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Cuerpo Como Realidada Socialmente Construida

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Mussico,

Damián; Hernández, Néstor

El cuerpo como realidad


socialmente construida

EN: G. Celentano, N. Hernández, S. Achucarro (Coords.) (2017).


Teoría de la Educación Física : Teorías para reflexionar en y
desde las prácticas de la Educación Física. La Plata : EDULP. pp.
9-16

Mussico, D.; Hernández, N (2017). El cuerpo como realidad socialmente construida. EN: G.
Celentano, N. Hernández, S. Achucarro (Coords.). Teoría de la Educación Física: Teorías
para reflexionar en y desde las prácticas de la Educación Física. La Plata : EDULP. pp. 9-16.
(Libros de Cátedra. Sociales). En Memoria Académica. Disponible en:
https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.5013/pm.5013.pdf

Información adicional en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons


Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/
TEORÍA DE LA EDUCACIÓN FÍSICA

TEORÍAS PARA REFLEXIONAR EN Y DESDE LAS PRÁCTICAS DE


LA EDUCACIÓN FÍSICA

Guillermo Celentano
Néstor Hernández
Santiago Achucarro
(Coordinadores)

Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación


Capítulo 1
El cuerpo como realidad socialmente construida
Damián Mussico - Néstor Hernández

Presentación

En este caso proponemos una breve reseña de algunos conceptos tomados del texto “La
Construcción Social de la Realidad”1, por la necesidad de poder delinear que la realidad se
construye socialmente, "…realidad como una cualidad propia de los fenómenos que
reconocemos como independientes de nuestra propia volición […] y definir el ´conocimiento´
como la certidumbre de que los fenómenos son reales y de que poseen características
específicas”. (Berger y Luckmann, 1998,11). También proponemos que la realidad es lugar en
el que se encarna el cuerpo como un producto de la actividad humana, de la actividad social.
También aparecerá tratado el texto de Crisorio, R. “Constructivismo, Cuerpo y Lenguaje” para
señalar el papel de los significados en esta construcción del cuerpo y separarlo de lo no
nombrado, lo no conocido.
Desde luego que existen numerosos enfoques para abordar este tema, pero el programa de
la Asignatura Teoría de la Educación Física 1 establece este recorte bibliográfico que será
enriquecido, unas veces y confrontado otras, en las dos primeras unidades temáticas y a lo
largo del enfoque que continúan Teoría de la Educación Física 2, 3 y 4.

Se plantean tres cuestiones de interés, una en cada apartado, primero aquello que
llamamos Realidad o ¿Qué cosa es la realidad?, no desde un enfoque filosófico, sino desde la
perspectiva sociológica de estos autores. En una segunda instancia se desarrollará “la
sociedad como realidad objetiva” subrayando la tensión entre Naturaleza y Cultura. Por último,
la capacidad específicamente humana de las diferentes perspectivas subjetivas para compartir
el complejo entramado social, red que finalmente sostiene y construye al Cuerpo.

1
Los autores definen a esta obra como “… un tratado teórico de carácter sistemático sobre sociología del
conocimiento”. (Berger y Luckmann, 1998,7).

9
La realidad de la vida cotidiana2

En principio plantearemos que la realidad, es el marco de nuestra vida diaria, la casa en la


que desayunamos, el saludo a otro, viajar, estudiar, comprar un celular, etc. Podríamos ir más
lejos y aceptar que la vida cotidiana, o el conjunto de todas nuestras prácticas es nuestra
realidad. Es claro que tenemos la oportunidad de manejarnos en otras realidades, además de
la realidad de la vida cotidiana, por ejemplo los sueños, la realidad de la investigación científica,
que implica incorporar nuevos modelos del pensamiento, etc. Es entonces que la realidad
aparece en nosotros ya interpretada por otras personas, piensen en una mamá diciéndole a su
hija pequeña “lo que está mal”, o el lenguaje que aprendimos, que tomamos con
interpretaciones ajenas. Todos estos actores “comunes”, avalan o sustentan esta misma
realidad, proceso que refuerza nuestra propia creencia. Esto, claro está, no significa que
nosotros como sujetos interpelados por una realidad, que viene marcada por el ámbito social
en el que nos desenvolvamos, no tengamos la posibilidad de dar “nuevos sentidos” a las cosas,
construyendo otros modos de la realidad, aunque el orden social va a direccionar fuertemente
los diferentes modos de construir la realidad.

Desconocer que el orden social es creado por el hombre y a su vez crea humanos, nos
encapsularía en un determinismo signado por el desarrollo y la Naturaleza. Pensar que la
realidad se construye en un proceso de doble vía, donde la fuerza de los factores que nos
atraviesan juega un papel central, ofrece la posibilidad de ser un potencial interventor de esa
realidad que nos viene a dar significados.

Es así que el mundo que construimos, y que ya aparece construido por otros, delinea lo que
llamamos el “sentido común”, aquella forma del pensamiento que tiene una racionalidad propia,
por ejemplo, nos permite sostener hasta límites imposibles, cuál es el mejor equipo de fútbol
del mundo o cuál es la persona más hermosa; por supuesto que este tipo de razonamiento está
cargado de interpretaciones pre científicas o no científicas para definir la realidad. Mi abuela
decía, con un firme convencimiento, que cuando le dolían “los juanetes” iba a llover.
Afirmaciones como estas, hacen al sentido común explicando la realidad, y aunque mi abuela
desconocía conceptos como presión barométrica, saturación de la humedad y otros, sus
apreciaciones eran reales tanto para ella como para su familia y otros. Es entonces el sentido
común y sus múltiples interpretaciones, lo que da por establecida la realidad cotidiana.

Otro hecho interesante, es que lo que tomo por realidad, presenta un orden que termina por
resultar cómodo cuando lo aprehendo. La realidad aparece ordenada, piensen en secuencias
que realizan todos los días sin tener que imaginar cómo hacerlas, por ejemplo: tomar el
colectivo, ir al baño, entrar en un aula, etc. El orden social en términos de Berger y Luckmann,

2
En este caso usaremos real y realidad como conceptos homologables ya que en el caso Berger, P. y T. Luckmann
(1998) no establecen distinciones, sin embargo, señalaremos oportunamente las disquisiciones que propone Crisorio,
R (1998) al respecto, ya que le permite al autor un enfoque original.

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nos ofrece una apertura al mundo por un lado, es decir la posibilidad de conocer el mundo a
partir de los significados que ese orden social le brinda a las cosas, y por otro, nos pone límites
a ese conocimiento del mundo, a través de la selección de esos significados, o a través del
lenguaje, en términos de Crisorio. Esto nos permite entender que en ciertos momentos
podamos realizar algunas cosas y no otras. De hecho, nadie se le ocurriría entrar a una clase
en la Universidad, golpeando bombos y platillos para expresar su alegría, y si en el caso esto
sucediera, las pautas establecidas implícitamente en ese espacio, el orden social establecido
por el constructo social, señalaría negativamente ese accionar.

Mencionábamos al lenguaje usado en la vida cotidiana. Es interesante pensar que es


mediante esta curiosa forma de comunicación que incorporo las objetivaciones de “otros”, es
decir, que representa el medio por el que incorporo la posibilidad de mi vida en sociedad, es
indispensable para cargar de significado, a objetos, situaciones o vínculos, que de otra manera
seguirían siendo ajenos.3

De esta manera, el lenguaje hace más real mi subjetividad, no sólo para mi interlocutor sino
para mí mismo. Aunque en el momento de aprender los significados resulte coercitivo (no
puedo usar palabras inventadas). Por otra parte, la comprensión del lenguaje es esencial para
cualquier comprensión de la realidad de la vida cotidiana.

Entre estas realidades y lo real, media la actividad construccionista del conocimiento


humano, aquí cabe una digresión, lo real resulta incognoscible” (Crisorio, 1998). El autor –a
diferencia de Berger y Luckmann- distingue lo que queda fuera del conocimiento con el nombre
de “lo real”. Esta designación es difícil de conceptualizar más allá de estas referencias, porque
al definirla (si se nombrara la convertiríamos en realidad) dejaría de pertenecer al mundo de lo
“no conocido”.

Ahora bien, si la realidad es lo que se construye: ¿Cómo se construye la realidad? Se


construye cuando la actividad del sujeto humano hace suyos los significados del lenguaje, la
cultura, el entorno, los otros, etc. Resulta entonces este carácter social en la construcción del
conocimiento.

Otro aspecto interesante, la realidad de la vida cotidiana se presenta como un mundo inter
subjetivo, compartido y aceptado por los otros (por lo menos por los otros que comparten ese
mundo) destacando que existen otros que no comparten esa realidad. Este conocimiento
compartido con otros es el que hace “normales” las rutinas y que no necesiten ser explicadas,
justificadas o comprobadas. Como ejemplo mencionemos que cuando entra un docente al aula
y se presenta ante su grupo de alumnas y alumnos, no se le exigen credenciales o se lo
interpela para que confirme que realmente es un docente, eso “es verdad”, es la realidad
autoevidente, es la vida cotidiana que se impone por sí sola.

3
Cfr. Crisorio, R (1998) Este autor separa Real, lo que no conozco, lo que no puedo interpretar, nombrar, de Realidad,
o sea, lo que tiene sentido o significa algo para mí.

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El cuerpo entre la naturaleza y la cultura

Una vez abordada la cuestión de la realidad, cuál es el mundo que consideramos que
existe, con una presencia absoluta, vamos a tratar el tema de qué cosa es el cuerpo.
Tomaremos el planteo de Berger y Luckmann para esbozar algunas diferencias entre los
animales (no humanos) y los humanos ya que parece útil continuar diferenciando lo “natural” y
lo “social”. Estos autores afirman que entre “el hombre” y los animales, se establece una
diferencia por cuanto los primeros no poseen ambiente específico de su especie, firmemente
estructurado por la organización de sus propios instintos.4 No existe tal cosa que pueda ser
llamada “un mundo del hombre”. En este sentido, todos los animales no humanos, viven en
mundos cerrados cuyas estructuras están predeterminadas por el capital biológico de las
diversas especies animales.

Existen limitaciones determinadas biológicamente para las relaciones del hombre con su
ambiente (no podemos respirar bajo el agua sin equipo) pero lo interesante de la constitución
biológica del hombre radica más bien en los componentes de sus instintos. “La organización de
los instintos del hombre puede calificarse de subdesarrollada, si se la compara con la de los
demás mamíferos superiores. Por supuesto que el hombre tiene impulsos; pero ellos son
sumamente inespecíficos y carentes de dirección” (Berger y Luckmann, 1998, 65).

El desarrollo, no solo se produce en contacto con un ambiente natural determinado, sino


también con un orden cultural y social específico en el que somos atravesados por la cultura.
Es este mundo, el que fija la dirección del desarrollo orgánico, por eso hablamos del cuerpo
como construcción social. Desde el nacimiento, el desarrollo está sujeto a una continua
interferencia socialmente determinada. Por eso, estos autores afirman que “…no hay
naturaleza humana en el sentido de un substrato establecido biológicamente que determine la
variabilidad de las formaciones socio-culturales. Solo hay naturaleza humana en el sentido de
ciertas constantes antropológicas (por ejemplo, la apertura al mundo y la plasticidad de la
estructura de los instintos) que delimitan y permiten sus formaciones socio-culturales” (Berger y
Luckmann, 1998, 67).

Esta distinción les permite plantear que “el hombre es un cuerpo”, en el sentido biológico, en
este caso lo que compartimos con el mundo animal; pero la diferencia es que también el
hombre “tiene un cuerpo”, puede experimentarse a sí mismo, puede representarse diferente a
lo orgánico. Recordamos que la construcción de este cuerpo, específicamente humano, es
siempre una empresa social. Los hombres producen juntos un ambiente social y en este trabajo
producimos nuestro cuerpo.

4
En este caso y otros, se menciona “el hombre” como representante de “lo humano”, no por plantear una cuestión de
género, sino porque es así el planteo de los autores. El texto argumenta en este sentido para hablar de hombres,
mujeres y toda la diversidad de géneros, por lo tanto te pedimos un esfuerzo para asimilar esta terminología perimida.

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Volvamos ahora a Crisorio para subrayar que el cuerpo se construye en la realidad, es la
realidad, no se nace con un cuerpo. Existe un organismo, como existe un sistema nervioso,
quién lo dudaría, y huesos, músculos y articulaciones. Para el autor, este organismo pertenece
a lo real pues está despojado de sentidos, y el cuerpo pertenece a la realidad –construida-, es
entonces que pierde su existencia individual para aparecer como un cuerpo literalmente social.

Nos propusimos poner en tensión algunas cuestiones para dar paso a la reflexión y el
dialogo con los textos, de esta manera creemos que podemos contribuir con tu formación
universitaria.

Anteriormente, siguiendo los textos, se preguntó e intentó dar respuestas a ¿Cómo se


construye el cuerpo y cómo la realidad?, y ahora, proponemos solo a modo de reflexión, sin
intensión de generar juicios de valor, que nos permitamos pensar: ¿Qué idea de cuerpo
sostienen uds. los futuras/ros profesoras/res?

La sociedad como materia prima en la construcción del cuerpo

En este caso, y siguiendo el enfoque fenomenológico de David Le Bretón, tomaremos


prestado algunos argumentos “secundarios” del texto “Sociología del Cuerpo” que el autor
desarrolla para establecer su enfoque sobre este sobre el estudio social del cuerpo. En este
trabajo resultarán de particular importancia, ya que el propio sujeto es un actor principal, nunca
solitario, en el armado de la trama social de la que precipita el cuerpo.

Le Bretón intenta un rastreo, una deconstrucción que permita cuestionar el postulado de que
el cuerpo es solo una cosa “externa” poco importante un complemento del sujeto. Este autor
supone al cuerpo como el eje vertebrador y hasta creador de sentidos, y es a través del cuerpo
que los sujetos se insertan activamente en un espacio social y cultural dado. Este es el espacio
en el que nos adentramos, donde percibimos, cumplimos ritos, nos emocionamos, jugamos
(piensen en los artilugios de la seducción), incorporamos técnicas para movernos, expresarnos
o entrenar. “La existencia es, en primer término, corporal.” (Le Bretón, 2002,7)

Es por medio del proceso de socialización de la experiencia corporal, que los sujetos
adquieren las condiciones para lograr la integración en la sociedad. De esta manera, lo que
solo es un marco que nos rodea se convierte en familiar, ordenado y lo entendemos como
coherente, disponible y comprensible. “No importa dónde y cuándo haya nacido, o las
condiciones sociales de los padres, el niño está originalmente dispuesto a interiorizar y a
reproducir los rasgos físicos particulares de cualquier sociedad humana.” (Le Bretón, 2002,8).

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Estos otros y otras que son el entorno, siempre social, constituyen los límites del universo
individual, pero también el volumen o la carnadura del cuerpo, lo que nos permite construirnos
como actores en la colectividad a la que empezamos a pertenecer. Aquí se vuelven
significantes todas nuestras manifestaciones corporales y las de los otros. “No existe nada
natural en un gesto o una sensación” (Le Bretón, 2002,9).

