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Platón y Los Mitos

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Platón y los mitos

Platón (427-347 a.C.) fue un filosofo griego, seguidor de Sócrates y maestro de


Aristóteles. Fundó la Academia de Atenas, en 387, donde participó activamente en la
enseñanza y escribió sus obras, gran parte de ellas a manera de diálogos.

En su obra tocó temas como la filosofía política, ética, psicología, antropología


filosófica, epistemología, metafísica, entre otros. Platón desarrolló sus doctrinas
filosóficas a través de los mitos y las alegorías, las cuales sirvieron de gran ayuda para
explicar de una forma más sencilla sus teorías.

La relación de Platón con estos recursos es sumamente amplia, se valía de experiencias


comunes, situaciones en las que las personas podrían ver con mayor claridad la
intención de lo que Platón proponía en aquella época. De esta forma, el filósofo griego
planteó una serie de alegorías, o comúnmente llamados mitos, en los que proponía de
forma práctica sus doctrinas, entre ellas, la Teoría de las Ideas y la Teoría de la
Reminiscencia.

Los términos mitos y logos, sufrieron una evolución a lo largo de la historia de la


Antigua Grecia. De esta forma en los tiempos de otros filósofos como Homero, estos
términos se empleaban como sinónimos y expresaban un significado de narración o
historia. No fue sino hasta los tiempos de Parménides y del grupo de filósofos
reconocidos como Presocráticos, cuando estos términos sufrieron una diferenciación
pasando a identificarse la palabra mitos como una narración no real, imaginaria o no
verificables y el logos, en diferencia, como un relato o narración racional.

De esta forma, partiendo del principio de que Platón era discípulo de Sócrates y que
éste era propulsor de una filosofía basada en la razón, en el logos, lo lógico sería
pensar que Platón siguiese por este camino evitando radicalmente un acercamiento
hacia el uso del mito en su planteamiento filosófico. Por el contrario, Platón encontró
en el mito una herramienta para propulsar su doctrina y hacer que ésta fuese más
accesible para todos los ciudadanos.

Así pues, Platón decidió hacer una distinción entre los mitos para así desmarcarse de
cualquier aproximación con los relatos no reales y reafirmando su creencia en la razón
y en los relatos verdaderos que planteasen cuestiones filosóficas. Platón planteó tres
tipos de mitos. En primer lugar estaban los mitos falsos, los que relatan historias de
dioses sujetos a pasiones y sufrimientos humanos, dichos mitos eran falsos ya que la
razón enseña que Dios es perfecto y por lo tanto estas situaciones no eran posibles.

Por otra parte están los mitos que involucraban un razonamiento verdadero, y por lo
tanto se consideraban verdaderos. Por último estaban los mitos no verificables por no
encontrarse dentro del alcance de la razón humana pero que consentían cierto grado
de verdad. Platón por su parte, no se decantó por uno u otro, sino que creó una
especie de híbrido en sus textos, utilizando parte del contenido del universo y por otra
parte la moral, origen y destino del alma.
En esta aproximación hacia la relación que sostuvo Platón con las alegorías se
plantearán algunas de ellas, las más conocidas, el mito del carro alado y el mito de la
caverna. De esta forma se podrá entablar una conexión entre él y sus teorías que hoy
en día y como objetivo de este trabajo serán analizadas para determinar la medida de
su influencia en la cultura audiovisual de los últimos siglos.

Mito del Carro Alado

Posterior a La República, Platón escribe otro diálogo y lo nombra como Fedro (370
a.C.), en él habla sobre el amor, la retorica, la muerte, la naturaleza, el destino de las
almas, la belleza, la ética y la comunicación.

La alegoría del Carro Alado es propuesta en este diálogo para explicar su visión del
alma humana. De esta forma, el personaje Sócrates se sirve de esta alegoría para
plantear el mérito del amor como locura divina.

Platón explica, a través de esta alegoría su concepción sobre la constitución conflictiva


del alma humana. Así pues, Platón nos cuenta como un hombre conduce un carro
tirado por dos caballos alados, uno de los cuales es blanco, de casta noble, y en su
contraparte se encuentra un caballo negro, opuesto tanto en raza como en carácter.

