2021-CS BIOLOGICAS-Unidad I
2021-CS BIOLOGICAS-Unidad I
2021-CS BIOLOGICAS-Unidad I
Cuerpo Humano
UNIDAD I: ORGANIZACIÓN DEL CUERPO HUMANO
OBJETIVOS ESPECIFICOS
Identificar y describir las características de la vida del ser humano, explicar y relacionar en orden
de complejidad los niveles de organización del cuerpo.
Explicar la interacción entre la estructura y función.
Definir homeostasia. Explicar la importancia de los mecanismos de control homeostático y el
funcionamiento de los mecanismos de retroalimentación negativa y positiva.
Justificar los aportes de la química elemental para estudiar los procesos vitales.
Definir elementos y moléculas.
Relacionar los principales elementos y sustancias que se encuentran en el citoplasma.
Analizar las propiedades que hacen del agua una molécula inorgánica tan importante para los
organismos vivos.
Analizar el concepto de pH y su relación con los ácidos bases y sales del cuerpo.
Exponer sintéticamente las características generales, funciones específicas y clasificación de los
cuatro grupos principales de sustancias orgánicas del cuerpo.
Presentar la estructura de una célula
Exponer la estructura y la función de las organelas membranosas y no membranosas
Explicar los mecanismos de transporte activo y pasivo a través de las membranas celulares
Explicar la reproducción celular , mitosis y meiosis
Definir el término tejido, caracterizar las principales clases de tejidos y exponer la función básica
de cada tipo.
Explicar sintéticamente el proceso de reparación histica.
Utilizar la terminología relacionada a los temas desarrollados.
INTRODUCCION A LA UNIDAD
Con el desarrollo de esta unidad, usted está a punto de comenzar el estudio de una de las estructuras
más prodigiosas de la naturaleza: el cuerpo humano.
Estudiará la forma y funciones del cuerpo, como un organismo unificado e integrado, ya que existe una
interdependencia plena entre estos dos aspectos.
Se presenta el concepto de grados de organización en el cuerpo y se introduce el tema unificador de la
homeostasia, para explicar cómo se logra y mantiene la interacción entre estructura y función en los
niveles químico, de organelas, celular, de tejidos, de órganos y sistemas.
A medida que vaya incorporando conocimientos de la estructura y especialmente de las funciones
normales del organismo, usted tendrá una participación más activa y consciente en la toma de
decisiones sobre su propia salud y de las personas a las cuales dispense sus cuidados de enfermería.
INTRODUCCIÓN
Acaba de comenzar a estudiar una de las estructuras más extraordinarias de la naturaleza —el cuerpo humano—. La anatomía
y la fisiología son ramas de la biología que se ocupan del estudio de la forma y las funciones del organismo. La anatomía se
centra en el estudio de la estructura corporal, mientras que la fisiología analiza el funcionamiento del organismo. A medida
que vaya conociendo la compleja interdependencia existente entre la estructura y la función en el cuerpo humano, se
convertirá, en realidad, en el sujeto de su propio estudio.
Con independencia de su campo de estudio o de sus futuros objetivos profesionales, la adquisición y la aplicación de
conocimientos relativos a la estructura y el funcionamiento de su organismo le permitirán disfrutar de una vida más
informada, plena y saludable en esta era basada en lo científico. El estudio de la anatomía y la fisiología le aportará una
comprensión única y fascinante de sí mismo, y estos conocimientos harán posible una participación más activa e informada
en las decisiones relativas a su salud. Si ha escogido especializarse en alguna disciplina médica o científica relacionada con el
deporte, el estudio de la anatomía y la fisiología reviste una relevancia aún mayor. Le aportará los conceptos necesarios para
comprender sus asignaturas y tener éxito en las experiencias clínicas.
CARACTERÍSTICAS DE LA VIDA
La anatomía y la fisiología son dos disciplinas destacadas en la biología —el estudio de la vida —. Pero... ¿qué es la vida? ¿Qué
cualidad diferencia a un ser vivo y funcional de un cuerpo sin vida? Sabemos que los organismos vivos poseen ciertas
características que no se asocian con la materia inorgánica. No obstante, en ocasiones resulta complicado encontrar un
criterio único para definir la vida. Podría afirmarse que los organismos vivos se organizan o mantienen por sí solos, mientras
que las estructuras inertes no disfrutan de tal capacidad. Este concepto se denomina autopoyesis y significa «que se hace a sí
mismo». Otro concepto, el cual recibe el nombre de teoría celular, sostiene que cualquier estructura independiente formada
por una o más unidades microscópicas llamadas células constituye un organismo vivo. Algunas veces, los científicos definen la
vida mediante una relación de las llamadas características de la vida en lugar de tratar de identificar una única diferencia que
separe los organismos vivos de los objetos inertes. La lista de las características de los seres vivos puede ser diferente si la
elabora un fisiólogo u otro, dependiendo del tipo de organismo que esté estudiando y de la manera en la que se agrupan y
definen las funciones vitales. Los atributos que distinguen la vida en las bacterias, las plantas y los animales pueden variar. Las
características de los seres vivos que se consideran más importantes en el ser humano se recogen en la tabla.
Cada característica de la vida está relacionada con la suma de todas las reacciones físicas y químicas que tienen lugar en el
organismo. El término metabolismo se emplea para describir el conjunto de estos procesos. Engloba los pasos necesarios para
la degradación de los nutrientes con el fin de generar energía y transformar unas moléculas en otras. Por ejemplo, si
ingerimos y absorbemos una cantidad de azúcar mayor de las necesidades energéticas inmediatas del cuerpo, se convertirá
en una forma alternativa, como los lípidos, que pueda almacenarse en el mismo. De igual modo, las reacciones metabólicas
son necesarias para fabricar compuestos complejos a partir de otros más sencillos, como sucede durante la proliferación
tisular, la reparación de heridas o la síntesis de secreciones corporales.
NIVELES DE ORGANIZACIÓN
Antes de proceder al estudio de la estructura y la función del cuerpo humano y sus numerosos componentes, es preciso
reflexionar acerca de su organización y la manera más lógica de conectarse entre sí para funcionar de forma eficaz. Los
distintos niveles de organización que influyen en la estructura y la función del cuerpo humano se representan en la figura.
Nivel Organular
Las estructuras químicas pueden organizarse dentro de unas unidades de mayor tamaño, conocidas como células, para
formar diversas estructuras llamadas orgánulos, el siguiente nivel de organización. El orgánulo se define como una estructura
formada por moléculas organizadas de tal manera que puedan desempeñar una función específica. Los orgánulos son
«órganos diminutos» que garantizan la vida de cada célula. Los orgánulos no pueden sobrevivir fuera de la célula, aunque esta
tampoco podría sobrevivir sin ellos.
Se han identificado docenas de tipos diferentes de orgánulos. Algunos de ellos son las mitocondrias, las «centrales eléctricas»
de las células que producen la energía necesaria para su funcionamiento, crecimiento y reparación diarias; el aparato de
Golgi, el cual ofrece un servicio de «empaquetado» a la célula gracias a la distribución de material para su futura utilización
interna o bien para su exportación fuera de la célula; y el retículo endoplásmico, la red de canales de transporte localizada en
el interior de la célula que actúa como una red de «autopistas» para el desplazamiento de compuestos químicos.
Nivel Celular
En última instancia, las características de la vida se deben a la jerarquía de estructura y función que comienza con la
organización de los átomos, las moléculas y las macromoléculas. El siguiente nivel de organización corresponde a los
orgánulos. Sin embargo, para el anatomista, la función más relevante de los niveles de organización químico y organular es la
provisión de los componentes básicos necesarios para el nivel superior inmediato de la estructura corporal: el nivel celular.
Las células son las unidades estructurales más abundantes y de menor tamaño que poseen y muestran las características
básicas de la materia viva. ¿Cuántas células hay en el cuerpo? Se ha estimado que el número de células de un ser humano
adulto de 70 kg sería de 100.000.000.000.000.
Si tiene problemas en traducir esta cifra —un 1 seguido de 14 ceros—, se trata de 100 millones de millones!
Cada célula está limitada por una membrana y se caracteriza por un núcleo solitario rodeado de citoplasma con abundantes
orgánulos necesarios para los procesos habituales de la vida. A pesar de que todas las células comparten ciertas
características, se especializan o diferencian para llevar a cabo funciones exclusiva. Por ejemplo, los adipocitos sufren
modificaciones estructurales que posibilitan el almacenamiento de lípidos, mientras que otras células, como los
cardiomiocitos, son capaces de contraerse con gran intensidad. Las células musculares, óseas, nerviosas y sanguíneas
constituyen otros ejemplos de células especializadas desde el punto de vista estructural y funcional.
Nivel Tisular
El siguiente nivel de organización por encima del nivel celular es el nivel tisular. Los tejidos representan un escalón superior en
la organización progresiva de la materia viva. Por definición, un tejido constituye un grupo de numerosas células similares que
se desarrollaron conjuntamente a partir de la misma parte del embrión y desempeñan una función determinada. Las células
de los tejidos están inmersas en distintas cantidades y tipos de sustancia intercelular inerte, conocida como la matriz. Los
tejidos son la «tela» del organismo.
Se distinguen cuatro tipos principales de tejidos: epitelial, conjuntivo, muscular y nervioso. Se trata de un listado
sorprendentemente corto si se tiene en cuenta la compleja naturaleza del cuerpo humano. Sin embargo, cada uno de estos
cuatro tipos principales se subdivide en varios subtipos definidos. El conjunto de los tejidos corporales logra satisfacer todas
las necesidades estructurales y funcionales del organismo.
El tejido que se utiliza como ejemplo en la figura es un tipo de músculo conocido como músculo cardíaco. Obsérvese cómo se
ramifican y conectan las células entre sí.
Nivel Orgánico
Las unidades orgánicas presentan una complejidad mayor que los tejidos. Un órgano se define como una estructura
compuesta por distintos tipos de tejidos que se organizan para llevar a cabo una función especial de manera conjunta.
Si los tejidos constituyen la «tela» del organismo, un órgano remeda una prenda de vestir con una función específica formada
por distintos tejidos. El corazón es un ejemplo del nivel orgánico: los tejidos muscular y conjuntivo confieren su morfología y
bombean la sangre, los tejidos epiteliales revisten cavidades o cámaras mientras que los tejidos nerviosos hacen posible el
control de las contracciones de bombeo de este órgano.
Los tejidos rara vez se encuentran aislados. En lugar de ello, se unen para formar órganos que actúan como unidades
operativas discretas, pero complejas desde el punto de vista funcional. Cada órgano se distingue por una morfología, tamaño,
aspecto y localización exclusivos en el cuerpo humano y cada uno de ellos puede identificarse por el patrón de los tejidos que
lo integran. Los pulmones, el corazón, el cerebro, los riñones, el hígado y el bazo son ejemplos de órganos.
Nivel Sistémico
Los sistemas o aparatos representan el nivel más complejo del escalafón organizativo del cuerpo. El nivel sistémico de
organización consta de diversos números y tipos de órganos dispuestos de tal modo que puedan desempeñar de manera
concertada funciones complejas para el organismo.
El cuerpo humano se compone de once sistemas o aparatos principales: tegumentario, esquelético, muscular, nervioso,
endocrino, circulatorio, linfático/inmunitario, respiratorio, digestivo, urinario y reproductivo. La tabla recoge los sistemas que
funcionan de forma coordinada para satisfacer las necesidades generales del organismo.
La columna izquierda pone de manifiesto que, a menudo, varios sistemas distintos funcionan conjuntamente para lograr un
objetivo global. Por ejemplo, los primeros tres sistemas enumerados (tegumentario, esquelético, muscular) conforman el
armazón del cuerpo, por lo que aportan sostén y movimiento.
Seguramente sepa que algunos sistemas se pueden agrupar o bien estudiar por separado. Hemos aprovechado los grupos que
nos resultan de mayor utilidad. Por ejemplo, dado que los sistemas esquelético y muscular actúan de manera concertada para
producir movimientos en la práctica de una disciplina deportiva, un fisioterapeuta deportivo podría estudiarlos en conjunto
como el sistema musculoesquelético. Un fisioterapeuta clínico podría incluir, además, conceptos relativos al control nervioso
del movimiento para estudiar el sistema neuromusculoesquelético. Por otra parte, un neurólogo podría optar por distinguir el
sistema nervioso sensitivo del sistema nervioso motor. En cualquier caso, el concepto de niveles de organización es universal
y podrá adaptarlo para satisfacer sus necesidades cambiantes en cuanto aprenda a manejarlo. La división del cuerpo humano
en 11 sistemas (o aparatos) principales disfruta de una amplia aceptación por parte de los biólogos, por lo que lo
adoptaremos como fundamento de esta obra.
