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Omnia

ISSN: 1315-8856
revistaomnia@gmail.com
Universidad del Zulia
Venezuela

Fuenmayor de González, Daisy Marina; Salas de Molina, Doris


La escuela como centro del quehacer comunitario
Omnia, vol. 14, núm. 1, 2008, pp. 47 - 71
Universidad del Zulia
Maracaibo, Venezuela

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=73714103

Cómo citar el artículo


Número completo
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Omnia Año 14, No. 1 (2008) pp. 47 - 71
ISSN: 1315-8856

La escuela como centro del quehacer


comunitario

Daisy Marina Fuenmayor de González*


y Doris Salas de Molina*

Resumen
Este artículo tiene como propósito presentar un análisis crítico de
la escuela como centro del quehacer comunitario, en función de la políti-
ca educativa del Estado venezolano, la cual se debe orientar a que sus di-
rectivos y personal docente se conviertan en líderes emergentes, sobre la
base de las líneas estratégicas de promoción del desarrollo local, partici-
pación comunitaria, organización comunal e identidad cultural. Estas lí-
neas no han tenido en Venezuela, la divulgación necesaria en los centros
educativos como política educativa que se orienta a crear con la ayuda
del maestro, una nueva estructura social para el Estado socialista. Sobre
esta política, el maestro deberá desempeñarse como un líder, garanti-
zando una escuela democrática y participativa, en formación permanen-
te y orientadora de la comunidad. Se ejecutó un tipo de investigación des-
criptiva en la modalidad documental. Entre una de las conclusiones se
puede señalar: el maestro líder emergente frente a la escuela como centro
comunitario ejercerá su influencia entre las familias para la identifica-
ción de los principales problemas, identificando sus causas para propo-
ner soluciones.
Palabras clave: Escuela, centro comunitario, maestro.

* daisy_gonzález21@hotmail.com; dorismolinasalas@hotmail.com

Recibido: 17-05-07 · Aceptado: 16-10-07


Daisy Marina Fuenmayor de González y Doris Salas de Molina
48 Omnia • Año 14, No. 1, 2008, pp. 47 - 71

The School as a Center of Community Activity

Abstract
The purpose of this work is to present a critical analysis of the school
as a center for community activity, considering the educational policy of
the Venezuelan government, which is oriented to converting school
directors and teachers into emergent leaders, based on strategic lines of
local development promotion, community participation, community
organization and cultural identity. These lines have not been sufficiently
divulged in Venezuelan educational centers as an educational policy
oriented toward creating, with the help of the teacher, a new social
structure for the socialist government. Regarding this policy, the teacher
must play the role of a leader, guaranteeing a democratic and participative
school that undergoes continual development and guides the community.
A descriptive investigation was performed in the documentary mode.
Among the conclusions, it can be pointed out that the teacher, as an
emergent leader in the light of the school as a community center, will
exercise his influence among families to identify the principal problems
and their causes in order to propose solutions.
Key words: School, community center, teacher.

Introducción
La Dirección General Sectorial del Desarrollo Educativo,
como instancia rectora en política de comunidades educativas, en
correspondencia con los lineamientos, planes y programas del
Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (2003), propiciaron
la transformación de la escuela como un centro del quehacer co-
munitario, contextualizada y articulada en redes sociales, fortale-
cidas en sus capacidades sociopolíticas y comprometidas en los
procesos constructivos de la nueva sociedad.
Esa nueva sociedad, en correspondencia con el Artículo 102,
de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela
(1999:35) enuncia: “… el Estado asumirá la educación como una
función ineludible y de máximo interés en todos los niveles y mo-
dalidades como instrumento científico, humanístico y tecnológi-
co al servicio de la sociedad”.
Dentro de esa concepción, surgió la misión educativa de for-
talecer las familias y las comunidades, para que a través de su or-
ganización, formación permanente y articulación en redes socia-
La escuela como centro del quehacer comunitario 49

les, participen en el proceso de transformación de la escuela como


un centro del quehacer comunitario, con miras al logro del desa-
rrollo sustentable, para hacerle frente a sus necesidades y proble-
mas de la población, identificando sus oportunidades y avanzan-
do hacia el control de las acciones y ejecución de programas que
mejoren su calidad de vida.
Sobre la base de lo anteriormente expresado, el maestro ha
de desempeñarse laboralmente en la escuela desde su participa-
ción, análisis, protagonismo y búsqueda de alternativas en pro de
mejorar la atención que se le ofrece a las comunidades ajustando
sus objetivos a las necesidades y demandas de la población con la
cual ha de trabajar. Su participación es fundamental en el proce-
so del mejoramiento de la calidad de vida, imprescindible para la
realización de los verdaderos cambios estructurales que faciliten
el desarrollo comunal.
El maestro de la escuela como centro del quehacer comuni-
tario, analiza y detecta las realidades del entorno para adecuarlas
al conjunto de acciones, que deberá implementar, en función del
desarrollo de actividades que le den vida a los programas y pro-
yectos educativos.
El protagonismo del maestro de la escuela como centro del
quehacer comunitario está centrado sobre la base de la transfor-
mación que se busca, activando la vinculación de las personas en
sus procesos de cambios. Con su coordinación debe liderizar ante
las personas y entidades participantes el desarrollo de la comuni-
dad y su entorno, tal como lo establece el Estado, en su política
educativa.
Es oportuno señalar el exhorto a todos los maestros del país,
por parte del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela
(2004), quien enfatizó sobre la necesidad de convertir al educador
en líder de las escuelas, de los estudiantes y de la comunidad, ya
que en estos momentos que está viviendo la nación es necesario
que asuma con pasión el nuevo modelo de educación socialista que
no pretende otra cosa que la creación de una escuela para la libera-
ción del pueblo, no para su dominación, sumisión o esclavitud.
En ese sentido, el Ministerio del Poder Popular para la Edu-
cación (2007:3) señaló: “en las aulas con los niños, adolescentes y
jóvenes deben irse fraguando como actores socialistas de la gran
revolución que apenas está comenzando en Venezuela”, ya que a
ellos les corresponde impulsar y profundizar con su pasión y ju-
ventud los nuevos cauces del socialismo hoy inimaginables.
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En esa misma dirección de ideas, Isturis (2004:1), señaló


