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Cuento de Ricitos de Oro

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CUENTO DE RICITOS DE ORO

Érase una vez una familia de osos que vivían en una linda casita
en el bosque. Papá Oso era muy grande, Mamá Osa era de
tamaño mediano y Osito era pequeño.
Una mañana, Mamá Osa sirvió la más deliciosa avena para el
desayuno, pero como estaba demasiado caliente para comer,
los tres osos decidieron ir de paseo por el bosque mientras se
enfriaba. Al cabo de unos minutos, una niña llamada Ricitos de
Oro llegó a la casa de los osos y tocó la puerta. Al no encontrar
respuesta, abrió la puerta y entró en la casa sin permiso.
En la cocina había una mesa con tres tazas de avena: una
grande, una mediana y una pequeña. Ricitos de Oro tenía un
gran apetito y la avena se veía deliciosa. Primero, probó la
avena de la taza grande, pero la avena estaba muy fría y no le
gustó. Luego, probó la avena de la taza mediana, pero la avena
estaba muy caliente y tampoco le gustó. Por último, probó la
avena de la taza pequeña y esta vez la avena no estaba ni fría
ni caliente, ¡estaba perfecta! La avena estaba tan deliciosa que
se la comió toda sin dejar ni un poquito.
Después de comer el desayuno de los osos, Ricitos de Oro fue
a la sala. En la sala había tres sillas: una grande, una mediana
y una pequeña. Primero, se sentó en la silla grande, pero la silla
era muy alta y no le gustó. Luego, se sentó en la silla mediana,

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pero la silla era muy ancha y tampoco le gustó. Fue entonces
que encontró la silla pequeña y se sentó en ella, pero la silla era
frágil y se rompió bajo su peso. CUENTO DE LOS TRES CERDITOS
Buscando un lugar para descansar, Ricitos de Oro subió las
escaleras, al final del pasillo había un cuarto con tres camas:
una grande, una mediana y una pequeña. Primero, se subió a
la cama grande, pero estaba demasiado dura y no le gustó.
Después, se subió a la cama mediana, pero estaba demasiado
blanda y tampoco le gustó. Entonces, se acostó en la cama
pequeña, la cama no estaba ni demasiado dura ni demasiado
blanda. De hecho, ¡se sentía perfecta! Ricitos de Oro se quedó
profundamente dormida.
En un pueblito no muy lejano, vivía una mamá cerdita junto con
Al poco tiempo, los tres osos regresaron del paseo por el sus tres cerditos. Todos eran muy felices hasta que un día la
bosque. Papá Oso notó inmediatamente que la puerta se mamá cerdita les dijo:
encontraba abierta:
—Hijitos, ustedes ya han crecido, es tiempo de que sean
—Alguien ha entrado a nuestra casa sin permiso, se sentó en cerditos adultos y vivan por sí mismos.
mi silla y probó mi avena —dijo Papá Oso con una gran voz de
enfado. Antes de dejarlos ir, les dijo:
—Alguien se ha sentado en mi silla y probó mi avena —dijo —En el mundo nada llega fácil, por lo tanto, deben aprender a
Mamá Osa con una voz medio enojada. trabajar para lograr sus sueños.
Entonces, dijo Osito con su pequeña voz: Mamá cerdita se despidió con un besito en la mejilla y los tres
cerditos se fueron a vivir en el mundo.
—Alguien se comió toda mi avena y rompió mi silla.
El cerdito menor, que era muy, pero muy perezoso, no prestó
Los tres osos subieron la escalera. Al entrar en la habitación, atención a las palabras de mamá cerdita y decidió construir una
Papá Oso dijo: casita de paja para terminar temprano y acostarse a descansar.
—¡Alguien se ha acostado en mi cama! El cerdito del medio, que era medio perezoso, medio prestó
Y Mamá Osa exclamó: atención a las palabras de mamá cerdita y construyó una casita
de palos. La casita le quedó chueca porque como era medio
—¡Alguien se ha acostado en mi cama también! perezoso no quiso leer las instrucciones para construirla.
Y Osito dijo: La cerdita mayor, que era la más aplicada de todos, prestó
—¡Alguien está durmiendo en mi cama! —y se puso a llorar mucha atención a las palabras de mamá cerdita y quiso
desconsoladamente. construir una casita de ladrillos. La construcción de su casita le
tomaría mucho más tiempo. Pero esto no le importó; su nuevo
El llanto de Osito despertó a Ricitos de Oro, que muy asustada hogar la albergaría del frío y también del temible lobo feroz...
saltó de la cama y corrió escaleras abajo hasta llegar al bosque
para jamás regresar a la casa de los osos. Y hablando del temible lobo feroz, este se encontraba
merodeando por el bosque cuando vio al cerdito menor
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durmiendo tranquilamente a través de su ventana. Al lobo le El lobo hambriento se enfureció y dijo:
entró un enorme apetito y pensó que el cerdito sería un muy
delicioso bocadillo, así que tocó a la puerta y dijo: —Soplaré y soplaré y tu casa derribaré.

—Cerdito, cerdito, déjame entrar. El lobo sopló y resopló con todas sus fuerzas, pero la casita de
ladrillos resistía sus soplidos y resoplidos. Más enfurecido y
El cerdito menor se despertó asustado y respondió: hambriento que nunca decidió trepar el techo para meterse por
la chimenea. Al bajar la chimenea, el lobo se quemó la cola con
—¡No, no y no!, nunca te dejaré entrar. la fogata.
El lobo feroz se enfureció y dijo: —¡AY! —gritó el lobo.
Soplaré y resoplaré y tu casa derribaré. Y salió corriendo por el bosque para nunca más ser visto.
El lobo sopló y resopló con todas sus fuerzas y la casita de paja Un día cualquiera, mamá cerdita fue a visitar a sus queridos
se vino al piso. Afortunadamente, el cerdito menor había cerditos y descubrió que todos tres habían construido casitas
escapado hacia la casa del cerdito del medio mientras el lobo de ladrillos. Los tres cerditos habían aprendido la lección:
seguía soplando.
“En el mundo nada llega fácil, por lo tanto, debemos trabajar
El lobo feroz sintiéndose engañado, se dirigió a la casa del para lograr nuestros sueños”.
cerdito del medio y al tocar la puerta dijo:
—Cerdito, cerdito, déjame entrar.
El cerdito del medio respondió:
— ¡No, no y no!, nunca te dejaré entrar.
El lobo hambriento se enfureció y dijo:
—Soplaré y resoplaré y tu casa derribaré.
El lobo sopló y resopló con todas sus fuerzas y la casita de palo
se vino abajo. Por suerte, los dos cerditos habían corrido hacia
la casa de la cerdita mayor mientras que el lobo feroz seguía
soplando y resoplando. Los dos hermanos, casi sin respiración
le contaron toda la historia.
—Hermanitos, hace mucho frío y ustedes la han pasado muy
mal, así que disfrutemos la noche al calor de la fogata —dijo la
cerdita mayor y encendió la chimenea. Justo en ese momento,
los tres cerditos escucharon que tocaban la puerta.
—Cerdita, cerdita, déjame entrar —dijo el lobo feroz.
La cerdita respondió:
— ¡No, no y no!, nunca te dejaré entrar.
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_Llévate a la joven princesa al bosque y asegúrate de que las
bestias salvajes se encarguen de ella.
CUENTO DE BLANCANIEVES Y LOS SIETE
ENANITOS Con engaños, el cazador llevó a Blancanieves al bosque, pero
cuando estaba a punto de cumplir las órdenes de la reina, se
apiadó de la bella joven y dijo:
—Corre, vete lejos, pobre muchacha. Busca un lugar seguro
donde vivir.
Encontrándose sola en el gran bosque, Blancanieves corrió tan
lejos como pudo hasta la llegada del anochecer. Entonces
divisó una pequeña cabaña y entró en ella para dormir. Todo lo
que había en la cabaña era pequeño. Había una mesa con un
mantel blanco y siete platos pequeños, y con cada plato una
cucharita. También, había siete pequeños cuchillos y
Érase una vez una joven y bella princesa llamada Blancanieves
tenedores, y siete jarritas llenas de agua. Contra la pared se
que vivía en un reino muy lejano con su padre y madrastra.
hallaban siete pequeñas camas, una junto a la otra, cubiertas
Su madrastra, la reina, era también muy hermosa, pero con colchas tan blancas como la nieve.
arrogante y orgullosa. Se pasaba todo el día contemplándose
Blancanieves estaba tan hambrienta y sedienta que comió un
frente al espejo. El espejo era mágico y cuando se paraba frente
poquito de vegetales y pan de cada platito y bebió una gota de
a él, le preguntaba:
cada jarrita. Luego, quiso acostarse en una de las camas, pero
—Espejito, espejito, ¿quién es la más hermosa del reino? ninguna era de su medida, hasta que finalmente pudo
acomodarse en la séptima.
Entonces el espejo respondía:
Cuando ya había oscurecido, regresaron los dueños de la
— Tú eres la más hermosa de todas las mujeres. cabaña. Eran siete enanos que cavaban y extraían oro y piedras
La reina quedaba satisfecha, pues sabía que su espejo siempre preciosas en las montañas. Ellos encendieron sus siete
decía la verdad. Sin embargo, con el pasar de los años, la linternas, y observaron que alguien había estado en la cabaña,
belleza y bondad de Blancanieves se hacían más evidentes. pues las cosas no se encontraban en el mismo lugar.
Por todas sus buenas cualidades, superaba mucho la belleza El primero dijo: —¿Quién se ha sentado en mi silla?
física de la reina. Y llegó al fin un día en que la reina preguntó
de nuevo: El segundo dijo: —¿Quién comió de mi plato?
—Espejito, espejito, ¿quién es la más hermosa del reino? El tercero dijo: —¿Quién mordió parte de mi pan?
El espejo contestó: El cuarto dijo: —¿Quién tomó parte de mis vegetales?

