La Araucanía Profunda en La Construcción de Hegemonía
La Araucanía Profunda en La Construcción de Hegemonía
La Araucanía Profunda en La Construcción de Hegemonía
Dr. Carlos Antonio Aguirre Rojas Dr. Francisco Luis Girardo Gutiérrez
Universidad Nacional Autónoma de México, México Instituto Tecnológico Metropolitano, Colombia
Mg. Silvia Laura Vargas López Dra. María Luisa Zagalaz Sánchez
Universidad Autónoma del Estado de Morelos, México Universidad de Jaén, España
CATÁLOGO
Resumen
El presente ensayo busca analizar los conflictos sociales en la región de La Araucanía utilizando
como herramienta teórica el concepto de hegemonía. No sólo se ha considerado el conflicto que se
muestra siempre abierto y central en la historia identitaria de la región: el conflicto Pueblo
Mapuche-Estado Nación, sino que se ha creído necesario intentar completar el cuadro de manera
más profunda, incluyendo lo que hemos denominado el sujeto profundo: la población rural chileno-
mestiza (rotos y fronterizos). Se busca explicar por qué estos otros excluidos quedaron fuera de lo
que se identifica como el eje central del conflicto en cuanto a lo que supuso la construcción de
hegemonía en el siglo XX. Para ello se analizan tres períodos históricos: la Guerra de Ocupación
de La Araucanía (1862-1883), un período denominado como posguerra (1883 a los primeros años
de la década de 1910) y, por último, desde ésta al arribo del Frente Popular (1938-1941). El
análisis del escenario sociopolítico permite sostener, que tales sujetos vieron estrechadas sus
posibilidades de construcción de cohesión social y de ciudadanía electoral, por lo que muchos
consideraron como alternativa la resistencia desde abajo y desde fuera del eje central del conflicto.
Palabras Claves
Abstract
This article seeks to analyze social conflicts in the región de La Araucanía using the concept of
hegemony as a theoretical tool. In this study, we have not only considered the conflict between the
Mapuche people and the Nation State, which is always open and central in the identity history of the
region, but also we have believed that it is necessary to try to complete the picture in a more in-
depth way, including what we have called the deep subject: the rural Chilean mestizo population
(rotos and frontiersmen). The aim of this work is to explain why these other excluded people were
left out of what is identified as the central axis of the conflict in terms of what the construction of
hegemony in the 20th century meant. To this end, three historical periods were analyzed: the war of
Occupation of La Araucanía (1862-1883), the post-war period (1883 to early 1910s), and the period
going from the end of the post-war to the arrival of the Popular Front (1938-1941). The analysis of
the socio-political scenario allows us to argue that such subjects saw their possibilities of building a
social cohesion and an electoral citizenship narrowed; therefore, many of them considered the
resistance from below and from outside the central axis of the conflict as an alternative.
1
El presente ensayo forma parte de los resultados del Proyecto FONDECYT Postdoctoral 3170158, “Historia social de los
campesinos en La Araucanía posbélica (1883-1938). Una aproximación a la experiencia subalterna de los llamados rotos y
wingka pobres”, años de ejecución 2017-2020, investigador responsable Mathias Órdenes, quien también agradezco
sinceramente a Mario Samanigo por su paciencia y acertados consejos al revisar el manuscrito original.
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Keywords
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Siguiendo esa lógica cabe suponer, entonces, que existen derrotas más
“decisivas” o profundas para unas facciones que para otras. Siendo así, y asumiendo la
hegemonía como el resultado de procesos hegemónicos en pugna, para interpretar ese
campo de lucha habría que “resolver”, primero, el problema del núcleo central de la propia
lucha hegemónica, en términos culturales, políticos, sociales y económicos. En otras
palabras, habría que responder a la pregunta: ¿Cuál es el centro de la lucha en esas
múltiples dimensiones? Resolver esa cuestión compleja permitiría explicar por qué los
más derrotados entre los derrotados quedan “fuera” de la centralidad del conflicto, con
escasas posibilidades de construir y ejercer un poder contrahegemónico. Habría quienes
quedan al margen de los acuerdos o relaciones entre las fuerzas en pugna (aunque tal
equilibrio sea siempre dinámico y precario). A estos sectores, en términos extremos, no
les quedaría más alternativa que asumir una posición “fuera de combate” ¿Qué tipo
fuerzas, articulaciones sociales y estrategias políticas relegaran a unos a esa posición, a
un lugar que, por lo demás, los afecta en múltiples aspectos de la vida pública y privada?
Esa es una cuestión que la puede responder la propia historia de un determinado conflicto
o de un grupo de ellos.
1987).
7 Paul Bourdieu, Campo de poder, campo intelectual (Buenos Aires: Montressor, 2002); El sentido
práctico (México: Siglo XXI, 2009). J. García Roca entrega una buena reflexión al respecto: “Las
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necesario, entonces, como lo sugiere Fernando Mires, incursionar fuera del sistema y
escuchar las voces soterradas de los que habitan en esos ámbitos, haciendo un esfuerzo
por poner nombre a aquello hasta entonces innombrable y que esos nuevos nombres
hagan su acto de presencia8.
Pero, ¿qué provoca que algunos sectores queden dentro y otros fuera de
combate? Una salida a esta encrucijada la tenemos en la cita de Hannah Arendt –arriba
señalada-. La capacidad de construir cohesión social, la ventaja de encontrarse (en
términos espaciales, emocionales, racionales y políticos), sería pues una condición básica
para la construcción del poder y de su consecuente acción política. Por el contrario, a
mayor atomización y dispersión de los sujetos, cuando las posibilidades de encontrarse se
reducen, también se reducirían las posibilidades de expansión del potencial político
inherente a toda comunidad: la construcción de cohesión sociopolítica9.
subalterna, pues la cultura sociopolítica del Estado y demás actores que ejercen la exclusión
tienden a frenarla. Se ha sostenido que el poder del Estado descansa no tanto en el consenso de
sus dominados cuanto en las formas y órganos normativos y coercitivos que definen, crean y
reivindican ciertos tipos de sujetos e identidades, mientras niegan y excluyen a otros. Algunos
sujetos y formas de actividad política reciben el sello de aprobación oficial, mientras que otros son
marcados como impropios, lo cual también implica la estructuración de jerarquías de aceptación de
unos y exclusión de otros. Así, el Estado y el orden elitista logran la exclusión no sólo a través de
su capacidad de coerción policiaca, sino también, través de la transmisión de sus valores a sus
funcionarios, a sus rutinas y procedimientos que implican el accionar del aparataje burocrático.
Esto tiene consecuencias culturales acumulativas enormes sobre cómo la gente se autopercibe y,
en muchos casos, cómo identifican su lugar en el mundo. El excluido se vería a sí mismo como tal,
dentro de un espacio de jerarquización sociopolítica, cultural y burocrática, por lo que tiende a
identificar lo que de él se espera bajo un marco de regulación moral estatal elitista, logrando, en
definitiva, un comportamiento acorde a los intereses de quienes lo excluyen.
Es más, no sólo el Estado jerarquiza, categoriza y excluye, también lo hacen los propios grupos
sociales, de manera interna y entre sí, por lo que la unidad a nivel subalterno y entre elites se
presenta como un problema político y cultural, tanto para las clases subalternas como para las
dominantes, pero, a diferencia de los dominados, las elites encuentran cohesión bajo el control
problemático del Estado, tanto en lo jurídico, en lo político, en lo moral y cultural. Mientras que los
subalternos tenderán a la atomización en tanto busquen replicar el orden y la moralidad elitista,
siendo así fácilmente reclutados por las capas superiores, pero, cuando existen altos grados de
desigualdad social, se entrampan los mecanismos destinados al reclutamiento de los subalternos
que rechazan o temen la desobediencia de sus pares. En grados máximos de exclusión, se tornan
dificultosos los mecanismos de coerción interna, destinados al reclutamiento forzado de los
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subalternos que rechazan o temen a las movilizaciones sociales. Ver al respecto: Antonio Gramsci,
Cuadernos de la cárcel, tomo 6 (México: Era, 2001), 182; Gilbert M. Joseph, “Para pensar la
movilización revolucionaria en México”, 156-152, en Aspectos cotidianos en la formación del
Estado, compiladores Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent (México: Era, 2002), 143-174; Philip
Corrigan y Derek Sayer, “El gran arco. La formación del Estado inglés como revolución cultural”, en
Antropología del Estado: Dominación y prácticas contestatarias en América Latina, compiladoras
María Lagos y Pamela Calla, Cuaderno de Futuro, PNUD, num 23 (2007): 46-49.
10 Paul Ricoeur, Tiempo y Narración (México: Siglo XXI, 2000), 113-122.
11 Charles Tilly, “Cambio social y revolución en Europa: 1942-1992”, Historia Social, num 15 (1993):
dentro de cierta conciencia de clase, como formas de resistencia cuyo objetivo inmediato consiste
en proveer a los excluidos de las condiciones básicas de subsistencia, lo que J. Escott llamó como
economía moral de la multitud. Como señala E. Thompson, a la hora de describir las formas de
resistencia de los trabajadores se debe considerar un abanico mucho más amplio de acciones que
las huelgas o revueltas y descubrir el comportamiento de clase donde las autoridades no harán
más que señalar un crimen. James C. Scott, The Moral Economy of the Peasant: Rebellion and
Subsistence in Southeast Asia (New Haven and London: Yale University, 1977); Edward
Thompson, Miseria de la teoría (Barcelona: Editorial Crítica, 1981); Eric Hobsbawm, Rebeldes
Primitivos (Barcelona: Ariel, 1983).
14 Sobre resistencia, ver también: Edward Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra.
Tomo I (Barcelona: Crítica, 1989); James Scott, Los dominados y el arte de la resistencia (México:
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Para identificar a unos y otros, es útil partir explicando ciertos hechos, aunque sea
de manera sucinta, a pesar que, por el momento, debemos dejar algunas cuestiones
pendientes. En términos históricos, es bien sabido que el conflicto Pueblo Mapuche-
sociedad dominante (de más larga data que el propio Estado) tuvo un momento de
refundación con la creación de los estados de Chile y Argentina y la declaración de una
guerra doble que incorporó, en la segunda mitad del siglo XIX, a uno y otro lados de la
cordillera de Los Andes, el territorio mapuche (Wallmapu) a los respectivos estados
nacionales. Hechos que darían término a una seguidilla de acuerdos o parlamentos
hispano-criollos que, previos a la formación de dichos estados y a la propia guerra,
intentaron redefinir las tensiones interétnicas por la vía diplomática16.