que “el antiguo modelo educativo fomentó la creación de seres
profundamente individualistas y poco comunicativos, por lo que
la idea es cambiar el perfil para formar un ser social y solidario
que además domine las competencias del saber, el hacer y el con-
vivir comunitario”.
De ahí, el reto del maestro venezolano, quien además de ejer-
cer su papel de educador para generar el conocimiento, el lideraz-
go que debe ejercer lo compromete a hacer más, no sólo a saber
más. El auténtico líder logra producir cambios, porque permite a
los miembros de su equipo manifestarse y los deja ser mejores por
un impulso propio.
El maestro líder asume una infraestructura de roles, redes,
recursos y retos; provoca una docencia interactiva con la perso-
na, el pensamiento, el saber-hacer. Tiende también hacia la inno-
vación para visualizar nuevos rumbos. El maestro líder trabaja en
equipo con un objetivo común. El líder inspira y permite la auto-
motivación para lograr producir cambios en función de mejores
fines (Guerra, 2005).
Para el logro de la escuela como centro del quehacer comuni-
tario, el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (2003),
enunció las líneas estratégicas del Proyecto Educativo Nacional
con incidencia en comunidades educativas. Estas son: las de pro-
moción del desarrollo local, promoción de participación comuni-
taria, fomento a la organización comunal e identidad cultural.

Las líneas estratégicas de promoción


del desarrollo local
Las líneas estratégicas de promoción del desarrollo local per-
siguen lograr la incentivación a las formas asociativas, articula-
ción de redes para el desarrollo y fomento al mejoramiento comu-
nitario, desarrolladas por el maestro de escuela como centro del
quehacer comunitario (Ministerio de Educación, Cultura y De-
portes, 2003).
Las líneas estratégicas referidas, buscan motorizar el desa-
rrollo local sustentable, privilegiando la autogestión de las comu-
nidades.
La promoción del desarrollo local, se orienta al fortaleci-
miento comunitario, según Cáceres (2005:21) como un proceso
integral de búsqueda de bienestar social. Implica la atención a los
La escuela como centro del quehacer comunitario 51

ciudadanos más desfavorecidos, la corresponsabilidad, ciudada-


nización y autoafirmación del sujeto a su comunidad, comprome-
tido con la transformación social.
Esa promoción del desarrollo local está constituida por la in-
centivación a las formas asociativas que de acuerdo con Ventura
(2002:15), “son maneras de organización comunal, tendentes ha-
cia la búsqueda de mejores condiciones de vida”; articulación de
redes o espacios de sistemas abiertos, mediante los cuales se pro-
ducen intercambios entre los grupos y el fomento al mejoramien-
to comunitario, que implica el logro del desarrollo humano inte-
gral, no sólo sobre la base de la salud física y mental del individuo,
sino también de la educación.

Incentivación a las formas asociativas


Están dirigidas al desarrollo de la producción por parte de
los miembros de la comunidad, en la cual los trabajadores o
usuarios, son a la vez dueños de las empresas, creadas con el fin
de distribuir bienes y servicios para satisfacer necesidades de sus
asociados. Abarcan el análisis de cooperativas y no cooperativas.
Entre algunas de las formas asociativas, se tienen: la formación
cooperativa, profesional, empresarial, fondos de empleados, aso-
ciaciones mutuales, microempresas y colectivos solidarios que
constituyen la integración de empresas, sin fines de lucro.

La articulación de redes para el desarrollo local


Es la vinculación del conjunto de personas en torno a la eje-
cución de proyectos asociados con fines de producción de bienes
y servicios, que ponen a disposición de los recursos humanos,
técnicos e infraestructuras.
Las redes para el desarrollo local, están constituidas por
personas de un sector específico, que asumen la propuesta del
Estado. Es organizarse en función del desarrollo comunal susten-
table, sobre los cuales el Estado venezolano, desde la escuela
como centro del quehacer comunitario, pretende canalizar, con la
ayuda y contribución del maestro, las iniciativas, necesidades,
ofertas y requerimientos de los distintos sectores de la comuni-
dad, para que se establezcan con las familias, relaciones estruc-
turales de participación ciudadana.
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La participación del maestro como líder emergente ante las


redes y su articulación para el desarrollo, desde la perspectiva
económica, significa guiar a las personas o al colectivo de manera
comprometida a facilitar la realización de las tareas para dirigir
sus potencialidades en el mejoramiento comunal. Estas redes,
pudiesen orientarse sobre fines productivos de las comunidades,
cuyas ideas y orientaciones son plausibles, pero se debe conside-
rar que fundamentalmente existe un trasfondo de características
políticas, orientadas al desarrollo de un sistema socialista, sobre
el cual el Estado a través de los Consejos Comunales, lograría la
participación de las comunidades.
Sobre la base de esos señalamientos e independientemente
de que sean o no orientadas hacia propósitos políticos, tendría
que plantearse: ¿en qué tiempo el maestro venezolano en su lide-
razgo emergente, sería un actor contribuyente en la formación de
redes y su articulación para el desarrollo comunal, cuando se le
exige dar cumplimiento a la programación de actividades pedagó-
gicas establecidas en los programas instruccionales?
Desde ese punto de vista, es innegable que el Estado venezo-
lano, no ha operacionalizado los planes de acciones que establez-
can la participación del maestro en el desarrollo del liderazgo
emergente frente a las comunidades en desarrollo.
Lo anteriormente referido, requiere necesariamente de la
ejecución de programas de educación popular, organizaciones de
base y fundamentalmente, sistematización de experiencias de in-
vestigación, producción de material educativo en zonas urbanas
y rurales, con unidades de apoyo de coordinación del trabajo co-
munal, mediante la cual se desarrollen técnicas de participación
para las comunidades y de igual manera, es indispensable que las
instituciones formadoras de maestros ofrezcan la formación es-
pecífica en asuntos de la educación popular.
Considerándose los anteriores señalamientos, los maestros
estarían en capacidad de desarrollar tal liderazgo, sí se les prepa-
ra como actores de instancias y organizaciones locales, para que
pueda privilegiar como referentes en los procesos de información,
intercambio de experiencias, articulación y construcción de pro-
puestas alternativas de participación comunitaria, para el ejerci-
cio del poder local, que es lo que busca conformar el Estado, con el
liderazgo del maestro en las comunidades.
La escuela como centro del quehacer comunitario 53

