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Cardenal Caro - Misterio Descorriendo El Velo, 1º Parte

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Cardenal José María Caro Rodríguez: (1924): ¡Misterio!

Descorriendo el velo. Santiago de Chile.

Primera parte

I.- Introducción.

Con verdadero temor entro a tratar la materia de este


librito, presintiendo que voy a disgustar a más de uno con el
intento de vulgarizarla como, con el favor de Dios, me
propongo. Hay entre los masones personas serias y sinceras,
que, tal vez, han llegado a formarse la convicción de que la
asociación a la cual han dado su nombre no sólo es inofensiva,
sino honorable y digna de reconsideración. Entre esas
personas hay algunas que me manifiestan benevolencia y me
honran con sus atenciones; a otras les debo servicios y les
estoy agradecido. Pero si esas personas, cuya sinceridad
reconozco, piensan rectamente, comprenderán que yo
también voy a tratar esta materia con toda la sinceridad de
mi alma, y que no es mi intención ocasionar a nadie la menor
molestia, sino cumplir con una obligación que me impone la
conciencia. Más aún, descubrirán en este trabajo un esfuerzo
para sacar del error a los que, a mover y según las reglas
generales del común sentir, han caído en él sin darse cuenta o
por una excesiva condescendencia.
2.- Mi propósito.

Hay muchas obras escritas sobre la Masonería, como


puede verse en la Bibliografía que ponen los Diccionarios
Enciclopédicos, especialmente el de Espasa, al tratar de ella.
Aquí mismo, en Chile, se han publicado algunos opúsculos o se
han difundido otros venidos de otras partes, algunos
traducidos del francés, como los de Mons. Fava. ¿Para qué,
entonces, un nuevo opúsculo? dirá el lector. Cierto que no es
por el prurito de escribir, lo que, por varias razones, harto me
cuesta. Las obras grandes, o están escritas en idiomas
extranjeros o son demasiado extensas y no están al alcance
sino de muy pocos. Los opúsculos dichos, o por no llevar
nombre de autor o por dejar a un lado aspectos importantes
de la materia que se trata, dejan, a mi parecer, algo que
desear. Ésa es la razón por qué he emprendido este trabajo,
para poner al alcance del mayor número de personas, sean o
no sean masones, cosas que no pueden menos de interesarles;
pues creo que a todos los padres de familia católicos, a todos
los jóvenes y señoritas, a toda persona que tome a pechos su
Religión, su patria y el bienestar de la humanidad entera, les
conviene saber algo de lo mucho que ignoran sobre una
institución y sobre doctrinas que tienen íntima relación con
asuntos de tan vital importancia como esos.

Deseo desvanecer ciertas dudas y disipar ciertos engaños,


a favor de los cuales se hace mal a muchos incautos o
imprudentes y, por medio de ellos, a todo lo que más puede
estimar un corazón bien puesto, comenzando por el propio
bienestar moral, por la educación de la propia conciencia.

Estoy seguro de que muchos masones me agradecerán


este servicio de darles a conocer lo que a ellos se les está
ocultando: he oído ya a varios el desengaño sobre la
Masonería, y eso sin que hayan penetrado el fondo de sus
secretos, y precisamente éste ha sido uno de los estímulos
que he tenido para emprender este estudio sobre ella. Espero
dar a muchos la luz que por ahora no tienen y que me la
agradecerán.

3. - ¿Pero los profanos1[1] pueden saber algo acerca de la


Masonería?

He aquí una pregunta que necesariamente ha de ocurrir a


todo el que sepa las interminables precauciones que toma la
Masonería para que no se conozcan sus secretos. Esta
pregunta se la van a hacer aún los mismos masones, sobre
todo los que poco o nada se preocupan de conocer su
institución, sino que aceptan ciegamente lo que en ella se les
dice. Hay entre nosotros muchísimos masones que, estoy
seguro, saben de Masonería mucho menos que yo; mucho
menos de lo que yo sabía antes de dedicar un poco de tiempo
a este estudio, como lo he hecho últimamente, y saben
menos, porque en esta materia se atienen con toda buena fe
a lo que oyen en las logias y no tienen tampoco tiempo para
preocuparse más de ello.

Ahora bien, ¿cómo ha podido saberse lo que se encierra


en el recinto de las logias y en el círculo juramentado de los
masones? He aquí cómo: En primer lugar no han faltado
muchos que, al dar cuenta del fin y de los manejos de la
Masonería y sintiendo los reproches de su razón y de su
conciencia, han vuelto atrás, se han separado de las logias y
han manifestado lo que su conciencia les decía que no debían
ocultar más tiempo. Citaré como ejemplos al conde de
Haugwitz, quien, después de haber ejercido mucha influencia
y de haber ocupado altos grados en las logias, presentó en

1[1] Así suele llamarse en estilo masónico al que no es masón.


1822 una memoria al Congreso de Verona sobre los manejos
de las Sociedades Secretas, “cuyo veneno, decía, amenaza la
humanidad hoy más que nunca”. Citaré a Copin-Albancelli,
que, después de haber llegado a Caballero Rosa-Cruz y en
vísperas de ascender o otro grado más alto, se retiró también
y se dedicó a manifestar el peligro que encierra la Masonería
para su patria, la Francia, y para la civilización cristiana. Ha
fundado un periódico y ha escrito la obra antes citada. Citaré
a Domenico Margiotta, ex-33 y ex Gran Maestre de muchas
logias de varios ritos, en Italia, autor de “Adriano Lemmi”,
etc.

Otro medio de saber los secretos de la Masonería son los


documentos oficiales de las logias, de los cuales han logrado
apoderarse los gobiernos. Así, por ejemplo, el Gobierno de
Baviera, en 1786, sorprendió todos los papeles y archivos de la
secta de los Iluminados, fundada por Weishaupt, y los hizo
publicar con el nombre de “Escritos originales de la Orden y
de la Secta de los Iluminados”.

Eckert también tuvo en su mano, para escribir su obra,


documentos suministrados por los gobiernos.

Otro medio de saber los secretos de la Masonería son los


rituales de la misma; rituales diversos entre sí, según los ritos,
pero concordantes en las ideas generales. Del mismo modo,
las obras y revistas masónicas destinadas a circular dentro de
la orden, en las cuales se suelen publicar las conferencias o
discursos de los masones, especialmente en sus grandes
asambleas. Son conocidas las revistas “El Mundo masónico”,
“La Rivista Masonica”, La Revue Maconnique”, las obras de
Ragón, de Findel, de Pike, Mackey, de Mac-Clenachan, estos
tres últimos de Estados Unidos, y otras muchas que pueden
verse citadas en los autores que tratan de la Masonería. Entre
nosotros se edita “La Verdad”. Con paciencia y perseverancia
se ha llegado a formar una Biblioteca masónica suficiente
para tener sobre la Masonería el juicio cabal que conviene
tener.
4. - Un verdadero Proteo.

Lo que las fábulas cuentan del personaje mitológico


llamado Proteo, a quien no se le podía coger por la variedad
de formas con que se presentaba, se realiza con exactitud en
la Masonería: ella, como el personaje aludido, cambia de
formas según le conviene: unas veces es monárquica, otras
republicana y otras veces, comunista; unas veces enciende la
revolución, otras veces defiende el orden; unas veces
patrocina las doctrinas y reconocer como suyos los hechos de
sus miembros; otras veces, sobre todo cuando son tales que
despierten a la execración pública, se lava las manos y
atribuye esos hechos a la exageración o apasionamiento
personal del que los llevó a cabo.

Por otra parte, lo que se hace o enseña en unas logias lo


ignoran otras logias inferiores. No todos los ritos son los
mismos. Queda, pues, un ancho campo para que un masón
pueda decir: “Yo soy masón y aún he ocupado altos puestos en
las logias y no sé nada de eso que se atribuye a la Masonería;
son calumnias que le levantan sus enemigos”. La mayor parte
de ellos lo dirá con verdad, porque así es: los masones ignoran
muchas cosas de la masonería; pero otros lo dirán mintiendo,
porque así les conviene decirlo.

Como se comprende fácilmente, una sociedad que se


oculta en las tinieblas de la noche o del secreto para hacer
sus trabajos, tiene una ventaja inmensa sobre sus adversarios
para despistarlos y engañarlos, y dará ímprobo trabajo al
curioso que pretenda descubrir una parte de ellos siquiera.
Con esa condición a la vista, allegaré pruebas a lo que vaya
diciendo, de tal manera que el lector se forme de esa
asociación una idea fundada en los datos más auténticos e
innegables que hay, sin olvidar lo que dice un ex masón: “El
masón está descalificado para hablar de la Masonería” (Copin,
P.O. 106.107).

5. - Organización de la Masonería.

No cabe dentro de mi propósito dar una descripción


detallada de la organización de la masonería; pero considero
necesario dar de ella alguna idea, aunque sea superficial. Los
que deseen más detalles, pueden consultar las obras citadas,
Espasa, Dom Benoit, etc.

6. Gobierno y Administración.

La Masonería está constituida por grandes Logias o


Grandes Orientes, que también se llaman Federaciones,
Soberanos Consejos, Potencias Masónicas, y son las grandes
divisiones de la Masonería, gobernadas por un Consejo o
Comité Ejecutivo, cada una de ellas. Este Consejo es elegido
en la Asamblea Masónica compuesta de representantes
nombrados anualmente por las logias de la Federación uno por
cada Logia. La Asamblea es el cuerpo legislativo de la Gran
Logia o Federación. También suele llamarse Convento. Las
Grandes Logias o Grandes orientes son formados por Talleres
o Logias, de las cuales tienen bajo su dependencia mayor o
menor número, según sea la prosperidad de la orden o la
extensión territorial de su jurisdicción. Cuando la logia no
está regularmente constituida, se llama triángulo o logia en
formación. Cada logia tiene su mesa directiva o Consejo de
administración, que también suele llamarse Oriente2[2] , y se
compone del Venerable (o Presidente), Primero y segundo
Vigilantes (Vice-Presidentes), Orador, Secretario, Tesorero,
Hospitalario, Experto,, Diputado a la Gran logia, Guarda del
Templo, maestros de ceremonias, íd de banquete, porta
estandartes, archiveros, etc., etc. y H.H. sirvientes.

7. Consejo Directivo.

Sólo los siete primeros forman el Consejo Directivo. Los


cinco primeros son llamados “las cinco luces o lumbreras” del
taller. Son elegidos por mayoría de votos, entiendo que en el
mes de diciembre de cada año. ”Un Venerable no es, pues,
dice un ex francmasón, una personalidad tan alta como el
vulgo ordinariamente lo cree. No lo es sino en su taller, donde
es la primera de las lumbreras y eso sólo por un año, a no ser
que se le reelija” (Copin P. O. 157).

8. Los ritos masónicos.

No todas las logias pertenecen al mismo rito. Estos son


las constituciones, reglas, símbolos y observancias de los
institutos masónicos. Siendo, al menos aparentemente,
2[2]Los talleres, o templos, llamados también logias, donde trabajan los masones,
suelen estar construidos de modo que la Presidencia, a la cual también se da el
nombre de oriente, esté hacia ese punto cardinal. Ya se verá el porqué de esa
disposición. En la Constitución de la Gran Logia se llama indiferentemente talle o
logia, la corporación misma de masones que tienen su oficialidad propia.
independientes entre sí las agrupaciones que siguen los
diversos ritos, puede suceder que un mismo jefe o un mismo
consejo gobierne muchos ritos. Así, bajo el imperio de
Nápoles, Cambaceres reunía en su cabeza las dignidades
supremas de un gran número de ritos: “Era, dice Ragón, Gran
Maestre Adjunto del Gran oriente de Francia, Gran Maestre y
Protector del Rito Francés Antiguo y Aceptado; Gran Maestre
de Honor del Rito de Heredom; Gran Maestre de la Logia Gran
Maestra del Rito Escocés Filosófico; Gran Maestre del Rito
Primitivo”, etc. (Benoit. I, 199).

Como se ve, hay gran número de ritos. Actualmente, sólo


una decena está en vigor, saber: El Rito de York o Masonería
del real Arco, practicado en Inglaterra en sus antiguas y
actuales colonias y en países donde hay numerosos miembros
de esa nacionalidad como China, Puerto Rico y Chile.

El Rito Escocés Antiguo y Aceptado, practicado por


masones de diversas naciones. Es el más popular y el más
difuso, según la Encyclopedia od Freemasonry, y en muchos
países, especialmente latinos, sus Supremos Consejos son la
única obediencia masónica. Es el que está más en boga en
Chile3[3].

El Rito de Herodom, practicado por masones de Escocia,


Alemania y Hungría.

El Rito Escocés Antiguo Reformado, practicado en Bélgica


y Holanda.

El Rito Escocés Filosófico, practicado en la Gran Logia


Alpina, de Suiza.

3[3] El Rito Escocés Antiguo Aceptado fue organizado en 1801 sobre la base de
Rito de Perfección Francés Escocés, establecido en París, en 1758, por el Consejo
de los Emperadores del Oriente y del Occidente. En 1908 había 26 Supremos
Consejos universalmente reconocidos, entre los cuales figura el de Santiago de
Chile, establecido en 1870.
El Rito Joanita, o de Zinnendorf, practicado por algunos
masones de Alemania.

El Rito Ecléctico, practicado por la Gran Logia de


Frankfurt-am-Mein.

El Rito Sueco de Swedenborg, practicado en Suecia y


Noruega.

El Rito de Mizraim, practicado por algunos masones


sujetos al Consejo General de París, etc., etc.

9. Los grados.

Todos los ritos tienen los tres primeros grados de


aprendiz, compañero y maestro, grados simbólicos, como los
llaman; pero no todos tienen el mismo número de grados
filosóficos, variando el número total de grados desde cinco o
siete hasta noventa y dos que tiene el rito de Menfis. Los
masones de los primeros grados se reúnen en logias; los
grados superiores se reúnen en capítulos, consejos, cortes,
tribunales, consistorios. Los tres primeros grados se confieren
siempre con el ceremonial de estilo; no siempre se hace lo
mismo con los grados superiores, sino que se suelen conferir
por simple nombramiento.

Como se comprende fácilmente, los grados filosóficos


corresponden a los grados de conocimiento y alegorías que se
proponen en la Masonería desde los primeros grados. Sólo en
los últimos grados de cara rito se revelan todos los secretos y
se adquiere en toda su desnudez, libre de ambigüedades y
disimulos, la verdad masónica, que no se enseña en los grados
inferiores, por no estar aún preparados los espíritus para
recibirla.

