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RESUMEN CIVIL II - 2º PARCIAL - CONTRATOS Terminado

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+DERECHO CIVIL II (CONTRATOS)

TEMA 1 EL CONTRATO.

1. EL CONCEPTO DE CONTRATO.
1.1 Desenvolvimiento histórico de la idea de contrato.
Art. 1254 CC: “el contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse, respecto de
otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio”.

El contrato es un mecanismo de generación de derechos y obligaciones respecto de las partes, quienes


se encuentran vinculadas a la realización de una promesa por el mero hecho de haberse comprometido a
ello, por haber prestado su consentimiento. Es, además, fuente de las obligaciones (art. 1.089, como
vimos en el primer parcial).

El tradicional formalismo del Derecho romano clásico, representado inicialmente por la stipulatio, impedía
considerar la materia con el alcance general que hoy otorgamos a la idea de contrato.

La idea contemporánea de contrato es tributaria de otros impulsos y requerimientos, generados con


posterioridad al sistema justinianeo:

o El primero de ellos viene representado, ya en la época del ius commune, por la influencia de
quienes (en términos modernos) denominaríamos canonistas. La influencia de la Iglesia católica
durante los siglos del medievo y la generalización de los textos canónicos arrojó la consecuencia
de que determinadas reglas morales de general aceptación insuflaran un nuevo aire a las
rigideces características del Derecho romano, y acabarán por incorporarse a las legislaciones
propias de la mayor parte de los territorios europeos. Entre tales reglas destacan la idea de la
actuación de buena fe y el principio de respeto de la palabra dada.

o Otra línea de superación del formulismo romano viene representada por la dinámica del Derecho
Mercantil. Los mercaderes, llevados de necesidades concretas, necesitan soltar el mayor lastre
posible de las reglas formales de procedencia romana y contar con mecanismos contractuales
más flexibles para ampliar su ámbito de actuación. Actuando de forma corporativa y una vez
consolidada una jurisdicción propia (los Tribunales de comercio), coinciden con los canonistas en
generalizar la idea de que el consentimiento mutuo constituye la esencia del contrato.

o El tránsito a la Edad Moderna acentúa la consideración de la voluntad individual (y, por tanto, del
consentimiento de ambas partes contratantes) como base del contrato. Juega en ello un papel
decisivo la denominada “escuela de Derecho natural”.

o Trasplantadas dichas ideas al mundo del Derecho, la conclusión es obvia: el contrato como
categoría es manifestación del consentimiento y así pasa al Code Napoleón y al resto de los
Códigos Civiles.

1.2 El contrato como medio de intercambio de bienes y servicios.


Es evidente que nadie es autosuficiente y que, por tanto, cualquier persona ha de contar con los demás,
ya sea para hacer frente a sus necesidades reales, ya sea para satisfacer sus caprichos.

La satisfacción de las necesidades individuales en un mundo en el que todas las riquezas están ya
ocupadas y nadie realiza actividad alguna sin la oportuna contraprestación se consigue, pues, a través de
una cadena sucesiva de intercambios económicos.

Por supuesto no todos estos intercambios son de la misma naturaleza, y no todos pueden calificarse
como contratos: cuando un estudiante se matricula, pese al pago de las tasas académicas, no está
realizando un contrato; igual sucede con un enfermo beneficiario de la seguridad social que acude al
médico asignado. Aunque están accediendo a bienes (la enseñanza, la asistencia médica) que pueden
ser, igualmente, objeto de contrato, en los ejemplos puestos son ofrecidos por esquemas más complejos
y, en definitiva, por la intervención del Estado, que abarata o facilita dichos bienes atendiendo al interés
público o a un cierto tipo de organización social.

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Ahora bien, si es cierto que no todo intercambio de bienes y servicios es un contrato, lo es igualmente que
la mayor parte de tales intercambios constituye la base de lo que los juristas denominan contrato: esto es,
el acuerdo en realizar un determinado intercambio de un bien o servicio cualquiera por otro bien o servicio.

Comúnmente uno de esos bienes es el dinero (medio de intercambio por excelencia), pero puede cerrarse
un contrato cualquiera en el que el dinero no intervenga para nada (ej.: concedo a un constructor la
posibilidad de levantar una casa en un solar de mi propiedad a cambio de que él me otorgue título de
propiedad del ático del edificio que se construya).

1.3 La patrimonialidad de la relación contractual.


En principio, un contrato es fundamentalmente la veste jurídica de una operación económica consistente
en un intercambio de bienes o de servicios. Indudablemente, ninguno nos detenemos a pensar en dicha
veste jurídica cuando el intercambio se hace de forma inmediata: tomarse una caña en un bar, comprar
un brillante que vamos a regalar…
La valoración o decisión económica ínsita en todo contrato evidencia un dato que, desde el punto de vista
jurídico, tiene una extraordinaria importancia: el carácter patrimonial de la relación contractual. Todo
contrato debe tener por objeto prestaciones susceptibles de valoración económica, ya consistan tales
prestaciones en bienes (o cosas) o servicios; aunque dicha valoración económica resulte unas veces
fácilmente determinable (precio de mercado de cualquier bien) mientras que en otras su materialización
depende en gran medida del propio interés, voluntad o capricho de los contratantes (pagar más o menos
caro un retrato de un afamado pintor). En cualquier caso, por principio e incluso en los contratos
unilaterales (donación o regalo), el requisito de la patrimonialidad ha de estar presente en todo acuerdo
contractual. Por el contrario, otras figuras jurídicas consistentes también en acuerdo de voluntades (ej.:
matrimonio) no pueden ser consideradas propiamente como contratos por faltarles la nota de la
patrimonialidad.

2. AUTONOMÍA PRIVADA Y FUERZA VINCULANTE DE LOS CONTRATOS.


2.1 Libertad de iniciativa económica privada y autonomía privada.
Si en el contrato, considerado en general, subyace un INTERCAMBIO ECONÓMICO OBJETO DE VALORACIÓN
POR LAS PARTES, no puede extrañar que el estudio del mismo haya servido para resaltar el papel
conformador de la voluntad de los contratantes, y en definitiva, la libertad de iniciativa económica
privada reconocida por la generalidad de los sistemas de los países evolucionados.
Tradicionalmente, el contrato ha sido considerado como un instrumento dejado a la voluntad de los
particulares y, de dicha realidad, la doctrina jurídica ha deducido el PRINCIPIO DE AUTONOMÍA PRIVADA O
AUTONOMÍA CONTRACTUAL.

2.2 Ámbito propio de la autonomía privada.


La relevancia que la voluntad de las partes asume en el ámbito contractual requiere algunas
observaciones que enmarquen el alcance de la autonomía privada y de la libertad contractual:
1) En primer lugar, la autonomía privada no puede ser contemplada al margen del ordenamiento jurídico,
que la reconoce y protege y, por tanto, NO PUEDE ATENTAR CONTRA EL PROPIO ORDENAMIENTO JURÍDICO y,
en concreto, contra las normas de carácter imperativo, la moral y la buena fe. No obstante, la mayoría de
las normas legales referentes al contrato tiene carácter dispositivo, y por lo tanto, son disponibles y
sustituibles por las partes. Aunque también hay normas contractuales de derecho imperativo que tienen
primacía sobre la autonomía privada.
2) De otra parte, en términos teóricos, parece claro que NO SE DEBE LLEVAR A UNA HIPERVALORACIÓN
CONCEPTUAL DE LA VOLUNTAD DE LAS PARTES que concluya en afirmar sencillamente que el contrato es un
acuerdo de voluntades, con el olvido del substrato económico del mismo y, en particular, de la nota de
patrimonialidad.

2.3 Autonomía privada y fuerza vinculante de los contratos.


La consagración normativa de la autonomía privada en nuestro CC se encuentra formulada en el art.
1.255: “los contratantes pueden establecer los pactos, cláusulas y condiciones que tengan por
conveniente, siempre que no sean contrarios a las leyes, a la moral, ni al orden público”. Esto es, una vez
RESPETADOS LOS LÍMITES INSTITUCIONALES DE LA AUTONOMÍA PRIVADA, EL CONTENIDO DE LOS CONTRATOS
DEPENDE EN EXCLUSIVA DE LA PROPIA VOLUNTAD DE LAS PARTES.

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Hay que tener en cuenta otras consideraciones:
1. Las prescripciones legales pueden dotar al acuerdo contractual de un significado y alcance distintos
al establecido por las partes en el clausulado contractual. Así el ordenamiento jurídico despliega
también un papel de carácter positivo en relación con el contrato, incluso contradictorio con la voluntad de
las partes, acreditando que la voluntad de éstas no es omnímoda y todopoderosa.
2. El ordenamiento jurídico constituye precisamente el fundamento último de la relevancia de la voluntad
de las partes, y otorga al contrato una fuerza vinculante y unas posibilidades de actuación de las que
podría carecer técnicamente hablando. La fuerza vinculante de los contratos se encuentra sancionada en
el artículo 1.911 CC, conforme al cual: “las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza de ley
entre las partes contratantes, y deben cumplirse al tenor de los mismos”. Dicho precepto, fundamental en
nuestro sistema, atribuye a las obligaciones “fuerza de ley” en las relaciones entre los contratantes

3. LAS CLASIFICACIONES DE LOS CONTRATOS. (1 vez)


3.1 Cuadro sinóptico sobre la clasificación de los contratos.

-Consentimiento CONSENSUALES
1. Elemento determinante en el
-Entrega de la cosa REALES
proceso formativo
-Forma solemne FORMALES

-Liberalidad o
GRATUITOS
altruismo
2. Finalidad perseguida
-Intercambio
económico recíproco y ONEROSOS
equivalente

-Sí TÍPICOS
3. Regulación del tipo contractual
por el Dcho. Positivo
-No ATÍPICOS

-Único INSTANTÁNEOS

-Continuado no
4. Momento o período DURADEROS
periódico

-Periódico DE EJECUCIÓN PERIÓDICA

-Una sola parte UNILATERALES


5. Nacimiento de obligaciones a
cumplir
-Ambas partes BILATERALES

3.2 Contratos consensuales, reales y formales. (3 veces)


 CONTRATOS CONSENSUALES: Atendiendo a la primacía del mero consentimiento como elemento
genético de los contratos, la mayor parte de los contratos tiene carácter consensual. El contrato se
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PERFECCIONA (genera derechos y obligaciones para las partes) por el mero consentimiento contractual.
Tienen carácter consensual en los contratos de compraventa, permuta, arrendamientos, sociedades,
mandato, seguro, fianza... y, en general, todos los contratos que no sean calificables como formales, de
una parte, o reales, de otra.
 CONTRATOS REALES: se hace referencia a una limitada relación de contratos para cuya perfección el
Código Civil requiere, además del mero consentimiento, la entrega de una cosa. Son contratos reales el
préstamo (mutuo y comodato), depósito y prenda.
 CONTRATOS FORMALES (1 vez) se pretende indicar que unos contratos tienen forma y otros no, pues
todo contrato tiene que asumir necesariamente una forma determinada. Lo que ocurre es que sólo en
algunos contratos la forma asume carácter de elemento esencial o estructural del propio contrato a
efectos de determinación de la validez del mismo: sin la forma solemne, cuando ésta es requerida, no se
puede decir que el contrato haya sido perfeccionado o celebrado.

PERFECCIÓN CLASES
compraventa, permuta, arrendamientos,
CONTRATOS CONSENSUALES Mero consentimiento
sociedades, mandato, seguro, fianza
préstamo (mutuo y comodato), depósito y
CONTRATOS REALES Consentimiento + Entrega de una cosa
prenda
Forma_carácter de elemento esencial o
CONTRATOS FORMALES
estructural

3.3 Contratos gratuitos y contratos onerosos.


- CONTRATO GRATUITO (o lucrativo) cuando una de las partes contratantes se enriquece u obtiene un
beneficio a consecuencia del contrato, sin asumir carga o contraprestación alguna. El ejemplo
paradigmático es la donación o regalo. Para el CC son igualmente gratuitos los contratos de mandato,
préstamo y depósito; que también se encuentran basados en la idea de altruismo.
- CONTRATOS ONEROSOS. La prestación de una parte encuentra su razón de ser en la contraprestación de
la otra. El calificativo oneroso expresa que se trata de conseguir algo mediante la transferencia a la otra
parte de un valor equivalente que, como sabemos, será objeto de una valoración subjetiva por parte de
los contratantes y que a veces se llevará a cabo con absoluto alejamiento del valor de mercado u objetivo
de la prestación contractual.
- CONTRATO CONMUTATIVO. La relación de equivalencia entre las prestaciones de las partes suele quedar
fijada, de antemano y de forma cierta y segura, al celebrar el contrato.
- CONTRATO ALEATORIO. En el caso de que la ejecución de las prestaciones, o su concreta cuantía,
dependa de un acontecimiento incierto (la cosecha de trigo, el número de la ruleta…).

3.4 Contratos típicos y atípicos. (1 vez)


- CONTRATOS TÍPICOS: Son aquellos que están legalmente contemplados y a los que el Derecho objetivo
proporciona una regulación de carácter general. Así pues, los diversos tipos de contratos recogidos en
el Código Civil (compraventa, arrendamiento, etc.) o en cualquier otra disposición legal (contrato de
edición, etc.) serían calificables como típicos. Su regulación objetiva se limita a ofrecer el marco básico del
contrato mediante escasas normas de carácter imperativo, pudiendo los particulares modificar el resto de
la disciplina legal, que viene a tener naturaleza dispositiva.
- CONTRATOS ATÍPICOS: Son aquellos que, aun careciendo de reconocimiento legal y de regulación
positiva, reúnen los requisitos esenciales de la figura contractual. Su admisibilidad es indiscutible, y la
jurisprudencia reconoce, que la libertad contractual derivada de la iniciativa económica privada, conlleva
que las personas puedan estructurar libremente figuras contractuales no consagradas legalmente. La
celebración de un contrato atípico supone un modelo contractual que no cuenta con una regulación
supletoria ad hoc, por lo que conviene perfilar bien las reglas o cláusulas contractuales para evitar
imprevisiones en la ejecución efectiva del contrato.

3.5 Contratos instantáneos, duraderos y de ejecución periódica. (2 veces)


- CONTRATOS INSTANTÁNEOS: Son aquellos cuya completa ejecución se realiza en un acto temporal
único o en un breve lapso temporal.
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- CONTRATOS DURADEROS: Son los que conllevan cierta continuidad temporal en su vigencia y
ejecución, estableciendo un vínculo entre las partes contratantes que se prolonga durante un
determinado plazo temporal. Durante dicho plazo las partes, de forma continuada o no, según la
naturaleza del contrato, deberán llevar a cabo la ejecución de las prestaciones.
- CONTRATOS DE EJECUCIÓN PERIÓDICA: Son contratos en los que una de las partes contratantes debe
realizar alguna/as prestaciones con una determinada regularidad temporal (pagar la renta mensual).

3.6 Contratos bilaterales y unilaterales.


Evidentemente, el contrato se caracteriza porque ha de haber, al menos, dos partes. La razón distintiva
entre contratos bilaterales y unilaterales se basa en el nacimiento de obligaciones a cargo de una o de
ambas partes.
- CONTRATOS BILATERALES (o sinalagmáticos) son aquellos contratos que generan obligaciones para
ambas partes, de forma recíproca (el comprador paga y el vendedor entrega la cosa).
- CONTRATOS UNILATERALES, son los que generan obligaciones para una sola de las partes contratantes
(presto a un amigo 30€: solamente él queda obligado).
La RAZÓN FUNDAMENTAL DE LA CONTRAPOSICIÓN entre ambos tipos contractuales viene dada porque en los
contratos unilaterales no es de aplicación la facultad resolutoria por incumplimiento, contemplada
por el art. 1.124, como causa de ineficacia del contrato.
Finalmente convendría observar que, aunque a primera vista lo parezca, la contraposición entre
gratuitos y onerosos, y bilaterales frente a unilaterales no son coincidentes ya que.

- Si bien es cierto que todos los contratos bilaterales son simultáneamente de carácter oneroso,
- Pueden existir contratos unilaterales que no tengan carácter gratuito (donación), sino oneroso: baste
pensar en el préstamo con interés, que convierte un contrato tendencialmente gratuito en oneroso
para el prestatario.

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TEMA 2 LOS ELEMENTOS DEL CONTRATO.

1. LOS ELEMENTOS DEL CONTRATO.


1.1 Elementos esenciales y elementos accidentales del contrato. (2 veces)
El MÍNIMO de elementos que acredita la existencia de un contrato válido viene representado por el
CONSENTIMIENTO DE LAS PARTES, EL OBJETO Y LA CAUSA. Pero, dado el reconocimiento de la autonomía
privada, es obvio que las partes pueden introducir en el contrato previsiones complementarias (no
requeridas legalmente) de las que dependa la propia eficacia del contrato celebrado. Ello obliga a
distinguir entre elementos esenciales y elementos accidentales del contrato.
Los ELEMENTOS ESENCIALES, deben estar presentes en todo contrato para que, válidamente, se pueda
hablar de tal. Por ello es tajante e imperativo el art. 1.261 CC “No hay contrato sino cuando concurren los
requisitos siguientes:
1) Consentimiento de los contratantes.
2) Objeto cierto que sea materia del contrato.

3) Causa de la obligación que se establezca”.


Los ELEMENTOS ACCIDENTALES pueden estar presentes por voluntad de las partes en el contrato, pero
su presencia no es esencial ni determinante, para que pueda hablarse de contrato válido. Pero si se
incorporan al acuerdo contractual, los elementos accidentales acaban por convertirse en requisitos
determinantes de la eficacia del contrato. Fundamentalmente, son la condición y el término. En menor
medida, respecto de los contratos gratuitos, asume cierta relevancia el modo.
Consentimiento, objeto cierto y causa, son elementos esenciales para TODO TIPO DE CONTRATOS, pero hay
que tener en cuenta que en los CONTRATOS FORMALES O SOLEMNES, la forma es esencial y en los REALES
es requisito obligatorio la entrega de la cosa.

1.2 Los elementos naturales del contrato.


Los elementos naturales son ciertas notas características de algunos contratos que la regulación legal
de los mismos considera implícitas en los correspondientes acuerdos contractuales si las partes no
disponen nada en contrario y que derivan de la propia naturaleza del contrato.
Un ejemplo clásico de “elemento natural” es el carácter gratuito del contrato de depósito como regla, y
salvo pacto en contra. Llamativamente, sin embargo, la regla de Derecho mercantil es precisamente la
contraria: el carácter retribuido del depósito.
Los elementos naturales no son requisito de validez o condición de eficacia del contrato, y actualmente la
doctrina reniega de ellos. No obstante, en línea con la jurisprudencia sigue siendo oportuno considerar la
agrupación conceptual de los elementos naturales, en el entendido de que su función se agota en la pura
descripción de algunas características normativas de ciertos contratos, que son plenamente disponibles
para las partes contratantes.

2. LA CAPACIDAD CONTRACTUAL. (2 veces)


El contrato se define como acuerdo de voluntades.

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La manifestación del consentimiento de cada una de las partes puede darse de muy diferentes maneras
(firmando un extenso contrato; levantando la mano para detener un taxi…), pero requiere en todo caso
que el consentimiento se haya formado libre y conscientemente y, además, por persona que tenga
capacidad de obrar o capacidad contractual.
2.1 La capacidad para contratar con anterioridad a la L.O. 1/1996.
Con anterioridad a la Ley Orgánica 1/96 de protección jurídica del menor el art 1.263 del CC
“No pueden prestar consentimiento:
1) Los menores no emancipados.
2) Los locos o dementes y los sordomudos que no sepan escribir”.
a) Los menores no emancipados.
En la redacción original del Código, la barrera entre la capacidad e incapacidad de obrar era nítida: la
mayoría de edad. Sin embargo actualmente, se reconoce que la adquisición de la capacidad de obrar es
gradual y paulatina, especialmente tras la publicación de la Ley 11/81 y la LO 1/1996, que produjo un
incremento de los actos permitidos a menores en diversos ámbitos. (apellidos, emancipación, capacidad
para contratar, etc)
No obstante, dicha capacidad del menor no llega a permitirle con carácter general la válida celebración de
contratos. El menor sigue careciendo de capacidad contractual, pese a no ser técnicamente un
incapaz. El ordenamiento jurídico trata de proteger así al menor declarando inválidos los contratos que el
menor pueda realizar, ante la eventualidad de que la contraparte abuse o se prevalga de la inexperiencia
o ingenuidad del menor.
El contrato celebrado por un menor no es radicalmente nulo, sino SÓLO ANULABLE; al tiempo que el código
veta al mayor de edad de la posibilidad de poder impugnarlo o instar su anulación.
b) Los locos o dementes y los sordomudos que no sepan escribir .
Las personas descritas se encuentran incursas en causa de incapacitación, por la falta de discernimiento
de los primeros y por la imposibilidad de relación o comunicación con otras personas de los segundos.
En la regulación originaria del Código, pródigos o interdictos, se encontraban en la misma situación que
los locos y los sordomudos. Por tanto, una de dos, o el artículo 1.263 incurrió en grave error de olvidar a
aquellos o se trataba de evitar que los locos y sordomudos, aun sin haber sido incapacitados, pudiesen
celebrar válidamente contratos. Parecida disyuntiva se planteaba tras la promulgación de la Ley 13/83 de
reforma del CC en materia de tutela. Conforme a esta ley el alcance de la incapacitación es graduable y,
en cada caso, dependerá de la correspondiente declaración judicial. Por lo que, si la sentencia de
incapacitación de alguna de estas personas (loco o sordomudo) declara legítimo que puedan celebrar
ciertos contratos ¿qué sentido tiene el art 1263?.
c) La cuestión de la incapacidad natural.

Pese a que el art. 1.264.1 (“la incapacidad declarada en el artículo anterior está sujeta a las
modificaciones que la ley determina”), la conclusión más correcta es considerar que el art. 1.263.2 no
trataba de regular la validez de los contratos celebrados por (alguna de) las personas que eran
susceptibles de ser incapacitadas, en el caso de que hubiese recaído sentencia de incapacitación. Es
decir, el campo de aplicación del art. 1.263.2 quedaba circunscrito a la actuación de locos y
sordomudos que, pese a su incapacidad natural para relacionarse con los demás, llegaban a contratar.
Para regular la capacidad contractual de los incapacitados basta y sobran las normas dictadas en materia
de incapacitación y por el consiguiente fallo judicial.

2.2. La reforma del artículo 1.263 por la Ley Orgánica de Protección del Menor.
La LO 1/1996 de Protección Jurídica del Menor, ha introducido una importante reforma en el tratamiento
dispensado por el Código a la capacidad de contratar.
Una de las reformas más polémicas es la del 1.263.2, que ahora dispone “no pueden prestar
consentimiento... 2º) Los incapacitados...”.
Aunque el precepto reformado inhabilite a los incapacitados, genéricamente, para emitir el consentimiento
contractual, la aplicación de las normas generales sobre incapacitación y el carácter gradual de su
alcance (fijado en la correspondiente sentencia) deben primar sobre el tenor literal del nuevo art. 1263.2.

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2.2. La reforma del artículo 1263, por la Ley 26/2015, sobre protección de la infancia y la
adolescencia.
El nuevo artículo 1.263 del CC dispone que no pueden prestar consentimiento:
1º Los menores no emancipados, salvo en aquellos contratos que las leyes les permitan realizar por sí
mismos o con asistencia de sus representantes y los relativos a bienes y servicios de vida corriente
propios de su edad de conformidad con los usos sociales.
2º Los que tienen su capacidad modificada judicialmente, en los términos de la resolución judicial.
La nueva regulación ha incorporado las matizaciones oportunas, para que la capacidad pueda
adaptarse a la situación y circunstancias concretas de los grupos de personas contempladas en el
precepto.

2.3 Las prohibiciones de contratar.


En determinados y concretos supuestos, las leyes prohíben a algunas personas la celebración de ciertos
contratos, pese a gozar de la capacidad general de obrar (por ejemplo, un Alcalde no puede concurrir a
subastas municipales).
En tales supuestos se habla de prohibiciones de contratar, para resaltar que la existencia de
CAPACIDAD
CONTRACTUAL DE LOS POSIBLES CONTRATANTES SE VE RESTRINGIDA POR UNA PROHIBICIÓN EXPRESA RESPECTO
DE UN DETERMINADO O CONCRETO CONTRATO. A tales prohibiciones se refiere el art. 1.264 al establecer
que la regla general del precepto anterior “se entiende sin perjuicio de las incapacidades especiales que la
misma establece”.
Por lo general, las prohibiciones de contratar se basan en razones de orden público, económico y tratan
de evitar que ciertos grupos de personas se prevalgan de la función (pública o no) que socialmente
desempeñan, obteniendo un enriquecimiento injusto, a costa de otra persona que se encuentra en una
situación dependiente o subordinada.
Las prohibiciones de contratar tienen carácter particular y concreto; son de interpretación restrictiva y el
mandato legal que las dicte no puede generalizarse ni aplicarse por vía de analogía a otros supuestos no
contemplados legalmente. (odiosa sunt restringenda)

2.4 El autocontrato.
El término autocontrato pretende englobar todos aquellos supuestos en que UNA SOLA PERSONA ASUME LAS
POSICIONES CONTRACTUALES CONTRAPUESTAS, por contar con poderes representativos de otra persona,
sea natural o jurídica, o bien por tener capacidad decisoria sobre dos patrimonios separados.
En el Derecho español no existe una regulación general de la figura del autocontrato. Sin embargo sí
existen algunos preceptos en los que se evidencia la prohibición de celebrar actos jurídicos por los
representantes cuando dicha celebración suponga conflicto de intereses con sus respectivos
representados:
- Se prohíbe comprar a tutores y mandatarios bienes de sus representados.
- Se exige que, cuando los progenitores de hijos no emancipados tengan intereses contrapuestos a éstos,
se nombre judicialmente un defensor de los intereses del menor.
- La prohibición de ser tutores a quienes “tuvieren importantes conflictos de intereses con el menor
incapacitado…”.
- El Código de Comercio expresa que ningún “comisionista (representante) comprará para sí mismo o
para otro lo que se le haya mandado vender, ni venderá lo que se le haya encargado comprar sin licencia
del comitente (representado)”.
Aunque sería razonable concluir que el autocontrato no es admisible en el Derecho español y que debe
ser considerado como ANULABLE EN LOS SUPUESTOS DE REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA y NULO DE
PLENO DERECHO en las hipótesis de REPRESENTACIÓN LEGAL, sin embargo la jurisprudencia lo admite en
los casos que no exista conflicto de intereses entre el que realiza el autocontrato y el representado. Por
ejemplo: Si un padre intenta venderse a sí mismo los bienes de su hijo menor a un precio irrisorio no es
admisible, pero si el padre regala una finca a su hijo menor si es admisible. La STS de 10 de junio de
2015 resume lo anterior al considerar jurídicamente ineficaz la autocontratación cuando se da realmente
un conflicto y una contradicción de intereses que haga incompatible la actuación de una persona que obra

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para sí misma y a la vez en representación de otra. Este tipo de contratos está desprovisto de causa lícita,
entrando en el campo del abuso de derecho, que siempre lleva consigo la intención de dañar o perjudicar
a otro.

3. LA LIBRE FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO Y VICIOS DE LA VOLUNTAD.


3.1. En general.
El Ordenamiento jurídico vela porque el consentimiento contractual se preste por los contratantes de
forma libre y consciente. Cuando el consentimiento (generalmente de una de las partes) ha sido fruto del
error, de la coacción o del engaño, el ordenamiento declara viciado el contrato y permite que sea anulado
por el contratante que ha sufrido tales interferencias en la formación de su consentimiento o voluntad de
contratar.
En tal sentido, dispone el art. 1.265 CC que “será nulo el consentimiento prestado por error,
violencia, intimidación o dolo”.
3.2. El error como vicio del consentimiento.
La validez de los contratos no puede quedar sometida a las alegaciones de cualquiera de las partes de
haberse equivocado sin más ni más.
En el art. 1.266 se regulan los requisitos o circunstancias fundamentales que comportan que el error sea
relevante o no con vistas a privar de eficacia al contrato celebrado. De otra parte, la jurisprudencia es
sumamente rigurosa en la acreditación y prueba de esos requisitos. El TS afirma que el error con
trascendencia anulatoria tiene un sentido excepcional acusado y que requiere prueba plena. Además
su apreciación queda reservada a los Jueces de primera instancia y por tanto, queda excluida la
casación.
a) Requisitos del error como causa de anulabilidad del contrato. (2 veces)

Según el art. 1.266 CC: “para que el error invalide el consentimiento, deberá recaer sobre la SUSTANCIA
de la cosa que fuere objeto del contrato o sobre aquellas condiciones de la misma que principalmente
hubiesen dado motivo a celebrarlo. El error sobre la persona sólo invalidará el contrato cuando la
consideración a ella hubiese sido la causa principal del mismo”.
Conforme a ello suele hablarse de error esencial o sustancial y de error sobre la persona.
El error debe recaer sobre la sustancia de la cosa objeto de contrato o
1) ERROR ESENCIAL O SUSTANCIAL.
condiciones de la cosa que hubiesen dado motivo a celebrado. El error sustancial es un error de
CARÁCTER OBJETIVO.

2) ERROR SOBRE LA PERSONA con que se contrata. El error sobre la persona puede tener eficacia invalidante
en relación con todo tipo de contratos siempre que la consideración de la otra parte contratante haya
sido erróneamente valorada de forma excusable y esencial. Aunque en la práctica se aplica de forma
limitadísima, fuera de los contratos intuito personae.
3) ERROR EXCUSABLE. El contratante que incurre en yerro debe acreditar haber ejercitado una diligencia
normal en el conocimiento de los extremos propios del objeto del contrato y que, pese a ello, no ha
logrado superar la falsa representación mental en que ha incurrido.
4) Debe existir un nexo de causalidad entre el error sufrido y la celebración del contrato, de forma que
dicho error es determinante. De no haber existido error, no se habría celebrado el contrato.

b) Error de hecho y de derecho.


 CUESTIÓN DE HECHO La existencia del error recae, además, sobre circunstancias de la cosa objeto de
contrato o sobre cualidades de la PERSONA con que se contrata.
 ERROR DE DERECHO También puede deberse a la ignorancia o interpretación equivocada de una
norma jurídica que induzca a cualquiera de los contratantes a emitir una declaración de voluntad que no
habría realizado de haber tenido un conocimiento preciso de las normas jurídicas aplicables al acuerdo
contractual de que se trate.
La jurisprudencia es muy estricta en el reconocimiento del error de derecho como causa de anulación,
según la cual ha de admitirse “con extraordinaria cautela y carácter excepcional”.
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c) Otros supuestos de error.
1) Error en los motivos. La falsa representación mental recae sobre los móviles subjetivos que llevan a
una de las partes a contratar. (Ej.: alquilo un apartamento para unos días y la empresa me fija las
vacaciones para el mes siguiente). La jurisprudencia no lo admite como causa de invalidez.
2) Error de cuenta o error de cálculo . Art. 1.266.3: “Sólo dará lugar a la corrección” matemática de la
operación, que deberá ser realizada de nuevo. La interpretación del precepto debe referirse sólo a errores
de cuantificación, es decir en un error de cálculo u operación aritmética.

3.3 La violencia.
Art. 1.267.1: “Hay violencia cuando para arrancar el consentimiento se emplea una fuerza irresistible”.
Tal fuerza irresistible se dará en todos los casos de violencia física absoluta, en que la voluntad del
contratante es sustituida por la del agente violentador. En tales casos no es que la voluntad o el
consentimiento del contratante se encuentren “viciados”, sencillamente, no hay consentimiento.
3.4 La intimidación. (2 veces)
A- Noción general y requisitos.
La intimidación es otro de los “vicios de la voluntad” o deficiencia del consentimiento que puede comportar
la invalidez del contrato.
Según el art. 1.267.2, consiste en “inspirar a uno de los contratantes el temor racional y fundado de sufrir
un mal inminente y grave en su persona y bienes, o en la persona o bienes de su cónyuge, descendientes
o ascendientes”.
1) La amenaza de que sea objeto una de las partes contratantes ha de ser de tal naturaleza que “inspire
un temor racional y fundado” que le lleve a prestar el consentimiento no deseado. Entre el temor y el
consentimiento debe haber una relación de causalidad, y deberá atenderse la entidad de la amenaza y
su incidencia sobre el atemorizado, atendiendo a la edad, sexo (eliminado actualmente y cuya necesidad
señala Lasarte pues debería ser tenido en cuenta en esta materia) y a la condición de la persona.
2) La amenaza debe consistir en el anuncio de un mal inminente y grave. El mal anunciado tiene que
recaer directamente sobre la persona, sobre los bienes del contratante o sobre los de sus familiares más
cercanos (cónyuge, descendientes o ascendientes), aunque puede resultar discutible que dicho círculo de
personas haya de ser asumido al pie de la letra: la amenaza podría ser sobre un familiar que no pertenece
a ese círculo tan restringido (sobre un hermano, por ejemplo); es más, ni si quiera se habría de requerir
un vínculo familiar (sobrino huérfano que convive con él).
3) Aunque el CC no lo explicite, la amenaza intimidatoria ha de ser injusta y extravagante al Derecho, ya
que si la amenaza se reduce al posible ejercicio de un derecho (ej: proceder a la ejecución hipotecaria) no
se está llevando a cabo intimidación alguna.
B- El temor reverencial. (metus reverentialis)

El último párrafo del art. 1.267 contempla el denominado temor reverencial: “El temor de desagradar a
las personas a quienes se les debe sumisión y respeto no anulará el contrato”.
El temor reverencial no es relevante para el Derecho en tanto no tenga naturaleza intimidatoria; por
tanto, el contrato celebrado será válido y eficaz.

3.5 Régimen común de la violencia y la intimidación.


Pese a que en el contrato celebrado bajo violencia física absoluta realmente no hay consentimiento,
mientras que en el caso de la intimidación está viciado, el art. 1.268 CC dispone la misma
consecuencia para ambos vicios de la voluntad: serán ANULABLES.
Este artículo suele ser criticado por la DOCTRINA, ya que se considera que los contratos celebrados bajo
violencia deberían ser nulos de pleno derecho por inexistencia absoluta de consentimiento y ser éste un
elemento esencial del contrato.
La violencia e intimidación pueden ser CAUSADAS tanto por la otra parte contratante cuanto “por un tercero
que no intervenga en el contrato”. Se trata de evitar que el violentador pueda conseguir la validez de lo
que en jerga periodística serían “matones a sueldo”.
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3.6.El dolo (3 veces)
A- Noción y requisitos.
Refiriéndonos exclusivamente al dolo como vicio del consentimiento, éste consiste en INDUCIR A OTRO A
CELEBRAR UN CONTRATO QUE FINALMENTE CELEBRA Y QUE, POR TANTO, INCURRE EN ERROR . Lo que ocurre es
que, como dicho error ha sido provocado por la otra parte, el ordenamiento jurídico considera al dolo como
un supuesto específico de vicio del consentimiento.
El art. 1.269 CC afirma que “hay dolo cuando, con palabras o maquinaciones insidiosas de parte de uno
de los contratantes, es inducido el otro a celebrar un contrato que, sin ellas, no hubiera hecho”. El art.
1270 CC completa la regulación del dolo como vicio del consentimiento disponiendo que “para que el
dolo produzca la nulidad de los contratos deberá ser grave y no haber sido empleado por las dos partes
contratantes. El dolo incidental sólo obliga al que lo empleó a indemnizar daños y perjuicios”.
Por tanto, para que el dolo sea causa de anulabilidad del contrato se requiere:
1- El dolo debe ser GRAVE, con Intención consciente y deliberada de engañar a la otra parte. En cambio
el dolus bonus o dolo bueno, consistente en cantar las excelencias del bien o servicio que se oferta no se
considera dolo propiamente dicho.
2- El dolo ha de inducir a la otra parte a celebrar el contrato. Debe ser un dolo DETERMINANTE, que si
no hubiese existido la otra parte no hubiera contratado.
El dolo determinante se contrapone así al DOLO INCIDENTAL, que no tendrá consecuencias anulatorias del
contrato celebrado, sino que sólo dará lugar a indemnización de daños y perjuicios. Aunque el CC no
lo defina, dolo incidental es la conducta engañosa que lleva a quien, libre y conscientemente, está
decidido a contratar, a aceptar unas condiciones desfavorables o perjudiciales que no hubiera
aceptado de no intervenir el dolo incidental.
3- Que el dolo NO HAYA SIDO EMPLEADO POR LAS DOS PARTES CONTRATANTES, ya que en tal caso la
actuación malévola de ambos excluye la protección a la buena fe que fundamenta la regulación positiva
del dolo. Se habla así de COMPENSACIÓN DE DOLO, para poner de manifiesto que de una parte
compensa, anula o destruye la relevancia del dolo de la otra parte.

B- El dolo omisivo.

Aunque la doctrina clásica excluía el dolo por omisión, el art. 1.269 CC lo admite. Éste habla de “palabras
o maquinaciones insidiosas” para identificar a la conducta engañosa y tal resultado puede lograrse
mediante una conducta activa u omisiva. Actuar en el tráfico contractual mediante medias palabras o con
reticencia es claro que atenta contra el principio de buena fe, art. 7 CC, y por consiguiente debe ser
operante en el ejercicio de cualquier derecho. El dolo puede consistir en conductas pasivas o reticentes
que, resultando engañosas, induzcan a contratar a quien no hubiera llegado a hacerlo de saber cuanto,
consciente y deliberadamente, le oculta la otra parte.

C- El dolo del tercero.


Aunque el art 1269 parece requerir que el agente doloso sea una de las partes del contrato, “palabras o
maquinaciones insidiosas por parte de uno de los contratantes”, dicha expresión no excluye la existencia
de dolo cuando uno de los contratantes hace uso de una tercera persona (se habla con un perito
amigo para que certifique una medida falsa), ya que en tal caso la intervención del tercero es material:
quien conspira o maquina es, propiamente hablando, el contratante maligno.
También debería ser anulable el contrato si una de las partes se aprovecha del engaño de un tercero
aunque no haya conspirado con él.
Sin embargo, la JURISPRUDENCIA parece inclinarse hacia una interpretación excesivamente literal y
rigurosa del art. 1.269, privando de trascendencia anulatoria al dolo del tercero incluso en los
supuestos en que una de las partes contratantes conozca la situación y, por tanto, se aproveche de ella
en detrimento de los intereses de la otra parte.

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4. EL OBJETO DEL CONTRATO.
4.2. Requisitos del objeto del contrato. (2 veces)
Los requisitos del objeto del contrato son tres: licitud, posibilidad y determinación.
A) Licitud.

Según cabe deducir del art. 1.271, tanto las cosas como los servicios han de ser lícitos:
a- respecto de las cosas, el CC excluye del ámbito contractual “las cosas que están fuera del comercio”.
Con dicha expresión se refiere el CC a todas aquellas que, por razones de interés o de orden público,
quedan excluidas del tráfico patrimonial (ej. Venta de órganos, venta de drogas).
b- en relación a los servicios, se excluyen del contrato “todos los servicios que sean contrarios a las
leyes o a las buenas costumbres”.
Es interesante la STS 351/2012 sobre la práctica de los lobby que considera reprobable sus prácticas
cuando no sólo influyen, sino que controlan y vician el proceso de decisión por parte de quien
corresponda.
B) Posibilidad.