Era, 2000); John Holloway, Cambiar el mundo sin tomar el poder. El significado de la revolución
hoy, (Buenos Aires: Herramienta/Universidad Autónoma de puebla, 2002).
15 En resumen, se ha sostenido que el sistema de dominación que da origen a tal tensión -la
centralidad del conflicto- se sitúa en una doble direccionalidad: tanto de arriba hacia abajo como de
manera horizontal. La primera se refiere al conjunto de acondicionamientos sociales y materiales
de exclusión que tienen su origen en la administración en pocas manos de cuotas significativas de
control del capital político y económico -cuyo anclaje normativo dentro del sistema neoliberal no se
localiza únicamente en el ámbito local ni estatal, pues se proyecta a través de leyes, instituciones y
acuerdos comerciales, en la escala supraestatal con la transnacionalización de la economía-.
Dentro de esta direccionalidad y en clave étnica se encuentran, entre otros, el conflicto capital-
trabajo (más específicamente el problema de la racialización del empleo), el conflicto por la tierra,
por los derechos humanos, la demanda al Estado por la redistribución de activos y la demanda
ecologista mapuche. En rigor, estas son expresiones de un único conflicto, que bien puede
atribuirse su origen a las tenciones entre Estado, mercado y sociedad civil mapuche y no mapuche.
Por su parte, la horizontalidad del conflicto se refiere a una cuestión distinta, que opera con
relación a la anterior y que afecta de manera transversal al conjunto de la sociedad (o al menos
afectaba más notoriamente hace unas décadas): la discriminación y el intento de anulación étnico-
racial. Por ello, la respuesta contrahegemónica de Movimiento Mapuche intentará revertir ambas
direccionalidades, desde abajo hacia arriba y de manera transversal, con una propuesta de
contracontrol cultural que rescata los valores humanizantes del reconocimiento de lo ancestral y del
otro mapuche, como fórmula básica de oposición a esta doble exclusión. Estos análisis se
encuentran en Mathias Órdenes, “Gobernabilidad, democracia y conflicto mapuche: Breves
reflexiones para el análisis”, en Zuamgenolu. Pueblo Mapuche, Marginalidad y Estado Chileno
Siglos XIX-XXI, editor Pedro Canales (Santiago: Ediciones IDEA-USACH, 2016), 63-89.
16 José Bengoa, Historia del pueblo mapuche (siglo XIX y XX) (Santiago: Ediciones Sur, 1985);
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Para el caso de Chile, hay que considerar que desde varias décadas antes de la
Guerra de Ocupación ya habitaban en el territorio, mayormente entre los ríos Biobío y
Malleco y, por la consta, en el Golfo de Arauco, una cantidad importante de chileno-
mestizos, conocidos como fronterizos17, cuyo número superaba en distintos sectores a los
propios mapuche en varios miles de personas. Durante y después de la Guerra, a ellos se
sumarían vagabundos y labradores desposeídos, familias enteras de rotos18 que
Zavala, Los Mapuche del siglo XVIII: dinámica interétnica y estrategias de resistencia (Santiago:
Ediciones Universidad Bolivariana, 2008); José Manuel Zavala editor, Los parlamentos hispano-
mapuches, 1593-1803: textos fundamentales (Temuco: Ediciones Universidad Católica de Temuco,
2015).
17 Tal como lo ha demostrado la Historia Fronteriza, debido a un proceso que se conoce como
desde antes de la Guerra) y los rotos. Rotos y fronterizos no fueron lo mismo, a pesar de compartir
un mismo origen mestizo hispano-mapuche y, en menor medida, negro y de situarse en las capas
inferiores de la sociedad. La diferencia no tuvo mucho que ver con la percepción de las élites, sino
más bien, con las características propias del contexto geográfico y con las relaciones
socioeconómicas. En términos espaciales, los rotos se ubicaron desde el norte minero a la región
centro-sur, en sectores rurales y en la periferia de centros urbanos. En cuanto a las relaciones
socioeconómicas, es posible señalar que, por diversos motivos, los rotos se encontraban atrapados
en los espacios de exclusión patronal y religiosa, como trabajadores y labradores pauperizados y
como sujetos al margen de los marcos de regulación católica, pues las condiciones de vida no les
ofrecían muchas posibilidades para pagar impuestos como el diezmo, constituir arraigo y núcleos
familiares legales y estables, siendo tal precariedad un caldo de cultivo para la producción de hijos
“guachos”, problema social considerado como parte de su propia naturaleza. Gabriel Salazar,
Labradores, peones y proletarios (Santiago: Sur Ediciones, 1985); Gabriel Cid, “Un icono funcional:
la invención del roto como símbolo nacional, 1870-1888”, en Nación y nacionalismo en Chile. Siglo
XIX, editores Gabriel Cid y Alejandro San Francisco (Santiago: Centro de Estudios Bicentenario,
2009), 221-254; Horacio Gutiérrez, “Exaltación del mestizo: La invención del Roto Chileno”,
Universum, Vol: 25 num 1 (2010): 122-139; Claudio Véliz, “Bajo la tienda (1958). La representación
subalterna del ‘roto’ como fundamento de nacionalidad para el siglo XX chileno”, Diálogo Andino,
num 48 (2015): 7-17.
Los fronterizos, en cambio, se ubicaron en la línea fronteriza del río Biobío, que, desde la era
colonial hasta fines del siglo XIX, separaba a mapuche e hispano-criollos. El contexto geográfico
exigía a los fronterizos el desarrollo de un temple especial, que les permitía “acomodarse”, no sin
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emigraron a la región desde la zona centro-sur, entre los ríos Maule y Biobío, buscando
obtener tierras “libres” o a bajo costo, mientras otros partían a la Argentina, intentando
convertirse en colonos gracias a la Ley Avellaneda (1876). Como explica José Bengoa:
“En las últimas décadas del siglo [XIX], afectados por la crisis triguera y agrícola, por el
desgaste de las tierras, presionados por el latifundio, los campesinos buscaron tierras en
el sur”19.
dificultades, a una relación conflictiva entre unos y otros, ya sean mapuche, los terratenientes que
extendían sus brazos mercantiles y agrícolas desde la zona central o las autoridades militares
ubicadas en los centros poblados de La Frontera. Se les observaba entre los indígenas y en los
poblados, practicando una agricultura móvil y un comercio sin fronteras a uno y otro lado del río
Biobío y en ambos lados de la cordillera de Los Andes. También en malones y en correrías junto a
los mapuche, en parlamentos en calidad de agentes del gobierno y en los conflictos bélicos que se
desarrollaban entre mapuche o entre éstos y los chilenos. Por lo general, se encontraban lejos
tanto del alcance de las autoridades religiosas y seculares, así como de las relaciones patronales
del norte de La Frontera. Lenguaraces, soldados, oficiales y otros agentes del Estado, así como
bandoleros, montoneros, conchavadores, labradores, cautivos y maloqueros, comprendían, en
distintas escalas sociales, gran parte de los tipos fronterizos. Es necesario agregar que, a partir de
la Guerra de Ocupación, el fronterizo comenzó a desaparecer al desmembrase la vieja frontera, a
la vez que es posible observar el uso del término “roto” en el territorio de colonización al sur del río
Biobío, debido de la migración masiva de chilenos de la zona central. Arturo Leiva, El primer
avance a la Araucanía…; Sergio Villalobos y Jorge Pinto editores, Araucanía, Temas de Historia
Fronteriza, (Temuco: Universidad de La Frontera, 1985); Sergio Villalobos, Vida fronteriza en la
Araucanía. El mito de la guerra de Arauco (Santiago: Andrés Bello, 1995).
19 José Bengoa, Historia Social de la Agricultura Chilena. Tomo II. Haciendas y Campesinos
Nueva Italia”, en Araucanía y Pampas. Un mundo fronterizo en América del Sur, editor Jorge Pinto,
(Temuco: Universidad de La Frontera, 1996), 240-247.
22 Comisión Central del Censo. Censo de la República de Chile: levantado el 28 de noviembre de
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Un par de décadas más tarde, cuando un sector del Movimiento Mapuche insistía
en sacar cierta ventaja del sistema electoral y un sector de los terratenientes del sur
ensayaba su propio partido político (el Partido Laborista, 1931-1945), los rotos del sur se
encontraban atomizados y prácticamente excluidos de la ciudadanía electoral, esto, por
cuatro motivos: a) la continua emigración en busca de tierra y empleo; b) la presión de
redes de dependencia y clientelismo que habían logrado construir los terratenientes sobre
sus trabajadores y sobre pequeños y medianos propietarios, sistema de dominación que
presionaba el voto de acuerdo a la voluntad del patrón, pero que también reforzaba las
divisiones y desconfianzas al interior de los propios excluidos; c) un sistema electoral
altamente excluyente, que dejaba fuera de la ciudadanía electoral a la mayoría de los
chilenos y sin amparo de los interese del patrón; y d) como hecho final, en el gobierno del
Frente Popular, con un decreto de sindicalización campesina que en la práctica puso
obstáculos a la formación de sindicatos en los campos, frenando aún más las
posibilidades de acción política por medio del sistema de partidos.
