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actitud es que, por muy dura que sea la vida, lo que importa es hacer algo
interesante con ella. Y esto tiene mucho que ver con el mundo físico, con
mirar las cosas, la nieve y la luz y el olor de la puerta y todo aquello que
constituye a cada instante tu existencia fenoménica. Qué gran consuelo…
saber que estas cosas persisten en su ser.
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Anne Carson
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Título original: Men in the Off Hours
Anne Carson, 2001
Traducción: Jordi Doce
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
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TIEMPO HABITUAL: VIRGINIA WOOLF Y
TUCÍDICES SOBRE LA GUERRA
Catorce años estuvo vigente el tratado de paz de treinta años que se concertó después de la toma de
Eubea; en el año decimoquinto, cuando hacía cuarenta y ocho años que Críside era sacerdotisa en
Argos, y Enesias era éforo en Esparta y a Pitodoro todavía le quedaban cuatro meses de arcontado
en Atenas, a los seis meses de la batalla de Potidea, y coincidiendo con el principio de la
primavera, unos tebanos, en número algo superior a los trescientos […], entraron armados, a la
hora del primer sueño, en Platea…
(2.2.1)
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Historia. El relato de un historiador debe abarcar por fuerza las maneras que
tiene cada localidad de contar el tiempo. Con todo, incluso esto no es
definitivo.
El tiempo historiográfico mismo está ligado a las costumbres de la
naturaleza. Tucídides decidió que la historia militar debía fecharse tomando
en consideración el número de estaciones que había durado la campaña. «El
relato está escrito siguiendo el orden en que sucedieron los diversos
acontecimientos, por veranos e inviernos», dice al comienzo del Libro II
(2.1.1). Como es natural, sitúa el lance de los tebanos que entraron en Platea,
el mismo que provocó la guerra y tuvo lugar, por tanto, antes del primer
verano, en «el principio de la primavera…» (2.1.2).
Y tal vez porque él mismo no dormía bien —pues escribió su Historia en
el exilio, habiendo sido desterrado en 424 a. C. por fracasar en el intento de
romper el asedio de Anfípolis, y acaso estuviera veinte años despierto en
algún lugar de Tracia o el Peloponeso, siguiendo atentamente la guerra
durante el día y redactando sus anotaciones por la noche—, señala el
comienzo de ese largo intervalo: «a la hora del primer sueño…».
Virginia Woolf escribió «La marca en la pared» a comienzos de la
Primera Guerra mundial. Ella también empieza con la cronología. Pero, a
diferencia de Tucídides, no se alza por encima del tiempo habitual hasta
alcanzar una posición ventajosa desde la cual mirar a otras gentes,
menospreciar otros cómputos. Ella permanece en su propio tiempo. Justo en
el medio. «Fue allá por mediados de enero del presente año cuando
levanté…». Pero ¿cómo saber dónde está el medio? Como señal de tiempo es
vaga. Sus fronteras llegan al borde de lo que se veía desde donde se estaba
sentado. Lo que se veía era el fuego, la luz amarilla sobre la página del libro,
los crisantemos en un jarrón redondo, el humo del cigarrillo, las brasas, una
vieja fantasía de banderas escarlatas y caballeros vestidos de rojo que
ascienden por la ladera de una vieja roca. Lo que se veía era el punto medio
del tiempo. No se veía suceder nada ahí, pues nada sucede ahí jamás. Hasta
que lo hace. «Con gran alivio para mí, la visión de la marca interrumpió…».
Para Virginia Woolf, como para Tucídides, es importante señalar el
comienzo de la guerra. De otro modo, y con gran facilidad, se perderá en
mitad del tiempo… «siempre […] la más misteriosa de todas las pérdidas».
Todavía no hay fotografías de casas derruidas o cadáveres en 1914. Y
Tucídides nos cuenta que los tebanos entraron en Platea porque, «previendo
que estallaría la guerra, querían ocupar Platea, que siempre había estado en
desacuerdo con ellos, previamente, cuando todavía estaban en paz y la guerra
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no se había declarado abiertamente» (2.2.3). De hecho, poco de lo que
sucedió esa noche lo hizo abiertamente. Gracias a las intrigas de algunos de
sus partidarios dentro de la ciudad, los tebanos entraron sin ser notados, pero
al instante perdieron de vista su propia estrategia. Su plan era claro y sencillo:
atacar inmediatamente. En cambio, formaron en armas en la plaza,
descansaron y proclamaron el comienzo de una negociación. ¿Por qué? Fue el
comienzo de su muerte. Tucídides no ofrece ninguna explicación; «cuán
accidental es nuestra vida tras tantos siglos de civilización», dice Virginia
Woolf. Entretanto, los plateos estaban desmontando su civilización desde
dentro, perforando las paredes medianeras que había entre unas casas y otras a
fin de juntar sus fuerzas y lanzarse como un solo hombre contra los tebanos.
Esperaron a la negrura que precede al amanecer.
Atacaron.
«Con el cabello al viento, como la cola de un caballo de carreras», dice
Virginia Woolf de la rapidez de la vida. También la muerte es rápida, en
calles donde reina el pánico en noches sin luna («pues estos hechos ocurrían a
fin de mes», señala Tucídides [2.4.2]), y además llovía, no sólo lluvia sino
también piedras y tejas arrojadas desde sus casas, entre gritos y alaridos, por
mujeres y esclavos. Murieron porque en la sustancia negra de la noche ajena
todas las calles les parecían la misma…, «todo tan fortuito, tan sin
sentido…». Todos los árboles parecían hombres. Alguien cerró la puerta por
donde habían entrado, no con un pestillo al uso, sino introduciendo una
contera de jabalina: ¡fuera reglas de juego! Y tal vez fue por esto por lo que
de pronto supieron, mientras corrían patinando en el barro, que la paz había
terminado y estaban en guerra. Pues la paz es una cuestión de
generalizaciones. «Los paseos de las tardes de domingo, los almuerzos del
domingo, y también maneras de hablar de los muertos, ropas y costumbres…
como la costumbre de reunirse en una habitación hasta cierta hora, aunque a
nadie le gustara. Había normas para todo». Mientras que cuando hay guerra…
«¡arrojados a los pies de Dios completamente desnudos!», dice ella, y él
describe a los desnudos tebanos cogidos en un edificio al final de la calle. No
queda claro si eran o no rehenes en el sentido técnico de la palabra. Desde
luego, Tebas negoció con Platea de buena fe por la vida de sus hombres, y los
tebanos sostuvieron más tarde que los plateos habían confirmado sus palabras
con un juramento (2.5.5). Platen niega haber prestado juramento (2.5.6). «Una
vez hecha una cosa, nadie llega a saber cómo ocurrió», dice ella. «No habrá
nada más que espacios de luz y tinieblas». ¿Fue un espacio de luz o de
tinieblas donde todos aquellos que habían sido hechos cautivos fueron
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ejecutados, ciento ochenta en total, incluido Eurímaco, con quien habían
negociado originalmente los traidores, de forma que el heraldo, al llegar, no
vio un solo tallo en pie?
Al principio de la guerra, cuando las normas y el tiempo y la libertad
apenas comienzan a deteriorarse, puedes sentarte y pensar tranquilamente
sobre una marca en la pared. ¿Es negra, es un agujero hecho por un clavo o
alguna sustancia redonda, bajo determinada luz no parece sobresalir de la
pared, «proyectar una sombra perceptible»? La especulación es «gratamente
filosófica», dice y se compara con un coronel retirado especulando sobre
pequeños túmulos en los South Downs. ¿Son cementerios o castros? ¿Tiene
importancia? Una vez que la guerra da comienzo, la mayor parte de los
castros se convierten muy pronto en cementerios. Tucídides nos cuenta que la
guerra siguió de forma inmediata a los sucesos de Platea:
Por ambas partes el alcance de sus proyectos no era nada corto, sino que ponían todo su empeño en
la guerra, y no era extraño.
(2.8.1)
En aquella ocasión, además, había mucha juventud en el Peloponeso, y mucha en Atenas que, por
su inexperiencia, abrazaba la guerra.
(2.8.1)
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comprar periódicos… Nunca pasa nada. ¡Maldita sea esta guerra…!»), sino
porque al instante identifica la marca en la pared como lo que es. Un caracol
es un caracol. Incluso en sus horas libres, los hombres reconocen las marcas.
En su Historia Tucídides fecha la guerra en «el principio de la
primavera». Después sólo advierte las estaciones que dura la campaña: el
tiempo habitual se mide «por veranos e inviernos». La primavera desaparece.
Así pues, fue en invierno, menos de doce meses después del incidente de
Platea, cuando los atenienses, siguiendo una costumbre de sus padres, dieron
enterramiento, con cargo a los gastos del Estado, a los caídos en el primer año
de contienda. Ante ellos Pericles pronunció un discurso fúnebre, durante el
cual se dice que afirmó que la desaparición de la juventud de la ciudad era
como si se arrebatase del año la primavera (Aristóteles, Retórica, 1411 a-3;
cf. 1365a32). «Hay una vasta conmoción en la materia», dice Virginia Woolf
justo antes de percibir a alguien de pie junto a ella. Y en una carta (escrita
algunos años más tarde) evoca ese momento:
Nunca olvidaré el día que escribí «La marca en la pared»… como un rayo, en volandas, después de
estar encerrada picando piedra durante meses… y entonces Leonard entró y yo me bebí la leche y
oculté mi agitación.
(carta a Ethel Smyth, 16 de octubre de 1930)
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EPITAFIO: SIÓN
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PRIMER ORÁCULO CALDEO
no es mirando fijamente.
Pero mantén cincelado
sigue Pragando el ojo
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de tu alma y alcance,
con la mente vacía
hacia lo que debieras conocer
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NUEVA NORMA
tintinearon.
Se limpió sus pequeños y fríos labios con una mano.
¿Temes las mismas cosas que
dicho esto
tan
claro.
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SUNTUOSA INDIGENCIA
«SUNTUOSA indigencia»
Su opinión me causa un sentimiento serio. Me gustaría ser
lo que Usted piensa que soy.
(Emily Dickinson carta 319 a Thomas Higginson)
es una frase
Puede Usted ver que estoy sumida en la obscuridad.
(Emily Dickinson carta 368 a Thomas Higginson)
definen el silencio
Corriendo entre mi pequeño corazón —y haciendo a un lado
la sangre—
(Emily Dickinson carta 248 a Thomas Higginson)
femenino.
Dios me hizo [Señor] Dueña-No fui-yo misma.
(Emily Dickinson carta 233 a Thomas Higginson)
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deja desnuda y calcinada.
(Emily Dickinson carta 271 a Thomas Higginson)
la vía de salida.
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EPITAFIO: ANUNCIACIÓN
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HOKUSAI
Cada mañana
hasta su muerte
de los pinos
sobre
el sendero nevado
o se estrellaban
juntos
contra su choza,
lacerando los astros
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Sigo dibujando
a la espera
de un día apacible,
decía Hokusai
mientras los leones pasaban en tropel.
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AUDUBON
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y luego hubiera prohibido a su propio pincel pintar la sombra.
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EPITAFIO: EUROPA
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FREUD (Primer borrador)
diseccionó
más de mil para averiguar si tenían testículos.
no se me permite
diseccionar seres humanos
no tengo de hecho ningún trato con ellos», confesó en una carta.
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LÁZARO (Primer borrador)
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HOMBRE PLANO (Primer borrador)
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UNA ESTACIÓN
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EPITAFIO: PAYASO DONNE
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HOMBRE PLANO (segundo borrador)
Pero
estén seguros de que mi pudor,
aunque mordaz, es completo.
Y puedo pagar.
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EPITAFIO: LA SIESTA DE EDIPO
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BOXEANDO CON SU SOMBRA
DEL soldado que abrió con una lanza el costado de Cristo en la cruz
(y según algunos le rompió las piernas),
de nombre Longinus,
se dice
que luego tuvo problemas para dormir
y se volvió violento,
dejando el ejército
y viajando al oeste
hasta instalarse en Provincia.
No era la copia en carbón de un cuerpo simplemente una copia.
Golpe corto gancho golpe corto.
Cambio ligero y lo captamos
en un momento de expansión y catástrofe,
brazos blancos jugando extrañamente en el vacío.
Uppercut golpe corto corto gancho golpe corto.
No quiero aburrirte,
mis problemas golpean corto.
Corto.
Corto.
Golpe directo gancho.
Corto. No era un rostro tan sereno
como el rocío en abril.
Gancho.
Corto.
Corto.
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LÁZARO (segundo borrador)
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EPITAFIO: EL MAL
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ENSAYO SOBRE AQUELLO EN LO QUE MÁS
PIENSO
EL error.
Y sus emociones.
Al filo del error hay un estado de miedo.
En medio del error hay un estado de insensatez y derrota.
Advertir que se ha cometido un error despierta vergüenza y
remordimiento.
¿De veras?
Analicémoslo.
Mucha gente, incluido Aristóteles, considera el error
un suceso mental interesante y valioso.
