CLARIA, JOSE-Los Menores de Edad y Los Contratos Deportivos
CLARIA, JOSE-Los Menores de Edad y Los Contratos Deportivos
CLARIA, JOSE-Los Menores de Edad y Los Contratos Deportivos
Del juego armónico de esas normas surge: a) antes de los 16 años (hasta la sanción de la reciente ley 26.390
era 14 años) el menor no puede celebrar contrato de trabajo ni con autorización de los padres, responsables o
tutores; b) a partir de los 16 años, y hasta los 18 años, puede celebrar contrato de trabajo pero necesita la
autorización de los padres, responsables o tutores. Si vive en forma independiente de ellos se presume
autorizado para hacerlo; c) el menor que hubiere obtenido un título habilitante para el ejercicio de una profesión
podrá ejercerla por cuenta propia sin necesidad de previa autorización (cuestión que, en nuestra opinión, no es
asimilable a la obtención de un puesto en determinado ranking o acceder a cierta calificación para un deporte)
(6); d) a partir de los 18 años pueden celebrar contrato de trabajo sin necesidad de autorización de sus padres,
responsables o tutores.
Resulta entonces claro que los menores no pueden celebrar contrato como jugadores profesionales antes de
los 16 años, que para hacerlo entre los 16 y los 18 años necesitan la autorización de sus padres, tutores o
responsables y que, desde los 18 años pueden hacerlo sin necesidad de la autorización de sus padres.
Más adelante nos referiremos a la necesidad o no de intervención del defensor de menores a tenor de lo
dispuesto en el art. 59 del Código Civil.
Hasta acá la situación resulta clara y no existen dificultades de interpretación de estas normas. Pero, como
veremos en el apartado siguiente, la situación se torna compleja pues, normalmente, el vínculo del menor
deportista con la institución comienza mucho antes como jugador amateur. Asimismo, surgen dificultades
respecto de normas que establecen prórrogas automáticas de contratos, de negativas de clubes a otorgar el
"pase" o el certificado de transferencia internacional (transfer) y de excepciones a la prohibición contenida en
las normas de la FIFA a las transferencias de menores de 18 años.
2. El jugador amateur. El contrato de afiliación deportiva
La estructura piramidal (7) de las instituciones deportivas determina que el deportista se vincula con una
institución deportiva (un club) y al hacerlo queda también relacionado con las asociaciones y federaciones
nacionales e internacionales que rigen el deporte y sometido a sus normas.
El comienzo de la relación entre el deportista y el club normalmente se produce a muy temprana edad
(alrededor de los 12 años), mediante la firma del contrato de afiliación deportiva. Esto ocurre a través de lo que
se denomina "el fichaje" que no es otra cosa que la inscripción de un jugador en la Asociación Nacional (en
nuestro caso la AFA) a nombre de un club para que pueda participar en los torneos jugando para éste.
Ese contrato de afiliación deportiva normalmente es firmado por los padres en representación de su hijo y
consiste en un sencillo formulario de la AFA denominado "ficha de inscripción registro de jugadores".
Al celebrar ese contrato los padres del menor prestan autorización para que éste sea inscripto en el club y
declaran conocer y aceptar los estatutos y reglamentos de la AFA.
De esta manera, el club pasa a ser titular de los "derechos federativos" del jugador y la relación pasa a estar
regulada por normas estatales y privadas, nacionales e internacionales, cuya aplicación, como veremos, genera
más de una dificultad.
Resulta importante analizar cuál es la naturaleza jurídica de este "contrato de afiliación deportiva" que se
celebra a través de este acto del "fichaje".
Trevisán (8) afirma que el contrato de afiliación deportiva es un contrato atípico y de adhesión a la
estructura normativa compleja compuesta por normas FIFA y AFA. Afirma, asimismo, que la titularidad
registral (federativa) recae sobre el club en forma condicional, temporal y especial. Según este autor esos
caracteres determinan que la relación no pueda ser interpretada como un ius corpore a favor del club sobre el
deportista y mucho menos cuando es menor de edad.
Crespo (9), por su parte, expresa que "esa inscripción constituye la expresión registral de un compromiso
contraído entre el club formador y el jugador amateur, que introduce esa relación en un esquema legislativo y
reglamentario, determinado por los reglamentos de la Asociación del Fútbol Argentino y de la Federación
Internacional de Fútbol Asociado, por la ley 20.160 del Estatuto del Futbolista Profesional, por el Convenio
Colectivo 430/1975 y, obviamente, por nuestra legislación de fondo civil y laboral".
