutariamente como órganos de gobierno de la misma, la Asamblea General,
su Comisión Delegada y el Presidente (artículo 13 de los Estatutos), regulándose también la
figura del Secretario General, con importantes funciones ejecutivas. La Asamblea, que
estará integrada por la totalidad de los clubes o SAD que componen la Asociación, será
presidida y convocada por el Presidente, caracterizándose como el máximo órgano
representativo y de gobierno de la Asociación, que tendrá como funciones propias, con
arreglo al artículo 21 de los Estatutos, entre otras, las de aprobar la memoria anual, el
presupuesto y la contabilidad de la entidad, el plan general de actuación, y las normas de
competición; nombrar al Presidente, Secretario General y miembros de la Comisión
Delegada, así como a quien ejerza la potestad disciplinaria dentro de la Asociación; aprobar
las condiciones de contratación de las retransmisiones televisivas de los encuentros; asumir
las funciones que les pueda delegar la Federación y, en general, cualquier otra que se le
atribuyan estatutariamente o por las disposiciones legales vigentes.
Sus acuerdos se adoptan por mayoría simple, salvo aquellos que tengan que ver con
cuestiones que incidan en la gestión económica de la entidad y el nombramiento de los
cargos señalados, que deberán adoptarse por el voto favorable de las tres cuartas partes de
los asociados presentes. Asimismo, hará falta el voto favorable de las cuatro quintas partes
de la Asamblea para modificar las reglas de juego (artículo 17).
La Asamblea General es, al igual que en la ACB, "el máximo órgano de gobierno de La
Liga y de expresión de la voluntad de los asociados" (artículo 8), estando presidida por el
Presidente de la Liga, actuando el Director Legal como secretario de la Asamblea, y
compuesta además por un representante por cada uno de los equipos inscritos por las SAD y
clubes miembros (artículo 12).
Fijados los asuntos en los que es competente la Asamblea, según sea extraordinaria u
ordinaria, estos versarán sobre los aspectos más relevantes del funcionamiento de la Liga
como la aprobación de presupuestos, cuentas anuales, elección del Presidente y voto de
censura al mismo, entre otros. Los Estatutos instauran además un sistema de quórum para la
adopción válida de acuerdos según la materia de que se trate.
Las Juntas de División son unos órganos peculiares dentro de las Ligas, cuya razón de ser es
la existencia de dos categorías competitivas dentro del fútbol profesional: la Primera y la
Segunda División A. Estas Juntas se conciben como "órganos de las distintas categorías
competicionales que tienen como objeto el examen, deliberación y aprobación de cuantas
competencias sean propias de cada una de ellas, y no estén expresamente atribuidas a la
Asamblea General o a otros órganos de la Liga" (artículo 21). Presididas por el Presidente
de la Liga y asistidas por el Secretario General, serán los órganos que decidirán, en general,
sobre las materias que afecten a la correspondiente competición.
La asamblea general está integrada por todos los clubes y SAD de la LPFF, tiene las
máximas competencias y elige a su presidencia, adoptando sus acuerdos por mayoría
simple, salvo aquellas cuestiones que se indican en el artículo 18 de los Estatutos que
requieren mayoría de dos tercios, como la modificación de los Estatutos o la elección de la
presidencia en primera vuelta, o la autorización contrataciones que impliquen obligaciones
para la LPFF por un período superior a 2 temporadas y el valor de la contraprestación sea
superior al 20% del presupuesto de una temporada, entre otros..
Por eso se trata de una actividad mercantil ciertamente peculiar, pues si bien los distintos clubes
integrados en la Liga han de competir entre ellos en el terreno de juego para decidir quién es al final de
la competición el campeón, que es lo que pide el público, fuera de la cancha ha de suceder todo lo
contrario. Cuanto más saneados económicamente estén los clubes mejores jugadores podrán contratar,
podrán competir deportivamente con mayor igualdad entre ellos, y por lo tanto más interesante será la
competición y atraerá más público a los estadios, las cadenas televisivas pagarán más dinero por los
encuentros y los anunciantes también. Por tanto, cuanto más poderosa sea la entidad que une a los
clubes con tal finalidad, cuanto menor es la competencia entre estos fuera del terreno de juego, más
rentable será el negocio. Es así de sencillo, y de ello dan fe palmariamente las Ligas profesionales
norteamericanas.
Pero tan simple ecuación se hace más compleja cuando las competiciones a que nos referimos son las
máximas categorías competitivas de las Federaciones deportivas y cuando la Administración se sirve
instrumentalmente de las mismas para alcanzar unos fines de interés público legalmente
preestablecidos. Por ello, y aunque estén directamente relacionadas, una cosa será el objeto social de
las Ligas, su razón de ser, y otra las funciones que la Ley, al regularlas, les atribuye.
