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Padres e Hijos Adolescentes

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Relación entre padres e hijos adolescentes, 

en pocas palabras

 Una buena relación entre padres e hijos consiste en respeto, comprensión, confianza
y preocupación.
 Podemos construir una buena relación con nuestros hijos adolescentes pasando más
tiempo juntos, cumpliendo promesas, bromeando y valorando sus esfuerzos y puntos
fuertes.
 Los adolescentes que tienen una buena relación con sus padres tienen menos
probabilidades de correr riesgos. 
Criar hijos adolescentes conlleva satisfacciones y desafíos. A medida que nuestros hijos
crecen, adquieren una gran independencia. Eso es una parte normal y natural del
crecimiento. Pero aunque esta independencia aumente, debemos mantener nuestra
relación con ellos tan íntima como cuando eran pequeños. Todavía necesitan que los
amemos, que los orientemos y que nos divirtamos con ellos. Además, podemos sentir
mucha satisfacción y felicidad a través de nuestra relación con ellos.
A continuación, presentamos algunas preguntas y respuestas sobre cómo la relación
entre padres e hijos puede ayudar a mantener a los adolescentes sanos y seguros, y
sobre qué podemos hacer para construir una buena relación con nuestros hijos.

¿De qué manera tener una buena relación conmigo puede beneficiar la salud y el
desarrollo de mis hijos adolescentes?
Existen muchas razones por las cuales una buena relación entre padres e hijos es
importante para mantener a los niños sanos y seguros. Las investigaciones muestran
que cuando tenemos una relación íntima con los adolescentes, existen menos
probabilidades de que ocurra lo siguiente:
 Meterse en problemas en la escuela.
 Meterse en problemas por cuestiones como sexo, drogas, alcohol y tabaco.
Si mantienen una relación sólida con nosotros, los adolescentes tienden a aceptar
nuestra supervisión, adoptar nuestros valores e ideales y seguir nuestras reglas, incluso
cuando no estamos presentes.

¿Cuáles son las cualidades de una buena relación entre padres e hijos?
Los expertos coinciden en que las siguientes cualidades son las más importantes de una
buena relación:
 Respeto mutuo
 Comprensión de los sentimientos del otro 
 Ser capaces de sentir confianza en el otro
 Sentir preocupación por el bienestar del otro
 Conocimiento del otro: lo que le gusta, lo que desea, lo que le agrada y lo que le
desagrada.
En una buena relación, los adolescentes muestran respeto, tienen en cuenta nuestros
sentimientos, confían en nosotros, se preocupan por nosotros y se interesan por nuestra
vida. Por supuesto, todas las relaciones deben ser recíprocas. Por lo tanto, en una buena
relación entre padres e hijos, también debemos mostrar respeto por los adolescentes,
tener en cuenta sus sentimientos, confiar en ellos, preocuparnos por su bienestar e
interesarnos en su vida.

Algunos consejos para que los padres construyan una buena relación con los
adolescentes
Existen muchas formas de mejorar la relación con nuestros hijos adolescentes. 

Mantenerse en contacto. Debemos comunicarnos con nuestros hijos frecuentemente,


incluso cuando todo marcha bien. Podemos contarles a nuestros hijos qué estamos
haciendo y averiguar en qué andan ellos. Mantenernos en contacto frecuente con
nuestros adolescentes es una de las cosas más importantes que podemos hacer como
padres. Los adolescentes sienten que sus padres se preocupan por ellos cuando nos
interesamos por lo que ocurre en sus vidas. Los adolescentes, como todas las personas,
no quieren sentirse ignorados.

Pasar tiempo juntos. Las familias están muy ocupadas hoy en día. Entre el trabajo, las
tareas y otros asuntos, en general queda poco tiempo para disfrutar de la compañía de la
familia. Debemos aprovechar el tiempo que sea para poder estar con los adolescentes.
Nos ayudará a ocupar un poco del tiempo libre de los adolescentes y podremos
conocerlos mejor. Nos ayudará a construir una buena relación y permitirá que ellos sepan
que nos interesan. Una madre, por ejemplo, juega al básquetbol con su hijo adolescente
aunque sabe que juega mal. Sea lo que sea, aunque sea solo una vez por semana.
Aunque sea solo una ida a la tienda juntos. Los adolescentes notarán si nos hacemos un
tiempo para ellos.

Cumplir con las promesas. Si les hacemos promesas a los adolescentes, debemos
cumplirlas, de ser posible. Cuando no podemos cumplir con las promesas por algún
motivo sobre el que no podemos hacer nada, debemos hablar con los adolescentes de
ello. Debemos decirles que lo lamentamos. Los adolescentes deben saber que pueden
contar con que no faltemos a nuestra palabra. Esta es una parte importante de ganarnos
su confianza y respeto. Si cumplimos con nuestras promesas, es muy probable que ellos
cumplan con las suyas.

Tratar a los adolescentes como tales. Si bien los adolescentes no son adultos aún, ya
no son niños y no se los debe tratar como si lo fueran. No debemos emplear un tono
condescendiente con los adolescentes. Debemos ser honestos con ellos. Afirmaciones
como: “Eres demasiado joven para saber de eso” faltan el respeto a la capacidad de
comprensión del adolescente.

Ser considerados. Recuerda las fechas especiales. No es necesario que queden


señaladas con un regalo o una actividad especial. Solo debemos asegurarnos de que los
adolescentes sepan que nos hemos acordado. De vez en cuando, podemos darles a los
adolescentes pequeñas sorpresas especiales. Podemos dejarles sobre la cama una nota
que exprese cuánto los queremos. O podemos hacerles su comida favorita sin ningún
motivo en especial.

Reconocer los esfuerzos especiales. No debemos subestimar a nuestros hijos


adolescentes. Debemos elogiar sus esfuerzos especiales, por ejemplo, si les ha ido bien
en un examen, si han practicado mucho para un juego o una actuación o si hayan sido
particularmente amables con alguien.

Decirles que los queremos. Amamos a nuestros hijos; sin embargo, ¿con qué
frecuencia nos tomamos tiempo para decírselo? Debemos decirles a nuestros
adolescentes cuánto los queremos, todos los días. ¡Debería ser un hábito!

Brindar apoyo. Cuando nuestros hijos adolescentes han tenido un mal día, podemos
brindarles nuestro consuelo. Aunque pretenden ser adultos, todavía necesitan nuestro
apoyo. Debemos escucharlos y brindarles comprensión.

Evitar las burlas hirientes. A veces nos burlamos de las personas de formas que las
menosprecian. Debemos evitar burlarnos de esta manera de nuestros hijos,
especialmente frente a otras personas. Es muy hiriente.

Usar el humor y divertirse. Podemos bromear con nuestros hijos adolescentes y estar


dispuestos a burlarnos de nosotros mismos a veces. Bromear un poco fomenta una
relación positiva.

Valorar los puntos fuertes especiales de los adolescentes. Debemos aceptar a


nuestros hijos por lo que son. Afirmaciones como: “¿Por qué no puedes ser como tu
hermano mayor?” o “Tu hermana nunca me dio tantos problemas” no ayudan a que el
adolescente mejore. Estos comentarios solo harán que se sienta mal. Todos los
adolescentes tienen puntos fuertes especiales. Debemos reconocerlos y asegurarnos de
que nuestros hijos lo sepan.

Dar participación a nuestros hijos en la fijación de límites y la creación de reglas.


Como padres, debemos ayudar a nuestros hijos a imponer límites y a vivir bajo ciertas
reglas. Podemos brindarles un rol activo en la decisión de cuáles son esos límites y
reglas.

Ser auténticos con los adolescentes. Por medio de una comunicación abierta y
frecuente con nuestros adolescentes, podrán relacionarse con nosotros como personas
que realmente se preocupan por su bienestar. También debemos ser educados. Simples
detalles de cortesía, como decir “por favor” y “gracias” y ayudar en pequeñas cosas
demuestran en buena medida cuánto los queremos. Los buenos modales básicos
demuestran cariño y respeto. Y si demostramos respeto, lo obtendremos a cambio.

Seis pasos para mejorar la relación con tu hijo adolescente

Una fórmula sencilla que conseguirá una vida familiar más feliz
Por Victoria Toro
Las relaciones entre los adolescentes y sus padres suelen ser muy conflictivas. La
mayoría de los padres de adolescentes se quejan de que estos no los escuchan, no les
hacen caso, cambian constantemente de humor, nunca saben lo que quieren o no tienen
ninguna disciplina.
En algunos casos la vida en la casa se convierte casi en una batalla campal diaria y
muchos padres no saben qué hacer. Y mientras tanto la vida de toda la familia se va
convirtiendo en un infierno con leves destellos periódicos de normalidad. Pero los padres
no quieren solo esos oasis de tranquilidad, quieren que su vida vuelva a ser “normal”,
como cuando no había un adolescente en la casa.
Hay soluciones
La buena noticia es que la adolescencia no es eterna. Esta etapa dura unos años y tras
ella, el hijo o hija se convierte en un joven maduro, mucho más razonable y, casi siempre,
otra vez próximo a sus padres. Pero también es cierto que los años de adolescencia de
los hijos pueden ser una prueba muy dura para sus padres si estos no hacen algo para
llevar bien las cosas y no consiguen mantener la calma.
Y otra buena noticia es que eso es posible y no demasiado complicado. Excepto en
casos muy complejos de adolescentes con graves problemas de comportamiento, los
padres pueden seguir una serie de pasos que mejorarán notablemente la vida en la casa.

