Alumnos TDH
Alumnos TDH
Alumnos TDH
educación para alumnos con TDAH (Trastorno por déficit de atención e hiperactividad)
Los alumnos diagnosticados con este trastorno por déficit de atención (en este caso sin
hiperactividad) son personas que muestran una dificultad para participar en tareas que
requieren una atención constante.
Este trastorno ha ido cogiendo mucha relevancia en estos últimos años debido a los nuevos
estudios que están ayudando a que se conozcan mucho más tanto este como otras dificultades
que sufren los alumnos hoy en día.
• No prestan atención suficiente a los detalles, incurriendo en errores en las tareas o trabajo.
• Parecen no escuchar.
Existe una base genética para este trastorno. Aproximadamente el 70% de los niños
diagnosticados con TDAH presentan algún historial de familiares de primer o segundo grado. Se
ha comprobado que ciertos genes (los genes responsables del transporte de dopamina,
vinculados a los cromosomas 11 y 5), están directamente relacionados con la fisiopatología de
este trastorno.
Señales de ALERTA
Varía según el sexo y suele ser más común en chicos. En niños puede comenzar entre los 8 y 10
años mientras que en niñas empieza desde los 14 a 16.
Los síntomas suelen presentarse juntos pero una persona puede no presentar todos los
síntomas. Son alumnos que se ven afectados en el ámbito social también ya que genera mucha
frustración y la manera de resolver conflictos se puede ver afectada y esto es una problemática
a la hora de desarrollar habilidades sociales. En otras ocasiones existe una manifestación
emocional y conductual exagerada y reactiva a una situación estresante identificable que pueden
alterar las relaciones sociales y el rendimiento académico.
Este trastorno es crónico aunque se puede mejorar y eliminar algunos síntomas en un variado
porcentaje. En muchas personas la hiperactividad no está presente, pero sí lo están las
dificultades cognitivas, dentro de las cuales la falta de atención es la más llamativa, pero abarca
una amplia variedad de funciones cognitivas, incluyendo habilidad para activar y organizar un
trabajo, habilidad para sostenerse alerta, capacidad para utilizar a corto plazo y de forma efectiva
la “memoria de trabajo”, etc.
Síntomas atencionales.
Impulsividad.
Hiperactividad.
Labilidad afectiva. (Sentirse aburrido o descontento)
Desorganización.
Explosiones de ira y temperamento irascible.
DETECCIÓN
Para detectar este trastorno nos vamos a fijar principalmente en la frecuencia e intensidad con
la que se dan las conductas descritas anteriormente.
En casos extremos, los sujetos con conducta antisociales son identificados con facilidad porque
muestran todas las características; es decir, estas conductas problemáticas son frecuentes,
graves, crónicas, repetitivas y diversas
De lo más importante para detectarlo es la observación del comportamiento del niño o niña en
contextos naturales. Los registros de observación son los que permiten analizar antecedentes y
consecuentes de las conductas para posteriormente desarrollar un programa cognitivo-
conductual de intervención mucho más específico.
Es necesario incluir medidas aplicables directamente al alumno o alumna. Esto incluiría pruebas
de atención, las medidas de la impulsividad, los tests neuropsicológicos y algún test estándar de
inteligencia.
La prueba atencional más utilizada en el ámbito de la investigación son los Tests de Rendimiento
Continuo (TRC). El Continuous PerformanceTest-CPT, es uno de los instrumentos más utilizados
en la evaluación de la atención sostenida. EL Conners’s Performance Test-CPT II (Conners,2000),
evalúa los problemas de atención y diferentes indicadores de impulsividad.
Consiste en que la persona observe en una pantalla la aparición de letras o números y responda,
por un lado, pulsando la barra espaciadora del ordenador o el botón del ratón ante un estímulo o
una combinación de los mismos; y por otro lado, inhibiendo la respuesta ante un estímulo
inadecuado. Los errores de omisión y comisión han demostrado identificar y diferenciar
significativamente a niños o niñas hiperactivos. Los errores de omisión suelen interpretarse
como un reflejo de falta de atención sostenida; y los errores de comisión, como resultado de un
pobre control inhibitorio-impulsividad.