En su análisis de la metáfora en la Retórica
Aristóteles señala que hay 3 clases de palabras.
Desconocidas, específicas y metafóricas.
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Lo inesperado emerge.
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que Alemán llevara una vida próspera o bien alimentada.
Este dato constituye el fondo de sus comentarios
que culminan en hambre.
y encabalgando su verso.
El poema de Alemán se detiene a medio camino de un yambo
sin molestarse en explicar
de dónde vino la primavera
o por qué los números no nos ayudan
a controlar mejor la realidad.
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que un verbo no tenga sujeto, de hecho
es un error gramatical.
Los filólogos más rigurosos nos dirán
que este error no es más que un accidente de transmisión,
que el poema tal como lo conocemos
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genuinos de la poesía.
Lo que me gusta de este término
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ENSAYO SOBRE EL ERROR (Segundo borrador)
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CATULO: CARMINA
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Tus pies no están bien.
Tus ojos no están bien tu boca no está bien.
Tu chulo no está bien hasta su nombre no está bien.
Qué importa lo que digan, no eres…
Por qué no puedo
Vivir en el siglo diecinueve.
lam Ver Egelidos Refert Tepores (Ya trae los días tibios primavera)
Ya la primavera se descerraja.
Ya detiene el equinoccio sus furias azules
Tranquilas como páginas.
Os digo dejad Troya dejad la tierra ardiente, lo hicieron.
Mirad lo cambiaremos todo todos los significados
Todas las claras urbes de Asia vosotros y yo.
Y la mente, ¿no es ávida vagabunda anticipada?
Ya los pies retoñan hojas contentas de ver qué verde ceba.
Espera.
No vayáis oh dulces.
De vuelta al mismo camino por distinta senda.
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Me di la vuelta.
No llega la mañana.
Sólo quiero hablar contigo.
¿Por qué surge el amor?
Y entonces me hice viejo vino la muerte y escribí esto.
Ten cuidado es agudo como el mundo.
Caeli Lesbia Nostra Lesbia Illa (Celio, la Lesbia nuestra, Lesbia aquella)
Nulli Se Dicit Mulier Mea Nubere Malle (Dice que nunca querrá
entregarse a ninguno mi amada)
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Catulo está abatido.
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Habia una blancura en ti.
Esa gatita se lavaba en otro mundo mira.
Fuerte apretón de manos para una muchacha pero.
Pero.
Ses.
Sieso.
Siete.
Silla.
Trasero.
Umiac.
Cruz.
¿Umiac?
Huélelo.
Multas per Gentes et. Multa per Aequora Vectus (Heme después
de cruzar muchos mares y pueblos)
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que fuera ejecutado llevando esta medalla salvadora».
Oh Rostro adorable.
Reza por mi enemigo.
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ENTREVISTA CON HARA TAMIKI (1950)
YO: Muerte.
HT: La muerte me hizo crecer.
YO: Amor.
HT: El amor me hizo resistir.
YO: Locura.
HT: La locura me hizo sufrir.
YO: Pasión.
HT: La pasión me ofuscó.
YO: Equilibrio.
HT: El equilibrio es mi diosa.
YO: Sueños.
HT: Los sueños lo son todo ahora.
YO: Dioses.
HT: Los dioses hacen que guarde silencio.
YO: Burócratas.
HT: Los burócratas me vuelven melancólico.
YO: Lágrimas.
HT: Las lágrimas son mis hermanas.
YO: Risa.
HT: Me gustaría tener una risa espléndida.
YO: Guerra.
HT: Ah la guerra.
YO: Humanidad.
HT: La humanidad es cristal.
YO: Por qué no tomar el camino más corto a casa.
HT: No había un camino más corto a casa.
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EL VIEJO CÁRDIGAN AZUL DE MI PADRE
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porque avanza hacia atrás.
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«POR QUÉ ME DESPERTÉ (Hombre plano, tercer
borrador)
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HOPPER: CONFESIONES
(EDWARD HOPPER)
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Nighthawks
Lo único que digo con seguridad es que sé que si nada pasara, no habría tiempo pasado, y si
nada viniera, no habría tiempo futuro, y si nada existiera, no habría tiempo presente.
(SAN AGUSTÍN, Las confesiones. XI, XIV)
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Automat
Turno de noche
neón lechoso
empolvada
seda
Chica de luxe
Chica de noche
amor platillo espejo
solitario
guante
Noche de luxe
Chica de noche
olor a negro
por la
espalda
Noche de luxe
Turno de noche
clamo
ad te
Domine
Chica de luxe
Veamos ahora, alma mía, si el tiempo presente puede ser mucho tiempo, pues tienes la
posibilidad de experimentar y medir la duración.
(SAN AGUSTÍN, Las confesiones, XI, XV)
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Room in Brooklyn
Este
lento
día
se mueve
Por el cuarto
oigo
sus ejes
volverse
Un deslumbre gradual
en
el
techo
Me da esa
atrevida
emoción
amarilloazulada
Mientras las horas
fluyen
por el
ancho
camino
De mi atardecer.
Por eso, no debemos decir: «El tiempo pasado fue mucho tiempo», porque no encontraremos
qué es lo que fue mucho tiempo, ya que desde el momento en que es tiempo pasado, ya no existe.
En este caso debemos decir: «Aquel tiempo fue mucho tiempo mientras fue. presente», porque
fue mucho tiempo precisamente cuando era presente.
(SAN AGUSTÍN, Las confesiones, XI, XV)
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The Barber Shop
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El instante transcurrido es ya pasado; el instante que aún queda, es futuro.
(SAN AGUSTÍN, Las confesiones, XI, XV)
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Western Motel
Luego las cosas futuras aún no existen, y si aún no existen, no existen realmente. Y si no existen
realmente, entonces no pueden verse de ningún modo. Sólo pueden predecirse por medio de las
cosas presentes, que ya existen y se ven.
(SAN AGUSTÍN, Las confesiones, XI. XVIII)
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Office at Night
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Sumrner Interior
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Eleven a.m.
Huesos blancos
desdichada mortal
querida luz del día.
Cubriendo
descubriendo
donde yacía.
Tu sonrisa
tan simple
como tela o arcilla.
Para trapos.
Por tanto, el tiempo viene de lo que aún no existe. Pasa por lo que carece de espacio. Y va hacia
lo que ya no existe.
(SAN AGUSTÍN, Las confesiones. XI, XXI)
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Evening Wind
Te ruego que no ocultes ni escondas a mi deseo estas cosas tan habituales como misteriosas.
(SAN AGUSTÍN, Las confesiones, XI, XXII)
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El guante del tiempo, por Edward Hopper
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HOMBRES DE TV
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Hombres de TV: Safo
I.
II.
la vida es breve
un poco de amor
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un poco de sueño
y así buenos días
Átame un cabo
y ata el otro a la Muerte:
iluminada desde arriba
fuera de plano.
La tierra será más cálida de lo que pensamos
después de todo este girar.
Página 63
Hombres de TV: Artaud
SEMANA ARTAUD
Página 64
Lunes: Locura
Martes: Carne
Miércoles: Rostro
Jueves: México
Viernes: De[Vol]rrida
Sábado: Sangre
Domingo: Eterno
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LUNES
el teatro es el único lugar del mundo donde un gesto hecho no comienza de nuevo dos veces
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MARTES
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MIÉRCOLES
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JUEVES
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VIERNES
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¿Qué agujeros, y hechos de qué?
Página 71
SÁBADO
Página 72
DOMINGO ETERNO
Página 73
Hombres de TV: Artaud
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Su doble está loco.
La desventaja de estar loco es que no podía estarlo y decirlo a la vez.
Hermosas sacudidas.
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Hombres de TV: Tolstoi
I. DORMITORIO
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II. VIDA
Lev sigue vaciando sacos en la tabla de cinc, haciendo pasar sus dedos
entre los granos, puñado tras puñado. Ninguna noche tiene nunca
suficiente.
Página 77
III. CUERPO
Página 78
IV. GUERRA
Página 79
V. HAMBRE
Página 80
VI. ESTUDIOS
Página 81
VIl. LIBERTAD
Página 82
VIII. NOCHE DIVINA
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IX. FAMILIA
Página 84
X. USTED
Página 85
XI. MUERTE
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XII. FIN
Página 87
Hombres de TV: Lázaro
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que significa «Dios ha ayudado».
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televisión. Sin duda ya han notado que
si bien sólo soy
un director de fotografía
poseo ciertas nociones fundamentales postuladas primero por Platón,
a saber, que nuestra realidad no es más que un televisor
Página 90
no me interesan.
No verán imágenes de ningún video casero de Lázaro
en pantalones cortos persiguiendo a sus hermanas colina arriba.
Página 91
INCORPORACIÓN DE LÁZARO: GUIÓN TÉCNICO
leche plateada
llena el espacio,
queda presa en la bruma,
lanza sus huesos fuera donde prenden en aire.
Este arder
de sus huesos
Y así,
volteado hacia la solidez
—aunque se resiste y gime y trata de volverse atrás—,
Lázaro se entrelaza
con un sonido silbante a su espalda
mientras las hojas se deslizan y cierran
Página 92
y su alma coagula al dorso en gotas de crisólito
esquelética
cobró presión,
aplastándole de nuevo contra el surco donde yacía
como un pétalo
húmedo
bajo una pila de muebles.
Página 93
en el vaivén nocturno del mundo, de modo que ahora
está de pie
apuntalado en una jaula entre los empellones del aire de otra gente
y siente más que oye
la voz de ella (de nuevo)
¡Lázaro!
Una espuma de fuego está sobre su mente.
Se arrastra hasta el fondo de su lengua,
se debate un poco,
rompiendo el cascarón,
y expulsa un grito azulado que pasa de inmediato al alma.
¡Marta!
Página 94
GIOTTO: LISTA DE TOMÁS
1-
En la ventana alguien agita una mano como una rama mecida por el
viento.
Es Giotto.
Sus duros ojos frescos ven el peso de las cosas.
Su Lázaro sopla
a través
del muro de la capilla Scrovegni.
Atorado
igual que una semilla.
Dos operarios
titubean mientras depositan la lápida de piedra
en el suelo.
Página 95
2-
Al mostrar a un oyente fuera del radio del oído
Giotto crea
el primer plano y el plano de fondo.
Ya vienes Lázaro manchado de muerte ordinaria,
tambaleante gusano blanco.
Tan joven, tan mal actor.
La vida pugna suavemente dentro de tus vendajes.
La vaina brilla,
querida pestilencia.
Las capuchas se apartan.
Ni un murmullo en el azul del mediodía
mientras Giotto
te cuela
de soslayo en el tiempo.
Un arbusto del grosor de una muñeca se dobla en la llanura.
Página 96
3-
Ahora que deben desprenderse de las ideas crudo y violento, piensen:
Un ópalo gigantesco.
Los tonos que semejan iridiscencia tienen esa extraña cualidad
de la vida aprisionada.
¿Cómo se atreve Giotto a usar este color tan puro como llamativo?
Pinto la concha original.
Giotto es el primero en dejar que haya cielo en las pinturas.
¡Fuera con este oro!
Comparen el fuego declinante de Bizancio con el día
de cal y mortero de Giotto.
El fresco es rápido y algo frío. Da un efecto
de hecho real,
gracias a la perfecta carbonatación del pigmento húmedo con la voluntad
de Dios.
Página 97
4-
Vendado de pies a cabeza con liras de tela en diagonal,
Lázaro parpadea
entre dos individuos con grandes velos como un trozo de yesca
o el tallo
de algo seco y blanco clavado en tierra.
Sus ojos
exhiben el poder del otro mundo. Casi cerrados,
finas rendijas aturdidas
cuya mirada se dirige… sencillamente a ningún sitio.
Está flotando a la deriva
en un espacio frío abierto por otras miradas que intersecan
en su no estar ahí.
Dios entretanto al otro lado del cuadro
envía
todo el calor de Su amor por el Hombre a lo largo del muro
con su sola mirada,
hacia los pómulos de Lázaro siempre radiantes con una
«luz de plato»
que tañe vagamente en el día. Sombra si
prestas atención
demasiado tiempo ascenderá a tus ojos y blanqueará
los objetos reales.
Página 98
Hombres de TV: Antígona (Guiones 1 y 2)
Página 100
Hombres de TV: Ajmátova (Tratamiento para un guión)
A veces lo visitaba.
Estuvo con él cuando murió.
En una ciudad transparente bebieron codo a codo aire mortal.
Eso fue en el verano de 1914.
Rayas y más rayas oscurecían los muros.
Desde el lecho él insistía en que telefoneara a la marina y preguntara
si Víctor iba a volver pronto a casa (su hijo).
ARULLOS Y TRAICIONES
Página 102
miran a cámara.
Página 103
Sabes la aljaba está retenida en la imprenta
significaba que Gumiliov había sido arrestado.
Desde el cuartel central de la Checa se le trasladó a Gorokhovaya
(la otra prisión) y de allí a un bosquecillo en la calle Iriniskaya.
Un pequeño pino curvado, a su lado otro con las raíces arrancadas.