Con la finalidad de alcanzar ese objetivo en el año 2006, en


Puerto Cabello, Estado Carabobo, arrancó la Red de Redes Políti-
co Social, a la convocatoria a dicho evento, asistieron organizacio-
nes sociales de todo el país, donde fue analizado exhaustivamente
el papel de las redes sociales en el proceso de transformación de
Venezuela en cuya visión política de lo social, se determinó que
aunque existen carencias políticas, administrativas, organizacio-
nales y técnicas, el protagonismo social comienza a llenar de con-
tenido lo establecido en la Constitución Bolivariana.
En ese camino, el accionar de las organizaciones sociales de
base popular deja al descubierto su verdadera realidad, no cuen-
tan con suficientes conocimientos técnicos, administrativos y
métodos, lo que les impide aprehender de sus experiencias y
transmitirlas a través de un discurso pedagógico y político de
construcción propia; a esto se le suma la escasa independencia
orgánica y la inexistencia de una autonomía financiera que, nece-
sariamente requiere el movimiento popular para cumplir con la
misión protagónica que tiene asignada en el actual proceso de
cambios.
Para la Red de la Fuerza Bolivariana de la Cultura de Cara-
bobo (2006) el mayor reto que enfrenta el movimiento popular es
llevar adelante la construcción de una potente Red de Redes Polí-
tico Social para superar la contradicción que existe entre: la nece-
sidad de una organización popular masiva, alrededor de postula-
dos políticos que permitan el establecimiento de un gran soporte
de base popular al actual proceso de transformación social-políti-
co-económico que vive el país; y la falta de conocimientos, de una
práctica y de una cultura social orgánica y participativa lo sufi-
cientemente clara, que sirva de apoyo al movimiento popular para
enfrentar con éxito el actual desafío.
La Dirección de Extensión Universitaria de la Universidad de
Carabobo (2006) corrobora que la construcción de la Red de Re-
des Político Social es la mayor demostración de toma de concien-
cia que intenta establecer el movimiento popular, es un camino
político de lo social que permitirá a las comunidades realizar la
red del pueblo hacia la construcción real del poder popular, como
una potente herramienta para forjar un camino seguro hacia la
consolidación de la organización político-social- económica de las
comunidades.
Daisy Marina Fuenmayor de González y Doris Salas de Molina
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La construcción de la Red de Redes Político social es impres-


cindible en los actuales momentos que vive el país, está llamada a
convertirse en el principal dirigente, educador y organizador social
de la Patria Bolivariana; y a la vez, está obligada a convertirse en la
fuente de donde emanen los elementos políticos, sociales, econó-
micos y culturales para diseñar las leyes, realizar planes económi-
cos, impulsar la investigación científica y mejorar la educación. De
esta manera, los maestros como sujetos sociales inmersos de lleno
en las comunidades y con su participación protagónica, contribui-
rá al establecimiento de una nueva administración pública y una
sana administración de justicia que den soporte a la producción
económica y a la organización del Estado para el beneficio de todo
el país, principalmente de los más necesitados.
En la misión política de lo social, decretada en la Carta Mag-
na, se indica uno de los propósitos que se pretende alcanzar a tra-
vés del actual proceso de transformaciones emprendidas en el
país, es producir un cambio cultural profundo que le dé conteni-
do social a la democracia, estableciendo nuevas formas de rela-
ción entre el Estado y los ciudadanos, sustituyendo la democra-
cia de los partidos y reemplazarla por la participación protagónica
de la ciudadanía.
Con esa visión-misión plasmadas en la Constitución Nacional
de la República Bolivariana de Venezuela, (1999) el Estado se plan-
tea promover e impulsar el desarrollo social con políticas destina-
das a potenciar las capacidades humanas, rescatar la identidad
estimulando el arraigo y sentido de pertenencia, para que a través
de sus diversas formas asociativas asuman responsabilidades de
co-gobierno en la supervisión, control, administración y ejecución
de obras y servicios públicos en sus comunidades.
Se trata, sin lugar a dudas, de un modelo de organización so-
cial que potencie el poder local, más allá de las Alcaldías y Juntas
Parroquiales, facilitando a los ciudadanos instrumentos legales
para un moderno ejercicio de soberanía que, para su pleno desa-
rrollo exige profundizar el Estado, transfiriendo competencias di-
rectas a las comunidades que favorezcan la autogestión y la co-
gestión como nuevas formas de poder local.
Esa nueva forma de poder local, tiene como principal obstá-
culo, la ausencia de una cultura de participación; aún persisten
los valores de la democracia representativa. La pérdida de identi-
dad, el facilismo, la pasividad, la corrupción, el individualismo, la
falta de solidaridad y pérdida de noción de patria, lo cual no propi-
La escuela como centro del quehacer comunitario 55

cia las transformaciones que vive el país, para que la Democracia


Participativa sea percibida y asumida por el pueblo.
El maestro, como sujeto de cambios y su papel en el proceso
de transformación, no puede ser indiferente ante lo que está ocu-
rriendo: más bien están obligados a superar las diferencias con su
desempeño, fortaleciendo las coincidencias en la defensa de las po-
líticas educativas mediante la ejecución de programas, planes o
proyectos, dirigidos a fomentar la unidad del pueblo y producir en
él la toma definitiva de su conciencia política. En ese sentido, su
participación en la constitución de una Red Social Estadal, inte-
grada a su vez en un conjunto de redes similares en el ámbito na-
cional, es el escenario ideal para el logro de estos propósitos.
El maestro, debe ser un ente activo para la Construcción de
la Organización Político Social del Movimiento Popular o demo-
cracia participativa, actora y protagónica, del paradigma de la
Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela,
liderizando al pueblo con sus propias iniciativas, donde hombres
y mujeres conscientes, informados y críticos, en libertad para de-
cidir y preparados para la vida como verdaderos ciudadanos que
logren impulsar y construir la poderosa red social como primera
responsabilidad si se desea contribuir con el proceso de transfor-
maciones que vive el país, promocionando discusiones abiertas
de los asuntos de interés público y los alcances del proceso de
cambio, fundamentada en los valores de responsabilidad com-
partida, consenso para la toma de decisiones, respeto a la opinión
contraria y a la autonomía individual y de grupo. Todo esto en-
marcado e la escuela como centro del quehacer comunitario a fin
de lograr el desarrollo endógeno de las comunidades.