El art. 1.272 dispone que “no podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles”. Se refiere a
la posibilidad o imposibilidad física o material de entregar la cosa o ejecutar el servicio que constituya
objeto del contrato (ej: vender la Luna, o comprometerse a volar sin ayuda de nada).
C) Determinación o determinabilidad.
Una vez perfeccionado el contrato, se requiere que la cosa o el servicio que constituyen su objeto queden
determinados. En caso contrario, sería necesario un nuevo pacto o acuerdo de las partes. (con lo que
sería necesario señalar que hasta entonces, no había propiamente un contrato, sino conversaciones
preparatorias). Pero no es necesario que el objeto del contrato quede absolutamente determinado, sino
que basta con que el objeto sea determinable "sin necesidad de nuevo convenio entre los contratantes".
Pej. Vender una bici de tal modelo, hacer endodoncia de las caries que tenga, etc.

5. LA CAUSA DEL CONTRATO. (1vez)


5.1. El art. 1.274 del CC y la causa en sentido objetivo.
El Código Civil al referirse al elemento causal del contrato (artículo 1.274) comienza por distinguir entre
contratos onerosos y gratuitos, estableciendo que:
En los contratos gratuitos o de "pura beneficencia" la causa viene representada por "la mera
liberalidad del bienhechor".
En los contratos onerosos el Código plantea la cuestión de forma unipersonal, ya que se refiere la causa
a cada una de las partes contratantes y no al contrato en su conjunto.
Así, respecto de los contratos gratuitos, la causa del bienhechor o benefactor, al ser el único obligado a
dar, hacer o no hacer, ésta coincide con la causa del contrato, de tal forma que el espíritu de altruismo o
liberalidad supone una causa o justificación suficiente para el ordenamiento jurídico
Pero en los contratos onerosos la descripción legal no es suficiente para dilucidar qué debe entenderse
por causa del contrato. Por ejemplo, si la causa del arrendatario de una vivienda es disfrutar del piso, y la
causa del arrendador es cobrar mensualmente la renta, ¿cuál será la causa del arrendamiento?
Atendiendo a cada caso concreto, se puede concluir que la causa del contrato consiste en el intercambio
de prestaciones subyacente en el mismo. La causa del contrato se identifica con la FUNCIÓN
SOCIOECONÓMICA del tipo contractual:

a) intercambio de cosa por precio en la COMPRAVENTA.


b) intercambio de cosa por cosa en la PERMUTA.
c) cesión temporal de vivienda a cambio de renta en el ARRENDAMIENTO; etc.

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5.2. La causa atípica.
La función socioeconómica de los contratos atípicos que no se encuentra legalmente formulada en un
esquema o modelo contractual predeterminado, sino que es objeto de libre creación por los particulares, la
determinación de la causa atípica habrá de llevarse a cabo caso por caso.
5.3. Causa y motivos: la irrelevancia de los motivos.
La existencia y la validez del contrato no puede quedar supeditada a móviles o razones de carácter
subjetivo que, por principio, son intrascendentes para el Derecho (¿qué más da que yo compre una
maceta para regalársela a mi mujer que por encargo del Decano de la Facultad?).
Los motivos o intenciones concretas de los contratantes no forman parte del acuerdo contractual.
5.4. La causa ilícita del art. 1.275: los motivos ilícitos y la causa en sentido subjetivo.
Según el artículo 1.275, “los contratos sin causa, o con causa ilícita, no producen efecto alguno. Es ilícita
la causa cuando se opone a la ley o a la moral”. ¿es lícito vender un riñón pese a que la causa de la
compraventa (intercambio de cosa por precio)?
La causa no puede entenderse sólo y exclusivamente como objetiva función socioeconómica del tipo
contractual utilizado por las partes. El sentido del artículo 1.275 es permitir que, en su caso, la función
socioeconómica del tipo contractual, abstractamente considerada, no excluya de forma necesaria la
valoración del fin práctico perseguido por las partes. Con lo cual, el artículo 1.275 está dando entrada, en
determinados casos, que los motivos contrarios al ordenamiento puedan originar la ilicitud de la causa
concreta.
Tanto la doctrina como la jurisprudencia, aun partiendo del carácter objetivo y abstracto de la causa,
acaba defendiendo que los aspectos subjetivos de los contratantes cuando el fin práctico perseguido por
los mismos es contrario a las leyes o a la moral, provocan la nulidad, por ser causa ilícita. Los contratos
que presentan aspectos desviados del sentir común acaban siendo declarados nulos de pleno derecho en
atención a su causa ilícita.
5.5. Contratos causales y contratos abstractos.
Los contratos abstractos son los quePRODUCEN EFECTOS POR LA MERA VOLUNTAD DE LAS PARTES
INDEPENDIENTEMENTE DEL ELEMENTO CAUSAL. Nuestro derecho no los admite y requiere la existencia de la
causa. El art. 1.277 dispone que “aunque la causa no se exprese en el contrato, se presume que existe y
que es lícita mientras el deudor no pruebe lo contrario”. De lo que resulta que:
A) La falta de consideración o expresión de la causa en el contrato es posible, pero el contrato seguirá
siendo causal y no abstracto.
B) El CC presume la existencia y licitud de la causa contractual; presunción que, evidentemente, beneficia
al acreedor de la relación obligatoria.
C) El acreedor no tendrá que probar la licitud y existencia de la causa para reclamar la obligación al
deudor, sino que será éste quien haya de desmontar la presunción legalmente establecida: por ello se
habla de abstracción procesal de la causa.
D) La abstracción procesal de la causa es distinta a la admisibilidad de la categoría de los contratos
abstractos.
Por tanto, en nuestro Derecho no puede hablarse de contratos abstractos, ni si quiera en aquellas
declaraciones de voluntad unilaterales (reconocimiento de deuda, promesa de deuda) que algunas veces
se califican como abstractas.

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TEMA 3 LA FORMA DEL CONTRATO.
1. EL COSENTIMIENTO CONTRACTUAL Y LA FORMA DEL CONTRATO.
En nuestros Códigos rige el llamado PRINCIPIO ESPIRITUALISTA DE CELEBRACIÓN DEL CONTRATO, conforme al
cual, lo que importa es que dos o más personas se pongan de acuerdo en realizar un negocio y no en la
forma en que se plasme dicho acuerdo. Importa el aspecto consensual o espiritual y no los extremos
de carácter formal. En dicho marco de ideas se encuadran estas dos normas del C.C.
1) Art 1.254 “El contrato existe desde que una o varias personas consienten en obligarse... “
2) Art 1.278 “Los contratos serán obligatorios cualquiera que sea la forma en que se hayan celebrado,
siempre que en ellos concurren las condiciones esenciales para su validez”.
Pero aunque la forma no sea un elemento esencial del contrato, el art. 1.278 recalca que, de alguna
forma, las partes han de haber exteriorizado su consentimiento contractual (incluso con un gesto).
Además en asuntos de relativa importancia, es conveniente la forma escrita. Incluso en algunos casos el
legislador establece la conveniencia, o la necesidad de determinar el contenido del contrato o imponer la
forma escrita del contrato.

2. EL PRINCIPIO DE LIBERTAD DE FORMA. (1 vez)


2.1. Contratos verbales y contratos escritos.
En general, para los contratos rige el principio de libertad de forma (1278). Y ya sea un contrato verbal o
escrito, en ambos casos el resultado es que las partes quedan obligadas a respetar la palabra dada y
cumplir el compromiso contraído, bajo riesgo de incurrir en responsabilidad. Los contratos nacen para
ser cumplidos (pacta sunt servanda), y el Tribunal Supremo ha reiterado en diversas ocasiones que tales
reglas con aplicables respecto de los contratos verbales, una vez acreditada su existencia, atendida al
carácter espiritualista que inspira nuestra legislación contractual.
Aunque la forma es indiferente para el nacimiento del contrato, no lo es, en cambio, en términos
prácticos:
a. Contratos verbales. Acreditar su existencia es difícil. A efectos probatorios es total y
absolutamente desaconsejable cuando el contenido patrimonial de los mismos tenga una relativa
entidad económica.
b. Contratos escritos. Acusado favor respecto de las formas escritas, para evitar en la medida de
lo posible las incertidumbres sobre la celebración de la mayor parte de los contratos.

2.2. Documentos públicos y documentos privados.


La forma escrita puede darse de dos maneras diversas: mediante documento privado o público.
DOCUMENTO PRIVADO. Plasmación material escrita del acuerdo contractual. Una vez reconocido
legalmente, acredita entre las partes y sus causahabientes la existencia del contrato propiamente dicho,
con el mismo valor que la escritura pública. La dificultad estriba en que el documento privado CARECE
DE EFICACIA PARA ACREDITAR SU FECHA FRENTE A TERCEROS que pudieran verse perjudicados por la
existencia del contrato, lo cual es lógico, porque en cualquier momento se puede recrear el documento
privado, colocándole la fecha que interese a los contratantes. Por ello el art. 1.277 establece que,
respecto a terceros, la fecha del documento privado sólo contará desde:
- el día que se hubiese incorporado en un registro público o se entregue a un funcionario público por
razón de su oficio.
- desde la muerte de cualquiera de los firmantes (el muerto no puede modificar el documento).
DOCUMENTOS PÚBLICOS, extendidos o autorizados por empleados o funcionarios públicos dentro del
ámbito de sus competencias, tienen una mejor condición probatoria. Esta supremacía probatoria de los
documentos públicos se debe a que el Estado deposita el ejercicio de la fe pública en ciertos funcionarios
que, obligados a llevar un registro de actos realizados o estando sometidos al procedimiento
administrativo, difícilmente podrán alterar la fecha de los documentos que autorizan.
Entre los documentos públicos los que tienen mayor relevancia y profusión son los notariales.

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3. LA FORMA COMPLEMENTARIA O AD PROBATIONEM. (2 veces)
El principio de libertad de forma (art. 1.278) parece verse contradicho por lo dispuesto en el art. 1.280.
Esta norma contiene una enumeración de supuestos que, según indica su encabezamiento, “deberán
constar en documento público”. En su último párrafo, por otra parte, dispone que “también deberán
hacerse constar por escrito, aunque sea privado, los demás contratos en que la cuantía de las
prestaciones… exceda de 1.500 pesetas” (hoy una cifra ridícula,).

3.1. La constancia en documento público requerida por el art. 1.280.1 del Código Civil.
A- Transmisión de bienes inmuebles y derechos reales inmobiliarios.En principio, bastaría un
contrato privado de venta acompañado de la tradición (entrega de la cosa) en cualquiera de sus formas. El
carácter imperativo del precepto no llega a desvirtuar el principio de libertad de forma del 1278 CC. La
pretensión del CC es que por razones probatorias frente a terceros o por el hecho de que la publicidad del
acto exija su ingreso en un Registro, las partes contratantes quedan obligadas a otorgar el
correspondiente documento público.
B- Los arrendamientos de bienes inmuebles. “por seis o más años, siempre que deban perjudicar a
tercero”. El perjuicio del tercero al que se refiere radica en la vinculación del posible causahabiente del
arrendador, es decir, el nuevo adquirente de la finca habrá de respetar el arrendamiento en el caso de que
haya sido inscrito, por disponerlo así el art. 1.549 en contra de la regla general (venta quita renta). Esta
problemática es extraña a la mayoría de arrendamientos, por estar sometidos a la legislación especial de
“arrendamientos urbanos” o de “arrendamientos rústicos”, ya que estas leyes obligan al adquirente de la
finca arrendada a respetar el arrendamiento previamente celebrado.
C- Las capitulaciones matrimoniales y sus modificaciones. Las capitulaciones matrimoniales son los
convenios celebrados por los cónyuges con la finalidad de organizar el régimen económico de su
matrimonio. El art. 1.280.3, y el art. 1.327 establece el carácter constitutivo o ad solemnitatem de este
requisito. De ser concretamente escritura pública. Es un negocio jurídico de carácter solemne.
D- La cesión de derechos. Cesión, y en su caso, renuncia de diversos derechos y acciones y en
concreto, a los derechos hereditarios y los procedentes de la sociedad conyugal. La repudiación de la
herencia, no en cambio, la aceptación, debe configurarse como un acto solemne. Las demás cesiones
deberán regirse por las reglas generales sobre la transmisión de créditos o derechos y, en términos
generales, en las relaciones inter partes, la cesión debe considerarse válida con independencia de la
forma en que se haya instrumentado.
E- Los poderes. El art. 1.280.5 reitera la exigencia de documento público para otorgar
 el poder para CONTRAER MATRIMONIO, EL GENERAL PARA PLEITOS Y LOS ESPECIALES que deban
presentarse en juicio. Supuestos de forma solemne (constitutivos)
 el PODER PARA ADMINISTRAR BIENES, y cualquier otro que tenga POR OBJETO UN ACTO REDACTADO o que
deba redactarse en escritura pública, o haya DE PERJUDICAR A TERCERO. No supone requisito constitutivo.

3.2. La forma escrita del artículo 1.280.2. (1 vez)


El párrafo reseñado dispone que “también deberán hacerse constar por escrito, aunque sea privado, los
demás contratos en que la cuantía de las prestaciones de uno o de los contratantes exceda de 1.500
pesetas”. La cuestión que se plantea es por qué si el CC se pronuncia abiertamente en favor de la libertad
de forma, exige la forma escrita del art 1.280.2
La razón de exigir la forma escrita fue que los legisladores trataron de concienciar a los ciudadanos de la
dificultad probatoria de las formas contractuales no escritas, mediante normas complementarias. Pero ello
no quiere decir que la inexistencia de forma escrita prive de eficacia a un contrato cuyas prestaciones
superen el montante de 1.500 pesetas. La jurisprudencia ha relativizado la importancia del precepto
frente a pretensiones en semejante sentido, declarando que “es totalmente desafortunada la invocación
del último párrafo del art. 1.280 para negar eficacia al contrato por no constar en forma escrita, pues, con
tal invocación, se pretende desconocer el principio de espiritualidad introducido en nuestro sistema
jurídico por el Ordenamiento de Alcalá…” (SSTS 1997, 1967 y 1965).

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3.3. El significado propio del art. 1.279.
Dispone el artículo 1.279 que, "Si la ley exigiere el otorgamiento de escritura u otra forma especial para
hacer efectivas las obligaciones propias de un contrato, los contratantes podrán compelerse
recíprocamente a llenar aquella forma desde que hubiese intervenido el consentimiento y demás
requisitos necesarios para su validez".
La INTERPRETACIÓN JURISPRUDENCIAL de este precepto pone de manifiesto:
1) El art 1279 implica el derecho de las partes de poder compelerse a llenar esa la forma escrita,
para ejercitar acción con objeto de obtener la eficacia de la obligación contraída. El art. 1279 no es
modificado, sino complementado por el 1280 CC.
2) Todos los litigios relativos a la forma contractual presuponen aceptar, en términos generales,
que el contrato en cuestión es plena y previamente válido, aún sin haberse observado forma escrita,
pues la falta de escritura pública, no obsta a la eficacia del contrato celebrado por documento privado,
siempre que reúna los requisitos esenciales para su validez.
3) El artículo 1.279 se limita a otorgar a las partes una facultad que pueden ejercer o no. Ello no
significa que una vez verificado el compelimiento por quien tiene potestad de hacerlo, carezca de
obligatoriedad para el compelido.
Queda claro que el juego de los art. 1278, 1279 y 1280 CC, aun en el caso de que la ley requiera una
forma especial (escritura pública, forma escrita) el contrato en principio es válido con anterioridad al
cumplimiento de tal forma. Por tanto, esta no añade ni quita validez al contrato preexistente.
No es extraño que para referirse a la forma documental pública impuesta por el 1280 CC doctrina
y jurisprudencia hablen de forma ad probationem o de forma complementaria. Se reafirma el principio de
libertad de forma, al tiempo que se potencia la consecución del documento público cuando éste interese o
convenga a cualquiera de las partes interesadas (STS 303/2014 de 16 de septiembre, relativo a la
compraventa de una plaza de garaje, en el que el comprador ejercita la acción de resolución por
incumplimiento de la obligación de elevar a escritura pública, y es desestimada por no tener carácter
esencial necesario para la validez o eficacia del contrato).

4. LA PRIMACÍA DEL CONSENTIMIENTO.


4.1. La forma solemne o sustancial como excepción.
EXCEPCIONALMENTE, en algunos casos el principio de libertad de forma queda roto y contradicho, por
atribuir la ley a la forma documental pública una relevancia que va más allá de la puramente probatoria o
complementaria: en algunos casos el documento público es total y absolutamente necesario para que el
contrato sea celebrado. Se ELEVA LA FORMA PÚBLICA A ELEMENTO SUSTANCIAL DEL CONTRATO , sin cuya
existencia éste no puede afirmarse celebrado. Dentro de estos casos, suelen recordarse:
1º- El contrato constitutivo del derecho real de hipoteca (ya sea mobiliaria o inmobiliaria).
2º- Constitución de una sociedad a la que se aporten bienes inmuebles o derechos reales
inmobiliarios.
3º- La donación de bienes inmuebles.
En tales supuestos, la ley requiere de forma necesaria escritura pública para atribuir validez al contrato
en cuestión (forma AD SUBSTANTIAM). La FALTA de la forma escrita provoca la NULIDAD de los mismos.

4.2. La categoría de los contratos formales.


Para referirnos a los contratos en los que la forma es solemne, se utiliza técnicamente el giro contratos
formales. El resto serían no formales.
Todos los contratos tienen forma (verbal, por fax, escritura privada, pública, etc) pero sólo en algunos la
forma asume carácter de elemento esencial a efectos de determinación de la validez del mismo. Sin forma
solemne, cuando ésta es requerida, no se puede decir que el contrato haya sido perfeccionado o
celebrado.

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4.3. Los contratos consensuales como regla y el papel marginal de los contratos reales.
La mayor parte de los contratos tienen CARÁCTER CONSENSUAL: significa sencillamente que el contrato se
perfecciona por el mero consentimiento contractual, sin importar la forma.
Tienen carácter consensual en nuestro Derecho los contratos de compraventa, permuta, arrendamientos,
sociedad, mandato, seguro, fianza… y en general todos los contratos que no sean calificables como
formales de una parte o reales de otra.
Los CONTRATOS REALES son aquellos en los que para su perfeccionamiento, además del mero
consentimiento, se requiere la entrega de una cosa (préstamos, depósito y prenda). En ellos, según la
doctrina clásica no habría propiamente contrato sin la entrega de la cosa, sino un mero precontrato que
permitiría a las partes instar la ejecución del mismo para llegar al verdadero contrato, previa entrega de la
cosa.

5. LA DOCUMENTACIÓN DEL CONTRATO.


Ha quedado clara la conveniencia de documentar el contrato, es decir, incorporar el acuerdo contractual a
una forma escrita, sea pública o privada. El problema se plantea cuando existen diferentes formas
contractuales, especialmente la relación entre contrato privado o incluso verbal ya existente y vinculante y
la escritura pública posterior.
En términos teóricos son dos las posibilidades:
1) Que el contenido del contrato privado y el de la escritura pública sean coincidentes, lo cual no
genera ninguna problemática.
2) Que el otorgamiento de la escritura pública determine una modificación o variación del contrato
privado base previamente existente. En este caso, la elevación de un documento privado prexistente a
escritura pública, con contenido divergente, sugiere la NOVACIÓN DEL CONTRATO, y por tanto, la
prevalencia de aquella.

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TEMA 4 LA FORMACIÓN DEL CONTRATO.

1. LA IGUALDAD DE LAS PARTES CONTRATANTES Y LA FORMACIÓN DEL CONTRATO.


Aunque ningún artículo del CC disponga expresamente que los contratantes son iguales para contratar y
tienen la misma capacidad económica para llevar a cabo la negociación patrimonial ínsita en todo
contrato, se desprende del código dicha idea. Nuestro Código es fruto del liberalismo político y económico
propio de la época de su preparación, y por ello entiende que nadie es mejor que uno mismo para atender
a sus propios asuntos (laissez faire, laissez passer). Sin embargo en la realidad sí existe en muchas
ocasiones una parte fuerte contratante, que impone sus condiciones a la parte débil. Por ejemplo
transporte público, compañías telefónicas, etc.
La intervención estatal se ha hecho a la postre necesaria en la sacrosanta autonomía privada. Para
contrarrestar este fenómeno los ciudadanos se han organizado como grupo o grupos de defensa de sus
intereses. El movimiento “consumerista” es un fenómeno en todos los países evolucionados.
En dicha línea, el art. 51 CE establece que los poderes públicos garantizarán la defensa de los
consumidores y usuarios, protegiendo, mediante procedimientos eficaces, la seguridad, la salud y los
legítimos derechos de los mismos. El desarrollo de dicho mandato constitucional se llevó a cabo por la
Ley 26/1984, para la Defensa de los Consumidores y Usuarios.

2. LAS FASES DE FORMACIÓN DEL CONTRATO: LA GÉNESIS PARADIGMÁTICA CLÁSICA.


2.1. La oferta contractual.
Para el Código Civil, el paradigma formativo del contrato viene dado por el contrato personalizado, en el
que ambas partes, tras las correspondientes negociaciones iniciales o tratos preliminares, llegan a acordar
sobre la celebración de un contrato.
El artículo 1.262 dice que "el consentimiento (contractual) se manifiesta por el concurso de la oferta y de
la aceptación...". La propuesta contractual (oferta) que realiza una persona (oferente), al ser aceptada por
la otra (aceptante), conlleva la celebración del contrato o su perfección.
La oferta contractual es una DECLARACIÓN DE VOLUNTAD emitida con intención de celebrar un contrato y
que debe contener todos los elementos necesarios, de forma que con la mera aceptación de la otra parte
se pueda decir que el contrato ha quedado perfeccionado.
La oferta contractual es un acto unilateral y generalmente revocable. Aunque, por disposición legal,
existen ofertas de carácter irrevocable, al menos durante un plazo temporal determinado (p. ejm la Ley de
Contrato de Seguro, establece que la proposición de seguro por el asegurador vinculará al proponente
durante un plazo de quince días).
La Ley sobre el Comercio Minorista establece que la oferta pública de venta o la exposición de artículos
en establecimientos comerciales, constituye a su titular en la obligación de proceder a su venta a favor de
de los demandantes que cumplan las condiciones de adquisición. Ante esta disposición legal, surge la
nueva práctica comercial de advertir que algunos bienes expuestos no se encuentran a la venta o forman
parte del decorado
En definitiva, la oferta contractual, para ser realmente tal, requiere que se mantenga en sus condiciones
iniciales, a la espera de la aceptación de la contraparte. Si el eventual aceptante modifica las condiciones
de la oferta, se está realizando una contraoferta, que habrá de ser aceptada por quien inicialmente
asumía la posición de oferente, para la perfección.

2.2. La aceptación: el valor del silencio. (3 veces)


La aceptación es una DECLARACIÓN DE VOLUNTAD POR NATURALEZA RECEPTICIA: debe ser dirigida al oferente
y concordar plenamente con la oferta (o con la contraoferta). La aceptación puede realizarse de forma
expresa como tácita, a través de hechos que no dejen lugar a dudas.
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El silencio del eventual aceptante sobre una oferta, no puede considerarse como una manifestación
positiva de voluntad (el que calla ni afirma ni niega), al contrario, se considera respuesta negativa, ya
que el silencio no puede ser generador de obligaciones contractuales. Así lo ha declarado el TS. La
recepción de cualquier oferta contractual no tiene por qué colocar a una persona en la necesidad de
desplegar actividad alguna respecto de un proyecto contractual.
Sin embargo, el TS también ha admitido el silencio como afirmativo “el silencio como declaración de
voluntad cuando dada una determinada relación entre dos personas, el modo corriente de proceder
implica el deber de hablar, ya que si el que puede y debe hablar no lo hace se ha de reputar que
consiente, en aras de la buena fe”. En tales casos, siendo natural y normal manifestar el disentimiento si o
se quieren aprobar las propuestas de la otra parte, el silencio sobre las mismas, y más cuando va unida a
hechos positivos precedentes, cabe interpretarlo como tácita manifestación de consentimiento.

2.3. La perfección del contrato entre ausentes: la redacción originaria de los Códigos Civil y de
Comercio. (1 vez)
Cuando los contratantes están llevando a cabo las negociaciones en la distancia y no tienen un medio que
de forma inmediata les permita concluirlas, pueden surgir graves incógnitas en relación con el momento
de perfección del contrato. La DOCTRINA ha ofrecido respuestas muy diversas para determinar cuando el
oferente queda vinculado por la aceptación del ofertado:
A- Teoría de la emisión: Dada la concurrencia del consentimiento de ambas partes contratantes, debe
considerarse perfecto el contrato desde el mismo momento en que el aceptante emite su declaración de
voluntad.
B- Teoría de la expedición o remisión: Bastaría con que el aceptante remitiera al oferente la declaración
de voluntad para que este último quede vinculado contractualmente.
C- Teoría de la recepción: exige que la aceptación llegue al círculo propio de actividad del oferente.
Hasta la Ley 34/2002, el CC optaba por la teoría del conocimiento: esto suponía dejar en manos del
oferente el momento de perfeccionamiento del contrato –ej.: recibe carta con acuse de recibo el día 4 pero
no la abre hasta el día 16-). Pero la doctrina mayoritariamente ha considerando esta conclusión rigurosa
y ha defendido la de la recepción. Habría de bastar que la aceptación llegue al círculo propio de la
actividad del oferente. El TS nunca se ha pronunciado al respecto.
Sin embargo el Código de Comercio (art. 54) se adscribía a la tesis de la expedición o la remisión
como momento perfectivo del contrato, al disponer que “los contratos que se celebren por
correspondencia quedarán perfeccionados desde que se conteste aceptando la propuesta”.
.
2.4. La Ley 34/2002: contratación automática, telemática y electrónica.
La Ley 34/2002 deja inalterado el art. 1.262 CC, que sigue estableciendo que “el consentimiento se
manifiesta por el concurso de la oferta y de la aceptación sobre la cosa y la causa que han de constituir el
contrato”. Es decir, consentimiento, objeto y causa generan o dan vida al contrato. El sistema sigue intacto
en el fondo
Respecto de la perfección del contrato, la disposición adicional cuarta de la citada Ley ha unificado art.
1.262 CC (apartados 2º y 3º) y el art. 54 C.Com: ambos preceptos establecen ahora que, “hallándose en
lugares distintos (…) hay consentimiento desde que el oferente conoce la aceptación o desde que,
habiéndosela remitido el aceptante, no pueda ignorarla sin faltar a la buena fe. El contratos en tal caso, se
presume celebrado en el lugar en que se hizo la oferta. En los contratos celebrados mediante dispositivos
automáticos (ejem. sacar dinero en un cajero) hay consentimiento desde que se manifiesta la aceptación”.
En cuanto a la contratación electrónica, la ley 34/2002 consagra la admisión de dicho tipo de contratación,
pero dejando a salvo en todo caso:
- Que los contratos electrónicos como cualquier otro, serán válidos cuando concurran el
consentimiento, y los demás requisitos necesarios para su validez.
- Que tales contratos se regirán por lo dispuesto en la Ley especial, CC y de Comercio, así como el
resto de normas civiles o mercantiles sobre contratos, en especial de protección de consumidores.

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2.5. Contratación entre ausentes y ventas a distancia.
La ley 47/2002 que reforma la ley 7/96 de Comercio Minorista (LOCM), establece que “se consideran
ventas a distancia las celebradas sin la presencia física simultánea del comprador y del vendedor, siempre
que su oferta y aceptación se realicen de forma exclusiva a través de una técnica cualquiera de
comunicación a distancia y dentro de un sistema de contratación a distancia organizado por el vendedor”
(art. 38.1 LOCM).
Luego ha de atenderse a la existencia, conjunta, de contratación entre ausentes, de una parte, y, de otra,
de ventas a distancia. Ambas categorías contractuales se encuentran reguladas por los Códigos y la Ley
34/2002 (contratos entre ausentes) y, por otro lado, por la LOCM (las ventas a distancia).

2.7. Los tratos preliminares: la responsabilidad precontractual (1 vez)


Los tratos preliminares no suponen una fijación definitiva de la oferta contractual, sino la realización de
actos preparatorios de un eventual e hipotético contrato.
El CC no dedica norma alguna a ellos, pero pueden tener importancia para el Derecho, pues pueden
contribuir a la interpretación del contrato y porque en determinados casos pueden dar origen a
responsabilidad, calificada como “responsabilidad precontractual”.
Como regla general, la ruptura de los tratos preliminares no conlleva consecuencia alguna. Sin
embargo, cuando dichos tratos preliminares han sido llevados a cabo por una de las partes SIN
OBSERVANCIA DEL PRINCIPIO GENERAL DE BUENA FE para después provocar injustificadamente la ruptura de
los mismos, ésta dará lugar a la denominada responsabilidad precontractual, expresión que algunos
autores equiparan a la de “culpa in contrahendo”, pese a no ser absolutamente coincidentes. La noción de
culpa in contrahendo fue una construcción utilizada (R. Von Ihering) para explicar genéricamente ciertos
supuestos de ineficacia o nulidad contractual a consecuencia de circunstancias que eran conocidas para
una de las partes contratantes. Se trata de contratos efectivamente celebrados aunque viciados de
nulidad.
La doctrina se posiciona también por recurrir al principio general de la buena fe que constituye un soporte
fundamental de la responsabilidad extracontractual, reconvertida esta vez a precontractual (1902). M.
Alonso Pérez señala que cuando la negociación preliminar tiene por objeto dañar a una de las partes o a
un tercero ha de buscarse un mecanismo de exigencia de responsabilidad, aunque no esté formulado
legislativamente de forma expresa. Según el autor, también sería aplicable analógicamente a la ruptura
injustificada de los tratos el art. 1.258 CC.

3. EL PRECONTRATO. (2 veces)
Es posible que las partes lleven a cabo la celebración de un contrato preparatorio de un futuro contrato.
Suele denominarse precontrato, promesa de contrato o contrato preliminar.
El CC regula dos supuestos concretos de precontrato:
1. Art. 1.451 “la promesa de vender o comprar, habiendo conformidad en la cosa y en el precio, dará
derecho a los contratantes para reclamar recíprocamente el cumplimiento del contrato”; y
2. Art. 1.862, al disponer que “la promesa de constituir prenda o hipoteca sólo produce acción personal
entre los contratantes…”.
3.1. El precontrato o promesa de contrato.
Doctrinalmente, la idea de precontrato está referida a los acuerdos contractuales cuyo contenido radica
precisamente en la celebración de un futuro contrato.
PROMESA BILATERAL. Las partes se obligan a celebrar un futuro contrato mediante la prestación de
nuevo consentimiento respecto de éste. Por tanto, genera obligaciones para ambas partes.
PROMESA UNILATERAL. Las partes se obligan a celebrar un futuro contrato mediante la manifestación de
una sola de las partes, por entender que la otra se encuentra ya vinculada por el primer contrato. El
precontrato obligaría al promitente frente al promisario, quien, por el contrario, no tendría obligación
alguna de respetar o cumplir el precontrato celebrado.
En realidad, lo que hemos calificado de promesa unilateral no ofrece ninguna dificultad de comprensión, ni
existen razones en contra de su admisibilidad. El art. 1.451 habla de “promesa de comprar o vender…”:
cabe pensar que lo mismo puede tratarse de una “promesa de compra que de una “promesa de venta”.

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Así pues, una de las partes de la promesa unilateral cuenta a su favor, respectivamente, con la opción de
vender (o no) o de comprar (o no), resolviéndose el precontrato en un verdadero CONTRATO DE OPCIÓN.
Mayores dudas plantea el precontrato cuando se configura como promesa bilateral, pues ni la doctrina ni
la jurisprudencia llega a establecer de forma indiscutible en qué se DIFERENCIA UN PRECONTRATO BILATERAL
Y UN CONTRATO DEFINITIVO. Premisas:

1. Elementos y estipulaciones del contrato definitivo deben encontrarse presentes en el precontrato


2. Ejecución del contrato definitivo no requiere emisión de (nuevo) consentimiento por las partes al estar
en el precontrato.
Estas premisas, motivadas por la aportación del Profesor De Castro, suponen el abandono definitivo de la
configuración del pre-contrato vigente hasta mitad del siglo XX, que defendía que el precontrato era un
acto preparatorio.
3.2. El contrato de opción. (2 veces)
El contrato de opción se caracteriza por incorporar una promesa unilateral, en cuya virtud el optante
tiene la facultad de realizar un determinado acto jurídico, cuyo contenido vincula al promitente (la otra
parte del contrato) por la mera declaración de voluntad de aquél, siempre y cuando la opción sea
ejercitada en las condiciones establecidas en el contrato. En la práctica la operatividad se encuentra
reducida a la opción de compra y más raramente a la opción de venta.
La OPCIÓN DE COMPRA, consiste en que el concedente del derecho de opción (el dueño) otorga un derecho
de preferencia de adquisición al optante (constructora) normalmente a cambio de una compensación
económica (no es obligatoria) que se conoce como prima o señal, bajo unas condiciones y un plazo
temporal que se concede al optante. Se trata de un contrato en virtud del cual una persona se obliga a
vender a otra una cosa bajo ciertas condiciones contractualmente previstas, entre las que destaca el plazo
temporal concedido al optante. El concedente del derecho de opción queda obligado a vender y es el
optante quien decidirá si compra o no.
Es menos frecuente la OPCIÓN DE VENTA, donde el que queda obligado a comprar es el adquirente y el que
cuenta con la opción de vender o no es el propietario.
La opción de compra, tenga carácter gratuito u oneroso es perfectamente lícita y posible, vinculando al
promitente durante el plazo temporal prefijado. Por consiguiente, el ejercicio o no del derecho de opción y
por tanto, la consumación del contrato previsto durante el periodo temporal contemplado dependen
exclusivamente a la declaración de voluntad del optante.
En caso de incumplimiento de lo pactado por parte del promitente, el optante puede demandar al
concedente de la opción, reclamándole la correspondiente indemnización de daños y perjuicios.

5. LAS CONDICIONES GENERALES DE LA CONTRATACIÓN Y LOS CONTRATOS DE ADHESIÓN.


5.1. Noción de condiciones generales.
Las condiciones generales de la contratación son cláusulas, estipulaciones o contenido contractual
seguido en los actos en masa por las grandes empresas suministradoras de bienes y servicios.
El consumidor o contratante sólo puede decidir si quiere contratar o no el servicio ofrecido, asintiendo al
contenido contractual predispuesto por la otra parte, sin ningún margen de negociación, por lo que se
conoce como contrato de adhesión. Una de las partes contratantes se suma, acepta o se adhiere al
contenido contractual preestablecido por la otra.
Condiciones generales de la contratación y contratos de adhesión son expresiones sinónimas.
5.2. La eficacia obligatoria de los contratos de adhesión.
La eficacia obligatoria de los contratos de adhesión no plantea ninguna duda. La problemática que surge
son los posibles abusos en los que pueda incurrir la parte predisponente de las condiciones generales de
contratación, por lo que se predica la ineficacia de las clausulas contractuales que contradiga los
principios elementales de justicia contractual o de equivalencia de prestaciones.
5.3. Las condiciones generales de la contratación bajo la regulación del C.C.
A falta de regulación de la materia en el CC la jurisprudencia ha recurrido al art 1288 del CC “la
interpretación de las cláusulas oscuras de un contrato no deberá favorecer a la parte que hubiese
ocasionado la oscuridad”, con vistas a proteger al ciudadano frente a los poderes económicos que
redactan las condiciones generales de contratación. El TS requiere dos requisitos:
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- Que el clausulado contractual (o cláusula concreta de que se trate) haya sido redactada unilateralmente
por el predisponente
- Que sea inherente a la cláusula una oscuridad material claramente favorable para el predisponente.
En los supuestos en que el art. 1.288 no podía entrar en aplicación, la jurisprudencia y la doctrina han
procurado restablecer la justicia basándose en normas generales que excluirían la validez de las
condiciones generales de la contratación que fuesen excesivamente onerosas o lesivas para el
contratante débil, tales como la buena fe, la imposibilidad de dejar el cumplimiento del contrato al arbitrio
de una de las partes o la prohibición de exclusión de responsabilidad por parte del redactor de las
clausulas generales de contratación etc.

8. LOS CONTRATOS NORMATIVOS.


8.1. Los contratos forzosos.
Por contratos normativos se hace referencia a aquellos supuestos en que la ley, atendiendo a razones de
interés general, limita la autonomía privada de una de las partes, obligándola necesariamente a contratar.
Entre tales supuestos, destacamos:
a- La obligación de contratar que pesa sobre los concesionarios de servicios públicos en situación
oligopolista o monopolista. por ej., Iberia no tiene libertad para negarme el billete.
b- El alquiler obligatorio de viviendas que, susceptibles de ser ocupadas, no lo fueran por nadie
estando vacías.
c- En general, los supuestos de subrogación y sucesión en la posición arrendaticia que prevén tanto
la LAU cuanto la Ley de Arrendamientos Rústicos.
La obligación de contratar legalmente impuesta afecta a la libertad o autonomía contractual del
contratante fuerte, en beneficio del débil. Esto no significa que el contenido del contrato haya de
encontrarse legal o convencionalmente predeterminado. Puede ser que ello ocurra (el contrato de
transporte de Iberia está sometido a las condiciones generales homologadas por la Admon) , pero también
puede darse la convencional formalización del contenido del contrato, aunque una de las partes esté
obligada a contratar.

8.2. Los contratos normados o contratos tipo.


Los CONTRATOS NORMADOS se dan cuando los derechos y obligaciones de las partes (o contenido del
contrato) se encuentran legal o reglamentariamente determinado por los poderes públicos. La razón de
utilizar mediante calificativo (normado) estriba fundamentalmente en expresar que el contenido contractual
se encuentra sometido a una norma, siendo extraño a la voluntad de ambas partes contratantes, siempre
y cuando aceptasen el contenido propio del contrato normado o reglamentario.
La distinción entre normado y forzoso es clara. Aunque lo cierto es que la mayoría de los contratos
normados son simultáneamente forzosos, sobre todo en cuanto se refieren al suministro de servicios
públicos (transporte regular, teléfono, electricidad…).
Pero no siempre es así, no siempre son forzosos. Hay libertad para contratar o no, por ejemplo cuando las
Administraciones Públicas regulan préstamos bonificados en algunos puntos de interés, en beneficio de
inmigrantes, agricultores, etc. Estos grupos no están obligados a contratar, pero si lo hacen quedan
obligados a respetar el contenido contractual fijado normativamente.
El sometimiento al contenido contractual normativamente fijado puede decirse que ha ido in crescendo en
los tiempos contemporáneos, debido principalmente a:
- Cada vez son más las disposiciones legislativas que en la búsqueda de la protección de los
consumidores, acaban por establecer un marco normativo contractual de carácter obligatorio,
imponiendo en general la forma escrita del correspondiente contrato.
- Las especiales características de determinados sectores económicos, aconsejan la intervención de
los poderes públicos estableciendo un determinado contrato-tipo o contenido contractual
homologado.
Por ello, es frecuente hablar de “contratos modelo” para expresar la sustitución de la autonomía
privada.

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TEMA 5 EL CONTENIDO DEL CONTRATO.
1. EL CONTENIDO DEL CONTRATO.
1.1. El contenido y el objeto del contrato.
Se entiende por contenido del contrato al conjunto de derechos y obligaciones generados por el contrato.
Hay que determinar cuál es el cuadro de facultades, prerrogativas y derechos, y, de otra, el conjunto de
cargas, deberes y obligaciones que competen a cada una de las partes contratantes.
Sería entonces más amplio el contenido que el objeto del contrato, identificado éste con las cosas,
derechos o servicios sobre los que recae el acuerdo contractual.
El contenido contractual estaría referido no sólo a las prestaciones contractuales sino también a
cualquiera de los poderes, prerrogativas o derechos de cualquiera de las partes, pues éstos (junto con las
prestaciones propiamente dichas), constituyen parte del entramado contractual.
1.2. La autonomía privada y las reglas contractuales.
El contenido contractual depende en grandísima medida, de la reglamentación autónoma de las partes
contratantes (art. 1.255: “…pueden establecer los pactos, cláusulas o condiciones que tengan por
conveniente, siempre que no sean contrarias a las leyes, a la moral, ni al orden público”). Pero el principio
de autonomía privada no puede desvincularse del conjunto del ordenamiento jurídico. Por ello, las
primeras reglas contractuales a tener en cuenta son las normas imperativas existentes respecto del
contrato celebrado (ya sean generales aplicables a cualquier contrato o de específicas para un
determinado tipo de contrato) . Tales normas imperativas no pueden ser desconocidas ni sustituidas por
acto alguno de autonomía privada (pues son jerárquicamente preminentes).
No hay muchas normas de derecho imperativo y, una vez respetadas, las partes pueden establecer el
contenido contractual que les parezca más acorde a sus intereses y pretensiones.
La trilogía de términos del art. 1255 CC tiene un significado concreto:
- Clausula o estipulación, sería cada uno de los distintos puntos de los contratos escritos.
- Condición no tiene un significado técnico, como suceso futuro e incierto del que dependa la eficacia
del contrato, sino un mero sentido figurado. Supone una referencia los elementos accidentales del
contrato (condición, término y modo)
Sobre las normas dispositivas (éstas sí muy abundantes) las partes pueden sustituir el mandato de dichas
normas (las pueden “derogar”), por un pacto o regla de carácter autónomo. Pero si las partes no proceden
a tal sustitución, el mandato normativo de las reglas dispositivas pasa a formar parte del contenido
contractual.

2. LA CONDICIÓN. (4 veces)
2.1. Noción general y requisitos.
La celebración de un contrato puede quedar sujeta a condiciones que afectan directamente a la eficacia
del mismo. Tales condiciones son admisibles conforme al principio de autonomía privada y, por tanto,
pueden incorporarse a cualquier contrato por voluntad de las partes. En tales casos se habla de
ELEMENTO ACCIDENTAL del contrato. Una vez conformes las partes en someter el contrato a condición, está
dejar de ser un mero accidente PARA CONVERTIRSE EN EL ELEMENTO ESENCIAL para la propia eficacia del
contrato. Requisitos:
1º- El suceso contemplado como condición tiene que ser posible .
2º- Las condiciones no pueden ser contrarias a las leyes ni a las buenas costumbres .
3º- El acaecimiento (o falta de él) del suceso contemplado como condición no puede depender de la
voluntad de los contratantes. La razón de ello es clara: “la validez y el cumplimiento de los contratos no
pueden dejarse al arbitrio de uno de los contratantes” (art. 1.256). Las personas son libres de contratar,
pero no pueden entender como contrato lo que les venga en gana, y sobre todo, han de respetar que los
contratos, una vez celebrados y perfectos, obligan a las partes.

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2.2. Condición suspensiva y condición resolutoria. (2 veces)
CONDICIÓN SUSPENSIVA. Cuando la EFICACIA DEL CONTRATO DEPENDE DEL ACAECIMIENTO DE LA CONDICIÓN ,
ya que hasta que no se produzca el evento futuro o incierto los efectos propios del contrato se encuentran
“en suspenso”, sin que hayan empezado a generarse.
CONDICIÓN RESOLUTORIA. Si el contrato apenas celebrado genera los efectos propios (p. ej tomo
posesión del terreno, pago al vendedor…) como si no existiera condición, pero EL ACAECIMIENTO DE ÉSTA
SUPONE LA INEFICACIA SOBREVENIDA del contrato.

El acaecimiento de la condición voluntariamente aceptada por las partes puede traer consigo:
- Ora la eficacia del contrato, en el supuesto de condición suspensiva.
- Ora la ineficacia del mismo, en el caso de que sea resolutoria, aunque para ambos tipos de condición la
regla máxima establecida en el código sea la de que el acaecimiento de la condición opera con efecto
retroactivo (art. 1.120 CC), esto es los derechos y obligaciones de las partes se consideran adquiridos y
asumidos, desde el mismo momento de celebración del contrato.
Esta confrontación entre condiciones plantea muchos problemas en la práctica que habrá de solucionar
según las normas de interpretación del contrato, o bien mediante su previsión expresa (los efectos) en el
propio contrato.
2.3. La conditio iuris o condición legal.
“CONDITIO IURIS”. En ciertos casos la LEY SUBORDINA LA EFICACIA DE UN CONTRATO AL ACAECIMIENTO DE UN SUCESO
FUTURO O INCIERTO Y, EN TODO CASO, NO DEPENDIENTE DE LA VOLUNTAD DE LAS PARTES (p.ej.: se exige por ley
autorización especial del CCMM para adquirir inmuebles en Ceuta o Melilla; se requiere que el testador
fallezca para que el testamento tenga eficacia…). Algunos juristas llaman así a esas condiciones, aunque
el Código no las contempla. En realidad no se trata de condiciones propiamente dichas. El CC no
contempla esta categoría.
a) la condición es un elemento accidental o contingente (no necesario) del contrato, mientras que la
denominada conditio iuris constituirá un presupuesto legal y necesario de eficacia del contrato.
b) el cumplimiento de la conditio iuris no tendrá por principio eficacia retroactiva, a diferencia de lo que
ocurre en las relaciones contractuales sometidas a condición.

ELEMENTO EFECTOS

CONDICIÓN Accidental Eficacia retroactiva

CONDITIO Presupuesto legal y necesario Por principio no tendrá eficacia retroactiva


IURIS

3. EL TÉRMINO O PLAZO.
3.1. Planteamiento.
Término es el momento temporal en que:

o comienzan o terminan los efectos de un contrato, o bien,

o ha de llevarse a cabo el cumplimiento de una obligación determinada (suele ser procedente del
contrato, pero también puede tener naturaleza extracontractual).

En el primer caso, el término opera como elemento accidental del contrato, afectando a su eficacia. En el
segundo, presupuesta la eficacia del contrato, el término o plazo está referido sólo a su ejecución o al
cumplimiento de las obligaciones de las partes.

3.2. El término como elemento accidental: término inicial y final.


El término puede consistir tanto
- en la fijación de una fecha concreta futura,
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- en un período temporal determinado, contado a partir de la celebración del contrato o
- en la fijación de una fecha indeterminada pero determinable por referencia a un evento futuro.
Para poder hablar de TÉRMINO es necesario que el acaecimiento futuro se produzca de forma segura, a
diferencia de la CONDICIÓN en la que queda en la incertidumbre.
A/ Término inicial: día cierto a partir del cual un contrato genera los efectos que le son propios.

B/ Término final: día cierto en que los efectos propios del contrato se darán por concluidos.

3.3. El término de cumplimiento: término esencial.


Pese al silencio al respecto del CC, asume extraordinaria importancia, desde la perspectiva del
cumplimiento de la obligación, el “término esencial”. No quiere decirse con ello que el término sea un
elemento esencial, sino que el cumplimiento de determinadas obligaciones excluye de forma absoluta que
se pueda llevar a cabo con posterioridad a la fecha o al día señalado. ( pianista de boda) . El cumplimiento
extemporáneo equivale a un verdadero incumplimiento, al no satisfacer el interés del acreedor.

4. EL MODO.
4.1. Noción y ámbito.
El modo consiste en una carga o en un gravamen añadido en algunas ocasiones a los “actos de
liberalidad”, como la donación y el testamento. El ámbito son los negocios gratuitos, pues según
afirmación clásica e indiscutible, el modo no puede incorporarse a los negocios onerosos. Es un elemento
accidental.

4.2. Régimen básico.


El modo consiste en unaOBLIGACIÓN ACCESORIA impuesta al beneficiario DE UNA DETERMINADA LIBERALIDAD
POR EL DISPONENTE DE ÉSTA (ej: regalo una finca a mi sobrina y le impongo la carga de regalar una cesta
en Navidad a cada empleado) que, inicialmente, no afecta ni suspende la atribución patrimonial realizada
con carácter gratuito, ni la convierte en onerosa.
La relación entre liberalidad y el modo es claramente de subordinación: el modo es accesorio respecto de
la liberalidad en que consiste el “negocio gratuito”. En caso de que el modo impuesto consista en una
carga de carácter ilícito o imposible, se tendrá por no puesto o ineficaz, mientras que la validez de la
liberalidad se mantendrá.
La carga modal es obligatoria para el beneficiario de la liberalidad, y en caso de incumplimiento imputable
a éste, la liberalidad puede ser revocada si las personas legítimas (en el caso de la donación, el
donante y sus herederos) ejercitan la oportuna acción de revocación, o la “devolución de lo percibido con
sus frutos e intereses” (en el caso de la institución de heredero o legatario).
Limitado en análisis al campo de la donación, la legitimación activa para exigir el cumplimiento del modo
corresponde, al donante y a sus herederos, pues en términos económicos supondrá la vuelta de lo
donado al patrimonio del donante.

5. LOS CONTRATOS TÍPICOS Y ATÍPICOS.


5.1. Los contratos típicos.
Son aquellos esquemas contractuales que están
LEGALMENTE CONTEMPLADOS Y A LOS QUE EL DERECHO
OBJETIVO PROPORCIONA UNA REGULACIÓN CON CARÁCTER GENERAL, que siendo generalmente dispositiva,
permitirá la resolución de la mayor parte de lagunas que presente el clausulado contractual establecido
por los contratantes (son ej.: compraventa, arrendamiento, contrato de edición…).
Su regulación objetiva se limita a ofrecer el marco básico del contrato de que se trate, mediante escasas
normas de carácter imperativo, al tiempo que se permite a las partes modificar el resto de la disciplina
legal, que se caracteriza por tener naturaleza dispositiva. En el caso de que los particulares, por
comodidad o impericia, dejen sin regular algún extremo, la disciplina legal se aplicará de modo supletorio.

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5.2. Los contratos atípicos.
Son los contratos que, aun CARECIENDO DE RECONOCIMIENTO LEGAL Y DE REGULACIÓN POSITIVA, reúnen los
requisitos esenciales de la genérica figura contractual.
En base al art. 1.255 la jurisprudencia considera indiscutible el que la libertad contractual derivada de la
iniciativa económica privada conlleva que las personas puedan estructurar libremente figuras
contractuales no consagradas aún legalmente.
Ante la eventualidad de que las figuras atípicas sirvan para burlar prohibiciones legalmente fijadas para
los contratos típicos, doctrina y jurisprudencia insisten en la necesidad de una causa lícita.
La celebración del contrato atípico supone estructurar un modelo contractual que no cuenta con una
regulación supletoria ad hoc, por lo que conviene perfilar muy cuidadosamente las reglas o cláusulas
contractuales de éste, para evitar imprevisiones en la ejecución efectiva del contrato. Este es el problema
fundamental, pues en caso de litigio entre las partes, poco previsoras en el establecimiento del clausulado
contractual, ¿Qué normas se aplicarían supletoriamente?
Según la doctrina:
Teoría de la absorción. Una vez acercado el contrato atípico al esquema contractual típico que le resulta
más próximo, se le aplicarán las normas de éste, por ser el elemento preponderante del contrato atípico.
Teoría de la combinación. Se deberán tener en cuenta, conjuntamente, la regulación supletoria de todos
aquellos modelos contractuales típicos que parcialmente estén presentes en el contrato atípico.
Teoría de la aplicación analógica. Habían de aplicarse las normas propias del contrato típico que
presente mayor identidad de razón y siempre conforme a las reglas internas de la aplicación analógica de
las normas establecidas en el Código Civil.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo atiende a la justicia del caso concreto, sobre la base de
diseccionar lo mejor posible la voluntad de las partes, y atendiendo a la aplicación de las normas
generales de contratación.

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TEMA 6 LA INTERPRETACIÓN E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO.
1. INTRODUCCIÓN: INTERPRETACIÓN, CALIFICACIÓN E INTEGRACIÓN DEL CONTRATO.
La ejecución de un contrato no siempre es pacífica, sino que frecuentemente plantea problemas de
carácter interpretativo sobre la significación de las cláusulas del mismo o sobre la voluntad de las partes
contratantes.
La exacta determinación del contenido del contrato y, por tanto, la efectiva ejecución del mismo puede:
a) Excepcionalmente, en casos de contratantes particularmente puntillosos y previsores, hacer
facilísima la interpretación del contrato.
b) Pero en la mayoría de los casos, la interpretación se hace difícil por la insuficiencia del
clausulado contractual, que no suele contener elementos suficientes para prever todas las
consecuencias o incidencias del cumplimiento de las obligaciones derivadas del contrato e incluso
algunas cláusulas pueden resultar contradictorias con el derecho imperativo.

2. LA INTERPRETACIÓN DEL CONTRATO.


2.1. Ubicación legal y carácter normativo de los criterios interpretativos.
El CC recoge con cierto detalle criterios interpretativos ( art 1281 a 1289) que deben imperar en la
averiguación del significado de la lex contractus. La doctrina se mostró durante cierto tiempo poco
favorable a reconocer carácter propiamente normativo a las reglas sobre interpretación, considerándolas
simples máximas o axiomas. Sin embargo, para la DOCTRINA ACTUAL las reglas contenidas en dichos
artículos son normas jurídicas vinculantes para el intérprete (abogado, árbitro, juez, autoridad, etc).
Tampoco cabe duda respecto de su aplicación a los contratos mercantiles.
Ahora bien, dichos artículos citados contienen criterios de diferente naturaleza e, incluso, puede que
ninguno de ellos sea adecuado para desentrañar el verdadero significado del contrato. La aplicación de
tales normas no puede plantearse de forma incondicional sino con exquisita ponderación del supuesto de
hecho a considerar.
2.2. Interpretación de los contratos y casación.
El debate doctrinal sobre la naturaleza normativa o puramente axiomática de las reglas legales sobre
interpretación de los contratos mencionada antes, tiene un trasfondo práctico de extraordinaria
importancia: determinar si la posible infracción de las reglas interpretativas por los tribunales de instancia
puede dar origen al recurso de casación ante el TS.
El TS ha afirmado la naturaleza normativa de los arts 1.281 al 1.289 del C.C en numerosas sentencias,
aunque muestra una gran cautela a la hora de aceptar los argumentos esgrimidos por los recurrentes
respecto a la impugnación de la interpretación realizada por los tribunales de primera instancia,
manteniendo ésta, salvo que contradiga la lógica interna de dichos artículos o resulte manifiestamente
arbitraria.
Tras la promulgación de la LEC-2000, se mantiene el significado propio del recurso de casación, sin que
quede excluido del recurso ninguna materia civil o mercantil, ni por tanto las normas reguladoras de la
interpretación.
Citar la STS 215/2009, FCB, por el fichaje de Rubén, sobre la interpretación de un contrato con los que
actuaron como agentes de cara a la contratación del jugador.
3. LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS DE CARÁCTER SUBJETIVO. (2 veces)
La interpretación subjetiva es la que trata de indagar tanto la voluntad de cualquiera de las partes, como
la intención común de ambas. Proporciona el CC para ello los siguientes criterios:
1. La intención de los contratantes asume primacía frente a la fórmula contractual (art. 1.281). Los
contratos se interpretarán según la intención común de las partes, la cual prevalecerá sobre el
sentido literal de las palabras.
2. Discordancia entre la intención de las partes y los términos del contrato : si no resulta evidente y
los términos utilizados sean claros, debe mantenerse la interpretación literal, como ha reiterado
la jurisprudencia. (STS 1985 cuando sus términos sean claros y sin sombra de duda, que haya
armonía entre las palabras y su significado final, relacionado con el contexto, con sus estructura
finalista, de tal forma que haga inútil la búsqueda de su sentido, porque el texto no ofrece duda).

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3. Extremos accesorios de carácter complementario o de detalle: la intención de las partes debe
prevalecer sobre los términos contractuales, cualquiera que sea la generalidad de estos (art.
1.283).
4. Para determinar el elemento volitivo (lo querido por las partes) es necesario prestar atención a los
actos constatables realizados por las partes. (art. 1.282). No se excluyen de la interpretación
los actos precontractuales o tratos preliminares (el art.1.282 dice “principalmente” los coetáneos y
posteriores, pero no “solamente”), que serán más espontáneos y desinteresados que los actos
poscontractuales.

4. LOS CRITERIOS INTERPRETATIVOS DE CARÁCTER OBJETIVO.


Algunas reglas legales interpretativas tienen preponderantemente carácter objetivo. Es decir, actúan en un
ámbito tendencial distinto al de la voluntad de los contratantes, ofreciendo como resultado la llamada
interpretación objetiva. Tres reglas de carácter objetivo serían:
4.1. La interpretación sistemática.
Art. 1.285: “Las cláusulas de los contratos deberán interpretarse las unas por las otras, atribuyendo a las
dudosas el sentido que resulte del conjunto de todas”; completado por la jurisprudencia: “un contrato…
es un todo coherente y unitario que no admite radicales separaciones… puesto que cada cláusula
encuentra su razón de ser y justificación en el conjunto armónico de todas las demás” (STS). En
ocasiones la jurisprudencia identifica al art. 1285 CC como el canon interpretativo de la totalidad del área
contractual.
4.2. La exclusión de la anfibología y el principio de conservación del contrato.
Las normas legales tienen por objeto la exclusión de la anfibología (palabras usadas adrede que tienen
más de un sentido), esto es, evitar el doble sentido, sin sentido o pluralidad de acepciones de una fórmula,
giro o término:
- art. 1.286: “las palabras que puedan tener distintas acepciones serán entendidas en aquella que
sea más conforme a la naturaleza y objeto del contrato”. Trata de evitar querellas lingüísticas
sobre los términos utilizados en el contrato.
- art. 1.284: “si alguna cláusula de los contratos admitiere diversos sentidos, deberá entenderse en
el más adecuado para que produzca efectos”. Su importancia no se deriva de la eficacia
interpretativa, sino por suponer un principio de conservación del contrato operante en el Derecho
patrimonial con carácter general.
4.3. Los usos interpretativos.
El art. 1.287 dispone que las ambigüedades de los contratos se interpretarán teniendo en cuenta el uso
“del país” (debe entenderse como el lugar de celebración del contrato). Se refiere a la función
interpretativa que desempeñan los usos (ej.: identificar el “año agrícola” con el día de San Miguel).
Dichos usos no pueden ser considerados como normas jurídicas, ni “tendrán la consideración de
costumbre”, pues desempeñan una función auxiliar en la determinación del contenido del contrato.
4.4. La interpretación contra stipulatorem.
El art. 1.288 prohíbe que el resultado interpretativo al que se llegue conforme a los criterios ya vistos,
favorezca al redactor o autor de las cláusulas oscuras o ambiguas. Es principio general de toda
interpretación elemental de cualquier clausula oscura no puede redundar en beneficio de la parte que
hubiera generado la oscuridad.
Se suele afirmar que el mandato normativo aludido es una derivación del principio de la buena fe que
debe presidir el ejercicio de los derechos subjetivos.
La interpretación contra stipulatorem es aplicable a todo supuesto contractual, individualizado o en serie,
aunque su aplicación destaque más en materia de condiciones generales de la contratación.
Para los supuestos de contratación negociada, su aplicación está sometida a una serie de requisitos:
- que la redacción de las condiciones particulares haya sido obra del propio proferente y su
intervención haya sido determinante en la oscuridad de las mismas, sin que el resto de partícipes
haya cooperado en su producción.

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- Que la interpretación realizada no haya permitido averiguar cuál era la voluntad real o querida por
las partes.
5. EL ARTÍCULO 1.289 DEL CÓDIGO CIVIL.
El art. 1.289 es desolador ya que reconoce que puede resultar “absolutamente… imposible resolver las
dudas por las reglas establecidas en los artículos precedentes”. Ante esto, el art. 1.289 obliga a distinguir
según las dudas recaigan sobre:
- “CIRCUNSTANCIAS ACCIDENTALES DEL CONTRATO”: la consecuencia normativa es una manifestación más del
principio de conservación del contrato.
- “EL OBJETO PRINCIPAL DEL CONTRATO” el precepto se pronuncia abiertamente por declarar la nulidad de
un acuerdo cuyo contenido sigue siendo una incógnita.
Es poco frecuente en la práctica contractual esta eventualidad referida en el art. 1.289 y por otra parte, el
art. 1.289 desempeña un papel subsidiario respecto de los precedentes (1.281 a 1.288), como ha
señalado la jurisprudencia.

5.1. Las circunstancias accidentales del contrato.


El art. 1.289.1, en el supuesto de que la falta de operatividad de la interpretación recaiga sobre las
“circunstancias accidentales del contrato”, DISTINGUE a su vez según sea el contrato oneroso o gratuito.
“Circunstancias accidentales del contrato” NO PUEDE EQUIPARARSE A los denominados “elementos
accidentales del contrato”.
 “elementos accidentales del contrato”, si existen, son predeterminantes respecto de la
propia eficacia del contrato.
 “circunstancias accidentales del contrato” hay que entenderla referida a extremos o
detalles del mismo que no afecten propiamente a su general eficacia (lugar de entrega de la cosa;
color del coche, que no se precisó, etc.).
- En los contratos gratuitos habrá de optarse por “la menor transmisión de derechos e intereses” -favor
debitoris, deudor es donante-
- En los contratos onerosos, “la duda se resolverá en favor de la mayor reciprocidad de intereses”,

5.2. El objeto principal del contrato.


El art. 1.289.2 dispone que “si las dudas… recayesen sobre el objeto principal del contrato, de suerte
que no pueda venirse en conocimiento de cuál fue la intención o voluntad de las partes contratantes, el
contrato será nulo”.La referencia a “objeto principal” parece que hace necesario que haya objetos
secundarios, cuando no es así: por ello algún autor entiende por tal expresión “el sentido del fin principal
del contrato”.
En opinión de Lasarte, se emplea “objeto principal”, seguramente empleada para contraponerlo a la
expresión de “circunstancias accidentales”, tiene “algo más”. Ese “algo más” puede estar referido a
cualesquiera elementos esenciales del contrato (consentimiento, objeto y causa), cuanto a los propios
elementos accidentales del contrato o cualesquiera otras circunstancias (no accidentales) que puedan
desempeñar un papel determinante respecto del contenido del contrato. P.ej.: si permanece la duda
respecto de una condición (que no se sabe si es resolutoria o suspensiva); sobre la hipotética conducta
dolosa de una de las partes (que no ha podido probarse plenamente); sobre el motivo ilícito… Es
aceptable pensar entonces que, al tratarse de un punto fundamental relativo a la admisibilidad y eficacia
del entero contrato (y no de una “circunstancia accidental”), el principio de conservación del contrato no
debería prevalecer sobre la concreta sanción de nulidad que establece el CC en el art. 1.289.2.

6. LA CALIFICACIÓN DEL CONTRATO.


Es frecuente que las partes yerren en el momento de celebración del contrato confundiendo de nombre
(ej: depósito por comodato) o previendo cláusulas que entienden erróneamente como legalmente
imperativas. Surgido el litigio, dichos yerros se pondrán de manifiesto en el momento interpretativo y lo
primero que se debe determinar es la CALIFICACIÓN DEL CONTRATO, es decir, identificar el tipo o esquema
contractual (típico o atípico) celebrado, para determinar entre otras cosas el régimen legal imperativo o
las normas supletorias aplicables a dicho contrato.
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La denominación dada por las partes al contrato no les vincula ni a ellas, ni al Juez: “los contratos se
revelan no por la nominación que se les dé, sino por la que corresponda a las cláusulas que se
establezcan”; “los contratos son lo que son y no lo que digan los contratantes” (SSTS).
7. LA INTEGRACIÓN DEL CONTRATO.
7.1. Alcance y significado del artículo 1.258 del Código Civil.
“INTEGRACIÓN DEL CONTRATO”, es su adecuación al ordenamiento jurídico, pudiendo suponer
 una agregación de derechos y obligaciones no contemplados por las partes;
 la sustitución de determinadas estipulaciones convencionales por otras impuestas por el
ordenamiento o,
 la declaración de nulidad de algunas de las cláusulas contractuales.
La integración del contrato se encuentra contemplada en el art. 1.258, que tras IDENTIFICAR EL MOMENTO
DE PERFECCIÓN de los contratos con el mero consentimiento, establece que estos “obligan no sólo al
cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a todas las consecuencias que, según su
naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a la ley”.
Es un precepto de CARÁCTER IMPERATIVO (ius cogens) que se aplica con independencia de la voluntad de
las partes. Su aplicación no requiere que haya laguna contractual, sino que entra en juego incluso cuando
las partes han previsto extremos que son indisponibles por los particulares. En tal caso las cláusulas
pactadas habrían de ser sustituidas por las legalmente aplicables.
La eficacia normativa directa del art. 1258 CC respecto de la integración del contrato fue declarada por el
TS STS 27 de enero de 1977, imponiendo a una constructora cumplir con las obligaciones dimanantes de
la publicidad en relación a unos inmuebles, aunque en el contrato celebrado no se recogían tales
especificaciones.
No obstante, la doctrina jurisprudencial no incorpora a su acervo la figura de la integración del contrato, y
no es extraño ver sentencias en las que otorgan al art. 1258 CC un valor meramente interpretativo,
cuando no meramente enfático. En los cuatro últimos lustros, la doctrina de la Sala 1º TS parece haber
recuperado la buena dirección, y recupera la integración como imperativo.

7.2. Los medios de integración. (2 veces)


Señala como tales el art. 1.258 la buena fe, el uso y la ley. Sin embargo, el escalonamiento jerárquico de
dichos medios debe ser al contrario.
a/ La ley:
 la NORMA IMPERATIVA aplicable a un supuesto contractual determinado conformará e integrará el
régimen del mismo con primacía incluso sobre el acuerdo o clausulado contractual. (prorroga
legal de arrendamientos rústicos, etc)
 Las NORMAS DISPOSITIVAS, en cuanto son disponibles por las partes, sólo integrarán el contrato
cuando contemplen un elemento natural del mismo que no haya sido contemplado o regulado
de forma distinta a la legalmente prevista.
b/ Los usos normativos: en el art. 1.258 tienen carácter normativo, y por tanto integran el acuerdo
contractual en cuanto costumbre. Ahora bien, al igual que las normas dispositivas, en caso de ser
conocidos y no queridos por las partes pueden ser excluidos del acuerdo contractual.
c/ La buena fe: es simultáneamente principio general del Derecho y un medio integrador. No puede ser
entendida desde una perspectiva subjetiva, sino que se superpone al propio comportamiento de las partes
y configura el contenido o los efectos del contrato de acuerdo con las reglas de conducta socialmente
consideradas como dignas de respeto.
La buena fe no puede ser entendida desde una perspectiva subjetiva, sino como un criterio ordenador de
las relaciones contractuales, que se superpone al propio comportamiento de las partes y configura el
contenido o los efectos del contrato de acuerdo con las reglas de la conducta socialmente buena.

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TEMA 7 LA EFICACIA DEL CONTRATO.
1. LOS EFECTOS PROPIOS DEL CONTRATO.
Aunque la regla general es que el contrato sólo afecta a las partes contratantes y no a terceros, en el
momento de la codificación se reconoció que el vínculo contractual, sí puede desplegar efectos en
relación con terceros, casi siempre beneficiosos y muy raramente perjudiciales.
1.1. Los efectos inter partes: el principio de la relatividad del contrato.
Art. 1.257.1: “Los contratos SÓLO PRODUCEN EFECTOS ENTRE LAS PARTES QUE LOS OTORGAN Y SUS
HEREDEROS, salvo, en cuanto a éstos, el caso en que los derechos y obligaciones que proceden del
contrato no sean transmisibles, o por su naturaleza, o por pacto, o por disposición de la ley”. Es decir: los
contratos despliegan su eficacia exclusivamente con relación a las partes contratantes y –para el caso de
que cualquiera de éstas haya fallecido- sus herederos, siempre y cuando los derechos y obligaciones
dimanantes del contrato NO TENGAN CARÁCTER DE PERSONALÍSIMOS.
Por otro lado, el art. 1.091 considera al contrato como fuente de las obligaciones: “Las obligaciones que
nacen de los contratos tienen la fuerza de ley entre las partes contratantes y deben cumplirse al tenor de
los mismos”. La fuerza de ley que dicho artículo atribuye al contrato es un vínculo entre las partes
contratantes y la circunstancia de que la eficacia del contrato haya de restringirse al ámbito propio de los
contratantes. Con la expresión de PRINCIPIO DE RELATIVIDAD DEL CONTRATO se trata de poner de
manifiesto que la eficacia del contrato como categoría no tiene alcance general respecto de la
colectividad, sino un alcance limitado a las partes contratantes.
Han de considerarse partes contratantes quienes asumen las obligaciones u ostentan los derechos
derivados de cualquier relación contractual, con independencia de su material y efectiva participación en
la celebración del contrato. Así serán partes quienes por voluntad propia y con consciencia de arrogarse
una determinada posición contractual se consideran titulares de ella, aunque lo celebren a través de
representante o se limiten a asentir un contrato cerrado por un auxiliar suyo o intermediario.
1.2. La posible eficacia del contrato en relación con terceras personas.
La regla general de la relatividad del contrato conoce, sin embargo, quiebras en más de un caso, como
veremos a lo largo de los siguientes epígrafes, sobre todo en relación con los contratos a favor de tercero.

2. LOS CONTRATOS EN FAVOR DE TERCERO. (2 veces)


La existencia de contratos generadores de derechos en favor de tercero se encuentra consagrada en el
art. 1.257.2: “Si el contrato contuviere alguna estipulación en favor de tercero, éste podrá exigir su
cumplimiento, siempre que hubiese hecho saber su aceptación al obligado antes de que haya sido aquella
revocada”.

Ocurre así cuando una persona celebra un seguro de vida en favor de su (en el futuro) cónyuge viudo o,
en su defecto, sus hijos; o por ejemplo en los viajes de novios contratados por parientes o allegados, etc.
Los ejemplos podrían ser muchos, pero con los indicados resulta suficiente, ante el riesgo de convertir una
mera posibilidad (la de convertir a un tercero en beneficiario del contrato) en regla general.
2.1. Partes contratantes y beneficiarios.
La existencia de un contrato o de una ESTIPULACIÓN CONTRACTUAL EN FAVOR DE UN TERCERO presupone
que éste, pese a no haber sido parte contratante, es titular de un determinado derecho de crédito que
puede exigir directamente a aquella de las partes contratantes que resulta obligada al cumplimiento. El CC
denomina a ésta última “obligado”; doctrinalmente se le suele denominar “promitente”. A la parte
contratante de la que trae causa el beneficio para el tercero recibe el nombre de “estipulante”.
El beneficiario, en cuanto no es parte contractual, no tiene por qué acreditar capacidad alguna de obrar,
ni si quiera es necesario que sea persona (puede tratarse del nasciturus o del concepturus), pues en todo
caso la gestión de sus intereses podría ser perfectamente atendida por sus representantes legales.
La jurisprudencia del TS ha tenido ocasión de reiterar que el beneficiario debe ser titular del derecho de
crédito y no un mero adiectus solutionis causa o receptor de la prestación. Cabe designar al beneficiario
en el contrato, pero también es posible que se estipule su designación a posteriori.

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2.2. La aceptación por el beneficiario en relación con la revocación de la estipulación. (1 vez)
El art 1257.2 determina que, el beneficiario del contrato (o de la estipulación) podrá exigir su
cumplimiento siempre que hubiese hecho saber su aceptación al obligado antes de que haya sido aquella
(la estipulación) revocada. La eventual revocación de la estipulación beneficiosa deviene ineficaz: las
partes contratantes quedan obligadas a respetar el contenido contractual beneficioso para el tercero.
De acuerdo con el TS la aceptación debe configurarse como un presupuesto de la consolidación del
derecho del beneficiario. Supone una adhesión elevada por ley a verdadero y propio requisito o conditio
iuis. Mediante la aceptación hecha saber al obligado antes de la revocación, deviene titular de la
prestación
La aceptación cierra el paso a la revocación y hay bastante libertad en la forma de la aceptación (STS:
“expresa o tácita, por palabras o por hechos”) mientras no se haya producido la revocación, pudiendo
deducirse incluso del hecho de que el tercero reclame el cumplimiento del contrato.

3. LOS CONTRATOS EN DAÑO DE TERCERO.


Pueden darse, por ejemplo, para burlar a los acreedores, celebrando contratos en virtud de los cuales se
pretende enajenar determinados bienes y dejarlos a salvo de la ejecución de aquellos. Conforme a ello,
cuando a causa de la celebración de un contrato su objeto incorpora un resultado dañoso para terceros
podría hablarse de “contratos en daño de tercero” como una categoría contrapuesta a la anteriormente
estudiada, pero cuyo significado no es realmente comparable con el de los contratos en favor de tercero
pues estos cuentan con soporte normativo, mientras que los contratos en daño de tercero deben
merecer la reprobación general de la sociedad y, por consiguiente, la expulsión del sistema normativo.

4. LOS CONTRATOS CON PERSONA A DETERMINAR.


Esta figura consiste en que una de las partes contratantes se reserva la posibilidad de señalar como
contratante definitivo a una tercera persona (que puede ser desconocida para ambas partes en el
momento de la celebración del contrato).
Una de las partes puede desentenderse del contrato designando a un tercero, que pasará a ser parte del
contrato, generalmente con eficacia retroactiva, como si hubiera participado en la celebración del mismo.
Generalmente, esta práctica queda reservada casi de forma exclusiva, a los contratos de compraventa o
de opción de compra, así como en subasta pública de los bienes ofrecidos (su razón es evitar el devengo
de un doble impuesto de transmisiones).
El supuesto paradigmático de contrato con persona a designar viene representado por el contrato de
compraventa celebrado en documento privado y sin transmisión de propiedad, en el que el vendedor se
compromete (una vez que el comprador ha satisfecho íntegramente el precio de lo vendido) a otorgar
escritura pública de venta en favor de la persona designada por el propio comprador.
5. LA PROMESA DEL HECHO AJENO.
Con relativa frecuencia se dan supuestos contractuales en los que la obligación a cargo de una de las
partes contratantes (promitente) consiste precisamente en conseguir que un tercero celebre un contrato
con la otra parte o se avenga a cumplir las obligaciones del contrato celebrado entre promitente y
promisario (ej.: cuando alguien, actuando en nombre propio y sin representación alguna, se compromete
contractualmente con que “Camela” actúe en la boda del promisario). La promesa del hecho ajeno se
incardina en el marco propio de la intermediación, cuando no de la pura actuación especulativa
No está contemplado por norma expresa en el CC, pero es conforme a las reglas de la autonomía privada.
Las características son:
1- El promitente debe actuar por sí mismo, en su propio nombre y por su cuenta y riesgo , sin
arrogarse frente al promisario representación alguna del tercero, pues si hubiera representación alguna
quedaría directamente vinculado.
2- Generalmente, la prestación propia del promitente se configura como una obligación de resultado, y
no de medios. En caso de que el interés del promisario quede insatisfecho, éste podrá exigir al promitente
la correspondiente indemnización de daños y perjuicios. El tercero (al no existir mecanismo
representativo alguno) no queda vinculado por un contrato que le resulta extraño.
3- Por lo común, los casos de promesa del hecho ajeno son contratos de carácter oneroso, pues el
promitente “pone precio” a su gestión o a su intermediación.

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Si el promitente logra el resultado previsto en el contrato, consiguiendo la vinculación contractual entre
promisario y tercero (sea asumiendo el contrato-base o celebrando uno nuevo), el promitente queda
liberado de la obligación de resultado que sobre él recaía y puede reclamar el precio.

6. LA CESIÓN DEL CONTRATO.


6.1. Concepto y función de la cesión del contrato.
En nuestro sistema patrimonial contemporáneo se admite de forma generalizada la transmisión de los
créditos y, con algunas dificultades complementarias, de las deudas. Además también puede ser objeto
de transmisión la posición contractual de una persona que ocupa en un determinado contrato. La razón
puede ser diversa pero si son lícito y no provocan inseguridad par la otra parte contratante, deben ser
perfectamente atendibles por un sistema normativo que se caracteriza por la libertad de tráfico con toda
suerte de bienes y servicios.
Ejemplos: Compro un piso, y tras pagar algunas letras cedo la posición contractual a otro, cobrándole los
pagos realizados. Compro un hotel y mantengo los contratos de suministros.
Aunque el CC no la regula, la cesión de contrato es muy frecuente en la práctica comercial. Se configura
como un CONTRATO ATÍPICO, pero totalmente admisible por la jurisprudencia.

6.2. Presupuestos.
Conforme a la reiterada jurisprudencia del TS, son:
1º Que la otra parte contratante, “CONTRATANTE CEDIDO”, ACCEDA O CONSIENTA la cesión. Hay una relación
triangular entre cedente, cesionario y contratante cedido. El consentimiento entre cedente y cesionario es
obvio, pero el consentimiento del contratante cedido es una exigencia lógica: especialmente si las
prestaciones fueran de hacer o personalísimas. También es necesario respecto de prestaciones ex
contractu, que pudieran ser consideradas fungibles pues nadie está obligado a mantener relaciones
contractuales con una persona diferente a la que celebró el contrato con él. Afirmar lo contrario
constituiría una flagrante conculcación de lo dispuesto en el art. 1256 CC acerca de que el cumplimiento
de los contratos no puede dejarse al arbitrio de uno de los contratantes.
Esto solo puede ser predicable cuando estemos ante una cesión del contrato y no ante cualquier otra
cesión, limitada, de derechos que encuentren su causa en un contrato, pues en esos casos la cesión de
derechos no requiere el consentimiento del deudor cedido, ya que según el 1112 CC dispone que todos
los derechos adquiridos en virtud de obligación son transmisibles con sujeción a las leyes, si no se
hubiese pactado lo contrario.
2- Que se trate de CONTRATOS BILATERALES O SINALAGMÁTICOS (producen obligaciones para ambas partes),
cuyas recíprocas prestaciones no hayan sido total y completamente ejecutadas, pues en tal caso el
designio propio del contrato habrá dejado de tener sentido y no cabrá, por tanto, la cesión.

6.3. Efectos de la cesión.


La cesión del contrato implica la LIBERACIÓN O DESVINCULACIÓN DEL CEDENTE. Aunque cabe pacto en
contrario y, en la práctica, no es extraño que, en forma subsidiaria, el cedente quede obligado durante un
cierto periodo a responder si el cesionario incumple las obligaciones que le incumben.
Las obligaciones son las contempladas en el contrato originario, pues la cesión no produce un efecto
novatorio, sino que se limita a la sustitución del contratante cedente por el cesionario.

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TEMA 8 LA INEFICACIA DEL CONTRATO: LA INVALIDEZ.
1. PREMISA SOBRE LA INEFICACIA DEL CONTRATO.
Con ineficacia del contrato se hace referencia a todos aquellos supuestos en que el contrato no llega a
producir los efectos a los que estaba dirigido o deja de producirlos en un momento dado. Dado que
los contratos son para cumplirlos, y que la autonomía privada no es reconocida por el ordenamiento
jurídico para que se juegue con ella celebrando contratos ineficaces, resulta claro que los supuestos de
ineficacia representan para el derecho los “supuestos patológicos”
Pueden integrarse en dos grandes grupos:
A- INVALIDEZ: motivada por la existencia de circunstancias INTRÍNSECAS a cualquiera de los elementos
esenciales del contrato que no resultan admisibles para el ordenamiento jurídico. Dentro de la
invalidez, según la gravedad de tales circunstancias, tendremos:
1- Nulidad o supuestos de contratos nulos.
2- Anulabilidad o supuestos de contratos anulables.
B- INEFICACIA en sentido estricto: son aquellos casos en que ciertos defectos o carencias EXTRÍNSECOS
al contrato, conllevan su falta de efectos. Tales casos serían, el mutuo disenso, el desistimiento unilateral,
la resolución por incumplimiento, la rescisión, la revocación, el acaecimiento de la condición resolutoria, o
la falta de acaecimiento de la condición suspensiva.