Nivel de Organismo
Por supuesto, un organismo humano vivo es mucho más que el sumatorio de las partes que lo integran. Representa un
conjunto de estructuras interactivas sometido a una extraordinaria coordinación que puede sobrevivir y prosperar en un
entorno, a menudo, hostil. El cuerpo humano no solamente es capaz de reproducirse (y de replicar su información genética) y
reparar y sustituir continuamente las partes desgastadas o dañadas, sino que también logra mantener — de forma constante
y predecible— un número increíble de variables necesarias para que el ser humano disfrute de una existencia sana y
productiva.
Somos capaces de mantener una temperatura corporal y un equilibrio hídrico «normales» incluso en condiciones ambientales
muy variables. Conservamos unas concentraciones séricas constantes de muchos compuestos químicos y nutrientes
importantes. Disfrutamos de una protección eficaz frente a la enfermedad, llevamos a cabo la eliminación de productos de
desecho y podemos realizar movimientos coordinados. Interpretamos de manera correcta y rápida los sonidos, las imágenes
visuales y otros estímulos externos con una gran regularidad. Los anteriores son algunos ejemplos de cómo los distintos
niveles de organización en el cuerpo humano hacen posible la expresión de las características de la vida.
A medida que vaya estudiando la estructura y el funcionamiento del cuerpo humano, le resultará muy fácil considerar cada
porción o función de forma aislada respecto al cuerpo en su conjunto. Recuerde siempre que está manejando información
relacionada con el organismo humano en su totalidad y no información limitada a la estructura y la función de un orgánulo,
célula, tejido, órgano o sistema orgánico dado. No restrinja su aprendizaje a la memorización de datos. Por el contrario, trate
de conectar e integrar la información objetiva de tal modo que sus conocimientos acerca de la estructura y la función del
cuerpo humano estén vinculados con el organismo en su conjunto y no con una parte del mismo.
Homeostasis
Hace más de 100 años, un gran fisiólogo francés, Claude Bernard (1813-1878) efectuó una sorprendente observación. Advirtió
que las células corporales únicamente sobrevivían en un estado sano cuando la temperatura, la presión y la composición
química de su entorno líquido se mantenían más o menos constantes. Bautizó el ambiente celular como medio interno.
Bernard reconoció que, a pesar del cambio constante al que están sometidos muchos elementos del medio externo, algunos
elementos del medio interno, como la temperatura corporal, permanecían muy estables. Por ejemplo, el vecino de Bernard,
que en enero viaja desde su casa en París, calentada mediante una chimenea, a las colinas nevadas de los Alpes, se ve
expuesto a unos cambios drásticos de la temperatura ambiental en el plazo de unas horas.
Por fortuna, la temperatura corporal conserva sus valores normales o se mantiene próxima a ellos en un individuo normal
independientemente de las alteraciones térmicas que tengan lugar en su medio externo. El medio líquido en el que se hallan
inmersas todas las células corporales sufre modificaciones de manera similar al medio externo que rodea al organismo en su
conjunto. El líquido extraordinario que baña a las células contiene docenas de moléculas diferentes. El estado bueno de salud,
y la vida en sí misma, depende de la presencia de una cantidad correcta y uniforme de cada compuesto en la sangre y otros
líquidos corporales. La composición química exacta y constante del medio interno ha de mantenerse dentro de unos límites
estrictos («intervalos normales»), ya que de lo contrario sobrevendrán la enfermedad y la muerte.
En 1932, un conocido fisiólogo estadounidense, Walter B. Cannon, propuso el término homeostasis para referirse al estado
relativamente constante que se mantiene en el organismo. La homeostasis constituye un concepto clave en la fisiología
moderna. Proviene de dos vocablos griegos (homoios, «mismo», y stasis, «mantenerse»). Por lo tanto, el significado literal de
homeostasis es «mantenerse o permanecer igual». En su trabajo clásico titulado La sabiduría del cuerpo, Cannon adelantó
una de las nociones más unificadoras e importantes de la fisiología. Sugirió que todos y cada uno de los mecanismos
reguladores del organismo tenían como finalidad el mantenimiento de la homeostasis, o constancia, de su medio líquido
interno.
Sin embargo, como señaló Cannon, la homeostasis no implica un estado fijo e inmóvil que permanece inalterado a lo largo del
tiempo. En sus propias palabras, la homeostasis «supone un estado que puede modificarse, pero que es relativamente
constante». La homeostasis se caracteriza por el mantenimiento de unas condiciones internas relativamente uniformes a
pesar de los cambios en el medio interno o externo. Por ejemplo, la homeostasis de la temperatura corporal implica que
permanece más o menos constante, en torno a unos 37 °C, si bien puede encontrarse ligeramente por encima o debajo de ese
punto y continuar siendo «normal». Las concentraciones séricas preprandiales de glucosa (glucemia preprandial), un
nutriente importante, pueden registrar también ciertas variaciones y continuar dentro del intervalo normal.
Este valor o intervalo normal se denomina el punto de ajuste o intervalo del punto de ajuste. El valor típico suele estar
comprendido entre 80 y 100 mg de glucosa por mililitro de sangre, en función de la ingesta alimenticia. A pesar de que las
concentraciones de los gases relevantes oxígeno y dióxido de carbono presentan, igualmente, variaciones con arreglo a la
frecuencia respiratoria, estos compuestos han de mantenerse dentro de límites muy estrechos, al igual que la temperatura
corporal y las concentraciones séricas de glucosa.
Ciertos mecanismos reguladores específicos se encargan del ajuste de los sistemas corporales para conservar la homeostasis.
La capacidad del cuerpo de «autorregulación» o «recuperación de los valores normales» con el fin de mantener la
homeostasis constituye un concepto esencial en la fisiología moderna, además de sustentar el estudio de los mecanismos
patológicos. Cada célula del organismo, cada tejido y cada sistema orgánico desempeña una función relevante en la
homeostasis. Cada uno de los distintos sistemas reguladores que se describirán en capítulos ulteriores de esta obra puede
interpretarse en el contexto de la homeostasis. Entenderá cómo se llevan a cabo ciertas actividades reguladoras, como el
control de la temperatura o la eliminación del dióxido de carbono. Por otra parte, la comprensión de la relación existente
entre la homeostasis y la salud permite explicar la necesidad de tales mecanismos.
El mantenimiento de la homeostasis implica que las células del cuerpo se encuentran en un entorno que satisface sus
necesidades y posibilita su funcionamiento normal ante condiciones externas cambiantes. Los procesos encargados de
mantener o restablecer la homeostasis reciben el nombre de mecanismos de control homeostático. En ellos participan
prácticamente todos los órganos y sistemas corporales. Ante unas condiciones que exigen cambios o una regulación más
activa de ciertos aspectos del medio interno, el organismo debe contar con mecanismos de control adecuados para responder
a estas necesidades variables y restablecer y mantener un medio interno sano. Por ejemplo, el ejercicio incrementa la
necesidad de oxígeno y ocasiona la acumulación del producto desecho dióxido de carbono. A través del aumento de la
frecuencia respiratoria por encima de su valor medio de unas 17 respiraciones por minuto, el cuerpo humano logra un control
idóneo de la concentración de oxígeno en el torrente circulatorio y acelera la eliminación del dióxido de carbono. Al
interrumpirse la actividad física, la necesidad de una mayor frecuencia respiratoria desaparece y este parámetro retoma
valores normales.
Esta autorregulación depende de un sistema o red de control de comunicaciones muy complejo e integrado. Este tipo de red
recibe el nombre de circuito de retroalimentación. Las distintas redes del organismo controlan funciones diversas, como las
concentraciones séricas de dióxido de carbono, la temperatura, la frecuencia cardíaca, los ciclos de sueño y la sed. En estos
circuitos de control, la información se transmite por medio de impulsos nerviosos o bien a través de unos mensajeros
químicos específicos llamados hormonas, las cuales se secretan al torrente circulatorio. Estos circuitos de control de
retroalimentación constan de los mismos componentes básicos y trabajan de forma similar con independencia de la función
corporal que controlen o el mecanismo de transmisión de la información.
1. Mecanismo sensor
2. Centro de integración o control
3. Mecanismo efector
4. Retroalimentación
Los términos aferente y eferente son dos términos direccionales de interés que se utilizan de manera habitual en fisiología. Se
emplean para describir el movimiento de una señal desde un mecanismo sensor hasta un centro de integración o control
determinado y, a su vez, el movimiento de una señal desde ese centro hasta algún tipo de mecanismo efector. Aferente
significa que la señal se desplaza hacia un centro o punto de referencia dado, mientras que eferente implica que la señal se
aleja de un centro u otro punto de referencia. Estos términos revisten una especial importancia para el estudio de los
sistemas nervioso y endocrino que se abordará en la unidad tres.
El proceso de regulación y el concepto de restablecimiento de los valores normales implican que el organismo ha de ser capaz
de «detectar» o identificar la variable a controlar. Las células nerviosas sensitivas o las glándulas productoras de hormonas
(endocrinas) suelen actuar como sensores homeostáticos. Para ello, el sensor ha de identificar el elemento que debe
regularse. Asimismo, ha de contar con la capacidad de respuesta a cualquier variación que pudiera registrarse respecto al
valor normal del punto de ajuste. Ante cualquier desviación respecto al intervalo normal del punto de ajuste, el sensor
produce una señal aferente (impulso nervioso u hormona) para transmitir la información al segundo componente del circuito
de retroalimentación —el centro de integración o control.
Cuando el centro de integración o control del circuito de retro- alimentación (a menudo, una zona determinada del cerebro)
recibe una señal de un sensor homeostático, la información se analiza e integra con la procedente de otros sensores y, a
continuación, se emite una señal eferente desde el centro hasta algún tipo de mecanismo efector, en el que se pone en
marcha una acción específica, si fuera necesario, para mantener la homeostasis. En primer lugar, el nivel o la magnitud de la
variable medida por el sensor se compara con los niveles normales del punto de ajuste para el mantenimiento de la
homeostasis. De producirse alguna desviación significativa con relación al nivel predeterminado, el centro de
integración/control remite una señal al tercer componente del bucle de control, el mecanismo efector.
Los efectores son órganos como los músculos o las glándulas que influyen de forma directa en las variables fisiológicas bajo
control. Por ejemplo, la acción de los efectores es la que incrementa o reduce variables como la temperatura corporal, la
frecuencia cardíaca, la presión arterial o la glucemia para mantenerlas dentro de sus intervalos normales. En última instancia,
la actividad de los efectores se regula mediante la retroalimentación de información relativa a sus propios efectos en una
variable controlada.
Muchos profesores utilizan el ejemplo de una caldera controlada por un termostato para explicar el funcionamiento de los
sistemas de control por retroalimentación. Se trata de una analogía adecuada, ya que remeda el mecanismo homeostático
utilizado para controlar la temperatura corporal. Obsérvese que un termómetro (sensor) unido al termostato (integrador)
detecta las variaciones de la temperatura ambiental (la variable controlada). El termostato contiene un interruptor que
controla la caldera (efector). Cuando el tiempo frío origina un descenso de la temperatura ambiental, el termómetro detecta
este cambio y lo transmite al termostato. El termostato compara la temperatura ambiental real con la temperatura del punto
de ajuste. Si el integrador decide que la temperatura real es demasiado baja, remitirá una señal «de corrección» mediante el
encendido de la caldera, la cual generará calor y, por lo tanto, elevará la temperatura ambiental hasta lograr restablecer sus
valores normales. Cuando la temperatura ambiental aumenta por encima de esos valores, la información de la
retroalimentación remitida por el termómetro hará que el termostato apague la caldera. Por consiguiente, la conexión
intermitente de la caldera permite establecer una temperatura relativamente constante.
La temperatura corporal puede regularse de forma similar a la de la caldera que hemos descrito. En este caso, los receptores
sensoriales localizados en la piel y otros tejidos actúan como sensores en el control de la temperatura corporal. Cuando el
tiempo frío ocasiona una disminución de esta temperatura, la información de retroalimentación se transmite a través de los
nervios hasta el «termostato» en una región del cerebro conocida como hipotálamo. El integrador hipotalámico compara la
temperatura corporal real con la temperatura configurada del punto de ajuste para enviar posteriormente una señal nerviosa
a los efectores. En este ejemplo, los músculos esqueléticos actúan como efectores al generar escalofríos y, por lo tanto, calor.
Los escalofríos incrementan la temperatura corporal hasta alcanzar valores normales, momento en el que se interrumpen
gracias a la información de retroalimentación que inactiva la estimulación hipotalámica de la musculatura esquelética.
La influencia de la actividad de los efectores puede ser positiva o negativa. Por lo tanto, los mecanismos de control
homeostático se clasifican como sistemas de retroalimentación negativa o positiva. Los mecanismos de control homeostático
más importantes son, con mucho, los sistemas de retroalimentación negativa.
Componentes básicos de los mecanismos de control homeostático. A. Regulación térmica mediante una caldera controlada
por un termostato. B. Homeostasis de la temperatura corporal. Obsérvese que en ambos ejemplos, A y B, un estímulo
(descenso de la temperatura) activa un mecanismo sensor (termostato o receptor de temperatura corporal), el cual emite una
señal hacia un centro de integración o control (interruptor de encendido y apagado o hipotálamo). Este centro, a su vez, envía
una señal a un mecanismo efector (caldera o músculo que se contraerá).
El calor así generado mantiene la temperatura dentro de un «intervalo normal». La retroalimentación de la actividad efectora
hacia el mecanismo sensor completa el circuito de control. Ambos ejemplos corresponden a circuitos de retroalimentación
negativa.
Sistemas de control por retroalimentación
negativa.
El ejemplo de la regulación térmica por acción de
una caldera regulada a través de un termostato
constituye un ejemplo clásico de la retro-
alimentación negativa. Los sistemas de control
por retroalimentación negativa son inhibidores.
Se oponen al cambio (como un descenso térmico)
mediante una respuesta (producción de calor)
contraria a la dirección de la alteración inicial
(disminución de la temperatura por debajo de un
punto de ajuste normal). Todos los mecanismos
de retroalimentación negativa del organismo
responden de este modo con independencia de la
variable controlada. Producen una acción
contraria al cambio que activó el sistema. Es
preciso destacar que los sistemas de control por
retroalimentación negativa estabilizan las
variables fisiológicas. Impiden que las variables se
alejen demasiado de los valores normales. Los
sistemas de retroalimentación negativa se ocupan
de mantener constante el medio interno.
Regulación homeostática de la presión arterial por un sistema de retroalimentación negativa. Obsérvese cómo la respuesta
retroalimenta al sistema y cómo éste continúa disminuyendo la presión arterial hasta que se restauran los valores normales
(homeostasis).
Introducción
La anatomía y la fisiología son subdivisiones de la biología, el estudio de la vida. Para comprender mejor las características de
la vida, cómo es la materia viva, cómo se organiza y qué puede hacer, debemos observar y comprender ciertos principios
básicos de la química que se aplican a todos los procesos vitales.
La vida en sí misma depende del mantenimiento de unas concentraciones y unas proporciones idóneas de los compuestos
químicos presentes en el citoplasma celular. La química, al igual que la biología, constituye una disciplina científica muy
amplia. Se ocupa de la estructura, la disposición y la composición de las sustancias y de las reacciones que experimentan. Al
igual que la biología puede subdividirse en numerosas disciplinas o ramas, como la anatomía y la fisiología, la química puede
dividirse también en diferentes áreas de conocimiento. La bioquímica es el campo de la química que trata de los seres vivos y
los procesos vitales. Se centra directamente en la composición química de la materia viva y los procesos en los que se
sustentan actividades como el crecimiento, la contracción muscular y la transmisión de impulsos nerviosos.
QUÍMICA BÁSICA
Elementos y compuestos
Los químicos emplean el término materia para describir de manera muy general todos los materiales o sustancias que nos
rodean. Cualquier cosa que posea masa y ocupe espacio se considera materia.
Las sustancias son elementos o compuestos. Se dice que los elementos son «puros», ya que no pueden degradarse ni
descomponerse en dos o más sustancias diferentes. El carbono y el oxígeno representan dos ejemplos adecuados de
elementos. En la mayor parte de la materia viva, los elementos no aparecen de manera aislada en estado puro, sino que dos o
más de ellos se unen para generar combinaciones químicas denominadas compuestos. Estos pueden degradarse o des-
componerse para dar lugar a los elementos que forman parte de ellos. El agua es un compuesto (H20). Puede descomponerse
en átomos de hidrógeno y oxígeno según una relación 2:1.
Otros ejemplos de elementos son el fósforo, el cobre y el nitrógeno. Por su comodidad a la hora de escribir fórmulas químicas
y otras notaciones, el químico asigna un símbolo a cada elemento, generalmente la primera y/o segunda letra del nombre del
elemento en lengua latina o inglesa: P, fósforo; Cu, cobre (del latín, cuprum); N, nitrógeno. En la tabla aparecen 26 elementos
que están presentes en el cuerpo humano. Aunque todos ellos son importantes, 11 se consideran elementos principales.
Cuatro de estos elementos principales —carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno— representan cerca del 96% de la materia
del cuerpo humano . Los 15 elementos restantes aparecen en cantidades menores del 0,1% del peso corporal y se denominan
oligoelementos. La «vitalidad» de un organismo vivo no depende de un único elemento o combinación, sino de la
complejidad, la organización y las relaciones mutuas de todos los elementos necesarios para subsistir.
Tabla periódica
de los
elementos.
Los principales
elementos
presentes en el
organismo se
destacan en color
rosa. Los
oligoelementos,
que aparecen en
cantidades muy
pequeñas, se
muestran en
naranja. (Los
números másicos
atómicos entre
corchetes indican
el intervalo
natural de los
isótopos; los que
se muestran
entre paréntesis
son inciertos o
teóricos).
Existen dos tipos de compuestos en los seres vivos: orgánicos e inorgánicos. Por lo general, los compuestos orgánicos son
sustancias formadas por moléculas que contienen enlaces covalentes entre átomos de carbono (C—C) o carbono e hidrógeno
(C—H) o ambos. Muy pocos compuestos inorgánicos poseen átomos de carbono en su estructura y ninguno presenta enlaces
C—C o C —H. Normalmente, las moléculas orgánicas son más grandes y complejas que las inorgánicas.
El término grupos funcionales suele aplicarse a ciertas disposiciones de átomos unidos al núcleo carbonado en muchas
moléculas orgánicas. Los distintos grupos funcionales confieren propiedades químicas exclusivas. Más adelante
mencionaremos algunos de estos grupos funcionales.
El cuerpo humano está formado por compuestos inorgánicos y orgánicos, ya que ambos revisten una importancia equivalente
en la química de la vida.
MOLÉCULAS INORGÁNICAS
Agua
El agua se ha considerado la «base de la vida», ya que todos los organismos vivos dependen de esta molécula para sobrevivir.
Todas las células corporales se encuentran bañadas por líquido y únicamente pueden funcionar en este ambiente sometido a
una estricta regulación y controlado por mecanismos homeostáticos. Además del agua que rodea a las células, la sustancia
básica de la célula, el citoplasma, se compone fundamentalmente de agua. El agua constituye, sin lugar a dudas, el
componente más abundante e importante del organismo. El 50% o más del peso corporal de un adulto normal corresponden
al agua, la cual desempeña numerosas funciones vitales. La comprensión de las características químicas básicas del agua tiene
interés debido a la enorme importancia de esta molécula. En sentido muy real, la química de la vida se sustenta en la química
del agua.
El químico concibe el agua como un compuesto sencillo y estable. Su estructura química proviene de la combinación de dos
enlaces covalentes entre un solo átomo de oxígeno y dos átomos de hidrógeno.
Recuerde que las moléculas de agua son moléculas polares e interaccionan entre sí debido a la existencia de una carga parcial
positiva en un extremo y una carga parcial negativa en el otro. Esta sencilla propiedad química, conocida como polaridad,
permite que el agua actúe como un solvente muy eficaz. El funcionamiento correcto de una célula depende de la presencia de
un gran número de compuestos químicos. Muchos de ellos son relativamente grandes y han de descomponerse en partículas
más pequeñas y reactivas (iones) para participar en reacciones químicas. Como consecuencia de su naturaleza polar, el agua
tiende a provocar la disociación de los compuestos iónicos en disolución y rodear a cualquier molécula con carga eléctrica. La
disolución de un amplísimo número de compuestos en el agua es sumamente importante para los procesos vitales.
La función clave que desempeña el agua como solvente hace posible el transporte de muchas moléculas esenciales en el
cuerpo. Por ejemplo, la disolución de las moléculas de nutrientes en el agua de la sangre permite que entren y salgan de los
capilares de los órganos digestivos y, finalmente, pasen a las células de todas las regiones corporales. A su vez, los productos
de desecho se transportan del lugar de producción hacia los órganos excretores para su eliminación del organismo.
Otra función relevante del agua se basa en la lenta absorción y liberación de calor por parte del agua. Gracias a esta
propiedad, el agua mantiene una temperatura relativamente constante. El cuerpo, cuyo contenido en agua es elevado,
aprovecha esta característica para evitar las variaciones térmicas bruscas. Los químicos describen esta propiedad al afirmar
que el agua posee un calor específico alto, es decir, que puede perder y ganar grandes cantidades de calor sin apenas
variaciones de su temperatura. Debido a ello, el exceso de calor corporal generado por la contracción muscular durante el
ejercicio, por ejemplo, se transporta a través del torrente circulatorio hasta la superficie corporal para disiparse hacia el
ambiente sin que apenas repercuta en la temperatura central.
Los químicos y los biólogos coinciden en que el elevado calor de vaporización del agua representa otra importante cualidad
física. Esta característica implica que el agua ha de absorber cantidades notables de calor para pasar del estado líquido al
gaseoso. La rotura de los numerosos puentes de hidrógeno que mantienen unidas a las moléculas adyacentes de agua en
estado líquido requiere un gasto de energía. Por lo tanto, el organismo puede disipar el exceso de calor y conservar una
temperatura normal a través de la evaporación del agua (transpiración) desde la superficie cutánea siempre que se dé esta
circunstancia.
La comprensión y el reconocimiento de la importancia del agua en los procesos vitales revisten un enorme interés. El agua
hace algo más que actuar como solvente, favorecer la ionización y propiciar las reacciones químicas. Cumple diversas
funciones químicas clave exclusivas además de las cualidades físicas relevantes que confiere al organismo.
Desempeña una función esencial en procesos muy diversos, como la permeabilidad celular, el transporte activo de materiales,
la secreción y el potencial de membrana, entre otros.
Electrólitos
Otras sustancias inorgánicas incluyen los ácidos, las bases y las sales. Estas sustancias pertenecen a una amplia categoría de
compuestos conocidos como electrólitos. Los electrólitos son sustancias que se descomponen, o disocian, en disolución para
originar partículas cargadas o iones. Algunas veces, los iones también reciben el nombre de electrólitos. Los iones con carga
positiva se denominan cationes, mientras que aquellos con carga negativa se conocen como aniones. En la figura se muestra
la acción de las moléculas de agua para disociar un electrólito frecuente, el cloruro sódico (NaCl) en cationes Na+ y aniones Cl-
Ácidos Y Bases
Los ácidos y las bases son sustancias químicas frecuentes y muy importantes en el cuerpo humano. Los primeros químicos
efectuaron una clasificación de los ácidos y las bases en función de características tales como el gusto o la capacidad de
modificar el color de ciertos colorantes. Por ejemplo, los ácidos presentan un sabor agridulce, mientras que el de las bases es
amargo. El colorante litmo adquiere color azul en presencia de una base y rojo cuando se expone a un ácido. Estas y otras
observaciones ponen de manifiesto un concepto clave, a saber, que los ácidos y las bases son opuestos desde el punto de
vista químico. A pesar de que los ácidos y las bases se disocian cuando se encuentran en disolución, liberan tipos diferentes
de iones. Es posible que las propiedades químicas diferenciales de los ácidos y las bases en disolución constituyan la vía más
adecuada para distinguirlos.
Ácidos
Por definición, un ácido es cualquier sustancia que libere un ión hidrógeno (H+) en disolución acuosa. Un ión de hidrógeno re-
presenta, en realidad, un protón desnudo — el núcleo de un átomo de hidrógeno—. Por lo tanto, a menudo los ácidos se
denominan donantes de protones. La concentración de iones hidrógeno es responsable de las propiedades químicas de los
ácidos. El nivel de «acidez» de una solución depende del número de iones hidrógeno liberados por un ácido determinado.
Es preciso comprender algo sobre el agua. Las moléculas de agua se disocian continuamente en una reacción reversible para
formar iones hidrógeno (H+) e iones hidróxido (OH-):
La presencia de un electrón solitario no apareado en la capa energética externa confiere inestabilidad al átomo y la pérdida
de dicho electrón da lugar a una estructura más estable. A ello se debe precisamente la disociación del agua. En el agua pura,
las concentraciones de ambos iones están equilibradas. Sin embargo, cuando un ácido como el ácido clorhídrico (HCl) se
disocia en H+ y Cl-, altera el equilibrio H+/OH- a favor de los iones H+, lo que incrementa el nivel de acidez. El ácido será más
fuerte cuanto mayor sea el número de iones H+ formados.
Un ácido fuerte es un ácido que se disocia por completo, o prácticamente, para generar iones H+. Por otra parte, un ácido
débil apenas se disocia ni incrementa la concentración de iones H+ en disolución. El cuerpo humano fabrica un gran número
de ácidos relevantes que desempeñan numerosas
funciones. Por ejemplo, el ácido clorhídrico es el
ácido secretado en el estómago para facilitar el
proceso digestivo.
Bases
La escala del pH
El término pH representa realmente una abreviatura de una frase que significa «el poder del hidrógeno» y se aplica a la
concentración relativa de iones H+ en una disolución. Como se puede apreciar en la parte izquierda de la figura, el valor del
pH equivale al logaritmo negativo en base 10 de la concentración de iones H+. El pH indica el grado de acidez o alcalinidad de
una disolución. Conforme aumenta la concentración de estos iones, el pH desciende y la disolución se torna más ácida; la
disminución de la concentración de iones H+ incrementa la alcalinidad de la disolución y eleva el pH.
El intervalo global del pH suele expresarse numéricamente en una escala del 1 al 14. Recuerde que un cambio de una unidad
del pH en este tipo de escala corresponde a una diferencia de 10 veces en la concentración real de iones H+.
Amortiguadores
El intervalo normal del pH de la sangre y otros líquidos corporales es muy estrecho. Por ejemplo, la sangre venosa (pH 7,36)
presenta un pH ligeramente más ácido que la sangre arterial (pH 7,41). Esta diferencia proviene principalmente de la entrada
de dióxido de carbono en la sangre venosa como producto de desecho del metabolismo celular. El dióxido de carbono se
transporta en forma de ácido carbónico (H2C03), por lo que reduce el pH de la sangrevenosa. La sangre venosa transporta
más de 30 L diarios de ácido carbónico, que los pulmones eliminan en forma de dióxido de carbono, y sin embargo la sangre
venosa solamente contiene alrededor de 1/100.000.000 g más de iones H+ que 1L de sangre arterial!
La increíble constancia del mecanismo homeostático de mantenimiento del pH se sustenta, en parte, sobre la presencia de
sustancias, denominadas amortiguadores, que reducen al mínimo las variaciones en las concentraciones de iones H+ y OH- en
los líquidos corporales. Se dice que los amortiguadores actúan como «reserva» de iones H+. Donan, o eliminan, iones H+ a
una disolución cuando así lo requiere el mantenimiento de un pH constante.
Sales
Una sal es cualquier compuesto formado como consecuencia de la interacción de un ácido y una base. Las sales, al igual que
los ácidos y las bases, son compuestos electrolíticos que se disocian en disolución para generar iones con carga positiva y
negativa. Estos, que existen en solución, cristalizan y producen sales cuando se elimina el agua. El ión positivo (catión) de una
base y el ión negativo (anión) de un ácido se unen para formar una sal y moléculas de agua en una reacción típica de
intercambio cuando se mezclan y reaccionan. La reacción entre un ácido y una base para formar una sal y agua se denomina
reacción de neutralización.
Obsérvese que el sodio y el cloro se unen para formar la sal, mientras que el ión hidróxido «acepta» o se combina con un ión
hidrógeno para dar lugar a una molécula de agua.
El origen de muchos de los elementos principales y de los oligoelementos son sales inorgánicas, las cuales aparecen de
manera frecuente en muchos líquidos corporales y ciertos tejidos, como el hueso. Con frecuencia, estos elementos
únicamente ejercen sus efectos biológicos cuando están presentes en forma de átomos cargados o iones en disolución.
El funcionamiento correcto de los nervios y la contracción muscular precisan de unas cantidades y concentraciones idóneas
de iones minerales, como potasio (K+), calcio (Ca++) y sodio (Na+).
MOLÉCULAS ORGÁNICAS
El término orgánico se utiliza para describir a un gran número de compuestos que contienen carbono —concretamente,
enlaces C—CoC — H —. Recuerde que los átomos de carbono tan solo poseen cuatro electrones en el nivel energético
externo, necesita cuatro electrones para satisfacer la regla del octeto. Como consecuencia de ello, cada átomo de carbono
puede unirse con un número máximo de cuatro átomos para originar miles de moléculas de tamaños y formas diferentes. A
pesar de que algunas moléculas orgánicas son de pequeño tamaño y solamente poseen uno o dos grupos funcionales, las
grandes macromoléculas suelen presentar varios grupos funcionales unidos entre sí o a otros compuestos. En el cuerpo
humano, los siguientes cuatro grupos principales de sustancias orgánicas son muy importantes:
1. Hidratos de carbono
2. Lípidos
3. Proteínas
4. Ácidos nucleicos y moléculas relacionadas
Muchas macromoléculas se componen de elementos básicos, como glucosa o aminoácidos, unidos a través de enlaces
covalentes para formar cadenas de distinta longitud.
Hidratos de Carbono
Todos los hidratos de carbono contienen los elementos carbono, hidrógeno y oxígeno, por lo general en una relación de 1 a 2
a 1. Los átomos de carbono se unen entre sí para formar cadenas o anillos. Los hidratos de carbono engloban las sustancias
conocidas como azúcares y almidones y representan la fuente primaria de energía química necesaria para el funcionamiento
de cada una de las células del organismo. Por otra parte, los hidratos de carbono desempeñan una función estructural al
formar parte de moléculas clave, como el ARN y el ADN, implicadas en la reproducción celular y la síntesis de proteínas.
El grupo de los hidratos de carbono se divide en tres tipos o clases con arreglo a la longitud de las cadenas carbonadas. Estos
tipos se conocen como:
Monosacáridos (azúcares sencillos)
Disacáridos (azúcares dobles)
Polisacáridos (azúcares complejos).
Monosacáridos
Los monosacáridos, o azúcares sencillos, son hidratos de carbono de tamaño relativamente pequeño. El azúcar sencillo más
importante es la glucosa. Se trata de un azúcar de seis átomos de carbono cuya fórmula es C6H1206. La fórmula química indica
que cada molécula de glucosa posee seis átomos de carbono, 12 átomos de hidrógeno y seis átomos de oxígeno. Se dice que
es una hexosa(hexa, «seis») debido a la presencia de seis átomos de carbono. La glucosa presenta una configuración lineal
cuando no se encuentra en disolución, mientras que adopta una configuración cíclica (anular) en disolución. Se muestran las
estructuras lineal y cíclica con un modelo tridimensional de la molécula. No obstante, es preciso recordar que todas las
configuraciones de la glucosa representadas en modelos o dibujos corresponden a la misma molécula.
Además de la glucosa, otras hexosas destacadas, o azúcares con seis átomos de carbono, son la fructosa y la galactosa. Sin
embargo, no todos los monosacáridos son hexosas. Algunos son pentosas (penta, «cinco»), así llamadas por poseer cinco
átomos de carbono. La ribosa y la desoxirribosa son monosacáridos pentosa de gran relevancia en el cuerpo humano. Al igual
que los demás monosacáridos, la ribosa y la desoxirribosa son azúcares sencillos, aunque peculiares al no tener sabor dulce.
Disacáridos y Polisacáridos
Las moléculas clasificadas como disacáridos (azúcares dobles) o polisacáridos (azúcares complejos) son hidratos de carbono
formados por dos o más azúcares sencillos que se unen entre sí mediante una reacción de síntesis por deshidratación con
pérdida de moléculas de agua. La sacarosa (azúcar de mesa), la maltosa y la lactosa son disacáridos. Cada uno de ellos se
compone de dos monosacáridos unidos entre sí. En la figurase ilustra la formación de la sacarosa a partir de glucosa y
fructosa. Obsérvese que un átomo de hidrógeno de la molécula de glucosa se combina con un grupo hidroxilo (OH) de la
molécula de la fructosa para producir una molécula de agua, con un átomo de oxígeno disponible para unirse a las dos
subunidades. De igual modo, la lactosa se sintetiza a partir de glucosa y galactosa. La asociación de dos moléculas de glucosa
da lugar a la maltosa.
Los polisacáridos se componen de un gran número de monosacáridos unidos a través de enlaces químicos para formar
cadenas lineales o ramificadas. Nuevamente, la formación de enlaces entre las subunidades de monosacáridos se acompaña
de la eliminación de moléculas de agua. Cualquier molécula de gran tamaño formada por numerosas subunidades pequeñas
idénticas se denomina polímero. Los polisacáridos son polímeros de monosacáridos. El glucógeno, un polímero de glucosa,
también recibe el nombre de almidón animal. Representa el principal polisacárido en el organismo y presenta un peso
molecular estimado de varios millones —verdaderamente, constituye una macromolécula.
Lípidos
Según una de sus definiciones, los lípidos son biomoléculas orgánicas insolubles en agua. Los lípidos no suelen disolverse en
agua debido a que generalmente se trata de moléculas no polares. Los electrones se distribuyen de manera proporcional
dentro de la molécula, por lo que no existen regiones con carga parcial y, por lo tanto, no pueden asociarse a las áreas con
carga parcial de las moléculas polares del agua. A pesar de ser insolubles en agua, la mayoría de los lípidos, muchos de los
cuales presentan una consistencia aceitosa y un tacto grasiento, se disuelven con facilidad en algunos solventes orgánicos,
como el éter, el alcohol o el benceno.
Al igual que los hidratos de carbono, los lípidos se componen principalmente de carbono, hidrógeno y oxígeno. Sin embargo,
la proporción de oxígeno en este grupo de biomoléculas es bastante más baja que en los hidratos de carbono. Asimismo,
muchos lípidos también contienen otros elementos, como nitrógeno y fósforo. El grupo de los lípidos abarca un amplio
abanico de compuestos que se han incluido en esta categoría a lo largo del tiempo. Los lípidos se dividen en triglicéridos o
grasas, fosfolípidos, esteroides y prostaglandinas.
Los lípidos son unas moléculas biológicas clave que desempeñan diversas funciones destacadas en el organismo. Muchos de
ellos intervienen en el metabolismo energético, mientras que otros realizan una función estructural o constituyen elementos
integrales de las membranas celulares. Otros compuestos lipidicos relevantes operan como vitaminas o confieren protección
a los órganos vitales al actuar como «almohadillas adiposas» o amortiguadores en ciertas zonas del cuerpo. Un tipo de
material lipídico funciona, en realidad, como «material aislante» alrededor de los nervios, por lo que ayuda a evitar los
«cortocircuitos» y agiliza la transmisión de impulsos nerviosos.
Triglicéridos o Grasas
Los triglicéridos (triacilgliceroles), o grasas, constituyen los lípidos más abundantes y la fuente de energía más concentrada
del organismo. Se utilizan dos tipos de componentes básicos para sintetizaro construir una molécula de triglicérido: glicerol y
ácidos grasos. Cada unidad de glicerol se une a tres ácidos grasos y el componente glicerol es idéntico en todas las moléculas
de triglicéridos. Por consiguiente, el tipo específico de ácido graso es el que define la identidad del triglicérido y determina su
naturaleza química.
Las grasas se tornan más oleosas y líquidas conforme aumenta el número de enlaces dobles insaturados. Las curvas y los
pliegues de las moléculas insaturadas evitan que se acerquen en exceso. Por el contrario, la ausencia de curvas en los ácidos
grasos saturados permite que se compacten para formar una masa sólida a temperaturas más altas.
Formación de triglicéridos
Su nombre, tricaproato de glicerol, indica que contiene tres moléculas del ácido graso con seis átomos de carbono llamado
ácido caproico, unidas a una molécula de glicerol. Obsérvese que los tres componentes básicos de ácido caproico se unen a
través de sus grupos carboxilo (COOH) a los tres grupos hidroxilo (OH) de la molécula de glicerol para dar lugar al triglicérido y
tres moléculas de agua. Ya conoce este proceso, se trata de una reacción de síntesis por deshidratación. Aunque algunos
triglicéridos, como el tricaproato de glicerol, contienen tres moléculas del mismo ácido graso, otras pueden integrar dos o tres
ácidos grasos diferentes unidos al glicerol. El ácido caproico es un ácido graso de cadena corta; algunos triglicéridos contienen
ácidos grasos cuya estructura carbonada es varias veces mayor, por lo que se clasifican como ácidos grasos de cadena larga.
Fosfolípidos
Los fosfolípidos son lípidos similares a los triglicéridos. Se distinguen de estos, sin embargo, por la sustitución de uno de los
tres ácidos grasos unidos al glicerol en un triglicérido por otro tipo de molécula que contiene fósforo y nitrógeno. La fórmula
estructural de un fosfolípido se muestra en la figura. Tenga en cuenta que la estructura del fosfolípido posee una molécula de
glicerol. Dos ácidos grasos se unen al glicerol en un extremo de la molécula. Un grupo fosfato se une al glicerol pero se
extiende en sentido opuesto; dicho fosfato está unido a un compuesto que contiene nitrógeno.
