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Apuntes Sobre El Vino en España

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Tipos de vino

Vino Tinto
El vino tinto se obtiene a partir de la fermentación de uvas tintas. En su elaboración
resulta crucial que pieles y mosto permanezcan en contacto para que el líquido adquiera
color.

Es frecuente clasificar los vinos tintos según su periodo de crianza, es decir, según el
tiempo que han reposado en bodega después de su fermentación:
 Vino tinto joven cuando ha sido embotellado a los pocos meses de haberse
convertido en vino y sin haber pasado por barrica o habiéndolo hecho muy
brevemente; conserva intactos los aromas primarios y permite un consumo a
temperaturas más frescas.
 El vino tinto Crianza ha pasado al menos 24 meses de añejamiento, con un
mínimo de 6 meses en barrica.
 El vino tinto Reserva eleva su envejecimiento hasta los 36 meses, de los cuales
12 meses deben acontecer en las barricas.
 El vino tinto Gran Reserva cuenta con 60 meses de reposo total, con al menos
18 meses en barrica y el resto en botella.

Cuanto mayor ha sido el tiempo trascurrido en contacto con la madera, más


relevantes serán los aromas tostados y especiados en el vino.

La clasificación por su periodo de crianza es muy frecuente en Rioja y Ribera del


Duero, así podemos encontrar:
 Tinto Rioja Crianza, envejecido durante un mínimo de 12 meses en barricas de
roble y el resto en botella.
 Tinto Rioja Reserva, envejecido en barrica de roble y botella un mínimo de 36
meses en total.
 Tinto Rioja Gran Reserva, 62 meses de crianza.
 Tinto Ribera del Duero Roble, con un breve paso por barrica, entre 3 y 9 meses.
 Tinto Ribera del Duero Crianza, con un mínimo de 12 meses en barrica de roble.
 Tinto Ribera del Duero Reserva, 36 meses entre crianza en roble y botella.
 Tinto Ribera del Duero Gran Reserva, con 60 meses de maduración.
Vino Rosado
El vino rosado es producido a partir de uvas tintas o mezclando tintas y blancas, cuya
fermentación trascurre sin la presencia de los hollejos. Hoy, y gracias al marketing,
también es llamado vino rosé.

Los dos sistemas básicos para la obtención de vinos rosados son el prensado y
el sangrado. Ambos parten de uva despalillada y estrujada, es decir, sin raspón y con la
piel rota para que el mosto se libere. En ambos casos, una vez el mosto separado de
pieles y semillas, se inicia un proceso de fermentación como si de un vino blanco se
tratase.

En el primer caso (prensado), los vinos tienen una coloración muy sutil, pues pieles y
mosto han tenido un contacto muy breve antes del prensado.

Por su parte, el rosado de sangrado se obtiene encubando la uva y dejándola en el


depósito en contacto con las pieles hasta que fluya un mosto escurrido del color
deseado.

Existe una tercera opción de obtener un vino rosado consistente en añadir vino tinto al
vino blanco. Esta fórmula, prohibida en la UE, da lugar a vinos de menor calidad.

Vino blanco
El vino blanco obtenido a partir de uvas blancas tras nula o breve maceración. En su
fermentación no intervienen las pieles, hecho que explica la poca intensidad de su
color. Es posible también elaborar vino blanco a partir de uvas tintas si se limita el
contacto de las pieles con el mosto al mínimo, aunque dicha práctica es más habitual en
los vinos espumosos.

El vino blanco que realiza la fermentación maloláctica y/o crianza en madera, suele
ser más graso e incorporar aromas especiados y mantecosos que lo hacen
especialmente gastronómico.