Fomento del Mejoramiento Comunitario


El fomento del mejoramiento comunitario como línea estra-
tégica de promoción del desarrollo local, está orientado “a desa-
rrollar en la colectividad de las comunidades que circunscriben la
escuela, modelos integrales de participación ciudadana en estra-
tegias de superación de la pobreza, promoviendo el fortalecimien-
to de la asociaciatividad y formación de liderazgos comunales”
(Ministerio de Educación y Deportes, 2003).
Ese fomento del mejoramiento comunitario, deberá también
estar orientado a la integración y consolidación del cooperativismo
y elevación de las condiciones de vida de los ciudadanos. Está vin-
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culado con la promoción del incremento de tal mejoramiento y el


compromiso de actuar participativamente en las colectividades.
En ese contexto de ideas, Venezuela sufre una transforma-
ción política territorial en todas las órdenes del desarrollo nacio-
nal, que pudiese indicar que se está en una etapa de cambios ra-
dicales, cuya capacidad de adaptación de la población, se expone
a nuevos paradigmas para la interacción humana y desarrollo co-
munal sustentable, sobre la cual se impone en los grupos huma-
nos, la igualdad jerárquica, donde sus integrantes participen en
la solución de problemas locales en equipos.
En esa participación, la escuela está llamada a responder y
debe actuar como agente de cambio, fomentando la vida comuni-
taria y privilegiando las familias. El nuevo entorno social, obliga a
enfrentarlo con una gran dosis de creatividad del maestro, con ca-
pacidad y defensa de los propósitos del Estado.
De acuerdo con Sangronis (2003:6), el fomento en referencia
tiene como orientación:
Contribuir a la política de desarrollo tendente a superar y eli-
minar la marginalidad en el nivel de comunidades descentraliza-
das en desarrollo.
Participar en el proceso de desarrollo para el logro de mejo-
res condiciones de vida de las comunidades.
Ayudar a formar organizaciones comunitarias, fomentando
la participación comunitaria.
Estimular la capacidad creadora de las comunidades frente
a situaciones de subdesarrollo y capitalismo salvaje, fomentando
la capacidad creadora de las comunidades de la ayuda mutua y el
esfuerzo propio.
Asegurar el mejor aprovechamiento de los recursos dispo-
nibles.
Esos propósitos se hacen difícil que se logren con el desarro-
llo del liderazgo emergente del educador, porque no se ha formado
bajo esas orientaciones. Para esto, se hace necesaria una prepa-
ración previa, cuyos conocimientos logrados, le permitan partici-
par en el desarrollo de programas para el progreso comunitario,
así como los procedimientos de métodos y técnicas que les permi-
tan fomentar la participación ciudadana.
La escuela como centro del quehacer comunitario 57

Líneas estratégicas de promoción


de participación comunitaria
La participación comunitaria, se traduce en la implicación
voluntaria y activa de los grupos y de las comunidades locales ha-
cia los Estados. Durante este proceso los individuos y las familias
toman parte de su propio bienestar, incrementando sus respon-
sabilidades y contribuyendo a un desarrollo global sustentable
(Freites, 2004).
Al respecto, Ramírez (2005:35), señaló:
La participación comunitaria es un compromiso sin ambi-
güedad hacia el mejoramiento de las condiciones de vida. El deseo
de mejorar los servicios de los grupos vulnerables.
La constatación de los beneficios que se desprenden de la
movilización de los recursos locales. La contribución de los es-
fuerzos por mejorar las condiciones de vida del tejido social.
En ese sentido, la participación comunitaria puede interpre-
tarse como un incentivo para estimular la emergencia de respues-
tas colectivas a problemas comunitarios. Todos los integrantes
toman decisiones participativas. “Es mucho más que contribuir
con el trabajo o suministro de materiales y recursos. Es planifi-
car, implementar y gestionar proyectos, orientados al mejora-
miento de la pobreza” (Villegas, 2003: 62).
La pobreza no sólo es ausencia de dinero o ingresos y servi-
cios públicos. También se incluye la pobreza de espíritu, que en-
globa desesperanza, ignorancia de los recursos disponibles, de-
beres y derechos, dependencia de los demás, falta de seguridad
en sí mismo, desaliento, carencia de aptitudes, ausencia de con-
fianza, falta de honradez e inexistencia de una organización sos-
tenible. Es además, un problema social y exige una solución so-
cial. Se puede reducir organizando y guiando a los pobres a que se
ayuden ellos mismos y se fortalezcan como resultado de su com-
promiso ante los desafíos que les plantean los cambios sociales.
Las líneas estratégicas de participación comunitaria, como
política educativa nacional, se orientan a incrementar la capaci-
dad de las comunidades, aumentando sus competencias, para
hacer cosas por sí mismas.
La participación comunitaria es un tipo de acción personal y
colectiva, que agrupa a ciudadanos decididos a enfrentar diversas
situaciones propias y de su entorno. El grupo estipula sus relacio-
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nes en función de situaciones problemáticas en la búsqueda de


solventar dificultades, mejorar el bienestar sobre la base de los
valores que le son propios para que pueda ser sostenible en el
tiempo.
Las definiciones de participación comunitaria se avienen
con las propuestas de los enfoques teóricos del comportamiento
colectivo, compartida por la psicología social o comunitaria y es-
pecialmente por la sociología constructivista, las cuales sostie-
nen que la integración de los individuos en la vida cotidiana, co-
munitaria y local trasciende el ámbito de la política procedimen-
tal entendida.
De acuerdo con ese enfoque, la acción colectiva no sólo está
sujeta al entramado de relaciones del entorno socioeconómico,
cultural y político; sino que incorpora como aspecto importante la
dimensión endopática (afectiva o emocional). Esta expresión de la
escuela histórica alemana, referida al campo interno de la afectivi-
dad humana, permite establecer la llamada lógica de la identidad.
Esa lógica específica está representada por la identidad indi-
vidual, considerada como aquella que el sujeto construye me-
diante la percepción de sí mismo, para cimentar el sentido y límite
de su acción (Cepeda, 2004). Dicha construcción, está determi-
nada por la manera cómo se piensa y percibe uno a otro sujeto.
Las líneas estratégicas de promoción de la participación co-
munitaria está constituida según el Ministerio de Educación y De-
portes (2003), por la atención a la familia como agente socializador;
fortalecimiento de valores y fomento de la pertenencia local.