Éste fue el muro significaba
que sesenta personas habían sido fusiladas en aquel lugar.
Dos zanjas. La tierra se hundió.
MANDELSHTAM
Página 104
la gente en mi país muere más rápido que
las flores de sus sombreros.
«Huele a quemado».
La madre permanece a solas.
El muro es sutilmente distinto según la hora. Según la estación.
Blanquecino.
Escaldado.
Rociado de amanecer.
Bestias que pasan.
Acercó su oído al muro, oyó gente trabajándose mutuamente en la
fragua, no volvió a escuchar.
Página 105
DEBE MEMORIZAR LUEGO QUEMAR TODOS LOS
POEMAS RELATIVOS AL MURO
ASEDIO
Página 106
En la oscuridad del jardín de otro…
Página 107
AJMATOVA SE ARREPIENTE (1950)
Página 108
en la otra punta de la ciudad.
Y esas paredes saturadas con pensamientos de él,
con sueños, insomnio, declaraciones,
convocatorias, peticiones, encuentros,
desencuentros, fiebres,
mortificaciones,
cláusulas de condicional,
cabellos
dispuestos en un cuaderno, siguen ahí, pueden verse.
ÚLTIMA HABITACIÓN
Página 109
Fuera de la pequeña cabaña de la colonia de escritores de Komarovo
había pinos y matas de lilas.
Trabajaba en una mesa hecha con la puerta de un ático y dormía sobre
ladrillos.
«El colchón de Pushkin
se sostenía sobre troncos de abedul, el mío sobre ocho ladrillos».
Le gustaba el ruido y tenía muchos amigos,
antiguos, famosos, locos, con piñas, con lilas,
en motocicletas, de blanco deslumbrante.
Hizo algunos viajes… a Italia (para un premio) y a Oxford (para un
doctorado)
con una acompañante (femenina)
y muchos frasquitos de nitroglicerina. Ya en casa
le gustaba prender una hoguera en el patio
y sentarse en una vieja silla, beber dos o tres vasos de vodka, ver cómo
se extinguía en la alta noche… ¡algo milagroso
incluso a estas alturas del siglo veinte! partículas
arrojadas por un alma mientras se enfría.
SUCEDE (1966)
Página 110
CARTA A N. N.
Página 111
* * *
Supongo que habría podido hacer la película de todas formas. Qué puedo
decir. Las ganas de luchar me abandonaron. La nieve primaveral tiene mal
aspecto a la luz tardía del anochecer pero aun así no deja de caer, llenando el
cráter, cubriendo altares y zanjas, flotando casi tan alta como la mancha en la
pared, borrando todo rastro de la cosecha.
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Hombres de TV: Tucídides conversa con Virginia Woolf
en el plató de La Guerra del Peloponeso
T: Comienzas con el pie derecho, luego el izquierdo, das nueve pasos así y
luego vuelta a empezar en la dirección contraria.
T: Rutina.
T: Con el cuarto paso. La primera frase termina justo antes de darte la vuelta.
VW: Los costes de la guerra son de dos tipos directos e indirectos. Los costes
directos comprenden todos los gastos realizados por los bandos beligerantes
durante las hostilidades.
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VW: Los costes de la guerra son de dos tipos directos e indirectos. Los costes
directos comprenden todos los gastos realizados por los bandos beligerantes
durante las hostilidades. Los costes indirectos…
VW: Los costes de la guerra son de dos tipos directos e indirectos. Los costes
directos comprenden todos los gastos realizados por los bandos beligerantes
durante las hostilidades. Los gastos indirectos incluyen las pérdidas
económicas provocadas por la muerte…
T: Demasiado sonsonete. El tono tiene que ser más frío. Pero tenso.
VW: Los costes de la guerra son de dos tipos directos e indirectos. Los
costes… No.
T: Mantén la tensión.
T: No del todo. Recuerda que sientes frío todo el tiempo. También tu cuerpo.
Hay viento norte y sur.
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T: Y no suenes triste, bajo ninguna circunstancia debe sonar trágico. Tal vez
deba dejarte sola un rato.
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Hombres de TV: Safo
Detrás de las lunas, una lámpara que zumba con mil avispas rotas.
Frío Temblor Verde Pequeña Muerte desaparece
¡Acción!
Desaparecer desaparece
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LA IRONÍA NO BASTA: ENSAYO SOBRE MI VIDA COMO
CATHERINE DENEUVE (Segundo borrador)
Comienzo
Los comienzos son duros. Safo lo expresó sin rodeos. Hablando de una
muchacha, Safo dijo, Me estás abrasando. Deneuve suele empezar con ella
misma y una muchacha juntas en una habitación de hotel. Alucinas. Mientras,
el cuerpo persiste. Sentada en la mesa del seminario con el suéter abrochado
casi hasta el cuello, se dedica a explicar diversos aspectos de la reforma
monetaria ateniense. Fue Solón quien introdujo en Atenas un sistema
monetario con un valor supuesto. Los ciudadanos debían aceptar monedas
llamadas dracmas, didracmas, óbolos, etc., pero las monedas mismas no
contenían plata por ese valor. Acuñaciones sustitutivas. Dinero que miente
sobre sí mismo. Los estudiantes toman nota de todo cuidadosamente, uno
dormita, Deneuve sigue hablando de dinero y superficies. Pequeños azules,
pequeños blancos, pequeños tafetanes de hotel. Alucinas. Suena el timbre que
anuncia el final de la clase. Tiene un prepucio pero por miedo a gastarlo usa
el de otro hombre cuando copula, es lo que los enemigos de Solón solían
decir de él, concluye Deneuve. Metáfora fiscal. Se abrocha el botón superior
y el seminario termina.
días
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partes
fines de semana
Los fines de semana son largos y blancos. La nieve se apila contra la puerta.
Hilos distantes de piano desde el piso de abajo. Deneuve friega la cristalería.
La seca. Las horas fluyen. En la habitación del hotel anochece, una muchacha
se gira, Tengo que confesar algo. Alucinas. Dos líneas rojas paralelas de
distinta longitud avanzan lentamente sin tocarse.
teléfonos
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que no había oído nunca antes en el teléfono, es animal. Las garras corren a
través de ella y se vuelven hacia la pared. Hoy faltaré al seminario. Pensé que
debía saberlo. La muchacha se detiene. Deneuve espera. Y luego, ¿Le
importa? con una risa —se desploma— colgante. Deneuve se lanza a por una
respuesta. Sí. No. Sin respuesta. Respuesta equivocada. Pregunta equivocada.
¡Pregunta trampa! Gira sobre su eje, forcejean, sueltan, aferran. Pienso ir el
miércoles, dice la muchacha. Hazlo, responde Deneuve. Señal de línea libre.
El mundo se ablanda y oscila hasta golpear el vacío en mitad de
LunesMiércolesViernes. Cincuenta y tres horas.
nieves
Nieva toda la noche, nieva todo el día. Sigue nevando a media tarde cuando
Deneuve levanta los ojos de sus apuntes y ve las orejas enrojecidas de una
muchacha, sus cejas enyesadas de nieve. Está apoyada en el marco de la
puerta y sostiene sus gafas por una patilla rota. Deneuve le ofrece cinta
adhesiva. La muchacha arregla la patilla, deja caer su abrigo en el suelo, se
sienta junto a él. Saca su libro de griego y comienza a traducir, como si lo
hubieran acordado previamente. ¿Fue así? Deneuve siente una fuerza vital tan
intensa que no se para a pensar en las partes o en por qué sucede lo que
sucede. La víctima de una situación irónica es típicamente inocente. El
atardecer empapa gradualmente el cuarto, pronto hay demasiada oscuridad
para seguir leyendo. La muchacha recoge su abrigo, se demora en el umbral,
se fue. Gracias, flota desde el pasillo. Deneuve baja los ojos y ve sus pies
desnudos. Moi je comprends pas ça, les susurra.
tubos
Deneuve dice la verdad todos los viernes, es una norma (Sócrates también lo
hacía). La muchacha llega temprano a su oficina, tira una silla a su paso y
comienza a llorar. Problemas con su novio en París. Lo más importante de mi
vida. Deneuve se da la vuelta y observa por la ventana una destemplada
mañana de marzo. ¿Sabes cómo llegan hasta nosotros los diamantes? A
trescientas millas bajo tierra hay temperaturas y presiones que comprimen el
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carbón en formas resplandecientes, impulsadas durante meses o días u horas
por pasillos de hotel llamados tubos de diamantes hasta que emergen en una
pila de tafetán y chocolate una tarde iluminada por la luna, algo que ningún
ser humano ha presenciado. Alucinas. Merde alors. Deneuve mira los ojos
enrojecidos de la muchacha.
¿Qué quieres?
Estar en la misma habitación que él.
Admiro tu claridad.
Debo irme.
Después que la puerta se cierra Deneuve mueve todos los libros de un lado a
otro de su mesa. Luego los devuelve a su sitio. El olor de la muchacha en el
cuarto se desvanece lentamente.
hombres
me vuelvo
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Mala idea esta fantasía, piensa Deneuve mientras recoge sus cosas después
del seminario del viernes. La muchacha no ha entregado los tres últimos
trabajos, suspenderá el primer semestre del curso. Deneuve sortea la puerta
principal para salir a la calle cuando lo inesperado tropieza con ella. La
muchacha extiende un puñado de páginas contra su pecho. Qué bien que la he
encontrado, dice. Deneuve retrocede. Dobla las páginas dos veces. Las
empuja dentro de su cartera. Titubean en círculo junto a la entrada. La
muchacha la mira con extrañeza. Nunca la vi antes en este estado.
¿Qué estado?
Cohibida, dice la muchacha con una mueca.
Deneuve tiene la impresión de estar colgando de un anzuelo. La muchacha
comienza a hablar de su novio en París. Que piensa que es demasiado
dependiente. ¿Tú? dice Deneuve, golpeando a toda velocidad el fondo de un
conducto volcánico, con todos sus diamantes moviéndose en la dirección
equivocada. Toujours comme ça. La belleza se marcha. Más tarde, en casa,
Deneuve se sienta junto a una ventana. El olor de la noche tan diferente al
olor del día. La oscuridad helada como hojalata vieja. Como gatos fríos.
Como la palabra pauvre.
noches
Las preguntas no siempre son trampas, ¿verdad? Deneuve invita a cenar a los
alumnos de su seminario. Pasa el día cocinando. Las berenjenas brillan en el
tablero de cocina. La lechuga llena el fregadero. La carne gotea. Pequeños
blancos, pequeños azules, la habitación de hotel reemplazada ahora por un
solitario paseo del Bois de Bologne. Ya sé que no es tu mundo te aburres? No,
no me aburro. Una chica alza los ojos, expulsa el humo del cigarrillo, hace
una mueca. Alucinas. Cae la noche. Los estudiantes van llegando. Apilan
platos de comida. Llenan copas de vino y se sientan en el suelo y dicen cosas
milagrosas. Les mira uno por uno. Espera. Bebe un sorbo. La noche avanza.
Hay comida por toda la habitación, luego desaparece gradualmente. Los
estudiantes se reúnen y dispersan en puertas diferentes, luego también ellos
desaparecen gradualmente. Son casi las dos de la mañana cuando cierra la
puerta, apaga la luz del porche, regresa sin prisa por el pasillo. Por la ventana
puede ver la nieve caer en diagonal bajo una farola amarilla. El castigo de
Dios, no probablemente no. Curioso, no se le había pasado por la cabeza que
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la chica no se presentara. Deneuve vacía una copa y se seca los labios.
Comienza a recoger copas y platos y restos de comida. Retira las sillas.
Ordena las botellas junto a la puerta. Llena el lavaplatos y se sienta a ver
pasar el resto de la noche. La habitación de hotel respira a la luz de la luna,
fluye a la luz de la luna. Qué es lo que tienes ahí una cicatriz.
guerras
detalles
A pesar de todo hay pequeñas preguntas que uno quisiera plantear a Sócrates.
O mejor aún a Safo. Avec tes rnains brûlées.
traduzco
La oficina está inundada de luz nueva cuando Deneuve llega el viernes. Hay
una nota bajo la puerta. De un alumno que no puede asistir al seminario hoy
Pero ¿puedo verla a las cinco? garabateado en una página arrancada de Der
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Spiegel. Aquí está Ingeborg Bachmann jugando al ajedrez. Deneuve examina
a Ingeborg Bachmann, cuya mirada franca cae directamente sobre el pequeño
caballo en el centro del tablero, cuya mano aparta su brillante flequillo hacia
su izquierda. Gracias a la fuerza que le da pensar en el flequillo de Ingeborg
Bachmann, Deneuve es capaz de dar un seminario alusivo y ligeramente
sarcástico a toda velocidad sobre uno de los fragmentos líricos del siglo VI
a. C. que más le gustan, un poema sobre humedad y sequedad, sobre el deseo
masculino y el deseo femenino y en qué difieren. Imaginad un jardín
primaveral de ramas regadas y muchachas intactas. El tiempo las sume en lo
más hondo de su presión amorosa, brotes empapados de puro uso en el
mecanismo de relojería femenino. Pero ¿qué es eso negro que desciende
como un rayo desde Tracia agostándolo todo sin razón ni estación? ¡El deseo
masculino se ha vuelto loco ha confundido las marchas y en cualquier lugar a
cualquier hora sin aviso ni agua hace añicos los pulmones de la pobre poeta!