Los americanos de los Estados Unidos, suelen por


sarcasmo o quizá en serio también, dar a algunos masones el
título de Brillantes, a otros el de masones del grado de
cuchillo y tenedor y a otros el de masones mohosos. Los
masones brillantes son los que se saben las ceremonias y las
practican al pie de la letra. Parece que hay muchos sencillos
que creen que en eso consiste la perfección masónica y
quedan muy pagados del título; los de cuchillo y tenedor son
los que piensan que todo el fin de la Masonería es el tener
buenas comilonas, y los mohosos, son los que vegetan en la
Masonería, sin preocuparse mucho de adelantar en el
conocimiento de sus doctrinas y propósitos. Creo que entre
nosotros hay muchos masones mohosos, es decir, caballeros
serios y honorables, que están en la Masonería sin saber por
qué ni para qué, como no sea para contribuir con su dinero y
con su nombre a que otros realicen lo que a ellos les causaría
horror, si lo supieran.4[4]

Pero no vayamos a creer que los masones se contentan


con títulos tan modestos como los de aprendiz, compañero y
maestro, para designar los miembros de los altos grados, por
más que la igualdad sea uno de sus lemas. No sé que haya otra
institución que haya inventado títulos tan retumbantes para
distinguir su jerarquía, como la Masonería. Ahí van unas
muestras, tomadas del rito escocés antiguo aceptado: el
masón del cuarto grado se llama Maestro Perfecto; el del 11°,
Sublime Maestro Electo; el de 16°, Príncipe de Jerusalén,
Gran Consejo Jefe de las Logias; el del 19°, Gran Pontífice o
Sublime Escocés de la Jerusalén Celeste; el del 28°, Caballero
del Sol o Príncipe Adepto; el del 30°, Caballero Kadosh o Gran

4[4]También llaman Masones Papagayos a los que saben de memoria el ritual y


catecismo sin preocuparse de su historia ni de su sentido (Preuss, A.F. 11)
Inquisidor, Gran Electo, Caballero del Águila Blanca y Negra;
el del 32°, Soberano Príncipe del Real Secreto, etc.

10. Influjo de los grados y logias superiores.

La elección de los dignatarios de las logias se hace por


los miembros de ellas; pero la elevación a los grados
superiores viene de arriba; a veces, como pasa en los altos
grados, sin que los del grado del cual se asciende se den
cuenta y aún crean que es por iniciativa de ellos. Eso proviene
de que el mecanismo de las logias está admirablemente
constituido para ocultar esa y otras muchas influencias que
descienden de lo alto, de un poder que está a mucha distancia
de aquellos a quienes dirige, sin que ellos lo sepan. Para tener
una idea de esta organización, hay que pensar que en el grado
ínfimo, que es el de aprendiz, nunca se trabaja en el taller
estando solos los aprendices, sino que están siempre vigilados
por masones de los grados superiores, por maestros o por
otros más altamente graduados, pero que sólo llevan las
insignias de maestros. El aprendiz que da esperanzas de
corresponder a los designios de la Masonería recibe “aumento
de salario”, es decir, es ascendido al grado de compañero, y
de la misma suerte ascenderá al grado de maestro.
Confundidos con los maestros, suelen asistir a las logias los
hermanos de los grados superiores, que los vigilan a ellos y les
procuran el ascenso o aumento de salario, si lo merecen. De
modo que así como los aprendices tienen ya secretos para con
el mundo profano, así los tienen los compañeros y los
maestros respectivamente con sus inferiores, y así los tiene
cada grado con el que le es inferior.

A veces son conocidos los hermanos de grados superiores;


a veces son desconocidos; el que asiste a la logia los ve
sujetos al venerable, obedientes a él y se imagina que son de
su mismo grado, o a lo sumo del grado maestro, siendo así que
está en presencia de miembros de una logia superior. Éstos
son los que traen de arriba las inspiraciones masónicas, así
como ellos, a su vez, las reciben de otros superiores. Cada
logia es, para la de grado superior, como el mundo profano es
para la ínfima. Conocidos o desconocidos, los hermanos, los
de grado superior estudian el estado de ánimo, la preparación
alcanzada por la logia inferior y en el momento oportuno
sugieren la idea que quieren hacer prevalecer, la resolución
que quieren hacer tomar. La propone uno de ellos y la apoya
otro u otros que ya están convenidos en la logia superior; y los
de la logia inferior, que ignoran tal vez que la resolución que
se les propone es un acuerdo tomado más arriba, las adoptan
como de propia iniciativa. Hay, pues, una ingeniosísima
pirámide masónica, como la llanta Copin-Alancelli, que tuvo
buena ocasión de conocerla.

Y sin embargo, ¡cuánto se habla de igualdad y libertad en


las logias!

11. - La Masonería, Asociación Universal.- Su unidad.

Se suele distinguir entre la masonería inglesa o


anglosajona y la masonería latina, y no falta algún
fundamento para esta distinción, dado el distinto modo de
proceder que tienen las logias de una y otra raza; más aún, no
ha mucho ha habido una ruptura entre las logias inglesas y
americanas anglo-sajonas y las latinas, a causa de la extrema
irreligiosidad y materialismo de que éstas hicieron profesión.

Eso no quita, sin embargo, que haya entre ellas no sólo la


comunidad de origen, sino también la unión en el espíritu
general de los ritos simbólicos, y se puede asegurar sin peligro
de equivocarse, que reina la unión en la ocultísima dirección
suprema, de la cual la casi totalidad los masones no se da
cuenta, porque todo está muy bien arreglado para cazar
incautos que no se den cuenta. Esta dirección suprema juega
al tira y afloja, según las conveniencias de tiempos y lugares;
sabe esperar, sabe retroceder cuando le conviene, para no
comprometer el terreno ganado y las posiciones ventajosas
para nuevas conquistas en el porvenir. Desde el fin del último
siglo, una gran asamblea de los principales jefes decretó que
un masón admitido a los tres primeros grados, sería
reconocido por hermano legítimo en todas las logias de
cualquier rito que fueren; lo cual no es arbitrario, puesto que
toda la masonería está encerrada en los tres primeros grados,
de los cuales los demás no son más que explicación o
reproducción. Como se ha dicho, todo es cuestión de entender
con mayor o menor perfección lo que se profesa en los tres
primeros grados que son comunes a todas las logias. “Estos
son el texto, dice Mackey, y los altos grados son el
comentario” (Preuss, A. F. 381).

Es evidente que no hay unidad de ritos; pero esta


variedad “no afecta la universalidad de la Masonería. El ritual
es sólo la forma externa y extrínseca. La doctrina de la
Francmasonería es la misma en todas partes. Es el cuerpo
inmutable quedando en todas partes el mismo”. Así lo afirma
el Dr masón Mackey wn la Encyclopedia (Preuss, A. F. 385).

Después de expresar el deseo de que aún el ritual sea


más perfecto y en todas partes semejante, continúa el mismo
Dr.·. “Pero si esto es imposible, como lo es, al menos nos ha
de consolar el que mientras las ceremonias o el ritual hayan
variado en diferentes períodos y aún varíen en diferentes
países, la ciencia y la filosofía, el simbolismo y la religión de
la Francmasonería continúa y continuará siendo la misma
dondequiera que la verdadera Masonería sea practicada”
(Preuss, A. F. 386). Esa consecuencia la prueba en seguida el
Doctor masón examinando los símbolos que se usan en las
logias, el derecho de visitar las logias concedido a todo masón
de cualquiera logia o país que sea, sin que las pocas
excepciones establecidas por algunas logias de los estados
unidos, alcancen a destruir la ley general; de modo que de
esa unión resulta el vínculo sagrado que, como él dice: “reúne
a los hombres de las más discordantes opiniones en una banda
de hermanos, que no da sino un mismo lenguaje a hombres de
todas las naciones y un altar, a hombres de todas las
religiones”, y con razón, por tanto, ese vínculo se llama “el
Músico Lazo” y los masones, por estar unido bajo su influencia
a gozar de sus beneficios, son llamados “Hermanos del Místico
Lazo” (Preuss, A.F. 391-392).5[5]

De ahí que “las autoridades masónicas unánimemente


afirman que la Franc-Masonería por todo el mundo es una y
que toda la Franc-Masonería no forma realmente sino una
Logia” (Cathol. Encycl.).

¿Cómo se explica, entonces, la ruptura de relaciones con


el Gran Oriente de Francia, a causa del ateísmo de que éste
hizo profesión, cambiando el artículo 1° de la Constitución de
1812, párrafo II, donde se profesaba la existencia de Dios y la
inmortalidad del alma? La distinción entre Masonería
esotérica, u oculta, y exotérica, o externa, lo explica
fácilmente. Es cuestión de táctica: En Francia se creyó el
mundo masónico suficientemente preparado para recibir la
profesión del ateísmo y ésta se estableció; en Inglaterra y
Estados Unidos no estaba preparado para tanto y vino esa
ruptura, puramente exterior, que afecta solamente a los mal
instruidos en los principios de la Masonería, no a los de grados
superiores que están penetrados de esos principios. Ya
veremos que en Estados Unidos se prepara rápidamente el
terreno para llegar a la misma declaración de ateísmo.

5[5] El objeto de los trabajos mas.·. es siempre el mismo y de ninguna manera lo


alteran las diferencias que pueden existir en los diversos ritos seguidos en el Tall.·.
(Const. De la Ord.·. M.·. en Chile; Tit. II. Art. 17. 1862).
Para apreciar mejor en lo que vale la diferencia entre la
Masonería inglesa y la latino-americana, en lo que concierne a
la Religión, conviene tener a la vista el 1° de los seis artículos
de los “Old Charges” (antiguas obligaciones) de la
Constitución de la Gran Logia Inglesa, redactada por Anderson
en 1723, restaurado en el “Libro de las Constituciones” de
1756 y 1813. Dice así: “Un masón está obligado por su
profesión a obedecer la ley moral y si entiende rectamente el
arte, jamás será un Ateo estúpido ni un Libertino irreligioso”.

“Pero aunque en tiempos antiguos los masones estaban


obligados en cada país o nación, a tener la religión nacional,
sin embargo se tiene ahora por más conveniente obligarlos
solamente a aquella Religión en la cual todos los hombres
convienen, dejándoles para sí mismos sus opiniones
particulares: esto es, ser hombres buenos y veraces, u
hombres de Honor y Honradez, cualesquiera que puedan ser
las Denominaciones o Persuasiones que los distingan. Por
donde la Masonería llega a ser el Centro de Unión y el Medio
de ajustar verdadera Amistad entre Personas, que deberían
haber quedado a perpetua distancia”.

La Constitución Gothica (Cristiana) de las antiguas Logias


de operarios masones, antes y después de 1747, decía: “La
primera obligación es que Ud. sea fiel a Dios y a la Santa
Iglesia y no profese error o herejía”. La diferencia salta a la
vista.

La nueva redacción está calculada para admitir en la


Masonería a todos, aún a los Ateos, con tal que no sean
estúpidos, y si bien se examinan las cosas, aún éstos tienen
cabida, como de hecho hay muchos en las logias de todas las
naciones. Cualquiera puede ver también a lo que se reduce la
religiosidad que se exige a los masones.

De ese verdadero alcance de la Constitución Masónica


inglesa, provino que el cambio hecho por el Gran Oriente de
Francia, encontró aceptación en muchos masones de Estados
Unidos.

Tanto es así que, a pesar de que la Gran Logia de


Inglaterra exige, por resoluciones tomadas en 1878, la fe en el
Gran Arquitecto del Universo, son reconocidos como masones,
aquellos que como Spencer y otros filósofos naturalistas de
ahora llaman Dios el principio oculto todopoderoso que obra
en la naturaleza, o como los que siguen el “Handbuch” (3ª.
De. II, 231) y sostienen como dos columnas de la Religión “el
sentimiento de la pequeñez del hombre y de la inmensidad
del tiempo y del espacio” y “la seguridad de que todo lo que
es real tiene su origen en el bien”.

Todo en la Masonería está lleno de ambigüedades. Los


textos, de 1723 y 1738, de la ley fundamental concernientes
al Ateísmo, son ambiguos de propósito. El Ateísmo no es
condenado positivamente, sino desaprobado apenas lo
suficiente para encarar las exigencias del tiempo, cuando su
franca admisión habría sido fatal a la masonería. Cath.
Encycl. Masonry.

12. La Asociación Masónica Internacional.

Desde 1902, gracias a los subsidios regulares de 25


Potencias Masónicas y a los donativos de generosos hermanos,
había funcionado en Neufchatel la Oficina Masónica
Internacional, bajo los auspicios de la Gran Logia Suiza Alpina
y debido a los esfuerzos del H.·. Quartier la Tente.

Últimamente, en 1921, ha quedado establecida en


Ginebra la Asociación Masónica Internacional con el nombre
de “Federación Masónica”, cuyos estatutos pueden verse en
“Documentation Catholique”, 1923.

13.- Secreto masónico.

El secreto forma parte de la esencia misma de la


Masonería: el día en que se dejara a un lado el secreto, ese
mismo día estaría irremisiblemente perdida. No se organizan
sociedades secretas para marchar al unísono con la sociedad
en que se vive: el secreto es necesario precisamente cuando
se quiere conspirar contra ella.

Los masones suelen negar que la Masonería sea una


sociedad secreta. Refiere Copin-Albancelli que el H.·.
Limosín, director y fundador de la Revista masónica
“L’Acacia”, en el curso de una polémica, en 1903, le afirmaba
que cometía el más grosero de los errores afirmando que la
Masonería es una sociedad secreta. “Sociedad discreta”, le
decía, “no secreta”. El mismo Limosín, en un discurso inserto
en el número de julio de 1907 de la “Societé de Statistique de
Paris”, insiste en la misma afirmación, y para probarla, cita
una cantidad de príncipes y reyes que han pertenecido a la
Masonería. En el debate que tuvo lugar en la Cámara de
Diputados de Chile, hace unos ocho años, más o menos, uno
de los miembros de la Masonería más altamente graduados en
las logias, se esforzó en reducir el juramento del secreto al
“compromiso de no revelar los medios de reconocimiento
entre los miembros” de las logias. “Eso es todo”, decía. Pero
en esto, como en muchas otras cosas de la Masonería, o no se
sabe lo que se dice o se falta lisa y llanamente a la verdad. El
secreto masónico no se reduce a eso sólo; eso no es todo, con
permiso del mismo Gran Maestre chileno.
Pueden verse en Dom Benoit y en Serra (T. II, 93-94) lo
que al respecto establecen varias logias o fórmulas; pero se
puede decir que, como uso general son objetos del secreto
“no sólo doctrinas y medios generales, sino también doctrinas
especiales y medios particulares, órdenes diarios, planes,
planes, consignas, etc.

Es secreto el fin de la Masonería, no sólo para los


profanos, sino también para la mayor parte de los adeptos; se
engaña al mundo sobre las doctrinas que se enseñan en las
logias y a las logias inferiores se ocultan las doctrinas
enseñadas en las superiores; se oculta, también, no sólo al
mundo profano, sino a las logias inferiores, los planes que se
forman en las logias y las personas que en ellas intervienen.
La misma organización de la Masonería en forma de
sociedades superpuestas unas a otras, de las cuales las
inferiores son profanas para las superiores, el recuerdo del
secreto en cada reunión y en cada logia, está manifestando
que es una sociedad secreta, y que oculta algo a sus mismos
adeptos, comenzando por ocultarles la Dirección Suprema y el
Fin Supremo de la institución.

Hablando de sí mismo, dice Copin-Albancelli: “Podría


creerse que yo debía conocer perfectamente la cuestión
masónica, puesto que yo había pasado seis años en los talleres
de la Viuda (Así se llama la Masonería). Sin embargo, nada de
eso había. Yo podía imaginarme conocerla; en realidad no la
conocía: no sabía de ella sino lo que había visto. Y lo que se
ve en la Masonería, seáis o no masones, no es sino una
apariencia destinada a engañaros sobre lo que no veis… Yo
había sido sucesivamente aprendiz, compañero, maestre y
rosacruz. Había ocupado oficios de secretario, de orador y de
primer vigilante en mi logia. Había dispuesto dos veces del de
venerable, que había hecho dar a los que creía más capaces
que yo para asegurar la prosperidad del taller. También había
sido nombrado desde mi entrada al capítulo La Clemente
Amistad, secretario de ese capítulo. Yo había sido, pues, “una
luz” capitular. Una circunstancia, de la cual tendré ocasión de
hablar después, me había permitido entrever que detrás el
mundo masónico exista un mundo, más secreto aún que éste,
no sospechado ni para él, tanto como para el mundo profano…
A pesar de todo, lo repito, no sospechaba lo que era la
asociación de la cual había sido miembro activo. ¡Con tanta
habilidad están dispuestas las cosas para ilusionar a los
masones y a los que no lo son!” (Copin, P.O. 43-44).