Seis pasos para mejorar la relación con los hijos adolescentes:


 Pasa más tiempo con tu hijo adolescente. Incluso cuando las cosas van mal o
todavía más en esos momentos, busca la forma de dedicarle más tiempo a tu hijo. Ya
el simple hecho de que él o ella vea que te preocupas por conseguir momentos para
compartir acabará consiguiendo que esos momentos sean cada vez mejores para
ambos.
 Ten claro que eres su madre o su padre pero no su amigo. Algunos padres de
adolescentes creen que convirtiéndose en amigo de sus hijos solucionarán los
problemas de relación. La realidad es la contraria, a pesar de que los adolescentes ya
no son niños todavía necesitan, o quizá aún más, la presencia de la figura materna o
paterna. Necesitan normas y necesitan disciplina, algo que un amigo no puede
imponer. Por eso es importante que los padres mantengan su posición. Aunque eso no
quiere decir que sean padres dictatoriales o excesivamente autoritarios. El diálogo
suele dar mucho mejor resultado con los adolescentes que el autoritarismo.
 No tomes todo lo que haga como algo personal. Eso les ocurre a muchos padres
de adolescentes, están convencidos de que todo lo que estos hacen es para
“fastidiarles” a ellos. Nada más lejos de la realidad. Los chicos y chicas no tienen como
objetivo fastidiar a nadie pero están viviendo una etapa de sus vidas en la que
necesitan una dosis de rebeldía y tienen que cuestionar la autoridad, es una de las
características naturales del proceso de maduración. Si los padres consiguen ver las
reacciones de sus hijos bajo este prisma es mucho más sencillo que sientan más
tolerancia hacia las acciones de sus hijos.
 Habla con él sobre las cosas que le interesan. Intenta saber todo lo que puedas
sobre tu hijo, y encárgate de que él o ella sepan que estás informado. Charla con ellos
de sus aficiones, sus amigos, la escuela. Mantén conversaciones sobre cuestiones
importantes de su vida como su futuro, su sexualidad, su salud o sus amistades pero
también dedícale un tiempo a las charlas intrascendentes que muchas veces te dirán
más sobre tu hijo que las conversaciones más profundas.
 Háblale de tus preocupaciones. Ten en cuenta que él debe saber cómo estás tú. Tus
problemas o tus preocupaciones también le interesan. No tienes que cargarle con ellos
pero sí puedes informarle para que así aprenda a madurar.
 Introduce algunas pequeñas modificaciones en tu lenguaje. Es importante que
entiendas que tu hijo adolescente ya no es un niño pequeño al que educas con
órdenes. Tampoco es un adulto, eso es cierto, pero si en algunas cuestiones le tratas
como si fuera un adulto eso le ayudará a empezar a serlo. Y una de las cuestiones que
puede marcar la diferencia es el lenguaje que utilizas con él o ella. Por ejemplo, en vez
de decirle “quiero que hagas” es más productivo “me gustaría que hagas” o “te
agradecería que hicieras”. Procura utilizar menos la palabra “no” y más otras
alternativas, como “preferiría” o “estaría bien”. Y recuerda que es importante que
corrijas a tu hijo o hija cuando a tu entender ha hecho algo mal pero igual de
importante es que busques motivos para felicitarle porque hace muchas cosas bien.

La relación entre los padres incide en el desarrollo de los adolescentes


Investigadores de las universidades de Huelva y de Sevilla han llevado a cabo un estudio
que analiza la influencia que la relación entre los progenitores tiene en el desarrollo y en
el comportamiento de sus hijos adolescentes. El trabajo destaca la influencia positiva y
negativa que pueden tener estas relaciones sobre la madurez socioemocional de los
jóvenes.

Más información sobre:

UHU | 02 julio 2013 13:00


La buena o mala relación entre los progenitores tiene efectos sobre el desarrollo
socioemocional de los hijos. / Nicodeux
Un equipo de investigadores de la universidades de Huelva y de Sevilla, con el apoyo del
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, han realizado un estudio sobre un total
de 7.580 adolescentes españoles escolarizados, de entre 13 y 18 años, sobre los que se
han evaluado los estilos de vida y la salud, y a los que se preguntaba la calidad de la
relación entre los progenitores o la satisfacción con las relaciones familiares.
El estudio, que ha sido publicado en la revista Anales de Psicología. Indica que la calidad
de las relaciones entre los padres afecta directamente a la satisfacción del adolescente
con las relaciones familiares, debido a su importancia en el establecimiento de un clima
familiar positivo.

Sentido de coherencia
A partir del concepto de sentido de coherencia (SOC en sus siglas en inglés), un
indicador novedoso en psicología que sirve para medir los factores que promueven un
funcionamiento adaptativo, mejor salud y mayor calidad de vida, se ha realizado un
análisis cuyos resultados determinan que cuando los adolescentes describían el clima
familiar como distante o caótico se observaban niveles más bajos de SOC, mientras que
cuando las características que se destacaban en el clima de relaciones familiares eran la
calidez y cercanía, el clima familiar tenía una influencia positiva en el desarrollo del SOC
de los adolescentes.
Según Francisco Rivera, profesor de la Universidad de Huelva, la relación entre los
progenitores incide directamente en el desarrollo socioemocional de los hijos, pudiendo
afectar a la capacidad de autorregulación de las emociones, así como a las estrategias
de afrontamiento. Además, la relación que los hijos observan entre sus padres puede
incluso afectar en las relaciones interpersonales de los primeros, haciendo uso de las
relaciones conyugales de sus padres como patrones de comportamiento para imitar.

Problemas en la relación de los padres y adolescentes


Los años de la adolescencia están cargados de sentimientos y pensamientos
encontrados mientras estos niños casi crecidos se acercan a la adultez. Los padres
muchas veces se quedan preguntando qué sucedió con sus preciosos niños que pasaron
de felices y contentos a temperamentales, frustrados y conflictivos adolescentes.
KidsHealth, de Nemorus, recomienda diferenciar entre la adolescencia llevada por
emociones y la pubertad, que es física.

Independencia y control
Durante la adolescencia, los niños se mueven naturalmente hacia establecer su
independencia, de acuerdo al sitio web de F.U.N., o Families United on the Net (Familias
Unidas en Internet). La mayoría de los adolescentes son muy influenciados por personas
fuera de su familia con música, vestimenta y otras modas que quizá sus padres no
aprueben. Los padres tienen que darse cuenta de que esto es normal y que aún son
importantes en la vida de sus hijos, aun cuando parezca que los adolescentes están
intentando echarlos. Los adolescentes intentan ejercer su independencia al acercarse a
la adultez. Mientras los adolescentes crecen, pueden intentar luchar por más control, lo
que puede generar conflictos con los padres. Esto puede dejar a los padres sintiéndose
heridos y rechazados, generando tensión porque hay una constante batalla de
voluntades. Mientras el adolescente afirma su independencia sobre sus amigos,
vestimenta, música, hora de llegada y otros asuntos, está tomando el riesgo de superar
su temor de no obtener control y convertirse en un adulto independiente.
Expectativas
Los padres tienen expectativas de sus hijos con todo, desde notas en la escuela a cómo
se visten en la Universidad y su elección de carrera más adelante. La decepción en los
padres genera conflictos y problemas en la relación con sus adolescentes. Muchas veces
se expresa como enojo, dándole a los adolescentes un sentimiento de rechazo de las
personas que en un momento fueron las más importantes de su vida.
Experimentación
La adolescencia también es el momento en que los chicos comienzan a experimentar con
conductas arriesgadas, como drogas, alcohol, tabaco y sexo, de acuerdo al sitio web de
KidsHealth. Sin una base de conocimiento y entendimiento de las expectativas de los
padres, el adolescente probablemente se sienta confundido cuando el padre exprese su
desaprobación de este hecho. Los padres necesitan comunicarse y educar a sus hijos
antes de que lleguen a la adolescencia, y los canales de comunicación necesitan
mantenerse abiertos, o los problemas se agrandarán. El sitio web PsychCentral dice que
una relación de calidad entre los padres y sus hijos adolescentes parece llevar a éstos a
posponer la experimentación de alcohol a una edad más avanzada.
Lucha interna
Los adolescentes luchan con una confusión de su rol e identidad, según el psicólogo de
desarrollo y psicoanalista Erik Erickson, de acuerdo a Theravive. Los adolescentes están
constantemente intentando filtrar la confusión entre las etiquetas de la sociedad, de
quiénes son contra lo que realmente son como individuos. Los adolescentes deben
sentirse pertenecientes a una unidad mientras permanecen como individuos únicos.
Theravive dice que esta lucha es la responsable de que tantos adolescentes se vean
atraídos a las pandillas.
Conflicto familiar
Cuando los padres pelean, los adolescentes pueden sentir que ellos de alguna forma
fueron los causantes, de acuerdo a Teen Advisor. Esto puede llevar a una alienación si
los padres permiten que sus palabras y acciones se salgan de control. Los adolescentes
pueden sentir que sus padres no se aman, dándoles a pensar qué sucederá con ellos.
Aunque discutir puede ser una forma saludable de airear diferencias y solucionar
problemas, las discusiones con maldad y pelear con palabras duras puede dejar una
impresión negativa y duradera en todos los miembros de la familia, incluyendo los
adolescentes. Si los padres no pueden solucionar sus problemas y terminan separándose
o divorciándose, el mundo del adolescente es aún más perturbado y desequilibrado
mientras todo cambia en su vida.
CLAUDIA ALBERTO FERMANELLI

Psicóloga Colegiada. nº B-1698 (http://psicologaonline.es/Adolescentes.html)


Adolescentes
Los padres ante los hijos adolescentes suelen encontrarse desorientados en cuanto a
cómo deben actuar con ellos; a cómo es la mejor forma de comunicarse, cómo saber qué
hacen realmente los fines de semana, cómo conocer si están teniendo conductas de
riesgo, y muchos interrogantes más ante los cuales no encuentran respuestas ciertas.
Estos les provocan ansiedad y angustia, más aún sumado a los conflictos cotidianos que
se desatan, con el adolescente, debido al inadecuado manejo de la comunicación.
La comunicación con los adolescentes no es siempre fácil, las conversaciones que son
habituales y sobre las que más acceden a hablar son el colegio, los amigos, pero hay
temas tabú como son el sexo, las relaciones de pareja y las drogas, por ejemplo:
La adolescencia es un período de la vida en que realmente se comienza a aprender
sobre el mundo en que se vive, y a encontrar un lugar propio en él. Este aprendizaje
conlleva nuevas experiencias, algunas de las cuales pueden derivar en situaciones
peligrosas o arriesgadas. Los adolescentes demandan experiencias excitantes, lo cual
la mayoría de los adultos no comprenden, especialmente aquellas que pueden ser
arriesgadas. De todas maneras, tranquiliza saber que la mayoría de los jóvenes
buscan estas sensaciones en la música, el deporte u otras actividades recreativas que
les permiten descargar gran cantidad de energía, pero que no son peligrosas.

Es necesario que los padres conozcan profundamente a su hijo y especialmente, lo que


implica la adolescencia como etapa del desarrollo con sus particularidades conflictivas y
de grandes cambios, para poder ubicarse ante su hijo adolescente desde otra perspectiva
que le permitirá comprenderlo mejor y calmar sus inquietudes y desasosiego.

Características de la etapa de desarrollo de la adolescencia


La adolescencia es esencialmente una época de cambios. Es la etapa que determina el
proceso de mutación del niño en adulto, es una fase de transición que tiene propiedades
especiales, ya no son totalmente niños, pero tampoco son adultos, son una especie de
híbrido, con algunos aspectos de adulto y resabios de niño.
En la adolescencia se produce un acelerado desarrollo físico así como importantes
variaciones emocionales que, aunque pueden ser excitantes, no obstante también
pueden resultar confusos e incómodos tanto para el adolescente como para sus padres.
Es una etapa donde entran en crisis, pues se encuentran en la búsqueda de su propia
identidad, en el proceso de establecer su personalidad.

Desde el punto de vista biológico, la pubertad supone la manifestación de caracteres


sexuales y la trasformación somática que ello comporta. Entre ellos se dan: cambio de la
voz, que se vuelve más grave, aparición del vello en rostro, piernas, axilas y pubis.
Además, se produce un crecimiento rápido e inarmónico de algunas partes de cuerpo que
le dan una imagen de desgarbado; los órganos genitales sufren un profundo cambio,
aumentan de tamaño y aspecto.

A veces aparece un cierto cansancio físico que es debido al crecimiento rápido que está
experimentando. La consecuencia de esto es que el adolescente debe familiarizarse
paulatinamente con su nuevo cuerpo, que lo distinguirá del resto de personas toda su
vida. Se enfrenta al mundo de la sexualidad: descubriendo su sexo, el sexo contrario, la
fisiología y el apetito sexual.

Desde el punto de vista psicológico, el adolescente debe efectuar un nuevo


descubrimiento de sí mismo, busca su identidad: saber quién es, cómo es, cuál es su
papel en el mundo. En la adolescencia la vida interior cobra pleno sentido, el pensarse a
sí mismo es una de las tareas que le demandan un tiempo y un espacio propios. La
rebeldía característica de esta etapa, le permite diferenciarse de los demás, y lograr cada
día ser más independiente de los adultos.

En cuanto al desarrollo cognitivo, éste se logra completar al final de esta etapa,


lógicamente en mayor o menor medida, según los diversos factores individuales que
influyen. La transformación que tiene lugar es del pensamiento lógico concreto y de
combinaciones simples del niño al pensamiento abstracto del adolescente, llamado
estadio de pensamientos lógico-formales. El adolescente es capaz de manejar símbolos
complejos, plantear hipótesis y deducciones lógicas más allá de la realidad material de
los elementos. La posibilidad de la abstracción le permite comenzar a manejar y
comprender conceptos como belleza, verdad, libertad, bien, etc. Por ello, comienza a
reflexionar sobre estos temas, tiene la necesidad de afianzar su posición sobre los
mismos y distinguirse o identificarse con los otros en función de ellas.

Esta nueva habilidad mental le permite desarrollar la imaginación hasta límites


inagotables, explorar el mundo y sus posibilidades en él, las experiencias nuevas son un
desafío permanente.

En cuanto al aspecto familiar y social, el adolescente cada día intenta ser más
independiente y progresivamente va comenzando a pensar en construir su futuro, su
propio hogar y su familia. Para ello debe lograr la madurez suficiente, su autonomía y una
capacidad psicológica y social necesarias para afrontar las responsabilidades de un
adulto; saber enfrentar sus problemas y encontrar las soluciones por sí solo, etc. Para
esto, necesita transitar un largo período de transición de niño a adulto, donde se
desarrollarán las capacidades y habilidades necesarias. Este período de desprendimiento
y desgarramiento de la familia es una verdadera problemática por la que deberá
atravesar el adolescente para convertirse en adulto responsable. Para el paso de la vida
dependiente a la independiente, necesita sentir la presencia de límites. Precisa
enfrentarse con las creencias y los mandatos de otros para esclarecer qué es lo que
piensa y lo que cree él.

Relaciones entre padres y adolescestes


Psicología. Conducta. Educación. Adolescencia. Adultos. Hijos. Diálogo

Algunas acciones que dan resultado para ayudar a los hijos a atravesar esta etapa de
transición y evitar el conflicto con ellos:
 Aprender a hablar con los adolescentes, lo que requiere demostrar algunas actitudes
para afrontar la conversación: aceptación de sus palabras, paciencia y tranquilidad
para estar bien predispuesto al diálogo, confianza en él, interés por lo que dice y
demostración de afecto. Escucharlos de forma activa, demostrando que es muy
importante para nosotros conocer sus opiniones y fundamentalmente que respetamos
lo que nos dice más allá de que estemos de acuerdo o no.

 Orientarlos para que aprendan y obtengan beneficios de sus errores. No hacerlos


sentir como fracasados o malas personas ante sus fallos sino que lo tomen en forma
positiva como una forma de aprendizaje.

 Ayudarlos a que descubran que lo valioso es su persona y no lo por lo que traen


puesto o por lo que tienen. Demostrarles interés por su personalidad y habilidades,
destacando sus mejores aptitudes y actitudes.

 Saber negociar siempre con ellos. Ante sus demandas se debe ceder algo, y de esa
manera se podrá requerirles también a ellos. Negociar es aprender a convivir, porque
respetamos la posición intereses del otro, y logramos que respete el nuestro.

 Estar atentos a lo que ven y leen, principalmente en los medios masivos de


comunicación para poder discutirlo y evaluarlo junto a ellos, ayudándoles de esta
manera a formarse un criterio.

 Permitirles vivir sus propias experiencias en situaciones que no conlleven mayor


riesgo. No olvidar que para aprender es necesario experimentar, y a veces
equivocarse.

 No obligarles ni imponerles la forma de hacer las cosas. Evitar forzarlos a que actúen
"a la manera" de los padres. Darles la oportunidad para que juzguen y elijan,
conformando su particular forma de comportarse.

 Establecer reglas claras y precisas. Poder explicarle el porqué de los límites y la


importancia de poder respetarlo, así como las consecuencias de que no se haga. Que
no los sientan como “caprichos de los padres”.
 No darles “recetas” para la vida sino trasmitir que la reflexión constante sobre lo que
hacemos y decimos, es la base para vivir de una forma consciente y responsable.

 Cuando los adolescentes presentan episodios de depresión y/o ansiedad reiterados,


problemas con la alimentación o conductas difíciles, es importante recurrir a la
Psicología online para prevenir problemas mayores.

3 errores que los padres cometen con los adolescentes


El escritor Yordi Rosado habla de la desesperación que viven los padres con sus
hijos durante la adolescencia.

La relación entre padres y adolescentes no es tarea fácil.


Lucero Amador-Miranda / lucero.amador@laopnion.com

PUBLICADO: MAY, 31, 2013 12:01 AM EST    


En broma o con toda la seriedad del mundo, en silencio o a grito por un alta voz: seguro
que más de una vez ha dicho que ¡renuncia! a la difícil tarea de ser padre.
 
Pero ese reproche —que es normal—, seguro es más continúo si tiene un hijo
adolescente. Cuando los límites de todas sus habilidades se derrochan y siente que no
puede más con la situación, es entonces que quisiera salir corriendo.
 
Respire profundo, porque hay solución.
 
Según Yordi Rosado, presentador de televisión y autor de cuatro libros sobre
adolescentes, "es necesario entender" a estos jóvenes.
 
Suena fácil, ¿no?
 
El entendimiento, sin embargo, implica que los padres tengan una serie de
conocimientos de cómo funciona el cerebro de un adolescente y que recuerden etapas de
su vida para entonces comprender lo que pasa y siente su hijo.
 
Aunque parece un poco complicado entender la parte científica, Rosado, en su
libro¡Renuncio!, tengo un hijo adolescente, y ¡no sé qué hacer!, explica de manera
sencilla todos esos procesos y además ofrece una guía de cómo podría ayudarse a
resolver los dilemas más complicados de esa etapa.
 
"Esto no es un libro en donde Yordi te dice qué hacer con tu hijo", aclara el autor. "Es un
libro basado en una investigación en donde entrevisté a 80 de los expertos más
reconocidos y especializados en adolescentes de toda Latinoamérica".
 
Las publicaciones de Rosado han tenido un éxito desmedido. No sólo porque logró hacer
una conexión con los jóvenes, sino también con los papás de estos que vieron en él la
solución a sus problemas.
 
En la pasada Feria del Libro en Español de Los Ángeles, LéaLA, la presentación de
Rosado fue una de las más solicitadas. Decenas de padres se quedaron sin poder entrar
en la sala donde ofreció su conferencia porque no había lugar.
 
En el libro, Rosado habla de todos los temas más importantes que los padres enfrentan
con un adolescente: límites y reglas, sexo, alcohol y drogas, emociones, celulares e
internet, la comunicación de usted con sus hijos, el proceso de enfrentar un divorcio y la
depresión.

Los tres errores


La irritabilidad y rebeldía de los adolescentes provocan "sacar de sus casillas" a los
padres.
 
Pero esa reacción impulsiva los lleva a cometer errores que agravan la situación.
 
Rosado —autor de los libros Quiúbole con..., Quiúbole con... interactivo y ¿Y Miss 15?—
dice que existen tres errores:
 
1. Los padres no entienden lo que vive el adolescente. Creen que su rebeldía son
ataques personales y que su actitud cambió de un día para el otro. Que de ser usted
su gran héroe, ahora es su "archienemigo".
 
"Pero desconocemos lo que está sucediendo en su cerebro para que reaccione así.
Cuando sabemos y entendemos lo que ocurre, es más fácil poder llevar esta etapa".
 
