Tesis Doct Vsex Liliana Chaparro-52964239.2022
Tesis Doct Vsex Liliana Chaparro-52964239.2022
Tesis Doct Vsex Liliana Chaparro-52964239.2022
Director:
Durante los varios años de investigación y escritura de esta tesis, muchas personas e
instituciones contribuyeron de diversas formas a motivarme, apoyarme o a compartir ideas
conmigo, que nutrieron el desarrollo de este documento y que me permitieron comprender
de mejores maneras cómo abordar este objeto de estudio que es también profundamente
subjetivo.
Esta tesis no se habría podido iniciar ni terminar sin la red de amigas y amigos que me
acompañaron. En particular, agradezco a Alexandra Quintero, Carolina Morales, Adriana
Benjumea, las amigas del Club de Lectura y Mauricio Velásquez, por soportarme en este
proceso, en todos los sentidos de la palabra. A todas las mujeres víctimas de violencia
sexual que han confiado en mi para contarme sus experiencias: gracias por su valentía y
fuerza ilimitadas. Y también a las organizaciones sociales y de mujeres con las que he
trabajado directa o indirectamente, que me han permitido comprender la fortaleza del
trabajo colectivo en entornos de adversidad.
A mi familia, infinitas gracias por vivir conmigo esta experiencia, por darme alientos y creer
en mí, por liberar mis días para que pudiera sentarme a escribir y por amarme tan
incondicionalmente. A mi papá, mamá, a Pili y a mi tía, gracias por meterle ganas a seguir
con la vida y poder cerrar este ciclo unidos; sé que no ha sido fácil, pero aún en la
adversidad estuvieron siempre con una voz de ánimo. A mis suegros, que destinaron
largas y extenuantes jornadas para cuidar a Lorenzo y que sin ellas yo no habría podido
terminar este trabajo.
A mi esposo, Heyder Alfonso, con quien iniciamos esta aventura y hemos recorrido juntos
este trayecto. Gracias por tu comprensión, solidaridad, espíritu práctico, diálogos largos,
lecturas de mis avances, y por hacer de este un proyecto familiar. Todo eso me ha dado
fuerzas y ganas para llegar hasta acá y seguir construyendo sueños juntos. Por último, a
mi maravilloso hijo Lorenzo, quien nació en medio de este trabajo y que ha impulsado este
esfuerzo, a quien muchas veces quité tiempo para destinarlo a escribir; gracias porque
muchas veces me animaste a seguirlo intentando y me llenaste de un amor infinito. A los
dos, gracias por cada paso de este camino juntos.
Resumen y Abstract XI
Resumen
Solo hasta el año 2009, las víctimas de violencia sexual en el conflicto armado colombiano
aparecieron públicamente a exponer su experiencia. Los procesos previos, ocurridos entre
1990 y 2008, que permitieron que las víctimas sintieran que podían hablar en el espacio
público, constituyen el eje de investigación de esta tesis. Al rastrear los documentos
disponibles en la prensa, el Estado y los informes de organizaciones sociales, se observa
que aunque desde la década de 1990 hubo relatos sobre violencia sexual en el conflicto
armado en Colombia, aún no existía un clima social y político que posibilitara su
enunciación pública directamente por las víctimas. Para que ello ocurriera, fue necesaria
la emergencia de una categoría denominada “violencia sexual en el conflicto armado”, que
fue producida como un problema público en el marco de un giro epistemológico sobre el
tema, iniciado en la década de 1990 y que en Colombia se cristalizó en el año 2008. La
investigación permite concluir que, aunque el proceso de emergencia estuvo vinculado a
experiencias regionales e internacionales, para el caso colombiano la categoría empezó
su proceso de emergencia con la aparición de organizaciones de mujeres articuladas en
torno a las cuestiones de la paz a mediados de la década de 1990 y, especialmente, de la
mano de los debates sobre la justicia transicional inaugurados en el país en 2002. Estos
debates plantearon la necesidad de demostrar la singularidad de la experiencia de las
mujeres en la guerra y su estatus de gravedad, a fin de hacerla justiciable; ante esto,
diversos actores centralizaron en la violencia sexual la evidencia de la máxima gravedad
de la violencia contra las mujeres en el conflicto, haciéndola representativa de la totalidad
de la experiencia femenina. Ese carácter gravoso fue elevado a categoría jurídica a través
de la Ley de Justicia y Paz del año 2005 y del Auto 092 de la Corte Constitucional del año
2008, que a través del reconocimiento de máxima gravedad de la violencia sexual en el
conflicto armado, selló su proceso de emergencia, abrió un campo de posibilidades y creó
un clima social y político que hizo que las víctimas pensaran que era el momento de hablar.
Abstract
"I thought it was time to speak up." The emergence of conflict-related sexual
violence's category as a public problem in Colombia, 1990-2008.
Only until 2009, sexual violence victims in the context of colombian armed conflict, appeared
publicly to speak up and expose their experiences. Previous processes, occurred between 1990
and 2008, which allowed victims to fell that it was suitable to share their experiences in public
spaces, are the principal axis of investigation in this thesis. By tracking available documents in
press, such as Government, NGO and Social Organizations reports, it is possible to observe
that, even though since 1990 there were testimonies about sexual violence occurred in the
context of colombian armed conflict, the political and social climate was not appropriate for
victims to enunciate publicly those crimes. For that to happen, it was necessary the appearance
of a category named ‘conflict-related sexual violence’, which was produced and created as a
public issue in the frame of an epistemic twist about the subject, which in turn, initiated in the
decade of 1990, and crystalized in Colombia by the year of 2008.This investigation allows to
conclude that, even though the emergence of conflict-related sexual violence category was
connected to regional and international experiences, in colombian case its appearance process
was also related to the foundation of women’s organizations, articulated around peace issues
in the mid-1990s, and also strongly linked to the public debates about transitional justice,
inaugurated in the country in 2002. These debates posed the need to demonstrate the
singularity and uniqueness of the experience of women in the war contexts, such as its gravity
status, in order to make it justiciable; faced with this, various actors centralized in sexual
violence the evidence of the maximum severity of violence against women in armed conflict
making it representative of the totality of feminine experience. This burdensome character was
elevated to legal status through the Justice and Peace Law of 2005 and Order 092 of 2008, by
the Constitutional Court, which, through the recognition of the maximum severity of sexual
violence in armed conflict, sealed the category’s emergency process, opened a field of
possibilities and created a social and political climate that made victims think it was time to
speak up.
Gráficos:
Imágenes:
Tablas:
Tabla 1: Tipo de agresores incluidos en los informes de Medicina Legal 1999-2008.................. 250
Lista de abreviaturas
Abreviatura Término
ACNUR Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
ANMUCIC Asociación Nacional de Mujeres Campesinas e Indígenas de Colombia
AUC Autodefensas Unidas de Colombia
CCJ Comisión Colombiana de Juristas
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
CEDAW
Mujer
CIDH Comisión Interamericana de Derechos Humanos
CINEP Centro de Investigación y Educación Popular
CLADEM Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer
CNRR Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación
Coalición contra la Vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en
COALICO
Colombia
CODHES Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento
Corte IDH Corte Interamericana de Derechos Humanos
CPI Corte Penal Internacional
DIH Derecho Internacional Humanitario
DINEM Dirección Nacional para la Equidad de las Mujeres
FGN Fiscalía General de la Nación
HRW Human Rights Watch
ICTR Tribunal Internacional para la investigación de los crímenes ocurridos en Ruanda
ICTY Tribunal Internacional para la investigación de los crímenes ocurridos en Yugoslavia
IMP Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz
INMLCF Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
MMCA Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado
Oficina en Colombia de la Alta o el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
OACNUDH
Derechos Humanos
OFP Organización Femenina Popular
ONG Organización no gubernamental
ONU Organización de las Naciones Unidas
PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
UNIFEM Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer
Introducción
En el año 2014, el 25 de mayo fue declarado el “Día Nacional por la Dignidad de las
Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado interno”1. Su
declaratoria constituyó una medida de reparación individual con impacto colectivo en el
caso de Jineth Bedoya Lima quien, 14 años antes, el 25 de mayo de 2000, trabajaba en el
periódico El Espectador y se encontraba cubriendo una masacre ocurrida en la Cárcel
Modelo de Bogotá. En el marco de ese cubrimiento fue citada a una entrevista que
realmente era una coartada para secuestrarla, golpearla y cometer “actos de violencia
sexual en su contra”2. A nivel internacional, desde el año 2000, algunos medios y
organizaciones – como Human Rights Watch, Committee to Protect Journalists y Canadian
Journalists for Free Expression – reportaron la ocurrencia en contra de Jineth Bedoya de
golpes, tortura y violación o asalto sexual3.
1
Presidencia de la República, «Decreto 1480 de 2014. Por el cual se declara el 25 mayo como el
Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto
armado interno.» (2014),
https://www.unidadvictimas.gov.co/sites/default/files/documentosbiblioteca/decreto-1480-de-
2014.pdf.
2
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe de fondo. Caso Jineth Bedoya Lima y
Otra Vs. Colombia», Informe No. 150/18. Caso 12.954. OEA/Ser.L/V/II. Doc.172 § (2018),
http://www.oas.org/es/cidh/decisiones/corte/2019/12954FondoEs.pdf.
3
Human Rights Watch, «Informe anual 2001. Eventos de 2000», 2000,
https://www.hrw.org/legacy/spanish/inf_anual/2001/index.html#panorama; Committee to Protect
Journalists, «Darkness Falls», 15 de junio de 2000, https://cpj.org/reports/2000/06/nacho/; Prensa
Libre, «Annual report 2000», s. f.,
http://www.angelfire.com/co/prensalibre/INFORMEANUAL2000.html; Committee to Protect
Journalists, «Bad Press: Colombia’s mortal threat to journalism», febrero de 2000,
https://www.refworld.org/docid/47c567c721.html; Canadian Journalists for Free Expression, «Jineth
Bedoya Lima, Colombia», 2000, https://www.cjfe.org/jineth_bedoya_lima_colombia; Nieman
Reports, «Violence Against Journalists in Colombia», 15 de marzo de 2001,
https://niemanreports.org/articles/violence-against-journalists-in-colombia/. La Sociedad
Interamericana de Prensa se pronunció sobre los hechos al día siguiente de ocurridos y a los dos
meses; en el primer caso solo se refirió a los golpes y, en el segundo, informó que fue “severamente
maltratada antes de ser liberada”. Ver Sociedad Interamericana de Prensa, «Condena la SIP actos
de violencia contra periodistas en Perú, Colombia y Cuba», 26 de mayo de 2000,
https://www.sipiapa.org/notas/1122713-condena-la-sip-actos-violencia-contra-periodistas-peru-
colombia-y-cubacondena-la-sip-actos-violencia-contra-periodistas-peru-colombia-y-cuba; Sociedad
Interamericana de Prensa, «Comité Ejecutivo de la SIP condena ataques contra la prensa en el
último trimestre», 28 de julio de 2000, https://www.sipiapa.org/notas/1122740-comite-ejecutivo-la-
sip-condena-ataquescontra-la-prensa-el-ultimo-trimestre. En el año 2001 la periodista fue
galardonada con el premio “Courage in Journalism Award” como una forma de reconocer su trabajo
2 Introducción
En contraste, la prensa nacional entre los años 2000 y 2008 guardó total silencio frente a
la violencia sexual y se refirió a lo ocurrido como una golpiza4, una salvaje golpiza5, una
“brutal agresión (…) [que] no solo atenta contra la libertad de prensa sino también contra
la integridad de la mujer”6, una “agresión física”7 y el haber sido “maltratada por varios
hombres”8 y “humillada”9.
Pasaron nueve años para que la prensa colombiana empezara a nombrar lo ocurrido como
violencia sexual. De acuerdo con la versión de los hechos de la propia Jineth Bedoya, en
2009 decidió ir a España a contar su historia:
Hace tres meses, recibí la visita de unos delegados de Intermón Oxfam que me
invitaron a presentar su campaña contra la impunidad de los crímenes sexuales
cometidos por los grupos armados en Colombia. Les contesté que no. No quería
revivir aquello, estaba olvidado y nadie me lo mencionaba. Pero cuando se
marcharon, pensé en las miles de campesinas que han sido violadas y que no
denuncian a los culpables porque lo consideran algo deshonroso. Pensé que era
el momento de hablar10.
y brindarle protección para mantenerse en el oficio. Ver International Women’s Media Foundation,
«Jineth Bedoya Lima. 2001 Courage in Journalism Award», https://www.iwmf.org/ / /jineth-bedoya-
lima-2001-courage-in-journalism-award de 2001.
4
Redacción El Tiempo, «Golpiza a periodista», El Tiempo, 26 de mayo de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1212942; «Libertad amenazada», Revista
Semana, 26 de junio de 2000, https://www.semana.com/nacion/articulo/libertad-amenazada/42451-
3/.
5
Redacción El Tiempo, «Conflicto amenaza a la prensa», El Tiempo, 17 de octubre de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1297367.
6
Redacción El Tiempo, «Solidaridad femenina», El Tiempo, 5 de junio de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1302947.
7
Redacción El Tiempo, «Medidas cautelares para periodistas», El Tiempo, 22 de junio de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1253241.
8
Redacción El Tiempo, «Muy poco para celebrar», El Tiempo, 9 de febrero de 2001,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-636189.
9
Fundación para la Libertad de Prensa, «La libertad de expresión bajo fuego en Colombia», El
Tiempo, 13 de junio de 2000, https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1286198. La nota
corresponde a la Declaración de la Fundación para la Libertad de Prensa y es firmada, entre otros,
por “Enrique Santos Calderón vicepresidente regional de la Comisión de Libertad de Prensa de la
SIP”.
10
Fernando Peinado, «Contar mi violación ha sido el paso más duro», El País de España, 10 de
Introducción 3
Al año siguiente, con el apoyo de Oxfam Intermón11, Jineth Bedoya inició la campaña No
es hora de callar, que desde entonces se ha ocupado de movilizar recursos humanos,
periodísticos e institucionales para posicionar la cuestión de la violencia sexual. El
periódico El Tiempo – donde es subeditora – ha servido de plataforma mediática para
promover la campaña y, con ello, ha ganado un lugar de visibilidad incomparable.
Pensé que era el momento de hablar nos revela el clima de la época, la transformación de
una cultura política orientada hacia la instalación, en lo público, de narrativas que
posicionaran la experiencia femenina en la guerra y, especialmente, la violencia sexual.
de representar los eventos y este proceso no es fijo, estático ni eterno, sino que es una
variable histórica y cultural, basada, permitida y limitada por el lenguaje. Esto no significa
que las personas y colectivos estén atadas trágicamente a ese marco simbólico, pues aún
en él cuentan con posibilidades de transformarlo. De hecho, como desarrollaré en el
capítulo 1, aunque inicialmente las palabras y rostros de las víctimas eran inexistentes en
el espacio público – con algunas excepciones anómalas14 – los rumores, las voces en
anonimato y lo que denomino una agencia mediada por las activistas, irrumpieron e
interpelaron ese marco simbólico disponible y lo transformaron15.
El repaso por la prensa nacional y regional en Colombia, así como por los informes de
organizaciones sociales y de organismos internacionales, nos permite ver que la
percepción de un momento adecuado para hablar, tal como le ocurrió a Jineth Bedoya, no
fue excepcional sino el síntoma de un giro que había iniciado en la década de 1990 y
tomaba fuerza. Por esta misma época, para el año 2009, otras mujeres también hicieron
públicos los hechos de violencia sexual ocurridos años antes, como en las masacres del
Chengue y El Tigre16, La Gabarra17 y El Salado18.
Trauma, cultura e historia: reflexiones interdisciplinarias para el nuevo milenio (Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, Centro de Estudios Sociales, 2011), 38.
14
La más significativa por el nivel de publicidad es Rina Bolaño, víctima de violencia sexual por un
comandante de las FARC en 2003, cuyo caso exploro en el capítulo 4. Otro caso excepcional pero
menos visible fue el de la masacre de El Salado. Si bien una de las víctimas denunció
inmediatamente ocurridos los hechos en 2000 a la Fiscalía, el rumor sobre otros hechos perpetrados
se mantuvo constante hasta luego del año 2011, cuando empezaron a ser denunciados por otras
víctimas. El caso denunciado a los días de la masacre, sin bien fue presentado a las autoridades,
no circuló públicamente con nombre propio, sino que se mantuvo en el nivel del rumor, aspecto que
desarrollo en el capítulo 1. Sobre los casos conocidos de la masacre de El Salado, ver Corte
Constitucional, Sentencia T-718, M.P. Alejandro Linares Cantillo (2017).
15
Como señala Koselleck: “No existe ninguna historia que no haya sido constituida mediante las
experiencias y esperanzas de personas que actúan o sufren”. En Reinhart Koselleck, Futuro
pasado: para una semántica de los tiempos históricos (Paidós, 1993), 335.
16
Al respecto ver Codhes y Alejandra Azuero, Las sobrevivientes cuentan: La experiencia de las
mujeres en las masacres de Chengue y El Tigre, Documentos Codhes 15, 2009.
17
Codhes y Lina M. Céspedes-Báez, El día en que se dañó la tranquilidad. Violencia sexual en las
masacres de La Gabarra y el Alto Naya, Documentos Codhes 22, 2011.
18
Ver Alirio Fernando Bustos, «El Salado, 72 horas de terror», El Tiempo, 27 de febrero de 2000,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1298829; Amnistía Internacional, «Colombia.
Cuerpos marcados, crímenes silenciados. Violencia sexual contra las mujeres en el marco del
conflicto armado», 12 de octubre de 2004,
https://www.amnesty.org/es/documents/document/?indexNumber=amr23%2f040%2f2004&langua
Introducción 5
¿De qué modos en Colombia se constituyó un orden simbólico que creó un clima para que
las víctimas de violencia sexual sintieran que era el momento de hablar? ¿Cuáles fueron
las condiciones para la emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado en
Colombia como un problema público? Lo que ocurrió hasta el año 2008, los actores que
intervinieron, sus formas de enunciación y sus demandas específicas, que permitieron la
emergencia de esta categoría con unos límites particulares y en permanente disputa, es lo
que me interesa analizar en esta tesis.
El marco temporal de este trabajo abarca el giro epistemológico que se cristaliza con la
emergencia de la categoría de la violencia sexual en el conflicto armado en un período que
comprende desde la década del 1990 hasta el año 2008. Tres aspectos deben ser
aclarados frente a ello: las razones del límite temporal y sus vínculos con la experiencia
sexual violenta previa a la década de 1990; el alcance de la comprensión de un giro
epistemológico y; los sentidos de la noción de categoría.
Respecto de lo primero, es preciso aclarar que en Colombia existen archivos que dan
cuenta del uso de la violencia sexual en diversas guerras a lo largo de la historia del país19.
Por ejemplo, los recuentos sobre La Violencia20 publicados entre 1962 y 1995 dejan ver
que la práctica de los “crímenes sexuales”21 no solo fueron masivos, sino también públicos.
Ello no significa que haya una continuidad en las formas de abordar la experiencia de la
violencia sexual pues, tal como desarrollaré en esta tesis, el registro en el cual se
analizaban estos hechos estaba especialmente asociado al honor23 y un catálogo mucho
más amplio de torturas diversas y, si bien se reconocía como un acto dirigido
especialmente contra las mujeres, no era abordado como la representación de una
experiencia femenina singular.
configuración social y discursiva disponible para los actores del momento evidencia
rupturas sustantivas que obligan a una reconfiguración del objeto24.
Ello fue lo que ocurrió a partir de la década de 1990 – por cuenta especialmente del trabajo
del movimiento de mujeres y del desarrollo internacional –, pues si bien previamente se
utilizó la violencia sexual en el marco de las guerras colombianas, ese fenómeno dejó de
ser percibido únicamente desde el honor y empezó a inscribirse en una nueva lógica que
dio lugar a una categoría novedosa y previamente inexistente: la violencia sexual en el
conflicto armado.
Cuando me refiero a la categoría estoy haciendo alusión a aquella unidad de sentido que
tiene la capacidad de cristalizar ciertas formas de experiencia y que organiza un campo de
conocimiento25. Las categorías pueden ser de diverso orden: experiencial, jurídicas,
feministas, analíticas, etc26. A su vez, las categorías pueden hacer tránsito hacia
instrumentos particulares de diverso ámbito donde se exterioriza esa organización del
saber. Por ejemplo, pueden ser del orden estadístico, de la clasificación de bases de datos,
jurídicos, entre otros.
24
Michel Foucault, La arqueología del saber, trad. Aurelio Garzón del Camino (Siglo XXI Editores,
2010), 13, 18.
25
En un reciente estudio que diferencia para la historia conceptual entre concepto y categoría,
Francisco Ortega señala que “la categoría nos remite al [lenguaje] de la interpretación científica”,
cuya validación no depende de los usos de los actores, sino de “su capacidad clarificadora de
aquello que el investigador identifica como una tensión social fundamental para comprender el
período”. En Francisco A. Ortega, «De conceptos y categorías: el caso de colonia», en Horizontes
de la historia conceptual en Iberoamérica: trayectorias e incursiones, ed. Francisco A. Ortega, Pablo
Casanova Castañeda, y Rafael Enrique Acevedo Puello, Ciencias Sociales y Humanidades 27
(Logroño: Genueve ediciones, 2021), 317.
26
Desde la historia conceptual, aunque Koselleck no planteó una clasificación formal de las
categorías, es posible identificar al menos tres tipos: las meta-históricas, las propias de la historia
conceptual y las analíticas, siendo estas últimas “las clases de palabras empleadas por la teoría
social para abordar y tematizar las estructuras sociales”. En Ibid., 321.
8 Introducción
existencia de una experiencia específica en razón del género, que era más gravosa para
las mujeres.
Para hacer el análisis propuesto me nutro de varios postulados teóricos que contribuyen a
comprender algunos aspectos del trabajo, aclarando previamente que me interesa
cuestionar el objeto desde una mirada histórica y arqueológica, intentando desestabilizar
algunas de las certezas con las que la violencia sexual en el conflicto armado se nos
plantea en el presente.
27
Reinhart Koselleck, «Un texto fundacional de Reinhart Koselleck: Introducción al “Diccionario
histórico de conceptos político-sociales básicos en lengua alemana”», Anthropos : huellas del
conocimiento, 2009, 93. Entiendo por lenguajes políticos, siguiendo a Pocock, aquel espacio
poblado por actores que intercambian actos de habla en el marco de relaciones de poder; actos que
son a su vez cargados históricamente y por ello mismo políticos, que se rigen bajo ciertas reglas de
gobernar y ser gobernados por el acto del habla. Al respecto, Palti nos recuerda que los lenguajes
políticos no son enunciados, sino modos de producir dichos enunciados, cuyo estudio sobrepasa el
texto e implica el análisis de sus condiciones de enunciación y el aparato argumentativo que lo
soporta en su propia historicidad, contingencia y singularidad. Ver, J. G. A Pocock, Pensamiento
político e historia (Madrid: Ediciones Akal, 2011); Elías Palti, «De la historia de “ideas” a la historia
de los “lenguajes políticos”. Las escuelas recientes de análisis conceptual: el panorama
latinoamericano», Anales 7-8 (2005 de 2004): 63-82.
10 Introducción
Desde otro ángulo, también entiendo al lenguaje como un acto, es decir, siguiendo entre
otros a Austin28, como un mecanismo a través del cual se hacen cosas con palabras,
independientemente de la voluntad explícita de los actores de producir esos actos. Desde
esta perspectiva, la trama de la historia es densa, pues se aleja de una mirada lineal y
teleológica, es decir, como algo predestinado a ocurrir. Es justamente la concatenación de
actos que se producen con palabras, que a su vez producen otros actos y modifican las
palabras, lo que permite aproximarse a la contingencia histórica, a su carácter azaroso.
También es justo allí donde el pasado nos devuelve a un presente que es posible intervenir,
pues nos permite observar, siguiendo nuevamente a Koselleck, expectativas que fueron
articuladas en el pasado, tal vez olvidadas o silenciadas y que pueden reaparecer para
complejizar tanto el pasado como el presente.
28
J. L Austin, Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones, ed. J. O Urmson (Barcelona:
Paidós, 2016).
29
Joseph R Gusfield, La cultura de los problemas públicos: el mito del conductor alcoholizado versus
la sociedad inocente, trad. Teresa Arijón y Camila Nijensohn (Buenos Aires: Siglo Veintiuno
Editores, 2014), 70.
Introducción 11
Para esta tesis, entiendo además que el problema público, en tanto campo de intervención,
desarrolla mecanismos de puesta en marcha que contienen en sí la unidad de sentido que
organiza el campo de conocimiento que configura el problema, y es lo que he denominado
previamente categoría. Desde esta perspectiva, la categoría es la magnitud analítica
dentro de la cual se elabora el problema y sirve de indicador de él. De esta manera,
problema público y categoría se designan mutuamente y hacen parte de un mismo
entramado.
Sumado a lo anterior, este proceso está ligado a un análisis genealógico que reconoce la
emergencia de un objeto concreto en vinculación con la aparición de ciertos saberes que
están en permanente disputa. Discursos globalizantes entran en juego con saberes locales
y en ese proceso, y las prácticas y usos que de ellos se hacen, esos saberes son
reordenados y reclasificados30. Este análisis es especialmente útil para aproximar el
problema de la violencia sexual no como un asunto transferido de manera jerárquica, lineal
y acrítica desde el derecho internacional, sino como parte de una compleja red de
relaciones internas y externas, y de saberes y experiencias locales que coprodujeron ese
derecho internacional y, a su vez, se nutrieron de él. Es, también, un estudio arqueológico
en el sentido de especificar los procesos de discontinuidad, ruptura y transformación que
posibilitan la emergencia de la violencia sexual como un discurso que, a su vez, se procesa
en estratos y cronologías diferentes31. En este texto se abordan algunas de esas rupturas,
intentando correlacionar y observar las continuidades y discontinuidades tanto de ese
discurso general del derecho, como en el plano pretendidamente nacional. Otras
cronologías y estratos ligadas a actores no estudiados, como las organizaciones de
mujeres municipales o regionales, se quedan por fuera de este texto y constituyen un vacío
importante de estudio posterior.
30
Michel Foucault, Genealogía del racismo (La Plata: Altamira, 2012), 19.
31
Foucault, La arqueología del saber.
12 Introducción
contradictorios, que no admiten solución, pero que dependen el uno del otro para operar
y, es justamente en esa oposición, que la tensión resulta funcional y productiva, pues
posibilita el desarrollo de diversas agendas32. A partir de la aporía, el conflicto y el
desacuerdo se mantienen vigentes como la forma de operar del problema o categoría; y
ese conflicto, que se presenta de manera permanente como crisis que no son coyunturales
sino constitutivas, descarta la solución y aborda la indeterminación, lo cual resulta
altamente productivo para los actores y, a su vez, permite historiar un sistema33. Este
concepto explica por qué la categoría de la violencia sexual en el conflicto armado ha
resultado tan productiva de manera política y, de forma simultánea, por qué aparece como
limitada y limitante. La relación entre lo público y lo privado, y el silencio y la acción pública,
así como las dimensiones y consecuencias de la libertad y el honor, más que meras
contradicciones o choques, permiten ver algunas de las aporías que configuran el objeto y
que se presentan como debates irresolubles. Estas aporías aparecen con más o menos
intensidad en diferentes momentos y, por su propia naturaleza, sobrepasan el marco
temporal de este trabajo y podrían permitirnos rastrear sus desplazamientos posteriores.
Historiar un problema a partir del estudio de sus aporías nos permite recuperar sus
elementos contradictorios y que le constituyen y, dado que la aporía reclama la
indeterminación y no admite solución, posibilita anticipar algunos de sus debates actuales.
32
Un ejemplo recurrente de una aporía es la distancia entre representante (unidad) y representado
(heterogeneidad), que siempre genera una insatisfacción porque permanentemente hay un déficit
de representación: el representante nunca podrá representar totalmente al representado y este, a
su vez, nunca podrá ser representado completamente, por lo cual esa distancia se manifiesta
permanentemente como crisis. No obstante, uno y otro se requieren para poder operar y esa
operación resulta altamente productiva porque facilita el desarrollo de agendas que buscan eliminar
el déficit que, en todo caso, no admite solución y ahí radica, justamente, en su indeterminación y
crisis, y en su mutua y productiva remisión, su carácter aporético. Esta noción de aporía y la
representación puede rastrearse en el texto de Pierre Rosanvallon, Por una historia conceptual de
lo político: Lección inaugural en el Collège de France (Fondo de Cultura Económica USA, 2003).
33
Para la elaboración del concepto me basé fundamentalmente en los debates internos del Centro
de Pensamiento Pluralizar la Paz de la Universidad Nacional de Colombia. Agradezco en especial
a Miguel Ángel Salamanca – también integrante del Centro – por compartirme sus desarrollos de
este concepto en su tesis doctoral «Soberanía en el proyecto de reforma constitucional de Laureano
Gómez. 1953.» (Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2021).
Introducción 13
Espacialmente, las fuentes tomadas en cuenta tienen una pretensión nacional, es decir,
los actores que enuncian, si bien lo hacen en su mayoría desde Bogotá, plantean sus
conclusiones como si fueran extrapolables a todo el país. Ello puede verse de manera
notoria en muchos de los informes de organizaciones sociales – aunque retomo también
algunos regionales –, en la prensa “nacional” y en los informes de organismos
internacionales. Al margen de su pretensión, considero que las maneras como fue
presentada la información tuvo efectos concretos en la producción de la violencia sexual
en el conflicto armado como una categoría jurídica, también con vocación nacional. Así
que se hace preciso aclarar los límites de este trabajo espacialmente, pero también sus
efectos reales en la configuración de un problema público nacional.
Este texto lo escribiré en primera persona por dos razones: la primera, porque como ocurre
con muchas tesis, este trabajo es también resultado de algunos caminos que he transitado,
los cuales configuran el estudio, el objeto de análisis, los modos de recaudar la información
y procesarla y las conclusiones34. En segundo lugar, porque me parece importante no
34
Vale la pena una breve aclaración sobre esa biografía y cómo impacta este trabajo: me gradué
como abogada de la Universidad Nacional y siendo estudiante me incorporé al trabajo en la defensa
de los derechos humanos. Como integrante de una organización estudiantil feminista, fui parte de
la Mesa Nacional de Concertación de Mujeres, que reunía a varias organizaciones de mujeres del
país, y con la cual viajé a Suecia en septiembre de 2001 a la Conferencia internacional sobre
mujeres y paz en Colombia. Producto de esta conferencia se creó la Alianza de Iniciativa de Mujeres
Colombianas por la Paz (IMP). Esa experiencia atraviesa varias partes de este texto, pues me
relacioné en ese momento con lo que ahora se lee como una agudización del conflicto armado y
sus impactos a organizaciones de mujeres como ANMUCIC. También supe de primera mano de las
disputas internas entre las organizaciones sobre cómo enunciar la violencia del país y cómo
posicionarse ante ella desde una posición feminista en disputa, en un contexto de negociación con
las FARC en El Caguán. Luego de ello, trabajé en la Comisión Colombiana de Juristas entre 2003
y 2006, en donde una de las labores que realicé fue nutrir las bases de datos de violencia
sociopolítica de esta organización, a través de los informes de la Revista Noche y Niebla del CINEP,
la prensa y las denuncias y con el fin de crear cifras y estadísticas. Este proceso es analizado en
14 Introducción
perder de vista que este trabajo ofrece información que podría ser leída y analizada de
otras maneras y que, tal vez, en el intercambio de perspectivas sobre ese pasado reciente,
sea posible reconfigurar nuestro presente y nuestras expectativas de futuro. Esta es una
narración de muchas posibles y su propósito es, fundamentalmente, dotar de historicidad
un objeto que se nos presenta como ahistórico y, con ello, apolítico35.
Previo a esta tesis, en Colombia se han producido otros estudios sobre el movimiento de
mujeres de los que me nutro36. Existen algunos significativos que intentan posicionar una
historia del movimiento de mujeres transversal a varios aspectos, como los de Norma
Villarreal y Lola Luna, Magdalena León, Doris Lamus, María Emma Wills o María Cristina
Suaza. Otros más recientes se concentran en particular en la cuestión del conflicto armado,
como uno pionero de Donny Meertens, Magdala Velásquez, Ochy Curiel, Diana Gómez,
Alejandra Azuero y Carolina Vergel. Frente a estos últimos, hay dos principales corrientes:
aquellas que tienen una intención de descripción de la afectación de las mujeres en la
guerra o de cómo ellas se han posicionado ante los procesos de paz y, la más cercana a
la intención de este texto, de revisar los modos en los cuales el movimiento ha producido
causas específicas.
Frente a ello, el texto de Carolina Vergel37 resulta el más cercano, pues en su tesis estudia
de qué formas el movimiento de mujeres creó como causa la cuestión de las mujeres
víctimas del conflicto armado. Su tesis incluye un capítulo sobre la violencia sexual en el
ámbito judicial, que como su propio título indica, es un esfuerzo por comprender los modos
en los cuales las activistas se relacionaron en el ámbito jurídico en la cuestión de Justicia
y Paz y del Auto 092 de 2008 y cómo, desde una mirada de la sociología jurídica, se
pueden explicar sus distintas respuestas. Esta tesis y los demás textos enunciados
alumbran parte del camino que he seguido y ofrecen pistas muy significativas sobre la
historia del movimiento de mujeres y sus banderas. Sin embargo, mi objeto de estudio es
más puntual inclusive que la cuestión de la causa de las mujeres víctimas. Solo quiero
detenerme en uno de esos espectros de lo que Carolina Vergel llama la causa, que es la
violencia sexual, vista no solo desde el lente de las organizaciones de mujeres, sino de
otros actores como la prensa, organismos internacionales, otro tipo de organizaciones
sociales y el propio Estado. Ahí radica su singularidad.
En síntesis, podría decirse que esta tesis es novedosa en la definición de su objeto mismo
38
Karen Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict: Feminist Interventions in International Law,
Edición: 1 (Stanford University Press, 2020).
16 Introducción
He tomado en consideración cuatro tipos de sujetos y campos de acción social que las
fuentes revisadas arrojaron como centrales en el proceso de emergencia: los movimientos
sociales, especialmente el movimiento de mujeres; actores internacionales en el campo
del derecho internacional; la opinión pública a través de la prensa escrita nacional y
regional y; agentes y entidades estatales de las ramas legislativa y judicial. Estos actores
se relacionaron entre sí en el período estudiado, aunque con énfasis y en circuitos
diferentes, lo que explica que los argumentos hayan transitado entre unos y otros. Ello no
significa que los actores ostentaran la misma centralidad para la emergencia del problema
público de la violencia sexual – en razón de su mayor o menor cercanía con las esferas
públicas del poder y de su capacidad de incidencia ante ellas – sino que desplegaron
estrategias para impactar los argumentos desarrollados por otros. Así pues, es importante
notar que los actores estudiados en esta investigación en muchas ocasiones se
referenciaron unos a otros, creando unos circuitos argumentativos y de transferencia de
saberes que posibilitaron en su conjunto la emergencia del problema público de la violencia
sexual.
Al revisar con detenimiento las fuentes, encontré necesario dividir el trabajo de las
organizaciones en dos momentos que respondían a problemáticas distintas: en el primer
capítulo abordo el período entre 1979 y 2002, en lo que he denominado “las bases de la
emergencia”, es decir, aquella gramática y sentidos existentes sobre la violencia sexual
más allá de la cuestión del conflicto armado, que en su conjunto sentaron algunas bases
Introducción 17
para la posterior emergencia del objeto estudiado. En el segundo capítulo, desarrollo “el
giro epistemológico”, es decir, aquellos sentidos que fueron transformados por las
organizaciones de mujeres a comienzos del siglo XXI ante una problemática particular y
novedosa asociada a la justicia transicional, derivada de los acuerdos con grupos
paramilitares a partir del año 2002 y que se mantuvo y cristalizó hasta el año 2008.
Entre las múltiples posibilidades de organización de este documento, con el fin de evitar
una lectura jerárquica y de problematizar la idea de una historia de influencias del derecho
internacional en el interno, decidí analizar los actores internacionales luego del estudio de
los movimientos sociales nacionales. Así pues, respecto de los actores internacionales, en
el capítulo 3 me ocupo de analizar los modos en los cuales en el campo del derecho
internacional la violencia sexual fue construida a partir de una noción de honor polisémica,
la cual fue girando a comienzos de la década de 1990 e instalándose en los lenguajes de
los derechos humanos, el derecho penal internacional, el derecho humanitario y la cuestión
de la paz y la seguridad internacional. Todo ello en articulación con las categorías también
emergentes y disputadas del género y la violencia contra las mujeres. Tomo en cuenta de
qué maneras el proceso colombiano, en lo que llamo el caso Colombia, contribuyó a
organizar y producir ese derecho internacional, para lo cual se alimentó de las experiencias
de actores locales en el proceso. Para esto último estudié 30 informes que organismos de
Naciones Unidas y del Sistema Interamericano de Derechos Humanos publicaron respecto
de la situación colombiana entre los años 1981 y 2008.
39
El año 2014 aparece como una fecha significativa para estudios posteriores, en razón de la
aprobación en el Congreso de una ley que implicó un ejercicio de incidencia y articulación entre el
Estado y las organizaciones de mujeres, a través de la cual se juridificó en el campo legislativo la
categoría de la violencia sexual en el conflicto armado. Ver Congreso de la República, «Ley 1719
de 2014. Por la cual se modifican algunos artículos de las Leyes 599 de 2000, 906 de 2004 y se
18 Introducción
Las fuentes analizadas se circunscriben a 251 reportes de 11 periódicos que abarcan hasta
el año 2008.
Por último, en el capítulo 5 estudio las formas en las cuales las entidades estatales
participaron activamente en la construcción del campo jurídico de la violencia sexual en el
conflicto armado. Para ello, tomé en consideración tres escenarios principales: la
producción de la violencia sexual como un fenómeno a diagnosticar, como un delito y como
un objeto de atención estatal integral. En el primer caso, me concentré especialmente en
la producción de cifras y estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses (INMLCF), cuyos usos fueron de la mayor importancia en la emergencia del
objeto. En el caso de la construcción de la violencia sexual como un delito, analicé
especialmente tres leyes aprobadas de manera específica sobre el tema, las cuales
permiten observar los debates suscitados en el Congreso de la República, los asuntos
polémicos y los usos de la violencia sexual en el conflicto armado por diversos actores,
que redundaron en la cristalización de su emergencia. En especial, me concentro en los
debates que se originaron con la cuestión de la justicia transicional y que derivaron en la
aprobación de la Ley de Justicia y Paz en 2005. Finalmente, el proceso culmina con la
expedición por parte de la Corte Constitucional del Auto 092 de 2008 el cual, a partir de la
información de los demás actores, organizó y sistematizó de maneras novedosas la
experiencia de las mujeres antes y después del desplazamiento forzado, generando
efectos particulares como la creación de un “catálogo de crímenes sexuales” y una
multiciplicidad de órdenes a todo el aparato estatal involucrado, a fin de lograr su atención
integral. Con ello, se selló el proceso de emergencia de la categoría de la violencia sexual
en el conflicto armado y los debates se trasladaron a buscar el cumplimiento de las órdenes
impartidas. Ese proceso que se da después del Auto 092 es parte de otra investigación
pendiente de realizar.
Creo necesario aclarar, antes de empezar, que espero que este texto reconozca en los
distintos actores, especialmente en el movimiento de mujeres y en las mujeres que a través
suyo expusieron su experiencia, una valentía ilimitada para hacer frente y construir
problemas que previamente no existían, en contextos adversos y riesgosos. En ese
adoptan medidas para garantizar el acceso a la justicia de las víctimas de violencia sexual, en
especial la violencia sexual con ocasión del conflicto armado, y se dictan otras disposiciones»
(2014), http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1719_2014.html.
Introducción 19
Presentación
Al rastrear las fuentes disponibles utilizadas para la elaboración de esta tesis – prensa,
informes de organizaciones sociales, de organismos internacionales, de entidades
estatales y estudios similares – es posible constatar que las voces asociadas a los
movimientos sociales, en particular el de mujeres, fueron fundamentales en la emergencia
del objeto social de la violencia sexual asociada al conflicto armado en Colombia.
Este y el siguiente capítulo se proponen presentar los modos como este objeto fue
producido, sus lugares de enunciación y los problemas a los que su emergencia respondió
desde las voces plurales y diversas de los movimientos sociales y particularmente del
movimiento de mujeres.
Para ello, son tres las fuentes tenidas en cuenta: las huellas que el activismo dejó a través
de informes, estudios y declaraciones producidos hasta el año 2008 (que suman 84
documentos40); las notas de prensa en las que las organizaciones sociales posicionaron el
problema social que hacían emerger (103 notas de prensa de periódicos con cobertura
nacional y regional entre 1996 y 200841) y; aquellos trabajos investigativos entre 1982 y
2018 que han tomado por objeto de análisis al movimiento social de mujeres y a la violencia
sexual enunciada por él (27 en total)42.
Hay tres asuntos que deben ser aclarados antes del inicio del análisis: a qué me refiero
cuando hablo de movimiento social de mujeres; las limitaciones de las fuentes y; su
alcance.
40
Se encuentran detallados en el anexo 1.
41
Se encuentran detallados en el anexo 2.
42
Se encuentran detallados en el anexo 3.
Capítulo 1 21
Respecto del primer punto, siguiendo a Mauricio Archila, entiendo por movimiento social
“aquellas acciones sociales colectivas permanentes, orientadas a enfrentar condiciones de
desigualdad, exclusión o injusticia y que tienden a ser propositivas en contextos espacio-
temporales determinados”43. El movimiento de mujeres y el movimiento feminista no son
uno: este último es solo una expresión del primero, pero no todo el movimiento de mujeres
se considera feminista. Para los efectos de esta investigación, el carácter feminista o no
de las diversas expresiones del movimiento de mujeres no es relevante, salvo cuando ellas
mismas lo mencionen. Por esto, más que hablar de movimiento feminista, hablaré de
movimiento de mujeres asumiendo que el primero está contenido en el segundo.
Debo precisar que mi eje de trabajo fue aquella sección del movimiento de mujeres que se
ha formalizado a través de organizaciones no gubernamentales (ONG) o de plataformas
también institucionalizadas y que los trabajos de aquel sector no formalizado han quedado
por fuera de esta investigación44. Dos son las razones para esta selección: una referida al
acceso a la información que, como mencionaré a continuación, presenta dificultades, y
otra, por el grado de incidencia y capacidad de actuación ante el Estado central, medios
de comunicación, las agencias de cooperación y la comunidad internacional, que todas en
su conjunto impactaron las posibilidades de emergencia del problema público de la
violencia sexual. El análisis sobre las organizaciones no institucionalizadas es una tarea
pendiente para futuras investigaciones.
Frente al segundo punto – las limitaciones de las fuentes – debo señalar que analicé
informes, estudios e investigaciones de organizaciones sociales (generalmente
aglutinadas en ONG), redes de organizaciones, estudios de activistas a título individual y
académicas. Estas últimas fueron incluidas teniendo en cuenta que la división entre las
activistas y las académicas fue bastante borrosa durante los años estudiados.
43
Mauricio Archila, Idas y venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en Colombia 1958-1990,
Segunda edición (Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Centro de Investigación
y Educación Popular, 2018), 74.
44
Me refiero a organizaciones barriales, de víctimas, de madres, de mujeres productoras, entre
otras expresiones organizativas cuyo funcionamiento no ha sido institucionalizado ni formalizado.
22 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
Hay que señalar que las organizaciones de mujeres adoptan dinámicas de trabajo que
difieren entre sí pero que son en general informales. Aunque la mayoría de las
organizaciones que conforman las plataformas se han constituido en ONG, sus posturas,
reflexiones y el resultado de sus trabajos no se incorpora ni en las lógicas de la academia,
ni en las lógicas estatales, y la recopilación de su experiencia es bastante reciente46. En
otras palabras, es difícil recuperar documentos y archivos escritos que permitan acceder a
esta experiencia, pese a que el proceso de oenegización de una parte del movimiento y la
lógica de rendición de cuentas que lleva implícita ha hecho que se hayan producido
algunos documentos47. De las reuniones suelen no quedar actas, si sus trabajos se
vinculan a proyectos de cooperación no siempre sus resultados son publicados (salvo que
así se haya diseñado el proyecto), los debates que se dan al interior de las organizaciones
o entre ellas quedan en la memoria de quienes participaron, en correos electrónicos o en
medios informales, y las publicaciones que se encuentran son escasas y no
necesariamente revelan los debates que subyacen. En otras palabras, la reconstrucción
de esta experiencia encuentra una limitación derivada de la ausencia de un archivo
45
Como violaciones, abuso, violencia de género, delitos sexuales, prostitución, esclavitud sexual,
embarazos, aborto, acceso carnal, acoso, agresión, anticoncepción, ataque sexual, desnudez,
explotación sexual, libertad sexual, mutilación, relaciones sexuales no consentidas, trata de
personas, ultraje, rapto, entre otras.
46
Por ejemplo, la Ruta Pacífica de las Mujeres inició el proceso de sistematización de su experiencia
relativamente pronto: a los 5 años de haberse conformado realizó su primera publicación (La Ruta
Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la guerra. (Bogotá, 2003). Las demás
plataformas de organizaciones no cuentan con esos documentos, o lo han hecho bastante tiempo
más adelante, como es el caso de la Organización Femenina Popular que sólo hasta el 2014, 42
años después del inicio de sus actividades, emprendió el proceso de recopilar su experiencia. Ver
Organización Femenina Popular, Silvia Marcela Yáñez Moreno, y Yolanda Becerra Vega, Re-para
para la Paz. Caminos y reflexiones en el proceso de reparación colectiva de la Organización
Femenina Popular (Barrancabermeja, Santander, 2014),
http://organizacionfemeninapopular.org/docs/publicaciones/RE-
PARAR.pdfhttp://organizacionfemeninapopular.org/docs/publicaciones/RE-PARAR.pdf.)
47
Siguiendo a Wills, podría decirse que el movimiento de mujeres articulado en organizaciones con
un nivel medio o alto de institucionalización, oscila entre el mundo letrado y el mundo oral, sin
pertenecer exactamente al uno o al otro. Sobre la distinción entre estos dos mundos, ver María
Emma Wills O., Inclusión sin representación: la irrupción política de las mujeres en Colombia (1970-
2000), Colección Vitral (Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2007), 241.). Sobre el proceso de
oenegización como parte de una proceso global, me referiré en el capítulo 3.
Capítulo 1 23
constituido. No obstante, eso que se hace público adquiere por ello mismo un valor
significativo, pues hay una intencionalidad de impactar el entorno y, en muchos casos, lo
publicado obedece a un proceso de intensa disputa interna que es el resultado de acuerdos
entre las organizaciones.
Frente al tercer aspecto – el alcance de las fuentes – es preciso señalar que, al analizar
los 84 documentos estudiados de organizaciones, activistas y académicas, en su mayoría
fueron publicados luego de la Constitución de 1991 (salvo tres de carácter académico). En
la década de 1990 se produjeron únicamente nueve publicaciones; entre el 2000 y el 2002
un total de ocho; entre 2003 y 2005 fueron 28 y entre 2006 y 2008 fueron 3548. Estas cifras
nos hablan más de los procesos de socialización de la información a través de
publicaciones e informes, que de los momentos mismos de enunciación. No obstante, ese
proceso de socialización no es desdeñable para la causa de este texto, puesto que es
justamente esa intencionalidad y sociabilidad la que permite identificar la voluntad de
construir un problema y de instalarlo en la agenda pública. Además, como será analizado
en este y en el siguiente capítulo, la producción de informes estuvo asociada a una mayor
preocupación por diagnosticar la situación, que vino de la mano de las estrategias
desarrolladas para la incidencia ante organismos internacionales y derivados, en parte, de
los debates sobre la justicia transicional.
48
Una no tiene fecha de publicación. El detalle de cada uno puede verse en el anexo 1.
49
Luz Jaramillo, «Feminismo y Luchas políticas: Anotaciones sobre la Doble Militancia», en La
realidad colombiana, ed. Magdalena León (Bogotá: Asociación colombiana para el estudio de la
población, 1982), 176-89; Maryza Navarro, «El Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el
Caribe», en Sociedad, subordinación y feminismo: debates sobre la mujer en América Latina y el
Caribe (Bogotá: Asociación Colombiana para Estudio de la Población (ACEP), 1982); Socorro
Ramírez, «Las estrategias de sobrevivencia como una dimensión del movimiento de mujeres en
Colombia», Boletín Americanista, 1989; Norma Villarreal M., «El camino de la utopía feminista en
Colombia, 1975-1991», en Mujeres y participación política: avances y desafíos en América Latina,
ed. Magdalena León (Tercer Mundo Editores, 1994), 181-201; Imelda Arana et al., Movimiento
social de mujeres. Actividades preparatorias. Colombia 1994/1995 (Fondo de Desarrollo de las
Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), 1994); Magdalena León de Leal y Sonia E. Álvarez, eds.,
Mujeres y participación política: avances y desafíos en América Latina, 1. ed, Académica (Santafé
de Bogotá, Colombia: TM Editores, 1994); Lola Luna y Norma Villarreal M., Historia, género y
política. Movimiento de mujeres y participación política en Colombia 1930-1991, Edición del
Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad (Barcelona: Universidad de Barcelona, 1994),
http://www.ub.edu/SIMS/libros4.html; Olga Amparo Sánchez, «Las violencias contra las mujeres:
24 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
espacios del ejercicio de la dominación del varón», en Movimiento social de mujeres. Actividades
preparatorias. Colombia 1994/1995 (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer
(UNIFEM), 1994), 72-88; Meertens, «Mujer y violencia en los conflictos rurales»; Gabriela
Castellanos, «Un nuevo movimiento feminista para el nuevo milenio» (Ponencia presentada en el
evento «Movimientos sociales en Colombia», mayo de 1997),
http://institucional.us.es/revistas/warmi/13/3.pdf; Magdala Velásquez, «Reflexiones sobre el
conflicto armado colombiano desde una mirada feminista ¿Una última oportunidad?», En otras
palabras... «Mujeres, violencias y resistencias» 8 (enero de 2001): 20-31; Cecilia Barraza,
Sistematización de la experiencia de la Confluencia Nacional de Redes de Mujeres (Fondo para la
Igualdad de Género (ACDI), 2003); Programa Democracia y Derechos Humanos y Gloria Tobón,
Cartografía de Mujeres. Para pensar los derechos., 2003; María Emma Wills, «Las trayectorias
femeninas y feministas hacia lo público en Colombia (1970-2000) ¿Inclusión sin representación?»
(The University of Texas at Austin, 2004); Lola G. Luna, Los movimientos de mujeres en América
Latina y la renovación de la historia política (Fem-e-libros, 2004); Ochy Curiel, «Aproximación a un
análisis de redes/articulaciones de mujeres colombianas constructoras de paz y/o contra la guerra,
a la luz de la teoría feminista. Documento para el debate» (Mimeo, julio de 2006); Wills O., Inclusión
sin representación; María Cristina Suaza, Soñé Que Soñaba Una Crónica Del Movimiento Feminista
En Colombia de 1975 a 1982 (AECID, 2008); Doris Lamus, «Resistencia contra-hegemónica y
polisemia: conformación actual del movimiento de mujeres/feministas en Colombia», La Manzana
de la Discordia 3, n.o 1 (2008): 25-37.
50
Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca borrar» (Codhes, 17 de
junio de 1999); Codhes, «Codhes informa. Desplazamiento forzado y derechos de la infancia»
(Codhes, 26 de enero de 2000); Codhes, «Codhes informa. Las mujeres en la guerra: De la
desigualdad a la autonomía política» (Codhes, 24 de abril de 2004); Codhes, «Codhes informa.
Huyendo de la guerra» (Codhes, 30 de noviembre de 2007); Codhes, «Tras las huellas del conflicto»
(Codhes, diciembre de 2007); Codhes, «Arauca: Dilemas de guerra, desafíos humanitarios»
(Codhes, mayo de 2008).
51
Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de las mujeres en procesos de
reinserción de excombatientes» (Bogotá, noviembre de 2005); Corporación Humanas Colombia,
«Mujeres entre mafiosos y señores de la guerra» (Bogotá, noviembre de 2007); Corporación
Humanas Colombia y Articulación regional feminista de derechos humanos y justicia de género,
«Informe regional de derechos humanos y justicia de género», 2008; Corporación Humanas, Sin
tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia sexual durante dictaduras y
conflictos armados (Chile, 2008).
52
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz, «Manual para víctimas. En búsqueda del camino
hacia la verdad, la justicia y la reparación» (Bucaramanga, septiembre de 2006).
53
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra.; Ruta Pacífica de las Mujeres, Política antidrogas y sus efectos en la vida y cuerpo de las
mujeres (Medellín, 2004); Ruta Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 2», 2005; Ruta Pacífica de las
Mujeres, «Boletín No. 5», 2005; Ruta Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 6», noviembre de 2005,
6; Ruta Pacífica de las Mujeres, Palabras, representaciones y resistencias de mujeres en el contexto
del conflicto armado colombiano (Medellín, 2005); Ruta Pacífica de las Mujeres, Efectos de la
(des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en Colombia, 2006; Ruta Pacífica
de las Mujeres, «Boletín No. 9. El Auto 092 de 2008. El reconocimiento de las luchas de las mujeres
en situación de desplazamiento», diciembre de 2008.
Capítulo 1 25
ocasiones de manera conjunta con Olga Amparo Sánchez de la Casa de la Mujer54 o con
la Corporación para la Vida Mujeres que Crean55), la Corporación Región56, Corporación
EcoMujer57, Corporación Humanizar58, la Liga de Mujeres Desplazadas59 y la Corporación
Sisma Mujer60; y de plataformas de organizaciones como la Red Nacional de Mujeres61, la
Coalición contra la Vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia
54
Olga Amparo Sánchez y Ruta Pacífica de las Mujeres, Nuevas formas de resistencia civil de lo
privado a lo público. Movilizaciones de la Ruta Pacífica. 1996 - 2003, 2006,
http://www.rutapacifica.org.co/descargas/publicaciones/nuevas%20formas%20de%20resistencia.p
df; Olga Amparo Sánchez G., Las Rutas de los feminismos, pacifismos y resistencias (Ruta Pacífica
de las Mujeres, s. f.); Olga Amparo Sánchez G. y Ruta Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra
las mujeres en una sociedad en guerra, 2008.
55
Ruta Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los
derechos humanos de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana», diciembre de 2003; Ruta
Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Informe sobre las
violaciones de los derechos humanos de las mujeres en Medellín y municipios del Área
Metropolitana» (Medellín, diciembre de 2004); Ruta Pacífica de las Mujeres et al., «Informe sobre
violencia sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos», 23 de octubre de 2008; Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Entre
resistencias y re-insistencias. “Contra el silencio y el olvido”. Informe sobre la violación de los
derechos humanos de las mujeres y el derecho internacional humanitario en Medellín y el Área
Metropolitana» (Medellín, 2005).
56
Alonso Salazar, Mujeres de fuego (Corporación Región, 1993).
57
Norma Villarreal M. et al., eds., Cartografía de la esperanza: iniciativas de resistencia pacífica
desde las mujeres (Colombia: IPIS : Corporación Ecomujer, 2006).
58
Corporación para el desarrollo humano Humanizar, «El tiempo contra las mujeres. Debates
feministas para una agenda de paz», enero de 2003.
59
Patricia Guerrero Acevedo, Por la reparación, ed. Adriana Carrillo (Cartagena de Indias: Liga de
mujeres desplazadas, 2006).
60
Corporación Sisma Mujer, Violencias contra las mujeres en Colombia. ¿Se hará justicia?, 2005;
Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia, 2007;
Corporación Sisma Mujer, Mujeres en conflicto: violencia sexual y paramilitarismo, 2008.
61
Los informes de la Red Nacional de Mujeres fueron realizados en conjunto con Sisma Mujer y
con el “Observatorio de los derechos humanos de las mujeres en Colombia ‘En situaciones de
conflicto armado las mujeres también tienen derechos’”. Red Nacional de Mujeres y Observatorio
de Derechos de las Mujeres en Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos de las
mujeres. Colombia 2005», 2005; Red Nacional de Mujeres et al., «Informe Derechos Humanos de
las Mujeres en Colombia 2006. Las invisibles. Mujeres, desplazamiento y política pública 2002-
2005», 2006; Red Nacional de Mujeres, Observatorio de Derechos de las Mujeres en Colombia, y
Corporación Sisma Mujer, «Audiencia de seguimiento a la Sentencia T-025 de 2004», 10 de mayo
de 2007; Red Nacional de Mujeres y Corporación Sisma Mujer, Más allá de las cifras, 2008.
26 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
62
Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia,
«Crucemos nuestros caminos», Pútchipu (Bogotá, julio de 2001), 1; Coalición contra la vinculación
de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «La violencia no da tregua», Pútchipu
(Bogotá, octubre de 2001); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto
armado en Colombia, «Las niñas en los grupos armados colombianos», Pútchipu (Bogotá,
diciembre de 2001); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en
Colombia, «¡Los niños y las niñas no queremos estar en la guerra!», Pútchipu (Bogotá, diciembre
de 2002); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia,
«Propuesta de acuerdo humanitario para la protección de los niños, niñas y jóvenes», Pútchipu
(Bogotá, septiembre de 2003); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto
armado en Colombia, «Niños, niñas y jóvenes vinculados a la guerra. La prevención un desafío
urgente», Pútchipu (Bogotá, septiembre de 2003); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y
jóvenes al conflicto armado en Colombia, «Escuchando las voces de las jóvenes excombatientes»,
Pútchipu (Bogotá, agosto de 2004); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al
conflicto armado en Colombia, «Un conflicto que afecta a las niñas y las mujeres», Pútchipu (Bogotá,
noviembre de 2005); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado
en Colombia, «Un informe alterno al del gobierno ante el Comité de Derechos del Niño:
Recomendaciones para el Presidente», Pútchipu (Bogotá, mayo de 2006); Coalición contra la
vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «Impacto del conflicto
armado en los niños y las niñas», Pútchipu (Bogotá, junio de 2007); Coalición contra la vinculación
de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «Conflicto armado e infancia en el
Consejo de Seguridad de la ONU: Un reto para la sociedad civil colombiana», Pútchipu (Bogotá,
julio de 2008); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en
Colombia, «La justicia juvenil y los procesos jurídicos para niños y niñas en los conflictos armados»,
Pútchipu (Bogotá, diciembre de 2008).
63
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», abril de 2001; Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia.
Segundo avance - 2001», noviembre de 2001; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Conversaciones en la Mesa» (Bogotá, julio de 2003); Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe
2002», febrero de 2003; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de
2004», octubre de 2004; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de
2005», noviembre de 2005; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», diciembre de 2006; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia», diciembre de 2007; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII
Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008.
Violencia sexual», diciembre de 2008; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de
mujeres. Guía para documentar y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y
niñas en contextos de conflicto armado, 2006; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «La
tradición, la semilla y la construcción. Sistematización de tres experiencias de resistencia de
organizaciones de mujeres frente al conflicto armado en Colombia», noviembre de 2005.
64
Grupo de trabajo «Mujer y género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación»,
Recomendaciones para garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres
victimas del conflicto armado en Colombia (Bogotá: USAID (Agencia de los Estados Unidos para el
Capítulo 1 27
Por último, este capítulo se nutre de los análisis previos de investigadoras que se han
preocupado por estudiar la historia del movimiento social de mujeres. Siguiendo a Carolina
Vergel68, los estudios sobre la historia del movimiento de mujeres en Colombia no son tan
numerosos y son bastante recientes, no obstante, resultan ilustrativos para comprender
los problemas a los que las organizaciones se enfrentaban y que sirvieron de condiciones
de posibilidad para la emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado69.
Este capítulo está estructurado en dos partes que responden a dos problemas diferentes
a los que se veían enfrentados los movimientos sociales y particularmente el movimiento
de mujeres. En primer lugar, presento algunos elementos de la historia del movimiento de
mujeres antes y después de la Constitución de 1991: básicamente sus relaciones internas,
con el movimiento de derechos humanos y con el movimiento por la paz, así como las
formas en las que se organizaron en torno a la violencia sociopolítica (principalmente
estatal) y en particular la sexual. En segundo lugar, abordo los modos en los cuales el
movimiento de mujeres generó una autonomía particular con los movimientos por la paz y
de derechos humanos y cómo fueron construidas narrativas sobre la causa de las mujeres
en la guerra y, particularmente, las condiciones que permitieron la emergencia de la
categoría de la violencia sexual. Este segundo momento ocurre aproximadamente entre
1996 y 2002.
Un tercer momento, que se ocupa de los debates sobre la justicia transicional que se dieron
a partir de 2002 con ocasión de las negociaciones que el gobierno nacional llevó a cabo
con los grupos paramilitares aglutinados en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)
y que fueron centrales en la emergencia de la categoría de la violencia sexual, es abordado
en el siguiente capítulo.
Más que narrar la historia de los movimientos sociales y de mujeres en Colombia, que por
demás cuenta ya con estudios de los que se nutre esta investigación, mi propósito es dar
cuenta de las formas en las que en el período 1979 a 1996 las organizaciones de mujeres
plantearon y movilizaron la cuestión de la violencia sexual70.
Desde esta óptica es posible identificar dos momentos en los cuales la violencia sexual
apareció respondiendo a problemáticas concretas: i) durante finales de la década de 1970
y en la década de 1980, ante el aumento y la variación de formas específicas de represión
condensadas en el Estatuto de Seguridad establecido en 1978 y el florecimiento de
organizaciones sociales y feministas y; ii) en el proceso preconstituyente y la cristalización
de las demandas en la Constitución de 1991, que incluyó el despliegue de conferencias
internacionales y del derecho internacional en el cual participaron las organizaciones de
mujeres (entre 1993 y 1996).
Los estudios sobre el movimiento social de mujeres coinciden en que fue hacia las décadas
de 1970 y 1980 que empezaron a emerger organizaciones sociales de mujeres, siendo las
primeras la Organización Femenina Popular (1972), la Casa de la Mujer (1982) y la
Asociación Nacional de Mujeres Campesinas e Indígenas de Colombia (ANMUCIC)
(1986). Esto fue parte de un fenómeno más amplio de surgimiento de organizaciones
sociales, como aquellas aglutinadas en torno a la causa de los derechos humanos, como
ocurrió con el Comité de Solidaridad con Presos Políticos (1973), el Comité Permanente
por la Defensa de los Derechos Humanos (1979), el Colectivo de Abogados José Alvear
Restrepo (1980), la Comisión Andina de Juristas – Seccional Colombia (posteriormente
70
El año de 1979 se revela como un punto de inicio porque las fuentes consultadas arrojaron las
primeras expresiones públicas de movimientos sociales y violencia sexual por esta época. El año
de 1996 puede ser catalogado como un momento diferente, pues surgieron organizaciones de
mujeres especializadas en la incidencia sobre la paz. Ello marca el siguiente apartado de este
capítulo.
30 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
Comisión Colombiana de Juristas) (1988), entre muchas otras, las cuales conformarían el
movimiento de derechos humanos en el país71.
Este florecimiento de la acción colectiva es explicable, entre otros factores, por el aumento
de la represión estatal y la transformación de sus modelos, que paradójicamente
posibilitaron las expresiones públicas de la movilización de la sociedad72. Esta represión
condensada en el Estatuto de Seguridad del gobierno Turbay (1978) abrió escenarios
novedosos para la acción política y colectiva en el país, anclados en el emergente lenguaje
de los derechos humanos en la región73.
El lenguaje de los derechos humanos incorpora varios aspectos que, aunque no están
71
Para profundizar en la historia del movimiento de derechos humanos, ver Flor Alba Romero, «El
movimiento de Derechos Humanos en Colombia», Programa Andino de Derechos Humanos -
Universidad Andina Simón Bolívar, marzo de 2003,
http://www.uasb.edu.ec/UserFiles/369/File/PDF/CentrodeReferencia/Temas%20de%20An%E1lisis
/Emergencia%20de%20los%20movimientos%20sociales/Art%EDculos/floralbaromero.pdf. Un más
reciente análisis del movimiento de derechos humanos en Colombia puede leerse en Anderson
Manuel Vargas Coronel, «Acción para la conciencia colectiva : la defensa de los derechos humanos
y las luchas por la configuración de la justicia (1970-1991)» (Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia, 2020), https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/77740.
72
Para ahondar en este proceso ver, entre otros: Entrevista a María Emma Wills en Chaparro y
Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en los procesos
de paz en Colombia (1982-2016). En el mismo sentido ver Wills O., Inclusión sin representación.
73
Vargas Coronel, «Acción para la conciencia colectiva : la defensa de los derechos humanos y las
luchas por la configuración de la justicia (1970-1991)», 299.
74
Cuya historicidad y matices son descritos y analizados a profundidad en Vargas Coronel, «Acción
para la conciencia colectiva : la defensa de los derechos humanos y las luchas por la configuración
de la justicia (1970-1991)».
Capítulo 1 31
libres de disputas, son relevantes: en primer lugar, la interlocución necesaria con el Estado
como actor garante de los derechos, es decir, ya sea por vía de exigencia por parte de los
movimientos sociales o de incorporación por parte de las mismas a entidades oficiales, el
Estado resulta un actor central en su puesta en marcha. Las formas en las que los
movimientos sociales y en particular el de mujeres se posicionaron ante el Estado, entre
los polos de la oposición o la participación activa en las entidades públicas, son una
cuestión relevante en la historización de la violencia sexual.
En segundo lugar, este lenguaje encuentra como asidero el derecho internacional como
una fuente de interpretación que conlleva a un relacionamiento con organismos y
organizaciones de derechos humanos más allá del plano nacional75. Al respecto, también
las formas de relacionarse con esas organizaciones resultaron fundamentales en el
proceso de emergencia de la violencia sexual. Como veremos, la vigilancia internacional
(tanto oficial como no oficial) y la creación de un diálogo con las agencias de supervisión y
ONG transnacionales fueron elementos centrales en este proceso.
Por último y aunque también bastante disputado, los derechos humanos abren un lenguaje
inteligible al ser posicionados como elementos inherentes al ser humano, irrenunciables y
pretendidamente universales. Este último punto, junto con la responsabilidad de los
Estados en la garantía de los derechos, posibilitó un marco de enunciación sobre la
intolerabilidad de ciertas formas de violencia, que incluirían a posteriori la violencia sexual.
En suma, cuando me refiero en este texto al lenguaje de los derechos humanos, hago
alusión a todo un campo de sentido que incorpora al menos tres elementos: el Estado
como responsable y garante de su cumplimiento; el anclaje en escenarios que involucran
actores locales y trasnacionales y; un discurso que moviliza la noción de protección basada
en la idea de los derechos como inherentes, irrenunciables y universales para todas las
75
Me refiero a organismos internacionales de derechos humanos a aquellas entidades de carácter
interestatal que han sido creadas para la supervisión de los derechos, preferentemente la
Organización de Naciones Unidas (ONU) y los órganos del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos (Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos). En cambio, hago referencia a
organizaciones internacionales de derechos humanos para aludir a ONG de carácter no nacional,
que han hecho presencia en Colombia y han monitoreado la situación de protección de derechos.
Entre otras, se encuentran en esta categoría Human Rights Watch (HRW), Amnistía Internacional
y Save the Children.
32 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
Además del proceso general de florecimiento de la acción colectiva, para el caso particular
de las organizaciones de mujeres es importante resaltar que de acuerdo con los estudios
disponibles, la Declaración de las Naciones Unidas que definió la década de 1975-1985
como la Década de la Mujer, dio impulso a una serie de centros de información,
comisiones, colectivos feministas, organizaciones de mujeres e investigaciones
académicas que apuntaron a identificar las particulares condiciones de las mujeres en
Colombia76. Esta explosión organizativa es en parte producto de una relación entre actores
nacionales e internacionales que tendería a afianzarse y a instrumentalizarse77.
Por ejemplo, en la Carta Abierta de las Mujeres del Partido Socialista Revolucionario del 8
de marzo de 1979 puede leerse:
76
Socorro Ramírez, «Las estrategias de sobrevivencia como una dimensión del movimiento de
mujeres en Colombia», Boletín americanista, n.o 39 (11 de enero de 1989): 188,
https://www.raco.cat/index.php/BoletinAmericanista/article/view/98560. Ver también Archila, Idas y
venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en Colombia 1958-1990, 206.
77
Este aspecto es retomado y profundizado en los capítulos 2 y 3.
Capítulo 1 33
En este momento los cuerpos represivos bien pueden impunemente violar a una
mujer si está presa. Casi que con permiso tácito para hacerlo. Pero no sólo esto
le sucede a una mujer que está detenida o condenada, tiene que soportar las
constantes chanzas, chistes de doble sentido, palabras soeces, torturas en sus
cuerpos incluyendo sus órganos genitales, o presiones sobre maltrato a sus hijos
para que hablen, digan o “confiesen” lo que son y lo que no son.
La idea de la violencia sexual como una “violencia específica” que “siempre se ha ejercido”
nos informa sobre las lecturas que las organizaciones de mujeres iban tejiendo en torno a
la violencia sexual en espacios cotidianos y de violencia sociopolítica, que no se reducía a
la violación sino que involucraba también comentarios sexualizados. Aunque el escenario
de la cárcel era quizás el más urgente y el que se adaptaba mejor al contexto sociopolítico
de la represión estatal, estos colectivos de mujeres no renunciaron a la denuncia de la
violencia cotidiana que era potenciada por dicha represión. Esta unión entre lo público y lo
privado, entre la indistinción de la calle y la casa, sería un argumento que se mantendría
pero que, en el proceso de emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado,
adquiriría matices y comprensiones distintas, como profundizaré en el siguiente capítulo.
78
María Cristina Suaza Vargas y Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo,
Soñé que soñaba una crónica del movimiento feminista en Colombia de 1975 a 1982, 2009 Anexo.
En el mismo sentido y de manera paralela, el Colectivo de Mujeres de Bogotá denunció en el Foro
Nacional de Derechos Humanos adelantado en Bogotá en marzo de 1979: “(…) en Colombia se
encarcela, se tortura a hombres y mujeres, siendo estas últimas víctimas de una violencia
específica, la violencia sexual”. En Ibid., 67 y anexo.
34 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
La violencia contra las mujeres fue uno de los puntos fundamentales de análisis del
Encuentro – aspecto bastante novedoso para su época – al punto de declarar el 25 de
noviembre como el Día mundial de No más violencia contra las mujeres. A partir de ese
año, el 25 de noviembre fue conmemorado como el Día de la no violencia contra las
mujeres, e institucionalizado como tal a nivel internacional por la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 199980. Desde ese entonces y, tal como
intentaré desarrollar, esa fecha ha sido un lugar recurrente de movilización, concentración
y expresión pública del movimiento de mujeres en el país, en el cual pueden rastrearse los
giros de las demandas y la aparición de la violencia sexual como una preocupación del
movimiento. En palabras de Elizabeth Jelin, esa fecha ha constituido una coyuntura de
“activación de la memoria”81. Además, a través de las conmemoraciones de esa fecha
también se ha co-construido el sujeto femenino82, es decir, el propio movimiento se ha
producido a través de esas prácticas y ha delineado un sujeto particular “mujeres”.
En el Primer Encuentro Feminista las activistas en su declaración final exigieron que frente
a las diversas violencias denunciadas83 la “Comisión de Derechos Humanos de las
79
Chaparro, «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres colombianas.
Fragmentos del feminismo colombiano», 171. Lo cual no significa que no existieran previamente
organizaciones de mujeres, significa tan solo que el punto de su articulación y consolidación se da
en la década de 1980, previa la conformación de organizaciones en el segundo lustro de 1970. En
parte esto es explicado por las políticas bipartidistas del Frente Nacional que redujeron las acciones
colectivas e iniciativas políticas en pro de las mujeres (Wills O., Inclusión sin representación, 164.)
Norma Villarreal, por ejemplo, sostiene que “Los primeros grupos feministas fueron surgiendo desde
1975” (Villarreal M., «El camino de la utopía feminista en Colombia, 1975-1991», 183.) y tuvieron
expresiones importantes como la propuesta de constitución de un Frente Amplio de Mujeres en
1977, o la candidatura de Socorro Ramírez a la presidencia en 1978, bajo el reclamo del derecho
al aborto y de garantías para la salud reproductiva. En el mismo sentido ver Jaramillo, «Feminismo
y Luchas políticas: Anotaciones sobre la Doble Militancia», 181; Wills O., Inclusión sin
representación, 175.
80
Organización de las Naciones Unidas, «Resolución aprobada por la Asamblea General. Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.», A/54/PV.83 § (1999).
81
Jelin, «El género en las memorias», 52.
82
En los términos de Lelya Elena Troncoso Pérez y Isabel Piper Shafir, «Género y memoria:
articulaciones críticas y feministas», Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación social
15, n.o 1 (3 de marzo de 2015): 65-90, https://doi.org/10.5565/rev/athenea.1231.
83
“La violencia sexual que se ejerce contra las mujeres; La violación; La prostitución por razones
económicas o como forma de supervivencia social; El hostigamiento sexual a la mujer en el trabajo;
El hecho de que la mujer tenga que recurrir al aborto como forma de regulación de su fertilidad; La
Capítulo 1 35
Otro aspecto importante del Primer Encuentro fue el posicionamiento frente a otros
movimientos sociales que resultaría determinante en la conformación del propio
movimiento de mujeres y de sus causas. En el Encuentro hubo una disputa entre dos
posiciones asociadas al debate de la doble militancia, o al debate entre las “autónomas” y
las “políticas”86. En resumen, una de las partes en la confrontación señalaba que “la mujer
sufre una opresión específica y que por lo tanto tiene reivindicaciones concretas tales como
la doble jornada, igual salario, al aborto, a la maternidad libre y voluntaria, al control de su
cuerpo…”87, aspecto que ameritaba la conformación de un movimiento autónomo de los
partidos y de otros movimientos, aglutinadas en un movimiento feminista (con lo cual se
acentuaba en la opresión sexual). Por el otro lado, estaban quienes asumían que el
feminismo no era “un proyecto de cambio integral que requi[ri]era de grupos autónomos”88
porque la opresión de las mujeres se explicaba por otros sistemas opresivos (lo cual
enfatizaba en la explotación de clase). Según la posición que se planteara, se justificaba
la conformación autónoma de organizaciones de mujeres, o el trabajo en una doble
militancia en estas y otras organizaciones mixtas con agendas más amplias.
Esta disputa sobre la doble militancia fue importante para la emergencia y posicionamiento
del objeto de la violencia sexual. Muchas de las feministas que crearon organizaciones de
mujeres previamente habían militado en organizaciones o partidos de izquierda, los cuales
fueron denunciados por ellas como patriarcales, discriminatorios o que no respetaban la
agenda de las mujeres, lo que ameritaba espacios propios y autónomos que impulsaran la
agenda específica de las mujeres en el país89. En otras palabras: para muchas, los
86
Disputa que Doris Lamus califica como “la fractura de origen”, en tanto señala que esa tensión se
mantiene en la conformación y desarrollo del movimiento (Lamus, De la subversión a la inclusión,
105-17.). Los debates sobre la pertenencia a partidos políticos o la creación de fuerzas autónomas
puede rastrearse previamente, por ejemplo con la creación en la década de 1960 de la Avanzada
Femenina Insurgente Nacional, que agrupaba en dos alas a las mujeres liberales y a las
conservadoras, para fijar una agenda propia con capacidad de negociación. Al respecto, ver Luna
y Villarreal M., Historia, género y política. Movimiento de mujeres y participación política en
Colombia 1930-1991, 159.
87
Navarro, «El Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe», 264; citado en Lamus,
De la subversión a la inclusión, 107.
88
Navarro, «El Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe», 264; citado en Lamus,
De la subversión a la inclusión, 107.
89
En el estudio que hace Nina Chaparro sobre el Primer Encuentro Feminista, Claudia Mejía
(fundadora de Sisma Mujer), Beatriz Quintero (de la Red Nacional de Mujeres) y Olga Amparo
Sánchez (directora de la Casa de la Mujer) califican esas organizaciones de izquierda como
patriarcales, discriminatorios e irrespetuosos de las agendas de las mujeres. Ver Chaparro, «El
Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres colombianas. Fragmentos del
feminismo colombiano», 178, 182 y 194, respectivamente.
Capítulo 1 37
90
De manera paradójica con las políticas represivas del presidente Turbay, su gobierno firmó y
ratificó en 1981 la «Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer (CEDAW)» (1979)., aspecto que daría un impulso legal a las demandas del movimiento de
mujeres.
91
Villarreal M., «El camino de la utopía feminista en Colombia, 1975-1991», 187. Vale la pena
resaltar, siguiendo a Wills, que 1988 inaugura “el arribo de la masacre como arma de guerra”, lo
cual es importante para entender la urgencia de articulación a la que se ve abocado el movimiento
de mujeres (Wills O., Inclusión sin representación, 210.)
38 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
92
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en
los procesos de paz en Colombia (1982-2016), 29, 39. Para profundizar en los antecedentes de la
Constitución y en la participación política de las mujeres, ver Wills O., Inclusión sin representación,
219; Lamus, De la subversión a la inclusión, 248. Es interesante señalar que Archila considera que
hasta 1990 las expresiones del movimiento social de mujeres eran menos visibles que otros
movimientos, no obstante, que tuvieron “gran eficacia a la hora de las modificaciones legales y (…)
de las prácticas cotidianas” (Archila, Idas y venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en
Colombia 1958-1990, 209.)
93
Wills O., Inclusión sin representación, 223.
94
Barraza, Sistematización de la experiencia de la Confluencia Nacional de Redes de Mujeres, 7;
Wills, «Las trayectorias femeninas y feministas hacia lo público en Colombia (1970-2000) ¿Inclusión
sin representación?», 187.
95
Entrevista a Beatriz Quintero en Chaparro, «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe
y tres mujeres colombianas. Fragmentos del feminismo colombiano», 187. Un análisis detallado de
los inicios de la Red Nacional de Mujeres se encuentra en Lamus, De la subversión a la inclusión,
247-66. Valga anotar que el proyecto programático de la Red de 1991 no incluía ningún aspecto
relacionado con el conflicto armado ni con la violencia contra las mujeres.
96
Con el Movimiento 19 de Abril (M-19), el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL), la
Corriente de Renovación Socialista (CRS), las Milicias de Medellín y el Frente Francisco Garnica
de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), todos entre 1990 y 1994. Ver Chaparro y
Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en los procesos
de paz en Colombia (1982-2016).
Capítulo 1 39
tipo de relacionamiento de la sociedad con el Estado: un Estado que era visto por el
movimiento de mujeres como patriarcal y “que corrompe cualquier intento de fundar
mundos distintos”97. En palabras de Beatriz Quintero de la Red Nacional de Mujeres:
97
Wills O., Inclusión sin representación, 173.
98
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en
los procesos de paz en Colombia (1982-2016), 43.
99
Uno de los resultados fue la expedición de la Ley 294 de 1996 sobre violencia intrafamiliar
Impulsada por Piedad Córdoba, quien era senadora para el momento. Al margen de esta
experiencia, las agendas de incidencia del movimiento de mujeres y las iniciativas gubernamentales
y del Congreso no fueron articuladas. Ver Wills O., Inclusión sin representación, 228, 244.
40 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
incitaron reflexiones sobre la violencia sexual en el conflicto armado, por ejemplo, a partir
de la experiencia ampliamente conocida de lo ocurrido en la Antigua Yugoslavia y en
Ruanda, frente a las cuales se habían creado tribunales internacionales en 1993 y 1994.
100
La «Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(Convención de Belém do Pará)» (1994). es el único tratado internacional en el mundo que se
concentra específicamente en la cuestión de la violencia contra las mujeres e incorpora el derecho
de las mujeres a una vida libre de violencias, es decir, lo eleva a categoría jurídica. A su luz, en
Colombia se han desarrollado normas y se han litigado casos de violencia sexual. Fue incorporada
mediante Ley 248 de 1995.
101
Donny Meertens destacaba, en 1995, que gracias al movimiento internacional de mujeres, la
Declaración de Viena de 1993 reconoció la violencia sexual como violación a los derechos humanos.
