Homilía Pablo
Homilía Pablo
Homilía Pablo
de Tarso?
Conversión de Saulo
9 Mientras tanto, Saulo, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote 2 y le pidió
cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que
pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres. 3 En el viaje sucedió que, al acercarse a Damasco, una luz del cielo relampagueó de
repente a su alrededor. 4 Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía:
—Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
5 —¿Quién eres, Señor? —preguntó.
—Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz—. 6 Levántate y entra en la ciudad, que allí se te dirá lo que tienes que hacer.
7 Los hombres que viajaban con Saulo se detuvieron atónitos, porque oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Saulo se levantó del suelo,
pero cuando abrió los ojos no podía ver, así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco. 9 Estuvo ciego tres días, sin comer ni
beber nada.
10 Había en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor llamó en una visión.
—¡Ananías!
—Aquí estoy, Señor.
11 —Anda, ve a la casa de Judas, en la calle llamada Derecha, y pregunta por un tal Saulo de Tarso. Está orando, 12 y ha visto en una
visión a un hombre llamado Ananías, que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.
13 Entonces Ananías respondió:
—Señor, he oído hablar mucho de ese hombre y de todo el mal que ha causado a tus santos en Jerusalén. 14 Y ahora lo tenemos aquí,
autorizado por los jefes de los sacerdotes, para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre.
15 —¡Ve! —insistió el Señor—, porque ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus
reyes como al pueblo de Israel. 16 Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi nombre.
17 Ananías se fue y, cuando llegó a la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: «Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en
el camino, me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo». 18 Al instante cayó de los ojos de Saulo algo como
escamas, y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado; 19 y, habiendo comido, recobró las fuerzas.
—Sígueme.
—Señor —le contestó—, primero déjame ir a enterrar a mi padre.
60 —Deja que los muertos entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó
Jesús.
61 Otro afirmó:
—Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios.
Filipenses 4:12-13
Todo lo del mundo lo consideraba perdida
por Cristo
4 Yo mismo tengo motivos para tal confianza. Si cualquier otro cree tener motivos para
confiar en esfuerzos humanos, yo más: 5 circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel,
de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la interpretación de la ley,
fariseo; 6 en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley
exige, intachable.
7 Sin
embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por
causa de Cristo. 8 Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de
conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de
ganar a Cristo
8 Si
vivimos, para el Señor vivimos; y, si morimos, para el Señor
morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos