Este documento discute la necesidad de nuevos paradigmas organizacionales para hacer frente a un entorno cada vez más complejo. Las organizaciones deben fomentar una cultura que promueva la innovación continua, la ética y los valores a largo plazo para beneficiar a la sociedad. También deben someter sus procesos a un escrutinio consciente para transformarlos y hacerlos más sostenibles.
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Este documento discute la necesidad de nuevos paradigmas organizacionales para hacer frente a un entorno cada vez más complejo. Las organizaciones deben fomentar una cultura que promueva la innovación continua, la ética y los valores a largo plazo para beneficiar a la sociedad. También deben someter sus procesos a un escrutinio consciente para transformarlos y hacerlos más sostenibles.
Este documento discute la necesidad de nuevos paradigmas organizacionales para hacer frente a un entorno cada vez más complejo. Las organizaciones deben fomentar una cultura que promueva la innovación continua, la ética y los valores a largo plazo para beneficiar a la sociedad. También deben someter sus procesos a un escrutinio consciente para transformarlos y hacerlos más sostenibles.
Este documento discute la necesidad de nuevos paradigmas organizacionales para hacer frente a un entorno cada vez más complejo. Las organizaciones deben fomentar una cultura que promueva la innovación continua, la ética y los valores a largo plazo para beneficiar a la sociedad. También deben someter sus procesos a un escrutinio consciente para transformarlos y hacerlos más sostenibles.
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NUEVOS PARADIGMAS ORGANIZACIONALES.
La imperiosa necesidad de generar cambios en el mundo ha ocasionado que
todo el entorno organizacional se una a esos cambios, haciéndose cada vez más complejo, aunado a esto los sujetos en las organizaciones ha pasado de ser sujetos disciplinarios bajo la ética de las obediencias a sujetos cognoscentes, con mayores niveles de exigencias, evidenciándose mayor necesidad de aprendizaje y de creatividad, además de una gran utilización de la tecnología. Esta nueva capacidad de participación es la que nos va a permitir, mediante el uso de la tecnología mejorar la competitividad, así como optimizar los recursos. También genera un conocimiento tangible, maximiza los resultados y minimiza la pérdida de tiempo e información en beneficio de los objetivos organizacionales.
En la actualidad, con frecuencia se utiliza el término sostenibilidad para
justificar la explotación insaciable de recursos con el fin de satisfacer las necesidades del actual sistema de consumo, incluso proyectando su permanencia y satisfacción a largo plazo. En ello destacan organizaciones cuyo objetivo es desarrollar procesos que vinculen el fortalecimiento del sistema actual sin perjudicar el futuro.
En ocasiones, las organizaciones pueden justificar adecuadamente que el
proceso productivo que proponen es sostenible, pero a veces no, pues se encuentran limitadas por su propio modelo de negocio, además de la exigencia constante de la demanda y la competencia, que la obligan a adoptar estrategias quizá eficientes, pero poco favorables con respecto al consumo de recursos, lo que afecta a la misma sociedad.
Asimismo, emplear el término sostenible de manera reiterada e inadecuada
resulta en la pérdida de su aceptación y valor, dificultando el análisis a la luz de sus particularidades en el desarrollo de la sociedad (Ávila, 2018); además, es difícil eliminar viejos paradigmas empresariales que no permiten ni facilitan el cambio hacia una mejora continua basada en la innovación. Por tal motivo, la cultura organizacional que rige el actuar de la empresa debe mantener ideas, prácticas y valores coherentes no solo en lo tocante a la productividad, sino que debe considerar el beneficio a largo plazo para la sociedad a la que sirve, al incluir la ética y los valores en la toma de decisiones.
Dicha cultura debe someterse al escrutinio consciente desde el punto de vista
innovador, buscando transformar y actualizar sus procesos para dar validez significativa a sus contribuciones, sin olvidar que su función principal es la satisfacción de todas las partes interesadas (clientes internos y externos) a través de sus procesos.
Profundizando en el término innovación, este se refiere fuertemente al cambio y
la adecuación constante y justificada, para facilitar la adecuación a un nuevo paradigma según las necesidades siempre cambiantes del entorno.
Dentro de este marco, es necesario resaltar la relevancia de los paradigmas,
viejas reglas que guían la funcionalidad de un patrón conductual que es idóneo en su contexto y referencia temporal; sin embargo, nada dura para siempre, y hay que aprender a reconocer los indicadores de cambio del entorno, adelantándonos y proponiendo cambios de paradigma en nuestro actuar como organizaciones. Y uno de tales cambios es el requisito de sostenibilidad, para la permanencia y aceptación en un mercado cada vez más demandante y crítico.
Para ejemplificar, se comprende el propósito de la obsolescencia programada
aplicada en los productos ofertados por las organizaciones, aludiendo a que si un producto no se desgasta, podría representar la muerte de la empresa (London, 1932). Sin embargo, la realidad de un planeta con recursos limitados no corresponde a la postura del consumismo ilimitado, por lo que educar a nuestro sistema empresarial aislado no sería suficiente. Pero por algo se debe comenzar, y posteriormente será necesaria la inclusión y participación de la misma sociedad de consumo. En síntesis, las organizaciones deben involucrar a todos los que integran su sistema, para maximizar las probabilidades de éxito en la toma de decisiones. Esto no solo enriquece los resultados esperados gracias a la sinergia de los esfuerzos, sino facilita el rompimiento de viejos paradigmas, innovando continuamente en las prácticas sostenibles y llevando al nacimiento de nuevos paradigmas empresariales en torno a lo que realmente debe hacerse para mantenerse en un mercado cambiante y competitivo.