Ver Meertens, «Mujer y violencia en los conflictos rurales», 38.
102
En la que participó Beatriz Quintero de la Red Nacional de Mujeres. Luego de su regreso se creó
“La ruta de El Cairo a Beijing” para mostrar a las mujeres de las regiones la información de la
plataforma de acción de Beijing: “Todo esto ayudó a consolidar el movimiento de mujeres en
Colombia”. Ver Chaparro, «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres
colombianas. Fragmentos del feminismo colombiano», 189. En el mismo sentido ver Lamus, De la
subversión a la inclusión, 242; Wills O., Inclusión sin representación, 229.
103
Con la reestructuración en julio de 2010 de la ONU, UNIFEM fue fusionado con otras instituciones
y dio lugar a la creación de la actual ONU Mujeres.
104
Arana et al., Movimiento social de mujeres. Actividades preparatorias. Colombia 1994/1995.
Capítulo 1 41
Olga Amparo Sánchez105 fue la encargada de escribir el capítulo “Las violencias contra las
mujeres: espacios del ejercicio de la dominación del varón”. Allí la autora hace alusión a la
naturalización, silenciamiento y marginalidad de la violencia contra las mujeres en las
normas:
El avance, aún no el deseado, de incluir la violencia contra las mujeres como una
violación de los derechos humanos, ha sido una tarea ardua del movimiento
feminista a nivel nacional e internacional, confrontando la normatividad social que
naturalizaba y silenciaba la cruenta realidad de la violencia contra las mujeres.
Este cuestionamiento ha dotado de contenido político y reivindicativo un problema
silenciado y marginado de las decisiones políticas106.
El capítulo cuenta con un apartado titulado “Violencia sexual como una forma de terrorismo
sexual contra las mujeres”108. Allí se afirma que la violencia sexual se denomina a “todas
105
Quien representa uno de los ejemplos más notorios de la participación de las mujeres feministas
en el Estado por haber sido la directora de la Dirección Nacional para la Equidad de la Mujer, que
empezó a funcionar en el año de 1995, directora de la Casa de la Mujer (creada en 1982) y
cofundadora de la Red Nacional de Mujeres.
106
Sánchez, «Las violencias contra las mujeres: espacios del ejercicio de la dominación del varón»,
73.
107
Ibid., 74.
108
La noción de terrorismo sexual será retomada por la misma autora y la Ruta Pacífica en Sánchez
G. y Ruta Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra, 95.
Es un concepto que no es generalizado para el resto de organizaciones y que no circula de manera
42 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
las formas de considerar a la mujer como un objeto sexual, como una cosa que se puede
usar” y que “constituye para las mujeres una forma de vida impuesta, aunque no sean
víctimas directas”109. En otras palabras: la amenaza de violencia sexual es una constante
en la vida de las mujeres. Sobre esa violencia dice el texto:
La visión de una sociedad que no esclavice implica pasar por reconocer los peores
aspectos de la opresión y la subordinación. Pero la esperanza abre la oportunidad
de crear una nueva estructura política y un nuevo orden social. Tener la esperanza
significa exigir y encontrar un mundo que esté libre de la violencia y el terrorismo
sexual. Conocer lo peor nos da la libertad de luchar por lo mejor110.
Lo anterior nos deja ver un discurso más amplio sobre la violencia contra las mujeres que
se fundamentaba en la narrativa del silenciamiento, la naturalización y la marginalidad y
que intentaba ser conjurada desde el plano internacional y nacional en el marco del
lenguaje de los derechos humanos, como mecanismo para hacer visible ese “invisible
social”. Plantea además que la violencia sexual era, en términos generales, considerada
“lo peor”. Esa narrativa fue articulada con la cuestión del conflicto armado – en el capítulo
“Las violencias más invisibles: por etnia, orientación sexual, y contra las mujeres en zona
de confrontación armada” – en la cual las organizaciones asociaron la especificidad de la
violencia contra las mujeres en la guerra a dos actos particulares: la “violación” y el
desplazamiento. Sobre el desplazamiento hay un desarrollo más amplio fundamentado en
estudios (y la falta de desagregación de estos), mientras que sobre la “violación”
únicamente se dice que las mujeres son violadas por todos los actores del conflicto
(ejército, guerrilla y paramilitares):
Hay una gramática común entre el discurso de la violencia sexual en general y la del
conflicto armado: se lee como una violencia específica contra las mujeres, enmarcada en
el silenciamiento, y como un invisible que ha sido naturalizado y que constituye lo peor,
que a su vez marca la esperanza a través de dos vías: romper el silencio y dotarla de un
carácter político al incluirla en los debates de los derechos humanos.
111
Ibid., 78.
112
Ibid.
44 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
En el período 1995 y 2000, siguiendo a María Emma Wills, se evidenció una dislocación
entre, por un lado, el acceso a nuevos derechos y formas de ciudadanía y, por el otro,
dinámicas de guerra en ascenso. En este contexto, el campo del activismo feminista se
fracturó en dos rutas (a menudo con fronteras muy porosas): aquellas que trabajaban en
el empoderamiento de las mujeres desde una posición antiestatal, y quienes buscaban la
consolidación de la democracia a través de la incidencia política ante el Estado. En el
primer caso, la actuación del movimiento buscaba incidir sobre los actores armados
(incluido el estatal) y empoderar a las mujeres, mientras que en el segundo, había un nicho
de actuación en los partidos políticos y ante agentes estatales113.
Esta diferencia en las rutas de trabajo asumidas puede permitirnos rastrear los caminos
divergentes que tomaron las organizaciones y comprender el surgimiento de plataformas
de mujeres en torno a las cuestiones de la guerra y la paz. Por un lado, aquellas que como
la Ruta Pacífica de las Mujeres inicialmente priorizaron la labor de movilización social y,
por otro, las organizadas en torno a la Red Nacional de Mujeres que priorizaron la
incidencia ante y dentro del Estado. Con el paso del tiempo, ambas plataformas fueron
fluctuando e incursionando en las estrategias inversas114.
113
Wills O., Inclusión sin representación, 207-48.
114
En este sentido dice Lamus:“Las «apuestas políticas» son también diversas, acentuándose su
orientación, desde mediados de los 90, en dos sentidos: una, por la salida negociada del conflicto
armado, contra la guerra y por la paz y, dos, por la incidencia política, lo que implica interlocución
con el Estado, organizaciones gubernamentales de nivel local, regional o nacional, buscando ubicar
en la agenda pública los temas y los intereses de las mujeres, y con éstos los de las comunidades
y del país en su conjunto. Este deslinde reconfigura política y estratégicamente el movimiento de
mujeres, en el contexto de «nuestra guerra sin nombre». Sin embargo, avanzado el nuevo siglo,
cada vez más, la primera incursiona hacia las estrategias de la segunda y a la inversa”. Ver Lamus,
«Resistencia contra-hegemónica y polisemia», 32.
115
Chaparro, «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres colombianas.
Fragmentos del feminismo colombiano», 189. El proceso 8.000 fue un proceso judicial iniciado en
Capítulo 1 45
Al margen del carácter feminista o no del movimiento de mujeres, es cierto que las
apuestas que tenían fueron girando hacia las cuestiones de la guerra, y llevó a la
proliferación de nuevas organizaciones ya más especializadas en los efectos del conflicto
armado, aspecto propiciado en parte por el aumento de la cooperación internacional y la
presencia permanente de organismos internacionales (ver capítulo 3):
A partir del segundo lustro de la década de 1990 surgieron, entre otras, la Ruta Pacífica
de las Mujeres (1996), la Corporación Sisma Mujer (1998), la Mesa Nacional de
Concertación de Mujeres (2000), la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado (2000) y la
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (2002). Además, organizaciones que ya
existían pero cuya agenda no estaba marcada por la guerra, tuvieron que girar sus
acciones hacia la denuncia provocada por los ataques de los actores armados; tal fue el
caso de la Red Nacional de Mujeres, ANMUCIC y la Organización Femenina Popular
(OFP)117.
1995 en contra del entonces presidente de la República Ernesto Samper (1994-1998), bajo la
acusación de recibir financiación del narcotráfico para su campaña presidencial. Este proceso
finalmente finalizó con preclusión (fue archivado) por la Cámara de Representantes. Debe tenerse
en cuenta que el gobierno de Samper fue el primer gobierno elegido después de la aprobación de
la Constitución de 1991, de tal manera que una parte importante del movimiento social – incluido el
de las mujeres – se había avocado a materializar los postulados constitucionales mediante el trabajo
articulado con el Estado. El efecto de desinstitucionalización provocado por el señalamiento del
vínculo con el narcotráfico, tuvo también un impacto en la esperanza frente a un cambio radical con
la Constitución y afectó fuertemente la relación de los movimientos sociales con el Estado.
116
Corporación Sisma Mujer y Mujeres en Zona de Conflicto, «Diagnóstico: “Mujer, paz y seguridad.
Los movimientos de mujeres y paz en Colombia. Desde los años noventa hasta hoy”», julio de 2010,
16 y 17. En el mismo sentido ver Angélika Rettberg, Buscar la paz en medio del conflicto: un
propósito que no da tregua: un estudio de las iniciativas de paz en Colombia (desde los años 90
hasta hoy), 1. ed, Colección Informes especiales (Bogotá, Colombia: Universidad de los Andes,
CESO, Programa de Investigación sobre Construcción de Paz en Colombia : Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, 2006), 24; Luna y Villarreal M., Movimientos de mujeres y
participación política, Colombia del siglo XX al siglo XXI, 212; Wills O., Inclusión sin representación,
247.
117
Para profundizar en estos aspectos, en el caso de ANMUCIC, puede leerse Corporación Sisma
Mujer y Mujeres en Zona de Conflicto, «Diagnóstico Mujer, paz y seguridad», 13. Para el caso de la
OFP, ver Organización Femenina Popular, Yáñez Moreno, y Becerra Vega, Re-para para la Paz.
Caminos y reflexiones en el proceso de reparación colectiva de la Organización Femenina Popular,
46 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
35.
118
Agradezco a Beatriz Quintero, de la Red Nacional de Mujeres, por alertarme sobre la importancia
para el movimiento de mujeres de la diada paz-derechos humanos. Beatriz Quintero, Conversación,
2 de mayo de 2019.
119
Entre las dos posturas hay una enorme cantidad de matices y las organizaciones van y vienen
entre ambas. Esta distinción se hace por los énfasis de los movimientos frente a esas posiciones.
120
Norma Villarreal y Lola Luna lo indican así: “hay organizaciones de mujeres cuya actuación está
más al lado de la defensa de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario y hay
otras que se vinculan más por el lado de la paz como ausencia de confrontación. Unas rechazan el
conflicto armado y reclaman acuerdos, transformaciones y paz desde su condición de ciudadanas
mujeres, otras desde su condición de madres, esposas, hijas y familiares. El tipo de tema al cual se
enfocan plantea diferencias de contenido y prácticas. El tema de los derechos humanos supone una
confrontación más directa con los violadores cualquiera sea el origen de los violadores y el reclamo
de una efectiva justicia”. Ver Luna y Villarreal M., Movimientos de mujeres y participación política,
Capítulo 1 47
Entre los años 1996 a 1998, Olga Amparo Sánchez122 fue designada como directora de la
Dirección Nacional para la Equidad de las Mujeres (Dinem), oficina que “concretó las
primeras experiencias de las feministas del movimiento de mujeres en el Estado”123. Esta
experiencia fue doblemente importante para el movimiento feminista: por un lado, fue la
primera vez que una feminista de corriente autónoma era nombrada en un alto cargo
Colombia del siglo XX al siglo XXI, 211. Este giro del activismo de diversos sectores sociales hacia
las cuestiones de la guerra y la paz no es exclusivo del movimiento de mujeres. Por ejemplo, Patricia
Buriticá (líder sindical que hacia el 2002 creó la Iniciativa de Mujeres por la Paz y en 2006 fue
nombrada comisionada de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación producto del
acuerdo con los paramilitares), lo indica en relación con el Departamento de la Mujer de la Central
Unitaria de Trabajadores: “A partir de 1995, que son los años más duros del paramilitarismo,
comenzamos a vincularnos a las cuestiones de paz, de la no violencia”. Ver Linsu Fonseca, «Patricia
Buriticá Céspedes», en Una Colombia que nos queda, Tercera edición (AECID, 2008), 100.
121
Que era registrada a su vez por organizaciones sociales y por la academia, que empezaba a
hacer análisis sobre los impactos diferentes de la violencia entre hombres y mujeres. Al respecto,
un interesante ejemplo es el artículo pionero de Donny Meertens en 1995, que por primera vez
desagregó cifras del conflicto para determinar el porcentaje de mujeres víctimas. Ver Meertens,
«Mujer y violencia en los conflictos rurales», 42.
122
Directora de la Casa de la Mujer (creada en 1982) y cofundadora de la Red Nacional de Mujeres.
123
Gómez, Dinámicas del movimiento feminista bogotano. Historias de cuarto, salón y calle.
Historias de vida (1970-1991), 51.
48 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
estatal y, por otro, fue fundamental porque al ser una entidad con presupuesto, contribuyó
a la creación de la Ruta Pacífica de las Mujeres en 1996, lo cual también conllevó al
reforzamiento de la división del movimiento de mujeres124.
(…) Manifestamos:
124
Según Doris Lamus, el origen de la Ruta Pacífica está anclado también en una ruptura al interior
de la Red Nacional de Mujeres. La Ruta “se propone trabajar por la tramitación negociada del
conflicto armado en Colombia y por la visibilización de los efectos de la guerra en la vida de las
mujeres. Esta iniciativa compite con la Red en el sentido de captar seguidoras para esta “apuesta”
dentro de las propias organizaciones vinculadas a la Red, tanto en la capital como en ciudades
donde contaba con un importante núcleo de grupos vinculados a ella, como en el caso de Medellín”.
Ver Lamus, De la subversión a la inclusión, 243. Para profundizar en esta experiencia y su
importancia para el movimiento de mujeres ver Wills O., Inclusión sin representación, 232; Chaparro
y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en los procesos
de paz en Colombia (1982-2016), 45; Corporación Sisma Mujer y Mujeres en Zona de Conflicto,
«Diagnóstico Mujer, paz y seguridad», 35; Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du
droit», 292.
125
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra., 13.
126
Ibid., 14.
127
Ibid.
Capítulo 1 49
violencia que se comete contra las mujeres de cualquier parte del planeta, así no
aparezcan en las estadísticas.
(…) Declaramos:
(…) Que la palabra dialogante y comprometida sea la única arma que aquí se
esgrima. Y si no es la palabra y la fuerza material que de ella deviene, ¡Ay de
nuestros hijos e hijas!, futuro incierto el de nuestro país, el de este planeta.
Depararemos entonces una tierra estéril, y las mujeres no tendremos hijos que
vean este oprobio128.
No sólo [las mujeres] han tenido que asumir la ausencia de los padres, hermanos,
esposos, compañeros e hijos, sino soportar violaciones y el ultraje de sus cuerpos
y el desplazamiento a ciudades y pueblos que no tienen ninguna política de
atención para ellas129.
128
Ibid., 18 y 19.
129
Redacción El Tiempo, «Matan 8 campesinos en la vía La Llorona», El Tiempo, 22 de noviembre
de 1996, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-597200. Esta movilización también fue
registrada en Redacción El Tiempo, «Mujeres del mundo dicen cómo conseguir la paz», El Tiempo,
25 de noviembre de 1996.
50 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
Tanto la Declaración Fundante como la prensa tejieron una narrativa que asociaba una
triple afectación en la que se asentó la legitimidad de la movilización de las mujeres en
tanto grupo social, es decir, al margen de otros movimientos y con una identidad basada
en su género: “las atrocidades que se ocultan detrás de los silencios: mujeres desplazadas,
viudas, huérfanas, solas, mal acompañadas” de las que habla la Declaración Fundante, la
vivencia de la “ausencia”, “violaciones y ultraje” y “desplazamiento” que refiere El Tiempo
y la experiencia de Pueblo Nuevo “donde la generalidad de las mujeres han sido violadas”
por todos los actores legales e ilegales que sitúa El Mundo, fueron los lugares a través de
los cuales se respondió a la pregunta por la afectación particular a las mujeres que tenía
por efecto hacer singular la experiencia femenina.
130
«Destino Mutatá», El Mundo, 23 de noviembre de 1996.
131
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra., 18 y 19.
132
Es la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, la cual fue creada en 1992
y que ha promovido desde entonces la regulación y atención a la cuestión del desplazamiento
forzado en Colombia.
Capítulo 1 51
mujeres, hombres, jóvenes, niños y niñas133. Frente a las mujeres, Codhes afirmaba en
1999 que:
Sin embargo, Codhes no solo señalaba ese impacto diferenciado frente a las mujeres, sino
que también reconocía que el abuso sexual le ocurría a las niñas desplazadas135 y a los
niños-soldados que podían ser víctimas de “explotación sexual” o ellos mismos tener que
violar136.
El año de 1997 implicó dos eventos importantes en el país: la creación en abril de las
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y el proceso electoral que derivó en el cambio
de gobierno de Samper (1994-1998) a Pastrana (1998-2002) que conllevó un giro en las
posibilidades de un proceso de paz con las FARC.
133
La preocupación de los impactos diferenciados también emergió de la mano del campo de las
organizaciones con trabajo psicosocial en el país, que planteaba la importancia de comprender los
efectos del desplazamiento en ciertas poblaciones en clave de factores como la edad y el género.
Ver, por ejemplo, Martha Nubia Bello, Elena Martín Cardinal, y Fernando Jiovani Arias, eds., Efectos
psicosociales y culturales del desplazamiento, 1. ed (Bogotá, Colombia: Universidad Nacional de
Colombia, Sede Santafé de Bogotá, Dirección Académica--División de Extensión, Programa de
Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia : Corporación AVRE : Fundación Dos Mundos,
2000).
134
Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca borrar», sec. 4.
135
Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca borrar».
136
Codhes, «Codhes informa. Desplazamiento forzado y derechos de la infancia», 8.
137
Al consultar las cifras de la Red Nacional de Información (corte a 1 de mayo de 2019), se
evidencia un incremento notorio de la violencia a partir de 1995 (con 144.475 víctimas). En 1997 la
violencia aumenta de forma significativa (con 305.067 víctimas), encontrando su pico en el año 2002
52 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
en una mayor articulación del movimiento por la paz – siendo el Mandato ciudadano por la
paz una de sus máximas expresiones138 – e implicó, junto con el cambio de gobierno, la
creación de la Confluencia de Redes, promovida por la Red Nacional de Mujeres, como
escenario de influencia en políticas públicas y de cumplimiento de los compromisos
internacionales asumidos por el Estado139.
(…) declaramos:
(…) 4. La dignidad no tiene precio, no se negocian las alas ni los colores del arco
iris. La juventud reverdece en nuestros barrios y las muchachas se preñan
temprano a fuerza de sus ganas. Pero existe otra preñez, la de las mujeres
violadas como es Alba Lucía Rodríguez Cardona140, la condenada por no saber
sobre el aislamiento, la injuria y las rejas. Se detuvo y se truncó su vuelo de mujer-
niña. También están las niñas desplazadas de Pavarandó, ensayando ser nanas
para hijos e hijas desterradas.
141
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra., 21-23.
54 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
de la inmovilidad del sufrimiento para legitimar su lugar en la acción pública. Así que esta
relación entre la imagen de víctimas y activistas resulta productiva en su mutua remisión
pues invita a la acción política, pero simultáneamente tiene un efecto de fijación,
especialmente para las víctimas en la imagen del sufrimiento.
En sintonía con esta Declaración, la forma como fue registrado en prensa este Cabildo
también nos habla de dos condiciones que empiezan a emerger en paralelo a esa triple
experiencia: su naturaleza dramática y su relación con el cuerpo. Señaló El Tiempo:
En las zonas de conflicto, con frecuencia los hombres vengan los desatinos de la
guerra, violando a las esposas, las madres o las hijas de quienes conforman el
bando enemigo.
Hubo una denuncia según la cual el 80 por ciento de las mujeres desplazadas en
un corregimiento de Mutatá habían sufrido abuso sexual por parte de alguno de
los actores armados. Las mujeres no lo denuncian. Es muy difícil que lo cuenten
porque les resulta penoso, afirma Marina Gallego, una de las coordinadoras de la
Ruta Pacífica de las Mujeres142.
Sobre la relación de la violación y el cuerpo, que en principio parece obvia por su asocio
con la genitalidad, es necesario precisar: si bien todas las violencias pasan por el cuerpo
directa o indirectamente – el homicidio, la tortura, la desaparición, el secuestro, el
desplazamiento, etc. – no todas narran la violencia a través del cuerpo, es decir, no todas
sitúan tan precisamente en el cuerpo el hecho de la violencia, aunque todas las violencias
142
Redacción El Tiempo, «Stop al amor si sirve para detener la guerra», El Tiempo, 24 de noviembre
de 1997, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-670006.
Capítulo 1 55
pasen por él. Esto debería llevarnos a la pregunta del por qué.
La fotografía incluye a una mujer con rasgos indígenas cuyo pie de foto dice: “Las mujeres
han sido las principales víctimas de la guerra”.
Fuente: Marta Lucía Orrantia, «La paz esté con vosotras», El Tiempo, 27 de noviembre de 1997.
La fotografía evoca al territorio y a la violabilidad del mismo. Es una imagen que reafirma
la idea de la mujer como un lugar saqueado, colonizado y conquistado144. La noticia inicia
143
El Mundo señalaba en 1996: “Los actos están encaminados a dar a conocer en todos los ámbitos
nacionales e internacionales la violencia de que son objeto las mujeres y la madre tierra en nuestro
país”. La negrilla está en el original. Ver «Destino Mutatá».
144
La relación que la Ruta construyó entre la violencia y las indígenas no fue casual. De hecho,
también en noviembre de 1997 se movilizaron hacia andes (Antioquia), una de cuyas anfitrionas era
la diputada indígena emberá chamí Eulalia Yagarí, quien “encarna de manera maravillosa lo que la
56 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
así:
Como se lee, esta experiencia del cuerpo como territorio estaba marcada por un
sufrimiento del cual las mujeres no podían escapar: ya fuera como esposas o madres,
desplazadas u objeto de violencia sexual, las mujeres sufrían, y ese sufrimiento posibilitaba
la existencia social del cuerpo de las mujeres, es decir, en el marco de la asociación con
el territorio y el sufrimiento, el cuerpo femenino adquiría un lugar social146. El territorio
parecía contener un implícito de inmovilidad, de un algo que está allí y no puede escapar.
Esta idea fue reforzada por la percepción de que las mujeres eran las sobrevivientes,
mientras que los hombres eran quienes iban a la guerra y morían o quienes eran el
enemigo directo al que se mataba. Así lo narraba El Tiempo en el reportaje hecho a la
conmemoración del 25 de noviembre de 1998 realizado por la Ruta147:
Ruta representa: feminidad, cultura, pacifismo, valor”. En Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta
Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la guerra., 24.
145
Marta Lucía Orrantia, «La paz esté con vosotras», El Tiempo, 27 de noviembre de 1997,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-677888. En sentido similar puede leerse la nota
del 25 de noviembre de 1997: “Son ellas las principales víctimas del conflicto armado porque,
cuando no participan directamente en la guerra, son las viudas, las huérfanas y las madres que se
quedan sin hijos. (…) En Colombia específicamente, además de tener vínculos familiares con los
combatientes, las mujeres son las principales afectadas cuando hay desplazamiento. Según cifras
recientes, el 58 por ciento de los 600 mil desplazados son mujeres, muchas de las cuales son
cabeza de familia. Como si fuera poco, ellas son blanco preferido por los combatientes para
agresiones físicas y sexuales y frecuentemente la mujer rural que no tiene para dónde huir termina
siendo violada por los guerreros.” Redacción El Tiempo, «Día mundial de la no violencia contra la
mujer», El Tiempo, 25 de noviembre de 1997, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-
671453.
146
Agradezco a Carolina Morales por hacerme notar la relación entre sufrimiento y existencia social
del cuerpo.
147
El año de 1998 implicó una escalada de violencia en el país que fortaleció el trabajo de las
organizaciones de la sociedad civil y, simultáneamente, trajo consigo un cambio de gobierno que
alzaba la bandera de la negociación política al conflicto armado. A nivel internacional se produjo la
aprobación de la Corte Penal Internacional en cuyo Estatuto se tipificaron una serie de crímenes
sexuales que servirían de marco de acción futuro.
Capítulo 1 57
Antes habían armado cabildos en sus respectivas regiones para elaborar las
propuestas, nacidas de la convicción de que son las mujeres las más afectadas
con los horrores de la guerra, y por ello mismo, elementos claves dentro de lo que
podría ser una vida más digna para ellas y el resto del país150.
El realce de una experiencia específica de las mujeres y más gravosa las legitimaba para
participar en las negociaciones de la paz, en un vínculo estrecho entre mujeres y
pacifismo/activismo: “nadie mejor que ellas, que día a día sufren las penas de la violencia
para convertirse en instrumentos de la pacificación”151. Entre la violencia y la participación
se argumentaba que era necesario hacer una operación para escuchar las voces de las
mujeres: “[El foro servirá] para legitimar las voces femeninas, que hasta ahora no han sido
148
Redacción El Tiempo, «La ciudad de las mujeres», El Tiempo, 25 de noviembre de 1998,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-833135.
149
Creo importante resaltar acá que esta descripción no pretende generar la idea de una deslealtad,
motivación ilegítima o de un juego intencionadamente pensado para ocupar un lugar que no
pertenece. Todo lo contrario. Intento describir de qué maneras las organizaciones de mujeres, en
tanto actoras políticas y partícipes activas de la vida pública del país, también hicieron uso de
mecanismos retóricos que explicaban las razones de su participación.
150
Redacción El Tiempo, «Stop al amor si sirve para detener la guerra». En un sentido similar: “Las
mujeres somos expertas en contrapoder porque siempre hemos estado subordinadas y para luchar
las cosas hemos tenido que hacerlo con estrategia, con imaginación, con creatividad , afirma Olga
Amparo Sánchez, presidente de la Dirección Nacional de Equidad para la Mujer”. Orrantia, «La paz
esté con vosotras».
151
Redacción El Tiempo, «Stop al amor si sirve para detener la guerra».
58 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
Así, las activistas devinieron en un sujeto particular que denomino “expertas”, con lo que
me refiero a aquellas personas u organizaciones que ocupaban en el entorno de la opinión
pública una labor explicativa y simultáneamente constitutiva sobre la violencia y el género.
152
Ibid.
153
Para profundizar en la participación de las mujeres en los procesos de paz en Colombia ver
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en
los procesos de paz en Colombia (1982-2016).
154
Tanto individual como externo a las víctimas, aspecto que desarrollaré en el capítulo 2.
Capítulo 1 59
“En razón a nuestro género” y “la situación de desigualdad” eran categorías emergentes
en la opinión pública del país y su uso requería de una experticia que pudiera explicar por
qué a partir de entonces las mujeres serían destinatarias de una forma particular de
interpretar su experiencia. Estas expertas tenían, al menos, dos perfiles: las pertenecientes
a organizaciones y organismos internacionales de derechos humanos que vigilaban la
situación del país y reportaban el seguimiento a partir de informes públicos y que eran en
su mayoría extranjeras. Y las activistas nacionales que devenían expertas y conjugaban
estrategias que abarcaban la movilización y cada vez más la producción de informes.
Estas expertas no solo cumplían una labor explicativa, sino que eran el sujeto visible en la
opinión pública cuando se hablaba de violencia contra las mujeres en la guerra. A manera
de ejemplo, el 14 de agosto de 2001, los medios cubrieron una movilización hacia
Barrancabermeja de más de 3000 mujeres contra la guerra, propuesta por la OFP y la Ruta
Pacífica156. Esa movilización estaba acompañada de “líderes de organizaciones de 17
155
Redacción El Tiempo, «Las mujeres víctimas de la violencia», El Tiempo, 25 de noviembre de
1998, https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-833126.
156
La Ruta ese año había ganado el premio Paz del Milenio. Ver Nubia Camacho, «Mujeres en la
vía de la no violencia», El Tiempo, 11 de marzo de 2001.
60 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
países” que “exorcizarán los miedos que impiden a la sociedad colombiana actuar en
contra de la guerra” y “afianzarán los lazos con las organizaciones internacionales para
operativizar la red internacional de mujeres”157. Su cubrimiento por El Tiempo era
acompañado de una foto de seis mujeres de España, Francia y Colombia:
Fuente: Redacción El Tiempo, «3.000 mujeres marchan por la paz», El Tiempo, 14 de agosto de
2001
Estas movilizaciones eran cada vez más visibles, con mayor acompañamiento y
despliegue de medios, sin embargo, es notorio que la fotografía que acompañaba la nota
no mostrara lo que debería ser lo más evidente: las 3000 mujeres que marcharon y se
concentraron en Barrancabermeja. Importaban los cuerpos y las voces expertas. El sujeto
víctima y su rostro aún no aparecía en el escenario.
No sería adecuado deducir que las víctimas no existían y que las activistas y expertas las
‘inventaron’ en un mero juego estratégico. Habría que preguntarse, más bien, qué rol
jugaron aquellas personas que estaban deviniendo en sujetos políticos y, también, qué
lugar podía ocupar la violencia sexual en ese devenir. Aunque es verdad que en algunos
muy raros casos las víctimas sí hablaron públicamente y denunciaron lo ocurrido158, lo
157
Redacción El Tiempo, «3.000 mujeres marchan por la paz», El Tiempo, 14 de agosto de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-462236.
158
Esto es cierto, por ejemplo, para una de las víctimas del caso de El Salado de 2000, que desde
sus primeros acercamientos a la justicia dio información detallada sobre la violación de la que fue
Capítulo 1 61
cierto es que ni en los informes, ni en los registros de prensa de la época existen esas
voces. Ante esta ausencia, dos factores podrían explicar por qué empezó a circular
información sobre violencia sexual: en primer lugar, la idea de lo que denomino una
‘agencia mediada’ de las víctimas, que hicieron pactos de confidencialidad y confianza con
ciertas mujeres que escucharon y que ocupaban lugares menos periféricos de
enunciación, que podían mencionar lo oído como testigos, pero que no podían revelar la
identidad de sus fuentes. Esta mediación se explica, en parte, por el contexto sociopolítico
de la época, que daba mensajes de violencia claros a las víctimas sobre los riesgos que
podían correr por hablar públicamente de los hechos, temer a la estigmatización de sus
familias y comunidades, además de los impactos individuales asociados a la vergüenza y
el trauma. Las mujeres que ejercieron esa mediación serían, bajo la perspectiva de
Gusfield, “fuentes legítimas de definición de la realidad”, con capacidad de influir en la
opinión pública y de describir la estructura del problema de la violencia sexual que hacían
público159.
víctima. Ver el caso 2 conocido por la Corte Constitucional en la Sentencia T-718, M.P. Alejandro
Linares Cantillo.
159
Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 74.
160
Un caso interesante que evoca esto es el de la masacre de El Salado, donde el informe de la
CNRR revela las violaciones de al menos dos mujeres sobrevivientes en hechos privados y un
empalamiento a una mujer embarazada en un hecho público. El análisis de víctimas y victimarios
de estos hechos puede leerse en La masacre de El Salado: Esa guerra no era nuestra, Primera
62 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
Agencia mediada y rumor operan como una mejor explicación sobre el por qué las
activistas aparecieron antes que las víctimas, sin que ello denote una invención imaginada.
Desde estos dos factores – agencia mediada y rumor – las expertas nacionales y
extranjeras cada vez tenían más relacionamiento y producían un conocimiento detallado
sobre la situación de las mujeres en la guerra y, en este sentido, tenían también el rol de
mediadoras entre las víctimas anónimas y la opinión pública. Las formas de registrar su
experticia fueron variando con el tiempo: en la década de 1990 fueron las movilizaciones
y declaraciones públicas las que fueron registradas, pero a partir del año 2001, empezaron
a publicarse informes por parte de las organizaciones sociales e internacionales que
aunque se presentaban como descriptivos de una situación, tenían un carácter constitutivo
del problema del que demandaban atención.
edición (Ediciones Semana, 2009), 120 y 173. En otro caso se lee: “Uno oía que se llevaban a las
muchachas, y pues uno tenía el miedo que de pronto vaya a correr con esa misma suerte”, señalaba
una entrevistada de El Placer al CNMH. O, el propio Centro indica, “Durante el trabajo de campo,
los habitantes se referían a estos hechos de una manera muy general: “acá violaron a muchas
niñas”, “Historias de esas es lo que hay”. Sin embargo, no se sabían (sic) quiénes fueron abusadas,
o por quiénes, ya que existe un inmenso silencio por parte de las víctimas directas y sus familiares
sobre este tema en particular”. Ver Centro Nacional de Memoria Histórica, El Placer. Mujeres, coca
y guerra en el Bajo Putumayo, Primera edición (Colombia: Taurus, 2012), 208 y 212.
161
Veena Das, «En la región del rumor», en Veena Das: Sujetos del dolor, agentes de dignidad,
Primera edición (Colombia: Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia;
Instituto Pensar, Universidad Javeriana, 2008), 113-17.
162
Un ejemplo sobre estos usos puede verse en el capítulo 4 de prensa en la sección sobre
reclutamiento y violencia sexual.
Capítulo 1 63
Para comprender ese giro es necesario que regresemos un poco. El proceso de paz
adelantado entre el gobierno y las FARC entre 1998 y 2002 fue un escenario que demostró
la diversificación de las estrategias de las organizaciones de mujeres frente a la
negociación y a sus relaciones con el Estado, y también sentó algunas bases para lo que
sería la participación del movimiento en futuros procesos de paz163. Mientras la Ruta
Pacífica se abstuvo de participar en una audiencia pública convocada en junio de 2000 en
El Caguán164, la Red Nacional de Mujeres tuvo como delegada a Magdala Velásquez en
el Consejo Nacional de Paz y trabajó de manera activa en la Semana por la Paz con el
lema “Sin las mujeres, la paz no va”165. Mientras la Ruta priorizaba las movilizaciones, la
Red le apostaba a la incidencia ante el Estado166. Ambas estrategias articularon y se
inscribieron en lenguajes diversos que le hablaban a públicos de distinto orden y resultaron
significativos en el proceso de emergencia de la violencia sexual: tanto el lenguaje de lo
institucional, anclado especialmente en lo jurídico y en los deberes estatales, como el
lenguaje simbólico, trenzado con las emociones, con los impactos sociales, construyeron
formas de enunciar un evento que previamente no encontraba marcos sociales para ser
expresado.
163
Un análisis interesante sobre lo ocurrido con el movimiento de mujeres en el proceso de paz con
las FARC en el gobierno de Pastrana y con las AUC en el gobierno de Uribe puede encontrarse en
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», cap. 3.A.; Curiel, «Aproximación a
un análisis de redes/articulaciones de mujeres colombianas constructoras de paz y/o contra la
guerra, a la luz de la teoría feminista. Documento para el debate».
164
Lo hizo argumentando tres factores: que el esquema no daba lugar a una participación real para
la sociedad civil, que el tema de la agenda era empleo el cual no era prioritario para la Ruta en ese
momento y que “la Ruta no tiene como prioridad trabajar con las mujeres vinculadas a la guerra,
sino con quienes, desde la población civil, sufren sus consecuencias”. Ver Ruta Pacífica de las
Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la guerra., 39.
165
Lamus, De la subversión a la inclusión, 259.
166
Muestra de ello es la iniciativa de la Confluencia de Redes (1997), destinada a articular diversas
plataformas de organizaciones para influir en las políticas públicas. Este ejercicio de incidencia
desarrollado a lo largo del gobierno de Pastrana, derivó en esfuerzos de las organizaciones por
“involucrarse en el lenguaje técnico utilizado por el DNP y por empaparse de las distintas instancias
institucionales potencialmente responsables de generar condiciones de equidad y paridad para las
mujeres”: “¡le perdimos el miedo a la tecnocracia”. En Wills O., Inclusión sin representación, 241.
Esta inmersión en las lógicas burocráticas, sumada al trabajo que durante y posteriormente a esta
experiencia harían las organizaciones en torno a la cuestión de la paz, probablemente contribuyó a
la tecnificación del discurso sobre la violencia sexual.
64 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
Podría decirse que la sumatoria de avances en el plano jurídico internacional cambió las
formas de enunciar los problemas, insertando mucho más los lenguajes de estas
organizaciones institucionalizadas. Poco a poco los lenguajes jurídicos y bajo las lógicas
de la acción de los derechos humanos permearon las estrategias de las organizaciones de
mujeres.
Quizás el ejemplo más notorio fue la creación de la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado (MMCA), la cual surgió en el año 2000 en el marco de una estrategia por traer a
la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre Violencia contra la Mujer a Colombia169.
167
Un análisis detallado de esta Resolución, que inauguró la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad
en Naciones Unidas, será abordada en el capítulo 3. Basta decir por ahora que las disposiciones
del Consejo de Seguridad de la ONU expresan la voluntad de los Estados parte y tienen una
vocación de cumplimiento obligatorio (aspecto que no es pacífico en la doctrina sobre el tema).
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 1325», S/RES/1325 § (2000),
https://www.un.org/womenwatch/ods/S-RES-1325(2000)-S.pdf.
168
Ibid., sec. 10 y 11.
169
En lo sucesivo la Relatora de violencia contra la mujer de las Naciones Unidas. Esta relatoría es
Capítulo 1 65
Sus primeros dos informes estuvieron encaminados a recopilar información para ofrecer
datos certeros y un diagnóstico dirigido a la Relatora de violencia contra la mujer y propiciar
su visita al país. Este hecho como génesis del nacimiento de la MMCA no es una cuestión
menor y, de hecho, determina su naturaleza, pues la información que debía suministrar la
plataforma de organizaciones a la Relatora debería dar cuenta de un tipo particular de
violencia que era perpetrada en Colombia, en clave de su gravedad. Según Carolina
Vergel:
un mandato creado en 1994 por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que
tiene por objeto recibir información sobre las violencias contra las mujeres, recomendar medidas
para eliminar dichas violencias y colaborar con los otros mecanismos y procedimientos de derechos
humanos del Sistema de la ONU, entre otros. Para ello, emite comunicaciones a los Estados sobre
casos específicos, lleva a cabo visitas a países y presenta informes temáticos anuales. Puede
consultarse la página oficial en
https://www.ohchr.org/SP/Issues/Women/SRWomen/Pages/SRWomenIndex.aspx
170
Se trata de organizaciones especialmente de derechos humanos que están compuestas por
hombres y mujeres y cuyos objetivos son más amplios que la defensa de la causa de las mujeres.
171
Un análisis a profundidad de la creación y desarrollo de la MMCA se puede leer en Vergel Tovar,
«Les usages militants et institutionnels du droit», 181 y ss.
172
Los datos de estos informes pueden consultarse en el anexo 1.
173
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 190. Traducción propia.
66 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
En este marco, los informes que la MMCA proyectaba entregar deberían ofrecer
información en clave de “gravedad y sistematicidad”, que pudieran “convencer” a la
Relatora de la importancia de su visita a Colombia y de la necesidad de fijar la atención en
una situación que previamente no había sido tomada en cuenta por ese mecanismo. Esto
terminó, a la larga, siendo trascendental, pues fijó en los lenguajes políticos del derecho
internacional – y en particular en la noción de gravedad – la recopilación de información,
su interpretación y, en general, la agenda de las organizaciones sociales. No obstante, tal
como se lee en el segundo informe, dada la escasez de información, la tarea no resultaría
sencilla:
[la MMCA] surgió de constatar la escasez de diagnósticos que den cuenta de los
efectos diferenciados de violencia sociopolítica, incluida la proveniente del
conflicto armado, sobre mujeres y niñas. En los informes sobre violaciones a los
derechos humanos y al derecho humanitario en Colombia no se ha documentado
adecuadamente la situación específica de las mujeres y niñas afectadas por este
tipo de violencia, lo que dificulta la definición de acciones, proyectos y políticas
que atiendan las necesidades de protección y atención de mujeres y niñas174.
Para el año 2001 la MMCA publicó sus primeros dos informes, siendo el primero un avance
entregado en mayo de 2001, el cual fue ideado como un preámbulo a la visita de la Relatora
de violencia contra la mujer de las Naciones Unidas. En dicho informe, la MMCA mapeó la
situación de las mujeres y niñas “víctimas de violencia sociopolítica y el conflicto armado”,
adoptando el formato de los informes que la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ)
presentaba a las Naciones Unidas, en clave del lenguaje de los derechos humanos175. Tal
como lo señala Carolina Vergel, la operación que realizó la Mesa en sus primeras
174
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres
y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001», 6.
175
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 187.
Capítulo 1 67
El informe fue dividido en seis partes que ilustraban dicha situación179. La construcción,
disección y narrativa utilizadas en el informe fueron sintomáticas de su momento y, a su
vez, constitutivas de una nueva retórica: la violencia sexual empezaba a emerger más
claramente como una violencia relevante, aunque anclada en otras formas de violencia y
sujetos particulares: el desplazamiento, los homicidios y la tortura serían vehículos en los
cuales se asentaría la violencia sexual; y las niñas y organizaciones femeninas en tanto
liderazgos particulares serían sujetos de especial visibilización.
Aunque ya el movimiento había señalado que las mujeres en la guerra vivían una violencia
específica en razón de su género, que era la violencia sexual, estos informes enfatizaron
en la narrativa la razón de ser de su carácter generizado: según ellas, era una forma de
176
En su estudio sobre la emergencia del problema público del consumo de alcohol y la conducción,
Gusfield desarrolla la idea de que la construcción social de dichos problemas implica una dimensión
histórica, el análisis de las fuentes capaces de influir sobre la opinión pública y de definir el problema
asumiendo el poder de controlar, regular y proponer soluciones sobre el mismo. Así, “describir la
estructura de los problemas públicos es describir la manera ordenada en que las ideas y las
actividades surgen en escena pública”. Ver Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 74.
177
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 188.
178
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano».
179
1. Desplazamiento forzado; 2. Violencia sexual; 3. Homicidios y señalamientos; 4. Homicidios
precedidos de tortura y violencia sexual; 5. Violencia contra las organizaciones femeninas y; 6.
Violencia contra las niñas en el conflicto armado.
68 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
violencia específicamente dirigida hacia las mujeres porque a través suyo “todos los
actores armados” tenían “la intención de ratificar, no solamente su poder político por medio
de las armas, sino también de ejercer su poder como varones sobre las mujeres”.
De esta manera, las organizaciones sociales – ya no solo de mujeres sino en alianza con
organizaciones de derechos humanos – empezaron a articular de manera conjunta en los
lenguajes de los derechos humanos de las mujeres y de los feminismos la experiencia de
las mujeres que se consideraba particular y única. A partir de ello es posible afirmar que la
violencia sexual en el conflicto armado emergió inicialmente como una categoría
experiencial, posteriormente social y analítica en su anclaje en los lenguajes de los
derechos humanos y los feminismos y, finalmente, jurídica a partir del proceso de
articulación e incidencia ante el Estado.
Hasta ese momento la situación de las niñas dentro de las filas armadas no aparecía de
manera explícita en las demandas de las organizaciones sociales de mujeres, pero se
mantenía vigente en la narrativa pública principalmente por el trabajo de organizaciones
especializadas en derechos de la infancia. Entre ellas se encontraban Codhes181 y,
públicamente a partir del año 2001, una alianza de organizaciones llamada Coalición
contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia
(comúnmente denominada Coalico)182. Estas organizaciones enfatizaron durante este
180
Dividido así: 1. Mujeres y niñas desplazadas; 2. Violencia contra la participación de las mujeres
y sus organizaciones; 3. Niñas desvinculadas del conflicto armado; 4. Violencia sexual contra
mujeres, jóvenes y niñas y; 5. Otras formas de violencia contra las mismas. El informe se compone
de cuatro capítulos: violaciones a los derechos humanos y al DIH en Colombia, la situación de las
mujeres y las niñas, las formas de violencia contra las mujeres y las niñas en el contexto del conflicto
armado y recomendaciones. En Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre
violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001».
181
Ver por ejemplo Codhes, «Codhes informa. Desplazamiento forzado y derechos de la infancia».
182
Aunque la Coalico fue creada en octubre de 1999, a partir de 2001 empezó a hacer públicos sus
boletines Pútchipu en los que ofrecían información sobre el conflicto armado y la afectación a niños,
niñas y jóvenes en el país. Entre 2001 y 2008 fueron publicados 12 boletines que se refirieron a la
Capítulo 1 69
período (hasta 2002) en la cuestión del abuso sexual cometido en el marco del
reclutamiento ilícito especialmente por parte de las guerrillas en contra de las niñas.
Las mujeres víctimas de violencia sexual por parte de los actores armados se ven
obligadas a ocultar su drama por diversas razones, entre las cuales sobresale el
miedo a las amenazas de muerte proferidas por los actores armados que cometen
la violación184.
violencia sexual. Los correspondientes al 2001 y 2002 son «Crucemos nuestros caminos»; «La
violencia no da tregua»; «Las niñas en los grupos armados colombianos»; «¡Los niños y las niñas
no queremos estar en la guerra!»
183
El texto original contiene una cita de Giulia Tamayo, de mayo de 2000, de su ponencia
presentada en el taller “Género, conflicto y la construcción de la paz sostenible: experiencias de
América Latina”. Giulia Tamayo era peruana exiliada en España e integrante de Amnistía
Internacional. En 2004 fue la relatora del informe hito “Cuerpos marcados, crímenes silenciados” de
dicha organización. Como vemos, su relación con Colombia era previa al informe y para las
organizaciones colombianas ella era una voz autorizada en el diagnóstico de las violencias contra
las mujeres en conflictos armados.
184
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres
y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001», 37.
70 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
Esta idea del eclipse enmarcaba una línea narrativa de las agencias internacionales que
vigilaban la situación de Colombia. En un sentido similar, un informe de UNIFEM publicado
en diciembre de 2001 que estudiaba la situación de las mujeres en 14 países en guerra
alrededor del mundo, incluida Colombia, señalaba algo similar. El reportaje de El Tiempo
sobre ese informe fue titulado “La violación, arma de guerra” e indicaba:
185
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, «Informe de
la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001)», E/CN.4/2002/83/Add. 3 § (2002),
https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2002/1529.pdf. Un estudio más pormenorizado
de este informe se encuentra en el capítulo 3.
186
Unidad de Paz, «La violación, arma de guerra», El Tiempo, 1 de diciembre de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-702528.
187
“llamar la atención sobre el preocupante panorama de las mujeres en medio del conflicto”, decía
el periódico que hacía publicidad al informe de la MMCA. Redacción El Tiempo, «Mujeres víctimas
del conflicto armado», El Tiempo, 15 de noviembre de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-676291.
Capítulo 1 71
A esto se sumaba una variación significativa sobre la interpretación de las razones de los
usos de la violencia sexual. Si bien antes se la describía como un tipo de violencia
específica dirigida contra las mujeres y como parte de un “invisible social”, ahora se la
empezaba a enmarcar en la idea de “La violación, arma de guerra”, lo que denotaba una
cuestión que empezaba a girar: su carácter inevitable; se la empezaba a ubicar en el plano
de un arma más, es decir, dotada de un carácter político188. La “violación” lentamente se
empezaba a asociar a lo estratégico, aspecto que fue ampliado en el marco de los debates
sobre la justicia transicional que explicaré en el siguiente capítulo.
188
Además de El Tiempo, Semana también se refirió brevemente al tema en 2002. Ver «Con aroma
de mujer», Semana, 1 de marzo de 2002.
189
Cecilia Barraza Morelle, «Por la democracia», Semana, 1 de marzo de 2002,
https://www.semana.com/opinion/articulo/por-democracia/49730-3.
72 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
(…) Ante esta situación de barbarie y dolor las voces de las mujeres aquí
presentes, de las ausentes, de las violadas, de las asesinadas, de las
desaparecidas, de las amenazadas, de las exiliadas, de las detenidas, de las
refugiadas, de las torturadas, de las amedrentadas, de las masacradas, de las
destrozadas por el dolor y la barbarie. Todas a una sola voz afirmamos (…):
La movilización de julio de 2002 fue leída por todas sus protagonistas y analistas como
190
Las cifras no son del todo claras, pero el estimado más conservador es de 20 mil personas. Ver
Unidad de Paz, «Mujeres que pazharán», El Tiempo, 26 de julio de 2002,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1367475.
191
Unidad de Paz, «Mujeres: por qué marchan», El Tiempo, 25 de julio de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1366223.
192
Elizabeth Yarce, «Mujeres, más golpeadas por el conflicto armado», El Colombiano, 25 de julio
de 2002.
193
Disponible en Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni
hijas para la guerra., 52-53.
Capítulo 1 73
C. A modo de conclusión
A lo largo de esas décadas, las organizaciones de mujeres hicieron uso del lenguaje
ascendente de los derechos humanos para exigir respuestas particulares a esa
experiencia específica. El proceso de enunciación en este lenguaje particular se profundizó
194
Lamus, De la subversión a la inclusión, 264.
195
De acuerdo con Carolina Vergel, algunas consignas de la movilización incluyeron la defensa de
una salida negociada al conflicto armado, y la oposición a la imposición del servicio militar obligatorio
para las mujeres y al pago de impuestos para la guerra. Ver Vergel Tovar, «Les usages militants et
institutionnels du droit», 171.
74 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia
con la aprobación de la Constitución del 91, nutriendo las relaciones con los organismos
internacionales y organizaciones de derechos humanos que vigilaban la situación en el
país, lo cual propició nuevas estrategias que, a la larga, terminarían definiendo los bordes
del objeto en el proceso de emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado.
Para explicar esta tríada de sufrimiento como algo específico de las mujeres y la diada de
sujetos, emergieron las “expertas” representadas principalmente por extranjeras
vinculadas a organismos internacionales que vigilaban la situación del país y por activistas
nacionales que dominaban un lenguaje anclado en el campo internacional. Las víctimas
aún no aparecían en la esfera pública, sin que ello signifique que las expertas las hubiesen
inventado: existió lo que denomino una “agencia mediada” entre quienes de manera
anónima y oculta confiaron sus relatos a estas expertas, y la movilización del rumor como
mecanismo de socialización de la experiencia que las organizaciones supieron leer y
utilizar para explicar esa vivencia específica.
La instalación cada vez más central del lenguaje de los derechos humanos permeó las
estrategias de las organizaciones de mujeres, una de cuyas muestras más significativas
Capítulo 1 75
La conjugación de este escenario junto con los debates de la justicia transicional a los que
se abocó el país a partir de 2002, sirvieron de campo para la emergencia de la violencia
sexual en el conflicto armado, lo cual paso a explicar en el siguiente capítulo.
2. Los movimientos sociales y de mujeres: el
giro epistemológico de la violencia sexual
(2003-2008)
Presentación
La elección de Álvaro Uribe Vélez como presidente tuvo varios efectos que redundaron en
el fortalecimiento del movimiento social de mujeres y en el giro hacia la centralidad de la
violencia sexual. Dos elementos de sus políticas resultaron altamente significativos: de un
lado, una nueva discursividad que negaba la existencia del conflicto armado y variaba la
política hacia la “seguridad democrática”, y por el otro, el acercamiento y posterior proceso
de negociación iniciado con los grupos paramilitares, que llevó a arduos debates sobre lo
que posteriormente se denominó la justicia transicional.
En este escenario se dio paso desde los más altos niveles del gobierno nacional a un
proceso de estigmatización de los movimientos de derechos humanos, de paz y en general
de todas las expresiones que abogaban por una salida negociada al conflicto armado,
tildándolos de auxiliadores de la guerrilla197. Las manifestaciones e informes públicos del
196
La política de seguridad democrática consistió en la transformación de la política de seguridad
llevada a cabo por el gobierno de Uribe (2002-2006 y 2006-2010) como un mecanismo para
fortalecer la presencia de la Fuerza Pública en todo el territorio nacional, bajo la premisa de la
necesidad de vinculación de la sociedad civil como prerrequisito para garantizar el éxito militar (este
aspecto fue leído como una violación al principio de distinción propio del DIH). Esta política debe
verse en conjunto con una transformación global que instalaba el discurso de la lucha contra el
terrorismo, especialmente después del ataque a las Torres Gemelas en Estados Unidos en
septiembre de 2001.
197
El informe de la CIDH sobre el caso del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo resulta
significativo sobre el contexto de estigmatización y persecución contra el movimiento de derechos
humanos en este período. Ver Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe de fondo.
Capítulo 2 77
la situación para hablar y para plantear el tema del conflicto era tan difícil que para
las organizaciones de derechos humanos, el hecho de que las mujeres
mostráramos por ejemplo el tema de la violencia sexual y lo lleváramos a
escenarios internacionales, era una forma de incidencia y de evidenciar una
existencia de conflicto armado en el país, porque las organizaciones de derechos
humanos estaban completamente estigmatizadas por el Gobierno de Uribe199.
A esta lectura habría que añadirle dos aspectos: el primero, como vimos, referido a que la
violencia sexual había estado dotada discursivamente de un carácter tan dramático que lo
volvía un tipo de violencia límite, excepcional e incuestionable (al igual que sus víctimas),
lo cual resultaba completamente estratégico para posicionar una idea global a través de la
violencia sexual: la persistencia del conflicto armado200. Ligado a ello, el segundo elemento:
el que fuera el movimiento de mujeres y no el de derechos humanos el que planteara la
continuidad del conflicto, resultaba también estratégico porque generaba menos
prevenciones al ser un movimiento hasta entonces subestimado201: al igual que el discurso
Miembros de la Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo Vs. Colombia», Informe
No. 57/19. Caso 12.380. OEA/Ser.L/V/II.172 Doc. 66 § (2019),
http://www.oas.org/es/cidh/decisiones/corte/2020/CO_12.380_ES.PDF.
198
Quien fue subdirectora de la Corporación Sisma Mujer.
199
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres
en los procesos de paz en Colombia (1982-2016), 62.
200
Considero necesario aclarar que no me posiciono frente a estas estrategias desde una lógica de
verdad/mentira o de bueno/malo, sino que reconozco especialmente el carácter de sujeto político
del movimiento de mujeres, que supo leer e incursionar de manera estratégica – como lo hacen
todos los movimientos sociales – en el contexto socio-político del país. Me parece relevante señalar
que es justo en esos intersticios de las experiencias y problemáticas históricas en las que producen
los procesos de emergencia de los objetos sociales y de los problemas públicos, muchas veces sin
una intencionalidad previa.
201
Agradezco a Claudia Ramírez por su claridad sobre este tema. Claudia Ramírez, Conversación,
78 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
de la violencia sexual, para los primeros años del gobierno de Uribe, el movimiento de
mujeres aún era considerado por algunos sectores como un movimiento neutro y alejado
de las cuestiones políticas, por lo que sus denuncias se recibían con menos prevención.
Este hecho impulsó aún más las alianzas que ya existían entre organizaciones de mujeres
y organizaciones de derechos humanos y dotó a las primeras de una importancia que
anteriormente no habían tenido. Según Claudia Ramírez:
Siguiendo esta línea, podría decirse que hubo un posicionamiento estratégico del
movimiento de derechos humanos frente a las organizaciones de mujeres, lo cual tuvo por
efecto dotar de importancia tanto el discurso de la violencia sexual como al movimiento de
mujeres en los debates centrales y tensos del momento. De esta forma, la violencia sexual
empezó a adquirir un carácter autónomo respondiendo a un problema particular del
momento y, a través de él, el movimiento de mujeres logró justificar su autonomía frente a
otros movimientos. Ahora se trataba de instalar esta problemática en la agenda pública, de
movilizarla, de visibilizarla, aspecto que encontraría un suelo fértil en las negociaciones
con los paramilitares y los debates legales que dieron lugar a la Ley de Justicia y Paz, en
el marco de la justicia transicional203.
3 de junio de 2019.
202
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres
en los procesos de paz en Colombia (1982-2016), 63.
203
Un análisis a profundidad del proceso de aprobación de la Ley de Justicia y Paz será desarrollado
en el capítulo 5.
204
AUC - Dirección Política y Militar, «Declaración Estado Mayor Negociador AUC: posición ante el
proyecto de ley de justicia y reparación», en El Gobierno Uribe frente al conflicto armado y la paz,
acuerdo con las AUC, Biblioteca de la Paz 2002-2010, Tomo VI (Santa Fe de Ralito: Fundación
Cultura Democrática, 2004), 183.
Capítulo 2 79
la Ley de Justicia y Paz205 – dieron apertura a un nuevo capítulo en la historia política del
país. A diferencia de experiencias anteriores en las que las amnistías e indultos fueron las
vías privilegiadas para lograr la desmovilización, estas negociaciones abrieron los debates
y disputas en torno a la premisa general de que no habría paz sin justicia y que, dado que
no sería posible judicializar todos los crímenes, solo se investigarían aquellos considerados
de lesa humanidad o de máxima gravedad.
Aunque algunos hechos como las masacres, la desaparición y las torturas ya habían
ganado el estatus de gravedad, la valoración sobre otros crímenes estaba en proceso de
construcción en el país y en la región, incluidos aquellos que las organizaciones y
organismos de derechos humanos señalaban como particulares en contra de las
mujeres206. Fue justamente allí, en la operación de encontrar un lugar propio entre la
205
Ministerio del Interior y de Justicia, «Proyecto de Ley Estatutaria No. 85 Senado. Por la cual se
dictan disposiciones en procura de la reincorporación de miembros de grupos armados que
contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional», Año XII-No. 436 Gaceta del
Congreso § (2003); Congreso de la República, «Ley 975 de 2005. “Por la cual se dictan
disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de
la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras
disposiciones para acuerdos humanitarios”.» (2005),
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_0975_2005.html.
206
La incorporación de las violencias contra las mujeres dentro de las narrativas sobre la violencia,
los conflictos armados y las dictaduras no es exclusiva del caso colombiano. De hecho, en este
mismo período, otras experiencias de la región americana se hicieron visibles especialmente de la
mano de comisiones de la verdad. Es el caso del Informe “Guatemala Nunca Más” publicado por la
Iglesia Católica a través del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica
(REMHI), publicado en abril de 1998 y que contiene un capítulo titulado “De la violencia a la
afirmación de las mujeres” en el que se incluye un apartado de violencia sexual. También está el
caso del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en el Perú, publicado en agosto
de 2003, que incorporó un capítulo sobre “La violencia sexual contra la mujer”. Se suma a estos el
informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura en Chile (conocido como informe
Valech), publicado en noviembre de 2004, el cual incluyó un capítulo de métodos de tortura, en el
que introdujo la cuestión de la “violencia sexual contra las mujeres”. Para el caso argentino, estos
debates tuvieron un lugar a partir del año 2001, en el cual se declaró la inconstitucionalidad de las
leyes base de las amnistías, aspecto reforzado por el Congreso en el año 2003. A partir de allí, se
recogieron testimonios que explícitamente señalaban el uso de la violencia sexual y se
reinterpretaron otros que habían quedado subsumidos en la categoría de la tortura. Ver Proyecto
Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), «Guatemala Nunca Más», abril
de 1998, cap. 5,
http://www.derechoshumanos.net/lesahumanidad/informes/guatemala/informeREMHI-Tomo1.htm;
Comisión de la Verdad y Reconciliación, «Informe Final de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación en el Perú», agosto de 2003, Tomo VI, 1.5., https://www.cverdad.org.pe/ifinal/;
Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, «Comisión Nacional sobre Prisión Política y
Tortura en Chile (informe Valech)», noviembre de 2004, Cap. VII,
http://www.derechoshumanos.net/paises/America/derechos-humanos-Chile/informes-
comisiones/Informe-Comision-Valech.pdf. Un estudio pormenorizado de algunas de estas
80 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Este escenario novedoso para el país (la irrenunciabilidad de la persecución penal para
ciertos crímenes210) brindó a las organizaciones de mujeres la posibilidad de posicionarse
como agentes autónomas con dos campos que desde antes se venían trabajando como la
máxima expresión del sufrimiento específico de las mujeres: el desplazamiento forzado y
la violencia sexual. Dada la magnitud del desplazamiento y la dificultad de probar los
motivos de género que lo causaban, la violencia sexual cobró un lugar significativo para
experiencias puede leerse en Paulina Gutiérrez, ed., Memorias de ocupación: violencia sexual
contra mujeres detenidas durante la dictadura (Santiago, Chile: Fundación Instituto de la Mujer
[u.a.], 2005); María Sonderéguer y Violeta Correa, eds., Violencia de género en el terrorismo de
Estado: políticas de memoria, justicia y reparación (Universidad Nacional de Quilmes, 2010);
Corporación Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia
sexual durante dictaduras y conflictos armados.
207
Ruti G. Teitel, «Transitional Justice Genealogy», Harvard Human Rights Journal 16 (2003): 69.
208
Un análisis sobre las transformaciones discursivas en el proceso de paz con los paramilitares y
sus distintos usos, se encuentra en Rodrigo Uprimny y María Paula Saffon, «Usos y Abusos de la
Justicia Transicional en Colombia», Anuario de Derechos Humanos, 2008,
https://anuariocdh.uchile.cl/index.php/ADH/article/view/13511.
209
Ya para este momento (2003), la Corte Interamericana de Derechos Humanos había emitido la
sentencia de Barrios Altos contra Perú (2001), en la cual había condenado al Estado peruano por
el otorgamiento de amnistías totales. Ver Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso
Barrios Altos Vs. Perú (14 de marzo de 2001).
210
Es decir, el deber de investigar los crímenes internacionales y de abstenerse de emitir amnistías
totales en contra de los autores de ellos bajo el argumento de lograr la paz.
Capítulo 2 81
Estos debates sobre la ley también transformaron las estrategias que desplegaron las
organizaciones sociales. Si bien es cierto continuaron los procesos de movilización social,
fueron los informes, los casos y, en general, el diagnóstico de las violencias –
especialmente la sexual – el centro de la actividad pública de las organizaciones de
mujeres.
Así como en los 90 la Ruta Pacífica acaparó buena parte de las notas de prensa, en los
debates sobre la justicia transicional fue la organización Iniciativa de Mujeres por la Paz
(IMP) la voz más publicitada211. Esto se debió, en parte, a un evento que fracturó de manera
importante al movimiento de mujeres pero que tuvo, a su vez, una importancia mayor para
la cuestión de la violencia sexual: el presidente de la República (Uribe Vélez), en desarrollo
de la Ley de Justicia y Paz, debía designar a quienes integrarían la creada Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). Por ley de cuotas, esta Comisión debía
estar integrada también por mujeres, así que fueron nombrados 3 hombres y 2 mujeres:
Patricia Buriticá que era en ese momento directora de IMP y Ana Teresa Bernal, que
presidía Redepaz (que a su vez era integrante de IMP212). Especialmente el nombramiento
de Patricia Buriticá generó una ruptura al interior del movimiento de mujeres, pues por
211
IMP surgió en el año 2001 como producto de una alianza de organizaciones de mujeres que, con
el auspicio de la cooperación sueca e impulsadas por el departamento de la mujer del sindicato de
la CUT (del cual hacía parte Patricia Buriticá), adelantaron una conferencia internacional sobre
mujeres y paz en Estocolmo. Luego de dicha conferencia, surgió la alianza como una plataforma de
trabajo permanente en esa materia. A diferencia de la mayoría de organizaciones sociales de la
época y de las organizaciones de mujeres, IMP le apostó a la incidencia en la Ley de Justicia y Paz,
lo que le mereció – además de la ruptura con el movimiento de mujeres – un lugar importante en
las noticias escritas que fueron publicadas en el país. Sobre las notas de prensa pueden encontrarse
sus voces en El Tiempo, El Heraldo, Vanguardia Liberal, La República y El Espectador. Ver, Juan
Carlos Díaz, «Me llevo a tu mujer porque me gusta», El Heraldo, 13 de abril de 2005; Juan C.
Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto», Vanguardia
Liberal, 3 de junio de 2005; Colprensa, «Reparación a mujeres víctimas de la violencia», La
República, 1 de abril de 2008; Patricia Buriticá Céspedes, «Violencia sexual en el conflicto armado»,
El Espectador, 3 de agosto de 2008; Redacción El Tiempo, «Lo que ellas callan», El Tiempo, 7 de
mayo de 2008; «El cuerpo femenino como arma de guerra», Semana, 11 de octubre de 2006,
https://www.semana.com/on-line/articulo/el-cuerpo-femenino-como-arma-guerra/81387-3.
212
Antes de ser electa a la CNRR, Ana Teresa Bernal también fue parte del Consejo Nacional de
Paz y representante de ese Consejo ante el Comité Temático de la negociación entre el gobierno y
la guerrilla de las FARC en el proceso adelantado entre 1998 y 2002. Ver también, Vergel Tovar,
«Les usages militants et institutionnels du droit», 219.
82 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
haber aceptado el cargo fue señalada como instrumento de legitimación de las políticas
del gobierno de Uribe, especialmente del cuestionado proceso de paz con los paramilitares
y, por tanto, como contraria a las apuestas de paz de los movimientos sociales213.
Volvamos a los informes. Como he mencionado, a comienzos del siglo XXI hubo una
transformación en las estrategias desarrolladas por las organizaciones de mujeres, las
cuales comenzaron un proceso sostenido de elaboración de informes. Estos fueron
producidos por organizaciones caracterizadas por estar asociadas en ONG, tener una alta
capacidad de interlocución con sus pares internacionales, así como de incidencia ante el
Estado y organismos internacionales. Todas movilizaban el lenguaje de los derechos
humanos y se inscribían en sus lógicas: denuncia de casos, exigencia de la
responsabilidad estatal, publicación de investigaciones e informes, e interlocución
permanente con organizaciones internacionales.
213
En palabras de Patricia Buriticá: “He creído que a través de la Comisión se pueden obtener logros
concretos, se pueden ganar espacios. Hemos conseguidos cosas imposibles de lograr estando por
fuera, como que en la ley quedaran siete artículos del Estatuto de Roma, de la Corte Penal
Internacional. Con el antecedente que casi todas las organizaciones le estaban apostando para que
se cayera la ley. Yo también le apostaba a que fuera una mejor ley, pero en un momento
determinado, cuando te das cuenta que no vas a ganar algo, tienes que incidir para que lo que
salga, que será un hecho, tenga algún nivel de incidencia. Por eso hemos estado ahí. Por ello he
recibido críticas muy duras, por ejemplo, del movimiento de mujeres, que plantea que con el hecho
de yo hacer parte de la Comisión estoy avalando la Ley de Justicia y Paz, y que estoy a favor del
presidente Álvaro Uribe Vélez, que le estoy haciendo juego al mandatario. Ana Teresa Bernal y yo,
que somos integrantes de la sociedad civil, somos ahora las parias del movimiento de paz, del
movimiento de mujeres. ¿Qué gana la paz con eso? ¿Con esos juicios y señalamientos están
contribuyendo a la paz?”. En Fonseca, «Patricia Buriticá Céspedes», 103.
214
Un análisis detallado de las apuestas de IMP frente a la negociación con los grupos paramilitares
y las rupturas que generó con el movimiento de mujeres, puede leerse en Vergel Tovar, «Les usages
militants et institutionnels du droit», 240-55.
Capítulo 2 83
215
«ONU denuncia práctica de torturas en Colombia», Voz, 26 de noviembre de 2003; Redacción
El Tiempo, «Tráfico humano, horror en aumento», El Tiempo, 18 de mayo de 2003; «ONU pide
acabar “nexos” de funcionarios con Auc», El Nuevo Siglo, 20 de junio de 2005; Resumen Agencias,
«Analizan violación contra la mujer en conflicto armado», Vanguardia Liberal, 23 de junio de 2006;
Camilo Raigozo, «Severas críticas a paramilitarización e impunidad», Voz, 22 de febrero de 2006;
«Mujeres, 10 razones para no celebrar», Semana, 8 de marzo de 2006,
https://www.semana.com/on-line/articulo/mujeres-10-razones-para-no-celebrar/77728-3;
Colprensa, «52% de las mujeres colombianas comprometidas ha sido agredida», Vanguardia
Liberal, 20 de septiembre de 2008; «Se disparan casos de mujeres contagiadas con Sida», El Nuevo
Siglo, 27 de junio de 2008.
216
Redacción Nacional, «“El Estado tiene la obligación de pagarles”», El Tiempo, 14 de abril de
2007; Redacción Justicia, «En solo seis meses, van casi 50 mil víctimas que piden reparación», El
Tiempo, 14 de abril de 2007; «Rememorando Ituango», Semana, 21 de agosto de 2008,
https://www.semana.com/opinion/articulo/rememorando-ituango/94663-3.
217
Redacción Política, «Gobierno y 1.200 ONG en examen de derechos humanos ante la ONU», El
Tiempo, 6 de diciembre de 2008; Redacción El Tiempo, «ONU examinará el primer informe sobre
situación derechos humanos en Colombia», El Tiempo, 2 de diciembre de 2008; Redacción El
Tiempo, «Pulso sobre derechos humanos en el país sostendrán Gobierno y ONG ante la ONU en
Ginebra», El Tiempo, 5 de diciembre de 2008.
218
Redacción Vida de Hoy, «US$ 7 millones para frenar violencia contra la mujer», El Tiempo, 25
de noviembre de 2008; Redacción Vida de Hoy, «Programa integral contra violencias de género
invertirá US$7’200.000 para frenar agresión contra la mujer», El Tiempo, 24 de noviembre de 2008;
Redacción El Tiempo, «Invierten 7 millones de dólares en programa para frenar violencia contra la
mujer», El Tiempo, 24 de noviembre de 2008. Al observar los informes publicados por las
organizaciones sociales, es posible observar que la gran mayoría cuenta con el apoyo de agencias
de cooperación internacional como Diakonía, Fundación FORD, USAID, Organización Internacional
para las Migraciones (OIM), SUIPPCOL (Programa Suizo para la promoción de la paz en Colombia),
el Consejo Noruego para Refugiados, entre otras.
219
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001).
84 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
A partir de los informes elaborados por las organizaciones de mujeres y que redundaron
en los contenidos que las organizaciones y organismos internacionales incluyeron en sus
propios informes, se puede constatar que la novedad particular de este período consistió
en la necesidad de demostrar que la experiencia femenina en la guerra era tan grave como
otras experiencias de violencia. De no hacerlo, la violencia sexual podría ser amnistiable.
El lugar que diversas organizaciones encontraron para transmitir la idea de un sufrimiento
propio y particular de las mujeres fue la violencia sexual, que era calificado como un flagelo,
un delito atroz, un crimen de lesa humanidad, un método macabro y un crimen de guerra223;
220
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la
discriminación derivadas del conflicto armado en Colombia», 18 de octubre de 2006.
221
«Entre 2002 y 2006 han sido asesinados 518 sindicalistas», El Nuevo Siglo, 3 de julio de 2007;
Redacción El Tiempo, «Alarma por la crisis de desplazados en Colombia», El Tiempo, 4 de abril de
2007; Redacción Judicial, «¿Una justicia obstaculizada?», El Espectador, 17 de octubre de 2008;
Redacción El Tiempo, «Graves abusos de cuerpos de paz», El Tiempo, 28 de mayo de 2008;
«Médicos Sin Fronteras denuncia alta violencia sexual», Vanguardia Liberal, 8 de octubre de 2008;
Redacción El Tiempo, «Violación arma de guerra», El Tiempo, 30 de noviembre de 2008.
222
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados». Este informe fue
ampliamente divulgado en la prensa. Ver, entre otros, Efe, «Mujeres: 70 de las colombianas es
víctima de la violencia y el maltrato», El Tiempo, 14 de octubre de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1559620; «Mujeres: víctimas “invisibles” del
conflicto colombiano», El Nuevo Siglo, 14 de octubre de 2004; Colprensa, «Las mujeres, un campo
de batalla», Vanguardia Liberal, 14 de octubre de 2004; Elizabeth Yarce, «Mujeres: campo de
batalla en el conflicto», El Colombiano, 14 de octubre de 2004; Redacción Política, «Las víctimas
ocultas de la guerra», El Tiempo, 14 de octubre de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1561174; «Intercambio humanitario es posible»,
Voz, 20 de octubre de 2004; «El cuerpo femenino: botín de guerra», Semana, 30 de octubre de
2004, https://www.semana.com/nacion/articulo/el-cuerpo-femenino-botin-guerra/68916-3.
223
Unidad de Paz, «No a amnistía de criminales», El Tiempo, 20 de enero de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-968607; Bibiana Mercado, «Tire y afloje por la
ley de paras», El Tiempo, 4 de febrero de 2005, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-
1678940; «Sociedad civil pide penas ajustadas», El Nuevo Siglo, 21 de marzo de 2005; Díaz, «Me
llevo a tu mujer porque me gusta»; Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual
por el conflicto»; Redacción El Tiempo, «Las mujeres piden que las saquen de la guerra», El
Capítulo 2 85
Para poder situar a la violencia sexual con el nivel de gravedad que era requerido en el
marco de estos debates, fue necesario que el discurso hasta el momento predominante
sobre el tema sufriera algunas transformaciones, las cuales se aceleraron durante el
período 2003-2008. Estas transformaciones, que detallaré a continuación, se refieren a los
siguientes desplazamientos: i) del lenguaje descriptivo al lenguaje jurídico-penal; ii) del
botín de guerra al arma de guerra; iii) de la inexistencia a las estadísticas; iv) del silencio
al silenciamiento; v) de la ausencia al anonimato, y vi) de la continuidad al continuum de
las violencias.
Como fue desarrollado en el capítulo anterior, la idea de que ciertas formas de violencia
eran perpetradas específicamente en contra de las mujeres en razón de su género venía
desarrollándose al menos desde la década de 1980, no obstante, de los informes
estudiados es posible identificar que fue a partir del final del año 2002 y del año 2003 que
las categorías de discriminación, enfoque de género y especialmente crímenes de género
y/o violencia contra las mujeres226, empezaron a adquirir centralidad y a ser utilizadas de
manera ascendente.
Esto puede explicarse a partir de tres factores preponderantes: los cambios en las
estrategias del movimiento que priorizaron la publicación de informes explicativos de la
situación de las mujeres en la guerra (volveré luego a este punto); la articulación estrecha
con el movimiento de mujeres y de derechos humanos global que movilizaba también esas
categorías que eran utilizadas cada vez con más fuerza en el derecho internacional227 y;
especialmente, los debates nacionales sobre la desmovilización paramilitar y las medidas
de justicia o amnistía que debían ser impuestas, que se desarrollaban en el marco del
lenguaje jurídico penal de los crímenes228.
226
Las categorías de violencias de género, violencias basadas en género, violencias contra las
mujeres o con base o por el hecho de ser mujeres fueron utilizadas de manera indistinta. En
ocasiones, también operó la analogía entre violencia sexual y violencia de género.
227
Un hito fundacional en la relación entre las mujeres, la paz y la violencia (en particular la sexual),
es la Resolución 1325 de 2000, explicada previamente y que retomaré en el siguiente capítulo.
También debe tenerse en cuenta que algunas de las agencias de cooperación que apoyaban a las
organizaciones de mujeres tenían un fuerte interés en los derechos de las mujeres y en posicionar
sus avances en el derecho internacional. Una muestra significativa de esto es la cooperación sueca
que promovió el encuentro en Suecia en septiembre de 2001 que daría lugar a la posterior creación
de IMP, o el apoyo de Suiza y España, caracterizados por su público interés en las cuestiones de
género. Adicionalmente, deben tenerse presentes los circuitos de trabajo entre organizaciones
locales e internacionales como las derivadas con Amnistía Internacional o algunas ONG españolas
particularmente interesadas en el tema.
228
De hecho, los informes que movilizan la categoría de enfoque de género están relacionadas
Capítulo 2 87
En relación con este último aspecto, en el año 2005 – año auge del debate sobre la Ley
de Justicia y Paz – los periódicos El Tiempo, El Heraldo, Vanguardia Liberal y El Nuevo
Siglo recogieron en sus notas de prensa voces de organizaciones sociales que anunciaban
que la violencia sexual era un tipo de delito particular cometido en contra de las mujeres
“en razón del género”229. La inscripción en la categoría del género fue uno de los
dispositivos impulsados para pasar de contemplar la violencia sexual como un delito
privado ligado al honor a un crimen que – en términos del derecho internacional –
comprometía la conciencia de la humanidad, es decir del orden público internacional230.
estrechamente a la cuestión de la desmovilización paramilitar. Ver para el año 2003, por ejemplo,
Ruta Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los
derechos humanos de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana»; Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado, «Conversaciones en la Mesa»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe
2002», 2002; Corporación para el desarrollo humano Humanizar, «El tiempo contra las mujeres.
Debates feministas para una agenda de paz».
229
Redacción El Tiempo, «Las mujeres piden que las saquen de la guerra»; «Sociedad civil pide
penas ajustadas»; Díaz, «Me llevo a tu mujer porque me gusta»; Gutiérrez, «Total desconocimiento
a víctimas de agresión sexual por el conflicto». Estos periódicos registraron, en su orden, el
Encuentro de Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo, distintas plataformas de la sociedad civil
e IMP.
230
Un análisis sobre el honor puede encontrarse en Adela Asúa Batarrita, «El significado de la
violencia sexual contra las mujeres y la reformulación de la tutela penal en este ámbito. Inercias
jurisprudenciales», en Género, violencia y derecho (Valencia: Tirant lo blanch, 2008). Este concepto
será retomado en el capítulo siguiente.
231
Con mayor énfasis en la MMCA, Sisma Mujer, la Corporación Humanas y la Ruta Pacífica.
88 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Bajo esta lógica, se entendía que “La cultura patriarcal trae consigo formas de violencia
especialmente dirigidas a las mujeres. Tortura y violaciones sexuales, persecución, presión
emocional, desapariciones, encarcelamiento e incluso la muerte, prácticas habituales en
conflictos armados”233. Desde esta mirada, la violencia sexual era un hecho que ocurría
especialmente a las mujeres, con lo cual se creaba un tipo particular de sujeto victimizado.
En un reportaje de Semana del año 2006 titulado “El cuerpo femenino como arma de
guerra”, en el que recoge un informe de la organización no gubernamental (ONG)
Consejería en Proyectos, la Revista señalaba:
la violencia sexual implica el ejercicio del poder sobre las mujeres, pero en el fondo
significa el ejercicio del poder sobre los hombres: es una manera de recordarles
que las mujeres son parte del botín. (…) el hecho de que culturalmente los
hombres no sean considerados propiedad de las mujeres hace que la violación
no opere a la inversa, es decir, no se ejerce violencia sexual contra los hombres
para castigar a las mujeres. Por tanto, la violencia sexual busca quebrantar
emocionalmente a los hombres y poner en entredicho el modelo hegemónico de
masculinidad en la comunidad en la que viven234.
232
Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Entre resistencias y re-insistencias. “Contra el
silencio y el olvido”. Informe sobre la violación de los derechos humanos de las mujeres y el derecho
internacional humanitario en Medellín y el Área Metropolitana», 50; En el mismo sentido,
Corporación Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia
sexual durante dictaduras y conflictos armados, 108.
233
Sánchez G. y Ruta Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra las mujeres en una sociedad
en guerra, 94.
234
«El cuerpo femenino como arma de guerra».
Capítulo 2 89
de las veces, fue el campo normativo el que tuvo relevancia para la explicación, en un
argumento así: el derecho internacional ha asimilado la violencia sexual como un crimen
de género, por tanto, la violencia sexual es un crimen de género235. Fue este un argumento
de autoridad que caló hondo en la interpretación de esta violencia236 y que en el contexto
de debate público de la gravedad de los crímenes tuvo un lugar estratégico para movilizar
la idea de una violencia contra las mujeres constitutiva de un crimen internacional, por
tanto, con suficiente gravedad237. Esto llevó a que las organizaciones sociales movilizaran
recurrentemente un lenguaje jurídico que hacía aparecer la noción de la violencia sexual
en el ámbito de los crímenes y no solo de los actos de ultraje, agresión, explotación, los
cuales describen el hecho, pero no lo encuadran en el lenguaje penal. Sobre este último
punto es importante señalar que, aunque la noción de delitos sexuales es muy anterior a
este período, su uso para referirse a la violencia sexual en el conflicto armado también se
reforzó a partir del año 2003. Puede verse, entonces, que el argumento de la violencia
sexual como un crimen emergió atado a las demandas de justicia, del debate sobre las
denuncias y el silencio y sobre la necesidad de protección; en otras palabras, en diálogo
con los deberes estatales para responder a estas violencias.