Así las cosas, sostenemos como hipótesis, que entre mediados del siglo XIX y las
primeras décadas del XX, se articularían las tenciones hegemónicas que estructurarán el
eje central del conflicto en La Araucanía, esto es, entre el Pueblo Mapuche y el Estado-
Nación. La construcción de un orden excluyente provocará que los derrotados de guerra
(los mapuche) queden relegados abajo del eje, mientras que los vencedores (el Estado-
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25 La teoría racionalista de los conflictos sociales sostiene que los sujetos se movilizan motivados
por una lectura de sus posibilidades de éxito. Esta lectura, por lo menos medianamente informada,
brindaría cierta expectativa fundada en que la movilización entregaría beneficios objetivos. Así, los
conflictos sociales estallan cuando los sujetos amplían sus posibilidades de éxito, cuando
comprenden que surge un escenario sociopolítico favorable a sus objetivos. Este escenario se
conoce como EOP. Las EOP surgen cuando el entorno político o el sistema político influyen
catalizando la acción colectiva, aunque los resultados no siempre sean positivos, pero cuando
crecen las EOP también las movilizaciones se tornan más eficientes. Este escenario puede abarcar
diversas dimensiones: el grado de apertura del sistema político institucionalizado, los cambios que
se producen en el sistema electoral, la inestabilidad en las alienaciones de las élites, la posibilidad
o no de contar con el apoyo de un sector de las élites, la capacidad estatal para reprimir o la
tendencia a no hacerlo, entre otros. Ver: Pedro Lorenzo, Fundamentos teóricos del conflicto social
(España: Siglo XXI, 2001), 38-42; Doug Mc Adam y otros, Movimientos sociales: perspectivas
comparadas, oportunidades políticas, estructuras de movilización y marcos interpretativos
culturales (Madrid: Istmo, 1999); Sidney Tarrow, El poder en movimiento. Los movimientos
sociales, la acción colectiva y la política (Madrid: Alianza Editorial, 2004).
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mediados del siglo XIX, como las demás nacientes repúblicas sudamericanas, iniciaba un
proceso de incorporación a la economía mundial, por lo que se requería de brazos para
explotar sus recursos naturales. En este sentido, se consideraba que los territorios se
presentaban como verdaderos “desiertos demográficos”, donde la ausencia de población
era un elemento evidentemente nefasto. Más aún, “se afirmaba que la riqueza de las
naciones estaba en directa relación con su potencial demográfico”. Bajo tales premisas (la
necesidad de una mejor incorporación al mercado mundial por parte de un país
considerado como de gran potencial exportador, pero escasamente poblado y cuya
población se suponía como “de pocas luces”, se intentaba alcanzar lo que se ha
identificado como utopía agraria. Obviamente, el bajo pueblo chileno (rotos y fronterizos) y
los mapuche quedaban excluidos del proyecto, considerados como razas supuestamente
inferiores y menos dotados para la práctica agrícola y la industria en comparación al
europeo26.
26 Las opiniones y decisiones de tres hombres de Estado claves en política migratoria dan cuenta
de lo que hemos venido señalado: el primero es Vicente Pérez Rosales (1807-1886), político e
intelectual destacado, principal artífice del ensayo inmigratorio con alemanes a mediados del siglo
XIX. Pérez Rosales sentó las bases filosóficas y organizativas de la política inmigratoria que, con
algunos cambios, se retomará con fuerza a partir de la década de 1880 en la Araucanía. El
segundo es Benjamín Vicuña Mackenna (1831-1886), otro intelectual, pero también legislador. En
su calidad de secretario de una comisión especial de inmigración, formada a fines de 1864 por
mandato del presidente José Joaquín Pérez, Vicuña Mackenna sistematizó y presentó la
argumentación más completa en defensa de la inmigración europea: Bases del informe presentado
al Supremo Gobierno sobre la inmigración estranjera (1865). El último es Nicolás Vega, Agente
General de Colonización en Europa en la década de 1890 y redactor de un importante trabajo
sobre inmigración en 1896: La inmigración europea en Chile, 1882 a 1895. José M. Zavala, “En
busca del ciudadano ideal: fundamentos discursivos de la colonización inmigratoria de La
Araucanía durante el siglo XIX”, en El pueblo mapuche en la pluma de los araucanistas. Seis
estudios sobre construcción de la alteridad, editores Héctor Mora y Mario Samaniego (Santiago:
Ocho Libros, 2018), 167-185.
27 En muchas ocasiones las autoridades consideraron a los fronterizos como inferiores a los
mapuche, sujetos más bárbaros y peligrosos, como indicaba, en 1846, el naturalista polaco Ignacio
Domeyko tras su viaje a La Araucanía: “Con frecuencia oirá el viajero que visite Concepción i los
pueblos fronterizos de Arauco que hai entre los cristianos de la frontera hombres mil veces peores
que los indios, i que inspira mas confianza la palabra de este que la escritura de un cristiano”.
Araucanía i sus habitantes. Recuerdos de un viaje hecho en las provincias meridionales de Chile,
en los meses de enero y febrero de 1845 (Santiago: Imprenta Chilena, 1846), 82. Es significativo
señalar que cuando se reanudo el proyecto de evangelización a los mapuche, en 1832, una vez
concluida la Guerra de Independencia, entre sus obvios objetivos se encontraba “civilizar al
bárbaro”, condición que a juicio de las autoridades era agravada enormemente por su contacto con
los “malvados” y “criminales” fronterizos. La presencia de estos sujetos entre los mapuche era
considerada como un obstáculo para su civilización, por lo que también fueron excluidos de la
evangelización, así lo indicó el propio Presidente de la República en el “preámbulo” del decreto que
reanudó la obra misional: “Santiago Enero del 1832. Su Exa. el Presidente de la República ha
decretado con fecha de ayer lo que sigue: Cuando después de haber conseguido nuestra
emancipación política: cuando cimentado ya el orden interior se trabaja para dar un impulso a
todos los ramos de prosperidades y para adelantar la civilización en todos los pueblos del Estado,
es preciso que este conato se haga extensivo a todos los habitantes del territorio de la República.
Desgraciadamente existe una gran porción de hombres que separados de toda sociedad civilizada
forman un conjunto de seres, que más bien parecen brutos que racionales. Estos son los indios
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bárbaros, que desparramados en hordas ocupan una parte considerable en el Estado. Estos
infelices no tienen más comunicación que o con los malvados que huyendo por sus crímenes del
rigor de las leyes buscan un refugio entre ellos, o con aquellos hombres a quienes un interés
sórdido conduce, y que cifran su fortuna en el fomento de toda clase de vicios, sosteniéndolos así
en el último grado de barbarie y de abyección, y originando por esta causa terribles males a los
pueblos que se hallan en sus inmediaciones. Por estas consideraciones el supremo Gobierno ha
creído necesario fomentar una sociedad de hombres filantrópicos que arrastrando los peligros se
les acerquen y procuren por medios pacíficos atraerlos a las costumbres más suaves, y reducirlos
a formar sociedades arregladas”. Más sobre estos análisis en Mathias Órdenes, “Rotos y
fronterizos bajo el orden elitista: Una mirada a la Araucanía del siglo XIX y comienzos del XX”,
Revista Inclusiones, Vol: 6 num 4 (2019): 12-45.
28 José Bengoa, Historia del pueblo mapuche… 151-184; Jorge Pinto, La Formación del Estado, la
nación… 167-171.
29 Como señala Jorge Pinto, “existía la firme convicción que las ciudades irían asegurando la
ocupación del territorio e irradiando la civilización. De esto se hizo cargo el Congreso Nacional al
aprobar en 1866 un proyecto de ley que autorizaba la fundación de poblaciones en territorios
indígenas, facultando al Presidente de la República para repartir sitios gratuitamente a los colonos
e indígenas que quisieran asentarse en ellas. A partir de entonces, casi todos los años los
intendentes de Arauco recomendaban la fundación de ciudades. Con ellas, sostenían, se irá
ocupando la región sin derramar sangre ni crear conflictos con los mapuche”. La Formación del
Estado, la nación… 195.
30 José Bengoa, Historia del pueblo mapuche…, 170-175; Autor anónimo, “De la última campaña y
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los nuevos poblados, donde se les asignaban, bajo títulos provisorios (que no siempre
fueron legalizados causando conflictos posteriores), terrenos que servirían para la
instalación de sus improvisadas chozas y para la explotación de pequeñas faenas
agrícolas31. Para cultivar o pastorear en otros lugares, de acuerdo a un decreto, debían
pagar arriendos al Ejecito o simplemente se les prohibía incluso ese derecho, pero en la
práctica no fue siempre así, pues abundó el uso ilegal del suelo32. Un segundo grupo era
instalado en lugres escogidos a su propio arbitrio o según ordenaban los oficiales, éstos
eran modestos comerciantes (buhoneros), artesanos y aventureros libres que
acompañaban a la caravana con objeto de alcanzar alguna fortuna intercambiando sus
baratijas con los mapuche, trabajando la tierra o prestando sus servicios a los militares33,
y, en un tercer grupo, más cerca de los fuertes o dentro de ellos, eran instalados los
mandos militares y soldados. En ese grupo también entraban los comerciantes
importantes que acompañaban a la caravana para aprovisionar al ejército y otros agentes
del estado, como agrimensores, personal médico y técnicos34.
De acuerdo a los planes del Coronel Cornelio Saavedra, este sistema de control
sobre la población facilitaría los avances militares, el aprovisionamiento del ejército, el
contacto con los indígenas gracias al comercio (que fue desarrollándose rápidamente, lo
que se suponía permitiría su civilización)35 y, por último, serviría de instalación de un cerco
humano que protegería a los nuevos habitantes que más tarde se ubicarían cerca de los
norte, como los Anjeles, Nacimiento, Chillan, Parral i San Cárlos. A Lebu i Cañete suministraron
pobladores Arauco, Tomé, Lota i Concepcion. Vecinos de Valdivia llegaron a establecerse a Tolten
i Queule. Buena parte de esta poblacion nacional traia capitales o algun arte o industria i otra
llegaba atraida por la fácil ocupacion de terrenos fiscales o de indíjenas. Entre esta última se
contaban los ajentes de pleitos o “tinterillos” i los buscavidas, que desde años anteriores afluian a
la frontera”. Tomás Guevara, “Historia de la Civilización Araucana. Capítulo VIII”... 159-160.
34 Un militar escritor anónimo, un soldado que estuvo presente en la ocupación de Angol, deja
bastante claro lo que señalamos: “Parte de la tropa se empleaba en disponer sus cargas y el resto
en trasladar sus familias, equipajes, pertrechos de guerra y demás aprestos. Las mujeres,
conduciendo sus pequeños atavíos confundidos entre la multitud de carretas que cruzaban en
distintas direcciones, se disputaban el paso (…). Las familias de la tropa componen una población
separada, formando en su centro una callecita que viene a terminar en el pueblo, y aunque sus
ranchos han sido provisionalmente aderezados, su aspecto no deja de representar una vista un
tanto agradable”. Anónimo, “De la última campaña y repoblación de Angol... Otra fuente señala lo
siguiente sobre la caravana rumbo a Villarrica: “como completando la entusiasta hueste, que
llevaba la nobilísima misión de pacificar aquellos salvajes campos, seguía un numeroso convoy de
carretas sobre muchas de las cuales veíanse unas 150 mujeres, siete de las cuales tuvieron feliz
aunque prematuros alumbramientos bajo las bóvedas de frescas hojas que ofrecíanles las
majestuosas montañas de altos y robustos robles”. Francisco Subercaseaux, “Memorias de la
campaña a Villarrica 1882-1883”, en Incorporación de La Araucanía..., 293. Ver también: Juan B.
