Prosopon y Persona en La Cultura Grecolatina - Amengual Coll
Prosopon y Persona en La Cultura Grecolatina - Amengual Coll
Prosopon y Persona en La Cultura Grecolatina - Amengual Coll
Los antecedentes
del concepto de persona
El concepto de persona es hoy un término de uso muy corriente, con una rica gama
de signi cados que van desde el jurídico y el numérico hasta el existencial y dialó-
gico, con su connotación de dignidad y derechos, designando el sujeto de derechos
y deberes, el responsable de sus acciones, coherente en su acción, el que mantiene
su identidad tanto en sentido diacrónico, a través del tiempo, como sincrónico, a
través de los distintos roles y funciones que ejerce. Es a la vez un concepto descrip-
tivo y normativo, describe unas características y prescribe un cierto comportamien-
to consigoy con los demás, indica que su titular merece una actitud de respeto para
los demásy de ellos para sí.
Este conjunto de signi cados que hoy podemos distinguir en el uso ordinario
del término persona, no siempre se ha dado. EI término, y especialmente estos
signi cados, se han ido forjando a lo largo de la historia. El uso y el signi cado
de las palabras cambia, se empobrece o se enriquece, o simplemente varia. Aquí
vamos a considerar cómo a lo largo de la historia se ha ido formando el concepto
de persona, empezando por el espacio de tiempo anterior a la formación del con-
cepto.
En la Grecia clásica, la cuna de la loso a occidental, hay que constatar la
ausencia de dicho concepto, extraño a la loso a griega. De hecho, la misma
palabra es latina. El concepto de persona pone el acento sobre el singular, el indi-
viduo, el concreto, mientras que la loso a griega acentúa la importancia de lo
universal, lo ideal, lo abstracto'.
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Parte I: Génesis del concepto
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El origen cristiano es estudiado detenidamente en MEUNIER, Bernard (éd.), La personne et le
Christianisme ancien. Paris: Cerf 2006.
ZELLER, Eduard, Die Philosophie der Griechen in ihrer geschichtlichen Entwicklung.
Erster Teil. Zweite Abteilung: Allgemeine Einleitung. Vorsokratische Philosophie. Zweite
Hälfte. Hildesheim: Olms 1963, p. 844: La cuestión de la personalidad del ser originario
(Urwesen) "en la loso a antigua" no se plantea, ni siquiera tiene un término para *perso-
nalidad".
MOUNIER, Emmanuel, El personalismo (1949), in: Obrascompletas. Vol. II. Salamanca:
Sígueme 1990, pp. 449-549, cita p. 454.455.
GUARDINI, Romano, Mundo ypersona. Ensayospara una teoria cristiana del hombre(°1950).
Madrid: Encuentro 1999, p. 105.
HALDER, Alois, “Person", in: LTHK° (1963) VIII 288.
FORSCHNER, Maximilian, Der Begriff der Person in der Stoa", in: STURMA, Dieter (Hg.),
Person. Philosophiegeschichte, theoretische Philosophie, Praktische Philosophie. Paderborn:
Mentis 2001, pp. 37-57, ref. pp. 37s.
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Los antecedentes del concepto de persona
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ZIZIOULAS, Ioannis D., “Personeidad y ser", in: ID., El ser eclesial. Persona, comunión, Igle-
sia. Salamanca: Sígueme 2003, pp. 41-78, ref. pp. 41s.
PLATÓN, Timeo 41 d-42 e, in: Diálogos, vol. VI. Madrid: Gredos 1992, pp. 188-190.
D Cf. E. ROHDE, Erwin, Psyche. La idea del alma y la inmortalidad entre los griegos. México:
FCE 1994, pp. 246-250.
CE. PLATÓN, Fedón, 81 b, in: Diálogos, vol. III. Madrid: Gredos 1986, p. 74; República 618 a,
in: Diálogos, vol. IV. Madrid: Gredos 1986, p. 492; Timeo 42 be, in: Diálogos, vol. VI. Madrid:
Gredos 1992, pp. 189s.; etc.