Atención a la familia como agente socializador


La familia, como célula fundamental de la sociedad, es el
componente fundamental de la estrategia de desarrollo social,
que cumple el doble papel de objetivo y medio de realización del
mejoramiento de las condiciones de vida. La sociedad venezolana
ha entrado a una fase de profundos cambios, con profundas re-
percusiones en la estructura institucional del país y en la defini-
ción de reglas de juego para todos los agentes sociales. Al tratar de
reconocerse algunas líneas comunes para los cambios al sector
educativo se vislumbra el mejoramiento de la calidad de vida y el
impulso de la familia como eje central de su desarrollo.
Conceptualmente, la familia se define como un grupo prima-
rio unido por vínculos consanguíneos y de afecto. En la institu-
ción básica y social de la sociedad, orientada y organizada para
La escuela como centro del quehacer comunitario 59

responder y satisfacer los requerimientos de las necesidades bá-


sicas de sus miembros, interrelacionando con el mundo social,
para posibilitar la internalización, recreación y perpetuación de la
cultura por medio del proceso socializador.
La familia y la escuela son los agentes socializadores funda-
mentales de una nación. Constituyen el primer modelo que en-
cuentran los niños. Los introducen en las relaciones íntimas y
personales, proporcionándoles las primeras experiencias: la de
ser tratados como individuos en valores, para formar su persona-
lidad, independientemente de los cambios que experimenten
como adolescentes.
La familia como agente socializador de las comunidades, de
acuerdo con Medrano (2001), desencadena aprendizajes que ayu-
dan a desarrollar sus miembros en la antesala del comportamien-
to social; sin embargo, según Martínez (2003:43), existen diver-
sos factores de riesgo que predisponen hacia situaciones proble-
máticas:
La sobreprotección ante hijos cada vez más autónomos
Falta de comunicación, no sólo como la dificultad para escu-
char; sino también, la de responder adecuadamente por parte de
los padres, generándose introversión, inseguridad, ansiedad en el
hijo, que percibe que su mundo emocional es cuestionado.
Dificultad para fijar límites por permisibilidad o excesiva ri-
gidez de los padres. Relaciones conflictivas.
Esas situaciones problemáticas de las familias, deben ser
tratadas preventivamente, transmitiendo valores, ofreciendo
afecto, incentivando el autoestima, valoración de cualidades, fa-
voreciendo la tolerancia y enseñando a sus miembros a cumplir
con las responsabilidades.
La atención a la familia como agente socializador en las co-
munidades, está dirigida a desarrollar la capacidad local para
manejar conflictos y durante el proceso lograr acuerdos entre sec-
tores involucrados en la comunidad. Asimismo, en función de la
capacidad de negociación y resolución de conflictos para mejorar
las condiciones de vida, promover la participación ciudadana y
búsqueda de consensos, entre otros aspectos.
Por lo antes señalado, es necesario que la familia sea cons-
ciente de la existencia de estos y otros riesgos para aprender a
manejarlos previniendo conductas problemáticas futuras.
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El núcleo familiar actúa como agente preventivo, transmi-


tiendo valores y actitudes, es la unidad básica de la sociedad, pero
no es la única y por ello es conveniente coordinar los esfuerzos
que se hagan desde otras instancias: como escuela y la comuni-
dad para crear condiciones de vida mejores, a través de la forma-
ción de los individuos y de su participación en la vida social.

Fortalecimiento de valores
Los valores son enunciados sociales que establecen pautas
para el comportamiento de los miembros de una sociedad. Son
principios y postulados básicos orientadores de las creencias y ac-
titudes. Forman parte del poder del conocimiento como guías de
conductas y cohesión, dando sentido a voluntades colectivas.” Sir-
ven para resolver conflictos y tomar decisiones de cambio. Los im-
perantes en las comunidades pueden convertirse en restricciones
y en algunos casos una oportunidad” (Ventura, 2002). Por esto, el
líder educativo emergente debe ser gestor de algunos valores co-
munitarios: el sentido de pertenencia, valentía, iniciativa, creativi-
dad, tolerancia, entre otros que cohesionan una cultura local.
Los valores constituyen una amplia tendencia a preferir cier-
to estado de cosas sobre otros (Hofstede, 1984, citado por Fonse-
ca, 2002). A los valores comunitarios se les destaca como condi-
cionantes de las normas sociales fundamentales, que son la base
de la cultura. Son criterios para evaluar, aceptar o rechazar nor-
mas. También constituyen, de acuerdo con Alcántara (2003), es-
tructuras de pensamiento relativamente simples, que “abarcan
conocimientos complejos de la realidad deseada. Proporcionan la
capacidad de trascender en la percepción del individuo, con res-
peto a lo inmediato existente, para poder conceptualizar la visión
de lo ideal” (Martínez, 2003:56).

Fomento de la pertenencia local


El fomento de la pertenencia local, por parte del líder educa-
tivo en las comunidades, significa promocionar el compromiso
asumido por los miembros a elevar las condiciones de bienestar
colectivo, de manera consciente y emocional. El sentido de perte-
nencia local, significa arraigar en cada miembro el respeto por su
historia, costumbres, tradiciones y creencias del sector. Las cre-
encias, son estructuras de pensamientos elaboradas y arraigadas
en la comunidad a lo largo del tiempo, que viven para explicar la
realidad y preceden a la configuración de valores (García y Dolan,
1997, citado por Alcántara, 2003). También, son postulados da-
La escuela como centro del quehacer comunitario 61

dos como verdaderos y basados en los valores, experiencias de los


individuos, objetos o situaciones.
El fomento de la pertinencia local, está supeditada al arraigo
del valor que se le otorga a la comunidad y el deseo de mejorarla y
búsqueda de alternativas en función del mejoramiento continuo y
sustentable.

Líneas estratégicas del fomento a la organización


comunal
Las comunidades deben asumir que la verdadera riqueza
competitiva, son los miembros que la constituyen y que ellos re-
quieren desarrollo personal y profesional, así como el reconoci-
miento a sus méritos y compensación acorde con su actuación,
como estrategia corporativa en el desarrollo comunitario.
El fomento a la organización comunal conlleva a la aplica-
ción de estrategias comunitarias propias para hacerle frente a los
cambios sociales, que deberán estar acompañadas con transfor-
maciones actitudinales de los miembros de la comunidad y es-
fuerzo cooperativo.
Las líneas estratégicas del fomento a la organización son: ac-
ción de influencia organizacional, modalidades comunitarias y
promoción del ejercicio al poder.