—Blancanieves, a quien su bondad la hace ser aún más bella El quinto dijo: —¿Quién usó mi tenedor?
que tú.
El sexto dijo: —¿Quién usó mi cuchillo?
La reina se llenó de ira y ordenó la presencia del cazador y le El séptimo dijo: —¿Quién bebió de mi jarra?
dijo:
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Entonces el primero observó una arruga en su cama y dijo: — Y el día llegó cuando un apuesto príncipe que cruzaba el
Alguien se ha metido en mi cama. bosque en su caballo, vio a la hermosa joven en la urna de
cristal y maravillado por su belleza, le dio un beso en la mejilla,
Y los demás fueron a revisar sus camas, diciendo: —Alguien ha la joven despertó al haberse roto el hechizo. Blancanieves y el
estado en nuestras camas también. príncipe se casaron y vivieron felices para siempre
Pero cuando el séptimo miró su cama, encontró a Blancanieves
EL GATO CON BOTAS
durmiendo plácidamente y llamó a los demás:
—¡Oh, cielos! —susurraron—. Qué encantadora muchacha
Cuando llegó el amanecer, Blancanieves se despertó muy Érase una vez un
asustada al ver a los siete enanos parados frente a ella. Pero molinero muy pobre
los enanos eran muy amistosos y le preguntaron su nombre. que dejó a sus tres
hijos por herencia un
—Mi nombre es Blancanieves —respondió—, y les contó todo
molino, un asno y un
acerca de su malvada madrastra.
gato. En el reparto, el
Los enanos dijeron: molino fue para el hijo
mayor, el asno para el
—Si puedes limpiar nuestra casa, cocinar, tender las camas, segundo y el gato para
lavar, coser y tejer, puedes quedarte todo el tiempo que el más joven. Éste
quieras—. Blancanieves aceptó feliz y se quedó con ellos. último se lamentó de su suerte en cuanto supo cuál era su parte.
Pasó el tiempo y un día, la reina decidió consultar a su espejo —¿Qué será de mí? Mis hermanos trabajarán juntos y harán
y descubrió que la princesa vivía en el bosque. Furiosa, fortuna, pero yo sólo tengo un gato.
envenenó una manzana y tomó la apariencia de una anciana.
El gato escuchó las palabras de su joven amo y decidido a
— Un bocado de esta manzana hará que Blancanieves duerma ayudarlo, dijo:
para siempre — dijo la malvada reina.
—No se preocupe mi señor, yo puedo ser más útil y valioso de
Al día siguiente, los enanos se marcharon a trabajar y lo que piensa. Le pido que por favor me regale un saco y un par
Blancanieves se quedó sola. de botas para andar entre los matorrales.
Poco después, la reina disfrazada de anciana se acercó a la Aunque el joven amo no creyó en las palabras del gato, le dio
ventana de la cocina. La princesa le ofreció un vaso de agua. lo que pedía pues sabía que él era un animal muy astuto.
—Eres muy bondadosa —dijo la anciana—. Toma esta Poniendo su plan en marcha, el gato reunió algunas zanahorias
manzana como gesto de agradecimiento. y se fue al bosque a cazar conejos. Con el saco lleno de conejos
En el momento en que Blancanieves mordió la manzana, cayó y sus botas nuevas, se dirigió hacia el palacio real y consiguió
desplomada. Los enanos, alertados por los animales del ser recibido por el rey.
bosque, llegaron a la cabaña mientras la reina huía. Con gran —Su majestad, soy el gato con botas, leal servidor del marqués
tristeza, colocaron a Blancanieves en una urna de cristal. Todos de Carabás —este fue el primer nombre que se le ocurrió al
tenían la esperanza de que la hermosa joven despertase un día. gato—. El marqués quiere ofrecerle estos regalos.
Los conejos agradaron mucho al rey.
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Al día siguiente, el gato con botas volvió al bosque y atrapó un preguntaba lo mismo y con cada respuesta de los campesinos,
jabalí. Una vez más, lo presentó al rey, como un regalo del se asombraba más de la riqueza del señor marqués de
marqués de Carabás. Carabás.
Durante varias semanas, el gato con botas atrapó más animales Finalmente, el ingenioso gato llegó hasta el más majestuoso
para presentarlos como regalos al rey. El rey estaba muy castillo que tenía por dueño y señor a un horripilante y malvado
complacido con el marqués de Carabás. ogro. De hecho, todas las tierras por las que había pasado el
rey pertenecían a este castillo.
Un día, el gato se enteró que el rey iba de visita al río en
compañía de su hija, la princesa, y le dijo a su amo: El gato sabía muy bien quién era el ogro y pidió hablar con él.
Para no ser rechazado, le dijo al ogro que le resultaba imposible
—Haga lo que le pido mi señor, vaya al río y báñese en el lugar pasar por su castillo y no tener el honor de darle sus respetos.
indicado. Yo me encargaré del resto. El ogro sintiéndose adulado le permitió pasar.
El joven amo le hizo caso al gato. Cuando la carroza del rey —Señor, he escuchado que usted tiene el envidiable don de
pasó junto al río, el gato se puso a gritar con todas sus fuerzas: convertirse en cualquier animal que desee —dijo el gato.
—¡Socorro, socorro! ¡El señor marqués de Carabás se está — Es cierto —respondió el ogro—, y para demostrarlo me
ahogando! convertiré en león.
Recordando todos los regalos que el marqués le había dado, el El gato se asustó de tener a un león tan cerca. Sin embargo,
rey ordenó a su guarda a ayudar al joven. Como el supuesto estaba decidido a seguir con su elaborado plan.
marqués de Carabás se encontraba empapado y su ropa se
había perdido en la corriente del río, el rey también ordenó que Cuando el ogro volvió a su horripilante forma, el gato dijo:
lo vistieran con el traje más elegante y lo invitó a pasar al
carruaje. En el interior del carruaje se encontraba la princesa —¡Sus habilidades son extraordinarias! Pero me parecería más
quien se enamoró inmediatamente del apuesto y elegante extraordinario que usted pudiera convertirse en algo tan
marqués de Carabás. pequeño como un ratón.