14. La Masonería pone especial empeño en ocultar su fin a


los profanos y a sus propios miembros.

La prueba está en que no hay nadie que pueda decir con


certeza cuál es el fin de la Masonería, y eso que ya lleva dos
siglos de existencia en la organización actual. ¿Es un fin
filosófico? ¿Es un fin de beneficencia? ¿Es un fin anticatólico?
¿Es un fin liberal? ¿Recreativo? ¿Pornográfico? ¿Satánico? Hay
partidarios de las respuestas afirmativas para cada una de
estas preguntas. Y esto no sucede sólo entre profanos sino
entre los mismos masones. Es natural.

Óigase lo que dice Pike, uno de los doctores de la


ciencia Masónica: “Los grados azules (así se llaman los tres
primeros grados) no son más que el pórtico externo del
pórtico del Templo”. (El trabajo de la Masonería es la
construcción de un templo espiritual). Parte de los símbolos
se explican ahí al Iniciado, pero es intencionalmente
engañado con falsas interpretaciones. No se intenta que él los
entienda, sino que se imagine que los entiende. Su verdadera
interpretación es reservada para los Adeptos, los Príncipes de
la Masonería…” (Preuss, A. F. 12). “La Masonería, dice el
mismo Pike, como todas las Religiones, todos los Misterios,
Hermeticismos y Alquimias, oculta sus secretos a todos,
menos a los Adeptos y Sabios o Electos y emplea falsas
explicaciones e interpretaciones de sus símbolos para engañar
a aquellos que merecen ser engañados; para ocultarles la
Verdad, que se llama Luz y apartarlos de ella” (Preuss, A.F.
13).

Preguntad a los masones cuál es fin que se propone


la Masonería y la mayor parte os responderá que es la
beneficencia o que es el socorro mutuo en el trabajo, en el
comercio, etc. Otros, los aficionados a banquetes, tal vez os
digan que es el tener de cuando en cuando unos momentos de
expansión entre amigos, etc. Otros os dirán que es el estudio.
No es de creer que todos ellos digan lo que no sienten, y sin
embargo, sus respuestas mismas están manifestando que no
saben nada de la historia de la Masonería. Son víctimas de ese
engaño intencional de que habla Pike.

La Masonería pone especial empeño en despistar a sus


propios adeptos acerca de los grados superiores, por medio de
los símbolos, de los rituales y de su misma organización. Así,
por ejemplo, cuenta Copin-Albancelli que al aprendiz se le
procura inculcar la idea de que todos los masones que él ve
con las insignias de los cordones, son maestros; y si después se
da cuenta de que hay otros grados más altos, se le dirá que
esos grados más altos no valen nada; que la prueba es que el
H.·. X o el H.·. F. están como todos los demás muy sujetos al
Venerable, siendo de estos altos grados, y por si acaso
continúa en sus curiosidades sobre los altos grados, se le
cuenta una leyenda que tiende a hacer creer que los masones
de altos grados son más bien inferiores a los maestros, por
tener la debilidad de ser aficionados a los galones. Los
maestros son los masones “perfectos”, según el ritual; los
demás no han sabido comprender el sentido elevado de esa
expresión; se han dejado tentar por lo que ellos han creído
ser una dignidad, y allí están en las logias superiores, sin
tener nada que hacer. Y si se admiran de que la Masonería
esté favoreciendo una debilidad sin objeto, como ésa, se les
responde que se tolera por pertenecer a la herencia de las
tradiciones que no hay que abandonar, y así se procura
tranquilizar al aprendiz, que no mira como superior suyo sino
al Venerable, cuya elección depende también de su voto
(Copin, P. O. 217-219).

Lo mismo pasa el maestro, a quien se le procura ocultar


la existencia, o al menos la importancia, de los grados
superiores, y se le inspira la idea de que la Masonería Azul,
como se llama la de los tres grados inferiores, es toda la
Masonería. A eso van encaminadas ciertas preguntas y
respuestas del Catecismo Masónico de su grado, y como la
cosa le halaga, fácilmente se queda con esa idea. Para eso
también, en el orden administrativo, no se hace diferencia de
grados y suele suceder que un maestro sea el Venerable en
una logia donde hay masones de altos grados, lo cual le
confirma en la idea que se la procurado inculcar.

La verdad, es, sin embargo, que los altos grados han sido
creados, precisamente, para ocultar algo a los grados
inferiores. “Como los tres grados de la Masonería ordinaria,
dice Luis Blanc, masón, comprendían un gran número de
hombres opuestos por estado y por principios a todo proyecto
de subversión social, los novadores multiplicaron las gradas de
la escala mística por subir: crearon las traslogias reservadas a
las almas ardientes; instituyeron los altos grados… santuario
tenebroso cuyas puertas no se abrían al adepto sino después
de una larga serie de pruebas calculadas para comprobar los
progresos de su educación revolucionaria, para probar la
constancia de su fe, para ensayar el temple de su corazón”.
Por eso dice la “Orthodoxie Maconnique” que la Masonería,
invadida, por decirlo así, y tomada de asalto en sus primeros
grados por el vulgo, se ha refugiado en los grados superiores”
(Benoit, F. M. I, 252-253).

En el grado 29 del Rito Escocés Antiguo Aceptado, grado


del Gran Escocés de San Andrés, el Patriarca, en la recepción
al grado, declara al neófito que todavía no se le revelan los
secretos de la Masonería: “Debéis creer firmemente, le dice,
que lo que habéis aprendido hasta este día, es nada en
comparación de los secretos que ciertamente os serán
revelados o continuación, si vos sois Electo y si no os hacéis
indigno”. “En cuanto a los misterios ocultados allí (bajo esos
problemas) no puedo aún revelároslos; pero llegará el tiempo
en que los penetraréis, etc.” (Benoit, F. M. I, 288). Esto pasa
en el grado 29. ¿Qué habrá que decir de los tres primeros
grados?

La Dirección Suprema de la Institución es lo más


oculto que hay en la Masonería, más aún que las verdaderas
doctrinas, que al fin y al cabo, como después se verá, llegan a
traslucirse al través de los velos y símbolos que las envuelven.
Que hay una Dirección Suprema oculta, distinta de los
Grandes Orientes o Grandes Logias, que son las altas
direcciones visibles, no hay que dudarlo. De otro modo no se
explicaría la unidad y universalidad de la Masonería, a pesar
de las rupturas externas, ni tampoco la uniformidad de acción
que se ha desplegado por ella en distintas jurisdicciones en
algunas épocas. Después de lo que se ha dicho sobre el
secreto en la explicación de las doctrinas y sobre la existencia
de los altos grados, se comprende fácilmente que la casi
totalidad de los masones, como todo el mundo profano, ignore
dónde está el centro de esa unidad de la Masonería y quién y
quiénes son los que dirigen esa vasta organización. Lo que
diré de los príncipes o reyes masones poco después,
confirmará el secreto de la dirección suprema de la
Masonería.

La ley común de la discreción y del secreto, que al decir


de Mackey, en su Masonic Ritualist, es la esencia misma de la
Masonería; esas virtudes del secreto y del silencio, que son la
misma esencia del carácter masónico, según el mismo autor,
no se guarden sólo con los profanos, sino con los mismos
hermanos de grados inferiores, de modo que ellos saben poco
más que nosotros, si no estudian fuera de las logias lo que es
su institución.
15. Un parangón con la Iglesia Católica.

La Masonería dice a sus adeptos y a todo el mundo que es


una institución que investiga y enseña la verdad. La Iglesia
católica también dice lo mismo. Pero la Masonería oculta esa
verdad a sus propios adeptos a tal punto que ni siquiera en los
grados cercanos al último se la enseña claramente y del todo.
La Iglesia católica, desde el principio, a todos, sin ninguna
distinción, enseña todos sus misterios, y todo su interés y afán
está en que su doctrina sea conocida de todo el mundo, de sus
mismos enemigos y perseguidores. Si lo que la Masonería
enseña es la verdad, ¿por qué teme tanto la luz? Si es la
verdad, ¿por qué tanto egoísmo para ocultarla, aún a los
propios adeptos?

16.- Los juramentos masónicos.

El secreto o los secretos masónicos están sellados con


gravísimos juramentos, que se van renovando y recordando
con toda frecuencia. He aquí la fórmula del juramento, sobre
el secreto, que se ha usado en el grado aprendiz en
Inglaterra, Escocia, Alemania y en las logias del rito escocés
de Francia, durante un tiempo, al menos. Decimos así, porque
cuando la Masonería se ve sorprendida en algunos de sus
secretos, suele cambiar de decoración, de rituales y de todo,
a fin de mantener engañados a los suyos y a los profanos. He
aquí dicha fórmula de juramento: “Juro en nombre del
Arquitecto Supremo de todos los mundos no revelar jamás los
secretos, los signos, los toques, las palabras, las doctrinas, los
usos de los Francmasones y de guardar sobre todo ello un
silencio eterno. Prometo y juro a Dios no descubrir jamás cosa
alguna ni por la pluma, ni por señales, palabras o gestos; no
hacer jamás escribir, litografiar, imprimir ni publicar cosa
alguna de lo que me ha sido confiado hasta ahora y pueda
confiárseme más adelante. Me obligo y someto al castigo
siguiente, si falto a mi palabra: que me quemen los labios con
un hierro candente; que me corten la mano y el cuello y me
arranquen la lengua; que mi cadáver sea colgado en una logia
durante la admisión de un nuevo hermano, para que sirva de
borrón a mi infidelidad y de horror a los demás; que sea
quemado después y las cenizas echadas al viento para que no
quede ningún rastro de la memoria de mi traición. Así Dios me
ayude y su santo Evangelio. Así sea. (Eckert, T. I, 33-34).
Naturalmente, esta fórmula ha sido modificada donde se ha
echado ya a un lado todo cristianismo positivo, y en nombre
de Dios ha sido reemplazado por los estados generales de la
orden, por el honor, por la espada, etc. El juramento se
renueva en cada aumento de salario. Quizás más tarde se
presentará la ocasión de dar a conocer otras fórmulas de
juramentos masónicos. (Ver, por ejemplo, Benoit, F. M. I, 386
sigs.).

17. El secreto ante la conciencia.

Antes de pasar adelante, no estará de más que


interroguemos a nuestra conciencia sobre un secreto tan
absoluto, tan sin restricciones, como es el de los masones 6[6]:
Este secreto se promete con juramentos terribles, como
acabamos de ver, sin saber nada acerca de la materia del
secreto y sin saber si ese juramento no va a encontrase en
oposición con otros deberes más fundamentales que tenemos
como ciudadanos, como miembros de la Iglesia o como
simples seres racionales. He ahí, desde luego,, lo que detiene
de entrar en la Masonería a la gente de conciencia bien
cultivada: ¿Y si bajo este secreto tan severo y tan universal se
me pide algo contra mi conciencia? ¿Y si se me pide algo
contra la patria? ¿Y si se me pide algo contra mi Religión o mi
familia?

1. El secreto ante el sentido común.

He oído decir a muchos que han sido invitados a entrar


en la Masonería, que ellos ha respondido que no ven para qué
tanto secreto; que para hacer el bien, como dicen los
masones, no hay para qué esconderse tanto, etc. Han
hablado, sin duda, el lenguaje del sentido común: si no
deseamos hacer el bien con un bombo, tampoco debemos
hacerlo tan oculto que despertemos desconfianzas sobre
nuestro buen proceder; ya que es propio de los malhechores
buscar las tinieblas (para obrar en ellas), según el dicho del
Evangelio: “El que obra mal odia la luz”. Ya veremos después
cuál es ese bien que hace la Masonería.

No sólo es idea cristiana sino también muy de razón


natural para todo el que admite la verdadera libertad, con
todas sus consecuencias, la de la responsabilidad de nuestros

6[6] Copin-Alancelli cuenta que él hizo el juramento con restricciones, que se


disimuló recibiéndolo muy bien. Pero, ¿cuántos tienen esa entereza de carácter?
actos. El secreto tiende a debilitar el sentimiento o
conciencia de nuestra responsabilidad, facilitando los medios
de burlar las sanciones sociales o públicas que esos actos
merecen. Además, cualquiera se pregunta: ¿Las doctrinas y los
hechos de la Masonería son cosa buena o mala? Si son cosa
buena, ¿por qué privar al resto de los hombres de ese bien? Si
son cosa mala, claro es que la conciencia debe repudiarlo y no
entrar en tal asociación.

La Iglesia Católica es una sociedad que profesa hacer el


bien y no sólo no se oculta para hacerlo, no sólo no oculta sus
enseñanzas, ni esconde sus misterios y sacramentos, sino que
todo su anhelo es que sean aprovechados de todos los
hombres. ¿Por qué? Precisamente, porque cree que esas
enseñanzas y esos misterios son cosa buena, y quiere
participar de ese bien a todos los hombres. Eso s pensar con
sinceridad en el bien que se hace o se posee. ¿Por qué la
Masonería hace a un lado al pueblo?

19. Los juramentos masónicos ante la moral.

Los masones suelen jurar, al menos en los primeros


grados y donde se quiere salvar cierta apariencia de religión,
sobre la Biblia y por el Gran Arquitecto del universo, que
algunos entienden que es Dios y otros que es la Naturaleza y
ésta todavía la entienden de distintos modos. ¿Qué valor
moral tiene ese juramento? ¿Estará el masón obligado en
conciencia a cumplirlo como cualquier juramento legítimo? La
moral responde que no: La razón es, porque si pone a Dios por
testigo y garantizador de lo que se promete, contra los
dictados de la prudencia y de toda razón y conciencia. Dios no
puede servir de firmeza a un acto por el cual más bien se le
ofende que se le honra. Menos aún ese juramento puede tener
firmeza para un católico, a quien está severamente prohibido
y bajo pena de excomunión, un acto semejante. No podemos
invocar a Dios como fiador de la culpa.

Si se invoca a la naturaleza como fiadora y testigo de


nuestro juramento, y sin ninguna relación con el Creador, que
se desconoce, en este caso se concibe la naturaleza como un
ser sin inteligencia, que no es capaz de oír ni de afirmar
nuestra promesa o juramento y tanto da invocarla como no
invocarla. Lo mismo hay que decir del honor, cosa a veces tan
discutible como fugaz.

20. El fin de la Masonería.

Como la palabra masones quiere decir albañiles y todo en


la Masonería se enseña por medio de símbolos o alegorías, el
fin de una sociedad de albañiles ha de relacionarse con el
oficio que ellos representan. Es corriente en el lenguaje
masónico decir que la Masonería se propone construir o
restaurar un templo. ¿Cuál es ese templo? El templo de la
Naturaleza, en que debe reinar la libertad, la igualdad y la
fraternidad, entendidas en sentido masónico; templo en que
se enseñe la verdad, la virtud y la moral propias de la
Masonería.

La Masonería usa mucho también en sus símbolos y ritos


arreos y expresiones militares; habla mucho de guerra a la
intolerancia, al fanatismo, a la ignorancia, etc. Es, pues, una
milicia, un ejército que se disciplina y arma contra un
enemigo.

