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Sofía, mi amiga desde que he entrado a este colegio. Quiso quedarse a esperarme, pero surgió un
problema por lo que tuvo que salir a las corridas. Luego de colocarme la mochila, acomode mi
campera y metí las manos en mis bolsillos. Pero sentí la textura de una llave en estos, por lo que
rápidamente la saque.
Aterrorizada, preocupada, nerviosa, ansiosa. Salí corriendo del aula, algo muy estúpido de mi
parte, estoy muy segura de que no lo encontraría aquí a estas horas. Quizás ya se fue, pero no
pierdo nada buscándolo ahora mismo. Baje al primer piso con la intención de encontrarlo allí. Pero
fue en vano. Cruce la secretaria, dirección, receptoría hasta llegar a la salida.
Todavía había gente dando vueltas. Esperando a sus padres, con sus amigos o simplemente solos.
Como aquel chico que parecía estar desesperado mirando para todos lados. Suspire aliviada de
haberlo encontrado. Camine hacia el, sin dejar de mirarlo para que notara mi presencia, pero
también fue en vano. Al llegar donde el, no pude sentir mejor alivio del que siento ahora.
—De verdad creí que te habías ido,— mencione sonriendo. Martin se dio la vuelta, y en su cara ya
no había rastro de preocupación, solo alegría mezclada con tranquilidad. —Creo que tengo algo
que es tuyo.— indique sacando la llave del auto, estire mi brazo y se las acerque.
—Gracias, muchas gracias, de verdad gracias.— dijo casi dando un brinco de alegría.
Y por segunda vez lo observe detenidamente. Es increíble lo bonito que le queda el cabello largo y
oscuro, no llega a sus hombros, ni si quiera toca su nuca. Simplemente cae sobre su frente
haciéndolo ver muy lindo. Envidio su nariz pequeña y puntiaguda. Tiene un lunar bajo su ojo
izquierdo, lo cual hace que el color miel de estos resalten.
Fueron unos segundos que lo observe, pero debo de admitir que se hicieron eternos. El me estaba
diciendo algo, pero no se de que se trata. Solo asentí, y camine junto a él hacia la dirección del
estacionamiento del colegio…si es que no me equivoco. Nos detuvimos cerca de la entrada, él
decidió romper el silencio.
—Admito que te estuve buscando por horas…de hecho me salte la clase de Historia.— murmuró
apoyando su espalda en la pared del estacionamiento.
—Pues no buscaste bien, te falto preguntar en el tercer piso.— Bromeo con la intención se hacerlo
reír.
Y lo consigo, su sonrisa es muy bonita, podría decir que única, cálida. Sus ojos se achinaban al
sonreír y su nariz pequeña también. Buscó inquietante mis ojos y le correspondí, su mirada era
atenta, sus ojos ya no estaban achinados, sino más bien buscaban algo, eran curiosos,
inquietantes. Y nuevamente rompió el silencio.
—¿Qué significa tu tatuaje en la nuca?— cuestiono, su pregunta fue inesperada para los dos. Creo
que se dio cuenta ya que se enderezo en su lugar y rápidamente se disculpo. —Perdón, no…no
debes responder, dios que imbécil soy. Perdóname no fue mi intención.
La verdad es que no me molesta que pregunten por el, de hecho al contestar siempre lo hago
contenta. Aunque en diferentes ocasiones es un significado diferente, nadie excepto yo misma,
saben lo que realmente significa. Esta vez me hubiese encantado no mentir, ir con la verdad desde
el inicio, pero no pude.
—Sabes Martin, hay muchos tatuajes que no tienen un significado. Simplemente la silueta me
gusto y decidí tatuarme.
No respondió, supongo que esperaba otra respuesta. Pero no puedo satisfacerlo con eso.
—Debo irme, se esta haciendo tarde…y debo llegar a casa temprano. —Decidí, porque el
ambiente se estaba volviendo incómodo, o al menos para mi.
Finalmente camine unos minutos hasta llegar a la parada de colectivos, espere hasta que llegara el
que me deja en la parada de mi casa. En el camino me coloque mis auriculares, comenzó a sonar
sálvame de Dread mar I. Una canción muy tranquila. Cerré los ojos para disfrutar mejor la canción
y olvidarme de todo, incluso de Martin, y el incómodo momento que pasamos hace un rato.
