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Tema08 ORDGP (2022 23)

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Ocio y recreación deportiva: gestión pública.


Curso 2022/2023

TEMA 8.
Las Ligas profesionales. Las sociedades anónimas deportivas.

1. Introducción.

En este Tema abordaremos principalmente el deporte profesional organizado en ligas en


España, sobre lo que trataremos de ofrecer una visión de este lo más general posible que
nos permita caracterizarlo.

Desde luego, esta visión se circunscribirá al caso de España pues partimos de la base de
que en cada país existe un modelo determinado de gestión y regulación de las
competiciones de carácter profesional. En este sentido, podemos afirmar que a nivel
global se detectan dos modelos de ligas profesionales: el primero, de inspiración
norteamericana, es el seguido en las conocidas Major Leagues además de en otros lugares
como Australia o Canadá, y viene caracterizado porque no están normativizadas desde el
poder público, son absolutamente privadas, el protagonismo de las Federaciones
deportivas está muy limitado o es inexistente y admiten equipos de otros países. El
segundo es el que identificamos como continental o Federativo –en el que se inscribiría
España-, donde las ligas y las competiciones profesionales están reguladas desde el poder
público generando un en ocasiones conflictivo punto de encuentro entre lo público y lo
privado, constatándose también un nítido protagonismo federativo, aunque con un ámbito
de autonomía reconocido a la Liga.

Apuntado esto, y sin entrar a contrastar el modelo de España con otros, nos centraremos
como decimos en este país.

Evidentemente, el “deporte rey” en España es el fútbol y es en ese deporte, en su


vertiente profesional, donde se observan dificultades tras haber transcurrido más de
veinte años desde la aprobación de la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del deporte (LD).
Disposición normativa que por vez primera se ocupa del deporte profesional con la nítida
finalidad de deslindarlo del aficionado, lo que afectará esencialmente al organizado en
ligas.

Estas dificultades tienen que ver con aspectos –entre otros- como la deuda de los equipos
profesionales, salvo cuatro excepciones sociedades mercantiles, la aplicación de normas
generales como la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal, o el nuevo contexto de la
retransmisión televisiva de encuentros que es la principal fuente de ingresos de los clubes
de fútbol, por citar algunos.

Apuntado esto a muy grandes rasgos, en las páginas que siguen abordaremos en líneas
generales los caracteres del modelo que instaura la Ley 10/1990 y el marco jurídico en el
que se desenvuelve el deporte profesional, las ligas profesionales.
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2. Los parámetros básicos del marco jurídico de las ligas profesionales en


España: la Ley 10/1990, de 15 de octubre, del deporte.

2.1. Las líneas generales del modelo para el deporte profesional.

Tras la Constitución, la primera Ley 13/1980, de 31 de marzo, General de la Cultura Física


y el Deporte no preveía especialidades ni regímenes diferenciados para el deporte
profesional, dejando que éste se desarrollase, -sin especialidad alguna- al igual que en la
legalidad anterior, en el seno de las misma Federaciones deportivas, durante la vigencia
de la norma se dieron determinadas circunstancias que luego se reconducirían a la Ley
10/1990, de 15 de octubre, del deporte (LD), derogatoria de la anterior.

Así, en la década de los 80 se comenzó a sentir la necesidad de dotar a la organización de


las competiciones profesionales de cierta autonomía, que reclamaba para su mejor gestión
las dimensiones económicas que el deporte profesional estaba alcanzando, lo que era
especialmente acuciante en el caso del fútbol y, en menor medida, en el del baloncesto.
Pues conceptuada ya socialmente la competición deportiva como un espectáculo de masas,
el protagonismo del deporte profesional para el mercado de la publicidad, tanto desde el
punto de vista de los deportistas como de la propia competición, y el interés tan evidente del
público en las retransmisiones televisivas de encuentros deportivos, aconsejaban que los
clubes implicados en las máximas categorías competitivas se esforzaran por dotarse de una
organización adecuada a la gestión de esos intereses.

De ahí que, tras no pocas dificultades, las normas estatutarias de las Federaciones
deportivas, conscientes de esa especialidad, reconocieran en su seno a la unión de los clubes
implicados como una entidad que, con más o menos autonomía organizativa, pero sin
apartarse del núcleo federativo, asumiera la responsabilidad de gestionar las competiciones
en que participaban. Además, y esto es más determinante todavía, en esos años se produjo la
aprobación del primer Plan de Saneamiento para el fútbol profesional el 11 de junio de
1985, consistente en enjugar la ya entonces cuantiosa deuda de los equipos de fútbol con el
dinero de las apuestas deportivas –las quinielas-, que a todas luces es dinero público
procedente de la gestión estatal de las mismas, lo que hizo necesario contar con una
organización que los agrupara y sirviera de interlocutora válida para encomendarle la
gestión del Plan. Eso sólo podía hacerse desde el reconocimiento de la Liga Nacional de
Fútbol Profesional (LFP) como entidad deportiva, tal y como sucedió.

Con estos condicionantes, la LD incorpora como una de sus principales novedades que, por
primera vez, una norma de ese rango se ocupa del deporte profesional. Y ello se hace
reconociendo una organización peculiar, pues las competiciones profesionales de deportes
de equipo, que hasta la LD se realizaban directamente por las Federaciones deportivas,
ahora se desgajan organizativa y legalmente de ellas mediante la constitución obligatoria de
una "nueva" entidad deportiva: las Ligas Profesionales que, aunque integradas en la
Federación correspondiente, tendrán personalidad jurídica propia y autonomía organizativa
y funcional respecto de aquella.

Así lo establece la LD en su artículo 30.1 al definir las Federaciones y decir expresamente


que estarán "integradas por Federaciones deportivas de ámbito autonómico, clubes
deportivos, deportistas, técnicos, jueces y árbitros, Ligas profesionales, si las hubiese, y
otros colectivos interesados que promueven, practican o contribuyen al desarrollo del
deporte". Esto implica que los clubes que conforman la Liga estén ya integrados en la
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Federación, al igual que los deportistas que compiten representándolos, y los técnicos que
los dirigen, que deben estar, todos ellos, en posesión de la correspondiente licencia
federativa.

Con las Ligas profesionales no se está más que reconociendo institucionalmente la


mercantilización que preside el fenómeno del deporte profesional, que responde o debe
responder a finalidades distintas de la simple promoción deportiva altruista y desinteresada
que tienen encomendada, en términos generales, las Federaciones deportivas. La proyección
y relevancia social del deporte profesional, unida a su importancia como sector económico
que mueve anualmente grandes cantidades de dinero, es claro que justifican plenamente una
gestión separada y especializada.

Se trata por tanto de distinguir un aspecto claramente diferenciado del fenómeno deportivo
sobre el que la LD pretende unos objetivos claros: "regular el espectáculo deportivo,
considerado como una actividad progresivamente mercantilizada". También en palabras del
preámbulo de la LD, con ello esta "no autoriza una quiebra del núcleo federativo, pues es
éste el genuino catalizador de las labores de promoción del deporte". Lo que se hace es
integrar a las Ligas profesionales dentro del modelo asociativo que impone, y las califica en
su artículo 12.1, al igual que a clubes y Federaciones, como "asociaciones deportivas". Pues
es sobre el núcleo federativo sobre el que actúa y del que se sirve, al igual que lo hizo la Ley
de 1980, para asegurar la intervención de la Administración del Estado sobre el deporte.

