Boberania en Bolivia
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ZUSAMMENFASSUNG
Der Beitrag beabsichtigt eine Untersuchung des Souveränitätsbegriffs der Verfassung
des bolivianischen Staates und dessen Verhältnisses zu neuen konzeptionellen An-
sätzen bezüglich Demokratie, Staat und politischer Partizipation der Bevölkerung.
SUMMARY
This essay discusses the notion of sovereignty in the Political Constitution of the Boli-
vian State, and how it is related to new ways of thinking about democracy, the State
and the political participation of the population.
*
Abogado constitucionalista, Ph. D. en Ciencias, mención Justicia. Investigador del
proceso constituyente boliviano. Actualmente es profesor de Teoría General del Derecho y
Pluralismo Jurídico de la Universidad Mayor de San Andrés. faritrojas@gmail.com
254 LA SOBERANÍA EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO DE BOLIVIA / FARIT LIMBERT ROJAS TUDELA
Exergo
Introducción
Por soberanía se entiende la autoridad suprema que se instituye como poder supre-
mo respecto a las relaciones que regula.1
Una de las figuras más antiguas de la soberanía es el kurios o kuros griego, que
Benveniste2 traduce como fuerza soberana, y encuentra sus antecedentes en térmi-
nos como kuein (estar encima) o kuma (marea, fuerza). Para Benveniste existe una
relación muy fuerte entre el soberano y lo sagrado. Sura en sánscrito significa amo,
en tanto sura en castellano, proveniente del árabe, es el sustantivo con el cual nos
referimos a los capítulos del Corán. Como señala Benveniste:.
1
Para Cabanellas, soberanía es la “Suprema Autoridad. Mando Superior. Manifestación
que distingue y caracteriza al Poder del Estado, por la cual se afirma su superioridad jurídica
sobre cualquier otro, sin aceptar limitación ni subordinación que cercene sus facultades ni su
independencia dentro de su territorio y posesiones. Fuente del poder público. Independencia
Nacional. Calidad o excelencia máxima” (Guillermo Cabanellas, Diccionario enciclopédico
de derecho usual, t. VII, Buenos Aires, Heliasta, 2003, p. 457). Para el tratadista Burdeau, “la
soberanía es la cualidad de no depender de ningún otro poder político” (citado en Vladimi-
ro Naranjo Mesa, Teoría constitucional e instituciones políticas, Bogotá, Temis, 2010, p. 236);
asimismo, Esmein señala que la soberanía es “la autoridad que naturalmente no reconoce
potencia superior o concurrente en cuanto a las relaciones que ella rige” (citado en Naranjo
Mesa, op. cit., p. 236).
2
Emile Benveniste, Vocabulario de las instituciones indoeuropeas, Madrid, Taurus, 1983.
La relación del soberano con lo divino se hunde en las raíces de las lenguas
indoeuropeas. Benveniste resalta que, en la deriva etimológica griega, el fe-
menino de kyrios se rehace sobre el masculino, subsumiéndose en él y depen-
diendo lingüísticamente de él. El soberano es, entonces, aquel que está encima,
encima de todo, y lleva consigo, como la marea, todo lo que sobrevuela. Todo lo
que él supera le pertenece. Es, en masculino, el amo, el señor, el jefe, el rey, pero
su poder supremo no proviene de una fuerza física sino mítica. Es la noción
de “rey” (rex) la que permite definir al rey de forma mística como el sacerdote
que está por encima de la fuerza y, desde allí, la gobierna, la hace suya.3
Atestiguando solamente en itálico, en céltico y en indio, es decir, en las
extremidades occidental y oriental del mundo indoeuropeo, rex pertenece a
un grupo antiquísimo de términos relativos a la religión y al derecho. El acer-
camiento del lat. rego con el griego orego, “extender en línea recta” (donde la
o- inicial se explica por razones fonológicas), el examen de los valores antiguos
de reg-, en latín (por ejemplo, en regere fines, e regione, rectus, rex sacrorum)
permiten pensar que el rex, más sacerdote en esto que rey en el sentido moder-
no, era el que tenía autoridad para trazar los emplazamientos de las ciudades
y determinar las reglas del derecho.4
3
Delmiro Rocha Álvarez, Dinastías en deconstrucción. Leer a Derrida al hilo de la sobe-
ranía, Madrid, Dykinson S.L., 2011, p. 63.