Caminar sola por las calles de Buenos Aires, no es algo que se recomiende mucho. Pero me gusta
hacerlo, de hecho camino sin miedo ni preocupaciones, solo estamos la ciudad y yo. Saque las
llaves de mi casa de la mochila, abrí la puerta y el primer recibimiento que tuve fue de fideos mi
gatito, es un bobtail americano, color marrón.
—¿Viki sos vos?— pregunto mi Abuela desde la cocina. —Mira lo que he preparado, lo vi en la
televisión.
Baje a mi gata y deje todas mis cosas en el sofá del living, la casa de mi abuela es muy rústica, todo
es de madera y colores opacos. Es demasiado hogareña y por eso me gusta vivir aquí con su dulce
compañía. Camine hacia la cocina para encontrar con mi Abuela vestida con un delantal y un poco
de harina en la cara. Una imagen hermosa para mis ojos.
—Ñoquis de Acelga, se lo vi a Ariel Rodríguez del canal 9. Es una receta muy fácil. —dijo mi Abuela
con entusiasmo.
Personalmente me gusta ver a mi Abuela haciendo cosas que la desconecten de la realidad. Se
olvida por unos minutos o quizás horas de absolutamente todo, solo esta ella y su imaginación. No
es que ella la pase mal o estemos en una situación difícil, ella vive la vida con diversión y valentía,
eso es una de las cosas que más me gustan de ella. Vivo con ella desde los 10 años, luego de que
mi Madre falleciera por un accidente automovilístico, ambas la pasamos mal, pero pudimos salir
adelante y no reprimirnos del mundo.
—Voy a poner la mesa, Sofi no viene a comer por una urgencia familiar, solo seremos tu y yo.
—mencione buscando los vasos y platos.
—No hay problema, le guardaremos para ella. No puede perderse de esta delicia. —exclamó con
alegría chupándose los dedos.
Sonreí como una niña cuando le dan un chocolate. Desde que perdí a mi Madre ella se ha
encargado de hacerme feliz, Sofía se sumo dos años después, y ahora ellas dos forman un lugar
importante en mi vida. Luego de terminar de poner la mesa, llevé mis cosas a mi habitación. Baje a
los minutos para encontrarme con la comida en la mesa y mi Abuela sentada allí.
—Ya voy.— me senté en frente de ella, la mesa es redonda, entran alrededor de 5 personas. Le
puse queso rayado y le di el primer bocado. —¡Esto esta riquísimo Abu!.
Mi Abuela sonrió satisfecha y siguió comiendo. La hora de la cena pasó rápido, hablamos de lo que
hicimos en el dia, ella fue a yoga y visito a su Amiga, le conté que hice en el colegio, lo sucedido
con este chico Martin. Porque no hay nada que no le cuente a mi Abuela. Me pregunto si era
guapo y no le mentí, lo acepte. Luego de postre comimos chocolate que teníamos en la heladera.
Me tocó juntar los platos y lavarlos mientras ella se preparaba para dormir.
—Termine Abu, voy a dormir. —comenté entrando a su habitación pero ella ya estaba durmiendo.
Apague la luz de su cuarto y salí de este. —Buenas Noches. —le dije desde la puerta.
Me quede observando una en específico, donde el estaba de perfil, la foto parecía ser sacada por
alguien más. El estaba muy concentrado tocando la guitarra, pero eso no llamo mi atención. Sino el
hecho de creer que ya lo había visto antes. Busque otra foto de el con la guitarra y esta vez estaba
en la sala de música del colegio. Y nuevamente sentí que se parecía a alguien que ya vi
anteriormente. Hasta que todas mis dudas acabaron.
Martin Gonzales es el chico de la bonita melodía, aquel chico que vi hoy en la sala de música.
Ahora mu pregunta es ¿Cómo es que no me di cuenta antes? Me gustaría tomar de excusa que
estaba de espaldas y no pude ver su rostro. Pero al menos por la vestimenta si lo hubiese notado.
No puedo creer lo despistada que soy.
Apoye mi celular encima mío y me recosté en el respaldar de mi cama. Sentí a fideos subirse en mi
panza, le hice cariño y este se acostó al lado mío. Volví a agarra mi celular y abrí los ojos como
plato al ver que la publicación de Martin tocando la guitarra tenía un like no puedo creerlo, ¿en
que momento sucedió?. Ya no podía hacer nada más, lo hecho, hecho esta diría mi Abuela. Suspire
frustrada, no puedo creer que le haya dado un like a una foto de 2016, seguramente pensara que
lo he estado stalkeando exageradamente.