2. LA NULIDAD DEL CONTRATO.


2.1. Idea general.
La nulidad del contrato es el supuesto más grave de ineficacia. Suele ser adjetivada como “nulidad
absoluta” o “nulidad de pleno derecho”. Los contratos nulos no merecen para el Derecho más que
rechazo, no puede reconocer el ordenamiento jurídico ningún efecto del contrato nulo, ni siquiera su
admisibilidad como tal contrato.
2.2. Causas de nulidad. (5 veces)
“La nulidad propiamente dicha, absoluta o de pleno derecho, tiene lugar cuando el acto es contrario a las
normas imperativas o prohibitivas o cuando no tiene existencia por carecer de alguno de sus
elementos esenciales… pues según el art. 1.261 del CC no existe si falta el consentimiento, el objeto o la
causa” (STS). Son causas de nulidad radical:
Son causas de nulidad radical del contrato:
1- La carencia absoluta o inexistencia (excluidos por tanto los vicios del consentimiento, pero no
la violencia absoluta) de cualquiera de los elementos esenciales. (1261 CC)
2- El incumplimiento de cualquier requisito del objeto: licitud, posibilidad y determinación.
3- La ilicitud de la causa.
4- El incumplimiento de la forma sustancial.
5- La contrariedad a las normas imperativas, a la moral y al orden público, en cuyo caso suele
hablarse, directamente de contrato ilegal.
6- Los actos a título gratuito sobre bienes comunes realizados por un cónyuge sin el
consentimiento del otro. (consentimiento uxorio o marital)

2.3. La acción de nulidad. (2 veces)


Por muy nulo que sea un contrato, en caso de haberse celebrado, producirá una apariencia de tal que,
salvo que sea destruida, seguirá produciendo los efectos propios del contrato de que se trate, como si
fuera válido.
Para evitarla, el Derecho dota a la acción de nulidad (vehículo procesal tendente a lograr que el Juez
decrete la nulidad del contrato) de una serie de caracteres:

a) Es imprescriptible, es decir, puede ser ejercitada en cualquier momento.

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b) Puede ejercitarla cualquier persona interesada en deshacer el contrato nulo. “La jurisprudencia no
excluye a los terceros, si a ellos les puede perjudicar el negocio jurídico que impugnan” (Sent. de
la AP de Valladolid). Es más: en la práctica es más frecuente el ejercicio por terceros, dado que
quien genera la causa de nulidad no está legitimado para impugnar el contrato (por tanto sólo la
parte que sufra una causa de nulidad imputable exclusivamente a la contraparte podrá actuar
judicialmente).
2.4. Consecuencias de la nulidad.
A- En general: la restitución.
Dado que el contrato nulo no produce efectos, las consecuencias de la declaración judicial de nulidad
tienden a dejar las cosas en el statu quo inmediatamente anterior a la celebración del presunto
contrato: lo que técnicamente se denomina restitución.
La restitución ha de tener lugar, en principio, DE FORMA ESPECÍFICA O IN NATURA. No siendo ello posible,
conforme a las reglas generales, procederá la RESTITUCIÓN DEL EQUIVALENTE PECUNIARIO. Así establece el
art. 1.307 que “siempre que el obligado por la declaración de nulidad a la devolución de la cosa no pueda
devolverla por haberse perdido, deberá restituir los frutos percibidos y el valor que tenía la cosa cuando se
perdió, con los intereses desde la misma fecha”.
B- En particular: los supuestos de ilicitud.
La regla restitutoria no se aplica en los supuestos de ilicitud. En tales casos han de aplicarse los arts.
1.305 y 1.306 que determinan diferentes consecuencias según que la ilicitud del objeto y de la causa,
constituya o no, un ilícito penal (un delito o falta tipificado por el CP):
1- En el caso de ILÍCITO PENAL (que sea imputable a ambos contratantes), el art. 1.305 dispone que las
partes, “cuando la nulidad provenga de ser ilícita la causa u objeto del contrato, si el hecho constituye un
delito o falta común a ambos contratantes, carecerán de toda acción entre sí, y se procederá contra
ellos, dándose, además, a las cosas o precio que hubiesen sido materia del contrato la aplicación
prevenida en el CP respecto a los efectos o instrumentos del delito o falta. Esta disposición es aplicable al
caso de que solo uno de las partes cometiese delito o falta. El no culpado podrá reclamar lo que
hubiese dado, y no estará obligado a cumplir lo prometido”.
2- En los supuestos en que se dé “CAUSA TORPE” (objeto “civilmente ilícito), cuando la culpa sea de
ambos contratantes, ninguno de ellos podrá repetir lo que hubiera dado a virtud del contrato, ni reclamar
el cumplimiento de lo que el otro hubiese ofrecido. Cuando sea de un solo contratante, no podrá éste
repetir lo que hubiese dado a virtud del contrato, ni pedir el cumplimiento de lo que se le hubiere ofrecido.
La otra parte sí podrá reclamar lo que hubiera dado, sin obligación de cumplir lo que hubiera ofrecido”.
En STS de 878/2008, la aplicación de la causa torpe ha resultado de particular importancia, pues se
refería al préstamo que los casinos, incumpliendo la normativa vigente, ofrecían a jugadores que habían
agotado su activo líquido disponible, y seguían jugando a crédito. La Sala 1ª del TS se pronuncia
declarando la ilicitud del juego en tal caso, ya sea por ilicitud propiamente dicha o por la existencia de
causa torpe por parte de uno de los contratantes y, por tanto, la imposibilidad para el casino de reclamar
la cantidad prestada con infracción de una norma imperativa.

2.5. La nulidad parcial del contrato.


Frente a la relativa escasez práctica de casos de nulidad contractual, son cada día más frecuentes los
casos de nulidad parcial, esto es, cuando el contrato CONTIENE UNA O VARIAS CLÁUSULAS ILEGALES, pese a
su validez y adecuación al ordenamiento jurídico del conjunto esencial del mismo (por ejem. constructora
que no entrega planos, banco que concede crédito a interés superior al máximo legal). Esto es, el
consentimiento, objeto y causa y en su caso, forma son intachables, pero algunos de sus aspectos del
contrato son contrarios a una norma imperativa.
La existencia de cláusulas nulas (por ilegales) con otras válidas plantea el problema de determinar si la
invalidez de la cláusula nula debe afectar al conjunto contractual. La SOLUCIÓN consiste en que las
cláusulas nulas deberán tenerse por no puestas, debiéndose preconizar la eficacia del contrato según
el principio de conservación del contrato. Las cláusulas nulas al considerarse como no puestas, debe
rellenarse el vacío contractual con la interpretación o fundamentalmente la integración (entregar los
planos; tipo de interés máximo legal). Raramente, la tarea interpretativa puede arrojar el resultado de que,
privado de las cláusulas nulas, el contrato no se corresponde con el designio de las partes, en cuyo caso
habrá de propugnarse la nulidad del contrato.

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11La doctrina jurisprudencial española siempre ha mantenido la regla imperante de utile per innutile non
vitiatur, (la parte valida o útil del contrato no debe verse viciada por la nula). Actualmente, dada la nueva
jurisprudencia europea sobre cláusulas abusivas, la Ley 3/2014, ha redactado nuevamente el art. 88
TRLCU, señalando la subsistencia del contrato pese a las clausulas abusivas.
3. LA ANULABILIDAD DEL CONTRATO.
3.1. Idea general.
Un contrato anulable es aquel que puede ser anulado o, por el contrario, puede seguir produciendo
efectos (incluso frente al Derecho) en caso de que su efectiva anulación no tenga lugar.
La anulabilidad es un supuesto de invalidez de mucha menor gravedad que la nulidad.
3.2. Causas de anulabilidad. (2 veces)
Las razones o causas de anulabilidad pueden identificarse con las siguientes:
a) Todos los vicios del consentimiento: error, violencia (no absoluta), intimidación y dolo.
b) Inexistencia de plena capacidad de obrar en alguno de los contratantes, tal como ocurre en
los siguientes casos:
1. Menores no emancipados. (salvo aquellos que según la Ley pueden celebrar por sí
mismos o con asistencia de representante, y bienes y servicios de la vida corriente
propios de su edad.
2. Personas sometidas a tutela, conforme a la sentencia de incapacitación.
3. Personas sometidas a curatela, conforme al art. 293 CC.
4. Emancipados respecto de los contratos considerados en el art. 323 (para el casado
menor de edad, el art. 324 CC).
c) Inexistencia de consentimiento marital o uxorio (esto es, del otro cónyuge) respecto de los actos o
contratos onerosos realizados por el otro cónyuge, cuando legalmente se requiere el
consentimiento de ambos. (Ley 15/2015, jurisdicción voluntaria)

3.3. La acción de anulabilidad.


Al ser de menor gravedad la anulabilidad que la nulidad, su alcance es más limitado:

 “Sólo durará cuatro años” (art. 1.301.1). Se trata de un plazo de caducidad. El plazo comenzará a
computarse de forma diversa, según la naturaleza de la causa de la anulabilidad:
1. El punto inicial del cómputo es “la consumación del contrato” (perfección) sólo en los casos de
error o dolo.
2. En las demás causas de anulabilidad, el cómputo inicial queda retrasado a un momento
posterior a la perfección del contrato:
1. El cese o desaparición de la intimidación o violencia.
2. La salida de la tutela en contratos celebrados por menores o incapacitados.
3. La disolución de la sociedad conyugal o del matrimonio (“salvo que hubiese tenido
conocimiento suficiente de dicho contrato” el cónyuge no interviniente), en los casos de
falta de consentimiento del otro cónyuge.

 El círculo de personas legitimadas para el ejercicio de la acción de anulabilidad queda limitado a


las personas que hayan sufrido el vicio del consentimiento o fueran incapaces de realizar el
contrato; así como quienes sin ser parte asumen obligaciones a causa de dicho contrato
(p.ej.:constituirse en fiador de las obligaciones de un préstamo que mi hermana recibe del Banco,
pero que se encuentra viciado por error). En cambio, por la aplicación de la buena fe, excluye el
CC que puedan ejercitar la acción de anulabilidad los causantes del error, violencia, intimidación o
dolo, o las personas capaces que contraten con incapaces.

3.4. Efectos de la anulabilidad.


Los efectos son sustancialmente los mismos que las consecuencias de la nulidad analizadas en general:
la restitución conforme al art. 1.303 y normas complementarias.
Habría que tener en cuenta el art. 1.304, respecto de quienes contratan sin tener plena capacidad de
obrar, que “no está obligado a restituir sino en cuanto se enriqueció con la cosa o precio que recibiera”.
Los supuestos de los arts. 1.305 y 1.306 es obvio que quedan restringidos a supuestos de nulidad radical,
y no pueden expandirse a los supuestos de anulabilidad.

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La coincidencia de efectos entre nulidad y anulabilidad (la restitución entre los contratantes) es
consecuencia del hecho de que la anulación del contrato (y, por tanto, la sentencia judicial que la
establece) tiene carácter retroactivo.

4. LA PERVIVENCIA DE LOS CONTRATOS INVÁLIDOS.


4.1. Observaciones generales: las causas de invalidez y su posible sanación.
La diferencia entre nulidad y anulabilidad no puede rastrearse en base a los efectos positivos del ejercicio
de la correspondiente acción, sino resaltando las consecuencias de la falta de acción.
Mientras no se declare judicialmente la nulidad o anulabilidad, los contratos inválidos pervivirán como si
no fueran tales. Pero, ¿qué consideración merecen para el ordenamiento jurídico?:
a) Aunque NO SE EJERCITE LA ACCIÓN DE NULIDAD, el contrato nulo será tal para el Derecho. Por tanto, se
trata de una mera apariencia de contrato que no podrá ver sanados sus vicios de raíz.
b) La FALTA DE EJERCICIO DE LA ACCIÓN DE ANULABILIDAD conlleva que la pervivencia fáctica del contrato
anulable se asume por el ordenamiento jurídico, que lo convalida (lo hace válido), por considerar que las
causas de anulabilidad no atentan contra el orden público contractual, sino contra los intereses de un
particular.
Las CAUSAS DE ANULABILIDAD SON DISPONIBLES para las partes y, por tanto, SANABLES. Las CAUSAS
DE NULIDAD, son de carácter absolutamente INDISPONIBLE, por atentar contra el orden público
contractual.
4.2. La confirmación del contrato anulable. (1 vez)
Si las causas de anulabilidad son disponibles para las partes, renunciando al ejercicio de la
correspondiente acción, es lógico que exista un CAUCE PARA SANAR EL CONTRATO ANTES DE QUE LA ACCIÓN
DE ANULABILIDAD PRESCRIBA. Dicho cauce se conoce con el nombre de confirmación o de ratificación.
Para que sea válida debe llevarse a cabo por quien estuviera legitimado para ejercitar la acción de
anulabilidad y que el confirmante tenga conocimiento de la causa de anulabilidad y que el vicio no le siga
afectando.
La confirmación puede realizarse de forma expresa o tácita. Esta última consiste según el 1311 CC en
que el legitimado para ejercitar la anulabilidad ejecutase un acto que implique necesariamente la voluntad
de renunciarlo.
4.3. La denominada conversión del contrato nulo.
Algunos juristas defienden que el contrato nulo es susceptible de conversión. La pretendida conversión
del contrato consistiría en que un contrato con tacha de nulidad, por contravenir alguna norma imperativa
propia del modelo o tipo contractual de que se trate, puede ser reconducido a un tipo contractual diverso
para ser considerado válido. El CC no lo considera posible, por mucho que se pretenda ampliar el
principio de conservación del contrato.
A modo de ejemplo un comodato oneroso (figura inaceptable) debería estimarse arrendamiento, ya que
para el CC intercambiar cesión de uso de una cosa por precio constituye la causa típica del
arrendamiento y no la del comodato. Nuestro Código Civil no considera posible la conversión.

37
TEMA 9 LA INEFICACIA EN SENTIDO ESTRICTO.
1. EL MUTUO DISENSO.
El contrato supone un acuerdo de voluntades mediante el cual los contratantes se vinculan. Es razonable
entender, aunque el CC no lo mencione, que los contratantes tienen la POSIBILIDAD DE CELEBRAR UN
NUEVO CONTRATO ENCAMINADO A PRIVAR DE EFECTOS AL PRIMERO. Ese contrato que tiene por objetivo poner
fin al anterior se conoce con el nombre de mutuo disenso. Debe reunir los mismos requisitos generales y
adiciones como, por ejemplo, la forma del contrato inicial. Puede ocurrir que el mutuo disenso no se
plasme en un contrato cuya finalidad única sea extinguir una relación preexistente, sino que vaya implícito
en el nuevo contrato, al ser incompatible con el primero.
Son susceptibles de extinción por mutuo disenso cualesquiera relaciones obligatorias, ya sean
instantáneas o duraderas, ya se hayan comenzado a cumplir o no.

2. EL DESISTIMIENTO UNILATERAL. (1 vez)


2.1. La categoría del libre desistimiento.
Perfeccionado un contrato, quedan los contratantes vinculados por el mismo si concurren los
requisitos propios para que surta su eficacia normalmente. El compromiso asumido por los contratantes
les vincula, a ambos.
Esta regla general, sin embargo, es ignorada o flexibilizada por el legislador en una serie supuestos
concretos de libre desistimiento por una de las partes.
2.2. Principales supuestos.
Son casos en que una o cada una de las partes, por su sola DECISIÓN UNILATERAL y SIN NECESIDAD DE
JUSTIFICARLO, pone fin a una relación contractual. Son los siguientes:

- El dueño de la obra o comitente puede dar orden al contratista para que cese la construcción,
poniéndose fin al contrato. Debe INDEMNIZAR al contratista por los gastos tenidos en la ejecución de lo
hecho y el beneficio que el contratista habría obtenido de concluir la obra.
- El socio de la sociedad civil concluida por tiempo indeterminado puede, por su sola voluntad,
renunciar a la sociedad, poniendo así fin a la relación social, SIN NECESIDAD DE INDEMNIZAR a nadie, salvo
que la renuncia se haya hecho de mala fe.
- El mandante, libremente y por su decisión, puede revocar el mandato, que deja de producir sus efectos
sin que se establezca NINGÚN EFECTO INDEMNIZATORIO.
- El mandatario puede renunciar al mandato, pero debe INDEMNIZAR al mandante, salvo que el
desempeño del mandato cause grave perjuicio al mandatario. El efecto de la renuncia puede verse
demorado, pues debe dar tiempo al mandante para adoptar las oportunas medidas, durante el cual el
mandatario debe continuar con la gestión encomendada.
- El comodante, pactado el comodato por tiempo indeterminado, puede reclamar la DEVOLUCIÓN de la
cosa prestada a su libre voluntad.
- El depositante, se haya o no pactado tiempo de duración del depósito, puede RECLAMAR LA RESTITUCIÓN
de la cosa depositada en cualquier momento y dependiendo de su libre decisión.

2.3. El desistimiento a favor de consumidores y usuarios.


Algunas Directivas europeas y disposiciones legales internas han acentuado la importancia del
desistimiento por parte de adquirentes de bienes muebles.
La Ley 47/2002 indica que “el comprador dispondrá de un plazo mínimo de siete días hábiles para desistir
del contrato sin penalización y sin indicación de motivos”. También la Ley 28/1998, de venta a plazos de
bienes muebles, incluye regulación destinada al desistimiento unilateral a favor de los consumidores y
usuarios.
Actualmente, el TRLCU recoge con carácter general el derecho de desistimiento contractual como una
facultad del consumidor y usuario de dejar sin efecto el contrato celebrado, al tiempo que resalta que
serán nulas de pleno derecho las cláusulas que impongan al consumidor y usuario una penalización por el
ejercicio de su derecho de desistimiento.

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A pesar de todo, conviene recordar que la existencia del derecho de desistimiento requiere una norma que
así lo reconozca y no puede interpretarse como una regla de carácter general y de naturaleza expansiva.
Por ello el 68 TRLU define con carácter general al derecho de desistimiento contractual como la facultad
del consumidor y usuario de dejar sin efecto el contrato celebrado, notificándoselo a la otra parte
contratante en el plazo establecido para el ejercicio de ese derecho, sin necesidad de justificar su decisión
y sin penalización de ninguna clase. Serán nulas de pleno derecho las cláusulas que impongan al
consumidor y usuario una penalización por el ejercicio de su derecho de desistimiento.
No obstante lo anterior, el desistimiento requiere de una norma que así lo reconozca y no puede
interpretarse como una regla de carácter general. Y de naturaleza expansiva.

2.4. Presupuestos de libre desistimiento.


Son los siguientes:
1º- Que exista una relación de tracto sucesivo o continuada.
2º- Además, alternativamente (no necesario las dos) se dé alguna de las situaciones siguientes:
a) Que la duración de esa relación sea indeterminada. Se correría el riesgo de que se crease una
vinculación vitalicia, contraria al ordenamiento jurídico si no se pudiese desistir.
b) Que la economía interna de la relación contractual en cuestión asigne roles no equilibrados a las
partes, siendo predominante el interés de una de ellas.

2.5. Efectos.
El efecto es que SE EXTINGUE LA RELACIÓN OBLIGATORIA, pero sin alcance retroactivo. Al tratarse de una
relación duradera, habrá que proceder normalmente a liquidarla, con la oportuna, en su caso, rendición de
cuentas, reembolsos y restituciones.
En términos generales el desistimiento no tiene un precio, pero EL QUE TIENE LA FACULTAD DE DESISTIR
DEBE MANTENER INDEMNE A LA OTRA PARTE, la cual no debe sufrir perjuicio. Pero el CC en algunos casos de
desistimiento unilateral exige la necesidad de abonar indemnización, como el dueño de la obra. Y también
llama la atención el diferente trato entre mandante y mandatario, ya que el CC sólo exige expresamente
indemnización al segundo.
2.6. Desistimiento unilateral convencional.
No es posible admitir el desistimiento convencional unilateral por chocar contra varios artículos del CC.
Pero hay cauces legales para introducir en el contrato algo similar, como el llamado dinero de
arrepentimiento o multa penitencial, aunque con el importante matiz de que estos condicionan la eficacia
del contrato y el sujeto facultado para desistir, asume la carga de perder o abonar algo.

3. LA RESOLUCIÓN DEL CONTRATO POR INCUMPLIMIENTO. (1 vez)


3.1. El art. 1.124 del Código Civil: la facultad resolutoria.
Art. 1.124.1: “la facultad de resolver las obligaciones se entiende implícita en las recíprocas, para el caso
de que uno de los obligados no cumpliere lo que le incumbe”. La razón es clara: si una de las partes no
quiere o no puede cumplir, más vale permitir al otro que dé por resuelto el contrato.
3.2. Facultad resolutoria, cláusula resolutoria expresa y condición resolutoria: precisiones.
Históricamente la facultad resolutoria contemplada en el art. 1.124 ha sido presentada como una
condición resolutoria tácita. Sin embargo en la práctica es frecuente que se pacte una cláusula
resolutoria expresa para el caso de incumplimiento (acompañada normalmente de un pacto de reserva de
dominio a favor del vendedor en los casos de compraventa: por ejemplo, “en caso de que el comprador
deje de abonar las mensualidades, las cantidades entregadas serán para el vendedor en concepto de
indemnización, quien además recuperará la posesión del piso vendido”).
La FACULTAD RESOLUTORIA establecida legalmente en el art. 1.124.1 NO ES UNA CONDICIÓN ya que el
evento futuro contemplado no es ajeno a las partes contratantes. Además la CONDICIÓN, en cuanto
ELEMENTO ACCIDENTAL, requiere, por definición, que su establecimiento se haga por las partes de forma
voluntaria y pactándola expresamente.

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ElESTABLECIMIENTO DE LA CLÁUSULA RESOLUTORIA EXPRESA ES UN EJERCICIO EXTRAJUDICIAL ANTICIPADO Y
PREVISOR de la facultad resolutoria legalmente reconocida. Su contenido no puede ser abusivo, por lo que
deberá ajustarse a las circunstancias jurisprudencialmente requeridas para su ejercicio.
3.3. Requisitos de ejercicio de la facultad resolutoria.
Según la jurisprudencia reiterada del TS, el ejercicio de la facultad resolutoria requiere:
1. Que DEMANDANTE HAYA CUMPLIDO SU OBLIGACIÓN O QUE ACREDITE QUE SE ENCUENTRA EN CONDICIONES de
hacerlo. No está legitimado para resolver las obligaciones el contratante que no haya cumplido, o que
haya cumplido sólo en parte. No puede tampoco ejercitarla el demandante que ha realizado actos que
obstaculizan totalmente el cumplimiento de una obligación básica del contrato.
2. Que LA OTRA PARTE NO CUMPLA, aunque su incumplimiento no sea total, sino parcial. Pero el
incumplimiento parcial debe tener la entidad suficiente para impedir la satisfacción económica de las
partes; es decir, que se repute grave o esencial dentro del marco contractual, AFECTANDO A OBLIGACIONES
PRINCIPALES del mismo y no simplemente a las accesorias o secundarias.

3. Que se encuentren ligadas las partes por un CONTRATO BILATERAL, esto es, por una relación
sinalagmática, en la que la prestación de una tenga como causa la prestación de la otra.
4. La OBLIGACIÓN en la que se fundamenta el ejercicio de la facultad resolutoria debe ser EXIGIBLE.
5. Que la FRUSTRACIÓN del contrato dimanante del incumplimiento sea PATENTE o, al menos, ACREDITABLE.
Es indiferente que tal incumplimiento se deba a dolo o a otras circunstancias, que de absoluta, definitiva e
irrevocablemente lo impida, tengan su origen en el incumplidor (pereza, incompetencia, falta de pericia)
o en hechos fortuitos e inevitables para el mismo (incluida la fuerza mayor). La imputabilidad del
incumplimiento tendrá importancia para determinar la indemnización.

3.4. Ejercicio de la acción resolutoria.


El perjudicado puede optar por exigir:
1. El CUMPLIMIENTO (si es posible) o
2. La RESOLUCIÓN del contrato. Incluso puede optar por la resolución del contrato tras haber intentado
lograr el cumplimiento, cuando éste resultare imposible.
Instada la resolución, no cabe variarla por el cumplimiento.
Cualquier de las dos opciones va acompañada, en principio, por la INDEMNIZACIÓN DE DAÑOS Y
PERJUICIOS, aunque no cabrá reclamarla cuando el incumplimiento se deba a circunstancias no
imputables al demandado. El plazo del ejercicio de la acción, es de prescripción y de 15 años, hasta
2015 y a partir de entonces, cinco años. (modificación del 1964 por Ley 42/2015.

3.5. Efectos de la resolución.


En caso de obtenerse definitivamente ésta, la resolución del contrato tiene EFECTO RETROACTIVO Y
EFICACIA RESTITUTORIA, por lo que ambas partes habrán de reintegrarse recíprocamente el objeto del
contrato que hubieran recibido. Es una ejecución específica o in natura que, caso de resultar imposible, se
verá sustituida por la consiguiente reparación pecuniaria.
Pero esta reparación sustitutoria no debe confundirse con la, en su caso, aneja prestación indemnizatoria,
haya sido o no contemplada expresamente por las partes, esta última mediante la incorporación de una
cláusula penal. Son compatibles.

4. LA ALTERACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS CONTRACTUALES: LA CLAUSULA REBUS SIC


STANTIBUS. (1 vez)
4.1. La alteración de las circunstancias contractuales y la cláusula rebus sic stantibus.
A veces se produce unaEXTRAORDINARIA ALTERACIÓN DE LAS CIRCUNSTANCIAS ATINENTES AL CONTRATO, NO
PREVISTAS POR LAS PARTES, QUE PRODUCEN EFECTOS QUE ATENTAN CONTRA LA EQUIVALENCIA DE LAS
PRESTACIONES ESTABLECIDAS originariamente en el momento de celebración (ej: tras la Guerra Civil,
algunas personas que tenían contratos de suministro con los aceituneros de Jaén pretendieron que éstos
les siguieran entregando el fruto en las condiciones, cantidad y precio pactado con anterioridad).

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Ante semejante eventualidad, doctrina y jurisprudencia han hablado tradicionalmente de la llamada
CLÁUSULA REBUS SIC STANTIBUS como remedio al desequilibrio patrimonial que la alteración de las
circunstancias contractuales comporta, en el sentido de entender implícito en todo contrato de tracto
sucesivo un pacto en virtud del cual el cumplimiento del mismo se entiende necesario siempre y cuando
las cosas sigan manteniéndose tal y como se encontraban en el momento de la perfección del contrato.
Es decir, en caso de una extraordinaria modificación del entorno contractual habría que concluirse que el
contrato no vincula a las partes o que por lo menos no les obliga más que adecuándolo a las
circunstancias coetáneas.
La ADMISIBILIDAD de este mecanismo se hace con extraordinaria cautela, DE FORMA RESTRICTIVA, por
afectar al principio pacta sunt servanda y a la seguridad jurídica, exigiendo como requisito necesario para
su aplicación la necesidad de cohonestar las exigencias de justicia material en el equilibrio de las
prestaciones con la seguridad del tráfico jurídico.
4.2. La cláusula rebus sic stantibus como supuesto de integración contractual.
La virtualidad propia de la cláusula rebus sic stantibus no se deriva de pacto alguno, ni de voluntad
presunta de las partes ni es una cláusula contractual en el sentido convencional de regla prevista
insertada en el contrato por las partes. Se trata de una APLICACIÓN CONCRETA A LOS CONTRATOS DE
EJECUCIÓN TEMPORALMENTE DIFERIDA DE LAS REGLAS DE INTEGRACIÓN CONTRACTUAL IMPERATIVAMENTE
ESTABLECIDAS POR EL ART. 1.258 CC que, por principio, son indisponibles para la voluntad (presunta,
implícita, tácita o declarada) de las parte

4.3. Requisitos y efectos de la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus.


La reiteradísima jurisprudencia española exige que se den las circunstancias siguientes:
1. Que entre las circunstancias existentes en el momento de celebración del contrato y las concurrentes
en el momento de su cumplimiento se haya producido una ALTERACIÓN EXTRAORDINARIA.
2. Que, a consecuencia de dicha alteración, resulte una DESPROPORCIÓN EXORBITANTE Y FUERA DE TODO
CÁLCULO entre las prestaciones convenidas.

3. Que NO EXISTA OTRO MEDIO DE REMEDIAR el desequilibrio sobrevenido de las prestaciones.


4. Que las nuevas circunstancias FUERAN IMPREVISIBLES en el momento de la celebración.
5. Que quien alegue la cláusula rebus sic stantibus tenga BUENA FE Y CAREZCA DE CULPA.
La jurisprudencia más reciente exige para la aplicación de la cláusula, con mayor flexibilidad que en otras
épocas, que la alteración sea sobrevenida y que concurra aumento extraordinario de la onerosidad o que
no concurra la posibilidad de haber efectuado una previsión razonable de la situación finalmente
desencadenada.

5. LA RESCISIÓN DEL CONTRATO.


5.1. Idea general.
La rescisión es una FORMA DE INEFICACIA del contrato que nace plenamente válido, pero que
posteriormente puede ser declarado ineficaz por sus efectos lesivos o perjudiciales para una de las
partes o un tercero. Se DIFERENCIA DE LA NULIDAD Y ANULABILIDAD, en que la
- rescisión supone que el contrato era inicialmente válido,
- la nulidad y anulabilidad implican la invalidez inicial.
5.2. Las causas de rescisión en el Código Civil.
Las causas de rescisión se pueden clasificar en tres grandes grupos:
A) Rescisión por lesión. El término lesión empleado aquí significa perjuicio patrimonial para una de las
partes. El CC declara rescindibles:
1. Todos los contratos que puedan llevar a cabo los TUTORES QUE NO REQUIERAN AUTORIZACIÓN
JUDICIAL, si el tutelado sufre lesión en más de la cuarta parte del valor de la cosa. Los contratos
que celebre
 por sí mismo el menor serán ANULABLES Y NO RESCINDIBLES.
 los que celebre el tutor con autorización judicial NO SERÁN RESCINDIBLES; y
41
 los que, necesitando autorización judicial, celebre el tutor por sí solo serán NULOS.
2. Los contratos celebrados EN REPRESENTACIÓN DE LOS AUSENTES, siempre que estos hayan
sufrido una lesión en más de la cuarta parte del valor de la cosa, y no hayan contado con
autorización judicial.
3. La PARTICIÓN DE HERENCIA, siempre que la lesión sea en más de la cuarta parte, atendiendo al
valor de las cosas cuando fueron adjudicadas.
B) Rescisión por fraude. La celebración de un contrato con intención fraudulenta respecto de terceros
(con ánimo de engañarlos) constituye causa de rescisión en los siguientes supuestos:
1. Los contratos celebrados con FRAUDE DE ACREEDORES, cuando éstos no puedan cobrar de otro
modo lo que se les deba. Se presume el fraude en todas las enajenaciones gratuitas, y en las
onerosas cuando el transmitente haya sido judicialmente condenado o cuando se trate de bienes
embargados judicialmente.
2. Los contratos que se refieran a COSAS LITIGIOSAS, cuando hubiesen sido celebrados por el
demandado sin conocimiento y aprobación de las partes litigantes o de la autoridad judicial
competente.
3. Los pagos hechos en estado de INSOLVENCIA por cuenta de obligaciones a cuyo cumplimiento
no podía ser compelido el deudor al tiempo de hacerlos.
El TS se pronuncia a favor de una interpretación extensiva de las normas legales sobre fraude, y al mismo
tiempo es doctrina reiterada que el fraude puede estar constituido tanto por la intención de causar un
perjuicio a los acreedores como la simple conciencia en ese sentido.
C) Rescisión por otros motivos. Cualesquiera otros casos en que la ley determine especialmente la
rescisión.
5.3. La acción rescisoria. (1 vez)
A) Requisitos: el CC exige tres requisitos para que sea posible el ejercicio de la acción rescisoria
(“devolución de las cosas que fueron objeto del contrato con sus frutos y del precio con sus intereses”, art.
1.295):
1. Que el perjudicado carezca de otro recurso legal para obtener la reparación del perjuicio: se
trata, por tanto, de una ACCIÓN SUBSIDIARIA.
2. Que el perjudicado PUEDA DEVOLVER aquello a que estuviera obligado.
3. Que las cosas objeto del contrato NO SE HALLEN LEGALMENTE EN PODER DE TERCERAS PERSONAS
que hubieran procedido de buena fe, ya que, en tal caso, la pretensión del lesionado o defraudado
ha de limitarse a reclamar la indemnización de perjuicios.
B) Plazo: el mismo plazo que se señala para las acciones de anulabilidad: 4 años.
C) Cómputo del plazo: “Para las PERSONAS SUJETAS A TUTELA Y PARA LOS AUSENTES , los cuatro
años no empezarán hasta que haya cesado la incapacidad de los primeros o sea conocido el
domicilio de los segundos”. En los DEMÁS CASOS, empezará a correr el plazo desde la celebración
del contrato.
5.4. Eficacia restitutoria e indemnizatoria de la rescisión.
El EFECTO FUNDAMENTAL de la rescisión tiene acusado matiz restitutorio: obtener la devolución de todo
aquello que haya sido entregado por virtud del contrato rescindible.
Pero como puede ocurrir que las cosas entregadas hayan desaparecido, siendo imposible su devolución,
o bien que hayan ido a parar a manos de terceros adquirentes, protegidos de modo preferente sobre el
que ejercita la acción rescisoria por lesión o fraude, en estos CASOS DE IMPOSIBLE DEVOLUCIÓN la
ACCIÓN RESCISORIA SE TRANSFORMA EN INDEMNIZATORIA O REPARADORA, con carácter subsidiario.

La OBLIGACIÓN DE INDEMNIZAR puede alcanzar al ADQUIRENTE DE MALA FE, pues “el que hubiere
adquirido de mala fe las cosas enajenadas en fraude de acreedores deberá indemnizar a estos de los
daños y perjuicios que la enajenación les hubiere ocasionado, siempre que por cualquier causa le fuere
imposible devolverlas” (art. 1.298).

42
TEMA 10 LA DONACIÓN.
1. LA DONACIÓN COMO CONTRATO.
La donación es la TRANSMISIÓN VOLUNTARIA de una cosa o de un conjunto de ellas que hace una persona,
DONANTE, A FAVOR DE OTRA, DONATARIO, SIN RECIBIR NADA COMO CONTRAPRESTACIÓN. El carácter
contractual le viene dado por
1. La exigencia de la ACEPTACIÓN POR PARTE DEL DONATARIO, lo que supone acuerdo de los dos
contratantes, y de otra parte,
2. La SUJECIÓN A LAS DISPOSICIONES GENERALES de los contratos y obligaciones en todo lo que no se halle
determinado en sus normas específicas.
El art. 618 define la donación como “el acto de liberalidad por el cual una persona dispone
gratuitamente de una cosa en favor de otra, que la acepta”.
La donación es también un modo de adquirir, produce efectos reales desde el mismo momento en que ha
tenido lugar su perfección por la aceptación del donatario. Se trata pues de un contrato en virtud del cual
adquiere directamente el dominio.

2. MODALIDADES DE LA DONACIÓN. (2 veces)


2.1. Donaciones remuneratorias.
Art. 619: “es también donación la que se hace a una persona POR SUS MÉRITOS O POR LOS SERVICIOS
PRESTADOS AL DONANTE, siempre que no constituyan obligaciones exigibles”. Algunos autores consideran
que este tipo de donaciones deben ser consideradas simples. También puede defenderse que el
carácter remuneratorio viene dado por la concurrencia en el donatario de circunstancias relevantes que
el donante valora especialmente aunque no representen "servicio alguno”.
El PROBLEMA se plantea porque el art. 622 dispone que “las DONACIONES CON CAUSA ONEROSA se regirán
por las REGLAS DE LOS CONTRATOS, y las REMUNERADAS, por las DISPOSICIONES DEL PRESENTE TÍTULO EN LA
PARTE QUE EXCEDAN DEL VALOR DEL GRAVAMEN IMPUESTO”. Por ello algunos autores propugnan que hasta
donde alcance el valor del servicio remunerado habrían de aplicarse las reglas de los contratos onerosos,
y para el exceso, las reglas de las donaciones. Pero la mayoría entiende inaplicable a las donaciones
remuneratorias el art. 622 que probablemente esté referida a las donaciones modales.
2.2. Donaciones modales u onerosas.
Son aquellas donaciones que conllevan una CARGA MODAL. Se encuentran en el art. 619.2: son también
donaciones “aquellas en que se impone al donatario un GRAVAMEN INFERIOR AL VALOR DE LO DONADO”. La
donación modal puede implicar tanto la asignación de una parte de lo donado a un cierto destino en
beneficio de un tercero (te regalo el cortijo pero anualmente entregas el diezmo de la cosecha al Convento
“Tal”), cuanto un gravamen independiente del propio objeto de donación (te regalo un depósito bancario,
pero anualmente entregarás 3.000 euros a tu abuela).
2.3. Donaciones mortis causa.
La donación es, en principio, un acto inter vivos. La opinión mayoritaria de doctrina y jurisprudencia, en
base al art. 620: “las donaciones que hayan de producir sus efectos a la muerte del donante participan de
la NATURALEZA DE LAS DISPOSICIONES DE ÚLTIMA VOLUNTAD Y SE REGIRÁN POR LAS REGLAS ESTABLECIDAS EN
EL CAPÍTULO DE LA SUCESIÓN TESTAMENTARIA”, es que deben ser asimiladas a los legados hechos en
testamento, siendo revocables hasta la muerte del donante, que es cuando produce los efectos del
contrato.
2.4. Donación con reserva de la facultad de disponer.
El art. 639 contempla un supuesto excepcional en relación con la irrevocabilidad de la donación: “Podrá
reservarse el donante la facultad de disponer de alguno de los bienes donados o de alguna cantidad con
cargo a ellos; pero si muriere sin haber hecho uso de este derecho, pertenecerán al donatario los bienes o
la cantidad que se hubiese reservado”.
2.5. Donación con cláusula de reversión.
Conforme al art. 641, el donante cuenta con facultades para establecer una “reversión convencional” o
un “derecho de retorno” en su favor o en el de un tercero.

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 EN FAVOR DEL DONANTE se entiende válida, para cualquier caso y circunstancia.
 EN FAVOR DE OTRAS PERSONAS, sólo resulta admisible “en los mismos casos y con iguales
limitaciones que determina este Código para las sustituciones testamentarias”.
2.6. Liberalidades de uso.
Son aquellos actos de liberalidad realizados en virtud de CÁNONES DE CONDUCTA SOCIALMENTE SEGUIDOS
por la generalidad de las personas (ej.: regalos de cumpleaños). El propio Código la califica en alguna
ocasión como regalos de costumbre. Por fundamentarse en normas sociales más que un verdadero ánimo
de liberalidad, algunos autores les niegan el carácter de donación. Sin embargo, la opinión mayoritaria
propugna su naturaleza de donación, aunque algunas normas de ésta no les resulten aplicables, por
entenderse precisamente que la adecuación a las normas sociales generalmente asumidas impiden
considerar el posible carácter fraudulento o perjudicial para terceros que siempre planea sobre las
donaciones puras y simples.

3. PRESUPUESTOS Y ELEMENTOS DE LA DONACIÓN. (1 vez)


Son ELEMENTOS ESENCIALES de la donación: el empobrecimiento del donante, el enriquecimiento del
donatario, y la intención de hacer una liberalidad. Se EXCLUYEN de la categoría de donación aquellos actos
realizados a título gratuito que, otorgando una ventaja patrimonial sin contraprestación, no entrañen una
pérdida patrimonial (préstamo, depósito o fianza establecidos con carácter gratuito).