El Dr. Galdós, al emitir su voto en el caso "S. N. y otro v. Club Independiente s/acción meramente
declarativa" (10), analiza con profundidad las posturas que consideran al vínculo como asociativo o contractual
y concluye: "En consecuencia, y no obstante la opinabilidad de la materia me inclino por sostener que la
relación jurídica que surge entre el jugador, el club y la entidad intermedia (Confederación Argentina de
Basquetball) es obligacional. Ese vínculo que los une es particularmente atípico y de adhesión, con notoria
asimetría entre las partes, en las que el club —por un lado— y fundamentalmente el deportista menor de edad
—por el otro— están sometidos a un régimen de derechos y deberes preimpuesto por una entidad que
predispuso la base normativa (el Reglamento Nacional de Pases, expedido por la Confederación Argentina de
Basquetball, cit. fs. 48/1965). De modo que el jugador que por esta modalidad contractual se incorpora o ingresa
a un club (en el sub-lite sus padres al suscribir la `ficha') mediante la cual otorgan a esa entidad autorización a
sus hijos para practicar y desarrollar cualquier disciplina deportiva (fútbol, basquetball en el caso, golf, tenis,
etc.) están prestando su aceptación y adhesión a cláusulas imperativas, de origen contractual, contenidas en el
Reglamento, que —contrariamente a lo sostenido por el apelante— admite el control y revisión judicial para, en
su caso, restablecer la `justa nivelación de intereses', en base a la `justicia protectiva' (Rezzónico, Juan C.,
`Poder económico y contrato', en Rev. de la Universidad de Buenos Aires, 1983, p. 312), con sustento en el
`poder regulador del Juez para que no se desconozcan el objeto-fin social que debe satisfacer todo acto jurídico'
(Spota, Alberto, Instituciones de Derecho Civil. Contratos, vol. I, p. 223; Morello, Augusto - Stiglitz, Rubén, `El
contrato por adhesión a condiciones generales', citado en Revista Colegio de Abogados La Plata, t. 41, p. 62;
reiterado por Stiglitz, Rubén - Stiglitz, Gabriel, en `Contratos por adhesión, cláusulas abusivas y protección al
consumidor', p. 184). En caso de duda debe estarse `a favor de la parte que no intervino en su preordenación'
(López de Zavalía, `Teoría General de los contratos', 75-76)".
Por nuestra parte, y compartiendo, en lo sustancial, las opiniones expuestas, entendemos que a través del
fichaje se celebra un contrato que es atípico y de adhesión a cláusulas predispuestas por una de las partes.
Mediante ese contrato nace la titularidad federativa a favor del club y la relación queda sometida a los
reglamentos y estatutos de las instituciones deportivas (Club, Federación Internacional, Asociación Nacional,
etc.), y, obviamente a la legislación de fondo aplicable. Opinamos asimismo que la relación se encuentra sujeta
al contralor judicial y que las normas reglamentarias de las instituciones deportivas deben ceder ante las normas
imperativas de derecho estatal.
En el ámbito del derecho estatal argentino, la ley 20.160 y el Convenio Colectivo 430/1975 establecen, con
relación a los menores de edad, la obligación del club de ofrecer contrato por un año, con opción a favor del
club para prorrogarlo por períodos anuales y hasta tres años más, al jugador inscripto en la asociación respectiva
y que en el año cumpla 21 años de edad, o que, siendo menor de esa edad, haya intervenido en el 25% de los
partidos disputados en certámenes oficiales de Primera División en el año inmediato anterior. Contemplan
también que el jugador amateur cuando recibe la propuesta de primer contrato con el club ya tuviera otra oferta
de otro club más ventajosa. En este caso el club formador puede igualar la oferta u ofrecer al jugador el 60% de
lo que cobra el jugador mejor remunerado del plantel. Con este primer contrato el jugador pasa de amateur a
profesional.
De acuerdo con el Reglamento de la AFA el jugador amateur queda en libertad de acción por la decisión
unilateral del club y por la no intervención durante dos años en partidos oficiales.
También ese reglamento establece que para desempeñarse en otro club es indispensable la autorización de la
AFA y que para que ésta la autorice debe acompañarse el convenio de transferencia suscripto entre los clubes o
tratarse de un jugador que se encuentre en calidad de libre.
Por otra parte, de acuerdo con el art. 9 del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores
(RET) de la FIFA, para que pueda concretarse la transferencia de un jugador a un club extranjero se necesita la
emisión del Certificado de Transferencia Internacional (transfer) emitido por la asociación.
El art. 19 del RET de la FIFA, bajo el título de "Protección de los menores de edad" dispone que las
transferencias internacionales de menores de edad sólo se permiten cuando éstos han cumplido 18 años,
estableciendo tres excepciones: a) si los padres del menor cambian su domicilio al país donde el nuevo club
tiene su sede por razones no relacionadas con el fútbol; b) la transferencia se efectúa dentro de la UE o el EEE
cumpliendo ciertos requisitos; c) el jugador vive a menos de 50 km de la frontera y el nuevo club está ubicado a
menos de 50 km de la frontera.
Del juego de estas normas resulta:
a) Que el jugador comienza su relación con las entidades deportivas mediante el contrato de afiliación
deportiva (fichaje).
b) Ese fichaje determina que el club sea el titular de los "derechos federativos" del jugador.
c) Que el menor de edad pasa a ser profesional al celebrarse el primer contrato (a los 21 años o cuando haya
participado en el 25% de los partidos jugados).
d) Para ese primer contrato el club donde está fichado tiene prioridad con las modalidades que hemos
señalado.
e) Ese primer contrato es por un año pero el club tiene la opción de renovarlo por tres años más.