Deneuve hace una pausa. Mira a su alrededor. Nadie está dormido. Lee el
último verso del poema en voz alta. «Pulmones» se yergue con apostura
varonil como la última palabra; repite la palabra. En griego arcaico, phrenes.
Normalmente traducido como «corazón» en las versiones modernas porque
no comprendemos muy bien de qué forma opera el amor. Respirar es amar.
Añade un breve resumen de la vieja teoría respiratoria, evitando los ojos de la
chica, que se ha sentado justo al otro lado de la mesa y lleva un pendiente
nuevo. Gracias, dice después de que la muchacha traduce una frase griega
con extrema vulgaridad, haciendo que los demás se rían. Suena el timbre. La
muchacha se va de forma abrupta. Deneuve se queda sentada mientras el aula
se vacía. Luego apoya la cabeza en la mesa y se echa a reír. Cómo funcionan
los pulmones. Como dice Safo:
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EPITAFIO: DESHIELO
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FREUD (Segundo borrador)
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SUCIEDAD Y DESEO: ENSAYO SOBRE LA
FENOMENOLOGÍA DE LA POLUCIÓN FEMENINA
EN LA ANTIGÜEDAD
tactos
Como miembros de la sociedad humana, tal vez la tarea más difícil a la que
nos enfrentamos diariamente sea la de tocarnos unos a otros, ya se trate de un
tacto físico, moral, emocional o imaginario. Todo contacto es crisis. Como
afirman los antropólogos, «todo tacto es un golpe modificado»[2]. Cualquier
forma de contacto entraña la dificultad de que viola un límite fijo, vulnera una
categoría cerrada a la que no pertenecemos. Los antiguos griegos parecen
haber sido aún más sensibles que nosotros a tales transgresiones y a la
importancia crucial de las fronteras, personales y extra-personales, como
garantías del orden humano. Su sociedad desarrolló un complejo aparato
cultural que incluía rituales como la súplica, la hospitalidad y el intercambio
de presentes, y que los historiadores y antropólogos apenas si comienzan a
comprender como mecanismos para definir y asegurar el límite de las cosas
en el mundo habitable. La civilización es una función de límites.
En una sociedad así, aquellos individuos que presuntamente carecen de
control sobre sus propios límites, o que tienen un talento especial o disponen
de oportunidades para confundir los límites de los otros, inspiran miedo y
reacciones de control en el resto de la sociedad. Así es como se considera a
las mujeres en la sociedad de la antigua Grecia; así también, a los suplicantes,
los extraños, los invitados y otros intrusos. Pero la amenaza que representan
las mujeres no sólo es mayor en grado que la de otros transgresores de límites,
sino que es de otra especie. «Que no lave su cuerpo en el baño de las mujeres
el varón: pues a su tiempo también hay sobre esto un lamentable castigo»,
aconseja Hesíodo[3]. Cuando nos centramos en las actitudes de los griegos
ante lo femenino, y en el tratamiento que le daban, vemos que esta ansiedad
sobre los límites está asociada a un punto de vista muy particular: el de la
higiene física y moral. Cuestiones relativas a la polución, que no son
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particularmente notorias en otros rituales sociales como el intercambio de
presentes o la súplica, se hacen valer cuando las crisis de contacto implican
relaciones entre lo femenino y lo masculino. A fin de hallar el motivo,
debemos aventurarnos muy por debajo de la superficie misma de los rituales y
los individuos.
La transgresión femenina comienza en un hecho social. La mujer es una
unidad móvil, como no lo es el hombre, en una sociedad que practica la
residencia patrilocal (se entiende que así funcionaba la sociedad griega).
Desde su nacimiento, el ciudadano masculino tiene un lugar fijo en la casa y
en la ciudad, pero la hembra se mueve. La esposa contrae matrimonio y toma
residencia no sólo en el corazón de su marido (en el mejor de los casos) sino
en su casa. Esta transgresión es necesaria (para legitimar la continuación de la
casa), peligrosa (en la medida en que la casa conlleva una seria y permanente
crisis de contacto) y crea el contexto para ciertas variedades ilícitas del
movimiento femenino, por ejemplo, el de la adúltera fuera de la casa de su
esposo, con los daños consiguientes a la propiedad y la reputación
masculinas. El hecho social de la movilidad femenina planteó a la sociedad
griega un conjunto de problemas tácticos y morales que nunca llegó a resolver
del todo, pero que trató de aclarar, durante los periodos arcaico y clásico,
recurriendo a diversas creencias sobre la polución y a un código de conducta
capaz de gobernar las rniasmata (contaminaciones, corrupciones) en
general[4]. Aislar y separar a la hembra de la sociedad y de sí misma era,
como veremos, la estrategia que informaba muchas de las nociones,
convenciones y rituales que rodeaban la vida femenina en el mundo antiguo.
Quiero examinar la lógica y la práctica de esta estrategia preguntando, en
primer lugar, qué entendían los antiguos por «suciedad» y por qué les
disgustaba, y, en segundo lugar, qué hacían con esta suciedad y con su
disgusto. No será posible, en lo que sigue, distinguir lo físico de lo metafísico,
el concepto de la causa. Pero si estudiamos con atención el dilema que plantea
la suciedad femenina, comenzaremos a ver el contorno de una ideología de
efectos poderosos. Determinó el diseño no sólo de la antigua ceremonia de
boda sino también de un célebre poema de Safo.
lógica
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Fisiológica y psicológicamente las mujeres son húmedas. Hipócrates
distingue así entre macho y hembra:
Las hembras, que son más afines al agua, se desarrollan a partir de comidas, bebidas y hábitos
fríos, húmedos y blandos; los machos, más próximos al fuego, de los alimentos secos y cálidos y
de una dieta semejante[5].
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hincha, se encoge, tiene pérdidas, es penetrada, sufre metamorfosis. Las
mujeres de la mitología pierden regularmente su forma para caer en la
monstruosidad. Io se convierte en una vaquilla, Calisto se vuelve una osa,
Medusa hace brotar serpientes de su cabeza y Escila perros aulladores de su
cintura, las sirenas y la Esfinge acumulan partes bestiales que no casan con el
resto de su cuerpo, mientras que Dafne pasa a ser una hoja y Pasifae una vaca
mecánica. Las Grayas son tres ancianas repugnantes que comparten una
misma forma humana, lo que las obliga a intercambiarse un ojo o un diente
conforme los necesitan. Nalmacis es una ninfa que funde su forma con la de
su amado para producir, en honor de él, un monstruo bisexual llamado
Hermafroditos. La Hidra genera cabezas tan rápidamente como le son
cortadas. Las Amazonas (a quienes les falta un pecho) deben su apariencia
pavorosa al celo con que adaptan su forma personal.
Al mismo tiempo, las mujeres míticas son notorias adaptadoras de las
formas y los límites de los otros. Una y otra vez abren recipientes que tienen
instrucciones de no abrir (por ejemplo, Pandora, las hijas de Cécrope, Dánae)
o destruyen algo guardado en un recipiente a su cuidado (corno Altaya la
psique de Meleagro). Son recipientes poco fiables: tanto Zeus como Apolo
sienten la necesidad de arrancar a sus vástagos del útero de la madre e
interiorizarlo para mayor seguridad (Zeus toma a Dionisio de Sémele, Apolo
rescata a Asclepio de Coronis), mientras que Cronos devora vivos a sus
propios hijos tan pronto emergen de Rea[10]. Aún más inquietantes son las
numerosas mujeres que someten a la forma masculina a una reforma directa y
violenta. Escila corta un rizo vital de la cabeza de su padre, Agave decapita a
su hijo con sus propias manos, Medea le quita el clavo a Talos, Cibeles castra
a Atis con un hacha. Las mujeres míticas violan con frecuencia la virilidad
envolviendo la forma masculina en algo informe y fatal, como la Clitemnestra
de Eurípides envuelve a Agamenón en una «red inextricable», la Deyanira de
Sófocles cubre a Hércules en una «nube mortal» que se come la forma de su
carne o la Nefele de Píndaro atrapa
a Ixión con el engaño de su propio cuerpo:
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masculina, la castración de Urano. Al crimen típico de las mujeres griegas el
mito le asigna un castigo no menos típico en la leyenda de las hijas de Dánao:
cuarenta y nueve novias que asesinan a sus prometidos en la noche de bodas y
son condenadas a pasar la eternidad en el submundo recogiendo agua con un
cedazo o una jarra agujereada[12]. El cedazo es un utensilio que
encontraremos más de una vez en nuestra investigación de la simbología
femenina; por ahora, baste decir que el cedazo de las Danaidas resume en una
sola imagen infernal todos los aspectos
problemáticos de la relación entre la mujer y los límites[13].
Hay, pues, un cimiento mitológico de suposiciones, también operativo en
los argumentos de filósofos como Platón y Aristóteles y vinculable al
comportamiento histórico, que considera a las mujeres criaturas informes que
no pueden o no saben o no quieren respetar sus propios límites, y que son
terriblemente propensas a confundir los límites de los otros. Cuando
comenzamos a observar la etiología de este concepto, hallamos, a mi juicio,
una desconfianza profunda y permanente de «lo húmedo» en virtud de su
habilidad para transformar y deformar.
El pensamiento griego está de acuerdo en que el estado más saludable de
un ser humano es la sequedad, a condición de que no sea excesiva. «El alma
seca es la más sabia y la mejor», afirma Heráclito. Los hombres maduros en
un estado saludable, libre de dolencias, son secos: por ejemplo, Zeus, cuya
mente funcional y eficiente es descrita por Homero como «pulmones secos».
La humedad mental es una condición intelectualmente deficiente; así pues,
Aristófanes habla de la necesidad de un hombre de «secar su mente» si quiere
decir «algo inteligente», mientras que Heráclito atribuye a un «alma húmeda»
la incapacidad de un hombre borracho de «saber a dónde va». El estado seco
de agudeza mental puede minarse de varias formas. Diógenes de Apolonia
propuso en el siglo quinto que el elemento consciente del hombre se compone
de aire, y que la inteligencia de un individuo depende de la sequedad de dicho
aire:
El entendimiento es tarea del aire puro y seco. Pues la humedad entorpece la inteligencia, y así en
el sueño, en la ebriedad y en el exceso, el entendimiento disminuye[14].
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el corazón del envidioso en un epigrama helenístico[15]. De todas las
emociones, con mucho las más devastadoras son las del deseo erótico, pues el
amor combina un efecto licuescente con un calor feroz: el amante a quien
Eros no funde puede acabar calcinado. Así pues, del deseo se dice
alternativamente que funde, hace fluir, ablanda, disgrega, hierve, asa, ahoga y
desintegra al amante que toma por víctima[16]. Los hombres se enorgullecen
de ser capaces de resistir estos asaltos a sus límites fisiológicos y
psicológicos. Un fragmento de Sófocles nos instruye: «El pecho de los
hombres valientes no se ablanda». La antigua teoría médica respalda la
creencia de que la sequedad es lo mejor, además de ser una prerrogativa
masculina. Según Hipócrates, la madurez del físico masculino se consigue
cuando el «fluir de lo cálido ya no se impone, sino que queda detenido, y al
aquietarse el cuerpo en su crecimiento se queda enfriado»[17].
lascivas
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otro hombre de que su hetaira le devorará de un bocado. Tanto Hipócrates
como Platón promueven la teoría del «útero errante» («un animal deseoso de
procreación en ellas, que se irrita y enfurece cuando no es fertilizado a
tiempo»), es decir, una explicación de la histeria femenina que presupone que
las mujeres tienen un anhelo incontrolable de sexo. Aristóteles da por sentado
que la intemperancia femenina es una consecuencia de su debilidad y una
razón para contraer matrimonio con muchachas «en torno a los dieciocho
años»[20]. En los historiadores griegos, siempre que se menciona una sociedad
o un estado de cosas gobernado por las mujeres, se presupone que tales
situaciones incluirán un alto grado de promiscuidad femenina. Por ejemplo,
Filo de Biblos explica la tradición de la descendencia por línea materna de
este modo: «Rastreaban su descendencia por el lado de su madre porque
antaño las mujeres gozaban del favor de cualquier hombre con el que se
encontraban». Filo da por sentado que, de no hallarse bajo el control de un
sistema alternativo, las mujeres se dejarían llevar por su lascivia[21]. ¿Cuál es
el vínculo entre lascivia y humedad? En primer lugar, sus humedades y su
maleabilidad hacen a la mujer más vulnerable a la irrupción del deseo erótico
en la forma psíquica. En segundo lugar, la humedad femenina da a la mujer
un arma, que el hombre no posee, contra el calor y la sequedad excesivas que
pueden acompañar el deseo. Hipócrates mantiene que el calor ardiente de la
canícula (segunda mitad de julio) es beneficioso para quienes son «de
naturaleza flemática, los de constitución húmeda y las mujeres», aunque a los
hombres en general les hace «secarse en demasía». Aristóteles se inclina por
la dimensión erótica de este asunto y se pregunta: «¿Por qué en el verano los
hombres son menos capaces de realizar el coito y las mujeres más?». A lo que
responde:
¿O es porque las naturalezas calientes en el verano se abaten por exceso de calor, mientras que las
frías se calientan? El hombre es seco y caliente, y la mujer es fría y húmeda. Así que la fuerza del
hombre se encuentra debilitada, y la de las mujeres florece al equilibrarse con su contrario[22].