4
Benveniste, op. cit., p. 347.
5
Una reflexión respecto a las sociedades sin Estado y, a la vez, sin la constitución de este
poder jerárquico se encuentra en Pierre Clastres, La sociedad contra el Estado, Buenos Aires,
Derramar, 2008.
6
Bodin, citado por Scattola, en Giussepe Duso, Poder: para una historia de la filosofía
política moderna, México, Siglo XXI, 2007, p. 49.
7
Gregorio Badeni, Tratado de derecho constitucional, t. I, Buenos Aires, La Ley, 2010.
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8
Si bien Bodin reconoce los tres sistemas de gobierno que habían planteado los griegos
y los romanos, es decir, la monarquía, la aristocracia y la democracia, él considera que hay
un vínculo natural entre la soberanía y el soberano; de esta manera señala que “si se trata de
mandar, uno solo lo hará mejor” (op. cit., p. 97).
9
Una crítica muy articulada a la idea jurídica de soberanía se puede encontrar en el curso
del año 1976, “Defender la sociedad”, de Michel Foucault (Defender la sociedad, México, Fondo
de Cultura Económica, 2002).
10
Ibid., p. 49.
Durante el siglo XX, Jellinek trató de diferenciar la soberanía del Estado –titula-
ridad-de la soberanía en el Estado-ejercicio–, y le asignó una serie de características,
como ser:
Todas las características anotadas eran las que posibilitaban pensar jurídica-
mente la soberanía, sin la cual no se podía evidenciar la existencia de un Estado.
En consecuencia, la noción de soberanía definía y explicitaba el poder del Estado
como la superioridad frente a cualquier otro poder, es decir, en esta tensión con un
exterior, con un afuera al que quería eliminar, absorber, integrar; a ello debe agre-
garse la independencia de ese poder del Estado frente a cualquier voluntad externa,
generándose así la división entre una soberanía interna del Estado (imperio frente
a cualquier otro poder interno), y una soberanía externa del Estado (imperio fren-
te a cualquier otro poder externo e igualdad entre todos los Estados soberanos).
Apenas se hacía referencia a la soberanía como titularidad en su ejercicio al pue-
blo, el cual era tratado con cierta desconfianza,13 lo que generaba inmediatamente la
delegación de la soberanía a representantes para la puesta en práctica de un Gobierno
11
Ibid., pp. 49-50.
12
Jellinek citado en Badeni, op. cit., p. 526.
13
Esta desconfianza en el pueblo se la puede encontrar incluso en Jean Bodin. “Bodin nos
informa que se sintió impulsado a escribir ‘cuando percibí en todas partes que los súbditos
estaban armándose contra sus príncipes’ y que ‘estaban saliendo a la luz abiertamente libros’
que enseñaban que ‘los príncipes enviados a la raza humana por la providencia deben ser
sacados de sus reinados so pretexto de tiranía, y que los reyes deben ser elegidos, no por su
linaje, sino por la voluntad del pueblo’. Una de sus principales aspiraciones, explica, es refutar
la extendida pero traicionera opinión ‘de que el poder del pueblo es mayor que el del prín-
cipe’, lo que es ‘algo que muchas veces provoca que los propios súbditos se revelen contra la
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1. La soberanía en el desarrollo
del proceso constituyente boliviano
obediencia que deben a su príncipe soberano, con graves consecuencias para las repúblicas’”
(Quentin Skinner, El nacimiento del Estado, Buenos Aires, Gorla, 2003, p. 58).
14
Cabanellas, op. cit., t. VII, p. 458.
15
Antonio Negri, El poder constituyente, Madrid, Editorial Libertarias Prodhufi, 1994.
16
Peter Sloterdijk, Normas para el parque humano, Madrid, Siruela, 2006, p. 32.
17
El constitucionalismo continental se refiere a la experiencia constitucional europea y
latinoamericana (hispanoamericana en términos españoles), que difiere de la experiencia an-
glosajona expresada en el Common Law y las constituciones breves, no escritas o de principios.