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f) Para que el jugador sea transferido se necesita un contrato entre los clubes o que se trate de un jugador en
condición de libre, para obtener la conformidad de la AFA.
g) Para que el jugador sea transferido al extranjero es necesaria la emisión del transfer.
h) Las transferencias internacionales de menores de edad en principio están prohibidas, con las excepciones
que hemos visto.
3. Los conflictos más frecuentes
Sobre la base de los principios y normas mencionados en los párrafos precedentes, suelen presentarse
diversos conflictos que surgen ante la diversidad de intereses en juego.
Por un lado, están los intereses del deportista (menor de edad) a desarrollarse en su carrera deportiva, a
acceder al más alto nivel de competencia y a percibir las importantes sumas de dinero que se obtienen en esos
deportes.
En paralelo, aunque no siempre coincidentes, están los intereses de los padres de los deportistas que también
pretenden que su hijo triunfe en su carrera deportiva. Sin embargo, pueden existir conflictos de intereses entre
los niños y sus padres cuya resolución no siempre es sencilla.
Está el interés de los clubes formadores de jugadores que han invertido mucho tiempo y dinero en la
formación de ellos y que luego, al ser transferidos, pueden verse privados de los beneficios que ese jugador le
podría restituir el club.
El interés de los grandes clubes nacionales o extranjeros en contratar a los jugadores talentosos sabiendo que
la inversión que realizan retornará gracias al desempeño del deportista.
El interés de sponsors y de la televisión, dispuestos a abonar sumas millonarias por la presencia de
determinados deportistas en los eventos a transmitir.
Y también el interés, no siempre transparente o legítimo, de agentes o representantes de los jugadores y aun
de terceros inversores que a través de figuras jurídicas complejas e ingeniosas se hacen dueños de los "pases" de
los jugadores.
Ante toda esta "trama" de intereses no es difícil que resulte sacrificado el más débil de la relación que es el
menor y de ahí la tarea del jurista de encontrar soluciones sin perder de vista el interés superior del niño
consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño de jerarquía constitucional y, por tanto, de aplicación
inexorable. Las soluciones, por otra parte, deben evitar que so pretexto de proteger al menor lo terminen
perjudicando o dificultándole un legítimo derecho a progresar.
No nos detendremos, pues excedería el marco de este trabajo, en los conflictos que se presentan entre clubes
de países en vías de desarrollo (caso del fútbol sudamericano) y clubes o asociaciones de países europeos (11),
aunque resultan muy interesantes y complejos.
Desde el ángulo de los menores, el problema central se plantea cuando un club, que es titular de los
derechos federativos del jugador, se niega a otorgar la transferencia o pretende ejercer una suerte de derecho de
retención fundándose en las disposiciones de los reglamentos de las asociaciones deportivas y en sus derechos
como club formador.
Con ligeras variantes en cuanto a la forma en que se ha producido, el conflicto más frecuente ha sido el de la
negativa del club a otorgar el certificado de transferencia del jugador, argumentando ser titular de los derechos
federativos y titular de un "derecho" a la permanencia del jugador en el club o a percibir dinero por su
transferencia.
Existen varios casos jurisprudenciales resueltos por nuestros tribunales. A simple título de ejemplo
señalamos algunos para tratar de comprender el núcleo del conflicto y de la discusión jurídica.
La Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Rosario (Santa Fe) resolvió con fecha 18/10/2007 el
caso "M. J. v. Club Atlético Newell's Old Boys s/amparo" (12), haciendo lugar al amparo deducido por los
padres del menor contra el Club Atlético Newell's Old Boys respecto al acto jurídico emanado del mismo, por el
que se rechazara el pedido de libertad de acción y pase libre de su mencionado hijo menor, como jugador de
fútbol aficionado de esa institución deportiva. Al hacer lugar a la acción de amparo, se pronunció declarando la
inconstitucionalidad de las disposiciones reglamentarias o convencionales de la Asociación del Fútbol
Argentino (AFA) y de la FIFA, que se opusieran al otorgamiento de la libertad de acción y pase libre del menor
como jugador aficionado del club. Entre los fundamentos de la sentencia resulta oportuno destacar que la
Cámara señaló: "que maguer los derechos que pudieren invocar los clubes —como serían los resultantes de las
inversiones en orden a la formación del jugador—, ello no puede llevar a que se lo mantenga cautivo y regir su
destino profesional contra la voluntad del propio menor o sus padres, únicos a quienes la ley les acordaría esa
misión. De igual forma tampoco pueden conducir a esa situación, las normas reglamentarias que impidiesen esa
libertad de acción, que resultarían contrarias a disposiciones de jerarquía constitucional, como las emergentes de
la `Convención sobre los Derechos del Niño', sobre el derecho a la libertad de asociarse, en virtud de las que
dijera la Corte Sup. que los menores sólo pueden ser sujetos y nunca objeto de derechos de terceros, que
igualmente hace inoponible el anterior sometimiento de los padres a esas reglamentaciones".
