Analisis Del Principio de Estricta Legalidad
Analisis Del Principio de Estricta Legalidad
Analisis Del Principio de Estricta Legalidad
Luigi
Ferrajoli y la consecuente construcción e interpretación de las leyes
penales
I. INTRODUCCIÓN
1
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y razón – Teoría del garantismo penal, 7ª edición, Editorial Trotta,
Madrid, 2005, pp. 33-38
1
de la interpretación de las leyes penales por parte de los órganos de
administración de justicia, la que junto a la exégesis gramatical, deberá
constatar la existencia del comportamiento empírico, la lesión o puesta en
peligro de un bien jurídico y, la subsecuente culpabilidad del sujeto activo.
II. DESARROLLO
INCLUIR EN EL 2.1
El principio de estricta legalidad a decir de Ferrajoli, se propone como una
técnica legislativa dirigida a excluir las regulaciones que giren en torno a
personas, a su personalidad o a su status; para dar paso a reglas de
comportamiento que establezcan una prohibición de una acción u omisión
imputable a la culpa del autor.
Dicho de otro modo, las leyes penales no pueden recoger cualquier hipótesis
indeterminada de desviación (como por ejemplo aspectos tachados como
inmorales o antisociales o aquellos conectados a la maldad del delincuente),
sino únicamente conductas empíricas determinadas, exactamente identificables
y adscribibles a la posibilidad de reproche al agente de la infracción 2.
Piénsese por ejemplo insertos en una ley penal términos como “peligroso”,
“delincuente habitual” o “individuo de tendencias delictivas”, propiciarían una
subjetivación de las regulaciones conductuales y trastocarían el telos del
Derecho Penal, que no es otro que el sancionar hechos y no, personalidades.
2
Ibíd., pp. 35 y 41
3
Ibíd., p. 42
2
completamente maleables, obteniéndose como resultado al final de un proceso
judicial, la declaración no de una verdad fáctica y debidamente probada, sino
de una decisión respecto a valores inciertos.
Dentro de este plano legal descrito en los párrafos precedentes, nos colocamos
en un nivel de decidibilidad en abstracto, que en el caso de la conducta que se
busca tenga relevancia penal, se circunscribiría en dos cuestionamientos:
¿Cómo y cuándo prohibir?; en otras palabras, en la identificación de los
intereses que justifican la tutela penal de unos comportamientos y no de otros 5.
4
Ibíd., pp. 70 y 502 y 503
5
Ibíd., p. 353
6
Ibíd., p. 355
3
En este hilo de ideas, resulta ineluctable indicar que la legitimidad jurídica
formal o externa (vinculada con la vigencia de la ley y por tanto ser una
cuestión propia de la teoría del Derecho) debería ir de la mano con la
legitimidad jurídica sustancial o interna (que tiene que ver con la validez,
conforme los postulados de la Filosofía del Derecho) para estar ante un
ordenamiento jurídico que limite de forma adecuada el poder punitivo del
Estado.
De ahí que si se llega al punto de que una ley no respeta las condiciones
formales para ser aprobada, querrá decir que no está vigente y por tanto es
inexiste; en cambio, cuando se revele el incumplimiento de las condiciones
sustanciales o internas, tendremos una norma que, a pesar de su vigencia, no
es válida7.
Así pues, la ley penal es la única que al estar estrechamente vinculada con la
libertad de las personas (sea para elegir qué postura adoptar la ante norma o,
para evidenciar el efecto de la pena), esté obligada a vincular así misma no
solo las formas, sino también los contenidos de los actos que la aplican.
7
Ibíd., p. 359
8
Ibíd., p. 379
4
En definitiva, el principio de mera legalidad (relacionado con la irretroactividad
de las leyes penales) traducido en el aforismo nullum poena, nullum crimen
sine lege, se limitará a exigir que los presupuestos de las sanciones estén
establecidos con anterioridad por un acto del órgano legislador; mientras que el
principio de estricta legalidad – como corolario de la prohibición de analogía
(nulla lex poenalis sine damno, sine actione) deberá contener referencias
empíricas que permitan su aplicación en proposiciones verificables y
presuponga por consiguiente, la materialidad de la acción, la lesividad del
resultado y la culpabilidad de la persona.
