Unidad 1
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Unidad 1
FILOSOFÍA DE LA EDUCACIÓN
UNIDAD I
Historia de la educación y la Pedagogía
Como sabemos la educación va de la mano con la evolución del ser humano, ya que todas las sociedades
por más primitivas que sean se apoyan en la enseñanza. Podríamos asegurar que la educación asume su
origen en las comunidades primitivas y el punto de referencia lo encontramos cuando el ser humano pasa
de vivir un estilo de vida nómada a establecerse y ser sedentario; donde ya se beneficia de sus primeras
labores, como la caza y la pesca, la agricultura y la recolección de sus alimentos y sobre todo de su
supervivencia.
Alcanzaríamos a decir entonces, que la Pedagogía aparece en el momento en que se depuran técnicas y
métodos, con el objeto de tener y aprovechar mejor el conocimiento, así como una herramienta para
reflexionar los hechos educativos que cada momento histórico requiere.
Los métodos de enseñanza más antiguos se encuentran en el antiguo oriente: India, China, Persia, Egipto,
así como en la Grecia antigua. Tienen un objetivo común, el paralelismo entre estas naciones radica en
que la enseñanza se basa en la religión y en las tradiciones.
En los países occidentales, los sistemas de educación tienen su raíz en la tradición religiosa de los judíos
y del cristianismo. Una secundaria tradición derivaba de la educación de la antigua Grecia, en donde
Sócrates, Platón y Aristóteles, fueron los pensadores de mayor influencia en su concepción educativa.
El objetivo griego era preparar intelectualmente a los jóvenes para asumir posiciones de liderazgo en las
tareas del Estado y en la sociedad. En siglos posteriores, los conceptos griegos, servirían para el desarrollo
de las artes, la enseñanza de todas las áreas de la filosofía, el cultivo del ideal y la promoción de la
instrucción atlética (Las Olimpiadas).
Los romanos consideraban el uso de la retórica y la oratoria como aspecto fundamental. Los exponentes
mas relevantes son: Quintiliano, educador del siglo I y Cicerón quién propone un ideal “Humanitas”,
inspirada en la paidea griega, además impulsa la oratoria. La educación romana transmitió al mundo
occidental el estudio de la lengua latina, la literatura clásica, la ingeniería, el derecho, la administración y
la organización del gobierno.
Durante los primeros siglos de influencia cristiana, fueron fundadas muchas escuelas monásticas, así como
municipales. La base de conocimientos se centralizaba en las siete artes liberales que se dividían en el
"Trivium", formado por la gramática, la retórica y la lógica, y el "Quadrivium", que era compuesto por
la aritmética, la geometría, la astronomía y la música. Exponente de esta época: San Isidoro de Sevilla.
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Durante el siglo IX, los hechos importantes que se suceden en el Occidente europeo, es la aportación que
lleva a cabo Carlomagno, que, reconociendo el valor de la educación, trajo de Inglaterra, al clérigo y
educador Alcuino, para crear una escuela en el palacio de Aquisgrán.
Durante la Alta Edad Media (s. XII), las ideas del escolasticismo se impusieron en el ambiente educativo
de Europa Occidental. La Escolástica, que utilizaba la lógica para reconciliar la teología cristiana con los
conceptos filosóficos de Aristóteles. Los Maestros escolásticos fueron el teólogo francés Abelardo, y el
filósofo y teólogo italiano Santo Tomás de Aquino. La influencia de estos profesores atrajo a muchos
estudiantes y tuvo una enorme incidencia en el surgimiento de las universidades del norte de Europa desde
el siglo XII. La Primera fue la Universidad de Paris.
A lo largo de este período los principales lugares para aprender eran los monasterios, que mantenían en
sus bibliotecas muchos manuscritos de la cultura clásica. La educación medieval también desarrolló la
forma de aprendizaje a través del trabajo o servicio propio. A pesar de eso, la educación era un privilegio
de las clases superiores y la mayor parte de los miembros de las clases bajas no tenían acceso a la misma.
El renacimiento fue un período en que el estudio de las matemáticas y de los clásicos llegó a extenderse,
como consecuencia del interés por la cultura clásica griega y romana que aumentó con el descubrimiento
de manuscritos guardados en los monasterios. El espíritu de la educación durante el renacimiento está
muy bien ejemplificado en las escuelas establecidas por los educadores italianos, entre ellos destaca,
Vittorino de Feltre. En las escuelas se introdujeron temas como las ciencias, la historia, la geografía, la
música y la formación física. El suceso de estas iniciativas influyó en el trabajo de otros educadores y
sirvió como modelo para los educadores durante más de cuatrocientos años. Entre otras personalidades
del renacimiento que contribuyeron a la teoría educativa sobresalió el humanista alemán Erasmo de
Rótterdam, el ensayista francés Michel de la Montaigne y el humanista y filósofo español Luis Vives.
En los inicios del siglo XVI, las iglesias protestantes surgidas a partir de la reforma propuesta por Martín
Lutero, establecieron escuelas en las cuales se enseñaba a leer, escribir, nociones básicas de aritmética,
el catecismo en un nivel elemental, y cultura clásica, hebreo, matemáticas, y ciencias, en lo que se podría
denominar enseñanza secundaria. En Suiza, otra rama del protestantismo fue creada por el teólogo y
reformador francés Calvino, cuya academia en Ginebra, fue un importante centro educativo. La moderna
práctica del control de la educación por parte del gobierno fue diseñada por Lutero, Calvino y otros líderes
religiosos y educadores de la Reforma.
Los católicos también siguieron las ideas educativas del renacimiento, en las escuelas que dirigían, o que
promovieron, como forma de respuesta a la creciente influencia del protestantismo, dentro del espíritu de
la Contrarreforma. Esa síntesis se realizaba en los centros de la Compañía de Jesús, fundada por el
religioso español San Ignacio de Loyola en 1540, con la aprobación del papa Pablo III. Los jesuitas,
como son conocidos los miembros de esta congregación, promovieron un sistema de escuelas que han
tenido un papel preponderante en el desarrollo de la educación católica en muchos países desde el siglo
XVI: la llamada "Ratio Studioron", que después se transformarían en las "Escuelas Pías", de San José
de Calasanz.
El siglo XVII fue un período de rápido progreso de muchas ciencias y de la creación de instituciones que
apoyaban el desenvolvimiento del conocimiento científico. Muchos educadores ejercieron una amplia
influencia. El educador alemán Wolfang Ratke inició el uso de nuevos métodos para enseñar más
rápidamente la lengua vernácula, las lenguas clásicas, y el hebreo. René Descartes, filósofo francés,
remarcó el papel de la lógica como el principio fundamental del pensamiento racional, postulado que se
ha mantenido hasta la actualidad como base de la educación en Francia. La importancia de la ciencia se
manifestó en los escritos del filósofo inglés Francis Bacon, que fundamentó los procesos de aprendizaje
en el método inductivo que anima a los estudiantes a observar y examinar de forma empírica objetos y
situaciones antes de llegar a conclusiones sobre lo observado. El filósofo inglés John Locke recomendaba
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un currículo y una metodología de educación (que contemplaba la educación física) basada en el examen
empírico de los hechos demostrables antes de llegar a conclusiones. El educador francés san Juan
Bautista de La Salle, fundador del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en 1684,
estableció un seminario para profesores y fue pionero en su educación sistemática.
El educador más destacado del siglo XVII fue Jan Komensky, obispo protestante de Moravia, más
conocido con el nombre latino de Comenio. En su obra "Didáctica Magna", escrita entre 1628 y 1632,
remarcó el valor de estimular el interés del alumno en los procesos educativos y enseñar múltiples
referencias sobre las cosas concretas, más que en sus descripciones verbales. Su objetivo educativo podría
resumirse a una frase de la página inicial de "Didáctica Magna": "…Enseñar a través de todas las cosas a
todos los hombres…", postura que se conoce como pansofía. Los esfuerzos de Comenio para el desarrollo
de la educación universal le valieron el título de "Maestro de las Naciones".
El teórico educativo más relevante del siglo XVIII fue Jean-Jacques Rousseau, nacido en Ginebra. Su
influencia fue considerable tanto en Europa como en otros continentes. En "Emilio", escrito en 1762,
insistió en que los alumnos deberían ser tratados como niños más que adultos en miniatura, y que se debía
atender a la personalidad individual. Entre las propuestas concretas estaba la de enseñar a leer en una edad
posterior y el estudio de la naturaleza y de la sociedad por observación directa. Sus propuestas radicales
sólo eran aplicables a los niños del sexo masculino: las niñas debían recibir educación convencional. El
más influyente de los seguidores de Rousseau fue el educador suizo Johann Pestalozzi, cuyas ideas y
prácticas ejercieron gran influencia en las escuelas de todo el continente. El principal objetivo de
Pestalozzi fue adaptar el método de enseñanza al desenvolvimiento natural del niño. Para alcanzar este
objetivo, consideraba el desenvolvimiento armonioso de todas las facultades del educando (cabeza,
corazón y manos).
Otros educadores influyentes del siglo XIX fueron el alemán Friedrich Froebel, que introdujo la
educación preescolar la cual se conoce como el “Kindergarten”, el filósofo inglés Herbert Spencer, que
defendía el conocimiento científico como siendo el tema más importante a ser enseñado en la escuela. El
filósofo y matemático francés August Comte, teorizador del positivismo social.
El siglo XIX fue un período en que los sistemas nacionales de escolarización se organizaron en el Reino
Unido, Francia, Alemania, Italia, España y en otros países europeos. Las nuevas naciones independientes
de América Latina, especialmente Argentina y Uruguay, miraron para Europa y los Estados Unidos
buscando modelos para sus escuelas. El advenimiento de la educación pública se confunde muchas veces
con el surgimiento de las repúblicas modernas, tal el caso de Francia, por ejemplo. La escuela pública,
encargada de formar ciudadanos mediante una educación básica gratuita para toda la población, comenzó
a difundirse de manera significativa en el siglo XIX.
En inicios del siglo XX la actividad educativa se vio muy influenciada por los escritos de la feminista y
educadora sueca Ellen Key. Su libro "El Siglo de los Niños", escrito en 1900, fue traducido a carios
idiomas e inspiró a los educadores progresistas en muchos países. Entre los educadores de mayor
influencia cabe destacar al alemán Georg Kerschensteiner (Escuela del trabajo), el francés, Ovide
Decroly (centros de interés) y a la italiana María Montessori. En los Estados Unidos tuvo una enorme
influencia, luego extendida a todo el mundo, el filósofo y educador John Dewey. El programa de
actividades que se derivaba de las teorías de Dewey fortalecía el desenvolvimiento educativo del alumno
en términos de animación de las necesidades e intereses del mismo. Llegó a ser el método principal de
instrucción durante muchos años en las escuelas de los Estados Unidos y de otros países. Todos ellos
ejercieron amplia influencia en los sistemas educativos de los países de América latina. Contribuyeron al
interés internacional por la educación soviética las teorías y prácticas pedagógicas que procedían de la
ideología marxista-leninista, tan bien expresada en el trabajo de Antón Makarenko, un claro exponente
de la rehabilitación de los delincuentes juveniles y de la educación colectiva durante los primeros años de
la Revolución.
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El siglo XX ha estado marcado por la expansión de los sistemas educacionales de las naciones
industrializadas, así como por la aparición de sistemas escolares entre las naciones más recientemente
industrializadas de Asia y África.
La situación general histórica de cada pueblo y de cada época. Es decir, la posición, ocupada por la
educación en el suceder histórico. Así, la educación europea del siglo XVII, atormentada por las guerras
religiosas, no es la misma que la educación del siglo XIX, en que se desarrolla más pacíficamente su
historia.
El carácter de la cultura. Según que en ella se destaquen unas u otras manifestaciones espirituales: la
política o la religión, el derecho o la filosofía, influirán en la educación de la época. Así, la educación
clásica es esencialmente política; la medieval, religiosa; la del siglo XVII, realista; la del siglo XVIII,
racionalista, etc.
La estructura social. Según las clases sociales, la constitución familiar, la vida comunal y los grupos
profesionales que predominen en la sociedad, la educación tendrá uno u otro carácter. Así la educación
ateniense era sólo para los hombres libres; la de la Edad Media, principalmente para los clérigos y
guerreros, la del Renacimiento para los cortesanos, etc.
La orientación política. Según que el momento histórico de un pueblo sea imperial como en la Roma del
siglo I o regional como en la Europa del siglo XIV, absolutista como en Alemania del siglo XVIII o
revolucionario como en la Francia de la misma época, así será también su educación.
La vida económica. La educación es distinta, según sea la estructura económica de la época, su posición
geográfica, su tipo de producción. Así, la educación primitiva era principalmente agrícola y ganadera; la
del siglo XIV, gremial y la del siglo XIX, comercial e industrial.
A estos factores históricos hay que añadir los específicamente educativos y pedagógicos, como son:
Los ideales de educación, que están en relación con la concepción del mundo y de la vida de cada época.
Al ideal caballeresco de la Edad Media corresponde la educación del noble; al ideal del Humanismo la
educación del erudito.
La concepción estrictamente pedagógica, basada en las ideas educativas más importantes. La educación
sensorialista de Locke es muy diferente de la idealista de Fichte; la educación naturalista de Rousseau, de
la intelectualidad de Herbart; la educación pragmática de Dewey, de la cultural de Spranger.
La personalidad y la actuación de los grandes educadores son decisivas para la marcha de la educación:
Sócrates y Platón, Lutero e Ignacio de Loyola, Comenio, Pestalozzi y Froebel sin ejemplos, cada uno en
su género, de este tipo.
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Las reformas de las autoridades públicas, como las llevadas a cabo por Federico el Grande en Prusia,
por Napoleón en Francia, por Horacio Mann en los Estados Unidos, por Sarmiento en la Argentina, etc.,
transforman radicalmente la realidad educativa.
Finalmente, las modificaciones de las instituciones y métodos de la educación, como las de Ratke y
Basedow en tiempos pasados o las de Montessori y Decroly en el nuestro, son también decisivas para la
historia educativa.
Vemos, así como la educación está influida por un conjunto de factores de todo género. Pero, a su vez, la
educación influye también en todos ellos. Siempre, en efecto, que se ha querido realizar o consolidar un
cambio esencial en la vida de la sociedad o del Estado, se ha acudido a la educación para ello. Así ocurrió,
por ejemplo, con la Reforma religiosa en el siglo XVI o con la Revolución francesa en el XVIII. Lo mismo
puede decirse de la cultura. Las grandes conquistas de la ciencia, como las realizadas después del
Renacimiento con Galileo y Copérnico, con Bacon y con Descartes, sólo tienen arraigo y permanencia
mediante la acción educativa. Así se establece en suma un movimiento de acción y reacción entre la
sociedad y la educación, y entre ésta y la cultura, que dan continuidad y estabilidad a la historia de los
pueblos.
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3. La educación clásica, en que comienza la civilización occidental y que posee sobre todo un
carácter humano y cívico. Comprende a Grecia y a Roma, las cuales, a pesar de sus diferencias,
tienen muchos rasgos comunes. Su vida cultural autónoma se desarrolla principalmente entre los
siglos X a. de C. y V d. de C., o sea un espacio de unos 15 siglos.
5. La educación humanista que empieza en el Renacimiento, en el siglo XV, aunque ya antes había
vestigios de ella. Esta etapa representa una vuelta a la cultura clásica, pero más aún el surgimiento
de una nueva forma de vida basada en la naturaleza, el arte y la ciencia.
8. La educación racionalista y naturalista. Es propia del siglo XVIII, en que culmina con la
llamada "Ilustración", o sea el movimiento cultural iniciado en el Renacimiento. Es el siglo de
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Condorect y Rousseau. Al final de este siglo comienza el movimiento idealista de la pedagogía,
cuyo más alto representante es Pestalozzi.
10. La educación democrática. Aunque es muy difícil caracterizar la educación del siglo XX, acaso
el rasgo que más la distingue es la tendencia a una educación democrática, haciendo de la
personalidad humana libre el eje de sus actividades, independientemente de su posición económica
y social, y proporcionando la mayor educación posible al mayor número posible de individuos.
Tales son, a grandes rasgos, las principales etapas que ha recorrido la educación hasta nuestros días, y que
sólo hay que considerar como hitos o señales de su desarrollo histórico, el cual naturalmente continúa en
nuestro tiempo y continuará seguramente mientras el hombre viva.
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¿QUÉ ES LA FILOSOFÍA?
Sin embargo, la filosofía, en rigor, no es nada de eso. En primer lugar, no es algo inaccesible porque es un
tipo de conocimiento humano que como tal es posible de ser realizado por cualquier ser humano. Toda la
realidad (el ser humano, el universo y Dios) es susceptible de conocimiento filosófico; el cual es posible
de ser realizado gracias a las capacidades o facultades propiamente humanas.
La filosofía es un grado de saber muy alto, porque apunta a los principios radicales de la realidad, y como
todo lo valioso exige una gran búsqueda por parte del sujeto que la quiera poseer. Pero esa búsqueda es
algo que corresponde propiamente al ser humano. Aristóteles sostiene, al comienzo de la Filosofía
Primera1, que todo hombre desea por naturaleza saber. Los seres humanos estamos hechos para el
conocimiento, y podemos conocer no sólo sensorialmente, sino también intelectualmente.
El ser humano está constituido por una tendencia al saber, a la verdad porque estamos hechos para ella.
Desde el período de la niñez, al despertar la inteligencia los niños preguntan: ¿Por qué? Todos anhelamos
saber. Los seres humanos sufren mucho cuando se encuentran a merced del error o de la ignorancia.
En general, es motivo de tristeza el no entender algo. Por ejemplo, la primera pregunta que aflora a los
labios de una persona ante un dolor muy intenso, que no entiende, es: ¿Por qué? Uno quiere saber.
Justamente, uno de los remedios contra el dolor o la tristeza es conocer la verdad, el porqué de aquello.
Encontrarse con la verdad proporciona un gozo inmenso, profundo. Cuando se le explica a alguien el
porqué de su sufrimiento, el porqué de un suceso, que le ha acaecido a él o a otros, queda confortado. El
saber es un requerimiento de nuestra naturaleza, en esto se fundamenta el derecho a la educación, porque
sin el saber un ser humano es muy desdichado.
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Evidentemente, a esa exigencia muy humana de saber, le corresponden diversos grados y niveles de
conocimiento. Uno puede encontrarse satisfecho con poco, pero también se puede tratar de saber lo más
que podamos. Esta aspiración es muy necesaria en nuestra época, ya que es muy compleja, y para poderla
gestionar no basta con planteamientos parciales o superficiales, porque de esa manera los problemas no
se solucionan, sino que se agravan. Es conocida la frase de un filósofo, hace unos años que ante la
pregunta: ¿qué nos pasa? respondía: "Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa". Precisamente,
lo difícil de nuestra situación hace que acometamos un conocimiento profundo, que esté a la medida de
los grandes problemas y los retos que se nos presentan.
En general, aunque cultivemos un área especializada del saber podemos tratar de ahondar y ejercer la
filosofía. Se puede saber más o menos cosas de la realidad, pero cabe no conformarse, se puede
profundizar más y entonces preguntarse: ¿y qué es la realidad en cuanto tal? ¿Con qué actos de
conocimiento yo me puedo medir con ella?, ¿con qué tipos de actos cognoscitivos la realidad se me puede
entregar en su núcleo más radical?
En todas las disciplinas que se cultiven, en las ciencias exactas o en las ciencias humanas, caben niveles
cada vez mayores, de conocimiento de esas realidades que se tratan. Por ejemplo, se puede saber más o
menos matemáticas, pero todavía puede preguntarse: ¿y qué es el número? Se puede saber más o menos
las propiedades de la materia, y aún cabe preguntarse ¿y qué es la materia? Se puede saber todo lo que se
refiere a un tipo, específico, de acciones; pero puede preguntarse todavía: ¿y qué es la acción? Se pueden
tener planteamientos políticos, pero aún podemos preguntarnos ¿qué es la sociedad, ¿qué es la política?
No es conveniente hacer votos de pobreza intelectual. El ser humano tiene necesidad de saber cada vez
más, no está hecho para la ignorancia, y cuando se instala en ella es porque ha violentado su inteligencia,
de manera que ha desistido, le parece bien vivir en esa oscuridad, sin deseos de conocer más. Justamente
cuando el afán humano de saber se desvirtúa, cuando no crece o no se alimenta correctamente, la
naturaleza sale por sus fueros y en su deseo de saber un ser humano intenta aquietar esos afanes
abocándose a unas cositas prácticas, a temas insignificantes, a las apariencias, en ámbitos propios o ajenos,
y entonces para paliar el aburrimiento, el vacío se va saltando de una cosa a otra, como en un
caleidoscopio, es el reino de las imágenes, de representaciones de las que se ignora su sustento real.
Si bien el conocimiento filosófico es accesible a cualquiera no quiere decir que se reduzca a una simple
cosmovisión o concepción de la vida que cualquiera pueda tener. La filosofía como ciencia es un saber
sistemático de manera que hay una coherencia entre sus diversas partes. Debido a los temas que trata y la
profundidad con que lo hace, la verdad que alcanza es de mucha importancia para la vida humana porque
conlleva un saber unitario, integrador, sin el cual los datos aspectuales quedan sueltos.
De otra parte, se puede conocer algo de la Filosofía, pero, del mismo modo que a las personas sólo se les
quiere cuando se les trata y se les conoce, también a la filosofía la amamos en la medida en que la
buscamos y la ejercemos. Uno de los modos de ejercer la filosofía es volviéndonos a plantear los
problemas que los grandes filósofos han tratado de comprender. De ahí que la filosofía no se conoce con
sólo la lectura somera de los textos, sino que es preciso ejercer la actividad filosófica, es decir realizar los
actos de conocimiento que ha tenido que realizar el filósofo a quien se lee, esforzándose por ponerse en
su situación, de tratar de pensar como él, manteniendo un diálogo a través de lo cual se conoce la intención
de verdad que tal filósofo ha tenido y ver si ha logrado o no responderse adecuadamente.
Para iniciarse en la filosofía es de gran ayuda el que uno sea introducido en ella, llevado, por decirlo así,
de la mano por alguien que ya la conoce, que la ejerce, que la ama. Ése es propiamente el filósofo. Pero
los filósofos auténticos no abundan, y uno puede tener un primer contacto con la filosofía que le lleve a
acercarse a ella o a rechazarla alejándose sin siquiera conocerla. Por eso hace falta recurrir a los grandes
maestros, algunos de ellos citaremos en esta introducción a la filosofía, y si bien no es posible agotar su
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filosofía en pocas páginas por lo menos tendremos un acercamiento a las líneas principales de su
pensamiento, a sus aportes. Con todo, lo más importante son las disposiciones interiores, porque de nada
serviría tener los mejores maestros de filosofía si no hay el interés y el esfuerzo para buscarla y ejercerla.
Por lo demás, la filosofía es una búsqueda siempre nueva del saber. El camino de la filosofía se estrena de
un modo nuevo cada vez con cada quién; no es algo rutinario, nunca se repite; cada uno de sus
descubrimientos se viven como si fuera el primero. Nada más alejado de la auténtica filosofía que la
repetición manualística. Lo que tiene de apasionante la filosofía es esa continua búsqueda y encuentro, en
el que al conocer se entrega la verdad y se goza el sujeto al contemplarla. Aunque la verdad no sólo puede
encontrarse en la Filosofía, éste es un camino bastante adecuado para encontrarse con la verdad.
En suma, el afán de saber es lo propiamente humano, pero el camino para alcanzarlo, aunque es asequible
al hombre, y apasionante, es arduo. Por ello requiere unas actitudes por parte del sujeto, del aspirante a
filósofo. Al respecto, el profesor L. Polo afirma: "el filósofo es una persona en cierto modo ingenua:
aspirar a la verdad a pesar de todo, a pesar de las dificultades, porque, por así decirlo, la verdad no es
mujer fácil; la verdad es muy pudorosa y sólo se entrega a sus grandes amadores. Si no fuera así, la verdad
no tendría valor. La verdad es difícil y hay que contar con las propias limitaciones"
En latín, sabiduría se expresa con el término sapientia, que viene de sapere, que significa en un sentido
amplio saber, por lo que sabio es el buen conocedor, el que juzga acertadamente, gracias a que domina los
temas que ha estudiado. Supone un saber superior al ordinario. En sentido estricto sapere hace referencia
al buen gusto, al tener un paladar fino y delicado. Por ello, quien ejerce el saber filosófico, suele tener un
“paladar” habituado a la verdad.
El término sabio también tiene antecedentes históricos. Según una conocida tradición, que aunque ha sido
discutida tiene valor como ilustración, se afirma que fue Pitágoras quien empezó a usar la palabra filósofo,
cuando se le preguntó acerca de cuál era su oficio, y él respondió que no sabía ningún arte, sino que era
simplemente filósofo; y para que se entendiera mejor, hizo una comparación con las Fiestas Olímpicas,
diciendo que unos acudían por competir, otros por hacer negocio, y otros sólo por el placer de ver el
espectáculo; éstos últimos serían los filósofos.
Una explicación bastante acertada de lo que es la filosofía, la realiza Platón, en su diálogo El Banquete.
Aquí sostiene que el amor es hijo de Poros, el dios de la abundancia y de Penia, la diosa de la pobreza;
por ello el amor tiene parte de los dos. Así pues, la filosofía tiene, por una parte, riqueza, que le viene del
tema al cual tiende: la sabiduría, y por otra parte, pobreza, del hecho de no poseerla, de estar siempre en
continua tensión hacia ella. En esta vida no tendremos la posesión completa del saber, pero tampoco
careceremos absolutamente de él. Es una situación de tensión, un saber que nunca acaba, que no agota el
conocimiento de la realidad, sino que se dirige hacia él y en la medida que lo consigue renueva y continúa
su búsqueda.
A partir de esa tradición el nombre de sabio se cambió por el de filósofo, y el nombre de sabiduría por el
de filosofía. El nombre de sabio corresponde a quien busca y ama a la sabiduría por sí misma y no por
otro motivo, desinteresadamente. Es una actividad propiamente humana ya que la inteligencia humana
está hecha para poseer la verdad, en definitiva, la realidad.
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Ya desde la antigüedad, se tenía nociones de la sabiduría. Así tenemos la definición que de ella da
Aristóteles en su Metafísica. Según ésta la sabiduría es un conocimiento profundo, que va hacia las causas:
"Nosotros estimamos que en toda empresa los arquitectos son más sabios que los obreros manuales,
porque conocen las razones del trabajo, mientras que los últimos trabajan sin saber lo que hacen. No es la
habilidad práctica la que hace ser más sabio, sino la comprensión y el conocimiento de las causas".
Y en el libro VI de la Ética a Nicómaco, se explica un poco más. Allí se entiende la sabiduría como un
hábito, es decir, como una disposición del espíritu, de una virtud intelectual. Se trata de un hábito que el
hombre adquiere (los hábitos pueden ser innatos o adquiridos por el ejercicio) en su inteligencia.
¿Y cómo se adquiere este hábito de la sabiduría? La sabiduría es la consideración de las causas primeras.
Sólo considerando esas causas tan radicales es posible adquirir la sabiduría. Lo específico del ser humano,
lo que le diferencia de otros vivientes, es su naturaleza racional. Según esta facultad el hombre puede tener
virtudes intelectuales, según los actos intelectuales que realice. Estos actos intelectuales tienen su
correspondiente hábito o virtud.
Además, como sabemos, el intelecto humano puede ser tanto teórico como práctico, ya que se puede
aplicar al conocimiento de los principios más radicales de la realidad (sabiduría teórica), o se puede
aplicar a los asuntos concretos y prácticos (sabiduría práctica). Así, la sabiduría teórica tiene por objeto
las causas primeras y la filosofía apuntará en primer y principalísimo lugar a la sabiduría teórica, que no
se propone ninguna aplicación práctica, ninguna utilidad. La sabiduría práctica consiste en saber aplicar
los principios éticos fundamentales a las situaciones concretas. De ahí que sea clave la virtud de la
prudencia.
La sabiduría es también ciencia, como veremos en el capítulo IV, puesto que la ciencia es el conocimiento
de verdades a las que se llega por demostración a partir de unos principios: la sabiduría filosófica añade a
la ciencia la característica de versar sobre los mismos principios y juzgar sobre todas las cosas.
El objeto material es aquello que se estudia, la materia de la cual se ocupa una ciencia. El objeto material
de la filosofía es todas las cosas, la realidad en su totalidad. En esto se diferencia de las Ciencias
Particulares, que sólo atienden a una parte de la realidad. Toda la realidad puede ser materia de estudio
filosófico.
El objeto formal es la perspectiva, el método, desde los cuales se estudia el objeto material. El objeto
formal de la filosofía es el estudio de la realidad "por sus causas últimas", es decir, buscando sus principios
y las causas más profundas del ser y la naturaleza de los seres. Este punto de vista es lo más propio de la
filosofía, y es lo que le distingue de los otros tipos de saber, que se quedan sólo en explicaciones más
restringidas.
En el objeto material la filosofía puede coincidir con otros saberes que también se ocupan de la totalidad,
como por ejemplo, el saber enciclopédico, pero se distingue de ellos en su objeto formal, es decir, en la
perspectiva con que estudia la realidad.
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2). Por sus causas últimas: Como hemos señalado antes, se podría decir que la filosofía tiene el mismo
objeto material de una enciclopedia, ya que ésta versa sobre todas las cosas. Sin embargo, se diferencia
en que el objeto formal de la filosofía es estudiar esa realidad desde sus causas últimas.
En el objeto formal reside también la distinción entre el saber filosófico y el de las ciencias particulares.
Por ejemplo, la filosofía se diferencia de las demás ciencias en que llega a preguntarse por las causas
últimas. Por ejemplo, tanto la psicología, la anatomía, la sociología y la filosofía estudian al ser humano.
Sin embargo, cada una de ellas lo estudia desde una perspectiva distinta.