Cuando hablamos de vinos blancos muchas veces tendemos a hablar de uvas, y


asociamos estos monovarietales a tipos de vino, ejemplos pueden ser:
 Vino blanco verdejo
 Vino blanco albariño
 Vino blanco godello
 Vino blanco chardonnay
Vino Orange
El vino orange o vino naranja es un vino blanco elaborado como si de un tinto se
tratase; se conoce también como brisado. Se parte de uva blanca y se deja que su piel y
su mosto maceren y fermenten juntos para que el vino adquiera una tonalidad
anaranjada. Este proceso puede durar desde unos pocos días hasta varios meses.

Son vinos con estructura y un tacto más tánico que el de los vinos blancos
convencionales, producidos habitualmente por elaboradores de vino natural. Su color no
siempre es anaranjado y puede variar desde el dorado intenso llegando hasta el
ambarino, especialmente cuando se someten a crianza en tinajas o barricas.

Vinos espumosos
Los vino espumosos, con burbujas, por lo general, de color blanco o rosado. Puede ser
obtenido a partir de una doble fermentación (método tradicional o método charmat) o
con tan sólo una (método ancestral).

El Champagne o el Cava, por ejemplo, son vinos espumosos de doble fermentación.


Esto quiere decir que fermentan primeramente en un depósito y, posteriormente,
realizan una segunda fermentación en botella, según un proceso conocido como
método tradicional. Son considerados los espumosos de mayor delicadeza y
complejidad.

La mayoría del Prosecco italiano o el Sekt alemán, por su parte, realizan ambas
fermentaciones en depósito, siguiendo un método conocido como Charmat. Su
burbuja no es tan refinada como la de los vinos de método tradicional, pero, a cambio,
sus aromas son más directos y afrutados.

Por último, los Vinos Ancestrales, desarrollan una única fermentación, que se iniciará
en depósito y concluirá en botella. Son vinos de gran digestibilidad,
tacto chispeante y muy versátiles en la mesa.

Los espumosos también se pueden clasificar en función del azúcar residual que
contienen o el color de los mismos.

Vino Dulce
Vino dulce tiene un contenido importante de azúcar, estrictamente hablando, superior
a los 50 gr/l. Los vinos dulces se dividen básicamente en dos grandes familias: la
del vino dulce natural y la del vino naturalmente dulce.
Hablamos de vino dulce natural (VDN) cuando se ha añadido alcohol vínico para
detener la fermentación, consiguiendo así una mayor graduación alcohólica al tiempo
que un azúcar residual que será el responsable de su dulzor. Pertenecen a esta categoría
el Banyuls.

El vino naturalmente dulce (VND) es aquel cuyo único azúcar/alcohol procede de la


propia uva con la que ha sido elaborado. Para su elaboración, se vendimia la uva de
manera tardía o se deja secar al sol para deshidratarla. Posteriormente, se inicia una
fermentación que en ocasiones se detiene de forma espontánea y en otras, mediante frío
u otros métodos. Su graduación es menor a la de los vinos dulces naturales, pues de una
única fuente de azúcar se obtienen tanto la graduación como el dulzor. El Moscato
d’Asti es el ejemplo perfecto de este tipo de vinos. Los vinos de hielo (Icewine,
Eiswein) y los vinos de botrytis (Tokaji, Sauternes) también pueden incluirse en este
estilo.

Vino Generoso
Vino seco con una graduación elevada (entre los 15º y los 23º) obtenida parcialmente
por fermentación y en parte por la adición de alcohol vínico. Jerez-
Manzanilla y Montilla-Moriles son las grandes regiones productora de vinos generosos
de España. El Fino, la Manzanilla, el Amontillado, el Oloroso y el Palo Cortado son
vinos generosos. Cuando un vino generoso tiene un contenido en azúcar superior a los
5gr/l, se denomina Vino Generoso de Licor; en dicho grupo podemos ubicar los Cream
jerezanos. Otras vinos generosos interesantes pueden ser: el Marsala de Sicilia o
el Porto de Portugal.