El relato se nos presenta de la siguiente forma: “El alma es como un carro de caballos
alados y un auriga que forman una unidad. Ahora bien: los caballos y aurigas de las
almas de los dioses son todos buenos y de excelente linaje; los de las otras almas, sin
embargo, son mezclados. Nuestro auriga gobierna a la pareja que conduce; uno de sus
caballos es bello y bueno y de padres semejantes, el otro es lo contrario en ambos
aspectos. De ahí que la conducción nos resulte dura y dificultosa” (Fedro, 370 a.C.: 345)

De esta forma Platón se vale de la alegoría para tratar un tema mucho más profundo,
la esencia y las partes del alma. Vemos como el alma se representa a través del auriga
que conduce el carro y los dos caballos que representan lo bueno y lo malo, por lo que
la conducción del carro (o en este caso, del alma), será complicada ya que es necesario
guiar lo bueno y lo malo para que ambos vayan en consonancia.

El alma tiene como deber el cuidado de lo inanimado, como creían los antiguos
griegos, el alma dotaba de vida todo aquello que se movía. Como el alma tiene alas,
recorre el cielo y se encarga de administrar el mundo. Por el contrario, cuando el alma
pierde sus alas recorre su camino sin ellas hasta que logra poseer un cuerpo terrestre.
De esta forma, el alma dota de movimiento al cuerpo, generando así un conjunto, un
ser viviente.

Así pues, el alma se divide en tres partes representadas en la alegoría. La primera, la


parte volitiva, donde residen los apetitos y deseos incontrolados, este es el caballo
negro. La segunda es el ánimo, bajo la forma del caballo blanco, es la parte que aspira
a la verdad y a lo bueno. Por último esta el auriga, el conductor, quien simboliza la
razón, es el encargado de guiar a los caballos, lo bueno y lo malo, de controlar los
apetitos.

El mito en definitiva resume una invitación por parte del filósofo a dedicarse a las cosas
que guiaran a los seres vivos hasta el bien: a la belleza, la verdad y la bondad. El ser es
capaz de llegar siendo guiado por las divinidades, pero es necesario que sea capaz de
vencer al principio opuesto de lo divino, lo que pervierte al alma, le corta las alas y le
hace caer al mundo de la finitud y la contingencia.

 Texto completo en castellano del Fedro Platón, (1986) Fedro, Madrid, Gredos, pp. 345


y ss. Traducción de Emilio Lledó Íñigo.

Interpretación del mito de la caverna

Una de las obras más representativas de Platón es la República, escrita hacia el año
380 a. de C. Es un sumario de las ideas que conforman la filosofía del autor, las
doctrinas platónicas fundamentales, que son representadas en forma de diálogo entre
el propio Sócrates y otros personajes. La obra se compone de diez libros que tratan
diversos temas, sin ningún sentido específico que separe los volúmenes entre uno y
otro.

La trascendencia de esta obra radica en la forma en la que el filósofo griego cuestiona


el origen del conocimiento, la representación de las ideas y la naturaleza de la propia
realidad. Los conceptos y teorías expuestas en ella tratan de guiar al lector hacia el
conocimiento.

El mito de la caverna se encuentra en el libro VII de República. Se trata de un diálogo


en el que participan Sócrates y su hermano Glaucón. Platón explica mediante una
metáfora el estado en el que se encuentra el ser humano respecto al conocimiento.
“«El estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra
naturaleza. »” (Platón, 380 a.C.)

En el diálogo, Sócrates plantea la situación de unos hombres encadenados que se


encuentran prisioneros en una cueva. Estos hombres llevan ahí toda su vida, atados de
forma que solo pueden estar quietos y mirar hacia su frente. Lo único que llegan a ver
son unas sombras proyectadas en la pared. “«Detrás de ellos, la luz de un fuego que
arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino
situado en alto; y a lo largo del camino suponte que ha sido construido un tabiquillo
parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de
las cuales exhiben aquellos sus maravillas.»” (Platón, 380 a.C.)

