Tema 3
Tema 3
Tema 3
INTRODUCCIÓN
1. EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
2. EL DESARROLLO AFECTIVO DE 0 A 6 AÑOS
a. DESARROLLO DE 0 A 3 AÑOS
b. DESARROLLO DE 3 A 6 AÑOS
c. CONOCIMIENTO DE SÍ MISMO
3. APORTACIONES DE DISTINTOS AUTORES
4. LA CONQUISTA DE LA AUTONOMÍA
5. DIRECTRICES PARA UNA CORRECTA INTERVENCIÓN EDUCATIVA
ANTES DE COMENZAR EL TEMA, ME GUSTARÍA RESALTAR QUE USARÉ EL GÉNERO
MASCULINO DE MANERA NEUTRA PARA REFERIRNOS TANTO AL GÉNERO MASCULINO
COMO FEMENINO.
INTRODUCCIÓN
El tema elegido para esta fase de la oposición es el tema 3 "El desarrollo de la
personalidad…” y hay que destacar que el presente tema tiene relación con todo el
temario de infantil, pero especialmente con los temas 1,2,4 y 5 dedicados a cada uno
de los ámbitos del desarrollo infantil.
Pero ¿POR QUÉ ES TAN NECESARIO CONOCER LAS ETAPAS DEL DESARROLLO
INFANTIL? La respuesta es evidente, el estudio de este tema es imprescindible para
nuestra profesión docente ya que es necesario tener unos conocimientos básicos de
la psicología evolutiva para tener claras las características y necesidades de los
alumnos con los que trabajaremos. De esta manera podremos respetarlas,
estimularlas y potenciarlas ofreciendo, así, una respuesta educativa adecuada.
Además, este tema tiene como marco de referencia la NORMATIVA EDUCATIVA
VIGENTE la cual debe ser conocida por los agentes educativos ya que nos orienta
sobre el funcionamiento de nuestro sistema escolar. Dicha normativa se irá
nombrando a lo largo del desarrollo del tema, sin embargo, a continuación, se
exponen las leyes, los decretos y las órdenes de más relevancia en nuestra etapa:
La LOE, Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación la cual recoge que es
una etapa integradora y voluntaria que abarca desde el nacimiento hasta los 6
años. Modificada parcialmente por la LOMLOE, Ley Orgánica 3/2020 de 29 de
diciembre.
Así mismo el Real Decreto 1630 de 29 de diciembre de 2006, de enseñanzas
mínimas, por el que se establecen los 2 ciclos de la etapa de (0 a 3 y de 3 a 6
años) como se expone en el artículo 1.2 del mismo.
Orden ECI/3960/2007, de 19 de diciembre del Currículo de Educación Infantil a
nivel de Estado.
Y especialmente, el Decreto Foral 23/2007, de 19 de marzo, por el que se
establece el currículo de las enseñanzas del segundo ciclo de Educación Infantil
en La comunidad Foral de Navarra.
Orden Foral 47/2009, de 2 de abril, del consejero de Educación, por la que se
regula la evaluación del alumnado que cursa el segundo ciclo de Educación
Infantil.
Orden foral 93/2008, de 13 de junio, del consejero de Educación, por la que se
regula la atención a la diversidad en los centros educativos de Educación
Infantil y Primaria y Educación Secundaria de la Comunidad Foral de Navarra.
1. EL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD
La personalidad es el conjunto de características propias de cada persona que la
distinguen de las demás. Este término, conlleva, de forma implícita, la distinción entre
carácter como todos los rasgos que forman nuestro ser y en lo que nos identifican los
demás y temperamento constituido por factores genéticos y constitucionales
responsables de nuestras respuestas motivacionales y afectivas. Al contrario que el
carácter, se entiende como innato y difícil de modificar.
Pero ¿por qué es importante en la etapa de infantil este desarrollo de la personalidad?
Pues bien, este proceso, tiene como punto clave la infancia, donde los niños moldean
su personalidad a medida que tienen experiencias con su entorno, construyendo así su
propia identidad y una personalidad madura. Es por ello que el Decreto Foral 23/2007,
de 19 de marzo, por el que se establece el currículo de las enseñanzas del segundo
ciclo de Educación Infantil en La comunidad Foral de Navarra, destaca como uno de los
objetivos generales de la etapa el “construir una imagen ajustada de sí mismo”,
íntimamente relacionado con el desarrollo de la personalidad d los pequeños.
¿Y cuáles son las características de la personalidad? La configuración, que son un
conjunto de elementos que interactúan a la vez y se condicionan mutuamente. La
personalidad también es dinámica, ya que la vamos construyendo a lo largo de nuestra
vida, influyendo sus vivencias. Por otro lado, es condicionadora, pues, según nuestra
personalidad regimos nuestro comportamiento y es característica, ya que cada ser
humano tenemos la nuestra propia.