El gato, encantado de ver que su plan empezaba a dar —Claro que sí puedo—respondió el ogro un tanto molesto.
resultado, se fue delante de ellos. Al encontrar unos Cuando el ogro se convirtió en ratón, el gato lo atrapó de un
campesinos que cortaban el prado en un enorme terreno, dijo: solo zarpazo y se lo comió.
—Señores campesinos, si el rey llegara a preguntarles a quién Al escuchar que se acercaba el carruaje, el gato corrió hacia las
pertenecen estas tierras, deben contestarle que pertenecen al puertas del castillo para darle la bienvenida al rey:
marqués de Carabás. Háganlo y recibirán una gran
recompensa. —Bienvenido al castillo del señor marqués de Carabás.

Cuando el rey se detuvo a preguntar, los campesinos —¿Cómo, señor marqués de Carabás? —exclamó el rey—.
contestaron al unísono: ¿También este castillo le pertenece?

—Su majestad, estas tierras son de mi señor, el marqués de El rey deslumbrado por la enorme fortuna del marqués de
Carabás. Carabás, dio su consentimiento para que se casara con la
princesa.
El gato, caminando adelante de la carroza, iba diciendo lo
mismo a todos los campesinos que se encontraba. El rey

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Aquel joven que antes fue pobre se había convertido en un —Pinocho, Pepe Grillo te mostrará el camino —dijo Gepeto—.
príncipe gracias a la astucia de un gato. El joven nunca olvidó Por favor, no te distraigas y llega a la escuela a tiempo.
los favores del gato con botas y lo recompensó con una capa,
un sombrero y un par de botas nuevas. Pinocho salió de casa, pero nunca llegó a la escuela. En
cambio, decidió ignorar los consejos de Pepe Grillo y vender los
libros para comprar un tiquete para el teatro de marionetas.
Cuando Pinocho comenzó a bailar con las marionetas, el
CUENTO DE PINOCHO titiritero sorprendido con las habilidades del niño de madera, le
preguntó si quería unirse a su espectáculo de marionetas.
Érase una vez un anciano Pinocho aceptó alegremente.
carpintero llamado
Gepeto que era muy feliz Sin embargo, las intenciones del malvado titiritero eran muy
haciendo juguetes de diferentes; su plan era hacerse rico con la única marioneta con
madera para los niños de vida en el mundo. De inmediato, encerró a Pinocho y a Pepe
su pueblo. Grillo en una jaula. Fue entonces que Pinocho reconoció su
error y comenzó a llorar. El hada azul apareció de la nada.
Un día, hizo una
marioneta de una madera Aunque el hada azul conocía las razones por las cuales Pinocho
de pino muy especial y se encontraba atrapado, aun así, le preguntó:
decidió llamarla Pinocho. En la noche, un hada azul llegó al —Pinocho, ¿por qué estás en esta jaula?
taller del anciano carpintero:
Pero Pinocho no quiso contarle la verdad, entonces algo
—Buen Gepeto —dijo mientras el anciano dormía—, has hecho extraño sucedió. Su nariz comenzó a crecer más y más. Cuanto
a los demás tan felices, que mereces que tu deseo de ser padre más hablaba, más crecía.
se haga realidad. Sonriendo, el hada azul tocó la marioneta con
su varita mágica: —Cada vez que digas una mentira, tu nariz crecerá — dijo el
hada azul.
—¡Despierta, pequeña marioneta hecha de pino… despierta!
¡El regalo de la vida es tuyo! —Por favor, haz que se detenga—dijo Pinocho—, prometo no
mentir de nuevo.
Y en un abrir y cerrar de ojos, el hada azul dio vida a Pinocho.
Al día siguiente, camino a la escuela, Pinocho conoció a un
—Pinocho, si eres valiente, sincero y desinteresado, algún día niño:
serás un niño de verdad —dijo el hada azul—. Luego se volvió
hacia un grillo llamado Pepe Grillo, que vivía en la alacena de —Ven conmigo al País de los Juguetes. ¡En este lugar todos
Gepeto. los días son vacaciones! —dijo el niño con emoción—. Hay
juguetes y golosinas y lo mejor de todo, ¡no tienes que ir a la
—Pepe Grillo — dijo el hada azul—, debes ayudar a Pinocho. escuela!
Serás su conciencia y guardián del conocimiento del bien y del
mal. Olvidando nuevamente los consejos del hada azul y Pepe Grillo,
Pinocho salió corriendo con el niño al País de los Juguetes. Al
Al día siguiente, Gepeto envió con orgullo a su pequeño niño de llegar, se divirtió muchísimo jugando y comiendo golosinas.
madera a la escuela, pero como era tan pobre, tuvo que vender
su abrigo para comprar los libros escolares:

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CUENTO DE LA CENICIENTA
De pronto, las orejas de Pinocho y los otros niños del País de
los Juguetes comenzaron a hacerse muy largas. Por no querer Érase una vez una
ir a la escuela, ¡se estaban convirtiendo en burros! hermosa joven que vivía
con su madrastra y dos
Convertidos en burros, Pinocho y los niños llegaron a un circo. hermanastras que la
El maestro de ceremonias hizo que Pinocho trabajara para el obligaban a hacer todo
circo sin descanso. Allí, Pinocho se lastimó la pierna mientras el trabajo de la casa. La
hacía trucos. Enojado, el maestro de ceremonias lo tiró al mar pobre joven tenía que
junto con Pepe Grillo. cocinar, limpiar y
también lavarles la
En el agua, el hechizo se rompió y Pinocho volvió a su forma de
ropa.
marioneta, pero una ballena que nadaba cerca abrió su enorme
boca y se lo tragó entero. En la oscuridad del estómago de la Cansada de trabajar, la joven se quedó dormida cerca a la
ballena, Pinocho lloró mientras que Pepe Grillo intentaba chimenea y cuando se levantó con la cara sucia por las cenizas,
consolarlo. Fue en ese momento que vio a Gepeto en su bote: sus hermanastras se rieron sin parar y desde entonces
comenzaron a llamarla Cenicienta.
—Hijo mío, te estaba buscando por tierra y mar cuando la
ballena me tragó. ¡Estoy tan contento de haberte encontrado! Un día llegó a la casa una invitación del rey a un baile para
—dijo Gepeto. celebrar el cumpleaños del príncipe. Todas las jóvenes del reino
fueron invitadas y Cenicienta estaba muy feliz. Sin embargo,
Los dos se abrazaron encantados.
cuando llegó el día de la fiesta, su madrastra y hermanastras le
—De ahora en adelante seré bueno y responsable—, prometió dijeron:
Pinocho entre lágrimas.
—Cenicienta, tú no irás, te quedarás en casa limpiando y
Aprovechando que la ballena dormía, Gepeto, Pinocho y Pepe preparando la cena para cuando regresemos.
Grillo prendieron una fogata dentro de ella y saltaron de su
Las tres mujeres salieron hacia el palacio, burlándose de
enorme boca cuando el fuego la hizo estornudar. Luego,
Cenicienta.
navegaron hasta llegar a casa. Pero Gepeto cayó enfermo,
Pinocho lo alimentó y cuidó con mucho esmero y dedicación. Cenicienta corrió al jardín y se sentó en un banco a llorar. Ella
deseaba con todo su corazón poder ir al baile. De repente,
—Papá, iré a la escuela y trabajaré mucho para llenarte de
apareció su hada madrina y le dijo:
orgullo— dijo Pinocho.
—No llores Cenicienta, tú has sido muy buena y mereces ir al
Cumpliendo su promesa, Pinocho estudió mucho en la escuela.
baile.
Entonces un día sucedió algo maravilloso. El hada azul
apareció y le dijo: Agitando su varita mágica, el hada madrina transformó una
calabaza en un coche, tres ratones de campo en hermosos
—Pinocho, eres valiente, sincero y tienes un corazón
caballos, y a un perro viejo en un cochero. ¡Cenicienta no podía
bondadoso y desinteresado, mereces convertirte en un niño de
creer lo que veía!
verdad.
— ¡Muchas gracias! —exclamó Cenicienta.
Y fue así como el niño de madera se convirtió en un niño de
verdad. Gepeto y Pinocho vivieron felices para siempre.
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—Espera, no he terminado todavía —respondió el hada
madrina con una sonrisa.
EL TRAJE NUEVO DEL EMPERADOR
Con el último movimiento de su varita mágica, transformó a
Cenicienta. Le dio un vestido y un par de zapatillas de cristal, y
En una ciudad muy remota vivía un emperador cuyo único
le dijo:
interés en la vida era vestirse con ropa de moda. Era tan grande
—Ahora podrás ir al baile, sólo recuerda que debes regresar su vanidad que se cambiaba de traje varias veces al día para
antes de la medianoche ya que a esa hora se terminará la que todos pudieran admirarlo.
magia.
Un día cualquiera, dos estafadores se acercaron al emperador
Cenicienta agradeció nuevamente al hada madrina y muy feliz manifestando que eran excelentes sastres y que podían coserle
se dirigió al palacio. Cuando entró, los asistentes, incluyendo un traje magnífico. Sería tan ligero y fino que parecería invisible,
sus hermanastras, no podían parar de preguntarse quién podría pero solo para aquellos que eran ignorantes.
ser esa hermosa princesa.
El emperador estaba muy emocionado de contar con un traje
El príncipe, tan intrigado como los demás, la invitó a bailar. que le permitiera saber cuáles de sus funcionarios eran aptos
Después de bailar toda la noche, descubrió que Cenicienta no de los cargos que ocupaban y ordenó a los supuestos sastres
sólo era la joven más hermosa del reino, sino también la más comenzar su trabajo de inmediato, pagándoles una enorme
amable y sincera que él jamás había conocido. suma de dinero.
De repente, las campanadas del reloj se hicieron escuchar, era Después de un tiempo, el rey le pidió a un anciano ministro que
la medianoche. Cenicienta se estaba divirtiendo tanto que casi fuera a ver cuánto habían progresado los dos sastres con su
olvida las palabras del hada madrina. traje. El ministro vio a los dos hombres agitando tijeras en el
aire, pero no podía ver la tela. Sin embargo, se quedó en
—¡Oh, no!, debo irme— le dijo al príncipe mientras corría fuera silencio por temor a ser llamado ignorante.
del salón de baile. Ella salió tan de prisa que perdió una de sus
zapatillas de cristal en la escalinata. —Se encuentra usted muy callado señor ministro, ¿acaso no
puede ver la maravillosa tela? —dijo uno de los estafadores.
Decidido a encontrar a la hermosa joven, el príncipe tomó la
zapatilla y visitó todas las casas del reino. —Claro que sí la veo. Esta tela está muy bella y así se lo
comunicaré a nuestro emperador —respondió el anciano
Cuando el príncipe llegó a casa de Cenicienta, sus dos ministro sin querer parecer ignorante.
hermanas y hasta la madrastra intentaron sin suerte probarse
el zapato de cristal. Él se encontraba a punto de marcharse Los estafadores pidieron entonces más dinero, el cual fue a
cuando escuchó una voz: parar a sus bolsillos. No gastaron ni en un trozo de hilo y
continuaron trabajando en las máquinas vacías.
—¿Puedo probarme la zapatilla? —dijo Cenicienta.
Poco después el emperador envió a otro funcionario de su
La joven se probó la zapatilla confianza a observar el estado de su traje e informarse de la
y le quedó perfecta. El fecha de entrega.
príncipe sabía que esta era
la hermosa joven que estaba El funcionario miró y miró la supuesta tela, pero como nada
buscando. Fue así como había, nada pudo ver.
Cenicienta y el príncipe se
—¿Verdad que es hermosa? —preguntaron los dos tramposos,
casaron y vivieron felices
señalando hacia el aire.
para siempre.
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“Estaré perdiendo la razón o la vista”, pensó el funcionario. Al
igual que el anciano ministro se quedó callado y alabó la tela EL PATITO FEO
que no existía.
—¡La tela que he visto es maravillosa! —le dijo al emperador.
Finalmente, el traje estaba listo. Al igual que el anciano ministro
y el funcionario, el emperador no podía ver nada, pero tampoco
quería parecer ignorante. De modo que admiró el supuesto traje
y agradeció a los sastres, quienes maliciosamente le dijeron:
—Señor emperador, su traje nuevo es tan digno de admiración
que debe lucirlo frente a todos.
En la granja había un gran alboroto: los polluelos de Mamá Pata
Feliz con los halagos, el emperador desfiló con su traje nuevo estaban rompiendo el cascarón.
por la calle principal. La gente podía ver al emperador desnudo,
Uno a uno, comenzaron a salir. Mamá Pata estaba tan
pero nadie lo admitía por temor a ser considerado ignorante.
emocionada con sus adorables patitos que no notó que uno de
Así que el emperador siguió caminando.
sus huevos, el más grande de todos, permanecía intacto.
Todos elogiaron la tela invisible, sus colores y maravillosos
A las pocas horas, el último huevo comenzó a romperse. Mamá
patrones. El emperador estaba muy complacido, hasta que por
Pata, todos los polluelos y los animales de la granja, se
fin, un niño gritó:
encontraban a la expectativa de conocer al pequeño que
—¡El emperador está desnudo! tardaba en nacer. De repente, del cascarón salió un patito muy
alegre. Cuando todos lo vieron se quedaron sorprendidos, este
Fue entonces que todos comenzaron a reír y a murmurar, muy patito no era pequeño ni amarillo y tampoco estaba cubierto de
pronto gritaron: suaves plumas. Este patito era grande, gris y en vez del
—¡El emperador está desnudo, el emperador no lleva nada! esperado graznido, cada vez que hablaba sonaba como una
corneta vieja.
El emperador repentinamente se dio cuenta de que tenían
razón, pero pensó para sí mismo: “Ahora debo seguir fingiendo Aunque nadie dijo nada, todos pensaron lo mismo: “Este patito
hasta el final o pareceré aún más ignorante”. Fue así que el es demasiado feo”.
emperador siguió caminando airoso, mientras la multitud reía a Pasaron los días y todos los animales de la granja se burlaban
carcajadas. de él. El patito feo se sintió muy triste y una noche escapó de la
granja para buscar un nuevo hogar.
El patito feo recorrió la profundidad del bosque y cuando estaba
a punto de darse por vencido, encontró el hogar de una humilde
anciana que vivía con una gata y una gallina. El patito se quedó
con ellos durante un tiempo, pero como no estaba contento,
pronto se fue.
Al llegar el invierno, el pobre patito feo casi se congela.
Afortunadamente, un campesino lo llevó a su casa a vivir con

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su esposa e hijos. Pero el patito estaba aterrado de los niños, A continuación, partió el segundo hijo al bosque y como al
quienes gritaban y brincaban todo el tiempo y nuevamente mayor, su madre le dio una deliciosa torta y una botella de
escapó, pasando el invierno en un estanque pantanoso. leche. También le salió al paso el hombrecillo gris y le pidió un
trocito de torta y un sorbo de leche. El segundo hijo le contestó
Finalmente, llegó la primavera. El patito feo vio a una familia de con desprecio:
cisnes nadando en el estanque y quiso acercárseles. Pero
recordó cómo todos se burlaban de él y agachó la cabeza —Si te doy, me quedo sin qué comer—. Sin más, dejó al
avergonzado. Cuando miró su reflejo en el agua se quedó hombrecillo y siguió su camino hacia el árbol más frondoso. El
asombrado. Él no era castigo no se hizo esperar; no había dado más que unos pocos
un patito feo, sino un hachazos, cuando se golpeó la pierna y tuvo que regresar a
apuesto y joven cisne. casa.
Ahora sabía por qué
se veía tan diferente a En ese momento, dijo Tontín: —Padre, déjame ir a cortar leña.
sus hermanos y El padre contestó: —Tus hermanos se han hecho daño, así que
hermanas. ¡Ellos eran déjalo ya. Tú no entiendes nada de esto.
patitos, pero él era un
cisne! Feliz, nadó Pero Tontín insistió tanto, que finalmente el padre dijo: —Anda,
hacia su familia. ve; ya aprenderás a fuerza de golpes.
La madre le dio una torta que había hecho con agua y harina y
una botella de leche agria. Cuando llegó al bosque, se tropezó
CUENTO EL GANSO DE ORO con el viejo hombrecillo gris que lo saludó y le dijo:
— Por favor dame un trozo de torta y un trago de tu botella,
Había una vez un hombre que tenía tres hijos. Al más joven de pues tengo mucha hambre y sed.
los tres lo llamaban Tontín, y era despreciado, burlado, y dejado
de lado en cada ocasión. Tontín le respondió: —Sólo tengo una torta de harina y leche
agria, pero si te apetece, sentémonos y comamos.
Un día, quiso el hijo mayor ir al bosque a cortar leña, su madre
le dio una deliciosa torta de huevo y una botella de leche para Los dos hombres comieron y bebieron y luego dijo el
que no pasara hambre ni sed. Al llegar al bosque se encontró hombrecillo:
con un hombrecillo de pelo gris y muy viejo que lo saludó
cortésmente y le dijo: —Como tienes buen corazón y te gusta compartir, te voy a
hacer un regalo. Allí hay un árbol viejo, córtalo y encontrarás
— Por favor dame un trozo de torta y un sorbo de tu leche, pues algo en la raíz. Dicho esto, el hombrecillo se despidió.
estoy hambriento y sediento.
Tontín se dirigió hacia el árbol, lo taló y cuando este cayó,
—Si te doy pastel y leche, me quedaré sin qué comer — encontró en la raíz un gran ganso que tenía las plumas de oro
respondió el hijo mayor—. Y dejó plantado al hombrecillo para puro. Lo sacó de allí, llevándoselo consigo y se dirigió a una
seguir su camino. Pero cuando comenzó a talar un árbol, dio un posada para pasar la noche. El posadero tenía tres hijas que,
golpe equivocado y se lastimó el brazo con el hacha, por lo que al ver el ganso, sintieron curiosidad por conocer qué clase de
tuvo que regresar a casa. Con ese golpe, pagó por su ave maravillosa era aquella. La mayor pensó: «Ya tendré
comportamiento con el hombrecillo. ocasión de arrancarle una pluma.» Tan pronto Tontín había
salido, tomó al ganso por un ala, pero el dedo y la mano se le
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quedaron allí pegados. Poco después llegó la segunda, que no seguidores ante la hija del rey. Tan pronto ella vio a las siete
tenía otro pensamiento que arrancar una pluma de oro; pero personas correr sin cesar, uno detrás del otro, de aquí para allá,
apenas tocó a su hermana, se quedó pegada a ella. Finalmente comenzó a reír a carcajadas. Tontín se ganó el corazón de la
llegó la tercera con las mismas intenciones. Entonces gritaron princesa al haberle devuelto su risa. Los dos se casaron y
las dos hermanas: fueron felices para siempre.
—¡No te acerques, por tu bien, no te acerques!
Pero ella no entendió por qué no tenía que acercarse y pensó:
«Si ellas están ahí, también puedo estarlo yo», y se acercó
dando saltos; pero apenas había tocado a su hermana se quedó
pegada a ella. Así que tuvieron que pasar la noche pegadas al
ganso.
A la mañana siguiente Tontín tomó el ganso en brazos sin
preocuparse de las tres jóvenes que estaban pegadas. Ellas
tuvieron que correr detrás de él, a la derecha o a la izquierda,
según se le ocurriera ir.
En medio del campo se encontraron con el cura y, cuando este
vio el cortejo, dijo: CUENTO DE CAPERUCITA ROJA
—¿Pero no les da vergüenza muchachas, seguir así a un joven
por el campo? ¿Creen que eso está bien? Érase una vez una niñita
que lucía una hermosa
Con estas palabras, tomó a la más joven de la mano con el fin capa de color rojo. Como
de separarla, pero se quedó igualmente pegado y tuvo que la niña la usaba muy a
correr también detrás. Poco después llegó el sacristán y vio al menudo, todos la
señor cura seguir a las jóvenes. Se asombró y gritó: llamaban Caperucita
Roja.
—¡Ay, señor cura! ¿Adónde va con tanta prisa? No olvide que
hoy todavía tenemos un bautizo. Un día, la mamá de
Caperucita Roja la llamó y le dijo:
Se dirigió hacia él y lo tomó del abrigo, quedando también allí
pegado. Iban los cinco corriendo uno tras otro, cuando se —Abuelita no se siente muy bien, he horneado unas galleticas
aproximaron dos campesinos con sus azadones. El cura los y quiero que tú se las lleves.
llamó y les pidió que lo liberaran a él y al sacristán. Pero apenas
habían tocado al sacristán, se quedaron allí pegados y de ese —Claro que sí —respondió Caperucita Roja, poniéndose su
modo ya eran siete los que corrían tras Tontín y el ganso. capa y llenando su canasta de galleticas recién horneadas.

Pronto llegaron a una ciudad, donde el rey que gobernaba tenía Antes de salir, su mamá le dijo:
una hija que era tan seria que nadie podía hacerla reír. Para — Escúchame muy bien, quédate en el camino y nunca hables
ese entonces él había firmado una ley diciendo que el hombre con extraños.
que fuera capaz de hacerla reír podía casarse con ella. Cuando
Tontín escuchó esto, fue con su ganso y todo su tren de
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—Yo sé mamá —respondió Caperucita Roja y salió Caperucita Roja pensó que su abuelita se encontraba muy
inmediatamente hacia la casa de la abuelita. enferma porque se veía muy pálida y sonaba terrible.
Para llegar a casa de la abuelita, Caperucita debía atravesar un —¡Abuelita, abuelita, qué ojos más grandes tienes!
camino a lo largo del espeso bosque. En el camino, se encontró
con el lobo. —Son para verte mejor —respondió el lobo.

—Hola niñita, ¿hacia dónde te diriges en este maravilloso día? —¡Abuelita, abuelita, qué orejas más grandes tienes!
—preguntó el lobo. —Son para oírte mejor —susurró el lobo.

Caperucita Roja recordó que su mamá le había advertido no —¡Abuelita, abuelita, que dientes más grandes tienes!
hablar con extraños, pero el lobo lucía muy elegante, además
era muy amigable y educado. —¡Son para comerte mejor!