Frente a esta razón de ser de las Ligas, y en cumplimiento del objetivo señalado, está la
impuesta transformación en Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), figura que inaugura la
LD, de todos los clubes que participen en las competiciones cuya organización se
encomienda a las Ligas, esto es, las competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito
estatal. La creación de un régimen jurídico singular para estos clubes deportivos pretende
"establecer un modelo de responsabilidad jurídica y económica" dado que, hasta la fecha, y
por su propio funcionamiento, tenían al deporte profesional inmerso en una deuda
multimillonaria. El control, tutela y supervisión de las SAD lo encomendaba la LD a la Liga
correspondiente.

Hay que reseñar que, en aquellos momentos, se dispensó de adoptar la forma de SAD a
aquellos clubes que tuvieran un “saldo patrimonial neto positivo”, de lo que se
“beneficiaron” el FC Barcelona, el Real Madrid, el Athletic de Bilbao y el Osasuna de
Pamplona, quedando sometidos al régimen de responsabilidad que establece la propia Ley y
sus normas de desarrollo, que hoy está en el vigente RD 1251/1999, de 16 de junio, de
SAD. Régimen el allí establecido que implica, entre otras cuestiones, tener un capital social
mínimo desembolsado cuya cuantía determina la Comisión Mixta de Transformación del
CSD.

Además, desde la propia LD se previó la instauración de un Plan de Saneamiento para el


fútbol profesional –ya el segundo-, como instrumento de financiación de la deuda que con la
Hacienda pública y la Seguridad Social los clubes profesionales arrastraban, con cargo a
fondos públicos y nutriéndose especialmente de las quinielas, pues la deuda pública –con el
Estado y la Seguridad Social- que en aquellos momentos tenía el fútbol profesional ascendía
a 31.000.000.000 pesetas, lo que hoy supondrían 186.313.752,36 euros.

Como vemos, fueron tres las medidas estructurales que adoptó la LD: la instauración de
las SAD, la creación de las Ligas profesionales, y la consecución de un Plan de
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Saneamiento para el fútbol profesional, todas ellas dirigidas –entendemos- a proporcionar


un régimen diferencia al deporte profesional y, prestando especial atención al fútbol,
incluyendo un régimen de responsabilidad para sus gestores, que este se autofinancie.

De esas tres medidas nos centraremos ahora en la creación de las Ligas profesionales y a
la regulación que para las mismas establece la LD.

Sin perjuicio de lo anterior, y en lo que al mercado de deportistas profesionales se refiere,


señalemos que está plenamente asentado el carácter laboral de la prestación de los
deportistas en sus equipos rigiendo en este punto el RD 1005/1985, de 26 de junio, por el
que se regula la relación laboral especial de los deportistas profesionales.

Asimismo, está más que consolidado el papel de las Ligas profesionales como patronales
del sector, habiendo alcanzado convenios colectivos con las asociaciones de deportistas
profesionales tanto en el baloncesto como en el fútbol. Así, el convenio vigente ACB-
ABP es de 9 de enero de 2019, y el del fútbol profesional LFP-AFE, tiene prevista su
vigencia del 1 de julio de 2016 al 30 de junio de 2020, estando actualmente prorrogado.
El fútbol profesional femenino tiene convenio colectivo desde el 31 de julio de 2020.

Más allá de estas cuestiones, consideramos oportuno mencionar al menos los últimos
pronunciamientos del Tribunal Supremo, que difuminan los límites de la laboralidad y la
extienden al conjunto de las relaciones jurídicas en las que pueda probarse cualquier tipo
y cuantía de retribución al deportista, por nimia que esta sea, tal y como sucede con la
Sentencia de 2 de abril de 2009, de su Sala 4ª.

Esta situación, que está por resolver, llevó a que la Disposición Adicional 16ª de la Ley
14/2013, de 27 de septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización,
estableciera que “en el plazo de 4 meses desde la aprobación de la presente Ley el
Gobierno procederá a realizar un estudio de la naturaleza de la relación jurídica y, en su
caso, encuadramiento en el campo de aplicación de la Seguridad Social de la actividad
desarrollada en clubs y entidades deportivas sin ánimo de lucro que pueda considerarse
marginal y no constitutivo de medio fundamental de vida”. Ello se cumplió a mediados
de 2014 con el informe elaborado por el Ministerio de Empleo y Seguridad Social
titulado “Estudio sobre la actividad desarrollada en los clubs y entidades deportivas sin
ánimo de lucro”, donde se propone que se generalicen los contratos a tiempo parcial en
este ámbito.

2.2. Referencia a la regulación de las Ligas profesionales.

a) Concepto y naturaleza.

Comenzaremos señalando que, como apuntamos, hubo que esperar a la LD para que se
contemplara, como integradas en la organización deportiva privada del deporte que la
misma ampara y regula, a las asociaciones de clubes que se hallen integradas en la
correspondiente Federación para la gestión de las competiciones de carácter profesional.
Pues tanto pesó que la Administración tuviera ya tratos con la asociación de clubes de fútbol
(LFP), que a pesar de llevar el nombre de Asociación algunas ya reconocidas, como la
Asociación de Clubes de Baloncesto (ACB), se optó por denominar Ligas profesionales a
estas agrupaciones de clubes pertenecientes a una misma Federación que participen en la
misma competición oficial, otorgando por tanto a la asociación el nombre de la competición.
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Así, la LD en su artículo 12, tras catalogar a las Ligas profesionales como "asociaciones
deportivas", establece que "son asociaciones de clubes que se constituirán, exclusiva y
obligatoriamente, cuando existan competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito
estatal, según lo establecido en el artículo 41 de la presente ley" (párrafo 2), precepto este
que se limita a disponer que "en las Federaciones deportivas españolas donde exista
competición oficial de carácter profesional y ámbito estatal se constituirán Ligas, integradas
exclusiva y obligatoriamente por todos los clubes que participen en dicha competición"
(párrafo 1).

Su constitución es reglada y tanto Estatutos como Reglamentos han de ser aprobados por el
Consejo Superior de Deportes (CSD), reconociendo la Ley su personalidad jurídica propia y
autonomía organizativa respecto de la Federación en que están integradas. Además, la LD
en el artículo 41.4, hace una referencia expresa a cuáles son las competencias que
corresponden a las Ligas incluyendo, además de las que puedan serles delegadas por la
Federación, las siguientes:

a) Organizar sus propias competiciones, en coordinación con la respectiva Federación


deportiva española y de acuerdo con los criterios que, en garantía exclusiva de los
compromisos nacionales o internacionales, pueda establecer el Consejo Superior de
Deportes.
b) Desempeñar, respecto de sus asociados, las funciones de tutela, control y
supervisión establecidas en la presente Ley.
c) Ejercer la potestad disciplinaria en los términos previstos en la presente Ley y sus
Disposiciones de desarrollo.