Ahora bien, retomando la idea del cómo y cuándo prohibir conductas a través
de las regulaciones penales, resulta imperioso hacer una remisión directa a los
principios de necesidad (nulla poena sine necessitate) y de lesividad de los
bienes jurídicos10, los que congloban la exigencia racional y expectativa de la
operatividad del Derecho Penal, que es la de imponer prohibiciones y penas
tan solo a las conductas más graves y lesivas para terceros, lo que excluirá por
ejemplo, a los “comportamiento meramente inmorales” o a los “estados de
ánimo pervertidos, hostiles o, incluso, peligrosos”11
En lo que tiene que ver con los bienes jurídicos que merecen ser tutelados por
el Derecho Penal, es necesario indicar que, aunque la ciencia penal se ha
esforzado por dotales de un fundamento objetivo, los tiempos actuales nos han
colocado en una apertura bastante amplia que supera al objeto estricto del
delito del pensamiento ilustrado12, que se traducía en un derecho subjetivo
natural de la persona (intereses materiales de los seres humanos); acepción
que en la segunda mitad del Siglo XIX se desplaza hacia la protección del
9
Ibíd., pp. 379-385; 871 y 872
10
Mismos que podrían resumirse en las ideas del utilitarismo penal expuestas, entre otros, por Bentham,
Grocio, Hobbes, Pufendorf, Thomasius y Beccaria, éste último señaló que “Prohibir una multitud de
acciones indiferentes no es evitar los delitos que no pueden nacer, sino crear otros nuevos”
11
FERRAJOLI, Luigi, Ob. Cit., p. 465
12
En la actualidad se puede encontrar la proliferación e incremento de delitos sin daño, en especial
cuando se trata de ofensas a entidades abstractas como la personalidad del Estado o la moralidad pública.
Del mismo modo, junto al aumento de delitos contravencionales, se verifican también los delitos de
peligro abstracto o presunto, en los cuales ni siquiera existe la proximidad de lesión del bien jurídico, lo
que al fin de cuentas nos coloca ante una anticipación de tutela. Ibíd., p. 475
5
“interés del Estado”, es decir, a la creación de abstracciones que sustenten la
protección penal, a los intereses y la voluntad estatales 13.
13
Ferrajoli hace referencia a Hegel como el gestor del proceso de abstracción e idealización ético-
estatalista, en vista de que: “El derecho, contra el delito (…) es sólo derecho en sí (…) En lugar de la
parte lesionada aparece lesionado lo universal, que tiene su realidad propia en el tribunal y que se hace
cargo de la persecución y castigo del delito” “(…) la verdadera reconciliación del derecho consigo mismo
(…) como reconciliación de la ley que, por medio de la eliminación del delito, se restituye a sí misma”
(…) “el delito debe ser eliminado no como la producción de un perjuicio, sino como lesión del derecho en
cuanto derecho” Cfr. HEGEL, Principios de la filosofía del derecho, pp. 220, 294, 160 Cit. por
FERRAJOLI, Luigi, Ob. Cit. p. 468
14
Ferrajoli, Luigi, Ob. Cit., pp. 471 y 472
6
garantizará que el ámbito interno o personal de cada individuo, no sea
sometido al control estatal, mucho menos a vigilancia policial 15.
No se olvide que:
“Decir que son exigibles sólo los modos de actuar y no los modos de ser
quiere decir que no se puede imponer penalmente a una persona que sea o
llegue a ser distinta de cómo es, y que se le debe tolerar y respetar por lo
que es, sea como sea”16
7
conectadas y, nos atreveríamos a decir, validadas, únicamente por el
conglomerado humano al cual van a conducir, por tanto, deban responder
objetivamente a sus necesidades y sobre todo, a los valores positivizados en
su Constitución.
una de las muchas formas en que puede manifestarse aquélla. Son también formas de expresión de la
norma jurídica: la costumbre, la sentencia de los tribunales, etc.; b) En la norma predomina el elemento
formal, en cambio en la ley, el material; c) La norma, como concepto que es, puede existir por sí sola; la
ley, en tanto, necesita de legislador, promulgación y vigencia”, p. 49.
19
Cfr. NINO, Carlos Santiago, La validez del Derecho, Editorial Astrea, cuarta reimpresión, Buenos
Aires – Bogotá, 2012, pp. 8-11
20
Terminología que está siendo investigada y defendida en varios trabajos académicos por parte de la
autora del presente artículo.
8
reconocimiento del derecho a la igualdad formal y material, por tanto se deban
reprimir actos de discriminación y aquellos tendientes a la arbitraria
segregación de seres humanos.
Este último ejemplo que tiene que ver con la protección de la igualdad de todos
ante la Ley, precisaría de una redacción gramatical mucho más puntual, toda
vez que respecto a la protección de la igualdad, existen varios criterios
garantizantes que avalan la discriminación positiva, en especial para los grupos
de atención prioritaria, también reconocidos en la Carta Política del Ecuador.
Siendo así, cabría preguntarse entonces ¿Con qué tipo de juicio (existencia o
de hecho) podría resolverse el problema de validez de un precepto en el área
penal?