235
Este punto ha sido bastante variable en el derecho internacional y ha oscilado entre el género
como su base y otras causas como la etnicidad. Este aspecto lo retomaré en el siguiente capítulo y
puede verse con detalle en Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict.
236
Corporación Humanas Colombia, «Mujeres entre mafiosos y señores de la guerra», 79;
Corporación Humanas Colombia y Articulación regional feminista de derechos humanos y justicia
de género, «Informe regional de derechos humanos y justicia de género», 134; Corporación
Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia sexual durante
dictaduras y conflictos armados, 31; Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y
justicia en Colombia, 51; Guerrero Acevedo, Por la reparación, 83; Grupo de trabajo «Mujer y
género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación», Recomendaciones para
garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto
armado en Colombia, 203.
237
Los debates públicos sobre la Ley de Justicia y Paz dan cuenta de la importancia de este
argumento. Profundizaré este aspecto en el capítulo 5.
90 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Aunque visto desde el presente esta relación entre el crimen y la demanda de justicia y
protección puede parecer una obviedad, realmente el cambio de un lenguaje descriptivo
(ultraje, explotación, abuso, etc.) a un lenguaje jurídico (crímenes y delitos) no es nada
natural ni previsible, sino históricamente relevante. El hecho de que antes de la década de
2000 la forma de enunciar la violencia no se atara a la noción del delito (pese a existir todo
un catálogo de delitos sexuales), nos habla de una forma de representación emergente y
del posicionamiento de ciertos sujetos y saberes que intervinieron en esa enunciación y
que desplazaron otros posibles.
Esta centralidad de los crímenes y delitos propició la tecnificación del lenguaje de las
organizaciones, que utilizaron el campo de lo jurídico en función de las herramientas y
estrategias de actuación que ofrece, atado también al derecho internacional241. Aunque la
238
Como será desarrollado a profundidad en el capítulo 3, el Estatuto de Roma estableció como
crímenes de lesa humanidad y de guerra la violación, esclavitud sexual, prostitución forzada,
embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad
comparable. Adicionalmente, fijó como límites al tipo de pruebas a admitir en los procesos penales
y reglas para proteger la privacidad de las víctimas en el procedimiento.
239
Ver, por ejemplo, Corporación Sisma Mujer, Violencias contra las mujeres en Colombia. ¿Se
hará justicia?, 50, 77; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de
2005», 40.
240
Congreso de la República, Ley 1719 de 2014. Por la cual se modifican algunos artículos de las
Leyes 599 de 2000, 906 de 2004 y se adoptan medidas para garantizar el acceso a la justicia de
las víctimas de violencia sexual, en especial la violencia sexual con ocasión del conflicto armado, y
se dictan otras disposiciones.
241
En otras palabras, el carácter del derecho internacional fija los límites de la actuación estatal y,
con base en esos límites, los movimientos sociales han desarrollado estrategias de exigibilidad de
derechos tanto en el ámbito nacional como internacional. Una historización sobre el movimiento de
derechos humanos en Colombia y sus procesos de exigibilidad y estrategias de actuación puede
verse en Vargas Coronel, «Acción para la conciencia colectiva : la defensa de los derechos
humanos y las luchas por la configuración de la justicia (1970-1991)». También es importante
denotar que existe un amplio campo de estudio sobre el litigio estratégico o de alto impacto, del cual
también se han nutrido las organizaciones de mujeres. Al respecto puede verse, Ana Milena Coral
Díaz, Beatriz Londoño Toro, y Lina Marcela Muñoz Ávila, «El concepto de litigio estratégico en
América Latina: 1990-2010», Vniversitas 59, n.o 121 (15 de octubre de 2010): 49-76,
https://doi.org/10.11144/Javeriana.vj59-121.clea.
Capítulo 2 91
Como se observa en esta nota, es comprensible que entre los lenguajes disponibles para
referirse a la violencia sexual las expertas que tuvieron un lugar en la prensa hayan
preferido un lenguaje jurídico y su asociación con las nociones de delito, crimen y violencia
en razón del género. Básicamente este lenguaje permitía derivar consecuencias concretas
como la demanda de beneficios legales en materia de justicia y reparación, por ejemplo.
Poco a poco, se instaló en la agenda pública la idea de que la violencia sexual era un
crimen no neutro, es decir, una expresión – quizás la más severa – de la violencia contra
las mujeres en la guerra. No obstante, es significativo anotar que ni en el derecho
internacional ni en el nacional, los crímenes y los delitos sexuales están restringidos a
sujetos particulares, es decir, pueden ser cometidos por cualquier persona en contra de
cualquier otra. De allí que esta idea de un crimen “generizado” en el marco del conflicto
armado, si bien se asentó en el lenguaje jurídico-penal, se dio de la mano de otros
argumentos, como el tratarse de un botín y arma de guerra, que por su relevancia explicaré
a continuación.
242
«Sociedad civil pide penas ajustadas».
92 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Las expresiones “botín de guerra” y “arma de guerra” para referirse a la violencia sexual
en ocasiones se utilizaron de manera separada, en otros momentos se usaron
indistintamente o fueron conjugadas. No obstante, al rastrear los informes y comunicados
públicos de las organizaciones sociales es posible ver una diferenciación entre ambas
expresiones y una conjugación entre estas y otras como “campo de batalla” y “estrategia
o táctica de guerra”, las cuales nos permiten rastrear algunos giros en la interpretación del
objeto que iba instalándose.
La primera categoría en ser utilizada fue la de las mujeres como un botín de guerra: los
actores armados “han convertido el cuerpo de las mujeres en botín de guerra, para afectar
con su violación la dignidad de los supuestos contrincantes”244.
La noción de botín de guerra estaba inscrita en la de los trofeos, en el símil entre los
cuerpos femeninos y los beneficios colaterales de la guerra para los guerreros, como aquel
243
Declaración pública de la Ruta del Suroeste de 1997, en Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta
Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la guerra., 25.
244
Declaración pública de la Ruta del Suroeste de 1997, en Ibid. En el mismo sentido pueden leerse
la ponencia central del Tribunal de las mujeres de 1997 o las palabras en la Ceremonia de entrega
del premio Milenio para las Mujeres de 2001. En Ibid., 35, 58. En un sentido similar ver Ruta Pacífica
de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los derechos humanos
de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana», 16, 21.
Capítulo 2 93
de la apropiación de los bienes del bando enemigo. Julieta Lemaitre245 en uno de los textos
de debate de la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado (MMCA) de 2003 lo explica así:
En el mismo sentido, uno de los primeros informes que leyó en su conjunto el conflicto
armado reciente fue el del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) –
“El conflicto, callejón con salida” (2003) – que interpretó de esta manera la violencia sexual:
245
Abogada y profesora asociada de la Universidad de Los Andes, Doctora en Ciencias Jurídicas
de la Universidad de Harvard y Maestría en Estudios Interdisciplinarios de la Universidad de Nueva
York (Estados Unidos). En 2016 fue elegida magistrada de la Jurisdicción Especial para la Paz
(órgano de administración de justicia resultado del acuerdo de paz firmado con la guerrilla de las
FARC en 2016).
246
Julieta Lemaitre, «La violencia sexual como delito contra el Derecho Internacional Humanitario»,
en Conversaciones en la Mesa (Bogotá, 2003), 11. Este extracto fue retomado en Mesa de Trabajo
Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 87. En un sentido similar puede leerse Coalición contra la
vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «La violencia no da tregua»,
12.
247
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ed., El conflicto, callejón con salida: informe
nacional de desarrollo humano para Colombia, 2003 (Bogotá, Colombia: UNDP, 2003), 132. Este
informe es citado en Codhes, «Codhes informa. Las mujeres en la guerra: De la desigualdad a la
autonomía política».
94 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Dos de estas cuatro formas de violencia diferencian entre la violencia sexual cometida
contra las mujeres civiles y dentro de los grupos armados. En el caso de la violencia sexual
contra civiles (punto ii), el PNUD considera que se trata de una violencia “incidental”, es
decir, accesoria, imprevisible y no planeada. En el caso de violencia sexual al interior de
los grupor armados (punto iv), el informe califica a los sujetos de esta violencia como
“objetos”, es decir, en el marco de una violencia dirigida en su contra. Esto nos permite
evidenciar que para entonces se veía la violencia sexual contra civiles como incidental y
sobre este aspecto es justamente el giro que se dará en este período.
La imagen de las mujeres como objetos utilizados para calmar a las tropas, premiarlas o
humillar al contrario (como en el texto de Lemaitre) hacía que la violencia sexual fuera leída
como una constante en las guerras, como un efecto colateral de las mismas, es decir,
inevitable e incidental (en palabras del PNUD).
A partir del año 2003, las organizaciones empezaron a movilizar con más fuerza la idea de
que la violencia sexual era parte de las estrategias de la guerra y, aunque no se abandonó
la expresión del botín de guerra, el sentido de esta expresión varió y se utilizó con más
frecuencia la expresión de la violencia sexual como arma de guerra. Entre el botín de
guerra y el arma de guerra hay una variación que es significativa: se trata del giro
epistemológico entre un acto colateral y un acto estratégico en el conflicto. Esta segunda
interpretación, que considera que la violencia sexual es planeada, organizada, orquestada
e intencionalmente motivada, había sido desarrollada desde la década de 1990 pero
empezó a tomar cada vez más fuerza a partir del año 2003.
La expresión “arma de guerra” o el nuevo sentido del “botín de guerra” refiere a la violencia
sexual como un estrategia más en la que los cuerpos de las mujeres eran utilizados como
“campos o territorios de batalla”: “la violencia contra las mujeres por parte de los grupos
armados, incluido el Ejército, es el resultado de la utilización de su cuerpo como un botín
de guerra o como territorio simbólico de agresión contra las comunidades”248; “la violación
es una forma de mostrar el poder y de desmoralizar al enemigo dejando claro que el cuerpo
248
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004», 72.
Capítulo 2 95
La idea de que los cuerpos femeninos eran territorios o campos de batalla facilitaba la
argumentación del plano estratégico del uso de la violencia sexual, en una analogía con
las políticas de tierra arrasada o de despojo de tierras que eran también argumentos cada
vez más utilizados250. La siguiente gráfica junto con la nota aclaratoria del cuarto informe
de la MMCA de 2004 deja ver la importancia que iba tomando públicamente este
argumento, que insistía en la “grave indicación del uso del cuerpo de las mujeres como
territorio de guerra”:
Imagen 3: "El uso del cuerpo de las mujeres como territorio de guerra"
Fuente: MMCA, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004», octubre de 2004, pág. 72.
249
Red Nacional de Mujeres y Observatorio de Derechos de las Mujeres en Colombia, «Violencias
cruzadas. Informe de derechos de las mujeres. Colombia 2005», 40.
250
Por la misma época el interés por identificar el desplazamiento forzado como una estrategia de
despojo y no solo como una consecuencia de los enfrentamientos armados empezó a tomar más
fuerza. Un interesante estudio sobre la producción de este campo puede leerse en: Juana Dávila
Sáenz, «A Land of Lawyers, Experts and “Men Without Land”: The Politics of Land Restitution and
the Techno- Legal Production of “Dispossessed People” in Colombia» (Doctoral dissertation,
Harvard University, 2018), http://nrs.harvard.edu/urn-3:HUL.InstRepos:41128811.
96 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Esta imagen es interpretada por la MMCA con una clara alusión al cuerpo en analogía con
el territorio. Va incluso más allá: párrafos después de la presentación de la imagen, la
MMCA plantea con preocupación denuncias de años anteriores de violencia sexual
cometida en Arauca por actores armados, incluido el Ejército actuando solo o en apoyo a
grupos paramilitares. Su conclusión sobre ello es que:
Desde esta perspectiva, la imagen que remite a la violación y su análisis desde la idea del
cuerpo como territorio, tuvo la fuerza de conducir a la MMCA a cuestionar no solo las
políticas de seguridad del gobierno, sino a ratificar la existencia del conflicto armado – en
251
Un compendio de al menos 15 imágenes similares fue presentada por Jesús Abad Colorado en
la exposición “El testigo. Memorias del conflicto armado colombiano en el lente y la voz de Jesús
Abad Colorado”, llevada a cabo en el Claustro de San Agustín de la Universidad Nacional de
Colombia desde el 20 de octubre de 2018. Según el autor, las fotografías tomadas entre 2002 y
2012 en La Guajira, Putumayo, Montes de María, Magdalena y el Oriente Antioqueño. Un estudio
detallado sobre la iconografía de la violencia sexual en el conflicto armado reciente, su circulación
y usos es un asunto pendiente por investigar. Un estudio crítico sobre esta exposición puede leerse
en Sonia Vargas Martínez, «Venga y mire», Estudios Artísticos 6, n.o 9 (1 de julio de 2020): 180-94,
https://doi.org/10.14483/25009311.16237.
Capítulo 2 97
Quizás más que el honor de la víctima, el blanco de la violencia sexual contra las
mujeres es lo que se percibe como el honor del enemigo. La agresión sexual a
menudo se considera y practica como medio para humillar al adversario. La
252
Esta misma operación de demostrar la existencia de la totalidad del conflicto armado a partir de
la experiencia femenina en la guerra, fue notoria en los debates sobre la Ley de Justicia y Paz que
exploro en el capítulo 5.
253
Un interesante ejemplo puede leerse en la publicación del año 2006 de la Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para documentar y hacer visible el impacto de la
violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos de conflicto armado.
98 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
violencia sexual contra la mujer tiene por objeto enrostrar la victoria a los hombres
del otro bando, que no han sabido proteger a sus mujeres. Es un mensaje de
castración y mutilación del enemigo. Es una batalla entre hombres que se libra en
los cuerpos de las mujeres254.
Esta forma de leer el objeto emergente de la violencia sexual fue revisitada con
posterioridad y utilizada como argumento privilegiado por las organizaciones de mujeres255
e inclusive por la prensa256 para señalar el carácter estratégico de esa violencia.
En un texto de la MMCA, siguiendo esa interpretación del honor del enemigo, Marina
Gallego de la Ruta Pacífica señala:
La violación es un arma de guerra. Las mujeres son violadas y asesinadas por ser
novias, compañeras, esposas, amantes o familiares de uno y otro de los actores
armados, o porque se sospecha que lo sean. Se viola a las mujeres para castigar
y mostrar poder al bando contrario257.
Este argumento fue reafirmado por Amnistía Internacional en su informe de 2004 “Cuerpos
marcados, crímenes silenciados”258 y por el informe de la CIDH de 2006 titulado “Las
mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas del conflicto armado en
Colombia”259, los cuales fueron reiteradamente utilizados por las organizaciones sociales
254
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, «Informe
presentado por la Sra. Radhika Coomaraswamy, Relatora Especial sobre la violencia contra la
mujer, con inclusión de sus causas y consecuencias, de conformidad con la resolución 1997/44 de
la Comisión», E/CN.4/1998/54 § (1998), párr. 12,
https://undocs.org/pdf?symbol=es/E/CN.4/1998/54.
255
Esta cita del informe de la Relatora puede leerse, entre otros, en Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 88; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de
mujeres. Guía para documentar y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y
niñas en contextos de conflicto armado, 24; Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto
armado y justicia en Colombia, 25.
256
Colprensa, «Las mujeres, un campo de batalla».
257
Marina Gallego, «Ecos de una guerra urbanizada», en Conversaciones en la Mesa (Bogotá,
2003), 43. Estos argumentos fueron posteriormente retomados por la MMCA, ver Mesa de Trabajo
Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 67.
258
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados».
259
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la
Capítulo 2 99
En el curso de los 40 años del conflicto colombiano, todos los grupos armados –
fuerzas de seguridad, paramilitares y guerrilla– han abusado o explotado
sexualmente a las mujeres, tanto a las civiles como a sus propias combatientes,
y han tratado de controlar las esferas más íntimas de sus vidas. Sembrando el
terror entre militares, han convertido los cuerpos en terreno de batalla. (…)
Los actos de violencia física, psicológica y sexual tienen por objeto intimidar y
castigar a las mujeres por tener relaciones afectivas con miembros del bando
contrario, por desobedecer las normas impuestas por los actores armados o por
participar en organizaciones percibidas como enemigas. Sin embargo, estos actos
no sólo tienen como objetivo el deshumanizar a las víctimas como mujeres. Estas
agresiones sirven adicionalmente como una estrategia para humillar, aterrorizar y
lesionar al "enemigo", ya sea el núcleo familiar o la comunidad a la que pertenecen
discriminación 2006».
260
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 10. Este argumento se
encuentra citado en los siguientes informes: Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe
sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de
2004 - junio de 2005», 109; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía
para documentar y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en
contextos de conflicto armado, 25; Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al
conflicto armado en Colombia, «Un conflicto que afecta a las niñas y las mujeres».
100 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
las víctimas261.
Esta idea de que los cuerpos de las mujeres habían servido como campo de batalla y como
arma de guerra, es decir, de carácter estratégico y no ocasional, fue utilizada por la prensa
con intensidad a partir del cubrimiento de los informes de la Relatora de Naciones Unidas
(2002), Amnistía Internacional (2004) y la CIDH (2006) señalados anteriormente y de los
informes cuarto y octavo de la MMCA en 2006 y 2008262.
261
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la
discriminación 2006», párr. 5. Citado en Corporación Humanas Colombia y Articulación regional
feminista de derechos humanos y justicia de género, «Informe regional de derechos humanos y
justicia de género», 115.
262
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008.
Violencia sexual».
263
Redacción El Tiempo, «Una violencia silente», El Tiempo, 9 de agosto de 2008.
Capítulo 2 101
intimidar y castigar264, tal como había ocurrido en países como Ruanda y El Congo265.
La noción de arma de guerra tuvo una finalidad concreta orientada a modificar la idea de
la violencia sexual como un asunto privado: al tratarla como un arma adquiría el estatus
de estratégica o, en otras palabras, de política y, al hacer la analogía con el territorio, la
situaba en escenarios de gravedad similares a los de otros crímenes.
Sin embargo, homologar el sujeto mujer a sus cuerpos creaba una identidad objetiva
reducida a la corporeidad, con lo cual se creaba un efecto de despolitización de las
264
Redacción Política, «Las víctimas ocultas de la guerra»; Efe, «MUJERES»; Colprensa, «Las
mujeres, un campo de batalla»; «El cuerpo femenino»; «Intercambio humanitario es posible»; Yarce,
«Mujeres: campo de batalla en el conflicto»; Colprensa, «Cada día una mujer muere a causa del
conflicto», Vanguardia Liberal, 15 de diciembre de 2006; «El cuerpo femenino como arma de
guerra»; Redacción Nacional, «“El Estado tiene la obligación de pagarles”»; «Seguridad
Democrática “facilita” actos de tortura», El Nuevo Siglo, 27 de junio de 2007; Redacción Justicia,
«Por abuso sexual huyen 2 de cada 10 desplazadas», El Tiempo, 30 de julio de 2008; Redacción
El Tiempo, «Una violencia silente»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual, la otra arma de la
guerra», El Tiempo, 27 de diciembre de 2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual hizo huir a
2 de cada 10 desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo», El Tiempo, 29 de julio de
2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual contra las mujeres, arma de guerra en Colombia,
dice ONG», El Tiempo, 26 de diciembre de 2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual contra
las mujeres, nueva arma de guerra en Colombia», El Tiempo, 27 de diciembre de 2008; «ONG:
Violencia contra mujer es práctica sistemática en Colombia», Semana, 11 de diciembre de 2008,
https://www.semana.com/nacion/conflicto-armado/articulo/ong-violencia-contra-mujer-practica-
sistematica-colombia/98186-3.
265
Sonia Perilla Santamaría, «El aborto, asunto de salud pública», El Tiempo, 4 de mayo de 2005,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1680078; Redacción El Tiempo, «Mujeres con
pantalones», El Tiempo, 21 de noviembre de 2007.
266
Ver, entre otros estudios, Ruta Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 6»; Sánchez G. y Ruta
Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra, 65; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Conversaciones en la Mesa», 11; Red Nacional de Mujeres y
Observatorio de Derechos de las Mujeres en Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos
de las mujeres. Colombia 2005», 40; Red Nacional de Mujeres y Corporación Sisma Mujer, Más allá
de las cifras, 18; Ruta Pacífica de las Mujeres, Palabras, representaciones y resistencias de mujeres
en el contexto del conflicto armado colombiano, 60.
102 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
mujeres. Visto así, la categoría de arma de guerra involucraba una aporía: se politizaba el
acto pero se despolitizaba al sujeto, pues eran víctimas en sus relaciones con otros pero
descentradas de sí mismas.
267
Redacción El Tiempo, «Violencia sexual, la otra arma de la guerra»; Redacción El Tiempo,
«Violencia sexual contra las mujeres, arma de guerra en Colombia, dice ONG».
268
«Mujeres: víctimas “invisibles” del conflicto colombiano».
Capítulo 2 103
Estos titulares denotan un tipo de discurso que era fuertemente movilizado en la época: la
cuestión de las cifras era, más que un asunto estadístico, el mecanismo para demostrar
que el conflicto armado sí existía y que en él las mujeres eran víctimas protagonistas; las
cifras eran un medio para constituir la realidad270.
A partir del año 2003 estos debates se desarrollaron en el marco de las demandas de
justicia y, aunque de carácter transicional, la justicia exigía testimonios, denuncias y
detalles. Como he señalado previamente, la gravedad era un asunto determinante para
definir qué ingresaba en el ámbito de lo justiciable, de tal manera que las cifras pasaron
de ser un dato informativo, a una prueba de la masividad. En otras palabras, si bien es
cierto desde antes la estadística contribuía como mecanismo para argumentar la existencia
de un fenómeno, a partir de los debates de la justicia transicional se convirtió en un recurso
para demostrar lo que en el derecho internacional se ha conocido como la “generalidad”,
es decir, que un hecho no ha sido aislado sino reiterado, lo cual puede ser un elemento
demostrativo de su gravedad271.
269
«Una mujer muere al día por causa de la violencia», El Nuevo Siglo, 9 de marzo de 2004;
Redacción Política, «Las víctimas ocultas de la guerra»; «Mujeres: víctimas “invisibles” del conflicto
colombiano»; Colprensa, «Cada día una mujer muere por el conflicto», El Colombiano, 14 de
diciembre de 2006; Juan Carlos Gutiérrez, «¿Qué tanto se agrede a la mujer en Santander?»,
Vanguardia Liberal, 6 de marzo de 2007; Redacción El Tiempo, «Antes de los 15 violaron a 339 mil
colombianas», El Tiempo, 11 de octubre de 2007; «El 6 por ciento de mujeres en el país han sido
violadas», El Nuevo Siglo, 11 de octubre de 2007; Redacción El Tiempo, «Cifras vergonzosas», El
Tiempo, 23 de octubre de 2007; «Paras han asesinado o desaparecido a 250 mujeres», El Nuevo
Siglo, 2 de enero de 2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual hizo huir a 2 de cada 10
desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo»; Redacción El Tiempo, «Una violencia
silente»; Jean-Noël Wetterwald, «Más allá de las cifras, personas», El Tiempo, 3 de octubre de
2008.
270
Para profundizar en el lugar que ocuparon las cifras en el debate sobre los derechos humanos
en Colombia ver Winifred Tate, Counting the Dead. The Culture and Politics of Human Rights
Activism in Colombia (University of California Press, 2007).
271
Los informes de las organizaciones sociales se ocuparon de la generalidad de la violencia sexual.
Ver, por ejemplo, Ruta Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 9. El Auto 092 de 2008. El
reconocimiento de las luchas de las mujeres en situación de desplazamiento», 3; Corporación
Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia sexual durante
dictaduras y conflictos armados, 110; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las
mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006»; Corporación Sisma Mujer, Mujeres en
conflicto: violencia sexual y paramilitarismo, 159; Corporación Humanas Colombia, «Mujeres entre
mafiosos y señores de la guerra», 80; Corporación Humanas Colombia y Articulación regional
feminista de derechos humanos y justicia de género, «Informe regional de derechos humanos y
104 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Para el caso de la violencia sexual fueron las bases de datos del Centro de Investigación
y Educación Popular (CINEP) y de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) las que
justicia de género», 90, 115, 128; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre
violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», 2002,
85, 89; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual», 53, 122; Corporación Sisma
Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia, 55; Red Nacional de Mujeres y
Corporación Sisma Mujer, Más allá de las cifras, 22; Grupo de trabajo «Mujer y género, por la
verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación», Recomendaciones para garantizar los derechos
a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto armado en Colombia, 44.
272
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres
y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001», 7.
Capítulo 2 105
tuvieron mayor relevancia en los informes que las organizaciones de mujeres y las
plataformas publicaron. Sobre estas bases me ocupo a continuación.
El interés por contabilizar a las víctimas provino de una lógica propia del mundo de los
derechos humanos de cara al trabajo de incidencia ante organismos internacionales, como
muy bien lo señala el Banco de Datos del CINEP:
Ambas bases de datos incorporaron desde sus inicios la categoría de “violencia sexual”,
la cual no fue operativa en términos prácticos, teniendo en cuenta que durante mucho
tiempo no fue utilizada: en el caso de la CCJ, entre 1994 y 1997 no se reportó ningún
hecho bajo esta categoría y solo fue a partir de 1998 que se empezaron a registrar algunos
273
Cinep, Marco conceptual, versión 2002. Bancos de Datos de Derechos Humanos y Violencia
Política del Cinep & Justicia y Paz, 2002.
274
Este banco de datos tiene antecedentes que datan de 1988. Para una mirada detallada ver Ibid.
106 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
pocos eventos de este crimen275. Lo registrado era a su vez proveniente de los casos
publicados en la Revista Noche y Niebla del CINEP y fue sólo hasta el año 2000, con la
masacre de El Salado, que se incluyeron hechos cuya fuente correspondía a prensa y
denuncias públicas de otras organizaciones sociales. Dicho esto, es importante señalar
que pese a que la categoría de la violencia sexual fue incluida desde los inicios de las
bases de datos, fue una categoría vacía durante varios años, pues no fue movilizada ni
utilizada a casos concretos, lo cual nos demuestra la insuficiencia de su mera nominación
y nos revela de qué maneras su falta de operatividad estaba ligada a la inexistencia del
problema público de la violencia sexual. Podríamos decir, entonces, que hay una relación
estrecha entre la constitución de un problema público y la categoría como un mecanismo
de puesta en marcha del mismo, y en donde problema y mecanismo se requieren
mutuamente. Desde este punto de vista, el análisis del mecanismo nos sirve como sensor
sobre la emergencia del problema público.
La Revista Noche y Niebla del CINEP empezó sus publicaciones en julio de 1996276, para
lo cual “se comenzó a utilizar el instrumental del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos y del Derecho Internacional Humanitario (DIH), como normatividad internacional
adoptada por la Organización de Naciones Unidas”277.
De allí que, tal como lo señala el primer número de la Revista Noche y Niebla: “El marco
teórico que sirve a la clasificación se basa en importantes instrumentos del derecho
internacional de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario vigentes
en nuestro país278”.
Su primer marco conceptual, vigente hasta el 2002, incorporó hechos sexuales dentro de
la categoría de “Infracciones al DIH por el trato indigno al ser humano” bajo la modalidad
275
Cuatro personas en tres eventos.
276
Todos los números pueden ser consultados en la página web:
https://www.nocheyniebla.org/?page_id=399
277
Red Nacional de Bancos de Datos, «Qué es el Banco de Datos de Derechos Humanos y
Violencia Política», Google My Maps, 21 de abril de 2017,
https://www.google.com/maps/d/viewer?mid=18ztD5KQZmbQK0CEJ1f3ZPynkkjgrOtt3.
278
Cinep y Justicia y Paz, Revista Noche y Niebla No. 1, 1996, 5,
https://www.google.com/maps/d/viewer?mid=18ztD5KQZmbQK0CEJ1f3ZPynkkjgrOtt3. Según el
pie de página de esta cita se hacía referencia a la “Carta Internacional de Derechos Humanos,
Cuatro Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y Protocolos adicionales y otros tratados”.
Capítulo 2 107
de la tortura, la cual incluía “la violación; la prostitución forzada; toda forma de atentado al
pudor”279.
Este catálogo de violaciones a introducir en las bases de datos fue ampliado en su segundo
marco conceptual (vigente hasta 2008), el cual incorporó una categoría denominada
"Violencia sexual" bajo dos modalidades:
[Como modalidad de infracciones al DIH por el trato indigno al ser humano]: Bajo
esta categoría el Banco de Datos registrará la violación, la prostitución forzada,
los actos abusivos y toda forma de atentado contra el pudor281.
Las definiciones iniciales de la Revista Noche y Niebla coinciden casi en su totalidad con
la prohibición del IV Convenio de Ginebra y del Protocolo II Adicional (la violación, la
prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor)282. De allí que, aunque fuera
una categoría no operativa en relación con el registro de hechos que se hacía, sí resulta
interesante notar cómo fue incorporada desde lo internacional y con el tiempo fue
aplicándose y posteriormente modificándose a la luz de los desarrollos conceptuales en el
279
Cinep y Justicia y Paz, «Marco conceptual y definición de categorías», julio de 1996, 22.
280
Cinep, Marco conceptual, versión 2002. Bancos de Datos de Derechos Humanos y Violencia
Política del Cinep & Justicia y Paz, 8.
281
Ibid., 28.
282
Como se desarrollará en el capítulo 3, el IV Convenio de Ginebra relativo a la protección debida
a las personas civiles en tiempo de guerra (1949) establece explícitamente que "Las mujeres serán
especialmente protegidas contra todo atentado a su honor y, en particular, contra la violación, la
prostitución forzada y todo atentado a su pudor" (art. 27). El Protocolo II adicional a los Convenios
de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter
internacional (1977), señala que "están y quedarán prohibidos en todo tiempo y lugar con respecto
a las personas a que se refiere el párrafo 1: (…) e) los atentados contra la dignidad personal, en
especial los tratos humillantes y degradantes, la violación, la prostitución forzada y cualquier forma
de atentado al pudor" (art. 4).
108 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
tema283.
Los casos y cifras recopilados por la CCJ y el CINEP fueron un eje articulador de la
información presentada en los informes de la MMCA entre 2001 y 2008285. A estas fuentes
283
El tercer marco conceptual de la Revista Noche y Niebla (2008) también incorpora la categoría
de violencia sexual como una violación a los derechos humanos (como persecución política, abuso
de autoridad, intolerancia social) bajo la modalidad de violación al derecho a la integridad personal,
y como infracción al DIH por el trato indigno al ser humano, pero la define de la siguiente forma:
"Según jurisprudencia del Tribunal Penal Internacional sobre Rwanda, en Sentencia del Caso
Akayesu, del 2 de septiembre de 1998, "la violencia sexual incluye la violación", así como otras
agresiones sexuales. "Al igual que la Tortura, la violación se usa con el objetivo de intimidar,
degradar, humillar, discriminar, castigar, controlar o destruir a una persona. Tal como ocurre con la
tortura, la violación vulnera la dignidad personal, y, de hecho, constituye tortura cuando se inflige
por funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, o haber actuado por
instigación o con consentimiento o aquiescencia suya". Cinep, Marco conceptual. Banco de Datos
de Derechos Humanos y Violencia Política, 2008, 12. No obstante ser una modalidad de la tortura,
el Banco de Datos la registra específicamente y la desagrega en varias subcategorías, así: violación,
embarazo forzado, prostitución forzada, esterilización forzada, esclavitud sexual y abuso sexual.
Aunque frente a cada una de esas subcategorías registra una definición que no es igual a la del
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (1998), sí resultan ser las mismas seis categorías
con componentes de sus definiciones.
284
La persona delegada por la CCJ a las reuniones de la MMCA fue Ana María Díaz, quien trabajó
en la CCJ desde julio de 1999 hasta diciembre de 2012 (como investigadora, coordinadora de
investigación y subdirectora de investigación). Antes de su ingreso a la CCJ fue abogada de
Profamilia en asuntos referidos a los derechos de las mujeres y los derechos sexuales y
reproductivos. La participación de Ana María Díaz en espacios de trabajo con organizaciones de
mujeres jugó un papel importante en el desarrollo de los debates que dieron lugar a la emergencia
del objeto de la violencia sexual, teniendo en cuenta que ella estuvo durante años encargada de
orientar la base de datos de la CCJ y la producción estadística.
285
De hecho, al observar con detenimiento los informes de la MMCA encontramos que en algunos
de ellos los apartados que se referían a cifras y estadísticas que condensaban la información sobre
Capítulo 2 109
deben sumarse las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses (INMLCF) que desagregaba cifras por edad y sexo y tenía en cuenta, aún de
manera muy incipiente, datos sobre el posible autor de los hechos286.
Estas bases de datos, aunque importantes, adolecían de serias dificultades: en el caso del
CINEP y la CCJ los datos eran bastante precarios en comparación con la idea de masividad
que pretendía transmitirse. En el caso del INMLCF las cifras eran más amplias, pero no
diferenciaban claramente el contexto de violencia en el que se presentaban. Por ello, las
organizaciones apelaron a la idea del continuum (aspecto que profundizaré más adelante)
y desarrollaron estrategias para obtener información de casos específicos, tales como la
“elaboración de herramientas metodológicas para la recolección de información sobre
violencia –con perspectiva de género y étnica–” o “Talleres de recopilación de información
sobre las violencias que afectan a las mujeres de diferentes regiones y grupos étnicos del
país”287. En otras palabras, se empezó el proceso de búsqueda de los testimonios y las
víctimas.
La precariedad de las cifras fue un factor retomado por los organismos internacionales y
las organizaciones internacionales que vigilaban la situación de derechos humanos en el
país. De hecho, en el informe de la visita de la Relatora de violencia contra la mujer de las
Naciones Unidas a Colombia en 2001, la Relatora señaló la necesidad de establecer un
sistema de estadísticas que permitiera recopilar información de lo ocurrido con las mujeres
antes de las muertes, con el fin de “tener constancia real de la generalización de la violencia
violaciones a los derechos humanos en Colombia fueron elaborados directamente por la CCJ. Ver
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra las
mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», 4; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo
avance - 2001», 8; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 13; Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, «VII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia», 11; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual», 10.
286
La principal publicación del INMLCF es Forensis, una publicación anual que recoge la
información de la entidad desde 1999 y desagrega información por tipo de violencia incluida la
enmarcada en la categoría “delito sexual”. Se puede consultar Forensis en
https://www.medicinalegal.gov.co/cifras-estadisticas/forensis. Un análisis detallado de la
construcción de cifras desde este Instituto puede leerse en el capítulo 5.
287
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 10.
110 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Esta cuestión de las cifras también fue retomada en 2004 por Amnistía Internacional:
[...] las cifras sobre abusos sexuales son alarmantes, pero probablemente
subestiman mucho el problema [...] En Colombia, como en otros lugares, las cifras
oficiales no reflejan la magnitud que ha alcanzado el problema de la violencia
sexual. Hay razones para creer que los casos de violación son muchos más de
los que se notifican. Por ejemplo, pese a las huellas a menudo manifiestas sobre
los cuerpos, esta violencia rara vez consta en los informes de las autopsias. Pocos
perpetradores comparecen alguna vez ante los tribunales por violar los derechos
humanos, y menos aún si se trata de delitos de violencia sexual. Así, esta doble
invisibilidad agrava la terrible suerte que corren las personas afectadas. La
violencia sexual contra las mujeres es una práctica extendida290.
Como se observa, la lectura hecha a la falta de cifras, contrario a lo que dictarían las cifras
mismas (que el acto no existía o no en la masividad descrita), fue que la responsabilidad
por no tener estadísticas era del propio Estado que mantenía un alto subregistro y que, en
todo caso la “violencia sexual contra las mujeres e[ra] una práctica extendida”. Las causas
de dicho subregistro condujeron a pensar en un proceso de “doble invisibilidad” a las
víctimas, consistente en la falta de registro y en la no comparecencia de los agresores291.
Esta mirada sospechosa frente a las cifras fue retomada por el informe de la CIDH de 2006:
288
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 115.
289
Ibid., párr. 103.
290
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 7.
291
Esta lectura fue recogida en los informes de la Ruta Pacífica de las Mujeres et al., «Informe sobre
violencia sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos», 2; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 26.
Capítulo 2 111
Los testimonios recabados y los relatos de las mujeres que habitan en zonas
ocupadas por los actores armados y víctimas del desplazamiento forzado, indican
que la violencia sexual es mucho más frecuente de lo que se cree, de lo que los
medios de comunicación difunden y de lo que las estadísticas y los registros
oficiales sugieren292.
Al igual que ocurría con el silencio – asunto que tocaré en el siguiente apartado –, la falta
de cifras era leída como prueba de la gravedad del fenómeno y no de su inexistencia. No
obstante, dada su importancia para ofrecer información a la comunidad internacional y
nacional, y su lugar cada vez más central para demostrar la gravedad de estos delitos, las
organizaciones de mujeres se abocaron a la tarea de identificar casos, sistematizarlos y
crear registros. Tal como lo dijo IMP en 2008:
Contrarrestar la ausencia de información de los registros estadísticos fue una tarea que
emprendieron las organizaciones de mujeres de la mano de tres recursos de los que me
ocuparé a continuación: en primer lugar, la reinterpretación del silencio causante de la
ausencia de información; en segundo lugar, la búsqueda de casos y narraciones sobre
violencia sexual que permitieran ver que aunque no era posible obtener cifras, los casos
sí ponían de manifiesto una gravedad suficiente para tenerla en cuenta; finalmente, el uso
de la categoría feminista del continuum, especialmente en la asociación de lo ocurrido
dentro y fuera de la guerra contra las mujeres a través del desplazamiento.
292
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la
discriminación 2006». Esta mirada a las cifras fue retomada en Corporación Sisma Mujer, Violencia
sexual, conflicto armado y justicia en Colombia, 12.
293
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y Mesa Nacional de Incidencia «Por el derecho a
la verdad, la justicia y la reparación con perspectiva de género», «Análisis sociodemográfico de las
víctimas del conflicto armado: Brechas de género», 41.
112 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
La noción del silencio empezó a ocupar un lugar importante en los informes de las
organizaciones sociales y en la prensa a partir del año 2003 y a constituir el objeto de la
violencia sexual. Si bien entre 1994 y 2002295 se había indicado que las víctimas no
denunciaban, ese silencio estaba preferentemente asociado a la falta de denuncia y a la
subestimación que la sociedad había mostrado frente a lo ocurrido a las mujeres. Se
trataba, pues, de un silencio con dos aristas: una individual referida a la decisión de no
hacer públicos los hechos – por naturalizarlos, desconocer las normas, vergüenza, pudor,
etc.296 – y otra colectiva relacionada con la falta de voluntad de la sociedad en reconocer
la situación de las mujeres: “el movimiento feminista (…) se ha dado a la ardua tarea (…)
de visibilizar lo que ha sido un ‘invisible social’ – la violencia contra las mujeres – romper
el silencio y colocarla en el debate político de los Derechos Humanos”297.
294
Redacción El Tiempo, «Las mujeres piden que las saquen de la guerra»; Gutiérrez, «Total
desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto».
295
Arana et al., Movimiento social de mujeres. Actividades preparatorias. Colombia 1994/1995, 9,
73, 74, 78; Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca borrar»; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra las mujeres y
las niñas en el conflicto armado colombiano», 16; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo avance -
2001», 37.
296
“…estos hechos son denunciados por pocas mujeres, admitiendo ellas mismas que es un tema
que no desean recordar”, en Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca
borrar».
297
Sánchez, «Las violencias contra las mujeres: espacios del ejercicio de la dominación del varón»,
Capítulo 2 113
Estas dos aristas que conformaban la naturaleza del silencio empezaron a variar a partir
de 2003. Si bien se mantenían esos argumentos, el silencio comenzó a asociarse al miedo
derivado de las represalias o del señalamiento, de tal manera que ya no se trataba solo de
una decisión individual o de un ‘invisible social’, sino de una reacción a un tipo particular
de acción de los actores armados, del Estado y de la sociedad298. En otras palabras, más
que silencio se trataba de un silenciamiento, de una reacción a algo externo y no a algo
intrínseco de las víctimas. En ese sentido, en su exterioridad, el proceso de silenciamiento
podía ser interpelado porque era un silencio anclado en lo político que, a la larga, fue
constitutivo del objeto mismo de la violencia sexual.
74.
298
“Generalmente, la violación no se denuncia por miedo a la retaliación”. En Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, «Conversaciones en la Mesa», 43. En sentido similar pueden leerse, entre
muchos otros, los textos Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 68, 89;
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004», 43, 72; Corporación
Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de las mujeres en procesos de reinserción de
excombatientes», 71; Red Nacional de Mujeres y Observatorio de Derechos de las Mujeres en
Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos de las mujeres. Colombia 2005», 41; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 17; Guerrero Acevedo, Por la reparación, 73; Iniciativa
de Mujeres Colombianas por la Paz y Mesa Nacional de Incidencia «Por el derecho a la verdad, la
justicia y la reparación con perspectiva de género», «Análisis sociodemográfico de las víctimas del
conflicto armado: Brechas de género», 72; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VII Informe
sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia», 33.
114 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
De esta manera, en esta narrativa del silenciamiento – “develar cómo el miedo y el terror
que generan las guerras ocultan estos derechos e incluso los conculcan, hasta hacer
imposible nombrarlos” – la ausencia de la palabra no era entendida como un campo vacío,
sino como un síntoma de las múltiples condiciones externas a las víctimas que impedían
el acto del decir. Esto resultaba productivo en clave de la acción social, pues el
silenciamiento no solo aparecía como un efecto de la fuerza externa sino como una
invitación a “develarlo” y autorizaba, por ello, la acción política. Nuevamente se evidencia
la aporía señalada en el capítulo anterior: la acción de develar el silenciamiento requiere
de la existencia del silencio de la víctima para darle sentido a la intervención, pero va
incluso más allá, pues el “imperativo [de] volver palabra” demanda una transformación en
la característica de la víctima silenciada que, al desaparecer, haría también desaparecer
la noción de silenciamiento y, por ende, la base que soporta la acción pública en ese
sentido.
En 2004 la Revista Semana publicó la nota titulada “Una mordaza que avergüenza”, para
299
Juanita Barreto Gama, «Los cuerpos de las mujeres en contextos de guerra», en Conversaciones
en la Mesa (Bogotá, 2003), 92.
300
Tanto fue así, que posterior a la aprobación de la Ley de Justicia y Paz de 2005, varias ONG de
mujeres empezaron a contratar las “duplas” conformadas por abogadas y psicólogas, bajo la
premisa de ser un requisito de acercamiento y acción sin daño a las víctimas. Ejemplo de ello son
las organizaciones Sisma Mujer, IMP, la Casa de la Mujer y posteriormente la Corporación
Humanas. Señalo que fue novedoso porque en el momento que estas organizaciones
implementaron las duplas, sus pares, las organizaciones de derechos humanos aún no
contemplaban la cuestión del acompañamiento psicosocial como un requisito de trabajo con las
víctimas. La relación entre las organizaciones de mujeres y las organizaciones avocadas a la
atención psicosocial como Avre o Fundación Dos Mundos, es un campo que aún está por
construirse.
Capítulo 2 115
hablar sobre la violación, incluida “cuando las mujeres son botín de guerra”. Allí decía:
"Cuando el miedo es el arma mayor para obtener poder sobre el cuerpo y la vida
de la mujer, el terror se maneja con el secreto y el silencio", explica la sicóloga
Ortiz. "En las zonas de conflicto armado el cuerpo de las mujeres se convierte en
escenario de guerra y en ese campo de batalla se humilla al enemigo, se castiga
la resistencia de una comunidad y se envían advertencias para desalojar el
territorio". A las sobrevivientes de violaciones en territorios de guerra sólo les
queda una salida a su problema: el exilio y el olvido301.
La violación a los derechos especiales de las mujeres, como son los derechos
sexuales y reproductivos, generan condiciones especiales de sufrimiento y
301
Mechas Tello, «Una mordaza que avergüenza», Semana, 3 de octubre de 2004,
https://www.semana.com/on-line/articulo/una-mordaza-averguenza/68454-3.
302
Una interesante crítica al presupuesto de que las víctimas desean hablar lo hizo Kimberly
Theidon para el caso peruano. Puede leerse en Kimberly Theidon, «Gender in Transition: Common
Sense, Women, and War», Journal of Human Rights 6, n.o 4 (11 de diciembre de 2007): 453-78,
https://doi.org/10.1080/14754830701693011. Esta crítica también fue planteada por Karen Engle en
«International Human Rights and Feminisms: When Discourses Keep Meeting», en International
Law: Modern Feminist Approaches; With a Foreward by Mary Robinson, ed. Doris Buss y Ambreena
Manji (Oxford ; Portland, Or: Hart Publishing, 2005).
116 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
El lugar social de autoridad que tienen los campos de la ciencia y la psicología ocuparon
la ausencia de testimonios. La justificación del silencio, más que patologizar a la víctima,
explicó quizás uno de los más importantes argumentos que se desplegaron en este período
sobre la violencia sexual, referido a su carácter estratégico como arma o botín de guerra:
al ser estratégico (planeado, dirigido intencionalmente y con la finalidad de acallarlas), las
mujeres tenían miedo; el miedo y el silencio que provocaba no eran individuales ni
subjetivos, eran políticos y sintomáticos del carácter estratégico de la violencia sexual en
la guerra304.
Esta asociación entre el silencio y el arma de guerra también ofreció explicaciones sobre
la falta de información, así como su carácter grave y masivo:
303
Grupo de trabajo «Mujer y género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación»,
Recomendaciones para garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres
victimas del conflicto armado en Colombia, 132.
304
Esta mirada está completamente en consonancia con el también emergente campo de la
psicología del enfoque psicosocial que, más que patologizar el sufrimiento, lo explica e integra a las
causas sociopolíticas de la violencia. Para profundizar en el surgimiento de este enfoque de la mano
del ingreso del sufrimiento al espacio público, ver Didier Fassin, La razón humanitaria. Una historia
moral del tiempo presente, 1a ed. (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2016), cap. 1. Una interpretación
para el caso colombiano puede leerse en Manuel Moreno Camacho y María Elena Díaz Rico,
«Posturas en la atención psicosocial a víctimas del conflicto armado en Colombia», Ágora U.S.B,
2016; Comisión Colombiana de Juristas, Acompañamiento psicosocial en el proceso jurídico de
restitución de tierras: estrategias metodológicas (Bogotá, 2020).
Capítulo 2 117
A su vez, esa visión renovada del silencio derivó en una designación de responsabilidades
y de demandas de actuación estatal, considerando que la falta de denuncias era un
síntoma de la ineficiencia de la actuación del Estado, mucho más en el marco del proceso
de desmovilización paramilitar y de puesta en marcha de la Ley de Justicia y Paz307. Estos
silencios desplegaron propuestas de las organizaciones de mujeres de incorporar acciones
diversas, las cuales fueron planteadas por la prensa: por una parte, la demanda de
medidas para que la aplicación de la ley se ajustara a las particularidades de la violencia
sexual308 y, por otro, un llamado que había iniciado unos años antes y que ahora tomaba
305
Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto».
306
En una nota de prensa de El Tiempo del año 2008 se lee: “Según los expertos, el desplazamiento
tiene un gran impacto psicológico sobre todo en las mujeres, generalmente viudas o huérfanas de
la guerra, que se convierten de la noche a la mañana en jefes de hogar. Eso les genera angustia,
luego se enfrentan a estrés y depresiones. Su trauma puede ser mayor, recalcan los especialistas,
dado que a la viudez, la pobreza, el deterioro físico, el miedo y, en ocasiones, el abuso sexual, se
agrega la responsabilidad de garantizar la supervivencia de sus hijos”. Ver Redacción El Tiempo,
«Más de 3,1 millones de colombianos sufren trastornos mentales por conflicto armado», El Tiempo,
2 de abril de 2008.
307
Ver, por ejemplo, “En el proceso de implementación de la Ley 975 de 2005 (denominada Ley de
Justicia y Paz), no se han hecho suficientes esfuerzos para la visibilización y registro de los delitos
de violencia sexual cometidos contra las mujeres”. En Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«VII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia», 26.
308
Entre ellas la reserva de identidad, audiencias cerradas, evitar el careo con los agresores, impedir
la investigación de los antecedentes de las víctimas, tribunales específicos para revisar su carácter
sistemático, la elaboración de protocolos de preguntas específicas, facilitar el acceso de las víctimas
a las audiencias, recopilación de ADN de paramilitares en bases de datos y tener en cuenta los
estándares internacionales, especialmente de la Corte Penal Internacional. Ver Gutiérrez, «Total
desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto»; Redacción Justicia, «Recopilan
ADN paramilitar con saliva de los reinsertados», El Tiempo, 10 de febrero de 2006; Orlando
Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y Paz», El Tiempo, 25 de
118 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
más fuerza: “lo que se viene es que todas superen el miedo y denuncien”, decía IMP en
Semana en 2006309.
E. De la ausencia al anonimato
La dificultad de demostrar con cifras las grandes magnitudes de lo que se predicaba que
había ocurrido con las mujeres por el uso de la violencia sexual, fue en parte explicado por
el silenciamiento al que estaban sometidas las mujeres producto del miedo y los efectos
emocionales de la violencia. Sin embargo, datos más precisos seguían siendo requeridos
por diversos actores, incluyendo la prensa, los organismos internacionales y,
especialmente, las autoridades judiciales que empezaban a investigar en el marco de la
justicia transicional.
Por ello, no se hicieron esperar las estrategias para encontrar “casos paradigmáticos” que
suplieran la ausencia de estadísticas.
septiembre de 2007; Ricardo León Cruz, «La verdad de los ex paramilitares se conocerá
fragmentada», El Mundo, 4 de marzo de 2007; Julissa Mantilla Falcón, «Violación y lágrimas»,
Semana, 3 de noviembre de 2007, https://www.semana.com/opinion/articulo/violacion-
lagrimas/89261-3; Colprensa, «Reparación a mujeres víctimas de la violencia»; «Las que pierden
siempre», Semana, 19 de abril de 2008.
309
«La desmovilización de las autodefensas vista con ojos de mujer», Semana, 24 de octubre de
2006, https://www.semana.com/on-line/articulo/la-desmovilizacion-autodefensas-vista-ojos-
mujer/81616-3.
Capítulo 2 119
310
Relatos sobre casos pueden verse en Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer
avance del informe sobre violencia contra las mujeres y las niñas en el conflicto armado
colombiano»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer
informe 2002», febrero de 2003; Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No
parimos hijos ni hijas para la guerra.; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Conversaciones
en la Mesa»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004»; Ruta
Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Informe sobre las
violaciones de los derechos humanos de las mujeres en Medellín y municipios del Área
Metropolitana»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005»; Ruta
Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 6»; Red Nacional de Mujeres y Observatorio de Derechos de
las Mujeres en Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos de las mujeres. Colombia
2005»; Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de las mujeres en procesos
de reinserción de excombatientes»; Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Entre
resistencias y re-insistencias. “Contra el silencio y el olvido”. Informe sobre la violación de los
derechos humanos de las mujeres y el derecho internacional humanitario en Medellín y el Área
Metropolitana»; Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en
Colombia, «Un conflicto que afecta a las niñas y las mujeres»; Corporación Sisma Mujer, Violencias
contra las mujeres en Colombia. ¿Se hará justicia?; Ruta Pacífica de las Mujeres, Palabras,
representaciones y resistencias de mujeres en el contexto del conflicto armado colombiano; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006»; Villarreal M. et al., Cartografía de la esperanza; Ruta
Pacífica de las Mujeres, Efectos de la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las
mujeres en Colombia; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para
documentar y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos
de conflicto armado; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VII Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia»; Corporación Sisma Mujer, Violencia
sexual, conflicto armado y justicia en Colombia; Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y
Mesa Nacional de Incidencia «Por el derecho a la verdad, la justicia y la reparación con perspectiva
de género», «Análisis sociodemográfico de las víctimas del conflicto armado: Brechas de género»;
Corporación Humanas Colombia, «Mujeres entre mafiosos y señores de la guerra»; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual»; Ruta Pacífica de las Mujeres et al.,
«Informe sobre violencia sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos»; Corporación Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación
para mujeres víctimas de violencia sexual durante dictaduras y conflictos armados; Sánchez G. y
Ruta Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra.
311
Colprensa, «Las mujeres, un campo de batalla»; Yarce, «Mujeres: campo de batalla en el
conflicto»; Tello, «Una mordaza que avergüenza»; «Mujeres: víctimas “invisibles” del conflicto
colombiano»; «El cuerpo femenino»; Díaz, «Me llevo a tu mujer porque me gusta»; María Teresa
Ronderos, «El turno de las víctimas», Semana, 9 de septiembre de 2006,
https://www.semana.com/arcadia/reportaje/articulo/el-turno-victimas/80888-3; «Seguridad
Democrática “facilita” actos de tortura»; Jairo Fidel Lozano, «El harem que los paras tienen
secuestrado en el Putumayo», El Tiempo, 5 de agosto de 2007; «Crímenes silenciados», Semana,
22 de septiembre de 2007; Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y
Paz»; Redacción El Tiempo, «Lo que ellas callan»; Redacción El Tiempo, «Las 600 mujeres que
120 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Estas narraciones fueron inauguradas con los informes de la MMCA de 2001 y todas
siguieron un tipo particular de relato: se trataba de detallar en los casos que fuera posible
el perfil de la víctima, el lugar de los hechos (preferiblemente de manera ambigua para
evitar la ubicación), el agresor responsable y los hechos de los que había sido objeto
descritos de forma general.
Los casos constituyeron una estrategia de incidencia efectiva, pues la propia Relatora de
violencia contra la mujer de las Naciones Unidas reconoció que su visita se debió, en parte,
a la información de casos suministrada, los cuales tuvieron como una de sus fuentes las
bases de datos de la CCJ y el CINEP312:
edad o pertenencia étnica, así como su origen rural o rol de liderazgo. En su mayoría, los
hechos narrados fueron cometidos por paramilitares, seguidos de la Fuerza Pública y las
guerrillas315. La mayoría de los casos presentados ocurrieron en Antioquia seguido de
Santander y Arauca, lo que más que información sobre la ocurrencia, da cuenta de las
regiones donde el activismo de las mujeres era mayor – Antioquia y Santander – o donde
había una mayor presencia de organizaciones sociales – Arauca –316.
Los casos pasaron a ser mecanismos de incidencia ante las autoridades del Estado de las
que, como he mencionado anteriormente, se exigía un actuar diligente que removiera las
barreras que hacían del miedo y de los traumas impedimentos para la visibilidad de la
violencia sexual317. De hecho, una de las fuentes prioritarias que tuvo en cuenta la Corte
Constitucional al emitir el Auto 092 de 2008 fueron los casos reportados por las
organizaciones sociales y los organismos internacionales en sus informes, al punto que
por primera vez la Corte construyó un anexo reservado con los casos para que fueran
investigados por la Fiscalía General de la Nación (FGN) e invitó a las organizaciones
sociales a través de Codhes a hacer seguimiento318.
Las formas de narrar los casos y sus usos fueron sintomáticas de las relaciones entre las
organizaciones de mujeres y las de derechos humanos, que de manera tradicional habían
incorporado como mecanismo retórico la exposición de casos para dar cuenta de la crisis
en materia de derechos humanos en el país, en tanto ejemplificaban de manera concreta
las denuncias presentadas. La presentación de casos especificando sus contextos
constituyó una estrategia para transmitir de manera detallada a actores externos que no
conocían a profundidad las dinámicas de violencia en el país, las estructuras de los actores
315
Como detallaré en el capítulo 4, en la prensa la relación fue paramilitares, guerrillas y Fuerza
Pública.
316
En Antioquia y Santander el movimiento de mujeres ha sido muy prolífico a partir de la
experiencia de violencia intensificada y del desarrollo de mecanismos de articulación con los
gobiernos locales. Ello no significa que otras regiones como la Costa Caribe o el Valle no hayan
tenido también un desarrollo significativo de organización social femenina. Un estudio a mayor
profundidad de algunas de estas experiencias puede encontrarse en Lamus, De la subversión a la
inclusión.
317
No todas las organizaciones hicieron un uso homogéneo de los casos. En su orden, las
organizaciones que más se preocuparon por reportar casos fueron Sisma Mujer, la MMCA, la Ruta
Pacífica y Humanas.
318
Corte Constitucional, Auto 092 (14 de abril de 2008). Un análisis detallado de este proceso se
incluye en el capítulo 5.
122 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
armados y las formas y mecanismos de violencia que utilizaban. De esta manera, las
estadísticas eran acompañadas de ejemplos concretos que ofrecían información sobre los
hechos y sus impactos, y que movilizaban recursos emocionales para transmitir la
gravedad de la violencia319. Sin embargo, a diferencia de otras situaciones, en materia de
violencia sexual las narraciones estaban marcadas por el anonimato de las víctimas, lo
que conllevaba no solo a transmitir la idea de que la violencia sexual era utilizada por los
actores armados, sino que provocaba un impacto distinto a sus víctimas que se
evidenciaba a partir del miedo y que llevaba a su anonimato.
La gran excepción a la ausencia de casos públicos hasta el año 2008 fueron los hechos
cometidos en contra de Rina Bolaño, quien fue secuestrada por las FARC en 2003 y
violada por el comandante del Frente 19. Rina fue liberada y a la semana siguiente
denunció al comandante por violación, lo que ocasionó que este se fugara de la guerrilla y
que ella fuera detenida y acusada de ser comandante de la subversión, en hechos que
fueron cubiertos por El Tiempo y Semana320 y analizados por informes de organizaciones
sociales321. Tras ser capturada bajo el cargo de rebelión y posteriormente declarada
inocente, el periódico El Tiempo reportó:
319
Sobre la cuestión de la movilización de recursos emocionales como síntoma de un nuevo tiempo
moral, ver Fassin, La razón humanitaria. Una historia moral del tiempo presente.
320
Redacción El Tiempo, «Capturan a bacterióloga que acusó a guerrillero», El Tiempo, 9 de
septiembre de 2003, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1006900; Redacción El
Tiempo, «Quiero volver a una vida normal», El Tiempo, 23 de octubre de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1040997; Redacción El Tiempo, «Terminó
drama de Rina Bolaño», El Tiempo, 10 de agosto de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1591131; Álvaro Herrera, «¿Por qué carajos no
existen las hadas?», Semana, 3 de julio de 2005, https://www.semana.com/opinion/articulo/por-que-
carajos-no-existen-hadas/73500-3; «El cuerpo femenino»; Semana, «Rina Bolaño», Semana, 27 de
marzo de 2005.
321
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004», 127; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes
y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005», 40; Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. 2002-2006», 49; Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia
en Colombia, 113; Guerrero Acevedo, Por la reparación, 96.
Capítulo 2 123
El caso de Rina Bolaño fue único en estos años: se trataba de un caso cometido por un
comandante de las FARC en el que la víctima había denunciado y, en contraprestación,
había sido detenida, acusada de rebelión y finalmente exiliada. El peor dolor es el silencio
es realmente una paradoja desde su historia: aunque la consigna era que las víctimas
hablaran, su caso demostraba que era mejor no hacerlo.
En este entorno contradictorio, una vez aprobada la Ley de Justicia y Paz se hizo más
evidente la incompatibilidad entre la demanda por obtener denuncias y el silencio. Por un
lado, las organizaciones sociales y la prensa seguían registrando que el miedo y la
vergüenza eran característicos de la violencia sexual, lo que explicaba su silencio. Por el
otro, cuando se empezaron a escuchar las versiones libres de los paramilitares, se hizo
notorio que los casos conocidos eran muy pocos: “Solo 21 denuncias por violación han
llegado ante Justicia y Paz”, titulaba El Tiempo en septiembre de 2007323. Al silencio de las
víctimas debía sumarse el silencio de los agresores, lo que contrario a la percepción de la
inexistencia aumentaba la idea de un sufrimiento exacerbado: “La impunidad del proceso
con los paras ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres” titulaba Semana en noviembre
de 2006324, en cubrimiento de un informe de la Ruta Pacífica325.
Como fue señalado en la introducción de esta tesis, durante el período estudiado – salvo
el caso de Rina Bolaño – no hubo casos públicos con nombres y víctimas visibles. Sin
embargo, en este lapso, las organizaciones de mujeres se plantearon la pregunta por las
formas adecuadas de documentar casos y sistematizar experiencias, en una reflexión que
partía de una lógica propia de los derechos humanos, pero que se distanciaba y buscaba
un camino propio que abordara las violencias basadas en género como parte de violencias
322
Redacción El Tiempo, «Quiero volver a una vida normal».
323
Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y Paz».
324
«La impunidad del proceso con los paras ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres», Semana,
22 de noviembre de 2006, https://www.semana.com/on-line/articulo/la-impunidad-del-proceso-
paras-ha-golpeado-mayor-fuerza-mujeres/82183-3. En el mismo sentido, ver «Las que pierden
siempre».
325
Ruta Pacífica de las Mujeres, Efectos de la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo
de las mujeres en Colombia.
124 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
326
Por esta época se fortaleció el proceso de diagnóstico de la situación de las mujeres y la violencia
sexual. Ejemplo de ello se puede encontrar en Grupo de trabajo «Mujer y género, por la verdad, la
justicia, la reparación y la reconciliación», Recomendaciones para garantizar los derechos a la
verdad, la justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto armado en Colombia; Ruta
Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Informe sobre las
violaciones de los derechos humanos de las mujeres en Medellín y municipios del Área
Metropolitana»; Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y Mesa Nacional de Incidencia «Por
el derecho a la verdad, la justicia y la reparación con perspectiva de género», «Tregua incierta»;
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y Mesa Nacional de Incidencia «Por el derecho a la
verdad, la justicia y la reparación con perspectiva de género», «Análisis sociodemográfico de las
víctimas del conflicto armado: Brechas de género»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe
2002», febrero de 2003; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de
2004»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005»; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para documentar y hacer visible el
impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos de conflicto armado;
Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia. Es importante
tener en cuenta que desde la década de 1980 ya se había hecho evidente la necesidad de
diagnosticar la situación de las mujeres en el país. Ver Suaza Vargas y Agencia Española de
Cooperación Internacional para el Desarrollo, Soñé que soñaba una crónica del movimiento
feminista en Colombia de 1975 a 1982, 104.
327
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para documentar y hacer
visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos de conflicto armado.
328
Un ejemplo notorio de ese trabajo de recopilación puede encontrarse en Corporación Sisma
Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia, sec. Anexo 1.
Capítulo 2 125
Los primeros documentos publicados por las organizaciones sociales desarrollaron la idea
de la continuidad desde dos vertientes: del lado de las organizaciones de mujeres, este
argumento era utilizado en mayor medida para explicar el impacto del conflicto armado en
las violencias cotidianas, especialmente en la doméstica. En el año 2001, la MMCA señaló
que:
Si bien no se cuenta con cifras estadísticas, es posible afirmar que existe una
tendencia al aumento de la violencia doméstica como consecuencia de los efectos
del conflicto armado, dado que, como lo señala la Relatora Especial de la
Naciones Unidas sobre violencia contra la mujer, "el empleo de la violencia para
resolver conflictos a nivel nacional conduce a su aceptación como medio para
solucionar conflictos en la familia y en la comunidad. Tanto en tiempos de guerra
como en tiempos de paz relativa, a menudo se considera que las mujeres son
víctimas legítimas de esa cultura de la violencia"330.
Del lado de las organizaciones que trabajaban sobre derechos de la infancia, la continuidad
era un mecanismo explicativo del reclutamiento. La Coalición contra la Vinculación de
niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (Coalico) informó en el año 2001
que:
Las conversaciones con algunas niñas muestran una constante en las búsquedas
que ellas tienen antes de vincularse al conflicto armado. Las niñas buscan huir o
crear una situación alterna a la situación de maltrato, abuso sexual, recargo en
las tareas domésticas y violencia intra familiar a la que se ven sometidas en sus
propias familias. Muchas de las niñas desvinculadas indicaron haber
329
Uso la categoría de violencias cotidianas para referirme a las violencias no perpetradas por
actores armados y que hacen parte de las condiciones ordinarias de la experiencia social.
330
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano». En un sentido similar puede verse Ruta
Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los derechos
humanos de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana», 16.
126 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
Como se lee, la continuidad inicialmente fue un recurso explicativo de las razones del
reclutamiento y del aumento de la violencia doméstica posterior a la guerra, pero no de las
violencias cometidas durante el conflicto, es decir, en la guerra.
A partir del año 2003 la forma de ese argumento resultó insuficiente. Como he reiterado
con anterioridad, el contexto de debate de la justicia transicional demandaba argumentos
que explicaran el carácter de género de la violencia sexual y su gravedad dentro del
conflicto armado. La idea de la continuidad de las violencias fue modificada para justificar
ambos asuntos: la violencia sexual fue leída como un continuo de discriminación que se
agudizaba y exacerbaba con la guerra, en el marco de la cual eran las violencias cotidianas
que se basaban en la discriminación las que explicaban las violencias de la guerra y no
solo al revés. A manera de ejemplo, la MMCA y la Corporación Humanas señalaron en
2003 y 2008, respectivamente:
331
Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «Las
niñas en los grupos armados colombianos», 6.
332
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», febrero de 2003, 86. En el mismo
sentido ver Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para documentar
y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos de conflicto
armado, 19; Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 21.
Capítulo 2 127
Uno de los efectos del argumento de las violencias cotidianas que eran agudizadas o
exacerbadas en el conflicto armado335, fue que modificó las formas de presentar la
información estadística. En los primeros informes de la MMCA, dada la escasez de datos,
la información presentada se relacionó con la violencia doméstica y sexual o los delitos
sexuales reportados por Medicina Legal de manera general336, además de los casos que
333
Corporación Humanas Colombia y Articulación regional feminista de derechos humanos y justicia
de género, «Informe regional de derechos humanos y justicia de género», 125.
334
Luego de consolidado el proceso de desmovilización paramilitar de acuerdo con el cronograma
acordado, las organizaciones sociales se abocaron a identificar si lo pactado estaba siendo
cumplido efectivamente. Uno de los puntos que analizaron las organizaciones de mujeres fue la
continuidad o no de los controles armados y sociales contra las mujeres y el uso de la violencia
sexual por las estructuras armadas que se crearon o continuaron, así como por desmovilizados.
Algunos de estos estudios son: Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de las
mujeres en procesos de reinserción de excombatientes»; Ruta Pacífica de las Mujeres, Efectos de
la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en Colombia.
335
Ruta Pacífica de las Mujeres, Palabras, representaciones y resistencias de mujeres en el
contexto del conflicto armado colombiano, 55; Villarreal M. et al., Cartografía de la esperanza, 12.
336
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», 16; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo
avance - 2001», 60; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de
2004», 79; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005», 108.
128 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
A partir del año 2004, Medicina Legal empezó a reportar en sus informes de manera
separada las violencias cometidas por actores armados337, lo que brindó la posibilidad de
ofrecer a la opinión pública información cualificada en relación con el conflicto armado. La
prensa de estos años registró en un solo bloque analítico las cifras de violencia sexual
cometidas por actores armados y actores civiles, tomando como principal fuente los datos
de Medicina Legal y, en algunos casos, uniendo la información con la referida a la violencia
doméstica338.
En este escenario, la cuestión del desplazamiento forzado sirvió de hilo conductor que
337
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005», 111.
338
«Una mujer muere al día por causa de la violencia»; «El cuerpo femenino»; Colprensa, «Cada
día una mujer muere por el conflicto»; Colprensa, «Cada día una mujer muere a causa del conflicto»;
«El cuerpo femenino como arma de guerra»; Colprensa, «52% de las mujeres colombianas
comprometidas ha sido agredida»; Colprensa, «Se incrementa el abuso sexual contra las mujeres»,
El País, 9 de diciembre de 2008; «A 133 se elevó el número de mujeres agredidas sexualmente»,
Vanguardia Liberal, 9 de diciembre de 2008.
339
Profamilia es una organización privada sin ánimo de lucro que opera en Colombia desde 1965
alrededor de los servicios de salud sexual y reproductiva.
340
Profamilia, Gabriel Ojeda, y Rocío Murad, Salud sexual y reproductiva en zonas marginadas:
situación de las mujeres desplazadas, 2005, Primera edición (Bogotá, Colombia: USAID; Profamilia,
2006).
341
Algunas de las notas de prensa que cubrieron los informes de Profamilia son: El Espectador,
«Desplazadas por la violencia tienen más hijos», El Espectador, 9 de julio de 2006; Ricardo León
Cruz, «Desplazamiento: más duro para la mujer», El Mundo, 10 de julio de 2006; El Tiempo, «Las
mujeres desplazadas», El Tiempo, 10 de julio de 2006; «El 6 por ciento de mujeres en el país han
sido violadas»; «Mujeres violadas: un trauma social», El Colombiano, 13 de octubre de 2007, sec.
Editorial; Redacción El Tiempo, «Antes de los 15 violaron a 339 mil colombianas»; Redacción El
Tiempo, «Cifras vergonzosas».
Capítulo 2 129
marcó el argumento sobre la continuidad de las violencias: las mujeres eran víctimas de
violencia sexual antes del desplazamiento, durante el conflicto armado y luego del
desplazamiento342, aspecto que posteriormente fue retomado por la Corte Constitucional
en el Auto 092. En el mismo sentido, en el cubrimiento a un informe de la Defensoría del
Pueblo343 publicado en 2008 El Tiempo señaló:
342
El desplazamiento forzado constituyó un escenario privilegiado para que las organizaciones de
mujeres defendieran que la violencia en la guerra había sido más gravosa para ellas. Ejemplo de
ello fue la forma de presentar las cifras. En el primer informe de la MMCA se señalaba que “De
60.623 registradas (…), 29.683 son mujeres (…) El 51.59% son niños y niñas. De este número,
16.257 son niños (52%) y 15.015 (48%) niñas” (nótese cómo los datos generales sobre mujeres se
presentan en número y no en porcentaje). Posteriormente indica: “El impacto del desplazamiento
en las mujeres, las adolescentes y las niñas en Colombia es significativo. Las estimaciones sobre
la proporción de mujeres desplazadas forzadamente en Colombia apuntan a un porcentaje que
oscila entre 49% y 58% del total de la población desplazada. La suma de las mujeres, los niños y
las niñas se acerca al 74% de la población desplazada colombiana con necesidad de atención
específica, que puede llegar hasta un 80% en el caso de la población desplazada asentada en
centros urbanos grandes”, en Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del
informe sobre violencia contra las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», 14 y 15.
La operación matemática fue significativa: en vez de hablar únicamente de mujeres
(correspondiente al 48,9%), las organizaciones prefirieron sumar a las mujeres, los niños y las niñas,
que demostraría una afectación de entre el 74% y el 80%, es decir, porcentualmente superior tanto
en cifras como en el alegado daño.
343
Defensoría del Pueblo y Organización Internacional para las Migraciones, Promoción y Monitoreo
de los derechos sexuales y reproductivos de mujeres víctimas de desplazamiento forzado con
énfasis en violencias intrafamiliar y sexual (Colombia, 2008). El cubrimiento de prensa de este
informe puede verse en: Redacción Justicia, «Por abuso sexual huyen 2 de cada 10 desplazadas»;
Redacción El Tiempo, «Una violencia silente»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual hizo huir a
2 de cada 10 desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo»; Redacción El Tiempo, «Una
violencia silente».
344
Redacción El Tiempo, «Una violencia silente».
130 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
A pesar de contar cada vez más con algunos datos desglosados de la violencia sexual
cometida por los actores armados, estas cifras no lograban reflejar la imagen de gravedad
que se indicaba. Sin embargo, al revisar lo ocurrido antes del reclutamiento o el
desplazamiento, durante el conflicto y luego de las desmovilizaciones, existía mucha más
información que en su conjunto explicaba una particular forma de sufrimiento femenino.
Por ello, las organizaciones sociales y la prensa entremezclaron los datos de actores
armados con los cometidos por civiles responsables de la violencia contra mujeres
desplazadas: “los actores de dichos actos [agresiones sexuales] están identificados como
miembros de la Fuerza Pública, guerrilleros, paramilitares y personas cercanas al núcleo
familiar”346, se lee en el cubrimiento periodístico al octavo informe de la MMCA en 2008.
De hecho, en el octavo informe publicado en 2008, la MMCA por primera vez se ocupó de
manera específica de la violencia sexual, pero partiendo de la incorporación de la categoría
del continuum, la cual acuñaba por primera vez allí:
[La MMCA presenta] “su primer informe temático relacionado con la violencia
sexual, con un aporte adicional: “la violencia sexual no solo en el marco de la
violencia sociopolítica sino aquella que viven las mujeres en su mundo privado”.
Dicha reflexión parte del supuesto teórico-político feminista que considera las
violencias contra las mujeres como un “contínuum” que transita entre el mundo
privado y el mundo público, en donde las mujeres desempeñan sus acciones
vitales, económicas y políticas347.
345
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VII Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia», 103; Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la
seguridad de las mujeres en procesos de reinserción de excombatientes», 73; Ruta Pacífica de las
Mujeres, Efectos de la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en
Colombia, 43.
346
«A 133 se elevó el número de mujeres agredidas sexualmente».
347
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual», 6.
Capítulo 2 131
La violencia sexual que se perpetra contra las mujeres en el marco del conflicto
armado, como las acontecidas en el ámbito privado, son experiencias del cuerpo
sexuado. Son los cuerpos los que la infligen y las violencias se ejercen sobre los
cuerpos. Son los cuerpos de los guerreros los que ejercen control y poder sobre
los cuerpos de las mujeres, y son los cuerpos de las mujeres los que son
humillados, ultrajados, violados con la pretensión de generar terror y control. Es
de resaltar que los cuerpos de las mujeres no solo son espacios para el ejercicio
de la violencia; también son cuerpos como sujetas políticas, que resisten, exigen
y vindican su derecho a vivir una vida libre de violencias349.
Esta experiencia entre la violencia sexual en el marco del conflicto armado y el ámbito
privado se relaciona estrechamente con la remisión permanente y contradictoria, entre lo
público y lo privado. La idea de la continuidad genera un efecto de jerarquización dentro
de las violencias contra las mujeres, entre aquellas configuradas como público-políticas
(las del conflicto armado) y las consideradas privadas (especialmente al interior de las
familias o marcadas por el afecto), derivando en una mayor atención a las primeras y
opacando las segundas. Si bien es cierto el continuum explica la relación entre unas y
otras, ello no significa que las mantenga en una misma escala de preocupación y respuesta
social y pública.
En este argumento, el tránsito de las violencias entre “el mundo privado y el mundo público”
que se ensañaba en los cuerpos sexuados de las mujeres, encontraba un nuevo momento
en la impunidad:
348
Ibid., 17.
349
Ibid., 20.
132 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
350
Ibid., 40.
351
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra., 28.
352
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», 6.
Capítulo 2 133
“todos los actores”. En parte, esta diferenciación se debe a los énfasis del trabajo y de los
objetivos distintos que perseguían siendo, por un lado, la búsqueda de la justicia y la
interlocución con los organismos internacionales y, por el otro, el activismo con
organizaciones de base y el impacto simbólico.
Cualquiera sea el caso, las organizaciones sociales movilizaron la idea de que la violencia
sexual había sido perpetrada sin distinción por todos los actores armados y también por
los civiles en un continuo violento que marcaba la vida de las niñas y las mujeres antes,
durante y después del conflicto armado. Este argumento fue constitutivo de la violencia
sexual como un problema público y se relacionó estrechamente con sus límites. Más allá
de su veracidad – que no cuestiono –, es importante hacer notar que a través de esta
fórmula de “todos los actores”, las responsabilidades singulares de cada uno de ellos se
diluyeron, y hasta el cierre temporal de este documento, el sujeto victimario de violencia
sexual no emergió353.
Este debate del continuum lleva a preguntas difíciles en términos políticos y jurídicos, como
la definición de si la violencia sexual cometida contra mujeres desplazadas que se han
visto forzadas a vivir en lugares de hacinamiento o alta precariedad, al ser un efecto del
conflicto, se entiende como parte de la violencia sexual en el conflicto armado. O aquella
que vincula la violencia doméstica y sexual por desmovilizados en zonas altamente
afectadas por la guerra en donde las prácticas de violencia involucran mecanismos propios
del conflicto. O si la violencia sexual que se perpetra por civiles, auspiciados por los
órdenes de género promovidos por grupos armados, es también parte del conflicto, entre
muchas otras situaciones.
La definición de los límites del objeto de la violencia sexual no es un asunto menor, pues
353
Un análisis comparativo es importante en este punto, pues en otras violencias que también han
sido perpetradas por todos los actores armados el señalamiento de responsabilidades ha sido más
directo y ha llevado al reconocimiento de la singularidad. Por ejemplo, el secuestro fue una práctica
adelantada por todos los actores legales e ilegales, pero con mayor claridad y señalamiento a la
guerrilla. La desaparición forzada ha sido reconocida como una práctica prioritariamente cometida
por grupos paramilitares, aunque la Fuerza Pública y la guerrilla también recurrieron a ella. A la
larga, esto ha permitido movilizar acciones públicas concretas, mientras que lo que ha ocurrido con
la violencia sexual tanto con los paramilitares en el marco de la Ley de Justicia y Paz como con la
guerrilla en el Acuerdo de paz de 2016, ha sido un constante rechazo a reconocer que la violencia
sexual fue utilizada por sus tropas y comandantes y únicamente como parte de actos
individualmente considerados.
134 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
tiene efectos directos en las formas de concebir el objeto mismo y de activar políticas para
su afrontamiento354.
Si bien es cierto la categoría del continuum resultó útil por su fuerza explicativa para dar
cuenta de ciclos de violencia más allá de la guerra y dentro de ella, también tuvo impactos
de fijación de la identidad de las mujeres desde la perspectiva de la victimización, pues
relegaba a las mujeres a una suerte de destino marcado por la violencia, del cual no podían
escapar355. Esta cuestión contiene un núcleo aporético donde, por una parte, la emergencia
del objeto reclama un lugar profundo de victimización y sufrimiento que exprese la
gravedad de lo reclamado, pero por otra, se resiste a la fijación de las víctimas en el lugar
permanente de victimización, por lo que demanda, a partir de dicha experiencia, la
legitimidad para la acción social, ya sea en los procesos de paz, jurídicos, de memoria, etc.
G. A modo de conclusión
En este capítulo señalé que a partir del año 2003 se gestó en el país un escenario particular
que dotó a las organizaciones de mujeres de un lugar central en los debates de la guerra
y la paz. Los cierres democráticos y el señalamiento a las organizaciones de derechos
humanos posibilitaron un ascenso de las organizaciones de mujeres que, especialmente a
354
A manera de ejemplo, en el año 2012, las profesoras de la Universidad de Los Andes Isabel
Cristina Jaramillo y Helena Alviar cuestionaban este borramiento de las fronteras entre lo público y
privado en un análisis sobre la reparación: “Conforme a esta hipótesis [del continuum] no hay
separación abrupta o diferencia entre lo público y lo privado y, por tanto, la violencia que se ejerce
en el contexto de la “normalidad” en contra de las mujeres no tendría por qué ser distinta a la
violencia que se ejerce en el contexto de la guerra o conflicto. En ambos escenarios, explican, la
violencia se ancla en relaciones de poder y las prácticas que la legitiman y la naturalizan. (…) la
hipótesis del continuum identifica la guerra como escenario que trastorna las condiciones habituales
de opresión a través de la sexualidad y no simplemente que las aprovecha o las potencia. En estas
condiciones no es claro cuál es la explicación que se tiene sobre la relación entre la expropiación
de la sexualidad y la opresión de las mujeres, esto es, no es claro qué es lo estructural y qué es lo
contingente, cuál es el origen y cuál el síntoma”. Ver Helena Alviar García y Isabel Cristina Jaramillo
Sierra, «El aporte feminista a la discusión de la justicia transicional en Colombia: algunos
argumentos para tomarse un descanso», en Feminismo y crítica jurídica: el análisis distributivo
como alternativa crítica al legalismo liberal (Bogotá: Siglo del Hombre Editores; Universidad de los
Andes, 2012).
355
Con posterioridad al cierre temporal de esta tesis, el debate sobre la agencia y la capacidad de
transformación de las víctimas ha sido central en diversos campos y ha tenido efectos concretos.
Por mencionar uno de ellos, las víctimas mujeres de violencia sexual han procurado encontrar
espacios de participación específicos en torno a su experiencia de victimización a través de la
participación en las Mesas de Participación de Víctimas a nivel nacional, departamental y municipal.
Capítulo 2 135
Una vez iniciado el proceso de desmovilización paramilitar y los debates sobre la justicia
transicional, el movimiento de mujeres se vio abocado a plantear, como lo había hecho
antes, que la violencia cometida contra las mujeres en el marco de la guerra configuraba
un tipo particular de sufrimiento en razón del género. A diferencia de lo ocurrido
previamente, esa argumentación debía contribuir no solo a demostrar la particularidad de
la experiencia femenina, sino su gravedad análoga a otros delitos como la desaparición y
la tortura. Todo ello, a fin de exigir que la experiencia de las mujeres en el conflicto no fuera
objeto de amnistías sino de justicia.
Estos debates y el contexto político y violento particular que vivía el país, propiciaron una
intensificación de la vigilancia internacional a Colombia, lo que llevó a las organizaciones
de mujeres a transformar sus estrategias de incidencia incrementando la publicación de
informes diagnósticos.
Estos dos elementos – los debates de la justicia transicional y el diálogo con organismos y
organizaciones internacionales de derechos humanos – configuraron un escenario fértil
para que la violencia sexual en el conflicto armado emergiera como un problema público.
La categoría que la puso en marcha inició en la década de 1990 siendo una categoría de
análisis experiencial – en el sentido de captar la especificidad y la experiencia propia de
las mujeres –, y a partir de los desplazamientos descritos y promovidos especialmente por
el movimiento de mujeres, se transformó en una categoría analítica y posteriormente
jurídica. Tal como señalé en la introducción, la categoría condensa una experiencia y
organiza un campo de conocimiento, de tal manera que a lo que asistimos en este período
fue a su tránsito de una categoría que recogía la experiencia a una categoría que, además
de ello, otorgaba una unidad de sentido al análisis y desarrollaba instrumentos jurídicos.
Para que la emergencia del problema público fuera posible, la gramática previa sobre la
violencia sexual tuvo que transformarse: las organizaciones pasaron de un lenguaje
descriptivo a uno legal anclado en los crímenes y delitos; la idea del botín de guerra
transmutó a la del arma de guerra, girando su carácter incidental e inevitable en uno
estratégico; la mirada frente a los silencios como un asunto individual de las víctimas se
136 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico
modificó por el del silenciamiento provocado por el trauma y el miedo; emergieron las
estadísticas y los casos anónimos como dispositivos para contrarrestar el vacío de
información que era leído como una negación histórica del Estado que reafirmaba la
gravedad de los hechos y; por último, se transformó la mirada de la continuidad de las
violencias en la idea del continuum como un ciclo vital que explicaba las violencias
cotidianas y de la guerra y que eran impulsadas por la impunidad.
Los argumentos que demostraban su gravedad delinearon los bordes de la violencia sexual
y sus propias contradicciones. Dado que para el momento de debatir las medidas
transicionales no se conocían casos públicos, denuncias, ni existían cifras sobre la
problemática, los argumentos que demostraban la gravedad se asentaron en lo moral de
la violencia sexual y en sus efectos: era una afrenta, un crimen que hacía que las mujeres
sufrieran en una dimensión superior a cualquier víctima de cualquier otro crimen, donde la
sociedad tenía responsabilidad en el silencio y el silenciamiento. Era además un crimen de
género porque los cuerpos de las mujeres eran una extensión del campo de batalla y en
ellos se libraban las guerras masculinas y a través de ellos se dañaba el honor del otro
porque eran propiedades de los hombres. Así, el crimen varió de una noción aislada,
individual, a una categoría estratégica, política y con una connotación de extrema
gravedad, la cual estuvo enraizada en el carácter moral de la violencia sexual, en un tejido
de una historia de larga duración con el honor: el sufrimiento exacerbado y la vergüenza
de la víctima, además del señalamiento y estigma social, remiten a la honra y la reputación
femenina que debe ser cuidada y protegida; el arma de guerra y el campo de batalla son
leídos desde la posesión y el honor masculino, que se mancilla con la violación. Así pues,
esos desplazamientos que posibilitaron la emergencia de la categoría de la violencia
sexual, si bien buscaron replantear la mirada desde lo privado, lo incidental y lo aislado y
resaltar su carácter gravoso y político, se basaron, en parte, en el fundamento moral
asociado al honor.
Capítulo 2 137
En simultáneo, el sujeto femenino víctima de violencia sexual que fue emergiendo, en tanto
un cuerpo objetivado en el que se libraban batallas ajenas, fue despolitizado. El crimen se
politizaba, el sujeto se despolitizaba.
En este contexto las expertas también se transformaron, dando un lugar más central a las
profesionales – especialmente de los campos del derecho y de la psicología – capaces de
interpretar ese sufrimiento en clave de los crímenes y del trauma.
A partir de todas estas transformaciones, es posible afirmar que para el año 2008 la
categoría de la violencia sexual en el conflicto armado se había consolidado como un
problema público.
Todo ello ocurrió en los engranajes del lenguaje de los derechos humanos, del derecho
penal y de los asuntos de la paz y la seguridad, que simultáneamente se estaban
desarrollando y coproduciendo en el ámbito internacional. Sobre ello me referiré a
continuación.
3. El campo del derecho internacional y la
violencia sexual en el conflicto armado (1990-
2008)
Presentación
356
Otros estudios han profundizado en las formas y relaciones simbióticas y no de mera
transferencia jerárquica de los derechos humanos desde la experiencia latinoamericana. Ver, entre
otros, Kathryn Sikkink, Razones para la esperanza: la legitimidad y efectividad de los derechos
humanos de cara al futuro, trad. Sebastián F Villamizar Santamaría (Argentina: Siglo XXI, 2018);
Patrick William Kelly, Sovereign emergencies: Latin America and the making of global human rights
politics, Human rights in history (Cambridge, United Kingdom ; New York, NY: Cambridge University
Press, 2018).
Capítulo 3 139
357
Para un análisis de los desarrollos en el campo internacional ver, entre muchos otros, Patricia
Viseur Sellers, Procesos penales sobre violencia sexual en conflicto: La importancia de los derechos
humanos como medio de interpretación, s.d., http://mesadeapoyo.com/wp-
content/uploads/2018/12/Patricia-Sellers-Procesos-penales-sobre-violencia-sexual-en-
conflicto.pdf; Patricia Viseur Sellers, «The context of sexual violence: sexual violence as violations
of international humanitarian law», en Substantive and Procedural Aspects of International Criminal
Law, ed. Gabrielle Kirk McDonald y Olivia Swaak-Goldman (Kluwer Law International, 2000), 263-
332,
https://books.google.com.co/books?id=63n_4CkGiMYC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_
ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=true; Elizabeth Jelin, La lucha por el pasado: Cómo
construimos la memoria social, Edición: 1 (Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI Editores, 2017);
Azuero, «Science and International Thematic Prosecution of Sex Crimes»; Janet Halley, «Rape in
Berlin: Reconsidering the Criminalisation of Rape in the International Law of Armed Conflict»,
Melbourne Journal of International Law 9, n.o 1 (2008): 78-124; Janet Halley, «Rape at Rome:
Feminist Interventions in the Criminalization of Sex-Related Violence in Positive International
Criminal Law», Michigan Journal of International Law 30 (2009): 1-124; Engle, «International Human
Rights and Feminisms»; Karen Engle, «El juicio del sexo en tiempos de guerra», en Perspectivas
jurídicas para la paz, ed. Isabel Cristina Jaramillo Sierra y Helena Alviar García (Universidad de los
Andes, 2016), 303-30; Karen Engle, «A Genealogy of the Centrality of Sexual Violence to Gender
and Conflict», en The Oxford Handbook of Gender and Conflict, ed. Dina Haynes et al., 2018, 132-
44; Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict; María Julia Moreyra, Conflictos armados y
violencia sexual contra las mujeres, 1st. edition (Editores del Puerto, 2007); Susan Brownmiller,
Contra nuestra voluntad (Barcelona: Ballantine Books, 1981).
140 El campo del derecho internacional
En este engranaje presentaré cómo fue construido y leído el caso Colombia como un caso
de vigilancia internacional, dentro del cual la violencia sexual ocupó un lugar importante en
los tres lenguajes descritos: el de los derechos humanos, el del derecho penal internacional
y el de la paz y seguridad internacional.
Como se verá, entre 1981 y el 2008 los organismos internacionales asociados a esos tres
campos produjeron al menos 30 informes sobre Colombia358. En estos años, pasaron de
no mencionar prácticamente nada respecto a la violencia sexual359, a generar un marco de
358
La información detallada de los informes tomados en cuenta puede verse en el anexo 4.
359
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos
humanos en la República de Colombia», 30 de junio de 1981,
http://www.cidh.org/countryrep/Colombia81sp/Indice.htm; Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, «Segundo informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia», 14 de
octubre de 1993, http://www.cidh.org/countryrep/Colombia93sp/indice.htm; Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, «Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos 1994. Capítulo IV - Situación de los Derechos Humanos en varios Estados, Colombia»,
17 de febrero de 1995, http://www.cidh.oas.org/annualrep/94span/indice.htm; Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, «Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos 1996. Capítulo V - Desarrollo de los Derechos Humanos en la región, Colombia», 14 de
marzo de 1997, http://www.cidh.oas.org/annualrep/96span/IA1996Indice.htm; Alta Comisionada de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos
humanos en Colombia, año 1998», 16 de marzo de 1999,
http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe_anual_1998.pdf;
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Tercer informe sobre la situación de los
derechos humanos en Colombia», 26 de febrero de 1999,
http://www.cidh.org/countryrep/Colom99sp/indice.htm; Alta Comisionada de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia,
año 1999», 9 de marzo de 2000,
http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe1999_esp.pdf;
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe anual de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos 1999, capítulo V, Informe de seguimiento del cumplimiento con las
recomendaciones de la CIDH en el Tercer informe sobre la situación de los derechos humanos en
Colombia (1999)», 13 de abril de 2000; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe
anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 2000, capítulo IV Desarrollo de los
derechos humanos en la región, Colombia», 16 de abril de 2001; Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, «Informe anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 2001,
Capítulo 3 141
análisis que contribuyó a la coproducción del objeto, las víctimas y las expertas360 y aportar
con recursos económicos y técnicos al Estado y a la sociedad civil361. El análisis de este
recorrido, de los intercambios con actores locales y la manera en que se fue produciendo
la categoría de la violencia sexual en el conflicto armado desde el lente de los organismos
internacionales, es el objetivo primordial de este capítulo.
Escapan a este análisis otros actores internacionales que también han jugado un rol
importante en la producción de la violencia sexual: los Estados individualmente
considerados y la cooperación que brindan a Colombia. Estados Unidos, la Unión Europea
y algunos Estados europeos como Suecia y España han sido fundamentales a la hora de
definir las agendas y organizar la incidencia de las organizaciones sociales y del Estado.
El condicionamiento de la ayuda militar y de la cooperación económica a la prevención y
atención a la violencia sexual ha jugado un papel significativo. No obstante, no se incluyen
porque las voces de las organizaciones internacionales de las que también son parte esos
Estados canalizan algunas de sus observaciones y operan como una especie de parlante
oficial en el mundo de los derechos humanos. El rol de la cooperación internacional es un
campo de estudio en mora de ser lo suficientemente analizado en sus implicaciones frente
a la cuestión de la violencia sexual362.
Comunmente se comprende que la violencia sexual había sido interpretada hasta finales
del siglo XX como un asunto de honor363 lo cual, si bien es cierto, elimina cierta complejidad
e historicidad a las formas como la violencia sexual fue construida y trabajada en el entorno
de las guerras antes de 1990. Por ello, en este apartado me dedicaré a exponer de manera
suscinta algunos de los elementos que considero imprescindibles para comprender el giro
epistemológico que ocurrió a finales del siglo XX y que se profundizó en el siglo XXI. En
parte, porque la cuestión del honor se mantiene vigente y convive con nuevas posturas
que la intentan desplazar.
362
No obstante, hay análisis significativos sobre el rol de la cooperación internacional y los procesos
de paz en Colombia. Ver, por ejemplo, Marc Chernick, Acuerdo posible. Solución negociada al
conflicto armado colombiano, Tercera edición (Bogotá: Ediciones Aurora, 2015), cap. 3; Arlene B.
Tickner y Karen Smith, eds., International relations from the global South: worlds of difference,
Wording beyond the West (Abingdon, Oxon ; New York, NY: Routledge, 2020); Arlene B. Tickner,
ed., Nuevos enfoques para el estudio de las relaciones internacionales de Colombia, Primera
edición, Colección General (Bogotá, D.C., Colombia: Universidad de los Andes, Facultad de
Ciencias Sociales, Departamento de Ciencia Política, 2017).
363
Sobre este asunto ver, entre otras, Halley, «Rape at Rome», 57-59; Engle, The Grip of Sexual
Violence in Conflict, sec. 287.
364
Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 264. Como precedentes de la regulación en las
guerras, Patricia Viseur-Sellers se refiere a los códigos guerreros desde el siglo I, con claridad
inconfundible en el siglo XVIII. Susan Brownmiller en Contra nuestra voluntad., hace un recorrido
desde los códigos de guerra de Ricardo II de Inglaterra en 1386, pasando por la fundación de Roma,
las Cruzadas, Troya, la Guerra de los Cien Años, las batallas de Escocia, entre otras. Vale la pena
rescatar, siguiendo a ambas autoras, que en algunas circunstancias la violación fue considerada
legal, por ejemplo, durante las cruzadas o las campañas de colonización, lo cual dependía
especialmente del contexto de la guerra misma. Sobre la regulación y su tradicional regulación en
el Antiguo Régimen occidental-francés y sobre la ambivalencia de la prohibición en caso de guerra
puede leerse a Georges Vigarello, Historia de la violación. Siglos XVI-XX, Feminismos (España:
Ediciones Cátedra, 1999), 28.
Capítulo 3 143
A partir de mitad del siglo XIX los códigos de la guerra – y en particular el conocido como
Lieber Code, en el marco de la Guerra Civil Estadounidense (1863) – se orientaban bajo
las premisas de justicia, honor y humanidad propias de la costumbre de la guerra367. En
ellos se aceptaba la afectación a poblaciones catalogadas como inocentes cuando la
destrucción fuera inevitable y por estrictas razones de necesidad militar. Por considerar
que no obedecía a estrictas razones de necesidad militar, todo acto de violación estaba
prohibido y era sancionable.
Los Convenios de La Haya de 1899 y 1907 replicaron el deber de respeto al “honor y los
derechos de la familia”, no solo bajo las consideraciones de las costumbres de la guerra,
sino como un deber especial de los comandantes por prohibirla en todo tiempo y lugar. En
otras palabras, no solo en el marco de las confrontaciones mismas sino también de la
ocupación.
Desde esta perspectiva, se entiende que la violación en el contexto de las guerras ha sido
tradicionalmente prohibida y aunque su práctica demuestra que la prohibición no siempre
ha tenido efectos disuasivos, normativa y consuetudinariamente se ha buscado erradicarla
de las guerras368. Esta prohibición tenía una triple característica: la protección no se
365
Otras poblaciones consideradas inocentes eran niños, monjas, enfermeras y sacerdotes que no
estuvieran físicamente en las guerras (Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 266.)
366
Viseur Sellers ha considerado estas formas de protección como patriarcales, es decir,
mecanismos de amparo bajo la consideración del otro – otra – como inferior. Viseur Sellers,
Procesos penales; Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 266, 269.
367
Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 271.
368
Elisabeth Wood recopila algunas de las explicaciones tradicionales sobre la variación de la
violencia sexual en las guerras civiles y denota su insuficiencia. Estas son: la oportunidad de
cometer el acto, el debilitamiento de instituciones que conlleva al aumento de la violencia sexual, la
venganza, la masculinidad militarizada, el uso estratégico y el uso o no de sanciones. Ver Elisabeth
Wood, «Violencia sexual durante la guerra: hacia un entendimiento de la variación», Análisis Político
66 (agosto de 2009): 3-27.
144 El campo del derecho internacional
En la Segunda Guerra Mundial también fueron documentados una gran cantidad de casos
de violencia sexual cometidos especialmente por soldados alemanes y japoneses, actos
leídos posteriormente como lógicos en el marco de los objetivos de ambos bandos: “la total
humillación y destrucción de los ‘pueblos inferiores’ y el establecimiento de su propia raza
superior”372.
369
“Los ultrajes al honor de las mujeres, hechos por los soldados alemanes, han sido tan frecuentes,
que es imposible tener la convicción de que han sido permitidos, y hasta estimulados, por los
oficiales alemanes”, en J.H. Morgan, «Los ultrajes al honor de las mujeres» (German Atrocities: An
official investigation, 1916). Citado en Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 276.
370
Brownmiller en uno de los primeros estudios sobre la violación plantea el uso de la violencia
sexual como parte de esa propaganda: “… la violación fue lanzada al mundo, casi de la noche a la
mañana, como característico crimen alemán, prueba de la tendencia de los “depravados boches” a
hacer la guerra mediante atrocidades”. Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 41.
371
Por ejemplo, el reverendo Newell Dwight Hillis de Brooklyn, bastante popular en su época,
escribió un volumen publicado de manera simultánea en Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá
en 1918 en el cual exigía la búsqueda de una rendición incondicional de los alemanes. El sacerdote
especulaba sobre las causas por las cuales los soldados alemanes violaban: para destrozar sus
nervios y dejar a su contraparte incapaz de pelear. Newell Dwight Hillis, «German Atrocities: their
Nature and Philosophy», 1918., citado en Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 42.
372
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 47. También han sido documentados hechos de violencia
sexual perpetrados por otros actores, como los soldados de la Unión Soviética. Un texto hito al
respecto es el diario escrito por una mujer alemana en el marco de la ocupación soviética. Ver
Anónimo, Una mujer en Berlín (Barcelona: Anagrama, 2013). Entre otros textos, ver Jeffrey Burds,
«Sexual Violence in Europe in World War II, 1939-1945», Politics & Society 37, n.o 1 (marzo de
2009): 35-73, https://doi.org/10.1177/1059601108329751; Brigitte Lueger-Schuster et al., «Sexual
Capítulo 3 145
Con ocasión de los crímenes cometidos en el marco de la Segunda Guerra Mundial, los
Aliados promovieron las Cortes de Nuremberg y de Tokio a fin de investigar y sancionar
los crímenes contra la paz, los de guerra y contra la humanidad. Por su importancia para
los debates posteriores me detengo a revisar las formas en las que fue interpretada la
violencia sexual y aplicadas las normas. En ambos estatutos se establecieron como
violaciones los crímenes de guerra que implicaran ataques innecesarios – sin justificación
militar – contra la población civil y prisioneros de guerra, tanto en el marco de las propias
confrontaciones como en el escenario de ocupación373. En relación con los crímenes contra
la humanidad, aunque no se contemplaron actos de violencia sexual, sí existió una cláusula
de “otros actos inhumanos” cometidos contra la población civil, bajo la cual fue posible
investigar esos hechos374.
violence by occupational forces during and after World War II: influence of experiencing and
witnessing of sexual violence on current mental health in a sample of elderly Austrians», International
Psychogeriatrics 24, n.o 8 (agosto de 2012): 1354-58, https://doi.org/10.1017/S104161021200021X;
Marlene Epp, «The Memory of Violence: Soviet and East European Mennonite Refugees and Rape
in the Second World War», Journal of Women’s History 9, n.o 1 (1997): 58-87,
https://doi.org/10.1353/jowh.2010.0217.
373
En el Tribunal de Nuremberg se hizo un listado de actos de guerra prohibidos, mientras que en
el de Tokio se aludió simplemente a la prohibición de incurrir en crímenes de guerra. En cualquiera
de ambos casos, la violación se encontraba prohibida por esas normas de derecho consuetudinario
que operaban hasta entonces. Aunque la violación no estaba explícitamente contemplada, se
entendía que estaba prohibida inclusive si mediaba orden superior. Al respecto resultan pertinentes
las Recomendaciones de la Asamblea Internacional de Londres de 1944, citadas por Viseur Sellers,
«The context of sexual violence», 279.
374
Moreyra, Conflictos armados y violencia sexual contra las mujeres, 22.
375
Trial of the Major War Criminals before the International Military Tribunal (14 de noviembre de
1945) IMT Docs.
376
Ibid., 42 volúmenes, 1947:Vol. 7, 170 y 455.
146 El campo del derecho internacional
Acerca de las condenas por hechos de violencia sexual, es preciso señalar que no hay un
consenso en la literatura, pues si bien es claro que en la sentencia de los 22 altos
comandantes estos hechos no son mencionados377, para Elizabeth Odio Benito se trata de
un claro caso de “invisibilización” que condujo a la impunidad378, mientras que para Patricia
Viseur Sellers estos hechos sí fueron estudiados, pero subsumidos en los términos de
atrocidades, brutalidades, malos tratos, entre otros379. Siguiendo esta última posición, en
los Juicios de Nuremberg la violencia sexual fue tratada como parte de un conjunto de
atrocidades enmarcadas en una conducta criminal mayor: la guerra total. A consecuencia,
para la violencia sexual – no tratada de manera autónoma sino subsumida en otros
crímenes – no se exigió evidencia particular mayor que para cualquier otro crimen, pues
era considerado uno más de los repertorios de violencia posibles en la guerra380.
En los Juicios de Tokio también fue expuesta amplia información sobre hechos de violencia
sexual perpetrados por soldados japoneses que involucraron violaciones y tortura sexual,
377
La sentencia puede consultarse en International Military Tribunal, Nuremberg Judgment (1 de
octubre de 1946).
378
Elizabeth Odio Benito fue jueza del Tribunal Internacional para la investigación de los crímenes
ocurridos en Yugoslavia (ICTY) y actual presidenta de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Ella señala en Nuremberg hubo un proceso de invisibilización dado que “la palabra
“violación” (“rape” en inglés) no figura en ninguna de las 179 páginas de la sentencia final de
Nuremberg”. En Elizabeth Odio B., «De la violación y otras graves agresiones a la integridad sexual
como crímenes sancionados por el Derecho Internacional Humanitario (crímenes de guerra).
Aportes del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia», en Presente y futuro de los
derechos humanos (Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1998), 271,
https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv/detalle-libro/1980-presente-y-futuro-de-los-derechos-humanos.
379
Patricia Viseur-Sellers fue Asesora Legal en crímenes de género y fiscal auxiliar principal para
el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia y para Ruanda y actualmente es asesora
especial de género de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional. Ella indica: “Evidence of rape was
not only admitted, it was made an integral part of a legal framework. The status of rape as a core
crime was also reiterated to varying degrees in the decisions. Testimonies of sexual violence
required no corroboration, permitted “hearsay” evidence, did not require the disclosure of the victim’s
identity and, in general, met the required standard of relevancy to enter the record with other
submissions”. En Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 278.
380
Según Viseur-Sellers la responsabilidad de los comandantes en los Juicios de Nuremberg se
basó más que en su conocimiento de cada crimen del cual se pudiera derivar responsabilidad
individual, en el conocimiento de la totalidad del ataque y de la existencia de brutalidades frente a
las cuales no se habría actuado (Ibid., 283-86.) Este aspecto sufrió un giro que se evidenció en los
tribunales de los años 90 y también en las investigaciones nacionales. Se pasó de considerar la
violencia sexual como un crimen más, a uno de aquellos que no podía ser ordenado; el típico delito
que en derecho penal se llama “de propia mano”, es decir, que sólo puede cometerse por el autor
material y que no admite otro tipo de autorías. Este elemento fue objeto de un arduo debate en
Colombia.
Capítulo 3 147
entre otras conductas. Una de las ciudades más afectadas fue Nanking, donde se recogió
evidencia de alrededor de 20 mil casos de violación sexual. Al igual que lo ocurrido en los
Juicios de Nuremberg, dado que la mayoría de hechos ocurrieron simultáneamente a otros
crímenes, la evidencia de la violencia sexual fue considerada como parte de la totalidad
del crimen: tomar el control de Nanking. Aunque la defensa de los acusados argumentó
que estos hechos resultaban irrelevantes para el crimen contra la paz y que eran legítimos
como parte de las represalias contra la población civil por las pérdidas sufridas por los
soldados japoneses, estos argumentos no fueron tenidos como válidos por los jueces381.
El Tribunal de Tokio juzgó y encontró culpables a 25 soldados japoneses, entre ellos a dos
altos comandantes, quienes fueron condenados a morir. Parte de sus penas tuvieron como
base la violación, la cual fue probada a partir de testigos oculares, rumores y declaraciones.
En estos juicios no se discutió ningún elemento referido al consentimiento ni se admitieron
argumentos sobre obediencia, necesidad militar o legitimidad del acto como represalia382.
Más que una doctrina sobre conocimiento del plan criminal – como en los Juicios de
Nuremberg – se adoptó una postura de responsabilidad de los comandantes en relación
con su deber de asegurar medidas adecuadas para la prevención de crímenes cuya
ocurrencia podía preverse.
Pese a estas condenas, el debate sobre la violencia sexual ocurrida en las décadas de
1930 y 1940 en el fenómeno hoy conocido como “mujeres de consuelo”383 no fue juzgado
en dicho Tribunal. Este fue el primer ejemplo de movilización feminista internacional para
exigir justicia, siendo debatido públicamente a partir de la década de 1980 y concluyendo
con un Tribunal Simbólico en el año 2000, luego de más de una década de negación por
parte del gobierno japonés384.
381
Ibid., 289.
382
Ibid., 290; Moreyra, Conflictos armados y violencia sexual contra las mujeres, 23.
383
Se trató de la instalación de casas de prostitución donde las mujeres eran esclavizadas con fines
sexuales para servir a los soldados japoneses; al menos 200.000 mujeres habrían sido víctimas.
Ver Christine M Chinkin, «Women’s International Tribunal of Japanese Military Sexual Slavery», The
American Journal of International Law 95, n.o 2 (abril de 2001): 335-41; Moreyra, Conflictos armados
y violencia sexual contra las mujeres, 12; Wood, «Violencia sexual durante la guerra», 8.
384
Un análisis mucho más amplio del tema se encuentra en Vergel Tovar, «Les usages militants et
institutionnels du droit», 29; Chinkin, «Women’s International Tribunal of Japanese Military Sexual
Slavery»; Moreyra, Conflictos armados y violencia sexual contra las mujeres, 12-20 y 153-58. Sobre
148 El campo del derecho internacional
Es importante hacer notar que en los tribunales de Nuremberg y Tokio estaba presente la
interpretación de la violencia sexual anclada en el honor, y ello no significó para las
víctimas cuyos casos efectivamente fueron llevados a juicio, una exposición pública sobre
su consentimiento o resistencia, pues se entendía que al hacer parte de un todo criminal,
la prueba sobre la resistencia no era un elemento significativo. Esto cambió posteriormente
en los tribunales de las guerras en Ruanda y Yugoslavia, justo cuando se planteaba un
giro epistemológico que acentuaba en la libertad y no en el honor. Volveré sobre este
aspecto en el apartado siguiente.
Estos Tribunales investigaron crímenes cometidos por alemanes y japoneses, sin que ello
signifique que los aliados no hayan recurrido a la violación como un repertorio de la
violencia. De hecho, Brownmiller reporta información relevante sobre los abusos cometidos
por soviéticos385 y por otras fuerzas, como las marroquíes y estadounidenses386.
Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, a raíz del percibido éxito de los Tribunales
y en un ambiente de apertura al reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres en
distintos países, ocurrió un giro modesto pero abiertamente significativo: el Comité
Internacional de la Cruz Roja (CICR) promovió la adopción de los Convenios de Ginebra
sobre la base de la protección sin discriminación de todas las personas. El IV Convenio de
Ginebra (1949) estableció en su artículo 27: “Las mujeres serán especialmente protegidas
contra todo atentado a su honor y, en particular, contra la violación, la prostitución forzada
y todo atentado a su pudor387”. Estos hechos, pese a su prohibición, no fueron
los tribunales simbólicos ver Cynthia Cockburn, Mujeres ante la guerra: desde donde estamos
(Barcelona: Icaria, 2009).
385
Aspecto que es evidenciado en el libro Anónimo, Una mujer en Berlín., publicado por primera
vez en 1954.
386
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 62-75. De acuerdo con esta investigación, entre enero de
1942 y junio de 1947 las cortes marciales adelantadas por el Ejército de Estados Unidos dieron un
resultado de 971 condenas por violación: “De las condenas por violación en la segunda guerra
mundial, surge una evidencia. Más de los dos tercios de los actos que condujeron a las condenas
tuvieron lugar no durante la propia guerra, sino durante la ocupación” Ibid., 74.
387
La primera parte del artículo señalaba: “Las personas protegidas tienen derecho, en todas las
circunstancias, a que su persona, su honor, sus derechos familiares, sus convicciones y prácticas
religiosas, sus hábitos y sus costumbres sean respetados. Siempre serán tratadas con humanidad
y protegidas especialmente contra cualquier acto de violencia o de intimidación, contra los insultos
y la curiosidad pública”. Comité Internacional de la Cruz Roja, «IV Convenio de Ginebra relativo a
la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra» (1949),
https://www.icrc.org/spa/resources/documents/treaty/treaty-gc-4-5tdkyk.htm.
Capítulo 3 149
En relación con el honor, los Comentarios hacían alusión a su carácter de cualidad moral
y social, la cual se predicaba por la conciencia y la razón, que le protegía de cualquier
acción que “afecte su reputación”390. En otras palabras, el honor estaba asociado a la
reputación y a la protección frente a cualquier acto que pudiera implicar una agresión que
conllevara humillación.
Sobre los tratos especiales para las mujeres, los Comentarios indicaron que este apartado
fue una solicitud del Congreso Internacional de Mujeres y la Federación Internacional de
Abolicionistas, con ocasión de los “peores ultrajes” de los que fueron víctimas las mujeres
en la Segunda Guerra Mundial: violación, trato brutal de todo tipo, mutilaciones, obligación
de ir a “burdeles”, infección con enfermedades, etc. Su objeto era proclamar a las mujeres
388
La omisión de incluir la violación como infracción grave (artículo 147) es notoria porque estas
infracciones conllevan la responsabilidad de los Estados de buscar a los señalados de cometerlas
y presentarlas para su juzgamiento (art. 146 del IV Convenio de Ginebra). En 1992 el Comité
Internacional de la Cruz Roja interpretó que este artículo incluía la violación y “cualquier otro ataque
contra la dignidad de una mujer”. Viseur Sellers, Procesos penales, 10; Moreyra, Conflictos armados
y violencia sexual contra las mujeres, 29.
389
La versión original en inglés establece: “Women shall be especially protected against any attack
on their honour, in particular against rape, enforced prostitution, or any form of indecent assault”.
Como se ve, la idea del pudor aparece en la traducción al castellano.
390
“Honour is a moral and social quality. The right to respect for his honour is a right invested in man
because he is endowed with a reason and a conscience. The fact that a protected person is an
enemy cannot limit his right to consideration and to protection against slander, calumny, insults or
any other action impugning his honour or affecting his reputation; that means that civilians may not
be subjected to humiliating punishments or work. It should be noted that respect for a prisoner of
war's honour, as well as respect for his person, in stipulated in Article 46 of the Hague Regulations,
and also in the 1929 Geneva Convention”. Comité Internacional de la Cruz Roja, «Commentary: IV
Geneva Convention Relative to the Protection of Civilian Person in Time of War», 1958, https://ihl-
databases.icrc.org/applic/ihl/ihl.nsf/Comment.xsp?action=openDocument&documentId=25179A62
0578AD49C12563CD0042B949.
150 El campo del derecho internacional
391
“Paragraph 2 denounces certain practices which occurred, for example, during the last World
War, when innumerable women of all ages, and even children, were subjected to outrages of the
worst kind: rape committed in occupied territories, brutal treatment of every sort, mutilations etc. In
areas where troops were stationed, or through which they passed, thousands of women were made
to enter brothels against their will or were contaminated with venereal diseases, the incidence of
which often increased on an alarming scale (10). These facts revolt the conscience of all mankind
and recall the worst memories of the great barbarian invasions. They underline the necessity of
proclaiming that women must be treated with special consideration. That is the object of this
paragraph, which is based on a provision introduced into the Prisoners of War Convention in 1929,
and on a proposal submitted to the International Committee by the International Women's Congress
and the International Federation of Abolitionists (11). The provision is founded on the principles set
forth in paragraph 1 on the notion of "respect for the person", "honour" and "family rights". A woman
should have an acknowledged right to special protection, the special regard owed to women being,
of course, in addition to the safeguards laid down in paragraph 1, which they enjoy equally with men.
[p.206] The Conference listed as examples certain acts constituting an attack on women's honour,
and expressly mentioned rape, enforced prostitution, i.e. the forcing of a woman into immorality by
violence or threats, and any form of indecent assault. These acts are and remain prohibited in all
places and in all circumstances, and women, whatever their nationality, race, religious beliefs, age,
marital status or social condition have an absolute right to respect for their honour and their modesty,
in short, for their dignity as women”. Ibid.
392
“La ilusión que se expresa en el comentario acerca de la dignidad o el honor en relación a los
crímenes que implican agresión sexual le quita énfasis a la naturaleza violenta de la mayoría de los
delitos sexuales”. En Viseur Sellers, Procesos penales, 10; Moreyra, Conflictos armados y violencia
sexual contra las mujeres, 33.
Capítulo 3 151
de batalla393.
En 1975 vio la luz el texto de Susan Brownmiller “Against our will: Men, women and rape”394,
que fue uno de los primeros documentos que se ocupó de la violación como objeto de
estudio y, al cabo de pocos años, se convirtió en un bestseller y fuente de estudio feminista.
En términos generales, el libro de Brownmiller tuvo una amplia difusión y recepción en
distintos lugares del mundo, destacando el vacío existente hasta entonces de estudios que
explicaran la cuestión de la violencia sexual. En los doce capítulos de su libro, Brownmiller
abarca el asunto de la violación desde distintos ángulos e incluye un capítulo sobre la
guerra, el cual inicia así:
El texto de Brownmiller fue un documento pionero que sentó las bases para una
reinterpretación sobre la violencia sexual – en general y en la guerra – que acentuaba su
carácter inevitable. Esa inevitabilidad no respondía a un mero acto adyacente a la guerra
– como posteriormente se ha interpretado –, sino que era multicausal: como una
393
Un estudio sobre esta cuestión se encuentra en el informe preparatorio de las Naciones Unidas
a la Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia,
donde se incorporó la contribución de la Relatora sobre violencia contra la mujer, señora Radhika
Coomaraswamy. Ver Organización de las Naciones Unidas, «Review of reports, studies and other
documentation for the Preparatory Committee and the World Conference», 27 de julio de 2001, párr.
117-131. Este aspecto, tal como anoté en el capítulo anterior, también empezó a movilizarse en
Colombia con sentidos particulares bajo las categorías de botín de guerra, arma de guerra y territorio
o campo de batalla.
394
La versión original fue publicada en inglés en 1975 (Susan Brownmiller, Against Our Will: Men,
Women, and Rape, Reprinted edition (New York: Ballantine Books, 1975). La versión en español se
publicó en España en 1981 y su título fue “Contra nuestra voluntad. Hombres, mujeres y violación”.
La carátula de esa publicación en español añade: “Un estudio sobre la forma más brutal de agresión
a la mujer: la violación”. Las citas presentadas en el texto son de la versión en español.
395
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 29.
152 El campo del derecho internacional
396
“La violación es más que un síntoma de guerra o de evidencia de su exceso violento. La violación
durante la guerra es un acto familiar con una excusa habitual”. Ibid., 30.
397
“Hay cierta cantidad de soldados que necesita probar su recién ganada superioridad. Probársela
a la mujer, a sí mismo, a los otros hombres. En nombre de la victoria y el poder de las armas, la
guerra proporciona hombres con una licencia tácita para violar”. Ibid.
398
“En primer lugar, el ejército victorioso marcha atravesando el territorio de los derrotados, y en
consecuencia es evidente que si hay violación a realizar, se producirá en los cuerpos de las mujeres
de los derrotados. En segundo lugar, la violación es una acción del conquistador. Esto es más que
una perogrullada. Ayuda a explicar por qué los hombres siguen violando durante la guerra”. Ibid.,
33.
399
“A través de las épocas, el triunfo sobre las mujeres mediante la violación se transformó en una
manera de medir la victoria, en parte de una recompensa tangible por los servicios prestados” Ibid.
400
“La violación perpetrada por un soldado conquistador destruye todas las ilusiones de poder y
propiedad en los hombres del bando derrotado. El cuerpo de una mujer violada se transforma en
un campo de batalla ceremonial, un terreno de desfile para el saludo a la bandera de los victoriosos.
La acción que se desarrolla encima de ella es un mensaje entre hombres: vívida prueba de victoria
para unos y pérdida y derrota para los otros”. Ibid., 36.
401
Ibid., 64.
Capítulo 3 153
402
En parte la atención se debió al cubrimiento mediático de la prensa estadounidense y de algunos
países europeos que divulgaron no solo la magnitud de las violaciones sino de los impactos en
términos reproductivos. Los embarazos no deseados (calculados en 25.000) y las afectaciones
ginecológicas y enfermedades venéreas que presentaban casi todas las mujeres víctimas, tuvieron
por efecto englobar la causa feminista del Norte global, organizando su acción a través de la
organización Planificación Familiar Internacional. Ibid., 82.
403
El sentido de declarar a las mujeres como heroínas (birangonas) de la guerra buscaba hacerle
frente al repudio familiar y social que consideraba que las mujeres que tenían relaciones sexuales
fuera del matrimonio, aún siendo a la fuerza, eran impuras y por tanto, no podrían ser aceptadas
por sus esposos musulmanes ni por cualquier otro hombre musulmán. La etiqueta de heroína
pretendía devolver a la víctima a su familia y lograr la aceptación de los hombres para que
alcanzaran un matrimonio, cambiando el sentido de la experiencia para que se las asociara como
resistentes y guerreras. Birangona significa mujer valiente o heroína de guerra. Ibid., 75-83;
Nayanika Mookherjee, «‘Remembering to Forget’: Public Secrecy and Memory of Sexual Violence
in the Bangladesh War of 1971», Journal of the Royal Anthropological Institute 12, n.o 2 (1 de junio
de 2006): 433-50, https://doi.org/10.1111/j.1467-9655.2006.00299.x.
404
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 77. Otros artículos que pueden consultarse frente a las
violaciones en la guerra de Bangladesh y sus interpretaciones son: Elora Halim Chowdhury, «When
Love and Violence Meet: Women’s Agency and Transformative Politics in Rubaiyat Hossain’s
Meherjaan», Hypatia 30, n.o 4 (1 de noviembre de 2015): 760-77,
https://doi.org/10.1111/hypa.12178; Elora Halim Chowdhury y Amy E. Den Ouden, «The Spectral
Wound: Sexual Violence, Public Memories, and the Bangladesh War of 1971.», Signs 43, n.o 1
(2017): 217-23; E.D. Heineman, Sexual Violence in Conflict Zones: From the Ancient World to the
Era of Human Rights, Sexual Violence in Confl. Zones: From the Anc. World to the Era of Hum.
Rights, Sexual Violence in Conflict Zones: From the Ancient World to the Era of Human Rights
(University of Pennsylvania Press, 2011), https://www.scopus.com/inward/record.uri?eid=2-s2.0-
84899587811&partnerID=40&md5=fd57eb25048fa33257b09f869e94b54d; Ritu Menon, No
Woman’s Land: Women from Pakistan, India and Bangladesh Write on the Partition India, 2004
edition (New Delhi: Women Unlimited, 2004); Mookherjee, «‘Remembering to Forget’»; Nayanika
Mookherjee, The Spectral Wound: Sexual Violence, Public Memories, and the Bangladesh War of
1971 (Duke University Press Books, 2015); Nayanika Mookherjee, «The Raped Woman as a Horrific
Sublime and the Bangladesh War of 1971», Journal of Material Culture 20, n.o 4 (1 de diciembre de
2015): 379-95, https://doi.org/10.1177/1359183515603742; Yasmin Saikia, «War as History,
154 El campo del derecho internacional
Dos aspectos son especialmente relevantes del caso Bangladesh en relación con los
debates propuestos frente a la violación: el etiquetamiento de las víctimas en heroínas para
evitar el repudio social y la interpretación de la violación como una forma de tortura más
que como un acto de violencia sexual406. Empezaba a delinearse el giro que desplazaba
el honor y el pudor del centro de la interpretación de estos actos.
Humanity in Violence: Women, Men, and Memories of 1971, East Pakistan/Bangladesh», en Sexual
Violence in Conflict Zones, From the Ancient World to the Era of Human Rights (University of
Pennsylvania Press, 2011), 152-70, http://www.jstor.org/stable/j.ctt3fhfgp.12; Veena Das, «La
antropología del dolor», en Veena Das: Sujetos del dolor, agentes de dignidad, Primera edición
(Colombia: Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia; Instituto Pensar,
Universidad Javeriana, 2008).
405
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 83.
406
La idea de un reconocimiento bajo la idea de heroínas no es exclusiva del contexto de
Bangladesh. De hecho, Carlos Beristain, comisionado de la Comisión para el Esclarecimiento de la
Verdad, la Convivencia y la No repetición creada como resultado del acuerdo entre el gobierno
nacional y las FARC en 2016, en la mesa de trabajo “Memoria y violencia sexual: entre lo público y
lo privado”, señaló la importancia de la legitimidad para las víctimas de violencia sexual en estos
términos: “La violencia sexual no tiene un estatus de legitimidad público, a veces hay un estatus
para el muerto o el desaparecido, de reconocimiento, de héroe; pero no hay un estatus de heroínas
para las mujeres víctimas de violencia sexual y creo que necesitamos un estatus de reconocimiento,
porque todo esto conlleva esas imágenes pasivas de victimización, esa falta de reconocimiento
hacia ellas”. En Mesa de trabajo «Memoria y violencia sexual: entre lo público y lo privado», 2018,
1:56:36-1:57:00, https://www.youtube.com/watch?v=d1hSsysMHjk.
407
También es relevante el artículo 75: “2. Están y quedarán prohibidos en todo tiempo y lugar los
Capítulo 3 155
El Protocolo II relativo a los conflictos sin carácter internacional (1977) también incluyó
como garantía fundamental de todas las personas que no participen directamente en las
hostilidades o que hayan dejado de participar en ellas, el respeto a su persona, honor,
convicciones y prácticas religiosas, así como el trato humano. De manera particular,
prohibió en todo tiempo y lugar “los atentados contra la dignidad personal, en especial los
tratos humillantes y degradantes, la violación, la prostitución forzada y cualquier forma de
atentado al pudor” (artículo 4.2.e.)408.
actos siguientes, ya sean realizados por agentes civiles o militares: (…) b) los atentados contra la
dignidad personal, en especial los tratos humillantes y degradantes, la prostitución forzada y
cualquier forma de atentado al pudor”. Comité Internacional de la Cruz Roja, «Protocolo I adicional
a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados
internacionales» (1977), https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/protocolo-ii.htm.
408
Comité Internacional de la Cruz Roja, «Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra de 1949
relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional» (1977),
https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/protocolo-ii.htm.
156 El campo del derecho internacional
El fin de la Década aceleró los debates en el marco de los movimientos feministas y las
disputas sobre la cuestión de la “violencia contra las mujeres”. La III Conferencia Mundial
para el examen y evaluación de los logros del decenio de las Naciones Unidas para las
mujeres: Igualdad, Derecho y Paz realizada en Nairobi en 1985, fue un momento en el que
la cuestión de la violencia contra las mujeres recibió reconocimiento internacional y abrió
amplias posibilidades para el activismo feminista en este campo411. Esas posibilidades
serán detalladas a continuación.
409
Organización de las Naciones Unidas, Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
410
Durante la Década se llevaron a cabo dos Conferencias adicionales: en 1980 la Segunda II
Conferencia Mundial de la Década de las Naciones Unidas para las Mujeres: Igualdad, Desarrollo
y Paz en Copenhague y en 1985 la III Conferencia Mundial para el examen y evaluación de los
logros del decenio de las Naciones Unidas para las mujeres: Igualdad, Derecho y Paz en Nairobi.
411
Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 860. Es importante reconocer que para el
caso latinoamericano y del Caribe la violencia contra las mujeres ya era una preocupación, la cual
puede ser revisada en el I Encuentro Feministra desarrollado en Bogotá en 1981, sobre el cual me
referí en el capítulo 1.
Capítulo 3 157
Estas visiones no fueron sucesivas sino muchas veces coexistentes y se articularon con
dispositivos jurídicos y con categorías emergentes que variaron sus sentidos. Esta
coexistencia de estratos413 fue revisada a partir de inicios de los años 90, cuando ocurrió
un giro interpretativo donde la violencia sexual “pasa de una concepción ligada a la moral
personal a otra en que lo político y lo colectivo son centrales”414. El giro interpelaba esa
visión que unía la violencia sexual al honor y propiedad masculinos415, que la hacía
incomprensible, inenarrable e inevitable y por tanto imposible de castigar416. En cambio,
algunas voces enfatizaron en su carácter evitable417, su uso como ‘arma de guerra’ o
412
Ibid., pos. 174.
413
Para profundizar en la cuestión de los estratos temporales ver Reinhart Koselleck, Los estratos
del tiempo: estudios sobre la historia, trad. Daniel Innerarity (Barcelona (España): Ediciones Paidós,
2013).
414
Jelin, La lucha por el pasado, 230.
415
Engle, «International Human Rights and Feminisms», 779, 815.
416
Gözde Turan, «Manhood Deprived and (Re)Constructed during Conflicts and International
Prosecutions: The Curious Case of the Prosecutor v. Uhuru Muigai Kenyatta et Al.», Feminist Legal
Studies, 22 de marzo de 2016, 1-19, https://doi.org/10.1007/s10691-016-9313-0.
417
Elisabeth Wood, «Sexual Violence during War: Variation and Accountability», en Collective
Violence and International Criminal Justice: An Interdisciplinary Approach, ed. Alette Smeulers
158 El campo del derecho internacional
Para que esto fuera posible, fue necesario conjugar los lenguajes del derecho penal
internacional, el derecho humanitario y los derechos humanos, así como construir una
relación entre los organismos internacionales y los movimientos sociales, especialmente
el feminista. Esta conjugación hizo posible la emergencia de la categoría de la violencia
sexual en el conflicto armado desde cuatro diferentes aristas imbricadas: como una
infracción al derecho humanitario, una violación a los derechos humanos, un crimen
internacional y un asunto de paz y seguridad internacional.
Las aristas de estos campos del derecho internacional son diferentes, aunque se han ido
entremezclando con las interpretaciones que sobre ellos se han hecho, aspecto que
desarrollaré a continuación. Por ahora valga señalar que estos campos, aunque
imbricados, tienen alcances distintos: el DIH – lenguaje predominante hasta la década de
1990 – regula la actuación de las partes involucradas en conflictos armados de carácter
interno o internacional; los derechos humanos orientan y especifican los deberes de los
(Antwerp ; Portland, OR: Intersentia, 2010); Elisabeth Wood, «Rape during war is not inevitable:
variation in wartime sexual violence», en Understanding and Proving International Sex Crimes.pdf,
ed. Morten Bergsmo y AB Skre (Oslo: Torkel Opsahl Academic Epublisher, 2012),
http://elisabethwood.commons.yale.edu/files/wood-rape-is-not-inevitable-in-war-2012.pdf.
418
Nicola Henry, «The Fixation on Wartime Rape Feminist Critique and International Criminal Law»,
Social & Legal Studies 23, n.o 1 (1 de marzo de 2014): 94, 95,
https://doi.org/10.1177/0964663913499061; Turan, «Manhood Deprived and (Re)Constructed».
419
Engle, «A Genealogy of the Centrality of Sexual Violence». Para ilustrar el cambio de sentido
que adquieren estos actos, varios estudios han analizado eventos que hoy podríamos denominar
como parte de la violencia sexual y que fueron señalados y dichos sin que por ello se hayan asumido
como actos violentos, o no con la carga negativa que hoy se aplican. Engle por ejemplo, estudia la
narrativa de Hemingway en su novela Por quién doblan las campanas, en la que María, hija de un
alcalde republicano es torturada y violada por componentes fascistas y posteriormente rescata por
la guerrilla. Su historia, como describe Engle, no anula la violencia, pero se concentra en su papel
político y, especialmente, en la posibilidad del amor y de la sexualidad satisfactoria que el discurso
de la violencia sexual niega. Janet Halley estudia el debate suscitado a partir de la publicación de
Una mujer en Berlín, escrito anónimo asignado a una mujer que vivió en Berlín luego del ingreso de
las fuerzas rusas en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Este texto, como describe Halley,
puede ser visto como un relato de violencia sexual - en que la mujer alemana se convierte en un
sujeto pasivo de agresores, sin agencia ni control - o como uno en que la mujer utiliza su sexualidad
como forma de supervivencia, agencia y resistencia política, teniendo en cuenta que en el marco
de la conflictividad y limitaciones del momento, la mujer elige con quién sostener relaciones
sexuales y cómo hacerlo de tal forma que le generen seguridad. En Halley, «Rape in Berlin»; Engle,
«El juicio del sexo en tiempos de guerra».
Capítulo 3 159
En estos distintos campos del derecho y las relaciones internacionales la experiencia del
caso colombiano fue relevante en los circuitos que los desarrollaron a partir de la década
de 1990. Dado el aumento de la violencia en el país y de su peculiaridad en el contexto
latinoamericano420, diferentes organismos internacionales fijaron su atención en la
situación particular de mujeres, niñas y niños y se nutrieron de la experiencia local para
producir un conocimiento particular en torno a la violencia sexual.
420
Latinoamérica estuvo marcada hasta la década de 1980 por dictaduras que poco a poco fueron
finalizando, como ocurrió en Bolivia (1982), Argentina (1983), Uruguay (1984), Chile (1990),
Paraguay (1989), Perú (1980), Brasil (1985), entre otros. Además, hubo experiencias de guerras
civiles que también se fueron agotando, como ocurrió en Guatemala (1996), Nicaragua (1990),
Salvador (1992) y Perú (2000). Desde esta perspectiva, el caso colombiano resultaba excepcional
por tener un conflicto interno que no solo no finalizaba sino que se agudizaba e intensificaba en la
década de 1990, mientras que la experiencia de otros países era de finalización de la violencia y
reconstrucción social.
421
Sobre este punto volveré un poco más adelante, pero basta señalar que las resistencias
existentes a avanzar hacia la positivización de la regulación de la violencia contra las mujeres en
general, encontró como contra-argumento la publicidad de las violaciones cometidas en estas
experiencias, que fueron leídas con tal nivel de gravedad que hacía imposible oponerse a medidas
que enfrentaran la violencia sexual en la guerra y, de paso, todas las violencias contra las mujeres.
Ver Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 153; Azuero, «Science and International
Thematic Prosecution of Sex Crimes», 258.
160 El campo del derecho internacional
422
La Recomendación 19 del Comité de la CEDAW hablar de violencia basada en el sexo, la
Convención de Belém do Pará de 1994 la denomina violencia contra la mujer basada en su género.
En el plano nacional la denominación no ha sido tampoco uniforme y ha incorporado las nociones
de violencia basada en el género, violencia contra la mujer por su condición de mujer o por el hecho
de ser mujer. Ver Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, «Recomendación
general No. 19. La violencia contra la mujer» (1992),
https://tbinternet.ohchr.org/Treaties/CEDAW/Shared%20Documents/1_Global/INT_CEDAW_GEC
_3731_S.pdf; Organización de Estados Americanos, Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará).
423
La Comisión de Expertos rindió dos informes provisionales el 9 de febrero y 3 de octubre de 1993
y un informe final el 27 de mayo de 1994. Ver: Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
«Resolución 780», S/RES/780 § (1992); Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Informe
provisional de la Comisión de Expertos Establecida en virtud de la resolución 780 del Consejo de
Seguridad (1992)», 10 de febrero de 1993; Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
«Segundo informe provisional de la Comisión de Expertos Establecida en virtud de la resolución
780 del Consejo de Seguridad (1992)», 6 de octubre de 1993; Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, «Informe final de la Comisión de Expertos Establecida en virtud de la resolución
780 del Consejo de Seguridad (1992)», 27 de mayo de 1994.
La Comisión estuvo compuesta por cinco miembros, uno de los cuales ejerció como presidente.
Inicialmente el presidente fue el holandés experto en DIH y redactor de los Protocolos de Ginebra
Capítulo 3 161
de 1977, Frits Kalshoven. Este cargo fue cedido posteriormente al egipcio Mahmoud Cherif
Bassiouni, experto en crímenes de guerra y en derecho penal internacional. Los otros miembros
fueron el canadiense William J. Fenrick (experto en crímenes internacionales y DIH), el senegalés
Keba M'baye (presidente y comisionado de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU entre
1977-1987) y el noruego Torkel Opsahl (experto en derechos humanos y miembro del Comité de
Derechos Humanos de la ONU). En reemplazo de este último que falleció en el marco de su
mandato, y de Frits Kalshoven que cedió su cargo por razones médicas, fueron nombradas la
profesora Christine Cleiren (Países Bajos) y la noruega Hanne Sophie Greve (jueza de la Corte
Internacional de Justicia y miembro de la Corte Europea de Derechos Humanos). El equipo legal
era dirigido por la estadounidense Nancy Paterson y, en total había cerca de 40 personas en terreno,
la mayoría de mujeres. Una historia detallada sobre la configuración del tribunal puede leerse en
John Hagan, Justice in the Balkans: prosecuting war crimes in the Hague Tribunal, Chicago Series
in Law and Society (Chicago: University of Chicago Press, 2003), 51 y ss.
424
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 808», S/RES/808 § (1993),
https://undocs.org/es/S/RES/808%20(1993); Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
«Resolución 827», S/RES/827 § (1993), https://undocs.org/es/S/RES/827%20(1993).
425
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 955», S/RES/955 § (1994),
https://undocs.org/es/S/RES/955%20(1994).
426
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, «Declaración y Programa de Acción de Viena»
(Viena, 25 de junio de 1993), párr. 18. Para mayores detalles ver Vergel Tovar, «Les usages
militants et institutionnels du droit», 67.
162 El campo del derecho internacional
violencia contra las mujeres, según algunas feministas del Norte Global427.
En el contexto de los intensos debates desde el activismo feminista tecnificado por los
tribunales internacionales, el 15 de septiembre de 1995, se llevó a cabo la Cuarta
Conferencia Mundial sobre la Mujer, la cual aprobó la Declaración y Plataforma de Acción
de Beijing. Esta señalaba: “la depuración étnica como estrategia bélica y sus
consecuencias, la violación, incluyendo la violación sistemática de mujeres en situaciones
de guerra, que dan lugar a éxodos en masa de refugiados y de personas desplazadas,
constituyen prácticas abominables”430.
427
Ver Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 1119.
428
Ibid., pos. 894. De acuerdo con Engle, algunas corrientes dominantes del feminismo del Norte
Global ubicaban el género como el principal sistema de opresión a derrocar, mientras que las
feministas del Sur Global criticaban esa postura por desconocer los contextos socio-culturales, otras
estructuras de dominación (como el capitalismo o el racismo) y por su carácter colonial, además de
desconocer la agencia de las mujeres del “Tercer Mundo” y asumir que esa estructura de
dominación era universal (Ibid., cap. 1.) El tipo de feminismo que terminó por imponerse en el
derecho internacional, ha sido denominado por Engle como un feminismo con sesgo estructuralista,
el cual considera que la dominación del hombre sobre la mujer se basa fundamentalmente en la
subordinación sexual masculina sobre la femenina, la cual es universal y replicada por el derecho
(que mantiene la dicotomía público/privado), el cual debe transformarse (Ibid., pos. 621, 720.)
429
Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 956. Los otros elementos que contribuyeron
al consenso según Engle fueron: la invocación de un "universalismo culturalmente sensible" y un
enfoque basado en redes feministas internacionales que se habían desarrollado desde mediados
de los años ochenta (Ibid., pos. 804.)
430
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, «Declaración y Plataforma de Acción de Beijing»
(Beijing, 15 de septiembre de 1995), párr. 131. Dentro de la plataforma de acción creada se
establecieron doce ejes, incluyendo “La violencia contra la mujer” y “La mujer y los conflictos
armados”. Ibid., sec. D, E.
Capítulo 3 163
Este carácter excepcional hizo que la violencia sexual fuera incluida en un estatus de
mayor gravedad que otras conductas, incluidas otras violencias contra las mujeres. Ello
implicaba un proceso de jerarquización de violencias y crímenes y, a su vez, de víctimas y
agresores. En otras palabras, a partir de ese proceso de separación, la violencia sexual
adquirió un estatus jurídico que permitió impulsar estrategias para lograr su judicialización,
pero al mismo tiempo la volvió excepcional frente al resto de violencias cometidas en la
guerra y en contra de las mujeres434.
431
“In this view women are not a particular group of humanity but a universe of their own. In the new
feminist universalist worldview, humanitarian law and international criminal law norms relating to
armed conflict could be about women”. Halley, «Rape at Rome», 6.
432
Ibid., 7, 8.
433
Halley, «Rape in Berlin», 6.
434
Con el tiempo, esta excepcionalidad llevaría a procesos de jerarquización y a impactos
considerados negativos por algunas académicas. Una síntesis de estas críticas la presenté en
«Reflexiones sobre la investigación de crímenes de violencia sexual en el marco de la justicia
transicional», en Género y derecho penal. Homenaje al Prof. Wolfgang Schöne (Lima: Pacífico
Editores, 2017).
164 El campo del derecho internacional
En contravía de algunas posturas feministas que aseguraban que no era posible trabajar
en el derecho ni en el Estado dado su carácter abiertamente patriarcal, emergió una nueva
visión que los convirtió en escenarios de incidencia435. Para lograrlo era imprescindible un
nuevo tipo de organización más formal y una apropiación de las lógicas y
profesionalización de los lenguajes para ajustarlos a los escenarios jurídicos. Esto significó
una reconfiguración de los movimientos de mujeres consistente en la “oenegización” e
institucionalización de las organizaciones y su incorporación en el andamiaje legal
internacional436. Esta institucionalización de un sector del movimiento de mujeres sirvió de
mecanismo de incidencia ante los organismos internacionales, favoreció un tipo de actuar
conjunto entre diversas escalas del movimiento de mujeres nacional e internacional y
facilitó la apropiación de los resultados obtenidos. También creó – y sigue creando –
jerarquías entre quienes se institucionalizaron y podían participar en esos circuitos y
quienes no.
Luego de instalados los Tribunales del ICTY y ICTR, el reto de aquellas organizaciones
que habían contribuido a su juridificación consistió en impulsar investigaciones que
tomaran en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres, especialmente atendiendo a
la experiencia de la violencia sexual, en la cual la cuestión del consentimiento se volvió
435
Janet Halley ha catalogado el feminismo abocado a los cambios legales en los tribunales
internacionales como un “Feminismo gobernante” (Gobernance feminism), caracterizado por ser un
feminismo profesionalizado, orientado a la búsqueda del ejercicio del poder para las mujeres en el
orden local y global. Ver Halley, «Rape in Berlin», 2. Este feminismo tendió a operar como coalición
– principalmente a través de ONG – con altos niveles de consenso. Ver Halley, «Rape at Rome»,
2-7. Para ampliar sobre algunas de las principales posturas feministas frente al derecho ver, entre
otras, Robin West, Género y teoría del derecho (Siglo del Hombre Editores, 2000).
436
Una de las manifestaciones de esa institucionalización se dio en las reuniones y conferencias de
aprobación de la CPI, en las que la participación de la sociedad civil dependía de su registro a través
de ONG. En otras palabras, la participación se privilegiaba a través de las organizaciones instituidas
y reconocidas. Pero en sentido inverso, la Coalición de organizaciones se tecnificó de tal manera
que más allá de ser consultoras se transformaron en verdaderas “expertas”, haciendo su
participación imprescindible en el proceso (Halley, «Rape at Rome», 20.). Estas organizaciones
emergieron en el marco de un proceso de instalación del neoliberalismo y son, en palabras de Ochy
Curiel, parte del proceso de estabilización requerida para su desarrollo: “el Estado no es el enemigo,
es una instancia en la que tendríamos que hacer una especie de “lobby” (…) para incidir en la
política pública (…). ¿Qué son las ONG? No son más que unas intermediarias entre el Estado y la
sociedad civil (…) En esa identidad híbrida (…) pasan a ser por un lado, sustitutas del Estado porque
empiezan a dar servicios (…), que a la vez son espacios laborales y a la vez se creen espacios del
movimiento” (Ochy Curiel, «Feminismos desde Abya Yala - Ochy Curiel», l. min. 1:0535-1:06:55,
accedido 5 de junio de 2020, https://www.youtube.com/watch?v=jfWjTurPiug.).
Capítulo 3 165
central437. Sobre este último aspecto es significativo hacer notar que en los tribunales de
Nuremberg y Tokio – anclados en la gramática del honor – el consentimiento y la
resistencia no fueron elementos centrales en los debates, mientras que a partir del giro
epistemológico que se da en la década de 1990, se vuelven un núcleo de permanente
disputa. Aunque hacer la comparación entre ambos escenarios judiciales puede no resultar
adecuado, pues en los de Nuremberg y Tokio la violencia sexual no fue un asunto visto de
manera central sino tangencial, no deja de ser significativo, en todo caso, que haya habido
un cambio no solo en la centralidad, sino en las formas de tratamiento a la cuestión de la
violencia sexual, lo cual es sintomático del giro epistemológico. Podría pensarse que hay
un efecto inesperado del cambio de gramática que desplaza el honor por los derechos
humanos – especialmente por la libertad –, que lleva como correlato la demostración, en
el ejercicio de la libertad sexual, de que el acto no fue consentido. Ello no significa que
437
La historia de la incidencia ante los tribunales internacionales y sus logros es larga, sin embargo,
de las múltiples sentencias destacan la de Akayesu y Furundzija.
El caso Akayesu del ICTR marcó un hito en la jurisprudencia sobre el tema por considerar la
violación como un crimen de lesa humanidad y detallar sus elementos, dejando de lado la
manifestación de la falta de consentimiento y poniendo relevancia en las circunstancias de coerción.
Akayesu fue condenado por el delito de genocidio y violación como crimen contra la humanidad.
Este caso sentó las bases recientes para la interpretación de la violencia sexual: allí se la consideró
como un mecanismo para destruir a los grupos – en este caso los Tutsis; en otras palabras, como
un arma de guerra. Ver Tribunal Penal Internacional para Ruanda, «The Prosecutor versus Jean -
Paul Akayesu», Case No. ICTR-96-4-T § (1998), https://unictr.irmct.org/sites/unictr.org/files/case-
documents/ictr-96-4/trial-judgements/en/980902.pdf; Catharine A. MacKinnon, «Defining Rape
Internationally: A Comment on Akayesu», Columbia Journal of Transnational Law 44, n.o 3 (2 de
enero de 2006): 944. En diciembre de 1998 el ICTY condenó bajo argumentos similares en el caso
de Furundzija.
A partir del año 2000 con los fallos del ICTY, la forma de interpretar la responsabilidad penal de los
comandantes se vio impactada. Previamente, se consideraba que la violencia sexual era un delito
del cual solo podría ser condenado el autor que lo efectuaba y, por ende, estaba excluido de la
responsabilidad a los comandantes. A partir de esos fallos se reconsideró esa formulación y se
amplió la responsabilidad directa a quienes hubieran “planeado, instigado, cometido, ordenado,
auxiliado o incitado la ejecución de crímenes”, es decir, inclusive sin haber tenido contacto con la
víctima, pudiendo prever que la violencia sexual se perpetraría y no tomando ninguna medida para
evitarla. Ver Viseur Sellers, Procesos penales, 15.
Este asunto – probar el consentimiento o suponer su ausencia por el entorno coercitivo – son
centrales en los debates sobre violencia sexual. Kimberly Theidon, por ejemplo, considera que esas
presunciones anulan las posibilidades de las víctimas de consensuar, es decir, su agencia. Vale la
pena anotar, no obstante, que los casos decididos en los ICTY y ICTR se presentaron en contextos
de violencia genocida, bastante distintos de los ocurridos en el caso peruano o colombiano.
Una revisión profunda de los desarrollos de las sentencias de los Tribunales de Ruanda y la Antigua
Yugoslavia se encuentran en Viseur Sellers, Procesos penales. Janet Halley estudia los casos del
ICTY de Tadić, Furundzija, Kunarac y del ICTR de Akayesu en su texto «Rape at Rome».
166 El campo del derecho internacional
La CPI tuvo un impacto notorio en Colombia en dos aspectos: en primer lugar, al tipificar
ciertas conductas sexuales como crímenes de lesa humanidad, de guerra y genocidio,
sentó las bases para delimitar lo que ingresaba o no en la comprensión de la violencia
sexual y su asociación con el género441. Los crímenes tipificados fueron: violación,
438
De hecho, antes del giro epistemológico a las víctimas de violencia sexual les demandaban
pruebas suficientes sobre su resistencia al acto. De ello hay suficiente información que ilustra la
importancia del consentimiento en el debate probatorio, por ejemplo, el estudio de Vigarello, Historia
de la violación. Trato de poner de manifiesto que para el caso de los conflictos armados en
específico, en esa puntual experiencia previa de los Tribunales de Nuremberg y Tokio recogidos, la
valoración fue diferente y no deja de ser sintomático del giro entre el honor y la libertad el tratamiento
distinto en contextos en apariencia similares.
439
Un estudio significativo sobre esta cuestión del honor y la libertad, fue realizado para contextos
no relacionados con la guerra en Asúa Batarrita, «El significado de la violencia sexual contra las
mujeres y la reformulación de la tutela penal en este ámbito. Inercias jurisprudenciales».
440
Karen Engle, «Feminism and Its (Dis)contents: Criminalizing Wartime Rape in Bosnia and
Herzegovina», The American Journal of International Law 99, n.o 4 (2005): 783, 784,
https://doi.org/10.2307/3396669.
441
Para Catharine MacKinnon, nombrada como Asesora Especial de la CPI en crímenes de género
en 2008, el Estatuto de Roma por primera vez convirtió el género en un elemento del derecho
positivo: “Now for the first time, there is an explicit gender-based crime, and many crimes that are
gender-based in reality are formally understood as gender- based in law -- unfortunately in my view
not including gays and lesbians as such, but covering men and boys who are subjected to sexual
atrocities and other gender-based aggression, as well as women and girls. Like many things, this
one is better in French – les crimes à caractere sexiste – and unlike many things expressed in
French, is also a bit more direct. Addressing such crimes, truly, in Prosecutor Moreno-Ocampo’s
words, begins a new era”. Catharine A. MacKinnon, «The International Criminal Court and Gender
Crimes», Speech, Consultative Conference on International Criminal Justice., 11 de septiembre de
2009, https://www.icc-cpi.int/NR/rdonlyres/2B344A20-EBDC-406C-8837-
Capítulo 3 167
3973274F4501/280839/speech110909.pdf.
442
«Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional», A/CONF.183/9 § (1998), párr. artículos
7.1.g., 8.2.b.xxii y 8.2.e.vi., https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf.
El alcance de estas normas y su relación con el acceso a la justicia para el caso colombiano, lo
estudié en «El derecho a la justicia de las mujeres víctimas de violencia sexual en razón del conflicto
armado en Colombia» (Universidad Santo Tomás, 2012).
443
De hecho, algunas organizaciones nacionales reclamaban la armonización de la legislación
interna con la del Estatuto de Roma. Ver Corporación Humanas Colombia, «Situación en Colombia
de la violencia sexual contra las mujeres» (Bogotá, 2009), 38,
http://www.fundacionmujeres.es/img/Document/15011/documento.pdf; Corporación Sisma Mujer,
«Crímenes de lesa humanidad, violencia sexual y justicia de género en Colombia», 2011, 89,
http://bdigital.unal.edu.co/48770/1/crimenesdelesahumanidad.pdf.
444
El Estatuto de Roma de la CPI y los crímenes sexuales que introdujo fueron fundamentales como
argumento para justificar la incorporación de la violencia sexual como parte de los delitos justiciables
y no amnistiables en el marco de la negociación con grupos paramilitares en 2005. Este aspecto lo
estudiaré a profundidad en el capítulo 5.
445
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, Artículo 17.
168 El campo del derecho internacional
446
La Fiscalía de la CPI decidió, a partir de noviembre de 2012, limitar su examen preliminar en
torno a cinco temas fundamentales, incluidas las actuaciones judiciales relacionadas con crímenes
sexuales. Ver Corte Penal Internacional, «Situación en Colombia. Reporte Intermedio», 14 de
noviembre de 2012, párr. 22, 224, https://www.icc-cpi.int/NR/rdonlyres/3D3055BD-16E2-4C83-
BA85-35BCFD2A7922/285202/OTP2012035032COLResumenEjecutivodelReporteIntermed.PDF.
447
En Asúa Batarrita, «El significado de la violencia sexual contra las mujeres y la reformulación de
la tutela penal en este ámbito. Inercias jurisprudenciales», 107, 108.
Capítulo 3 169
Como se observa, este giro del honor al bien jurídico de la libertad ha implicado no solo
resituar al primero, sino transformar las implicaciones del segundo, lo cual ha sido posible,
en parte, por la centralidad del lenguaje de los derechos humanos que ha disputado la
moralidad basada en la honestidad a una nueva basada en la libertad, la cual coexiste con
ella.
Los componentes de los sistemas de derechos humanos y del derecho penal internacional
se entrelazaron con la construcción de lo que hoy se conoce como la Agenda sobre la
Mujer, la Seguridad y la Paz (en lo sucesivo la Agenda). Esta Agenda trata de diversas
recomendaciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que han sentado las
bases para la cooperación internacional y la actuación de los Estados a través de la
exigencia para ponerle fin a la violencia sexual en los conflictos armados y atender a las
víctimas448.
En octubre del año 2000, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) aprobó la resolución 1325 que inauguró la Agenda. Esta resolución reconocía que
“las mujeres y los niños, constituyen la inmensa mayoría de los que se ven perjudicados
por los conflictos armados”, lo cual genera efectos para “la paz y la reconciliación
duraderas”449. En consecuencia, pedía un aumento en la representación de las mujeres en
los procesos de paz y “proteger a las mujeres y las niñas de la violencia por razón de
género, particularmente la violación y otras formas de abusos sexuales, y todas las demás
formas de violencia en situaciones de conflicto armado”450.
La resolución 1325 giró las políticas de las Naciones Unidas frente a la violencia contra las
448
La Agenda se compone de las resoluciones: Resolución 1325; «Resolución 1820», S/RES/1820
§ (2008), https://undocs.org/es/S/RES/1820%282008%29; «Resolución 1888», S/RES/1888 §
(2009), https://undocs.org/es/S/RES/1888%20%282009%29; «Resolución 1889», S/RES/1889 §
(2009), https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2011/8236.pdf; «Resolución 1960»,
S/RES/1960 § (2010), https://undocs.org/es/S/RES/1960%282010%29; «Resolución 2106»,
S/RES/2106 § (2013), https://undocs.org/es/S/RES/2106%282013%29; «Resolución 2122»,
S/RES/2122 § (2013), https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2014/9580.pdf; Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 2242», S/RES/2242 § (2015),
https://undocs.org/es/S/RES/2242(2015); Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
«Resolución 2467», S/RES/2467 § (2019), https://undocs.org/pdf?symbol=es/S/RES/2467(2019);
Consejo de Seguridad Organización de las Naciones Unidas, «Resolución 2493», Pub. L. No.
S/RES/2493 (2019).
449
Resolución 1325, Preámbulo.
450
Ibid., párr. 10.
170 El campo del derecho internacional
Tal como señalé en los capítulos previos, la mujer como víctima en Colombia emergió en
conjunto con su papel de activista por la paz. Víctima y activista fueron dos sujetos del
mismo discurso y la violencia sexual ocupó un lugar de encuentro entre ambas caras. El
giro es entonces significativo: más que hablar de un crimen entre muchos otros, la
resolución se detuvo en la violencia y el abuso sexual como una forma particular de
violencia de género – la única que enuncia – y le asignó un lugar en “la paz y la
reconciliación duraderas”. Dejó de ser un crimen individual para hacerse un crimen
significativamente colectivo y amenazar la seguridad internacional.
La resolución 1325 y las que la desarrollaron posteriormente sirvieron como una plataforma
central de actuación para algunas organizaciones de mujeres, así como para articular el
trabajo colectivo de organizaciones feministas, de mujeres y mixtas en Colombia451.
En el año 2008 fue emitida la resolución 1820 – primera después de la resolución 1325–
la cual se refirió específicamente a la cuestión de la violencia sexual. En ella, el Consejo
de Seguridad de la ONU,
1. Destaca que la violencia sexual, cuando se utiliza o se hace utilizar como táctica
de guerra dirigida deliberadamente contra civiles o como parte de un ataque
451
Entre otros ejemplos, la Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (IMP) fue fundada
en 2001 bajo los postulados de la Resolución 1325 y tiene como visión “incidir en la construcción
de la paz “bajo los principios de la Resolución 1325”, ver Iniciativa de Mujeres Colombianas por la
Paz, «Quiénes somos», http://www.mujeresporlapaz.org/quienes_somos.html, accedido 18 de
agosto de 2020, http://www.mujeresporlapaz.org/quienes_somos.html. Limpal Colombia – que es la
filial en Colombia del movimiento Women´s International League For Peace and Freedom (WILPF)
fundada en 1915, promotora de la Resolución 1325 – fue fundada en 1998 y se caracteriza como
una organización que promueve “la implementación de la Resolución 1325 del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas y la Agenda de “Mujer, Paz y Seguridad” en Colombia”, ver
Limpal Colombia, «Sobre nosotras», https://www.limpalcolombia.org/es/limpal-colombia/sobre-
nosotras, accedido 18 de agosto de 2020, https://www.limpalcolombia.org/es/limpal-
colombia/sobre-nosotras.
Capítulo 3 171
Con esta resolución se estableció una conexión entre la violencia sexual – como “táctica
de guerra” o como un “ataque generalizado o sistemático” – y la paz y seguridad
internacional. En otras palabras, se transfería el efecto de la violencia sexual más allá de
las víctimas y su entorno más inmediato para llevarlo al plano de las relaciones
internacionales; la existencia de la violencia sexual era, en sí misma, una posible causa de
los conflictos armados. Nótese la importancia del giro: ya no se trataba de una violencia
incidental e inevitable en las guerras, sino de una causa fundamental de la guerra misma.
El desarrollo de las distintas resoluciones y sus giros han sido objeto de estudios e
interpretaciones diversas453. Hay quienes, como Lina Céspedes454, interpretan el
transcurso de las resoluciones de la Agenda como un abandono y modificación del lugar
de activistas por la paz de las mujeres para “dar paso [a] una hegemonía del imaginario de
452
Resolución 1820. Cursivas en el texto original.
453
Para un análisis pormenorizado de estas resoluciones, su historia, interpretación e impactos, ver
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 70; Karen Engle, «The Grip of Sexual
Violence: Reading UN Security Council Resolutions on Human Security», en Rethinking
Peacekeeping, Gender Equality and Collective Security, ed. Gina Heathcote y Dianne Otto
(Palgrave Macmillan, 2014), http://www.palgraveconnect.com/doifinder/10.1057/9781137400215;
Henry, «The Fixation on Wartime Rape Feminist»; Sabine Hirschauer, The Securitization of Rape:
Women, War and Sexual Violence (Palgrave Macmillan, 2014); Kimberly Theidon, «A Greater
Measure of Justice: Gender, Violence and Reparations», en Mapping Feminist Anthropology in the
Twenty-First Century, ed. Ellen Lewin y Leni M. Silverstein (Rutgers University Press, 2016); Engle,
«A Genealogy of the Centrality of Sexual Violence»; Kimberly Theidon, «1325 + 17 = ? Filling in the
Blanks of the Women, Peace, and Security Agenda», en The Oxford Handbook of Gender and
Conflict, ed. Dina Haynes et al., 2018, 145-56; Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict.
454
Abogada y docente de la Universidad del Rosario, doctora en derecho en Temple University
(Filadelfia).
172 El campo del derecho internacional
455
Lina María Céspedes-Báez, «Conflicto Armado Colombiano y Feminismo Radical Criollo: una
aproximación preliminar a las lecciones aprendidas», en Aristas del Conflicto Colombiano, ed. María
Victoria Uribe y Ana María Forero (Universidad del Rosario, 2014), 132.
456
Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, cap. 5.
457
Este aspecto lo profundicé en los capítulos 1 y 2.
458
Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 3201.
459
“Sexual violence is deeply dehumanizing, inflicts intense mental and physical trauma, and is often
accompanied by fear, shame and stigma”, en Secretario General de las Naciones Unidas, «Report
of the Secretary-General pursuant to Security Council resolution 1820 (2008)», 20 de agosto de
2009, párr. 4, https://www.un.org/sexualviolenceinconflict/wp-content/uploads/report/s-2009-
362/SG-Report-2009.pdf. “Sexual violence may inflict intense physical and psychological trauma,
and often results in fear, shame and stigma”, en Secretario General de las Naciones Unidas, «Report
of the Secretary-General on the implementation of Security Council resolutions 1820 (2008) and
1888 (2009)», 24 de noviembre de 2010, párr. 30, https://www.un.org/sexualviolenceinconflict/wp-
content/uploads/report/report-of-the-secretary-general-on-the-implementation-of-security-council-
resolutions-1820-2008-and-1888-2009/SG-Report-2010.pdf. “Sexual violence, and the long shadow
Capítulo 3 173
C. El caso Colombia
En 1989 las Naciones Unidas habían aprobado la Convención sobre los Derechos del
Niño461, que transformó significativamente las formas de ver a la infancia y la dotó de
derechos. La aprobación de la Convención derivó en una serie de estudios para identificar
su situación en distintas esferas; a la experta Graça Machel462 le fue encomendada la
revisión de la cuestión de la infancia y los conflictos armados, lo cual derivó en la
publicación, en agosto de 1996, del informe “Repercusiones de los conflictos armados
sobre los niños”, cuya elaboración incluyó una visita a Colombia en abril de 1996 a la región
del Urabá463. En los hallazgos del informe la experta Machel resaltó la exposición de los
of terror and trauma it casts, disproportionately affects women and girls”, en Secretario General de
las Naciones Unidas, «Conflict-related sexual violence. Report of the Secretary-General», 13 de
enero de 2012, párr. 6, https://www.un.org/sexualviolenceinconflict/wp-
content/uploads/report/conflict-related-sexual-violence-report-of-the-secretary-general/SG-Report-
2012.pdf.
460
Este asunto no fue exclusivo del campo internacional. En el capítulo 4 se detalla la información
que circulaba en Colombia sobre este mismo tema desde mediados de la década de 1990.
461
«Convención sobre los Derechos del Niño» (1989).
462
Graça Machel es oriunda de Mozambique y fue nombrada en 1994 presidenta de la Comisión de
Estudios de las Naciones Unidas sobre el Impacto de los Conflictos Armados en la Infancia. Fue
integrante del Frente de Liberación de Mozambique, luego de cuya independencia ocupó el cargo
de ministra de cultura y educación. Ha recibido numerosos premios por su trabajo en la defensa de
los derechos de la infancia y las mujeres.
463
El informe fue encomendado a Graca Machel en 1993 y también es conocido como el Informe
Machel. Organización de las Naciones Unidas y Graça Machel, «Repercusiones de los conflictos
174 El campo del derecho internacional
niños a la violencia física y sexual y recomendó: “Ya sean obra de un soldado o un oficial,
todas las violaciones u otro tipo de tortura sexual que se produzcan en tiempos de guerra
deben ser perseguidos”464.
Dentro de las formas disponibles para referirse a la violencia sexual en los conflictos
armados, el informe optó por la asociación con la tortura y la demanda de investigaciones
judiciales. Ambos elementos nos revelan aspectos significativos de las formas como se
interpretaba para entonces la violencia sexual. En el caso de la tortura, era una fórmula
que permitía tratar el tema sin la vergüenza y culpa que generaba en las víctimas el estigma
de la violencia sexual, además que se creía que dotaba de una connotación política a los
hechos, sacándolos del ámbito privado y trasladándolos al público y a la responsabilidad
estatal465. La segunda cuestión, la judicialización, no solo da cuenta de un clima político
del momento en el que se debatía la creación de la CPI y del curso de los tribunales
internacionales, sino que permite ver de qué formas la idea de la violencia sexual fue
construida en torno a la necesidad de hacer justicia. No es posible comprender la
emergencia de la violencia sexual y su desarrollo, si simultáneamente no se conjuga con
466
Emerio Torres Pérez, «La discriminación aumenta en la guerra», El Mundo, 8 de marzo de 1998.
Ver también Enviados Especiales, «Menores, víctimas de la confrontación», El Colombiano, 3 de
marzo de 1998; Ana Lucía Raffo Flórez, «Los niños, víctimas ineludibles de guerra», El Espectador,
1 de marzo de 1998. Previamente, entre 1996 y 1997 la UNICEF había elaborado un informe en
conjunto con dos organizaciones titulado “El espejismo de esas hojas”, en el cual estudiaba la
relación entre los cultivos ilícitos y los impactos a mujeres y niños en Caquetá y Putumayo. Ángela
Constanza Jerez, «El espejismo de los niños raspachines», El Tiempo, 29 de junio de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1233390. Según la nota de prensa, aunque el
documento había sido elaborado en 1996 y 1997, “No fue dado a conocer antes porque las
entidades estaban esperando una coyuntura como la audiencia para que de verdad fuera tenido en
cuenta”.
467
Raffo Flórez, «Los niños, víctimas ineludibles de guerra».
468
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 1261», Pub. L. No. S/RES/1261
(1999), Punto 1, Resolución 1261. Engle considera que esta resolución constituyó un precedente
de la resolución 1325 que inauguró la Agenda sobre Mujer, Seguridad y Paz, que he mencionado
antes y profundizaré más adelante. Ver Engle, «Reading UN Security Council Resolutions»; Engle,
The Grip of Sexual Violence in Conflict.
176 El campo del derecho internacional
Como se observa, los actos de naturaleza sexual en los conflictos se constituyeron en una
preocupación desde la perspectiva de la infancia. Estos actos no se reducían a la violación
sino que involucraban mutilaciones, abuso sexual y raptos y eran considerados como
afectaciones particulares a las niñas en tanto formas de violencia basada en el género.
En estos documentos no solo se ubicó un sujeto particular víctima – los niños o los niños
y las niñas – sino que se situó un elemento particular de sus motivos: no se trataba del
género – o no solo del género – sino de una táctica en la guerra. Cuando Machel señala
que no son víctimas incidentales sino el objetivo mismo, cuando Unicef dice que hay
consentimiento de los superiores, o cuando el Consejo de Seguridad habla de blancos de
ataque, apuntan a socavar ese relato dominante que señalaba que la violencia sexual era
un efecto colateral de la guerra. Al hacerlo, la cuestión de la estrategia empieza a emerger
469
Resolución 1261, Punto 2.
470
Ibid., punto 10.
471
Organización de las Naciones Unidas, «Protocolo facultativo de la Convención sobre los
Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados», 25 de mayo de
2000 Resolución A/RES/54/263 § (2002).
Capítulo 3 177
Otro enfoque se iba tejiendo, ya no en relación con los combatientes sino con la población
civil. Entre los años 1981 y 2008, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) y la Oficina en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos (OACNUDH), publicaron al menos 30 informes referidos
específicamente a la situación de los derechos humanos en el país472. Este número
importante de informes se debe, en parte, al aumento de la vigilancia internacional desde
mediados de la década de 1990 por ambos órganos. La situación de derechos humanos
se había deteriorado tanto en el país, que por solicitud del presidente, en 1997 la ONU
instaló una Oficina en Colombia, la cual se encuentra aún vigente473. Algo similar ocurrió
con la CIDH, la cual publica un informe anual de seguimiento a la situación de derechos
humanos en las Américas, dentro del cual se incluye el capítulo IV, que se refiere a la
situación especial de ciertos países con problemáticas preocupantes en derechos
humanos. Colombia fue incluida dentro del capítulo IV de manera permanente desde el
año 2000 hasta el año 2011.
Tanto en la OACNUDH como en la CIDH en la década de los 90 y hasta el año 2000, las
referencias a la violencia cometida contra las mujeres se asociaron prioritariamente al
ámbito de lo doméstico y del tráfico de personas. Las pocas enunciaciones sobre el tema
del conflicto armado eran tangenciales e incorporaban una noción que incluía tanto lo que
472
Ver anexo 4. Aunque la OACNUDH como parte del Sistema de Naciones Unidas y la CIDH como
parte del Sistema Interamericano son diferenciables por su jurisdicción y los mecanismos internos
con los que operan, no debe pensarse que son sistemas separados por completo. Uno y otro se
remiten mutuamente, tienen en cuenta sus instrumentos, decisiones y pronunciamientos y se
articulan de manera permanente para el seguimiento de los derechos. Como se lee en los informes
que se refieren a la violencia sexual, ambos sistemas toman en cuenta los hallazgos del otro para
reiterar o profundizar sus observaciones. En este sentido, deben verse de manera conjunta y
articulada.
473
Ministra de Relaciones Exteriores del Gobierno de la República de Colombia y Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Acuerdo relativo al establecimiento en
Colombia de una Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos», 29 de noviembre de 1996. De acá en adelante OACNUDH.
178 El campo del derecho internacional
hacían los actores armados como los efectos producidos por el desplazamiento.
En el caso de los informes anuales de la OACNUDH, entre los años 1997 y 1999 la Oficina
mencionó la violencia sexual en conjunto contra mujeres, niños y niñas, hizo alusión sobre
el “tráfico” de mujeres y la “violencia doméstica y sexual contra la mujer”, sin pronunciarse
sobre la guerra474. A partir del año 2000 los informes incluyeron los fenómenos por fuera y
dentro del conflicto armado bajo las categorías de “violencia intrafamiliar y abuso sexual
contra menores”, “agresión sexual” y “tráfico de mujeres” y para el año 2000 destacó:
Por efecto del conflicto armado, las mujeres son quienes sufren los mayores
rigores del desplazamiento al asumir necesariamente la jefatura del hogar y la
responsabilidad por su sustento. Se reportaron casos de violencia sexual contra
las mujeres ejercida por actores armados475.
La tendencia en el caso de la CIDH fue similar: entre 1981 y el 2001 la CIDH había
producido ocho informes refiriéndose a la situación de Colombia. En su tercer informe de
febrero de 1999 incluyó un capítulo sobre “derechos de la mujer” en el cual analizó de
manera separada la “violencia doméstica y sexual”, sin incluir ningún análisis sobre el
conflicto armado476. En el informe anual de ese mismo año, haciendo seguimiento a sus
recomendaciones, la CIDH aplaudió las reformas para aumentar las penas en delitos
sexuales y la reforma al Código Penal que incluía tipos penales de violencia sexual referida
474
De forma tangencial el informe de 1997 reportó “violaciones sexuales” como “violaciones de los
derechos humanos y del derecho internacional humanitario” que no fueron denunciadas y sobre las
cuales no se contaba con “datos completos”. Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, año 1997»,
9 de marzo de 1998,
http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe1997es.pdf.
475
«Informe OACNUDH 2000».
476
«CIDH Tercer Informe 1999».
Capítulo 3 179
A partir del año 2001 comenzó un giro significativo: aunque no se abandonó del todo la
relevancia de la violencia contra las mujeres y la violencia sexual fuera de la guerra, la
ocurrida en el conflicto armado empezó a ocupar un lugar prioritario y jerárquicamente
superior478. Una evidencia de este giro se observa en los temas de interés que se
manifestaron en los informes de los organismos internacionales a partir de dicho año.
El giro del año 2001 tuvo una estrecha relación con la visita de la Relatora de violencia
contra la mujer de las Naciones Unidas en noviembre y la publicación de su informe en
marzo de 2002. Esta fue la primera vez que la Relatora visitó Colombia, lo cual tuvo,
además de un impacto simbólico, importancia en términos de los marcos normativos
nacionales, pues identificó una serie de obstáculos que debían ser removidos por el
Estado479. Ese informe inicia así:
La idea de que la violencia contra la mujer en el conflicto era una violencia eclipsada por
otros problemas y dejada de lado pese a ser habitual, fue parte de los argumentos
centrales del informe. Su narrativa se encargó de diferenciar de manera nítida a dos grupos
477
«Informe CIDH 1999». Sobre la incorporación de delitos específicos de violencia sexual en el
conflicto armado en el Código Penal me referiré en el capítulo 5.
478
Lo cual se tradujo, para la violencia fuera del conflicto, en una reducción de recursos, vigilancia
y, en consecuencia, de importancia en la agenda pública.
479
En los capítulos 1 y 2 profundicé en las formas como las organizaciones de mujeres se
apropiaron de este informe y sus conclusiones. En el capítulo 5 haré alusión a su importancia en
los debates sobre la justicia transicional y el Auto 092 de la Corte Constitucional.
480
Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias,
Sra. Radhika Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión
de Derechos Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001).
180 El campo del derecho internacional
Hacer la operación de separar a los hombres (en plural) de la mujer (en singular) era
necesario porque, tal como lo señaló la Relatora, voces diferentes consideraban que “la
violencia basada en el género en el contexto del conflicto no era un problema en
Colombia”482 o que no alcanzaba las magnitudes de otros casos como los de Ruanda y la
ex Yugoslavia, dado que no tenía un componente étnico. A partir de este negacionismo el
informe requería justificar por qué, aún sin tener las magnitudes de otros casos, la violencia
contra las mujeres en Colombia seguía siendo relevante. Al respecto la Relatora aseguró
que,
Esta afirmación incorpora dos aspectos esenciales en el relato: en primer lugar, intentaba
demostrar que la experiencia colombiana era homologable a otras como la yugoslava y
481
Como señalé en el capítulo 1, las activistas devinieron en expertas y estas precedieron a las
víctimas, sin que deba leerse esto como una invención imaginada. De la mano de una agencia
mediada y de los rumores sobre la violencia sexual, las activistas y expertas posicionaron
públicamente la idea de un sufrimiento femenino particular. En el capítulo 2 indiqué que en el marco
de los debates de la justicia transicional esas expertas adquirieron un carácter más cualificado de
la mano de los saberes jurídicos y de la psicología y empezaron a emerger casos anónimos o con
seudónimo, que serían el antecedente a la aparición pública de las víctimas, que no ocurrió sino a
partir del año 2009. En el capítulo 4 profundizaré en cómo esas víctimas anónimas empezaron a
abrirse un espacio en la opinión pública justamente desde el año 2002.
482
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 102.
483
Ibid.
Capítulo 3 181
ruandesa en virtud de la crueldad y, para ello, calificó la violencia contra la mujer como
“generalizada y sistemática”, a un nivel similar que el de estos países que estaban en
proceso de investigación484. Esto creó una jerarquía significativa en la cual aquella
violencia homologable a la de Ruanda y Yugoslavia – estratégica, generalizada y
sistemática – se hacía acreedora de vigilancia y, por ende, de mayor gravedad.
484
Ibid., párr. 103.
485
Desde una mirada amplia de la violencia sexual, también podría afirmarse que imponer códigos
de vestimenta tiene un componente sexual y podría encajar en la categoría. Sin embargo, no era
de aquellas reconocidas en el Estatuto de Roma, inclusive en la opción general de otras formas de
violencia sexual.
486
Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias,
Sra. Radhika Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión
de Derechos Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 105.
487
En el capítulo 2 detallé los informes que recogieron las conclusiones del informe de la Relatora
en sus diversos elementos. A manera de ejemplo, ver: Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006»; Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Tercer informe 2002», 2002; Corte Constitucional, Auto 092; Amnistía Internacional,
«Cuerpos marcados, crímenes silenciados». Con ocasión de esta visita, por primera vez en el país
la prensa tituló “La violación, un arma de guerra”. Ver Unidad de Paz, «La violación, arma de
guerra».
182 El campo del derecho internacional
jurídicos tangibles488.
Entre la visita de la relatora en el año 2001 y el 2007, los informes de Naciones Unidas
sobre Colombia se refirieron a la violencia sexual ligada al conflicto e involucraron a todos
los actores armados como responsables de su ocurrencia. Frente a la guerrilla los casos
que principalmente se denunciaron fueron en contra de mujeres y niñas reclutadas y
ligados a abortos y anticoncepción forzada, aunque también como formas de ataque a la
población civil489. En relación con los paramilitares, los informes destacaron su uso en el
ámbito de las masacres y previas a ejecuciones extrajudiciales490 y, a partir del año 2004,
señalaron la violencia sexual como una infracción al cese de las hostilidades en el marco
del proceso de acuerdo pactado491. En cuanto a la Fuerza Pública, los informes hicieron
referencia a su uso en aumento en contra de mujeres civiles, su relación con actos de
tortura y manifestaron preocupación por la judicialización en el marco de la justicia
castrense, pues estos actos debían ser investigados por la justicia ordinaria al no tratarse
en ninguna circunstancia de actos del servicio militar492.
488
Este aspecto lo desarrollaré a profundidad en el capítulo 5.
489
«Informe OACNUDH 2000», párr. 109; «Informe OACNUDH 2001», párr. 128; «Informe
OACNUDH 2002», párr. 48 del anexo; «Informe OACNUDH 2003», párr. 95; «Informe OACNUDH
2005», párr. 68.
490
«Informe OACNUDH 2000», párr. 109; «Informe OACNUDH 2001», párr. 94, 374; «Informe
OACNUDH 2002», párr. 40 del anexo.
491
«Informe OACNUDH 2004», párr. 8, 113, 116; «Informe OACNUDH 2005», párr. 60, 65. Este
asunto fue también un elemento que señalaron las organizaciones sociales, ver capítulo 2.
492
«Informe OACNUDH 2003», párr. 94, 10 del anexo II; «Informe OACNUDH 2004», párr. 85, 107,
117; «Informe OACNUDH 2005», párr. 36, 52, 69, resumen, 18 del anexo I; «Informe OACNUDH
2006», párr. 95 y 13, 81, 82 del Anexo I.
493
«Informe OACNUDH 2001», párr. 124; «Informe OACNUDH 2004», párr. 97, 99.
494
«Informe OACNUDH 2003», párr. 97, 99; «Informe OACNUDH 2007», párr. 70.
495
«Informe OACNUDH 2001», párr. 127.
496
«Informe OACNUDH 2003», párr. 47; «Informe OACNUDH 2004», párr. 124; «Informe
OACNUDH 2005», párr. 84.
Capítulo 3 183
Las formas de violencia sexual, los responsables y las respuestas esperadas fueron
producidas de manera simultánea en los informes internacionales sobre el caso Colombia:
la justicia, los registros y la atención a las víctimas fueron los caminos elegidos para hacerle
frente. Con ellos se delineaba un particular contorno de la violencia sexual emergente: su
carácter de crimen de género, cometido por todos los actores armados, justiciable, de
naturaleza silenciada y cuyas víctimas debían develarse para ser atendidas. En otras
palabras, se demandaba esa triple operación de hacer hablar, registrar e investigar para
identificar adecuadamente un fenómeno caracterizado por algunos rastros que hacían
suponer su existencia, pero del cual poco se conocía.
Este aumento significativo de la atención hacia la violencia sexual a partir de 2001 fue
coherente con la puesta en marcha de la Agenda sobre la Mujer, la Seguridad y la Paz en
el contexto del conflicto armado y, a partir de finales de 2002, de las negociaciones que el
gobierno Uribe adelantaba con los grupos paramilitares. Esta experiencia de negociación
fue la primera en desarrollarse luego de la resolución 1325 y de la aprobación de la CPI.
Ambos escenarios jurídicos – el de la paz y seguridad y el del derecho penal internacional
– exigían la judicialización de la violencia sexual, lo cual se hizo coherente y se profundizó
con el lenguaje de los derechos humanos que centralizaba a las víctimas y demandaba la
satisfacción de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación.
En el campo del Sistema Interamericano, en octubre del año 2006, la CIDH produjo el
497
«Informe OACNUDH 2008». Aunque escapa a esta tesis, no deja de ser llamativo que en 2009
y 2010 se creara un capítulo aparte de “Violencia sexual” y en 2011 uno sobre “Violencia sexual
relacionada con el conflicto”. Estas formas de organizar, enunciar y callar nos informan sobre una
variación en los sentidos mismos de la categoría, en la centralidad que empieza a adquirir y en su
distanciamiento respecto de otros fenómenos como la violencia cotidiana y otras formas de violencia
contra las mujeres.
184 El campo del derecho internacional
informe “Las mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas del conflicto armado
en Colombia”498. Allí la Comisión consideró que “La violencia contra las mujeres es utilizada
como estrategia de guerra por los actores del conflicto armado en su lucha por controlar
territorios y comunidades en distintas zonas del país”499, a través de cuatro
manifestaciones: 1. El uso de la “violencia física, psicológica y sexual para "lesionar al
enemigo"”; 2. La violencia destinada a causar el desplazamiento de las mujeres y el
desarraigo de sus hogares; 3. “La violencia sexual que puede acompañar el reclutamiento
forzado de las mujeres, destinado a hacerlas rendir servicios sexuales a miembros de la
guerrilla o a las fuerzas paramilitares” y; 4. La violencia asociada al control social por parte
de los grupos armados que “vigilan regularmente el comportamiento y la vestimenta de las
mujeres y de las adolescentes, y emplean la violación sexual como castigo y advertencia
general a la población femenina dentro de la comunidad bajo control”500. Además de otros
aspectos, el informe destacó la particular afectación a las mujeres indígenas y
afrocolombianas, los riesgos y amenazas a colectivos de mujeres y la falta de prevención,
investigación, sanción y reparación de los hechos.
51. La Relatora de las Naciones Unidas ha destacado que la violencia contra las
mujeres en Colombia, en particular la violencia sexual perpetrada por grupos
armados, se ha hecho habitual en medio de un conflicto que degenera
paulatinamente frente a la falta de observancia del derecho internacional
humanitario, y describe los objetivos principales de la violencia contra las mujeres
en el ámbito del conflicto como sigue:
Quizás más que el honor de la víctima, el blanco de la violencia sexual contra las
mujeres es lo que se percibe como el honor del enemigo. La agresión sexual a
menudo se considera y practica como medio para humillar al adversario. La
498
«Las mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006».
499
Ibid., sec. Resumen ejecutivo.
500
Ibid., párr. 9 del resumen.
Capítulo 3 185
violencia sexual contra la mujer tiene como objeto enrostrar la victoria a los
hombres del otro bando, que no han sabido proteger a sus mujeres. Es un
mensaje de castración y mutilación al mismo tiempo. Es una batalla entre hombres
que se libra en los cuerpos de las mujeres.
52. La violencia sexual vulnera de manera especial al bando contrario porque los
hombres son considerados tradicionalmente como los protectores de la
sexualidad de las mujeres en su comunidad. Por tanto, cuando la sexualidad de
las mujeres es abusada y explotada, esta agresión se convierte en un acto de
dominación y poder sobre los hombres de la comunidad o el grupo bajo control501.
Con esto el informe resituaba la noción del honor desde el foco del rol de protección de los
hombres, resignificando, a su vez, el campo de la guerra y del sujeto mujer. “Es una batalla
entre hombres que se libra en los cuerpos de las mujeres” relega a las mujeres a un único
lugar de víctimas, donde la humillación derivada de la violencia sexual ya no está en el
campo individual sino colectivo y donde el cuerpo adquiere relevancia en tanto instrumento
del abuso, en tanto significante de una estrategia en la guerra502.
A partir del año 2008 las formas de comprender la violencia sexual en Colombia y su
énfasis en la vigilancia de los organismos internacionales cambió con ocasión de la
expedición por parte de la Corte Constitucional del Auto 092 de 2008503. En este Auto la
Corte analizó la situación de las mujeres antes y después del desplazamiento forzado y
consideró que la violencia sexual era de manera simultánea una causa y una consecuencia
del desplazamiento. En tanto consecuencia, la Corte encontró que la violencia sexual se
acentuaba en contra de mujeres y niñas desplazadas y ordenó la creación de programas
de política pública para atender los impactos del desplazamiento, dentro de ellos la
violencia sexual; en tanto causa, la Corte estableció un “catálogo” de hechos de violencia
sexual perpetrados por actores armados y ordenó la investigación de 183 casos504. Afirmó:
501
Ibid., párr. 51 y 52.
502
El alcance de este aspecto lo desarrollé en el capítulo 2.
503
Corte Constitucional, Auto 092 en 092. Su alcance será explorado en el capítulo 5.
504
Con posterioridad a esta orden, la Corte Constitucional y las organizaciones de mujeres han
mantenido vigilancia constante y han concluido la persistencia de la impunidad. Ver Corte
186 El campo del derecho internacional
Lo dicho por la Corte Constitucional señaló un camino de actuación para los organismos
internacionales, el Estado y las organizaciones sociales en Colombia. A partir del informe
del año 2008 la ONU incluyó un capítulo específico sobre violencia sexual en el que se
refirió a la impunidad en el marco de la ley de justicia y paz506, respaldó las órdenes del
Auto 092507 y le recomendó al los organismos del Estado “que dediquen los recursos
materiales, humanos y financieros necesarios para asegurar que los delitos de violencia
sexual y contra las mujeres se prevengan efectivamente, investiguen, juzguen y
sancionen"508. En otras palabras, el Auto 092 sentó las bases para la actuación futura no
solo de las instituciones nacionales, sino de las organizaciones sociales y de los
organismos internacionales, en la medida que, siendo un órgano judicial, señaló qué
acciones concretas debía realizar el Estado para conjurar la situación. Creó una agenda
tanto en materia de política pública para el desplazamiento, como en términos de política
criminal para la violencia sexual en la justicia ordinaria, transicional y para su exclusión de
la justicia castrense. En últimas, el Auto 092 de 2008 cristalizó una nueva categoría – la
violencia sexual en el conflicto armado – con efectos jurídicos más precisos, frente a la
cual todas las autoridades nacionales estaban llamadas a responder y los organismos
internacionales a hacer seguimiento. Su alcance e impactos los retomaré en el capítulo 5.
Desde una perspectiva de larga duración se hace evidente que el caso Colombia no solo
fue un lugar de observación de los organismos internacionales para identificar la violencia
sexual, sino que las voces locales y las experiencias particulares de Colombia
contribuyeron a trazar los bordes mismos del objeto y sus asociaciones con las actuaciones
esperadas. El Auto 092 y la agenda que creó, impactaron notoriamente no solo lo que se
decía sobre el tema, sino lo que se pedía que fuera hecho por parte del Estado: medidas
de protección, registros estadísticos y políticas para la investigación. También trazó los
rumbos para la vigilancia de los organismos internacionales.
D. A modo de conclusión
El giro epistemológico sobre la violencia sexual tuvo al menos dos ejes: la variación de la
interpretación del honor y el abandono parcial de la idea de la violencia sexual como un
acto incidental e inevitable a un acto estratégico en la guerra y causante de la guerra
misma.
Para que este giro fuera posible intervinieron actores sociales específicos, como las
organizaciones de mujeres articuladas en organizaciones no gubernamentales (ONG) y en
plataformas de actuación internacional, y los debates se anclaron en los lenguajes de los
derechos humanos, el derecho penal internacional y el lenguaje de la paz y la seguridad
internacional. Cada uno de ellos aportó bases conceptuales fundamentales en los cuales
Colombia no fue solo un lugar de recepción pasiva de normas y reflexiones emitidas en el
exterior, sino que sirvió de escenario para la producción del objeto mismo de la violencia
sexual en el tejido de diferentes lenguajes que fueron emergiendo con intensidad a partir
de la década de 1990.
188 El campo del derecho internacional
Presentación
En este capítulo mi objetivo es identificar los modos en los cuales la prensa escrita en
Colombia contribuyó a la emergencia del problema público de la violencia sexual en el
conflicto armado, en tanto escenario en el que se construyen, posicionan y disputan
discursos públicos que permiten o inhiben la elaboración de las experiencias509. Para ello,
mediante la búsqueda del archivo digital de cada periódico y del Archivo Digital de Prensa
del Cinep510, recopilé información de 15 periódicos nacionales y regionales511, ejercicio que
arrojó un total de 1238 registros de prensa hasta 2014512 y 251 hasta 2008 –
correspondientes a 11 periódicos –, que son la base fundamental de este capítulo.
Este ejercicio permitió observar que desde el año 1991 inició un proceso público de
enunciación de la violencia sexual con situaciones ligadas a la guerra, con un aumento de
las notas de prensa en 1996 que se mantuvo persistente hasta el año 2008. A partir del
2009 y hasta el 2014 se observa un incremento sostenido y significativo de la prensa
escrita en violencia sexual relacionada con el conflicto armado, tal como se ve en la gráfica
509
Natalia Fernández Díaz, La violencia sexual y su representación en la prensa (Barcelona:
Anthropos Editorial, 2003).
510
En el anexo 5 se detalla la información de cada periódico, el tipo de búsqueda realizada, los
criterios de búsqueda y el número de notas de prensa estudiadas. En el anexo 6 se describe cada
una de las notas de prensa referenciadas, entre el período 1990-2008.
511
Se trató de los periódicos Diario del Sur, El Colombiano, El Espectador, El Heraldo, El Mundo,
El Nuevo Siglo, El País, El Tiempo, El Universal, La Nación, La Opinión, La Patria, La República,
Revista Semana, Vanguardia y Voz.
512
Analicé la información con fecha de corte a 2014, teniendo en cuenta que fue en ese año que se
aprobó la Ley 1719 que es específica para la violencia sexual en el conflicto armado. (Ley 1719 de
2014. Por la cual se modifican algunos artículos de las Leyes 599 de 2000, 906 de 2004 y se adoptan
medidas para garantizar el acceso a la justicia de las víctimas de violencia sexual, en especial la
violencia sexual con ocasión del conflicto armado, y se dictan otras disposiciones.) La revisión de
prensa inicial, hasta el 2014, tuvo por objetivo identificar temporalmente los momentos en los cuales
el proceso de producción de la prensa escrita se había intensificado y determinar los hitos de
emergencia del objeto. El proceso ocurrido entre 2009 y 2014 es una tarea pendiente para una
futura investigación.
Capítulo 4 191
siguiente:
1391
1237
1089 1102
1138
897
667
561 547
449 436 410
378 399 393
271 320 309
272 310
159 234
187 194 184
134 142 116 109 150
58
1 2 4 2 1 8 11 9 7 9 15 23 18 18 19 18 28
1991
1992
1993
1994
1995
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
Notas de prensa Ocurrencia
Fuente: La base de datos de las notas de prensa son construcción propia. La base de datos con
los años de ocurrencia es del CNMH513.
513
Centro Nacional de Memoria Histórica, La guerra inscrita en el cuerpo. Informe Nacional de
violencia sexual en el conflicto armado, 2017, 475, https://centrodememoriahistorica.gov.co/la-
guerra-inscrita-en-el-cuerpo/. La información sobre los años de ocurrencia registrados fue
procesada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) a partir de los datos recogidos por
el Observatorio de Memoria y Conflicto del propio CNMH, el cual fue creado en el año 2014 y tiene
como una de sus fuentes principales el Registro Único de Víctimas (RUV) que fue creado por la
«Ley 1448. Por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas
del conflicto armado interno y se dictan otras disposiciones.» (2011),
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1448_2011.html.
192 La prensa colombiana
Aunque no existe una relación directa entre la ocurrencia de hechos, su registro en las
bases institucionales y la publicidad en medios de comunicación, es evidente la disociación
que se ve en la gráfica entre los años de ocurrencia – cuyo registro ha sido muy posterior
– y la información publicada en prensa. Esa disociación es significativa porque evidencia
la construcción colectiva de un problema que adquiere relevancia pública cuando emerge
y que posibilita nuevas narrativas, pues abre un nuevo campo de discursividad.
Al hacer un análisis detallado de estas notas de prensa, observamos que fueron publicadas
en dos campos específicos: la afectación a niñas y niños en el marco del reclutamiento del
que fueron señalados principalmente las guerrillas y, la victimización de mujeres civiles,
especialmente en su relación con el desplazamiento forzoso.
Estos dos campos tuvieron voces protagónicas distintas y muchas veces desarticuladas o
en disputa: en el caso del reclutamiento la prensa registró principalmente las voces de
agentes estatales y organismos y organizaciones internacionales de derechos humanos514.
En el caso de la victimización a las mujeres civiles, la prensa se concentró en las voces de
los organismos y organizaciones internacionales de derechos humanos, y las
organizaciones sociales nacionales – principalmente de mujeres –515. La relación con estas
voces no fue transparente en un mero ejercicio de transcripción, sino que fue problemática,
mediada e interpretada por los periódicos, también de manera heterogénea entre ellos.
Vistos en su conjunto, los periódicos se refirieron a estos hechos desde diferentes vocablos
que fueron variables en sus intensidades y temporalidades y que organizaron el sistema
cultural y le dieron sentidos y significados a las acciones de los actores que intervenían
ante la prensa516. Estos vocablos fueron violencia sexual, violación, abuso, prostitución,
514
La perspectiva de los organismos internacionales de derechos humanos sobre la cuestión de
niños y niñas en la guerra fue desarrollada en el capítulo 3.
515
Desde la perspectiva de las organizaciones sociales este aspecto fue desarrollado en los
capítulos 1 y 2. Desde el campo de los organismos internacionales fue analizado en el capítulo 3.
516
Joseph Gusfield señala en el estudio ya citado: “Estas maneras tan diferentes de organizar el
mundo de la conciencia interactúan con estrategias de acción y expectación. Existe una
organización social que estructura el mundo y un sistema cultural de sentidos y significados que lo
vuelve inteligible. La realidad no es una entidad desorganizada a la espera de ser descubierta”. En
Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 125.
Capítulo 4 193
517
Un ejemplo de ello, para el caso colombiano, son las relaciones consentidas entre personas
adultas y menores de catorce años. Aunque es posible que haya un consentimiento por parte del
niño o niña, se considera que el adulto está abusando de su condición de superioridad. Ver
Congreso de la República, «Ley 599 de 2000. “Por la cual se expide el Código Penal”» (2000),
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjurMantenimiento/normas/Norma1.jsp?i=6388.
194 La prensa colombiana
Respecto de los vocablos de violencia sexual y violación sexual – siendo la primera una
categoría amplia que abarca diferentes formas de ejercer violencia a través de la
sexualidad y la segunda un acto que implica penetración – su distinción no fue tan clara
en la mayoría de periódicos. El Tiempo y Semana movilizaron más el vocablo violación y
otros como El Espectador, Vanguardia y Voz se refirieron más a la violencia sexual. Visto
en su totalidad, aunque el sintagma de violencia sexual aparece desde inicios de la década
de 1990, el vocablo violación fue más utilizado hasta el año 2004. En el año 2008 la
violencia sexual sobrepasó su uso frente a la violación. Esta no es tampoco una cuestión
menor, puesto que hacer esta distinción implicaba incluir en el espectro de ataques
sexuales a un número mucho mayor de delitos que no se reducían a la penetración, como
los tocamientos, o que sobrepasaban la violación como un acto único, como es el caso de
la esclavitud o la prostitución. El proceso de emergencia del objeto de la violencia sexual
justamente se vinculó con la transformación de la visión que asignaba mayor gravedad a
la violación y que fue desplazado por una perspectiva que ampliaba la gama de conductas
sexuales a ser consideradas graves. Este movimiento que articula el giro epistemológico
no fue pacífico: los límites de lo que ingresa y se excluye de la categoría de la violencia
sexual son parte de las permanentes disputas que la constituyen518.
Las formas de registrar la violencia sexual – en sus múltiples vocablos y con los límites
difusos que cada uno de ellos representa – variaron en función de cada periódico. Aunque
los modos a través de los cuales se obtuvo la información hace variar la cantidad de datos
entre uno y otro, es posible observar algunas tendencias519. Por ejemplo, las nociones de
aborto, abuso sexual y anticoncepción520, que tuvieron como campo preferente de
518
Este debate tiene connotaciones internacionales que son desarrollados en el capítulo 3. A
manera de ejemplo, ver Amnistía Internacional, «Violación y violencia sexual. Leyes y normas de
derechos humanos en la Corte Penal Internacional», 2011,
https://www.amnesty.org/download/Documents/32000/ior530012011es.pdf. Uno de los debates
adelantados por organizaciones sociales de mujeres a comienzos del siglo XXI y con intensidad en
el marco de la justicia transicional, fue justamente la importancia de abarcar a través del sintagma
de violencia sexual un conjunto mucho mayor de conductas que se excluían al hablar solo de la
violación.
519
Dado que el periódico El Tiempo es el que más datos arrojó por la digitalización total de su
archivo histórico y las opciones de búsqueda, es el que arroja los datos más altos en casi todas las
denominaciones.
520
La cuestión de la anticoncepción fue referida a las prácticas impulsadas por actores armados –
Capítulo 4 195
En cambio, otros vocablos como agresión sexual, delitos o crímenes sexuales, desnudez,
esclavitud sexual, mutilación, prostitución, trata o tráfico de personas y violencia de género
fueron utilizados en el cubrimiento de movilizaciones sociales y de informes de
organizaciones y organismos internacionales de derechos humanos, principalmente por
los periódicos El Espectador, El Nuevo Siglo, El Tiempo, Semana y Vanguardia. Estos
vocablos, que se empezaron a usar o se intensificó su uso luego del año 2003, se
encuentran articulados con el mundo del derecho internacional y – con la excepción de la
agresión sexual – se inscriben en los debates sobre los crímenes internacionales de
violencia sexual, cuyo léxico permeó buena parte de los debates sobre la justicia
transicional que se dieron a partir de ese año 2003. Una excepción significativa a esas
termporalidad es la prostitución, cuyo uso se encuentra desde 1996. La permanencia de
la prostitución puede inscribirse en una epistemología de la violencia sexual ligada a las
buenas costumbres y a la conservación de un orden moral social.
De otra parte, aquellas formas de enunciar que no encontraban articulación con el léxico
desarrollado en el derecho internacional – especialmente de la Corte Penal Internacional
(CPI) – entraron en desuso, lo que ocurrió, por ejemplo, con los vocablos rapto, relaciones
sexuales no consentidas y ultraje sexual que no fueron enunciados con posterioridad al
año 2003. En cambio, otros vocablos articulados con el derecho internacional emergieron
con más fuerza, lo que ocurrió con los términos aborto, acceso carnal, agresión sexual,
anticoncepción, esclavitud sexual, mutilación y violencia de género, que fueron más
utilizados en la prensa con posterioridad al año 2003. Otros como ataques sexuales, delitos
o crímenes sexuales y desnudez sólo aparecieron después del año 2003. Estos cambios
a partir del 2003, como he señalado, se asocian a los debates sobre la justicia transicional
que se estaban inaugurando en Colombia y que sirvieron como campo para articular las
experiencias en la guerra que anteriormente no habían emergido o para inscribirlas en un
lenguaje imbricado con el derecho internacional.
En lo que se refiere a la intensidad y enfoques con los que algunos periódicos publicaron
o dejaron de publicar notas de prensa sobre el tema, encontramos que la Revista Semana
y El Heraldo se ocuparon de manera tardía sobre la cuestión, en 2002 y 2005,
respectivamente. Mientras que Voz fue de los primeros en ofrecer algún tipo de información
que ligaba la violencia sexual con el conflicto armado. No obstante, muchas de sus notas
registraban movilizaciones sociales y solían referirse a la violencia contra las mujeres más
allá de la guerra, en articulación con otras violencias como las de la familia y el Estado y
con énfasis en la responsabilidad de la Fuerza Pública. En parte, el cubrimiento más
temprano de Voz puede interpretarse en función de sus relaciones más estrechas con
organizaciones sociales, que fueron las primeras en posicionar el tema en la agenda
pública.
521
Ana Mercedes Gómez Martínez fue directora de El Colombiano entre 1992 y 2012. De acuerdo
con el perfil elaborado por el portal de la Universidad de Los Andes, Congreso Visible, “Inicialmente
en El Colombiano le dio un gran impulso a asuntos de Derechos Humanos y se hizo cercana a la
izquierda del departamento en los noventa, cuando la Corriente de Renovación Socialista, que tenía
un gran apoyo en urabá, llegó a ofrecerle ser parte de una lista al Congreso. Pero luego sufrió una
transformación con la llegada de Uribe al gobierno y se convirtió en una ferviente defensora del
presidente, a la vez que Uribe y Valencia, antes enconados rivales políticos, terminaron siendo
aliados. Su salida de la dirección después de 20 años, a mediados de 2012, fue una manera de
bajarle el uribismo al periódico, que es uno de los Superpoderosos del departamento”. Consulta
realizada el 19 de julio de 2021 en https://congresovisible.uniandes.edu.co/congresistas/perfil/ana-
mercedes-gomez-martinez/9557/. Para profundizar en sus posturas y cambio en el gobierno
uribista, ver Camila Osorio, «La transformación de la directora de El Colombiano», La Silla Vacía,
16 de febrero de 2011, https://lasillavacia.com/historias/silla-nacional/la-transformacion-de-la-
directora-de-el-colombiano/.Agradezco a Adriana Benjumea Rúa, directora de la Corporación
Humanas Colombia y feminista de Medellín, por su apoyo para comprender las posturas de El
Colombiano sobre el movimiento de mujeres en la década de 1990.
522
Como enuncié en el capítulo 2, los informes de la organizaciones sociales se pronunciaron en
orden de la violencia perpetrada por paramilitares, seguido de la Fuerza Pública y las guerrillas. No
trato de decir con esto que hubiera necesariamente una línea ideológica que intencionalmente
omitiera publicar información sobre hechos perpetrados por ciertos grupos pues, de hecho, las
organizaciones sociales señalaron a “todos los actores” como responsables. Trato, por el contrario,
de evidenciar que la información que circulaba públicamente era diversa, con énfasis distintos y que
no necesariamente todos los actores que intervinieron en la emergencia de la violencia sexual en
el conflicto armado tenían acceso a la misma información.
523
Con posterioridad al año 2008 y hasta el 2014, es posible evidenciar un mayor cubrimiento de
198 La prensa colombiana
Este capítulo está construido a partir de los tejidos que fueron trazándose frente a estos
dos campos.
Fueron dos los aspectos que durante el período 1990-2008 posibilitaron que dicha
emergencia se diera, los cuales desarrollaré en adelante. En primer lugar, una variación
en las formas de considerar a la niñez, que adquirió el estatus de sujeto de protección y
de derechos y que se materializó en la vigilancia de organismos y organizaciones
internacionales, organizaciones sociales y entidades del Estado, cuyas voces la prensa
retomó. En segundo lugar, las dinámicas de la guerra en Colombia que oscilaron entre las
políticas de incentivos para la desmovilización, las negociaciones y su recrudecimiento. En
este contexto se gestó una mayor preocupación por conocer la vida en las filas armadas y
se intensificaron las estrategias para justificar la guerra contra la insurgencia.
Sobre el primer aspecto, hacia finales de la década de 1980 el mundo occidental asistió a
un giro epistemológico sobre la infancia, que desde mediados del siglo XX empezó a
considerar que la niñez debía ser protegida y, a finales de dicha década, la elevó a la
categoría de sujeto de derechos524. Esta nueva epistemología, cristalizada con la
aprobación por las Naciones Unidas en 1989 de la Convención sobre los Derechos del
Niño, ha sido denominada la “doctrina de protección integral”: que “significa pasar de una
concepción de los “menores” -una parte del universo de la infancia- como objetos de tutela
y protección segregativa, a considerar a niños y jóvenes como sujetos plenos de
derecho”525.
Esta nueva doctrina significó un cambio epistemológico a través del cual surgieron los
524
Toqué brevemente este aspecto en el capítulo 3.
525
Mary Beloff, «Modelo de la protección integral de los derechos del niño y de la situación irregular:
un modelo para armar y otro para desarmar», en Justicia y Derechos del Niño, 1 (Santiago de Chile:
UNICEF, 1999), 10.
200 La prensa colombiana
niños y niñas como sujetos de derechos, con capacidad de decisión y de participación, con
derechos propios y con un centralidad para las políticas inexistente hasta ese momento.
Esta centralidad se materializó en los principios del interés superior del niño y de
prevalencia de sus derechos, los cuales fueron consignados en la Constitución de 1991.
Este cambio de paradigma, junto con el impulso acelerado de acciones de los organismos
y organizaciones de derechos humanos, fue desarrollando una agenda internacional y
nacional para explorar la situación de niños y niñas en Colombia. En muchos casos, esta
agenda se materializó con la publicación de informes y estudios sobre la amenaza
constante a sus derechos, los cuales acapararon la atención de la prensa, la cual ofreció
a la opinión pública un relato particular sobre sus circunstancias.
526
Redacción Nacional, «Los niños, blanco de la violencia», El Nuevo Siglo, 17 de octubre de 1996;
Colprensa, «Aumenta el maltrato al menor», Vanguardia Liberal, 15 de septiembre de 1997; El
Colombiano, «Paramilitares abusan sexualmente de jóvenes», El Colombiano, 1 de julio de 1998;
«Negro panorama del maltrato infantil en el 98», El Tiempo, 1 de marzo de 1999; Jerez, «El
espejismo de los niños raspachines»; Myriam Amparo Ramírez, «Por un futuro con futuro», El
Tiempo, 12 de octubre de 2000, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1288704;
Redacción El Tiempo, «Crítico informe sobre DD.HH», El Tiempo, 17 de marzo de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-588872; Ángela Constanza Jerez, «ONG
censuran uso y abuso de los niños», El Tiempo, 19 de agosto de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-465101; Redacción El Tiempo, «Sin escuela no
hay paz sostenible», El Tiempo, 7 de diciembre de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-713067; «El amor en tiempos de guerra»,
Semana, 18 de mayo de 2002, https://www.semana.com/especiales/articulo/el-amor-tiempos-
guerra/58241-3; «Más de 6 mil menores militan en los grupos armados», Semana, 1 de diciembre
de 2002, https://www.semana.com/noticias/articulo/mas-mil-menores-militan-grupos-
armados/55369-3.
Capítulo 4 201
notas periodísticas que se referían al conflicto armado y a la violencia sexual como una
parte más de un todo de afectaciones a la niñez. Con el tiempo, las notas de prensa fueron
más explícitas en señalar cómo el tráfico de menores y la violencia intrafamiliar se
entremezclaban con el conflicto armado, ya fuera porque los actores armados se
beneficiaban de la prostitución y el tráfico sexual, porque sus víctimas eran principalmente
niñas desplazadas, o porque la violencia al interior de la familia llevaba a las niñas a
vincularse a los grupos armados y luego a ser afectadas sexualmente527.
Los escasos reportajes en la prensa escrita en la década de 1990 sobre la violencia sexual
en la guerra vinieron de situaciones en las que la voz que fue privilegiada fue la del Ejército.
De hecho, fueron las voces militares las primeras en la prensa en indicar la relación entre
la guerra, el reclutamiento y la violencia sexual. En 1992 el Ejército indicó – en el marco
de los diálogos con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar – que la subversión cometía
violaciones a los derechos humanos, como “los casos de mujeres que son atropelladas si
se niegan a entregar a sus hijos a las filas extremistas”528. Este señalamiento se
enmarcaba en la oposición del Ejército a las negociaciones de paz con las guerrillas, por
considerar que les daba visibilidad internacional y un tratamiento político que no merecían
por carecer de motivación ideológica y política y, en cambio, dedicarse al negocio del
narcotráfico529. La violencia sexual, en este contexto, fue movilizada como un argumento
que probaba la falta del carácter político de la guerrilla y su condición de delincuencia
527
Redacción El Tiempo, «El mercado del sexo infantil en Cartagena», El Tiempo, 6 de junio de
2004, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1541696; Redacción Nacional, «La mala
racha de la niñez colombiana», El Espectador, 9 de julio de 2006; Redacción El Tiempo, «Presentan
plan para acabar con el trabajo infantil», El Tiempo, 2 de diciembre de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1041848; «360 de cada mil niños sufren mal
trato», El Nuevo Siglo, 17 de mayo de 2004; Redacción El Tiempo, «Crecen niños golpeados por la
violencia», El Tiempo, 8 de marzo de 2007. En un sentido similar se presentó esta información en
el marco de las organizaciones sociales; ver capítulo 1.
528
Jorge González, «Diálogo separado con cada guerrilla», El Tiempo, 13 de julio de 1992,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-156764. Es importante recordar que en el
gobierno de César Gaviria se desmovilizaron el M-19, el EPL, el PRT y el Quintín Lame y se hicieron
intentos de negociación en 1991 con las FARC, el ELN y una disidencia del EPL. Además, en 1994
se firmó un acuerdo con la Corriente de Renovación Socialista. En Fernán E. González González,
Poder y violencia en Colombia (Colombia: Odecofi-Cinep, 2014), 413; Chernick, Acuerdo posible,
111.
529
González González, Poder y violencia en Colombia, 414.
202 La prensa colombiana
organizada530.
Por ejemplo, en 1996 El Tiempo publicó la historia de ‘Victoria’: una joven de 16 años que,
según la nota, ingresó al ELN “porque se enamoró de uno de los muchachos” y
posteriormente se entregó al Ejército luego de unos combates533. El reportaje incluyó la
imagen que se observa a continuación de una niña vestida de camuflado, de espalda, con
530
Por este entonces tomó fuerza la idea que señalaba que las guerrillas habían perdido sus ideales
políticos y estaba deslegitimada – dado el contexto internacional propiciado por la caída del Muro
de Berlín y el contexto nacional que inauguraba una nueva Constitución – y, por ende, se los
acusaba de tener únicamente motivaciones económicas y de criminalidad. Ver Ibid., 417; Chernick,
Acuerdo posible, 120. Un grupo de intelectuales, entre ellos Gabriel García Márquez, en una carta
dirigida a la Coordinadora Guerrillera en 1994 señalaron: “Su guerra, señores, perdió hace tiempo
su vigencia histórica, y reconocerlo de buen corazón será también una victoria política”. En
Redacción El Tiempo, «Su guerra, señores, perdió vigencia histórica», El Tiempo, 22 de noviembre
de 1992, https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-245292.
531
El uso de la violencia sexual como herramienta ideológica de guerra – en palabras de Martin
Alcoff – ha sido analizado en otros contextos. Ver, por ejemplo, Enzo Traverso, A sangre y fuego.
De la guerra civil europea, 1914-1945 (Buenos Aires, Argentina: Prometeo Libros, 2009), 208-11;
Linda Martin Alcoff, Violación y resistencia (Buenos Aires, Argentina: Prometeo Libros, 2019), 68.
Para el caso colombiano en la Nueva Granada, ver Lux Martelo, Mujeres patriotas y realistas entre
dos órdenes, cap. 3.
532
Un informe de Human Rights Watch y la Defensoría del Pueblo de 1998 señalaba de qué formas
la prensa sirvió de canal “para desacreditar a la guerrilla”: “El Ejército también ha obligado a ex
guerrilleros menores de edad a aparecer ante la prensa y recitar un testimonio preparado para
desacreditar a la guerrilla. En el informe de la Defensoría del Pueblo, una niña de 15 años que se
había entregado a los soldados dijo a los investigadores que era necesario colaborar para que la
pusieran finalmente en libertad. “Al otro día me presentaron a la prensa, me dijeron que tenía que
decir cosas malucas, que me habían obligado a irme, que los mandos me obligaban a acostarme
con ellos... nada de eso es cierto, pero ellos me dijeron que si no decía eso, me llevarían los
demonios.” En el informe se señalaba que, en este caso, el Ejército obligó además a la muchacha
a hablar con los periodistas contra su voluntad, que le tomaron fotos y publicaron su nombre,
poniéndola gravemente en peligro”. En Human Rights Watch, «Guerra sin cuartel. Colombia y el
derecho internacional humanitario», 1998,
https://www.hrw.org/legacy/spanish/informes/1998/guerra6.html#ninos.
533
Redacción El Tiempo, «El calvario de dos niñas guerrilleras», El Tiempo, 2 de abril de 1996,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-325155.
Capítulo 4 203
el rostro oculto y acompañada a lado y lado de dos militares con fusiles de largo calibre.
Imagen 4: Victoria
Fuente: Redacción El Tiempo, «El calvario de dos niñas guerrilleras», El Tiempo, 2 de abril de
1996
534
Ibid.
204 La prensa colombiana
Para 1996 existía una idea preponderante en la prensa que asociaba la violencia sexual a
algo inevitable en todo conflicto: “Algunos caen víctimas de la matanza general de civiles,
otros sufren los efectos de la violencia sexual o las privaciones que los exponen al hambre
o a la enfermedad”, decía El Tiempo al cubrir el informe “Repercusiones de los conflictos
armados en los niños” de Naciones Unidas de 1996, el cual contribuyó a la construcción
de un campo autónomo de análisis sobre la infancia y los conflictos armados535. La
violencia sexual en medio de la guerra era interpretada como algo inevitable, tanto como
el hambre o las enfermedades o, en palabras unos años después de El Espectador:
Esta idea de la inevitabilidad explica que en muchos de los relatos de la prensa la violencia
sexual quedara subordinada al hecho del reclutamiento. Por ejemplo, en 1996 el periódico
El Nuevo Siglo al hablar de niños-soldados reportaba: “Sus labores van desde funciones
domésticas a sexuales y combatientes”537. Los actos sexuales eran considerados parte de
las funciones de la guerra y la forma de evitarlos era enfrentando el fenómeno del
reclutamiento, no de los actos de violencia sexual directamente.
A partir de 1998, el reportaje del reclutamiento de niños y niñas (especialmente en las filas
de la guerrilla), los debates nacionales e internacionales sobre sus derechos y los efectos
de la guerra en su condición de desplazados, ganaron importancia y autonomía respecto
de la violencia contra la infancia en general. En torno a estos tres ejes – reclutamiento,
derecho internacional y desplazamiento – poco a poco se abrió camino en la prensa la
535
Frías Rincón, «Los niños, prioridad de gobiernos». El informe de Naciones Unidas señala: “Otros
niños sufren los efectos de la violencia sexual o las múltiples privaciones propias de los conflictos
armados, que los exponen al hambre o a las enfermedades”. Ver Organización de las Naciones
Unidas y Machel, «Informe Machel». El análisis de este informe se encuentra en el capítulo 3.
536
«Crece abuso contra niños combatientes», El Espectador, 13 de junio de 2001.
537
Redacción Nacional, «Los niños, blanco de la violencia».
Capítulo 4 205
Frente a lo primero, desde comienzos de la década de 1990, con ocasión de los acuerdos
de paz logrados con varios grupos guerrilleros y la desmovilización de varios actores
armados, el gobierno nacional creó programas para la dejación de armas y la reinserción
y, en 1994, expidió políticas orientadas a otorgar beneficios a quienes abandonaran la
guerrilla539. Estas políticas fueron sofisticándose hacia finales de la década540 y, en el
marco de las medidas que estos programas desarrollaron, fueron conociéndose los relatos
de niños y niñas reclutados y empezaron a aparecer en la prensa referencias a hechos de
violencia sexual.
538
Orlando León Restrepo, «Remedios, en paro cívico por retención de una niña», El Tiempo, 21
de enero de 1994, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-19855; Redacción El Tiempo,
«Continúa la polémica por presunta niña guerrillera», El Tiempo, 22 de enero de 1994,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-20545; Frías Rincón, «Los niños, prioridad de
gobiernos»; Raffo Flórez, «Los niños, víctimas ineludibles de guerra»; Enviados Especiales,
«Menores, víctimas de la confrontación»; Aleida Patarroyo, «Guerra de menores de edad», El
Espectador, 16 de febrero de 1999; Andrés Cala, «Niños sin paz, niños en guerra», El Tiempo, 25
de septiembre de 2000, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1210877; Francisco
Cajiao, «El conflicto de los niños», El Tiempo, 19 de diciembre de 2000,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1284142; Redacción El Tiempo, «Niños,
víctimas de la guerra», El Tiempo, 28 de noviembre de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-698572; Redacción El Tiempo, «Las violaciones
al DIH», El Tiempo, 10 de julio de 2001, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-425820;
«Crece abuso contra niños combatientes»; Ángela Constanza Jerez, «Los niños de la guerra», El
Tiempo, 4 de diciembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1335331.
539
Presidencia de la República, «Decreto 1385 de 1994» (1994),
https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=9138.
540
Agencia Colombiana para la Reintegración de personas y grupos alzados en armas, «Reseña
histórica institucional», octubre de 2016,
http://www.reincorporacion.gov.co/es/agencia/Documentos%20de%20Gestin%20Documental/Res
eña_Historica_ACR.pdf.
206 La prensa colombiana
541
Café 7 días, «Guerrilleras se hacen pasar como domésticas», El Tiempo, 17 de marzo de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-587733; Redacción El Tiempo, «Crítico informe
sobre DD.HH»; Jerez, «Los niños de la guerra»; Jerez, «El espejismo de los niños raspachines»;
Raffo Flórez, «Los niños, víctimas ineludibles de guerra»; Enviados Especiales, «Menores, víctimas
de la confrontación»; Andrés Garibello, «Nueva generación crece en el monte», El Tiempo, 15 de
septiembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1349970; Jerez, «ONG
censuran uso y abuso de los niños»; Colprensa, «Aumenta el maltrato al menor»; El Colombiano,
«Paramilitares abusan sexualmente de jóvenes»; Patarroyo, «Guerra de menores de edad».
542
Frías Rincón, «Los niños, prioridad de gobiernos»; Redacción Nacional, «Los niños, blanco de
la violencia».
543
Frías Rincón, «Los niños, prioridad de gobiernos».
544
Ibid.; Jerez, «El espejismo de los niños raspachines»; Torres Pérez, «La discriminación aumenta
en la guerra»; Colprensa, «Aumenta el maltrato al menor»; Redacción Nacional, «Los niños, blanco
de la violencia».
545
Frías Rincón, «Los niños, prioridad de gobiernos».
546
Cala, «Niños sin paz, niños en guerra»; Jerez, «El espejismo de los niños raspachines»; Torres
Pérez, «La discriminación aumenta en la guerra»; Redacción El Tiempo, «Niños, víctimas de la
guerra».
547
Cala, «Niños sin paz, niños en guerra»; Torres Pérez, «La discriminación aumenta en la guerra»;
«Negro panorama del maltrato infantil en el 98».
548
Cajiao, «El conflicto de los niños»; Redacción El Tiempo, «Las violaciones al DIH».
549
Jerez, «Los niños de la guerra».
550
Ibid.
551
Torres Pérez, «La discriminación aumenta en la guerra».
552
Ibid.; Garibello, «Nueva generación crece en el monte»; «Crece abuso contra niños
combatientes»; «Negro panorama del maltrato infantil en el 98».
553
“Algunos datos del estudio sorprendieron. En el diagnóstico, de los 42 niños y niñas que aparecen
violados por miembros de grupos armados 17 son de sexo masculino. Inocentemente creíamos que
era sobre todo a las niñas y jóvenes a quienes había que cuidar de la violación sexual”. Redacción
El Tiempo, «Niños, víctimas de la guerra».
Capítulo 4 207
La frase “ellas no son niñas, son mujeres” remite a una problemática: participar en la guerra
revestía a las niñas de una naturaleza adulta y, por ende, con capacidad de decisión, de
tal forma que no existía la inocencia que se pregonaba de la infancia556. La disputa
554
Félix Leonardo Quintero, «FARC someten a niñas a método de anticoncepción», El Tiempo, 14
de diciembre de 2000, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1213891.
555
Ibid.
556
La observación sospechosa sobre el consentimiento de las niñas se mantuvo en el tiempo. En
una nota publicada por la Revista Semana en 2002 en la que se relataba un informe de Profamilia
sobre los impactos a la sexualidad de las mujeres desplazadas, la Revista indicaba: “Muchas dicen
que les toca prestar dos servicios: el militar y el de los hombres. Las menores tienen que satisfacer
208 La prensa colombiana
Las notas de prensa fueron acompañadas de tres imágenes, una de las cuales incluye a
una joven (¿niña? ¿mujer?) vestida de civil, caminando de espalda sin mostrar su rostro y
acompañada de un soldado al parecer de rango superior:
a sus superiores, como el reciente relato de una niña desmovilizada quien asegura que fue
compañera de 'Grannobles', de las Farc, por decisión de él”. La nota se titulaba “El amor en tiempos
de guerra”, planteando abiertamente el afecto como movilizador de las relaciones sexuales y
anulando la violencia. Ver «El amor en tiempos de guerra».
557
La cuestión del carácter violento o consensuado de la sexualidad en la guerra aparecerá en
varios momentos y lugares del hemisferio. Kimberly Theidon lo señala para el caso peruano cuando
cuestiona la presunción de violencia en entornos de conflictos armados y asegura que esta
presunción revela una suerte de infantilización de las mujeres que no se consideran capaces de
decidir. Ver especialmente Kimberly Theidon, «Género en transición: sentido común, mujeres y
guerra», Análisis Político 20, n.o 60 (mayo de 2007): 3-30.
Capítulo 4 209
Aunque en esta oportunidad la joven está vestida de civil, al igual que en 1996 las
imágenes sobre niñas reclutadas son interesantes no tanto por lo que muestran sino por
lo que se abstienen de mostrar: los rostros, lo cual es una extensión de la ausencia de sus
voces558. Las niñas aparecen como una sombra que no es posible delinear: no se conocen
sus versiones, no se conocen sus imágenes, no se conocen sus identidades ni sus
experiencias.
“Ellas no son niñas, son mujeres” también establece una ambigüedad respecto de las niñas
que trasciende la esfera del conflicto armado y revive la pregunta ¿en qué momento una
niña se convierte en mujer?559. Al igual que en otras espacialidades y temporalidades, la
pregunta revela la construcción de la víctima femenina y la contradicción que aparece en
el caso de niñas víctimas de violencia sexual donde, por un lado, se busca ratificar su
inocencia e indefensión y, por el otro, se las considera con un carácter ya corrompido y
potencialmente contaminador de otros niños y niñas560.
La ruptura de las negociaciones con las FARC y la elección de Álvaro Uribe Vélez en 2002
bajo la bandera de la lucha contra el terrorismo, imprimieron una dinámica nueva a la
guerra. En el marco de este gobierno se aprobaron algunas reformas legales que
incentivaron la desmovilización individual y colectiva y conllevaron el desarrollo de
estructuras estatales para regular el regreso a la vida civil de estas personas, lo que trajo,
558
La prohibición de mostrar imágenes que pudieran identificar niños o niñas víctimas se acogió en
Colombia con la Ley 1098 de 2006.
559
De acuerdo con Eugenia Rodríguez, en la Costa Rica del siglo XIX las preguntas para determinar
si se estaba ante un caso de estupro o de violación se encaminaban a responder a la gran cuestión
“¿en qué momento una niña se convertía en mujer?”. Ver Eugenia Rodríguez Sáenz, «Pecado,
deshonor y crimen. El abuso sexual a las niñas: estupro, incesto y violación en Costa Rica (1800-
1850, 1900-1950)», Revista Iberoamericana 2, n.o 8 (2002): 82.
560
Aunque en apariencia lejano en tiempo y espacio, puede hacerse una analogía en una especie
de sincretismo entre el caso costarricense del siglo XIX y la Colombia de finales de siglo XX. Para
el primer caso, Eugenia Rodríguez plantea: “Aunque el abuso sexual de un inocente era visto como
uno de los peores y más brutales crímenes cometidos contra los niños o la niñez, la víctima femenina
real era vista en forma problemática, debido a que el acto del abuso sexual suponía la construcción
de la niña a la vez como una víctima indefensa y corrompida en su inocencia. En consecuencia, la
niña abusada sexualmente era vista como una presencia contaminadora y un peligro particular para
los otros niños. La construcción de la niñez en términos de la inocencia sexual dependía de la
asociación de la adultez con el conocimiento y la experiencia. Las niñas que perdían su inocencia
no podían ser consideradas “niñas”, y en su lugar llegaban a ser desubicadas sociales que
necesitaban un reentrenamiento y reforma en una institución especializada”. En Ibid., 84.
210 La prensa colombiana
561
Congreso de la República, «Ley 742 de 2002. “Por medio de la cual se aprueba el Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional, hecho en Roma, el día 17 de julio de 1998”» (2002); Agencia
Colombiana para la Reintegración de personas y grupos alzados en armas, «Reseña histórica
institucional», 16.
562
Redacción El Tiempo, «11.000 niños son combatientes», El Tiempo, 19 de septiembre de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1023628; Redacción El Tiempo, «Once mil
niños armados», El Tiempo, 20 de septiembre de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1020787; «Human Rights Watch denuncia
reclusión de menores en grupos armados ilegales», Semana, 15 de septiembre de 2003; Colprensa,
«Describen situación de niños en las filas de grupos ilegales», Vanguardia Liberal, 24 de abril de
2004.
563
«Las guerras personales», Semana, 29 de febrero de 2004,
https://www.semana.com/nacion/articulo/las-guerras-personales/63841-3; Redacción Nacional,
«La mala racha de la niñez colombiana»; «La guerrilla recluta niños desde los seis años de edad»,
El Nuevo Siglo, 13 de febrero de 2008.
564
«Más de 6 mil menores militan en los grupos armados»; EFE-AFP-AP, «Más de 1.000 millones
de niños víctimas de pobreza, sida y guerra», El Tiempo, 10 de diciembre de 2004; Andrea Peña,
«Infancia infeliz», Semana, 27 de junio de 2006, https://www.semana.com/on-line/articulo/infancia-
infeliz/79692-3.
565
Redacción El Tiempo, «Quejas por atención a niños de la guerra», El Tiempo, 11 de enero de
2003, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-981271; Colprensa, «2003: ya van más de
4.000 reinsertados», El País, 8 de diciembre de 2003; Andrés Garibello, «Niños son obligados a
matar, torturar y mutilar en la guerra», El Tiempo, 11 de diciembre de 2006; Redacción El Tiempo,
«Paramilitares escondieron a los niños que tenían en sus filas», El Tiempo, 12 de julio de 2008.
566
Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra», El Mundo, 30 de abril de 2005.
567
«Combatientes en Colombia», El Mundo, 26 de septiembre de 2003; Claudia López, «Los niñ@s:
Capítulo 4 211
Pese a existir mayores datos y ejércitos enteros en proceso de desarme, las notas de
prensa que luego de las desmovilizaciones se ocuparon de la relación entre el
reclutamiento por paramilitares, la niñez y la violencia sexual fueron excepcionales
(únicamente tres publicaciones), en ningún caso específicas a la cuestión de la guerra y,
nuestro mínimo común denominador», El Tiempo, 24 de junio de 2008; Ingrid Cruz Riaño, «Menores
con sufrimientos mayores», El Mundo, 28 de abril de 2007; John Harold Sánchez, «Antioquia, primer
reclutador de niños», El Mundo, 27 de noviembre de 2007; Fernando Umaña Mejía, «Paro de
juguetes contra la violencia», El Tiempo, 9 de agosto de 2007; Natalia Springer, «Dios entre
nosotros», El Tiempo, 24 de diciembre de 2007; Paul Martin, «Los que roban la infancia», El Tiempo,
24 de marzo de 2008; Redacción El Tiempo, «Jóvenes se reúnen en Chaparral para tratar temas
de reclutamiento de menores y maltrato infantil», El Tiempo, 28 de octubre de 2008; Miguel Barrios,
«“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla», El Heraldo, 3 de agosto de 2008.
568
Sobre el alcance del lenguaje de los derechos humanos me referí en los capítulos 1 y 3. Este
lenguaje ha creado un marco de interpretación sobre la violencia relacionado con los derechos, que
se presumen inherentes a las personas por el solo hecho de existir. Este lenguaje ubica en el centro
de la actuación a los Estados, quienes se presume tienen el deber de respetar, garantizar y proteger
los derechos de todas las personas que habitan sus territorios.
569
El Acuerdo de Santa Fe de Ralito de julio de 2003 entre el Gobierno Nacional y las AUC involucró
el compromiso de desmovilizar a la totalidad de los miembros de las AUC de manera gradual y
hasta el año 2005. Gobierno Nacional y AUC, «Acuerdo de Santa Fe de Ralito para contribuir a la
paz de Colombia», en El Gobierno Uribe frente al conflicto armado y la paz, acuerdo con las AUC,
Biblioteca de la Paz 2002-2010, Tomo VI (Bogotá: Fundación Cultura Democrática, 2003), 200.
212 La prensa colombiana
“Yo sé todo de esas armas, de cargar fusil, porque ellos me enseñaron (…) el
papá de mi bebé es paraco, yo lo conocí en Valencia. Cuando supo que yo estaba
embarazada ya no quiso seguir más conmigo, así embarazada estaba con
muchas mujeres en un bar, tomábamos mucho, consumíamos mucha droga…
conocí muchos viejos de plata, y como era una niña, los viejos me mandaban a
buscar mucho, ellos trataban con droga, coca, paracos, yo con esa gente no me
acostaba con 20 ni con 30 sino mas de 100…”
Este relato de una niña de Montería, entre decenas más recolectados por
investigadores, desnuda una realidad que las cifras apenas pueden insinuar:
aproximadamente 30.000 menores de edad son víctimas de explotación sexual
en Colombia571.
Esta aparente omisión contrasta con las notas de prensa que El Tiempo, El Mundo,
Vanguardia Liberal, El Nuevo Siglo, El Espectador, Semana y El Heraldo publicaron sobre
570
Las tres notas de prensa corresponden a El Tiempo, El Nuevo Siglo y El Espectador, siendo esta
última la única que se refiere de manera específica a una situación particular de violencia sexual
cometida por paramilitares. Ver Redacción El Tiempo, «El mercado del sexo infantil en Cartagena»;
«360 de cada mil niños sufren mal trato»; Redacción Nacional, «La mala racha de la niñez
colombiana». En el año 1998 – cercano a la creación de las AUC en 1997 – el periódico El
Colombiano publicó una noticia en la que reportaba el reclutamiento en el Magdalena Medio en
donde “Los paramilitares no los discriminan por edades para reclutarlos y abusan sexualmente de
las jóvenes”. Ver El Colombiano, «Paramilitares abusan sexualmente de jóvenes».
571
Redacción Nacional, «La mala racha de la niñez colombiana».
Capítulo 4 213
El Ejército se mantuvo como una voz importante en estos reportajes, aunque fueron
572
Redacción El Tiempo, «11.000 niños son combatientes»; Redacción El Tiempo, «El mercado del
sexo infantil en Cartagena»; «Combatientes en Colombia»; Colprensa, «Describen situación de
niños en las filas de grupos ilegales»; «360 de cada mil niños sufren mal trato»; «Las guerras
personales»; Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra»; Redacción Nacional, «La
mala racha de la niñez colombiana»; Semana, «Infamia: los abusos físicos y sexuales a las niñas
en las FARC», Semana, 1 de julio de 2006; Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada
por la guerrilla».
573
Redacción El Tiempo, «11.000 niños son combatientes»; «Combatientes en Colombia»; «360 de
cada mil niños sufren mal trato»; Semana, «Infamia: los abusos físicos y sexuales a las niñas en
las FARC»; Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla».
574
Redacción El Tiempo, «11.000 niños son combatientes»; Agencia de noticias del Ejército,
«Herederos de la guerra»; Redacción Nacional, «La mala racha de la niñez colombiana»; Redacción
El Tiempo, «Paramilitares escondieron a los niños que tenían en sus filas»; Barrios, «“Adriana”,
reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla».
575
Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra»; Colprensa, «Describen situación de
niños en las filas de grupos ilegales»; «Combatientes en Colombia»; Semana, «Infamia: los abusos
físicos y sexuales a las niñas en las FARC»; Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada
por la guerrilla».
576
De acuerdo con la información del gobierno nacional, entre 2001 y 2008 se desmovilizaron
49.118 personas, de las cuales 36.194 pertenecían a las AUC y 12.914 a diferentes guerrillas. Para
el caso de las AUC, los años con mayor número de desmovilización fueron 2005 y 2006 con 11.800
y 18.741 personas, respectivamente. Datos procesados a partir de la información disponible en la
página oficial https://www.datos.gov.co/Inclusi-n-Social-y-Reconciliaci-n/ESTAD-STICAS-DE-LAS-
PERSONAS-DESMOVILIZADAS-QUE-HA/39pj-dba6, accedida el 24 de novoiembre de 2020.
214 La prensa colombiana
variando las modalidades de violencia sobre las que se referían577. Al respecto, dos notas
de prensa de El Mundo y El Heraldo en 2005 y 2008 son particularmente significativas.
Ambas movilizan las historias de dos niñas – ‘Marta’ en las FARC y ‘Adriana’ en el ELN –
y a través de ellas el mensaje transmitido por la prensa sobre la crueldad de las guerrillas
y la legitimidad de la causa en su contra. Aunque estas notas de prensa remiten a un plano
ideológico, resultan importantes en la medida que fue de la mano de ese interés de
señalamiento del enemigo que se hizo posible que diversas voces en la prensa entraran
en diálogo y contribuyeran a la creación de un problema público referido a la violencia
sexual.
“Cinco meses de embarazo tenía cuando fui obligada por mi comandante ‘El
Negro Acacio’ a abortar… me llevaron a un ‘hospital’ que manejan las Farc, allí
habían cinco muchachas mas, que también las obligaron a abortar… yo no dejaba
de llorar, porque uno de mujer lo que mas quiere es tener un hijo…quien me hizo
eso era un animal…”579.
577
Redacción El Tiempo, «El calvario de dos niñas guerrilleras»; Redacción El Tiempo, «El mercado
del sexo infantil en Cartagena»; Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra»; Umaña
Mejía, «Paro de juguetes contra la violencia»; Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada
por la guerrilla».
578
Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra».
579
Ibid. La transcripción es exacta y se han dejado lo errores ortográficos, los puntos suspensivos
y las comillas.
580
Un análisis sobre el proceso de instalación del sufrimiento en el universo semántico y su eficacia,
Capítulo 4 215
cuestión del aborto: por un lado, ratifica la idea tradicional de lo femenino que asienta la
feminidad en la maternidad; por otro, moviliza la emoción hacia aquellos ‘niños no nacidos’,
activando el repudio que generan los actos contra la infancia y el consenso católico
conservador contra el aborto como un crimen contra la vida y; finalmente, otorga al
‘enemigo’ un carácter animal y monstruoso del cual puede el Ejército sentirse separado y
desde allí legitimar la guerra.
‘Adriana’ es presentada como “una muestra viva del drama que sufren los niños en la
guerra” y también como una muestra de la tensión que se aloja en la bisagra ente la niñez
y la adultez.
Los relatos de ‘Marta’ y ‘Adriana’ evidencian de qué maneras la prensa hizo uso de la
tradicional imagen de la mujer como madre, reproductora y creadora de la nación y, al
mostrarla como víctima de violación, exacerbaba la idea de un honor colectivo que había
sido mancillado y que debía restaurarse, lo que servía de mecanismo político y emocional
para movilizar la guerra582. De esta manera, el señalamiento del uso de la violencia sexual
contra las mujeres tenía una capacidad perlocutiva que hacía que las palabras, más que
puede leerse en Fassin, La razón humanitaria. Una historia moral del tiempo presente.
581
Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla».
582
La asociación entre la nación y la mujer, y la violación y la imagen de la nación/mujer conquistada,
ha sido estudiada en varios textos en diferentes contextos. Ver, por ejemplo, Das, «En la región del
rumor», 2008; Julie Mostov, «Sexing the nation/desexing the body: politics of national identity in the
former Yugoslavia», en Gender ironies of nationalism: sexing the nation, ed. Tamar Mayer (London ;
New York: Routledge, 2000), 89-110; Jelin, La lucha por el pasado, 220. Jelin, siguiendo a Mostov,
señala que la relación de la mujer y la nación alude a “un complejo juego simbólico, [en el que] el
cuerpo femenino se convierte en la madre que gesta los hijos de la nación, pero también en el lugar
por donde puede penetrar – incluso con violencia – el otro. De ahí la necesidad de proteger y
disciplinar a las mujeres, vigilándolas y controlándolas. En el discurso nacionalista y en la política
de la identidad nacional, la violación de las mujeres (…) es, antes que nada, una violación a la
nación. Es una afrenta a los hombres, que no han sido capaces de defender las fronteras…”. En
Ibid., 221.
216 La prensa colombiana
Aunque las historias de Marta y Adriana comparten un hilo narrativo, las imágenes que
presentan los periódicos distan en la representación de la violencia sexual en las filas de
la guerrilla. En la noticia elaborada por el Ejército para El Mundo, en el caso de ‘Marta' la
fotografía representa una escena en la que una de las jóvenes y un hombre (cuyo rostro
no se ve) se encuentran en una interacción que parece voluntaria y deseada:
Fuente: Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra», El Mundo, 30 de abril de 2005.
Aunque el pie de foto dice “Los cabecillas de los grupos al margen de la ley obligan a las
niñas y en general a las mujeres a emplear métodos anticonceptivos, prácticas de
promiscuidad, entre otros”, la fotografía – que en su original incluye la censura – dista de
la imagen de la violencia y la falta de consentimiento y, por el contrario, la muestra en una
583
Austin planteó que las palabras eran más que un mecanismo de comunicación, afirmando que
con ellas no solo se hablaba sino que se hacía. En este marco, las palabras podían tener una fuerza
perlocutiva, esto es, no solo hacer algo al enunciar (fuerza ilocutoria), sino hacer algo por enunciar
(acto perlocutivo). Das afirma que “las palabras pasan de ser un medio de comunicación a
convertirse en un instrumento de fuerza”. Ver Austin, Cómo hacer cosas con palabras, sec.
Conferencias VIII y IX; Das, «En la región del rumor», 2008, 117.
Capítulo 4 217
Esta tensión entre el texto y la imagen hace visible la constitución aporética de ese
movimiento por el cual se genera un sujeto que es digno de ser recogido dentro de los
procesos de justiciabilidad a costa de su agencia. En otras palabras, la gramática textual
nos remite a la protección de una víctima que es permanentemente obligada a diversas
modalidades de restricción a su libertad sexual y reproductiva, mientras que la gramática
visual evoca la capacidad de consentir aún en contextos de guerra, lo cual es leído como
culpabilidad compartida. La aporía es, entonces, ese nodo problemático entre, por un lado,
la inocencia que genera sujetos merecedores de tutela judicial y, por el otro, sujetos
considerados culpables, acreedores de castigo más que de protección. La aparente
contradicción entre texto e imagen nos hace visible la emergencia de una narrativa que
requiere sujetos enmarcados en la victimización, pero cuya experiencia vital en muchos
casos sobrepasa ese lugar pasivo584. Esa aporía da lugar a una crisis constante que
produce la evaluación de lo que ingresa y se excluye de la categoría de la violencia sexual,
en cómo leer el consentimiento, la voluntad, la fuerza y la amenaza de la fuerza585.
Las fotografías del caso de ‘Adriana’ publicadas por El Heraldo en 2008 son diferentes. En
una se observa a una niña de espalda frente a un coronel en una clara relación jerárquica
y que remite a la rendición de cuentas.
584
Esta cuestión sobre la agencia y la victimización fue abordado para otro contexto por Janet Halley
en «Rape in Berlin».
585
La exploración de las manifestaciones de esa aporía en el campo judicial, donde se debaten los
casos individuales y no el fenómeno en abstracto, inició en Colombia al cierre del corte temporal de
esta tesis y, por ello mismo, escapa a este documento.
218 La prensa colombiana
Fuente: Miguel Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla», El Heraldo,
3 de agosto de 2008.
Fuente: Miguel Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla», El Heraldo,
3 de agosto de 2008.
Capítulo 4 219
La instalación en la opinión pública de la violencia sexual cometida por los actores armados
(especialmente la guerrilla) fue ascendente a lo largo del período estudiado e intensificó la
idea de un drama femenino asociado a la maternidad. Las formas como fue emergiendo la
violencia sexual instaló también algunas tensiones referidas a su carácter inocente o
culpable que pone de manifiesto la dificultad de abarcar el consentimiento en entornos de
guerra.
Además del reclutamiento y el lugar emergente de la violencia sexual respecto de las niñas
al interior de las filas, de manera simultánea y muchas veces sin vasos comunicantes, fue
abriéndose camino un campo particular referido a la violencia cometida en contra de
mujeres civiles por parte de los grupos armados. Esta emergencia fue posible
especialmente bajo tres condiciones: la creación de organizaciones de mujeres agrupadas
en torno a la paz, la instalación del lenguaje de derechos humanos que constituyó una
vigilancia nacional e internacional en el tema y, los debates sobre la justicia transicional
que se abrieron en Colombia a partir de las negociaciones entre el gobierno nacional y los
grupos paramilitares586. Respecto de las dos primeras condiciones, valga señalar que las
586
Respecto de la primera condición hago un barrido de la emergencia de organizaciones de
mujeres y paz en los capítulos 1 y 2; sobre la vigilancia internacional me ocupo en el capítulo 3 y
220 La prensa colombiana
Tal como señalé en el capítulo 1, a partir del segundo lustro de la década de 1990 surgieron
organizaciones de mujeres cuyo trabajo se relacionaba directamente con la guerra y la paz
y, otras que previamente se habían conformado, giraron su actuar hacia los impactos del
conflicto armado y las acciones para el logro de acuerdos de paz.
590
González González, Poder y violencia en Colombia, 417.
591
«La sociedad debe ser más sensible ante los problemas de la mujer».
592
El Espectador, «La mujer aboga por su dignidad»; En el mismo sentido, «Algo más que simple
anatomía»; «La sociedad debe ser más sensible ante los problemas de la mujer».
593
Un análisis detallado de esta tríada es desarrollada en el capítulo 1.
222 La prensa colombiana
legitimidad que les daba para ser partícipes de los procesos de paz, la prensa de la época
priorizó la presentación de la imagen de victimización, acentuando el carácter trágico de la
vivencia de las mujeres en la guerra594. Para el 25 de noviembre de 1997, El Tiempo
señaló:
Son ellas las principales víctimas del conflicto armado porque, cuando no
participan directamente en la guerra, son las viudas, las huérfanas y las madres
que se quedan sin hijos. (…) En Colombia específicamente, además de tener
vínculos familiares con los combatientes, las mujeres son las principales
afectadas cuando hay desplazamiento (…). Como si fuera poco, ellas son blanco
preferido por los combatientes para agresiones físicas y sexuales y
frecuentemente la mujer rural que no tiene para dónde huir termina siendo violada
por los guerreros595.
La ausencia prácticamente total de casos hizo que las notas de prensa de esta época –
hasta 2002 – estuviera vinculada especialmente a las movilizaciones y demandas de las
organizaciones sociales que incidían en la prensa.
A partir del año 2002 ocurrió un giro significativo en las formas de registrar el emergente
objeto de la violencia sexual, propiciado por dos elementos: de un lado, la aparición de
algunas víctimas de manera anónima y, de otro, los debates sobre la justicia transicional
frente a los cuales se articuló la cuestión de la violencia sexual. Veamos.
594
Hubo algunas notas de prensa que en enfocaron en el carácter de activistas por la paz de las
mujeres, las cuales fueron señaladas en el capítulo 1. No obstante, el relato predominante era el de
la victimización.
595
Redacción El Tiempo, «Día mundial de la no violencia contra la mujer». La movilización del año
98 también reportó el mismo sentido: “En el conflicto armado las mujeres se convierten en jefes de
familia y directoras de la comunidad. Son las sobrevivientes, las que viven y sufren la muerte de sus
padres, de sus hijos y las víctimas de crímenes como las violaciones y el abuso sexual. Se calcula
que el 78% de los 1.500.000 desplazados que hay en el país, son mujeres y niños, concluye
Restrepo”. Ver Redacción El Tiempo, «La ciudad de las mujeres».
Capítulo 4 223
Fuente: Unidad de Paz, «Mujeres: por qué marchan», El Tiempo, 25 de julio de 2002
596
Información adicional sobre esta marcha se encuentra en el capítulo 1.
597
Unidad de Paz, «Mujeres que pazharán».
598
Florence Thomas, «Pastrana y las mujeres», El Tiempo, 31 de julio de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1355962.