Vermut
El vermut es un vino blanco infusionado con botánicos al que se le añade alcohol
vínico. Su nombre procede del vocablo germano wermut, nombre con el que se conoce
en alemán el ajenjo, hierba fundamental en la elaboración del Vermut. Su gran éxito
actual reside en una infusión de hierbas, raíces, flores, especias y fruta, a la que se suele
añadir azúcar y alcohol vínico.

Dicha mezcla se deja madurar en barricas hasta que los aromas se ensamblan y el
conjunto resulta armonioso. Además del ajenjo, otros ingredientes habituales en su
elaboración son la genciana, la canela o la piel de naranja.
Todo lo que necesita saber sobre la Ribera del Duero y
sus vinos
La larga tradición vitivinícola de la Ribera del Duero, instaurada por los romanos y
consolidada por los monjes, se siente en sus viñas viejas y en su buen hacer en bodega.
Solo así se entiende que los vinos de la Ribera del Duero figuren entre los favoritos de
los aficionados al vino de casi cualquier rincón del mundo.

Historia
La DO Ribera del Duero, como tal, es una denominación de origen joven (1982),
aunque sus vínculos con el vino vienen de lejos, de la época romana. Sabemos que los
vacceos, pobladores anteriores a los romanos, ya consumían vino, aunque no se sabe
con exactitud si también lo producían.

La invasión árabe supuso un importante hándicap para la producción de vino, que no se


recuperó hasta la Reconquista, de mano de los monasterios. Fue el clero, con la Orden
del Císter, llegada desde la Borgoña, a la cabeza, quien replantó viñedos y dio un
impulso fundamental a la viticultura, esparciendo sus conocimientos por toda la zona.

Nobles y burgueses pronto se interesarían también por el vino expandiendo su cultivo a


un nivel muy superior al actual, ocupando tierras en prácticamente cualquier pueblo.
Esta bonanza histórica, se daría entre los siglos XI y principios del XIX. A partir de
entonces, plagas como el oídio o la filoxera supusieron una crisis de magnitudes
gigantescas para el sector del vino. Otros cultivos como el trigo, más rentables,
empezaron a ocupar las hasta entonces tierras de viñedos.
A finales del siglo XIX, el vino predominante por estos lares era el clarete, elaborado
con una mezcla de uvas tintas y blancas, si bien es cierto que un pequeño, aunque
creciente, grupo de elaboradores empezó simultáneamente a apostar por elaboraciones
de mayor calidad. Las cooperativas, creadas también en un momento próximo, sirvieron
como guardianas de unas cepas gracias a las cuales hoy podemos gozar de vinos de
viñas viejas en la DO Ribera del Duero.

El crecimiento de la Denominación de Origen desde su aprobación fue lento y


progresivo, aunque fundamentado en el clon de tempranillo autóctono de la región, en
un suelo diverso y en un clima de contrastes, el éxito parecía aguardar a la vuelta de la
esquina. Empezaron a crearse pequeñas bodegas y la vid recuperó el terreno que el
cereal le había usurpado. Llegaron inversiones foranas a mediados de la década de
1990, los equipamientos en bodega mejoraron y la DO despegó. Cuando se creó la
Denominación de Origen, tan sólo la formaban 9 bodegas; en 1989, constaban 27
bodegas, mientras que, en 2002, la cifra era ya de 136; hoy, se rebasan las 300.
Los suelos
La DO Ribera del Duero se encuentra al este de Valladolid, en una zona marcada por la
altitud (700-1.100 metros). Las laderas son la ubicación perfecta para los viñedos de
mayor calidad, dada su buena iluminación. Cuando el suelo es pobre, alejado del río, y
con buen drenaje, la uva es más concentrada, dado que las raíces deben explorar las
profundidades en busca de agua y nutrientes. De hecho, ya los más antiguos del lugar
sabían que los suelos pobres y calizos daban los mejores vinos.

