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Un Encuentro Con Dios 5

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“Un encuentro con Dios”

- Oración personal 5-
Te invitamos a elegir un lugar silencioso y comenzar este encuentro con Dios Padre
renovando en tu corazón la presencia del Espíritu Santo, para que te ayude a disfrutar de
este momento de oración…
Trata de crear un clima de acogida en tu interior, mientras entonas “Necesito de Ti”,
canción que encontrarás haciendo clic aquí.

NECESITO DE TI
Necesito de Ti, Necesito de Ti,
en cada instante de mi vida, en cada instante de mi vida.
Alma de mi alma, Me perdonas, me salvas,
mi alegría, mi bien. mi consuelo eres Tú.

Soy tan frágil, Y alabarte es el gozo


soy nada sin tu amor. de mi alma,
Mi vida está en tus manos, Tú, mi santa morada.
toma todo de mí. ¡Te bendigo Señor!
Y déjame perderme toda en Ti. Sólo vivo en tu
corazón.

Vuelve a cantar… Y experimenta en un momento de silencio el “sabor” de las


expresiones, sobre todo de aquellas que más revelan tus sentimientos en este instante…
Seguidamente y con un corazón dispuesto escucha a Dios Padre que te quiere regalar
su Palabra. En esta oportunidad será de una manera original, haciendo clic aquí.
¿Qué sentimientos brotan de tu corazón luego de escuchar estas palabras de
Dios Padre?
Si tu corazón se siente envuelto en AMOR, puedes acompañarnos en esta
alabanza. Pero, también deja brotar de tu interior, con confianza y libertad,
todo lo que vaya fluyendo…

¡Qué maravilloso eres Dios Padre! ¡Qué infinito es tu amor! Desde siempre me pensaste en
tu corazón y soñaste para mí un proyecto de amor…

Me fascina contemplar tu corazón que desborda ternura y misericordia para con todos tus
hijos, especialmente para conmigo. Con mucho respeto y delicadeza cuidas de mí y de mi
corazón… Y puedo percibir manifestaciones concretas de tu amor en cada detalle de mi
vida…

Cada día y con la pedagogía que brota de tu corazón me vas haciendo profundizar en tu
amor… ¡Qué misterio maravilloso es tu entrega de amor por mí! ¿Quién soy yo para
merecerlo y disfrutarlo? ¿Quién soy yo para que tu voz me hable en lo profundo de mi
corazón? ¿Puede haber una alegría mayor que esta?

¿Puede existir un gozo mayor que experimentar tu presencia cercana que se interesa por
mí, para que tenga una vida plena y sea feliz?

¿Por qué me regalas a mí la posibilidad de poder verte vivo y real hoy en el rostro de mis
catequizandos, de mis hermanos más pequeños…? ¿Quién soy yo para experimentar este
impulso irresistible a amarte y servirte en mis catequizandos?

Continúa la oración de alabanza y agradecimiento con tus sentimientos y tus palabras….

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Porque la alabanza se origina en un corazón lleno
de amor hacia Dios y es la expresión libre de un
corazón agradecido, puede ser expresada en una
canción, en una poesía, o en una oración. Y debe ser
continua, siguiendo el Salmo 34,1 que nos dice:
“Bendigo al Señor en todo momento; su alabanza está
siempre en mi boca.” Y el Salmo 71,6.8 que expresa:
“En ti me apoyaba desde antes de nacer, tú eres mi
protector desde las entrañas de mi madre; siempre he
confiado en ti; mi boca proclama tu alabanza y tu gloria todo el día”.
La alabanza puede ser ofrecida en cualquier lugar y con el tiempo será tan normal
como respirar. Puede ser interior como en el Salmo 9,2: “Te doy gracias, Señor, de todo
corazón, quiero proclamar todas tus maravillas…” O pública como en el Salmo 22,23:
“Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de tu pueblo te alabaré.”
Muchas veces no tenemos palabras suficientes para alabar a Dios por lo que Él es y
para agradecerle su amor que nos inunda y nos envuelve… Agradecerle por las cosas que
tenemos, las que sentimos y las que vivimos… Por eso te invitamos a cantar “Hay
momentos”, cuya melodía encontrarás haciendo clic aquí.