Olivares, La pacificación Araucana (1876-1884): relación histórica de la pacificación de la
Araucanía de Malleco hasta Cautín, relatada por don Juan Bautista Olivares Ferreira (Padre Las
Casas: Imprenta San Francisco 1939). Respecto a los informes militares: Archivo Nacional
Histórico (en adelante ANH), Ministerio de Guerra (en adelante MG), Correspondencia de la
Comandancia Jeneral de Armas de Arauco i asuntos de Frontera 1865-1868, volumen 536, Los
Ángeles, 21 de marzo 1866, fojas 277-288vta; MG, Miselanea 1879-1887, volumen 486, “Informe
de José María de la Cruz a José Joaquín Pérez: Observaciones sobre la internación de fuertes en
el territorio araucano año 1862", Peñuelas, 28 de abril 1862, fojas sin número.
35 Tomás Guevara, “Historia de la Civilización Araucana. Capítulo VIII”... 160-161.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 317
fuertes, en lugares más seguros36. Pero en la práctica las cosas fueron más complejas,
los grupos señalados fueron responsables de la alcoholización del mapuche a objeto de
empobrecerle, trayendo sobre ellos aquel mal tan fácil de heredar. Así mismo, sin
cansancio acecharon los botines de guerra y la tierra para arraigarse o expandir su
riqueza bajo la lógica del extractivismo37.
El más significativo de tales factores fue el ferrocarril, el “duce humo del progreso”
que permitía el traslado de soldados, de la población en general y la conectividad
comercial. También hubo pueblos que tuvieron una fugaz existencia al avance del tendido
ferroviario, como punta de rieles, pero cuando el ejército debía trasladarse o cuando el
monstruo de metal debía seguir su indolente marcha, arrastraban consigo a pobladores y
carrilanos, con sus miserables ranchas (“rukos”) y a cuanto comercio informal se había
instalado, con su licor barato y su sexo casual. Los más débiles quedaban atrás,
envejeciendo junto al pueblo que se desvanecía, como desechos humanos, consumidos,
mutilados por la vida y el trabajo39. Como señala Tomás Guevara:
La hostilidad entre ambos bandos fue un hecho constante, pero con momentos de
mayor y de menor intensidad41. Escenario que tras el ataque de uno y otro bando, una y
otra vez se convertiría en un regadero de sangre, saqueo y cautiverio, en especial de
niños, niñas y mujeres, chilenas y mapuche42. Hechos que a la larga debilitarían y
36 Leandro Navarro, Crónica militar de la conquista y pacificación…, 61; José del Carmen Alderete,
Apuntes Históricos. Sublevación de La Araucanía en 1881 (Temuco: Cagtén, 2016 [1934]), 21.
37 Juan B. Olivares, La pacificación Araucana…; Tomás Guevara, “Historia de la Civilización
Encuadernación La Ilustración, 1912), 20-13; entrevista a Eduardo, Victoria B., 5 de mayo, 2017.
40 Tomás Guevara, “Historia de la Civilización Araucana. Capítulo VIII”... 159.
41 José Bengoa, Historia del pueblo mapuche… 151-184.
42 José Bengoa, Historia del pueblo mapuche… 151-184; Tomás Guevara, “Historia de la
Civilización Araucana. Capítulo VII”, Anales de la Universidad de Chile Tomo 112 (1903): 367-395.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 318
derrotarían a los mapuche debido al saqueo, a los avances tecnológicos como las armas
de repetición y la introducción del telégrafo y del ferrocarril y, como golpe final, al coraje
de los rotos, enviados al sur cuando ya daban término victorioso a la Guerra del
Pacífico43.
De estos ataques, los más terribles para los entrometidos wingka fueron los
alzamientos generales de 1867-1868 y de 1881-1882, que despoblaron por varios meses
a varios de los nacientes poblados y arriesgaron el futuro de aquellos que adquirían
importancia. Estos hechos, largos de precisar en detalle, se encuentran bien descritos en
fuentes militares y han sido comentados por algunos historiadores45. Así, por ejemplo, un
militar nos cuenta lo siguiente sobre un ataque producido en el Fuerte Curaco durante el
primer alzamiento general: “Soldados, labradores, mujeres i niños, todos tomaron parte en
aquella espantosa refriega, que duró más de cuatro horas, porque los indios, cada vez
que se sentían diezmados, recogían sus heridos i muertos, i se replegaban por breves
momentos a la montaña, para rehacerse i volver a la pelea con más furia”46. Así también,
José del Carmen Alderete, soldado que junto a otros fue enganchado en Valdivia para
detener el último alzamiento indígena, nos cuenta un hecho escalofriante ocurrido a orillas
del río Toltén:
Como el piquete Valdivia, del cual formaba parte, iba de avanzada, fue el
primero en encontrar cadáveres de todo sexo y edades, tendidos en la
playa, teniendo que proceder a la sepultación de ellos a la orilla de los
riscos de la cordillera de la costa. Entre lo que nos llamó más la atención,
figuraba el de una mujer que contaba catorce lanzadas en el pecho y el
seno izquierdo cortado (…). Se dio orden de continuar la marcha bajando
nuevamente a la playa para alivio de la división, en donde se repitieron las
mismas escenas macabras y repugnantes, de recoger cadáveres
putrefactos y darles sepulturas, siempre al pie de la cordillera costina 47.
fojas 411-415.
45 ANH, MG, volumen 602; volumen 644, número 438, Angol, 2 de junio de 1869, fojas sin número;
volumen 602, número 390, Angol, 27 de febrero de 1869, foja 165, entre otros. Ver también Tomás
Guevara, “Historia de la Civilización Araucana. Capítulo VIII”; “Historia de la Civilización Araucana.
Capítulo IX”, Anales de la Universidad de Chile Tomo 113 (1903), 305-367.
46 Ambrosio Letelier, Apuntes de un viaje a la Araucanía, 375, citado por Tomás Guevara, “Historia
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 319
policía, y a la esfera pública, más específicamente a la prensa, pues su desarrollo a fines del siglo
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 320
XIX reflejó de las tensiones propias de la vieja Frontera. La divulgación escrita de una serie de
acusaciones públicas sobre el uso de la violencia y otros excesos que comprometían la honra de
terratenientes y autoridades, generaron abiertas persecuciones y hechos de sangre entre bandos
que buscaban escalar en influencia, llevando al extremo las posiciones partidistas. Saqueos,
encerronas, ataques a los modestos tallares de la prensa y amenazas a periodistas, provocaron
más de algún hecho de trágico. La Guerra del 91 empeoró la situación, pues fue tomada como
excusa para vengar problemas relacionados con la corrupción y con compras y adquisiciones
fraudulentas de tierra. Así, por ejemplo, en octubre de 1889 corrió la suerte de víctima un miembro
del Partido Radical, Francisco de P. Frías, junto a sus dos humildes acompañantes. Frías desde su
propio semanario, La Voz Libre, de Temuco, se había encarado de denunciar los delitos de las
autoridades. Su victimario fue el propio gobernador de Nueva Imperial. Los jueces de Imperial y
Temuco quedaron inhabilitados del caso, el primero por temor a represalias y el segundo porque
había encarcelado injustamente Frías. Francisco Javier Ovalle, Chile en la región austral. El
desenvolvimiento general de Temuco (Santiago: Imprenta Universitaria, 1911), 113-119, 128-129;
Por el Sur de Chile… 103-108; Eduardo Pino Zapata, Historia de Temuco. Biografía de la capital de
La Frontera (Temuco: Ediciones Universidad de La Frontera, 1969), 31-35. Sobre el asesinato de
Francisco de P. Frías: Imprenta de la Libertad Electoral, Asesinato en Pancul. Datos referentes a
este suceso (Santiago: Imprenta de la Libertad Electoral, 1890).
53 Leonardo León, La Araucanía…
54 Eric Hobsbawm, Rebeldes Primitivos…
55 Marco León, “Criminalidad y prisión en la Araucanía. 1852-1911”, Revista de Historia Indígena,
Guillermo Parvex, Un veterano de tres guerras. Recuerdos de José Miguel Varela (Santiago:
Academia de Escuela Militar, 2015), 299-302.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 321
57 La primera y principal vía de apropiación fueron los remates de tierras fiscales, en virtud de las
leyes del 4 de diciembre de 1866 y del 4 de agosto de 1874. Este procedimiento imponía la
cancelación inmediata de la tercera parte del valor del predio y lo restante en diez cuotas, que
podían cancelarse en un plazo de tres años. Desde 1873 a 1899 los remates significaron el
traspaso de 1.125.130 hectáreas en pocas manos. Las limitaciones a la obtención de varios
remates por parte de un solo interesado, incorporadas recién en 1895, no pudieron evitar la
acumulación en manos de especuladores privilegiados, quedando muchos campos sin cultivo o
mal cultivados, mientras que la mayoría de la población no pudo acceder a la propiedad de la
tierra. Baldomero Estrada, “Colonización y civilización europea”… 240-247.
58 Una vez consolidado el control de La Araucanía por parte del Ejército, en 1882, se inició la
ocupación por vía de la colonización, los remates siguieron en marcha, pero en menor proporción.