Fijado este marco general, tenemos en primer término que las ligas, por su engarce dentro de
la organización federativa, ejercerán principalmente las funciones que éstas deleguen en
ellas; funciones que habrá que ver si son de las calificadas como públicas o no. Asimismo,
observamos tanto a lo largo de la LD como de sus disposiciones de desarrollo múltiples
casos en que la Administración -CSD- se relaciona directamente con las Ligas. En segundo
término, la naturaleza jurídica de las Ligas plantea interrogantes derivados tanto del ejercicio
de las funciones públicas a que nos hemos referido como, principalmente, de su constitución
obligatoria con la integración, también con ese carácter, de las entidades deportivas que
participen en competiciones deportivas profesionales de ámbito estatal, por lo que habremos
de calificarlas, al igual que las Federaciones pero con una menor presencia de lo público,
como asociaciones privadas de configuración legal.

b) Constitución y funcionamiento interno.

Configurándose las Ligas profesionales como asociaciones de obligatoria constitución, pues


deben de necesariamente existir una vez haya una competición oficial -federativa- de ámbito
estatal y carácter profesional, y siendo competencia exclusiva de la Comisión Directiva del
CSD determinar qué competiciones oficiales de ese ámbito tendrán carácter profesional
(artículos 8.e) y 46.2 LD), tenemos que el presupuesto necesario para la propia existencia de
las Ligas y por tanto para su constitución será una decisión discrecional del CSD. Los
criterios que el CSD manejará para adoptar tal decisión figuran en el mismo artículo 46.2
LD y serán, "entre otros, la existencia de vínculos laborales entre clubes y deportistas y la
importancia y dimensión económica de la competición".
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La primera calificación de competición profesional por parte del CSD se vehiculizó a través
de un Real Decreto (RD)D, concretamente en la Disposición Adicional 5ª del RD de SAD
de 1991, donde se estableció que "son competiciones de carácter profesional y ámbito
estatal, las actualmente existentes en las modalidades deportivas de fútbol y baloncesto:
primera y segunda división A de fútbol y primera división masculina de baloncesto,
denominada Liga ACB", reiterándose tal declaración en el vigente RD 1251/1999, de 16 de
julio de SAD (RSAD).

La Comisión Directiva del CSD decidió el 15 de junio de 2021 la calificación como


profesional de la primera división de Fútbol Femenino, creándose la Liga Profesional de
Fútbol Femenino (LPFF), que no se constituyó hasta el 14 de marzo de 2022, que fue
cuando se aprobaron sus Estatutos. La primera temporada de la LPFF es la 2022/2023 y
está integrada por 16 equipos.

El 7 de julio de 2022 la Comisión Directiva del CSD también calificó como profesional
a la máxima categoría de balonmano masculina, la liga ASOBAL. Está en proceso de
constitución como liga profesional.

Dispone la LD que tanto los Estatutos como los Reglamentos de las Ligas "serán aprobados
por el Consejo Superior de Deportes, previo informe de la Federación deportiva española
correspondiente, debiendo incluir, además de los requisitos generales señalados
reglamentariamente, un régimen disciplinario específico" (artículo 41.3 LD). En desarrollo
del precepto legal, los Estatutos, tal y como establece el artículo 26 del RD 1835/1991, de
20 de diciembre, sobre Federaciones Deportivas Españolas y Registro de Asociaciones
Deportivas (RDF), deberá tener el contenido mínimo que se establece en el mismo:

“Los Estatutos de las ligas profesionales deberán incluir, al menos, los siguientes extremos:
a) Denominación concreta y objeto asociativo.
b) Domicilio social.
c) Órganos de gobierno y representación y sus funciones, así como sistema de elección y cese
de los mismos. Serán órganos de gobierno necesariamente el Presidente y la Asamblea. El
Presidente será incompatible con el desempeño de un cargo directivo en un club o sociedad
anónima deportiva de los asociados a la Liga.
d) Competencias propias y delegadas.
e) Procedimiento para la aprobación y reforma de sus Estatutos y Reglamentos.
f) Régimen disciplinario específico para sus asociados, que recogerán obligatoriamente y de
forma diferenciada, el régimen de infracciones y sanciones de sus directivos o administradores.
g) Régimen de gestión patrimonial, económico-financiero y presupuestario.
h) Causas de extinción o disolución.
i) Normas y criterios para la elaboración de los presupuestos de sus asociados y supervisión de
los mismos”.

Asimismo, el artículo 27 RDF dispone que el proyecto de Estatutos deberá presentarse ante
el CSD en el plazo de dos meses contados a partir de la calificación de la competición como
profesional, debiendo emitir la Federación española correspondiente un informe sobre el
particular que, por no establecer nada la Ley, habremos de entender que no es vinculante.
Realizados esos trámites, la resolución del CSD sobre la aprobación de los Estatutos se
producirá en el plazo de seis meses contados a partir de la presentación del proyecto ante el
mismo, debiendo proceder a la inscripción en el Registro de Asociaciones Deportivas si es
aprobatoria.

Así pues, definidas legalmente las Ligas como asociaciones de segundo grado, con los
caracteres apuntados, la LD reconoce que "tendrán personalidad jurídica y gozarán de
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autonomía para su organización interna y funcionamiento respecto de la Federación


deportiva española correspondiente de la que formen parte" (artículo 41.2 LD). Esta
legalmente consagrada autonomía organizativa se traduce en la amplia libertad que se deja a
las Liga a la hora de autoorganizarse, estableciendo únicamente, en el artículo 26.c) RFD,
que en los Estatutos de las mismas deberá preverse cuáles serán los órganos de gobierno y
representación y sus funciones, así como un sistema de elección y cese de los mismos,
prescribiéndose además que "serán órganos de gobierno necesariamente el Presidente y la
Asamblea. El cargo de Presidente será incompatible con el desempeño de un cargo directivo
en un club o sociedad anónima deportiva de los asociados a la Liga". Fuera de la necesidad
de contar con esos dos órganos de gobierno en las Ligas, pueden establecerse otros y
configurar sus competencias que, con arreglo a lo que dispongan los correspondientes
Estatutos, tendrán mayor o menor relevancia dentro de la organización.

Entrando ya en cada una de las Ligas reconocidas en España, tenemos que en la ACB se
configuran estatutariamente como órganos de gobierno de la misma, la Asamblea General,
su Comisión Delegada y el Presidente (artículo 13 de los Estatutos), regulándose también la
figura del Secretario General, con importantes funciones ejecutivas. La Asamblea, que
estará integrada por la totalidad de los clubes o SAD que componen la Asociación, será
presidida y convocada por el Presidente, caracterizándose como el máximo órgano
representativo y de gobierno de la Asociación, que tendrá como funciones propias, con
arreglo al artículo 21 de los Estatutos, entre otras, las de aprobar la memoria anual, el
presupuesto y la contabilidad de la entidad, el plan general de actuación, y las normas de
competición; nombrar al Presidente, Secretario General y miembros de la Comisión
Delegada, así como a quien ejerza la potestad disciplinaria dentro de la Asociación; aprobar
las condiciones de contratación de las retransmisiones televisivas de los encuentros; asumir
las funciones que les pueda delegar la Federación y, en general, cualquier otra que se le
atribuyan estatutariamente o por las disposiciones legales vigentes.

Sus acuerdos se adoptan por mayoría simple, salvo aquellos que tengan que ver con
cuestiones que incidan en la gestión económica de la entidad y el nombramiento de los
cargos señalados, que deberán adoptarse por el voto favorable de las tres cuartas partes de
los asociados presentes. Asimismo, hará falta el voto favorable de las cuatro quintas partes
de la Asamblea para modificar las reglas de juego (artículo 17).

