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Imputación Concreta y Juicios Paralelos (Editado)

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JUICIOS PARALELOS

¿Imputación concreta?

Francisco Celis Mendoza Ayma

«La situación pútrida en la que han caído nuestros


periódicos, la malignidad, la vulgaridad y el espíritu de
mentira en que han caído quienes los escriben… Estas heces
están corrompiendo rápidamente el gusto del público. Se
trata empero, de un mal para el que no hay remedio: nuestra
libertad depende de la libertad de prensa, la cual no puede
ser limitada pues se perdería»1

1. Aproximaciones
La época oscura de Torquemada ha retornado rozagante con luces
mediáticas que enceguecen. Ya no es la horca o el sometimiento al
banquillo de acusados en los estrados judiciales, pues ahora se reemplazó
con el escarnio y exposición mediática del imputado. Los titulares
noticiosos producen opinión pública, cunde la aproximación intuitiva sin
base indiciaria o prueba, con el aderezo de los líderes de opinión, etc. Su
efecto es la configuración de presión externa. La inquisitio generalis
requiere solo de la ambigüedad de un indicio para vender como creíble la
opinión de un indignado periodista. No se investiga para imputar, sino que
se imputa generalidades -inquisitio generalis- para investigar.
La atarraya mediática «para pescar algo» en los inicios de la investigación
se alimenta con la información anónima -fuente policial- y genera una
falacia circular que crece y se retroalimenta dando cuerpo al juicio

1
Thomas Jefferson, de un discurso pronunciado ante el Congreso de EEUU en torno a 1802,
citado por Gabriela Bravo («La presunción de inocencia y los juicios paralelos». Fundación
Fernando Pombo y Fundación Wolters Kluwer, 2012, pág. 39)
paralelo. En efecto, con la difusión noticiosa del crimen se despliegan los
juicios paralelos, escenario mediático donde los comunicadores fungen de
jueces y sus opiniones son veredictos de condena en sustitución de las
sentencias judiciales. Esta es una realidad verificable.
El crimen vende, qué duda cabe y, cuanto más sensacionalista y escabrosa
sea la noticia criminal, más se eleva el rating. Para este efecto, la noticia
criminal se presenta con la conveniente indignación de los periodistas, que
enfatizan con emotivos comentarios. La noticia del crimen, por su
naturaleza, siempre genera la atención del colectivo social. Ello condiciona
la necesidad de los medios de difundir información noticiosa de hechos de
carácter criminal violento como robos, hurtos, violaciones, homicidios,
estafas, etc.
La difusión de las noticias criminales, cargada de la emotividad de la
opinión de comunicadores sociales, muchas veces está orientada a
exacerbar la percepción social de una crítica situación de inseguridad. Ya
creada la necesidad de seguridad, la solución punitiva aparece como
panacea para resolver hasta los problemas socio económicos.
El clima de indignación desatado por los medios a raíz de la revelación del
escándalo funciona como catalizador de este proceso donde los
comportamientos son etiquetados y se estigmatiza con rapidez a los
investigados mediante la adjetivación y el uso de patrones y estereotipos2