Ese año se creó la Agencia General de Inmigración y Colonización de Chile, con sede en Europa,
destinada al reclutamiento de inmigrantes. Al año siguiente se crea la Inspección General de
Tierras y Colonización, bajo la autoridad de la Sociedad Nacional de Agricultura, para luego, a
partir de 1888, ser administrada directamente por el Estado. Así comenzó una segunda etapa de
apropiación efectiva, destinada a la inmigración europea. Entre 1882 y 1890 llegaron 6.878
colonos, procedentes mayoritariamente de Suiza, Alemania, Francia y Gran Bretaña. A partir de
1890 se suspende la colonización para privilegiar la inmigración libre o industrial, orientada a los
centros urbanos y al aumento de la mano de obra. En 1895 se reanuda la colonización europea,
pero en esta nueva etapa predominará la acción de empresas privadas. Entre 1901 y 1907 se
crearon empresas que firmaron contratos de concesión gracias a una ley dictada en 1874. A
cambio de la obtención de tierras las empresas se comprometieron a establecer un total de 2.050
familias, sin embargo, sólo radicaron 368 y pronto se dedicaron al acaparamiento de tierras
indígenas y las que eran trabajadas por ocupantes nacionales (rotos y fronterizos), generando un
conflicto por el incumplimiento de los contratos de colonización en casi todos los casos, lo que
además terminó por demostrar el fracaso de la colonización europea. Baldomero Estrada,
“Colonización y civilización europea”… 240-247.
59 Comisión Parlamentaria de Colonización, Informes, proyectos de ley, actas de sesiones y otros
antecedentes (Santiago: Sociedad Imprenta y Litografía Universo, 1912); José Bengoa, Historia del
pueblo mapuche…, 331-360; Jorge Pinto, La formación del Estado y la nación…, 209-234; Mathias
Órdenes, “Rotos y fronterizos bajo el orden elitista”…
60 Comisión Parlamentaria de Colonización, Informes, proyectos de ley..., 484-499. También hemos
encontrado varias demandas por este tipo de conflictos: Archivo Regional de La Araucanía (en
adelante ARA), Primer Juzgado Civil de Temuco, Unidad de Conservación (en adelante UC) 130,
rol 2544, 21 de abril, 1907; UC 112, rol 2592, 27 de abril, 1912; UC 130, rol 3152, 6 de marzo,
1913; UC 134, rol 3328, 13 de mayo, 1913; UC 141, rol 3639, 18 de octubre, 1913.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 322
extranjeros, también fueron favorecidos con apoyo estatal en dinero, bueyes para el
trabajo, herramientas, semillas y otros pertrechos. A pesar de ello, su instalación fue poco
exitosa, con bajos índices de radicación. La mala calidad de algunos terrenos, la falta de
colaboración estatal, la inseguridad, la ineficiencia policial y las arbitrariedades
administrativas, entre otros factores, causaron su emigración61, unos a la zona central,
otros más al sur o la Argentina, acompañando a los chilenos que eran expulsados o
debieron sufrir similares dificultades tras adquirir tierras62.
El traspaso de tierras generó una cantidad enorme de pleitos entre los propietarios
y los ocupantes nacionales, pero lo ocupantes sólo contaban con títulos provisorios y de
arriendo que de nada les servirían frente a las nuevas leyes, otros habían adquirido tierras
a los mapuche bajo contratos translaticios que no tenían validez alguna o simplemente
explotaban tierras fiscales de manera libre e ilegal. Los conflictos por los deslindes
agravaban la situación con resultados infructuosos que llevaron a la expulsión y
emigración de miles de los ocupantes y colonos64. Los primeros ensayos de colonización
con nacionales también fueron un fracaso producto de las dudas que debieron adquirir
para cancelar los terrenos, además de los mismos motivos que afectaban a los colonos
extranjeros65. Sin embargo, más chilenos llegaron para instalarse en tierras fiscales, con
la vana esperanza de obtener algo.
61 Como señala Estrada: “el balance de esta etapa deja bastantes dudas acerca del proyecto
colonizador emprendido por el Estado. El índice de radicación fue muy escaso; muy pronto muchas
familias hicieron abandono de los de los predios asignados”. “Colonización y civilización
europea”… 246.
62 Como muestra una nota periodística: “Señor Director: Personas llegadas de Ercilla, nos
aseguran la existencia en la colonia de ese pueblo de un movimiento, cuyo desenlace serio [sic] la
salida a breve palazo de unas cuantas familias de colonos de diversas nacionalidades, que
tomarán rumbo hacia la República Oriental [Argentina]. Se nos agrega, que se ha formado
recientemente un círculo núcleo de estos colonos, capitaneados por un sujeto a quien se designa
como uno de los principales promotores del espresado movimiento i es compatriota de los mismos;
en casa de un suizo establecido en el referido pueblo se han celebrado reuniones presididas por la
persona aludida, con el objeto de formar una lista de los descontentos que quisieren emigrar i que
tuvieren recursos suficientes para abonar su transporte i el de sus bagajes (…).
Tiempo sería que nuestros hombres públicos abrieran los ojos a lo que a menudo viene
denunciando la prensa se está realizando por estos mundos.
No basta ya que nuestro nacionales i los inmigrantes contratados a costa de dispendiosas sumas i
grandes sacrificios, traspasen la cordillera emigrando a un país estraño, pues, a estar a los graves
síntomas reveladores que vienen acentuándose por distintas partes, deberemos quizás presencial
el abandono que se propone hacer de nuestro suelo de algunas decenas de colonos radicados
aquí por espacio de algunos años (…)”. El Colono, “Victoria”, Angol: 13 de febrero, 1890.
63 Baldomero Estrada, “Colonización y civilización…”, 246. Comisión Parlamentaria de
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 323
En 1898 se dictó una ley a favor de la colonización nacional, cuando casi toda la
tierra de mejor calidad y mejor ubicada ya tenía propietario. Su reglamento de aplicación
tardó cuatro años en dictarse, generando conflictos y vacíos legales. Además, sus
disposiciones fueron restrictivas, ya que exigían a los beneficiarios que debían demostrar
a las autoridades que sabían leer y escribir, mediante el llenado de extensos formularios
en las oficinas, también debían entregar certificados para acreditar el matrimonio civil y no
haber sido condenados por crimen o delito simple68. Los análisis del Censo de 1907
indican que alrededor del 70% de la población adulta y en etapa escolar no cumplía con al
menos el primero de los requisitos en las colonias, lo que afectaba a los más
necesitados69.
66 El Colono, “Informe del Cónsul de Chile en Neuquén”, Angol: 7 y 9 de diciembre, 1897. Ver
también los textos de Carmen Norambuena, “Inmigración, agricultura y ciudades intermedias.
1880-1930”, Cuadernos de Historia, num 11 (1991): 105-123; “La inmigración en el pensamiento de
la intelectualidad chilena, 1810-1910”, Contribuciones Científicas y Tecnológicas, num 109 (1995):
73-83; y Mauricio Cárdenas, “El conflicto por la tierra: la repatriación de chilenos del Neuquén a las
provincias de Malleco y Cautín (1896-1923)”, Manuscrito inédito (2020).
67 Comisión Parlamentaria de Colonización, Informes, proyectos de ley… 418; Baldomero Estrada,
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 324
Araucana Capítulo VIII”... 170-174; Isidoro Errázuriz, “Tres razas. Informe de la colonización de
Malleco y Cautín, 1887”, 151, en Expansión capitalista y economía mapuche: 1680-1930, Jorge
Pinto e Iván Inostroza (Temuco: Universidad de La Frontera, 2014), 129-276.
75 El decreto sobre los arriendos al Fisco fue publicado en la prensa: El Colono, “Tierras fiscales”,
pero de alguna manera informaron, al igual que las autoridades administrativas, de cifras negras y
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 325
fuera con tal de “salvar la situación”, ya sea someterse a algún trabajo estable, como el
inquilinaje, o intentar conseguir empleo aunque sea de forma momentánea, de carrilanos
o caminaros. Otros se entrometieron de manera conflictiva en las comunidades mapuche.
En tanto se desarrollaban los juicios y a la espera que el Protector de Indígenas solicitara
la fuerza pública para la expulsión de los intrusos, éstos ya habían talado el bosque ajeno,
habían alimentado al ganado y recogido un par de cosechas, ya que antes de ser
expulsados se les permitía “cosechar la última siembra” lo que, en definitiva, les permitían
alcanzar cierto capital78.Quienes no lograron nada siquiera por un tiempo, debieron
deambular de fundo en fundo durante los períodos de siembra y cosecha, como
históricamente lo habían hecho los vagabundos.
También hubo desafortunados que durante décadas debieron repetir ciclos de ida
y retorno a las salitreras, dependiendo de las riesgosas fluctuaciones del precio
internacional del nitrato. Con la demanda mundial de salitre, la población sobrante pronto
escaseó y como los agricultores fueron incapaces de cancelar los mismos jornales que en
norte, debieron sufrir la falta de brazos en los meses de cosecha durante los años de
expansión salitrera80. Hasta que la crisis de 1929 terminó sepultando el oro blanco en el
desierto, provocando el retorno de largas caravanas de obreros y un nuevo período de
mano de obra sobrante en los campos del sur, lo que traería una nueva oleada de
migraciones81. La crisis había sido notoria, pues hasta ese momento la minería había
subregistros que cuestionaban los resultados oficiales. Los observadores de la época también
dieron cuenta de la abundancia de población vagabunda, sin destino claro más que buscar tierra o
trabajo. Pareciera que esta población, bastante difícil de censar, abultó las cifras negras. En un
informe el intendente de Cautín dio cuenta al Ministro del Interior sobre las irregularidades
cometidas en el censo de 1895, en ARA, Fondo Intendencia de Cautín (FIC), volumen 8, 5 de abril,
1900, foja 85. Sobre los censos ver: Comisión Central del Censo. Censo de la República de Chile,
1907…, IV; Dirección General de Estadística, Censo de población de la República de Chile:
levantado el 15 de diciembre de 1920 (Santiago: Imprenta Universo, 1925), XXVII; Véase también:
Jorge Pinto, Los Censos Chilenos del Siglo XX (Osorno: Universidad de la Frontera/PEDECH,
2010), 28; La población en La Araucanía en el siglo XX. Crecimiento y distribución espacial
(Temuco: Universidad de La Frontera, 2009), 188-190. Sobre la gran cantidad de población flotante
en opinión de los observadores: Isidoro Errázuriz, “Tres razas”... El Colono, “Acertada medida”,
Angol: 5 de abril, 1888; Francisco Grin, La colonias suizas… 18, 22, 98.
78 Un número importante de demandas por usurpación contra ocupantes chilenos se pueden
migración laboral desde la frontera sur araucana a la Norpatagonia argentina. Fines del siglo XIX”,
en Araucanía, siglos XIX y XX: economía, migraciones y marginalidad, editor Jorge Pinto (Osorno:
PEDCH, 2011), 49-67.