La cabeza, o el extremo de la molécula que contiene el grupo fosforado, de una molécula de fosfolípido es polar, por lo que es
hidrosoluble. El término hidrófilo, que significa «amante del agua», también se aplica a la cabeza del fosfolípido. El extremo
formado por los dos ácidos grasos no es polar y, por lo tanto, liposoluble o hidrófobo («temeroso del agua»). Esta propiedad
única implica que las moléculas de los fosfolípidos pueden conectar, o unir, dos ambientes químicos diferentes —un ambiente
acuático en una vertiente y un ambiente lipídico en la otra —. En consecuencia, suelen disponerse en bicapas (capas dobles)
en las que las colas lipídicas se enfrentan entre sí y las cabezas forman láminas en contacto con el agua a ambos lados de la
bicapa. Por ello, los fosfolípidos constituyen el componente primario de las membranas celulares (que son bicapas).
Molécula de fosfolípido. A. Fórmula química de una molécula de fosfolípido. B. Modelo molecular con las regiones
hidrosoluble y liposoluble. C. Dibujo que se utiliza con frecuencia para representar la molécula de fosfolípido con doble cola.
Esteroides
Los esteroides representan una categoría extensa e importante de lípidos cuyas moléculas se distinguen por la presencia del
núcleo esteroide. El núcleo esteroide consta de cuatro anillos asociados de estructura similar que pueden desempeñar
funciones muy diversas relacionadas con los grupos funcionales unidos a
ellos.
Los esteroides, algunos de los cuales se llaman esteróles, aparecen en
distintas regiones del organismo y llevan a cabo numerosos papeles
estructurales y funcionales de interés. El colesterol es un esteroide
presente en la membrana plasmática que rodea a las células corporales.
Confiere estabilidad a esta importante estructura celular e interviene en
muchas reacciones necesarias para la supervivencia celular. Además,
esta molécula sufre modificaciones leves para sintetizar algunas
hormonas relevantes, como la cortisona, el estrógeno y la testosterona.
Igualmente, forma parte de las sales biliares que requiere la digestión.
Por otra parte, queel núcleo esteroideo es un componente de la forma
hormonal activa de la vitamina D llamada calcitriol.
Prostaglandinas
Las prostaglandinas, también conocidas como hormonas tisulares, son lípidos formados por un ácido graso insaturado con 20
átomos de carbono que contiene un anillo con cinco átomos de carbono. Existen muchos tipos distintos de prostaglandinas en
el organismo. En la actualidad, los 16 tipos de prostaglandinas (PG) se asignan a nueve categorías amplias, PGA a PGI. Cada
grupo importante de PG se divide, a su vez, con arreglo a su estructura química y su función.
Inicialmente, las PG se relacionaron con el tejido prostático, de donde proviene su nombre. Sin embargo, los descubrimientos
posteriores han puesto de relieve que estos compuestos químicos de gran potencia biológica se sintetizan en las membranas
celulares de casi todos los tejidos corporales. Se forman y, a continuación, se liberan de estas membranas como respuesta a
un estímulo determinado. Las PG así liberadas ejercen un efecto muy local y posteriormente se inactivan.
Los efectos de las PG en el cuerpo humano son numerosos y muy variados. Desempeñan una función clave en la regulación de
los efectos de diversas hormonas, influyen en la presión arterial y la secreción de los jugos digestivos, potencian el sistema
inmunitario del organismo y la respuesta inflamatoria e intervienen de forma notable en la coagulación sanguínea y la
respiración, entre otros procesos. El uso de PG e inhibidores de PG en farmacología representa un área de gran interés y
rápido crecimiento en la medicina clínica.
Proteínas
Todas las proteínas constan de cuatro elementos: carbono, oxígeno, hidrógeno y nitrógeno. Muchas proteínas contienen,
asimismo, pequeñas cantidades de azufre, hierro, magnesio, cinc y otros oligoelementos. Algunos poseen, además, fósforo.
Las proteínas (término procedente de lexemas que significan «molécula de primera categoría») constituyen los compuestos
orgánicos más abundantes del organismo. Como su nombre implica, realizan funciones prioritarias. Las moléculas proteicas
figuran entre las macromoléculas de mayor tamaño, junto a muchos polisacáridos y ácidos nucleicos.
Las numerosas funciones que desempeñan las proteínas en el cuerpo humano se dividen en dos categorías amplias:
estructurales y funcionales. Las proteínas estructurales participan en la estructura de las células, los tejidos y los órganos
corporales. Pueden formar los distintos componentes básicos del organismo gracias a sus diversas configuraciones y
composiciones, como filamentos flexibles, filamentos elásticos y capas impermeables. Las proteínas estructurales se
asemejan a los químicos. La conformación exclusiva de cada proteína funcional hace posible su interacción con otras
moléculas e induce cambios conformacionales en las mismas. Por ejemplo, las enzimas son proteínas funcionales que asocian
o disocian moléculas en el transcurso de las reacciones químicas. Las hormonas proteicas, como la insulina, estimulan
modificaciones químicas en las células para producir los efectos hormonales.
La función de una proteína se ve determinada por su configuración. La comprensión del funcionamiento de las proteínas ha
de basarse en la estrecha asociación entre la conformación y la función —la forma correcta para el trabajo idóneo.
En comparación con el agua, cuyo número másico es de 18, as moléculas proteicas pueden tener un número másico de varios
millones, No obstante, todas las moléculas de proteínas, de forma independiente a su tamaño, comparten una estructura
básica similar. Representan polímeros a modo de cadenas que están formados por muchas subunidades, o componentes
básicos, unidos de un extremo a otro. Los componentes básicos de las proteínas son los aminoácidos.
Aminoácidos
Los elementos presentes en una molécula proteica se unen para formar unas unidades químicas denominadas aminoácidos.
Las proteínas se componen de 21 aminoácidos presentes en la naturaleza y casi todos ellos forman parte de todas las
proteínas. De estos 21 aminoácidos, ocho se consideran aminoácidos esenciales. El organismo es incapaz de sintetizarlos, por
lo que deben incluirse en la dieta del ser humano adulto. Los restantes trece aminoácidos no esenciales pueden formarse a
partir de otros aminoácidos u otras moléculas orgánicas sencillas disponibles para las células corporales.
A menudo, los aminoácidos se comparan con las letras del abecedario. De manera similar a las combinaciones de letras
individuales que dan lugar a distintas palabras, los aminoácidos diferentes forman cadenas proteicas. Puede pensar en los
aminoácidos como el alfabeto de las proteínas.
El organismo puede construir o sintetizar un abanico casi infinito de «palabras» o cadenas proteicas que contienen una
docena, varios cientos o, incluso, miles de aminoácidos gracias a la capacidad de los aminoácidos de «conectarse» en todas
las combinaciones posibles. Cada una de estas cadenas presenta distintas regiones con características químicas diferenciales.
Con frecuencia, los aminoácidos se unen mediante enlaces peptídicos. Un enlace peptídico es aquel que une el grupo
carboxilo de un aminoácido con el grupo amino de otro aminoácido. El grupo carboxilo negativo de un aminoácido reacciona
con dos átomos de H del grupo amino positivo de otro aminoácido para dar lugar a moléculas de agua y un nuevo compuesto
llamado péptido. Un péptido formado solamente por dos aminoácidos conectados por un enlace peptídico se denomina
dipéptido. Un tripéptido se compone de tres aminoácidos unidos por dos enlaces. Una secuencia o cadena larga de
aminoácidos —generalmente, 100 o más— conectados a través de enlaces peptídicos constituye un polipéptido. La molécula
recibe el nombre de proteína, en lugar de polipéptido, cuando el número de aminoácidos de la cadena es mayor de 100.
¿Puede apreciar las semejanzas existentes entre la formación de un polisacárido, como el glucógeno, a partir de
«componentes básicos» de azúcar, y la síntesis de un polipéptido a partir de aminoácidos? En ambos procesos se une un gran
número de subunidades con liberación de moléculas de agua. En consecuencia, son ejemplos de las reacciones de
condensación o síntesis por deshidratación tan frecuentes en los seres vivos. Una reacción
de descomposición llamada hidrólisis requiere la adición de una molécula de agua para
romper un enlace.
ADN YARN
La supervivencia del ser humano como especie —y la supervivencia de las demás especies—
dependen, en gran medida, de dos tipos de moléculas de ácidos nucleicos. Casi todo el
mundo ha oído hablar o leído sus acrónimos, ADN y ARN, aunque sus nombres completos
son mucho menos conocidos. Se trata de los ácidos desoxirribonucleico y ribonucleico (es
decir, ADN y ARN). Las moléculas de ácidos nucleicos son polímeros formados por miles y
miles de moléculas de menor tamaño conocidas como nucleótidos —
desoxirribonucleótidos en las moléculas del ADN y ribonucleótidos en las de ARN.
Un desoxirrihonucleótido se compone de un azúcar pentosa llamado desoxirribosa, una
base nitrogenada (adenina, citosina, guanina o timina) y un grupo fosfato. Los
ribonucleótidos son similares, si bien contienen el azúcar ribosa en lugar de la desoxirribosa y la base nitrogenada uracilo en
lugar de timina.
Dos de las bases que pueden formar parte de un desoxirribonucleótido, en concreto, adenina y guanina, reciben el nombre de
bases purínicas debido a que provienen de la purina. Las purinas poseen una estructura con dos anillos. La citosina y la timina
derivan de la pirimidina, por lo que se conocen como bases pirimidínicas. La base pirimidínica uracilo sustituye a la timina en
el ARN.
Las moléculas del ADN, las más grandes del organismo, son polímeros muy extensos formados por un gran número de
nucleótidos. Los nucleótidos se enlazan de un grupo sacarídico a un grupo fosfato mediante reacciones de deshidratación
(condensación) para formar un eje azúcar-fosfato largo. Dos de estas extensas cadenas polinucletídicas conforman una
molécula de ADN. Las cadenas se enroscan entre sí para originar una doble hélice. Una hélice es una espiral de configuración
similar al alambre de un muelle.
Metabolismo
Catabolismo
El catabolismo comprende aquellas reacciones químicas en las que no solamente se degradan compuestos complejos en
moléculas más sencillas, sino que se libera energía. Este proceso de degradación representa un tipo de reacción química
conocido como hidrólisis. En el transcurso de estas reacciones de hidrólisis que tienen lugar durante el catabolismo, se
incorpora una molécula de agua para descomponer un compuesto grande en subunidades menores. Por ejemplo, la hidrólisis
de una molécula de triglicérido supone su degradación en sus subunidades — moléculas de glicerol y ácidos grasos —; un
disacárido, como la sacarosa, se descompone en dos monosacáridos —glucosa y fructosa—, y las subunidades de la hidrólisis
de proteínas son los aminoácidos.
Durante este proceso se libera energía, una parte de la cual lo hace en forma de energía calórica, es decir, del calor que
mantiene nuestra temperatura corporal. Sin embargo, más de la mitad de la energía liberada se captura de nuevo y se
transfiere a una molécula llamada ATP, la cual transporta la energía a los componentes celulares que precisan de ella para
funcionar.
Anabolismo
El anabolismo es el término que se aplica para describir las reacciones químicas a través de las cuales se combinan moléculas
sencillas para formar biomoléculas más complejas —como hidratos de carbono, lípidos, proteínas y ácidos nucleicos —. En el
cuerpo humano constantemente tienen lugar miles de reacciones anabólicas. El tipo de reacción química por medio de la cual
se asocian unidades menores en moléculas grandes se llama condensación o síntesis por deshidratación. Se trata de una
reacción clave del anabolismo. La síntesis por deshidratación provoca la eliminación de moléculas de agua y la fusión de
subunidades menores.
El anabolismo requiere energía, la cual proviene de moléculas de ATP.
Anatomía Celular
Introducción
En la década de los años treinta del siglo XIX, dos científicos alemanes, Matthias Schleiden y Theodor Schwann, propusieron
uno de los conceptos más importantes y unificadores de la biología — la teoría celular—. Según ella, la célula constituye la
unidad organizativa fundamental de la vida. Aunque los científicos anteriores habían logrado visualizar diversas células,
Schleiden y Schwann fueron los primeros en afirmar que todos los seres vivos estaban formados por células. El cuerpo
humano se compone de 100 billones de ellas. El estudio de la célula ha fascinado a innumerables científicos desde hace más
de 300 años. No obstante, estas diminutas estructuras no han revelado aún todos sus secretos, ni se han rendido a las
refinadas herramientas de los investigadores modernos.