Esta práctica de periodismo desnaturaliza la imputación concreta y con


ello, deslegitima al Poder Judicial, generando tensiones disfuncionales con
otras instituciones como el Ministerio Público y la Policía Nacional, con un
efecto directo en la construcción de la imputación concreta.
2. Manifestaciones de la inquisitio generalis
En los juicios paralelos, la inquisitio generalis se manifiesta en dos planos:
i) la suposición o conjetura en sustitución de un hecho punible probable y
ii) la etiqueta de intervención delictiva en sustitución de una imputación
rigurosa. En el primer plano se ha individualizado al
investigado/sospechoso, pero no se han configurado los hechos y se
imputan suposiciones, conjeturas y/o sospechas. Esta forma de inquisitio
2
María Sánchez Esparza y Ana Belén Ordoñez Pérez. «Juicios mediáticos y presunción de
inocencia». Editorial Ley 57, 2016, Pág. 1
generalis es una expresión del derecho penal de autor, pues con base a
estereotipos la persona es sospechosa de algún «hecho» indeterminado.
Esa suposición o conjetura tiene como base estereotipos (falacia de falsa
generalización) pues, por ejemplo, si la persona registra una sentencia por
delito de robo, tráfico de drogas o terrorismo, etc. entonces, se instala un
estigma y sospecha permanente, propicio para el despliegue de una
incontrolable criminalización secundaria.
En otro plano, la inquisitio generalis se presenta en supuestos en que se
etiqueta a una persona como interviniente en la realización de un delito,
pero no se especifica con fácticos que califiquen su intervención. En
efecto, se presentan proposiciones fácticas del hecho punible, pero no de
la atribución. Esta forma de inquisitio generalis está bastante difundida en
los delitos de corrupción de funcionarios3.
3. Características de los juicios paralelos
Los juicios paralelos4 tienen características contrarias5 a un proceso penal
de corte epistemológico. Sus imputaciones se configuran sobre la base de
elementos de juicio contingentes y equívocos que, por lo general,
corresponden a fuentes de información secundaria. Con esa débil
información se busca el ángulo más escabroso de la noticia criminal, pues
así la intuición sustituye a la racionalidad, se apuran conjeturas como
imputaciones, sospechas como razones, etc. Su producto es una
imputación difusa, que es una nota característica de la inquisitio generalis.
Las fuentes de la difusión mediática de la noticia criminal presentan un
problema de genuinidad de la información pues no tiene control
epistémico. Generalmente corresponden a versiones de fuentes policiales

3
La inquisitio generalis es muy frecuente en los delitos culposos, cuando se emplean términos
generales como «imprudencia», «impericia», «falta de atención», etc. así también en los
delitos sexuales con el empleo de expresiones generales como «abuso sexual», «dio rienda
suelta a sus bajos instintos» u otros de connotación sexual, pero que no son proposiciones que
realizan el verbo rector del tipo.
4
Un concepto aproximativo del juicio paralelo es el que nos trae Ángel Juanes Peces: «En mi
opinión, el concepto de juicio paralelo debe conectarse con la existencia de un proceso judicial
vigente en curso, un proceso judicial que además debe estar pendiente de resolución. Un juicio
paralelo tiene que ver con la intención de influir en el proceso judicial» («La presunción de
inocencia y los juicios paralelos». Fundación Fernando Pombo y Fundación Wolters Kluwer,
2012, pág. 108)
5
Antagónicas e irreconciliables.
informales o de fuentes secundarias de personas que por referencia
conocen el hecho o de filtración de información sesgada.
En ese orden, la investigación periodística busca fuentes, pero con
intencional sesgo de confirmación, en busca del ángulo más escabroso que
atice el morbo del colectivo social para lograr la adhesión a la respuesta
punitiva. Las fuentes no son testeadas, es suficiente con que tenga algo
que decir, así sea una opinión -sin base descriptiva- para dar credibilidad a
la noticia. Se proyectan encuestas del momento y con ello enclavan una
planificada creencia mediática en el colectivo social, que llaman luego
«opinión pública».
Al relatar los hechos, claro está, el periodista los selecciona e interpreta
para quienes le leen o le escuchan, Es decir, formula un juicio sobre lo
sucedido apoyándose en los datos que conoce.6