La Comisión Delegada de la Asamblea General estará compuesta por el Presidente, el


Secretario General y un número de vocales no inferior a cinco ni superior a ocho, que
deberán ser representantes de los clubes afiliados. Sus competencias consistirán en la
preparación de los temas que hayan de ser tratados en la Asamblea, así como la elevación a
la misma de las propuestas que considere oportunas, y el seguimiento de las actividades
sociales, correspondiéndole también la ejecución de acuerdos de la Asamblea cuando ésta
expresamente se lo encomiende (artículo 23).

El Presidente de la Asociación será el órgano ejecutivo de la misma, "ostenta su


representación legal y gestiona todos los intereses sociales, deportivos y económicos de la
entidad" (artículo 25), pudiendo nombrar a un Vicepresidente. Tiene amplias competencias
para el cumplimiento de sus funciones, que aparecen prolijamente prescritas en el precepto
señalado, y establecerá el organigrama de gestión de la Asociación, delimitando las áreas de
actuación y designando los responsables de las mismas (artículo 27). Asimismo, en la ACB
adquiere un especial protagonismo el Secretario General que, nombrado por la Asamblea,
"será el órgano ejecutivo de las funciones administrativas de la Asociación que le
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encomiende el Presidente y su titular lo será de la Asamblea y de la Comisión Delegada",


estando considerado como personal de alta dirección (artículo 28).

En cuanto a la LFP, esta instaura en sus Estatutos, como órganos de gobierno y


representación la Asamblea General, las Juntas de División y el Presidente (artículo 6.A).
Además de estos, con arreglo al artículo 6.B son también órganos de la LFP:

1.- La Comisión Delegada.


2.- La Comisión Electoral.
3.- El Juez de Disciplina Social
4.- El Comité de Control Económico
5.- El Comité de Licencias
6.- El Órgano de Validación de Presupuestos
7.- El Órgano de control de la gestión de derechos audiovisuales
8.- El Órgano de Cumplimiento Normativo
6.- La Dirección General Corporativa
7.- El Director Legal

La Asamblea General es, al igual que en la ACB, "el máximo órgano de gobierno de La
Liga y de expresión de la voluntad de los asociados" (artículo 8), estando presidida por el
Presidente de la Liga, actuando el Director Legal como secretario de la Asamblea, y
compuesta además por un representante por cada uno de los equipos inscritos por las SAD y
clubes miembros (artículo 12).

Fijados los asuntos en los que es competente la Asamblea, según sea extraordinaria u
ordinaria, estos versarán sobre los aspectos más relevantes del funcionamiento de la Liga
como la aprobación de presupuestos, cuentas anuales, elección del Presidente y voto de
censura al mismo, entre otros. Los Estatutos instauran además un sistema de quórum para la
adopción válida de acuerdos según la materia de que se trate.

El Presidente es el máximo representante de la Liga, elegido por la Asamblea General por


mayor número de votos, que "ostentando su gobierno y representación legal, tiene
conferidas las facultades ejecutivas de la Liga" (artículo 32), en los términos que establece el
art. 33, que enumera exhaustivamente las funciones del Presidente, permitiéndose que el
cargo de Presidente sea remunerado, fijándose el montante de tal remuneración la Asamblea
General.

Las Juntas de División son unos órganos peculiares dentro de las Ligas, cuya razón de ser es
la existencia de dos categorías competitivas dentro del fútbol profesional: la Primera y la
Segunda División A. Estas Juntas se conciben como "órganos de las distintas categorías
competicionales que tienen como objeto el examen, deliberación y aprobación de cuantas
competencias sean propias de cada una de ellas, y no estén expresamente atribuidas a la
Asamblea General o a otros órganos de la Liga" (artículo 21). Presididas por el Presidente
de la Liga y asistidas por el Secretario General, serán los órganos que decidirán, en general,
sobre las materias que afecten a la correspondiente competición.

En cuanto a la LPFF, sus órganos de gobierno y representación son: la asamblea general, la


comisión delegada, la presidencia y la vicepresidencia.
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La asamblea general está integrada por todos los clubes y SAD de la LPFF, tiene las
máximas competencias y elige a su presidencia, adoptando sus acuerdos por mayoría
simple, salvo aquellas cuestiones que se indican en el artículo 18 de los Estatutos que
requieren mayoría de dos tercios, como la modificación de los Estatutos o la elección de la
presidencia en primera vuelta, o la autorización contrataciones que impliquen obligaciones
para la LPFF por un período superior a 2 temporadas y el valor de la contraprestación sea
superior al 20% del presupuesto de una temporada, entre otros..

La Comisión Delegada se configura como órgano de gobierno y administración ordinaria de


la LPFF, y está integrada por la Presidencia, la Vicepresidencia y por 5 Clubes y SAD.

c) Objeto social y competencias de las Ligas. Los convenios Liga –


Federación.

Aunque ni la LD ni el RFD lo digan expresamente, la razón de ser de las Ligas, como


asociación de los clubes que participan dentro del ámbito federativo en una competición de
ámbito estatal calificada de profesional, es la cooperación asociativa de todos sus miembros
en orden a la gestión de la competición en la que los mismos participan. Gestión entendida
en sentido amplio, pues ha de procurarse tanto su adecuado funcionamiento desde el punto
de vista organizativo como la rentabilidad y supervivencia económica del colectivo. Y ello,
porque por fin se parte de una realidad que, desde el punto de vista económico, es
incontestable: el deporte profesional es un negocio, que precisa de una estructura
organizativa adecuada a sus especiales características y que necesita conjugar tanto aspectos
deportivos como de estricta rentabilidad económica.

Por eso se trata de una actividad mercantil ciertamente peculiar, pues si bien los distintos clubes
integrados en la Liga han de competir entre ellos en el terreno de juego para decidir quién es al final de
la competición el campeón, que es lo que pide el público, fuera de la cancha ha de suceder todo lo
contrario. Cuanto más saneados económicamente estén los clubes mejores jugadores podrán contratar,
podrán competir deportivamente con mayor igualdad entre ellos, y por lo tanto más interesante será la
competición y atraerá más público a los estadios, las cadenas televisivas pagarán más dinero por los
encuentros y los anunciantes también. Por tanto, cuanto más poderosa sea la entidad que une a los
clubes con tal finalidad, cuanto menor es la competencia entre estos fuera del terreno de juego, más
rentable será el negocio. Es así de sencillo, y de ello dan fe palmariamente las Ligas profesionales
norteamericanas.

Pero tan simple ecuación se hace más compleja cuando las competiciones a que nos referimos son las
máximas categorías competitivas de las Federaciones deportivas y cuando la Administración se sirve
instrumentalmente de las mismas para alcanzar unos fines de interés público legalmente
preestablecidos. Por ello, y aunque estén directamente relacionadas, una cosa será el objeto social de
las Ligas, su razón de ser, y otra las funciones que la Ley, al regularlas, les atribuye.