La Masonería, finalmente, dice que se propone


establecer en el mundo una religión nueva, universal y tiene
todo lo que puede desearse en materia de ritos y ceremonias
relativas a un culto religioso. Es, pues, también, una religión.

21.- Libertad, Igualdad y Fraternidad masónicas.

Según la Masonería, el estado de naturaleza es el estado


ideal del hombre; es el estado en que él encuentra y conserva
su perfección y su felicidad. Ese estado ha sido destruido por
la religión y por la sociedad, por los reyes y por los
sacerdotes. Éstos son los que han quitado a los hombres su
libertad primitiva, si igualdad y destruido su fraternidad. La
Masonería se propone, entonces, devolver al hombre su
perfección y felicidad original, su libertad, su igualdad y su
fraternidad natural. He dicho que esas palabras hay que
entenderlas en el sentido masónico. ¿Cuál es el sentido
masónico?

Libertad, para los masones perfectamente iniciados, es


la independencia absoluta e ilimitada del hombre; es el
desconocimiento de toda ley y de toda autoridad; es la
rebelión absoluta. En este sentido, el súbdito, sujeto a su
gobernante, no es libre; el hijo, sujeto a su padre, no es libre;
la esposa, sujeta a su marido, no es libre; el hombre que vive
en sociedad, tampoco es libre. “El hombre no es libre si no es
dueño soberano de sus pensamientos y de sus actos”.

“La libertad es idéntica a la soberanía”, dice “L’Ere


Nouvelle”.

“No seamos más súbditos, sino soberanos, entonces


seremos libres”, dice el H.·. Fleury.
“Cada hombre es su sacerdote y su rey, su papa y su
emperador”, dice el H.·. Potvin.

“Nos respondemos de nuestros actos sino a nosotros


mismos”, dice el H.·. Lacroix (Benoit, F.M. I, 11-13).

La Igualdad, entendida también el sentido masónico, no


comprende sólo la igualdad de naturaleza y de derechos, que
son innatos a ella, como lo enseña la filosofía racional, sino
que comprende también la igualdad absoluta en toda clase de
derechos, sean innatos, sean adquiridos. “Los hombres son
iguales en derechos:: todos y desde todo punto de vista son de
igual condición”, es la síntesis de la doctrina masónica acerca
de la igualdad, expresada por León XIII en su Encíclica
Humanum Genus.

“Entre los masones (y un día, gracias a ello, será entre


todos los hombres) no hay primero ni último; no hay fuertes ni
débiles, ni grandes ni pequeños, no hay sino hermanos, todos
iguales y todos queriendo serlo” (Précis Hist. De l’Ordre de la
Franc. Mas., Benoit, F. M. I, 12).

La Fraternidad en el sentido masónico, no envuelve


solamente nuestra comunidad de origen, que nos hace clamar
“Padre Nuestro que estás en los cielos”, sino la supresión de
toda desigualdad, de toda distinción de derechos, de modo
que no ha de haber sino una sola familia universal, no familias
particulares, como ahora; no ha de haber sino una sola
nación, no naciones particulares; una sola Iglesia: y esa sola
familia, y esa sola nación, y esa sola iglesia, es la humanidad.

Fuera de ese sentido, en la Masonería se da también a la


fraternidad el sentido religioso restringido al socorro mutuo
entre los hermanos masones, como en toda otra sociedad de
socorros mutuos, eso sí que llevada a extremos inaceptables,
como veremos después, con el favor de Dios.

Además, para ciertos iniciados, esa palabra fraternidad


tiene otro sentido más secreto y abominable, como lo tenía la
“caridad” para los antiguos gnósticos, las costumbres
licenciosas, la asociación para los placeres sensuales, etc. Eso
hizo decir al papa Gregorio XVI en la Encíclica en que
condenaba la Masonería, que “todo lo que ha habido de más
sacrílego, blasfemo y vergonzoso en las herejías y en las
sectas más criminales, se ha juntado en las sociedades
secretas como en una sentina universal de todas las infamias”
(Enc. Mirari Vos).

Para edificar ese templo es menester destruir toda


autoridad, toda jerarquía, toda familia, toda religión.

22.- ¿Contra quiénes combate la Masonería?

Se comprende desde luego contra qué se disciplina y se


arma el ejército de la Masonería: tiene por delante la
sociedad civil, con la autoridad que la sostiene y gobierna;
tiene la sociedad religiosa, especialmente la Iglesia católica,
que es el baluarte más firme opuesto a la destrucción de las
creencias cristianas; tiene la familia, sobre todo la familia
cristiana, centro de virtud opuesto a la licencia de
costumbres; tiene la propiedad, opuesta también a la
igualdad y fraternidad masónicas.

23.- ¿Cuál es el Dios de la Masonería.

¿Cuál es el objeto del culto masónico? ¿Cuál es el dios


que adora la religión nueva y universal de la Masonería? ¿Es
Dios, el Supremo Arquitecto del Universo, como lo han
llamado? ¿Es la Naturaleza, con la cual muchos identifican a
ese Dios? ¿Es el hombre, en el cual se realiza con mayor
perfección esa identidad? ¿Es el sol, como símbolo más
perfecto del poder de la naturaleza? ¿Es Satanás, tenido por
los masones como el Dios bueno? Sí, todo eso es; pero eso no
lo saben todos ni lo practican todos conscientemente. Por
ahora me contentaré sólo con presentar este resumen;
después dedicaré un artículo especial para tratar de la
Masonería como religión. El que quiera más amplios detalles,
puede consultar las obras que he indicado al principio, sobre
todo la de Benoit y la de Serra y Caussa.

24. El fin supremo de la Masonería.

Suele señalarse también como fin de la Masonería el


predominio político de la secta, y a juzgar por las actividades
que se despliegan en el campo político, como luego se verá,
podría creerse que ése es su anhelo predominante; pero en
realidad, y bien mirados sus aspectos, eso no es ni puede ser
otra cosa que el medio más poderoso y seguro de realizar el
plan de la Masonería.

Hay quien cree que el fin de la masonería es establecer


el predominio judío en el mundo, y no faltan buenas razones
que pueden persuadirlo y llegan a hacer dudar si la acción
judía, por medio de la Masonería, es lo predominante en esta
institución, y, por consiguiente, todo lo demás no es sino
medio para llegar a establecer el universal dominio de la raza
judía con más rapidez y seguridad, o bien al revés, si la acción
judía no es más que un auxiliar de la Masonería para conseguir
realizar sus designios de anarquía y destrucción universal y
tras de ésta, la adoración de Satanás, inspirador de esa obra
de rebelión y de anarquía.

Por ahora baste este esbozo acerca del fin; el estudio


que sigue irá haciendo ver la verdad de lo que en este artículo
se ha expresado. Eso sí, quiero una vez más prevenir a los
lectores que la generalidad de los masones ignora en absoluto
cuánto se ha dicho acerca de los fines manifiestamente
perversos que persigue la institución a que pertenecen. La
probidad, la seriedad y honorabilidad de muchos es manifiesta
prueba de que lo ignoran. Si lo supieran, y a pesar de saberlo,
permanecieran en la Masonería, estarían muy lejos de ser lo
que son, y habría que admitir en ellos una hipocresía
incompatible con todo su modo de obrar.

25. Formación de logias.

Como se comprende, es cosa muy fácil formar, por lo


menos un triángulo o logia irregular, cuando hay en una
ciudad cinco o más masones autorizados o delegados para
ello, o simplemente celosos del progreso de la Masonería.
Ellos conversarán con otros caballeros amigos; les harán ver la
conveniencia de asociarse para su mutuo socorro, formando
una logia; les quitarán los temores que puedan tener, y en
seguida, nombrarán Venerable a uno de ellos, con lo que el
inocente se creerá muy honrado, sin sospechar siquiera que
no es más que la víctima y en instrumento de sus amigos, que
nada le han dicho de su carácter de masones de alguna logia
quizás de grado superior.

Por otra parte, la idea de entrar en comunicación con


otras logias, de ser hermanos de grandes personajes
nacionales o extranjeros, y de conocer los secretos de la
Masonería, es un poderoso aliciente, que hace caer a muchos
en las redes tendidas con tanta habilidad y disimulo.

“Para determinar al curioso, decía el H.·. Clavel, se


asegura que la sociedad conserva religiosamente un secreto
que no es ni puede ser participado sino a los francmasones.
Para decidir a los hombres de placeres, se les hacen valer los
frecuentes banquetes en que los buenos platos y los vinos
generosos excitan a la alegría y estrechan los lazos de una
amistad fraternal. En cuanto a los artesanos y mercaderes, se
les dice que la Masonería les será provechosa, extendiendo el
círculo de sus relaciones y de sus negocios” (Benoit, F. M. I,
190).

26. Esfuerzos de proselitismo.

Asegura Mackey, en su Encyclopedia of Freemasonry, que


la Masonería “no sólo prohíbe a sus miembros hacer cualquier
esfuerzo para obtener iniciados, sino que actualmente exige
que cada candidato para la admisión a sus sagrados ritos
declare seriamente como un paso previo, que en este
voluntario ofrecimiento de sí mismo no ha sido inclinado por
impropias solicitaciones de hermanos” (Benoit, F. M. I, 319).
Sin embargo, a todo el mundo le consta que la Masonería hace
una activa propaganda para afiliarse adeptos, aún en las aulas
universitarias y hasta en los liceos, Escuela militar y Escuela
Naval. Yo mismo he oído contar a varios funcionarios públicos
las repetidas instancias para que ingresaran a las logias, a tal
punto, que uno, que se retiró después de la iniciación, fue en
cierto modo arrastrado al coche que se le tenía a la puerta
para llevarlo a la ceremonia que le repugnaba, aún sin
conocerla.
Estos esfuerzos corresponden a las recomendaciones que
grandes autoridades masónicas hacen a los hermanos. “Es de
la mayor importancia para el éxito de nuestro sublime
proyecto (la restauración del estado de naturaleza), y para
facilitar y asegurar mejor su ejecución, no descuidar nada
para arrastrar a nuestra orden a miembros que descuellen en
el clero, entre las autoridades civiles y militares, las
instituciones de l juventud, sin exceptuar a reyes y príncipes,
y sobre todo a sus hijos, sus consejeros y ministros, y en fin, a
todos aquellos cuyos intereses estarían en oposición con
nuestra doctrina. Es menester hacer deslizar astutamente y
bajo las formas más seductoras el germen de nuestros
dogmas, y acostumbrarlos así, insensiblemente y sin que lo
sospechen, al choque que debe anonadarlos” (Instr. De un
alto masón de Módena) (Benoit, F. M. I, 176).

27. Artes para reclutar adeptos.

Sea por el temor de los desconocido y misterioso, sea por


el desprestigio que suele rodear a la Masonería entre la gente
sería de los países católicos, sea, sobre todo, por las
prohibiciones de la Iglesia, la propaganda masónica, a pesar
de su actividad, suele encontrar grandes tropiezos. Para
allanarlos, se asegura a los que se procura conquistar, que en
la Masonería no se trata de política ni de religión, que no hay
ataque a ninguna religión, mucho menos a la religión
cristiana; que se rinde adoración a Dios, Gran Arquitecto del
Universo; que hay muchos personajes, aún religiosos, aún
obispos y papas, que han pertenecido a la Masonería; que Pío
IX fue masón, que León XIII también lo fue; que se jura sobre
la Biblia; que está en los estatutos o constituciones de la
Masonería la fe en Dios y en Nuestro Señor Jesucristo, etc.,
etc. Se nombran personajes conocidos y respetables que son
masones, aún cuando ello sea tan falso como cuando se dice
de los Papas. “Si hay algún hombre de gran reputación por su
mérito, haced creer que es uno de los nuestros”. Era una de
las recomendaciones de Weishaupt (Benoit, F. M. I, 170).

Con esas afirmaciones para quitar todo temor, se


necesita carácter para resistir a las invitaciones de un amigo,
que tal vez habla con mediana sinceridad, porque a él
también le dijeron lo mismo y no ha tenido tiempo de
desengañarse o no se ha preocupado más de ello. Ya se verá
lo que valen todas esas afirmaciones.

Weishaupt, en su “Código de Iluminismo”, ha dado reglas


minuciosas que los insinuantes o afiliadores deben seguir para
hacer el reclutamiento de adeptos. Antes que nada se les
recomienda el examen más detallado del carácter y
circunstancias de los posibles candidatos.

28. Las conquistas preferidas.

Son, en primer lugar, los jóvenes, y entre éstos, los


preferidos son los aspirantes a profesiones liberales, para los
cuales Weishaupt había establecido un grado especial, el de
los Minervales o Universitarios.

El mismo jefe recomendaba también la conquista de los


profesionales.

De los abogados que tienen fácil palabra, astucia y


actividad, decía. “Estas gentes son verdaderos demonios,
poco fáciles de conducir; pero su conquista es siempre buena
cuando se los puede tener”. Los maestros, profesores de
universidades y hasta los superiores de seminarios si fuese
posible, eran también objeto de sus recomendaciones. Todas
las logias trabajan activamente por conquistarse a los
funcionarios públicos, y mucho más por acaparar los puestos
públicos, sobre los de mayor renta y de mayor influencia. ¡Lo
sabemos demasiado! Los reyes y los príncipes, son también
objeto preferido de las conquistas masónicas: “El concurso de
los grandes, decía Mazzini, es de una necesidad indispensable
para hacer el reformismo en un país de feudalismo”. Los ricos
y los descontentos, son también señalados a la habilidad de
los enroladores. Son interesantes los datos y citas de Benoit
sobre este punto (Benoit, F. M. I, 160-171).

29. Los Hermanos decorativos.

He citado, al hablar del secreto masónico, la razón que


daba el H.·. Limosín para probar que la Masonería no es
sociedad secreta, señalando a una cantidad de reyes y
príncipes que pertenecen o han pertenecido a la Masonería.
Estoy acostumbrado a oírlo y lo mismo les pasa a todos
aquellos que manifiestan dudas acerca de la bondad y rectitud
de la masonería: “Don Fulano de tal, hombre correctísimo,
muy caritativo, es masón, ¿cómo se le ocurre que haya algo de
malo en laq Masonería? Ese argumento lo dan los ingleses, la
mayor parte con toda buena fe: “El príncipe de Gales, el Rey,
es masón, es Gran Maestre de no sé cuántas logias o Grandes
logias”. Esa confianza en la rectitud de sus reyes o príncipes
les honra; pero no tanto la ignorancia en que viven de los
resortes de la Masonería. A ésta le conviene tener en su seno
o en sus listas a tales personajes; le conviene desvanecer en
el vulgo, poco observador y poco estudioso, cualquier
prevención contra sus planes siniestros; le conviene despistar
a las autoridades, haciéndoles ver que todo es inocente, a lo
sumo ridículo e infantil en sus tenidas.

Dice Luis Blanc, revolucionario y francmasón, que a pesar


de los temores que la Masonería inspiraba a los soberanos más
suspicaces, “gracias al hábil mecanismo de la institución,
encontró en los príncipes y en los nobles menos enemigos que
protectores. Agradó a los soberanos como el gran Federico, el
tomar la plana y ceñir el mandil. ¿Por qué no? La existencia de
los altos grados les era cuidadosamente ocultado, sabían de
la Masonería solamente lo que se les puede mostrar sin
peligro” (Copin, C.J. 309).