Por otro lado, como efecto mediático, cunde la irracionalidad, la intuición,


el pálpito; no interesa el conocimiento objetivo o las máximas de
experiencia o la lógica, pues son reemplazados por estereotipos, creencias,
conjeturas. La necesaria inferencia empírica (máxima de experiencia,
conocimiento científico o ley de la lógica) como conexión entre los
elementos de juicio y la hipótesis de imputación es ausente, pues se
«sobreentiende», es tácita, intuitiva, sustentada en algún estereotipo o
creencia. Siendo expresión del «sin confirmar», deben creerse por el
impacto noticioso.
La hipótesis de imputación es reemplazada por el efectismo del titular más
espectacular, que destaca situaciones periféricas como el dolor de la
víctima, lo sangriento de la escena, los días transcurridos desde la
desaparición, etc. Estos son detalles eficaces y relevantes para el efecto
mediático de la noticia, pero irrelevantes para la determinación del hecho
punible. La consecuencia es la poca atención en la determinación de los
hechos jurídicamente relevantes, pues la atención gravita en los hechos
mediáticamente relevantes. Así, la imputación se pervierte en una
inquisito generalis, y este trastoque -de una hipótesis de imputación
concreta- deviene en la perversión de las garantías procesales.

6
María Sánchez Esparza y Ana Belén Ordoñez Pérez. «Juicios mediáticos y presunción de
inocencia». Editorial Ley 57, Madrid 2016, Pág. 24
El reemplazo de la imputación concreta por la inquisitio generalis
determina la perversión de la presunción de inocencia7 en una confusa
presunción de culpabilidad como característica de los juicios paralelos.
Desde la difusión de una inquisitio generalis, dispersa y unilateral, se
presume la culpabilidad del investigado, quien tendrá la carga de
demostrar su inocencia. La exposición pública del investigado no es
problema pues se presume su culpabilidad y, por tanto, el escarnio público
es parte del castigo mediático con la exposición del detenido con chaleco
de detenido y la calculada proximidad de los reporteros afanosos en
interrogar ante las cámaras si se declaran culpables. Con ese espectáculo
penoso y vergonzante, la imputación se denigra junto con la dignidad del
investigado8y la presunción de inocencia queda como mera etiqueta para
discusiones académicas, pero sin configuración real.
Sin ambages se afirma que la duda favorece a la sociedad y con euforia
inquisitiva se orienta la emotividad del colectivo configurando los juicios
paralelos con comunicadores de jueces que proyectan ese rol y el
juzgamiento mediático con la información deformada se adecuan al ruido
mediático conforme a la culpabilidad anticipada en el sentido de la noticia
criminal.
El proceso paralelo se metamorfosea en una parodia de investigación, así,
se entrevista a «especialistas» sin acceso a la carpeta fiscal, que emiten
opiniones pautadas para exacerbar los ánimos; las preguntas emotivas del
entrevistador ya tienen un guión y como colofón, para intensificar la
reacción del colectivo social se entrevista a los radioyentes o
telespectadores o se acude a encuestas, con todo ello ya se (de)formó una
línea de opinión.
4. La intuición reemplaza al razonamiento

7
Afirma Emilio Lamo de Espinoza, que: «Sin presunción de inocencia no hay libertad. Me
atrevo a decir que es un test de una sociedad libre. Reelaborando otro texto clásico podríamos
decir que una sociedad que no respeta la presunción de inocencia carece de libertades» (La
presunción de inocencia y los juicios paralelos, Fundación Fernando Pombo y Fundación
Wolters Kluwer, 2012, pág. 34)
8
Puesto que en la difusión de un hecho criminal no se parte de que el eventual detenido sea
recién investigado sino de la presunción de su culpabilidad.
Generalmente la difusión de los eventos criminales presenta titulares
impactantes que mueven la emotividad y persuade al auditorio o lector de
la noticia. El sentido del desarrollo de la noticia se encuadra en busca de
una reacción emotiva del colectivo social. Predomina la intuición emotiva
en la certeza del auditorio o lector y ya no interesa si la información es
verdadera o no, tampoco si el titular de la noticia corresponde a los
hechos realmente acaecidos. Se trata de vender el producto noticioso y en
tanto se desarrolle el morbo emocional que condiciona una mayor venta
de la noticia.
El predominio de la opinión periodística y la creencia generada por los
medios de comunicación es lo fundamental y esto vende y concita la
atención de anunciantes. No interesa si la racionalidad epistémica está
presente. Es suficiente haber generado la emotividad punitiva. Una
práctica muy difundida es la «magalización»9 del periodismo, que se
manifiesta con la presentación de segmentos parciales de la noticia
criminal, dejando que el colectivo intuya o «interprete» lo que de la
precaria información preliminar se desprendería.
Precisamente esta es una ventaja de los «juicios paralelos» pues las
noticias de impacto criminal solo mueven emociones. La irracionalidad
cunde en el escenario mediático y las «razones» que indican los individuos
afectados del colectivo se remiten a la difusión mediática de los hechos.
Con la difusión mediática de la noticia criminal entran en contienda dos
tipos de imputaciones: i) una imputación concreta (jurídica y
epistémicamente controlada) y ii) una imputación mediática, dispersa sin
una calificación adecuada y control cognitivo. La imputación concreta es
susceptible de control intersubjetivo por los sujetos procesales, en un
escenario procesal metodológico; en tanto que la imputación mediática no
es objeto de control metodológico y es asumida acríticamente por el
colectivo social, que transmuta en un veredicto popular de condena que
orienta, por presión, la decisión judicial y con ello se difumina la
independencia judicial.
5. La contra epistémica «verdad periodística»