En general, los suelos son poco fértiles, sueltos y con elevados porcentajes de caliza.
Podemos dividirlos en tres grandes tipos:
 arcilloso: de textura muy fina y color rojizo, tiende a compactarse reteniendo
muy bien el agua. Da lugar a vinos de gran estructura en boca.
 calizo: de color blanco por su alto contenido en sales calcáreas, es un suelo seco
y árido cuyos vinos rezuman elegancia y complejidad.
 pedregoso: apenas retiene el agua y aporta sensaciones maduras y un tacto
meloso a los vinos.

El clima
La Ribera del Duero cuenta con un clima mediterráneo marcado por una fuerte
continentalidad y con influencias atlánticas.

Llueve poco (450/500 litros/año) y la insolación es muy elevada; los veranos son muy
secos, con noches frías y los inviernos son duros y prolongados.

Las inoportunas heladas primaverales, son uno de los principales peligros a los que las
vides deben hacer frente, mermando de manera considerable la producción en los años
más severos. A cambio, los fuertes contrastes térmicos entre el día y la
noche aseguran un perfecto equilibrio entre madurez y frescor en las uvas, además
de un perfume excepcionalmente complejo.

Variedades de uva
La indiscutible uva estrella de la Ribera del Duero es la tempranillo, conocida
localmente como tinto fino, tinta fina o tinta del país. Su nombre más extendido deriva
de la prontitud con la que madura y sus bondades son conocidas por todos.
Tiene cuerpo y color, perfume de frutos de bosque y una acidez media. En Ribera es
especialmente pequeña y de piel gruesa, gracias a su pausada maduración en altitud y a
la pobreza de los suelos.

El resto de uvas tintas suelen participar en los cortes en porcentajes bajos. Cabernet
sauvignon, merlot y malbec, todas de origen francés, aportan estructura, tacto y tonos
especiados, además de un cierto carácter internacional y capacidad de envejecimiento.
La garnacha, con su amabilidad y perfil goloso, redondea algunos vinos, aunque su
participación es muy minoritaria.

Existe también una única uva blanca autorizada, la albillo. Con ella se elaboran blancos
grasos que integran la madera con elegancia, aunque tradicionalmente, se ha empleado
para añadir un extra de perfume y equilibrio a los vinos tintos.

La DO permite unos rendimientos por hectárea de 7.000 kilos, aunque la media en los
últimos años se sitúa en los 4.400, en un claro esfuerzo por aumentar la calidad y la
personalidad de la uva.

La vendimia es, mayoritariamente, manual, buscando la máxima expresión de unas


cepas que cuentan con más de 80 años en un 10% del viñedo.

Por todo ello, el precio medio de los vinos de Ribera del Duero es relativamente
elevado, algo inevitable teniendo en cuenta las condiciones del terruño y cómo se
trabaja tanto en bodega como en el viñedo. La biodinámica y la ecología, así como el
vino natural, van ganando protagonismo de manera lenta pero progresiva, abriendo
horizontes aún más amplios para la denominación.

Subzonas
La Denominación de Origen Ribera del Duero, situada en la submeseta norte del
Sistema Central, cuenta con 115 kilómetros a lo largo de la ribera del río Duero cuyas
tierras trabajan cerca de 8.000 viticultores. Sus más de 24.000 hectáreas de viñedo se
distribuyen en 4 provincias:
 Burgos: el mayor porcentaje del viñedo de la Ribera se localiza en esta
provincia. La Horra, Pedrosa de Duero o Aranda de Duero son algunos de los
pueblos más representativos. El valle en Burgos es amplio y los abundantes
afluyentes del Duero han hecho florecer suelos que en otras provincias
permanecen escondidos. En las zonas más altas, se encuentran emplazamientos
calizos que el agua no ha arrastrado.
 Valladolid: ubicado en la zona más estrecha del valle del Duero, el viñedo de la
provincia de Valladolid incluye la famosísima Milla de Oro, unos 40 kilómetros
de tierra paralelos al río en los que se concentra un elevado número de bodegas
de gran prestigio. Peñafiel, Pesquera de Duero o Valbuena de Duero se
encuentran en Valladolid.
 Soria: pese al reducido tamaño de su viñedo, pueblos como San Esteban de
Gormaz o Atauta son referentes. Altitud y limos rojizos son señas de identidad.
 Segovia: el porcentaje menor del viñedo de Ribera del Duero pertenece a la
provincia segoviana. Montejo de la Vega de la Serrezuela y Aldehorno son dos
pueblos representativos.