224 La prensa colombiana
Tan solo un mes después, el 23 de agosto de 2002, con ocasión de unos eventos de
violación perpetrados por paramilitares contra algunas mujeres en Santiago Apóstol (San
Benito Abad, Sucre), ocurrió un giro inesperado. El periódico El Tiempo publicó al menos
siete noticias referidas a la violación cometida en contra de algunas mujeres en ese
lugar600. El 10 de septiembre de ese año, el reportaje incluyó la imagen de una mujer que
sería la primera en mostrar a una víctima de un hecho identificado de violación por un actor
armado.
Fuente: Luz Neira Sáenz, «Un pueblo con miedo», El Tiempo, 10 de septiembre de 2002.
599
Sobre el uso del olvido y el silencio como parte de los artefactos discursivos de las
organizaciones de mujeres pueden verse los capítulos 1 y 2.
600
Redacción El Tiempo, «Paras violaron mujeres», El Tiempo, 31 de agosto de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1382563; Redacción El Tiempo, «Santiago, un
pueblo aterrorizado», El Tiempo, 10 de septiembre de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1357290; Luz Neira Sáenz, «Un pueblo con
miedo», El Tiempo, 10 de septiembre de 2002; Redacción El Tiempo, «Estudiantes atemorizados»,
El Tiempo, 20 de septiembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1339236;
Germán Rey, «Las versiones oficiales», El Tiempo, 22 de septiembre de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1337164; Redacción El Tiempo, «Quiénes
fueron», El Tiempo, 23 de septiembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-
1335143; Redacción El Tiempo, «Director de ICBF, herido gravemente», El Tiempo, 5 de octubre
de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1313543.
Capítulo 4 225
El pie de foto dice: “Varias mujeres de Santiago Apóstol (Sucre) habrían sido violadas por
un grupo armado. Responsabilizan a las Autodefensas”. La posición del cuerpo de la mujer,
el pixelado en su cara y el espacio que ocupa, expresan una forma de mostrar y la
teatralización de lo que se quiere hacer ver: mostrar un cuerpo sin rostro, un relato que se
imagina, pero no se cuenta, un relato sin voz. Se trata de un cuerpo que no debe ser
mostrado en un acto que mezcla protección y vergüenza.
Este caso revela un doble desplazamiento: se trata de la primera vez que se hace un
cubrimiento de una noticia donde el centro de los hechos es un caso de violencia sexual
cometida por paramilitares contra mujeres civiles, y es la primera vez que muestra la
imagen de una civil directamente señalada de ser víctima de violación601. Ambos giros
resultan sorprendentes: no es claro por qué este caso en particular generó tal despliegue,
siendo que su impacto social fue mucho menor en comparación con otros que implicaban
asesinatos, masacres, desplazamientos y torturas. Probablemente se deba a que haya
sido el primero en el que una de las mujeres habló en primera persona a la prensa:
Ana Paola fue la única mujer que se atrevió a denunciar que fue violada, pero
sabe de al menos tres casos más de jóvenes que no se atreven a contar sus casos
por la estigmatización que puedan sufrir después602.
Probablemente Ana Paola es la joven de la foto y es fundadora de una nueva narrativa que
inauguraba un nuevo sujeto: la de la víctima de violencia sexual que empezaba a
delinearse y que, en todo caso, era diferente a la mujer desplazada.
El contraste entre las dos fotografías es evidente: María Cristina muestra su rostro, es una
luchadora, una desplazada que sale a la calle a exigir sus derechos. Ana Paola está sola,
es un ser que se construye como sufriente y que, aunque cuenta y pone sus palabras, está
oculta.
601
Algunas noticias previas ya se habían referido al uso de la violencia sexual por paramilitares,
pero no era su eje de argumentación. Ver El Colombiano, «Paramilitares abusan sexualmente de
jóvenes»; Óscar Cardona, «El juez Garzón condenó crímenes contra indígenas antioqueños», El
Colombiano, 18 de mayo de 1999; Bustos, «El Salado, 72 horas de terror»; Redacción Nacional,
«La verdadera ley del monte», El Tiempo, 6 de mayo de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-527641.
602
Neira Sáenz, «Un pueblo con miedo».
226 La prensa colombiana
Si se lee esta imagen en conjunto con una que aparecerá posteriormente pero cuyo relato
circuló el periódico El Tiempo en diciembre de 2002, se entiende la emergencia de un
nuevo sujeto con características diferentes a las de la mujer desplazada. Con ocasión del
día de los derechos humanos El Tiempo señaló:
De las violaciones a los derechos humanos se podría decir que se dividen en tres
clases: las que causan gran escándalo por la violencia conque se realizan o por
los personajes involucrados, las perpetradas contra personas anónimas, que se
diluyen en el mar de violencia del país, y las que discurren en forma tan
permanente que rara vez causan revuelo, a pesar de que pueden aportar tantas
víctimas y sufrimiento como las otras. (…) De las violaciones que se quedan en el
silencio habló ayer un grupo de mujeres en Bogotá603.
603
Redacción El Tiempo, «Sombras en el Día de los Derechos Humanos», El Tiempo, 10 de
diciembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1344718.
604
Ibid.
Capítulo 4 227
Aunque el periódico no publica la imagen, presento la fotografía tomada por Jesús Abad
Colorado en el 2002 a la joven de 18 años que fue marcada con las letras del grupo
paramilitar, y que con el tiempo se convertiría en un ícono de la violencia sexual: se trata
de un brazo izquierdo con la mano cerrada y tres letras en el antebrazo marcadas con un
cuchillo en un trazo lineal: A.U.C. La imagen es simple pero adquiere un lugar simbólico
preponderante: revela un acto de dominación, de objetivación, un acto de poder absoluto.
Y es icónico porque pareciera que la palabra violación junto a la imagen fuera suficiente
para transmitir el sufrimiento de la violencia sexual; esa imagen colectiva que presume que
la violación es lo peor, es inenarrable y deja huellas indelebles. La imagen pone el
sufrimiento en el lugar de la obviedad, y esa obviedad opaca la posibilidad de narrar la
experiencia y, a su vez, absuelve a las víctimas de testimoniar. La imagen que remite a la
violación nos lleva como espectadores al lugar de la imaginación y del silencio: el silencio
de Ana Paola y el silencio de la joven de 18 años. Este lugar de la obviedad, del silencio y
de la imaginación, será confrontado con los debates subsiguientes sobre la justicia, en los
cuales la imaginación se hará insuficiente y se exigirán palabras, relatos y detalles. Ante
la ausencia de ellos, revisitamos y reactualizamos la imagen. Por ello, no en vano esta
fotografía está expuesta en varios informes y estudios emblemáticos sobre la violencia,
605
Carolina Ponce de León y Jesús Abad Colorado, Jesús Abad Colorado: mirar de la vida profunda,
Primera edición (Bogotá, Colombia: Paralelo 10 : Editorial Planeta Colombiana, 2015), 46.
228 La prensa colombiana
entre ellos, los informes de Amnistía Internacional de 2004 y el del Centro de Memoria
Histórica “¡Basta ya!” de 2013606.
606
Jesús Abad Colorado en su exposición El Testigo, adelantada a partir de octubre de 2018, señala
sobre esta foto: “No supo si fueron cuatro o cinco los hombres que la violaron. Con el mismo objeto
corto punzante con el que marcaron su brazo, le hicieron cortaduras en sus senos y piernas.
También tenía varias quemaduras de cigarrillo. Esas marcas desaparecieron de su cuerpo, pero
nunca de su alma. Tardé mucho en decidirme a publicar su testimonio. Primero estaba la intimidad
y seguridad de ella y su familia, que una noticia. Solo lo hice con su autorización, dos años después
de sucedido el crimen en un informe de Amnistía Internacional”. En Jesús Abad Colorado, El testigo.
Memorias del conflicto armado colombiano en el lente y la voz de Jesús Abad Colorado, 2018, 2018,
Exposición Claustro de San Agustín de la Universidad Nacional de Colombia.
La imagen se puede ver en «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 41; «¡Basta ya! Colombia:
memorias de guerra y dignidad», 2013, 307,
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/descargas.html.
607
Esta emergencia de las víctimas no es exclusiva de las mujeres, sino que se enmarca en un giro
mucho mayor de desplazamiento del centro de gravedad de los acusados a las víctimas. François
Hartog, «El tiempo de las víctimas», Revista de Estudios Sociales 44 (diciembre de 2012): 17. Para
el caso colombiano, tal como lo señaló Myriam Jimeno y otras en 2015, “las víctimas (…) no son
entidades naturales sino construcciones histórico-culturales que emergen con claridad en las
condiciones del proceso colombiano, apenas en los últimos diez años, hasta el punto que su
significado está en plena disputa”. Myriam Jimeno, Daniel Varela, y Ángela Castillo, Después de la
masacre: emociones y política en el Cauca indio (Centro de Estudios Sociales e ICANH, 2015), 289.
Una mirada de más larga duración para el caso colombiano puede revisarse en el texto de Nubia
Fernanda Espinosa Moreno, «De damnificados a víctimas. La construcción del problema público de
los afectados por la violencia en Colombia (1946-1991)» (México, Universidad Autónoma
Metropolitana, 2019), http://ilitia.cua.uam.mx:8080/jspui/handle/123456789/268.
Capítulo 4 229
que la paz no sería posible sin justicia. Estos debates se inscriben en el campo conocido
hoy en día como justicia transicional.
608
María del Carmen Garavito, «La indolencia del sistema», Voz, 5 de marzo de 2003; «Una mujer
muere al día por causa de la violencia»; Liliana Salazar Barrientos, «Las dos marcas de la guerra»,
El Mundo, 8 de marzo de 2005; Gutiérrez, «¿Qué tanto se agrede a la mujer en Santander?»
609
Néstor Alonso López, «Grito de mujer en el Atrato», El Tiempo, 27 de noviembre de 2005,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1843068; Javier Restrepo, «Se proponen
romper el silencio», El Mundo, 25 de noviembre de 2005; «La impunidad del proceso con los paras
ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres»; Redacción El Tiempo, «“Día de la No Violencia contra
la Mujer”», El Tiempo, 21 de noviembre de 2007; Rodrigo Uprimny, «Suprimir la violencia contra las
mujeres», El Espectador, 25 de noviembre de 2008; «La impunidad del proceso con los paras ha
golpeado con mayor fuerza a las mujeres».
610
Estas voces fueron las universidades, la iglesia católica y el partido político Polo Democrático.
Para las universidades ver Redacción El Tiempo, «En radio, vida de desplazadas», El Tiempo, 26
de octubre de 2003, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1025892; Florence
Thomas, «Caminando París», El Tiempo, 20 de octubre de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1550028. Para la iglesia católica ver «Hay
“atropellos inconfesables”», El Mundo, 14 de julio de 2004. Para el partido político Polo Democrático,
ver Redacción El Tiempo, «Texto completo de la declaración del Polo», El Tiempo, 20 de septiembre
de 2007. También debo destacar que para el año 2008 el Premio Nacional de Paz involucró
experiencias asociadas a la violencia sexual en el conflicto. Ver Laura Ardila Arrieta, «Ellas eran
prostitutas y vencieron la guerra», El Espectador, 21 de septiembre de 2008; Paula López, «El
enfermero se ganó Premio Nacional de Paz», El Colombiano, 12 de octubre de 2008.
611
Los periódicos El Nuevo Siglo, El Espectador, El Tiempo, El Mundo, El Colombiano, Vanguardia
Liberal, El País y Semana publicaron los informes producidos por la Red Nacional de Mujeres,
Profamilia, la MMCA, la Ruta Pacífica, la Coalición Colombiana contra la Tortura, Codhes, Avre,
IMP y Women’s Link Worldwide. Ver «Una mujer muere al día por causa de la violencia»; Colprensa,
«Cada día una mujer muere a causa del conflicto»; Colprensa, «Cada día una mujer muere por el
conflicto»; León Cruz, «Desplazamiento: más duro para la mujer»; El Espectador, «Desplazadas
por la violencia tienen más hijos»; El Tiempo, «Las mujeres desplazadas»; «La desmovilización de
las autodefensas vista con ojos de mujer»; «El cuerpo femenino como arma de guerra»; «Mujeres
violadas: un trauma social»; «Seguridad Democrática “facilita” actos de tortura»; Redacción El
Tiempo, «Cifras vergonzosas»; Redacción El Tiempo, «Mujeres con pantalones»; «El 6 por ciento
de mujeres en el país han sido violadas»; Gutiérrez, «¿Qué tanto se agrede a la mujer en
230 La prensa colombiana
Santander?»; Redacción El Tiempo, «Antes de los 15 violaron a 339 mil colombianas», 15; Ricardo
Santamaría, «Profamilia», El Tiempo, 2 de febrero de 2007; Redacción El Tiempo, «Desolador
diagnóstico por la violencia nacional», El Tiempo, 10 de octubre de 2008; «Periodista dice Gobierno
de Colombia no podrá obrar igual con Barak Obama», Vanguardia Liberal, 25 de noviembre de
2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual contra las mujeres, arma de guerra en Colombia,
dice ONG»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual contra las mujeres, nueva arma de guerra en
Colombia»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual, la otra arma de la guerra»; «A 133 se elevó el
número de mujeres agredidas sexualmente»; Wetterwald, «Más allá de las cifras, personas»;
«Paras han asesinado o desaparecido a 250 mujeres»; Colprensa, «Se incrementa el abuso sexual
contra las mujeres»; Redacción Política, «Gobierno y 1.200 ONG en examen de derechos humanos
ante la ONU»; «ONG». El caso de Women’s Link es interesante puesto que, en su estrategia para
demandar la inconstitucionalidad del delito del aborto, uno de los ejemplos significativos movilizados
en prensa para justificar el por qué el aborto debía ser despenalizado en caso de violación era lo
ocurrido con las mujeres cuando quedaban embarazadas por actores armados. Ver Perilla
Santamaría, «El aborto, asunto de salud pública»; Redacción El Tiempo, «Aborto y constitución»,
El Tiempo, 25 de abril de 2005, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1623425.
612
Redacción El Tiempo, «Más violaciones a derechos humanos», El Tiempo, 11 de diciembre de
2003, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1045407; Redacción El Tiempo,
«Preocupa violencia contra mujeres», El Tiempo, 27 de septiembre de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1528849; «Hay “atropellos inconfesables”»;
José Monsalve, «Mujer y conflicto armado», El Mundo, 9 de octubre de 2005; Ricardo León Cruz,
«Balance bastante preocupante», El Mundo, 8 de diciembre de 2006; ibid.; Juan Carlos Monroy G.,
«Santo Domingo no olvida su dolor», El Colombiano, 17 de septiembre de 2008; Juan Carlos
Monroy G., «Homicidios rajaron balance de d.h.», El Colombiano, 11 de diciembre de 2008.
613
«Optimismo frente a los avances en derechos sexuales», Vanguardia Liberal, 10 de noviembre
de 2008; Julia C. Hurtado Isaza, «Los DDHH en el Magdalena Medio siguen siendo vulnerables»,
Vanguardia Liberal, 11 de diciembre de 2008.
614
La información sobre el cubrimiento de la prensa de los informes de organizaciones y organismos
internacionales puede leerse en el capítulo 2.
615
Redacción El Tiempo, «No se defienden derechos sexuales de desplazados», El Tiempo, 15 de
diciembre de 2007; Redacción Justicia, «Por abuso sexual huyen 2 de cada 10 desplazadas»;
Redacción El Tiempo, «Una violencia silente»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual hizo huir a
2 de cada 10 desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo».
616
«ONU denuncia práctica de torturas en Colombia»; Redacción El Tiempo, «Tráfico humano,
horror en aumento»; «ONU pide acabar “nexos” de funcionarios con Auc»; Resumen Agencias,
«Analizan violación contra la mujer en conflicto armado»; Raigozo, «Severas críticas a
paramilitarización e impunidad»; «Mujeres, 10 razones para no celebrar»; Colprensa, «52% de las
mujeres colombianas comprometidas ha sido agredida»; «Se disparan casos de mujeres
contagiadas con Sida».
617
Redacción Nacional, «“El Estado tiene la obligación de pagarles”»; Redacción Justicia, «En solo
seis meses, van casi 50 mil víctimas que piden reparación»; «Rememorando Ituango».
Capítulo 4 231
618
Redacción Política, «Gobierno y 1.200 ONG en examen de derechos humanos ante la ONU»;
Redacción El Tiempo, «ONU examinará el primer informe sobre situación derechos humanos en
Colombia»; Redacción El Tiempo, «Pulso sobre derechos humanos en el país sostendrán Gobierno
y ONG ante la ONU en Ginebra».
619
Redacción Vida de Hoy, «US$ 7 millones para frenar violencia contra la mujer»; Redacción Vida
de Hoy, «Programa integral contra violencias de género invertirá US$7’200.000 para frenar agresión
contra la mujer»; Redacción El Tiempo, «Invierten 7 millones de dólares en programa para frenar
violencia contra la mujer».
620
Efe, «MUJERES»; «Mujeres: víctimas “invisibles” del conflicto colombiano»; Colprensa, «Las
mujeres, un campo de batalla»; Yarce, «Mujeres: campo de batalla en el conflicto»; Redacción
Política, «Las víctimas ocultas de la guerra»; «Intercambio humanitario es posible»; «El cuerpo
femenino».
621
«Entre 2002 y 2006 han sido asesinados 518 sindicalistas»; Redacción El Tiempo, «Alarma por
la crisis de desplazados en Colombia»; Redacción Judicial, «¿Una justicia obstaculizada?»;
Redacción El Tiempo, «Graves abusos de cuerpos de paz»; «Médicos Sin Fronteras denuncia alta
violencia sexual»; Redacción El Tiempo, «Violación arma de guerra».
622
Uno de los canales intermediarios en la relación con los medios fue la agencia de noticias
Colprensa, que tiene como medios socios El País, Vanguardia Liberal, El Universal, La Patria, La
Opinión, El Nuevo Día y La Tarde, lo que llevaba a las regiones la información producida a nivel
central y viceversa. Ver http://www.monitoreodemedios.co/colprensa/. En el anexo 6 se pueden
detallar las noticias publicadas por Colprensa en varios periódicos.
232 La prensa colombiana
Sumado a ello, la prensa jugó también un papel importante en los debates de la Ley de
Justicia y Paz y su implementación, escenario en el cual la violencia sexual como un
problema social autónomo cristalizó su proceso de emergencia e inició un proceso de
solidificación.
La prensa cubrió voces diversas que pedían participar en el acuerdo de paz624, exigir
castigo a los perpetradores de los crímenes625, establecer mecanismos judiciales
específicos para la violencia sexual626, denunciar el incumplimiento en la entrega de armas
y la continuidad de las estructuras paramilitares627 y establecer mecanismos de
reparación628. Una vez empezó a implementarse la Ley de Justicia y Paz, la prensa también
cubrió sus hallazgos respecto de la violencia sexual629.
623
Ejemplos de esos desplazamientos en el registro de la prensa son presentados en el capítulo 2.
624
Unidad de Paz, «No a amnistía de criminales».
625
Mercado, «Tire y afloje por la ley de paras»; «Sociedad civil pide penas ajustadas»; Díaz, «Me
llevo a tu mujer porque me gusta»; Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual
por el conflicto».
626
Redacción El Tiempo, «Las mujeres piden que las saquen de la guerra»; Redacción Justicia,
«Recopilan ADN paramilitar con saliva de los reinsertados»; León Cruz, «La verdad de los ex
paramilitares se conocerá fragmentada»; Mantilla Falcón, «Violación y lágrimas».
627
Redacción Nacional, «La sombra para en las economías regionales», El Tiempo, 3 de julio de
2005, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1643368; «La desmovilización de las
autodefensas vista con ojos de mujer»; «La impunidad del proceso con los paras ha golpeado con
mayor fuerza a las mujeres»; Lozano, «El harem que los paras tienen secuestrado en el Putumayo»;
«Paras han asesinado o desaparecido a 250 mujeres».
628
Redacción Nacional, «Colombianos no quieren ex paras en política», El Tiempo, 23 de enero de
2007; Redacción El Tiempo, «Ellos reparan», El Tiempo, 22 de junio de 2008; Redacción El Tiempo,
«Duro pulso por salvar ley de víctimas en Cámara», El Tiempo, 21 de octubre de 2008; Redacción
El Tiempo, «Una ley para Colombia», El Tiempo, 28 de octubre de 2008; Redacción El Tiempo,
«Gobierno suspendió entrega de 48.000 hectáreas destinadas a reparación de víctimas», El
Tiempo, 17 de abril de 2008; Redacción El Tiempo, «La masacre de Trujillo fue escogida por la
CNRR como eje de su informe sobre crímenes emblemáticos», El Tiempo, 27 de agosto de 2008;
Redacción El Tiempo, «Sobre tres puntos se centrará discusión de la ley de víctimas en la Cámara»,
El Tiempo, 20 de octubre de 2008; Buriticá Céspedes, «Violencia sexual en el conflicto armado».
629
Frank Bajak, «“Paras”, los dueños de las mejores tierras», El Heraldo, 28 de enero de 2007;
«Crímenes silenciados»; Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y
Paz»; Redacción El Tiempo, «Lo que ellas callan»; Colprensa, «Reparación a mujeres víctimas de
la violencia»; «Las que pierden siempre».
Capítulo 4 233
heterogénea y con énfasis diferentes entre los periódicos – fue tejiendo varios hilos
argumentales que provenían de momentos previos, a través de los cuales fue trazando
narrativas sobre la violencia sexual, las cuales fueron utilizadas para movilizar argumentos
respecto de la Ley de Justicia y Paz, tal como desarrollaré a continuación.
Durante el trámite de dicha ley en el año 2005, los periódicos El Heraldo y Vanguardia
Liberal, en el marco de los debates propiciados por IMP y la Red Nacional de Mujeres,
publicaron algunos reportajes a través de los cuales señalaban las limitaciones de los
proyectos de justicia transicional para los paramilitares, teniendo como ejemplo el
desconocimiento a los derechos de las víctimas de violencia sexual. Vanguardia señaló en
uno de sus reportajes:
Hoy nadie sabe en Colombia y menos el Estado, cuántas mujeres son objeto de
agresión sexual por parte de los actores del conflicto armado. Peor aún, a aquellos
que saben de su existencia, los congresistas de la República, no parece
importarles.
(…) “A ellos les interesó más la rebaja de penas y considerar sus actos como
delitos políticos. Si en esta iniciativa no escucharon los derechos de las víctimas,
mucho menos los de las mujeres. Como ahora se admitió el delito de sedición,
estas agresiones quedarán en la impunidad…”, dijo Sánchez Mora [abogada de
IMP]630.
Se dio entonces una doble operación: del lado de las organizaciones sociales, la intención
de demostrar la gravedad de la experiencia de las mujeres en la guerra para que quedara
por fuera de las medidas de amnistía. Del lado de la prensa, justamente por esa
representación del sufrimiento, la violencia sexual operó como un vehículo válido para el
cuestionamiento de las medidas que se estaban debatiendo en el Congreso, las cuales
podrían llevar a la amnistía y a la impunidad respecto de cualquier delito.
Una vez aprobada la ley en 2005, en la prensa la cuestión de la violencia sexual ocupó un
lugar significativo para señalar la continuidad del paramilitarismo, pese al proceso de
negociación y desmovilización. En otras palabras, para denunciar el incumplimiento de lo
630
Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto».
234 La prensa colombiana
“Los paramilitares tienen derecho a desmovilizarse, les dan garantías, les dan
apoyos... a las personas que hemos sido violadas y que hemos sido inocentes y
que nunca hemos querido estar en ese contexto, nunca nos han reparado en
nada”.
También El Tiempo cuestionó el desarme paramilitar a partir de algunos casos que señaló
como esclavitud sexual contra trabajadoras sexuales. Una nota publicada en 2007
encabezaba:
Cuando llegamos nos trataron como reinas. Con el pasar de los días simplemente
éramos las putas del pueblo. Y hoy no solo somos sus rehenes sino sus víctimas:
los muchachos (paras no desmovilizados y los de las nuevas bandas) ya mataron
a unas cinco compañeras632.
Concluye que por la manera como se están llevando a cabo los procesos
judiciales de la Ley 975, no hay garantías para las víctimas a la hora de denunciar
o enfrentar a sus victimarios. “Por ejemplo, la violencia sexual por parte de los
631
«La impunidad del proceso con los paras ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres».
632
Lozano, «El harem que los paras tienen secuestrado en el Putumayo».
Capítulo 4 235
633
«Paras han asesinado o desaparecido a 250 mujeres».
634
Redacción Nacional, «Colombianos no quieren ex paras en política».
635
La historia de Micaela es descrita así: “Antes de cumplir los 15 años, [Micaela] ya "tenía marido".
Una unión que duró muy poco. Siendo una niña todavía, le tocó sufrir los atropellos de los paras en
La Gabarra, en el municipio de Tibú (Norte de Santander). Muchas mujeres, como ella, fueron
violadas. Y a pesar de que muchos paramilitares están entregando fosas y hablando de sus
asesinatos, no mencionan los abusos sexuales que cometieron con decenas de campesinas, que
todavía guardan silencio por miedo, o por vergüenza”. En «Crímenes silenciados».
236 La prensa colombiana
de la impunidad636.
Una de las medidas que fue aprobada en la ley se refería a los beneficios de pena reducida,
los cuales estaban condicionados a que los desmovilizados dijeran la verdad en las
versiones libres que rendían ante las autoridades. Esto significa que sus declaraciones
deberían ofrecer información cierta y plena para la satisfacción del derecho a la verdad de
las víctimas, o de lo contrario podrían ser excluidos de los beneficios pactados. Pese a que
los paramilitares no confesaban la violencia sexual, la forma como esta ausencia fue
relatada en la prensa, más que cuestionar la falta de verdad de los desmovilizados, intentó
explicar el silencio de las víctimas, poniendo en sus hombros el deber de “confesar”.
El señalamiento, el miedo y los traumas fueron las principales explicaciones sobre la falta
de denuncia, elementos que eran aprovechados por los paramilitares que no confesaban.
En 2008 El Tiempo señaló que:
La IMP asegura que el abuso sexual ha sido una práctica de guerra sistemática
de los paramilitares (también ha documentado decenas de casos de la guerrilla),
pero ninguno de los jefes que han rendido versión libre ha mencionado el tema y
Salvatore Mancuso, que el pasado 19 de febrero fue interrogado al respecto,
respondió con cinismo: "¡Cómo se le ocurre! Dentro de nuestros estatutos está
prohibido" (…).
636
Ibid.
637
Redacción El Tiempo, «Lo que ellas callan».
Capítulo 4 237
No obstante estos argumentos, uno que tomó fuerza y resultó incluso más persistente que
el señalamiento, el miedo y los traumas, fue el de un desconocimiento de las víctimas de
que habían sido víctimas. Por ejemplo, El Tiempo en 2007 señalaba:
Desde estas formas de relatar el silencio, las víctimas no denunciaban porque sentían
miedo, tenían traumas y temor al señalamiento, pero también porque no sabían que eran
víctimas, aspecto que instalaba la idea de las mujeres como ignorantes, expropiadas de
su propia experiencia640.
638
Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y Paz». En un sentido
similar puede leerse Colprensa, «Reparación a mujeres víctimas de la violencia».
639
Buriticá Céspedes, «Violencia sexual en el conflicto armado».
640
Aunque el sentido que las organizaciones sociales y entidades estatales dieron a esta cuestión
estaba ubicado más del lado de la naturalización de la violencia y el cómo el continuum de estas
violencias hacía que para muchas fuera “normal” padecerlas, la ausencia de esta interpretación en
un medio de comunicación masivo como la prensa tenía el efecto de expropiación de la experiencia.
238 La prensa colombiana
Según el relato predominante de la prensa, las mujeres no podían denunciar, pero sin sus
denuncias la justicia no podría avanzar, así que la expectativa de superar la impunidad
recaía en los hombros de las víctimas. Ello explica que Patricia Buriticá indicara en Semana
en 2006: “… otra parte importante de lo que se viene es que todas superen el miedo y
denuncien”641.
A partir del proceso de aprobación y puesta en marcha de la Ley de Justicia y Paz se puede
observar en la prensa un proceso de solidificación del objeto de la violencia sexual en el
conflicto armado. Su juridificación a través de esta ley elevó la violencia sexual a un estatus
jerárquicamente superior frente a otras violencias que no fueron señaladas explícitamente
dentro de la norma y adquirió el carácter de violencia emblemática de la experiencia
femenina marcada por el sufrimiento. Los debates sobre la aplicación de la ley partieron
de la premisa de su gravedad y, aunque se mantuvieron algunas cuestiones provenientes
de momentos previos, las preocupaciones sobre la violencia sexual pasaron al plano de lo
probatorio, dándole un lugar central a las víctimas y al Estado.
En este escenario de debate y vigilancia pública que aún cuestionaba si la ley era una
norma de impunidad o de justicia, la Corte Constitucional inició en 2007 un proceso de
análisis de los efectos del desplazamiento forzado en perspectiva de “enfoques
diferenciales”, siendo el primero de ellos el de género mediante el Auto 092642, el cual se
dio en seguimiento a la decisión proferida en 2004 a través de la sentencia T-025, que
declaró el estado de cosas inconstitucional respecto de la población desplazada643.
641
«La desmovilización de las autodefensas vista con ojos de mujer».
642
Corte Constitucional, Auto 092 en 092. Posteriormente la Corte estudió la situación de niños,
niñas y adolescentes (Auto 251 de 2008), pueblos indígenas (Auto 004 de 2009), comunidades
afrocolombianas (Auto 005 de 2009) y personas con discapacidad (Auto 006 de 2009). Para el caso
del Auto 251 ver el cubrimiento de Semana en «Corte exige atención debida a niños desplazados»,
Semana, 14 de octubre de 2008, https://www.semana.com/nacion/problemas-
sociales/articulo/corte-exige-atencion-debida-ninos-desplazados/96241-3.
643
Esta cuestión la presentaré a profundidad en el capítulo 5.
644
Iván Cepeda Castro es hijo de Iván Cepeda Vargas, líder político de la Unión Patriótica asesinado
Capítulo 4 239
Existen fallos judiciales cuya lectura avergonzará a las generaciones futuras, pues
muestran las dimensiones y el carácter de los crímenes que se cometen en
nuestro país. El Auto 092 de 2008 que acaba de proferir la Corte Constitucional
es uno de ellos. Su contenido está dedicado a tomar medidas de protección de
los derechos de las mujeres desplazadas y a estudiar la amplia gama de
violaciones cometidas contra ellas, a través del análisis de una pequeña muestra:
600 casos645.
en 1994. Fue fundandor de el Movimiento Nacional por las Víctimas y el Movimiento Nacional de
Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE). Fue representante a la Cámara entre 2010 y 2014 y
posteriormente senador de la República. Es esposo de Pilar Rueda, feminista colombiana quien fue
Delegada de la Defensoría del Pueblo para asuntos de género entre 2009 y 2013. Alejandra Azuero
es abogada colombiana y doctora en antropología de la Universidad de Chicago; trabajó en Codhes
donde fue autora de la investigación sobre la violencia sexual en las masacres del Chengue y El
Tigre (Codhes y Azuero, Las sobrevivientes cuentan: La experiencia de las mujeres en las masacres
de Chengue y El Tigre.)
645
Iván Cepeda Castro, «Las desplazadas», El Espectador, 8 de junio de 2008.
240 La prensa colombiana
sus hijas e hijos; también han obligado a niñas y adolescentes a bailar desnudas
ante grupos de soldados, paramilitares y guerrilleros. Sin embargo, la violencia
sexual contra las mujeres en el marco del conflicto ha sido ignorada durante
mucho tiempo por las autoridades colombianas y por la población en general. Es
considerada como una forma de violencia que debe enfrentarse en el ámbito
privado. Aún así, durante los últimos dos o tres años, y en gran medida debido al
enorme esfuerzo de las organizaciones de mujeres a nivel nacional y regional, el
drama de las víctimas comienza por fin a ser visibilizado. (…)
Como se lee, una vez emitido el Auto 092 finalizó la controversia sobre su estatus de
gravedad, y la violencia sexual pasó a representar de manera prioritaria la experiencia
femenina en la guerra. No en vano todas las notas de prensa asociadas a la difusión del
Auto 092 resaltaban la atrocidad de los actos de violencia sexual a partir de descripciones
concretas y detalladas de actos de empalamiento, prostitución, violaciones a niñas, entre
otros casos que el fallo de la Corte había recogido y que llenó el vacío de casos
demandados por los medios de comunicación escritos647. Al mismo tiempo, los reportes de
la prensa recogieron y potenciaron las decisiones de la Corte Constitucional, enfatizando
en las acciones que debería emprender el Estado para hacer frente a sus efectos.
646
Alejandra Azuero, «El horror comienza por casa», Semana, 20 de septiembre de 2008,
https://www.semana.com/opinion/articulo/el-horror-comienza-casa/95442-3.
647
Redacción El Tiempo, «A responder por crímenes contra las mujeres ordenó a Fiscalía y
Gobierno la Corte Constitucional», El Tiempo, 24 de mayo de 2008; Redacción El Tiempo, «Las 600
mujeres que conmovieron a la Corte».
Capítulo 4 241
siguiente capítulo.
C. A modo de conclusión
Desde la década de 1990 y hasta el año 2008, la prensa en Colombia operó como un
importante escenario de configuración de un problema social que el Auto 092 de 2008
agrupó en la categoría de violencia sexual en el conflicto armado colombiano.
En estos dos campos la prensa operó como plataforma de configuración de los debates
tanto del reclutamiento como de la violencia sexual contra civiles, involucrando voces
diversas de manera heterogénea. Dio un mejor lugar a la denuncia de hechos cometidos
por la guerrilla en contra de niñas combatientes, evidenciando una compleja relación de la
infancia, la violencia sexual y la guerra, donde la pregunta por el consentimiento y el
carácter inocente permaneció en tensión.
A través de la prensa escrita, la violencia sexual fue utilizada para movilizar recursos
emocionales que impactaban el desarrollo de la guerra, lo cual ocurrió tanto de la mano
del reclutamiento, como en los énfasis y silencios respecto de la victimización a mujeres
civiles. Un ejemplo a destacar es que una vez se inició el proceso de desmovilización
paramilitar, la prensa privilegió la presentación de casos cometidos por la guerrilla por
encima de los grupos paramilitares sobre los cuales existía mayor información.
lugar de autoridad de las organizaciones y organismos que enunciaban el tema y, por otra,
porque los argumentos que lo demostraban iban más de la mano de una moral que veía
en ella una de las peores experiencias posibles. Así, aunque con matices, la violencia
sexual emergió de la mano de la idea de un honor mancillado.
Presentación
El proceso de juridificación llevado a cabo en el Estado debe evitar ser leído desde al
menos tres aristas. En primer lugar, es necesario distanciarse de la mirada del Estado
como mero receptor pasivo de la incidencia de actores externos. Tal como desarrollaré en
este capítulo, los agentes del Estado enmarcados en diferentes entidades como el
Congreso, el Gobierno, la Corte Constitucional, entre otros, se posicionaron de maneras
heterogéneas ante las demandas de actores externos y fueron, ellos mismos, actores
demandantes de actuación. En este sentido, el Estado – entendido de manera heterogénea
y no monolítica – fue parte activa del proceso de emergencia y construcción de la violencia
sexual en el conflicto armado.
En segundo lugar, es necesario evitar historiar el proceso jurídico como una mera cadena
de sucesos que inevitablemente conllevaría a la juridificación de la violencia sexual. De
hecho, como plantearé en este capítulo, este proceso no fue simplemente la solidificación
de un movimiento externo con un objeto ya cristalizado, sino que su construcción fue
polémica y disputada entre varios modelos normativos disponibles. Desde esta
perspectiva, lo finalmente aprobado no es una historia lineal sino parte de un proceso
conflictivo y producto de relaciones de poder donde distintos agentes interactuaron,
244 La cristalización de una nueva categoría jurídica
En tercer lugar, siguiendo las dos líneas anteriores, es necesario evitar pensar lo normativo
como un mero reflejo de “la realidad” o como una fiel imagen de esa “realidad” a la que
tardíamente responde. El acto jurídico, en tanto acto, es performativo, condensa en sí una
trama de relaciones históricas y de contextos marcados por conceptos, símbolos e
imaginarios que han sido disputados648.
Desde otro ángulo, historiar el proceso de juridificación es también preguntarse por sus
efectos. Dado el lugar de autoridad que ocupa el derecho y las instituciones públicas,
designar como norma un objeto es establecer un momento umbral en el que se abren
nuevas preguntas y los debates se modifican. Como anotaré en este capítulo, los debates
planteados por los distintos actores fueron transformándose a medida que se
normativizaba la violencia sexual.
648
Alejandro Agüero, «Historia del Derecho y categorías jurídicas. Un ejercicio de crítica
conceptual», Revista Jurídica, 2007, 136.
649
Martin Alcoff, Violación y resistencia, 31 y 54.
Capítulo 5 245
Este capítulo toma como fuentes principales los informes del Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses (INMLCF), la aprobación de normas por el Congreso de la
República, y las sentencias de la Corte Constitucional.
Cada uno de estos organismos estatales contribuyó desde planos distintos a la emergencia
normativa de la violencia sexual. En el primer caso, los informes Forensis del INMLCF,
como he señalado en otros capítulos, produjeron información estadística que fue
fundamental en la constitución del objeto bajo la movilización de la idea de un fenómeno a
ser diagnosticado651.
650
Lucía Núñez, «Reflexiones sobre los límites y utilidades del sistema penal para enfrentar la
violencia de género», Cuadernos de investigación 2 (2019): 193-211. En un sentido similar respecto
de la reflexión sobre la memoria y el género como mutuamente constituyentes, puede leerse a
Troncoso Pérez y Piper Shafir, «Género y memoria».
651
Para este capítulo se tomaron en cuenta los siguientes informes: Forensis 1999. Datos para la
vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del hecho violento en Colombia
(Bogotá: INMLCF, 2000); Forensis 2000. Datos para la vida: herramienta para la interpretación,
intervención y prevención del hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2001); Forensis 2001.
Datos para la vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del hecho violento
en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2002); Forensis 2002. Datos para la vida: herramienta para la
interpretación, intervención y prevención del hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2003);
Forensis 2003. Datos para la vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del
hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2004); Forensis 2004. Datos para la vida:
herramienta para la interpretación, intervención y prevención del hecho violento en Colombia
(Bogotá: INMLCF, 2005); Forensis 2005. Datos para la vida: herramienta para la interpretación,
intervención y prevención del hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2006); Forensis 2006.
Datos para la vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del hecho violento
en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2007); Forensis 2007. Datos para la vida: herramienta para la
interpretación, intervención y prevención del hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2008);
Forensis 2008. Datos para la vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del
hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2009).
652
Es importante señalar que hubo otros procesos legislativos – como la Ley 1257 de diciembre de
2008, que estableció mecanismos para abordar la violencia y discriminación contra las mujeres –
que no se refirieron exactamente al conflicto armado ni a la violencia sexual en específico en ese
contexto, pero que hacen parte de los procesos de incidencia de las organizaciones de mujeres
ante el Congreso. El análisis de esta norma no fue incluido por cuanto su campo de acción fue
mucho más amplio que la violencia sexual y porque finalmente excluyó el conflicto armado de su
246 La cristalización de una nueva categoría jurídica
Por último, en el campo de la Corte Constitucional, la violencia sexual fue construida como
un objeto público de atención estatal integral. Ello ocurrió en el marco del proceso de
vigilancia instalado por la Corte Constitucional en desarrollo de la declaratoria de cosas
inconstitucional establecido en 2004 mediante la sentencia T-025. En desarrollo de su
marco de aplicación explícito. En los debates la cuestión del conflicto armado fue analizada, pero
no directamente vinculado desde el plano de la violencia sexual.
653
El método elegido fue la búsqueda en la página Congreso Visible del Departamento de Ciencia
Política de la Universidad de Los Andes, que desde 1998 hace seguimiento al trabajo del Congreso,
identificando en una sola base de datos todos los proyectos de ley presentados en el país,
independientemente de si culminan en su sanción como ley o no. Además, revisé los proyectos de
ley pertinentes en la Hemeroteca del Congreso, a fin de contar con los documentos originales del
debate. En total, se revisaron 62 proyectos de ley, cuyo detalle se encuentra en el anexo 7.
654
Aumento de penas, modificación de tipos penales, regulación de sanciones y eliminación de
beneficios, castración química, cadena perpetua, entre otros.
655
Ley 599 de 2000. «Por la cual se expide el Código Penal»; Ley 742 de 2002. «Por medio de la
cual se aprueba el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, hecho en Roma, el día 17 de
julio de 1998»; Ley 975 de 2005. «Por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de
miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva
a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios».
656
Sin duda estas manifestaciones legales no son exclusivas del asunto de la violencia sexual sino
que se suman a esfuerzos por regular la cuestión de la violencia en el conflicto armado. Para ampliar
este aspecto ver Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», cap. IV.
Capítulo 5 247
Como señalé en el capítulo 2, uno de los mecanismos que fue movilizado por las
organizaciones sociales para la construcción del objeto de la violencia sexual en el conflicto
armado fue el referido a las cifras. El interés por “diagnosticar” el fenómeno de la violencia
sexual en el conflicto armado no fue exclusivo de estas organizaciones sino que el Estado,
especialmente a través del INMLCF, también contribuyó a la creación de bases de datos
que permitieran aproximarse a lo que se consideraba una realidad no diagnosticada.
Sobre esta producción estadística merecen atención tres aspectos que contribuyeron a
crear el objeto: en primer lugar, la entidad que emite las cifras, en segundo lugar, la idea
del diagnóstico y, finalmente, el carácter de la información producida.
Aunque los informes de Medicina Legal no son explícitos en las razones que propiciaron
una desagregación de sus cifras por actores armados, sí es posible establecer que existía
un cúmulo de voces que demandaban del Estado colombiano la creación de bases de
datos confiables que permitieran registrar casos de violencia sexual en el conflicto armado.
Tanto organizaciones de mujeres657 como organismos658 y organizaciones
internacionales659 habían reclamado desde la década de 1990 la necesidad de contar con
fuentes estadísticas oficiales como un mecanismo para reflejar una realidad que se
consideraba opacada. Algunas de estas voces se concentraron en la importancia de
identificar si previo a las muertes de las víctimas habían sido cometidos actos sexuales
violentos660.
657
Ruta Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los
derechos humanos de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana», 32; Ruta Pacífica de las
Mujeres, Efectos de la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en
Colombia, 44; Ruta Pacífica de las Mujeres et al., «Informe sobre violencia sexual y feminicidios en
Colombia. Presentado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos», 4; Mesa de Trabajo
Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en
Colombia. Segundo avance - 2001», 11; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre
violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-
Junio de 2004», 89; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 26; Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia, 2007-2008. Violencia sexual», 12; Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto
armado y justicia en Colombia, 12; Grupo de trabajo «Mujer y género, por la verdad, la justicia, la
reparación y la reconciliación», Recomendaciones para garantizar los derechos a la verdad, la
justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto armado en Colombia, 109.
658
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe OACNUDH
2001», párr. 124; Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias,
Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra.
Radhika Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de
Derechos Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 45; Alta Comisionada
de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe OACNUDH 2003», Anexo II, 30;
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe OACNUDH
2004», 97, 99, 12 anexo II, 16 anexo III; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las
mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006», Recomendación 20.
659
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 72.
660
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 45. También este punto fue
señalado por organizaciones de mujeres en los informes: Ruta Pacífica de las Mujeres y
Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los derechos humanos de las mujeres
en Medellín y Área Metropolitana», 32; Ruta Pacífica de las Mujeres et al., «Informe sobre violencia
sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos», 2; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Conversaciones en la Mesa», 43; Mesa
Capítulo 5 249
El que hubiera sido Medicina Legal y no otra entidad la que hubiera iniciado el proceso de
recopilación de datos fue significativo. El lugar de autoridad y de objetividad científica con
el que se presenta el INMLCF661 favoreció los usos de su información por diversos actores,
incluidos los estudiados en esta tesis: los movimientos sociales, los organismos
internacionales y la prensa. De hecho, fue su carácter científico y su autoridad como
entidad pública la que le dieron un lugar central en los usos que otros actores hicieron de
la información que producía.
Esto me lleva a la segunda cuestión planteada: la idea del diagnóstico. De manera análoga
a lo ocurrido con las organizaciones sociales, pero impregnada de la autoridad científica y
estatal que le otorgaba la ley, el INMLCF presentaba su información como si fuera un reflejo
de la realidad. De hecho, en el año 2004, que fue la primera ocasión en la que ofreció
información desagregada por actores armados, el Instituto afirmó que a la situación del
campo “se le agrega el sometimiento y vejámenes propios de la guerra, en que incurren
los actores del conflicto y que ya comienzan a ser evidentes en el contexto de la violencia
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 26; Guerrero Acevedo, Por la reparación, 76; Grupo de
trabajo «Mujer y género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación»,
Recomendaciones para garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres
victimas del conflicto armado en Colombia, 109.
661
De acuerdo con su misión legal, el INMLCF debe “prestar auxilio y soporte científico y técnico a
la administración de justicia en todo el territorio nacional, en lo concerniente a medicina legal y las
ciencias forenses”, para lo cual, entre otras funciones, debe “Servir como centro científico de
referencia nacional en asuntos relacionados con medicina legal y ciencias forenses”. Congreso de
la República, «Ley 938 de 2004. “Por la cual se expide el Estatuto Orgánico de la Fiscalía General
de la Nación”» (2004).
662
Gusfield desarrolla lo que denomina “El estilo literario de la ciencia”, el cual denomina un no-
estilo, a través del cual la ciencia intenta convencer al público de que lo escrito obedece al campo
de lo objetivo y no de lo literario; ese no-estilo es el “arte literario implícito en la presentación
científica”. En Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 171.
250 La cristalización de una nueva categoría jurídica
en Colombia”663.
Al revisar Forensis, la revista anual que Medicina Legal publica desde 1996665, encuentro
que mantiene una estructura homogénea que abarca “delito sexual, homicidio, lesiones
personales, lesiones de tránsito, muertes accidentales, suicidio y violencia intrafamiliar”.
Trato de señalar que los delitos sexuales han sido una constante en los informes del
INMLCF, pero que solo en ciertos momentos fueron introducidos datos que abordaban la
situación de conflicto armado como un aspecto a evidenciar. De manera sucinta reformulo
a continuación las formas como fue presentada la información entre 1999 y 2008, en lo
que refiere a las categorías de agresor y circunstancia del hecho666:
663
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Forensis 2004, 179. La cursiva me
pertenece.
664
Esto pese a las constantes alertas sobre los límites de su trabajo. Si bien los Forensis señalan
que se trata de un subregistro, la presentación de las cifras en cuadros o gráficas tenía el efecto de
hacer centrar la mirada en dichos recursos y no en las advertencias.
665
En su página web se encuentran los Forensis de 1999 en adelante, no obstante, hago una
inferencia teniendo en cuenta que en dicho Forensis se habla de la cuarta publicación anual.
666
La siguiente tabla toma como único insumo los informes de Forensis publicados en la página
web de Medicina Legal , no obstante, es importante anotar que otras fuentes circularon información
diferente de este mismo insumo. Por ejemplo, el informe de Sisma Mujer de 2007, Violencia sexual,
conflicto armado y justicia en Colombia., incluye una base de datos que señala como fuente
“información sobre dictámenes sexológicos según agresor reportada para el año 2006”, pero que
es sustancialmente diferente a la información publicada en la página de internet. En la versión
presentada por Sisma, se incluyen casos del ELN, FARC, Fuerzas Militares, otras guerrillas,
paramilitares-autodefensas y policía, la cual no se encuentra en la versión digital.
Capítulo 5 251
667
Esta denominación no es explícita en el texto, aunque el cuadro de presentación establece unos
subtotales entre esos tres grandes grupos que hacen pensar en sus características comunes.
252 La cristalización de una nueva categoría jurídica
2007 y 2008 Forensis presentó casos de actores armados legales e ilegales y, aún así,
esta información fue heterogénea: por ejemplo, la categoría “paramilitares-autodefensa”
no aparece en 2007 y el ELN no se registra en 2004, además que otras categorías como
“grupos de seguridad privada” o narcotraficantes no son explicadas para comprender sus
fronteras respecto de los otros grupos incluidos. Lo mismo ocurrió con las circunstancias
del hecho, que solo fueron incluidas en los años 2007 y 2008 e incluyó categorías bastante
porosas como “enfrentamiento armado” o “acción” de los diversos grupos668.
Lo que intento señalar, volviendo nuevamente a Gusfield, es que “el lenguaje utilizado
conduce a una específica formulación del objeto en desmedro de otras”669, es decir, estas
categorías y las formas de enunciación del objeto que se estaba empezando a plantear a
partir de información presentada como objetiva y reflejo de la realidad, fue solo una entre
una multiplicidad de posibilidades.
No obstante lo anterior, el halo de objetividad y cientificidad con el que los datos fueron
presentados, sumado al estatus de autoridad del INMLCF en tanto entidad pública, tuvieron
un efecto de verdad en la sociedad que fue utilizado por distintos agentes, incluidas las
668
Alguien podría contra-argumentar que los datos no se presentaban porque no estaban
disponibles, no obstante, en la publicación Masatugó 2004-2008 del INMLCF (publicada luego del
2008, año de cierre de este trabajo) se ofrecen los datos desde el año 2005. Ver Instituto Nacional
de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Masatugó 2004-2008 (Bogotá: Instituto Nacional de
Medicina Legal y Ciencias Forenses, Sin fecha), https://www.medicinalegal.gov.co/cifras-
estadisticas/masatugo.
669
Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 183.
Capítulo 5 253
670
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo
avance - 2001»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», febrero de 2003; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y
niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004»; Ruta Pacífica de las Mujeres y
Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Informe sobre las violaciones de los derechos
humanos de las mujeres en Medellín y municipios del Área Metropolitana»; Corporación para la
Vida Mujeres que Crean, «Entre resistencias y re-insistencias. “Contra el silencio y el olvido”.
Informe sobre la violación de los derechos humanos de las mujeres y el derecho internacional
humanitario en Medellín y el Área Metropolitana»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe.
Junio de 2004 - junio de 2005»; Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de
las mujeres en procesos de reinserción de excombatientes»; Red Nacional de Mujeres y
Observatorio de Derechos de las Mujeres en Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos
de las mujeres. Colombia 2005»; Corporación Sisma Mujer, Violencias contra las mujeres en
Colombia. ¿Se hará justicia?; Ruta Pacífica de las Mujeres, Efectos de la (des)movilización
paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en Colombia; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia.
2002-2006»; Corporación Humanas Colombia, «Mujeres entre mafiosos y señores de la guerra»;
Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia; Ruta Pacífica
de las Mujeres et al., «Informe sobre violencia sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos»; Sánchez G. y Ruta Pacífica de las Mujeres, Las
violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra; Grupo de trabajo «Mujer y género, por la
verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación», Recomendaciones para garantizar los derechos
a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto armado en Colombia;
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual».
671
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 30; Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006».
254 La cristalización de una nueva categoría jurídica
Respecto de lo primero, valga decir que la forma tradicional en la que el Estado colombiano
respondió a la cuestión de la violencia sexual cometida de manera cotidiana (fuera de la
guerra), fue a través de la regulación penal. De manera constante se pueden observar
normas que aumentan o disminuyen las penas, incorporan nuevos delitos o cambian el
sentido de otros. Más que detallar estas cuestiones, lo que me interesa es señalar que la
tradición jurídica del país en asuntos de violencia sexual se había concentrado en el ámbito
de lo criminal y con un fuerte énfasis en el marco interpretativo del honor. Muestra de ello
es que sólo hasta el año 1997 se eliminó aquella disposición672 que indicaba que un
agresor sexual podía evitar su condena si contraía “matrimonio válido” con la víctima673.
La misma norma que eliminó esta disposición, por primera vez incorporó algunos derechos
de las víctimas de violencia sexual asociados a su privacidad, información, acceso a
servicios y reparación674. Esa misma norma también cambió el tipo de bienes jurídicos que
672
Presidencia de la República, «Decreto No. 100 de 1980. Código Penal» (1980), p. art. 307.
673
Fue derogada mediante la Congreso de la República, «Ley 360 de 1997. “Por medio de la cual
se modifican algunas normas del título XI del Libro II del Decreto-ley 100 de 1980 (Código Penal),
relativo a los delitos contra la libertad y pudor sexuales, y se adiciona el artículo 417 del Decreto
2700 de 1991 (Código Procedimiento Penal) y se dictan otras disposiciones”» (1997).
674
“Toda persona víctima de los delitos contra la libertad sexual y la dignidad humana tiene derecho
Capítulo 5 255
eran protegidos a través de la ley penal respecto de los delitos sexuales: pasaron de
denominarse “delitos contra la libertad y pudor sexuales” a “delitos contra la libertad sexual
y la dignidad humana”675. Este desplazamiento del pudor a la dignidad, así como la
incorporación de derechos particulares, permite comprender que la regulación de la
violencia sexual en el conflicto armado encontró asidero en los entramados legales
existentes para la década de 1990, que ya habían iniciado un giro epistemológico respecto
de la violencia sexual en general y bebió de estas fuentes.
Tal como he descrito en los capítulos anteriores, la violencia sexual en el conflicto armado
empezó a ser enunciada en distintos niveles y énfasis por las organizaciones sociales
a: Ser tratada con dignidad, privacidad y respeto durante cualquier entrevista o actuación con fines
médicos, legales o de asistencia social. Ser informada acerca de los procedimientos legales que se
derivan del hecho punible. Ser informada de los servicios disponibles para atender las necesidades
que le haya generado el delito. Tener acceso a un servicio de orientación y consejería gratuito para
ella y su familia atendido por personal calificado. Tener acceso gratuito a los siguientes servicios:
1. Examen y tratamiento para la prevención de enfermedades venéreas incluido el VIH/SIDA. 2.
Examen y tratamiento para trauma físico y emocional. 3. Recopilación de evidencia médica legal.
4. Ser informada sobre la posibilidad de acceder a la indemnización de los perjuicios ocasionados
con el delito”. Ibid., p. art. 15.
675
Ibid., p. art. 1.
676
Asúa Batarrita, «El significado de la violencia sexual contra las mujeres y la reformulación de la
tutela penal en este ámbito. Inercias jurisprudenciales», 108.
256 La cristalización de una nueva categoría jurídica
En el trámite del Código Penal del año 2000 múltiples actores y sectores participaron en
sus debates, no obstante, no hay evidencia de que el movimiento de mujeres o cualquier
otro movimiento social hubiese intervenido específicamente para la aprobación de los que
finalmente resultaron ser los primeros delitos asociados a la violencia sexual en el conflicto
armado677. De hecho, la incorporación fue propuesta por la congresista Zulema Jattin678 y
los delitos propuestos fueron aprobados sin ser debatidos. Las razones de su incorporación
y aprobación causan perplejidad en razón a las investigaciones en su contra por vínculos
con grupos paramilitares, pues al parecer obedecieron a un interés particular de una
representante a la Cámara, en un momento en el que hasta ahora empezaba a emerger
la cuestión de la violencia sexual tanto en el movimiento de mujeres como en la prensa y
en el derecho internacional. Para el momento en el que fue debatida esta norma, ya existía
el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI), pero no se había incorporado
al ordenamiento nacional, aún no se había aprobado la Resolución 1325 del 2000, no
habían aparecido en prensa los casos públicos ni se habían publicado los primeros
677
La Ley 599 de 2000 incorporó como delitos el genocidio por embarazo forzado, acceso carnal
violento en persona protegida, actos sexuales violentos en persona protegida, prostitución forzada
o esclavitud sexual.
678
Zulema Jattin inició su vida política como concejal de Lorica (Córdoba), fue elegida representante
al Congreso en reemplazo de su padre para el período 1998-2002 (por el Partido Liberal) y reelecta
para el período 2002-2006 (por el partido uribista de la U). Fue elegida senadora para el período
2006-2010 pero estuvo efectivamente como senadora hasta mayo de 2009, debido a la orden de
captura emitida por la Corte Suprema de Justicia dentro del escándalo conocido como “parapolítica”
(vinculación de políticos con grupos paramilitares). En abril de 2019, Zulema Jattin firmó un acta de
sometimiento en el que manifiesta su voluntad de acudir ante la Jurisdicción Especial para la Paz
(JEP) – sistema de justicia creado en el acuerdo de paz con las FARC en 2016 – a fin de acceder
a los beneficios previstos en este acuerdo. En noviembre del mismo año la JEP rechazó la solicitud.
No obra en las gacetas del Congreso ninguna justificación que pueda informarnos sobre las razones
que tuvo la representante para solicitar su adición y hasta el cierre de este documento no fue posible
sostener una entrevista con ella o su equipo para conocer sus motivaciones.
Capítulo 5 257
Esta idea estuvo también presente en la aprobación del Estatuto de Roma dos años
después, en cuyas ponencias se indicaba que dicho Estatuto incluía como crímenes de
lesa humanidad “Aquellos crímenes cometidos como resultado de una política
generalizada y cuya crueldad viola los más elementales principios humanitarios; por
679
Esta norma se debatió entre los años 1998 y 2000. La proposición de adición de los artículos
sobre delitos sexuales en el conflicto armado fue presentada el 14 de diciembre de 1999. Ver
Cámara de Representantes, «Gaceta 569» (1999); Cámara de Representantes, «Comisión
accidental» (1999).
680
Mesa de Seguimiento al Auto 092 de 2008, «Primer Informe de Seguimiento al cumplimiento de
la orden del Auto 092 referida al Anexo Reservado de 183 reportes de violencia sexual», 16 de
enero de 2009.
681
Es importante recordar, tal como señalé sobre las estadísticas en el capítulo 2, que la categoría
puede entenderse como el mecanismo a través del cual se operativiza el problema público. La
categoría sin el problema aparece como un entorno vacío en el cual se puede rastrear el proceso
de emergencia del problema. Esto resulta significativo, pues nos demuestra que una categoría
puede existir sin un problema público, caso en el cual no será utilizada. En sentido inverso, un
problema público requiere de la puesta en marcha de categorías que operen como mecanismos
para operativizarlo.
258 La cristalización de una nueva categoría jurídica
Tanto el Código Penal como la incorporación del Estatuto de Roma operaron como base
de discusión en el momento en que el gobierno inicial de Álvaro Uribe (2002-2006) planteó
un acuerdo con los grupos paramilitares de las AUC. Esto fue importante, pues es
necesario tener en cuenta que para el momento en que se dieron estos debates, las únicas
normas penales que se leían de manera explícita como violencia contra las mujeres eran
las referidas a la violencia sexual. En otras palabras, el inicio de las discusiones sobre la
justicia de cara a las desmovilizaciones de los grupos paramilitares, únicamente tenía
como piso jurídico existente esas dos normas que incluían explícitamente delitos sexuales
y que fueron movilizados por las organizaciones sociales como el principal crimen de
género ya tipificado en el país.
El proceso de aprobación de la Ley de Justicia y Paz estuvo marcada por un intenso debate
al interior de la sociedad civil, que veía con desconfianza esa iniciativa, la que estaba
marcada por dos vertientes principales: de un lado, quienes consideraban que imponer
sanciones penales inhibía a los actores armados a dejar las armas y era contrario a una
tradición en la que los grupos guerrilleros se habían beneficiado de las amnistías totales.
Dentro de esta postura destaca el propio gobierno nacional, sectores gobiernistas y por
supuesto los propios grupos paramilitares683.
682
Senado, «Gaceta 72» (2002); Senado, «Gaceta 129» (2002); Cámara de Representantes,
«Gaceta 144» (2002).
683
El proyecto de ley conocido como de alternatividad penal, presentado en agosto de 2003 por el
Gobierno al Congreso nacional, excluía cualquier tipo de sanción penal. Cuando a partir de 2004 la
presión nacional e internacional obligaron al estudio de penas privativas de la libertad, el Estado
Capítulo 5 259
Por otra parte, estaban quienes consideraban que otorgar amnistías a grupos paramilitares
era imposible porque se hacía necesario un balance entre la paz y la justicia, lo cual se
demostraba justamente porque las medidas de amnistía previas no habían abierto el
camino para abandonar el pasado violento. Allí estaba la comunidad internacional del
campo de los derechos humanos, sectores políticos de oposición, organizaciones no
gubernamentales de derechos humanos y organizaciones sociales, entre otras. Estos
sectores se encontraban dentro del Congreso o con voces que finalmente fueron
presentadas en las audiencias de debate de los proyectos de ley.
No pretendo hacer una compilación de los avatares jurídicos y políticos que se surtieron
en el Congreso en el proceso de debate que concluyó con la aprobación de la Ley de
Justicia y Paz. Quiero señalar, en cambio, de qué manera diversas voces que estaban en
oposición con las propuestas iniciales del Gobierno nacional sentaron su posición sobre la
importancia de tomar en cuenta las necesidades de las mujeres y de hacer justicia y, en
particular, el rol que le fue dado por estas organizaciones y organismos a la violencia
sexual.
Sostengo que fue justo en ese proceso en el que emergió con intensidad la cuestión de la
violencia sexual en el país y se cristalizó como una categoría jurídica autónoma.
En el trámite ante el Congreso se acumularon nueve proyectos de ley que tenían por
finalidad dar respuesta al proceso de negociación con los grupos paramilitares que venía
adelantándose previamente684. En la publicación inicial se observan tres proyectos685, de
Mayor Negociador de las AUC alertó: “las condiciones del proyecto de ley son incompatibles con el
espíritu de la negociación política, cuyo objetivo es la apertura de espacios para la paz y la
reconciliación”. Ver, en particular, AUC - Dirección Política y Militar, «Declaración Estado Mayor
Negociador AUC: posición ante el proyecto de ley de justicia y reparación». En sentido similar, las
declaraciones e intervenciones de los integrantes de las AUC reiteraron que las medidas penales
eran medidas para la venganza. Pueden leerse en Fundación Cultura Democrática, El Gobierno
Uribe frente al conflicto armado y la paz, acuerdo con las AUC, ed. Álvaro Villarraga Sarmiento, vol.
Tomo VI, Biblioteca de la Paz 2002-2010 (Bogotá: Fundación Cultura Democrática, 2013).
684
El detalle del proceso puede consultarse en la página Congreso Visible de la Universidad de los
Andes: https://congresovisible.uniandes.edu.co/proyectos-de-ley/ppor-la-cual-se-dictan-
disposiciones-para-la-reincorporacion-de-miembros-de-grupos-armados-organizados-al-margen-
de-la-ley-que-contribuyan-de-manera-efectiva-a-la-consecucion-de-la-paz-nacional-ley-de-justicia-
y-paz-ley-de-justicia-y-paz/2974/#tab=2. Accedido el 11 de mayo de 2021.
685
Senado, «Gaceta 43» (2005). “Proyecto de Ley 209 de 2005 Senado, por la cual se establecen
las condiciones y procedimientos para la devolución y restitución de bienes entregados por parte de
grupos desmovilizados en los procesos de paz” (ponencia presentada por el senador Carlos Moreno
260 La cristalización de una nueva categoría jurídica
los cuales el que fue presentado por el gobierno incorporaba algunas disposiciones para
atender la violencia sexual: cinco se referían a la garantía de intimidad de las víctimas de
violencia sexual y una a la investigación de menores de edad que hubieran incurrido en
dichos actos. Al respecto, debe tenerse en cuenta que para el momento de presentación
de los proyectos, Colombia ya era parte de la Corte Penal Internacional, que incluía dentro
de sus Reglas de Procedimiento y Prueba algunas específicas en materia de protección a
la intimidad de víctimas de crímenes sexuales.
de Caro, del partido Dejen jugar al moreno, de corriene uribista); “Proyecto de Ley 210 de 2005
Senado, por la paz y la reconciliación nacional. (reparación y rehabilitación)” (ponencia del senador
Ricardo Español Suárez, del partido Liberal); y “Proyecto de Ley 211 de 2005 Senado, por la cual
se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al
margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional”
(propuesto por el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez, ya era llamado como Ley de Justicia
y Paz).
686
Senado, «Gaceta 74» (2005).
Capítulo 5 261
Tres aspectos merecen especial atención de esta intervención. En primer lugar, la idea de
la perspectiva de género como una obligación y no como una facultad o un asunto de
voluntariedad, es decir, como un deber emanado del deber general de protección de los
derechos de las víctimas y no como un asunto accesorio. Al plantearlo en estos términos,
la OACNUDH señalaba la necesidad de que el Estado demostrara que las medidas
transicionales – vigiladas internacionalmente y que estaban siendo acusadas de amnistía
de facto – tenían en consideración el catálogo de obligaciones internacionales y eran
respetuosas de sus compromisos, lo cual incluía incorporar dicha perspectiva de género.
687
Michael Frühling, «Intervención del señor Michael Frühling, Director de la Oficina en Colombia
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en la Audiencia Pública
convocada por la Comisión Primera del Senado», Pub. L. No. Gaceta 74, 13 (2005).
688
Y que podrían haberse materializado en las normas penales, como por ejemplo paridad o cuotas
262 La cristalización de una nueva categoría jurídica
El tercer punto, ligado al anterior, tiene que ver con la ejemplificación de ese “dañoso
impacto” que también privilegió algunas formas de violencia por encima de otras. De
hecho, la Oficina alertó que las mujeres habían sido afectadas en su vida, integridad y
libertad y también “por hechos tan reprochables como la violación, la esclavitud sexual, la
prostitución forzada, el embarazo forzado y otras brutalidades análogas”. La violación, la
esclavitud, la prostitución y el embarazo forzados son crímenes incluidos en el Estatuto de
Roma de la CPI y resulta comprensible que fueran señalados, no obstante, es la omisión
de incluir otras prácticas o, dicho de otra manera, sólo incluir la violencia sexual contra las
mujeres, lo que resulta interesante. La violencia sexual operó como la representación de
la totalidad de la experiencia femenina en la guerra y de esas “otras brutalidades análogas”
que no encontraron un lugar diferente de expresión.
La segunda intervención en la audiencia pública fue presentada por IMP a nombre propio
y de la “Mesa nacional de incidencia por el derecho a la Verdad, Justicia y Reparación, con
perspectiva de género”.
desnudez forzada, aborto forzado, las afectaciones particulares sufridas por las
niñas como el reclutamiento forzado, minas antipersonales, el trabajo forzado
(domésticos, estafetas, etc.) así como el sometimiento a tratos degradantes.
Exigimos un tratamiento especial en todas las partes del proceso a las víctimas
de violencia sexual. Es urgente establecer políticas y formar funcionarios en torno
a las necesidades específicas de las mujeres, manejo de trauma, protección de la
dignidad y manejo de la prueba en violencia sexual690.
Sobre esta intervención creo necesario revisar, de una parte, las fuentes que soportan las
demandas y, de otra, el alcance de ellas. Sobre lo primero es interesante notar cómo el
Código Penal existente entonces, el Estatuto de Roma y la Resolución 1325 de 2000 de
las Naciones Unidas fueron la base fundamental de los reclamos de inclusión, participación
y tipificación de las conductas. Más que una mera réplica de las normas internacionales,
esta plataforma de organizaciones estratégicamente reclamaba su aplicación a un
contexto y escenarios locales y específicos. La idea de la Resolución 1325 de considerar
a las mujeres como activistas y pactantes en el tema de la paz, fue transferido a la
demanda de participación de manera transversal en todos los mecanismos debatidos en
el proyecto de ley691. El Estatuto de Roma sirvió, en cambio, para dotar de un piso jurídico
aquel reclamo de una más amplia tipificación en lo sexual y de medidas particulares para
las víctimas que acudieran a la justicia.
690
Ibid.
691
El alcance de la resolución 1325 está pensado para la participación de las mujeres en los
procesos de paz, es decir, en los diálogos entre actores armados para lograr de manera
consensuada un acuerdo. Lo que hicieron IMP y la Mesa de incidencia, fue interpretar el alcance
de esa resolución como un mandato para incluir a las mujeres en los mecanismos de justicia interna
y en la construcción de memoria.
264 La cristalización de una nueva categoría jurídica
A ello se le sumó la exigencia de otras medidas como la formación, el manejo del trauma
y las pruebas, y la protección de la dignidad. Estas fueron propuestas que sobrepasaron
el ámbito de la definición de los crímenes y se orientaron mucho más al quehacer de los
futuros órganos de investigación y juzgamiento.
Aunque la intervención también involucró otros elementos como la mayor afectación a las
mujeres por el desplazamiento y el uso de cifras sobre homicidios, torturas y
692
Las Mujeres Colombianas Frente al Conflicto Armado: Justicia para las Mujeres, «Intervención
de la plataforma Las Mujeres Colombianas Frente al Conflicto Armado: Justicia para las Mujeres»,
Pub. L. No. Gaceta 74, 22 (2005).“Presentado por: Red Nacional de Mujeres, Ruta Pacífica de las
Mujeres, Confluencia Nacional de Redes de Mujeres, Organización Femenina Popular, Red
Nacional de Mujeres de Mujeres Afrocolombianas, Casa de la Mujer, Casa de La Mujer Estela
Brand, Centro Meira del Mar, Cerfami, Colectivo María María, Corporación Desarrollo Humano -
Humanizar, Corporación Sisma Mujer, Fundación Mavi, Fundación Mujer y Futuro, Fundesap,
Grupo Mujer y Sociedad, Ilsa, Liga de Mujeres Desplazadas, Liga Internacional de las Mujeres por
la Paz y la Libertad, Limpal Movimiento Popular de Mujeres, Orocomay, Oye Mujer, Red de
Empoderamiento de Cartagena y Bolívar Red Departamental de Mujeres Chocoanas, Red de
Género y Comercio, Comisión Colombiana de Juristas, Planeta Paz”.
Capítulo 5 265
Frente a los tres componentes se observan como fuentes de sus afirmaciones los
documentos de Naciones Unidas – especialmente el de la Relatora de violencia contra la
mujer de las Naciones Unidas (2002) y la resolución 1325 de 2000 –, el Estatuto de Roma
y el informe de Amnistía Internacional (2004), los cuales articulan el debate en torno a los
lenguajes internacionales de los derechos humanos, el derecho penal internacional y la
paz y la seguridad internacional, todos analizados en el capítulo 3.
Sobre el derecho a la verdad, la plataforma movilizó la idea de que esta requería del
conocimiento de toda la sociedad de los crímenes cometidos contra las mujeres, la
instrumentalización de su cuerpo como estrategia de guerra y el daño irreparable
provocado con estos actos695. De manera paradójica, al mismo tiempo que se argumentaba
693
“En el transcurso del accionar paramilitar (desde 1988) al menos 1.119 mujeres han engrosado
las denuncias que por violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario
han recaído en los paramilitares; 894 por haber perdido la vida al ser asesinadas, 131 por
desaparición, 64 por haber sido torturadas y 30 como víctimas de violencia sexual”. “Cálculos de la
Corporación Sisma Mujer sobre la base de datos del CINEP, Justicia y Paz, Deuda con la
humanidad. Paramilitarismo de Estado 1988-2003. Banco de datos de violencia política. Códice,
Bogotá, diciembre de 2004.” En Ibid.
694
“La incorporación del concepto de género; El establecimiento de un principio de no discriminación
por género; Criminalización de la violencia sexual; Establecimiento de normas especiales de prueba
de violencia sexual; Acceso equilibrado de hombres y mujeres a los cargos de la Corte;
Establecimiento de normas especiales para la prueba de la violencia sexual; Protección de las
víctimas y testigos de dicha violencia”. En Ibid.
695
“La sociedad en su conjunto debe conocer los crímenes cometidos contra las mujeres en el
marco del conflicto y la instrumentalización de su cuerpo, como estrategia de guerra, para hacer
visible el daño irreparable en ellas y en la sociedad. Se debe evidenciar los efectos de la
perpetuación de patrones androcéntricos en las relaciones sociales en tiempos de guerra y en
tiempos de paz y no olvidar que “la estrategia de guerra que legitima la apropiación de los cuerpos
de las mujeres impide la realización práctica y cotidiana de los valores de justicia, libertad y
solidaridad”, de ahí que toda búsqueda de la paz deba garantizar el conocimiento de los móviles y
estrategias implementadas para poner en marcha los crímenes contra las mujeres como garantía
de no repetición de tales atrocidades”. En Ibid.
266 La cristalización de una nueva categoría jurídica
Todo ello debía ser articulado con medidas de justicia, que por su importancia transcribo a
continuación:
Como se lee, la idea del uso de los cuerpos femeninos como estrategia de guerra no solo
era importante como un argumento en sí, sino que era demostrativo de la “degradación del
conflicto” en su totalidad, es decir, tenía un carácter sintomático de la hostilidad y sevicia
de la guerra y del enraizamiento de la violencia en las comunidades, más allá de las
mujeres. En otras palabras, a través de los cuerpos femeninos las organizaciones de las
mujeres pretendían que se leyera la decadencia del conflicto armado en su totalidad,
haciendo de lo que hasta entonces había sido una anomalía del relato, algo tangencial (la
violencia contra los cuerpos de las mujeres), el centro mismo de la experiencia de la
Capítulo 5 267
sociedad en la guerra. Por ello, dejar en la impunidad estos hechos equivalía a desconocer
su gravedad y dar un mensaje de tolerancia y continuidad. Ese mensaje, además, no podía
ser de cualquier orden: requería “una consecuencia justa, a través de una punibilidad
proporcional”, es decir, merecía una alta sanción penal privativa de la libertad.
696
La propuesta de modificación fue postulada por los senadores Rafael Pardo Rueda (Partido
Liberal), Carlos Gaviria Díaz (Partido Polo Democrático Alternativo), Rodrigo Rivera Salazar (Partido
Liberal) y por Gina Parody D’Echeona (Partido Cambio Radical), Luis Fernando Velasco (Partido
Liberal), Germán Navas Talero (Partido Polo Democrático Alternativo), como representantes a la
Cámara. Dentro del pliego de modificaciones se incluyeron los puntos que los congresistas
consideraron más significativos de cada intervención ciudadana. En el caso de Michael Frühling de
la ONU, se rescató “la importancia de que el marco jurídico que se cree, cumpla con las obligaciones
del Estado colombiano frente a los “delitos graves conforme al derecho internacional””. En el caso
de IMP, se rescató que “las mujeres hacen parte de las víctimas que se ven afectadas por todos los
hechos graves que soporta la población civil en tiempo de conflicto armado. Ha resaltado que es
fundamental que la ley incluya los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación. Al Igual que
el Derecho a la memoria de las mujeres”. Por último, en el caso de la Plataforma, los congrsistas
informaron que “Hace especial énfasis en incluir el principio de género con el fin de que se dé una
representación equilibrada de hombres y mujeres al interior del Tribunal. Asimismo estima
conveniente establecer la excepción al principio de carácter público de audiencias en caso de
víctimas de violencia sexual o de menores de edad víctimas o testigos”. En Senado, «Gaceta 77»
(2005).
268 La cristalización de una nueva categoría jurídica
En el curso del trámite siguiente del proyecto de ley, fueron incorporadas medidas que
habían sido demandadas por las plataformas de mujeres como la capacitación a
funcionarios para los casos de violación sexual698. Además, se observa que las
organizaciones aglutinadas en IMP y la Red Nacional de Mujeres – ya no en la amplia
plataforma mencionada anteriormente – presentaron un documento de “Propuestas de
articulado con visión de género en el marco del debate jurídico acerca de la
desmovilización de los grupos armados”699. Allí se plantearon varias propuestas
697
Ibid.
698
Senado, «Gaceta 257» (2005). Propuesta realizada por el senador Navarro Wolff (dirigente
político de la extinta guerrilla del M-19, integrante del Partido Polo Democrático Alternativo).
699
Senado, «Gaceta 248» (2005). Este cambio en la titularidad de quienes presentaron las
propuestas nos habla de una distancia y disputa al interior de las organizaciones de mujeres sobre
la legitimidad que se le podría estar dando al proceso de paz con los paramilitares al intervenir en
los debates ante el Congreso. IMP quedaría aislada en ese campo, señalada de ser aliada del
gobierno. Aunque la Red Nacional de Mujeres también participó, sus intervenciones no tuvieron la
centralidad que IMP tuvo, lo cual se reforzó después cuando el presidente Uribe delegó a la directora
de la organización IMP Patricia Buriticá como integrante de la CNRR. Sobre esto me referí en el
capítulo 2.
Capítulo 5 269
especialmente orientadas a tomar en cuenta las disposiciones del Estatuto de Roma y las
Reglas de Procedimiento y Prueba de la CPI para casos de violencia sexual700.
El proyecto de ley que derivó en la aprobación de la Ley de Justicia y Paz fue objeto de
una intensa disputa y la violencia sexual fue recreada como una imagen que sirvió para
designar un horror máximo que ameritaba justicia. Esa idea de gravedad y de crueldad fue
utilizada como mecanismo tanto para pedir su aprobación en tanto contemplaba penas
privativas de la libertad, como para pedir su hundimiento por considerarlas
desproporcionadas (las penas máximas eran de ocho años). Tal es el caso del voto
negativo presentado por María Isabel Urrutia Ocoró, Representante a la Cámara por las
Comunidades Afrocolombianas701:
700
Dentro de la justificación se incluía: “En lo atinente a los procesos judiciales en donde estén
tipificados los crímenes contra las mujeres, se pueden acoger las reglas 70 y 71 del Estatuto de
Roma, donde se establecen algunas cuestiones especiales para llevar a cabo tales como:
• El rechazo a que el consentimiento de la víctima sea utilizado como argumento para la defensa.
• La prohibición de presentar pruebas acerca de la conducta sexual de la víctima, por el respeto a
su derecho a la honorabilidad e intimidad.
• El no exigir la corroboración del testimonio de la víctima en los casos de violencia sexual.
• Excepción al principio de carácter público de las audiencias en caso de víctimas de violencia sexual
o de menor de edad víctima o testigo.
• Medidas que tengan en cuenta las cuestiones de género para facilitar el testimonio de víctimas de
actos de violencia sexual en todas las fases del procedimiento.
• El permitir en todas las audiencias que el testimonio se presente por medios electrónicos u otros
medios especiales”. Ibid.
701
María Isabel Urrutia fue elegida como Representante a la Cámara por la Circunscripción Nacional
Especial para Comunidades Negras. Era integrante del Partido Movimiento Popular Unido.
270 La cristalización de una nueva categoría jurídica
La ley fue aprobada de manera definitiva el 25 de julio de 2005 e incluyó cuatro normas
específicas en materia de violencia sexual: protección a víctimas y testigos (art. 38),
excepción a la publicidad del juicio (art. 39), protección a la intimidad en el acceso a los
archivos (art. 58) y la excepción a la rebaja de penas (art. 70).
La norma sobre protección fue objeto de una adición propuesta por el senador Navarro
Wolff para incluir el deber de capacitación a funcionarios estatales que conocieran de
casos de violencia sexual, a partir del mandato de la resolución 1325703. La excepción a la
publicidad del juicio y la protección a la intimidad de las víctimas en el acceso a los archivos
fueron aprobadas sin ninguna modificación ni disputa. En cambio, la excepción a la rebaja
702
Cámara de Representantes, «Gaceta 571» (2005).
703
Esta norma fue resultado de una proposición de modificación del senador Navarro Wolff (senador
del partido de izquierda Polo Democrático Alternativo): “cámbiese la expresión: "La dignidad y la
vida privada de las víctimas y los testigos", por "así como su participación en los procesos y todas
las fases de procedimiento". En el inciso segundo cámbiese la expresión: "Irrespeto a la igualdad
de género, o violencia contra niños y niñas" por "o por razones de género, o violencia contra niños
y niñas se deberá asegurar mecanismos de capacitación para los funcionarios que trabajen con
víctimas de delitos de violación sexual, y adopción de medidas necesarias en el curso de la
investigación y enjuiciamiento de tales crímenes”. La justificación del cambio indicaba: “Wolff: Más
que una sustitutiva lo que hay es una adición de dos contenidos, uno en cada inciso. Si usted
compara con el texto que presentaron los ponentes, el más importante de las adiciones es en el
segundo inciso en donde se agrega que debe haber mecanismos de capacitación para los
funcionarios que trabajen con víctimas de delitos de violación sexual y está ahí redactado en ese
sentido, fundamentalmente acogiendo la Resolución 1325 de las Naciones Unidas, sobre ese tema
y unas recomendaciones que han sido hechas al Gobierno y a la sociedad Colombiana por
funcionarios de las Naciones Unidas, simplemente es el segundo, la segunda adición que quienes
trabajen con víctimas de delitos de violación sexual tengan una capacitación especial”. En Senado,
«Gaceta 357» (2005).
Capítulo 5 271
Este ejercicio de separación que fue justificado sólo a partir de la “función que le es propia
704
Ponencia presentada por los senadores Jesús Angel Carrizosa Franco (Partido Conservador),
Jairo Clopatofsky Ghisays (Movimiento Cívico Independiente). En Senado, «Gaceta 289» (2005).
705
Ponencia firmada por Zulema Jattin Corrales (Partido de la U), Representante a la Cámara,
Ponente Coordinadora; representante Oscar Darío Pérez Pineda (Partido Alas Equipo Colombia);
Francisco Murgueitio Restrepo (Partido Conservador), Senador, Ponente Coordinador; Jesús Angel
Carrizosa Franco (Partido Conservador), senadores Jimmy Chamorro Cruz (Compromiso Cívico
Cristiano - C4), Manuel Antonio Díaz Jimeno (Partido Liberal), Manuel Ramiro Velásquez Arroyave
(Partido Conservador, en investigación por parapolítica), Enrique Gómez Hurtado (Partido
Conservador), Habib Merheg Marún (Partido de la U), Luis Guillermo Vélez Trujillo (Partido de la U),
Ricardo Varela Consuegra (Partido Cambio Radical), Jairo Clopatofsky Ghisays (Movimiento Cívico
Independiente).
272 La cristalización de una nueva categoría jurídica
[al Congreso] y que corresponde a una decisión de carácter político que tiene su
fundamento en la ponderación de las situaciones y realidades que en un momento histórico
se presenten en la sociedad”, señala un clima en el debate público que ponderó la violencia
sexual como una conducta excepcionalmente gravosa dentro de los crímenes más graves.
Esa excepción fue legalizada a través de la norma y con ello completó un ciclo de
emergencia del objeto de la violencia sexual.
La norma en tanto producto nos informa no solo sobre aquello que fue un acuerdo y resultó
aprobado, sino también sobre los implícitos que dan lugar a esas medidas y,
especialmente, sobre lo que no aparece, lo solicitado que no fue incluido.
Dentro de esos implícitos, como he señalado previamente, poco a poco las organizaciones
civiles de mujeres y algunas otras voces como las de Naciones Unidas, de representantes
a la Cámara y al Senado, fueron perfilando la violencia sexual revestida de un carácter de
crueldad casi sin comparación, lo que conllevaba no solo su tratamiento diferenciado, sino
la justificación misma de todo un conjunto de normas que impidieran cualquier tipo de
amnistía total. En otras palabras: la violencia sexual fue utilizada como un recurso para
explicar la importancia de toda la norma transicional, su justificación y la necesidad de
lograr mínimos de justicia.
Salvo la intervención inicial de IMP que no fue debatida – en la que solicitaba una
tipificación más amplia de la violencia sexual y sus distintas conductas –, todas las demás
intervenciones daban por sentada la violencia sexual: parecía que sus límites ya estaban
fijados, cuando ciertamente no existía sino un Código Penal que involucraba algunas
conductas que no fueron siquiera debatidas en su momento y un Estatuto internacional
que, si bien era más amplio en sus definiciones, aún no había sido internamente
incorporado en delitos penales concretos que pudieran ser perseguidos.
Sin embargo, uno de los efectos no necesariamente deseados por los actores del
momento, fue el opacamiento de otras experiencias de violencia en contra de las mujeres.
El ejemplo que buscaba representar la experiencia femenina en la guerra terminó siendo
no un ejemplo sino la experiencia misma, de tal manera que se redujo para muchos
sectores – especialmente para la justicia – la posibilidad de imaginar de qué otras maneras
las mujeres habían sido afectadas por el conflicto y, al mismo tiempo, de qué formas otros
sujetos no femeninos habían sido afectados por la violencia sexual706.
706
Con el pasar de los años, en períodos que sobrepasan esta tesis, otros actores y sujetos como
los aglutinados en el movimiento LGBTI irrumpieron en la aplicación de la norma y ampliaron sus
perspectivas iniciales.
274 La cristalización de una nueva categoría jurídica
En el año 2004, las quejas recibidas por vía judicial a través de la acción de tutela en
diferentes partes del país, llevó a la Corte Constitucional a revisar de manera sistemática
las fallas de la administración pública en materia de desplazamiento forzado, a partir de la
acumulación de 108 peticiones, correspondientes a 1150 núcleos familiares “con un
promedio de 4 personas por núcleo, y compuestas principalmente por mujeres cabezas de
familia, personas de la tercera edad y menores, así como algunos indígenas”709. Esta
revisión dio lugar a la sentencia T-025 de 2004, a través de la cual la Corte Constitucional
declaró el estado de cosas inconstitucional, esto es, la constatación de una situación de
vulnerabilidad extrema de la población desplazada que, sumada a las omisiones del
Estado en su conjunto, conllevaban la violación masiva de derechos de dicha población y
requerían de una respuesta coordinada y con suficiencia de recursos710. Entre otros
707
Entre los muchos textos que en la época diagnosticaron la situación de desplazamiento en el
país, pueden consultarse, Codhes, «Conflicto armado y crisis humanitaria sostenida en Colombia:
Desplazados en el limbo. Informe 2004» (Codhes, 1 de febrero de 2005); Ana María Ibáñez Londoño
y Andrés Moya, La población desplazada en Colombia: exámen de las condiciones
socicoeconómicas y análisis de las políticas actuales (Bogota: Departamento Nacional de
Planeación Banco Interamericano de Desarrollo Banco Mundial UNDP CEPAL CAF, 2007);
Procuraduría General de la Nación, ed., La prevalencia de los derechos de las víctimas del delito
de desplazamiento forzado (Bogotá, D.C.: UNHCR/ACNUR, 2006).
708
Para profundizar en la cuestión del desplazamiento forzado ver, entre muchos otros, Dávila
Sáenz, «A Land of Lawyers, Experts and “Men Without Land”: The Politics of Land Restitution and
the Techno- Legal Production of “Dispossessed People” in Colombia».
709
Corte Constitucional, Sentencia T-025, sec. 1.
710
La Corte “concluye que por las condiciones de vulnerabilidad extrema en las cuales se encuentra
la población desplazada, así como por la omisión reiterada de brindarle una protección oportuna y
efectiva por parte de las distintas autoridades encargadas de su atención, se han violado tanto a los
actores en el presente proceso, como a la población desplazada en general, sus derechos a una
vida digna, a la integridad personal, a la igualdad, de petición, al trabajo, a la salud, a la seguridad
social, a la educación, al mínimo vital y a la protección especial debida a las personas de la tercera
edad, a la mujer cabeza de familia y a los niños (apartados 5 y 6). Esta violación ha venido
ocurriendo de manera masiva, prolongada y reiterada y no es imputable a una única autoridad, sino
que obedece a un problema estructural que afecta a toda la política de atención diseñada por el
Estado, y a sus distintos componentes, en razón a la insuficiencia de recursos destinados a financiar
dicha política y a la precaria capacidad institucional para implementarla. (apartado 6.3) Tal situación
constituye un estado de cosas inconstitucional que será declarado formalmente en esta sentencia”.
Capítulo 5 275
aspectos, en dicha sentencia la Corte Constitucional señaló que las mujeres cabeza de
familia, los niños y las personas de la tercera edad requerían de una especial protección
constitucional, pues quedaban expuestas a un mayor nivel de vulnerabilidad ante el
desplazamiento.
En el marco del seguimiento a las órdenes emitidas en la sentencia T-025 de 2004, la Corte
Constitucional en 2006 reiteró que el estado de cosas inconstitucional se mantenía, entre
otras razones, porque los programas no atendían las particulares necesidades de las
mujeres cabeza de familia, niños y ancianos, quienes:
Para tener mayores elementos para decidir, por petición de la organización Casa de la
Mujer, la Corte convocó a una audiencia pública el 10 de mayo de 2007, espacio al cual
fueron invitadas 32 organizaciones de mujeres que habían presentado previamente
informes a la Corte Constitucional – en su mayoría organizaciones locales y regionales –
y las demás que quisieran participar713.
Luego de esa audiencia, las organizaciones Sisma Mujer, Casa de la Mujer, Ruta Pacífica
de las Mujeres, AFRODES y la Red Nacional de Mujeres Desplazadas, presentaron a la
Corte informes escritos que fueron remitidos a las autoridades encargadas de la política
pública para población desplazada, a fin de que se pronunciaran sobre sus planteamientos
y propuestas714. Esta remisión es una demostración del lugar que le dio la Corte
Constitucional a la información aportada por las organizaciones sociales, pues demandaba
de las entidades respuestas específicas que serían, a la larga, una de las fuentes
fundamentales de las decisiones a tomar. Desde otra perspectiva, esto también nos
permite ver el lugar central de incidencia que habían ganado las organizaciones de mujeres
en el plano de la institucionalidad.
712
En la propia sentencia T-025 de 2004 la Corte Constitucional recordó su sentencia T-602 de
2003, que indicaba que “la atención a la población desplazada debe basarse en acciones afirmativas
y en enfoques diferenciales sensibles al género, la generación, la etnia, la discapacidad y la opción
sexual”.
713
En los considerandos del Auto que convocó a la audiencia se lee: “4. Que la Corporación Casa
de la Mujer ha solicitado a la Corte Constitucional, en representación de las mujeres desplazadas
del país y en procura del goce efectivo de sus derechos, la realización de una sesión de información
técnica con el fin de constatar, con la participación directa de las organizaciones que representan a
este grupo poblacional, el alcance y la aptitud de las medidas adoptadas por el Estado colombiano
para solventar el estado de cosas inconstitucional en materia de desplazamiento interno desde la
perspectiva de género, petición que se considera procedente, entre otras, por proporcionar a esta
Corporación importantes elementos de juicio para evaluar el cumplimiento de las órdenes impartidas
en la sentencia T-025 de 2004”. En Corte Constitucional, Auto 102 (2007).
714
Corte Constitucional, Auto 131 (2007).
Capítulo 5 277
emitió el Auto 092 de 2008715. En él, la Corte partió de considerar a las mujeres
desplazadas como sujetos de especial protección constitucional a partir de los mandatos
constitucionales y de las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos716
y del derecho internacional humanitario717.
Como he señalado en los capítulos anteriores, estos lenguajes fueron los privilegiados
para ordenar la información, las demandas y, en general, para darle sentido a las
experiencias y a las expectativas de los actores que pedían un lugar en la agenda pública
en términos de paz y de justicia. Las conclusiones de la Corte y las órdenes emitidas en el
marco de estos lenguajes, no obedecieron a un mero ejercicio de transferencia, pues las
maneras como la Corte leyó la información, la organizó y condujo a órdenes específicas,
resultó desconcertante incluso para las propias activistas que habían incidido ante ella, en
parte, porque de lo producido hasta entonces había muchas formas posibles de
interpretación y muchos caminos de actuación718.
715
“Las fuentes principales de esta información han sido los diversos informes que han presentado
ante la Corte Constitucional tanto las autoridades estatales que conforman el SNAIPD, como los
entes públicos de control y las organizaciones nacionales e internacionales que promueven los
derechos de la población desplazada, con ocasión de la realización ante la Sala Segunda de
Revisión de la sesión pública de información técnica que tuvo lugar el día 10 de mayo de 2007,
sobre la adopción de un enfoque diferencial de género dentro de la política pública de atención a la
población desplazada. Tales informes han proporcionado a esta Corporación valoraciones
comprehensivas y sistemáticas, realizadas desde diversas perspectivas, de la situación actual de
las mujeres desplazadas, y de las respuestas oficiales a sus condiciones de vida.
Por otra parte, la Corte Constitucional ha sido provista de una gran cantidad de información atinente
tanto a los aspectos generales de la situación de las mujeres desplazadas en el país como a
situaciones específicas de mujeres individuales afectadas por este fenómeno en distintas partes de
Colombia; tal información ha permitido a la Corte aproximarse en forma objetiva a la realidad fáctica
de las mujeres desplazadas en tanto víctimas de serias violaciones de los derechos fundamentales”.
En Corte Constitucional, Auto 092 sección I.8.
716
Además de las fuentes generales de los derechos humanos para todas las personas, la Corte
tuvo en consideración la Convención de Belém do Pará y la CEDAW, las cuales fueron señaladas
en el capítulo 3 de esta tesis. En Ibid., sec. I.4.2.1.
717
La Corte recordó su propia jurisprudencia sobre el alcance del DIH, su carácter vinculante y las
prohibiciones, entre otras, de “ (vi) la prohibición de la violencia de género, de la violencia sexual,
de la prostitución forzada y de los atentados contra el pudor”. En Ibid., sec. I.4.2. El alcance del
lenguaje del derecho internacional humanitario también fue estudiado en el capítulo 3.
718
Sé de primera mano del desconcierto y perplejidad que causó el Auto, pues trabajaba entonces
como coordinadora del área de acceso a la justicia de la Corporación Sisma Mujer. Las formas
como se presentó la información y las conclusiones que se extrajeron de ese proceso no fueron en
absoluto predecibles, pues había muchas otras formas de leer lo que hasta entonces se había
producido y este camino particular por el que optó la Corte fue construido a partir de sus propios
278 La cristalización de una nueva categoría jurídica
En ese proceso de ordenar la información, que fue a su vez un proceso constitutivo del
objeto, la Corte analizó “(1) el campo de la prevención del impacto desproporcionado del
desplazamiento forzado sobre las mujeres, y (2) el campo de la atención a las mujeres que
son víctimas del desplazamiento forzado y la protección de sus derechos constitucionales
fundamentales”719. Concluyó que,
parámetros y no necesariamente como un mero reflejo de otras fuentes. Creo que es necesario en
este punto señalar que las personas que trabajaban en la Corte entonces y que se abocaron a
construir el Auto son imprescindibles en la ecuación para entender el resultado. Entre otras
personas, creo que la participación del abogado Federico Guzmán y la forma acuciosa como se
compenetró al estudio de lo producido hasta entonces, marcó una diferencia.
719
Corte Constitucional, Auto 092.
720
Ibid., sec. II.1. La negrilla y las cursivas son del original.
721
Ibid., sec. II.3.
Capítulo 5 279
En relación con la prevención del desplazamiento, la Corte identificó lo que denominó diez
riesgos de género, esto es, “diez factores de vulnerabilidad específicos a los que están
expuestas las mujeres por causa de su condición femenina en el marco de la confrontación
armada interna colombiana, que no son compartidos por los hombres, y que explican en
su conjunto el impacto desproporcionado del desplazamiento forzoso sobre las
mujeres”722. El primero de estos diez riesgos fue “el riesgo de violencia sexual, explotación
sexual o abuso sexual en el marco del conflicto armado”723, respecto del cual la Corte
“h[izo] hincapié [pues], constat[ó] la gravedad y generalización de la situación (…),
mediante informaciones reiteradas, coherentes y consistentes presentadas por las
víctimas o por organizaciones que promueven sus derechos”724.
722
Corte Constitucional, Auto 092.
723
Los demás riesgos fueron: “(ii) el riesgo de explotación o esclavización para ejercer labores
domésticas y roles considerados femeninos en una sociedad con rasgos patriarcales, por parte de
los actores armados ilegales; (iii) el riesgo de reclutamiento forzado de sus hijos e hijas por los
actores armados al margen de la ley, o de otro tipo de amenazas contra ellos, que se hace más
grave cuando la mujer es cabeza de familia; (iv) los riesgos derivados del contacto o de las
relaciones familiares o personales -voluntarias, accidentales o presuntas- con los integrantes de
alguno de los grupos armados ilegales que operan en el país o con miembros de la Fuerza Pública,
principalmente por señalamientos o retaliaciones efectuados a posteriori por los bandos ilegales
enemigos; (v) los riesgos derivados de su pertenencia a organizaciones sociales, comunitarias o
políticas de mujeres, o de sus labores de liderazgo y promoción de los derechos humanos en zonas
afectadas por el conflicto armado; (vi) el riesgo de persecución y asesinato por las estrategias de
control coercitivo del comportamiento público y privado de las personas que implementan los grupos
armados ilegales en extensas áreas del territorio nacional; (vii) el riesgo por el asesinato o
desaparición de su proveedor económico o por la desintegración de sus grupos familiares y de sus
redes de apoyo material y social; (viii) el riesgo de ser despojadas de sus tierras y su patrimonio
con mayor facilidad por los actores armados ilegales dada su posición histórica ante la propiedad,
especialmente las propiedades inmuebles rurales; (ix) los riesgos derivados de la condición de
discriminación y vulnerabilidad acentuada de las mujeres indígenas y afrodescendientes; y (x) el
riesgo por la pérdida o ausencia de su compañero o proveedor económico durante el proceso de
desplazamiento”. En Ibid.
724
Ibid.
280 La cristalización de una nueva categoría jurídica
Fuerza Pública725.
La Corte optó por incorporar el calificativo de sistemática, que ubicaba el análisis no solo
en el plano de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario (DIH), sino
también del derecho penal internacional.
725
Ibid., sec. III.1.1.1. El original se encuentra en negrilla.
726
Para un mayor desarrollo de este giro, ver capítulos 2 y 3.
727
El Estatuto de Roma establece que “se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de
los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra
una población civil y con conocimiento de dicho ataque (…)”. Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional, p. art. 7.1.
Capítulo 5 281
Sobre ello, cuatro aspectos son significativos: la presentación de la información como una
cuestión fáctica, de la realidad, que no había sido previamente tenida en cuenta, es decir,
como algo que siempre ha existido pero no se había notado; el carácter de crueldad y
barbarie que opera como un epicentro argumentativo de gravedad que justifica todas las
medidas a implementar; la idea de que sobre ese panorama fáctico se ha tendido un
manto, es decir, como algo externo al fenómeno mismo, en una relación del problema con
los agentes que deben atenderlo y; por último, la tríada de invisibilidad, silencio e
impunidad, que son también categorías usadas por las organizaciones sociales y los
organismos de derechos humanos para significar un eclipse, algo que estaba oculto por
procesos que no son adjudicados necesariamente a quienes viven la experiencia sino a
quienes deben responder a ella (sobre esta tríada volveré más adelante).
Los relatos recogidos por la Corte Constitucional fueron organizados por ella a partir de lo
que denominó un “catálogo de crímenes sexuales” de carácter “amplio y crudo”, los cuales
“revelan que la degradación de la confrontación bélica que afecta al país ha llegado a
extremos de inhumanidad sobre los que no existe un registro oficial, y respecto de los
cuales tienen que adoptarse correctivos radicales de forma inmediata729”. De nuevo nos
encontramos con una lectura que encuentra en la violencia sexual una suerte de síntesis
de la degradación del conflicto armado y de la inhumanidad, muy similar a la planteada en
el marco de los debates de la justicia transicional. También vemos que la cuestión de la
ausencia de registros constituye un eje fundamental de la actuación esperada, en tanto
mecanismo para el diagnóstico.
728
Corte Constitucional, Auto 092 sección III.1.1.1.
729
Ibid., sec. III.1.1.2.
282 La cristalización de una nueva categoría jurídica
Cada una de estas posibilidades descritas fue desarrollada por la Corte Constitucional, y
citando lo planteado por la CIDH en su informe de 2006731, encontró una mayor afectación
en casos de mujeres indígenas y afrocolombianas. Siguiendo la información publicada por
la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado (MMCA) en 2006 a partir de la información
del INMLCF732 la Corte también concluyó una mayor y especial afectación en las niñas.
Sumado a esta más gravosa afectación, la Corte encontró que la violencia sexual tenía
“efectos perversos” sobre el ejercicio de derechos de las víctimas, dentro de los cuales se
encontraban: lesiones físicas, contagio de enfermedades de transmisión sexual incluido el
VIH/SIDA, embarazos no deseados y problemas ginecológicos, traumas psicológicos de
largo plazo, rechazo y estigmatización social, y temor y zozobra en las regiones donde se
cometieron los hechos. Todos estos efectos operaban, de acuerdo con la Corte, como
causa directa del desplazamiento forzado de las mujeres733, esto es, de manera imbricada
con otros fenómenos violentos que afectaban a millones de personas en el país. En otras
palabras, no se trataba de un asunto privado, de interés particular, sino de un asunto con
impacto social y de interés público.
De acuerdo con la Corte, lo “más grave” es que a lo anterior se sumaba un “triple proceso
de invisibilidad oficial y extraoficial, silencio por parte de las víctimas, e impunidad de los
730
Ibid., sec. síntesis.
731
Ibid., sec. III.1.1.3.
732
Ibid., sec. III.1.1.4.
733
Ibid., sec. III.1.1.5.
284 La cristalización de una nueva categoría jurídica
Como se lee y la propia Corte señaló, “el común denominador de todos estos factores es
la ausencia de una respuesta estatal específica a la situación”735, en otras palabras, “la
inacción estatal”. Esto representa, a mi juicio, uno de los aspectos más significativos, pues
la Corte desde su lugar central de autoridad transformó los modos de comprender y
relacionarse con ese problema que diversos actores entre organizaciones sociales y
organismos internacionales habían señalado años antes736. El problema, desde su
perspectiva, no estaba en cabeza de las víctimas ni de los actores armados, sino en ese
triple proceso que era responsabilidad del Estado resolver. No era un asunto privado sino
completa y radicalmente público y político.
734
Ibid., sec. III.1.1.6. Según el propio Auto, el fundamento era el informe de la CIDH de 2006, «Las
mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006».
735
Corte Constitucional, Auto 092 sección III.1.1.7.
736
En este punto es importante recordar el desplazamiento entre el silencio y el silenciamiento
estudiado en el capítulo 2.
737
Corte Constitucional, Auto 092 sección III.1.1.8. Las fuentes de esta afirmación son: Relatora
Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe presentado por la
Sra. Radhika Coomaraswamy, Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, con inclusión
de sus causas y consecuencias, de conformidad con la resolución 1997/44 de la Comisión; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
Capítulo 5 285
encontró que la respuesta debía ser oficial y centró el eje de su actuación en las
investigaciones de las responsabilidades penales y en la reparación de las víctimas,
incluida la prevención del desplazamiento forzado causado de manera masiva por la
violencia sexual. Por ello, decidió remitir a la Fiscalía un anexo que declaró reservado con
183 casos de violencia sexual que había identificado de diversas fuentes a fin de ser
investigados. Ese mismo anexo fue remitido a la Procuraduría para que vigilara las
investigaciones y la restitución de derechos y, de manera muy sorpresiva en su momento
(pues no existían precedentes en ese sentido), a la organización social Consultoría para
los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes) como integrante de la Comisión de
Seguimiento a la Política Pública sobre Desplazamiento Forzado, para que a través suyo
las organizaciones sociales hicieran seguimiento a los casos individuales, suministraran
información, promovieran el apoyo a las víctimas y abogaran por el restablecimiento de
sus derechos738.
Sin duda alguna, estas órdenes cambiaron las maneras de entender el problema y,
especialmente, generó una agenda para la actuación del Estado, de las organizaciones
sociales y de los organismos internacionales.
Sumado al riesgo de género, la Corte Constitucional señaló que las mujeres desplazadas
vivían un impacto diferencial, agudizado y desproporcionado por el desplazamiento
forzado, en lo que denominó facetas de género, es decir, ya no en tanto causa del
desplazamiento por parte de actores armados, sino a consecuencia de él. Dentro de las
18 facetas identificadas, algunas se referían a los “riesgos acentuados de las mujeres
desplazadas de ser víctimas de patrones estructurales de violencia y discriminación de
género”739, siendo el primero de ellos “la violencia y el abuso sexuales, incluida la
La Corte estableció, de acuerdo con el informe de Profamilia de 2006741, que las mujeres
desplazadas estaban más expuestas a ser víctimas de violencia y abuso sexual,
prostitución forzada, esclavitud sexual y trata de personas con fines de explotación sexual.
Este riesgo era particularmente notorio en la etapa de emergencia del desplazamiento,
dadas las condiciones de hacinamiento, así como la alta proporción de mujeres, jóvenes y
niñas obligadas a ejercer la prostitución por sus condiciones de vulnerabilidad y por las
condiciones extremas que las forzaban a esa alternativa para la subsistencia.
La Corte encontró que al igual que ocurría con el riesgo de género de la violencia sexual,
en tanto faceta de género la violencia sexual estaba “prácticamente invisibilizad[a] a nivel
oficial y extraoficial”, sin que se contara con ninguna información sobre políticas de
prevención, de atención o de justicia en el marco de la Ley de Justicia y Paz. Por ello, la
Corte decidió incluir los casos conocidos por ella en el anexo reservado para que la Fiscalía
los investigara. Aunque la Corte había separado la violencia sexual cometida contra las
mujeres por los actores armados que provocaba su desplazamiento de aquella producida
por las condiciones del desplazamiento mismo, al unir en el anexo reservado ambas
situaciones mantenía un grado significativo de ambigüedad sobre lo que se debía entender
por violencia sexual en el conflicto armado.
740
Ibid., sec. IV.B.1.1.
741
Como mencioné en el capítulo 2, este fue un informe muy significativo porque a partir de
encuestas tuvo la intencionalidad de mapear el impacto del desplazamiento en las mujeres en razón
de su género.
742
Corte Constitucional, Auto 092 sección V.B.1. y V.B.2.
Capítulo 5 287
Las formas de organizar la información, las órdenes emitidas y el lugar dado a las
organizaciones sociales, sellaron el proceso de emergencia de la violencia sexual,
haciéndolo público en el sentido de hacerlo objeto de actuación estatal integral y no solo
en el campo penal. Este Auto marcó un punto de quiebre y sus impactos siguen aún
observándose en la actualidad.
D. A modo de conclusión
En primer lugar, a través del campo científico-legal, el INMLCF desde el año 2004 empezó
un proceso de diferenciación y cualificación estadística para ofrecer información sobre
actos de violencia sexual cometidos por agentes vinculados al conflicto armado (aunque
en ocasiones de manera ambigua). Esta producción de datos y los usos que de ellos
hicieron distintos actores, contribuyó a reforzar la idea de que esos “vejámenes propios de
la guerra” que siempre habían estado allí, ya se empezaban a hacer evidentes, a partir de
un proceso de desvelamiento al que las cifras contribuían.
288 La cristalización de una nueva categoría jurídica
Este estatus de gravedad modificó las formas de actuar y comprender la violencia sexual,
pues los debates sobre ese reconocimiento ya no se dieron en la norma sino en su
aplicación, de tal manera que se transformaba la disputa al campo probatorio, lo cual en sí
mismo contribuyó a la emergencia posterior de las víctimas de violencia sexual.
Por último, el proceso de emergencia de la violencia sexual fue cristalizado en los análisis
de la Corte Constitucional, en los cuales la violencia sexual fue considerada causa y
consecuencia del desplazamiento forzado contra las mujeres. Esas circunstancias previas
y posteriores estaban caracterizadas por un triple proceso de invisibilidad, impunidad y
silencio que el Estado en su conjunto debía conjurar. Aunque las víctimas se mantenían
en el centro del debate, el epicentro de la respuesta se esperaba del Estado de manera
integral, con lo cual se selló el proceso de transformar un problema privado en público,
cristalizando así la emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado.
Una característica común al proceso dado en estos tres campos del Estado fue la
interpretación de la violencia sexual. En el caso de Medicina Legal, la producción
diagnóstica estuvo soportada en la idea de un vejamen propio de la guerra; en el Congreso
se la produjo como un delito de la mayor gravedad a partir de su crueldad y; en la Corte
Constitucional se ordenó una actuación integral por considerarla como un acto de crueldad
y barbarie. En los tres campos prevaleció una moral particular que la mantenía en un orden
moral específico, inoponible y excepcional al considerar la violencia sexual implícitamente
como lo peor. Y fue en el mismo momento en que se dio el reconocimiento público por
parte de estas entidades estatales sobre su carácter profundamente gravoso, que se
Capítulo 5 289
cristalizó su proceso de emergencia y se desplazaron los debates a otros campos, sin que
ello significara la anulación del reclamo por el estatus de gravedad, el cual seguiría
dándose especialmente en el campo judicial.
Los procesos jurídicos de las leyes y las sentencias cristalizaron el objeto de la violencia
sexual en el conflicto armado y configuraron momentos umbrales en los que los debates
fueron transformados y desplazados a otros campos y sujetos, con efectos concretos y
particulares. Uno de ellos fue la emergencia del sujeto víctima de violencia sexual en el
conflicto armado, que se dio a partir del año 2009 y el cual reconfiguró el problema. Para
entonces, esta confluencia de lenguajes, actores y recursos jurídicos y sociales crearon un
ambiente que permitió a las víctimas pensar que era el momento de hablar.
8. Conclusiones finales
A lo largo de este documento he presentado los modos en las cuales ciertos actores,
principalmente desde mediados de la década de 1990, empezaron a construir
públicamente un problema previamente inexistente, relacionado con la violencia sexual en
el conflicto armado. Los movimientos sociales – principalmente de mujeres –, la comunidad
internacional representada en organismos y organizaciones internacionales, la prensa
nacional y regional y el propio Estado, contribuyeron desde distintos ángulos y énfasis a
su emergencia y posicionamiento.
En estas conclusiones me propongo articular los circuitos entre los actores que fueron
organizando y reconfigurando el objeto, los problemas a los que su emergencia respondió,
los lenguajes políticos específicos en los que fue articulado, los campos de enunciación de
los que fue separándose, los desplazamientos argumentativos que permiten observar
continuidades y discontinuidades, los usos particulares planteados por los diversos
actores, los sujetos que se coprodujeron y reconfiguraron y aquellos que definitivamente
no aparecieron, los efectos concretos que produjo su emergencia y, por último, las
tensiones y aporías que constituyen la categoría. A lo largo de estas conclusiones, enuncio
también agendas investigativas que quedan pendientes por desarrollar.
En síntesis, el reconocimiento del factor género como una variable a ser tenida en cuenta
en los análisis de la guerra, los procesos de paz y el acceso a derechos, y la implicación
de lograr justicia en el marco de los debates sobre la justicia transicional, llevaron a la
necesidad de demostrar que la experiencia de las mujeres en la guerra ostentaba un
carácter de tal gravedad que requería ser reconocida en dicha dimensión. La respuesta a
ese triple problema de género, justicia y gravedad fue la construcción de un objeto
específico, autónomo y representativo denominado violencia sexual en el conflicto armado.
A fin de transformar esa visión y de lograr la atención internacional, era necesario encontrar
una ejemplificación que dotara de la dimensión gravosa a la experiencia de las mujeres.
La violencia sexual pudo ser una respuesta en tanto se argumentó que era un acto atroz,
cruel y moralmente más reprochable, que había ocasionado un sufrimiento mayor a las
mujeres, vivido en el silencio y silenciado por la sociedad en su conjunto. Ese piso moral
que involucra a la sexualidad, que está tejido en una historia de larga duración con el honor,
la honra y el pudor, fue movilizado como parte de los argumentos sobre su gravedad. Y
aunque a esta moralidad se sumaron otros elementos como su carácter estratégico, no
debemos perder de vista que dicha moralidad fue base de su emergencia como tejido
argumentativo sobre la gravedad, y por ello está en la génesis de su centralidad. Sobre
esta cuestión del honor volveré más adelante.
reconocer esa mayor gravedad, con lo cual elevó la violencia sexual a un estatus
jurídicamente superior frente a otras violencias y con ello adquirió el carácter de violencia
emblemática de la experiencia femenina en la guerra. En otras palabras, en el momento
mismo en que el Estado reconoció el estatus de gravedad de la violencia sexual, selló el
proceso de su construcción como un problema público autónomo y desplazó el debate a
otros lugares, aunque sin anular por completo el reclamo sobre la gravedad743
El lenguaje de los derechos humanos centraliza a las víctimas y reclama una serie de
derechos a su favor que deben ser garantizados por los Estados. En este marco, los
derechos humanos aportaron al proceso de emergencia de la violencia sexual en al menos
tres aspectos. En primer lugar, este lenguaje dotó de sentido los reclamos por un
reconocimiento y atención diferenciados a mujeres y niñas, pues desde el derecho
internacional de los derechos humanos en las décadas de 1970 y 1980 se inició un giro
743
El asunto de la gravedad se inscribe en la historia posterior al año 2008 y se revive en el marco
de un nuevo capítulo de justicia transicional abierto con el acuerdo de paz con las FARC en 2016,
en el que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) incorpora el criterio de gravedad como elemento
para activar su competencia. Hasta el cierre de la escritura de esta tesis, pese a los insistentes
llamados de las organizaciones sociales y de mujeres a abrir un caso específico sobre violencia
sexual, la JEP no había resuelto abrirlo. Esto ha sido leído como un desconocimiento al carácter
gravoso de la violencia sexual. Ver, Jurisdicción Especial para la Paz, «Criterios y metodología de
priorización de casos y situaciones en la Sala de Reconocimiento de Verdad, de Responsabilidad y
de Determinación de los hechos y conductas», 28 de junio de 2018,
https://www.jep.gov.co/Documents/CriteriosYMetodologiaDePriorizacion.pdf; Alianza Cinco Claves,
«Un caso nacional de violencia sexual, violencia reproductiva y otros crímenes motivados en la
sexualidad de la víctima. Una medida necesaria y urgente», 2021,
https://drive.google.com/file/d/1bAY1kC1JcWAXUjLdc6rtBrcpTxtMe1UT/view.
294 Conclusiones finales
epistemológico que hizo emerger como sujetos de derecho a la infancia y a las mujeres
(en este último aspecto, en una clara respuesta a las demandas feministas). Desde este
giro, reclamar diferenciación respecto de los hombres no solo resultaba pertinente sino
necesario. En segundo lugar, los derechos humanos centralizaron al Estado como titular
de las respuestas a los problemas demandados, es decir, transformaron los reclamos de
actuación de un asunto privado a un asunto público, y lo hicieron el actor central para el
afrontamiento de las medidas a adoptar: registros estadísticos, atención a las víctimas,
justicia, reparación. Por último, habilitó la presencia de organismos internacionales de
manera permanente en Colombia, facilitando con ello articulaciones entre los diversos
actores estudiados y, a su vez, instalando un marco común de sentido que reclamaba
desde la legitimidad de este lenguaje, una respuesta estatal en clave de satisfacción de
derechos.
El lenguaje del derecho penal internacional contribuyó a suponer en el curso de los debates
de estos años qué ingresaba en la categoría de la violencia sexual. Aunque sus límites han
estado en permanente disputa, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional sentó
las bases para delimitar lo que ingresaba y no ingresaba en esta categoría y su asociación
con el género. También, este lenguaje supuso profundizar los reclamos de la sociedad civil
y la comunidad internacional para reclamar justicia y evitar las amnistías, incluidas aquellas
referidas a la violencia sexual que internacionalmente ya habían sido incorporadas a los
crímenes más graves. En asocio con ello, el conocimiento de este andamiaje jurídico
transformó los modos de enunciación sobre el tema, pues requirió de la tecnificación del
lenguaje (lo cual supuso la aparición de las expertas) y desplazó otras formas de enunciar
que, al no estar ancladas en este derecho, fueron relegadas y en muchas ocasiones
abandonadas. Como señalaré más adelante, el lenguaje más descriptivo fue reemplazado
por un lenguaje jurídico en el campo de lo penal que, a su vez, centralizaba la cuestión de
la justicia como forma privilegiada de respuesta a la violencia sexual, en desmedro de otras
alternativas posibles.
Por último, los lenguajes articulados a los saberes feministas, de las violencias contra las
mujeres y del género, fueron determinantes para señalar por parte de diversos actores que
la vivencia de las mujeres en la guerra era específica, gravosa y estaba enmarcada en
sistemas patriarcales de opresión. Es importante anotar que en muchas ocasiones estos
lenguajes se imbricaron y quedaron subordinados al lenguaje de los derechos humanos,
no obstante, lograron instalar un marco de sentido común referido a los campos de la
discriminación, la violencia y la diferenciación.
La violencia sexual en el marco del conflicto armado emergió de la mano de otros campos
de violencias frente a las cuales fue separándose. En el proceso de explicar de qué
maneras las mujeres habían vivido de manera diferente la violencia del conflicto, las
organizaciones sociales, internacionales y la prensa instalaron la idea de una tríada de
afectaciones a las mujeres civiles conformada por la experiencia del abandono producto
de la orfandad y la viudez, el desplazamiento forzado y la violencia sexual. De manera
paralela y muchas veces sin articulaciones evidentes, la prensa, actores estatales y
organizaciones sociales e internacionales, también señalaron que el abuso sexual, el
aborto y la anticoncepción era una cuestión que afectaba a niñas y en ocasiones a niños
que eran reclutados por actores armados, especialmente de la guerrilla.
agresiones, favores sexuales, ultraje, entre otros, y privilegiando los que se encuadraban
en una descripción jurídica: abuso, acceso carnal, delitos sexuales, crímenes, desnudez,
esclavitud, prostitución, entre otros. Este cambio de lenguaje fue el resultado de la
producción de la violencia sexual dentro de los reclamos por justicia, que obligó a los
distintos actores a tecnificar sus formas de enunciar y a movilizar la violencia sexual como
un asunto enmarcado en los delitos. Ello implicó una jerarquización entre la respuesta
penal y otras posibles que fueron marginadas, como la atención humanitaria, educativa, la
reconstrucción socio-comunitaria, entre otras. Algunas de ellas – como la atención
psicosocial, la atención médica de urgencia en salud y la reparación individual y colectiva
– emergieron después del corte temporal que abarcó la investigación de esta tesis.
Un segundo desplazamiento tiene que ver con la transformación de los sentidos entre el
botín de guerra y el arma de guerra, que fueron calificativos que acompañaron la
explicación de los usos de la violencia sexual en los conflictos armados. El giro
interpretativo se dio entre la idea de la violencia sexual como un acto colateral a un acto
estratégico en la guerra que, a su vez, socavaba el relato predominante de la inevitabilidad
de la violencia sexual y se oponía a la mirada de este hecho como un asunto individual y
privado y lo transfería a un asunto colectivo y político y, por ello mismo, posible de
intervenir. Esta idea del arma de guerra se ancló en una serie de presupuestos, como
asumir que era un crimen cometido únicamente en contra de las mujeres – entendidas
exclusivamente en relación con su corporeidad sexuada – y que su cuerpo era un terreno
de batalla. Luego del año 2008, la exclusividad de la violencia sexual como un asunto de
las mujeres se ha puesto en entredicho, especialmente por la irrupción de nuevos sujetos
y nociones como las de orientación sexual e identidad de género asociadas en la sigla
LGBTI y más recientemente por la exploración de la afectación a los hombres. La idea del
arma de guerra, del campo de batalla y de su naturaleza eminentemente estratégica, han
permanecido en el curso de estos años como un mecanismo para seguir explicando su
carácter gravoso. Ello ha significado una jerarquización de las violencias sexuales entre
aquellas que fueron claramente estratégicas y otras que no lo fueron, así como un efecto
de opacidad de otras experiencias complejas de violencia sexual que han involucrado
relaciones afectivas744.
744
Algunas de estas críticas las condensé en el capítulo Chaparro Moreno, «Reflexiones sobre la
Conclusiones finales 297
Un tercer aspecto tiene que ver con el giro entre el silencio y el silenciamiento. La narrativa
histórica sobre la violencia sexual en general había trazado la idea de que esta forma de
violencia estaba marcada por el silencio, el cual era entendido como producto de una
decisión individual de no hacer públicos los hechos, marcada por un entorno social que los
minimizaba, desconocía, naturalizaba y generaba vergüenza para las víctimas. El proceso
de emergencia de la violencia sexual como un problema público implicó transferir ese
silencio de la órbita de la víctima a la responsabilidad del Estado, pues se concibió como
producto del silenciamiento derivado del miedo a las represalias y al señalamiento, y
resultado del trauma, lo cual transformaba el silencio y el miedo de un asunto privado a un
asunto político y la demostración máxima del horror que justificaba la ausencia de casos y
cifras. Todo ello era posible ser revertido si el Estado desarrollaba acciones de protección
y atención a la salud, las cuales eran vistas como acciones no solo para permitir que las
víctimas hablaran, sino como un prerrequisito para lograr justicia y minimizar el sufrimiento
que era acentuado por ese silenciamiento. Ambos elementos – protección y salud –
ingresaron dentro de la órbita jurídica a partir de la implementación de la Ley de Justicia y
Paz y del Auto 092. Este paso del silencio al silenciamiento, aunque se ha mantenido de
manera muy tensa luego del año 2008, supuso en muchos casos un deber moral de
denuncia para las víctimas de violencia sexual (bajo la idea de que hablar contribuye a que
no le pase a otras), que son a su vez jerarquizadas entre las que quieren hablar
públicamente con sus rostros y nombres, las que hablan en anonimato y las que prefieren
callar. Esto coexiste con la presunción de que el peor dolor es el silencio y, en ocasiones,
con la idea de que quienes callan lo hacen porque sus contextos no han sido lo
suficientemente intervenidos y no porque lo decidan así, lo cual nos remite a la crítica sobre
este punto planteada por Karen Engle y Kimberly Theidon745.
Por último, la cuestión de la continuidad de las violencias en las vidas de las mujeres se
transformó en la idea del continuum de las violencias. En los relatos iniciales es posible
evidenciar que la relación entre las violencias cotidianas y las de la guerra eran
interpretadas desde dos variables: cómo la vivencia de la guerra afectaba e impactaba las
745
Engle, «International Human Rights and Feminisms», 795; Theidon, «Gender in Transition».
Conclusiones finales 299
En relación con lo primero, especialmente en el marco del primer gobierno de Uribe Vélez
(2002-2006), la enunciación de la violencia sexual como una práctica utilizada por todos
los actores del conflicto sirvió como mecanismo para explicar que, pese a la posición
gubernamental de negación del conflicto armado, este existía y se desarrollaba de
maneras contrarias al mínimo respeto por las normas humanitarias. También sirvió como
recurso para explicar que, pese a las desmovilizaciones acordadas con los paramilitares,
estos seguían operando, prueba de lo cual era el uso sostenido de la violencia sexual. El
carácter de máxima gravedad y el soporte moral en el que se anclaba, hacían de la
violencia sexual un recurso retórico incuestionable. De la mano de este argumento
inoponible, el movimiento de mujeres empezó a ganar un terreno de autonomía y
legitimidad. A su vez, el objeto mismo de la violencia sexual fue reconocido en su gravedad,
300 Conclusiones finales
al punto de representar, a través de los cuerpos de las mujeres, la experiencia del conjunto
de la sociedad en la guerra. En otras palabras, la totalidad del conflicto armado, de su
persistencia y de la existencia de víctimas, fue demostrada también a través de la violencia
sexual.
En segundo lugar y de manera simultánea, justamente por ese lugar moral, la violencia
sexual también fue utilizada como un recurso emocional para movilizar y justificar la guerra.
Este campo de la propaganda contra el enemigo no es exclusivo del caso colombiano,
pues ha sido usado en diferentes conflictos como una estrategia para deslegitimar al
contrario. Para el caso colombiano, sus usos desde esta perspectiva se observan
especialmente de la mano de voces del Ejército en la prensa, que señalaban a la guerrilla
de carecer de ideología política debido al uso de la violencia sexual tanto en contra de
civiles, como de sus integrantes. Sobre este punto la prensa tuvo un lugar privilegiado –
aunque no exclusivo – de configuración de los usos emocionales de la violencia sexual.
En su conjunto, el señalamiento de la utilización de esta práctica en el marco del
reclutamiento fue mayor en contra de la guerrilla, pese a existir información relevante en
el marco del proceso de desmovilización paramilitar. La violencia sexual fue planteada
como un acto animal y monstruoso y no precisamente como parte de las estrategias de la
guerra. Desde esta visión, era posible desvincularse del enemigo y crearlo como un otro
que necesariamente debería ser exterminado, pues atacaba a su vez a la mujer como
representación de la nación. En el nuevo capítulo de la justicia transicional adelantado
luego de 2016, este asunto ha ocupado un lugar central con propuestas de eliminación de
beneficios para violadores presentadas por congresistas del partido uribista del Centro
Democrático o con los debates generados por la aparición de organizaciones como la
Corporación Rosa Blanca746. Estos usos basados en el recurso emocional de la violencia
sexual ocurren por fuera del marco temporal de este estudio y son un pendiente para la
investigación.
Por último, la violencia sexual ocupó un lugar protagónico en el proceso de paz con los
paramilitares, pues sirvió para reclamar la aprobación de la norma de justicia y paz que
excluía crímenes graves como los sexuales; para pedir su hundimiento por no lograr
746
Organización de víctimas de violencia sexual en el marco del reclutamiento de las FARC, creada
en diciembre de 2017.
Conclusiones finales 301
mínimos de justicia ante la atrocidad; y para demostrar que, dada la continuidad de su uso
por los paramilitares, el proceso en su conjunto había sido un fracaso. En sus diversos
usos, la violencia sexual ejemplificaba el horror máximo y la crueldad que exigían mínimos
de justicia y, para lograrlo, las organizaciones sociales, internacionales, la prensa y
agentes estatales movilizaron la idea del sufrimiento intrínseco de la violencia sexual, su
sevicia y dieron detalles macabros de empalamientos, ataques sexuales, mutilaciones,
entre otros, a fin de ejemplificar ese horror. Con ello, la violencia sexual alcanzó niveles
extraordinarios de gravedad anclados en la idea de la atrocidad y la crueldad, y al mismo
tiempo que lograron el cometido de incluir lo sexual en aquello grave y por ello justiciable,
hicieron de la violencia sexual una violencia excepcional (volveré a este punto más
adelante).
En conjunto con los argumentos y los usos señalados, se coprodujeron algunos sujetos
como las expertas y las víctimas, y se reconfiguraron otros como el movimiento de
mujeres y el Estado.
Con el calificativo de expertas me referí a aquellos sujetos que emergieron con la finalidad
de ocupar un lugar explicativo sobre el por qué las mujeres deberían ser destinatarias de
una forma particular de interpretar su experiencia. En un comienzo, hasta el año 2002,
estas expertas estaban representadas en mujeres activistas de organizaciones sociales y
de organismos internacionales, que conjugaban tanto la movilización como la producción
de informes y que eran mediadoras entre las víctimas anónimas y la opinión pública. Una
vez aparecido el problema de la justicia transicional y anclado en los debates del derecho
internacional, las expertas se cualificaron en el marco de los saberes propios del derecho
y la psicología, profesionalizando la experticia e interpretando la experiencia de la violencia
sexual desde los campos del crimen y el trauma. Esto ha tenido por efecto – especialmente
en el campo de las organizaciones sociales y la cooperación internacional que las financia
a ellas y al Estado – la híper-cualificación en la comprensión de la violencia sexual y la
necesidad de una altísima experticia en estos saberes para el tratamiento de las víctimas
y los crímenes. Los efectos de la tecnificación del discurso y sus impactos para las
víctimas, los relatos de memoria y de justicia, son también un pendiente para la
302 Conclusiones finales
Como señalé desde un comienzo, las víctimas no aparecieron públicamente sino hasta el
año 2009, y su lugar fue ocupado por las expertas, quienes ejercieron una suerte de
mediación de la agencia de las víctimas aún no emergentes, e interpretaron los rumores
como prueba de su existencia masiva, aunque oculta. Pese a no existir aún como sujetos
públicos, el discurso en proceso de instalación fue delineando algunos trazos de los bordes
de ese sujeto víctima, que paso a detallar. En primer lugar, se asoció violencia sexual a
mujeres, de tal forma que las víctimas privilegiadas de la observación serían las mujeres
en función de su corporeidad sexuada, generando una diferenciación radical con la
experiencia masculina, anclada en el homicidio, la desaparición y la tortura. Ello ha llevado
a un binarismo de género que separa radicalmente hombres y mujeres y, además,
reesencializa a las mujeres en función del sexo748. Con la instalación de la idea de la
violencia sexual como arma de guerra, emergió una aporía: se politizó el acto, pero se
despolitizó al sujeto, pues lo estratégico no derivaba de nada particular que hubieran hecho
las víctimas, sino solo de su cuerpo sexuado. Desde esta perspectiva, las mujeres
quedaban relegadas a una imagen de permanente victimización, pues si bien las
organizaciones sociales intentaron centralizar su rol activista, la prensa y el propio Estado
acentuaron su carácter sufriente en pos de los usos señalados anteriormente. Desde este
enfoque se puede entender la iconografía movilizada en la prensa, que generó sujetos con
matices muy distintos entre las víctimas del desplazamiento y las de la violencia sexual,
cuyos rostros y voces estuvieron permanentemente ocultos, generando simbólicamente un
relato que asociaba la violencia sexual a un acto inenarrable, con efectos indelebles y
ubicado en el lugar de la peor experiencia posible. En el proceso de implementación de la
Ley de Justicia y Paz, ese sujeto silente y oculto demandó ser transformado por casos y
747
Este ha sido un asunto analizado en otras experiencias. Ver, por ejemplo, para el caso de
Nanking, James Burnham Sedgwick, «Crying shame: war crimes, sexual violence, and the cost of
“speaking out”», Acta Académica 47, n.o 1 (enero de 2015): 60-77. Para los procesos de memoria
en términos más generales tener en cuenta, entre otros, Francisco A. Ortega, «Rehabitar la
cotidianidad», en Veena Das: sujetos del dolor, agentes de dignidad, ed. Francisco A. Ortega
(Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas: Pontificia Universidad
Javeriana. Instituto Pensar, 2008), 37.
748
Esta cuestión ha sido analizada en otros contextos de estudio de la violencia sexual. Ver, en
particular, Turan, «Manhood Deprived and (Re)Constructed»; Turan, «The identity of ‘the other’ for
sexual violence victims»; Azuero, «Science and International Thematic Prosecution of Sex Crimes»,
254; Engle, «Feminism and Its (Dis)contents», 810.
Conclusiones finales 303
víctimas concretas con denuncias públicas. El Auto 092 de 2008 contribuyó a llenar ese
vacío de denuncias y a impulsar el reconocimiento de las víctimas, al remitir a la Fiscalía
información de casos específicos para ser investigados. Sus rostros, voces e historias
fueron conocidos con nombres propios y no con seudónimos a partir del año 2009, no
obstante, estos bordes descritos y aporías del problema, siguieron permeando su
representación en el período posterior. Las formas como estos aspectos fueron
enfrentados por las víctimas emergentes y las organizaciones acompañantes, es un reto
investigativo que permanece abierto.
El Auto 092, por su parte, organizó la información de tal manera que cristalizó el proceso
de emergencia, y creó una agenda que aún se mantiene vigente para las organizaciones
sociales, el Estado y la cooperación internacional. Luego de expedido este Auto, instancias
estatales que no se habían implicado en la respuesta fueron llamadas a la actuación, pues
la propia Corte Constitucional se abrogó el seguimiento a su cumplimiento, lo cual delineó
otras formas de relacionamiento entre las entidades públicas y la sociedad civil, que no
tenían precedente. A partir de sus órdenes, el movimiento de mujeres se reagrupó de otras
maneras y la cooperación internacional revitalizó su agenda en violencia sexual en el
conflicto armado en el país, generando un flujo de cooperación y recursos internacionales
nunca vistos para este tema, que impactó hondamente al Estado y al movimiento de
mujeres. Estos son aspectos que ameritan estudios futuros a profundidad, pues determinó
las formas como posteriormente se desarrolló la agenda.
Es preciso señalar, por otra parte, que los modos en los cuales fue emergiendo la violencia
sexual tuvo el efecto de desplazar u opacar otros asuntos que resultaban centrales en
momentos previos como en el Primer Encuentro Feminista o en el momento post-
constituyente. Me refiero a la violencia sexual en la cárcel, las violencias cotidianas y el
grave problema de las esterilizaciones forzosas de mujeres por el Estado denunciado en
los años 80. Aunque los dos primeros temas no han sido abandonados, la centralización
de las violencias en la guerra y especialmente de la violencia sexual, obligó a muchos
sectores del movimiento de mujeres más institucionalizado a priorizar sus recursos para
las urgencias del conflicto armado, donde además las agencias internacionales
306 Conclusiones finales
privilegiaron la cooperación. Creo que resulta urgente retomar estos asuntos con los
aprendizajes que la incidencia en las cuestiones de la guerra ha dejado, con el
conocimiento construido de lo que significa desarrollar estrategias desde lo social para
construir problemas públicos. Dicho de otro modo, necesitamos que la sociedad se
comprometa también con otros problemas públicos.
Para terminar, quiero plantear algunas de las tensiones y aporías que el proceso de
emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado involucró y que fueron
constitutivas del objeto mismo. Muchas de ellas requieren futuros estudios pormenorizados
desde distintos campos.
En primer lugar, es importante poner en evidencia que aunque la pregunta por lo sexual
de la violencia es un aspecto debatido en el campo de los estudios feministas, en el plano
nacional, si bien hubo algunas disputas sobre qué configuraba o no violencia sexual, en el
período estudiado la categoría estuvo marcada por una cadena de implícitos permeados
por el lenguaje del derecho penal internacional. Este lenguaje resultó útil como argumento
de autoridad, pero inhibió la posibilidad de debatir en lo local qué ingresaba o no en ella y
por qué. En otras palabras, la necesaria pregunta sobre en dónde radica lo sexual de la
violencia o la violencia de lo sexual. Esto no solo tiene que ver con la cuestión de las
modalidades y sus nominaciones (si se trata de esclavitud o prostitución, acoso o abuso,
etc.), sino qué es lo que sexualiza la violencia, en dónde se ubica su campo interpretativo
y por qué se excluyen o incluyen conductas. Parece que la respuesta ha estado anclada
en el campo del cuerpo asociado a la genitalidad, lo cual tiene por efecto limitar el plano
de la sexualidad y continuar el debate en la gramática de la honorabilidad. Ello, puesto que
la genitalidad y sus consecuencias sociales de castidad y pudor se sacralizan socialmente
y la violencia en esa idea de lo sexual aparece como una profanación. Su efecto es la
reesencialización de las mujeres en función del sexo, donde se afecta esta sexualidad
limitada y no la autonomía para decidir sobre ella749. De otra parte, también esta cuestión
involucra la pregunta por qué es lo violento de lo sexual y si realmente la violencia sexual
749
Linda Martin Alcoff señala: “Lo que se violó no es nuestro yo sexual natural, sino nuestra
capacidad de construcción respecto de nuestro yo sexual”. Martin Alcoff, Violación y resistencia,
172. Este texto resulta particularmente importante para el análisis de la violencia en el marco de la
sexualidad.
Conclusiones finales 307
tiene que ver con la sexualidad750. Aunque en el período posterior al cierre de este
documento este aspecto ha sido debatido en el marco normativo y de la justicia, creo
necesario volver a esas preguntas no solo desde el plano jurídico sino desde una mirada
que extienda la cuestión a los efectos en la constitución del sujeto víctima y sobre la
memoria y lo moral751.
Como planteé en la introducción, el giro epistemológico involucró una serie de aporías que
constituyeron el problema público y la categoría de la violencia sexual en el conflicto
armado. Las aporías se refieren a aquella convergencia de elementos cuyos sentidos
resultan contradictorios y que no admiten solución, pues se requieren mutuamente para
existir y, simultáneamente se rechazan. Más que un problema, la aporía nos indica un
modo de operar de la categoría, en el que los actores que se enfrentan a la contradicción
buscan maneras de afrontarla, sin poder necesariamente resolverla, pero sí desplazarla;
en ese camino, movilizan la acción social. Ahí radica su funcionalidad. A continuación me
detendré en los núcleos aporéticos sobre (i) la distinción entre lo público y lo privado, (ii) la
relación entre el silencio y la acción pública, (iii) el problema de la libertad, (iv) el problema
del honor y (v) su carácter excepcional e incuestionable.
(i) Sobre la cuestión de lo público y lo privado es preciso anotar que la emergencia del
objeto de la violencia sexual en los lenguajes utilizados, fue también un mecanismo para
transmutar la cuestión sexual del orden privado al orden público, incluida a aquella ficción
de la “conciencia de la humanidad”. En todo el período estudiado ese fue uno de los
argumentos que justificó desde las voces feministas de las organizaciones de mujeres el
paso a la justiciabilidad; no obstante, el alcance sobre qué se entendía por lo privado y lo
750
Este aspecto ha sido planteado por Rita Laura Segato, quien señala que la violencia sexual
remite al orden del poder y no al orden de lo sexual. Este asunto ha sido debatido ampliamente en
los estudios feministas. Ver, al respecto Rita Laura Segato, Las estructuras elementales de la
violencia, Edición: 1st. (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2003); Rita Laura Segato,
La guerra contra las mujeres (Madrid: Traficantes de sueños, 2016),
https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map45_segato_web.pdf.
751
Los informes producidos por el Centro Nacional de Memoria Histórica son un esfuerzo en este
sentido, que debería ser retomado desde distintos ángulos. Ver, en particular, Centro Nacional de
Memoria Histórica, La guerra inscrita en el cuerpo; Centro Nacional de Memoria Histórica, Aniquilar
la diferencia. Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado
colombiano (CNMH-UARIV-USAID-OIM, 2015),
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes2015/aniquilar-la-
diferencia/aniquilar-la-diferencia.pdf.
308 Conclusiones finales
público nunca fue expuesto. Los sentidos dados al arma de guerra, la estrategia y el campo
de batalla fueron instrumentos para designar la violencia sexual dentro del campo de la
violencia política, por oposición a la violencia considerada privada e incidental. Más que el
carácter verídico o no de esas afirmaciones – que por lo demás cuentan con numerosos
estudios – me interesa explorar sus efectos de borramiento de la porosa frontera entre lo
privado y lo público752. Son al menos dos aspectos los que se desprenden de esta cuestión:
En primer lugar, este asunto ha tenido un efecto de jerarquización, pues pareciera que el
proceso de hacer pública la violencia sexual llevara implícita la premisa de que la violencia
privada no es violencia política – habiendo sido esta última la asociada al conflicto armado,
especialmente, a lo estratégico –, con lo cual, dicho en términos de lo analizado en esta
tesis, no sería lo suficientemente grave como para ser tenida en cuenta. Creo que es
necesario revisar estos supuestos, cuestionarlos y observar sus efectos, pues si bien es
cierto ha resultado útil en la instalación de un problema público, ha tenido efectos de
exclusión o subvaloración frente a otras violencias no consideradas público-políticas y
frente a las víctimas de esas violencias.
752
Este aspecto fue el eje fundamental de la mesa de trabajo adelantada en 2018, en el marco del
proceso de candidatura al doctorado. Ver Mesa de trabajo «Memoria y violencia sexual: entre lo
público y lo privado».
753
Jelin, La lucha por el pasado, 237. Un interesante trabajo que también aborda estas preguntas
aunque desde un enfoque autobiográfico puede leerse en Leonor Arfuch, Memoria y autobiografía:
exploraciones en los límites, 1. ed, Sección de obras de sociología (Buenos Aires, Argentina: Fondo
de Cultura Económica, 2013).
Conclusiones finales 309
(ii) Esta cuestión nos lleva a la aporía entre el silencio y la acción pública, que involucra
esa compleja relación en la cual el problema de hacer pública la violencia sexual demanda
un tipo particular de víctimas y relatos, que representa para las víctimas la imposición de
un deber de hablar en el marco de unos modelos particulares que exigen su inocencia y
total transparencia. Claramente este es un debate complejo y extenso que ha sido
abordado en otros campos referidos no solo al derecho, sino a la memoria y al trauma. No
obstante, me parece importante insistir en que las formas, modos y bases con las que
emerge y se disputa un objeto, determinan posibilidades e imposibilidades para
testimoniar, para recordar y hacer memoria social y justicia, justamente por el orden
simbólico en el que este se encuadra754. De allí que más que reiterar en este debate sobre
el deber o no de hablar y de qué manera hacerlo, quiero insistir en que esos silencios y
esas palabras están íntimamente ligados con las jerarquías propiciadas por las formas
planteadas por el objeto mismo, con las legitimidades dadas y con las fronteras sobre lo
que ingresa o no en la categoría. Así que ese proceso narrativo del silenciamiento no solo
obedece a un factor externo al objeto, sino a los límites del objeto mismo.
Esta cuestión del silencio se relaciona conflictivamente con la acción social: la noción del
754
Volviendo a los aportes de Joan Scott que recoge Van Alphen: “Los sujetos son constituidos
discursivamente, pero existen conflictos entre los sistemas discursivos, contradicciones dentro de
cualquiera de ellos, múltiples significados posibles para los conceptos que colocan. Y los sujetos
tienen agencia. No son individuos unificados y autónomos que ejercen su libre albedrío, sino más
bien sujetos cuya agencia se crea a través de las situaciones y estatus que se les confieren. Ser un
sujeto significa estar “sujeto a condiciones definidas de existencia, condiciones de dotación de
agentes y condiciones de ejercicio”. Estas condiciones hacen posible elecciones, aunque éstas no
son ilimitadas. Los sujetos son constituidos discursivamente, la experiencia es un evento lingüístico
(no ocurre fuera de significados establecidos), pero tampoco está confinada a un orden fijo de
significado. Ya que el discurso es compartido por definición, la experiencia es tanto colectiva como
individual. La experiencia es la historia de un sujeto. El lenguaje es el sitio donde se representa la
historia. La explicación histórica no puede, por lo tanto, separarlos”. En Scott, «Experiencia», 66.
310 Conclusiones finales
En el marco de este núcleo, la víctima se encuentra en una permanente tensión entre, por
un lado, amoldarse a esa imagen del sufrimiento provocado por el silencio que da cuenta
de la gravedad del acto y, por otra, transmutar ese lugar, so pena de poner en cuestión la
gravedad del hecho.
También las activistas afrontan en ese campo una tensión: de una parte, el reclamo de una
intervención múltiple que tienda a revertir el silenciamiento y producir sujetos no anclados
en la victimización, con la capacidad de hablar y de apropiarse de la acción pública – de
acá deriva el debate entre víctimas y sobrevivientes – y, por otra parte, simultáneamente
requerir del sujeto victimizado y silente para dar cuenta de la gravedad de lo denunciado y
legitimar la acción pública.
Esta aporía y sus consecuencias ente el silencio y la acción pública, en relación con la
gravedad, el modelo de víctima y el activismo, son un campo que amerita ser profundizado
luego del corte temporal de esta tesis, cuando las víctimas emergen como sujetos políticos.
(iii) Esto lleva a la aporía sobre la violencia sexual y la libertad, en el marco de un objeto
que, al menos en su proceso de emergencia, demandaba de un prototipo de discurso y por
ende de un prototipo de sujeto anclado en una imagen de la victimización. Algunas de las
fotografías traídas a este texto – especialmente la número 6 sobre “El caso de ‘Marta’” –
nos plantean esa aporía entre las víctimas inocentes y culpables, aquellas merecedoras
de tutela judicial y aquellas otras merecedoras de castigo. El que en el proceso de
emergencia de la categoría de la violencia sexual se debatiera en la prensa la cuestión de
la inocencia o culpabilidad de las víctimas en función de su edad, su rol en el marco de la
Conclusiones finales 311
No deja de ser significativo hacer notar cómo el giro epistemológico derivó en una mayor
exigencia probatoria para las víctimas: en el capítulo 3 planteé de qué maneras las formas
como fue interpretada la violencia sexual en el marco de los juicios en la Segunda Guerra
Mundial incluyó estos hechos como parte de un todo criminal, sin que requiriera mayores
pruebas sobre el consentimiento o la demostración de su negativa al hecho; mientras que
a partir de los debates de los tribunales de Ruanda y Yugoslavia su tratamiento se empezó
a dar de manera separada y a exigir para ellas un modelo particular de ser en la guerra, a
fin de considerarlas creíbles. Las maneras como se dio la emergencia del objeto tuvo por
efecto la producción de un sujeto enmarcado en el concepto de libertad y, por ello mismo,
llamado a demostrar su carácter de víctima, en un modelo que se ancla en la imagen del
sufrimiento provocado por la afectación al honor.
Ello instala un núcleo aporético que relaciona la libertad, con la cuestión del silencio y la
palabra: por un lado, la demanda – especialmente de los tribunales judiciales – de
demostrar que la víctima lo era efectivamente por haber resistido de maneras suficientes
al acto, siendo esta la supuesta máxima expresión del reconocimiento a su libertad; por
otro lado, y ante las dificultades probatorias que entraña un hecho que suele darse en lo
privado, la exigencia y el llamado – principalmente de las organizaciones sociales – a creer
en la palabra de las víctimas y respetar sus silencios como reconocimiento a ese lugar de
victimización, demostrativo de un sufrimiento específicamente femenino y de la máxima
312 Conclusiones finales
Luego del corte temporal de este documento, esta cuestión sobre la agencia de las
víctimas ha sido central, tanto frente a la acción pública como en lo judicial. Sin embargo,
valdría la pena estudiar si las variaciones en la configuración del sujeto víctima con
posterioridad al año 2008 ha tenido por efecto transmutar esas jerarquías sobre las
violencias y los relatos y si la noción de libertad sexual posibilita el reconocimiento de la
capacidad de decisión de las víctimas sobre su experiencia vital.
(iv) Esto toca sobre una de las aporías más fuertes que es la referida al honor. Como
planteé en el capítulo 3, si bien es cierto hay un desplazamiento en esta cuestión, sería
incorrecto afirmar que la violencia sexual con el giro epistemológico más reciente se ha
desprovisto de él. Por el contrario, observo que se trata de un desplazamiento que
reinterpreta ese honor, pero no de manera pacífica y libre de tensiones, sino de una
manera completamente aporética. Me explico. El honor ha estado vinculado a varios
asuntos con énfasis distintos desde una mirada de larga duración: con la reputación
individual, la humillación, el pudor, la familia, y más recientemente, con la idea de que es
el honor masculino el mancillado. A partir de la década de 1990, tanto en el plano
internacional como en el nacional, los órdenes jurídicos estuvieron abocados a transformar
el asentamiento de la protección ante la violencia sexual, ya no desde el plano de la
honorabilidad, sino en clave de los derechos humanos, particularmente de la libertad.
Pareciera, desde dicha mirada, que hubiese habido un abandono de la cuestión del honor.
Sin embargo, considero que las formas actuales de interpretar la violencia sexual siguen
atadas a esas visiones del honor superpuestas en estratos temporales coexistentes755.
Cuando se habla de la vergüenza que la violencia sexual produce en las víctimas, se habla
en simultáneo de su reputación afectada; cuando se indica que los cuerpos de las mujeres
son campos de batallas entre hombres, se habla del honor masculino mancillado; cuando
se moviliza la violencia sexual como un recurso emocional contra el enemigo, también se
habla de un cuestionamiento a la honorabilidad del contrario; o cuando se menciona el
755
Koselleck, Los estratos del tiempo.
Conclusiones finales 313
Todorov separa los usos de las memorias desde una perspectiva literal o ejemplar. Eso
nos remite de manera estrecha al debate sobre la excepcionalidad:
Una de las operaciones que requirió la emergencia del problema público de la violencia
sexual, fue su separación de otras formas de violencia, lo cual se hizo evidente en los
debates sobre la Ley de Justicia y Paz que le excluyó y fijó en un estatus similar al de los
crímenes de lesa humanidad, de los cuales ya hacía parte. Inclusive la decisión de la Corte
Constitucional de remitir a la Fiscalía a efectos de la judicialización únicamente los hechos
de violencia sexual conocidos – en perjuicio de otros también ventilados –, puede ser leída
como una decisión de separación basada en una noción de lo que se consideraba más o
menos gravoso. Se trataba entonces de la exclusión como una forma de reconocimiento a
su particular gravedad y singularidad, que no admite comparación so pesa de considerar
la unión como parte de un acto de minimización y subvaloración.
Sigue Todorov:
756
Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria (Barcelona: Ediciones Paidós, 2000), 23.
757
Ibid., 25. Los debates sobre el comparatismo en las violencias – especialmente en los genocidios
– también puede abordarse, entre otros, en Enzo Traverso, La historia como campo de batalla
(Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2012), cap. 5. Me parece que esta cuestión
debería revisarse también respecto de la experiencia de Yugoslavia y Ruanda (principalmente la
primera) como “modelo” de comparación de la violencia sexual, en particular, en sus impactos frente
Conclusiones finales 315
Espero que este trabajo aporte elementos para hacer visibles esas aporías, ofrezca
preguntas que sumen al problema, contribuya a devolvernos la esperanza sobre la
evitabilidad de la violencia sexual y reivindique adecuadamente el trabajo de quienes han
configurado climas políticos que mantienen activas las posibilidades de la acción social.
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Vanguardia Liberal 2006
2006.
Anexo 2 371
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Vanguardia Liberal 2008
de diciembre de 2008.
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Vanguardia Liberal 2008
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Anexo 3: Estudios académicos sobre el movimiento de mujeres
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
En la sección sobre seguridad e integridad personal se presenta
Informe sobre la
información sobre la respuesta de Colombia al caso de la señora Gladys
situación de los
de Marín López Jiménez, frente a la cual el Estado señala: “Se advierte
derechos
CIDH 1981 Sí No que las alusiones que la sindicada hizo sobre presuntos casos violatorios
1 humanos en la
a su libertad sexual no fueron consignados por ella en su diligencia
República de
injurada”.
Colombia
Segundo informe
sobre la situación
Ninguna
CIDH de los derechos 1993 No No
2
humanos en
Colombia
Informe Anual de
la CIDH 1994.
Capítulo IV -
Situación de los La única mención a las mujeres refiere a los derechos políticos.
CIDH 1994 No No
3 Derechos
Humanos en
varios Estados,
Colombia
El informe contiene un capítulo denominado "C. Explotación sexual y
Repercusiones
violencia basada en género". Su primer apartado se dedica a "la violencia
de los conflictos
basada en el género como arma de guerra", donde aclara que aunque a
ONU armados sobre 1996 No Sí
4 veces la violencia sexual puede ser producto del azar, suele ser utilizada
los niños -
como arma de guerra para generar terror, desplazamiento y debilitar la
Informe Machel
moral del enemigo. La segunda parte es sobre "Los niños como víctimas
376 Anexos
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
de la prostitución y la explotación sexual", donde dice que "En Colombia,
por ejemplo, se ha informado de niñas de hasta 12 años que se han
entregado a las fuerzas paramilitares para defender a su familia de otros
grupos.". El tercer subcapítulo se llama "Poner fin a la impunidad". El
cuarto capítulo habla sobre "Prevenir la violencia basada en el género" y
allí incluye la cuestión de la justicia, habla de atender la fase del
desplazamiento y los daños. El capítulo termina con "Recomendaciones
concretas sobre la explotación sexual y la violencia basada en el género",
donde se mencionan medidas para afrontar la maternidad, ETS, para
interponer denuncias, armonizar los marcos normativos y enfrentar la
impunidad, atender las necesidades de la población desplazada y brindar
medidas de rehabilitación, educativas, profesionales y de derechos.
Además de ese capítulo, el informe menciona la violencia sexual en su
primer párrafo "Otros niños sufren los efectos de la violencia sexual o las
múltiples privaciones propias de los conflictos armados, que los exponen
al hambre o a las enfermedades", y en los capítulos de "Los niños
soldados", "Los refugiados y los niños internamente desplazados", "Salud
y nutrición" específicamente en "1. Enfermedades transmisibles" y "2.
Higiene de la procreación" y por último, en "VI. Mecanismos de
aplicación".
Informe Anual de
la CIDH 1996.
Capítulo V -
Ninguna
CIDH Desarrollo de los 1996 No No
5
Derechos
Humanos en la
región, Colombia
Informe sobre la En el capítulo 3 sobre "Víctimas de violaciones de los derechos humanos
situación de los y del derecho internacional humanitario" se habla sobre las agresiones
OACNUDH derechos 1997 Sí Sí contra mujeres y niños. Allí se indica: "116. Debe mencionarse,
6
humanos en igualmente, las agresiones contra las mujeres y los niños aunque no se
Colombia, año disponen de datos completos sobre la gravedad de las mismas contra
Anexo 4 377
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
1997 estas categorías de población. Muchos hechos de violencia cometidos
contra mujeres, como por ejemplo violaciones sexuales, no son
denunciados".
Informe sobre la
situación de los El informe manifiesta preocupación por la violencia sexual asociada al
derechos "tráfico de mujeres para el comercio sexual" (p. 85) y la explotación y
OACNUDH 1998 Sí No
7 humanos en delitos sexuales contra niños y niñas (p. 87 y 180).
Colombia, año
1998
El capítulo XII del Informe versa sobre "Los derechos de la mujer".
Tercer informe
Contiene un subcapítulo "2. Violencia doméstica y sexual", en el cual
sobre la situación
analiza la cuestión de la violencia intrafamiliar y sexual, sin que este
CIDH de los derechos 1999 Sí No
8 último aspecto sea referido al conflicto armado o a algún actor armado
humanos en
(párrs. 45 y 46).
Colombia
Informe sobre la El informe contiene un capítulo denominado "C. Grupos especialmente
situación de los vulnerables", en donde incluye a las "mujeres" y "niños y niñas". Allí se
derechos refiere a la "violencia doméstica y sexual contra la mujer" (p. 71) y el
OACNUDH 1999 Sí No
9 humanos en "abuso sexual" contra personas "entre 5 y 14 años" (p. 74 y 200), sin
Colombia, año vincularlo al conflicto armado.
1999
Informe anual de El informe indica reformas legales para proteger "destinadas a la mayor
la CIDH 1999, protección a las mujeres víctimas de la violencia sexual, física y
capítulo V, psicológica. Concretamente señala que se logró el aumento de las penas
Informe de en delitos como acceso carnal violento, acceso carnal con persona
seguimiento del incapaz de resistir, y en general, todos los delitos contra la integridad
CIDH cumplimiento con 1999 Sí No sexual de las personas, en donde las víctimas más comunes son las
10
las mujeres" (p. 135). y "(...) en el mes de diciembre de 1999 el Congreso
recomendaciones aprobó un proyecto de ley de reforma al Código Penal que incluía la
de la CIDH en el tipificación de las conductas de acceso carnal violento, prostitución
Tercer informe forzada, embarazo forzado, esterilización forzada, dentro del contexto del
sobre la situación conflicto armado. Sin embargo, corresponde aclarar que el Presidente de
378 Anexos
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
de los derechos la República objetó varios artículos del Código, lo cual ha retrasado su
humanos en sanción y entrada en vigencia" (p. 136).
Colombia (1999)
El informe recoge información sobre "violencia intrafamiliar y abuso
sexual" contra menores (p. 76, 264), las "niñas violadas por los
combatientes" (p. 76), la "agresión sexual" y el "tráfico de mujeres" (p. 82,
265) y "casos de violencia sexual contra las mujeres ejercida por actores
Informe sobre la armados": "85. Por efecto del conflicto armado, las mujeres son quienes
situación de los sufren los mayores rigores del desplazamiento al asumir necesariamente
derechos la jefatura del hogar y la responsabilidad por su sustento. Se reportaron
OACNUDH 2000 Sí Sí
11 humanos en casos de violencia sexual contra las mujeres ejercida por actores
Colombia, año armados. En febrero de 2000, durante la incursión paramilitar en El
2000 Salado, varias mujeres fueron ultrajadas, entre ellas una joven fue violada
por numerosos paramilitares.". Adicionalmente se pronunció sobre "niñas
víctimas de abusos sexuales al interior de la guerrilla, generalmente por
parte de comandantes de mando medio" (p. 109).
Informe anual de
la CIDH 2000,
capítulo IV
Ninguna
CIDH Desarrollo de los 2000 No No
12
derechos
humanos en la
región, Colombia
El informe recoge la información producida por la Relatora Especial sobre
la violencia contra la mujer en 2000 y señala que: "La Relatora Especial
Informe sobre la
hizo un especial énfasis en las denuncias sobre violencia sexual contra
situación de los
las mujeres por parte de los grupos armados ilegales en diferentes zonas
derechos
OACNUDH 2001 Sí Sí del país" (p. 52) e instó a llegar a un acuerdo para proteger a las mujeres
13 humanos en
y a las niñas "frente a las agresiones sexuales y la esclavitud sexual" (p.
Colombia, año
53). También se refirió a casos de "violencia sexual contra mujeres"
2001
"como preámbulo de ejecuciones extrajudiciales perpetradas por los
miembros de los grupos paramilitares" (p. 94, 374). El informe introduce
Anexo 4 379
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
otros elementos como la falta de investigación y juzgamiento, "la falta de
registro judicial de los crímenes sexuales" (p. 124), casos de "esclavitud
sexual" y afectación en "una notable proporción de indígenas y
afrocolombianas" (p. 125), hechos de "abusos sexuales" en el marco del
desplazamiento y la falta de atención psicosocial para las mujeres
agredidas sexualmente (p. 127). También se refiere a "mujeres y niñas
combatientes que fueron objeto de abusos sexuales por parte de los
superiores jerárquicos, la mayoría de ellas están obligadas a tomar
anticonceptivos y en algunos casos las obligan a abortar" (p. 128), así
como "niñas víctimas de abusos sexuales por parte de comandantes
guerrilleros al interior de sus filas y por parte de miembros de los grupos
paramilitares. Así, se recibió información que señala a las Autodefensas
Campesinas del Sur del Casanare como responsables de llevarse a
jóvenes mujeres para utilizarlas como compañeras sexuales" (p. 172).
Informe anual de
la CIDH 2001,
capítulo IV Ninguna
CIDH 2001 No No
14 Desarrollo de los
DDHH en la
región, Colombia
Informe anual de El informe solo hace alusión a las mujeres en el contexto del
la CIDH 2002, desplazamiento, para decir que "El Estado estima que el 48% de la
capítulo IV población afectada son mujeres, el 44% niños y niñas entre 5 y 14 años
CIDH 2002 No No
15 Desarrollo de los y que afrocolombianos e indígenas suman el 17,7% y 3,75%,
DDHH en la respectivamente".
región, Colombia
Informe sobre la El informe se refiere a la violencia sexual en general contra mujeres y
situación de los niñas (resumen, p. 51, 54, p. 24 anexo).
derechos Sobre el DIH, el informe señala "Es importante destacar que persistieron
OACNUDH 2002 Sí Sí
16 humanos en los atentados contra los niños y las mujeres por parte de los grupos
Colombia, año armados ilegales. En cuanto a los niños, cabe citar particularmente su
2002 reclutamiento y participación en las hostilidades, y en relación con las
380 Anexos
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
mujeres, principalmente el abuso y la esclavitud sexual" (p. 56). El
informe contiene un anexo titulado "Situación de los derechos humanos
y del derecho internacional humanitario. Principales violaciones e
infracciones"; allí señala la falta de atención a las necesidades
insatisfechas "especialmente contra la violencia y los abusos sexuales"
(p. 23 anexo). También relata los hechos de abuso sexual y mutilación
previos a homicidios y masacres "en particular por paramilitares" (p. 40
anexo). E informa: "47. Las mujeres han sido víctimas de diferentes
formas de violencia, en particular de la violencia sexual, perpetradas por
los distintos grupos armados ilegales, con el objeto de sembrar el terror
o demostrar su poderío y control sobre el territorio. Las mujeres son
igualmente sometidas a sanciones crueles por no seguir los códigos de
conducta impuestos por los grupos paramilitares en distintas zonas del
país. La Oficina del Alto Comisionado recibió también testimonios acerca
de niñas víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de grupos
guerrilleros y paramilitares". Además habla de anticoncepción forzada
contra niñas reclutadas (p. 48 anexo).
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
(El Salado) y amenazas de abuso sexul (Pueblo Nuevo Mejía) cometidos
por paramilitares y menciona ejecuciones contra jóvenes por parte de la
guerrilla (no violencia sexual).
Informe anual de
la CIDH 2003,
capítulo IV Ninguna
CIDH 2003 No No
18 Desarrollo de los
DDHH en la
región, Colombia
El informe menciona la violencia sexual por fuera del conflicto armado
contra mujeres, niños y niñas y frente a la asociada al conflicto señala:
"Los niños, las minorías étnicas y las mujeres siguieron siendo víctimas
de las principales infracciones al DIH, incluyendo casos de abuso y
esclavitud sexual" (p. 47). "94. Las diversas formas de violencia contra
las mujeres en el marco del conflicto armado continuaron afectando sus
derechos. La oficina en Colombia recibió denuncias de violaciones
sexuales por parte de los grupos paramilitares y de miembros de la
Fuerza Pública, así como de esclavitud sexual por parte de la guerrilla
Informe sobre la
(...). 95. Los derechos de las mujeres que participan en las hostilidades,
situación de los
en especial los derechos sexuales y reproductivos, se ven
derechos
OACNUDH 2003 Sí Sí particularmente afectados por el abuso de poder al interior de los grupos
19 humanos en
armados ilegales. Asimismo, persiste en las FARC el uso obligatorio de
Colombia, año
métodos anticonceptivos y la práctica forzosa delaborto.".
2003
El informe cuenta con el Anexo II sobre "Casos representativos" de
violaciones a DDHH e infracciones al DIH, en el que se refiere a la
violencia sexual como una práctica que afecta la integridad y que al igual
que la tortura no es registrada (p. 5); manifiesta su preocupación por la
investigación en la justicia penal militar de algunos casos (p. 10). También
el anexo se refiere a la información que ha recibido sobre violencias
contra las mujeres en el conflicto "en especial la sexual" ejercida por
todos los actores, incluida la esclavitud sexual y los homicidios contra
trabajadoras sexuales con enfermedades de transmisión sexual (p. 29).
382 Anexos
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
También se refiere a la falta de denuncia y ausencia de registro en los
informes forenses (p. 30).
Informe anual de
la CIDH 2004,
capítulo IV Ninguna
CIDH 2004 No No
20 Desarrollo de los
DDHH en la
región, Colombia
El informe ahonda en la violencia sexual en general y la asociada al
conflicto armado (resumen, p. 104) como atentado contra la dignidad y
"el pudor" de las mujeres y niñas (p. 106). Sobre esta última
responsabiliza a todos los actores del conflicto (legales e ilegales) (p. 42)
y extiende esa afirmación como una infracción al cese de hostilidades de
los paramilitares (p. 8, 113, 116), en el marco del reclutamiento contra
menores por parte de la guerrilla (p. 111) y denota un aumento de
denuncias de hechos cometidos por la Fuerza Pública (p. 85, 107, 117).
Informe sobre la El informe hace énfasis en la afectación a mujeres y niñas indígenas,
situación de los campesinas y afrodescendientes (p. 124, 50 anexoII, 9 anexoIII).
derechos También el informe señala los problemas para lograr justicia, la
OACNUDH 2004 Sí Sí
21 humanos en estigmatización a las víctimas y la subvaloración de los hechos, que
Colombia, año además son subregistrados (p. 97, 99, 12 anexoII, 16 anexoIII). El informe
2004 reporta varios casos de "denuncias de violaciones sexuales y otras
formas de violencia sexual" que incluyen violaciones, esclavitud sexual,
desnudez forzada, intento de violación y embarazos (p. 97, 50 anexoII,
51 anexoII), además de trata de personas y los ataques a mujeres por
sus relaciones afectivas y familiares con miembros del bando contrario y
para impedir el reclutamiento de sus hijos e hijas (p. 15 anexoIII). Todo lo
anterior ocurre en un ambiente de amenazas y hostigamientos a
organizaciones de mujeres en el país (p. 52 anexoII).
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
capítulo IV
Desarrollo de los
DDHH en la
región, Colombia
El informe se refiere a la responsabilidad por violencia sexual general (p.
86, 16 anexoIV, 18 anexoIV, 20 anexoIV) y por parte de todos los actores
del conflicto (p. 50, 146, 9 anexoI, 86 anexoI, 19 anexoIV). En el caso de
los paramilitares, refiere la violación del cese de hostilidades, entre otras
Informe sobre la por la violencia sexual (resumen, p. 60, 65). En el caso de la Fuerza
situación de los Pública informa el aumento de las denuncias por estos hechos y por
derechos torturas (resumen, p. 36, 52, 69, 18 anexoI). Estos hechos afectaron
OACNUDH 2005 Sí Sí
23 humanos en especialmente a indígenas, afros (p. 84, 84 anexoI, 13 anexoIV) y niñas
Colombia, año (p. 85, 79 anexoI) y fueron recurrentes los homicidios y violencia sexual
2005 contra mujeres (p. 84 anexoI). El informe también se refiere a diversos
casos (p. 86 anexoI), algunos perpetrados por Fuerza Pública (p. 18
anexoI, 19 anexoI, 13 anexoIV), incluyendo casos contra personas LGBTI
(p. 20 anexoI)
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
En pie de página desagrega información de cifras aportadas por
Informe anual de
comunidades indígenas que señalaban que en el primer semestre de
la CIDH 2006,
2006 se habían cometido en su contra 143.263 infracciones y crímenes
capítulo IV
CIDH 2006 No No contra los pueblos indígenas: "siete casos de torturas y trece casos de
25 Desarrollo de los
violación y otros abusos sexuales contra mujeres indígenas". No se hizo
DDHH en la
ningún análisis al respecto.
región, Colombia
El informe destaca que la guerrilla ha cometido "actos de violencia sexual"
contra la población civil, entre otros ataques (p. 68, 78), así como "abortos
forzados, violencia sexual, amenazas, y tratos crueles y degradantes" por
parte de las FARC contra "niñas incorporadas en sus filas" (p. 81).
También reportó violencia sexual por la fuerza pública (p. 95). En
consecuencia, reiteró a los grupos ilegales la prohibición de cometer
Informe sobre la
violencia sexual (p. 116). El informe contiene el anexo I en el que detalla
situación de los
casos de violencia sexual cometido contra soldados por sus superiores
derechos
OACNUDH 2006 No Sí (p. 13) y por parte de la fuerza pública (p. 81, 82). En el anexo II se refiere
26 humanos en
a la violencia sexual cometida por los grupos legales e ilegales contra
Colombia, año
niños y niñas (p. 22). En relación con las mujeres, el anexo II indicó que
2006
"La situación de violencia, el conflicto y el proceso de desmovilización
siguen teniendo un efecto específico sobre las mujeres", incluyendo la
ocurrencia de la violencia sexual (p. 24) sobre jóvenes y niñas (p. 25). El
informe señaló la sentencia de despenalización del aborto que incluyó la
causa de violación (p. 29).
Informe anual de
En pie de página 23 señala una norma específica en el marco del
la CIDH 2007,
procedimiento de la Ley de Justicia y Paz que posibilita limitar la
capítulo IV
CIDH 2007 No No publicidad de versiones libres cuando se trate de víctimas de violencia
27 Desarrollo de los
sexual y menores. No hace análisis de estas normas.
DDHH en la
región, Colombia
Informe sobre la El informe señala que las FARC siguieron cometiendo actos de violencia
OACNUDH situación de los 2007 No Sí sexual (p. 44). El informe reportó que "El conflicto armado continúa
28
derechos teniendo un impacto específico sobre las mujeres aunque, como en años
Anexo 4 385
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
humanos en anteriores, los casos de violencia sexual ocurridos en este contexto,
Colombia, año siguen siendo difíciles de documentar" (p. 70). Hizo alusión a algunos
2007 casos cometidos por la guerrilla (p. 70) y la fuerza pública (p. 71) y a la
exposición de niños y niñas a la violencia sexual (p. 73). En el anexo se
detallaron dos casos de violencia sexual perpetrados por la guerrilla (p.
45) y el ejército (p. 46) y casos de acoso sexual contra niñas cometidas
por el ejército (p. 49).
La Corte se refiere a los programas creados con ocasión del Auto 092 de
Informe anual de 2008 y las "subunidades especiales de Fiscales con dedicación exclusiva
la CIDH 2008, a temas como la violencia sexual como instrumento de confrontación, el
capítulo IV desplazamiento forzado de mujeres víctimas de la violencia y la violencia
CIDH 2008 Sí Sí
29 Desarrollo de los de género" (p. 83). También se refirió a programas para atender los
DDHH en la efectos de la violencia intrafamiliar, maltrato infantil, abuso y explotación
región, Colombia sexual (p. 83).
Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
consolidación de información, falta de estructura investigativa adecuada
y dificultades de coordinación." (p. 62). Sobre sus actividades señaló: "93.
En lo que respecta a los derechos de las mujeres, la oficina en Colombia
ha apoyado el seguimiento del Auto 092 de la Corte de Constitucionalidad
sobre la violencia sexual contra las mujeres desplazadas, y la decisión T-
496 sobre la necesidad de incluir la perspectiva de género en el diseño
de los programas de protección de testigos y víctimas.". En
consecuencia, recomendó: "La Alta Comisionada hace un llamado al
Gobierno y a las autoridades judiciales, en particular a la Fiscalía General
de la Nación, a que dediquen los recursos materiales, humanos y
financieros necesarios para asegurar que los delitos de violencia sexual
y contra las mujeres se prevengan efectivamente, investiguen, juzguen y
sancionen;"
Anexo 5: Descripción de los periódicos estudiados
El criterio de selección de los periódicos obedeció a dos factores: su circulación en ámbitos nacional y regional y las posibilidades de
acceso a la información. La búsqueda se efectuó de manera digital por dos vías: directamente por el archivo de cada periódico y a
través del Archivo Digital de Prensa del Cinep, que sistematiza la información de 15 de los periódicos mencionados a partir de 1992.
Periódico Fundación Archivo digital Circulación Búsqueda digital Búsqueda CINEP Total 2008 Total 2014
Diario del Sur 1983 No tiene. Nariño. Diario No Sí 0 1
Sí, entre 2008 y
El Colombiano 1912 Desde 2008 Nacional. Diario Sí 12 55
2014.
El Espectador 1887 No tiene. Nacional. Diario No Sí 16 60
Región Caribe.
El Heraldo 1933 No tiene. No Sí 3 18
Diario
Antioquia. Diario Sí, entre 2005 y
El Mundo 1979 Desde 2005 Sí 17 49
hasta 2018 2014.
Sí, entre 2011 y
El Nuevo Siglo 1936 Desde 2011 Nacional. Diario Sí 14 127
2014.
Región
El País 1950 No tiene. No Sí 5 24
Suroccidente. Diario
Sí, entre 1911 y
El Tiempo 1911 Desde 1911 Nacional. Diario Sí 134 624
2014.
El Universal 1948 No tiene. Bolívar. Diario No Sí 0 1
Sí, entre 2012 y
La Nación 1994 Desde 2012 Huila. Diario Sí 0 27
2014.
Norte de Santander. No, por corte de
La Opinión 1960 Desde 2015 Sí 0 1
Diario período.
Desde 2012 (por No, por opción de
La Patria 1921 Caldas. Diario Sí 0 2
fecha) búsqueda
Nacional. Lunes a Sí, entre 2012 y
La República 1954 Desde 2012 Sí 1 1
sábado 2014.
Revista 1946 Desde 1983 Nacional. Semanal Sí, entre 1983 y No 27 52
388 Anexos
Periódico Fundación Archivo digital Circulación Búsqueda digital Búsqueda CINEP Total 2008 Total 2014
Semana 2014
Sí, entre 2008 y
Vanguardia 1919 Desde 2008 Nacional. Diario Sí 13 157
2014.
Sí, entre 2013 y
Voz 1957 Desde 2013 Nacional Sí 9 41
2014.
Total 251 1239
Fuente: Elaboración propia a partir de la información recogida de cada periódico o revista.
Los criterios de búsqueda incluyeron las categorías: “Abuso sexual” AND “conflicto armado”, “Violencia sexual” AND “conflicto
armado”, “Violencia sexual” AND paramilitares, “Violencia sexual” AND guerrilla, “Violencia sexual” AND “fuerza pública”, “Abuso
sexual” AND paramilitares, “Abuso sexual” AND guerrilla, “Abuso sexual” AND “fuerza pública”, Paramilitares AND “abusos sexuales”,
Guerrilla AND “abusos sexuales”, “Fuerza pública” AND “abusos sexuales”.
Soy consciente de la existencia de otras posibles formas de denominación como “violación” o “violaciones”, sin embargo, dado que
esas palabras engloban todos los hechos conocidos como “violaciones a los derechos humanos”, no resultaba operativa para los
efectos de la búsqueda.
La opción de búsqueda vía digital tuvo dos razones: en primer lugar, la posibilidad de abarcar a través de ciertas categorías el estudio
amplio y sistemático de la totalidad de los archivos de los periódicos y, en segundo lugar, que el proceso de acopio de la información
se realizó en el marco de la pandemia por Covid-19, que implicó el cierre total de los archivos físicos de las bibliotecas y hemerotecas
en el país.
Anexo 6: Estudio de las notas de prensa estudiadas
Trae dos columnas, una del General Bonett sobre la propuesta de paro sexual y
otra de Inés Gómez de Vargas que responde. En la del General Bonnet dice:
"¿Qué no podrían lograr entonces las mujeres colombianas si algún día tomasen
las banderas y lideran la gesta por la paz?". Esto, ante su llamado de paro sexual
que "No era, pues, un problema de sexo como algunos han pensado, era más
Reflexión histórica 1 de
El bien una coyuntura política y social que había que rebasar con urgencia y con
o chiste flojo por 1997 noviembre
14 Espectador medidas audaces y originales". Inés Gómez dice: "Allí, se desconoce el papel
la paz de 1997
protagónico de las mujeres del mundo en la prevención de la guerra y en la
construcción de los procesos de paz. Objetivos logrados no por el uso violento de
la sexualidad sino de su inteligencia y de su amor. Rigoberta Menchú y la madre
Teresa de Calcuta son dos buenos ejemplos".
El Corte para 11 de Informa que fue aprobado el Estatuto de Roma, el cual incluye como crímenes de
1998
17 Espectador castigar septiembre guerra "el saqueo, el uso de armas envenenadas, los gases asfixiantes o tóxicos,
Anexo 6 393
Informa sobre la elección del defensor del Pueblo Eduardo Cifuentes e indica que
en su hoja de vida se encuentran sus fallos en la Corte Constitucional, dentro de
El El conflicto rebasó 18 de agosto la cual se opuso a la figura de la obediencia debida en la cuestión del fuero militar.
2000
20 Espectador la racionalidad' de 2000 Allí indicó que "la orden de agredir sexualmente a una persona o infligirle tortura,
bajo ninguna circunstancia puede merecer el calificativo de orden del servicio".
En la columna Cepeda resalta la importancia del Auto 092 proferido por la Corte
El 8 de junio de Constitucional en 2008, pues señala que las violaciones cometidas hacia las
Las desplazadas 2008
28 Espectador 2008 mujeres desplazadas son desgarradoras y amerita una acción que las prevenga.
‘Adriana’,
El artículo habla de un caso de una niña arahuaca que fue reclutada a las 14 años
reclutada,
3 de agosto por el ELN. La niña fue violada por los comandantes y quedó en embarazo. Fue
El Heraldo abusada y 2008
31 de 2008 rescatada por el Ejército en un operativo y está en manos del Bienestar Familiar.
embarazada por
la guerrilla
En el marco del II Foro realizado en Medellín sobre DDHH, se informó del acoso
sexual denunciado por "15 mujeres que venden su cuerpo en el centro de
22 de Medellín", quienes se "arriesgaron" a denunciar el acoso sexual realizado por
El Mundo La violencia sin fin 1992 septiembre policías. La Procuraduría informó que "los infructuosos resultados no son culpa de
32
de 1992 los organismos que investigan sino de la ciudadanía que por temor omite dar
nombres o llevar personas a que rindan las respectivas declaraciones".
Hace un recuento de los debates de la CPI, señala que "no aparecen crímenes
específicos de género", los cuales deberían considerarse violaciones contra las
leyes humanitarias y contra la humanidad. Dice que en el genocidio no se
Tribunal Penal 11 de julio considera a las mujeres "como un grupo humano sujeto de derecho y objeto de
El Mundo 1997
34 Internacional de 1997 muerte, daño o destrucción". Por eso dice que es importante incluir delitos
específicos y su naturaleza: no como delitos contra el honor, sino "delitos de
violencia contra las mujeres".
"Usar un descaderado, una ombliguera o tener los hombros destapafos puede ser
de vida o muerte para cientos de jovencitas de la ciudad. Ellas con la ya cotidiana
amenaza de "al hombre que encontremos después de las 10:00 de la noche en la
calle lo matamos y a la mujer la violamos", son las principales víctimas de los
15 de
Mujeres, un botín 'toque de queda' impuestos por los violentos. (...) Esta situación generada por el
El Mundo 2002 noviembre
37 de guerra auge del conflicto armado según Flor María Díaz Chalarca, directora de Cerfami,
de 2002
es la muestra un ataque al cuerpo dirigido directamente a la sexualidad, la
genitalidad y la dignidad sexual de las mujeres, afectándolas como personas y a
la sociedad en general". "Estas circunstancias les han permitido analizar como la
violencia física que mata sigue estando más focalizda hacia los hombres, que son
398 Anexos
A raíz de la publicación del informe de HRW, el artículo afirma "las niñas se alistan
a veces para escapar del abuso sexual en sus hogares", "Aunque no se toleran
26 de
Combatientes en las violaciones y el acoso, comandantes varones utilizan su poder para mantener
El Mundo 2003 septiembre
38 Colombia vínculos sexuales con muchachas menores de edad", "las niñas de hasta 12 años
de 2003
de edad tienen que utilizar anticonceptivo y abortar si quedan embarazadas".
Iglesia católica del oriente antioqueño denuncia que a causa del escalamiento del
Hay "atropellos 14 de julio conflicto armado y el aumento de los cultivos de coca, la población civil está
El Mundo 2004
39 inconfesables" de 2004 sufriendo múltiples victimizaciones, entre ellas la violencia sexual.
Con ocasión del día internacional de la no violencia contra las mujeres, el artículo
rememora el primer encuentro feminista latinoameticano en Bogotá, donde se
25 de
Se proponen estableció el objetivo de reconocer, denunciar, divulgar y reflexionar sobre el
El Mundo 2005 noviembre
40 romper el silencio impacto de la violencia del conflicto armado y la violencia intrafamiliar que afecta
de 2005
a niñas, jóvenes y mujeres.
El artículo habla sobre los datos sobre menores de edad en las filas de los grupos
armados, sobre todo de las FARC. Refiere un caso sobre una mujer que
Herederos de la 30 de abril
El Mundo 2005 pertenecía a la estructura del Negro Acacio y fue obligada a abortar. También
41 guerra de 2005
denuncian casos de anticoncepción forzada.
El artículo habla de dos roles que desempeñan las mujeres en la guerra, como
victimarias y como contructoras de paz. Con respecto a las victimarias afirma que
Las dos marcas 8 de marzo
El Mundo 2005 una de las motivaciones registradas es huir de la violencia sexual que viven en
42 de la guerra de 2005
sus hogares.
Anexo 6 399
Un informe realizado por instituciones y ONG de Medellín afirman que una de las
8 de causas del desplazamiento intraurbano en la ciudad es la violencia sexual ejercida
Balance bastante
El Mundo 2006 diciembre de por grupos armados, especialmente personas desmovilizadas de grupos
45 preocupante
2006 paramilitares.
El artículo habla sobre las dificultades que afrontan los menores de edad en el
Menores con departamento de Antioquia. Con respecto a la violencia sexual, refiere que las
28 de abril
El Mundo sufrimientos 2007 niñas, especialmente, que ingresan a las filas de los grupos armados son víctimas
47 de 2007
mayores de abusos sexuales y esto genera que tengan una relación distinta con su cuerpo.
400 Anexos
360 de cada mil Organismos como Fundación Restrepo Barco, HRW e ICF denuncian que el
El Nuevo 17 de mayo
niños sufren mal 2004 reclutamiento de menores de edad por parte de paramilitares y guerrillas va en
52 Siglo de 2004
trato aumento. Afirman que las niñas especialmente son utilizadas sexualmente por sus
Anexo 6 401
Informe de Alto Comisionado para los DDHH denuncia que a pesar de las
ONU pide acabar
desmovilizaciones de las AUC, las violaciones a los derechos humanos persisten.
El Nuevo 'nexos' de 20 de junio
2005 Afirma que dentro de esas violaciones está la violencia sexual hacia las mujeres
54 Siglo funcionarios con de 2005
y las niñas.
las AUC
El artículo habla sobre las exigencias de la sociedad civil a la posible
desmovilización de los paramilitares. Con respecto a la violencia sexual, el artículo
Sociedad Civil recoje las exigencias de algunos sectores de la sociedad civil, dentro de las cuales
El Nuevo 21 de marzo
pide penas 2005 está que se tenga en cuenta las afectaciones y necesidades específicas de las
55 Siglo de 2005
ajustadas mujeres víctimas de violencia sexual. Además se exige su participación en las
negociaciones de paz.
Un estudio realizado por Profamilia señala que del total de mujeres que
El 6 por ciento de 11 de
El Nuevo manifiestan haber sufrido de violación sexual, hay un ligero aumento en mujeres
mujeres en el país 2007 octubre de
57 Siglo que han sido desplazadas forzosamente a causa del conflicto armado.
han sido violadas 2007
La Coalición Colombiana contra la Tortura publicó un informe en el que denuncian
Seguridad
que la política de seguridad democrática generó un aumento en los hechos de
El Nuevo democrática 27 de junio
2007 tortura, tratos humillantes y degradantes y la violencia sexual dentro de la fuerza
58 Siglo 'facilita' actos de de 2007
pública. Señalan que estos hechos aumentan durante el período de
tortura
entrenamiento, y que luego los soldados también lo aplican a la sociedad civil.
402 Anexos
Un informe publicado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado afirma que
Paras han las mujeres han sido víctimas de prostitución forzada, esclavitud sexual, violación,
El Nuevo asesinado o 2 de enero trata de personas y hostigamiento. También dice que las cifras no son claras, por
2008
61 Siglo desaparecido a de 2008 la falta de denuncia, y como ejemplo pone el caso de Justicia y Paz, que desde el
250 mujeres 2006 solo ha recibido 127 denuncias relacionadas con violencia sexual.
De acuerdo con datos del Programa Presidencial para la Reinserción, una de las
2003: ya van más 8 de
razones por las que los miembros de los grupos armados desertan es por los
El País de 4.000 2003 diciembre de
65 abusos sexuales.
reinsertados 2003
En la columa de opinión, Gustavo Duncan afirma que llamar a los desplazados
30 de
como migrantes es tan indolente como llamar a una violación de una joven como
El País Marcha de ricos 2008 octubre de
66 el inicio de su vida sexual activa.
2008
El informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niños en
Se incrementa el 9 de Colombia afirma que la violencia sexual contra la mujer entre 2006 y 2007 ha
El País abuso sexual 2008 diciembre de incrementado. Hacen un recuento de las violencias sexuales reportadas en
67
contra las mujeres 2008 Justicia y Paz.
Remedios, en Estas dos notas hacen referencia a un “nuevo paro cívico” llevado a cabo por la
21 de enero
El Tiempo paro cívico por 1994 población a raíz de “el supuesto rapto de una niña de 13 años por parte de
69 de 1994
retención de una miembros de la Décima Cuarta Brigada del Ejército”. Según el Ejército, la niña se
404 Anexos
La nota del siguiente día precisa: “Jaramillo dijo que tiene las pruebas practicadas
por un médico de la Décima Cuarta Brigada en las que se determina que la menor
ha tenido vida sexual, pero no tiene rastros de haber sido violada recientemente.
La niña corroboró verbalmente ante el Defensor que un tío la obligó a ingresar a
la guerrilla. Allí, dijo, tuvo vida sexual con muchos hombres, pero nunca habló de
Continúa la
violación. (…) La Defensoría del Pueblo solicitó un examen médico-legal y
polémica por 22 de enero
El Tiempo 1994 siquiátrico que se realizó el 21 de enero, para tener una visión integral de sus
70 presunta niña de 1994
condiciones físicas y mentales , dijo Jaramillo.” “El brigadier general Alfonso
guerrillera
Ernesto Arteaga Arteaga, comandante de la XIV Brigada, con sede en Puerto
Berrío, le dijo a EL TIEMPO que el Ejército no es responsable de abuso alguno
contra la menor y que todos los procedimientos relacionados con el caso se han
hecho dentro del marco de la ley.”.
La nota habla de dos niñas de 15 y 16 años que estaban en el frente Carlos Alirio
Buitrago del ELN y luego de un combate se entregaron, puesto que en la guerrilla
“muchas de ellas son atropelladas sexualmente”. La niña de 15 años era la menor
del grupo, procedente de Cocorná (Antioquia), llevaba un mes en el grupo y se
El calvario de dos 2 de abril de había ido huyendo de “los golpes de su tía paterna” por una propuesta de una
El Tiempo 1996
71 niñas guerrilleras 1996 prima suya que llevaba tiempo en la guerrilla, pero desde los ocho días de estar
allá “buscaba la oportunidad para escaparse (…) [pero] sabía que la posibilidad
de echarse para atrás era impronunciable en el campamento. En el rostro de
muchas chicas veía también la angustia, pero todas tenían miedo de hablar”. “Yo
no llegué allí porque estuviera enamorada de un guerrillero , pero la mayoría de
Anexo 6 405
El Tiempo informa sobre lo que hoy en día se conoce como el “Informe Machel”,
un informe encomendado a Grace Machel en 1993 por el Secretario General de
las Naciones Unidas, en el que buscaba estudiar las repercusiones de los
conflictos armados en los niños. Para realizar ese informe se realizaron seis
consultas regionales y en Colombia estuvo en el mes de abril visitando el Urabá.
Dentro de los hallazgos del informe se encontró que “En los conflictos, los niños
Los niños, 11 de
se ven expuestos a la violencia física y sexual”. Por ello, dentro de las 10
El Tiempo prioridad de 1996 noviembre
72 recomendaciones una es explícita frente al tema: “5. Violencia vinculada con el
gobiernos de 1996
género. Ya sean obra de un soldado o un oficial, todas las violaciones u otro tipo
de tortura sexual que se produzcan en tiempos de guerra deben ser perseguidos.
Para el mantenimiento de la paz, los ejércitos y el personal de las agencias
humanitarias deben recibir una capacitación especial sobre sus responsabilidades
para con los niños y las mujeres.”
En el marco de una propuesta del comandante del Ejército, Manuel José Bonnet,
de hacer un paro sexual para frenar la violencia que vivía el país, El Tiempo
reporta un evento realizado en la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá por la
Ruta Pacífica de las Mujeres. En el evento “reivindicarán su negativa de parir hijos
para la guerra. Y a este acto de rebeldía que las dio a conocer el año pasado,
durante una marcha hacia Mutatá, le añadirán otro: que de sus manos y vientres
no brote ningún alimento para la violencia”.
La nota hace referencia al encuentro realizado en Bogotá “La paz también es
asunto de las mujeres”, con mujeres provenientes de diferentes lugares del país y
que “Antes habían armado cabildos en sus respectivas regiones para elaborar las
Stop al amor si 24 de
propuestas, nacidas de la convicción de que son las mujeres las más afectadas
El Tiempo sirve para detener 1997 noviembre
78 con los horrores de la guerra, y por ello mismo, elementos claves dentro de lo que
la guerra de 1997
podría ser una vida más digna para ellas y el resto del país”. Sobre violencia
sexual la nota describe: “Desplazadas, viudas, madres de hombres de guerra,
subversivos o paramilitares, pero sobre todo, agobiadas porque en regiones como
Urabá convirtieron sus cuerpos en territorios de venganza . En las zonas de
conflicto, con frecuencia los hombres vengan los desatinos de la guerra, violando
a las esposas, las madres o las hijas de quienes conforman el bando enemigo.
Hubo una denuncia según la cual el 80 por ciento de las mujeres desplazadas en
un corregimiento de Mutatá habían sufrido abuso sexual por parte de alguno de
los actores armados. Las mujeres no lo denuncian. Es muy difícil que lo cuenten
porque les resulta penoso, afirma Marina Gallego, una de las coordinadoras de la
408 Anexos
Se refiere a una propuesta del vicepresidente, Gustavo Bell, dirigida "a las
organizaciones armadas para humanizar el conflicto armado que sufre el país, con
el fin de atenuar los efectos que este tiene sobre la población civil". Una de las
Cinco propuestas propuestas en cuestión fue: "4. Prevención de la explotación sexual y de la
27 de agosto
El Tiempo para humanizar el 1999 violencia contra las niñas vinculadas al conflicto armado.".
86 de 1999
conflicto Esta propuesta se dio en el marco de los escenarios preparatorios para la que
sería la mesa de negociación con las FARC en el gobierno del presidente
Pastrana.
Se refiere a una propuesta del vicepresidente, Gustavo Bell, dirigida "a las
organizaciones armadas para humanizar el conflicto armado que sufre el país, con
el fin de atenuar los efectos que este tiene sobre la población civil". Una de las
Cinco puntos para propuestas en cuestión fue: "4. Prevención de la explotación sexual y de la
27 de agosto
El Tiempo humanizar el 1999 violencia contra las niñas vinculadas al conflicto armado.".
87 de 1999
conflicto Esta propuesta se dio en el marco de los escenarios preparatorios para la que
sería la mesa de negociación con las FARC en el gobierno del presidente
Pastrana.
Aunque el título se refiere al "destierro" de prostitutas por parte del Eln, la nota
hace referencia a la situación de trabajadoras sexuales en la zona del Magdalena
Medio disputada por paramiltares, guerrilla y Ejército. Informa que muchas
tuvieron que irse por información de masacres que se iban a presentar, porque
Eln destierra a las 3 de octubre hombres de los tres actores armados les pedían información sobre los del bando
El Tiempo 1999
88 prostitutas de 1999 contrario y por señalamientos de tratarse de infiltradas. La nota también informa
sobre un censo del Eln a las trabajadoras sexuales y la prohibición de ingreso,
salvo que sean conocidas por alguien de la zona. Todo con el fin de evitar
infiltraciones.
El Salado, 72 27 de La nota se refiere a los hechos de la masacre de El Salado y afirma que los
El Tiempo 2000
89 horas de terror febrero 2000 armados “Huyeron después de asesinar a más de 40 personas, a quienes Carlos
Anexo 6 411
La nota se refiere al informe “El espejismo de esas hojas”, realizado por Unicef,
Cifisam y Corporación Nuevo Milenio, en el que “se busca mostrar el impacto que
El espejismo de estos cultivos tienen en mujeres y niños de Cartagena del Chairá y Remolinos del
29 de junio
El Tiempo los niños 2000 Caguán, en el departamento del Caquetá, y Puerto Caicedo y Valle del Guamés,
91 de 2000
raspachines en el Putumayo”, se informa que en el marco del trabajo en los cultivos ilícitos, los
niños son víctimas de abuso sexual y violaciones.
19 de
El conflicto de los Con ocasión de “los últimos informes de Unicef” el autor se pregunta “a qué se
El Tiempo 2000 diciembre
96 niños parecerán tantos niños y niñas reclutados para ser usados en la guerra (…)
2000
Anexo 6 413
Con ocasión del premio de paz dado a la Ruta Pacífica de las Mujeres, el periódico
hizo un informe sobre ese movimiento y otros. Habló sobre María Eugenia
Sánchez de la Casa de la Mujer y Gloria Cuartas. Ella señala, en relación con
Apartadó: "Me quedé contando muertos. Pero debemos trascender la estadística
y pasar a establecer los efectos de esas muertes sobre las mujeres. Mujeres que
Mujeres en la vía 11 de marzo se encargan de los hijos y son obligadas a abandonar su tierra, sus enseres, su
El Tiempo 2001
97 de la no violencia de 2001 entorno"; "En Apartadó - dice Gloria - creamos el Comité de Vigilancia
Epidemiológica de la Violencia, en el que medimos las consecuencias del
desplazamiento, de los asesinatos en el espacio doméstico, y nos encontramos
con situaciones idénticas en la mayoría de las familias: deserción escolar altísima,
crisis de identidad y abusos sexuales en aumento".
Con ocasión del informe de la Alta Comisionada de la ONU para los DDHH que
presentaría en Ginebra sobre la situación en 2000, la nota de prensa señala:
“También, sobre el incremento de la violencia contra los menores, que siguen
siendo atacados, asesinados, secuestrados y desplazados, en medio del conflicto
armado. Igualmente, dice que continúan siendo afectados por maltrato
Crítico informe 17 de marzo
El Tiempo 2001 intrafamiliar y abuso sexual.
98 sobre DD.HH de 2001
Sobre las mujeres, señala que siguen siendo víctimas de la discriminación,
violencia intrafamiliar, abuso y tráfico, y que en el conflicto armado, son víctimas
de la agresión sexual de los combatientes y constituyen el mayor grupo de
población desplazada”.
La nota se refiere a un informe publicado por Human Right Watch en el que detalla
algunas infracciones al DIH cometidas por la guerrilla. Dentro de la nota hay un
subtítulo sobre “Niños soldados” y allí menciona: “El documento presenta
Las violaciones al 10 de julio
El Tiempo 2001 testimonios de niños reclutados por las Farc, entre ellos el de una niña de 14 años
101 DIH de 2001
que fue forzada por un comandante de las Farc a tener relaciones sexuales con
él”.
Con ocasión de la visita realizada por dos expertas para elaborar un informe
encomendado por Unifem, sobre la situación de las mujeres en el marco de los
conflictos armados en 14 países, la nota de prensa indica que “Las violaciones, la
tortura, la prostitución, el tráfico sexual y los asesinatos de mujeres han sido los
hallazgos constantes de las expertas en los distintos lugares que han visitado”,
1 de
La violación, arma incluyendo Colombia. “Según el informe parcial que presentaron ayer, la violación
El Tiempo 2001 diciembre de
107 de guerra se ha convertido en un arma de guerra. Hay dos situaciones de Colombia que las
2001
expertas mencionaron particularmente: La desaparición forzada y el tráfico para
la explotación sexual.”. La nota finaliza diciendo: “El objetivo, dicen las expertas,
es despertar al mundo de su silencio en relación con la situación de las mujeres
que se debaten en medio de la guerra”.
Santiago un 10 de La nota dice: “La vida del corregimiento Santiago Apóstol (Sucre) cambió
El Tiempo pueblo 2002 septiembre definitivamente el pasado 23 de agosto cuando un grupo armado entró en la
115
aterrorizado de 2002 noche, violó al menos a 4 mujeres, golpeó a varios habitantes, y ordenó a los
Anexo 6 419
La nota habla del temor de los habitantes del corregimiento Santiago Apóstol de
San Benito Abad en Sucre, por la incursión paramilitar el 23 de agosto de 2002,
20 de en la que “procedieran a saquear el comercio, quemaran 3 motos, golpearan a
Estudiantes
El Tiempo 2002 septiembre varias personas y violaran por lo menos a cuatro mujeres”. La nota es enfática en
117 atemorizados
de 2002 la afectación emocional de los pobladores, la deserción escolar y la “ayuda
sicosocial” que iba a prestar el ICBF.
El periódico publica una carta del director regional del ICBF de Sucre en la que
informa que en tres notas de prensa tituladas “ICBF acusa a paras de violaciones
23 de y saqueos” se dice que la entidad sindica a las autodefensas, pero que eso no es
El Tiempo Quiénes fueron 2002 septiembre lo que dice su comunicado. La respuesta del periódico es que las primeras
119
de 2002 conclusiones de sus investigaciones “señalan como presuntos autores de los
actos delictivos a grupos de autodefensa”.
420 Anexos
La carta se refiere a una carta de Iván Cepeda en la que propone “una comisión
de verdad y justicia dotada de amplios poderes y facultades para establecer los
responsables de las atrocidades en el país”. Esto se da dos días después de
conocerse las negociaciones con los paramilitares en las que el Ministro del
Interior indicó que “nadie puede garantizar que no haya impunidad”. La nota refiere
No a amnistía de 20 de enero que “Los métodos macabros que han sido empleados en la perpetración de estas
El Tiempo 2003
125 criminales de 2003 atrocidades han merecido el repudio y la indignación dentro y fuera de nuestro
país: la tortura y los tratamientos inhumanos o degradantes de todo género (que
han incluido el tristemente celebre descuartizamiento con motosierra), la
desaparición forzada, la violencia sexual, la práctica del secuestro, la transferencia
forzada de población, etc., etc. , comenta”.
422 Anexos
Estas dos notas hablan del hallazgo de dos cadáveres de mujeres turistas en el
parque Tayrona con signos de tortura. El origen de estas notas de prensa se
Hallan cadáveres 1 de agosto
El Tiempo 2003 encuentra en un registro de la CCJ. Al parecer los hechos son adjudicados a
127 en el Tayrona de 2003
grupos armados.
Estas dos notas hablan del hallazgo de dos cadáveres de mujeres turistas en el
Apareció otro parque Tayrona con signos de tortura. El origen de estas notas de prensa se
5 de agosto
El Tiempo muerto en el 2003 encuentra en un registro de la CCJ. Al parecer los hechos son adjudicados a
128 de 2003
Parque Tayrona grupos armados.
Luego de haber sido dejada en libertad Rina Bolaño, el periódico sacó esta nota
en la que dice: “Nunca he tenido relación con ellos (los guerrilleros). La primera
vez que vi uno en mi vida fue el día en que me secuestraron , dijo . La bacterióloga
fue plagiada del 12 al 27 de agosto pasado cuando tomaba muestras de sangre a
indígenas en la Sierra Nevada con el fin de tramitar su afiliación a la EPS
Dusakawi.
Durante su cautiverio fue violada por el jefe guerrillero de las Farc alias Beltrán,
23 de quien luego desertó. La versión de este subversivo fue que sostuvo un romance
Quiero volver a
El Tiempo 2003 octubre de con Rina. La de los cuatro denunciantes, que era la comandante alias Leny, pero
132 una vida normal
2003 no de las Farc, el grupo secuestrador, sino del Eln.”; “Mi deseo es volver a una
vida normal, comentó y agregó. Hoy, en libertad, dice que no se arrepiente de
haber denunciado el abuso sexual del que fue objeto y que trabajará con la Red
de Mujeres para que las víctimas se atrevan a denunciar los delitos sexuales de
las que han sido objeto.”; “Magdala Velásquez, de la Red, invitó a las mujeres a
seguir el ejemplo de Rina Bolaño y denunciar los casos de abuso sexual. El peor
dolor es el silencio, dijo.”
424 Anexos
La nota reporta que se presentó el “Tercer Plan Nacional para la Erradicación del
Trabajo Infantil y la Protección del Trabajo Juvenil 2003-2006”. En ese marco, la
Presentan plan 2 de
nota señaló que “La Defensoría del Pueblo indagará y divulgará la situación de los
El Tiempo para acabar con el 2003 diciembre de
135 menores utilizados para el conflicto armado, en explotación y abuso sexual y en
trabajo infantil 2003
trata y tráfico de personas, entre otros.”
Las víctimas 14 de En el marco de la publicación del informe de Amnistía Internacional sobre violencia
El Tiempo ocultas de la 2004 octubre de sexual contra las mujeres en el conflicto armado, la nota de prensa destaca
140
guerra 2004 algunos testimonios: “Desde que una llega allá, te ponen dispositivos o
426 Anexos
Florence Thomas hace una descripción de las luchas feministas en París sobre la
violencia doméstica y de cómo los hombres son parte de la discusión. Luego
discute cómo “las feministas lograron mundializar la puesta en las agendas
públicas de esta peste misógina llamada violencia doméstica y sexual y, pensando
en Colombia, volví a animarme -pues sí, a veces me desanimo frente a la lentitud
de los cambios- y a creer en el trabajo que hacen miles de mujeres en el mundo
20 de
en grupos de trabajo y ONG. Ejemplo de esto es el escalofriante informe que
El Tiempo Caminando París 2004 octubre de
142 Amnistía Internacional acaba de presentar titulado Colombia: cuerpos marcados,
2004
crímenes silenciados, sobre la violencia sexual contra las mujeres en el marco del
conflicto armado”. Y convoca al “Seminario Internacional Género, mujeres y
saberes, organizado por la Escuela de Estudios de Género de la Universidad
nacional de Colombia, seminario que se desarrollará del 25 al 28 de octubre del
2004”.
Más de 1.000
En el informe "la infancia amenazada" la UNICEF afirma que muchos niños fueron
millones de niños 10 de
víctimas de violencia sexual durante los conflictos armados que han vivido varios
El Tiempo víctimas de 2004 diciembre de
143 países. Hacen mención de Sierra Leona, Liberia, Sudán y República del Congo.
pobreza, sida y 2004
guerra.
La nota se refiere a la creación de la Red de Mujeres del Ariari. Dice: “Uno de los
temas que abordaremos como red será́ el de la invisibilidad que existe frente a la
violación de Derechos Humanos" dice la señora Sánchez y acota que los medios
Nace red de 4 de enero de comunicación registran la violación de Derechos Humanos en general, pero
El Tiempo 2005
144 mujeres del Ariari de 2005 esa violación no se registra frente al tema de género. Es decir cuando esas
violaciones afectan directamente a las mujeres no se difunden, según ella, de la
misma forma”.
Ricardo Santamaría recuerda los datos publicados por Profamilia, donde revelan
que un gran porcentaje de mujeres que son desplazadas forzosamente a causa
2 de febrero
El Tiempo Profamilia 2007 del conflicto armado han sido violadas o han tenido hijos en contra de su voluntad.
156 de 2007
También señala que han sufrido de violencia sexual por parte de su pareja.
Crecen niños
8 de marzo 2 millones de niños son víctimas de tráficos sexual, y el mismo número de niñas
El Tiempo golpedos por la 2007
157 de 2007 son mutiladas en conflictos armados según datos del Centro Reina Sofía para el
violencia
Anexo 6 431
La jefe del CICR, Bárbara Hintermann, afirma que la crisis humanitaria, que
Alarma por crisis
4 de abril de incluye casos de violencia sexual relacionados con el conflicto armado, se ha
El Tiempo de desplazados 2007
158 2007 agravado debido al aumento de desplazamiento masivos e individuales.
en Colombia
La CIDH publica un informe sobre la situación de la mujer en el conflicto armado
En solo seis
y la ausencia de penas por estos delitos en la Ley de Justicia y Paz. El relator de
meses, van casi
14 de abril la investigación afirma que la violencia sexual ha sido utilizada por los actores
El Tiempo 50 mil víctimas 2007
159 de 2007 armados como arma de guerra y que no es tarde para que los paramilitares que
que piden
hayan cometido estos crímenes sean castigados.
reparación
La CIDH publica un informe sobre la situación de la mujer en el conflicto armado
y la ausencia de penas por estos delitos en la Ley de Justicia y Paz . El relator de
El Estado tiene la
14 de abril la investigación afirma que la violencia sexual ha sido utilizada por los actores
El Tiempo obligación de 2007
160 de 2007 armados como arma de guerra y que no es tarde para que los paramilitares que
pagarles
hayan cometido estos crímenes sean castigados.
Solo 21 denuncias 25 de De las 80 mil denuncias que han llegado a los juzgados de Justicia y Paz, solo 21
El Tiempo 2007
164 por violación han septiembre corresponden a mujeres de diferentes zonas del país que han sufrido agresiones
432 Anexos
Se refiere a un informe de Profamilia que refiere: "El reporte señala que el 47 por
Antes de los 15 11 de
ciento de mujeres (339.000) fueron agredidas sexualmente antes de cumplir 15
El Tiempo violaron a 339 mil 2007 octubre de
165 años, la mayoría por familiares o personas conocidas."
colombianas 2007
Cifras publicadas por Profamilia sobre la violencia sexual en Colombia muestran
23 de
Cifras que las mujeres que han sido desplazadas forzosamente son más vulnerables a
El Tiempo 2007 octubre de
166 vergonzosas la violencia sexual.
2007
Con ocasión del día de la No Violencia contra la Mujer, el artículo rescata que las
luchas de organizaciones de mujeres han hecho que situaciones en donde la
Día de la No 21 de
mujer es un botín de guerra o la violación es un derecho adquirido por los
El Tiempo Violencia contra la 2007 noviembre
167 vencedores, sea menor y hayan más herramientas legales para evitar la
Mujer' de 2007
impunidad.
En entrevista con las integrantes de Women's Link Worldwide señalan que uno de
sus objetivos es considerar la violencia sexual como tortura, sobre todo en
21 de contextos de conflicto armado. Hacen énfasis en el concepto de la violación sexual
Mujeres con
El Tiempo 2007 noviembre como armada de guerra y quieren implementar normatividad internacional en
168 pantalones
de 2007 Colombia. También refieren las dificultades que viven las mujeres vulnerables que
son víctimas de violencia sexual para realizar un aborto seguro.
No se defienden 15 de El defensor del pueblo, Volmar Pérez, advierte que el Estado no tiene una política
El Tiempo 2007
169 derechos diciembre de para defender los derechos sexuales y reproductivos de la población desplazada.
Anexo 6 433
Más de 3,1
El artículo habla sobre los problemas de salud mental que sufren las personas a
millones de
causa del conflicto armado. Sobre la violencia sexual, el artículo llama la atención
colombianos 2 de abril de
El Tiempo 2008 sobre las mujeres que enfrentan la viudez y deben responder en sus hogares
172 sufren transtornos 2008
además de enfrentar otros problemas como el abuso sexual.
mentales por
conflicto armado.
Gobierno
suspendió entrega
de 48.000 En el marco de la reparación a las víctimas de paramilitares, el artículo afirma que
17 de abril
El Tiempo hectáreas 2008 las víctimas de violencia sexual recibirán 18,460,000 de pesos.
173 de 2008
destinadas a
reparación de
víctimas
El artículo habla de dos casos de violencia sexual, uno de una mujer que trabajaba
7 de mayo en la Defensoría y a raíz de su labor fue víctima de violencia sexual y de
El Tiempo Lo que ellas callan 2008
174 de 2008 desplazamiento forzado.
A responder por Corte Constitucional protege a 600 mujeres desplazadas que no tenían protección
crímenes contra estatal y que, muchas de ellas, eran también víctimas de violencia sexual.
24 de mayo
El Tiempo las mujeres 2008 Exponen algunos casos de mujeres víctimas de desplazamiento forzado y
175 de 2008
ordenó a Fiscalía violencia sexual.
y Gobierno la
434 Anexos
Save the Children denunció, después de una investigación es Sudan, Haití, entre
Graves abusos de 28 de mayo otros países, que los cuerpos de paz habian cometido hechos de violencia sexual
El Tiempo 2008
177 cuerpos de paz de 2008 en varios países contra niños menores de 12 años.
Radican proyecto de ley para que las víctimas del conflicto armado tengan acceso
a diversas medidas de reparación. El artículo refiere a casos internacionales,
22 de junio
El Tiempo Ellos reparan 2008 como el de Perú y Sudafrica, en donde se han realizado reparaciones a víctimas
178 de 2008
de violencia sexual.
Claudia López habla de la propuesta de prisión perpetua para los violadores que
Los niñ@s:
se debate en el Senado. En la columna defiende la propuesta, afirmando que
nuestro mínimo 24 de junio
El Tiempo 2008 muchos menores, debido a su condición de vulnerabilidad, son víctimas de delitos
179 común de 2008
sexuales por parte de muchos actores, entre ellos los armados.
denominador
Afirma el artículo que las FARC es el grupo que más recluta menores de edad.
Paramilitares
Relata un caso de una niña que fue reclutada por la guerrilla, fue violada por dos
escondieron a 12 de julio
El Tiempo 2008 compañeros, quedó embarazada y fue separada de su hija. Su hija fue vinculada
180 niños que tenían de 2008
a la guerrilla y ella solo la pudo ver una vez.
en sus filas
Violencia sexual
El artículo habla del informe publicado por la Defensoría sobre la situación de las
hizo huir a 2 de
mujeres desplazadas y la relación con la violencia sexual. Resalta que en muchos
cada 10 29 de julio
El Tiempo 2008 de los casos la razón de desplazamiento de las mujeres es la violencia sexual,
181 desplazadas, de 2008
que muchas de ellas abortaron sin asistencia médica. También relatan varios
revela un estudio
casos de mujeres víctimas de violencia sexual y desplazamiento forzado en
de la Defensoría
Anexo 6 435
El informe publicado por la Defensoría del Pueblo denuncia que a pesar de que
todos los grupos armados han cometido violencia sexual, en Justicia y Paz solo
Una violencia 9 de agosto hay 11 denuncias. Dice que las mujeres han sido víctimas de violencia sexual, lo
El Tiempo 2008
183 silente de 2008 cual las obliga a irse de su lugar de vivienda y cuando llegan a otra ciudad también
sufren de violencia sexual.
La masacre de
Trujillo fue
La CNRR visitó el municipio de Trujillo, allí hablaron con víctimas de guerrilla y
escogida por la
27 de agosto paramilitarismo. Comenzarán un proceso con las personas que, dentro de otras
El Tiempo CNRR como eje 2008
184 de 2008 afectaciones, han sido víctimas de violencia sexual.
de su informe
sobre crímenes
emblemáticos
El artículo discute la situación de desplazamiento forzado en el país a raíz de un
informe publicado por CODHES. En el artículo se nombra el informe de la
Más allá de las 3 de octubre
El Tiempo 2008 Defensoría que afirma que una de las causas del desplazamiento forzado de las
185 cifras, personas de 2008
mujeres es la violencia sexual.
El artículo llama la atención sobre la salud mental tanto de las personas que han
Desolador 10 de
sido víctimas del conflicto armado, entre ellas de violencia sexual, como las
El Tiempo diagnóstico por la 2008 octubre de
186 personas que son testigos de esta violencia.
violencia nacional 2008
Corte protege a 11 de Corte Constitucional protege a 600 mujeres desplazadas que no tenían protección
El Tiempo 18 mil niños 2008 octubre de estatal y que, muchas de ellas, eran también víctimas de violencia sexual.
187
desplazados 2008
436 Anexos
ONU examinará el
primer informe La ONU examina informe presentado por organizaciones de la sociedad civil sobre
2 de
sobre situación la situación de los Derechos Humanos en Colombia. El informe señala, dentro de
El Tiempo 2008 diciembre de
196 derechos otras situaciones, el drama de la violencia sexual en el marco del conflicto armado.
2008
humanos en
Colombia
Pulso sobre
derechos Gustavo Gallón, de la Sociedad Colombiana de Juristas, presentará ante de ONU
humanos en el 5 de la situación de DDHH en Colombia. Dentro de sus denuncias está la persistencia
El Tiempo país sostendrán 2008 diciembre de de la violencia sexual en el marco del conflicto armado, especialmente hacia las
197
Gobierno y ONG 2008 mujeres.
ante la ONU en
Ginebra
Gobierno y 1.200 Gustavo Gallón, de la Sociedad Colombiana de Juristas, presentará ante de ONU
ONG en examen 6 de la situación de DDHH en Colombia. Dentro de sus denuncias está la persistencia
El Tiempo de derechos 2008 diciembre de de la violencia sexual en el marco del conflicto armado, especialmente hacia las
198
humanos ante la 2008 mujeres.
ONU
Violencia sexual
Un informe publicado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado afirma que
contra las 26 de
las mujeres han sido víctimas de prostitución forzada, esclavitud sexual, violación,
El Tiempo mujeres, arma de 2008 diciembre de
199 trata de personas y hostigamiento. También dice que las cifras no son claras, por
guerra en 2008
la falta de denuncia, y como ejemplo pone el caso de Justicia y Paz, que desde el
Colombia, dice
438 Anexos
Un informe publicado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado afirma que
Violencia sexual
las mujeres han sido víctimas de prostitución forzada, esclavitud sexual, violación,
contra las 27 de
trata de personas y hostigamiento. También dice que las cifras no son claras, por
El Tiempo mujeres: nueva 2008 diciembre de
200 la falta de denuncia, y como ejemplo pone el caso de Justicia y Paz, que desde el
arma de guerra en 2008
2006 solo ha recibido 127 denuncias relacionadas con violencia sexual.
Colombia
Un informe publicado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado afirma que
las mujeres han sido víctimas de prostitución forzada, esclavitud sexual, violación,
Violencia sexual, 27 de
trata de personas y hostigamiento. También dice que las cifras no son claras, por
El Tiempo la otra arma de 2008 diciembre de
201 la falta de denuncia, y como ejemplo pone el caso de Justicia y Paz, que desde el
guerra 2008
2006 solo ha recibido 127 denuncias relacionadas con violencia sexual.
La IMP trabaja para lograr que los delitos de violencia sexual se conviertan en un
Reparación a delito de guerra, que amerite verdad, justicia y reparación. Afirma que durante la
1 de abril de
La República mujeres víctimas 2008 implementación de Justicia y Paz, los comandantes no han rendido cuentas sobre
202 2008
de la violencia este tema, el cual según testimonios de víctimas fue recurrente.
La investigación realizada por los dos entes permitió conocer testimonios de los
menores que actualmente se encuentran dentro del Programa Nacional de
Atención a Niños Desvinculados del Conficto Armado del Instituto Colombiano de
Más de 6 mil Bienestar Familiar (Icbf), quienes expusieron las principales razones por las
1 de
menores militan cuales entran a formar parte de los grupos armados y porqué desertaron. "Hay un
Semana 2002 diciembre de
203 en los grupos entorno en la Colombia rural en el que confuyen la cultura de violencia, el abuso
2002
armados sexual y el reducido número de oportunidades de trabajo", indicó el Defensor del
Pueblo, Eduardo Cifuentes, quien advirtió que no existe una sola causa para que
los menores escojan este camino.
Con ocasión del Día de Mujer, el artículo afirma que según la Consulta con
Mujeres Desplazadas sobre Principios Rectores del Desplazamiento realizada en
Con aroma de 1 de marzo
Semana 2002 Bogotá en mayo de 2001 y coordinada por la Oficina del Alto Comisionado de las
204 mujer de 2002
Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, “la violencia contra las mujeres y en
particular el abuso sexual por parte de actores armados es práctica habitual, que
Anexo 6 439
Human Rights
HRW lanza nuevo informe "Aprenderás a no llorar: niños combatientes en
Watch denuncia 15 de
Colombia" acerca de los niños combatientes en el conficto colombiano. E indica
Semana reclusión de 2003 septiembre
208 que en las Farc hay cerca de 7.400 menores, en el Eln 1.480 y con los
menores en de 2003
paramilitares s 2.200, que son obligados a matar, secuestrar y a mutilar y las
grupos armados
440 Anexos
29 de Dentro de las razones por las que las mujeres se vinculan a las FARC está huir
Las guerras
Semana 2004 febrero de de maltratos sexuales en su enterno familiar.
209 personales
2004
El artículo denuncia la díficl situación a la que se enfrentan las mujeres que son
Una mordaza que 3 de octubre víctimas de violencia sexual. Afirman que muchas de ellas guardan silencio frente
Semana 2004
210 averguenza de 2004 a los hechos, y nunca denuncian.
¿Por qué carajos no existen las hadas? Esta es quizá la pregunta que muchas
personas que han vivido una violación se hacen cuando ven su cuerpo convertido
en un objeto para el poder de otro. Es tal vez la misma pregunta que se hizo Rina
Bolaños cuando fue agredida por un actor armado durante su cautiverio, la misma
¿Por qué carajos
3 de julio de que Ana* se hizo el viernes 13 de febrero en la intersección de la avenida Suba
Semana no existen las 2005
213 2005 con Ciudad de Cali, cuando fue violada durante más de cuatro horas. La misma
hadas?
que la niña de Chicalá, en Ibagué, el pasado mes de junio, y que las 14
adolescentes embarazadas por actores del conficto en Líbano, Tolima, en el
mismo mes, y la que, muy seguramente, se hicieron las 14.239 personas
agredidas sexualmente que reportó el Instituto de Medicina Legal y Ciencias
Anexo 6 441
Infamia: los El artículo describe las situaciones a las que son sometidos los menores de edad
abusos físicos y cuando entran a las filas de las FARC. En el caso de las niñas, denuncian que
1 de julio de
Semana sexuales a las 2006 muchas son sometidas a la anticoncepción y al aborto forzado, además de ser
214 2006
niñas en las víctimas de violencia sexual.
FARC
Los actores armados utilizan el cuerpo de las mujeres como botín de guerra para
sembrar el terror en las comunidades, imponer control militar para obligar a la
gente a huir de sus hogares y apropiarse de su territorio, vengarse de los
adversarios, acumular ‘trofeos de guerra’ y explotarlas como esclavas sexuales.
El cuerpo 10 de
Así lo indica el Informe de 1998 de la Relatora Especial sobre la Violencia Contra
Semana femenino como 2006 noviembre
215 la Mujer, Radhika Coomaraswamy, que también afrma que la violencia sexual es
arma de guerra de 2006
utilizada como forma de castigo en las mujeres que supuestamente tienen algún
tipo de relación afectiva con miembros del bando contrario o que se presume
colaboran con el ‘enemigo’.
La impunidad del
Informe que la Ruta Pacífca de las Mujeres analiza el impacto que la
proceso con los 22 de
desmovilización paramilitar ha tenido en la vida y el cuerpo de las mujeres en
Semana paras ha golpeado 2006 noviembre
216 nueve regiones del país.
con mayor fuerza de 2006
a las mujeres
La
Las mujeres víctimas de los paramilitares no denuncian los abusos, que no solo
desmovilización
24 de son el asesinato y la desaparición de sus parientes, sino también el abuso físico
de las
Semana 2006 octubre de y sexual. Por eso otra parte importante de lo que se viene es que todas superen
217 autodefensas
2006 el miedo y denuncien.
vista con ojos de
mujer
El artículo denuncia el reclutamiento de menores de edad a las filas tanto de
27 de junio paramilitares como guerrilleros. Afirma que muchos de esos niños son utilizados
Semana Infancia infeliz 2006
218 de 2006 como esclavos sexuales.
Mujeres, 10 3 de agosto Con ocasión del Día de la Mujer, el artículo denuncia que durante el 2005,
Semana 2006
219 razones para no de 2006 aumentaron los casos de violencia sexual contra las mujeres en medio de la
442 Anexos
9 de Exponen varios casos de víctimas de violencia sexual, enrte ellos una mutilación
El turno de las
Semana 2006 septiembre a un menor de edad por parte de los paramilitares.
220 víctimas
de 2006
22 de Un reportaje sobre los casos de abuso sexual cometidos por paramilitares en La
Crímenes
Semana 2007 septiembre Gabarra.
221 silenciados
de 2007
3 de El artículo hace un análisis de la violencia sexual en el marco de la implementación
Violación y
Semana 2007 noviembre de Justicia y Paz, en comparación con el aso peruano.
222 lágrimas
de 2007
En septiembre de 2006, publicamos este reportaje que la semana pasada fue
galardonado con el Premio Lorenzo Natali en Derechos Humanos y Democracia,
El turno de las 8 de mayo
Semana 2007 uno de los más prestigiosos del mundo. Su autora, María Teresa Ronderos, es
223 víctimas de 2007
asesora editorial de Semana y columnista de Semana.com
Las que pierden 19 de abril Denuncian las dificultades de Justicia y Paz frente a las víctimas. La verdad,
Semana 2008
226 siempre de 2008 además de lenta, hasta ahora parece bastante incompleta. Por ejemplo, aunque
Anexo 6 443
Sin desconocer en ningún momento las atrocidades que enfrentan las mujeres en
un contexto de fundamentalismo religioso – sea musulmán, judío o cristiano – los
medios de comunicación y la opinión pública local deberían dedicar menos tiempo
El horror 20 de
a condenar a otras sociedades por la violencia que ejercen contra sus mujeres, y
Semana comienza por 2008 septiembre
227 más bien preocuparse por sacar de la invisibilidad el horror que han vivido y siguen
casa de 2008
viviendo las mujeres víctimas de violencia sexual en Colombia. Particularmente,
aquellas que lo han sido en el marco del conflicto armado interno.
Vaguardia 52% de las 20 de De acuerdo con el Fondo de Población de la ONU el riesgo que tienen las mujeres
2008
230 Liberal mujeres septiembre que sufrir de violencia sexual aumenta en lugares donde es latente el conflicto
444 Anexos
Una investigación hecha en conjunto entre el CINEP y Justicia y Paz revela que
67 mujeres y una organización social fueron víctimas de violaciones a DDHH y
¿Qué tanto se
Vanguardia 6 de marzo DIH entre 2002 y 2004. Los responsables son paramilitares, guerrilla y grupos
agrede a la mujer 2007
237 Liberal de 2007 armados sin identificar. También identifican tres casos de tortura, uno de ellos con
en Santander?
violencia sexual.
Los DDHH en el 11 de La Organización Femenina Popular insiste que la violencia contra la mujer no es
Vanguardia
Magdalena Medio 2008 diciembre de tenida en cuenta por las autoridades. Refiere que las víctimas presentan
239 Liberal
siguen siendo 2008 dificultades para acceder a la justicia porque no hay un protocolo sobre violencia
446 Anexos
Una violencia En el marco de la conmemoración del 25 de noviembre, la nota dice "La violencia
21 de
paramilitar que no contra la mujer no se restringe al maltrato familiar, la sobrecarga laboral, hambre,
Voz 2001 noviembre
250 respeta género, ni pobreza, falta de educación y abusos sexuales".
de 2001
credo
En ocasión del día internacional de la mujer, el artículo denuncia que la violencia
en contra de la mujer persiste. Con respecto a la violencia sexual, el artículo
denuncia que la mujer sigue sufriendo silenciosamente de violencia física, moral
La indolencia del 5 de marzo
Voz 2003 y sexual por parte de esposos, compañeros y otros actores delante de sus hijos.
251 sistema de 2003
También afirma que las leyes son insuficientes, porque no tienen en cuenta las
condiciones específicas de las mujeres.
Anexo 7: Proyectos de ley tramitados en el Congreso sobre violencia
sexual 1998-2008
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
“Por medio de la cual se
hacen unas Archivado en
No. Cámara − No. Moral
1 modificaciones al Debate26 Nov 2008 Archivado No No No No
Senado 214/08 pública
Capítulo VIII del 2008
Decreto 1355 de 1970.”
“Por medio del cual se
reforman parcialmente
las Leyes 906 de 2004,
599 de 2000 y 600 de
2000, se crea la pena
de registro público
Archivado por
obligatorio para las
No. Cámara 176/08 Tránsito de
2 personas condenadas 2008 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − Legislatura15
por los delitos contra la
Oct 2008
libertad, integridad y
formación sexuales y el
delito de incesto
cometidos en menores
de edad y se dictan
otras disposiciones.”
“Por medio de la cual se
modifica el artículo 34 Archivado por
No. Cámara 163/08 de la Constitución Vencimiento de
3 2008 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − Política, cadena Términos01 Oct
perpetua abusadores 2008
niños.”
4 No. Cámara 227/08 “Por la cual se modifica Archivado por 2008 Archivado Sí No Sí No N/A
450 Anexos
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
No. Senado 24/08 el artículo 315 del Tránsito de
Código Civil relativo a la Legislatura20 Jul
emancipación judicial.” 2008
“Por la cual se expide el Archivado por
No. Cámara 266/09 Estatuto de Protección Tránsito de
5 2008 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 22/08 contra el abuso sexual Legislatura20 Jul
infantil.” 2008
“Por medio del cual se
modifica el Título IV de
la Ley 599 de 2000 y se
dictan otras Sancionado
No. Cámara 146/08
6 disposiciones para como Ley31 Oct 2007 Ley Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 181/07
contrarrestar la 2007
explotación sexual
comercial de niños,
niñas y adolescentes.”
“Por la cual se
establece la educación
sexual integral como
Archivado por
una asignatura
No. Cámara 339/08 Vencimiento de Educación
7 específica y obligatoria 2007 Archivado No No Sí No
No. Senado 84/07 Términos22 Sep sexual
y se dictan otras
2007
disposiciones. [Cátedra
de educación sexual
integral]”
“Por medio de la cual se
adiciona y robustece la
Ley 679 de 2001, de
Sancionado
No. Cámara 109/07 lucha contra la
8 como Ley30 Aug 2007 Ley Sí No Sí No N/A
No. Senado 324/08 explotación, la
2007
pornografía y el turismo
sexual con niños, niñas
y adolescentes.”
Anexo 7 451
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
“Por la cual se Archivado por
No. Cámara 102/07 establece la libertad Tránsito de
9 2007 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − sometida a custodia de Legislatura28
seguridad” Aug 2007
“Por medio de la cual se Archivado por
No. Cámara 100/07 modifica la Ley 599 de Tránsito de
10 2007 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − 2000, y se dictan otras Legislatura28
disposiciones.” Aug 2007
“Por la cual se dictan
disposiciones
tendientes a procurar la
protección y defensa de Archivado por
Salud sexual
No. Cámara − No. los derechos y Tránsito de
11 2007 Archivado No No Sí No y
Senado 69/07 asistencia hospitalaria Legislatura17
reproductiva
gratuita de las menores Aug 2007
embarazadas y se
dictan otras
disposiciones.”
“Por medio de la cual se
reforman parcialmente
las Leyes 906 de 2004,
599 de 2000, 600 de
2000, se crea la pena
de Registro Público
Archivado por
Obligatorio para
No. Cámara − No. Tránsito de
12 personas condenadas 2007 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 63/07 Legislatura09
por los delitos contra la
Aug 2007
libertad, integridad y
formación sexuales y el
delito de incesto
cometidos en menores
de edad y se dictan
otras disposiciones.”
13 No. Cámara − No. “Por la cual se expide el Archivado por 2007 Archivado Sí No Sí No N/A
452 Anexos
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
Senado 46/07 Estatuto de Protección Vencimiento de
contra el abuso sexual Términos31 Jul
infantil y se dictan otras 2007
disposiciones.”
“Por la cual se modifica
Archivado por
el artículo 315 del
No. Cámara 195/07 Tránsito de
14 Código Civil, relativo a 2006 Archivado Sí No Sí No N/A
No. Senado 182/06 Legislatura12
la emancipación
Dec 2006
judicial.”
“Por medio de la cual se
fortalece la Ley 679 de Archivado por
No. Cámara 188/06 2001, de lucha contra la Vencimiento de
15 2006 Archivado Sí No Sí No N/A
No. Senado − explotación, la Términos23 Nov
pornografía y el turismo 2006
sexual de menores.”
“Por medio de la cual se
aumentan las penas de
los delitos contra la
Archivado por
libertad e integridad
No. Cámara 165/06 Tránsito de
16 sexual, se reducen 2006 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − Legislatura25
rebajas de penas y se
Oct 2006
establece la libertad
sometida a custodia de
seguridad.”
“Por la cual remodifica
el artículo 315 del Retirado por el
No. Cámara 161/06
17 Código Civil, relativo a Autor24 Oct 2006 Retirado Sí No Sí No N/A
No. Senado −
la emancipación 2006
Judicial.”
“Por la cual se modifica
Sancionado
No. Cámara 216/07 el artículo 83 de la Ley
18 como Ley28 Sep 2006 Ley Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 137/06 599 de 2000, Código
2006
Penal.”
Anexo 7 453
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
“Por medio de la cual se Archivado por
No. Cámara 128/06 modifica la Ley 599 de Tránsito de
19 2006 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − 2000 y se dictan otras Legislatura26
disposiciones.” Sep 2006
“Por medio de la cual se Archivado por
No. Cámara 127/06 modifica la Ley 906 de Tránsito de
20 2006 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − 2004 y se dictan otras Legislatura26
disposiciones.” Sep 2006
“Por medio de la cual se
adoptan medidas contra Archivado por
No. Cámara 129/06 la explotación sexual Tránsito de
21 2006 Archivado Sí No Sí No N/A
No. Senado 113/07 comercial de niños, Legislatura26
niñas y adolescentes Sep 2006
menores de 18 años.”
“Por la cual se incluyen
medicamentos
sildenafilos, taldenalfilo,
vardenafil, altropostadil, Archivado por
No. Cámara 111/06 testoviron, (ayuda para Tránsito de
22 2006 Archivado No No No No Salud
No. Senado − la disfunción eréctil o Legislatura13
impotencia sexual) Sep 2006
dentro del POS y POSS
y se dictan otras
disposiciones.”
“Por medio del cual se
Archivado por
dictan normas para la
No. Cámara − No. Vencimiento de
23 atención de víctimas de 2006 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 101/06 Términos24 Aug
abuso sexual y asalto
2006
sexual.”
“Por medio de la cual se
Sancionado
No. Cámara 214/07 modifican algunos
24 como Ley20 Jul 2006 Ley Sí No No Sí N/A
No. Senado 25/06 artículos del Código
2006
Penal relativos a delitos
454 Anexos
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
de abuso sexual.”
“Por medio de la cual se
modifican algunos
artículos del Código
No. Cámara − No. Acumulado20 Jul
25 Penal en materia de 2006 Acumulado Sí No No Sí N/A
Senado 08/06 2006
abuso sexual y se
dictan otras
disposiciones.”
“Por la cual se dictan
disposiciones para la
reincorporación de
miembros de grupos
armados organizados al
Sancionado
No. Cámara 293/05 margen de la ley, que
26 como Ley09 Feb 2005 Ley Sí Sí No Sí N/A
No. Senado 211/05 contribuyan de manera
2005
efectiva a la
consecución de la paz
nacional. ley de justicia
y paz. [Ley de Justicia y
Paz]”
“Por medio del cual se
crea la adopción por vía
notarial para los casos
de embarazos no
deseados, acceso Archivado en
No. Cámara − No.
27 carnal violento, acto Debate29 Nov 2005 Archivado Sí No Sí No N/A
Senado 187/05
sexual violento e 2005
inseminación artificial
no consentida y se
dictan otras
disposiciones.”
“Por la cual se dictan Archivado en
No. Cámara 152/06 Parejas del
28 medidas relativas a la Debate10 Oct 2005 Archivado No No No No
No. Senado 130/05 mismo sexo
protección social de las 2005
Anexo 7 455
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
parejas del mismo sexo.
”
“Por medio de la cual se
expiden normas para la
prevención de la
Sancionado
No. Cámara 290/06 violencia sexual y la
29 como Ley16 Aug 2005 Ley Sí No Sí No N/A
No. Senado 62/05 atención integral de los
2005
niños, niñas y
adolescentes abusados
sexualmente.”
“Por medio de la cual se
permite el aborto en
Colombia cuando el
embarazo sea resultado
de una conducta
Archivado por
constitutiva de acceso
No. Cámara 64/05 Tránsito de
30 carnal o acto sexual sin 2005 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − Legislatura10
consentimiento,
Aug 2005
abusivo, de
inseminación artificial o
transferencia de óvulo
fecundado no
consentidas.”
“Por la cual se modifica
el artículo 211 del
Archivado por
código penal
No. Cámara − No. Tránsito de
31 colombiano, castración 2005 Archivado Sí No Sí Sí N/A
Senado 37/05 Legislatura28 Jul
química para violadores
2005
reincidentes de
menores de edad.”
“Por medio de la cual se
Archivado en
No. Cámara 32/05 eliminan los beneficios
32 Debate27 Jul 2005 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 214/05 penales y subrogados,
2005
para los delitos
456 Anexos
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
sexuales cometidos en
menores de edad.”
“Por la cual se
Archivado por
intitucionaliza el control Salud sexual
No. Cámara − No. Tránsito de
33 natal y crea estímulos a 2005 Archivado No No No No y
Senado 26/05 Legislatura26 Jul
la familia poco reproductiva
2005
numerosa.”
“Por la cual se expiden
normas para la
prevención de la
violencia sexual y
atención integral de los
No. Cámara − No. Retirado por el
34 niños, niñas y 2005 Retirado Sí No Sí Sí N/A
Senado 08/05 Autor20 Jul 2005
adolescentes víctimas
del abuso sexual.
[Prevención de
violencia sexual contra
niños]”
“Por la cual se dictan
normas sobre atención,
cuidado, promoción y
prevención de la salud Archivado por
Salud sexual
No. Cámara − No. sexual y reproductiva y Tránsito de
35 2005 Archivado No No No No y
Senado 264/05 en especial se Legislatura13
reproductiva
institucionaliza el Apr 2005
control natal y se crean
estimulos a la familia
poco numerosa.”
“Por la cual se incluyen
los medicamentos Archivado por
No. Cámara 333/05 sildemafilos(ayuda para Tránsito de
36 2005 Archivado No No No No Salud
No. Senado 237/05 la disfuncion erectil o Legislatura31
impotencia sexual) Mar 2005
dentro del POS y
Anexo 7 457
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
POSS.”
“Por medio del cual se
establece la obligación
Archivado por
de dispensadores de Salud sexual
No. Cámara 330/05 Tránsito de
37 condones en 2005 Archivado No No No No y
No. Senado − Legislatura29
establecimientos reproductiva
Mar 2005
públicos y se dictan
otras disposiciones.”
“Por medio del cual se
modifican algunos
artículos del Código
Penal y de Archivado por
No. Cámara 402/05 procedimiento penal Tránsito de
38 2004 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 183/04 relativos a los delitos de Legislatura15
abuso sexual. [Aumento Dec 2004
de penas a delitos
sexuales contra
menores]”
“Por medio de la cual se
modifican y se
aumentan las penas de
Archivado por
los delitos
No. Cámara 239/04 Tránsito de
39 contemplados en los 2004 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − Legislatura23
artículos 208 y 209 del
Nov 2004
Código Penal y se
dictan otras
disposiciones.”
“Por la cual se reforma
el Código Penal para
garantizar la protección Retirado por el
No. Cámara 221/04
40 sexual de los menores Autor05 Nov 2004 Retirado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado −
de edad en lo 2004
concerniente a la
agravación de las
458 Anexos
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
penas contra la
violencia o abuso
sexual a menores de
edad y se dictan otras
disposiciones.”
“Por medio de la cual se
reforma el Código
Penal, para garantizar
la protección sexual de
los menores de edad,
Retirado por el
No. Cámara − No. en lo concerniente a la
41 Autor20 Oct 2004 Retirado Sí No Sí Sí N/A
Senado 145/04 agravación de las
2004
penas contra la
violencia y el abuso
sexual de menores de
edad y se dictan otras
disposiciones.”
“Por medio de la cual se
dictan medida
tendientes a erradicar Archivado por
No. Cámara 162/04 los delitos contra la Tránsito de
42 2004 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − libertad, integridad y Legislatura13
formación sexuales Sep 2004
cometidos en los
menores de edad.”
“Por la cual se
Archivado por
reconocen la unión de
No. Cámara − No. Tránsito de Parejas del
43 parejas del mismo sexo 2004 Archivado No No No No
Senado 113/04 Legislatura01 mismo sexo
y sus efectos
Sep 2004
matrimoniales.”
“Por la cual se dictan Archivado por
Salud sexual
No. Cámara − No. normas sobre atención, Tránsito de
44 2004 Archivado No No No No y
Senado 11/04 cuidado, promoción y Legislatura20 Jul
reproductiva
prevención de la salud 2004
Anexo 7 459
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
sexual y reproductiva. [
Salud sexual y
reproductiva]”
“Por la cual se reforma
el Decreto 1355 de
1970 -Código Nacional Archivado por
No. Cámara − No. de Policía- y se dictan Tránsito de Moral
45 2004 Archivado No No No No
Senado 210/04 normas para la Legislatura25 pública
protección de la moral Mar 2004
pública. [Prohibición de
prácticas sexuales]”
“Por la cual se dictan
normas sobre atención,
cuidado, promoción y Archivado en
No. Cámara − No.
46 prevención de la salud Debate06 Feb 2004 Archivado No No No No Salud
Senado 169/04
sexual y reproductiva. 2004
[Salud sexual, salud
reproductiva]”
“Por medio de la cual se
adoptan algunas
disposiciones para la
prevención de Archivado por
No. Cámara − No. enfermedades de Tránsito de
47 2004 Archivado No No No No Salud
Senado 150/04 transmisión sexual Legislatura01
(ETS), y en especial el Jan 2004
Sida en Colombia.
[Enfermedades de
transmisión sexual]”
“Por medio de la cual se
establecen medidas
Archivado en
No. Cámara 73/03 tendientes a prevenir,
48 Debate20 Aug 2003 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − controlar, sancionar y
2003
erradicar la violencia
laboral. [Violencia
460 Anexos
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
laboral]”
“Por la cual se modifica
el artículo 124 de la Ley Archivado por
No. Cámara 236/03 599 de 2000 y se dictan Tránsito de
49 2003 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − otras disposiciones. Legislatura30
[Circunstancias no Apr 2003
punibles de aborto]”
“Por medio de la cual se
reforma el artículo 8º de
la Ley 679 de 2001 en
su numeral 4, por medio
de la cual se expide un Archivado por
No. Cámara 234/03 estatuto para prevenir y Tránsito de
50 2003 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − contrarrestar la Legislatura29
explotación, la Apr 2003
pornografía y el turismo
sexual con menores, en
desarrollo del artículo
44 de la Constitución.”
“Por medio de la cual se
regula la producción de
medicamentos
genéricos destinados al
POS y se garantiza la
accesibilidad de la
población en general y Archivado en
No. Cámara 73/02
51 de los niños a los Debate11 Sep 2002 Archivado No No No No Salud
No. Senado 154/04
medicamentos, 2002
especialmente a los
utilizados para el
tratamiento del SIDA y
de las demás
enfermedades
catastróficas.”
Anexo 7 461
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
“Por la cual se dictan Retirado por el Salud sexual
No. Cámara − No.
52 normas sobre salud Autor23 Aug 2002 Retirado No No No No y
Senado 58/02
sexual y reproductiva.” 2002 reproductiva
Archivado en
No. Cámara 37/02 “Por la cual se adiciona
53 Debate21 Aug 2002 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − el Código Penal.”
2002
“Por medio de la cual se
aprueba el Estatuto de
Sancionado
No. Cámara 232/02 Roma de la Corte Penal
54 como Ley19 Mar 2002 Ley Sí Sí No Sí N/A
No. Senado 221/02 Internacional, hecho en
2002
Roma, el día 17 de julio
de 1998.”
Archivado por
“Por la cual se expiden
No. Cámara − No. Tránsito de
55 normas sobre acoso u 2001 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 168/01 Legislatura14
hostigamiento sexual.”
Nov 2001
“Por la cual se modifica
Archivado por
el numeral 4 del artículo
No. Cámara 132/01 Tránsito de Educación
56 23 de la Ley 115 de 2001 Archivado No No Sí No
No. Senado − Legislatura24 sexual
1994 y se adicionan
Oct 2001
dos parágrafos.”
“Por medio de la cual se
expide un estatuto para
prevenir y contrarrestar
el ejercicio de la
Sancionado
No. Cámara 85/99 prostitución, la
57 como Ley08 Sep 1999 Ley Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 143/01 pornografía infantil y el
1999
turismo sexual con
menores, en desarrollo
del artículo 44 de la
Constitución Política.”
No. Cámara − No. “Por la cual se Archivado en
58 1999 Archivado No No No No Salud
Senado 34/99 establece la Seguridad Debate27 Jul
462 Anexos
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
Social Integral Gratuita 1999
a las minorías
desprotegidas, muy
especialmente
trabajadoras del
servicio doméstico,
trabajadores sexuales
(hombres y mujeres),
vendedores ambulantes
y estacionarios,
tenderos,
famiempresarios y
microempresarios,
vendedores de lotería y
chance, mujeres
cabeza de hogar,
desempleados, taxistas
y conductores de bus y
vehículos pesados,
negros, indígenas,
niños de la calle y
ancianos abandonados,
indigentes, tercera
edad, pensionados y
jóvenes de 0 a 25
años.”
“Por la cual se
Archivado por
establece la seguridad
No. Cámara − No. Tránsito de
59 social integral gratuita 1999 Archivado No No No No Salud
Senado 224/99 Legislatura03
para todos los
Jun 1999
colombianos.”
“Por el cual se adiciona Archivado en
No. Cámara − No.
60 el Título XI del Código Debate02 Dec 1998 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 147/98
Penal (De los delitos 1998
Anexo 7 463
Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
contra la libertad sexual
y la dignidad humana). ”
“Por la cual se expiden Archivado por
No. Cámara − No. normas penales sobre Tránsito de
61 1998 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 55/98 acoso u hostigamiento Legislatura12
sexual.” Aug 1998
“Por la cual se expide el Sancionado
No. Cámara 238/99
62 Código Penal. [Código como Ley04 Aug 1998 Ley Sí Sí No Sí N/A
No. Senado 40/98
Penal]” 1998