9
Referida a un programa televisivo del espectáculo que difunde información segmentada
conforme al aspecto más morboso de la noticia.
En muchos casos, el periodismo cumple una función contraepistémica10
pues los intereses en juego son incompatibles con una aproximación
razonable a la verdad. Este es el problema pues si no se enfoca el
problema de la verdad como correspondencia con la realidad, entonces los
otros enfoques crean el riesgo de hacer difusas las fronteras entre la
verdad periodística y la verdad judicial.
La «verdad periodística» por la necesidad de la actualidad de la
información entra en tensión con la verdad como correspondencia con el
mundo objetivo -objeto del proceso penal-. En efecto, estas
aproximaciones corresponden a enfoques diferentes; el enfoque
periodístico tiene un sesgo desde la urgencia de la difusión de la noticia
criminal. La «verdad» periodística es consecuencia de una fugaz
indagación de la noticia del día, con información fragmentada y
generalmente con fuentes secundarias de información. Pesa bastante la
opinión del periodista sobre datos de la realidad que son aderezados para
que se proyecte como noticia cierta.
Desde el enfoque del proceso penal, se trata de buscar la verdad con rigor
metodológico y control epistemológico y, conforme a al grado de
información se toma de decisiones de inicio y cierre de cada fase del iter
del proceso. Para llegar a la verdad judicial requiere de un riguroso
proceso de investigación con actos de investigación corroborativos de una
hipótesis.
Claro está que el proceso penal por su exigencia metodológica debe ser
objetivo en la aproximación razonable a la verdad y no atiende a los
intereses generados en el colectivo social pues su objeto es la verdad
como correspondencia con la realidad, respecto del cual las partes
proponen las hipótesis de hechos. Así, la información será producida en un
contexto de contradicción y, sobre su base, se aplicará la ley conforme a la
Constitución y no a cualquier criterio u opinión del juez.
6. La «sentencia» de prisión preventiva y juicios paralelos
Los juicios paralelos se manifiestan con la difusión de la noticia criminal, la
investigación, procesamiento y juzgamiento mediático en cuestión de
10
No generalizamos, pues ciertamente el periodismo serio se manifiesta con el escaso
periodismo de investigación.
horas o de días y es lo que la actualidad de la noticia requiere. Es evidente
que el fin noticioso es diferente al fin del proceso penal. La rapidez de la
noticia como objeto del juicio paralelo determina que se utilice y
perviertan instituciones que corresponden al proceso penal. Una de estas
instituciones es la prisión preventiva, que cumple la función de una
sentencia de pena privativa de libertad.
En efecto, desde lo mediático, la prisión preventiva se considera como la
«condena» judicial a los delitos, como una suerte de justicia rápida -fast
justice- y pareciera que así también lo considera quien requiere tal medida
cautelar. Entonces, el colectivo asume una comprensión deformada de la
prisión preventiva como medida coercitiva y esto condiciona la estelaridad
de las audiencias de prisión preventiva y de los magistrados que -muchas
veces- adecuan sus decisiones al clamor mediático, renunciando a la
independencia que la Constitución Política estableció a su favor en su
artículo 139.2 como una garantía de su función. El escenario formal e
institucional de la audiencia de prisión preventiva degenera en una suerte
de talk show donde el resultado ya es previsible y hasta anunciado,
deviniendo la audiencia en una parodia pues el contradictorio es solo
aparente.
En ese contexto de presión mediática, el eje del debate en la audiencia de
prisión preventiva ya no es una controlada imputación concreta con un
contradictorio generador de información, sino dispersos elementos de
juicio convenientemente acomodados, de donde se intuye la comisión de
algún hecho; emerge entonces el predominio del reproche social o moral
en desmedro de un enfoque epistemológica y jurídico controlado.
La asimetría en el pseudo debate de la audiencia de prisión preventiva es
manifiesto, pues en ese escenario se presenta a un imputado derrotado,
expuesto a los medios de comunicación que soslayan sus argumentos de
defensivos, acompañado del vilipendio de los abogados defensores.
7. Colaboración eficaz y juicios paralelos
La perversión epistémica de los juicios paralelos se alimenta de
información de fuentes secundarias y también información reservada o
secreta que ha sido filtrada, fenómeno tan frecuente que se ha
normalizado sin ya ningún interés de investigación y menos aún, de
sanción. En efecto, no obstante que en el proceso penal la investigación
tiene carácter reservado -en algunos casos, secreto-, sin embargo, se
develan afirmaciones postuladas por aspirantes a colaboradores eficaces
aun no corroboradas. No obstante, el carácter secreto de la información
-aún para las partes11- para no perjudicar la investigación, su difusión por
los medios de comunicación la hace de dominio público. Entonces, simples
afirmaciones no corroboradas y que sesgan la opinión pública con el
clamor de una urgente reacción punitiva, condicionan y anticipan
resultados judiciales ante requerimientos que recién se van a interponer.
La afirmación del aspirante a colaborador eficaz es aún objeto de
investigación pues requiere de información objetiva que la corrobore. Sin
embargo, para lo mediático es suficiente la declaración no corroborada del
aspirante a colaboración eficaz, pues esta vende por su sensacionalismo y
genera emotividades punitivas. Con ello se sientan las endebles bases para
una efectista imputación mediática. Se llega incluso a la práctica delictiva
de la develación mediática de la identidad del colaborador eficaz12 y aún
obtener una entrevista, por el impacto mediático que genera.
Esta práctica es contraepistémica pues se asume como verdad una
afirmación en extremo sospechosa pues proviene de un codelincuente que
pretende la «venta» de información a cambio del premio de las
reducciones punitivas. Así, las delaciones premiadas sustituyen las
investigaciones periodísticas serias y con ello se sesgan las investigaciones
de los procesos penales.
La filtración de información reservada se ha tornado en una indebida
práctica, por su efecto generador de contextos de presión mediática que
afecta directamente a los magistrados profesionales que conocen el caso.
En efecto, con los datos proporcionados por el aspirante a colaborador

11
Las partes toman conocimiento de la información por medio de la noticia periodística.
12
Artículo 409-B.- Revelación indebida de identidad: El que indebidamente revela la identidad
de un colaborador eficaz, testigo, agraviado o perito protegido, Agente Encubierto o especial, o
información que permita su identificación, será reprimido con pena privativa de libertad no
menor de cuatro ni mayor de seis años.
Cuando el Agente es funcionario o servidor público y por el ejercicio de su cargo tiene acceso a
la información, la pena será no menor de cinco ni mayor de siete años, e inhabilitación
conforme al artículo 36, incisos 1, 2 y 4.
eficaz, aun no corroborados objetivamente, es suficiente para la difusión
de la noticia criminal.
8. La (in)dependencia judicial
Un problema no abordado aún con profundidad es el supuesto de los
jueces expuestos mediáticamente porque conocen casos de alto impacto.
Solo presentamos el problema desde el punto de vista de la forma en
cómo los juicios paralelos afectan la independencia de los jueces
profesionales. Muchas veces no solo se difunden los hechos de la noticia
criminal, sino que también se difunden mediáticamente la identidad y
datos personales de los magistrados que conocen el caso y, en ciertas
ocasiones, con una inocultable finalidad de condicionar el sentido de las
decisiones.
Esta forma de injerencia es frecuente en casos donde la decisión judicial
recae sobre personajes políticos o públicos. Entonces, se plantea la
siguiente cuestión:
Un imputado es más «imputado» para los medios si es un personaje
conocido y cuanto mayor es su notoriedad. Decimos «La imputación
es la sentencia» pues, aunque jurídicamente no es así, impone al
menos, entre otras, la «pena de telediario»13