80 El Colono, “Escases de brazos”, Angol: 17 de marzos de 1888; “Falta de brazos”, 15 de
con la invención del salitre sintético. Al poco andar de la Guerra el precio se recuperó, pero tuvo
nuevamente una fuerte baja en la segunda mitad del década del 20, momento en que la prensa dio
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 326
Así, que al poco andar, el acaparamiento de la tierra se había vuelto una práctica
habitual en las provincias de colonización, la emigración se había repetido una y otra
vez83, mientas que el inquilinaje se expandía como zarza por los campos del sur. Las
Colección de Estudios CIDEPLAN, Número: 12 (1984), 61-88; Simon Collier y William Sater,
Historia de Chile, 1808-1994 (Madrid: Cambridge University Press, 1998) 197-198; Sofía Correa y
otros, Historia del siglo XX chileno. Balance Paradojal (Santiago: Editorial Sudamericana, 2001),
106.
83 En la primera década del siglo XX se acumularon las denuncias por la conflictiva y excluyente
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 327
El Censo Chileno de 1907 muestra que los propietarios de tierras en las provincias
de colonización (Biobío, Arauco, Malleco, Cautín y Valdivia) no superaban el 8%84. En
tanto que el Primer Censo Argentino, de 1895, muestra una importante presencia de
chilenos en Neuquén, llegando al 61%, cifra que no se revertirá del todo para el Censo de
1914, con un 40%. La cantidad disminuye hacia el sur, con un 13% en la provincia de Río
Negro, un 12% en Chubut y un 12,7% en Santa Cruz, para subir nuevamente en Tierra
del Fuego, con casi un 18%, lo que indicaría que los chilenos recorrieron la Pampa hasta
ya no poder avanzar más en busca de tierras libres o un buen trabajo, por eso muchos
comenzaron su retorno a Chile por la zona austral, instalando pequeños poblados en las
regiones de Aysén y Magallanes. Como sea, los chilenos en la Patagonia Argentina
llegaban, en este último Censo, a casi 22.00085.
Así las cosas, La Araucanía se había convertido para los rotos en una promesa
incumplida. Sin duda, el Estado y sus agentes habían construido una Araucanía profunda
y compleja, llena de tensiones, olvidos y exclusiones. Un espejismo móvil que los hizo
vagar en distintas direcciones como residuo sobrante del progreso. Como décadas atrás,
los rotos también habían ido a parar a la serranía del Perú, a la lluviosa Bolivia, a la selva
tórrida de Panamá o a las pedregosas tierras de Australia y California. Como señala
Gabriel Salazar: “Marginándose de la marginalidad. ¡250.000 rotos y rotas se fueron del
país entre 1843 y 1910! (un quinto de su fuerza de trabajo hábil). Unos al norte, otros al
sur, otros al oeste, otros al este (…). El pueblo marginal tornándose, por decisión propia,
definitivamente, «pueblo errante»”86.
y como á los empresarios se les pagó su trabajo con esas mismas tierras, la expulsión de
cultivadores chilenos trajo la despoblación de esa parte del país (…).
También es conveniente comparar la obra de esos colonizadores chilenos de las pampas
argentinas á las que dieron vida con su energía, y la tan alabada de unas cuantas familias italianas,
iberas y guanches, reemplazantes de aquellas, y que los colonizadores exhiben como un triunfo de
su obra, familias colmadas de atenciones y auxilios, á las que se les entregaron labradas y en
ocasiones sembradas, tierras par valor de varios millones de pesos”. Nicolás Palacios. “Algunos
efectos de la colonización extranjera”, en Comisión Parlamentaria de Colonización, Informes,
proyectos de ley…, 383-384, 390. Más análisis sobre el tema se encuentran en los propios
resultados de la Comisión y en Mathias Órdenes, “Rotos y fronterizos bajo el orden elitista”…
84 Comisión Central del Censo. Censo de la República de Chile, 1907…
85 Comisión Nacional, República Argentina, Tercer Censo Nacional. Levantado del 1° de junio de
1914. Tomo II, Población (Buenos Aires: Talleres Gráficos de L. J. Rosso y Cía., 1916).
86 Gabriel Salazar, Movimientos sociales en Chile…, 146.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 328
Al iniciar el siglo XX, las características propias del mundo de frontera habían
cambiado para los terratenientes -aunque no para los mapuche ni para los ocupantes
nacionales-, se apreciaba un ambiente de relativa tranquilidad, pues la violencia interna
había dado paso a la tregua y a un tipo de consenso permanente entre quienes lograron
salir fortalecidos del conflicto inicial. El bandolerismo se encontraba suficientemente
resuelto (al menos el que afectaba a los terratenientes entre sí); por otro lado, más atrás
habían quedado las disputas políticas y los temores de la Guerra del 91 y, lo más
importante, la producción silvoagropecuaria iniciaba una etapa expansiva que prometía un
buen pasar y, tal vez, el desarrollo87.
87 Los ciclos económicos de la Araucanía ha sido bien tratado en Mathias Órdenes, “La Araucanía:
un caso de desarrollo frustrado”…; Jorge Pinto y Mathias Órdenes, Chile, una economía regional…
88 Mathias Órdenes, “La Araucanía: un caso de desarrollo frustrado”…; Fabián Almonacid, La
agricultura chilena discriminada (1910-1960). Una mirada de las políticas estatales y el desarrollo
sectorial desde el sur (Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2009); Jorge Pinto
y Mathias Órdenes, Chile, una economía regional…
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 329
89 Así, a modo de ejemplo, en 1890 el Senador por Malleco, José Bunster, del Partido Liberal
(importante terrateniente de la zona, empresario molinero y banquero de Angol), participó en la
elaboración del proyecto de ley que buscaría favorecer la colonización nacional en las provincias
del sur. Mientras que el diputado por Angol, Traiguén y Collipulli, Tomás Romero Hodges, miembro
del Partido Nacional (también terrateniente de la zona y ex intendente de Cautín y Malleco), junto al
Diputado por Mulchén, Nacimiento y La Laja, Carlos Risopatrón A., del Partido Conservador
(terrateniente de la zona centro-sur), presentaron poco después un proyecto distinto, que
estimulaba la concentración de la tierra en pocas manos, reforzando y prolongando los
cuestionados remates. Sin embargo, nos parece tales discusiones no afectaron la rápida
importancia que adquiere el gremialismo terrateniente en el sur en materias de su interés, a pesar
que sus posiciones fueran muchas veces contradictorias. Enrique Espinoza, Jeografía descriptiva
de la República de Chile (Santiago: Imprenta Gutenberg, 1890), 398, 409, 412; Editorial, El Colono,
Angol: 8 de enero, 1890; Comisión Parlamentaria de Colonización, Informe, proyectos de ley… 42-
50.
90 El Colono, “Los Agricultores i la política. Justísimas exigencias”, Angol: 14 de septiembre, 1905.
intereses contrapuestos entre los terratenientes del centro (más comprometidos con el centralismo
del modelo ISI y el desarrollo de la industria urbana) y los terratenientes del sur (comprometidos
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 330
los terratenientes por abandonar sus militancias tradicionales para adscribirse al nuevo
partido, riesgo que no todos estaban dispuestos asumir.
con su propio modelo productivo, la modernización agrícola, la libertad de precios de los productos
agrícolas y con la disminución de los costos de producción y transporte regulados desde Santiago).
Fabián Almonacid, La agricultura chilena discriminada…; Mathias Órdenes y José Díaz-Diego,
“Discurso y movimiento gremial terrateniente durante la reforma agraria de Eduardo Frei Montalva
en el centro y sur de Chile, 1964-1970”, Revista de Historia Regional, Vol: 20 num 1 (2015): 47-75;
Mathias Órdenes y José Díaz-Diego, “Cuando la mano de obra se subleva: estrategias
terratenientes durante la reforma agraria chilena (1964-1973)”, Historia Agraria, Vol: 74 (2018):
201-230.
92 Francisco Javier Ovalle, Chile en la región austral..., 113-119, 128-129.
93 La mayoría de la prensa de fines del siglo XIX y comienzos del XX en la región fue de corta
duración, sin importar su tendencia política, sin embargo, permanecieron por más tiempo aquellos
diarios y periódicos de corte conservador y que contaron con apoyo privado, como El Colono, de
Angol (1885-1897 y 1897-1938), La Época, de Temuco (1908-1916), Las Noticias, de Victoria
(1910-1950?) y El Diario Austral, de Temuco (1916 a la actualidad).
94 Gabriel Salazar entrega un interesante análisis que explicaría la dictación de la Ley de Comuna
entre 1885 y 1938, al constar cómo se repiten los nombres de terratenientes en las alcaldías, en
los partidos oligárquicos y en el Congreso. En el caso de la zona central la situación fue distinta, ya
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 331
que, como analizan Gabriel Salazar y Julio Pinto, las mancomunales al menos tuvieron una
influencia relativa en el gobierno local y pronto los partidos democráticos tendrán en mayor
participación en el Congreso. “Vida, pasión y muerte de la vía muncipalista al socialismo”, en
Historia Contemporánea de Chile I. Estado, legitimidad, ciudadanía, Gabriel Salazar y Julio Pinto
(Santiago: Lom, 1999), 282-285.
96 Rolf Foerster y Sonia Montecino, Organizaciones, líderes y contiendas…; José Bengoa, Historia
de un conflicto...
97
Rolf Foerster y Sonia Montecino, Organizaciones, líderes y contiendas…; José Bengoa, Historia
de un conflicto...
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 332
Victoria y Lautaro, Arturo Huenchullan, entre 1934 y 1937. Así comenzaba la larga
participación del Movimiento Mapuche en el Congreso98.