21
Cfr. KELSEN, Hans, Teoría pura del derecho, (General Theory of Law and State), 4ta. Edición,. New
York, 1961, p. 193, Cit. por NINO, Carlos Santiago, Ob. Cit., pp. 10 y 11.
9
Resumiendo, el órgano creador de las leyes, deberá objetivar los juicios de
valor22 y de selección de las conductas que formarán parte del Código Penal,
rechazando por esta razón a las meras órdenes de autoridades y/o sus propios
deseos. Corresponderá así, legitimar su tarea legislativa primero, en una
ponderación de beneficio general y, luego -atendiendo a las varias teorías del
delito, justificar por ejemplo, la criminalización exclusiva de los delitos de
resultado y la exclusión de los de mero peligro, así como el dar o no relevancia
penal a las omisiones23.
Todo lo dicho concuerda con lo señalado por el alemán Jescheck 25, para quien
la idea básica del principio de legalidad reside en que el castigo no depende de
la arbitrariedad de los órganos de la jurisdicción penal, sino que debe estar
fijado por el legislador legitimado democráticamente. De este modo, este
principio es una fuente de seguridad jurídica para todos y consigue establecer
un enlace entre los tribunales y los juicios de valor que el legislador tuvo al
momento de crear las normas, leyes que deben ser claras y redactadas de la
manera más exacta posible (unívocas), para garantizar la unidad e igualdad de
la aplicación del Derecho.
22
Acerca de la diferencia entre normas jurídicas, juicio valorativos y órdenes, así como de los juicio de
valor t la presuposición de razones: NINO, Carlos Santiago, La validez del Derecho, editorial Astrea, 4a.
reimpresión, Buenos Aires-Bogotá, 2012, pp. 113-117
23
Cfr. BARBAROSCH, Eduardo, La filosofía analítica y el derecho penal, trae un aporte interesante de
filosofía analítica, que contiene algunas reflexiones sobre el derecho penal liberal y que, entre otras cosas,
expone ciertas posturas de la justificación de creación de delitos, ya sea porque se trata de conductas que
producen daño (Joel Feinberg) o por que además se trata de conductas inmorales (Moore). Referencia: 4
de febrero del 2015, artículo disponible en Word Wide Web:
https://www.academia.edu/3480721/La_filosof%C3%ADa_del_derecho_penal
24
GIMBERNAT, E., ¿Tiene un futuro la dogmática jurídico-penal?, Tecnos, Madrid, 1990, p. 160 -161
25
JESCHECK, Hans-Heinrich, WEIGEND, Thomas, Tratado de Derecho Penal Parte General,
traducido por Miguel Olmedo Cardenete, Editorial Comares, Granada, 2002, pp. 136-137.
10
Es ineluctable tener muy en cuenta, que no existe campo alguno en el Derecho
cuyos medios de poder se extiendan más que los del Derecho Penal, es por
esto que:
“Incluso una ley penal que renuncia a la pena de muerte está aún en situación
de excluir por vida a los culpables de la sociedad humana y, asimismo, ciertas
penas que podrían considerarse menos trascendentales están en condición de
perjudicar al afectado en su medio de un modo más grave y persistente que el
deseado efecto punitivo.”26
Siendo así, las consecuencias que se derivan de este pilar fundamental que
permite al derecho penal funcionar legítima y limitadamente, se plasman en el
contenido de la norma penal, la cual como ha queda expresado, debe ser
elaborada con la debida seriedad y con una previa socialización que permita su
pleno conocimiento a todos los individuos y así se logre el pretendido sentido
de amenaza de las penas, sin que esto se vea afectado por la aplicación de la
retroactividad de la ley penal más favorable27.
26
MAURACH, Reinhart, ZIPF, Heinz, Derecho Penal Parte General, Tomo I, traducido por Jorge
Bofill Genzsch y Enrique Aimone Gibson, Astrea, Buenos Aires, 1994, p. 154
27
MIR PUIG, Santiago, Derecho Penal Parte general, editorial BdeF, Montevideo-Buenos Aires, 2004,
p. 116 en donde se analiza que la aplicación de la ley más favorable al reo no se contrapone con el sentido
limitador de la potestad punitiva referente al principio de legalidad. “El sujeto podría contar, cuando
actuó, con una determinada pena, y sin embargo, la aplicación retroactiva de la ley posterior le deja sin
castigo o le disminuye la pena (…) resultaría inadmisible seguir aplicando la ley anterior más
desfavorable para el reo cuando, ya derogada, ha dejado de considerarse necesaria para la protección de la
sociedad”
28
e. Checkliste -n (sustantiv) – die Checklisten: recordatorio / lista de embarque. Acerca de la técnica
legislativa de las Checklisten: Cfr. FRICKE, P. und HUGGER, W., 1980, Test von Gesetzentwurfen, Tail
2, Experimentelle Methoden zur Unterstützung der Rechtsetzungspraxis, Band. 1, Bericht, Speyer, Speyer
Forschungsberitchte 12; y, CASALS, M.M., La Técnica de las Checklisten, p. 255 y ss.