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Parte I: Génesis del concepto
hace imposible que un alma particular adquiera una 'personalidad' especí ca por
sí misma a partir de un cuerpo particular, puesto que este es exterior y provisio-
nal. El alma, pues, que podría asegurar la identidad y la persistencia de la persona,
al ser preexistentey no estar unida de manera permanente con el hombre concreto
e individual, no puede constituir la personalidad.
Aristóteles, por su parte, empieza criticando la ontología o teoría de las ideas
de Platóny pone su acento sobre lo concreto e individual, de modo que de entrada
parecería que puede ofrecer una base para el concepto de persona, pero tampoco
Ilega a dicho concepto. En principio parece superar la di cultad ontológica plató-
nica, pero no lo consigue del todo, es incapaz de proporcionar estabilidad, algún
tipo de comunidad y la vida eterna' a la entidad psicosomática total que es el
hombre, hace imposible la unión de la persona y la ʻ'sustancia' (ousia) del hom-
bre. Falta base ontológica para el conjunto del hombre, que le dé unidad y persis-
tencia.
Esta laguna se hace mani esta en el pensamiento antropológico, pues es en su
antropología donde reside la di cultad. Por una parte, a rma que el alma es la
forma del cuerpo“, dándose entre ellos, por tanto, una unidad ontológica; se trata
de dos principios ontológicos, no dos sustancias, de acuerdo con su teoría hilemó-
r ca. A favor del concepto de persona estáademás -lo cual será aprovechado por
Santo Tomás de Aquino- que el alma es la única forma del cuerpo, de manera que
el alma inteligible asume las funciones inferiores, dándose un único principio de
vida que asume la vida en todos sus estratos. Pero, por otra parte, y ahí reside la
di cultad, en el alma inteligible, Aristóteles distingue aspectos o grados (el inte-
lecto paciente y el agente), de manera que la parte superior del alma, el intelecto
agente, es algo divino y universal", dando pie a la interpretación averroísta, según
la cual se trata de un intelecto, de un alma, universal e independiente de los indi-
viduos, aunque estos sean y vivan gracias a ella.
Con Aristóteles, por otra parte, la persona resulta ser un concepto lógicamente
imposible precisamente porque el alma está unida a lo concreto e individual': un
hombre es una individualidad concreta. No obstante, solamente perdura lo que
dura la unión psicosomática, la muerte disuelve la 'individualidad' concreta de
forma completa y de nitiva". Según Aristóteles, el individuo concreto no puede
12
ARISTÓTELES, De anima 2, 2; 413 b, 11ss.; Acerca del alma. Traducción de Tomás Calvo
Martínez. Madrid: Gredos 1978, pp. 173s.
1 ARISTÓTELES, De anima 2, 2; 413 b, 25-28; Acerca del alma, p. 173: “Pero por lo que hace al
intelecto ya la potencia especulativa no está nada claro el asunto si bien parece tratarse de un
género distinto de alma y que solamente él puede darse por separado como lo eterno de lo co-
rruptible. En cuanto al resto de las partes del alma se deduce claramente de lo anterior que no se
dan separadas como algunos pretenden."
14 ZIZIOULAS, “Personeidady ser", p. 42.
B ARISTỚTELES, De anima 2, 4, 415 a 26-ba 1; Acerca del alma, pp. 180s.
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Los antecedentes del concepto de persona
ser eterno, puesto que no puede compartir el aei kai zeion. La muerte disuelve lo
individual (autó) y lo que sobrevive es solo el oion autó, es decir, la especie (ei-
dos)", Originariamente, Aristóteles parece haber creído que la 'mente" (nous),
como parte inteligente del alma, sobrevive tras la muerte". Pero posteriormente
abandonó esta postura por la que hemos mencionado antes.