La filosofía va más allá de las causas inmediatas, hasta llegar a las causas esenciales, o a los principios
más radicales de la realidad, por tanto lleva a profundizar. Así, la psicología puede decir la causa por la
que una persona está triste, al poner en relación la disposición del carácter y personalidad de alguien con
respecto a unas determinadas circunstancias, sucesos, etc. El conocimiento de esas causas es importante,
pero todavía se puede profundizar más y preguntarse por qué al ser humano le acaece la tristeza. Esta
pregunta apunta a las causas más profundas, lo cual puede ser respondido desde la Filosofía.
Sin embargo, la filosofía también podría confundirse con la teología, en cuanto que ésta es un saber sobre
las causas últimas. La diferencia está en que la filosofía procede según la luz de la razón. En cambio, la
teología es un saber que se basa en el dato revelado, es decir en la fe sobrenatural. Lo cual no quiere decir
que su fundamento sea irracional, sino supra racional (por encima de lo racional).
La filosofía es por ello un saber natural, a diferencia de la fe que es un saber sobrenatural. Así por ejemplo,
en este libro no partiremos del dato revelado para explicar las profundidades de lo real. Esto evidentemente
no quiere decir que no lo apreciemos, sino que no es ése el método filosófico.
En la vida diaria es frecuente escuchar hablar de la "la filosofía" que orienta una empresa, institución,
partido político, etc., y también se hacen referencias a la filosofía de una persona o que todo ser humano
es un filósofo. En definitiva, cualquier actividad que tenga fines y medios supone una concepción de la
realidad, del ser humano, y de su finalidad.
Sin embargo, lo importante es tratar de someter la propia "filosofía" a un atento examen para ver si está o
no correctamente fundamentada. Por ello, el estudio ordenado, sistemático y fundamentado de la filosofía
es muy recomendable para tener una visión radical de la realidad y también proporciona suficiente criterio
para saber discernir los aciertos y errores de las ideas predominantes en los ámbitos científicos, culturales
y sociales.
Por otra parte, la filosofía debe entrar en diálogo con las diferentes ciencias. Para esto hay que disponerse
a mucho estudio y a un continuo diálogo, lo cual se sostiene en un constante esfuerzo. Tal como sucede
en cualquier saber especializado, en filosofía sólo se adquiere una adecuada perspectiva cuando se ha
llegado a un cierto nivel de conocimientos. El acceso a los temas, autores, y terminología filosóficos son
paulatinos y comporta dificultades.
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Esta dificultad se hace mayor cuando la filosofía versa sobre la ciencia, psicología, arte, etc. En estos casos
se requiere una reflexión sobre conocimientos proporcionados por otras ciencias, de las cuales se debe
tener un conocimiento o base suficiente, de lo contrario, la pretensión de la filosofía de iluminar esas
ciencias queda desautorizada.
* Weltanschauung (Cosmovisión) es una palabra alemana que se refiere a la “forma de concebir el mundo y la
vida”. Es un término que se utiliza en filosofía para referirse a la imagen general del mundo que tiene una persona,
época o cultura y que sirve como marco de referencia para interpretar la realidad
LAS 10 RAMAS DE LA FILOSOFÍA
(Y SUS PRINCIPALES PENSADORES)
La filosofía es uno de los ámbitos de conocimiento más difíciles de definir. Esto hace que, a lo largo de la
historia, hayan sido muchos los pensadores que se han propuesto la tarea de ponerle palabras a ese
concepto tan abstracto.
Quizás menos difícil es delimitar las diferentes ramas de la filosofía para, al concretar más de qué trata
cada una, tener una mejor visión global tanto de esta disciplina como de los filósofos que se dedican a
ella.
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Teniendo en cuenta que todo lo que creemos saber puede ser cuestionado de mil maneras diferentes, y que
cualquier tipo de creencia que tengamos, por arraigada que esté, peligra ante la filosofía, es interesante
saber cuáles son los diferentes flancos por los que la tarea de los filósofos puede servir para que
aprendamos, dejando atrás ideas desfasadas.
A continuación, daremos un repaso a las diferentes ramas de la filosofía, que en su conjunto son una
evidencia de hasta qué punto esta es una actividad variada y prolífica, así como a los distintos pensadores
que destacaron en cada una de ellas.
1. Epistemología
La epistemología se centra en el estudio del modo en el que los seres humanos generamos conocimiento
a partir de nuestras reflexiones y de nuestra relación con el entorno. Se trata de examinar tanto la validez
de las conclusiones a las que llegamos teniendo en cuenta tanto los datos iniciales como la metodología
usada, pero considerando también el contexto social e histórico en el que surgen las hipótesis y las
preguntas que deben ser contestadas.
La epistemología lleva existiendo desde hace muchos siglos, desde el Renacimiento, y entre sus
representantes más famosos se encuentran figuras históricas como René Descartes, David Hume o John
Locke.
2. Filosofía de la Lógica
Los filósofos pertenecientes a este ámbito se dedican a estudiar los sistemas lógicos, sus cualidades y
coherencia, así como el modo en el que permiten extraer conocimientos. Por otro lado, en este campo de
investigación filosófica también se reflexiona sobre la naturaleza y antología de las operaciones lógicas:
¿forman parte de la naturaleza, o son únicamente un constructo humano, por ejemplo?