11
2. Aceptación: Aunque no se podría pretender que los destinatarios de la
norma estén siempre de acuerdo con ella; como criterio general, deben
tener la convicción de que la regulación tiene sentido, no es
contradictoria y es necesaria.
En este hilo de ideas, la técnica legislativa penal 29 sin lugar a dudas tiene
rasgos mucho más característicos y restrictivos, dado que las normas penales,
por la garantía y tutela de los bienes jurídicos más importantes para la
convivencia social y los más dignos para su protección por parte del Estado,
precisan del uso de expresiones de fácil comprensión y que además gocen de
una correcta taxatividad.
Por lo señalado es que a criterio del profesor Wolfang Schöne 30, se requiera
seguir de modo técnico los postulados propios de la Teoría General del Delito
(conducta, típica, antijurídica y culpable) para que así la construcción del hecho
punible y el correlativo programa de subsunción, no se agote en la redacción
apropiada de la tipicidad (elemento objetivo y subjetivo), sino que las leyes
penales deban estar en plena concordancia con las causas de justificación,
excusas legales absolutorias y causas de exculpación que lo conforman,
debiendo también distinguirse claramente las tipologías de resultado dolosas,
de los hechos punibles de acción tentados, aquellos conocidos como de
omisión dolosa y cuasi dolosa, así como los delitos de omisión negligente o
culposa.
29
Cfr. ARAUJO GRANDA, María Paulina, Acerca del sentido y alcance de la técnica legislativa y las
nuevas formas de criminalidad en el Ecuador, en Revista “ratiodecidendi”, edición especial de Derecho
Penal, dirigida y coordinada por André Benavides, editora jurídica Cevallos, Quito, 2012, pp. 61-85
30
SCHÖNE, Wolfang, Técnica Jurídica en material penal, Editorial Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
1999, pp. 72-105.
12
Entonces, en términos generales, cuando se elabore una ley penal 31 y de tipo
objetivo y subjetivo se trate, el órgano legislador deba ponderar, junto a la
realidad fáctica que busca prohibir y sancionar, lo siguiente:
Para terminar, se debe tener presente que el segundo nivel de acción del
derecho penal, en el cual se verifica por excelencia la labor interpretativa por
31
Entendida como una ley penal preceptiva: aquellas que contienen algún precepto sancionado con la
amenaza de una pena.
13
parte de los órganos de la Función Judicial, requiere del suministro de reglas
que estén sujetas a determinados condicionamientos, pues “de la técnica
legislativa depende esencialmente la efectividad de la función de garantía de la
ley penal”32; por ello se sabe que el estado de derecho ha de preferir construir
tipos penales mediante el uso de conceptos fácticos, ya que en ellos la
actividad judicial es puramente intelectual de comprobación y subsunción de
hechos, en donde la aplicación de las reglas de la lógica, las dotan de
objetividad.
Para comenzar con esta segunda parte, conviene destacar de modo general
que la interpretación jurídica en un primer momento, fue definida por ejemplo
por Savigny, como la reconstrucción del pensamiento propio de la ley 34 y que, a
decir de Montesquieu35, requería que el juez asumiera un rol de un ser
inanimado, que se limitara a repetir exactamente las palabras empleadas por el
creador de la norma.
32
JESCHECK, Hans-Heinrich, WEIGEND, Thomas Ob. Cit., p. 21.
33
MUÑOZ CONDE, Francisco, Derecho Penal Parte General, editorial Tirant lo Blanch, Valencia,
1993, pp. 68 y 69
34
SAVIGNY, Friedrich Karl von, Sistema de Derecho Romano actual, en la Ciencia del Derecho,
Losada, Buenos Aires, 1949, p. 82
35
MONTESQUIEU, Del espíritu de las leyes, Claridad, Buenos Aires, 1977, p. 194
14
puede ser sometido a explicación, interpretación o comprensión, sino que las
normas se “inteligen”, es decir, la comprensión o interpretación del juez es de la
conducta, más no de la directriz que la regula. 36
b) Dimensión fáctica: Para el profesor Vigo, los hechos que deben ser
estudiados por los varios intérpretes jurídicos, no son una problemática
vinculada exclusivamente al Derecho Procesal, sino que son además tema de
significación desde la Teoría General del Derecho; por tal motivo, se puede
incluso identificar en el jurista a un constructor de hechos más que un mero
36
COSSIO, Carlos, El derecho en el derecho judicial, Buenos Aires, Editorial Abeledo-Perrot, 1967, p.