18
Jacques Derrida, Otobiografías. Las enseñanzas de Nietzsche y la política del nombre
propio, Buenos Aires, Amorrortu, 2009, p. 17.
pensarla de otra manera y que pone en juego una condición de estatalidad distinta.
Según se puede analizar en el informe de mayoría de la Comisión 1 (Visión de País)
de la Asamblea Constituyente boliviana, así como en los proyectos de Texto Cons-
titucional aprobados tanto en Chuquisaca como en Oruro, se trató de explicitar un
ejercicio directo de la soberanía y de pluralizar a su detentador, es decir, el pueblo
boliviano es en sí una tensión que resiste a la homogeneización.
En el artículo 7, en el que se encuentra la referencia explícita a la soberanía,
se enuncia que la soberanía reside en el pueblo, y ya la categoría pueblo dinamiza,
como se verá más adelante, a una pluralidad existente incluso con anterioridad
al Estado; de esta manera, se abre el texto a tratar la soberanía ya no como un
antagónico de un exterior al Estado, es decir, de un afuera del Estado al que hay
que tratar de domesticar, humanizar y gobernar, el titular es ya plural: “Artículo 7.
La soberanía reside en el pueblo boliviano, se ejerce de forma directa y delegada. De
ella emanan, por delegación, las funciones y atribuciones de los órganos del poder
público; es inalienable e imprescriptible”.
El texto constitucional in extenso desarrolla un tratamiento muy particular de
la soberanía, no solo porque pluralice a su titular, sino porque como efecto de esta
pluralización se trata de evitar la relación de una soberanía estatal; por ello el titular
(el pueblo de composición plural) puede ejercer esta soberanía –es decir, esta au-
toridad suprema– de manera directa, pero también de manera delegada, debido a
que no hay un tejido homogéneo que sea el depositario de esta y, en consecuencia,
habría la posibilidad de un ejercicio múltiple de soberanía directa, y de un ejercicio,
llamémoslo restringido, jurídico, de soberanía delegada. Primera condición para
hablar de soberanías en plural.
La mención de una soberanía del Estado es muy escasa en el texto constitucional
(una de las pocas referencias explícitas se encuentra en el artículo 366), y lo que se
pretende es más bien descentrar la soberanía del Estado hacia una dispuesta a la plu-
ralidad constitutiva del pueblo boliviano. La soberanía no es un poder de mando, sino
un poder plural, que pone en funcionamiento una nueva condición de estatalidad,
es decir, nuevas formas de relacionar y concebir Estado y sociedad, y un descentra-
miento claro de la soberanía del Estado-nación, a una soberanía plural.
En tanto poder plural, esta pluralidad de la soberanía se desarrolla en diferentes
sectores, como en el económico, en las relaciones internacionales, los tratados inter-
nacionales, entre otros, así como respecto a los recursos naturales como el agua, los
hidrocarburos, etc. Se registra también un desplazamiento a una idea de soberanía
alimentaria que prioriza la producción y el consumo de alimentos producidos en
Bolivia. Todas las referencias parecen fortalecer la soberanía en diferentes aspectos,
presentando la defensa de esta como un deber de los bolivianos y una condición de
igualdad en el trato y frente a los Estados extranjeros.
Por otro lado, la reconfiguración de la soberanía también se refiere a la (re)cons-
trucción de lo público, puesto que al establecerse que los órganos deben cumplir el
mandato de una sociedad heterogénea, al reconocerse la existencia y participación
260 LA SOBERANÍA EN LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO DE BOLIVIA / FARIT LIMBERT ROJAS TUDELA
19
Alberto Acosta y Esperanza Martínez, Soberanías, Quito, Abya Yala, 2010, p. 46.
20
Conforme a lo establecido en el artículo 1 de la Constitución Política del Ecuador: “El
Ecuador es un Estado Constitucional de derechos y justicia, social, democrático, soberano,
independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en forma de repú-
blica y se gobierna de manera descentralizada”. La Constitución del Ecuador es de 2008, la de
Bolivia es de 2009, en consecuencia, el primer Estado plurinacional es Ecuador.