3.1. Capacidad de las partes. (2 veces)


La donación implica para el DONANTE una disminución patrimonial, y para el DONATARIO un enriquecimiento
que difícilmente puede comportar consecuencias negativas. Es el motivo por el que el CC sólo se
muestre riguroso y exigente respecto a la capacidad del donante.
A) Capacidad para donar:
Art. 624: “podrán hacer donaciones todos los que puedan contratar y disponer de sus bienes”. Han de
darse las dos circunstancias a la vez: CAPACIDAD CONTRACTUAL Y ADEMÁS LIBRE DISPOSICIÓN SOBRE LOS
BIENES que vayan a ser objeto de donación. Recordemos que:

- El HIJO MENOR que haya cumplido DIECISÉIS AÑOS para realizar donaciones necesitará el
consentimiento de los padres.
- Los PADRES necesitarán AUTORIZACIÓN JUDICIAL para donar bienes inmuebles u objetos
preciosos y valores mobiliarios pertenecientes a los hijos cuya administración ostenten.
- Los HEREDEROS DEL AUSENTE QUE ES DECLARADO FALLECIDO no podrán disponer a título gratuito
hasta cinco años después de la declaración del fallecimiento.
- El MENOR EMANCIPADO, SIN CONSENTIMIENTO de sus padres o del tutor, no podrá donar bienes
inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales u objetos de extraordinario valor.
B) Capacidad para aceptar donaciones:
La amplitud se manifiesta en que incluso el nasciturus puede ser donatario: basta para ello con que la
aceptación de la donación sea realizada por las personas que legítimamente le representen, si se hubiera
verificado ya su nacimiento.
Es decir, cualquier persona, aún sin tener capacidad de obrar o una especial capacidad de obrar, puede
proceder a la aceptación de la donación.
Teniendo “capacidad natural” para entender y querer, pueden emitirse válidamente declaraciones de
voluntad dirigidas a aceptar donaciones. El CC sólo exige capacidad contractual en el caso de que se
trate de donaciones condicionales u onerosas.

3.2. Objeto y límites.


La donación puede recaer SOBRE CUALQUIER BIEN O DERECHO QUE SEA AUTÓNOMO E INDEPENDIENTE Y, POR
TANTO, INDIVIDUALIZABLE en el patrimonio del donante.

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El empobrecimiento del donante puede ser perjudicial para el propio donante, para sus familiares con
derecho a legítima y para sus acreedores. Por ello el CC impone ciertos LÍMITES de carácter objetivo a la
donación:

d) La donación no podrá comprender bienes futuros.


e) El donante deberá reservarse en plena propiedad o en usufructo lo necesario para vivir en un
estado correspondiente a sus circunstancias.
f) Nadie podrá dar por vía de donación más de lo que pueda dar por vía de testamento,
debiendo ser reducidas en cuanto excedan de las posibilidades de libre disposición del donante, a
petición de los herederos forzosos. En tal caso, se habla de “donación inoficiosa”.
g) Al suponer la donación una enajenación de bienes a título gratuito, si con ella se defraudaran
los derechos de los acreedores, se presume fraudulenta, autorizándose a los acreedores
anteriores a la donación solicitar su rescisión; pero no así a los posteriores.

3.3. Perfección de la donación: la aceptación.


La donación, bajo pena de nulidad, está sujeta a la aceptación por parte del donatario, que la puede
realizar por sí mismo o por medio de persona autorizada. El CC regula la perfección de la donación en dos
artículos:
1) 629 De una parte, establece que “la donación no obliga al donante, ni produce efecto, sino desde la
aceptación”
2) 623 De otra, entiende que “la donación se perfecciona desde que el donante conoce la aceptación
del donatario”.
Para el art. 629 habría de seguirse la “teoría de la emisión”, mientras que para el 623 se seguiría la “teoría
del conocimiento o de la cognición. No obstante, el profesor Lalaguna señala que no hay contradicción
entre los artículos, sino que regulan sendos aspectos, que en realidad son diferentes: la aceptación del
donatario provoca la inmediata eficacia de la donación salvo que, antes de tener conocimiento de ella, la
revoque el donante.
3.4. Forma. (3 veces)
Para el CC, la donación es un contrato formal, si bien los requisitos de forma son distintos según recaiga
sobre bienes muebles o inmuebles:
A) La donación de COSA MUEBLE podrá hacerse
a. Verbalmente, requiriéndose la entrega simultánea de la cosa, o
b. Por escrito. Que la aceptación conste por escrito.
B) En el caso de que esté referida a BIENES INMUEBLES, la donación ha de hacerse necesariamente
en escritura pública, al igual que su aceptación (en misma escritura o en otra separada),
debiéndose producir ésta en vida del donante. Si se hace la aceptación en escritura separada
debe notificarse la aceptación al donante y se anotará diligencia en ambas. Deberá expresar
individualmente los bienes donados y el valor de las cargas que deban satisfacer el donatario. La
aceptación podrá hacerse en la misma escritura o en otra separada, pero no surtirá efecto si no se
hiciese en vida del donante.
C)
4. LA REVOCACIÓN DE LAS DONACIONES. (3 veces)
La donación es irrevocable, en el sentido de que no puede quedar sin efecto por la sola voluntad del
donante, una vez que haya tenido lugar la aceptación del donatario. Sin embargo, el CC, teniendo en
cuenta su carácter de atribución patrimonial sin contraprestación, faculta al donante para recuperar lo
donado en algunos supuestos, suponiendo que de haberlos conocido no la habría realizado o por razones
de justicia material. Las causas de revocación se encuentran legalmente predeterminadas o tasadas y,
por ello, son de interpretación estricta, quedando limitadas a los supuestos siguientes:

45
4.1 Supervivencia o supervenencia de hijos. (2 veces)
Art. 644: “Toda donación hecha entre vivos, hecha por persona que no tenga hijos ni descendientes, será
revocable por el mero hecho de ocurrir cualquiera de los casos siguientes:
1º. Que el donante tenga, después de la donación hijos, aunque sean póstumos. “SUPERVENIENCIA”
2º. Que resulte vivo el hijo del donante que éste reputaba muerto cuando hizo la donación”.
“SUPERVIVENCIA”
El donante podrá revocar la donación si desea hacerlo, pues la supervenencia o supervivencia NO
ACARREA DE FORMA AUTOMÁTICA LA INEFICACIA DE LA DONACIÓN REALIZADA. El plazo para ejercitar la
correspondiente “acción de revocación” es de 5 años “contados desde que se tuvo noticia del nacimiento
del último hijo o de la existencia del que se creía muerto” El referido plazo es de caducidad, aunque el
precepto hable de prescripción. Dentro de tal plazo, en caso de fallecimiento del donante, la acción de
revocación se transmite a sus hijos y descendientes.
4.2. Incumplimiento de cargas.
El supuesto de revocación por incumplimiento de cargas impuestas por el donante se encuentra
contemplado en el art. 647.1: “La donación será REVOCADA a instancia del donante cuando el donatario
haya dejado de cumplir alguna de las condiciones que el aquel le impuso”.
El CC no establece la duración de la acción por incumplimiento de cargas, ni si cabe su transmisión a los
herederos o legitimarios del donante en caso de fallecimiento de éste. JURISPRUDENCIALMENTE se ha
propugnado de forma reiterada que la acción es transmisible a los herederos. El silencio respecto del
plazo, por vía de analogía, para las acciones rescisorias es de 4 años.
4.3. Ingratitud del donatario.
La denominada “ingratitud del donatario”, de acuerdo con el CC, se producirá en los supuestos en que
1. El donatario cometiera algún delito contra la persona, el honor, o bienes del donante;
2. Se le impute algún delito de los que dan lugar a procedimientos de oficio o acusación pública, a
menos que se hubiese cometido contra el propio donatario, o
3. Le niegue indebidamente alimentos (art. 648).
Si bien se trata de supuestos tasados, la literalidad de los casos descritos pueden ser objeto de
interpretación
La acción de revocación tiene un PLAZO DE PRESCRIPCIÓN DE “UN AÑO, contado desde que el donante tuvo
conocimiento del hecho y posibilidad de ejercitar la acción”. Debe ser ejercitada por el propio donante,
no siendo transmisible a los herederos si éste pudiendo hacerlo, no la hubiese ejercitado.
4.4. Efectos de la revocación.
La revocación de la donación comporta la RESTITUCIÓN al donante DE LOS BIENES DONADOS, O DEL VALOR
que éstos tenían AL TIEMPO DE LA DONACIÓN si hubiesen sido enajenados, quedando a salvo los derechos
de terceros adquirentes de buena fe.
5. LA REVERSIÓN DE LA DONACIÓN.
Ya vimos el art. 641: “podrá establecerse válidamente la reversión A FAVOR DE SÓLO EL DONADOR PARA
CUALQUIER CASO Y CIRCUNSTANCIAS, pero no a favor de otras personas sino en los mismos casos y con
iguales limitaciones que determina este Código para las sustituciones testamentarias”. En el fondo, al
establecer la reversión, se está realizando una donación condicional. Al limitar la reversión en favor del
donante pretende el CC favorecer el tráfico económico e impedir vinculaciones imperecederas de los
bienes.
En opinión de Lasarte, esta pretensión se ve debilitada en los supuestos de que el donante sea una
persona jurídica, pues en tal caso las condiciones impuestas pueden posponerse indefinidamente en el
tiempo.
6. LA REDUCCIÓN DE LAS DONACIONES INOFICIOSAS.
DONACIONES INOFICIOSAS: las que superen el valor de lo que el donante (o donatario) pueda dar (o
recibir) por testamento. Estas son perjudiciales para los legitimarios o herederos del donante. Por
consiguiente, para determinar el carácter inoficioso de cualquier donación es preciso que se abra la
sucesión del donante a causa de su fallecimiento

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TEMA 11 EL CONTRATO DE COMPRAVENTA.
1. LA COMPRAVENTA: IDEAS GENERALES.
1.1. Nociones y caracteres.
Conforme el art.1.445 CC: “por el contrato de compraventa uno de los contratantes se OBLIGA A
ENTREGAR una cosa determinada y el OTRO A PAGAR por ella un precio cierto, en dinero o signo que lo
represente”.
La compraventa es:
- Contrato consensual, que se perfecciona por el mero consentimiento. La entrega de la cosa y el
pago del precio corresponden a la fase de ejecución del contrato.
- Contrato bilateral por producir obligaciones recíprocas para las dos partes contratantes: la
entrega de la cosa y el pago del precio.
- Contrato oneroso, por suponer una equivalencia entre las prestaciones de las partes. Al hablar
de equivalencia no es necesaria una equivalencia objetiva, es decir la adecuación real entre el
bien y el precio correspondiente, basta con la llamada equivalencia subjetiva.
- Contrato conmutativo al estar determinado el intercambio de prestaciones desde el momento de
su perfección; pero puede ser aleatorio en ciertos casos, como sucede cuando se trate de "cosas
futuras" a riesgo del comprador.
- Contrato traslativo de dominio, ya que sirve de título para la transmisión de la propiedad. No
está reñido con el llamado pacto de reserva de dominio. Consiste dicho pacto en la estipulación
expresa según la cual no se producirá la transmisión de la propiedad de la cosa vendida hasta
que no se produzca el pago íntegro del precio convenido.

1.2. Capacidad para celebrar contrato de compraventa: las prohibiciones. (2 veces)


La compraventa exige, como todos los contratos, que las partes contratantes tengan la capacidad
suficiente para contratar y obligarse. El art. 1.457 sienta, como regla general, que “podrán celebrar el
contrato de compraventa todas las personas a quienes este Código autoriza para obligarse, salvo las
modificaciones contenidas en los artículos siguientes”.
El CC actualmente, no dispone de ninguna restricción a las compraventas entre cónyuges, cualquiera que
sea el régimen del matrimonio. Antes solo era posible en separación de bienes.
El CC para evitar posibles fraudes o perjuicios en supuestos en que hay intereses encontrados, PROHÍBE a
determinadas personas adquirir por compra, aunque sea en subasta pública o judicial, por sí ni por
persona intermediaria, bienes de otras sobre las que tienen algún tipo de influencia:
- Se prohíbe al TUTOR ADQUIRIR LOS BIENES DE SUS PUPILOS, siendo extensible a todo cargo tutelar.
- Respecto a los MANDATARIOS Y LOS ALBACEAS, la prohibición se hace extensiva a CUALQUIER
FORMA DE ADMINISTRACIÓN O REPRESENTACIÓN VOLUNTARIA.

- Igualmente afecta la prohibición sobre los FUNCIONARIOS PÚBLICOS EN LA DEMARCACIÓN


TERRITORIAL y respecto de los bienes de cuya ADMINISTRACIÓN ESTUVIESEN ENCARGADOS; a los
funcionarios de Justicia de los bienes en litigio ante el Tribunal en cuya jurisdicción ejercieran sus
funciones, afectando esto también a abogados y procuradores.
- Para DETERMINAR EL CARÁCTER LITIGIOSO de un bien se han venido utilizando dos criterios: la
fecha de emplazamiento para constatar la demanda (criterio jurisprudencial) y desde la
contestación a la demanda (art. 1.535.2).
La contravención de estas prohibiciones lleva aparejada la NULIDAD RADICAL Y ABSOLUTA del contrato
así celebrado, independientemente de la posible responsabilidad disciplinaria y penal a que pudiera
dar lugar en su caso. La conculcación de la prohibición del MANDATARIO Y ALBACEA es objeto de
ANULABILIDAD, al poder recaer con posterioridad el consentimiento del mandante o los sucesores.

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2. EL OBJETO DE LA COMPRAVENTA
La compraventa supone la obligación por parte del vendedor de entregar una cosa determinada a cambio
de un precio en dinero o signo que lo represente, que deberá ser pagado por el comprador. Por lo tanto el
objeto de la compraventa es doble: la cosa a entregar y el precio a pagar.
2.1. Las cosas.
A) En general. Las cosas pueden ser corporales e incorporales o derechos; muebles e inmuebles;
presentes y futuras; pero, en cualquier caso, han de reunir una triple condición:
1- Que sean de comercio lícito.
2- Que tengan existencia real o posible: no es imprescindible que la cosa exista en el momento de la
celebración del contrato si se prevé la posibilidad de su existencia en la fase de ejecución. Si la cosa se
ha perdido el contrato queda sin efecto, a no ser que ya se haya perfeccionado la compraventa, en cuyo
caso corre a cuenta del comprador.
Si la cosa no tiene existencia real al contratar, pero previsiblemente la llegará a tener, la compraventa
puede revestir dos modalidades distintas:
a/ Compraventa de cosa esperada. En tal caso, la compraventa reviste los CARACTERES DE
CONMUTATIVA Y CONDICIONAL, ya que las partes subordinan la eficacia del contrato a la existencia
de la cosa. Si la cosa no llega a existir, no hay obligación por parte del vendedor de entregar cosa
alguna, ni el comprador ha de pagar el precio (ej: Se vende la cosecha del año que viene).
b/ Compraventa de esperanza. Si los contratantes celebran la compraventa a todo evento, es
decir, que el comprador pague el precio aunque la cosa objeto del contrato no llegue a existir, se
tratará de un contrato aleatorio. El vendedor se limitará a hacer lo posible para la existencia de la
cosa, y el comprador está obligado a pagar lo pactado. (Se vende la cosecha, sea buena o no
haya cosecha).
3) Que la cosa haya sido objeto de determinación o sea susceptible de ello.
B) La venta de cosa ajena. No es necesario que el bien objeto de la compraventa forme parte del
patrimonio del vendedor en el momento de celebración de la compraventa, pues la traslación del dominio
se alcanza con la ejecución del contrato. Por lo cual, cuando el contrato no es de ejecución simultánea,
sino que la misma se pospone, el vendedor estará obligado a adquirir el bien vendido para poder
transmitir el dominio, cuando se ejecute. Aunque el CC guarda silencio sobre la venta de cosa ajena la
jurisprudencia lo admite.
2.2. El precio en la compraventa. (4 veces)
A) Requisitos: El precio es el otro elemento objetivo de la compraventa y consiste en la suma de dinero
que el comprador se obliga a entregar al vendedor a cambio de la cosa. Requisitos:
1) PRECIO VERDADERO O REAL. El precio es la prestación a cargo del comprador, de tal modo que:
- si no existiera estaríamos ante un contrato simulado de compraventa,
- podría ser donación si cumple los requisitos.
- su ausencia o licitud provocaría la declaración de inexistencia de la compraventa.
2) PRECIO CIERTO O DETERMINADO. No es necesario precisarlo cuantitativamente en el momento de la
celebración, sino que basta que
- pueda determinarse sin necesidad de un nuevo convenio, ya sea con referencia a otra cosa
cierta,
- se determine por el que tuviera la cosa en determinado día, bolsa o mercado, o
- se deje su señalamiento al arbitrio de un tercero.
3) PRECIO CONSISTENTE EN DINERO o signo que lo represente. El precio debe consistir en dinero o signo que lo
represente (cheque, pagarés, letras, etc).
- Si el precio no consiste en dinero sería un supuesto de permuta.
- SI CONSISTE EN DINERO Y ALGUNA OTRA COSA, se atiende a la intención de las partes
(compraventa o permuta) y subsidiariamente a la proporcionalidad entre el dinero y las cosas
4) ¿PRECIO JUSTO? Para el CC la compraventa no supone una estricta equivalencia objetiva entre el valor
de la cosa y el precio pactado. El CC no exige que sea justo, aunque el precio irrisorio se equipara al
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precio simulado. Especial relevancia tiene el precio fijado por disposiciones administrativas o “precio
legal”, de modo que si el convenido es superior, el contrato será nulo parcialmente, teniéndose el exceso
por no puesto, aunque el contrato seguirá surtiendo efectos.
B) El pacto de arras. Como sabemos, en la celebración del contrato de compraventa es sumamente
frecuente el establecimiento de un pacto de arras.

3. DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL VENDEDOR.


Las obligaciones principales del vendedor consisten en:
1) Entregar la cosa vendida y conservarla con “la diligencia propia de un buen padre de familia”
hasta que se efectúe dicha entrega.
2) Prestar la garantía del saneamiento en los casos de evicción y vicios ocultos.
Además de las obligaciones principales, asumen relevancia todas aquellas de carácter accesorio y
secundario de carácter general y las que puedan surgir en la relación contractual concreta.

3.1. La entrega de la cosa. (2 veces)


A) Objeto y circunstancias de la entrega de la cosa.
La OBLIGACIÓN PRINCIPAL del vendedor es la entrega del objeto de la compraventa. Hay que tener en
cuenta que la entrega de la cosa abarca también a sus accesorios, así como a los frutos producidos
desde el día en que se perfeccionó el contrato. El vendedor deberá además facilitar al comprador los
títulos de pertenencia e informes para hacer valer lo transmitido.
Aunque el tiempo y el lugar de entrega de la cosa, suele establecerse convencionalmente por las partes,
si no se hiciese, se entienden aplicables las reglas generales y así la cosa se entregará en el lugar donde
se encuentre en el momento de celebrarse la compraventa. (1171 CC)
B) Formas de entrega: la tradición.
El CC regula con cierto detalle las formas de entrega o “tradición” que, realizadas con posterioridad a la
celebración la compraventa, conllevan la adquisición de la propiedad para el comprador. Las diversas
formas de entrega son:
1) Tradición real: material y simbólica.(1462.2) Se entenderá entregada la cosa vendida cuando se ponga
en poder y posesión del comprador. Puede ocurrir de dos maneras diferentes:
 Materialmente: cuando hay una entrega manual y efectiva (me llevo el paraguas acabo
de pagar) o cuando el adquirente de facto y de forma inmediata, ejercita los poderes
característicos del propietario (e.j siesta en el piso que compré)
 De forma simbólica: sin llegar a producirse una transmisión material de la cosa, el
vendedor manifiesta de forma inequívoca e irreversible su intención de transferir la
posesión al adquirente (ej.: el vendedor entrega las llaves, o da los títulos de pertenencia).
2) Constitutum possessorium y traditio brevi manu.
 La constitutum possessorium, suple a la tradición material, y se da en aquellos casos en los
que el vendedor continúa poseyendo la cosa, pero en virtud de otro título diferente al de
propietario que antes ostentaba (ej.: el vendedor sigue viviendo como arrendatario).
 La traditio brevi manu es el caso opuesto: el comprador poseía la cosa antes de la compra, en
concepto distinto al de propietario, pasando ahora a serlo. (ej. Arrendatario compra piso).
3) La tradición instrumental. “Cuando se haga la venta mediante escritura pública, el otorgamiento de ésta
equivaldrá a la entrega de la cosa objeto del contrato...”. El otorgamiento de escritura pública equivale o
hace las veces de entrega o tradición, aunque materialmente no haya habido transmisión posesoria.

C) Reglas especiales en materia de venta de inmuebles.


Los inmuebles pueden ser adquiridos atendiendo a la medida (o cabida) de los mismos a razón de un
precio por unidad de medida o número (1.000 €/m 2) bien por un precio alzado (una finca por 500.000 €).
Conviene distinguir los siguientes supuestos:

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1) Venta de inmueble por unidad de medida con cabida inferior a la señalada en el contrato: el art.
1.469.2 establece que el vendedor se encuentra obligado a “entregar al comprador, si éste lo
exige, todo cuanto se haya expresado en el contrato; pero si esto no fuere posible, podrá el
comprador optar por una rebaja proporcional del precio o la rescisión del contrato, siempre que en
este último caso no baje de la décima parte de la cabida la disminución de la que se le atribuyera
al inmueble”.

2) Venta de inmueble por unidad de medida con cabida superior a la señalada en el contrato: el
art. 1.470 establece que “el comprador tendrá la obligación de pagar el exceso de precio si la
mayor cabida o número no pasa de la vigésima parte de los señalados en el mismo contrato; pero,
si excedieren de dicha vigésima parte, el comprador podrá optar entre satisfacer el mayor valor del
inmueble o desistir del contrato”.

3)Venta por unidades de medida y problemas de calidad: la falta de correspondencia entre el precio
pagado y el bien comprado no sólo se puede deber a criterios cuantitativos, sino también a criterios
cualitativos, al regular el art. 1.469.3 el “defecto de calidad” del inmueble vendido, supuesto para el cual
resulta también de aplicación el art. 1.469.2.

4)Venta de inmueble hecha a precio alzado: el art. 1.471.1 dispone, aunque resulte mayor o menor cabida
de la expresada en el contrato, que no tendrá lugar el aumento o la disminución del precio convenido, por
haber sido éste fijado alzadamente y “no a razón de un tanto por unidad de medida o número”. El mismo
criterio rige cuando se compraron dos o más fincas por un solo precio (art. 1.471.2 primera parte). Si se
expresaron los linderos y cabida o número, el art. 1.471.2 establece la obligación a cargo del vendedor de
entregar todo lo que se comprenda en los linderos, con independencia de la cabida y, de no ser posible, el
citado precepto se limita a establecer una rebaja en el precio proporcional al defecto de cabida, salvo que
el contrato quede anulado por no conformarse el comprador con que se deje de entregar lo que estipuló.
Es decir, el criterio a seguir es lo comprendido en los linderos y no la cabida.

5) Plazo de ejercicio de las acciones: si bien el CC establece un plazo de prescripción de seis meses, la
jurisprudencia otorga a dicho plazo carácter de caducidad en los supuestos en los que el comprador opte
por la rescisión o anulación del contrato, en cuanto se trata del ejercicio de un derecho potestativo.

D) La facultad de suspender la entrega.


El vendedor puede suspender o retener la entrega de la cosa en dos supuestos, aun sin necesidad de
instar la resolución del contrato:
1) Compraventa con precio de presente: El vendedor no está obligado a entregar la cosa vendida si el
comprador no le ha pagado el precio o no se ha señalado en el contrato un plazo para el pago.
2) Compraventa con precio aplazado: el vendedor tampoco estará obligado a realizar la entrega “si
después de la venta se descubre que el comprador es insolvente, excepto si el vendedor afiance pagar en
el plazo convenido. El término “insolvencia” es entendido en un sentido amplio por la jurisprudencia, de
manera que no se requiere que haya sido declarado judicialmente ni que el comprador se encuentre incurso
en situación concursal alguna.

3.2. La obligación de saneamiento.


Las obligaciones del vendedor no se agotan con la entrega de la cosa, pues está obligado, además, al
saneamiento, en virtud del cual responderá al comprador:
a) De la posesión legal y pacífica de la cosa vendida.
b) De los vicios o defectos ocultos que la cosa tuviera, es decir, de su posesión útil.

3.3. El saneamiento por evicción. (3 veces)


A) Noción y requisitos.
La evicción (vencer en juicio): es un acto de iniciativa extraña al comprador y al vendedor que acarrea
para el comprador verse privado de la propiedad de la cosa comprada, en cuanto ésta pasa a ser
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propiedad de un tercero, total o parcialmente, a consecuencia de una sentencia judicial firme y en virtud
de un derecho anterior a la compraventa (art. 1.475.1). (El tercero demanda al comprador).
Para que surja obligación de saneamiento a cargo del vendedor es necesario que la demanda de
evicción le haya sido notificada a instancia del comprador pues “faltando la notificación, el vendedor no
estará obligado al saneamiento” (art. 1.481). ( en la forma prevenida en el art. 1.482 CC el cual concede al
comprador la facultad de solicitar la notificación al vendedor dentro del plazo previsto para su propia
contestación a la demanda. El TS ha estimado suficiente el conocimiento extraprocesal de la demanda.
Pese a la exigencia de sentencia firme, en algún caso, el TS ha admitido la evicción a consecuencia de
resoluciones administrativas, y en los supuestos de ventas judiciales, según doctrina jurisprudencial
reiterada.
B/Pactos sobre el saneamiento por evicción
El saneamiento por evicción es un elemento natural del contrato de compraventa, pero no se trata de
ninguna materia de orden público ni indisponible para las partes, admitiéndose pactos en contrario. No
obstante, nuestro CC mira con recelo y desconfianza la cláusula restringiéndola en dos sentidos.
La cláusula por la que el comprador renuncia al saneamiento queda restringida en un doble sentido:
1) Cuando el vendedor actúe de mala fe, se declarará nulo todo pacto que exima al vendedor de
responder de la evicción. (el vendedor oculta una causa al comprador por él desconocida que permite a
un tercero reivindicar la cosa)
2) Es preciso que la cláusula la haga el comprador con conocimiento de los riesgos de la evicción y
sometiéndose a sus consecuencias.
El planteamiento tradicional del CC debe verse hoy completado con el análisis de la legislación protectora
de los consumidores y usuarios que se caracteriza por declarar nula la renuncia previa a los derechos
otorgados a los consumidores.
C) Efectos de la evicción. art. 1.478:
1) “La restitución del precio de la cosa vendida al tiempo de la evicción, ya sea mayor o menor
que el de venta”. Tiene la pretensión de actualizar el valor de la cosa al momento en que se produce la
privación para el comprador. La doctrina señala que si se produce un aumento o disminución imprevisible
y excepcional, no podrá hacerse recaer la extraordinaria plusvalía sobre el vendedor.
2) Entrega de frutos o rendimientos por parte del comprador al vendedor en caso de ser
condenado a ello.
3) “Las costas del pleito
4) “Los gastos del contrato a cargo del comprador”. (impuestos, gestorías, Registro, etc).
5) “Los daños e intereses y los gastos voluntarios o de puro recreo u ornato, si se vendió de mala
fe”.
D) Los supuestos de evicción parcial.
”Podrá exigir la rescisión del contrato, pero habrá de devolver la cosa sin más gravámenes de los que tuviera al
adquirirla”.
E/ Eviccion de cargas o gravamenes ocultos
El art. 1.483 dispone que “si la finca vendida estuviese gravada, sin mencionarlo la escritura, podrá pedir la
rescisión del contrato, a no ser que prefiera la indemnización correspondiente. […]
Problema fundamental: determinar si pueden considerarse gravámenes ocultos aquellos que habían sido
objeto de inscripción en el Registro de la Propiedad. La jurisprudencia es partidaria de excluir la aplicación
del art. 1.483 en estos.
Plazo para ejercitar la acción rescisoria: 1 año desde el otorgamiento de la escritura. Transcurrido
este plazo, sólo podrá reclamar la indemnización dentro de otro año desde el día en que el comprador
descubriera la carga o servidumbre no aparente.
3.4. El saneamiento por vicios ocultos.
El vendedor tiene obligación de saneamiento cuando la cosa vendida tuviese vicios o defectos ocultos,
que la conviertan en inapropiada para el uso a que se destina o lo disminuya de modo que, de haberlos
conocido el comprador, no la habría adquirido o habría pagado menos. Se EXCLUYEN los vicios
manifiestos o si el comprador en razón de su oficio debía fácilmente conocerlos.
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El VENDEDOR RESPONDE del saneamiento por vicios ocultos, aunque los ignorase, a menos que se
hubiese estipulado lo contrario. El COMPRADOR PODRÁ OPTAR POR RESOLVER EL CONTRATO (acción
redhibitoria) con restitución de los gastos que pagó, o rebajar una cantidad proporcional en el precio,
a juicio de peritos (acción estimatoria). Si el VENDEDOR actuó de mala fe y el comprador opta por la
restitución, se le indemnizará además de daños y perjuicios, no en el otro caso, porque la rebaja del
precio se habrá tenido en cuenta los perjuicios sufridos.
También prevé nuestro Código la posibilidad de
 PERECIMIENTO DE LA COSA VENDIDA, como consecuencia de los vicios ocultos. Los efectos
serán distintos en función de si el vendedor conocía o no los vicios. El vendedor responderá
abonando el precio, los gastos del contrato y si conociese los vicios, responderá además por
daños y perjuicios.
 Si la cosa vendida con vicios ocultos PERECIERA CON POSTERIORIDAD A LA VENTA POR CASO
FORTUITO O CULPA DEL COMPRADOR, podrá éste reclamar del vendedor el precio que pagó,
rebajado por el valor de la cosa en el momento de perderse y si el vendedor actuó de mala fe,
deberá abonar al comprador los daños e intereses.
En el caso de la COMPRA DE DOS COSAS AL MISMO VENDEDOR el vicio redhibitorio de una de ellas no
afecta a la otra, a no ser que el comprador no hubiese comprado la segunda sin la primera.
Por último, en el caso de ventas judiciales, no habrá responsabilidad por daños y perjuicios, pero sí al
desembolso del precio y los gastos del contrato.
Para que tenga lugar el saneamiento por vicios ocultos la ACCIÓN habrá de ejercitarse en el PLAZO DE
SEIS MESES contados desde la entrega de la cosa vendida.

3.5. La contaminación acústica en los inmuebles como vicio oculto: la Ley 37/2003 y el Real
Decreto 314/2006.
La Ley del Ruido ha considerado oportuno recurrir al saneamiento por vicios ocultos en relación con la
contaminación acústica de los inmuebles, provocada por el incumplimiento de las normas técnicas
relativas al debido aislamiento de las construcciones.
La Ley del Ruido dispuso que el Código Técnico de la Edificación deberá incluir un sistema de verificación
acústica de las edificaciones y que el incumplimiento de los objetivos de calidad acústica en los espacios
interiores, puede dar lugar a la obligación del vendedor de responder del saneamiento por vicios ocultos.

3.6. El saneamiento por vicios ocultos en la venta de animales.


En estos casos, el comprador ha de ejercitar la correspondiente acción (“redhibitoria” o “estimatoria”) en el
plazo de cuarenta días a partir de la entrega del animal o, en su caso, en el establecido por el uso local y
sólo procederá el saneamiento si se dan los siguientes requisitos:
a) Ha de tratarse de vicio oculto.
b) El vicio o defecto de que se trate ha de estar determinado por la ley o los usos locales.
c) No pueden ser ventas hechas en feria o pública subasta, ni de caballerías vendidas como desecho.
Se establece la nulidad de la venta de ganados y animales que padezcan enfermedades contagiosas.
Si en la compra de dos o más animales es vicioso uno de ellos, solamente procede la acción redhibitoria
respecto del vicioso, salvo que no se hubiesen comprado los unos sin el otro.
Si el animal muriese a los tres días de comprado, será responsable el vendedor, si la enfermedad que
causó la muerte existía antes del contrato, a juicio de los facultativos.

3.7. Garantías del pago del precio en favor del vendedor.


En ocasiones, el vendedor se encuentra facultado para suspender la entrega de la cosa cuando el pago
temporáneo del precio pactado constituye una contingencia de difícil materialización:
A) El supuesto del art. 1.503. Si el vendedor tuviere fundado motivo para temer la pérdida de la cosa
inmueble vendida y el precio, podrá promover inmediatamente la resolución de la venta. Si no existiere
este motivo, se observará lo dispuesto en el artículo 1.124”.
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A DIFERENCIA del artículo 1124 en el que es necesario el incumplimiento, en el 1503 llega con el
temor fundado del vendedor de que se produzca el incumplimiento, y además el 1503 no permite al
juez fijar un plazo complementario para que el comprador cumpla.
B) El pacto expreso de resolución en las ventas inmobiliarias: el pacto comisorio. El pacto comisorio
ES LA FACULTAD RESOLUTORIA CONCEDIDA AL VENDEDOR, en virtud de pacto expreso, ante la falta de
pago en el término convenido o en cada uno de los plazos señalados. Aunque la automaticidad resolutoria
del plazo temporal previsto para el pago no es absoluta, ya que el art. 1.504 exige como requisito
esencial para que proceda la resolución, el previo requerimiento judicial o por acta notarial, por lo que
no basta el mero incumplimiento, sino que el comprador cuenta con un plazo complementario para
pagar (el existente entre el término fijado y el día en que el vendedor lo requiere judicial o notarialmente).
El requerimiento al comprador no sólo permite el ejercicio de la facultad resolutoria, sino que también priva
al Juez de la facultad de dar un nuevo plazo.
Aunque el art. 1504 habla de resolución de pleno de derecho, en caso de falta de acuerdo entre las
partes, se precisa la intervención judicial a los efectos de comprobar el efectivo incumplimiento. El TS ha
señalado en algunas ocasiones que debe existir una voluntad deliberadamente rebelde, en otras basta la
comprobación objetiva de la falta de pago
Por otra parte, conviene destacar que, junto a la resolución propiamente dicha, es frecuente estipular el
comiso de todo o gran parte de lo que hubiese pagado el comprador hasta el momento de la resolución.
Tales pactos, no obstante, quedan sujetos a la facultad moderadora de los jueces al ser considerados
supuestos de cláusula penal.
C) La resolución de la venta de bienes muebles . El CC omite la necesidad de requerimiento o
interpelación alguna al comprador en el supuesto de venta de bienes muebles. Dispone el art. 1.505 que
“respecto de los bienes muebles, la resolución de la venta tendrá lugar de pleno derecho, en interés del
vendedor, cuando el comprador, antes de vencer el término fijado para la entrega de la cosa, no se haya
presentado a recibirla, o, presentándose, no haya ofrecido al mismo tiempo el precio, salvo que para el
pago de éste se hubiese pactado mayor dilación”.

4. DERECHOS Y OBLIGACIONES DEL COMPRADOR.


4.1. El pago del precio.
Art. 1.500.1 La obligación principal del comprador consiste en el PAGO DEL PRECIO “de la cosa
vendida en el tiempo y lugar fijados por el contrato”.
No obstante, en caso de que lugar y tiempo no hubieran sido pactados, la regla supletoria es la del lugar
y tiempo de la entrega de la cosa. Rompiendo con la regla general del art. 1171 CC
Art. 1.501  Asimismo, el comprador estará obligado a PAGAR INTERESES “por el tiempo que medie en-
tre la entrega de la cosa y el pago del precio, en los tres casos siguientes:

1. Si así se hubiere convenido.


2. Si la cosa vendida y entregada produce fruto o renta.
3. Si se hubiese constituido en mora.

Por tanto, como regla general el pago del precio aplazado no genera intereses, aunque en la práctica es
frecuentísimo pactar lo contrario.

4.2. La facultad de suspender el pago. 1502


Comprador
Perturbado en la posesión o Temor de serlo por una
dominio de la cosa acción reivindicatoria o
adquirida hipotecaria

Podrá suspender el pago del precio hasta que el vendedor haya hecho cesar la perturbación o el peligro,
a no ser que
se haya estipulado que,
53
no obstante, el comprador
estará obligado a verificar
el pago
afiance la devolución o
del precio en su caso

Este precepto trata de proteger al comprador en caso de que éste tema fundadamente perder tanto la
cosa como el precio abonado o que reste por abonar. Su CARÁCTER DISPOSITIVO permite entender que si
no hay pacto expreso en tal sentido, el comprador cuenta con dicha facultad.
El comprador en caso de sentirse fundadamente perturbado en su adquisición y habiendo decidido
suspender el pago, deberá comunicarlo fehacientemente al vendedor.
4.3. El pago de los gastos complementarios.
Además del pago del precio y posibles intereses por aplazamiento, el comprador deberá abonar los
gastos necesarios y útiles hechos en la cosa vendida desde la perfección hasta la consumación del
contrato, así como los gastos de transporte o traslación de la cosa vendida, salvo existencia de pacto
en contrario. Y en el caso de BIENES INMUEBLES los gastos de expedición de la primera copia de la
escritura y las demás posteriores a la venta, salvo pacto en contra. Los gastos arancelarios
correspondientes al asiento de presentación de la escritura de compraventa (arancel núm. 1) y la
inscripción del derecho adquirido mediante contrato de compraventa (arancel núm. 2) salvo pacto en
contrario, deben ser de cuenta del comprador.

1. Pago del precio Obligación principal

Si así se hubiere convenido.

2. Pago de intereses por aplazamiento 2. Si la cosa vendida y entregada produce fruto o renta.

3. Si se hubiese constituido en mora

Gastos necesarios y útiles hechos desde la perfección hasta la


consumación

Gastos de transporte
SALVO PACTO EN
3. Pago de gastos complementarios Gastos de expedición de la primera copia de la escritura y CONTRARIO
BIENES las demás
INMUEBLES posteriores

Gastos arancelarios (asiento presentación e inscripción)

5. LA DOBLE VENTA. (5 veces)


Los supuestos de doble venta, o como dice el TS “pluralidad de ventas sobre una misma cosa” son muy
frecuentes en la práctica. El Código Civil se preocupa única y exclusivamente de determinar cual de los
compradores devendrá propietario según las reglas del art. 1473.
Art. 1.473  En caso de que una misma cosa hubiera sido objeto de venta a diferentes compradores,
¿quién se entiende que adquiere la propiedad?
C) COSA MUEBLE. Se transmite a quien primero haya tomado posesión de ella con buena fe.
d) COSA INMUEBLE:
1. Al comprador que primero la hubiese inscrito en el registro.
2. Si no consta inscripción, quien primero tomara posesión.
3. Si falta la posesión, quien tenga título con fecha más antigua.

54
Destaca en este artículo:
 No prevé acción para el comprador defraudado. Se entiende, por tanto, que podrá solicitar la
correspondiente indemnización de conformidad con las reglas generales o, en su caso, acudir a la
vía penal (interponiendo la correspondiente querella por estafa).
 El art. 1473 ha de entenderse sobre la base de existencia de buena fe por parte del adquirente
que finalmente es declarado propietario. La jurisprudencia ha resaltado que la buena fe del
comprador es un requisito indispensable y no merece protección quien colaboró en la maniobra o
cuando menos la conoció.
 Por buena fe, debe entenderse la ignorancia o el desconocimiento por parte del comprador de que
la cosa comprada había sido objeto de venta anteriormente. Es un supuesto de buena fe en
sentido subjetivo y una circunstancia de hecho que puede ser apreciada por los tribunales, incluso
frente al comprador que haya logrado inscribir en el Registro de la Propiedad a su nombre.