128.
37
ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo y SOMARIVA UNDURRAGA, Manuel, Curso de derecho
civil, Santiago de Chile, Editorial Nascimiento, Tomo I, Volumen I, 1961, pp. 118 y ss.
38
VIGO, Rodolfo L., Interpretación jurídica (Del modelo iuspositivista legalista decimonónico a las
nuevas perspectivas), Rubinzal Culzoni editores, Buenos Aires, s/a, pp. 19-25
15
descriptor de los mismos, lo cual ha significado por ejemplo en el área penal, la
posibilidad de alegar la insignificancia o irrelevancia de ciertas evidencias
empíricas, que en consecuencia no deberían ser sometidas al poder punitivo
del Estado.
Continuando con las varias reflexiones doctrinales que han surgido en torno a
la interpretación del Derecho, estimamos por demás pertinente dejar
constancia que la teoría de la hermenéutica jurídica, que toma como punto de
partida de aplicación correcta y legítima de las normas a la interpretación,
agrega un ingrediente adicional por medio del cual se concibe al Derecho no
como algo inmodificable que consta en una ley o en una sentencia, sino como
la “la práctica consistente en atribuir sentido a esos materiales”40; particular
último que otorgará una importancia trascendental a la argumentación que
deben observar por ejemplo los jueces, de quienes se espera no solo expliquen
39
Cfr. SCARPELLI, U., voz Semantica giuridica, en Novissimo Digesto Italiano, Tomo XVI, 1969, p.
994 Cit. por VIGO, Rodolfo L., Ob. Cit. p. 23
40
ATIENZA, Manuel, El sentido del derecho, 2ª edición revisada, 2ª reimpresión, Ariel Derecho,
Barcelona, 2004, p. 267
16
el método lógico-jurídico del que se valieron para adoptar su resolución, sino
también de la exposición clara de la justificación sustancial que motivó su
decisión.
41
ATIENZA, Manuel, El Derecho como argumentación, 2ª edición, Editorial Ariel, Barcelona, 2006, p.
11.
42
Ibíd. p. 74
43
Ibíd., p.76
17
ponderativa de su validez, oportunidad, actualidad, capacidad de persuasión y
eficacia en vinculación directa con los fines del argumentante.
18
significado propio, sino que dependen del sentido atribuido por el parlante o, el
otorgado por el oyente.
En este punto, por demás interesante resultan los aportes de Joseph Raz, para
quien el punto central no es el método que se emplee para la interpretación
jurídica, tanto como responder la pregunta conectada al ¿Por qué se
interpreta? la cual se responde por medio de la comprensión integral del rol que
cumplen las fuentes del Derecho, las razones para tenerlas y, en
consecuencia, los modos en los cuales dichas fuentes deben ser tratadas 48.
19
6. La interpretación parte de un pluralismo, por eso es que puede existir
más de una interpretación de objetos con significado; y,
7. Algunas interpretaciones se mostrarán como innovadoras 49.
Los das últimas ópticas que se estiman valiosas dentro de la interpretación son
el desarrollo jurídico y a la equidad; el primero se refiere al cambio que el
Derecho enfrentará para ser mejorado y adaptarse a las condiciones
cambiantes de una sociedad, mientras que la equidad se conecta con la
premisa de que por medio del Derecho, se debe hacer justicia a los litigantes.
Estos dos momentos aunque no son razones para interpretar, sí contribuyen a
la determinación de la naturaleza de la interpretación, por ello es que Raz los
ubica como “razones secundarias” para interpretar el Derecho.
20
expresiones lingüísticas y gramaticales no sean claras o dejen un margen de
duda razonable, existirían dos opciones que, desde nuestro punto de vista,
emanan de la propia legislación, que son el uso de la analogía y la
argumentación basada en principios generales del Derecho 52.