2. Los padres no saben poner reglas. La mayoría de las reglas en casa no están claras y
lo peor es que, entre los padres, no se ponen de acuerdo para ejercerlas. Los
matrimonios vienen de dos educaciones distintas, por lo que se crea un conflicto entre
la pareja y eso es peor. El adolescente se da cuenta de eso y se aprovecha de esa
situación, no porque quiera, sino porque su cerebro lo hace actuar de esa manera,
está madurando.
 
3. A los papás les cuesta trabajo poner límites. No saben, se confunden. De una falta
muy sencilla hacen un problema gigantesco y, por el contrario, dejan pasar las cosas
realmente serias y no le dan importancia.
 
"Estas tres cosas, crean verdaderamente un ambiente problemático muy grande al punto
de decir: ¡Renuncio!, no sé qué hacer", comenta el autor.
Relaciones entre padres y adolescestes
Psicología. Conducta. Educación. Adolescencia. Adultos. Hijos. Diálogo

INTRODUCCIÓN

Generalmente, la posición de los hijos frente a sus padres significa, al entrar en la


adolescencia, el liso y llano alejamiento de éstos. La firmeza manifestada por los
adolescentes, que insisten en encontrar a los padres no como compañeros de ruta para
llegar a la meta sino como los obstáculos que se les presentan en el camino, permitiría
pensar incluso más alejamiento. En realidad el lugar de los padres es muy importante
todavía, no solo en el terreno del sustento material (lo cual es indudable), sino también en
lo afectivo e incluso en la esfera de la subjetividad adolescente (pues uno de los efectos
del idealismo adolescente es de carecer de sensibilidad ante los sacrificios realizados por
los padres).
Ahora bien, ¿cuáles son los factores que ocasionan la mala relación entre padres e hijos
adolescentes? Nuestro objetivo mediante este trabajo de investigación es conocer e
informar sobre el porqué de la escasa comunicación entre adolescentes y adultos en el
contexto actual y saber si el conflicto padres e hijos es verdaderamente necesario para la
formación del adolescente o no.
Podemos decir que el adolescente se encuentra en una gran confusión entre el querer
refugio y el querer huir, entre querer ser independiente y darse cuenta de todo lo
dependiente que es en realidad, y esto lo transmite a su alrededor. Aunque muchas
veces lo haga de manera “rebelde”, es solo una etapa transitoria de la vida por la que
todos pasan, por ello debemos comprender su conflicto interno y ayudarlo.
El presente informe consta de un marco teórico, donde desarrollamos como temas ejes
los conflictos del adolescente y la relación con sus padres; y un marco metodológico
donde reflejamos mediante gráficos resultantes de la aplicación de encuestas, la opinión
de los adolescentes acerca de la actitud de los adultos. Además, incluimos un anexo en
el cual adjuntamos una historia de vida y una entrevista realizada a la psicóloga Lucrecia
Stechina.

MARCO TEÓRICO:
Durante la etapa de la adolescencia, que generalmente va desde los 13 a los 23 años, el
individuo atraviesa por desequilibrios e inestabilidad extrema. Esto configura una entidad
semipatológica que Mauricio Knobel, psicoanalista, ha denominado “síndrome normal de
la adolescencia”. Este “síndrome” será perturbador tanto para el adolescente como para
el mundo adulto, pero necesario, absolutamente necesario para el adolescente, que en
este proceso va a establecer su identidad, que es un objetivo fundamental de este
momento vital.
Para ello, el adolescente no solo debe enfrentar el mundo de los adultos para lo cual no
está del todo preparado, sino que además debe desprenderse de su mundo infantil en el
cual y con el cual, vivía cómoda y placenteramente, en relación de dependencia, con
necesidades básicas satisfechas y roles claramente establecidos. Siguiendo las ideas de
Arminda Aberastury podemos decir que el adolescente realiza tres duelos fundamentales:
a) el duelo por el cuerpo infantil perdido, base biológica de la adolescencia, que se
impone al individuo que no pocas veces tiene que sentir sus cambios como algo externo
frente a lo cual se encuentra como espectador impotente de lo que ocurre en su propio
organismo.
b) el duelo por el rol y la identidad familiares, que lo obliga a una renuncia de la
dependencia y a una aceptación de responsabilidades que muchas veces desconoce.
c) el duelo por los padres en la infancia a lo que persistentemente trata de retener en su
personalidad buscando el refugio y la protección que ellos significan, situación que se ve
complicada por la propia actitud de los padres, que también deben aceptar su
envejecimiento y el hecho de que sus hijos ya no son niños y si son adultos o están en
vías de serlo.
Estos duelos, adquieren las características del duelo patológico. Esta situación del
adolescente frente a su realización evolutiva lo lleva a la inestabilidad que lo define,
constituyendo una especie de identidad nosológica, cuyas características esenciales,
como señalamos anteriormente, es conocido como “síndrome de la adolescencia normal”.
Este síndrome, producto de la propia situación evolutiva, surge, por supuesto, de la
interacción del individuo con su medio. El mundo de los adultos, como los padres, no
acepta las fluctuaciones imprevistas del adolescente sin conmoverse, ya que reedita en
los adultos ansiedades básicas que habían logrado controlarse hasta cierto punto.
Sabemos bien la angustia que suelen manifestar los padres frente a los primeros atisbos
de la conducta genital de sus hijos adolescentes.
La patología es siempre expresión del conflicto del individuo con la realidad. En virtud de
la crisis esencial de la adolescencia, esta edad es la más apta para sufrir los impactos de
una realidad frustrante.
La necesidad de elaborar los duelos básicos a los que nos referíamos anteriormente,
obligan al adolescente a recurrir normalmente a manejos psicopáticos de la actuación,
que identifican sus conducta.
Si bien cada adolescente tiene una personalidad única y con intereses propios, todos
manifiestan durante su desarrollo ciertas formas de actuar que los identifica. En su etapa
de adolescencia, el joven se halla en constante lucha en la búsqueda de su identidad,
esto es definir quién será y como será. El tan frecuente “yo soy así”, es su intento de
reafirmarse, buscando incorporar modelos, ideales, a la vez que comienza a dejar un
poco a las figuras de los padres como modelos. Este proceso conlleva a una inevitable
“des idealización” de las figuras paternas, con la consecuente crítica hacia ellos. Esto es
motivo de muchas peleas.
Además se queja de que los padres interfieren en su independencia e incluso tiene la
tendencia a regresar al comportamiento infantil, particularmente cuando está bajo mucho
estrés. También pone a prueba los límites.
Físicamente, los cambios que ocurren con su cuerpo, lo hacen en un ritmo que no
siempre alcanza a asimilarlo, lo que lleva a que se sienta extraño o avergonzado consigo
mismo.
Aparece preocupación con relación a su atractivo físico y sexual con relación a otro.
Emocionalmente se observa permanentemente a sí mismo, alternando entre altas
expectativas de sí mismo y una pobre autoestima. Su humor es cambiante: por
momentos esta alegre y por otros triste o enojado. Tiene menos demostraciones de
afectos hacia los padres.
Durante su desarrollo, su modo de vestir e intereses están muy influenciados por sus
amigos, quienes pasan a ser sus referentes desvalorizando muchas veces las opiniones
de la familia.
La actitud del comportamiento de los adolescentes, tal como lo hemos mencionado,
siempre ha creado conflictos generacionales originados por él y los adultos.
Generalmente cuando los hijos entran a la adolescencia, la organización en la etapa
familiar sufre un desajuste. La adolescencia constituye la etapa decisiva de la separación
gradual de los padres e hijos.

Relación entre padres y adolescentes:


Entrar en el mundo de los adultos - deseado y temido - significa para el adolescente la
pérdida definitiva de su condición de niño. Es un momento crucial en la vida del hombre y
constituye la etapa decisiva de un proceso de desprendimiento que comenzó con el
nacimiento. La crisis familiar que sobrevive, es una etapa normal de desarrollo, no una
tragedia, es necesaria para la afirmación de la identidad del adolescente. Esta situación
puede agravarse por la actitud de los padres.
Los cambios psicológicos que se producen en este periodo y que son el correlato de
cambios corporales, llevan a una nueva relación con los padres y con el mundo.
Tanto las modificaciones corporales incontrolables como los imperativos del mundo
externo, que exigen del adolescente nuevas pautas de convivencia, son vividos al
principio como una invasión. Esto lo lleva a retener como defensa, muchos de sus logros
infantiles. Estos cambios, en los que pierde su identidad de niño, implican la búsqueda de
una nueva identidad que se va construyendo en un plano consciente e inconsciente. El
adolescente no quiere ser como determinados adultos, pero en cambio, elige a otros
como ideales. Aparece la necesidad de diferenciarse de los padres y del niño que ha sido
hasta hace poco. Por eso adopta una jerga característica de su grupo de edad y se
esfuerza por cambiar su imagen, lo que incluye vestuario, corte y tinte de pelo, pendiente
en la oreja…
La pérdida que debe aceptar el adolescente al hacer el duelo por el cuerpo es doble: la
de su cuerpo de niño cuando los caracteres sexuales secundarios lo ponen ante la
evidencia de su nuevo status y la aparición de la menstruación en la niña y el semen en
el varón. Al tiempo que percibe al aumento de su musculatura y su mayor control motriz,
adquiere una atracción por el riesgo, por probar sus límites. Unos modelos inadecuados o
la constante exigencia grupal pueden dar lugar a actos peligrosos. Esta necesidad de
“excesos” se manifiesta en llegar de madrugada, consumir alcohol más allá de lo
conveniente, etc.
Solo cuando el adolescente es capaz de aceptar simultáneamente sus aspectos de niño y
de adulto, puede empezar a aceptar en forma fluctuante los cambios de su cuerpo y
comienza a surgir su nueva identidad.
No solo el adolescente padece este largo proceso sino que los padres tienen dificultades
para aceptar el crecimiento a consecuencia del sentimiento de rechazo que experimentan
frente a la genitalidad y a la libre expresión y a la personalidad que surge de ella.
Este proceso de la vida cuyo sino es el desprendimiento definitivo de la infancia, tiene
sobre los padres una influencia no bien valorada hasta hoy. El adolescente provoca una
verdadera revolución en su medio familiar y social, y esto crea un problema generacional
no siempre bien resuelto.
Ocurre que también los padres viven los duelos por los hijos, necesitan hacer los duelos
por el cuerpo del hijo pequeño, por su identidad de niño y por su relación de dependencia
infantil. Ahora son juzgados por sus hijos, y la rebeldía y el enfrentamiento son más
dolorosos si el adulto no tiene conscientes sus problemas frente al adolescente. Los
padres tienen que desprenderse del hijo niño y evolucionar hacia una relación con el hijo
adulto, lo que impone muchas renuncias de su parte.
Al perderse para siempre el cuerpo de su hijo niño, se ve enfrentado con la aceptación
del devenir, del envejecimiento y de la muerte. Debe abandonar la imagen idealizada de
sí mismo que su hijo ha creado y en la que él se ha instalado. Ahora ya no podrá
funcionar como líder o ídolo y deberá aceptar una relación llena de ambivalencias y de
críticas. Al mismo tiempo, la capacidad y los logros crecientes del hijo lo obligan a
enfrentarse con sus propias capacidades y a evaluar sus logros y fracasos.
Hasta hoy, el estudio de la adolescencia se centró solamente sobre el adolescente. Este
enfoque será siempre incompleto si no se toma en cuenta la otra cara del problema: la
ambivalencia y la resistencia de los padres a aceptar el proceso de crecimiento.
Hay tres elementos básicos en el adulto que hacen conflictiva la relación padre -
adolescente: los padres generalmente, consideran a sus hijos una prolongación de sí
mismos. Intentan hacer adoptar al adolescente la conducta que a ellos les agrada, y si
ese deseo no se cumple los padres se sienten ofendidos. Están convencidos de que
intentan cambiar al joven por su propio bien, pero inconscientemente buscan que su hijo
responda al ideal que ellos marcan.
El hijo representa a un ser con múltiples posibilidades para su futuro. Ven al adolescente
como una posibilidad real para cumplir metas e ideales que ellos no alcanzaron.
Para el adulto, es muy tentador descalificar la irritabilidad y los cambios de ánimo como
“problemas hormonales”, pero no se limitan a ello.
“Todo es parte del accidentado proceso de convertirse en alguien independiente”, opina
Jennifer Connolly, profesora de psicología en la universidad de York, Toronto. “las
adolescentes jóvenes reservan sus conflictos para el padre con que pasan más tiempo y
del que más necesitan independizarse, y en general se trata de la madre” (fuera del
ámbito académico este fenómeno se denomina: “guarda el drama para tu mama”).
Connolli agrega que las mamás discuten más con las hijas que con los hijos varones tal
vez porque se sienten más cómodas confiriendo autonomía a los chicos - quienes se
vuelven así más fuertes y capaces de defenderse solos - que a las chicas, cuyo cuerpo
en desarrollo percibimos como cada vez más vulnerables.
En desprecio que el adolescente muestra frente al adulto es, una defensa para eludir la
depresión que le impone el desprendimiento de sus partes infantiles, pero es también un
juicio de valor que debe respetarse. Además, la des idealización de las figuras parentales
lo sume en el más profundo desamparo. Este dolor es poco percibido por los padres, que
suelen encerrarse en una actitud de resentimiento y reesfuerzo de la autoridad, actitud
que hace aún más difícil este proceso.
En la adolescencia, una voluntad biológica va imponiendo un cambio, y el niño y sus
padres deben aceptar la prueba de realidad de que el cuerpo infantil está perdiéndose
para siempre. Ni el niño ni sus padres podrán recuperar ese cuerpo aunque pretendan
negarlo psicológicamente.
Además, debemos aceptar que la pérdida del vínculo del padre con el hijo infantil, de la
identidad del adulto frente a la identidad del niño lo enfrentan con una lucha similar a las
luchas creadas por las diferencias de clases; en ellas, los factores económicos juegan un
rol importante, los padres suelen usar la dependencia económica como poder sobre el
hijo, lo que crea un abismo y un resentimiento social entre las dos generaciones.
El adulto se aferra a su mundo de valores que con triste frecuencia es el producto de un
fracaso interno y de un refugio en logros típicos de nuestra sociedad alienada. El
adolescente defiende sus valores y desprecia los que quiere imponerle el adulto, más
aún, los siente como una trampa de la cual necesita escapar.
Dolto plantea que “el conflicto generacional no se da como antes: los jóvenes no se
enfrentan con los adultos (docentes, padres, etc.), huyen. La des idealización de las
figuras paternales lo sume en el más terrible desamparo. El adolescente defiende sus
valores y desprecia los impuestos”.
Esto es lo que muchas veces se puede observar en la escuela cuando el padre trata de
ayudar a su hijo adolescente en las tareas escolares, cuando quiere acompañarlo en sus
estudios, etc. El adolescente siente una invasión en su privacidad, de la cual quiere huir
para lograr una seudo independencia de sus padres.
El sufrimiento, la contradicción, la confusión, los trastornos, son de este modo inevitables.
Por otro lado, el nuevo plan de vida del adolescente implica el nacimiento de nuevos
ideales y la adquisición de la capacidad de lucha para conseguirlos. Esto le impone
distanciamiento del presente y la fantasía de proyectarse en el futuro, independizándose
del ser con y como los padres.
Por lo tanto, debe formarse un sistema al cual aferrarse y la necesidad de algo en lo que
pueda descargar el montón de ansiedad y los conflictos que surgen de su ambivalencia
entre el impulso al desprendimiento y la tendencia a permanecer ligado.
Esta crisis intensa la soluciona transitoriamente huyendo del mundo exterior, buscando
refugio en la fantasía, en el mundo interno, con un incremento paralelo de la
omnipotencia narcista y la sensación de prescindencia de lo externo.
Su hostilidad frente a los padres y al mundo en general se expresa en su desconfianza,
en la idea de no ser comprendido, en su rechazo de la realidad. Susceptibilidad y deseos,
exige y necesita vigilancia y dependencia, pero sin transición surge en él un rechazo al
contacto con los padres y la necesidad de independencia y de huir de ellos.
La calidad del proceso de maduración y crecimiento de los primeros años, la estabilidad
en los afecto, el monto de gratificación y frustración y la gradual adaptación a las
exigencias ambientales van a marcar la intensidad y gravedad de estos conflictos. Por
ejemplo, unas relaciones cordiales mantenidas con la madre determinarán en el varón
una mayor facilidad en su relación con la mujer. Arminda Aberasturi plantea “es en este
momento del desarrollo donde el medio en que se le otorgue la libertad es definitiva para
el logro de la independencia y la madurez”. Sin embargo, la realidad ofrece pocas veces
al niño y al adolescente estas satisfacciones adecuadas.
Los adolescentes buscan logros y encuentran satisfacciones en ellos. Si estos logros son
desestimados por los padres y por la sociedad, surgen en él sentimientos y rechazos.
Pero el diálogo del adulto con el joven no puede iniciarse en este período, debe ser algo
que ha ido aconteciendo desde el nacimiento; si no es así, el adolescente no se acerca a
los adultos.
A más presión parental, a más incomprensión frente al cambio, el adolescente reacciona
con más violencia por desesperación y desgraciadamente es en este momento decisivo
de la crisis adolescente cuando los padres recurren por lo general, como dijimos
anteriormente, a dos medios de coacción: el dinero y la libertad.
Son tres las exigencias básicas de libertad que plantea el adolescente de ambos sexos a
sus padres: la libertad en salidas y horarios, la libertad de defender una ideología y la
libertad de vivir un amor y un trabajo.
De estas tres exigencias los padres parecen ocuparse en especial de la primera: la
libertad en las salidas y horarios; pero más profundamente este control sobre las salidas
y horarios significa el control sobre las otras libertades: la ideología, el amor y el trabajo.
Cuando los padres responden ante la demanda de libertad restringiendo las salidas o
utilizando la dependencia económica “cortando los víveres”, es que hubo algo mal llevado
en la educación anterior y los padres se declaran vencidos. Si el diálogo no se ha
establecido es muy difícil que en el momento de la adolescencia halle una comprensión
entre los padres y los hijos.
Hemos hablado de la importancia de la palabra, de la necesidad del adolescente de
hablar de sus logros. Es frecuente que los padres se quejen de que ya no es posible
hablar entre ellos, de que los hijos adolescentes “toman la palabra” y copan la situación.
El adolescente de hoy, está harto de consejos, necesita hacer sus experiencias y
comunicarlas, pero no quiere, no le gusta ni acepta que sus experiencias sean criticadas,
calificadas ni confrontadas con las de los padres. El adolescente percibe muy bien que
cuando los padres comienzan a controlar el tiempo y los horarios están controlando algo
más: el mundo interno, su crecimiento y su desprendimiento.
Los padres necesitarían saber que en la adolescencia temprana mujeres y varones pasan
por un período de profunda dependencia donde necesitan de ellos tanto o más que
cuando eran bebés; y es necesario que ellos mismos vallen viviendo el desprendimiento
del hijo otorgándole la libertad y el mantenimiento de la dependencia madura.
Para hacer estos tanteos es necesario dar libertad, y para ellos hay dos caminos: dar una
libertad sin límites, que es lo mismo que abandonar a un hijo; o dar una libertad con
límites, que impone cuidados, cautela, observación, contacto afectivo permanente,
diálogo, para ir siguiendo paso a paso la evolución de las necesidades y de los cambios
en el hijo.
Existen diferentes estilos de educar a los hijos por parte de los padres:
 Estilo autocrático: Los padres se preocupan principalmente por imponer sus ideas y
porque su hijo acate su disciplina. Consecuencias: El adolescente carece de un
ambiente en el que ir responsabilizándose e independizándose.
 Estilo despreocupado: Los padres optan por “dejar hacer”, concediendo un ilimitado
margen de acción y de decisión a su hijo. Consecuencias: No proporciona el tipo de
apoyo que necesita el adolescente, hay alto riesgo de que adopte conductas
peligrosas.
 Estilo equilibrado: Los padres valoran la autonomía y la conducta responsable de sus
hijos, ejercen un control responsable sobre sus comportamientos y les manifiestan un
alto apoyo afectivo. Consecuencias: De este tipo de educación resulta una
adolescente autoconfiado, con alta autoestima e independencia.
De todas formas, la presencia externa, concreta de los padres empieza a hacerse
innecesaria, como hemos planteado. Ahora la separación de estos no solo es posible,
sino ya es necesaria. Las figuras parentales están internalizadas, incorporadas a la
personalidad del sujeto, y este puede iniciar su proceso de individuación.
El volumen, la configuración y la calidad de las figuras aparéntales internalizadas
adecuadamente, enriquecen al yo, refuerzan sus mecanismos defensivos útiles y
permiten el desarrollo de sus áreas más sanas. Pero a veces los padres llegan a desistir
en sus intentos de mantenerse cerca de sus hijos.
Según la doctora Miriam Kaufman, “el padre interpreta como un ataque la conducta del
adolescente y también empieza a distanciarse. Entonces el chico se aísla aún más y la
conexión se pierde”. Investigaciones recientes indican que los muchachos necesitan a
sus padres tanto como los niños, sobre todo entre 13 y 16 años cuando son más
vulnerables. Un estudio de más de 12.000 adolescente realizado en los Estados Unidos
entre 1994 y 1995 mostró que los chicos que se mantienen conectados con sus familias
incurren en menos comportamientos de alto riesgo, como sus relaciones personales. En
cambio los adolescentes que se sienten inseguros de la conexión con sus padres corren
mayor riesgo de usar drogas, tener comportamientos agresivos, delinquir o suicidarse.
Las actuaciones del grupo y de sus integrantes representan a la oposición a las figuras
parentales y una manera activa de determinar una identidad distinta de la del medio
familiar. De esta manera, el fenómeno grupal adquiere una importancia trascendental ya
que se trasfiere al grupo gran parte de la dependencia que anteriormente se mantenía
con la estructura familiar y con los padres en especial.
En el fenómeno grupal el adolescente busca un líder al cual someterse, o sino, se erige él
en líder para ejercer el poder del padre o de la madre. De esta manera reemplaza a las
figuras paternas de las que está buscando separarse, y no tiene más remedio que buscar
una ideología propia que le permita actuar de un modo coherente en el mundo en el que
le toca vivir.
Desde el punto de vista de la conducta observable es posible decir que el adolescente
vive con una cierta desubicación temporal, convierte el tiempo en presente y activo como
un intento de manejarlo. Observamos que estas conductas desconciertan al adulto. El
padre que recrimina a su hijo que estudie porque tiene un examen inmediato, se
encuentra desconcertado frente a la respuesta del adolescente: “¡Pero si tengo tiempo!,
¡si el examen es recién… mañana!”.
Es el mundo adulto el que no tolera los cambios de conducta del adolescente, el que no
acepta que el adolescente pueda tener identidades ocasionales, transitorias,
circunstanciales como hemos descrito anteriormente, y exige de él una identidad adulta,
que por supuesto no tiene por qué tener.
Padres y maestros se sorprenden ante los adolescentes por sus actitudes y respuestas
que oscilan entre lo esperado en el comportamiento infantil y los tonos de una madurez
que empiezan a vislumbrarse en sus juicios y opiniones críticas. Muchas veces les enoja
su rebeldía y les inspira ternura su desamparo, y ellos mismos les producen una mezcla
de sentimientos y confunden sus pensamientos. El contacto con los adolescentes
revitaliza a los adultos, ya que su energía es contagiosa y porque los conecta con sus
recuerdos y vivencias significativos. Convivir con ellos, vivir para ellos, no es un reto fácil,
pero sí fascinante, pareciera una aventura de reencuentro consigo mismo. Bastante se ha
escrito de los adolescentes, y sin embargo, ellos están ahí, frente a nosotros, como una
raza extraña, distinta, que nos observa y a la que observamos sin saber cómo abordar.