—Voy a la casa de abuelita, señor lobo —respondió la niña—. Con estas palabras, el malvado lobo tiró su manta y saltó de la
Ella se encuentra enferma y voy a llevarle estas galleticas para cama. Asustada, Caperucita salió corriendo hacia la puerta.
animarla un poco. Justo en ese momento, un leñador se acercó a la puerta, la cual
se encontraba entreabierta. La abuelita estaba escondida
—¡Qué buena niña eres! —exclamó el lobo. —¿Qué tan lejos detrás de él.
tienes que ir?
Al ver al leñador, el lobo saltó por la ventana y huyó espantado
—¡Oh! Debo llegar hasta el final del camino, ahí vive abuelita— para nunca ser visto.
dijo Caperucita con una sonrisa.
La abuelita y Caperucita Roja agradecieron al leñador por
—Te deseo un muy feliz día mi niña —respondió el lobo. salvarlas del malvado lobo y todos comieron galleticas con
El lobo se adentró en el bosque. Él tenía un enorme apetito y leche. Ese día Caperucita Roja aprendió una importante
en realidad no era de confiar. Así que corrió hasta la casa de la lección:
abuela antes de que Caperucita pudiera alcanzarlo. Su plan era “Nunca debes hablar con extraños”.
comerse a la abuela, a Caperucita Roja y a todas las galleticas
recién horneadas.
El lobo tocó la puerta de la abuela. Al verlo, la abuelita corrió
despavorida dejando atrás su chal. El lobo tomó el chal de la
viejecita y luego se puso sus lentes y su gorrito de noche.
Rápidamente, se trepó en la cama de la abuelita, cubriéndose
hasta la nariz con la manta. Pronto escuchó que tocaban la
puerta:
—Abuelita, soy yo, Caperucita Roja.
Con vos disimulada, tratando de sonar como la abuelita, el lobo
dijo:
—Pasa mi niña, estoy en camita.
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—¡Levántense ya, no sean flojos! Vamos al mercado a comprar
HANSEL Y GRETEL alimentos.
Luego, les dio a los pequeños un trozo de pan y les dijo:
—Este es el almuerzo; no se lo coman enseguida, porque no
hay más.
Gretel guardó el pan en su delantal. Hansel puso el suyo en el
bolsillo de su abrigo y lo desmenuzó en secreto, con cada paso
que daba, arrojaba las migas de pan en el camino.
—Espérenme aquí —dijo la madrastra cuando se encontraban
Un humilde leñador vivía con sus dos hijos y su nueva esposa en medio del bosque—, ya regreso.
en un bosque a las afueras del pueblo. El niño se llamaba Sin embargo, pasaron las horas sin que volvieran a saber de la
Hansel y la niña, Gretel. Todos los días el leñador trabajaba sin mujer. Tan grande era su maldad que los había abandonado sin
descanso. Sin embargo, llegó un momento en el que no le tomarse la molestia de dejarlos en el pueblo.
alcanzaba para el sustento de su familia. Preocupado, el
leñador le dijo a su esposa una noche: Hansel y Gretel se sentaron en la oscuridad y compartieron el
pedazo de pan de Gretel. Pronto, los dos niños se quedaron
—No tengo lo suficiente para comprar pan y mantequilla, ¿qué dormidos. Cuando despertaron en medio de la noche, Gretel
haré para alimentarnos y alimentar a los niños? comenzó a llorar y dijo:
—Esto es lo que haremos —respondió la mujer—, mañana por —¿Cómo encontraremos el camino a casa?
la mañana, llevaré a Hansel y a Gretel a la entrada del pueblo
y los dejaré ahí; una familia acaudalada se apiadará de ellos y Hansel la consoló diciéndole:
vivirán una vida muy cómoda y feliz. Entonces, solo tendremos
que preocuparnos por nosotros. —Espera a que salga la luna, luego seguiremos mi camino de
migas de pan hasta la casa. Sin embargo, cuando salió la luna
—Jamás lo permitiré —dijo el hombre—. ¿Cómo crees que no pudieron seguir el camino porque las aves del bosque se
puedo abandonar a mis hijos? habían comido las migas. Los dos pequeños se encontraban
perdidos en el bosque.
—Debes hacerlo —refutó la mujer—. Si no lo haces, todos
vamos a tener hambre. Después de muchos días y noches de vagar por el bosque, los
niños hallaron una casita que estaba hecha con pan de jengibre.
Los dos niños, incapaces de dormir por el hambre, habían
escuchado la conversación. Llorando, Gretel le dijo a su —¡Comamos! —dijo Hansel—, mordisqueando el techo
hermano: mientras Gretel probaba parte de la ventana.
—Hansel, no puedo creer lo que hemos escuchado. De repente, la puerta se abrió y una anciana salió cojeando
apoyada en un bastón. Hansel y Gretel estaban tan asustados
—No te preocupes Gretel —respondió Hansel con voz que dejaron caer los pedazos de jengibre que habían estado
tranquila—. Tengo una idea. comiendo. La anciana sonrió muy amablemente y les dijo:
Al amanecer, la malvada mujer despertó a sus dos hijastros —Soy una viejita muy solitaria, me siento muy feliz de verlos.
gritando:

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La anciana los condujo al interior de su casa, cocinándoles una
maravillosa cena. Luego, los llevó a dos lindas camitas, y JACK Y LOS FRIJOLES MÁGICOS
Hansel y Gretel durmieron cómodamente. Pero la amable
anciana era en realidad una bruja que usaba su casa para Érase una vez un niño llamado Jack que vivía con su mamá en
atrapar a los niños y convertirlos en muñecos de jengibre. una humilde granja. Ellos eran muy pobres y lo único que tenían
era una vaca flaca.
Temprano en la mañana, la bruja encerró a Hansel en una jaula
mientras dormía. Luego despertó a Gretel y le dijo: Un día la mamá de Jack lo llamó y le dijo:
—Levántate floja, y ayúdame a preparar el horno. ¡Voy a — Lleva la vaquita al pueblo y con el dinero que te paguen por
convertir a tu hermano en un muñeco de jengibre! ella compraremos comida. Asegúrate de recibir un buen precio.
Gretel lloró al escuchar las palabras de la bruja, pero no tuvo Jack partió de inmediato. En el camino, un anciano de aspecto
más remedio que hacer lo que le ordenaba. Cuando la niña bonachón y alegre lo saludó y le dijo:
encendió el fuego del horno, la bruja le dio una nueva orden:
—Hola amiguito, ¿a dónde te diriges?
—Métete adentro y mira si el horno está lo suficientemente
Jack le contestó:
caliente.
—Voy al pueblo a vender mi vaquita para comprar comida.
En el momento que Gretel estuviera dentro, la bruja tenía la
intención de cerrar el horno y convertir a la pobre niña en una —No te preocupes amiguito, yo me quedo con la vaca y
muñeca de jengibre. Pero Gretel conocía las crueles prometo cuidar muy bien de ella. A cambio, te daré estos tres
intenciones de la bruja y respondió: frijolitos mágicos, ellos te traerán una enorme fortuna —dijo el
viejito.
— No sé qué hacer, ¿cómo entro al horno?
Al llegar a casa, Jack saludó a su mamá con un abrazo y una
—La puerta es lo suficientemente grande, mírame entrar —
enorme sonrisa.
respondió la bruja muy molesta.
—Mira mamá, he dejado a la vaca con un señor muy bueno y a
Luego, abrió la puerta del horno mágico y se metió adentro.
cambio él me dio estos frijoles mágicos.
Gretel instantáneamente cerró la puerta. Una vez dentro del
horno, ¡la bruja se convirtió en una muñeca de jengibre! —¿Cómo pudiste cambiar lo único que tenemos por unos pocos
frijoles? —dijo su mamá—. Muy enojada, arrojó los frijoles por
Gretel liberó a Hansel de su prisión. A la salida de la casa de la
la ventana. Jack estaba muy triste y se fue a dormir sin cenar.
bruja, Hansel tropezó con un baúl lleno de joyas. Los dos niños
se llenaron los bolsillos de oro, perlas y diamantes. Felices, Cuando Jack se despertó la mañana siguiente, descubrió a
recorrieron el bosque hasta que vieron a su padre en la través de la ventana, un enorme tallo que había brotado de sus
distancia. frijoles mágicos. Movido por la curiosidad, Jack trepó el tallo
hasta alcanzar un reino en el cielo. De la nada, apareció una
El angustiado hombre abrazó a sus hijos con fuerza, todos los
pequeña hada azul y le dijo:
días salía a buscarlos. Tanta era su pena que no quiso volver a
saber de su malvada esposa. Hansel sacó las joyas de sus —Ese castillo que ves a lo lejos perteneció a un caballero y a
bolsillos, y dijo con emoción: su familia. Ahora vive en él un gigante muy malvado. Jack,
necesitas saber que tu madre es la esposa del caballero y tú
—Mira papá, nunca tendrás que volver a cortar leña.Fue así que
eres su hijo. Sé valiente y recupera lo que te pertenece.
esta pequeña familia vivió feliz para siempre.
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Al decirlo, el hada desapareció. Jack continuó su camino hacia El arpa tocaba música alegre, pero Jack se sentía triste al ver
el castillo. Al encontrar las puertas entreabiertas ingresó sin la pobre gallina enjaulada. Mientras el gigante dormía, Jack
anunciarse. Al instante, se topó con la esposa del gigante y le tomó la gallina y el arpa. De repente, el arpa gritó:
dijo:
—¡Amo, un niño me está robando!
—¿Señora, puede por favor darme algo de comer y beber?,
tengo mucha hambre. El gigante se despertó y vio a Jack con sus dos preciados
tesoros. Furioso, corrió detrás de él. Jack descendió el tallo con
La noble mujer le dio un trozo de pan y un vaso de leche. el arpa y la gallina a cuestas. Al tocar tierra llamó a su mamá:
Mientras comía, entró el gigante.
—Mamá, mamá trae el hacha.
El gigante tenía un aspecto horripilante. Jack estaba
aterrorizado y de un salto se escondió en la alacena. Su mamá trajo el hacha y Jack derrumbó el tallo.