Las sombras proyectadas en la pared de la cueva son generadas por el mundo real, el
mundo de las ideas de Platón. Es natural, según el filósofo griego, que los sujetos que
solo conocen dichas sombras consideren que ese es el mundo real. Sin embargo,
cuando uno de ellos es liberado y obligado a salir a la superficie, se da cuenta de que
hay algo más allá de la proyección de sombras de la cueva. En un principio, cegado por
la luz, no consigue ver nada y sigue pensando que el mundo real se encuentra en la
caverna. No solo eso, también se muestra reticente, incluso violento, a fijar la vista en
los objetos reales, de forma que trata de escapar de vuelta a la cueva.
No obstante, tras acostumbrarse a la luz, el prisionero liberado se da cuenta de que
aquello que veía en la caverna no era el mundo verdadero. “«Lo que vería más
fácilmente serían, ante todo, las sombras, luego, las imágenes de hombres y de otros
objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos.»” (Platón, 380 a.C.)

Al haber descubierto el mundo real, Sócrates plantea la siguiente pregunta en su


narración: “«Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de
sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber
cambiado y que les compadecería a ellos?»” (Platón, 380 a.C.)

De esta forma, el hombre vuelve a la caverna para revelar a los demás prisioneros que
lo que ellos estaban viendo era una mera proyección de las sombras del mundo real.
Teniendo en cuenta que el hombre tiene que acostumbrarse de nuevo a las sombras,
los ojos se le llenan de tinieblas. Los prisioneros piensan, pues, que se le han dañado
los ojos por haber subido arriba, y que no valdría la pena realizar la ascensión. “«¿Y no
matarían, si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara
desatarles y hacerles subir?»” (Platón, 380 a.C.)

Interpretaciones

El Mito de la Caverna abarca así varios elementos que conforman la teoría de las ideas
de Platón y proceden a un análisis dividido en tres dimensiones.

Por una parte se encuentra la dimensión antropológica, donde Platon percibe dos
dimensiones diferentes, cuerpo y alma. El cuerpo, inmerso en el mundo sensible es
corruptible y cambiante, mientras que, el alma, se encuentra unida al mundo de las
ideas, perfecto e inmutable.

Los prisioneros son utilzados como metáfora para explicar cómo las personas están
atadas a sus percepciones y las imágenes que les representan. Las sombras que logran
vislumbrar son su mundo físico, lo que perciben y creen que es el conocimiento
verdadero. Sin embargo, aquello que señalan como verdadero no es mas que el
conocimiento subjetivo.

Cuando uno de los prisioneros es liberado de sus cadenas y emprende el viaje a la


superficie, representa su ascensión hacia el mundo inteligible, donde se adquiere el
verdadero conocimiento. De esta forma, el alma es liberada moral e intelectualmente
de sus ataduras y limitaciones provenientes del mundo sensible.

Por otra parte, existe la dimensión ontológica y epistemológica. Esta dimensión se


refiere a la naturaleza del ser humano y la dimension epistemológica se refiere a la
naturaleza, origen y validez del conocimiento.
Cada elemento del mito simboliza y nivel del ser y del conocimiento, dentro de este
dualismo ontológico y epistemológico del filosofo griego. De esta forma, la alegoría
propone dos niveles, uno de ellos la caverna, identificado como nivel inferior, y otro
nivel que se ve representado a través del hombre liberado, el nivel superior, de esta
forma Platón se sirve para explicar su concepción dualista del mundo.

En cuanto a la dimension epistemológica podemos definir los siguientes elementos


dividos en dos partes. Una de ellas es el mundo sensible, en el encontramos la opinión,
la conjetura (las sombras) y la creencia, englobando a los objetos que se encuentran
dentro de la caverna, incluyendo a los prisioneros en ella.

La segunda parte es el mundo de las ideas, el exterior de la caverna, en esta parte


encontramos el conocimiento discursivo, propuesto por los reflejos de las cosas que el
prisionero logra ver en el exterior, y el conocimiento intelectual real, que es lo que
percibe el prisionero al ver directamente al sol y los objetos exteriores con
detenimiento.