En otros casos, la noticia criminal es usada como psicosocial para generar


«cortinas de humo» y distraer al colectivo de eventos político-sociales
críticos del momento. Otras veces, atiende a fines directamente políticos,
pues se ha normalizado el uso político del poder punitivo para estigmatizar
al oponente. Los operadores «políticos» saben de la eficacia
deslegitimadora de los juicios paralelos desplegados por los medios de
comunicación. El «terruqueo»14 para deslegitimar a dirigentes populares o

13
Ramón Almendros, La Presunción de inocencia y los juicios paralelos, Fundación Fernando
Pombo y Fundación Wolters Kluwer, primera edición, Madrid. 2012, pág. 34
14
Es cómodo y confortable, predicar la defensa de los DDHH, en aquellos ámbitos donde el
propio «defensor» de los DDHH, se siente sobreseguro, pero en los ámbitos de riesgos cierto,
que se extienda la criminalización secundaria entonces la generalidad guardan silencio. Este es
otro de los efectos de la criminalización secundaria; así, se agudiza la extrema vulnerabilidad de
los «terruqueados» y quedan sujetos a una inquisitio generalis de sospechas vacuas, de vacíos
conjeturales, de etiquetas vaporosas, pues finalmente el «terruqueo» ahora con pretenden de
oficializarse, en desmedro de un proceso penal cognitivo
el «corrupteo» a oponentes -que no defraudan las expectativas corruptas-
son harto frecuentes. Si un determinado funcionario público no es de una
determinada orientación política con predominancia en los medios de
comunicación, entonces se empieza una campaña de demolición orientada
a magnificar las falencias e incompetencias comunes a la burocracia
estatal.
Además, se desarrollan otras malas prácticas, entre estas la de filtrar
información sensible a los medios de comunicación antes de la audiencia,
indagar el ámbito de la vida privada del magistrado, etc. para generar un
contexto de presión y que los magistrados ajusten el sentido de su
decisión en función de los intereses mediáticos.
Desde lo mediático se produce una transmutación del principio de
publicidad, pues de una función positiva de control de la arbitrariedad
judicial se trastoca en un mecanismo de presión con la publicidad
mediática; peor aún si se publicita la investigación que por su propia
naturaleza debe ser reservada:
«(…) no debemos perder de vista que aquella arraigada idea referida a la
publicidad no abarcaba los actos de investigación preparatoria de la
acusación (la fórmula era “el sumario será secreto para los extraños”) ha
sufrido una fuerte decadencia, provocada por el imperio de los hechos (o
sea, la presión de los medios de comunicación y las exigencias de la opinión
pública) que por avances de la teoría»15

En ese orden, es necesaria una reconceptualización del principio de


publicidad.
9. La noticia criminal como mercancía
No cabe duda de que la prensa constituye un factor real de poder. No es
casualidad su pertenencia a determinados grupos de poder económico
que generan monopolios u oligopolios en la propiedad de los medios de
comunicación. Esta concentración de los medios impacta en el colectivo
social y en la comunidad jurídica. Este problema de la existencia de
monopolios u oligopolios en la propiedad de los medios de comunicación
impone al Estado el deber de actuar para evitar la concentración y

