Documento de Apoyo - Taxonomía de Las Emociones
Documento de Apoyo - Taxonomía de Las Emociones
Documento de Apoyo - Taxonomía de Las Emociones
Durante siglos, nuestra arrogancia nos hizo creer que éramos seres completamente
racionales. “Pienso, luego existo”. Hoy en día ya tenemos la explicación de
nuestras conductas incoherentes y de nuestros arrebatos. Como descubrió
Ledoux, la información procedente de los sentidos llega antes al sistema límbico (la
amígdala) que a la corteza, siendo responsable de nuestras reacciones
automáticas, que sólo instantes después podemos controlar, moderar o confirmar
(Valderrama, 2009).
Este descubrimiento del circuito rápido que procesa las emociones viene a validar
la teoría de William James, pionero de la psicología científica. En su artículo de
1884, “Qué es la emoción”, sostenía que las emociones son las sensaciones
corporales que siguen directamente la percepción del hecho desencadenante. En
contra del sentido común que nos dice que huimos de un oso porque nos da miedo,
James decía que tenemos miedo porque huimos del oso. "No lloramos porque
estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos." Efectivamente se ha
demostrado que, guiado por la amígdala cerebral, nuestro organismo reacciona a la
amenaza antes de que esta llegue a la conciencia en la corteza del lóbulo frontal, a
través de un camino más largo.
Los experimentos realizados por Alice Isen (1987) durante veinte años
demostraron que cuando las personas sienten emociones positivas, su
pensamiento se vuelve más creativo, flexible y abierto a la información. La
Las personas que experimentan más emociones positivas en su vida tienen mejor
salud y una mayor esperanza de vida. En el Estudio de las Monjas, los
investigadores analizaron el contenido emocional de las autobiografías que habían
escrito al profesar cuando jóvenes. Las monjas que expresaron más emociones
positivas vivieron diez años más que aquéllas que expresaron menos. Este aumento
de la esperanza de vida es considerablemente mayor que la ganancia lograda por
quienes dejan de fumar (Danner, Snowdon & Frieser, 2001).
Relacionada con las preferencias en las relaciones y el valor que se confiere a los
demás.
El Arco Iris Emocional (Valderrama, 2015) es una taxonomía que facilita clasificar y
desarrollar nuevas herramientas científicamente probadas para ayudar a las
personas y los grupos a florecer y desplegar su potencial.
Hay técnicas válidas para transformar en positivas las emociones negativas en las
cuatro dimensiones. Una fundamental es a través de la reformulación cognitiva,
descubriendo el significado positivo de las circunstancias actuales, mediante la
búsqueda de beneficios dentro de la adversidad.
Numerosos estudios han encontrado que las estrategias centradas en evitar las
emociones negativas aumentan el malestar psicológico. La supresión emocional
disminuye con éxito las conductas emocionales negativas, pero también tiene
consecuencias adversas como el aumento de la activación fisiológica, la atenuación
de las experiencias emocionales positivas y la creación de vínculos sociales más
débiles con los compañeros de interacción (Gross, 2002).
Tugade y Fredrickson han hecho una revisión de las técnicas eficaces para la
creación o el mantenimiento de las experiencias emocionales positivas. Incluyen la
técnica de saborear para disfrutar de eventos positivos antes de que ocurran (fase
anticipatoria), estar plenamente presente en la experiencia actual (fase de
compromiso), y evocar el recuerdo de pensamientos, imágenes y sensaciones
positivas para infundir el presente con más placer (fase de reminiscencia). La
sinergia entre las estrategias deliberadas y las técnicas más automáticas de
regulación, como el contagio emocional, favorecen la resiliencia (Tugade &
Fredrickson, 2004).
La mente del que medita llega a vivir gradualmente dentro de los sentimientos del
amor universal y la compasión. En occidente conocemos las prácticas de meditación
como “mindfulness” (conciencia plena). Se ha demostrado científicamente que la
práctica regular reduce el estrés, mejora el bienestar psicológico, estimula la
creatividad, el optimismo y las emociones positivas como el amor incondicional
(Valderrama, 2015).
Las prácticas de gratitud han mostrado su eficacia para adquirir un mayor bienestar
físico, psicológico y social (Emmons, 2008). También se ha demostrado que el
uso de las fortalezas psicológicas conduce a menos estrés, mayor autoestima,
vitalidad y afecto positivo (Wood et al, 2011).
En definitiva, pensamos que el modelo Arco Iris emocional puede ser una taxonomía
que ayude a clasificar y desarrollar las técnicas clásicas y emergentes para el cultivo
de emociones positivas y el desarrollo emocional.
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