El gigante exclamó: ¡CATAPLÚN!

—¡Fi, fa, fo, fum! Huelo el aroma de un niño inglés. Cayó el gigante tan fuerte que fue a dar al otro lado del mundo.

—¡Aquí no hay ningún niño! —dijo la esposa del gigante. Al día siguiente, Jack y su mamá se despertaron asombrados
al saber que la gallina ponía huevos de oro. ¡La gallinita estaba
Sin cuestionar a su esposa, el gigante se retiró a su habitación. tan feliz que dejó miles de huevos de oro regados por toda la
Sacó debajo de la cama una bolsa con monedas de oro, las casa! La preciosa música del arpa los mantuvo alegres… y
contó y las dejó a un lado. Luego, tomó una siesta. Jack salió todos vivieron felices para siempre.
sigilosamente de su escondite, guardó un puñado de monedas
en sus bolsillos y huyó del castillo.
En casa, le dio las monedas a su madre. Ambos vivieron felices
y cómodamente por algún tiempo.
Cuando se agotaron las monedas, Jack volvió a trepar el tallo
hacia el castillo del gigante. Al igual que antes, se encontró con
la esposa del gigante, ella le dió de comer y el gigante aparecío
mientras comía. Una vez más, Jack terminó escondido en la
alacena. Fue entonces que el gigante exclamó:
—¡Fi, fa, fo, fum! Huelo el aroma de un niño inglés.
—¡Aquí no hay ningún niño! —dijo la esposa del gigante.
Un poco dudoso, el gigante se dirigió hacia su habitación para
tomar la siesta, pero antes de marcharse, le pidió a su esposa
que le llevara la gallina y el arpa. La esposa regresó con una
gallina enjaulada y un arpa mágica que podía reproducir las
más hermosas melodías.

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profundo durante cien años. Entonces, un príncipe vendrá y la
despertará.
Al escuchar esto, el rey y la reina se sintieron mejor. Pensando
CUENTO DE LA BELLA DURMIENTE que existía la manera de detener el destino, el rey prohibió a
todos los habitantes del reino utilizar agujas.
Érase una vez un rey y una reina que vivían muy felices, pero
La princesa creció y se convirtió en una niña amable y de dulce
anhelaban tener hijos. Después de muchos años de espera, la
corazón. Cuando cumplió sus dieciséis años, vio a una anciana
reina dio a luz a una hermosa niña y todo el reino los acompañó
coser:
en su felicidad. Hubo una gran celebración y las hadas del reino
fueron invitadas. Pero el rey olvidó invitar a una de ellas. Muy —¿Puedo intentarlo? —le preguntó.
resentida, el hada olvidada se presentó al palacio.
La anciana le respondió:
Pronto, llegó el momento en que las hadas le entregaban a la
pequeña sus mejores deseos: — ¡Por supuesto, mi pequeña niña!

—Que crezca y se convierta en la mujer más bella del mundo La princesa tomó la aguja e intentó enhebrar el hilo. En ese
—dijo la primera hada. preciso momento se pinchó el dedo y cayó en un profundo
sueño. La anciana, que era en realidad el hada resentida, la
—Que cante con la más dulce y melodiosa voz —dijo la llevó de regreso al palacio y el rey y la reina la acostaron en su
segunda hada. cama.
—Que siempre se comporte con gracia y elegancia —dijo la El reino que antes los había acompañado en la felicidad, los
tercera hada. acompañó en la desgracia; todos cayeron en un profundo
sueño.
—Que sea bondadosa y paciente—dijo la siguiente hada.
Pasaron cien años. Un día, por cuenta del destino, un príncipe
Cada una de las hadas, colmaron a la niña de hermosos deseos
llegó al palacio. Él no podía dar crédito a lo que veían sus ojos:
hasta que llegó el turno del hada que el rey olvidó invitar:
los guardas, sirvientes, gatos y hasta las vacas dormían y
— Cuando la princesa cumpla dieciséis años, se pinchará el roncaban.
dedo con una aguja y ese será su final —dijo con todo el
Al acercarse a la princesa, pensó que ella era el ser más
resentimiento que su corazón le permitía albergar en sus
hermoso del mundo y le plantó un beso en la mejilla.
palabras.
Inmediatamente, la princesa se despertó y junto con ella, el rey,
El rey, la reina y todo el reinado estaban atónitos, le suplicaron la reina, los guardas, los sirvientes, los gatos y hasta las vacas
al hada que los disculpara por no haberla invitado y se abrieron sus ojos.
retractara de lo que había dicho, pero el hada se negó a ambas
El príncipe y la princesa se casaron y vivieron felices por
propuestas.
siempre.
Había una última hada que faltaba por presentar su deseo.
Queriendo ayudar a la pequeña, le dijo al rey y a la reina:
—No puedo deshacer las palabras pronunciadas, pero puedo
cambiar el curso de los eventos: la princesa no morirá cuando
su dedo se pinche con la aguja, pero caerá en un sueño

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Estando en la calle, tomó una flauta que llevaba colgada en el
EL FLAUTISTA DE HAMELÍN cuello y comenzó a tocarla. En todos los rincones de Hamelín
podía escucharse una hermosa melodía.
A las orillas de un río al norte de Alemania, reposa una ciudad
de paisajes pintorescos llamada Hamelín. De repente hubo un estruendo, miles de ratas llegaron desde
todas las direcciones siguiendo el sonido que provenía de la
Un día, la ciudad se vio atacada por una lamentable plaga: flauta. El extraño se dirigió hacia el río, todas las ratas, ratones
¡estaba llena de ratas! y ratoncitos se zambulleron en sus aguas quedando atrapadas
Tantas eran las ratas que se atrevían a desafiar a los perros, en la corriente. No quedó rastro de un solo roedor en las calles
perseguían a los gatos, se escondían debajo de las camas, en de Hamelín; el extraño flautista había cumplido su promesa.
los armarios, en las despensas y hasta robaban enteros los Al cabo de unas horas, el extraño regresó al Concejo Municipal
quesos para luego comérselos, sin dejar una miguita. a reclamar su recompensa. Pero el alcalde, los concejales y los
¡La vida en Hamelín se estaba tornando insoportable! pobladores habían cambiado de opinión.