MARCO METODOLÓGICO:
Para la realización de este trabajo de investigación hemos utilizado, como instrumentos
metodológicos, encuestas, historias de vida y entrevistas.
Hemos realizado encuestas a 119 adolescentes entre 13-14 años y 16-17 años que
actualmente asisten al EEMPI Nº 8023 “Colegio San José”, ubicado en Iturraspe 842,
cuyo director es el Sr. Carlos Alfredo Torressi. Considerando que la escuela mencionada
brinda educación a 352 alumnos que asisten a la secundaria, podemos decir que hemos
encuestado al 34% de los estudiantes.
Para cumplir nuestro objetivo, hemos seleccionado a alumnos de 8vo año y 2do
polimodal y a partir de allí los diferenciamos por edad y sexo.
La cantidad de mujeres encuestadas fue del 66% y de hombres encuestados de 34% en
relación al total de indagados.
La cantidad de chicos encuestados, entre 13 y 14 años, de 8vo año, fue del 59%,
mientras que la cantidad de estudiantes de 2do año de polimodal de entre 16 y 17 años,
fue de 41%.
Después de saber cuántos alumnos de determinado curso habíamos encuestado,
separamos cada curso por sexo, obteniendo como resultado que del 59% que
representaban los alumnos de 8vo año, el 57% eran mujeres, mientras que el 43%
restantes estaba simbolizado por varones.

ALUMNOS DE 8VO AÑO:


Del mismo modo, averiguamos que el 79% del 41% ocupado por alumnos de 2do año,
estaba constituido por mujeres, y el 21% correspondía a los varones.

ALUMNOS DE 2DO AÑO:


Conociendo qué porcentaje de cada curso eran mujeres y cuántos eran varones, nos
dispusimos a averiguar y a diferenciar las respuestas de los encuestados, considerando
edad y sexo. A continuación se ofrecen las preguntas planteadas y sus respectivas
respuestas.
¿Cómo es la relación con tus padres?
 Muy buena
 Buena
 Regular
 Mala
 Muy mala

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
Podemos observar en los gráficos que la mayor parte de las mujeres, tanto de 8vo año
como de 2do del polimodal, dice tener una relación “Buena” con sus padres y no una
“Muy buena” como afirma otro porcentaje. Existe también una porción del 13% que dice
tener una relación “Regular” e incluso quienes creen tener una “Mala”. Lo mismo no
ocurre con los varones. Aquí, el mayor porcentaje lo ocuparon los que mantienen una
relación “Muy Buena” con los adultos, seguidos de quienes dicen tener una relación
“Buena”. Aquí, la menor proporción la ocuparan quienes mantienen una relación
“Regular”, ya que ninguno afirma tener una relación “Mala”, como lo afirman las niñas.
Esto coincide con la opinión de Jennifer Connolly cuando afirma que “Es más fácil criar a
varones que a mujeres, ya que éstos, en vez de negociar o pelear con sus padres, hacen
lo que se les da la gana y luego encaran las consecuencias solos. Además, las niñas
tienden a ser más comunicativas que los varones, y en cuanto más palabras…más
posibilidades de desacuerdo”.
De todas maneras, debemos resaltar que los resultados obtenidos en estos gráficos no
son los que esperábamos. Si bien debemos aceptar las respuestas de nuestros
encuestados, desde nuestro punto de vista los adolescentes han contestado desde el
“IDEAL” y no desde la realidad. Si todos tendrían una relación “Muy buena” o “Buena” con
sus padres, entonces ¿por qué la falta de comunicación constituye un problema tan
importante en las familias?
¿Cuáles crees que son los principales motivos de las discusiones con tus padres?
 Desarrollo escolar
 Quehaceres domésticos
 Amigos
 Citas
 Apariencia personal
 Hora de llegada
 Consumo de drogas (Alcohol, cigarrillos, etc.)
 Otros

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
No hay diferencias muy notables entre edad en estas gráficas, pero si las hay entre
sexos. Podemos ver que en las mujeres la mayor cantidad de peleas se da por
quehaceres domésticos, mientras que en los varones el motivo principal parece ser el
desarrollo escolar. Robert T. Bayard dice: “(…) adolescentes y padres no disputan por
valores económicos, religiosos, sociales ni políticos. La mayor parte se presenta en
aspectos como ser, trabajo escolar, quehaceres domésticos y amigos” . De todas formas,
debemos destacar que esto se da por una cuestión cultural, ya que los varones no son
los encargados de realizar las tareas del hogar, sino las mujeres.
Además, podemos notar que en cuanto a las mujeres, se dan discusiones por su
apariencia personal, aunque en una baja proporción. No ocurre lo mismo con los varones,
quienes parecen no discutir con sus padres por su forma de vestir. De la misma manera,
Arminda Aberasturi plantea: “La niña adolescente usa vestimentas más llamativas que el
varón, pero esto no quiere decir que las de él no sean notables”.
¿Cómo reaccionan tus padres antes una discusión con vos?
 Te gritan
 Te pegan
 Te castigan
 Te insultan
 Te hablan y tratan de solucionar el conflicto
 Rompen cosas y se alteran
 Otros (especificar)

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
Observamos que generalmente, la actitud de los padres ante un conflicto es la de hablar
tranquilamente y tratar de solucionar el problema. Esta es la mejor actitud que pueden
tomar, ya que el adolescente muchas veces no sabe lo que hace ni lo que dice, y adopta
un comportamiento inmaduro frente a su situación. Los padres deben entender el
conflicto del adolescente y calmarse para poder establecer una relación comunicativa y
positiva dentro de lo que sea posible. Sermonear a los adolescentes no funciona, solo
sirve para que se alejen más. “Es mejor hacerlos reflexionar”, afirma Bonnie Haave, “por
ejemplo, si el chico sacó notas bajas en la escuela, hay que preguntarle cómo piensa
arreglar las cosas. Hay que ser breve y expresarle confianza en su capacidad”. Del
mismo modo también podemos ver que en las mujeres de 16 a 17 años la mayoría de los
padres gritan para hacerles entender las cosas, esta es una actitud negativa y una forma
de ofensa para el adolescente; así como también lo es castigar a los hijos para que
entiendan que hay límites.
¿Cuál es tu actitud frente a una discusión con tus padres?
 Gritas
 Pegas
 Hablas tranquilamente y tratas de solucionar el conflicto
 No le das importancia
 Rompes cosas
 Otros (especificar)