Las Ligas están integradas en las Federaciones, forman parte de ellas y constituyen parte de
su estructura organizativa, aunque tienen personalidad jurídica propia y autonomía respecto
de las mismas, como ya hemos visto. Teniendo las Federaciones unas muy amplias
finalidades respecto de la promoción de su modalidad deportiva, las Ligas constituyen un
aparato organizativo especializado en el deporte profesional, ideado para servir a los
intereses del mismo. Es por eso por lo que no puede abordarse análisis alguno de las Ligas
sin tener en cuenta las relaciones que mantiene con la Federación en la que se integran.

Hay que tener siempre presente esa relación Ligas-Federaciones, y ya que la mayor parte de
las actividades de éstas suponen ejercicio delegado de funciones públicas de carácter
administrativo, habrá que detenerse a comprobar si las competencias que la Ley reserva a las
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Ligas tienen o no ese carácter y, en su caso, cuál será el régimen jurídico aplicable, y si la
tutela que eventualmente pueda ejercer el CSD sobre esta organización federativa será
también trasladable a las Ligas. Pero es que, además, las Ligas son pieza básica del nuevo
régimen jurídico que la LD inaugura para los clubes profesionales, girando alrededor de la
misma todo un intrincado sistema de relaciones.

La LD nada dice expresamente en el ya trascrito artículo 41.4 cuando se refiere a las


competencias de las Ligas. Atendiendo a lo allí establecido, tenemos que entre las funciones
de las Ligas está, en primer término, la organización de competiciones, aunque en
coordinación con la Federación. Tal afirmación, dada la poca claridad con que se expresa la
Ley, requerirá tanto de precisar conceptualmente el término "organización de
competiciones", como la determinación de si todo lo que incluye tan amplio concepto tiene
el carácter de función pública y en su caso cuál será el régimen aplicable a su ejercicio. Ya
veremos como esta cuestión se aborda en los convenios Liga-Federación.

En segundo término, y esto sí que se expresa con mayor claridad en la LD, el ejercicio de la
potestad disciplinaria sobre los clubes y SAD miembros, lo que nítidamente es una función
pública delegada.

Este ejercicio delegado de funciones públicas que realizan las Ligas, será la nota que
explique cuál es su verdadera naturaleza jurídica y el sentido del modo en que se configuran
en la Ley, pues en su régimen jurídico encontramos un complejo punto de encuentro entre lo
público y lo privado. Así, dejando esto apuntado, tenemos que las normas estatutarias de las
Ligas, a la hora de definir su objeto social, tienen en cuenta ambas vertientes de sus
funciones. Por un lado, la eficiente gestión y cooperación entre sus miembros desde el punto
de vista económico de la competición profesional y, por otro, el ejercicio de las funciones
que la Ley les atribuye.

De ello es expresivo el artículo 3 de los Estatutos de la ACB, que se refiere de un modo muy
abierto a su objeto social cuando establece que "son fines de la Asociación los relacionados
con la promoción y organización del baloncesto profesional y, en concreto: a) el impulso y
fomento de todo tipo de actividades que contribuyan a su progreso y desarrollo; b) la
organización de campeonatos, certámenes y acontecimientos; c) la defensa de los intereses
de los clubes en relación con el deporte y su representación ante cualquier persona, entidad o
organismo, y d) cualquier otro objetivo que le atribuya la legislación vigente".

Respecto de la LFP, el artículo 2 de sus Estatutos recoge como objeto de la Liga: “1º.-
Organizar y promover las competiciones oficiales de fútbol de ámbito estatal y carácter
profesional y velar por su adecuado funcionamiento; 2º.- La explotación comercial en su
más amplio sentido, de las competiciones que organice, dentro de los límites que
establece la Ley del deporte; 3º.- Cualesquiera otras funciones accesorias o
complementarias de las anteriores”.1.
las competiciones o
En cuanto a la LPFF, el artículo 3 de sus Estatutos señala que “Son fines de la LPFF, sin
invasión de las competencias de la RFEF, los siguientes:
a) Impulsar la competición profesional de fútbol femenino para potenciar los estándares
propios de la competición deportiva profesional que impulsen una competición atractiva
desde el punto de vista deportivo, social, mediático y comercial, y que la constituyan en
un referente a nivel internacional.
11

b) Promover y difundir, tanto nacional como internacionalmente, la competición


femenina de fútbol que organice.
c) Dotar a la competición profesional femenina de fútbol que organice de elementos de
innovación que mejoren su desarrollo y crecimiento sostenido y sostenible en el futuro.
d) Fomentar el desarrollo del fútbol femenino en categorías inferiores para potenciar el
crecimiento sostenible de los Clubes.
e) Promover, fomentar y divulgar junto con la RFEF, el fútbol practicado por mujeres,
generando nuevos referentes, recuperando memoria histórica y equilibrando la posición
de la mujer en el mundo del deporte para hacer efectivo el art. 14 de la Constitución, en
la línea marcada tanto por la Declaración de Brighton de 1994 como por el Manifiesto
por la Igualdad y Participación de la Mujer en el Deporte de 29 de enero de 2009; todo
ello, en beneficio de la sociedad en general.
f) Generar conocimiento en todas las áreas técnicas y de especialidad relativas a la
práctica deportiva de la mujer en el ámbito del fútbol y de su impacto en su desarrollo
físico, psicológico y de salud en todas las etapas de su vida.
g) Generar conocimiento metodológico y recomendaciones específicas para la práctica
deportiva de la mujer para que los clubes puedan desarrollarlo y aplicarlo.

Establecida en el artículo 41.1.a) LD la competencia de las Ligas Profesionales de


"organizar sus propias competiciones, en coordinación con la respectiva Federación
deportiva española y de acuerdo con los criterios que, en garantía exclusiva de los
compromisos nacionales o internacionales, pueda establecer el Consejo Superior de
Deportes", el RFD se decanta por la fórmula del convenio para instrumentar esa
coordinación.

Estos Convenios los suscribirán la Liga profesional y la Federación deportiva


correspondiente, y sobre ellos el artículo 28 RFD establece que "podrán recoger, entre otros,
la regulación de los siguientes extremos": calendario deportivo; ascensos y descensos entre
las competiciones profesionales y no profesionales; número de jugadores que podrán
participar en dichas competiciones y que no sean incluibles en las selecciones nacionales;
arbitraje deportivo, y composición y funcionamiento de los órganos disciplinarios de las
competiciones profesionales”. Para el caso de que no se suscribieran tales convenios o en los
mismos no se incluyeran la totalidad de los temas señalados en el citado precepto, la
Disposición Adicional 2ª RFD establece unas reglas a las que "se acomodarán" las
competiciones propias de las Ligas Profesionales. Más que con reglas, nos encontramos con
una minuciosa regulación, impuesta reglamentariamente, que regirá con carácter obligatorio
en defecto de convenio, pues este es su tenor literal:
“En el caso de que no se suscribiesen los convenios a que se refiere el artículo 28 del presente Real
Decreto, o en los mismos no se incluyesen la totalidad de los temas señalados en dicho artículo, la
organización de las competencias propias de las ligas profesionales se acomodará a las siguientes
reglas:
El calendario deportivo de las competiciones oficiales de carácter profesional será elaborado por la
liga profesional correspondiente, debiendo respetar en todo caso lo pactado en el correspondiente
convenio colectivo. El Presidente de la Federación dispondrá de diez días contados desde el de su
recibo para ratificar o rechazar el mismo, entendiéndose ratificado, si en dicho plazo no se hubiese
manifestado. La no ratificación deberá ser expresa y debidamente motivada.
En caso de no ratificación, la liga profesional presentará una nueva propuesta, que deberá ser
ratificada o rechazada en las mismas condiciones que las expresadas anteriormente, en el plazo de
cinco días. De no ser aprobada esta nueva propuesta, el Consejo Superior de Deportes resolverá
sobre ello.
El acceso de los clubes deportivos a las competiciones oficiales de carácter profesional precisará,
además del derecho de carácter deportivo reconocido por la Federación española, del
12