En el caso "S. N. y otro v. Club Independiente s/acción meramente declarativa", sentenciado el 28/10/2004
por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Azul (13) se condenó al Club a otorgar el pase de un
menor jugador de basquetball que pretendía trasladarse a Mar del Plata a jugar a otro club. Resulta importante el
caso por el profundo análisis que éste efectúa acerca de la naturaleza jurídica del vínculo del deportista amateur
con el club, a la posibilidad de que exista contralor judicial de las decisiones de las asociaciones, a la
irrazonabilidad o arbitrariedad de la negativa a otorgar el pase sin fundamentos y a la inconstitucionalidad de
esa conducta por violar los arts. 14 y 19 de la Constitución Nacional, la Convención sobre los Derechos del
Niño y otros tratados internacionales incorporados a la Constitución Nacional.
Criterio similar se siguió en los casos "Nalpatián Miguel A. v. Club Atlético Quilmes s/amparo" (14);
"Asociación Civil C. A. Boca Juniors v. Coloccini, Osvaldo y otro s/medidas precautorias" (15); "Diebold,
Roberto v. Club Atlético Obras Sanitarias de la Nación y otro" (16); "Brandan, Antonio y Cansinos, Jesús
Felicidad en representación de su hijo Brandan, Pablo v. AFA y otro s/amparo" (17).
Conforme a esta jurisprudencia, que hoy puede ser considerada pacífica, en el derecho argentino la negativa
de los clubes a prestar su consentimiento para que se concrete la transferencia de un jugador ha sido considerada
violatoria de las normas de la Constitución Nacional, de la Convención sobre los Derechos del Niño y del
Código Civil (18).
De esa manera, ha quedado resuelto que las normas de los Estatutos y Reglamentos de las instituciones
deportivas nacionales o internacionales no pueden violar las normas imperativas del derecho estatal interno,
criterio que compartimos.
Restaría preguntarse qué ocurre cuando el conflicto tiene un punto de conexión internacional (por ejemplo,
cuando un club europeo pretende fichar en su institución a un deportista amateur afiliado en la AFA para que
continúe su proceso de formación amateur o para que firme un contrato de trabajo deportivo) y que, en
consecuencia, habilita las instancias jurisdiccionales de la FIFA.
El Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores (RET) de la FIFA establece órganos para la
resolución de conflictos. Ellos son la Comisión del Estatuto del Jugador y la Cámara de Resolución de Disputas
(arts. 22 y ss. del RET). Asimismo el CAS/TAS (Tribunal Arbitral del Deporte) (19).
En consecuencia, si el conflicto se plantea con una conexión internacional, lo usual es que intervengan estos
órganos jurisdiccionales deportivos. Al hacerlo aplicarán, en primer lugar, las reglamentaciones de la federación
deportiva en cuestión.
Como lo expresáramos en párrafos anteriores, la FIFA, en el Reglamento sobre el Estatuto y la
Transferencia de Jugadores (RET) en su artículo 19 titulado "Protección de menores de edad", prohíbe en forma
expresa la transferencia de menores de 18 años, salvo las excepciones que ya hemos señalado. En el caso de la
Argentina, la excepción importante es la que permite la transferencia: "Si los padres del menor cambian el
domicilio al país donde el nuevo club tiene su sede por razones no relacionadas con el fútbol".
Fácil resulta advertir que se trata de una excepción a la cual resulta relativamente sencillo acogerse ya que,
con sólo invocar que los padres se trasladan a trabajar a algún país, ésta se configura. Por otra parte, la única
responsable de evaluar si resulta o no aplicable esta excepción es la asociación extranjera.
La intervención de tribunales argentinos en casos de este tipo resultará muy dificultosa ya que,
normalmente, el conflicto se planteará entre el club local y el club o la asociación extranjera y los organismos
que intervendrán serán los jurisdiccionales de la FIFA. La eventual intervención de tribunales argentinos o del
país donde el club extranjero tenga su sede plantearía, sin duda, problemas de derecho internacional privado y
de competencia sumamente complejos.
No obstante lo expuesto, no puede dejar de mencionarse que esas transferencias de menores de 18 años a
otros países, aun aceptadas por los padres del menor, pueden encerrar peligros y ser contraproducentes para la
educación escolar y para el desarrollo del menor. Podría, incluso, existir algún beneficio para los padres que
generara un conflicto de intereses.
Entendemos que, de plantearse alguna cuestión de ese tipo, el Defensor de Menores estaría legitimado para
solicitar la intervención judicial y éste habilitado para intervenir si realmente existiese un peligro real y concreto
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para el menor.
4. Los contratos con agentes o representantes
Antes de referirnos al caso de los deportistas individuales o autónomos no quisiéramos dejar de mencionar
una cuestión que, desde nuestro punto de vista, es mucho más seria y peligrosa para los menores que los
contratos deportivos mencionados en los párrafos precedentes.
Nos referimos a diversas personas que se relacionan con los deportistas amateurs o con sus padres y bajo el
rótulo de representantes, agentes, inversores o empresarios celebran una serie de negocios jurídicos cuya
legitimidad y validez es dudosa.