Hay veces que a los príncipes y a los reyes se les hace


ocupar los más altos puestos; pero eso no quiere decir que se
les confíen los secretos. De todos los príncipes que hubo en la
Masonería en el siglo pasado, incluso el mismo Napoleón, sólo
Felipe-Igualdad fue verdaderamente iniciado en los secretos
de la masonería, si bien cayó también víctima de las intrigas
de la Viuda, que lo había elevado al poder. Ésa es la
explicación del juramento que se hace en ciertos grados,
como en el 29 del rito escocés, en que el iniciado se obliga
bajo severísimas penas “al secreto más riguroso sobre todo lo
que pasa en ese grado, aún para con el Maestre de toda la
Orden, si no es notorio que ha sido reconocido en una alta
logia escocesa, o si los jefes de la logia no lo han hecho
reconocer como tal”.

Ya sabemos, pues, cuál es el papel de los príncipes en la


Masonería, por altos puestos o grados que tengan: son
pantalla de la que se sirve la Masonería para adelantar con
mayor seguridad en la ejecución de sus planes, como lo
veremos mejor después al hablar de la política.

30. Los Papas masones.


Ésta ha sido una de las más desesperadas invenciones que
se le ha ocurrido a la Masonería para despistar y engañar a
católicos ignorantes y sencillos. Al final veremos las
condenaciones que los Papas, casi sin interrupción, desde que
les fue conocida la secta, han venido fulminando contra ella,
siendo todas ellas concebidas en los términos más severos y
con el mayor conocimiento de causa. Por ahora diré
solamente el origen de la imputación hecha a Pío IX, que es la
que los masones tienen más en boga y con mayor seguridad.
He aquí cómo refiere y confuta esa fábula John Gilmary Shea
en su “Vida de Pío IX”, p. 291-2, escrita en inglés: “Comenzó
en Alemania y pensaron (los masones) que con poner la
escena en América había de escapar a la investigación.
Declararon positivamente que Pío IX había sido recibido en
una logia masónica en Filadelfia, citaron sus discursos y
declararon que se conservaba en la logia un buen número de
sus autógrafos. Desgraciadamente, para el cuento, Filadelfia
está en el mundo civilizado. La gente sabe allí leer y escribir.
Se averiguó y se encontró que no hay en aquella ciudad logia
masónica con el nombre dado; se encontró que ninguna logia
en Filadelfia había recibido jamás a Juan María Mastai; no se
pudo encontrar huella de que él haya estado allí, porque
nunca estuvo; ninguna logia tenía ninguna de sus cartas
autógrafas; los mismos masones atestiguaron que todo no era
sino una pura invención. La calumnia así refutada ha revivido
de cuando en cuando y en la última versión se ha puesto
cuidado en no especificar ni logia, ni ciudad, con demasiada
distinción” (Preuss, A. F. 270-271). Para hacerlo creer más
fácilmente habían colocado en una fotografía de un masón
con insignias, la cabeza del papa, recortada de su retrato y
ajustada en lugar de la del masón.

El lector recordará el consejo de Weishaupt, citado poco


antes: asegurar que las personas de mérito pertenecen a la
Masonería, para ayudar con eso al reclutamiento de los
adeptos. La mentira esa sobre Pío IX, estaba calculada sobre
todo para engañar al clero, a fin de que siguiera el ejemplo
de uno que había sido su jefe. No sé si habrán encontrado en
el mundo entero sacerdote tan cándido o ignorante que se
haya dejado engañar con ella. Eso sí que la mentira se repite
aún entre nosotros, en la sociedad del día, demasiado
ignorante en materias de religión y de historia eclesiástica,
por desgracia.

31. La iniciación.

Cada grado tiene su ceremonia de iniciación, ceremonia


larga y llena de simbolismo. Como no puedo, dentro de mi
propósito, detallarlas, ni siquiera dar idea breve de las
principales o de las tres primeras, remito al lector que quiere
tener mayor conocimiento sobre el ritualismo masónico, a la
obra de Benoit. Me limito solamente a dar la descripción
sumario de la iniciación al primer grado, al grado de aprendiz,
que es la puerta de la Masonería, advirtiendo que
actualmente ya parece que no están en uso, por demasiado
ridículas, las pruebas que antes ordenaba el Ritual.

“El aspirante, dicen los rituales, se presenta a la logia en


un estado en que no está “ni vestido ni desnudo”, porque,
agregan, “nuestras costumbres no toleran el estado de
desnudez completa”. Es despojado de “todo metal”, es decir,
de todo el dinero que lleva consigo. Se le vendan los ojos y se
le conduce a una cámara negra, llamada “gabinete de las
reflexiones”, especie de tumba, en que hay cabezas de
muertos y otros huesos humanos, con inscripciones grabados
en las paredes.
“La permanencia del candidato en este antro o tumba, se
llama la “prueba de la tierra”. Queda algunos minutos solo,
son los ojos vendados: en seguida, a una señal, se quita la
venda y se pone a leer las inscripciones grabadas sobre las
paredes: “Si tú eres capaz de disimular, tiembla; se irá al
fondo de tu corazón. Si tu alma ha sentido en espanto, no
pases adelante. Si te gustan las distinciones humanas, sal;
aquí no se conocen. Se podrá exigir de ti los más grandes
sacrificios, aún el de la vida: ¿estás dispuesto?”

“En seguida el candidato debe hacer su testamento y


responder por escrito a las tres preguntas siguientes: ¿Cuáles
son los deberes del hombre para con Dios? ¿Cuáles son los
deberes para con sus semejantes? ¿Cuáles son los deberes
para consigo mismo?” Es, dice Ragón, un medio de tantear a
los candidatos que se presentan”.

“El hermano Terrible7[7], o Introductor, toma el


testamento y las respuestas y las lleva al Venerable o
presidente de la logia. El postulante es siempre admitido,
cualesquiera que sean las respuestas.

“El hermano Terrible vuelve a él, le venda de nuevo los


ojos, le pasa por el cuello una cuerda cuya extremidad tiene
él y lo lleva en este estado a la puerta de la logia. El
aspirante forcejea con la puerta por tres veces. Una voz del
interior pregunta: ¿Quién es el audaz que trata de forzar la
entrada del templo?” El hermano Terrible responde: “El
hombre que acaba de golpear es un profano deseoso de ver la
luz, y que viene a solicitarla humildemente de nuestra
respetable logia”.

“La puerta se abre y el candidato es introducido en la


logia cubierta de azul. El hermano Terrible lo conduce entre
las dos columnas que sostienen el edificio y que tienen los
nombres de Jakin y Booz, como las del pórtico del templo de
7[7]
En la Gran Logia de Chile no hay ese título; el oficio lo desempeña el Hno.
Guarda Templo.
Salomón. Allí el candidato sufre un interrogatorio y es
sometido a diversas pruebas, llamadas pruebas del aire, del
agua y del fuego. Por medio de máquinas se imita la caída del
granizo, el silbido del viento y el estampido del trueno: es la
prueba del aire. Se le sumerge la mano izquierda en un tarro
lleno de agua: es la prueba del agua. Se le envuelve en
“llamas purificadoras”, soplando sobre él polvo de licopodio
al cual se pone fuego: es la prueba del fuego.

“Siempre con los ojos vendados viaja tres veces dando


cinco o seis vueltas en todos los sentidos; bebe un brebaje
amargo; pasa sobre tablas movedizas que se escapan bajo sus
pies, y sube las gradas de la “escala sin fin”; se hace el
simulacro de abrirle una vena, para asegurarse de su adhesión
a la Masonería; porque, se le dice: “la sociedad en la cual
deseáis ser admitido exigirá tal vez que derraméis por ella
hasta la última gota de vuestra sangre”. Se le anuncia que se
le va a imprimir el “sello masónico” sobre su cuerpo con
fierro candente; pero se contentan con aplicarle solamente el
cabo de una vela recién apagada o el pie de un vaso calentado
de antemano.. En fin, presta el juramento de no revelar
secretos, signos, toques, doctrinas y usos de los masones.

“Entonces se le quita la venda, y ve en torno suyo a sus


hermanos armados de espadas desnudas dirigidas contra su
pecho: “No temas nada, hermano mío, le dice el Venerable no
temas nada de las espadas que están vueltas contra ti. Ellas
no son amenazadoras sino para los perjuros. Si tú eres fiel a la
Masonería, estas espadas estarán prontas para defenderte. Si,
por el contrario, llegas alguna vez a traicionarla, ningún lugar
de la tierra te ofrecerá un refugio contra estas armas
vengadoras.

“El neófito recibe la palabra de pase: es Tubalcaín, que


significa “metal o reino mineral”, porque este nieto de Caín,
según la escritura, “trabaja los metales”. Se le ciñe con un
mandil de piel blanca y se le entrega un par de guantes de
mujer que deberá ofrecer a la que el más estime”.
“La iniciación está terminada: el profano ha llegado a ser
aprendiz” (Benoit, F. M. I, 203-206).

32. Apostasía radical del Iniciado.

Las ceremonias, ritos y símbolos de la Masonería están


muy calculados para ir abriendo poco a poco al iniciado el
verdadero sentido que tienen y enseñarle gradualmente las
verdaderas doctrinas de la secta, de modo que
insensiblemente se vaya penetrando de ellas sin que nadie se
las declare. Tanto es así que es difícil que, entre todos los
aprendices, haya alguno que se dé cuenta de que el acto que
acababa de hacer, ese acto en que tal vez él ha declarado ser
católico, es, sin embargo, una apostasía radical de la religión
que profesa. Esa apostasía está envuelta en el significado de
las ceremonias; más tarde ella se irá desarrollando junto con
la inteligencia de que ella vaya adquiriendo. He aquí cómo
declara esta apostasía el autor tantas veces citado, Benoit: El
profano tiene una “venda en los ojos y una cuerda al cuello”,
en efecto, está “en las tinieblas de la superstición y de los
prejuicios” y lleva las cadenas de que los sacerdotes y los
reyes lo han circundado. Se presenta al “templo” para recibir
“la luz” y “recobrar la libertad”; porque sólo la Masonería
“puede iluminar su espíritu con la verdadera ciencia” y darle
“la libertad del estado de naturaleza”.

Los que habitan el templo lo despojan de sus “vestidos”


y de su “metal”; porque si él quiere tomar puesto entre los
discípulos de la naturaleza, debe abjurar todo pudor y
renunciar a toda propiedad: “el lujo”, aún el de los vestidos,
“engendra todos los vicios y el verdadero masón no debe
poseer nada como propio”. El candidato hace su testamento
antes de penetrar entre los hermanos, porque “la propiedad
individual es contraria a la perfecta igualdad que reina en el
templo”, y aún, “el que es recibido masón entra en un estado
de muerte”. Se le pide una profesión de fe sobre sus deberes
para con Dios, para con sus semejantes y para consigo mismo;
si es verdaderamente digno de la luz, podrá responder como
un candidato célebre: ¡Guerra a Dios! ¡Libertad para mí!
¡Igualdad para todos! Pero si responde como deísta o aún
como católico, no por eso dejará de ser recibido; porque la
masonería no pide a sus adeptos sino una sola cualidad, la de
ser “tolerantes” o “filántropos”. Que piensen de Dios lo que
quieran, eso es cosa indiferente, con tal que no pretendan
imponer sus creencias a nadie…”

Las pruebas le enseñan que no puede desprenderse de


sus prejuicios y cadenas, sino mediante un trabajo incesante
sobre sí mismo bajo la dirección de sus nuevos jefes, y que,
aunque los elementos se vuelvan contra él, perseverará en la
carrera emprendida. Viaja en todas direcciones porque
deberá dedicarse a toda suerte de investigaciones y estudios,
a fin de tomar sobre todas las cosas ideas nuevas contrarias a
las que ha tenido hasta ahora. “He aprendido” en estos
viajes, dice el compañero, “que importa por sobre todo y ante
todas las cosas conocerse a sí mismo y trabajar en
perfeccionarse y en desprenderse de los prejuicios y de las
supersticiones que nos ciegan” (Catecismo del Compañero)…
Después se le da la luz, como fruto y premio de sus pruebas y
trabajos.

Los compañeros con sus espadas dirigidas contra él le


enseñan que estarán siempre a su lado, para defenderlo
contra los profanos y para hacerlo cumplir sus compromisos.

La palabra de pase es Tubalcaín, porque debe trabajar


los metales, entregándose al estudio de la naturaleza
comenzando por el reino mineral, que tiene el primer lugar en
ella. Debe también honrar a Tubalcaín, como descendiente de
Caín, y según los masones, de Satanás también por Caín, y
porque, según las tradiciones masónicas, tenía las costumbres
del estado de naturaleza. Se le da el mandil, porque estando
a los principios de su iniciación masónica, todavía tiene el
sentimiento del pudor… La mayor parte de estas
interpretaciones son dadas por las mismas obras masónicas.
Todas resultan de la naturaleza misma de las ceremonias en
relación con el fin (Benoit, F. M. I, 206-208).

En una palabra, las ceremonias aceptadas o ejecutadas


por el que se inicia, son una profesión de que, fuera de la
masonería, el candidato, católico o no, cristiano o no, estaba
en tinieblas, y por tanto, que la fe que hasta entonces
profesaba, no era verdad ni luz para él. Puede verse sobre
este mismo punto (Preuss, A. F., cap. IV), donde el autor, con
la autoridad de los dos grandes pontífices de la Masonería en
Estados Unidos, Pike y Mackey, no sólo establece el cambio de
doctrina que hace el iniciado, apostando de la que antes
profesaba, sino también la falta absoluta de autoridad del
nuevo magisterio del cual pretende recibir la verdad y la
moralidad.

33. Consecuencias prácticas de la apostasía de la iniciación.

La consecuencia inmediata es el abandono de aquellas


prácticas religiosas, al menos las públicas, como la Misa, que
pertenecen a ese estado y profesión que se abandona como
tinieblas para buscar la luz. Al final de la vida, esa apostasía
opone al sacerdote una dificultad casi insalvable para
procurar la reconciliación del iniciado. Ya no se trata
solamente de dificultades del orden moral, como sucede con
otros pecadores; es la completa y formal apostasía que se ha
hecho de la religión la que impide morir con los auxilios y
consuelos de la fe cristiana. Como se verá después, el masón,
al iniciarse, queda excomulgado.
34. La selección.

“Debemos aumentar el número de nuestros hermanos,


dice el ritual de los Jueces Filósofos Desconocidos; pero con
discreción”. A la Masonería no le conviene que entre en ella
toda clase de gente, ni siquiera que perseveren en ella todos
los que entran, ni mucho menos que asciendan a los grados
más altos todos los que perseveran. Todo está calculado para
hacer la selección que conviene a sus planes. En primer lugar,
la iniciación misma es una buena coladera que no deja entrar
a los que tienen demasiada independencia para dejarse
gobernar por un poder oculto, cuyos fines y aún cuyos
verdaderos representantes se ignoran. Los demasiados
curiosos, los escépticos, que o se dejarían llevar con
demasiada inquietud a investigar los verdaderos secretos de la
Masonería, o no estarían dispuestos a creer todo lo que en su
nombre se les dice, y amenazarían revolver el gallinero,
pueden también quedar detenidos por las ceremonias de la
iniciación, que son demasiado humillantes y ridículas para que
todos puedan pasar por ellas y quedarse satisfechos. “Apenas,
dice Copin-Albancelli, los profanos que pertenecen al grupo
de los curiosos o escépticos han contemplado los estúpidos
gestos que les obliga a hacer la Viuda el día en que por
primera vez los recibe en su casa, se sienten humillados y le
vuelven las espaldas con desprecio” (Copin, C. J., 56). Yo
mismo he oído a alguno decir: “Vi que eran leseras no más y
me retiré”. Pero la selección comienza solamente con las
pruebas de la iniciación. En seguida viene el trabajo de
formación o deformación, como lo llama el autor citado, que
estuvo sujeto a él por seis años, y en este tiempo es cuando
se conoce mejor al iniciado y sus aptitudes para servir los
planes de la institución. Se manifiesta buenas aptitudes, será
elevado a los grados superiores; si no las manifiesta, si no
presta servicios ni da esperanzas de prestarlos, se le dejará
vegetar para ayudar a la caja, o hasta que se aburra solo y se
vaya, sobre todo cuando no hace mucho honor a la
institución. Esto se hace de grado en grado, poniéndose en
práctica un espionaje hábilmente organizado, y como la
iniciativa de la elección o ascenso viene de lo desconocido,
aunque nadie o pocos se den cuenta de ello, el que se siente
postergado, no tiene más que llevarlo con paciencia.