En cuanto a la dimension ontológica, Platon también hace diferencia entre el mundo


sensible y el mundo de las ideas nuevamente. En este caso encontramos que en el
mundo sensible todo aquello que es percibido como “real” dentro de la caverna no es
mas que la imagen o el reflejo, es decir, el fuego como representación del sol y que
sirve apra reflejar las sombras, las estatuas y demás objetos.

Por otra parte, en cuanto al mundo de las ideas, podemos reconocer que en él se
encuentran todos los objetos que el prisionero liberado observa, es decir, las sombras
y reflejos, el mundo natural y los hombres que representan las ideas, y el sol como
elemento mas alto reflejando la idea del Bien.

En tercer lugar se encuentra la dimensión moral y política. En esta dimensión Platón


se encarga de representar al mundo de las ideas como el sitio donde el alma logra
encontrar el conocimiento. Al ser el prisionero liberado el que asciende y experimenta
el exterior de la caverna, logra presenciar el mundo ideal, y por ello siente el deber de
compartirlo. En este mundo, el sol es una metáfora de la idea del Bien, siendo la idea
más pura de todas.

La caverna representa la apariencia, lo puramente sensible, de reflejos e imágenes. En


contraste, el mundo ideal y la idea del Bien representan el conocimiento verdadero. El
prisionero entonces decide no continuar con un conocimiento basado en la opinión
propuesta por las percepciones.

El retorno del mismo es un ejemplo de Platón para demostrar que él busca compartir
con los demás el método para alcanzar el conocimiento real. En este caso el prisionero
ha visto directamente el Sol, conoce la idea del Bien y decide compartirla. En este caso
es como un político preparado para gobernar con justicia, conociéndola. La democracia
entonces, para Platón, es similar a lo que ocurre en la caverna, habiendo pues
personas que habitan en el mundo sensible y deben ser guiadas por el filósofo-rey.
La razón del destino de la liberación necesita beber de la dialéctica o de la filosofíam, y
por ello crea un conflicto en realcion con la moralidad sobre esa misma situación. El
riesgo que corre el preso liberado es similar al trágico final de Sócrates, ya que fue
sentenciado a muerte por el tribunal ateniense, únicamente por insurgir a la juventud
y no respetar a los dioses.

La metodología que respalda a este trabajo es principalmente la revisión bibliográfica.


A partir de los objetivos previamente fijados, se ha observado el procedimiento llevado
a cabo para llegar a las conclusiones. Además de ello, el trabajo incluye una
interpretación personal basada en la teoría investigada de antemano.

En la revisión bibliográfica se ha tratado de buscar el contexto que rodea al Mito de la


caverna. Para ello, se ha situado a su autor, Platón, en su entorno histórico. Además,
se ha detallado un acercamiento al mito y a sus diferentes acepciones para dar con su
significado.

A partir de la información expuesta en el marco teórico acerca del  mito y de su


procedencia, se ha realizado un análisis de la alegoría en el cine. Dicho análisis consiste
en un recopilatorio de películas que hacen alusión al tema a tratar. Para llegar a esa
selección, se ha investigado acerca de las películas que guardan alguna relación con el
mito y se han escogido las que más adecuadas se han considerado.

Así pues, se ha pasado a realizar dicho análisis en el plano del contenido de cada
película. Se han escogido varios filmes, nueve en concreto, con el fin de poder ahondar
en las escenas más representativas del mito. Es decir, que no se hace un análisis en
profundidad de cada una de los filmes, sino que se escogen las escenas que más
relación guarden con el Mito de la caverna de Platón.

Se trata, entonces, de ahondar en las diferentes representaciones del relato mítico en


un ámbito de expresión distinto y más actual. Las nociones explicadas en el marco
teórico crean una base con la que entender los análisis de las películas. Se pretende
expresar, de esta manera, la relación que guarda el tratamiento del mito en la
literatura clásica con el tratamiento cinematográfico que se le ha otorgado a esta
alegoría en los últimos 30 años.

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