Las razones de esta incapacidad de la loso a griega clásica para dotar a la indi-
vidualidad humana de permanencia y así crear una verdadera ontología de la per-
sona como un concepto absoluto, están profundamente arraigadas en el pensa-
miento griego", En efecto, el pensamiento griego clásico permanecía unido al
principio básico según el cual el ser constituye en el fondo una unidad, a pesar de
la multiplicidad de las cosas que existen. Desde los presocráticos a los neoplató-
nicos este principio se mantiene invariable. Lo que existe es esencialmente uno y
su 'razón' es 'común' para todo lo que está 'despierto". La creación del mundo
tiene lugar a partir de este principio de unidad necesaria y por esta razón el crea-
dor no simplemente elige crear, sino que debe hacer el mundo esférico, ya que la
forma esférica es la forma de la unidad y, por ello, de la perfección". Para los
neoplatónicos también existe una unidad básica entre el mundo inteligible, la
mente y el ser. Las cosas concretas que existen deben su ser a la relación nece-
saria y a la familiaridad con el ser 'único' y, consecuentemente, toda “diferencia-
ción' es considerada como una tendencia hacia el no-ser, un deterioro o una caída
desde el ser. Esto es particularmente presente en el neoplatonismo, por lo cual
veía como escandalosa la visión cristiana del mundo como algo contingente y no
eterno.
Este monismo ontológico, que caracteriza a la losofía griega desde su ori-
gen, lleva al pensamiento griego al concepto de cosmos, es decir, de la unidad
armoniosa de todo y, por tanto, de la relación armoniosa de todas las cosas entre
sí. Ni siquiera Dios puede escapar de esta unidad ontológica y ser libre ante el
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Parte I: Génesis del concepto
mundo, o entablar relaciones de diálogo con él. También Dios está unido al mun-
do y el mundo a él debido a la necesidad ontológica, ya sea mediante la creación
en el Timeo de Platón, ya sea mediante el Logos de los estoicos o mediante las
'emanaciones' en las Enéadas de Plotino. De esta manera, el pensamiento griego
crea un maravilloso concepto de cosmos', es decir, de unidad y armonía, un
mundo lleno de dinamismo interno y de plenitud estética, un mundo verdadera-
mente 'bello' y 'divino'. Sin embargo, en ese mundo no hay lugar para que ocurra
lo imprevisto o para que la libertad actúe como una reivindicación absoluta e ili-
mitada de la existencia: lo que amenaza a la armonía cósmica y no es explicado
por la razón (logos), que toma todas las cosas y las conduce a la armonía y a la
unidad, es rechazado y condenado. Esto también vale para el hombre.
El puesto del hombre en este mundo uni cado, armonioso y razonable es el
tema de la tragedia griega clásica. Y es exactamente aquí donde (¿por casuali-
dad?) aparece el término 'persona' (prósopon) en el griego antiguo. Ciertamente,
el término es anterior a su uso teatral, como veremos en seguida al tratar de la
etimología. El teatro, y la tragedia en particular, es el marco en el que se desarro-
llan de forma dramática los con ictos entre la libertad humana y la necesidad
racional de un mundo uni cado y armonioso, tal como lo entendían los antiguos
griegos. Es precisamente en el teatro donde el hombre lucha por llegar a ser una
"persona', por levantarse y rebelarse contra de esa armoniosa unidad que le opri-
me como una necesidad racional y moral. Es allí donde se expone su lucha con
los dioses y con su destino; es allí donde peca y comete transgresiones; pero es
allí también donde aprende constantemente que no puede ni escapar de nitiva-
mente al destino, ni continuar mostrando su hybris a los dioses sin ser castigado,
ni pecar sin sufrir las consecuencias. Así, con rma trágicamente la visión, expre-
sada de forma característica en las Leyes de Platón, según la cual "el todo [el
mundo, el cosmos] no es creado para tu [del hombre] bien, sino que tu has sido
creado para su bien [del todo]», Su libertad está limitada, o más bien no tiene
libertadpuesto que una libertad limitada sería una contradicción-, y, por tanto,
su persona' no es más que una “máscara', algo que no tiene relación con su ver-
dadera 'hipóstasis" [naturaleza), algo sin contenido ontológico.
Este es un aspecto del término prósopon, el aspecto negativo, de citario, que
se pone de mani esto en la tragedia. Pero hay otro aspecto, a saber, que el hom-
bre -como actor, pero también como espectador- ha saboreado algo de libertad,
ha luchado por ella enfrentándose a los dioses y al destino, de manera que ha ex-
perimentado una 'hipóstasis' especí ca, una identidad, que es negada por la ar-
monía racional y moral del mundo en que vive. También ha experimentado las
consecuencias amargas de su rebelión. Sin embargo, gracias a la máscara se ha
2 PLATÓN, Leyes, X, 903 c-d, in: Diálogos, vol. IX. Madrid: Gredos 1999, pp. 38s.
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Los antecedentes del concepto de persona
convertido en persona, aunque haya sido por poco tiempo, y ha aprendido lo que
signi ca vivir como un ser libre, único e irrepetible.