El pueblo harto de la situación se reunió con el alcalde y los —Has hecho un gran trabajo, pero diez monedas de oro son
miembros del Concejo Municipal para encontrar la solución, demasiado pago por tocar la flauta. Te pagaremos una moneda
pero después de una hora de discusiones no resultó una idea de oro y nada más —dijo el alcalde.
para exterminar los molestos roedores. El extraño los miró con sus brillantes ojos azules, dio media
Apenas se había dado por terminada la infructuosa reunión, los vuelta y se marchó.
presentes oyeron algo inesperado. En la puerta del Concejo Encontrándose en la calle, sacó nuevamente su flauta y
Municipal sonaba un ligero repiqueteo. comenzó a tocarla. Esta vez la melodía que provenía del
Entonces entró en la sala el hombre más extraño que se puedan instrumento era diferente, pero igualmente hermosa. Todos los
imaginar. niños y niñas de Hamelín salieron de las escuelas y de las
casas y comenzaron a seguir al extraño; bailaban, cantaban y
Llevaba una larga capa formada por recuadros negros, rojos y aplaudían.
amarillos. Era alto, delgado y con brillantes ojos azules, portaba
una sonrisa que dirigía a unos y otros, como si se hallara entre El extraño salió de la ciudad, pasó por el río y desapareció en
viejos amigos. la espesura del bosque… todos los niños lo siguieron.

—Es bien sabido en toda Alemania que Hamelín tiene un


problema con las ratas. Si ahuyento a todas las ratas, ¿cuál
sería mi recompensa? —dijo el extraño.
Por un momento, el alcalde se quedó atónito. Le resultaba difícil
creer que el estrafalario hombre pudiera liberarlos del problema.
—Diez monedas de oro del tesoro municipal si puedes cumplir
lo que prometes— dijo el alcalde.
El extraño asintió con la cabeza y se marchó.

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El pobre hombre estaba tan aterrorizado que no tuvo más
CUENTO DE RAPUNZEL remedio que aceptar. Tan pronto la esposa dio a luz, la bruja se
llevó a la niña y la llamó Rapunzel.
Había una vez una pareja que por mucho tiempo deseaba tener
un bebé, hasta que por fin ese deseo se hizo realidad. A través Rapunzel se convirtió en la niña más hermosa bajo el sol.
de la ventana trasera de la pequeña casa donde vivían, podían Cuando tenía doce años, la bruja la encerró en una torre en
ver un espléndido jardín que estaba lleno de las más bellas medio de un espeso bosque. La torre no tenía escaleras ni
plantas y las más suculentas frutas y vegetales. El jardín estaba puertas, solo una pequeña ventana en lo alto. Cada vez que la
rodeado por un alto muro, y nadie se atrevía a entrar a él, bruja quería subir a la torre, se paraba bajo la ventana y gritaba:
porque pertenecía a una bruja muy malvada. —¡Rapunzel, Rapunzel, deja tu trenza caer!
Un día, la mujer se asomó a la ventana y vio en el jardín un La niña dejaba caer por la ventana su larga trenza dorada y la
huerto de espinacas frescas y verdes. Tanto era su anhelo de bruja subía la torre.
probarlas que se enfermó gravemente.
Muchos años después, el hijo del rey estaba cabalgando por el
El hombre, muy preocupado por la salud de su esposa, decidió bosque. Al acercarse a la torre, escuchó una canción tan
tomar el riesgo de entrar al jardín de la bruja. De manera que, hermosa que lo hizo detenerse. Era Rapunzel, que estaba
en la noche trepó el alto muro que separaba el jardín, pasando el tiempo cantando con su dulce y hermosa voz. El
rápidamente desenterró un puñado de espinacas y se lo llevó a príncipe quiso alcanzarla, y buscó una puerta en la torre, pero
su mujer. Ella inmediatamente preparó una ensalada, la cual se no encontró alguna.
deleitó en comer.
Entonces, cabalgó al palacio. Sin embargo, la canción le había
Las espinacas eran tan deliciosas, que al día siguiente su deseo llegado tan profundo al corazón, que siguió regresando al
se hizo aún más grande. Nuevamente, el hombre quiso bosque todos los días para escucharla.
complacerla y se dispuso a trepar el muro. Pero tan pronto
había desenterrado el puñado de espinacas, para su horror, vio Un día, mientras estaba escondido detrás de un árbol, vio a la
a la bruja parada frente a él: bruja acercarse y la escuchó decir:
—¿Cómo puedes atreverte a entrar a mi jardín y como un ladrón —¡Rapunzel, Rapunzel, deja tu trenza caer!
llevarte mis espinacas? Te juro que pagarás por esto —dijo la
bruja con un tono muy amenazante. Sabiendo cómo subir la torre, el príncipe regresó en la noche y
gritó:
—Le ofrezco mis disculpas —respondió el hombre con voz
temblorosa—, hice esto por necesidad. Mi esposa está —¡Rapunzel, Rapunzel, deja tu trenza caer!
embarazada y al ver sus espinacas sintió un anhelo que se Rapunzel dejó caer su trenza pensando que era la malvada
apoderó de ella, desde ese entonces ha estado muy enferma. bruja y el príncipe subió.
La ira de la bruja disminuyó un poco, y dijo: Al principio Rapunzel se asustó, pero el príncipe le explicó que
—Si las cosas son como dices, te permitiré tomar todas las la había escuchado cantar y que su hermosa voz le había
espinacas que quieras, estas salvarán la vida de tu esposa, robado el corazón.
pero bajo una condición: me tienes que dar el hijo que tu esposa Rapunzel perdió el miedo y cuando él le preguntó si lo tomaría
va a tener. Yo seré su madre, conmigo será feliz y nunca le como esposo, ella aceptó feliz.
faltará nada.

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Los dos pensaron que la mejor manera para que Rapunzel
escapara de la torre, sería que el príncipe le trajera un hilo de
seda todos los días y que ella lo tejiera en una escalera para
luego descenderla.
Pero un día, mientras Rapunzel estaba tejiendo la escalera, la
bruja vino a visitarla y gritó:
—¡Rapunzel, Rapunzel, deja tu trenza caer!
Cuando la bruja malvada entró en la habitación de Rapunzel,
vio la escalera y se enojó muchísimo:
—¡Me has traicionado! —dijo furiosa.
Sin decir más, la malvada bruja tomó un par de tijeras y cortó el
hermoso cabello de Rapunzel. Al día siguiente, cuando el
Príncipe llegó con más hilo de seda, la bruja lo engañó
arrojándole la trenza por la ventana para que él subiera. Al
entrar a la torre, no vio a su querida Rapunzel sino a la bruja.
—Nunca volverás a ver a tu Rapunzel— dijo la bruja en medio
de carcajadas.
El príncipe estaba tan desesperado por encontrar a Rapunzel
que, sin pensarlo, saltó de la torre y cayó sobre unas espinas
que lo dejaron ciego.
Durante muchos años, vagó por el bosque hasta que tropezó
con un hermoso lago. Allí escuchó un canto que reconoció al
instante… ¡era la voz de su queria Rapunzel! Cuando Rapunzel
vio al príncipe, se abalanzó sobre él llorando. Sus lágrimas se
posaron sobre los ojos del príncipe y pudo él volver a ver.
Rapunzel y el príncipe se casaron y fueron felices para siempre.

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