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Empapa de vino los pulmones, pues la estrella está haciendo un giro y la estación es dura y todo
está sediento por el calor y resuena desde el follaje la cigarra cantora… y florece el cardillo. Ahora
están más peligrosas las mujeres y débiles los hombres, pues… su cabeza y sus rodillas Sirio las
hace arder…[23]
Una palabra merece aquí especial atención. Los editores de Alceo nos
avisan por lo general de que no podemos saber con exactitud lo que el poeta
entiende por µιαρώταταί: «peligrosas». Los traductores tienden a reducir la
palabra a un término insultante pero indefinido como «abominable» o
«malditas». Sin embargo, a juzgar por el resto de su poesía, el léxico de
insultos de Alceo es cualquier cosa menos indefinido; es uno de los poetas
más francos del periodo arcaico. Además, hay una clave poderosa que desvela
su sentido en unos versos del poeta beodo Hesíodo. Pues es obvio que Alceo
ha modelado su propio poema a partir de un celebre pasaje de Trabajos y días
de Hesíodo[24]. En términos casi idénticos, Hesíodo describe una escena de
estío en la que los cardos florecen, las cigarras vierten una canción tras otra,
las cabras están bien alimentadas, el vino es perfecto. Y entonces añade:
Pues nada mejor le depara la suerte al hombre que la buena esposa y, por el contrario, nada más
terrible que la mala, siempre pegada a la mesa y que, por muy fuerte que sea su marido, le va
requemando sin antorcha y le entrega a una vejez prematura[25].
Hesíodo abandona aquí las metáforas del clima y caracteriza al poder sexual
femenino como un factor de marchitamiento. La mujer voraz, con sus
incesantes exigencias, «requema» a su «marido» en el fuego inextinguible de
su apetito, consume su fuerza varonil y le entrega a la «vejez» de la
impotencia prematura[26]. Hallamos una queja similar en el poeta Páladas de
Alejandría:
Página 134
y temprana vejez inflige al joven[27].
bestias
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con andar bravío y evitando a los hombres. Se la califica de «bastante
salvaje» o «indómita» y se la caracteriza como un cervatillo, una vaquilla, una
potranca, una serpiente, una gacela, un pájaro implumo, una judía hinchada,
una manzana verde. La mujer iniciada en el sexo, por otro lado, a menos que
disfrute de los beneficios de la supervisión masculina, pronto pasa del
libertinaje a la bestialización. La hembra madura y sexualmente activa se
caracteriza como una perra, un asno, una comadreja, una yegua paridora y una
cerda salvaje que gruñe para liberarse. La palabra hippos (caballo) es una
forma célebre de referirse a una «mujer lasciva». Aristóteles explica el
porqué: «De las hembras, las más ardientes en desear la unión son las yeguas
y luego las vacas. Así pues, las yeguas se vuelven locas por los caballos y de
ahí procede que a guisa de insulto se aplica el nombre de este animal a la
mujer que se abandona sin medida a los placeres sexuales»[32].
Sin embargo, las consecuencias de emparejar los conceptos de mujer y
salvaje son algo más que idiomáticas. Se nos dice que Temístocles unció una
vez a cuatro prostitutas a un carro y las condujo al mercado[33]. Moldeamos
nuestras expectativas morales, de nosotros y de los demás, por el modo en que
clasificamos. No se esperaba que la hembra griega tuviera más control de sí
misma o de sus impulsos que una perra en celo[34]. Esta convicción se expresó
tempranamente en la legislación de Solón, que restringía los paseos, los
festejos, los ajuares, el duelo, la comida, la bebida y la actividad sexual de las
mujeres, y también, más adelante, en la institución de los gynaikonomoi
(supervisores de las mujeres), magistrados especiales encargados de guardar
la «decencia» y el «orden» femeninos[35]. La legislación de Solón no es sino
un ejemplo bien conocido de un conjunto complejo de normas que restringían
los movimientos y la ropa y las acciones de la mujer, los espacios y gestos y
prendas que conformaban su ámbito vital. Todas estas restricciones
comparten una determinación semejante: ya que la mujer no se limita a sí
misma, debe ser limitada. Como sostiene Aristóteles, la celebrada virtud
griega del autocontrol (sophrosyne) ha de definirse de manera distinta según
se aplique a los hombres o a las mujeres. La sophrosyne masculina es una
forma de autocontrol racional y una resistencia al exceso, pero, para la mujer,
sophrosyne significa obediencia y consiste en someterse al control de los
otros[36].
En su estado natural, pues, la mujer exige que la atención de la cultura le
imponga esas virtudes, físicas y metafísicas, a fin de garantizar su virtud
contra la transgresión y la digresión. Jenofonte describe el alojamiento de las
mujeres en una casa típica del siglo quinto y dice que está «separado por una
Página 136
puerta con cerrojo del de los hombres, para evitar que se saque algo de dentro
que no convenga ni puedan procrear hijos los esclavos sin nuestro
consentimiento»[37]. Los términos empleados por Jenofonte son ambiguos. No
nos dice en qué lado de la puerta estaba echado el cerrojo: la preñabilidad de
los límites femeninos plantea a la cultura masculina un problema con más de
dos caras. La mujer está sujeta no sólo a incursiones desde fuera sino a fugas
desde dentro y, por esta razón, su sola presencia puede constituir una amenaza
a la integridad de la casa de la que forma parte y de la ciudad que la rodea.
Por esta razón, la ley ateniense prohibía a un esposo que hubiera sorprendido
a su mujer en un acto de adulterio a seguir viviendo con ella en la misma casa.
Por esta razón, las mujeres culpables de adulterio eran excluidas por ley de
los sacrificios públicos. Y esta exclusión era necesaria, según explica
Demóstenes, «para que no hubiera contaminación ni sacrilegio en los lugares
sagrados»[38]. A fin de entender con exactitud lo que Demóstenes entiende
aquí por «contaminación», debemos tomarnos muy en serio la topografía de
lo sagrado y lo profano. Las adúlteras plantean una amenaza espacial a la
higiene pública de su ciudad. Su suciedad es algo que llevan consigo como un
contagio. Lo que nos lleva a esta pregunta: «¿Qué es suciedad?».
suciedades
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familia y de la casa en el matrimonio, la prostitución y el adulterio. Son, en
tanto que entidades psicológicas, compuestos inestables de engaño y deseo,
propensos a fugas o pérdidas.
En suma, el cuerpo femenino, la psique femenina, la vida social femenina
y la vida moral femenina son penetrables, porosos, mutables y están sujetos
todo el tiempo a la contaminación. Así, cuando Aelio define a una mujer
como «una bestia más contaminada que un áspid», explica que «un áspid
destruye con su veneno pero a una mujer le basta tocar a su víctima para
matarla». El tacto femenino es una crisis mortífera: su contaminación gotea al
menor contacto. De una casa o una sociedad que no tome las medidas
pertinentes para contener las pérdidas de sus mujeres se dice que surca el mar
de la vida en una nave melia, según un sabio y antiguo proverbio. La
expresión «nave melia», que denota un navío agujereado, surgió por vez
primera en conexión con un tal Hipotes a quien se designó para fundar una
colonia para los melios. Pero los hombres de Melia se negaron a navegar con
él. «Dieron toda clase de excusas; algunos decían que sus barcos estaban
agujereados, otros que sus mujeres no se encontraban bien, por lo que se
quedaron en casa. Hipotes entonces les lanzó una maldición: que nunca
encontrarían un barco bien calafateado y que serían gobernados por las
mujeres para siempre»[41]. La maldición de Hipotes se dirige a la trama
misma y el sentido común de la vida melia. La mujer incontrolada es un
peligro, un barco lleno de agujeros es la imagen de ese peligro. Hipotes
condena a la civilización melia al caos.
pérdidas
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los cabellos,
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Llamo la atención sobre la cosmología de Ferecides porque se centra en
los esponsales de Zeus. Las antiguas ceremonias de bodas son un lugar donde
la teoría de la contaminación femenina y el control práctico de la
contaminación convergen de manera ostensible. Ferecides nos introduce
directamente, como hizo Safo de manera oblicua, en el código de vestuario
que regula la decencia femenina en el mundo antiguo e informa el simbolismo
sagrado del rito matrimonial. Su foco es la cabeza. Los tocados son cruciales
para el honor femenino, un índice de pureza sexual y estatus civilizado[44].
Ninguna mujer decente se muestra en público sin su tocado; sólo los niños,
las rameras y las ménades se pasean sin velo. La palabra griega más corriente
para referirse al tocado femenino es kredemnon, cuya fuerza simbólica es bien
visible si atendemos a sus tres usos. En su sentido lato, denota una cinta de
pelo para mujeres, pero kredemnon también se emplea para referirse a las
«almenas (diademas) de una ciudad» y la «tapa de una botella»[45]. Es
evidente lo que estos tres usos tienen en común. Una botella cerrada con
corcho, una ciudad fortificada y una mujer con velo son recipientes cuyos
contenidos están sellados contra la suciedad y la pérdida. La tapa es un
certificado de pureza.
tapas
Página 140
En Beocia, después de cubrir a la novia, la coronaban con una guirnalda de espárragos, ya que, así
como estos producen sobre un tallo erizado de espinas el fruto más dulce, del mismo modo la
esposa proporcionará al marido, que no la rechaza ni se enfada por la primera dificultad y disgusto
de ella, una unión pacífica y dulce[49].
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vínculo entre la nave agujereada (el cedazo donde se porta el pan) y el
presente mismo del pan que el ritual rescata del barco lleno de vías de agua.
Es importante señalar que durante el festejo y el acto de distribución del pan
la novia permanece cubierta por un velo, pues no es sino al final de estos
acontecimientos cuando tiene lugar el clímax de la ceremonia: el momento en
que la novia se incorpora o se da la vuelta y, mirando a su novio y a los
hombres de su hogar al otro lado de la estancia, se desprende de su velo.
Las figuras rojas que aparecen en un lutróforo del Museo de las Artes de
Boston retratan este momento[52]. Aquí vemos a la novia con el rostro vuelto
hacia su prometido, que la mira fijamente mientras ella se levanta el velo con
ayuda de una asistente femenina (nympheutria) que permanece a su
espalda[53]. Esta acción, llamada anakalypteria (desvelamiento), es la que da
nombre a toda la primera parte de la ceremonia. Supone la consagración
oficial del matrimonio, de forma que, a partir de este momento, la novia se
considera ya casada[54]. Los elaborados regalos que el novio daba a la novia
en esta etapa de la ceremonia recibían el nombre de la anakalypteria, «regalos
del desvelamiento»; pero tenían también un nombre alternativo, la
diaparthenia, «regalos de la virginidad», y se llamaban así, según Pólux,
porque se les consideraba «presentes dados a cambio de disponer de la
virginidad de la novia»[55].
En otras palabras, por lo que a la novia respecta, el anakalypteria es la
acción sagrada decisiva de la ceremonia de bodas. En el momento del
desvelamiento, por primera vez, el límite intacto de su persona es violado por
el contacto: el contacto de la visión. Las antiguas fuentes léxicas no dejan
lugar a dudas sobre este hecho: la exposición visual era la función y la razón
oficial del rito del anakalypteria. «Para que pueda ser vista por los hombres»,
tal es la razón por la que la novia se quita el velo, según nos dicen los
lexicógrafos[56]. Una vez lo ha hecho, la mirada del novio desde el otro
extremo de la estancia penetra su velo abierto. Ya no es parthenos. Ha sido
tocada.
Éste es el momento al que se refiere, metonímicamente, Ferecides en su
relato de la boda sagrada de Zeus y Chtonie, pues concluye la descripción de
su boda diciendo: «La gente arguye que fue el primer anakalypteria y de ahí
surgió la costumbre de los dioses y los hombres»[57]. Este es el momento al
que renuncia Andrómaca en la Ilíada de Homero cuando, al oír la nueva de la
muerte de Héctor, toma la kredemnon de su cabeza (un regalo de bodas de
Afrodita) y la tira al suelo[58]. Este es el momento expuesto (y sobrexpuesto)
por Safo en el que tal vez sea su poema más controvertido:
Página 142
Un igual a los dioses me parece
el hombre aquel que frente a ti se sienta
de cerca y cuando dulcemente hablas
te escucha, y cuando ríes
Página 143
anakalypteria, se trata de un poema concebido «por la revelación misma»,
como dice Longino. Sin embargo, no es la novia la que se revela en este
matrimonio. No son los límites materiales del velo nupcial los que se abren y
caen a un lado. No es el novio el que, de pronto, ve lo que no ha visto antes.