15
María Susana Frascaroli. «Justicia penal y medios de comunicación». Editorial Ad Hoc,
Buenos Aires, 2004, pág. 31
promover el pluralismo de opiniones y visiones, y evitar el uso de la noticia
como mercancía.
En un contexto de libre mercado la competencia de los medios de
comunicación es la base de la difusión de la noticia. La actividad
periodística tiene a la noticia -directa o indirectamente- como mercancía.
La venta del ángulo espectacular de la noticia es fundamental para
obtener un mayor rating y para captar pautas publicitarias y la noticia
criminal tiene esas características.
La noticia criminal ha devenido en un producto del mercado y sí «todo se
compra y todo se vende», entonces la noticia pasa a ser también una
mercancía para su venta. La noticia como mercancía es una de sus
características, y si lo que más se vende son las noticias criminales pues
generan un impacto emocional, entonces es necesario realizar su
presentación de la manera más espectacular, para generar atención
emotiva de la audiencia televisiva o del lector y, con ello, la adhesión al
sentido de la noticia que se expresa en el mayor rating o mayor venta de
periódicos o semanarios16.
Considerar a la noticia como mercancía tiene otros efectos pues -de
acuerdo con el contexto- esa noticia criminal puede ser utilizada para
difundir contenidos de acuerdo con intereses de otro tipo.
Con frecuencia, la información es tratada desde los medios de
comunicación como mera mercancía para ganar audiencia, publicidad y
dinero, y también a veces como poder político para crear una opinión
pública favorable o contraria a los poderes del Estado, expresiones estás
literalmente utilizadas por Núñez Encabo, ponente y redactor del Código
Europeo de Deontología del Periodismo en el Consejo de Europa17

Se evidencian en tiempos de crisis política puesto que el uso de la noticia


con sesgos políticos es una constante, se adereza la mercancía con

16
Camarena Aliaga, recoge la afirmación de Hund, en el sentido que: «Las instituciones
responsables de la mediación social de las noticias son empresas obedientes a la lógica del
beneficio privado (…) en el régimen capitalista de producción lo verdaderamente importante a
la hora de elaborar una noticia no es la satisfacción de la demanda, sino la maximalización del
beneficio». (Camarena Aliaga, Gerson Wilfredo, Medios de Comunicación y Poder Judicial, Tesis
Doctoral, Universidad Autónoma de Madrid 2017, pág. 56)
17
De Vega Ruiz, José Augusto. «Libertad de expresión, información veraz, juicios paralelos,
medios de comunicación». Editorial Universitaria, Madrid-1998, pág. 20
intereses que corresponden a determinados grupos de poder y es por eso
por lo que la noticia criminal es configurada, preparada de esa manera.
A modo de conclusión preliminar: Los juicios paralelos son una realidad y
tienen efectos directos en los procesos penales institucionalizados. Uno de
estos es la banalización de la imputación concreta y la perversión de las
garantías procesales; otro de los efectos es la perversión de la publicidad
con un impacto negativo en la legitimidad del poder judicial. Urge
investigar el fenómeno de los juicios paralelos para, sobre su
entendimiento crítico, construir diques de contención al expansivo
punitivismo mediático.

10. Bibliografía

Camarena Aliaga, Gerson Wilfredo, Medios de Comunicación y Poder Judicial, Tesis


Doctoral, Universidad Autónoma de Madrid 2017
De Vega Ruiz, José Augusto, Libertad de Expresión, Información Veraz, Juicio Paralelos,
Medios de Comunicación, Editorial Universitaria, Madrid 1998.
Frascaroli, María Susana, Justicia Penal Medios de comunicación, editorial AD.Hoc,
Buenos Aires, 2004.
Sánchez Esparza María y Ordoñez Pérez, Ana Belén, Juicios Mediáticos y Presunción de
inocencia, Editorial Ley 57, Málaga, 2016.
La Presunción de inocencia y los juicios paralelos, Fundación Fernando Pombo y
Fundación Wolters Kluwer, primera edición, Madrid 2012.

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