La Fe Como Herramienta para La Razón y La Ciencia Como Apoyo para Razonar Mejor Nuestra Fe
La Fe Como Herramienta para La Razón y La Ciencia Como Apoyo para Razonar Mejor Nuestra Fe
La Fe Como Herramienta para La Razón y La Ciencia Como Apoyo para Razonar Mejor Nuestra Fe
(…) “La razón me prueba que existe un ser que confeccionó la materia de este
mundo” “Sentimos que dependemos de un ser invisible” (…)
1964-1778.
He aquí vienen días, dice el Señor, en los cuales enviare hambre a la tierra, no
hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová.
Para evitar estas son necesarias las acciones de lo que se enseña y se dice, hay
un dicho en mi llano:
Refrán popular
A todas estas, lo que se ha venido perdiendo en diferentes congregaciones es el
accionar, el poner en práctica lo que dice, se enseña. Para esto nos vamos
relacionar con 2 ciencias “AXIOLOGIA Y DEONTOLOGIA”.
La primera trata sobre la disciplina filosófica que estudia los valores de las cosas,
y o es la disciplina filosófica que estudia los valores y su evolución histórica
muestras las huellas de la confrontación teórica entre escuelas de pensamientos a
menudo opuestas entre sí. De esto se desprenden ciertos principios tales como la
rectitud, integridad, honestidad, la dignidad humana, el servicio o idea de
contribuir, el potencial, entre nosotros. Esto nos lleva humanamente a ser
axiológico, ¿Qué quiero decir? Somos capaces de seleccionar los valores
morales, éticos estéticos y espirituales. Dando como resultado que la axiología es
la teoría filosófica encargada de investigar esos valores, con especial atención a
los valores morales.
La segunda: Parte de la ética que trata de los deberes y principios que afectan a
una “PROFESION” Ok, encierro esta palabra, porque tiene que ver con un oficio,
pero la vamos a implementar en profesión de fe.
Entonces hablar de fe, es decir creer, pero con acciones la misma Biblia nos
enseña en el libro de hebreos. 11. 6 “Que sin fe es imposible agradar a Dios…”
DESARROLLO
Al Comenzar el desarrollo de este mensaje me enfocare en las preguntas que
inquietan a muchos. ¿Hay capacidad en ellos para compartir e impartir
conocimiento teológico?
“El mundo llama hombres capacitados, Dios llama hombres para capacitarlos”
Efesios 4:11-13
Reina-Valera 1960
11
Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas;
a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del
13
ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a
la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la
medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
Esta pregunta la hacen muchos ¿Cuáles son los parámetros o reglas a seguir?
En la pregunta anterior les dije que estuvieran muy, pero muy pendiente acerca
del ministro u o iglesia que visitan, interroguen. ¿De dónde vienen? ¿Quiénes son
sus líderes principales? ¿Si tiene credenciales que los identifiquen como ministros
de culto? ¿Qué preparación teológica tienen? Si evaden estas preguntas, que son
muy sencillas y prácticas usted tendrá que salir rápido de allí y buscar una
congragación donde se cumple la palabra.
35 En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tenéis amor los unos por
los otros. 36 Le dijo Simón Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A
donde yo voy, no me puedes seguir ahora; pero me seguirás después.
15
Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene
de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.
11
Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la
palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas
cosas eran así.
¿Dónde dice la Biblia que hay que ser miembro de una iglesia?
¿Eres miembro de una iglesia? Quizás no lo veas necesario. Eso de ser miembro
de una iglesia no suena muy espiritual, ¿verdad? Suena más bien a papeleo, a
burocracia, justo lo que no necesitamos en la iglesia. Y hay cada vez más iglesias
que no tienen una membresía formal, oficial; los creyentes que asisten a la iglesia
son la gente de la iglesia y ya está. Y no pocos creyentes preguntan: “¿Dónde dice
la Biblia que hay que ser miembro de una iglesia?” Normalmente la pregunta es
retórica; no se espera una respuesta – ya se sabe que la Biblia no dice en ninguna
parte que haya que ser miembro de una iglesia, ¿verdad? Pero, ¿es así? Es cierto
que no hay ningún versículo de la Biblia que diga: “Hay que ser miembro de una
iglesia”. Pero yo sí creo que la Biblia enseña que todo creyente debería ser
miembro de una iglesia local. ¿Dónde lo enseña? Pues, aquí van siete
argumentos basados en cosas que dice la Biblia sobre el creyente y la iglesia
local:
2. La multitud de nombres
Después de la ascensión de nuestro Señor, leemos que “en aquellos días Pedro
se levantó en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en
número), y dijo…” (Hch. 1:15), y a continuación el apóstol Pedro propone a los
hermanos la elección de un sucesor de Judas Iscariote. Ahora, lo que en este
pasaje bíblico atañe a nuestro tema es un detalle interesante – y yo diría bastante
significativo – en lo que viene entre paréntesis en el versículo 15. Una traducción
literal de las palabras entre paréntesis sería algo así: “Y la multitud de nombres
era, en total, sobre ciento veinte”. ¿Por qué “la multitud de nombres”? Si bien,
como apuntan algunos comentaristas, no es el único caso del uso de la palabra
“nombres” para “personas”, el lenguaje aquí se parece bastante al del libro de
Números, cuando se habla de los censos que hubo en aquel entonces – “la cuenta
de los nombres” (Nm. 1:2); “conforme al número de sus nombres” (Nm. 3:43); “la
cuenta de los nombres” (Nm. 26:53); etc. Parece al menos una posibilidad
razonable que Hechos 1:15 implique la existencia de algún tipo de registro de los
primeros cristianos, y que se hubiese contado el número de los nombres que
aparecían en ese registro. Si fuera así, sería otro indicio, muy temprano, del
concepto de una reconocida membresía de la iglesia.
3. Añadidos a la iglesia
4. Unidos a la iglesia
5. Elecciones en la iglesia
La Iglesia cristiana aún era muy joven cuando surgieron los primeros problemas.
Lucas nos habla de uno de esos problemas en Hechos 6: “Hubo murmuración de
los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquéllos eran desatendidas
en la distribución diaria” (v. 1). ¿Y la solución?: “Los doce convocaron a la multitud
de los discípulos, y dijeron: …Buscad…de entre vosotros a siete varones de buen
testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de
este trabajo” (vv. 2-3). Y así lo hicieron: “Agradó la propuesta a toda la multitud; y
eligieron a Esteban…” (v. 5). De este pasaje surgen las siguientes preguntas,
todas ellas relacionadas con el tema de la membresía de la iglesia: (1) ¿A quiénes
se dirigieron los doce apóstoles cuando surgió este problema?; (2) ¿Quiénes
podían participar en la búsqueda de los siete varones; (3) ¿Quiénes podían ser
propuestos y nombrados para el trabajo en cuestión?; y (4) ¿Quiénes eligieron a
los siete encargados de la distribución diaria? El pasaje sugiere una misma
respuesta a las cuatro preguntas: “los discípulos”. A la hora de solucionar
problemas, de tomar decisiones, de nombrar y elegir responsables, etc., tenía que
haber un reconocimiento claro de las personas que podían participar en todo ello.
¿Cómo se distinguía entre las personas reconocidas como creyentes o discípulos
y las personas que estaban con ellos pero que todavía no habían dado ninguna
evidencia de haberse convertido? No hace falta que insistamos en la palabra
“membresía”, pero el concepto parece necesario para este tipo de circunstancias.
Hechos 15 (el concilio de Jerusalén) es otro caso parecido: “Pareció bien a los
apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir de entre ellos varones…” (v.
22). No creo que sea difícil ver la necesidad hoy también de que se tenga claro
quiénes pueden y quiénes no deben participar en toda una serie de actividades y
responsabilidades en la iglesia local. La alternativa (que algunos han vivido) es el
caos de hacer todo en las reuniones públicas, en las que cualquier persona,
aunque no sea creyente, tiene voz y voto, con las (a veces) nefastas
consecuencias para la causa del evangelio.
En Hechos 20 (vv. 17 y ss.) tenemos el discurso del apóstol Pablo a los ancianos
de la iglesia de Éfeso. En el versículo 28 leemos: “Mirad por vosotros, y por todo el
rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la
iglesia del Señor…”. Una de las lecciones de este pasaje parece ser que los
ancianos, los obispos y los pastores eran – y son – según el Nuevo Testamento,
las mismas personas (aunque luego se puedan hacer matizaciones, basadas en
algunos textos bíblicos). Pero otra lección, y una que tiene que ver con el tema
que aquí nos ocupa, es que los líderes espirituales de las iglesias locales han sido
puestos por el Espíritu Santo en el rebaño del Señor para que miren por las
ovejas. Es decir, tienen una serie de responsabilidades, y tienen derecho a contar
con una serie de actitudes, etc., de ciertas personas en particular: las personas
que constituyen ese rebaño del Señor. Un pastor (o anciano u obispo) no lo es de
todos los habitantes de su parroquia; es pastor de las ovejas del Señor de una
iglesia local en particular. Pero ¿quiénes son esas ovejas? ¿Son todas las
personas que asistan a la iglesia? ¿Son todos los creyentes que asistan a la
iglesia? Por supuesto, un pastor querrá ayudar y servir a todas las personas que
pueda; pero, ¿quién no sabe que hay incluso creyentes que no quieren ser
pastoreados por nadie? No, este texto y la existencia de pastores (bajo el Señor,
por supuesto) y ovejas también apuntan a la necesidad de un reconocimiento claro
de quiénes son los que forman la iglesia local – es decir, de una membresía de la
iglesia local.
7. Problemas en la familia
Conclusión
Aunque a primera vista parezca bíblico, y hasta suene espiritual, afirmar que el
tener una membresía de la iglesia no es algo establecido por Dios, sino algo
impuesto por los hombres, creo que una reflexión seria sobre el tema llevará a la
conclusión de que el tener esa membresía de la iglesia es necesario, bueno y
bíblico. No se puede basar la teología cristiana en textos aislados: hay que
profundizar en la enseñanza bíblica. Sin duda, ¡esto requiere más trabajo! Y
hemos visto que lo que enseña la Biblia sobre el tema de este artículo es: (1) Que
los creyentes de una misma iglesia local han de ser “miembros” los unos de los
otros; (2) Que hay algunos indicios de una membresía en la iglesia primitiva; (3)
Que los primeros cristianos no solo asistían a la iglesia; pertenecían a la iglesia;
(4) Que en el Nuevo Testamento “juntarse” no significaba tanto estar con…, sino
más bien ser de…; (5) Que la necesidad de tomar decisiones (a veces muy
importantes), y de proponer, nombrar, elegir, ser elegido, etc., requiere un
reconocimiento claro de quiénes tienen voz y voto; (6) Que los pastores necesitan
saber con qué ovejas cuentan; y (7) Que existen problemas que son de la familia y
por lo tanto hay que saber quiénes son de la familia y quiénes no. Una de las
características de nuestros tiempos es la falta de compromiso, ¿verdad? Es así en
todos los ámbitos de la vida. Pues, una iglesia cristiana difícilmente puede ser lo
que el Señor quiere que sea sin que haya creyentes comprometidos – con el
Señor y con su causa – o sea, ¡verdaderos miembros de iglesia!
¿Cómo hago para no caer en este tipo de grupos dominantes con doctrinas que
no son del Señor?