Si hay algún hermano que se muestra demasiado


recalcitrante para penetrarse del espíritu de la Orden, se le
hostiliza, y si hay algún pretexto para ello, se le condena o se
le expulsa como indigno de estar en compañía de tanto
virtuoso. Si la falta no es muy grande, se le suspende: se le
deja dormir.

Pero no se vaya a creer que los que se retiran de la


Masonería le han sido del todo inútiles. La Orden tiene
demasiada sagacidad y experiencia para no saber aprovechar
las fuerzas y la posición social de cada cual. Cuando ya no se
espera más del Hermano, cuando haya dado de sí todo lo que
podía dar en favor de la institución, sólo entonces se le dejará
a un lado, se les postergará y olvidará.

35. La caja.

Es una cosa tomada muy a pechos en la Masonería, como


que tiene muchos gastos ordinarios y a veces extraordinarios;
no tanto en las obras de beneficencia, como pregona, sino en
obras de propaganda, política, fiestas, etc. Hay especial
prohibición de los reglamentos para admitir a profanos que no
puedan soportar las cargas de la Orden. Hay impuestos
ordinarios, como cuotas, derechos de matrícula o de ascenso,
precio de insignias, etc. Hay entradas extraordinarias,
provenientes de multas, donaciones, legados y quizá
subvenciones gubernativas. Ahí es donde los ricos prestan
especialmente sus servicios a la Orden, y para ese fin
particular se les inicia en ella. Darán sus cuotas, harán sus
donativos y no se preocuparán de lo que pasa en las logias.
“Dejad a un lado”, decía Weishaupt, en el capítulo de sus
instrucciones relativo a la exclusión de los altos grados,
“dejad a un lado a los brutos, a los groseros, a los imbéciles.
Hay, sin embargo, una especie de imbéciles a quienes no
conviene decirlo; porque se puede sacar alguna ventaja
alguna ventaja de su tontería. Sin tener espíritu, tienen, al
menos, escudos. Esa gente es gente buena y la necesitamos.
Esa buena gente hace número y llena la caja. Augent
numerunt et aerarium. Poneos, pues, a la obra; es menester
que esos señores muerdan el anzuelo; pero guardémonos bien
de decirles nuestros secretos. Esta clase de personas debe
estar siempre persuadida de que el grado que tienen es el
último” (Benoit, F. M. II, 197).

Sin embargo, como se les halaga, y ellos no saben que la


consideración de que se les rodea no es tan desinteresada,
suelen hacer grandes donativos. Se sabe por el apunte de uno
de los papeles del Club de Propaganda, encontrados en poder
del cardenal Bernis, que el duque de Orleans había dado 400
mil francos a la caja.

La Masonería recibió subvenciones del Gobierno en


Francia para preparar en otros países las insurrecciones que
debían estallar al paso de las armas republicanas (Benoit, F.
M. II, 201).

36. Las tenidas.


Así suelen llamarse las sesiones de las logias. Lo leemos
con frecuencia en los avisos que publican en los diarios. Las
tenidas son distintas para los diversos grados; los de grado
superior pueden asistir a las de los grados inferiores, mas no
vice-versa. Son de dos clases: las solemnes y las de comité o
puramente administrativas. Deben tener lugar mensualmente
al menos cada una de ellas. Las primeras suelen ser
concurridas; las segundas no; sólo los administradores de la
logia tienen obligación de asistir a éstas, que son las tenidas
ordinarias. Las hay también extraordinarias.

En las tenidas se observa con toda formalidad el ritual,


lleno de preguntas y respuestas para saber si la logia esta
cubierta, es decir, que no hay profanos al exterior ni en el
interior, después de lo cual se hacen los signos, las baterías y
las aclamaciones. Para cerrar la tenida se procede
igualmente.

Cuando funciona la logia con los tres grados de aprendiz,


compañero y maestro, todos los signos y ceremonias
corresponden al primer grado, porque los de grados inferiores
no deben saber nada de lo que toca a los grados superiores. A
veces se abre la tenida con los tres grados y hay que sesionar
en los tres. Entonces, una vez que sesionó el primer grado, se
manda a los aprendices cubrir el templo, es decir, retirarse.
Se abre en seguida, especialmente, la tenida del otro grado, y
lo mismo se repite si hay que celebrar tenida de maestros.
Esto debe hacerse cada vez que hay que iniciar a un maestro.

El orden que se observa en la sesión suele ser el


siguiente:

1° Apertura del trabajo, según el rito y con el misterio


acostumbrado.

2° Lectura y parobación de la plancha (acta) de los trabajos


anteriores.
3° Introducción de los visitantes después del examen.

4° Lectura de correspondencia.

5° Trabajos a la orden del día: iniciaciones,


conferencias, etc.

6° Circulación del Saco de proposiciones y del tronco de


Pobres o de Beneficencia.

7° Lectura del bosquejo de acta y clausura.

37. Lo grotesco en lo solemne.

He aquí el juicio que le han merecido a un masón las


ceremonias que se observan en las tenidas solemnes: “La
tenida solemne es la que hay que considerar, si se quiere
sentir palpitar el alma masónica. Pues bien, un observador,
por más que abriera ojos y orejas no oiría, no vería nada,
absolutamente nada, fuera de interminables palabras
impresas del fanatismo anticatólico más feroz y de algunas
ceremonias que, no por alcanzar a lo grotesco del asesinato
de Hiram, dejan de ser de un ridículo acabado. Esto es, por
otra parte, lo que explica que tantos profanos, que no se
glorían de eso, sufran las estúpidas pruebas de la iniciación,
asistan a dos o tres tenidas, y en seguida, avergonzados de sí
mismos y convencidos de la completa inutilidad de esa vida
masónica, que había exaltado su imaginación, no vuelvan a
poner más los pies en la logia. Renuncian o se hacen rayar por
falta de pago de cuotas y guardan toda su vida la convicción
de que se han dejado mixtificar…”

“Parece que los masones se entregan a ejercicios tanto


más estúpidos cuanto más suben en grado. Esta especie de
ascensión en la necedad parece, por otra parte, marcada por
los “pasos” que son peculiares a cada grado. Porque es
preciso saber que los masones, cuando penetran en sus
talleres, una vez comenzados los trabajos, no marchan como
todos.

“Cada grado tiene su paso.. El de aprendiz, el solo que es


permitido ejecutar en las tenidas solemnes, en presencia de
aprendices, es ya pasablemente ridículo. El de compañero lo
es más. En cuanto al de maestro, llega a los últimos límites de
lo grotesco. El masón que ejecuta el paso de maestro, debe
juntar en un mismo ejercicio el paso de aprendiz y el de
compañero y termina zanqueando y volviendo a zanquear de
derecha a izquierda y de izquierda a derecha, tres veces
seguidas, lanzando el pie muy alto, pues, aunque el famoso
cadáver de Hiram esté ausente, por supuesto, el ejecutante,
con todo, debe tener cuidado de no tropezar con él. No sin
motivo, se ve que los masones de baja graduación se
muestran inclinados a no dar ninguna importancia a los altos
grados. Aceptan sin ninguna dificultad la opinión que circula
entre las logias (que no se sabe de dónde viene), y según la
cual, los altos grados estarían reservados a aquellos masones
que son demasiado vanidosos para no retroceder ante ninguna
estupidez por amor al galón…”

38. El famoso Hiram.

Como el cadáver de Hiram o el nombre de este famoso


personaje tiene mucha figuración en las logias del tercer
grado para arriba, dejando para poco después la explicación
de su simbolismo, transcribiré aquí la ceremonia que se
desarrolla alrededor de él en el grado de maestro. “Por la
lectura del catecismo y del ritual del grado, se advierte que
los maestros conmemoran en sus reuniones el asesinato,
entierro y exhumación de un cierto Hiram, dado como
constructor del templo de Jerusalén, bajo Salomón, y padre,
afirma el ritual, de todos los masones del mundo pasado,
presente y futuro, sean de raza blanca, amarilla o negra”.

Esta ceremonia burlesca tiene lugar en un local especial


llamado “Cámara del medio”, donde los masones llegados al
grado de maestros, entran uno por uno, con la cabeza
cubierta, como los judíos que entran a la sinagoga. Está aún
prohibido, cuando se entra por primera vez a la sala, hacerlo
de otro modo que reculando…

“No sólo se da, en la Cámara del Medio, lectura del


asesinato de Hiram y del descubrimiento de su cadáver, sino
que los masones representan entre la escena del asesinato y
de la busca del cadáver, a la luz de bujías recubiertas con
inmensos apagadores, de treinta centímetros de alto, y que
dejan pasar la luz por una escotadura hecha en su parte
superior y por otra hecha en uno de los costados e la base.
Uno de los “venerables maestros” hace el papel de Hiram;
otros, el de los asesinos. Se representa la escena del
asesinato. En seguida, Hiram, fingiéndose el muerto, se
acuesta en un ataúd y se le cubre con un paño mortuorio,
sobre el cual se arregla una gran rama de acacia artificial. Ese
ataúd está colocado en el centro de la Cámara del Medio. El
Venerable, entonces, expone con la mayor seriedad, a sus
hermanos, que Salomón está turbado por la desaparición de
Hiram, y que ha dado orden de que se le busque.
Inmediatamente toda la banda ejecuta un primer “viaje de
busca”, es decir, que se pone a ir y venir por complacer a
Salomón, a dar vueltas y a buscar por todas partes el cadáver,
dando cada uno muestras de no ver el ataúd. Después de
comprobar que son vanas las búsquedas, se ordena un segundo
viaje de busca, en atención a la pena de Salomón que no hace
sino crecer. Después del segundo viaje, un tercero. Sólo en el
curso de este último es permitido descubrir, no el cadáver (no
se va tan ligero como eso), sino la rama de acacia. Entonces
todos se precipitan y forman círculo alrededor de esta rama.
Se quita el paño bajo el cual el falso Hiram se hace el muerto.
Se le toma la mano, se le sacude el dedo. Se finge ver con
espanto que el dedo se desliga de la mano y exclaman con
horror: ¡Macbenas! lo que parece significa: “¡La carne ha
dejado los huesos!” Después de lo cual se ayuda al seudo-
Hiram a levantarse; y éste vuelve a entrar, incontinenti, con
su dedo, en su verdadera piel de masón cretinizado.

“Los verdaderos maestros no entran jamás en la Cámara


del Medio sino para entregarse a esta extraordinaria e
inverosímil bufonada…” (Copin, P. O., 165-182).

A pesar de la ridiculez y de que hay muchos masones que


han pedido la supresión, esas ceremonias se mantienen aún
durante dos siglos. Eso prueba que se las conserva con algún
fin. Y desde luego, sin duda,, para despistar a las autoridades,
haciéndoles creer que la Masonería se ocupa en cosas de
niños, o a lo sumo en ridiculeces. Sirven, también, de
obstáculos para que no entren en las logias los que no han de
tener suficiente docilidad o han de ser peligrosos. Además, sin
duda, sirven para la formación misma, para disponer a los
iniciados a la aceptación de las sugestiones del poder oculto
que dirige la Masonería. Con ese fin se les trata como niños de
tres, de cinco y de siete años respectivamente, según el
ritual, y se les obliga a hacer marchas y contra-marchas como
a los niños de la escuela (Copin, P. O., 160-180).

Con razón me decía un caballero que, al oír los ejercicios


que tenían lugar en una logia que funcionaba en el piso
superior a aquél en que él estaba, había preguntado si había
algún colegio arriba.

¡Y pensar que tanto alto personaje, congresales,


ministros, diplomáticos, generales, y aun jefes de Estado, han
hecho su carrera, preparándose con semejantes ejercicios!
39. Instrucción masónica.

La iniciación no es más que el comienzo del trabajo


interno de la Masonería. Viene en seguida el trabajo que ha
de dar la luz y disipar las tinieblas, el trabajo de la
instrucción masónica. Para ello la Masonería tiene sus
instructores en algunas sectas y para algunos grados. El jefe
del Iluminismo, Weishaupt, dio reglas muy hábiles para que
los instructores desempeñaran con más éxito su trabajo.
Encarga, sobre todo, estudiar mucho a los iniciados, espiarlos
mucho.

Pero de ordinario, la instrucción resulta de los símbolos,


de las leyendas y de las conferencias.

Comencemos por:

49. Los Símbolos.

Todo es simbólico en la Masonería. La de los tres


primeros grados suele llamarse también Masonería Simbólica,
a diferencia de la otra, que es la de los grados filosóficos. El
símbolo, según lo explica Macker, es una imagen sensible
empleada para expresar un sentido oculto, pero analógico.
Pero esta imagen simbólica es solamente convencional, es
decir, que no tiene más que una relación convencional,
acordada libremente entre los que la usan, con la cosa
significada. Por tanto, es imposible que el que no está en el
recuerdo se dé cuenta de su sentido (Preuss, E. F., 39-40).
No sería posible que diera aquí el sentido simbólico de
todo lo que hay en una logia y de todas las ceremonias que en
ella se usan. Sería menester mucho espacio para ello. Sin
embargo, para muestra, voy a presentar a los lectores algunos
símbolos.

La logia representa al mundo. El origen de las palabras,


según Ragón, es la palabra loga, que en la lengua sagrada del
Ganges, significa mundo. En los grados inferiores está pintada
de azul, y en ella representados el sol, la luna y los demás
astros.

Las dos columnas Booz y Jakín, representan los dos


principios, que según los gnósticos y maniqueos, han
producido el mundo, el bien y el mal, la luz y las tinieblas,
Osiris y Thyphon, Ormuz y Arimán, satanás y Jesucristo, “la
forma y la materia, el fuego y el agua, el macho y la
hembra”. La columna blanca es el emblema del sexo
femenino, la negra, emblema del sexo masculino. “Leyendo
las letras de atrás para adelante, se tiene el secreto de la
naturaleza formulado en hebreo…” Esa explicación es de Pike
(Benoit, F. M., 224-225).

El triángulo representa al Gran Arquitecto del Universo,


o trinidad masónica, o sea la naturaleza con sus tres reinos,
mineral, vegetal y animal. La palabra Dios comienza en
muchos idiomas con la letra D, letra que en griego es un
triángulo. En el medio está la letra G, que significa
generación. “Este Dios trino, dice Ragón, tiene tres misterios
que simbolizan también los tres lados del triángulo: 1° Todo
es formado por la generación. 2° La destrucción sigue a la
generación en todas sus obras. 3° La regeneración, bajo otras
formas, sigue los efectos de la destrucción”.

El sol, representado con frecuencia en las decoraciones


masónicas, es un dios querido de los masones, como a los
gnósticos y maniqueos, y representa las fuerzas de la
naturaleza, el verdadero dios de la Masonería. En su honor se
eleva en el templo masónico al Oriente, la presidencia y altar
de la logia.

La escuadra y el compás significan la equidad, la


igualdad, y en un sentido más profundo, el principio
masculino y el femenino de la regeneración, que está entre
esos símbolos representada por una G.

41. La Masonería y la Biblia.

En muchas, si no en todas las logias, está la Biblia, y sin


duda, al verla, el protestante que aún conserva algo de
cristianismo, y el católico, que tiene alguna idea vaga de su
religión y de la Biblia, se sentirán alentados ante la sospecha
de que su entrada en la Masonería podría ser contraria a sus
creencias. En algunas partes aún se ve la cruz; lo que
aumenta la confianza de los tímidos. ¿Cómo no ha de ser algo
cristiana una institución en la cual se honra la Biblia y la cruz?
Sin embargo, eso sólo manifiesta la ignorancia del verdadero
significado de esos emblemas y de la hipocresía que se usa
con los ignorantes. Ahí está la Biblia, para ir acostumbrando a
los masones a despreciarla; a tenerla, mediante la tolerancia
masónica, al igual de tantos otros libros sagrados, como el
Corán, por ejemplo; para interpretarla al sabor masónico y
formar con ella las leyendas que convienen a la Orden, y para
corromperla, traduciéndola como les da la gana. Preuss
dedica al estudio de la Biblia masónica un capítulo de su obra,
y voy a transcribir su conclusión:

“Ciertamente no hemos negado el uso del Libro (Biblia)


en la Masonería Americana; pero hemos probado que la Biblia
cristiana no es el objeto de la reverencia masónica; que tales
objetos, como son la Biblia, la escuadra y el compás, “han de
tomarse como un conjunto inseparable”, si hemos de dar a los
pasajes de la Biblia “su debida importancia masónica”. Hemos
mostrado, como si en realidad un hecho tan evidente
necesitara demostración, que esa Biblia es una Biblia
masónica, no una Biblia cristiana, porque el libro material es
nada cuando su contenido es mutilado, rechazado o
tergiversado. Hemos mostrado que en las solemnes
procesiones masónicas el lugar de la Biblia y del que la lleva
simboliza su inferioridad respecto del libro de las
Constituciones Masónicas. Hemos mostrado que las alabanzas
dadas a la Biblia nada significan en los labios de masones,
desde que para la Masonería la Biblia es sólo uno de los libros
de divina revelación, con todos los cuales (el Corán, Vedas,
Zendavesta, etc.), la Sagrada Escritura está en un exacto
nivel. Hemos mostrado cómo los textos son sacados de su
significación cristiana por la supresión del nombre de Cristo;
hemos visto con qué absurdos es rechazada la autenticidad de
los libros; hemos visto la Biblia rebajada en su comparación
con la Cábala, un libro que aún el H.·. Pike admite ser una
mezcolanza de absurdos confundidos con lo que él llama
filosofía. Aún es tenida por una forma imperfecta de la misma
Cábala. Si esto es reverencia masónica de la Sagrada Escritura
¿cuál será el desprecio?” (Preuss, A. F., 248)8[8]

Con que ya saben los señores masones, especialmente los


protestantes de buena fe, lo que significa la presencia de la
Biblia en la logia.

42. La Masonería y la Cruz.

8[8]“La Biblia como símbolo masónico ha de interpretarse como el libro de la


Naturaleza o el Código de la Razón y de la Conciencia humana” (Cath. Enciclop.).
La presencia de la Cruz ¿tendrá acaso mejor suerte? No,
por cierto. Al símbolo cristiano del sacrificio y del dolor, se le
ha dado el sentido del placer carnal, sobre todo cuando se
junta con la rosa, símbolo de la caridad, que en sentido
masónico significa la condescendencia sensual (Benoit, F. M.
I, 27).

La inscripción de la cruz INRI, tiene también un sentido


sensual, encerrado en el dicho latino Igne Natura Renovatur
Integra. Por el fuego la naturaleza se renueva íntegra. Ese
fuego es el sol, es la concupiscencia en último término
(Preuss, A. F., 49 y sigs.; Benoit, F. M. 271).

Naturalmente, estos símbolos y todos los demás se van


interpretando de diversas maneras, según los grados, porque
la enseñanza masónica se va graduando para no espantar al
iniciado, manifestándole de golpe las inmundas profundidades
de los misterios y del culto pagano de la carne.

43. La Masonería y el Sol.

Al culto del sol, y detrás de él al de la naturaleza, etc.,


se refiere el celebrar las fiestas de la Masonería en los
solsticios de verano y de invierno, por la fiesta de San Juan
Bautista y de San Juan Evangelista. No es la devoción a estos
santos, sino el culto del sol el que ha hecho elegir esas épocas
para las solemnidades masónicas.
44. Las leyendas y alegorías.

El ritual masónico está lleno de leyendas, sobre todo en


los grados superiores, comenzando por el de maestro, en que
está la leyenda e la muerte de Hiram. En esas leyendas van
envueltas las alegorías de que se vale la Masonería para
comunicar su haz a sus adeptos y ocultarla a los profanos, así
como el símbolo sirve para ocultarla a los mismos adeptos. La
diferencia entre la alegoría y el símbolo, según los doctores
masones, consiste en que el símbolo tiene un significado
puramente convencional, de modo que es imposible que el
que no está en el secreto lo descubra; la alegoría, en cambio,
“es un discurso o narración en la cual hay un sentido literal y
otro figurado, un sentido patente y otro conexo, siendo la
intención del que usa el sentido patente la de indicar por
analogía o comparación, el figurado u oculto”. La
interpretación de la alegoría es fácil, y por eso alguien ha
dicho que “la alegoría habita un palacio diáfano”. Casi todas
las leyendas de la Masonería son alegóricas. Únicamente por
razón de sus alegorías o símbolos legendarios, tienen
importancia, cualquiera que sea, por otra parte, su verdad
histórica. Daré un resumen de la leyenda de Hiram o
Adonhiram: Éste era un maestro que dirigía los trabajos del
templo de Salomón, hombre muy sabio. Los albañiles estaban
divididos en tres clases: aprendices, compañeros y maestros, y
para reconocerse entre sí, cada gremio tenía una palabra.
Hiram fue asesinado por tres compañeros que quisieron
sacársela del maestro y con él se perdió la palabra. Los
masones se reúnen tristes, no sólo para llorar la muerte de
Hiram, sino también para buscar la palabra perdida. Esta
leyenda se amplía en los grados superiores sin que la palabra
perdida venga a encontrarse sino en los últimos grados. ¿A
quién representa Hiram, el asesinado y quiénes son los
asesinos? Hiram representa, según los grados, a Jacobo Molay,
el Gran Maestre Templario; para otros es Manes, fundador del
maniqueísmo; para otros es Jesucristo; para otros es Jehovah,
Dios de los judíos, en oposición con Dios uno y trino de los
cristianos; para otros es el “pueblo soberano”, cuya soberanía
ha sido destruida por los sacerdotes, por los reyes y por los
soldados; para otros es el sol, que sufre una especie de
muerte aparente en el invierno. Según otras interpretaciones
más profundas, es la humanidad, mortal en los individuos,
inmortal en la especie. La representación de la humanidad en
el santuario de la generación. Según otros, Hiram representa
al estado de naturaleza, despojado, por el estado de
sociedad, de la libertad, igualdad y fraternidad originales.
Según otros, es el mismo Satán, el dios bueno de los masones,
destronado de su imperio, por Adonai o el Dios de los
cristianos, uno y trino en las personas, Padre, Hijo y Espíritu
Santo.

45. ¿Contra quiénes se dirige la venganza masónica?

Según quién se entienda por Hiram, así es también quien


se entiende por los tres asesinos. En general, se puede decir
que son los sacerdotes y los reyes, la sociedad, el
cristianismo. Ya se comprende, entonces, contra quiénes se
ha de ejecutar la venganza para la cual se preparan y
disciplinan y de la cual se habla constantemente en las logias.
Las explicaciones dadas son de los doctores masones, como
puede verse en las obras citadas, especialmente en Benoit, en
Preuss, en Serra y Caussa, en Espasa, etc.

46. Las Conferencias.


“¿Qué he hecho en la Masonería? Es una pregunta dice
Copin-Albancelli, que debe hacerme el lector. Es, en efecto,
la que se oye siempre. ¿Qué se hace en las reuniones
masónicas?

La respuesta es tan sencilla, que asombra siempre a los


que la oyen por primera vez. En las reuniones masónicas se
comienza por escuchar predicaciones, y más tarde, uno mismo
las hace. Las logias son lugares donde a uno se le predica y
donde uno predica, y nada más.

“Si esta respuesta ha podido sorprender al lector al


principio de nuestro estudio, no debe pasar lo mismo ahora;
puesto que se trata de que el poder oculto arroje sugestiones
en el espíritu de los masones, no tiene a su disposición sino un
medio: la predicación.

¿Sobre qué versan las predicaciones? Sobre dos temas


principales, que vuelven sin cesar, a propósito de todo y a
propósito de nada.

“Primer tema: La Francmasonería es una institución


sublime, santa y sagrada. En la eterna iniciadora de todo lo
que se hace de bien, de bueno y de grande en la humanidad.

Segundo tema: Esta asociación tan alta, tan respetable,


tan venerable, tiene un enemigo. Este enemigo es el
Catolicismo. De donde se saca esta conclusión: Puesto que el
Catolicismo es el enemigo de la Masonería, es el enemigo de
todas las grandes causas a las cuales ésta declara consagrarse.
En consecuencia, si se aman verdaderamente estas grandes
causas, es menester combatir el Catolicismo”.

Tales son las dos ideas matrices que sirven de quicio a la


enseñanza masónica. Tales son las dos sugestiones que el
Poder Oculto quiere a toda costa introducir en el espíritu de
sus adeptos; las que intenta imponerles a la buena o a la
mala; hasta el punto de que en definitiva se arroja fuera de la
Masonería a los que rehúsan aceptarlas. Eso ante todo, porque
debe servir de base a todo lo demás.

“Alrededor de eso hay estudios en común, bajo forma de


conferencia y discusiones, a las cuales son incitados los
adeptos, y que versan sobre todas las cuestiones políticas y
sociales, etc.”

A inculcar estas dos grandes ideas van encaminados el


ritual, los símbolos, el catecismo y las leyendas,
especialmente aquélla en que se dice que la Masonería tiene
por padre a Hiram, o la otra, más atrevida aún, la de que fue
fundada por Caín, nacido, según las leyendas masónicas, de
Satanás o Eblis, el ángel de luz, y de Eva, seducida por él.
“Los masones creen todo eso, y creen también todo lo que se
les dice sobre el influjo de la Masonería en el desarrollo
humano”. ¿Por qué? Pregunta el autor citado; no lo sabíamos
ni lo preguntábamos. La Viuda nos tenía bajo su fluido;
literalmente nos había hipnotizado”.

El esfuerzo gastado para hacer entrar en los masones la


primera sugestión no tiene otro fin que el de hacer más fácil
la segunda. Ved lo que sigue diciendo el mismo autor: “Su
éxito ha sido completo. Ha sugestionado tan bien a los
masones (el Poder Oculto), por medio de esta sublime y santa
Masonería, siempre ocupada (ella es quien lo dice), en el bien
de la humanidad; los ha cegado tan completamente; los ha
alucinado, hipnotizado, fanatizado; les ha inyectado tan
profundamente el virus anticatólico, que la inmensa mayoría
de ellos ha llegado a ser presa de una rabia que no les deja
reposo. Lo que hace el alcohol con el cerebro del ebrio, lo
hace en los suyos, la sugestión anticatólica. Ya no razonan,
sinrazonan. No piensan: mastican y vuelven a masticar la
sugestión, como los rumiantes el heno que se les ha dado que
comer. Reaccionan de un modo automático bajo las
excitaciones repetidas del Poder Oculto. Habladles de la
Masonería: decidles que esta asociación es la madre de la
civilización, del progreso, de la luz; saltarán de gozo. No
creáis que sepan lo que es la civilización, el progreso, la luz,
mucho más de lo que saben qué es la Masonería de la que
forman parte. El Poder Oculto se ha cuidado muy bien de no
enseñarle eso. Se ha limitado a insinuarles hábilmente que la
civilización es el progreso, que el progreso es la luz, que la
luz es la Masonería. No han preguntado más tampoco y cada
vez que les es dado oír las mismas afirmaciones y cada vez
que les dado oír las mismas afirmaciones, aplauden con el más
delirante entusiasmo.

“Pronunciad, por el contrario, delante de ellos las


palabras, nada más que las palabras, catolicismo,
clericalismo, oscurantismo. Eso bastará para hacerles echar
espuma. Serán sacudidos como por un golpe eléctrico el sólo
ruido que harán esas palabras al pasar por vuestros labios. Se
levantará en ellos un furor de destrucción. No es porque
sepan tampoco qué es el catolicismo, el clericalismo, el
oscurantismo. De ninguna manera: su santa y sublime madre,
al Masonería, les ha mentido sobre eso; pero ellos creen con
fe profunda lo que se les dice porque están persuadidos a
priori de su sublimidad” (Copin, C.J., cap. V). ¡Y sin embargo
cuando los hermanos os inviten a entrar en la Masonería, os
dirán que en ella no se trata ni de religión ni de política y que
podéis ser masones y católicos a la vez; y os lo dirán con toda
seriedad!

47. La autoridad docente en la Masonería.- La fe que exige.

“Ella es quien lo dice”. La Masonería afirma solamente


las cosas a sus adeptos, no se las prueba: El magister dixit de
Pitágoras es su modelo. Confiesa, por medio de sus doctores,
que ningún hombre o corporación es infalible; confiesa que no
tiene documentos ni narraciones auténticas, habladas o
escritas en que apoyarse acerca de sus afirmaciones sobre el
origen antiquísimo de la secta ni para remontarse a los
primeros orígenes de hombre y, sin embargo, forma un
castillo de enseñanzas filosóficas, sin más base que las de
haber sido enseñadas por aquellas sectas o sabios antiguos. No
prueba sus afirmaciones y, sin embargo, pretende dar a luz a
los entendimientos de sus adeptos, enseñarles la verdad, la
divina verdad, la verdad de Dios y del alma, la naturaleza y
esencia de ambas, lo que constituye el principal fin de la
enseñanza masónica”. Y de esa enseñanza, el último tribunal
aparente, es la Gran logia. Y ante esa autoridad que se
declara falible, que manifiesta afirmar sus doctrinas porque sí
no más, y que es esencialmente mentirosa, como el lector ya
lo supondrá y lo verá, van el católico y el protestante que se
inician a hacer la abjuración de su fe cristiana, abjuración
hipócritamente envuelta en los velos del simbolismo y del
ceremonial masónico.

48. La sociedad esencialmente mentirosa.

Sinceridad personal de muchos masones. He dicho ya y lo


repito ahora, que reconozco que hay muchos masones que son
personas serias, incapaces de asentir al espíritu de la
masonería y de prestarse a sus manejos, y que están en ella,
contribuyendo a su obra con su dinero y con su prestigio,
únicamente porque ignoran todo o casi todo lo que hay en la
Masonería, sus fines, sus doctrinas, sus medios y sus hechos.
Apenas conocen de ella un ligero esbozo, trazado ante sus
ojos expresamente con el fin de mantenerlos engañados.
Podría aún nombrar a algunos que yo conozco y de quienes
estoy seguro de que el día en que se dieran cuenta de lo que
ignoran, en parte siquiera, se retirarían horrorizados de la
institución que los ha estado engañando, explotando su
prestigio y su cooperación. De otros, sin duda se puede decir
que andan en la penumbra; que algo sospechan o saben ya y
que ignoran también mucho y padecen la lucha que debe
haber entre su conciencia honrada y los compromisos
contraídos, ya en virtud de un engaño o de una serie de
engaños anteriores. Hecha esta advertencia, paso a probar la
mendicidad constitucional de la Masonería.

