Salmo 147
Salmo 147
Salmo 147
La dulce nieve habla el silencio en el paisaje de invierno. Gracia blanca del cielo para cubrir la
tierra. El descanso del invierno para frenar la carrera de la vida. Y la promesa de agua para los
campos helados cuando la nieve se derrita con los primeros fervores de la primavera. Gracias
por la nieve, Señor.
Tu poder está escondido, Señor, en los tiernos copos que se posan suaves sobre los árboles y
la tierra. No hay ningún ruido, ni presión, ni violencia; y, sin embargo, todo cede ante la mano
invisible del maestro pintor. Imagen de tu acción, Señor, suave y poderosa cuando se encarga
del corazón del hombre.
Tu poder es universal, Señor. Nada en toda la tierra se escapa a tu influencia. Todo el paisaje
es blanco. Llegas a las altas montañas y a los valles escondidos; cubres las ciudades cerradas
y los campos abiertos. Te presentas ante el sabio y ante el ignorante; amas al santo y al
pecador. Tu gracia lo cubre todo.
Señor del hielo y la nieve, Señor de la naturaleza que es tu creación y mi casa: me regocijo al
verte actuar sobre la tierra y recibo con alegría a los mensajeros atmosféricos que me llegan
desde el cielo para confirmarme tu ayuda y recordarme tu amor.
Oh Dios todopoderoso, dueño de la naturaleza y
señor de la historia, tú que tienes poder para poner
paz en nuestras fronteras y poder para mandar la
nieve, el hielo, el frío y la escarcha, concede la paz a
tus hijos y sácialos con la flor de harina, para que se
sientan seguros y esperanzados y vivan, con mayor
entrega, consagrados a tu alabanza. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.