En esta perspectiva resulta imposible la idea de que el cuerpo es un atributo exterior de la


persona, un “tener”, en cambio se sostiene que el cuerpo es el lugar y el tiempo indiscernibles
de la identidad. Piensen en las diferentes formas del lenguaje, hasta ahora ya hemos tratado
esta particularidad y lo harán otros autores, de “tener un cuerpo”, pero en otra dimensión que
intenta mostrar que tenemos una especie de conciencia construida por significados aprendidos,
que conforman lo que llamamos cuerpo. En este caso se usa para argumentar que es la
manera de estar en el mundo.

Le Bretón agrega que es menester comprender que “…el significante cuerpo es una ficción.”
(Le Bretón, 2002,33), pero una ficción que opera en la trama de la cultura, que en la comunidad
da sentidos y da valor de manera cambiante y contradictoria de un lugar y de un tiempo a otros
en las diversas sociedades humanas. Agrega que el sociólogo no debe tomar partido en los
conflictos de legitimidad de la definición del cuerpo que se sostienen en la medicina y la
biología, sino enfocarse en la construcción social y cultural de tales definiciones. ¿Y los
profesores y profesoras de Educación Física? Esta terea científica, se dedica a tratar con
categorías simbólicas, que representan la materialidad del cuerpo, pero que en rigor no existe.
Resulta imposible no caer en dualismos, ambigüedades o contradicciones cada vez que se
intenta definir al cuerpo. Todas las categorías y definiciones posibles, son reconstrucciones
teóricas del cuerpo (cosa que no solo no le quita materialidad, sino que la cimenta) y que
responde a la intencionalidad del narrador para poder “decir” sobre el cuerpo. En este caso,
tampoco el enfoque biomédico se refiere a un cuerpo de “carne y hueso”, sino que también
teoriza sobre una ilusión. Ilusión que no es carnal sino simbólica, pero que opera
ideológicamente para ganar legitimidad en el discurso oficial.

El autor revela ciertos campos de estudio de la sociología del cuerpo en donde es posible
ver cómo dentro de la corporalidad se evidencian lógicas sociales entre los que se encuentran
las técnicas corporales, la gestualidad, las etiquetas del cuerpo, la expresión de los
sentimientos, las percepciones sensoriales, las inscripciones corporales y la inconducta
corporal.

Finalmente Le Breton señala que el cuerpo constituye un espejo de lo social, por cuanto se
constituye como objeto concreto de investidura colectiva, como soporte de las escenificaciones
y como motivo de distanciamiento o de distinción a través de las prácticas y los discursos que
provoca.

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El cuerpo y el organismo

El propio concepto de actividad puede poner en tensión el par naturaleza/ cultura. Si la


actividad se vincula a “trabajo”, podemos pensar en lo que hizo hombre al hombre, si seguimos
a Engels y Marx. En este caso no solo el trabajo asociado como actividad física con carácter de
esfuerzo penoso, como lo define etimológicamente Marracino (2015,58); sino como práctica
que humaniza al forjar la mano humana y transformar “lo natural” también en humano, en caso
más cercano a la sustantivo praxis, reservado a los griegos varones y libres de la Grecia
clásica, miembros selectos de una comunidad, ciudadanos, políticos y usuarios de un lenguaje.

Actividad física y deportiva

El carácter mágico, religioso (tanto en su interpretación oficial pero sobretodo, profana)


unido a las fuerzas de todo el cosmos es domado por la ciencia y separado para siempre por la
ciencia, y su escalpelo más filoso, la razón. Poco a poco convertido en verdad objetiva, las
disecciones y luego los estudios y comprobaciones de la fisiología, entremezclan sin conflicto lo
natural y los destilados de la cultura. Empresa que a fuerza de hacerse evidente llega defender
lo que ya no es natural en los hombres, su forma de moverse.