HAY MOMENTOS
Hay momentos que las palabras Yo te agradezco
no me alcanzan, por todo lo que has hecho,
para decirte lo que siento por todo lo que haces
por Ti, mi buen Jesús. y todo lo que harás.

Si en tu corazón resucitó el amor y la alegría te invitamos a no guardar estos dones de


Dios bajo llave, sino que te animes a compartirlos para también resucitar a otros que tal
vez tengan el “corazón muerto”.
Porque si lees Juan 11, 1-45 descubrirás que hay una resurrección del cuerpo y una
resurrección del corazón; la resurrección del cuerpo ocurrirá «en el último día», pero la
resurrección del corazón puede suceder cada día.
El pasaje de Ezequiel 37, 12-14 expresa que la moral del pueblo está abatida. La gente
va diciendo: «Se ha desvanecido nuestra esperanza, todo se ha acabado para nosotros». A
ellos se dirige la promesa de Dios: «He aquí que yo abro sus sepulcros; los haré salir de sus
tumbas... Infundiré mi espíritu en ustedes y vivirán». Descubrimos que el texto nos
confirma la resurrección actual de los corazones a la esperanza.

Sabemos por experiencia que se puede estar muerto antes de morir, mientras aún
estamos en esta vida. Y no es sólo la muerte del alma a causa del pecado; es también aquel
estado de total ausencia de
energía, de esperanza, de deseo
de luchar y de vivir, que se puede
llamar: muerte del corazón.
Pero, quién puede darnos la
resurrección del corazón. Para
ciertos males, bien sabemos que
no hay remedio que valga. Vemos
que en casa de Marta y María
había «judíos llegados para
consolarlas», pero su presencia
no había cambiado nada. Es
necesario «mandar a llamar a
Jesús».
Frecuentemente las personas que se hallan en esta situación no son capaces de hacer
nada, ni siquiera de orar. Están como Lázaro en la tumba. Necesitan que otros hagan algo
por ellos. De ahí que Jesús mandó a sus discípulos: «Curad enfermos, resucitad muertos»
(Mt 10,8). Jesús no se refiere sólo a “lo físico”, sino, sobre
todo, a los enfermos y muertos de corazón, los muertos
espirituales.
El mandato «resucitad muertos», Jesús lo dirige a
todos sus discípulos. ¡También a nosotros! Entre las
obras de misericordia está la que dice: «enterrar a los
muertos». Tal vez desde hoy te animes a agregar una
más: «RESUCITAR A LOS MUERTOS»1.
Seguramente estarás pensando en varios de tus catequizandos y en algunos de sus
familiares que tienen el corazón muerto…
Que necesitan a ALGUIEN que haga algo por ellos…
Que necesitan a ALGUIEN que “llame a Jesús”, desde la oración y también desde el
testimonio, para que le resucite el corazón a la esperanza, a la vida, a la alegría…

¿Podes seguir viviendo “tranquilo y feliz”, mientras a tu alrededor


“muchos muertos” están “gritando en silencio” la necesidad de tu ayuda para
experimentar el amor de Dios, que resucita y salva?

Piensa si vos estuvieras en esa situación, ¿qué te gustaría que los demás
hagan por vos? Tu respuesta te dará elementos para que decidas, qué estarías
dispuesto a hacer por ellos…

1
Cfr. http://www.cantalamessa.org/es/omelieView.php?id=276
Pídele al Espíritu Santo que te ilumine para que tu respuesta sea generosa y “el
Divino amor sea el móvil de todas tus acciones” (Madre María del Tránsito Cabanillas).

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