El Pino?
El Pino?
El Pino?
‘
El pino’, un cuento de Navidad de Hans Christian Andersen
Existió una vez un pino en medio de un bosque. Estaba en un lugar
perfecto, lleno de luz y sol. Además, estaba rodeado de más pinos y
algún abeto. Pero él deseaba crecer con rapidez. Quería ser alto, muy
alto, el más alto de todos los árboles.
Así que el pino no prestaba ninguna atención al suave roce del viento,
el calor del sol sobre sus hojas o las cristalinas risas de los niños
cuando jugaban junto a él.
– ¡Y los pájaros harán sus nidos entre mis ramas!- pensaba ilusionado
el árbol, sin percatarse del hermoso color de las nubes rosadas que
pasaban sobre él, o los graciosos brincos que daban los conejos
alrededor de su tronco en invierno, cuando la nieve lo cubría todo. Él
solo pensaba en crecer más y más. En hacerse alto y mayor.
(‘El pino’)
(‘El pino’)
Realmente era un pino magnífico. Nunca se había visto nada igual. Y
el árbol, algo asustado, pensaba en lo que pasaría más tarde.
¿Encenderían las velas? ¿Llegarían los gorriones a admirarle por la
ventana? ¿Dejarían que echara raíces allí mismo para permanecer el
resto de estaciones?
Por la noche, encendieron las velas, pero una de ellas le quemó una
rama. Apagaron el fuego con rapidez, pero aquello le dolió de
veras. El pino no se atrevía a mover ni una rama, por si se caía algún
adorno.
Los niños hacían crujir sus ramas, las movían sin ningún cuidado.
Luego comenzaron a bailar de nuevo ya con sus regalos alrededor del
árbol, y ya nadie reparaba en él. Solo una nodriza, que rebuscaba
entre sus ramas por si quedaba alguna manzana.
– ¿Por qué me dejan aquí? ¿Qué haré en este sitio?- pensaba el pino.
Y así pasaron los días y las noches, sin que nadie subiera, nada más
que para amontonar alguna caja junto a él. Parecía que lo habían
olvidado totalmente.
Los ratones le preguntaron qué hacía allí y el pino les contó toda su
historia.
Estaba tan feliz, que se olvidó de sí mismo. ¡Había tantas cosas que
ver!
El pino y su final
– ¡Paf! ¡Paf!
(‘El pino’)
Muchas veces vivimos ‘sin vivir’. No apreciamos cada una de las cosas
que tenemos. Solo nos damos cuenta de lo que valían cuando las
perdemos…