No se pase por alto que existen dos tipos de aplicación de la analogía. Por un
lado la analogía legis, en donde la solución se busca en otra disposición legal o
en otro complejo de disposiciones legales; mientras que la analogía juris, busca
la solución en el conjunto de la legislación vigente, en otras palabras, en todo el
sino aquella parte de la conciencia común que éste interpretó y tradujo”
52
En el caso ecuatoriano, el artículo 427 de la Constitución señala: “Las normas constitucionales se
interpretarán por el tenor literal que más se ajuste a la Constitución en su integralidad. En caso de duda,
se interpretarán en el sentido que más favorezca a la plena vigencia de los derechos y que mejor respete
la voluntad del constituyente, y de acuerdo con los principios generales de la interpretación
constitucional”. En adición, el articulo 18 del Título Preliminar de su Código Civil, prescribe que: “Los
jueces no pueden suspender ni denegar la administración de justicia por oscuridad o falta de ley. En
tales casos juzgarán atendiendo a las reglas siguientes: 1. Cuando el sentido de la ley es claro, no se
desatenderá su tenor literal a pretexto de consultar su espíritu. Pero bien se puede, para interpretar una
expresión oscura de la ley, recurrir a su intención o espíritu claramente manifestados en ella misma, o en
la historia fidedigna de su establecimiento; 2. Las palabras de la ley se entenderán en su sentido natural
y obvio, según el uso general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya definido
expresamente para ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal; 3. Las palabras técnicas de
toda ciencia o arte se tomarán en el sentido que les den los que profesan la misma ciencia o arte, a
menos que aparezca claramente que se han tomado en sentido diverso. 4. El contexto de la ley servirá
para ilustrar el sentido de cada una de sus partes, de manera que haya entre todas ellas la debida
correspondencia y armonía. Los pasajes oscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras
leyes, particularmente si versan sobre el mismo asunto; 5. Lo favorable u odioso de una disposición no se
tomará en cuenta para ampliar o restringir su interpretación. La extensión que deba darse a toda ley se
determinará por su genuino sentido y según las reglas de interpretación precedentes.; 6. En los casos a
que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación precedentes, se interpretarán las pasajes oscuros
o contradictorios del modo que más conforme parezca al espíritu general de la legislación y a la equidad
natural; y, 7. A falta de ley, se aplicarán las que existan sobre casos análogos; y no habiéndolas, se
ocurrirá a los principios del derecho universal”
53
ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo y SOMARIVA UNDURRAGA, Manuel, Ob. Cit., p. 137
21
sistema legal generalmente obligatorio. Ambas modalidades requieren que
entre el caso no previsto y el previsto, exista una identidad esencial 54.
Todo esto nos conduce a afirmar que el Derecho, no solo frente a regulaciones
obscuras, ambiguas o contradictorias se somete a una interpretación de su
usuario, particular que incluso se observará en el Derecho Penal, en el cual por
la prohibición de analogía se podría, prima facie, pensar que el ejercicio
interpretativo es inexiste; sin embargo, las leyes penales sí se interpretan,
aunque de un modo restrictivo y, en observancia irrestricta de todos los
contenidos que suponen el principio de legalidad o de reserva de ley.
54
MONROY CABRA, Marco Gerardo, Introducción al Derecho, 7ª edición aumentada y corregida,
editorial Temis, Bogotá, 1986, p. 276.
22
Mírese que en el caso ecuatoriano, el Código Orgánico Integral Penal de
agosto del 2014, incorporó varias novedades en comparación con el derogado
Código Penal de 1938, dado que la interpretación estricta, que requiere que los
jueces se atengan exclusivamente a la letra de la ley, quedó reservada
únicamente para los tipos penales, de ahí que, según el numeral 1 del artículo
13 del COIP, la interpretación en materia penal para las normas procesales y
ejecutivas, se deba efectuar “en el sentido que más se ajuste a la Constitución
de la República de manera integral y a los instrumentos internacionales de
derechos humanos”; proscribiéndose consecuentemente la analogía solamente
para crear infracciones penales y para “ampliar los límites de los presupuestos
legales que permiten la aplicación de una sanción o medida cautelar o, para
establecer excepciones o restricciones de derechos”, según el numeral 3 del
referido artículo 13 del COIP.
55
BECCARIA, Cesare, De los delitos y las penas, 4ª edición, Editorial Temis, Santa Fe de Bogotá, 1998,
pp. 9 y 10.
56
Ibíd., pp. 11 y 12
23
así a otras modalidades de comprensión de las reglas que limitan el ius
puniendi, permitiendo en efecto acudir al telos de la norma que habilite como
dice Bettiol, no centrarnos tanto en “la posición de la norma dentro del sistema
sobre la base de criterios clasificatorios, cuanto de fijar el concepto individual,
teniendo presente la realidad a que se refiere el concepto; en una palabra, el
valor”57
En este hilo de ideas, la interpretación para el jurista alemán tiene una doble
misión antes de la subsunción. Primero, dejar en claro el sentido de la premisa
mayor aplicable y, segundo, permitir que se proceda al discernimiento de la
trascendencia jurídica de los precedentes con los que deberá ser equiparado el
nuevo caso60.