cumplimiento de los requisitos de carácter económico, social y de infraestructura que estén


establecidos por la liga profesional correspondiente, que serán los mismos para todos los clubes
que participen en las citadas competiciones, en las respectivas categorías y figurarán en los
Estatutos o Reglamentos de la liga profesional.
Las vacantes que se produzcan en las competiciones de carácter profesional y ámbito estatal por
cualquiera de los motivos reglamentariamente establecidos se cubrirán manteniendo en la
categoría a aquellos clubes que, como resultado de la clasificación deportiva, debieran perder la
misma.
El número de equipos a los cuales la Federación deportiva española pueda reconocer el derecho
deportivo de acceder a la competición profesional en el momento de la entrada en vigor del
presente Real Decreto, será el actualmente existente, pudiendo ser modificado en temporadas
sucesivas, por común acuerdo entre la Federación deportiva española y la liga profesional
correspondiente.
La determinación del número de jugadores extranjeros no comunitarios autorizados, para
participar en pruebas o competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito estatal, se
realizará de común acuerdo entre la Federación deportiva española, la liga profesional y la
asociación de deportistas profesionales correspondiente.
Asimismo, el Consejo Superior de Deportes establecerá, mediante resolución, el número de
jugadores extranjeros no comunitarios que podrán participar en las competiciones propias de las
ligas profesionales en el caso de desacuerdo entre las Federaciones deportivas españolas, ligas
profesionales y asociaciones de deportistas profesionales sobre este particular, así como en los
conflictos de interpretación derivados de tales acuerdos.
En aquellas modalidades deportivas en que exista competición oficial de carácter profesional, se
constituirá un Comité Arbitral de la competición profesional, compuesto por un representante de la
Federación española, un representante de la liga profesional y un componente del colectivo arbitral
que no se encuentre en activo, nombrado de común acuerdo entre ambas entidades. El Presidente
de este Comité será el miembro designado por la Federación. Este Comité tendrá como tareas:
Designar los colegiados que dirigirán los encuentros.
Establecer las normas que tengan repercusión económica en el arbitraje de la competición
profesional.
Desarrollar programas de actualización y homogeneización de los criterios técnicos durante la
competición, en concordancia con las directrices que establezca el Comité Técnico de Árbitros
respectivo.
En las Federaciones deportivas españolas donde exista competición profesional, la potestad
disciplinaria deportiva de esa competición correspondiente a tales Federaciones se ejercitará por
un Comité de Competición formado, bien por un juez único de competición designado de común
acuerdo entre la liga profesional y la Federación, o bien por tres personas, dos de las cuales serán
designadas por la liga profesional y la Federación respectivamente, y la tercera, por común
acuerdo entre ambas entidades.
Los miembros de este Comité de Competición, que deberán ser licenciados en Derecho, serán
designados por un mandato mínimo de una temporada y sus decisiones podrán recurrirse ante el
Comité de Apelación de la Federación deportiva española correspondiente.
El Presidente de este Comité, en el caso de que se opte por órgano colegiado, será el miembro
designado por la Federación”.

Además, la Disposición Adicional 3ª RFD prescribe que "los conflictos de competencias


incluidos los derivados de la interpretación de los convenios, que puedan producirse entre
las Federaciones deportivas españolas se resolverán mediante resolución del Consejo
Superior de Deportes".

A primera vista, observamos que estos convenios, alcanzados entre entidades que la LD y
sus normas de desarrollo no dudan en calificar de privadas, versarán sobre cuestiones que la
propia LD ha instaurado como de marcado carácter jurídico-público. Nos referimos a la
organización de las competiciones oficiales de carácter profesional en el ámbito nacional;
materia en la que se producen concurrencias competenciales entre la Liga y la Federación.

Si respecto de la calificación de una determinada competición oficial de carácter


profesional y ámbito estatal, como ya dijimos, queda clara la completa responsabilidad
13

del CSD, al reservarle la LD esta función como competencia propia (artículo 8.e LD:
“Calificar las competiciones oficiales de carácter profesional y ámbito estatal"), que es
incluso presupuesto necesario para la creación de una Liga profesional; no sucede lo
mismo con la organización de competiciones. Ello porque la LD configura como función
pública de carácter administrativo, a desarrollar bajo la coordinación y tutela del CSD por
las Federaciones deportivas, "calificar y organizar, en su caso, las actividades y
competiciones deportivas oficiales de ámbito estatal" (artículo 33.1.a). Además, y fuera ya
del marco que instauran los convenios a que nos referimos, el artículo 46.4 LD prescribe que
"las modificaciones propuestas por la Federación española correspondiente que afecten a las
competiciones oficiales de carácter profesional requerirán el informe previo y favorable de
la Liga profesional correspondiente".

Para ver el alcance de estos instrumentos convencionales contamos con la importante


experiencia que aporta el hecho de que tanto la Liga de Baloncesto como la de Fútbol hayan
firmado ya periódicamente convenios de coordinación con su Federación respectiva desde
1991. Los hoy vigentes son, para el fútbol, el de 3 de julio de 2019. Para el baloncesto, el
convenio en vigor se alcanzó en 2008 para terminar su vigencia en 2012, estando en la
actualidad prorrogado. En el fútbol femenino no nos consta que se haya aprobado aún un
convenio.

Mención especial merece la regulación que en los convenios a que aquí hacemos referencia
podrá realizarse respecto del número de deportistas extranjeros a los que se permitirá
participar en la competición profesional. La redacción actual de la disposición antes
transcrita corresponde a la redacción que se aprobó con el artículo 2 del RD 1252/1999, de
16 julio, que modificó en este punto el RFD.

Si con la regulación anterior esta era una cuestión que quedaba a la exclusiva negociación de
la Liga con la Federación, a determinar en el correspondiente convenio, el cambio
significativo que plantea la norma de 1999 va en dos direcciones: implicando al sindicato de
deportistas profesionales, con una participación activa en las negociaciones, y otorgándole al
CSD la potestad de determinar discrecionalmente un número máximo de extranjeros en caso
de conflicto entre las tres instancias implicadas.

Advertir que desde el punto de vista formal nos encontramos con una figura jurídica que
produce, cuanto menos, extrañeza. Si esta cuestión se ubica en un convenio Liga-
Federación, y en la determinación de la misma participa -por imposición del reglamento-
otra entidad, ya no estamos ante un Convenio Liga-Federación, sino frente a otra cosa, por
lo que sería más coherente con la nueva regulación que el instrumento jurídico al que
trasladar un acuerdo Liga-Federación-Sindicato de deportistas tuviera individualidad propia
y saliera del convenio. Así se ha hecho, materialmente, en el caso de baloncesto con el
Convenio de 19 de julio de 2011 entre la FEB, la ACB y la Asociación de Baloncestistas
Profesionales (ABP), denominado “acuerdo de elegibilidad”, donde se permiten dos
jugadores no comunitarios.