Tipos de vino
Blanco
Muy minoritarios, aunque de interés creciente, están elaborados con la variedad albillo.
En su juventud son frescos y afrutados, con buena acidez; aquellos criados en barrica
añaden complejidad, un tacto más cremoso y cierta aptitud para la guarda.

Rosados
Muy relevantes en otros tiempos, en la actualidad han perdido protagonismo en favor de
los tintos. Al igual que éstos, se obtienen mayoritariamente a partir de la variedad tinto
fino, aunque tanto las otras variedades tintas autorizadas como la albillo pueden formar
parte del corte. En general, son vinos afrutados y sabrosos, con cuerpo, aunque algunas
bodegas están apostando recientemente por un estilo más ligero y con menos color que
recuerda a los vinos provenzales.

Tintos
Elaborados con un mínimo del 75% de tinto fino y un máximo del 5% de albillo, se
encuentran tanto en versión monovarietal, como completados con el resto de variedades
tintas de la denominación. Muestran un intenso color cereza y una boca plena, revestida
de redondos taninos y aromas de fruta negra madura y especias. De algún modo,
consiguen combinar aromas tradicionales con un estilo de vino próximo al del Nuevo
Mundo. El tempranillo de Ribera del Duero es uno de los más concentrados y tánicos de
España y exhibe con orgullo su intenso color y su fuerza frutal, sin renunciar por ello a
la profundidad mineral ni a la suavidad de textura. Los mejores tintos de la región
necesitan tiempo en botella para mostrar toda su complejidad, harmonizando la dulce
fruta negra con los tonos especiados del roble.

Pese a que son cada vez más las bodegas que optan por el marchamo de “cosecha”, sin
especificar el tiempo de crianza del vino, son aún importantes los elaboradores que
dividen sus vinos tintos en Crianza, Reserva y Gran Reserva, sin olvidarnos de la
categoría “Roble”, otro gran éxito de la DO Ribera del Duero.
 Joven: sin envejecimiento o con envejecimiento y/o fermentación en barrica por
un tiempo inferior a tres meses. Frutas maduras (ciruelas y cerezas) perfuman un
color entre el rojo violáceo y el púrpura. Son frescos y medianamente intensos,
pensados para un consumo temprano.
 Vinos Ribera del Duero Roble: con envejecimiento y/o fermentación en barrica
por un tiempo entre 3 y 12 meses. Conservan buena parte de los tonos púrpura
de los vinos sin crianza, sumando algo más de cuerpo y discretos recuerdos de
vainilla, coco o lápiz a una fruta exuberante.
 Vinos Ribera del Duero Crianza: mínimo de 12 meses en barrica de roble y 24
meses en total, entre barrica y botella. Frutas negras y rojas maduras,
combinadas con los aromas torrefactos y especiados del roble. Vinos
equilibrados, potentes y frescos a la par, con cuerpo y buena persistencia.
 Vinos Ribera del Duero Reserva: 36 meses totales, mínimo de 12 en botella.
Conviene distinguir entre el estilo clásico, con más tonos teja y el nuevo, más
cubierto. Los frutos negros, marcadamente confitados en el estilo más actual,
son la esencia de ambos vinos. Los tonos torrefactos y las especias juegan
también un papel crucial en su perfume. Grosso modo, debemos entender el
Reserva como un vino balsámico, potente y estructurado que puede envejecer
durante años.
 Vinos Ribera del Duero Gran Reserva: 70 meses, al menos 24 en barrica. De
producción muy escasa, son una de las grandes joyas de la Denominación, vinos
casi de meditación que llevan todas las virtudes de la crianza y los vinos de
reserva al extremo. La fruta se esconde entre cueros, humos y cacaos. Requieren
tiempo en botella y una delicada decantación para mostrarse en todo su
esplendor.