57
BETTIOL, Giuseppe, El problema penal, Traducción del italiano por J. L. Guzmán Dálbora,
Hammurabi, Buenos Aires, 1995, p. 130.
58
MEZGER, Edmundo, Tratado de Derecho Penal, Tomo I, Editorial Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1955, pp. 135 y 145
59
JESCHECK, Hans-Heinrich, WEIGEND, Thomas, Ob. Cit., pp. 164 y 165
60
Ibíd., p. 164
24
método sistemático, que suministrará el sentido de la ley, dependiendo del
lugar que ocupa la norma en el conjunto del sistema.
Así, Gustavo Arocena dice que si estamos ante una autonomía semántica
incontrovertible de una determinada ley, se aplicará (como primer paso a
seguir) la interpretación literal, en aras de respetar el principio de legalidad
penal; por el contrario, si se constata la falta de autonomía semántica de una
norma, se tendrá que acudir a otras pautas que guíen la interpretación
gramatical del precepto, con el auxilio de otros cánones de interpretación 62.
61
Cfr. Acerca de las clases de interpretación, Ibíd., pp. 165 y 166
62
AROCENA, GUSTAVO A., Interpretación gramatical de la ley penal. Una investigación sobre su
función, su relevancia y sus limites, Prólogo del Dr. Guillermo Jorge Yacobucci, Advocatus, Córdoba,
2003, p. 36 y 40
63
TEDESCO, Ignacio F., El acusado en el ritual judicial. Ficción e imagen cultural, Colección Tesis
Doctoral, Editores del Puerto, 2007, pp. 93 y 94
25
corresponderá entrar en juego en un momento posterior a la comprensión.
“Comprender es siempre interpretar, al ser la interpretación la forma explícita
de la comprensión”. El segundo principio, lo resume en la idea de que la
aplicación es un momento integrante del proceso de hermenéutica, tan esencial
como la comprensión y la interpretación; por esto es que el tercer principio se
sustente en el hecho de que el proceso interpretativo, sea visto como una
unidad frente a la diversidad de textos64.
26
sería necesario no solo atender a su tenor literal, sino además desentrañar el
sentido que el legislador buscó dar a la prohibición.
Bajo este mismo criterio, Gustavo Arocena señala que la norma jurídica penal
busca determinar la realización o evitación de acciones u omisiones, siempre y
cuando éstas sean valoradas como socialmente relevantes; por tal motivo es
que para interpretar las leyes, se tenga en cuenta que:
67
Cfr. SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, Normas y acciones en Derecho Penal, Hammurabi, Buenos
Aires, 2003, pp. 21 y 22
68
LUZÓN PEÑA, Diego Manuel, Curso de derecho penal. Parte general, 1ª reimpresión, Universitas,
Madrid, 1999, pp. 64 y 65.
27
d) El acto de emisión lingüística que representa la norma penal, para que
motive de forma eficaz a las personas, debe expresarse en un lenguaje
compartido por los ciudadanos, es decir, contener un lenguaje
comprendido por el receptor del mensaje.
28
Lo expuesto hasta aquí, si bien permeabiliza la inclusión de varios métodos de
interpretación al área penal, nos coloca ante la idea, prima facie, de que tan
solo cuando exista una falta de autonomía semántica de los términos de la ley,
es que podríamos acudir por ejemplo a su sentido teleológico y a su integración
sistemática; pero no está por demás indicar que aún bajo estos últimos
supuestos, como dice Arocena, el intérprete debe regresar a las palabras para
encontrar el máximo tenor literal posible de los términos, para evitar
precisamente crear una regla nueva, distinta a la ley que su busca aplicar 72.
Para esto, es importante tener presente que la función principal de las reglas
asumida por Alonso, es la de conducir conductas, estipulando qué acciones
72
AROCENA, Gustavo A., Ob. Cit., p. 98
73
ALONSO, Juan Pablo, Interpretación de las normas y derecho penal, Colección Tesis Doctoral, 1ª
edición, 1ª reimpresión, Editores del Puerto, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2010, pp. 184 y ss., 315-
322
29
son obligatorias, prohibidas o permitidas bajo ciertas circunstancias; mientras
que a los principios, siguiendo los postulados de Hart, los considera como algo
que resulta deseable preservar y que suministran tanto la explicación o
racionalidad de las reglas como su justificación 74 y que, a criterio de
MacCormick, se erigen como normas relativamente generales desde el punto
de vista de las personas que los aceptan y así, los contemplan como una
norma a la cual es deseable adscribirse y que tiene de este modo fuerza
explicativa y justificadora en conexión con determinadas reglas para la
decisión75.