Además, actualmente guarda una estrecha relación con los campos de la ingeniería informática.
Kurt Gödel, Aristóteles o Charles Sanders Peirce son algunos de los pensadores que destacaron en esta
disciplina.
3. Gnoseología
La gnoseología es la rama de la filosofía que estudia el alcance, el origen y la naturaleza del conocimiento
en general. Es decir, que aborda los aspectos formales del conocimiento, no su contenido de manera
concreta.
A diferencia de la epistemología, la gnoseología investiga acerca del acto de saber en general, no solo la
solidez de las hipótesis y de los argumentos, ni la manera concreta en la que generamos creencias
específicas e intentamos ponerlas a prueba o darles legitimidad para que pasen a ser conocimiento (la
epistemología suele poner el foco en los procesos de producción de conocimiento científico y en los
esfuerzos sistemáticos para conocer la realidad que hay tras ello). Por eso, algunos autores afirman que la
gnoseología incluye a la epistemología.
4. Ética
La ética es la rama de la filosofía que se encarga de examinar las maneras en las que podemos establecer
lo que es moralmente correcto y lo que no lo es. Prácticamente todas las personas actúan siguiendo una
moralidad, pero muy pocas se hacen preguntas de manera sistemática para examinar hasta qué punto sus
escalas de valores y su aplicación de la moral son correctas.
Entre las incógnitas que intenta resolver la ética destaca la de si la moral universal existe o si la moral es
tan solo una creación humana producto del desarrollo histórico y de los contextos que se van dando a
nuestro paso.
Sócrates, Platón o Tomás de Aquino son ejemplos de este tipo de filósofos.
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5. Estética
Esta es la rama de la filosofía que se centra en el estudio de la percepción de la belleza, dentro y fuera de
las formas de expresión del arte, y sea una percepción visual o no. Aunque no se dedicaron únicamente a
esta rama, tanto Martin Heidegger, Platón o Denis Diderot trabajaron en este ámbito.
6. Axiología
La axiología es la rama de la filosofía que se encarga del estudio de los valores, los cuales son divididos
en valores éticos y valores estéticos. Por ello, desde estas investigaciones se intenta saber cómo y por qué
consideramos valiosas unas cosas y u otras, ya sea en el ámbito de la ética y la moral o en el terreno de la
belleza. Debido a esto, muchas veces se considera que es la unión de la ética y la ética y la estética,
mientras que, para otros autores, al unir ambos temas, plantea ya de por sí un debate interesante: cómo se
relacionan lo bueno y lo bello, cómo interactúan entre sí ambos criterios.
7. Filosofía de la ciencia
Se trata de la rama de la filosofía que se encarga de examinar tanto la naturaleza de la ciencia como hasta
qué punto se aplica a la práctica para obtener conocimientos válidos y confiables.
Su aparición data de finales de los años 20, momento en el que surgió de la epistemología a partir del
Círculo de Viena. Entre los pensadores más destacados en este ámbito destacan Rudolf Carnap, Karl
Popper y Thomas Kuhn.
Aunque en muchos aspectos se solapa con la epistemología, también incluye aspectos de investigación de
carácter sociológico o incluso moral, como por ejemplo a través de preguntas como cuál debe ser el
objetivo de la ciencia, o por qué en ciencia suelen tener más éxito ciertos planteamientos de generación
de hipótesis iniciales y no otras.
8. Ontología
La ontología es la rama de la filosofía dedicada a indagar acerca de la existencia de los fenómenos. Esto
no implica únicamente preguntarse por lo que existe y por lo que no, sino también considerar en qué
sentido existen las cosas: ¿es lo mismo un cocodrilo que el concepto de un dragón, siendo que este último
solo existe en la ficción?
Algunos de los filósofos que destacaron en este ámbito fueron Platón, Aristóteles, Georg Hegel, Gottfried
Leibniz o George Berkeley.
9. Filosofía Política
Los pensadores dedicados a esta tradición se dedican a pensar e investigar sobre los conceptos y las lógicas
que hay detrás de las ideologías políticas, de los movimientos sociales y de los sistemas de valores que
subyacen a las propuestas políticas y económicas.
Montesquieu, Adam Smith, Max Stirner, Karl Marx, Simone de Beauvoir o Thomas Hobbes son algunos
de los pensadores más importantes en esta rama.
Un ejemplo de cuestión a resolver que se plantean los filósofos de este ámbito es si hay una relación
directa entre significante y significado, y cómo se crean los conceptos verbalizables.
Ferdinand de Saussure o Ludwig Wittgenstein son ejemplos de pensadores que se interesaron por esta
área.
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Referencias bibliográficas
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▪ Quine, W.V.O. (2004). Philosophy of Logic. Harvard: Harvard University Press.
▪ GILSON, Etienne, “The Ethics of Higher Studies” en Harvard Alumni Bulletin, 30, 27 de octubre
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PostGrado en Artes y Ciencias de Harvard), en El Amor a la Sabiduría, AYSE, Caracas, 1974,
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