Safo ha construido su poema como una variante de las formalidades rituales
de la ceremonia del desvelamiento a fin de situar sus propias emociones, que
son intensamente personales y están apropiadamente escondidas, en el
momento de exposición más extraordinario de la vida femenina, y así redirigir
su significado ritual hacia sí misma con una ironía referencial tan afilada
como un rayo de luz. El resultado es lo que Joyce habría denominado
«infrahumano»: la novia se quita el velo pero la poeta se vuelve transparente.
Y, de un extraño modo, el poema de Safo confirma todo lo que hemos oído
decir a los griegos sobre lo femenino, a saber, que desbarata los límites y
desafía las reglas que ponen la materia en su sitio. Supongo que esto es
deliberado. Safo ha escogido el más solemne y autoritario de los rituales que
sacralizan los límites femeninos y lo ha empleado para hacer estallar la
distinción entre lo exterior y lo interior de su ser. A estas alturas, no estoy
muy segura de si podemos definir el espíritu con que lo hace. Safo es una de
esas personas que, cuanto más las ves, menos las conoces. Pero ella,
precisamente, como representante de la misteriosa y contaminada especie de
la antigua feminidad, podría haber sido la inspiradora o destinataria del
famoso epitafio de Dorothy Parker:
Página 144
SIN EPITAFIO
enrollando bolas de masa hervida con una flauta de bambú para el festival
de primavera.
Él y sus colegas cantaban canciones tradicionales paladeando el aire
nocturno.
La cocina a esa hora era inmensa y diferente,
trabajaban
juntos en una esquina remota oyendo cómo sus voces se detenían
antes de llegar demasiado lejos. El ganso volador el vagabundo
¿cuántos días desde que dejé el hogar? (cantaban) el ganso volador
Página 145
el vagabundo los dos se han ido sólo uno volverá.
sucedían cosas.
Página 146
y mientras tanto el trabajo era muy duro.
Página 147
y harina teñida de sangre de ratón.
Página 148
¿Algún problema? Un viejo operario murió de apendicitis
en el turno de noche y el cuerpo no podía incinerarse
hasta que ciertas desavenencias
entre el hospital y la familia no se resolvieran.
Alguien tendría que cuidar del cuerpo, formaron un círculo pequeño,
las sombras de sus cuerpos se alargaban contra todos los rincones del
cuarto.
¿Cómo fue? Tranquilo dice. Todas las noches, durante una semana,
hizo compañía a los brazos vacíos del muerto.
Mirando por la puerta abierta vemos alzarse a Venus.
Vale ahí está.
El frío se arremolina.
No es bueno que los hombres parloteen tanto.
Página 149
Página Suya
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APÉNDICE AL TIEMPO ORDINARIO
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(Colección Berg de la Biblioteca Pública de Nueva York)
Página 152
EPÍLOGO
Página 153
«QUIERO SER INSOPORTABLE»
(Habla Anne Carson)
Entrevistador: …
Anne Carson: No veo que la entrevista sea una forma muy útil, al menos
para mí, porque termino mintiendo. Existe esa presión de decir algo
moderadamente sabio a cada instante y, como sabes, en la conversación
cotidiana la sabiduría no emerge a cada instante. Así que me pone nerviosa.
E: …
AC: No me gusta pensar sobre mí, no me gusta pensar sobre quién soy. Es
como tomar conciencia de tu propio caminar. Acabas tropezando.
E: …
AC: Prefiero las preguntas a las respuestas. Es más pedagógico.
E: …
AC: Dar una respuesta cierra una puerta, y esto es algo que no quieres
hacer si eres profesor. Prefieres permanecer en el umbral y hacer algún gesto
Página 154
interesante para que la gente vaya entrando, pero no empujarles dentro y
echar el cerrojo. Así no aprenderán nada.
E: …
AC: Dar clases me proporciona una estructura vital y gente con la que
hablar; contribuye a mi cordura.
E: …
AC: Cuando eres joven puedes hacer cosas que no haces con más edad.
No puedes ser sencillo otra vez. Quiero decir, sencillo en el mejor sentido de
la palabra. Si releyeras los ensayos que escribiste en tu juventud, algunos te
parecerían profundos y desearías poder escribir así ahora, pero no es posible.
El río arrastra cosas a su paso y se ensucia. Es imposible escribir cosas
limpias cuando eres viejo.
E: …
AC: El idioma griego es tan bueno… una vez que lo descubres ya no tiene
sentido hacer otra cosa. Es el mejor idioma del mundo. Es mejor que el latín.
El latín es bueno, pero es una especie de matemática del sentido mientras que
el griego es un arte. Es simplemente asombroso. El día que encuentre los
límites del idioma griego imagino que dejaré de estudiarlo. Pero no los he
encontrado aún.
E: …
AC: Cuando viajas por las palabras griegas, tienes la impresión de estar
entre las raíces de los significados, no arriba en las ramas.
E: …
AC: Son palabras puras, más antiguas; son las palabras originales.
E: …
AC: Percibes esta impresión de algo que comienza, de que esta gente iba
tropezando con las cosas del mundo y decía: «El nombre de esto es blanco y
es la palabra justa para esta cosa». Hay más realidad en sus palabras. Brillan
ante tus ojos con más intensidad.
E: …
AC: Lo asombroso de los griegos es que vislumbras fragmentos de
semejanza con nuestro mundo, pero incrustados en una otredad increíble, en
Página 155
un inmenso paisaje de extrañas convicciones sobre el universo y de
reacciones a la vida que no tienen ningún sentido.
E: …
AC: No existe un lugar objetivo.
E: …
AC: Mentira y error son la misma palabra para los griegos, lo que resulta
interesante. Es decir, «equivocarse» podía tener varias causas: querías mentir,
o simplemente no sabías la verdad, o la habías olvidado, y en todos los casos
se trata del mismo concepto. Eso me interesa, ese amontonamiento, ese mirar
la situación desde el punto de vista de las consecuencias y no de la
motivación.
E: …
AC: La gente tiene un problema con esa frontera entre la dimensión
académica y la dimensión creadora, pero yo nunca he tenido ese problema
porque en la práctica no las separo. En mi escritorio los proyectos académicos
y los, digamos, creativos comparten espacio, y me muevo o traslado frases de
unos a otros, y así hago que se impregnen mutuamente. De modo que las
ideas en ambos casos no son tan distintas.
E: …
AC: Esta impregnación, esta permutación en ambas direcciones me es
muy útil. Porque este pensar, este tratar de comprender el mundo, es una sola
cosa en mi mente; simplemente recurro a los contextos que tengo más a
mano.
E: …
AC: Esto es lo que antiguos entendían por imitación. No es más que el
reflejo del acto de pensamiento tal como se dio en su momento, y un intento
de hacer que este acto se repita en la mente del oyente o del lector.
E: …
AC: Me parece que Platón es un buen lugar para aprender cómo hacer uso
de los pensamientos; no es una persona a la que debas citar por las opiniones
de sus interlocutores, pues los convirtió en ficciones dramáticas.
E: …
Página 156
AC: Nunca he podido pensar sin pensar en mí misma pensando. Y no
estoy segura de si se debe a cómo soy o a cómo somos los seres humanos en
general, pero opté por lo primero. Así que mis escritos académicos son
intensamente subjetivos.
E: …
AC: Como soy consciente de que esto es un problema, trato de salvar una
y otra vez la distancia entre el yo subjetivo y el lector. Aunque es una visión
privada, trato una y otra vez de incorporar al lector a esa visión.
E: …
AC: «Quiero ser insoportable».
E: …
AC: Recuerdo que esta frase me llegó en la oscuridad como un iceberg.
Me sentí como un barco que hubiera emprendido viaje al Polo Sur y de pronto
un iceberg surge de la oscuridad, y la anoté. Creo que expresa de manera
precisa el efecto que tengo (y que elijo tener) sobre la gente.
E: …
AC: Les encanta la persona o la escritura, pero les aterroriza la revelación
o la aceptación de una revelación que está a punto de ocurrir, que nunca
termina de ocurrir.
E: …
AC: Es puro miedo. Es darse de bruces contra el hecho de que morimos
solos. Piensas en eso de vez en cuando a lo largo de la vida, y sigue sin tener
ningún sentido a pesar de todos los esfuerzos que haces para ser feliz y tener
amigos y pasar el tiempo.
E: …
AC: Durante mucho tiempo fui una solipsista. No es que no fuera
feminista o no entendiera el feminismo (tampoco entendía el masculinismo),
sino que simplemente no comprendía lo que significaba ser humano.
E: …
AC: La forma surge de la cosa misma. No son formas que vengan de otro
lugar sino que están ahí dentro. Tienes que jugar un poco hasta que
encuentras la forma, y a partir de ahí sólo te resta seguirla.
Página 157
E: …
AC: Cuando escribo, por lo general me dedico a buscar la forma, y si los
primeros días no la encuentro entonces abandono el texto.
E: …
AC: No soy una persona con oído musical. A veces hago versos con cierta
gracia, pero en general tienden a ser bastante toscos. Pienso que, en parte,
tiene que ver con mi educación académica y con haber escrito tanta prosa,
pero también es algo innato (o tienes oído o no lo tienes), así que puedo
luchar contra esta limitación, pero a fin de cuentas nunca seré una persona
que escriba hermosos sonetos musicales. Eso no va a pasar, así que tengo que
hacer otra cosa, algo de tipo narrativo.
E: …
AC: Los hechos son un sustituto de las historias. Los hechos me son útiles
porque no tengo historias en la cabeza, así que, en ausencia de historias,
siempre puedes hablar de los hechos para pasar el tiempo, ¿no? Aunque no sé
si tiene algo que ver con la fragmentación…
E: …
AC: El «yo» es sólo un hecho más de este mundo. Ya sabes, yo soy un
conjunto de datos, el río es otro conjunto de datos, estos peldaños son otro
conjunto… y todo son cosas que empleo de una forma democrática.
E: …
AC: Siempre lo he visto como una forma de pintura. Pintar con ideas y
con hechos.
E: …
AC: Mi trabajo es pintar.
E: …
AC: Captar lo que está al otro lado de la ventana. Pero haciendo como
dice Mallarmé, empleando palabras a fin de crear una superficie que deje una
impresión mental con independencia de lo que digan las palabras. No se trata
de que los significados individuales de cada palabra terminen formando una
proposición; se trata del modo en que interactúan entre sí como brochazos de
significado, ya sabes, igual que interactúan los colores en un cuadro
impresionista, hay unas pinceladas y retrocedes y ves emerger una historia
Página 158
por el modo en que unas cosas conviven con otras. Puedes hacer lo mismo
con el lenguaje.
E: …
AC: Creo que esta idea viene de mi trato con los textos clásicos; textos
como los de Safo, que aparecen en trozos de papiros con ese encantador
espacio en blanco alrededor en el que podemos imaginar toda la experiencia
de la antigüedad flotando, inalcanzable. Me gusta ese tipo de superficies.
E: …
AC: El espacio mismo es seductor; el espacio del no saber siempre ha sido
seductor para los seres humanos.
E: …
AC: En las superficies, la perfección es menos interesante. Por ejemplo,
una página con un poema es menos atractiva que una página con un poema y
una mancha de té. Porque la mancha de té añade un poco de historia.
E: …
AC: En un pasaje puramente narrativo sueles tener demasiadas palabras,
demasiados materiales que no son datos ni hechos. Estás demasiado ocupado
tratando de ir de un sitio a otro con los métodos habituales: y; pero; oh, no;
entonces estaba en esta habitación; porque; así que ésta es Patricia. […] El
sentido aparece acolchado, disfrazado de normalidad.
E: …
AC: Con Hopper trataba de sortear la tentación de narrar los cuadros, que
es lo que primero le exigen al observador: ves a la pareja sentada en el café a
las tres de la mañana y piensas en la historia. Y creo que esto es lo último que
Hopper quería que la gente hiciera ante sus cuadros, pero todo el mundo lo
hace de todos modos.
E: …
AC: En esos poemas los verbos aparecen al pie, en las citas de San
Agustín, que versan todas sobre el tiempo y sobre cómo el tiempo desaparece;
todas las citas de San Agustín al pie de cada página son un verbo, un solo
verbo que dice: el tiempo pasa.
E: …
Página 159
AC: Pero los cuadros siguen ahí, y están llenos de objetos. Si lo intentas,
si quieres hacer un poema sobre un cuadro, tienes que hablar de los objetos;
es lo que contienen. Incluso si es un cuadro abstracto, tienes que hablar de la
pintura como de un objeto.
E: …
AC: Cuando estudié los cuadros de Hopper en su conjunto, me pareció
que su obra era un intento de pintar el tiempo.
E: …
AC: El último poema de la serie es mi reacción a la experiencia de
enfrentarme a Hopper en su conjunto. Incluye un verso de John Ashbery que
tal vez reconozcas; es mi intento de comprender a John Ashbery.