49.- ¿La Masonería no se ocupa de Religión?

Eso es lo que dicen los masones; eso es lo que sabe todo


el mundo, aún las señoras y las señoritas: que la Masonería es
sólo una sociedad de beneficencia o filantropía y de socorros
mutuos; y eso es lo que declaran las Constituciones
masónicas: “La Masonería no se ocupa ni de las diversas
religiones existentes en el mundo, ni de las constituciones
civiles de los Estados: a la altura que se coloca, debe respetar
y respeta, tanto la fe religiosa como las simpatías políticas de
sus miembros. En consecuencia, en sus reuniones, toda
discusión que tienda a este objeto, queda expresa y
formalmente prohibida”. Así se lee en la “Constitución de la
Orden Masónica en Chile”, artículo 2°, 1862. En la de 1912 se
lee: “La Masonería respeta tanto la fe religiosa como las
simpatías políticas de sus miembros” (Tit. 1°, art. 2°).

“No se preocupa de las diversas religiones”; “debe


respetar y respeta… la fe religiosa… de sus miembros”. Eso
dice la Constitución: la verdad es precisamente lo contrario;
la Masonería se ocupa de la religión cristiana, especialmente
la católica, para combatirla y, en consecuencia, es una burda
falsedad que respete la religión de todos sus miembros. Y eso
se hace de una manera sistemática. He aquí algunas
declaraciones que pondrán en evidencia la veracidad de la
Masonería sobre este punto: “La Francmasonería es la contra-
Iglesia, el contra-Catolicismo, la Iglesia de la Herejía”. (Art.
Programa de la Revista Masónica “L’Acacia”, en 1902) “El
Catolicismo… nosotros los masones debemos perseguir su
demolición definitiva” (Boletín del Gran Oriente de Francia,
septiembre de 1885). Un memorándum del Supremo Consejo
confirmaba estas declaraciones con la siguiente: “La lucha
empeñada entre el Catolicismo y las Mas.·. es guerra a
muerte, sin tregua y sin cuartel”. En 1902, el H.·. Delpech, en
su discurso pronunciado en el banquete oficial, decía entre
otras cosas los siguiente: “El triunfo de galileo ha durado
veinte siglos. Muere a su vez… La Iglesia Romana, fundada
sobre el mito Galileo, ha comenzado a decaer rápidamente el
día en que se ha constituido la asociación masónica. Desde el
punto de vista político, los masones han variado con
frecuencia. Pero en todo tiempo, la Francmasonería ha estado
firme en este principio; guerra a todas las supersticiones;
guerra a todos los fanatismos” (Copin, P. O. 89-90).

Hace como dos años, en uno de los banquetes solemnes,


del solsticio de verano, se pronunciaron en Iquique discursos
tan blasfemos contra Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima
Virgen, que los masones ingleses, que habían sido invitados
por las logias chilenas, protestaron y se retiraron. Y la
primera vez que vino la Belén de Sárraga a esta ciudad, en el
banquete que le ofreció la Masonería, reconociéndola como
hermana, se declaró; que la Masonería había tenido la honra
de traerla a Iquique. Todos en Chile saben que no hacía otra
cosa que combatir la religión católica con una trama de
mentiras, leyendas masónicas, de las mismas que se leen en
ciertos grados, y blasfemias.

¿Quién no ha oído muchas veces a los masones que en la


Masonería se exige la fe en Dios? ¿Quién no ha oído la frase:
“A la gloria del Gran Arquitecto del Universo”, que se ha
dado como una prueba de la religiosidad de la Masonería?
Pues bien, el 14 de septiembre de 1877 quedó abolida la frase
en el Gran Oriente de Francia 9[9], que es el que domina no
sólo en la Masonería latina, sino también en la de Estados
Unidos. “Antes de esta fecha se banqueteaba a su gloria (del
Gran Arquitecto); en su honor se inauguraban las logias. ¡No
se pronunciaba una palabra; no se expresaba un voto; no se
escribía una carta; no se daba una comisión, sino sobre un
papel que llevara a la cabeza la piadosa frase! Ese día, del 14
de septiembre, es decir, en una época en que se sintió
suficientemente libre para manifestar sus verdaderos
sentimientos, el Gran Oriente ha renegado sin pudor de su
Gran Arquitecto! Aun ha ido más lejos: se ha declarado su
enemigo; a tal punto que, a despecho de las profesiones de fe
liberales que se contienen en los estatutos de esta
federación, llegó a ser una mala nota para un profano que
pide la iniciación el declarar que no estaba absolutamente
convencido de que el Gran Arquitecto haya sido jamás otra
cosa que un mito. ¡Después del deísmo en solfa, el
materialismo fanático e intransigente! ¡Qué extraordinaria
asociación filosófica!10[10] (Copin. P.O. 96-97),

Proudhom, uno de los masones más nombrados del siglo


pasado, decía: “Nuestro principio propio es la negación de
todo dogma; nuestro punto de partida, la nada. Negar,
siempre negar, es nuestro método. Él nos ha conducido a
poner como principio: en religión, el ateísmo; en política, la
anarquía; en economía política, al no-propiedad” (Benoit, F.
M. I, 17).

9[9] El tenor del 1er. Art. de las Constituciones del Gran Oriente de Francia quedó
así: La F.·. Mas.·., institución esencialmente filantrópica y progresiva, tiene por
objeto la investigación de la verdad y el estudio de la moral universal, de las
ciencias y artes y la práctica de la Beneficencia. Tiene por principios propios la
libertad de conciencia y la solidaridad humana: A nadie excluye por razón de su
creencia, su divisa, es Libertad, Igualdad, Fraternidad.
10[10] El 10 de septiembre de 1878 el Gran Oriente decretó eliminar de los
Rituales y de las prácticas masónicas Arquitecto, la Biblia, etc. (Cath. Encyclop.).
En Chile parece que se conserva aún la piadosa frase: A.·. L.·. G.·. D.·. G.·. A.·. D.·.
U.·. (Constit. de la G. Log. de Chile, 1912).
50. La ignorancia mundana aplastada por el masón.

En la iniciación del grado 28 del Rito Escocés Antiguo


Aceptado, grado llamado del Príncipe Adepto, entre otras
cosas que el Presidente, llamado Adán, dice al iniciado, se
encuentran las siguientes declaraciones: “Muchos profanos
tienen la felicidad de entrar en nuestros santuarios; pero bien
pocos son bastante felices para llegar a conocer la sublime
verdad (el secreto que se les promete revelarles). Si
preguntáis cuáles son las cualidades que un masón debe tener
para llegar al centro del verdadero bien, es menester haber
aplastado la serpiente de la ignorancia mundana; es menester
haber sacudido el yugo de los prejuicios de la infancia,
concernientes a la religión dominante del país en que uno ha
nacido… He ahí el monstruo bajo la figura de serpiente que
tenéis que exterminar. Es la pintura fiel de lo que el imbécil
vulgar adora bajo el nombre de religión” (Benoit, F. M. I,
284).

El grado Gran Escocés de San Andrés, del mismo rito, se


resume en estas palabras: “Guerra a la cruz de Jesucristo;
culto de Lucifer, del fuego y de la carne”.

En algunas logias del grado 30, Caballero Kadosh, del rito


escocés, que, según Ragón, es el non plus ultra en la alta
masonería filosófica, se hace pisotear un crucifijo al iniciado,
diciéndole: “Pisotea esa imagen de la superstición; quiébrala”
Si no lo hace, se le aplaude y se le recibe sin revelarle los
secretos. Si lo quiebra, se re recibe y se le hace ejecutar la
venganza, sobre tres cadáveres, si es posible, o sobre tres
simulacros, que representan, la superstición, al rey y al papa
(Benoit, F. M., 292-293).
51. El Carbonarismo y Nuestro Señor Jesucristo.

El carbonarismo, en sus siete primeros grados, habla


mucho de cristianismo; pero ya en los tres últimos se declara
la guerra a toda religión y sociedad. En el grado de maestro se
acusa a nuestro Señor Jesucristo por haber atentado a la
igualdad original de los hombres, diciéndose Hijo de Dios. En
el 7° grado, el iniciado jura guerra a toda religión y gobierno
positivo (Benoit, F. M. I., 312-326).

En otros ritos, como el de Mizraim, se rinde culto, en los


últimos grados a la naturaleza, al sol; se practica el
espiritismo y se recomienda la preferencia de los malos
espíritus sobre los buenos (Benoit, F. M. I, 326-330).

52.- La Masonería se ocupa de Religión.

Creo que lo dicho basta y sobra para que se vea la


sinceridad de la Masonería cuando proclama en sus estatutos,
que no se ocupa de religión y que respeta todas las religiones.
“Hubo un momento, no de regla, sino de formalismo, decía el
H.·. Gonnaud, en un banquete de clausura del Convento, de
1886, en que había que declarar que la Masonería no se
ocupaba ni de religión ni de política. ¿Era Hipocresía? No lo
diré yo. Era que estábamos obligados bajo la presión de las
leyes y de la policía a disimular lo que todos nosotros
teníamos misión de hacer, o más bien, de hacer únicamente.

53. La Masonería, el clericalismo y el catolicismo.

Para combatir mejor al catolicismo, la Masonería inventó


la distribución entre clericalismo y catolicismo, haciendo
alarde de respetar al catolicismo y de combatir únicamente el
clericalismo, es decir, la intervención del clero en la política.
“Nosotros queremos, decía el H.·. Chassaing, en el banquete
de clausura de la Asamblea General del Gran Oriente de
Francia, en 1886, nosotros queremos la fusión de todas las
potencias masónicas en una federación general que, mejor
que nuestros esfuerzos actualmente diseminados, podrá
combatir y podrá vencer “al Clericalismo y a la reacción”.
Esta distinción, dice Copin-Albancelli, fue inventada,
precisamente en el tiempo en que había en la Cámara
trescientos masones y sólo un sacerdote; pero la sotana se
veía y los mandiles no se veían. Es digna de tenerse en cuenta
la declaración hecha a este respecto por el H.·. Courdavaux,
profesor de letras de Douai, que en 1888 y 1889 daba cierta
conferencia en las logias de provincia y en las de París. En esa
conferencia se leía: “la distinción entre el catolicismo y el
clericalismo es puramente oficial, sutil, para las necesidades
de la tribuna. Pero aquí en logia, digámoslo en voz alta, en
favor de la verdad: El catolicismo y el clericalismo no son sino
una misma cosa” (Copin, C. J., 145-147-157).

54. La Masonería chilena es anticatólica.


¿Se dirá que la Masonería chilena tiene distinto espíritu
que la de otros países? Pero si está en la conciencia de todos
los que observan lo que pasa en las distintas esferas de acción
social, que la Masonería, tiene, entre nosotros, un fin opuesto
a la religión católica, de tal manera que cuando se quiere
indicar que una persona es hostil a la religión, la frase más
breve y segura para decirlo es ésta: “Es masón”.

Por lo que respecta a Iquique, bastará recordar el asalto


a la procesión con que los católicos celebrábamos el
aniversario de Constantino, el año de 1913. Los dirigentes del
ataque eran masones reconocidos. Ese ataque fue el epílogo
de las conferencias de la masona Belén de Sárraga, traída ex-
profeso a Iquique en esa fecha para perturbar las fiestas
católicas.. Cuando se trató de contestar a mi refutación de la
primera conferencia, se puso de vuelta y media la Biblia, esa
Biblia que estaba sobre la mesa de la presidencia de la logia y
sobre la cual juraban los iniciados, y se publicó un folleto
lleno de blasfemias, después de haber sido aprobado en
tenida de una de las logias. Y si no hay esa hostilidad para con
el catolicismo, ¿por qué apenas se inicia uno que es católico y
observante, al menos de la asistencia a misa, luego deja de
serlo y se aleja de la Iglesia, como he tenido ocasión de
conocer a varios que me han contado su ingreso en las logias,
con sentimiento de haberlo hecho?

55. Obras son amores y no buenas razones.


No hay argumento en contra de los hechos, dice un
antiguo adagio filosófico. Veamos, pues, a qué nos hemos de
atener, si a lo que la Masonería dice en sus estatutos y repite
a los profanos, o a lo que dice a los iniciados que son capaces
de comprenderla, acerca de su neutralidad religiosa y su
respeto a todas las religiones. Comencemos por la prensa.

56. Las publicaciones masónicas.

“De lo que abunda en el corazón habla la boca”, decía el


Divino Maestro, y ciertamente, en las publicaciones masónicas
no es el respeto a las religiones, especialmente a la católica,
lo que abunda, sino una continua descarga en todos los tonos
y formas, contra ella. Testimonio de ello “La verdad”, revista
que circula entre los hermanos, y que se procura hacer que
también lean aquellos que se cree están ya preparados para
aceptar sus ataques a la religión. En ella se echa mano de
cuanto recurso hay para atacar a la Iglesia, y combatir su
doctrina. A ese fin se acomodan los hechos. Si hay algún
pasaje de la Biblia que ofrezca dificultad, se tomará, por
cierto, el lado más difícil, como si fuera la enseñanza
católica, y se olvidará o ignorará la explicación más obvia,
más conforme al texto, al sentido general de la Escritura,
etc., para crear el antagonismo irreconciliable entre la fe y la
razón, o la historia.

En Santiago, se publica también bajo los auspicios de la


Masonería, un Almanaque, “El Almanaque Popular”, y una
revista popular, “La Tribuna”, que siguen la misma norma.

En Iquique, hemos conocido hojas escritas y distribuidas


con gran celo por Hermanos reconocidos como tales, en que
se han divulgado las calumnias y las injurias más viles y
groseras contra el clero o contra los dogmas de la religión,
hemos visto folletos escritos con el mismo fin, fuera de las
injurias y calumnias, atroces a veces, que han publicado
diarios inspirados por hermanos masones, sin que jamás se
viera un sincero desmentido.

En Estados Unidos, donde se cree ordinariamente, que


aún los masones son muy respetuosos de la religión, se
publican más de cuarenta periódicos que escriben al unísono
con “The New Age”, de Washington, en el cual se envilece a
la Iglesia en cada número y se pide su destrucción, con tanta
insistencia, como se hacía en Francia y en Portugal. Al Papa
se le llama “el enemigo y la maldición de la humanidad”; se
proclama que el propósito de la Masonería es “librar al mundo
de la tiranía de Roma sobre la conciencia y sobre el libre
pensamiento”. “Contra este siniestro ogro, se dice, está
alineada la Masonería, el único poder del mundo que es el
eterno enemigo de este paganismo modernizado”. Es el
lenguaje que se usa en la nación que se ha creído más
tolerante de toda religión. Por ahí se puede sacar el lenguaje
universal de la Masonería, sobre todo cuando ya no necesita
de mucho disimulo (Kenny, A. M. and C. E.).

(Fin de la Primera parte)

N. B. La separación en tres partes

se ha hecho sólo para la Página

Web. En el libro original, no

se contempla la separación.
(Continuar en la segunda parte).

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