El resultado es que en la Grecia clásica la 'persona' no tiene todavía hipósta-
sis'. En Grecia, 'hipóstasis' signi ca fundamentalmente 'naturaleza' o 'sustan-
cia'. Tendrán que pasar siglos antes de que se pueda llegar a la identi cación de
'hipóstasis' con 'persona'.
1.1.3. Su etimología
2
24
FORSCHNER, Maximilian, “Der Begriff der Person in der Stoa", p. 41.
ARISTÓTELES, Investigación sobre los animales (Historia de los animales, I, 8; 491 b 9s.].
Traducción de Julio Pallí Bonet. Madrid: Gredos 1992, p. 59, aquí, como se ve, se traduce
25
prósopon por cara".
KATHER, Regine, Person. Die Begründung menschlicher Identität. Darmstadt: WBG 2007, p.
12.
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Parte I: Génesis del concepto
visible mediante lo que se podía ver y ofr, hacía ver algo diferente de la
pura materialidad que se tiene delante.
3. De la máscara se pasó después al signi cado de papel o rol, carácter, per-
sonaje y persona. De lo sico signi cante pasó a lo signi cado: el papel
en la sociedad, especialmente cuando se ejercía una función pública:
maestro, juez, magistrado, etc. Lo decisivo en este caso es que persona no
designa al individuo con su biogra a particular, sus tendencias y prefe-
rencias, sus convicciones y visiones, sino la función social que representa.
Y desde su signi cado teatral, pasando por el social, se llega al losó co
de persona como sujeto capaz de habla y acción.
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Los antecedentes del concepto de persona
"Hay un solo ámbito de la cultura, en el que, según el juicio de todos, los romanos
han inventado y legado a la posteridad: el derecho*, EI derecho romano tiene
como pieza central y fundamental el concepto jurídico de persona, entendida co-
mo un punto de imputación de derechos y deberes, un punto anónimo y perdido
en el gran Imperio, que estableció unas normas para administrarlo y gobernarlo;
el derecho creaba el sujeto de derecho. Se trata de un particular perdido dentro del
universal. En este sentido, Hegel hablará del primer individualismo romano y del
concepto jurídico de persona creado por Roma.
Las condiciones y determinaciones con las que surge este concepto de perso-
na, Hegel las describe de esta manera en su Fenomenologia del espiritu (1807):
la aparición de la persona representa más bien el momento en que “la sustancia es la
comunidad sin espíritu, [... porque se ha] dispersado en los átomos de la absoluta
multiplicidad de los individuos, este espíritu muerto, es una igualdad en la que
todos valen como cada uno, como personas", Con ello, Hegel alude al desmoro-
namiento de la polis griega, que era una comunidad unida por la cultura, con fuer-
te cohesión social, comunidad de pequeñas dimensiones y a escala humana; en el
Imperio, en cambio, la comunidad, si es que se le puede cali car así, está unida
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Parte I: Génesis del concepto
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Los antecedentes del concepto de persona
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FORSCHNER, Maximilian, Die stoische Ethik. Darmstadt: WBG 1995,p. 56.
30 LONG, Anthony A., La loso a helenistica. Estoicos, epicúreos, escépticos. Madrid: Revista de
Occidente 1977, p. 112.
37 ARNIM, HF.A. von, Stoicorum veterum fragmenta. 4 vols. Leipzig 1903-1924, reimpresión
Stuttgart 1964, I, 179, 202.
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Parte I: Génesis del concepto
Para Diógenes, el hombre no necesita sino de una disciplina propia, sica y men-
tal para realizarse cumplidamente, para vivir conforme con la Naturaleza." De ahi
derivará el "énfasis puesto en la indiferencia hacia las cosas exteriores"38,
El principio de distinción que reconocen en el hombre, es reconocido en todos
los seres. Toda criatura viviente, sostienen, posee su propio principio rector (hé-
gemonikon) y en el hombre ha llegado a su madurez; el principio rector es 'racio-
nal'". Ser 'racional' implica la capacidad de hablar articuladamente, pensar y
obrar. Ya Heráclito había a rmado que el logos rige y modera todas las cosas,
uniendo los contrarios. De este logos, que todo lo gobierna, participan todos los
hombres. Los estoicos desarrollaron sobre todo sistemáticamente las implicacio-
nes lingüísticas y lógicas de un universo gobernado por el logos.
"Las plantas [...] poseen physis (naturaleza) como su principio rector; el de
los animales irracionales es 'alma' y el principio en los hombres es el logos, la
'razón*. Los tres son regidos por la Naturaleza, pero la Naturaleza se mani es-
ta en una relación diferente con respecto a cada tipo de cosa. La propia Naturaleza
es racional de un cabo a otro, mas aquello que rige una planta o un animal ira-
cional no es racional en cuanto afecta a esos individuales seres vivos. Solo está
presente la racionalidad de la Naturaleza en los hombres maduros, como algo que
pertenece a su naturaleza. Tomada como un todo, como el principio rector de
todas las cosas, la Naturaleza equivale al logos. Mas si consideramos a los seres
vivos particulares, aunque todos tengan una naturaleza, solo algunos poseen razón
como facultad natural2.
Para los estoicos lo que distingue al hombre es la mente, la inteligencia, la ra-
zón. Pero en la loso a natural estoica, la mente y el cuerpo son dos constituyen-
tes o atributos de una cosa, el cuerpo. El hombre es una sustancia uni cada, pero
aquello de que consiste no es uniforme. Puede trazarse una amplia distinción en-
tre su armadura sica -carne, sangre, tendones-- y sus facultades de sentir, hablar,
etc. En último análisis, todos los atributos de un hombre son debidos a la interpe-
netración de la materia por el pneuma. Pero los estoicos aplicaban su distinción
entre materia y pneuma a la distinción tradicional entre cuerpo y alma. El alma
del hombre es una porción del aliento cálido, vital, inteligente, que atraviesa el
cOsmos entero3
Los estoicos hablaban de partes, cualidades o facultades del alma. Son ocho:
los cinco sentidos, las facultades de reproducción, el lenguaje y algo llamado
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Parte I: Génesis del concepto
Marco Tulio Cicerón (106-43 aC) ofrece el texto losó co más antiguo en el que
el término persona tiene un papel central. Se trata de De of ciis I, 107-121
[caps. 30-33]". Ahí expone su teoría de las cuatro personas. Ayuda a entender
esta teoría tener en cuenta que dicha teoría se forja para responder a la cuestión de
cuál es el comportamiento adecuado del hombre individual. Se trata de un escrito
de madurez, en el que Cicerón habla desde su experiencia para comunicar la sabi-
duría de vida, que escribe y dedica a su hijo Marco, con aires de testamento.
Este escrito no trata de los principios de la moral (fue el tema de De nibus), no
trata del n último o del bien supremo, sino del vir bonus, del buen hombre". Se
trata no de moral, del cumplimiento de los deberes, los cuales vienen dados por
cada uno de los roles que uno desempeña, sino de lo decente o conveniente, de lo
que uno tiene que hacer para sentirse bien consigo mismo, lo cual viene dado por
la armonía y coherencia entre los diferentes roles; trata de lo conveniente, es de-
cir, de lo que procede hacer o no hacer a tenor de las circunstancias. Forma parte,
por tanto, de un contexto particular, de un discurso largo sobre qué es lo decoroso
en el comportamiento de un hombre (decorum: lo adecuado, lo propio, lo ética-
mente bello y grati cante, quod decet). Para responder a dicha cuestión Cicerón
distingue cuatro puntos de vista que hemos de tener en cuenta.
No se puede olvidar el origen teatral del término y su evolución hasta designar el
rol y la persona, pues este trasfondo metafőrico teatral está presente en la Stoa,
CICERÓN, (De nibus II, 66) Del supremo bien y del supremo mal. Traducción de Victor-José
Herrero Llorente. Madrid: Gredos 1987, p. 216. Edición bilingüe latín-francés: Des termes ex-
trêmes des biens et des maur. Paris: Les Belles Lettres 1967, vol. 2, p. 44.
3 FORSCHNER, Maximilian, "Der Begriff der Person in der Stoa", pp. 40-46; FUHRMANN,
Manfred, “Persona, ein römischer Rollenbegriff", in: MARQUARD, Odo / STIERLE, K. Hg.),
Identität. München: Fink 1979, pp. 83-106, esp. pp. 97-102.
2 CICERÓN, De of ciis I, 107-121 [caps. 30-33]; Tratado de los deberes. Edición preparada por
José Santa Cruz Teijeiro. Madrid: Nacional 1975, pp. 83-90.
33 TESTARD, Maurice, "Introduction", in: CICERON, Les devoirs. Introduction. Texte établi et
traduit par Maurice Testard. Paris: Les Belles Lettres 1974, vol. 1, pp. 7-102, ref. pp. 50-58.
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Los antecedentes del concepto de persona
dando lugar a la metáfora del teatro del mundo, en el que cada uno tiene su papel y
tiene que ejercerlo bien para que el conjunto sea bueno y bello. Ello hace que el
concepto de persona esté desde el principio dentro de un contexto ético, meta sico
y teológico. La cuestión de cómo debe uno vivir se ha de responder en su concre-
ción desde el rol que uno tiene, el rol que el divino director de teatro le ha asigna-
do; de ahí que la respuesta a dicha pregunta es que se ha vivir en total concordan-
cia con el autor y el director de escena de la historia universal, conociendo y
aceptando el propio papel dentro del conjunto. Este es de hecho el primer signi -
cado de la célebre fórmula estoica para el n de la vida: vivir en concordancia,
armoniosamente, según la naturaleza, según la razón (ouodoyovutvos Conv).
Cicerón, para concretar la respuesta a cómo hay que vivir, distingue cuatro ro-
les en todo individuo humano, que cada uno tiene que asumir y uni car. Ello es
importante, porque lejos de signi car una división del hombre, indica distintos
aspectos que cada uno tiene la misión de uni car si quiere ser "decoroso", si quie-
re vivir decente o convenientemente. Por tanto, el discurso sobre las cuatro perso-
nas se inscribe precisamente dentro de un contexto de un sujeto numéricamente
uno, que asume, interpreta y uni ca en una personalidad íntegra y armoniosa los
diferentes papeles que le toca ejercer en la vida.
Las cuatro personas que Cicerón distingue en todo hombre son: una es la común a
todos los hombres, que viene dada por la razón; la segunda consiste en las pecu-
liaridades de cada uno, su carácter, temperamento, capacidades, etc.; la tercera
viene dada por el medio en que se vive y las circunstancias de la vida; y la cuarta
viene dada por la elección o elecciones que cada uno hace en su vida, entre estas
Cicerón piensa especialmente en la elección de la profesión. Así dice: La natura-
leza nos ha dado una doble persona* [1]. Una es común a todos los hombres,
porque todos somos partícipes de la razón, de aquella excelencia que nos eleva
por encima de los demás animales y de la que deriva toda especie de honestidad y
decoro. También de ella se desprende el método que conduce al descubrimiento
del deber; [2] la otra es la propia y especi ca de cada individuo", “A estos dos
caracteres° de que antes he tratado hay que añadir un tercero que el azar o las
circunstancias nos imponen. Y aún conviene considerar un cuarto carácter, total-
mente dependiente de nuestra elección"",
* CICERÓN, Les devoirs, 107, p. 159: "Intelligendum etiam est duabus quasi nos a natura indutos
esse personis", literalmente: se ha de entender también como si por la naturaleza fuéramos re-
vestidos como de dos personas".
33 CICERÓN, De of ciis I, 107; Tratado de los deberes, p. 83.
56
A pesar de que la traducción en este caso use el término "carácter", el original habla igualmente
de personas: “Ac duabus iis personis, quas supra dixi, tertia adiungitur." (Les devoirs, 115, p.
164).
CICERÓN, De o eis 1, 115; Tratado de los deberes, p. 87.
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Parte I: Génesis del concepto
S8 CICERÓN, De of ciis 1, 110-111; Tratado de los deberes, pp. 85s.,; Les devoirs, pp. 161s.