E: …
AC: El modo que tiene Ashbery de emplear el lenguaje es pictórico, pero
de una forma cognitiva: lo que hace es trazar con el pincel un conjunto de
expresiones idiomáticas, formando una superficie que presuntamente evoca la
vida cotidiana. Y en cierto modo logra hacerlo, pero es irreductible, se nos
escapa a cada instante.
E: …
AC: Dibujar me da miedo. Es más revelador. En el dibujo no puedes
disfrazarte.
E: …
AC: En comparación, escribir es un juego. Dibujar te expone mucho, te
expone terriblemente. Pero siempre he creído que si me hubiera obligado a
dibujar todos los días de mi vida, sería mejor persona. Me habría obligado a
ser honesta y a ser diligente con mi honestidad.
E: …
AC: Me gusta el espacio entre idiomas porque es el lugar del error o la
equivocación, el ámbito donde se dicen cosas no tan buenas como uno
quisiera, o donde no se puede decir nada. Y esto me parece útil a la hora de
escribir, porque siempre es bueno perder el equilibrio, desplazarse de esa
posición de autocomplacencia con la que tendemos a mirar el mundo y decir
lo que percibimos. Y la traducción impone una y otra vez ese desplazamiento,
así que respeto la situación… aunque no estoy segura de que me guste. Es un
filo muy útil al que enfrentarse.
Página 160
E: …
AC: Leer ciertos pasajes de los peores textos de Keats te da otra
perspectiva sobre la escritura. Son malos, pero de una forma que los hace
interesantes: me parece que, si tomas un mal texto y desgajas una parte […],
el fragmento resultante cobra un brillo que hace pensar. Y cuando sabes que
es de Keats estás dispuesto a respetarlo y a dedicar un tiempo a pensar en qué
consiste ese brillo.
E: …
AC: Siento bastante desconfianza por la superficie. Tal vez no sea más
que una forma de vacilación académica, porque los textos clásicos con los que
trabajo están en su mayoría incompletos, enmendados, corruptos, llenos de
errores, etc.; después de un tiempo de convivencia con ellos, aprendes a no
dejarte arrastrar por la superficie. Si transfieres esta lección a tu propio
trabajo, entonces no hay motivos para confiar en la primera versión que pones
en la página. Podría muy bien ser la versión errónea.
E: …
AC: Hay una diferencia entre el exterior y el interior del libro. Dentro del
libro hay un territorio donde emergen los asuntos que no se pueden controlar
y que exigen ser expresados. Fuera del libro —la portada, las entrevistas, etc.
— hay un área donde me esfuerzo por ejercer un cierto grado de control. Lo
que termino escribiendo en el interior no está realmente en mis manos.
E: …
AC: No, no creo que la escritura sea un esfuerzo de control. Es un
esfuerzo de colaboración con las revelaciones que puedan darse en ese
ámbito.
E: …
AC: Me gusta mucho que puedan verse las palabras de Virginia Woolf a
través de las tachaduras. Se supone que la tachadura es la cancelación de una
idea, pero la idea no se cancela, puedes seguir leyendo a través de la
tachadura. Esto me alegra, el que esas ideas sigan luchando contra nuestros
intentos de cancelarlas. Y esa alegría de las ideas es nutricia, esperanzadora.
E: …
AC: El modelo de los epitafios fue Simónides; en aquel momento estaba
trabajando en mi libro sobre economía [Economy of the Unlost], en el que hay
Página 161
un capítulo sobre los epitafios. Así que la forma comenzó a interesarme,
escribir un epitafio para cosas que no pueden morir me interesa.
E: …
AC: Voy a misa sin esperanza de sentirme realizada o iluminada.
Sencillamente porque siempre he ido, y porque mi madre también fue, y la
madre de mi madre. Despierta una clase de pensamientos que no se da en
ningún otro lugar.
E: …
AC: Hay un espacio donde nada sucede, de modo que se puede pensar en
Dios o el asunto de Dios. Pero nada cambia, no me vuelvo más sabia sobre
este asunto, no me vuelvo éticamente mejor o más interesante. Sigo siendo la
misma persona.
E: …
AC: Leyendo a muchos místicos, en especial a Simone Weil, he llegado a
entender que a lo más que puede aspirar un ser humano es a tener una relación
con ese vacío donde Dios se hallaría si estuviera disponible, pero no lo está.
E: …
AC: No está disponible porque no es un ser que pueda adecuarse a nuestra
disponibilidad. Es «incognoscible», como dirían los místicos. Y saber es lo
que un adorador quiere conseguir de Dios: la sensación de estar implicado en
un intercambio de conocimiento, conocer y ser conocido. Es lo que todos
queremos de una relación de amor, y se supone que la relación con Dios es
una relación de amor.
E: …
AC: Si Dios fuera cognoscible, ¿por qué razón creeríamos en él?
E: …
AC: No está disponible, no es un instrumento que nos ayude en nada de lo
que necesitamos o hacemos. Lo que no es lo mismo que decir que «no
existe».
E: …
AC: Un día decidí que el duelo o el lamento no implican un proceso de
comprensión. Se trata de hacer algo hermoso con el horrible caos que tienes
Página 162
entre las manos cuando alguien muere. Quieres que ese algo sea bueno. Y
para mí, será bueno si es un objeto que es excitante y hermoso de mirar.
E: …
AC: Para los griegos, la palabra que denota «la belleza de un poema» es
un término que también puede ser económico, un término que podríamos
traducir como «gracia». Así que significa tanto la belleza que tiene el rostro
de alguien, o el contorno de una estatua, o un poema, o una pieza musical,
pero también puede significar el valor excedente de un regalo, el valor que
tiene con independencia del que tendría en el mercado, pues es gratis.
E: …
AC: Los griegos empleaban una palabra para la gracia de un poema, el
encanto que hace de él un poema y hace que quieras recordarlo. Así que, para
ellos, crear un poema es crear algo que tenga tanto encanto y sea tan bueno
que se convierta en un regalo que el mundo quiera recibir y también devolver.
Y esa reciprocidad se extiende en el tiempo y hace que las culturas adquieran
sustancia, en ese constante ir y venir.
E: …
AC: Creo que el intento de comprender y crear sentido está implícito en
ese intercambio, y puedes llamarlo regalo. No creas sentido para ti mismo;
creas sentido para decírselo a otra persona. Así que esa tarea lleva implícita
una conciencia social.
E: …
AC: El circuito de intercambio de regalos está más o menos roto en
nuestra cultura, por la sencilla razón de que es demasiado grande.
E: …
AC: El intercambio de regalos se convierte en algo muy abstracto cuando
hablas de un público que incluye gente de la que nunca sabrás nada.
E: …
AC: Mi actitud es que, por muy dura que sea la vida, lo que importa es
hacer algo interesante con ella. Y esto tiene mucho que ver con el mundo
físico, con mirar las cosas, la nieve y la luz y el olor de la puerta y todo
aquello que constituye a cada instante tu existencia fenoménica. Qué gran
consuelo… saber que estas cosas persisten en su ser y que puedes pensar
sobre ellas y hacer algo con ellas en la página.
Página 163
E: …
AC: Me gustaría añadir un fragmento de sabiduría de Gertrude Stein:
«Actúa para que el centro no sirva de nada». Esto es lo que intento enseñar a
mis estudiantes.
[Estas páginas son una breve selección, ordenada según el criterio del
traductor, de algunos comentarios y afirmaciones de Anne Carson. Han sido
tomados de las siguientes entrevistas:
Página 164
NOTA DEL TRADUCTOR
Página 165
Para la confección de este trabajo, realizado de manera intermitente entre la
primavera de 2006 y el mes de enero de 2007, se ha manejado la edición en
rústica publicada por Vintage Contemporaries (Random Honse), Nueva York,
2001 (2000). Quiero agradecer públicamente a Manuel Borrás su confianza y
su amable invitación a traducir a Anne Carson, a Sylvia Paul su ayuda
bibliográfica, a Jaime Priede su apoyo cómplice y a Juan Manuel Rodríguez
Tobal sus rápidas y exhaustivas respuestas a mis dudas sobre Safo, Arquíloco
de Paros y Páladas de Alejandría. Es un lujo contar con amigos y colegas tan
generosos y, sobre todo, tan sabios.
Se ha optado por no incluir el texto original de «Suciedad y deseo», toda
vez que se trata de un ensayo de corte más o menos académico (con todas las
matizaciones que cabe hacerle a este adjetivo en el caso de Anne Carson).
Asimismo, he dejado sin traducir algunos títulos y citas en francés, en un
intento de preservar la exlrañeza o la lejanía con que tales sintagmas se
presentan a los lectores de habla inglesa. Lo mismo, pero por la razón
contraria (esto es, no traicionar la familiaridad del lector con el original
inglés), se ha hecho con los títulos de los cuadros de Edward I Iopper.
A continuación doy una lista de los libros y ediciones que he manejado en
el transcurso de nú tarea. En general, las citas de otros autores (pie Anne
Carson incrusta en sus poemas y ensayos se dan siguiendo escrupulosamente
el texto de las ediciones mencionadas. Sólo en algún caso (los extractos de las
cartas
de Emily Dickinson o el poema de Gilgamesh en la serie dedicada a
Ajmátova) me he visto obligado a hacer leves cambios en la traducción a fin
de dar la réplica a las manipulaciones originales de la escritora canadiense.
Todas las citas de autores clásicos del ensayo «Suciedad y deseo» se han
hecho siguiendo las ediciones canónicas de la editorial Credos, salvo cuando
se especifica lo contrario.
Página 166
Lírica griega arcaica, edición de Francisco Rodríguez Adrados, Credos,
Madrid, 1986 (1980).
Los dados de Eros. Antología de poesía erótica griega, introducción,
traducción y notas de Aurora Luque, Hiperión, Madrid, 2000.
Poema de Gilgamesh, estudio preliminar, traducción y notas de Federico Lara
Peinado, Tecnos, Madrid, 2005 (1988).
Sagrada Biblia, edición de Eloino Nacar Fuster y Alberto Colunga Cueto,
Biblioteca de Autores Cristianos, La Editorial Católica, Madrid, 1969.
ANNA AJMÁTOVA, Réquiem y otros escritos, prólogo de Vladimir Leonóvich,
epílogo de Josepli Brodsky, traducción de José Manuel Prieto, Calaxia
Gutenberg / Círculo de Lectores, Barcelona, 2000.
ANNA AJMÁTOVA y MARINA TSVETAIEVA, El canto y la ceniza. Antología
poética, traducción y selección de Monika Zgustova y Olvido García
Valdés, Calaxia Gutenberg / Círculo de Lectores, Barcelona, 2005.
ARISTÓTELES, Retórica, introducción, traducción y notas de Quintín
Racionero, Credos, Madrid, 2000.
CATULO, Poesía completa (C. Valerii Catulli Carmina), versión castellana y
notas de Juan Manuel Rodríguez Tobal, Hiperión, Madrid, 1999(1991).
EMILY DICKINSON, Los sótanos del alma. II: Sus cartas, introducción,
selección y traducción de Anna María Leoni, El otro el mismo, Mérida
(Venezuela), 2005.
HOMERO, Ilíada, traducción, prólogo y notas de Emilio Crespo Giiemes,
Gredos, Madrid, 2000 (1991).
HOMERO, Odisea, introducción de Manuel Fernández-Galiano, traducción de
José Manuel Pabón, Gredos, Madrid, 2002 (1982).
SAN AGUSTÍN, Las confesiones, edición de Olegario García de la Fuente,
Akal, Madrid, 2000 (1986).
SAFO, Poemas y testimonios, edición de Aurora Luque, El Acantilado,
Barcelona, 2004.
TUCÍDIDES, Historia de la Guerra del Peloponeso. Libros l-ll, introducción
general de Julio Calonge Ruiz, traducción y notas de Juan José Torres
Esbarranch, Gredos, Madrid, 1990, t.l.
Página 167
VIRGINIA WOOLF, Relatos completos, introducción y notas de Susan Dick,
traducción de Catalina Martínez Muñoz, Alianza Editorial, Madrid, 2006
(1994).
JORDI DOCE
Madrid, 29 de enero de 2007
Página 168
La canadiense Anne Carson (Toronto, 21 de junio de 1950) es una de las
principales poetas de la literatura contemporánea.
Es una escritora extremadamente celosa de su intimidad, por lo que se
conocen pocos datos biográficos acerca de su vida.
Sí ha comentado que, cuando era una adolescente y estaba en el instituto de
educación secundaria, su profesor de latín le pidió que leyera un libro con las
traducciones de la poeta clásica griega Safo. Esta lectura supuso toda una
revelación y, pasado el tiempo, le llevaría a la literatura.
También decidió estudiar filología clásica, si bien en un primer momento, al
matricularse en la Universidad de Toronto, tuvo problemas con sus docentes,
y dejó en dos ocasiones la carrera. Finalmente, se doctoró en 1981,
presentando una tesis con el título de Odi et Amo Ergo Sum, que se publicó
cinco años más tarde.
Posteriormente, se dedicaría a la enseñanza, tanto en Estados Unidos como en
Canadá, en la Universidad McGill, en la de Michigan y en la prestigiosa
facultad de literatura clásica de Pricenton. Su creciente reputación literaria la
hizo acreedora de la beca Guggenheim en 1998 y de la beca MacArthur en el
2000, dos de las distinciones más importantes que puede recibir un artista
norteamericano.
Página 169
En su poesía es capaz de combinar un tono coloquial con una gran
profundidad psicológica y elementos surrealistas o irracionales. Se ha citado
la influencia de autoras como Simone Weil, Virginia Woolf y Emily Bronte
en sus obras líricas.
Hay que destacar libros como Tipos de agua (escrito con motivo de una visita
a España para recorrer el Camino de Santiago), Decreación, Autobiografía en
rojo o, sobre todo, La belleza del marido, considerado a menudo uno de los
libros de poesía más importantes publicados en las últimas décadas.
Asímismo es una reconocida traductora de literatura clásica al inglés. Varias
de sus traducciones de dramaturgos de la Antigua Grecia como Esquilo o
Sófocles han sido llevadas a escena.
En 2020, se le concedió el Premio Princesa de Asturias de las Letras.
Página 170
Notas
Página 171
[1] Nombre común del Eohippus, antecesor primitivo de la familia de los
équidos. <<
Página 172
[2] E. Crawley, The Mystic Rose, Nueva York, 1927,1, p. 78. <<
Página 173
[3] Hesíodo, Trabajos y días, 753-5. <<
Página 174
[4] Muchas sociedades recurren a códigos de polución para regular y
racionalizar situaciones humanas donde el orden y el sentido son elusivos,
como el sexo. «Cuando las reglas morales son oscuras o contradictorias hay
una tendencia a que las creencias sobre polución simplifiquen o aclaren el
asunto en cuestión», dice Mary Douglas en Purity and Danger: An Analisis of
Concepts of Pollution and Taboo, Londres, 1966, p. 141. Véase también R.
Parker, Miasma: Pollution and Purification in Early Greek Religion, Oxford,
1983. <<
Página 175
[5] Hipócrates, Sobre la dieta, 27. <<
Página 176
[6] Aristóteles, Problemas, 879a33-34; cfr. 88a 12-20; Reproducción de los
Página 177
[7] Aristóteles, Acerca de la generación y la corrupción, 329b31-33. <<
Página 178
[8] Platón, Timeo, 49a; 50b-d. <<
Página 179
[9] Aristóteles, Reproducción de los animales, 716a6-9; 727b31-34; 729b15-
Página 180
[10] El nombre de Rea es pertinente, pues proviene del verbo ρείν: «fluir»,
Página 181
[11] Eurípides, Orestes, 25; Sófocles, Las traquinias, 832; Píndaro, Píticas,
2.37-38. <<
Página 182
[12]
Sobre las Danaidas, véase el resumen de A. F. Garvie, Aeschylus’
Supplices: Playand Trilogy, Cambridge, 1969, pp.234-235. <<
Página 183
[13] La imagen de la mujer como un cedazo le proporciona a Aristófanes (La
Página 184
[14] Heráclito, fr. 15 118 Diels, Homero, Ilíada, 14 165; Aristófanes, Los
caballeros, 95-96; cf. Las avispas, 1452; Heráclito, fr. 15 117 Diels; Diógenes
de Apolonia, fr. A19 Diels. Critias dice que, en el estado de ebriedad, la
memoria se disgrega en la mente por efecto del olvido y la mente tropieza (fr.
156.12 Diels). <<
Página 185
[15]
Arquíloco, fr. 122.4 West; Anacreonte, fr. 395.4 PMG; Esquilo,
Agamenón, 179-80; Antología Palatina, 11 193. <<
Página 186
[16] En ausencia de una etimología satisfactoria para el griego ἔράω (Yo
Página 187
[17] Sófocles, fr. 195 Pearson; Hipócrates, Sobre la Dieta, 33. <<
Página 188
[18] Cfr. Aristóteles, Reproducción de los animales, 728a 19-22; Problemas,
879a. <<
Página 189
[19]
Aristóteles, Investigación sobre los animales, 608b; Empédocles, fr.
B62.1 Diels: Semonides, fr. 7 West. <<
Página 190
[20] Esquilo, fr. 243 Nauck: Las coéforas, 594; Sófocles, fr. 932 Pearson;
Página 191
[21] Simón Pembroke se detiene en la tendencia de los escritores griegos a
Página 192
[22]
Hipócrates, Sobre los aires, aguas y lugares, 10.85ff; Aristóteles,
Problemas, 879a27-36. <<
Página 193
[23] Alceo. fr. Z23 Page. <<
Página 194
[24] Hesíodo, Trabajos y días, 582-96. <<
Página 195
[25] Ibid., 702-7. <<
Página 196
[26] Véase también lbid., 700-5; y cfr. Otelo: «¡Oh maldición de matrimonio,
Página 197
[27] Antología Palatina, 9.165.1-4; cf. Hesíodo, Trabajos y días, 57. <<
Página 198
[28] Arquíloco, fr. 184 West. <<
Página 199
[29] Un hombre y una mujer en Teócrito discuten este miedo. Cfr. Idilios,
27.27-2. <<
Página 200
[30] Helen North. Sophrosyne: Self-Knowledge and Self-Restraint in Greek
Página 201
[31] Menandro, fr. 488 Kock; Aelio. Sobre la naturaleza de los animales. 1.54:
Página 202
[32] Aristóteles, Investigación sobre los animales, 572a8-13. <<
Página 203
[33] Athenaios, 533d. <<
Página 204
[34] «También en estas circunstancias las vacas desean a los toros y están tan
poseídas por este deseo que les es imposible a los boyeros dominarlas o
cogerlas», en Investigación sobre los animales. 572a30-b4. <<
Página 205
[35] C. Wehrli, «Les gynéconomes», Museum Hebeticum. 19 (1962), pp. 33-
38. <<
Página 206
[36] Aristóteles. Política, 1260a20-24; 1277b21-25. Cfr. Freud en carta a
Eduard Silberstein (7 de enero de 1919): «Un hombre que piensa es su propio
legislador y confesor, y obtiene su propia absolución, pero la mujer, no
digamos ya la muchacha, no tiene en su interior la medida de la ética. Sólo
puede actuar si se mueve dentro de los límites de la moralidad, siguiendo lo
que la sociedad ha establecido como idóneo. Nunca se le perdona si se rebela
contra la moralidad, y acaso así haya de ser». <<
Página 207
[37] Jenofonte. Económico, IX.5. <<
Página 208
[38] Demóstenes, Contra Neara, 59.86. <<
Página 209
[39] Parker, op. cit., p. 3. <<
Página 210
[40] Douglas. op. cit., p. 113. <<
Página 211
[41] Para el proverbio meliano, véase Folios, Léxico, 594.9; Aristóteles, fr. 554
Página 212
[42] Safo. fr. 98 (a) y (b) Lobel. La traducción castellana se da por Safo,
Página 213
[43] Ferecides, fr. 50-54 Diels. <<
Página 214
[44] Michael Nagler sugiere que las dos amphipoloi («asistentes» o «mujeres
que van a cada lado») que acompañan a una mujer respetable a todas partes
(por ejemplo, Ilíada. 24.90-94; Odisea. 18 182-4) son igualmente un signo de
castidad, como si se considerara a las dos asistentes una especie de sucedáneo
del límite personal. Una mujer rodeada está protegida ante el contacto o la
perdida. Una mujer privada de tal envolvimiento es presa fácil del asalto y la
violación (por ejemplo, Himno homérico a Deméter, 5; Himno homérico a
Afrodita, 117, 120; Mosco, Europa, 28-32). La decorosa Nausícaa duerme
incluso con una sirviente a cada lado. Cuando ha de enfrentarse a Clises sin
velo (tirado en 6100) o sin compañía (dejada atrás en 6139), Nausícaa
preserva sus límites personales «manteniéndose de frente» (Odisea, 6141).
Esto parece una variación del gesto femenino convencional de aidos, que es
«ceñirse el velo al frente o a cada lado del rostro» (por ejemplo, Odisea.
18 210). El aidos simulado de una ramera pervierte este gesto al contaminar el
velo que lleva puesto; una hetaira entra en la estancia «ciñendo a las mejillas
el sucio velo»: así el parodista Matrón, citado por M. Nagler, Spontaneity and
Tradition: A Study in the Oral Art of Homer, Berkeley, 1974, p. 67, n.5. El
vínculo entre el tocado de una mujer decente y su batalla contra la
contaminación queda reforzado con la palabra que Safo (fr. 110 Lobel) y
Mecateo (EHG, 1.25) emplean para esta envoltura: cheiromaktron.
mayormente «un trapo para limpiarse las manos después de lavarlas». E.
Crawley (op. cit.) comenta el uso de los velos como una protección que
impide infectar a los otros o ser infectado por influencias malignas (1273).
Safo añade que las Gracias desprecian a toda mujer cuya cabeza no tiene un
stephanos («corona»: fr. 81b Lobel). Sobre el gesto femenino convencional
de sostener el velo, véase J. Boardman, «Old Smyrna: Tito Attic Pottery».
British Society of Archeology, 53-54 (1958-9), pp. 152-81; 159 y pl.9.11; F.
Johansen, Attic Grave Reliefs, Londres. 1951, p. 41; F. Studniczka, Beiträge
zür Geschichte der altgriechischen Tracht, Berlín, 1927, pp. 125-6. <<
Página 215
[45] Homero, Ilíada, 22 470: 16 100; Odisea, 3392. <<
Página 216
[46] Cfr. El latín nubere, «casarse», es probablemente un término cognado de
nubes, «nube», con el sentido literal de «ponerse uno el velo» (Oxford Latin
Dictionany, s.v). <<
Página 217
[47] Para un correctivo muy útil de la lectura antropológica habitual de este
Página 218
[48] Escolios a Aristófanes, Pluto, 773. <<
Página 219
[49]
Plutarco. Deberes del matrimonio, 138d. Del mismo modo, oímos al
novio de Económico, de Jenofonte, describir a su novia como una bestia
salvaje que, después de la boda, «se había familiarizado conmigo y estaba lo
bastante dócil como para mantener una conversación» (7-10). <<
Página 220
[50]
Zenobio, 3.98-99: E. Saniter, Familienfeste der Griechen and Römer,
Berlín, 1901. <<
Página 221
[51]
Zenobio (3.98) añade que esta fórmula se convirtió en un proverbio
«aplicable a gente que anticipa algún cambio a mejor». Sobre el matrimonio
como aculturación, véase Vidal-Naquet, op. cit., p. 77. <<
Página 222
[52]
J. H. Oakley, «The Anakalypteria», Archäologischer Anzeiger, 97
(1982),pp. 113-118. <<
Página 223
[53] El niño que está de pie entre la pareja puede ser el «niño coronado de
Página 224
[54] Fuentes de información sobre el anakalypteria incluyen las entradas
léxicas de este término en Harpocratión, Hesiquio. Pólux y Suidas; A.
Bruckner, «Anakalypteria», Archäologische Gesellschaft zu Berlin, 64
(1904), p.60: M. L. Cunningham, «Aeschylus’ Agamemnon 231-147»,
Bulletin of the Institute for Classical Studies, 31 (1984), pp.9-12.; I. S. Mark,
«The Gods on the East Frieze of the Parthenon», Hesperia, 53 (1984),
pp.291-303; M. E. Mayo. «The Gesture of Anakalypsis», American Journal
of Archeology, 77 (1973), pp.210-221; J. H. Oakley, op. cit.: J. Toutain, «Le
rite nuptial de l’anakalypterion», Revie des etudes archaiques, 42 (1940),
pp.345-53. <<
Página 225
[55] Pólux, Onomastikon. 3.39. <<
Página 226
[56] Suidas; Harpocratón. <<
Página 227
[57] Ferecides, fr. 50 Diels. <<
Página 228
[58] Homero, Ilíada. 22 469-473. <<
Página 229
[59] Safo, fr. 31 Lobel. La traducción castellana se da por Safo, Poemas y
Página 230
[60] La teoría (lanzada originalmente por Ulrich von Wilamowitz-
Moellendorff en Sappho und Simonides, Berlín, 1913, p. 58) de que el
fragmento 31 se recitó en una ceremonia de bodas como una especie de
epithalamium parece increíble. Este poema no participa del significado que él
mismo señala, como debe hacer el lenguaje ritual, sino que lo tropologiza.
Para más bibliografía sobre fr. 31, véase E. Robbins. «Every Time I Look at
You… Sappho Thirty-One», Transactions of the American Philological
Association, 110 (1980), pp. 255-261; J. Latacz, «Realitat und Imagination:
Eine neue Lyrik-Theorie und Sapphos phainetai moi kenos-Lied», Museum
Helveticum, 42 (1985), pp. 67-94. <<
Página 231