Estos "cazadores de talentos" suelen buscar a niños cuyas condiciones para determinado deporte resultan
destacadas y, usando su experiencia, influencia, conocimiento del ambiente u otras "cualidades", obtienen de los
padres la firma de contratos en los que se compromete el futuro del niño y se le hace asumir obligaciones que,
en muchos casos, son abusivas o desproporcionadas.
El problema es que, por diversos motivos, esos contratos permanecen ocultos y rara vez llegan a los
tribunales. En el apartado siguiente analizaremos un contrato con una deportista autónomo que llegó a tribunales
y podremos visualizar el tipo de cláusulas y obligaciones existentes en éstos.
En el caso de los contratos de afiliación deportiva o de trabajo deportivo que hemos analizado, se trata de
una actividad pública y conocida y, como hemos visto, en los casos en que las instituciones deportivas han
intentado imponer sus normas en perjuicios de derechos esenciales de los menores los tribunales han
intervenido restableciendo el equilibrio. Pero eso no ocurre en el caso de los contratos que mencionamos en este
apartado.
La FIFA y otras asociaciones deportivas que la han imitado han regulado la intervención de agentes de
jugadores de fútbol. En el caso de la FIFA el Reglamento sobre los Agentes de Jugadores reglamenta
minuciosamente esta actividad, determina la necesidad de obtener una licencia para lo que es necesario cumplir
una serie de requisitos personales y profesionales, aprobar un examen, contratar un seguro de responsabilidad
profesional, etc., y prohíbe a las asociaciones, clubes o jugadores contratar servicios de agentes que no tengan
licencia.
Si bien la intención de reglamentar y controlar la actividad es sana y loable, el objetivo no siempre se
cumple. En primer lugar porque se trata de una reglamentación de una institución privada por lo que su
aplicación por parte de los tribunales no siempre es utilizada. Por otra parte, y como ya lo hemos señalado, el
principal problema es que se trata de contratos ocultos o clandestinos que en muy rara ocasión son llevados a
tribunales.
Si bien desde el punto de vista jurídico la solución no es demasiado compleja, pues los eventuales contratos
o los reclamos económicos que se pudiesen efectuar sobre la base de esos contratos deben ser examinados a la
luz de los principios generales aplicables a los contratos y a los incapaces, entendemos que la solución a este
verdadero problema de la activad deportiva debe venir a través de políticas públicas y del compromiso de los
dirigentes deportivos para evitar la existencia de estos "mercaderes" que lucran a costa de menores talentosos.
III. EL DEPORTISTA AUTÓNOMO
Lo expresado en los párrafos precedentes se refiere a los contratos de menores de edad que practican
deportes colectivos relacionándose contractualmente con entidades deportivas de las cuales dependen.
Pero existen deportes, como el caso del tenis o el golf, que son individuales y en los que los deportistas no
se vinculan, como dependientes, a una entidad deportiva. Dada la dificultad que, en estos casos, significa
afrontar los gastos para practicar el deporte, es frecuente que se celebren contratos de distinto tipo asumiendo
obligaciones diversas. En la mayoría de los casos una persona física o jurídica asume los gastos para que el
deportista pueda prepararse y competir y como contraprestación éste se obliga a abonar un porcentaje de sus
ganancias. Estos contratos con mucha frecuencia son firmados por los padres en representación de sus hijos
menores de edad.
Para una mejor comprensión de este tema consideramos oportuno mencionar y analizar el caso planteado
con la tenista Paola Suárez (20). Cuando Paola Suárez tenía 16 años sus padres firmaron un contrato con la
empresa Emprendimientos Tenísticos SA cuyo plazo de duración se fijó en 10 años (es decir que vencía a los 26
años de la tenista).
El contrato se denominaba "de promoción deportiva" y tenía como objeto "promocionar a la menor Paola
Suárez para su participación en torneos de tenis nacionales e internacionales proveyendo los medios económicos
y de organización para costear su entrenamiento, los gastos de viajes y estadías". Por su parte, Paola Suárez se
obligaba a seguir un entrenamiento estricto, a residir en un lugar con determinadas características, a cumplir una
dieta alimentaria establecida por la empresa y a participar en los torneos que la empresa considerara
conveniente.
La contraprestación a cargo de la jugadora consistía en el reembolso de los gastos y la distribución de
utilidades teniendo en cuenta todos los ingresos (premios, publicidad, imagen etc.). En primer lugar, las sumas
percibidas se aplicaban al pago de sumas ya invertidas hasta la celebración del contrato y que ascendían a u$s
176.087, luego a reembolsar los gastos incurridos en el año y finalmente, si había utilidades, el 33% era para la
empresa y el 67% para la jugadora, quien debía destinar el 17% para atender a los honorarios de los
entrenadores.
El contrato fue rescindido por el padre de la jugadora alegando incumplimientos por parte de la empresa.
Ésta inició juicio solicitando el pago del dinero adeudado por los gastos realizados. La sentencia de primera
instancia hizo lugar al reclamo pero la de segunda la modificó haciendo lugar sólo al reembolso de los gastos
que se acreditaran como efectivamente realizados en la etapa de ejecución de sentencia mediante la
correspondiente pericia.