21
Carlos Lenkersdorf, Los hombres verdaderos. Voces y testimonios tojolabales, México,
Siglo XXI, 2008, pp. 80-81.
22
Ibid., p. 81.
23
Salvador Schavelzon, La Asamblea Constituyente de Bolivia: etnografía del nacimiento
de un Estado plurinacional, Río de Janeiro, Universidad Federal do Rio de Janeiro (Tesis de
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Doctorado), 2010. Con subjetividad moderna se hace referencia a las maneras en las que se
fue constituyendo y creando la subjetividad individual, es decir, el sujeto que se denomina a
sí mismo individuo. Para el sociólogo francés Emile Durkheim, el individuo no es un dato
natural del cual haya que partir, sino un fenómeno social que debe ser investigado, es decir,
que el individuo ha sido el resultado de la disolución de las sociedades tradicionales y el de-
sarrollo de las sociedades industriales y posindustriales.
24
Siguiendo a Schavelzon, “La Confederación Nacional de Colonizadores se funda en
1970-1971, en la apertura democrática del general Torres, a partir del descontento con la
Confederación Nacional Campesina, que era oficialista durante la dictadura de Barrientos y
apoyaba el pacto militar-campesino. Como Confederación Sindical de Colonizadores de Bo-
livia (CSCB) se afilian a la COB, con una ruptura con los militares simultánea al acercamiento
con los obreros, al igual que los kataristas por esa misma época. Después del 2000 son una de
las organizaciones que impulsan la Asamblea Constituyente, y son también fundadores del
MAS-IPSP. Por acuerdo político, la presidencia del MAS corresponde a Evo y la CSUTCB y
la vicepresidencia a los colonizadores. Era entonces parte orgánica y de la dirección política
del MAS. Contaban en la bancada del MAS con siete constituyentes salidos de sus filas, a los
que se debía sumar otros que provenían de circunscripciones donde esta organización era
importante, y por tanto acompañaban sus demandas. Durante el tiempo de la Asamblea, mo-
dificaron su nombre para el de Confederación Sindical de Comunidades Interculturales de
Bolivia (CSCIB). Y esa era la forma en la que exigían ser incluidos en la definición de Pueblo
Boliviano” (op. cit., p. 87).
25
Pablo Stefanoni et al., Balance y perspectivas, La Paz, Archipiélago, 2010, p. 51.
26
Catherine Walsh, Interculturalidad, Estado, sociedad, Quito, Abya-Ayala, 2009.
Siguiendo a Schavelzon,
Según señala Catherine Walsh, “los afro aparecieron puntualmente en los mo-
mentos finales de la redacción de la propuesta de la Constitución, pidiendo su
incorporación en todos los lugares del texto que hablara de las naciones y pueblos
indígenas originarios campesinos”.28
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Inicialmente, este ejercicio directo de las soberanías se relaciona con las formas de
democracia directa y democracia comunitaria establecidas en el artículo 11, el cual
relaciona la democracia directa con la participativa; las instituciones más cercanas a
la democracia directa son la asamblea, el cabildo y la consulta previa. Sin embargo,
estas tres instituciones deberán ser desarrolladas conforme a ley, según la reserva
30
Foucault, op. cit., p. 38.
31
Como señala Derrida, “el derecho es siempre una fuerza autorizada, una fuerza que se
justifica o que está justificada al aplicarse […] No hay derecho sin fuerza, Kant lo recuerda
con el más grande rigor […] Es la fuerza esencialmente implicada en el concepto mismo de la
justicia como derecho, de la justicia en tanto que se convierte en derecho” (Jacques Derrida,
Fuerza de ley. El fundamento místico de la autoridad, Madrid, Tecnos, 1997, p. 16).
Artículo 26.
I. Todas las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho a participar libre-
mente en la formación, ejercicio y control del poder político, directamente o
por medio de sus representantes, y de manera individual o colectiva. La parti-
cipación será equitativa y en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
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32
La Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas es
parte del bloque de constitucionalidad, reconocido en el artículo 410. Asimismo, es aplicable lo
dispuesto en el artículo 256 que señala que los instrumentos en materia de derechos humanos
que declaren derechos más favorables que los contenidos en la Constitución se aplicarán por
encima de esta.
33
Negri, op. cit.
el poder a que nos referimos es al poder público, es decir aquel que se ejerce por
parte de los gobernantes”.34
Conforme a lo establecido por el artículo 11, “Bolivia adopta para su gobierno la
forma democrática participativa, representativa y comunitaria”, es decir, adopta una
forma de gobierno plural, y conforme a lo establecido por el artículo 12, “el Estado
se organiza y estructura su poder público a través de los órganos Legislativo, Ejecu-
tivo, Judicial y Electoral”. Los órganos del poder público, en consecuencia, tienen
competencias reconocidas por la Constitución Política del Estado, aunque debe
prestarse atención a la pluralidad de gobiernos, pues no solo se refiere al Ejecutivo
y Legislativo central, sino a los ejecutivos y legislativos de la pluralidad autonómica
reconocida en la Constitución.
El sistema de delegación del ejercicio de la soberanía reside en la forma de-
mocrática representativa, en el instituto de la elección de representantes por voto
universal, directo y secreto (num. 2, pará. II, art. 11); de esta manera se elige a los
órganos legislativos, al presidente y vicepresidente, gobernadores y alcaldes de los
órganos ejecutivos, y a los magistrados y consejeros del órgano judicial, así como
a los magistrados del Tribunal Constitucional. Respecto al Órgano Electoral, este
es elegido a partir de la Asamblea Legislativa Plurinacional y el presidente del Es-
tado (art. 206, pará. II), y en el caso de los tribunales electorales departamentales,
mediante la Cámara de Diputados, a través de ternas elevadas por las asambleas
legislativas departamentales (art. 206, pará. V).
Las funciones y atribuciones del poder público emanan del ejercicio de la soberanía
delegada. Para comprender esta subcategoría es necesario analizar brevemente el
artículo 12.
Conforme al artículo 12, la soberanía en tanto poder público se organiza y estruc-
tura en cuatro órganos: i) Legislativo, encargado, como su nombre lo establece, de la
legislación y conformado, como lo señala el artículo 145, por una Cámara de Diputa-
dos y una Cámara de Senadores;35 ii) Ejecutivo, encargado del gobierno de todo el
territorio boliviano, se encuentra conformado, como lo señala el artículo 165, por
la presidenta o presidente, la vicepresidenta o vicepresidente, así como por los mi-
nistros; iii) Judicial, encargado de impartir justicia en todo el territorio boliviano,
conformado, como lo señala el artículo 179, por el Tribunal Supremo de Justicia, el
Tribunal Agroambiental y el Consejo de la Magistratura; y iv) Electoral, encargado
34
Naranjo Mesa, op. cit., p. 130.
35
En el desarrollo del proceso constituyente se propuso un Legislativo unicameral; es
recién en el Proyecto de Texto Constitucional aprobado en Grande, en Detalle y en Revisión
en Oruro que se reestablece el Legislativo bicameral.
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En el desarrollo del proceso constituyente el Órgano Electoral no fue considerado como
parte de la división y separación de poderes que se establece en el artículo 12. Es recién en el
Proyecto de Texto Constitucional aprobado en Grande, en Detalle y en Revisión en Oruro,
que se establece al Órgano Electoral como parte de la división y separación básica de poderes.
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puede ejercerse de manera directa y por medio de los representantes. En los pro-
yectos de textos aprobados en Chuquisaca y en Oruro, la soberanía solo se ejerce
de manera directa, desaparece la referencia a la delegación y a los representantes.
Los ajustes que introduce el Honorable Congreso Nacional en octubre de 2008
reestablecen la condición de ejercicio delegado de la soberanía, reorganizan los
contenidos del artículo y respetan la condición de ejercicio directo que se había
propuesto por los constituyentes.
Asimismo, cabe destacar que esta Comisión presenta dos minorías y, en conse-
cuencia, dos informes por minorías; en la primera minoría el pueblo es el soberano
y su voluntad es mayoritaria, en tanto en la segunda minoría se toma una redacción
muy similar a los textos constitucionales de 2004, 1994 y 1967.
37
René Zavaleta, La autodeterminación de las masas, Bogotá, Siglo del Hombre Editores,
2009.
Bibliografía
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