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Tesis Doct Vsex Liliana Chaparro-52964239.2022

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“Pensé que era el momento de hablar”

La emergencia de la categoría de la violencia


sexual en el conflicto armado como un
problema público en Colombia, 1990-2008.

Liliana Rocío Chaparro Moreno

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas
Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales
Bogotá D.C., Colombia
2021
“Pensé que era el momento de hablar”

La emergencia de la categoría de la violencia


sexual en el conflicto armado como un
problema público en Colombia, 1990-2008.

Liliana Rocío Chaparro Moreno

Tesis presentada como requisito parcial para optar al título de:

Doctora en Ciencias Humanas y Sociales

Director:

Ph.D., Francisco Ortega


Universidad Nacional de Colombia

Universidad Nacional de Colombia


Facultad de Ciencias Humanas
Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales
Bogotá D.C., Colombia
2021
A Heyder y a Lorenzo, por cada día.

A mamá, papá y Pili, por ser el milagro y estar para mí.


Agradecimientos

Durante los varios años de investigación y escritura de esta tesis, muchas personas e
instituciones contribuyeron de diversas formas a motivarme, apoyarme o a compartir ideas
conmigo, que nutrieron el desarrollo de este documento y que me permitieron comprender
de mejores maneras cómo abordar este objeto de estudio que es también profundamente
subjetivo.

En primer lugar, agradezco a mi director Francisco Ortega, quien no solo me guio,


respondió a cada uno de mis llamados y me orientó desde toda su experticia, sino que
también me animó en los momentos más difíciles e intentó siempre ofrecerme alternativas
para expandir mi experiencia en el doctorado. Mi director tuvo una permanente confianza
en mi trabajo, leyó los avances a profundidad y aunque fue directo en sus críticas y muy
exigente, siempre fue amable y cuidadoso, lo cual me permitió no desfallecer y disponerme
a nuevas oportunidades de lecturas y enfoques, sabiendo que a su lado estaba en un lugar
seguro de aprendizaje. Estoy profundamente agradecida por el apoyo en los momentos
duros y por la oportunidad que me dio a lo largo de todos estos años de compartir
reflexiones y, en ese camino, irme aclarando, cuestionando, conflictuando conmigo misma.
Gracias profe, porque sin usted no habría podido cerrar este proceso sintiéndome
satisfecha por el camino recorrido.

También agradezco a mi director por haber dispuesto como método de trabajo un


seminario de tesis con compañeros y compañeras de diversas disciplinas y grados
formativos, para leernos periódicamente y retroalimentar nuestros avances. Aunque este
producto es individual, en él de manera transversal se recogen muchas de las discusiones
del seminario, de las críticas, de los aportes y de las fuentes sugeridas. Desde que me
incorporé a ese seminario han pasado muchas personas con las que compartimos
observaciones y si bien algunas se me quedarán por fuera, quiero agradecer
especialmente la dedicación y compañerismo con las que mi avances fueron
retroalimentados durante varios años por Carolina Navarro, Jhon Jairo Cárdenas,
Alexandra Garzón, Miguel Ángel Salamanca, Francisco González, Alexánder Chaparro,
Javier Ardila, Cristian Baquero, Alejandro Mojica, Pablo Casanova, Sofía Agavo, Héctor
Echavarría, Juan David Osorio y Andrea Saavedra. Una especial mención quiero hacer a
Nicolás Peña, quien además de leerme en el seminario, debatió conmigo varios de los
problemas que plantea mi tesis y de manera generosa me leyó en varias oportunidades
adicionales.

Agradezco también los debates generados en el marco del Centro de Pensamiento


Pluralizar la Paz. Los diálogos intensos desarrollados en ese espacio me permitieron
aproximarme de manera más concreta al quehacer de la historia conceptual, que
constituye una de las entradas teóricas de esta investigación. Especialmente agradezco a
Marta Villegas, Manuel Vargas, Jhon Jairo Cárdenas, Pablo Casanova, Nicolás Peña,
Francisco González, Alejandro Mojica, Miguel Ángel Salamanca y Zulma Romero, por el
tiempo y los debates compartidos en ese espacio, que de alguna manera contribuyeron a
esta investigación.

De otra parte, agradezco a instituciones concretas que me apoyaron en varios momentos


de este trabajo. Al Proyecto Iberoamericano de Historia Conceptual (IBERCONCEPTOS),
que en su IV Escuela de Verano llevada a cabo en Ciudad de México en 2019 me aceptó
y otorgó media beca para participar. Ese fue un espacio de retroalimentación– por lo cual
agradezco especialmente a Gabriel Entin quien leyó específicamente mi propuesta – y de
apertura a nuevos enfoques y miradas históricas que aportaron a esta investigación.
También agradezco al Grupo de investigación Prácticas culturales, imaginarios y
representaciones, por la posibilidad de presentar mis avances en las sesiones de junio de
2016 y septiembre de 2020, pues fortalecieron mis preguntas y sugirieron textos y entradas
teóricas, algunas de las cuales recogí. En similar sentido, agradezco la invitación de Diana
Montealegre para debatir los primeros avances de este texto en el Coloquio Doctoral
“Justicia Transicional, género y perspectivas críticas feministas”, organizado por la
Universidad de los Andes en febrero de 2019.
Especialmente quiero agradecer al Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) por
otorgarme una beca en el marco de su programa de Becas andinas para jóvenes
investigadores, en el año 2020, y tener la flexibilidad de modificar los tiempos establecidos.
Este apoyo fue un impulso decisivo en un momento díficil derivado de la pandemia, pues
me dio el ánimo para continuar y finalizar este trabajo. Con esta beca pude contar con el
apoyo de dos personas a quienes agradezco su trabajo, pues fue vital para concluir la
investigación: a Laura Escobar, quien acopió y codificó la información de la prensa que se
encuentra desarrollada en los capítulos 1, 2 y 4 y reunió los informes de organizaciones
sociales que nutren los capítulos 1 y 2; y a Kevin Ramírez, quien codificó dichos informes
y recaudó información sobre entidades estatales recogida en el último capítulo.

Debo agradecer también al CINEP y a la Comisión Colombiana de Juristas (especialmente


a Diego Galindo) que me facilitaron la revisión de sus bases de datos y que sostuvieron
conmigo conversaciones útiles para comprender la dinámica de las mismas.

También a lo largo de estos años sostuve conversaciones muy importantes para


comprender la temporalidad de los debates y las aristas de los discursos que las
organizaciones sociales desarrollaron. En ese sentido, doy gracias por su tiempo y aportes
a Claudia Ramírez, Beatriz Quintero, Adriana Benjumea, Ochy Curiel, Nina Chaparro, Mara
Viveros y Carolina Morales, quien además leyó una parte importante de este texto y realizó
preguntas y comentarios muy importantes en la fase final de la escritura.

Quiero agradecer también al Doctorado en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad


Nacional y a sus docentes, pues mi paso por allí estuvo marcado por la altura de los
debates, de la crítica, del cuestionamiento, siempre bajo una mirada sospechosa de la
certeza, que ha resultado tremendamente útil en este proceso. A la profesora Olga
Restrepo, quien fue docente y coordinadora mientras tomé clases, gracias por su apertura
para escucharme y por leer mi proyecto desde sus versiones más incipientes. A Marcela
Quiroga, profesional de apoyo del doctorado, muchísimas gracias por la paciencia para
resolver cada inquietud que tuve a lo largo de estos años. A mis compañeros y compañeras
de semestre por todas las horas compartiendo pupitre y preguntas. Y a las profesoras
Elizabeth Jelin y Olga Restrepo, agradezco enormemente su lectura al proyecto de tesis y
capítulo empírico, que fortalecieron ampliamente el trabajo de investigación.

Pude destinar tiempo a la elaboración de este trabajo debido, en parte, al apoyo de la


Universidad Santo Tomás, entidad en la que trabajo y que me concedió comisión de
estudios durante el año 2020. En particular, agradezco a Carlos Rodríguez Mejía, director
de la Maestría en Defensa de los Derechos Humanos, quien me apoyó de manera ilimitada
en la elaboración de esta tesis y siempre fue solidario cuando necesité trabajar en esta
investigación. En ese mismo sentido, también agradezco a Alejandro Gómez Jaramillo,
decano de la Facultad de Derecho.

Esta tesis no se habría podido iniciar ni terminar sin la red de amigas y amigos que me
acompañaron. En particular, agradezco a Alexandra Quintero, Carolina Morales, Adriana
Benjumea, las amigas del Club de Lectura y Mauricio Velásquez, por soportarme en este
proceso, en todos los sentidos de la palabra. A todas las mujeres víctimas de violencia
sexual que han confiado en mi para contarme sus experiencias: gracias por su valentía y
fuerza ilimitadas. Y también a las organizaciones sociales y de mujeres con las que he
trabajado directa o indirectamente, que me han permitido comprender la fortaleza del
trabajo colectivo en entornos de adversidad.

A mi familia, infinitas gracias por vivir conmigo esta experiencia, por darme alientos y creer
en mí, por liberar mis días para que pudiera sentarme a escribir y por amarme tan
incondicionalmente. A mi papá, mamá, a Pili y a mi tía, gracias por meterle ganas a seguir
con la vida y poder cerrar este ciclo unidos; sé que no ha sido fácil, pero aún en la
adversidad estuvieron siempre con una voz de ánimo. A mis suegros, que destinaron
largas y extenuantes jornadas para cuidar a Lorenzo y que sin ellas yo no habría podido
terminar este trabajo.

A mi esposo, Heyder Alfonso, con quien iniciamos esta aventura y hemos recorrido juntos
este trayecto. Gracias por tu comprensión, solidaridad, espíritu práctico, diálogos largos,
lecturas de mis avances, y por hacer de este un proyecto familiar. Todo eso me ha dado
fuerzas y ganas para llegar hasta acá y seguir construyendo sueños juntos. Por último, a
mi maravilloso hijo Lorenzo, quien nació en medio de este trabajo y que ha impulsado este
esfuerzo, a quien muchas veces quité tiempo para destinarlo a escribir; gracias porque
muchas veces me animaste a seguirlo intentando y me llenaste de un amor infinito. A los
dos, gracias por cada paso de este camino juntos.
Resumen y Abstract XI

Resumen

Solo hasta el año 2009, las víctimas de violencia sexual en el conflicto armado colombiano
aparecieron públicamente a exponer su experiencia. Los procesos previos, ocurridos entre
1990 y 2008, que permitieron que las víctimas sintieran que podían hablar en el espacio
público, constituyen el eje de investigación de esta tesis. Al rastrear los documentos
disponibles en la prensa, el Estado y los informes de organizaciones sociales, se observa
que aunque desde la década de 1990 hubo relatos sobre violencia sexual en el conflicto
armado en Colombia, aún no existía un clima social y político que posibilitara su
enunciación pública directamente por las víctimas. Para que ello ocurriera, fue necesaria
la emergencia de una categoría denominada “violencia sexual en el conflicto armado”, que
fue producida como un problema público en el marco de un giro epistemológico sobre el
tema, iniciado en la década de 1990 y que en Colombia se cristalizó en el año 2008. La
investigación permite concluir que, aunque el proceso de emergencia estuvo vinculado a
experiencias regionales e internacionales, para el caso colombiano la categoría empezó
su proceso de emergencia con la aparición de organizaciones de mujeres articuladas en
torno a las cuestiones de la paz a mediados de la década de 1990 y, especialmente, de la
mano de los debates sobre la justicia transicional inaugurados en el país en 2002. Estos
debates plantearon la necesidad de demostrar la singularidad de la experiencia de las
mujeres en la guerra y su estatus de gravedad, a fin de hacerla justiciable; ante esto,
diversos actores centralizaron en la violencia sexual la evidencia de la máxima gravedad
de la violencia contra las mujeres en el conflicto, haciéndola representativa de la totalidad
de la experiencia femenina. Ese carácter gravoso fue elevado a categoría jurídica a través
de la Ley de Justicia y Paz del año 2005 y del Auto 092 de la Corte Constitucional del año
2008, que a través del reconocimiento de máxima gravedad de la violencia sexual en el
conflicto armado, selló su proceso de emergencia, abrió un campo de posibilidades y creó
un clima social y político que hizo que las víctimas pensaran que era el momento de hablar.

Palabras clave: violencia sexual, conflicto armado, movimiento de mujeres, problema


público.
XII Resumen y Abstract

Abstract

"I thought it was time to speak up." The emergence of conflict-related sexual
violence's category as a public problem in Colombia, 1990-2008.

Only until 2009, sexual violence victims in the context of colombian armed conflict, appeared
publicly to speak up and expose their experiences. Previous processes, occurred between 1990
and 2008, which allowed victims to fell that it was suitable to share their experiences in public
spaces, are the principal axis of investigation in this thesis. By tracking available documents in
press, such as Government, NGO and Social Organizations reports, it is possible to observe
that, even though since 1990 there were testimonies about sexual violence occurred in the
context of colombian armed conflict, the political and social climate was not appropriate for
victims to enunciate publicly those crimes. For that to happen, it was necessary the appearance
of a category named ‘conflict-related sexual violence’, which was produced and created as a
public issue in the frame of an epistemic twist about the subject, which in turn, initiated in the
decade of 1990, and crystalized in Colombia by the year of 2008.This investigation allows to
conclude that, even though the emergence of conflict-related sexual violence category was
connected to regional and international experiences, in colombian case its appearance process
was also related to the foundation of women’s organizations, articulated around peace issues
in the mid-1990s, and also strongly linked to the public debates about transitional justice,
inaugurated in the country in 2002. These debates posed the need to demonstrate the
singularity and uniqueness of the experience of women in the war contexts, such as its gravity
status, in order to make it justiciable; faced with this, various actors centralized in sexual
violence the evidence of the maximum severity of violence against women in armed conflict
making it representative of the totality of feminine experience. This burdensome character was
elevated to legal status through the Justice and Peace Law of 2005 and Order 092 of 2008, by
the Constitutional Court, which, through the recognition of the maximum severity of sexual
violence in armed conflict, sealed the category’s emergency process, opened a field of
possibilities and created a social and political climate that made victims think it was time to
speak up.

Keywords: sexual violence, armed conflict, women's movement, public problem.


Resumen y Abstract XIII
Contenido
Agradecimientos.................................................................................................................. VI
Resumen............................................................................................................................. XI
Abstract.............................................................................................................................. XII
Lista de imágenes, gráficos y tablas .................................................................................. XVI
Lista de abreviaturas ........................................................................................................ XVII
Introducción ......................................................................................................................... 1
1. Los movimientos sociales: las bases de la emergencia de la violencia sexual (1979-2002).
.......................................................................................................................................... 20
Presentación .................................................................................................................. 20
A. El movimiento de mujeres en Colombia y su relacionamiento con la violencia sexual:
la gramática existente entre 1979 y 1996 ....................................................................... 28
i. Entre las décadas de 1970 y 1980 ..................................................................... 29
ii. El proceso preconstituyente, la Constitución de 1991 y la ilusión por su puesta en
marcha: “Ahora sí empezó la paz” .............................................................................. 37
B. La emergencia y trabajo de las plataformas de mujeres asociadas por la paz: entre
1996 y 2002 ................................................................................................................... 44
C. A modo de conclusión ............................................................................................. 73
2. Los movimientos sociales: el giro epistemológico de la violencia sexual (2003-2008)...... 76
Presentación .................................................................................................................. 76
A. Del lenguaje descriptivo al lenguaje jurídico-penal ................................................... 86
B. Del botín de guerra al arma de guerra ..................................................................... 92
C. De la inexistencia a las estadísticas ...................................................................... 102
D. Del silencio al silenciamiento ................................................................................. 112
E. De la ausencia al anonimato ................................................................................. 118
F. De la continuidad al continuum de las violencias ................................................... 124
G. A modo de conclusión ........................................................................................... 134
3. El campo del derecho internacional y la violencia sexual en el conflicto armado (1990-2008)
........................................................................................................................................ 138
Presentación ................................................................................................................ 138
A. La violencia sexual como un asunto de honor ....................................................... 142
B. La violencia sexual como una violación a los derechos humanos de las mujeres, un
crimen internacional y un asunto de paz y seguridad (1990-2008) ................................ 157
C. El caso Colombia .................................................................................................. 173
D. A modo de conclusión ........................................................................................... 187
4. La prensa colombiana y la violencia sexual en el conflicto armado (1990-2008) ............ 190
Presentación ................................................................................................................ 190
A. “Ellas no son niñas, son mujeres”. El reclutamiento y la violencia sexual en la prensa
199
B. “Lo que se viene es que todas superen el miedo y denuncien”. La emergencia de la
violencia sexual contra civiles en la prensa................................................................... 219
C. A modo de conclusión ........................................................................................... 241
5. La cristalización de una nueva categoría jurídica: la violencia sexual en el conflicto armado
........................................................................................................................................ 243
Presentación ................................................................................................................ 243
A. La producción de la violencia sexual como un fenómeno a diagnosticar ................ 247
B. La producción de la violencia sexual como un delito .............................................. 254
C. La producción de la violencia sexual como objeto de atención integral estatal ....... 273
D. A modo de conclusión ........................................................................................... 287
8. Conclusiones finales ..................................................................................................... 290
Bibliografía ....................................................................................................................... 316
Anexos ............................................................................................................................. 357
Contenido XV

Anexo 1: Informes de organizaciones sociales .................................................................. 358


Anexo 2: Notas de prensa sobre organizaciones sociales ................................................. 365
Anexo 3: Estudios académicos sobre el movimiento de mujeres ....................................... 372
Anexo 4: Informes de organismos internacionales sobre Colombia hasta 2008 ................. 375
Anexo 5: Descripción de los periódicos estudiados ........................................................... 387
Anexo 6: Estudio de las notas de prensa estudiadas ......................................................... 389
Anexo 7: Proyectos de ley tramitados en el Congreso sobre violencia sexual 1998-2008 .. 449
Lista de gráficos, imágenes y tablas

Gráficos:

Gráfico 1: Registros de prensa y años de ocurrencia 1991-2014 ............................................... 191

Imágenes:

Imagen 1: La paz esté con vosotras............................................................................................ 55


Imagen 2: 3.000 mujeres marchan por la paz.............................................................................. 60
Imagen 3: "El uso del cuerpo de las mujeres como territorio de guerra" ...................................... 95
Imagen 4: Victoria ..................................................................................................................... 203
Imagen 5: Métodos de anticoncepción ...................................................................................... 208
Imagen 6: El caso de Marta ...................................................................................................... 216
Imagen 7: El caso de Adriana, foto 1......................................................................................... 218
Imagen 8: El caso de Adriana, foto 2......................................................................................... 218
Imagen 9: María Cristina Espinosa ........................................................................................... 223
Imagen 10: Ana Paola .............................................................................................................. 224
Imagen 11: “La foto del brazo de la joven” ................................................................................ 227

Tablas:

Tabla 1: Tipo de agresores incluidos en los informes de Medicina Legal 1999-2008.................. 250
Lista de abreviaturas

Abreviatura Término
ACNUR Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
ANMUCIC Asociación Nacional de Mujeres Campesinas e Indígenas de Colombia
AUC Autodefensas Unidas de Colombia
CCJ Comisión Colombiana de Juristas
Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la
CEDAW
Mujer
CIDH Comisión Interamericana de Derechos Humanos
CINEP Centro de Investigación y Educación Popular
CLADEM Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer
CNRR Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación
Coalición contra la Vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en
COALICO
Colombia
CODHES Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento
Corte IDH Corte Interamericana de Derechos Humanos
CPI Corte Penal Internacional
DIH Derecho Internacional Humanitario
DINEM Dirección Nacional para la Equidad de las Mujeres
FGN Fiscalía General de la Nación
HRW Human Rights Watch
ICTR Tribunal Internacional para la investigación de los crímenes ocurridos en Ruanda
ICTY Tribunal Internacional para la investigación de los crímenes ocurridos en Yugoslavia
IMP Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz
INMLCF Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses
MMCA Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado
Oficina en Colombia de la Alta o el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los
OACNUDH
Derechos Humanos
OFP Organización Femenina Popular
ONG Organización no gubernamental
ONU Organización de las Naciones Unidas
PNUD Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
UNIFEM Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer
Introducción

En el año 2014, el 25 de mayo fue declarado el “Día Nacional por la Dignidad de las
Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado interno”1. Su
declaratoria constituyó una medida de reparación individual con impacto colectivo en el
caso de Jineth Bedoya Lima quien, 14 años antes, el 25 de mayo de 2000, trabajaba en el
periódico El Espectador y se encontraba cubriendo una masacre ocurrida en la Cárcel
Modelo de Bogotá. En el marco de ese cubrimiento fue citada a una entrevista que
realmente era una coartada para secuestrarla, golpearla y cometer “actos de violencia
sexual en su contra”2. A nivel internacional, desde el año 2000, algunos medios y
organizaciones – como Human Rights Watch, Committee to Protect Journalists y Canadian
Journalists for Free Expression – reportaron la ocurrencia en contra de Jineth Bedoya de
golpes, tortura y violación o asalto sexual3.

1
Presidencia de la República, «Decreto 1480 de 2014. Por el cual se declara el 25 mayo como el
Día Nacional por la Dignidad de las Mujeres víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto
armado interno.» (2014),
https://www.unidadvictimas.gov.co/sites/default/files/documentosbiblioteca/decreto-1480-de-
2014.pdf.
2
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe de fondo. Caso Jineth Bedoya Lima y
Otra Vs. Colombia», Informe No. 150/18. Caso 12.954. OEA/Ser.L/V/II. Doc.172 § (2018),
http://www.oas.org/es/cidh/decisiones/corte/2019/12954FondoEs.pdf.
3
Human Rights Watch, «Informe anual 2001. Eventos de 2000», 2000,
https://www.hrw.org/legacy/spanish/inf_anual/2001/index.html#panorama; Committee to Protect
Journalists, «Darkness Falls», 15 de junio de 2000, https://cpj.org/reports/2000/06/nacho/; Prensa
Libre, «Annual report 2000», s. f.,
http://www.angelfire.com/co/prensalibre/INFORMEANUAL2000.html; Committee to Protect
Journalists, «Bad Press: Colombia’s mortal threat to journalism», febrero de 2000,
https://www.refworld.org/docid/47c567c721.html; Canadian Journalists for Free Expression, «Jineth
Bedoya Lima, Colombia», 2000, https://www.cjfe.org/jineth_bedoya_lima_colombia; Nieman
Reports, «Violence Against Journalists in Colombia», 15 de marzo de 2001,
https://niemanreports.org/articles/violence-against-journalists-in-colombia/. La Sociedad
Interamericana de Prensa se pronunció sobre los hechos al día siguiente de ocurridos y a los dos
meses; en el primer caso solo se refirió a los golpes y, en el segundo, informó que fue “severamente
maltratada antes de ser liberada”. Ver Sociedad Interamericana de Prensa, «Condena la SIP actos
de violencia contra periodistas en Perú, Colombia y Cuba», 26 de mayo de 2000,
https://www.sipiapa.org/notas/1122713-condena-la-sip-actos-violencia-contra-periodistas-peru-
colombia-y-cubacondena-la-sip-actos-violencia-contra-periodistas-peru-colombia-y-cuba; Sociedad
Interamericana de Prensa, «Comité Ejecutivo de la SIP condena ataques contra la prensa en el
último trimestre», 28 de julio de 2000, https://www.sipiapa.org/notas/1122740-comite-ejecutivo-la-
sip-condena-ataquescontra-la-prensa-el-ultimo-trimestre. En el año 2001 la periodista fue
galardonada con el premio “Courage in Journalism Award” como una forma de reconocer su trabajo
2 Introducción

En contraste, la prensa nacional entre los años 2000 y 2008 guardó total silencio frente a
la violencia sexual y se refirió a lo ocurrido como una golpiza4, una salvaje golpiza5, una
“brutal agresión (…) [que] no solo atenta contra la libertad de prensa sino también contra
la integridad de la mujer”6, una “agresión física”7 y el haber sido “maltratada por varios
hombres”8 y “humillada”9.

Pasaron nueve años para que la prensa colombiana empezara a nombrar lo ocurrido como
violencia sexual. De acuerdo con la versión de los hechos de la propia Jineth Bedoya, en
2009 decidió ir a España a contar su historia:

Hace tres meses, recibí la visita de unos delegados de Intermón Oxfam que me
invitaron a presentar su campaña contra la impunidad de los crímenes sexuales
cometidos por los grupos armados en Colombia. Les contesté que no. No quería
revivir aquello, estaba olvidado y nadie me lo mencionaba. Pero cuando se
marcharon, pensé en las miles de campesinas que han sido violadas y que no
denuncian a los culpables porque lo consideran algo deshonroso. Pensé que era
el momento de hablar10.

y brindarle protección para mantenerse en el oficio. Ver International Women’s Media Foundation,
«Jineth Bedoya Lima. 2001 Courage in Journalism Award», https://www.iwmf.org/ / /jineth-bedoya-
lima-2001-courage-in-journalism-award de 2001.
4
Redacción El Tiempo, «Golpiza a periodista», El Tiempo, 26 de mayo de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1212942; «Libertad amenazada», Revista
Semana, 26 de junio de 2000, https://www.semana.com/nacion/articulo/libertad-amenazada/42451-
3/.
5
Redacción El Tiempo, «Conflicto amenaza a la prensa», El Tiempo, 17 de octubre de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1297367.
6
Redacción El Tiempo, «Solidaridad femenina», El Tiempo, 5 de junio de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1302947.
7
Redacción El Tiempo, «Medidas cautelares para periodistas», El Tiempo, 22 de junio de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1253241.
8
Redacción El Tiempo, «Muy poco para celebrar», El Tiempo, 9 de febrero de 2001,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-636189.
9
Fundación para la Libertad de Prensa, «La libertad de expresión bajo fuego en Colombia», El
Tiempo, 13 de junio de 2000, https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1286198. La nota
corresponde a la Declaración de la Fundación para la Libertad de Prensa y es firmada, entre otros,
por “Enrique Santos Calderón vicepresidente regional de la Comisión de Libertad de Prensa de la
SIP”.
10
Fernando Peinado, «Contar mi violación ha sido el paso más duro», El País de España, 10 de
Introducción 3

Al año siguiente, con el apoyo de Oxfam Intermón11, Jineth Bedoya inició la campaña No
es hora de callar, que desde entonces se ha ocupado de movilizar recursos humanos,
periodísticos e institucionales para posicionar la cuestión de la violencia sexual. El
periódico El Tiempo – donde es subeditora – ha servido de plataforma mediática para
promover la campaña y, con ello, ha ganado un lugar de visibilidad incomparable.

Pensé que era el momento de hablar nos revela el clima de la época, la transformación de
una cultura política orientada hacia la instalación, en lo público, de narrativas que
posicionaran la experiencia femenina en la guerra y, especialmente, la violencia sexual.

La mayor circulación en los espacios públicos de marcos narrativos concretos posibilitó la


elaboración de ciertas experiencias de violencia sexual, es decir, se dispuso de un orden
simbólico para articular y darle un sentido al acontecimiento. Van Alphen – a partir de los
aportes feministas de Joan Scott y Teresa de Lauretis12 – distingue entre evento y
experiencia, siendo el evento el hecho mismo y la experiencia aquel proceso de naturaleza
lingüística que permite significar un evento y que crea subjetividad: “los sujetos son el
efecto del procesamiento discursivo de sus experiencias”13. La experiencia es el proceso

septiembre de 2009, https://elpais.com/diario/2009/09/10/ultima/1252533602_850215.html.


Cursivas fuera del original. Ver también: Julia Girón, «No conozco la primera condena por agresión
sexual en los 50 años de conflicto en Colombia», El Mundo de España, 9 de septiembre de 2009,
https://www.elmundo.es/yodona/2009/09/09/actualidad/1252487484.html; El Tiempo, «Cómo nació
“No Es Hora de Callar”», El Tiempo, accedido 17 de septiembre de 2020,
https://www.eltiempo.com/justicia/delitos/no-es-hora-de-callar-apoyando-a-las-victimas-de-
violencia-sexual-90364. Previo a septiembre de 2009 existe un video de abril del mismo año en el
que Jineth Bedoya narra lo ocurrido el 25 de mayo de 2000 y se refiere a la violación. Ver CambioTV,
«Jineth Bedoya cuenta su historia», 4 de marzo de 2009,
https://www.youtube.com/watch?v=u8awe1N_RYw. Cursiva fuera del texto original.
11
Es una organización no gubernamental de cooperación para el desarrollo ubicada en España.
12
Joan Scott, «Experiencia», trad. Moisés Silva, Revista de estudios de género, La ventana 2, n.o
13 (2001): 42-74, https://doi.org/10.32870/lv.v2i13; Teresa De Lauretis, Alicia ya no: feminismo,
semiótica, cine (Madrid: Ediciones Cátedra, 1992).
13
Ernst Van Alphen, «Experiencia, memoria y trauma: síntomas de discursividad», en Trauma,
cultura e historia: reflexiones interdisciplinarias para el nuevo milenio, ed. Francisco A Ortega
(Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, Centro de Estudios Sociales, 2011), 197; En el mismo
sentido ver Elizabeth Jelin, «El género en las memorias», en Los trabajos de la memoria (Madrid:
Siglo XXI Editores España, 2002), 34. En sentido similar, “El silencio, la renuencia a hablar, la
dificultad para relatar o contar los sucesos – circunstancias todas aludidas por aquellos que
finalmente ofrecen testimonio – no se deben a una condición inherente del lenguaje, sino a que la
historicidad del orden simbólico provee los términos a partir de los cuales la vivencia del evento se
transforma en una experiencia del mismo. Una experiencia fallida o traumática ocurre cuando los
términos simbólicos de los lenguajes históricamente disponibles para articular una experiencia no
pueden ser movilizados en ese momento en relación con esa experiencia”. En Francisco A Ortega,
4 Introducción

de representar los eventos y este proceso no es fijo, estático ni eterno, sino que es una
variable histórica y cultural, basada, permitida y limitada por el lenguaje. Esto no significa
que las personas y colectivos estén atadas trágicamente a ese marco simbólico, pues aún
en él cuentan con posibilidades de transformarlo. De hecho, como desarrollaré en el
capítulo 1, aunque inicialmente las palabras y rostros de las víctimas eran inexistentes en
el espacio público – con algunas excepciones anómalas14 – los rumores, las voces en
anonimato y lo que denomino una agencia mediada por las activistas, irrumpieron e
interpelaron ese marco simbólico disponible y lo transformaron15.

El repaso por la prensa nacional y regional en Colombia, así como por los informes de
organizaciones sociales y de organismos internacionales, nos permite ver que la
percepción de un momento adecuado para hablar, tal como le ocurrió a Jineth Bedoya, no
fue excepcional sino el síntoma de un giro que había iniciado en la década de 1990 y
tomaba fuerza. Por esta misma época, para el año 2009, otras mujeres también hicieron
públicos los hechos de violencia sexual ocurridos años antes, como en las masacres del
Chengue y El Tigre16, La Gabarra17 y El Salado18.

Trauma, cultura e historia: reflexiones interdisciplinarias para el nuevo milenio (Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia, Centro de Estudios Sociales, 2011), 38.
14
La más significativa por el nivel de publicidad es Rina Bolaño, víctima de violencia sexual por un
comandante de las FARC en 2003, cuyo caso exploro en el capítulo 4. Otro caso excepcional pero
menos visible fue el de la masacre de El Salado. Si bien una de las víctimas denunció
inmediatamente ocurridos los hechos en 2000 a la Fiscalía, el rumor sobre otros hechos perpetrados
se mantuvo constante hasta luego del año 2011, cuando empezaron a ser denunciados por otras
víctimas. El caso denunciado a los días de la masacre, sin bien fue presentado a las autoridades,
no circuló públicamente con nombre propio, sino que se mantuvo en el nivel del rumor, aspecto que
desarrollo en el capítulo 1. Sobre los casos conocidos de la masacre de El Salado, ver Corte
Constitucional, Sentencia T-718, M.P. Alejandro Linares Cantillo (2017).
15
Como señala Koselleck: “No existe ninguna historia que no haya sido constituida mediante las
experiencias y esperanzas de personas que actúan o sufren”. En Reinhart Koselleck, Futuro
pasado: para una semántica de los tiempos históricos (Paidós, 1993), 335.
16
Al respecto ver Codhes y Alejandra Azuero, Las sobrevivientes cuentan: La experiencia de las
mujeres en las masacres de Chengue y El Tigre, Documentos Codhes 15, 2009.
17
Codhes y Lina M. Céspedes-Báez, El día en que se dañó la tranquilidad. Violencia sexual en las
masacres de La Gabarra y el Alto Naya, Documentos Codhes 22, 2011.
18
Ver Alirio Fernando Bustos, «El Salado, 72 horas de terror», El Tiempo, 27 de febrero de 2000,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1298829; Amnistía Internacional, «Colombia.
Cuerpos marcados, crímenes silenciados. Violencia sexual contra las mujeres en el marco del
conflicto armado», 12 de octubre de 2004,
https://www.amnesty.org/es/documents/document/?indexNumber=amr23%2f040%2f2004&langua
Introducción 5

¿De qué modos en Colombia se constituyó un orden simbólico que creó un clima para que
las víctimas de violencia sexual sintieran que era el momento de hablar? ¿Cuáles fueron
las condiciones para la emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado en
Colombia como un problema público? Lo que ocurrió hasta el año 2008, los actores que
intervinieron, sus formas de enunciación y sus demandas específicas, que permitieron la
emergencia de esta categoría con unos límites particulares y en permanente disputa, es lo
que me interesa analizar en esta tesis.

El marco temporal de este trabajo abarca el giro epistemológico que se cristaliza con la
emergencia de la categoría de la violencia sexual en el conflicto armado en un período que
comprende desde la década del 1990 hasta el año 2008. Tres aspectos deben ser
aclarados frente a ello: las razones del límite temporal y sus vínculos con la experiencia
sexual violenta previa a la década de 1990; el alcance de la comprensión de un giro
epistemológico y; los sentidos de la noción de categoría.

Respecto de lo primero, es preciso aclarar que en Colombia existen archivos que dan
cuenta del uso de la violencia sexual en diversas guerras a lo largo de la historia del país19.
Por ejemplo, los recuentos sobre La Violencia20 publicados entre 1962 y 1995 dejan ver
que la práctica de los “crímenes sexuales”21 no solo fueron masivos, sino también públicos.

ge=es; Corte Constitucional, Sentencia T-718, M.P. Alejandro Linares Cantillo.


19
Ver, por ejemplo, Martha Elisa Lux Martelo, Mujeres patriotas y realistas entre dos órdenes:
discursos, estrategias y tácticas en la guerra, la política y el comercio: (Nueva Granada, 1790-1830),
Primera edición (Bogotá, D.C., Colombia: Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias Sociales,
Departamento de Historia, 2014), cap. 3; María Victoria Uribe, Matar, rematar, contramatar. Las
masacres de la Violencia en el Tolima. 1948-1964, Controversia 159–160 (Bogotá: Cinep, 1990);
Elsy Marulanda Álvarez, «Mujeres y violencia, años 50», en Las mujeres en la historia de Colombia,
ed. Magdala Velásquez, Catalina Reyes Cárdenas, y Pablo Rodríguez, 1. ed, Colección Vitral
(Santafé de Bogotá: Consejería Presidencial para la Política Social : Presidencia de la República de
Colombia : Grupo Editorial Norma, 1995), 480-501.
20
Aunque no existe un consenso sobre los límites temporales del período de La Violencia, me refiero
a la época de violencia desarrollada entre los años 1946 y 1965, siguiendo especialmente a Daniel
Pécaut, Orden y violencia: Colombia 1930 - 1953, 4. ed (Medellín: Fondo Editorial Universidad
EAFIT, 2012), 25; Robert A Karl, La paz olvidada: políticos, letrados, campesinos y el surgimiento
de las FARC en la formación de la Colombia contemporánea, 2018, sec. Epílogo; Francisco
Gutiérrez Sanín, ¿Un nuevo ciclo de la guerra en Colombia? (Bogotá: Penguin Random House
Grupo Editorial España, 2020), 15.
21
El texto hito de Fals Borda, Guzmán Campos y Umaña Luna titulado “La violencia en Colombia”
(1962), incluyó en el apartado “Elementos estructurales del conflicto”, el capítulo “Tanatomanía en
Colombia”, en el cual el subcapítulo titulado “Crímenes sexuales” abordó la cuestión de las
violaciones sexuales cometidas por la policía, la guerrilla y “bandidos” contra niñas, adultas,
6 Introducción

Y sus relatos – justamente por masivos y públicos – circularon ampliamente entre la


población y los órganos del Estado22.

Ello no significa que haya una continuidad en las formas de abordar la experiencia de la
violencia sexual pues, tal como desarrollaré en esta tesis, el registro en el cual se
analizaban estos hechos estaba especialmente asociado al honor23 y un catálogo mucho
más amplio de torturas diversas y, si bien se reconocía como un acto dirigido
especialmente contra las mujeres, no era abordado como la representación de una
experiencia femenina singular.

A partir de la década de 1990 – de la mano de lenguajes emergentes asociados al derecho


penal, los derechos humanos, la paz y la seguridad internacional, además del impulso dado
a la cuestión de género –, esta forma de interpretar la experiencia de la violencia sexual
enfrentó en Colombia un giro epistemológico. Entiendo este giro como un entroncamiento
de la gramática existente y la emergencia de una nueva gramática, en la cual la

“doncellas quinceañeras” y una “paralítica”, en actos que involucraron violaciones individuales y


colectivas, “atropellos” y amputación de genitales. En Orlando Fals Borda, Germán Guzmán
Campos, y Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia. Tomo I, Segunda reimpresión (Punto
de Lectura, 1962), 253-54.
22
Una de las fuentes principales del capítulo “Crímenes sexuales” de La Violencia en Colombia es
un libro titulado “El Basilisco en Acción o los crímenes del bandolerismo”, que detalla relatos de los
crímenes cometidos por bandoleros contra conservadores en diversos lugares del territorio
nacional, ver Testis Fidelis, El Basilisco en Acción o los crímenes del bandolerismo (Medellín:
Tipografía Olympia, 1953). En 1990, la antropóloga María Victoria Uribe exploró la cuestión de las
masacres en el Tolima y estableció que dentro de sus prácticas se usaba la tortura y, en ella, la
violación a las mujeres en público, además de las posteriores mutilaciones; ver Uribe, Matar,
rematar, contramatar. Las masacres de la Violencia en el Tolima. 1948-1964, 167; 173. En 1995, la
investigadora Donny Meertens también se refirió al papel simbólico que movilizó la violencia contra
las mujeres en La Violencia y su diferencia con la violencia reciente en la cual las mujeres “nunca
fueron víctimas sistemáticas a causa de su condición de género, como ocurría durante la antigua
Violencia”; ver Donny Meertens, «Mujer y violencia en los conflictos rurales», Análisis Político 24
(1995): 40.
En el registro literario también se socializó el uso público y masivo de la violencia sexual en la época
de La Violencia. En particular, los libros publicados por Albalucía Ángel y Alfredo Molano, en 1975
y 1985, respectivamente, son un buen ejemplo de ello. Ver Albalucía Ángel Marulanda, Estaba la
pájara pinta sentada en el verde limón, 2019; Alfredo Molano, Los años del tropel. Crónicas de la
violencia, 1995.
23
“Las mujeres en miles y miles de casos debieron pagar con el honor la cuota que les cobró la
violencia, al extremo que apenas se verificaba asalto o comisión que las dejara ilesas. Solo quien
ha recorrido las comarcas sabe cuán macabro y abismal es este aspecto de la tragedia, que en
Colombia tuvo visos espeluznantes desconocidos en la historia del crimen”. En Fals Borda, Guzmán
Campos, y Umaña Luna, La violencia en Colombia. Tomo I, 254.
Introducción 7

configuración social y discursiva disponible para los actores del momento evidencia
rupturas sustantivas que obligan a una reconfiguración del objeto24.

Ello fue lo que ocurrió a partir de la década de 1990 – por cuenta especialmente del trabajo
del movimiento de mujeres y del desarrollo internacional –, pues si bien previamente se
utilizó la violencia sexual en el marco de las guerras colombianas, ese fenómeno dejó de
ser percibido únicamente desde el honor y empezó a inscribirse en una nueva lógica que
dio lugar a una categoría novedosa y previamente inexistente: la violencia sexual en el
conflicto armado.

Cuando me refiero a la categoría estoy haciendo alusión a aquella unidad de sentido que
tiene la capacidad de cristalizar ciertas formas de experiencia y que organiza un campo de
conocimiento25. Las categorías pueden ser de diverso orden: experiencial, jurídicas,
feministas, analíticas, etc26. A su vez, las categorías pueden hacer tránsito hacia
instrumentos particulares de diverso ámbito donde se exterioriza esa organización del
saber. Por ejemplo, pueden ser del orden estadístico, de la clasificación de bases de datos,
jurídicos, entre otros.

Para el caso colombiano, el giro epistemológico y el inicio de la emergencia de la categoría


de la violencia sexual en el conflicto armado fue mucho más notorio a partir de 1996, año
en el cual emergieron organizaciones de mujeres asociadas específicamente en torno a la
cuestión de la paz y de la guerra. Su existencia y la demanda del reconocimiento de su
participación en los debates sobre la salida negociada al conflicto armado y sobre la
justicia, fueron acompañados de un despliegue de argumentos que explicaban la

24
Michel Foucault, La arqueología del saber, trad. Aurelio Garzón del Camino (Siglo XXI Editores,
2010), 13, 18.
25
En un reciente estudio que diferencia para la historia conceptual entre concepto y categoría,
Francisco Ortega señala que “la categoría nos remite al [lenguaje] de la interpretación científica”,
cuya validación no depende de los usos de los actores, sino de “su capacidad clarificadora de
aquello que el investigador identifica como una tensión social fundamental para comprender el
período”. En Francisco A. Ortega, «De conceptos y categorías: el caso de colonia», en Horizontes
de la historia conceptual en Iberoamérica: trayectorias e incursiones, ed. Francisco A. Ortega, Pablo
Casanova Castañeda, y Rafael Enrique Acevedo Puello, Ciencias Sociales y Humanidades 27
(Logroño: Genueve ediciones, 2021), 317.
26
Desde la historia conceptual, aunque Koselleck no planteó una clasificación formal de las
categorías, es posible identificar al menos tres tipos: las meta-históricas, las propias de la historia
conceptual y las analíticas, siendo estas últimas “las clases de palabras empleadas por la teoría
social para abordar y tematizar las estructuras sociales”. En Ibid., 321.
8 Introducción

existencia de una experiencia específica en razón del género, que era más gravosa para
las mujeres.

Como pretendo demostrar en este trabajo, si bien es cierto el proceso de emergencia


estuvo vinculado a experiencias regionales e internacionales que demandaban de los
Estados una mayor respuesta a la experiencia de las mujeres en la guerra, especialmente
de la violencia sexual, sostengo que para el caso colombiano ese proceso estuvo anclado
especialmente en los debates de la justicia transicional inaugurados con los acuerdos
adelantados por el gobierno nacional con grupos paramilitares a partir del año 2002.

En el marco de esos debates, actores – especialmente el movimiento de mujeres – que


previamente habían configurado la idea de una necesidad no atendida respecto de la
experiencia femenina de la guerra, encontraron en la violencia sexual un campo para
representar la especificidad y gravedad de dicha experiencia. Sostengo que fue justamente
por la necesidad de demostrar que la vivencia de las mujeres en la guerra fue tan gravosa
como otras experiencias – lo que la hacía justiciable y no amnistiable – que la violencia
sexual encontró un estatus de autonomía respecto de otras violencias con las que
previamente se la unía. En ese proceso adquirió un alto grado de cristalización y, a raíz de
su juridificación – a través de una norma penal de justicia transicional en 2005 (conocida
como Ley de Justicia y Paz) y de la decisión de la Corte Constitucional en 2008 que
transformó las formas de intervenir a través del Estado la cuestión de la violencia sexual –
, los debates empezaron a transformarse y posibilitaron un marco social que generó en
ciertas víctimas la idea de que ya era posible hablar.

En el proceso de emergencia de la categoría de la violencia sexual hubo tensiones,


disputas y usos diversos que tocaban directamente con el trascendental asunto de definir
los bordes del objeto mismo, siendo este un asunto que está en permanente fluctuación,
debate y disputa. Estas tensiones se enmarcaron especialmente en lo que se consideraba
que debía o no ingresar dentro de la categoría, quiénes eran sus autores, cómo interpretar
sus causas y dinámicas, cómo aproximarse y leer a las víctimas y qué respuesta social y
estatal reclamar. No obstante, la narrativa de los diversos actores analizados en este
documento sobre su carácter gravoso, no encontró ninguna oposición y, por el contrario,
sirvió como mecanismo para defender posturas y entramados argumentativos en diversos
momentos. Puede decirse, entonces, que esa idea del honor y la moral que ha atravesado
Introducción 9

a la violencia sexual, si bien ha transformado sus sentidos en el curso de los años, no ha


sido completamente desplazada sino que coexiste de manera tensa, contradictoria y
aporética con una nueva gramática marcada por los derechos humanos.

Para hacer el análisis propuesto me nutro de varios postulados teóricos que contribuyen a
comprender algunos aspectos del trabajo, aclarando previamente que me interesa
cuestionar el objeto desde una mirada histórica y arqueológica, intentando desestabilizar
algunas de las certezas con las que la violencia sexual en el conflicto armado se nos
plantea en el presente.

En primer lugar, asumo que el lenguaje no es un reflejo de la realidad, sino un campo de


articulación de experiencias y expectativas, es decir, un escenario problemático y
contingente de actuación, en el cual los sentidos de ciertos vocablos pueden resultar
polisémicos, y es en dicha polisemia en la que se reivindica su carácter político. El
historiador Koselleck desarrolló la teoría de la historia conceptual, a través de la cual se
posibilita una lectura histórica sobre los lenguajes políticos y sociales que han obrado como
indicadores del movimiento de la sociedad en torno a los valores que en ella circulan27.
Esta entrada permite analizar los lenguajes utilizados por los actores de un momento
histórico como parte de sentidos particulares que son disputados por otros actores y que
nos informan sobre la historicidad de conceptos o vocablos. Esta vía permite comprender
la dimensión histórica del sintagma violencia sexual, denotando de qué formas fue
emergiendo como una categoría sintética y con múltiples sentidos de otras formas de
enunciación que, a su vez, fueron públicas en ciertos momentos y campos más que en
otros. El lenguaje, desde esta perspectiva, es enunciado por actores particulares con
intereses y en contextos socio políticos singulares, de tal manera que sus sentidos sólo

27
Reinhart Koselleck, «Un texto fundacional de Reinhart Koselleck: Introducción al “Diccionario
histórico de conceptos político-sociales básicos en lengua alemana”», Anthropos : huellas del
conocimiento, 2009, 93. Entiendo por lenguajes políticos, siguiendo a Pocock, aquel espacio
poblado por actores que intercambian actos de habla en el marco de relaciones de poder; actos que
son a su vez cargados históricamente y por ello mismo políticos, que se rigen bajo ciertas reglas de
gobernar y ser gobernados por el acto del habla. Al respecto, Palti nos recuerda que los lenguajes
políticos no son enunciados, sino modos de producir dichos enunciados, cuyo estudio sobrepasa el
texto e implica el análisis de sus condiciones de enunciación y el aparato argumentativo que lo
soporta en su propia historicidad, contingencia y singularidad. Ver, J. G. A Pocock, Pensamiento
político e historia (Madrid: Ediciones Akal, 2011); Elías Palti, «De la historia de “ideas” a la historia
de los “lenguajes políticos”. Las escuelas recientes de análisis conceptual: el panorama
latinoamericano», Anales 7-8 (2005 de 2004): 63-82.
10 Introducción

pueden ser entendidos a partir de la aproximación a dichos contextos.

Desde otro ángulo, también entiendo al lenguaje como un acto, es decir, siguiendo entre
otros a Austin28, como un mecanismo a través del cual se hacen cosas con palabras,
independientemente de la voluntad explícita de los actores de producir esos actos. Desde
esta perspectiva, la trama de la historia es densa, pues se aleja de una mirada lineal y
teleológica, es decir, como algo predestinado a ocurrir. Es justamente la concatenación de
actos que se producen con palabras, que a su vez producen otros actos y modifican las
palabras, lo que permite aproximarse a la contingencia histórica, a su carácter azaroso.
También es justo allí donde el pasado nos devuelve a un presente que es posible intervenir,
pues nos permite observar, siguiendo nuevamente a Koselleck, expectativas que fueron
articuladas en el pasado, tal vez olvidadas o silenciadas y que pueden reaparecer para
complejizar tanto el pasado como el presente.

Cuando me refiero a la constitución de la violencia sexual como un problema público, hago


uso de la propuesta de Joseph Gusfield, quien se pregunta por la construcción social de
los problemas públicos, es decir, “¿cómo es que determinado tema o problema adquiere
estatus público, se transforma en algo en lo cual “alguien tendría que intervenir”?”29. Desde
esta perspectiva, la propuesta sociológica involucra una dimensión histórica que reivindica
las múltiples posibilidades de formulación y resolución de un problema, y reconoce la
desigualdad de los actores que intervienen, en relación con sus habilidades y poder para
configurar cómo se define ese problema. En este sentido, el análisis histórico se acompaña
de una suerte de geografía del poder de los actores, en la que se estudia su legitimidad y
su capacidad de reordenar eventos hasta entonces aparentemente desordenados e influir
en la opinión pública, que siempre es un campo de disputa. Esta entrada resulta importante
para esta tesis, pues se articula estrechamente con la pregunta sobre los actores que
intervinieron en la emergencia del objeto de la violencia sexual como un problema que
debía transferirse del espacio privado al público y sus disputas para determinar los límites

28
J. L Austin, Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones, ed. J. O Urmson (Barcelona:
Paidós, 2016).
29
Joseph R Gusfield, La cultura de los problemas públicos: el mito del conductor alcoholizado versus
la sociedad inocente, trad. Teresa Arijón y Camila Nijensohn (Buenos Aires: Siglo Veintiuno
Editores, 2014), 70.
Introducción 11

y el contenido del problema.

Para esta tesis, entiendo además que el problema público, en tanto campo de intervención,
desarrolla mecanismos de puesta en marcha que contienen en sí la unidad de sentido que
organiza el campo de conocimiento que configura el problema, y es lo que he denominado
previamente categoría. Desde esta perspectiva, la categoría es la magnitud analítica
dentro de la cual se elabora el problema y sirve de indicador de él. De esta manera,
problema público y categoría se designan mutuamente y hacen parte de un mismo
entramado.

Sumado a lo anterior, este proceso está ligado a un análisis genealógico que reconoce la
emergencia de un objeto concreto en vinculación con la aparición de ciertos saberes que
están en permanente disputa. Discursos globalizantes entran en juego con saberes locales
y en ese proceso, y las prácticas y usos que de ellos se hacen, esos saberes son
reordenados y reclasificados30. Este análisis es especialmente útil para aproximar el
problema de la violencia sexual no como un asunto transferido de manera jerárquica, lineal
y acrítica desde el derecho internacional, sino como parte de una compleja red de
relaciones internas y externas, y de saberes y experiencias locales que coprodujeron ese
derecho internacional y, a su vez, se nutrieron de él. Es, también, un estudio arqueológico
en el sentido de especificar los procesos de discontinuidad, ruptura y transformación que
posibilitan la emergencia de la violencia sexual como un discurso que, a su vez, se procesa
en estratos y cronologías diferentes31. En este texto se abordan algunas de esas rupturas,
intentando correlacionar y observar las continuidades y discontinuidades tanto de ese
discurso general del derecho, como en el plano pretendidamente nacional. Otras
cronologías y estratos ligadas a actores no estudiados, como las organizaciones de
mujeres municipales o regionales, se quedan por fuera de este texto y constituyen un vacío
importante de estudio posterior.

En ese proceso de correlacionar continuidades y discontinuidades en el marco del giro


epistemológico, hago uso de la noción de aporía, la cual entiendo como aquellas tensiones
que remiten a la convergencia de elementos que integran sentidos esencialmente

30
Michel Foucault, Genealogía del racismo (La Plata: Altamira, 2012), 19.
31
Foucault, La arqueología del saber.
12 Introducción

contradictorios, que no admiten solución, pero que dependen el uno del otro para operar
y, es justamente en esa oposición, que la tensión resulta funcional y productiva, pues
posibilita el desarrollo de diversas agendas32. A partir de la aporía, el conflicto y el
desacuerdo se mantienen vigentes como la forma de operar del problema o categoría; y
ese conflicto, que se presenta de manera permanente como crisis que no son coyunturales
sino constitutivas, descarta la solución y aborda la indeterminación, lo cual resulta
altamente productivo para los actores y, a su vez, permite historiar un sistema33. Este
concepto explica por qué la categoría de la violencia sexual en el conflicto armado ha
resultado tan productiva de manera política y, de forma simultánea, por qué aparece como
limitada y limitante. La relación entre lo público y lo privado, y el silencio y la acción pública,
así como las dimensiones y consecuencias de la libertad y el honor, más que meras
contradicciones o choques, permiten ver algunas de las aporías que configuran el objeto y
que se presentan como debates irresolubles. Estas aporías aparecen con más o menos
intensidad en diferentes momentos y, por su propia naturaleza, sobrepasan el marco
temporal de este trabajo y podrían permitirnos rastrear sus desplazamientos posteriores.
Historiar un problema a partir del estudio de sus aporías nos permite recuperar sus
elementos contradictorios y que le constituyen y, dado que la aporía reclama la
indeterminación y no admite solución, posibilita anticipar algunos de sus debates actuales.

Estas diversas entradas teóricas no son incompatibles, aunque sus procesos


metodológicos enfatizan aspectos diversos. Por ejemplo, desde la historia conceptual y la
construcción de problemas públicos se priorizan los actores y sus disputas en lenguajes
sociopolíticos específicos; la arqueología y la genealogía se detienen en los discursos,

32
Un ejemplo recurrente de una aporía es la distancia entre representante (unidad) y representado
(heterogeneidad), que siempre genera una insatisfacción porque permanentemente hay un déficit
de representación: el representante nunca podrá representar totalmente al representado y este, a
su vez, nunca podrá ser representado completamente, por lo cual esa distancia se manifiesta
permanentemente como crisis. No obstante, uno y otro se requieren para poder operar y esa
operación resulta altamente productiva porque facilita el desarrollo de agendas que buscan eliminar
el déficit que, en todo caso, no admite solución y ahí radica, justamente, en su indeterminación y
crisis, y en su mutua y productiva remisión, su carácter aporético. Esta noción de aporía y la
representación puede rastrearse en el texto de Pierre Rosanvallon, Por una historia conceptual de
lo político: Lección inaugural en el Collège de France (Fondo de Cultura Económica USA, 2003).
33
Para la elaboración del concepto me basé fundamentalmente en los debates internos del Centro
de Pensamiento Pluralizar la Paz de la Universidad Nacional de Colombia. Agradezco en especial
a Miguel Ángel Salamanca – también integrante del Centro – por compartirme sus desarrollos de
este concepto en su tesis doctoral «Soberanía en el proyecto de reforma constitucional de Laureano
Gómez. 1953.» (Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2021).
Introducción 13

saberes y las discontinuidades; y las aporías en las contradicciones irresolubles y


productivas que movilizan el objeto. Quien lea este texto encontrará que no hay
uniformidad en cada uno de los capítulos frente al tratamiento de las fuentes, en parte,
porque en ocasiones las disputas no son tan evidentes como sí lo son los desplazamientos
de entramados discursivos; en otras ocasiones, los desplazamientos solo se hacen
evidentes en el análisis de las disputas. Más que privilegiar alguna de estas posturas
teóricas, considero que una imbricación de estas entradas contribuye a un mejor
acercamiento a la espesura histórica de este objeto de estudio.

Espacialmente, las fuentes tomadas en cuenta tienen una pretensión nacional, es decir,
los actores que enuncian, si bien lo hacen en su mayoría desde Bogotá, plantean sus
conclusiones como si fueran extrapolables a todo el país. Ello puede verse de manera
notoria en muchos de los informes de organizaciones sociales – aunque retomo también
algunos regionales –, en la prensa “nacional” y en los informes de organismos
internacionales. Al margen de su pretensión, considero que las maneras como fue
presentada la información tuvo efectos concretos en la producción de la violencia sexual
en el conflicto armado como una categoría jurídica, también con vocación nacional. Así
que se hace preciso aclarar los límites de este trabajo espacialmente, pero también sus
efectos reales en la configuración de un problema público nacional.

Este texto lo escribiré en primera persona por dos razones: la primera, porque como ocurre
con muchas tesis, este trabajo es también resultado de algunos caminos que he transitado,
los cuales configuran el estudio, el objeto de análisis, los modos de recaudar la información
y procesarla y las conclusiones34. En segundo lugar, porque me parece importante no

34
Vale la pena una breve aclaración sobre esa biografía y cómo impacta este trabajo: me gradué
como abogada de la Universidad Nacional y siendo estudiante me incorporé al trabajo en la defensa
de los derechos humanos. Como integrante de una organización estudiantil feminista, fui parte de
la Mesa Nacional de Concertación de Mujeres, que reunía a varias organizaciones de mujeres del
país, y con la cual viajé a Suecia en septiembre de 2001 a la Conferencia internacional sobre
mujeres y paz en Colombia. Producto de esta conferencia se creó la Alianza de Iniciativa de Mujeres
Colombianas por la Paz (IMP). Esa experiencia atraviesa varias partes de este texto, pues me
relacioné en ese momento con lo que ahora se lee como una agudización del conflicto armado y
sus impactos a organizaciones de mujeres como ANMUCIC. También supe de primera mano de las
disputas internas entre las organizaciones sobre cómo enunciar la violencia del país y cómo
posicionarse ante ella desde una posición feminista en disputa, en un contexto de negociación con
las FARC en El Caguán. Luego de ello, trabajé en la Comisión Colombiana de Juristas entre 2003
y 2006, en donde una de las labores que realicé fue nutrir las bases de datos de violencia
sociopolítica de esta organización, a través de los informes de la Revista Noche y Niebla del CINEP,
la prensa y las denuncias y con el fin de crear cifras y estadísticas. Este proceso es analizado en
14 Introducción

perder de vista que este trabajo ofrece información que podría ser leída y analizada de
otras maneras y que, tal vez, en el intercambio de perspectivas sobre ese pasado reciente,
sea posible reconfigurar nuestro presente y nuestras expectativas de futuro. Esta es una
narración de muchas posibles y su propósito es, fundamentalmente, dotar de historicidad
un objeto que se nos presenta como ahistórico y, con ello, apolítico35.

Previo a esta tesis, en Colombia se han producido otros estudios sobre el movimiento de
mujeres de los que me nutro36. Existen algunos significativos que intentan posicionar una
historia del movimiento de mujeres transversal a varios aspectos, como los de Norma
Villarreal y Lola Luna, Magdalena León, Doris Lamus, María Emma Wills o María Cristina
Suaza. Otros más recientes se concentran en particular en la cuestión del conflicto armado,
como uno pionero de Donny Meertens, Magdala Velásquez, Ochy Curiel, Diana Gómez,
Alejandra Azuero y Carolina Vergel. Frente a estos últimos, hay dos principales corrientes:
aquellas que tienen una intención de descripción de la afectación de las mujeres en la
guerra o de cómo ellas se han posicionado ante los procesos de paz y, la más cercana a
la intención de este texto, de revisar los modos en los cuales el movimiento ha producido
causas específicas.

Frente a ello, el texto de Carolina Vergel37 resulta el más cercano, pues en su tesis estudia
de qué formas el movimiento de mujeres creó como causa la cuestión de las mujeres

parte en el capítulo 2. También esta experiencia es importante, porque me permitió comprender la


dimensión de la lógica de los lenguajes de los derechos humanos y penal internacional,
especialmente en el trabajo de acompañamiento del litigio de casos ante el Sistema Interamericano.
Luego de ello, estuve trabajando entre 2006 y 2007 como consultora de Naciones Unidas para la
Procuraduría en asuntos de desplazamiento forzado, algunos de cuyos aspectos permearon los
capítulos 1 y 2. Entre 2007 y 2011 fui la coordinadora del área de acceso a la justicia de la
organización feminista Sisma Mujer, en donde representé judicialmente mujeres víctimas de
violencia sexual en el conflicto armado en espacios nacionales e internacionales y en donde estuve
al momento de la aprobación del Auto 092 de 2008 y pude ver sus efectos posteriores. Esta
experiencia transita a lo largo de toda la tesis.
35
Haciendo eco de Todorov en su análisis del totalitarismo: “Los acontecimientos no revelan jamás
por sí solos su sentido, los hechos no son transparentes; para que nos enseñen alguna cosa, tienen
necesidad de ser interpretados. Y de esa interpretación yo seré el único responsable: es mi lección
de los campos y del totalitarismo la que voy a tratar de decir aquí (…).” En Tzvetan Todorov, Frente
al limite (México, D.F.: Siglo XXI, 1993), 36.
36
La relación de los estudios retomados en esta tesis se encuentra en los anexos 1 y 3.
37
Carolina Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit à propos de la cause des
femmes victimes du conflit armé en Colombie» (Université Paris Ouest Nanterre La Défense Ecole
doctorale de Droit et Science Politique UFR de Droit et Science Politique (DSP), 2013).
Introducción 15

víctimas del conflicto armado. Su tesis incluye un capítulo sobre la violencia sexual en el
ámbito judicial, que como su propio título indica, es un esfuerzo por comprender los modos
en los cuales las activistas se relacionaron en el ámbito jurídico en la cuestión de Justicia
y Paz y del Auto 092 de 2008 y cómo, desde una mirada de la sociología jurídica, se
pueden explicar sus distintas respuestas. Esta tesis y los demás textos enunciados
alumbran parte del camino que he seguido y ofrecen pistas muy significativas sobre la
historia del movimiento de mujeres y sus banderas. Sin embargo, mi objeto de estudio es
más puntual inclusive que la cuestión de la causa de las mujeres víctimas. Solo quiero
detenerme en uno de esos espectros de lo que Carolina Vergel llama la causa, que es la
violencia sexual, vista no solo desde el lente de las organizaciones de mujeres, sino de
otros actores como la prensa, organismos internacionales, otro tipo de organizaciones
sociales y el propio Estado. Ahí radica su singularidad.

Sobre la violencia sexual en los conflictos armados ha habido una proliferación de


publicaciones que, a su vez, también se plantean en dos vertientes principales. Aquellas
que buscan describir hechos y otras que cuestionan los efectos de esas descripciones.
Esta tesis se nutre de unas y otras, pues en su conjunto permiten comprender las formas
en las que se ha construido ya no solo en un plano local sino con pretensión globalizante
(en un Norte global) el discurso de la violencia sexual en los conflictos armados. Respecto
de estas fuentes, es especialmente significativo para esta tesis el trabajo reciente de Karen
Engle38 que hace un aporte genealógico a la cuestión de la violencia sexual en ese campo
internacional y que se suma a otros previos retomados especialmente en el capítulo 3. A
diferencia de ellos, me propuse revisar desde un foco distinto la relación entre el plano
local y esas instancias internacionales, intentando evitar al máximo aquella mirada que
asume una jerarquía incuestionable entre lo internacional y lo nacional, en donde los
actores locales son vistos como meros receptores pasivos de una influencia internacional.
Vi entonces que era posible hablar del caso Colombia, haciendo alusión a las formas como
la experiencia local colombiana fue retomada y contribuyó a la producción y
reconfiguración de ese campo.

En síntesis, podría decirse que esta tesis es novedosa en la definición de su objeto mismo

38
Karen Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict: Feminist Interventions in International Law,
Edición: 1 (Stanford University Press, 2020).
16 Introducción

y la metodología y fuentes utilizadas, que no solamente buscan un análisis del proceso de


construcción de un objeto y problema público, sino que intenta encontrar de qué manera
se configuran, producen y coproducen sujetos particulares. Entre ellos, el propio
movimiento de mujeres, las víctimas, las expertas y el Estado.

He tomado en consideración cuatro tipos de sujetos y campos de acción social que las
fuentes revisadas arrojaron como centrales en el proceso de emergencia: los movimientos
sociales, especialmente el movimiento de mujeres; actores internacionales en el campo
del derecho internacional; la opinión pública a través de la prensa escrita nacional y
regional y; agentes y entidades estatales de las ramas legislativa y judicial. Estos actores
se relacionaron entre sí en el período estudiado, aunque con énfasis y en circuitos
diferentes, lo que explica que los argumentos hayan transitado entre unos y otros. Ello no
significa que los actores ostentaran la misma centralidad para la emergencia del problema
público de la violencia sexual – en razón de su mayor o menor cercanía con las esferas
públicas del poder y de su capacidad de incidencia ante ellas – sino que desplegaron
estrategias para impactar los argumentos desarrollados por otros. Así pues, es importante
notar que los actores estudiados en esta investigación en muchas ocasiones se
referenciaron unos a otros, creando unos circuitos argumentativos y de transferencia de
saberes que posibilitaron en su conjunto la emergencia del problema público de la violencia
sexual.

Respecto de los movimientos sociales, construí un archivo de 84 documentos entre


comunicados, informes y estudios, y 103 notas de prensa en los cuales se socializaba e
intervenía la información producida especialmente por las organizaciones de mujeres. Los
alcances y limitaciones de este sujeto los detallo en la presentación del capítulo 1. No
obstante, valga anotar que el movimiento de mujeres es muy heterogéneo y solo me
concentré en aquel sector más institucionalizado a través de organizaciones no
gubernamentales (ONG) y plataformas de organizaciones.

Al revisar con detenimiento las fuentes, encontré necesario dividir el trabajo de las
organizaciones en dos momentos que respondían a problemáticas distintas: en el primer
capítulo abordo el período entre 1979 y 2002, en lo que he denominado “las bases de la
emergencia”, es decir, aquella gramática y sentidos existentes sobre la violencia sexual
más allá de la cuestión del conflicto armado, que en su conjunto sentaron algunas bases
Introducción 17

para la posterior emergencia del objeto estudiado. En el segundo capítulo, desarrollo “el
giro epistemológico”, es decir, aquellos sentidos que fueron transformados por las
organizaciones de mujeres a comienzos del siglo XXI ante una problemática particular y
novedosa asociada a la justicia transicional, derivada de los acuerdos con grupos
paramilitares a partir del año 2002 y que se mantuvo y cristalizó hasta el año 2008.

Entre las múltiples posibilidades de organización de este documento, con el fin de evitar
una lectura jerárquica y de problematizar la idea de una historia de influencias del derecho
internacional en el interno, decidí analizar los actores internacionales luego del estudio de
los movimientos sociales nacionales. Así pues, respecto de los actores internacionales, en
el capítulo 3 me ocupo de analizar los modos en los cuales en el campo del derecho
internacional la violencia sexual fue construida a partir de una noción de honor polisémica,
la cual fue girando a comienzos de la década de 1990 e instalándose en los lenguajes de
los derechos humanos, el derecho penal internacional, el derecho humanitario y la cuestión
de la paz y la seguridad internacional. Todo ello en articulación con las categorías también
emergentes y disputadas del género y la violencia contra las mujeres. Tomo en cuenta de
qué maneras el proceso colombiano, en lo que llamo el caso Colombia, contribuyó a
organizar y producir ese derecho internacional, para lo cual se alimentó de las experiencias
de actores locales en el proceso. Para esto último estudié 30 informes que organismos de
Naciones Unidas y del Sistema Interamericano de Derechos Humanos publicaron respecto
de la situación colombiana entre los años 1981 y 2008.

En el capítulo 4 me detengo en la prensa escrita nacional y regional, que desde la década


de 1990 contribuyó a la configuración de un problema público asociado a la violencia
sexual y al conflicto armado. Los primeros reportes encontrados son del año 1991 –
referidos principalmente a la violencia del Estado más que a la derivada del conflicto
armado, aunque estos límites son un permanente campo de disputa – con un incremento
importante y en ascenso a partir del año 1996. Para este capítulo tuve en cuenta 1238
notas de prensa de 15 periódicos nacionales y regionales hasta el año 2014, que me
permitieron identificar los momentos de intensificación de la enunciación sobre el tema39.

39
El año 2014 aparece como una fecha significativa para estudios posteriores, en razón de la
aprobación en el Congreso de una ley que implicó un ejercicio de incidencia y articulación entre el
Estado y las organizaciones de mujeres, a través de la cual se juridificó en el campo legislativo la
categoría de la violencia sexual en el conflicto armado. Ver Congreso de la República, «Ley 1719
de 2014. Por la cual se modifican algunos artículos de las Leyes 599 de 2000, 906 de 2004 y se
18 Introducción

Las fuentes analizadas se circunscriben a 251 reportes de 11 periódicos que abarcan hasta
el año 2008.

Por último, en el capítulo 5 estudio las formas en las cuales las entidades estatales
participaron activamente en la construcción del campo jurídico de la violencia sexual en el
conflicto armado. Para ello, tomé en consideración tres escenarios principales: la
producción de la violencia sexual como un fenómeno a diagnosticar, como un delito y como
un objeto de atención estatal integral. En el primer caso, me concentré especialmente en
la producción de cifras y estadísticas del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses (INMLCF), cuyos usos fueron de la mayor importancia en la emergencia del
objeto. En el caso de la construcción de la violencia sexual como un delito, analicé
especialmente tres leyes aprobadas de manera específica sobre el tema, las cuales
permiten observar los debates suscitados en el Congreso de la República, los asuntos
polémicos y los usos de la violencia sexual en el conflicto armado por diversos actores,
que redundaron en la cristalización de su emergencia. En especial, me concentro en los
debates que se originaron con la cuestión de la justicia transicional y que derivaron en la
aprobación de la Ley de Justicia y Paz en 2005. Finalmente, el proceso culmina con la
expedición por parte de la Corte Constitucional del Auto 092 de 2008 el cual, a partir de la
información de los demás actores, organizó y sistematizó de maneras novedosas la
experiencia de las mujeres antes y después del desplazamiento forzado, generando
efectos particulares como la creación de un “catálogo de crímenes sexuales” y una
multiciplicidad de órdenes a todo el aparato estatal involucrado, a fin de lograr su atención
integral. Con ello, se selló el proceso de emergencia de la categoría de la violencia sexual
en el conflicto armado y los debates se trasladaron a buscar el cumplimiento de las órdenes
impartidas. Ese proceso que se da después del Auto 092 es parte de otra investigación
pendiente de realizar.

Creo necesario aclarar, antes de empezar, que espero que este texto reconozca en los
distintos actores, especialmente en el movimiento de mujeres y en las mujeres que a través
suyo expusieron su experiencia, una valentía ilimitada para hacer frente y construir
problemas que previamente no existían, en contextos adversos y riesgosos. En ese

adoptan medidas para garantizar el acceso a la justicia de las víctimas de violencia sexual, en
especial la violencia sexual con ocasión del conflicto armado, y se dictan otras disposiciones»
(2014), http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1719_2014.html.
Introducción 19

sentido, reconozco, valoro y agradezco su aporte a la construcción de paz y justicia en el


país. Ello no es impedimento para revisar y analizar críticamente las causas y
problemáticas a las que respondían, especialmente con el ánimo de hacer visibles ciertas
aristas que pueden haber quedado opacadas en el proceso y, más que nada, con el fin de
contribuir a un diálogo vigente sobre la violencia sexual y el conflicto armado.
1. Los movimientos sociales y de mujeres: las
bases de la emergencia de la violencia sexual
(1979-2002).

Presentación

Al rastrear las fuentes disponibles utilizadas para la elaboración de esta tesis – prensa,
informes de organizaciones sociales, de organismos internacionales, de entidades
estatales y estudios similares – es posible constatar que las voces asociadas a los
movimientos sociales, en particular el de mujeres, fueron fundamentales en la emergencia
del objeto social de la violencia sexual asociada al conflicto armado en Colombia.

Este y el siguiente capítulo se proponen presentar los modos como este objeto fue
producido, sus lugares de enunciación y los problemas a los que su emergencia respondió
desde las voces plurales y diversas de los movimientos sociales y particularmente del
movimiento de mujeres.

Para ello, son tres las fuentes tenidas en cuenta: las huellas que el activismo dejó a través
de informes, estudios y declaraciones producidos hasta el año 2008 (que suman 84
documentos40); las notas de prensa en las que las organizaciones sociales posicionaron el
problema social que hacían emerger (103 notas de prensa de periódicos con cobertura
nacional y regional entre 1996 y 200841) y; aquellos trabajos investigativos entre 1982 y
2018 que han tomado por objeto de análisis al movimiento social de mujeres y a la violencia
sexual enunciada por él (27 en total)42.

Hay tres asuntos que deben ser aclarados antes del inicio del análisis: a qué me refiero
cuando hablo de movimiento social de mujeres; las limitaciones de las fuentes y; su
alcance.

40
Se encuentran detallados en el anexo 1.
41
Se encuentran detallados en el anexo 2.
42
Se encuentran detallados en el anexo 3.
Capítulo 1 21

Respecto del primer punto, siguiendo a Mauricio Archila, entiendo por movimiento social
“aquellas acciones sociales colectivas permanentes, orientadas a enfrentar condiciones de
desigualdad, exclusión o injusticia y que tienden a ser propositivas en contextos espacio-
temporales determinados”43. El movimiento de mujeres y el movimiento feminista no son
uno: este último es solo una expresión del primero, pero no todo el movimiento de mujeres
se considera feminista. Para los efectos de esta investigación, el carácter feminista o no
de las diversas expresiones del movimiento de mujeres no es relevante, salvo cuando ellas
mismas lo mencionen. Por esto, más que hablar de movimiento feminista, hablaré de
movimiento de mujeres asumiendo que el primero está contenido en el segundo.

Debo precisar que mi eje de trabajo fue aquella sección del movimiento de mujeres que se
ha formalizado a través de organizaciones no gubernamentales (ONG) o de plataformas
también institucionalizadas y que los trabajos de aquel sector no formalizado han quedado
por fuera de esta investigación44. Dos son las razones para esta selección: una referida al
acceso a la información que, como mencionaré a continuación, presenta dificultades, y
otra, por el grado de incidencia y capacidad de actuación ante el Estado central, medios
de comunicación, las agencias de cooperación y la comunidad internacional, que todas en
su conjunto impactaron las posibilidades de emergencia del problema público de la
violencia sexual. El análisis sobre las organizaciones no institucionalizadas es una tarea
pendiente para futuras investigaciones.

Frente al segundo punto – las limitaciones de las fuentes – debo señalar que analicé
informes, estudios e investigaciones de organizaciones sociales (generalmente
aglutinadas en ONG), redes de organizaciones, estudios de activistas a título individual y
académicas. Estas últimas fueron incluidas teniendo en cuenta que la división entre las
activistas y las académicas fue bastante borrosa durante los años estudiados.

Estos documentos constituyen la huella escrita que el movimiento de mujeres ha dejado a


lo largo de los años y, sin duda alguna, son solo un pequeño vestigio de un enorme trabajo

43
Mauricio Archila, Idas y venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en Colombia 1958-1990,
Segunda edición (Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia, Centro de Investigación
y Educación Popular, 2018), 74.
44
Me refiero a organizaciones barriales, de víctimas, de madres, de mujeres productoras, entre
otras expresiones organizativas cuyo funcionamiento no ha sido institucionalizado ni formalizado.
22 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

de activismo y organización colectiva para el logro de propósitos comunes. El criterio de


selección fueron aquellos documentos que se refirieran de manera expresa a la violencia
sexual, o a través de similares formas de enunciación utilizadas45.

Hay que señalar que las organizaciones de mujeres adoptan dinámicas de trabajo que
difieren entre sí pero que son en general informales. Aunque la mayoría de las
organizaciones que conforman las plataformas se han constituido en ONG, sus posturas,
reflexiones y el resultado de sus trabajos no se incorpora ni en las lógicas de la academia,
ni en las lógicas estatales, y la recopilación de su experiencia es bastante reciente46. En
otras palabras, es difícil recuperar documentos y archivos escritos que permitan acceder a
esta experiencia, pese a que el proceso de oenegización de una parte del movimiento y la
lógica de rendición de cuentas que lleva implícita ha hecho que se hayan producido
algunos documentos47. De las reuniones suelen no quedar actas, si sus trabajos se
vinculan a proyectos de cooperación no siempre sus resultados son publicados (salvo que
así se haya diseñado el proyecto), los debates que se dan al interior de las organizaciones
o entre ellas quedan en la memoria de quienes participaron, en correos electrónicos o en
medios informales, y las publicaciones que se encuentran son escasas y no
necesariamente revelan los debates que subyacen. En otras palabras, la reconstrucción
de esta experiencia encuentra una limitación derivada de la ausencia de un archivo

45
Como violaciones, abuso, violencia de género, delitos sexuales, prostitución, esclavitud sexual,
embarazos, aborto, acceso carnal, acoso, agresión, anticoncepción, ataque sexual, desnudez,
explotación sexual, libertad sexual, mutilación, relaciones sexuales no consentidas, trata de
personas, ultraje, rapto, entre otras.
46
Por ejemplo, la Ruta Pacífica de las Mujeres inició el proceso de sistematización de su experiencia
relativamente pronto: a los 5 años de haberse conformado realizó su primera publicación (La Ruta
Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la guerra. (Bogotá, 2003). Las demás
plataformas de organizaciones no cuentan con esos documentos, o lo han hecho bastante tiempo
más adelante, como es el caso de la Organización Femenina Popular que sólo hasta el 2014, 42
años después del inicio de sus actividades, emprendió el proceso de recopilar su experiencia. Ver
Organización Femenina Popular, Silvia Marcela Yáñez Moreno, y Yolanda Becerra Vega, Re-para
para la Paz. Caminos y reflexiones en el proceso de reparación colectiva de la Organización
Femenina Popular (Barrancabermeja, Santander, 2014),
http://organizacionfemeninapopular.org/docs/publicaciones/RE-
PARAR.pdfhttp://organizacionfemeninapopular.org/docs/publicaciones/RE-PARAR.pdf.)
47
Siguiendo a Wills, podría decirse que el movimiento de mujeres articulado en organizaciones con
un nivel medio o alto de institucionalización, oscila entre el mundo letrado y el mundo oral, sin
pertenecer exactamente al uno o al otro. Sobre la distinción entre estos dos mundos, ver María
Emma Wills O., Inclusión sin representación: la irrupción política de las mujeres en Colombia (1970-
2000), Colección Vitral (Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2007), 241.). Sobre el proceso de
oenegización como parte de una proceso global, me referiré en el capítulo 3.
Capítulo 1 23

constituido. No obstante, eso que se hace público adquiere por ello mismo un valor
significativo, pues hay una intencionalidad de impactar el entorno y, en muchos casos, lo
publicado obedece a un proceso de intensa disputa interna que es el resultado de acuerdos
entre las organizaciones.

Frente al tercer aspecto – el alcance de las fuentes – es preciso señalar que, al analizar
los 84 documentos estudiados de organizaciones, activistas y académicas, en su mayoría
fueron publicados luego de la Constitución de 1991 (salvo tres de carácter académico). En
la década de 1990 se produjeron únicamente nueve publicaciones; entre el 2000 y el 2002
un total de ocho; entre 2003 y 2005 fueron 28 y entre 2006 y 2008 fueron 3548. Estas cifras
nos hablan más de los procesos de socialización de la información a través de
publicaciones e informes, que de los momentos mismos de enunciación. No obstante, ese
proceso de socialización no es desdeñable para la causa de este texto, puesto que es
justamente esa intencionalidad y sociabilidad la que permite identificar la voluntad de
construir un problema y de instalarlo en la agenda pública. Además, como será analizado
en este y en el siguiente capítulo, la producción de informes estuvo asociada a una mayor
preocupación por diagnosticar la situación, que vino de la mano de las estrategias
desarrolladas para la incidencia ante organismos internacionales y derivados, en parte, de
los debates sobre la justicia transicional.

Los documentos seleccionados incluyen estudios inscritos en la academia publicados


hasta el año 200849; informes de organizaciones sociales como la Consultoría para los

48
Una no tiene fecha de publicación. El detalle de cada uno puede verse en el anexo 1.
49
Luz Jaramillo, «Feminismo y Luchas políticas: Anotaciones sobre la Doble Militancia», en La
realidad colombiana, ed. Magdalena León (Bogotá: Asociación colombiana para el estudio de la
población, 1982), 176-89; Maryza Navarro, «El Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el
Caribe», en Sociedad, subordinación y feminismo: debates sobre la mujer en América Latina y el
Caribe (Bogotá: Asociación Colombiana para Estudio de la Población (ACEP), 1982); Socorro
Ramírez, «Las estrategias de sobrevivencia como una dimensión del movimiento de mujeres en
Colombia», Boletín Americanista, 1989; Norma Villarreal M., «El camino de la utopía feminista en
Colombia, 1975-1991», en Mujeres y participación política: avances y desafíos en América Latina,
ed. Magdalena León (Tercer Mundo Editores, 1994), 181-201; Imelda Arana et al., Movimiento
social de mujeres. Actividades preparatorias. Colombia 1994/1995 (Fondo de Desarrollo de las
Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), 1994); Magdalena León de Leal y Sonia E. Álvarez, eds.,
Mujeres y participación política: avances y desafíos en América Latina, 1. ed, Académica (Santafé
de Bogotá, Colombia: TM Editores, 1994); Lola Luna y Norma Villarreal M., Historia, género y
política. Movimiento de mujeres y participación política en Colombia 1930-1991, Edición del
Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad (Barcelona: Universidad de Barcelona, 1994),
http://www.ub.edu/SIMS/libros4.html; Olga Amparo Sánchez, «Las violencias contra las mujeres:
24 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes)50, la Corporación Humanas51, Iniciativa


de Mujeres Colombianas por la Paz (IMP)52, la Ruta Pacífica de las Mujeres53 (en

espacios del ejercicio de la dominación del varón», en Movimiento social de mujeres. Actividades
preparatorias. Colombia 1994/1995 (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer
(UNIFEM), 1994), 72-88; Meertens, «Mujer y violencia en los conflictos rurales»; Gabriela
Castellanos, «Un nuevo movimiento feminista para el nuevo milenio» (Ponencia presentada en el
evento «Movimientos sociales en Colombia», mayo de 1997),
http://institucional.us.es/revistas/warmi/13/3.pdf; Magdala Velásquez, «Reflexiones sobre el
conflicto armado colombiano desde una mirada feminista ¿Una última oportunidad?», En otras
palabras... «Mujeres, violencias y resistencias» 8 (enero de 2001): 20-31; Cecilia Barraza,
Sistematización de la experiencia de la Confluencia Nacional de Redes de Mujeres (Fondo para la
Igualdad de Género (ACDI), 2003); Programa Democracia y Derechos Humanos y Gloria Tobón,
Cartografía de Mujeres. Para pensar los derechos., 2003; María Emma Wills, «Las trayectorias
femeninas y feministas hacia lo público en Colombia (1970-2000) ¿Inclusión sin representación?»
(The University of Texas at Austin, 2004); Lola G. Luna, Los movimientos de mujeres en América
Latina y la renovación de la historia política (Fem-e-libros, 2004); Ochy Curiel, «Aproximación a un
análisis de redes/articulaciones de mujeres colombianas constructoras de paz y/o contra la guerra,
a la luz de la teoría feminista. Documento para el debate» (Mimeo, julio de 2006); Wills O., Inclusión
sin representación; María Cristina Suaza, Soñé Que Soñaba Una Crónica Del Movimiento Feminista
En Colombia de 1975 a 1982 (AECID, 2008); Doris Lamus, «Resistencia contra-hegemónica y
polisemia: conformación actual del movimiento de mujeres/feministas en Colombia», La Manzana
de la Discordia 3, n.o 1 (2008): 25-37.
50
Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca borrar» (Codhes, 17 de
junio de 1999); Codhes, «Codhes informa. Desplazamiento forzado y derechos de la infancia»
(Codhes, 26 de enero de 2000); Codhes, «Codhes informa. Las mujeres en la guerra: De la
desigualdad a la autonomía política» (Codhes, 24 de abril de 2004); Codhes, «Codhes informa.
Huyendo de la guerra» (Codhes, 30 de noviembre de 2007); Codhes, «Tras las huellas del conflicto»
(Codhes, diciembre de 2007); Codhes, «Arauca: Dilemas de guerra, desafíos humanitarios»
(Codhes, mayo de 2008).
51
Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de las mujeres en procesos de
reinserción de excombatientes» (Bogotá, noviembre de 2005); Corporación Humanas Colombia,
«Mujeres entre mafiosos y señores de la guerra» (Bogotá, noviembre de 2007); Corporación
Humanas Colombia y Articulación regional feminista de derechos humanos y justicia de género,
«Informe regional de derechos humanos y justicia de género», 2008; Corporación Humanas, Sin
tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia sexual durante dictaduras y
conflictos armados (Chile, 2008).
52
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz, «Manual para víctimas. En búsqueda del camino
hacia la verdad, la justicia y la reparación» (Bucaramanga, septiembre de 2006).
53
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra.; Ruta Pacífica de las Mujeres, Política antidrogas y sus efectos en la vida y cuerpo de las
mujeres (Medellín, 2004); Ruta Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 2», 2005; Ruta Pacífica de las
Mujeres, «Boletín No. 5», 2005; Ruta Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 6», noviembre de 2005,
6; Ruta Pacífica de las Mujeres, Palabras, representaciones y resistencias de mujeres en el contexto
del conflicto armado colombiano (Medellín, 2005); Ruta Pacífica de las Mujeres, Efectos de la
(des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en Colombia, 2006; Ruta Pacífica
de las Mujeres, «Boletín No. 9. El Auto 092 de 2008. El reconocimiento de las luchas de las mujeres
en situación de desplazamiento», diciembre de 2008.
Capítulo 1 25

ocasiones de manera conjunta con Olga Amparo Sánchez de la Casa de la Mujer54 o con
la Corporación para la Vida Mujeres que Crean55), la Corporación Región56, Corporación
EcoMujer57, Corporación Humanizar58, la Liga de Mujeres Desplazadas59 y la Corporación
Sisma Mujer60; y de plataformas de organizaciones como la Red Nacional de Mujeres61, la
Coalición contra la Vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia

54
Olga Amparo Sánchez y Ruta Pacífica de las Mujeres, Nuevas formas de resistencia civil de lo
privado a lo público. Movilizaciones de la Ruta Pacífica. 1996 - 2003, 2006,
http://www.rutapacifica.org.co/descargas/publicaciones/nuevas%20formas%20de%20resistencia.p
df; Olga Amparo Sánchez G., Las Rutas de los feminismos, pacifismos y resistencias (Ruta Pacífica
de las Mujeres, s. f.); Olga Amparo Sánchez G. y Ruta Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra
las mujeres en una sociedad en guerra, 2008.
55
Ruta Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los
derechos humanos de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana», diciembre de 2003; Ruta
Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Informe sobre las
violaciones de los derechos humanos de las mujeres en Medellín y municipios del Área
Metropolitana» (Medellín, diciembre de 2004); Ruta Pacífica de las Mujeres et al., «Informe sobre
violencia sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos», 23 de octubre de 2008; Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Entre
resistencias y re-insistencias. “Contra el silencio y el olvido”. Informe sobre la violación de los
derechos humanos de las mujeres y el derecho internacional humanitario en Medellín y el Área
Metropolitana» (Medellín, 2005).
56
Alonso Salazar, Mujeres de fuego (Corporación Región, 1993).
57
Norma Villarreal M. et al., eds., Cartografía de la esperanza: iniciativas de resistencia pacífica
desde las mujeres (Colombia: IPIS : Corporación Ecomujer, 2006).
58
Corporación para el desarrollo humano Humanizar, «El tiempo contra las mujeres. Debates
feministas para una agenda de paz», enero de 2003.
59
Patricia Guerrero Acevedo, Por la reparación, ed. Adriana Carrillo (Cartagena de Indias: Liga de
mujeres desplazadas, 2006).
60
Corporación Sisma Mujer, Violencias contra las mujeres en Colombia. ¿Se hará justicia?, 2005;
Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia, 2007;
Corporación Sisma Mujer, Mujeres en conflicto: violencia sexual y paramilitarismo, 2008.
61
Los informes de la Red Nacional de Mujeres fueron realizados en conjunto con Sisma Mujer y
con el “Observatorio de los derechos humanos de las mujeres en Colombia ‘En situaciones de
conflicto armado las mujeres también tienen derechos’”. Red Nacional de Mujeres y Observatorio
de Derechos de las Mujeres en Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos de las
mujeres. Colombia 2005», 2005; Red Nacional de Mujeres et al., «Informe Derechos Humanos de
las Mujeres en Colombia 2006. Las invisibles. Mujeres, desplazamiento y política pública 2002-
2005», 2006; Red Nacional de Mujeres, Observatorio de Derechos de las Mujeres en Colombia, y
Corporación Sisma Mujer, «Audiencia de seguimiento a la Sentencia T-025 de 2004», 10 de mayo
de 2007; Red Nacional de Mujeres y Corporación Sisma Mujer, Más allá de las cifras, 2008.
26 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

(Coalico)62, la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado (MMCA)63, el Grupo de Trabajo


“Mujer y género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación”64, el Comité de

62
Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia,
«Crucemos nuestros caminos», Pútchipu (Bogotá, julio de 2001), 1; Coalición contra la vinculación
de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «La violencia no da tregua», Pútchipu
(Bogotá, octubre de 2001); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto
armado en Colombia, «Las niñas en los grupos armados colombianos», Pútchipu (Bogotá,
diciembre de 2001); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en
Colombia, «¡Los niños y las niñas no queremos estar en la guerra!», Pútchipu (Bogotá, diciembre
de 2002); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia,
«Propuesta de acuerdo humanitario para la protección de los niños, niñas y jóvenes», Pútchipu
(Bogotá, septiembre de 2003); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto
armado en Colombia, «Niños, niñas y jóvenes vinculados a la guerra. La prevención un desafío
urgente», Pútchipu (Bogotá, septiembre de 2003); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y
jóvenes al conflicto armado en Colombia, «Escuchando las voces de las jóvenes excombatientes»,
Pútchipu (Bogotá, agosto de 2004); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al
conflicto armado en Colombia, «Un conflicto que afecta a las niñas y las mujeres», Pútchipu (Bogotá,
noviembre de 2005); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado
en Colombia, «Un informe alterno al del gobierno ante el Comité de Derechos del Niño:
Recomendaciones para el Presidente», Pútchipu (Bogotá, mayo de 2006); Coalición contra la
vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «Impacto del conflicto
armado en los niños y las niñas», Pútchipu (Bogotá, junio de 2007); Coalición contra la vinculación
de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «Conflicto armado e infancia en el
Consejo de Seguridad de la ONU: Un reto para la sociedad civil colombiana», Pútchipu (Bogotá,
julio de 2008); Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en
Colombia, «La justicia juvenil y los procesos jurídicos para niños y niñas en los conflictos armados»,
Pútchipu (Bogotá, diciembre de 2008).
63
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», abril de 2001; Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia.
Segundo avance - 2001», noviembre de 2001; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Conversaciones en la Mesa» (Bogotá, julio de 2003); Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe
2002», febrero de 2003; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de
2004», octubre de 2004; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de
2005», noviembre de 2005; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», diciembre de 2006; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia», diciembre de 2007; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII
Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008.
Violencia sexual», diciembre de 2008; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de
mujeres. Guía para documentar y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y
niñas en contextos de conflicto armado, 2006; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «La
tradición, la semilla y la construcción. Sistematización de tres experiencias de resistencia de
organizaciones de mujeres frente al conflicto armado en Colombia», noviembre de 2005.
64
Grupo de trabajo «Mujer y género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación»,
Recomendaciones para garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres
victimas del conflicto armado en Colombia (Bogotá: USAID (Agencia de los Estados Unidos para el
Capítulo 1 27

América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem)65 y la


Mesa Nacional de Incidencia “Por el derecho a la verdad, la justicia y la reparación con
perspectiva de género”66.

Además de los textos de organizaciones sociales, este capítulo se nutre de la prensa


escrita que se ocupó de las movilizaciones sociales y de los informes que las
organizaciones produjeron en torno al objeto en emergencia. En esta fuente encontramos
103 notas de prensa publicadas entre 1996 y 2008 por los periódicos El Colombiano (7),
El Espectador (7), El Heraldo (1), El Mundo (10), El Nuevo Siglo (9), El País (1), El Tiempo
(45), La República (1), Revista Semana (8), Vanguardia Liberal (10) y Voz (4). A través de
la prensa observamos las formas y mecanismos que las organizaciones utilizaron para
socializar el problema que hacían emerger y los modos en los cuales fue registrado y
moldeado en la prensa67.

Por último, este capítulo se nutre de los análisis previos de investigadoras que se han
preocupado por estudiar la historia del movimiento social de mujeres. Siguiendo a Carolina
Vergel68, los estudios sobre la historia del movimiento de mujeres en Colombia no son tan
numerosos y son bastante recientes, no obstante, resultan ilustrativos para comprender
los problemas a los que las organizaciones se enfrentaban y que sirvieron de condiciones
de posibilidad para la emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado69.

Desarrollo Internacional), 2008).


65
Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer - CLADEM
Colombia, «Diagnóstico del derecho de las mujeres a la vivienda adecuada y el acceso a la
propiedad de la tierra, desde una perspectiva de género en Colombia», octubre de 2007.
66
De nuest
67
Un análisis amplio sobre la prensa y la consolidación de la emergencia en el espacio público será
estudiada en el capítulo 4. El detalle de los 103 reportes de prensa enunciados puede verse en el
anexo 2.
68
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 130.
69
Dentro de estos se encuentran Magdala Velásquez, «El papel de las mujeres en los procesos de
construcción de paz.», en ¿Justicia desigual? Género y derechos de las víctimas en Colombia.,
2009, 21-39; Doris Lamus, De la subversión a la inclusión: movimientos de mujeres de la segunda
ola en Colombia, 1975-2005 (Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2010),
http://www.bdigital.unal.edu.co/47906/1/9789588181660.pdf; Diana Marcela Gómez, Dinámicas del
movimiento feminista bogotano. Historias de cuarto, salón y calle. Historias de vida (1970-1991)
(Universidad Nacional de Colombia, 2011); Lola G. Luna y Norma Villarreal M., Movimientos de
mujeres y participación política, Colombia del siglo XX al siglo XXI, Mujeres y política (Colombia,
2011); Alejandra Azuero, «Science and International Thematic Prosecution of Sex Crimes: A tale of
28 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

Este capítulo está estructurado en dos partes que responden a dos problemas diferentes
a los que se veían enfrentados los movimientos sociales y particularmente el movimiento
de mujeres. En primer lugar, presento algunos elementos de la historia del movimiento de
mujeres antes y después de la Constitución de 1991: básicamente sus relaciones internas,
con el movimiento de derechos humanos y con el movimiento por la paz, así como las
formas en las que se organizaron en torno a la violencia sociopolítica (principalmente
estatal) y en particular la sexual. En segundo lugar, abordo los modos en los cuales el
movimiento de mujeres generó una autonomía particular con los movimientos por la paz y
de derechos humanos y cómo fueron construidas narrativas sobre la causa de las mujeres
en la guerra y, particularmente, las condiciones que permitieron la emergencia de la
categoría de la violencia sexual. Este segundo momento ocurre aproximadamente entre
1996 y 2002.

Un tercer momento, que se ocupa de los debates sobre la justicia transicional que se dieron
a partir de 2002 con ocasión de las negociaciones que el gobierno nacional llevó a cabo
con los grupos paramilitares aglutinados en las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)
y que fueron centrales en la emergencia de la categoría de la violencia sexual, es abordado
en el siguiente capítulo.

A. El movimiento de mujeres en Colombia y su


relacionamiento con la violencia sexual: la gramática
existente entre 1979 y 1996

Más que narrar la historia de los movimientos sociales y de mujeres en Colombia, que por
demás cuenta ya con estudios de los que se nutre esta investigación, mi propósito es dar

re-essentialization?», en Thematic Prosecution of International Sex Crimes, ed. Morten Bergsmo,


First (Oslo: FICHL-PRIO, 2012), 251-90; Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du
droit»; María Victoria Uribe, Hilando fino. Voces femeninas en La Violencia (Universidad del Rosario,
2015); Nina Chaparro y Margarita Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación
política de las mujeres en los procesos de paz en Colombia (1982-2016), Documentos Dejusticia
29 (Dejusticia, 2016), https://www.dejusticia.org/wp-
content/uploads/2017/04/fi_name_recurso_925.pdf; Nina Chaparro, «El Encuentro Feminista
Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres colombianas. Fragmentos del feminismo colombiano»,
en Hacer justicia en tiempos de transición. El papel del activismo y las instituciones en el
fortalecimiento democrático (Siglo XXI Editores, 2018), 167-200.El detalle de los estudios realizados
con posterioridad al año 2008 puede verse en el anexo 3.
Capítulo 1 29

cuenta de las formas en las que en el período 1979 a 1996 las organizaciones de mujeres
plantearon y movilizaron la cuestión de la violencia sexual70.

Desde esta óptica es posible identificar dos momentos en los cuales la violencia sexual
apareció respondiendo a problemáticas concretas: i) durante finales de la década de 1970
y en la década de 1980, ante el aumento y la variación de formas específicas de represión
condensadas en el Estatuto de Seguridad establecido en 1978 y el florecimiento de
organizaciones sociales y feministas y; ii) en el proceso preconstituyente y la cristalización
de las demandas en la Constitución de 1991, que incluyó el despliegue de conferencias
internacionales y del derecho internacional en el cual participaron las organizaciones de
mujeres (entre 1993 y 1996).

Si bien es cierto en este período aún no es posible observar el proceso de emergencia de


la categoría de la violencia sexual relacionada con el conflicto armado, sí es posible
identificar bases de interpretación, de enunciación y de análisis que dieron sentido a un
tejido de argumentos que posteriormente serían rescatados en el proceso de hacer de la
violencia sexual un problema público.

i. Entre las décadas de 1970 y 1980

Los estudios sobre el movimiento social de mujeres coinciden en que fue hacia las décadas
de 1970 y 1980 que empezaron a emerger organizaciones sociales de mujeres, siendo las
primeras la Organización Femenina Popular (1972), la Casa de la Mujer (1982) y la
Asociación Nacional de Mujeres Campesinas e Indígenas de Colombia (ANMUCIC)
(1986). Esto fue parte de un fenómeno más amplio de surgimiento de organizaciones
sociales, como aquellas aglutinadas en torno a la causa de los derechos humanos, como
ocurrió con el Comité de Solidaridad con Presos Políticos (1973), el Comité Permanente
por la Defensa de los Derechos Humanos (1979), el Colectivo de Abogados José Alvear
Restrepo (1980), la Comisión Andina de Juristas – Seccional Colombia (posteriormente

70
El año de 1979 se revela como un punto de inicio porque las fuentes consultadas arrojaron las
primeras expresiones públicas de movimientos sociales y violencia sexual por esta época. El año
de 1996 puede ser catalogado como un momento diferente, pues surgieron organizaciones de
mujeres especializadas en la incidencia sobre la paz. Ello marca el siguiente apartado de este
capítulo.
30 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

Comisión Colombiana de Juristas) (1988), entre muchas otras, las cuales conformarían el
movimiento de derechos humanos en el país71.

Este florecimiento de la acción colectiva es explicable, entre otros factores, por el aumento
de la represión estatal y la transformación de sus modelos, que paradójicamente
posibilitaron las expresiones públicas de la movilización de la sociedad72. Esta represión
condensada en el Estatuto de Seguridad del gobierno Turbay (1978) abrió escenarios
novedosos para la acción política y colectiva en el país, anclados en el emergente lenguaje
de los derechos humanos en la región73.

El lenguaje de los derechos humanos es en sí mismo un campo de estudio que no ha


estado libre de tensiones, disputas y múltiples sentidos. Según Manuel Vargas, este
lenguaje fue utilizado por distintos actores como herramienta de denuncia, solidaridad y
modelo de autoajuste del sistema político entre 1970 y 1991, dando lugar a un consenso
colectivo sobre la necesidad de garantizar los derechos, lo cual se cristalizó en el proceso
de la Constitución de 199174. Aunque el presente trabajo se concentra mucho más en la
década de 1990 y hasta 2008, es claro que ese consenso y la instalación del lenguaje de
los derechos humanos que venía asentándose desde antes, fue motor y lugar de
enunciación de la violencia sexual.

El lenguaje de los derechos humanos incorpora varios aspectos que, aunque no están

71
Para profundizar en la historia del movimiento de derechos humanos, ver Flor Alba Romero, «El
movimiento de Derechos Humanos en Colombia», Programa Andino de Derechos Humanos -
Universidad Andina Simón Bolívar, marzo de 2003,
http://www.uasb.edu.ec/UserFiles/369/File/PDF/CentrodeReferencia/Temas%20de%20An%E1lisis
/Emergencia%20de%20los%20movimientos%20sociales/Art%EDculos/floralbaromero.pdf. Un más
reciente análisis del movimiento de derechos humanos en Colombia puede leerse en Anderson
Manuel Vargas Coronel, «Acción para la conciencia colectiva : la defensa de los derechos humanos
y las luchas por la configuración de la justicia (1970-1991)» (Bogotá, Universidad Nacional de
Colombia, 2020), https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/77740.
72
Para ahondar en este proceso ver, entre otros: Entrevista a María Emma Wills en Chaparro y
Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en los procesos
de paz en Colombia (1982-2016). En el mismo sentido ver Wills O., Inclusión sin representación.
73
Vargas Coronel, «Acción para la conciencia colectiva : la defensa de los derechos humanos y las
luchas por la configuración de la justicia (1970-1991)», 299.
74
Cuya historicidad y matices son descritos y analizados a profundidad en Vargas Coronel, «Acción
para la conciencia colectiva : la defensa de los derechos humanos y las luchas por la configuración
de la justicia (1970-1991)».
Capítulo 1 31

libres de disputas, son relevantes: en primer lugar, la interlocución necesaria con el Estado
como actor garante de los derechos, es decir, ya sea por vía de exigencia por parte de los
movimientos sociales o de incorporación por parte de las mismas a entidades oficiales, el
Estado resulta un actor central en su puesta en marcha. Las formas en las que los
movimientos sociales y en particular el de mujeres se posicionaron ante el Estado, entre
los polos de la oposición o la participación activa en las entidades públicas, son una
cuestión relevante en la historización de la violencia sexual.

En segundo lugar, este lenguaje encuentra como asidero el derecho internacional como
una fuente de interpretación que conlleva a un relacionamiento con organismos y
organizaciones de derechos humanos más allá del plano nacional75. Al respecto, también
las formas de relacionarse con esas organizaciones resultaron fundamentales en el
proceso de emergencia de la violencia sexual. Como veremos, la vigilancia internacional
(tanto oficial como no oficial) y la creación de un diálogo con las agencias de supervisión y
ONG transnacionales fueron elementos centrales en este proceso.

Por último y aunque también bastante disputado, los derechos humanos abren un lenguaje
inteligible al ser posicionados como elementos inherentes al ser humano, irrenunciables y
pretendidamente universales. Este último punto, junto con la responsabilidad de los
Estados en la garantía de los derechos, posibilitó un marco de enunciación sobre la
intolerabilidad de ciertas formas de violencia, que incluirían a posteriori la violencia sexual.

En suma, cuando me refiero en este texto al lenguaje de los derechos humanos, hago
alusión a todo un campo de sentido que incorpora al menos tres elementos: el Estado
como responsable y garante de su cumplimiento; el anclaje en escenarios que involucran
actores locales y trasnacionales y; un discurso que moviliza la noción de protección basada
en la idea de los derechos como inherentes, irrenunciables y universales para todas las

75
Me refiero a organismos internacionales de derechos humanos a aquellas entidades de carácter
interestatal que han sido creadas para la supervisión de los derechos, preferentemente la
Organización de Naciones Unidas (ONU) y los órganos del Sistema Interamericano de Derechos
Humanos (Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos). En cambio, hago referencia a
organizaciones internacionales de derechos humanos para aludir a ONG de carácter no nacional,
que han hecho presencia en Colombia y han monitoreado la situación de protección de derechos.
Entre otras, se encuentran en esta categoría Human Rights Watch (HRW), Amnistía Internacional
y Save the Children.
32 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

personas por el hecho de serlo.

Además del proceso general de florecimiento de la acción colectiva, para el caso particular
de las organizaciones de mujeres es importante resaltar que de acuerdo con los estudios
disponibles, la Declaración de las Naciones Unidas que definió la década de 1975-1985
como la Década de la Mujer, dio impulso a una serie de centros de información,
comisiones, colectivos feministas, organizaciones de mujeres e investigaciones
académicas que apuntaron a identificar las particulares condiciones de las mujeres en
Colombia76. Esta explosión organizativa es en parte producto de una relación entre actores
nacionales e internacionales que tendería a afianzarse y a instrumentalizarse77.

Los colectivos de mujeres articulados de manera autónoma o inmersos en partidos


políticos leían el contexto sociopolítico del país e interpretaban la coyuntura política a la
luz de una perspectiva particular sobre las mujeres y de los énfasis de su propia agenda:
los hoy llamados derechos sexuales y reproductivos (especialmente en torno al aborto), la
autonomía de los cuerpos de las mujeres y la cada vez más creciente preocupación por la
violencia contra las mujeres, incluida la sexual. De manera consistente, en los
comunicados y ponencias de la época – que eran la forma privilegiada de divulgación –
puede leerse una preocupación por la violación sexual contra las mujeres – especialmente
integrantes de movimientos de izquierda – cometida principalmente en la cárcel por
agentes estatales y propiciada por el Estatuto de Seguridad.

Por ejemplo, en la Carta Abierta de las Mujeres del Partido Socialista Revolucionario del 8
de marzo de 1979 puede leerse:

Queremos hablar del Estatuto de Seguridad. El Estatuto de Seguridad que implica


seguridad para que el Estado pueda reprimir, seguridad para que los patrones
puedan explotar, también significa seguridad para que los hombres puedan
violentar a las mujeres.

76
Socorro Ramírez, «Las estrategias de sobrevivencia como una dimensión del movimiento de
mujeres en Colombia», Boletín americanista, n.o 39 (11 de enero de 1989): 188,
https://www.raco.cat/index.php/BoletinAmericanista/article/view/98560. Ver también Archila, Idas y
venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en Colombia 1958-1990, 206.
77
Este aspecto es retomado y profundizado en los capítulos 2 y 3.
Capítulo 1 33

En este momento los cuerpos represivos bien pueden impunemente violar a una
mujer si está presa. Casi que con permiso tácito para hacerlo. Pero no sólo esto
le sucede a una mujer que está detenida o condenada, tiene que soportar las
constantes chanzas, chistes de doble sentido, palabras soeces, torturas en sus
cuerpos incluyendo sus órganos genitales, o presiones sobre maltrato a sus hijos
para que hablen, digan o “confiesen” lo que son y lo que no son.

El Estatuto de Seguridad es seguridad para ejercer la violencia sobre hombres y


mujeres pero sobre nosotras se ejerce además una violencia específica: la
violencia sexual, que refleja la condición de objeto a que la sociedad nos tiene
sometidas. El Estatuto legitima aún más la que siempre se ha ejercido (…)78.

La idea de la violencia sexual como una “violencia específica” que “siempre se ha ejercido”
nos informa sobre las lecturas que las organizaciones de mujeres iban tejiendo en torno a
la violencia sexual en espacios cotidianos y de violencia sociopolítica, que no se reducía a
la violación sino que involucraba también comentarios sexualizados. Aunque el escenario
de la cárcel era quizás el más urgente y el que se adaptaba mejor al contexto sociopolítico
de la represión estatal, estos colectivos de mujeres no renunciaron a la denuncia de la
violencia cotidiana que era potenciada por dicha represión. Esta unión entre lo público y lo
privado, entre la indistinción de la calle y la casa, sería un argumento que se mantendría
pero que, en el proceso de emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado,
adquiriría matices y comprensiones distintas, como profundizaré en el siguiente capítulo.

Según todas las fuentes consultadas, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y


del Caribe llevado a cabo en Bogotá en 1981 es el escenario en el que puede situarse la
emergencia del movimiento de mujeres en Colombia de manera pública y articulada:
“Hasta ese momento, América Latina había permanecido aparentemente ajena al
movimiento de liberación de la mujer. Este primer encuentro no sólo demostró que el

78
María Cristina Suaza Vargas y Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo,
Soñé que soñaba una crónica del movimiento feminista en Colombia de 1975 a 1982, 2009 Anexo.
En el mismo sentido y de manera paralela, el Colectivo de Mujeres de Bogotá denunció en el Foro
Nacional de Derechos Humanos adelantado en Bogotá en marzo de 1979: “(…) en Colombia se
encarcela, se tortura a hombres y mujeres, siendo estas últimas víctimas de una violencia
específica, la violencia sexual”. En Ibid., 67 y anexo.
34 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

movimiento existía, sino que además no se conocía”79.

La violencia contra las mujeres fue uno de los puntos fundamentales de análisis del
Encuentro – aspecto bastante novedoso para su época – al punto de declarar el 25 de
noviembre como el Día mundial de No más violencia contra las mujeres. A partir de ese
año, el 25 de noviembre fue conmemorado como el Día de la no violencia contra las
mujeres, e institucionalizado como tal a nivel internacional por la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 199980. Desde ese entonces y, tal como
intentaré desarrollar, esa fecha ha sido un lugar recurrente de movilización, concentración
y expresión pública del movimiento de mujeres en el país, en el cual pueden rastrearse los
giros de las demandas y la aparición de la violencia sexual como una preocupación del
movimiento. En palabras de Elizabeth Jelin, esa fecha ha constituido una coyuntura de
“activación de la memoria”81. Además, a través de las conmemoraciones de esa fecha
también se ha co-construido el sujeto femenino82, es decir, el propio movimiento se ha
producido a través de esas prácticas y ha delineado un sujeto particular “mujeres”.

En el Primer Encuentro Feminista las activistas en su declaración final exigieron que frente
a las diversas violencias denunciadas83 la “Comisión de Derechos Humanos de las

79
Chaparro, «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres colombianas.
Fragmentos del feminismo colombiano», 171. Lo cual no significa que no existieran previamente
organizaciones de mujeres, significa tan solo que el punto de su articulación y consolidación se da
en la década de 1980, previa la conformación de organizaciones en el segundo lustro de 1970. En
parte esto es explicado por las políticas bipartidistas del Frente Nacional que redujeron las acciones
colectivas e iniciativas políticas en pro de las mujeres (Wills O., Inclusión sin representación, 164.)
Norma Villarreal, por ejemplo, sostiene que “Los primeros grupos feministas fueron surgiendo desde
1975” (Villarreal M., «El camino de la utopía feminista en Colombia, 1975-1991», 183.) y tuvieron
expresiones importantes como la propuesta de constitución de un Frente Amplio de Mujeres en
1977, o la candidatura de Socorro Ramírez a la presidencia en 1978, bajo el reclamo del derecho
al aborto y de garantías para la salud reproductiva. En el mismo sentido ver Jaramillo, «Feminismo
y Luchas políticas: Anotaciones sobre la Doble Militancia», 181; Wills O., Inclusión sin
representación, 175.
80
Organización de las Naciones Unidas, «Resolución aprobada por la Asamblea General. Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.», A/54/PV.83 § (1999).
81
Jelin, «El género en las memorias», 52.
82
En los términos de Lelya Elena Troncoso Pérez y Isabel Piper Shafir, «Género y memoria:
articulaciones críticas y feministas», Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación social
15, n.o 1 (3 de marzo de 2015): 65-90, https://doi.org/10.5565/rev/athenea.1231.
83
“La violencia sexual que se ejerce contra las mujeres; La violación; La prostitución por razones
económicas o como forma de supervivencia social; El hostigamiento sexual a la mujer en el trabajo;
El hecho de que la mujer tenga que recurrir al aborto como forma de regulación de su fertilidad; La
Capítulo 1 35

Naciones Unidas y a la Corte Internacional de Ginebra” iniciaran investigaciones, lo cual


deja ver la importancia que el movimiento regional daba a los organismos internacionales
que recientemente se estaban constituyendo. Debe tenerse en cuenta que sólo hasta el
año 1979 se aprobó el primer tratado internacional que reconocía la discriminación contra
las mujeres en el marco de las Naciones Unidas, y que el derecho internacional se volcaba
a reivindicar derechos específicos para las mujeres en el marco de la Década de la Mujer,
período en el cual se realizaron tres conferencias mundiales referidas al tema: la de Ciudad
de México (1975), la de Copenhague (1980) y la de Nairobi (1985)84.

Aunque para ese momento el derecho internacional aún no se ocupaba a profundidad de


la cuestión de la violencia, el movimiento regional de mujeres señaló con vehemencia en
el Primer Encuentro la preocupación por las diversas formas que la violencia tomaba en el
hemisferio. Para el caso colombiano, el Encuentro denunció la práctica de manera
“alarmante” del uso de la esterilización forzosa y el uso de la violencia sexual, el chantaje
y la utilización de los hijos en contra de las presas políticas85. Teniendo en cuenta el énfasis
del Encuentro, no deja de ser significativo que, con posterioridad, la cuestión de las
esterilizaciones forzadas y de la violencia contra presas políticas haya dejado de ser central
en las denuncias del movimiento de mujeres en el país, lo cual, visto en retrospectiva,
permite evidenciar cómo estos asuntos que estaban instalándose como problemas
públicos en la agenda del movimiento de mujeres, fueron desplazados por otros ligados a
diversas esferas, entre ellas, la guerra.

Otro aspecto importante del Primer Encuentro fue el posicionamiento frente a otros
movimientos sociales que resultaría determinante en la conformación del propio

anticoncepción sin una plena y completa información; La ausencia de investigaciones serias, no


sexistas, sobre métodos de anticoncepción que aseguren el cien por ciento de efectividad y no
atenten contra la salud de la mujer; La esterilización forzosa de las mujeres de nuestro continente;
Las políticas de control de población que nos imponen decisiones sobre nuestra maternidad, por
encima del derecho a elegir el número de hijos deseados”. Disponible en Suaza Vargas y Agencia
Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Soñé que soñaba una crónica del
movimiento feminista en Colombia de 1975 a 1982, 98. Además de la violencia, las resoluciones
del Primer Encuentro recogen aspectos referidos al ámbito del trabajo, de los derechos sociales y
la seguridad social, de la ideología y la educación.
84
Este tema será desarrollado en el capítulo 3.
85
Suaza Vargas y Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, Soñé que
soñaba una crónica del movimiento feminista en Colombia de 1975 a 1982 Anexo.
36 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

movimiento de mujeres y de sus causas. En el Encuentro hubo una disputa entre dos
posiciones asociadas al debate de la doble militancia, o al debate entre las “autónomas” y
las “políticas”86. En resumen, una de las partes en la confrontación señalaba que “la mujer
sufre una opresión específica y que por lo tanto tiene reivindicaciones concretas tales como
la doble jornada, igual salario, al aborto, a la maternidad libre y voluntaria, al control de su
cuerpo…”87, aspecto que ameritaba la conformación de un movimiento autónomo de los
partidos y de otros movimientos, aglutinadas en un movimiento feminista (con lo cual se
acentuaba en la opresión sexual). Por el otro lado, estaban quienes asumían que el
feminismo no era “un proyecto de cambio integral que requi[ri]era de grupos autónomos”88
porque la opresión de las mujeres se explicaba por otros sistemas opresivos (lo cual
enfatizaba en la explotación de clase). Según la posición que se planteara, se justificaba
la conformación autónoma de organizaciones de mujeres, o el trabajo en una doble
militancia en estas y otras organizaciones mixtas con agendas más amplias.

Esta disputa sobre la doble militancia fue importante para la emergencia y posicionamiento
del objeto de la violencia sexual. Muchas de las feministas que crearon organizaciones de
mujeres previamente habían militado en organizaciones o partidos de izquierda, los cuales
fueron denunciados por ellas como patriarcales, discriminatorios o que no respetaban la
agenda de las mujeres, lo que ameritaba espacios propios y autónomos que impulsaran la
agenda específica de las mujeres en el país89. En otras palabras: para muchas, los

86
Disputa que Doris Lamus califica como “la fractura de origen”, en tanto señala que esa tensión se
mantiene en la conformación y desarrollo del movimiento (Lamus, De la subversión a la inclusión,
105-17.). Los debates sobre la pertenencia a partidos políticos o la creación de fuerzas autónomas
puede rastrearse previamente, por ejemplo con la creación en la década de 1960 de la Avanzada
Femenina Insurgente Nacional, que agrupaba en dos alas a las mujeres liberales y a las
conservadoras, para fijar una agenda propia con capacidad de negociación. Al respecto, ver Luna
y Villarreal M., Historia, género y política. Movimiento de mujeres y participación política en
Colombia 1930-1991, 159.
87
Navarro, «El Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe», 264; citado en Lamus,
De la subversión a la inclusión, 107.
88
Navarro, «El Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe», 264; citado en Lamus,
De la subversión a la inclusión, 107.
89
En el estudio que hace Nina Chaparro sobre el Primer Encuentro Feminista, Claudia Mejía
(fundadora de Sisma Mujer), Beatriz Quintero (de la Red Nacional de Mujeres) y Olga Amparo
Sánchez (directora de la Casa de la Mujer) califican esas organizaciones de izquierda como
patriarcales, discriminatorios e irrespetuosos de las agendas de las mujeres. Ver Chaparro, «El
Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres colombianas. Fragmentos del
feminismo colombiano», 178, 182 y 194, respectivamente.
Capítulo 1 37

movimientos sociales ya existentes – como el de paz o el de derechos humanos – no tenían


el potencial de asumir las banderas de las mujeres, por lo cual era necesario organizarse
en torno a esta causa específica. ¿Cuál era entonces esa especificidad? El movimiento
tendría que “encontrarla” y, en ese proceso de búsqueda, la violencia sexual empezaría a
ocupar un lugar cada vez más central.

Esa búsqueda se vio fuertemente marcada por el aumento significativo de la violencia


organizada y la represión, y de la institucionalización de los discursos sobre los derechos
de las mujeres frente a los cuales el Estado colombiano parecía comprometerse, al menos
normativamente90. Así, la guerra y el derecho enlazaron las causas feministas con el
movimiento por la paz y el movimiento de derechos humanos, aunque con énfasis
notoriamente distintos. Este proceso se juntó en el reclamo de una nueva Constitución,
que fracturó y generó un nuevo momento sociopolítico en el país.

ii. El proceso preconstituyente, la Constitución de 1991 y


la ilusión por su puesta en marcha: “Ahora sí empezó
la paz”

A lo largo de la década de 1980 la violencia alcanzó altos niveles en el país, los


movimientos sociales emergieron con más fuerza y el llamado por lograr acuerdos de paz
con las organizaciones armadas ocupó un lugar central en la agenda pública. Tras finalizar
el período del gobierno de Betancur (1982-1986), la acción de las organizaciones de
mujeres tuvo nuevamente un lugar significativo en el marco de las movilizaciones por la
paz (entre 1987 y 1990), y de los actos preparatorios para la modificación de la
Constitución de 188691. Este escenario fue propicio para la articulación de las agendas de
las organizaciones, que intentaron impactar la Constitución con demandas que lograron

90
De manera paradójica con las políticas represivas del presidente Turbay, su gobierno firmó y
ratificó en 1981 la «Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra
la Mujer (CEDAW)» (1979)., aspecto que daría un impulso legal a las demandas del movimiento de
mujeres.
91
Villarreal M., «El camino de la utopía feminista en Colombia, 1975-1991», 187. Vale la pena
resaltar, siguiendo a Wills, que 1988 inaugura “el arribo de la masacre como arma de guerra”, lo
cual es importante para entender la urgencia de articulación a la que se ve abocado el movimiento
de mujeres (Wills O., Inclusión sin representación, 210.)
38 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

quedar inscritas en el nuevo pacto político92.

El proceso constituyente potenció al movimiento de mujeres en el país, al menos por tres


razones. En primer lugar, el carácter participativo del proceso permitió la emergencia y
multiplicación de iniciativas de organizaciones de mujeres en diversas partes del país y su
implicación en la incidencia frente al Estado y para el derecho93. En segundo lugar, se logró
el reconocimiento de derechos antes inexistentes en el plano constitucional (como la paz
y la igualdad reconocida explícitamente por razones de “sexo”) y, en tercer lugar, posibilitó
espacios de participación ciudadana inexistentes hasta entonces94.

Para lograr que los derechos reconocidos en la Constitución de 1991 se materializaran,


diversas expresiones del movimiento crearon la Red Nacional de Mujer y Constituyente,
que posteriormente se transformó en la Red Nacional de Mujeres. La esperanza
ambientaba la acción: “ahora sí empezó la paz”95.

La Constitución y los acuerdos con actores armados que la precedieron y se dieron


posteriormente96 generaron la idea de que la paz era posible. Además, el nivel de
participación ciudadana para lograr su firma y lo que finalmente fue acordado cambió el

92
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en
los procesos de paz en Colombia (1982-2016), 29, 39. Para profundizar en los antecedentes de la
Constitución y en la participación política de las mujeres, ver Wills O., Inclusión sin representación,
219; Lamus, De la subversión a la inclusión, 248. Es interesante señalar que Archila considera que
hasta 1990 las expresiones del movimiento social de mujeres eran menos visibles que otros
movimientos, no obstante, que tuvieron “gran eficacia a la hora de las modificaciones legales y (…)
de las prácticas cotidianas” (Archila, Idas y venidas, vueltas y revueltas: protestas sociales en
Colombia 1958-1990, 209.)
93
Wills O., Inclusión sin representación, 223.
94
Barraza, Sistematización de la experiencia de la Confluencia Nacional de Redes de Mujeres, 7;
Wills, «Las trayectorias femeninas y feministas hacia lo público en Colombia (1970-2000) ¿Inclusión
sin representación?», 187.
95
Entrevista a Beatriz Quintero en Chaparro, «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe
y tres mujeres colombianas. Fragmentos del feminismo colombiano», 187. Un análisis detallado de
los inicios de la Red Nacional de Mujeres se encuentra en Lamus, De la subversión a la inclusión,
247-66. Valga anotar que el proyecto programático de la Red de 1991 no incluía ningún aspecto
relacionado con el conflicto armado ni con la violencia contra las mujeres.
96
Con el Movimiento 19 de Abril (M-19), el Ejército Popular de Liberación (EPL), el Partido
Revolucionario de los Trabajadores (PRT), el Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL), la
Corriente de Renovación Socialista (CRS), las Milicias de Medellín y el Frente Francisco Garnica
de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), todos entre 1990 y 1994. Ver Chaparro y
Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en los procesos
de paz en Colombia (1982-2016).
Capítulo 1 39

tipo de relacionamiento de la sociedad con el Estado: un Estado que era visto por el
movimiento de mujeres como patriarcal y “que corrompe cualquier intento de fundar
mundos distintos”97. En palabras de Beatriz Quintero de la Red Nacional de Mujeres:

Antes de la constituyente nosotras las feministas no mirábamos al Estado.


Entonces después el Estado con todas sus cortes se empieza a mirar.
Empezamos a ver un actor con el que hay que interlocutar (…). Yo creo que en
Colombia cambió hasta su lenguaje antes y después del 91. La palabra derechos
apareció. Antes no existía98.

Estos tres elementos conjugados – nuevos derechos, la idea de la paz instalada y la


apertura de mecanismos de participación – incidieron para que el movimiento de mujeres
concentrara sus esfuerzos y agendas en el desarrollo de políticas públicas y para que
algunas de sus integrantes fueran a trabajar a entidades del Estado, con la ilusión de poner
en marcha la promesa constitucional. Las principales apuestas giraron en torno a una
política de igualdad de oportunidades y al acceso al aborto, aunque también hicieron
incidencia alrededor de la violencia contra las mujeres99.

Además de la incidencia ante el Estado, el movimiento de mujeres reconoció con mucha


más fuerza la importancia de participar e incidir ante los organismos internacionales de
derechos humanos que vigilaban la situación de Colombia. Este aspecto implicó la
participación de manera muy activa en el desarrollo de las conferencias internacionales y
el derecho internacional sobre las mujeres. Como detallaré en el tercer capítulo, esos
escenarios fueron co-construidos por las organizaciones de mujeres colombianas, puesto
que hicieron presencia en sus debates y la experiencia nacional fue tomada como un
referente para las reflexiones. El trabajo en torno a esos escenarios ayudó a consolidar el
movimiento, impulsó su trabajo en torno a la violencia y generó dinámicas que promovieron
las acciones concertadas entre ellas. Además, propició circuitos de información que

97
Wills O., Inclusión sin representación, 173.
98
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en
los procesos de paz en Colombia (1982-2016), 43.
99
Uno de los resultados fue la expedición de la Ley 294 de 1996 sobre violencia intrafamiliar
Impulsada por Piedad Córdoba, quien era senadora para el momento. Al margen de esta
experiencia, las agendas de incidencia del movimiento de mujeres y las iniciativas gubernamentales
y del Congreso no fueron articuladas. Ver Wills O., Inclusión sin representación, 228, 244.
40 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

incitaron reflexiones sobre la violencia sexual en el conflicto armado, por ejemplo, a partir
de la experiencia ampliamente conocida de lo ocurrido en la Antigua Yugoslavia y en
Ruanda, frente a las cuales se habían creado tribunales internacionales en 1993 y 1994.

En el hemisferio americano, sin duda, la aprobación en 1994 de la Convención


Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(Convención de Belém do Pará) constituyó un hito trascendental que ha articulado el
trabajo de las organizaciones entre lo nacional y lo interamericano100. Por parte del Sistema
de Naciones Unidas, la Conferencia de Derechos Humanos realizada en Viena (1993101) y
especialmente la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer, Igualdad, Desarrollo y Paz
realizada en Beijing (1995102), fueron escenarios importantes de articulación del
movimiento de mujeres que derivaron en la incorporación de cuestiones referidas a la
violencia y de manera específica a la violencia sexual.

En el marco de los preparativos de la conferencia de Beijing (1995), en Colombia se


realizaron diferentes actividades, algunas de las cuales fueron apoyadas por el Fondo de
Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM)103 y compiladas en un texto
escrito por varias activistas y organizaciones de mujeres en el país, que exponen la
interpretación sobre la situación de las mujeres en la década 1985-1995104. Por su
importancia para entender la gramática existente frente a la violencia sexual, a

100
La «Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer
(Convención de Belém do Pará)» (1994). es el único tratado internacional en el mundo que se
concentra específicamente en la cuestión de la violencia contra las mujeres e incorpora el derecho
de las mujeres a una vida libre de violencias, es decir, lo eleva a categoría jurídica. A su luz, en
Colombia se han desarrollado normas y se han litigado casos de violencia sexual. Fue incorporada
mediante Ley 248 de 1995.
101
Donny Meertens destacaba, en 1995, que gracias al movimiento internacional de mujeres, la
Declaración de Viena de 1993 reconoció la violencia sexual como violación a los derechos humanos.
Ver Meertens, «Mujer y violencia en los conflictos rurales», 38.
102
En la que participó Beatriz Quintero de la Red Nacional de Mujeres. Luego de su regreso se creó
“La ruta de El Cairo a Beijing” para mostrar a las mujeres de las regiones la información de la
plataforma de acción de Beijing: “Todo esto ayudó a consolidar el movimiento de mujeres en
Colombia”. Ver Chaparro, «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres
colombianas. Fragmentos del feminismo colombiano», 189. En el mismo sentido ver Lamus, De la
subversión a la inclusión, 242; Wills O., Inclusión sin representación, 229.
103
Con la reestructuración en julio de 2010 de la ONU, UNIFEM fue fusionado con otras instituciones
y dio lugar a la creación de la actual ONU Mujeres.
104
Arana et al., Movimiento social de mujeres. Actividades preparatorias. Colombia 1994/1995.
Capítulo 1 41

continuación describo alguno de los aspectos más significativos.

Olga Amparo Sánchez105 fue la encargada de escribir el capítulo “Las violencias contra las
mujeres: espacios del ejercicio de la dominación del varón”. Allí la autora hace alusión a la
naturalización, silenciamiento y marginalidad de la violencia contra las mujeres en las
normas:

El avance, aún no el deseado, de incluir la violencia contra las mujeres como una
violación de los derechos humanos, ha sido una tarea ardua del movimiento
feminista a nivel nacional e internacional, confrontando la normatividad social que
naturalizaba y silenciaba la cruenta realidad de la violencia contra las mujeres.
Este cuestionamiento ha dotado de contenido político y reivindicativo un problema
silenciado y marginado de las decisiones políticas106.

En palabras de la autora: la violencia contra las mujeres era un “invisible social”:

Ha sido el movimiento feminista, a nivel nacional e internacional, quien se ha dado


a la ardua tarea de reconceptualizar la violencia contra las mujeres, de desarrollar
modelos de atención para mujeres en crisis y metodologías de trabajo, de
visibilizar lo que ha sido un "invisible social"-la violencia contra las mujeres-,
romper el silencio y colocarla en el debate político de los Derechos Humanos,
tratando de superar la presentación de la violencia como un conjunto de
anécdotas y de experiencias que emergen a título de noticia en los casos más
espectaculares107.

El capítulo cuenta con un apartado titulado “Violencia sexual como una forma de terrorismo
sexual contra las mujeres”108. Allí se afirma que la violencia sexual se denomina a “todas

105
Quien representa uno de los ejemplos más notorios de la participación de las mujeres feministas
en el Estado por haber sido la directora de la Dirección Nacional para la Equidad de la Mujer, que
empezó a funcionar en el año de 1995, directora de la Casa de la Mujer (creada en 1982) y
cofundadora de la Red Nacional de Mujeres.
106
Sánchez, «Las violencias contra las mujeres: espacios del ejercicio de la dominación del varón»,
73.
107
Ibid., 74.
108
La noción de terrorismo sexual será retomada por la misma autora y la Ruta Pacífica en Sánchez
G. y Ruta Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra, 95.
Es un concepto que no es generalizado para el resto de organizaciones y que no circula de manera
42 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

las formas de considerar a la mujer como un objeto sexual, como una cosa que se puede
usar” y que “constituye para las mujeres una forma de vida impuesta, aunque no sean
víctimas directas”109. En otras palabras: la amenaza de violencia sexual es una constante
en la vida de las mujeres. Sobre esa violencia dice el texto:

La visión de una sociedad que no esclavice implica pasar por reconocer los peores
aspectos de la opresión y la subordinación. Pero la esperanza abre la oportunidad
de crear una nueva estructura política y un nuevo orden social. Tener la esperanza
significa exigir y encontrar un mundo que esté libre de la violencia y el terrorismo
sexual. Conocer lo peor nos da la libertad de luchar por lo mejor110.

Lo anterior nos deja ver un discurso más amplio sobre la violencia contra las mujeres que
se fundamentaba en la narrativa del silenciamiento, la naturalización y la marginalidad y
que intentaba ser conjurada desde el plano internacional y nacional en el marco del
lenguaje de los derechos humanos, como mecanismo para hacer visible ese “invisible
social”. Plantea además que la violencia sexual era, en términos generales, considerada
“lo peor”. Esa narrativa fue articulada con la cuestión del conflicto armado – en el capítulo
“Las violencias más invisibles: por etnia, orientación sexual, y contra las mujeres en zona
de confrontación armada” – en la cual las organizaciones asociaron la especificidad de la
violencia contra las mujeres en la guerra a dos actos particulares: la “violación” y el
desplazamiento. Sobre el desplazamiento hay un desarrollo más amplio fundamentado en
estudios (y la falta de desagregación de estos), mientras que sobre la “violación”
únicamente se dice que las mujeres son violadas por todos los actores del conflicto
(ejército, guerrilla y paramilitares):

Hemos afirmado que la violencia contra las mujeres es un invisible que se


construye socialmente, entre otras cosas porque se da un consenso por el cual
se atribuye a la naturaleza lo que ha producido la cultura; lo invisible no es lo

constante en otros informes ni en la opinión pública.


109
Sánchez, «Las violencias contra las mujeres: espacios del ejercicio de la dominación del varón»,
76.
110
Ibid.
Capítulo 1 43

oculto, sino lo denegado, lo interdicto de ser visto111.

Esta distinción entre la naturaleza y la cultura y su efecto de invisibilización, que no es


tampoco natural sino que hace parte de un proceso de negación social, constituye uno de
los aportes fundamentales que los feminismos plantearon respecto de la violencia contra
las mujeres, incluida la sexual. Reconocer la vivencia específica de las mujeres y
reinterpretar sus causas como producto social y no natural, quebraron la gramática
existente hasta entonces y abrieron paso a la acción política.

En el mismo texto, en el apartado sobre la “violencia en las zonas de conflicto armado”,


Olga Amparo Sánchez dice:

La violencia en las zonas de conflicto armado implican a los grupos más


vulnerables: campesinos-as, niñas-os, líderes políticos, población civil; pero
contra las mujeres se ejerce una violencia específica en razón de su condición de
mujeres. Por ejemplo, son violadas tanto por el ejército, como por la guerrilla y los
paramilitares; y es en "la mujer desplazada en quien recae, en la mayoría de los
casos, todo el peso de la situación producida por la violencia y el desplazamiento
(…)”112.

Hay una gramática común entre el discurso de la violencia sexual en general y la del
conflicto armado: se lee como una violencia específica contra las mujeres, enmarcada en
el silenciamiento, y como un invisible que ha sido naturalizado y que constituye lo peor,
que a su vez marca la esperanza a través de dos vías: romper el silencio y dotarla de un
carácter político al incluirla en los debates de los derechos humanos.

Estas premisas permearon la emergencia del problema público de la violencia sexual en


el conflicto armado, proceso que se empezó a gestar a partir de 1996, como paso a
explicar.

111
Ibid., 78.
112
Ibid.
44 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

B. La emergencia y trabajo de las plataformas de mujeres


asociadas por la paz: entre 1996 y 2002

En el período 1995 y 2000, siguiendo a María Emma Wills, se evidenció una dislocación
entre, por un lado, el acceso a nuevos derechos y formas de ciudadanía y, por el otro,
dinámicas de guerra en ascenso. En este contexto, el campo del activismo feminista se
fracturó en dos rutas (a menudo con fronteras muy porosas): aquellas que trabajaban en
el empoderamiento de las mujeres desde una posición antiestatal, y quienes buscaban la
consolidación de la democracia a través de la incidencia política ante el Estado. En el
primer caso, la actuación del movimiento buscaba incidir sobre los actores armados
(incluido el estatal) y empoderar a las mujeres, mientras que en el segundo, había un nicho
de actuación en los partidos políticos y ante agentes estatales113.

Esta diferencia en las rutas de trabajo asumidas puede permitirnos rastrear los caminos
divergentes que tomaron las organizaciones y comprender el surgimiento de plataformas
de mujeres en torno a las cuestiones de la guerra y la paz. Por un lado, aquellas que como
la Ruta Pacífica de las Mujeres inicialmente priorizaron la labor de movilización social y,
por otro, las organizadas en torno a la Red Nacional de Mujeres que priorizaron la
incidencia ante y dentro del Estado. Con el paso del tiempo, ambas plataformas fueron
fluctuando e incursionando en las estrategias inversas114.

Según Beatriz Quintero de la Red Nacional de Mujeres, en una mirada retrospectiva, el


recrudecimiento del conflicto a partir de 1996 y la desinstitucionalización del país debido al
proceso 8.000 tuvo un impacto importante: “el movimiento feminista en Colombia se
empezó a desdibujar. Se concentró en la guerra y dejó de ser feminista. No fue su culpa”115.

113
Wills O., Inclusión sin representación, 207-48.
114
En este sentido dice Lamus:“Las «apuestas políticas» son también diversas, acentuándose su
orientación, desde mediados de los 90, en dos sentidos: una, por la salida negociada del conflicto
armado, contra la guerra y por la paz y, dos, por la incidencia política, lo que implica interlocución
con el Estado, organizaciones gubernamentales de nivel local, regional o nacional, buscando ubicar
en la agenda pública los temas y los intereses de las mujeres, y con éstos los de las comunidades
y del país en su conjunto. Este deslinde reconfigura política y estratégicamente el movimiento de
mujeres, en el contexto de «nuestra guerra sin nombre». Sin embargo, avanzado el nuevo siglo,
cada vez más, la primera incursiona hacia las estrategias de la segunda y a la inversa”. Ver Lamus,
«Resistencia contra-hegemónica y polisemia», 32.
115
Chaparro, «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres colombianas.
Fragmentos del feminismo colombiano», 189. El proceso 8.000 fue un proceso judicial iniciado en
Capítulo 1 45

Al margen del carácter feminista o no del movimiento de mujeres, es cierto que las
apuestas que tenían fueron girando hacia las cuestiones de la guerra, y llevó a la
proliferación de nuevas organizaciones ya más especializadas en los efectos del conflicto
armado, aspecto propiciado en parte por el aumento de la cooperación internacional y la
presencia permanente de organismos internacionales (ver capítulo 3):

por oposición a la idea de que la guerra mata el movimiento, las mujeres


colombianas organizadas se duplican por todo el territorio en momentos de
exacerbamiento del conflicto armado colombiano116.

A partir del segundo lustro de la década de 1990 surgieron, entre otras, la Ruta Pacífica
de las Mujeres (1996), la Corporación Sisma Mujer (1998), la Mesa Nacional de
Concertación de Mujeres (2000), la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado (2000) y la
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (2002). Además, organizaciones que ya
existían pero cuya agenda no estaba marcada por la guerra, tuvieron que girar sus
acciones hacia la denuncia provocada por los ataques de los actores armados; tal fue el
caso de la Red Nacional de Mujeres, ANMUCIC y la Organización Femenina Popular
(OFP)117.

1995 en contra del entonces presidente de la República Ernesto Samper (1994-1998), bajo la
acusación de recibir financiación del narcotráfico para su campaña presidencial. Este proceso
finalmente finalizó con preclusión (fue archivado) por la Cámara de Representantes. Debe tenerse
en cuenta que el gobierno de Samper fue el primer gobierno elegido después de la aprobación de
la Constitución de 1991, de tal manera que una parte importante del movimiento social – incluido el
de las mujeres – se había avocado a materializar los postulados constitucionales mediante el trabajo
articulado con el Estado. El efecto de desinstitucionalización provocado por el señalamiento del
vínculo con el narcotráfico, tuvo también un impacto en la esperanza frente a un cambio radical con
la Constitución y afectó fuertemente la relación de los movimientos sociales con el Estado.
116
Corporación Sisma Mujer y Mujeres en Zona de Conflicto, «Diagnóstico: “Mujer, paz y seguridad.
Los movimientos de mujeres y paz en Colombia. Desde los años noventa hasta hoy”», julio de 2010,
16 y 17. En el mismo sentido ver Angélika Rettberg, Buscar la paz en medio del conflicto: un
propósito que no da tregua: un estudio de las iniciativas de paz en Colombia (desde los años 90
hasta hoy), 1. ed, Colección Informes especiales (Bogotá, Colombia: Universidad de los Andes,
CESO, Programa de Investigación sobre Construcción de Paz en Colombia : Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo, 2006), 24; Luna y Villarreal M., Movimientos de mujeres y
participación política, Colombia del siglo XX al siglo XXI, 212; Wills O., Inclusión sin representación,
247.
117
Para profundizar en estos aspectos, en el caso de ANMUCIC, puede leerse Corporación Sisma
Mujer y Mujeres en Zona de Conflicto, «Diagnóstico Mujer, paz y seguridad», 13. Para el caso de la
OFP, ver Organización Femenina Popular, Yáñez Moreno, y Becerra Vega, Re-para para la Paz.
Caminos y reflexiones en el proceso de reparación colectiva de la Organización Femenina Popular,
46 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

Esta expansión del movimiento de mujeres se dio en un contexto de emergencia de


organizaciones articuladas en torno a la paz: Redepaz (1993), la Asamblea Permanente
de la Sociedad Civil por la Paz (1998), Indepaz (1998), Fundación Ideas para la Paz (1999)
y Planeta Paz (2000), que fueron conformando el movimiento nacional por la paz.

El panorama para la segunda mitad de la década de 1990 era, entonces, el de movimientos


sociales ampliados y expandidos. El movimiento de mujeres encontró articulaciones en el
movimiento por la paz y en el movimiento de derechos humanos118. Ambos movimientos
tenían agendas diferentes y, aunque trabajaban en paralelo, era claro que sus ejes
centrales distaban entre sí: el movimiento por la paz le apuntaba fundamentalmente a la
negociación del conflicto armado; el movimiento por los derechos humanos reaccionaba a
la masiva violación de derechos perpetrada y auspiciada por el Estado, que se manifestaba
en detenciones, allanamientos, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, entre otras.
Sus posiciones sobre la posibilidad de brindar amnistía eran distintas: el movimiento por la
paz predicaba la primacía de la paz y no objetaba la posibilidad de las amnistías; el
movimiento de derechos humanos se fundamentaba en la idea de un derecho a la justicia
innegociable, en el marco de la consolidación de instrumentos de derecho internacional
que fortalecían los derechos de las víctimas119.

El movimiento de mujeres no estuvo al margen de las demandas y escenarios de trabajo


de los otros dos movimientos, no obstante, uno de los ejes articuladores del movimiento
de mujeres a mediados de los años 90 fue la cuestión de la paz, sin que esto haga suponer
que no había tensiones al interior del movimiento por este asunto120.

35.
118
Agradezco a Beatriz Quintero, de la Red Nacional de Mujeres, por alertarme sobre la importancia
para el movimiento de mujeres de la diada paz-derechos humanos. Beatriz Quintero, Conversación,
2 de mayo de 2019.
119
Entre las dos posturas hay una enorme cantidad de matices y las organizaciones van y vienen
entre ambas. Esta distinción se hace por los énfasis de los movimientos frente a esas posiciones.
120
Norma Villarreal y Lola Luna lo indican así: “hay organizaciones de mujeres cuya actuación está
más al lado de la defensa de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario y hay
otras que se vinculan más por el lado de la paz como ausencia de confrontación. Unas rechazan el
conflicto armado y reclaman acuerdos, transformaciones y paz desde su condición de ciudadanas
mujeres, otras desde su condición de madres, esposas, hijas y familiares. El tipo de tema al cual se
enfocan plantea diferencias de contenido y prácticas. El tema de los derechos humanos supone una
confrontación más directa con los violadores cualquiera sea el origen de los violadores y el reclamo
de una efectiva justicia”. Ver Luna y Villarreal M., Movimientos de mujeres y participación política,
Capítulo 1 47

Tres factores incidieron en la articulación estrecha entre los movimientos: la intensificación


del conflicto armado121; las iniciativas y los acuerdos de paz entre diversas guerrillas y el
Estado y; la preponderancia cada vez mayor de un discurso de derechos humanos que
aglutinó las demandas de los tres movimientos.

Es en este escenario que a mediados de los años 90 se dio la emergencia de las


plataformas de mujeres articuladas a la paz y a la guerra y, es en este marco, que el
movimiento de mujeres organizado necesitó de un discurso propio que le permitiera
posicionarse de manera autónoma en un contexto dominado fundamentalmente por
prácticas que ellas consideraban excluyentes frente a las demandas femeninas (aspecto
que era denunciado desde antes, como vimos previamente). Aunque ya no se trataba del
debate de la doble militancia, sí estuvo presente la cuestión de la autonomía: ¿por qué las
agendas de las mujeres no podían ser una con las de la paz o las de los derechos
humanos? ¿Dónde radicaba su especificidad? Como procederé a explicar, la respuesta
fue formulada por el movimiento de mujeres en torno a dos ejes: el desplazamiento forzado
y la violencia sexual. Veamos.

Entre los años 1996 a 1998, Olga Amparo Sánchez122 fue designada como directora de la
Dirección Nacional para la Equidad de las Mujeres (Dinem), oficina que “concretó las
primeras experiencias de las feministas del movimiento de mujeres en el Estado”123. Esta
experiencia fue doblemente importante para el movimiento feminista: por un lado, fue la
primera vez que una feminista de corriente autónoma era nombrada en un alto cargo

Colombia del siglo XX al siglo XXI, 211. Este giro del activismo de diversos sectores sociales hacia
las cuestiones de la guerra y la paz no es exclusivo del movimiento de mujeres. Por ejemplo, Patricia
Buriticá (líder sindical que hacia el 2002 creó la Iniciativa de Mujeres por la Paz y en 2006 fue
nombrada comisionada de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación producto del
acuerdo con los paramilitares), lo indica en relación con el Departamento de la Mujer de la Central
Unitaria de Trabajadores: “A partir de 1995, que son los años más duros del paramilitarismo,
comenzamos a vincularnos a las cuestiones de paz, de la no violencia”. Ver Linsu Fonseca, «Patricia
Buriticá Céspedes», en Una Colombia que nos queda, Tercera edición (AECID, 2008), 100.
121
Que era registrada a su vez por organizaciones sociales y por la academia, que empezaba a
hacer análisis sobre los impactos diferentes de la violencia entre hombres y mujeres. Al respecto,
un interesante ejemplo es el artículo pionero de Donny Meertens en 1995, que por primera vez
desagregó cifras del conflicto para determinar el porcentaje de mujeres víctimas. Ver Meertens,
«Mujer y violencia en los conflictos rurales», 42.
122
Directora de la Casa de la Mujer (creada en 1982) y cofundadora de la Red Nacional de Mujeres.
123
Gómez, Dinámicas del movimiento feminista bogotano. Historias de cuarto, salón y calle.
Historias de vida (1970-1991), 51.
48 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

estatal y, por otro, fue fundamental porque al ser una entidad con presupuesto, contribuyó
a la creación de la Ruta Pacífica de las Mujeres en 1996, lo cual también conllevó al
reforzamiento de la división del movimiento de mujeres124.

La Ruta Pacífica de las Mujeres se creó – según la sistematización de su experiencia hecha


en 2003 – en respuesta a los sucesos ocurridos en el Urabá entre 1995 y 1996125: una
tierra donde las mujeres “callaban” y “mascullaban” el dolor de sus muertos, “gemían” por
verlos como verdugos y “se desgarraban de rabia y de vergüenza porque el paso de las
hordas guerreras les había significado a muchas de ellas la violación”126. Al recibir noticias
de que en un lugar del Urabá “el 95% de las mujeres habían sido violadas”, distintas
organizaciones, con el apoyo de Olga Amparo Sánchez que trabajaba en la DINEM,
movilizaron a través de una caravana a más de mil quinientas mujeres “sólo para abrazar
a sus hermanas que sufrían en silencio la vergüenza de la guerra”127.

El 25 de noviembre de 1996, la Ruta Pacífica se fundó a través del encuentro en Mutatá,


hecho que quedó registrado en “la Declaración Fundante”. Allí se lee:

Descubrimos las atrocidades que se ocultan detrás de los silencios: mujeres


desplazadas, viudas, huérfanas, solas, mal acompañadas.

(…) Manifestamos:

(…) No callaremos ante el dolor o el sufrimiento producido por la guerra, o por la

124
Según Doris Lamus, el origen de la Ruta Pacífica está anclado también en una ruptura al interior
de la Red Nacional de Mujeres. La Ruta “se propone trabajar por la tramitación negociada del
conflicto armado en Colombia y por la visibilización de los efectos de la guerra en la vida de las
mujeres. Esta iniciativa compite con la Red en el sentido de captar seguidoras para esta “apuesta”
dentro de las propias organizaciones vinculadas a la Red, tanto en la capital como en ciudades
donde contaba con un importante núcleo de grupos vinculados a ella, como en el caso de Medellín”.
Ver Lamus, De la subversión a la inclusión, 243. Para profundizar en esta experiencia y su
importancia para el movimiento de mujeres ver Wills O., Inclusión sin representación, 232; Chaparro
y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en los procesos
de paz en Colombia (1982-2016), 45; Corporación Sisma Mujer y Mujeres en Zona de Conflicto,
«Diagnóstico Mujer, paz y seguridad», 35; Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du
droit», 292.
125
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra., 13.
126
Ibid., 14.
127
Ibid.
Capítulo 1 49

violencia que se comete contra las mujeres de cualquier parte del planeta, así no
aparezcan en las estadísticas.

(…) Declaramos:

(…) Que la palabra dialogante y comprometida sea la única arma que aquí se
esgrima. Y si no es la palabra y la fuerza material que de ella deviene, ¡Ay de
nuestros hijos e hijas!, futuro incierto el de nuestro país, el de este planeta.
Depararemos entonces una tierra estéril, y las mujeres no tendremos hijos que
vean este oprobio128.

Además de la importancia de la constitución de la Ruta, según el relato de la historia de


ese evento, los talleres previos y la metodología con la cual se convocó a las miles de
mujeres, hicieron emerger un conjunto de símbolos que configuraron un lenguaje particular
capaz de “revolucionar el lenguaje político tradicional” y que se manifestó a través del arte
(“música, pintura, danza, teatro”).

Visto en perspectiva, ese lenguaje particular cargado simbólicamente no solo se constituyó


en los lenguajes de quienes participaron, sino que también tuvo como propósito impactar
a la opinión pública. De hecho, las movilizaciones de la Ruta Pacífica fueron las primeras
en ser registradas por la prensa nacional y regional, imprimiendo en la opinión pública una
tríada de la que emergería la violencia sexual.

El Tiempo, por ejemplo, registró así esta movilización:

No sólo [las mujeres] han tenido que asumir la ausencia de los padres, hermanos,
esposos, compañeros e hijos, sino soportar violaciones y el ultraje de sus cuerpos
y el desplazamiento a ciudades y pueblos que no tienen ninguna política de
atención para ellas129.

128
Ibid., 18 y 19.
129
Redacción El Tiempo, «Matan 8 campesinos en la vía La Llorona», El Tiempo, 22 de noviembre
de 1996, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-597200. Esta movilización también fue
registrada en Redacción El Tiempo, «Mujeres del mundo dicen cómo conseguir la paz», El Tiempo,
25 de noviembre de 1996.
50 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

También el periódico El Mundo de Antioquia dijo:

El propósito de la travesía (…) es llevar un mensaje de solidaridad a las mujeres


de toda Urabá y protestar contra el efecto dañino que produce en ellas la guerra.
Para ilustrarlo, las organizadoras citan lo sucedido en Pueblo Nuevo, en Turbo,
donde la generalidad de las mujeres han sido violadas. De las responsabilidades
no se salvan ninguno de los actores armados legales e ilegales que patrullan por
el lugar130.

Tanto la Declaración Fundante como la prensa tejieron una narrativa que asociaba una
triple afectación en la que se asentó la legitimidad de la movilización de las mujeres en
tanto grupo social, es decir, al margen de otros movimientos y con una identidad basada
en su género: “las atrocidades que se ocultan detrás de los silencios: mujeres desplazadas,
viudas, huérfanas, solas, mal acompañadas” de las que habla la Declaración Fundante, la
vivencia de la “ausencia”, “violaciones y ultraje” y “desplazamiento” que refiere El Tiempo
y la experiencia de Pueblo Nuevo “donde la generalidad de las mujeres han sido violadas”
por todos los actores legales e ilegales que sitúa El Mundo, fueron los lugares a través de
los cuales se respondió a la pregunta por la afectación particular a las mujeres que tenía
por efecto hacer singular la experiencia femenina.

Esa particularidad marcada en la triple afectación – viudez/orfandad, desplazamiento y


violación/ultraje – se leyó además bajo una característica común: “se ocultan detrás de los
silencios”131, es decir, no podía accederse a la experiencia por la ausencia de la palabra.
Es entonces, en este contexto, que esos lenguajes simbólicos que teje la Ruta aparecen
como convenientes y necesarios.

La cuestión del desplazamiento se dio también en un contexto de impacto mediático del


tema que habían impulsado organizaciones como Codhes132 y que movilizaban lo que
denominaban “impactos diferenciados”, que involucraban afectaciones diferentes a

130
«Destino Mutatá», El Mundo, 23 de noviembre de 1996.
131
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra., 18 y 19.
132
Es la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento, la cual fue creada en 1992
y que ha promovido desde entonces la regulación y atención a la cuestión del desplazamiento
forzado en Colombia.
Capítulo 1 51

mujeres, hombres, jóvenes, niños y niñas133. Frente a las mujeres, Codhes afirmaba en
1999 que:

El hecho del desplazamiento afecta de manera particular a las mujeres con


acciones violentas tan particulares como el abuso sexual sin distinción de edades;
estos hechos son denunciados por pocas mujeres, admitiendo ellas mismas que
es un tema que no desean recordar. Al abuso, la desaparición o asesinato de sus
compañeros se suma a la responsabilidad que representa para ellas asumir solas
el cuidado de sus hijos134.

Sin embargo, Codhes no solo señalaba ese impacto diferenciado frente a las mujeres, sino
que también reconocía que el abuso sexual le ocurría a las niñas desplazadas135 y a los
niños-soldados que podían ser víctimas de “explotación sexual” o ellos mismos tener que
violar136.

El año de 1997 implicó dos eventos importantes en el país: la creación en abril de las
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y el proceso electoral que derivó en el cambio
de gobierno de Samper (1994-1998) a Pastrana (1998-2002) que conllevó un giro en las
posibilidades de un proceso de paz con las FARC.

La unificación de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) como un componente


federado de grupos paramilitares (autodenominados de autodefensa), potenció su
capacidad operativa militar en un amplio territorio nacional, incrementando el número de
ataques y generando un aumento importante de víctimas civiles del conflicto137. Esto derivó

133
La preocupación de los impactos diferenciados también emergió de la mano del campo de las
organizaciones con trabajo psicosocial en el país, que planteaba la importancia de comprender los
efectos del desplazamiento en ciertas poblaciones en clave de factores como la edad y el género.
Ver, por ejemplo, Martha Nubia Bello, Elena Martín Cardinal, y Fernando Jiovani Arias, eds., Efectos
psicosociales y culturales del desplazamiento, 1. ed (Bogotá, Colombia: Universidad Nacional de
Colombia, Sede Santafé de Bogotá, Dirección Académica--División de Extensión, Programa de
Iniciativas Universitarias para la Paz y la Convivencia : Corporación AVRE : Fundación Dos Mundos,
2000).
134
Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca borrar», sec. 4.
135
Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca borrar».
136
Codhes, «Codhes informa. Desplazamiento forzado y derechos de la infancia», 8.
137
Al consultar las cifras de la Red Nacional de Información (corte a 1 de mayo de 2019), se
evidencia un incremento notorio de la violencia a partir de 1995 (con 144.475 víctimas). En 1997 la
violencia aumenta de forma significativa (con 305.067 víctimas), encontrando su pico en el año 2002
52 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

en una mayor articulación del movimiento por la paz – siendo el Mandato ciudadano por la
paz una de sus máximas expresiones138 – e implicó, junto con el cambio de gobierno, la
creación de la Confluencia de Redes, promovida por la Red Nacional de Mujeres, como
escenario de influencia en políticas públicas y de cumplimiento de los compromisos
internacionales asumidos por el Estado139.

En este escenario, la Ruta llevó a cabo la conmemoración del 25 de noviembre con el


“Cabildo Internacional de Mujeres por la Paz”, en cuya declaración final se lee:

(…) declaramos:

(…) 2. En contravía a nuestro sentir las mujeres somos involucradas en el negocio


de la muerte. En nombre de la libertad se ahogan las posibilidades reales de ser
mujeres hacedoras de nuestro destino, porque sin permiso es usado nuestro
territorio-cuerpo y porque los guerreros imponen los límites, la guerra sacude
nidos y tumbas.

(…) 4. La dignidad no tiene precio, no se negocian las alas ni los colores del arco
iris. La juventud reverdece en nuestros barrios y las muchachas se preñan
temprano a fuerza de sus ganas. Pero existe otra preñez, la de las mujeres
violadas como es Alba Lucía Rodríguez Cardona140, la condenada por no saber
sobre el aislamiento, la injuria y las rejas. Se detuvo y se truncó su vuelo de mujer-
niña. También están las niñas desplazadas de Pavarandó, ensayando ser nanas
para hijos e hijas desterradas.

(con 871.625 víctimas).


138
Se trató del uso del proceso electoral de octubre de 1997 por parte del movimiento de paz, en el
cual más de diez millones de personas votaron a favor de una negociación política del conflicto
armado, que dio lugar a los acercamientos entre el gobierno y diversas expresiones de actores del
conflicto y que posteriormente derivó en los diálogos de paz en El Caguán con las FARC.
139
Lamus, De la subversión a la inclusión, 257; Barraza, Sistematización de la experiencia de la
Confluencia Nacional de Redes de Mujeres.
140
Se trató de un caso muy conocido en el país, que contó con mucha movilización de
organizaciones de mujeres, en el que una campesina de 19 años de Abejorral (Antioquia), luego de
una violación y tras ocultar su estado de embarazo, tuvo un parto en solitario, luego del cual su hija
murió. El médico que atendió a la mujer señaló que ella ahorcó a la niña y, por esta razón, fue
condenada a 42 años de cárcel. La sentencia fue ratificada en segunda instancia y sólo hasta el
2002 la Corte Suprema de Justicia absolvió y dejó en libertad a Alba Lucía.
Capítulo 1 53

(…) Por todo esto, proponemos:

(…) Que en la negociación se contemple y se recojan las denuncias de mujeres


sobre la violación a los derechos sexuales y reproductivos de las desplazadas, las
adolescentes embarazadas de las que han sido y son víctimas de violación por
los actores armados; actos de los cuales haremos veeduría y denuncias a nivel
nacional e internacional.

(…) Como movimiento de mujeres nos comprometemos a enriquecer la veeduría


impulsando un comité internacional de mujeres solidarias con las propuestas de
paz en las que trabajamos las colombianas; su tarea sería la de ser veedoras de
las condiciones que viven las mujeres en las zonas de conflicto armado, de las
desplazadas y de los actos de violencia y violación contra las mujeres, los niños
y las niñas141.

Dos aspectos resultan significativos de esta declaración: por un lado, la enunciación de


una serie de afectaciones que están ligadas a la sexualidad y a la reproducción y que se
describen bajo la metáfora del “cuerpo-territorio”, la preñez y la violación; y, por el otro, el
reclamo por negociaciones en las que se contemplen las violencias contra las mujeres y el
rol de veeduría que el movimiento de mujeres se autoasigna. La operación es doble: el
ejercicio de descripción del problema tiene por efecto su creación, la identificación de un
tipo propio de violencia femenina; al mismo tiempo, la declaración ubica su solución (las
negociaciones “inclusivas”, por llamarlas de alguna manera) y el lugar de veedoras que las
organizaciones deberían ocupar, es decir, crea un discurso que las legitima en el campo
de la paz. Este aspecto fue reforzado posteriormente en una diada emergente de las
víctimas-activistas, que desarrollaré adelante, pero que desde ya nos permite notar cómo
el proceso de emergencia de este objeto involucró una aporía: por una parte, un sufrimiento
específico y exacerbado de las mujeres por el hecho de serlo asociado a su cuerpo, preñez
y violación y, por el otro, en razón de dicho sufrimiento, su potencial para hacer la paz.
Sufrimiento y acción social se remiten mutuamente pero, al mismo tiempo, parecieran
repelerse. El sufrimiento evoca una imagen de inmovilidad, de fijación en la condición de
la victimización, mientras que el activismo demanda movilidad en la acción social y requiere

141
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra., 21-23.
54 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

de la inmovilidad del sufrimiento para legitimar su lugar en la acción pública. Así que esta
relación entre la imagen de víctimas y activistas resulta productiva en su mutua remisión
pues invita a la acción política, pero simultáneamente tiene un efecto de fijación,
especialmente para las víctimas en la imagen del sufrimiento.

En sintonía con esta Declaración, la forma como fue registrado en prensa este Cabildo
también nos habla de dos condiciones que empiezan a emerger en paralelo a esa triple
experiencia: su naturaleza dramática y su relación con el cuerpo. Señaló El Tiempo:

Desplazadas, viudas, madres de hombres de guerra, subversivos o paramilitares,


pero sobre todo, agobiadas porque en regiones como Urabá convirtieron sus
cuerpos en territorios de venganza.

En las zonas de conflicto, con frecuencia los hombres vengan los desatinos de la
guerra, violando a las esposas, las madres o las hijas de quienes conforman el
bando enemigo.

Hubo una denuncia según la cual el 80 por ciento de las mujeres desplazadas en
un corregimiento de Mutatá habían sufrido abuso sexual por parte de alguno de
los actores armados. Las mujeres no lo denuncian. Es muy difícil que lo cuenten
porque les resulta penoso, afirma Marina Gallego, una de las coordinadoras de la
Ruta Pacífica de las Mujeres142.

El carácter dramático de la violación se encuadra a partir de varios aspectos: el agobio que


produce, el ser objeto de venganza de los hombres, el número elevado (80%) y la falta de
denuncia derivada de la vergüenza que produce.

Sobre la relación de la violación y el cuerpo, que en principio parece obvia por su asocio
con la genitalidad, es necesario precisar: si bien todas las violencias pasan por el cuerpo
directa o indirectamente – el homicidio, la tortura, la desaparición, el secuestro, el
desplazamiento, etc. – no todas narran la violencia a través del cuerpo, es decir, no todas
sitúan tan precisamente en el cuerpo el hecho de la violencia, aunque todas las violencias

142
Redacción El Tiempo, «Stop al amor si sirve para detener la guerra», El Tiempo, 24 de noviembre
de 1997, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-670006.
Capítulo 1 55

pasen por él. Esto debería llevarnos a la pregunta del por qué.

La Declaración y la fotografía que acompaña la nota de prensa de El Tiempo que registró


la movilización de la Ruta de 1997, podrían conducir a la idea de que la experiencia de la
violencia hacia las mujeres civiles surgió de manera paralela al territorio: como
desplazadas huían de sus tierras, como violadas sus cuerpos eran la extensión del terreno
de la guerra. Cuerpo femenino y territorio se fundieron en una díada que posibilitó la
emergencia del objeto de la violencia sexual como un objeto generizado, específicamente
femenino143.

La fotografía incluye a una mujer con rasgos indígenas cuyo pie de foto dice: “Las mujeres
han sido las principales víctimas de la guerra”.

Imagen 1: La paz esté con vosotras

Fuente: Marta Lucía Orrantia, «La paz esté con vosotras», El Tiempo, 27 de noviembre de 1997.

La fotografía evoca al territorio y a la violabilidad del mismo. Es una imagen que reafirma
la idea de la mujer como un lugar saqueado, colonizado y conquistado144. La noticia inicia

143
El Mundo señalaba en 1996: “Los actos están encaminados a dar a conocer en todos los ámbitos
nacionales e internacionales la violencia de que son objeto las mujeres y la madre tierra en nuestro
país”. La negrilla está en el original. Ver «Destino Mutatá».
144
La relación que la Ruta construyó entre la violencia y las indígenas no fue casual. De hecho,
también en noviembre de 1997 se movilizaron hacia andes (Antioquia), una de cuyas anfitrionas era
la diputada indígena emberá chamí Eulalia Yagarí, quien “encarna de manera maravillosa lo que la
56 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

así:

Mientras los hombres marchan camuflados a la guerra, las mujeres sufren.


Cuando hay víctimas de la violencia, las mujeres lloran. Cuando llegan a los
pueblos a sembrar el terror, las mujeres huyen. Cuando las obligan a quedarse,
las violan145.

Como se lee, esta experiencia del cuerpo como territorio estaba marcada por un
sufrimiento del cual las mujeres no podían escapar: ya fuera como esposas o madres,
desplazadas u objeto de violencia sexual, las mujeres sufrían, y ese sufrimiento posibilitaba
la existencia social del cuerpo de las mujeres, es decir, en el marco de la asociación con
el territorio y el sufrimiento, el cuerpo femenino adquiría un lugar social146. El territorio
parecía contener un implícito de inmovilidad, de un algo que está allí y no puede escapar.

Esta idea fue reforzada por la percepción de que las mujeres eran las sobrevivientes,
mientras que los hombres eran quienes iban a la guerra y morían o quienes eran el
enemigo directo al que se mataba. Así lo narraba El Tiempo en el reportaje hecho a la
conmemoración del 25 de noviembre de 1998 realizado por la Ruta147:

Ruta representa: feminidad, cultura, pacifismo, valor”. En Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta
Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la guerra., 24.
145
Marta Lucía Orrantia, «La paz esté con vosotras», El Tiempo, 27 de noviembre de 1997,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-677888. En sentido similar puede leerse la nota
del 25 de noviembre de 1997: “Son ellas las principales víctimas del conflicto armado porque,
cuando no participan directamente en la guerra, son las viudas, las huérfanas y las madres que se
quedan sin hijos. (…) En Colombia específicamente, además de tener vínculos familiares con los
combatientes, las mujeres son las principales afectadas cuando hay desplazamiento. Según cifras
recientes, el 58 por ciento de los 600 mil desplazados son mujeres, muchas de las cuales son
cabeza de familia. Como si fuera poco, ellas son blanco preferido por los combatientes para
agresiones físicas y sexuales y frecuentemente la mujer rural que no tiene para dónde huir termina
siendo violada por los guerreros.” Redacción El Tiempo, «Día mundial de la no violencia contra la
mujer», El Tiempo, 25 de noviembre de 1997, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-
671453.
146
Agradezco a Carolina Morales por hacerme notar la relación entre sufrimiento y existencia social
del cuerpo.
147
El año de 1998 implicó una escalada de violencia en el país que fortaleció el trabajo de las
organizaciones de la sociedad civil y, simultáneamente, trajo consigo un cambio de gobierno que
alzaba la bandera de la negociación política al conflicto armado. A nivel internacional se produjo la
aprobación de la Corte Penal Internacional en cuyo Estatuto se tipificaron una serie de crímenes
sexuales que servirían de marco de acción futuro.
Capítulo 1 57

En el conflicto armado las mujeres se convierten en jefes de familia y directoras


de la comunidad. Son las sobrevivientes, las que viven y sufren la muerte de sus
padres, de sus hijos y las víctimas de crímenes como las violaciones y el abuso
sexual148.

Estas violencias y efectos de la guerra condujeron a las organizaciones de mujeres a


legitimar su lugar en las negociaciones por la paz. En otras palabras, darle un lugar a la
idea de un sufrimiento propio de las mujeres, de un sufrimiento ‘generizado’, era también
darle paso al activismo de las mujeres, lo que se reforzaba en el contexto de las demandas
sociales para iniciar un nuevo proceso de paz con las FARC149. Así, la movilización de la
Ruta a Bogotá en 1997 dejaba ver claramente la relación entre violencia y activismo por la
paz, tal como era registrado por El Tiempo:

Antes habían armado cabildos en sus respectivas regiones para elaborar las
propuestas, nacidas de la convicción de que son las mujeres las más afectadas
con los horrores de la guerra, y por ello mismo, elementos claves dentro de lo que
podría ser una vida más digna para ellas y el resto del país150.

El realce de una experiencia específica de las mujeres y más gravosa las legitimaba para
participar en las negociaciones de la paz, en un vínculo estrecho entre mujeres y
pacifismo/activismo: “nadie mejor que ellas, que día a día sufren las penas de la violencia
para convertirse en instrumentos de la pacificación”151. Entre la violencia y la participación
se argumentaba que era necesario hacer una operación para escuchar las voces de las
mujeres: “[El foro servirá] para legitimar las voces femeninas, que hasta ahora no han sido

148
Redacción El Tiempo, «La ciudad de las mujeres», El Tiempo, 25 de noviembre de 1998,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-833135.
149
Creo importante resaltar acá que esta descripción no pretende generar la idea de una deslealtad,
motivación ilegítima o de un juego intencionadamente pensado para ocupar un lugar que no
pertenece. Todo lo contrario. Intento describir de qué maneras las organizaciones de mujeres, en
tanto actoras políticas y partícipes activas de la vida pública del país, también hicieron uso de
mecanismos retóricos que explicaban las razones de su participación.
150
Redacción El Tiempo, «Stop al amor si sirve para detener la guerra». En un sentido similar: “Las
mujeres somos expertas en contrapoder porque siempre hemos estado subordinadas y para luchar
las cosas hemos tenido que hacerlo con estrategia, con imaginación, con creatividad , afirma Olga
Amparo Sánchez, presidente de la Dirección Nacional de Equidad para la Mujer”. Orrantia, «La paz
esté con vosotras».
151
Redacción El Tiempo, «Stop al amor si sirve para detener la guerra».
58 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

escuchadas cuando hablan de formulación de políticas de paz”152.

En el marco de estas movilizaciones de la Ruta, las mujeres se presentaron como un


colectivo de sufrientes/víctimas y, simultáneamente, de activistas/pacifistas que buscaban,
en ambas esferas, un lugar que revirtiera el silenciamiento histórico que predicaban.
Ambas condiciones (víctimas y activistas) quedaron insertas en una suerte de esencialismo
que acompañaría el discurso posteriormente y que legitimaría su participación en los
procesos de paz, de los cuales habían estado permanentemente marginadas153.

Como he señalado previamente, esta díada de víctimas y activistas incorpora un núcleo


aporético al que se sumará la cuestión del silenciamiento. En parte, el sufrimiento de las
mujeres era ahondado por el silencio154, que hacía aún más gravoso su padecer. El
activismo se fundamentaba para entonces – como se observa en las citas antes transcritas
– en ese sufrimiento, es decir, requería del proceso de silenciamiento y del sufrir para
explicar la legitimidad en la acción pública. Pero, en sentido contrario, el activismo de las
mujeres reclamaba revertir ese silenciamiento. Justamente allí radica la aporía: en la
remisión permanente del activismo al sufrimiento como fuente de la búsqueda de un
espacio legítimo y autónomo para su actuar y, simultáneamente, en la demanda por revertir
el silenciamiento, que si efectivamente logra desaparecer, puede poner en cuestión la base
de la acción pública que se soporta en el sufrimiento y el silencio.

Víctimas de violencia sexual y sobrevivientes desplazadas abrieron un campo único para


hablar de la experiencia de lo femenino y, dado que su explicación se anclaba en la
diferenciación de género, era necesaria la aparición de voces expertas que pudieran
explicar esa diferencia.

Así, las activistas devinieron en un sujeto particular que denomino “expertas”, con lo que
me refiero a aquellas personas u organizaciones que ocupaban en el entorno de la opinión
pública una labor explicativa y simultáneamente constitutiva sobre la violencia y el género.

152
Ibid.
153
Para profundizar en la participación de las mujeres en los procesos de paz en Colombia ver
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres en
los procesos de paz en Colombia (1982-2016).
154
Tanto individual como externo a las víctimas, aspecto que desarrollaré en el capítulo 2.
Capítulo 1 59

Estas expertas estaban representadas principalmente por mujeres pertenecientes a


organizaciones que dominaban un lenguaje anclado en el campo internacional. Algún
ejemplo sobre este tema resulta necesario.

Para el 25 de noviembre de 1998, el cubrimiento de El Tiempo involucró una entrevista a


Argelia Londoño Vélez, “Coordinadora del Proyecto de derechos Sexuales y Reproductivos
del Fondo de Población de las Naciones Unidas”:

En un país como Colombia, Porqué (sic) analizar la violencia como un problema


de género? Hombres y mujeres estamos sometidos a la violencia estructural del
país y particularmente a las consecuencias que pueda tener el vivir en una
situación de guerra. Sin embargo, en el caso de las mujeres, en razón a nuestro
género, padecemos unas formas de violencia que no son derivadas de las
condiciones socio económicas del país, sino de la situación de desigualdad entre
hombres y mujeres155.

“En razón a nuestro género” y “la situación de desigualdad” eran categorías emergentes
en la opinión pública del país y su uso requería de una experticia que pudiera explicar por
qué a partir de entonces las mujeres serían destinatarias de una forma particular de
interpretar su experiencia. Estas expertas tenían, al menos, dos perfiles: las pertenecientes
a organizaciones y organismos internacionales de derechos humanos que vigilaban la
situación del país y reportaban el seguimiento a partir de informes públicos y que eran en
su mayoría extranjeras. Y las activistas nacionales que devenían expertas y conjugaban
estrategias que abarcaban la movilización y cada vez más la producción de informes.

Estas expertas no solo cumplían una labor explicativa, sino que eran el sujeto visible en la
opinión pública cuando se hablaba de violencia contra las mujeres en la guerra. A manera
de ejemplo, el 14 de agosto de 2001, los medios cubrieron una movilización hacia
Barrancabermeja de más de 3000 mujeres contra la guerra, propuesta por la OFP y la Ruta
Pacífica156. Esa movilización estaba acompañada de “líderes de organizaciones de 17

155
Redacción El Tiempo, «Las mujeres víctimas de la violencia», El Tiempo, 25 de noviembre de
1998, https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-833126.
156
La Ruta ese año había ganado el premio Paz del Milenio. Ver Nubia Camacho, «Mujeres en la
vía de la no violencia», El Tiempo, 11 de marzo de 2001.
60 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

países” que “exorcizarán los miedos que impiden a la sociedad colombiana actuar en
contra de la guerra” y “afianzarán los lazos con las organizaciones internacionales para
operativizar la red internacional de mujeres”157. Su cubrimiento por El Tiempo era
acompañado de una foto de seis mujeres de España, Francia y Colombia:

Imagen 2: 3.000 mujeres marchan por la paz

Fuente: Redacción El Tiempo, «3.000 mujeres marchan por la paz», El Tiempo, 14 de agosto de
2001

Estas movilizaciones eran cada vez más visibles, con mayor acompañamiento y
despliegue de medios, sin embargo, es notorio que la fotografía que acompañaba la nota
no mostrara lo que debería ser lo más evidente: las 3000 mujeres que marcharon y se
concentraron en Barrancabermeja. Importaban los cuerpos y las voces expertas. El sujeto
víctima y su rostro aún no aparecía en el escenario.

No sería adecuado deducir que las víctimas no existían y que las activistas y expertas las
‘inventaron’ en un mero juego estratégico. Habría que preguntarse, más bien, qué rol
jugaron aquellas personas que estaban deviniendo en sujetos políticos y, también, qué
lugar podía ocupar la violencia sexual en ese devenir. Aunque es verdad que en algunos
muy raros casos las víctimas sí hablaron públicamente y denunciaron lo ocurrido158, lo

157
Redacción El Tiempo, «3.000 mujeres marchan por la paz», El Tiempo, 14 de agosto de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-462236.
158
Esto es cierto, por ejemplo, para una de las víctimas del caso de El Salado de 2000, que desde
sus primeros acercamientos a la justicia dio información detallada sobre la violación de la que fue
Capítulo 1 61

cierto es que ni en los informes, ni en los registros de prensa de la época existen esas
voces. Ante esta ausencia, dos factores podrían explicar por qué empezó a circular
información sobre violencia sexual: en primer lugar, la idea de lo que denomino una
‘agencia mediada’ de las víctimas, que hicieron pactos de confidencialidad y confianza con
ciertas mujeres que escucharon y que ocupaban lugares menos periféricos de
enunciación, que podían mencionar lo oído como testigos, pero que no podían revelar la
identidad de sus fuentes. Esta mediación se explica, en parte, por el contexto sociopolítico
de la época, que daba mensajes de violencia claros a las víctimas sobre los riesgos que
podían correr por hablar públicamente de los hechos, temer a la estigmatización de sus
familias y comunidades, además de los impactos individuales asociados a la vergüenza y
el trauma. Las mujeres que ejercieron esa mediación serían, bajo la perspectiva de
Gusfield, “fuentes legítimas de definición de la realidad”, con capacidad de influir en la
opinión pública y de describir la estructura del problema de la violencia sexual que hacían
público159.

En segundo lugar, la existencia de rumores en las comunidades sobre el uso de la violencia


sexual en sus distintas formas también operó como un mecanismo de socialización que
las activistas supieron leer, escuchar y usar. Aunque la experiencia generalizada de la
violencia sexual en Colombia en el conflicto reciente ha distado del carácter público que
tuvo en otras latitudes como Ruanda y Yugoslavia, las formas de utilización y la experiencia
de las mujeres y de niños y niñas con la violencia sexual fuera de la guerra, sí dieron lugar
a la presunción de su uso por los actores armados. Algunas violencias públicas, prácticas
como la separación de hombres y mujeres en las acciones armadas, llevarse a jóvenes y
niñas a lugares alejados del resto de la población y, en el marco del control territorial
ejercido por los actores armados (ya no de la incursión sino de la cotidianidad generada
por el control), citar a mujeres y niñas, usar el castigo corporal y divulgar la idea del uso
sexual, crearon en las comunidades el rumor sobre la victimización sexual160.

víctima. Ver el caso 2 conocido por la Corte Constitucional en la Sentencia T-718, M.P. Alejandro
Linares Cantillo.
159
Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 74.
160
Un caso interesante que evoca esto es el de la masacre de El Salado, donde el informe de la
CNRR revela las violaciones de al menos dos mujeres sobrevivientes en hechos privados y un
empalamiento a una mujer embarazada en un hecho público. El análisis de víctimas y victimarios
de estos hechos puede leerse en La masacre de El Salado: Esa guerra no era nuestra, Primera
62 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

Ante la imposibilidad de individualizar el sufrimiento, pero también ante un rumor esparcido


sobre el mismo, las activistas movilizaron el rumor para el activismo por la paz. Pero como
el rumor aparece como una voz que no se puede atribuir a nadie, entonces, también fue
movilizado por los actores del conflicto para la guerra. Las funciones del rumor operan en
su contexto de enunciación – en las formas de vida y de muerte en las que está inmerso,
dice Veena Das – y tienen capacidad de movilización de la acción social dado que se
conciben para ser difundidos161. Para el caso colombiano, el rumor de la violencia sexual
en el conflicto armado tuvo la potencia de movilizar la acción colectiva tanto para reclamar
la paz, como para hacer la guerra, y ello podría explicar su uso por actores y en contextos
aparentemente contradictorios y contrarios162.

Agencia mediada y rumor operan como una mejor explicación sobre el por qué las
activistas aparecieron antes que las víctimas, sin que ello denote una invención imaginada.

Desde estos dos factores – agencia mediada y rumor – las expertas nacionales y
extranjeras cada vez tenían más relacionamiento y producían un conocimiento detallado
sobre la situación de las mujeres en la guerra y, en este sentido, tenían también el rol de
mediadoras entre las víctimas anónimas y la opinión pública. Las formas de registrar su
experticia fueron variando con el tiempo: en la década de 1990 fueron las movilizaciones
y declaraciones públicas las que fueron registradas, pero a partir del año 2001, empezaron
a publicarse informes por parte de las organizaciones sociales e internacionales que
aunque se presentaban como descriptivos de una situación, tenían un carácter constitutivo
del problema del que demandaban atención.

edición (Ediciones Semana, 2009), 120 y 173. En otro caso se lee: “Uno oía que se llevaban a las
muchachas, y pues uno tenía el miedo que de pronto vaya a correr con esa misma suerte”, señalaba
una entrevistada de El Placer al CNMH. O, el propio Centro indica, “Durante el trabajo de campo,
los habitantes se referían a estos hechos de una manera muy general: “acá violaron a muchas
niñas”, “Historias de esas es lo que hay”. Sin embargo, no se sabían (sic) quiénes fueron abusadas,
o por quiénes, ya que existe un inmenso silencio por parte de las víctimas directas y sus familiares
sobre este tema en particular”. Ver Centro Nacional de Memoria Histórica, El Placer. Mujeres, coca
y guerra en el Bajo Putumayo, Primera edición (Colombia: Taurus, 2012), 208 y 212.
161
Veena Das, «En la región del rumor», en Veena Das: Sujetos del dolor, agentes de dignidad,
Primera edición (Colombia: Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia;
Instituto Pensar, Universidad Javeriana, 2008), 113-17.
162
Un ejemplo sobre estos usos puede verse en el capítulo 4 de prensa en la sección sobre
reclutamiento y violencia sexual.
Capítulo 1 63

Para comprender ese giro es necesario que regresemos un poco. El proceso de paz
adelantado entre el gobierno y las FARC entre 1998 y 2002 fue un escenario que demostró
la diversificación de las estrategias de las organizaciones de mujeres frente a la
negociación y a sus relaciones con el Estado, y también sentó algunas bases para lo que
sería la participación del movimiento en futuros procesos de paz163. Mientras la Ruta
Pacífica se abstuvo de participar en una audiencia pública convocada en junio de 2000 en
El Caguán164, la Red Nacional de Mujeres tuvo como delegada a Magdala Velásquez en
el Consejo Nacional de Paz y trabajó de manera activa en la Semana por la Paz con el
lema “Sin las mujeres, la paz no va”165. Mientras la Ruta priorizaba las movilizaciones, la
Red le apostaba a la incidencia ante el Estado166. Ambas estrategias articularon y se
inscribieron en lenguajes diversos que le hablaban a públicos de distinto orden y resultaron
significativos en el proceso de emergencia de la violencia sexual: tanto el lenguaje de lo
institucional, anclado especialmente en lo jurídico y en los deberes estatales, como el
lenguaje simbólico, trenzado con las emociones, con los impactos sociales, construyeron
formas de enunciar un evento que previamente no encontraba marcos sociales para ser
expresado.

En el contexto de estas negociaciones y ante el escenario del incremento de la violencia


en el país, se empezaron a hacer visibles amenazas y ataques a organizaciones

163
Un análisis interesante sobre lo ocurrido con el movimiento de mujeres en el proceso de paz con
las FARC en el gobierno de Pastrana y con las AUC en el gobierno de Uribe puede encontrarse en
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», cap. 3.A.; Curiel, «Aproximación a
un análisis de redes/articulaciones de mujeres colombianas constructoras de paz y/o contra la
guerra, a la luz de la teoría feminista. Documento para el debate».
164
Lo hizo argumentando tres factores: que el esquema no daba lugar a una participación real para
la sociedad civil, que el tema de la agenda era empleo el cual no era prioritario para la Ruta en ese
momento y que “la Ruta no tiene como prioridad trabajar con las mujeres vinculadas a la guerra,
sino con quienes, desde la población civil, sufren sus consecuencias”. Ver Ruta Pacífica de las
Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la guerra., 39.
165
Lamus, De la subversión a la inclusión, 259.
166
Muestra de ello es la iniciativa de la Confluencia de Redes (1997), destinada a articular diversas
plataformas de organizaciones para influir en las políticas públicas. Este ejercicio de incidencia
desarrollado a lo largo del gobierno de Pastrana, derivó en esfuerzos de las organizaciones por
“involucrarse en el lenguaje técnico utilizado por el DNP y por empaparse de las distintas instancias
institucionales potencialmente responsables de generar condiciones de equidad y paridad para las
mujeres”: “¡le perdimos el miedo a la tecnocracia”. En Wills O., Inclusión sin representación, 241.
Esta inmersión en las lógicas burocráticas, sumada al trabajo que durante y posteriormente a esta
experiencia harían las organizaciones en torno a la cuestión de la paz, probablemente contribuyó a
la tecnificación del discurso sobre la violencia sexual.
64 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

específicamente femeninas como ANMUCIC y la OFP; también se incrementaron las


movilizaciones, y las estrategias de las activistas empezaron a permearse con otros
lenguajes propios del mundo de los derechos humanos que reclamaban ya no el proyecto
de la paz en tanto expectativa futura, sino la protección y la justicia como derechos en la
experiencia del presente.

Por otra parte, la intensidad de las negociaciones y movilizaciones sociales condujo a


nuevas alianzas entre organizaciones de mujeres y entre estas y el movimiento de
derechos humanos, todo ello en el marco de un nuevo andamiaje jurídico internacional que
impactó las agendas del movimiento de mujeres en torno a la paz: el Consejo General de
las Naciones Unidas había aprobado la Resolución 1325 de 2000167. De manera
completamente novedosa, esta Resolución pedía el aumento de la representación de las
mujeres en la toma de decisiones “para la prevención, la gestión y la solución de conflictos”
y, además, pedía a todos los actores en armas adoptar medidas para proteger a mujeres
y niñas de “la violación y otras formas de abusos sexuales” y para que los Estados pusieran
fin a la impunidad en los crímenes “especialmente los relacionados con la violencia sexual
y de otro tipo contra las mujeres y las niñas y, a este respecto, destaca la necesidad de
excluir esos crímenes, siempre que sea viable, de las disposiciones de amnistía”168.

Podría decirse que la sumatoria de avances en el plano jurídico internacional cambió las
formas de enunciar los problemas, insertando mucho más los lenguajes de estas
organizaciones institucionalizadas. Poco a poco los lenguajes jurídicos y bajo las lógicas
de la acción de los derechos humanos permearon las estrategias de las organizaciones de
mujeres.

Quizás el ejemplo más notorio fue la creación de la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado (MMCA), la cual surgió en el año 2000 en el marco de una estrategia por traer a
la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre Violencia contra la Mujer a Colombia169.

167
Un análisis detallado de esta Resolución, que inauguró la Agenda de Mujeres, Paz y Seguridad
en Naciones Unidas, será abordada en el capítulo 3. Basta decir por ahora que las disposiciones
del Consejo de Seguridad de la ONU expresan la voluntad de los Estados parte y tienen una
vocación de cumplimiento obligatorio (aspecto que no es pacífico en la doctrina sobre el tema).
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 1325», S/RES/1325 § (2000),
https://www.un.org/womenwatch/ods/S-RES-1325(2000)-S.pdf.
168
Ibid., sec. 10 y 11.
169
En lo sucesivo la Relatora de violencia contra la mujer de las Naciones Unidas. Esta relatoría es
Capítulo 1 65

Esta Mesa fue creada como un escenario de articulación de diferentes organizaciones


sociales de mujeres y mixtas170, en cuyos orígenes contó con el apoyo del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la Defensoría del
Pueblo, constituyéndose en un espacio heterogéneo donde confluyeron intereses,
experticias y lenguajes diferentes171. Para el período de análisis de este trabajo, la MMCA
publicó dos informes en el 2001 y, a partir del 2003 y hasta el 2008, un total de seis
informes anuales y tres documentos orientadores172.

Sus primeros dos informes estuvieron encaminados a recopilar información para ofrecer
datos certeros y un diagnóstico dirigido a la Relatora de violencia contra la mujer y propiciar
su visita al país. Este hecho como génesis del nacimiento de la MMCA no es una cuestión
menor y, de hecho, determina su naturaleza, pues la información que debía suministrar la
plataforma de organizaciones a la Relatora debería dar cuenta de un tipo particular de
violencia que era perpetrada en Colombia, en clave de su gravedad. Según Carolina
Vergel:

Mostrar los efectos específicos de la violencia a través de informes siempre ha


resultado en una tensión sutil y permanente entre la cuestión de la naturaleza
específica de la violencia sufrida por las mujeres y su alcance. Esta tensión se
debe sobre todo a los términos de la competencia de la relatora, que consiste en
denunciar violaciones “graves y sistemáticas”. A pesar de su ubicuidad en el
derecho internacional, el alcance de estos dos criterios no es claro y su
interpretación es muy diversa173.

un mandato creado en 1994 por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que
tiene por objeto recibir información sobre las violencias contra las mujeres, recomendar medidas
para eliminar dichas violencias y colaborar con los otros mecanismos y procedimientos de derechos
humanos del Sistema de la ONU, entre otros. Para ello, emite comunicaciones a los Estados sobre
casos específicos, lleva a cabo visitas a países y presenta informes temáticos anuales. Puede
consultarse la página oficial en
https://www.ohchr.org/SP/Issues/Women/SRWomen/Pages/SRWomenIndex.aspx
170
Se trata de organizaciones especialmente de derechos humanos que están compuestas por
hombres y mujeres y cuyos objetivos son más amplios que la defensa de la causa de las mujeres.
171
Un análisis a profundidad de la creación y desarrollo de la MMCA se puede leer en Vergel Tovar,
«Les usages militants et institutionnels du droit», 181 y ss.
172
Los datos de estos informes pueden consultarse en el anexo 1.
173
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 190. Traducción propia.
66 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

En este marco, los informes que la MMCA proyectaba entregar deberían ofrecer
información en clave de “gravedad y sistematicidad”, que pudieran “convencer” a la
Relatora de la importancia de su visita a Colombia y de la necesidad de fijar la atención en
una situación que previamente no había sido tomada en cuenta por ese mecanismo. Esto
terminó, a la larga, siendo trascendental, pues fijó en los lenguajes políticos del derecho
internacional – y en particular en la noción de gravedad – la recopilación de información,
su interpretación y, en general, la agenda de las organizaciones sociales. No obstante, tal
como se lee en el segundo informe, dada la escasez de información, la tarea no resultaría
sencilla:

[la MMCA] surgió de constatar la escasez de diagnósticos que den cuenta de los
efectos diferenciados de violencia sociopolítica, incluida la proveniente del
conflicto armado, sobre mujeres y niñas. En los informes sobre violaciones a los
derechos humanos y al derecho humanitario en Colombia no se ha documentado
adecuadamente la situación específica de las mujeres y niñas afectadas por este
tipo de violencia, lo que dificulta la definición de acciones, proyectos y políticas
que atiendan las necesidades de protección y atención de mujeres y niñas174.

La articulación de esta importante plataforma se dio respondiendo a la imagen del


silenciamiento: “la escasez de diagnósticos” y la falta de documentación adecuada fueron
el nicho en el cual se alojó su experticia. Y justamente esa labor explicativa fue a su vez
constitutiva del objeto de la violencia sexual en el conflicto armado, y pondría a las
activistas agrupadas en estas organizaciones en el lugar de expertas.

Para el año 2001 la MMCA publicó sus primeros dos informes, siendo el primero un avance
entregado en mayo de 2001, el cual fue ideado como un preámbulo a la visita de la Relatora
de violencia contra la mujer de las Naciones Unidas. En dicho informe, la MMCA mapeó la
situación de las mujeres y niñas “víctimas de violencia sociopolítica y el conflicto armado”,
adoptando el formato de los informes que la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ)
presentaba a las Naciones Unidas, en clave del lenguaje de los derechos humanos175. Tal
como lo señala Carolina Vergel, la operación que realizó la Mesa en sus primeras

174
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres
y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001», 6.
175
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 187.
Capítulo 1 67

iniciativas fue la de construir un problema público – en términos de Joseph Gusfield176 –


equivalente, para el caso concreto, a registrarlo como un asunto de derechos humanos177.

En este informe la Mesa indicó:

Además del desplazamiento forzado de mujeres y niñas, todos los actores


armados cometen delitos contra ellas, con la intención de ratificar, no solamente
su poder político por medio de las armas, sino también de ejercer su poder como
varones sobre las mujeres. Entre tales delitos están: la violencia sexual; los
homicidios y señalamientos por tener relaciones afectivas con algún actor del
conflicto; modalidades de tortura con connotaciones simbólicas que denotan
desprecio por el sexo femenino; y las amenazas, hostigamientos y homicidios que
atentan contra las organizaciones femeninas populares178.

El informe fue dividido en seis partes que ilustraban dicha situación179. La construcción,
disección y narrativa utilizadas en el informe fueron sintomáticas de su momento y, a su
vez, constitutivas de una nueva retórica: la violencia sexual empezaba a emerger más
claramente como una violencia relevante, aunque anclada en otras formas de violencia y
sujetos particulares: el desplazamiento, los homicidios y la tortura serían vehículos en los
cuales se asentaría la violencia sexual; y las niñas y organizaciones femeninas en tanto
liderazgos particulares serían sujetos de especial visibilización.

Aunque ya el movimiento había señalado que las mujeres en la guerra vivían una violencia
específica en razón de su género, que era la violencia sexual, estos informes enfatizaron
en la narrativa la razón de ser de su carácter generizado: según ellas, era una forma de

176
En su estudio sobre la emergencia del problema público del consumo de alcohol y la conducción,
Gusfield desarrolla la idea de que la construcción social de dichos problemas implica una dimensión
histórica, el análisis de las fuentes capaces de influir sobre la opinión pública y de definir el problema
asumiendo el poder de controlar, regular y proponer soluciones sobre el mismo. Así, “describir la
estructura de los problemas públicos es describir la manera ordenada en que las ideas y las
actividades surgen en escena pública”. Ver Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 74.
177
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 188.
178
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano».
179
1. Desplazamiento forzado; 2. Violencia sexual; 3. Homicidios y señalamientos; 4. Homicidios
precedidos de tortura y violencia sexual; 5. Violencia contra las organizaciones femeninas y; 6.
Violencia contra las niñas en el conflicto armado.
68 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

violencia específicamente dirigida hacia las mujeres porque a través suyo “todos los
actores armados” tenían “la intención de ratificar, no solamente su poder político por medio
de las armas, sino también de ejercer su poder como varones sobre las mujeres”.

De esta manera, las organizaciones sociales – ya no solo de mujeres sino en alianza con
organizaciones de derechos humanos – empezaron a articular de manera conjunta en los
lenguajes de los derechos humanos de las mujeres y de los feminismos la experiencia de
las mujeres que se consideraba particular y única. A partir de ello es posible afirmar que la
violencia sexual en el conflicto armado emergió inicialmente como una categoría
experiencial, posteriormente social y analítica en su anclaje en los lenguajes de los
derechos humanos y los feminismos y, finalmente, jurídica a partir del proceso de
articulación e incidencia ante el Estado.

El segundo informe de la MMCA fue elaborado con el propósito de suministrarle


información a la Relatora de la ONU en el marco de su visita y contiene un capítulo sobre
las formas de violencia contra las mujeres y las niñas180. Su narrativa es clara en la
reiteración sobre el desplazamiento, las organizaciones y la violencia sexual, y resulta
novedosa la cuestión de la mirada hacia las niñas desvinculadas de grupos armados.

Hasta ese momento la situación de las niñas dentro de las filas armadas no aparecía de
manera explícita en las demandas de las organizaciones sociales de mujeres, pero se
mantenía vigente en la narrativa pública principalmente por el trabajo de organizaciones
especializadas en derechos de la infancia. Entre ellas se encontraban Codhes181 y,
públicamente a partir del año 2001, una alianza de organizaciones llamada Coalición
contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia
(comúnmente denominada Coalico)182. Estas organizaciones enfatizaron durante este

180
Dividido así: 1. Mujeres y niñas desplazadas; 2. Violencia contra la participación de las mujeres
y sus organizaciones; 3. Niñas desvinculadas del conflicto armado; 4. Violencia sexual contra
mujeres, jóvenes y niñas y; 5. Otras formas de violencia contra las mismas. El informe se compone
de cuatro capítulos: violaciones a los derechos humanos y al DIH en Colombia, la situación de las
mujeres y las niñas, las formas de violencia contra las mujeres y las niñas en el contexto del conflicto
armado y recomendaciones. En Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre
violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001».
181
Ver por ejemplo Codhes, «Codhes informa. Desplazamiento forzado y derechos de la infancia».
182
Aunque la Coalico fue creada en octubre de 1999, a partir de 2001 empezó a hacer públicos sus
boletines Pútchipu en los que ofrecían información sobre el conflicto armado y la afectación a niños,
niñas y jóvenes en el país. Entre 2001 y 2008 fueron publicados 12 boletines que se refirieron a la
Capítulo 1 69

período (hasta 2002) en la cuestión del abuso sexual cometido en el marco del
reclutamiento ilícito especialmente por parte de las guerrillas en contra de las niñas.

En el segundo informe de la MMCA, el pequeño capítulo de violencia sexual (de una


página) contiene información que por su pertinencia transcribo a continuación:

La violencia sexual contra mujeres, jóvenes y niñas a manos de los grupos


armados es una realidad que aún no ha sido lo suficientemente visibilizada: “La
violencia sexual contra las mujeres, la prostitución y la esclavitud sexual de
mujeres han sido cuestiones justificadas en zonas de ocupación militar alegando
comprensibles necesidades masculinas, o incluso propiciadas y organizadas
desde directivas castrenses”183(…).

Las mujeres víctimas de violencia sexual por parte de los actores armados se ven
obligadas a ocultar su drama por diversas razones, entre las cuales sobresale el
miedo a las amenazas de muerte proferidas por los actores armados que cometen
la violación184.

La gramática de la invisibilización, justificación por los armados, ocultamiento, drama y


amenazas situarían la naturaleza del objeto en una línea discursiva que sería
posteriormente retomada por la Relatora de la ONU, a quien iba dirigido el informe.

El 11 de marzo de 2002, la Relatora hizo público el informe resultado de su visita a


Colombia el cual sería, por sus usos posteriores, un hito en la materia. Su primera parte
revela el lugar en que se inscribe:

violencia sexual. Los correspondientes al 2001 y 2002 son «Crucemos nuestros caminos»; «La
violencia no da tregua»; «Las niñas en los grupos armados colombianos»; «¡Los niños y las niñas
no queremos estar en la guerra!»
183
El texto original contiene una cita de Giulia Tamayo, de mayo de 2000, de su ponencia
presentada en el taller “Género, conflicto y la construcción de la paz sostenible: experiencias de
América Latina”. Giulia Tamayo era peruana exiliada en España e integrante de Amnistía
Internacional. En 2004 fue la relatora del informe hito “Cuerpos marcados, crímenes silenciados” de
dicha organización. Como vemos, su relación con Colombia era previa al informe y para las
organizaciones colombianas ella era una voz autorizada en el diagnóstico de las violencias contra
las mujeres en conflictos armados.
184
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres
y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001», 37.
70 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

La importancia de la violencia contra la mujer como parte del conflicto armado


interno de Colombia se ha visto eclipsada por otros numerosos problemas con
que se enfrenta el país (…). Aunque los hombres son las víctimas más frecuentes
de las ejecuciones sumarias y las matanzas, la violencia contra la mujer, en
especial la de carácter sexual por parte de grupos armados, resulta habitual en el
contexto de un conflicto que lentamente va cambiando de matices y que no
respeta el derecho internacional humanitario185.

Esta idea del eclipse enmarcaba una línea narrativa de las agencias internacionales que
vigilaban la situación de Colombia. En un sentido similar, un informe de UNIFEM publicado
en diciembre de 2001 que estudiaba la situación de las mujeres en 14 países en guerra
alrededor del mundo, incluida Colombia, señalaba algo similar. El reportaje de El Tiempo
sobre ese informe fue titulado “La violación, arma de guerra” e indicaba:

Las violaciones, la tortura, la prostitución, el tráfico sexual y los asesinatos de


mujeres han sido los hallazgos constantes de las expertas en los distintos lugares
que han visitado [incluyendo Colombia]. (…) Según el informe parcial que
presentaron ayer, la violación se ha convertido en un arma de guerra. Hay dos
situaciones de Colombia que las expertas mencionaron particularmente: La
desaparición forzada y el tráfico para la explotación sexual. (…) El objetivo, dicen
las expertas, es despertar al mundo de su silencio en relación con la situación de
las mujeres que se debaten en medio de la guerra186.

“Despertar al mundo de su silencio” parecía ser la consigna de las agencias internacionales


y de las organizaciones nacionales187. La imagen del silencio, de lo oculto, de lo no

185
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, «Informe de
la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001)», E/CN.4/2002/83/Add. 3 § (2002),
https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2002/1529.pdf. Un estudio más pormenorizado
de este informe se encuentra en el capítulo 3.
186
Unidad de Paz, «La violación, arma de guerra», El Tiempo, 1 de diciembre de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-702528.
187
“llamar la atención sobre el preocupante panorama de las mujeres en medio del conflicto”, decía
el periódico que hacía publicidad al informe de la MMCA. Redacción El Tiempo, «Mujeres víctimas
del conflicto armado», El Tiempo, 15 de noviembre de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-676291.
Capítulo 1 71

revelado atravesaría la constitución del objeto de la violencia sexual, es decir, parte de la


narrativa constituyente era la idea del eclipse del que hablaba la Relatora, de algo que está
pero que no se deja ver porque otras prioridades lo ocultan. De esta manera, si los hechos
estaban allí pero no era posible verlos, implicaba que el objetivo de las organizaciones no
era otro que hacer visible la violencia sexual, en una suerte de antídoto que haría
“despertar al mundo del silencio”.

A esto se sumaba una variación significativa sobre la interpretación de las razones de los
usos de la violencia sexual. Si bien antes se la describía como un tipo de violencia
específica dirigida contra las mujeres y como parte de un “invisible social”, ahora se la
empezaba a enmarcar en la idea de “La violación, arma de guerra”, lo que denotaba una
cuestión que empezaba a girar: su carácter inevitable; se la empezaba a ubicar en el plano
de un arma más, es decir, dotada de un carácter político188. La “violación” lentamente se
empezaba a asociar a lo estratégico, aspecto que fue ampliado en el marco de los debates
sobre la justicia transicional que explicaré en el siguiente capítulo.

El 21 de febrero de 2002 se rompió la mesa de negociación entre las FARC y el gobierno,


lo que marcó las elecciones presidenciales de ese año y giró las políticas de guerra y paz
en el país. Este cambio de escenario no tuvo por efecto el cese de las movilizaciones
sociales y de las demandas por un acuerdo de paz, sino que renovó la agenda de las
organizaciones de mujeres para que los programas de candidatos a la presidencia y al
Congreso tuvieran en cuenta “el impacto diferencial que tiene sobre las mujeres la violación
a los derechos humanos (…) en el marco del conflicto armado”189.

La finalización de la mesa de negociación con las FARC, el consecuente escalamiento de


la violencia asociada al conflicto armado y la elección de Álvaro Uribe como el nuevo
presidente bajo su lema “Mano dura, corazón grande”, organizó nuevamente al movimiento
de mujeres en aras de la búsqueda de la paz.

Estos hechos propiciaron la alianza de varias plataformas de mujeres, que se materializó

188
Además de El Tiempo, Semana también se refirió brevemente al tema en 2002. Ver «Con aroma
de mujer», Semana, 1 de marzo de 2002.
189
Cecilia Barraza Morelle, «Por la democracia», Semana, 1 de marzo de 2002,
https://www.semana.com/opinion/articulo/por-democracia/49730-3.
72 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

el 25 de julio de 2002 en Bogotá con la Marcha Nacional de Mujeres contra la Guerra,


convocada por la Ruta Pacífica, IMP, la Red Nacional de Mujeres, la Mesa Nacional de
Concertación de Mujeres y la OFP. La Marcha convocó a más de 40 mil personas190, la
mayoría mujeres y la mayoría provenientes de Bogotá. La consigna: las mujeres paz…
harán, porque las mujeres no querían “ni sufrir la guerra, ni parir para ella”191, pero también
por los desplazamientos, los asesinatos, la pobreza y las amenazas. Y porque “la violación
sexual es el mecanismo más recurrente para dañar a las mujeres”192.

Se lee en la Declaración de esa movilización:

(…) Ante esta situación de barbarie y dolor las voces de las mujeres aquí
presentes, de las ausentes, de las violadas, de las asesinadas, de las
desaparecidas, de las amenazadas, de las exiliadas, de las detenidas, de las
refugiadas, de las torturadas, de las amedrentadas, de las masacradas, de las
destrozadas por el dolor y la barbarie. Todas a una sola voz afirmamos (…):

4. De manera urgente el Estado y la insurgencia deben llegar a acuerdos


humanitarios que tengan en cuenta las violaciones a mujeres, el involucramiento
de los y las menores en la guerra, el reclutamiento forzado, el uso de armas no
convencionales y de efecto indiscriminado, el uso del glifosato, la liberación de los
secuestrados/as y la rendición de cuentas por parte del Estado de todos/as los
desaparecidos y desaparecidas (…).

¡No a la guerra! ¡Negociación ya!193.

La movilización de julio de 2002 fue leída por todas sus protagonistas y analistas como

190
Las cifras no son del todo claras, pero el estimado más conservador es de 20 mil personas. Ver
Unidad de Paz, «Mujeres que pazharán», El Tiempo, 26 de julio de 2002,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1367475.
191
Unidad de Paz, «Mujeres: por qué marchan», El Tiempo, 25 de julio de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1366223.
192
Elizabeth Yarce, «Mujeres, más golpeadas por el conflicto armado», El Colombiano, 25 de julio
de 2002.
193
Disponible en Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni
hijas para la guerra., 52-53.
Capítulo 1 73

“absolutamente exitosa”194, en tanto logró reunir en una sola convocatoria a diversas


expresiones del movimiento de mujeres que solían – y suelen – mantenerse en disputa195.
Esta marcha puso en escena el compromiso del movimiento de mujeres con la paz y puede
considerarse un hito en su historia y, a su vez, el inicio de una cadena de acciones que se
concentraron en la relación de las mujeres con la paz y con la guerra, en un nuevo
escenario que se iniciaba con el gobierno de Álvaro Uribe, el cual explicaré con
detenimiento en el siguiente capítulo.

C. A modo de conclusión

Desde finales de la década de 1970 y hasta finales de la década de 1990, es posible


rastrear la existencia de una gramática particular que, respondiendo a problemáticas
especialmente vinculadas a la violencia estatal, tejía una serie de argumentos sobre la
violencia sexual en escenarios sociopolíticos que fueron posteriormente retomados para
analizar la cuestión de la guerra.

Esta gramática estaba situada en los debates propiciados por un conjunto de


organizaciones articuladas en torno a la paz y a los derechos humanos, respecto de las
cuales las organizaciones de mujeres se mantuvieron en una relación tensa entre el trabajo
conjunto y la autonomía de sus demandas. En estos debates la cuestión de la violencia
sexual fue movilizada para argumentar que la experiencia femenina de la violencia era
específica, bajo el argumento de que “siempre se ha ejercido” y es “lo peor”. En otras
palabras, la violencia sexual era interpretada desde un carácter ahistórico y excepcional.
Además, era leída como naturalizada, cubierta por un manto de silencio y de relegación a
la marginalidad en la sociedad.

A lo largo de esas décadas, las organizaciones de mujeres hicieron uso del lenguaje
ascendente de los derechos humanos para exigir respuestas particulares a esa
experiencia específica. El proceso de enunciación en este lenguaje particular se profundizó

194
Lamus, De la subversión a la inclusión, 264.
195
De acuerdo con Carolina Vergel, algunas consignas de la movilización incluyeron la defensa de
una salida negociada al conflicto armado, y la oposición a la imposición del servicio militar obligatorio
para las mujeres y al pago de impuestos para la guerra. Ver Vergel Tovar, «Les usages militants et
institutionnels du droit», 171.
74 Los movimientos sociales y de mujeres: las bases de la emergencia

con la aprobación de la Constitución del 91, nutriendo las relaciones con los organismos
internacionales y organizaciones de derechos humanos que vigilaban la situación en el
país, lo cual propició nuevas estrategias que, a la larga, terminarían definiendo los bordes
del objeto en el proceso de emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado.

Con la Constitución de 1991 también se transformaron las maneras de relacionarse con el


Estado, lo que en conjunto con el ascenso de la experiencia de la violencia, promovió la
creación de nuevas organizaciones de mujeres y plataformas de organizaciones que
buscaban trabajar por la paz y la profundización de la democracia.

El aumento desmesurado de la violencia en el segundo lustro de la década de 1990


fortaleció las demandas de soluciones dialogadas al conflicto armado promovidas por el
movimiento por la paz en el país. En un nuevo capítulo por demostrar la particularidad de
la experiencia femenina – ya no en la violencia estatal sino en la guerra – las
organizaciones de mujeres nacientes construyeron como argumento explicativo la tríada
de sufrimiento provocada por la viudez/orfandad, el desplazamiento forzado y la violación
sexual a la que eran sometidas las mujeres por todos los actores armados. En función de
estas experiencias, las organizaciones movilizaron la idea de su legítimo derecho a hacer
la paz, es decir, a participar de manera autónoma en los acuerdos que los otros
movimientos y ellas mismas demandaban. Así, se fue consolidando la diada de víctimas y
activistas por la paz.

Para explicar esta tríada de sufrimiento como algo específico de las mujeres y la diada de
sujetos, emergieron las “expertas” representadas principalmente por extranjeras
vinculadas a organismos internacionales que vigilaban la situación del país y por activistas
nacionales que dominaban un lenguaje anclado en el campo internacional. Las víctimas
aún no aparecían en la esfera pública, sin que ello signifique que las expertas las hubiesen
inventado: existió lo que denomino una “agencia mediada” entre quienes de manera
anónima y oculta confiaron sus relatos a estas expertas, y la movilización del rumor como
mecanismo de socialización de la experiencia que las organizaciones supieron leer y
utilizar para explicar esa vivencia específica.

La instalación cada vez más central del lenguaje de los derechos humanos permeó las
estrategias de las organizaciones de mujeres, una de cuyas muestras más significativas
Capítulo 1 75

fue la constitución de la MMCA, que aglutinó varias organizaciones de mujeres y mixtas en


aras de propiciar la vigilancia internacional de Naciones Unidas, la cual se enmarcaba en
demostrar la existencia de violaciones a los derechos humanos “graves y sistemáticas”
contra las mujeres. En virtud de ello, los informes se orientaron a organizar la información
recopilada de tal manera que pudiera demostrarse este carácter de gravedad y
sistematicidad.

La conjugación de este escenario junto con los debates de la justicia transicional a los que
se abocó el país a partir de 2002, sirvieron de campo para la emergencia de la violencia
sexual en el conflicto armado, lo cual paso a explicar en el siguiente capítulo.
2. Los movimientos sociales y de mujeres: el
giro epistemológico de la violencia sexual
(2003-2008)

Presentación

La elección de Álvaro Uribe Vélez como presidente tuvo varios efectos que redundaron en
el fortalecimiento del movimiento social de mujeres y en el giro hacia la centralidad de la
violencia sexual. Dos elementos de sus políticas resultaron altamente significativos: de un
lado, una nueva discursividad que negaba la existencia del conflicto armado y variaba la
política hacia la “seguridad democrática”, y por el otro, el acercamiento y posterior proceso
de negociación iniciado con los grupos paramilitares, que llevó a arduos debates sobre lo
que posteriormente se denominó la justicia transicional.

La política de seguridad democrática tuvo uno de sus elementos discursivos importantes


el negar la existencia de un conflicto armado en el país con el fin de eliminar el carácter
político de la violencia y mantenerla en una escala de terrorismo. Esta política buscaba, en
esencia, priorizar la búsqueda de la victoria militar por encima de las negociaciones
políticas196.

En este escenario se dio paso desde los más altos niveles del gobierno nacional a un
proceso de estigmatización de los movimientos de derechos humanos, de paz y en general
de todas las expresiones que abogaban por una salida negociada al conflicto armado,
tildándolos de auxiliadores de la guerrilla197. Las manifestaciones e informes públicos del

196
La política de seguridad democrática consistió en la transformación de la política de seguridad
llevada a cabo por el gobierno de Uribe (2002-2006 y 2006-2010) como un mecanismo para
fortalecer la presencia de la Fuerza Pública en todo el territorio nacional, bajo la premisa de la
necesidad de vinculación de la sociedad civil como prerrequisito para garantizar el éxito militar (este
aspecto fue leído como una violación al principio de distinción propio del DIH). Esta política debe
verse en conjunto con una transformación global que instalaba el discurso de la lucha contra el
terrorismo, especialmente después del ataque a las Torres Gemelas en Estados Unidos en
septiembre de 2001.
197
El informe de la CIDH sobre el caso del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo resulta
significativo sobre el contexto de estigmatización y persecución contra el movimiento de derechos
humanos en este período. Ver Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe de fondo.
Capítulo 2 77

movimiento de mujeres que hablaban del impacto desproporcionado de la guerra en ellas,


sirvieron no solo para demostrar que el conflicto sí existía, sino para darle un lugar al
discurso que se oponía a las políticas del gobierno. En otras palabras, el cierre de espacios
a los movimientos de paz y de derechos humanos significó para el movimiento de las
mujeres – y especialmente para sus denuncias sobre violencia sexual – un lugar
privilegiado de denuncia que trascendió las fronteras propias del movimiento. En palabras
de Claudia Ramírez198:

la situación para hablar y para plantear el tema del conflicto era tan difícil que para
las organizaciones de derechos humanos, el hecho de que las mujeres
mostráramos por ejemplo el tema de la violencia sexual y lo lleváramos a
escenarios internacionales, era una forma de incidencia y de evidenciar una
existencia de conflicto armado en el país, porque las organizaciones de derechos
humanos estaban completamente estigmatizadas por el Gobierno de Uribe199.

A esta lectura habría que añadirle dos aspectos: el primero, como vimos, referido a que la
violencia sexual había estado dotada discursivamente de un carácter tan dramático que lo
volvía un tipo de violencia límite, excepcional e incuestionable (al igual que sus víctimas),
lo cual resultaba completamente estratégico para posicionar una idea global a través de la
violencia sexual: la persistencia del conflicto armado200. Ligado a ello, el segundo elemento:
el que fuera el movimiento de mujeres y no el de derechos humanos el que planteara la
continuidad del conflicto, resultaba también estratégico porque generaba menos
prevenciones al ser un movimiento hasta entonces subestimado201: al igual que el discurso

Miembros de la Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo Vs. Colombia», Informe
No. 57/19. Caso 12.380. OEA/Ser.L/V/II.172 Doc. 66 § (2019),
http://www.oas.org/es/cidh/decisiones/corte/2020/CO_12.380_ES.PDF.
198
Quien fue subdirectora de la Corporación Sisma Mujer.
199
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres
en los procesos de paz en Colombia (1982-2016), 62.
200
Considero necesario aclarar que no me posiciono frente a estas estrategias desde una lógica de
verdad/mentira o de bueno/malo, sino que reconozco especialmente el carácter de sujeto político
del movimiento de mujeres, que supo leer e incursionar de manera estratégica – como lo hacen
todos los movimientos sociales – en el contexto socio-político del país. Me parece relevante señalar
que es justo en esos intersticios de las experiencias y problemáticas históricas en las que producen
los procesos de emergencia de los objetos sociales y de los problemas públicos, muchas veces sin
una intencionalidad previa.
201
Agradezco a Claudia Ramírez por su claridad sobre este tema. Claudia Ramírez, Conversación,
78 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

de la violencia sexual, para los primeros años del gobierno de Uribe, el movimiento de
mujeres aún era considerado por algunos sectores como un movimiento neutro y alejado
de las cuestiones políticas, por lo que sus denuncias se recibían con menos prevención.

Este hecho impulsó aún más las alianzas que ya existían entre organizaciones de mujeres
y organizaciones de derechos humanos y dotó a las primeras de una importancia que
anteriormente no habían tenido. Según Claudia Ramírez:

las organizaciones de mujeres jugamos un papel importante en hacer visible a


nivel nacional e internacional la existencia de la gravedad del conflicto, y las
consecuencias de las víctimas, mostrando que hay mujeres violadas202.

Siguiendo esta línea, podría decirse que hubo un posicionamiento estratégico del
movimiento de derechos humanos frente a las organizaciones de mujeres, lo cual tuvo por
efecto dotar de importancia tanto el discurso de la violencia sexual como al movimiento de
mujeres en los debates centrales y tensos del momento. De esta forma, la violencia sexual
empezó a adquirir un carácter autónomo respondiendo a un problema particular del
momento y, a través de él, el movimiento de mujeres logró justificar su autonomía frente a
otros movimientos. Ahora se trataba de instalar esta problemática en la agenda pública, de
movilizarla, de visibilizarla, aspecto que encontraría un suelo fértil en las negociaciones
con los paramilitares y los debates legales que dieron lugar a la Ley de Justicia y Paz, en
el marco de la justicia transicional203.

En diciembre de 2002, los grupos paramilitares asociados en las Autodefensas Unidas de


Colombia (AUC) declararon un cese unilateral de hostilidades y su intención de acordar un
plan de desmovilización con el gobierno nacional204. Las negociaciones y las iniciativas
jurídicas impulsadas – primero con el proyecto de ley de alternatividad penal y luego con

3 de junio de 2019.
202
Chaparro y Martínez, Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres
en los procesos de paz en Colombia (1982-2016), 63.
203
Un análisis a profundidad del proceso de aprobación de la Ley de Justicia y Paz será desarrollado
en el capítulo 5.
204
AUC - Dirección Política y Militar, «Declaración Estado Mayor Negociador AUC: posición ante el
proyecto de ley de justicia y reparación», en El Gobierno Uribe frente al conflicto armado y la paz,
acuerdo con las AUC, Biblioteca de la Paz 2002-2010, Tomo VI (Santa Fe de Ralito: Fundación
Cultura Democrática, 2004), 183.
Capítulo 2 79

la Ley de Justicia y Paz205 – dieron apertura a un nuevo capítulo en la historia política del
país. A diferencia de experiencias anteriores en las que las amnistías e indultos fueron las
vías privilegiadas para lograr la desmovilización, estas negociaciones abrieron los debates
y disputas en torno a la premisa general de que no habría paz sin justicia y que, dado que
no sería posible judicializar todos los crímenes, solo se investigarían aquellos considerados
de lesa humanidad o de máxima gravedad.

Aunque algunos hechos como las masacres, la desaparición y las torturas ya habían
ganado el estatus de gravedad, la valoración sobre otros crímenes estaba en proceso de
construcción en el país y en la región, incluidos aquellos que las organizaciones y
organismos de derechos humanos señalaban como particulares en contra de las
mujeres206. Fue justamente allí, en la operación de encontrar un lugar propio entre la

205
Ministerio del Interior y de Justicia, «Proyecto de Ley Estatutaria No. 85 Senado. Por la cual se
dictan disposiciones en procura de la reincorporación de miembros de grupos armados que
contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional», Año XII-No. 436 Gaceta del
Congreso § (2003); Congreso de la República, «Ley 975 de 2005. “Por la cual se dictan
disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al margen de
la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras
disposiciones para acuerdos humanitarios”.» (2005),
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_0975_2005.html.
206
La incorporación de las violencias contra las mujeres dentro de las narrativas sobre la violencia,
los conflictos armados y las dictaduras no es exclusiva del caso colombiano. De hecho, en este
mismo período, otras experiencias de la región americana se hicieron visibles especialmente de la
mano de comisiones de la verdad. Es el caso del Informe “Guatemala Nunca Más” publicado por la
Iglesia Católica a través del Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica
(REMHI), publicado en abril de 1998 y que contiene un capítulo titulado “De la violencia a la
afirmación de las mujeres” en el que se incluye un apartado de violencia sexual. También está el
caso del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación en el Perú, publicado en agosto
de 2003, que incorporó un capítulo sobre “La violencia sexual contra la mujer”. Se suma a estos el
informe de la Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura en Chile (conocido como informe
Valech), publicado en noviembre de 2004, el cual incluyó un capítulo de métodos de tortura, en el
que introdujo la cuestión de la “violencia sexual contra las mujeres”. Para el caso argentino, estos
debates tuvieron un lugar a partir del año 2001, en el cual se declaró la inconstitucionalidad de las
leyes base de las amnistías, aspecto reforzado por el Congreso en el año 2003. A partir de allí, se
recogieron testimonios que explícitamente señalaban el uso de la violencia sexual y se
reinterpretaron otros que habían quedado subsumidos en la categoría de la tortura. Ver Proyecto
Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), «Guatemala Nunca Más», abril
de 1998, cap. 5,
http://www.derechoshumanos.net/lesahumanidad/informes/guatemala/informeREMHI-Tomo1.htm;
Comisión de la Verdad y Reconciliación, «Informe Final de la Comisión de la Verdad y
Reconciliación en el Perú», agosto de 2003, Tomo VI, 1.5., https://www.cverdad.org.pe/ifinal/;
Comisión Nacional sobre Prisión Política y Tortura, «Comisión Nacional sobre Prisión Política y
Tortura en Chile (informe Valech)», noviembre de 2004, Cap. VII,
http://www.derechoshumanos.net/paises/America/derechos-humanos-Chile/informes-
comisiones/Informe-Comision-Valech.pdf. Un estudio pormenorizado de algunas de estas
80 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

amnistía y la justicia, es decir, en los debates de la justicia transicional, que la violencia


sexual halló un escenario para ser enunciado sin estar subordinado al desplazamiento, el
reclutamiento u otras formas de violencias cometidas en contra de las mujeres en razón
de su género. Dicho de otra manera, halló un espacio para emerger como un problema
público autónomo. Sobre los desplazamientos en la categoría de violencia sexual que
posibilitaron ese proceso me referiré en este capítulo.

Una confluencia de factores posibilitó dicha emergencia, entre otros, la normalización de


la justicia transicional como un paradigma del estado de derecho207. En otras palabras, en
el marco del acuerdo con los paramilitares se puso en evidencia que la garantía de los
derechos de las víctimas era un límite novedoso a las negociaciones por la paz208, con lo
cual otorgar amnistías totales era contrario a unas normas emergentes que se habían
instalado como deber de los Estados y que propugnaban por un equilibrio entre la justicia
y la paz209.

Este escenario novedoso para el país (la irrenunciabilidad de la persecución penal para
ciertos crímenes210) brindó a las organizaciones de mujeres la posibilidad de posicionarse
como agentes autónomas con dos campos que desde antes se venían trabajando como la
máxima expresión del sufrimiento específico de las mujeres: el desplazamiento forzado y
la violencia sexual. Dada la magnitud del desplazamiento y la dificultad de probar los
motivos de género que lo causaban, la violencia sexual cobró un lugar significativo para

experiencias puede leerse en Paulina Gutiérrez, ed., Memorias de ocupación: violencia sexual
contra mujeres detenidas durante la dictadura (Santiago, Chile: Fundación Instituto de la Mujer
[u.a.], 2005); María Sonderéguer y Violeta Correa, eds., Violencia de género en el terrorismo de
Estado: políticas de memoria, justicia y reparación (Universidad Nacional de Quilmes, 2010);
Corporación Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia
sexual durante dictaduras y conflictos armados.
207
Ruti G. Teitel, «Transitional Justice Genealogy», Harvard Human Rights Journal 16 (2003): 69.
208
Un análisis sobre las transformaciones discursivas en el proceso de paz con los paramilitares y
sus distintos usos, se encuentra en Rodrigo Uprimny y María Paula Saffon, «Usos y Abusos de la
Justicia Transicional en Colombia», Anuario de Derechos Humanos, 2008,
https://anuariocdh.uchile.cl/index.php/ADH/article/view/13511.
209
Ya para este momento (2003), la Corte Interamericana de Derechos Humanos había emitido la
sentencia de Barrios Altos contra Perú (2001), en la cual había condenado al Estado peruano por
el otorgamiento de amnistías totales. Ver Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso
Barrios Altos Vs. Perú (14 de marzo de 2001).
210
Es decir, el deber de investigar los crímenes internacionales y de abstenerse de emitir amnistías
totales en contra de los autores de ellos bajo el argumento de lograr la paz.
Capítulo 2 81

enunciar un mecanismo de guerra “generizado”, es decir, dirigido a las mujeres por el


hecho de serlo.

Estos debates sobre la ley también transformaron las estrategias que desplegaron las
organizaciones sociales. Si bien es cierto continuaron los procesos de movilización social,
fueron los informes, los casos y, en general, el diagnóstico de las violencias –
especialmente la sexual – el centro de la actividad pública de las organizaciones de
mujeres.

Así como en los 90 la Ruta Pacífica acaparó buena parte de las notas de prensa, en los
debates sobre la justicia transicional fue la organización Iniciativa de Mujeres por la Paz
(IMP) la voz más publicitada211. Esto se debió, en parte, a un evento que fracturó de manera
importante al movimiento de mujeres pero que tuvo, a su vez, una importancia mayor para
la cuestión de la violencia sexual: el presidente de la República (Uribe Vélez), en desarrollo
de la Ley de Justicia y Paz, debía designar a quienes integrarían la creada Comisión
Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR). Por ley de cuotas, esta Comisión debía
estar integrada también por mujeres, así que fueron nombrados 3 hombres y 2 mujeres:
Patricia Buriticá que era en ese momento directora de IMP y Ana Teresa Bernal, que
presidía Redepaz (que a su vez era integrante de IMP212). Especialmente el nombramiento
de Patricia Buriticá generó una ruptura al interior del movimiento de mujeres, pues por

211
IMP surgió en el año 2001 como producto de una alianza de organizaciones de mujeres que, con
el auspicio de la cooperación sueca e impulsadas por el departamento de la mujer del sindicato de
la CUT (del cual hacía parte Patricia Buriticá), adelantaron una conferencia internacional sobre
mujeres y paz en Estocolmo. Luego de dicha conferencia, surgió la alianza como una plataforma de
trabajo permanente en esa materia. A diferencia de la mayoría de organizaciones sociales de la
época y de las organizaciones de mujeres, IMP le apostó a la incidencia en la Ley de Justicia y Paz,
lo que le mereció – además de la ruptura con el movimiento de mujeres – un lugar importante en
las noticias escritas que fueron publicadas en el país. Sobre las notas de prensa pueden encontrarse
sus voces en El Tiempo, El Heraldo, Vanguardia Liberal, La República y El Espectador. Ver, Juan
Carlos Díaz, «Me llevo a tu mujer porque me gusta», El Heraldo, 13 de abril de 2005; Juan C.
Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto», Vanguardia
Liberal, 3 de junio de 2005; Colprensa, «Reparación a mujeres víctimas de la violencia», La
República, 1 de abril de 2008; Patricia Buriticá Céspedes, «Violencia sexual en el conflicto armado»,
El Espectador, 3 de agosto de 2008; Redacción El Tiempo, «Lo que ellas callan», El Tiempo, 7 de
mayo de 2008; «El cuerpo femenino como arma de guerra», Semana, 11 de octubre de 2006,
https://www.semana.com/on-line/articulo/el-cuerpo-femenino-como-arma-guerra/81387-3.
212
Antes de ser electa a la CNRR, Ana Teresa Bernal también fue parte del Consejo Nacional de
Paz y representante de ese Consejo ante el Comité Temático de la negociación entre el gobierno y
la guerrilla de las FARC en el proceso adelantado entre 1998 y 2002. Ver también, Vergel Tovar,
«Les usages militants et institutionnels du droit», 219.
82 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

haber aceptado el cargo fue señalada como instrumento de legitimación de las políticas
del gobierno de Uribe, especialmente del cuestionado proceso de paz con los paramilitares
y, por tanto, como contraria a las apuestas de paz de los movimientos sociales213.

Al margen de la ruptura que estos nombramientos tuvieron para el movimiento de


mujeres214, es un hecho que la participación previa de IMP en la labor de incidencia de la
ley para incorporar normas específicas en violencia sexual redundó en un interés particular
de la posterior CNRR (y luego del Centro de Memoria) en darle un lugar al tema dentro de
las labores de la entidad. En ese sentido, el trabajo desarrollado por IMP a través de
Patricia Buriticá antes y luego de la Ley resultó importante para darle un lugar central a la
violencia sexual.

Volvamos a los informes. Como he mencionado, a comienzos del siglo XXI hubo una
transformación en las estrategias desarrolladas por las organizaciones de mujeres, las
cuales comenzaron un proceso sostenido de elaboración de informes. Estos fueron
producidos por organizaciones caracterizadas por estar asociadas en ONG, tener una alta
capacidad de interlocución con sus pares internacionales, así como de incidencia ante el
Estado y organismos internacionales. Todas movilizaban el lenguaje de los derechos
humanos y se inscribían en sus lógicas: denuncia de casos, exigencia de la
responsabilidad estatal, publicación de investigaciones e informes, e interlocución
permanente con organizaciones internacionales.

Estos diagnósticos tenían como interlocutor privilegiado a las organizaciones

213
En palabras de Patricia Buriticá: “He creído que a través de la Comisión se pueden obtener logros
concretos, se pueden ganar espacios. Hemos conseguidos cosas imposibles de lograr estando por
fuera, como que en la ley quedaran siete artículos del Estatuto de Roma, de la Corte Penal
Internacional. Con el antecedente que casi todas las organizaciones le estaban apostando para que
se cayera la ley. Yo también le apostaba a que fuera una mejor ley, pero en un momento
determinado, cuando te das cuenta que no vas a ganar algo, tienes que incidir para que lo que
salga, que será un hecho, tenga algún nivel de incidencia. Por eso hemos estado ahí. Por ello he
recibido críticas muy duras, por ejemplo, del movimiento de mujeres, que plantea que con el hecho
de yo hacer parte de la Comisión estoy avalando la Ley de Justicia y Paz, y que estoy a favor del
presidente Álvaro Uribe Vélez, que le estoy haciendo juego al mandatario. Ana Teresa Bernal y yo,
que somos integrantes de la sociedad civil, somos ahora las parias del movimiento de paz, del
movimiento de mujeres. ¿Qué gana la paz con eso? ¿Con esos juicios y señalamientos están
contribuyendo a la paz?”. En Fonseca, «Patricia Buriticá Céspedes», 103.
214
Un análisis detallado de las apuestas de IMP frente a la negociación con los grupos paramilitares
y las rupturas que generó con el movimiento de mujeres, puede leerse en Vergel Tovar, «Les usages
militants et institutionnels du droit», 240-55.
Capítulo 2 83

internacionales, que también produjeron informes y eventos que impactaron la opinión


pública a través de la prensa, como aquellos publicados por Naciones Unidas215, la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Corte Interamericana de
Derechos Humanos (Corte IDH)216. Esto se debió, en parte, a la mayor presencia de las
organizaciones sociales que desarrollaron estrategias de incidencia ante estos
organismos217, lo cual redundó en un aumento de la cooperación internacional218. Dentro
de estos informes de organismos internacionales, dos fueron especialmente significativos
por sus usos posteriores en los informes de las organizaciones de mujeres: el ya referido
informe de la Relatora de violencia contra la mujer de Naciones Unidas de 2002219 y el
informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) sobre el impacto del

215
«ONU denuncia práctica de torturas en Colombia», Voz, 26 de noviembre de 2003; Redacción
El Tiempo, «Tráfico humano, horror en aumento», El Tiempo, 18 de mayo de 2003; «ONU pide
acabar “nexos” de funcionarios con Auc», El Nuevo Siglo, 20 de junio de 2005; Resumen Agencias,
«Analizan violación contra la mujer en conflicto armado», Vanguardia Liberal, 23 de junio de 2006;
Camilo Raigozo, «Severas críticas a paramilitarización e impunidad», Voz, 22 de febrero de 2006;
«Mujeres, 10 razones para no celebrar», Semana, 8 de marzo de 2006,
https://www.semana.com/on-line/articulo/mujeres-10-razones-para-no-celebrar/77728-3;
Colprensa, «52% de las mujeres colombianas comprometidas ha sido agredida», Vanguardia
Liberal, 20 de septiembre de 2008; «Se disparan casos de mujeres contagiadas con Sida», El Nuevo
Siglo, 27 de junio de 2008.
216
Redacción Nacional, «“El Estado tiene la obligación de pagarles”», El Tiempo, 14 de abril de
2007; Redacción Justicia, «En solo seis meses, van casi 50 mil víctimas que piden reparación», El
Tiempo, 14 de abril de 2007; «Rememorando Ituango», Semana, 21 de agosto de 2008,
https://www.semana.com/opinion/articulo/rememorando-ituango/94663-3.
217
Redacción Política, «Gobierno y 1.200 ONG en examen de derechos humanos ante la ONU», El
Tiempo, 6 de diciembre de 2008; Redacción El Tiempo, «ONU examinará el primer informe sobre
situación derechos humanos en Colombia», El Tiempo, 2 de diciembre de 2008; Redacción El
Tiempo, «Pulso sobre derechos humanos en el país sostendrán Gobierno y ONG ante la ONU en
Ginebra», El Tiempo, 5 de diciembre de 2008.
218
Redacción Vida de Hoy, «US$ 7 millones para frenar violencia contra la mujer», El Tiempo, 25
de noviembre de 2008; Redacción Vida de Hoy, «Programa integral contra violencias de género
invertirá US$7’200.000 para frenar agresión contra la mujer», El Tiempo, 24 de noviembre de 2008;
Redacción El Tiempo, «Invierten 7 millones de dólares en programa para frenar violencia contra la
mujer», El Tiempo, 24 de noviembre de 2008. Al observar los informes publicados por las
organizaciones sociales, es posible observar que la gran mayoría cuenta con el apoyo de agencias
de cooperación internacional como Diakonía, Fundación FORD, USAID, Organización Internacional
para las Migraciones (OIM), SUIPPCOL (Programa Suizo para la promoción de la paz en Colombia),
el Consejo Noruego para Refugiados, entre otras.
219
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001).
84 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

conflicto armado en contra de las mujeres de 2006220.

El diálogo no se reducía a organismos internacionales de derechos humanos, sino también


a pares de organizaciones sociales de carácter global como Amnistía Internacional, el
Comité Internacional de la Cruz Roja, Human Rights Watch, Save the Children y Médicos
sin Fronteras, que hacían seguimiento a la situación del país221. En particular, resultó
significativo el documento hito de Amnistía Internacional del año 2004 titulado “Cuerpos
marcados, crímenes silenciados”222.

A partir de los informes elaborados por las organizaciones de mujeres y que redundaron
en los contenidos que las organizaciones y organismos internacionales incluyeron en sus
propios informes, se puede constatar que la novedad particular de este período consistió
en la necesidad de demostrar que la experiencia femenina en la guerra era tan grave como
otras experiencias de violencia. De no hacerlo, la violencia sexual podría ser amnistiable.
El lugar que diversas organizaciones encontraron para transmitir la idea de un sufrimiento
propio y particular de las mujeres fue la violencia sexual, que era calificado como un flagelo,
un delito atroz, un crimen de lesa humanidad, un método macabro y un crimen de guerra223;

220
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la
discriminación derivadas del conflicto armado en Colombia», 18 de octubre de 2006.
221
«Entre 2002 y 2006 han sido asesinados 518 sindicalistas», El Nuevo Siglo, 3 de julio de 2007;
Redacción El Tiempo, «Alarma por la crisis de desplazados en Colombia», El Tiempo, 4 de abril de
2007; Redacción Judicial, «¿Una justicia obstaculizada?», El Espectador, 17 de octubre de 2008;
Redacción El Tiempo, «Graves abusos de cuerpos de paz», El Tiempo, 28 de mayo de 2008;
«Médicos Sin Fronteras denuncia alta violencia sexual», Vanguardia Liberal, 8 de octubre de 2008;
Redacción El Tiempo, «Violación arma de guerra», El Tiempo, 30 de noviembre de 2008.
222
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados». Este informe fue
ampliamente divulgado en la prensa. Ver, entre otros, Efe, «Mujeres: 70 de las colombianas es
víctima de la violencia y el maltrato», El Tiempo, 14 de octubre de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1559620; «Mujeres: víctimas “invisibles” del
conflicto colombiano», El Nuevo Siglo, 14 de octubre de 2004; Colprensa, «Las mujeres, un campo
de batalla», Vanguardia Liberal, 14 de octubre de 2004; Elizabeth Yarce, «Mujeres: campo de
batalla en el conflicto», El Colombiano, 14 de octubre de 2004; Redacción Política, «Las víctimas
ocultas de la guerra», El Tiempo, 14 de octubre de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1561174; «Intercambio humanitario es posible»,
Voz, 20 de octubre de 2004; «El cuerpo femenino: botín de guerra», Semana, 30 de octubre de
2004, https://www.semana.com/nacion/articulo/el-cuerpo-femenino-botin-guerra/68916-3.
223
Unidad de Paz, «No a amnistía de criminales», El Tiempo, 20 de enero de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-968607; Bibiana Mercado, «Tire y afloje por la
ley de paras», El Tiempo, 4 de febrero de 2005, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-
1678940; «Sociedad civil pide penas ajustadas», El Nuevo Siglo, 21 de marzo de 2005; Díaz, «Me
llevo a tu mujer porque me gusta»; Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual
por el conflicto»; Redacción El Tiempo, «Las mujeres piden que las saquen de la guerra», El
Capítulo 2 85

en otras palabras, como un delito acreedor de justicia.

Sumado al proceso de negociación con los grupos paramilitares y de estudio de las


medidas de amnistía y judicialización, es importante tener en cuenta que, de manera
simultánea, la crisis humanitaria derivada del desplazamiento forzado había desatado
también una crisis institucional que afectaba seriamente los derechos humanos de esta
población. La Corte Constitucional calificó esta situación en 2004 como un “estado de
cosas inconstitucional”224 y se adjudicó el seguimiento al cumplimiento de las órdenes
impartidas en su decisión. Consecuencia de ello, emprendió un proceso de revisión
sistemática de las acciones desarrolladas por diversas autoridades y de estudio
pormenorizado de la situación enfrentada por la población desplazada, lo cual llevó, a partir
de 2007, al análisis en función de ciertos sectores poblacionales considerados
particularmente vulnerables, como las mujeres. Este fue otro de los escenarios
significativos para que, en el marco del lenguaje de los derechos humanos, se situara la
violencia sexual como parte de una afectación grave a las mujeres que debía ser conjurada
institucionalmente225.

Para poder situar a la violencia sexual con el nivel de gravedad que era requerido en el
marco de estos debates, fue necesario que el discurso hasta el momento predominante
sobre el tema sufriera algunas transformaciones, las cuales se aceleraron durante el
período 2003-2008. Estas transformaciones, que detallaré a continuación, se refieren a los
siguientes desplazamientos: i) del lenguaje descriptivo al lenguaje jurídico-penal; ii) del
botín de guerra al arma de guerra; iii) de la inexistencia a las estadísticas; iv) del silencio
al silenciamiento; v) de la ausencia al anonimato, y vi) de la continuidad al continuum de
las violencias.

En su conjunto, todos estos desplazamientos fueron constitutivos de la violencia sexual

Tiempo, 28 de noviembre de 2005, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1843682.


224
Corte Constitucional, «Sentencia T-025» (2004),
https://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2004/t-025-04.htm. El estado de cosas
inconstitucional se trata de una declaración sobre la afectación grave y masiva a los derechos de la
población desplazada, en múltiples lugares del territorio, que no es imputable a una única entidad
sino a factores estructurales que deben ser corregidos.
225
Un estudio pormenorizado del proceso de debate de la Ley de Justicia y Paz y del Auto 092 de
2008 de la Corte Constitucional será estudiado en el capítulo 5.
86 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

como un problema público en emergencia y tocaron directamente con el asunto


trascendental de cómo definir los bordes o límites de lo que ingresa y se excluye del objeto
mismo, asunto que fue y está en permanente disputa y tensión. En ellos me detengo a
continuación.

A. Del lenguaje descriptivo al lenguaje jurídico-penal

Como fue desarrollado en el capítulo anterior, la idea de que ciertas formas de violencia
eran perpetradas específicamente en contra de las mujeres en razón de su género venía
desarrollándose al menos desde la década de 1980, no obstante, de los informes
estudiados es posible identificar que fue a partir del final del año 2002 y del año 2003 que
las categorías de discriminación, enfoque de género y especialmente crímenes de género
y/o violencia contra las mujeres226, empezaron a adquirir centralidad y a ser utilizadas de
manera ascendente.

Esto puede explicarse a partir de tres factores preponderantes: los cambios en las
estrategias del movimiento que priorizaron la publicación de informes explicativos de la
situación de las mujeres en la guerra (volveré luego a este punto); la articulación estrecha
con el movimiento de mujeres y de derechos humanos global que movilizaba también esas
categorías que eran utilizadas cada vez con más fuerza en el derecho internacional227 y;
especialmente, los debates nacionales sobre la desmovilización paramilitar y las medidas
de justicia o amnistía que debían ser impuestas, que se desarrollaban en el marco del
lenguaje jurídico penal de los crímenes228.

226
Las categorías de violencias de género, violencias basadas en género, violencias contra las
mujeres o con base o por el hecho de ser mujeres fueron utilizadas de manera indistinta. En
ocasiones, también operó la analogía entre violencia sexual y violencia de género.
227
Un hito fundacional en la relación entre las mujeres, la paz y la violencia (en particular la sexual),
es la Resolución 1325 de 2000, explicada previamente y que retomaré en el siguiente capítulo.
También debe tenerse en cuenta que algunas de las agencias de cooperación que apoyaban a las
organizaciones de mujeres tenían un fuerte interés en los derechos de las mujeres y en posicionar
sus avances en el derecho internacional. Una muestra significativa de esto es la cooperación sueca
que promovió el encuentro en Suecia en septiembre de 2001 que daría lugar a la posterior creación
de IMP, o el apoyo de Suiza y España, caracterizados por su público interés en las cuestiones de
género. Adicionalmente, deben tenerse presentes los circuitos de trabajo entre organizaciones
locales e internacionales como las derivadas con Amnistía Internacional o algunas ONG españolas
particularmente interesadas en el tema.
228
De hecho, los informes que movilizan la categoría de enfoque de género están relacionadas
Capítulo 2 87

En relación con este último aspecto, en el año 2005 – año auge del debate sobre la Ley
de Justicia y Paz – los periódicos El Tiempo, El Heraldo, Vanguardia Liberal y El Nuevo
Siglo recogieron en sus notas de prensa voces de organizaciones sociales que anunciaban
que la violencia sexual era un tipo de delito particular cometido en contra de las mujeres
“en razón del género”229. La inscripción en la categoría del género fue uno de los
dispositivos impulsados para pasar de contemplar la violencia sexual como un delito
privado ligado al honor a un crimen que – en términos del derecho internacional –
comprometía la conciencia de la humanidad, es decir del orden público internacional230.

El involucramiento de las activistas y expertas como sujetos que explicaban la cuestión de


los delitos en razón del género y su analogía con otros considerados graves fue
fundamental. Para este período, se observa que el uso de las categorías de violencia
basada en género (o contra las mujeres) y crimen de género para referirse a la violencia
sexual se hizo reiterado por todas las organizaciones y plataformas analizadas231. Sin
embargo, lo que se entendía por violencia basada en género y, especialmente, lo que
quería significarse cuando se aludía a la violencia sexual como un crimen de género fue
variable. En algunas ocasiones se movilizó el argumento de la discriminación, las
relaciones de poder, el patriarcado y el lugar simbólico que ocupaban estos hechos como
parte de un contexto generalizado de violencias contra las mujeres y, en otras ocasiones,
se apeló al argumento de autoridad del derecho internacional.

estrechamente a la cuestión de la desmovilización paramilitar. Ver para el año 2003, por ejemplo,
Ruta Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los
derechos humanos de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana»; Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado, «Conversaciones en la Mesa»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe
2002», 2002; Corporación para el desarrollo humano Humanizar, «El tiempo contra las mujeres.
Debates feministas para una agenda de paz».
229
Redacción El Tiempo, «Las mujeres piden que las saquen de la guerra»; «Sociedad civil pide
penas ajustadas»; Díaz, «Me llevo a tu mujer porque me gusta»; Gutiérrez, «Total desconocimiento
a víctimas de agresión sexual por el conflicto». Estos periódicos registraron, en su orden, el
Encuentro de Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo, distintas plataformas de la sociedad civil
e IMP.
230
Un análisis sobre el honor puede encontrarse en Adela Asúa Batarrita, «El significado de la
violencia sexual contra las mujeres y la reformulación de la tutela penal en este ámbito. Inercias
jurisprudenciales», en Género, violencia y derecho (Valencia: Tirant lo blanch, 2008). Este concepto
será retomado en el capítulo siguiente.
231
Con mayor énfasis en la MMCA, Sisma Mujer, la Corporación Humanas y la Ruta Pacífica.
88 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

En el argumento sobre la discriminación, encontramos informes de Humanas o el que se


describe a continuación de la Corporación Mujeres que Crean:

Es a través de los cuerpos de las mujeres que se han mandado mensajes de


superioridad y discriminación, de sumisión física y emocional, a las demás
mujeres y a la sociedad en general, es a través del uso de las mujeres que se le
ha dicho al guerrero, que allí también hay un instrumento de la guerra,
monstruosamente adquirido232.

Bajo esta lógica, se entendía que “La cultura patriarcal trae consigo formas de violencia
especialmente dirigidas a las mujeres. Tortura y violaciones sexuales, persecución, presión
emocional, desapariciones, encarcelamiento e incluso la muerte, prácticas habituales en
conflictos armados”233. Desde esta mirada, la violencia sexual era un hecho que ocurría
especialmente a las mujeres, con lo cual se creaba un tipo particular de sujeto victimizado.
En un reportaje de Semana del año 2006 titulado “El cuerpo femenino como arma de
guerra”, en el que recoge un informe de la organización no gubernamental (ONG)
Consejería en Proyectos, la Revista señalaba:

la violencia sexual implica el ejercicio del poder sobre las mujeres, pero en el fondo
significa el ejercicio del poder sobre los hombres: es una manera de recordarles
que las mujeres son parte del botín. (…) el hecho de que culturalmente los
hombres no sean considerados propiedad de las mujeres hace que la violación
no opere a la inversa, es decir, no se ejerce violencia sexual contra los hombres
para castigar a las mujeres. Por tanto, la violencia sexual busca quebrantar
emocionalmente a los hombres y poner en entredicho el modelo hegemónico de
masculinidad en la comunidad en la que viven234.

En el segundo argumento – el de autoridad del derecho internacional –, utilizado la mayoría

232
Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Entre resistencias y re-insistencias. “Contra el
silencio y el olvido”. Informe sobre la violación de los derechos humanos de las mujeres y el derecho
internacional humanitario en Medellín y el Área Metropolitana», 50; En el mismo sentido,
Corporación Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia
sexual durante dictaduras y conflictos armados, 108.
233
Sánchez G. y Ruta Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra las mujeres en una sociedad
en guerra, 94.
234
«El cuerpo femenino como arma de guerra».
Capítulo 2 89

de las veces, fue el campo normativo el que tuvo relevancia para la explicación, en un
argumento así: el derecho internacional ha asimilado la violencia sexual como un crimen
de género, por tanto, la violencia sexual es un crimen de género235. Fue este un argumento
de autoridad que caló hondo en la interpretación de esta violencia236 y que en el contexto
de debate público de la gravedad de los crímenes tuvo un lugar estratégico para movilizar
la idea de una violencia contra las mujeres constitutiva de un crimen internacional, por
tanto, con suficiente gravedad237. Esto llevó a que las organizaciones sociales movilizaran
recurrentemente un lenguaje jurídico que hacía aparecer la noción de la violencia sexual
en el ámbito de los crímenes y no solo de los actos de ultraje, agresión, explotación, los
cuales describen el hecho, pero no lo encuadran en el lenguaje penal. Sobre este último
punto es importante señalar que, aunque la noción de delitos sexuales es muy anterior a
este período, su uso para referirse a la violencia sexual en el conflicto armado también se
reforzó a partir del año 2003. Puede verse, entonces, que el argumento de la violencia
sexual como un crimen emergió atado a las demandas de justicia, del debate sobre las
denuncias y el silencio y sobre la necesidad de protección; en otras palabras, en diálogo
con los deberes estatales para responder a estas violencias.

Una de las consecuencias significativas del paso descriptivo de la violencia a su asociación


con los crímenes, es que pretendió fijarse la frontera de lo que ingresaba y no en la
categoría de la violencia sexual. Aunque este ha sido un debate permanente entre las
organizaciones sociales y el Estado, la homologación de la violencia sexual a los crímenes
dibujó un entorno marcado por lo señalado en el Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional (CPI), que determinó cuáles eran los crímenes sexuales justiciables a nivel

235
Este punto ha sido bastante variable en el derecho internacional y ha oscilado entre el género
como su base y otras causas como la etnicidad. Este aspecto lo retomaré en el siguiente capítulo y
puede verse con detalle en Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict.
236
Corporación Humanas Colombia, «Mujeres entre mafiosos y señores de la guerra», 79;
Corporación Humanas Colombia y Articulación regional feminista de derechos humanos y justicia
de género, «Informe regional de derechos humanos y justicia de género», 134; Corporación
Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia sexual durante
dictaduras y conflictos armados, 31; Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y
justicia en Colombia, 51; Guerrero Acevedo, Por la reparación, 83; Grupo de trabajo «Mujer y
género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación», Recomendaciones para
garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto
armado en Colombia, 203.
237
Los debates públicos sobre la Ley de Justicia y Paz dan cuenta de la importancia de este
argumento. Profundizaré este aspecto en el capítulo 5.
90 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

internacional, y las normas de procedimiento y prueba a tener en cuenta en estos casos238.


De allí que una de las constantes de las organizaciones de mujeres fue su demanda para
que el Estado armonizara su legislación con los parámetros establecidos en el Estatuto de
Roma239, lo que finalmente ocurrió en el año 2014240.

Aunque visto desde el presente esta relación entre el crimen y la demanda de justicia y
protección puede parecer una obviedad, realmente el cambio de un lenguaje descriptivo
(ultraje, explotación, abuso, etc.) a un lenguaje jurídico (crímenes y delitos) no es nada
natural ni previsible, sino históricamente relevante. El hecho de que antes de la década de
2000 la forma de enunciar la violencia no se atara a la noción del delito (pese a existir todo
un catálogo de delitos sexuales), nos habla de una forma de representación emergente y
del posicionamiento de ciertos sujetos y saberes que intervinieron en esa enunciación y
que desplazaron otros posibles.

Esta centralidad de los crímenes y delitos propició la tecnificación del lenguaje de las
organizaciones, que utilizaron el campo de lo jurídico en función de las herramientas y
estrategias de actuación que ofrece, atado también al derecho internacional241. Aunque la

238
Como será desarrollado a profundidad en el capítulo 3, el Estatuto de Roma estableció como
crímenes de lesa humanidad y de guerra la violación, esclavitud sexual, prostitución forzada,
embarazo forzado, esterilización forzada o cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad
comparable. Adicionalmente, fijó como límites al tipo de pruebas a admitir en los procesos penales
y reglas para proteger la privacidad de las víctimas en el procedimiento.
239
Ver, por ejemplo, Corporación Sisma Mujer, Violencias contra las mujeres en Colombia. ¿Se
hará justicia?, 50, 77; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de
2005», 40.
240
Congreso de la República, Ley 1719 de 2014. Por la cual se modifican algunos artículos de las
Leyes 599 de 2000, 906 de 2004 y se adoptan medidas para garantizar el acceso a la justicia de
las víctimas de violencia sexual, en especial la violencia sexual con ocasión del conflicto armado, y
se dictan otras disposiciones.
241
En otras palabras, el carácter del derecho internacional fija los límites de la actuación estatal y,
con base en esos límites, los movimientos sociales han desarrollado estrategias de exigibilidad de
derechos tanto en el ámbito nacional como internacional. Una historización sobre el movimiento de
derechos humanos en Colombia y sus procesos de exigibilidad y estrategias de actuación puede
verse en Vargas Coronel, «Acción para la conciencia colectiva : la defensa de los derechos
humanos y las luchas por la configuración de la justicia (1970-1991)». También es importante
denotar que existe un amplio campo de estudio sobre el litigio estratégico o de alto impacto, del cual
también se han nutrido las organizaciones de mujeres. Al respecto puede verse, Ana Milena Coral
Díaz, Beatriz Londoño Toro, y Lina Marcela Muñoz Ávila, «El concepto de litigio estratégico en
América Latina: 1990-2010», Vniversitas 59, n.o 121 (15 de octubre de 2010): 49-76,
https://doi.org/10.11144/Javeriana.vj59-121.clea.
Capítulo 2 91

explicación desde las nociones de discriminación, patriarcado y relaciones jerárquicas de


poder se mantuvo, el argumento del derecho fue tomando un lugar central en el ámbito
público y, a su vez, tecnificando el lenguaje de las organizaciones de mujeres, todo ello en
un proceso acelerado derivado de los debates de la Ley de Justicia y Paz. A manera de
ejemplo, El Nuevo Siglo registró en 2005:

Un tema adicional es el de las mujeres como víctimas de delitos en razón del


género. Para este anotan que “las mujeres que han sido víctimas de violaciones
a sus derechos en razón de su género, de violencia sexual y de delitos contra su
autonomía y libertad sexual, cometidos por miembros de los grupos armados
ilegales que se beneficien de la ley deberán ser reparadas teniendo en cuenta su
condición particular de género. Igualmente, las mujeres deberán disponer de
mecanismos efectivos dentro de los procesos que se adelanten contra sus
victimarios”242.

Como se observa en esta nota, es comprensible que entre los lenguajes disponibles para
referirse a la violencia sexual las expertas que tuvieron un lugar en la prensa hayan
preferido un lenguaje jurídico y su asociación con las nociones de delito, crimen y violencia
en razón del género. Básicamente este lenguaje permitía derivar consecuencias concretas
como la demanda de beneficios legales en materia de justicia y reparación, por ejemplo.

Poco a poco, se instaló en la agenda pública la idea de que la violencia sexual era un
crimen no neutro, es decir, una expresión – quizás la más severa – de la violencia contra
las mujeres en la guerra. No obstante, es significativo anotar que ni en el derecho
internacional ni en el nacional, los crímenes y los delitos sexuales están restringidos a
sujetos particulares, es decir, pueden ser cometidos por cualquier persona en contra de
cualquier otra. De allí que esta idea de un crimen “generizado” en el marco del conflicto
armado, si bien se asentó en el lenguaje jurídico-penal, se dio de la mano de otros
argumentos, como el tratarse de un botín y arma de guerra, que por su relevancia explicaré
a continuación.

242
«Sociedad civil pide penas ajustadas».
92 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

B. Del botín de guerra al arma de guerra

La emergencia de la violencia sexual como un problema social se dio de la mano de las


explicaciones sobre el por qué este tipo de violencia era utilizada en las guerras, lo que
encontró en las expresiones “botín de guerra”, “arma de guerra”, “campo o territorio de
batalla” y “estrategia o táctica de guerra” un lugar de explicación.

Aunque la calificación de la violencia sexual como botín de guerra puede rastrearse al


menos desde el año 1997 en las movilizaciones de la Ruta Pacífica243, el uso de estas
categorías se extendió a partir del año 2003 de la mano de los argumentos que
demandaban justicia en el marco de la negociación con grupos paramilitares. Todo ello
teniendo como telón de fondo el realce de la cuestión de “los cuerpos de las mujeres”.
Veamos.

Las expresiones “botín de guerra” y “arma de guerra” para referirse a la violencia sexual
en ocasiones se utilizaron de manera separada, en otros momentos se usaron
indistintamente o fueron conjugadas. No obstante, al rastrear los informes y comunicados
públicos de las organizaciones sociales es posible ver una diferenciación entre ambas
expresiones y una conjugación entre estas y otras como “campo de batalla” y “estrategia
o táctica de guerra”, las cuales nos permiten rastrear algunos giros en la interpretación del
objeto que iba instalándose.

La primera categoría en ser utilizada fue la de las mujeres como un botín de guerra: los
actores armados “han convertido el cuerpo de las mujeres en botín de guerra, para afectar
con su violación la dignidad de los supuestos contrincantes”244.

La noción de botín de guerra estaba inscrita en la de los trofeos, en el símil entre los
cuerpos femeninos y los beneficios colaterales de la guerra para los guerreros, como aquel

243
Declaración pública de la Ruta del Suroeste de 1997, en Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta
Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la guerra., 25.
244
Declaración pública de la Ruta del Suroeste de 1997, en Ibid. En el mismo sentido pueden leerse
la ponencia central del Tribunal de las mujeres de 1997 o las palabras en la Ceremonia de entrega
del premio Milenio para las Mujeres de 2001. En Ibid., 35, 58. En un sentido similar ver Ruta Pacífica
de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los derechos humanos
de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana», 16, 21.
Capítulo 2 93

de la apropiación de los bienes del bando enemigo. Julieta Lemaitre245 en uno de los textos
de debate de la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado (MMCA) de 2003 lo explica así:

… en nuestra memoria cultural más antigua, la violencia sexual va incluida en la


guerra y las mujeres siempre hemos sido botín de guerra. Es la forma de calmar
a las tropas, de premiarlas; también es una forma de humillar al enemigo, de
mostrarle que la mujer del enemigo es botín; como lo son las mujeres
combatientes o políticamente activas, o las que tienen vínculos de parentesco o
afectivos con el enemigo246.

En el mismo sentido, uno de los primeros informes que leyó en su conjunto el conflicto
armado reciente fue el del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) –
“El conflicto, callejón con salida” (2003) – que interpretó de esta manera la violencia sexual:

La mujer es víctima de cuatro clases de violencia política: i) como blanco directo


de las acciones violentas; ii) como víctima incidental de formas de agresión sexual
previas o simultáneas a tales acciones; iii) como miembro (en tanto madre,
compañera, hija, hermana, amiga) de una red de relaciones familiares y afectivas
que resulta desmembrada por esos actos, y iv) como objeto de actos de violencia
sexual o de menoscabo de su libertad (acceso carnal violento, acoso sexual,
prohibición de relaciones afectivas o sexuales o del embarazo, aborto impuesto),
dentro de los propios grupos armados247.

245
Abogada y profesora asociada de la Universidad de Los Andes, Doctora en Ciencias Jurídicas
de la Universidad de Harvard y Maestría en Estudios Interdisciplinarios de la Universidad de Nueva
York (Estados Unidos). En 2016 fue elegida magistrada de la Jurisdicción Especial para la Paz
(órgano de administración de justicia resultado del acuerdo de paz firmado con la guerrilla de las
FARC en 2016).
246
Julieta Lemaitre, «La violencia sexual como delito contra el Derecho Internacional Humanitario»,
en Conversaciones en la Mesa (Bogotá, 2003), 11. Este extracto fue retomado en Mesa de Trabajo
Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 87. En un sentido similar puede leerse Coalición contra la
vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «La violencia no da tregua»,
12.
247
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, ed., El conflicto, callejón con salida: informe
nacional de desarrollo humano para Colombia, 2003 (Bogotá, Colombia: UNDP, 2003), 132. Este
informe es citado en Codhes, «Codhes informa. Las mujeres en la guerra: De la desigualdad a la
autonomía política».
94 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

Dos de estas cuatro formas de violencia diferencian entre la violencia sexual cometida
contra las mujeres civiles y dentro de los grupos armados. En el caso de la violencia sexual
contra civiles (punto ii), el PNUD considera que se trata de una violencia “incidental”, es
decir, accesoria, imprevisible y no planeada. En el caso de violencia sexual al interior de
los grupor armados (punto iv), el informe califica a los sujetos de esta violencia como
“objetos”, es decir, en el marco de una violencia dirigida en su contra. Esto nos permite
evidenciar que para entonces se veía la violencia sexual contra civiles como incidental y
sobre este aspecto es justamente el giro que se dará en este período.

La imagen de las mujeres como objetos utilizados para calmar a las tropas, premiarlas o
humillar al contrario (como en el texto de Lemaitre) hacía que la violencia sexual fuera leída
como una constante en las guerras, como un efecto colateral de las mismas, es decir,
inevitable e incidental (en palabras del PNUD).

A partir del año 2003, las organizaciones empezaron a movilizar con más fuerza la idea de
que la violencia sexual era parte de las estrategias de la guerra y, aunque no se abandonó
la expresión del botín de guerra, el sentido de esta expresión varió y se utilizó con más
frecuencia la expresión de la violencia sexual como arma de guerra. Entre el botín de
guerra y el arma de guerra hay una variación que es significativa: se trata del giro
epistemológico entre un acto colateral y un acto estratégico en el conflicto. Esta segunda
interpretación, que considera que la violencia sexual es planeada, organizada, orquestada
e intencionalmente motivada, había sido desarrollada desde la década de 1990 pero
empezó a tomar cada vez más fuerza a partir del año 2003.

La expresión “arma de guerra” o el nuevo sentido del “botín de guerra” refiere a la violencia
sexual como un estrategia más en la que los cuerpos de las mujeres eran utilizados como
“campos o territorios de batalla”: “la violencia contra las mujeres por parte de los grupos
armados, incluido el Ejército, es el resultado de la utilización de su cuerpo como un botín
de guerra o como territorio simbólico de agresión contra las comunidades”248; “la violación
es una forma de mostrar el poder y de desmoralizar al enemigo dejando claro que el cuerpo

248
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004», 72.
Capítulo 2 95

femenino es un territorio sobre el cual se ejerce la fuerza”249.

La idea de que los cuerpos femeninos eran territorios o campos de batalla facilitaba la
argumentación del plano estratégico del uso de la violencia sexual, en una analogía con
las políticas de tierra arrasada o de despojo de tierras que eran también argumentos cada
vez más utilizados250. La siguiente gráfica junto con la nota aclaratoria del cuarto informe
de la MMCA de 2004 deja ver la importancia que iba tomando públicamente este
argumento, que insistía en la “grave indicación del uso del cuerpo de las mujeres como
territorio de guerra”:

Imagen 3: "El uso del cuerpo de las mujeres como territorio de guerra"

Fuente: MMCA, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004», octubre de 2004, pág. 72.

En la imagen se observa un grafiti encontrado en un caserío de Arauca, adjudicado por la


MMCA a una brigada del Ejército, en la cual hay un cuerpo femenino desnudo y con los
órganos sexuales expuestos y acompañada por la frase “esta es una guerrillera (ilegible)
por la mejor móvil 5 triunfando en Arauca contraterrorista”. La interpretación hecha por la
MMCA y que se encuentra al lado de la imagen, habla de un vínculo que configura un
mensaje de violencia “que no puede ignorarse”: el que relaciona la violación de una mujer

249
Red Nacional de Mujeres y Observatorio de Derechos de las Mujeres en Colombia, «Violencias
cruzadas. Informe de derechos de las mujeres. Colombia 2005», 40.
250
Por la misma época el interés por identificar el desplazamiento forzado como una estrategia de
despojo y no solo como una consecuencia de los enfrentamientos armados empezó a tomar más
fuerza. Un interesante estudio sobre la producción de este campo puede leerse en: Juana Dávila
Sáenz, «A Land of Lawyers, Experts and “Men Without Land”: The Politics of Land Restitution and
the Techno- Legal Production of “Dispossessed People” in Colombia» (Doctoral dissertation,
Harvard University, 2018), http://nrs.harvard.edu/urn-3:HUL.InstRepos:41128811.
96 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

y el “triunfo contraterrorista”. Tanto la imagen como la interpretación de la MMCA aportan


elementos significativos. La imagen – que no es única en su tipo251 – remite a un cuerpo
femenino violentado y sexualizado que, al ser acompañado por la frase descrita, evoca al
triunfo de la guerra en contra de la guerrilla, de tal manera que la imagen adquiere una
densidad simbólica, pues a través de ella los cuerpos de las guerrilleras (o las mujeres
señaladas de serlo) representan la totalidad del grupo armado y la violación hacia ellas
remite a la victoria contra el enemigo. En otras palabras, a través del triunfo sobre el cuerpo
femenino se simboliza el triunfo militar.

Esta imagen es interpretada por la MMCA con una clara alusión al cuerpo en analogía con
el territorio. Va incluso más allá: párrafos después de la presentación de la imagen, la
MMCA plantea con preocupación denuncias de años anteriores de violencia sexual
cometida en Arauca por actores armados, incluido el Ejército actuando solo o en apoyo a
grupos paramilitares. Su conclusión sobre ello es que:

El gobierno afirma que las condiciones de seguridad han mejorado en el territorio


nacional gracias a la Política de Seguridad Democrática y a la mayor presencia
militar. Sin embargo, las denuncias por violencia sexual contra mujeres son
frecuentes en uno de los departamentos más militarizados del país.

La militarización no tiene la capacidad de transformar los conflictos sociales que


subyacen al conflicto armado y más bien refuerza formas abusivas de control
social. La presencia militar del Estado no garantiza a la población civil el ejercicio
de sus derechos, y los derechos de las mujeres no son la excepción.

Desde esta perspectiva, la imagen que remite a la violación y su análisis desde la idea del
cuerpo como territorio, tuvo la fuerza de conducir a la MMCA a cuestionar no solo las
políticas de seguridad del gobierno, sino a ratificar la existencia del conflicto armado – en

251
Un compendio de al menos 15 imágenes similares fue presentada por Jesús Abad Colorado en
la exposición “El testigo. Memorias del conflicto armado colombiano en el lente y la voz de Jesús
Abad Colorado”, llevada a cabo en el Claustro de San Agustín de la Universidad Nacional de
Colombia desde el 20 de octubre de 2018. Según el autor, las fotografías tomadas entre 2002 y
2012 en La Guajira, Putumayo, Montes de María, Magdalena y el Oriente Antioqueño. Un estudio
detallado sobre la iconografía de la violencia sexual en el conflicto armado reciente, su circulación
y usos es un asunto pendiente por investigar. Un estudio crítico sobre esta exposición puede leerse
en Sonia Vargas Martínez, «Venga y mire», Estudios Artísticos 6, n.o 9 (1 de julio de 2020): 180-94,
https://doi.org/10.14483/25009311.16237.
Capítulo 2 97

un contexto donde voces del gobierno lo negaban – y la amenaza que representaba


cualquier tipo de militarización a los derechos de las mujeres252. En últimas, no se trataba
solo de la vinculación entre el cuerpo y el territorio sino – a través de esa relación – de la
crítica a la totalidad de la política de seguridad y de presencia militar a través de la
experiencia femenina en la guerra.

Esta interpretación es parte de una serie de desplazamientos en las formas y sentidos de


enunciación de la violencia sexual, que se articularon a la preocupación por interpretar el
problema emergente desde una perspectiva que permitiera elevar su nivel de gravedad y
hacerlo justiciable en un contexto de debate público que inauguraba la justicia transicional.
Una de las características de este tipo de justicia es que se parte del presupuesto de que
no todos los crímenes ni autores podrán ser judicializados, por lo cual se requiere investigar
los crímenes más graves y los responsables de más alto rango. La interpretación
tradicional que observaba la violencia sexual como una cuestión inevitable (es decir, no
mediada por políticas organizacionales dentro de las estrategias de la guerra), fruto del
desenfreno casual de algunos hombres (incidental), no permitía justificar el por qué se
demandaba justicia en un escenario excepcional como la transición.

Las organizaciones de mujeres formularon la transformación en la interpretación de la


violencia a partir del interés por estudiar más detalladamente lo ocurrido a las mujeres en
la guerra, lo cual exigió del despliegue de un tipo particular de conocimiento y de nuevas
estrategias para recopilar información253. Esta nueva interpretación se basó, entre otros
elementos, en el derecho internacional y en las afirmaciones que había hecho en 1998 la
Relatora de Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer y el honor y que no eran
específicas al contexto colombiano:

Quizás más que el honor de la víctima, el blanco de la violencia sexual contra las
mujeres es lo que se percibe como el honor del enemigo. La agresión sexual a
menudo se considera y practica como medio para humillar al adversario. La

252
Esta misma operación de demostrar la existencia de la totalidad del conflicto armado a partir de
la experiencia femenina en la guerra, fue notoria en los debates sobre la Ley de Justicia y Paz que
exploro en el capítulo 5.
253
Un interesante ejemplo puede leerse en la publicación del año 2006 de la Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para documentar y hacer visible el impacto de la
violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos de conflicto armado.
98 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

violencia sexual contra la mujer tiene por objeto enrostrar la victoria a los hombres
del otro bando, que no han sabido proteger a sus mujeres. Es un mensaje de
castración y mutilación del enemigo. Es una batalla entre hombres que se libra en
los cuerpos de las mujeres254.

Esta forma de leer el objeto emergente de la violencia sexual fue revisitada con
posterioridad y utilizada como argumento privilegiado por las organizaciones de mujeres255
e inclusive por la prensa256 para señalar el carácter estratégico de esa violencia.

En un texto de la MMCA, siguiendo esa interpretación del honor del enemigo, Marina
Gallego de la Ruta Pacífica señala:

La violación es un arma de guerra. Las mujeres son violadas y asesinadas por ser
novias, compañeras, esposas, amantes o familiares de uno y otro de los actores
armados, o porque se sospecha que lo sean. Se viola a las mujeres para castigar
y mostrar poder al bando contrario257.

Este argumento fue reafirmado por Amnistía Internacional en su informe de 2004 “Cuerpos
marcados, crímenes silenciados”258 y por el informe de la CIDH de 2006 titulado “Las
mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas del conflicto armado en
Colombia”259, los cuales fueron reiteradamente utilizados por las organizaciones sociales

254
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, «Informe
presentado por la Sra. Radhika Coomaraswamy, Relatora Especial sobre la violencia contra la
mujer, con inclusión de sus causas y consecuencias, de conformidad con la resolución 1997/44 de
la Comisión», E/CN.4/1998/54 § (1998), párr. 12,
https://undocs.org/pdf?symbol=es/E/CN.4/1998/54.
255
Esta cita del informe de la Relatora puede leerse, entre otros, en Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 88; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de
mujeres. Guía para documentar y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y
niñas en contextos de conflicto armado, 24; Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto
armado y justicia en Colombia, 25.
256
Colprensa, «Las mujeres, un campo de batalla».
257
Marina Gallego, «Ecos de una guerra urbanizada», en Conversaciones en la Mesa (Bogotá,
2003), 43. Estos argumentos fueron posteriormente retomados por la MMCA, ver Mesa de Trabajo
Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 67.
258
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados».
259
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la
Capítulo 2 99

nacionales para insistir en el carácter estratégico de la violencia sexual en el conflicto


colombiano.

Para el caso de Amnistía Internacional, el informe señala:

En el curso de los 40 años del conflicto colombiano, todos los grupos armados –
fuerzas de seguridad, paramilitares y guerrilla– han abusado o explotado
sexualmente a las mujeres, tanto a las civiles como a sus propias combatientes,
y han tratado de controlar las esferas más íntimas de sus vidas. Sembrando el
terror entre militares, han convertido los cuerpos en terreno de batalla. (…)

Considerados y tratados sus cuerpos como territorio a conquistar por los


contendientes, los motivos por los que las mujeres están en el punto de mira son
diversos: sembrar el terror en las comunidades, facilitando imponer el control
militar; obligar a la gente a huir de sus hogares y así ayudar a conseguir territorio;
vengarse de los adversarios; acumular “trofeos de guerra” y explotarlas como
esclavas sexuales260.

En su informe de 2006 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos indicó:

Los actos de violencia física, psicológica y sexual tienen por objeto intimidar y
castigar a las mujeres por tener relaciones afectivas con miembros del bando
contrario, por desobedecer las normas impuestas por los actores armados o por
participar en organizaciones percibidas como enemigas. Sin embargo, estos actos
no sólo tienen como objetivo el deshumanizar a las víctimas como mujeres. Estas
agresiones sirven adicionalmente como una estrategia para humillar, aterrorizar y
lesionar al "enemigo", ya sea el núcleo familiar o la comunidad a la que pertenecen

discriminación 2006».
260
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 10. Este argumento se
encuentra citado en los siguientes informes: Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe
sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de
2004 - junio de 2005», 109; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía
para documentar y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en
contextos de conflicto armado, 25; Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al
conflicto armado en Colombia, «Un conflicto que afecta a las niñas y las mujeres».
100 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

las víctimas261.

Esta idea de que los cuerpos de las mujeres habían servido como campo de batalla y como
arma de guerra, es decir, de carácter estratégico y no ocasional, fue utilizada por la prensa
con intensidad a partir del cubrimiento de los informes de la Relatora de Naciones Unidas
(2002), Amnistía Internacional (2004) y la CIDH (2006) señalados anteriormente y de los
informes cuarto y octavo de la MMCA en 2006 y 2008262.

Los periódicos El Colombiano, Vanguardia Liberal, Semana y El Tiempo titularon varias de


sus noticias con los calificativos de “campo de batalla”, “botín de guerra”, “arma de guerra”
y “práctica sistemática” para referirse a la violencia sexual. Esto significó la instalación del
giro en la comprensión de la práctica de la violencia sexual como una estrategia en la
guerra, separándose cada vez más de la idea de su uso individual, aislado, completamente
casual. Se mantendría ocasionalmente, no obstante, la idea de que era una práctica
inevitable: “En todos los conflictos armados, la violencia sexual se emplea como arma de
guerra, y Colombia no es la excepción”263, dijo El Tiempo en 2008.

El calificativo de “arma de guerra” por parte de la prensa asociaba a una interpretación de


las causas de la violencia sexual que involucraba su uso para “sembrar el terror en las
comunidades”, imponer el control militar, vengarse del enemigo, “acumular trofeos de
guerra” y usar a las mujeres como esclavas sexuales, siendo una forma de amedrentar,

261
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la
discriminación 2006», párr. 5. Citado en Corporación Humanas Colombia y Articulación regional
feminista de derechos humanos y justicia de género, «Informe regional de derechos humanos y
justicia de género», 115.
262
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008.
Violencia sexual».
263
Redacción El Tiempo, «Una violencia silente», El Tiempo, 9 de agosto de 2008.
Capítulo 2 101

intimidar y castigar264, tal como había ocurrido en países como Ruanda y El Congo265.

La categoría de arma o botín de guerra condensaba algunos presupuestos: el considerar


que la violencia sexual era perpetrada como un crimen basado en el género únicamente
cometido contra las mujeres; asumir una asimilación total entre el sujeto mujeres y el
cuerpo, es decir, esencializar en la materialidad del cuerpo el ser mujer (en singular); e
interpretar que ese cuerpo era utilizado para dar un mensaje a los hombres desde la
perspectiva del honor del enemigo266.

La noción de arma de guerra tuvo una finalidad concreta orientada a modificar la idea de
la violencia sexual como un asunto privado: al tratarla como un arma adquiría el estatus
de estratégica o, en otras palabras, de política y, al hacer la analogía con el territorio, la
situaba en escenarios de gravedad similares a los de otros crímenes.

Sin embargo, homologar el sujeto mujer a sus cuerpos creaba una identidad objetiva
reducida a la corporeidad, con lo cual se creaba un efecto de despolitización de las

264
Redacción Política, «Las víctimas ocultas de la guerra»; Efe, «MUJERES»; Colprensa, «Las
mujeres, un campo de batalla»; «El cuerpo femenino»; «Intercambio humanitario es posible»; Yarce,
«Mujeres: campo de batalla en el conflicto»; Colprensa, «Cada día una mujer muere a causa del
conflicto», Vanguardia Liberal, 15 de diciembre de 2006; «El cuerpo femenino como arma de
guerra»; Redacción Nacional, «“El Estado tiene la obligación de pagarles”»; «Seguridad
Democrática “facilita” actos de tortura», El Nuevo Siglo, 27 de junio de 2007; Redacción Justicia,
«Por abuso sexual huyen 2 de cada 10 desplazadas», El Tiempo, 30 de julio de 2008; Redacción
El Tiempo, «Una violencia silente»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual, la otra arma de la
guerra», El Tiempo, 27 de diciembre de 2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual hizo huir a
2 de cada 10 desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo», El Tiempo, 29 de julio de
2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual contra las mujeres, arma de guerra en Colombia,
dice ONG», El Tiempo, 26 de diciembre de 2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual contra
las mujeres, nueva arma de guerra en Colombia», El Tiempo, 27 de diciembre de 2008; «ONG:
Violencia contra mujer es práctica sistemática en Colombia», Semana, 11 de diciembre de 2008,
https://www.semana.com/nacion/conflicto-armado/articulo/ong-violencia-contra-mujer-practica-
sistematica-colombia/98186-3.
265
Sonia Perilla Santamaría, «El aborto, asunto de salud pública», El Tiempo, 4 de mayo de 2005,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1680078; Redacción El Tiempo, «Mujeres con
pantalones», El Tiempo, 21 de noviembre de 2007.
266
Ver, entre otros estudios, Ruta Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 6»; Sánchez G. y Ruta
Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra, 65; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Conversaciones en la Mesa», 11; Red Nacional de Mujeres y
Observatorio de Derechos de las Mujeres en Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos
de las mujeres. Colombia 2005», 40; Red Nacional de Mujeres y Corporación Sisma Mujer, Más allá
de las cifras, 18; Ruta Pacífica de las Mujeres, Palabras, representaciones y resistencias de mujeres
en el contexto del conflicto armado colombiano, 60.
102 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

mujeres. Visto así, la categoría de arma de guerra involucraba una aporía: se politizaba el
acto pero se despolitizaba al sujeto, pues eran víctimas en sus relaciones con otros pero
descentradas de sí mismas.

El efecto público fue el de mantener en un lugar secundario a las mujeres, sirviendo de


trofeos o de batallas de los hombres, pero creando una imagen de permanente
victimización: “Las mujeres son víctimas de un grupo armado tratando de amedrentar al
otro, y arrojando como únicas perdedoras a las mujeres”; “Las mujeres pierden con cara y
con sello”, se lee en el cubrimiento de El Tiempo al informe de la MMCA en 2008267. Este
permanente acto de perder escapaba al control de las mujeres, cuya única facultad de
autonomía residía en denunciar o callar. Sin embargo, todo apuntaba a que ese “muro de
silencio, fomentado por la discriminación y la impunidad”268 debía ser derribado. Para
hacerlo, se entretejieron tres elementos que abordo a continuación: el diagnóstico a través
de las estadísticas, la reinterpretación del silencio, y la aparición de relatos anónimos.

C. De la inexistencia a las estadísticas

La importancia de demostrar a través de cifras y estadísticas la existencia y gravedad de


un fenómeno no era específica de la violencia sexual; de hecho, este asunto se enmarcaba
en un escenario mucho más generalizado que demandaba datos estadísticos como prueba
de la demostración del conflicto armado en el país. En este sentido, las cifras constituyeron
un verdadero campo de batalla.

Muchas de las noticias publicadas en este período referidas a informes de organizaciones


sociales tuvieron como títulos las cifras o su ausencia: “Una mujer muere al día por causa
de la violencia”, “Las víctimas ocultas de la guerra”, “Mujeres: víctimas ‘invisibles’ del
conflicto colombiano”, “Cada día una mujer muere por el conflicto”, “¿Qué tanto se agrede
a la mujer en Santander?”, “Antes de los 15 violaron a 339 mil colombianas”, “El 6 por
ciento de las mujeres en el país han sido violadas”, “Cifras vergonzosas”, “Paras han
asesinado o desaparecido a 250 mujeres”, “Violencia sexual hizo huir a 2 de cada 10

267
Redacción El Tiempo, «Violencia sexual, la otra arma de la guerra»; Redacción El Tiempo,
«Violencia sexual contra las mujeres, arma de guerra en Colombia, dice ONG».
268
«Mujeres: víctimas “invisibles” del conflicto colombiano».
Capítulo 2 103

desplazadas”, “Una violencia silente”, “Más allá de las cifras, personas”269.

Estos titulares denotan un tipo de discurso que era fuertemente movilizado en la época: la
cuestión de las cifras era, más que un asunto estadístico, el mecanismo para demostrar
que el conflicto armado sí existía y que en él las mujeres eran víctimas protagonistas; las
cifras eran un medio para constituir la realidad270.

A partir del año 2003 estos debates se desarrollaron en el marco de las demandas de
justicia y, aunque de carácter transicional, la justicia exigía testimonios, denuncias y
detalles. Como he señalado previamente, la gravedad era un asunto determinante para
definir qué ingresaba en el ámbito de lo justiciable, de tal manera que las cifras pasaron
de ser un dato informativo, a una prueba de la masividad. En otras palabras, si bien es
cierto desde antes la estadística contribuía como mecanismo para argumentar la existencia
de un fenómeno, a partir de los debates de la justicia transicional se convirtió en un recurso
para demostrar lo que en el derecho internacional se ha conocido como la “generalidad”,
es decir, que un hecho no ha sido aislado sino reiterado, lo cual puede ser un elemento
demostrativo de su gravedad271.

269
«Una mujer muere al día por causa de la violencia», El Nuevo Siglo, 9 de marzo de 2004;
Redacción Política, «Las víctimas ocultas de la guerra»; «Mujeres: víctimas “invisibles” del conflicto
colombiano»; Colprensa, «Cada día una mujer muere por el conflicto», El Colombiano, 14 de
diciembre de 2006; Juan Carlos Gutiérrez, «¿Qué tanto se agrede a la mujer en Santander?»,
Vanguardia Liberal, 6 de marzo de 2007; Redacción El Tiempo, «Antes de los 15 violaron a 339 mil
colombianas», El Tiempo, 11 de octubre de 2007; «El 6 por ciento de mujeres en el país han sido
violadas», El Nuevo Siglo, 11 de octubre de 2007; Redacción El Tiempo, «Cifras vergonzosas», El
Tiempo, 23 de octubre de 2007; «Paras han asesinado o desaparecido a 250 mujeres», El Nuevo
Siglo, 2 de enero de 2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual hizo huir a 2 de cada 10
desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo»; Redacción El Tiempo, «Una violencia
silente»; Jean-Noël Wetterwald, «Más allá de las cifras, personas», El Tiempo, 3 de octubre de
2008.
270
Para profundizar en el lugar que ocuparon las cifras en el debate sobre los derechos humanos
en Colombia ver Winifred Tate, Counting the Dead. The Culture and Politics of Human Rights
Activism in Colombia (University of California Press, 2007).
271
Los informes de las organizaciones sociales se ocuparon de la generalidad de la violencia sexual.
Ver, por ejemplo, Ruta Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 9. El Auto 092 de 2008. El
reconocimiento de las luchas de las mujeres en situación de desplazamiento», 3; Corporación
Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación para mujeres víctimas de violencia sexual durante
dictaduras y conflictos armados, 110; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las
mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006»; Corporación Sisma Mujer, Mujeres en
conflicto: violencia sexual y paramilitarismo, 159; Corporación Humanas Colombia, «Mujeres entre
mafiosos y señores de la guerra», 80; Corporación Humanas Colombia y Articulación regional
feminista de derechos humanos y justicia de género, «Informe regional de derechos humanos y
104 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

Desde esta perspectiva, surgió la necesidad de conocer estadísticas que construyeran el


argumento de que la violencia sexual, al igual que otros fenómenos violentos, había sido
masiva. El problema radicaba en que a diferencia de otros hechos en los que las disputas
con el gobierno se concentraban en los números (por ejemplo, en el desplazamiento, las
masacres o las ejecuciones extrajudiciales), en el caso de la violencia sexual los números
eran inexistentes. A comienzos de siglo las bases de datos disponibles eran bastante
precarias e incluían muy pocos datos que a simple vista podrían llevar a concluir que la
violencia sexual no había ocurrido, o no de la forma en que las organizaciones de mujeres
empezaban a relatar.

Cuando se conformó la MMCA en septiembre de 2000, ninguna de las organizaciones de


mujeres tenía datos cuantitativos. Sin embargo, en la alianza entre estas organizaciones y
las de derechos humanos se hizo evidente que ya existían algunas estadísticas que,
aunque incipientes, podrían ser utilizadas para demostrar la existencia de la violencia
sexual o, al menos, develar que también en el campo de la recopilación de datos las
mujeres habían sido invisibilizadas:

Recopilar la información no ha sido tarea fácil porque, por lo general, la


conceptualización y las estadísticas se han elaborado teniendo como parámetro
de los derechos al sujeto masculino. Esto hace que, usualmente, los datos sobre
violaciones a los derechos humanos no se recojan teniendo en cuenta las
realidades específicas de las mujeres, ni se destaquen los efectos particulares de
la violencia sobre las mismas272.

Para el caso de la violencia sexual fueron las bases de datos del Centro de Investigación
y Educación Popular (CINEP) y de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ) las que

justicia de género», 90, 115, 128; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre
violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», 2002,
85, 89; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual», 53, 122; Corporación Sisma
Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia, 55; Red Nacional de Mujeres y
Corporación Sisma Mujer, Más allá de las cifras, 22; Grupo de trabajo «Mujer y género, por la
verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación», Recomendaciones para garantizar los derechos
a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto armado en Colombia, 44.
272
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres
y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001», 7.
Capítulo 2 105

tuvieron mayor relevancia en los informes que las organizaciones de mujeres y las
plataformas publicaron. Sobre estas bases me ocupo a continuación.

La preocupación por cuantificar la violencia ocasionada en el conflicto armado puede


situarse en la década de 1980 a través del CINEP, la cual se materializó en bases de datos
permanentes y con informes periódicos a partir del segundo lustro de la década de 1990.

El interés por contabilizar a las víctimas provino de una lógica propia del mundo de los
derechos humanos de cara al trabajo de incidencia ante organismos internacionales, como
muy bien lo señala el Banco de Datos del CINEP:

La necesidad de explicarle a la comunidad internacional, a través de sus órganos


Inter gubernamentales y no gubernamentales y sus medios creadores de
"información" y de "opinión", lo que estaba sucediendo en Colombia, conocida
como un país "sin dictaduras militares" a pesar de estar situado en América Latina,
fue planteando la necesidad de sistematizar la información relativa a las
violaciones más graves de los derechos humanos273.

Esa necesidad de explicación llevó al Banco de Datos del Centro de Investigación y


Educación Popular (CINEP) a realizar publicaciones seriales semestrales y anuales desde
el año 1996274 y ha sido desde sus comienzos fuente privilegiada de las bases de datos de
la CCJ y de otras organizaciones sociales. La CCJ, por su parte, empezó a construir una
base de datos de información desde el año 1994, contando dentro de sus fuentes con
estudio diario de prensa, denuncias de organizaciones sociales, de conocimiento público
y trabajo directo con víctimas, además de las publicaciones del CINEP.

Ambas bases de datos incorporaron desde sus inicios la categoría de “violencia sexual”,
la cual no fue operativa en términos prácticos, teniendo en cuenta que durante mucho
tiempo no fue utilizada: en el caso de la CCJ, entre 1994 y 1997 no se reportó ningún
hecho bajo esta categoría y solo fue a partir de 1998 que se empezaron a registrar algunos

273
Cinep, Marco conceptual, versión 2002. Bancos de Datos de Derechos Humanos y Violencia
Política del Cinep & Justicia y Paz, 2002.
274
Este banco de datos tiene antecedentes que datan de 1988. Para una mirada detallada ver Ibid.
106 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

pocos eventos de este crimen275. Lo registrado era a su vez proveniente de los casos
publicados en la Revista Noche y Niebla del CINEP y fue sólo hasta el año 2000, con la
masacre de El Salado, que se incluyeron hechos cuya fuente correspondía a prensa y
denuncias públicas de otras organizaciones sociales. Dicho esto, es importante señalar
que pese a que la categoría de la violencia sexual fue incluida desde los inicios de las
bases de datos, fue una categoría vacía durante varios años, pues no fue movilizada ni
utilizada a casos concretos, lo cual nos demuestra la insuficiencia de su mera nominación
y nos revela de qué maneras su falta de operatividad estaba ligada a la inexistencia del
problema público de la violencia sexual. Podríamos decir, entonces, que hay una relación
estrecha entre la constitución de un problema público y la categoría como un mecanismo
de puesta en marcha del mismo, y en donde problema y mecanismo se requieren
mutuamente. Desde este punto de vista, el análisis del mecanismo nos sirve como sensor
sobre la emergencia del problema público.

La Revista Noche y Niebla del CINEP empezó sus publicaciones en julio de 1996276, para
lo cual “se comenzó a utilizar el instrumental del Derecho Internacional de los Derechos
Humanos y del Derecho Internacional Humanitario (DIH), como normatividad internacional
adoptada por la Organización de Naciones Unidas”277.

De allí que, tal como lo señala el primer número de la Revista Noche y Niebla: “El marco
teórico que sirve a la clasificación se basa en importantes instrumentos del derecho
internacional de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario vigentes
en nuestro país278”.

Su primer marco conceptual, vigente hasta el 2002, incorporó hechos sexuales dentro de
la categoría de “Infracciones al DIH por el trato indigno al ser humano” bajo la modalidad

275
Cuatro personas en tres eventos.
276
Todos los números pueden ser consultados en la página web:
https://www.nocheyniebla.org/?page_id=399
277
Red Nacional de Bancos de Datos, «Qué es el Banco de Datos de Derechos Humanos y
Violencia Política», Google My Maps, 21 de abril de 2017,
https://www.google.com/maps/d/viewer?mid=18ztD5KQZmbQK0CEJ1f3ZPynkkjgrOtt3.
278
Cinep y Justicia y Paz, Revista Noche y Niebla No. 1, 1996, 5,
https://www.google.com/maps/d/viewer?mid=18ztD5KQZmbQK0CEJ1f3ZPynkkjgrOtt3. Según el
pie de página de esta cita se hacía referencia a la “Carta Internacional de Derechos Humanos,
Cuatro Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y Protocolos adicionales y otros tratados”.
Capítulo 2 107

de la tortura, la cual incluía “la violación; la prostitución forzada; toda forma de atentado al
pudor”279.

Este catálogo de violaciones a introducir en las bases de datos fue ampliado en su segundo
marco conceptual (vigente hasta 2008), el cual incorporó una categoría denominada
"Violencia sexual" bajo dos modalidades:

[Como una modalidad de violación de derechos humanos por el móvil de


persecución política como violación a la integridad personal]: Se entenderá como
tal la violación carnal, la prostitución forzada, los actos abusivos y toda forma de
atentado contra el honor y pudor sexual, realizados por agentes directos o
indirectos del Estado280.

[Como modalidad de infracciones al DIH por el trato indigno al ser humano]: Bajo
esta categoría el Banco de Datos registrará la violación, la prostitución forzada,
los actos abusivos y toda forma de atentado contra el pudor281.

Las definiciones iniciales de la Revista Noche y Niebla coinciden casi en su totalidad con
la prohibición del IV Convenio de Ginebra y del Protocolo II Adicional (la violación, la
prostitución forzada y cualquier forma de atentado al pudor)282. De allí que, aunque fuera
una categoría no operativa en relación con el registro de hechos que se hacía, sí resulta
interesante notar cómo fue incorporada desde lo internacional y con el tiempo fue
aplicándose y posteriormente modificándose a la luz de los desarrollos conceptuales en el

279
Cinep y Justicia y Paz, «Marco conceptual y definición de categorías», julio de 1996, 22.
280
Cinep, Marco conceptual, versión 2002. Bancos de Datos de Derechos Humanos y Violencia
Política del Cinep & Justicia y Paz, 8.
281
Ibid., 28.
282
Como se desarrollará en el capítulo 3, el IV Convenio de Ginebra relativo a la protección debida
a las personas civiles en tiempo de guerra (1949) establece explícitamente que "Las mujeres serán
especialmente protegidas contra todo atentado a su honor y, en particular, contra la violación, la
prostitución forzada y todo atentado a su pudor" (art. 27). El Protocolo II adicional a los Convenios
de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter
internacional (1977), señala que "están y quedarán prohibidos en todo tiempo y lugar con respecto
a las personas a que se refiere el párrafo 1: (…) e) los atentados contra la dignidad personal, en
especial los tratos humillantes y degradantes, la violación, la prostitución forzada y cualquier forma
de atentado al pudor" (art. 4).
108 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

tema283.

Cuando las organizaciones de mujeres y las plataformas de organizaciones –


especialmente la MMCA – empezaron a publicar informes, utilizaron como fuente
privilegiada las bases de datos del CINEP y de la CCJ, lo cual es explicable, entre otras
razones, por la participación de esta última organización en la MMCA284.

En el marco de estas alianzas, las organizaciones de mujeres incorporaron en su lenguaje


las formas propias de las organizaciones de derechos humanos para referirse a las
estadísticas, lo cual evidencia también la mayor articulación entre ambos tipos de
organizaciones sociales que solían tener dinámicas separadas de trabajo. También, estas
organizaciones respondían a las lógicas de los organismos internacionales y de los
indicadores de cooperación, que demandaban estadísticas y cifras creíbles.

Los casos y cifras recopilados por la CCJ y el CINEP fueron un eje articulador de la
información presentada en los informes de la MMCA entre 2001 y 2008285. A estas fuentes

283
El tercer marco conceptual de la Revista Noche y Niebla (2008) también incorpora la categoría
de violencia sexual como una violación a los derechos humanos (como persecución política, abuso
de autoridad, intolerancia social) bajo la modalidad de violación al derecho a la integridad personal,
y como infracción al DIH por el trato indigno al ser humano, pero la define de la siguiente forma:
"Según jurisprudencia del Tribunal Penal Internacional sobre Rwanda, en Sentencia del Caso
Akayesu, del 2 de septiembre de 1998, "la violencia sexual incluye la violación", así como otras
agresiones sexuales. "Al igual que la Tortura, la violación se usa con el objetivo de intimidar,
degradar, humillar, discriminar, castigar, controlar o destruir a una persona. Tal como ocurre con la
tortura, la violación vulnera la dignidad personal, y, de hecho, constituye tortura cuando se inflige
por funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas, o haber actuado por
instigación o con consentimiento o aquiescencia suya". Cinep, Marco conceptual. Banco de Datos
de Derechos Humanos y Violencia Política, 2008, 12. No obstante ser una modalidad de la tortura,
el Banco de Datos la registra específicamente y la desagrega en varias subcategorías, así: violación,
embarazo forzado, prostitución forzada, esterilización forzada, esclavitud sexual y abuso sexual.
Aunque frente a cada una de esas subcategorías registra una definición que no es igual a la del
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (1998), sí resultan ser las mismas seis categorías
con componentes de sus definiciones.
284
La persona delegada por la CCJ a las reuniones de la MMCA fue Ana María Díaz, quien trabajó
en la CCJ desde julio de 1999 hasta diciembre de 2012 (como investigadora, coordinadora de
investigación y subdirectora de investigación). Antes de su ingreso a la CCJ fue abogada de
Profamilia en asuntos referidos a los derechos de las mujeres y los derechos sexuales y
reproductivos. La participación de Ana María Díaz en espacios de trabajo con organizaciones de
mujeres jugó un papel importante en el desarrollo de los debates que dieron lugar a la emergencia
del objeto de la violencia sexual, teniendo en cuenta que ella estuvo durante años encargada de
orientar la base de datos de la CCJ y la producción estadística.
285
De hecho, al observar con detenimiento los informes de la MMCA encontramos que en algunos
de ellos los apartados que se referían a cifras y estadísticas que condensaban la información sobre
Capítulo 2 109

deben sumarse las cifras publicadas por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forenses (INMLCF) que desagregaba cifras por edad y sexo y tenía en cuenta, aún de
manera muy incipiente, datos sobre el posible autor de los hechos286.

Estas bases de datos, aunque importantes, adolecían de serias dificultades: en el caso del
CINEP y la CCJ los datos eran bastante precarios en comparación con la idea de masividad
que pretendía transmitirse. En el caso del INMLCF las cifras eran más amplias, pero no
diferenciaban claramente el contexto de violencia en el que se presentaban. Por ello, las
organizaciones apelaron a la idea del continuum (aspecto que profundizaré más adelante)
y desarrollaron estrategias para obtener información de casos específicos, tales como la
“elaboración de herramientas metodológicas para la recolección de información sobre
violencia –con perspectiva de género y étnica–” o “Talleres de recopilación de información
sobre las violencias que afectan a las mujeres de diferentes regiones y grupos étnicos del
país”287. En otras palabras, se empezó el proceso de búsqueda de los testimonios y las
víctimas.

La precariedad de las cifras fue un factor retomado por los organismos internacionales y
las organizaciones internacionales que vigilaban la situación de derechos humanos en el
país. De hecho, en el informe de la visita de la Relatora de violencia contra la mujer de las
Naciones Unidas a Colombia en 2001, la Relatora señaló la necesidad de establecer un
sistema de estadísticas que permitiera recopilar información de lo ocurrido con las mujeres
antes de las muertes, con el fin de “tener constancia real de la generalización de la violencia

violaciones a los derechos humanos en Colombia fueron elaborados directamente por la CCJ. Ver
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra las
mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», 4; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo
avance - 2001», 8; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 13; Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, «VII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia», 11; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual», 10.
286
La principal publicación del INMLCF es Forensis, una publicación anual que recoge la
información de la entidad desde 1999 y desagrega información por tipo de violencia incluida la
enmarcada en la categoría “delito sexual”. Se puede consultar Forensis en
https://www.medicinalegal.gov.co/cifras-estadisticas/forensis. Un análisis detallado de la
construcción de cifras desde este Instituto puede leerse en el capítulo 5.
287
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 10.
110 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

basada en el género durante el conflicto”288. Esta falta de información no fue impedimento


para que la Relatora afirmara que “la violencia contra la mujer es generalizada y
sistemática”289.

Esta cuestión de las cifras también fue retomada en 2004 por Amnistía Internacional:

[...] las cifras sobre abusos sexuales son alarmantes, pero probablemente
subestiman mucho el problema [...] En Colombia, como en otros lugares, las cifras
oficiales no reflejan la magnitud que ha alcanzado el problema de la violencia
sexual. Hay razones para creer que los casos de violación son muchos más de
los que se notifican. Por ejemplo, pese a las huellas a menudo manifiestas sobre
los cuerpos, esta violencia rara vez consta en los informes de las autopsias. Pocos
perpetradores comparecen alguna vez ante los tribunales por violar los derechos
humanos, y menos aún si se trata de delitos de violencia sexual. Así, esta doble
invisibilidad agrava la terrible suerte que corren las personas afectadas. La
violencia sexual contra las mujeres es una práctica extendida290.

Como se observa, la lectura hecha a la falta de cifras, contrario a lo que dictarían las cifras
mismas (que el acto no existía o no en la masividad descrita), fue que la responsabilidad
por no tener estadísticas era del propio Estado que mantenía un alto subregistro y que, en
todo caso la “violencia sexual contra las mujeres e[ra] una práctica extendida”. Las causas
de dicho subregistro condujeron a pensar en un proceso de “doble invisibilidad” a las
víctimas, consistente en la falta de registro y en la no comparecencia de los agresores291.

Esta mirada sospechosa frente a las cifras fue retomada por el informe de la CIDH de 2006:

288
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 115.
289
Ibid., párr. 103.
290
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 7.
291
Esta lectura fue recogida en los informes de la Ruta Pacífica de las Mujeres et al., «Informe sobre
violencia sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos», 2; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 26.
Capítulo 2 111

Los testimonios recabados y los relatos de las mujeres que habitan en zonas
ocupadas por los actores armados y víctimas del desplazamiento forzado, indican
que la violencia sexual es mucho más frecuente de lo que se cree, de lo que los
medios de comunicación difunden y de lo que las estadísticas y los registros
oficiales sugieren292.

Al igual que ocurría con el silencio – asunto que tocaré en el siguiente apartado –, la falta
de cifras era leída como prueba de la gravedad del fenómeno y no de su inexistencia. No
obstante, dada su importancia para ofrecer información a la comunidad internacional y
nacional, y su lugar cada vez más central para demostrar la gravedad de estos delitos, las
organizaciones de mujeres se abocaron a la tarea de identificar casos, sistematizarlos y
crear registros. Tal como lo dijo IMP en 2008:

La sistematización de los casos es útil para evidenciar la situación de derechos


humanos de las mujeres en el conflicto, la práctica de distintos tipos de violencia
de género y sexual como método constante y recurso corriente y para visibilizar
prácticas de poder contra la mujer a menudo ocultas.293

Contrarrestar la ausencia de información de los registros estadísticos fue una tarea que
emprendieron las organizaciones de mujeres de la mano de tres recursos de los que me
ocuparé a continuación: en primer lugar, la reinterpretación del silencio causante de la
ausencia de información; en segundo lugar, la búsqueda de casos y narraciones sobre
violencia sexual que permitieran ver que aunque no era posible obtener cifras, los casos
sí ponían de manifiesto una gravedad suficiente para tenerla en cuenta; finalmente, el uso
de la categoría feminista del continuum, especialmente en la asociación de lo ocurrido
dentro y fuera de la guerra contra las mujeres a través del desplazamiento.

292
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la
discriminación 2006». Esta mirada a las cifras fue retomada en Corporación Sisma Mujer, Violencia
sexual, conflicto armado y justicia en Colombia, 12.
293
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y Mesa Nacional de Incidencia «Por el derecho a
la verdad, la justicia y la reparación con perspectiva de género», «Análisis sociodemográfico de las
víctimas del conflicto armado: Brechas de género», 41.
112 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

D. Del silencio al silenciamiento

El estatus de violencia estratégica que se le daba a la violencia sexual implicaba demostrar


que no se trataba solo de casos aislados, sino de un conjunto de hechos que habían sido
intencionalmente desarrollados en las lógicas la guerra. No obstante, la ausencia de
denuncias, casos públicos y cifras constituía un reto en la explicación, pues la
corroboración de ese conjunto de hechos desaparecía ante la ausencia de información. De
allí que la violencia sexual como “una realidad de la que poco se habla”, de la que “nadie
sabe en Colombia”, sobre la que hay “total impunidad” y un alto subregistro294 hizo eco en
la opinión pública. Al tiempo que la idea de un “total desconocimiento” se movilizaba,
también emergía la preocupación por las cifras y las estadísticas y la búsqueda de
información para revertir esa ausencia.

La noción del silencio empezó a ocupar un lugar importante en los informes de las
organizaciones sociales y en la prensa a partir del año 2003 y a constituir el objeto de la
violencia sexual. Si bien entre 1994 y 2002295 se había indicado que las víctimas no
denunciaban, ese silencio estaba preferentemente asociado a la falta de denuncia y a la
subestimación que la sociedad había mostrado frente a lo ocurrido a las mujeres. Se
trataba, pues, de un silencio con dos aristas: una individual referida a la decisión de no
hacer públicos los hechos – por naturalizarlos, desconocer las normas, vergüenza, pudor,
etc.296 – y otra colectiva relacionada con la falta de voluntad de la sociedad en reconocer
la situación de las mujeres: “el movimiento feminista (…) se ha dado a la ardua tarea (…)
de visibilizar lo que ha sido un ‘invisible social’ – la violencia contra las mujeres – romper
el silencio y colocarla en el debate político de los Derechos Humanos”297.

294
Redacción El Tiempo, «Las mujeres piden que las saquen de la guerra»; Gutiérrez, «Total
desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto».
295
Arana et al., Movimiento social de mujeres. Actividades preparatorias. Colombia 1994/1995, 9,
73, 74, 78; Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca borrar»; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra las mujeres y
las niñas en el conflicto armado colombiano», 16; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo avance -
2001», 37.
296
“…estos hechos son denunciados por pocas mujeres, admitiendo ellas mismas que es un tema
que no desean recordar”, en Codhes, «Codhes informa. Desplazados en Soacha. Huellas de nunca
borrar».
297
Sánchez, «Las violencias contra las mujeres: espacios del ejercicio de la dominación del varón»,
Capítulo 2 113

Estas dos aristas que conformaban la naturaleza del silencio empezaron a variar a partir
de 2003. Si bien se mantenían esos argumentos, el silencio comenzó a asociarse al miedo
derivado de las represalias o del señalamiento, de tal manera que ya no se trataba solo de
una decisión individual o de un ‘invisible social’, sino de una reacción a un tipo particular
de acción de los actores armados, del Estado y de la sociedad298. En otras palabras, más
que silencio se trataba de un silenciamiento, de una reacción a algo externo y no a algo
intrínseco de las víctimas. En ese sentido, en su exterioridad, el proceso de silenciamiento
podía ser interpelado porque era un silencio anclado en lo político que, a la larga, fue
constitutivo del objeto mismo de la violencia sexual.

Desde esta perspectiva, aunque las organizaciones sociales enfatizaban en el respeto al


silencio de las víctimas, a la vez se creaba un deber moral de denuncia. En las memorias
de un conversatorio de la MMCA se puede leer:

Hoy es un imperativo volver palabra, es decir denuncia, cómo el escenario de las


guerras es uno de los muchos escenarios de la vida cotidiana en los cuales se
desconocen o se ignoran los derechos sexuales y reproductivos; develar cómo el
miedo y el terror que generan las guerras ocultan estos derechos e incluso los
conculcan, hasta hacer imposible nombrarlos. Si aún son tímidas e incluso
inexistentes las sanciones legales, morales y sociales a los violadores, las
violaciones de guerra difícilmente alcanzan a ser reconocidas como delito, por lo

74.
298
“Generalmente, la violación no se denuncia por miedo a la retaliación”. En Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, «Conversaciones en la Mesa», 43. En sentido similar pueden leerse, entre
muchos otros, los textos Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», 2002, 68, 89;
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004», 43, 72; Corporación
Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de las mujeres en procesos de reinserción de
excombatientes», 71; Red Nacional de Mujeres y Observatorio de Derechos de las Mujeres en
Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos de las mujeres. Colombia 2005», 41; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 17; Guerrero Acevedo, Por la reparación, 73; Iniciativa
de Mujeres Colombianas por la Paz y Mesa Nacional de Incidencia «Por el derecho a la verdad, la
justicia y la reparación con perspectiva de género», «Análisis sociodemográfico de las víctimas del
conflicto armado: Brechas de género», 72; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VII Informe
sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia», 33.
114 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

tanto se quedan en la impunidad299.

De esta manera, en esta narrativa del silenciamiento – “develar cómo el miedo y el terror
que generan las guerras ocultan estos derechos e incluso los conculcan, hasta hacer
imposible nombrarlos” – la ausencia de la palabra no era entendida como un campo vacío,
sino como un síntoma de las múltiples condiciones externas a las víctimas que impedían
el acto del decir. Esto resultaba productivo en clave de la acción social, pues el
silenciamiento no solo aparecía como un efecto de la fuerza externa sino como una
invitación a “develarlo” y autorizaba, por ello, la acción política. Nuevamente se evidencia
la aporía señalada en el capítulo anterior: la acción de develar el silenciamiento requiere
de la existencia del silencio de la víctima para darle sentido a la intervención, pero va
incluso más allá, pues el “imperativo [de] volver palabra” demanda una transformación en
la característica de la víctima silenciada que, al desaparecer, haría también desaparecer
la noción de silenciamiento y, por ende, la base que soporta la acción pública en ese
sentido.

Estos argumentos fueron solidificándose de la mano de las voces del campo de la


psicología, que tuvo un interés cada vez mayor en ahondar en el miedo, los traumas y los
efectos emocionales de la violencia sexual. De hecho, con los informes de la MMCA del
2001 se inauguró todo un campo de estudio sobre la cuestión de la salud mental y la
violencia sexual, que se fue profundizando en los años siguientes y que adquirió cada vez
una mayor centralidad300.

En 2004 la Revista Semana publicó la nota titulada “Una mordaza que avergüenza”, para

299
Juanita Barreto Gama, «Los cuerpos de las mujeres en contextos de guerra», en Conversaciones
en la Mesa (Bogotá, 2003), 92.
300
Tanto fue así, que posterior a la aprobación de la Ley de Justicia y Paz de 2005, varias ONG de
mujeres empezaron a contratar las “duplas” conformadas por abogadas y psicólogas, bajo la
premisa de ser un requisito de acercamiento y acción sin daño a las víctimas. Ejemplo de ello son
las organizaciones Sisma Mujer, IMP, la Casa de la Mujer y posteriormente la Corporación
Humanas. Señalo que fue novedoso porque en el momento que estas organizaciones
implementaron las duplas, sus pares, las organizaciones de derechos humanos aún no
contemplaban la cuestión del acompañamiento psicosocial como un requisito de trabajo con las
víctimas. La relación entre las organizaciones de mujeres y las organizaciones avocadas a la
atención psicosocial como Avre o Fundación Dos Mundos, es un campo que aún está por
construirse.
Capítulo 2 115

hablar sobre la violación, incluida “cuando las mujeres son botín de guerra”. Allí decía:

"Cuando el miedo es el arma mayor para obtener poder sobre el cuerpo y la vida
de la mujer, el terror se maneja con el secreto y el silencio", explica la sicóloga
Ortiz. "En las zonas de conflicto armado el cuerpo de las mujeres se convierte en
escenario de guerra y en ese campo de batalla se humilla al enemigo, se castiga
la resistencia de una comunidad y se envían advertencias para desalojar el
territorio". A las sobrevivientes de violaciones en territorios de guerra sólo les
queda una salida a su problema: el exilio y el olvido301.

Desde el campo de la psicología se interpretó el silencio desde dos escenarios: el miedo


a las represalias y los traumas y daños emocionales de la violencia. El primer campo, el
del miedo, fue ligado con el deber estatal de ofrecer protección; el segundo campo, el del
trauma, fue asociado con el deber – también estatal – de atender los efectos de la violencia
desde la salud mental. Con este engranaje de argumentos, el silencio pasó de ser una
decisión individual a una responsabilidad estatal que asumía como presupuesto implícito
que las mujeres sí querían hablar, solo que no se encontraban en contextos apropiados
para hacerlo. El silencio, desde este enfoque, podía ser interpelado y revertido302.

El asunto de los traumas y los daños psicológicos fue particularmente novedoso en el


objeto emergente de la violencia sexual, pues pasó de vérselos únicamente como un efecto
de la violencia a ser entendidos principalmente como una causa del silencio que impedía
la denuncia. En este sentido, esos daños debían ser atendidos no solo como una medida
de reparación, sino como una garantía de acceso a la justicia:

La violación a los derechos especiales de las mujeres, como son los derechos
sexuales y reproductivos, generan condiciones especiales de sufrimiento y

301
Mechas Tello, «Una mordaza que avergüenza», Semana, 3 de octubre de 2004,
https://www.semana.com/on-line/articulo/una-mordaza-averguenza/68454-3.
302
Una interesante crítica al presupuesto de que las víctimas desean hablar lo hizo Kimberly
Theidon para el caso peruano. Puede leerse en Kimberly Theidon, «Gender in Transition: Common
Sense, Women, and War», Journal of Human Rights 6, n.o 4 (11 de diciembre de 2007): 453-78,
https://doi.org/10.1080/14754830701693011. Esta crítica también fue planteada por Karen Engle en
«International Human Rights and Feminisms: When Discourses Keep Meeting», en International
Law: Modern Feminist Approaches; With a Foreward by Mary Robinson, ed. Doris Buss y Ambreena
Manji (Oxford ; Portland, Or: Hart Publishing, 2005).
116 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

traumas que requieren de espacios de intimidad, confianza, publicidad o


anonimato para poder realmente develarlos y dar paso a una rehabilitación
completa y a una justicia completa. Las mujeres requieren de apoyos específicos
para sobrepasar el miedo, la vergüenza, el estigma y los daños sobre su identidad,
que las violaciones de carácter sexual generan hacia ellas y así sacar de la
invisibilización, la negación y la impunidad las violaciones de este tipo que han
sufrido303.

Desde esta interpretación, la ausencia de denuncias sólo era un síntoma más de la


ineficiencia estatal y del ‘invisible social’ que era la violencia contra las mujeres.

El lugar social de autoridad que tienen los campos de la ciencia y la psicología ocuparon
la ausencia de testimonios. La justificación del silencio, más que patologizar a la víctima,
explicó quizás uno de los más importantes argumentos que se desplegaron en este período
sobre la violencia sexual, referido a su carácter estratégico como arma o botín de guerra:
al ser estratégico (planeado, dirigido intencionalmente y con la finalidad de acallarlas), las
mujeres tenían miedo; el miedo y el silencio que provocaba no eran individuales ni
subjetivos, eran políticos y sintomáticos del carácter estratégico de la violencia sexual en
la guerra304.

Esta asociación entre el silencio y el arma de guerra también ofreció explicaciones sobre
la falta de información, así como su carácter grave y masivo:

“Los datos exactos se desconocen, pero es una situación gravísima, la cifra de


víctimas es muy alta. El cuerpo de las mujeres es utilizado como botín de guerra.

303
Grupo de trabajo «Mujer y género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación»,
Recomendaciones para garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres
victimas del conflicto armado en Colombia, 132.
304
Esta mirada está completamente en consonancia con el también emergente campo de la
psicología del enfoque psicosocial que, más que patologizar el sufrimiento, lo explica e integra a las
causas sociopolíticas de la violencia. Para profundizar en el surgimiento de este enfoque de la mano
del ingreso del sufrimiento al espacio público, ver Didier Fassin, La razón humanitaria. Una historia
moral del tiempo presente, 1a ed. (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2016), cap. 1. Una interpretación
para el caso colombiano puede leerse en Manuel Moreno Camacho y María Elena Díaz Rico,
«Posturas en la atención psicosocial a víctimas del conflicto armado en Colombia», Ágora U.S.B,
2016; Comisión Colombiana de Juristas, Acompañamiento psicosocial en el proceso jurídico de
restitución de tierras: estrategias metodológicas (Bogotá, 2020).
Capítulo 2 117

La actual legislación no incluye la violencia sexual como un crimen de guerra…”,


explicó la abogada de la UIS305.

La experticia de las activistas empezó a cualificarse a partir de los debates de la Ley de


Justicia y Paz a través de las abogadas (en el lenguaje penal) y las psicólogas (en el
lenguaje del trauma), quienes se perfilaron como las principales expertas y movilizaron la
idea de la violencia sexual estratégica, la cual tenía la potencia de explicar la falta de datos
y, a la vez, su gravedad. De esta manera, paradójicamente, el silencio no operó como
ausencia, sino como evidencia de un horror máximo, incapaz de ponerse en palabras y
que afectaba en mayor medida a las mujeres306.

A su vez, esa visión renovada del silencio derivó en una designación de responsabilidades
y de demandas de actuación estatal, considerando que la falta de denuncias era un
síntoma de la ineficiencia de la actuación del Estado, mucho más en el marco del proceso
de desmovilización paramilitar y de puesta en marcha de la Ley de Justicia y Paz307. Estos
silencios desplegaron propuestas de las organizaciones de mujeres de incorporar acciones
diversas, las cuales fueron planteadas por la prensa: por una parte, la demanda de
medidas para que la aplicación de la ley se ajustara a las particularidades de la violencia
sexual308 y, por otro, un llamado que había iniciado unos años antes y que ahora tomaba

305
Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto».
306
En una nota de prensa de El Tiempo del año 2008 se lee: “Según los expertos, el desplazamiento
tiene un gran impacto psicológico sobre todo en las mujeres, generalmente viudas o huérfanas de
la guerra, que se convierten de la noche a la mañana en jefes de hogar. Eso les genera angustia,
luego se enfrentan a estrés y depresiones. Su trauma puede ser mayor, recalcan los especialistas,
dado que a la viudez, la pobreza, el deterioro físico, el miedo y, en ocasiones, el abuso sexual, se
agrega la responsabilidad de garantizar la supervivencia de sus hijos”. Ver Redacción El Tiempo,
«Más de 3,1 millones de colombianos sufren trastornos mentales por conflicto armado», El Tiempo,
2 de abril de 2008.
307
Ver, por ejemplo, “En el proceso de implementación de la Ley 975 de 2005 (denominada Ley de
Justicia y Paz), no se han hecho suficientes esfuerzos para la visibilización y registro de los delitos
de violencia sexual cometidos contra las mujeres”. En Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«VII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia», 26.
308
Entre ellas la reserva de identidad, audiencias cerradas, evitar el careo con los agresores, impedir
la investigación de los antecedentes de las víctimas, tribunales específicos para revisar su carácter
sistemático, la elaboración de protocolos de preguntas específicas, facilitar el acceso de las víctimas
a las audiencias, recopilación de ADN de paramilitares en bases de datos y tener en cuenta los
estándares internacionales, especialmente de la Corte Penal Internacional. Ver Gutiérrez, «Total
desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto»; Redacción Justicia, «Recopilan
ADN paramilitar con saliva de los reinsertados», El Tiempo, 10 de febrero de 2006; Orlando
Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y Paz», El Tiempo, 25 de
118 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

más fuerza: “lo que se viene es que todas superen el miedo y denuncien”, decía IMP en
Semana en 2006309.

Visto en su conjunto, la emergencia de la narrativa del silenciamiento autorizaba la acción


política y, en sentido inverso, la acción política requería del silenciamiento a la víctima, la
que a su vez estaba constituida por el silencio que la suponía y que también autorizaba la
acción a través de los campos de la psicología y del derecho, así como del activismo
feminista. En otras palabras, silencio y silenciamiento son elementos constitutivos de la
categoría de la violencia sexual en el conflicto armado – en tanto síntomas del carácter
estratégico de la violencia sexual, evidencia del horror máximo que representa y, por ende,
de su gravedad – que incorporan una aporía, pues ambos demandan ser revertidos, y al
mismo tiempo, en caso de hacerlo, destruirían el objeto que se soporta en ellos. Acción
política y silenciamiento se remiten mutuamente pero a la vez se repelen: el silenciamiento
que hace posible la acción política es, al mismo tiempo, lo que la limita.

E. De la ausencia al anonimato

La dificultad de demostrar con cifras las grandes magnitudes de lo que se predicaba que
había ocurrido con las mujeres por el uso de la violencia sexual, fue en parte explicado por
el silenciamiento al que estaban sometidas las mujeres producto del miedo y los efectos
emocionales de la violencia. Sin embargo, datos más precisos seguían siendo requeridos
por diversos actores, incluyendo la prensa, los organismos internacionales y,
especialmente, las autoridades judiciales que empezaban a investigar en el marco de la
justicia transicional.

Por ello, no se hicieron esperar las estrategias para encontrar “casos paradigmáticos” que
suplieran la ausencia de estadísticas.

septiembre de 2007; Ricardo León Cruz, «La verdad de los ex paramilitares se conocerá
fragmentada», El Mundo, 4 de marzo de 2007; Julissa Mantilla Falcón, «Violación y lágrimas»,
Semana, 3 de noviembre de 2007, https://www.semana.com/opinion/articulo/violacion-
lagrimas/89261-3; Colprensa, «Reparación a mujeres víctimas de la violencia»; «Las que pierden
siempre», Semana, 19 de abril de 2008.
309
«La desmovilización de las autodefensas vista con ojos de mujer», Semana, 24 de octubre de
2006, https://www.semana.com/on-line/articulo/la-desmovilizacion-autodefensas-vista-ojos-
mujer/81616-3.
Capítulo 2 119

Así, fueron apareciendo en los informes de las organizaciones sociales310 y en la prensa


que publicaba dichos informes311, casos anónimos o con seudónimo que relataban eventos

310
Relatos sobre casos pueden verse en Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer
avance del informe sobre violencia contra las mujeres y las niñas en el conflicto armado
colombiano»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo avance - 2001»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer
informe 2002», febrero de 2003; Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No
parimos hijos ni hijas para la guerra.; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Conversaciones
en la Mesa»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004»; Ruta
Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Informe sobre las
violaciones de los derechos humanos de las mujeres en Medellín y municipios del Área
Metropolitana»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005»; Ruta
Pacífica de las Mujeres, «Boletín No. 6»; Red Nacional de Mujeres y Observatorio de Derechos de
las Mujeres en Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos de las mujeres. Colombia
2005»; Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de las mujeres en procesos
de reinserción de excombatientes»; Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Entre
resistencias y re-insistencias. “Contra el silencio y el olvido”. Informe sobre la violación de los
derechos humanos de las mujeres y el derecho internacional humanitario en Medellín y el Área
Metropolitana»; Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en
Colombia, «Un conflicto que afecta a las niñas y las mujeres»; Corporación Sisma Mujer, Violencias
contra las mujeres en Colombia. ¿Se hará justicia?; Ruta Pacífica de las Mujeres, Palabras,
representaciones y resistencias de mujeres en el contexto del conflicto armado colombiano; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006»; Villarreal M. et al., Cartografía de la esperanza; Ruta
Pacífica de las Mujeres, Efectos de la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las
mujeres en Colombia; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para
documentar y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos
de conflicto armado; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VII Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia»; Corporación Sisma Mujer, Violencia
sexual, conflicto armado y justicia en Colombia; Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y
Mesa Nacional de Incidencia «Por el derecho a la verdad, la justicia y la reparación con perspectiva
de género», «Análisis sociodemográfico de las víctimas del conflicto armado: Brechas de género»;
Corporación Humanas Colombia, «Mujeres entre mafiosos y señores de la guerra»; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual»; Ruta Pacífica de las Mujeres et al.,
«Informe sobre violencia sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos»; Corporación Humanas, Sin tregua. Políticas de reparación
para mujeres víctimas de violencia sexual durante dictaduras y conflictos armados; Sánchez G. y
Ruta Pacífica de las Mujeres, Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra.
311
Colprensa, «Las mujeres, un campo de batalla»; Yarce, «Mujeres: campo de batalla en el
conflicto»; Tello, «Una mordaza que avergüenza»; «Mujeres: víctimas “invisibles” del conflicto
colombiano»; «El cuerpo femenino»; Díaz, «Me llevo a tu mujer porque me gusta»; María Teresa
Ronderos, «El turno de las víctimas», Semana, 9 de septiembre de 2006,
https://www.semana.com/arcadia/reportaje/articulo/el-turno-victimas/80888-3; «Seguridad
Democrática “facilita” actos de tortura»; Jairo Fidel Lozano, «El harem que los paras tienen
secuestrado en el Putumayo», El Tiempo, 5 de agosto de 2007; «Crímenes silenciados», Semana,
22 de septiembre de 2007; Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y
Paz»; Redacción El Tiempo, «Lo que ellas callan»; Redacción El Tiempo, «Las 600 mujeres que
120 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

de violencia sexual preferentemente contra mujeres civiles.

Estas narraciones fueron inauguradas con los informes de la MMCA de 2001 y todas
siguieron un tipo particular de relato: se trataba de detallar en los casos que fuera posible
el perfil de la víctima, el lugar de los hechos (preferiblemente de manera ambigua para
evitar la ubicación), el agresor responsable y los hechos de los que había sido objeto
descritos de forma general.

Los casos constituyeron una estrategia de incidencia efectiva, pues la propia Relatora de
violencia contra la mujer de las Naciones Unidas reconoció que su visita se debió, en parte,
a la información de casos suministrada, los cuales tuvieron como una de sus fuentes las
bases de datos de la CCJ y el CINEP312:

La Relatora Especial decidió visitar Colombia a raíz de la comunicación de casos


de violencia por motivo de género, entre ellos violaciones y esclavitud sexual,
perpetrados por todos los grupos armados que participan en el conflicto: los
rebeldes, los grupos paramilitares y las fuerzas armadas colombianas313.

La efectividad de esta estrategia impulsó el trabajo de las organizaciones sociales en este


eje, el cual siguió una lógica particular: ninguno de los informes de organizaciones de
mujeres relató casos de violencia sexual contra hombres y solo un informe de la
Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes) hizo alusión
tangencial al tema314. Los casos relatados fueron cometidos contra mujeres adultas y
contra niñas, aspecto en el cual había mucho cuidado en detallar si se trataba de menores
de edad o mujeres indígenas, a fin de identificar posibles impactos diferentes según la

conmovieron a la Corte», El Tiempo, 25 de mayo de 2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual


hizo huir a 2 de cada 10 desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo»; Buriticá
Céspedes, «Violencia sexual en el conflicto armado»; «Rememorando Ituango».
312
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo
avance - 2001».
313
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), 1.
314
Codhes, «Codhes informa. Las mujeres en la guerra: De la desigualdad a la autonomía política».
Capítulo 2 121

edad o pertenencia étnica, así como su origen rural o rol de liderazgo. En su mayoría, los
hechos narrados fueron cometidos por paramilitares, seguidos de la Fuerza Pública y las
guerrillas315. La mayoría de los casos presentados ocurrieron en Antioquia seguido de
Santander y Arauca, lo que más que información sobre la ocurrencia, da cuenta de las
regiones donde el activismo de las mujeres era mayor – Antioquia y Santander – o donde
había una mayor presencia de organizaciones sociales – Arauca –316.

Los casos pasaron a ser mecanismos de incidencia ante las autoridades del Estado de las
que, como he mencionado anteriormente, se exigía un actuar diligente que removiera las
barreras que hacían del miedo y de los traumas impedimentos para la visibilidad de la
violencia sexual317. De hecho, una de las fuentes prioritarias que tuvo en cuenta la Corte
Constitucional al emitir el Auto 092 de 2008 fueron los casos reportados por las
organizaciones sociales y los organismos internacionales en sus informes, al punto que
por primera vez la Corte construyó un anexo reservado con los casos para que fueran
investigados por la Fiscalía General de la Nación (FGN) e invitó a las organizaciones
sociales a través de Codhes a hacer seguimiento318.

Las formas de narrar los casos y sus usos fueron sintomáticas de las relaciones entre las
organizaciones de mujeres y las de derechos humanos, que de manera tradicional habían
incorporado como mecanismo retórico la exposición de casos para dar cuenta de la crisis
en materia de derechos humanos en el país, en tanto ejemplificaban de manera concreta
las denuncias presentadas. La presentación de casos especificando sus contextos
constituyó una estrategia para transmitir de manera detallada a actores externos que no
conocían a profundidad las dinámicas de violencia en el país, las estructuras de los actores

315
Como detallaré en el capítulo 4, en la prensa la relación fue paramilitares, guerrillas y Fuerza
Pública.
316
En Antioquia y Santander el movimiento de mujeres ha sido muy prolífico a partir de la
experiencia de violencia intensificada y del desarrollo de mecanismos de articulación con los
gobiernos locales. Ello no significa que otras regiones como la Costa Caribe o el Valle no hayan
tenido también un desarrollo significativo de organización social femenina. Un estudio a mayor
profundidad de algunas de estas experiencias puede encontrarse en Lamus, De la subversión a la
inclusión.
317
No todas las organizaciones hicieron un uso homogéneo de los casos. En su orden, las
organizaciones que más se preocuparon por reportar casos fueron Sisma Mujer, la MMCA, la Ruta
Pacífica y Humanas.
318
Corte Constitucional, Auto 092 (14 de abril de 2008). Un análisis detallado de este proceso se
incluye en el capítulo 5.
122 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

armados y las formas y mecanismos de violencia que utilizaban. De esta manera, las
estadísticas eran acompañadas de ejemplos concretos que ofrecían información sobre los
hechos y sus impactos, y que movilizaban recursos emocionales para transmitir la
gravedad de la violencia319. Sin embargo, a diferencia de otras situaciones, en materia de
violencia sexual las narraciones estaban marcadas por el anonimato de las víctimas, lo
que conllevaba no solo a transmitir la idea de que la violencia sexual era utilizada por los
actores armados, sino que provocaba un impacto distinto a sus víctimas que se
evidenciaba a partir del miedo y que llevaba a su anonimato.

La gran excepción a la ausencia de casos públicos hasta el año 2008 fueron los hechos
cometidos en contra de Rina Bolaño, quien fue secuestrada por las FARC en 2003 y
violada por el comandante del Frente 19. Rina fue liberada y a la semana siguiente
denunció al comandante por violación, lo que ocasionó que este se fugara de la guerrilla y
que ella fuera detenida y acusada de ser comandante de la subversión, en hechos que
fueron cubiertos por El Tiempo y Semana320 y analizados por informes de organizaciones
sociales321. Tras ser capturada bajo el cargo de rebelión y posteriormente declarada
inocente, el periódico El Tiempo reportó:

Hoy, en libertad, dice que no se arrepiente de haber denunciado el abuso sexual


del que fue objeto y que trabajará con la Red de Mujeres para que las víctimas se
atrevan a denunciar los delitos sexuales de los que han sido objeto. (…) Magdala

319
Sobre la cuestión de la movilización de recursos emocionales como síntoma de un nuevo tiempo
moral, ver Fassin, La razón humanitaria. Una historia moral del tiempo presente.
320
Redacción El Tiempo, «Capturan a bacterióloga que acusó a guerrillero», El Tiempo, 9 de
septiembre de 2003, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1006900; Redacción El
Tiempo, «Quiero volver a una vida normal», El Tiempo, 23 de octubre de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1040997; Redacción El Tiempo, «Terminó
drama de Rina Bolaño», El Tiempo, 10 de agosto de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1591131; Álvaro Herrera, «¿Por qué carajos no
existen las hadas?», Semana, 3 de julio de 2005, https://www.semana.com/opinion/articulo/por-que-
carajos-no-existen-hadas/73500-3; «El cuerpo femenino»; Semana, «Rina Bolaño», Semana, 27 de
marzo de 2005.
321
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004», 127; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes
y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005», 40; Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. 2002-2006», 49; Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia
en Colombia, 113; Guerrero Acevedo, Por la reparación, 96.
Capítulo 2 123

Velásquez, de la Red, invitó a las mujeres a seguir el ejemplo de Rina Bolaño y


denunciar los casos de abuso sexual. El peor dolor es el silencio322.

El caso de Rina Bolaño fue único en estos años: se trataba de un caso cometido por un
comandante de las FARC en el que la víctima había denunciado y, en contraprestación,
había sido detenida, acusada de rebelión y finalmente exiliada. El peor dolor es el silencio
es realmente una paradoja desde su historia: aunque la consigna era que las víctimas
hablaran, su caso demostraba que era mejor no hacerlo.

En este entorno contradictorio, una vez aprobada la Ley de Justicia y Paz se hizo más
evidente la incompatibilidad entre la demanda por obtener denuncias y el silencio. Por un
lado, las organizaciones sociales y la prensa seguían registrando que el miedo y la
vergüenza eran característicos de la violencia sexual, lo que explicaba su silencio. Por el
otro, cuando se empezaron a escuchar las versiones libres de los paramilitares, se hizo
notorio que los casos conocidos eran muy pocos: “Solo 21 denuncias por violación han
llegado ante Justicia y Paz”, titulaba El Tiempo en septiembre de 2007323. Al silencio de las
víctimas debía sumarse el silencio de los agresores, lo que contrario a la percepción de la
inexistencia aumentaba la idea de un sufrimiento exacerbado: “La impunidad del proceso
con los paras ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres” titulaba Semana en noviembre
de 2006324, en cubrimiento de un informe de la Ruta Pacífica325.

Como fue señalado en la introducción de esta tesis, durante el período estudiado – salvo
el caso de Rina Bolaño – no hubo casos públicos con nombres y víctimas visibles. Sin
embargo, en este lapso, las organizaciones de mujeres se plantearon la pregunta por las
formas adecuadas de documentar casos y sistematizar experiencias, en una reflexión que
partía de una lógica propia de los derechos humanos, pero que se distanciaba y buscaba
un camino propio que abordara las violencias basadas en género como parte de violencias

322
Redacción El Tiempo, «Quiero volver a una vida normal».
323
Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y Paz».
324
«La impunidad del proceso con los paras ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres», Semana,
22 de noviembre de 2006, https://www.semana.com/on-line/articulo/la-impunidad-del-proceso-
paras-ha-golpeado-mayor-fuerza-mujeres/82183-3. En el mismo sentido, ver «Las que pierden
siempre».
325
Ruta Pacífica de las Mujeres, Efectos de la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo
de las mujeres en Colombia.
124 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

diferenciadas, y la violencia sexual bajo la premisa de ser un delito con un sufrimiento


mayor, que requería atender ese impacto grave326. Ejemplo de estas reflexiones es la Guía
de documentación elaborada en 2006 por la MMCA327. Adicionalmente, hubo una
preocupación significativa por reunir y sistematizar la información que organismos
internacionales y las propias organizaciones sociales habían publicado en esos años328, lo
cual sería, a la larga, un insumo significativo para el anexo reservado que la Corte
Constitucional construyó en el Auto 092 de 2008.

F. De la continuidad al continuum de las violencias

Desde mediados de la década de 1990, en que el movimiento de mujeres se articuló


alrededor de la cuestión de la violencia derivada de la guerra en Colombia, las
organizaciones de mujeres movilizaron el argumento de que esta violencia no era
característica del conflicto armado, sino que era parte del ciclo vital femenino. No obstante,
las formas como se enunció esa continuidad fue variable y pasó de explicar de qué manera

326
Por esta época se fortaleció el proceso de diagnóstico de la situación de las mujeres y la violencia
sexual. Ejemplo de ello se puede encontrar en Grupo de trabajo «Mujer y género, por la verdad, la
justicia, la reparación y la reconciliación», Recomendaciones para garantizar los derechos a la
verdad, la justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto armado en Colombia; Ruta
Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Informe sobre las
violaciones de los derechos humanos de las mujeres en Medellín y municipios del Área
Metropolitana»; Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y Mesa Nacional de Incidencia «Por
el derecho a la verdad, la justicia y la reparación con perspectiva de género», «Tregua incierta»;
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz y Mesa Nacional de Incidencia «Por el derecho a la
verdad, la justicia y la reparación con perspectiva de género», «Análisis sociodemográfico de las
víctimas del conflicto armado: Brechas de género»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe
2002», febrero de 2003; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de
2004»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005»; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para documentar y hacer visible el
impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos de conflicto armado;
Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia. Es importante
tener en cuenta que desde la década de 1980 ya se había hecho evidente la necesidad de
diagnosticar la situación de las mujeres en el país. Ver Suaza Vargas y Agencia Española de
Cooperación Internacional para el Desarrollo, Soñé que soñaba una crónica del movimiento
feminista en Colombia de 1975 a 1982, 104.
327
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para documentar y hacer
visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos de conflicto armado.
328
Un ejemplo notorio de ese trabajo de recopilación puede encontrarse en Corporación Sisma
Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia, sec. Anexo 1.
Capítulo 2 125

la guerra afectaba a las violencias cotidianas329, a explicar la violencia de la guerra a partir


de las violencias cotidianas. Sobre esas formas de enunciación me detendré en este
apartado.

Los primeros documentos publicados por las organizaciones sociales desarrollaron la idea
de la continuidad desde dos vertientes: del lado de las organizaciones de mujeres, este
argumento era utilizado en mayor medida para explicar el impacto del conflicto armado en
las violencias cotidianas, especialmente en la doméstica. En el año 2001, la MMCA señaló
que:

Si bien no se cuenta con cifras estadísticas, es posible afirmar que existe una
tendencia al aumento de la violencia doméstica como consecuencia de los efectos
del conflicto armado, dado que, como lo señala la Relatora Especial de la
Naciones Unidas sobre violencia contra la mujer, "el empleo de la violencia para
resolver conflictos a nivel nacional conduce a su aceptación como medio para
solucionar conflictos en la familia y en la comunidad. Tanto en tiempos de guerra
como en tiempos de paz relativa, a menudo se considera que las mujeres son
víctimas legítimas de esa cultura de la violencia"330.

Del lado de las organizaciones que trabajaban sobre derechos de la infancia, la continuidad
era un mecanismo explicativo del reclutamiento. La Coalición contra la Vinculación de
niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (Coalico) informó en el año 2001
que:

Las conversaciones con algunas niñas muestran una constante en las búsquedas
que ellas tienen antes de vincularse al conflicto armado. Las niñas buscan huir o
crear una situación alterna a la situación de maltrato, abuso sexual, recargo en
las tareas domésticas y violencia intra familiar a la que se ven sometidas en sus
propias familias. Muchas de las niñas desvinculadas indicaron haber

329
Uso la categoría de violencias cotidianas para referirme a las violencias no perpetradas por
actores armados y que hacen parte de las condiciones ordinarias de la experiencia social.
330
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano». En un sentido similar puede verse Ruta
Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los derechos
humanos de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana», 16.
126 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

experimentado violencia intra familiar y abusos por parte de su familia. Pero


también la vinculación obedece al imaginario de que en el grupo armado van a
ser tratadas y reconocidas como iguales y en las mismas condiciones que los
hombres331.

Como se lee, la continuidad inicialmente fue un recurso explicativo de las razones del
reclutamiento y del aumento de la violencia doméstica posterior a la guerra, pero no de las
violencias cometidas durante el conflicto, es decir, en la guerra.

A partir del año 2003 la forma de ese argumento resultó insuficiente. Como he reiterado
con anterioridad, el contexto de debate de la justicia transicional demandaba argumentos
que explicaran el carácter de género de la violencia sexual y su gravedad dentro del
conflicto armado. La idea de la continuidad de las violencias fue modificada para justificar
ambos asuntos: la violencia sexual fue leída como un continuo de discriminación que se
agudizaba y exacerbaba con la guerra, en el marco de la cual eran las violencias cotidianas
que se basaban en la discriminación las que explicaban las violencias de la guerra y no
solo al revés. A manera de ejemplo, la MMCA y la Corporación Humanas señalaron en
2003 y 2008, respectivamente:

Las violaciones sexuales en Colombia hacen parte de la realidad de las mujeres


en tiempos de aparente paz, y se agudizan en tiempos de conflicto armado. La
falta de reconocimiento social de las mujeres como sujetos iguales en dignidad y
derechos, los estereotipos de género que ahondan la discriminación contra las
mujeres, y la constante reafirmación de la superioridad de valores tales como la
agresión, el dominio y la fuerza, culturalmente atribuidos a lo masculino, aumentan
la vulnerabilidad de las mujeres, jóvenes y niñas frente a la violencia sexual332.

(…) la violencia es y ha sido una constante en la vida de las mujeres, que en


tiempos de guerra o de represión se ve recrudecida, convirtiendo sus cuerpos en

331
Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia, «Las
niñas en los grupos armados colombianos», 6.
332
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», febrero de 2003, 86. En el mismo
sentido ver Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, Memoria de mujeres. Guía para documentar
y hacer visible el impacto de la violencia contra mujeres, jóvenes y niñas en contextos de conflicto
armado, 19; Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 21.
Capítulo 2 127

espacios de apropiación y dominación. La sexualidad es un campo más para


vencer; violar a las mujeres supone vencer al enemigo y humillarlo333.

A la larga, se trataba de un borramiento temporal de las fronteras entre el espacio privado


y el espacio público y, en cambio, de la construcción de un argumento a modo de
engranaje, donde las violencias cotidianas eran explicativas de las de la guerra y, a su vez,
eran causadas por ella. El argumento empezaba a redondear un ciclo completo de
violencias: las niñas y mujeres eran víctimas de violencias de género por sus familiares y
por la comunidad, lo que las llevaba a pertenecer a los grupos armados. A su vez, los
actores armados utilizaban esa base histórica de discriminación para cometer violencia de
género contra las niñas y mujeres reclutadas o civiles no reclutadas. Por último, esas
violencias de la guerra reafirmaban dicho orden y propiciaban que se volvieran a perpetrar
luego de ella, ya fuera como un efecto del desplazamiento o como un efecto del
desarme334.

Uno de los efectos del argumento de las violencias cotidianas que eran agudizadas o
exacerbadas en el conflicto armado335, fue que modificó las formas de presentar la
información estadística. En los primeros informes de la MMCA, dada la escasez de datos,
la información presentada se relacionó con la violencia doméstica y sexual o los delitos
sexuales reportados por Medicina Legal de manera general336, además de los casos que

333
Corporación Humanas Colombia y Articulación regional feminista de derechos humanos y justicia
de género, «Informe regional de derechos humanos y justicia de género», 125.
334
Luego de consolidado el proceso de desmovilización paramilitar de acuerdo con el cronograma
acordado, las organizaciones sociales se abocaron a identificar si lo pactado estaba siendo
cumplido efectivamente. Uno de los puntos que analizaron las organizaciones de mujeres fue la
continuidad o no de los controles armados y sociales contra las mujeres y el uso de la violencia
sexual por las estructuras armadas que se crearon o continuaron, así como por desmovilizados.
Algunos de estos estudios son: Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de las
mujeres en procesos de reinserción de excombatientes»; Ruta Pacífica de las Mujeres, Efectos de
la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en Colombia.
335
Ruta Pacífica de las Mujeres, Palabras, representaciones y resistencias de mujeres en el
contexto del conflicto armado colombiano, 55; Villarreal M. et al., Cartografía de la esperanza, 12.
336
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», 16; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo
avance - 2001», 60; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de
2004», 79; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005», 108.
128 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

se encontraban en las bases de datos de de las organizaciones sociales (ver infra).

A partir del año 2004, Medicina Legal empezó a reportar en sus informes de manera
separada las violencias cometidas por actores armados337, lo que brindó la posibilidad de
ofrecer a la opinión pública información cualificada en relación con el conflicto armado. La
prensa de estos años registró en un solo bloque analítico las cifras de violencia sexual
cometidas por actores armados y actores civiles, tomando como principal fuente los datos
de Medicina Legal y, en algunos casos, uniendo la información con la referida a la violencia
doméstica338.

Algunos de estos reportes se basaron en las encuestas de demografía y salud presentadas


por Profamilia339, especialmente la publicada en 2006340, que aportó cifras, dejó ver las
afectaciones desproporcionadas a las mujeres desplazadas y puso en cuestión qué debía
entenderse como parte del conflicto armado. Estas encuestas señalaron que las mujeres
que habían sido desplazadas por la guerra estaban más expuestas que las mujeres no
desplazadas a ser víctimas de violencia sexual, con lo cual la línea divisoria que separaba
lo que ingresaba y se excluía del conflicto armado quedaba parcialmente borrada341.

En este escenario, la cuestión del desplazamiento forzado sirvió de hilo conductor que

337
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe. Junio de 2004 - junio de 2005», 111.
338
«Una mujer muere al día por causa de la violencia»; «El cuerpo femenino»; Colprensa, «Cada
día una mujer muere por el conflicto»; Colprensa, «Cada día una mujer muere a causa del conflicto»;
«El cuerpo femenino como arma de guerra»; Colprensa, «52% de las mujeres colombianas
comprometidas ha sido agredida»; Colprensa, «Se incrementa el abuso sexual contra las mujeres»,
El País, 9 de diciembre de 2008; «A 133 se elevó el número de mujeres agredidas sexualmente»,
Vanguardia Liberal, 9 de diciembre de 2008.
339
Profamilia es una organización privada sin ánimo de lucro que opera en Colombia desde 1965
alrededor de los servicios de salud sexual y reproductiva.
340
Profamilia, Gabriel Ojeda, y Rocío Murad, Salud sexual y reproductiva en zonas marginadas:
situación de las mujeres desplazadas, 2005, Primera edición (Bogotá, Colombia: USAID; Profamilia,
2006).
341
Algunas de las notas de prensa que cubrieron los informes de Profamilia son: El Espectador,
«Desplazadas por la violencia tienen más hijos», El Espectador, 9 de julio de 2006; Ricardo León
Cruz, «Desplazamiento: más duro para la mujer», El Mundo, 10 de julio de 2006; El Tiempo, «Las
mujeres desplazadas», El Tiempo, 10 de julio de 2006; «El 6 por ciento de mujeres en el país han
sido violadas»; «Mujeres violadas: un trauma social», El Colombiano, 13 de octubre de 2007, sec.
Editorial; Redacción El Tiempo, «Antes de los 15 violaron a 339 mil colombianas»; Redacción El
Tiempo, «Cifras vergonzosas».
Capítulo 2 129

marcó el argumento sobre la continuidad de las violencias: las mujeres eran víctimas de
violencia sexual antes del desplazamiento, durante el conflicto armado y luego del
desplazamiento342, aspecto que posteriormente fue retomado por la Corte Constitucional
en el Auto 092. En el mismo sentido, en el cubrimiento a un informe de la Defensoría del
Pueblo343 publicado en 2008 El Tiempo señaló:

Además de la brutalización a las que las someten guerrilleros y paramilitares, el


abuso sexual, las golpizas y los embarazos indeseados son la realidad de muchas
desplazadas. El ciclo de maltrato se extiende a todos los momentos del
desplazamiento. Empieza con el abuso sexual, que hace huir a casi 2 de cada 10
mujeres; sigue cuando sus maridos las golpean o cuando muchas de ellas,
cabezas de familia o menores de edad, se ven obligadas a prostituirse. Casi
ninguna mujer se atreve a denunciar a su victimario344.

A esta premisa del “ciclo de maltrato” en el desplazamiento se sumó la desmovilización:


luego del proceso de reinserción paramilitar, las organizaciones empezaron a denunciar
que las violencias no habían disminuido, creando un todo y un continuismo de violencias,

342
El desplazamiento forzado constituyó un escenario privilegiado para que las organizaciones de
mujeres defendieran que la violencia en la guerra había sido más gravosa para ellas. Ejemplo de
ello fue la forma de presentar las cifras. En el primer informe de la MMCA se señalaba que “De
60.623 registradas (…), 29.683 son mujeres (…) El 51.59% son niños y niñas. De este número,
16.257 son niños (52%) y 15.015 (48%) niñas” (nótese cómo los datos generales sobre mujeres se
presentan en número y no en porcentaje). Posteriormente indica: “El impacto del desplazamiento
en las mujeres, las adolescentes y las niñas en Colombia es significativo. Las estimaciones sobre
la proporción de mujeres desplazadas forzadamente en Colombia apuntan a un porcentaje que
oscila entre 49% y 58% del total de la población desplazada. La suma de las mujeres, los niños y
las niñas se acerca al 74% de la población desplazada colombiana con necesidad de atención
específica, que puede llegar hasta un 80% en el caso de la población desplazada asentada en
centros urbanos grandes”, en Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del
informe sobre violencia contra las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», 14 y 15.
La operación matemática fue significativa: en vez de hablar únicamente de mujeres
(correspondiente al 48,9%), las organizaciones prefirieron sumar a las mujeres, los niños y las niñas,
que demostraría una afectación de entre el 74% y el 80%, es decir, porcentualmente superior tanto
en cifras como en el alegado daño.
343
Defensoría del Pueblo y Organización Internacional para las Migraciones, Promoción y Monitoreo
de los derechos sexuales y reproductivos de mujeres víctimas de desplazamiento forzado con
énfasis en violencias intrafamiliar y sexual (Colombia, 2008). El cubrimiento de prensa de este
informe puede verse en: Redacción Justicia, «Por abuso sexual huyen 2 de cada 10 desplazadas»;
Redacción El Tiempo, «Una violencia silente»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual hizo huir a
2 de cada 10 desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo»; Redacción El Tiempo, «Una
violencia silente».
344
Redacción El Tiempo, «Una violencia silente».
130 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

ya no solo entre la paz y la guerra, sino entre el conflicto y el posconflicto345.

A pesar de contar cada vez más con algunos datos desglosados de la violencia sexual
cometida por los actores armados, estas cifras no lograban reflejar la imagen de gravedad
que se indicaba. Sin embargo, al revisar lo ocurrido antes del reclutamiento o el
desplazamiento, durante el conflicto y luego de las desmovilizaciones, existía mucha más
información que en su conjunto explicaba una particular forma de sufrimiento femenino.
Por ello, las organizaciones sociales y la prensa entremezclaron los datos de actores
armados con los cometidos por civiles responsables de la violencia contra mujeres
desplazadas: “los actores de dichos actos [agresiones sexuales] están identificados como
miembros de la Fuerza Pública, guerrilleros, paramilitares y personas cercanas al núcleo
familiar”346, se lee en el cubrimiento periodístico al octavo informe de la MMCA en 2008.

De hecho, en el octavo informe publicado en 2008, la MMCA por primera vez se ocupó de
manera específica de la violencia sexual, pero partiendo de la incorporación de la categoría
del continuum, la cual acuñaba por primera vez allí:

[La MMCA presenta] “su primer informe temático relacionado con la violencia
sexual, con un aporte adicional: “la violencia sexual no solo en el marco de la
violencia sociopolítica sino aquella que viven las mujeres en su mundo privado”.
Dicha reflexión parte del supuesto teórico-político feminista que considera las
violencias contra las mujeres como un “contínuum” que transita entre el mundo
privado y el mundo público, en donde las mujeres desempeñan sus acciones
vitales, económicas y políticas347.

En este informe las organizaciones profundizaron en la idea de que el continuum de las


violencias contra las mujeres se “ancla en relaciones de poder, subordinación y opresión,

345
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VII Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia», 103; Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la
seguridad de las mujeres en procesos de reinserción de excombatientes», 73; Ruta Pacífica de las
Mujeres, Efectos de la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en
Colombia, 43.
346
«A 133 se elevó el número de mujeres agredidas sexualmente».
347
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual», 6.
Capítulo 2 131

y en prácticas que las legitiman y naturalizan”348 y que encuentran en el cuerpo de las


mujeres su espacio de ejecución:

La violencia sexual que se perpetra contra las mujeres en el marco del conflicto
armado, como las acontecidas en el ámbito privado, son experiencias del cuerpo
sexuado. Son los cuerpos los que la infligen y las violencias se ejercen sobre los
cuerpos. Son los cuerpos de los guerreros los que ejercen control y poder sobre
los cuerpos de las mujeres, y son los cuerpos de las mujeres los que son
humillados, ultrajados, violados con la pretensión de generar terror y control. Es
de resaltar que los cuerpos de las mujeres no solo son espacios para el ejercicio
de la violencia; también son cuerpos como sujetas políticas, que resisten, exigen
y vindican su derecho a vivir una vida libre de violencias349.

Esta experiencia entre la violencia sexual en el marco del conflicto armado y el ámbito
privado se relaciona estrechamente con la remisión permanente y contradictoria, entre lo
público y lo privado. La idea de la continuidad genera un efecto de jerarquización dentro
de las violencias contra las mujeres, entre aquellas configuradas como público-políticas
(las del conflicto armado) y las consideradas privadas (especialmente al interior de las
familias o marcadas por el afecto), derivando en una mayor atención a las primeras y
opacando las segundas. Si bien es cierto el continuum explica la relación entre unas y
otras, ello no significa que las mantenga en una misma escala de preocupación y respuesta
social y pública.

En este argumento, el tránsito de las violencias entre “el mundo privado y el mundo público”
que se ensañaba en los cuerpos sexuados de las mujeres, encontraba un nuevo momento
en la impunidad:

En el país, igual que en diferentes lugares del planeta, la administración de justicia


es una especie de traje en el que las violencias contra las mujeres caben de
manera forzada o definitivamente no se acomodan. De este modo, lo que en este
informe se destaca como el contínuum de las violencias contra las mujeres en
todas las etapas de su ciclo vital, encuentra correspondencia en la administración

348
Ibid., 17.
349
Ibid., 20.
132 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

de justicia en una persistente impunidad que es señalada en el estudio sobre la


justicia en las Américas (Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH,
2007, párr. 125) 350.

Desde esta mirada, la impunidad cerraba el ciclo de violencias y lo volvía a iniciar.

Unido al argumento del continuum, las organizaciones sociales desarrollaron la imagen de


que “todos los actores” eran responsables de la violencia sexual. De esta manera, al mismo
tiempo que se construía un sujeto víctima, su revés, el victimario, desaparecía bajo esa
fórmula. El sujeto victimario se diluía en una responsabilidad común atribuible a todo un
sistema de discriminación encarnado en mujeres víctimas agredidas por “ejércitos
patriarcales de guerrilleros, paramilitares y del Estado mismo”351, según palabras de la
Ruta Pacífica.

El primer informe de la MMCA indicaba:

Además del desplazamiento forzado de mujeres y niñas, todos los actores


armados cometen delitos contra ellas, con la intención de ratificar no solamente
su poder político por medio de las armas, sino también de ejercer su poder como
varones sobre las mujeres352.

Esta atribución común de responsabilidad no significa que las organizaciones sociales no


hubieran hecho señalamientos particulares. De hecho, todas las organizaciones intentaron
identificar cuáles eran los actores con mayor indicación de haber cometido violencia
sexual.

Las organizaciones señalaron, en primer lugar, a los grupos paramilitares, seguidos de la


Fuerza Pública y, por último, las guerrillas. Los informes de Sisma Mujer y la MMCA fueron
los que más señalaron a la Fuerza Pública y a los paramilitares de haber cometido estos
actos. En el caso de la Ruta Pacífica, el señalamiento involucró más a la categoría de

350
Ibid., 40.
351
Ruta Pacífica de las Mujeres, La Ruta Pacífica de las Mujeres. No parimos hijos ni hijas para la
guerra., 28.
352
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano», 6.
Capítulo 2 133

“todos los actores”. En parte, esta diferenciación se debe a los énfasis del trabajo y de los
objetivos distintos que perseguían siendo, por un lado, la búsqueda de la justicia y la
interlocución con los organismos internacionales y, por el otro, el activismo con
organizaciones de base y el impacto simbólico.

Cualquiera sea el caso, las organizaciones sociales movilizaron la idea de que la violencia
sexual había sido perpetrada sin distinción por todos los actores armados y también por
los civiles en un continuo violento que marcaba la vida de las niñas y las mujeres antes,
durante y después del conflicto armado. Este argumento fue constitutivo de la violencia
sexual como un problema público y se relacionó estrechamente con sus límites. Más allá
de su veracidad – que no cuestiono –, es importante hacer notar que a través de esta
fórmula de “todos los actores”, las responsabilidades singulares de cada uno de ellos se
diluyeron, y hasta el cierre temporal de este documento, el sujeto victimario de violencia
sexual no emergió353.

Este debate del continuum lleva a preguntas difíciles en términos políticos y jurídicos, como
la definición de si la violencia sexual cometida contra mujeres desplazadas que se han
visto forzadas a vivir en lugares de hacinamiento o alta precariedad, al ser un efecto del
conflicto, se entiende como parte de la violencia sexual en el conflicto armado. O aquella
que vincula la violencia doméstica y sexual por desmovilizados en zonas altamente
afectadas por la guerra en donde las prácticas de violencia involucran mecanismos propios
del conflicto. O si la violencia sexual que se perpetra por civiles, auspiciados por los
órdenes de género promovidos por grupos armados, es también parte del conflicto, entre
muchas otras situaciones.

La definición de los límites del objeto de la violencia sexual no es un asunto menor, pues

353
Un análisis comparativo es importante en este punto, pues en otras violencias que también han
sido perpetradas por todos los actores armados el señalamiento de responsabilidades ha sido más
directo y ha llevado al reconocimiento de la singularidad. Por ejemplo, el secuestro fue una práctica
adelantada por todos los actores legales e ilegales, pero con mayor claridad y señalamiento a la
guerrilla. La desaparición forzada ha sido reconocida como una práctica prioritariamente cometida
por grupos paramilitares, aunque la Fuerza Pública y la guerrilla también recurrieron a ella. A la
larga, esto ha permitido movilizar acciones públicas concretas, mientras que lo que ha ocurrido con
la violencia sexual tanto con los paramilitares en el marco de la Ley de Justicia y Paz como con la
guerrilla en el Acuerdo de paz de 2016, ha sido un constante rechazo a reconocer que la violencia
sexual fue utilizada por sus tropas y comandantes y únicamente como parte de actos
individualmente considerados.
134 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

tiene efectos directos en las formas de concebir el objeto mismo y de activar políticas para
su afrontamiento354.

Si bien es cierto la categoría del continuum resultó útil por su fuerza explicativa para dar
cuenta de ciclos de violencia más allá de la guerra y dentro de ella, también tuvo impactos
de fijación de la identidad de las mujeres desde la perspectiva de la victimización, pues
relegaba a las mujeres a una suerte de destino marcado por la violencia, del cual no podían
escapar355. Esta cuestión contiene un núcleo aporético donde, por una parte, la emergencia
del objeto reclama un lugar profundo de victimización y sufrimiento que exprese la
gravedad de lo reclamado, pero por otra, se resiste a la fijación de las víctimas en el lugar
permanente de victimización, por lo que demanda, a partir de dicha experiencia, la
legitimidad para la acción social, ya sea en los procesos de paz, jurídicos, de memoria, etc.

G. A modo de conclusión

En este capítulo señalé que a partir del año 2003 se gestó en el país un escenario particular
que dotó a las organizaciones de mujeres de un lugar central en los debates de la guerra
y la paz. Los cierres democráticos y el señalamiento a las organizaciones de derechos
humanos posibilitaron un ascenso de las organizaciones de mujeres que, especialmente a

354
A manera de ejemplo, en el año 2012, las profesoras de la Universidad de Los Andes Isabel
Cristina Jaramillo y Helena Alviar cuestionaban este borramiento de las fronteras entre lo público y
privado en un análisis sobre la reparación: “Conforme a esta hipótesis [del continuum] no hay
separación abrupta o diferencia entre lo público y lo privado y, por tanto, la violencia que se ejerce
en el contexto de la “normalidad” en contra de las mujeres no tendría por qué ser distinta a la
violencia que se ejerce en el contexto de la guerra o conflicto. En ambos escenarios, explican, la
violencia se ancla en relaciones de poder y las prácticas que la legitiman y la naturalizan. (…) la
hipótesis del continuum identifica la guerra como escenario que trastorna las condiciones habituales
de opresión a través de la sexualidad y no simplemente que las aprovecha o las potencia. En estas
condiciones no es claro cuál es la explicación que se tiene sobre la relación entre la expropiación
de la sexualidad y la opresión de las mujeres, esto es, no es claro qué es lo estructural y qué es lo
contingente, cuál es el origen y cuál el síntoma”. Ver Helena Alviar García y Isabel Cristina Jaramillo
Sierra, «El aporte feminista a la discusión de la justicia transicional en Colombia: algunos
argumentos para tomarse un descanso», en Feminismo y crítica jurídica: el análisis distributivo
como alternativa crítica al legalismo liberal (Bogotá: Siglo del Hombre Editores; Universidad de los
Andes, 2012).
355
Con posterioridad al cierre temporal de esta tesis, el debate sobre la agencia y la capacidad de
transformación de las víctimas ha sido central en diversos campos y ha tenido efectos concretos.
Por mencionar uno de ellos, las víctimas mujeres de violencia sexual han procurado encontrar
espacios de participación específicos en torno a su experiencia de victimización a través de la
participación en las Mesas de Participación de Víctimas a nivel nacional, departamental y municipal.
Capítulo 2 135

través de la violencia sexual, contribuyeron a posicionar la idea de que en Colombia el


conflicto armado persistía.

Una vez iniciado el proceso de desmovilización paramilitar y los debates sobre la justicia
transicional, el movimiento de mujeres se vio abocado a plantear, como lo había hecho
antes, que la violencia cometida contra las mujeres en el marco de la guerra configuraba
un tipo particular de sufrimiento en razón del género. A diferencia de lo ocurrido
previamente, esa argumentación debía contribuir no solo a demostrar la particularidad de
la experiencia femenina, sino su gravedad análoga a otros delitos como la desaparición y
la tortura. Todo ello, a fin de exigir que la experiencia de las mujeres en el conflicto no fuera
objeto de amnistías sino de justicia.

Estos debates y el contexto político y violento particular que vivía el país, propiciaron una
intensificación de la vigilancia internacional a Colombia, lo que llevó a las organizaciones
de mujeres a transformar sus estrategias de incidencia incrementando la publicación de
informes diagnósticos.

Estos dos elementos – los debates de la justicia transicional y el diálogo con organismos y
organizaciones internacionales de derechos humanos – configuraron un escenario fértil
para que la violencia sexual en el conflicto armado emergiera como un problema público.
La categoría que la puso en marcha inició en la década de 1990 siendo una categoría de
análisis experiencial – en el sentido de captar la especificidad y la experiencia propia de
las mujeres –, y a partir de los desplazamientos descritos y promovidos especialmente por
el movimiento de mujeres, se transformó en una categoría analítica y posteriormente
jurídica. Tal como señalé en la introducción, la categoría condensa una experiencia y
organiza un campo de conocimiento, de tal manera que a lo que asistimos en este período
fue a su tránsito de una categoría que recogía la experiencia a una categoría que, además
de ello, otorgaba una unidad de sentido al análisis y desarrollaba instrumentos jurídicos.

Para que la emergencia del problema público fuera posible, la gramática previa sobre la
violencia sexual tuvo que transformarse: las organizaciones pasaron de un lenguaje
descriptivo a uno legal anclado en los crímenes y delitos; la idea del botín de guerra
transmutó a la del arma de guerra, girando su carácter incidental e inevitable en uno
estratégico; la mirada frente a los silencios como un asunto individual de las víctimas se
136 Los movimientos sociales y de mujeres: el giro epistemológico

modificó por el del silenciamiento provocado por el trauma y el miedo; emergieron las
estadísticas y los casos anónimos como dispositivos para contrarrestar el vacío de
información que era leído como una negación histórica del Estado que reafirmaba la
gravedad de los hechos y; por último, se transformó la mirada de la continuidad de las
violencias en la idea del continuum como un ciclo vital que explicaba las violencias
cotidianas y de la guerra y que eran impulsadas por la impunidad.

Este giro epistemológico sobre la violencia sexual se gestó justamente en el proceso de


demostrar que la experiencia femenina en la guerra era de una magnitud grave y por tanto
justiciable, lo cual posibilitó que la violencia sexual encontrara un grado de autonomía
frente al desplazamiento, que junto con la orfandad y la viudez configuraban una tríada de
violencias a finales del siglo XX.

Los argumentos que demostraban su gravedad delinearon los bordes de la violencia sexual
y sus propias contradicciones. Dado que para el momento de debatir las medidas
transicionales no se conocían casos públicos, denuncias, ni existían cifras sobre la
problemática, los argumentos que demostraban la gravedad se asentaron en lo moral de
la violencia sexual y en sus efectos: era una afrenta, un crimen que hacía que las mujeres
sufrieran en una dimensión superior a cualquier víctima de cualquier otro crimen, donde la
sociedad tenía responsabilidad en el silencio y el silenciamiento. Era además un crimen de
género porque los cuerpos de las mujeres eran una extensión del campo de batalla y en
ellos se libraban las guerras masculinas y a través de ellos se dañaba el honor del otro
porque eran propiedades de los hombres. Así, el crimen varió de una noción aislada,
individual, a una categoría estratégica, política y con una connotación de extrema
gravedad, la cual estuvo enraizada en el carácter moral de la violencia sexual, en un tejido
de una historia de larga duración con el honor: el sufrimiento exacerbado y la vergüenza
de la víctima, además del señalamiento y estigma social, remiten a la honra y la reputación
femenina que debe ser cuidada y protegida; el arma de guerra y el campo de batalla son
leídos desde la posesión y el honor masculino, que se mancilla con la violación. Así pues,
esos desplazamientos que posibilitaron la emergencia de la categoría de la violencia
sexual, si bien buscaron replantear la mirada desde lo privado, lo incidental y lo aislado y
resaltar su carácter gravoso y político, se basaron, en parte, en el fundamento moral
asociado al honor.
Capítulo 2 137

En simultáneo, el sujeto femenino víctima de violencia sexual que fue emergiendo, en tanto
un cuerpo objetivado en el que se libraban batallas ajenas, fue despolitizado. El crimen se
politizaba, el sujeto se despolitizaba.

En este contexto las expertas también se transformaron, dando un lugar más central a las
profesionales – especialmente de los campos del derecho y de la psicología – capaces de
interpretar ese sufrimiento en clave de los crímenes y del trauma.

A partir de todas estas transformaciones, es posible afirmar que para el año 2008 la
categoría de la violencia sexual en el conflicto armado se había consolidado como un
problema público.

Todo ello ocurrió en los engranajes del lenguaje de los derechos humanos, del derecho
penal y de los asuntos de la paz y la seguridad, que simultáneamente se estaban
desarrollando y coproduciendo en el ámbito internacional. Sobre ello me referiré a
continuación.
3. El campo del derecho internacional y la
violencia sexual en el conflicto armado (1990-
2008)

Presentación

En este capítulo me propongo delinear los modos en los cuales la institucionalidad


internacional contribuyó a la emergencia de la categoría de la violencia sexual asociada al
conflicto armado a partir de la coproducción en la década de 1990 y hasta el año 2008 de
lo que denomino el caso Colombia. Para lograrlo, identifico las formas en las cuales las
narrativas nacionales e internacionales obraron de manera simultánea y simbiótica
produciendo tanto los bordes de la violencia sexual en el conflicto armado, como el propio
caso colombiano.

Sostengo que la producción de la violencia sexual en los organismos internacionales se


nutrió de la experiencia colombiana, de los relatos de las víctimas directas y a través de
las narrativas construidas por las organizaciones acompañantes y las instituciones
nacionales. Si bien es cierto hubo una suerte de importación de algunos de esos discursos,
esto se dio en una relación compleja y localizada y no en una simple relación jerárquica y
de mera influencia entre lo internacional y lo nacional. En este sentido, Colombia operó
como laboratorio y caso de exportación a través del cual se construyeron algunos de los
lineamientos internacionales, para lo cual la incidencia de organizaciones sociales y los
desarrollos de entidades estatales resultaron fundamentales. Más que una simple
transferencia jerárquica entre lo internacional y lo local, operó un ambivalente engranaje
en el que se nutrían esas esferas mutuamente, aunque en una relación de poder notoria
que fue aprovechada por los actores locales356. Colombia, más que receptora, fue

356
Otros estudios han profundizado en las formas y relaciones simbióticas y no de mera
transferencia jerárquica de los derechos humanos desde la experiencia latinoamericana. Ver, entre
otros, Kathryn Sikkink, Razones para la esperanza: la legitimidad y efectividad de los derechos
humanos de cara al futuro, trad. Sebastián F Villamizar Santamaría (Argentina: Siglo XXI, 2018);
Patrick William Kelly, Sovereign emergencies: Latin America and the making of global human rights
politics, Human rights in history (Cambridge, United Kingdom ; New York, NY: Cambridge University
Press, 2018).
Capítulo 3 139

coproductora del discurso de la violencia sexual. Este proceso de coproducción es al que


me refiero al hablar del caso Colombia.

Para comprender adecuadamente el giro epistemológico, la primera parte de este capítulo


aborda de manera general las regulaciones anteriores a la década de 1990 especialmente
en el marco del derecho internacional humanitario (DIH), a fin de evidenciar los
asentamientos de la violencia sexual en las guerras antes de su movilización más reciente
en el campo internacional. No pretendo hacer una genealogía sobre la violencia sexual en
el conflicto armado en el derecho internacional. Hago uso de los análisis realizados por
otras académicas con el propósito de situar el debate, articularlo con el caso Colombia y
dar cuenta de su centralidad e importancia para la emergencia de la categoría en el plano
internacional. En este sentido, escapa a este documento la pretensión de detalle y
omnicomprensión de lo ocurrido en el derecho internacional y sus enormes campos de
disputa357.

A partir de 1990 me detengo en otras categorías que posibilitaron la emergencia de la


violencia sexual en su versión contemporánea en el derecho internacional, desde tres
lenguajes que se fueron conjugando: los derechos humanos, el derecho penal

357
Para un análisis de los desarrollos en el campo internacional ver, entre muchos otros, Patricia
Viseur Sellers, Procesos penales sobre violencia sexual en conflicto: La importancia de los derechos
humanos como medio de interpretación, s.d., http://mesadeapoyo.com/wp-
content/uploads/2018/12/Patricia-Sellers-Procesos-penales-sobre-violencia-sexual-en-
conflicto.pdf; Patricia Viseur Sellers, «The context of sexual violence: sexual violence as violations
of international humanitarian law», en Substantive and Procedural Aspects of International Criminal
Law, ed. Gabrielle Kirk McDonald y Olivia Swaak-Goldman (Kluwer Law International, 2000), 263-
332,
https://books.google.com.co/books?id=63n_4CkGiMYC&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_
ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=true; Elizabeth Jelin, La lucha por el pasado: Cómo
construimos la memoria social, Edición: 1 (Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI Editores, 2017);
Azuero, «Science and International Thematic Prosecution of Sex Crimes»; Janet Halley, «Rape in
Berlin: Reconsidering the Criminalisation of Rape in the International Law of Armed Conflict»,
Melbourne Journal of International Law 9, n.o 1 (2008): 78-124; Janet Halley, «Rape at Rome:
Feminist Interventions in the Criminalization of Sex-Related Violence in Positive International
Criminal Law», Michigan Journal of International Law 30 (2009): 1-124; Engle, «International Human
Rights and Feminisms»; Karen Engle, «El juicio del sexo en tiempos de guerra», en Perspectivas
jurídicas para la paz, ed. Isabel Cristina Jaramillo Sierra y Helena Alviar García (Universidad de los
Andes, 2016), 303-30; Karen Engle, «A Genealogy of the Centrality of Sexual Violence to Gender
and Conflict», en The Oxford Handbook of Gender and Conflict, ed. Dina Haynes et al., 2018, 132-
44; Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict; María Julia Moreyra, Conflictos armados y
violencia sexual contra las mujeres, 1st. edition (Editores del Puerto, 2007); Susan Brownmiller,
Contra nuestra voluntad (Barcelona: Ballantine Books, 1981).
140 El campo del derecho internacional

internacional y la cuestión de la paz y la seguridad internacional, todos ellos intervenidos


por las categorías – también emergentes – del género y la violencia contra las mujeres. Su
conjugación fue posible, entre otras razones, por la construcción de una relación entre los
organismos internacionales y los movimientos sociales, especialmente el feminista, el cual
vivió un proceso de oenegización a inicios de 1990 que creó dinámicas de relacionamiento
distintas entre la sociedad civil y estas instituciones.

En este engranaje presentaré cómo fue construido y leído el caso Colombia como un caso
de vigilancia internacional, dentro del cual la violencia sexual ocupó un lugar importante en
los tres lenguajes descritos: el de los derechos humanos, el del derecho penal internacional
y el de la paz y seguridad internacional.

Como se verá, entre 1981 y el 2008 los organismos internacionales asociados a esos tres
campos produjeron al menos 30 informes sobre Colombia358. En estos años, pasaron de
no mencionar prácticamente nada respecto a la violencia sexual359, a generar un marco de

358
La información detallada de los informes tomados en cuenta puede verse en el anexo 4.
359
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos
humanos en la República de Colombia», 30 de junio de 1981,
http://www.cidh.org/countryrep/Colombia81sp/Indice.htm; Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, «Segundo informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia», 14 de
octubre de 1993, http://www.cidh.org/countryrep/Colombia93sp/indice.htm; Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, «Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos 1994. Capítulo IV - Situación de los Derechos Humanos en varios Estados, Colombia»,
17 de febrero de 1995, http://www.cidh.oas.org/annualrep/94span/indice.htm; Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, «Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos 1996. Capítulo V - Desarrollo de los Derechos Humanos en la región, Colombia», 14 de
marzo de 1997, http://www.cidh.oas.org/annualrep/96span/IA1996Indice.htm; Alta Comisionada de
las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos
humanos en Colombia, año 1998», 16 de marzo de 1999,
http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe_anual_1998.pdf;
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Tercer informe sobre la situación de los
derechos humanos en Colombia», 26 de febrero de 1999,
http://www.cidh.org/countryrep/Colom99sp/indice.htm; Alta Comisionada de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia,
año 1999», 9 de marzo de 2000,
http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe1999_esp.pdf;
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe anual de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos 1999, capítulo V, Informe de seguimiento del cumplimiento con las
recomendaciones de la CIDH en el Tercer informe sobre la situación de los derechos humanos en
Colombia (1999)», 13 de abril de 2000; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe
anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 2000, capítulo IV Desarrollo de los
derechos humanos en la región, Colombia», 16 de abril de 2001; Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, «Informe anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 2001,
Capítulo 3 141

análisis que contribuyó a la coproducción del objeto, las víctimas y las expertas360 y aportar
con recursos económicos y técnicos al Estado y a la sociedad civil361. El análisis de este
recorrido, de los intercambios con actores locales y la manera en que se fue produciendo
la categoría de la violencia sexual en el conflicto armado desde el lente de los organismos
internacionales, es el objetivo primordial de este capítulo.

Escapan a este análisis otros actores internacionales que también han jugado un rol
importante en la producción de la violencia sexual: los Estados individualmente
considerados y la cooperación que brindan a Colombia. Estados Unidos, la Unión Europea
y algunos Estados europeos como Suecia y España han sido fundamentales a la hora de
definir las agendas y organizar la incidencia de las organizaciones sociales y del Estado.
El condicionamiento de la ayuda militar y de la cooperación económica a la prevención y
atención a la violencia sexual ha jugado un papel significativo. No obstante, no se incluyen
porque las voces de las organizaciones internacionales de las que también son parte esos

capítulo IV Desarrollo de los derechos humanos en la región, Colombia», 16 de abril de 2002.


360
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe sobre la
situación de los derechos humanos en Colombia, año 2000», 20 de marzo de 2001,
http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe2000_esp.pdf; Alta
Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de
los derechos humanos en Colombia, año 2001», 28 de febrero de 2002,
http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe2001_esp.pdf; Alta
Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de
los derechos humanos en Colombia, año 2002», 24 de febrero de 2003; Relatora Especial sobre la
violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la Relatora Especial sobre la
violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika Coomaraswamy, presentado
de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos Humanos. Misión a Colombia
(1o a 7 de noviembre de 2001); Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, año 2003», 17 de
febrero de 2004; Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe
sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, año 2004», 28 de febrero de 2005; Alta
Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de
los derechos humanos en Colombia, año 2005», 20 de enero de 2006; Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006»; Alta Comisionada
de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos
humanos en Colombia, año 2006», 5 de marzo de 2007; Alta Comisionada de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia,
año 2007», 28 de febrero de 2008; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Informe anual
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos 2008, capítulo IV Desarrollo de los derechos
humanos en la región, Colombia», 25 de febrero de 2009; Alta Comisionada de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia,
año 2008», 19 de febrero de 2009.
361
«Informe OACNUDH 2008», párr. 93.
142 El campo del derecho internacional

Estados canalizan algunas de sus observaciones y operan como una especie de parlante
oficial en el mundo de los derechos humanos. El rol de la cooperación internacional es un
campo de estudio en mora de ser lo suficientemente analizado en sus implicaciones frente
a la cuestión de la violencia sexual362.

A. La violencia sexual como un asunto de honor

Comunmente se comprende que la violencia sexual había sido interpretada hasta finales
del siglo XX como un asunto de honor363 lo cual, si bien es cierto, elimina cierta complejidad
e historicidad a las formas como la violencia sexual fue construida y trabajada en el entorno
de las guerras antes de 1990. Por ello, en este apartado me dedicaré a exponer de manera
suscinta algunos de los elementos que considero imprescindibles para comprender el giro
epistemológico que ocurrió a finales del siglo XX y que se profundizó en el siglo XXI. En
parte, porque la cuestión del honor se mantiene vigente y convive con nuevas posturas
que la intentan desplazar.

La prohibición de la violencia sexual en las guerras no es novedosa y, de hecho, es


considerada parte de los crímenes centrales regulados en el derecho internacional364. Esta
prohibición, más que otorgar un valor al individuo, buscaba no afectar a quienes se

362
No obstante, hay análisis significativos sobre el rol de la cooperación internacional y los procesos
de paz en Colombia. Ver, por ejemplo, Marc Chernick, Acuerdo posible. Solución negociada al
conflicto armado colombiano, Tercera edición (Bogotá: Ediciones Aurora, 2015), cap. 3; Arlene B.
Tickner y Karen Smith, eds., International relations from the global South: worlds of difference,
Wording beyond the West (Abingdon, Oxon ; New York, NY: Routledge, 2020); Arlene B. Tickner,
ed., Nuevos enfoques para el estudio de las relaciones internacionales de Colombia, Primera
edición, Colección General (Bogotá, D.C., Colombia: Universidad de los Andes, Facultad de
Ciencias Sociales, Departamento de Ciencia Política, 2017).
363
Sobre este asunto ver, entre otras, Halley, «Rape at Rome», 57-59; Engle, The Grip of Sexual
Violence in Conflict, sec. 287.
364
Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 264. Como precedentes de la regulación en las
guerras, Patricia Viseur-Sellers se refiere a los códigos guerreros desde el siglo I, con claridad
inconfundible en el siglo XVIII. Susan Brownmiller en Contra nuestra voluntad., hace un recorrido
desde los códigos de guerra de Ricardo II de Inglaterra en 1386, pasando por la fundación de Roma,
las Cruzadas, Troya, la Guerra de los Cien Años, las batallas de Escocia, entre otras. Vale la pena
rescatar, siguiendo a ambas autoras, que en algunas circunstancias la violación fue considerada
legal, por ejemplo, durante las cruzadas o las campañas de colonización, lo cual dependía
especialmente del contexto de la guerra misma. Sobre la regulación y su tradicional regulación en
el Antiguo Régimen occidental-francés y sobre la ambivalencia de la prohibición en caso de guerra
puede leerse a Georges Vigarello, Historia de la violación. Siglos XVI-XX, Feminismos (España:
Ediciones Cátedra, 1999), 28.
Capítulo 3 143

consideraban inocentes a fin de garantizar que continuaran cumpliendo sus funciones


asignadas en la producción económica y para la preservación de la sociedad. Desde esta
perspectiva, las mujeres – como parte de las poblaciones consideradas inocentes365 –
estaban protegidas desde dos visiones: como parte de los bienes que debían ser
resguardados y como una forma de asegurar la preservación de la sociedad366.

A partir de mitad del siglo XIX los códigos de la guerra – y en particular el conocido como
Lieber Code, en el marco de la Guerra Civil Estadounidense (1863) – se orientaban bajo
las premisas de justicia, honor y humanidad propias de la costumbre de la guerra367. En
ellos se aceptaba la afectación a poblaciones catalogadas como inocentes cuando la
destrucción fuera inevitable y por estrictas razones de necesidad militar. Por considerar
que no obedecía a estrictas razones de necesidad militar, todo acto de violación estaba
prohibido y era sancionable.

Los Convenios de La Haya de 1899 y 1907 replicaron el deber de respeto al “honor y los
derechos de la familia”, no solo bajo las consideraciones de las costumbres de la guerra,
sino como un deber especial de los comandantes por prohibirla en todo tiempo y lugar. En
otras palabras, no solo en el marco de las confrontaciones mismas sino también de la
ocupación.

Desde esta perspectiva, se entiende que la violación en el contexto de las guerras ha sido
tradicionalmente prohibida y aunque su práctica demuestra que la prohibición no siempre
ha tenido efectos disuasivos, normativa y consuetudinariamente se ha buscado erradicarla
de las guerras368. Esta prohibición tenía una triple característica: la protección no se

365
Otras poblaciones consideradas inocentes eran niños, monjas, enfermeras y sacerdotes que no
estuvieran físicamente en las guerras (Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 266.)
366
Viseur Sellers ha considerado estas formas de protección como patriarcales, es decir,
mecanismos de amparo bajo la consideración del otro – otra – como inferior. Viseur Sellers,
Procesos penales; Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 266, 269.
367
Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 271.
368
Elisabeth Wood recopila algunas de las explicaciones tradicionales sobre la variación de la
violencia sexual en las guerras civiles y denota su insuficiencia. Estas son: la oportunidad de
cometer el acto, el debilitamiento de instituciones que conlleva al aumento de la violencia sexual, la
venganza, la masculinidad militarizada, el uso estratégico y el uso o no de sanciones. Ver Elisabeth
Wood, «Violencia sexual durante la guerra: hacia un entendimiento de la variación», Análisis Político
66 (agosto de 2009): 3-27.
144 El campo del derecho internacional

asociaba al género de las potenciales víctimas sino a su concepción como inocentes; no


se consideraba parte de los actos militares ni de servicio y; se extendía no solo a los
combates sino a las ocupaciones, es decir, la prohibición podría ser duradera según las
dinámicas militares y de ocupación.

Aunque en la Primera Guerra Mundial fueron documentados incontables hechos de


víctimas de violencia sexual cometidos por la tropa alemana, solo un pequeño número de
oficiales alemanes fueron juzgados369. Las lecturas sobre su uso empezó a variar y, dado
que apareció la propaganda internacional como parte de los mecanismos de la guerra, la
violación fue vista como parte de las estrategias de deslegitimación del enemigo370. A
través de las emociones de repudio que despertaba la idea de la violación del bando
propio, esta propaganda tuvo por efecto llevar a ciertos países a entrar en la guerra, y más
que buscar la paz, exigir la rendición incondicional del enemigo371.

En la Segunda Guerra Mundial también fueron documentados una gran cantidad de casos
de violencia sexual cometidos especialmente por soldados alemanes y japoneses, actos
leídos posteriormente como lógicos en el marco de los objetivos de ambos bandos: “la total
humillación y destrucción de los ‘pueblos inferiores’ y el establecimiento de su propia raza
superior”372.

369
“Los ultrajes al honor de las mujeres, hechos por los soldados alemanes, han sido tan frecuentes,
que es imposible tener la convicción de que han sido permitidos, y hasta estimulados, por los
oficiales alemanes”, en J.H. Morgan, «Los ultrajes al honor de las mujeres» (German Atrocities: An
official investigation, 1916). Citado en Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 276.
370
Brownmiller en uno de los primeros estudios sobre la violación plantea el uso de la violencia
sexual como parte de esa propaganda: “… la violación fue lanzada al mundo, casi de la noche a la
mañana, como característico crimen alemán, prueba de la tendencia de los “depravados boches” a
hacer la guerra mediante atrocidades”. Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 41.
371
Por ejemplo, el reverendo Newell Dwight Hillis de Brooklyn, bastante popular en su época,
escribió un volumen publicado de manera simultánea en Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá
en 1918 en el cual exigía la búsqueda de una rendición incondicional de los alemanes. El sacerdote
especulaba sobre las causas por las cuales los soldados alemanes violaban: para destrozar sus
nervios y dejar a su contraparte incapaz de pelear. Newell Dwight Hillis, «German Atrocities: their
Nature and Philosophy», 1918., citado en Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 42.
372
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 47. También han sido documentados hechos de violencia
sexual perpetrados por otros actores, como los soldados de la Unión Soviética. Un texto hito al
respecto es el diario escrito por una mujer alemana en el marco de la ocupación soviética. Ver
Anónimo, Una mujer en Berlín (Barcelona: Anagrama, 2013). Entre otros textos, ver Jeffrey Burds,
«Sexual Violence in Europe in World War II, 1939-1945», Politics & Society 37, n.o 1 (marzo de
2009): 35-73, https://doi.org/10.1177/1059601108329751; Brigitte Lueger-Schuster et al., «Sexual
Capítulo 3 145

Con ocasión de los crímenes cometidos en el marco de la Segunda Guerra Mundial, los
Aliados promovieron las Cortes de Nuremberg y de Tokio a fin de investigar y sancionar
los crímenes contra la paz, los de guerra y contra la humanidad. Por su importancia para
los debates posteriores me detengo a revisar las formas en las que fue interpretada la
violencia sexual y aplicadas las normas. En ambos estatutos se establecieron como
violaciones los crímenes de guerra que implicaran ataques innecesarios – sin justificación
militar – contra la población civil y prisioneros de guerra, tanto en el marco de las propias
confrontaciones como en el escenario de ocupación373. En relación con los crímenes contra
la humanidad, aunque no se contemplaron actos de violencia sexual, sí existió una cláusula
de “otros actos inhumanos” cometidos contra la población civil, bajo la cual fue posible
investigar esos hechos374.

En los juicios de Nuremberg375 distintos fiscales presentaron evidencia sobre actos de


violencia sexual perpetrados en el marco de la Segunda Guerra. En particular, los fiscales
de la Unión Soviética y de Francia376, reportaron violaciones individuales, mutilaciones,
establecimiento de burdeles para los comandantes, tortura sexual (incluida a hombres),
violaciones colectivas que involucraban a mujeres de comunidades enteras y
esterilizaciones forzadas contra mujeres judías. De los 22 procesados, 17 fueron
encontrados culpables por crímenes de guerra y contra la humanidad, incluyendo
asesinatos, esclavitud laboral y persecución contra judíos.

violence by occupational forces during and after World War II: influence of experiencing and
witnessing of sexual violence on current mental health in a sample of elderly Austrians», International
Psychogeriatrics 24, n.o 8 (agosto de 2012): 1354-58, https://doi.org/10.1017/S104161021200021X;
Marlene Epp, «The Memory of Violence: Soviet and East European Mennonite Refugees and Rape
in the Second World War», Journal of Women’s History 9, n.o 1 (1997): 58-87,
https://doi.org/10.1353/jowh.2010.0217.
373
En el Tribunal de Nuremberg se hizo un listado de actos de guerra prohibidos, mientras que en
el de Tokio se aludió simplemente a la prohibición de incurrir en crímenes de guerra. En cualquiera
de ambos casos, la violación se encontraba prohibida por esas normas de derecho consuetudinario
que operaban hasta entonces. Aunque la violación no estaba explícitamente contemplada, se
entendía que estaba prohibida inclusive si mediaba orden superior. Al respecto resultan pertinentes
las Recomendaciones de la Asamblea Internacional de Londres de 1944, citadas por Viseur Sellers,
«The context of sexual violence», 279.
374
Moreyra, Conflictos armados y violencia sexual contra las mujeres, 22.
375
Trial of the Major War Criminals before the International Military Tribunal (14 de noviembre de
1945) IMT Docs.
376
Ibid., 42 volúmenes, 1947:Vol. 7, 170 y 455.
146 El campo del derecho internacional

Acerca de las condenas por hechos de violencia sexual, es preciso señalar que no hay un
consenso en la literatura, pues si bien es claro que en la sentencia de los 22 altos
comandantes estos hechos no son mencionados377, para Elizabeth Odio Benito se trata de
un claro caso de “invisibilización” que condujo a la impunidad378, mientras que para Patricia
Viseur Sellers estos hechos sí fueron estudiados, pero subsumidos en los términos de
atrocidades, brutalidades, malos tratos, entre otros379. Siguiendo esta última posición, en
los Juicios de Nuremberg la violencia sexual fue tratada como parte de un conjunto de
atrocidades enmarcadas en una conducta criminal mayor: la guerra total. A consecuencia,
para la violencia sexual – no tratada de manera autónoma sino subsumida en otros
crímenes – no se exigió evidencia particular mayor que para cualquier otro crimen, pues
era considerado uno más de los repertorios de violencia posibles en la guerra380.

En los Juicios de Tokio también fue expuesta amplia información sobre hechos de violencia
sexual perpetrados por soldados japoneses que involucraron violaciones y tortura sexual,

377
La sentencia puede consultarse en International Military Tribunal, Nuremberg Judgment (1 de
octubre de 1946).
378
Elizabeth Odio Benito fue jueza del Tribunal Internacional para la investigación de los crímenes
ocurridos en Yugoslavia (ICTY) y actual presidenta de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Ella señala en Nuremberg hubo un proceso de invisibilización dado que “la palabra
“violación” (“rape” en inglés) no figura en ninguna de las 179 páginas de la sentencia final de
Nuremberg”. En Elizabeth Odio B., «De la violación y otras graves agresiones a la integridad sexual
como crímenes sancionados por el Derecho Internacional Humanitario (crímenes de guerra).
Aportes del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia», en Presente y futuro de los
derechos humanos (Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1998), 271,
https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv/detalle-libro/1980-presente-y-futuro-de-los-derechos-humanos.
379
Patricia Viseur-Sellers fue Asesora Legal en crímenes de género y fiscal auxiliar principal para
el Tribunal Penal Internacional para la ex-Yugoslavia y para Ruanda y actualmente es asesora
especial de género de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional. Ella indica: “Evidence of rape was
not only admitted, it was made an integral part of a legal framework. The status of rape as a core
crime was also reiterated to varying degrees in the decisions. Testimonies of sexual violence
required no corroboration, permitted “hearsay” evidence, did not require the disclosure of the victim’s
identity and, in general, met the required standard of relevancy to enter the record with other
submissions”. En Viseur Sellers, «The context of sexual violence», 278.
380
Según Viseur-Sellers la responsabilidad de los comandantes en los Juicios de Nuremberg se
basó más que en su conocimiento de cada crimen del cual se pudiera derivar responsabilidad
individual, en el conocimiento de la totalidad del ataque y de la existencia de brutalidades frente a
las cuales no se habría actuado (Ibid., 283-86.) Este aspecto sufrió un giro que se evidenció en los
tribunales de los años 90 y también en las investigaciones nacionales. Se pasó de considerar la
violencia sexual como un crimen más, a uno de aquellos que no podía ser ordenado; el típico delito
que en derecho penal se llama “de propia mano”, es decir, que sólo puede cometerse por el autor
material y que no admite otro tipo de autorías. Este elemento fue objeto de un arduo debate en
Colombia.
Capítulo 3 147

entre otras conductas. Una de las ciudades más afectadas fue Nanking, donde se recogió
evidencia de alrededor de 20 mil casos de violación sexual. Al igual que lo ocurrido en los
Juicios de Nuremberg, dado que la mayoría de hechos ocurrieron simultáneamente a otros
crímenes, la evidencia de la violencia sexual fue considerada como parte de la totalidad
del crimen: tomar el control de Nanking. Aunque la defensa de los acusados argumentó
que estos hechos resultaban irrelevantes para el crimen contra la paz y que eran legítimos
como parte de las represalias contra la población civil por las pérdidas sufridas por los
soldados japoneses, estos argumentos no fueron tenidos como válidos por los jueces381.

El Tribunal de Tokio juzgó y encontró culpables a 25 soldados japoneses, entre ellos a dos
altos comandantes, quienes fueron condenados a morir. Parte de sus penas tuvieron como
base la violación, la cual fue probada a partir de testigos oculares, rumores y declaraciones.
En estos juicios no se discutió ningún elemento referido al consentimiento ni se admitieron
argumentos sobre obediencia, necesidad militar o legitimidad del acto como represalia382.
Más que una doctrina sobre conocimiento del plan criminal – como en los Juicios de
Nuremberg – se adoptó una postura de responsabilidad de los comandantes en relación
con su deber de asegurar medidas adecuadas para la prevención de crímenes cuya
ocurrencia podía preverse.

Pese a estas condenas, el debate sobre la violencia sexual ocurrida en las décadas de
1930 y 1940 en el fenómeno hoy conocido como “mujeres de consuelo”383 no fue juzgado
en dicho Tribunal. Este fue el primer ejemplo de movilización feminista internacional para
exigir justicia, siendo debatido públicamente a partir de la década de 1980 y concluyendo
con un Tribunal Simbólico en el año 2000, luego de más de una década de negación por
parte del gobierno japonés384.

381
Ibid., 289.
382
Ibid., 290; Moreyra, Conflictos armados y violencia sexual contra las mujeres, 23.
383
Se trató de la instalación de casas de prostitución donde las mujeres eran esclavizadas con fines
sexuales para servir a los soldados japoneses; al menos 200.000 mujeres habrían sido víctimas.
Ver Christine M Chinkin, «Women’s International Tribunal of Japanese Military Sexual Slavery», The
American Journal of International Law 95, n.o 2 (abril de 2001): 335-41; Moreyra, Conflictos armados
y violencia sexual contra las mujeres, 12; Wood, «Violencia sexual durante la guerra», 8.
384
Un análisis mucho más amplio del tema se encuentra en Vergel Tovar, «Les usages militants et
institutionnels du droit», 29; Chinkin, «Women’s International Tribunal of Japanese Military Sexual
Slavery»; Moreyra, Conflictos armados y violencia sexual contra las mujeres, 12-20 y 153-58. Sobre
148 El campo del derecho internacional

Es importante hacer notar que en los tribunales de Nuremberg y Tokio estaba presente la
interpretación de la violencia sexual anclada en el honor, y ello no significó para las
víctimas cuyos casos efectivamente fueron llevados a juicio, una exposición pública sobre
su consentimiento o resistencia, pues se entendía que al hacer parte de un todo criminal,
la prueba sobre la resistencia no era un elemento significativo. Esto cambió posteriormente
en los tribunales de las guerras en Ruanda y Yugoslavia, justo cuando se planteaba un
giro epistemológico que acentuaba en la libertad y no en el honor. Volveré sobre este
aspecto en el apartado siguiente.

Estos Tribunales investigaron crímenes cometidos por alemanes y japoneses, sin que ello
signifique que los aliados no hayan recurrido a la violación como un repertorio de la
violencia. De hecho, Brownmiller reporta información relevante sobre los abusos cometidos
por soviéticos385 y por otras fuerzas, como las marroquíes y estadounidenses386.

Luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, a raíz del percibido éxito de los Tribunales
y en un ambiente de apertura al reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres en
distintos países, ocurrió un giro modesto pero abiertamente significativo: el Comité
Internacional de la Cruz Roja (CICR) promovió la adopción de los Convenios de Ginebra
sobre la base de la protección sin discriminación de todas las personas. El IV Convenio de
Ginebra (1949) estableció en su artículo 27: “Las mujeres serán especialmente protegidas
contra todo atentado a su honor y, en particular, contra la violación, la prostitución forzada
y todo atentado a su pudor387”. Estos hechos, pese a su prohibición, no fueron

los tribunales simbólicos ver Cynthia Cockburn, Mujeres ante la guerra: desde donde estamos
(Barcelona: Icaria, 2009).
385
Aspecto que es evidenciado en el libro Anónimo, Una mujer en Berlín., publicado por primera
vez en 1954.
386
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 62-75. De acuerdo con esta investigación, entre enero de
1942 y junio de 1947 las cortes marciales adelantadas por el Ejército de Estados Unidos dieron un
resultado de 971 condenas por violación: “De las condenas por violación en la segunda guerra
mundial, surge una evidencia. Más de los dos tercios de los actos que condujeron a las condenas
tuvieron lugar no durante la propia guerra, sino durante la ocupación” Ibid., 74.
387
La primera parte del artículo señalaba: “Las personas protegidas tienen derecho, en todas las
circunstancias, a que su persona, su honor, sus derechos familiares, sus convicciones y prácticas
religiosas, sus hábitos y sus costumbres sean respetados. Siempre serán tratadas con humanidad
y protegidas especialmente contra cualquier acto de violencia o de intimidación, contra los insultos
y la curiosidad pública”. Comité Internacional de la Cruz Roja, «IV Convenio de Ginebra relativo a
la protección debida a las personas civiles en tiempo de guerra» (1949),
https://www.icrc.org/spa/resources/documents/treaty/treaty-gc-4-5tdkyk.htm.
Capítulo 3 149

considerados dentro del Convenio como parte de las “infracciones graves"388.

Con estos Convenios se estableció un giro significativo: la violación y la prostitución


forzada, además de “todo atentado a su pudor389”, fueron las formas de consignar una
prohibición frente a hechos de los que se empezaron a considerar víctimas exclusivas a
las mujeres y una afrenta al honor. Al respecto, los Comentarios a los Convenios de
Ginebra elaborados por el Comité Internacional de la Cruz Roja en 1958 (Comentarios) se
refirieron en dos sentidos relevantes para este texto: en relación con el alcance del
concepto de honor y sobre la prohibición de violación y prostitución.

En relación con el honor, los Comentarios hacían alusión a su carácter de cualidad moral
y social, la cual se predicaba por la conciencia y la razón, que le protegía de cualquier
acción que “afecte su reputación”390. En otras palabras, el honor estaba asociado a la
reputación y a la protección frente a cualquier acto que pudiera implicar una agresión que
conllevara humillación.

Sobre los tratos especiales para las mujeres, los Comentarios indicaron que este apartado
fue una solicitud del Congreso Internacional de Mujeres y la Federación Internacional de
Abolicionistas, con ocasión de los “peores ultrajes” de los que fueron víctimas las mujeres
en la Segunda Guerra Mundial: violación, trato brutal de todo tipo, mutilaciones, obligación
de ir a “burdeles”, infección con enfermedades, etc. Su objeto era proclamar a las mujeres

388
La omisión de incluir la violación como infracción grave (artículo 147) es notoria porque estas
infracciones conllevan la responsabilidad de los Estados de buscar a los señalados de cometerlas
y presentarlas para su juzgamiento (art. 146 del IV Convenio de Ginebra). En 1992 el Comité
Internacional de la Cruz Roja interpretó que este artículo incluía la violación y “cualquier otro ataque
contra la dignidad de una mujer”. Viseur Sellers, Procesos penales, 10; Moreyra, Conflictos armados
y violencia sexual contra las mujeres, 29.
389
La versión original en inglés establece: “Women shall be especially protected against any attack
on their honour, in particular against rape, enforced prostitution, or any form of indecent assault”.
Como se ve, la idea del pudor aparece en la traducción al castellano.
390
“Honour is a moral and social quality. The right to respect for his honour is a right invested in man
because he is endowed with a reason and a conscience. The fact that a protected person is an
enemy cannot limit his right to consideration and to protection against slander, calumny, insults or
any other action impugning his honour or affecting his reputation; that means that civilians may not
be subjected to humiliating punishments or work. It should be noted that respect for a prisoner of
war's honour, as well as respect for his person, in stipulated in Article 46 of the Hague Regulations,
and also in the 1929 Geneva Convention”. Comité Internacional de la Cruz Roja, «Commentary: IV
Geneva Convention Relative to the Protection of Civilian Person in Time of War», 1958, https://ihl-
databases.icrc.org/applic/ihl/ihl.nsf/Comment.xsp?action=openDocument&documentId=25179A62
0578AD49C12563CD0042B949.
150 El campo del derecho internacional

como acreedoras de especial trato, basándose en los principios de “respeto por la


persona”, “honor” y “derechos de la familia” (las comillas son originales del comentario).
Como ejemplos de ese trato especial, el artículo incluyó la violación y la prostitución
forzada, entendida por los Comentarios como “forzar a una mujer a la inmoralidad por
violencia o amenazas, y cualquier forma de ultraje al pudor”391.

La forma como fue planteada la violación y la prostitución forzada y su exclusión de los


crímenes más graves, daba cuenta de una forma particular de observar estos actos: su
énfasis en el honor, la moralidad y el pudor, acentuaban el carácter prohibitivo no tanto en
la violencia con la que era ejercida por parte del agresor, sino en el efecto social que recaía
en la víctima392. El honor afectado no era solo el de la mujer violentada respecto de su
reputación, sino también el de los hombres de la comunidad a la que pertenecía y, en el
caso de las guerras étnicas o nacionalistas, de los grupos de pertenencia. En otras
palabras, el honor agredido y protegido era también el de los hombres, razón por la cual la
reinterpretación hecha a partir de los 90 señaló que los hombres extendían la guerra a los
cuerpos de las mujeres o, dicho de otra forma, que los cuerpos de las mujeres eran campos

391
“Paragraph 2 denounces certain practices which occurred, for example, during the last World
War, when innumerable women of all ages, and even children, were subjected to outrages of the
worst kind: rape committed in occupied territories, brutal treatment of every sort, mutilations etc. In
areas where troops were stationed, or through which they passed, thousands of women were made
to enter brothels against their will or were contaminated with venereal diseases, the incidence of
which often increased on an alarming scale (10). These facts revolt the conscience of all mankind
and recall the worst memories of the great barbarian invasions. They underline the necessity of
proclaiming that women must be treated with special consideration. That is the object of this
paragraph, which is based on a provision introduced into the Prisoners of War Convention in 1929,
and on a proposal submitted to the International Committee by the International Women's Congress
and the International Federation of Abolitionists (11). The provision is founded on the principles set
forth in paragraph 1 on the notion of "respect for the person", "honour" and "family rights". A woman
should have an acknowledged right to special protection, the special regard owed to women being,
of course, in addition to the safeguards laid down in paragraph 1, which they enjoy equally with men.
[p.206] The Conference listed as examples certain acts constituting an attack on women's honour,
and expressly mentioned rape, enforced prostitution, i.e. the forcing of a woman into immorality by
violence or threats, and any form of indecent assault. These acts are and remain prohibited in all
places and in all circumstances, and women, whatever their nationality, race, religious beliefs, age,
marital status or social condition have an absolute right to respect for their honour and their modesty,
in short, for their dignity as women”. Ibid.
392
“La ilusión que se expresa en el comentario acerca de la dignidad o el honor en relación a los
crímenes que implican agresión sexual le quita énfasis a la naturaleza violenta de la mayoría de los
delitos sexuales”. En Viseur Sellers, Procesos penales, 10; Moreyra, Conflictos armados y violencia
sexual contra las mujeres, 33.
Capítulo 3 151

de batalla393.

La interpretación de estas experiencias fue objeto de estudio de la academia y los


movimientos feministas – especialmente el norteamericano – y, a su vez, el objeto
emergente de la violencia sexual se nutrió ampliamente de sus reflexiones.

En 1975 vio la luz el texto de Susan Brownmiller “Against our will: Men, women and rape”394,
que fue uno de los primeros documentos que se ocupó de la violación como objeto de
estudio y, al cabo de pocos años, se convirtió en un bestseller y fuente de estudio feminista.
En términos generales, el libro de Brownmiller tuvo una amplia difusión y recepción en
distintos lugares del mundo, destacando el vacío existente hasta entonces de estudios que
explicaran la cuestión de la violencia sexual. En los doce capítulos de su libro, Brownmiller
abarca el asunto de la violación desde distintos ángulos e incluye un capítulo sobre la
guerra, el cual inicia así:

La actitud masculina hacia la violación durante la guerra es graciosa. Sin duda,


habrá violaciones. Desmesurado, pero de todos modos inevitable. Cuando los
hombres son hombres y conquistan nuevas tierras, subyugando otras gentes y
consiguiendo victorias, sin duda habrá violaciones395.

El texto de Brownmiller fue un documento pionero que sentó las bases para una
reinterpretación sobre la violencia sexual – en general y en la guerra – que acentuaba su
carácter inevitable. Esa inevitabilidad no respondía a un mero acto adyacente a la guerra
– como posteriormente se ha interpretado –, sino que era multicausal: como una

393
Un estudio sobre esta cuestión se encuentra en el informe preparatorio de las Naciones Unidas
a la Conferencia Mundial contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y la intolerancia,
donde se incorporó la contribución de la Relatora sobre violencia contra la mujer, señora Radhika
Coomaraswamy. Ver Organización de las Naciones Unidas, «Review of reports, studies and other
documentation for the Preparatory Committee and the World Conference», 27 de julio de 2001, párr.
117-131. Este aspecto, tal como anoté en el capítulo anterior, también empezó a movilizarse en
Colombia con sentidos particulares bajo las categorías de botín de guerra, arma de guerra y territorio
o campo de batalla.
394
La versión original fue publicada en inglés en 1975 (Susan Brownmiller, Against Our Will: Men,
Women, and Rape, Reprinted edition (New York: Ballantine Books, 1975). La versión en español se
publicó en España en 1981 y su título fue “Contra nuestra voluntad. Hombres, mujeres y violación”.
La carátula de esa publicación en español añade: “Un estudio sobre la forma más brutal de agresión
a la mujer: la violación”. Las citas presentadas en el texto son de la versión en español.
395
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 29.
152 El campo del derecho internacional

manifestación lógica de la irrelevancia de las mujeres en el mundo, es decir, de su lugar


periférico; como parte de una conexión “inconsciente” de las mujeres con el territorio; como
parte de las violencias que viven las mujeres a lo largo de sus vidas396; como una forma
de demostrar la superioridad y el poder397; como un acto de conquista398 y de medición de
la victoria (del bando vencedor)399 y; como una extensión del campo de batalla400. Todo
ello era posible por el lugar que Brownmiller señalaba que ocupaban las mujeres en el
mundo:

está en la naturaleza de cualquier institución en la cual los hombres son puestos


aparte de las mujeres y se les da el poder adicional de las armas, que el poder
adquirido sea usado contra todas las mujeres, porque la víctima femenina de una
violación en tiempos de guerra es elegida no porque sea una representante del
enemigo, sino porque es una mujer y en consecuencia un enemigo401.

Brownmiller basaba su planteamiento en la división sexual entre hombres y mujeres en la


sociedad, aspecto que se reflejaba en la guerra. Hombres y mujeres eran, para ella,
exponentes de bandos opuestos y enfrentados, en los cuales el poder se manifestaba en
el hombre, dejando a las mujeres como sus enemigas y, por tanto, acreedoras de violencia
y violación. Esta lectura ha pervivido en el tiempo.

396
“La violación es más que un síntoma de guerra o de evidencia de su exceso violento. La violación
durante la guerra es un acto familiar con una excusa habitual”. Ibid., 30.
397
“Hay cierta cantidad de soldados que necesita probar su recién ganada superioridad. Probársela
a la mujer, a sí mismo, a los otros hombres. En nombre de la victoria y el poder de las armas, la
guerra proporciona hombres con una licencia tácita para violar”. Ibid.
398
“En primer lugar, el ejército victorioso marcha atravesando el territorio de los derrotados, y en
consecuencia es evidente que si hay violación a realizar, se producirá en los cuerpos de las mujeres
de los derrotados. En segundo lugar, la violación es una acción del conquistador. Esto es más que
una perogrullada. Ayuda a explicar por qué los hombres siguen violando durante la guerra”. Ibid.,
33.
399
“A través de las épocas, el triunfo sobre las mujeres mediante la violación se transformó en una
manera de medir la victoria, en parte de una recompensa tangible por los servicios prestados” Ibid.
400
“La violación perpetrada por un soldado conquistador destruye todas las ilusiones de poder y
propiedad en los hombres del bando derrotado. El cuerpo de una mujer violada se transforma en
un campo de batalla ceremonial, un terreno de desfile para el saludo a la bandera de los victoriosos.
La acción que se desarrolla encima de ella es un mensaje entre hombres: vívida prueba de victoria
para unos y pérdida y derrota para los otros”. Ibid., 36.
401
Ibid., 64.
Capítulo 3 153

De acuerdo con lo planteado por Brownmiller, la guerra en Bangladesh – ocurrida en 1971


– que dio lugar a su independencia de Pakistán, fue la primera en recibir atención
internacional y ayuda para enfrentar los efectos de la violación402. Según los datos
recogidos por ella, más de 200 mil mujeres habían sido violadas en nueve meses, muchas
de las cuales habían quedado embarazadas y fueron repudiadas por sus esposos por una
tradición que señalaba que un hombre no podía aceptar a una mujer que hubiese estado
con otro hombre, inclusive si el hecho se hubiera perpetrado con violencia. La forma de
enfrentar estos abandonos fue, por parte del gobierno, declarar a esas mujeres “heroínas”
de la guerra de independencia403. Para hacer frente a ese acto de repudio, “grupos
humanitarios y feministas” se organizaron y enviaron ayuda a través de la oficina en
Londres de la Federación Internacional de Planificación Familiar404. Según Brownmiller:

402
En parte la atención se debió al cubrimiento mediático de la prensa estadounidense y de algunos
países europeos que divulgaron no solo la magnitud de las violaciones sino de los impactos en
términos reproductivos. Los embarazos no deseados (calculados en 25.000) y las afectaciones
ginecológicas y enfermedades venéreas que presentaban casi todas las mujeres víctimas, tuvieron
por efecto englobar la causa feminista del Norte global, organizando su acción a través de la
organización Planificación Familiar Internacional. Ibid., 82.
403
El sentido de declarar a las mujeres como heroínas (birangonas) de la guerra buscaba hacerle
frente al repudio familiar y social que consideraba que las mujeres que tenían relaciones sexuales
fuera del matrimonio, aún siendo a la fuerza, eran impuras y por tanto, no podrían ser aceptadas
por sus esposos musulmanes ni por cualquier otro hombre musulmán. La etiqueta de heroína
pretendía devolver a la víctima a su familia y lograr la aceptación de los hombres para que
alcanzaran un matrimonio, cambiando el sentido de la experiencia para que se las asociara como
resistentes y guerreras. Birangona significa mujer valiente o heroína de guerra. Ibid., 75-83;
Nayanika Mookherjee, «‘Remembering to Forget’: Public Secrecy and Memory of Sexual Violence
in the Bangladesh War of 1971», Journal of the Royal Anthropological Institute 12, n.o 2 (1 de junio
de 2006): 433-50, https://doi.org/10.1111/j.1467-9655.2006.00299.x.
404
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 77. Otros artículos que pueden consultarse frente a las
violaciones en la guerra de Bangladesh y sus interpretaciones son: Elora Halim Chowdhury, «When
Love and Violence Meet: Women’s Agency and Transformative Politics in Rubaiyat Hossain’s
Meherjaan», Hypatia 30, n.o 4 (1 de noviembre de 2015): 760-77,
https://doi.org/10.1111/hypa.12178; Elora Halim Chowdhury y Amy E. Den Ouden, «The Spectral
Wound: Sexual Violence, Public Memories, and the Bangladesh War of 1971.», Signs 43, n.o 1
(2017): 217-23; E.D. Heineman, Sexual Violence in Conflict Zones: From the Ancient World to the
Era of Human Rights, Sexual Violence in Confl. Zones: From the Anc. World to the Era of Hum.
Rights, Sexual Violence in Conflict Zones: From the Ancient World to the Era of Human Rights
(University of Pennsylvania Press, 2011), https://www.scopus.com/inward/record.uri?eid=2-s2.0-
84899587811&partnerID=40&md5=fd57eb25048fa33257b09f869e94b54d; Ritu Menon, No
Woman’s Land: Women from Pakistan, India and Bangladesh Write on the Partition India, 2004
edition (New Delhi: Women Unlimited, 2004); Mookherjee, «‘Remembering to Forget’»; Nayanika
Mookherjee, The Spectral Wound: Sexual Violence, Public Memories, and the Bangladesh War of
1971 (Duke University Press Books, 2015); Nayanika Mookherjee, «The Raped Woman as a Horrific
Sublime and the Bangladesh War of 1971», Journal of Material Culture 20, n.o 4 (1 de diciembre de
2015): 379-95, https://doi.org/10.1177/1359183515603742; Yasmin Saikia, «War as History,
154 El campo del derecho internacional

La nueva consciencia feminista que considera a la violación un problema político


y la creciente y práctica aceptación del aborto como solución para terminar con
un embarazo no deseado, fueron factores de la mayor importancia. Y de este
modo, una guerra oscura que se desarrolló en un lugar oscuro para los
occidentales, proporcionó los medios para el examen de este crimen
“inmencionable”. Por una vez, se prestó completa atención al especial terror que
sufren las mujeres desarmadas frente a los hombres armados405.

Dos aspectos son especialmente relevantes del caso Bangladesh en relación con los
debates propuestos frente a la violación: el etiquetamiento de las víctimas en heroínas para
evitar el repudio social y la interpretación de la violación como una forma de tortura más
que como un acto de violencia sexual406. Empezaba a delinearse el giro que desplazaba
el honor y el pudor del centro de la interpretación de estos actos.

En 1977, luego de la guerra de Bangladesh y su atención internacional, los Convenios de


Ginebra fueron adicionados a través de protocolos que establecieron protecciones
específicas frente a algunas formas de violencia sexual. El Protocolo I relativo a los
conflictos internacionales incluyó la disposición: “Las mujeres serán objeto de un respeto
especial y protegidas en particular contra la violación, la prostitución forzada y cualquier
otra forma de atentado al pudor” (Artículo 76.1)407.

Humanity in Violence: Women, Men, and Memories of 1971, East Pakistan/Bangladesh», en Sexual
Violence in Conflict Zones, From the Ancient World to the Era of Human Rights (University of
Pennsylvania Press, 2011), 152-70, http://www.jstor.org/stable/j.ctt3fhfgp.12; Veena Das, «La
antropología del dolor», en Veena Das: Sujetos del dolor, agentes de dignidad, Primera edición
(Colombia: Centro de Estudios Sociales, Universidad Nacional de Colombia; Instituto Pensar,
Universidad Javeriana, 2008).
405
Brownmiller, Contra nuestra voluntad, 83.
406
La idea de un reconocimiento bajo la idea de heroínas no es exclusiva del contexto de
Bangladesh. De hecho, Carlos Beristain, comisionado de la Comisión para el Esclarecimiento de la
Verdad, la Convivencia y la No repetición creada como resultado del acuerdo entre el gobierno
nacional y las FARC en 2016, en la mesa de trabajo “Memoria y violencia sexual: entre lo público y
lo privado”, señaló la importancia de la legitimidad para las víctimas de violencia sexual en estos
términos: “La violencia sexual no tiene un estatus de legitimidad público, a veces hay un estatus
para el muerto o el desaparecido, de reconocimiento, de héroe; pero no hay un estatus de heroínas
para las mujeres víctimas de violencia sexual y creo que necesitamos un estatus de reconocimiento,
porque todo esto conlleva esas imágenes pasivas de victimización, esa falta de reconocimiento
hacia ellas”. En Mesa de trabajo «Memoria y violencia sexual: entre lo público y lo privado», 2018,
1:56:36-1:57:00, https://www.youtube.com/watch?v=d1hSsysMHjk.
407
También es relevante el artículo 75: “2. Están y quedarán prohibidos en todo tiempo y lugar los
Capítulo 3 155

El Protocolo II relativo a los conflictos sin carácter internacional (1977) también incluyó
como garantía fundamental de todas las personas que no participen directamente en las
hostilidades o que hayan dejado de participar en ellas, el respeto a su persona, honor,
convicciones y prácticas religiosas, así como el trato humano. De manera particular,
prohibió en todo tiempo y lugar “los atentados contra la dignidad personal, en especial los
tratos humillantes y degradantes, la violación, la prostitución forzada y cualquier forma de
atentado al pudor” (artículo 4.2.e.)408.

En estos Protocolos las formas de violencia sexual incluidas ya no se asociaban a


atentados contra el honor sino contra la dignidad personal, aunque la cuestión del pudor
se mantenía, relegando al ámbito moral su prohibición. Entre 1949 y 1977 adquirió
relevancia la causa de los movimientos feministas que reivindicaban el carácter de
ciudadanas de las mujeres y una mayor igualdad ante la ley. Además, fue cobrando
relevancia el lenguaje de los derechos humanos, que asienta la protección en el individuo,
razón que explica, en parte, este desplazamiento.

Como señalé en el capítulo 1, el lenguaje de los derechos humanos reviste varios


elementos significativos que se han ido desarrollando en las últimas décadas: la
centralidad de los Estados, en tanto garante de los derechos, y la consecuente posibilidad
de crear herramientas de exigibilidad ante él; la articulación y relacionamiento entre la
ciudadanía y las organizaciones internacionales, teniendo en cuenta que es en el campo
del derecho internacional en donde se juridifican los derechos como un mínimo a ser
respetado por los Estados, y son dichas organizaciones las que vigilan su respeto. Por
último, el lenguaje de los derechos humanos ha creado un marco común de enunciación
sobre la intolerabilidad de ciertas formas de violencia tanto por agentes estatales como no
estatales, aspecto que para el caso de la violencia sexual fue construyéndose en el curso
de las décadas de 1970 y posteriores.

actos siguientes, ya sean realizados por agentes civiles o militares: (…) b) los atentados contra la
dignidad personal, en especial los tratos humillantes y degradantes, la prostitución forzada y
cualquier forma de atentado al pudor”. Comité Internacional de la Cruz Roja, «Protocolo I adicional
a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados
internacionales» (1977), https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/protocolo-ii.htm.
408
Comité Internacional de la Cruz Roja, «Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra de 1949
relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional» (1977),
https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/protocolo-ii.htm.
156 El campo del derecho internacional

En 1975 se llevó a cabo por Naciones Unidas en la Ciudad de México la primera


Conferencia Mundial del Año Internacional de la Mujer. Allí se definió un plan de acción y
se declaró el período 1975-1985 como la “Década de las Naciones Unidas para las
Mujeres: Igualdad, Desarrollo y Paz”. La definición de esta década implicó el desarrollo de
acciones desde los gobiernos y los organismos internacionales que propiciaran el logro de
los objetivos propuestos (en los cuales aún no se incluía la cuestión de la violencia). Quizás
el más importante fue la aprobación, el 18 de diciembre de 1979, de la “Convención sobre
la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer” (CEDAW)409. En este
tratado se conceptualizó la noción de “discriminación contra la mujer”, entendida como toda
“distinción, exclusión o restricción basada en el sexo”. Con ello se formalizaba algo
realmente novedoso: el reconocimiento de un tipo de trato contra las mujeres que implicaba
el menoscabo de sus derechos “basado en su sexo” o, dicho de otra manera, el
reconocimiento de unas condiciones de vida menos beneficiosas para las mujeres por el
solo hecho de serlo. Aunque la CEDAW aún no se refería a la cuestión de la violencia, sí
propiciaba una serie de prohibiciones y acciones para los Estados que implicaba el
mejoramiento de las condiciones de vida de las mujeres410.

El fin de la Década aceleró los debates en el marco de los movimientos feministas y las
disputas sobre la cuestión de la “violencia contra las mujeres”. La III Conferencia Mundial
para el examen y evaluación de los logros del decenio de las Naciones Unidas para las
mujeres: Igualdad, Derecho y Paz realizada en Nairobi en 1985, fue un momento en el que
la cuestión de la violencia contra las mujeres recibió reconocimiento internacional y abrió
amplias posibilidades para el activismo feminista en este campo411. Esas posibilidades
serán detalladas a continuación.

409
Organización de las Naciones Unidas, Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación contra la Mujer (CEDAW).
410
Durante la Década se llevaron a cabo dos Conferencias adicionales: en 1980 la Segunda II
Conferencia Mundial de la Década de las Naciones Unidas para las Mujeres: Igualdad, Desarrollo
y Paz en Copenhague y en 1985 la III Conferencia Mundial para el examen y evaluación de los
logros del decenio de las Naciones Unidas para las mujeres: Igualdad, Derecho y Paz en Nairobi.
411
Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 860. Es importante reconocer que para el
caso latinoamericano y del Caribe la violencia contra las mujeres ya era una preocupación, la cual
puede ser revisada en el I Encuentro Feministra desarrollado en Bogotá en 1981, sobre el cual me
referí en el capítulo 1.
Capítulo 3 157

B. La violencia sexual como una violación a los derechos


humanos de las mujeres, un crimen internacional y un
asunto de paz y seguridad (1990-2008)

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y, especialmente, desde el fin de la Guerra


Fría, en el Norte Global se afianzaron los mecanismos creados a mediados del siglo XX
para regular las guerras e intervenirlas en nombre de la paz412. Antes de ello, el tratamiento
de la violencia sexual era complejo y dinámico: aunque estuvo permanentemente anclado
en la idea de víctimas inocentes, las razones de su protección eran cambiantes: por ser
vistas como relevantes en la cadena económica y la conservación de la sociedad; por ser
un asunto de honor, pudor y humanidad que excluía estos actos de la estricta necesidad
militar; por ser un mecanismo para potenciar la propaganda contra el enemigo moviendo
la emocionalidad de los actores para acentuar la guerra; por ser parte de los enemigos en
tanto integrantes de pueblos vistos como inferiores y por ser las mujeres vistas también
como enemigas.

Estas visiones no fueron sucesivas sino muchas veces coexistentes y se articularon con
dispositivos jurídicos y con categorías emergentes que variaron sus sentidos. Esta
coexistencia de estratos413 fue revisada a partir de inicios de los años 90, cuando ocurrió
un giro interpretativo donde la violencia sexual “pasa de una concepción ligada a la moral
personal a otra en que lo político y lo colectivo son centrales”414. El giro interpelaba esa
visión que unía la violencia sexual al honor y propiedad masculinos415, que la hacía
incomprensible, inenarrable e inevitable y por tanto imposible de castigar416. En cambio,
algunas voces enfatizaron en su carácter evitable417, su uso como ‘arma de guerra’ o

412
Ibid., pos. 174.
413
Para profundizar en la cuestión de los estratos temporales ver Reinhart Koselleck, Los estratos
del tiempo: estudios sobre la historia, trad. Daniel Innerarity (Barcelona (España): Ediciones Paidós,
2013).
414
Jelin, La lucha por el pasado, 230.
415
Engle, «International Human Rights and Feminisms», 779, 815.
416
Gözde Turan, «Manhood Deprived and (Re)Constructed during Conflicts and International
Prosecutions: The Curious Case of the Prosecutor v. Uhuru Muigai Kenyatta et Al.», Feminist Legal
Studies, 22 de marzo de 2016, 1-19, https://doi.org/10.1007/s10691-016-9313-0.
417
Elisabeth Wood, «Sexual Violence during War: Variation and Accountability», en Collective
Violence and International Criminal Justice: An Interdisciplinary Approach, ed. Alette Smeulers
158 El campo del derecho internacional

instrumento de genocidio418 y la necesidad de su erradicación como condición para


resolver los conflictos armados y evitar su repetición419.

Para que esto fuera posible, fue necesario conjugar los lenguajes del derecho penal
internacional, el derecho humanitario y los derechos humanos, así como construir una
relación entre los organismos internacionales y los movimientos sociales, especialmente
el feminista. Esta conjugación hizo posible la emergencia de la categoría de la violencia
sexual en el conflicto armado desde cuatro diferentes aristas imbricadas: como una
infracción al derecho humanitario, una violación a los derechos humanos, un crimen
internacional y un asunto de paz y seguridad internacional.

Las aristas de estos campos del derecho internacional son diferentes, aunque se han ido
entremezclando con las interpretaciones que sobre ellos se han hecho, aspecto que
desarrollaré a continuación. Por ahora valga señalar que estos campos, aunque
imbricados, tienen alcances distintos: el DIH – lenguaje predominante hasta la década de
1990 – regula la actuación de las partes involucradas en conflictos armados de carácter
interno o internacional; los derechos humanos orientan y especifican los deberes de los

(Antwerp ; Portland, OR: Intersentia, 2010); Elisabeth Wood, «Rape during war is not inevitable:
variation in wartime sexual violence», en Understanding and Proving International Sex Crimes.pdf,
ed. Morten Bergsmo y AB Skre (Oslo: Torkel Opsahl Academic Epublisher, 2012),
http://elisabethwood.commons.yale.edu/files/wood-rape-is-not-inevitable-in-war-2012.pdf.
418
Nicola Henry, «The Fixation on Wartime Rape Feminist Critique and International Criminal Law»,
Social & Legal Studies 23, n.o 1 (1 de marzo de 2014): 94, 95,
https://doi.org/10.1177/0964663913499061; Turan, «Manhood Deprived and (Re)Constructed».
419
Engle, «A Genealogy of the Centrality of Sexual Violence». Para ilustrar el cambio de sentido
que adquieren estos actos, varios estudios han analizado eventos que hoy podríamos denominar
como parte de la violencia sexual y que fueron señalados y dichos sin que por ello se hayan asumido
como actos violentos, o no con la carga negativa que hoy se aplican. Engle por ejemplo, estudia la
narrativa de Hemingway en su novela Por quién doblan las campanas, en la que María, hija de un
alcalde republicano es torturada y violada por componentes fascistas y posteriormente rescata por
la guerrilla. Su historia, como describe Engle, no anula la violencia, pero se concentra en su papel
político y, especialmente, en la posibilidad del amor y de la sexualidad satisfactoria que el discurso
de la violencia sexual niega. Janet Halley estudia el debate suscitado a partir de la publicación de
Una mujer en Berlín, escrito anónimo asignado a una mujer que vivió en Berlín luego del ingreso de
las fuerzas rusas en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Este texto, como describe Halley,
puede ser visto como un relato de violencia sexual - en que la mujer alemana se convierte en un
sujeto pasivo de agresores, sin agencia ni control - o como uno en que la mujer utiliza su sexualidad
como forma de supervivencia, agencia y resistencia política, teniendo en cuenta que en el marco
de la conflictividad y limitaciones del momento, la mujer elige con quién sostener relaciones
sexuales y cómo hacerlo de tal forma que le generen seguridad. En Halley, «Rape in Berlin»; Engle,
«El juicio del sexo en tiempos de guerra».
Capítulo 3 159

Estados para la protección de quienes se encuentren en sus territorios; los crímenes


internacionales buscan la investigación de individuos involucrados en actos de genocidio,
crímenes de lesa humanidad, guerra y agresión y; la cuestión de la paz y la seguridad
internacional compromete a la comunidad internacional en su conjunto respecto de
aquellos actos que son considerados por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
ataques a la paz y a la seguridad.

En estos distintos campos del derecho y las relaciones internacionales la experiencia del
caso colombiano fue relevante en los circuitos que los desarrollaron a partir de la década
de 1990. Dado el aumento de la violencia en el país y de su peculiaridad en el contexto
latinoamericano420, diferentes organismos internacionales fijaron su atención en la
situación particular de mujeres, niñas y niños y se nutrieron de la experiencia local para
producir un conocimiento particular en torno a la violencia sexual.

Entre 1992 y 1995 se aceleró el proceso de juridificación internacional de la violencia contra


las mujeres en términos generales, es decir, en cualquier ámbito público o privado. En este
proceso de juridificación de la violencia en general, la violencia sexual en las guerras de la
ex-Yugoslavia y Ruanda contribuyó a la emergencia de dicha categoría, al hacerla evidente
como una manera particular de violencia dirigida a las mujeres421.

En 1992, el Comité de la CEDAW de Naciones Unidas estableció la conexión de la


discriminación con la violencia contra las mujeres. La Recomendación General 19
determinó que la violencia contra las mujeres “basada en el sexo, es decir, la violencia

420
Latinoamérica estuvo marcada hasta la década de 1980 por dictaduras que poco a poco fueron
finalizando, como ocurrió en Bolivia (1982), Argentina (1983), Uruguay (1984), Chile (1990),
Paraguay (1989), Perú (1980), Brasil (1985), entre otros. Además, hubo experiencias de guerras
civiles que también se fueron agotando, como ocurrió en Guatemala (1996), Nicaragua (1990),
Salvador (1992) y Perú (2000). Desde esta perspectiva, el caso colombiano resultaba excepcional
por tener un conflicto interno que no solo no finalizaba sino que se agudizaba e intensificaba en la
década de 1990, mientras que la experiencia de otros países era de finalización de la violencia y
reconstrucción social.
421
Sobre este punto volveré un poco más adelante, pero basta señalar que las resistencias
existentes a avanzar hacia la positivización de la regulación de la violencia contra las mujeres en
general, encontró como contra-argumento la publicidad de las violaciones cometidas en estas
experiencias, que fueron leídas con tal nivel de gravedad que hacía imposible oponerse a medidas
que enfrentaran la violencia sexual en la guerra y, de paso, todas las violencias contra las mujeres.
Ver Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 153; Azuero, «Science and International
Thematic Prosecution of Sex Crimes», 258.
160 El campo del derecho internacional

dirigida contra la mujer porque es mujer o que la afecta en forma desproporcionada” es


también discriminación. Esta definición abrió la puerta en el mundo jurídico internacional
para la interpretación de un fenómeno que desde hacía décadas era objeto de atención
por los movimientos feministas: la violencia dirigida a las mujeres en ciertos contextos no
era una violencia ordinaria, sino que era característica de un fenómeno mayor denominado
discriminación, basada a su vez en la sexualidad. En los documentos internacionales no
hay una posición homogénea sobre cómo denominar esta forma particular de violencia422
lo cual, más que un asunto formal, da cuenta de un debate profundo e inacabado sobre la
conceptualización misma de estas formas de violencia motivadas en el género, la
orientación sexual y la identidad de género de las víctimas. En contraste, la noción de
violencia sexual ha permanecido más estable y el lugar de disputa se ha concentrado,
especialmente, en qué conductas ingresan a esa denominación, quiénes son sus víctimas
y su calificativo cuando se vincula al conflicto armado: en desarrollo, con ocasión, durante,
las cuales son formas de transportar el debate.

Hacia 1993 los reportes de violencia sexual en Bosnia-Herzegovina alcanzaron un alto


nivel de cobertura mediático y tuvieron como punto máximo de auge la documentación
llevada a cabo por una Comisión de Expertos nombrada para determinar lo ocurrido, que
alertó en su documentación sobre violaciones sexuales contra hombres y mujeres, lo que
marcó un hito en el estudio del fenómeno423. Este diagnóstico dio lugar al establecimiento

422
La Recomendación 19 del Comité de la CEDAW hablar de violencia basada en el sexo, la
Convención de Belém do Pará de 1994 la denomina violencia contra la mujer basada en su género.
En el plano nacional la denominación no ha sido tampoco uniforme y ha incorporado las nociones
de violencia basada en el género, violencia contra la mujer por su condición de mujer o por el hecho
de ser mujer. Ver Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, «Recomendación
general No. 19. La violencia contra la mujer» (1992),
https://tbinternet.ohchr.org/Treaties/CEDAW/Shared%20Documents/1_Global/INT_CEDAW_GEC
_3731_S.pdf; Organización de Estados Americanos, Convención Interamericana para Prevenir,
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará).
423
La Comisión de Expertos rindió dos informes provisionales el 9 de febrero y 3 de octubre de 1993
y un informe final el 27 de mayo de 1994. Ver: Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
«Resolución 780», S/RES/780 § (1992); Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Informe
provisional de la Comisión de Expertos Establecida en virtud de la resolución 780 del Consejo de
Seguridad (1992)», 10 de febrero de 1993; Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
«Segundo informe provisional de la Comisión de Expertos Establecida en virtud de la resolución
780 del Consejo de Seguridad (1992)», 6 de octubre de 1993; Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, «Informe final de la Comisión de Expertos Establecida en virtud de la resolución
780 del Consejo de Seguridad (1992)», 27 de mayo de 1994.
La Comisión estuvo compuesta por cinco miembros, uno de los cuales ejerció como presidente.
Inicialmente el presidente fue el holandés experto en DIH y redactor de los Protocolos de Ginebra
Capítulo 3 161

del Tribunal Internacional para la investigación de los crímenes ocurridos en Yugoslavia


(ICTY)424 e impactó un año después en la creación del Tribunal Internacional para la
investigación de los crímenes ocurridos en Ruanda (ICTR)425.

Tan solo cuatro meses después de producido el primer informe de la Comisión de


Expertos, en un hecho paralelo del campo de los derechos humanos, se llevó a cabo la
Conferencia de Derechos Humanos en Viena en junio de 1993, la cual señaló por primera
vez que los derechos de las mujeres y las niñas formaban parte integral de los derechos
humanos, lo que significaba que la responsabilidad primaria de protección recaía en los
Estados y que era necesario desarrollar una agenda que pusiera el freno a la violación de
estos derechos426. Esta declaración fue fundamental, pues formalizó su carácter jurídico –
y por tanto exigible – e impuso una serie de obligaciones que en los años posteriores se
fueron aclarando. En términos generales, el uso del lenguaje de los tribunales
internacionales de derechos humanos posibilitó para la agenda feminista una estrategia
para demandar de los Estados actuaciones diligentes, más allá de si los autores de los
hechos eran agentes estatales o no. En otras palabras, significó una estrategia para
enfrentar la dicotomía de lo público/privado y, con ello, una de las principales causas de la

de 1977, Frits Kalshoven. Este cargo fue cedido posteriormente al egipcio Mahmoud Cherif
Bassiouni, experto en crímenes de guerra y en derecho penal internacional. Los otros miembros
fueron el canadiense William J. Fenrick (experto en crímenes internacionales y DIH), el senegalés
Keba M'baye (presidente y comisionado de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU entre
1977-1987) y el noruego Torkel Opsahl (experto en derechos humanos y miembro del Comité de
Derechos Humanos de la ONU). En reemplazo de este último que falleció en el marco de su
mandato, y de Frits Kalshoven que cedió su cargo por razones médicas, fueron nombradas la
profesora Christine Cleiren (Países Bajos) y la noruega Hanne Sophie Greve (jueza de la Corte
Internacional de Justicia y miembro de la Corte Europea de Derechos Humanos). El equipo legal
era dirigido por la estadounidense Nancy Paterson y, en total había cerca de 40 personas en terreno,
la mayoría de mujeres. Una historia detallada sobre la configuración del tribunal puede leerse en
John Hagan, Justice in the Balkans: prosecuting war crimes in the Hague Tribunal, Chicago Series
in Law and Society (Chicago: University of Chicago Press, 2003), 51 y ss.
424
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 808», S/RES/808 § (1993),
https://undocs.org/es/S/RES/808%20(1993); Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
«Resolución 827», S/RES/827 § (1993), https://undocs.org/es/S/RES/827%20(1993).
425
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 955», S/RES/955 § (1994),
https://undocs.org/es/S/RES/955%20(1994).
426
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, «Declaración y Programa de Acción de Viena»
(Viena, 25 de junio de 1993), párr. 18. Para mayores detalles ver Vergel Tovar, «Les usages
militants et institutionnels du droit», 67.
162 El campo del derecho internacional

violencia contra las mujeres, según algunas feministas del Norte Global427.

En parte, la construcción de la categoría de “violencia contra las mujeres” que se gestó en


Viena – aún en el plano de las declaraciones y no de los tratados – posibilitó un lugar de
encuentro entre corrientes feministas del Norte Global y del Sur Global que estaban en
disputa por la pretensión universalizante de la interpretación de la matriz de dominación
basada en el sexo que pregonaban las primeras428. La emergencia misma de la categoría
de “violencia contra las mujeres” fue posible por el consenso que generó la violencia sexual
en el conflicto armado denunciado en la guerra de Yugoslavia, frente al cual no era posible
oponer ningún argumento cultural o de otro tipo que lo justificara429.

En el contexto de los intensos debates desde el activismo feminista tecnificado por los
tribunales internacionales, el 15 de septiembre de 1995, se llevó a cabo la Cuarta
Conferencia Mundial sobre la Mujer, la cual aprobó la Declaración y Plataforma de Acción
de Beijing. Esta señalaba: “la depuración étnica como estrategia bélica y sus
consecuencias, la violación, incluyendo la violación sistemática de mujeres en situaciones
de guerra, que dan lugar a éxodos en masa de refugiados y de personas desplazadas,
constituyen prácticas abominables”430.

De manera simultánea a la juridificación de la violencia contra las mujeres en Viena y en

427
Ver Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 1119.
428
Ibid., pos. 894. De acuerdo con Engle, algunas corrientes dominantes del feminismo del Norte
Global ubicaban el género como el principal sistema de opresión a derrocar, mientras que las
feministas del Sur Global criticaban esa postura por desconocer los contextos socio-culturales, otras
estructuras de dominación (como el capitalismo o el racismo) y por su carácter colonial, además de
desconocer la agencia de las mujeres del “Tercer Mundo” y asumir que esa estructura de
dominación era universal (Ibid., cap. 1.) El tipo de feminismo que terminó por imponerse en el
derecho internacional, ha sido denominado por Engle como un feminismo con sesgo estructuralista,
el cual considera que la dominación del hombre sobre la mujer se basa fundamentalmente en la
subordinación sexual masculina sobre la femenina, la cual es universal y replicada por el derecho
(que mantiene la dicotomía público/privado), el cual debe transformarse (Ibid., pos. 621, 720.)
429
Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 956. Los otros elementos que contribuyeron
al consenso según Engle fueron: la invocación de un "universalismo culturalmente sensible" y un
enfoque basado en redes feministas internacionales que se habían desarrollado desde mediados
de los años ochenta (Ibid., pos. 804.)
430
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, «Declaración y Plataforma de Acción de Beijing»
(Beijing, 15 de septiembre de 1995), párr. 131. Dentro de la plataforma de acción creada se
establecieron doce ejes, incluyendo “La violencia contra la mujer” y “La mujer y los conflictos
armados”. Ibid., sec. D, E.
Capítulo 3 163

Beijing y sus correspondientes agendas, emergió lo que Janeth Halley denomina un


“universalismo feminista” que posicionaba a las mujeres no solo como una parte de la
población, sino como una población total, un universo propio y, por tanto, con derecho a
un reconocimiento autónomo431. Este feminismo posicionó en la década de los 90 la idea
de la violencia sexual más allá de la violación y como un típico crimen de género432 y
focalizó los esfuerzos no solo en la investigación de ellos como parte de un completo plan
criminal, sino de manera separada del resto de crímenes. Con ello, la violencia sexual
adquirió un estatus similar al de los hombres muertos en la guerra, y al hacerlo la volvía
excepcional, es decir, la separaba del conjunto de los demás crímenes cometidos en los
conflictos433.

Este carácter excepcional hizo que la violencia sexual fuera incluida en un estatus de
mayor gravedad que otras conductas, incluidas otras violencias contra las mujeres. Ello
implicaba un proceso de jerarquización de violencias y crímenes y, a su vez, de víctimas y
agresores. En otras palabras, a partir de ese proceso de separación, la violencia sexual
adquirió un estatus jurídico que permitió impulsar estrategias para lograr su judicialización,
pero al mismo tiempo la volvió excepcional frente al resto de violencias cometidas en la
guerra y en contra de las mujeres434.

Esta juridificación de la violencia hizo necesario que el activismo feminista se tecnificara


para apropiar el lenguaje jurídico penal de los crímenes internacionales, del derecho
humanitario y de los derechos humanos, lo cual llevó a la emergencia de expertas que
reunieran conocimientos en las distintas áreas en las que la violencia sexual era tratada,
especialmente en los campos del derecho y la psicología, y que permanentemente
delinean sus bordes y reconfiguran el objeto.

431
“In this view women are not a particular group of humanity but a universe of their own. In the new
feminist universalist worldview, humanitarian law and international criminal law norms relating to
armed conflict could be about women”. Halley, «Rape at Rome», 6.
432
Ibid., 7, 8.
433
Halley, «Rape in Berlin», 6.
434
Con el tiempo, esta excepcionalidad llevaría a procesos de jerarquización y a impactos
considerados negativos por algunas académicas. Una síntesis de estas críticas la presenté en
«Reflexiones sobre la investigación de crímenes de violencia sexual en el marco de la justicia
transicional», en Género y derecho penal. Homenaje al Prof. Wolfgang Schöne (Lima: Pacífico
Editores, 2017).
164 El campo del derecho internacional

En contravía de algunas posturas feministas que aseguraban que no era posible trabajar
en el derecho ni en el Estado dado su carácter abiertamente patriarcal, emergió una nueva
visión que los convirtió en escenarios de incidencia435. Para lograrlo era imprescindible un
nuevo tipo de organización más formal y una apropiación de las lógicas y
profesionalización de los lenguajes para ajustarlos a los escenarios jurídicos. Esto significó
una reconfiguración de los movimientos de mujeres consistente en la “oenegización” e
institucionalización de las organizaciones y su incorporación en el andamiaje legal
internacional436. Esta institucionalización de un sector del movimiento de mujeres sirvió de
mecanismo de incidencia ante los organismos internacionales, favoreció un tipo de actuar
conjunto entre diversas escalas del movimiento de mujeres nacional e internacional y
facilitó la apropiación de los resultados obtenidos. También creó – y sigue creando –
jerarquías entre quienes se institucionalizaron y podían participar en esos circuitos y
quienes no.

Luego de instalados los Tribunales del ICTY y ICTR, el reto de aquellas organizaciones
que habían contribuido a su juridificación consistió en impulsar investigaciones que
tomaran en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres, especialmente atendiendo a
la experiencia de la violencia sexual, en la cual la cuestión del consentimiento se volvió

435
Janet Halley ha catalogado el feminismo abocado a los cambios legales en los tribunales
internacionales como un “Feminismo gobernante” (Gobernance feminism), caracterizado por ser un
feminismo profesionalizado, orientado a la búsqueda del ejercicio del poder para las mujeres en el
orden local y global. Ver Halley, «Rape in Berlin», 2. Este feminismo tendió a operar como coalición
– principalmente a través de ONG – con altos niveles de consenso. Ver Halley, «Rape at Rome»,
2-7. Para ampliar sobre algunas de las principales posturas feministas frente al derecho ver, entre
otras, Robin West, Género y teoría del derecho (Siglo del Hombre Editores, 2000).
436
Una de las manifestaciones de esa institucionalización se dio en las reuniones y conferencias de
aprobación de la CPI, en las que la participación de la sociedad civil dependía de su registro a través
de ONG. En otras palabras, la participación se privilegiaba a través de las organizaciones instituidas
y reconocidas. Pero en sentido inverso, la Coalición de organizaciones se tecnificó de tal manera
que más allá de ser consultoras se transformaron en verdaderas “expertas”, haciendo su
participación imprescindible en el proceso (Halley, «Rape at Rome», 20.). Estas organizaciones
emergieron en el marco de un proceso de instalación del neoliberalismo y son, en palabras de Ochy
Curiel, parte del proceso de estabilización requerida para su desarrollo: “el Estado no es el enemigo,
es una instancia en la que tendríamos que hacer una especie de “lobby” (…) para incidir en la
política pública (…). ¿Qué son las ONG? No son más que unas intermediarias entre el Estado y la
sociedad civil (…) En esa identidad híbrida (…) pasan a ser por un lado, sustitutas del Estado porque
empiezan a dar servicios (…), que a la vez son espacios laborales y a la vez se creen espacios del
movimiento” (Ochy Curiel, «Feminismos desde Abya Yala - Ochy Curiel», l. min. 1:0535-1:06:55,
accedido 5 de junio de 2020, https://www.youtube.com/watch?v=jfWjTurPiug.).
Capítulo 3 165

central437. Sobre este último aspecto es significativo hacer notar que en los tribunales de
Nuremberg y Tokio – anclados en la gramática del honor – el consentimiento y la
resistencia no fueron elementos centrales en los debates, mientras que a partir del giro
epistemológico que se da en la década de 1990, se vuelven un núcleo de permanente
disputa. Aunque hacer la comparación entre ambos escenarios judiciales puede no resultar
adecuado, pues en los de Nuremberg y Tokio la violencia sexual no fue un asunto visto de
manera central sino tangencial, no deja de ser significativo, en todo caso, que haya habido
un cambio no solo en la centralidad, sino en las formas de tratamiento a la cuestión de la
violencia sexual, lo cual es sintomático del giro epistemológico. Podría pensarse que hay
un efecto inesperado del cambio de gramática que desplaza el honor por los derechos
humanos – especialmente por la libertad –, que lleva como correlato la demostración, en
el ejercicio de la libertad sexual, de que el acto no fue consentido. Ello no significa que

437
La historia de la incidencia ante los tribunales internacionales y sus logros es larga, sin embargo,
de las múltiples sentencias destacan la de Akayesu y Furundzija.
El caso Akayesu del ICTR marcó un hito en la jurisprudencia sobre el tema por considerar la
violación como un crimen de lesa humanidad y detallar sus elementos, dejando de lado la
manifestación de la falta de consentimiento y poniendo relevancia en las circunstancias de coerción.
Akayesu fue condenado por el delito de genocidio y violación como crimen contra la humanidad.
Este caso sentó las bases recientes para la interpretación de la violencia sexual: allí se la consideró
como un mecanismo para destruir a los grupos – en este caso los Tutsis; en otras palabras, como
un arma de guerra. Ver Tribunal Penal Internacional para Ruanda, «The Prosecutor versus Jean -
Paul Akayesu», Case No. ICTR-96-4-T § (1998), https://unictr.irmct.org/sites/unictr.org/files/case-
documents/ictr-96-4/trial-judgements/en/980902.pdf; Catharine A. MacKinnon, «Defining Rape
Internationally: A Comment on Akayesu», Columbia Journal of Transnational Law 44, n.o 3 (2 de
enero de 2006): 944. En diciembre de 1998 el ICTY condenó bajo argumentos similares en el caso
de Furundzija.
A partir del año 2000 con los fallos del ICTY, la forma de interpretar la responsabilidad penal de los
comandantes se vio impactada. Previamente, se consideraba que la violencia sexual era un delito
del cual solo podría ser condenado el autor que lo efectuaba y, por ende, estaba excluido de la
responsabilidad a los comandantes. A partir de esos fallos se reconsideró esa formulación y se
amplió la responsabilidad directa a quienes hubieran “planeado, instigado, cometido, ordenado,
auxiliado o incitado la ejecución de crímenes”, es decir, inclusive sin haber tenido contacto con la
víctima, pudiendo prever que la violencia sexual se perpetraría y no tomando ninguna medida para
evitarla. Ver Viseur Sellers, Procesos penales, 15.
Este asunto – probar el consentimiento o suponer su ausencia por el entorno coercitivo – son
centrales en los debates sobre violencia sexual. Kimberly Theidon, por ejemplo, considera que esas
presunciones anulan las posibilidades de las víctimas de consensuar, es decir, su agencia. Vale la
pena anotar, no obstante, que los casos decididos en los ICTY y ICTR se presentaron en contextos
de violencia genocida, bastante distintos de los ocurridos en el caso peruano o colombiano.
Una revisión profunda de los desarrollos de las sentencias de los Tribunales de Ruanda y la Antigua
Yugoslavia se encuentran en Viseur Sellers, Procesos penales. Janet Halley estudia los casos del
ICTY de Tadić, Furundzija, Kunarac y del ICTR de Akayesu en su texto «Rape at Rome».
166 El campo del derecho internacional

previamente no se cuestionara la resistencia de la víctima438, pero dado que hay un


movimiento que centraliza la libertad, el cuestionamiento se asienta en ella en tanto
derecho. Aparece allí una aporía: de la libertad emerge el carácter político de las víctimas
a través del reconocimiento de su capacidad de decisión y, simultáneamente, opera en su
contra un deber de demostración de que en el marco de dicha capacidad el acto no fue
consentido439.

Además de impulsar las investigaciones en los tribunales internacionales, las


organizaciones de mujeres también se vieron avocadas a lograr que sus avances fueran
retomados en los debates que entre 1996 y 1998 se llevaron a cabo y que finalmente dieron
lugar a la aprobación del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI) en
1998440.

La CPI tuvo un impacto notorio en Colombia en dos aspectos: en primer lugar, al tipificar
ciertas conductas sexuales como crímenes de lesa humanidad, de guerra y genocidio,
sentó las bases para delimitar lo que ingresaba o no en la comprensión de la violencia
sexual y su asociación con el género441. Los crímenes tipificados fueron: violación,

438
De hecho, antes del giro epistemológico a las víctimas de violencia sexual les demandaban
pruebas suficientes sobre su resistencia al acto. De ello hay suficiente información que ilustra la
importancia del consentimiento en el debate probatorio, por ejemplo, el estudio de Vigarello, Historia
de la violación. Trato de poner de manifiesto que para el caso de los conflictos armados en
específico, en esa puntual experiencia previa de los Tribunales de Nuremberg y Tokio recogidos, la
valoración fue diferente y no deja de ser sintomático del giro entre el honor y la libertad el tratamiento
distinto en contextos en apariencia similares.
439
Un estudio significativo sobre esta cuestión del honor y la libertad, fue realizado para contextos
no relacionados con la guerra en Asúa Batarrita, «El significado de la violencia sexual contra las
mujeres y la reformulación de la tutela penal en este ámbito. Inercias jurisprudenciales».
440
Karen Engle, «Feminism and Its (Dis)contents: Criminalizing Wartime Rape in Bosnia and
Herzegovina», The American Journal of International Law 99, n.o 4 (2005): 783, 784,
https://doi.org/10.2307/3396669.
441
Para Catharine MacKinnon, nombrada como Asesora Especial de la CPI en crímenes de género
en 2008, el Estatuto de Roma por primera vez convirtió el género en un elemento del derecho
positivo: “Now for the first time, there is an explicit gender-based crime, and many crimes that are
gender-based in reality are formally understood as gender- based in law -- unfortunately in my view
not including gays and lesbians as such, but covering men and boys who are subjected to sexual
atrocities and other gender-based aggression, as well as women and girls. Like many things, this
one is better in French – les crimes à caractere sexiste – and unlike many things expressed in
French, is also a bit more direct. Addressing such crimes, truly, in Prosecutor Moreno-Ocampo’s
words, begins a new era”. Catharine A. MacKinnon, «The International Criminal Court and Gender
Crimes», Speech, Consultative Conference on International Criminal Justice., 11 de septiembre de
2009, https://www.icc-cpi.int/NR/rdonlyres/2B344A20-EBDC-406C-8837-
Capítulo 3 167

esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada o


“cualquier otra forma de violencia sexual de gravedad comparable”442. Esta codificación no
significó reducir el debate; no obstante, sí creó un piso mínimo de interpretación443 y
configuró un argumento de autoridad para alegar la imposibilidad de las amnistías en
crímenes sexuales, en el marco de los debates sobre la justicia transicional en Colombia444.

En segundo lugar, demarcar la competencia de la CPI también influyó notoriamente en los


debates sobre la justicia transicional pues, de acuerdo con el Estatuto de Roma, la CPI
únicamente puede conocer de una situación e investigar crímenes de su competencia
cuando el Estado del que se trate no tenga la disposición de llevar a cabo la investigación
(voluntad) o no pueda hacerlo (incapacidad)445. Estos dos aspectos – voluntad y capacidad
– fueron centrales en relación con la violencia sexual, pues constituyeron un argumento
estratégico para demandar la presencia de la CPI en el país.

De hecho, desde junio de 2004 Colombia se encuentra bajo examen preliminar de la


Fiscalía de la CPI. Esto significa que aunque aún no se inicia un procedimiento formal
contra un individuo en concreto, la situación colombiana es vigilada a fin de establecer si
los crímenes de lesa humanidad y de guerra cometidos son investigados por el Estado
colombiano bajo las premisas de voluntad y capacidad señaladas anteriormente. La
vigilancia de la CPI ha sido un escenario de incidencia del movimiento de mujeres que ha

3973274F4501/280839/speech110909.pdf.
442
«Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional», A/CONF.183/9 § (1998), párr. artículos
7.1.g., 8.2.b.xxii y 8.2.e.vi., https://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf.
El alcance de estas normas y su relación con el acceso a la justicia para el caso colombiano, lo
estudié en «El derecho a la justicia de las mujeres víctimas de violencia sexual en razón del conflicto
armado en Colombia» (Universidad Santo Tomás, 2012).
443
De hecho, algunas organizaciones nacionales reclamaban la armonización de la legislación
interna con la del Estatuto de Roma. Ver Corporación Humanas Colombia, «Situación en Colombia
de la violencia sexual contra las mujeres» (Bogotá, 2009), 38,
http://www.fundacionmujeres.es/img/Document/15011/documento.pdf; Corporación Sisma Mujer,
«Crímenes de lesa humanidad, violencia sexual y justicia de género en Colombia», 2011, 89,
http://bdigital.unal.edu.co/48770/1/crimenesdelesahumanidad.pdf.
444
El Estatuto de Roma de la CPI y los crímenes sexuales que introdujo fueron fundamentales como
argumento para justificar la incorporación de la violencia sexual como parte de los delitos justiciables
y no amnistiables en el marco de la negociación con grupos paramilitares en 2005. Este aspecto lo
estudiaré a profundidad en el capítulo 5.
445
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, Artículo 17.
168 El campo del derecho internacional

demandado mayores investigaciones en violencia sexual446.

La criminalización de la violencia sexual en tribunales internacionales y su consecuente


judicialización abrieron la puerta, entre otros aspectos, para los debates sobre el
consentimiento, las pruebas requeridas, el tipo de autorías posibles y los elementos del
crimen, los cuales se mantienen abiertos sin que haya una única ni prevalente forma de
interpretación. Su puesta en marcha ha contribuido al giro epistemológico sobre la violencia
sexual: de considerarla un acto individual y conectado con el honor, ha pasado a
entenderse como un acto judicializable con connotaciones grupales y conectado con la
libertad y la dignidad. Ello, teniendo claro que vestigios de la cuestión del honor se
mantienen en el nuevo andamiaje epistemológico.

Al respecto, aunque no conectado al debate de la CPI, resulta particularmente significativo


el análisis hecho por Adela Asúa sobre el giro de la honra a la libertad:

La violación queda conformada sobre el ánimo libidinoso y la penetración-


violación de la honra, como forma de apropiación ilícita o uso ilícito de un objeto
corporal que no le pertenece. Lo cual presuponía del lado de la víctima, que se
tratara de mujer honesta, esto es, la que se resiste y se defiende para guardar
ese honor localizado en una parte de su anatomía. El acento de lo ilícito no podía
colocarse en la lesión de la “libertad” de la mujer, pues precisamente su virtud y
su reputación descansaban en la limitación de su sexualidad a los confines del
matrimonio. La libertad sexual en la mujer era algo atribuible únicamente a las
prostitutas, precisamente como estigma de exclusión social (…). Paradójicamente
en este debate sobre la ilicitud de la violencia contra la prostituta prevalece el
argumento de la defensa de su “libertad” para aceptar o rechazar las
proposiciones que se le hicieran. Una facultad impredicable de la mujer honesta,
a quien adjudicarle esa libertad sería un insulto a su decencia447.

446
La Fiscalía de la CPI decidió, a partir de noviembre de 2012, limitar su examen preliminar en
torno a cinco temas fundamentales, incluidas las actuaciones judiciales relacionadas con crímenes
sexuales. Ver Corte Penal Internacional, «Situación en Colombia. Reporte Intermedio», 14 de
noviembre de 2012, párr. 22, 224, https://www.icc-cpi.int/NR/rdonlyres/3D3055BD-16E2-4C83-
BA85-35BCFD2A7922/285202/OTP2012035032COLResumenEjecutivodelReporteIntermed.PDF.
447
En Asúa Batarrita, «El significado de la violencia sexual contra las mujeres y la reformulación de
la tutela penal en este ámbito. Inercias jurisprudenciales», 107, 108.
Capítulo 3 169

Como se observa, este giro del honor al bien jurídico de la libertad ha implicado no solo
resituar al primero, sino transformar las implicaciones del segundo, lo cual ha sido posible,
en parte, por la centralidad del lenguaje de los derechos humanos que ha disputado la
moralidad basada en la honestidad a una nueva basada en la libertad, la cual coexiste con
ella.

Los componentes de los sistemas de derechos humanos y del derecho penal internacional
se entrelazaron con la construcción de lo que hoy se conoce como la Agenda sobre la
Mujer, la Seguridad y la Paz (en lo sucesivo la Agenda). Esta Agenda trata de diversas
recomendaciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que han sentado las
bases para la cooperación internacional y la actuación de los Estados a través de la
exigencia para ponerle fin a la violencia sexual en los conflictos armados y atender a las
víctimas448.

En octubre del año 2000, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) aprobó la resolución 1325 que inauguró la Agenda. Esta resolución reconocía que
“las mujeres y los niños, constituyen la inmensa mayoría de los que se ven perjudicados
por los conflictos armados”, lo cual genera efectos para “la paz y la reconciliación
duraderas”449. En consecuencia, pedía un aumento en la representación de las mujeres en
los procesos de paz y “proteger a las mujeres y las niñas de la violencia por razón de
género, particularmente la violación y otras formas de abusos sexuales, y todas las demás
formas de violencia en situaciones de conflicto armado”450.

La resolución 1325 giró las políticas de las Naciones Unidas frente a la violencia contra las

448
La Agenda se compone de las resoluciones: Resolución 1325; «Resolución 1820», S/RES/1820
§ (2008), https://undocs.org/es/S/RES/1820%282008%29; «Resolución 1888», S/RES/1888 §
(2009), https://undocs.org/es/S/RES/1888%20%282009%29; «Resolución 1889», S/RES/1889 §
(2009), https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2011/8236.pdf; «Resolución 1960»,
S/RES/1960 § (2010), https://undocs.org/es/S/RES/1960%282010%29; «Resolución 2106»,
S/RES/2106 § (2013), https://undocs.org/es/S/RES/2106%282013%29; «Resolución 2122»,
S/RES/2122 § (2013), https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/BDL/2014/9580.pdf; Consejo
de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 2242», S/RES/2242 § (2015),
https://undocs.org/es/S/RES/2242(2015); Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
«Resolución 2467», S/RES/2467 § (2019), https://undocs.org/pdf?symbol=es/S/RES/2467(2019);
Consejo de Seguridad Organización de las Naciones Unidas, «Resolución 2493», Pub. L. No.
S/RES/2493 (2019).
449
Resolución 1325, Preámbulo.
450
Ibid., párr. 10.
170 El campo del derecho internacional

mujeres. El reconocimiento de su papel en las negociaciones políticas por la paz y de una


afectación “particularmente” por la violación y otras formas de abusos sexuales, creó una
agenda especial de este organismo y resignificó la violencia contra las mujeres en el
conflicto armado. Ubicar el rol de las mujeres como hacedoras de paz y simultáneamente
como víctimas, perfilaba una específica forma de entender la cuestión de las mujeres en
el conflicto, al tiempo que abría una nueva modalidad de agencia política y social.

Tal como señalé en los capítulos previos, la mujer como víctima en Colombia emergió en
conjunto con su papel de activista por la paz. Víctima y activista fueron dos sujetos del
mismo discurso y la violencia sexual ocupó un lugar de encuentro entre ambas caras. El
giro es entonces significativo: más que hablar de un crimen entre muchos otros, la
resolución se detuvo en la violencia y el abuso sexual como una forma particular de
violencia de género – la única que enuncia – y le asignó un lugar en “la paz y la
reconciliación duraderas”. Dejó de ser un crimen individual para hacerse un crimen
significativamente colectivo y amenazar la seguridad internacional.

La resolución 1325 y las que la desarrollaron posteriormente sirvieron como una plataforma
central de actuación para algunas organizaciones de mujeres, así como para articular el
trabajo colectivo de organizaciones feministas, de mujeres y mixtas en Colombia451.

En el año 2008 fue emitida la resolución 1820 – primera después de la resolución 1325–
la cual se refirió específicamente a la cuestión de la violencia sexual. En ella, el Consejo
de Seguridad de la ONU,

1. Destaca que la violencia sexual, cuando se utiliza o se hace utilizar como táctica
de guerra dirigida deliberadamente contra civiles o como parte de un ataque

451
Entre otros ejemplos, la Alianza Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (IMP) fue fundada
en 2001 bajo los postulados de la Resolución 1325 y tiene como visión “incidir en la construcción
de la paz “bajo los principios de la Resolución 1325”, ver Iniciativa de Mujeres Colombianas por la
Paz, «Quiénes somos», http://www.mujeresporlapaz.org/quienes_somos.html, accedido 18 de
agosto de 2020, http://www.mujeresporlapaz.org/quienes_somos.html. Limpal Colombia – que es la
filial en Colombia del movimiento Women´s International League For Peace and Freedom (WILPF)
fundada en 1915, promotora de la Resolución 1325 – fue fundada en 1998 y se caracteriza como
una organización que promueve “la implementación de la Resolución 1325 del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas y la Agenda de “Mujer, Paz y Seguridad” en Colombia”, ver
Limpal Colombia, «Sobre nosotras», https://www.limpalcolombia.org/es/limpal-colombia/sobre-
nosotras, accedido 18 de agosto de 2020, https://www.limpalcolombia.org/es/limpal-
colombia/sobre-nosotras.
Capítulo 3 171

generalizado o sistemático contra las poblaciones civiles, puede agudizar


significativamente las situaciones de conflicto armado y constituir en algunos
casos un impedimento para el restablecimiento de la paz y la seguridad
internacionales, afirma en ese sentido que la adopción de medidas eficaces para
prevenir los actos de violencia sexual y reaccionar ante ellos puede contribuir
considerablemente al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, y
expresa su disposición, cuando se consideran situaciones sometidas a su
examen, a adoptar, cuando sea necesario, medidas apropiadas para hacer frente
a la violencia sexual generalizada o sistemática452.

Con esta resolución se estableció una conexión entre la violencia sexual – como “táctica
de guerra” o como un “ataque generalizado o sistemático” – y la paz y seguridad
internacional. En otras palabras, se transfería el efecto de la violencia sexual más allá de
las víctimas y su entorno más inmediato para llevarlo al plano de las relaciones
internacionales; la existencia de la violencia sexual era, en sí misma, una posible causa de
los conflictos armados. Nótese la importancia del giro: ya no se trataba de una violencia
incidental e inevitable en las guerras, sino de una causa fundamental de la guerra misma.

El desarrollo de las distintas resoluciones y sus giros han sido objeto de estudios e
interpretaciones diversas453. Hay quienes, como Lina Céspedes454, interpretan el
transcurso de las resoluciones de la Agenda como un abandono y modificación del lugar
de activistas por la paz de las mujeres para “dar paso [a] una hegemonía del imaginario de

452
Resolución 1820. Cursivas en el texto original.
453
Para un análisis pormenorizado de estas resoluciones, su historia, interpretación e impactos, ver
Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», 70; Karen Engle, «The Grip of Sexual
Violence: Reading UN Security Council Resolutions on Human Security», en Rethinking
Peacekeeping, Gender Equality and Collective Security, ed. Gina Heathcote y Dianne Otto
(Palgrave Macmillan, 2014), http://www.palgraveconnect.com/doifinder/10.1057/9781137400215;
Henry, «The Fixation on Wartime Rape Feminist»; Sabine Hirschauer, The Securitization of Rape:
Women, War and Sexual Violence (Palgrave Macmillan, 2014); Kimberly Theidon, «A Greater
Measure of Justice: Gender, Violence and Reparations», en Mapping Feminist Anthropology in the
Twenty-First Century, ed. Ellen Lewin y Leni M. Silverstein (Rutgers University Press, 2016); Engle,
«A Genealogy of the Centrality of Sexual Violence»; Kimberly Theidon, «1325 + 17 = ? Filling in the
Blanks of the Women, Peace, and Security Agenda», en The Oxford Handbook of Gender and
Conflict, ed. Dina Haynes et al., 2018, 145-56; Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict.
454
Abogada y docente de la Universidad del Rosario, doctora en derecho en Temple University
(Filadelfia).
172 El campo del derecho internacional

la víctima de violencia sexual en el conflicto armado”455. Engle, en cambio, identifica que


esta simultaneidad entre activistas y víctimas es parte de una disputa y que, de hecho, el
impulso por parte de las redes de mujeres para dar cumplimiento a las instrucciones de la
Agenda tendió a devolver el lugar de activistas a las mujeres. En cualquier caso, Engle
considera que con el curso de los años terminó prevaleciendo en la Agenda el lugar de la
víctima y las decisiones del Consejo de Seguridad se enfocaron principalmente en el lugar
de victimización456.

Desde mi perspectiva, el énfasis en la victimización no supone un abandono de la


relevancia del lugar de activista, sino un ejercicio de explicación misma de ese lugar, por
lo menos visto desde su construcción en Colombia457. En otras palabras, en este discurso
dominante, el activismo de las mujeres se reconoce en relación estrecha a su calidad de
víctimas directas y singulares. En este camino emerge una aporía planteada por Engle458:
al tiempo que se da un mayor reconocimiento al rol de las mujeres en la construcción de
la paz, la forma como se construye la imagen de su victimización dista mucho de ser la
imagen de esa mujer que puede participar de manera activa en los procesos de paz. En
otras palabras, la idea de la vergüenza y del ostracismo provocado por las comunidades
anulan el imaginario de su potencial para hacer la paz. Los intensos traumas mentales y
físicos, el miedo, la vergüenza y el estigma son calificativos que continuamente acompañan
la descripción de la violencia sexual y que tienden a enfatizar en la victimización, siendo
simultáneamente opuestos a la imagen de una activista459. He ahí la aporía.

455
Lina María Céspedes-Báez, «Conflicto Armado Colombiano y Feminismo Radical Criollo: una
aproximación preliminar a las lecciones aprendidas», en Aristas del Conflicto Colombiano, ed. María
Victoria Uribe y Ana María Forero (Universidad del Rosario, 2014), 132.
456
Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, cap. 5.
457
Este aspecto lo profundicé en los capítulos 1 y 2.
458
Engle, The Grip of Sexual Violence in Conflict, pos. 3201.
459
“Sexual violence is deeply dehumanizing, inflicts intense mental and physical trauma, and is often
accompanied by fear, shame and stigma”, en Secretario General de las Naciones Unidas, «Report
of the Secretary-General pursuant to Security Council resolution 1820 (2008)», 20 de agosto de
2009, párr. 4, https://www.un.org/sexualviolenceinconflict/wp-content/uploads/report/s-2009-
362/SG-Report-2009.pdf. “Sexual violence may inflict intense physical and psychological trauma,
and often results in fear, shame and stigma”, en Secretario General de las Naciones Unidas, «Report
of the Secretary-General on the implementation of Security Council resolutions 1820 (2008) and
1888 (2009)», 24 de noviembre de 2010, párr. 30, https://www.un.org/sexualviolenceinconflict/wp-
content/uploads/report/report-of-the-secretary-general-on-the-implementation-of-security-council-
resolutions-1820-2008-and-1888-2009/SG-Report-2010.pdf. “Sexual violence, and the long shadow
Capítulo 3 173

Los organismos internacionales asociados a las Naciones Unidas, la CPI y al Sistema


Interamericano fueron los entes encargados de monitorear la situación para Colombia y
ellos integraron en su vigilancia todos estos lenguajes de derechos humanos, derecho
penal internacional y paz y seguridad. En lo que sigue, profundizaré en los informes que
estos organismos produjeron sobre el caso Colombia, coproduciendo el objeto de la
violencia sexual.

C. El caso Colombia

Los primeros reportes tanto de organismos internacionales de derechos humanos como


de instituciones colombianas en materia de violencia sexual, se dieron de la mano con las
investigaciones sobre la situación de niños y niñas en las filas de grupos armados,
principalmente de las guerrillas460.

En 1989 las Naciones Unidas habían aprobado la Convención sobre los Derechos del
Niño461, que transformó significativamente las formas de ver a la infancia y la dotó de
derechos. La aprobación de la Convención derivó en una serie de estudios para identificar
su situación en distintas esferas; a la experta Graça Machel462 le fue encomendada la
revisión de la cuestión de la infancia y los conflictos armados, lo cual derivó en la
publicación, en agosto de 1996, del informe “Repercusiones de los conflictos armados
sobre los niños”, cuya elaboración incluyó una visita a Colombia en abril de 1996 a la región
del Urabá463. En los hallazgos del informe la experta Machel resaltó la exposición de los

of terror and trauma it casts, disproportionately affects women and girls”, en Secretario General de
las Naciones Unidas, «Conflict-related sexual violence. Report of the Secretary-General», 13 de
enero de 2012, párr. 6, https://www.un.org/sexualviolenceinconflict/wp-
content/uploads/report/conflict-related-sexual-violence-report-of-the-secretary-general/SG-Report-
2012.pdf.
460
Este asunto no fue exclusivo del campo internacional. En el capítulo 4 se detalla la información
que circulaba en Colombia sobre este mismo tema desde mediados de la década de 1990.
461
«Convención sobre los Derechos del Niño» (1989).
462
Graça Machel es oriunda de Mozambique y fue nombrada en 1994 presidenta de la Comisión de
Estudios de las Naciones Unidas sobre el Impacto de los Conflictos Armados en la Infancia. Fue
integrante del Frente de Liberación de Mozambique, luego de cuya independencia ocupó el cargo
de ministra de cultura y educación. Ha recibido numerosos premios por su trabajo en la defensa de
los derechos de la infancia y las mujeres.
463
El informe fue encomendado a Graca Machel en 1993 y también es conocido como el Informe
Machel. Organización de las Naciones Unidas y Graça Machel, «Repercusiones de los conflictos
174 El campo del derecho internacional

niños a la violencia física y sexual y recomendó: “Ya sean obra de un soldado o un oficial,
todas las violaciones u otro tipo de tortura sexual que se produzcan en tiempos de guerra
deben ser perseguidos”464.

Dentro de las formas disponibles para referirse a la violencia sexual en los conflictos
armados, el informe optó por la asociación con la tortura y la demanda de investigaciones
judiciales. Ambos elementos nos revelan aspectos significativos de las formas como se
interpretaba para entonces la violencia sexual. En el caso de la tortura, era una fórmula
que permitía tratar el tema sin la vergüenza y culpa que generaba en las víctimas el estigma
de la violencia sexual, además que se creía que dotaba de una connotación política a los
hechos, sacándolos del ámbito privado y trasladándolos al público y a la responsabilidad
estatal465. La segunda cuestión, la judicialización, no solo da cuenta de un clima político
del momento en el que se debatía la creación de la CPI y del curso de los tribunales
internacionales, sino que permite ver de qué formas la idea de la violencia sexual fue
construida en torno a la necesidad de hacer justicia. No es posible comprender la
emergencia de la violencia sexual y su desarrollo, si simultáneamente no se conjuga con

armados sobre los niños», 26 de agosto de 1996,


http://www.acnur.org/t3/fileadmin/Documentos/BDL/2008/6260.pdf?view=1; Amilde Frías Rincón,
«Los niños, prioridad de gobiernos», El Tiempo, 11 de noviembre de 1996,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-585402.
464
«Informe Machel», Recomendación 5.
465
Esta cuestión de la tortura fue ampliamente debatida en Colombia en los años siguientes al
interior de las organizaciones colombianas y sigue siendo debatida en el espacio global. Las
experiencias de Chile y Argentina en las dictaduras optaron para entonces por trabajar con la
violencia sexual como tortura sexual. Para ampliar la importancia de este debate ver: H. Gray, M.
Stern, y C. Dolan, «Torture and Sexual Violence in War and Conflict: The Unmaking and Remaking
of Subjects of Violence», Review of International Studies 46, n.o 2 (2020): 197-216,
https://doi.org/10.1017/S0260210519000391; Harriet Gray y Maria Stern, «Risky dis/entanglements:
Torture and sexual violence in conflict», European Journal of International Relations 25, n.o 4
(diciembre de 2019): 1035-58, https://doi.org/10.1177/1354066119832074. Para el caso argentino,
ver especialmente: Memoria Abierta, Y nadie quería saber. Relatos sobre violencia contra las
mujeres en el terrorismo de Estado en Argentina (Buenos Aires: Memoria Abierta, 2012). Para el
caso chileno, ver entre otros: Corporación Humanas, «Caso Chile: El proceso de justicia transicional
y el derecho a la reparación por violencia sexual como tortura en Chile», en Sin tregua. Políticas de
reparación para mujeres víctimas de violencia sexual durante dictaduras y conflictos armados
(Chile, 2008). Para el caso de Guatemala se ha privilegiado, más que la tortura, el análisis bajo la
perspectiva del genocidio y etnocidio y la violencia sexual como una de sus expresiones; al respecto
ver: Amandine Fulchiron, «La violencia sexual como genocidio Memoria de las mujeres mayas
sobrevivientes de violación sexual durante el conflicto armado en Guatemala1», Revista Mexicana
de Ciencias Políticas y Sociales 61, n.o 228 (1 de septiembre de 2016): 391-422,
https://doi.org/10.1016/S0185-1918(16)30053-8.
Capítulo 3 175

los discursos sobre la justicia y la justicia con enfoque de género.

Para 1998 Colombia convocó en Cartagena la Cumbre Regional de la Infancia para


América Latina y el Caribe propiciada por Unicef, cuyo cubrimiento en la prensa
colombiana mencionaba la problemática de mujeres y niñas en la guerra, quienes eran
sometidas a discriminación y abusos sexuales y que, dada “su propia configuración de
género sufren de una manera más profunda el conflicto, el desplazamiento intrafamiliar”,
la violación y la prostitución “puesto que los principios, valores y controles sociales sufren
transformaciones durante el conflicto”466. Decía El Espectador, aludiendo a Machel: “No
hay duda de que en los conflictos armados los niños son el objetivo militar, no víctimas
incidentales467”. Comenzaban a perfilarse dos aspectos relevantes: el relato de un tipo de
sufrimiento más profundo y particular en razón del género de las niñas en las filas y el
carácter estratégico de la violencia en su contra. Ambos aspectos serían profundizados y
servirían de vehículo para perfilar la violencia sexual como un tipo particular de violencia.

En agosto de 1999, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó la resolución


1261 que manifestaba la preocupación del órgano por “las perniciosas y extendidas
repercusiones de los conflictos armados en los niños y sus consecuencias a largo plazo
para la paz, la seguridad y el desarrollo duraderos”468. Dentro de dichas repecursiones se
encontraban:

la selección de niños como blancos de ataque en conflictos armados, incluida la

466
Emerio Torres Pérez, «La discriminación aumenta en la guerra», El Mundo, 8 de marzo de 1998.
Ver también Enviados Especiales, «Menores, víctimas de la confrontación», El Colombiano, 3 de
marzo de 1998; Ana Lucía Raffo Flórez, «Los niños, víctimas ineludibles de guerra», El Espectador,
1 de marzo de 1998. Previamente, entre 1996 y 1997 la UNICEF había elaborado un informe en
conjunto con dos organizaciones titulado “El espejismo de esas hojas”, en el cual estudiaba la
relación entre los cultivos ilícitos y los impactos a mujeres y niños en Caquetá y Putumayo. Ángela
Constanza Jerez, «El espejismo de los niños raspachines», El Tiempo, 29 de junio de 2000,
https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1233390. Según la nota de prensa, aunque el
documento había sido elaborado en 1996 y 1997, “No fue dado a conocer antes porque las
entidades estaban esperando una coyuntura como la audiencia para que de verdad fuera tenido en
cuenta”.
467
Raffo Flórez, «Los niños, víctimas ineludibles de guerra».
468
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, «Resolución 1261», Pub. L. No. S/RES/1261
(1999), Punto 1, Resolución 1261. Engle considera que esta resolución constituyó un precedente
de la resolución 1325 que inauguró la Agenda sobre Mujer, Seguridad y Paz, que he mencionado
antes y profundizaré más adelante. Ver Engle, «Reading UN Security Council Resolutions»; Engle,
The Grip of Sexual Violence in Conflict.
176 El campo del derecho internacional

muerte y la mutilación, los actos de abuso sexual, el rapto y el desplazamiento


forzado, el reclutamiento y la utilización de niños en conflictos armados (…)469.

En consecuencia, la resolución instó a todas las partes involucradas en los conflictos a


adoptar medidas

…para proteger a los niños, y en particular a las niñas, de la violación y otras


formas de abuso sexual y de la violencia basada en el género en situaciones de
conflicto armado y a tener presentes las necesidades especiales de las niñas
durante esos conflictos y después de ellos, en particular en la prestación de
asistencia humanitaria470.

Como se observa, los actos de naturaleza sexual en los conflictos se constituyeron en una
preocupación desde la perspectiva de la infancia. Estos actos no se reducían a la violación
sino que involucraban mutilaciones, abuso sexual y raptos y eran considerados como
afectaciones particulares a las niñas en tanto formas de violencia basada en el género.

Al año siguiente, en septiembre de 2000, se realizó en Canadá la Primera Conferencia


internacional sobre niños afectados por la guerra, que sirvió de preámbulo a la aprobación
del Protocolo facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la
participación de niños en los conflictos armados471 que, aunque no contiene disposiciones
específicas para la violencia sexual, sí las tiene respecto del deber de no discriminación.

En estos documentos no solo se ubicó un sujeto particular víctima – los niños o los niños
y las niñas – sino que se situó un elemento particular de sus motivos: no se trataba del
género – o no solo del género – sino de una táctica en la guerra. Cuando Machel señala
que no son víctimas incidentales sino el objetivo mismo, cuando Unicef dice que hay
consentimiento de los superiores, o cuando el Consejo de Seguridad habla de blancos de
ataque, apuntan a socavar ese relato dominante que señalaba que la violencia sexual era
un efecto colateral de la guerra. Al hacerlo, la cuestión de la estrategia empieza a emerger

469
Resolución 1261, Punto 2.
470
Ibid., punto 10.
471
Organización de las Naciones Unidas, «Protocolo facultativo de la Convención sobre los
Derechos del Niño relativo a la participación de niños en los conflictos armados», 25 de mayo de
2000 Resolución A/RES/54/263 § (2002).
Capítulo 3 177

dándole un lugar posible de actuación. La inevitabilidad, que había movilizado el relato


predominante hasta entonces sobre la violencia sexual, empezó a aparecer como un
camino sin salida, pues dejaba sin justificación la adopción de medidas de cualquier tipo.
Promover acciones requería abandonar la idea de la inevitabilidad, no obstante, seguiría
apareciendo recurrentemente esta noción en el discurso.

Otro enfoque se iba tejiendo, ya no en relación con los combatientes sino con la población
civil. Entre los años 1981 y 2008, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
(CIDH) y la Oficina en Colombia de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos (OACNUDH), publicaron al menos 30 informes referidos
específicamente a la situación de los derechos humanos en el país472. Este número
importante de informes se debe, en parte, al aumento de la vigilancia internacional desde
mediados de la década de 1990 por ambos órganos. La situación de derechos humanos
se había deteriorado tanto en el país, que por solicitud del presidente, en 1997 la ONU
instaló una Oficina en Colombia, la cual se encuentra aún vigente473. Algo similar ocurrió
con la CIDH, la cual publica un informe anual de seguimiento a la situación de derechos
humanos en las Américas, dentro del cual se incluye el capítulo IV, que se refiere a la
situación especial de ciertos países con problemáticas preocupantes en derechos
humanos. Colombia fue incluida dentro del capítulo IV de manera permanente desde el
año 2000 hasta el año 2011.

Tanto en la OACNUDH como en la CIDH en la década de los 90 y hasta el año 2000, las
referencias a la violencia cometida contra las mujeres se asociaron prioritariamente al
ámbito de lo doméstico y del tráfico de personas. Las pocas enunciaciones sobre el tema
del conflicto armado eran tangenciales e incorporaban una noción que incluía tanto lo que

472
Ver anexo 4. Aunque la OACNUDH como parte del Sistema de Naciones Unidas y la CIDH como
parte del Sistema Interamericano son diferenciables por su jurisdicción y los mecanismos internos
con los que operan, no debe pensarse que son sistemas separados por completo. Uno y otro se
remiten mutuamente, tienen en cuenta sus instrumentos, decisiones y pronunciamientos y se
articulan de manera permanente para el seguimiento de los derechos. Como se lee en los informes
que se refieren a la violencia sexual, ambos sistemas toman en cuenta los hallazgos del otro para
reiterar o profundizar sus observaciones. En este sentido, deben verse de manera conjunta y
articulada.
473
Ministra de Relaciones Exteriores del Gobierno de la República de Colombia y Alto Comisionado
de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Acuerdo relativo al establecimiento en
Colombia de una Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos», 29 de noviembre de 1996. De acá en adelante OACNUDH.
178 El campo del derecho internacional

hacían los actores armados como los efectos producidos por el desplazamiento.

En el caso de los informes anuales de la OACNUDH, entre los años 1997 y 1999 la Oficina
mencionó la violencia sexual en conjunto contra mujeres, niños y niñas, hizo alusión sobre
el “tráfico” de mujeres y la “violencia doméstica y sexual contra la mujer”, sin pronunciarse
sobre la guerra474. A partir del año 2000 los informes incluyeron los fenómenos por fuera y
dentro del conflicto armado bajo las categorías de “violencia intrafamiliar y abuso sexual
contra menores”, “agresión sexual” y “tráfico de mujeres” y para el año 2000 destacó:

Por efecto del conflicto armado, las mujeres son quienes sufren los mayores
rigores del desplazamiento al asumir necesariamente la jefatura del hogar y la
responsabilidad por su sustento. Se reportaron casos de violencia sexual contra
las mujeres ejercida por actores armados475.

Como puede observarse, desde los organismos internacionales se comenzó a visibilizar la


violencia sexual en el contexto de la guerra y también se empezó a posicionar la idea de
un sufrimiento mayor de las mujeres por efecto de ella, el cual se vinculaba al
desplazamiento forzado y a la violencia sexual.

La tendencia en el caso de la CIDH fue similar: entre 1981 y el 2001 la CIDH había
producido ocho informes refiriéndose a la situación de Colombia. En su tercer informe de
febrero de 1999 incluyó un capítulo sobre “derechos de la mujer” en el cual analizó de
manera separada la “violencia doméstica y sexual”, sin incluir ningún análisis sobre el
conflicto armado476. En el informe anual de ese mismo año, haciendo seguimiento a sus
recomendaciones, la CIDH aplaudió las reformas para aumentar las penas en delitos
sexuales y la reforma al Código Penal que incluía tipos penales de violencia sexual referida

474
De forma tangencial el informe de 1997 reportó “violaciones sexuales” como “violaciones de los
derechos humanos y del derecho internacional humanitario” que no fueron denunciadas y sobre las
cuales no se contaba con “datos completos”. Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los
Derechos Humanos, «Informe sobre la situación de los derechos humanos en Colombia, año 1997»,
9 de marzo de 1998,
http://www.hchr.org.co/documentoseinformes/informes/altocomisionado/informe1997es.pdf.
475
«Informe OACNUDH 2000».
476
«CIDH Tercer Informe 1999».
Capítulo 3 179

al conflicto armado, pero no se pronunció de fondo sobre el tema477.

A partir del año 2001 comenzó un giro significativo: aunque no se abandonó del todo la
relevancia de la violencia contra las mujeres y la violencia sexual fuera de la guerra, la
ocurrida en el conflicto armado empezó a ocupar un lugar prioritario y jerárquicamente
superior478. Una evidencia de este giro se observa en los temas de interés que se
manifestaron en los informes de los organismos internacionales a partir de dicho año.

El giro del año 2001 tuvo una estrecha relación con la visita de la Relatora de violencia
contra la mujer de las Naciones Unidas en noviembre y la publicación de su informe en
marzo de 2002. Esta fue la primera vez que la Relatora visitó Colombia, lo cual tuvo,
además de un impacto simbólico, importancia en términos de los marcos normativos
nacionales, pues identificó una serie de obstáculos que debían ser removidos por el
Estado479. Ese informe inicia así:

La importancia de la violencia contra la mujer como parte del conflicto armado


interno de Colombia se ha visto eclipsada por otros numerosos problemas con
que se enfrenta el país (…). Aunque los hombres son las víctimas más frecuentes
de las ejecuciones sumarias y las matanzas, la violencia contra la mujer, en
especial la de carácter sexual por parte de grupos armados, resulta habitual en el
contexto de un conflicto que lentamente va cambiando de matices y que no
respeta el derecho internacional humanitario480.

La idea de que la violencia contra la mujer en el conflicto era una violencia eclipsada por
otros problemas y dejada de lado pese a ser habitual, fue parte de los argumentos
centrales del informe. Su narrativa se encargó de diferenciar de manera nítida a dos grupos

477
«Informe CIDH 1999». Sobre la incorporación de delitos específicos de violencia sexual en el
conflicto armado en el Código Penal me referiré en el capítulo 5.
478
Lo cual se tradujo, para la violencia fuera del conflicto, en una reducción de recursos, vigilancia
y, en consecuencia, de importancia en la agenda pública.
479
En los capítulos 1 y 2 profundicé en las formas como las organizaciones de mujeres se
apropiaron de este informe y sus conclusiones. En el capítulo 5 haré alusión a su importancia en
los debates sobre la justicia transicional y el Auto 092 de la Corte Constitucional.
480
Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias,
Sra. Radhika Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión
de Derechos Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001).
180 El campo del derecho internacional

poblacionales: “los hombres”, mayormente víctimas de ejecuciones sumarias y matanzas


y “la mujer”, víctima de una violencia que especialmente tiene un carácter sexual. Empezó
a emerger una tensión: la especificidad da lugar a la separación; no hay comunión posible,
solo división y exclusión. La diferencia no visibiliza, segrega y, para entender la dimensión
del eclipse de lo femenino, se requeriría toda una operación técnica que demandaba
expertas: víctimas y expertas tendrían que coproducirse para confrontar ese eclipse y,
justamente, esa coproducción empezaría a tomar forma en el año 2002481.

Hacer la operación de separar a los hombres (en plural) de la mujer (en singular) era
necesario porque, tal como lo señaló la Relatora, voces diferentes consideraban que “la
violencia basada en el género en el contexto del conflicto no era un problema en
Colombia”482 o que no alcanzaba las magnitudes de otros casos como los de Ruanda y la
ex Yugoslavia, dado que no tenía un componente étnico. A partir de este negacionismo el
informe requería justificar por qué, aún sin tener las magnitudes de otros casos, la violencia
contra las mujeres en Colombia seguía siendo relevante. Al respecto la Relatora aseguró
que,

… escuchó testimonios acerca de esclavitud sexual, mutilación sexual, desnudez


forzosa, imposición de estrictos códigos en el vestido, abortos forzosos y
anticoncepción forzosa, que constituyen todos delitos graves a los efectos del
derecho internacional y deben ser enjuiciados483.

Esta afirmación incorpora dos aspectos esenciales en el relato: en primer lugar, intentaba
demostrar que la experiencia colombiana era homologable a otras como la yugoslava y

481
Como señalé en el capítulo 1, las activistas devinieron en expertas y estas precedieron a las
víctimas, sin que deba leerse esto como una invención imaginada. De la mano de una agencia
mediada y de los rumores sobre la violencia sexual, las activistas y expertas posicionaron
públicamente la idea de un sufrimiento femenino particular. En el capítulo 2 indiqué que en el marco
de los debates de la justicia transicional esas expertas adquirieron un carácter más cualificado de
la mano de los saberes jurídicos y de la psicología y empezaron a emerger casos anónimos o con
seudónimo, que serían el antecedente a la aparición pública de las víctimas, que no ocurrió sino a
partir del año 2009. En el capítulo 4 profundizaré en cómo esas víctimas anónimas empezaron a
abrirse un espacio en la opinión pública justamente desde el año 2002.
482
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 102.
483
Ibid.
Capítulo 3 181

ruandesa en virtud de la crueldad y, para ello, calificó la violencia contra la mujer como
“generalizada y sistemática”, a un nivel similar que el de estos países que estaban en
proceso de investigación484. Esto creó una jerarquía significativa en la cual aquella
violencia homologable a la de Ruanda y Yugoslavia – estratégica, generalizada y
sistemática – se hacía acreedora de vigilancia y, por ende, de mayor gravedad.

En segundo lugar, los componentes de la violencia que mencionó la Relatora, salvo la


imposición de estrictos códigos en el vestido, eran formas reconocidas de violencia sexual
y ligadas a la reproducción485. Llama la atención este aspecto, pues empezó a asociarse
la violencia contra la mujer a la violencia sexual. Aún cuando la Relatora consideró
prioritario resolver la situación de mujeres desplazadas y combatientes o
486
excombatientes , el espectro de la violencia basada en el género estaba especialmente
enmarcado en la violencia sexual.

La importancia de este informe se da por ser el primero en enunciar de manera directa y


detallada la violencia sexual, y porque sus descripciones y afirmaciones fueron retomadas
tanto por otros órganos de derechos humanos como por organizaciones sociales e
instituciones nacionales487. De allí que los dos elementos expuestos – la gravedad derivada
de ser estratégica, generalizada y sistemática y la violencia de género homologable a la
violencia sexual – fueron movilizadas en los debates posteriores en el país con efectos

484
Ibid., párr. 103.
485
Desde una mirada amplia de la violencia sexual, también podría afirmarse que imponer códigos
de vestimenta tiene un componente sexual y podría encajar en la categoría. Sin embargo, no era
de aquellas reconocidas en el Estatuto de Roma, inclusive en la opción general de otras formas de
violencia sexual.
486
Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias,
Sra. Radhika Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión
de Derechos Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 105.
487
En el capítulo 2 detallé los informes que recogieron las conclusiones del informe de la Relatora
en sus diversos elementos. A manera de ejemplo, ver: Comisión Interamericana de Derechos
Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006»; Mesa de Trabajo Mujer y
Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia. Tercer informe 2002», 2002; Corte Constitucional, Auto 092; Amnistía Internacional,
«Cuerpos marcados, crímenes silenciados». Con ocasión de esta visita, por primera vez en el país
la prensa tituló “La violación, un arma de guerra”. Ver Unidad de Paz, «La violación, arma de
guerra».
182 El campo del derecho internacional

jurídicos tangibles488.

Entre la visita de la relatora en el año 2001 y el 2007, los informes de Naciones Unidas
sobre Colombia se refirieron a la violencia sexual ligada al conflicto e involucraron a todos
los actores armados como responsables de su ocurrencia. Frente a la guerrilla los casos
que principalmente se denunciaron fueron en contra de mujeres y niñas reclutadas y
ligados a abortos y anticoncepción forzada, aunque también como formas de ataque a la
población civil489. En relación con los paramilitares, los informes destacaron su uso en el
ámbito de las masacres y previas a ejecuciones extrajudiciales490 y, a partir del año 2004,
señalaron la violencia sexual como una infracción al cese de las hostilidades en el marco
del proceso de acuerdo pactado491. En cuanto a la Fuerza Pública, los informes hicieron
referencia a su uso en aumento en contra de mujeres civiles, su relación con actos de
tortura y manifestaron preocupación por la judicialización en el marco de la justicia
castrense, pues estos actos debían ser investigados por la justicia ordinaria al no tratarse
en ninguna circunstancia de actos del servicio militar492.

Estos informes también se refirieron a la necesidad de superar la impunidad493, el


subregistro y los problemas de estadísticas494, la falta de atención a las víctimas495 y su
especial impacto frente a las mujeres indígenas y afrocolombianas496. Todos estos
aspectos fueron en parte retomados de los informes de las organizaciones sociales y, a su

488
Este aspecto lo desarrollaré a profundidad en el capítulo 5.
489
«Informe OACNUDH 2000», párr. 109; «Informe OACNUDH 2001», párr. 128; «Informe
OACNUDH 2002», párr. 48 del anexo; «Informe OACNUDH 2003», párr. 95; «Informe OACNUDH
2005», párr. 68.
490
«Informe OACNUDH 2000», párr. 109; «Informe OACNUDH 2001», párr. 94, 374; «Informe
OACNUDH 2002», párr. 40 del anexo.
491
«Informe OACNUDH 2004», párr. 8, 113, 116; «Informe OACNUDH 2005», párr. 60, 65. Este
asunto fue también un elemento que señalaron las organizaciones sociales, ver capítulo 2.
492
«Informe OACNUDH 2003», párr. 94, 10 del anexo II; «Informe OACNUDH 2004», párr. 85, 107,
117; «Informe OACNUDH 2005», párr. 36, 52, 69, resumen, 18 del anexo I; «Informe OACNUDH
2006», párr. 95 y 13, 81, 82 del Anexo I.
493
«Informe OACNUDH 2001», párr. 124; «Informe OACNUDH 2004», párr. 97, 99.
494
«Informe OACNUDH 2003», párr. 97, 99; «Informe OACNUDH 2007», párr. 70.
495
«Informe OACNUDH 2001», párr. 127.
496
«Informe OACNUDH 2003», párr. 47; «Informe OACNUDH 2004», párr. 124; «Informe
OACNUDH 2005», párr. 84.
Capítulo 3 183

vez, sirvieron de base para movilizar sus exigencias e impactaron fuertemente en la


agenda de incidencia ante las entidades estatales.

Las formas de violencia sexual, los responsables y las respuestas esperadas fueron
producidas de manera simultánea en los informes internacionales sobre el caso Colombia:
la justicia, los registros y la atención a las víctimas fueron los caminos elegidos para hacerle
frente. Con ellos se delineaba un particular contorno de la violencia sexual emergente: su
carácter de crimen de género, cometido por todos los actores armados, justiciable, de
naturaleza silenciada y cuyas víctimas debían develarse para ser atendidas. En otras
palabras, se demandaba esa triple operación de hacer hablar, registrar e investigar para
identificar adecuadamente un fenómeno caracterizado por algunos rastros que hacían
suponer su existencia, pero del cual poco se conocía.

Este aumento significativo de la atención hacia la violencia sexual a partir de 2001 fue
coherente con la puesta en marcha de la Agenda sobre la Mujer, la Seguridad y la Paz en
el contexto del conflicto armado y, a partir de finales de 2002, de las negociaciones que el
gobierno Uribe adelantaba con los grupos paramilitares. Esta experiencia de negociación
fue la primera en desarrollarse luego de la resolución 1325 y de la aprobación de la CPI.
Ambos escenarios jurídicos – el de la paz y seguridad y el del derecho penal internacional
– exigían la judicialización de la violencia sexual, lo cual se hizo coherente y se profundizó
con el lenguaje de los derechos humanos que centralizaba a las víctimas y demandaba la
satisfacción de sus derechos a la verdad, la justicia y la reparación.

A partir del año 2006, en el caso de OACNUDH, la enunciación de la violencia sexual en


el campo cotidiano o doméstico fue abandonada dejando lugar únicamente a la relacionada
con el conflicto armado, al punto que en el año 2008 incluyó un capítulo específico
denominado “Violencia sexual” en el apartado de justicia497.

En el campo del Sistema Interamericano, en octubre del año 2006, la CIDH produjo el

497
«Informe OACNUDH 2008». Aunque escapa a esta tesis, no deja de ser llamativo que en 2009
y 2010 se creara un capítulo aparte de “Violencia sexual” y en 2011 uno sobre “Violencia sexual
relacionada con el conflicto”. Estas formas de organizar, enunciar y callar nos informan sobre una
variación en los sentidos mismos de la categoría, en la centralidad que empieza a adquirir y en su
distanciamiento respecto de otros fenómenos como la violencia cotidiana y otras formas de violencia
contra las mujeres.
184 El campo del derecho internacional

informe “Las mujeres frente a la violencia y la discriminación derivadas del conflicto armado
en Colombia”498. Allí la Comisión consideró que “La violencia contra las mujeres es utilizada
como estrategia de guerra por los actores del conflicto armado en su lucha por controlar
territorios y comunidades en distintas zonas del país”499, a través de cuatro
manifestaciones: 1. El uso de la “violencia física, psicológica y sexual para "lesionar al
enemigo"”; 2. La violencia destinada a causar el desplazamiento de las mujeres y el
desarraigo de sus hogares; 3. “La violencia sexual que puede acompañar el reclutamiento
forzado de las mujeres, destinado a hacerlas rendir servicios sexuales a miembros de la
guerrilla o a las fuerzas paramilitares” y; 4. La violencia asociada al control social por parte
de los grupos armados que “vigilan regularmente el comportamiento y la vestimenta de las
mujeres y de las adolescentes, y emplean la violación sexual como castigo y advertencia
general a la población femenina dentro de la comunidad bajo control”500. Además de otros
aspectos, el informe destacó la particular afectación a las mujeres indígenas y
afrocolombianas, los riesgos y amenazas a colectivos de mujeres y la falta de prevención,
investigación, sanción y reparación de los hechos.

Aunque el informe no se concentra específicamente en la violencia sexual, tres de los


cuatro escenarios expuestos de manera explícita se asocian a su uso. Resulta
particularmente importante la interpretación sobre la violencia sexual:

51. La Relatora de las Naciones Unidas ha destacado que la violencia contra las
mujeres en Colombia, en particular la violencia sexual perpetrada por grupos
armados, se ha hecho habitual en medio de un conflicto que degenera
paulatinamente frente a la falta de observancia del derecho internacional
humanitario, y describe los objetivos principales de la violencia contra las mujeres
en el ámbito del conflicto como sigue:

Quizás más que el honor de la víctima, el blanco de la violencia sexual contra las
mujeres es lo que se percibe como el honor del enemigo. La agresión sexual a
menudo se considera y practica como medio para humillar al adversario. La

498
«Las mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006».
499
Ibid., sec. Resumen ejecutivo.
500
Ibid., párr. 9 del resumen.
Capítulo 3 185

violencia sexual contra la mujer tiene como objeto enrostrar la victoria a los
hombres del otro bando, que no han sabido proteger a sus mujeres. Es un
mensaje de castración y mutilación al mismo tiempo. Es una batalla entre hombres
que se libra en los cuerpos de las mujeres.

52. La violencia sexual vulnera de manera especial al bando contrario porque los
hombres son considerados tradicionalmente como los protectores de la
sexualidad de las mujeres en su comunidad. Por tanto, cuando la sexualidad de
las mujeres es abusada y explotada, esta agresión se convierte en un acto de
dominación y poder sobre los hombres de la comunidad o el grupo bajo control501.

Con esto el informe resituaba la noción del honor desde el foco del rol de protección de los
hombres, resignificando, a su vez, el campo de la guerra y del sujeto mujer. “Es una batalla
entre hombres que se libra en los cuerpos de las mujeres” relega a las mujeres a un único
lugar de víctimas, donde la humillación derivada de la violencia sexual ya no está en el
campo individual sino colectivo y donde el cuerpo adquiere relevancia en tanto instrumento
del abuso, en tanto significante de una estrategia en la guerra502.

A partir del año 2008 las formas de comprender la violencia sexual en Colombia y su
énfasis en la vigilancia de los organismos internacionales cambió con ocasión de la
expedición por parte de la Corte Constitucional del Auto 092 de 2008503. En este Auto la
Corte analizó la situación de las mujeres antes y después del desplazamiento forzado y
consideró que la violencia sexual era de manera simultánea una causa y una consecuencia
del desplazamiento. En tanto consecuencia, la Corte encontró que la violencia sexual se
acentuaba en contra de mujeres y niñas desplazadas y ordenó la creación de programas
de política pública para atender los impactos del desplazamiento, dentro de ellos la
violencia sexual; en tanto causa, la Corte estableció un “catálogo” de hechos de violencia
sexual perpetrados por actores armados y ordenó la investigación de 183 casos504. Afirmó:

501
Ibid., párr. 51 y 52.
502
El alcance de este aspecto lo desarrollé en el capítulo 2.
503
Corte Constitucional, Auto 092 en 092. Su alcance será explorado en el capítulo 5.
504
Con posterioridad a esta orden, la Corte Constitucional y las organizaciones de mujeres han
mantenido vigilancia constante y han concluido la persistencia de la impunidad. Ver Corte
186 El campo del derecho internacional

La violencia sexual contra la mujer es una práctica habitual, extendida, sistemática


e invisible en el contexto del conflicto armado colombiano, así como lo son la
explotación y el abuso sexuales, por parte de todos los grupos armados ilegales
enfrentados, y en algunos casos aislados, por parte de agentes individuales de la
Fuerza Pública505.

Lo dicho por la Corte Constitucional señaló un camino de actuación para los organismos
internacionales, el Estado y las organizaciones sociales en Colombia. A partir del informe
del año 2008 la ONU incluyó un capítulo específico sobre violencia sexual en el que se
refirió a la impunidad en el marco de la ley de justicia y paz506, respaldó las órdenes del
Auto 092507 y le recomendó al los organismos del Estado “que dediquen los recursos
materiales, humanos y financieros necesarios para asegurar que los delitos de violencia
sexual y contra las mujeres se prevengan efectivamente, investiguen, juzguen y
sancionen"508. En otras palabras, el Auto 092 sentó las bases para la actuación futura no
solo de las instituciones nacionales, sino de las organizaciones sociales y de los
organismos internacionales, en la medida que, siendo un órgano judicial, señaló qué
acciones concretas debía realizar el Estado para conjurar la situación. Creó una agenda
tanto en materia de política pública para el desplazamiento, como en términos de política
criminal para la violencia sexual en la justicia ordinaria, transicional y para su exclusión de
la justicia castrense. En últimas, el Auto 092 de 2008 cristalizó una nueva categoría – la
violencia sexual en el conflicto armado – con efectos jurídicos más precisos, frente a la
cual todas las autoridades nacionales estaban llamadas a responder y los organismos
internacionales a hacer seguimiento. Su alcance e impactos los retomaré en el capítulo 5.

Constitucional, Auto 009 (27 de enero de 2015).


505
Corte Constitucional, Auto 092 en 092.
506
"Los actos de violencia sexual ocurridos en el contexto del conflicto armado continúan
presentando un alto nivel de impunidad. Por ejemplo, en el contexto de las versiones libres de la
Ley de Justicia y Paz se han mencionado 15 casos de violencia sexual, de los cuales sólo cuatro
han sido confesados". «Informe OACNUDH 2008», párr. 60.
507
"Para la investigación de estos y otros delitos, la Fiscalía General de la Nación enfrenta
problemas estructurales tales como insuficiencia de recursos, debilidades en los mecanismos de
consolidación de información, falta de estructura investigativa adecuada y dificultades de
coordinación." Ibid., párr. 62.
508
Ibid., párr. 99.g.
Capítulo 3 187

Desde una perspectiva de larga duración se hace evidente que el caso Colombia no solo
fue un lugar de observación de los organismos internacionales para identificar la violencia
sexual, sino que las voces locales y las experiencias particulares de Colombia
contribuyeron a trazar los bordes mismos del objeto y sus asociaciones con las actuaciones
esperadas. El Auto 092 y la agenda que creó, impactaron notoriamente no solo lo que se
decía sobre el tema, sino lo que se pedía que fuera hecho por parte del Estado: medidas
de protección, registros estadísticos y políticas para la investigación. También trazó los
rumbos para la vigilancia de los organismos internacionales.

D. A modo de conclusión

A comienzos de la década de 1990 se inició en el ámbito internacional un proceso de


reinterpretación de la violencia asociada a las guerras, que se nutrió de la emergencia y
posicionamiento de los lenguajes de los derechos humanos, los crímenes internacionales
y la paz y seguridad internacional, en sintonía con los debates y activismos feministas y de
género. Las voces colombianas de las víctimas, de las organizaciones que las
acompañaron, de las respuestas del Estado y también de lo debatido en el marco de los
procesos de paz, nutrió algunas de las reflexiones que contribuyeron a la producción del
objeto en el campo internacional.

El giro epistemológico sobre la violencia sexual tuvo al menos dos ejes: la variación de la
interpretación del honor y el abandono parcial de la idea de la violencia sexual como un
acto incidental e inevitable a un acto estratégico en la guerra y causante de la guerra
misma.

Para que este giro fuera posible intervinieron actores sociales específicos, como las
organizaciones de mujeres articuladas en organizaciones no gubernamentales (ONG) y en
plataformas de actuación internacional, y los debates se anclaron en los lenguajes de los
derechos humanos, el derecho penal internacional y el lenguaje de la paz y la seguridad
internacional. Cada uno de ellos aportó bases conceptuales fundamentales en los cuales
Colombia no fue solo un lugar de recepción pasiva de normas y reflexiones emitidas en el
exterior, sino que sirvió de escenario para la producción del objeto mismo de la violencia
sexual en el tejido de diferentes lenguajes que fueron emergiendo con intensidad a partir
de la década de 1990.
188 El campo del derecho internacional

El lenguaje de los derechos humanos aportó varias bases conceptuales fundamentales: la


juridificación de la discriminación contra las mujeres como el reconocimiento de la
jerarquización social entre hombres y mujeres y de la violencia en su contra como una de
sus expresiones, y la responsabilidad fundamental de los Estados para garantizar, proteger
y respetar los derechos humanos de las mujeres. En desarrollo de estas premisas, los
órganos especializados creados para monitorear la situación de derechos humanos en el
mundo y en la región americana supervisaron de cerca el caso colombiano. En sus
informes se observa la intrínseca relación entre la comprensión de lo ocurrido a las mujeres
con el reclutamiento ilícito y posteriormente con el desplazamiento forzado, así como la
centralidad de la violencia sexual para dar cuenta de la violencia contra las mujeres en la
guerra. Otro de los elementos fundamentales se revela en el lugar central que ocupa el
Estado para el afrontamiento de los hechos y sus consecuencias: elaboración de registros
estadísticos, atención a las víctimas, hacer justicia y reparar.

La experiencia colombiana tanto de organización colectiva a través de los movimientos


feministas y de mujeres, como de los pronunciamientos estatales – siendo particularmente
significativo el Auto 092 de 2008 de la Corte Constitucional – impregnaron parte de los
pronunciamientos internacionales y delinearon sus agendas de supervisión.

El lenguaje del derecho penal internacional profundizó el alcance de la obligación de hacer


justicia, obligó a la tecnificación del discurso de las organizaciones sociales de mujeres y
feministas – favorecido por el proceso de oenegización que llevaba años produciéndose –
, delimitó la comprensión de lo que ingresaba y no ingresaba en la noción de crímenes
sexuales e influyó en los debates sobre la justicia transicional. Es en este último aspecto
donde el caso colombiano resultó de particular interés al mantener por parte de la CPI en
estudio su situación desde el año 2004, sujeto al avance de los procesos de justicia
transicional.

Por último, el lenguaje de la paz y la seguridad internacional en el marco de la Agenda de


Mujer, Paz y Seguridad es el escenario donde se ha manifestado la tensión entre víctimas
y activistas por la paz. Al mismo tiempo que se comprende la violencia sexual como una
amenaza para la paz, el Consejo de Seguridad entiende que no hay paz estable ni
duradera si no se permite la participación de las mujeres en las negociaciones para dar fin
a los conflictos. Con ello habilita su doble condición de víctimas y constructoras de paz.
Capítulo 3 189

Esto ha servido de plataforma de incidencia de las organizaciones de mujeres y feministas


en Colombia para posicionarse como pactantes en los procesos de paz, justamente en
razón del carácter de víctima excepcional de las mujeres en razón de la violencia sexual.

Aunque se habla de responsabilidad estatal, de justicia y no impunidad y de activistas más


que víctimas, el discurso de la violencia sexual se ancló en el impacto al pudor y la
vergüenza, en el ostracismo y el castigo comunitario a las víctimas. El honor, contrario a
abandonarse, ha tendido a desplazarse y mimetizarse en los lenguajes vigentes de la
violencia sexual.
4. La prensa colombiana y la violencia sexual
en el conflicto armado (1990-2008)

Presentación

En este capítulo mi objetivo es identificar los modos en los cuales la prensa escrita en
Colombia contribuyó a la emergencia del problema público de la violencia sexual en el
conflicto armado, en tanto escenario en el que se construyen, posicionan y disputan
discursos públicos que permiten o inhiben la elaboración de las experiencias509. Para ello,
mediante la búsqueda del archivo digital de cada periódico y del Archivo Digital de Prensa
del Cinep510, recopilé información de 15 periódicos nacionales y regionales511, ejercicio que
arrojó un total de 1238 registros de prensa hasta 2014512 y 251 hasta 2008 –
correspondientes a 11 periódicos –, que son la base fundamental de este capítulo.

Este ejercicio permitió observar que desde el año 1991 inició un proceso público de
enunciación de la violencia sexual con situaciones ligadas a la guerra, con un aumento de
las notas de prensa en 1996 que se mantuvo persistente hasta el año 2008. A partir del
2009 y hasta el 2014 se observa un incremento sostenido y significativo de la prensa
escrita en violencia sexual relacionada con el conflicto armado, tal como se ve en la gráfica

509
Natalia Fernández Díaz, La violencia sexual y su representación en la prensa (Barcelona:
Anthropos Editorial, 2003).
510
En el anexo 5 se detalla la información de cada periódico, el tipo de búsqueda realizada, los
criterios de búsqueda y el número de notas de prensa estudiadas. En el anexo 6 se describe cada
una de las notas de prensa referenciadas, entre el período 1990-2008.
511
Se trató de los periódicos Diario del Sur, El Colombiano, El Espectador, El Heraldo, El Mundo,
El Nuevo Siglo, El País, El Tiempo, El Universal, La Nación, La Opinión, La Patria, La República,
Revista Semana, Vanguardia y Voz.
512
Analicé la información con fecha de corte a 2014, teniendo en cuenta que fue en ese año que se
aprobó la Ley 1719 que es específica para la violencia sexual en el conflicto armado. (Ley 1719 de
2014. Por la cual se modifican algunos artículos de las Leyes 599 de 2000, 906 de 2004 y se adoptan
medidas para garantizar el acceso a la justicia de las víctimas de violencia sexual, en especial la
violencia sexual con ocasión del conflicto armado, y se dictan otras disposiciones.) La revisión de
prensa inicial, hasta el 2014, tuvo por objetivo identificar temporalmente los momentos en los cuales
el proceso de producción de la prensa escrita se había intensificado y determinar los hitos de
emergencia del objeto. El proceso ocurrido entre 2009 y 2014 es una tarea pendiente para una
futura investigación.
Capítulo 4 191

siguiente:

Gráfico 1: Registros de prensa y años de ocurrencia 1991-2014

Registros de prensa y años de ocurrencia 1991 - 2014

1391

1237

1089 1102
1138

897

667
561 547
449 436 410
378 399 393
271 320 309
272 310
159 234
187 194 184
134 142 116 109 150
58
1 2 4 2 1 8 11 9 7 9 15 23 18 18 19 18 28
1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

2003

2004

2005

2006

2007

2008

2009

2010

2011

2012

2013

2014
Notas de prensa Ocurrencia

Fuente: La base de datos de las notas de prensa son construcción propia. La base de datos con
los años de ocurrencia es del CNMH513.

Como se ve en la gráfica, el proceso de emergencia de la violencia sexual como


preocupación pública en la prensa periódica nacional se puede situar hacia el año 1996 y

513
Centro Nacional de Memoria Histórica, La guerra inscrita en el cuerpo. Informe Nacional de
violencia sexual en el conflicto armado, 2017, 475, https://centrodememoriahistorica.gov.co/la-
guerra-inscrita-en-el-cuerpo/. La información sobre los años de ocurrencia registrados fue
procesada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) a partir de los datos recogidos por
el Observatorio de Memoria y Conflicto del propio CNMH, el cual fue creado en el año 2014 y tiene
como una de sus fuentes principales el Registro Único de Víctimas (RUV) que fue creado por la
«Ley 1448. Por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y reparación integral a las víctimas
del conflicto armado interno y se dictan otras disposiciones.» (2011),
http://www.secretariasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1448_2011.html.
192 La prensa colombiana

se cristaliza en el año 2008, lo que explica el corte temporal de esta tesis.

Aunque no existe una relación directa entre la ocurrencia de hechos, su registro en las
bases institucionales y la publicidad en medios de comunicación, es evidente la disociación
que se ve en la gráfica entre los años de ocurrencia – cuyo registro ha sido muy posterior
– y la información publicada en prensa. Esa disociación es significativa porque evidencia
la construcción colectiva de un problema que adquiere relevancia pública cuando emerge
y que posibilita nuevas narrativas, pues abre un nuevo campo de discursividad.

Al hacer un análisis detallado de estas notas de prensa, observamos que fueron publicadas
en dos campos específicos: la afectación a niñas y niños en el marco del reclutamiento del
que fueron señalados principalmente las guerrillas y, la victimización de mujeres civiles,
especialmente en su relación con el desplazamiento forzoso.

Estos dos campos tuvieron voces protagónicas distintas y muchas veces desarticuladas o
en disputa: en el caso del reclutamiento la prensa registró principalmente las voces de
agentes estatales y organismos y organizaciones internacionales de derechos humanos514.
En el caso de la victimización a las mujeres civiles, la prensa se concentró en las voces de
los organismos y organizaciones internacionales de derechos humanos, y las
organizaciones sociales nacionales – principalmente de mujeres –515. La relación con estas
voces no fue transparente en un mero ejercicio de transcripción, sino que fue problemática,
mediada e interpretada por los periódicos, también de manera heterogénea entre ellos.

Vistos en su conjunto, los periódicos se refirieron a estos hechos desde diferentes vocablos
que fueron variables en sus intensidades y temporalidades y que organizaron el sistema
cultural y le dieron sentidos y significados a las acciones de los actores que intervenían
ante la prensa516. Estos vocablos fueron violencia sexual, violación, abuso, prostitución,

514
La perspectiva de los organismos internacionales de derechos humanos sobre la cuestión de
niños y niñas en la guerra fue desarrollada en el capítulo 3.
515
Desde la perspectiva de las organizaciones sociales este aspecto fue desarrollado en los
capítulos 1 y 2. Desde el campo de los organismos internacionales fue analizado en el capítulo 3.
516
Joseph Gusfield señala en el estudio ya citado: “Estas maneras tan diferentes de organizar el
mundo de la conciencia interactúan con estrategias de acción y expectación. Existe una
organización social que estructura el mundo y un sistema cultural de sentidos y significados que lo
vuelve inteligible. La realidad no es una entidad desorganizada a la espera de ser descubierta”. En
Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 125.
Capítulo 4 193

esclavitud sexual, aborto, delitos sexuales, agresión sexual, anticoncepción, explotación


sexual, desnudez, mutilación, acceso carnal, acoso, relaciones sexuales no consentidas,
trata o tráfico de personas, ultraje y ataque sexual. Otras denominaciones no tan
recurrentes se refirieron a la libertad sexual, el rapto, la vida sexual con muchos hombres,
atropello sexual, utilización sexual, tortura sexual, chantaje sexual, servicio o servidumbre
sexual, hostigamiento sexual, atrocidades sexuales, sometimiento sexual, violación de
derechos sexuales y reproductivos, exigencias sexuales, vejámenes, maltrato sexual o
favores sexuales. En ocasiones, también usaron la noción de violencia de género para
referirse a la violencia de carácter sexual. Sobre los usos y alcances de este léxico en la
prensa me refiero a continuación.

En términos generales, la violencia sexual, la violación y el abuso sexual fueron los


vocablos más utilizados. El sintagma abuso sexual fue usado principalmente en el campo
del reclutamiento, mientras que tanto la violencia sexual como la violación fueron
mayormente registradas en reportes sobre organizaciones sociales y organismos
internacionales que estudiaron la situación de la población civil. Esta diferenciación no es
una cuestión menor.

El abuso sexual en términos jurídicos, más que referirse a un acto de violencia, de


anulación de la voluntad por medio de la fuerza física o psicológica derivada de un contexto
de subordinación, se refiere a una extralimitación del poder en el marco de una relación
legítima. Se abusa del poder, se abusa de la confianza, se abusa de la inocencia y el abuso
excluye el uso de la violencia porque la persona consiente el acto517. La violencia, en
cambio, no pone el énfasis en la extralimitación sino en la fuerza que se imprime – física o
psicológica – para anular la voluntad de la otra persona. Así que el uso mayoritario de la
noción de abuso sexual para referirse al reclutamiento deja entrever una visión de la
sexualidad en la guerra y anuncia algunas de las aporías que explicaré más adelante sobre
el carácter inocente o culpable de las niñas reclutadas. Incluso si quien enuncia no es
consciente de esa diferenciación, no deja por de ello de ser significativo que respecto de

517
Un ejemplo de ello, para el caso colombiano, son las relaciones consentidas entre personas
adultas y menores de catorce años. Aunque es posible que haya un consentimiento por parte del
niño o niña, se considera que el adulto está abusando de su condición de superioridad. Ver
Congreso de la República, «Ley 599 de 2000. “Por la cual se expide el Código Penal”» (2000),
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjurMantenimiento/normas/Norma1.jsp?i=6388.
194 La prensa colombiana

niños y niñas se privilegie esta forma de enunciar.

Respecto de los vocablos de violencia sexual y violación sexual – siendo la primera una
categoría amplia que abarca diferentes formas de ejercer violencia a través de la
sexualidad y la segunda un acto que implica penetración – su distinción no fue tan clara
en la mayoría de periódicos. El Tiempo y Semana movilizaron más el vocablo violación y
otros como El Espectador, Vanguardia y Voz se refirieron más a la violencia sexual. Visto
en su totalidad, aunque el sintagma de violencia sexual aparece desde inicios de la década
de 1990, el vocablo violación fue más utilizado hasta el año 2004. En el año 2008 la
violencia sexual sobrepasó su uso frente a la violación. Esta no es tampoco una cuestión
menor, puesto que hacer esta distinción implicaba incluir en el espectro de ataques
sexuales a un número mucho mayor de delitos que no se reducían a la penetración, como
los tocamientos, o que sobrepasaban la violación como un acto único, como es el caso de
la esclavitud o la prostitución. El proceso de emergencia del objeto de la violencia sexual
justamente se vinculó con la transformación de la visión que asignaba mayor gravedad a
la violación y que fue desplazado por una perspectiva que ampliaba la gama de conductas
sexuales a ser consideradas graves. Este movimiento que articula el giro epistemológico
no fue pacífico: los límites de lo que ingresa y se excluye de la categoría de la violencia
sexual son parte de las permanentes disputas que la constituyen518.

Las formas de registrar la violencia sexual – en sus múltiples vocablos y con los límites
difusos que cada uno de ellos representa – variaron en función de cada periódico. Aunque
los modos a través de los cuales se obtuvo la información hace variar la cantidad de datos
entre uno y otro, es posible observar algunas tendencias519. Por ejemplo, las nociones de
aborto, abuso sexual y anticoncepción520, que tuvieron como campo preferente de

518
Este debate tiene connotaciones internacionales que son desarrollados en el capítulo 3. A
manera de ejemplo, ver Amnistía Internacional, «Violación y violencia sexual. Leyes y normas de
derechos humanos en la Corte Penal Internacional», 2011,
https://www.amnesty.org/download/Documents/32000/ior530012011es.pdf. Uno de los debates
adelantados por organizaciones sociales de mujeres a comienzos del siglo XXI y con intensidad en
el marco de la justicia transicional, fue justamente la importancia de abarcar a través del sintagma
de violencia sexual un conjunto mucho mayor de conductas que se excluían al hablar solo de la
violación.
519
Dado que el periódico El Tiempo es el que más datos arrojó por la digitalización total de su
archivo histórico y las opciones de búsqueda, es el que arroja los datos más altos en casi todas las
denominaciones.
520
La cuestión de la anticoncepción fue referida a las prácticas impulsadas por actores armados –
Capítulo 4 195

enunciación el reclutamiento, fueron movilizadas principalmente por los periódicos El


Mundo, El Tiempo y Semana.

En cambio, otros vocablos como agresión sexual, delitos o crímenes sexuales, desnudez,
esclavitud sexual, mutilación, prostitución, trata o tráfico de personas y violencia de género
fueron utilizados en el cubrimiento de movilizaciones sociales y de informes de
organizaciones y organismos internacionales de derechos humanos, principalmente por
los periódicos El Espectador, El Nuevo Siglo, El Tiempo, Semana y Vanguardia. Estos
vocablos, que se empezaron a usar o se intensificó su uso luego del año 2003, se
encuentran articulados con el mundo del derecho internacional y – con la excepción de la
agresión sexual – se inscriben en los debates sobre los crímenes internacionales de
violencia sexual, cuyo léxico permeó buena parte de los debates sobre la justicia
transicional que se dieron a partir de ese año 2003. Una excepción significativa a esas
termporalidad es la prostitución, cuyo uso se encuentra desde 1996. La permanencia de
la prostitución puede inscribirse en una epistemología de la violencia sexual ligada a las
buenas costumbres y a la conservación de un orden moral social.

De otra parte, aquellas formas de enunciar que no encontraban articulación con el léxico
desarrollado en el derecho internacional – especialmente de la Corte Penal Internacional
(CPI) – entraron en desuso, lo que ocurrió, por ejemplo, con los vocablos rapto, relaciones
sexuales no consentidas y ultraje sexual que no fueron enunciados con posterioridad al
año 2003. En cambio, otros vocablos articulados con el derecho internacional emergieron
con más fuerza, lo que ocurrió con los términos aborto, acceso carnal, agresión sexual,
anticoncepción, esclavitud sexual, mutilación y violencia de género, que fueron más
utilizados en la prensa con posterioridad al año 2003. Otros como ataques sexuales, delitos
o crímenes sexuales y desnudez sólo aparecieron después del año 2003. Estos cambios
a partir del 2003, como he señalado, se asocian a los debates sobre la justicia transicional
que se estaban inaugurando en Colombia y que sirvieron como campo para articular las
experiencias en la guerra que anteriormente no habían emergido o para inscribirlas en un
lenguaje imbricado con el derecho internacional.

En lo que se refiere a la intensidad y enfoques con los que algunos periódicos publicaron

especialmente de la guerrilla – de imponer a las mujeres y niñas el uso de métodos anticonceptivos


para evitar quedar embarazadas.
196 La prensa colombiana

o dejaron de publicar notas de prensa sobre el tema, encontramos que la Revista Semana
y El Heraldo se ocuparon de manera tardía sobre la cuestión, en 2002 y 2005,
respectivamente. Mientras que Voz fue de los primeros en ofrecer algún tipo de información
que ligaba la violencia sexual con el conflicto armado. No obstante, muchas de sus notas
registraban movilizaciones sociales y solían referirse a la violencia contra las mujeres más
allá de la guerra, en articulación con otras violencias como las de la familia y el Estado y
con énfasis en la responsabilidad de la Fuerza Pública. En parte, el cubrimiento más
temprano de Voz puede interpretarse en función de sus relaciones más estrechas con
organizaciones sociales, que fueron las primeras en posicionar el tema en la agenda
pública.

En lo que se refiere al registro de la violencia sexual por actores armados, algunos


periódicos como El Heraldo y El Mundo reportaron un mayor cubrimiento sobre las
denuncias de violencia sexual cometidas por la guerrilla; El Tiempo, Semana y Vanguardia
se ocuparon más de los actos de paramilitares, y solo Voz le dio un mayor cubrimiento a
los actos de la Fuerza Pública. Los énfasis de los periódicos respecto de la responsabilidad
de los grupos armados en sus cubrimientos pueden deberse a dos factores: sus líneas
editoriales y sus relaciones con otros actores que ofrecían acceso a información específica.
Por ejemplo, Vanguardia en Santander reportó en sus notas más cuestiones de
paramilitarismo, en parte debido a su articulación con las organizaciones sociales que de
manera muy activa trabajaban en esa región con las mujeres, en experiencias
organizativas como Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (IMP) o la Organización
Femenina Popular (OFP) y que denunciaban con mayor énfasis las actuaciones
paramilitares, en razón a su propia vivencia y al contexto de violencia de la región. En
sentido contrario, El Mundo en Antioquia, pese a ser esta una región con un impacto
fuertísimo del movimiento social de mujeres aglutinado en torno, entre otras
organizaciones, a la Ruta Pacífica que también ofrecía información sobre paramilitarismo,
probablemente priviligió su línea editorial y acceso a otras fuentes como el Ejército, lo que
redundó en un mayor cubrimiento de la cuestión de la guerrilla. Para el caso de El
Colombiano, también en la región de Antioquia, la experiencia es diferente a la de El
Mundo, pues bajo la dirección de la comunicadora Ana Mercedes Gómez Martínez, el
periódico priorizó durante la década de 1990 los asuntos de derechos humanos y la
búsqueda de la paz, dando lugar al cubrimiento del trabajo hecho por organizaciones
Capítulo 4 197

sociales, incluido el movimiento de mujeres; con la llegada de Álvaro Uribe a la presidencia,


la línea editorial del periódico viró hacia el uribismo521. Vistos en su conjunto, los periódicos
hicieron más énfasis en la violencia perpetrada por los paramilitares, seguido por la
guerrilla y finalmente por la Fuerza Pública522.

En relación con la cuestión del cubrimiento territorial, es significativo señalar que un


importante número de notas de prensa se ocuparon de hechos o debates mayormente
ocurridos en Antioquia, seguido de Santander, Putumayo, Norte de Santander, Sucre y
Bolívar. En todos los casos, hasta el año 2008, el periódico El Tiempo fue que el que ofreció
más información sobre las regiones, lo que se explica en parte por el mayor número de
notas de prensa recopiladas – en función de la disposición del archivo histórico (ver anexo
5) – y su pretensión de cobertura nacional. Algo similar ocurrió con la Revista Semana,
que también publicó información de todas estas regiones, salvo Sucre. Para los casos de
Antioquia, Santander y Sucre, también fue importante la cobertura departamental a partir
del periódico El Mundo para Antioquia, Vanguardia para Santander, y regional con el
periódico El Heraldo para Sucre523.

521
Ana Mercedes Gómez Martínez fue directora de El Colombiano entre 1992 y 2012. De acuerdo
con el perfil elaborado por el portal de la Universidad de Los Andes, Congreso Visible, “Inicialmente
en El Colombiano le dio un gran impulso a asuntos de Derechos Humanos y se hizo cercana a la
izquierda del departamento en los noventa, cuando la Corriente de Renovación Socialista, que tenía
un gran apoyo en urabá, llegó a ofrecerle ser parte de una lista al Congreso. Pero luego sufrió una
transformación con la llegada de Uribe al gobierno y se convirtió en una ferviente defensora del
presidente, a la vez que Uribe y Valencia, antes enconados rivales políticos, terminaron siendo
aliados. Su salida de la dirección después de 20 años, a mediados de 2012, fue una manera de
bajarle el uribismo al periódico, que es uno de los Superpoderosos del departamento”. Consulta
realizada el 19 de julio de 2021 en https://congresovisible.uniandes.edu.co/congresistas/perfil/ana-
mercedes-gomez-martinez/9557/. Para profundizar en sus posturas y cambio en el gobierno
uribista, ver Camila Osorio, «La transformación de la directora de El Colombiano», La Silla Vacía,
16 de febrero de 2011, https://lasillavacia.com/historias/silla-nacional/la-transformacion-de-la-
directora-de-el-colombiano/.Agradezco a Adriana Benjumea Rúa, directora de la Corporación
Humanas Colombia y feminista de Medellín, por su apoyo para comprender las posturas de El
Colombiano sobre el movimiento de mujeres en la década de 1990.
522
Como enuncié en el capítulo 2, los informes de la organizaciones sociales se pronunciaron en
orden de la violencia perpetrada por paramilitares, seguido de la Fuerza Pública y las guerrillas. No
trato de decir con esto que hubiera necesariamente una línea ideológica que intencionalmente
omitiera publicar información sobre hechos perpetrados por ciertos grupos pues, de hecho, las
organizaciones sociales señalaron a “todos los actores” como responsables. Trato, por el contrario,
de evidenciar que la información que circulaba públicamente era diversa, con énfasis distintos y que
no necesariamente todos los actores que intervinieron en la emergencia de la violencia sexual en
el conflicto armado tenían acceso a la misma información.
523
Con posterioridad al año 2008 y hasta el 2014, es posible evidenciar un mayor cubrimiento de
198 La prensa colombiana

La explicación a la mayor predominancia de información en estas regiones se debe al


menos a tres razones: en primer lugar, la presencia de fuertes procesos organizativos
sociales y de mujeres que se abocaron a acompañar la experiencia rural y marginal
provocada por el desplazamiento forzado y que se evidencia especialmente en las
regiones de Antioquia, Santander, Bolívar y Putumayo, en las cuales las organizaciones
ofrecieron información a la prensa a través de las estrategias de movilización e informes.
En segundo lugar, la experiencia de violencia que impactó hondamente a estas regiones,
en las cuales coincide la expansión del proyecto paramilitar de las AUC, que tenía una
pretensión de impacto nacional y no solamente regional y que, por ello mismo, generó el
interés de los periódicos de cobertura nacional como El Tiempo y Semana por analizar y
comprender estas dinámicas de violencia. Finalmente, el proceso de justicia transicional
con los grupos paramilitares debatido a partir del año 2003, que provocó un aumento de la
información disponible en estas regiones.

Aunque las intensidades, enfoques y cubrimientos variaron de un periódico a otro, se


observa que las notas de prensa que empezaron a producirse y que contribuyeron a la
emergencia del objeto de la violencia sexual, se inscribieron en dos campos y debates: los
referidos al reclutamiento y respecto de las mujeres civiles.

Este capítulo está construido a partir de los tejidos que fueron trazándose frente a estos
dos campos.

carácter departamental y regional. Para el caso de Antioquia la información la ofrecieron los


periódicos El Colombiano y El Mundo; para Santander, el periódico Vanguardia; en el caso de Norte
de Santander, los periódicos La Opinión y Vanguardia. En los casos de Sucre y Bolívar el
cubrimiento se ofreció especialmente desde una óptica de región y no de departamento, donde los
periódicos publicaron datos sobre territorios aledaños que conforman una perspectiva regional: en
el caso de Sucre el periódico El Heraldo hizo el mayor cubrimiento y; en el caso de Bolívar fue el
periódico Vanguardia, especialmente por su conexión con el sur de Bolívar, limítrofe con Santander.
Putumayo es una muestra significativa de que el cubrimiento no necesariamente estaba relacionado
con los periódicos regionales, pues los periódicos Vanguardia y El Nuevo Siglo también ofrecieron
información sobre esta región, toda ella ligada a la información aportada por entidades de carácter
nacional y organizaciones de mujeres que tenían trabajo en este territorio y que reportaban a
periódicos de orden nacional y regional sus hallazgos. El análisis detallado de este período se
encuentra pendiente de investigación.
Capítulo 4 199

A. “Ellas no son niñas, son mujeres”. El reclutamiento y la


violencia sexual en la prensa

La cuestión de la infancia en la guerra, especialmente de la mano del fenómeno del


reclutamiento por parte de actores ilegales, fue uno de los tópicos en los que se empezó a
construir la violencia sexual como una práctica cometida en contra de niños y niñas al
interior de las filas a comienzos de la década de 1990 y su uso fue intensificándose durante
todo el período hasta el año 2008.

Fueron dos los aspectos que durante el período 1990-2008 posibilitaron que dicha
emergencia se diera, los cuales desarrollaré en adelante. En primer lugar, una variación
en las formas de considerar a la niñez, que adquirió el estatus de sujeto de protección y
de derechos y que se materializó en la vigilancia de organismos y organizaciones
internacionales, organizaciones sociales y entidades del Estado, cuyas voces la prensa
retomó. En segundo lugar, las dinámicas de la guerra en Colombia que oscilaron entre las
políticas de incentivos para la desmovilización, las negociaciones y su recrudecimiento. En
este contexto se gestó una mayor preocupación por conocer la vida en las filas armadas y
se intensificaron las estrategias para justificar la guerra contra la insurgencia.

Sobre el primer aspecto, hacia finales de la década de 1980 el mundo occidental asistió a
un giro epistemológico sobre la infancia, que desde mediados del siglo XX empezó a
considerar que la niñez debía ser protegida y, a finales de dicha década, la elevó a la
categoría de sujeto de derechos524. Esta nueva epistemología, cristalizada con la
aprobación por las Naciones Unidas en 1989 de la Convención sobre los Derechos del
Niño, ha sido denominada la “doctrina de protección integral”: que “significa pasar de una
concepción de los “menores” -una parte del universo de la infancia- como objetos de tutela
y protección segregativa, a considerar a niños y jóvenes como sujetos plenos de
derecho”525.

Esta nueva doctrina significó un cambio epistemológico a través del cual surgieron los

524
Toqué brevemente este aspecto en el capítulo 3.
525
Mary Beloff, «Modelo de la protección integral de los derechos del niño y de la situación irregular:
un modelo para armar y otro para desarmar», en Justicia y Derechos del Niño, 1 (Santiago de Chile:
UNICEF, 1999), 10.
200 La prensa colombiana

niños y niñas como sujetos de derechos, con capacidad de decisión y de participación, con
derechos propios y con un centralidad para las políticas inexistente hasta ese momento.
Esta centralidad se materializó en los principios del interés superior del niño y de
prevalencia de sus derechos, los cuales fueron consignados en la Constitución de 1991.

Este cambio de paradigma, junto con el impulso acelerado de acciones de los organismos
y organizaciones de derechos humanos, fue desarrollando una agenda internacional y
nacional para explorar la situación de niños y niñas en Colombia. En muchos casos, esta
agenda se materializó con la publicación de informes y estudios sobre la amenaza
constante a sus derechos, los cuales acapararon la atención de la prensa, la cual ofreció
a la opinión pública un relato particular sobre sus circunstancias.

Desde inicios de la década de 1990 se observa la emergencia de una nueva preocupación


en la prensa por la situación de la niñez y la guerra desde dos campos: uno general que
acentuaba la gravedad de la vulneración de sus derechos y donde el conflicto armado se
sumaba a una cadena general de afectaciones y; otro específico que se concentró en la
cuestión del reclutamiento y las vivencias en los grupos armados.

En el primer escenario – el de la situación general de la infancia – la prensa en la década


de 1990 se preocupó principalmente sobre el tráfico de menores de edad, el turismo sexual
asociado a él y la violencia al interior de las familias526. Sus reportajes construyeron la
imagen de una compleja y multicausal afectación a los derechos de la infancia, donde el
conflicto armado era sólo una expresión más de esa problemática. Por ello, era común ver

526
Redacción Nacional, «Los niños, blanco de la violencia», El Nuevo Siglo, 17 de octubre de 1996;
Colprensa, «Aumenta el maltrato al menor», Vanguardia Liberal, 15 de septiembre de 1997; El
Colombiano, «Paramilitares abusan sexualmente de jóvenes», El Colombiano, 1 de julio de 1998;
«Negro panorama del maltrato infantil en el 98», El Tiempo, 1 de marzo de 1999; Jerez, «El
espejismo de los niños raspachines»; Myriam Amparo Ramírez, «Por un futuro con futuro», El
Tiempo, 12 de octubre de 2000, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1288704;
Redacción El Tiempo, «Crítico informe sobre DD.HH», El Tiempo, 17 de marzo de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-588872; Ángela Constanza Jerez, «ONG
censuran uso y abuso de los niños», El Tiempo, 19 de agosto de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-465101; Redacción El Tiempo, «Sin escuela no
hay paz sostenible», El Tiempo, 7 de diciembre de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-713067; «El amor en tiempos de guerra»,
Semana, 18 de mayo de 2002, https://www.semana.com/especiales/articulo/el-amor-tiempos-
guerra/58241-3; «Más de 6 mil menores militan en los grupos armados», Semana, 1 de diciembre
de 2002, https://www.semana.com/noticias/articulo/mas-mil-menores-militan-grupos-
armados/55369-3.
Capítulo 4 201

notas periodísticas que se referían al conflicto armado y a la violencia sexual como una
parte más de un todo de afectaciones a la niñez. Con el tiempo, las notas de prensa fueron
más explícitas en señalar cómo el tráfico de menores y la violencia intrafamiliar se
entremezclaban con el conflicto armado, ya fuera porque los actores armados se
beneficiaban de la prostitución y el tráfico sexual, porque sus víctimas eran principalmente
niñas desplazadas, o porque la violencia al interior de la familia llevaba a las niñas a
vincularse a los grupos armados y luego a ser afectadas sexualmente527.

Los escasos reportajes en la prensa escrita en la década de 1990 sobre la violencia sexual
en la guerra vinieron de situaciones en las que la voz que fue privilegiada fue la del Ejército.
De hecho, fueron las voces militares las primeras en la prensa en indicar la relación entre
la guerra, el reclutamiento y la violencia sexual. En 1992 el Ejército indicó – en el marco
de los diálogos con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar – que la subversión cometía
violaciones a los derechos humanos, como “los casos de mujeres que son atropelladas si
se niegan a entregar a sus hijos a las filas extremistas”528. Este señalamiento se
enmarcaba en la oposición del Ejército a las negociaciones de paz con las guerrillas, por
considerar que les daba visibilidad internacional y un tratamiento político que no merecían
por carecer de motivación ideológica y política y, en cambio, dedicarse al negocio del
narcotráfico529. La violencia sexual, en este contexto, fue movilizada como un argumento
que probaba la falta del carácter político de la guerrilla y su condición de delincuencia

527
Redacción El Tiempo, «El mercado del sexo infantil en Cartagena», El Tiempo, 6 de junio de
2004, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1541696; Redacción Nacional, «La mala
racha de la niñez colombiana», El Espectador, 9 de julio de 2006; Redacción El Tiempo, «Presentan
plan para acabar con el trabajo infantil», El Tiempo, 2 de diciembre de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1041848; «360 de cada mil niños sufren mal
trato», El Nuevo Siglo, 17 de mayo de 2004; Redacción El Tiempo, «Crecen niños golpeados por la
violencia», El Tiempo, 8 de marzo de 2007. En un sentido similar se presentó esta información en
el marco de las organizaciones sociales; ver capítulo 1.
528
Jorge González, «Diálogo separado con cada guerrilla», El Tiempo, 13 de julio de 1992,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-156764. Es importante recordar que en el
gobierno de César Gaviria se desmovilizaron el M-19, el EPL, el PRT y el Quintín Lame y se hicieron
intentos de negociación en 1991 con las FARC, el ELN y una disidencia del EPL. Además, en 1994
se firmó un acuerdo con la Corriente de Renovación Socialista. En Fernán E. González González,
Poder y violencia en Colombia (Colombia: Odecofi-Cinep, 2014), 413; Chernick, Acuerdo posible,
111.
529
González González, Poder y violencia en Colombia, 414.
202 La prensa colombiana

organizada530.

Aunque la intencionalidad y el uso de la prensa como plataforma para desprestigiar al


enemigo escapa a este estudio531, sí es posible afirmar que la violencia sexual movilizó
recursos emocionales y estratégicos que impulsaron la guerra, frente a los cuales la
posición de la prensa no fue inocente ni desprevenida532. De hecho, a través de estos
iniciales reportajes se empezó a crear el sujeto particular de “niña guerrillera” que marcó
varios de los relatos sobre el reclutamiento y la violencia sexual.

Por ejemplo, en 1996 El Tiempo publicó la historia de ‘Victoria’: una joven de 16 años que,
según la nota, ingresó al ELN “porque se enamoró de uno de los muchachos” y
posteriormente se entregó al Ejército luego de unos combates533. El reportaje incluyó la
imagen que se observa a continuación de una niña vestida de camuflado, de espalda, con

530
Por este entonces tomó fuerza la idea que señalaba que las guerrillas habían perdido sus ideales
políticos y estaba deslegitimada – dado el contexto internacional propiciado por la caída del Muro
de Berlín y el contexto nacional que inauguraba una nueva Constitución – y, por ende, se los
acusaba de tener únicamente motivaciones económicas y de criminalidad. Ver Ibid., 417; Chernick,
Acuerdo posible, 120. Un grupo de intelectuales, entre ellos Gabriel García Márquez, en una carta
dirigida a la Coordinadora Guerrillera en 1994 señalaron: “Su guerra, señores, perdió hace tiempo
su vigencia histórica, y reconocerlo de buen corazón será también una victoria política”. En
Redacción El Tiempo, «Su guerra, señores, perdió vigencia histórica», El Tiempo, 22 de noviembre
de 1992, https://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-245292.
531
El uso de la violencia sexual como herramienta ideológica de guerra – en palabras de Martin
Alcoff – ha sido analizado en otros contextos. Ver, por ejemplo, Enzo Traverso, A sangre y fuego.
De la guerra civil europea, 1914-1945 (Buenos Aires, Argentina: Prometeo Libros, 2009), 208-11;
Linda Martin Alcoff, Violación y resistencia (Buenos Aires, Argentina: Prometeo Libros, 2019), 68.
Para el caso colombiano en la Nueva Granada, ver Lux Martelo, Mujeres patriotas y realistas entre
dos órdenes, cap. 3.
532
Un informe de Human Rights Watch y la Defensoría del Pueblo de 1998 señalaba de qué formas
la prensa sirvió de canal “para desacreditar a la guerrilla”: “El Ejército también ha obligado a ex
guerrilleros menores de edad a aparecer ante la prensa y recitar un testimonio preparado para
desacreditar a la guerrilla. En el informe de la Defensoría del Pueblo, una niña de 15 años que se
había entregado a los soldados dijo a los investigadores que era necesario colaborar para que la
pusieran finalmente en libertad. “Al otro día me presentaron a la prensa, me dijeron que tenía que
decir cosas malucas, que me habían obligado a irme, que los mandos me obligaban a acostarme
con ellos... nada de eso es cierto, pero ellos me dijeron que si no decía eso, me llevarían los
demonios.” En el informe se señalaba que, en este caso, el Ejército obligó además a la muchacha
a hablar con los periodistas contra su voluntad, que le tomaron fotos y publicaron su nombre,
poniéndola gravemente en peligro”. En Human Rights Watch, «Guerra sin cuartel. Colombia y el
derecho internacional humanitario», 1998,
https://www.hrw.org/legacy/spanish/informes/1998/guerra6.html#ninos.
533
Redacción El Tiempo, «El calvario de dos niñas guerrilleras», El Tiempo, 2 de abril de 1996,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-325155.
Capítulo 4 203

el rostro oculto y acompañada a lado y lado de dos militares con fusiles de largo calibre.

Imagen 4: Victoria

Fuente: Redacción El Tiempo, «El calvario de dos niñas guerrilleras», El Tiempo, 2 de abril de
1996

Según el testimonio de ‘Victoria’ publicado por El Tiempo, las mujeres en la guerrilla,

Estamos obligadas a convivir con una persona aunque ya no queramos y a las


mujeres que quedan en embarazo las despachan para la casa, cuenta Victoria.
Según lo admitió ante el brigadier general Alfonso Manosalva Flórez, comandante
de la IV Brigada, fue utilizada sexualmente por varias personas534.

Esta es la primera fotografía encontrada en la prensa estudiada sobre niñas reclutadas y


entregadas al Ejército. Esta imagen inaugura un tipo de sujeto particular con unos
contornos que requieren atención: su rostro se mantiene oculto pero su vestido camuflado
y la forma como los soldados la custodian genera una ambivalencia entre estar siendo
protegida y estar siendo juzgada, en otras palabras, entre su carácter de víctima o de
agresora. Esta tensión de las niñas reclutadas sería expuesta en momentos posteriores,

534
Ibid.
204 La prensa colombiana

tal como señalaré más adelante.

Para 1996 existía una idea preponderante en la prensa que asociaba la violencia sexual a
algo inevitable en todo conflicto: “Algunos caen víctimas de la matanza general de civiles,
otros sufren los efectos de la violencia sexual o las privaciones que los exponen al hambre
o a la enfermedad”, decía El Tiempo al cubrir el informe “Repercusiones de los conflictos
armados en los niños” de Naciones Unidas de 1996, el cual contribuyó a la construcción
de un campo autónomo de análisis sobre la infancia y los conflictos armados535. La
violencia sexual en medio de la guerra era interpretada como algo inevitable, tanto como
el hambre o las enfermedades o, en palabras unos años después de El Espectador:

Además de los riesgos de morir o de sufrir heridas en combate, el informe sobre


utilización de niños como combatientes precisa finalmente que en general ‘los
niños soldados pueden también correr el riesgo adicional del abuso de las drogas
y el alcohol, las enfermedades de transmisión sexual o los embarazos no
deseados’536.

Esta idea de la inevitabilidad explica que en muchos de los relatos de la prensa la violencia
sexual quedara subordinada al hecho del reclutamiento. Por ejemplo, en 1996 el periódico
El Nuevo Siglo al hablar de niños-soldados reportaba: “Sus labores van desde funciones
domésticas a sexuales y combatientes”537. Los actos sexuales eran considerados parte de
las funciones de la guerra y la forma de evitarlos era enfrentando el fenómeno del
reclutamiento, no de los actos de violencia sexual directamente.

A partir de 1998, el reportaje del reclutamiento de niños y niñas (especialmente en las filas
de la guerrilla), los debates nacionales e internacionales sobre sus derechos y los efectos
de la guerra en su condición de desplazados, ganaron importancia y autonomía respecto
de la violencia contra la infancia en general. En torno a estos tres ejes – reclutamiento,
derecho internacional y desplazamiento – poco a poco se abrió camino en la prensa la

535
Frías Rincón, «Los niños, prioridad de gobiernos». El informe de Naciones Unidas señala: “Otros
niños sufren los efectos de la violencia sexual o las múltiples privaciones propias de los conflictos
armados, que los exponen al hambre o a las enfermedades”. Ver Organización de las Naciones
Unidas y Machel, «Informe Machel». El análisis de este informe se encuentra en el capítulo 3.
536
«Crece abuso contra niños combatientes», El Espectador, 13 de junio de 2001.
537
Redacción Nacional, «Los niños, blanco de la violencia».
Capítulo 4 205

delimitación de un problema singular referido a la interrelación de los niños y la guerra y,


en ella, la violencia sexual. En otras palabras, la prensa fue creando un campo propio de
análisis sobre el reclutamiento en contra de niños y niñas como un tipo de violencia
particular y diferente a otras violencias cotidianas y familiares538.

La autonomía de los estudios sobre la afectación a los derechos en general y en la guerra


fue posible al menos por dos razones: i) un mayor conocimiento de las dinámicas de la
vida en las filas armadas y, ii) la mayor presencia de organizaciones y organismos de
derechos humanos abocados a vigilar la cuestión de la niñez en ellas.

Frente a lo primero, desde comienzos de la década de 1990, con ocasión de los acuerdos
de paz logrados con varios grupos guerrilleros y la desmovilización de varios actores
armados, el gobierno nacional creó programas para la dejación de armas y la reinserción
y, en 1994, expidió políticas orientadas a otorgar beneficios a quienes abandonaran la
guerrilla539. Estas políticas fueron sofisticándose hacia finales de la década540 y, en el
marco de las medidas que estos programas desarrollaron, fueron conociéndose los relatos
de niños y niñas reclutados y empezaron a aparecer en la prensa referencias a hechos de
violencia sexual.

538
Orlando León Restrepo, «Remedios, en paro cívico por retención de una niña», El Tiempo, 21
de enero de 1994, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-19855; Redacción El Tiempo,
«Continúa la polémica por presunta niña guerrillera», El Tiempo, 22 de enero de 1994,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-20545; Frías Rincón, «Los niños, prioridad de
gobiernos»; Raffo Flórez, «Los niños, víctimas ineludibles de guerra»; Enviados Especiales,
«Menores, víctimas de la confrontación»; Aleida Patarroyo, «Guerra de menores de edad», El
Espectador, 16 de febrero de 1999; Andrés Cala, «Niños sin paz, niños en guerra», El Tiempo, 25
de septiembre de 2000, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1210877; Francisco
Cajiao, «El conflicto de los niños», El Tiempo, 19 de diciembre de 2000,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1284142; Redacción El Tiempo, «Niños,
víctimas de la guerra», El Tiempo, 28 de noviembre de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-698572; Redacción El Tiempo, «Las violaciones
al DIH», El Tiempo, 10 de julio de 2001, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-425820;
«Crece abuso contra niños combatientes»; Ángela Constanza Jerez, «Los niños de la guerra», El
Tiempo, 4 de diciembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1335331.
539
Presidencia de la República, «Decreto 1385 de 1994» (1994),
https://www.funcionpublica.gov.co/eva/gestornormativo/norma.php?i=9138.
540
Agencia Colombiana para la Reintegración de personas y grupos alzados en armas, «Reseña
histórica institucional», octubre de 2016,
http://www.reincorporacion.gov.co/es/agencia/Documentos%20de%20Gestin%20Documental/Res
eña_Historica_ACR.pdf.
206 La prensa colombiana

De esta manera, la narrativa sobre la violencia sexual en el reclutamiento en diferentes


modalidades fueron incluidas inicialmente en informes técnicos y posteriormente
irrumpieron con fuerza en la prensa bajo los vocablos: abuso sexual541, violencia sexual542,
trata543, prostitución544, tortura sexual545, violaciones546, explotación sexual547, relaciones
sexuales548, abortos549, uso de anticonceptivos550, esclavitud sexual551 y embarazos552.
Aunque de manera prioritaria señalaron como víctimas a las mujeres, también enunciaron
violaciones sexuales contra niños553.

Sumado a la información que era conocida producto de las desmovilizaciones, la mesa de


negociación con las FARC en El Caguán (entre 1998 y 2002) permitió ahondar más en las

541
Café 7 días, «Guerrilleras se hacen pasar como domésticas», El Tiempo, 17 de marzo de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-587733; Redacción El Tiempo, «Crítico informe
sobre DD.HH»; Jerez, «Los niños de la guerra»; Jerez, «El espejismo de los niños raspachines»;
Raffo Flórez, «Los niños, víctimas ineludibles de guerra»; Enviados Especiales, «Menores, víctimas
de la confrontación»; Andrés Garibello, «Nueva generación crece en el monte», El Tiempo, 15 de
septiembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1349970; Jerez, «ONG
censuran uso y abuso de los niños»; Colprensa, «Aumenta el maltrato al menor»; El Colombiano,
«Paramilitares abusan sexualmente de jóvenes»; Patarroyo, «Guerra de menores de edad».
542
Frías Rincón, «Los niños, prioridad de gobiernos»; Redacción Nacional, «Los niños, blanco de
la violencia».
543
Frías Rincón, «Los niños, prioridad de gobiernos».
544
Ibid.; Jerez, «El espejismo de los niños raspachines»; Torres Pérez, «La discriminación aumenta
en la guerra»; Colprensa, «Aumenta el maltrato al menor»; Redacción Nacional, «Los niños, blanco
de la violencia».
545
Frías Rincón, «Los niños, prioridad de gobiernos».
546
Cala, «Niños sin paz, niños en guerra»; Jerez, «El espejismo de los niños raspachines»; Torres
Pérez, «La discriminación aumenta en la guerra»; Redacción El Tiempo, «Niños, víctimas de la
guerra».
547
Cala, «Niños sin paz, niños en guerra»; Torres Pérez, «La discriminación aumenta en la guerra»;
«Negro panorama del maltrato infantil en el 98».
548
Cajiao, «El conflicto de los niños»; Redacción El Tiempo, «Las violaciones al DIH».
549
Jerez, «Los niños de la guerra».
550
Ibid.
551
Torres Pérez, «La discriminación aumenta en la guerra».
552
Ibid.; Garibello, «Nueva generación crece en el monte»; «Crece abuso contra niños
combatientes»; «Negro panorama del maltrato infantil en el 98».
553
“Algunos datos del estudio sorprendieron. En el diagnóstico, de los 42 niños y niñas que aparecen
violados por miembros de grupos armados 17 son de sexo masculino. Inocentemente creíamos que
era sobre todo a las niñas y jóvenes a quienes había que cuidar de la violación sexual”. Redacción
El Tiempo, «Niños, víctimas de la guerra».
Capítulo 4 207

dinámicas de las guerrillas, incluido el reclutamiento de niños y niñas, lo cual se potenció


ante el hallazgo de historias y situaciones particulares. Por ejemplo, en el año 2000, en
pleno proceso de paz, se descubrieron los cuerpos de once niñas (entre 14 y 17 años)
guerrilleras de las FARC muertas en combate, que tenían implantados dispositivos
intrauterinos. De acuerdo con las necropsias “las niñas podrían haber sido sometidas a
acosos, pues los cuerpos presentan dilataciones anormales de sus genitales, que para los
especialistas son indicios claros de una marcada actividad sexual”554. Según el periódico
El Tiempo:

La utilización de este método fue confirmada por un guerrillero capturado en la


misma operación del Ejército, que le dijo a EL TIEMPO que esto fue ordenado
desde la zona de distensión por el secretariado de las Farc. El subversivo, que
pidió no ser identificado, dijo que a las menores, a las pocas horas de haber
ingresado a los campamentos, se les obliga a ponerse a disposición de los
enfermeros, que les instalan el dispositivo. A unas 15 compas que hacen parte de
la columna en la que íbamos les pusieron los dispositivos, dijo. Ellas no son niñas,
son mujeres. El subversivo refutó el que las menores sean objeto de abusos
sexuales. Es mentira que ellas se acuesten con varios hombres, lo único que
importa es planificar y evitar las enfermedades venéreas, dijo. Es un abuso sexual.
Otro subversivo de Arauca manifestó que ninguna mujer se ha muerto por usar
este aparato. Y aseguró que no es cierto que las compas tengan que acostarse
con varios guerrilleros, pues quien sea sorprendida es sancionada. Eso es
propaganda negra, comentó. Sin embargo, la noticia causó rechazo en los
organismos defensores de los derechos de los niños555.

La frase “ellas no son niñas, son mujeres” remite a una problemática: participar en la guerra
revestía a las niñas de una naturaleza adulta y, por ende, con capacidad de decisión, de
tal forma que no existía la inocencia que se pregonaba de la infancia556. La disputa

554
Félix Leonardo Quintero, «FARC someten a niñas a método de anticoncepción», El Tiempo, 14
de diciembre de 2000, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1213891.
555
Ibid.
556
La observación sospechosa sobre el consentimiento de las niñas se mantuvo en el tiempo. En
una nota publicada por la Revista Semana en 2002 en la que se relataba un informe de Profamilia
sobre los impactos a la sexualidad de las mujeres desplazadas, la Revista indicaba: “Muchas dicen
que les toca prestar dos servicios: el militar y el de los hombres. Las menores tienen que satisfacer
208 La prensa colombiana

planteada en la nota estaba asociada al carácter violento o no de lo sexual en escenarios


de conflicto armado y denotaba formas particulares de ver a las niñas en la guerra. El
debate estaba dado entre consentimiento, voluntad y violencia: de un lado se presumía la
falta de consentimiento y, por ende, de la violencia y, del otro, se pregonaba un acto
voluntario y responsable en el marco de la guerra557.

Las notas de prensa fueron acompañadas de tres imágenes, una de las cuales incluye a
una joven (¿niña? ¿mujer?) vestida de civil, caminando de espalda sin mostrar su rostro y
acompañada de un soldado al parecer de rango superior:

Imagen 5: Métodos de anticoncepción

Fuente: Félix Leonardo Quintero, «FARC someten a niñas a método de anticoncepción», El


Tiempo, 14 de diciembre de 2000

a sus superiores, como el reciente relato de una niña desmovilizada quien asegura que fue
compañera de 'Grannobles', de las Farc, por decisión de él”. La nota se titulaba “El amor en tiempos
de guerra”, planteando abiertamente el afecto como movilizador de las relaciones sexuales y
anulando la violencia. Ver «El amor en tiempos de guerra».
557
La cuestión del carácter violento o consensuado de la sexualidad en la guerra aparecerá en
varios momentos y lugares del hemisferio. Kimberly Theidon lo señala para el caso peruano cuando
cuestiona la presunción de violencia en entornos de conflictos armados y asegura que esta
presunción revela una suerte de infantilización de las mujeres que no se consideran capaces de
decidir. Ver especialmente Kimberly Theidon, «Género en transición: sentido común, mujeres y
guerra», Análisis Político 20, n.o 60 (mayo de 2007): 3-30.
Capítulo 4 209

Aunque en esta oportunidad la joven está vestida de civil, al igual que en 1996 las
imágenes sobre niñas reclutadas son interesantes no tanto por lo que muestran sino por
lo que se abstienen de mostrar: los rostros, lo cual es una extensión de la ausencia de sus
voces558. Las niñas aparecen como una sombra que no es posible delinear: no se conocen
sus versiones, no se conocen sus imágenes, no se conocen sus identidades ni sus
experiencias.

“Ellas no son niñas, son mujeres” también establece una ambigüedad respecto de las niñas
que trasciende la esfera del conflicto armado y revive la pregunta ¿en qué momento una
niña se convierte en mujer?559. Al igual que en otras espacialidades y temporalidades, la
pregunta revela la construcción de la víctima femenina y la contradicción que aparece en
el caso de niñas víctimas de violencia sexual donde, por un lado, se busca ratificar su
inocencia e indefensión y, por el otro, se las considera con un carácter ya corrompido y
potencialmente contaminador de otros niños y niñas560.

La ruptura de las negociaciones con las FARC y la elección de Álvaro Uribe Vélez en 2002
bajo la bandera de la lucha contra el terrorismo, imprimieron una dinámica nueva a la
guerra. En el marco de este gobierno se aprobaron algunas reformas legales que
incentivaron la desmovilización individual y colectiva y conllevaron el desarrollo de
estructuras estatales para regular el regreso a la vida civil de estas personas, lo que trajo,

558
La prohibición de mostrar imágenes que pudieran identificar niños o niñas víctimas se acogió en
Colombia con la Ley 1098 de 2006.
559
De acuerdo con Eugenia Rodríguez, en la Costa Rica del siglo XIX las preguntas para determinar
si se estaba ante un caso de estupro o de violación se encaminaban a responder a la gran cuestión
“¿en qué momento una niña se convertía en mujer?”. Ver Eugenia Rodríguez Sáenz, «Pecado,
deshonor y crimen. El abuso sexual a las niñas: estupro, incesto y violación en Costa Rica (1800-
1850, 1900-1950)», Revista Iberoamericana 2, n.o 8 (2002): 82.
560
Aunque en apariencia lejano en tiempo y espacio, puede hacerse una analogía en una especie
de sincretismo entre el caso costarricense del siglo XIX y la Colombia de finales de siglo XX. Para
el primer caso, Eugenia Rodríguez plantea: “Aunque el abuso sexual de un inocente era visto como
uno de los peores y más brutales crímenes cometidos contra los niños o la niñez, la víctima femenina
real era vista en forma problemática, debido a que el acto del abuso sexual suponía la construcción
de la niña a la vez como una víctima indefensa y corrompida en su inocencia. En consecuencia, la
niña abusada sexualmente era vista como una presencia contaminadora y un peligro particular para
los otros niños. La construcción de la niñez en términos de la inocencia sexual dependía de la
asociación de la adultez con el conocimiento y la experiencia. Las niñas que perdían su inocencia
no podían ser consideradas “niñas”, y en su lugar llegaban a ser desubicadas sociales que
necesitaban un reentrenamiento y reforma en una institución especializada”. En Ibid., 84.
210 La prensa colombiana

a su vez, un mayor interés por la vida en la guerra561. La disponibilidad de los datos y de


las víctimas explica, en parte, que a partir de 2002 un número importante de notas de
prensa se hubieran ocupado de mostrar casos específicos de niñas reclutadas que habían
sido víctimas de violencia sexual.

A ello debe sumarse que la vigilancia internacional y estatal se intensificó en el gobierno


de Uribe, la cual tuvo como uno de sus ejes la verificación de la situación de los niños y
niñas reclutados. La prensa no fue ajena a esta emergente preocupación y, de hecho, en
el cubrimiento a informes de organizaciones internacionales de derechos humanos como
Human Rights Watch562, entre otras563, de organismos de derechos humanos564 y de
entidades del Estado como la Procuraduría565 y el Ejército566, la prensa intervino
activamente en la emergencia del objeto de la violencia sexual. De hecho, se
incrementaron las columnas de opinión y los reportajes propios que elaboraron los
periódicos El Mundo, El Tiempo y El Heraldo567.

561
Congreso de la República, «Ley 742 de 2002. “Por medio de la cual se aprueba el Estatuto de
Roma de la Corte Penal Internacional, hecho en Roma, el día 17 de julio de 1998”» (2002); Agencia
Colombiana para la Reintegración de personas y grupos alzados en armas, «Reseña histórica
institucional», 16.
562
Redacción El Tiempo, «11.000 niños son combatientes», El Tiempo, 19 de septiembre de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1023628; Redacción El Tiempo, «Once mil
niños armados», El Tiempo, 20 de septiembre de 2003,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1020787; «Human Rights Watch denuncia
reclusión de menores en grupos armados ilegales», Semana, 15 de septiembre de 2003; Colprensa,
«Describen situación de niños en las filas de grupos ilegales», Vanguardia Liberal, 24 de abril de
2004.
563
«Las guerras personales», Semana, 29 de febrero de 2004,
https://www.semana.com/nacion/articulo/las-guerras-personales/63841-3; Redacción Nacional,
«La mala racha de la niñez colombiana»; «La guerrilla recluta niños desde los seis años de edad»,
El Nuevo Siglo, 13 de febrero de 2008.
564
«Más de 6 mil menores militan en los grupos armados»; EFE-AFP-AP, «Más de 1.000 millones
de niños víctimas de pobreza, sida y guerra», El Tiempo, 10 de diciembre de 2004; Andrea Peña,
«Infancia infeliz», Semana, 27 de junio de 2006, https://www.semana.com/on-line/articulo/infancia-
infeliz/79692-3.
565
Redacción El Tiempo, «Quejas por atención a niños de la guerra», El Tiempo, 11 de enero de
2003, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-981271; Colprensa, «2003: ya van más de
4.000 reinsertados», El País, 8 de diciembre de 2003; Andrés Garibello, «Niños son obligados a
matar, torturar y mutilar en la guerra», El Tiempo, 11 de diciembre de 2006; Redacción El Tiempo,
«Paramilitares escondieron a los niños que tenían en sus filas», El Tiempo, 12 de julio de 2008.
566
Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra», El Mundo, 30 de abril de 2005.
567
«Combatientes en Colombia», El Mundo, 26 de septiembre de 2003; Claudia López, «Los niñ@s:
Capítulo 4 211

Estos informes revelan una agenda conjunta, coordinada y retroalimentada entre


instancias oficiales y no oficiales tanto del orden internacional como nacional, en la que el
posicionamiento de la cuestión de la niñez y de la protección de sus derechos demostraba
la existencia de un lenguaje más o menos homogéneo que empezaba a instalarse y que
tenía como base fundamental el marco de los derechos humanos568. De allí que no pase
desapercibido que el cubrimiento periodístico de los informes internacionales contenía
recomendaciones específicas para el Estado que posteriormente eran retomadas por
entidades y organizaciones nacionales. En sentido inverso, sus hallazgos eran también
acogidos por estas instancias internacionales y, conjuntamente, fueron formulando un
campo de acción que, de la mano de la cuestión de la infancia, fue dándole un lugar a la
violencia sexual.

Sumado a la mayor disponibilidad de datos y a la vigilancia internacional, debe tenerse en


cuenta que a partir de diciembre del año 2002, en el marco de los pactos de los grupos
paramilitares vinculados a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) con el gobierno
nacional, se acordó un plan de desmovilización colectiva y total hasta el año 2005569.

Pese a existir mayores datos y ejércitos enteros en proceso de desarme, las notas de
prensa que luego de las desmovilizaciones se ocuparon de la relación entre el
reclutamiento por paramilitares, la niñez y la violencia sexual fueron excepcionales
(únicamente tres publicaciones), en ningún caso específicas a la cuestión de la guerra y,

nuestro mínimo común denominador», El Tiempo, 24 de junio de 2008; Ingrid Cruz Riaño, «Menores
con sufrimientos mayores», El Mundo, 28 de abril de 2007; John Harold Sánchez, «Antioquia, primer
reclutador de niños», El Mundo, 27 de noviembre de 2007; Fernando Umaña Mejía, «Paro de
juguetes contra la violencia», El Tiempo, 9 de agosto de 2007; Natalia Springer, «Dios entre
nosotros», El Tiempo, 24 de diciembre de 2007; Paul Martin, «Los que roban la infancia», El Tiempo,
24 de marzo de 2008; Redacción El Tiempo, «Jóvenes se reúnen en Chaparral para tratar temas
de reclutamiento de menores y maltrato infantil», El Tiempo, 28 de octubre de 2008; Miguel Barrios,
«“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla», El Heraldo, 3 de agosto de 2008.
568
Sobre el alcance del lenguaje de los derechos humanos me referí en los capítulos 1 y 3. Este
lenguaje ha creado un marco de interpretación sobre la violencia relacionado con los derechos, que
se presumen inherentes a las personas por el solo hecho de existir. Este lenguaje ubica en el centro
de la actuación a los Estados, quienes se presume tienen el deber de respetar, garantizar y proteger
los derechos de todas las personas que habitan sus territorios.
569
El Acuerdo de Santa Fe de Ralito de julio de 2003 entre el Gobierno Nacional y las AUC involucró
el compromiso de desmovilizar a la totalidad de los miembros de las AUC de manera gradual y
hasta el año 2005. Gobierno Nacional y AUC, «Acuerdo de Santa Fe de Ralito para contribuir a la
paz de Colombia», en El Gobierno Uribe frente al conflicto armado y la paz, acuerdo con las AUC,
Biblioteca de la Paz 2002-2010, Tomo VI (Bogotá: Fundación Cultura Democrática, 2003), 200.
212 La prensa colombiana

salvo en un caso, enunciaron la participación paramilitar en conjunto con la guerrilla y de


manera tangencial570. No hubo ningún reporte que específicamente se concentrara en el
reclutamiento paramilitar y la violencia sexual y, el único caso expuesto – que trae a
colación El Espectador – se enmarca en la explotación sexual, junto con la prostitución
infantil, la pornografía, el turismo sexual, la trata, los matrimonios tempranos y la utilización
sexual en grupos armados ilegales:

“Yo sé todo de esas armas, de cargar fusil, porque ellos me enseñaron (…) el
papá de mi bebé es paraco, yo lo conocí en Valencia. Cuando supo que yo estaba
embarazada ya no quiso seguir más conmigo, así embarazada estaba con
muchas mujeres en un bar, tomábamos mucho, consumíamos mucha droga…
conocí muchos viejos de plata, y como era una niña, los viejos me mandaban a
buscar mucho, ellos trataban con droga, coca, paracos, yo con esa gente no me
acostaba con 20 ni con 30 sino mas de 100…”

Este relato de una niña de Montería, entre decenas más recolectados por
investigadores, desnuda una realidad que las cifras apenas pueden insinuar:
aproximadamente 30.000 menores de edad son víctimas de explotación sexual
en Colombia571.

Como se lee, en el único reportaje sobre el accionar paramilitar no resulta contundente ni


siquiera el carácter violento del acto y tampoco su asociación con la guerra. Visto así, la
mayor información disponible ofrecida por organizaciones y organismos de derechos
humanos y por el propio Estado, era abiertamente ignorada por parte de la prensa.

Esta aparente omisión contrasta con las notas de prensa que El Tiempo, El Mundo,
Vanguardia Liberal, El Nuevo Siglo, El Espectador, Semana y El Heraldo publicaron sobre

570
Las tres notas de prensa corresponden a El Tiempo, El Nuevo Siglo y El Espectador, siendo esta
última la única que se refiere de manera específica a una situación particular de violencia sexual
cometida por paramilitares. Ver Redacción El Tiempo, «El mercado del sexo infantil en Cartagena»;
«360 de cada mil niños sufren mal trato»; Redacción Nacional, «La mala racha de la niñez
colombiana». En el año 1998 – cercano a la creación de las AUC en 1997 – el periódico El
Colombiano publicó una noticia en la que reportaba el reclutamiento en el Magdalena Medio en
donde “Los paramilitares no los discriminan por edades para reclutarlos y abusan sexualmente de
las jóvenes”. Ver El Colombiano, «Paramilitares abusan sexualmente de jóvenes».
571
Redacción Nacional, «La mala racha de la niñez colombiana».
Capítulo 4 213

el reclutamiento por parte de la guerrilla y la violencia sexual a partir de 2002572. En su


mayoría, los relatos se asociaban a hechos de violencia sexual cometidos por
comandantes573, algunos referían al perfil indígena de las víctimas574 y otros se ocuparon
de manera específica en describir la situación de las niñas reclutadas por la guerrilla575.

La diferenciación en el número y tipo de reportes de prensa vinculados a la guerrilla y a los


paramilitares no se explica fácilmente por la ausencia de información respecto de estos
últimos, puesto que, como se mencionó, este período se vio marcado por las
desmovilizaciones colectivas de los grupos paramilitares y un aumento de la información
disponible576. Entre otras explicaciones posibles, la diferencia puede asociarse al lugar de
la prensa con respecto a las políticas gubernamentales de entonces. El gobierno de Uribe
desplegó una serie de estrategias en el marco de la política de seguridad democrática para
deslegitimar la causa armada de las guerrillas y, tal como fue señalado previamente, la
violencia sexual operó como un lugar emocional importante para dicha deslegitimación, el
cual fue movilizado también desde algunos sectores de la prensa escrita.

El Ejército se mantuvo como una voz importante en estos reportajes, aunque fueron

572
Redacción El Tiempo, «11.000 niños son combatientes»; Redacción El Tiempo, «El mercado del
sexo infantil en Cartagena»; «Combatientes en Colombia»; Colprensa, «Describen situación de
niños en las filas de grupos ilegales»; «360 de cada mil niños sufren mal trato»; «Las guerras
personales»; Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra»; Redacción Nacional, «La
mala racha de la niñez colombiana»; Semana, «Infamia: los abusos físicos y sexuales a las niñas
en las FARC», Semana, 1 de julio de 2006; Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada
por la guerrilla».
573
Redacción El Tiempo, «11.000 niños son combatientes»; «Combatientes en Colombia»; «360 de
cada mil niños sufren mal trato»; Semana, «Infamia: los abusos físicos y sexuales a las niñas en
las FARC»; Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla».
574
Redacción El Tiempo, «11.000 niños son combatientes»; Agencia de noticias del Ejército,
«Herederos de la guerra»; Redacción Nacional, «La mala racha de la niñez colombiana»; Redacción
El Tiempo, «Paramilitares escondieron a los niños que tenían en sus filas»; Barrios, «“Adriana”,
reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla».
575
Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra»; Colprensa, «Describen situación de
niños en las filas de grupos ilegales»; «Combatientes en Colombia»; Semana, «Infamia: los abusos
físicos y sexuales a las niñas en las FARC»; Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada
por la guerrilla».
576
De acuerdo con la información del gobierno nacional, entre 2001 y 2008 se desmovilizaron
49.118 personas, de las cuales 36.194 pertenecían a las AUC y 12.914 a diferentes guerrillas. Para
el caso de las AUC, los años con mayor número de desmovilización fueron 2005 y 2006 con 11.800
y 18.741 personas, respectivamente. Datos procesados a partir de la información disponible en la
página oficial https://www.datos.gov.co/Inclusi-n-Social-y-Reconciliaci-n/ESTAD-STICAS-DE-LAS-
PERSONAS-DESMOVILIZADAS-QUE-HA/39pj-dba6, accedida el 24 de novoiembre de 2020.
214 La prensa colombiana

variando las modalidades de violencia sobre las que se referían577. Al respecto, dos notas
de prensa de El Mundo y El Heraldo en 2005 y 2008 son particularmente significativas.
Ambas movilizan las historias de dos niñas – ‘Marta’ en las FARC y ‘Adriana’ en el ELN –
y a través de ellas el mensaje transmitido por la prensa sobre la crueldad de las guerrillas
y la legitimidad de la causa en su contra. Aunque estas notas de prensa remiten a un plano
ideológico, resultan importantes en la medida que fue de la mano de ese interés de
señalamiento del enemigo que se hizo posible que diversas voces en la prensa entraran
en diálogo y contribuyeran a la creación de un problema público referido a la violencia
sexual.

El periódico El Mundo publicó en 2005 la crónica titulada “Herederos de la guerra”, escrito


por la Agencia de Noticias del Ejército578. Aunque su intencionalidad manifiesta era dar
cuenta de la situación del reclutamiento en Colombia y de un informe de Save the Children,
un alto porcentaje del texto se concentraba en la historia de ‘Marta’ y, a través de ella, en
la denuncia de los embarazos, abortos, anticoncepción y ‘promiscuidad’, “que no son vida
ni siquiera para una mujer adulta”. La nota es amplia en detalles sobre los abortos,
modalidades de su práctica y cifras. El caso de ‘Marta’ inicia el reportaje así:

“Cinco meses de embarazo tenía cuando fui obligada por mi comandante ‘El
Negro Acacio’ a abortar… me llevaron a un ‘hospital’ que manejan las Farc, allí
habían cinco muchachas mas, que también las obligaron a abortar… yo no dejaba
de llorar, porque uno de mujer lo que mas quiere es tener un hijo…quien me hizo
eso era un animal…”579.

La publicación tiene un claro interés de movilizar el sufrimiento como recurso de repudio a


ese otro que se hace ver como un “animal” que es capaz de quitarle a la mujer lo que
supuestamente más quiere que es su maternidad580. Opera un triple acercamiento a la

577
Redacción El Tiempo, «El calvario de dos niñas guerrilleras»; Redacción El Tiempo, «El mercado
del sexo infantil en Cartagena»; Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra»; Umaña
Mejía, «Paro de juguetes contra la violencia»; Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada
por la guerrilla».
578
Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra».
579
Ibid. La transcripción es exacta y se han dejado lo errores ortográficos, los puntos suspensivos
y las comillas.
580
Un análisis sobre el proceso de instalación del sufrimiento en el universo semántico y su eficacia,
Capítulo 4 215

cuestión del aborto: por un lado, ratifica la idea tradicional de lo femenino que asienta la
feminidad en la maternidad; por otro, moviliza la emoción hacia aquellos ‘niños no nacidos’,
activando el repudio que generan los actos contra la infancia y el consenso católico
conservador contra el aborto como un crimen contra la vida y; finalmente, otorga al
‘enemigo’ un carácter animal y monstruoso del cual puede el Ejército sentirse separado y
desde allí legitimar la guerra.

La historia de ‘Adriana’ que registra El Heraldo es en su sentido similar a la de ‘Marta’:

A medida que su cuerpo de niña se transformaba en el de una incipiente mujer,


los ojos de sus compañeros de monte ya lanzaban otras miradas, entonces en
vez de vivir con un indígena, fue víctima de constantes violaciones de varios
cabecillas del frente, según relató581.

‘Adriana’ es presentada como “una muestra viva del drama que sufren los niños en la
guerra” y también como una muestra de la tensión que se aloja en la bisagra ente la niñez
y la adultez.

Los relatos de ‘Marta’ y ‘Adriana’ evidencian de qué maneras la prensa hizo uso de la
tradicional imagen de la mujer como madre, reproductora y creadora de la nación y, al
mostrarla como víctima de violación, exacerbaba la idea de un honor colectivo que había
sido mancillado y que debía restaurarse, lo que servía de mecanismo político y emocional
para movilizar la guerra582. De esta manera, el señalamiento del uso de la violencia sexual
contra las mujeres tenía una capacidad perlocutiva que hacía que las palabras, más que

puede leerse en Fassin, La razón humanitaria. Una historia moral del tiempo presente.
581
Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla».
582
La asociación entre la nación y la mujer, y la violación y la imagen de la nación/mujer conquistada,
ha sido estudiada en varios textos en diferentes contextos. Ver, por ejemplo, Das, «En la región del
rumor», 2008; Julie Mostov, «Sexing the nation/desexing the body: politics of national identity in the
former Yugoslavia», en Gender ironies of nationalism: sexing the nation, ed. Tamar Mayer (London ;
New York: Routledge, 2000), 89-110; Jelin, La lucha por el pasado, 220. Jelin, siguiendo a Mostov,
señala que la relación de la mujer y la nación alude a “un complejo juego simbólico, [en el que] el
cuerpo femenino se convierte en la madre que gesta los hijos de la nación, pero también en el lugar
por donde puede penetrar – incluso con violencia – el otro. De ahí la necesidad de proteger y
disciplinar a las mujeres, vigilándolas y controlándolas. En el discurso nacionalista y en la política
de la identidad nacional, la violación de las mujeres (…) es, antes que nada, una violación a la
nación. Es una afrenta a los hombres, que no han sido capaces de defender las fronteras…”. En
Ibid., 221.
216 La prensa colombiana

meros enunciados, fueran un instrumento de la guerra583.

Aunque las historias de Marta y Adriana comparten un hilo narrativo, las imágenes que
presentan los periódicos distan en la representación de la violencia sexual en las filas de
la guerrilla. En la noticia elaborada por el Ejército para El Mundo, en el caso de ‘Marta' la
fotografía representa una escena en la que una de las jóvenes y un hombre (cuyo rostro
no se ve) se encuentran en una interacción que parece voluntaria y deseada:

Imagen 6: El caso de Marta

Fuente: Agencia de noticias del Ejército, «Herederos de la guerra», El Mundo, 30 de abril de 2005.

Aunque el pie de foto dice “Los cabecillas de los grupos al margen de la ley obligan a las
niñas y en general a las mujeres a emplear métodos anticonceptivos, prácticas de
promiscuidad, entre otros”, la fotografía – que en su original incluye la censura – dista de
la imagen de la violencia y la falta de consentimiento y, por el contrario, la muestra en una

583
Austin planteó que las palabras eran más que un mecanismo de comunicación, afirmando que
con ellas no solo se hablaba sino que se hacía. En este marco, las palabras podían tener una fuerza
perlocutiva, esto es, no solo hacer algo al enunciar (fuerza ilocutoria), sino hacer algo por enunciar
(acto perlocutivo). Das afirma que “las palabras pasan de ser un medio de comunicación a
convertirse en un instrumento de fuerza”. Ver Austin, Cómo hacer cosas con palabras, sec.
Conferencias VIII y IX; Das, «En la región del rumor», 2008, 117.
Capítulo 4 217

interacción consensuada e incluso promovida por la joven. Con esta contradicción se


recrea visualmente la aporía frente a la inocencia y la culpabilidad en la que las niñas se
encuentran inmersas en la violencia sexual: aunque el texto habla de obligar a las niñas,
la imagen representa la voluntariedad, remitiendo al campo iconográfico la disputa entre
su carácter inocente o culpable.

Esta tensión entre el texto y la imagen hace visible la constitución aporética de ese
movimiento por el cual se genera un sujeto que es digno de ser recogido dentro de los
procesos de justiciabilidad a costa de su agencia. En otras palabras, la gramática textual
nos remite a la protección de una víctima que es permanentemente obligada a diversas
modalidades de restricción a su libertad sexual y reproductiva, mientras que la gramática
visual evoca la capacidad de consentir aún en contextos de guerra, lo cual es leído como
culpabilidad compartida. La aporía es, entonces, ese nodo problemático entre, por un lado,
la inocencia que genera sujetos merecedores de tutela judicial y, por el otro, sujetos
considerados culpables, acreedores de castigo más que de protección. La aparente
contradicción entre texto e imagen nos hace visible la emergencia de una narrativa que
requiere sujetos enmarcados en la victimización, pero cuya experiencia vital en muchos
casos sobrepasa ese lugar pasivo584. Esa aporía da lugar a una crisis constante que
produce la evaluación de lo que ingresa y se excluye de la categoría de la violencia sexual,
en cómo leer el consentimiento, la voluntad, la fuerza y la amenaza de la fuerza585.

Las fotografías del caso de ‘Adriana’ publicadas por El Heraldo en 2008 son diferentes. En
una se observa a una niña de espalda frente a un coronel en una clara relación jerárquica
y que remite a la rendición de cuentas.

584
Esta cuestión sobre la agencia y la victimización fue abordado para otro contexto por Janet Halley
en «Rape in Berlin».
585
La exploración de las manifestaciones de esa aporía en el campo judicial, donde se debaten los
casos individuales y no el fenómeno en abstracto, inició en Colombia al cierre del corte temporal de
esta tesis y, por ello mismo, escapa a este documento.
218 La prensa colombiana

Imagen 7: El caso de Adriana, foto 1

Fuente: Miguel Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla», El Heraldo,
3 de agosto de 2008.

En la otra fotografía son las manos de Adriana, la niña, las protagonistas de la


representación de la inocencia: “Este es el drama que viven muchos niños en la guerra”,
señala el pie de foto:

Imagen 8: El caso de Adriana, foto 2

Fuente: Miguel Barrios, «“Adriana”, reclutada, abusada y embarazada por la guerrilla», El Heraldo,
3 de agosto de 2008.
Capítulo 4 219

Las imágenes plantean la dificultad de acercarse a la infancia en la guerra y las tensiones


que su procesamiento encarna. Por una parte, la cuestión de establecer cuándo una niña
(inocente y pura) se convierte en mujer adulta (responsable y potencialmente culpable).
De la mano de ella, cómo encarar la sexualidad en la guerra, si como un acto autónomo y
libre o como un acto marcado por lo violento.

La instalación en la opinión pública de la violencia sexual cometida por los actores armados
(especialmente la guerrilla) fue ascendente a lo largo del período estudiado e intensificó la
idea de un drama femenino asociado a la maternidad. Las formas como fue emergiendo la
violencia sexual instaló también algunas tensiones referidas a su carácter inocente o
culpable que pone de manifiesto la dificultad de abarcar el consentimiento en entornos de
guerra.

Algunos de estos aspectos, como la disputa sobre la inocencia o culpabilidad de las


víctimas, es exclusiva del campo del reclutamiento, mientras que otros se observan
también en el campo de la violencia sexual frente a civiles. Sobre este aspecto me referiré
a continuación.

B. “Lo que se viene es que todas superen el miedo y


denuncien”. La emergencia de la violencia sexual contra
civiles en la prensa

Además del reclutamiento y el lugar emergente de la violencia sexual respecto de las niñas
al interior de las filas, de manera simultánea y muchas veces sin vasos comunicantes, fue
abriéndose camino un campo particular referido a la violencia cometida en contra de
mujeres civiles por parte de los grupos armados. Esta emergencia fue posible
especialmente bajo tres condiciones: la creación de organizaciones de mujeres agrupadas
en torno a la paz, la instalación del lenguaje de derechos humanos que constituyó una
vigilancia nacional e internacional en el tema y, los debates sobre la justicia transicional
que se abrieron en Colombia a partir de las negociaciones entre el gobierno nacional y los
grupos paramilitares586. Respecto de las dos primeras condiciones, valga señalar que las

586
Respecto de la primera condición hago un barrido de la emergencia de organizaciones de
mujeres y paz en los capítulos 1 y 2; sobre la vigilancia internacional me ocupo en el capítulo 3 y
220 La prensa colombiana

organizaciones nacionales e internacionales reconocían la importancia de relacionarse con


la prensa para que sus informes y hallazgos fueran de conocimiento de la opinión pública
y sirvieran de canal de incidencia ante el Estado, lo que explica, en parte, que un número
significativo de las notas de prensa se refirieran a informes de dichas organizaciones.

El estudio de la prensa anterior a la década de 1990 no arroja ninguna mención a actos


que pudieran incorporarse en la categoría de violencia sexual cometida en el marco de la
guerra ni siquiera de manera tangencial. Fue de la mano de la Constitución de 1991 que
la preocupación pública por los derechos de las mujeres apareció. Muy pronto, para 1993,
periódicos como El Nuevo Siglo y Voz registraron un informe de la Defensoría del Pueblo
que alertaba que las mujeres eran víctimas de cuatro tipos de violencia: “familiar, callejera,
estatal y de la guerra”587.

Desde esta comprensión holística de la violencia en contra de las mujeres, las


organizaciones feministas se abocaron a impulsar reformas legales que la reconocieran.
El 25 de noviembre, Día de la no violencia contra las mujeres, se configuró como un
escenario permanente de movilización femenina que diferentes medios empezaron a
registrar a comienzos de la década de 1990 y que se mantuvo durante todo el período
estudiado588.

En las manifestaciones públicas del 25 de noviembre de comienzos de la década, El


Espectador y Voz registraron las demandas de las organizaciones feministas que se
orientaban principalmente a la regulación de la violencia en la familia y del acoso sexual,
incluido aquel cometido por el Estado589. Sin embargo, esta tendencia a asociar las
violencias en todos los espacios con igual jerarquía empezó a ceder ante la intensificación

sobre los debates de la justicia transicional me detengo en el capítulo 5.


587
Guillermo Restrepo Gutiérrez, «Urgen mecanismos para defender a la mujer», El Nuevo Siglo,
23 de julio de 1993.
588
El 25 de noviembre fue declarado como el Día de la no violencia contra las mujeres en el I
Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe llevado a cabo en Bogotá en 1981. Fue
institucionalizado por Naciones Unidas en 1999. Un análisis más profundo del alcance del Encuentro
y del 25 de noviembre fue realizado en el capítulo 1.
589
«Por una visión integral del género humano. Una alternativa a la violencia», Voz, 5 de diciembre
de 1991; El Espectador, «La mujer aboga por su dignidad», El Espectador, 27 de noviembre de
1993; «Algo más que simple anatomía», Voz, 2 de diciembre de 1993; «La sociedad debe ser más
sensible ante los problemas de la mujer», Voz, 2 de diciembre de 1993.
Capítulo 4 221

de la violencia derivada del conflicto armado y el fracaso de los intentos de negociación


con las guerrillas luego de la constituyente, que llevaron al gobierno de Gaviria (1990-1994)
al impulso de un “plan de guerra integral” para extinguir a la subversión por la vía
armada590.

En este entorno emergieron voces de organizaciones de mujeres campesinas (como


ANUC), que reportaron que las diferentes formas de violencia contra las mujeres “se han
agudizado en el marco de la ‘guerra integral’ declarada en el país, donde el número de
mujeres viudas, huérfanas y desplazadas crece cada día”591. De la mano de una mayor
victimización a la población civil, empezó en 1993 a circular información que asociaba a
las mujeres como víctimas de la guerra, tanto de manera directa como indirecta: “Muchas
han sido agredidas sexualmente, golpeadas, abandonadas y a otras la violencia les ha
arrebatado de golpe a sus hijos, esposos o padres, dejándolas enfrentadas a su suerte”592.

Tal como señalé en el capítulo 1, a partir del segundo lustro de la década de 1990 surgieron
organizaciones de mujeres cuyo trabajo se relacionaba directamente con la guerra y la paz
y, otras que previamente se habían conformado, giraron su actuar hacia los impactos del
conflicto armado y las acciones para el logro de acuerdos de paz.

A partir de 1996, derivado del proceso de incidencia de las organizaciones de mujeres, la


prensa empezó a plantear una novedad: que la guerra no era homogénea para hombres y
mujeres y que estas vivían una experiencia particular, por el hecho de ser mujeres. Esta
experiencia femenina específica en la guerra se vinculó a tres escenarios que, en un
principio, fueron presentados de manera conjunta y que lentamente empezaron a
bifurcarse y adquirir dimensiones y lugares de enunciación distintos. Se trataba de su
experiencia como sobrevivientes que se asociaba al rol de madres, esposas e hijas; la
vivencia femenina del desplazamiento y; la violencia sexual593.

Aunque las organizaciones de mujeres vincularon esta experiencia de violencia a la

590
González González, Poder y violencia en Colombia, 417.
591
«La sociedad debe ser más sensible ante los problemas de la mujer».
592
El Espectador, «La mujer aboga por su dignidad»; En el mismo sentido, «Algo más que simple
anatomía»; «La sociedad debe ser más sensible ante los problemas de la mujer».
593
Un análisis detallado de esta tríada es desarrollada en el capítulo 1.
222 La prensa colombiana

legitimidad que les daba para ser partícipes de los procesos de paz, la prensa de la época
priorizó la presentación de la imagen de victimización, acentuando el carácter trágico de la
vivencia de las mujeres en la guerra594. Para el 25 de noviembre de 1997, El Tiempo
señaló:

Son ellas las principales víctimas del conflicto armado porque, cuando no
participan directamente en la guerra, son las viudas, las huérfanas y las madres
que se quedan sin hijos. (…) En Colombia específicamente, además de tener
vínculos familiares con los combatientes, las mujeres son las principales
afectadas cuando hay desplazamiento (…). Como si fuera poco, ellas son blanco
preferido por los combatientes para agresiones físicas y sexuales y
frecuentemente la mujer rural que no tiene para dónde huir termina siendo violada
por los guerreros595.

La ausencia prácticamente total de casos hizo que las notas de prensa de esta época –
hasta 2002 – estuviera vinculada especialmente a las movilizaciones y demandas de las
organizaciones sociales que incidían en la prensa.

A partir del año 2002 ocurrió un giro significativo en las formas de registrar el emergente
objeto de la violencia sexual, propiciado por dos elementos: de un lado, la aparición de
algunas víctimas de manera anónima y, de otro, los debates sobre la justicia transicional
frente a los cuales se articuló la cuestión de la violencia sexual. Veamos.

En el momento de cierre del gobierno de Andrés Pastrana, posterior a la ruptura del


proceso de paz del Caguán con las FARC, y algunas semanas antes del inicio del primer
gobierno de Álvaro Uribe (2002-2006), las mujeres realizaron una marcha en Bogotá que

594
Hubo algunas notas de prensa que en enfocaron en el carácter de activistas por la paz de las
mujeres, las cuales fueron señaladas en el capítulo 1. No obstante, el relato predominante era el de
la victimización.
595
Redacción El Tiempo, «Día mundial de la no violencia contra la mujer». La movilización del año
98 también reportó el mismo sentido: “En el conflicto armado las mujeres se convierten en jefes de
familia y directoras de la comunidad. Son las sobrevivientes, las que viven y sufren la muerte de sus
padres, de sus hijos y las víctimas de crímenes como las violaciones y el abuso sexual. Se calcula
que el 78% de los 1.500.000 desplazados que hay en el país, son mujeres y niños, concluye
Restrepo”. Ver Redacción El Tiempo, «La ciudad de las mujeres».
Capítulo 4 223

fue titulada “Las mujeres pazharán”596. El cubrimiento mediático de El Tiempo acompañó


su reportaje con la fotografía de María Cristina Espinosa, una vendedora ambulante que
“sufre de dermatitis solar”, “sostiene a dos ancianas” y “marchará contra esta agobiante
situación”. Por primera vez desde 1996 que El Tiempo cubría las movilizaciones de
mujeres, la imagen no era la de una activista. Su fotografía no es casual, denota un giro
en el cubrimiento periodístico que revela la emergencia de un sujeto novedoso: la mujer
desplazada.

Imagen 9: María Cristina Espinosa

Fuente: Unidad de Paz, «Mujeres: por qué marchan», El Tiempo, 25 de julio de 2002

“Las mujeres pazharán” exigía “salidas políticas y negociadas al conflicto armado”597. En


palabras de Florence Thomas: “nunca se habían visto tantas mujeres pidiendo la
participación directa y autónoma de las mujeres en las políticas de paz después de un
cuatrienio donde fueron totalmente olvidadas”598. La imagen del olvido aparecía como
artefacto para movilizar las demandas de las organizaciones de mujeres de garantizar su
participación en las políticas de paz, pero en una imagen renovada ante el fracaso de la

596
Información adicional sobre esta marcha se encuentra en el capítulo 1.
597
Unidad de Paz, «Mujeres que pazharán».
598
Florence Thomas, «Pastrana y las mujeres», El Tiempo, 31 de julio de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1355962.
224 La prensa colombiana

mesa de negociación y la perspectiva de un gobierno que había asentado su elección no


en la búsqueda de la paz, sino en el despliegue de la guerra599.

Tan solo un mes después, el 23 de agosto de 2002, con ocasión de unos eventos de
violación perpetrados por paramilitares contra algunas mujeres en Santiago Apóstol (San
Benito Abad, Sucre), ocurrió un giro inesperado. El periódico El Tiempo publicó al menos
siete noticias referidas a la violación cometida en contra de algunas mujeres en ese
lugar600. El 10 de septiembre de ese año, el reportaje incluyó la imagen de una mujer que
sería la primera en mostrar a una víctima de un hecho identificado de violación por un actor
armado.

Imagen 10: Ana Paola

Fuente: Luz Neira Sáenz, «Un pueblo con miedo», El Tiempo, 10 de septiembre de 2002.

599
Sobre el uso del olvido y el silencio como parte de los artefactos discursivos de las
organizaciones de mujeres pueden verse los capítulos 1 y 2.
600
Redacción El Tiempo, «Paras violaron mujeres», El Tiempo, 31 de agosto de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1382563; Redacción El Tiempo, «Santiago, un
pueblo aterrorizado», El Tiempo, 10 de septiembre de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1357290; Luz Neira Sáenz, «Un pueblo con
miedo», El Tiempo, 10 de septiembre de 2002; Redacción El Tiempo, «Estudiantes atemorizados»,
El Tiempo, 20 de septiembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1339236;
Germán Rey, «Las versiones oficiales», El Tiempo, 22 de septiembre de 2002,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1337164; Redacción El Tiempo, «Quiénes
fueron», El Tiempo, 23 de septiembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-
1335143; Redacción El Tiempo, «Director de ICBF, herido gravemente», El Tiempo, 5 de octubre
de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1313543.
Capítulo 4 225

El pie de foto dice: “Varias mujeres de Santiago Apóstol (Sucre) habrían sido violadas por
un grupo armado. Responsabilizan a las Autodefensas”. La posición del cuerpo de la mujer,
el pixelado en su cara y el espacio que ocupa, expresan una forma de mostrar y la
teatralización de lo que se quiere hacer ver: mostrar un cuerpo sin rostro, un relato que se
imagina, pero no se cuenta, un relato sin voz. Se trata de un cuerpo que no debe ser
mostrado en un acto que mezcla protección y vergüenza.

Este caso revela un doble desplazamiento: se trata de la primera vez que se hace un
cubrimiento de una noticia donde el centro de los hechos es un caso de violencia sexual
cometida por paramilitares contra mujeres civiles, y es la primera vez que muestra la
imagen de una civil directamente señalada de ser víctima de violación601. Ambos giros
resultan sorprendentes: no es claro por qué este caso en particular generó tal despliegue,
siendo que su impacto social fue mucho menor en comparación con otros que implicaban
asesinatos, masacres, desplazamientos y torturas. Probablemente se deba a que haya
sido el primero en el que una de las mujeres habló en primera persona a la prensa:

Ana Paola fue la única mujer que se atrevió a denunciar que fue violada, pero
sabe de al menos tres casos más de jóvenes que no se atreven a contar sus casos
por la estigmatización que puedan sufrir después602.

Probablemente Ana Paola es la joven de la foto y es fundadora de una nueva narrativa que
inauguraba un nuevo sujeto: la de la víctima de violencia sexual que empezaba a
delinearse y que, en todo caso, era diferente a la mujer desplazada.

El contraste entre las dos fotografías es evidente: María Cristina muestra su rostro, es una
luchadora, una desplazada que sale a la calle a exigir sus derechos. Ana Paola está sola,
es un ser que se construye como sufriente y que, aunque cuenta y pone sus palabras, está
oculta.

601
Algunas noticias previas ya se habían referido al uso de la violencia sexual por paramilitares,
pero no era su eje de argumentación. Ver El Colombiano, «Paramilitares abusan sexualmente de
jóvenes»; Óscar Cardona, «El juez Garzón condenó crímenes contra indígenas antioqueños», El
Colombiano, 18 de mayo de 1999; Bustos, «El Salado, 72 horas de terror»; Redacción Nacional,
«La verdadera ley del monte», El Tiempo, 6 de mayo de 2001,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-527641.
602
Neira Sáenz, «Un pueblo con miedo».
226 La prensa colombiana

La fotografía de Ana Paola expuesta en el periódico se vuelve representativa del sujeto


emergente: una mujer (un sujeto generizado), que no muestra su rostro, que aunque habla
aparece silente, que se mantiene en las sombras. Inclusive el pixelado en su cara mezcla
un acto de protección frente al estigma social, y simultáneamente, un lugar de vergüenza
por el acto, pues no se trata solo del pixelado, sino de la posición de la mujer que busca
ocultar su rostro. Es la aparición de ese sujeto que empieza a ocupar el lugar de la
ausencia, pero desde el anonimato (en clave del desplazamiento señalado en el capítulo
2). Esta imagen, contrario al interés de las organizaciones sociales que movilizaron la
díada víctima-activista, acentúa en la victimización y el sufrimiento, y prioriza en la narrativa
ese lugar estático por encima de la acción social.

Si se lee esta imagen en conjunto con una que aparecerá posteriormente pero cuyo relato
circuló el periódico El Tiempo en diciembre de 2002, se entiende la emergencia de un
nuevo sujeto con características diferentes a las de la mujer desplazada. Con ocasión del
día de los derechos humanos El Tiempo señaló:

De las violaciones a los derechos humanos se podría decir que se dividen en tres
clases: las que causan gran escándalo por la violencia conque se realizan o por
los personajes involucrados, las perpetradas contra personas anónimas, que se
diluyen en el mar de violencia del país, y las que discurren en forma tan
permanente que rara vez causan revuelo, a pesar de que pueden aportar tantas
víctimas y sufrimiento como las otras. (…) De las violaciones que se quedan en el
silencio habló ayer un grupo de mujeres en Bogotá603.

Esas “violaciones que se quedan en el silencio” hacían referencia a algunos casos de


violencia sexual, entre ellos, el de “una líder comunitaria, de 18 años, [que] fue torturada
durante una hora y violada por presuntos paramilitares. Las mujeres mostraron la foto del
brazo de la joven, en el que los victimarios le grabaron sobre la piel, con un bisturí, las
letras A U C”604.

603
Redacción El Tiempo, «Sombras en el Día de los Derechos Humanos», El Tiempo, 10 de
diciembre de 2002, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1344718.
604
Ibid.
Capítulo 4 227

Imagen 11: “La foto del brazo de la joven”

Fuente: Jesús Abad Colorado605

Aunque el periódico no publica la imagen, presento la fotografía tomada por Jesús Abad
Colorado en el 2002 a la joven de 18 años que fue marcada con las letras del grupo
paramilitar, y que con el tiempo se convertiría en un ícono de la violencia sexual: se trata
de un brazo izquierdo con la mano cerrada y tres letras en el antebrazo marcadas con un
cuchillo en un trazo lineal: A.U.C. La imagen es simple pero adquiere un lugar simbólico
preponderante: revela un acto de dominación, de objetivación, un acto de poder absoluto.
Y es icónico porque pareciera que la palabra violación junto a la imagen fuera suficiente
para transmitir el sufrimiento de la violencia sexual; esa imagen colectiva que presume que
la violación es lo peor, es inenarrable y deja huellas indelebles. La imagen pone el
sufrimiento en el lugar de la obviedad, y esa obviedad opaca la posibilidad de narrar la
experiencia y, a su vez, absuelve a las víctimas de testimoniar. La imagen que remite a la
violación nos lleva como espectadores al lugar de la imaginación y del silencio: el silencio
de Ana Paola y el silencio de la joven de 18 años. Este lugar de la obviedad, del silencio y
de la imaginación, será confrontado con los debates subsiguientes sobre la justicia, en los
cuales la imaginación se hará insuficiente y se exigirán palabras, relatos y detalles. Ante
la ausencia de ellos, revisitamos y reactualizamos la imagen. Por ello, no en vano esta
fotografía está expuesta en varios informes y estudios emblemáticos sobre la violencia,

605
Carolina Ponce de León y Jesús Abad Colorado, Jesús Abad Colorado: mirar de la vida profunda,
Primera edición (Bogotá, Colombia: Paralelo 10 : Editorial Planeta Colombiana, 2015), 46.
228 La prensa colombiana

entre ellos, los informes de Amnistía Internacional de 2004 y el del Centro de Memoria
Histórica “¡Basta ya!” de 2013606.

Dos sujetos empezaron a emerger en el 2002 aunque de formas e intensidades diferentes:


las mujeres desplazadas y las víctimas de violencia sexual607. A partir de entonces empezó
un proceso de bifurcación entre el desplazamiento y la violencia sexual que fue potenciado
por los debates sobre la justicia transicional que se dieron en el marco de los acuerdos con
los grupos paramilitares y frente a los cuales la prensa ocupó un lugar central. Sobre ello
me ocuparé a continuación.

Como he señalado en capítulos anteriores, en diciembre de 2002, el gobierno nacional y


los paramilitares asociados en las AUC acordaron un cese unilateral de hostilidades, la
intención de acordar un plan de desmovilización y el desarrollo de medidas que permitieran
su desarme y reintegro a la sociedad civil, con beneficios jurídicos para anular o reducir
sus penas. Estos acuerdos y las medidas iniciales impulsadas por el gobierno – que
eliminaban en la práctica la posibilidad de cumplir una pena de prisión – generaron en la
sociedad una ardua disputa entre posturas que privilegiaban la paz y otras que acentuaban

606
Jesús Abad Colorado en su exposición El Testigo, adelantada a partir de octubre de 2018, señala
sobre esta foto: “No supo si fueron cuatro o cinco los hombres que la violaron. Con el mismo objeto
corto punzante con el que marcaron su brazo, le hicieron cortaduras en sus senos y piernas.
También tenía varias quemaduras de cigarrillo. Esas marcas desaparecieron de su cuerpo, pero
nunca de su alma. Tardé mucho en decidirme a publicar su testimonio. Primero estaba la intimidad
y seguridad de ella y su familia, que una noticia. Solo lo hice con su autorización, dos años después
de sucedido el crimen en un informe de Amnistía Internacional”. En Jesús Abad Colorado, El testigo.
Memorias del conflicto armado colombiano en el lente y la voz de Jesús Abad Colorado, 2018, 2018,
Exposición Claustro de San Agustín de la Universidad Nacional de Colombia.
La imagen se puede ver en «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 41; «¡Basta ya! Colombia:
memorias de guerra y dignidad», 2013, 307,
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/descargas.html.
607
Esta emergencia de las víctimas no es exclusiva de las mujeres, sino que se enmarca en un giro
mucho mayor de desplazamiento del centro de gravedad de los acusados a las víctimas. François
Hartog, «El tiempo de las víctimas», Revista de Estudios Sociales 44 (diciembre de 2012): 17. Para
el caso colombiano, tal como lo señaló Myriam Jimeno y otras en 2015, “las víctimas (…) no son
entidades naturales sino construcciones histórico-culturales que emergen con claridad en las
condiciones del proceso colombiano, apenas en los últimos diez años, hasta el punto que su
significado está en plena disputa”. Myriam Jimeno, Daniel Varela, y Ángela Castillo, Después de la
masacre: emociones y política en el Cauca indio (Centro de Estudios Sociales e ICANH, 2015), 289.
Una mirada de más larga duración para el caso colombiano puede revisarse en el texto de Nubia
Fernanda Espinosa Moreno, «De damnificados a víctimas. La construcción del problema público de
los afectados por la violencia en Colombia (1946-1991)» (México, Universidad Autónoma
Metropolitana, 2019), http://ilitia.cua.uam.mx:8080/jspui/handle/123456789/268.
Capítulo 4 229

que la paz no sería posible sin justicia. Estos debates se inscriben en el campo conocido
hoy en día como justicia transicional.

Estos debates, en los que intervino la sociedad en su conjunto, incluida la prensa,


marcaron una novedad tanto por los contextos de enunciación como por las voces
reportadas que variaron en sus formas y tipos. Aunque la prensa siguió registrando la
situación de los derechos de las mujeres en el marco de las conmemoraciones del 8 de
marzo608 y del 25 de noviembre609, ya no fueron las movilizaciones y marchas, sino los
informes y casos que diagnosticaban las violencias sexuales los que coparon la prensa. Si
bien aparecieron nuevas voces que se referían a la violencia sexual610, fueron las de las
organizaciones y organismos de derechos humanos las que obtuvieron mayor atención.
La prensa cubrió ampliamente los informes de carácter nacional611 y regional – en particular

608
María del Carmen Garavito, «La indolencia del sistema», Voz, 5 de marzo de 2003; «Una mujer
muere al día por causa de la violencia»; Liliana Salazar Barrientos, «Las dos marcas de la guerra»,
El Mundo, 8 de marzo de 2005; Gutiérrez, «¿Qué tanto se agrede a la mujer en Santander?»
609
Néstor Alonso López, «Grito de mujer en el Atrato», El Tiempo, 27 de noviembre de 2005,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1843068; Javier Restrepo, «Se proponen
romper el silencio», El Mundo, 25 de noviembre de 2005; «La impunidad del proceso con los paras
ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres»; Redacción El Tiempo, «“Día de la No Violencia contra
la Mujer”», El Tiempo, 21 de noviembre de 2007; Rodrigo Uprimny, «Suprimir la violencia contra las
mujeres», El Espectador, 25 de noviembre de 2008; «La impunidad del proceso con los paras ha
golpeado con mayor fuerza a las mujeres».
610
Estas voces fueron las universidades, la iglesia católica y el partido político Polo Democrático.
Para las universidades ver Redacción El Tiempo, «En radio, vida de desplazadas», El Tiempo, 26
de octubre de 2003, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1025892; Florence
Thomas, «Caminando París», El Tiempo, 20 de octubre de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1550028. Para la iglesia católica ver «Hay
“atropellos inconfesables”», El Mundo, 14 de julio de 2004. Para el partido político Polo Democrático,
ver Redacción El Tiempo, «Texto completo de la declaración del Polo», El Tiempo, 20 de septiembre
de 2007. También debo destacar que para el año 2008 el Premio Nacional de Paz involucró
experiencias asociadas a la violencia sexual en el conflicto. Ver Laura Ardila Arrieta, «Ellas eran
prostitutas y vencieron la guerra», El Espectador, 21 de septiembre de 2008; Paula López, «El
enfermero se ganó Premio Nacional de Paz», El Colombiano, 12 de octubre de 2008.
611
Los periódicos El Nuevo Siglo, El Espectador, El Tiempo, El Mundo, El Colombiano, Vanguardia
Liberal, El País y Semana publicaron los informes producidos por la Red Nacional de Mujeres,
Profamilia, la MMCA, la Ruta Pacífica, la Coalición Colombiana contra la Tortura, Codhes, Avre,
IMP y Women’s Link Worldwide. Ver «Una mujer muere al día por causa de la violencia»; Colprensa,
«Cada día una mujer muere a causa del conflicto»; Colprensa, «Cada día una mujer muere por el
conflicto»; León Cruz, «Desplazamiento: más duro para la mujer»; El Espectador, «Desplazadas
por la violencia tienen más hijos»; El Tiempo, «Las mujeres desplazadas»; «La desmovilización de
las autodefensas vista con ojos de mujer»; «El cuerpo femenino como arma de guerra»; «Mujeres
violadas: un trauma social»; «Seguridad Democrática “facilita” actos de tortura»; Redacción El
Tiempo, «Cifras vergonzosas»; Redacción El Tiempo, «Mujeres con pantalones»; «El 6 por ciento
de mujeres en el país han sido violadas»; Gutiérrez, «¿Qué tanto se agrede a la mujer en
230 La prensa colombiana

de Antioquia612 y Magdalena Medio613 – que fueron producidos por organizaciones


sociales614.

También la prensa se ocupó de algunos informes de la Defensoría del Pueblo615, de


Naciones Unidas616 y la Comisión y Corte Interamericana de Derechos Humanos617, que

Santander?»; Redacción El Tiempo, «Antes de los 15 violaron a 339 mil colombianas», 15; Ricardo
Santamaría, «Profamilia», El Tiempo, 2 de febrero de 2007; Redacción El Tiempo, «Desolador
diagnóstico por la violencia nacional», El Tiempo, 10 de octubre de 2008; «Periodista dice Gobierno
de Colombia no podrá obrar igual con Barak Obama», Vanguardia Liberal, 25 de noviembre de
2008; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual contra las mujeres, arma de guerra en Colombia,
dice ONG»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual contra las mujeres, nueva arma de guerra en
Colombia»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual, la otra arma de la guerra»; «A 133 se elevó el
número de mujeres agredidas sexualmente»; Wetterwald, «Más allá de las cifras, personas»;
«Paras han asesinado o desaparecido a 250 mujeres»; Colprensa, «Se incrementa el abuso sexual
contra las mujeres»; Redacción Política, «Gobierno y 1.200 ONG en examen de derechos humanos
ante la ONU»; «ONG». El caso de Women’s Link es interesante puesto que, en su estrategia para
demandar la inconstitucionalidad del delito del aborto, uno de los ejemplos significativos movilizados
en prensa para justificar el por qué el aborto debía ser despenalizado en caso de violación era lo
ocurrido con las mujeres cuando quedaban embarazadas por actores armados. Ver Perilla
Santamaría, «El aborto, asunto de salud pública»; Redacción El Tiempo, «Aborto y constitución»,
El Tiempo, 25 de abril de 2005, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1623425.
612
Redacción El Tiempo, «Más violaciones a derechos humanos», El Tiempo, 11 de diciembre de
2003, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1045407; Redacción El Tiempo,
«Preocupa violencia contra mujeres», El Tiempo, 27 de septiembre de 2004,
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1528849; «Hay “atropellos inconfesables”»;
José Monsalve, «Mujer y conflicto armado», El Mundo, 9 de octubre de 2005; Ricardo León Cruz,
«Balance bastante preocupante», El Mundo, 8 de diciembre de 2006; ibid.; Juan Carlos Monroy G.,
«Santo Domingo no olvida su dolor», El Colombiano, 17 de septiembre de 2008; Juan Carlos
Monroy G., «Homicidios rajaron balance de d.h.», El Colombiano, 11 de diciembre de 2008.
613
«Optimismo frente a los avances en derechos sexuales», Vanguardia Liberal, 10 de noviembre
de 2008; Julia C. Hurtado Isaza, «Los DDHH en el Magdalena Medio siguen siendo vulnerables»,
Vanguardia Liberal, 11 de diciembre de 2008.
614
La información sobre el cubrimiento de la prensa de los informes de organizaciones y organismos
internacionales puede leerse en el capítulo 2.
615
Redacción El Tiempo, «No se defienden derechos sexuales de desplazados», El Tiempo, 15 de
diciembre de 2007; Redacción Justicia, «Por abuso sexual huyen 2 de cada 10 desplazadas»;
Redacción El Tiempo, «Una violencia silente»; Redacción El Tiempo, «Violencia sexual hizo huir a
2 de cada 10 desplazadas, revela estudio de la Defensoría del Pueblo».
616
«ONU denuncia práctica de torturas en Colombia»; Redacción El Tiempo, «Tráfico humano,
horror en aumento»; «ONU pide acabar “nexos” de funcionarios con Auc»; Resumen Agencias,
«Analizan violación contra la mujer en conflicto armado»; Raigozo, «Severas críticas a
paramilitarización e impunidad»; «Mujeres, 10 razones para no celebrar»; Colprensa, «52% de las
mujeres colombianas comprometidas ha sido agredida»; «Se disparan casos de mujeres
contagiadas con Sida».
617
Redacción Nacional, «“El Estado tiene la obligación de pagarles”»; Redacción Justicia, «En solo
seis meses, van casi 50 mil víctimas que piden reparación»; «Rememorando Ituango».
Capítulo 4 231

fueron escenarios de incidencia de organizaciones sociales618 y de cooperación


internacional619. Los informes de organizaciones de derechos humanos como Amnistía
Internacional620, el Comité Internacional de la Cruz Roja, Human Rights Watch, Save the
Children y Médicos sin Fronteras fueron objeto de análisis y cubrimiento por la prensa621.

Las organizaciones autoras de estos informes encontraron en la prensa un espacio


necesario para la divulgación de sus documentos y cada vez más mantenían relaciones a
fin de que la prensa escrita publicara a través de noticias sus argumentos622. Esta relación
no fue de mera transcripción; pues si bien la prensa contribuyó a transmitir algunos de esos
mensajes, también intervino los énfasis y los modos de presentación, priorizando por
ejemplo el carácter atroz de la violencia sexual, sus profundos daños y la idea de una
victimización permanente y más gravosa de las mujeres en la guerra.

En el capítulo 2 he profundizado en los giros característicos del período marcado por la


justicia transicional desde las voces privilegiadas de las organizaciones. También la prensa
fue parte de esos giros, por ejemplo, bajo la utilización de un lenguaje más jurídico
asociado a los crímenes, exponiendo más casos o situaciones anónimas, señalando su
carácter estratégico a través de las figuras de arma de guerra y campo de batalla, utilizando

618
Redacción Política, «Gobierno y 1.200 ONG en examen de derechos humanos ante la ONU»;
Redacción El Tiempo, «ONU examinará el primer informe sobre situación derechos humanos en
Colombia»; Redacción El Tiempo, «Pulso sobre derechos humanos en el país sostendrán Gobierno
y ONG ante la ONU en Ginebra».
619
Redacción Vida de Hoy, «US$ 7 millones para frenar violencia contra la mujer»; Redacción Vida
de Hoy, «Programa integral contra violencias de género invertirá US$7’200.000 para frenar agresión
contra la mujer»; Redacción El Tiempo, «Invierten 7 millones de dólares en programa para frenar
violencia contra la mujer».
620
Efe, «MUJERES»; «Mujeres: víctimas “invisibles” del conflicto colombiano»; Colprensa, «Las
mujeres, un campo de batalla»; Yarce, «Mujeres: campo de batalla en el conflicto»; Redacción
Política, «Las víctimas ocultas de la guerra»; «Intercambio humanitario es posible»; «El cuerpo
femenino».
621
«Entre 2002 y 2006 han sido asesinados 518 sindicalistas»; Redacción El Tiempo, «Alarma por
la crisis de desplazados en Colombia»; Redacción Judicial, «¿Una justicia obstaculizada?»;
Redacción El Tiempo, «Graves abusos de cuerpos de paz»; «Médicos Sin Fronteras denuncia alta
violencia sexual»; Redacción El Tiempo, «Violación arma de guerra».
622
Uno de los canales intermediarios en la relación con los medios fue la agencia de noticias
Colprensa, que tiene como medios socios El País, Vanguardia Liberal, El Universal, La Patria, La
Opinión, El Nuevo Día y La Tarde, lo que llevaba a las regiones la información producida a nivel
central y viceversa. Ver http://www.monitoreodemedios.co/colprensa/. En el anexo 6 se pueden
detallar las noticias publicadas por Colprensa en varios periódicos.
232 La prensa colombiana

cifras, e indicando la existencia de un proceso de silenciamiento social, armado y estatal623.

Sumado a ello, la prensa jugó también un papel importante en los debates de la Ley de
Justicia y Paz y su implementación, escenario en el cual la violencia sexual como un
problema social autónomo cristalizó su proceso de emergencia e inició un proceso de
solidificación.

La prensa cubrió voces diversas que pedían participar en el acuerdo de paz624, exigir
castigo a los perpetradores de los crímenes625, establecer mecanismos judiciales
específicos para la violencia sexual626, denunciar el incumplimiento en la entrega de armas
y la continuidad de las estructuras paramilitares627 y establecer mecanismos de
reparación628. Una vez empezó a implementarse la Ley de Justicia y Paz, la prensa también
cubrió sus hallazgos respecto de la violencia sexual629.

En todos estos escenarios asociados a la justicia transicional, la prensa – de manera

623
Ejemplos de esos desplazamientos en el registro de la prensa son presentados en el capítulo 2.
624
Unidad de Paz, «No a amnistía de criminales».
625
Mercado, «Tire y afloje por la ley de paras»; «Sociedad civil pide penas ajustadas»; Díaz, «Me
llevo a tu mujer porque me gusta»; Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual
por el conflicto».
626
Redacción El Tiempo, «Las mujeres piden que las saquen de la guerra»; Redacción Justicia,
«Recopilan ADN paramilitar con saliva de los reinsertados»; León Cruz, «La verdad de los ex
paramilitares se conocerá fragmentada»; Mantilla Falcón, «Violación y lágrimas».
627
Redacción Nacional, «La sombra para en las economías regionales», El Tiempo, 3 de julio de
2005, http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1643368; «La desmovilización de las
autodefensas vista con ojos de mujer»; «La impunidad del proceso con los paras ha golpeado con
mayor fuerza a las mujeres»; Lozano, «El harem que los paras tienen secuestrado en el Putumayo»;
«Paras han asesinado o desaparecido a 250 mujeres».
628
Redacción Nacional, «Colombianos no quieren ex paras en política», El Tiempo, 23 de enero de
2007; Redacción El Tiempo, «Ellos reparan», El Tiempo, 22 de junio de 2008; Redacción El Tiempo,
«Duro pulso por salvar ley de víctimas en Cámara», El Tiempo, 21 de octubre de 2008; Redacción
El Tiempo, «Una ley para Colombia», El Tiempo, 28 de octubre de 2008; Redacción El Tiempo,
«Gobierno suspendió entrega de 48.000 hectáreas destinadas a reparación de víctimas», El
Tiempo, 17 de abril de 2008; Redacción El Tiempo, «La masacre de Trujillo fue escogida por la
CNRR como eje de su informe sobre crímenes emblemáticos», El Tiempo, 27 de agosto de 2008;
Redacción El Tiempo, «Sobre tres puntos se centrará discusión de la ley de víctimas en la Cámara»,
El Tiempo, 20 de octubre de 2008; Buriticá Céspedes, «Violencia sexual en el conflicto armado».
629
Frank Bajak, «“Paras”, los dueños de las mejores tierras», El Heraldo, 28 de enero de 2007;
«Crímenes silenciados»; Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y
Paz»; Redacción El Tiempo, «Lo que ellas callan»; Colprensa, «Reparación a mujeres víctimas de
la violencia»; «Las que pierden siempre».
Capítulo 4 233

heterogénea y con énfasis diferentes entre los periódicos – fue tejiendo varios hilos
argumentales que provenían de momentos previos, a través de los cuales fue trazando
narrativas sobre la violencia sexual, las cuales fueron utilizadas para movilizar argumentos
respecto de la Ley de Justicia y Paz, tal como desarrollaré a continuación.

Durante el trámite de dicha ley en el año 2005, los periódicos El Heraldo y Vanguardia
Liberal, en el marco de los debates propiciados por IMP y la Red Nacional de Mujeres,
publicaron algunos reportajes a través de los cuales señalaban las limitaciones de los
proyectos de justicia transicional para los paramilitares, teniendo como ejemplo el
desconocimiento a los derechos de las víctimas de violencia sexual. Vanguardia señaló en
uno de sus reportajes:

Hoy nadie sabe en Colombia y menos el Estado, cuántas mujeres son objeto de
agresión sexual por parte de los actores del conflicto armado. Peor aún, a aquellos
que saben de su existencia, los congresistas de la República, no parece
importarles.

(…) “A ellos les interesó más la rebaja de penas y considerar sus actos como
delitos políticos. Si en esta iniciativa no escucharon los derechos de las víctimas,
mucho menos los de las mujeres. Como ahora se admitió el delito de sedición,
estas agresiones quedarán en la impunidad…”, dijo Sánchez Mora [abogada de
IMP]630.

Se dio entonces una doble operación: del lado de las organizaciones sociales, la intención
de demostrar la gravedad de la experiencia de las mujeres en la guerra para que quedara
por fuera de las medidas de amnistía. Del lado de la prensa, justamente por esa
representación del sufrimiento, la violencia sexual operó como un vehículo válido para el
cuestionamiento de las medidas que se estaban debatiendo en el Congreso, las cuales
podrían llevar a la amnistía y a la impunidad respecto de cualquier delito.

Una vez aprobada la ley en 2005, en la prensa la cuestión de la violencia sexual ocupó un
lugar significativo para señalar la continuidad del paramilitarismo, pese al proceso de
negociación y desmovilización. En otras palabras, para denunciar el incumplimiento de lo

630
Gutiérrez, «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto».
234 La prensa colombiana

pactado. Con ocasión de un informe sobre la desmovilización paramilitar publicado por la


Ruta Pacífica, la revista Semana señaló:

“Los paramilitares tienen derecho a desmovilizarse, les dan garantías, les dan
apoyos... a las personas que hemos sido violadas y que hemos sido inocentes y
que nunca hemos querido estar en ese contexto, nunca nos han reparado en
nada”.

(…) De acuerdo con la investigación realizada por Patricia Ramírez, “Dicho


proceso de (des)movilización deja muchas dudas y preguntas sobre su efectividad
y el real desmonte del paramilitarismo en el país, y particularmente para la Ruta
Pacífica de las Mujeres, plantea serias preocupaciones sobre la continuidad y
permanencia de la violación de los derechos humanos y la violencia sexual contra
la vida y el cuerpo de las mujeres, niñas y jóvenes, perpetradas por los
paramilitares durante y después del proceso que ha llevado a 29.781 hombres y
1.787 mujeres a dejar las armas, en prácticamente todo el territorio nacional”631.

También El Tiempo cuestionó el desarme paramilitar a partir de algunos casos que señaló
como esclavitud sexual contra trabajadoras sexuales. Una nota publicada en 2007
encabezaba:

Cuando llegamos nos trataron como reinas. Con el pasar de los días simplemente
éramos las putas del pueblo. Y hoy no solo somos sus rehenes sino sus víctimas:
los muchachos (paras no desmovilizados y los de las nuevas bandas) ya mataron
a unas cinco compañeras632.

El Nuevo Siglo indicó en el cubrimiento a un informe de la Mesa de Trabajo Mujer y


Conflicto Armado (MMCA), que este:

Concluye que por la manera como se están llevando a cabo los procesos
judiciales de la Ley 975, no hay garantías para las víctimas a la hora de denunciar
o enfrentar a sus victimarios. “Por ejemplo, la violencia sexual por parte de los

631
«La impunidad del proceso con los paras ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres».
632
Lozano, «El harem que los paras tienen secuestrado en el Putumayo».
Capítulo 4 235

paramilitares ha continuado durante el proceso de desmovilización. Las heridas


físicas y psicológicas se han visto agravadas por el control que ejercen en zonas
del país, donde los desmovilizados han pasado de victimarios a ‘líderes’ sociales
y comunitarios y se han convertido en ‘primera instancia’ para la tramitación de
conflictos”633.

Como se lee, a través de relatos e informes de organizaciones sociales, la prensa encontró


en la violencia sexual un recurso retórico para explicar de qué forma la desmovilización
paramilitar no había sido efectiva: la continuidad de la violencia sexual operaba como
prueba del fracaso del desarme y, a su vez, como muestra del desbalance entre víctimas
y agresores. A través suyo se gestaba una crítica al conjunto del proceso de paz y, al
mismo tiempo, se le reconocía a la violencia sexual el estatus de gravedad: “la violencia
sexual asociada al conflicto es considerada una de las conductas más graves”634, decía El
Tiempo en 2007 en el cubrimiento de una encuesta sobre reinserción.

En un sentido similar, en la nota de Semana titulada “Crímenes silenciados”, la revista


indicaba:

Al lado de las muertes y las desapariciones, la Fiscalía ha escuchado muchas


historias de violaciones, que se están quedando sin castigo. Al lado de las
muertes, el abuso sexual parece un crimen menor. Pero no lo es, porque deja
huellas imborrables en el cuerpo y en el alma de quien lo sufre. Como en el caso
de Micaela, a quien la tristeza le brota por todas partes (…)635.

Pero ¿por qué las víctimas no denuncian? Posiblemente porque la violación es


una herida abierta en la dignidad de las víctimas, mientras los victimarios gozan

633
«Paras han asesinado o desaparecido a 250 mujeres».
634
Redacción Nacional, «Colombianos no quieren ex paras en política».
635
La historia de Micaela es descrita así: “Antes de cumplir los 15 años, [Micaela] ya "tenía marido".
Una unión que duró muy poco. Siendo una niña todavía, le tocó sufrir los atropellos de los paras en
La Gabarra, en el municipio de Tibú (Norte de Santander). Muchas mujeres, como ella, fueron
violadas. Y a pesar de que muchos paramilitares están entregando fosas y hablando de sus
asesinatos, no mencionan los abusos sexuales que cometieron con decenas de campesinas, que
todavía guardan silencio por miedo, o por vergüenza”. En «Crímenes silenciados».
236 La prensa colombiana

de la impunidad636.

Una de las medidas que fue aprobada en la ley se refería a los beneficios de pena reducida,
los cuales estaban condicionados a que los desmovilizados dijeran la verdad en las
versiones libres que rendían ante las autoridades. Esto significa que sus declaraciones
deberían ofrecer información cierta y plena para la satisfacción del derecho a la verdad de
las víctimas, o de lo contrario podrían ser excluidos de los beneficios pactados. Pese a que
los paramilitares no confesaban la violencia sexual, la forma como esta ausencia fue
relatada en la prensa, más que cuestionar la falta de verdad de los desmovilizados, intentó
explicar el silencio de las víctimas, poniendo en sus hombros el deber de “confesar”.

El señalamiento, el miedo y los traumas fueron las principales explicaciones sobre la falta
de denuncia, elementos que eran aprovechados por los paramilitares que no confesaban.
En 2008 El Tiempo señaló que:

La IMP asegura que el abuso sexual ha sido una práctica de guerra sistemática
de los paramilitares (también ha documentado decenas de casos de la guerrilla),
pero ninguno de los jefes que han rendido versión libre ha mencionado el tema y
Salvatore Mancuso, que el pasado 19 de febrero fue interrogado al respecto,
respondió con cinismo: "¡Cómo se le ocurre! Dentro de nuestros estatutos está
prohibido" (…).

Según el Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer, en la guerra la


víctima generalmente es vista como mártir, como sacrificada, pero las víctimas de
violencia sexual, aun en el conflicto armado, son marginadas, señaladas en la
familia y en la comunidad. "La mujer ve desdibujada su identidad al ser señalada
e identificada como 'aquella a la que le hicieron' o 'aquella que se estaba buscando
lo que le pasó'", dice el informe. Y todo esto se da en un marco que hace aún más
grave la situación y es que, como dice Javier Ciurlizza, "la violencia sexual es un
tema tabú, oculto, el más difícil de sacar a la luz y además las víctimas no
confiesan"637.

636
Ibid.
637
Redacción El Tiempo, «Lo que ellas callan».
Capítulo 4 237

No obstante estos argumentos, uno que tomó fuerza y resultó incluso más persistente que
el señalamiento, el miedo y los traumas, fue el de un desconocimiento de las víctimas de
que habían sido víctimas. Por ejemplo, El Tiempo en 2007 señalaba:

William Briceño, quien maneja el Sistema de Información de Justicia y Paz (Sijyp)


de la Fiscalía, afirma que las mujeres que han padecido estos ataques no
denuncian por vergüenza, por miedo o porque simplemente creen que no vale la
pena. Incluso, afirma, muchas de ellas consideran que no fueron víctimas de un
delito638.

En un sentido similar, en El Espectador Patricia Buriticá, en su calidad de comisionada de


la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) y directora de IMP, indicó
que:

Las mujeres no hablan, sienten vergüenza, culpa, temor a la estigmatización y


desconocen que lo que les sucedió es una violación a sus derechos. Las pruebas
y los testimonios no se recogieron en su momento y estamos a la voluntad del
versionado, hasta hoy han sido mínimas las referencias a este delito en las
versiones libres. Ellas deben enfrentar cuestionamientos para comprobar si es
verdad o no lo que están diciendo, sienten que se justifica a los perpetradores, se
sienten frustradas, no protegidas y hasta culpables. Falta capacitación entre los
operadores judiciales y otras entidades para asumir la atención a las víctimas de
violencia sexual639.

Desde estas formas de relatar el silencio, las víctimas no denunciaban porque sentían
miedo, tenían traumas y temor al señalamiento, pero también porque no sabían que eran
víctimas, aspecto que instalaba la idea de las mujeres como ignorantes, expropiadas de
su propia experiencia640.

638
Restrepo, «Solo 21 denuncias por violación han llegado ante Justicia y Paz». En un sentido
similar puede leerse Colprensa, «Reparación a mujeres víctimas de la violencia».
639
Buriticá Céspedes, «Violencia sexual en el conflicto armado».
640
Aunque el sentido que las organizaciones sociales y entidades estatales dieron a esta cuestión
estaba ubicado más del lado de la naturalización de la violencia y el cómo el continuum de estas
violencias hacía que para muchas fuera “normal” padecerlas, la ausencia de esta interpretación en
un medio de comunicación masivo como la prensa tenía el efecto de expropiación de la experiencia.
238 La prensa colombiana

Según el relato predominante de la prensa, las mujeres no podían denunciar, pero sin sus
denuncias la justicia no podría avanzar, así que la expectativa de superar la impunidad
recaía en los hombros de las víctimas. Ello explica que Patricia Buriticá indicara en Semana
en 2006: “… otra parte importante de lo que se viene es que todas superen el miedo y
denuncien”641.

A partir del proceso de aprobación y puesta en marcha de la Ley de Justicia y Paz se puede
observar en la prensa un proceso de solidificación del objeto de la violencia sexual en el
conflicto armado. Su juridificación a través de esta ley elevó la violencia sexual a un estatus
jerárquicamente superior frente a otras violencias que no fueron señaladas explícitamente
dentro de la norma y adquirió el carácter de violencia emblemática de la experiencia
femenina marcada por el sufrimiento. Los debates sobre la aplicación de la ley partieron
de la premisa de su gravedad y, aunque se mantuvieron algunas cuestiones provenientes
de momentos previos, las preocupaciones sobre la violencia sexual pasaron al plano de lo
probatorio, dándole un lugar central a las víctimas y al Estado.

En este escenario de debate y vigilancia pública que aún cuestionaba si la ley era una
norma de impunidad o de justicia, la Corte Constitucional inició en 2007 un proceso de
análisis de los efectos del desplazamiento forzado en perspectiva de “enfoques
diferenciales”, siendo el primero de ellos el de género mediante el Auto 092642, el cual se
dio en seguimiento a la decisión proferida en 2004 a través de la sentencia T-025, que
declaró el estado de cosas inconstitucional respecto de la población desplazada643.

El periódico El Espectador y la revista Semana cubrieron el fallo a través de columnas de


opinión de Iván Cepeda Castro y de Alejandra Azuero, ambos provenientes de sectores
de la sociedad civil644.

641
«La desmovilización de las autodefensas vista con ojos de mujer».
642
Corte Constitucional, Auto 092 en 092. Posteriormente la Corte estudió la situación de niños,
niñas y adolescentes (Auto 251 de 2008), pueblos indígenas (Auto 004 de 2009), comunidades
afrocolombianas (Auto 005 de 2009) y personas con discapacidad (Auto 006 de 2009). Para el caso
del Auto 251 ver el cubrimiento de Semana en «Corte exige atención debida a niños desplazados»,
Semana, 14 de octubre de 2008, https://www.semana.com/nacion/problemas-
sociales/articulo/corte-exige-atencion-debida-ninos-desplazados/96241-3.
643
Esta cuestión la presentaré a profundidad en el capítulo 5.
644
Iván Cepeda Castro es hijo de Iván Cepeda Vargas, líder político de la Unión Patriótica asesinado
Capítulo 4 239

Aunque la columna de Iván Cepeda en El Espectador tiene una naturaleza descriptiva de


los principales pronunciamientos de la Corte Constitucional en el Auto, inicia así:

Existen fallos judiciales cuya lectura avergonzará a las generaciones futuras, pues
muestran las dimensiones y el carácter de los crímenes que se cometen en
nuestro país. El Auto 092 de 2008 que acaba de proferir la Corte Constitucional
es uno de ellos. Su contenido está dedicado a tomar medidas de protección de
los derechos de las mujeres desplazadas y a estudiar la amplia gama de
violaciones cometidas contra ellas, a través del análisis de una pequeña muestra:
600 casos645.

La columna es significativa porque intenta desplazar la vergüenza de las víctimas a la


sociedad, a “las generaciones futuras” como metáfora del abandono del presente; y reitera
uno de los mecanismos retóricos que se venía utilizando previamente: la idea de la
masividad de la violencia contra las mujeres y el escaso conocimiento con el que se
contaba. Su carácter descriptivo no es ocasional, la presentación de las medidas de política
pública y criminal que había adoptado la Corte Constitucional marcaban un hito en el
camino: aunque ponían el foco en la violencia sexual, su énfasis estaba orientado a las
medidas institucionales para darle trámite a sus efectos en distintos campos.

En un sentido similar, la columna de Alejandra Azuero en Semana también resaltaba la


atrocidad para llamar a la acción colectiva y, especialmente, a la acción en lo público – por
oposición a lo privado –:

Los testimonios de las víctimas colombianas son sobrecogedores. A las mujeres


embarazadas les han introducido todo tipo de objetos por el vientre hasta hacerlas
abortar; a campesinas, afros e indígenas las han violado varios hombres frente a

en 1994. Fue fundandor de el Movimiento Nacional por las Víctimas y el Movimiento Nacional de
Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE). Fue representante a la Cámara entre 2010 y 2014 y
posteriormente senador de la República. Es esposo de Pilar Rueda, feminista colombiana quien fue
Delegada de la Defensoría del Pueblo para asuntos de género entre 2009 y 2013. Alejandra Azuero
es abogada colombiana y doctora en antropología de la Universidad de Chicago; trabajó en Codhes
donde fue autora de la investigación sobre la violencia sexual en las masacres del Chengue y El
Tigre (Codhes y Azuero, Las sobrevivientes cuentan: La experiencia de las mujeres en las masacres
de Chengue y El Tigre.)
645
Iván Cepeda Castro, «Las desplazadas», El Espectador, 8 de junio de 2008.
240 La prensa colombiana

sus hijas e hijos; también han obligado a niñas y adolescentes a bailar desnudas
ante grupos de soldados, paramilitares y guerrilleros. Sin embargo, la violencia
sexual contra las mujeres en el marco del conflicto ha sido ignorada durante
mucho tiempo por las autoridades colombianas y por la población en general. Es
considerada como una forma de violencia que debe enfrentarse en el ámbito
privado. Aún así, durante los últimos dos o tres años, y en gran medida debido al
enorme esfuerzo de las organizaciones de mujeres a nivel nacional y regional, el
drama de las víctimas comienza por fin a ser visibilizado. (…)

La violencia sexual en el conflicto es un horror que no termina. Por lo tanto, es


necesario que el Estado desarrolle una política pública que apunte tanto a la
prevención como a la atención de víctimas desde una perspectiva integral. Es
decir, a través de una estrategia que incorpore acompañamiento psico-social,
tratamiento físico y asesoría jurídica, y que además tenga en cuenta la voluntad
de las mujeres. El horror comienza – y termina – por casa646.

Como se lee, una vez emitido el Auto 092 finalizó la controversia sobre su estatus de
gravedad, y la violencia sexual pasó a representar de manera prioritaria la experiencia
femenina en la guerra. No en vano todas las notas de prensa asociadas a la difusión del
Auto 092 resaltaban la atrocidad de los actos de violencia sexual a partir de descripciones
concretas y detalladas de actos de empalamiento, prostitución, violaciones a niñas, entre
otros casos que el fallo de la Corte había recogido y que llenó el vacío de casos
demandados por los medios de comunicación escritos647. Al mismo tiempo, los reportes de
la prensa recogieron y potenciaron las decisiones de la Corte Constitucional, enfatizando
en las acciones que debería emprender el Estado para hacer frente a sus efectos.

El fallo del Alto Tribunal, dada su voz su autoridad, contribuyó a la cristalización en la


prensa de la emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado como una categoría
jurídica y social, autónoma y relevante. Sobre ese proceso institucional me referiré en el

646
Alejandra Azuero, «El horror comienza por casa», Semana, 20 de septiembre de 2008,
https://www.semana.com/opinion/articulo/el-horror-comienza-casa/95442-3.
647
Redacción El Tiempo, «A responder por crímenes contra las mujeres ordenó a Fiscalía y
Gobierno la Corte Constitucional», El Tiempo, 24 de mayo de 2008; Redacción El Tiempo, «Las 600
mujeres que conmovieron a la Corte».
Capítulo 4 241

siguiente capítulo.

C. A modo de conclusión

Desde la década de 1990 y hasta el año 2008, la prensa en Colombia operó como un
importante escenario de configuración de un problema social que el Auto 092 de 2008
agrupó en la categoría de violencia sexual en el conflicto armado colombiano.

Fueron dos los escenarios privilegiados de enunciación: el reclutamiento en contra de


niñas, especialmente al interior de la guerrilla; y la afectación a las mujeres civiles,
principalmente en el marco de la tríada desplazamiento forzado, abandono y violencia
sexual.

En estos dos campos la prensa operó como plataforma de configuración de los debates
tanto del reclutamiento como de la violencia sexual contra civiles, involucrando voces
diversas de manera heterogénea. Dio un mejor lugar a la denuncia de hechos cometidos
por la guerrilla en contra de niñas combatientes, evidenciando una compleja relación de la
infancia, la violencia sexual y la guerra, donde la pregunta por el consentimiento y el
carácter inocente permaneció en tensión.

También la prensa en el proceso de registrar los informes de organizaciones sociales y


organismos internacionales de derechos humanos, en una tensa relación con ellas, acogió
y enfatizó el carácter de extrema victimización de las mujeres, relegando a un segundo
plano el carácter de activistas y pactantes de la paz.

A través de la prensa escrita, la violencia sexual fue utilizada para movilizar recursos
emocionales que impactaban el desarrollo de la guerra, lo cual ocurrió tanto de la mano
del reclutamiento, como en los énfasis y silencios respecto de la victimización a mujeres
civiles. Un ejemplo a destacar es que una vez se inició el proceso de desmovilización
paramilitar, la prensa privilegió la presentación de casos cometidos por la guerrilla por
encima de los grupos paramilitares sobre los cuales existía mayor información.

Nadie nunca se opuso en la prensa a considerar grave la violencia sexual ni a cuestionar


que fuera la demostración máxima de la victimización femenina, incluso pese a no tener
ninguna prueba de su existencia masiva. Esto ocurrió, por una parte, por el significativo
242 La prensa colombiana

lugar de autoridad de las organizaciones y organismos que enunciaban el tema y, por otra,
porque los argumentos que lo demostraban iban más de la mano de una moral que veía
en ella una de las peores experiencias posibles. Así, aunque con matices, la violencia
sexual emergió de la mano de la idea de un honor mancillado.

Vistas de conjunto todas estas aristas que posibilitaron la emergencia de la categoría de


la violencia sexual en el conflicto armado, encontramos que fue en el entorno de los
debates sobre la justicia transicional en el que la violencia sexual se transformó de un acto
inenarrable, a un crimen que requería detalles, testigos y pruebas. En esos debates y en
los usos de la violencia sexual por la prensa para movilizar argumentos críticos sobre la
ley en su conjunto, la violencia sexual adquirió un estatus público de gravedad y las
problemáticas se desplazaron al campo de lo probatorio y lo penal. El espacio que había
ocupado el silencio en la narrativa que dio lugar a su emergencia demandaba ser cubierto
por palabras y, especialmente, por víctimas concretas. Así, ese sujeto silente que
empezaba a emerger en las sombras – representado por Ana Paola –, exigía ser
transformado rápidamente para cumplir con las demandas de los procesos penales.
Paradójicamente, las lecturas de la violencia sexual en la prensa dejaban lugar a una
imagen de las mujeres como sufrientes permanentes y construía un discurso que en vez
de protegerlas ponía en sus hombros el deber de hablar.
5. La cristalización de una nueva categoría
jurídica: la violencia sexual en el conflicto
armado

Presentación

El proceso adelantado por los movimientos sociales – especialmente el de mujeres –, por


organismos y organizaciones internacionales con presencia o vigilancia en Colombia, por
la prensa y otras voces, fue construyendo en el curso de los años como un común
denominador la exigencia al Estado de la regulación del problema emergente de la
violencia sexual. Como he señalado en capítulos anteriores, en esa relación de estos
actores con el Estado fue configurándose la violencia sexual en el conflicto armado como
un problema público. El análisis del proceso de juridificación al interior de las instancias
estatales es el objeto de estudio de este capítulo.

El proceso de juridificación llevado a cabo en el Estado debe evitar ser leído desde al
menos tres aristas. En primer lugar, es necesario distanciarse de la mirada del Estado
como mero receptor pasivo de la incidencia de actores externos. Tal como desarrollaré en
este capítulo, los agentes del Estado enmarcados en diferentes entidades como el
Congreso, el Gobierno, la Corte Constitucional, entre otros, se posicionaron de maneras
heterogéneas ante las demandas de actores externos y fueron, ellos mismos, actores
demandantes de actuación. En este sentido, el Estado – entendido de manera heterogénea
y no monolítica – fue parte activa del proceso de emergencia y construcción de la violencia
sexual en el conflicto armado.

En segundo lugar, es necesario evitar historiar el proceso jurídico como una mera cadena
de sucesos que inevitablemente conllevaría a la juridificación de la violencia sexual. De
hecho, como plantearé en este capítulo, este proceso no fue simplemente la solidificación
de un movimiento externo con un objeto ya cristalizado, sino que su construcción fue
polémica y disputada entre varios modelos normativos disponibles. Desde esta
perspectiva, lo finalmente aprobado no es una historia lineal sino parte de un proceso
conflictivo y producto de relaciones de poder donde distintos agentes interactuaron,
244 La cristalización de una nueva categoría jurídica

incluidos los estatales.

En tercer lugar, siguiendo las dos líneas anteriores, es necesario evitar pensar lo normativo
como un mero reflejo de “la realidad” o como una fiel imagen de esa “realidad” a la que
tardíamente responde. El acto jurídico, en tanto acto, es performativo, condensa en sí una
trama de relaciones históricas y de contextos marcados por conceptos, símbolos e
imaginarios que han sido disputados648.

Historiar el proceso de juridificación de la violencia sexual desde esta triple perspectiva –


el Estado como agente activo, el proceso como algo polémico, disputado y conflictivo, y la
norma como acto y no como reflejo – permite restituir el carácter político del derecho que,
como parte de su propia ficción, se presenta de manera apolítica. Esta historización desde
lo político del derecho permite observar su carácter contingente, disputado y disputable y,
a su vez, reconocer la polisemia, la diversidad de opciones disponibles que fueron dejadas
a un lado y que, a su vez, nos hablan de otras formas posibles de pensar el problema
público de la violencia sexual en el conflicto armado. Tal como lo señala la filósofa Linda
Martin Alcoff, el ámbito jurídico ha sido “el sitial principal para resarcir el problema de las
violaciones sexuales”, y las modificaciones y emergencias que se dan al interior del
derecho dan cuenta de una “fricción epistémica”, es decir, una “forma en la cual los saberes
en conflicto pueden motivar el cambio en nuestras normas convencionales y en nuestras
prácticas del saber”649.

Desde otro ángulo, historiar el proceso de juridificación es también preguntarse por sus
efectos. Dado el lugar de autoridad que ocupa el derecho y las instituciones públicas,
designar como norma un objeto es establecer un momento umbral en el que se abren
nuevas preguntas y los debates se modifican. Como anotaré en este capítulo, los debates
planteados por los distintos actores fueron transformándose a medida que se
normativizaba la violencia sexual.

A su vez, estos actores también fueron constituyéndose en el marco de esas relaciones y


procesos y, simultáneamente fueron produciendo sujetos particulares, como aquel referido

648
Alejandro Agüero, «Historia del Derecho y categorías jurídicas. Un ejercicio de crítica
conceptual», Revista Jurídica, 2007, 136.
649
Martin Alcoff, Violación y resistencia, 31 y 54.
Capítulo 5 245

a la víctima de violencia sexual en el conflicto armado o al propio movimiento social de


mujeres. Desde esta perspectiva, el derecho opera como una tecnología del género, es
decir, como un mecanismo de producción y reproducción del género650.

Este capítulo toma como fuentes principales los informes del Instituto Nacional de Medicina
Legal y Ciencias Forenses (INMLCF), la aprobación de normas por el Congreso de la
República, y las sentencias de la Corte Constitucional.

Cada uno de estos organismos estatales contribuyó desde planos distintos a la emergencia
normativa de la violencia sexual. En el primer caso, los informes Forensis del INMLCF,
como he señalado en otros capítulos, produjeron información estadística que fue
fundamental en la constitución del objeto bajo la movilización de la idea de un fenómeno a
ser diagnosticado651.

En el segundo caso, las leyes impulsadas en el Congreso de la República apuntaron al


tratamiento de la violencia sexual como un delito652. Al analizar los proyectos de ley en el

650
Lucía Núñez, «Reflexiones sobre los límites y utilidades del sistema penal para enfrentar la
violencia de género», Cuadernos de investigación 2 (2019): 193-211. En un sentido similar respecto
de la reflexión sobre la memoria y el género como mutuamente constituyentes, puede leerse a
Troncoso Pérez y Piper Shafir, «Género y memoria».
651
Para este capítulo se tomaron en cuenta los siguientes informes: Forensis 1999. Datos para la
vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del hecho violento en Colombia
(Bogotá: INMLCF, 2000); Forensis 2000. Datos para la vida: herramienta para la interpretación,
intervención y prevención del hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2001); Forensis 2001.
Datos para la vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del hecho violento
en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2002); Forensis 2002. Datos para la vida: herramienta para la
interpretación, intervención y prevención del hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2003);
Forensis 2003. Datos para la vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del
hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2004); Forensis 2004. Datos para la vida:
herramienta para la interpretación, intervención y prevención del hecho violento en Colombia
(Bogotá: INMLCF, 2005); Forensis 2005. Datos para la vida: herramienta para la interpretación,
intervención y prevención del hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2006); Forensis 2006.
Datos para la vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del hecho violento
en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2007); Forensis 2007. Datos para la vida: herramienta para la
interpretación, intervención y prevención del hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2008);
Forensis 2008. Datos para la vida: herramienta para la interpretación, intervención y prevención del
hecho violento en Colombia (Bogotá: INMLCF, 2009).
652
Es importante señalar que hubo otros procesos legislativos – como la Ley 1257 de diciembre de
2008, que estableció mecanismos para abordar la violencia y discriminación contra las mujeres –
que no se refirieron exactamente al conflicto armado ni a la violencia sexual en específico en ese
contexto, pero que hacen parte de los procesos de incidencia de las organizaciones de mujeres
ante el Congreso. El análisis de esta norma no fue incluido por cuanto su campo de acción fue
mucho más amplio que la violencia sexual y porque finalmente excluyó el conflicto armado de su
246 La cristalización de una nueva categoría jurídica

Congreso entre 1998 y 2008 referidos a la violencia sexual o la regulación de la sexualidad,


se encontraron de 62 proyectos de ley653. De ellos, 34 incluían medidas en justicia penal654,
27 buscaban la protección de menores de edad víctimas y únicamente tres se enfocaron
en la violencia sexual en el marco del conflicto armado. Estos tres se refieren al Código
Penal del año 2000, la incorporación del Estatuto de Roma y la Ley de Justicia y Paz655,
todos los cuales se relacionan con aspectos penales, es decir, se inscriben en el campo
de la regulación de la criminalidad, lo que de entrada nos ofrece información sobre el tipo
de lenguaje movilizado para su emergencia normativa656.

De las tres normas aprobadas, en la que se observa el proceso de juridificación de la


violencia sexual con más fuerza, con intervención de actores externos y con un fuerte
debate, es la Ley 975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz), en la cual me detendré. Aunque las
otras dos normas fueron importantes pues fueron tomadas como “antecedentes”
significativos, no fue sino en el marco de la justicia transicional que el objeto fue constituido
normativa y socialmente como un asunto público.

Por último, en el campo de la Corte Constitucional, la violencia sexual fue construida como
un objeto público de atención estatal integral. Ello ocurrió en el marco del proceso de
vigilancia instalado por la Corte Constitucional en desarrollo de la declaratoria de cosas
inconstitucional establecido en 2004 mediante la sentencia T-025. En desarrollo de su

marco de aplicación explícito. En los debates la cuestión del conflicto armado fue analizada, pero
no directamente vinculado desde el plano de la violencia sexual.
653
El método elegido fue la búsqueda en la página Congreso Visible del Departamento de Ciencia
Política de la Universidad de Los Andes, que desde 1998 hace seguimiento al trabajo del Congreso,
identificando en una sola base de datos todos los proyectos de ley presentados en el país,
independientemente de si culminan en su sanción como ley o no. Además, revisé los proyectos de
ley pertinentes en la Hemeroteca del Congreso, a fin de contar con los documentos originales del
debate. En total, se revisaron 62 proyectos de ley, cuyo detalle se encuentra en el anexo 7.
654
Aumento de penas, modificación de tipos penales, regulación de sanciones y eliminación de
beneficios, castración química, cadena perpetua, entre otros.
655
Ley 599 de 2000. «Por la cual se expide el Código Penal»; Ley 742 de 2002. «Por medio de la
cual se aprueba el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, hecho en Roma, el día 17 de
julio de 1998»; Ley 975 de 2005. «Por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de
miembros de grupos armados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva
a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para acuerdos humanitarios».
656
Sin duda estas manifestaciones legales no son exclusivas del asunto de la violencia sexual sino
que se suman a esfuerzos por regular la cuestión de la violencia en el conflicto armado. Para ampliar
este aspecto ver Vergel Tovar, «Les usages militants et institutionnels du droit», cap. IV.
Capítulo 5 247

seguimiento, la Corte inició un proceso de verificación de la situación de poblaciones


consideradas vulnerables, dentro de las cuales incluyó en primer lugar a las mujeres. Ello
le llevó a emitir en 2008 el Auto 092, que finaliza el proceso de cristalización del objeto de
la violencia sexual en el conflicto armado y que opera como el punto de cierre de esta tesis.

Es preciso reiterar que esos informes, normas y sentencias no se produjeron de manera


aislada al proceso social y que su construcción fue producto de una interrelación entre
diferentes agentes estatales y no estatales marcada por el debate, la disputa y la polémica.
Para desarrollar estos procesos, este capítulo se divide en tres partes: i) la producción de
la violencia sexual como un fenómeno a diagnosticar, ii) la producción de la violencia
sexual como un delito y, iii) la producción de la violencia sexual como objeto de atención
integral estatal.

A. La producción de la violencia sexual como un fenómeno


a diagnosticar

Como señalé en el capítulo 2, uno de los mecanismos que fue movilizado por las
organizaciones sociales para la construcción del objeto de la violencia sexual en el conflicto
armado fue el referido a las cifras. El interés por “diagnosticar” el fenómeno de la violencia
sexual en el conflicto armado no fue exclusivo de estas organizaciones sino que el Estado,
especialmente a través del INMLCF, también contribuyó a la creación de bases de datos
que permitieran aproximarse a lo que se consideraba una realidad no diagnosticada.

Sobre esta producción estadística merecen atención tres aspectos que contribuyeron a
crear el objeto: en primer lugar, la entidad que emite las cifras, en segundo lugar, la idea
del diagnóstico y, finalmente, el carácter de la información producida.

Frente a lo primero, es significativo que del universo de entidades con información


disponible, fuera el INMLCF la entidad que propiciara de manera inicial una construcción
de cifras. La Fiscalía, la Vicepresidencia, los hospitales públicos y la policía, entre otras
entidades, recopilan de manera permanente información sobre casos y situaciones de
violencia que conocen, no obstante, fue Medicina Legal la entidad que tuvo la iniciativa de
analizar sus bases de datos desde la pregunta por la violencia sexual en el conflicto
armado.
248 La cristalización de una nueva categoría jurídica

Aunque los informes de Medicina Legal no son explícitos en las razones que propiciaron
una desagregación de sus cifras por actores armados, sí es posible establecer que existía
un cúmulo de voces que demandaban del Estado colombiano la creación de bases de
datos confiables que permitieran registrar casos de violencia sexual en el conflicto armado.
Tanto organizaciones de mujeres657 como organismos658 y organizaciones
internacionales659 habían reclamado desde la década de 1990 la necesidad de contar con
fuentes estadísticas oficiales como un mecanismo para reflejar una realidad que se
consideraba opacada. Algunas de estas voces se concentraron en la importancia de
identificar si previo a las muertes de las víctimas habían sido cometidos actos sexuales
violentos660.

657
Ruta Pacífica de las Mujeres y Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los
derechos humanos de las mujeres en Medellín y Área Metropolitana», 32; Ruta Pacífica de las
Mujeres, Efectos de la (des)movilización paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en
Colombia, 44; Ruta Pacífica de las Mujeres et al., «Informe sobre violencia sexual y feminicidios en
Colombia. Presentado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos», 4; Mesa de Trabajo
Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en
Colombia. Segundo avance - 2001», 11; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre
violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-
Junio de 2004», 89; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia
sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 26; Mesa de Trabajo Mujer
y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en
Colombia, 2007-2008. Violencia sexual», 12; Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto
armado y justicia en Colombia, 12; Grupo de trabajo «Mujer y género, por la verdad, la justicia, la
reparación y la reconciliación», Recomendaciones para garantizar los derechos a la verdad, la
justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto armado en Colombia, 109.
658
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe OACNUDH
2001», párr. 124; Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias,
Informe de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra.
Radhika Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de
Derechos Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 45; Alta Comisionada
de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe OACNUDH 2003», Anexo II, 30;
Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, «Informe OACNUDH
2004», 97, 99, 12 anexo II, 16 anexo III; Comisión Interamericana de Derechos Humanos, «Las
mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006», Recomendación 20.
659
Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes silenciados», 72.
660
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 45. También este punto fue
señalado por organizaciones de mujeres en los informes: Ruta Pacífica de las Mujeres y
Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Violación de los derechos humanos de las mujeres
en Medellín y Área Metropolitana», 32; Ruta Pacífica de las Mujeres et al., «Informe sobre violencia
sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos», 2; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Conversaciones en la Mesa», 43; Mesa
Capítulo 5 249

El que hubiera sido Medicina Legal y no otra entidad la que hubiera iniciado el proceso de
recopilación de datos fue significativo. El lugar de autoridad y de objetividad científica con
el que se presenta el INMLCF661 favoreció los usos de su información por diversos actores,
incluidos los estudiados en esta tesis: los movimientos sociales, los organismos
internacionales y la prensa. De hecho, fue su carácter científico y su autoridad como
entidad pública la que le dieron un lugar central en los usos que otros actores hicieron de
la información que producía.

Teniendo en cuenta que la información sobre delitos sexuales era el resultado de


dictámenes sexológicos con fines judiciales, la lectura de sus datos hacía creíble su
información, pues era presentada como datos obtenidos y analizados de manera objetiva,
esto es, como un reflejo de la realidad, en lo que Gusfield ha denominado la estética
científica662.

Esto me lleva a la segunda cuestión planteada: la idea del diagnóstico. De manera análoga
a lo ocurrido con las organizaciones sociales, pero impregnada de la autoridad científica y
estatal que le otorgaba la ley, el INMLCF presentaba su información como si fuera un reflejo
de la realidad. De hecho, en el año 2004, que fue la primera ocasión en la que ofreció
información desagregada por actores armados, el Instituto afirmó que a la situación del
campo “se le agrega el sometimiento y vejámenes propios de la guerra, en que incurren
los actores del conflicto y que ya comienzan a ser evidentes en el contexto de la violencia

de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006», 26; Guerrero Acevedo, Por la reparación, 76; Grupo de
trabajo «Mujer y género, por la verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación»,
Recomendaciones para garantizar los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres
victimas del conflicto armado en Colombia, 109.
661
De acuerdo con su misión legal, el INMLCF debe “prestar auxilio y soporte científico y técnico a
la administración de justicia en todo el territorio nacional, en lo concerniente a medicina legal y las
ciencias forenses”, para lo cual, entre otras funciones, debe “Servir como centro científico de
referencia nacional en asuntos relacionados con medicina legal y ciencias forenses”. Congreso de
la República, «Ley 938 de 2004. “Por la cual se expide el Estatuto Orgánico de la Fiscalía General
de la Nación”» (2004).
662
Gusfield desarrolla lo que denomina “El estilo literario de la ciencia”, el cual denomina un no-
estilo, a través del cual la ciencia intenta convencer al público de que lo escrito obedece al campo
de lo objetivo y no de lo literario; ese no-estilo es el “arte literario implícito en la presentación
científica”. En Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 171.
250 La cristalización de una nueva categoría jurídica

en Colombia”663.

La fórmula en la que fue planteada la información se enmarca en esa estética científica


que presenta los datos como una representación de la realidad objetiva y no como una
construcción producto del interés desatado por la entidad, a su vez presionado por agentes
externos664. En otras palabras, esos “vejámenes propios de la guerra (…) que ya
comienzan a ser evidentes” son en realidad un síntoma de las formas como el Estado a
través del Instituto empezaba a formular el objeto de la violencia sexual y que me remiten
al tercer punto: el carácter de la información producida.

Al revisar Forensis, la revista anual que Medicina Legal publica desde 1996665, encuentro
que mantiene una estructura homogénea que abarca “delito sexual, homicidio, lesiones
personales, lesiones de tránsito, muertes accidentales, suicidio y violencia intrafamiliar”.
Trato de señalar que los delitos sexuales han sido una constante en los informes del
INMLCF, pero que solo en ciertos momentos fueron introducidos datos que abordaban la
situación de conflicto armado como un aspecto a evidenciar. De manera sucinta reformulo
a continuación las formas como fue presentada la información entre 1999 y 2008, en lo
que refiere a las categorías de agresor y circunstancia del hecho666:

Tabla 1: Tipo de agresores incluidos en los informes de Medicina Legal 1999-2008


Año Tipo de agresor Circunstancia
Desconocido, otro conocido, conocido
1999 No reporta.
(cónyuge, padre, padrastro, familiar).
Desconocido, conocido, cónyuge, padre,
2000 No reporta.
padrastro, familiar.

663
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Forensis 2004, 179. La cursiva me
pertenece.
664
Esto pese a las constantes alertas sobre los límites de su trabajo. Si bien los Forensis señalan
que se trata de un subregistro, la presentación de las cifras en cuadros o gráficas tenía el efecto de
hacer centrar la mirada en dichos recursos y no en las advertencias.
665
En su página web se encuentran los Forensis de 1999 en adelante, no obstante, hago una
inferencia teniendo en cuenta que en dicho Forensis se habla de la cuarta publicación anual.
666
La siguiente tabla toma como único insumo los informes de Forensis publicados en la página
web de Medicina Legal , no obstante, es importante anotar que otras fuentes circularon información
diferente de este mismo insumo. Por ejemplo, el informe de Sisma Mujer de 2007, Violencia sexual,
conflicto armado y justicia en Colombia., incluye una base de datos que señala como fuente
“información sobre dictámenes sexológicos según agresor reportada para el año 2006”, pero que
es sustancialmente diferente a la información publicada en la página de internet. En la versión
presentada por Sisma, se incluyen casos del ELN, FARC, Fuerzas Militares, otras guerrillas,
paramilitares-autodefensas y policía, la cual no se encuentra en la versión digital.
Capítulo 5 251

Año Tipo de agresor Circunstancia


Desconocido, otro conocido, conocido
2001 No reporta.
(cónyuge, padre, padrastro, familiar).
Desconocido, conocido, cónyuge, padre,
2002 No reporta.
padrastro, familiar.
2003 Desconocido, conocido. No reporta.
Conocidos familiares, conocidos no
familiares, delincuencia organizada667. En
esta última categoría se incluyen:
delincuencia común (363), Fuerzas
2004 militares (29), policía (26), pandillas (11), No reporta.
paramilitares-autodefensas (7), FARC (2),
grupos de seguridad privada (5),
narcotraficantes (1), otras guerrillas (1), sin
dato (5026) y agresor dudoso (557).
Padre, amigo, conocido sin ningún trato,
2005 padrastro, vecino, agresor dudoso o No reporta.
desconocido, sin dato, otro.
Otros, dudoso o desconocido, vecinos,
conocido sin ningún trato, padrastro o
2006 madrastra, amigo, padre-madre, NS/NR Sin No reporta.
información, tío-tía, otros familiares civiles o
consanguíneos, novio-novia.
Incluye 13 circunstancias, dentro
Crea 45 categorías sin ningún tipo de de las cuales están secuestro
agrupación. Destaco: policía (24), grupos (89), acción autodefensa (27),
2007 de seguridad privada (15), Fuerzas Militares enfrentamiento armado (27),
(13), FARC (5), otras guerrillas (5), acción guerrillera (9), acción
narcotraficantes (3), ELN (1). militar (5), violencia contra grupos
descalificados (1).
Incluye 14 circunstancias, dentro
Crea 45 categorías sin ningún tipo de
de las cuales están secuestro
agrupación. Destaco: policía (31), Fuerzas
(66), enfrentamiento armado (28),
Militares (16), grupos de seguridad privada
2008 acción guerrillera (8), acción
(9), otras guerrillas (8), FARC (6),
militar (4), violencia contra grupos
paramilitares-autodefensas (5),
descalificados o marginales (4),
narcotraficantes (2), ELN (1).
acción paramilitar (3).
Fuente: Elaboración propia a partir de los informes del INMLCF – Forensis de 1999 a 2008. Los
números entre paréntesis corresponden al total de casos registrados.

A partir de la información disponible podemos deducir al menos dos aspectos: en primer


lugar, que la información incorporada sobre violencia sexual cometida por actores
reconocidos del conflicto armado no fue homogénea en ninguno de los años, es decir, que
es difícil plantear un comparativo anual. En segundo lugar, que solo en los años 2004,

667
Esta denominación no es explícita en el texto, aunque el cuadro de presentación establece unos
subtotales entre esos tres grandes grupos que hacen pensar en sus características comunes.
252 La cristalización de una nueva categoría jurídica

2007 y 2008 Forensis presentó casos de actores armados legales e ilegales y, aún así,
esta información fue heterogénea: por ejemplo, la categoría “paramilitares-autodefensa”
no aparece en 2007 y el ELN no se registra en 2004, además que otras categorías como
“grupos de seguridad privada” o narcotraficantes no son explicadas para comprender sus
fronteras respecto de los otros grupos incluidos. Lo mismo ocurrió con las circunstancias
del hecho, que solo fueron incluidas en los años 2007 y 2008 e incluyó categorías bastante
porosas como “enfrentamiento armado” o “acción” de los diversos grupos668.

Lo que intento señalar, volviendo nuevamente a Gusfield, es que “el lenguaje utilizado
conduce a una específica formulación del objeto en desmedro de otras”669, es decir, estas
categorías y las formas de enunciación del objeto que se estaba empezando a plantear a
partir de información presentada como objetiva y reflejo de la realidad, fue solo una entre
una multiplicidad de posibilidades.

No obstante lo anterior, el halo de objetividad y cientificidad con el que los datos fueron
presentados, sumado al estatus de autoridad del INMLCF en tanto entidad pública, tuvieron
un efecto de verdad en la sociedad que fue utilizado por distintos agentes, incluidas las

668
Alguien podría contra-argumentar que los datos no se presentaban porque no estaban
disponibles, no obstante, en la publicación Masatugó 2004-2008 del INMLCF (publicada luego del
2008, año de cierre de este trabajo) se ofrecen los datos desde el año 2005. Ver Instituto Nacional
de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Masatugó 2004-2008 (Bogotá: Instituto Nacional de
Medicina Legal y Ciencias Forenses, Sin fecha), https://www.medicinalegal.gov.co/cifras-
estadisticas/masatugo.
669
Gusfield, La cultura de los problemas públicos, 183.
Capítulo 5 253

organizaciones sociales670 y los organismos internacionales671, que hicieron uso explícito


de las cifras publicadas en Forensis. Me refiero a que esta información contribuyó a la idea
de que existían hechos históricamente invisibilizados, propios de la guerra y que ya
comienzan a ser evidentes y frente al cual todos los actores del conflicto tenían
responsabilidad y las autoridades un deber de actuación.

El paso de conformar una situación como objetiva permitió la construcción de un


argumento para demandar una actuación pública consolidada, la cual posteriormente
permeó los debates sobre la criminalidad en el Congreso y la atención integral en la Corte
Constitucional. Sobre estos puntos me referiré a continuación.

670
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Primer avance del informe sobre violencia contra
las mujeres y las niñas en el conflicto armado colombiano»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres y niñas en Colombia. Segundo
avance - 2001»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica
contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Tercer informe 2002», febrero de 2003; Mesa de
Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y
niñas en Colombia. Cuarto informe. Enero de 2003-Junio de 2004»; Ruta Pacífica de las Mujeres y
Corporación para la Vida Mujeres que Crean, «Informe sobre las violaciones de los derechos
humanos de las mujeres en Medellín y municipios del Área Metropolitana»; Corporación para la
Vida Mujeres que Crean, «Entre resistencias y re-insistencias. “Contra el silencio y el olvido”.
Informe sobre la violación de los derechos humanos de las mujeres y el derecho internacional
humanitario en Medellín y el Área Metropolitana»; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
«Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia. Quinto informe.
Junio de 2004 - junio de 2005»; Corporación Humanas Colombia, «Riesgos para la seguridad de
las mujeres en procesos de reinserción de excombatientes»; Red Nacional de Mujeres y
Observatorio de Derechos de las Mujeres en Colombia, «Violencias cruzadas. Informe de derechos
de las mujeres. Colombia 2005»; Corporación Sisma Mujer, Violencias contra las mujeres en
Colombia. ¿Se hará justicia?; Ruta Pacífica de las Mujeres, Efectos de la (des)movilización
paramilitar en la vida y el cuerpo de las mujeres en Colombia; Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto
Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niñas en Colombia.
2002-2006»; Corporación Humanas Colombia, «Mujeres entre mafiosos y señores de la guerra»;
Corporación Sisma Mujer, Violencia sexual, conflicto armado y justicia en Colombia; Ruta Pacífica
de las Mujeres et al., «Informe sobre violencia sexual y feminicidios en Colombia. Presentado a la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos»; Sánchez G. y Ruta Pacífica de las Mujeres, Las
violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra; Grupo de trabajo «Mujer y género, por la
verdad, la justicia, la reparación y la reconciliación», Recomendaciones para garantizar los derechos
a la verdad, la justicia y la reparación de las mujeres victimas del conflicto armado en Colombia;
Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VIII Informe sobre violencia sociopolítica contra
mujeres, jóvenes y niñas en Colombia, 2007-2008. Violencia sexual».
671
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe de la
Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Sra. Radhika
Coomaraswamy, presentado de conformidad con la resolución 2001/49 de la Comisión de Derechos
Humanos. Misión a Colombia (1o a 7 de noviembre de 2001), párr. 30; Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, «Las mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006».
254 La cristalización de una nueva categoría jurídica

B. La producción de la violencia sexual como un delito

En el Congreso de la República se tramitaron 62 proyectos de ley entre los años 1998 y


2008, de los cuales tres incluyeron normas específicas que vinculaban la cuestión de la
violencia sexual y el conflicto armado. Estos tres proyectos fueron convertidos en leyes
aprobadas a partir del año 2000 y no casualmente se enfocaron en la regulación penal de
la violencia sexual. En otras palabras, la emergencia de la categoría jurídica de la violencia
sexual en el conflicto armado estuvo anclada en el lenguaje jurídico-penal que los actores
del momento encontraron como el privilegiado para cursar sus demandas de regulación.

La priorización de este lenguaje por encima de otros disponibles como la atención


humanitaria, los servicios de salud o la educación, nos informa sobre el campo en el cual
se venía dando respuesta a la violencia sexual en general, y sobre la relevancia que los
actores del momento encontraban en inscribir en los debates de la criminalidad la
preocupación por ese objeto que empezaba a emerger.

Respecto de lo primero, valga decir que la forma tradicional en la que el Estado colombiano
respondió a la cuestión de la violencia sexual cometida de manera cotidiana (fuera de la
guerra), fue a través de la regulación penal. De manera constante se pueden observar
normas que aumentan o disminuyen las penas, incorporan nuevos delitos o cambian el
sentido de otros. Más que detallar estas cuestiones, lo que me interesa es señalar que la
tradición jurídica del país en asuntos de violencia sexual se había concentrado en el ámbito
de lo criminal y con un fuerte énfasis en el marco interpretativo del honor. Muestra de ello
es que sólo hasta el año 1997 se eliminó aquella disposición672 que indicaba que un
agresor sexual podía evitar su condena si contraía “matrimonio válido” con la víctima673.

La misma norma que eliminó esta disposición, por primera vez incorporó algunos derechos
de las víctimas de violencia sexual asociados a su privacidad, información, acceso a
servicios y reparación674. Esa misma norma también cambió el tipo de bienes jurídicos que

672
Presidencia de la República, «Decreto No. 100 de 1980. Código Penal» (1980), p. art. 307.
673
Fue derogada mediante la Congreso de la República, «Ley 360 de 1997. “Por medio de la cual
se modifican algunas normas del título XI del Libro II del Decreto-ley 100 de 1980 (Código Penal),
relativo a los delitos contra la libertad y pudor sexuales, y se adiciona el artículo 417 del Decreto
2700 de 1991 (Código Procedimiento Penal) y se dictan otras disposiciones”» (1997).
674
“Toda persona víctima de los delitos contra la libertad sexual y la dignidad humana tiene derecho
Capítulo 5 255

eran protegidos a través de la ley penal respecto de los delitos sexuales: pasaron de
denominarse “delitos contra la libertad y pudor sexuales” a “delitos contra la libertad sexual
y la dignidad humana”675. Este desplazamiento del pudor a la dignidad, así como la
incorporación de derechos particulares, permite comprender que la regulación de la
violencia sexual en el conflicto armado encontró asidero en los entramados legales
existentes para la década de 1990, que ya habían iniciado un giro epistemológico respecto
de la violencia sexual en general y bebió de estas fuentes.

Pese a que incluso normativamente la violencia sexual en términos generales ya contaba


con un reconocimiento de derechos que sobrepasaba el campo penal, los actores que
impulsaron la juridificación de la violencia sexual en el conflicto armado inscribieron los
debates en la cuestión de la criminalidad. Esto no es azaroso.

El derecho penal ha sido interpretado como un tipo de andamiaje jurídico que es


sintomático del sistema de valores en los que se soportan históricamente los órdenes
sociales, pues a través suyo se definen las conductas permitidas y prohibidas676 y, en razón
de ello, es un campo en permanente conflicto, pues allí se disputa la escala de valores y
las jerarquías de los mismos. Es por ello que tanto el movimiento de mujeres en el campo
internacional como nacional, encontraron en el relato de la impunidad un asunto que debía
ser remediado, porque dejar sin regulación explícita la violencia contra las mujeres en el
conflicto armado equivalía a desconocer su gravedad o, desde otro ángulo, a favorecer su
perpetración.

Tal como he descrito en los capítulos anteriores, la violencia sexual en el conflicto armado
empezó a ser enunciada en distintos niveles y énfasis por las organizaciones sociales

a: Ser tratada con dignidad, privacidad y respeto durante cualquier entrevista o actuación con fines
médicos, legales o de asistencia social. Ser informada acerca de los procedimientos legales que se
derivan del hecho punible. Ser informada de los servicios disponibles para atender las necesidades
que le haya generado el delito. Tener acceso a un servicio de orientación y consejería gratuito para
ella y su familia atendido por personal calificado. Tener acceso gratuito a los siguientes servicios:
1. Examen y tratamiento para la prevención de enfermedades venéreas incluido el VIH/SIDA. 2.
Examen y tratamiento para trauma físico y emocional. 3. Recopilación de evidencia médica legal.
4. Ser informada sobre la posibilidad de acceder a la indemnización de los perjuicios ocasionados
con el delito”. Ibid., p. art. 15.
675
Ibid., p. art. 1.
676
Asúa Batarrita, «El significado de la violencia sexual contra las mujeres y la reformulación de la
tutela penal en este ámbito. Inercias jurisprudenciales», 108.
256 La cristalización de una nueva categoría jurídica

nacionales, el derecho internacional y la prensa a partir de la segunda mitad de la década


de 1990. Las tres normas referidas en este apartado se desarrollaron también a partir de
ese momento. Aunque haré una breve referencia al Código Penal del año 2000 y a la
aprobación del Estatuto de Roma en Colombia en el año 2002, es importante señalar que
en ninguna de esas normas se generaron disputas públicas sobre el tema de las mujeres
o de la violencia sexual. No obstante, resultaron relevantes en tanto constituyeron una
suerte de piso interpretativo que las organizaciones de mujeres utilizaron para dar los
debates de la Ley de Justicia y Paz. Sobre todo ello me referiré a continuación.

En el trámite del Código Penal del año 2000 múltiples actores y sectores participaron en
sus debates, no obstante, no hay evidencia de que el movimiento de mujeres o cualquier
otro movimiento social hubiese intervenido específicamente para la aprobación de los que
finalmente resultaron ser los primeros delitos asociados a la violencia sexual en el conflicto
armado677. De hecho, la incorporación fue propuesta por la congresista Zulema Jattin678 y
los delitos propuestos fueron aprobados sin ser debatidos. Las razones de su incorporación
y aprobación causan perplejidad en razón a las investigaciones en su contra por vínculos
con grupos paramilitares, pues al parecer obedecieron a un interés particular de una
representante a la Cámara, en un momento en el que hasta ahora empezaba a emerger
la cuestión de la violencia sexual tanto en el movimiento de mujeres como en la prensa y
en el derecho internacional. Para el momento en el que fue debatida esta norma, ya existía
el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI), pero no se había incorporado
al ordenamiento nacional, aún no se había aprobado la Resolución 1325 del 2000, no
habían aparecido en prensa los casos públicos ni se habían publicado los primeros

677
La Ley 599 de 2000 incorporó como delitos el genocidio por embarazo forzado, acceso carnal
violento en persona protegida, actos sexuales violentos en persona protegida, prostitución forzada
o esclavitud sexual.
678
Zulema Jattin inició su vida política como concejal de Lorica (Córdoba), fue elegida representante
al Congreso en reemplazo de su padre para el período 1998-2002 (por el Partido Liberal) y reelecta
para el período 2002-2006 (por el partido uribista de la U). Fue elegida senadora para el período
2006-2010 pero estuvo efectivamente como senadora hasta mayo de 2009, debido a la orden de
captura emitida por la Corte Suprema de Justicia dentro del escándalo conocido como “parapolítica”
(vinculación de políticos con grupos paramilitares). En abril de 2019, Zulema Jattin firmó un acta de
sometimiento en el que manifiesta su voluntad de acudir ante la Jurisdicción Especial para la Paz
(JEP) – sistema de justicia creado en el acuerdo de paz con las FARC en 2016 – a fin de acceder
a los beneficios previstos en este acuerdo. En noviembre del mismo año la JEP rechazó la solicitud.
No obra en las gacetas del Congreso ninguna justificación que pueda informarnos sobre las razones
que tuvo la representante para solicitar su adición y hasta el cierre de este documento no fue posible
sostener una entrevista con ella o su equipo para conocer sus motivaciones.
Capítulo 5 257

informes de la MMCA679. Los motivos personales de la representante sobrepasan el interés


de este texto, pero resultan significativos en tanto dan cuenta de una anomalía, de una voz
institucional que actúa de manera solitaria en el centro del poder, propiciando efectos
duraderos, aunque a primera vista parecen incongruentes con su posición política por los
señalamientos en su contra por vínculos con paramilitares. No sobra anotar, en todo caso,
que estas normas que tipificaron la violencia sexual en el conflicto armado en el Código
Penal del 2000 carecieron de toda aplicación hasta el año 2008680, lo cual nos informa
sobre la inexistencia, en el año 2000, del problema público de la violencia sexual en el
conflicto armado que pudiera poner en operación la categoría, en este caso en el ámbito
penal681.

Lo significativo no se encuentra tanto en los motivos particulares de la congresista como


en el eco inmediato que llevaron a que la propuesta fuera aprobada sin ningún tipo de
debate ni oposición. Este silencio institucional puede leerse como imbricado con una
cuestión que será perdurable y es aquella interpretación que considera la violencia sexual
como un acto inoponible, que no admite argumento en contra porque se le interpreta como
lo peor, como representativo del mayor sufrimiento posible.

Esta idea estuvo también presente en la aprobación del Estatuto de Roma dos años
después, en cuyas ponencias se indicaba que dicho Estatuto incluía como crímenes de
lesa humanidad “Aquellos crímenes cometidos como resultado de una política
generalizada y cuya crueldad viola los más elementales principios humanitarios; por

679
Esta norma se debatió entre los años 1998 y 2000. La proposición de adición de los artículos
sobre delitos sexuales en el conflicto armado fue presentada el 14 de diciembre de 1999. Ver
Cámara de Representantes, «Gaceta 569» (1999); Cámara de Representantes, «Comisión
accidental» (1999).
680
Mesa de Seguimiento al Auto 092 de 2008, «Primer Informe de Seguimiento al cumplimiento de
la orden del Auto 092 referida al Anexo Reservado de 183 reportes de violencia sexual», 16 de
enero de 2009.
681
Es importante recordar, tal como señalé sobre las estadísticas en el capítulo 2, que la categoría
puede entenderse como el mecanismo a través del cual se operativiza el problema público. La
categoría sin el problema aparece como un entorno vacío en el cual se puede rastrear el proceso
de emergencia del problema. Esto resulta significativo, pues nos demuestra que una categoría
puede existir sin un problema público, caso en el cual no será utilizada. En sentido inverso, un
problema público requiere de la puesta en marcha de categorías que operen como mecanismos
para operativizarlo.
258 La cristalización de una nueva categoría jurídica

ejemplo, la esclavitud, la tortura, las agresiones sexuales”682.

Tanto el Código Penal como la incorporación del Estatuto de Roma operaron como base
de discusión en el momento en que el gobierno inicial de Álvaro Uribe (2002-2006) planteó
un acuerdo con los grupos paramilitares de las AUC. Esto fue importante, pues es
necesario tener en cuenta que para el momento en que se dieron estos debates, las únicas
normas penales que se leían de manera explícita como violencia contra las mujeres eran
las referidas a la violencia sexual. En otras palabras, el inicio de las discusiones sobre la
justicia de cara a las desmovilizaciones de los grupos paramilitares, únicamente tenía
como piso jurídico existente esas dos normas que incluían explícitamente delitos sexuales
y que fueron movilizados por las organizaciones sociales como el principal crimen de
género ya tipificado en el país.

Como mencioné en el capítulo 2, los debates sobre la justicia transicional en el marco de


las negociaciones con los grupos paramilitares constituyeron una ventana de oportunidad
para que las organizaciones de mujeres plantearan que la experiencia de las mujeres en
la guerra ostentaba un igual o superior estatus de gravedad que otras conductas que ya
habían sido asumidas como no amnistiables. Contar con una base jurídica ya existente de
delitos sexuales en el conflicto armado facilitaba la demostración de esa gravedad y
acortaba el camino argumentativo para demostrar que la experiencia femenina había
tenido un carácter atroz. Estos precedentes obraron como un argumento de autoridad.

El proceso de aprobación de la Ley de Justicia y Paz estuvo marcada por un intenso debate
al interior de la sociedad civil, que veía con desconfianza esa iniciativa, la que estaba
marcada por dos vertientes principales: de un lado, quienes consideraban que imponer
sanciones penales inhibía a los actores armados a dejar las armas y era contrario a una
tradición en la que los grupos guerrilleros se habían beneficiado de las amnistías totales.
Dentro de esta postura destaca el propio gobierno nacional, sectores gobiernistas y por
supuesto los propios grupos paramilitares683.

682
Senado, «Gaceta 72» (2002); Senado, «Gaceta 129» (2002); Cámara de Representantes,
«Gaceta 144» (2002).
683
El proyecto de ley conocido como de alternatividad penal, presentado en agosto de 2003 por el
Gobierno al Congreso nacional, excluía cualquier tipo de sanción penal. Cuando a partir de 2004 la
presión nacional e internacional obligaron al estudio de penas privativas de la libertad, el Estado
Capítulo 5 259

Por otra parte, estaban quienes consideraban que otorgar amnistías a grupos paramilitares
era imposible porque se hacía necesario un balance entre la paz y la justicia, lo cual se
demostraba justamente porque las medidas de amnistía previas no habían abierto el
camino para abandonar el pasado violento. Allí estaba la comunidad internacional del
campo de los derechos humanos, sectores políticos de oposición, organizaciones no
gubernamentales de derechos humanos y organizaciones sociales, entre otras. Estos
sectores se encontraban dentro del Congreso o con voces que finalmente fueron
presentadas en las audiencias de debate de los proyectos de ley.

No pretendo hacer una compilación de los avatares jurídicos y políticos que se surtieron
en el Congreso en el proceso de debate que concluyó con la aprobación de la Ley de
Justicia y Paz. Quiero señalar, en cambio, de qué manera diversas voces que estaban en
oposición con las propuestas iniciales del Gobierno nacional sentaron su posición sobre la
importancia de tomar en cuenta las necesidades de las mujeres y de hacer justicia y, en
particular, el rol que le fue dado por estas organizaciones y organismos a la violencia
sexual.

Sostengo que fue justo en ese proceso en el que emergió con intensidad la cuestión de la
violencia sexual en el país y se cristalizó como una categoría jurídica autónoma.

En el trámite ante el Congreso se acumularon nueve proyectos de ley que tenían por
finalidad dar respuesta al proceso de negociación con los grupos paramilitares que venía
adelantándose previamente684. En la publicación inicial se observan tres proyectos685, de

Mayor Negociador de las AUC alertó: “las condiciones del proyecto de ley son incompatibles con el
espíritu de la negociación política, cuyo objetivo es la apertura de espacios para la paz y la
reconciliación”. Ver, en particular, AUC - Dirección Política y Militar, «Declaración Estado Mayor
Negociador AUC: posición ante el proyecto de ley de justicia y reparación». En sentido similar, las
declaraciones e intervenciones de los integrantes de las AUC reiteraron que las medidas penales
eran medidas para la venganza. Pueden leerse en Fundación Cultura Democrática, El Gobierno
Uribe frente al conflicto armado y la paz, acuerdo con las AUC, ed. Álvaro Villarraga Sarmiento, vol.
Tomo VI, Biblioteca de la Paz 2002-2010 (Bogotá: Fundación Cultura Democrática, 2013).
684
El detalle del proceso puede consultarse en la página Congreso Visible de la Universidad de los
Andes: https://congresovisible.uniandes.edu.co/proyectos-de-ley/ppor-la-cual-se-dictan-
disposiciones-para-la-reincorporacion-de-miembros-de-grupos-armados-organizados-al-margen-
de-la-ley-que-contribuyan-de-manera-efectiva-a-la-consecucion-de-la-paz-nacional-ley-de-justicia-
y-paz-ley-de-justicia-y-paz/2974/#tab=2. Accedido el 11 de mayo de 2021.
685
Senado, «Gaceta 43» (2005). “Proyecto de Ley 209 de 2005 Senado, por la cual se establecen
las condiciones y procedimientos para la devolución y restitución de bienes entregados por parte de
grupos desmovilizados en los procesos de paz” (ponencia presentada por el senador Carlos Moreno
260 La cristalización de una nueva categoría jurídica

los cuales el que fue presentado por el gobierno incorporaba algunas disposiciones para
atender la violencia sexual: cinco se referían a la garantía de intimidad de las víctimas de
violencia sexual y una a la investigación de menores de edad que hubieran incurrido en
dichos actos. Al respecto, debe tenerse en cuenta que para el momento de presentación
de los proyectos, Colombia ya era parte de la Corte Penal Internacional, que incluía dentro
de sus Reglas de Procedimiento y Prueba algunas específicas en materia de protección a
la intimidad de víctimas de crímenes sexuales.

En el informe de ponencia para el primer debate686 se mantienen las propuestas de


intimidad en el procedimiento inicialmente incluidas y se observa un anexo en el que se
encuentran las intervenciones de Naciones Unidas y expresiones de la sociedad civil, en
el marco de una audiencia pública llevada a cabo el 1 de marzo de 2005, las cuales fueron
consideradas en la ponencia presentada. En otras palabras, la intervención de las
organizaciones internacionales y nacionales constituyeron un elemento significativo que
fue tomado en cuenta por los congresistas que estaban postulando la norma y, como se
verá, impactaron en la incorporación de medidas específicas que fueron finalmente
aprobadas.

Estas intervenciones fueron las de Michael Frühling, Director de la Oficina en Colombia de


la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH),
Iniciativa de Mujeres Colombianas por la Paz (IMP) y la “Plataforma y organizaciones de
mujeres Las Mujeres Colombianas Frente al Conflicto Armado: Justicia para las Mujeres”.

Michael Frühling, director de la OACNUDH, presentó una intervención en la que aludía a


“Las obligaciones del Estado colombiano frente a los “delitos graves conforme al derecho
internacional””, dentro de los cuales debían incluirse "las infracciones graves del
ordenamiento humanitario (vgr. (...) violaciones y otros actos de violencia sexual)". En

de Caro, del partido Dejen jugar al moreno, de corriene uribista); “Proyecto de Ley 210 de 2005
Senado, por la paz y la reconciliación nacional. (reparación y rehabilitación)” (ponencia del senador
Ricardo Español Suárez, del partido Liberal); y “Proyecto de Ley 211 de 2005 Senado, por la cual
se dictan disposiciones para la reincorporación de miembros de grupos armados organizados al
margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la consecución de la paz nacional”
(propuesto por el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez, ya era llamado como Ley de Justicia
y Paz).
686
Senado, «Gaceta 74» (2005).
Capítulo 5 261

relación con los derechos de las víctimas, Frühling señaló que:

Al reconocer y garantizar los derechos de las víctimas, el Estado debe siempre


tener en cuenta la perspectiva de género. Ello se hace necesario e ineludible al
considerar el dañoso impacto que las situaciones de conflicto armado producen
en los bienes jurídicos fundamentales de la mujer. Es de recordar que, con
ocasión y en desarrollo de ese conflicto, muchas mujeres han resultado
gravemente victimizadas no sólo por atentados contra la vida, la integridad
personal y la libertad individual, sino también por hechos tan reprochables como
la violación, la esclavitud sexual, la prostitución forzada, el embarazo forzado y
otras brutalidades análogas687.

Tres aspectos merecen especial atención de esta intervención. En primer lugar, la idea de
la perspectiva de género como una obligación y no como una facultad o un asunto de
voluntariedad, es decir, como un deber emanado del deber general de protección de los
derechos de las víctimas y no como un asunto accesorio. Al plantearlo en estos términos,
la OACNUDH señalaba la necesidad de que el Estado demostrara que las medidas
transicionales – vigiladas internacionalmente y que estaban siendo acusadas de amnistía
de facto – tenían en consideración el catálogo de obligaciones internacionales y eran
respetuosas de sus compromisos, lo cual incluía incorporar dicha perspectiva de género.

En segundo lugar, la idea de la perspectiva de género estaba anclada en “el dañoso


impacto” que la guerra produce en las mujeres. De entre todas las opciones disponibles
para pensar el enfoque de género, incluido su derecho a la participación en los procesos
de paz, su rol como activistas, su lugar como principales sobrevivientes, entre otras, la
OACNUDH privilegió como único escenario aquel referido a la victimización. No trato de
hacer una crítica fuera de lugar con el contexto socio-político que se vivía, ni con la
naturaleza propia de una norma de carácter netamente penal, pero sí pretendo hacer notar
que el lugar de la víctima resultó central como parte de las demandas que la comunidad
internacional posicionó, a costa de otras posibilidades que fueron desplazadas688.

687
Michael Frühling, «Intervención del señor Michael Frühling, Director de la Oficina en Colombia
del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en la Audiencia Pública
convocada por la Comisión Primera del Senado», Pub. L. No. Gaceta 74, 13 (2005).
688
Y que podrían haberse materializado en las normas penales, como por ejemplo paridad o cuotas
262 La cristalización de una nueva categoría jurídica

El tercer punto, ligado al anterior, tiene que ver con la ejemplificación de ese “dañoso
impacto” que también privilegió algunas formas de violencia por encima de otras. De
hecho, la Oficina alertó que las mujeres habían sido afectadas en su vida, integridad y
libertad y también “por hechos tan reprochables como la violación, la esclavitud sexual, la
prostitución forzada, el embarazo forzado y otras brutalidades análogas”. La violación, la
esclavitud, la prostitución y el embarazo forzados son crímenes incluidos en el Estatuto de
Roma de la CPI y resulta comprensible que fueran señalados, no obstante, es la omisión
de incluir otras prácticas o, dicho de otra manera, sólo incluir la violencia sexual contra las
mujeres, lo que resulta interesante. La violencia sexual operó como la representación de
la totalidad de la experiencia femenina en la guerra y de esas “otras brutalidades análogas”
que no encontraron un lugar diferente de expresión.

La segunda intervención en la audiencia pública fue presentada por IMP a nombre propio
y de la “Mesa nacional de incidencia por el derecho a la Verdad, Justicia y Reparación, con
perspectiva de género”.

El documento hizo un llamado a “incorporar la visión de género en el proyecto de ley que


dé marco jurídico a la Verdad, la Justicia y la Reparación hacia la construcción de paz y
convivencia”. Para ello, sugirió 17 puntos que se enmarcaban en un conjunto de
propuestas que apuntaban a evitar la “invisibilidad” de las mujeres, “ya que está
plenamente demostrado que las mujeres sufrimos efectos diferenciados del conflicto
armado y la violencia en la esfera sexual, familiar, social, cultural y económica”689.

Dentro de estos puntos, dos se referían explícitamente a la violencia sexual:

En el marco jurídico definitivo, se deberá tipificar expresamente todas las formas


de violencia sexual que sufren las mujeres en el marco del conflicto, que
contemplan, el abuso sexual, el acoso sexual, chantaje sexual, prostitución
forzada, violación, embarazos forzados, amenazas con contenido sexual,

en la conformación de los tribunales y órganos de investigación; cuerpos de investigación y


juzgamiento específicos para la atención a las víctimas; mecanismos de rendición de cuentas desde
un enfoque de género; presupuestos sensibles al género, entre otros.
689
Iniciativa Mujeres Colombianas por la Paz, Propuesta de la mesa nacional de incidencia por el
derecho a la Verdad, Justicia y Reparación, con perspectiva de género en la audiencia pública sobre
los proyectos de ley que inician trámite en el Congreso de la República sobre “Verdad, Justicia y
Reparación”.
Capítulo 5 263

desnudez forzada, aborto forzado, las afectaciones particulares sufridas por las
niñas como el reclutamiento forzado, minas antipersonales, el trabajo forzado
(domésticos, estafetas, etc.) así como el sometimiento a tratos degradantes.

Exigimos un tratamiento especial en todas las partes del proceso a las víctimas
de violencia sexual. Es urgente establecer políticas y formar funcionarios en torno
a las necesidades específicas de las mujeres, manejo de trauma, protección de la
dignidad y manejo de la prueba en violencia sexual690.

Amparadas en la Resolución 1325 de 2000, esta Mesa de incidencia solicitó la


participación de las mujeres en todo el proceso y en los diversos niveles decisorios,
además de la aplicación de “justicia de género” y “mecanismos que perpetúen la memoria
de las mujeres”, entre otras.

Sobre esta intervención creo necesario revisar, de una parte, las fuentes que soportan las
demandas y, de otra, el alcance de ellas. Sobre lo primero es interesante notar cómo el
Código Penal existente entonces, el Estatuto de Roma y la Resolución 1325 de 2000 de
las Naciones Unidas fueron la base fundamental de los reclamos de inclusión, participación
y tipificación de las conductas. Más que una mera réplica de las normas internacionales,
esta plataforma de organizaciones estratégicamente reclamaba su aplicación a un
contexto y escenarios locales y específicos. La idea de la Resolución 1325 de considerar
a las mujeres como activistas y pactantes en el tema de la paz, fue transferido a la
demanda de participación de manera transversal en todos los mecanismos debatidos en
el proyecto de ley691. El Estatuto de Roma sirvió, en cambio, para dotar de un piso jurídico
aquel reclamo de una más amplia tipificación en lo sexual y de medidas particulares para
las víctimas que acudieran a la justicia.

A diferencia de la OACNUDH, el catálogo de hechos considerados parte de la violencia


sexual superaba el del Estatuto de Roma: “el abuso sexual, el acoso sexual, chantaje

690
Ibid.
691
El alcance de la resolución 1325 está pensado para la participación de las mujeres en los
procesos de paz, es decir, en los diálogos entre actores armados para lograr de manera
consensuada un acuerdo. Lo que hicieron IMP y la Mesa de incidencia, fue interpretar el alcance
de esa resolución como un mandato para incluir a las mujeres en los mecanismos de justicia interna
y en la construcción de memoria.
264 La cristalización de una nueva categoría jurídica

sexual, prostitución forzada, violación, embarazos forzados, amenazas con contenido


sexual, desnudez forzada, aborto forzado, las afectaciones particulares sufridas por las
niñas como el reclutamiento forzado, minas antipersonales, el trabajo forzado (domésticos,
estafetas, etc.) así como el sometimiento a tratos degradantes”. Esto nos informa sobre el
hecho de que esos aparentes bordes definidos estaban en proceso de redefinición para el
contexto colombiano y que las organizaciones de mujeres se disputaban con otros actores
la definición de sus límites.

A ello se le sumó la exigencia de otras medidas como la formación, el manejo del trauma
y las pruebas, y la protección de la dignidad. Estas fueron propuestas que sobrepasaron
el ámbito de la definición de los crímenes y se orientaron mucho más al quehacer de los
futuros órganos de investigación y juzgamiento.

Por último, se encuentra una intervención de la “Plataforma y organizaciones de mujeres


Las Mujeres Colombianas Frente al Conflicto Armado: Justicia para las Mujeres”, que
aglutinaba a 25 organizaciones sociales mixtas y de mujeres692. En su intervención, la
Plataforma recogió parte de las afirmaciones hechas por Amnistía Internacional (2004) y
la Relatora de violencia contra la mujer de las Naciones Unidas (2002), en particular en lo
atinente al uso de los cuerpos de las mujeres como mecanismo para sembrar terror y como
campo de batalla. Para explicar la “afectacion histórica” a las mujeres, la presentación
expuso casos atroces de violencia sexual que involucraban violaciones a mujeres
embarazadas, mutilaciones, violaciones públicas, entre otros casos. Sin duda, se trataba
de un mecanismo para transmitir el mensaje de un horror incomparable.

Aunque la intervención también involucró otros elementos como la mayor afectación a las
mujeres por el desplazamiento y el uso de cifras sobre homicidios, torturas y

692
Las Mujeres Colombianas Frente al Conflicto Armado: Justicia para las Mujeres, «Intervención
de la plataforma Las Mujeres Colombianas Frente al Conflicto Armado: Justicia para las Mujeres»,
Pub. L. No. Gaceta 74, 22 (2005).“Presentado por: Red Nacional de Mujeres, Ruta Pacífica de las
Mujeres, Confluencia Nacional de Redes de Mujeres, Organización Femenina Popular, Red
Nacional de Mujeres de Mujeres Afrocolombianas, Casa de la Mujer, Casa de La Mujer Estela
Brand, Centro Meira del Mar, Cerfami, Colectivo María María, Corporación Desarrollo Humano -
Humanizar, Corporación Sisma Mujer, Fundación Mavi, Fundación Mujer y Futuro, Fundesap,
Grupo Mujer y Sociedad, Ilsa, Liga de Mujeres Desplazadas, Liga Internacional de las Mujeres por
la Paz y la Libertad, Limpal Movimiento Popular de Mujeres, Orocomay, Oye Mujer, Red de
Empoderamiento de Cartagena y Bolívar Red Departamental de Mujeres Chocoanas, Red de
Género y Comercio, Comisión Colombiana de Juristas, Planeta Paz”.
Capítulo 5 265

desaparición693, uno de los centros argumentativos fue la violencia sexual y, de hecho, la


totalidad de los casos presentados se refirieron a estos hechos.

Acogiendo el lenguaje y las fuentes sobre los derechos humanos, la Plataforma se


pronunció de manera diferenciada sobre los derechos a la verdad, la justicia y la
reparación, recordando el “amplio catálogo de estructuras y procedimientos” derivados del
Estatuto de Roma para el “tratamiento a las víctimas de violencia sexual y de género”694.

Frente a los tres componentes se observan como fuentes de sus afirmaciones los
documentos de Naciones Unidas – especialmente el de la Relatora de violencia contra la
mujer de las Naciones Unidas (2002) y la resolución 1325 de 2000 –, el Estatuto de Roma
y el informe de Amnistía Internacional (2004), los cuales articulan el debate en torno a los
lenguajes internacionales de los derechos humanos, el derecho penal internacional y la
paz y la seguridad internacional, todos analizados en el capítulo 3.

Sobre el derecho a la verdad, la plataforma movilizó la idea de que esta requería del
conocimiento de toda la sociedad de los crímenes cometidos contra las mujeres, la
instrumentalización de su cuerpo como estrategia de guerra y el daño irreparable
provocado con estos actos695. De manera paradójica, al mismo tiempo que se argumentaba

693
“En el transcurso del accionar paramilitar (desde 1988) al menos 1.119 mujeres han engrosado
las denuncias que por violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario
han recaído en los paramilitares; 894 por haber perdido la vida al ser asesinadas, 131 por
desaparición, 64 por haber sido torturadas y 30 como víctimas de violencia sexual”. “Cálculos de la
Corporación Sisma Mujer sobre la base de datos del CINEP, Justicia y Paz, Deuda con la
humanidad. Paramilitarismo de Estado 1988-2003. Banco de datos de violencia política. Códice,
Bogotá, diciembre de 2004.” En Ibid.
694
“La incorporación del concepto de género; El establecimiento de un principio de no discriminación
por género; Criminalización de la violencia sexual; Establecimiento de normas especiales de prueba
de violencia sexual; Acceso equilibrado de hombres y mujeres a los cargos de la Corte;
Establecimiento de normas especiales para la prueba de la violencia sexual; Protección de las
víctimas y testigos de dicha violencia”. En Ibid.
695
“La sociedad en su conjunto debe conocer los crímenes cometidos contra las mujeres en el
marco del conflicto y la instrumentalización de su cuerpo, como estrategia de guerra, para hacer
visible el daño irreparable en ellas y en la sociedad. Se debe evidenciar los efectos de la
perpetuación de patrones androcéntricos en las relaciones sociales en tiempos de guerra y en
tiempos de paz y no olvidar que “la estrategia de guerra que legitima la apropiación de los cuerpos
de las mujeres impide la realización práctica y cotidiana de los valores de justicia, libertad y
solidaridad”, de ahí que toda búsqueda de la paz deba garantizar el conocimiento de los móviles y
estrategias implementadas para poner en marcha los crímenes contra las mujeres como garantía
de no repetición de tales atrocidades”. En Ibid.
266 La cristalización de una nueva categoría jurídica

la existencia de daños irreparables, la plataforma demandaba – siguiendo lo planteado en


la resolución 1325 – que era necesario tomar en consideración las necesidades de las
mujeres para el diseño y puesta en marcha de medidas de reparación.

Todo ello debía ser articulado con medidas de justicia, que por su importancia transcribo a
continuación:

La instrumentalización del cuerpo de las mujeres como estrategia de guerra y la


exacerbación de la violencia contra ellas, da cuenta de la degradación del
conflicto; la omisión del reconocimiento de la gravedad de tales crímenes, de lo
que ellos implicaron en el desarrollo del conflicto y por ende, de la necesidad de
imponer sanciones suficientes y específicas relevaría a un segundo plano la
justicia con las mujeres.

Se deben aplicar sanciones reales a los culpables de graves violaciones de


Derechos Humanos para evitar la impunidad. Para ello se deben respetar tres
reglas: 1. Es necesario que la sociedad sepa que los hechos cometidos son
graves crímenes y que las personas condenadas son responsables de ellos. 2.
Es imprescindible que las personas no combatientes que sufrieron los efectos de
los crímenes, tienen derechos que la sociedad está en la obligación de proteger,
y 3. Es esencial que el reconocimiento de la responsabilidad por los crímenes
tenga una consecuencia justa, a través de una punibilidad proporcional.

Las mujeres requieren de procesos en los que se sancione eficazmente a los


responsables de los delitos cometidos contra ellas, ya que su impunidad seguiría
siendo un mensaje para la perpetuación de los mismos. (…)

Como se lee, la idea del uso de los cuerpos femeninos como estrategia de guerra no solo
era importante como un argumento en sí, sino que era demostrativo de la “degradación del
conflicto” en su totalidad, es decir, tenía un carácter sintomático de la hostilidad y sevicia
de la guerra y del enraizamiento de la violencia en las comunidades, más allá de las
mujeres. En otras palabras, a través de los cuerpos femeninos las organizaciones de las
mujeres pretendían que se leyera la decadencia del conflicto armado en su totalidad,
haciendo de lo que hasta entonces había sido una anomalía del relato, algo tangencial (la
violencia contra los cuerpos de las mujeres), el centro mismo de la experiencia de la
Capítulo 5 267

sociedad en la guerra. Por ello, dejar en la impunidad estos hechos equivalía a desconocer
su gravedad y dar un mensaje de tolerancia y continuidad. Ese mensaje, además, no podía
ser de cualquier orden: requería “una consecuencia justa, a través de una punibilidad
proporcional”, es decir, merecía una alta sanción penal privativa de la libertad.

Al plantearlo de esta manera, la Plataforma recogía los relatos de las organizaciones de


mujeres de años anteriores, los ubicaba en el centro del poder político a través del
Congreso de la República y los llevaba a un lugar adicional: a representar a través de los
cuerpos de las mujeres el mapa de la guerra misma.

Como he descrito, las tres intervenciones coincidieron en la importancia de garantizar


mecanismos de protección de los derechos de las mujeres víctimas del conflicto armado,
teniendo un fuerte acento en la experiencia de la violencia sexual. No obstante, hay
matices y diferencias en los énfasis que cada una de las intervenciones realizó respecto
de este tema en la audiencia ante el Congreso, aunque todas coincidieron en la gravedad
de la violencia sexual como experiencia representativa de la violencia ejercida contra las
mujeres en la guerra.

Posterior a esta audiencia pública se realizó en el Congreso un informe de ponencia en el


que se proponía un pliego de modificaciones que tuvo en cuenta las intervenciones
ciudadanas696. Allí se lee que la justicia transicional:

es particularmente importante en aquellos casos en los cuales, como

696
La propuesta de modificación fue postulada por los senadores Rafael Pardo Rueda (Partido
Liberal), Carlos Gaviria Díaz (Partido Polo Democrático Alternativo), Rodrigo Rivera Salazar (Partido
Liberal) y por Gina Parody D’Echeona (Partido Cambio Radical), Luis Fernando Velasco (Partido
Liberal), Germán Navas Talero (Partido Polo Democrático Alternativo), como representantes a la
Cámara. Dentro del pliego de modificaciones se incluyeron los puntos que los congresistas
consideraron más significativos de cada intervención ciudadana. En el caso de Michael Frühling de
la ONU, se rescató “la importancia de que el marco jurídico que se cree, cumpla con las obligaciones
del Estado colombiano frente a los “delitos graves conforme al derecho internacional””. En el caso
de IMP, se rescató que “las mujeres hacen parte de las víctimas que se ven afectadas por todos los
hechos graves que soporta la población civil en tiempo de conflicto armado. Ha resaltado que es
fundamental que la ley incluya los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación. Al Igual que
el Derecho a la memoria de las mujeres”. Por último, en el caso de la Plataforma, los congrsistas
informaron que “Hace especial énfasis en incluir el principio de género con el fin de que se dé una
representación equilibrada de hombres y mujeres al interior del Tribunal. Asimismo estima
conveniente establecer la excepción al principio de carácter público de audiencias en caso de
víctimas de violencia sexual o de menores de edad víctimas o testigos”. En Senado, «Gaceta 77»
(2005).
268 La cristalización de una nueva categoría jurídica

consecuencia de sus acciones armadas, los grupos han cometido crímenes


atroces. Hechos tales como la toma de poblaciones seguidas de señalamientos
colectivos, torturas por medio de laceraciones, abusos sexuales,
desmembraciones, decapitaciones, desplazamiento forzoso, y la ejecución
masiva de personas, entre otros, representan uno de los obstáculos mayores para
realizar procesos que prevean esquemas de negociación basados en el perdón.
Por tal razón, en el marco de la justicia transicional existe una aceptación
generalizada de la comunidad internacional en el sentido de que aquellos
procesos deben acompañarse de tres principios básicos que sirven como ejes
para garantizar la reconciliación nacional: la Verdad, la Justicia y la Reparación697.

Los “abusos sexuales” ingresaron entonces dentro de la categoría de crímenes atroces


frente a los cuales era necesario activar el andamiaje jurídico internacional de los derechos
a la verdad, la justicia y la reparación. Esto se materializó con medidas concretas como la
restricción de beneficios a los combatientes cuando estuviera comprometida su
responsabilidad en delitos graves, incluida la violación sexual; o medidas de protección
que tomaran en cuenta los factores de violencia sexual o por razones de género.

En el curso del trámite siguiente del proyecto de ley, fueron incorporadas medidas que
habían sido demandadas por las plataformas de mujeres como la capacitación a
funcionarios para los casos de violación sexual698. Además, se observa que las
organizaciones aglutinadas en IMP y la Red Nacional de Mujeres – ya no en la amplia
plataforma mencionada anteriormente – presentaron un documento de “Propuestas de
articulado con visión de género en el marco del debate jurídico acerca de la
desmovilización de los grupos armados”699. Allí se plantearon varias propuestas

697
Ibid.
698
Senado, «Gaceta 257» (2005). Propuesta realizada por el senador Navarro Wolff (dirigente
político de la extinta guerrilla del M-19, integrante del Partido Polo Democrático Alternativo).
699
Senado, «Gaceta 248» (2005). Este cambio en la titularidad de quienes presentaron las
propuestas nos habla de una distancia y disputa al interior de las organizaciones de mujeres sobre
la legitimidad que se le podría estar dando al proceso de paz con los paramilitares al intervenir en
los debates ante el Congreso. IMP quedaría aislada en ese campo, señalada de ser aliada del
gobierno. Aunque la Red Nacional de Mujeres también participó, sus intervenciones no tuvieron la
centralidad que IMP tuvo, lo cual se reforzó después cuando el presidente Uribe delegó a la directora
de la organización IMP Patricia Buriticá como integrante de la CNRR. Sobre esto me referí en el
capítulo 2.
Capítulo 5 269

especialmente orientadas a tomar en cuenta las disposiciones del Estatuto de Roma y las
Reglas de Procedimiento y Prueba de la CPI para casos de violencia sexual700.

El proyecto de ley que derivó en la aprobación de la Ley de Justicia y Paz fue objeto de
una intensa disputa y la violencia sexual fue recreada como una imagen que sirvió para
designar un horror máximo que ameritaba justicia. Esa idea de gravedad y de crueldad fue
utilizada como mecanismo tanto para pedir su aprobación en tanto contemplaba penas
privativas de la libertad, como para pedir su hundimiento por considerarlas
desproporcionadas (las penas máximas eran de ocho años). Tal es el caso del voto
negativo presentado por María Isabel Urrutia Ocoró, Representante a la Cámara por las
Comunidades Afrocolombianas701:

6. Mucho menos se ocupa el proyecto de la violencia que se ha ejercido contra


las mujeres por su condición de tales. La violencia sexual cometida contra
mujeres, niñas y niños, simplemente se oculta en un ejercicio que recuerda las
peores ignominias cometidas contra la humanidad. El cuerpo de las mujeres se
ha vuelto un territorio de disputa, de ocupación y de despojo. La violencia sexual
también se usa como un medio para quebrantar la moral del enemigo, violencia
proscrita por todos los instrumentos de derechos humanos, al tiempo que
constituye un crimen de lesa humanidad. ¿Cómo entender que desde que se inició
el proceso de negociación con los grupos paramilitares, los hechos de violencia

700
Dentro de la justificación se incluía: “En lo atinente a los procesos judiciales en donde estén
tipificados los crímenes contra las mujeres, se pueden acoger las reglas 70 y 71 del Estatuto de
Roma, donde se establecen algunas cuestiones especiales para llevar a cabo tales como:
• El rechazo a que el consentimiento de la víctima sea utilizado como argumento para la defensa.
• La prohibición de presentar pruebas acerca de la conducta sexual de la víctima, por el respeto a
su derecho a la honorabilidad e intimidad.
• El no exigir la corroboración del testimonio de la víctima en los casos de violencia sexual.
• Excepción al principio de carácter público de las audiencias en caso de víctimas de violencia sexual
o de menor de edad víctima o testigo.
• Medidas que tengan en cuenta las cuestiones de género para facilitar el testimonio de víctimas de
actos de violencia sexual en todas las fases del procedimiento.
• El permitir en todas las audiencias que el testimonio se presente por medios electrónicos u otros
medios especiales”. Ibid.
701
María Isabel Urrutia fue elegida como Representante a la Cámara por la Circunscripción Nacional
Especial para Comunidades Negras. Era integrante del Partido Movimiento Popular Unido.
270 La cristalización de una nueva categoría jurídica

sexual han aumentado en un 700%? ¿Acaso las mujeres de Colombia, además


de sufrir la vulneración de nuestros derechos y de nuestros cuerpos, tenemos que
aceptar que a los violadores se los premie y se les garantice la impunidad? ¿Qué
modelo de sociedad y de país es entonces el que se está construyendo?702.

Los usos de la violencia sexual en esta intervención resultan particularmente significativos


sobre el lugar que empezaba a ocupar públicamente esta cuestión: se trataba de un
recordatorio de “las peores ignominias cometidas contra la humanidad” que devuelve al
plano de lo moral la pregunta por la actuación: “¿Qué modelo de sociedad y de país es
entonces el que se está construyendo?”.

La ley fue aprobada de manera definitiva el 25 de julio de 2005 e incluyó cuatro normas
específicas en materia de violencia sexual: protección a víctimas y testigos (art. 38),
excepción a la publicidad del juicio (art. 39), protección a la intimidad en el acceso a los
archivos (art. 58) y la excepción a la rebaja de penas (art. 70).

La norma sobre protección fue objeto de una adición propuesta por el senador Navarro
Wolff para incluir el deber de capacitación a funcionarios estatales que conocieran de
casos de violencia sexual, a partir del mandato de la resolución 1325703. La excepción a la
publicidad del juicio y la protección a la intimidad de las víctimas en el acceso a los archivos
fueron aprobadas sin ninguna modificación ni disputa. En cambio, la excepción a la rebaja

702
Cámara de Representantes, «Gaceta 571» (2005).
703
Esta norma fue resultado de una proposición de modificación del senador Navarro Wolff (senador
del partido de izquierda Polo Democrático Alternativo): “cámbiese la expresión: "La dignidad y la
vida privada de las víctimas y los testigos", por "así como su participación en los procesos y todas
las fases de procedimiento". En el inciso segundo cámbiese la expresión: "Irrespeto a la igualdad
de género, o violencia contra niños y niñas" por "o por razones de género, o violencia contra niños
y niñas se deberá asegurar mecanismos de capacitación para los funcionarios que trabajen con
víctimas de delitos de violación sexual, y adopción de medidas necesarias en el curso de la
investigación y enjuiciamiento de tales crímenes”. La justificación del cambio indicaba: “Wolff: Más
que una sustitutiva lo que hay es una adición de dos contenidos, uno en cada inciso. Si usted
compara con el texto que presentaron los ponentes, el más importante de las adiciones es en el
segundo inciso en donde se agrega que debe haber mecanismos de capacitación para los
funcionarios que trabajen con víctimas de delitos de violación sexual y está ahí redactado en ese
sentido, fundamentalmente acogiendo la Resolución 1325 de las Naciones Unidas, sobre ese tema
y unas recomendaciones que han sido hechas al Gobierno y a la sociedad Colombiana por
funcionarios de las Naciones Unidas, simplemente es el segundo, la segunda adición que quienes
trabajen con víctimas de delitos de violación sexual tengan una capacitación especial”. En Senado,
«Gaceta 357» (2005).
Capítulo 5 271

de penas fue incorporada en el trámite final de la ley, justificado así:

Nada se opone a que el Congreso de la República en ejercicio de sus facultades


constitucionales disponga una rebaja de penas, función que le es propia y que
corresponde a una decisión de carácter político que tiene su fundamento en la
ponderación de las situaciones y realidades que en un momento histórico se
presenten en la sociedad, teniendo en cuenta que es el Órgano encargado de
señalar las bases de la política criminal del Estado. Ponderación, y en ese orden,
reflexión y recelo, que conduce a excluir de la rebaja de pena a quienes se
encuentren condenados por delitos contra la libertad, integridad y formación
sexuales, lesa humanidad y narcotráfico704.

En otras palabras, haciendo uso de la facultad de definición de la política criminal estatal,


el Congreso, en una ponencia suscrita por representantes de diversos partidos políticos705,
definió la viabilidad de rebajar las penas a los integrantes de grupos armados que se
encontraran cumpliendo pena por sentencias frente a cualquier delito, con la excepción de
“los delitos contra la libertad, integridad y formación sexuales, lesa humanidad y
narcotráfico”. Es particularmente llamativo que, siendo los delitos asociados a la violencia
sexual posibles crímenes de lesa humanidad según el Estatuto de Roma, el Congreso
hubiera optado por crear una categoría separada de estos crímenes en general. Esto nos
informa sobre el estatus excepcional que adquirió la violencia sexual respecto del conjunto
de crímenes en el marco de los debates de esa ley, al punto que fue situado en un lugar
diferente a otros tradicionalmente considerados muy gravosos como los homicidios, la
tortura o la desaparición forzada (también ellos crímenes de lesa humanidad).

Este ejercicio de separación que fue justificado sólo a partir de la “función que le es propia

704
Ponencia presentada por los senadores Jesús Angel Carrizosa Franco (Partido Conservador),
Jairo Clopatofsky Ghisays (Movimiento Cívico Independiente). En Senado, «Gaceta 289» (2005).
705
Ponencia firmada por Zulema Jattin Corrales (Partido de la U), Representante a la Cámara,
Ponente Coordinadora; representante Oscar Darío Pérez Pineda (Partido Alas Equipo Colombia);
Francisco Murgueitio Restrepo (Partido Conservador), Senador, Ponente Coordinador; Jesús Angel
Carrizosa Franco (Partido Conservador), senadores Jimmy Chamorro Cruz (Compromiso Cívico
Cristiano - C4), Manuel Antonio Díaz Jimeno (Partido Liberal), Manuel Ramiro Velásquez Arroyave
(Partido Conservador, en investigación por parapolítica), Enrique Gómez Hurtado (Partido
Conservador), Habib Merheg Marún (Partido de la U), Luis Guillermo Vélez Trujillo (Partido de la U),
Ricardo Varela Consuegra (Partido Cambio Radical), Jairo Clopatofsky Ghisays (Movimiento Cívico
Independiente).
272 La cristalización de una nueva categoría jurídica

[al Congreso] y que corresponde a una decisión de carácter político que tiene su
fundamento en la ponderación de las situaciones y realidades que en un momento histórico
se presenten en la sociedad”, señala un clima en el debate público que ponderó la violencia
sexual como una conducta excepcionalmente gravosa dentro de los crímenes más graves.
Esa excepción fue legalizada a través de la norma y con ello completó un ciclo de
emergencia del objeto de la violencia sexual.

La norma en tanto producto nos informa no solo sobre aquello que fue un acuerdo y resultó
aprobado, sino también sobre los implícitos que dan lugar a esas medidas y,
especialmente, sobre lo que no aparece, lo solicitado que no fue incluido.

Dentro de esos implícitos, como he señalado previamente, poco a poco las organizaciones
civiles de mujeres y algunas otras voces como las de Naciones Unidas, de representantes
a la Cámara y al Senado, fueron perfilando la violencia sexual revestida de un carácter de
crueldad casi sin comparación, lo que conllevaba no solo su tratamiento diferenciado, sino
la justificación misma de todo un conjunto de normas que impidieran cualquier tipo de
amnistía total. En otras palabras: la violencia sexual fue utilizada como un recurso para
explicar la importancia de toda la norma transicional, su justificación y la necesidad de
lograr mínimos de justicia.

Salvo la intervención inicial de IMP que no fue debatida – en la que solicitaba una
tipificación más amplia de la violencia sexual y sus distintas conductas –, todas las demás
intervenciones daban por sentada la violencia sexual: parecía que sus límites ya estaban
fijados, cuando ciertamente no existía sino un Código Penal que involucraba algunas
conductas que no fueron siquiera debatidas en su momento y un Estatuto internacional
que, si bien era más amplio en sus definiciones, aún no había sido internamente
incorporado en delitos penales concretos que pudieran ser perseguidos.

La idea de la violencia sexual que fue revestida de crueldad, silenciamiento y análoga al


territorio, fueron herramientas discursivas utilizadas con diversos intereses, sin que las
fronteras de lo que ingresaba y se excluía de ella fueran debatidas. Mientras para algunos
sectores de mujeres era fundamental posicionar un sufrimiento específico y diverso de las
mujeres que ameritaba su tratamiento diferencial, para otros fue una oportunidad para dar
cuenta de un sufrimiento moralmente incuestionable que justificaba penas proporcionales.
Capítulo 5 273

Ambos propósitos fueron conseguidos con la aprobación de la Ley 975 de 2005.

Sin embargo, uno de los efectos no necesariamente deseados por los actores del
momento, fue el opacamiento de otras experiencias de violencia en contra de las mujeres.
El ejemplo que buscaba representar la experiencia femenina en la guerra terminó siendo
no un ejemplo sino la experiencia misma, de tal manera que se redujo para muchos
sectores – especialmente para la justicia – la posibilidad de imaginar de qué otras maneras
las mujeres habían sido afectadas por el conflicto y, al mismo tiempo, de qué formas otros
sujetos no femeninos habían sido afectados por la violencia sexual706.

La aprobación de la Ley de Justicia y Paz marcó un hito fundamental en la emergencia de


la violencia sexual, pues definió desde el campo jurídico-penal su carácter gravoso, con lo
cual los debates se orientaron ya no a demostrar tanto su gravedad, sino a probarla e
incorporarla judicialmente. Ese proceso fue ampliado a todo el Estado más allá del
tratamiento criminal a partir del estudio de la Corte Constitucional sobre el impacto del
desplazamiento forzado en la vida de las mujeres. Con ello se sellaría el proceso de
emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado en el país. Sobre este proceso
me referiré a continuación.

C. La producción de la violencia sexual como objeto de


atención integral estatal

De manera simultánea al debate judicial sobre la justicia transicional, a raíz de la


reconfiguración de la violencia en la década de 1990, algunas problemáticas sociales
empezaron a emerger como asuntos que debían ser atendidos por el Estado desde una
perspectiva humanitaria. Una de estas problemáticas fue la referida al desplazamiento
forzado, el cual empezó a ocupar a comienzos del siglo XXI un lugar importante en la
agenda pública del país.

La magnitud del desplazamiento forzado en prácticamente todo el territorio nacional,


sumado a las deficiencias en la respuesta institucional para atender a las víctimas que

706
Con el pasar de los años, en períodos que sobrepasan esta tesis, otros actores y sujetos como
los aglutinados en el movimiento LGBTI irrumpieron en la aplicación de la norma y ampliaron sus
perspectivas iniciales.
274 La cristalización de una nueva categoría jurídica

individual y masivamente empezaban a conformar cinturones de miseria en las grandes y


medianas ciudades707, llevó a diversas organizaciones sociales a establecer estrategias
para lograr la atención demandada a nivel nacional. Asimismo, implicó la creación de
muchas organizaciones de carácter local y regional de personas desplazadas, que
buscaban esta misma atención en el plano municipal y departamental708.

En el año 2004, las quejas recibidas por vía judicial a través de la acción de tutela en
diferentes partes del país, llevó a la Corte Constitucional a revisar de manera sistemática
las fallas de la administración pública en materia de desplazamiento forzado, a partir de la
acumulación de 108 peticiones, correspondientes a 1150 núcleos familiares “con un
promedio de 4 personas por núcleo, y compuestas principalmente por mujeres cabezas de
familia, personas de la tercera edad y menores, así como algunos indígenas”709. Esta
revisión dio lugar a la sentencia T-025 de 2004, a través de la cual la Corte Constitucional
declaró el estado de cosas inconstitucional, esto es, la constatación de una situación de
vulnerabilidad extrema de la población desplazada que, sumada a las omisiones del
Estado en su conjunto, conllevaban la violación masiva de derechos de dicha población y
requerían de una respuesta coordinada y con suficiencia de recursos710. Entre otros

707
Entre los muchos textos que en la época diagnosticaron la situación de desplazamiento en el
país, pueden consultarse, Codhes, «Conflicto armado y crisis humanitaria sostenida en Colombia:
Desplazados en el limbo. Informe 2004» (Codhes, 1 de febrero de 2005); Ana María Ibáñez Londoño
y Andrés Moya, La población desplazada en Colombia: exámen de las condiciones
socicoeconómicas y análisis de las políticas actuales (Bogota: Departamento Nacional de
Planeación Banco Interamericano de Desarrollo Banco Mundial UNDP CEPAL CAF, 2007);
Procuraduría General de la Nación, ed., La prevalencia de los derechos de las víctimas del delito
de desplazamiento forzado (Bogotá, D.C.: UNHCR/ACNUR, 2006).
708
Para profundizar en la cuestión del desplazamiento forzado ver, entre muchos otros, Dávila
Sáenz, «A Land of Lawyers, Experts and “Men Without Land”: The Politics of Land Restitution and
the Techno- Legal Production of “Dispossessed People” in Colombia».
709
Corte Constitucional, Sentencia T-025, sec. 1.
710
La Corte “concluye que por las condiciones de vulnerabilidad extrema en las cuales se encuentra
la población desplazada, así como por la omisión reiterada de brindarle una protección oportuna y
efectiva por parte de las distintas autoridades encargadas de su atención, se han violado tanto a los
actores en el presente proceso, como a la población desplazada en general, sus derechos a una
vida digna, a la integridad personal, a la igualdad, de petición, al trabajo, a la salud, a la seguridad
social, a la educación, al mínimo vital y a la protección especial debida a las personas de la tercera
edad, a la mujer cabeza de familia y a los niños (apartados 5 y 6). Esta violación ha venido
ocurriendo de manera masiva, prolongada y reiterada y no es imputable a una única autoridad, sino
que obedece a un problema estructural que afecta a toda la política de atención diseñada por el
Estado, y a sus distintos componentes, en razón a la insuficiencia de recursos destinados a financiar
dicha política y a la precaria capacidad institucional para implementarla. (apartado 6.3) Tal situación
constituye un estado de cosas inconstitucional que será declarado formalmente en esta sentencia”.
Capítulo 5 275

aspectos, en dicha sentencia la Corte Constitucional señaló que las mujeres cabeza de
familia, los niños y las personas de la tercera edad requerían de una especial protección
constitucional, pues quedaban expuestas a un mayor nivel de vulnerabilidad ante el
desplazamiento.

Esta declaratoria transformó las formas de afrontar institucional y socialmente la cuestión


del desplazamiento forzado, pues centralizó en la Corte Constitucional el seguimiento a las
órdenes emitidas, lo cual implicó que la instancia de más alto nivel en el país en la
supervisión de los derechos humanos se ocupara directamente de vigilar que el Estado en
su conjunto estuviera desarrollando acciones concretas para atender a la población
desplazada.

En el marco del seguimiento a las órdenes emitidas en la sentencia T-025 de 2004, la Corte
Constitucional en 2006 reiteró que el estado de cosas inconstitucional se mantenía, entre
otras razones, porque los programas no atendían las particulares necesidades de las
mujeres cabeza de familia, niños y ancianos, quienes:

resultan afectados en forma aguda por la condición de desplazamiento, dada la


magnitud de los riesgos a los que están expuestos – por ejemplo, riesgos para su
salud y su vida, de caer en redes de tráfico y prostitución, de ser reclutados
forzosamente para los grupos armados irregulares, de desnutrición de los niños
o, en el caso de las mujeres y niñas, de sufrir violación de sus derechos sexuales
y reproductivos-. Si bien la totalidad de individuos desplazados comparten, en
términos generales, la violación de sus derechos constitucionales, estos tres
grupos poblacionales se diferencian del resto en cuanto a la especificidad de sus
vulnerabilidades, sus necesidades de protección y de atención, y las posibilidades
que tienen de reconstruir sus proyectos de vida digna. De ahí se deriva la
necesidad de adoptar un enfoque diferencial, específico, que reconozca que el
desplazamiento surte efectos distintos dependiendo de la edad y del género711.

Aunque la idea de incorporar “enfoques diferenciales” como medidas afirmativas para la


atención de la población desplazada ya se venía desarrollando en la Corte

En Ibid., sec. 2.2.


711
Corte Constitucional, Auto 218 (2006).
276 La cristalización de una nueva categoría jurídica

Constitucional712, a partir de esta nueva constatación la Corte se abocó a la supervisión de


la incorporación de dichas medidas afirmativas en la política pública, siendo su primer eje
de trabajo la cuestión de los derechos de las mujeres.

Para tener mayores elementos para decidir, por petición de la organización Casa de la
Mujer, la Corte convocó a una audiencia pública el 10 de mayo de 2007, espacio al cual
fueron invitadas 32 organizaciones de mujeres que habían presentado previamente
informes a la Corte Constitucional – en su mayoría organizaciones locales y regionales –
y las demás que quisieran participar713.

Luego de esa audiencia, las organizaciones Sisma Mujer, Casa de la Mujer, Ruta Pacífica
de las Mujeres, AFRODES y la Red Nacional de Mujeres Desplazadas, presentaron a la
Corte informes escritos que fueron remitidos a las autoridades encargadas de la política
pública para población desplazada, a fin de que se pronunciaran sobre sus planteamientos
y propuestas714. Esta remisión es una demostración del lugar que le dio la Corte
Constitucional a la información aportada por las organizaciones sociales, pues demandaba
de las entidades respuestas específicas que serían, a la larga, una de las fuentes
fundamentales de las decisiones a tomar. Desde otra perspectiva, esto también nos
permite ver el lugar central de incidencia que habían ganado las organizaciones de mujeres
en el plano de la institucionalidad.

A partir de la información presentada por las organizaciones sociales en la audiencia del


10 de mayo de 2007, de informes oficiales y de organizaciones nacionales e
internacionales, así como de información de casos individuales, la Corte Constitucional

712
En la propia sentencia T-025 de 2004 la Corte Constitucional recordó su sentencia T-602 de
2003, que indicaba que “la atención a la población desplazada debe basarse en acciones afirmativas
y en enfoques diferenciales sensibles al género, la generación, la etnia, la discapacidad y la opción
sexual”.
713
En los considerandos del Auto que convocó a la audiencia se lee: “4. Que la Corporación Casa
de la Mujer ha solicitado a la Corte Constitucional, en representación de las mujeres desplazadas
del país y en procura del goce efectivo de sus derechos, la realización de una sesión de información
técnica con el fin de constatar, con la participación directa de las organizaciones que representan a
este grupo poblacional, el alcance y la aptitud de las medidas adoptadas por el Estado colombiano
para solventar el estado de cosas inconstitucional en materia de desplazamiento interno desde la
perspectiva de género, petición que se considera procedente, entre otras, por proporcionar a esta
Corporación importantes elementos de juicio para evaluar el cumplimiento de las órdenes impartidas
en la sentencia T-025 de 2004”. En Corte Constitucional, Auto 102 (2007).
714
Corte Constitucional, Auto 131 (2007).
Capítulo 5 277

emitió el Auto 092 de 2008715. En él, la Corte partió de considerar a las mujeres
desplazadas como sujetos de especial protección constitucional a partir de los mandatos
constitucionales y de las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos716
y del derecho internacional humanitario717.

Como he señalado en los capítulos anteriores, estos lenguajes fueron los privilegiados
para ordenar la información, las demandas y, en general, para darle sentido a las
experiencias y a las expectativas de los actores que pedían un lugar en la agenda pública
en términos de paz y de justicia. Las conclusiones de la Corte y las órdenes emitidas en el
marco de estos lenguajes, no obedecieron a un mero ejercicio de transferencia, pues las
maneras como la Corte leyó la información, la organizó y condujo a órdenes específicas,
resultó desconcertante incluso para las propias activistas que habían incidido ante ella, en
parte, porque de lo producido hasta entonces había muchas formas posibles de
interpretación y muchos caminos de actuación718.

715
“Las fuentes principales de esta información han sido los diversos informes que han presentado
ante la Corte Constitucional tanto las autoridades estatales que conforman el SNAIPD, como los
entes públicos de control y las organizaciones nacionales e internacionales que promueven los
derechos de la población desplazada, con ocasión de la realización ante la Sala Segunda de
Revisión de la sesión pública de información técnica que tuvo lugar el día 10 de mayo de 2007,
sobre la adopción de un enfoque diferencial de género dentro de la política pública de atención a la
población desplazada. Tales informes han proporcionado a esta Corporación valoraciones
comprehensivas y sistemáticas, realizadas desde diversas perspectivas, de la situación actual de
las mujeres desplazadas, y de las respuestas oficiales a sus condiciones de vida.
Por otra parte, la Corte Constitucional ha sido provista de una gran cantidad de información atinente
tanto a los aspectos generales de la situación de las mujeres desplazadas en el país como a
situaciones específicas de mujeres individuales afectadas por este fenómeno en distintas partes de
Colombia; tal información ha permitido a la Corte aproximarse en forma objetiva a la realidad fáctica
de las mujeres desplazadas en tanto víctimas de serias violaciones de los derechos fundamentales”.
En Corte Constitucional, Auto 092 sección I.8.
716
Además de las fuentes generales de los derechos humanos para todas las personas, la Corte
tuvo en consideración la Convención de Belém do Pará y la CEDAW, las cuales fueron señaladas
en el capítulo 3 de esta tesis. En Ibid., sec. I.4.2.1.
717
La Corte recordó su propia jurisprudencia sobre el alcance del DIH, su carácter vinculante y las
prohibiciones, entre otras, de “ (vi) la prohibición de la violencia de género, de la violencia sexual,
de la prostitución forzada y de los atentados contra el pudor”. En Ibid., sec. I.4.2. El alcance del
lenguaje del derecho internacional humanitario también fue estudiado en el capítulo 3.
718
Sé de primera mano del desconcierto y perplejidad que causó el Auto, pues trabajaba entonces
como coordinadora del área de acceso a la justicia de la Corporación Sisma Mujer. Las formas
como se presentó la información y las conclusiones que se extrajeron de ese proceso no fueron en
absoluto predecibles, pues había muchas otras formas de leer lo que hasta entonces se había
producido y este camino particular por el que optó la Corte fue construido a partir de sus propios
278 La cristalización de una nueva categoría jurídica

En ese proceso de ordenar la información, que fue a su vez un proceso constitutivo del
objeto, la Corte analizó “(1) el campo de la prevención del impacto desproporcionado del
desplazamiento forzado sobre las mujeres, y (2) el campo de la atención a las mujeres que
son víctimas del desplazamiento forzado y la protección de sus derechos constitucionales
fundamentales”719. Concluyó que,

La violencia ejercida en el conflicto armado interno colombiano victimiza de


manera diferencial y agudizada a las mujeres, porque (a) por causa de su
condición de género, las mujeres están expuestas a riesgos particulares y
vulnerabilidades específicas dentro del conflicto armado, que a su vez son
causas de desplazamiento, y por lo mismo explican en su conjunto el
impacto desproporcionado del desplazamiento forzado sobre las mujeres
(…); y (b) como víctimas sobrevivientes de actos violentos que se ven
forzadas a asumir roles familiares, económicos y sociales distintos a los
acostumbrados, las mujeres deben sobrellevar cargas materiales y
psicológicas de naturaleza extrema y abrupta, que no afectan de igual manera
a los hombres720.

El impacto desproporcionado del desplazamiento y la afectación diferencial y agudizada


del conflicto armado en las mujeres fueron los principales ejes del fallo, a lo que se sumaba
lo que denominó la “invisibilidad del problema” especialmente en el nivel estatal, la cual se
manifestaba en la inexistencia de políticas públicas para responder a estas afectaciones,
lo cual ahondaba la inequidad e injusticia en contra de las mujeres desplazadas721. En
tanto causa del desplazamiento y en tanto consecuencia del mismo, la Corte concluyó que
la violencia sexual constituía uno de los elementos que agravaba la vulneración de los
derechos humanos de las mujeres. En realidad, la violencia sexual no fue para ambas
esferas un elemento más, sino el primero en ser enunciado en ambos campos y el que

parámetros y no necesariamente como un mero reflejo de otras fuentes. Creo que es necesario en
este punto señalar que las personas que trabajaban en la Corte entonces y que se abocaron a
construir el Auto son imprescindibles en la ecuación para entender el resultado. Entre otras
personas, creo que la participación del abogado Federico Guzmán y la forma acuciosa como se
compenetró al estudio de lo producido hasta entonces, marcó una diferencia.
719
Corte Constitucional, Auto 092.
720
Ibid., sec. II.1. La negrilla y las cursivas son del original.
721
Ibid., sec. II.3.
Capítulo 5 279

mayor centralidad tuvo. Veamos.

En relación con la prevención del desplazamiento, la Corte identificó lo que denominó diez
riesgos de género, esto es, “diez factores de vulnerabilidad específicos a los que están
expuestas las mujeres por causa de su condición femenina en el marco de la confrontación
armada interna colombiana, que no son compartidos por los hombres, y que explican en
su conjunto el impacto desproporcionado del desplazamiento forzoso sobre las
mujeres”722. El primero de estos diez riesgos fue “el riesgo de violencia sexual, explotación
sexual o abuso sexual en el marco del conflicto armado”723, respecto del cual la Corte
“h[izo] hincapié [pues], constat[ó] la gravedad y generalización de la situación (…),
mediante informaciones reiteradas, coherentes y consistentes presentadas por las
víctimas o por organizaciones que promueven sus derechos”724.

A partir de la información obtenida, la Corte Constitucional concluyó que

La violencia sexual contra la mujer es una práctica habitual, extendida, sistemática


e invisible en el contexto del conflicto armado colombiano, así como lo son la
explotación y el abuso sexuales, por parte de todos los grupos armados ilegales
enfrentados, y en algunos casos aislados, por parte de agentes individuales de la

722
Corte Constitucional, Auto 092.
723
Los demás riesgos fueron: “(ii) el riesgo de explotación o esclavización para ejercer labores
domésticas y roles considerados femeninos en una sociedad con rasgos patriarcales, por parte de
los actores armados ilegales; (iii) el riesgo de reclutamiento forzado de sus hijos e hijas por los
actores armados al margen de la ley, o de otro tipo de amenazas contra ellos, que se hace más
grave cuando la mujer es cabeza de familia; (iv) los riesgos derivados del contacto o de las
relaciones familiares o personales -voluntarias, accidentales o presuntas- con los integrantes de
alguno de los grupos armados ilegales que operan en el país o con miembros de la Fuerza Pública,
principalmente por señalamientos o retaliaciones efectuados a posteriori por los bandos ilegales
enemigos; (v) los riesgos derivados de su pertenencia a organizaciones sociales, comunitarias o
políticas de mujeres, o de sus labores de liderazgo y promoción de los derechos humanos en zonas
afectadas por el conflicto armado; (vi) el riesgo de persecución y asesinato por las estrategias de
control coercitivo del comportamiento público y privado de las personas que implementan los grupos
armados ilegales en extensas áreas del territorio nacional; (vii) el riesgo por el asesinato o
desaparición de su proveedor económico o por la desintegración de sus grupos familiares y de sus
redes de apoyo material y social; (viii) el riesgo de ser despojadas de sus tierras y su patrimonio
con mayor facilidad por los actores armados ilegales dada su posición histórica ante la propiedad,
especialmente las propiedades inmuebles rurales; (ix) los riesgos derivados de la condición de
discriminación y vulnerabilidad acentuada de las mujeres indígenas y afrodescendientes; y (x) el
riesgo por la pérdida o ausencia de su compañero o proveedor económico durante el proceso de
desplazamiento”. En Ibid.
724
Ibid.
280 La cristalización de una nueva categoría jurídica

Fuerza Pública725.

Esta caracterización y la forma de ordenar la información a través de un “catálogo de


crímenes sexuales” – aspecto que desarrollaré a continuación – fueron los elementos
fundamentales que le dieron a la violencia sexual un estatus diferente y más gravoso, y
que sellaron el proceso de la emergencia del objeto. Los calificativos de habitual,
extendida, sistemática e invisible hablaban de una práctica generalizada, mucho más allá
de las cifras conocidas, silenciada y, salvo en el caso de la Fuerza Pública, no aislada, es
decir, recurrente y política. Todos estos calificativos eran, en parte, retomados de los giros
epistemológicos suscitados unos años antes en la esfera de las organizaciones sociales y
del derecho internacional, que buscaban reivindicar su carácter estratégico en la guerra y
político tanto en sus causas como en su tratamiento726.

La Corte optó por incorporar el calificativo de sistemática, que ubicaba el análisis no solo
en el plano de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario (DIH), sino
también del derecho penal internacional.

De hecho, el Estatuto de Roma incluye la noción de sistematicidad para referirse a los


crímenes de lesa humanidad, lo cual ha sido interpretado como un patrón de ocurrencia
y/o como parte de las políticas de los grupos, es decir, no aleatoria727. Este lenguaje elegido
no es azaroso, pues las órdenes tomadas respecto de los crímenes sexuales se orientaron
también a buscar la respuesta penal, es decir, la investigación y sanción de los
responsables.

A partir de la información conocida por la Corte – cuyas fuentes principales fueron


justamente las estudiadas en esta tesis: organizaciones sociales, organismos y
organizaciones internacionales y aquella publicitada a través de la prensa –, el tribunal
consideró que en su conjunto presentaban “un panorama fáctico de violencia, crueldad y
barbarie sobre el cual se ha tendido un manto casi total de invisibilidad, silencio e

725
Ibid., sec. III.1.1.1. El original se encuentra en negrilla.
726
Para un mayor desarrollo de este giro, ver capítulos 2 y 3.
727
El Estatuto de Roma establece que “se entenderá por “crimen de lesa humanidad” cualquiera de
los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra
una población civil y con conocimiento de dicho ataque (…)”. Estatuto de Roma de la Corte Penal
Internacional, p. art. 7.1.
Capítulo 5 281

impunidad a nivel oficial y extraoficial”728.

Sobre ello, cuatro aspectos son significativos: la presentación de la información como una
cuestión fáctica, de la realidad, que no había sido previamente tenida en cuenta, es decir,
como algo que siempre ha existido pero no se había notado; el carácter de crueldad y
barbarie que opera como un epicentro argumentativo de gravedad que justifica todas las
medidas a implementar; la idea de que sobre ese panorama fáctico se ha tendido un
manto, es decir, como algo externo al fenómeno mismo, en una relación del problema con
los agentes que deben atenderlo y; por último, la tríada de invisibilidad, silencio e
impunidad, que son también categorías usadas por las organizaciones sociales y los
organismos de derechos humanos para significar un eclipse, algo que estaba oculto por
procesos que no son adjudicados necesariamente a quienes viven la experiencia sino a
quienes deben responder a ella (sobre esta tríada volveré más adelante).

Estas cuatro cuestiones son particularmente importantes en la emergencia del problema,


porque aunque mantienen a las víctimas en el centro, ubican al Estado y a la sociedad
como el epicentro de la respuesta. Con ello es posible la emergencia de la violencia sexual
en el conflicto armado como un objeto autónomo, pues al ser susceptible de resolución, de
atención, es posible ser constituido como un problema y no solo como un fenómeno.

Los relatos recogidos por la Corte Constitucional fueron organizados por ella a partir de lo
que denominó un “catálogo de crímenes sexuales” de carácter “amplio y crudo”, los cuales
“revelan que la degradación de la confrontación bélica que afecta al país ha llegado a
extremos de inhumanidad sobre los que no existe un registro oficial, y respecto de los
cuales tienen que adoptarse correctivos radicales de forma inmediata729”. De nuevo nos
encontramos con una lectura que encuentra en la violencia sexual una suerte de síntesis
de la degradación del conflicto armado y de la inhumanidad, muy similar a la planteada en
el marco de los debates de la justicia transicional. También vemos que la cuestión de la
ausencia de registros constituye un eje fundamental de la actuación esperada, en tanto
mecanismo para el diagnóstico.

728
Corte Constitucional, Auto 092 sección III.1.1.1.
729
Ibid., sec. III.1.1.2.
282 La cristalización de una nueva categoría jurídica

El catálogo de crímenes sexuales incluyó:

(a) actos de violencia sexual perpetrados como parte integrante de operaciones


violentas de mayor envergadura -tales como masacres, tomas, pillajes y
destrucciones de poblados-, cometidos contra las mujeres, jóvenes, niñas y
adultas de la localidad afectada, por parte de los integrantes de grupos armados
al margen de la ley; (b) actos deliberados de violencia sexual cometidos ya no en
el marco de acciones violentas de mayor alcance, sino individual y
premeditadamente por los miembros de todos los grupos armados que toman
parte en el conflicto, que en sí mismos forman parte (i) de estrategias bélicas
enfocadas en el amedrentamiento de la población, (ii) de retaliación contra los
auxiliadores reales o presuntos del bando enemigo a través del ejercicio de la
violencia contra las mujeres de sus familias o comunidades, (iii) de retaliación
contra las mujeres acusadas de ser colaboradoras o informantes de alguno de los
grupos armados enfrentados, (iv) de avance en el control territorial y de recursos,
(v) de coacción para diversos propósitos en el marco de las estrategias de avance
de los grupos armados, (vi) de obtención de información mediante el secuestro y
sometimiento sexual de las víctimas, o (vii) de simple ferocidad; (c) la violencia
sexual contra mujeres señaladas de tener relaciones familiares o afectivas (reales
o presuntas) con un miembro o colaborador de alguno de los actores armados
legales e ilegales, por parte de sus bandos enemigos, en tanto forma de
retaliación y de amedrentamiento de sus comunidades; (d) la violencia sexual
contra las mujeres, jóvenes y niñas que son reclutadas por los grupos armados al
margen de la ley, violencia sexual que incluye en forma reiterada y sistemática: (i)
la violación, (ii) la planificación reproductiva forzada, (iii) la esclavización y
explotación sexuales, (iv) la prostitución forzada, (v) el abuso sexual, (vi) la
esclavización sexual por parte de los jefes o comandantes, (vii) el embarazo
forzado, (viii) el aborto forzado y (ix) el contagio de infecciones de transmisión
sexual; (e) el sometimiento de las mujeres, jóvenes y niñas civiles a violaciones,
abusos y acosos sexuales individuales o colectivos por parte de los miembros de
los grupos armados que operan en su región con el propósito de obtener éstos su
propio placer sexual; (f) actos de violencia sexual contra las mujeres civiles que
quebrantan con su comportamiento público o privado los códigos sociales de
Capítulo 5 283

conducta impuestos de facto por los grupos armados al margen de la ley en


amplias extensiones del territorio nacional; (g) actos de violencia sexual contra
mujeres que forman parte de organizaciones sociales, comunitarias o políticas o
que se desempeñan como líderes o promotoras de derechos humanos, o contra
mujeres miembros de sus familias, en tanto forma de retaliación, represión y
silenciamiento de sus actividades por parte de los actores armados; (h) casos de
prostitución forzada y esclavización sexual de mujeres civiles, perpetrados por
miembros de los grupos armados al margen de la ley; o (i) amenazas de cometer
los actos anteriormente enlistados, o atrocidades semejantes730.

Cada una de estas posibilidades descritas fue desarrollada por la Corte Constitucional, y
citando lo planteado por la CIDH en su informe de 2006731, encontró una mayor afectación
en casos de mujeres indígenas y afrocolombianas. Siguiendo la información publicada por
la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado (MMCA) en 2006 a partir de la información
del INMLCF732 la Corte también concluyó una mayor y especial afectación en las niñas.

Sumado a esta más gravosa afectación, la Corte encontró que la violencia sexual tenía
“efectos perversos” sobre el ejercicio de derechos de las víctimas, dentro de los cuales se
encontraban: lesiones físicas, contagio de enfermedades de transmisión sexual incluido el
VIH/SIDA, embarazos no deseados y problemas ginecológicos, traumas psicológicos de
largo plazo, rechazo y estigmatización social, y temor y zozobra en las regiones donde se
cometieron los hechos. Todos estos efectos operaban, de acuerdo con la Corte, como
causa directa del desplazamiento forzado de las mujeres733, esto es, de manera imbricada
con otros fenómenos violentos que afectaban a millones de personas en el país. En otras
palabras, no se trataba de un asunto privado, de interés particular, sino de un asunto con
impacto social y de interés público.

De acuerdo con la Corte, lo “más grave” es que a lo anterior se sumaba un “triple proceso
de invisibilidad oficial y extraoficial, silencio por parte de las víctimas, e impunidad de los

730
Ibid., sec. síntesis.
731
Ibid., sec. III.1.1.3.
732
Ibid., sec. III.1.1.4.
733
Ibid., sec. III.1.1.5.
284 La cristalización de una nueva categoría jurídica

perpetradores”734, el cual era fundamento para la vulneración de los derechos de las


víctimas, y el obstáculo a la investigación de los hechos, lo cual los dejaba en “casi total
impunidad”. Ese triple proceso, de acuerdo con la Corte, obedecía al menos a once
factores: la desconfianza de las víctimas ante la justicia debido a su ineficiencia y al trato
irrespetuoso que imponía para ellas “arduas cargas psicológicas” sin ningún tipo de
acompañamiento jurídico ni emocional; el miedo a las amenazas y la ausencia de
protección; el sub-registro oficial de los casos, explicado en parte por la inexistencia de
sistemas de monitoreo y documentación; la vergüenza y estigmatización social; la
desinformación sobre derechos y procedimientos; la sub-valoración de los crímenes; la
inexistencia de sistemas de atención a las sobrevivientes; la inexistencia de sistemas de
formación para funcionarios en el tema; la casi total impunidad; el miedo de las autoridades
a investigar por posibles represalias y; la dificultad de las víctimas para acceder a servicios
básicos de salud por la falta de recursos o la ignorancia sobre su existencia.

Como se lee y la propia Corte señaló, “el común denominador de todos estos factores es
la ausencia de una respuesta estatal específica a la situación”735, en otras palabras, “la
inacción estatal”. Esto representa, a mi juicio, uno de los aspectos más significativos, pues
la Corte desde su lugar central de autoridad transformó los modos de comprender y
relacionarse con ese problema que diversos actores entre organizaciones sociales y
organismos internacionales habían señalado años antes736. El problema, desde su
perspectiva, no estaba en cabeza de las víctimas ni de los actores armados, sino en ese
triple proceso que era responsabilidad del Estado resolver. No era un asunto privado sino
completa y radicalmente público y político.

En consecuencia, más allá de sus causas socio-culturales ancladas en “pautas culturales


que vinculan el cuerpo de la mujer al honor del hombre o de la comunidad”737, la Corte

734
Ibid., sec. III.1.1.6. Según el propio Auto, el fundamento era el informe de la CIDH de 2006, «Las
mujeres frente a la violencia y la discriminación 2006».
735
Corte Constitucional, Auto 092 sección III.1.1.7.
736
En este punto es importante recordar el desplazamiento entre el silencio y el silenciamiento
estudiado en el capítulo 2.
737
Corte Constitucional, Auto 092 sección III.1.1.8. Las fuentes de esta afirmación son: Relatora
Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Informe presentado por la
Sra. Radhika Coomaraswamy, Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, con inclusión
de sus causas y consecuencias, de conformidad con la resolución 1997/44 de la Comisión; Mesa
de Trabajo Mujer y Conflicto Armado, «VI Informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres,
Capítulo 5 285

encontró que la respuesta debía ser oficial y centró el eje de su actuación en las
investigaciones de las responsabilidades penales y en la reparación de las víctimas,
incluida la prevención del desplazamiento forzado causado de manera masiva por la
violencia sexual. Por ello, decidió remitir a la Fiscalía un anexo que declaró reservado con
183 casos de violencia sexual que había identificado de diversas fuentes a fin de ser
investigados. Ese mismo anexo fue remitido a la Procuraduría para que vigilara las
investigaciones y la restitución de derechos y, de manera muy sorpresiva en su momento
(pues no existían precedentes en ese sentido), a la organización social Consultoría para
los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes) como integrante de la Comisión de
Seguimiento a la Política Pública sobre Desplazamiento Forzado, para que a través suyo
las organizaciones sociales hicieran seguimiento a los casos individuales, suministraran
información, promovieran el apoyo a las víctimas y abogaran por el restablecimiento de
sus derechos738.

La Corte le ordenó a la Fiscalía rendir un informe en un lapso de seis meses, con


información detallada sobre el estado procesal de cada uno de los casos y siguiendo la
“tipología” descrita en el Auto, es decir, de acuerdo con el catálogo de crímenes sexuales
que había creado.

Sin duda alguna, estas órdenes cambiaron las maneras de entender el problema y,
especialmente, generó una agenda para la actuación del Estado, de las organizaciones
sociales y de los organismos internacionales.

Sumado al riesgo de género, la Corte Constitucional señaló que las mujeres desplazadas
vivían un impacto diferencial, agudizado y desproporcionado por el desplazamiento
forzado, en lo que denominó facetas de género, es decir, ya no en tanto causa del
desplazamiento por parte de actores armados, sino a consecuencia de él. Dentro de las
18 facetas identificadas, algunas se referían a los “riesgos acentuados de las mujeres
desplazadas de ser víctimas de patrones estructurales de violencia y discriminación de
género”739, siendo el primero de ellos “la violencia y el abuso sexuales, incluida la

jóvenes y niñas en Colombia. 2002-2006»; Amnistía Internacional, «Cuerpos marcados, crímenes


silenciados».
738
Corte Constitucional, Auto 092 sección III.1.1.9.
739
Ibid., sec. II.2.
286 La cristalización de una nueva categoría jurídica

prostitución forzada, la esclavitud sexual o la trata de personas con fines de explotación


sexual”740.

La Corte estableció, de acuerdo con el informe de Profamilia de 2006741, que las mujeres
desplazadas estaban más expuestas a ser víctimas de violencia y abuso sexual,
prostitución forzada, esclavitud sexual y trata de personas con fines de explotación sexual.
Este riesgo era particularmente notorio en la etapa de emergencia del desplazamiento,
dadas las condiciones de hacinamiento, así como la alta proporción de mujeres, jóvenes y
niñas obligadas a ejercer la prostitución por sus condiciones de vulnerabilidad y por las
condiciones extremas que las forzaban a esa alternativa para la subsistencia.

La Corte encontró que al igual que ocurría con el riesgo de género de la violencia sexual,
en tanto faceta de género la violencia sexual estaba “prácticamente invisibilizad[a] a nivel
oficial y extraoficial”, sin que se contara con ninguna información sobre políticas de
prevención, de atención o de justicia en el marco de la Ley de Justicia y Paz. Por ello, la
Corte decidió incluir los casos conocidos por ella en el anexo reservado para que la Fiscalía
los investigara. Aunque la Corte había separado la violencia sexual cometida contra las
mujeres por los actores armados que provocaba su desplazamiento de aquella producida
por las condiciones del desplazamiento mismo, al unir en el anexo reservado ambas
situaciones mantenía un grado significativo de ambigüedad sobre lo que se debía entender
por violencia sexual en el conflicto armado.

Sumado a la decisión de remitir un anexo reservado, la Corte ordenó la creación de trece


programas, dos de los cuales se referían a la violencia sexual: “a. El Programa de
Prevención del Impacto de Género Desproporcionado del Desplazamiento, mediante la
Prevención de los Riesgos Extraordinarios de Género en el marco del Conflicto Armado.
b. El Programa de Prevención de la Violencia Sexual contra la Mujer Desplazada y de
Atención Integral a sus Víctimas” 742. En todos estos programas, incluidos los señalados,
la Corte ordenó que era obligatorio vincular en su diseño a “las organizaciones de

740
Ibid., sec. IV.B.1.1.
741
Como mencioné en el capítulo 2, este fue un informe muy significativo porque a partir de
encuestas tuvo la intencionalidad de mapear el impacto del desplazamiento en las mujeres en razón
de su género.
742
Corte Constitucional, Auto 092 sección V.B.1. y V.B.2.
Capítulo 5 287

población desplazada y promotoras de derechos humanos que protegen a la mujer


desplazada por la violencia”.

La declaratoria de sujeto de especial protección constitucional para las mujeres y la


organización de la información recopilada a través de informes de organizaciones sociales
y organismos internacionales, en los cuales la violencia sexual ocupó un lugar prioritario
(agrupada en riesgos y facetas de género), transformó las lecturas, interpretaciones y
agendas sobre el tema. Además, la vinculación de las organizaciones sociales al
seguimiento del cumplimiento de las órdenes dadas por la Corte, modificó las formas de
relacionamiento de las organizaciones con el Estado y del Estado con la sociedad civil,
especialmente de las mujeres. Ello alteró completamente las formas en las que se pensaba
la construcción de políticas públicas y el lugar que debían ocupar las mujeres y las
organizaciones que las defendían.

Las formas de organizar la información, las órdenes emitidas y el lugar dado a las
organizaciones sociales, sellaron el proceso de emergencia de la violencia sexual,
haciéndolo público en el sentido de hacerlo objeto de actuación estatal integral y no solo
en el campo penal. Este Auto marcó un punto de quiebre y sus impactos siguen aún
observándose en la actualidad.

D. A modo de conclusión

Como he señalado en este capítulo, el Estado desde diferentes entidades y funciones


públicas contribuyó de manera significativa a la emergencia de la violencia sexual en el
conflicto armado y no fue solo un espectador pasivo de procesos externos. Al menos desde
tres lugares fue un agente activo y heterogéneo en su producción.

En primer lugar, a través del campo científico-legal, el INMLCF desde el año 2004 empezó
un proceso de diferenciación y cualificación estadística para ofrecer información sobre
actos de violencia sexual cometidos por agentes vinculados al conflicto armado (aunque
en ocasiones de manera ambigua). Esta producción de datos y los usos que de ellos
hicieron distintos actores, contribuyó a reforzar la idea de que esos “vejámenes propios de
la guerra” que siempre habían estado allí, ya se empezaban a hacer evidentes, a partir de
un proceso de desvelamiento al que las cifras contribuían.
288 La cristalización de una nueva categoría jurídica

En segundo lugar, en el marco de los debates de la Ley de Justicia y Paz, el Congreso de


la República operó como escenario de posiciones diversas, enfrentadas y disputadas para
definir el tratamiento jurídico a otorgar a los paramilitares en proceso de negociación con
el gobierno. En estos debates confluyeron actores diversos del Congreso y de las
organizaciones de mujeres y organismos internacionales a plantear posiciones que
defendían la idea de un conflicto degradado cuya muestra máxima era la violencia sexual.
Tanto en el trámite del proyecto, como en su versión finalmente aprobada, la violencia
sexual adquirió un estatus de gravedad homologable a otros delitos e inclusive
excepcional, pues la hizo acreedora de medidas especiales solo compartidas con el
narcotráfico y los crímenes de lesa humanidad.

Este estatus de gravedad modificó las formas de actuar y comprender la violencia sexual,
pues los debates sobre ese reconocimiento ya no se dieron en la norma sino en su
aplicación, de tal manera que se transformaba la disputa al campo probatorio, lo cual en sí
mismo contribuyó a la emergencia posterior de las víctimas de violencia sexual.

Por último, el proceso de emergencia de la violencia sexual fue cristalizado en los análisis
de la Corte Constitucional, en los cuales la violencia sexual fue considerada causa y
consecuencia del desplazamiento forzado contra las mujeres. Esas circunstancias previas
y posteriores estaban caracterizadas por un triple proceso de invisibilidad, impunidad y
silencio que el Estado en su conjunto debía conjurar. Aunque las víctimas se mantenían
en el centro del debate, el epicentro de la respuesta se esperaba del Estado de manera
integral, con lo cual se selló el proceso de transformar un problema privado en público,
cristalizando así la emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado.

Una característica común al proceso dado en estos tres campos del Estado fue la
interpretación de la violencia sexual. En el caso de Medicina Legal, la producción
diagnóstica estuvo soportada en la idea de un vejamen propio de la guerra; en el Congreso
se la produjo como un delito de la mayor gravedad a partir de su crueldad y; en la Corte
Constitucional se ordenó una actuación integral por considerarla como un acto de crueldad
y barbarie. En los tres campos prevaleció una moral particular que la mantenía en un orden
moral específico, inoponible y excepcional al considerar la violencia sexual implícitamente
como lo peor. Y fue en el mismo momento en que se dio el reconocimiento público por
parte de estas entidades estatales sobre su carácter profundamente gravoso, que se
Capítulo 5 289

cristalizó su proceso de emergencia y se desplazaron los debates a otros campos, sin que
ello significara la anulación del reclamo por el estatus de gravedad, el cual seguiría
dándose especialmente en el campo judicial.

Estos procesos de producción diagnóstica, criminal y de atención integral estuvieron


permeados por los lenguajes de los derechos humanos, del derecho penal internacional y
de la paz y seguridad internacional, no como una mera transferencia, sino como un campo
abierto de posibilidades para construir modos de actuación desde una formas particulares
de ordenar e interpretar el objeto emergente en lo local y contextual.

Los procesos jurídicos de las leyes y las sentencias cristalizaron el objeto de la violencia
sexual en el conflicto armado y configuraron momentos umbrales en los que los debates
fueron transformados y desplazados a otros campos y sujetos, con efectos concretos y
particulares. Uno de ellos fue la emergencia del sujeto víctima de violencia sexual en el
conflicto armado, que se dio a partir del año 2009 y el cual reconfiguró el problema. Para
entonces, esta confluencia de lenguajes, actores y recursos jurídicos y sociales crearon un
ambiente que permitió a las víctimas pensar que era el momento de hablar.
8. Conclusiones finales

A lo largo de este documento he presentado los modos en las cuales ciertos actores,
principalmente desde mediados de la década de 1990, empezaron a construir
públicamente un problema previamente inexistente, relacionado con la violencia sexual en
el conflicto armado. Los movimientos sociales – principalmente de mujeres –, la comunidad
internacional representada en organismos y organizaciones internacionales, la prensa
nacional y regional y el propio Estado, contribuyeron desde distintos ángulos y énfasis a
su emergencia y posicionamiento.

En estas conclusiones me propongo articular los circuitos entre los actores que fueron
organizando y reconfigurando el objeto, los problemas a los que su emergencia respondió,
los lenguajes políticos específicos en los que fue articulado, los campos de enunciación de
los que fue separándose, los desplazamientos argumentativos que permiten observar
continuidades y discontinuidades, los usos particulares planteados por los diversos
actores, los sujetos que se coprodujeron y reconfiguraron y aquellos que definitivamente
no aparecieron, los efectos concretos que produjo su emergencia y, por último, las
tensiones y aporías que constituyen la categoría. A lo largo de estas conclusiones, enuncio
también agendas investigativas que quedan pendientes por desarrollar.

La emergencia y posicionamiento de la violencia sexual en el conflicto armado se hizo


posible con la activación de una serie de circuitos entre los actores marcados por
tensiones, posicionamientos diferentes, lenguajes y mecanismos que fueron trasladándose
de uno a otro, no siempre de manera pacífica. Las organizaciones de mujeres, por ejemplo,
tuvieron que encontrar un lugar autónomo dentro de los movimientos por la paz y los
derechos humanos, reclamar una vigilancia particular de los organismos internacionales
frente a los derechos de las mujeres que resultaba novedosa, incidir ante la prensa para
lograr publicidad a sus narrativas y, demandar del Estado e incidir dentro y ante él para
lograr la juridificación de sus reclamos. El campo internacional se nutrió de la experiencia
colombiana a través de la articulación con las organizaciones sociales y con el Estado. La
prensa bebió del trabajo de los otros agentes y medió sus narrativas, transformándolas en
relatos públicos que no siempre obedecieron a los enunciados de sus fuentes y, a su vez,
sirvió de parlante para el decir de los otros actores. El Estado no fue un agente pasivo en
Conclusiones finales 291

este proceso: contribuyó activamente y de manera autónoma pero articulada a las


demandas de los movimientos sociales y de los agentes internacionales, en un proceso de
organización propio y de debate intenso sobre los enunciados planteados por los demás
actores. Así, encontramos que la emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado
obedeció a múltiples circuitos, escalas argumentativas, usos, desplazamientos y
tensiones, en el marco de posiciones y relaciones de poder diversos entre estos agentes.

Visto en su conjunto, es posible afirmar que la violencia sexual en el conflicto armado


emergió como respuesta a tres problemas – género, justicia y gravedad – a los que los
actores se enfrentaron en su momento. En primer lugar, el problema de las organizaciones
de mujeres de ser reconocidas como un actor legítimo para participar autónomamente en
los procesos de paz y de reclamo de acceso a derechos, lo cual pasaba por demostrar que
la experiencia femenina en la guerra había sido diferente, específica y relacionada con el
género. Este problema fue ahondado en el marco de una segunda problemática asociada
a los debates sobre la justicia transicional a partir de 2002, la cual se relacionó con la
necesidad de reclamar justicia en general y de género, es decir, lograr que el Estado
evitara las amnistías por los hechos cometidos por los grupos paramilitares en el país,
teniendo en cuenta además la vivencia femenina de esa violencia. Finalmente y asociado
a los dos puntos anteriores, el tercer problema fue demostrar que la experiencia de las
mujeres en la guerra tenía un carácter extraordinariamente gravoso que requería de
medidas, también extraordinarias, para conjurarlo.

En síntesis, el reconocimiento del factor género como una variable a ser tenida en cuenta
en los análisis de la guerra, los procesos de paz y el acceso a derechos, y la implicación
de lograr justicia en el marco de los debates sobre la justicia transicional, llevaron a la
necesidad de demostrar que la experiencia de las mujeres en la guerra ostentaba un
carácter de tal gravedad que requería ser reconocida en dicha dimensión. La respuesta a
ese triple problema de género, justicia y gravedad fue la construcción de un objeto
específico, autónomo y representativo denominado violencia sexual en el conflicto armado.

Es necesario detener el análisis en el problema de la gravedad, pues esta es su génesis


como un objeto autónomo y representa un giro epistemológico con relación a la situación
anterior. Como he señalado a lo largo del texto, fue en la operación de encontrar un lugar
propio en los debates de la justicia transicional, que la violencia sexual se separó de otros
292 Conclusiones finales

campos como el desplazamiento, el reclutamiento u otras formas de violencias contra las


mujeres. La negociación con los grupos paramilitares y las posiciones gubernamentales
amenazaban con generar un marco de amnistía que sólo excluiría aquellos crímenes que
tuvieran un carácter extraordinariamente gravoso. A nivel internacional, estos se asociaban
a los crímenes de lesa humanidad, guerra, genocidio y agresión y, en ellos, los crímenes
sexuales ocupaban ya un lugar propio y se habían interpretado como típicos crímenes
basados en el género, lo cual facilitó su uso como demostrativo de la gravedad de la
experiencia femenina en la guerra. Pero este no fue ni el único argumento, ni el único
campo de preocupación para incorporar la cuestión de la gravedad, es decir, este no fue
un asunto único de la justicia transicional.

De hecho, la creación de la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado en 2001 se dio de


la mano del reclamo por atención internacional al asunto de las violencias contra las
mujeres, el cual la ONU desarrollaba priorizando aquellas situaciones señaladas como
gravosas. Y debe irse más allá: sobre las violencias basadas en el género pesaba el manto
de ser consideradas como incidentales, inevitables, sutiles y menores en comparación con
las torturas, la desaparición o los asesinatos, de los cuales se señalaba a los hombres
como principales víctimas.

A fin de transformar esa visión y de lograr la atención internacional, era necesario encontrar
una ejemplificación que dotara de la dimensión gravosa a la experiencia de las mujeres.
La violencia sexual pudo ser una respuesta en tanto se argumentó que era un acto atroz,
cruel y moralmente más reprochable, que había ocasionado un sufrimiento mayor a las
mujeres, vivido en el silencio y silenciado por la sociedad en su conjunto. Ese piso moral
que involucra a la sexualidad, que está tejido en una historia de larga duración con el honor,
la honra y el pudor, fue movilizado como parte de los argumentos sobre su gravedad. Y
aunque a esta moralidad se sumaron otros elementos como su carácter estratégico, no
debemos perder de vista que dicha moralidad fue base de su emergencia como tejido
argumentativo sobre la gravedad, y por ello está en la génesis de su centralidad. Sobre
esta cuestión del honor volveré más adelante.

La cuestión de la gravedad es significativa no solo porque está en su génesis, sino porque


cristalizó su proceso de emergencia. Lo que hizo el Estado a través del Congreso con la
Ley de Justicia y Paz en 2005 y la Corte Constitucional con el Auto 092 en 2008, fue
Conclusiones finales 293

reconocer esa mayor gravedad, con lo cual elevó la violencia sexual a un estatus
jurídicamente superior frente a otras violencias y con ello adquirió el carácter de violencia
emblemática de la experiencia femenina en la guerra. En otras palabras, en el momento
mismo en que el Estado reconoció el estatus de gravedad de la violencia sexual, selló el
proceso de su construcción como un problema público autónomo y desplazó el debate a
otros lugares, aunque sin anular por completo el reclamo sobre la gravedad743

La articulación de la respuesta a los problemas de género, justicia y gravedad que he


enunciado, se dio en el marco de algunos lenguajes políticos específicos, en desmedro
de otros. Estos lenguajes fueron los de los derechos humanos, el derecho penal
internacional, la paz y la seguridad internacional y los lenguajes articulados a los saberes
feministas, de las violencias contra las mujeres y del género. Aunque son lenguajes
anclados principalmente en el derecho internacional, no debe leerse esto como si hubiese
habido una mera transferencia de conocimientos, pues los actores locales organizaron
esos lenguajes y los transformaron en ese proceso, impactando a su vez el derecho
internacional desde lo que he llamado el caso Colombia. Cada uno de estos lenguajes
aportó elementos para la construcción del objeto.

El lenguaje de los derechos humanos centraliza a las víctimas y reclama una serie de
derechos a su favor que deben ser garantizados por los Estados. En este marco, los
derechos humanos aportaron al proceso de emergencia de la violencia sexual en al menos
tres aspectos. En primer lugar, este lenguaje dotó de sentido los reclamos por un
reconocimiento y atención diferenciados a mujeres y niñas, pues desde el derecho
internacional de los derechos humanos en las décadas de 1970 y 1980 se inició un giro

743
El asunto de la gravedad se inscribe en la historia posterior al año 2008 y se revive en el marco
de un nuevo capítulo de justicia transicional abierto con el acuerdo de paz con las FARC en 2016,
en el que la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) incorpora el criterio de gravedad como elemento
para activar su competencia. Hasta el cierre de la escritura de esta tesis, pese a los insistentes
llamados de las organizaciones sociales y de mujeres a abrir un caso específico sobre violencia
sexual, la JEP no había resuelto abrirlo. Esto ha sido leído como un desconocimiento al carácter
gravoso de la violencia sexual. Ver, Jurisdicción Especial para la Paz, «Criterios y metodología de
priorización de casos y situaciones en la Sala de Reconocimiento de Verdad, de Responsabilidad y
de Determinación de los hechos y conductas», 28 de junio de 2018,
https://www.jep.gov.co/Documents/CriteriosYMetodologiaDePriorizacion.pdf; Alianza Cinco Claves,
«Un caso nacional de violencia sexual, violencia reproductiva y otros crímenes motivados en la
sexualidad de la víctima. Una medida necesaria y urgente», 2021,
https://drive.google.com/file/d/1bAY1kC1JcWAXUjLdc6rtBrcpTxtMe1UT/view.
294 Conclusiones finales

epistemológico que hizo emerger como sujetos de derecho a la infancia y a las mujeres
(en este último aspecto, en una clara respuesta a las demandas feministas). Desde este
giro, reclamar diferenciación respecto de los hombres no solo resultaba pertinente sino
necesario. En segundo lugar, los derechos humanos centralizaron al Estado como titular
de las respuestas a los problemas demandados, es decir, transformaron los reclamos de
actuación de un asunto privado a un asunto público, y lo hicieron el actor central para el
afrontamiento de las medidas a adoptar: registros estadísticos, atención a las víctimas,
justicia, reparación. Por último, habilitó la presencia de organismos internacionales de
manera permanente en Colombia, facilitando con ello articulaciones entre los diversos
actores estudiados y, a su vez, instalando un marco común de sentido que reclamaba
desde la legitimidad de este lenguaje, una respuesta estatal en clave de satisfacción de
derechos.

El lenguaje del derecho penal internacional contribuyó a suponer en el curso de los debates
de estos años qué ingresaba en la categoría de la violencia sexual. Aunque sus límites han
estado en permanente disputa, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional sentó
las bases para delimitar lo que ingresaba y no ingresaba en esta categoría y su asociación
con el género. También, este lenguaje supuso profundizar los reclamos de la sociedad civil
y la comunidad internacional para reclamar justicia y evitar las amnistías, incluidas aquellas
referidas a la violencia sexual que internacionalmente ya habían sido incorporadas a los
crímenes más graves. En asocio con ello, el conocimiento de este andamiaje jurídico
transformó los modos de enunciación sobre el tema, pues requirió de la tecnificación del
lenguaje (lo cual supuso la aparición de las expertas) y desplazó otras formas de enunciar
que, al no estar ancladas en este derecho, fueron relegadas y en muchas ocasiones
abandonadas. Como señalaré más adelante, el lenguaje más descriptivo fue reemplazado
por un lenguaje jurídico en el campo de lo penal que, a su vez, centralizaba la cuestión de
la justicia como forma privilegiada de respuesta a la violencia sexual, en desmedro de otras
alternativas posibles.

Sumado a lo anterior, el lenguaje de la paz y la seguridad internacional anclado en la


resolución 1325 y posteriores, tuvo incidencia en dos aspectos. En primer lugar, en reiterar
el carácter colectivo de la violencia sexual y su naturaleza estratégica, pues se la vinculó
no solo como un efecto de la guerra sino como una de sus causas. En segundo lugar, en
reivindicar la importancia y necesidad de garantizar la participación de las mujeres en los
Conclusiones finales 295

acuerdos de paz y su implementación, entre otras razones, por la vivencia específica de la


violencia en razón del género y la violencia sexual. Con ello, las organizaciones de mujeres
ganaron un argumento más para legitimar su participación en procesos de paz y para
movilizar la idea de un sufrimiento particular derivado de la violencia sexual. Víctimas y
activistas por la paz emergerían de la mano de estos argumentos que se habían planteado
desde mediados de la década de 1990, pero que se profundizaron con ese reconocimiento
internacional (que sumó recursos de la cooperación para su desarrollo).

Por último, los lenguajes articulados a los saberes feministas, de las violencias contra las
mujeres y del género, fueron determinantes para señalar por parte de diversos actores que
la vivencia de las mujeres en la guerra era específica, gravosa y estaba enmarcada en
sistemas patriarcales de opresión. Es importante anotar que en muchas ocasiones estos
lenguajes se imbricaron y quedaron subordinados al lenguaje de los derechos humanos,
no obstante, lograron instalar un marco de sentido común referido a los campos de la
discriminación, la violencia y la diferenciación.

La violencia sexual en el marco del conflicto armado emergió de la mano de otros campos
de violencias frente a las cuales fue separándose. En el proceso de explicar de qué
maneras las mujeres habían vivido de manera diferente la violencia del conflicto, las
organizaciones sociales, internacionales y la prensa instalaron la idea de una tríada de
afectaciones a las mujeres civiles conformada por la experiencia del abandono producto
de la orfandad y la viudez, el desplazamiento forzado y la violencia sexual. De manera
paralela y muchas veces sin articulaciones evidentes, la prensa, actores estatales y
organizaciones sociales e internacionales, también señalaron que el abuso sexual, el
aborto y la anticoncepción era una cuestión que afectaba a niñas y en ocasiones a niños
que eran reclutados por actores armados, especialmente de la guerrilla.

El proceso de emergencia de la violencia sexual es también el proceso de autonomía y


bifurcación respecto de esas otras violencias, que fue posible por una serie de
desplazamientos argumentativos en los cuales intervinieron todos los actores
estudiados, aunque con énfasis diferentes.

En primer lugar, las organizaciones y la prensa pasaron de un lenguaje descriptivo a un


lenguaje jurídico-penal, es decir, fueron abandonando algunos vocablos como rapto,
296 Conclusiones finales

agresiones, favores sexuales, ultraje, entre otros, y privilegiando los que se encuadraban
en una descripción jurídica: abuso, acceso carnal, delitos sexuales, crímenes, desnudez,
esclavitud, prostitución, entre otros. Este cambio de lenguaje fue el resultado de la
producción de la violencia sexual dentro de los reclamos por justicia, que obligó a los
distintos actores a tecnificar sus formas de enunciar y a movilizar la violencia sexual como
un asunto enmarcado en los delitos. Ello implicó una jerarquización entre la respuesta
penal y otras posibles que fueron marginadas, como la atención humanitaria, educativa, la
reconstrucción socio-comunitaria, entre otras. Algunas de ellas – como la atención
psicosocial, la atención médica de urgencia en salud y la reparación individual y colectiva
– emergieron después del corte temporal que abarcó la investigación de esta tesis.

Un segundo desplazamiento tiene que ver con la transformación de los sentidos entre el
botín de guerra y el arma de guerra, que fueron calificativos que acompañaron la
explicación de los usos de la violencia sexual en los conflictos armados. El giro
interpretativo se dio entre la idea de la violencia sexual como un acto colateral a un acto
estratégico en la guerra que, a su vez, socavaba el relato predominante de la inevitabilidad
de la violencia sexual y se oponía a la mirada de este hecho como un asunto individual y
privado y lo transfería a un asunto colectivo y político y, por ello mismo, posible de
intervenir. Esta idea del arma de guerra se ancló en una serie de presupuestos, como
asumir que era un crimen cometido únicamente en contra de las mujeres – entendidas
exclusivamente en relación con su corporeidad sexuada – y que su cuerpo era un terreno
de batalla. Luego del año 2008, la exclusividad de la violencia sexual como un asunto de
las mujeres se ha puesto en entredicho, especialmente por la irrupción de nuevos sujetos
y nociones como las de orientación sexual e identidad de género asociadas en la sigla
LGBTI y más recientemente por la exploración de la afectación a los hombres. La idea del
arma de guerra, del campo de batalla y de su naturaleza eminentemente estratégica, han
permanecido en el curso de estos años como un mecanismo para seguir explicando su
carácter gravoso. Ello ha significado una jerarquización de las violencias sexuales entre
aquellas que fueron claramente estratégicas y otras que no lo fueron, así como un efecto
de opacidad de otras experiencias complejas de violencia sexual que han involucrado
relaciones afectivas744.

744
Algunas de estas críticas las condensé en el capítulo Chaparro Moreno, «Reflexiones sobre la
Conclusiones finales 297

Un tercer aspecto tiene que ver con el giro entre el silencio y el silenciamiento. La narrativa
histórica sobre la violencia sexual en general había trazado la idea de que esta forma de
violencia estaba marcada por el silencio, el cual era entendido como producto de una
decisión individual de no hacer públicos los hechos, marcada por un entorno social que los
minimizaba, desconocía, naturalizaba y generaba vergüenza para las víctimas. El proceso
de emergencia de la violencia sexual como un problema público implicó transferir ese
silencio de la órbita de la víctima a la responsabilidad del Estado, pues se concibió como
producto del silenciamiento derivado del miedo a las represalias y al señalamiento, y
resultado del trauma, lo cual transformaba el silencio y el miedo de un asunto privado a un
asunto político y la demostración máxima del horror que justificaba la ausencia de casos y
cifras. Todo ello era posible ser revertido si el Estado desarrollaba acciones de protección
y atención a la salud, las cuales eran vistas como acciones no solo para permitir que las
víctimas hablaran, sino como un prerrequisito para lograr justicia y minimizar el sufrimiento
que era acentuado por ese silenciamiento. Ambos elementos – protección y salud –
ingresaron dentro de la órbita jurídica a partir de la implementación de la Ley de Justicia y
Paz y del Auto 092. Este paso del silencio al silenciamiento, aunque se ha mantenido de
manera muy tensa luego del año 2008, supuso en muchos casos un deber moral de
denuncia para las víctimas de violencia sexual (bajo la idea de que hablar contribuye a que
no le pase a otras), que son a su vez jerarquizadas entre las que quieren hablar
públicamente con sus rostros y nombres, las que hablan en anonimato y las que prefieren
callar. Esto coexiste con la presunción de que el peor dolor es el silencio y, en ocasiones,
con la idea de que quienes callan lo hacen porque sus contextos no han sido lo

investigación de crímenes de violencia sexual en el marco de la justicia transicional». Sobre la


cuestión de la inevitabilidad, ver Wood, «Sexual Violence during War»; Wood, «Rape during war is
not inevitable»; Elisabeth Jean Wood, «Conflict-related sexual violence and the policy implications
of recent research», International Review of the Red Cross FirstView (marzo de 2015): 1-22,
https://doi.org/10.1017/S1816383115000077; Elisabeth Jean Wood, «Rape as a Practice of War:
Toward a Typology of Political Violence», Politics & Society, 2018, 1-25; Kimberly Theidon, «La teta
asustada: una teoría sobre la violencia de la memoria», 2009; Theidon, «Gender in Transition».
Sobre el asunto de la jerarquización, ver en particular Henry, «The Fixation on Wartime Rape
Feminist»; Nicola Henry, «Theorizing Wartime Rape Deconstructing Gender, Sexuality, and
Violence», Gender & Society, 9 de octubre de 2015, 0891243215608780,
https://doi.org/10.1177/0891243215608780; Theidon, «Gender in Transition». Sobre la cuestión de
la opacidad, ver Turan, «Manhood Deprived and (Re)Constructed»; Gozde Turan, «The identity of
‘the other’ for sexual violence victims: is there anything new in sexual violence prosecutions before
the International Criminal Court?», Journal of Gender Studies 0, n.o 0 (15 de marzo de 2016): 1-13,
https://doi.org/10.1080/09589236.2016.1155977; Engle, «International Human Rights and
Feminisms»; Halley, «Rape in Berlin».
298 Conclusiones finales

suficientemente intervenidos y no porque lo decidan así, lo cual nos remite a la crítica sobre
este punto planteada por Karen Engle y Kimberly Theidon745.

El cuarto desplazamiento se refiere a los modos como las organizaciones sociales


afrontaron la contradicción que establecía, por un lado, que la violencia sexual ocurría en
todos los conflictos armados y, por otro, el hecho de no contar con evidencias sobre su
ocurrencia en el caso colombiano. Esa aparente contradicción empezó a ser revertida a
comienzos del siglo XXI con la construcción de estadísticas como prueba de la existencia
y la aparición de casos anónimos en la prensa y en los informes de las organizaciones,
que mediaron en la agencia de las víctimas ocultas (volveré sobre ello más adelante). Se
trataba no solo de demostrar que en el conflicto colombiano sí había existido la práctica de
la violencia sexual, sino que esta se había dado de manera masiva, sistemática y
generalizada, en los términos del derecho internacional y teniendo como punto máximo de
comparación los casos de Ruanda y Yugoslavia. La precariedad de los datos obtenidos
fue leída como síntoma de la gravedad, y la inexistencia de casos fue la prueba máxima
de la crueldad y del miedo. Pese a estos argumentos, la implementación de la Ley de
Justicia y Paz empezó a requerir víctimas concretas y denunciantes, cifras que probaran
la masividad y un compromiso para revertir la ausencia prácticamente total de casos en la
justicia. Esta exigencia fue retomada en el Auto 092, que ordenó la creación de sistemas
de información estadísticos sobre el tema y el acompañamiento integral para garantizar
condiciones de denuncia para las víctimas. El proceso de sistematización y registro de
casos se demoró al menos hasta el año 2014 y requirió la reinterpretación y análisis de
una amplia variedad de fuentes. Aún hoy, el asunto de las cifras sigue siendo un escenario
de disputa. Las víctimas, por su parte, no solo emergieron públicamente a partir del año
2009, sino que los modos en los que fueron relatando y articulando sus denuncias
requieren de una investigación profunda que ilumine los relatos predominantes, las
opacidades y las paradojas y aporías con las cuales llenaron ese vacío de información.

Por último, la cuestión de la continuidad de las violencias en las vidas de las mujeres se
transformó en la idea del continuum de las violencias. En los relatos iniciales es posible
evidenciar que la relación entre las violencias cotidianas y las de la guerra eran
interpretadas desde dos variables: cómo la vivencia de la guerra afectaba e impactaba las

745
Engle, «International Human Rights and Feminisms», 795; Theidon, «Gender in Transition».
Conclusiones finales 299

violencias cotidianas, y cómo el reclutamiento era producto de la violencia especialmente


en las familias. El giro se dio en el momento en el que las violencias de la guerra –
especialmente la sexual – fueron explicadas desde las violencias cotidianas, es decir, de
qué maneras los actores armados exacerbaban las violencias de la familia y la comunidad
y las llevaban a los entornos de conflicto armado, a partir de todo un sistema patriarcal
basado en la discriminación, la opresión y la dominación. Este ciclo de violencias se
reforzaba después de las desmovilizaciones y encontraba su punto de cierre y nuevo inicio
a partir de la impunidad estatal, que no solo no las castigaba, sino que las auspiciaba. De
este modo, en lugar de tener escenarios de violencia separados y autocontenidos, el
continuum sirvió para reinterpretar la guerra desde el género en un todo continuo. El efecto
ha sido el permanente debate sobre la cuestión de qué ingresa y no ingresa en la categoría,
pues qué es el conflicto armado y cuáles son sus límites con la vida cotidiana antes y
después de la guerra, es un debate que permanece en disputa, evocando la permanente
tensión entre lo público y lo privado.

Estos desplazamientos de sentidos se dieron en una geografía particular de los actores,


que a fin de responder a los problemas señalados y a otros diversos, hicieron usos
particulares de la violencia sexual, que a su vez posibilitaron su emergencia como objeto.
Fueron al menos tres usos los detallados en este estudio: como un mecanismo para
demostrar la existencia y persistencia del conflicto armado, como un recurso emocional de
propaganda para hacer la guerra y, como una unidad de sentido para posicionarse ante el
proceso de paz con los paramilitares.

En relación con lo primero, especialmente en el marco del primer gobierno de Uribe Vélez
(2002-2006), la enunciación de la violencia sexual como una práctica utilizada por todos
los actores del conflicto sirvió como mecanismo para explicar que, pese a la posición
gubernamental de negación del conflicto armado, este existía y se desarrollaba de
maneras contrarias al mínimo respeto por las normas humanitarias. También sirvió como
recurso para explicar que, pese a las desmovilizaciones acordadas con los paramilitares,
estos seguían operando, prueba de lo cual era el uso sostenido de la violencia sexual. El
carácter de máxima gravedad y el soporte moral en el que se anclaba, hacían de la
violencia sexual un recurso retórico incuestionable. De la mano de este argumento
inoponible, el movimiento de mujeres empezó a ganar un terreno de autonomía y
legitimidad. A su vez, el objeto mismo de la violencia sexual fue reconocido en su gravedad,
300 Conclusiones finales

al punto de representar, a través de los cuerpos de las mujeres, la experiencia del conjunto
de la sociedad en la guerra. En otras palabras, la totalidad del conflicto armado, de su
persistencia y de la existencia de víctimas, fue demostrada también a través de la violencia
sexual.

En segundo lugar y de manera simultánea, justamente por ese lugar moral, la violencia
sexual también fue utilizada como un recurso emocional para movilizar y justificar la guerra.
Este campo de la propaganda contra el enemigo no es exclusivo del caso colombiano,
pues ha sido usado en diferentes conflictos como una estrategia para deslegitimar al
contrario. Para el caso colombiano, sus usos desde esta perspectiva se observan
especialmente de la mano de voces del Ejército en la prensa, que señalaban a la guerrilla
de carecer de ideología política debido al uso de la violencia sexual tanto en contra de
civiles, como de sus integrantes. Sobre este punto la prensa tuvo un lugar privilegiado –
aunque no exclusivo – de configuración de los usos emocionales de la violencia sexual.
En su conjunto, el señalamiento de la utilización de esta práctica en el marco del
reclutamiento fue mayor en contra de la guerrilla, pese a existir información relevante en
el marco del proceso de desmovilización paramilitar. La violencia sexual fue planteada
como un acto animal y monstruoso y no precisamente como parte de las estrategias de la
guerra. Desde esta visión, era posible desvincularse del enemigo y crearlo como un otro
que necesariamente debería ser exterminado, pues atacaba a su vez a la mujer como
representación de la nación. En el nuevo capítulo de la justicia transicional adelantado
luego de 2016, este asunto ha ocupado un lugar central con propuestas de eliminación de
beneficios para violadores presentadas por congresistas del partido uribista del Centro
Democrático o con los debates generados por la aparición de organizaciones como la
Corporación Rosa Blanca746. Estos usos basados en el recurso emocional de la violencia
sexual ocurren por fuera del marco temporal de este estudio y son un pendiente para la
investigación.

Por último, la violencia sexual ocupó un lugar protagónico en el proceso de paz con los
paramilitares, pues sirvió para reclamar la aprobación de la norma de justicia y paz que
excluía crímenes graves como los sexuales; para pedir su hundimiento por no lograr

746
Organización de víctimas de violencia sexual en el marco del reclutamiento de las FARC, creada
en diciembre de 2017.
Conclusiones finales 301

mínimos de justicia ante la atrocidad; y para demostrar que, dada la continuidad de su uso
por los paramilitares, el proceso en su conjunto había sido un fracaso. En sus diversos
usos, la violencia sexual ejemplificaba el horror máximo y la crueldad que exigían mínimos
de justicia y, para lograrlo, las organizaciones sociales, internacionales, la prensa y
agentes estatales movilizaron la idea del sufrimiento intrínseco de la violencia sexual, su
sevicia y dieron detalles macabros de empalamientos, ataques sexuales, mutilaciones,
entre otros, a fin de ejemplificar ese horror. Con ello, la violencia sexual alcanzó niveles
extraordinarios de gravedad anclados en la idea de la atrocidad y la crueldad, y al mismo
tiempo que lograron el cometido de incluir lo sexual en aquello grave y por ello justiciable,
hicieron de la violencia sexual una violencia excepcional (volveré a este punto más
adelante).

En conjunto con los argumentos y los usos señalados, se coprodujeron algunos sujetos
como las expertas y las víctimas, y se reconfiguraron otros como el movimiento de
mujeres y el Estado.

Con el calificativo de expertas me referí a aquellos sujetos que emergieron con la finalidad
de ocupar un lugar explicativo sobre el por qué las mujeres deberían ser destinatarias de
una forma particular de interpretar su experiencia. En un comienzo, hasta el año 2002,
estas expertas estaban representadas en mujeres activistas de organizaciones sociales y
de organismos internacionales, que conjugaban tanto la movilización como la producción
de informes y que eran mediadoras entre las víctimas anónimas y la opinión pública. Una
vez aparecido el problema de la justicia transicional y anclado en los debates del derecho
internacional, las expertas se cualificaron en el marco de los saberes propios del derecho
y la psicología, profesionalizando la experticia e interpretando la experiencia de la violencia
sexual desde los campos del crimen y el trauma. Esto ha tenido por efecto – especialmente
en el campo de las organizaciones sociales y la cooperación internacional que las financia
a ellas y al Estado – la híper-cualificación en la comprensión de la violencia sexual y la
necesidad de una altísima experticia en estos saberes para el tratamiento de las víctimas
y los crímenes. Los efectos de la tecnificación del discurso y sus impactos para las
víctimas, los relatos de memoria y de justicia, son también un pendiente para la
302 Conclusiones finales

investigación en relación con la violencia sexual en Colombia747.

Como señalé desde un comienzo, las víctimas no aparecieron públicamente sino hasta el
año 2009, y su lugar fue ocupado por las expertas, quienes ejercieron una suerte de
mediación de la agencia de las víctimas aún no emergentes, e interpretaron los rumores
como prueba de su existencia masiva, aunque oculta. Pese a no existir aún como sujetos
públicos, el discurso en proceso de instalación fue delineando algunos trazos de los bordes
de ese sujeto víctima, que paso a detallar. En primer lugar, se asoció violencia sexual a
mujeres, de tal forma que las víctimas privilegiadas de la observación serían las mujeres
en función de su corporeidad sexuada, generando una diferenciación radical con la
experiencia masculina, anclada en el homicidio, la desaparición y la tortura. Ello ha llevado
a un binarismo de género que separa radicalmente hombres y mujeres y, además,
reesencializa a las mujeres en función del sexo748. Con la instalación de la idea de la
violencia sexual como arma de guerra, emergió una aporía: se politizó el acto, pero se
despolitizó al sujeto, pues lo estratégico no derivaba de nada particular que hubieran hecho
las víctimas, sino solo de su cuerpo sexuado. Desde esta perspectiva, las mujeres
quedaban relegadas a una imagen de permanente victimización, pues si bien las
organizaciones sociales intentaron centralizar su rol activista, la prensa y el propio Estado
acentuaron su carácter sufriente en pos de los usos señalados anteriormente. Desde este
enfoque se puede entender la iconografía movilizada en la prensa, que generó sujetos con
matices muy distintos entre las víctimas del desplazamiento y las de la violencia sexual,
cuyos rostros y voces estuvieron permanentemente ocultos, generando simbólicamente un
relato que asociaba la violencia sexual a un acto inenarrable, con efectos indelebles y
ubicado en el lugar de la peor experiencia posible. En el proceso de implementación de la
Ley de Justicia y Paz, ese sujeto silente y oculto demandó ser transformado por casos y

747
Este ha sido un asunto analizado en otras experiencias. Ver, por ejemplo, para el caso de
Nanking, James Burnham Sedgwick, «Crying shame: war crimes, sexual violence, and the cost of
“speaking out”», Acta Académica 47, n.o 1 (enero de 2015): 60-77. Para los procesos de memoria
en términos más generales tener en cuenta, entre otros, Francisco A. Ortega, «Rehabitar la
cotidianidad», en Veena Das: sujetos del dolor, agentes de dignidad, ed. Francisco A. Ortega
(Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Facultad de Ciencias Humanas: Pontificia Universidad
Javeriana. Instituto Pensar, 2008), 37.
748
Esta cuestión ha sido analizada en otros contextos de estudio de la violencia sexual. Ver, en
particular, Turan, «Manhood Deprived and (Re)Constructed»; Turan, «The identity of ‘the other’ for
sexual violence victims»; Azuero, «Science and International Thematic Prosecution of Sex Crimes»,
254; Engle, «Feminism and Its (Dis)contents», 810.
Conclusiones finales 303

víctimas concretas con denuncias públicas. El Auto 092 de 2008 contribuyó a llenar ese
vacío de denuncias y a impulsar el reconocimiento de las víctimas, al remitir a la Fiscalía
información de casos específicos para ser investigados. Sus rostros, voces e historias
fueron conocidos con nombres propios y no con seudónimos a partir del año 2009, no
obstante, estos bordes descritos y aporías del problema, siguieron permeando su
representación en el período posterior. Las formas como estos aspectos fueron
enfrentados por las víctimas emergentes y las organizaciones acompañantes, es un reto
investigativo que permanece abierto.

De manera simultánea a la emergencia de este objeto, el movimiento de mujeres y el


Estado se reconfiguraron en el proceso. El movimiento de mujeres demandó su
reconocimiento como pactante de la paz desde la idea de las mujeres como víctimas de
una experiencia singular de violencia como la sexual, la cual las legitimaba para ser parte
activa y necesaria de los procesos de paz. Esa relación inescindible entre la victimización
y el activismo transformó al movimiento de mujeres y sus agendas, lo que se vio impulsado
por la aprobación de la resolución 1325 de las Naciones Unidas en 2000. Años después,
ante las dificultades que enfrentaban los movimientos de derechos humanos y de paz por
la deslegitimación producida durante el gobierno de Uribe, el movimiento logró un
posicionamiento estratégico especialmente a través de la movilización de la violencia
sexual. Esto le permitió legitimar su participación en términos mucho más paritarios – sin
decir con ello que libre de tensiones – en los debates sobre la paz, la justicia y el reclamo
de derechos. No debe leerse esta reconfiguración y los usos de la violencia sexual por las
organizaciones de mujeres como un señalamiento negativo, sino como el reconocimiento
de su carácter de sujetos radicalmente políticos que trazan estrategias y se organizan en
función de sus necesidades ante problemas y contextos particulares. Pensar lo contrario o
asumir que esta es una crítica, no sería sino una manera estereotipada de ver el activismo
feminista e infantilizarlo.

El Estado también fue alterado en el marco de la emergencia de la violencia sexual, pues


se transformó en el actor central de la respuesta y, a raíz de ello, debió modificar sus
prácticas para desarrollar el proceso de juridificación y su implementación. En otras
palabras, el Estado desde diversas entidades contribuyó activamente a la emergencia del
objeto y, de paso, debió instalar algunos dispositivos que previamente existían de manera
muy incipiente, como aquella obligación de incorporar el enfoque de género a los asuntos
304 Conclusiones finales

de la guerra, o brindar un tratamiento diferenciado a las víctimas de violencia sexual. El


Auto 092 selló el proceso de cristalización de la emergencia, justamente porque clarificó el
rol central del Estado ante el problema de la violencia sexual, descentrándolo de las
víctimas y adjudicándolo al escenario público. Además, la Corte obligó a las entidades
estatales a interactuar con las organizaciones sociales, con lo cual se alteró la tradicional
forma de relacionamiento del Estado con la sociedad civil.

Es importante señalar que, aunque algunos sujetos se produjeron o reconfiguraron, otros


como el sujeto victimario o la sociedad como campo de escucha y transformación
no emergieron en este período. Aunque las organizaciones, el campo internacional, la
prensa y el Estado señalaron a los actores de manera diferenciada, terminó por instalarse
la idea de que “todos los actores” eran responsables de la violencia sexual, lo cual sirvió a
la larga como mecanismo para hacer desaparecer las responsabilidades concretas. No
trato de referirme a la veracidad o no de esta fórmula, pretendo señalar que la idea de los
“ejércitos patriarcales” logró ocultar a los victimarios en este período. Con posterioridad,
ninguno de esos ejércitos se ha declarado responsable de estos hechos y, a diferencia de
otros actos donde las responsabilidades si bien son compartidas también permiten la
diferenciación – como en las masacres, el secuestro o las desapariciones – en el caso de
la violencia sexual es necesario estudiar si esta fórmula pudo haber contribuido a diluir la
responsabilidad.

Si bien el movimiento de mujeres manifestó la imbricación de la violencia sexual en los


valores de la sociedad a través de la fórmula del sistema patriarcal y el continuum, no
emergió públicamente la preocupación por la sociedad como campo de escucha y
transformación. La centralización de la responsabilidad de la respuesta en el Estado y los
lenguajes de los derechos humanos y el derecho penal como los privilegiados, tuvieron un
efecto de desplazamiento de la importancia de repensar a la sociedad como receptora y
agente de transformación del orden moral que soporta la violencia sexual. Este aspecto ha
sido propuesto con posterioridad al corte temporal de esta tesis, no obstante, no deja de
ser significativo que los lenguajes enunciados sean los mantenidos en el tiempo como los
vehículos de movilización de la respuesta. Es importante que en un futuro se profundicen
las investigaciones – más allá del campo de la memoria – sobre los tipos de marcos de
escucha que requiere la violencia sexual y las formas como el conjunto de la sociedad
puede repensar la cuestión moral.
Conclusiones finales 305

He intentado demostrar en esta tesis que el proceso de emergencia de la violencia sexual


en el conflicto armado tuvo efectos concretos además de los ya planteados. La
juridificación a través de la Ley de Justicia y Paz redundó en un giro en los debates, pues
al tiempo que se establecía jurídicamente su carácter gravoso, se desplazaba el problema
a cómo probarlo. También esta ley tuvo un efecto muy significativo en el carácter
excepcional de la violencia sexual: la decisión del Congreso de excluirla de los beneficios
a los combatientes, al mismo nivel pero separada de los crímenes de lesa humanidad y
narcotráfico, generó una jerarquización de las violencias, ubicando a la violencia sexual en
un lugar no solo más gravoso sino excepcional frente al resto de crímenes. Esto terminó
opacando otras experiencias distintas a la violencia sexual y otros sujetos diferentes a las
mujeres.

El Auto 092, por su parte, organizó la información de tal manera que cristalizó el proceso
de emergencia, y creó una agenda que aún se mantiene vigente para las organizaciones
sociales, el Estado y la cooperación internacional. Luego de expedido este Auto, instancias
estatales que no se habían implicado en la respuesta fueron llamadas a la actuación, pues
la propia Corte Constitucional se abrogó el seguimiento a su cumplimiento, lo cual delineó
otras formas de relacionamiento entre las entidades públicas y la sociedad civil, que no
tenían precedente. A partir de sus órdenes, el movimiento de mujeres se reagrupó de otras
maneras y la cooperación internacional revitalizó su agenda en violencia sexual en el
conflicto armado en el país, generando un flujo de cooperación y recursos internacionales
nunca vistos para este tema, que impactó hondamente al Estado y al movimiento de
mujeres. Estos son aspectos que ameritan estudios futuros a profundidad, pues determinó
las formas como posteriormente se desarrolló la agenda.

Es preciso señalar, por otra parte, que los modos en los cuales fue emergiendo la violencia
sexual tuvo el efecto de desplazar u opacar otros asuntos que resultaban centrales en
momentos previos como en el Primer Encuentro Feminista o en el momento post-
constituyente. Me refiero a la violencia sexual en la cárcel, las violencias cotidianas y el
grave problema de las esterilizaciones forzosas de mujeres por el Estado denunciado en
los años 80. Aunque los dos primeros temas no han sido abandonados, la centralización
de las violencias en la guerra y especialmente de la violencia sexual, obligó a muchos
sectores del movimiento de mujeres más institucionalizado a priorizar sus recursos para
las urgencias del conflicto armado, donde además las agencias internacionales
306 Conclusiones finales

privilegiaron la cooperación. Creo que resulta urgente retomar estos asuntos con los
aprendizajes que la incidencia en las cuestiones de la guerra ha dejado, con el
conocimiento construido de lo que significa desarrollar estrategias desde lo social para
construir problemas públicos. Dicho de otro modo, necesitamos que la sociedad se
comprometa también con otros problemas públicos.

Para terminar, quiero plantear algunas de las tensiones y aporías que el proceso de
emergencia de la violencia sexual en el conflicto armado involucró y que fueron
constitutivas del objeto mismo. Muchas de ellas requieren futuros estudios pormenorizados
desde distintos campos.

En primer lugar, es importante poner en evidencia que aunque la pregunta por lo sexual
de la violencia es un aspecto debatido en el campo de los estudios feministas, en el plano
nacional, si bien hubo algunas disputas sobre qué configuraba o no violencia sexual, en el
período estudiado la categoría estuvo marcada por una cadena de implícitos permeados
por el lenguaje del derecho penal internacional. Este lenguaje resultó útil como argumento
de autoridad, pero inhibió la posibilidad de debatir en lo local qué ingresaba o no en ella y
por qué. En otras palabras, la necesaria pregunta sobre en dónde radica lo sexual de la
violencia o la violencia de lo sexual. Esto no solo tiene que ver con la cuestión de las
modalidades y sus nominaciones (si se trata de esclavitud o prostitución, acoso o abuso,
etc.), sino qué es lo que sexualiza la violencia, en dónde se ubica su campo interpretativo
y por qué se excluyen o incluyen conductas. Parece que la respuesta ha estado anclada
en el campo del cuerpo asociado a la genitalidad, lo cual tiene por efecto limitar el plano
de la sexualidad y continuar el debate en la gramática de la honorabilidad. Ello, puesto que
la genitalidad y sus consecuencias sociales de castidad y pudor se sacralizan socialmente
y la violencia en esa idea de lo sexual aparece como una profanación. Su efecto es la
reesencialización de las mujeres en función del sexo, donde se afecta esta sexualidad
limitada y no la autonomía para decidir sobre ella749. De otra parte, también esta cuestión
involucra la pregunta por qué es lo violento de lo sexual y si realmente la violencia sexual

749
Linda Martin Alcoff señala: “Lo que se violó no es nuestro yo sexual natural, sino nuestra
capacidad de construcción respecto de nuestro yo sexual”. Martin Alcoff, Violación y resistencia,
172. Este texto resulta particularmente importante para el análisis de la violencia en el marco de la
sexualidad.
Conclusiones finales 307

tiene que ver con la sexualidad750. Aunque en el período posterior al cierre de este
documento este aspecto ha sido debatido en el marco normativo y de la justicia, creo
necesario volver a esas preguntas no solo desde el plano jurídico sino desde una mirada
que extienda la cuestión a los efectos en la constitución del sujeto víctima y sobre la
memoria y lo moral751.

Como planteé en la introducción, el giro epistemológico involucró una serie de aporías que
constituyeron el problema público y la categoría de la violencia sexual en el conflicto
armado. Las aporías se refieren a aquella convergencia de elementos cuyos sentidos
resultan contradictorios y que no admiten solución, pues se requieren mutuamente para
existir y, simultáneamente se rechazan. Más que un problema, la aporía nos indica un
modo de operar de la categoría, en el que los actores que se enfrentan a la contradicción
buscan maneras de afrontarla, sin poder necesariamente resolverla, pero sí desplazarla;
en ese camino, movilizan la acción social. Ahí radica su funcionalidad. A continuación me
detendré en los núcleos aporéticos sobre (i) la distinción entre lo público y lo privado, (ii) la
relación entre el silencio y la acción pública, (iii) el problema de la libertad, (iv) el problema
del honor y (v) su carácter excepcional e incuestionable.

(i) Sobre la cuestión de lo público y lo privado es preciso anotar que la emergencia del
objeto de la violencia sexual en los lenguajes utilizados, fue también un mecanismo para
transmutar la cuestión sexual del orden privado al orden público, incluida a aquella ficción
de la “conciencia de la humanidad”. En todo el período estudiado ese fue uno de los
argumentos que justificó desde las voces feministas de las organizaciones de mujeres el
paso a la justiciabilidad; no obstante, el alcance sobre qué se entendía por lo privado y lo

750
Este aspecto ha sido planteado por Rita Laura Segato, quien señala que la violencia sexual
remite al orden del poder y no al orden de lo sexual. Este asunto ha sido debatido ampliamente en
los estudios feministas. Ver, al respecto Rita Laura Segato, Las estructuras elementales de la
violencia, Edición: 1st. (Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2003); Rita Laura Segato,
La guerra contra las mujeres (Madrid: Traficantes de sueños, 2016),
https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/map45_segato_web.pdf.
751
Los informes producidos por el Centro Nacional de Memoria Histórica son un esfuerzo en este
sentido, que debería ser retomado desde distintos ángulos. Ver, en particular, Centro Nacional de
Memoria Histórica, La guerra inscrita en el cuerpo; Centro Nacional de Memoria Histórica, Aniquilar
la diferencia. Lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas en el marco del conflicto armado
colombiano (CNMH-UARIV-USAID-OIM, 2015),
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes2015/aniquilar-la-
diferencia/aniquilar-la-diferencia.pdf.
308 Conclusiones finales

público nunca fue expuesto. Los sentidos dados al arma de guerra, la estrategia y el campo
de batalla fueron instrumentos para designar la violencia sexual dentro del campo de la
violencia política, por oposición a la violencia considerada privada e incidental. Más que el
carácter verídico o no de esas afirmaciones – que por lo demás cuentan con numerosos
estudios – me interesa explorar sus efectos de borramiento de la porosa frontera entre lo
privado y lo público752. Son al menos dos aspectos los que se desprenden de esta cuestión:
En primer lugar, este asunto ha tenido un efecto de jerarquización, pues pareciera que el
proceso de hacer pública la violencia sexual llevara implícita la premisa de que la violencia
privada no es violencia política – habiendo sido esta última la asociada al conflicto armado,
especialmente, a lo estratégico –, con lo cual, dicho en términos de lo analizado en esta
tesis, no sería lo suficientemente grave como para ser tenida en cuenta. Creo que es
necesario revisar estos supuestos, cuestionarlos y observar sus efectos, pues si bien es
cierto ha resultado útil en la instalación de un problema público, ha tenido efectos de
exclusión o subvaloración frente a otras violencias no consideradas público-políticas y
frente a las víctimas de esas violencias.

En segundo lugar, lo público de la violencia sexual ha sido asimilado al campo de lo


estratégico, lo que ha podido significar en muchos casos una expropiación de la
experiencia para las víctimas, que han visto su privacidad confrontada con ese carácter de
lo público, lo cual lleva a la pregunta planteada por Elizabeth Jelin sobre “¿cómo combinar
la necesidad de construir una narrativa pública con la de recuperar la intimidad y la
privacidad?”753. Se trata, entonces, de una aporía en la que, por un lado, en tanto problema
público, reclama la intervención y la publicidad, pero, por el otro, exige reconocer un límite
en la intimidad de la víctima y no demandar de ella una transparencia total, es decir,
reivindica la privacidad de la experiencia. Las formas para afrontar esta contradicción se
observan desde el proceso de emergencia, por ejemplo, a través de la noción de agencia
mediada, o del desplazamiento del silencio al silenciamiento que dio un lugar a los saberes

752
Este aspecto fue el eje fundamental de la mesa de trabajo adelantada en 2018, en el marco del
proceso de candidatura al doctorado. Ver Mesa de trabajo «Memoria y violencia sexual: entre lo
público y lo privado».
753
Jelin, La lucha por el pasado, 237. Un interesante trabajo que también aborda estas preguntas
aunque desde un enfoque autobiográfico puede leerse en Leonor Arfuch, Memoria y autobiografía:
exploraciones en los límites, 1. ed, Sección de obras de sociología (Buenos Aires, Argentina: Fondo
de Cultura Económica, 2013).
Conclusiones finales 309

asociados al trauma. En tanto aporía, no admite solución radical y reclama la


indeterminación, pues resulta ser el mecanismo a través del cual opera el problema. Sin
embargo, ello no significa que siempre se presente de las mismas maneras, lo cual
permite, por un lado, historiar luego del cierre temporal de esta tesis las formas a través
de las cuales se ha afrontado este asunto y, por el otro, al reconocer dicha indeterminación,
repensar elementos para afrontar en el presente lo público del problema y su conflicto con
la privacidad.

(ii) Esta cuestión nos lleva a la aporía entre el silencio y la acción pública, que involucra
esa compleja relación en la cual el problema de hacer pública la violencia sexual demanda
un tipo particular de víctimas y relatos, que representa para las víctimas la imposición de
un deber de hablar en el marco de unos modelos particulares que exigen su inocencia y
total transparencia. Claramente este es un debate complejo y extenso que ha sido
abordado en otros campos referidos no solo al derecho, sino a la memoria y al trauma. No
obstante, me parece importante insistir en que las formas, modos y bases con las que
emerge y se disputa un objeto, determinan posibilidades e imposibilidades para
testimoniar, para recordar y hacer memoria social y justicia, justamente por el orden
simbólico en el que este se encuadra754. De allí que más que reiterar en este debate sobre
el deber o no de hablar y de qué manera hacerlo, quiero insistir en que esos silencios y
esas palabras están íntimamente ligados con las jerarquías propiciadas por las formas
planteadas por el objeto mismo, con las legitimidades dadas y con las fronteras sobre lo
que ingresa o no en la categoría. Así que ese proceso narrativo del silenciamiento no solo
obedece a un factor externo al objeto, sino a los límites del objeto mismo.

Esta cuestión del silencio se relaciona conflictivamente con la acción social: la noción del

754
Volviendo a los aportes de Joan Scott que recoge Van Alphen: “Los sujetos son constituidos
discursivamente, pero existen conflictos entre los sistemas discursivos, contradicciones dentro de
cualquiera de ellos, múltiples significados posibles para los conceptos que colocan. Y los sujetos
tienen agencia. No son individuos unificados y autónomos que ejercen su libre albedrío, sino más
bien sujetos cuya agencia se crea a través de las situaciones y estatus que se les confieren. Ser un
sujeto significa estar “sujeto a condiciones definidas de existencia, condiciones de dotación de
agentes y condiciones de ejercicio”. Estas condiciones hacen posible elecciones, aunque éstas no
son ilimitadas. Los sujetos son constituidos discursivamente, la experiencia es un evento lingüístico
(no ocurre fuera de significados establecidos), pero tampoco está confinada a un orden fijo de
significado. Ya que el discurso es compartido por definición, la experiencia es tanto colectiva como
individual. La experiencia es la historia de un sujeto. El lenguaje es el sitio donde se representa la
historia. La explicación histórica no puede, por lo tanto, separarlos”. En Scott, «Experiencia», 66.
310 Conclusiones finales

silenciamiento – en tanto proceso externo que lleva al silencio – es una invitación a la


acción pública (a la intervención) sobre un sujeto que requiere existir en silencio dada la
dimensión gravosa atribuida a la experiencia (Ana Paola, la mujer de la imagen 10 evoca
claramente ese sujeto). Es importante recordar acá que una de las evidencias construidas
sobre la gravedad es el silencio que es provocado por el proceso de silenciamiento. Así
pues, desplazar el silencio y revertir el silenciamiento a través de la palabra, pondría en
entredicho la connotación de gravedad con la que se han sentado las bases de la violencia
sexual en el conflicto armado y, con ello, la fundamentación de la acción pública, así que
al mismo tiempo que se demanda revertir el silenciamiento, se reclama su existencia.

En el marco de este núcleo, la víctima se encuentra en una permanente tensión entre, por
un lado, amoldarse a esa imagen del sufrimiento provocado por el silencio que da cuenta
de la gravedad del acto y, por otra, transmutar ese lugar, so pena de poner en cuestión la
gravedad del hecho.

También las activistas afrontan en ese campo una tensión: de una parte, el reclamo de una
intervención múltiple que tienda a revertir el silenciamiento y producir sujetos no anclados
en la victimización, con la capacidad de hablar y de apropiarse de la acción pública – de
acá deriva el debate entre víctimas y sobrevivientes – y, por otra parte, simultáneamente
requerir del sujeto victimizado y silente para dar cuenta de la gravedad de lo denunciado y
legitimar la acción pública.

Esta aporía y sus consecuencias ente el silencio y la acción pública, en relación con la
gravedad, el modelo de víctima y el activismo, son un campo que amerita ser profundizado
luego del corte temporal de esta tesis, cuando las víctimas emergen como sujetos políticos.

(iii) Esto lleva a la aporía sobre la violencia sexual y la libertad, en el marco de un objeto
que, al menos en su proceso de emergencia, demandaba de un prototipo de discurso y por
ende de un prototipo de sujeto anclado en una imagen de la victimización. Algunas de las
fotografías traídas a este texto – especialmente la número 6 sobre “El caso de ‘Marta’” –
nos plantean esa aporía entre las víctimas inocentes y culpables, aquellas merecedoras
de tutela judicial y aquellas otras merecedoras de castigo. El que en el proceso de
emergencia de la categoría de la violencia sexual se debatiera en la prensa la cuestión de
la inocencia o culpabilidad de las víctimas en función de su edad, su rol en el marco de la
Conclusiones finales 311

guerra y su consentimiento eventual en los hechos – especialmente tratándose de mujeres


y niñas al interior de las filas armadas – tuvo como consecuencia establecer una suerte de
modos de violencia más legítimos y de víctimas más creíbles, siendo estas últimas las que
no dejaban duda sobre la resistencia opuesta al acto. Esto último nos habla de una
continuidad y de una ruptura: bajo la gramática del honor, la resistencia total al hecho era
la prueba necesaria que rescataba la honorabilidad y la honestidad que el acto había
profanado; bajo la gramática de la libertad, la resistencia al hecho opera como el máximo
reconocimiento a la agencia de la víctima que se posiciona como un sujeto que puede
consentir. Si bien es cierto, la resistencia que se demanda para probar la inocencia es la
misma – en una continuidad –, su naturaleza es diferente: el giro epistemológico que
asienta en la libertad la violencia sexual, no tiene por efecto la protección a la víctima, sino
que la mantiene en el lugar de la sospecha, justamente, como un reconocimiento radical a
su carácter político de sujeto consintiente.

No deja de ser significativo hacer notar cómo el giro epistemológico derivó en una mayor
exigencia probatoria para las víctimas: en el capítulo 3 planteé de qué maneras las formas
como fue interpretada la violencia sexual en el marco de los juicios en la Segunda Guerra
Mundial incluyó estos hechos como parte de un todo criminal, sin que requiriera mayores
pruebas sobre el consentimiento o la demostración de su negativa al hecho; mientras que
a partir de los debates de los tribunales de Ruanda y Yugoslavia su tratamiento se empezó
a dar de manera separada y a exigir para ellas un modelo particular de ser en la guerra, a
fin de considerarlas creíbles. Las maneras como se dio la emergencia del objeto tuvo por
efecto la producción de un sujeto enmarcado en el concepto de libertad y, por ello mismo,
llamado a demostrar su carácter de víctima, en un modelo que se ancla en la imagen del
sufrimiento provocado por la afectación al honor.

Ello instala un núcleo aporético que relaciona la libertad, con la cuestión del silencio y la
palabra: por un lado, la demanda – especialmente de los tribunales judiciales – de
demostrar que la víctima lo era efectivamente por haber resistido de maneras suficientes
al acto, siendo esta la supuesta máxima expresión del reconocimiento a su libertad; por
otro lado, y ante las dificultades probatorias que entraña un hecho que suele darse en lo
privado, la exigencia y el llamado – principalmente de las organizaciones sociales – a creer
en la palabra de las víctimas y respetar sus silencios como reconocimiento a ese lugar de
victimización, demostrativo de un sufrimiento específicamente femenino y de la máxima
312 Conclusiones finales

gravedad. Visto desde esta arista, libertad y silencio se reclaman mutuamente – en el


reconocimiento al lugar político de la víctima que involucra su capacidad de silenciar – y
se repelen, pues la libertad demanda la prueba de la resistencia (lo cual involucra el acto
de testimoniar) y el silencio se reclama como prueba de la victimización.

Luego del corte temporal de este documento, esta cuestión sobre la agencia de las
víctimas ha sido central, tanto frente a la acción pública como en lo judicial. Sin embargo,
valdría la pena estudiar si las variaciones en la configuración del sujeto víctima con
posterioridad al año 2008 ha tenido por efecto transmutar esas jerarquías sobre las
violencias y los relatos y si la noción de libertad sexual posibilita el reconocimiento de la
capacidad de decisión de las víctimas sobre su experiencia vital.

(iv) Esto toca sobre una de las aporías más fuertes que es la referida al honor. Como
planteé en el capítulo 3, si bien es cierto hay un desplazamiento en esta cuestión, sería
incorrecto afirmar que la violencia sexual con el giro epistemológico más reciente se ha
desprovisto de él. Por el contrario, observo que se trata de un desplazamiento que
reinterpreta ese honor, pero no de manera pacífica y libre de tensiones, sino de una
manera completamente aporética. Me explico. El honor ha estado vinculado a varios
asuntos con énfasis distintos desde una mirada de larga duración: con la reputación
individual, la humillación, el pudor, la familia, y más recientemente, con la idea de que es
el honor masculino el mancillado. A partir de la década de 1990, tanto en el plano
internacional como en el nacional, los órdenes jurídicos estuvieron abocados a transformar
el asentamiento de la protección ante la violencia sexual, ya no desde el plano de la
honorabilidad, sino en clave de los derechos humanos, particularmente de la libertad.
Pareciera, desde dicha mirada, que hubiese habido un abandono de la cuestión del honor.
Sin embargo, considero que las formas actuales de interpretar la violencia sexual siguen
atadas a esas visiones del honor superpuestas en estratos temporales coexistentes755.
Cuando se habla de la vergüenza que la violencia sexual produce en las víctimas, se habla
en simultáneo de su reputación afectada; cuando se indica que los cuerpos de las mujeres
son campos de batallas entre hombres, se habla del honor masculino mancillado; cuando
se moviliza la violencia sexual como un recurso emocional contra el enemigo, también se
habla de un cuestionamiento a la honorabilidad del contrario; o cuando se menciona el

755
Koselleck, Los estratos del tiempo.
Conclusiones finales 313

horror o la atrocidad de la experiencia, se hace referencia al objeto corporal de la violencia,


que anclado en lo sexual, afecta el pudor y el honor de la víctima. Creo entonces que no
asistimos a un abandono del honor, sino a una resignificación en un escenario de reclamos
de ciudadanía plena para las mujeres y de lenguajes predominantes en clave de derechos.
Visto al detalle, asumir el abandono del honor por la libertad realmente no responde a la
cuestión de la persistencia de la vergüenza, el ostracismo, el sufrimiento específico o el
arma de guerra. Yendo más allá, podríamos decir que la idea del honor está en la base de
los argumentos sobre la estrategia de guerra y la vergüenza, que produce un sufrimiento
tan profundo que lo hace extraordinariamente gravoso, es decir, el honor es constitutivo
de la categoría de la violencia sexual y, aunque se reclama su eliminación y en torno a
esta causa se despliegan una serie de acciones (jurídicas y psicosociales, por ejemplo),
simultáneamente el objeto necesita del honor para explicar su gravedad, con lo cual al
mismo tiempo que lo repele lo reclama. Sin el honor que explique lo estratégico, el horror,
el proceso de silenciamiento anclado en el señalamiento y en la vergüenza, la violencia
sexual pierde su elemento central de gravedad. Tal vez requerimos preguntarnos más a
profundidad por los sentidos del honor, su relación con la gravedad, los efectos de su
abandono en el relato y la importancia o no de su persistencia para la reconfiguración de
lo público y lo privado, para devolver a las víctimas el control sobre su experiencia y sobre
su decisión de callar.

(v) Por último, quiero referirme al carácter excepcional e incuestionable de la violencia


sexual. Tal como he planteado, su carácter gravoso se construyó de la mano de una
imagen de crueldad y atrocidad sin límites, que logró volverla excepcional frente a todas
las demás violencias. La violencia sexual movilizó recursos emocionales que la hicieron
incuestionable e inoponible, pues no se explican de otra manera los silencios
institucionales y sociales que permitieron que las iniciativas de juridificación en distintos
campos no tuvieran oposición. En otras palabras, es justamente su arraigo en un orden
moral incuestionado el que permite su excepcionalidad y lo vuelve inoponible. Este aspecto
resulta problemático porque demanda un modelo particular de violencia sexual y de víctima
que cumpla con ese estándar de atrocidad. Además, al hacer de la violencia sexual un
acto excepcional, se le separa del conjunto de violencias y se demanda un estándar
analítico y probatorio también separado y más gravoso para las víctimas, que además nos
debería llevar a la pregunta por su utilidad para el conjunto de la sociedad. Tzvetan
314 Conclusiones finales

Todorov separa los usos de las memorias desde una perspectiva literal o ejemplar. Eso
nos remite de manera estrecha al debate sobre la excepcionalidad:

(…) son muchos quienes rechazan la memoria ejemplar. Su argumento habitual


es como sigue: el suceso del que estamos hablando es absolutamente singular,
perfectamente único, y si intentan compararlo con otros, eso sólo se puede
explicar por su deseo de profanarlo, o bien incluso de atenuar su gravedad756.

Una de las operaciones que requirió la emergencia del problema público de la violencia
sexual, fue su separación de otras formas de violencia, lo cual se hizo evidente en los
debates sobre la Ley de Justicia y Paz que le excluyó y fijó en un estatus similar al de los
crímenes de lesa humanidad, de los cuales ya hacía parte. Inclusive la decisión de la Corte
Constitucional de remitir a la Fiscalía a efectos de la judicialización únicamente los hechos
de violencia sexual conocidos – en perjuicio de otros también ventilados –, puede ser leída
como una decisión de separación basada en una noción de lo que se consideraba más o
menos gravoso. Se trataba entonces de la exclusión como una forma de reconocimiento a
su particular gravedad y singularidad, que no admite comparación so pesa de considerar
la unión como parte de un acto de minimización y subvaloración.

Sigue Todorov:

(…) Es imposible afirmar a la vez que el pasado ha de servirnos de lección y que


es incomparable con el presente: aquello que es singular no nos enseña nada
para el porvenir. Si el suceso es único, podemos conservarlo en la memoria y
actuar en función de ese recuerdo, pero no podrá ser utilizado como clave para
otra ocasión; igualmente, si desciframos en un pasado suceso una lección para el
presente, es que reconocemos en ambos unas características comunes. Para que
la colectividad pueda sacar provecho de la experiencia individual, debe reconocer
lo que ésta puede tener en común con otras757.

756
Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria (Barcelona: Ediciones Paidós, 2000), 23.
757
Ibid., 25. Los debates sobre el comparatismo en las violencias – especialmente en los genocidios
– también puede abordarse, entre otros, en Enzo Traverso, La historia como campo de batalla
(Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica, 2012), cap. 5. Me parece que esta cuestión
debería revisarse también respecto de la experiencia de Yugoslavia y Ruanda (principalmente la
primera) como “modelo” de comparación de la violencia sexual, en particular, en sus impactos frente
Conclusiones finales 315

Desde esta perspectiva, sin intentar desconocer la singularidad de la violencia sexual ni


minimizar su gravedad, si lo que queremos es transformar las condiciones que la han
posibilitado, no solo sería deseable sino necesario abrirnos a la posibilidad de la
comparación, preguntarnos por los efectos de su separación frente a otras violencias y
alertar sobre las opciones que su inclusión en una perspectiva más amplia podría tener en
beneficio de toda la sociedad (y no quiero decir con ello que no haya un esfuerzo enorme,
especialmente de las organizaciones de mujeres, por trascender a la esfera de la guerra y
transformar a través de esta causa al conjunto de la sociedad y sus relaciones asimétricas).
Ya no se trata solo de comparar la violencia sexual del pasado con la del presente, sino
de ella con la totalidad de las demás violencias, lo que no debería significar profanarla o
atenuar su gravedad – en palabras de Todorov – sino abrirnos a la posibilidad de hacer
una comparación que resulte útil.

Estas tensiones y núcleos aporéticos nos hablan especialmente de un problema público y


radicalmente político, en el sentido de admitir disputas, oposiciones e intervención social.
En ese sentido, es un campo permanentemente abierto, que admite la transformación y
reconfiguración de sus gramáticas, en el plano de la indeterminación.

Espero que este trabajo aporte elementos para hacer visibles esas aporías, ofrezca
preguntas que sumen al problema, contribuya a devolvernos la esperanza sobre la
evitabilidad de la violencia sexual y reivindique adecuadamente el trabajo de quienes han
configurado climas políticos que mantienen activas las posibilidades de la acción social.

a la Agenda de la ONU y a la dinámica de la cooperación internacional en Colombia.


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Anexo 1 361

Organización No. Año Título


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362 Anexos

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Anexo 1 363

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364 Anexos

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El Tiempo 1997
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Alonso López, Néstor. «Grito de mujer en el Atrato». El Tiempo, 27 de noviembre de 2005.


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El Tiempo 2006 El Tiempo. «Las mujeres desplazadas». El Tiempo, 10 de julio de 2006.


El Tiempo 2007 Redacción El Tiempo. «Antes de los 15 violaron a 339 mil colombianas». El Tiempo, 11 de octubre de 2007.
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Redacción El Tiempo. «Más de 3,1 millones de colombianos sufren trastornos mentales por conflicto armado».
El Tiempo 2008
El Tiempo, 2 de abril de 2008.
Redacción El Tiempo. «Violencia sexual contra las mujeres, arma de guerra en Colombia, dice ONG». El Tiempo,
El Tiempo 2008
26 de diciembre de 2008.
Redacción El Tiempo. «Violencia sexual contra las mujeres, nueva arma de guerra en Colombia». El Tiempo, 27
El Tiempo 2008
de diciembre de 2008.
El Tiempo 2008 Redacción El Tiempo. «Violencia sexual, la otra arma de la guerra». El Tiempo, 27 de diciembre de 2008.
Redacción Política. «Gobierno y 1.200 ONG en examen de derechos humanos ante la ONU». El Tiempo, 6 de
El Tiempo 2008
diciembre de 2008.
El Tiempo 2008 Wetterwald, Jean-Noël. «Más allá de las cifras, personas». El Tiempo, 3 de octubre de 2008.
La República 2008 Colprensa. «Reparación a mujeres víctimas de la violencia». La República, 1 de abril de 2008.
370 Anexos

Periódico Año Título

Barraza Morelle, Cecilia. «Por la democracia». Semana, 1 de marzo de 2002.


Semana 2002
https://www.semana.com/opinion/articulo/por-democracia/49730-3.

«El amor en tiempos de guerra». Semana, 18 de mayo de 2002. https://www.semana.com/especiales/articulo/el-


Semana 2002
amor-tiempos-guerra/58241-3.

«El cuerpo femenino: botín de guerra». Semana, 30 de octubre de 2004.


Semana 2004
https://www.semana.com/nacion/articulo/el-cuerpo-femenino-botin-guerra/68916-3.

«El cuerpo femenino como arma de guerra». Semana, 11 de octubre de 2006. https://www.semana.com/on-
Semana 2006
line/articulo/el-cuerpo-femenino-como-arma-guerra/81387-3.

«La desmovilización de las autodefensas vista con ojos de mujer». Semana, 24 de octubre de 2006.
Semana 2006
https://www.semana.com/on-line/articulo/la-desmovilizacion-autodefensas-vista-ojos-mujer/81616-3.
«La impunidad del proceso con los paras ha golpeado con mayor fuerza a las mujeres». Semana, 22 de
Semana 2006 noviembre de 2006. https://www.semana.com/on-line/articulo/la-impunidad-del-proceso-paras-ha-golpeado-
mayor-fuerza-mujeres/82183-3.
«Las mujeres le proponen al gobierno cómo debe protegerlas en Justicia y Paz». Semana, 26 de noviembre de
Semana 2008 2008. https://www.semana.com/nacion/justicia/articulo/las-mujeres-proponen-gobierno-como-debe-protegerlas-
justicia-paz/97704-3.
«ONG: Violencia contra mujer es práctica sistemática en Colombia». Semana, 11 de diciembre de 2008.
Semana 2008 https://www.semana.com/nacion/conflicto-armado/articulo/ong-violencia-contra-mujer-practica-sistematica-
colombia/98186-3.
Colprensa. «Describen situación de niños en las filas de grupos ilegales». Vanguardia Liberal, 24 de abril de
Vanguardia Liberal 2004
2004.
Vanguardia Liberal 2004 Colprensa. «Las mujeres, un campo de batalla». Vanguardia Liberal, 14 de octubre de 2004.
Gutiérrez, Juan C. «Total desconocimiento a víctimas de agresión sexual por el conflicto». Vanguardia Liberal, 3
Vanguardia Liberal 2005
de junio de 2005.
Vanguardia Liberal 2006 Colprensa. «Cada día una mujer muere a causa del conflicto». Vanguardia Liberal, 15 de diciembre de 2006.
Resumen Agencias. «Analizan violación contra la mujer en conflicto armado». Vanguardia Liberal, 23 de junio de
Vanguardia Liberal 2006
2006.
Anexo 2 371

Periódico Año Título


Gutiérrez, Juan Carlos. «¿Qué tanto se agrede a la mujer en Santander?» Vanguardia Liberal, 6 de marzo de
Vanguardia Liberal 2007
2007.
Vanguardia Liberal 2008 «A 133 se elevó el número de mujeres agredidas sexualmente». Vanguardia Liberal, 9 de diciembre de 2008.

Hurtado Isaza, Julia C. «Los DDHH en el Magdalena Medio siguen siendo vulnerables». Vanguardia Liberal, 11
Vanguardia Liberal 2008
de diciembre de 2008.

Vanguardia Liberal 2008 «Optimismo frente a los avances en derechos sexuales». Vanguardia Liberal, 10 de noviembre de 2008.
«Periodista dice Gobierno de Colombia no podrá obrar igual con Barak Obama». Vanguardia Liberal, 25 de
Vanguardia Liberal 2008
noviembre de 2008.
Voz 2001 Cifuentes, Sara. «Una violencia paramilitar que no respeta género, ni credo». Voz, 21 de noviembre de 2001.
Voz 2002 Niño, Clara. «Estamos cansadas de la guerra». Voz, 3 de julio de 2002.
Voz 2003 Garavito, María del Carmen. «La indolencia del sistema». Voz, 5 de marzo de 2003.
Voz 2004 «Intercambio humanitario es posible». Voz, 20 de octubre de 2004.
Anexo 3: Estudios académicos sobre el movimiento de mujeres

No. Año Texto


1. 1982 Jaramillo, Luz. «Feminismo y Luchas políticas: Anotaciones sobre la Doble Militancia». En La realidad
colombiana, editado por Magdalena León, 176-89. Bogotá: Asociación colombiana para el estudio de la población,
1982.
2. 1982 Navarro, Maryza. «El Primer Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe». En Sociedad, subordinación y
feminismo: debates sobre la mujer en América Latina y el Caribe. Bogotá: Asociación Colombiana para Estudio
de la Población (ACEP), 1982.
3. 1989 Ramírez, Socorro. «Las estrategias de sobrevivencia como una dimensión del movimiento de mujeres en
Colombia». Boletín Americanista, 1989.
4. 1994 Arana, Imelda, Ofelia Gómez R., Argelia Londoño V., Leticia Navia U., Norma Villareal M., Olga Amparo Sánchez
G., y Beatriz Quintero G. Movimiento social de mujeres. Actividades preparatorias. Colombia 1994/1995. Fondo
de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), 1994.
5. 1994 León de Leal, Magdalena, y Sonia E. Álvarez, eds. Mujeres y participación política: avances y desafíos en América
Latina. 1. ed. Académica. Santafé de Bogotá, Colombia: TM Editores, 1994.
6. 1994 Luna, Lola, y Norma Villarreal M. Historia, género y política. Movimiento de mujeres y participación política en
Colombia 1930-1991. Edición del Seminario Interdisciplinar Mujeres y Sociedad. Barcelona: Universidad de
Barcelona, 1994. http://www.ub.edu/SIMS/libros4.html.
7. 1994 Sánchez G., Olga Amparo. «Las violencias contra las mujeres: espacios del ejercicio de la dominación del varón».
En Movimiento social de mujeres. Actividades preparatorias. Colombia 1994/1995, 72-88. Fondo de Desarrollo
de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), 1994.
8. 1994 Villarreal M., Norma. «El camino de la utopía feminista en Colombia, 1975-1991». En Mujeres y participación
política: avances y desafíos en América Latina, editado por Magdalena León, 181-201. Tercer Mundo Editores,
1994.
9. 1995 Meertens, Donny. «Mujer y violencia en los conflictos rurales». Análisis Político 24 (1995): 36-50.
10. 1997 Castellanos, Gabriela. «Un nuevo movimiento feminista para el nuevo milenio». Ponencia presentada en el evento
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Anexo 3 373

No. Año Texto


11. 2001 Velásquez, Magdala. «Reflexiones sobre el conflicto armado colombiano desde una mirada feminista ¿Una última
oportunidad?» En otras palabras... «Mujeres, violencias y resistencias» 8 (enero de 2001): 20-31.
12. 2003 Programa Democracia y Derechos Humanos, y Gloria Tobón. Cartografía de Mujeres. Para pensar los derechos.,
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13. 2004 Luna, Lola G. Los movimientos de mujeres en América Latina y la renovación de la historia política. Fem-e-libros,
2004.
14. 2004 Wills, María Emma. «Las trayectorias femeninas y feministas hacia lo público en Colombia (1970-2000) ¿Inclusión
sin representación?» The University of Texas at Austin, 2004.
15. 2006 Curiel, Ochy. «Aproximación a un análisis de redes/articulaciones de mujeres colombianas constructoras de paz
y/o contra la guerra, a la luz de la teoría feminista. Documento para el debate». Mimeo, julio de 2006.
16. 2007 Wills O., María Emma. Inclusión sin representación: la irrupción política de las mujeres en Colombia (1970-2000).
Colección Vitral. Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2007.
17. 2008 Lamus, Doris. «Resistencia contra-hegemónica y polisemia: conformación actual del movimiento de
mujeres/feministas en Colombia». La Manzana de la Discordia 3, n.o 1 (2008): 25-37.
18. 2008 Suaza, María Cristina. Soñé Que Soñaba Una Crónica Del Movimiento Feminista En Colombia de 1975 a 1982.
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19. 2009 Velásquez, Magdala. «El papel de las mujeres en los procesos de construcción de paz.» En ¿Justicia desigual?
Género y derechos de las víctimas en Colombia., 21-39, 2009.
20. 2010 Lamus, Doris. De la subversión a la inclusión: movimientos de mujeres de la segunda ola en Colombia, 1975-
2005. Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2010.
http://www.bdigital.unal.edu.co/47906/1/9789588181660.pdf.
21. 2011 Gómez, Diana Marcela. Dinámicas del movimiento feminista bogotano. Historias de cuarto, salón y calle. Historias
de vida (1970-1991). Universidad Nacional de Colombia, 2011.
22. 2011 Luna, Lola G., y Norma Villarreal M. Movimientos de mujeres y participación política, Colombia del siglo XX al
siglo XXI. Mujeres y política. Colombia, 2011.
23. 2012 Azuero, Alejandra. «Science and International Thematic Prosecution of Sex Crimes: A tale of re-essentialization?»
En Thematic Prosecution of International Sex Crimes, editado por Morten Bergsmo, First., 251-90. Oslo: FICHL-
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374 Anexos

No. Año Texto


24. 2013 Vergel Tovar, Carolina. «Les usages militants et institutionnels du droit à propos de la cause des femmes victimes
du conflit armé en Colombie». Université Paris Ouest Nanterre La Défense Ecole doctorale de Droit et Science
Politique UFR de Droit et Science Politique (DSP), 2013.
25. 2015 Uribe, María Victoria. Hilando fino. Voces femeninas en La Violencia. Universidad del Rosario, 2015.
26. 2016 Chaparro, Nina, y Margarita Martínez. Negociando desde los márgenes: la participación política de las mujeres
en los procesos de paz en Colombia (1982-2016). Documentos Dejusticia 29. Dejusticia, 2016.
https://www.dejusticia.org/wp-content/uploads/2017/04/fi_name_recurso_925.pdf.
27. 2018 Chaparro, Nina. «El Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe y tres mujeres colombianas. Fragmentos
del feminismo colombiano». En Hacer justicia en tiempos de transición. El papel del activismo y las instituciones
en el fortalecimiento democrático, 167-200. Siglo XXI Editores, 2018.
Anexo 4: Informes de organismos internacionales sobre Colombia
hasta 2008

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
En la sección sobre seguridad e integridad personal se presenta
Informe sobre la
información sobre la respuesta de Colombia al caso de la señora Gladys
situación de los
de Marín López Jiménez, frente a la cual el Estado señala: “Se advierte
derechos
CIDH 1981 Sí No que las alusiones que la sindicada hizo sobre presuntos casos violatorios
1 humanos en la
a su libertad sexual no fueron consignados por ella en su diligencia
República de
injurada”.
Colombia
Segundo informe
sobre la situación
Ninguna
CIDH de los derechos 1993 No No
2
humanos en
Colombia
Informe Anual de
la CIDH 1994.
Capítulo IV -
Situación de los La única mención a las mujeres refiere a los derechos políticos.
CIDH 1994 No No
3 Derechos
Humanos en
varios Estados,
Colombia
El informe contiene un capítulo denominado "C. Explotación sexual y
Repercusiones
violencia basada en género". Su primer apartado se dedica a "la violencia
de los conflictos
basada en el género como arma de guerra", donde aclara que aunque a
ONU armados sobre 1996 No Sí
4 veces la violencia sexual puede ser producto del azar, suele ser utilizada
los niños -
como arma de guerra para generar terror, desplazamiento y debilitar la
Informe Machel
moral del enemigo. La segunda parte es sobre "Los niños como víctimas
376 Anexos

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
de la prostitución y la explotación sexual", donde dice que "En Colombia,
por ejemplo, se ha informado de niñas de hasta 12 años que se han
entregado a las fuerzas paramilitares para defender a su familia de otros
grupos.". El tercer subcapítulo se llama "Poner fin a la impunidad". El
cuarto capítulo habla sobre "Prevenir la violencia basada en el género" y
allí incluye la cuestión de la justicia, habla de atender la fase del
desplazamiento y los daños. El capítulo termina con "Recomendaciones
concretas sobre la explotación sexual y la violencia basada en el género",
donde se mencionan medidas para afrontar la maternidad, ETS, para
interponer denuncias, armonizar los marcos normativos y enfrentar la
impunidad, atender las necesidades de la población desplazada y brindar
medidas de rehabilitación, educativas, profesionales y de derechos.
Además de ese capítulo, el informe menciona la violencia sexual en su
primer párrafo "Otros niños sufren los efectos de la violencia sexual o las
múltiples privaciones propias de los conflictos armados, que los exponen
al hambre o a las enfermedades", y en los capítulos de "Los niños
soldados", "Los refugiados y los niños internamente desplazados", "Salud
y nutrición" específicamente en "1. Enfermedades transmisibles" y "2.
Higiene de la procreación" y por último, en "VI. Mecanismos de
aplicación".

Informe Anual de
la CIDH 1996.
Capítulo V -
Ninguna
CIDH Desarrollo de los 1996 No No
5
Derechos
Humanos en la
región, Colombia
Informe sobre la En el capítulo 3 sobre "Víctimas de violaciones de los derechos humanos
situación de los y del derecho internacional humanitario" se habla sobre las agresiones
OACNUDH derechos 1997 Sí Sí contra mujeres y niños. Allí se indica: "116. Debe mencionarse,
6
humanos en igualmente, las agresiones contra las mujeres y los niños aunque no se
Colombia, año disponen de datos completos sobre la gravedad de las mismas contra
Anexo 4 377

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
1997 estas categorías de población. Muchos hechos de violencia cometidos
contra mujeres, como por ejemplo violaciones sexuales, no son
denunciados".

Informe sobre la
situación de los El informe manifiesta preocupación por la violencia sexual asociada al
derechos "tráfico de mujeres para el comercio sexual" (p. 85) y la explotación y
OACNUDH 1998 Sí No
7 humanos en delitos sexuales contra niños y niñas (p. 87 y 180).
Colombia, año
1998
El capítulo XII del Informe versa sobre "Los derechos de la mujer".
Tercer informe
Contiene un subcapítulo "2. Violencia doméstica y sexual", en el cual
sobre la situación
analiza la cuestión de la violencia intrafamiliar y sexual, sin que este
CIDH de los derechos 1999 Sí No
8 último aspecto sea referido al conflicto armado o a algún actor armado
humanos en
(párrs. 45 y 46).
Colombia
Informe sobre la El informe contiene un capítulo denominado "C. Grupos especialmente
situación de los vulnerables", en donde incluye a las "mujeres" y "niños y niñas". Allí se
derechos refiere a la "violencia doméstica y sexual contra la mujer" (p. 71) y el
OACNUDH 1999 Sí No
9 humanos en "abuso sexual" contra personas "entre 5 y 14 años" (p. 74 y 200), sin
Colombia, año vincularlo al conflicto armado.
1999
Informe anual de El informe indica reformas legales para proteger "destinadas a la mayor
la CIDH 1999, protección a las mujeres víctimas de la violencia sexual, física y
capítulo V, psicológica. Concretamente señala que se logró el aumento de las penas
Informe de en delitos como acceso carnal violento, acceso carnal con persona
seguimiento del incapaz de resistir, y en general, todos los delitos contra la integridad
CIDH cumplimiento con 1999 Sí No sexual de las personas, en donde las víctimas más comunes son las
10
las mujeres" (p. 135). y "(...) en el mes de diciembre de 1999 el Congreso
recomendaciones aprobó un proyecto de ley de reforma al Código Penal que incluía la
de la CIDH en el tipificación de las conductas de acceso carnal violento, prostitución
Tercer informe forzada, embarazo forzado, esterilización forzada, dentro del contexto del
sobre la situación conflicto armado. Sin embargo, corresponde aclarar que el Presidente de
378 Anexos

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
de los derechos la República objetó varios artículos del Código, lo cual ha retrasado su
humanos en sanción y entrada en vigencia" (p. 136).
Colombia (1999)
El informe recoge información sobre "violencia intrafamiliar y abuso
sexual" contra menores (p. 76, 264), las "niñas violadas por los
combatientes" (p. 76), la "agresión sexual" y el "tráfico de mujeres" (p. 82,
265) y "casos de violencia sexual contra las mujeres ejercida por actores
Informe sobre la armados": "85. Por efecto del conflicto armado, las mujeres son quienes
situación de los sufren los mayores rigores del desplazamiento al asumir necesariamente
derechos la jefatura del hogar y la responsabilidad por su sustento. Se reportaron
OACNUDH 2000 Sí Sí
11 humanos en casos de violencia sexual contra las mujeres ejercida por actores
Colombia, año armados. En febrero de 2000, durante la incursión paramilitar en El
2000 Salado, varias mujeres fueron ultrajadas, entre ellas una joven fue violada
por numerosos paramilitares.". Adicionalmente se pronunció sobre "niñas
víctimas de abusos sexuales al interior de la guerrilla, generalmente por
parte de comandantes de mando medio" (p. 109).

Informe anual de
la CIDH 2000,
capítulo IV
Ninguna
CIDH Desarrollo de los 2000 No No
12
derechos
humanos en la
región, Colombia
El informe recoge la información producida por la Relatora Especial sobre
la violencia contra la mujer en 2000 y señala que: "La Relatora Especial
Informe sobre la
hizo un especial énfasis en las denuncias sobre violencia sexual contra
situación de los
las mujeres por parte de los grupos armados ilegales en diferentes zonas
derechos
OACNUDH 2001 Sí Sí del país" (p. 52) e instó a llegar a un acuerdo para proteger a las mujeres
13 humanos en
y a las niñas "frente a las agresiones sexuales y la esclavitud sexual" (p.
Colombia, año
53). También se refirió a casos de "violencia sexual contra mujeres"
2001
"como preámbulo de ejecuciones extrajudiciales perpetradas por los
miembros de los grupos paramilitares" (p. 94, 374). El informe introduce
Anexo 4 379

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
otros elementos como la falta de investigación y juzgamiento, "la falta de
registro judicial de los crímenes sexuales" (p. 124), casos de "esclavitud
sexual" y afectación en "una notable proporción de indígenas y
afrocolombianas" (p. 125), hechos de "abusos sexuales" en el marco del
desplazamiento y la falta de atención psicosocial para las mujeres
agredidas sexualmente (p. 127). También se refiere a "mujeres y niñas
combatientes que fueron objeto de abusos sexuales por parte de los
superiores jerárquicos, la mayoría de ellas están obligadas a tomar
anticonceptivos y en algunos casos las obligan a abortar" (p. 128), así
como "niñas víctimas de abusos sexuales por parte de comandantes
guerrilleros al interior de sus filas y por parte de miembros de los grupos
paramilitares. Así, se recibió información que señala a las Autodefensas
Campesinas del Sur del Casanare como responsables de llevarse a
jóvenes mujeres para utilizarlas como compañeras sexuales" (p. 172).

Informe anual de
la CIDH 2001,
capítulo IV Ninguna
CIDH 2001 No No
14 Desarrollo de los
DDHH en la
región, Colombia
Informe anual de El informe solo hace alusión a las mujeres en el contexto del
la CIDH 2002, desplazamiento, para decir que "El Estado estima que el 48% de la
capítulo IV población afectada son mujeres, el 44% niños y niñas entre 5 y 14 años
CIDH 2002 No No
15 Desarrollo de los y que afrocolombianos e indígenas suman el 17,7% y 3,75%,
DDHH en la respectivamente".
región, Colombia
Informe sobre la El informe se refiere a la violencia sexual en general contra mujeres y
situación de los niñas (resumen, p. 51, 54, p. 24 anexo).
derechos Sobre el DIH, el informe señala "Es importante destacar que persistieron
OACNUDH 2002 Sí Sí
16 humanos en los atentados contra los niños y las mujeres por parte de los grupos
Colombia, año armados ilegales. En cuanto a los niños, cabe citar particularmente su
2002 reclutamiento y participación en las hostilidades, y en relación con las
380 Anexos

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
mujeres, principalmente el abuso y la esclavitud sexual" (p. 56). El
informe contiene un anexo titulado "Situación de los derechos humanos
y del derecho internacional humanitario. Principales violaciones e
infracciones"; allí señala la falta de atención a las necesidades
insatisfechas "especialmente contra la violencia y los abusos sexuales"
(p. 23 anexo). También relata los hechos de abuso sexual y mutilación
previos a homicidios y masacres "en particular por paramilitares" (p. 40
anexo). E informa: "47. Las mujeres han sido víctimas de diferentes
formas de violencia, en particular de la violencia sexual, perpetradas por
los distintos grupos armados ilegales, con el objeto de sembrar el terror
o demostrar su poderío y control sobre el territorio. Las mujeres son
igualmente sometidas a sanciones crueles por no seguir los códigos de
conducta impuestos por los grupos paramilitares en distintas zonas del
país. La Oficina del Alto Comisionado recibió también testimonios acerca
de niñas víctimas de abusos sexuales por parte de miembros de grupos
guerrilleros y paramilitares". Además habla de anticoncepción forzada
contra niñas reclutadas (p. 48 anexo).

El informe inicia así: "1. La importancia de la violencia contra la mujer


como parte del conflicto armado interno de Colombia se ha visto
eclipsada por otros numerosos problemas con que se enfrenta el país.".
Señala que "Aunque los hombres son las víctimas más frecuentes de las
ejecuciones sumarias y las matanzas, la violencia contra la mujer, en
Informe de la
especial la de carácter sexual por parte de grupos armados, resulta
Relatora Especial
habitual en el contexto de un conflicto que lentamente va cambiando de
sobre la violencia
ONU 2002 Sí Sí matices y que no respeta el derecho internacional humanitario". El
17 contra la mujer,
resumen del informe destaca que en el marco de secuestros, las mujeres
Misión a
son víctimas de "esclavitud sexual", "violación" y "tareas domésticas",
Colombia
además de mutilaciones sexuales previas al homicidio. También se
menciona la vulneración de los derechos sexuales y reproductivos de las
combatientes y "la espantosa situación que padecen las mujeres
desplazadas internamente".
En sus conclusiones generales el informe destaca de violación colectiva
Anexo 4 381

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
(El Salado) y amenazas de abuso sexul (Pueblo Nuevo Mejía) cometidos
por paramilitares y menciona ejecuciones contra jóvenes por parte de la
guerrilla (no violencia sexual).

Informe anual de
la CIDH 2003,
capítulo IV Ninguna
CIDH 2003 No No
18 Desarrollo de los
DDHH en la
región, Colombia
El informe menciona la violencia sexual por fuera del conflicto armado
contra mujeres, niños y niñas y frente a la asociada al conflicto señala:
"Los niños, las minorías étnicas y las mujeres siguieron siendo víctimas
de las principales infracciones al DIH, incluyendo casos de abuso y
esclavitud sexual" (p. 47). "94. Las diversas formas de violencia contra
las mujeres en el marco del conflicto armado continuaron afectando sus
derechos. La oficina en Colombia recibió denuncias de violaciones
sexuales por parte de los grupos paramilitares y de miembros de la
Fuerza Pública, así como de esclavitud sexual por parte de la guerrilla
Informe sobre la
(...). 95. Los derechos de las mujeres que participan en las hostilidades,
situación de los
en especial los derechos sexuales y reproductivos, se ven
derechos
OACNUDH 2003 Sí Sí particularmente afectados por el abuso de poder al interior de los grupos
19 humanos en
armados ilegales. Asimismo, persiste en las FARC el uso obligatorio de
Colombia, año
métodos anticonceptivos y la práctica forzosa delaborto.".
2003
El informe cuenta con el Anexo II sobre "Casos representativos" de
violaciones a DDHH e infracciones al DIH, en el que se refiere a la
violencia sexual como una práctica que afecta la integridad y que al igual
que la tortura no es registrada (p. 5); manifiesta su preocupación por la
investigación en la justicia penal militar de algunos casos (p. 10). También
el anexo se refiere a la información que ha recibido sobre violencias
contra las mujeres en el conflicto "en especial la sexual" ejercida por
todos los actores, incluida la esclavitud sexual y los homicidios contra
trabajadoras sexuales con enfermedades de transmisión sexual (p. 29).
382 Anexos

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
También se refiere a la falta de denuncia y ausencia de registro en los
informes forenses (p. 30).

Informe anual de
la CIDH 2004,
capítulo IV Ninguna
CIDH 2004 No No
20 Desarrollo de los
DDHH en la
región, Colombia
El informe ahonda en la violencia sexual en general y la asociada al
conflicto armado (resumen, p. 104) como atentado contra la dignidad y
"el pudor" de las mujeres y niñas (p. 106). Sobre esta última
responsabiliza a todos los actores del conflicto (legales e ilegales) (p. 42)
y extiende esa afirmación como una infracción al cese de hostilidades de
los paramilitares (p. 8, 113, 116), en el marco del reclutamiento contra
menores por parte de la guerrilla (p. 111) y denota un aumento de
denuncias de hechos cometidos por la Fuerza Pública (p. 85, 107, 117).
Informe sobre la El informe hace énfasis en la afectación a mujeres y niñas indígenas,
situación de los campesinas y afrodescendientes (p. 124, 50 anexoII, 9 anexoIII).
derechos También el informe señala los problemas para lograr justicia, la
OACNUDH 2004 Sí Sí
21 humanos en estigmatización a las víctimas y la subvaloración de los hechos, que
Colombia, año además son subregistrados (p. 97, 99, 12 anexoII, 16 anexoIII). El informe
2004 reporta varios casos de "denuncias de violaciones sexuales y otras
formas de violencia sexual" que incluyen violaciones, esclavitud sexual,
desnudez forzada, intento de violación y embarazos (p. 97, 50 anexoII,
51 anexoII), además de trata de personas y los ataques a mujeres por
sus relaciones afectivas y familiares con miembros del bando contrario y
para impedir el reclutamiento de sus hijos e hijas (p. 15 anexoIII). Todo lo
anterior ocurre en un ambiente de amenazas y hostigamientos a
organizaciones de mujeres en el país (p. 52 anexoII).

Informe anual de Ninguna


CIDH 2005 No No
22 la CIDH 2005,
Anexo 4 383

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
capítulo IV
Desarrollo de los
DDHH en la
región, Colombia
El informe se refiere a la responsabilidad por violencia sexual general (p.
86, 16 anexoIV, 18 anexoIV, 20 anexoIV) y por parte de todos los actores
del conflicto (p. 50, 146, 9 anexoI, 86 anexoI, 19 anexoIV). En el caso de
los paramilitares, refiere la violación del cese de hostilidades, entre otras
Informe sobre la por la violencia sexual (resumen, p. 60, 65). En el caso de la Fuerza
situación de los Pública informa el aumento de las denuncias por estos hechos y por
derechos torturas (resumen, p. 36, 52, 69, 18 anexoI). Estos hechos afectaron
OACNUDH 2005 Sí Sí
23 humanos en especialmente a indígenas, afros (p. 84, 84 anexoI, 13 anexoIV) y niñas
Colombia, año (p. 85, 79 anexoI) y fueron recurrentes los homicidios y violencia sexual
2005 contra mujeres (p. 84 anexoI). El informe también se refiere a diversos
casos (p. 86 anexoI), algunos perpetrados por Fuerza Pública (p. 18
anexoI, 19 anexoI, 13 anexoIV), incluyendo casos contra personas LGBTI
(p. 20 anexoI)

La Comisión consideró que “La violencia contra las mujeres es utilizada


como estrategia de guerra por los actores del conflicto armado en su
lucha por controlar territorios y comunidades en distintas zonas del país”
, a través de cuatro manifestaciones: 1. El uso de la “violencia física,
Las mujeres
psicológica y sexual para "lesionar al enemigo"”, 2. La violencia destinada
frente a la
a causar el desplazamiento de las mujeres y el desarraigo de sus
violencia y la
hogares, 3. “La violencia sexual que puede acompañar el reclutamiento
CIDH discriminación 2006 Sí Sí
24 forzado de las mujeres, destinado a hacerlas rendir servicios sexuales a
derivadas del
miembros de la guerrilla o a las fuerzas paramilitares” y 4. La violencia
conflicto armado
asociada al control social por parte de los grupos armados que “vigilan
en Colombia
regularmente el comportamiento y la vestimenta de las mujeres y de las
adolescentes, y emplean la violación sexual como castigo y advertencia
general a la población femenina dentro de la comunidad bajo control”.
384 Anexos

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
En pie de página desagrega información de cifras aportadas por
Informe anual de
comunidades indígenas que señalaban que en el primer semestre de
la CIDH 2006,
2006 se habían cometido en su contra 143.263 infracciones y crímenes
capítulo IV
CIDH 2006 No No contra los pueblos indígenas: "siete casos de torturas y trece casos de
25 Desarrollo de los
violación y otros abusos sexuales contra mujeres indígenas". No se hizo
DDHH en la
ningún análisis al respecto.
región, Colombia
El informe destaca que la guerrilla ha cometido "actos de violencia sexual"
contra la población civil, entre otros ataques (p. 68, 78), así como "abortos
forzados, violencia sexual, amenazas, y tratos crueles y degradantes" por
parte de las FARC contra "niñas incorporadas en sus filas" (p. 81).
También reportó violencia sexual por la fuerza pública (p. 95). En
consecuencia, reiteró a los grupos ilegales la prohibición de cometer
Informe sobre la
violencia sexual (p. 116). El informe contiene el anexo I en el que detalla
situación de los
casos de violencia sexual cometido contra soldados por sus superiores
derechos
OACNUDH 2006 No Sí (p. 13) y por parte de la fuerza pública (p. 81, 82). En el anexo II se refiere
26 humanos en
a la violencia sexual cometida por los grupos legales e ilegales contra
Colombia, año
niños y niñas (p. 22). En relación con las mujeres, el anexo II indicó que
2006
"La situación de violencia, el conflicto y el proceso de desmovilización
siguen teniendo un efecto específico sobre las mujeres", incluyendo la
ocurrencia de la violencia sexual (p. 24) sobre jóvenes y niñas (p. 25). El
informe señaló la sentencia de despenalización del aborto que incluyó la
causa de violación (p. 29).

Informe anual de
En pie de página 23 señala una norma específica en el marco del
la CIDH 2007,
procedimiento de la Ley de Justicia y Paz que posibilita limitar la
capítulo IV
CIDH 2007 No No publicidad de versiones libres cuando se trate de víctimas de violencia
27 Desarrollo de los
sexual y menores. No hace análisis de estas normas.
DDHH en la
región, Colombia
Informe sobre la El informe señala que las FARC siguieron cometiendo actos de violencia
OACNUDH situación de los 2007 No Sí sexual (p. 44). El informe reportó que "El conflicto armado continúa
28
derechos teniendo un impacto específico sobre las mujeres aunque, como en años
Anexo 4 385

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
humanos en anteriores, los casos de violencia sexual ocurridos en este contexto,
Colombia, año siguen siendo difíciles de documentar" (p. 70). Hizo alusión a algunos
2007 casos cometidos por la guerrilla (p. 70) y la fuerza pública (p. 71) y a la
exposición de niños y niñas a la violencia sexual (p. 73). En el anexo se
detallaron dos casos de violencia sexual perpetrados por la guerrilla (p.
45) y el ejército (p. 46) y casos de acoso sexual contra niñas cometidas
por el ejército (p. 49).

La Corte se refiere a los programas creados con ocasión del Auto 092 de
Informe anual de 2008 y las "subunidades especiales de Fiscales con dedicación exclusiva
la CIDH 2008, a temas como la violencia sexual como instrumento de confrontación, el
capítulo IV desplazamiento forzado de mujeres víctimas de la violencia y la violencia
CIDH 2008 Sí Sí
29 Desarrollo de los de género" (p. 83). También se refirió a programas para atender los
DDHH en la efectos de la violencia intrafamiliar, maltrato infantil, abuso y explotación
región, Colombia sexual (p. 83).

El informe indica que FARC y ELN continúan rechanzando su obligación


de cumplir con las normas del DIH y cometiendo reclutamiento, "actos de
violencia sexual contra mujeres y niñas", entre otros (resumen). Señala
que "recibió información de casos de tratos crueles y degradantes contra
mujeres y niñas por miembros del Ejército, que, en ocasiones, se
tradujeron en violencia sexual" (p. 19). El informe señaló que la guerrilla
Informe sobre la
había cometido estos actos (p. 33, anexo p. 28) y también la fuerza
situación de los
pública (p. 15, anexo). Incluyó un capítulo específico sobre violencia
derechos
OACNUDH 2008 No Sí sexual en el que se refirió a la impunidad en el marco de la ley de justicia
30 humanos en
y paz: "Los actos de violencia sexual ocurridos en el contexto del conflicto
Colombia, año
armado continúan presentando un alto nivel de impunidad. Por ejemplo,
2008
en el contexto de las versiones libres de la Ley de Justicia y Paz se han
mencionado 15 casos de violencia sexual, de los cuales sólo cuatro han
sido confesados" (p. 60). Dio cuenta del Auto 092 y de las órdenes que
dio la Corte Constitucional: "Para la investigación de estos y otros delitos,
la Fiscalía General de la Nación enfrenta problemas estructurales tales
como insuficiencia de recursos, debilidades en los mecanismos de
386 Anexos

Violencia Violencia
No. Órgano Informe Año sexual en sexual en Observaciones
general conflicto
consolidación de información, falta de estructura investigativa adecuada
y dificultades de coordinación." (p. 62). Sobre sus actividades señaló: "93.
En lo que respecta a los derechos de las mujeres, la oficina en Colombia
ha apoyado el seguimiento del Auto 092 de la Corte de Constitucionalidad
sobre la violencia sexual contra las mujeres desplazadas, y la decisión T-
496 sobre la necesidad de incluir la perspectiva de género en el diseño
de los programas de protección de testigos y víctimas.". En
consecuencia, recomendó: "La Alta Comisionada hace un llamado al
Gobierno y a las autoridades judiciales, en particular a la Fiscalía General
de la Nación, a que dediquen los recursos materiales, humanos y
financieros necesarios para asegurar que los delitos de violencia sexual
y contra las mujeres se prevengan efectivamente, investiguen, juzguen y
sancionen;"
Anexo 5: Descripción de los periódicos estudiados

El criterio de selección de los periódicos obedeció a dos factores: su circulación en ámbitos nacional y regional y las posibilidades de
acceso a la información. La búsqueda se efectuó de manera digital por dos vías: directamente por el archivo de cada periódico y a
través del Archivo Digital de Prensa del Cinep, que sistematiza la información de 15 de los periódicos mencionados a partir de 1992.

Periódico Fundación Archivo digital Circulación Búsqueda digital Búsqueda CINEP Total 2008 Total 2014
Diario del Sur 1983 No tiene. Nariño. Diario No Sí 0 1
Sí, entre 2008 y
El Colombiano 1912 Desde 2008 Nacional. Diario Sí 12 55
2014.
El Espectador 1887 No tiene. Nacional. Diario No Sí 16 60
Región Caribe.
El Heraldo 1933 No tiene. No Sí 3 18
Diario
Antioquia. Diario Sí, entre 2005 y
El Mundo 1979 Desde 2005 Sí 17 49
hasta 2018 2014.
Sí, entre 2011 y
El Nuevo Siglo 1936 Desde 2011 Nacional. Diario Sí 14 127
2014.
Región
El País 1950 No tiene. No Sí 5 24
Suroccidente. Diario
Sí, entre 1911 y
El Tiempo 1911 Desde 1911 Nacional. Diario Sí 134 624
2014.
El Universal 1948 No tiene. Bolívar. Diario No Sí 0 1
Sí, entre 2012 y
La Nación 1994 Desde 2012 Huila. Diario Sí 0 27
2014.
Norte de Santander. No, por corte de
La Opinión 1960 Desde 2015 Sí 0 1
Diario período.
Desde 2012 (por No, por opción de
La Patria 1921 Caldas. Diario Sí 0 2
fecha) búsqueda
Nacional. Lunes a Sí, entre 2012 y
La República 1954 Desde 2012 Sí 1 1
sábado 2014.
Revista 1946 Desde 1983 Nacional. Semanal Sí, entre 1983 y No 27 52
388 Anexos

Periódico Fundación Archivo digital Circulación Búsqueda digital Búsqueda CINEP Total 2008 Total 2014
Semana 2014
Sí, entre 2008 y
Vanguardia 1919 Desde 2008 Nacional. Diario Sí 13 157
2014.
Sí, entre 2013 y
Voz 1957 Desde 2013 Nacional Sí 9 41
2014.
Total 251 1239
Fuente: Elaboración propia a partir de la información recogida de cada periódico o revista.

Los criterios de búsqueda incluyeron las categorías: “Abuso sexual” AND “conflicto armado”, “Violencia sexual” AND “conflicto
armado”, “Violencia sexual” AND paramilitares, “Violencia sexual” AND guerrilla, “Violencia sexual” AND “fuerza pública”, “Abuso
sexual” AND paramilitares, “Abuso sexual” AND guerrilla, “Abuso sexual” AND “fuerza pública”, Paramilitares AND “abusos sexuales”,
Guerrilla AND “abusos sexuales”, “Fuerza pública” AND “abusos sexuales”.

Soy consciente de la existencia de otras posibles formas de denominación como “violación” o “violaciones”, sin embargo, dado que
esas palabras engloban todos los hechos conocidos como “violaciones a los derechos humanos”, no resultaba operativa para los
efectos de la búsqueda.

La opción de búsqueda vía digital tuvo dos razones: en primer lugar, la posibilidad de abarcar a través de ciertas categorías el estudio
amplio y sistemático de la totalidad de los archivos de los periódicos y, en segundo lugar, que el proceso de acopio de la información
se realizó en el marco de la pandemia por Covid-19, que implicó el cierre total de los archivos físicos de las bibliotecas y hemerotecas
en el país.
Anexo 6: Estudio de las notas de prensa estudiadas

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Se refiere a un informe de Human Rights Watch y a la reforma del Código Penal
Buenas
19 de militar: "el concepto de acto de servicio, en el que se ninguna manera se pueden
El intenciones, pero
1995 noviembre considerar desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, torturas, o, incluso abusos
1 Colombiano la situación no
de 1995 sexuales. "Esos no son delitos que puedan cometerse en funciones"".
mejora
Se refiere al informe de la Procuraduría en Derechos Humanos de 1995, en el que
denuncia la violación de derechos humanos en distintos ámbitos. Habla de las
violaciones cometidas por las Fuerzas Armadas, que "han sido de toda clase:
lesiones personales, abusos sexuales, atropellos a la población, detenciones
arbitrarias, torturas, abuso de autoridad, allanamientos, desapariciones,
El Balance con saldo 3 de marzo
1996 amenazas y homicidios". También habla de la "limpieza social" a "colombianos
2 Colombiano rojo de 1996
desamparados" dentro de los que incluye a prostitutas. Todo ello, en el marco de
la primera condena de la Corte IDH contra Colombia en el caso Caballero y
Santana y los informes de HRW que piden a Estados Unidos restringir el comercio
y suspender la ayuda militar.

Se refiere al cuarto informe de la Defensoría del Pueblo sobre niñez a presentarse


ese día. La nota señala que en el Magdalena Medio a todas las familias las obligan
Paramilitares a "aportar un patrullero". "Los paramilitares no los discriminan por edades para
El abusan 1 de julio de reclutarlos y abusan sexualmente de las jóvenes". El fin último es hacer un
1998
3 Colombiano sexualmente de 1998 llamado a entidades gubernamentales y no gubernamentales "para que unan sus
jóvenes esfuerzos en pro de una concreta y pronta desvinculación de las y los niños en la
guerra".

En el marco de la Cumbre Regional para la Infancia, la nota recoge apartados de


la ponencia de UNICEF. "En el tema de las niñas en el conflicto, la Unicef advierte
Menores, víctimas que las responsabilidades que recaen sobre ellas en tiempos normales y que las
El 3 de marzo
de la 1998 discriminan en relación con los hombres, se agudizan en épocas de conflicto".
4 Colombiano de 1998
confrontación "Frente a los niños combatientes, el estudio comenta la incorporación de más de
200 mil niños para las guerras actuales y dice de ellos que son presa fácil de los
ejércitos en confrontación: "grupos armados en Colombia se acercan a las
390 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


veredas a informar a las madres el día que los chicos deberá ir a 'prestar guardia'
(...) Muchos fueron partícipes de masacres y atrocidades; han visto asesinar a sus
propias familias, han sufrido torturas, mutilaciones, abusos sexuales y el
consiguiente contagio de enfermedades venéreas"."

Con ocasión de la gira a Europa de Gerardo Jumí, presidente de la Organización


Indígena de Antioquia (OIA), el juez Baltasar Garzón "condenó (…) los crímenes
contra la población indígena antioqueña y en concreto la Emberá, al afirmar que
El juez Garzón
son víctimas de "masacres cometidas por el Ejército, las Farc y los paramilitares".".
El condenó crímenes 18 de mayo
1999 Dice la nota: "El presidente de la OIA responsabilizó, de manera directa, "a los
5 Colombiano contra indígenas de 1999
paramilitares de la muerte de 23 emberá, a las Farc de la muerte de otros 20
antioqueños
miembtos de nuestra comunidad y al Ejército de dos más, así como de la violación
sexual de dos mujeres"."

Con ocasión de la "Movilización Nacional de Mujeres" en Bogotá, El Colombiano


informó sobre situaciones de control social en Medellín: ""Las amenazas
aumentan. Los grupos armados no sólo les prohiben relacionarse con el enemigo,
sino que son hostigadas. En algunos barrios les prohiben salir a determinadas
horas. En otras partes les ponen problema hasta por la forma de vestirse", señala
Rocío Pineda, de la Oficina de Derechos Humanos de la Gobernación de
Antioquia". Dice la nota: "Según las denuncias recogidas por los movimientos de
mujeres en el país, la violación sexual es el mecanismo más recurrente para dañar
a las mujeres. "Tuvimos un caso de una joven de 17 años que fue ultrajada por
Mujeres, más
El 25 de julio cinco combatientes. A otras les obligan a abandonar el pueblo si sólo sospechan
golpeadas por el 2002
6 Colombiano de 2002 que tiene un vínculo afectivo con un policía o un soldado. Y las denuncias más
conflicto armado
graves que tenemos en este momento tienen que ver con el sometimiento de las
jovencitas por parte de los 'jefes' de los distintos grupos armados. En muchos
pueblos para algunas el peor castigo es gustarle a un combatiente de alto rango
porque tiene que aceptarlo, en muchos casos, bajo amenaza", indican las
denuncias". Sobre Barrancabermeja, dijo Yolanda Becerra de la OFP: "Las
acusan de llevarle información a uno o a otro bando, el actor armado las convierte
en amantes y después por tener mucha información o porque renuncian a esa
vida las van exterminando" (...) "A otras jóvenes las marcan: "les rapan la cabeza,
las cejas, las castigan y las dejan al sol, les dan fuerte, las encierran, las obligan
Anexo 6 391

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


a tener sexo para no denunciarlas con el jefe mayor", agrega".

Informe de Amnistía Internacional denuncia que cuerpos de mujeres y niñas son


Mujeres: campo 14 de usados en el marco del conflicto armado como campos de batalla . También afirma
El
de batalla en el 2004 octubre de que la mayoría de los casos no son denunciados, y cuando se denuncian no se
7 Colombiano
conflicto 2004 hacen los esfuerzos para que sea efectivo el proceso.

En el informe realizado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado, las


organizaciones de mujeres denuncian que la violencia sexual es utilizada como
Cada día una 14 de
El arma de guerra por parte de los grupos armados contra las mujeres y los menores
mujer muere por 2006 diciembre
8 Colombiano de edad. También afirman que es poca la justicia que se hace para prevenir y
el conflicto 2006
combatir este tipo de delitos sexuales.

Con ocasión de la publicación del informe de Profamilia, el editorial señala que


dentro del marco del conflicto armado la violencia sexual en un agravamente más
de la situación que vive la gente en el país. También afirma que la pobreza, y su
13 de
El Mujeres violadas: relación con el desplazamiento, la dependencia económica y el hacinamiento,
2007 octubre de
9 Colombiano un trauma social generan más situaciones de violencia sexual contra la mujer en el marco del
2007
conflito armado. La editorial también recuerda la definición que dio la ONU en
1993 sobre violencia contra la mujer.

En el informe anual de la Personería, las ONG que participaron llaman la atención


11 de
El Homicidios rajaron sobre la violencia sexual contra las mujeres. También muestra cifras de homicidio
2008 diciembre de
10 Colombiano balance de d.h. en el año.
2008
El artículo reconoce a los ganadores del Premio Nacional de Paz 2008, nombra a
El enfermo se 12 de
El la Fundación para el Desarrollo Humano Comunitario, la cual se dedica a atender
ganó Premio 2008 octubre de
11 Colombiano a mujeres víctimas de abuso sexual en el marco del conflicto armado.
Nacional de Paz 2008
Habitantes del barrio Santo Domingo en Medellín realizaron un mural en homenaje
17 de
El Santo Domingo no a las víctimas del conflicto armado, en donde retratan a una familia desplazada,
2008 septiembre
12 Colombiano olvida su dolor un jóven víctima de minas antipersonales y una mujer víctima de abuso sexual.
de 2008
392 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


La nota se refiere a la congregación de mujeres en Medellín, quienes firmaron una
27 de proclama para rechazar y condenar la violencia contra la mujer. No se refiere al
El La mujer aboga
1993 noviembre conflicto armado, pero habla de la violencia contra la mujer: "es la más sutil, la
13 Espectador por sus derechos
de 1993 más invisible y pocas veces denunciada y menos reconocida".

Trae dos columnas, una del General Bonett sobre la propuesta de paro sexual y
otra de Inés Gómez de Vargas que responde. En la del General Bonnet dice:
"¿Qué no podrían lograr entonces las mujeres colombianas si algún día tomasen
las banderas y lideran la gesta por la paz?". Esto, ante su llamado de paro sexual
que "No era, pues, un problema de sexo como algunos han pensado, era más
Reflexión histórica 1 de
El bien una coyuntura política y social que había que rebasar con urgencia y con
o chiste flojo por 1997 noviembre
14 Espectador medidas audaces y originales". Inés Gómez dice: "Allí, se desconoce el papel
la paz de 1997
protagónico de las mujeres del mundo en la prevención de la guerra y en la
construcción de los procesos de paz. Objetivos logrados no por el uso violento de
la sexualidad sino de su inteligencia y de su amor. Rigoberta Menchú y la madre
Teresa de Calcuta son dos buenos ejemplos".

Respuesta a la propuesta de paro sexual del General Bonnet. Es una respuesta


2 de
El El paro de mi de corte sarcástico. Dice: "Conociendo su idiosincrasia, dejarían de violar los
1997 noviembre
15 Espectador general derechos humanos, pero ¡ah, violadera de mujeres la que se desataría!".
de 1997
En el marco de la Cumbre Regional de la Infancia para América Latina y el Caribe,
el representante de UNICEF presentó la situación de niños y niñas en el conflicto
armado. "Adorno expone la problemática que aforntan niñas y mujeres en la
guerra cuando son sometidas a discriminación y abusos sexuales, y el
Los niños,
reclutamiento de niños como soldados por parte de los grupos armados, que los
El víctimas 1 de marzo
1998 consideran invisibles, pues "los niegan o enmascaran su presencia".". Además,
16 Espectador ineludibles de de 1998
"Según Adorna, "tenemos que construir conciencia sobre los derechos de la
guerra
infancia, así exista o no guerra, porque los niños necesitan protección". O, como
diría Graça mICHEL: "No hay duda de que en los conflictos armados los niños son
el objetivo miltar, no víctimas incidentales... Esto debe parar".".

El Corte para 11 de Informa que fue aprobado el Estatuto de Roma, el cual incluye como crímenes de
1998
17 Espectador castigar septiembre guerra "el saqueo, el uso de armas envenenadas, los gases asfixiantes o tóxicos,
Anexo 6 393

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


atrocidades de 1998 los ultrajes contra la dignidad de las personas, cualquier acto de violación o
esclavitud sexual o prostitución forzada, el reclutamiento de niños menores de 15
años o el aprovechamiento de civiles para cumplir objetivos de carácter militar".

Columna de Piedad Córdoba con ocasión del Día Internacional de la no violencia


contra las mujeres. Dice: "En territorios todavía no contemplados como zonas de
conflicto armado, las mujeres enfrentan desigualdad, limitado acceso a
25 de oportunidades, exclusión de espacios donde se toman decisiones; también sufren
El ¿Menos
1998 noviembre golpes, insultors, agresiones sexuales, violencia sicológica. En zonas de conflicto
18 Espectador derechos?
de 1998 armado son las principales víctimas del desplazamiento, amenazas, violaciones
sexuales; ven morir a sus hijos, a la vida que dieron y que otros sin contemplación
alguna arrebatan".

Se hace referencia a un informe de la defensoría con ONG, en el que señalan la


situación de reclutamiento de menores de edad. Dice que la vinculación es en su
16 de mayoría voluntaria: "Entre las causas que argumentan los niños encuestados está
El Guerra de
1999 febrero de el estatus que dan las armas y los uniformes, la pobrez de sus familias, el
19 Espectador menores de edad
1999 enamoramiento con integrantes de grupos guerrilleros o paramilitares, la
venganza, maltrato físico, pérdida de sus familias, abandono o abuso sexual".

Informa sobre la elección del defensor del Pueblo Eduardo Cifuentes e indica que
en su hoja de vida se encuentran sus fallos en la Corte Constitucional, dentro de
El El conflicto rebasó 18 de agosto la cual se opuso a la figura de la obediencia debida en la cuestión del fuero militar.
2000
20 Espectador la racionalidad' de 2000 Allí indicó que "la orden de agredir sexualmente a una persona o infligirle tortura,
bajo ninguna circunstancia puede merecer el calificativo de orden del servicio".

Se trata de un informe mundial sobre niños reclutados. Habla de los riesgos e


indica: "Además de los riesgos de morir o de sufrir heridas en combate, el informe
Crece abuso sobre utilización de niños como combatientes precisa finalmente que en general
El 13 de junio
contra niños 2001 "los niños soldados pueden también correr el riesgo adicional del abuso de las
21 Espectador de 2001
combatientes drogas y el alcohol, las enfermedades de transmisión sexual o los embarazos no
deseados".
394 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Un informe de Profamilia afirma que del total de mujeres desplazadas
Desplazadas por
El 9 de julio de forzosamente en el país, 18,3% han sufrido de violencia física y el 3,7% de
violencia tienen 2006
22 Espectador 2006 violencia sexual.
más hijos
Una investigación realizada en varias ciudades de Colombia revela que el conflicto
armado es un factor que agudiza la explotación sexual de menores en el país por
parte de los actores armados. Hacen referencia a un caso de una niña de 12 años
La mala racha de
El 9 de julio de qur tuvo que salir desplazada forzosamente de San Andrés de Sotavento a causa
la niñez en 2006
23 Espectador 2006 de una masacre y, después, a causa de la falta de recursos y de la violencia
Colombia
intrafamiliar se vio obligada a recibir plata de sus amigos a cambio de dejarse
tocar los senos.

Informe sobre HRW advierte de las fallas de la implementación de la Ley de


17 de
El ¿Una justicia Justicia y Paz, dentro de los fallos está la poca información que han dado los
2008 octubre de
24 Espectador obstaculizada? comandantes sobre violencia sexual.
2008
El artículo es un especial sobre la Asosiación de Mujeres Productoras de Cárnicos
Ellas eran
21 de del Caquetá, una asociación de mujeres que eran trabajadoras sexuales en
El prostitutas y
2008 septiembre Florencia, Caquetá. Relatan las violencias que sufrieron por parte de actores
25 Espectador vencieron la
de 2008 armados y ahora están postuladas al Premio Nacional de Paz 2008.
guerra
En ocasión de Día internacional para a erradicación de todas las formas de
violencia contra la mujer, Rodrigo Uprimny afirma que la violencia contra la mujer
Suprimir la 25 de
El sigue siendo un tema alarmante. Recuerda un informe de la ONU en 2002 sobre
violencia contra 2008 noviembre
26 Espectador la violencia contra la mujer, junto con el auto 092 de 2008 y la poca información
las mujeres de 2008
suministrada por paramilitares en Justicia y Paz.

Patricia Burítica Céspedes afirma en la columna que existen fallas en la


implementación de Justicia y Paz. Dice que a pesar de que la violencia sexual fue
Violencia sexual un hecho extendido a lo largo del país, los comandantes no refieren casi a estos
El 3 de agosto
en el conflicto 2008 temas y las mujeres que son víctimas no denuncian por miedo a la
27 Espectador de 2008
armado estigmatización, al rechazo y al cuestionamiento. Recuerda que la violencia sexual
está dentro del Estatuto de Roma, y que puede considerarse delito de lesa
humanidad. También trae a colación algunos casos internacionales. Todo lo
Anexo 6 395

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


anterior para reivindicar la importancia de la ley de víctimas.

En la columna Cepeda resalta la importancia del Auto 092 proferido por la Corte
El 8 de junio de Constitucional en 2008, pues señala que las violaciones cometidas hacia las
Las desplazadas 2008
28 Espectador 2008 mujeres desplazadas son desgarradoras y amerita una acción que las prevenga.

El artículo refiere a un encuentro que realizaron mujeres víctimas de la violencia


de los departamentos del caribe colombiano. Relata el artículo que las mujeres le
exigen al gobierno nacional su participación en las negociaciones que se
«Me llevo a tu adelantan con los paramilitares. También registran dos casos de violencia sexual,
13 de abril
El Heraldo mujer porque me 2005 uno en Córdoba, en donde una mujer denuncia que los paramilitares ejercían
29 de 2005
gusta» control sobre la vida sexual de las mujeres, y otro en el Copey, Cesar, donde una
mujer denuncia que a las mujeres las violan, las obligan a abortar o las asesinan
los paramilitares por el control social.

El artículo habla sobre una investigación que hizo AP sobre el acaparamiento de


Paras', los dueños tierras en el municipio de San Onofre por parte de los paramilitares. Refiere que
28 de enero
El Heraldo de las mejores 2007 los habitantes manifestaron que hasta 2005 los paramilitares controlaban el
30 de 2007
tierras municipio, y hacían de las residentes sus esclavas sexuales.

‘Adriana’,
El artículo habla de un caso de una niña arahuaca que fue reclutada a las 14 años
reclutada,
3 de agosto por el ELN. La niña fue violada por los comandantes y quedó en embarazo. Fue
El Heraldo abusada y 2008
31 de 2008 rescatada por el Ejército en un operativo y está en manos del Bienestar Familiar.
embarazada por
la guerrilla
En el marco del II Foro realizado en Medellín sobre DDHH, se informó del acoso
sexual denunciado por "15 mujeres que venden su cuerpo en el centro de
22 de Medellín", quienes se "arriesgaron" a denunciar el acoso sexual realizado por
El Mundo La violencia sin fin 1992 septiembre policías. La Procuraduría informó que "los infructuosos resultados no son culpa de
32
de 1992 los organismos que investigan sino de la ciudadanía que por temor omite dar
nombres o llevar personas a que rindan las respectivas declaraciones".

23 de Se refiere a la movilización a Urabá por parte de la Ruta Pacífica. Ejemplifica la


El Mundo Destino Mutatá 1996
33 noviembre violencia de la guerra: "Para ilustrarlo, las organizadoras citan lo sucedido en el
396 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


de 1996 corregimiento de Pueblo Nuevo, en Turbo, donde la generalidad de las mujeres
han sido violadas. De las responsabilidades no se salvan ninguno de los actores
armados legales e ilegales que patrullan por el lugar". Cuando habla del "acto de
purificación" a llevarse a cabo en Medellín: "Con él se proponen "explicitar la
fuerza renovadora de lo femenino en nosotras como alternativa que busca
caminos de acercamiento, de relación amorosa en el ejercicio de la política". "Los
actos están encaminados a dar a conocer en todos los ámbitos nacionales e
internacionales la violencia de que son objeto las mujeres y la madre tierra en
nuestro país" (negrillas en original). Dentro de la descripción de los momentos
simbólicos, señala que en el último se leerá el manifiesto fundante y se pedirá el
fortalecimiento de los diálogos regionales de paz, "que las mujeres tengan en
estos un papel protagónico" y que se conforme una comisión internacional de
mujeres para su verificación.

Hace un recuento de los debates de la CPI, señala que "no aparecen crímenes
específicos de género", los cuales deberían considerarse violaciones contra las
leyes humanitarias y contra la humanidad. Dice que en el genocidio no se
Tribunal Penal 11 de julio considera a las mujeres "como un grupo humano sujeto de derecho y objeto de
El Mundo 1997
34 Internacional de 1997 muerte, daño o destrucción". Por eso dice que es importante incluir delitos
específicos y su naturaleza: no como delitos contra el honor, sino "delitos de
violencia contra las mujeres".

Reporta la declaración del encuentro Centro y Latinoamérica, sus Mujeres, en


Ruta por la Vida, el Desarrollo, la Equidad y la Paz, en la que indica “En nombre
de la libertad se ahogan sus posibilidades reales de ser mujeres hacedoras de
nuestro destino, porque sin permiso es usado nuestro territorio-cuerpo y porque
25 de los guerreros imponen los límiptes y la guerra sacude nidos y tumbas”. También
Mujeres, en ruta
El Mundo 1997 noviembre pide que “en la negociación se contemple y se recojan las denuncias de las
35 pacífica por la paz
de 1997 mujeres sobre las violaciones a los derechos sexuales y reproductivos de las
desplazadas, las adolescentes embarazadas y de las que han sido y son víctimas
de violación por los diferentes actores armados; actos de los cuales se hará
veeduría y denuncias a nivel nacional e internacional”.
Anexo 6 397

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Retoma la ponencia de Unicef en la Cumbre de la Infancia para América Latina y
el Caribe: "Un informe de Unicef indica que en el conflicto muchas mujeres y niñas
son víctimas de violación repetida y si dan a luz en ausencia de personal
capacitado, están en altísimo riesgo de adquirir enfermedades pélvicas,
inflamatorias, crónicas o enfrentar la muerte". Indica que "El tema de la prevención
de explotación sexual y violencia de género ha sido tratado por la Organización
Mundial de la Salud, OMS. El organismo internacional expresa que "la
desigualdad basada en el género se incrementa normalmente durante situaciones
de violencia extrema, como los conflictos armados. Las niñas y las mujeres, por
su propia configuración de género sufren de una manera más profunda el conflicto,
el desplazamiento y la violencia intrafamiliar. Las responsabilidades que recaen
La discriminación sobre ellas en tiempos normales y que las discriminan en relación con los
8 de marzo
El Mundo aumenta en la 1998 hombres, se agudiza en tiempos de conflicto y las hacen vivir ese mismo drama
36 de 1998
guerra de forma diferente". Siguiendo el estudio de Graca Machel "Repercusiones de los
conflictos armados en los niños", el periódico señala que "la morbi-mortalidad de
niñas y mujeres en tiempos de guerra (...) se evidencia en los siguientes hechos:
- La violencia contra las niñas y las mujeres, incluida la violación y la esclavitud
sexual". Frente a la "mala atención": "La violación y la prostitución prosperan de
una manera amplia puesto que los principios, valores y controles sociales sufren
transformaciones durante el conflicto. Muchas niñas se prostituyen a cambio de
comida, albergue, protección o para obtener privilegios para ellas mismas y sus
familias. Muchos padres se han visto obligados a prostituir a sus hijas a cambio
de agua, ropa y documentos. Dicen los estudiosos del tema que "los efectos
psicológicos de esta degradante acción humana son aplastantes para las niñas".

"Usar un descaderado, una ombliguera o tener los hombros destapafos puede ser
de vida o muerte para cientos de jovencitas de la ciudad. Ellas con la ya cotidiana
amenaza de "al hombre que encontremos después de las 10:00 de la noche en la
calle lo matamos y a la mujer la violamos", son las principales víctimas de los
15 de
Mujeres, un botín 'toque de queda' impuestos por los violentos. (...) Esta situación generada por el
El Mundo 2002 noviembre
37 de guerra auge del conflicto armado según Flor María Díaz Chalarca, directora de Cerfami,
de 2002
es la muestra un ataque al cuerpo dirigido directamente a la sexualidad, la
genitalidad y la dignidad sexual de las mujeres, afectándolas como personas y a
la sociedad en general". "Estas circunstancias les han permitido analizar como la
violencia física que mata sigue estando más focalizda hacia los hombres, que son
398 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


víctimas pero también victimarios en el sentido que eligen el papel de
combatientes; mientras que la violencia física y sexual sigue afectando más a las
mujeres, que no eligen combatir, pero su único delito es nacer y crecer al lado de
ellos". "Según ella, esta situación no puede desligarse de la concepción histórica
donde la mujer es propiedad física del varón, un botín de guerra. "De ahí se
comprende que la guerra con un hombre se extienda a sus posesiones, en este
caso a la mujer también como una posesión, y por ello resulte siendo la víctima".

A raíz de la publicación del informe de HRW, el artículo afirma "las niñas se alistan
a veces para escapar del abuso sexual en sus hogares", "Aunque no se toleran
26 de
Combatientes en las violaciones y el acoso, comandantes varones utilizan su poder para mantener
El Mundo 2003 septiembre
38 Colombia vínculos sexuales con muchachas menores de edad", "las niñas de hasta 12 años
de 2003
de edad tienen que utilizar anticonceptivo y abortar si quedan embarazadas".

Iglesia católica del oriente antioqueño denuncia que a causa del escalamiento del
Hay "atropellos 14 de julio conflicto armado y el aumento de los cultivos de coca, la población civil está
El Mundo 2004
39 inconfesables" de 2004 sufriendo múltiples victimizaciones, entre ellas la violencia sexual.

Con ocasión del día internacional de la no violencia contra las mujeres, el artículo
rememora el primer encuentro feminista latinoameticano en Bogotá, donde se
25 de
Se proponen estableció el objetivo de reconocer, denunciar, divulgar y reflexionar sobre el
El Mundo 2005 noviembre
40 romper el silencio impacto de la violencia del conflicto armado y la violencia intrafamiliar que afecta
de 2005
a niñas, jóvenes y mujeres.

El artículo habla sobre los datos sobre menores de edad en las filas de los grupos
armados, sobre todo de las FARC. Refiere un caso sobre una mujer que
Herederos de la 30 de abril
El Mundo 2005 pertenecía a la estructura del Negro Acacio y fue obligada a abortar. También
41 guerra de 2005
denuncian casos de anticoncepción forzada.

El artículo habla de dos roles que desempeñan las mujeres en la guerra, como
victimarias y como contructoras de paz. Con respecto a las victimarias afirma que
Las dos marcas 8 de marzo
El Mundo 2005 una de las motivaciones registradas es huir de la violencia sexual que viven en
42 de la guerra de 2005
sus hogares.
Anexo 6 399

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


El artículo reseña las afectaciones que sufren las mujeres por el conflicto armado.
Habla de la antoconcepción y el aborto forzado que viven las mujeres que
pertenecen a las FARC y de las violaciones que cometen los soldados del Ejército
en zonas rurales. También hacen referencia a dos casos de mujeres que fueron
Mujer y conflicto 9 de octubre
El Mundo 2005 obligadas a utilizar anticonceptivos con comandantes de la guerrilla (solo se
43 armado de 2005
específica en uno que son las FARC), afirman que el comandante era el que
decidía quién podía tener hijos y quién no, y también señalan que las mujeres que
se escaparan eran buscadas para ser asesinadas.

La investigación "salud sexual y reproductiva en zonas marginales: situación de


las mujeres desplazadas 2005" publicada por Profamilia buscó medir el impacto
Desplazamiento: del programa nacional de servicios de salud sexual y reproductiva en
10 de julio
El Mundo más duro para la 2006 comunidades de escasos recursos y en condición de desplazamiento. Dentro de
44 de 2006
mujer los hallazgos resaltan que el 64% de las mujeres desplazadas ha sufrido de alguna
intimidación sexual.

Un informe realizado por instituciones y ONG de Medellín afirman que una de las
8 de causas del desplazamiento intraurbano en la ciudad es la violencia sexual ejercida
Balance bastante
El Mundo 2006 diciembre de por grupos armados, especialmente personas desmovilizadas de grupos
45 preocupante
2006 paramilitares.

Claudia Restrepo, coordinadora del programa de niñez del despacho de la primera


dama del departamento de Antioquia, afirma que los niños que son reclutados por
los grupos armados son víctimas de explotación, abuso y esclavitud sexual,
Antioquia, primer 27 de
especialmente las niñas. Expone un caso de un niño en Medellín que se vinculó a
El Mundo reclutador de 2007 noviembre
46 los paramilitares para vengarse de un señor que lo obligó a fumar marihuana,
niños de 2007
Rocio Pineda, directora de DDHH de la secretaría de gobierno, cree que detrás
del tema de la marihuana está en abuso sexual.

El artículo habla sobre las dificultades que afrontan los menores de edad en el
Menores con departamento de Antioquia. Con respecto a la violencia sexual, refiere que las
28 de abril
El Mundo sufrimientos 2007 niñas, especialmente, que ingresan a las filas de los grupos armados son víctimas
47 de 2007
mayores de abusos sexuales y esto genera que tengan una relación distinta con su cuerpo.
400 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


La resolución 0387 del 12 de febrero de 2007 estableció las directrices para
La verdad de los
transmitir las versiones libres de los ex paramilitares. Dentro de estas directrices
ex paramilitares 4 de marzo
El Mundo 2007 está la restricción de la transmisión a manos de la Fiscalía cuando se hable de
48 se conocerá de 2007
víctimas de violencia sexual o menores de edad.
fragmentada
Refiere a la intervención del Defensor del Pueblo en el marco de la
conmemoración del 25 de noviembre. Según Córdoba Triviño las mujeres son
Urgen
víctimas de cuatro formas de violencia: "la familiar, la de las calles, la violencia del
El Nuevo mecanismos para 23 de julio
1993 Estado y la que se registra en la guerra". Habló de la existencia de violencia sexual
49 Siglo defender a la de 1993
en el hogar, en la calle y de "abusos" por el Estado sólo por participar en política.
mujer
No se pronunció sobre la guerra.

Hace un recuento de la violencia contra niños y niñas. Habla de asesinatos,


maltrato y abuso (fuera del conflicto) y tiene una sección de conflicto armado. En
ella hace referencia a un "estudio de la Defensoría del Pueblo sobre Conflicto
17 de
El Nuevo Los niños, blanco Armado en Colombia y Menores de Edad" en el que alude a reclutamiento: "Sus
1996 octubre de
50 Siglo de la violencia labores van desde funciones domésticas a sexuales y combatientes". También
1996
señala que "de los 750 mil personas desplazadas por la violencia, el 70%
corresponde a menores de edad, tres cuartas partes correspondientes a niños".

Informe de Amnistía Internacional denuncia que cuerpos de mujeres y niñas son


usados en el marco del conflicto armado como campos de batalla . También afirma
que la mayoría de los casos no son denunciados, y cuando se denuncian no se
hacen los esfuerzos para que sea efectivo el proceso. Registra el caso de la mujer
Mujeres: víctimas 14 de
El Nuevo en Antioquia que fue sometida a tratos humillantes por ser lesbiana, y luego fue
'invisibles' del 2004 octubre de
51 Siglo violada, mutilada y asesinada por paramilitares. También hace referencia a un
conflicto armado 2004
caso de una niña que hacía trabajos domésticos para un paramilitar, quien la violó
y quedó embarazada. Después fue obligada a ir a los Montes de María para
realizar labores de patrullaje para el grupo paramilitar.

360 de cada mil Organismos como Fundación Restrepo Barco, HRW e ICF denuncian que el
El Nuevo 17 de mayo
niños sufren mal 2004 reclutamiento de menores de edad por parte de paramilitares y guerrillas va en
52 Siglo de 2004
trato aumento. Afirman que las niñas especialmente son utilizadas sexualmente por sus
Anexo 6 401

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


superiores.

El informe "La situación de los derechos humanos de las mujeres en Colombia.


Entre la política de seguridad democrática y el conflicto armado" afirma que la
Una mujer muere
El Nuevo 9 de marzo violencia sexual hacia las mujeres en medio del conflicto armado es recurrente y
al día por causa 2004
53 Siglo de 2004 se utiliza como estrategia de guerra. Además, dicen que las mujeres además de
de la violencia
violencia sexual sufren de trabajos forzados.

Informe de Alto Comisionado para los DDHH denuncia que a pesar de las
ONU pide acabar
desmovilizaciones de las AUC, las violaciones a los derechos humanos persisten.
El Nuevo 'nexos' de 20 de junio
2005 Afirma que dentro de esas violaciones está la violencia sexual hacia las mujeres
54 Siglo funcionarios con de 2005
y las niñas.
las AUC
El artículo habla sobre las exigencias de la sociedad civil a la posible
desmovilización de los paramilitares. Con respecto a la violencia sexual, el artículo
Sociedad Civil recoje las exigencias de algunos sectores de la sociedad civil, dentro de las cuales
El Nuevo 21 de marzo
pide penas 2005 está que se tenga en cuenta las afectaciones y necesidades específicas de las
55 Siglo de 2005
ajustadas mujeres víctimas de violencia sexual. Además se exige su participación en las
negociaciones de paz.

El artículo retoma el informe publicado en 2004 por Amnistía Internacional. Señala


No mejoran con respecto a la violencia sexual, que hay niñas que son reclutadas por los
El Nuevo 25 de mayo
derechos 2005 grupos armados y son obligadas a tener relaciones sexuales con los
56 Siglo de 2005
humanos: AI comandantes.

Un estudio realizado por Profamilia señala que del total de mujeres que
El 6 por ciento de 11 de
El Nuevo manifiestan haber sufrido de violación sexual, hay un ligero aumento en mujeres
mujeres en el país 2007 octubre de
57 Siglo que han sido desplazadas forzosamente a causa del conflicto armado.
han sido violadas 2007
La Coalición Colombiana contra la Tortura publicó un informe en el que denuncian
Seguridad
que la política de seguridad democrática generó un aumento en los hechos de
El Nuevo democrática 27 de junio
2007 tortura, tratos humillantes y degradantes y la violencia sexual dentro de la fuerza
58 Siglo 'facilita' actos de de 2007
pública. Señalan que estos hechos aumentan durante el período de
tortura
entrenamiento, y que luego los soldados también lo aplican a la sociedad civil.
402 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


También afirma el informe que la violencia sexual es utilizada por los actores
armados como un arma de guerra contra mujeres y niñas.

Informe de Amnistía Internacional denuncia que los sindicalistas sufren de una


Entre 2002 y 2006
estrategia para generar terror dentro de sus organizaciones a través de
El Nuevo han sido 3 de julio de
2007 desapariciones forzadas, torturas, violencia sexual y otro tipo de violencias en
59 Siglo asesinados 518 2007
contra de las mujeres.
sindicalistas
La ONG Misión Diplomática Internacional Humanitaria Ruanda 1994 publicó un
La guerrilla recluta 13 de informe en el que más de la mitad de los menores reclutados por grupos armados
El Nuevo
niños desde los 2008 febrero de son niñas, las cuales son víctimas de trabajos serviles, esclavitud sexual y aborto
60 Siglo
seis años de edad 2008 forzado.

Un informe publicado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado afirma que
Paras han las mujeres han sido víctimas de prostitución forzada, esclavitud sexual, violación,
El Nuevo asesinado o 2 de enero trata de personas y hostigamiento. También dice que las cifras no son claras, por
2008
61 Siglo desaparecido a de 2008 la falta de denuncia, y como ejemplo pone el caso de Justicia y Paz, que desde el
250 mujeres 2006 solo ha recibido 127 denuncias relacionadas con violencia sexual.

El artículo refiere un informe de la Cruz Roja en la que advierte el incremento de


Se disparan casos
las personas cotagiadas por SIDA en el país. Refiere que una de las razones del
El Nuevo de mujeres 27 de junio
2008 incremento es el conflicto armado, ya que los actores armados cometen delitos de
62 Siglo contagiadas con de 2008
violencia sexual contra las comunidades por donde se desplazan.
Sida
Se trata de un texto de Christopher Torchia de la agencia AP sobre el
"Hacemos lo que 24 de
paramilitarismo en Urabá. "Un código de disciplina de los paramilitares, que no
El País el Ejército no 1996 noviembre
63 siempre es respetado, prohíbe el robo y el hostigamiento sexual.
puede" de 1996
Con ocasión del 8 de marzo y del mensaje del Secretario General de la ONU, el
periódico señaló la situación de las mujeres en la guerra y las limitaciones a su
La guerra no mira 9 de marzo participación en los procesos de paz. "Uno de los aspectos trágicos de los
El País 2001
64 géneros de 2001 conflictos de la era contemporánea es que las mujeres y las niñas sufren sus
consecuencias cada vez más intensamente y de manera desproporcionada" (nota
textual del informe de ONU). "En algunas zonas del país, incluso, los grupos
Anexo 6 403

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


armados han llegado a tomar las mujeres como 'botines de guerra', según las
denuncias recividas por los organismos humanitarios" (nota del periódico). En el
mismo reporte se destaca la escasa participación de las mujeres en el proceso de
paz, del cual en su comienzo hizo parte la ex canciller María Emma Mejía, quien
era "'la cara amable' de los recién iniciados diálogos de paz". "La guerra la hacen
casi siempre los hombre. Por eso no es raro qeu erróneamente crean que hacer
la paz también es cosa de hombres, como si cada día las mujeres no tuviéramos
que llevar a hombros las consecuencias de la guerra" (está entre comillas en el
original y lo atribuyen a Ana Teresa Bernal, directora de Redepaz).

De acuerdo con datos del Programa Presidencial para la Reinserción, una de las
2003: ya van más 8 de
razones por las que los miembros de los grupos armados desertan es por los
El País de 4.000 2003 diciembre de
65 abusos sexuales.
reinsertados 2003
En la columa de opinión, Gustavo Duncan afirma que llamar a los desplazados
30 de
como migrantes es tan indolente como llamar a una violación de una joven como
El País Marcha de ricos 2008 octubre de
66 el inicio de su vida sexual activa.
2008
El informe sobre violencia sociopolítica contra mujeres, jóvenes y niños en
Se incrementa el 9 de Colombia afirma que la violencia sexual contra la mujer entre 2006 y 2007 ha
El País abuso sexual 2008 diciembre de incrementado. Hacen un recuento de las violencias sexuales reportadas en
67
contra las mujeres 2008 Justicia y Paz.

En el marco del estancamiento de los diálogos con la Coordinadora Guerrillera,


se llevó a cabo un foro de derechos humanos con diferentes actores. Los
campesinos denunciaron atropellos de la Fuerza Pública y en respuesta, el
Diálogo separado 13 de julio comandante de la IV División del Ejército “pidió a los asistentes ser conscientes
El Tiempo 1992
68 con cada guerrilla de 1992 de que no son pocas las violaciones de los derechos humanos imputables a la
subversión y aludió́ a los casos de mujeres que son atropelladas si se niegan a
entregar a sus hijos a las filas extremistas”.

Remedios, en Estas dos notas hacen referencia a un “nuevo paro cívico” llevado a cabo por la
21 de enero
El Tiempo paro cívico por 1994 población a raíz de “el supuesto rapto de una niña de 13 años por parte de
69 de 1994
retención de una miembros de la Décima Cuarta Brigada del Ejército”. Según el Ejército, la niña se
404 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


niña presentó a la base militar para pedir protección, siendo posteriormente
entrevistada por una defensora de familia a quien confesó que “hace tres años fue
obligada por un tío a integrar un grupo guerrillero del Eln”. Sus padres niegan los
hechos y dicen que “fue raptada por el Ejército”, porque al igual que indica el
personero, el día anterior a su supuesta entrega salió a visitar a una amiga y fue
a la base militar a entregar un radio a un soldado, pero no regresó. Según indicó
la prensa en la primera nota: “Acusa a un tío suyo de presionarla para ingresar a
la guerrilla y revela desmanes y abuso sexual contra ella por parte de los
miembros de la subversión. Jaramillo [el Defensor del Pueblo de Antioquia] agregó
que hasta ahora no se ha comprobado que miembros del Ejército hayan abusado
de la niña”.

La nota del siguiente día precisa: “Jaramillo dijo que tiene las pruebas practicadas
por un médico de la Décima Cuarta Brigada en las que se determina que la menor
ha tenido vida sexual, pero no tiene rastros de haber sido violada recientemente.
La niña corroboró verbalmente ante el Defensor que un tío la obligó a ingresar a
la guerrilla. Allí, dijo, tuvo vida sexual con muchos hombres, pero nunca habló de
Continúa la
violación. (…) La Defensoría del Pueblo solicitó un examen médico-legal y
polémica por 22 de enero
El Tiempo 1994 siquiátrico que se realizó el 21 de enero, para tener una visión integral de sus
70 presunta niña de 1994
condiciones físicas y mentales , dijo Jaramillo.” “El brigadier general Alfonso
guerrillera
Ernesto Arteaga Arteaga, comandante de la XIV Brigada, con sede en Puerto
Berrío, le dijo a EL TIEMPO que el Ejército no es responsable de abuso alguno
contra la menor y que todos los procedimientos relacionados con el caso se han
hecho dentro del marco de la ley.”.

La nota habla de dos niñas de 15 y 16 años que estaban en el frente Carlos Alirio
Buitrago del ELN y luego de un combate se entregaron, puesto que en la guerrilla
“muchas de ellas son atropelladas sexualmente”. La niña de 15 años era la menor
del grupo, procedente de Cocorná (Antioquia), llevaba un mes en el grupo y se
El calvario de dos 2 de abril de había ido huyendo de “los golpes de su tía paterna” por una propuesta de una
El Tiempo 1996
71 niñas guerrilleras 1996 prima suya que llevaba tiempo en la guerrilla, pero desde los ocho días de estar
allá “buscaba la oportunidad para escaparse (…) [pero] sabía que la posibilidad
de echarse para atrás era impronunciable en el campamento. En el rostro de
muchas chicas veía también la angustia, pero todas tenían miedo de hablar”. “Yo
no llegué allí porque estuviera enamorada de un guerrillero , pero la mayoría de
Anexo 6 405

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


las muchachas sí van porque uno de ellos la conquista”. En este punto de la nota,
aparece Victoria (nombre cambiado): “Abuso sexual En la cuadrilla de Alejandra
se encontraba Victoria*, una joven de 16 años que se entregó al Ejército al
encontrarse sola después de los combates. Victoria, que salió ilesa, había llegado
hacía seis meses al Eln porque se enamoró de uno de los muchachos. Estamos
obligadas a convivir con una persona aunque ya no queramos y a las mujeres que
quedan en embarazo las despachan para la casa , cuenta Victoria. Según lo
admitió ante el brigadier general Alfonso Manosalva Flórez, comandante de la IV
Brigada, fue utilizada sexualmente por varias personas. Cuando se fue al monte
tras una promesa de amor cursaba el sexto grado. El subversivo que la enamoró
escapó el domingo durante el enfrentamiento y ella está hoy a disposición de las
autoridades”.

El Tiempo informa sobre lo que hoy en día se conoce como el “Informe Machel”,
un informe encomendado a Grace Machel en 1993 por el Secretario General de
las Naciones Unidas, en el que buscaba estudiar las repercusiones de los
conflictos armados en los niños. Para realizar ese informe se realizaron seis
consultas regionales y en Colombia estuvo en el mes de abril visitando el Urabá.
Dentro de los hallazgos del informe se encontró que “En los conflictos, los niños
Los niños, 11 de
se ven expuestos a la violencia física y sexual”. Por ello, dentro de las 10
El Tiempo prioridad de 1996 noviembre
72 recomendaciones una es explícita frente al tema: “5. Violencia vinculada con el
gobiernos de 1996
género. Ya sean obra de un soldado o un oficial, todas las violaciones u otro tipo
de tortura sexual que se produzcan en tiempos de guerra deben ser perseguidos.
Para el mantenimiento de la paz, los ejércitos y el personal de las agencias
humanitarias deben recibir una capacitación especial sobre sus responsabilidades
para con los niños y las mujeres.”

Con ocasión del asesinato de 8 campesinos entre Dabeiba y Mutatá, la prensa


informó que en los días siguientes, unas mil mujeres de 11 ciudades llegarían a
esa población “donde realizarán un Acto fundante de vida y paz”. El objetivo sería
Matan a 8 22 de
“fortalecer la participación de las mujeres en la concertación y generar acciones
El Tiempo campesinos en la 1996 noviembre
73 gubernamentales y no gubernamentales para remediar su problemática en zonas
vía a La Llorona de 1996
de guerra.
No sólo han tenido que asumir la ausencia de los padres, hermanos, esposos,
compañeros e hijos, sino soportar violaciones y el ultraje de sus cuerpos y el
406 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


desplazamiento a ciudades y pueblos que no tienen ninguna política de atención
para ellas, argumentan las organizaciones que participarán en la marcha hasta
Urabá́ .
La movilización femenina, que se realiza en el marco de la conmemoración del
Día Internacional de la no Violencia contra las Mujeres, quiere advertir sobre la
pesada carga que la guerra ha dejado sobre ellas y que les impide su desarrollo
social y humano”.

La nota se refiere a un encuentro en Urabá, convocado por Gloria Isabel Cuartas,


alcaldesa de Apartadó, al que acudieron delegadas de Ruanda, Sarajevo,
Palestina, Afganistán, Burundí y países de Centroamérica. Dice la nota que la
"niña alcaldesa de Apartadó", "dará a conocer su propuesta surgida de la pasadas
Mujeres del votaciones sobre los derechos fundamentales de los niños en las que participaron
25 de
mundo dicen 15.000 niños en esta población del eje bananero, quienes decidieron que sus
El Tiempo 1996 noviembre
74 cómo conseguir la valores básicos son la paz y el respeto a la vida". Además menciona: "Una cosa
de 1996
paz son las negociaciones y expectativas desde el alto Gobierno en busca de
alternativas de paz y otra esta experiencia de construir la solidaridad a partir de
pequeños procesos de la comunidad, que han dado éxito en otros países y que
también aquí nos pueden enseñar a vivir en paz , dijo la funcionaria".

Refiere a la movilización de cerca de mil mujeres de 30 organizaciones que pedían


Las mujeres en su en una marcha del silencio por la paz. En su proclama también está "la abolición
9 de marzo
El Tiempo día pidieron en 1997 de todas las formas de discriminación y de explotación sexual de las mujeres
75 de 1997
silencio por la paz trabajadoras".

La nota se refiere a la aprobación de la ley 387 de 1997 sobre atención a población


desplazada. Según dice, “Aun cuando para muchos esta problemática es
inaparente, los desplazamientos internos forman parte de una compleja realidad.
El futuro de los 27 de julio Hay éxodos, desplazamientos familiares y desplazamientos individuales (…).
El Tiempo 1997
76 desplazados de 1997 Todos son víctimas de la violencia generalizada que se manifiesta en asesinatos,
masacres, desapariciones forzosas, secuestros, torturas, bombardeos,
destrucción de viviendas, detenciones ilegales, allanamientos, abuso sexual de
mujeres, devastaciones del medio ambiente, operativos antinarcóticos y compra
Anexo 6 407

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


de grandes extensiones de tierra por parte de narcotraficantes.”

En el marco de una sentencia de la Corte Constitucional que supeditaba el fuero


militar a actos del servicio, Bonnet, comandante de las Fuerzas Militares, según
el periódico "determinó que los militares que incurran en delitos como secuestros,
torturas, homicidios, violaciones sexuales y narcotráfico deben ser investigados y
No nos pueden 8 de agosto juzgados por la Fiscalía y los jueces ordinarios". De acuerdo con el magistrado
El Tiempo 1997
77 dejar sin fuero' de 1997 Cifuentes Muñoz, según el periódico: "No se compadece con el Estado de
Derecho ni con el fuero mismo que se pretenda cobijar bajo éste delitos de lesa
humanidad, tales como las masacres, los genocidios, las torturas, los secuestros,
las violaciones sexuales, etc."

En el marco de una propuesta del comandante del Ejército, Manuel José Bonnet,
de hacer un paro sexual para frenar la violencia que vivía el país, El Tiempo
reporta un evento realizado en la Biblioteca Luis Ángel Arango en Bogotá por la
Ruta Pacífica de las Mujeres. En el evento “reivindicarán su negativa de parir hijos
para la guerra. Y a este acto de rebeldía que las dio a conocer el año pasado,
durante una marcha hacia Mutatá, le añadirán otro: que de sus manos y vientres
no brote ningún alimento para la violencia”.
La nota hace referencia al encuentro realizado en Bogotá “La paz también es
asunto de las mujeres”, con mujeres provenientes de diferentes lugares del país y
que “Antes habían armado cabildos en sus respectivas regiones para elaborar las
Stop al amor si 24 de
propuestas, nacidas de la convicción de que son las mujeres las más afectadas
El Tiempo sirve para detener 1997 noviembre
78 con los horrores de la guerra, y por ello mismo, elementos claves dentro de lo que
la guerra de 1997
podría ser una vida más digna para ellas y el resto del país”. Sobre violencia
sexual la nota describe: “Desplazadas, viudas, madres de hombres de guerra,
subversivos o paramilitares, pero sobre todo, agobiadas porque en regiones como
Urabá convirtieron sus cuerpos en territorios de venganza . En las zonas de
conflicto, con frecuencia los hombres vengan los desatinos de la guerra, violando
a las esposas, las madres o las hijas de quienes conforman el bando enemigo.
Hubo una denuncia según la cual el 80 por ciento de las mujeres desplazadas en
un corregimiento de Mutatá habían sufrido abuso sexual por parte de alguno de
los actores armados. Las mujeres no lo denuncian. Es muy difícil que lo cuenten
porque les resulta penoso, afirma Marina Gallego, una de las coordinadoras de la
408 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Ruta Pacífica de las Mujeres”.

En el marco de la conmemoración del Día de la no violencia contra las mujeres,


el periódico reportó: “En Colombia específicamente, además de tener vínculos
familiares con los combatientes, las mujeres son las principales afectadas cuando
Día mundial de la 25 de hay desplazamiento. Según cifras recientes, el 58 por ciento de los 600 mil
El Tiempo no violencia 1997 noviembre desplazados son mujeres, muchas de las cuales son cabeza de familia.Como si
79 fuera poco, ellas son blanco preferido por los combatientes para agresiones físicas
contra la mujer de 1997
y sexuales y frecuentemente la mujer rural que no tiene para dónde huir termina
siendo violada por los guerreros”.

Este reporte se enmarca en la nota anterior, en el contexto del 25 de noviembre,


día internacional de la no violencia contra las mujeres. En este, señala: “Mientras
los hombres marchan camuflados a la guerra, las mujeres sufren. Cuando hay
víctimas de la violencia, las mujeres lloran. Cuando llegan a los pueblos a sembrar
el terror, las mujeres huyen. Cuando las obligan a quedarse, las violan.
Esto hace que en Colombia sean ellas las víctimas más golpeadas del conflicto
armado que vive el país. Cuando no participan directamente de la guerra, son
27 de
La paz esté con madres, esposas o hermanas de soldados y guerrilleros, son viudas que han
El Tiempo 1997 noviembre
80 vosotras quedado a cargo de un hogar y de sus hijos, son desplazadas que no tienen con
de 1997
qué comer y agredidas que intentan borrar las cicatrices que les deja la violencia.
Y sin embargo nadie piensa en ellas. Se cree que las mujeres son víctimas de
abusos sexuales, de insultos y maltrato en el hogar, es cierto. Se piensa que en
su trabajo muchas sufren de acoso sexual… también. Que la prostitución forzada
y la trata de mujeres son culpa de la comunidad: sí. Pero además de todo, son
ellas las que pagan cuando en un país, en cualquiera, hay una guerra”.

Un año después, nuevamente en el marco del día internacional de la no violencia


contra las mujeres, también se reunieron mujeres pero esta vez en Cartagena, en
25 de un evento organizado por “Las Mujeres de Colombia en Ruta Pacífica por la
La ciudad de las
El Tiempo 1998 noviembre Resolución Negociada de los Conflictos”, a fin de servir de “preámbulo a la
81 mujeres
de 1998 creación de un tribunal simbólico que recogerá denuncias sobre los crímenes de
lesa humanidad que afectan a este sector de la población, y las transferirá al
Tribunal Permanente de los Pueblos en Roma, Italia.”. De acuerdo con la nota,
Anexo 6 409

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


“En el conflicto armado las mujeres se convierten en jefes de familia y directoras
de la comunidad. Son las sobrevivientes, las que viven y sufren la muerte de sus
padres, de sus hijos y las víctimas de crímenes como las violaciones y el abuso
sexual.”

La nota se refiere a "la violencia como un problema de género". Le hacen una


entrevista a Argelia Londoño Vélez, "Coordinadora del Proyecto de derechos
Sexuales y Reproductivos del Fondo de Población de las Naciones Unidas", quien
habla de la "desigualdad entre hombres y mujeres": "Hombres y mujeres estamos
sometidos a la violencia estructural del país y particularmente a las consecuencias
Las mujeres 25 de
que pueda tener el vivir en una situación de guerra". dice que la modalidad de
El Tiempo víctimas de la 1998 noviembre
82 violencia más denunciada es la violación contra niñas y que hay otras que son
violencia de 1998
consideradas menos graves como el tráfico de mujeres y la violencia conyugal.
Dice que a eso se suma "el problema de las desplazadas, porque además de tener
que abandonar el campo, están sometidas al miedo de perder a sus parejas y sus
hijos en medio de una guerra de la cual no son actoras sino víctimas."

Con el antecedente de un proyecto de ley presentado por el Gobierno para


extinguir acciones penales a favor de las organizaciones subversivas que se
9 de acogieran al proceso de paz, la nota dice que dado que habría indulto pleno
El Tiempo Perdón y olvido 1998 diciembre de inclusive en el caso de los delitos atroces, según el Ministerio del Interior, además
83
1998 de los delitos políticos quedarían sin sanción penal “las violaciones carnales”,
entre otros mencionados.

La nota refiere a un informe de la Defensoría del Pueblo sobre los derechos de


niños y niñas: "El informe contiene el balance de los casos de la niñez maltratada,
Negro panorama
1 de marzo la violencia intrafamiliar, el embarazo en adolescentes, los menores trabajadores,
El Tiempo del maltrato 1999
84 de 1999 los niños vinculados al conflicto armado, los niños explotados sexualmente y los
infantil en el 98
desplazados por la violencia".

En razón de la propuesta de modificación del Código Disciplinario Único, la nota


Código
23 de junio de prensa destaca que según el procurador era necesaria por las pocas conductas
El Tiempo Disciplinario 1999
85 de 1999 constitutivas de faltas gravísimas. "En materia de derechos humanos, por ejemplo,
Único, a revisión
solo están tipificadas como faltas gravísimas el genocidio y la desaparición
410 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


forzada, quedando por fuera la tortura, el homicidio, la masacre, las violaciones
graves al derecho internacional humanitario, el desplazamiento forzado de
personas y la violencia y esclavitud sexuales".

Se refiere a una propuesta del vicepresidente, Gustavo Bell, dirigida "a las
organizaciones armadas para humanizar el conflicto armado que sufre el país, con
el fin de atenuar los efectos que este tiene sobre la población civil". Una de las
Cinco propuestas propuestas en cuestión fue: "4. Prevención de la explotación sexual y de la
27 de agosto
El Tiempo para humanizar el 1999 violencia contra las niñas vinculadas al conflicto armado.".
86 de 1999
conflicto Esta propuesta se dio en el marco de los escenarios preparatorios para la que
sería la mesa de negociación con las FARC en el gobierno del presidente
Pastrana.

Se refiere a una propuesta del vicepresidente, Gustavo Bell, dirigida "a las
organizaciones armadas para humanizar el conflicto armado que sufre el país, con
el fin de atenuar los efectos que este tiene sobre la población civil". Una de las
Cinco puntos para propuestas en cuestión fue: "4. Prevención de la explotación sexual y de la
27 de agosto
El Tiempo humanizar el 1999 violencia contra las niñas vinculadas al conflicto armado.".
87 de 1999
conflicto Esta propuesta se dio en el marco de los escenarios preparatorios para la que
sería la mesa de negociación con las FARC en el gobierno del presidente
Pastrana.

Aunque el título se refiere al "destierro" de prostitutas por parte del Eln, la nota
hace referencia a la situación de trabajadoras sexuales en la zona del Magdalena
Medio disputada por paramiltares, guerrilla y Ejército. Informa que muchas
tuvieron que irse por información de masacres que se iban a presentar, porque
Eln destierra a las 3 de octubre hombres de los tres actores armados les pedían información sobre los del bando
El Tiempo 1999
88 prostitutas de 1999 contrario y por señalamientos de tratarse de infiltradas. La nota también informa
sobre un censo del Eln a las trabajadoras sexuales y la prohibición de ingreso,
salvo que sean conocidas por alguien de la zona. Todo con el fin de evitar
infiltraciones.

El Salado, 72 27 de La nota se refiere a los hechos de la masacre de El Salado y afirma que los
El Tiempo 2000
89 horas de terror febrero 2000 armados “Huyeron después de asesinar a más de 40 personas, a quienes Carlos
Anexo 6 411

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Castaño acusó de ser guerrilleros activos”. Un fiscal señaló: “Tenemos denuncias
sobre posibles abusos sexuales contra algunas mujeres”.

En el marco de las negociaciones con la guerrilla de las FARC, Florence Thomas


expone las razones por las cuales el grupo Mujer y Sociedad, del que hace parte,
decidió acudir a una de las audiencias públicas. Allí señala que “El grupo Mujer y
Sociedad se une a todas las voces que señalan como un asunto de vital
Las mujeres al 21 de junio importancia que, mientras las guerras subsistan, en esta y en futuras mesas de
El Tiempo 2000
90 Caguán 2000 negociación se incorpore desde el primer momento la discusión sobre la
necesidad de que todos los actores armados cumplan los mandatos del Derecho
Internacional Humanitario que prohíben y sancionan la violación y todo tipo de
violencia sexual contra las mujeres en situación de conflicto armado”.

La nota se refiere al informe “El espejismo de esas hojas”, realizado por Unicef,
Cifisam y Corporación Nuevo Milenio, en el que “se busca mostrar el impacto que
El espejismo de estos cultivos tienen en mujeres y niños de Cartagena del Chairá y Remolinos del
29 de junio
El Tiempo los niños 2000 Caguán, en el departamento del Caquetá, y Puerto Caicedo y Valle del Guamés,
91 de 2000
raspachines en el Putumayo”, se informa que en el marco del trabajo en los cultivos ilícitos, los
niños son víctimas de abuso sexual y violaciones.

La nota relata que en el marco de “la primera Conferencia internacional sobre


niños afectados por la guerra, que se realizó del 10 al 17 de septiembre” en
Canadá se aprobó una agenda de 14 puntos en la que se dice: “Ningún niño sale
25 de
Niños sin paz, sin ser afectado de situaciones en las que matanzas, bombardeos
El Tiempo 2000 septiembre
92 niños en guerra indiscriminados, reclutamientos, torturas, violaciones, explotaciones sexuales,
2000
trabajos forzados, secuestros, enfermedades y la malnutrición son una amenaza
constante”.

En el marco de la V Reunión Ministerial Americana sobre Infancia y Política Social


12 de en Jamaica, el director del ICBF señaló: “Le solicitamos a la comunidad
Por un futuro con
El Tiempo 2000 octubre de internacional la ratificación del Estatuto de la Corte Penal Internacional, para que
93 futuro
2000 las violaciones a los niños dentro del conflicto sean juzgadas por ésta”.
412 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


El caso se refiere al hallazgo del método anticonceptivo DIU en los cuerpos de
nueve niñas entre 14 y 17 años que murieron en combate y a las que se les
practicó necropsia. Dice la nota que “Hasta ahora los archivos forenses del país
solo habían detectado en la guerrilla métodos de planificación a través de
inyecciones. Según el informe de Medicina Legal, las niñas podrían haber sido
sometidas a acosos, pues los cuerpos presentan dilataciones anormales de sus
genitales, que para los especialistas son indicios claros de una marcada actividad
sexual”. Además dice: “La utilización de este método fue confirmada por un
guerrillero capturado en la misma operación del Ejército, que le dijo a EL TIEMPO
que esto fue ordenado desde la zona de distensión por el secretariado de las Farc.
FARC someten a 14 de El subversivo, que pidió no ser identificado, dijo que a las menores, a las pocas
El Tiempo niñas a método de 2000 diciembre horas de haber ingresado a los campamentos, se les obliga a ponerse a
94
anticoncepción 2000 disposición de los enfermeros, que les instalan el dispositivo. A unas 15 compas
que hacen de parte de la columna en la que íbamos les pusieron los dispositivos
, dijo. Ellas no son niñas, son mujeres. El subversivo refutó el que las menores
sean objeto de abusos sexuales. Es mentira que ellas se acuesten con varios
hombres, lo único que importa es planificar y evitar las enfermedades venéreas ,
dijo. Es un abuso sexual Otro subversivo de Arauca manifestó que ninguna mujer
se ha muerto por usar este aparato . Y aseguró que no es cierto que las compas
tengan que acostarse con varios guerrilleros, pues quien sea sorprendida es
sancionada. Eso es propaganda negra, comentó. Sin embargo, la noticia causó
rechazo en los organismos defensores de los derechos de los niños”.

Esta nota da cuenta de la inspección a “los cuerpos de once guerrilleras muertas,


nueve de ellas menores, durante la operación Berlín, en Suratá (Santander).
Rechazan Todos los cuerpos tenían dispositivos Dui o T”. El Defensor del Pueblo señaló que
15 de
planificación de en el marco del reclutamiento se cometen hechos de “explotación sexual” y que
El Tiempo 2000 diciembre
95 las FARC con la población civil debía ser excluida del conflicto “a propósito de los métodos de
2000
niñas planificación intrauterina que las Farc empezaron a instalar en las menores que
recluta en la zona de despeje”.

19 de
El conflicto de los Con ocasión de “los últimos informes de Unicef” el autor se pregunta “a qué se
El Tiempo 2000 diciembre
96 niños parecerán tantos niños y niñas reclutados para ser usados en la guerra (…)
2000
Anexo 6 413

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


cuando las relaciones sexuales fueron parte del servicio en las filas”.

Con ocasión del premio de paz dado a la Ruta Pacífica de las Mujeres, el periódico
hizo un informe sobre ese movimiento y otros. Habló sobre María Eugenia
Sánchez de la Casa de la Mujer y Gloria Cuartas. Ella señala, en relación con
Apartadó: "Me quedé contando muertos. Pero debemos trascender la estadística
y pasar a establecer los efectos de esas muertes sobre las mujeres. Mujeres que
Mujeres en la vía 11 de marzo se encargan de los hijos y son obligadas a abandonar su tierra, sus enseres, su
El Tiempo 2001
97 de la no violencia de 2001 entorno"; "En Apartadó - dice Gloria - creamos el Comité de Vigilancia
Epidemiológica de la Violencia, en el que medimos las consecuencias del
desplazamiento, de los asesinatos en el espacio doméstico, y nos encontramos
con situaciones idénticas en la mayoría de las familias: deserción escolar altísima,
crisis de identidad y abusos sexuales en aumento".

Con ocasión del informe de la Alta Comisionada de la ONU para los DDHH que
presentaría en Ginebra sobre la situación en 2000, la nota de prensa señala:
“También, sobre el incremento de la violencia contra los menores, que siguen
siendo atacados, asesinados, secuestrados y desplazados, en medio del conflicto
armado. Igualmente, dice que continúan siendo afectados por maltrato
Crítico informe 17 de marzo
El Tiempo 2001 intrafamiliar y abuso sexual.
98 sobre DD.HH de 2001
Sobre las mujeres, señala que siguen siendo víctimas de la discriminación,
violencia intrafamiliar, abuso y tráfico, y que en el conflicto armado, son víctimas
de la agresión sexual de los combatientes y constituyen el mayor grupo de
población desplazada”.

En razón de la captura de dos mujeres guerrilleras que se infiltraron como


empleadas domésticas en Manizales, la nota de prensa reporta: “Las guerrilleras,
Irma Yaneth Mosquera López, conocida como Tata de 20 años de edad y Ángela
Guerrilleras se María Díaz, Sonia , de 19 años de edad, confesaron que ingresaron a las filas de
17 de marzo
El Tiempo hacen pasar como 2001 las Farc desde que tenían 15 años. Aseguraron además que durante su
99 de 2001
domésticas permanencia en esta agrupación subversiva sufrieron abuso sexual”. El resto de
la nota habla de sus acciones criminales y de la importancia de verificar
antecedentes. No se hace ninguna otra alusión al abuso sexual.
414 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


La nota se refiere a las normas impuestas por paramilitares y guerrilla “para
regular desde asuntos morales hasta comportamientos sociales”. Primero hace
alusión al reinado Miss Urabá Gay, que fue suspendido luego de 6 años de
realizarse, por orden de El Alemán. Luego habla sobre normas para prohibir el
pelo largo en hombres en Santuario (Antioquia) y el uso de faldas cortas y tatuajes
a muchachas en Cúcuta. Menciona que en Cravo Norte (Arauca) “la guerrilla
prohibió́ en marzo pasado las relaciones entre 18 mujeres del pueblo y soldados
del batallón”. La nota también se refiere al control que ejerce tanto la guerrilla
como los paramilitares para frenar la violencia de pareja (en Barrancabermeja,
La verdadera ley 6 de mayo
El Tiempo 2001 Pelaya – Cesar – y Chiscas – Boyacá) y el castigo que reciben por desobedecer
100 del monte de 2001
las normas, como en el caso de “Dos mujeres que se pelearon en La Ceja
(Antioquia) fueron amarradas todo un día a un árbol por los paras en el parque
principal”. Finalmente, la nota también habla de las normas impuestas en El
Caguán por la guerrilla, donde una guerrillera afirma que “En todas partes
encontramos desorden, individualismo, abandono, alto índice de violencia
intrafamiliar y de delitos contra el pudor sexual, permanentes escándalos
callejeros, prostitución infantil, caos en el transporte, calles malolientes, robos,
atracos y muertes violentas”.

La nota se refiere a un informe publicado por Human Right Watch en el que detalla
algunas infracciones al DIH cometidas por la guerrilla. Dentro de la nota hay un
subtítulo sobre “Niños soldados” y allí menciona: “El documento presenta
Las violaciones al 10 de julio
El Tiempo 2001 testimonios de niños reclutados por las Farc, entre ellos el de una niña de 14 años
101 DIH de 2001
que fue forzada por un comandante de las Farc a tener relaciones sexuales con
él”.

La nota habla de la movilización de cerca de 3000 mujeres a Barrancabermeja por


3.000 mujeres convocatoria de la Ruta Pacífica de las Mujeres y la OFP. La nota dice que es la
14 de agosto
El Tiempo marchan por la 2001 segunda movilización a Barrancabermeja de “las mujeres que hace unos años se
102 de 2001
paz unieron en torno al lema de no parir hijos para la guerra”.

En el marco del lanzamiento de la “Primera encuesta nacional de salud sexual y


El drama de la 16 de agosto
El Tiempo 2001 reproductiva de mujeres y adolescentes desplazadas y marginadas en Colombia”,
103 mujer desplazada de 2001
elaborada por Profamilia, El Tiempo publicó una nota en la que afirmó “Los
Anexo 6 415

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


problemas de maltrato, abuso sexual, falta de atención en salud y embarazos no
deseados que sufre la mujer en Colombia, se acentúan y agravan con el
desplazamiento, una condición que en este momento afecta a 2,5 millones de
mujeres en el país” (…) “Una de cada 5 ha sido víctima de violación sexual. Y en
el 14 por ciento de los casos, por su esposo o compañero. Pero si esta cifra es
preocupante, resulta alarmante para los investigadores la que afecta a las
menores de edad: el 8 por ciento de las niñas han sido violadas antes de los 14
años”.

En el marco de la audiencia sobre infancia que se realizarían en la mesa de


negociación del Caguán, un grupo de ONG (que incluyen “El Observatorio de la
Universidad Nacional, Convenio del Buen Trato y las fundaciones Restrepo Barco
y Rafael Pombo”), solicitaría ver “la situación de los niños más allá del conflicto”.
ONG censuran
19 de agosto Dentro de lo que destaca la nota dice: “Precisamente, la audiencia está
El Tiempo uso y abuso de 2001
104 de 2001 enmarcada en el gran tema de la distribución del ingreso y desarrollo social. Con
los niños
ella se espera obtener información sobre varios frentes relacionados con infancia:
desplazamiento, salud, abuso sexual, indigencia, efectos de la fumigación en los
menores y trabajo infantil, entre otros.”

La nota hace referencia al informe de la Mesa de Mujer y Conflicto Armado que


Mujeres víctimas 15 de
se analizaría en el primer foro “Que nuestro cuerpo no sea escenario de guerra”,
El Tiempo del conflicto 2001 noviembre
105 a realizar en Cali.
armado de 2001
Con ocasión de la publicación del “diagnóstico de los efectos de la guerra en niños
y jóvenes” en el oriente antioqueño, publicado por la Corporación para la
Participación Ciudadana (Conciudadanía), la nota habla del caso de 3 niños que
“vieron a los paramilitares torturar y asesinar a su papá. También fueron testigos
28 de cuando los hombres descargaron sus fusiles para violar a su mamá”. El informe
Niños, víctimas de
El Tiempo 2001 noviembre habla de asesinatos de 103 niños: “39 de ellos eran jovencitos que pasaban de 12
106 la guerra
de 2001 años, 11 eran niños menores de 12 y 14, niñas.”. También dice: “Algunos datos
del estudio sorprendieron. En el diagnóstico, de los 42 niños y niñas que aparecen
violados por miembros de grupos armados 17 son de sexo masculino.
Inocentemente creíamos que era sobre todo a las niñas y jóvenes a quienes había
que cuidar de la violación sexual”. Finalmente, se habla de una foto que dice: “En
416 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


los últimos dos años, el conflicto ha dejado huérfanos a casi 1.000 niños,
desplazados a más de 1.500, amenazados a 131 y enrolados a la guerra 133”.

Con ocasión de la visita realizada por dos expertas para elaborar un informe
encomendado por Unifem, sobre la situación de las mujeres en el marco de los
conflictos armados en 14 países, la nota de prensa indica que “Las violaciones, la
tortura, la prostitución, el tráfico sexual y los asesinatos de mujeres han sido los
hallazgos constantes de las expertas en los distintos lugares que han visitado”,
1 de
La violación, arma incluyendo Colombia. “Según el informe parcial que presentaron ayer, la violación
El Tiempo 2001 diciembre de
107 de guerra se ha convertido en un arma de guerra. Hay dos situaciones de Colombia que las
2001
expertas mencionaron particularmente: La desaparición forzada y el tráfico para
la explotación sexual.”. La nota finaliza diciendo: “El objetivo, dicen las expertas,
es despertar al mundo de su silencio en relación con la situación de las mujeres
que se debaten en medio de la guerra”.

Codhes y Save The Children publicaron un informe sobre la situación de las


personas desplazadas en Villavicencio, siendo “una de las mayores
preocupaciones” “la vulneración de los derechos de los menores de edad”. La nota
tiene un subcapítulo sobre “Abuso sexual” y allí se lee: “El hacinamiento en que
vive esta población y las circunstancias laborales que imponen situaciones de
7 de abandono físico y emocional de los niños, niñas y jóvenes, además de los traumas
Sin escuela no
El Tiempo 2001 diciembre de que genera la violencia, crean espacios propicios para casos de abuso sexual,
108 hay paz sostenible
2001 algunos cometidos por familiares cercanos, otros por desconocidos, con el
agravante de no ser denunciados.En estas circunstancias se registran casos de
embarazos de adolescentes, algunas motivadas por la búsqueda de protección y
apoyo y otras por falta de educación y orientación sexual que, en todo, caso
agravan las condiciones de pobreza en los hogares desplazados.”

Como preludio a la movilización de mujeres prevista para el 25 de julio, la nota


dice: “Seguras de que la agudización del conflicto hará más cruel y dolorosa la
No quieren parir 8 de julio de situación de las mujeres, el 25 de este mes las organizaciones femeninas planean
El Tiempo 2002
109 para la guerra 2002 una marcha por las carreteras del país hacia Bogotá́ . Denuncian que la guerra les
ha generado retaliaciones por el modo de amar: asesinato de mujeres por ser
novias, madres, hermanas, amantes de policías y soldados, de guerrilleros, o
Anexo 6 417

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


integrantes de los paramilitares; colgamiento y escarnio público por el modo de
vestir, y abusos sexuales por los distintos actores enfrentados. Incluso, denuncian
que muchas veces se les ha prohibido recoger, velar y enterrar a sus muertos”.

La nota de prensa se da en el marco de una movilización de “la Movilización de


mujeres contra la guerra , que promueven cinco organizaciones nacionales de
este género, aspira a concentrar en la Plaza de Bolívar a miles de mujeres que no
quieran ni sufrir la guerra, ni parir para ella”. En una sección titulada “Las cifras”,
la nota dice: “Según un informe de la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
expedido en Bogotá́ en noviembre del año pasado, una mujer murió́ diariamente
a causa del conflicto armado que vive el país; una mujer cada 10 días fue víctima
Mujeres: por qué 25 de julio
El Tiempo 2002 de desaparición forzada; una murió́ cada 17 días como víctima de homicidios
110 marchan de 2002
contra personas socialmente marginadas; y cada 25 días, una murió́ en combate.
El informe también da la alarmante cifra de 272 mujeres secuestradas entre 1996
y 1999. Se presume que 248 del total de los secuestro son de la autoría de la
guerrilla y 19 de las Autodefensas.El informe no pudo establecer estadísticas que
permitan determinar cuántas mujeres son víctimas de violencia sexual y
prostitución forzada”.

La noticia cubre la movilización de mujeres en Bogotá. Señala al inicio: "Unas


marcharon vestidas de negro por el duelo que les ha provocado la guerra. Otras,
Mujeres que 26 de julio de verde, por la esperanza de un país en paz. Y algunas camisetas naranja porque
El Tiempo 2002
111 pazharán de 2002 creen en la vida a pesar de la viudez, el desarraigo y los hijos que le han entregado
a la muerte."

Aunque la nota en su versión digital dice que es elaborada por la redacción de El


Tiempo, hay un pie de página que dice “Coordinadora del grupo Mujer y
Sociedad”, así que es presumible que la autora sea Florence Thomas. La nota
hace un balance sobre el cuatrienio para las mujeres, destacando un retroceso en
Pastrana y las 31 de julio
El Tiempo 2002 las políticas públicas. Tiene una sección que dice: “En cuanto a las mujeres en
112 mujeres de 2002
situación de desplazamiento forzoso, 52 por ciento de ellas han sido víctimas de
la violencia intrafamiliar frente al 41 por ciento del resto de ellas. En el contexto
del conflicto armado, los hechos de violencia sexual contra mujeres y niñas se
utilizaron como una forma de demostrar poder y deshonrar al enemigo,
418 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


constituyendo graves violaciones del Derecho Internacional Humanitario y
debieron ser tratados de manera prioritaria. Por cierto que todos y todas los
asistentes a la marcha Las mujeres paz harán relatan el éxito de su convocatoria:
nunca se habían visto tantas mujeres pidiendo la participación directa y autónoma
de las mujeres en las políticas de paz después de un cuatrienio donde fueron
totalmente olvidadas”.

La nota reporta: “Mujeres violadas, personas heridas y golpeadas, el saqueo por


completo de cinco tiendas y el robo de más de 100 televisores fueron reportados
por la Unidad Móvil del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar en el
Paras violaron 31 de agosto corregimiento de Santiago Apóstol, en San Benito Abad (Sucre), luego de la
El Tiempo 2002
113 mujeres de 2002 incursión de un comando de las autodefensas el pasado fin de semana”.Esta es
la primera nota de prensa cuyo titular se refiere explícitamente a violaciones contra
mujeres por un actor armado.

La nota explica el temor, afectación emocional y desplazamiento de los


pobladores del corregimiento Santiago Apóstol de San Benito Abad en Sucre, por
la incursión paramilitar en “donde abusaron de las mujeres y (sic) infligieron
castigo físico y sicológico a los hombres”. Según el director regional del ICBF, a
toda la crisis psicológica de la población “se le suma una mujer violada; sólo una
se acercó a denunciar pero se tiene información de más”. La nota incluye lo dicho
por “Ana Paola”, aclarando que es “Nombre ficticio para proteger la identidad de
10 de
Santiago está la fuente”: “Ana Paola * fue la única mujer que se atrevió́ a denunciar que fue
El Tiempo 2002 septiembre
114 muerto de miedo violada, pero sabe de al menos tres casos más de jóvenes que no se atreven a
de 2002
contar sus casos por la estigmatización que puedan sufrir después.
Eso ha sido lo más asqueroso de toda mi vida , relata ella a EL TIEMPO, con la
única condición de que no se mencione su nombre.
El tipo hizo lo que quiso conmigo. Todo fue tan horrible. Sentí́ cerca de mí el fuerte
olor a la hierba que fumaba. Me lo hizo varias veces, y lo peor es que fue delante
de mis seis hijos , refiere ella.”

Santiago un 10 de La nota dice: “La vida del corregimiento Santiago Apóstol (Sucre) cambió
El Tiempo pueblo 2002 septiembre definitivamente el pasado 23 de agosto cuando un grupo armado entró en la
115
aterrorizado de 2002 noche, violó al menos a 4 mujeres, golpeó a varios habitantes, y ordenó a los
Anexo 6 419

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


tenderos abandonar el pueblo luego de acusarlos de auxiliadores de la guerrilla.
Los habitantes y el párroco acusan del hecho a los paramilitares”.

En razón de la publicación de “la investigación realizada por el Icbf y la


Procuraduría General de la Nación: Guerreros sin sombra”, El Tiempo publicó
información sobre “menores” vinculados a los grupos armados. En la sección
15 de
Nueva generación titulada “Carne de cañón”, la nota dice: “el coronel José́ Forero, coordinador de la
El Tiempo 2002 septiembre
116 crece en el monte oficina de Atención Humanitaria a Desmovilizados, ha encontrado niños
de 2002
desvinculados de 9 años con desequilibrios mentales y niñas que han sido
víctimas de abuso sexual”.

La nota habla del temor de los habitantes del corregimiento Santiago Apóstol de
San Benito Abad en Sucre, por la incursión paramilitar el 23 de agosto de 2002,
20 de en la que “procedieran a saquear el comercio, quemaran 3 motos, golpearan a
Estudiantes
El Tiempo 2002 septiembre varias personas y violaran por lo menos a cuatro mujeres”. La nota es enfática en
117 atemorizados
de 2002 la afectación emocional de los pobladores, la deserción escolar y la “ayuda
sicosocial” que iba a prestar el ICBF.

Un integrante de la redacción de El Tiempo publicó esta nota para hablar sobre el


papel del periodismo investigativo y cómo las autoridades del Estado no podían
pedirles ser un eco sin filtros de sus noticias, las cuales debían verificar y ampliar.
22 de
Las versiones Como ejemplo incluyó información sobre un caso ocurrido en el corregimiento de
El Tiempo 2002 septiembre
118 oficiales Santiago Apóstol en Sucre en el que el ICBF había denunciado “mujeres víctimas
de 2002
de abuso sexual” por un “grupo armado ilegal” y el periódico informó que habían
sido paramilitares.

El periódico publica una carta del director regional del ICBF de Sucre en la que
informa que en tres notas de prensa tituladas “ICBF acusa a paras de violaciones
23 de y saqueos” se dice que la entidad sindica a las autodefensas, pero que eso no es
El Tiempo Quiénes fueron 2002 septiembre lo que dice su comunicado. La respuesta del periódico es que las primeras
119
de 2002 conclusiones de sus investigaciones “señalan como presuntos autores de los
actos delictivos a grupos de autodefensa”.
420 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


La nota se refiere al ataque del que fue víctima el director regional del ICBF de
Sucre, quien había denunciado la incursión paramilitar del 23 de agosto de 2002.
Dice la nota: “En agosto pasado, por petición de habitantes del corregimiento de
Santiago Apóstol, municipio de San Benito Abad, el funcionario envió́ a un grupo
Director de ICBF,
5 de octubre de esa institución para que asistiera inspeccionara a mujeres, jóvenes, niños y
El Tiempo herido 2002
120 de 2002 adultos que fueron ultrajados por un grupo armado que incursionó en esa
gravemente
localidad.Los resultados del informe causaron revuelo porque se constató la
violación de cuatro mujeres y lesiones contra otras personas. Los responsables,
según los habitantes fueron integrantes de las autodefensas”.

“En la vereda Cajones, a dos horas de El Bordo, más de 20.000 campesinos se


declararon ayer en resistencia civil, en protesta por el asesinato de una colegiala
de 13 años.
La niña, que cursaba noveno grado en el colegio Centro de Desarrollo Rural de la
vereda, fue interceptada por cinco hombres armados que le salieron al paso en el
Conmoción por 21 de patio de su vivienda cuando regresaba de estudiar, e intentaron abusar
El Tiempo crímenes en 2002 noviembre sexualmente de ella.
121
Cauca de 2002 Uno de los desconocidos sacó su fusil y le disparó en la cabeza.
En Miranda, fue asesinado José́ Lino Beltrán, coordinador del colegio Técnico
Municipal, en la sala de profesores del colegio.
La Policía inició un operativo y logró capturar al agresor, que fue identificado como
José María Reyes Guerrero, quien aceptó ser miembro de las autodefensas”.

En el marco de un informe sobre menores desvinculados publicado por la


Defensoría y Unicef, la nota de prensa en una sección titulada “Más deserción”,
destaca: “Así́ mismo, son abusados sexualmente con el consentimiento de sus
superiores y las niñas obligadas a ponerse dispositivos intrauterinos y practicarse
4 de
Los niños de la abortos”. En la nota se hace alusión a la creación en 1999 de “un programa para
El Tiempo 2002 diciembre de
122 guerra atender a los niños desvinculados del conflicto” y a cargo del ICBF. Asimismo, se
2002
indica que el representante de Unicef en Colombia recomienda al gobierno a
“firmar el protocolo facultativo que adiciona a las normas internacionales la
obligación de Colombia de no reclutar menores de 18 años”.
Anexo 6 421

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


En el marco del Día Internacional de los Derechos Humanos, la nota empieza
diciendo que las violaciones a los derechos humanos se pueden dividir en tres
clases: “las que causan gran escándalo por la violencia conque se realizan o por
los personajes involucrados, las perpetradas contra personas anónimas, que se
diluyen en el mar de violencia del país, y las que discurren en forma tan
permanente que rara vez causan revuelo, a pesar de que pueden aportar tantas
víctimas y sufrimiento como las otras”. A renglón seguido señala: “De las
Sombras en el Día 10 de
violaciones que se quedan en el silencio habló ayer un grupo de mujeres en
El Tiempo de los Derechos 2002 diciembre de
123 Bogotá.Denunciaron que en la comuna nororiental de Medellín, en noviembre
Humanos 2002
pasado, una líder comunitaria, de 18 años, fue torturada durante una hora y
violada por presuntos paramilitares.Las mujeres mostraron la foto del brazo de la
joven, en el que los victimarios le grabaron sobre la piel, con un bisturí, las letras
A U C.Un caso similar ocurrió en el departamento del Huila. Cuatro encapuchados
que dijeron ser de las Farc secuestraron a una joven. Uno de los hombres la violó
y le anunció que eso le pasaba por hacer amistad con los soldados”.

Con ocasión de un informe publicado por la Procuraduría sobre atención a


menores desvinculados, la nota de prensa se refiere a un “estudio reciente” de la
Quejas por
11 de enero Defensoría y Unicef sobre el tema, en el cual “También, dice el documento,
El Tiempo atención a niños 2003
124 de 2003 padecen abusos sexuales con el consentimiento de sus superiores y las niñas son
de la guerra
obligadas a ponerse dispositivos intrauterinos y a practicarse abortos.”

La carta se refiere a una carta de Iván Cepeda en la que propone “una comisión
de verdad y justicia dotada de amplios poderes y facultades para establecer los
responsables de las atrocidades en el país”. Esto se da dos días después de
conocerse las negociaciones con los paramilitares en las que el Ministro del
Interior indicó que “nadie puede garantizar que no haya impunidad”. La nota refiere
No a amnistía de 20 de enero que “Los métodos macabros que han sido empleados en la perpetración de estas
El Tiempo 2003
125 criminales de 2003 atrocidades han merecido el repudio y la indignación dentro y fuera de nuestro
país: la tortura y los tratamientos inhumanos o degradantes de todo género (que
han incluido el tristemente celebre descuartizamiento con motosierra), la
desaparición forzada, la violencia sexual, la práctica del secuestro, la transferencia
forzada de población, etc., etc. , comenta”.
422 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


El artículo afirma que el conflicto armado en Colombia agudiza las condiciones de
Tráfico humano: 18 de mayo vulnerabilidad de muchas personas, lo cual también repercute en el aumento de
El Tiempo 2003
126 horror en aumento de 2003 casos de trata de personas.

Estas dos notas hablan del hallazgo de dos cadáveres de mujeres turistas en el
parque Tayrona con signos de tortura. El origen de estas notas de prensa se
Hallan cadáveres 1 de agosto
El Tiempo 2003 encuentra en un registro de la CCJ. Al parecer los hechos son adjudicados a
127 en el Tayrona de 2003
grupos armados.

Estas dos notas hablan del hallazgo de dos cadáveres de mujeres turistas en el
Apareció otro parque Tayrona con signos de tortura. El origen de estas notas de prensa se
5 de agosto
El Tiempo muerto en el 2003 encuentra en un registro de la CCJ. Al parecer los hechos son adjudicados a
128 de 2003
Parque Tayrona grupos armados.

La nota hace referencia a la captura por ser auxiliadora de la guerrilla, en contra


de Rina Bolaño Mendoza, bacterióloga que denunció a un guerrillero que “la violó
en dos oportunidades durante los 14 días que la mantuvo secuestrada en la región
de Santa Clara, en la Sierra Nevada de Santa Marta”. Dice el periódico: “Bolaño
Mendoza fue plagiada el pasado 12 de agosto, cuando realizaba una labor médica
Capturan a 9 de
en la región de Umake y dejada en libertad el 27 del mismo mes, en la zona de
El Tiempo bacterióloga que 2003 septiembre
129 Nabusímake.Una semana después de su liberación, la bacterióloga acudió́ a la
acusó a guerrillero de 2003
Defensoría del Pueblo, a la Fiscalía, la Procuraduría y las autoridades
gubernamentales para denunciar que había sido abusada sexualmente por
Beltrán ."Esto es lo peor que me ha sucedido en la vida. Fueron días de atropellos,
acoso y abuso sexual", dijo la profesional, el pasado 2 de septiembre.”

A raíz del lanzamiento del informe de HRW “Aprenderás a no llorar”, sobre


reclutamiento en el país, la nota señala que el informe “deja ver a los niños y niñas
que en las Farc (unos 7.400), el Eln (unos 1.480) y los paramilitares (unos 2.200)
19 de
11.000 niños son son obligados a matar, secuestrar y a mutilar. Las niñas, además, sufren abuso
El Tiempo 2003 septiembre
130 combatientes sexual”. Dentro de los “crudos testimonios de la guerra”, reporta los siguientes:
de 2003
“Yo tenía una amiga, Juanita, ella se metió́ en problemas por acostarse con varios
tipos. Nosotras éramos amigas desde que éramos civiles, y compartíamos la
carpa. El comandante dijo que no importaba que ella fuera mi amiga. Ella había
Anexo 6 423

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


cometido un error y tenía que pagar por eso. Yo cerré́ los ojos y disparé, pero no
le di, entonces disparé de nuevo. El hueco estaba ahí́ al lado. Tuve que enterrarla
y poner tierra encima de ella”. Y “Cuando las peladas entran a las Farc los
comandantes escogen entre ellas. Hay mucha presión. Las mujeres tienen la
última palabra, pero ellas quieren estar con el comandante para que las proteja.
Los comandantes las compran: le dan a la pelada plata y regalos. Cuando uno
está con un comandante no tiene que trabajar duro. Así que la mayoría de las
peladas lindas están con los comandantes”.

A raíz del lanzamiento del informe de HRW “Aprenderás a no llorar”, sobre


reclutamiento en el país, la nota señala “El informe tiene relatos escalofriantes
20 de sobre sesiones en las que los niños son obligados a presenciar torturas contra
Once mil niños
El Tiempo 2003 septiembre enemigos capturados, o ejecutar con un tiro de gracia a amigos entrañables por
131 armados
de 2003 una falta cometida, o historias de chantaje sexual de los comandantes sobre las
menores”.

Luego de haber sido dejada en libertad Rina Bolaño, el periódico sacó esta nota
en la que dice: “Nunca he tenido relación con ellos (los guerrilleros). La primera
vez que vi uno en mi vida fue el día en que me secuestraron , dijo . La bacterióloga
fue plagiada del 12 al 27 de agosto pasado cuando tomaba muestras de sangre a
indígenas en la Sierra Nevada con el fin de tramitar su afiliación a la EPS
Dusakawi.
Durante su cautiverio fue violada por el jefe guerrillero de las Farc alias Beltrán,
23 de quien luego desertó. La versión de este subversivo fue que sostuvo un romance
Quiero volver a
El Tiempo 2003 octubre de con Rina. La de los cuatro denunciantes, que era la comandante alias Leny, pero
132 una vida normal
2003 no de las Farc, el grupo secuestrador, sino del Eln.”; “Mi deseo es volver a una
vida normal, comentó y agregó. Hoy, en libertad, dice que no se arrepiente de
haber denunciado el abuso sexual del que fue objeto y que trabajará con la Red
de Mujeres para que las víctimas se atrevan a denunciar los delitos sexuales de
las que han sido objeto.”; “Magdala Velásquez, de la Red, invitó a las mujeres a
seguir el ejemplo de Rina Bolaño y denunciar los casos de abuso sexual. El peor
dolor es el silencio, dijo.”
424 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Se refiere a cinco documentales radiales titulado “Resignificando la vida de las
mujeres desplazadas”, promovido por “La UIS junto con las Universidades
Nacional, de Antioquia, Javeriana, Pedagógica y Tecnológica de Tunja y Valle”.
26 de
En radio, vida de “La sinopsis del proyecto se refiere a la mujer campesina colombiana que se ha
El Tiempo 2003 octubre de
133 desplazadas visto forzada a migrar de sus lugares de vivencia tras ser víctima de la masacre
2003
de sus seres queridos, violaciones sexuales, ultrajes y humillaciones que las
convierten en trofeos de guerra”.

La noticia se refiere a la destitución de 5 policías por los siguientes hechos: “Los


hechos ocurrieron el pasado 25 de febrero en el centro de la capital de Santander.
Según el expediente, ese día cuatro mujeres menores de edad y un adulto
deambulaban por el sector de la calle 37 con carrera 17 cuando fueron requeridos
por seis policías, por transportar, presuntamente, alucinógenos.Una vez
Por abuso, 29 de
requisados, se afirma en el expediente, no les encontraron la sustancia. Sin
El Tiempo destituirán a 5 2003 octubre de
134 embargo, estableció la investigación, las cuatro jóvenes y el adulto fueron
policías 2003
esposados y llevados a una casa abandonada del sector de Quebradaseca, donde
los obligaron a despojarse de sus ropas.Los policías, dice la Oficina del
Comisionado, abusaron de las mujeres; posteriormente, les propinaron golpes con
una tabla a los cinco retenidos.”

La nota reporta que se presentó el “Tercer Plan Nacional para la Erradicación del
Trabajo Infantil y la Protección del Trabajo Juvenil 2003-2006”. En ese marco, la
Presentan plan 2 de
nota señaló que “La Defensoría del Pueblo indagará y divulgará la situación de los
El Tiempo para acabar con el 2003 diciembre de
135 menores utilizados para el conflicto armado, en explotación y abuso sexual y en
trabajo infantil 2003
trata y tráfico de personas, entre otros.”

En el marco del Día de los derechos humanos, la nota se refiere a la situación de


Medellín. Dentro del reportaje, dice “A las entidades que trabajan por los derechos
Más violaciones a 11 de de género las inquieta que las muertes de mujeres aumenten del 5,3 por ciento
El Tiempo derechos 2003 diciembre de sobre el total, al 10,4 por ciento.
136
humanos 2003 Adriana Benjumea, de la Corporación Mujeres que Crean, informó que hasta
septiembre iban 19 mujeres asesinadas, y 12 tenían indicios de violencia sexual.
No son mujeres que solamente caigan por las balas del conflicto. Si es en medio
Anexo 6 425

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


de la confrontación, por qué violarlas antes de matarlas , se pregunta Benjumea.”

La nota presenta información sobre el turismo sexual y la explotación a menores


en Cartagena. En ese contexto, el periódico informa: “El coronel Jesús Antonio
El mercado del
6 de junio de Gómez Méndez, comandante de la Policía en Bolívar, dijo que además de la
El Tiempo sexo infantil en 2004
137 2004 guerrilla, los paramilitares y los narcotraficantes las llevan a sitios montañosos
Cartagena
para servir sexualmente a los integrantes de estos grupos”.

La nota se refiere a la decisión de preclusión a favor de Rina Bolaño por el delito


de rebelión, luego de que denunciara los hechos de “abuso sexual” a manos de
un comandante de las FARC en el marco de un secuestro. El periódico dice que
“Según la fiscalía delegada se trató de un montaje pues los testigos confesaron
después que fueron presionados por el DAS para declarar en contra de la
Terminó drama de 10 de agosto acusada. A cambio, detectives del organismo de inteligencia les habrían
El Tiempo 2004
138 Rina Bolaño de 2004 prometido 100.000 pesos y útiles de aseo.Entretanto, el fiscal que la absolvió́ tuvo
en cuenta, además, un dictamen de Medicina Legal en el que se dice que Rina
Bolaño tenía una lesión en un seno y una fisura propia de una persona que fue
víctima de abuso sexual.Ahora, ella solo quiere salir de Colombia: "Deseo que me
pidan disculpas públicas porque he tenido que huir dos veces con mi familia, dijo".”

A raíz de un informe publicado por la Corporación Mujeres que Crean y la Ruta


Pacífica de las Mujeres “que realizaron dentro del Sistema de Información para el
Seguimiento a la Violación de los Derechos Humanos de las Mujeres, apoyado
por la Alcaldía de Medellín, a través de Metromujer”, la nota de prensa habla de
Preocupa 27 de las desapariciones y violencia sexual contra mujeres en Medellín. Dice “el informe
El Tiempo violencia contra 2004 septiembre se preguntó por la reparación a las víctimas mujeres dentro del conflicto armado.
139
mujeres de 2004 Y de las víctimas del Bloque Cacique Nutibara qué?, señalaron en el informe que
cuestionó por qué delitos como el de acceso carnal violento y la violencia
intrafamiliar que cometieron algunos de los ex integrantes de ese grupo, son
indultados”.

Las víctimas 14 de En el marco de la publicación del informe de Amnistía Internacional sobre violencia
El Tiempo ocultas de la 2004 octubre de sexual contra las mujeres en el conflicto armado, la nota de prensa destaca
140
guerra 2004 algunos testimonios: “Desde que una llega allá, te ponen dispositivos o
426 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


inyecciones. Las embarazadas tienen que abortar. Es el comandante el que
decide si tienes al bebé o tienes que abortarlo. Hay de las que se han volado por
eso. Si las atrapan las matan, no importa qué edad tengan. Es traicionar al
movimiento volarte. Este el testimonio que entregó Janet -una niña que entró a las
Farc a los 12 años”. “El comandante de los paramilitares me violó. ...] A una le
toca quedarse callada...Si habla, la gente dice que una se lo buscó...Me vine para
Medellín... .”El informe destaca que paramilitares, guerrilla y Fuerza Pública son
responsables de los hechos, aunque no haya cifras oficiales, y que “entre los
motivos para que las mujeres sean blanco de los actores armados están sembrar
el terror en las comunidades, facilitando imponer el control militar; obligar a la
gente a huir de sus hogares; vengarse de los adversarios; acumular trofeos de
guerra , y explotarlas como esclavas sexuales.”. Todo esto les lleva a afirmar que
“los cuerpos de las mujeres se han convertido en campos de batalla” y piden al
gobierno “tener los derechos humanos como una prioridad en su agenda”.El
vicepresidente informó que revisarían los casos de Fuerza Pública para ver las
investigaciones, que quieren acabar con ese fenómeno y que trabajarán para
sacar protocolos para que “en el caso de un homicidio no se investigue solo la
muerte, sino también si hubo una violación”.

La nota se refiere al informe de Amnistía Internacional, diciendo que “las mujeres


y la niñez constituyen las víctimas principales de la violencia”; “Los abusos
sexuales constituyen la práctica más generalizada en medio de un conflicto que
devasta el país”, ya que todos los actores armados han “abusado o explotado
sexualmente a las mujeres, tanto civiles como a sus propias combatientes,
tratando de controlar las esferas más íntimas de sus vidas”. La nota dice que “los
Mujeres: 70 de las
grupos armados que suelen ver a las mujeres como trofeos de guerra, sea para
colombianas es 14 de
vengarse del adversario o para utilizarlas como esclavas sexuales. Las más
El Tiempo víctimas de la 2004 octubre de
141 expuestas son las afrocolombianas, las indígenas, las campesinas, las que
violencia y el 2004
habitan en sectores urbano-marginales y las desplazadas en el interior de
maltrato
Colombia”. El periódico dice que para Amnistía Internacional “uno de los hechos
más graves que los guerrilleros abusen sexualmente de mujeres y niñas que han
reclutado o secuestrado, las fuercen a utilizar métodos anticonceptivos y a abortar
en caso de embarazo”. Además, que las FARC “han perseguido y matado por
razones de orientación sexual, han obligado a sus víctimas a someterse a pruebas
para detectar el virus del sida y han asesinado a seropositivos y a trabajadoras
Anexo 6 427

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


sexuales”. El reporte señala que según el informe hay dificultades en materia de
justicia, servicios básicos (frente a lo médico) y protección.

Florence Thomas hace una descripción de las luchas feministas en París sobre la
violencia doméstica y de cómo los hombres son parte de la discusión. Luego
discute cómo “las feministas lograron mundializar la puesta en las agendas
públicas de esta peste misógina llamada violencia doméstica y sexual y, pensando
en Colombia, volví a animarme -pues sí, a veces me desanimo frente a la lentitud
de los cambios- y a creer en el trabajo que hacen miles de mujeres en el mundo
20 de
en grupos de trabajo y ONG. Ejemplo de esto es el escalofriante informe que
El Tiempo Caminando París 2004 octubre de
142 Amnistía Internacional acaba de presentar titulado Colombia: cuerpos marcados,
2004
crímenes silenciados, sobre la violencia sexual contra las mujeres en el marco del
conflicto armado”. Y convoca al “Seminario Internacional Género, mujeres y
saberes, organizado por la Escuela de Estudios de Género de la Universidad
nacional de Colombia, seminario que se desarrollará del 25 al 28 de octubre del
2004”.

Más de 1.000
En el informe "la infancia amenazada" la UNICEF afirma que muchos niños fueron
millones de niños 10 de
víctimas de violencia sexual durante los conflictos armados que han vivido varios
El Tiempo víctimas de 2004 diciembre de
143 países. Hacen mención de Sierra Leona, Liberia, Sudán y República del Congo.
pobreza, sida y 2004
guerra.
La nota se refiere a la creación de la Red de Mujeres del Ariari. Dice: “Uno de los
temas que abordaremos como red será́ el de la invisibilidad que existe frente a la
violación de Derechos Humanos" dice la señora Sánchez y acota que los medios
Nace red de 4 de enero de comunicación registran la violación de Derechos Humanos en general, pero
El Tiempo 2005
144 mujeres del Ariari de 2005 esa violación no se registra frente al tema de género. Es decir cuando esas
violaciones afectan directamente a las mujeres no se difunden, según ella, de la
misma forma”.

En el marco de las iniciativas legislativas para regular las penas a paramilitares


Tire y afloje por la 4 de febrero desmovilizados, la nota de prensa habla de dos proyectos de ley que tenían como
El Tiempo 2005
145 ley de paras de 2005 coincidencia: “Las dos iniciativas hablan de penas mínimas de 5 años y máximas
de 10 años para autores de delitos tales como homicidio fuera de combate o
428 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


colocando a la víctima en estado de indefensión, desaparición forzada, tortura,
violación sexual, secuestro o cualquiera de las conductas que puedan tipificarse
como crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o genocidio”.

A raíz de la presentación del informe 2004 de la Alta Comisionada de las Naciones


Unidas para los Derechos Humanos, el periodista reporta que el informe “señala
que el año pasado fueron reportadas masacres atribuidas a paramilitares en
Antioquia, Arauca, Bogotá́ , Córdoba, Guajira, Norte de Santander, Putumayo,
El Tolima sigue 22 de marzo
El Tiempo 2005 Tolima y Risaralda. "Algunas de ellas afectaron a comunidades indígenas; otras
146 rajado en DD.HH de 2005
estuvieron acompañadas de tomas de rehenes, desplazamientos, desapariciones
forzadas, homicidios con sevicia (...) y violaciones sexuales de mujeres y niñas",
agrega”.

En el marco de la demanda de inconstitucionalidad presentada por un grupo de


abogadas ante la Corte Constitucional para despenalizar el aborto en tres
circunstancias, incluida la violación, dice la nota: “Esto [“consecuencias muy
perjudiciales sobre su desarrollo emocional y su equilibrio psicológico] es
especialmente evidente en casos de mujeres muy jóvenes que son víctimas de
Aborto y 25 de abril
El Tiempo 2005 violencia o abuso sexual en sus hogares y tiene particular trascendencia por estar
147 constitución de 2005
vinculado a la regresión histórica de la que ha sido víctima la mujer colombiana
pues tanto paras como guerrilla usan la violencia sexual contra las mujeres como
instrumento de dominación para someter y humillar al contrario, y por ende a toda
la población civil”.

En el marco de los debates por una demanda presentada ante la Corte


Constitucional para la despenalización del aborto en tres causales (incluida la
violación), el periódico hace una entrevista a Mónica Roa, la abogada del caso,
donde responde a una pregunta sobre los tipos de violencia sexual: “Abuso dentro
El aborto, asunto 4 de mayo
El Tiempo 2005 de las parejas estables, un tema del que no se habla; dentro de la familia contra
148 de salud pública de 2005
las niñas y en el seno del conflicto armado, donde la violación es una especie de
arma de guerra, tal como ocurre en países como Ruanda y el Congo. Según un
reporte de Amnistía Internacional, los guerrilleros abusan de las novias de los
paramilitares y viceversa. En las áreas rurales las campesinas son objeto de
Anexo 6 429

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


violaciones por parte de actores del conflicto”.

Con ocasión de la aprobación de la ley de justicia y paz y el deber de entregar sus


bienes, la nota de prensa se pregunta por las economías paramilitares en las
regiones. En particular, para en la sección “Nuevos proxenetas en el barrio Santa
La sombra para Fe” en Bogotá, la nota advierte que los paramilitares llegaron a esta zona donde
3 de julio de
El Tiempo en las economías 2005 “se ejerce libremente la prostitución”, siendo los primeros afectados “los
149 2005
regionales indigentes, expendedores de droga y los viciosos de la zona. "Mataron por lo
menos a 20", dice un vecino de la calle 23.” Además, llevaron “niñas nuevas” y
afectaron a las trabajadoras sexuales más antiguas de la zona.

Se refiere al Plantón de Mujeres de Negro, realizado en Quibdó por la Ruta


Pacífica de las Mujeres. Dentro de la nota se dice: “Todos sentimos el conflicto,
27 de
Grito de mujer en pero los niños y las mujeres lo sufrimos más. Muchas no lloramos para que
El Tiempo 2005 noviembre
150 el Atrato nuestros hijos no se den cuenta, expresó en un foro de la memoria que se hizo
de 2005
ayer en la mañana Yaila Mena”.

“en el marco del Encuentro de Mujeres Constructoras de Paz y Desarrollo


convocado por la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer” a la que
asistieron 400 mujeres que se reunieron con el Alto Comisionado para la Paz, las
mujeres pidieron que “en la negociación que se sigue con los paramilitares y las
que puedan abrirse a futuro se incluya una realidad de la que poco se habla en el
país: la violencia sexual ejercida por los grupos armados”. La nota dice que “De
3.660 miembros de los grupos irregulares desmovilizados individualmente en los
Las mujeres piden 28 de últimos dos años, el 13 por ciento 401 personas eran mujeres. Además de la
El Tiempo que las saquen de 2005 noviembre dureza de la guerra, los abusos a los que estaban sometidas fueron la causa para
151
la guerra de 2005 que se decidieran a huir de sus organizaciones. La amenaza se extiende también
a las mujeres que viven en las zonas de influencia de los ilegales”. La nota también
habla de una campaña de la Red Nacional de Mujeres para evidenciar “las
dimensiones que tiene el flagelo de la violación sexual en todo el país. “Cada día,
al menos 20 mujeres son violadas. Pero el subregistro es muy alto, especialmente
en las regiones donde quienes cometen los abusos pueden tomar retaliaciones
contra las que denuncian”, dijo Sofía Díaz, una de las líderes de la campaña”.
Finalmente, indica que “Las autoridades investigan denuncias de la Organización
430 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Nacional Indígena de Colombia sobre presuntos abusos cometidos por algunos
soldados del Plan Patriota contra mujeres indígenas de Vaupés y Caquetá”.

Recopilan ADN Funcionarios de la Fiscalía toman muestras de ADN de personas desmovilizadas


10 de
paramilitar con de las AUC para relacionarlos con casos de abuso sexual y que puedan ser
El Tiempo 2006 febrero de
152 saliva de los condenados.
2006
reinsertados
El informe realizado por Profamilia sobre la salud sexual y reproductiva de la
Las mujeres 10 de julio población desplazada afirma que 18% de las mujeres en condición de
El Tiempo 2006
153 desplazadas de 2006 desplazamiento forzado han sido víctimas de violencia sexual.

Informe de la Unicef y Defensoría del Pueblo afirman que 3% de hombres


encuestados manifiestan haber sido obligados a violar y 9% fue víctima de abuso
sexual. En cuanto a las niñas, dice que un 55% fueron violadas por un grupo
Niños son
11 de armado y un número significativo fueron obligadas a abortar. El 67% de los
obligados a matar,
El Tiempo 2006 diciembre de menores afirmó haber sido víctima de violencia física y el 10% de violaciones por
154 torturar y mutilar
2006 parte de familiares antes de ingresar al grupo armado. También informan que el
en la guerra
22% de los menores fueron obligados a usar anticonceptivos y 38 mujeres
afirmaron haber quedado en embarazo.

Fundación Social, ICTJ y la Concejería de Proyectos publicó los resultados de una


encuesta que hizo a nivel nacional sobre la percepción de los ciudadanos sobre
Colombianos no
23 de enero la puesta en marcha de la Ley de Justicia y Paz. Dentro de los resultados está que
El Tiempo quieren exparas 2007
155 de 2007 la violencia sexual asociada al conflicto armado es considerada como una de las
en politica
conductas más graves.

Ricardo Santamaría recuerda los datos publicados por Profamilia, donde revelan
que un gran porcentaje de mujeres que son desplazadas forzosamente a causa
2 de febrero
El Tiempo Profamilia 2007 del conflicto armado han sido violadas o han tenido hijos en contra de su voluntad.
156 de 2007
También señala que han sufrido de violencia sexual por parte de su pareja.

Crecen niños
8 de marzo 2 millones de niños son víctimas de tráficos sexual, y el mismo número de niñas
El Tiempo golpedos por la 2007
157 de 2007 son mutiladas en conflictos armados según datos del Centro Reina Sofía para el
violencia
Anexo 6 431

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Estudio de la Violencia.

La jefe del CICR, Bárbara Hintermann, afirma que la crisis humanitaria, que
Alarma por crisis
4 de abril de incluye casos de violencia sexual relacionados con el conflicto armado, se ha
El Tiempo de desplazados 2007
158 2007 agravado debido al aumento de desplazamiento masivos e individuales.
en Colombia
La CIDH publica un informe sobre la situación de la mujer en el conflicto armado
En solo seis
y la ausencia de penas por estos delitos en la Ley de Justicia y Paz. El relator de
meses, van casi
14 de abril la investigación afirma que la violencia sexual ha sido utilizada por los actores
El Tiempo 50 mil víctimas 2007
159 de 2007 armados como arma de guerra y que no es tarde para que los paramilitares que
que piden
hayan cometido estos crímenes sean castigados.
reparación
La CIDH publica un informe sobre la situación de la mujer en el conflicto armado
y la ausencia de penas por estos delitos en la Ley de Justicia y Paz . El relator de
El Estado tiene la
14 de abril la investigación afirma que la violencia sexual ha sido utilizada por los actores
El Tiempo obligación de 2007
160 de 2007 armados como arma de guerra y que no es tarde para que los paramilitares que
pagarles
hayan cometido estos crímenes sean castigados.

Es un reportaje sobre un grupo de mujeres que fueron engañadas para llevarlas


El harem que los
a Orito y otras partes del departamento del Putumayo para ser esclavas sexuales.
paras tienen 5 de agosto
El Tiempo 2007 Eran controladas por matronas y paramilitares, quienes les imponían multas
161 secuestrado en el de 2007
diarias que debían pagar antes de poder irse.
Putumayo
En Manizales se lanzó una iniciativa de paro de juguetes para exigir que los niños
Paro de juguetes 9 de agosto dejen de sufrir todas las formas de violencia que los involucran. Dentro de estas
El Tiempo 2007
162 contra la violencia de 2007 violencias está el reclutamiento y el abuso sexual.

El Comité Ejecutivo Nacional del Polo expidió una declaración, en donde


Texto completo de 20 de manifiesta, dentro de de otras cosas, que rechaza cualquier infracción al DIH y
El Tiempo la declaración del 2007 septiembre violación a los DDHH por parte de actores armados. Dentro de estas violaciones
163
Polo de 2007 nombra la violencia sexual.

Solo 21 denuncias 25 de De las 80 mil denuncias que han llegado a los juzgados de Justicia y Paz, solo 21
El Tiempo 2007
164 por violación han septiembre corresponden a mujeres de diferentes zonas del país que han sufrido agresiones
432 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


llegado ante de 2007 sexuales por parte de paramilitares. William Briceño, el encargado del Sistema de
Justicia y Paz Información de Justicia y Paz, afirma que las mujeres no denuncian por
vergüenza, miedo, o simplemente creen que no vale la pena. También hay
mujeres que no se consideran víctimas de ese delito. También informan que hay
mujeres que han solicitado que sis denuncias sean guardadas con estricta
reserva, por lo íntimo que implica el tema y por temor de que sus familiares tomen
justicia por sus propias manos, ya que muchos de ellos no saben que eso sucedió.
También exponen tres testimonios de mujeres, dos de Norte de Santander, de La
Gabarra, y uno de Córdoba, en donde las mujeres cuentan la violencia sexual que
sufrieron por cuenta de los paramilitares.

Se refiere a un informe de Profamilia que refiere: "El reporte señala que el 47 por
Antes de los 15 11 de
ciento de mujeres (339.000) fueron agredidas sexualmente antes de cumplir 15
El Tiempo violaron a 339 mil 2007 octubre de
165 años, la mayoría por familiares o personas conocidas."
colombianas 2007
Cifras publicadas por Profamilia sobre la violencia sexual en Colombia muestran
23 de
Cifras que las mujeres que han sido desplazadas forzosamente son más vulnerables a
El Tiempo 2007 octubre de
166 vergonzosas la violencia sexual.
2007
Con ocasión del día de la No Violencia contra la Mujer, el artículo rescata que las
luchas de organizaciones de mujeres han hecho que situaciones en donde la
Día de la No 21 de
mujer es un botín de guerra o la violación es un derecho adquirido por los
El Tiempo Violencia contra la 2007 noviembre
167 vencedores, sea menor y hayan más herramientas legales para evitar la
Mujer' de 2007
impunidad.

En entrevista con las integrantes de Women's Link Worldwide señalan que uno de
sus objetivos es considerar la violencia sexual como tortura, sobre todo en
21 de contextos de conflicto armado. Hacen énfasis en el concepto de la violación sexual
Mujeres con
El Tiempo 2007 noviembre como armada de guerra y quieren implementar normatividad internacional en
168 pantalones
de 2007 Colombia. También refieren las dificultades que viven las mujeres vulnerables que
son víctimas de violencia sexual para realizar un aborto seguro.

No se defienden 15 de El defensor del pueblo, Volmar Pérez, advierte que el Estado no tiene una política
El Tiempo 2007
169 derechos diciembre de para defender los derechos sexuales y reproductivos de la población desplazada.
Anexo 6 433

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


sexuales de 2007 También recuerda que una de las causales por las que las mujeres son
desplazados desplazadas es la violencia sexual.

Con ocasión de la Navidad, Natalia Springer recuerda la situación que muchos


24 de
Dios entre menores de edad viven en Colombia a causa del conflicto armado. Dentro de estas
El Tiempo 2007 diciembre de
170 nosotros situaciones seala la servidumbre y el abuso sexual.
2007
Con ocasión del informe publicado en 2004 por HRW sobre los niños reclutados
por actores armandos, el representante de la UNICEF en Colombia recordó que
Los que roban la 28 de marzo
El Tiempo 2008 las niñas sufren dentro de las filas de los grupos guerrilleros de violaciones
171 infancia de 2008
sexuales, abusos, embarazos no deseados y abortos.

Más de 3,1
El artículo habla sobre los problemas de salud mental que sufren las personas a
millones de
causa del conflicto armado. Sobre la violencia sexual, el artículo llama la atención
colombianos 2 de abril de
El Tiempo 2008 sobre las mujeres que enfrentan la viudez y deben responder en sus hogares
172 sufren transtornos 2008
además de enfrentar otros problemas como el abuso sexual.
mentales por
conflicto armado.
Gobierno
suspendió entrega
de 48.000 En el marco de la reparación a las víctimas de paramilitares, el artículo afirma que
17 de abril
El Tiempo hectáreas 2008 las víctimas de violencia sexual recibirán 18,460,000 de pesos.
173 de 2008
destinadas a
reparación de
víctimas
El artículo habla de dos casos de violencia sexual, uno de una mujer que trabajaba
7 de mayo en la Defensoría y a raíz de su labor fue víctima de violencia sexual y de
El Tiempo Lo que ellas callan 2008
174 de 2008 desplazamiento forzado.

A responder por Corte Constitucional protege a 600 mujeres desplazadas que no tenían protección
crímenes contra estatal y que, muchas de ellas, eran también víctimas de violencia sexual.
24 de mayo
El Tiempo las mujeres 2008 Exponen algunos casos de mujeres víctimas de desplazamiento forzado y
175 de 2008
ordenó a Fiscalía violencia sexual.
y Gobierno la
434 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Corte
Constitucional
La Corte Constitucional publica un documento sobre las mujeres víctimas de
violencia sexual en medio del conflicto armado. Exponen algunos casos en
Las 600 mujeres diferentes lugares del país, donde las mujeres sufieron de prostitución forzada,
25 de mayo
El Tiempo que conmovieron 2008 violaciones, mutilaciones, desnudez forzada, empalamientos, torturas,
176 de 2008
a la Corte asesinatos, desplazamientos y desaparición forzada. La Corte instó a la Fiscalía
para investigar los casos publicados.

Save the Children denunció, después de una investigación es Sudan, Haití, entre
Graves abusos de 28 de mayo otros países, que los cuerpos de paz habian cometido hechos de violencia sexual
El Tiempo 2008
177 cuerpos de paz de 2008 en varios países contra niños menores de 12 años.

Radican proyecto de ley para que las víctimas del conflicto armado tengan acceso
a diversas medidas de reparación. El artículo refiere a casos internacionales,
22 de junio
El Tiempo Ellos reparan 2008 como el de Perú y Sudafrica, en donde se han realizado reparaciones a víctimas
178 de 2008
de violencia sexual.

Claudia López habla de la propuesta de prisión perpetua para los violadores que
Los niñ@s:
se debate en el Senado. En la columna defiende la propuesta, afirmando que
nuestro mínimo 24 de junio
El Tiempo 2008 muchos menores, debido a su condición de vulnerabilidad, son víctimas de delitos
179 común de 2008
sexuales por parte de muchos actores, entre ellos los armados.
denominador
Afirma el artículo que las FARC es el grupo que más recluta menores de edad.
Paramilitares
Relata un caso de una niña que fue reclutada por la guerrilla, fue violada por dos
escondieron a 12 de julio
El Tiempo 2008 compañeros, quedó embarazada y fue separada de su hija. Su hija fue vinculada
180 niños que tenían de 2008
a la guerrilla y ella solo la pudo ver una vez.
en sus filas
Violencia sexual
El artículo habla del informe publicado por la Defensoría sobre la situación de las
hizo huir a 2 de
mujeres desplazadas y la relación con la violencia sexual. Resalta que en muchos
cada 10 29 de julio
El Tiempo 2008 de los casos la razón de desplazamiento de las mujeres es la violencia sexual,
181 desplazadas, de 2008
que muchas de ellas abortaron sin asistencia médica. También relatan varios
revela un estudio
casos de mujeres víctimas de violencia sexual y desplazamiento forzado en
de la Defensoría
Anexo 6 435

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


del Pueblo diferentes zonas del país.

La Defensoría presenta un informe sobre crímenes sexuales en el conflicto


armado. De acuerdo con el informe, 20% de las mujeres que han tenido que
Por abuso sexual
30 de julio desplazarse forzosamente de su tierra dicen que la violencia sexual fue la causa
El Tiempo huyen cada 2 de 2008
182 de 2008 de ello. También afirma que bandas emergentes y guerrillas siguen cometiendo
10 desplazadas
delitos de violencia sexual.

El informe publicado por la Defensoría del Pueblo denuncia que a pesar de que
todos los grupos armados han cometido violencia sexual, en Justicia y Paz solo
Una violencia 9 de agosto hay 11 denuncias. Dice que las mujeres han sido víctimas de violencia sexual, lo
El Tiempo 2008
183 silente de 2008 cual las obliga a irse de su lugar de vivienda y cuando llegan a otra ciudad también
sufren de violencia sexual.

La masacre de
Trujillo fue
La CNRR visitó el municipio de Trujillo, allí hablaron con víctimas de guerrilla y
escogida por la
27 de agosto paramilitarismo. Comenzarán un proceso con las personas que, dentro de otras
El Tiempo CNRR como eje 2008
184 de 2008 afectaciones, han sido víctimas de violencia sexual.
de su informe
sobre crímenes
emblemáticos
El artículo discute la situación de desplazamiento forzado en el país a raíz de un
informe publicado por CODHES. En el artículo se nombra el informe de la
Más allá de las 3 de octubre
El Tiempo 2008 Defensoría que afirma que una de las causas del desplazamiento forzado de las
185 cifras, personas de 2008
mujeres es la violencia sexual.

El artículo llama la atención sobre la salud mental tanto de las personas que han
Desolador 10 de
sido víctimas del conflicto armado, entre ellas de violencia sexual, como las
El Tiempo diagnóstico por la 2008 octubre de
186 personas que son testigos de esta violencia.
violencia nacional 2008
Corte protege a 11 de Corte Constitucional protege a 600 mujeres desplazadas que no tenían protección
El Tiempo 18 mil niños 2008 octubre de estatal y que, muchas de ellas, eran también víctimas de violencia sexual.
187
desplazados 2008
436 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Sobre tres puntos Uno de los puntos por los que no se pudieron poner de acuerdo los ponentes
se centrará 20 de mayoritarios fue tomar medidas adicionales para la reparación de las víctimas de
El Tiempo discusión de la ley 2008 octubre de violencia sexual. Dice el artículo que algunos consideraban suficientes medidas
188
de víctimas en la 2008 como exámenes de VIH y procedimientos abortivos.
Cámara
Uno de los puntos por los que no se pudieron poner de acuerdo los ponentes
Duro pulso para
21 de mayoritarios fue tomar medidas adicionales para la reparación de las víctimas de
salvar ley de
El Tiempo 2008 octubre de violencia sexual. Dice el artículo que algunos consideraban suficientes medidas
189 víctimas en
2008 como exámenes de VIH y procedimientos abortivos.
Cámara
Jóvenes se
reúnen en
Se realizó un encuentro de jóvenes en Chaparral, Tolima en donde hicieron
Chaparral para 28 de
propuestas para enfrentar las problemáticas que enfrentan de cara al conflicto
El Tiempo tratar temas de 2008 octubre de
190 armado, una de las problemáticas identificadas fue el abuso sexual.
reclutamiento de 2008
menores y
maltrato infantil
El artículo resalta la importancia de la ley de víctimas que pasará a debate a la
28 de
Una ley para Cámara de representantes. Hace un recuento de lo que propone la Ley, dentro de
El Tiempo 2008 octubre de
191 Colombia lo cual menciona la reparación de víctimas de violencia sexual.
2008
Invierten 7
La Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer adelantará un programa
millones de
24 de para combatir la violencia sexual y de pareja, la trata de personas y la violencia
dólares en
El Tiempo 2008 noviembre causada por los actores armados ilegales con apoyo del gobierno español y la
192 programa para
de 2008 ONU.
frenar violencia
contra la mujer
Programa integral
contra violencias La Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer adelantará un programa
de género 24 de para combatir la violencia sexual y de pareja, la trata de personas y la violencia
El Tiempo invertirá 2008 noviembre causada por los actores armados ilegales con apoyo del gobierno español y la
193
US$7'200.000 de 2008 ONU.
para frenar
agresión contra la
Anexo 6 437

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


mujer
La Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer adelantará un programa
US$ 7 millones
25 de para combatir la violencia sexual y de pareja, la trata de personas y la violencia
para frenar
El Tiempo 2008 noviembre causada por los actores armados ilegales con apoyo del gobierno español y la
194 violencia contra la
de 2008 ONU.
mujer
Una entrevista a Justine Masika, líder de una organización de mujeres del Congo.
30 de Justine fue víctima de violencia sexual junto con su hija mayor, y se dedica atender
Violación arma de
El Tiempo 2008 noviembre a mujeres víctimas de violencia sexual. Preocupa que los hechos de violencia en
195 guerra
de 2008 ese país persistan y que la violencia contra la mujer y el contagio de VIH no cese.

ONU examinará el
primer informe La ONU examina informe presentado por organizaciones de la sociedad civil sobre
2 de
sobre situación la situación de los Derechos Humanos en Colombia. El informe señala, dentro de
El Tiempo 2008 diciembre de
196 derechos otras situaciones, el drama de la violencia sexual en el marco del conflicto armado.
2008
humanos en
Colombia
Pulso sobre
derechos Gustavo Gallón, de la Sociedad Colombiana de Juristas, presentará ante de ONU
humanos en el 5 de la situación de DDHH en Colombia. Dentro de sus denuncias está la persistencia
El Tiempo país sostendrán 2008 diciembre de de la violencia sexual en el marco del conflicto armado, especialmente hacia las
197
Gobierno y ONG 2008 mujeres.
ante la ONU en
Ginebra
Gobierno y 1.200 Gustavo Gallón, de la Sociedad Colombiana de Juristas, presentará ante de ONU
ONG en examen 6 de la situación de DDHH en Colombia. Dentro de sus denuncias está la persistencia
El Tiempo de derechos 2008 diciembre de de la violencia sexual en el marco del conflicto armado, especialmente hacia las
198
humanos ante la 2008 mujeres.
ONU
Violencia sexual
Un informe publicado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado afirma que
contra las 26 de
las mujeres han sido víctimas de prostitución forzada, esclavitud sexual, violación,
El Tiempo mujeres, arma de 2008 diciembre de
199 trata de personas y hostigamiento. También dice que las cifras no son claras, por
guerra en 2008
la falta de denuncia, y como ejemplo pone el caso de Justicia y Paz, que desde el
Colombia, dice
438 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


ONG 2006 solo ha recibido 127 denuncias relacionadas con violencia sexual.

Un informe publicado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado afirma que
Violencia sexual
las mujeres han sido víctimas de prostitución forzada, esclavitud sexual, violación,
contra las 27 de
trata de personas y hostigamiento. También dice que las cifras no son claras, por
El Tiempo mujeres: nueva 2008 diciembre de
200 la falta de denuncia, y como ejemplo pone el caso de Justicia y Paz, que desde el
arma de guerra en 2008
2006 solo ha recibido 127 denuncias relacionadas con violencia sexual.
Colombia
Un informe publicado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado afirma que
las mujeres han sido víctimas de prostitución forzada, esclavitud sexual, violación,
Violencia sexual, 27 de
trata de personas y hostigamiento. También dice que las cifras no son claras, por
El Tiempo la otra arma de 2008 diciembre de
201 la falta de denuncia, y como ejemplo pone el caso de Justicia y Paz, que desde el
guerra 2008
2006 solo ha recibido 127 denuncias relacionadas con violencia sexual.

La IMP trabaja para lograr que los delitos de violencia sexual se conviertan en un
Reparación a delito de guerra, que amerite verdad, justicia y reparación. Afirma que durante la
1 de abril de
La República mujeres víctimas 2008 implementación de Justicia y Paz, los comandantes no han rendido cuentas sobre
202 2008
de la violencia este tema, el cual según testimonios de víctimas fue recurrente.

La investigación realizada por los dos entes permitió conocer testimonios de los
menores que actualmente se encuentran dentro del Programa Nacional de
Atención a Niños Desvinculados del Conficto Armado del Instituto Colombiano de
Más de 6 mil Bienestar Familiar (Icbf), quienes expusieron las principales razones por las
1 de
menores militan cuales entran a formar parte de los grupos armados y porqué desertaron. "Hay un
Semana 2002 diciembre de
203 en los grupos entorno en la Colombia rural en el que confuyen la cultura de violencia, el abuso
2002
armados sexual y el reducido número de oportunidades de trabajo", indicó el Defensor del
Pueblo, Eduardo Cifuentes, quien advirtió que no existe una sola causa para que
los menores escojan este camino.

Con ocasión del Día de Mujer, el artículo afirma que según la Consulta con
Mujeres Desplazadas sobre Principios Rectores del Desplazamiento realizada en
Con aroma de 1 de marzo
Semana 2002 Bogotá en mayo de 2001 y coordinada por la Oficina del Alto Comisionado de las
204 mujer de 2002
Naciones Unidas para los Refugiados, Acnur, “la violencia contra las mujeres y en
particular el abuso sexual por parte de actores armados es práctica habitual, que
Anexo 6 439

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


pudiera ser considerada como táctica de guerra en un contexto de degradación
del conficto e irrespeto del DIH”.

El último eje de la agenda gira en torno al tema "mujeres y construcción de paz".


Entre otras propuestas se destaca "reconocer el impacto diferencial que tiene
sobre las mujeres la violación a los derechos humanos con especial énfasis en los
derechos sexuales y reproductivos y las infracciones al DIH en el marco del
conficto armado, con el fin de que se establezcan métodos y procedimientos para
1 de marzo prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a sus derechos humanos
Semana Por la democracia 2002
205 de 2002 y los crímenes que contra ellas se cometen"; y "garantizar la participación y
representación de las mujeres en procesos de negociación del conficto armado y
en otros espacios institucionales por la paz y propender por la inclusión de la
violencia contra las mujeres y el efecto del desplazamiento sobre mujeres y niñas,
en las agendas de paz".

El artículo muestra la situación que viven muchas mujeres a nivel nacional en


relación a la violencia sexual en el marco del conflicto armado. Esta situación la
El amor en 18 de mayo
Semana 2002 viven mujeres y niñas en condición de desplazamiento forzado, de reclutamiento
206 tiempos de guerra de 2002
y en zonas donde los grupos armados controlan los cascos urbanos.

Aprobada por el Consejo de Seguridad en su sesión 4213ª, celebrada el 31 de


Resolución 1325 octubre de 2000 El Consejo de Seguridad, Recordando sus resoluciones 1261
(2000) Aprobada (1999), de 25 de agosto de 1999, 1265 (1999), de 17 de septiembre de 1999, 1296
por el Consejo de 3 de (2000), de 19 de abril de 2000, y 1314 (2000), de 11 de agosto de 2000, así como
Semana Seguridad en su 2002 noviembre las declaraciones pertinentes de su Presidente, y recordando también la
207
sesión 4213ª, de 2002 declaración formulada a la prensa por su Presidente con motivo del Día de las
celebrada el 31 de Naciones Unidas de los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional (Día
octubre de 2000 Internacional de la Mujer), el 8 de marzo de 2000 (SC/6816)

Human Rights
HRW lanza nuevo informe "Aprenderás a no llorar: niños combatientes en
Watch denuncia 15 de
Colombia" acerca de los niños combatientes en el conficto colombiano. E indica
Semana reclusión de 2003 septiembre
208 que en las Farc hay cerca de 7.400 menores, en el Eln 1.480 y con los
menores en de 2003
paramilitares s 2.200, que son obligados a matar, secuestrar y a mutilar y las
grupos armados
440 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


ilegales niñas, sufren abuso sexual.

29 de Dentro de las razones por las que las mujeres se vinculan a las FARC está huir
Las guerras
Semana 2004 febrero de de maltratos sexuales en su enterno familiar.
209 personales
2004
El artículo denuncia la díficl situación a la que se enfrentan las mujeres que son
Una mordaza que 3 de octubre víctimas de violencia sexual. Afirman que muchas de ellas guardan silencio frente
Semana 2004
210 averguenza de 2004 a los hechos, y nunca denuncian.

El cuerpo 30 de Los recientes informes de Amnistía Internacional y de la Mesa Mujer y Conficto


Semana femenino: botín de 2004 octubre de Armado alertan sobre el creciente uso de la violencia sexual como arma de guerra.
211
guerra 2004
En agosto de 2003, esta bacterióloga fue secuestrada por las Farc cuando
trabajaba con los indígenas en la Sierra Nevada de Santa Marta. Durante su
cautiverio fue violada por el jefe guerrillero Omar López, alias 'Beltrán', según su
versión. El vicepresidente Francisco Santos la puso de ejemplo por su valentía al
denunciar en público el abuso sexual a manos de un grupo armado. Pero el caso
27 de marzo
Semana Rina Bolaño 2005 dio un insólito giro. El 12 de septiembre del mismo año, Rina Bolaño fue detenida
212 de 2005
por agentes del DAS que la acusaron de pertenecer a un grupo armado. Fue a
parar a la cárcel. Allí estuvo 46 días hasta que un juez la declaró inocente. El
guerrillero que la atacó se reinsertó y ahora está protegido por el Estado. Ella, en
cambio, empezó a sufrir amenazas de muerte.

¿Por qué carajos no existen las hadas? Esta es quizá la pregunta que muchas
personas que han vivido una violación se hacen cuando ven su cuerpo convertido
en un objeto para el poder de otro. Es tal vez la misma pregunta que se hizo Rina
Bolaños cuando fue agredida por un actor armado durante su cautiverio, la misma
¿Por qué carajos
3 de julio de que Ana* se hizo el viernes 13 de febrero en la intersección de la avenida Suba
Semana no existen las 2005
213 2005 con Ciudad de Cali, cuando fue violada durante más de cuatro horas. La misma
hadas?
que la niña de Chicalá, en Ibagué, el pasado mes de junio, y que las 14
adolescentes embarazadas por actores del conficto en Líbano, Tolima, en el
mismo mes, y la que, muy seguramente, se hicieron las 14.239 personas
agredidas sexualmente que reportó el Instituto de Medicina Legal y Ciencias
Anexo 6 441

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


Forensis en 2004.

Infamia: los El artículo describe las situaciones a las que son sometidos los menores de edad
abusos físicos y cuando entran a las filas de las FARC. En el caso de las niñas, denuncian que
1 de julio de
Semana sexuales a las 2006 muchas son sometidas a la anticoncepción y al aborto forzado, además de ser
214 2006
niñas en las víctimas de violencia sexual.
FARC
Los actores armados utilizan el cuerpo de las mujeres como botín de guerra para
sembrar el terror en las comunidades, imponer control militar para obligar a la
gente a huir de sus hogares y apropiarse de su territorio, vengarse de los
adversarios, acumular ‘trofeos de guerra’ y explotarlas como esclavas sexuales.
El cuerpo 10 de
Así lo indica el Informe de 1998 de la Relatora Especial sobre la Violencia Contra
Semana femenino como 2006 noviembre
215 la Mujer, Radhika Coomaraswamy, que también afrma que la violencia sexual es
arma de guerra de 2006
utilizada como forma de castigo en las mujeres que supuestamente tienen algún
tipo de relación afectiva con miembros del bando contrario o que se presume
colaboran con el ‘enemigo’.

La impunidad del
Informe que la Ruta Pacífca de las Mujeres analiza el impacto que la
proceso con los 22 de
desmovilización paramilitar ha tenido en la vida y el cuerpo de las mujeres en
Semana paras ha golpeado 2006 noviembre
216 nueve regiones del país.
con mayor fuerza de 2006
a las mujeres
La
Las mujeres víctimas de los paramilitares no denuncian los abusos, que no solo
desmovilización
24 de son el asesinato y la desaparición de sus parientes, sino también el abuso físico
de las
Semana 2006 octubre de y sexual. Por eso otra parte importante de lo que se viene es que todas superen
217 autodefensas
2006 el miedo y denuncien.
vista con ojos de
mujer
El artículo denuncia el reclutamiento de menores de edad a las filas tanto de
27 de junio paramilitares como guerrilleros. Afirma que muchos de esos niños son utilizados
Semana Infancia infeliz 2006
218 de 2006 como esclavos sexuales.

Mujeres, 10 3 de agosto Con ocasión del Día de la Mujer, el artículo denuncia que durante el 2005,
Semana 2006
219 razones para no de 2006 aumentaron los casos de violencia sexual contra las mujeres en medio de la
442 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


celebrar guerra. Según la Ofcina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la
ONU, aumentaron las denuncias contra la Fuerza Pública por violencia sexual, en
particular, contra las mujeres jóvenes y las indígenas. También aumentaron las
denuncias de violaciones por parte de guerrilla y paramilitares. Sólo una mínima
parte de estos crímenes está siendo investigado. (Ver Informe de la ONU)

9 de Exponen varios casos de víctimas de violencia sexual, enrte ellos una mutilación
El turno de las
Semana 2006 septiembre a un menor de edad por parte de los paramilitares.
220 víctimas
de 2006
22 de Un reportaje sobre los casos de abuso sexual cometidos por paramilitares en La
Crímenes
Semana 2007 septiembre Gabarra.
221 silenciados
de 2007
3 de El artículo hace un análisis de la violencia sexual en el marco de la implementación
Violación y
Semana 2007 noviembre de Justicia y Paz, en comparación con el aso peruano.
222 lágrimas
de 2007
En septiembre de 2006, publicamos este reportaje que la semana pasada fue
galardonado con el Premio Lorenzo Natali en Derechos Humanos y Democracia,
El turno de las 8 de mayo
Semana 2007 uno de los más prestigiosos del mundo. Su autora, María Teresa Ronderos, es
223 víctimas de 2007
asesora editorial de Semana y columnista de Semana.com

ONG: Violencia Homicidios, desplazamiento y agresiones sexuales son prácticas "graves" y


contra mujer es 11 de "sistemáticas" contra la mujer en medio del conficto interno colombiano y pocas lo
Semana práctica 2008 diciembre de denuncian porque carecen de garantías, indicó el jueves una red de
224
sistemática en 2008 organizaciones no gubernamentales.
Colombia
Los niños en condición de desplazamiento forzado terminan siendo violentados
además por sus "jefes" armados o por su propia familia desesperada. Según la
Corte exige 14 de investigación de la Corte, suelen ser víctimas de violencia familiar o sexual, de
Semana atención debida a 2008 octubre de explotación laboral o sexual, de ser utilizados como actores de comercios ilícitos,
225
niños desplazados 2008 de trata, secuestro, venta, mendicidad, vida en la calle, consumo de drogas y de
pandillas.

Las que pierden 19 de abril Denuncian las dificultades de Justicia y Paz frente a las víctimas. La verdad,
Semana 2008
226 siempre de 2008 además de lenta, hasta ahora parece bastante incompleta. Por ejemplo, aunque
Anexo 6 443

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


hay 9.467 denuncias por desplazamiento forzado, apenas se han registrado 45
confesiones por este delito, lo que corresponde al 0,48 por ciento del total. Y de
91 denuncias por abuso sexual, apenas se han logrado dos confesiones. La
precariedad de esta situación tiene que ver en buena medida con la falta de
acceso de las víctimas a las audiencias de versión libre. Apenas el 6,8 por ciento
ha logrado participar de estas diligencias y preguntar sobre sus casos.

Sin desconocer en ningún momento las atrocidades que enfrentan las mujeres en
un contexto de fundamentalismo religioso – sea musulmán, judío o cristiano – los
medios de comunicación y la opinión pública local deberían dedicar menos tiempo
El horror 20 de
a condenar a otras sociedades por la violencia que ejercen contra sus mujeres, y
Semana comienza por 2008 septiembre
227 más bien preocuparse por sacar de la invisibilidad el horror que han vivido y siguen
casa de 2008
viviendo las mujeres víctimas de violencia sexual en Colombia. Particularmente,
aquellas que lo han sido en el marco del conflicto armado interno.

Hace 10 años las veredas del Aro y La Granja en el municipio de Ituango – en el


norte de Antioquia – fueron prácticamente desaparecidas del mapa. Después de
una incursión paramilitar que duró varios días y que incluyó torturas, violaciones
Rememorando 21 de agosto
Semana 2008 sexuales, trabajos forzados y el asesinato selectivo de una veintena de
228 Ituango de 2008
campesinos, varios centenares de sobrevivientes huyeron del horror de la
masacre dejando atrás sus tierras, sus muertos y sus casas ardiendo en llamas.

Cuando algunas víctimas se atrevieron a reclamar la reparación de sus derechos,


o quisieron colaborar como testigos de otras violaciones, se encontraron con la
muerte. Hoy muchas están en riesgo. Plantean así la creación de un programa
Las mujeres le
con enfoque diferencial de género, a cargo de la Fiscalía, que salvaguarde la vida,
proponen al 26 de
integridad, libertad y seguridad de la población que se encuentre en situación de
Semana gobierno cómo 2008 noviembre
229 amenaza o riesgo extremo y extraordinario, precisamente por su colaboración. De
debe protegerlas de 2008
ahí que exigen que se establezca la presunción de riesgo, más aún cuando quien
en Justicia y Paz
denuncia es mujer y cuando el reclamo está asociado con la restitución de tierras
y bienes.

Vaguardia 52% de las 20 de De acuerdo con el Fondo de Población de la ONU el riesgo que tienen las mujeres
2008
230 Liberal mujeres septiembre que sufrir de violencia sexual aumenta en lugares donde es latente el conflicto
444 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


colombianas de 2008 armado y en situaciones de vulnerabilidad, como el desplazamiento.
comprometidas
han sido
agredidas
En el marco del Congreso Internacional sobre la Infancia a realizarse en
Cartagena, el periódico informó de cifras de la Defensoría del Pueblo. La nota
15 de habla sobre el desplazamiento, indicando que la mayoría de la población
Vanguardia Aumenta el
1997 septiembre desplazada la conforman menores de edad y mujeres: "La situación es más
231 Liberal maltrato al menor
de 1997 dramática para este sector de la población" por el hacinamiento. También se refirió
al reclutamiento y al abuso sexual (no en el conflicto armado).

Con ocasión de la publicación del informe de Amnistia Internacional "Colombia,


cuerpos marcados crímenes silenciados" re velan afectacionesrelacionadas con
violencia sexual de las mujeres por el conflicto armado. Dice el informe que las
mujeres sufren de todo tipo de violencias, como tortura, mutilaciones y violaciones.
También afirman que al estar en territorios en disputa por diferentes grupos
armados, estos últimos las utilizan como estrategia de guerra, y las atacan para
14 de
Vanguardia Las mujeres, un debilitar al bando contrario. Hacen énfasis en que el gobierno no ofrece los
2004 octubre de
232 Liberal campo de batalla adecuados tratamientos a las víctimas de violencia sexual y tampoco se
2004
evidencian esfuerzos porque estas violencias . En el artículos también hacen
referencia a dos casos, uno de ellos es de una mujer que ingresó a las FARC para
escapar de su padre, quien la violaba desde pequeña, el otro caso es de la mujer
en Medellín que fue violada y torturada por los paramilitares (Caso Medellín
Tatuaje).

Informe titulado "Aprenderás a no llorar" denuncia que niñas que pertenecen a


Describen
filas de ELN y FARC son víctimas de acoso y abuso sexual. Que a pesar de que
Vanguardia situación de niños 24 de abril
2004 en algunos casos las niñas afirmen que las relaciones con consensuadas, el
233 Liberal en filas de grupos de 2004
contexto en el que surgen hace que esta voluntad sea cuestionada.
ilegales
Total Organizaciones de mujeres víctimas del conflicto armado se reunieron en
Vanguardia desconocimiento 3 de junio de Piedecuesta, Santander, para hacer un balance de lo acordado entre el gobierno
2005
234 Liberal a víctimas de 2005 y las AUC. Denuncian que no se tiene en cuenta las violaciones sexuales dentro
agresión sexual del acuerdo, lo cual genera que se siga quedando esta victimización invisibilizada
Anexo 6 445

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


por el conflicto y en la impunidad.

En el informe realizado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto armado, las


organizaciones de mujeres denuncian que la violencia sexual es utilizada como
Cada día una 15 de arma de guerra por parte de los grupos armados contra las mujeres y los menores
Vanguardia
mujer muere por 2006 diciembre de edad. También afirman que es poca la justicia que se hace para prevenir y
235 Liberal
el conflicto 2006 combatir este tipo de delitos sexuales. Agregan que una de las razones por las
que no es efectiva la justicia es por la falta de denuncia por parte de las víctimas.

En sesión de la ONU se discutió sobre la forma de combatir la violencia sexual


contra niños y mujeres en conflictos armados. Recuerdan que en conflictos como
el de Ruanda y Sierra Leona muchas mujeres y niños fueron víctimas de violencia
Analizan violación
Vanguardia 23 de junio sexual y fueron contagiadas de VIH. Con respecto al caso Colombiano afirman
contra la mujer en 2006
236 Liberal de 2006 que el problema es que no se tiene casi información sobre este tipo de violencia,
conflicto armado
y que las mujeres de todos modos están sometidas a los abusos por parte de los
grupos armados.

Una investigación hecha en conjunto entre el CINEP y Justicia y Paz revela que
67 mujeres y una organización social fueron víctimas de violaciones a DDHH y
¿Qué tanto se
Vanguardia 6 de marzo DIH entre 2002 y 2004. Los responsables son paramilitares, guerrilla y grupos
agrede a la mujer 2007
237 Liberal de 2007 armados sin identificar. También identifican tres casos de tortura, uno de ellos con
en Santander?
violencia sexual.

Se implementa en la región del Magdalena Medio el programa de Formación en


Valores Educación Sexual y Derechos Reproductivos. En específico fue hecho en
Optimismo frente el Colegio Blanca Durán de Padilla, y uno de los médicos vinculados al proyecto
10 de
Vanguardia a los avances en explica que el conflicto armado agudiza los problemas en la región, dentro de los
2008 noviembre
238 Liberal derechos cuales está la violencia de todo tipo hacia la mujer. Afirmó que dentro de estas
de 2008
sexuales violencias está la idea de la mujer como botín de guerra y el abuso sexual a
menores.

Los DDHH en el 11 de La Organización Femenina Popular insiste que la violencia contra la mujer no es
Vanguardia
Magdalena Medio 2008 diciembre de tenida en cuenta por las autoridades. Refiere que las víctimas presentan
239 Liberal
siguen siendo 2008 dificultades para acceder a la justicia porque no hay un protocolo sobre violencia
446 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


vulnerables sexual.

Holman Morris y Alexandra Bermudez afirman en España que al entonces


Periodista dice presidente Álvaro Uribe le va a quedar difícil justificar la escalada del conflicto
Gobierno de 25 de armado en el país con la elección de Barack Obama a la presidencia de Estados
Vanguardia
Colombia no 2008 noviembre Unidos. También denunciaron la alarmante situación de la violencia sexual en
240 Liberal
podrá obrar igual de 2008 zonas donde el conflicto armado se ha intensificado. Morris afirma que de 10
con Barak Obama mujeres desplazadas, 2 son abusadas sexualmente.

MSF denuncia el aumento de casos de violencia sexual, sobre todo, en mujeres


entre los 13 y 49 años. Afirma que los principales victimarios son hombres
Médicos Sin
cercanos, pero afirma que a pesar de que su investigación no indaga sobre la
Vanguardia Fronteras 8 de octubre
2008 incidencia del conflicto armado en la ocurrencia de la violencia sexual, sí es
241 Liberal denuncia alta de 2008
posible decir que en los lugares donde el conflcito es más intenso hay más casos
violencia sexual
de violencia sexual.

Según el VIII Informe sobre Violencia Sociopolí#ca contra Mujeres, Jóvenes y


A 133 se elevó el Niñas en Colombia, presentado por la Mesa de Trabajo Mujer y Conflicto Armado,
9 de
Vanguardia número de entre enero y agosto de 2008 fueron agredidas sexualmente 133 mujeres,
2008 diciembre de
242 Liberal mujeres agredidas mientras durante el 2006 y 2007, el Ins#tuto Nacional de Medicina Legal y
2008
sexualmente Ciencias Forenses reportó 115 casos. Afirman que la situación es preocupante.

Informa sobre la movilización en Bogotá con ocasión del 25 de noviembre de 1991.


Menciona que está en trámite una ley por violencia intrafamiliar. Dentro de "los
orígenes de la violencia", explica que se debe a las "estructuras económicas y
políticas", el "poder patriarcal". "Las muertes por abortos clandestinos; el abuso
Por una visión
sexual de los que son víctima (sic) miles de niños y niñas por parte de sus propios
integral del género 5 de
padres; la violación y el acoso sexual de que son víctimas mujeres de todas las
Voz humano. Una 1991 diciembre de
243 edades, razas y clases sociales causadas y o fomentadas por la deshumanización
alternativa a la 1991
de la imagen de la mujer, reduciéndola a objeto sexual para el placer, son también
violencia
formas de violencia que violan los Derechos Humanos". La nota habla de las
medidas para "construir una alternativa" e incluye estudiar la afectación de las
políticas económicas, reconceptualizar los derechos humanos y, para ello,
vincularse a una campaña internacional, reglamentar el art. 42 de la Constitución,
Anexo 6 447

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


entre otras. Además, menciona los avances incluidos en la Constitución en
materia de género y avanzar en mesas temáticas en "Los Derechos Humanos y
el estatuto para la Defensa de la Democracia, Derecho de familia, Mujer y
Seguridad Social y Reglamentación y aplicación de la ley 051/81".

Nota de prensa con ocasión de la movilización de las mujeres en Bogotá por el 25


2 de de noviembre. Recoge cinco casos que dan cuenta de "situaciones que padecen
Algo más que
Voz 1993 diciembre de miles de mujeres". Habla de un caso de violencia sexual en Arauca cometido por
244 simple anatomía
1993 agentes de la Fuerza Púlica y de "otras violencias", refiriéndose a las de la familia.

En el marco de la conmemoración del 25 de noviembre, Voz recoge información


sobre un Tribunal llevado a cabo en Bogotá, en el que se conocieron casos y se
"La sociedad debe denunció la inoperancia del sistema ante el acoso sexual y la violencia
ser más sensible 2 de intrafamiliar. Además, Gilma Benitez de ANUC informó que las diferentes formas
Voz ante los 1993 diciembre de de violencia contra la mujer "se han agudizado en el marco de la "guerra integral"
245
problemas de la 1993 declarada en el pazís, dondeel número de mujeres viudas, huérfanas y
mujer" desplazadas crece cada día. Queremos denunciar la violación y las torturas contra
mujeres, niñas y bebitas en los operativos militares".

Con ocasión del Encuentro Internacional Democracia y Mujeres en el Conflicto


Armado llevado a cabo el 17 y 18 de junio, el periódico destacó una intervención
de la Comisión Colombiana de Juristas, según la cual el gobierno colombiano
"Estamos
3 de julio de había aprobado la CPI: "es decir, que contamos con un instrumento internacional
Voz cansadas de la 2002
246 2002 donde llevaremos a los que ejercen la desaparición forzada de personasl, las
guerra"
violencias contra las mujeres, especialmente la violencia sexual, que se ha hecho
más frecuente en el conflicto armado que padecemos".

Comité contra la tortura manifestó preocupaciones por pácticas de tortura y malos


ONU denuncia 26 de tratos en Colombia. Con respecto a la violencia sexual, el Comité afirma que en
Voz práctica de tortura 2003 noviembre los casos no se documentan las señales de tortura relacionadas con la violencia
247
en Colombia de 2003 sexual, y esto hace que se dificulte la investigación.

Intercambio 20 de Con ocasión de la publicación del informe de Amnistia Internacional "Colombia,


Voz 2004
248 humanitario es octubre de cuerpos marcados crímenes silenciados", Amnistia Internacional denuncia que la
448 Anexos

No. Periódico Título Año Fecha Observaciones


posible 2004 política de seguridad democrática como aumenta la militarización también
aumenta la violencia sexual contra las mujeres. También afirma que en zonas de
disputa entre grupos armados, las mujeres se convierten en botín de guerra y
sufren múltiples victimizaciones.

El artículo recoge lo publicado en un informe realizado por la ONU referente al


avance de la desmovilización de las AUC y sus problemáticas. Afirma que en
Severas críticas a 22 de algunas zonas del país los paramilitares violan en cese al fuego y cometen
Voz paramilitarización 2006 febrero de violaciones a los DDHH de la población civil, dentro de estas violaciones está la
249
e impunidad 2006 violencia sexual. Así mismo afirma que la fuerza pública también está cometiendo
violencia sexual.

Una violencia En el marco de la conmemoración del 25 de noviembre, la nota dice "La violencia
21 de
paramilitar que no contra la mujer no se restringe al maltrato familiar, la sobrecarga laboral, hambre,
Voz 2001 noviembre
250 respeta género, ni pobreza, falta de educación y abusos sexuales".
de 2001
credo
En ocasión del día internacional de la mujer, el artículo denuncia que la violencia
en contra de la mujer persiste. Con respecto a la violencia sexual, el artículo
denuncia que la mujer sigue sufriendo silenciosamente de violencia física, moral
La indolencia del 5 de marzo
Voz 2003 y sexual por parte de esposos, compañeros y otros actores delante de sus hijos.
251 sistema de 2003
También afirma que las leyes son insuficientes, porque no tienen en cuenta las
condiciones específicas de las mujeres.
Anexo 7: Proyectos de ley tramitados en el Congreso sobre violencia
sexual 1998-2008

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
“Por medio de la cual se
hacen unas Archivado en
No. Cámara − No. Moral
1 modificaciones al Debate26 Nov 2008 Archivado No No No No
Senado 214/08 pública
Capítulo VIII del 2008
Decreto 1355 de 1970.”
“Por medio del cual se
reforman parcialmente
las Leyes 906 de 2004,
599 de 2000 y 600 de
2000, se crea la pena
de registro público
Archivado por
obligatorio para las
No. Cámara 176/08 Tránsito de
2 personas condenadas 2008 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − Legislatura15
por los delitos contra la
Oct 2008
libertad, integridad y
formación sexuales y el
delito de incesto
cometidos en menores
de edad y se dictan
otras disposiciones.”
“Por medio de la cual se
modifica el artículo 34 Archivado por
No. Cámara 163/08 de la Constitución Vencimiento de
3 2008 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − Política, cadena Términos01 Oct
perpetua abusadores 2008
niños.”
4 No. Cámara 227/08 “Por la cual se modifica Archivado por 2008 Archivado Sí No Sí No N/A
450 Anexos

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
No. Senado 24/08 el artículo 315 del Tránsito de
Código Civil relativo a la Legislatura20 Jul
emancipación judicial.” 2008
“Por la cual se expide el Archivado por
No. Cámara 266/09 Estatuto de Protección Tránsito de
5 2008 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 22/08 contra el abuso sexual Legislatura20 Jul
infantil.” 2008
“Por medio del cual se
modifica el Título IV de
la Ley 599 de 2000 y se
dictan otras Sancionado
No. Cámara 146/08
6 disposiciones para como Ley31 Oct 2007 Ley Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 181/07
contrarrestar la 2007
explotación sexual
comercial de niños,
niñas y adolescentes.”
“Por la cual se
establece la educación
sexual integral como
Archivado por
una asignatura
No. Cámara 339/08 Vencimiento de Educación
7 específica y obligatoria 2007 Archivado No No Sí No
No. Senado 84/07 Términos22 Sep sexual
y se dictan otras
2007
disposiciones. [Cátedra
de educación sexual
integral]”
“Por medio de la cual se
adiciona y robustece la
Ley 679 de 2001, de
Sancionado
No. Cámara 109/07 lucha contra la
8 como Ley30 Aug 2007 Ley Sí No Sí No N/A
No. Senado 324/08 explotación, la
2007
pornografía y el turismo
sexual con niños, niñas
y adolescentes.”
Anexo 7 451

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
“Por la cual se Archivado por
No. Cámara 102/07 establece la libertad Tránsito de
9 2007 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − sometida a custodia de Legislatura28
seguridad” Aug 2007
“Por medio de la cual se Archivado por
No. Cámara 100/07 modifica la Ley 599 de Tránsito de
10 2007 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − 2000, y se dictan otras Legislatura28
disposiciones.” Aug 2007
“Por la cual se dictan
disposiciones
tendientes a procurar la
protección y defensa de Archivado por
Salud sexual
No. Cámara − No. los derechos y Tránsito de
11 2007 Archivado No No Sí No y
Senado 69/07 asistencia hospitalaria Legislatura17
reproductiva
gratuita de las menores Aug 2007
embarazadas y se
dictan otras
disposiciones.”
“Por medio de la cual se
reforman parcialmente
las Leyes 906 de 2004,
599 de 2000, 600 de
2000, se crea la pena
de Registro Público
Archivado por
Obligatorio para
No. Cámara − No. Tránsito de
12 personas condenadas 2007 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 63/07 Legislatura09
por los delitos contra la
Aug 2007
libertad, integridad y
formación sexuales y el
delito de incesto
cometidos en menores
de edad y se dictan
otras disposiciones.”
13 No. Cámara − No. “Por la cual se expide el Archivado por 2007 Archivado Sí No Sí No N/A
452 Anexos

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
Senado 46/07 Estatuto de Protección Vencimiento de
contra el abuso sexual Términos31 Jul
infantil y se dictan otras 2007
disposiciones.”
“Por la cual se modifica
Archivado por
el artículo 315 del
No. Cámara 195/07 Tránsito de
14 Código Civil, relativo a 2006 Archivado Sí No Sí No N/A
No. Senado 182/06 Legislatura12
la emancipación
Dec 2006
judicial.”
“Por medio de la cual se
fortalece la Ley 679 de Archivado por
No. Cámara 188/06 2001, de lucha contra la Vencimiento de
15 2006 Archivado Sí No Sí No N/A
No. Senado − explotación, la Términos23 Nov
pornografía y el turismo 2006
sexual de menores.”
“Por medio de la cual se
aumentan las penas de
los delitos contra la
Archivado por
libertad e integridad
No. Cámara 165/06 Tránsito de
16 sexual, se reducen 2006 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − Legislatura25
rebajas de penas y se
Oct 2006
establece la libertad
sometida a custodia de
seguridad.”
“Por la cual remodifica
el artículo 315 del Retirado por el
No. Cámara 161/06
17 Código Civil, relativo a Autor24 Oct 2006 Retirado Sí No Sí No N/A
No. Senado −
la emancipación 2006
Judicial.”
“Por la cual se modifica
Sancionado
No. Cámara 216/07 el artículo 83 de la Ley
18 como Ley28 Sep 2006 Ley Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 137/06 599 de 2000, Código
2006
Penal.”
Anexo 7 453

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
“Por medio de la cual se Archivado por
No. Cámara 128/06 modifica la Ley 599 de Tránsito de
19 2006 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − 2000 y se dictan otras Legislatura26
disposiciones.” Sep 2006
“Por medio de la cual se Archivado por
No. Cámara 127/06 modifica la Ley 906 de Tránsito de
20 2006 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − 2004 y se dictan otras Legislatura26
disposiciones.” Sep 2006
“Por medio de la cual se
adoptan medidas contra Archivado por
No. Cámara 129/06 la explotación sexual Tránsito de
21 2006 Archivado Sí No Sí No N/A
No. Senado 113/07 comercial de niños, Legislatura26
niñas y adolescentes Sep 2006
menores de 18 años.”
“Por la cual se incluyen
medicamentos
sildenafilos, taldenalfilo,
vardenafil, altropostadil, Archivado por
No. Cámara 111/06 testoviron, (ayuda para Tránsito de
22 2006 Archivado No No No No Salud
No. Senado − la disfunción eréctil o Legislatura13
impotencia sexual) Sep 2006
dentro del POS y POSS
y se dictan otras
disposiciones.”
“Por medio del cual se
Archivado por
dictan normas para la
No. Cámara − No. Vencimiento de
23 atención de víctimas de 2006 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 101/06 Términos24 Aug
abuso sexual y asalto
2006
sexual.”
“Por medio de la cual se
Sancionado
No. Cámara 214/07 modifican algunos
24 como Ley20 Jul 2006 Ley Sí No No Sí N/A
No. Senado 25/06 artículos del Código
2006
Penal relativos a delitos
454 Anexos

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
de abuso sexual.”
“Por medio de la cual se
modifican algunos
artículos del Código
No. Cámara − No. Acumulado20 Jul
25 Penal en materia de 2006 Acumulado Sí No No Sí N/A
Senado 08/06 2006
abuso sexual y se
dictan otras
disposiciones.”
“Por la cual se dictan
disposiciones para la
reincorporación de
miembros de grupos
armados organizados al
Sancionado
No. Cámara 293/05 margen de la ley, que
26 como Ley09 Feb 2005 Ley Sí Sí No Sí N/A
No. Senado 211/05 contribuyan de manera
2005
efectiva a la
consecución de la paz
nacional. ley de justicia
y paz. [Ley de Justicia y
Paz]”
“Por medio del cual se
crea la adopción por vía
notarial para los casos
de embarazos no
deseados, acceso Archivado en
No. Cámara − No.
27 carnal violento, acto Debate29 Nov 2005 Archivado Sí No Sí No N/A
Senado 187/05
sexual violento e 2005
inseminación artificial
no consentida y se
dictan otras
disposiciones.”
“Por la cual se dictan Archivado en
No. Cámara 152/06 Parejas del
28 medidas relativas a la Debate10 Oct 2005 Archivado No No No No
No. Senado 130/05 mismo sexo
protección social de las 2005
Anexo 7 455

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
parejas del mismo sexo.

“Por medio de la cual se
expiden normas para la
prevención de la
Sancionado
No. Cámara 290/06 violencia sexual y la
29 como Ley16 Aug 2005 Ley Sí No Sí No N/A
No. Senado 62/05 atención integral de los
2005
niños, niñas y
adolescentes abusados
sexualmente.”
“Por medio de la cual se
permite el aborto en
Colombia cuando el
embarazo sea resultado
de una conducta
Archivado por
constitutiva de acceso
No. Cámara 64/05 Tránsito de
30 carnal o acto sexual sin 2005 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − Legislatura10
consentimiento,
Aug 2005
abusivo, de
inseminación artificial o
transferencia de óvulo
fecundado no
consentidas.”
“Por la cual se modifica
el artículo 211 del
Archivado por
código penal
No. Cámara − No. Tránsito de
31 colombiano, castración 2005 Archivado Sí No Sí Sí N/A
Senado 37/05 Legislatura28 Jul
química para violadores
2005
reincidentes de
menores de edad.”
“Por medio de la cual se
Archivado en
No. Cámara 32/05 eliminan los beneficios
32 Debate27 Jul 2005 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 214/05 penales y subrogados,
2005
para los delitos
456 Anexos

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
sexuales cometidos en
menores de edad.”
“Por la cual se
Archivado por
intitucionaliza el control Salud sexual
No. Cámara − No. Tránsito de
33 natal y crea estímulos a 2005 Archivado No No No No y
Senado 26/05 Legislatura26 Jul
la familia poco reproductiva
2005
numerosa.”
“Por la cual se expiden
normas para la
prevención de la
violencia sexual y
atención integral de los
No. Cámara − No. Retirado por el
34 niños, niñas y 2005 Retirado Sí No Sí Sí N/A
Senado 08/05 Autor20 Jul 2005
adolescentes víctimas
del abuso sexual.
[Prevención de
violencia sexual contra
niños]”
“Por la cual se dictan
normas sobre atención,
cuidado, promoción y
prevención de la salud Archivado por
Salud sexual
No. Cámara − No. sexual y reproductiva y Tránsito de
35 2005 Archivado No No No No y
Senado 264/05 en especial se Legislatura13
reproductiva
institucionaliza el Apr 2005
control natal y se crean
estimulos a la familia
poco numerosa.”
“Por la cual se incluyen
los medicamentos Archivado por
No. Cámara 333/05 sildemafilos(ayuda para Tránsito de
36 2005 Archivado No No No No Salud
No. Senado 237/05 la disfuncion erectil o Legislatura31
impotencia sexual) Mar 2005
dentro del POS y
Anexo 7 457

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
POSS.”
“Por medio del cual se
establece la obligación
Archivado por
de dispensadores de Salud sexual
No. Cámara 330/05 Tránsito de
37 condones en 2005 Archivado No No No No y
No. Senado − Legislatura29
establecimientos reproductiva
Mar 2005
públicos y se dictan
otras disposiciones.”
“Por medio del cual se
modifican algunos
artículos del Código
Penal y de Archivado por
No. Cámara 402/05 procedimiento penal Tránsito de
38 2004 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 183/04 relativos a los delitos de Legislatura15
abuso sexual. [Aumento Dec 2004
de penas a delitos
sexuales contra
menores]”
“Por medio de la cual se
modifican y se
aumentan las penas de
Archivado por
los delitos
No. Cámara 239/04 Tránsito de
39 contemplados en los 2004 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − Legislatura23
artículos 208 y 209 del
Nov 2004
Código Penal y se
dictan otras
disposiciones.”
“Por la cual se reforma
el Código Penal para
garantizar la protección Retirado por el
No. Cámara 221/04
40 sexual de los menores Autor05 Nov 2004 Retirado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado −
de edad en lo 2004
concerniente a la
agravación de las
458 Anexos

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
penas contra la
violencia o abuso
sexual a menores de
edad y se dictan otras
disposiciones.”
“Por medio de la cual se
reforma el Código
Penal, para garantizar
la protección sexual de
los menores de edad,
Retirado por el
No. Cámara − No. en lo concerniente a la
41 Autor20 Oct 2004 Retirado Sí No Sí Sí N/A
Senado 145/04 agravación de las
2004
penas contra la
violencia y el abuso
sexual de menores de
edad y se dictan otras
disposiciones.”
“Por medio de la cual se
dictan medida
tendientes a erradicar Archivado por
No. Cámara 162/04 los delitos contra la Tránsito de
42 2004 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − libertad, integridad y Legislatura13
formación sexuales Sep 2004
cometidos en los
menores de edad.”
“Por la cual se
Archivado por
reconocen la unión de
No. Cámara − No. Tránsito de Parejas del
43 parejas del mismo sexo 2004 Archivado No No No No
Senado 113/04 Legislatura01 mismo sexo
y sus efectos
Sep 2004
matrimoniales.”
“Por la cual se dictan Archivado por
Salud sexual
No. Cámara − No. normas sobre atención, Tránsito de
44 2004 Archivado No No No No y
Senado 11/04 cuidado, promoción y Legislatura20 Jul
reproductiva
prevención de la salud 2004
Anexo 7 459

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
sexual y reproductiva. [
Salud sexual y
reproductiva]”
“Por la cual se reforma
el Decreto 1355 de
1970 -Código Nacional Archivado por
No. Cámara − No. de Policía- y se dictan Tránsito de Moral
45 2004 Archivado No No No No
Senado 210/04 normas para la Legislatura25 pública
protección de la moral Mar 2004
pública. [Prohibición de
prácticas sexuales]”
“Por la cual se dictan
normas sobre atención,
cuidado, promoción y Archivado en
No. Cámara − No.
46 prevención de la salud Debate06 Feb 2004 Archivado No No No No Salud
Senado 169/04
sexual y reproductiva. 2004
[Salud sexual, salud
reproductiva]”
“Por medio de la cual se
adoptan algunas
disposiciones para la
prevención de Archivado por
No. Cámara − No. enfermedades de Tránsito de
47 2004 Archivado No No No No Salud
Senado 150/04 transmisión sexual Legislatura01
(ETS), y en especial el Jan 2004
Sida en Colombia.
[Enfermedades de
transmisión sexual]”
“Por medio de la cual se
establecen medidas
Archivado en
No. Cámara 73/03 tendientes a prevenir,
48 Debate20 Aug 2003 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − controlar, sancionar y
2003
erradicar la violencia
laboral. [Violencia
460 Anexos

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
laboral]”
“Por la cual se modifica
el artículo 124 de la Ley Archivado por
No. Cámara 236/03 599 de 2000 y se dictan Tránsito de
49 2003 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − otras disposiciones. Legislatura30
[Circunstancias no Apr 2003
punibles de aborto]”
“Por medio de la cual se
reforma el artículo 8º de
la Ley 679 de 2001 en
su numeral 4, por medio
de la cual se expide un Archivado por
No. Cámara 234/03 estatuto para prevenir y Tránsito de
50 2003 Archivado Sí No Sí Sí N/A
No. Senado − contrarrestar la Legislatura29
explotación, la Apr 2003
pornografía y el turismo
sexual con menores, en
desarrollo del artículo
44 de la Constitución.”
“Por medio de la cual se
regula la producción de
medicamentos
genéricos destinados al
POS y se garantiza la
accesibilidad de la
población en general y Archivado en
No. Cámara 73/02
51 de los niños a los Debate11 Sep 2002 Archivado No No No No Salud
No. Senado 154/04
medicamentos, 2002
especialmente a los
utilizados para el
tratamiento del SIDA y
de las demás
enfermedades
catastróficas.”
Anexo 7 461

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
“Por la cual se dictan Retirado por el Salud sexual
No. Cámara − No.
52 normas sobre salud Autor23 Aug 2002 Retirado No No No No y
Senado 58/02
sexual y reproductiva.” 2002 reproductiva
Archivado en
No. Cámara 37/02 “Por la cual se adiciona
53 Debate21 Aug 2002 Archivado Sí No No Sí N/A
No. Senado − el Código Penal.”
2002
“Por medio de la cual se
aprueba el Estatuto de
Sancionado
No. Cámara 232/02 Roma de la Corte Penal
54 como Ley19 Mar 2002 Ley Sí Sí No Sí N/A
No. Senado 221/02 Internacional, hecho en
2002
Roma, el día 17 de julio
de 1998.”
Archivado por
“Por la cual se expiden
No. Cámara − No. Tránsito de
55 normas sobre acoso u 2001 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 168/01 Legislatura14
hostigamiento sexual.”
Nov 2001
“Por la cual se modifica
Archivado por
el numeral 4 del artículo
No. Cámara 132/01 Tránsito de Educación
56 23 de la Ley 115 de 2001 Archivado No No Sí No
No. Senado − Legislatura24 sexual
1994 y se adicionan
Oct 2001
dos parágrafos.”
“Por medio de la cual se
expide un estatuto para
prevenir y contrarrestar
el ejercicio de la
Sancionado
No. Cámara 85/99 prostitución, la
57 como Ley08 Sep 1999 Ley Sí No Sí Sí N/A
No. Senado 143/01 pornografía infantil y el
1999
turismo sexual con
menores, en desarrollo
del artículo 44 de la
Constitución Política.”
No. Cámara − No. “Por la cual se Archivado en
58 1999 Archivado No No No No Salud
Senado 34/99 establece la Seguridad Debate27 Jul
462 Anexos

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
Social Integral Gratuita 1999
a las minorías
desprotegidas, muy
especialmente
trabajadoras del
servicio doméstico,
trabajadores sexuales
(hombres y mujeres),
vendedores ambulantes
y estacionarios,
tenderos,
famiempresarios y
microempresarios,
vendedores de lotería y
chance, mujeres
cabeza de hogar,
desempleados, taxistas
y conductores de bus y
vehículos pesados,
negros, indígenas,
niños de la calle y
ancianos abandonados,
indigentes, tercera
edad, pensionados y
jóvenes de 0 a 25
años.”
“Por la cual se
Archivado por
establece la seguridad
No. Cámara − No. Tránsito de
59 social integral gratuita 1999 Archivado No No No No Salud
Senado 224/99 Legislatura03
para todos los
Jun 1999
colombianos.”
“Por el cual se adiciona Archivado en
No. Cámara − No.
60 el Título XI del Código Debate02 Dec 1998 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 147/98
Penal (De los delitos 1998
Anexo 7 463

Conflicto
No. Proyecto Tema Estado Año Estado Vsx Menores Penal Otros
armado
contra la libertad sexual
y la dignidad humana). ”
“Por la cual se expiden Archivado por
No. Cámara − No. normas penales sobre Tránsito de
61 1998 Archivado Sí No No Sí N/A
Senado 55/98 acoso u hostigamiento Legislatura12
sexual.” Aug 1998
“Por la cual se expide el Sancionado
No. Cámara 238/99
62 Código Penal. [Código como Ley04 Aug 1998 Ley Sí Sí No Sí N/A
No. Senado 40/98
Penal]” 1998

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