A los fines del tema en análisis resulta importante destacar dos aspectos del fallo: a) en primer lugar, la
sentencia no hace lugar al pedido de nulidad del contrato por no haber intervenido el defensor de Menores; b) en
segundo lugar, formula algunas consideraciones respecto de algunas cláusulas del contrato que resultan
interesantes.
Para denegar el pedido de nulidad la Cámara encuadra el contrato, más allá de su "inocultable atipicidad", en
las disposiciones del segundo párrafo del art. 275 del Código Civil ("Tampoco pueden, antes de haber cumplido
dieciocho años de edad, ejercer oficio, profesión o industria, ni obligar su persona de otra manera sin
autorización de sus padres") y también en las previsiones de los arts. 280 y 283, CCiv. En función de ese
encuadre jurídico y también por ciertas particularidades de la forma en que ocurrieron los hechos, la Cámara no
hace lugar al pedido de nulidad no obstante no haber intervenido el defensor de Menores como lo dispone el art.
59 del CCiv.
Entendemos, como afirma la Cámara, que es un contrato atípico por lo que, en nuestra opinión, la
asimilación, sin más, al supuesto de autorización para ejercer profesión, oficio o industria no es tan clara. Por
ello entendemos que esa atipicidad, el hecho de tener reconocimiento de obligaciones preexistentes, la duración
del contrato, las obligaciones que asumía el menor y la forma en que se obligaba a distribuir las ganancias, eran
esenciales en el contrato y determinan que debería haberse cumplido con la prescripción del art. 59 y darle
intervención al defensor de Menores (21).
La intervención necesaria del defensor de Menores en este tipo de contratos, así como en los mencionados
en el punto d) de este artículo, sería una adecuada forma de controlar las cláusulas que en ellos se insertan
evitando situaciones de abuso y también permitiría analizar si los padres actúan defendiendo realmente los
intereses de sus hijos menores.
Con relación a las cláusulas del contrato, la sentencia expresa: "En otro orden de ideas, en cuanto concierne
a las cláusulas contractuales cuya validez fue asimismo cuestionada en autos por la demandada, aspecto que
también es materia de agravio, parece necesario introducir algunas precisiones. A mi modo de ver, ciertas
estipulaciones del referido convenio podrían ab initio suscitar reparos desde el punto de vista de los principios
indisponibles de nuestro ordenamiento legal, que corresponde al Tribunal resguardar (conf. art. 1047, CCiv.).
Ese rasgo se insinúa en algunas restricciones impuestas a la deportista en el desenvolvimiento de su vida, tanto
en aspectos personales como en el ámbito familiar y social, con exigencias muy rígidas en la atención de los
compromisos concertados por la actora, que condujeron en algún caso —según manifestó su entrenador al
prestar declaración testimonial en autos (fs. 290)— a tener que `jugar lesionada'. Tal clase de restricciones
impuestas a la `libertad de las acciones' (ver arts. 953, 97, 531, inc. 1º y otros del CCiv.) por un lapso muy
prolongado (diez años), sobre todo tratándose de una menor, no parecen acordes con aquellos principios de
carácter imperativo, aun cuando en la celebración del contrato hubiera intervenido el padre de la menor, cuya
responsabilidad por consentir las cláusulas exorbitantes ha de ser valorada en otro ámbito y no es materia de
juzgamiento aquí. Sin embargo, el desenlace de los hechos en la etapa de ejecución del contrato objeto de autos,
así como los términos en que ha quedado trabada la litis, tornan ya inoficioso un pronunciamiento acerca de la
validez".
Como se advierte, la sentencia no pasa por alto la posibilidad de que el contrato sea nulo en función del
contenido de las cláusulas que condicionan la vida del menor por un lapso de diez años y restringen su libertad,
aunque no se pronuncia por resultar inoficioso por la forma en que quedó trabada la litis.
Coincidimos plenamente con lo expresado por el tribunal. Llama sin embargo la atención que la Cámara no
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haya incluido también entre las posibles causas de nulidad al régimen de reintegro de gastos y distribución de
utilidades que, en nuestra opinión, era excesivo (22).
Pues bien, partiendo de este caso particular como ejemplo, entendemos que debe distinguirse la situación de
los deportistas que celebran contratos de trabajo con una entidad deportiva de aquellos contratos que no son tal.
Los que celebran contratos de trabajo tienen claramente establecido en la ley y en las diversas normas aplicables
sus derechos y obligaciones. Y, como ya hemos visto, cuando se pretende aplicar normas reglamentarias que
violan derechos esenciales, la jurisprudencia se ha ocupado de corregir tales conductas.
Pero en los otros contratos que pueden celebrar esos deportistas con representantes, agentes, promotores,
inversores, etc., o en el caso de los deportistas autónomos, entendemos que deben extremarse los recaudos para
proteger a los menores, que son la parte débil de le relación. En nuestra opinión en estos casos debe darse
intervención al defensor de menores y los contratos ser sometidos a un análisis riguroso en función de los
principios señalados.
IV. CONCLUSIONES
Resumiendo lo expuesto podemos concluir:
a) El deportista profesional, en los deportes colectivos, se encuentra vinculado al club por un contrato de
trabajo. Su capacidad se rige por las normas aplicables a ellos.
b) El deportista amateur se vincula al club a través del contrato de afiliación deportiva que es atípico y de
adhesión a cláusulas predispuestas por las asociaciones o federaciones deportivas.
c) Esas cláusulas y los reglamentos de las entidades deportivas se encuentran sujetos al contralor judicial en
cuanto se opongan a las normas imperativas de derecho estatal.
d) La negativa de un club de otorgar el pase o transfer a un menor afiliado al club es violatoria de la
Constitución Nacional, de la Convención sobre los Derechos del Niño y del Código Civil.
e) Las normas de la FIFA prohíben la transferencia de menores de 18 años aunque admiten algunas
excepciones. En caso de conflicto con conexión internacional normalmente intervienen los órganos
jurisdiccionales de la FIFA y rara vez tendrán posibilidad de intervenir los tribunales estatales. No obstante, el
defensor de Menores podría habilitar la instancia judicial.
f) Los contratos que los menores de edad puedan celebrar con representantes, agentes, inversores, sponsors,
etc., deben contar con la intervención del defensor de menores y se encuentran sometidos a los principios
generales sobre validez de los actos jurídicos y contratos y sujetos al contralor judicial.
g) Los contratos que celebran los deportistas autónomos no con contratos de trabajo sino contratos de
derecho común que deben contar con la necesaria intervención del defensor de Menores.
Vivimos una época en que los cambios son cada vez más rápidos y no terminamos de acostumbrarnos a
ellos cuando sucede una nueva modificación. Los medios de difusión contribuyen a "instalar" temas e ideas
como si fueran verdades absolutas sin darnos siquiera tiempo para pensar.
En ese vértigo quizás no advertimos que en la alta competencia deportiva cada vez hay deportistas más
jóvenes y las exigencias de entrenamiento, de viajes, de presión psicológica son cada vez mayores. La
posibilidad de que todo ello interfiera en la formación del menor y deje huellas difíciles de superar es muy
grande.
El Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño afirma: "Reconociendo que el niño, para el
pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de
felicidad, amor y comprensión". Es importante que los juristas, máxime los especialistas en derecho de familia,
nos preguntemos si la exigencia del deporte de alta competencia y la trama de intereses y contratos que se
mueven alrededor, no es un peligro para el logro de este ambiente de felicidad, amor y comprensión.
Y de ahí la tarea, no sencilla por cierto, de encontrar mecanismos y normas que brinden verdadera
protección a los menores de edad y que permitan un verdadero desarrollo de su personalidad para estar
"plenamente preparados para la vida en sociedad" (Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño).
(1) Editorial del Suplemento de Derecho Deportivo de ElDial, diario jurídico OnLine, de junio de 2005.
(2) No consideramos oportuno adentrarnos en este artículo en la consideración acerca de si realmente
estamos ante una rama autónoma o no del derecho. En un anterior artículo nuestro hemos expresado que para
fijar una postura acerca de esta cuestión debemos comenzar afirmando que, a los efectos de su estudio y
tratamiento, resulta necesario y conveniente agrupar las normas en ramas del derecho pero ello no significa que
éstas sean totalmente autónomas. Por el contrario, creemos que existe lo que Llambías denomina "la unidad
esencial del derecho que comunica a las diversas ramas entre sí". Esa "unidad esencial" es particularmente
visible con relación al Derecho Civil que, como es sabido, ha sido el núcleo básico y fundamental del cual se
han ido separando los demás ordenamientos especiales. Es por ello que Llambías afirma, con razón, que con
respecto a las demás disciplinas jurídicas el Derecho Civil "sigue siendo el manantial inagotable al que se acude
en búsqueda de orientación a falta de una norma expresa o implícita que contemple la situación". Partiendo pues
de la base de ese importante concepto de la "unidad esencial" del derecho y la consecuente inexistencia de
"autonomía absoluta" de las diversas ramas del derecho entendemos que es razonable aceptar la existencia del
Derecho Deportivo como una rama del derecho especial y que tiene normas y principios particulares. Creemos
también que la especificidad de la materia y sus particularidades justifican plenamente su estudio y su
tratamiento especializado ("La actualidad del derecho deportivo", ElDial, Suplemento de Derecho Deportivo,
DCB7A).
(3) A simple título ejemplificativo resulta interesante enumerar los "Derechos de los Niños en el Deporte"
(Carta de los Derechos de los Niños en el Deporte, Buceta, 2001, según el Manifiesto Mundial de la Educación
Física, FIEP-2000): Derecho de practicar el deporte sin ninguna diferencia (sexo, aptitud, características
físicas); Derecho de entretenerse y jugar; Derecho de aprovechar de un ambiente sano; Derecho a ser tratado
con dignidad; Derecho a ser rodeado y entrenado por personas competentes; Derecho de hacer entrenamientos
según los ritmos individuales; Derecho a competir con jóvenes que tienen las mismas posibilidades de éxito;
Derecho a participar en competiciones adecuadas; Derecho a participar el deporte dentro de la máxima
seguridad; Derecho a tener adecuadas pausas para descansar; Derecho a no ser campeón pero también derecho a
serlo.