Acción de Influencia Organizacional


La acción de influencia organizacional que deberá propiciar
el líder emergente educativo ante la comunidad en desarrollo está
enfocada, según el Ministerio de Educación y Cultura (2003), ha-
cia el proceso, mediante el cual el educador intenta influir en dos
o más personas, estableciendo relaciones con los miembros de la
comunidad. Esas relaciones tienen las características de afectar-
se por un contexto de grupo, organizaciones y cultura “una com-
prensión adecuada del liderazgo ha de depender del conocimiento
cada vez mayor de penetrar en el hacer de los miembros” (Tannen-
baum, et al, 1993:5).
La unidad básica estructural de las comunidades son los
grupos, que constituyen la combinación de dos o más personas,
que realizan juntas una determinada actividad para el logro de un
objetivo común. En este orden de ideas, se puede señalar que la
conducta humana resulta de procesos conscientes e inconscien-
tes. La primera implica un proceso de decisión y cuando el líder
Daisy Marina Fuenmayor de González y Doris Salas de Molina
62 Omnia • Año 14, No. 1, 2008, pp. 47 - 71

toma la decisión de influir en acciones organizacionales comuna-


les, debe considerar de acuerdo con Cáceres (2005), las exigen-
cias de los procedimientos burocráticos, niveles profesionales y
valores personales, que pueden afectar a los grupos.
Todos los hechos y actividades realizadas por los miembros
de la comunidad, son conductas humanas que tienen su origen y
proyección en la vida de los sujetos (Medina, 2002), independien-
temente de la actividad que realizan, de las interacciones y proce-
sos que se deban cumplir.

Modalidades comunitarias
Las modalidades comunitarias, son las distintas maneras de
participación comunal de los miembros de la sociedad, a través de
grupos, organizaciones e instituciones de los diferentes sectores
del desarrollo local, para intervenir en la identificación de proble-
mas afines y unirse en una sólida alianza, a objeto de diseñar, po-
ner en práctica y evaluar soluciones sobre el mejoramiento de las
condiciones de vida.
Las modalidades de participación comunitaria de acuerdo
con Villegas (2003), han surgido en Venezuela, por causas de fe-
nómenos vinculados con la exclusión social de grupos de escasos
recursos económicos y desvinculados con el mercado de empleo
formal. Esos grupos de escasos recursos económicos han confi-
gurado la masa marginal en áreas de concentración urbana, que
según Cepeda (2004), bajo el influjo del actual gobierno, se fo-
mentan las distintas modalidades de participación comunitaria,
como proceso de cambio y ofrecimiento de oportunidades para el
mejoramiento de la calidad de vida.
Las distintas modalidades de participación comunitaria: es-
pontánea o inducida, según Isturiz (2004), contribuye a la susten-
tabilidad del sistema democrático y favorece la legitimidad del Es-
tado al vincular la acción estatal con las preferencias de la comuni-
dad. Esto se traduce en la necesidad de que en las comunidades se
instaure una gestión pública innovadora y eficiente, tendente a ga-
rantizar una distribución igualitaria de la integración social.
No obstante a lo antes referido, se genera una brecha entre el
discurso oficial participativo y las acciones adoptadas para incor-
porar a la ciudadanía a formar parte de centros comunales, por-
que según Freites (2004), se busca primordialmente fortalecer las
acciones políticas, para progreso de la sustentabilidad del siste-
ma democrático.
La escuela como centro del quehacer comunitario 63

Las distintas modalidades de participación comunitaria re-


presentan la capacidad de la comunidad, para ejercer sus dere-
chos ciudadanos y al Estado le compete la responsabilidad de
identificar los canales y espacios institucionales adecuados para
promover tal participación.

Promoción del ejercicio de poder


La escuela puede ayudar a la comunidad a revisar y construir
sus recursos de autoridad: sus formas de organización en el espa-
cio y el tiempo, sus formas de relación, de expresión de sí misma,
pues son las maneras de construir sociedad que le pueden dar más
sentido de pertenencia, más conocimiento y aceptación de sí mis-
ma, más orgullo de lo que es, más sentido de sus posibilidades,
más capacidad de inclusión o de apertura al otro y al distinto.
El Banco Mundial (2003), diseñó el enfoque de desarrollo im-
pulsado por la comunidad, basándose en el argumento de dar voz
e influencia a las comunidades.
Se detectó que cuando éstas están al mando, las comunida-
des pobres dejan en claro que pueden encontrar sus propias solu-
ciones para mejorar el funcionamiento de los servicios, aumentar
el poder de decisión a través de la responsabilidad social y luego
de una guerra o situaciones de violencia, resolver sus conflictos
locales y reconstruir sociedades devastadas por el mismo (Medi-
na, 2002:72).
Este enfoque empodera a los pobres y ofrece a las comunida-
des la libertad que necesitan para tomar sus propias decisiones,
respecto a las posibles mejoras a su bienestar. Para ello definen
prioridades en cuanto a las necesidades de inversiones, trabajan
como asociados en la entrega de servicios y manejan directamen-
te los fondos de proyectos del Banco Mundial.
Para Andrew Steen, director encargado del Banco Mundial en
Latinoamérica en el año 2003, comentó que cuando se siente res-
ponsable, la gente toma decisiones correctas, sin egoísmo. Los lí-
deres nacionales tomarán buenas decisiones si deben rendir cuen-
tas al respecto, al igual que los dirigentes y comité de los poblados.
Asimismo, para Daniel Owen, Coordinador de Desarrollo im-
pulsado por la comunidad del Banco Mundial (2003), en el cami-
no se descubrirá que el verdadero desafío es incluir en forma per-
manente ese enfoque estratégico de lucha contra la pobreza y
para ello, tanto las iniciativas como la participación de la comuni-
dad son ingredientes fundamentales del desarrollo local sosteni-
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64 Omnia • Año 14, No. 1, 2008, pp. 47 - 71