Desde las corrientes interaccionistas del s. XX, se detallan una serie de factores que
intervienen en la confección de la personalidad:
Factores genéticos: influyen en las características físicas, en la capacidad
intelectual y en los rasgos de la personalidad del niño.
Factores culturales: como el conjunto de normas, valores y pautas de
comportamiento d un grupo. Estos factores determinan que los individuos
adopten su personalidad a lo que se considera admisible en esa cultura.
Puede decirse, por tanto, que a medida que el sujeto va madurando biológicamente y
va incorporando nuevas experiencias y vivencias externas, va teniendo lugar el proceso
de desarrollo de la personalidad propia.
b. DESARROLLO DE 3 A 6 AÑOS
En esta etapa las conductas afectivas del niño son reguladas por las figuras de apego.
El niño quiere agradar a las personas que considera importante y trata de imitar sus
conductas y reacciones afectivas. Aparecen las emociones autoconscientes: vergüenza,
orgullo culpabilidad y envidia.
Por otro lado, el niño va a ir progresivamente desde la vinculación afectiva, apego, con
el adulto hacia la interacción con sus iguales, con sus compañeros. Las experiencias en
diferentes entornos sociales les harán interiorizar una imagen y un concepto de si
mismo y al mismo tiempo adquirirán una valoración del propio concepto que le
transmiten las personas importantes a lo largo de su relación diaria.
El desarrollo del conocimiento de sí mismo se ha convertido en un tema de indudable
interés para la psicología evolutiva, que hace referencia a los conocimientos, ideas,
creencias y actitudes que tenemos acerca de nosotros mismos y diferencia dos
aspectos dentro de este:
Autoconcepto: son las características o atributos que utilizamos para describirnos a
nosotros mismos. Los niños tienden a describirse en base a atributos personales
externos (soy una niña que sabe dibujar) y en términos globales (soy una niña
buena en la escuela).
Autoestima: hace referencia a la valoración o enjuiciamiento que hacemos del
autoconcepto. Existe una cierta estabilidad en la autoestima durante la infancia y
es de gran interés ya que se atribuye como factor determinante del éxito escolar,
las relaciones sociales y la salud mental.
c. Características afectivas
A edades más tempranas el niño todavía manifiesta sus emociones como reacciones a
los cambios que ocurren en el medio; según va creciendo, aumentan los sentimientos y
disminuyen las emociones, fruto de una mayor elaboración de sus pensamientos.
Además, progresivamente esta conciencia sobre los pensamientos le permitirá
aprender a regular sus conductas. Estas son las principales características:
Los estados afectivos del niño tienen menos matices que los del adulto, por lo que
a veces su respuesta podrá parecer desproporcionada. Siente grandes penas o
grandes alegrías ante cualquier suceso.
No existe una relación causa-efecto, por lo que es característica en los niños la
desproporción entre los hechos ocurridos y las emociones manifestadas frente a
un suceso.
La afectividad infantil es muy cambiante. Está muy sujeta a los cambios externos y
además el niño todavía tiene un pobre control sobre sus emociones.
Puede tolerar la frustración, pero es importante que experimente más emociones
positivas para favorecer un desarrollo afectivo positivo.
Olvida fácilmente las pequeñas frustraciones y los males cotidianos. Estas no
suelen dejar señales afectivas, sino que únicamente se grabarán en su memoria
aquellos sucesos que supongan grandes alteraciones (alegrías y tristezas).
Utiliza sus propios estados afectivos para llamar la atención del adulto o para
obtener lo que quiere (vencer una orden, por ejemplo).
Wallon afirma que en función de cómo se superen estas fases, así quedará
determinada la personalidad de los sujetos.
Finalmente, según ERIKSON el desarrollo afectivo del niño pasa por las siguientes
etapas:
Para él, cada etapa del desarrollo implica una dificultad, lo que provoca una crisis de
madurez que cada persona debe ir resolviendo. Por ejemplo, en el aula de niños de 3
años, se puede observar los niños que no han ido a una escuela infantil de primer ciclo,
puesto que, en muchas ocasiones, se les nota que les faltan esos hábitos de rutinas,
enfrente a los alumnos que, si han acudido a la escuela infantil, que, por el contrario,
presentan más madurez en las rutinas diarias.
4. LA CONQUISTA DE LA AUTONOMÍA
Entre las finalidades establecidas por la Lomloe se encuentra la referida al desarrollo
de la personalidad y de las capacidades de los alumnos; para ello necesitan situarse
como individuos autónomos para realizar sus propias exploraciones y sacar
conclusiones. Uno de los objetivos generales de la etapa hace referencia a la necesidad
de capacitar a los niños para que puedan actuar de manera más autónoma. Pero ¿qué
entendemos por autonomía? Este término se asocia con la capacidad para valerse por
sí mismo y solucionar los problemas que se le presenten, así como actuar libremente.