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Los antecedentes del concepto de persona
Las otras dos personas se distinguen, porque una, la tercera, procede de cir-
cunstancias, se debe al azar, mientras que la otra, la cuarta, es fruto de nuestra
elección. La tercera se re ere a la posición social y política en la que nos encon-
tramos por azar o por circunstancias. Con dicha posición va unido un modo de
comportarse del que no se puede desentonar. La cuarta persona se re ere a la
opción de vida, porque es el resultado de nuestra deliberación y elección; en ello
se tienen en cuenta los demás y en todo caso es una determinante ética clara. Es lo
que propiamente de ne el modo o la forma de vida de cada uno, el hombre que
cada uno quiere ser y el curso de su vida.
Como se ve, las cuatro personas designan cuatro aspectos del individuo hu-
mano: universal y particular, dado (facticidad) y elegido: 1) su carácter universal,
racional; 2) su naturaleza individual; 3) la posición social en la que uno se en-
cuentra; y 4) la opción de vida que uno hace. Lo decoroso presupone y exige una
uni cación de estos cuatro aspectos, unidad de la elección propiay el contexto de
vida en que uno está. La opción de vida tiene precisamente el n de uni car las
personas llevándolas a la unidad de la personalidad.
B) La dignidad
Todo este discurso sobre las personas tiene como objetivo que el hombre viva
de acuerdo con “la excelencia de la naturaleza humana"". Esta excelencia se con-
sigue viviendo según la razón y no según los sentidos, en cuyo caso uno sería
hombre solo de nombre, pues "el placer de los sentidos no es el más propio de la
dignidad humana". A la hora de determinar la dignidad humana es decisiva la
primera persona. “Una es común a todos los hombres, porque todos somos partí-
cipes de la razón, de aquella excelencia que nos eleva por encima de los demás
animales y de la que deriva toda especie de honestidad y decorol.
La dignidad humana deriva del hecho de participar de la razón, de ser razona-
ble, lo cual es lo que da al hombre su excelencia por encima de los demás anima-
les, es su rasgo distintivo y especí co. La característica antropológica conlleva un
deber ético: vivir de acuerdo con la razón y no según los deseos del cuerpo. La
CICERÓN, De of cis I, 106; Tratado de los deberes, pp. 83; Les devoirs, pp. 159: Excellentia et
dignitas.
60
CICERÓN, De of ciis I, 106; Tratado de los deberes, pp. 83; Les devoirs, pp. 158:"Ex quo intelligi-
tur corporis voluptatem non satis esse dignam hominis praestantia" literalmente: el placer del cuerpo
no es su cientemente digno de la excelencia del hombre.
6
CICERÓN, De of ciis I, 107; Tratado de los deberes, pp. 83; Les devoirs, pp. 159.
62
También la dignitas tiene un signi cado político, caracterizado por su referencia a la república:
la dignidad se dice del Estado y sirve para diferenciarlo de otros Estados, así como los
ciudadanos entre ellos; en este segundo sentido la dignitas signi ca una gradación en una
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Parte I: Génesis del concepto
1.2.4. Balance
jerarquía social. Dignitas se dice en primer término de los nobles. GROSSMANN, A., “Würde",
in: HWPh, vol. 12, 1088-1093, ref. 1088.
0 CICERÓN, De o ciis I, 106; Tratado de los deberes, pp. 83; Les devoirs, pp. 159. En un sentido
análogo al de Cicerón, Séneca (1-65 dC) habla de dos personas en un mismo individuo, así a r-
ma: “El timonel encarna dos personalidades: una común a todos los que se han embarcado en la
misma nave: pues también él es pasajero;y otra especí ca, la de ser timonel". SÉNECA, Episto-
las morales a Lucilio, 85,35. Trad. de Ismael Roca Meliá. Vol. I. Madrid: Gredos 1989, p. 66.
64 ZIZIOULAS, “Personeidad y ser", pp. 47s.
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Los antecedentes del concepto de persona
El origen del concepto de persona, y por tanto su signi cado primero y más origi-
nal, es el jurídico, del cual posteriormente se derivó el moral por medio de una in-
teriorización7,
Este origen del signi cado (no del término) de persona tiene tanmbién sus raí-
ces en dos ideas bíblicas de gran calado: primera, que Dios creó al hombre, varón
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La persona humana.
El debate sobre su concepto
Gabriel Amengual Coll
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