ble. Cuando las organizaciones comunitarias se hacen responsa-


bles del diseño, la ejecución y la evaluación del proyecto, la infor-
mación disponible indica que el costo de los programas disminu-
ye y son más sostenibles.
El enfoque de desarrollo impulsado por la comunidad posee
mayor responsabilidad en su proceso de evolución, puesto que
ubica a las personas en el centro de las decisiones y les permite
participar en el control de su propio futuro. A través de grupos co-
munitarios, los ciudadanos trabajan con el gobierno local a objeto
de definir cuáles son sus necesidades en materia de servicios bá-
sicos y responsabilizar al gobierno por las promesas hechas (San-
groni, 2003).
El ejercicio al poder conduce a la Escuela, como centro del
quehacer comunitario, pues en ella se desarrolla un proceso de
enseñanza y aprendizaje entendido como un diálogo de saberes
de lo local para entender lo universal, utilizando como instrumen-
to el diagnóstico participativo, con el propósito de construir una
cultura de la participación ciudadana que garantiza la irreversibi-
lidad del proceso democrático revolucionario.
La promoción del ejercicio al poder debe propiciar una contra-
loría social sobre la administración pública y vincular las estrate-
gias de desarrollo local hacia la integración continental. Exige una
comunicación permanente con la población a través de estrategias
integrales y alternativas, para crear espacios de participación para
que la comunidad se apropie de concepciones e instrumentos que
le permitan identificar sus oportunidades, problema, formular
propuestas de solución entre los diferentes sectores sociales.
Ese espacio para el empoderamiento debe mantenerse a tra-
vés del debate permanente, la opinión, la crítica y las propuestas
de soluciones acerca de los asuntos públicos en colectivos comu-
nitarios organizados en redes sociales. Para esto se requiere del
fortalecimiento, constitución y formación de organizaciones co-
munitarias que garanticen la irreversibilidad de los procesos.
Dentro de esa organización, se debe conformar la comunidad
educativa en la perspectiva del gobierno escolar, como un espacio
para la participación ciudadana desde los acervos comunitarios; lo
cual debe hacerse a partir del diagnóstico participativo, acompaña-
do por el equipo local construido entre los actores de la comunidad.
La escuela como centro del quehacer comunitario 65

Bajo esas premisas, la escuela como centro del quehacer co-


munitario debe tomar su rol protagónico, donde el maestro pueda
convertirse en líder de una comunidad descentralizada en desa-
rrollo.
Lo antes referido, supone para las escuelas, un cambio de
concepción y de actitudes no sólo en los directivos, educadores y
alumnos, sino también en los padres y representantes que con
frecuencia, consideran que su labor educativa llega hasta inscri-
bir al hijo o la hija en el centro educativo. Este cambio sólo será
posible si todos los involucrados comienzan a entender que la
Educación Popular va mucho más allá de transmitir ciertos cono-
cimientos, habilidades, destrezas y conductas, pues implica la
búsqueda y construcción colectiva de formas de vida cada vez
más humanas.

Línea estratégica de identidad cultural


La cultura es un término que se ha definido desde distintas
perspectivas. Este término consiste en valores, predisposiciones
de juicios jerarquizantes, normas, especificaciones de valores rela-
cionadas con el comportamiento, creencias que sirven para justifi-
car valores y símbolos expresivos. También puede conceptualizar-
se de acuerdo al Ministerio de Educación y Deportes (2003), como
valorización y desarrollo de los saberes propios que definen la iden-
tidad cultural local, regional, nacional, latinoamericana y del Cari-
be, reivindicando la diversidad étnica y la interculturalidad.
La cultura es el conjunto socialmente heredado de prácticas,
y creencias que determinan la textura de la vida. Es la informa-
ción recibida de los demás, pero aprendida (Medina, 2002). Se
orienta a describir la parte de un ambiente interno, que incorpora
supuestos, creencias y valores que comparten los miembros inte-
grantes de la sociedad (Ventura, 2002). Es un sistema que distin-
gue la relación con innovación, atención, orientación de los resul-
tados, personas y estabilidad.
Al efectuarse un análisis de las definiciones presentadas, se
debe hacer mención a las consideraciones sobre el término cultu-
ra en forma general. Se interpreta como la estructura mental pro-
gramada o no con información y formación de tradiciones, cos-
tumbres, valores, modo de vida, políticas, familias y otros aspec-
tos de la globalización. Bajo esa concepción, la cultura se podría
interpretar como el conjunto de estándares de una sociedad o co-
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66 Omnia • Año 14, No. 1, 2008, pp. 47 - 71

munidad en función de sus propias características, con base en el


desarrollo de todo aquello que lo constituye frente a su propia su-
pervivencia, usanzas, prácticas y estimaciones a lo largo del tiem-
po. Ésto se traduce en el liderazgo emergente como el conjunto de
conductas, creencias y valores compartidos y transmitidos que se
asocian en el mantenimiento de la perseverancia comunal.
Las dos primeras posiciones indicadas, presentan con-
gruencias con respecto a los supuestos implícitos identificados
por algunos investigadores como “el conjunto de vivencias con-
cretas de los miembros de la sociedad, que han surgido de la prác-
tica constante y cambios que se introducen en su hacer y siguen
una tendencia” (Medina, 2002:124). Bajo esta concepción, se es-
tablece una contradicción con respecto a que incluye las expe-
riencias y transformaciones, que se han desarrollado a lo largo
del tiempo.
La cultura en las comunidades se ha definido como el con-
junto de conocimientos de los miembros de la sociedad, sobre la
base de las experiencias, vinculadas con los valores, tradiciones y
prácticas del hacer cotidiano, que forman parte de sus misiones o
de deber ser, que son compartidas como cualidades materiales y
espirituales.

Orientación cultural
La cultura, representa todo aquello que se comparte en una
sociedad, por lo que en la comunidad es la interacción de valores,
actitudes, creencias, conductas, normas y políticas o el deber ser
de antes y ahora.
Los valores, las actitudes y creencias de los miembros de la
comunidad no se ven a simple vista. Se infieren a partir de la con-
ducta de los miembros, pero de acuerdo con Hofstede (1981), cita-
do por Cepeda (2004:18):
La cultura es una programación mental colectiva, que inclu-
ye pensamientos y sentimientos que se han constituido en la so-
ciedad, que tiende a ser comunes en personas expuestas en rela-
ción con la educación, costumbre, valores, tradiciones, gastrono-
mía, familias, asociaciones y ambiente.
Se puede enfatizar que la posición señalada es válida, pero
son aspectos que son transmitidos en una comunidad, adquiri-
dos a lo largo del tiempo, que sufren variaciones o transformacio-
nes, que descansan en un conjunto particular de reglas formales
La escuela como centro del quehacer comunitario 67