Hay que apuntar que en el acuerdo de la FEB, ACB y ABP se introdujo el polémico
concepto de “jugador en formación” que, en la práctica, suponía establecer un cupo para los
jugadores españoles. Este fue objeto de atención por parte de la Comisión Europea, que
forzó a que por Resolución de 16 de julio de 2014, del Presidente del CSD, se fijaran los
límites al número mínimo exigible de jugadores de formación de las plantillas deportivas
14

que participan en las competiciones oficiales de ámbito estatal en la modalidad de


baloncesto.

En la LFP se mantiene la situación previa al convenio de 2007 que consistía y consiste en


que en 1ª División puedan alinearse tres y en 2ª dos jugadores no comunitarios.

d) La función de desempeñar respecto de sus asociados las funciones de


tutela, control y supervisión

Vamos a referirnos ahora a la competencia de las ligas profesionales de "desempeñar,


respecto de sus asociados, las funciones de tutela, control y supervisión establecidas en
la presente Ley" (artículo 41.4.b LD), que forman parte del propio régimen jurídico al
que la Ley de 1990 somete a las SAD y clubes miembros de la liga.

Es claro que el carácter de la liga de asociación de segundo grado resulta el más


adecuado para ejercer tales funciones de control económico y financiero, que se
extendieron al conocimiento de los actos de disposición de acciones, modificaciones
estatutarias y nombramientos y separación de administradores, controles
presupuestarios, auditorias externas, informar la enajenación de instalaciones, la
impugnación de acuerdos sociales, ejercer la acción de responsabilidad contra los
administradores de las SAD y clubes miembros, así como asegurar la constitución de
garantías por parte de estos. No obstante, la extensión de estas funciones, la práctica ha
demostrado -especialmente en la LFP- que se cuenta con un casi nulo poder coercitivo
sobre sus miembros. Quizás por esa razón se redujo notablemente el protagonismo de
las ligas con la reforma de la LD llevada a cabo por la Ley 50/1998, de 30 de diciembre,
de medidas fiscales, administrativas y del orden social, y la posterior aprobación del RD
regulador de las SAD de 1999.

La concreta actualización de estos controles no supone, para nada, ejercicio delegado de


funciones públicas. Aquí la LD nada dice al respecto y tampoco se establece un control
de tal función por parte de la Administración. Todo ello forma parte, reiteramos ahora,
del propio régimen jurídico de las SAD y clubes miembros de la liga que, aunque
impuesto por el poder público estatal en base a su exclusiva competencia sobre
legislación mercantil, es nítidamente privado.

Esta función de las ligas, en el caso del fútbol, se hizo especialmente relevante por la
instauración del Plan de Saneamiento, pero aquí tampoco estamos ante ejercicio
delegado de funciones públicas por parte de la liga, pues cuando ésta se obliga
suscribiendo el Convenio, está actuando su principal función de carácter privado cual es
la de atender a los intereses de sus miembros. Así y todo, como ya sabemos, el
mencionado Plan de Saneamiento fue liquidado anticipadamente por la propia LFP en
1997.

Por lo demás, hay que reconocer que el endeudamiento de los clubes de fútbol
profesional a pesar de tal liquidación no hizo más que incrementarse, sobre todo
respecto de la Hacienda pública la Seguridad Social. Y por ello, parece claro que
pasados los años puede afirmarse que el modelo de control económico asumido por el
CSD fue un rotundo fracaso. Y a todo esto, no hay que olvidar la polémica aplicación
en este ámbito de la legislación concursal y la polémica reforma de esta en 2011 para
recoger las especialidades de los concursos de acreedores de las entidades deportivas, lo
15

que finalmente ha llevado a lo que regula el artículo 582 del vigente RDLeg. 1/2020, de
5 de mayo, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley Concursal.

Esta situación, favorecida por la inspiradora implantación por la UEFA de


condicionantes de orden económico para participar en sus competiciones -el conocido
como Financial Fair Play- llevó a que desde la LFP se impulsara un Reglamento de
Control Económico cuya aprobación por la Comisión Directiva del CSD comenzó a
asegurarse con la firma el 25 de abril de 2012 de un Protocolo entre el Ministerio de
Educación, Cultura y Deporte, el CSD y la propia LFP, donde entre otras cuestiones se
acordó hacer una retención de 35% sobre los ingresos por derechos televisivos
vinculado al pago de deudas tributarias (a partir de 2014-2015); el compromiso de
reformas legislativas en lo relativo a la responsabilidad de dirigentes de la LFP y las
obligaciones de los operadores televisivos; la no renuncia a otras reivindicaciones por
parte de la LFP; que tendrá plena aplicación en la temporada 2014-2015, y hasta
entonces se aseguraba la plena colaboración de la LNFP con la Agencia Tributaria.

Este acuerdo provocó la aprobación por la LFP de un nuevo Reglamento de Control


Económico, cuya aplicación fue inmediata a fin de contener el gasto de sus asociados y
ajustarlo a los ingresos que se obtengan por los mismos. Sobre todo, para aquellos que
tienen un nivel importante de deuda. Asimismo, y en la misma línea, hay que destacar
las Normas y Criterios para la Elaboración de Presupuestos de los Clubes y Sociedades
Anónimas Deportivas, aprobadas también por la LFP.

En el caso de la ACB, sin embargo, el control económico que ejerce sobre sus asociados
es ciertamente riguroso, como rigurosa es la exigencia de requisitos de orden económico
para inscribirse en la competición, lo que ha llevado por cierto a que en las últimas
temporadas no haya habido prácticamente ascensos de categoría a la ACB, pues
sencillamente los clubes que habían ganado ese derecho deportivamente no reunían
tales requisitos.

A partir de ese momento, y por el compromiso de la LFP con el control económico, la


deuda con la Hacienda Pública lleva desde 2013 una clara tendencia de reducción. Y
esta situación está, desde luego, muy relacionada con el mercado de los derechos
televisivos del fútbol profesional, de lo que se da cuenta en el Tema 11.

2.3. Referencia a las Sociedades Anónimas Deportivas

La calificación por el CSD de una competición oficial de ámbito estatal como


profesional, lleva consigo no sólo la inmediata constitución de una Liga profesional
integrada por los clubes que vayan a competir en la misma, sino además la obligatoria
adopción, por parte de estos, de la forma de SAD como requisito sine qua non para su
participación. Esto lo pueden hacer bien mediante la conversión global del antiguo club
disolviéndose, con el acuerdo de su Asamblea General de constituirse en SAD, bien
mediante la adscripción del equipo profesional y sus recursos económicos a una nueva
SAD.

Además, y en lo que al deporte del fútbol se refiere, la conversión en SAD fue


doblemente imprescindible, puesto que en caso contrario quedaban excluidos del Plan de
Saneamiento que se instauró (Disposición Transitoria 1º, apartado 1 LD ). Eso, salvo que
en el momento que señala la LD el club obligado a transformarse en SAD tenga un saldo
16

patrimonial neto positivo, lo que le exime de tal obligación y que como señalamos sólo
afectó a cuatro clubes.