Las Ligas están integradas en las Federaciones, forman parte de ellas y constituyen parte de
su estructura organizativa, aunque tienen personalidad jurídica propia y autonomía respecto
de las mismas, como ya hemos visto. Teniendo las Federaciones unas muy amplias
finalidades respecto de la promoción de su modalidad deportiva, las Ligas constituyen un
aparato organizativo especializado en el deporte profesional, ideado para servir a los
intereses del mismo. Es por eso por lo que no puede abordarse análisis alguno de las Ligas
sin tener en cuenta las relaciones que mantiene con la Federación en la que se integran.
Hay que tener siempre presente esa relación Ligas-Federaciones, y ya que la mayor parte de
las actividades de éstas suponen ejercicio delegado de funciones públicas de carácter
administrativo, habrá que detenerse a comprobar si las competencias que la Ley reserva a las
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Ligas tienen o no ese carácter y, en su caso, cuál será el régimen jurídico aplicable, y si la
tutela que eventualmente pueda ejercer el CSD sobre esta organización federativa será
también trasladable a las Ligas. Pero es que, además, las Ligas son pieza básica del nuevo
régimen jurídico que la LD inaugura para los clubes profesionales, girando alrededor de la
misma todo un intrincado sistema de relaciones.
En segundo término, y esto sí que se expresa con mayor claridad en la LD, el ejercicio de la
potestad disciplinaria sobre los clubes y SAD miembros, lo que nítidamente es una función
pública delegada.
Este ejercicio delegado de funciones públicas que realizan las Ligas, será la nota que
explique cuál es su verdadera naturaleza jurídica y el sentido del modo en que se configuran
en la Ley, pues en su régimen jurídico encontramos un complejo punto de encuentro entre lo
público y lo privado. Así, dejando esto apuntado, tenemos que las normas estatutarias de las
Ligas, a la hora de definir su objeto social, tienen en cuenta ambas vertientes de sus
funciones. Por un lado, la eficiente gestión y cooperación entre sus miembros desde el punto
de vista económico de la competición profesional y, por otro, el ejercicio de las funciones
que la Ley les atribuye.
De ello es expresivo el artículo 3 de los Estatutos de la ACB, que se refiere de un modo muy
abierto a su objeto social cuando establece que "son fines de la Asociación los relacionados
con la promoción y organización del baloncesto profesional y, en concreto: a) el impulso y
fomento de todo tipo de actividades que contribuyan a su progreso y desarrollo; b) la
organización de campeonatos, certámenes y acontecimientos; c) la defensa de los intereses
de los clubes en relación con el deporte y su representación ante cualquier persona, entidad o
organismo, y d) cualquier otro objetivo que le atribuya la legislación vigente".
Respecto de la LFP, el artículo 2 de sus Estatutos recoge como objeto de la Liga: “1º.-
Organizar y promover las competiciones oficiales de fútbol de ámbito estatal y carácter
profesional y velar por su adecuado funcionamiento; 2º.- La explotación comercial en su
más amplio sentido, de las competiciones que organice, dentro de los límites que
establece la Ley del deporte; 3º.- Cualesquiera otras funciones accesorias o
complementarias de las anteriores”.1.
las competiciones o
En cuanto a la LPFF, el artículo 3 de sus Estatutos señala que “Son fines de la LPFF, sin
invasión de las competencias de la RFEF, los siguientes:
a) Impulsar la competición profesional de fútbol femenino para potenciar los estándares
propios de la competición deportiva profesional que impulsen una competición atractiva
desde el punto de vista deportivo, social, mediático y comercial, y que la constituyan en
un referente a nivel internacional.
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A primera vista, observamos que estos convenios, alcanzados entre entidades que la LD y
sus normas de desarrollo no dudan en calificar de privadas, versarán sobre cuestiones que la
propia LD ha instaurado como de marcado carácter jurídico-público. Nos referimos a la
organización de las competiciones oficiales de carácter profesional en el ámbito nacional;
materia en la que se producen concurrencias competenciales entre la Liga y la Federación.
del CSD, al reservarle la LD esta función como competencia propia (artículo 8.e LD:
“Calificar las competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito estatal"), que es
incluso presupuesto necesario para la creación de una Liga profesional; no sucede lo
mismo con la organización de competiciones. Ello porque la LD configura como función
pública de carácter administrativo, a desarrollar bajo la coordinación y tutela del CSD por
las Federaciones deportivas, "calificar y organizar, en su caso, las actividades y
competiciones deportivas oficiales de ámbito estatal" (artículo 33.1.a). Además, y fuera ya
del marco que instauran los convenios a que nos referimos, el artículo 46.4 LD prescribe que
"las modificaciones propuestas por la Federación española correspondiente que afecten a las
competiciones oficiales de carácter profesional requerirán el informe previo y favorable de
la Liga profesional correspondiente".
Mención especial merece la regulación que en los convenios a que aquí hacemos referencia
podrá realizarse respecto del número de deportistas extranjeros a los que se permitirá
participar en la competición profesional. La redacción actual de la disposición antes
transcrita corresponde a la redacción que se aprobó con el artículo 2 del RD 1252/1999, de
16 julio, que modificó en este punto el RFD.