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
En los gráficos podemos ver una gran diferencia entre varones y mujeres. Las diferencias
no se caracterizan por edad sino por sexo.
Vemos que tanto las mujeres más chicas como las más grandes, lo primero que hacen es
gritar cuando sus padres tratan de hablarles o hacerles entender las cosas. Seguido a
eso vemos que a otras mujeres no les importa discutir con sus padres, y una proporción
casi igual habla tranquilamente ante una pelea.
En cambio, para nuestra sorpresa, vemos que son los varones los que tratan de hablar
tranquilos con sus padres para solucionar todo. Seguido de éstos, existen otros quienes
gritan tratando de justificarse y una menor proporción no le da importancia a las
discusiones. Entre los que eligieron “otros”, aclararon que se encierran en sus cuartos,
lloran o no hablan con sus padres por un tiempo.
Estos datos constituyen una total contradicción con la pregunta Nº 1, donde obtuvimos
como respuesta que el adolescente vive una relación buena con sus padres. ¿Cómo
pueden mantener una buena relación gritando cada vez que tienen una pelea?
Después de tener una pelea…
 Te sentís mal
 No le das importancia
 Te sentís bien
 Otros

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
Notamos grandes diferencias entre las opciones ofrecidas, y en cuanto a edad y sexo.
La mayoría de las mujeres de 13 a 14 años se sienten mal después de discutir con sus
padres, y otras no le dan importancia. Mujeres de 16 a 17 años también se sienten mal,
pero lo hacen en una proporción menor, seguida de una proporción que casi iguala a la
anterior y dice no darle importancia a las discusiones. Otra proporción menor dice
sentirse bien y otra eligió la opción “otros”, donde especificaron con palabras exactas que
“no les va ni les viene”, la cual podría incluirse en la opción de “no le das importancia”.
Los varones d e13 a 14 años aseguran sentirse mal ante una discusión, pero el 70% de
los de 16 a 17 años dicen no darle importancia a las peleas. Las opciones de “sentirse
mal”, “sentirse bien” y “otros”, son elegidas en igual proporción.
Cabe destacar que solo los varones dijeron “sentirse bien” frente a una pelea, y no las
mujeres. Encontramos aquí una rotunda contradicción con la pregunta anterior donde se
vio que los hombres tratan de resolver los conflictos hablando tranquilamente y que las
mujeres gritan.
¿Qué estilo de educación pensas que recibís por parte de tus padres?
 Estilo liberal
 Estilo estricto
 Estilo equilibrado

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
Podemos ver que todos los adolescentes dijeron ser educados con un estilo equilibrado,
con libertad y a la vez límites. Debemos resaltar también que un gran porcentaje de
varones de 16 a 17 años dije ser educado con un estilo liberal, es decir que hacen lo que
quieren sin tener límites. Lucrecia Stechina sostiene que “es necesario el tema de los
límites, aunque al adolescente le molesta y mucho, (…) esto no es una cuestión de
persecución ni de policía, es simplemente cuidarlos”, y continúa “No se trata todo el
tiempo de prohibir, pero tampoco del libertinaje…siempre los excesos son malos”.
¿Con quién preferís pasar el tiempo?
 Con tus padres
 Con tus amigos
 Solo
 Otros (especificar)

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
La opción más elegida está a la vista, y es la de pasar el tiempo con los amigos/as.
Incluso podemos decir que el porcentaje que eligió la opción “otros” fue mayor que el que
eligió pasar el tiempo con los padres. Entre otros incluyeron a novios y novias. Del mismo
modo, algunos prefieren estar solos en lugar de estar con sus padres.
Los adolescentes que pierden contacto con su familia se hacen más vulnerables a lo que
el psicólogo Gordon Néufeld de Vancouver llama “orientación hacia los iguales”, adoptan
los patrones de conducta de sus amigos, no los de sus padres.
“El problema es que esos amigos se convierten en guías morales”, explica. “Los
muchachos orientados hacia sus iguales no desean vivir conforme a los valores de sus
padres y no se toman enserio su rechazo. Por lo general, se vuelven más difíciles de
educar, más agresivos, menos maduros e inestables en el terreno emocional”.
Del mismo modo, la Doctora Kaufman señala: “Infinidad de adolescentes me han dicho
que les gustaría pasar más tiempo con sus padres”. Y lo señalado es cierto, muchos
adolescentes quisieran pasar más tiempo con su familia pero situaciones conflictivas
mientras pasan el tiempo juntos evitan que los chicos intenten acercarse. La Doctora
Kaufman agrega: “Los adolescentes disfrutan más el tiempo en familia si se evitan las
discusiones y las peleas”. Esto significa que no hay que sacar a colación durante la cena
el tema de las calificaciones escolares y otros asuntos incómodos.
¿Con qué frecuencia peleas con tus padres?
 Siempre
 Muy seguido
 A veces
 Nunca

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
Podemos ver que la mayoría de los encuestados ha elegido la opción “C”, es decir ha
declarado pelear “a veces” con sus padres. De todas formas podemos ver que el
porcentaje de mujeres que eligió esa opción es mayor al de los varones, y los que no
eligieron esa opción dijeron pelearse “muy seguido”, donde también evidenciamos un
mayor porcentaje elegido por las mujeres que por los varones.
Debemos destacar además, que solo las mujeres de 16 a 17 años declararon no pelearse
nunca, mientras hay un porcentaje de varones de todas la edades que eligió esa opción.
Podemos ver así que las peleas se dan más con mujeres que con varones, como
analizamos en la pregunta Nº 1.
Los datos obtenidos en esta pregunta pueden relacionarse con los del un estudio
realizado en el 2004 por la universidad de Cambridge, en el Reino Unido. El mismo
encontró que las discusiones entre madres e hijos varones ocurren cada 4 días en
promedio, y duran 6 minutos cada una. Mientras tanto, las peleas madre-hija ocurren
cada 2,5 días y duran 15 minutos. Las mamás que siempre se han sentido complacidas
atendiendo en todo a sus pequeñas pueden vérselas difíciles cuando éstas empiezan a
exteriorizar el deseo de tener independencia y privacidad.
¿Dialogas con tus padres?
 Si
 No

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
Podemos observar que tanto hombres como mujeres de todas las edades dicen tener
“diálogo” con sus padres. Del mismo modo también debemos aclarar que las mujeres
más grandes dicen tener menos diálogo que las de 13 o 14 años, lo mismo sucede con
los hombres. Esto nos demuestra que a medida que se entra más en la adolescencia se
va perdiendo el diálogo.
¿Dialogas frecuentemente?
 Si
 No

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
Nos hemos encontrado con una gran sorpresa al obtener los resultados de esta
encuesta. Evidenciamos que tanto varones como mujeres de 13 a 14 años si mantienen
un diálogo frecuente con sus padres, mientras que adolescentes de 16 a 17 años dicen
no tener un diálogo frecuente.
Lucrecia Stechina, psicóloga, nos ha dicho que “a veces también pasa que los padres se
desresponsabilizan de algunos temas en ciertos aspectos y los delegan mucho en las
escuelas, este es un gran error que suele suceder”.
En estas respuestas encontramos una total contradicción con respecto a la pregunta
anterior, donde todos contestaron que dialogan con sus padres. Pero ¿cómo puede
alguien mantener un diálogo, sin que sea frecuente? Ante este interrogante deberíamos
conocer primero a que le llaman los adolescentes de hoy “dialogar”. ¿Definen a
“mantener un diálogo” como una conversación diaria, donde se tocan gran cantidad de
temas, o lo toman como un “hola” y un “buenas noches”?
¿Cuáles son los temas que se tratan al mantener una conversación?
 Escuela
 Relaciones personales (amigos/ novios/ etc.)
 Adicciones y prevenciones
 Salidas nocturnas
 Conducta
 Todas en general

8VO AÑO 2DO AÑO


Mujeres Varones Mujeres Varones
Vemos aquí una relación con la pregunta Nº 9 donde descubrimos que mientras más el
chico entra en la adolescencia, más se pierde el diálogo. En estos gráficos podemos
observar que los chicos de 13 a 14 años hablan de todos los temas en general con sus
padres, mientras que los de 16 a 17 años parecen hablar solo de su desarrollo escolar.
También debemos resaltar que otro tema frecuente de conversación es el de la relación
del adolescente con sus amigos/as y novios/as.

CONCLUSIÓN
Los adolescentes, al entrar en esta etapa de desarrollo llamada adolescencia, sufrimos
muchos cambios que nos sorprenden e incluso nos asustan. Nuestro cuerpo, nuestras
emociones, nuestros sentimientos e incluso nuestra manera de pensar son distintos
ahora. Todos estos cambios, son también percibidos por las personas que están a
nuestro alrededor, principalmente por aquellas que están más cerca…nuestros padres.
Estas transiciones, que incluyen cambios en la conducta, hacen que nos comportemos de
forma diferente y que nos expresemos de una manera que no siempre es bien percibida
por nuestros padres. Comienzan así los desacuerdos, las discusiones, las peleas, los
juicios de valor e infinidades de cosas que se convierten en habituales y que hasta hace
poco tiempo eran desconocidas. Es así que también comienzan la escasa comunicación
y los conflictos entre adolescentes y padres, que a pesar de ser dolorosos, son
necesarios.
Nuestros padres deben entender, que estamos confundidos y que no sabemos
exactamente como transitar esta etapa de la vida, pero que verdaderamente los
necesitamos. Para poder crecer y encontrarnos necesitamos de la comprensión, el
aliento y el apoyo de nuestros padres. Nadie mejor que ellos, que nos conocen desde
siempre, para ayudarnos en esta etapa y para guiarnos, siempre y cuando lo hagan de la
manera correcta y sin ejercer ningún tipo de dominación ni de control extremo sobre
nuestra vida.
Los adultos no son perfectos, están aprendiendo a ser padres y a enfrentarse con
nuestras conductas y todavía no tienen todo claro. Es necesario que, además de ellos,
nosotros cambiemos esta actitud de indiferencia y de rechazo ante esas personas que
nos dieron la vida. Encontrarles defectos que no veíamos en la niñez no nos autoriza a
que les quitemos nuestro cariño ni mucho menos a despreciarlos. Recordemos que nadie
ha influido tanto en nosotros como nuestros padres, y que los defectos y las virtudes que
tenemos se los debemos, en gran medida, a ellos.
Los adolescentes tenemos nuestras propias reglas, códigos y sueños que nuestros
padres, desde su perspectiva adulta, muchas veces no entienden. A pesar de alguna vez
fueron adolescentes, es importante que tengamos en cuenta que la sociedad en la que
vivieron ellos durante su adolescencia, no es la misma que nosotros estamos viviendo
ahora. Somos dos generaciones con pensamientos distintos y ya que tenemos diferentes
opiniones y distintas concepciones, siempre se van a crear conflictos entre nosotros.
En conclusión, a partir de los datos bibliográficos obtenidos, y de las encuestas y
entrevistas realizadas, debemos decir que el conflicto padres e hijos, aunque sea un
proceso de mucho dolor y sufrimiento para las dos partes, es un proceso realmente
necesario y muy importante para que nosotros nos formemos como personas, y así
establecer una identidad propia.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
 Dolto F: “Conversaciones con los padres”, Ed. Gedisa, Barcelona.
 Arminda Aberasturi, Mauricio Knobel: “La adolescencia normal”, Ed. Paidos, Argentina,
1995.
 Kaye Marcia: Revista “Selecciones”, ejemplar nº 787, Argentina, Junio de 2006.
 Bauer Gabrielle: Revista “Selecciones”, ejemplar nº 777, Argentina, Agosto de 2005.
 Bayard Robert T., Bayard Jean: “¡Socorro! Tengo un hijo adolescente”, Ed. Atlántida,
Argentina, 2001.
 Página Web: www.monografias.com
 Página Web: www.redsistemica.com.ar