Ahora bien, las dos funciones normativas darán cuenta no solo de las
relaciones de coherencia, sino que pretenderán incidir en la resolución de
casos individuales. Así, la primera función normativa de la coherencia, requiere
de suyo que el sistema presente alguna deficiencia normativa; esto es, lagunas
o antinomias, para lo cual, será menester inducir principios de modo que, a
través de un diagrama de coherencia, se pueda delinear la solución coherente
para el caso que se considera patológico. La segunda función normativa por
su lado, parte de la premisa de que los principios derrotan a las reglas, por lo
que la incoherencia deberá ser cambiada, de forma que resulte compatible con
las exigencias de coherencia del conjunto de principios jerárquicamente
superior77.
Debe señalarse que todo este modelo parte de una óptica exclusivamente
iuspositivista, en tanto y en cuanto los principios que permiten solucionar casos
problemáticos, surgen única y exclusivamente del ordenamiento jurídico
positivo; es por esto que el profesor argentino diga que, si bien la coherencia
suministra a las decisiones judiciales de casos complejos una importante
74
Cfr. HART, Herbert, L.A., El concepto de derecho, traducción de Genero R. Carrió, Abeledo Perrot,
Buenos Aires, 1963 Cit. por ALONSO, Juan Pablo, Ob. Cit., p 187.
75
Cfr. MACCORMICK, Neil, Legal Reasoning and Legal Theory, Oxford University Press, Oxford,
1978, pp. 260 y ss. Cit. por ALONSO, Juan Pablo, Ob. Cit., p. 188.
76
ALONSO, Juan Pablo, Ob. Cit., p. 315
77
Ibíd., p. 316
30
racionalidad argumentativa, presenta ciertas limitaciones, en especial cuando
estamos ante normas deficientes, entonces “(…) la posibilidad de ampliar los
límites del análisis no [es] infinita, ya que la totalidad del derecho positivo
constituye el límite máximo, que no puede ser sobrepasado en un ejercicio
argumentativo”78.
En esta línea, el conocido como in dubio pro reo, deberá ser visto no solo como
un refuerzo de la presunción de inocencia, sino como una complementariedad
del principio de legalidad, en especial cuando las normas se muestran
incongruentes.
31
de normas penales, en especial en los últimos cuarenta años, está propiciando
que las miradas se centren en los postulados de la teoría de la legislación, en
especial en dos sentidos:
32
III. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES
En razón del contenido del aporte que Usted tiene ahora en sus manos, se
extraen las siguientes conclusiones:
33
El principio de estricta legalidad (equivalente a la definición legal de
delito) a decir de Ferrajoli, se propone como una técnica legislativa
dirigida a excluir las regulaciones que giren en torno a personas, a su
personalidad o a su status; para dar paso a reglas de comportamiento
que establezcan una prohibición de una acción u omisión imputable a la
culpa del autor; por esto es que las leyes penales no puedan ni deban
recoger cualquier hipótesis indeterminada de desviación. Entonces, para
que el legislador cree normas válidas, debe colocar todos los elementos
de la conducta prohibida, de forma taxativa.
34
sino que las leyes penales estén en plena concordancia con las causas
de justificación, excusas legales absolutorias y causas de exculpación.
35
lingüísticas y gramaticales no sean claras o dejen un margen de duda
razonable, existirían dos opciones que emanan de la propia legislación:
el uso de la analogía y la argumentación basada en principios generales
del Derecho.
Debe decirse que las leyes penales podrían ser vistas como mandatos
de determinación o como normas de valores; sin embargo, es
recomendable asumir una postura ecléctica, con miras a la practicidad
36
de la interpretación. En este hilo de ideas, el profesor Diego M. Luzón
Peña, concibe a las normas penales como normas de determinación de
conductas, pero que a su vez, al tener el Derecho la misión de juzgar
como objetivamente reprochable el comportamiento del sujeto activo,
son también leyes valorativas.
Bajo este mismo criterio, Gustavo Arocena señala que la norma jurídica
penal busca determinar la realización o evitación de acciones u
omisiones, siempre y cuando éstas sean valoradas como socialmente
relevantes; por tal motivo es que para interpretar las leyes, se deba tener
en cuenta, por ejemplo, que son directivas por medio de las cuales el
órgano legislador intenta motivar a las personas para que actúen de una
determinada manera; además, se orientan a la determinación de la
conducta futura de las personas, mediante una concreta expresión
lingüística, ergo, la norma penal se erige como el acto de comunicación
por excelencia entre el legislador y el ciudadano.
37
IV. BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA DE REFERENCIA
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