Casi todas las células humanas presentan un tamaño microscópico. Sus diámetros comprenden de 7,5 micras, (ejemplo,
eritrocitos) a 150 micras (ejemplo, célula sexual femenina u óvulo). Al igual que otras estructuras anatómicas, las células
poseen un tamaño o forma determinada para la realización de una actividad dada. Por ejemplo, una célula nerviosa puede
presentar prolongaciones filiformes de más de 1 m de longitud. Esta célula está adaptada a la perfección para la transmisión
de impulsos nerviosos de una zona del cuerpo a otra. Las células musculares están adaptadas para contraerse, es decir,
acortarse o alargarse mientras generan fuerza. Otros tipos celulares pueden desempeñar funciones protectoras o secretoras.
Célula típica
La célula constituye la unidad funcional básica del organismo, por lo que no resulta sorprendente el hecho de que un
conocimiento adecuado de la fisiología humana se base en una perspectiva general de la función celular. Comenzaremos con
una sucinta revisión del transporte a través de las membranas celulares, concepto básico para comprender la función de los
músculos, los nervios, las glándulas, las hormonas y muchas otras nociones de la fisiología humana. A continuación, el estudio
del metabolismo celular nos ayudará a conocer la «química corporal» del organismo humano en su conjunto.
Para sobrevivir, la célula ha de ser capaz de transportar sustancias a aquellas zonas que las necesitan. Ya conocemos un
mecanismo que emplean las células para desplazar orgánulos dentro del citoplasma: el citoesqueleto desplaza orgánulos
tirando de ellos o empujándolos. Además, la célula debe trasladar distintas moléculas hacia el interior y el exterior a través de
la membrana plasmática, así como desde un compartimento membranoso a otro dentro de la propia membrana. En esta
primera parte del capítulo se analizarán algunos de los mecanismos básicos utilizados por la célula para transportar
compuestos a través de sus membranas.
Antes de proceder a describir cada uno de estos procesos, es preciso señalar que los mecanismos de transporte de membrana
pueden ser pasivos o activos. Los mecanismos pasivos no requieren gasto de energía ni «actividad» de la membrana celular,
ya que el movimiento de las partículas se realiza gracias a la energía que ellas mismas contienen. Por su parte, los
mecanismos activos implican un gasto de energía metabólica por la célula. En este ámbito, las partículas transportadas se
«impulsan» de forma activa a través de la membrana.
CRECIMIENTO CELULAR
Como se ha indicado anteriormente, una de las dos fases principales del ciclo de vida celular es la fase de crecimiento. En el
transcurso de la misma, la célula recién formada produce nuevas moléculas, con las que construye nuevas membranas
celulares, fibras celulares y otras estructuras necesarias para su crecimiento. Ya hemos señalado que la célula sintetiza todas
las proteínas estructurales y las enzimas encargadas de la producción de lípidos, hidratos de carbono y otras sustancias a
partir de la información contenida en los genes formados por las moléculas de ADN. En primer lugar, procederemos a revisar
brevemente cómo se producen estas proteínas así como los nuevos orgánulos. A continuación, veremos cómo se replican las
moléculas de ADN en la célula al prepararse para la reproducción.
A medida que crece, la célula ha de fabricar citoplasma y la membrana plasmática necesaria para albergarlo. La síntesis de
proteínas constituye un mecanismo de producción de citoplasma adicional. En la sección anterior se indicó que la síntesis de
proteínas es un proceso anabólico, lo que supone la combinación de pequeñas moléculas para formar otras de mayor
tamaño. Los aminoácidos se unen en una secuencia específica para dar lugar a cadenas polipeptídicas. Más tarde, dos o más
cadenas polipeptídicas plegadas se pueden asociar para crear moléculas proteicas más complejas. En los párrafos anteriores
se describió brevemente cómo «copia» la célula la información de los genes y la traduce para formar polipéptidos específicos.
La producción de proteínas adicionales no supone, tan solo, la presencia de un número mayor de proteínas estructurales para
participar en el crecimiento del citoplasma, sino que el número de enzimas encargadas de catalizar otros compuestos
orgánicos también será mayor. Las enzimas producidas en la síntesis de proteínas se utilizan para fabricar hidratos de
carbono, lípidos y ácidos nucleicos adicionales, además de nuevas moléculas proteicas.
Los productos del anabolismo celular en la fase de crecimiento del ciclo celular pueden utilizarse para fabricar otros orgánulos
y fragmentos de membrana plasmática.
El tamaño y el número (o ambos) de la mayor parte de los orgánulos membranosos y la membrana plasmática se incrementa
gracias a los procesos de producción de membrana. Una notable excepción es la mitocondria. Cada mitocondria posee la
capacidad de autorreplicación a través de un proceso semejante al empleado por los organismos unicelulares, como las
bacterias. A menudo, las mitocondrias se autorreplican durante la fase de crecimiento celular, de modo que su número total
es muy grande cuando la célula está preparada para reproducirse. El crecimiento de los orgánulos no membranosos se da a
través de procesos anabólicos asociados al centrosoma, o centro organizador de microtúbulos, y otros componentes
celulares, como los ribosomas, que fabrican los componentes del citoesqueleto.
Como sabrá, los ácidos nucleicos, como el ARN, se sintetizan directamente sobre la molécula de ADN con la colaboración de
distintas enzimas. El ARNr se sintetiza para formar las subunidades ribosómicas en el nucléolo. El ARNt se sintetiza sobre la
hebra del ADN a través de un mecanismo parecido y permanece en el citoplasma para utilizarse una y otra vez. Conforme
aumenta el tamaño celular, algunos mecanismos que comienzan a conocerse ponen en marcha la síntesis de una copia
completa de las moléculas de ADN del núcleo. La replicación de todo el conjunto de moléculas de ADN, o genoma, prepara a
la célula para la reproducción, en la que un conjunto se destinará a una de las dos células hija y el otro pasará a la otra. El
mecanismo de replicación del ADN remeda el de la síntesis de ARN, como veremos más adelante.
En el primer paso de la replicación del ADN, las moléculas muy empaquetadas de ADN se descondensan, con excepción de
algunos segmentos pequeños. Estos cortos fragmentos condensados son más densos que las secciones delgadas y largas, por
lo que adquieren una cantidad mayor de colorante y se visualizan como gránulos de cromatina en el microscopio, mientras
que los fragmentos delgados no condensados son invisibles debido a que apenas captan colorante. A medida que la molécula
de ADN se desenrolla, las dos hebras que la integran se separan. Sobre cada una de las cadenas separadas de nucleótidos se
sintetiza una hebra complementaria. El medio intracelular alberga un gran número de nucleótidos de ADN.
Los nucleótidos se unen en los sitios correctos en cada hebra de ADN mediante el mecanismo de apareamiento obligatorio de
pares de bases con intervención de enzimas específicas. Ello implica que una nueva base de timina, es decir, una molécula
presente en el medio intracelular, se combina con la «vieja» adenina de la hebra original de ADN. A la inversa, una nueva
adenina se asocia a una adenina vieja. De igual modo, una nueva guanina se une a una citosina antigua y una nueva citosina lo
hace a una guanina vieja.
Los nucleótidos de ADN se incorporan en sentidos distintos en cada una de las dos hebras de la molécula original de ADN, lo
que supone que el extremo de una de las hebras parentales no se copiará. La presencia de los telómeros (literalmente,
«raíces terminales»), fragmentos de nucleótidos «adicionales» que pueden desaparecer sin afectar a la región codificante del
cromosoma, evita la pérdida de porciones útiles del información genética. El acortamiento gradual de los telómeros daría
lugar a su desaparición si no fuera por la intervención de la enzima telomerasa, la cual contiene un fragmento de ARN que se
utiliza como molde para reconstruir la secuencia de la telomerasa.
Al término de esta etapa de la fase de crecimiento, cada una de las dos hebras de ADN de la molécula parental de ADN está
unida a una nueva hebra complementaria. Cada mitad de la molécula de ADN, o hebra, se ha duplicado para generar una
nueva molécula completa de ADN. Por consiguiente, cada cromosoma parental se ha convertido en dos nuevos cromosomas.
Sin embargo, en esta etapa (antes del comienzo de la reproducción celular) reciben el nombre de cromátidas, en lugar de
cromosomas. Las dos cromátidas formadas a partir de cada cromosoma parental son copias duplicadas del ADN y, por lo
tanto, contienen los mismos genes que el cromosoma del que provienen. Las cromátidas aparecen en parejas unidas. El lugar
de anclaje de ambas cromátidas es el centromero.
En realidad, la replicación del ADN consiste en la síntesis de nuevo ADN, por lo que esta etapa de la fase de crecimiento
celular suele llamarse fase de síntesis o, sencillamente, fase S. Las etapas de la fase de crecimiento que tienen lugar antes y
después de la fase S reciben el nombre de primera fase de crecimiento (G1) y segunda fase de crecimiento (G2). La primera y
la segunda fase de crecimiento se distinguen por la síntesis de gran cantidad de citoplasma como consecuencia del aumento
generalizado del anabolismo de las proteínas y otras sustancias, así como de la producción de nuevos orgánulos y membrana
plasmática. Las fases de crecimiento se conocen, asimismo, como fases gap debido a que representan una laguna entre los
principales acontecimientos de la reproducción celular.
Reproducción Celular
Hemos estudiado, a grandes rasgos, la fase de crecimiento, por lo que ha llegado el momento de centrar nuestra atención en
la otra fase destacada del ciclo celular: la reproducción celular (también llamada fase M). En breves palabras, las células se
reproducen mediante su división en dos células individuales. Por lo tanto, una célula parental se convierte en dos células hija
de menor tamaño. El proceso de división de la membrana plasmática y el citoplasma en dos mitades recibe el nombre de
citocinesis («movimiento celular»). Se trata de un término acertado, ya que el citoesqueleto celular desplaza la membrana
plasmática y las estructuras internas para dividirla por la mitad y formar dos células hija equivalente. Por supuesto, el
mantenimiento del ciclo de vida celular implica que cada célula hija debe contar con todos los recursos necesarios para su
supervivencia. Por ello, la célula ha de poseer un conjunto completo de información genética (ADN) para funcionar
correctamente, además de un volumen suficiente de citoplasma con mitocondrias y otros orgánulos. Este aspecto de la
reproducción celular o división celular se consigue a través de un proceso conocido como mitosis. En el transcurso del mismo,
la célula organiza el ADN replicado en dos conjuntos idénticos, cada uno de los cuales pasará a una célula hija.
Mitosis
La mitosis, el proceso de organización y distribución del ADN nuclear a lo largo de la división celular, representa un proceso
continuo. La célula que no está sometida a la mitosis —durante la fase de crecimiento entre dos divisiones celulares
sucesivas— se encuentra en interfase («entre fases»). La célula interfásica no se reproduce, sino que se prepara activamente
para la reproducción. La replicación no se limita a las moléculas de ADN, sino que los centrosomas también se duplican. Los
pares de centríolos del centrosoma parental se separan y cada centriolo solitario genera un centriolo hijo con el que se
formará un nuevo par de centríolos rodeado de una formación estrellada de microtúbulos conocida como áster que irradia
hacia la periferia celular. De manera similar, se fabrica citoplasma, membrana celular y otras estructuras celulares con
antelación a la división celular.
La célula pasa a la profase con el comienzo de la división, por lo general, antes de que sea manifiesta la citocinesis o «división
en dos mitades». A lo largo de esta fase, cuyo significado literal es «antes de la fase», la envoltura nuclear se desintegra a
medida que las cromátidas emparejadas se condensan para formar cromosomas densos y compactos. Al término de la
profase, cada cromosoma se compone de una pareja de cuerpos pequeños y densos unidos por el centromero. De manera
simultánea a la formación de los cromosomas, los centrosomas replicados se alejan hacia extremos opuestos, o «polos», de la
célula parental. Conforme se produce tal separación se establece una red paralela de microtúbulos, o fibras del huso, entre
ellos. Las fibras del áster que parten de cada centròmero anclan el huso a cada uno de los polos celulares.
El término metafase significa literalmente «fase de modificación de la posición». Se trata de un nombre adecuado, puesto que
los cromosomas, que no se encuentran ya en el compartimento nuclear, se separan por acción del citoesqueleto de manera
ordenada durante esta fase. Los cromosomas se alinean a lo largo de un plano en el «ecuador» de la célula a una distancia
equivalente de los pares de centríolos localizados en ambos polos (la placa ecuatorial). Una cromátida de cada cromosoma se
orienta hacia uno de los polos de la célula y la cromátida hermana idéntica lo hace hacia el polo opuesto. A continuación, cada
cromátida se une a una fibra del huso.
La anafase, o «fase de separación», se inicia cuando todos los cromosomas se han alineado en el ecuador celular. En el
transcurso de esta fase de la mitosis, el centròmero de cada cromosoma se divide para formar dos cromosomas, cada uno de
los cuales se compone de una sola molécula de ADN. Cada cromosoma se arrastra hacia el polo más cercano (es decir, hacia el
centrosoma más próximo) por acción de las fibras del huso. Como consecuencia de estos movimientos, un conjunto de
moléculas de ADN se dirige a un extremo de la célula, mientras que el otro lo hace hacia el extremo opuesto. Se forman, así,
dos conjuntos idénticos de información genética. La citocinesis suele ser visible en la célula en anafase. Aunque la célula no se
ha dividido aún por completo, puede observarse la presencia de un surco a lo largo del ecuador de la misma.