Maridaje
Los vinos de la DO Ribera del Duero admiten una enorme variedad de maridajes,
máxime desde la incorporación del vino blanco a su reglamentación. A vista de pájaro,
podemos recomendar vinos de mayor crianza para platos de cocciones más largas y
aromas más intensos, reservando los vinos más jóvenes y afrutados para los platos más
ligeros y sutiles.
Los tradicionales cochinillo y lechazo son innegociables entre las carnes, aunque
prácticamente cualquier carne roja asada o estofada funcionará de maravilla con los
tintos de la región. La carne de res y el ciervo, especialmente si se acompañan de salsas
con una base de vino tinto, son también un acierto seguro en compañía de tintos
potentes. El cordero requiere algo más de madera, quizás un Reserva, aunque siempre
dependerá de la elaboración y de los condimentos. El lechazo por su parte demanda
vinos sutiles, de estilo clásico.

Los vinos jóvenes y afrutados, de estilo más internacional, son un verdadero comodín,
admitiendo incluso platos con algo de picante, gracias al dulzor de su fruta y a su
jugosidad. Las barbacoas suponen también una excelente oportunidad para estos vinos,
incluso para los rosados, siempre que la intensidad de la carne no sea demasiado
elevada. La combinación brasa y especias no tiene parangón y no debe limitarse
simplemente a la carne, unas verduras a la brasa, unas setas o incluso un pescado graso
pueden dar lugar a maridajes deliciosos.

Cuando el frío arrecia, es momento de platos de cuchara, de carnes y legumbres cocidas


lentamente. Nada mejor para acompañar estas joyas de la gastronomía española que un
buen vino de Reserva. Si, por el contrario, sus preferencias se centran en otro gran
producto como los quesos, recuerden equilibrar la intensidad del lácteo con la del vino.
A mayor intensidad aromática, mayor potencia en el vino. El abanico de quesos que
funcionan bien con los vinos de Ribera es casi inagotable, aunque parece indiscutible
que la leche de oveja es su mejor aliada. Un queso añejo y un vino Gran Reserva puede
convertirse en un maridaje de los más sencillos, pero también en uno de los más
divinos.

Como guía general y según el tiempo de envejecimiento, estos podrían ser algunos de
los maridajes más exitosos:
 Roble y Crianza: hamburguesas con carne de calidad, tapas o costillas de cerdo.
Jamón, quesos semicurados y embutidos no demasiado picantes. También
cocina de otros países como lasagna o tacos.
 Reserva: estofados de caza y setas, chuletas de cordero o roastbeef. Carnes
ahumadas y rojas, especialmente las de contenido graso medio.
 Gran Reserva: pierna de cordero asada, ciervo o conejo estofado y carnes rojas
finamente especiadas.
La tempranillo: todo lo que necesita saber sobre esta
uva y sus vinos
El tempranillo es la uva tinta más importante de España. Es la más cultivada, incluso
por delante de la garnacha: un total de 220.000 ha. La encontramos prácticamente en
cualquier rincón de la geografía española, está autorizada en 38 denominaciones de
origen y se considera variedad preferente en 14 de ellas.

La uva tempranillo
Sus racimos son grandes y compactos, con los hombros marcados. Las bayas son
redondas, de tamaño medio/grande, con la piel gruesa y de color negro azulado. Su
pulpa es incolora y jugosa. Brota en época media y madura temprano, de ahí su
nombre.

Las cepas de tempranillo son vigorosas y exhiben un porte erguido. Se considera una
variedad fértil y productiva. En el viñedo, no se lleva bien con las temperaturas
demasiado elevadas ni con la escasez de agua. Necesita temperaturas frescas para
preservar su limitada acidez y calor para ganar en color y grado, motivo que explica su
maravillosa relación con el clima continental, en el que los días son cálidos y las noches
frías.

Es bastante sensible a las enfermedades fúngicas, pero, a cambio, evita las heladas de
primavera gracias a su brotación más bien tardía. Funciona bien tanto en poda corta
(vaso) como en espaldera.
¿Cómo es un vino de tempranillo?
El tempranillo es una uva de buen color que da vinos de acidez media/baja,
con taninos discretos y buena fruta. Su mosto es de un intenso color rojizo y de él se
obtienen, en general, vinos suaves, elegantes y muy fáciles de beber. La variedad de
vinos que el tempranillo es capaz de producir es enorme, desde los afrutados y
espontáneos cosecheros riojanos hasta los más deseados vinos de reserva.

Los vinos más jóvenes presumen de tonos violáceos, mientras que aquellos con un
contacto prolongado con la madera derivan hacia tonos teja.

Los aromas de juventud recuerdan a los frutos rojos del bosque mientras que, tras
la crianza, adquieren los recuerdos especiados y torrefactos y parecen las notas de
regaliz, cuero o la hoja de tabaco.

La textura del buen vino de tempranillo es siempre suntuosa.

Sinónimos
Tinto fino, tinta del país, tinta de Toro, tinta roriz, aragonez, cencibel y ull de llebre son
los sinónimos más comunes con los que podemos referirnos a la uva tempranillo. Todos
ellos ponen nombre a las distintas adaptaciones de la afamada variedad tinta a cada
clima y región.

¿Por qué el tempranillo es una uva tan usada?


 Se adapta muy bien a diferentes tipos de clima, especialmente a los frescos.
 Tiene la capacidad de envejecer con elegancia.
 Se adapta muy bien a la crianza en madera.
 Se pueden elaborar con ella todo tipo de vinos tintos (también rosados), desde
vinos jóvenes hasta tintos crianza, tintos reserva o gran reserva.

La crianza en madera y el tempranillo


Tempranillo y roble americano han formado una sociedad tan estable en Rioja a lo largo
de la historia que han conseguido que, hoy, muchos consumidores asocien el aroma de
esta fusión como el perfume natural del vino. El carácter jugoso de la uva y la tanicidad
y los aromas avainillados del roble casan a la perfección.

En Ribera del Duero se apuesta más decididamente por el roble francés nuevo, mientras
que, en el rioja tradicional, el gran protagonisa ha sido siempre el roble americano
usado.
Los vinos de tempranillo en Rioja
En la Rioja Alta, la altitud del viñedo se sitúa cerca de los 500 metros (altitud máxima
700 m), mientras que en las zonas más bajas de la Rioja Oriental desciende hasta los
250. Los suelos mayoritarios son arcillocalcáreos, arcilloferrosos y aluviales. El clima
de la denominación es, en general, bastante menos continental que el de la Ribera del
Duero, de influencia atlántica al oeste y mediterránea al este. Los vientos templados
mantienen las temperaturas a raya, algo que deriva en vinos de graduación contenida,
con un fruta más fresco. Las uvas de las viñas más altas conservan mejor la acidez y
maduran algo más tarde, resultando en vinos más ágiles y perfumados.

En los riojas de estilo más tradicional, el tiempo de envejecimiento suele ser


prolongado. Se explica así que los riojas reserva y los riojas gran reserva sean vinos
delicados, con poco color e intensos aromas a cuero y madera tostada; de hecho,
muchos consumidores ven en ellos un guiño al clásico estilo borgoñón.

En la Rioja Alavesa se producen los vinos más delicados y aromáticos, mientras que en
la Rioja Alta son más corpulentos y firmes, aptos para el envejecimiento; y en la Rioja
Oriental, la garnacha impone su ley.
Otras variedades como la graciano o la mazuelo acompañan con frecuencia al
tempranillo en los vinos tintos.

Los vinos de tinto fino en la Ribera del Duero


Los fuertes contrastes del clima continental sumados a la elevada altitud (850 m)
hacen de la Ribera del Duero un espacio óptimo para el cultivo de la vid. En verano, las
temperaturas diurnas son muy elevadas, con máximas de hasta 40º C que aseguran color
y grado; por la noche, en cambio, el termómetro puede bajar hasta los 20º C, dejando
que la planta descanse y preserve el frescor de la fruta. Los inviernos son largos y duros,
y los veranos, cortos; algo perfecto para una variedad de ciclo corto como el
tempranillo.

Los suelos en la Ribera alternan arenas limosas o arcillosas, con abundantes


capas calizas y concreciones calcáreas.

El tempranillo (tinta del país o tinta fina) de la Ribera del Duero ocupa el 85% del
viñedo, es maduro y jugoso y acostumbra a aparecer recubierto de aromas especiados
como el de vainilla. Los vinos de la región suelen contar con ligeros aportes de uvas
como cabernet sauvignon, merlot o malbec, acercando su estilo al del tinto de Burdeos.

Los riberas huelen a grosellas negras maduras, y a coco si han recibido crianza en
madera. Sus aromas de fruta son más oscuros y maduros que en Rioja y menos que en
Toro.

Toro
En Toro, la tinta de Toro cuenta con una época de maduración de 230 días, cálida e
intensa, que explica en buena medida la contundencia de sus vinos. Aquí las vides se
encuentran entre los 600 y los 750 metros de altitud.

Los suelos son mayoritariamente aluviales, con abundancia de cantos rodados y


gravas en la superficie y arcilla en el subsuelo, que ayudan a retener la tan preciada
agua. La aridez extrema y la pobreza de los suelos explican la contundencia de la tinta
de Toro, mientras que su composición es la responsable de la marcada mineralidad de
los vinos de la región.

El clima es continental extremo, con influencias atlánticas. Llueve muy poco durante
el año (350-400 litros) y prácticamente nada en los meses en los que la uva está
madurando. En verano, es posible alcanzar los 40 grados, mientras que, en invierno, no
es extraño moverse por debajo de los -10º C. La insolación efectiva supera las 2.500
horas y las severas heladas suelen darse en los meses en los que no afectan a la planta.
La suma de todos estos factores de clima y suelo explican que los vinos de Toro tengan
un grado elevado y mucho color, mientras que exhiben una acidez más bien discreta.

Maridaje
El tempranillo funciona muy bien con la caza, especialmente si hablamos de vinos
clásicos con largo envejecimiento en madera. Adora también los guisos de cordero y
es fantástico en su versión más joven y afrutada para acompañar embutidos. Dada la
enorme variedad de estilos que es capaz de producir, existe también un tempranillo
idóneo para multitud de quesos, especialmente si hablamos de quesos curados.

Rioja, Ribera del Duero y Toro son las tres denominaciones de origen clave para
entender la uva tempranillo y resulta muy útil recordarlas en este orden, de menor a
mayor intensidad.

Así, llegado el momento de pensar en compañía sólida para el vino, debemos pensar en
la intensidad del plato que queremos maridar, ya sea carne, queso, un guiso o cualquier
otra cosa. Cuanto más contundente la receta, más debemos pensar en el vino de Toro;
en Ribera si se trata de un plato de mediana intensidad y, en Rioja, si estamos ante
una receta más bien delicada.

No obstante, es importante resaltar que los estilos están cada vez menos definidos y,
actualmente, es perfectamente posible encontrar vinos riojanos de mayor empaque que
algunos ribereños, por ejemplo.

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