e informales, aceptadas como guía de actuación y pensamiento de


la comunidad.
En el XXXI Congreso Educación Popular, Comunidad y De-
sarrollo Sustentable (2000:26), realizado en Perú, se enfatizó que:
El contexto cultural aparece dominado por la industria de
comunicación que se convierte en el agente educativo y de sociali-
zación más significativo. Las culturas de los pueblos hoy enfren-
tan realidades nuevas, fruto de procesos que imponen un modelo
universal basado en el consumo, la competitividad y el individua-
lismo. Algunas de esas realidades son: emergencia de culturas hi-
bridas con la coexistencia de diferentes formas culturales de vivir,
sentir, actuar y ser, desterritorialización y aparición de nuevos
imaginarios, formas de organización y encuentro. Los jóvenes
cada vez más se apropian de elementos de la industria cultural de
masas, construyendo así una nueva relación frente a sus cultu-
ras terrígenas y transformando la identidad tradicional. Estas di-
námicas han hecho más complejas las estructuras simbólicas de
dominación ocultas en las tradiciones de Los grupos populares.
En esa dirección de ideas, el maestro como líder emergente
de la escuela, deberá orientar la cultura en la comunidad, para lo
cual debería hacer uso de los canales de comunicación, estructu-
ra, poder, estatus, prácticas, exposiciones y normas, que le per-
mitan la realización de la orientación cultural.

Atención a la identidad cultural


La atención a la identidad cultural es la identificación de los
miembros de la comunidad con el conjunto de tradiciones cos-
tumbres, folklore y creencias, entre otros aspectos, que deben
mantenerse de generación en generación. Para ello es necesario
incentivar el desarrollo cultural a través de la escuela como cen-
tro del quehacer comunitario, para reconocer la propia historia y
utilización para beneficio personal y local. Usando las artes y la
cultura como expresiones que se manifiestan de diversas formas
como acto creativo, extensión de los sueños y talentos de indivi-
duos y colectivos.
En la República Bolivariana de Venezuela, el Ministerio de
Cultura y Artes, impulsa en conexión con las comunidades, te-
niendo como ejes estratégicos sectores tradicionalmente exclui-
dos, la creación de bienes y servicios culturales, que en el corto,
mediano y largo plazo generarán cambios sustanciales en el mar-
Daisy Marina Fuenmayor de González y Doris Salas de Molina
68 Omnia • Año 14, No. 1, 2008, pp. 47 - 71

co de la exaltación y valoración del talento oculto en los lugares


donde se desarrolle el plan de acción cultural.
Es así como el maestro como líder emergente accionará acti-
vidades que permitan la integración entre las distintas comuni-
dades y circuitos a nivel parroquial y municipal, tales como: festi-
vales de arte y cultura: inter barrio, inter circuito, inter parro-
quiales, folklóricos, de teatro, danza y encuentros comunales, en-
tre otras.
Participación en actividades culturales
Es importante, por ser el gérmen y sistema de las fuerzas
creadoras de los individuos y esencia de los procesos transforma-
dores y estabilizadores de las sociedades.
Las artes y la cultura, son experiencias que se manifiestan de
diversas formas como acto creativo, como extensión de los sueños y
talentos de individuos y colectivo. Se debe conectar a las comunida-
des teniendo como ejes estratégicos sectores tradicionalmente ex-
cluidos, creando la posibilidad cierta de generar cambios sustancia-
les en el marco de la exaltación y valoración del talento oculto en los
lugares donde se desarrolla el plan de acción cultural.
La identidad cultural aunque está ligada a un entorno, a la
vez hace referencia al ámbito mundial. Es un doble juego de cir-
cunscribir y de expandir. Es el mismo juego que ocurre en las
áreas de aprendizaje que se manejan en la escuela: se particulari-
za en un tema, pero a la vez se hace relación a otros dominios, a
otras perspectivas (esto es de geografía, pero al mismo tiempo es
de historia, lenguaje, ciencias naturales, matemáticas, entre
otros, pero sin dar más importancia a una que a otra como ha sido
hasta ahora). Todas las áreas de estudio contribuyen a la forma-
ción; lo que pasa es que en determinado momento o lugar se da
más énfasis a una que a otras, un área o tema sirve de aglutinante
para una acción o un proyecto (Baega, 1996). La cultura se resu-
me en contacto con otras culturas, sin lesionar su libertad crea-
dora ni su identidad, respetando su dignidad.
Por lo expuesto anteriormente, el Estado venezolano, ha pri-
vilegiado la importancia de la cultura y para ello ha realizado las
siguientes acciones: creación en cada circuito de los Consejos Co-
munales de Participación Cultural conformados por voceros y vo-
ceras de los diferentes grupos y organizaciones culturales exis-
tentes en las comunidades. Dichos Consejos asumirán la coordi-
nación de la política cultura del circuito trabajando conjunta-
mente con el Instituto Municipal de Cultura y Arte a través del fo-
La escuela como centro del quehacer comunitario 69

mento y desarrollo de actividades artístico culturales en el circui-


to, promoción de actividades formativas, atención y coordinación
de la programación artística a realizar y el impulso de cooperati-
vas culturales que activen el desarrollo, bienes y servicios en el
área tales como: artesanías utilitarias y decorativas, elaboración
hamacas, mantas y tapices, fabricación de cuatros.
Los Consejos Comunales de los distintos circuitos se inte-
grarán entre sí conformando Consejos Parroquiales de Participa-
ción Cultural cuyos voceros y voceras a su vez constituirán el
Consejo Municipal de Participación Cultural, el cual mantendrá
vínculos permanentes con el Instituto Municipal de Cultura y
Arte para construir, enriquecer y fortalecer la política cultural del
municipio en un proceso permanente de participación social.

Conclusiones
El liderazgo del maestro de la escuela como centro del
quehacer comunitario es una tarea compleja que requiere de una
formación previa, que el Estado no ha ofrecido a los educadores
de la educación básica nacional.
El maestro líder de la escuela como centro del quehacer co-
munitario ha de orientar una nueva concepción de ésta, teniendo
como finalidad el pleno desarrollo de la personalidad, la forma-
ción de ciudadanos aptos para la vida y ejercicio de la democracia
y no para propiciar e instaurar el socialismo en Venezuela.
Las condiciones que se le exige al maestro líder de la escuela
como centro del quehacer comunitario, en el marco operativo no
.han sido probablemente las más ajustadas a su desarrollo labo-
ral, porque se le asignan actividades fuera del centro escolar, para
lo cual su disponibilidad de tiempo no les permitirá dar cumpli-
miento, porque ha de cumplir con la ejecución del programa ins-
truccional.

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