La prensa, con excepciones, fue tomando conciencia paulatina del clamor de los
campesinos que debieron emigrar por falta de acceso a la tierra, tema que no sólo informó
la prensa de representación obrera (anarquista y demócrata a comienzos de siglo y, más
tarde, comunista y socialista). Así, por ejemplo, El Colono (de corte conservador), pronto
comenzó a informar sobre cómo los remates de tierras fiscales favorecían la extensión del
latifundio e impedían adquirir tierra a los pequeños agricultores, provocando su
emigración100. Carmen Norambuena ha señalado que la preocupación de la prensa se
98 Es evidente que las fuertes transformaciones sufridas por el pueblo mapuche hicieron a muchos
pensar su eminente desaparición. Frente a esta suposición se levantaron básicamente dos
propuestas: una asimilacionista-pesimista, defendida por la Corporación Araucana y por la Unión
Araucana, que resolvieron la integración del mapuche a la sociedad chilena, lo que significaba su
desintegración cultural, y otra identitaria, defendida por la Federación Araucana, que buscó la
recuperación de los valores y prácticas ancestrales de la cultura mapuche. Mathias Órdenes,
“Pensando el conflicto: intelectuales mapuche en las primeras décadas del siglo XX”, en Claro de
Luz. Descolonización e “intelectualidades indígenas” en Abya Yala, silgos XX y XXI, editores Pedro
Canales y Carmen Rea (Santiago: IDEA-USACH, 2013), 187-221. La presencia del Movimiento
Mapuche en la prensa durante el siglo XX, sus organizaciones, alianzas políticas y liderazgos, han
sido bien tratados por un texto bastante conocido: Rolf Foerster y Sonia Montecino,
Organizaciones, líderes y contiendas mapuches… Ver también de José Bengoa, Historia de un
conflicto…
99 Rolf Foerster y Sonia Montecino, Organizaciones, líderes y contiendas mapuches…; José
abril, 1892.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 333
acentuó al enterarse de los malos tratos, abusos y vejámenes que sufrían los
connacionales al otro lado de la cordillera, cuyo tenor recrudeció cuando los conflictos
limítrofes pusieron a ambos países al borde de una guerra. También indica que El Colono
y El Mercurio modificaron su posición, pasando de un discurso a favor de la inmigración
europea, a acoger el discurso nacionalista de los ocupantes chilenos en sus demandas de
tierra101. Conclusiones similares entrega Baldomero Estrada al investigar las
movilizaciones surgidas a raíz de la colonización italiana de Capitán Pastene, en Lumaco,
cuyo impacto trajo el desalojo de los ocupantes nacionales102. Sin embargo, otro tipo de
prensa conservadora, como Las Noticias, de Victoria, bajo la tutela de miembros del
Partido Liberal, no atendieron este tipo de demandas y se limitaron más bien, aun con
ciertos matices, en reiterar sobre “los males de la pobreza”, como el alcoholismo, la
delincuencia y la pereza103.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 334
la legalidad), pero sin proponer el término del sistema, lo cual no impedía el desarrollo de
distintos tipos de movilizaciones (que los sectores conservadores interpretaron como
intentos revolucionarios). Estrategia que pronto comenzaría a ensayar la militancia obrero-
partidista, quienes también buscaron asumir, como vanguardia organizada, la
responsabilidad de construir una alianza con el campesinado, intento que se pudo
apreciar con más claridad en el Norte Chico y en la zona central106.
Sin embargo, también existieron factores que obstaculizaron esa posibilidad: una
menor organización obrera en el sur en comparación a la zona norte y a la zona central,
un sistema electoral excluyente y lleno de vicios y, por último, una sindicalización
campesina casi imposible de lograr producto de la baja densidad poblacional, el
aislamiento geográfico y, sobre todo, una fuerte arremetida patronal. Estas dos últimas
dificultades afectaban a todo el país, pero en el sur se hicieron más difíciles de superar
debido a la debilidad del movimiento obrero (el primer factor) en ese territorio. Así las
cosas, la construcción del movimiento obrero-campesino y de la ciudadanía electoral se
tornaron casi imposibles en el sur.
Es bien sabido que desde fines del siglo XIX la evolución socioeconómica del país
fue trayendo consigo un constante desplazamiento de parte del campesinado hacia las
zonas urbanas, en especial a las del centro107, a ello se sumaría la emigración campesina
a las zonas mineras: la zona del carbón y, sobre todo, el norte salitrero. Tal proceso
favoreció la alfabetización de los sectores populares y el desarrollo de una cierta madurez
cívica en cuanto a la toma de conciencia de las posibilidades que ofrece la vida moderna,
lo que se tradujo en crecimiento organizativo y en un apoyo asistencial y educacional a
quienes consideraron afines a sus intereses. Estos hechos provocaron una creciente
dificultad de los partidos por controlar la decisión de una parte de los votantes urbanos,
con la misma capacidad que lo habían hecho un par de décadas atrás. Las zonas rurales,
por el contrario, seguirían sometidas a las formas tradicionales de control patronal. El
campesinado continuará siendo mayoritariamente analfabeto, por tanto, sin derecho a
voto, y dependiente de los intereses de patrón108.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 335
minería del carbón, lo que indica también, como sabemos, una mayor ruralidad en el sur.
Obviamente, más rápidamente avanzó la organización obrero-artesanal y obrero-industrial
en algunas de las ciudades cabeceras de provincia en comparación al resto de las
ciudades, pero su impacto fue menor110.
110 Algunos autores han destacado la organización obrera en el sur, pero sin reparar en su
capacidad de impacto, en la durabilidad de sus organizaciones ni en su capacidad de generar
publicación escrita, criterios que nos permiten cuestionar la capacidad de la militancia obrera. En la
ciudad de Valdivia la situación era un tanto mejor que en Temuco, puesto que la industria había
experimentado un desarrollo más temprano. En Osorno, por su parte, más precaria era la
organización obrera en comparación a las anteriores, entre 1891 y 1920 se formaron una veintena
de sociedades de socorro muto, pero sin lograr mantenerse algunos años. En el resto de la zona
sur con dificultad se puede constatar una organización obrera de mediana duración, importancia
numérica o cierto impacto social. Distinto fue el caso de Punta Arenas, en la zona austral, cuyo
asilamiento, la inexistencia del inquilinaje, la precariedad laboral, la concentración de mano de obra
en torno a las estancias e industria ganadera, la fuerte diferenciación e identidad de clase en
espacios de poco contacto, la tardía presencia estatal y la ausencia de mecanismos de
participación en los procesos nacionales institucionales, explicarían la constitución de la
Federación Obrera de Magallanes (FOM), en 1911, mostrando tempranamente la clase trabajadora
un notable avance organizativo. Como señala Ernesto Bohoslavsky citando a Harambour Ross: “En
la Patagonia austral la ‘comunidad imaginada’ de los trabajadores organizados no era –al menos
no primordialmente- de naturaleza nacional: sus bases materiales y cotidianas eran de alcance
regional y la suya era una identidad de clase”. Citado por Ernesto Bohoslavsky, “Clase y
ciudadanía en los conflictos sociales y políticos en el extremos sur de Argentina y de Chile a
principios del siglo XX”, en Construcción estatal, orden oligárquico… 272-273. No obstante el caso
de Magallanes, en términos generales al movimiento obrero le quedaba mucho por hacer en la
macro zona sur y sur austral. Un antecedente significativo es el envío de relegados a las provincias
del sur, entre otras, donde eran alejados de sus redes de colaboración militante. Elizabeth Donoso
y Daniela Sepúlveda, “El Mutualismo en la ciudad de Osorno”, Boletín, num 2 (1984): 9-15; Jorge
Rojas, La dictadura de Ibáñez y los sindicatos (1927-1931) (Santiago: Dirección de Bibliotecas
Archivos y Museos, 1993), 84, 104, 114, 117, 146; Jaime Sanhueza, “La Confederación General de
Trabajadores y el anarquismo chileno de los años 30, Historia, num 30 (1997): 313-382; Rodrigo
Araya, “Chilenos, Huilliches e Inmigrantes. Arcaísmo y modernidad en Valdivia. 1896-1926” (Tesis
de Maestría, en Universidad de Chile, 2006); Rodrigo Araya, “Criminalidad y control social en clave
capitalista (Valdivia, 1871-1884), en Construcción estatal, orden oligárquico… 179-208.
111 Jorge Rojas, La dictadura de Ibáñez…, 67-73; Sergio Grez, De la “regeneración del pueblo”…
112 Mathias Órdenes, La Araucanía: un caso de desarrollo frustrado…; Jorge Pinto y Mathias
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 336
tenido la debilidad de expresar sus inclinaciones marxistas bautizando a su negocio con el nombre
de ‘El Soviet’. Se le comunicó que ‘debía suprimir el letrerito’ y le dieron aviso de que en Moscú lo
necesitaban de modo ‘que fuera preparando sus maletitas’”, Pino Zapata, Historia de Temuco… 69.
116 La masacre de Ranquil ha sido más discutida por la errónea influencia comunista que
atribuyeron las autoridades y la prensa como causa de la revuelta. Olga Uliánova, “Levantamiento
campesino de Lonquimay y la Internacional Comunista”, Estudios Públicos, Número: 89 (2003),
173-223. Sobre los otros casos, ver: Baldomero Estrada, “Colonización y civilización”…; Jaime
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 337
A partir de 1891 el manejo del sistema electoral había pasado de las manos del
ejecutivo a los municipios (inscripción, registros y votaciones), por lo que los alcaldes y
regidores quedaron libres no sólo del control del ejecutivo, sino de los propios partidos,
facilitando la continuación de la histórica corrupción del sistema con prácticas de fraude y
cohecho. En 1915 se realizó una modificación de la Ley Electoral que significó el traspaso
del sistema desde los municipios a una Junta Especial de Contribuyentes. También se
organizó un padrón electoral permanente que se renovaba completamente cada nueve
años. Tales modificaciones no significaron en la práctica una mayor ampliación
democrática ni una mayor transparencia. Entre 1890 y 1920, el potencial electoral era de
un 10% de la población total, pero sólo estaba inscrito un 5% y ejercían su derecho a voto
apenas 3,5%117. Después de la modificación de 1915, los inscritos representaban el 40%
del potencial electoral y sólo 7,6% la población total, mientras que la cifra de votantes
apenas llegaba a un 3,4%, registrándose, en algunos años, una abstención superior al
50%118.
elegía un voto y lo depositaba en el sobre, para luego salir y depositarlo en la urna. Ricardo Nazer
y Jaime Rosemblit, “Electores sufragio…”, 217-218.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 338
de favores o servicios entre dos actores desiguales en estatus, influencia y riqueza”. Sofía Correa
Sutil, Con las riendas del poder. La derecha chilena en el siglo XX (Santiago: Editorial
Sudamericana, 2005), 86-87.