La obligación de transformación en SAD nacía, por tanto, con el acceso a la competición


profesional y el consiguiente ingreso en la Liga profesional correspondiente. El control y
seguimiento de que tal conversión en SAD se realiza siguiendo los criterios y plazos
legalmente establecidos, lo encomienda la LD a un órgano colegiado de la
Administración: las Comisiones Mixtas para el seguimiento de la transformación de los
clubes en SAD, que quedan adscritas a la Presidencia del CSD.

Hay que advertir que la LD ha sido reformada por la Ley 22/2021, de 28 de diciembre, de
Presupuestos Generales del Estado para el año 2022, eliminando la obligatoria
transformación en SAD.

Las SAD, tal y como establece el art. 19.1 LD, "quedarán sujetas al régimen general de
las Sociedades Anónimas, con las particularidades que se contienen en esta Ley y en sus
normas de desarrollo", que están como se ha señalado en el RSAD. Asimismo, el régimen
general de las Sociedades Anónimas se encuentra en el vigente Real Decreto Legislativo
1/2010, de 2 de julio, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley de Sociedades de
Capital (TRLSC).

El RSAD trae causa de la reforma de la LD que operó la Ley 50/1998, de 30 de


diciembre, de medidas fiscales, administrativas y del orden social. Norma que en lo que a
la LD se refiere vino a incidir en respecto de las SAD, esencialmente, en torno a dos
cuestiones: en primer término, la relativa al control de que nadie ostente un número de
acciones superior al 5 por 100 en más de una SAD y, en segundo término, la entonces
previsible cotización en Bolsa de las SAD una vez hayan transcurrido tres años desde la
entrada en vigor de esta Ley 50/1998.

El control de estas cuestiones, sin perjuicio de las facultades de las Ligas para colaborar y
manejar la información precisa, recae exclusivamente sobre el CSD. Entidad que,
incluso, pasa a ostentar ahora, directamente, potestad sancionadora propia para retribuir
negativamente las conductas que vulneren los preceptos que ahora se establecen respecto
del tope de acciones que puede poseerse en una sociedad. Asimismo, será también el
CSD el que autorice las adquisiciones de acciones en SAD que supongan más de un 25
por 100 del total.

Con estos condicionantes, tenemos que las notas diferenciadoras de las SAD respecto del
régimen general de las sociedades anónimas que establecen la LD y el RSAD podemos
condensarlas principalmente en las siguientes:

a) Respecto de su denominación, junto al nombre deberá incluirse la abreviatura


SAD (artículos 19.2 LD y 1.2 RSAD).
b) Su objeto social queda legalmente establecido, en el artículo 19.1 LD, como
consistente en "la participación en competiciones deportivas de carácter
profesional y, en su caso, la promoción y desarrollo de actividades deportivas así
como otras actividades relacionadas o derivadas de dicha práctica". Siendo este el
marco dentro del cual, según el artículo 2.2 RSAD, las SAD establecerán en sus
Estatutos su objeto social. Además, las SAD "sólo podrán participar en
17

competiciones oficiales profesionales de una sola modalidad deportiva" (artículo


1.3 RSAD).
Constituye por tanto la transformación en SAD un requisito para participar en
competición profesional, sin perjuicio de que se establece la posibilidad de
adoptar esta forma jurídica con carácter voluntario, de acuerdo con lo que
establece la Disposición Adicional 8ª RSAD.
c) Sobre los requisitos constitutivos de las SAD, aparte de determinadas
prescripciones sobre la escritura de constitución (artículo 8 RSAD), las SAD
deben de inscribirse, además de en el Registro de Asociaciones Deportivas del
CSD y en la Federación correspondiente, en el Registro Mercantil.
d) El capital social mínimo de cada SAD en ningún caso podrá ser inferior del
fijado en el TRLSC para las Sociedades Anónimas, y lo determinará, atendiendo a
los criterios que ofrece el RSAD en su artículo 3, la Comisión Mixta. Ese capital
social mínimo "habrá de desembolsarse totalmente y mediante aportaciones
dinerarias" (artículo 21.2 LD y artículo 6.1. RSAD).
e) Todas las acciones deberán ser nominativas (artículo 21.3 LD), y podrán
presentarse por medio de títulos o por anotaciones en cuenta, si bien en caso de
ser admitidas a negociación en alguna Bolsa de Valores, deberán estar
representadas por medio de anotaciones en cuenta (artículo 6.2 RSAD).
f) El Consejo de Administración será el órgano de la SAD al que se confía la
administración de la misma, compuesto por el número de consejeros que
determinen los Estatutos (artículo 24.1 LD).
g) Se establece un régimen especial para el caso de enajenación a título oneroso
de instalaciones deportivas que sean propiedad de una SAD. Si ello sucede, el art.
25 LD otorga derechos de tanteo y de retracto, con carácter preferente, al
Ayuntamiento del lugar donde radiquen las instalaciones o, en el caso de no
ejercitarlo éste, a la Comunidad Autónoma respectiva y, subsidiariamente, al
CSD, articulándose un procedimiento al efecto (artículo 24 RSAD).
h) Las SAD que cuenten con varias secciones deportivas deberán llevar además
una contabilidad que permita diferenciar las operaciones referidas a cada una de
ellas con independencia de su integración en las cuentas anuales de la sociedad
(artículo 26.1 LD).

A todas estas peculiaridades, con la reforma de la LD de 1998, se añadieron disposiciones


relativas al control de lo que se denomina “participaciones significativas” que tienden a
evitar que por parte de una sola persona se controlen varias SAD entrando en su capital
social más allá de determinado porcentaje, y a la posible o eventual cotización oficial de
las acciones de las SAD en el mercado de valores, es decir, la posible salida a Bolsa del
capital de las SAD.

Respecto de los clubes exentos de la obligación de transformarse en SAD, Para estos


clubes se instaura un régimen de gestión y responsabilidad similar al de las SAD y que
consiste esencialmente en la llevanza de presupuesto y contabilidad separada para sus
equipos profesionales; la responsabilidad mancomunada de los miembros de la Junta
Directiva del club por los resultados económicos negativos generados durante su gestión,
y la prestación de avales bancarios por parte de los mismos para garantizar su
responsabilidad hasta el 15 % del presupuesto de gasto. Asimismo, mantendrán su
estructura jurídica, salvo que su asamblea general determine lo contrario, sin que haya
norma específica alguna referida a su regulación interna, organización o composición de
sus órganos rectores y gestores.
18

Ese régimen ha variado sensiblemente. La disposición final tercera de la Ley 22/2021,


de 28 de diciembre, de Presupuestos Generales del Estado para el año 2022, reformó la
LD indicando ahora que la transformación en SAD es voluntaria desde el 1 de enero de
2022.

Y también se modifica la LD respecto de los avales para los directivos de los clubes que
no son SAD, estableciendo ahora que tal exigencia es algo a lo que podrá obligar los
Estatutos de la entidad, o no.

Es cierto que ya no se anuda la transformación en SAD con el derecho a formar parte de


las ligas, se puede siendo sociedad de capital o club, y tal y como se ha previsto, parece
que debería reinventarse el sistema de control ya que en los clubes no hay capital, y si
no hay obligación de avalar, ¿con qué o cómo se responde?.

i
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