(4) Para una completa comprensión de la distinción entre deportistas de deporte colectivo y que juegan para
una institución deportiva y deportistas autónomos puede verse el completo análisis de la Dra. VIDELA, María
de la Paz, en el artículo "Contratos deportivos relacionados con niños/as y jóvenesEn el mismo sentido se
pronuncia el Dr. Reck en el artículo ya citado afirmando: "Considero que la sala no debió dejar pasar la
oportunidad de fulminar semejante régimen de distribución de utilidades", ElDial, DC681.
(5) Una de las características del Derecho Deportivo es que coexisten normas de derecho estatal de distintos
países con normas privadas dictadas por las instituciones deportivas nacionales e internacionales (caso de la
AFA o la FIFA en el fútbol).
(6) En el mismo sentido se pronuncia el Dr. RECK, Ariel N., en el artículo "Contratación de deportistas
menores de edad, Comentario al fallo Emprendimientos tenísticos", Cuadernos de Derecho Deportivo, nro. 3,
ps. 139 y ss.
(7) Esta estructura piramidal determina que existe una Federación Internacional integrada por las distintas
Federaciones Nacionales de cada país que, a su vez, están compuestas por las instituciones deportivas
(normalmente clubes organizados como asociaciones civiles sin fines de lucro) que son las que tienen
primariamente el vínculo con el deportista.
(8) TREVISÁN, Rafael, "El contrato de afiliación deportiva a la luz del Derecho de Retención", ElDial del
9/10/2007 (ElDial, DCC73).
(9) CRESPO, Daniel, "Jugador de fútbol menor de edad. Patria potestad y derecho de formación.
Ordenamiento jurídico-deportivo nacional e internacional", Cuadernos de Derecho Deportivo, nro. 1, p. 65.
(10) Fallo publicado en ElDial, AA42D6.
(11) Sobre el particular pueden consultarse los completos trabajos de los Dres. TREVISÁN, Rafael, "El
futuro del fútbol sudamericano ante la nueva reglamentación FIFA y de un reciente laudo arbitral del TAS",
ElDial del 14/9/2006; GALEANO, Álvaro - GONZÁLEZ MULLIN, Horacio, "A un año del leading case
`Bueno y Rodríguez v. Peñarol de Uruguay'", ElDial del 9/10/2007; y de los mismos autores "El caso `Webster',
Un nuevo golpe para los países sudamericanos", ElDial del 8/4/2008.
(12) Fallo publicado en ElDial, AA42D6.
(13) Fallo publicado en ElDial, AA25BF.
(14) ED 198-130.
(15) C. Nac. Civ., Sala E, 9/5/2000, nro. de recurso E290105.
(16) Publicado en ElDial, AA3241.
(17) C. Nac. Trab., Sala 5ª, expte 5521/2001, sent. 66087, 12/11/2002, Publicado en ElDial, AL11DD.
(18) En este artículo analizamos el tema desde el ángulo del deportista menor de edad. Lo expuesto no
significa desconocer que los clubes formadores de jugadores tienen un legítimo derecho a que esa formación les
sea reconocida. Para un análisis profundo del tema puede consultarse el completo trabajo del Dr. RECK, Ariel
N., "Los derechos de formación deportiva. Su régimen en fútbol, rugby y básquet", Cuadernos de Derecho
Deportivo, nros. 6/7, ps. 39 y ss.
(19) El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS; Tribunal Arbitral du Sport, en francés) es un órgano de arbitraje
que dirime disputas en torno al deporte. Su sede queda en Lausana, Suiza, y existen otras cortes en Nueva York
y Sydney. Originalmente, fue creado por el presidente del Comité Olímpico Internacional, interviene como
tribunal de última instancia de apelación de las resoluciones de los órganos jurisdiccionales de las federaciones
deportivas.
(20) C. Nac. Com, sala C, 5/7/2002, "Emprendimientos Tenísticos Sociedad Anónima v. Suárez, Paola
s/ordinario", publicado en el Suplemento de Derecho Deportivo de ElDial del 11/4/2006.
(21) En el mismo sentido se pronuncia categóricamente la Dra. María de la Paz Videla en el artículo ya
citado "Contratos deportivos relacionados con niños/as y jóvenes", ElDial, DC681. Se refiere también al tema
aunque no se pronuncia en forma tan categórica el Dr. Ariel N. Reck, en el artículo "Contratación de deportistas
menores de edad. Comentario al fallo `Emprendimientos tenísticos'", Cuadernos de Derecho Deportivo, nro. 3,
ps. 139 y ss.
(22) En el mismo sentido se pronuncia el Dr. Reck en el artículo ya citado afirmando: "Considero que la sala
no debió dejar pasar la oportunidad de fulminar semejante régimen de distribución de utilidades", cit., p. 142.