6. LOS RIESGOS EN LA COMPRAVENTA: EL ART. 1.452.


La perfección o celebración y la consumación del contrato de compraventa pueden no ser coincidentes
en el tiempo. Durante ese lapso temporal el bien objeto de compra puede seguir en poder del
vendedor, al no haberse realizado aún la entrega, durante el cual puede ser destruido, sufrir deterioros,
daños o menoscabos, o, por el contrario, experimentar beneficios, producir frutos o generar cualesquiera
incrementos.
¿A quién habrá de imputarse la pérdida o deterioro o, en su caso, el beneficio que experimente la cosa
vendida, al comprador o al vendedor?
1. BENEFICIOS O INCREMENTOS  imputados al comprador: no es dueño de la cosa hasta la
entrega o tradición, pero tiene derecho a los frutos o incrementos de la misma.
2. DAÑOS, MENOSCABOS O POSIBLE PÉRDIDA de la cosa  sigue las siguientes reglas.
a. Si se produce DESPUÉS DE PERFECCIONADO el contrato, el art. 1.452 remite a los artículos
1.096 y 1.182, aplicándose a la venta de cosas
 fungibles hecha aisladamente y por un solo precio, o sin consideración a su peso,
número o medida.
 Si las cosas fungibles se vendieren por un precio fijado con relación al peso,
número o medida no se imputará el riesgo al comprador hasta que se hayan
pesado, contado o medido, a no ser que éste se haya constituido en mora».
 Art. 1.096.3, determina que el vendedor asume los riesgos, incluso cuando la
pérdida obedezca al caso fortuito, en los dos casos siguientes:
o Cuando haya incurrido en mora, o
o cuando haya realizado una doble venta.
 Art. 1.182, añadiendo la presunción de culpa prevista en el 1083, con carácter
general, el vendedor queda exonerado de la entrega en caso de pérdida, salvo que
no pueda acreditar que la pérdida de la cosa es causa de una circunstancia en la que
actuó con la diligencia debida en la conservación de la cosa objeto de venta.
En el caso de que el vendedor quede exonerado de la obligación de entrega, ¿supone dicha liberación la
correlativa exoneración del comprador respecto del pago del precio o, por el contrario, sigue estando este
último obligado a pagar el precio (o, en su caso, a no reclamar el precio ya realizado)? La mayor parte de
los autores considera que es el comprador quien asume los riesgos.(periculum est emptoris) En el mismo
sentido se ha pronunciado la escasa jurisprudencia existente sobre el tema.
Esta tesis se vería además confirmada por el tenor literal del 1452.3, pues en dicho párrafo se establece
la excepción al principio de que los riesgos recaen, como regla, sobre el comprador. En el caso de que la
compraventa genere una obligación genérica de entrega para el vendedor, los riesgos se imputarán a éste
por principio, recayendo sobre el comprador sólo en el caso de que se haya producido la correspondiente
especificación de la obligación genérica.

7. LAS COMPRAVENTAS ESPECIALES.

55
7.1. El retracto convencional.
A) Concepto y función histórica.
El Código Civil denomina en el art. 1507 retracto convencional a una venta con pacto de retro o una venta
en garantía. Tendrá lugar cuando el vendedor se reserve el derecho de recuperar la cosa vendida,
siempre que se hubiese pactado y se cumpla con lo dispuesto en el 1518. Es decir , que el vendedor no
podrá hacer uno del derecho de retracto, sin reembolsar al comprador el precio de la venta más losgastos
del contrato y cualquier otro pago legítimo hecho para la venta y los gastos necesarios y útiles hechos en
la cosa vendida.
El retracto convencional es una modalidad especial de compraventa que conlleva un pacto
complementario en cuya virtud el vendedor puede recomprar, dentro de un plazo temporal determinado en
el propio contrato de compraventa y pagando todo lo señalado anteriormente, la cosa vendida. Esta figura
tenía como objeto tradicionalmente encubrir préstamos usurarios.
Hoy en día esta figura esta desuso, pero antiguamente era muy usada como tapadera para camuflar
préstamos usurarios.
B) Régimen jurídico básico.
Los aspectos fundamentales son:
1) Si el vendedor no abona los distintos conceptos del art 1518 o cualesquiera otros pactados “el
comprador adquirirá irrevocablemente el dominio de la cosa vendida”.
2) Como regla general de carácter imperativo, el plazo máximo de duración del retracto
convencional es
a. 10 años y
b. 4 años si las partes no han establecido plazo
Cómputo: ambos plazos han de computarse a partir de la fecha del contrato y son de caducidad.
3) Si el vendedor no ejercita el retracto en tiempo, la posición del comprador deviene irrevocable.
4) El art. 1.510 pretende otorgar eficacia erga omnes al pacto de retroventa. Pero en realidad,
semejante efecto sólo se alcanzará cuando el pacto de retro relativo a bienes inmuebles se
inscriba en el Registro de la Propiedad.
7.2. Compraventa a prueba y compraventa ad gustum.
Art. 1.453  La venta a prueba depende de la comprobación de las características de la cosa vendida
por el comprador; mientras que la venta ad gustum parece depender en exclusiva del propio gusto o
agrado del comprador.
 En la VENTA HECHA A CALIDAD DE ENSAYO O PRUEBA, la compraventa está perfeccionada, aunque
ha de comprobarse (suele suceder en las ventas de maquinaria) si la cosa objeto de la com-
praventa reúne las cualidades necesarias a fin de prestar el servicio para el que se compró. La
comprobación es objetiva, no quedando al libre arbitrio del comprador.
 En las VENTAS AD GUSTUM sí se deja al libre arbitrio del comprador la aceptación de la cosa
comprada, de forma tal que bastaría su mera manifestación de desagrado en relación con la cosa
para que se entienda ineficaz el contrato.

7.3. El denominado pacto in diem addictio.


Desde tiempos de los romanos, era frecuente el pacto in diem addictio que consiste en que el vendedor
se reservaba la facultad de considerar ineficaz un contrato de compraventa, válido y perfecto, si
dentro de un determinado plazo (in diem) encontrase otro comprador que ofreciera mayor precio o
condiciones de pago más ventajosas. En tal caso, el vendedor podía llevar a cabo la adjudicación
(addictio) de la cosa en favor del segundo o posterior comprador , sin incurrir en responsabilidad alguna,
pues la adjudicación en favor del primero de los compradores se consideraba provisional y dependiente
de que no hubiese mejor postor.
El CC no contiene referencia alguna al pacto in diem addictio, aunque ello no impide su posible
incorporación al contenido del contrato, si bien en la actualidad su utilización es muy escasa.
La existencia del pacto in diem addictio implica:

56
a) Se puede aplicar tanto cuando hay entrega de la cosa como cuando aún no se entregó.
b) Si hay otros compradores, el 1º puede adjudicarse la cosa, si iguala las ofertas de los otros.
c) Para explicar teóricamente la figura se ha recurrido a la venta bajo condición suspensiva o a la venta
bajo condición resolutoria.

7.4. Compraventa de bienes muebles a plazos.


La venta a plazos o mediante fraccionamiento del precio en distintos períodos de tiempo de bienes
muebles corporales, no consumibles (electrodomésticos, vehículos, etc.), ha dado lugar a una legislación
especial que debe ser considerada brevemente, pero por partida doble.

 A) La Ley 50/1965, de 17 de julio.


La formulación originaria de dicha legislación especial en nuestro país pretendía, en cierta medida,
proteger al comprador. A los efectos de esta legislación se entiende por venta a plazos el contrato
mediante el cual un empresario o comerciante entrega al público una cosa y recibe de éste, en el mismo
momento, una parte del precio, con la obligación de pagar el resto diferido en un período de tiempo
superior a tres meses y en una serie de plazos. El contrato ha de constar por escrito y debe contener una
serie de circunstancias, como lugar y fecha del contrato, identificación de las partes, descripción del objeto
vendido, el importe total de la venta a plazos, el precio de la venta al contado, el importe del desembolso
inicial, los plazos sucesivos, cuantía y fecha del vencimiento de las letras de cambio —si se extendieran
éstas como medio de pago—, el interés exigible en caso de mora, la cláusula de reserva de dominio si se
pacta, la prohibición de enajenar en tanto no se haya pagado totalmente, etc. El contrato queda
perfeccionado cuando el comprador satisface, en el momento de la entrega o puesta a disposición del
objeto vendido, un desembolso inicial, cuyo pago, por otra parte, no es esencial para la validez del
contrato. Otras especialidades de este régimen especial son:
a) La reserva de dominio, si así se pactó, ya que la ley no la impone.
b) La prohibición de enajenar en tanto no se haya pagado el precio, tratándose en este caso de una
garantía legal y siendo necesaria la inscripción del contrato en el Registro de ventas a plazos que la ley
crea para que las mencionadas garantías (reserva de dominio y prohibición de enajenar) sean oponibles a
terceros.
c) La facultad del comprador de anticipar el pago del precio, renunciando a los pagos pendientes.
d) El derecho del vendedor de optar por la resolución o el cobro de plazos pendientes cuando el
comprador demore el pago de dos plazos o el último de ellos, devolviéndose a los contratantes, en el
primer caso, las prestaciones, pudiendo el vendedor retener ciertas cantidades a título de indemnización.

 B) La Ley 28/1998, de 13 de julio.


La reforma llevada a cabo en la materia por la Ley apenas citada se inserta en la general protección de los
consumidores, característica de las últimas décadas en la Unión Europea y, en particular, desarrolla la Ley
7/1995, de 23 de marzo, de Crédito al Consumo. En general, se mantienen los principios propios de la ley
anterior, si bien dicha continuidad se rompe en algunos extremos de importancia:
a) En primer lugar, se suprime el desembolso inicial como condición necesaria para la perfección del
contrato.
b) De otro lado, aunque la forma escrita y el contenido mínimo del contrato sigue teniendo requerimientos
similares a lo establecido en 1965, la nueva ley insiste de forma particular en el “tipo de interés nominal” y
en la inserción de la “tasa anual equivalente” (la conocida TAE)
Por lo demás, se mantiene lo dispuesto por la ley. El art. 12 prevé la nulidad de cualquier pacto relativo a
sumisión expresa a la jurisdicción de cualesquiera tribunales que no sean los correspondientes al
“domicilio del demandado” (quien como regla será el adquirente; mas no de forma necesaria, pues
también puede resultar demandado el vendedor, en cuyo caso, la protección del consumidor resulta
minusvalorada).

7.5. Nuevas modalidades de venta al público.


Bajo tal denominación, la Ley 7/1996, de 15 de enero, de Ordenación del Comercio Minorista, establece
una relativamente detallada regulación de una serie de compraventas, tradicionalmente calificadas como
especiales. La Ley regula las siguientes modalidades de ventas: en rebajas, de promoción, de saldos, en
liquidación, con obsequios, las ofertas de venta directa, las ventas a distancia, la venta automática, la
ambulante y la realizada en pública subasta.
La Ley 7/1996 ha sufrido modificaciones de importancia en relación con dos aspectos concretos que
conviene retener:
- Respecto de los pagos a proveedores por la Ley 3/2004, de 29 de diciembre, por la que se establecen
medidas de lucha contra la morosidad en las operaciones comerciales, modificada a su vez por la Ley

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15/2010, de 5 de julio, ya comentada en el primer parcial.
- En materia de contratos a distancia y para la adaptación de la Ley a diversas Directivas comunitarias,
por la Ley 47/2002, de 19 de diciembre, así como por la Ley 1/2010, de 1 de marzo, para adaptarla a la
Directiva 2006/123/CE, relativa a los servicios en el mercado interior.

8. EL CONTRATO DE PERMUTA.
8.1. Concepto y caracteres.
Art. 1.538 La permuta es el intercambio de cosa por cosa: “es el contrato por el cual cada uno de los
contratantes se obliga a dar una cosa para recibir otra”.
De lo dicho se infieren sus características básicas en cuanto tipo contractual:
a) Es un CONTRATO CONSENSUAL: se entiende celebrado desde el momento en que las partes se han
obligado a transmitirse las respectivas cosas objeto del contrato.
b) Es un CONTRATO BILATERAL: genera obligaciones para ambas partes contratantes.
c) Es un CONTRATO ONEROSO: la prestación de cada parte es la causa de la contraprestación.
d) Es un CONTRATO TRASLATIVO del dominio: su consumación (mediante la entrega de las cosas) supone la
transmisión de la propiedad de lo permutado.
8.2. La remisión a las reglas de la compraventa.
La regulación de la permuta por nuestro CC es muy escasa ya que es un contrato propio de sociedades
primitivas, en las que al no existir el dinero se imponía la necesidad del trueque. Por ello, el CC, tras
describir el contrato se limita a regular dos aspectos de la permuta; la permuta de cosa ajena y la
pérdida de la cosa permutada por evicción, estableciendo para todos los demás extremos que “la
permuta se regirá por las disposiciones concernientes a la compraventa”
8.3. La permuta de cosa ajena.
Art. 1539  Cuando en un contrato de permuta, uno de los contratantes recibe la cosa objeto de
permuta, pero le consta y puede acreditar que no era propiedad del que se la dio, está legitimado para no
cumplir con su obligación derivada de la celebración de la permuta y cumplirá con devolver la que recibió.
Se entenderá, por tanto, que el contrato de permuta queda así resuelto.
8.4. La evicción en la permuta.
Art. 1.540 al contrario que en el supuesto anterior, en este caso la permuta se ha consumado por
parte de ambos contratantes. El permutante que ha recibido la cosa ajena sólo podrá accionar contra la
otra parte si es objeto de evicción (no sería de aplicación el 1539). Y podrá optar entre:
o RECUPERAR la cosa que él entregó.

 Sólo podrá ejercitar este derecho mientras la cosa siga en poder del otro permutante, y
sin perjuicio de los derechos que hayan sido adquiridos por el tercero de buena fe.
 No está excluida la correspondiente indemnización de daños y perjuicios si efectivamente
se han causado (como ocurrirá en la generalidad de los casos, a pesar de que el CC no
lo disponga).
o RECLAMAR la indemnización de daños y perjuicios.

8.5. La permuta de solar por inmuebles a construir.


No son extraños los contratos en los que el dueño de un solar se aviene a transmitir la propiedad del
mismo a un constructor, a cambio de que éste le entregue en el futuro (igualmente en propiedad) una
determinada superficie construida (sean pisos, garajes, locales comerciales).
En general, dicho acuerdo contractual puede ser calificado como permuta, aunque realmente la
jurisprudencia oscila entre dicha calificación y la caracterización como contrato atípico (contrato de obras)

TEMA 12 LOS ARRENDAMIENTOS.


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1. NOCIÓN GENERAL DE ARRENDAMIENTO.
El arrendamiento es un contrato que tiene por objeto el disfrute de una cosa, o el servicio prestado por
una persona, a título oneroso. El CC comprende bajo la genérica denominación de contrato de
arrendamiento tres figuras contractuales distintas: el arrendamiento de cosas, el arrendamiento de obras y
el arrendamiento de servicios. Doctrina y jurisprudencia la insuficiencia, arcaísmo y falta de operatividad
real de buena parte de las normas codificadas, aplicables al caso.
2. LA REGULACIÓN DEL ARRENDAMIENTO DE COSAS POR EL CÓDIGO CIVIL.
2.1. Observaciones generales.
El CC tras dictar unas disposiciones comunes a todos los arrendamientos (cosas, servicios o de obras) en
cuanto al de cosas sólo se ocupa del arrendamiento de fincas rústicas y urbanas.
SÓLO SE EXCLUYEN del contrato de arrendamiento los bienes fungibles que se consumen por el uso. Sí
podrán ser objeto de arrendamiento los bienes muebles no fungibles y los semovientes.
El arrendamiento de cosas es definido por el CC como aquel por el que una de las partes, arrendador, se
obliga a dar a la otra, arrendatario, el goce o uso de una cosa por tiempo determinado y precio cierto (art.
1.543). Son ELEMENTOS ESENCIALES de este contrato, la cesión del uso o goce de una cosa, el precio
cierto, y su duración temporal.
Para ser ARRENDADOR sólo se requiere la capacidad general para contratar, no exigiéndose ser dueño
de la cosa, excepto si se trata de arrendamientos inscribibles en el Registro de la Propiedad. El CC
establece que “los padres o tutores, respecto de los bienes de los menores o incapacitados, y los admi-
nistradores de bienes que no tengan poder especial no podrán dar en arrendamiento las cosas por
término que exceda de seis años”.
2.2. Características generales del arrendamiento.
El arrendamiento de cosas presenta las siguientes características:
1. Es un contrato que tiene por OBJETO EXCLUSIVO transmitir el temporal goce o disfrute de una cosa: no
se cede el dominio de la cosa, sino su utilidad, entregando el arrendador sólo la posesión.
2. Es un CONTRATO CONSENSUAL, que se perfecciona por el simple consentimiento, quedando vinculadas
las partes sin necesitar la entrega de la cosa o el otorgamiento de formalidad específica.
3. Es un CONTRATO BILATERAL Y ONEROSO, pues mientras que el arrendatario recibe el goce de la cosa, el
arrendador recibe a cambio el precio o renta (si no media precio es un préstamo de uso o comodato), con
lo que la existencia de un precio cierto es un elemento esencial.
4. Es CONMUTATIVO, pues el valor de las prestaciones de las partes aparece fijado de antemano.
5. Es un CONTRATO TEMPORAL, de duración más o menos extensa, pero determinada o determinable.

3. CONTENIDO DEL CONTRATO.


3.1. Obligaciones del arrendador.
Todas las obligaciones impuestas al arrendador se derivan de la principal: está obligado a procurar al
arrendatario el goce de la cosa arrendada por todo el tiempo que dure el arrendamiento, en cuanto
deberes correlativos al derecho de uso y disfrute del arrendatario.
Así el arrendador estará obligado a:
1. Entregar al arrendatario la cosa u objeto del contrato.
2. Conservar la cosa en estado adecuado para el uso a que se destine y a hacer en ella durante el
arrendamiento las reparaciones necesarias (constituyendo no sólo un deber sino un derecho, que puede
hacerlas efectivas si son urgentes e inaplazables, incluso contra la voluntad del arrendatario.
3. Mantener al arrendatario en el goce pacífico del arrendamiento, no pudiendo variar la forma de la
cosa arrendada y respondiendo ante el arrendatario de los vicios y defectos que impidan el normal uso y
disfrute, siéndoles aplicables las disposiciones sobre saneamiento de la compraventa.
4. Abonar al arrendatario los gastos necesarios que éste haya hecho en la cosa.

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3.2. Obligaciones del arrendatario.
El arrendatario está obligado a:
1. Pagar el precio del arrendamiento en los términos convenidos.
2. Usar la cosa arrendada conforme al uso pactado, y, en defecto de pacto, del que se deduzca de su
naturaleza, tolerando las reparaciones urgentes que haga el arrendador.
3. Poner en conocimiento del arrendador toda usurpación o novedad dañosa y la necesidad de
reparaciones.
4. Responder del deterioro de la cosa, a no ser que pruebe que fue ocasionado sin culpa.
5. Devolver la cosa, al concluir el arrendamiento, tal como la recibió, presumiéndose que la recibió en
buen estado.
4. EXTINCIÓN DEL ARRENDAMIENTO.
4.1. Causas de extinción.
Son causas de extinción del arrendamiento:
1. El cumplimiento del tiempo previsto para el contrato, sin necesidad de requerimiento. Ahora bien, si
al terminar el período temporal concertado el arrendatario continúa disfrutando de la cosa durante quince
días, se entiende que hay TÁCITA RECONDUCCIÓN (es decir, nuevo contrato de arrendamiento) por el tiempo
expresado por el CC con respecto a las fincas rústicas o respecto a las fincas urbanas, salvo que haya
habido requerimiento previo.
2. La pérdida de la cosa arrendada, equiparándose a ella la imposibilidad de goce de la cosa.
3. El incumplimiento de una de las partes.
4. Extinción del derecho del arrendador (así, por ejemplo, el arrendamiento otorgado por el usufructuario
se resuelve al extinguirse el usufructo).

4.2. El desahucio.
Es la facultad que tiene el arrendador, como consecuencia de algunas causas de extinción del contrato
de arrendamiento de bienes inmuebles, para proceder judicialmente contra el arrendatario a fin de
expulsarlo de la finca. Estas CAUSAS son las siguientes:
1. Haber expirado el término de duración del arrendamiento.
2. Falta de pago del precio convenido.
3. Infracción de cualquiera de las condiciones estipuladas en el contrato.
4. Destinar la cosa arrendada a usos o servicios no pactados que la hagan desmerecer.

8. EL ARRENDAMIENTO O CONTRATO DE SERVICIOS.


8.1. Concepto y caracteres.
Conforme al art. 1544 CC, en el denominado arrendamiento de servicios una de las partes se obliga a
prestar un servicio de carácter material a otra por precio cierto. La persona que presta el servicio se
denomina arrendador, pues así lo señala el 1546 al afirmar que se llama arrendador al que se obliga a
prestar el servicio
El carácter material del servicio contratado permite distinguir esta figura contractual de la del mandato. El
OBJETO propio del contrato consiste en la prestación de una determinada actividad que ha de ser
desarrollada por el arrendador, sin que éste quede obligado a garantizar la obtención de resultado
alguno (como sí ocurre en el contrato de obra). La obligación del arrendador, pues, es calificable
técnicamente como obligación de hacer.
Son notas CARACTERÍSTICAS PROPIAS del contrato de prestación de servicios:
- Es un contrato consensual: se perfecciona por la prestación del consentimiento de las partes.
- Es un contrato bilateral y oneroso, por existir obligaciones dada la existencia de obligaciones
recíprocas y la existencia de remuneración o precio en favor del arrendador. La remuneración podrá ser
proporcional al tiempo pactado o un precio en atención a la labor realizada.
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- Es un contrato esencialmente temporal, aunque su duración puede ser indefinida. Lo que veta el CC
es que el contrato pueda vincular al arrendador de por vida.
8.2. La regulación legal.
La regulación del CC sobre el contrato de prestación de servicios es inexistente, pues el articulado
correspondiente (arts. 1.583 a 1.587), inalterado desde 1889, sólo se ocupa del “servicio de criados y
trabajadores asalariados”. Éste es el título o rúbrica de la sección que comprende los artículos indicados,
que levanta verdaderas ampollas para cualquier lector contemporáneo.
Actualmente la prestación de servicios por los trabajadores asalariados se encuentra sometida a la
legislación laboral y, por consiguiente, sólo de forma absolutamente marginal pueden darse supuestos de
contratos de servicios de naturaleza civil.
8.3. La prestación de servicios correspondientes a las profesiones liberales.
El campo propio de acción del contrato de prestación de servicios corresponde al desempeño de las
prestaciones propias de los llamados “profesionales liberales” (p. ej., médicos, economistas, abogados,
etc.) Pueden contratarse tanto los servicios manuales cuanto los puramente intelectuales que
correspondan a tales profesiones. El contrato, además, se regirá por las normas de Derecho civil cuando
el servicio no se preste en las condiciones que harían de él un contrato de trabajo (abogado de empresa,
p. ej.). Ante la inexistencia de concretas normas legales al respecto la jurisprudencia ha estimado que los
servicios característicos de las personas que ejercen profesiones liberales no constituyen más que una
modalidad contractual que es el contrato de arrendamiento de servicios.
La acción para reclamar los honorarios profesionales prescribe a los tres años.
Los servicios de los profesionales liberales no son siempre y en todo caso objeto de un contrato de
arrendamiento de servicios. En ocasiones, estaremos en presencia de un contrato de obra propio,
supuesto que se da cuando el profesional, mediante una remuneración, se obliga a prestar no
propiamente su actividad, sino el resultado producido por la misma. En otras ocasiones, aun cuando
estemos en el amplio entorno de las denominadas profesiones o actividades liberales, cabe igualmente
estar ante una relación laboral.

61
TEMA 14 LOS ARRENDAMIENTOS URBANOS
2. LOS ARRENDAMIENTOS DE VIVIENDA.
El título II tiene carácter imperativo, por lo que cualesquiera condiciones o estipulaciones contractuales
que resulten perjudiciales para el arrendatario respecto de la regulación legalmente establecida son nulas.
Sin embargo, las disposiciones de carácter imperativo no son muchas.
2.1. La duración del contrato en la LAU 1994 (1 vez)
La LAU dispone que “la duración del arrendamiento será libremente pactada por las partes”, prorrogable
a cinco años, mediante el sistema de prórroga potestativa para el arrendatario.
La prórroga anual durante el quinquenio inicial sólo podrá ser excluida de forma expresa, y debe
constar en el contrato que la duración quinquenal no puede entrar en juego en atención a la
necesidad del arrendador de ocupar por sí o para sí mismo (o para cualquiera de sus hijos), como
vivienda permanente, el inmueble objeto de arrendamiento. En caso de efectiva extinción del contrato
por tal causa, la propia norma establece sanciones para el arrendador verdaderamente disuasorias de
actuaciones fraudulentas o faltas de seriedad.
Concluido el período quinquenal sin que ninguna de las partes haya notificado su voluntad de no
renovarlo, permite la continuidad contractual, de año en año, por un nuevo período trienal.
El nuevo texto legal descarta la existencia de SUBROGACIONES INTER VIVOS en el sentido del TR-LAU.
La cesión del contrato o el subarriendo requieren el consentimiento, expresado por escrito, del arrenda dor
conforme a las reglas generales en materia de contratación.
El efecto de la SUBROGACIÓN MORTIS CAUSA queda limitado al período contractual restante.
En el caso de crisis matrimonial: “el cónyuge no arrendatario podrá continuar en el uso de la vivienda
arrendada...”, -
+de vivienda, potestativa para el arrendatario, pero obligatoria para la parte arrendadora, como ya hemos
visto, introduciendo un nuevo apartado 3 en el art. 9 de la LAU, del siguiente tenor:
2.2.- LA MODIFICACIÓN INTRODUCIDA POR LA LEY 19/2009
En el segundo mandato presidencial del Sr. Rodríguez Zapatero, la Ley 19/2009, de 23 de noviembre, de
medidas de fomento y agilización procesal del alquiler y de la eficiencia energética de los edificios (BOE
de 24 de noviembre), a la que ya hemos aludido, introdujo una modificación de importancia en relación
con la prórroga obligatoria, estableciendo un nuevo apartado 3 en el artículo 9 de la LAU, que restringía el
significado de la prórroga quinquenal potestativa para la parte arrendataria, atendiendo a los hipotéticos, a
la par que legítimos, intereses de la “familia arrendadora” ampliando la exclusión de la prórroga en
beneficio también de los familiares de primer grado (padres o hijos de la parte arrendadora, por tanto) y,
en caso de crisis conyugal, también del cónyuge.
Respondió tan modificación a una propuesta del Grupo Parlamentario catalán, en principio llena de buen
sentido pero que posiblemente perdiera fuelle en la tramitación parlamentaria de la Ley que, por cierto,
carece de eficacia retroactiva alguna. Combinando tal dato con la necesidad de constancia expresa en el
contrato, fácil es colegir que sólo resultó aplicable a los contratos celebrados con posterioridad a su
entrada en vigor, acaecida el día de Navidad de 2009. Probablemente, sin embargo, una vez adoptada la
decisión de modificar la Ley 29/1194 en este aspecto, hubiera sido preferible considerarla aplicable
incluso a los contratos celebrados bajo su imperio con anterioridad a la promulgación de la Ley 19/2009.

2.3 Periodo contractual y prorroga en la ley 4/2013


Los artículos 9 y 10 han sido redactados de nuevo por la Ley 4/2013. El primero de ellos declara
abiertamente que la “duración del arrendamiento será libremente pactada por las partes”, estableciendo
un período contractual mínimo de tres años, frente al período quinquenal anteriormente vigente.
Pero debe tenerse en cuenta que en el período trienal están ya comprendidas la eventuales prórrogas,
pues la/s prórroga obligatoria/s por plazos anuales hasta el plazo mínimo de tres años sólo entran en
juego cuando la duración convenida fuera inferior a tal plazo.

Ademas según el artículo 13, con independencia de la duración convenida por las partes arrendatario
podrá desistir del contrato siempre que cumpla con las condiciones siguientes:
1/ que hayan transcurrido seis meses del contrato
2/ que comunique el desistimiento con una antelación mínima de treinta días.
62
3.1 La renta en la ley 29/1994
Las normas relativas a la renta se encontraban comprendidas en el capítulo tercero del Título II (arts. 17 a
20). Salvo la radical prohibición de exigencia del pago anticipado de más de una mensualidad de renta
(art. 17.2), el Proyecto de ley consistía en una regulación de carácter dispositivo y, por tanto, de aplicación
supletoria en defecto de reglas convencionales establecidas por las partes.
Dicha regulación, además, se asentaba en la práctica contractual seguida en la materia, si se exceptúa lo
establecido en el artículo 20 respecto de la posible repercusión al arrendatario de tributos y otras cargas.
La discusión parlamentaria quizá trajo consigo la incorporación de una buena norma imperativa sobre la
que, brevemente, me gustaría llamar la atención.
Aunque con ciertas dudas, para el Proyecto la posible actualización de la renta mediante el índice general
nacional del IPC consistía en una previsión normativa de carácter supletorio que, en consecuencia, las
partes habrían podido sustituir por cualquier otro sistema de actualización. En el texto definitivo de la Ley
29/1994, la cuestión resultó indiscutible: el índice nacional general del IPC constituye el tope máximo de
revalorización anual de la renta, pues, como establece el encabezamiento de la norma, “durante los cinco
primeros años de duración del contrato la renta sólo podrá ser actualizada…”. El fundamento de
semejante regla de ius cogens (Norma que no admite acuerdo en contrario), establecida indudablemente
en favor de los arrendatarios, radicaba en evitar que el incremento de rentas libremente pactado pudiera
convertirse en un factor inflacionista de evidente trascendencia general. En tal sentido, la regla legal era
razonable y merecedora de plácemes, pues sometía, de forma simultánea, al arrendador y al arrendatario,
a un parámetro económico de futuro que, en todo caso, reequilibraba sus respectivas prestaciones y al
mismo tiempo resultaba indiscutible.

3.2 La renta en la ley 4/2013


En relación con la renta, que será la libremente fijada por las partes, como ya estableciera la LAU-1994
(art. 17.1), también se amplía notoriamente la libertad contractual de las partes, pues la actualización
sigue siendo potestativa y, además, podrá ser realizada “en los términos pactados por las partes” (art.
18.1), aplicándose el índice general nacional del sistema de índices de precios al consumo (al igual que
con anterioridad a la ley de 2013) sólo “en defecto de pacto expreso”.
A través de éste, por tanto, es posible fijar cualquier sistema de actualización que las partes contratantes
consideren más conveniente respecto del supletorio, que exige al arrendador, curiosamente, “si el
arrendatario lo exigiera”, aportar “la oportuna certificación del Instituto Nacional de Estadísticas”, sin
considerar suficiente, por tanto, la cita del correspondiente número o fecha del BOE en que aparezca la
modificación porcentual habida, como ocurría con anterioridad y como parece de razón atendiendo a lo
establecido respecto de la vinculatoriedad de las disposiciones publicadas en el BOE. Sin embargo,
entendemos que puede pactarse expresamente que dicha referencia al BOE resulte bastante a efectos de
actualización, dada la naturaleza dispositiva de toda regulación al respecto.

3.2 La renta según la Ley 2/2015, de desindexación de la economía.


La Ley 2/2015 tiene naturaleza imperativa en el sector público para coadyuvar a evitar la inflación. En
el ámbito privado, modifica la Ley de Arrendamientos Urbanos, en particular la revisión de renta de los
contratos de arrendamientos urbanos. Con tal reforma, en defecto de pacto expreso entre las partes,
no se aplicará revisión de rentas a los contratos, y si hay pacto expreso, y no se acuerda el método de
revisión, supletoriamente se aplicará el nuevo IGC. Esto será de aplicación a los contratos que se
perfeccionen con posterioridad a la entrada en vigor, 1 de abril de 2015.

4. Contenido del contrato: derechos y obligaciones de las partes.


Tras la aprobación de la Ley 29/1994, el capítulo cuarto del Titulo II regula los derechos y obligaciones de
las partes contratantes, centrándose fundamentalmente en la regulación de las posibles obras a realizar
en la finca arrendada.
4.1 Las obras en la finca arrendada
En relación con ellas, la LAU-1994 sigue los pasos de la regulación anterior (y, en general, de la
jurisprudencia sobre ella recaída), aunque introduciendo la novedad de que, sin necesidad de contar con
el consentimiento del arrendador, el arrendatario podría realizar las obras requeridas por la condición de
minusválido de sí mismo o de cualesquiera otras personas que con él convivan: cónyuge, pareja de hecho
(aun en el caso de tratarse del mismo sexo) o familiares.
63
Ni que decir tiene que la nueva Ley 4/2013 ha dado una nueva redacción al precepto, manteniendo lo
mismo pero en relación con los arrendatarios con discapacidad (art. 24), atendiendo a los nuevos vientos
terminológicos, normativamente impuestos de reciente.
Semejante facultad, atribuida al arrendatario por el artículo 24, requiere escasas aplicaciones acerca de
su fundamento. Naturalmente es indiferente que el arrendatario (o cualquiera de los “convivientes”
legalmente contemplados) devenga minusválido o persona con discapacidad, por cualquier causa, de
forma sobrevenida. Debe entenderse que, vigente el contrato, en cualquier momento puede el
arrendatario poner en práctica la facultad legalmente atribuida.
La consideración legislativa de las razones que asisten al arrendatario en tal caso justifica que éste pueda
actuar por sí mismo, aunque el precepto, de forma cautelar, le exigía y le exige la “previa notificación
escrita al arrendador” de las obras que pretenda llevar a cabo. Con ello se pretende, sobre todo, dejar
preconstituida la prueba de la posible “reposición de la vivienda al estado anterior”, que puede exigir el
arrendador al finalizar el arrendamiento (núm. 2).

4.2 los derechos de tanteo y retracto


Tras largas dudas y vacilaciones durante el período preparatorio de ella, la LAU-1994 mantuvo finalmente
los derechos de tanteo y retracto en favor del arrendatario (art. 25), estableciéndolos como imperativos y
obligatorios para el arrendador en los contratos de duración igual o inferior a cinco años. En los casos de
superior duración convencionalmente pactada, cabía excluir el derecho de adquisición preferente.
Por supuesto, erradicada la prórroga legal forzosa, el significado y la problemática de los derechos de
adquisición preferente del arrendatario cambian radicalmente de cariz y alcance. No obstante, en los
términos finalmente establecidos, cabía preguntarse si en rigor no hubiera sido más razonable establecer
en la LAU-1994 precisamente la regla contraria: admitir la disponibilidad convencional (o renuncia del
arrendatario, como dice literalmente el precepto) de tales derechos en los contratos de menor duración y,
en cambio, prohibirla en los contratos inicialmente estipulados sobre la base de una mayor continuidad y
permanencia del arrendatario en la ocupación de la vivienda.
A mi entender, la respuesta afirmativa debiera haberse impuesto, por las mismas o parecidas razones que
sirven de soporte a los distintos supuestos de tanteos y retractos de origen legal. No cabe duda alguna
sobre la interpretación del precepto comentado: la renuncia del arrendatario sólo era válida y eficaz, bajo
el imperio de la LAU-1994, respecto de los contratos de duración superior a cinco años.
En cambio, tras la aprobación de la Ley 4/2013, la regla es radicalmente la contraria, las partes podrán
pactar la renuncia del arrendatario al derecho de adquisición preferente.
Además, dada la remisión general contenida en el artículo 31, debemos observar que tal mandato es
aplicable tanto a los arrendamientos de vivienda cuando a los de uso distinto del de vivienda, con lo cual,
a partir de ahora, podemos certificar el relativo desuso de tales derechos de adquisición preferente con
carácter general, apreciación que no implica necesariamente que su mantenimiento hubiera de
considerarse oportuno.

4.3 Recapitulaciones
Hablando en términos generales, en las materias objeto de esta rúbrica, el texto legal de 1994 es
sustancialmente idéntico al articulado del proyecto de ley; de otra parte, las modificaciones introducidas
por la Ley 4/2013 no han alterado las normas arrendaticias fundamentales de manera sustancial.
De manera tal que a todos los textos articulados aquí considerados, por tanto, podrá imputárseles por los
idólatras del casuismo una excesiva concisión y brevedad. Es cierto: la vigente LAU, antes y después de
la Ley 4/2013, regula sólo los aspectos de contenido contractual que ha considerado indispensables en
evitación de litigios innecesarios. Para todos los demás extremos que las partes estimen de interés, son
plenamente libres para establecer un clausurado contractual prolijo y detallado, en dependencia de las
circunstancias del caso concreto. Además, recuérdese la eficacia supletoria de las reglas del Código Civil
(art. 4.2 LAU), cuyo contenido normativo ha de tenerse más presente a partir de la derogación del Texto
Refundido de 1964.

5. La terminación del contrato.


Una vez superado el llamado “plazo mínimo” (tendencialmente quinquenal y en su caso la prórroga
trienal), la EXTINCIÓN del contrato se produce automáticamente por el transcurso del plazo pactado.
El art.26 establece la posible SUSPENSIÓN del contrato por obras, sean acordadas por una autoridad
competente, sean meras obras de conservación.
En relación con las causas de RESOLUCIÓN, el art. 27 reclama ante todo la aplicación del art. 1.124 del

64
CC, como acción general de resolución a causa del incumplimiento por cualquiera de las partes de cual-
quiera de las obligaciones que le competan.
El art. 28 cita como causa específica de extinción la pérdida de la finca y la declaración de ruina.
6. LOS RESTANTES ARRENDAMIENTOS URBANOS.
Los arrendamientos para USO DISTINTO DEL DE VIVIENDA se rigen por :
- la voluntad de las partes, y
- en su defecto por el titulo III de la LAU y
- supletoriamente por el Código Civil.
El art. 30 remite para estos arrendamientos a las siguientes normas de los arrendamientos de vivienda.-
Art. 21: imposición al arrendador de la realización de las obras necesarias o de conservación.
- Art. 22: obligación para el arrendatario de soportar las obras de mejora.
- Art. 23: prohibición “obras modificativas del inmueble” sin consentimiento escrito del arrendador.
- Art. 26: posibilidad de suspensión del contrato (o de desistimiento del arrendatario) en caso de obras de
conservación o acordadas por autoridad competente.
- Art. 19: facultad del arrendador de elevar la renta por mejoras.
El Art 35 que trata sobre las causas de resolución remite a algunos de los supuestos del art. 27.2.
E incluso sin remitir a normas del arrendamiento de vivienda, ciertos preceptos del título III tienen
carácter imperativo:
- El art. 35 indica que “el arrendador podrá resolver de pleno derecho el contrato” en los casos de cesión o
subarriendo de carácter clandestino.
- El art. 34 regula la llamada “indemnización por clientela” que Parece tratarse de una norma imperativa
“... dará al arrendatario derecho a una indemnización a cargo del arrendador...”
- El art. 31: “Lo dispuesto en el art. 25 de la presente ley (derechos de tanteo y retracto) será de aplicación
a los arrendamientos que regula este título”.
- La subrogación mortis causa del art. 33: si fallece el arrendatario, y en local se ejerce una actividad
empresarial o profesional, el heredero o legatario que continúe el ejercicio de la actividad podrá subrogar-
se en los derechos y obligaciones del arrendatario hasta la extinción del contrato.
Finalmente, el mandato de que “el adquirente de la finca arrendada quedará subrogado en los derechos y
obligaciones del arrendador, salvo que concurran en el adquirente los requisitos del art 34 de la Ley
Hipotecaria”, aparenta ser una norma de ius cogens (imperativa).
Pero, pese a la apariencia, el Título III tiene carácter supletorio, sin que ninguna de las normas que lo
integran pueda considerase imperativa., sino dispositivas para las partes.
7. EL REGISTRO RELATIVO A LOS IMPAGOS DE RENTAS
El art. 3 de la Ley 4/2013 crea el Registro de sentencias firmes de impagos de rentas de alquiler, dictadas
en los procedimientos de desahucio por impagos de rentas.
8. REFERENCIA A LA POTENCIACION DEL MERCADO DE ALQUILER
Constatado el raquitismo del mercado de alquiler en España, la Ley 4/2013 únicamente incrementa la
autonomía privada en materia de alquiler. La mayoría de las medidas propuestas por los distintos
gobiernos no han obtenido resultados claros de inversión de la tendencia, ni han supuesto un incremento
del mercado del alquiler. De nada sirvieron las medidas, en particular el SPA, que en 2008 había
generado un déficit de 20 millones de euros, x2 cuando Rajoy lo disolvió en marzo del 2012.