124 Sofía Correa Sutil, Con las riendas del poder… 86-88. Ver también, José Bengoa. Historia
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 339
A pesar de los vicios del sistema, como señala J. Samuel Valenzuela, la Ley
Electoral de 1890 “permitió que la competencia entre los partidos por los votos de la
ciudadanía (masculina y alfabeta) se convirtiese en el único mecanismo importante para
llegar al poder”, abriendo la posibilidad a la constitución de nuevos partidos políticos
tendientes a representar los intereses de todos los sectores sociales significativos126, lo
que habría permitido, entre otras razones, el surgimiento del Partido Obrero Socialista, en
1912. Este incentivo perduró con la reforma electoral de 1915, ya que si bien los vicios del
sistema significaban una clara manipulación de la voluntad popular, tales reformas dieron
una luz de esperanzas para quienes que querían avanzar hacia el cambio social. Sin
embargo, como señalan Ricardo Nazer y Jaime Rosemblit, la “falta de conciencia de
quienes vendían su voto y las condiciones de dominación social que permitían a algunos
obligar a otros a votar por sus candidatos”, se convertían en los peores obstáculos del
cambio, por lo que “la educación y toma de conciencia política del obrero y del campesino
y la denuncia al cohecho fueron banderas de lucha de los movimientos políticos liberales,
radicales, demócratas y comunistas en la década del 20 y siguientes”127.
En síntesis, lo que hemos señalado permite explicar, entre otras razones, el control
de la clase terrateniente sobre el electorado rural. El fraude, el cohecho y el clientelismo,
prácticas naturalizadas e institucionalizadas, reflejaron la falta de madurez cívica y de
dependencia de los subordinados. En un país en el que también crecían junto a la vida
urbana la clase media, la conciencia obrera y los partidos de representación popular, pero
sin que pudieran desprenderse de una democracia de mala calidad. Los vicios del sistema
y el propio mundo rural se presentaban como una barrera casi insalvable para los
sectores organizados de obreros y clase media, quienes veían en el sistema electoral una
vía para la solución de sus demandas. Los altos niveles de abstencionismo dan cuenta de
ello. Esto también desincentivaba una mayor organización obrera y afectaba el desarrollo
de la ciudadanía electoral en regiones donde la población rural y la influencia patronal
tenían un peso importante128. Así, bajo la dominación terrateniente, el derecho a voto no
aseguraba la posibilidad real de elegir129. La Araucanía y el resto de las provincias del sur
la democracia…
129 J. Samuel Valenzuela, “La Ley Electoral de 1890”…; Juan Carlos Gómez, La frontera de la
democracia...; Sofía Correa Sutil, Con las riendas del poder… 89-91. Recordemos que las mujeres
pudieron votar en las elecciones municipales a partir de 1935 y en las parlamentarias y
presidenciales a partir de 1952. Mientras que los analfabetos lo hicieron recién en 1970, junto a los
mayores de 18 años, y el voto secreto, con cédula única, fue por fin establecido en la reforma
electoral de 1958.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 340
no escapaban a estas tendencias y es probable que calaran más hondo debido a su débil
organización obrera.
En este período el Estado cumple una función de formación de los primeros focos
de sindicalismo obrero, con procesos focalizados o acotados de sindicalización y
demandas de tierras. Esto pese a que la legislación dictada en 1924 era ambigua
respecto de garantizar el derecho a organización y negociación de los campesinos. Sin
embargo, de acuerdo con Amino Affonso, apenas se promulgó la ley de organización
sindical, empezaron los intentos de organización de diversos sindicatos agrícolas. Ya en
1925 se habían formado 10 sindicatos campesinos en el valle del Choapa con 5.000
afiliados. Esta ley suscitaba un problema de interpretación: la exclusión de los sindicatos
agrícolas al no constituir una rama propiamente industrial. Pese a que los artículos eran
amplios y ambiguos al respecto, se instauró como práctica recurrente un “veto patronal”,
con el fin de impedir que este proceso se expandiera. De hecho, y pese a todos los
intentos, recién en 1929 un primer sindicato obtendría la personalidad jurídica (el
Sindicato Profesional de la Industria Ganadera y Frigorífica de Magallanes, en Punta
Arenas).
De forma paralela, comenzaban a retornar a los campos los obreros que habían
quedado cesantes por el quiebre salitrero. Éstos no sólo arrastraban su encono y su
miseria, sino también, su experiencia de lucha, una fuerte conciencia obrera y las ganas
de que esa conciencia, asumida en carne propia, se expandiera en los campos, hecho
que causó alarma en la presa conservadora y el terror en los terratenientes. Prontamente
los partidos de izquierda asumieron la misma responsabilidad como parte de sus
programas, dando la venia al trabajo de sus militantes en los campos. Así la organización
obrera pugnaría para que los trabajadores rurales tuviesen los mismos derechos
sindicales de los trabajadores urbanos, reconocidos en el Código del Trabajo (1931). Así
nacerán organizaciones campesinas con apoyo obrero, como la Liga Nacional de Defensa
de los Campesinos Pobres (1935), para representar a obreros agrícolas a pequeños
propietarios e inquilinos. La Liga comenzó a asesorar a campesinos para su
sindicalización, permitiendo la obtención de la personalidad jurídica de diversos sindicatos
en las viñas de la zona centro. Ello provocó que la Sociedad Nacional de Agricultura
(organización patronal) planteara, por primera vez, al Ministerio del Trabajo las
restricciones para el régimen sindical agrario131.
El lugar de La Araucanía profunda en la construcción de hegemonía. De la guerra al Frente Popular (1862-1941) pág. 341
Los que ocurrió fue justamente lo contrario. En 1938 el conjunto del espectro
político negoció con las organizaciones del empresariado y deciden postergar la reforma
agraria y la sindicalización campesina, pese a que los partidos de izquierda contemplaban
estos avances en sus propuestas programáticas iniciales132. La Sociedad Nacional de
Agricultura se comprometió en prestar su apoyo al proyecto de industrialización propuesto
por el Frente Popular, pero, a cambio de ello, los partidos de izquierda debieron
comprometerse a no impulsar la reforma agraria ni la sindicalización de los trabajadores
agrícolas133. Por el solo hecho de su enrome peso numérico134, los trabajadores del
campo representaban una fuerza susceptible de modificar los equilibrios políticos en el
país, lo que podía poner en peligro los supuestos del proyecto industrializador del Frente.
Al campesinado no le quedaría más alternativa que aportar con sus malas
remuneraciones para generar productos baratos que ayudarían a impulsar la industria
urbana. A partir de entonces, no se apreciaría una mejora sustancial en los salarios y
contratos en el campo en comparación a los trabajadores urbanos135.
132 En términos legales, tal acuerdo se traducirá en lo siguiente: el 28 de marzo de 1939 fue
promulgado el Decreto N° 34 sobre la “organización sindical del campo”, con objeto de abolir la ley
laboral de 1924 para los trabajadores rurales, al mismo tiempo que se suspendió la constitución de
nuevos sindicatos campesinos. A pesar que se indicó que éste sería un decreto provisorio, en tanto
se discutía una ley en el Parlamento, tuvo vigencia hasta 1947, fecha en que se promulgó la Ley de
Sindicalización Campesina N° 8.811, que, en la práctica, impidió la sindicalización campesina y
entregó facultades a patrones para despedir a los dirigentes. Al año siguiente Gabriel González
Videla promulga la Ley de Defensa de Permanente de la Democracia N° 8.987, quedando proscrito
el PC, lo que también afectaría a la debilitada organización campesina. Brian Loveman y Elizabeth
Lira, Las ardientes cenizas del olvido: vía chilena a la reconciliación política, 1932-1994 (Santiago:
Lom, 2000), 159-163; Roberto Santana, Agricultura chilena en el siglo XX: contextos, actores y
espacios agrícolas (Santiago: CEDER/Centro de Investigaciones Diego Barros, 2006), 183.
133 Almino Affonso, Trayectoria del Movimiento Campesino… 31-35; Paul Drake, Socialism and
Populism in Chile, 1932-1952 (Urbana: University of Illinois Press, 1978), 218-225; Roberto
Santana, Agricultura chilena en el siglo XX… 169-187. Nicolás Acevedo presenta una tesis distinta:
el Partido Comunista habría negociado con el Frente Popular postergar la sindicalización
campesina en tanto se desarrollen las condiciones políticas, acuerdo que el Frente no cumpliría.
De todas formas, es claro que ello no cambiaría para el escenario político. Nicolás Acevedo, Un
fantasma recorre el campo…
134 El Censo de 1930 registró un 50,6% de población rural. En las provincias del sur esa cifra
aumentaba, al 71,4% en Biobío, 73,7% en Cautín, 67,4% en Valdivia, 83,5% en Chiloé y 78,9% en
Aysén. Dirección General de Estadística, Resultados de X Censo de la Población, efectuado el 27
de noviembre de 1930. Volumen I. (Santiago: Imprenta Universo, 1931), 51-55.
135 Roberto Santana, Agricultura chilena en el siglo XX… 179; Juan Carlos Gómez L. La frontera
de la democracia... 183-200.
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Una ciudadanía aislada, dependiente de los patrones y atrapada por un sistema electoral
de baja calidad, con todos sus vicios y exclusiones.
Por los mismos años en que Bengoa escribía esas palabras, Brian Loveman
publica un texto cuyo título expresa suficientemente lo que queremos decir, El campesino
chileno le escribe a su Excelencia. En él analiza lo que significó al campesinado la doble
exclusión de la ciudadanía electoral, con un sistema electoral excluyente lleno de vicios y
con la imposibilidad de formar sindicatos. A continuación presenta un grupo copioso de
cartas y reclamos, muchos de ellos anónimos, por el no pago de salarios, incumplimiento
Gobierno Popular, Solón Barraclough y otros (Buenos Aires: Periferia, 1973), 93.
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de leyes sociales y una larga lista de abusos patronales, con sus “derechos” de pernada y
violencia física137. Los terratenientes de La Araucanía también figuran en esta larga lista
de reclamos.
137
Brian Loveman, El campesino chileno le escribe a su excelencia (Santiago: ICIRA, 1971).
Ver Baldomero Estrada, “Colonización y civilización”…; Jaime Sanhueza, “La Confederación
138
General”…; Osvaldo Bayer, La Patagonia rebelde (Buenos Aires: Planeta, 2001); Ernesto
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