Esto requiere un proceso que se va a producir paulatinamente, gracias al desarrollo
psicomotor, intelectual y afectivo-social. A su vez, para lograr la autonomía el niño
debe tomar conciencia de su individualidad para ir abandonando su egocentrismo y
comprender los diferentes puntos de vista. Asimismo, debe desarrollar la dimensión
social que influirá notablemente en el desarrollo motor.
Estos dos procesos de individualización y socialización son, por tanto, dependientes.
Para que el niño alcance su autonomía personal es necesario que se considere a sí
mismo un individuo particular, diferente de los demás. Pero también debe incorporar
unas pautas de comportamiento y de habilidades que solo aprenderá en contacto con
los demás.
Los mecanismos para conseguir la autonomía son la autorregulación, autocontrol,
habituación y aprendizaje moral y de la norma.
Tanto la familia como la escuela contribuirán a que el niño alcance esta autonomía. Las
prácticas educativas de la familia son cruciales para estimular o para ahogar en el niño
el deseo de conseguir cada vez una mayor autonomía. En el hogar debe existir un clima
de seguridad afectiva para favorecer la autonomía del pequeño. En cuanto a la escuela,
es un contexto excelente para el logro de una progresiva autonomía. El maestro
deberá poner en marcha diversas estrategias metodológicas y organizativas para
estimular su independencia.
Siguiendo las orientaciones del trabajo de Mar Romera, se debe educar con las tres C:
Capacidad, competencia y corazón, aprovechando la dimensión afectiva para ayudar a
los alumnos a aprender eficazmente dándoles confianza, seguridad, invitándolos a ser
curiosos, al trabajo del autocontrol y a establecer compromisos con los otros.
¿Por qué es tan importante que el clima del aula sea positivo?
Esta importancia queda reflejada en la actual LOMLOE donde en su artículo 12 cita
textualmente en el apartado 6 “los métodos de trabajo en ambos ciclos se basarán en
las experiencias de aprendizaje emocionalmente positivas, las actividades y el juego y
se aplicarán en un ambiente de afecto y confianza, para potenciar su autoestima e
integración social y el establecimiento de un apego seguro”.
Además, generar climas emocionales positivos en el aula, según las aportaciones de la
NEUROEDUCACIÓN, facilita el aprendizaje. Estudios científicos recientes han
demostrado que las emociones no sólo son imprescindibles en los procesos de
razonamiento y toma de decisiones, sino que, cuando son positivas, favorecen el
aprendizaje y activan los mecanismos de la memoria. La emoción es totalmente
indisociable del proceso cognitivo, ya que toda la información que percibimos
mediante los sentidos, antes de ser procesada, pasa primero por la parte emocional
del cerebro.
En definitiva, podría resumir el papel de los adultos haciendo una comparación con
una RECETA DE COCINA:
• Utensilios: organización del tiempo en rutinas y organización de los espacios para
que puedan moverse con facilidad.
• Ingredientes: rincones de aprendizaje, hábitos de higiene, hábitos personales,
rutinas, normas claras, limites, actividades significativas, etc.
• Preparación: combinar los utensilios y los ingredientes de manera adecuada
añadiendo un buen chorro del papel del docente que anima, ayuda, otorga
oportunidades, organiza las actividades, los espacios, el tiempo y los materiales de la
mejor manera posible para favorecer el desarrollo de la autonomía de los niños. De
esta forma obtendremos un buen plato educativo de estrella Michelin.
CONCLUSIONES
Por último, quiero destacar que educar va mucho más allá de hacer posible que los
niños aprendan o adquieran conocimientos. Implica proponer retos cognitivos, crear
un ambiente rico y facilitador de relaciones humanas, dar oportunidades para reforzar
la propia confianza y la autoestima y asegurar el camino hacia la auténtica autonomía.
Como maestros debemos continuar avanzando en la mejora de la calidad del sistema
educativo de nuestro país, en la actualización profesional de todos los docentes y en la
mejora del éxito educativo de nuestros alumnos. Las personas implicadas en esta
etapa educativa tenemos delante una gran responsabilidad, compartida con las
familias, y un reto fascinante: ofrecer todas las posibilidades que garanticen el
desarrollo integral de los niños.
Nuestra misión como maestros es darles las herramientas para que sean niños y
adultos felices. Los niños y niñas que tenemos ahora en nuestras manos serán los
futuros directores y directoras de las empresas, los futuros políticos, los futuros señor
y señora que respetarán el medio ambiente, etc. Por ello la importancia de educar en
empatía en sensibilidad y en respeto. De ahí que nuestra profesión sea tan importante.
Entre todos y todas tenemos que devolver a la educación al lugar donde se merece,
porque de nosotros, maestros depende hacer de este mundo un lugar mejor.
Para CERRAR el tema, como BROCHE FINAL, me gustaría hacerlo con una frase célebre
de Teresa de Calcuta: