Mic. Grupo 5
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Por otro lado, en el Perú se han registrado 6.982 casos de bullying entre
menores de edad solo en territorio nacional, donde el mayor número de afectados
se encuentran en secundaria presentando aislamiento social y pensamientos
suicidas (Saravia, 2022); en el Perú cada tres estudiantes entre los 12 y 17 años
experimentan acoso por parte de sus compañeros y otra proporción participa en
peleas físicas, actualmente se ha visto involucrado el suicidio, estadisticas
demuestran que de 22 decesos, 20 corresponden a adolescentes (MINSA, 2020).
Lamentablemente en Perú se ha visto una relación del Bullying con el Cyberbullying,
donde se da un mal uso a las redes para buscar hostigar a su víctima de manera
agresiva mediante Facebook, Instagram o Twitter (Vasquez, 2023).
Actualmente, en el distrito de San Juan de Lurigancho se presentan casos
de bullying, han ido incrementando luego de retornar de pandemia (566 casos)
puesto que algunos testigos comentan que hubieron cambios físicos en los cuerpos
de sus menores hijos, cambios que son normales por la evolución de niños a
adolescentes, hace poco tiempo se hizo de conocimiento público que una menor de
edad denunció que fue agredida físicamente por sus compañeros de aula del
colegio Daniel Alcides Carrion, hubo una declaración de la madre de la menor
donde comenta que la niña no quiere volver al colegio y que no se siente segura,
lamentablemente a este hecho las directivas de la institución educativa le hicieron
saber que se solucionara internamente, (Sociedad, 2022) este es solo uno de
muchos casos que en nuestro distrito que son ignorados y se vulnera los derechos
que es la salud y no ser vulnerada físicamente.
Según El Peruano (2024) La tristeza afecta mucho más a las niñas (57%)
que a los niños (29%), así como a quienes se identifican como LGBTQ (69%). En
general, el 29% de los estudiantes tiene problemas de salud mental, con diferencias
significativas entre niñas (41%) y niños (18%). La primera tentación es atribuir el
aumento de los problemas de salud mental a la pandemia y a las restricciones
impuestas desde 2020. Los estudiantes de la Universidad de Lima experimentaron
síntomas graves o extremadamente graves de ansiedad (39%) y depresión (39%)
durante la epidemia, y el 30,8% de ellos tenía deseos de morir. Pero si nos fijamos
en los datos de EE. UU., veremos que la tristeza y las ideas suicidas han continuado
desde 2011, junto con una disminución en otros indicadores de salud mental. ¿Qué
cambios han ocurrido entre entonces y ahora? Un vistazo rápido a los informes
norteamericanos muestra una caída del 40% en el consumo de alcohol, una caída
del 30% en el consumo de marihuana y drogas, y una caída del 30% en el acoso o
el acoso cibernético durante la última década. Los cambios son más técnicos. En
2011, sólo unos pocos adolescentes poseían teléfonos inteligentes, pero hoy su uso
es común. Aunque la coincidencia de tiempos no indica causalidad, algunos
investigadores creen que las redes sociales causan problemas psicológicos en los
jóvenes. Un estudio de 2018 encontró que el tiempo frente a una pantalla se asocia
con tristeza y pensamientos suicidas, mientras que la exposición en persona, el uso
de medios impresos, el ejercicio y la asistencia a la iglesia reducen la probabilidad
de depresión.
Una posible razón de este efecto es el desplazamiento de actividades más
saludables, como el contacto personal o la actividad física, por el tiempo dedicado a
las redes sociales. Y a veces este tiempo no es lo único que importa: hay que medir
la intensidad de uso (importancia dada a las redes sociales) y el uso problemático
(alta frecuencia combinada con adicción).
Ofrece una visión preocupante sobre el impacto de la salud mental en los
estudiantes, destacando disparidades significativas entre géneros y grupos
identificados como LGBTQ. Además, plantea interrogantes sobre los cambios
observados en los indicadores de salud mental desde 2011, señalando una
disminución en el consumo de alcohol y drogas, así como en el acoso cibernético,
pero un aumento en el uso de teléfonos inteligentes y la posible influencia negativa
de las redes sociales en la salud mental de los jóvenes. Estos hallazgos resaltan la
necesidad de abordar no solo la cantidad de tiempo dedicado a las redes sociales,
sino también la calidad y el impacto psicológico de su uso, y subrayan la
importancia de promover actividades saludables y el contacto personal para el
bienestar emocional de los jóvenes.