La telofase constituye la «fase final» o «fase de finalización» de la mitosis. A lo largo de ella, el ADN retoma su configuración y
su localización iniciales en la célula. Se reconstruye la envoltura nuclear y las moléculas de ADN se engloban, de nuevo, en un
compartimento membranoso. De forma simultánea, los cromosomas se elongan y se convierten nuevamente en cromatina.
Recuerde que el ADN no puede participar en la síntesis de proteínas a no ser que algunos de sus fragmentos se encuentren
descondensados. Las fibras del huso, que han dejado de ser necesarias, desaparecen en el transcurso de esta fase. La
citocinesis suele concluir durante la telofase o bien inmediatamente después de la misma. Cada célula hija genéticamente
idéntica así formada se encuentra en interfase. Posteriormente, crecerá y se convertirá en una célula madura y,
posiblemente, actuará también como célula parental.
Meiosis
Un tejido es un grupo de células similares que desempeñan una misma función. Los tejidos pueden considerarse la «tela» del
organismo, que «se cose» para formar los órganos corporales y mantenerlos unidos en un todo integrado.
Para comprender esta «tela», comenzaremos con un repaso a la organización general y el desarrollo de los tejidos para
después definir las características más importantes de los distintos tipos tisulares que irá encontrando más adelante
conforme estudie la anatomía y la fisiología del cuerpo humano.
Cada tejido se especializa en la realización de, al menos, una función exclusiva que propicia el mantenimiento de la
homeostasis, lo que asegura la supervivencia del organismo en su conjunto. Las células de un tejido pueden disponerse en
una delgada lámina unicelular, mientras que en otro pueden organizarse en enormes masas integradas por millones de ellas.
Independientemente de su tamaño, forma u organización en un tejido, todas las células se rodean o embeben en un material
extracelular complejo que suele recibir el nombre de matriz.
En el cuerpo humano aparecen diversos subtipos de tejidos, si bien se pueden dividir en cuatro tipos principales con arreglo a
su estructura y su función:
1. El tejido epitelial recubre y confiere protección a la superficie corporal, tapiza las cavidades corporales, se
especializa en el transporte de moléculas hacia el interior y el exterior del organismo o ciertos órganos (secreción, excreción y
absorción) y forma numerosas glándulas. Las células del tejido epitelial suelen encontrarse muy próximas en el seno de una
matriz extracelular escasa.
2. El tejido conjuntivo se encarga de sostener el organismo y las partes que lo integran, además de conectarlas y
mantenerlas unidas, transportar sustancias en el cuerpo y protegerlo de agentes exógenos. Las células de este tejido están a
menudo alejadas y separadas por una gran cantidad de matriz.
3. El tejido muscular produce movimientos; mueve al organismo y sus componentes. Las células musculares están
adaptadas a la contracción y originan movimientos gracias al acortamiento o alargamiento de las unidades contráctiles
presentes en su citoplasma. De igual modo, el tejido muscular genera la mayor parte del calor del organismo.
4. El tejido nervioso puede considerarse el tejido más complejo en el cuerpo humano. Está especializado en la
comunicación entre las distintas partes del mismo y la integración de sus actividades. La principal función de este tejido es la
producción de mensajes complejos que coordinan las diferentes funciones corporales.
Los cuatro tipos tisulares más importantes de tejidos aparecen en una fase temprana del desarrollo embrionario. A lo largo de
las 2 semanas siguientes a la concepción, las células embrionarias se desplazan y reorganizan de manera ordenada en tres
capas germinales primarias llamadas endodermo, mesodermo y ectodermo. Durante este proceso, las células de cada una de
estas capas se diferencian gradualmente con el fin de formar tejidos específicos —un proceso llamado histogenia— . En
última instancia, estas capas darán lugar a los diversos órganos corporales a través de su remodelación, basada en la
combinación de crecimiento, diferenciación y apoptosis.
Matriz Extracelular
Los tejidos se diferencian por la cantidad y el tipo de tejido presente entre las células —la matriz extracelular (MEC), la
composición exacta de la MEC del hueso y el cartílago incide en la fuerza y la resistencia del organismo. Algunos tejidos
apenas poseen MEC, mientras que otros se componen casi exclusivamente de MEC —y albergan un reducido número de
células—. Ciertos tipos de MEC contienen un gran número de fibras proteicas estructurales que confieren flexibilidad o
elasticidad, algunos presentan muchos cristales proteicos que proporcionan rigidez y otros son muy líquidos.
Hasta fechas recientes no se ha conocido con detalle la estructura de la MEC y su destacada función en la biología humana.
Además de agua, la MEC contiene principalmente proteínas y proteoglucanos.
Entre las proteínas de la MEC figuran distintos tipos de fibras de proteínas estructurales, como colágeno y elastina, las cuales
se mencionan con frecuencia a lo largo de esta obra. De igual manera, la MEC alberga numerosas glucoproteínas, que suelen
corresponder a moléculas proteicas a las que se asocian subunidades sacarídicas. Por ejemplo, la fihronectina y la laminina
facilitan la conexión del colágeno y los proteoglucanos a las células mediante su unión a moléculas de integrina embebidas en
la membrana plasmática de las mismas. Por lo tanto, esta organización cohesiona a las células y el medio circundante en una
estructura integral. Asimismo, crea un mecanismo de comunicación entre la MEC y la célula por medio del cual se coordina el
desarrollo celular y tisular y se dirigen el movimiento y las modificaciones de la morfología de la célula.
Los proteoglucanos son moléculas híbridas formadas principalmente por hidratos de carbono unidos a un esqueleto proteico.
En algunos tejidos, como el hueso, pueden aparecer cristales minerales con calcio que confieren rigidez a la MEC. A la vista de
la composición de la MEC, no resulta sorprendente que muchos complementos alimenticios que pretenden mejorar la salud
de los huesos y las articulaciones contengan calcio, glucosamina y/o sulfato de condroitina —componentes destacados de la
MEC del cartílago y los huesos.
En ciertos tejidos, la MEC se ocupa de cohesionar el tejido en una masa única. Por ejemplo, en los músculos esqueléticos, una
red de fibras proteicas estructurales de la MEC es la que, en esencia, mantiene unido el tejido muscular esquelético. En estos
casos, los componentes de la MEC se asocian a integrinas de las membranas externas de las células y estas lo hacen a
componentes del citoesqueleto interno.
En otros tejidos, son fundamentalmente las uniones intercelulares, como los desmosomas y las uniones herméticas, que
mantienen unidos grupos de células que forman tejidos integrados por láminas u otras masas continuas de células, como es el
caso del tejido que integra la capa externa de la piel. En algunos tejidos, la MEC no se une a las células tisulares. Por ejemplo,
la naturaleza líquida de la matriz de la sangre (plasma) no mantiene unido al tejido sanguíneo en una masa sólida.
Tejido Epitelial
El tejido epitelial, o epitelio, suele subdividirse en dos tipos: 1) epitelio membranoso (el cual recubre o tapiza), y 2) epitelio
glandular. El epitelio membranoso recubre el organismo y algunas de sus partes y tapiza las cavidades serosas (pleural,
pericárdica y peritoneal), los vasos sanguíneos y linfáticos, y los conductos respiratorios, digestivos y genitourinarios. El
epitelio glandular se agrupa en cordones sólidos o folículos huecos que forman las unidades secretoras de las glándulas
endocrinas y exocrinas.
Los tejidos epiteliales se distinguen por su amplia distribución en el organismo y desempeñan algunas funciones relevantes:
Protección. La protección generalizada constituye la función más relevante del epitelio membranoso. Esta cubierta epitelial
relativamente resistente e impermeable de la piel confiere protección al cuerpo humano frente a los daños mecánicos y
químicos, así como frente a bacterias invasoras y otros microorganismos patógenos.
Funciones sensoriales. Las estructuras epiteliales especializadas en funciones sensitivas se hallan en la piel, la nariz, el ojo y el
oído.
Secreción. El epitelio glandular está adaptado a la actividad secretora. Los productos de secreción son las hormonas, el moco,
los jugos digestivos y el sudor.
Absorción. El epitelio que tapiza el tubo digestivo y el árbol respiratorio hace posible la absorción de nutrientes en el aparato
digestivo y el intercambio de los gases respiratorios entre el aire de los pulmones y la sangre.
Excreción. El revestimiento epitelial especial de los túbulos renales permite la excreción y la concentración de los productos
de excreción en la orina.
La mayoría de los tejidos epiteliales se caracteriza por la presencia de una cantidad muy limitada de material, o matriz,
intercelular, lo que determina su aspecto típico de lámina continua de células muy empaquetadas en la microscopía óptica.
Sin embargo, en la microscopia electrónica se detectan pequeños espacios — de unos 20nm (una millonésima de pulgada) de
anchura— entre las células. Estos espacios, al igual que otros espacios intercelulares, contienen líquido intersticial (LI).
Los tejidos epiteliales suelen renovarse a lo largo de la vida. La presencia de células madre en la mayoría de los tejidos
epiteliales posibilita la producción continuada de células pertenecientes a distintos tipos celulares por parte del epitelio.
Las láminas de células epiteliales forman la capa superficial de piel, membranas serosas y mucosas. El tejido epitelial se une a
una capa subyacente de tejido conjuntivo a través de una delgada capa acelular formada por un material adhesivo y
permeable conocida como membrana basal (MB). Tanto el tejido epitelial como el tejido conjuntivo sintetizan la MB, una
estructura compleja integrada, en parte, por material glucoproteico secretado por los componentes epiteliales y una delgada
red de fibras fabricadas por el tejido conjuntivo. Los histólogos aplican el término lámina basal al material glucoproteico
fabricado por las células epiteliales y el de lámina fíbrorreticular a las fibras del tejido conjuntivo. La unión de la lámina basal y
la lámina fibrorreticular da lugar a la MB. Las integrinas embebidas en las membranas plasmáticas facilitan la unión del
citoesqueleto de las células epiteliales a las fibras de la MB, de modo que se establece una firme conexión entre ellas.
Los tejidos epiteliales carecen de vasos sanguíneos, debido a lo cual se dice que son avasculares (a, «sin»; vascular, «vasos»).
Por lo tanto, el oxígeno y los nutrientes han de difundirse desde los capilares hacia el tejido conjuntivo subyacente a través de
la MB permeable para llegar a las células epiteliales vivas.
Las membranas plasmáticas de las células epiteliales adyacentes presentan modificaciones espaciadas para mantenerlas
unidas. Las células epiteliales se pueden reproducir y sufren frecuentes divisiones mitóticas. Las células epiteliales están
sometidas a un notable desgaste en numerosas localizaciones, por lo que este hecho reviste una enorme importancia.
Supone, por ejemplo, que las células senescentes o dañadas pueden reemplazarse por nuevas células en la piel, en el
revestimiento del tubo digestivo o en el árbol respiratorio.
En el cuadro se describen algunos cortes transversales de tejidos epiteliales.
Clasificación del tejido epitelial
Epitelio Membranoso
La clasificación de las células epiteliales membranosas puede basarse en su morfología. En este sistema de clasificación se
reconocen cuatro morfologías celulares: escamosa, cúbica, cilíndrica y cilíndrica seudoestratificada. Las células escamosas
(del latín, «con escamas») son aplanadas y semejantes a placas. Las células cúbicas, como su propio nombre indica, tienen
forma de cubo y poseen un volumen citoplásmico mayor que el de las células planas. Las células epiteliales cilíndricas
presentan una altura mayor que su anchura, por lo que su aspecto es estrecho y cilíndrico. El epitelio cilíndrico
seudoestratificado está formado por una única capa de células cilíndricas de morfología irregular. A pesar de que todas las
células están en contacto con la MB, las porciones superiores de algunas células seudoestratificadas no alcanzan la superficie
de la membrana. De igual modo, algunos núcleos se encuentran próximos a la «parte superior» de la célula y otros a la
«inferior» —no todos ellos se hallan cerca de la región inferior—, lo que da lugar a un aspecto falso (sendo) de disposición en
capas, o estratificación, cuando en realidad solamente existe una monocapa de células.
El epitelio de tipo glandular está adaptado a la actividad secretora. Dejando a un lado el producto de secreción, la actividad
glandular depende de un conjunto de actividades complejas sometidas a una estrecha regulación y que precisan de gasto de
la energía almacenada.
