FILOSOFÍA
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El ser humano
Según Santo Tomás , al igual que Aristóteles, el ser humano es una entidad formada
por cuerpo y alma, siendo el cuerpo la materia y el alma la forma. Ambos elementos
son inseparables, ya que el cuerpo necesita un alma y viceversa. Santo Tomás identifica
tres partes del alma:
1. El alma vegetativa: Encargada de funciones vitales como nutrición, crecimiento y
reproducción, común a todos los seres vivos.
2. El alma sensitiva: Permite la percepción sensorial y el movimiento del cuerpo. Propia
de los animales, pero también presente en el ser humano para la actividad sensorial y
motora, incluyendo la abstracción sensible.
3. El alma racional: Específica del ser humano y compuesta por el intelecto agente, el
intelecto paciente y la voluntad. Capacidad de comprensión, conocimiento racional y
deseo del bien por la felicidad que produce. Incluye la abstracción inteligible.
Santo Tomás sostiene la inmortalidad del alma como parte de su fe cristiana. Afirma
que, después de la muerte, el alma separada del cuerpo está incompleta y sugiere la
necesidad de la reción de la carne. Aunque es un dogma de fe, esta idea se alinea con
la concepción filosófica heredada de Aristóteles, ya que el alma tiene una fuerte
tendencia a estar unida al cuerpo para realizar plenamente sus funciones.
Dios
Santo Tomás de Aquino propone cinco argumentos filosóficos para demostrar
racionalmente la existencia de Dios, integrando la razón con la fe. Estos son los cinco
caminos:
1. Primera vía: El movimiento en el mundo requiere un primer motor inmóvil, un ser
que mueva todo sin ser movido, y que es entendido como Dios. Ejemplo: la cadena de
movimiento nos lleva a un primer motor inmóvil, como la semilla que proviene del
árbol creado por Dios.
2. Segunda vía: La causalidad en el mundo demanda una causa primera. Todo efecto
tiene una causa, pero la serie de causas no puede ser infinita. Se necesita una causa
primera incausada, que es llamada Dios. Ejemplo: mi existencia tiene como causa a mis
padres, pero estos también fueron creados por Dios.
3. Tercera vía: La contingencia de los seres requiere un ser necesario. Los seres
contingentes podrían no haber existido, entonces debe haber un ser necesario que
siempre haya existido, al que llamamos Dios. Ejemplo: todo en el mundo tiene un
comienzo en el tiempo, pero debe haber un ser necesario que haya existido siempre.
4. Cuarta vía: La existencia de diferentes grados de perfección en los seres implica la
existencia de un ser perfecto. La imperfección se entiende en comparación con lo
máximo, por lo que debe existir un ser perfecto al que llamamos Dios. Ejemplo: lo
bueno, verdadero, bello y noble se entiende en referencia a lo máximo de bondad, y
eso es Dios.
5. Quinta vía: El orden en el mundo sugiere una inteligencia ordenadora, también
conocida como la vía de la finalidad. Si hay orden, debe haber alguien que lo ordene, y
esa finalidad es llamada Dios. Ejemplo: el mundo tiende a un fin, al igual que una
flecha llega al blanco gracias a un arquero, y todo el mundo tiende a su fin gracias a la
inteligencia ordenadora de Dios.
Estos argumentos conducen a la afirmación racional de la existencia de Dios,
descubierta a posteriori mediante la observación del mundo y su orden. El estudio de
las criaturas revela la existencia de un Creador, permitiendo entender imperfectamente
la esencia de Dios.
La política
Santo Tomás de Aquino comparte la perspectiva de Aristóteles sobre la política,
considerando que los humanos son naturalmente sociales y alcanzan su desarrollo
pleno en la sociedad. Según él, la política implica la acción colectiva y la necesidad de
cooperación y división del trabajo para alcanzar el bien común.
En su visión, la sociedad requiere un gobierno para evitar la desintegración causada por
el egoísmo humano. El gobernante, según Santo Tomás, debe dirigir sus acciones hacia
el bien común. Coincide con Aristóteles al preferir la monarquía y la aristocracia como
las formas de gobierno óptimas, y clasifica las posibles formas considerando el bien
común y el bien particular.
Santo Tomás destaca que la verdadera felicidad humana se encuentra en la
contemplación de Dios en la otra vida, lo que implica que el gobierno debe
subordinarse a la Iglesia. El buen gobernante debe permitir lo que acerque a las
personas a Dios y prohibir lo que las aleje. El buen gobierno sigue la ley natural y la
positiva para lograr el bien común, mientras que el mal gobierno contradice estas
leyes.