“El cuerpo aparece frente a la razón como naturaleza, amenaza a las ideas ´claras y
distintas´, tanto bajo la forma del dolor y de la falibilidad, como en su posibilidad de goce fuera
de los avatares del control racional” (Fernández Vaz 2015,107)

Naturaleza/cultura, puede asociarse en lo que a este capítulo interesa, con el par


organismo/cuerpo. Ya lo hemos analizado más arriba para habilitar a la discusión entre lo
construido por el orden social, la trama de la cultura que en diferentes momentos históricos
produce significados que nos anclan en una realidad específica. También se verá en otros
capítulos al analizar el impacto del pensamiento cartesiano, la mirada racional de la
Modernidad, para decir que el cuerpo “es” el organismo, la “máquina”, en su afán de distinguirlo
de la razón, protagonista absoluta del momento. En este sentido resulta interesante mencionar
el tratamiento que hace Fernández Vaz (2015) para contar las formas que el concepto
“organismo” adquiere en los debates académicos de la Educación Física. Se opta por asociar
o rebajar el cuerpo al organismo. Para hacerlo dócil, este proceso se encuentra definido por el
concepto de biopolítica. Mencionaremos brevemente que para Foucault, soberanía con su
noción disciplinaria, a diferencia del poder judicial, tenían que ver con la práctica del poder
sobre el individuo y su cuerpo. Esta definición sobre la disciplina y el cuerpo, se complementa
con los conceptos de biopoder y biopolítica. El aspecto novedoso, lo que emerge, es la
introducción del biopoder como una práctica en donde es el cuerpo social el objeto de
gobierno. El biopoder no actúa sobre el individuo a posteriori, como sujeto de disciplina en sus

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diversas formas de rehabilitación, normalización e institucionalización. Más bien, actúa sobre la
población de un modo preventivo.

La definición de biopoder y disciplina están interrelacionados con un análisis acerca de las


implicaciones de aplicar el conocimiento a través de toda la sociedad para “moldear” las
subjetividades.

“Cuanto más organismo, menos retórica, menos política, más violencia” (Fernández Vaz
2015,357)

En este primer capítulo subrayamos el universo simbólico de las representaciones y los


significados, ladrillos endebles con los que armamos el mundo. Entonces, la Educación Física,
también construye –y ha construido- diferentes cuerpos, con enfoques biológicos, en la
racionalidad del período positivista -sin que esto deje de ser una construcción- o con otros
presupuestos, pero nunca es una elección ingenua, siempre se apoya en decisiones y marcos
de carácter social y político, nos demos cuenta o no.

Referencias

Berger, P y Luckmann, T. (1998). La construcción social de la realidad. Buenos Aires:


Amorrortu.
Crisorio, R. L. (1998). Constructivismo,฀cuerpo฀y฀lenguaje. Revista฀Educación฀Física฀y฀
Ciencia,฀4,฀75-81.฀
Fernández Vaz, A. (2015). Cuerpo,฀corporalidad. En Diccionario฀Crítico฀de฀la฀Educación฀Física฀
Académica: rastreo y análisis de los debates y tensiones del campo académico de la educación
física en Argentina. Carballo, C. (Coordinador). Buenos Aires: Prometeo. (pp. 107-112)

Fernández Vaz, A. (2015). Organismo,฀físico,฀soma. En Carballo, C (Coord.) Diccionario Crítico


de la Educación Física Académica: rastreo y análisis de los debates y tensiones del
campo académico de la educación física en Argentina.฀ Buenos฀ Aires:฀ Prometeo฀
Libros.฀ (pp. 356-359)
Le Bretón, D. (2002). Sociología del Cuerpo. Buenos Aires: Nueva Visión.
Marracino, M. (2015). Actividad, actividad física, actividad deportiva. En Carballo, C. (Coord.)
Diccionario Crítico de la Educación Física Académica: rastreo y análisis de los debates y
tensiones del campo académico de la educación física en Argentina.฀ Buenos฀ Aires:฀
Prometeo.฀ ฀ (pp. 57-61)
Real Academia Española. (2001). Diccionario de la lengua española (22.aed.). Recuperado
de http://www.rae.es/rae.html

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