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TEMA 17 EL MANDATO.
1. EL CONTRATO DE MANDATO. ( 2 veces)
1 Concepto.
Art 1.709 CC: “por el contrato de mandato se obliga una persona (mandatario) a prestar algún servicio o
a hacer alguna cosa por cuenta o encargo de otra (mandante)”.
Distinción de otros contratos como el de arrendamiento de obras y de servicios. Bajo el sistema romano
era fácil, pues el mandato era gratuito. En cambio hoy hay que atender a la naturaleza de las prestaciones
a que arrendatario o mandatario se obligan, ya que, aunque puede ser retribuido, sigue siendo
tendencialmente gratuito.
Así en el ARRENDAMIENTO DE OBRA O DE SERVICIOS el arrendatario se obliga a ejecutar por sí mismo una
actividad de carácter material en beneficio del arrendador, mientras que el mandatario, se obliga a
gestionar los intereses del mandante a través de la realización de actos jurídicos cuyo contenido
acabará recayendo en la esfera jurídica del mandante.

2. Caracteres del mandato.


A) El mandato es un CONTRATO CONSENSUAL.
B) Impera el PRINCIPIO DE LIBERTAD DE FORMA. Puede ser expreso o tácito
C) El mandato es un CONTRATO NATURALMENTE GRATUITO. El art. 1.711.1: “a falta de pacto en
contrario, el mandato se supone gratuito”. Pero se presume con carácter oneroso si el mandatario
tiene por ocupación el desempeño de servicios de la especie a que se refiere el mandato
D) El mandato es un CONTRATO basado en la CONFIANZA que el mandante otorga al mandatario.

2. CLASES DE MANDATO.
2.1 Mandato simple y mandato representativo (2 veces)

A) Mandato simple: mandatario puede actuar en su propio nombre, (sin revelar que gestiona
intereses ajenos) aunque por cuenta, interés y encargo del mandante. NO SE PRODUCIRÍA
VINCULACIÓN ENTRE MANDANTE Y TERCEROS, los cuales tendrían acciones exclusivamente contra el
mandatario, sin perjuicio de las que deriven de la relación de mandato propiamente dicha entre
mandante y mandatario.
B) Mandato representativo: El mandatario actúa “en nombre” del mandante, siendo parte en los
contratos o actos jurídicos que, gestionando sus intereses, celebra el mandatario con terceros: el
mandante es quien adquiere los derechos y asume las obligaciones que se derivan de esos actos
o contratos debiendo cumplir todas las obligaciones que el mandatario haya contraído dentro de
los límites del mandato.
Hay que entender que las figuras de mandato y poder de representación no coinciden, aunque se
las considera tradicionalmente unidas. Puede existir mandato sin que se haya otorgado poder de
representación (mandato simple, no representativo), mandato con representación
(representativo), en cuyo caso vincula directamente el mandatario al mandante, y por ultimo, el
poder de representación puede no implicar una relación de mandato.
2.2. Tipos de mandato conforme a la extensión de las facultades conferidas.
A) Mandato general o especial: considerando el número de asuntos o negocios del mandante
que puede gestionar el mandatario, el mandato puede ser general o especial.
Según el art. 1.712, el
- MANDATO GENERAL “comprende todos los negocios del mandante”; mientras que el
- MANDATO ESPECIAL, sólo “uno o más negocios determinados”.
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B) Mandato concebido en términos generales y mandato expreso: Según el art. 1.713, el
- MANDATO CONCEBIDO EN TÉRMINOS GENERALES comprende los actos de administración (distinto de
m. general); mientras que se necesita el denominado mandato expreso
- MANDATO EXPRESO. Necesario para transigir, enajenar, hipotecar o ejecutar cualquier acto de
riguroso dominio. Para realizar los actos más importantes de gestión de los intereses del
mandante, identificados por el CC con los actos de disposición, no cabe admitir el mandato tácito,
en cuanto tales actos son atinentes a terceros y, por consiguiente, necesitan estar expresamente
autorizados por el mandante, siendo insuficiente el mandato concedido en términos generales.
Por lo dicho, tanto el mandato general (para todos los asuntos del mandante) como el mandato especial
(para uno o varios asuntos del mandante) pueden conferirse en términos generales.

3. RÉGIMEN BÁSICO DEL CONTRATO DE MANDATO.


3.1. Obligaciones del mandante. (2 veces)
El mandante asume la iniciativa del contrato y, en consecuencia, establecerá las bases de desarrollo del
mandato y fijará al mandatario cuantas instrucciones y reglas considere oportunas en defensa de la ges-
tión fructuosa de sus asuntos. Sus obligaciones son, por tanto, notoriamente limitadas, encontrándose
reducidas a las siguientes:

A) Debe anticipar las cantidades necesarias para la ejecución del mandato, si el mandatario las pidiere. Si
éste las hubiere anticipado, las reembolsará, aunque el negocio no haya salido bien, con tal que esté
exento de culpa el mandatario.

B) Está obligado a indemnizar los daños y perjuicios ocasionados al mandatario por el cumplimiento del
mandato, siempre que el mandatario no haya incurrido en culpa o imprudencia en su gestión.

C) Deberá pagar al mandatario la retribución procedente si así se pactó.

D) En el caso de pluralidad de mandantes, esto es, cuando dos o más personas hayan nombrado
mandatario para un negocio común, quedan obligadas solidariamente frente a él.

E) Cuando se trata de un mandato con poder de representación, el mandante debe cumplir todas
las obligaciones que el mandatario haya contraído dentro de los límites del mandato; en lo que el
mandatario se haya excedido, no queda obligado el mandante sino cuando lo ratifica expresa o
tácitamente.

Los efectos de la eventual ratificación de los actos realizados por iniciativa propia del mandatario,
sea expresa o tácita, extiende sus efectos al momento de la asunción de la obligación por el
representante, pero no podrá tener eficacia retroactiva cuando perjudique los derechos adquiridos
por terceros antes de su ratificación.
3.2. Derechos y obligaciones del mandatario.
A) Obligaciones: (2 veces)
Las obligaciones fundamentales del mandatario son las siguientes:
1. Debe ejecutar el mandato según las instrucciones del mandante e informarle de su gestión.
En caso de falta de instrucciones, el mandatario debe actuar como un buen padre de familia.
2. Rendir cuentas de sus operaciones al mandante y abonarle cuanto haya recibido en virtud del
mandato.
3. Resarcir los daños y perjuicios que, por su gestión o por la falta de ella, haya causado al
mandante, ya sean debidos a actuación dolosa o culposa.
4. Si un mandante ha nombrado más de un mandatario, se excluye la responsabilidad solidaria
si no se ha expresado.
5. Cuando el mandatario obra en su propio nombre, queda obligado directamente con la
persona con quien contrató, sin perjuicio de las acciones entre mandante y mandatario.
B) Derechos y facultades: (2 veces)
1. El MANDATARIO PODRÁ EJERCITAR EL DERECHO DE RETENCIÓN sobre las cosas objeto del mandato, hasta
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que el mandante le rembolse lo anticipado o proceda a la indemnización de daños y perjuicios, en caso
de que se hubiesen producido por el cumplimiento del mandato. En el supuesto de mandato oneroso, el
impago de la retribución pactada otorgará igualmente esta facultad por aplicación analógica.
2. El MANDATARIO CUENTA CON LA FACULTAD DE NOMBRAR SUSTITUTO, desligándose de su relación con el
mandante, si éste autorizó la sustitución:
- El mandatario no quedará exento de responsabilidad si nombra sustituto si el mandante ni lo
autorizó ni lo prohibió.
- Responde el mandatario en el caso de que el mandante haya prohibido la sustitución, pues
supone un grave quebrantamiento de la confianza depositada en atención a sus personales
cualidades. Lo hecho por el sustituto en contra de la prohibición será anulable, siendo susceptible
de ratificación
- Si el mandante ha autorizado genéricamente la sustitución (sin designación de persona), el
mandatario sólo responderá de la actuación éste cuando sea “notoriamente incapaz o in-
solvente”.

3.3. Extinción del mandato. (2 veces)


Además de las causas generales de extinción de las obligaciones el mandato se extingue por: (1732 CC)
A) La revocación del mandato.
Como es un contrato basado en la confianza se permite la posibilidad de la revocación unilateral
por parte del mandante, produciendo efectos desde que el mandatario la conozca.
B) La renuncia e incapacitación del mandatario.
La renuncia es una facultad del mandatario, si bien ha de ponerla en conocimiento del mandante
y ha de continuar la gestión hasta que el mandante haya podido tomar las medidas necesarias
para evitar la interrupción de los asuntos gestionados.
C) La muerte del mandante o mandatario.
La reiterada confianza como base del negocio supone que la muerte de uno de los contratantes
dé lugar a su extinción. Sin embargo, lo hecho por el mandatario, ignorando la muerte del
mandante, es válido y surtirá todos sus efectos. A partir de la Ley 41/2003, el mandato se
extinguirá también, por la incapacitación sobrevenida del mandante a no ser que en el mismo se
hubiera dispuesto su continuación o se hubiera dado el mandato para el caso de incapacidad del
mandante. En estos casos, el mandato podrá terminar por resolución judicial dictada al
constituirse el organismo tutelar o posteriormente a instancia del tutor.
D) El concurso o insolvencia de las partes.
Antes de su reforma por la Ley 41/2003, el art. 1.732.3 consideraba tradicionalmente la quiebra o
insolvencia de cualquiera de las partes como causa de extinción del mandato (a ellas habría de
añadirse la situación de ausencia legal -art. 183 CC-). Tras la Ley 41/2003 parece más correcto
hablar directamente del concurso o situación de insolvencia de las partes del contrato.

4. LA MEDIACIÓN O CORRETAJE.
La actividad de intermediación o de mediación entre personas que desean llevar a cabo una negociación
determinada es conocida desde antiguo y bastante frecuente. La figura del corredor, sea de trigo o de
ganado, ha sido una verdadera institución en la vida rural y también en la actualidad es frecuente en el
ámbito de los llamados “agentes de la propiedad inmobiliaria” (API). Hoy día se sigue hablando de esta
figura como contrato atípico, aunque figure aprobada la Ley sobre el contrato de Agencia.
El CORRETAJE es un contrato que tiene por objeto vincular al mediador o corredor en la realización de
los actos necesarios para la conclusión o celebración de un determinado contrato (comprar una vivienda o
vender una partida de ganado) celebrado por quien con él contrata, a quien denominaremos principal o
cliente, o incluso celebrado por el propio mediador, en función de nuncio o intermediario.
El Mandato, sea este representativo o no, se diferencia del corretaje, en que en el mandato el
mandatario es el que celebra el contrato con el tercero, mientras que el corredor o mediador, se limita a
poner en contacto a su cliente con otra persona interesada en el acto o contrato.
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Se distingue del contrato de servicios, pues el corredor asume una obligación de resultado y carece de
derecho a retribución alguna si no se llega a celebrar efectivamente el contrato de referencia.
Se distingue del contrato de obra, ya que aunque el corredor asume también una obligación de
resultado, éste no se obliga a la conclusión del contrato de interés para el cliente, pues difícilmente puede
asumir como “obra propia” la existencia de un tercero que contrate. El corredor no se encuentra obligado
en sentido estricto a garantizar la consecución del interés perseguido por su cliente o principal por lo que
se dice que el corretaje tiene naturaleza unilateral. Sólo el cliente quedaría obligado a pagar el premio,
retribución u honorarios del mediador, mientras que el corredor no tiene obligación alguna que atender o
conducta que desplegar y la eventual realización del resultado para él sólo funciona como fundamento o
estímulo para reclamar honorarios.
Generalmente, el corredor sirve de mediador entre dos clientes suyos o, en definitiva, entre dos
personas que, viendo cumplidos sus respectivos deseos a través de la actividad del corredor, celebrarán
el oportuno contrato y, en consecuencia, cada uno de ellos habrá de satisfacer por separado la
correspondiente comisión al corredor.
Por último la mediación o corretaje inmobiliario sigue siendo práctica habitual, incluso cuando se pacta a
través de agencia inmobiliario, siendo considerado un contrato atípico no sometido a la Ley 12/1992 del
contrato de agencia.
5..-LA LEY 5/2012 DE 6 DE JULIO DE MEDIACIÓN EN ASUNTOS CIVILES Y MERCANTILES
Conforme a la Ley 5/2012, se puede definir la mediación como aquel medio de solución de controversias,
cualquiera que sea su denominación, en que dos o más partes intentan voluntariamente alcanzar por sí
mismas un acuerdo con la intervención de un mediador. Esta ley extiende la aplicación de la mediación
civil y mercantil al ámbito del derecho privado, para su aplicación a toda clase de conflictos. No se aplica a
la mediación penal, con las admones públicas, mediación laboral, ni en materia de consumo.
Los caracteres de la mediación legalmente contempladas son:
- Voluntariedad: pues nadie está obligado a mantenerse en el procedimiento de mediación ni a
llegar a acuerdos.
- Igualdad de las partes e imparcialidad de los mediadores: se garantizará que las partes
intervengan en igualdad de oportunidades.
- Neutralidad: el mediador no podrá imponer, ni sugerir a las partes ninguna decisión.
- Confidencialidad: esta obligación se extiende al mediador, a las instituciones de mediación, y a las
partes intervinientes.
El mediador que puede ser uno solo o varios, ayuda a encontrar una solución dialogada, y
voluntariamente querida por las partes, y ha de tener una formación general que le permita desempeñar
esa tarea y sobre todo ofrecer garantía inequívoca a las partes.
Son instituciones de mediación las entidades públicas o privadas, españolas o extranjeras, y las
corporaciones de derecho público que tengan entre sus fines el impulso de la mediación.
El comienzo de la mediación suspende la prescripción o la caducidad de acciones. La suspensión se
prolongará hasta que finalice la mediación, ya sea mediante acuerdo, o por otra de las causas previstas
en la Ley.
Terminado el procedimiento de mediación se levantará un acta final por las partes y el mediador, que
reflejará los acuerdos alcanzados o la razón de la terminación. Este tendrá carácter vinculante y las partes
podrán instar su elevación a escritura pública al objeto de configurar su acuerdo como un título ejecutivo.
Contra lo convenido solo podrá ejercitarse la acción de nulidad por las causas que invalidan los contratos.

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TEMA 18 EL PRÉSTAMO.
1. LOS CONTRATOS DE PRÉSTAMO.
Art. 1.740 CC  el contrato de préstamo consiste en la entrega a una de las partes de alguna cosa, y
según sea su naturaleza distingue entre:
1. COMODATO (o préstamo de uso). Cuando entrega cosa no fungible para que la use durante un
tiempo y después la devuelva.
2. PRÉSTAMO (de consumo o mutuo). Cuando entrega dinero u otra cosa fungible, con condición de
devolver otro tanto de la misma especie y calidad.
Ambas formas de préstamo tienen:
 EN COMÚN que la obligación principal del prestatario es devolver lo prestado.
 SE DISTINGUEN en que en el
o Comodato se trasmite el uso, debiendo devolverse la misma cosa prestada.
o Mutuo el prestamista trasmite la propiedad del objeto y el prestatario debe restituir su
equivalente económico o tantudem.
El PRÉSTAMO es un contrato real, ya que se perfecciona por la entrega de la cosa, y unilateral, al
producir sólo obligaciones para una de las partes, el prestatario, que es quien recibe de la otra parte
(prestamista) la cosa objeto de préstamo.

2. EL COMODATO O PRÉSTAMO DE USO.


2.1. Noción general.
Contrato en que una persona (comodante) entrega gratuitamente a otra (comodatario) una cosa NO
FUNGIBLE para que use de ella durante un tiempo, con la obligación de devolver la misma cosa. La
gratuidad es esencial en el comodato ya que SI INTERVIENE ALGUNA REMUNERACIÓN que haya de pagar
quien adquiere el uso, sería un CONTRATO DE ARRENDAMIENTO.
2.2. Derechos y obligaciones del comodatario.
El comodante conserva la propiedad de la cosa y el COMODATARIO SÓLO TIENE DERECHO DE USO de la
cosa prestada durante un determinado período de tiempo. Si la cosa prestada es fructífera, el comodatario
NO ADQUIERE LA PROPIEDAD DE LOS FRUTOS, pero puede usarlos, al igual que la cosa matriz.

A) La obligación de restitución. El comodatario debe devolver la cosa al concluir el uso para el


que se le prestó o una vez transcurrido el plazo pactado, si bien en caso de urgente necesidad de
ella, el comodante podrá reclamarla antes y el comodatario debe restituirla. Esta obligación de
restitución de la cosa es la obligación principal del contrato y son subordinadas las siguientes:
1. El comodatario está obligado a satisfacer los gastos ordinarios para el uso y conservación de
la cosa prestada.
2. El comodatario queda igualmente obligado a utilizar la cosa, de conformidad con la propia
naturaleza de ésta, para el uso para que se le prestó.
3. El comodatario está obligado a conservar la cosa con la diligencia de un buen padre de familia.
4. Debido al carácter gratuito del comodato, el comodatario debe restituir la cosa
temporáneamente, sin que pueda argüir derecho de retención alguno sobre ella “a pretexto de lo
que el comodante le deba, aunque sea por razón de expensas”.
B) Deterioro y pérdida de la cosa.
 Los DESPERFECTOS O MENOSCABOS generados, sin culpa del comodatario, por el uso racional y
adecuado de la cosa (que se hubieran producido también si la cosa hubiera sido usada por el
comodante) no son imputables al comodatario.
 Tampoco responderá el comodatario en los casos en que el DETERIORO O LA PÉRDIDA de la
cosa tenga lugar a consecuencia del acaecimiento del algún caso fortuito, SALVO que se esté
frente a alguno de los supuestos en que la responsabilidad del comodatario se ve agravada por
disponerlo así la ley de forma expresa. Tales supuestos son los siguientes:
1. Destinar la cosa a un uso distinto del que se prestó o en el caso de que dicha precisión del
70
uso no se haya llevado a cabo, del que se deduzca de la propia naturaleza de la cosa.
2. Conservar la cosa “en su poder por más tiempo del convenido”
3. Que la cosa hubiere sido objeto de tasación en el momento de la entrega, salvo que
expresamente hubiera sido eximido el comodatario de responsabilidad.
2.3. La posición del comodante.
El carácter unilateral del comodato, sólo genera obligaciones para el comodatario. Sobre el comodante no
pesa prácticamente obligación alguna que genere facultades en el comodatario.
Está obligado al ABONO DE LOS “GASTOS EXTRAORDINARIOS DE CONSERVACIÓN”, frente a la obligación del
comodatario de atender o sufragar los “gastos ordinarios” y “siempre que el comodatario lo ponga en su
conocimiento antes de hacerlos, salvo cuando fueren tan urgentes que no pueda esperarse el resultado
del aviso sin peligro”.
Y “el comodante que, conociendo los vicios de la cosa prestada, no los hubiere hecho saber al
comodatario, RESPONDERÁ A ÉSTE DE LOS DAÑOS que por aquella causa hubiese sufrido”.
2.4. La duración del contrato.
Normalmente es el comodante el que fija el plazo por el tiempo que presta la cosa, aunque es frecuente
que lo haga sin fijar plazo alguno de duración, por amistad, confianza, altruismo, etc. El CC establece
algunas reglas de aplicación supletoria que cuyo fundamento es la protección del interés del como-
dante en recuperar la cosa cuando le convenga o le resulte necesaria.
El art. 1.750 establece que en caso de que NO SE PACTARA NI DURACIÓN NI EL DESTINO DEL USO de la cosa
prestada y tampoco se dedujera de la costumbre, el comodante puede reclamarla a su voluntad, a la
vez que dispone que, “en caso de duda, incumbe la prueba (de tales extremos) al comodatario”.
La expresión “uso a que había de destinarse la cosa” debe ser entendida en términos temporales. P.e El
dueño de un cuadro lo presta a quien lo pintó para una exposición, debe entenderse que la reclamación
por el comodante no debe realizarse hasta que dicha exposición sea clausurada. Así se deduce del art.
1.749: “el comodante no puede reclamar la cosa prestada sino después de concluido el uso para que la
prestó. Sin embargo, si antes de estos plazos tuviere el comodante urgente necesidad de ella, podrá
reclamar la restitución”.
Sobre la duración del comodato, la jurisprudencia tiene declarado que la concurrencia de un título apto
para la ocupación gratuita, y dado el carácter temporal y duración limitado del contrato, si dicha situación
se alarga temporalmente o queda al arbitrio de la voluntad unilateral del ocupante, el comodatario se
convierte realmente en precarista, dado que retiene o disfruta en precario cosas ajenas.
2.5. Causas de extinción.
El contrato de comodato puede extinguirse por cualquiera de las siguientes causas:
1. Por la pérdida de la cosa (independientemente quien sea responsable de dicha pérdida).
2. Que el comodante reclame la restitución, si no hay plazo fijado de duración o si lo hay y el
comodante tiene necesidad urgente de la cosa.
3. Por transcurso del plazo determinado, sea directamente, sea a través del uso para el que se presta.
El art. 1.742 establece que “las obligaciones y derechos que nacen del comodato pasan a los herederos
de ambos contrayentes” (mejor, contratantes). La muerte o declaración de fallecimiento de cualquiera de
las partes no extingue el contrato, excepto en el caso de que “el préstamo se haya hecho en
contemplación a la persona del comodatario, en cuyo caso los herederos de éste no tienen derecho a
continuar en el uso de la cosa prestada”.

3. EL MUTUO O SIMPLE PRÉSTAMO.


3.1. Concepto y características.
Se denomina mutuo o préstamo al contrato por el que una persona (prestamista o mutuante) entrega a
otra (prestatario o mutuatario) DINERO U OTRA COSA FUNGIBLE, para que se sirva de ella y devuelva des-
pués otro tanto de la misma especie y calidad.
El contrato de mutuo puede ser GRATUITO O RETRIBUIDO, esto es, con pacto de pagar interés, que
normalmente será proporcional a su duración, y limitado por la ley de usura.

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Aunque para el CC el contrato de préstamo es gratuito, pues, según el art. 1.755, “no se deberán
intereses sino cuando expresamente se hubiesen pactado”. Y en la misma línea el art. 314 del Código de
Comercio “los préstamos no devengarán interés si no se hubieren pactado por escrito”.
Así pues, el carácter retribuido del mutuo parece requerir, respectiva y literalmente, pacto expreso o pacto
escrito, aunque la jurisprudencia admite la prueba del pacto por otros medios
3.2. Reglas particulares sobre capacidad.
Con carácter general, basta que prestamista y prestatario tengan capacidad para contratar.
Como EXCEPCIONES esta la del menor emancipado que tiene prohibido tomar dinero a préstamo o la del
tutor que con respecto al patrimonio del pupilo tiene prohibido dar o tomar dinero a préstamo sin
autorización judicial.
3.3. La obligación de restitución.
En el mutuo, A DIFERENCIA DEL COMODATO, se transfiere la propiedad de la cosa prestada al mutuatario,
estando éste obligado únicamente a devolver el género. Pero ¿qué es lo que se ha de devolver? Aquí hay
que distinguir entre el préstamo de dinero y el de las demás cosas fungibles.
1º PRÉSTAMO DE DINERO, se tiene en cuenta el “valor” nominal, pues la devolución ha de hacerse en la
moneda de curso legal;
2º PRÉSTAMO DEMÁS COSAS FUNGIBLES, se atiende a la identidad de “materia” y el deudor debe una
cantidad igual a la recibida y de la misma especie y calidad, “aunque sufra alteración en el precio”.

3.4. El préstamo con interés: reglas especiales.


El CC considera que NO SE DEBERÁN INTERESES SINO CUANDO EXPRESAMENTE SE HUBIESEN PACTADO . Pero
el prestatario que haya pagado intereses sin estar estipulados no puede reclamarlos (no puede
repetir) ni siquiera imputarlos al capital.
La doctrina mayoritaria entiende que el Código Civil presume la existencia de un convenio o pacto tácito
de pago de intereses. Si hay un CONVENIO TÁCITO Y EL PRESTATARIO NO PAGASE LOS INTERESES , el
acreedor no tiene cauce alguno para reclamarlos a no ser que pueda probar por cualquier medio válido
la existencia del pacto.
La Ley de Usura de 1908 (Ley Azcárate) decreta la nulidad de los préstamos en que se haya pactado un
interés notablemente superior al normal del dinero y manifiestamente desproporcionados, o que resulten
leoninos, y cualquier contrato en que se suponga recibida una cantidad superior a la entregada. Declarada
la nulidad del contrato por usurario, el prestatario sólo estará obligado a entregar la suma efectivamente
recibida.
3.5. La duración del contrato.
No contiene el CC regla alguna de carácter específico respecto de la duración del mutuo o préstamo. En
consecuencia, habrán de aplicarse las normas establecidas en los arts. 1.125 y ss. para “las obligaciones
a plazo”.
En general, cabe concluir que, en el caso de que no se haya fijado plazo alguno para la restitución de lo
prestado, habrá de estarse a lo dispuesto en el art. 1.128 en cuanto regulador del “plazo a voluntad del
deudor”.
Existiendo plazo o término contractual (sea por existir convenio al respecto o por determinación
judicial), si el prestatario incurre en cualquiera de los supuestos del art. 1.129 1, perderá el derecho
a utilizar el plazo establecido. De otra parte, se considera generalmente que, en el caso del
préstamo con interés, el prestatario no puede obligar al prestamista a recibir la restitución antes
del transcurso del plazo.
1

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TEMA 19. EL DEPÓSITO.
1. INTRODUCCIÓN: CLASES DE DEPÓSITO.
El Código Civil regula la figura genérica del depósito englobando distintas y muy diversas modalidades del
mismo. Resalta de entrada que el depósito puede constituirse judicial o extrajudicialmente. A su vez,
deben tenerse en cuenta a las distintas variantes del depósito extrajudicial: el depósito voluntario, el
depósito necesario o miserable, y lo que el Proyecto de 1851 denominaba “secuestro convencional”, que
actualmente se regula en sede del depósito voluntario.
La diversidad de variantes explica que el CC no establezca “definición legal” alguna del depósito y
tampoco insista en el carácter contractual del depósito, pues algunas de sus variantes carecen de tal
carácter. El art 1.758 pone el acento en la finalidad básica de la figura del depósito, la obligación de
guarda o custodia y consiguiente restitución, una vez puesto de manifiesto el presupuesto de que
previamente se haya producido la entrega de la cosa objeto de depósito.
2. EL DEPÓSITO VOLUNTARIO.
2.1. Concepto y presupuestos. (2 veces)
1. Concepto y presupuesto El depósito es un contrato en virtud del cual una persona (depositante o
deponente) entrega una COSA MUEBLE a otra (depositario), para que ésta la guarde y se la restituya
cuando aquélla se la reclame. Sus requisitos son:
1º La finalidad principal y autónoma del contrato es la obligación de guarda y custodia. Esta
obligación es provisional, ya que el bien depositado debe ser restituido cuando lo pida el
depositante. El depositario no puede usar la cosa sin permiso del depositante.
2º El objeto de la obligación de custodia debe ser una cosa ajena (no perteneciente al
depositario). Aunque no implica que sea exigible la titularidad dominical en el depositante.
3º El objeto del depósito ha de recaer sobre un bien mueble y corporal, incluidos los títulos
valores que puedan ser objeto de aprehensión para su custodia. Aunque en el llamado depósito
judicial pueden ser bienes inmuebles.
2. Características del contrato.
1. Gratuidad y unilateralidad del contrato: salvo que se pacte una retribución (no tiene que ser
expresa, puede surgir según las circunstancias y usos) “el depósito es un contrato gratuito” y
unilateral. Si se pacta retribución pasaría a ser bilateral. Para considerar la existencia de
retribución no es necesario pacto expreso, sino que puede surgir atendiendo a las circunstancias y
los usos. En opinión de la doctrina mayoritaria, la retribución supone una agravación de la
responsabilidad del depositario ex art. 1726 (el mandatario es responsable no solamente del dolo,
sino también de la culpa, que deberá estimarse con más o menos rigor por los Tribunales según el
mandato haya sido o no retribuido)
2. Carácter real: Se exige la entrega de la cosa para el nacimiento del contrato de depósito. La
doctrina contemporánea suele poner de relieve el carácter consensual del contrato al destacar, no
se puede negar la validez a un contrato concluido obligatoriamente por la voluntad de las partes,
antes e independientemente de la entrega.

3. LOS SUJETOS DEL CONTRATO.


3.1. La capacidad de las partes contratantes.
Se entiende suficiente para la constitución del contrato de depósito la capacidad general de contratar, no
siendo necesario que el depositante sea propietario del bien depositado.
A) Falta de capacidad del depositante.
a) Si la incapacidad del depositante (incapaz) existía en el momento de celebración del
contrato, dispone el art. 1.764 que LA OTRA PARTE “QUEDA SUJETA A TODAS LAS
OBLIGACIONES del depositario, y puede ser obligada a la devolución por el tutor, curador o
administrador de la persona que hizo el depósito, o por esta misma si llega a tener
capacidad”. Se parte de la validez de dicho contrato, cuya anulabilidad no puede ser
instada por el depositario capaz, sino solo por los representantes legales del incapaz.

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b) Puede darse el caso, contemplado por el art. 1.773, que el depositante pierda,
después de hacer el depósito (sobrevenidamente), su capacidad para contratar. La regla
establecida para tal supuesto es similar a la establecida en el art. 1.764: no puede
restituirse la cosa objeto de depósito sino a los que tengan la administración de los bienes
y derechos del depositante que ha devenido incapaz.
B) Falta de capacidad en el depositario.
1- El artículo 1.765 contempla la FALTA DE CAPACIDAD EN EL MOMENTO DE LA CONSTITUCIÓN
del depósito. En tal caso, siendo válido el contrato (si bien susceptible de anulación), el
depositante tiene frente al depositario la facultad de ejercitar la acción de restitución. En
caso de que tal restitución no fuera posible, por haber salido la cosa del patrimonio del
depositario, el depositante sólo puede solicitar el abono de la cantidad en que se
hubiera enriquecido el depositario con la cosa o con el precio (acción que prescribe a los
5 años Ley 42/2015 de reforma de la LEC).
2- La incapacidad sobrevenida en el depositario no está regulada en el CC, lo que no
impide la exigencia de la diligencia debida en la conservación de la cosa a los
representantes legales.
3.2. Pluralidad de los sujetos.
El CC contempla expresamente el supuesto de pluralidad de deponentes, mientras que no regula el caso
en que sean varios los depositarios.
A) Constitución conjunta del depósito (pluralidad de depositantes).
Art. 1.772  en caso de pluralidad de depositantes que:
 SI NO FUEREN SOLIDARIOS Y LA COSA ADMITIERE DIVISIÓN , cada uno de ellos podrá pedir su
parte.
 CUANDO HAYA SOLIDARIDAD, O LA COSA NO ADMITA DIVISIÓN, regirá lo dispuesto en los arts.
1.141 y 1.142 de este Código”.
Dos conclusiones:
1ª La equiparación entre INDIVISIBILIDAD Y SOLIDARIDAD, Y APLICACIÓN DE LAS NORMAS DE
LA SOLIDARIDAD en los supuestos de indivisión, de tal manera que no son posibles los
supuestos de depósito indivisible mancomunado.
2ª EQUIPARACIÓN ENTRE MANCOMUNIDAD Y DIVISIBILIDAD. El depositante sólo puede pedir su
parte.
B) Pluralidad de depositarios.
No dice nada el CC, por lo que se aplican las REGLAS GENERALES EN MATERIA DE OBLIGACIONES,
debiendo tener en cuenta si existen usos negociales y la voluntad de las partes.

4. CONTENIDO DEL CONTRATO DE DEPÓSITO.


El carácter tendencialmente unilateral del depósito implica que las obligaciones del depositario asumen,
sin duda, una mayor trascendencia que las eventuales obligaciones del depositante.
4.1. Obligaciones del depositario. (2 veces)
A) La obligación de GUARDA Y CUSTODIA . Es la obligación principal, y premisa necesaria para la
posterior restitución. La responsabilidad exigida en dicha función es la exigida con carácter
general en sede de obligaciones, no obstante se agrava cuando la cosa depositada se entrega
cerrada y sellada, de tal forma que se presume la culpa del depositario cuando se entrega con el
sello o cerradura abiertos o forzados. El depositario no tienen obligación de administración, pero si
de recoger y custodiar los frutos.
El depositario, salvo prueba en contrario, no puede servirse de la cosa depositada, ni de sus
productos, frutos y accesiones.
El depositario a no ser que lo prohíba el depositante puede nombrar sustituto. En el depósito no
cabe la sustitución del depositario por la relación de confianza que preside este contrato, aunque
si cabe la actuación a través de dependientes o auxiliares.

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B) La obligación de RESTITUCIÓN. La cosa depositada debe ser restituida al depositante, o a sus
causahabientes, o a la persona que hubiere sido designada en el contrato con todos sus frutos,
productos y accesiones. En el caso de deposito en dinero, salvo pacto en contrario, el depositario
será deudor de los intereses de las cantidades que haya aplicado a usos propios o de las que no
haya restituido una vez extinguido el depósito y tras haber constituido en mora. Esta obligación es
transmisible a los herederos del depositario.
C) MOMENTO TEMPORAL de la restitución. La restitución debe producirse cuando el deponente
la reclame, sin necesidad de justa causa y con independencia de plazo contractual alguno.
D) El LUGAR de la restitución. Es el que se designe al hacer el contrato. Si no se ha designado
lugar para la entrega, se realizará donde se halle la cosa, aunque sea lugar distinto a donde se
depositó. Los gastos de transporte corren a cargo del depositante, en cuanto redunda en su propio
beneficio. Esta regulación se separa del criterio del art. 1171 CC
E) PÉRDIDA DE LA COSA Y SUBROGACIÓN REAL . Se presume la culpa del depositario, pues la
cosa se haya en su poder. SI SE PIERDE POR FUERZA MAYOR, Y EL DEPOSITARIO RECIBE COMO
REPARACIÓN OTRA en su lugar, está obligado a entregar ésta al depositante. La reposición de la
cosa puede obtenerse por cualesquiera vías de indemnización de conformidad con las reglas
generales de las obligaciones.

4.2. Obligaciones a cargo del depositante.


Como el depósito es gratuito a no ser que se disponga lo contrario, el CC no resalta obligación de retribuir
del deponente aunque se haya pactado un depósito retribuido. (Aunque existe).
Pero el CC sí establece la obligación del depositante de HACER FRENTE AL PAGO O REEMBOLSO DE LOS
GASTOS realizados por el depositario y, en su caso, de INDEMNIZARLE de todos los perjuicios sufridos.

Según la doctrina los gastos rembolsables son los gastos de conservación y no los gastos útiles o
mejoras que pueda haber afrontado el depositario. Los gastos reembolsables se encuentran previstos
legalmente para el depósito gratuito; por consiguiente, no deben acumularse a la retribución en el caso de
que ésta haya sido pactada.
El art. 1.780 dispone que “el depositario puede retener en prenda la cosa depositada hasta el completo
pago de lo que se le deba por razón del depósito”. Constituye un supuesto más del derecho de retención

5. EXTINCIÓN DEL CONTRATO DE DEPÓSITO.


El modo ordinario de extinción es la entrega o restitución de la cosa depositada, así como las
especialidades en caso de pérdida.
Conforme al art. 1.200.1 CC, no son susceptibles de extinción por compensación las deudas pro-
venientes del depósito o de las obligaciones del depositario.
6. EL DEPÓSITO IRREGULAR. (2 veces)
El depósito irregular es el contrato de depósito cuyo OBJETO consiste en una determinada cantidad de
cosas fungibles (suele ser dinero) que pueden ser utilizadas e incluso consumidas por el depositario.
Dada la fungibilidad del objeto, el depositario no tiene que devolver la misma cosa, PUEDE RESTITUIR la
misma cantidad de cosas fungibles, el equivalente exacto, llamado también tantundem.
El SUPUESTO PROTOTÍPICO del llamado depósito irregular viene representado por el depósito de dinero,
aunque ello no signifique que todo depósito dinerario deba ser calificado como depósito irregular, sino sólo
aquel cuyo objeto pierde su individualidad.
Para proceder a la calificación de los distintos supuestos contractuales, debe atenderse a la verdadera
intención de las partes. La finalidad principal del contrato de depósito desaparece, pues la cosa fungible
ingresa en el patrimonio del depositario sin posibilidad de distinguirla. Es igualmente defendible entender
que lo que sucede es que tal obligación del depositario se transforma en la de administrar diligentemente
su propio patrimonio, o la de tener siempre a disposición del depositante una cantidad de cosas igual a la
recibida.
La jurisprudencia califica de PRÉSTAMOS los depósitos a plazo fijo, pues el deponente pierde la
disponibilidad propia de los depósitos, y los ingresos en cuenta corriente CONTRATOS AUTÓNOMOS.
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7. EL DEPÓSITO NECESARIO.
7.1. Los supuestos clásicos de depósito necesario
Es una modalidad de depósito caracterizada por la existencia de una OBLIGACIÓN DE CUSTODIA A CAUSA DE
UNA SITUACIÓN DE HECHO SOBREVENIDA y, por consiguiente, nacida con independencia de la voluntad de las
partes. Se distinguen, a tal efecto, tres tipos de depósito necesario:
1. Cuando el depósito se hace en cumplimiento de una obligación legal. Se regirá por las
disposiciones de la ley que lo establezca y, en su defecto, por las del depósito voluntario.
2. “Depósito miserable”. Con ocasión de alguna calamidad como incendio, ruina, saqueo, nau-
fragio u otras semejantes, rigiéndose por las normas del depósito voluntario.
3. El que tiene lugar respecto de “los efectos introducidos por los viajeros en las fondas y
mesones” No deriva del contrato de hospedaje, ni de la posible existencia de un contrato tácito de
depósito, sino que es un supuesto de responsabilidad legal a cargo del hotelero respecto de
los efectos introducidos en el ámbito de control del mismo, lo que incluye también la
responsabilidad por los efectos que se encuentren en el garaje del hotel y otras dependencias
anexas al mismo y que presten servicio al cliente. Asimismo, han de considerarse introducidas si
se colocan en el coche o transporte del hotel destinado a transportarlas al mismo. Es esencial que
el viajero hubiere observado las prevenciones hechas por el hotelero respecto del cuidado y
vigilancia de los efectos.
La RESPONSABILIDAD del hotelero cesa:
a) Cuando se trate de efectos introducidos por terceros, es decir, por quien no fuera un viajero.
b) Cuando no se trate de un alojamiento de viajeros estable (ej.: la casa de un amigo).
c) Al mediar culpa o negligencia del viajero.
d) En los supuestos de robo a mano armada y fuerza mayor.
e) Cuando el daño sea consecuencia de la actuación de personas que escapan del control del
hotelero (visitas...).
f) Cuando medie pacto expreso de exclusión de responsabilidad.
Existe un verdadero depósito cuando se entregan objetos para ser guardados en la caja del hotel.