Si con la regulación anterior esta era una cuestión que quedaba a la exclusiva negociación de
la Liga con la Federación, a determinar en el correspondiente convenio, el cambio
significativo que plantea la norma de 1999 va en dos direcciones: implicando al sindicato de
deportistas profesionales, con una participación activa en las negociaciones, y otorgándole al
CSD la potestad de determinar discrecionalmente un número máximo de extranjeros en caso
de conflicto entre las tres instancias implicadas.
Advertir que desde el punto de vista formal nos encontramos con una figura jurídica que
produce, cuanto menos, extrañeza. Si esta cuestión se ubica en un convenio Liga-
Federación, y en la determinación de la misma participa -por imposición del reglamento-
otra entidad, ya no estamos ante un Convenio Liga-Federación, sino frente a otra cosa, por
lo que sería más coherente con la nueva regulación que el instrumento jurídico al que
trasladar un acuerdo Liga-Federación-Sindicato de deportistas tuviera individualidad propia
y saliera del convenio. Así se ha hecho, materialmente, en el caso de baloncesto con el
Convenio de 19 de julio de 2011 entre la FEB, la ACB y la Asociación de Baloncestistas
Profesionales (ABP), denominado “acuerdo de elegibilidad”, donde se permiten dos
jugadores no comunitarios.
Hay que apuntar que en el acuerdo de la FEB, ACB y ABP se introdujo el polémico
concepto de “jugador en formación” que, en la práctica, suponía establecer un cupo para los
jugadores españoles. Este fue objeto de atención por parte de la Comisión Europea, que
forzó a que por Resolución de 16 de julio de 2014, del Presidente del CSD, se fijaran los
límites al número mínimo exigible de jugadores de formación de las plantillas deportivas
14
Esta función de las ligas, en el caso del fútbol, se hizo especialmente relevante por la
instauración del Plan de Saneamiento, pero aquí tampoco estamos ante ejercicio
delegado de funciones públicas por parte de la liga, pues cuando ésta se obliga
suscribiendo el Convenio, está actuando su principal función de carácter privado cual es
la de atender a los intereses de sus miembros. Así y todo, como ya sabemos, el
mencionado Plan de Saneamiento fue liquidado anticipadamente por la propia LFP en
1997.
Por lo demás, hay que reconocer que el endeudamiento de los clubes de fútbol
profesional a pesar de tal liquidación no hizo más que incrementarse, sobre todo
respecto de la Hacienda pública la Seguridad Social. Y por ello, parece claro que
pasados los años puede afirmarse que el modelo de control económico asumido por el
CSD fue un rotundo fracaso. Y a todo esto, no hay que olvidar la polémica aplicación
en este ámbito de la legislación concursal y la polémica reforma de esta en 2011 para
recoger las especialidades de los concursos de acreedores de las entidades deportivas, lo
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que finalmente ha llevado a lo que regula el artículo 582 del vigente RDLeg. 1/2020, de
5 de mayo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley Concursal.
En el caso de la ACB, sin embargo, el control económico que ejerce sobre sus asociados
es ciertamente riguroso, como rigurosa es la exigencia de requisitos de orden económico
para inscribirse en la competición, lo que ha llevado por cierto a que en las últimas
temporadas no haya habido prácticamente ascensos de categoría a la ACB, pues
sencillamente los clubes que habían ganado ese derecho deportivamente no reunían
tales requisitos.
patrimonial neto positivo, lo que le exime de tal obligación y que como señalamos sólo
afectó a cuatro clubes.
Hay que advertir que la LD ha sido reformada por la Ley 22/2021, de 28 de diciembre, de
Presupuestos Generales del Estado para el año 2022, eliminando la obligatoria
transformación en SAD.
Las SAD, tal y como establece el art. 19.1 LD, "quedarán sujetas al régimen general de
las Sociedades Anónimas, con las particularidades que se contienen en esta Ley y en sus
normas de desarrollo", que están como se ha señalado en el RSAD. Asimismo, el régimen
general de las Sociedades Anónimas se encuentra en el vigente Real Decreto Legislativo
1/2010, de 2 de julio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Sociedades de
Capital (TRLSC).
El control de estas cuestiones, sin perjuicio de las facultades de las Ligas para colaborar y
manejar la información precisa, recae exclusivamente sobre el CSD. Entidad que,
incluso, pasa a ostentar ahora, directamente, potestad sancionadora propia para retribuir
negativamente las conductas que vulneren los preceptos que ahora se establecen respecto
del tope de acciones que puede poseerse en una sociedad. Asimismo, será también el
CSD el que autorice las adquisiciones de acciones en SAD que supongan más de un 25
por 100 del total.
Con estos condicionantes, tenemos que las notas diferenciadoras de las SAD respecto del
régimen general de las sociedades anónimas que establecen la LD y el RSAD podemos
condensarlas principalmente en las siguientes:
Y también se modifica la LD respecto de los avales para los directivos de los clubes que
no son SAD, estableciendo ahora que tal exigencia es algo a lo que podrá obligar los
Estatutos de la entidad, o no.
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