Historia de vida relatada por una mujer de 36 años:


Una vez me fui de compras con mamá para comprarme una campera de invierno. Me
acuerdo que agarró una campera de pelos de no sé qué animal que tenía botones de
todos colores y me dijo: -“¡Probátela! Es un poco cara pero te va a quedar muy bien”. Yo
la mire horrorizada y le dije que era espantosa. Ella insistió en que me la compre pero yo
le di vuelta la cara y me fui a buscar un campero color negro que era parecida a la de una
de mis amigas. Estaba buscando la campera que estaba a la moda cuando escuche la
voz de mi mamá:- “¡Por lo menos probatelo!”, me dijo. “¿Estás loca?” le respondí, “nunca
me pondría eso”. Cuando otros clientes se detuvieron a mirar comprendí que mamá
estaba avergonzada. Y yo también. Es más, estaba horrorizaba de que mi mamá tenga
tan mal gusto para la ropa. Además, ¿qué hacía yo de compras con mi mamá? ¿Qué
pasaba si nos veía algún conocido?, era en lo único en lo que pensaba.
Ese fue el inicio de una serie de horribles salidas de compras con mi mamá, las cuales
años más tarde yo experimenté con mis hijas. Yo me había dicho que cuando fuese
mamá y saliera de compras con mis centradas y ubicadas hijas (creía que serían así),
respetaría sus preferencias y así lograría que nuestras salidas fueran agradables. Y esto
era realidad hasta que mi hija mayor quiso comprar, a los 13 años, un pulóver que
costaba $105. Le dije que no estaba para nada de acuerdo con eso y que no se lo iba a
comprar, en espera de su habitual aceptación. Pero en cambio, me impresionó
escucharla decir que yo nunca aceptaba que tenga ropa de calidad y que no quiero que
esté bien vestida. Durante los años que siguieron, nuestras salidas siempre terminaron
en un alejamiento, y yo no paraba de preguntarme si estaba cometiendo los errores de mi
madre o qué estaba haciendo mal.

Entrevista a la Psicóloga Lucrecia Stechina:


- ¿Qué opina de la relación de padres y adolescentes hoy en día?
El problema que suele pasar entra adolescentes y padres es la falta total de
comunicación que hay, por una cuestión de que en el adolescente se producen
cambios tanto de humor como corporales. O sea, los adolescentes crecen y aprenden
a ser hijos, los padres también aprenden a ser padres y a veces al papá le cuesta
llegar al chico, sobre todo en esta etapa por la que pasa todo ser humano que es muy
importante por los cambios que se producen, como dijimos. Los adolescentes ya no
son los mismos de hace años atrás, cuando tenían quizás un cuerpo infantil, se dieron
cuenta de que su cuerpo empezó a cambiar… el busto para las chicas, el vello para
los chicos y demás. Todos son cambios que a veces cuesta aceptar. Eso es un
problema, la cuestión de la falta de comunicación, es difícil para los papás llegar a l
adolescente con estos cambios de humor. Pero bueno, acá lo importante es
acompañarlos y contenerlos, los adultos tienen la obligación como padres de hacerlo.
- ¿Cuáles cree que son los principales motivos de peleas?
Creo que es la cuestión de ponerles límites a los adolescentes. A ellos no les gusta
que todo el tiempo les estén poniendo límites… a qué hora llegas, con quien salís…
por esto de que a veces los adolescentes se sienten grandes para un montón de
cosas. Pero es necesario el tema de los límites, aunque para los adolescentes molesta
y mucho, o que prohíban juntarse con tal persona por “x” motivos. Ahí está también lo
fundamental de la posición del papá de saber con quién está el hijo, donde está, que
hace. Esto no es una cuestión de persecución ni de policía, no se trata de poner en
esta posición al papá, es simplemente cuidarlos.
Después hay muchos motivos más de peleas, como ser la escuela, la ropa, entre
otros.
- ¿Qué piensa del exceso de libertad que hoy le dan los padres a los
adolescentes?
Creo que por ahí se puede llegar a considerar que el exceso de libertad es demasiado,
es decir es un poco negativo. No es cuestión de generalizar que todos los padres son
iguales, pero a veces el contexto en el que estamos viviendo hace que el papá y la
mamá tengan que trabajar todo el día y que el chico se quede solo, así está expuesto
a un montón de cosas. El mismo contexto este lleva a que el papá y la mamá no estén
en el momento justo y esto puede ocasionar muchas consecuencias como por ejemplo
las drogas.
- ¿Cree que los padres influyen en la inserción del adolescente en las drogas,
delincuencia, etc.?
No es que el papá le va a decir al chico que se drogue ni mucho menos, pero la
cuestión de no estar tan presente el papá y la mamá en el proceso de crecimiento y
desarrollo, que todos necesitamos, es fundamental. Los adolescentes siempre
necesitan el tener un ideal como papá y como mamá y así seguirlos, tratar de seguir
los buenos ejemplos. Por eso, cuando hay exceso de libertad esto puede llegar a
influir; y a parte a veces lo que pasa es que el chico se encuentra con un grupo de
pares con los que se identifica al no tener una imagen paterna con quien hacerlo. Es
allí donde se da esta cuestión de la droga, delincuencia y demás.
- ¿Los padres ocupan un lugar importante en el adolescente? ¿En qué sentido?
Es fundamental la posición del papá, sobre todo en la adolescencia, es una de las
etapas más importantes por la que tiene que pasar toda persona, son muchos cambios
los que padecen y necesitan mucho de la contención y de la escucha de sus papás.
Es fundamental la posición y el rol que cumplen los papás en este sentido. En realidad
el rol del papá es siempre importante, pero acá hay una transición de crecimiento
donde el adolescente es adolescente pero se cree grande, por una cuestión de
omnipotencia que es muy característica del adolescente. Pero para bajar un poco eso
ahí está el papá para ayudar, para contener, para acompañar, para escuchar y
también para poner los límites que son necesarios. Si bien los adolescentes son
conscientes de un montón de cosas, necesitan el apoyo y ciertos límites por partes de
los padres. Imagínense si sus padres los dejarían hacer lo que ustedes quieran en la
vida. No se trata todo el tiempo de prohibir paro tampoco del libertinaje… siempre los
excesos son malos.
- ¿Cómo actúan los adolescentes frente a padres con actitudes de jóvenes?
Esto es de parte del papá un poco negativo porque en este sentido el papá se está
poniendo en una posición de adolescente y de competencia. O sea, el papá es el papá
y no puede ser amigo del hijo. Son papás y tienen su función y sus responsabilidades.
La cuestión de que el adolescente tenga una imagen del papá como amigo, hace que
se desfiguren los roles ya que no se sabe si es amigo, si es papá o que es.
- Respecto al dialogo ¿Qué puede decir?
Hoy por hoy, los medios de comunicación en la familia ocupan un lugar muy
importante y se habla del tema droga, del tema delincuencia, todos estamos expuestos
a escuchar y a ver un montón de cosas. A veces la televisión recorta el dialogo,
volvemos al tema del contexto en donde tenemos por ejemplo una familia donde el
papá y la mamá trabajan todo el día y vienen con un montón de problemas y cansados
y eso recorta totalmente la comunicación. A veces también pasa que los padres se
desresponsabilizan de algunos temas en ciertos aspectos y los delegan muchos en las
escuelas, este es un gran error que suele suceder.

- Kaye Marcia: Revista “Selecciones”, ejemplar nº 787, Argentina, Junio de 2006.


- Dolto F: “Conversaciones con los padres”, Ed. Gedisa, Barcelona.
- Arminda Aberasturi, Mauricio Knobel: “La adolescencia normal”, Ed. Paidos,
Argentina, 1995.
- Bauer Gabrielle: Revista “Selecciones”, ejemplar nº 777, Argentina, Agosto de 2005.
- Kaye Marcia: Revista “Selecciones”, ejemplar nº 787, Argentina, Junio de 2006.
- Bayard Robert T., Bayard Jean: “¡Socorro! Tengo un hijo adolescente”, Ed. Atlántida,
Argentina, 2001.
- Arminda Aberasturi, Mauricio Knobel: “La adolescencia normal”, Ed. Paidos,
Argentina, 1995.
- Bauer Gabrielle: Revista “Selecciones”, ejemplar nº 777, Argentina, Agosto de 2005.
- Entrevista realizada a la psicóloga Lucrecia Stechina, se la puede encontrar en el
ANEXO.
- 10 Bauer Gabrielle: Revista “Selecciones”, ejemplar nº 777, Argentina, Agosto de
2005.
- Página web: www.monografias.com
- Entrevista realizada a la psicóloga Lucrecia Stechina, se la puede encontrar en el
ANEXO.

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