A diferencia de las células dispuestas en una o varias capas en el epitelio membranoso que forma una cubierta protectora o
tapiza diversas superficies, las células epiteliales glandulares pueden funcionar individualmente como glándulas unicelulares o
bien hacerlo en grupos, cordones sólidos o folículos huecos como glándulas multicelulares. Las secreciones glandulares
pueden verterse a un conducto, la luz de estructuras viscerales huecas, la superficie corporal o, directamente, al torrente
circulatorio.
Todas las glándulas del organismo pueden ser exocrinas o endocrinas. Por definición, las glándulas exocrinas liberan los
productos de secreción a través de conductos. Un ejemplo típico son las glándulas salivales. El producto de secreción (saliva)
se fabrica en la glándula y posteriormente se vierte a un conducto que lo transportará hasta la boca. Las glándulas
endocrinas se llaman glándulas sin conducto, ya que vierten directamente sus productos de secreción (hormonas) al
torrente circulatorio o el líquido intersticial. La hipófisis, la tiroides y la glándula suprarrenal son glándulas endocrinas típicas.
Las glándulas exocrinas multicelulares suelen clasificarse con arreglo a su estructura, en la que la morfología de sus conductos
y la complejidad del sistema de conductos (ramificación) se utilizan como características distintivas. La morfología puede ser
tubular o alveolar (semejante a un saco). Las glándulas exocrinas simples solamente poseen un conducto que desemboca en
la superficie, mientras que las compuestas están dotadas de dos o más conductos. En la tabla 6-5 se describen algunos de los
principales tipos estructurales de glándulas exocrinas.
Además de las diferencias estructurales, las glándulas exocrinas se distinguen por el método de secreción de los productos
por parte de la célula. Se pueden identificar tres tipos de glándulas exocrinas según estos criterios funcionales
1. Apocrinas
2. Holocrinas
3. Merocrinas
Las glándulas apocrinas recogen los productos de secreción cerca del vértice, o extremo, de la célula y los vierten a un
conducto mediante la separación del extremo distendido. Este proceso ocasiona la pérdida de una pequeña cantidad de
volumen citoplásmico y daña la célula. La recuperación y la reparación de las células se suceden con rapidez, de modo que la
secreción es un proceso continuo. Las glándulas mamarias que producen leche son glándulas de tipo apocrino.
Las glándulas holocrinas —como las glándulas sebáceas que fabrican el aceite que lubrica la piel— recogen el producto de
secreción en el interior de la célula y, más tarde, se rompen completamente para liberarlo. Estas células se autodestruyen en
sentido literal para desempeñar su función.
Las glándulas merocrinas vierten su producto de secreción directamente a través de la membrana celular o plasmática. Este
proceso de liberación no se acompaña de daños a la membrana plasmática ni pérdida de citoplasma. Únicamente el producto
de secreción pasa desde la célula glandular hacia el conducto. La mayoría de las células secretoras pertenecen a esta clase.
Las glándulas salivales son glándulas exocrinas de tipo merocrino.
Tejido Conjuntivo
El tejido conjuntivo es uno de los tejidos más abundantes y diversos del cuerpo humano y aparece en casi todos sus órganos o
alrededor de los mismos. El tejido conjuntivo se forma durante el desarrollo embrionario a partir de tejido de células madre
conocido como mesénquima, el cual proviene, en su mayoría, del mesodermo (capa germinal primaria). El tejido conjuntivo
presenta un mayor número de subtipos que los otros tres tejidos básicos. Entre los subtipos que se describirán figuran
delicadas redes de papel de seda, cordones duros y resistentes, láminas elásticas gomosas, huesos rígidos y un líquido
(sangre).
El tejido conjuntivo realiza funciones de conexión, soporte, transporte y defensa. Por ejemplo, se encarga de conectar los
tejidos entre sí. Asimismo, conecta los músculos con otros músculos, los músculos con los huesos y los huesos con los huesos.
Crea una estructura de soporte del organismo en su conjunto y en cada uno de los órganos. Un tipo de tejido conjuntivo (la
sangre) transporta muchas sustancias diferentes de unas zonas corporales a otras. Y, por último, varios tipos de células del
tejido conjuntivo nos defienden frente a los microorganismos y otros patógenos invasores.
El tejido conjuntivo se compone, en esencia, de MEC, la cual contiene un número relativamente bajo de células. La MEC del
tejido conjuntivo se compone de cantidades y tipos variables de fibras, líquido y otro material llamado sustancia fundamental.
Las propiedades de las fibras y de los otros componentes de la MEC determinan las características estructurales de cada tipo
de tejido conjuntivo. Por ejemplo, la matriz de la sangre es un líquido (plasma) en el que abundan las células sanguíneas y no
aparecen fibras, salvo cuando se coagula. Algunos tejidos conjuntivos presentan una consistencia similar a la de un gel, otros
son firmes y flexibles, varios son duros y rígidos, algunos son resistentes, otros son delicados —y, en cada caso, estos
atributos provienen de su matriz y sus fibras extracelulares.
La MEC de un tejido conjuntivo alberga uno o más de los siguientes tipos de fibras: colagenosas (o blancas), reticulares y
elásticas (o amarillas). Los fibroblastos y otras células fabrican estas fibras proteicas. Las fibras colagenosas son resistentes y
fuertes, las fibras reticulares son delicadas y las fibras elásticas son extensibles y elásticas.
Las fibras colagenosas se componen de colágeno y, a menudo, se disponen en haces entrelazados —una organización que
confiere una notable resistencia a la tensión. — . Las fibras colagenosas presentan un color blanco en el tejido vivo, por lo
que, en ocasiones, se denominan fibras blancas. Sin embargo, a menudo muestran una coloración rosada en las muestras
microscópicas teñidas.
El colágeno es la proteína más abundante de los cientos de distintos compuestos proteicos que aparecen en el organismo. Los
biólogos han calculado que representa algo más de la cuarta parte de las proteínas del cuerpo humano. Sorprendentemente,
uno de los factores más importantes del proceso de envejecimiento según los investigadores es la modificación paulatina de
la estructura molecular del colágeno con el paso del tiempo. En su forma hidratada, el colágeno se conoce como gelatina. Es
posible que haya degustado gelatina de sabores fabricada con colágeno de origen animal.
A diferencia de las colagenosas, las fibras reticulares forman redes y, a pesar de su delicada estructura, sostienen algunas
estructuras pequeñas, como los capilares y las fibras nerviosas. Las fibras reticulares se componen de un tipo especial de
colágeno conocido como reticulina.
Las fibras elásticas están formadas por una proteína llamada elastina, la cual recupera su longitud inicial después de
distenderse. La elastina es una sustancia gomosa cuya morfología fibrosa se mantiene a través de unos microfilamentos
delgados y alargados. Las fibras elásticas aparecen en tejidos «estirables», como el cartílago del pabellón auditivo y las
paredes de las arterias. Las fibras de elastina son amarillentas en el tejido vivo, por lo que también reciben el nombre de
fibras amarillas.
Además de las fibras proteicas, la matriz del tejido conjuntivo contiene diversos proteoglucanos formados por cadenas
polisacarídicas que suelen contener glucosamina y estar unidas a un núcleo proteico. Estas sustancias químicas hacen que el
líquido de la matriz presente una viscosidad suficiente para impedir el paso de bacterias y otros microorganismos. Asimismo,
forman el lubricante transparente y favorecen la unión de los tejidos. Entre ellas destacan el ácido hialurónico y el sulfato de
condroitina.
Clasificación del tejido conjuntivo
Los histólogos han elaborado varias clasificaciones de los tejidos conjuntivos. Por lo general, se asignan a distintas categorías
o tipos basados en las características estructurales del material intercelular. El sistema de clasificación utilizado en esta obra
es muy común y engloba la mayoría de los tipos principales:
2. Hueso
a. Compacto
b. Esponjoso
3. Cartílago
a. Hialino
b. Fibrocartílago
c. Elástico
4. Sangre
Los tejidos fibrosos, también llamados tejido conjuntivo propiamente dicho, como el tejido fibroso laxo, el tejido adiposo, el
tejido reticular y los tejidos fibrosos densos, se distinguen por la presencia de abundantes fibras en la MEC. El tipo y la
organización de las fibras extracelulares caracterizan a cada uno de sus subtipos. El hueso se considera una categoría
diferente de tejido conjuntivo debido a que posee fibras y MEC mineralizada dura. El cartílago constituye otro subtipo
distinto, ya que se compone de un tipo de MEC que atrapa agua para formar un gel firme. La sangre, la última categoría
enumerada, se distingue por la ausencia de fibras en la matriz.
Tejido Muscular
En el organismo aparecen tres tipos de tejido muscular: el músculo esquelético, el músculo liso y el músculo cardíaco. Sus
nombres indican sus localizaciones. El tejido muscular esquelético conforma la mayoría de los músculos unidos a huesos;
estos son los órganos que consideramos nuestros músculos. El tejido muscular liso, también llamado tejido muscular visceral,
está presente en las paredes de las visceras (órganos internos huecos, como el estómago, el intestino y los vasos sanguíneos;).
El tejido muscular cardíaco integra la pared del corazón.
El músculo esquelético también recibe el nombre de músculo voluntario estriado. El término estriado se refiere a las estrías
transversales (bandas) visibles en las preparaciones microscópicas del tejido. El término voluntario indica que las
contracciones del músculo esquelético están sometidas a un control voluntario o deliberado. El músculo liso se conoce
también como músculo involuntario no estriado. El músculo liso carece de estrías transversales y generalmente no es
susceptible de control voluntario. Otra denominación del músculo cardíaco es músculo involuntario estriado. Al igual que el
músculo esquelético, el músculo cardíaco posee estrías transversales y, de manera semejante al liso, su contracción no se
controla de forma voluntaria.
Las células del músculo esquelético pueden presentar una longitud por encima de 3,75 cm, aunque sus diámetros tan solo
alcanzan entre 10 y 100 pm. Ello les confiere un aspecto filiforme, por lo que las células musculares suelen llamarse fibras
musculares.
Las células del músculo liso también son fibras alargadas y estrechas, aunque no tanto como las fibras estriadas. Se puede
visualizar una fibra muscular lisa completa en un campo microscópico, mientras que solamente se puede observar un
fragmento de una fibra estriada. Las fibras del músculo liso poseen solamente un núcleo por fibra y muestran un aspecto no
estriado o liso. Las fibras del músculo liso presentan una morfología fusiforme —es decir, son cilindros cuyo diámetro
disminuye gradualmente hacia sus extremos.
En la microscopía óptica, las fibras del músculo liso poseen estrías transversales y bandas oscuras especiales (discos
intercalados) que unen los extremos cilíndricos de las fibras. De igual modo, parecen constituir células incompletas que se
ramifican para dar lugar a una enorme masa continua de citoplasma (un sincitio). No obstante, en la microscopía electrónica
se aprecia que los discos intercalados corresponden a regiones en las que colindan las membranas plasmáticas de dos fibras
cardíacas. Las fibras cardíacas se ramifican en distintas direcciones, si bien se rodean por una membrana plasmática completa
—alrededor de su extremo (en los discos intercalados) y en sus laterales.
Las células musculares son las especialistas en el movimiento del organismo. Su citoesqueleto incluye haces de
microfilamentos capaces de moverse, por lo que poseen un grado de contractilidad (capacidad de acortamiento y
alargamiento con la generación de fuerza) mayor que las células de cualquier otro tejido.
TEJIDO NERVIOSO
La función básica del sistema nervioso es la regulación rápida y, por lo tanto, la integración inmediata de las actividades de
distintas partes del organismo. Desde el punto de vista funcional, la comunicación rápida es posible porque el tejido nervioso
tiene mucho más desarrolladas las características de excitabilidad y conductividad que cualquier otro tipo de tejido.
Los órganos del sistema nervioso son el cerebro, la médula espinal y los nervios. El tejido nervioso proviene del ectodermo y
se compone de dos tipos de células: las células nerviosas o neuronas, las unidades conductoras del sistema, y las células
conectoras, protectoras y de sostén conocidas como neuroglía.
Las neuronas se caracterizan por un cuerpo celular llamado soma y, por lo general, al menos dos prolongaciones: un axón, el
cual transmite los impulsos nerviosos eferentes desde el cuerpo celular, y una o más dendritas, que conducen señales
nerviosas hacia el axón. La mayoría de las neuronas se localizan en los órganos del sistema nervioso central.
Existen muchos tipos de neuroglía, todas ellas dotadas de estructuras y funciones diferentes. Por ejemplo, los astrocitos
forman una barrera hematoencefálica que confiere protección al delicado tejido encefálico frente a moléculas posiblemente
nocivas presentes en la sangre. La microglía ayuda a destruir los patógenos y las células dañadas del parénquima cerebral. Las
células de Schwann y los oligodendrocitos realizan funciones de aislamiento eléctrico de los axones con el fin de potenciar la
velocidad de conducción.