7.2 El contrato de ingreso en centros asistenciales.


La profesora LÓPEZ PELÁEZ ha resaltado que resultaría muy aconsejable tipificar el contrato de ingreso en
un centro asistencial de mayores, así como establecer legalmente un régimen mínimo de derechos y
deberes dimanantes de dicho contrato, común para todo el territorio español, pues si bien tal régimen
normativo resulta hoy deducible de muchas disposiciones legales de carácter autonómico, sin duda sería
conveniente sistematizarlos en una disposición única y común para todos, sin perjuicio de que la
autonomía de las partes pueda introducir matizaciones en cada caso .
A su acertado juicio, debería imperar el mismo sistema agravado de responsabilidad que consagra el
Código Civil para los establecimientos hoteleros, respecto a los efectos personales introducidos por los
clientes. Debería aplicarse también tratándose de residencias asistenciales de personas mayores y de
efectos introducidos en ellas por los residentes
 tanto si los objetos han sido especialmente entregados para su custodia , previo inventario ,
 como si han sido simplemente introducidos en la residencia con tal de que
 se haya comunicado al establecimiento esta introducción,
 se hayan observado las prevenciones realizadas en materia de seguridad ,
 y desde luego se pruebe la existencia del objeto, y su deterioro o desaparición dentro del
ámbito espacial del establecimiento.

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8. SECUESTRO CONVENCIONAL Y JUDICIAL.
El denominado secuestro no tiene por finalidad en sí misma considerada la custodia o guarda de la cosa
depositada, sino que dicha guarda es sencillamente un MEDIO PARA EVITAR LA SUSTRACCIÓN o distracción
del objeto custodiado en tanto no se resuelva la litis existente; por ello la restitución no se realiza al
deponente sino al vencedor de dicha litis.
De este modo, A DIFERENCIA del contrato de depósito verdadero y propio, el secuestro puede recaer tanto
sobre bienes muebles como inmuebles (art. 1.786 CC).
En lo que atañe a inmuebles, no se cumple una verdadera función de custodia, ni siquiera de verdadera
garantía de terceros, pues ésta se posibilita mediante su inscripción en el Registro de la Propiedad. En
definitiva, el secuestro sobre inmuebles obedece a una función de administración de la finca.
8.1. El secuestro convencional.
El secuestro convencional se contempla en sede de depósito voluntario (art. 1.763: “También puede
realizarse el depósito por dos o más personas, que se crean con derecho a la cosa depositada, en un ter-
cero, que hará la entrega en su caso a la que corresponda”).
8.2. El depósito judicial.
Según el art. 1785 “El depósito judicial o secuestro tiene lugar cuando se decreta el embargo o el
aseguramiento de bienes litigiosos”
Se exige del depositario la responsabilidad propia de un buen padre de familia, no pudiendo quedar libre
de su encargo “hasta que se termine la controversia que lo motivó, a no ser que el Juez lo ordenare por
consentir en ello todos los interesados o por otra causa legítima” (art. 1.787).
La restitución no ha de hacerse necesariamente al deponente: LEC-2000 “El depositario judicial estará
obligado a conservar los bienes con la debida diligencia a disposición del Juzgado, a exhibirlos en las
condiciones que el Juzgado le indique y a entregarlos a la persona que el tribunal designe”.

9. EL CONTRATO DE APARCAMIENTO DE VEHÍCULOS.


Tradicionalmente, el contrato de garaje era uno de los SUPUESTOS CLÁSICOS DE CONTRATOS ATÍPICOS,
HASTA LA PROMULGACIÓN DE LA LEY 40/2002, reguladora del contrato de aparcamiento de vehículos.

Los CONTRATOS DE PARKING O APARCAMIENTO , se caracterizan por ser de breve duración, realizarse
en aparcamientos abiertos al público y, en todo caso, mediante precio “determinado en función del
tiempo de estacionamiento” (por horas o fracciones horarias).
Junto con este contrato continúa existiendo el CONTRATO DE GARAJE en el que el precio no resulte
determinado precisamente por el tiempo de estacionamiento efectivo, aunque la duración del contrato
(no del tiempo de estacionamiento) sea fijada por fracciones temporales (años, meses, incluso días u
horas determinadas).
Por lo tanto A PARTIR DE LA LEY 40/02 hay dos tipos de contrato; el contrato típico de aparcamiento,
regulado por la citada ley, y el contrato atípico de garaje, no contemplado por dicha ley.
Antes de la ley 40/02 que lo ha tipificado como autónomo, la doctrina consideraba el aparcamiento de
vehículos como un contrato más cercano al depósito que al arrendamiento.

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TEMA 20 LOS CONTRATOS ALEATORIOS.
3. EL CONTRATO DE RENTA VITALICIA.
3.1. Introducción.
Son varias las fórmulas para constituir la relación jurídica de renta vitalicia (resolución judicial, testamento
etc, no obstante nuestro Código Civil parte del origen contractual en su Art. 1.802 CC: “El contrato
aleatorio de renta vitalicia obliga al deudor a pagar una pensión o rédito anual durante la vida de una o
más personas determinadas por un capital en bienes muebles o inmuebles, cuyo dominio se le transfiere
desde luego con la carga de la pensión”.
La FINALIDAD ECONÓMICA de esta figura reside, en proporcionar al perceptor un ingreso fijo periódico
a los efectos de subsistencia, aunque también puede perseguir favorecer a una determinada persona.

3.2. El alea en la renta vitalicia.


El elemento aleatorio es la incertidumbre de la duración de la vida que se contempla, y por lo tanto la
imposibilidad de conocer de antemano si existirá o no una equivalencia entre el capital que se entrega
y la renta que se percibe periódicamente, concurriendo así el riesgo ganancia-pérdida.
Dicha “vida contemplada” puede ser la del contratante que entrega el capital, o la de un tercero, o la de
varias personas, excluyéndose la posibilidad de referirla a una persona jurídica, pues ello daría lugar a
rentas perpétuas.
En el momento de constitución del contrato debe existir la denominada “equivalencia del riesgo”, es
decir, que ambas partes tengan igual posibilidad de pérdida o ganancia, art. 1.804  contempla dos
supuestos distintos en los que la renta deviene nula:
A) MUERTE YA PRODUCIDA, en el momento de constitución del contrato, de la persona cuya vida se
contempla. La nulidad se justifica por la ausencia del alea.
B) ENFERMEDAD que llegue a causar la muerte de la persona cuya vida se contempla, dentro de
los veinte días posteriores a la fecha de celebración del contrato. No se considera enfermedad
el parto, ni el accidente, ni el suicidio, ni la vejez. No se computa el día de constitución de la renta
vitalicia. Norma que encuentra su justificación en el enriquecimiento injusto.
3.3. Sujetos.
Al menos deben concurrir dos sujetos, pero pueden hacerlo hasta cuatro; los dos constituyentes, un
tercero cuya vida es considerada como alea y un perceptor o beneficiario, que puede ser cualquiera de
los anteriores o un cuarto independiente de los anteriores.
Puede ocurrir que se atienda a la vida de varios sujetos, e igualmente puede constituirse la renta en
beneficio de una pluralidad de personas, simultánea (conjunta) o sucesivamente.
Cuando la renta se establece conjuntamente en favor de varias personas y una de ellas fallece, surge el
problema de la PROCEDENCIA DEL ACRECIMIENTO, que no será posible, en ausencia de pacto expreso,
excepto cuando concurran la designación conjunta de los beneficiarios y atribución de ren ta conjunta. Si
la designación de beneficiarios es conjunta y existe atribución individualizada de rentas para cada uno de
ellos, a falta de pacto expreso, no procederá el acrecimiento, atribuyéndose la renta correspondiente al
premuerto a los herederos (STS). Cuando la renta se establece sucesivamente no se plantea tal problema
y cada acreedor percibirá la renta en el orden establecido.
3.4. Contenido del contrato de renta vitalicia. (2 veces)
A) La entrega del capital: consistente en BIENES MUEBLES O INMUEBLES, MATERIALES O INMATERIALES, cuyo
dominio se transmite al deudor de la pensión, naciendo una relación obligatoria en virtud de la cual el
deudor queda vinculado a satisfacer dicha renta o pensión. El constituyente/acreedor de la renta vitalicia
que efectúa la entrega de los bienes en concepto de capital está obligado no solamente a efectuar dicha
entrega, sino a responder de evicción y saneamiento al deudor de la renta.
B) El derecho a la pensión o renta:
a) La pensión: No tiene que consistir necesariamente en una suma dineraria, pudiendo estribar
también en la entrega de cualquier otro tipo de bienes muebles o bien parte en dinero y parte en
cosa mueble o inmueble. Es imprescindible que sea fija y se admiten las cláusulas de
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estabilización.
b) La periodicidad de la renta: No es necesario que el pago se efectúe anualmente, pudiendo
las partes estipular períodos distintos para la satisfacción de la renta; incluso cabe la posibilidad
de satisfacer la renta por plazos anticipados.
c) Satisfacción de la renta. Art. 1.806: “la renta correspondiente al año en que muere el que la
disfruta, se pagará en proporción a los días en que hubiese vivido; si debía satisfacerse por plazos
anticipados, se pagará el importe total del plazo que durante su vida hubiese empezado a correr”.
La referencia a los “días vividos” se justifica porque las pensiones se entienden como frutos civiles
y estos se perciben por días. Por último, no podrá reclamarse la renta sin justificar la existencia de
la persona sobre cuya vida esté constituida.
d) Incumplimiento y aseguramiento del pago de la renta. Art. 1.805: “la falta de pago de las
pensiones vencidas no autoriza al perceptor de la renta vitalicia a exigir el reembolso del capital ni
a volver a entrar en la posesión del predio enajenado; sólo tendrá derecho a reclamar
judicialmente el pago de las rentas atrasadas y el aseguramiento de las futuras”

3.5. Nulidad del contrato de renta vitalicia.


Además de las causas generales de nulidad, el art 1.804 contempla (como radical o de pleno derecho) la
muerte o enfermedad causante de muerte.
Existe un sector doctrinal que defiende otra ineficacia distinta a la nulidad de pleno derecho para el
supuesto de enfermedad causante de muerte al considerar que no se funda en razones de orden público,
siendo, por tanto, una disposición normativa derogable por las partes, sustituyéndola por otra previsión
convencional cualquiera.
Señala Gullón que si la desaparición de la vida ha sido provocada por el propio deudor de la renta
mediante la comisión de un hecho punible, se deberá indemnizar los perjuicios causados a tenor del art.
104 1CP que señala como titulares de un derecho de indemnización a la familia o un tercero.
3.6. La renta vitalicia a título gratuito.
Art.1.807: “el que constituye a título gratuito una renta sobre sus bienes puede disponer, al tiempo del
otorgamiento, que no estará sujeta dicha renta a embargo por obligaciones del pensionista”.
Se trata de una donación y no de un contrato aleatorio, pues LE FALTA LA REPROCIDAD Y LA EQUIVALENCIA
DEL RIESGO GANANCIAS-PERDIDAS que los caracteriza. El principal efecto de esta modalidad de donación
radica en la posibilidad de que el constituyente de la renta establezca una prohibición de embargo.

4. EL CONTRATO DE ALIMENTOS O VITALICIO.


El contrato de alimentos o vitalicio hace referencia a una nueva modalidad contractual que ha venido
imponiéndose en la práctica de las últimas décadas, tanto en nuestro país como en otros países
europeos, en los que el continuo envejecimiento de la población y una cierta disgregación familiar ha
implicado el relativo abandono de los mayores, muchos de los cuales se ven condenados a la soledad en
sus domicilios o al ingreso en centros especializados.
4.1. El nacimiento del vitalicio.
Algunas personas ancianas han reaccionado frente a su inminente soledad procurándose la debida
asistencia mediante la entrega de los bienes inmuebles que constituían su morada, a cambio de afecto y
compañía. La idea prendió pronto en algunas instituciones financieras.
Según el TS: “el vitalicio no es una modalidad de la renta vitalicia de los arts. 1.802 a 1.808 CC, sino un
CONTRATO AUTÓNOMO, INNOMINADO Y ATÍPICO”, cuyo contenido consiste en la prestación de alimentos
(“domicilio, alimentos y asistencia médica”) a cambio de la entrega de unos bienes, durante la vida del
acreedor de dichos alimentos, o de tercera o terceras personas.
No debe ser confundido el “vitalicio” con la obligación legal de prestar alimentos entre parientes.
No se trata de obligación de dar, sino mixta de dar y hacer (“proporcionar cosas y atenciones”).

4.2. La Ley 41/2003: caracterización legal del contrato de alimentos.


79
Con la aprobación de la Ley 41/2003 se regula el contrato de vitalicio o de alimentos.
1) Se introduce en el CC una regulación sucinta pero suficiente de los alimentos convencionales, es
decir, pactados, a diferencia de los alimentos entre parientes regulados por los arts. 142 CC y ss.
2) El carácter autónomo del nuevo contrato y su continuidad respecto del vitalicio: este contrato amplía las
posibilidades que ofrece el contrato de renta vitalicia para atender las necesidades económicas de las
personas con discapacidad o los ancianos, y permite a las partes que celebren el contrato cuantificar la
obligación del alimentante según las necesidades vitales del alimentista.
3) La oportunidad de su regulación respecto de las personas con discapacidad, posibilitando que los
padres del discapacitado trasmitan al alimentista bienes muebles o inmuebles en beneficio de su hijo con
discapacidad a través de una estipulación en favor de tercero.
Así pues, el alimentista o beneficiario no tiene por qué ser parte necesariamente en el momento de
celebración del contrato, aunque obviamente puede también serlo, como ocurre en todos aquellos
supuestos en que actúe en propio interés, transmitiendo o entregando los bienes al alimentante.
4.3 Contenido básico del contrato de alimentos.
La obligación del alimentante radica en una prestación asistencial compleja (vivienda, manutención y
asistencia), que conviene distinguir de los alimentos entre parientes u obligación legal de alimentos
como se deduce claramente de lo siguiente:
A) El alcance de la prestación contractual depende fundamentalmente del acuerdo de las partes. Además
entre obligado y alimentista no tiene por qué mediar relación familiar
B) Conforme a lo establecido en el art. 1.794, “la obligación de dar alimentos no cesará por las causas a
que se refiere el artículo 152…”, que regula los alimentos entre parientes, “…salvo la prevista en su
apartado primero” (que es la muerte del alimentista).
De otra parte, el cumplimiento de las obligaciones que pesan sobre el alimentante, pueden garantizarse
mediante el recurso de la condición resolutoria expresa o el derecho de hipoteca en el caso de que los
bienes sean registrables. El incumplimiento de la obligación convencional de alimentos permite al
alimentista optar entre exigir el cumplimiento o, por el contrario, la resolución del contrato, con inmediata
restitución de los bienes o capital recibidos.
En el supuesto de que se produzca la muerte del alimentista (no es causa de extinción del contrato) o de
que concurra cualquier circunstancia grave que impida la pacífica convivencia de las partes, “cualquiera
de ellas podrá pedir que la prestación de alimentos convenida se pague mediante la pensión actualizable
a satisfacer por plazos anticipados que para esos eventos hubiere sido prevista en el contrato o, de no
haber sido prevista, mediante la que se fije judicialmente”.

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TEMA 22 EL CONVENIO ARBITRAL.
1.INTRODUCCIÓN.
1.1 Regulación normativa.
1.2 El carácter contractual del arbitraje.
Tradicionalmente se ha considerado que en todo arbitraje subyace un acuerdo de naturaleza contractual
entre las partes interesadas en la resolución de un determinado conflicto.
La generalidad de los procesalistas niegan la naturaleza contractual o privada del arbitraje, recalcando
que se trata de una institución de Derecho Público, y en definitiva un apartado del Derecho procesal
propiamente dicho.
En dicha línea con la LEC-2000, muchos han señalado que dicha ley refuerza tal carácter dada la
frecuente y recurrente asimilación que el articulado realiza entre arbitraje y proceso.
No obstante, el Tribunal Supremo ha destacado que en la génesis del arbitraje son absolutamente
determinantes la autonomía privada y las reglas de actuación de los árbitros previstas por las partes en el
momento de celebración del acuerdo, contrato o convenio. Esta jurisprudencia ha sido ratificada por el
Tribunal Constitucional, que parte de la base de considerar que el arbitraje ha de derivar necesariamente
de un sometimiento enteramente libre y voluntario consentido por las partes del contrato, incompatible con
cualquier condicionamiento de índole legal o ajeno a la voluntad de las partes.
Así lo hace la propia Ley 60/2003 haciendo tales referencias en su exposición de motivos.
2. EL CONVENIO ARBITRAL.
2.1. Concepto.
La Ley evita hablar en su articulado de “contrato de arbitraje”, utilizando en exclusiva la expresión
“convenio arbitral”. El convenio arbitral constituye un ACUERDO DE VOLUNTADES DE NATURALEZA
CONTRACTUAL cuyo objeto radica en someter cuestiones litigiosas a la decisión de uno o varios árbitros.
Dicho acuerdo de voluntades “podrá adoptar la forma de cláusula incorporada a un contrato o de
acuerdo independiente” y “deberá expresar la voluntad de las partes de someter a arbitraje todas o
algunas de las controversias que hayan surgido o puedan surgir respecto de una determinada relación
jurídica, contractual o no contractual”.
2.2. Tipos de arbitraje. (1 vez)
El arbitraje puede ser a elección de las partes, de Derecho o en equidad.
Arbitraje de Derecho es el que ha de ser resuelto y fundamentado atendiendo al conjunto de normas
jurídicas aplicables al caso debatido. Los árbitros deben ser especialistas en Derecho, pues la decisión
arbitral ha de ser motivada. Anteriormente se pedía que fuesen abogados en ejercicio, pero actualmente
es suficiente con que sean juristas.
Arbitraje en equidad, es en el que los árbitros actúan “según su saber y entender”, resolviendo, pues, la
cuestión litigiosa atendiendo a la justicia material del caso concreto planteado sin necesidad de
fundamentar su decisión en norma jurídica alguna.
A partir de la Ley 60/2003, a diferencia de lo que ocurría con anterioridad, el arbitraje se considera de
derecho como regla general “los árbitros sólo decidirán en equidad si las partes les han autorizado
expresamente para ello” (art. 34.1).
2.3. Forma de celebración.
Aunque en leyes anteriores se exigía escritura pública hoy hay libertad de forma, pudiendo incluirse como
una cláusula en el contrato, fax, etc.
2.4. Contenido. (2 veces)
El CONTENIDO MÍNIMO del contrato arbitral para que se pueda considerar válido y vinculante es:
1. Voluntad de las partes de someterse al arbitraje.
2. Determinación de la “relación jurídica” (sea contractual o extracontractual) de la que, en su caso,
resulten las controversias o cuestiones litigiosas a resolver.
Existiendo tales elementos, las partes han de entenderse sujetas al arbitraje, aunque no existan en el
convenio normas ad hoc para la designación de los árbitros o reglas relativas al procedimiento arbitral,
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pues si las partes no hubieren pactado nada sobre estos extremos, se aplicarían las reglas dispositivas
establecidas en la Ley 60/2003 en relación al nombramiento, aceptación, recusación y responsabilidad
de los árbitros y la sustantación del procedimiento arbitral.

3. OBJETO DEL ARBITRAJE.


3.1. La resolución de controversias o cuestiones litigiosas.
El OBJETO propio del arbitraje consiste en el sometimiento a la decisión de los árbitros de las
controversias o cuestiones litigiosas, surgidas o que puedan surgir, sobre materias de libre disposición
conforme a Derecho. Resulta, por tanto, indiferente que la controversia existente sea presente o futura,
pues el convenio arbitral desarrolla la misma eficacia si se previó antes o después de haber nacido la
controversia entre las partes.
3.2. Ámbito material del arbitraje.
Tradicionalmente, se ha considerado que el arbitraje quedaba circunscrito a la resolución de litigios
encuadrables en el Derecho privado, por entender que sólo en las cuestiones susceptibles de ser
reguladas por la autonomía privada podía hacerse dejación del principio de tutela judicial efectiva.
La Ley 60/2003 identifica como materias susceptibles de arbitraje aquellas sobre las que las partes tengan
“libre disposición conforme a Derecho”. Las personas interesadas (naturales o jurídicas) pueden someter
las cuestiones litigiosas a arbitraje siempre y cuando tengan reconocida capacidad suficiente y los litigios
versen sobre materias disponibles para la autonomía privada.
No es aplicable la Ley de arbitraje a los arbitrajes laborales, que se someten a su regulación propia.
También tiene por objeto el arbitraje las controversias del Derecho Público conocido como el arbitraje
institucional de la Admón General del Estado. La Disposición Adicional Unica Ley 11/2011 señala que las
controversia entre la AGE y sus Organismos Públicos deberán sujetarse a este procedimiento sin que
puedan acudir a la vía administrativa ni jurisdiccional.

4. LOS ÁRBITROS.
Han de ser “personas naturales que se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles, siempre
que no se lo impida la legislación a la que puedan estar sometidos en el ejercicio de su profesión ” En
caso de tratarse de ARBITRAJE DE DERECHO es requisito complementario que sean juristas.
El COLEGIO ARBITRAL se compone comúnmente por tres personas, designadas o propuestas una por cada
una de las partes y la tercera por consenso o acuerdo de ambas. Sin embargo, la exigencia legal al
respecto es únicamente que el número de árbitros debe ser impar; por tanto, cabe designar un árbitro
único o un colegio arbitral más amplio que el anteriormente considerado. La Ley 60/2003 establece que “a
falta de acuerdo, se designará un solo árbitro”.
Junto a la designación directa por las partes del árbitro o de los árbitros, caben otros procedimientos de
designación, contemplados igualmente por la Ley. El art. 14 establece en efecto que “las partes podrán
encomendar la administración del arbitraje y la designación de árbitros a:
a) Corporaciones de derecho público que puedan desempeñar funciones arbitrales, según sus normas
reguladoras, y en particular el Tribunal de Defensa de la Competencia.
b) Asociaciones y entidades sin ánimo de lucro en cuyos estatutos se prevean funciones arbitrales”.
Los árbitros, una vez aceptado el cargo, dentro del plazo de quince días, gozan de amplias facultades en
relación con el procedimiento arbitral y quedan únicamente obligados “a cumplir fielmente su encargo
(dictar el correspondiente laudo), incurriendo, si no lo hicieren, en responsabilidad por los daños y
perjuicios que causen por mala fe, temeridad o dolo”, pudiendo el perjudicado entablar acción directa
contra la institución a la que se haya encomendado el arbitraje.
Salvo algunos arbitrajes, regulados en “leyes especiales” el arbitraje es retribuido. Los árbitros “podrán
exigir a las partes las provisiones de fondos necesarios para atender a los honorarios y gastos de los
árbitros y a los que puedan producirse en la administración del arbitraje”.

5. EFECTOS DEL ARBITRAJE: EL LAUDO.

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Una vez CONCLUIDO EL PROCEDIMIENTO ARBITRAL, los árbitros ponen fin a la controversia sometida a su
conocimiento mediante una decisión que se denomina LAUDO. Es una resolución que, una vez firme, tiene
el mismo valor y eficacia que una sentencia, produciendo por tanto “EFECTOS DE COSA JUZGADA”, de
manera que “frente a él sólo cabrá solicitar la revisión conforme a lo establecido en la Ley de
Enjuiciamiento Civil para las sentencias firmes”.
El laudo, al igual que las sentencias, debe dictarse por escrito, EXPRESANDO las circunstancias personales
de los árbitros y de las partes, la fecha y el lugar en que se dicta, la cuestión sometida a arbitraje, una
sucinta relación de las pruebas practicadas, las alegaciones de las partes y, finalmente, la decisión
arbitral, determinando la Ley que, como regla, el laudo deberá ser motivado. Además, el laudo debe
pronunciarse sobre las costas del arbitraje y los demás gastos originados en el procedimiento arbitral.
El laudo debe ser NOTIFICADO a las partes mediante entrega a cada una de ellas de un ejemplar firmado
por los árbitros, pudiendo también ser protocolizado notarialmente si así lo solicita y a su costa cualquiera
de las partes.
El PLAZO para adoptar el fallo arbitral, en principio, será fijado por las propias partes que se someten a
arbitraje y no son extraños en la práctica los supuestos en los que el plazo considerado es
extraordinariamente breve, aunque cabe también (en litigios de extraordinaria complejidad) señalar plazos
de una relativa extensión. Si las partes no hayan señalado plazo alguno, la Ley fija con carácter
supletorio el de seis meses, pudiendo prorrogarlo los árbitros por un plazo no superior a dos meses
mediante decisión motivada.
En cualquier caso el plazo tiene carácter preclusivo, salvo que antes de haber expirado las partes
concedieran a los árbitros una prórroga, y por tanto, su transcurso sin haberse dictado el laudo, determina
“la terminación de las actuaciones arbitrales y el cese de los árbitros”.

5.1. La impugnación del laudo


Una vez dictado, el laudo arbitral vincula y sujeta a las partes. La Ley procura restringir al máximo las
posibilidades de impugnación del laudo, otorgando a las partes únicamente dos VÍAS:
A) La acción de ANULACIÓN del laudo.
La acción de anulación del laudo habrá de ser interpuesta ante la Audiencia Provincial del lugar donde
se hubiera dictado, dentro del plazo de los dos meses siguientes a la notificación de aquél. Se
sustancia por el cauce del juicio verbal.
La DEMANDA debe presentarse conforme a lo establecido en el art. 399 LEC-2000, acompañada de los
documentos justificativos del convenio arbitral y del laudo, y, en su caso, conteniendo la proposición de los
medios de prueba y los fundamentos que sirvan para apoyar el motivo o motivos de anulación invocados.
Para evitar la continua litigiosidad sobre la validez o posible anulación del laudo se establece que contra la
sentencia finalmente dictada por la Audiencia Provincial NO CABRÁ RECURSO alguno.
Las CAUSAS DE ANULACIÓN se encuentran establecidas en el art. 41 y son taxativas:
a) Que el convenio arbitral no existe o no es válido.
b) Que no ha sido debidamente notificada de la designación de un árbitro o de las actuaciones
arbitrales o no ha podido, por cualquier otra razón, hacer valer sus derechos.
c) Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no sometidas a su decisión.
d) Que la designación de los árbitros o el procedimiento arbitral no se han ajustado al acuerdo entre las
partes, salvo que dicho acuerdo fuera contrario a una norma imperativa de esta Ley, o, a falta de dicho
acuerdo, que no se han ajustado a esta ley.
e) Que los árbitros han resuelto sobre cuestiones no susceptibles de arbitraje.
f) Que el laudo es contrario al orden público”.

B) La revisión del laudo.


Dada la identidad del laudo con la cosa juzgada, se otorga igualmente a las partes la posibilidad de
entablar el recurso de revisión conforme a lo establecido en la legislación procesal para las sentencias
judiciales firmes.

83
5.2. La ejecución del laudo.
Una vez dictado el fallo contenido en el laudo puede ser ejecutado por las partes de forma voluntaria y
sin intervención de autoridad jurisdiccional alguna.
En caso de DISCREPANCIA O DE RESISTENCIA al cumplimiento de lo ordenado en el laudo, si fuere necesario
acudir a la ejecución forzosa, las partes podrán obtenerla del Juez de Primera Instancia del lugar en
que aquél hubiere sido dictado. Con la entrada en vigor de la LEC-2000 en materia de ejecución del laudo
han de entenderse aplicables los trámites establecidos para la ejecución de sentencias.
En cuanto a la posibilidad de la EJECUCIÓN EN ESPAÑA DE LOS LAUDOS ARBITRALES EXTRANJEROS a través de
exequátur, estos se rigen por el Convenio sobre reconocimiento y ejecución de sentencias arbitrales
extranjeras de Nueva York de 1958 y sustanciándose conforme al procedimiento procesal civil
establecido en el art. 523 Lec-2000. (Exequátur: Autorización para que se cumpla una sentencia en un
país distinto del que la dictó).

6. LA GENERALIZACIÓN DEL ARBITRAJE EN LA LEGISLACIÓN CONTEMPORÁNEA.


El nuevo clima político y cultural (y, sobre todo, el colapso de los tribunales de justicia) ha determinado la
proliferación de la institución arbitral en numerosas disposiciones legislativas.
- Particular importancia ha desplegado el arbitraje en la regulación legal de los derechos de
consumidores y usuarios.
- La ley de ordenación de los transportes terrestres estableció, aunque fue declarado inconstitucional
que “siempre que la cuantía de la controversia no exceda de 500.000 pesetas, las partes someterán al
arbitraje de la Juntas cualquier conflicto que surja en relación con el cumplimiento del contrato, salvo
pacto expreso en contrario”.
- La Ley sobre la contratación y productos agrarios prevé también, sin pacto entre los interesados, el
arbitraje del Ministerio de Agricultura respecto de los acuerdos interprofesionales y los acuerdos colectivos
- El Real Decreto 1417/2006, de 1 de diciembre, por el que se establece el sistema arbitral para la
resolución de quejas y reclamaciones en materia de igualdad de oportunidades, no discriminación y
accesibilidad por razón de discapacidad.

84
TEMA 23 LA FIANZA.
1. EL CONTRATO DE FIANZA.
1.1. Ideas generales: fianza subsidiaria y fianza solidaria.
La fianza es la GARANTÍA PERSONAL que se constituye al asumir un tercero el compromiso de responder
del cumplimiento de una obligación, si no la cumple el deudor principal, extendiendo la responsabilidad
a su propio patrimonio. En tal sentido, expresa el art. 1.822.1 CC que “por la fianza se obliga uno a pagar
o cumplir por un tercero, en el caso de no hacerlo éste”.
La fianza tiene CARÁCTER SUBSIDIARIO: el fiador sólo habrá de afrontar el pago de la obligación afianzada
en caso de que el deudor principal no haya hecho frente a ella. El acreedor deberá perseguir los bienes
propios del deudor principal antes de proceder contra el fiador.
Aunque el propio Código reconoce la posibilidad de que deudor principal y fiador queden obligados al
pago de forma solidaria. En tal caso, el acreedor, llegado el momento de cobro de la deuda, puede
reclamarla a cualquiera de ellos (deudor y fiador). En este caso se habla de FIANZA SOLIDARIA, siendo en la
práctica más común la fianza solidaria que la subsidiaria.
1.2. Relación de fianza y contrato de fianza.
El contrato de fianza, es el acuerdo contractual celebrado entre fiador y acreedor, en cuya virtud aquél
asume la obligación de asegurar el cumplimiento de la obligación del deudor principal, cuyo
conocimiento y consentimiento no son necesarios para la validez del acuerdo.
El contrato de fianza no está sometido a regla especial alguna en relación con la forma, ni tampoco
respecto de la capacidad de las partes, pues basta la capacidad general para obligarse.
La obligación garantizada puede consistir lo mismo en una obligación presente que en una deuda futura,
cuyo importe no sea aún conocido (“no se podrá reclamar hasta que la deuda sea líquida”).
El contrato de fianza, no resulta significativo en cuanto a las consecuencias de la relación triangular
existente entre deudor principal, fiador y acreedor.
1.3. Características del contrato de fianza. (3 veces)
A) Es un contrato de CARÁCTER ACCESORIO, ya que se celebra en función de una obligación
principal válida, cuyo cumplimiento garantiza. El límite máximo de la responsabilidad del fiador
viene marcado por la obligación afianzada.
B) Es CONSENSUAL, ya que se perfecciona por el mero consentimiento. “La fianza no se presume:
debe ser expresa y no puede extenderse a más de lo convenido en ella.
C) Puede ser GRATUITA u ONEROSA, aunque lo normal es que sea gratuita. Será onerosa cuando el
fiador reciba una contraprestación a cambio de afianzar la obligación ajena.
 En el caso de que la fianza sea de carácter gratuito, estaremos ante un contrato
unilateral, ya que sólo nacen obligaciones a cargo del fiador y a favor del acreedor, por lo
que es suficiente que intervengan en el contrato de fianza estos dos últimos.
 Es bilateral si el fiador recibe retribución.
D) Se suele considerar un CONTRATO ABSTRACTO y no causal, al ser la causa o relación por la que
alguien se obliga a pagar por otro independiente de la relación que surge entre acreedor y fiador,
de una parte, y de otra, de la relación existente entre el deudor y el acreedor.

2. CLASES DE FIANZA.
2.1. Fianza convencional, legal y judicial.
Atendiendo a su origen, la fianza puede ser convencional, legal y judicial.
Es CONVENCIONAL cuando surge de un contrato de fianza convenido espontáneamente entre fiador y
acreedor o exigido al deudor por el acreedor, quien celebrara finalmente el oportuno contrato con el fiador.
Es LEGAL O JUDICIAL cuando, por disposición de la ley o del Juez, una persona ha de garantizar el
cumplimiento de una determinada obligación mediante la intervención de un fiador. La disposición legal o
la providencia judicial que establezca la necesidad de afianzar o garantizar el cumplimiento de una
determinada obligación no genera por sí misma relación de fianza alguna, que sólo nacerá cuando otra

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persona (distinta a la obligada legal o judicialmente) asuma la posición de fiador.
En muchos casos, aunque en el lenguaje legislativo o en el forense se utilice el término “fianza”, realmente
no se trata del aseguramiento de una obligación por persona distinta al obligado, sino de entrega de
ciertas cantidades de dinero en función de garantía que, en general, desempeñan el papel de garantía
pignoraticia (así, la llamada “fianza arrendaticia” o la fianza depositada para conseguir la libertad
provisional en procesos penales; etc.).
2.2. Fianza simple y subfianza. (1 vez)
Atendiendo el CARÁCTER Y NATURALEZA de la obligación garantizada, se distingue entre la fianza simple y
doble o subfianza.
O FIANZA SIMPLE. Garantiza la obligación principal;
o FIANZA DOBLE O SUBFIANZA. Garantiza una fianza anterior, es decir, la obligación del fiador.
La existencia de subfianza supone, pues, que existe un fiador principal y un fiador secundario o
complementario, es decir, “un fiador del fiador”. En la práctica es raro acudir a semejante
mecanismo, pues normalmente el acreedor preferirá imponer el esquema de la fianza solidaria antes
que el procedimiento de “fianza sucesiva”.

2.3. Fianza indefinida o ilimitada y fianza definida o limitada.


FIANZA INDEFINIDA O ILIMITADA : cuando comprende la obligación principal, las responsabilidades
accesorias de ésta e incluso los gastos del juicio.
FIANZA DEFINIDA O LIMITADA: cuando se circunscribe a la obligación principal o parte de la misma
concretamente señalada en el pacto o contrato.
La caracterización de una u otra forma de la fianza depende de lo expresado en el contrato. El CC excluye
la existencia de presunciones y establece que la fianza debe ser expresa por lo que según la doctrina y la
jurisprudencia, debe ser escrita. En la práctica son mas frecuentes los supuestos de fianza indefinida que
los de fianza definida.

3. CONTENIDO DEL CONTRATO DE FIANZA.


Al asegurar el fiador personalmente una obligación de otro, surgirá una relación jurídica entre el propio
fiador con el acreedor, además de la que une a aquél con el deudor cuya obligación garantiza. Si,
además, son dos o más los fiadores de un mismo deudor y por una misma deuda, se producirá una
relación entre estos cofiadores.
4. LAS RELACIONES ENTRE ACREEDOR Y FIADOR. (2 veces)
La obligación principal del fiador consiste en PAGAR LA DEUDA, si el deudor no la paga, en la extensión que
se haya pactado. Pero como lo habitual es que se establezcan fianzas indefinidas, la obligación del fiador
es responder por la obligación principal, las accesorias, los gastos del juicio, clausulas penales,
intereses moratorios, e incluso de la indemnización por daños y perjuicios dimanante del
incumplimiento de la obligación.
4.1. El beneficio de excusión en la fianza subsidiaria. (2 veces)
En la fianza es subsidiaria, contando el fiador con el beneficio de excusión. El significado de esta
expresión es que el acreedor, antes de dirigirse contra el fiador, debe procurar encontrar y perseguir los
bienes de que eventualmente disponga el deudor principal. Es decir, EL FIADOR TIENE DERECHO A ELUDIR
EL PAGO MIENTRAS NO SE DEMUESTRE LA INSOLVENCIA DEL DEUDOR, la cual debe ser total y absoluta.

Aunque parece que la carga de la prueba corresponde al deudor, Art. 1.832: “para que el fiador pueda
aprovecharse del beneficio de la excusión debe oponerlo al acreedor luego que éste le requiera para el
pago, y señalarle bienes del deudor realizables dentro del territorio español que sean suficientes para
cubrir el importe de la deuda”.
4.2. La exclusión del beneficio de excusión.
La subsidiariedad que caracteriza la posición del fiador desaparece en todos aquellos casos en los que no
entra en juego el beneficio de excusión, pues en tales supuestos el acreedor puede dirigirse directamente
contra el fiador.
La excusión no procede en los siguientes casos:
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1. Cuando el fiador haya renunciado a ella expresamente.
2. Cuando se haya obligado solidariamente con el deudor (fianza solidaria).
3. En caso de quiebra o concurso del deudor.
4. Cuando el deudor no pueda ser demandado judicialmente dentro de España.
4.3. El beneficio de división en el caso de cofianza.
El beneficio de división consiste en que, “siendo varios los fiadores de un mismo deudor y por una misma
deuda, la obligación a responder de ella se divide entre todos” (art. 1.837.1), constituyéndose, pues, la
obligación de los fiadores con el CARÁCTER DE MANCOMUNADA. Por lo que, “el acreedor no puede
reclamar a cada fiador sino la parte que le corresponda satisfacer, a menos que se haya estipulado
expresamente la solidaridad”.

5. LAS RELACIONES ENTRE DEUDOR Y FIADOR. (1 vez)


5.1 La llamada relevación de la fianza.
En algunos supuestos, el fiador puede proceder contra el deudor principal a fin de que éste le releve de la
fianza o le garantice el rembolso del pago:
1. Cuando el fiador se ve demandado judicialmente para el pago.
2. En caso de quiebra, concurso o insolvencia del deudor.
3. Cuando el deudor se ha obligado a relevarle en un plazo determinado y éste ha vencido.
4. Cuando la deuda es exigible.
5. Cuando hubieran transcurrido diez años desde la constitución de la fianza y la obligación principal no
tiene término fijo para su vencimiento.
Estos supuestos están referidos exclusivamente a las relaciones internas entre fiador y deudor y, por
tanto, no afectan en modo alguno al acreedor, que podrá reclamar el cumplimiento de la obligación
afianzada al fiador.
5.2. La posición del fiador solvens.
Si efectivamente llega a pagar, el FIADOR TIENE DERECHO A RECLAMAR AL DEUDOR EL REINTEGRO DE LO
EFECTIVAMENTE PAGADO. El CC concede al fiador solvens dos vías, que puede elegir alternativamente a su
voluntad:
A) LA DENOMINADA ACCIÓN DE REINTEGRO O REMBOLSO. La cual comprende la indemnización por la cantidad
total, los intereses legales, los gastos ocasionados y los daños y perjuicios.
B) LA SUBROGACIÓN LEGAL. El fiador se convierte en acreedor del deudor con respecto a los derechos que
tuviera el acreedor para el cobro del crédito afianzado, y que le permite utilizar al fiador solvens, como
subrogado, todas las garantías o derechos accesorios que correspondían al acreedor, para lograr lo que
realmente satisfizo o pagó por el deudor.
En este caso, la subrogación del fiador solvens no alcanza al importe nominal del crédito, disponiendo el
art. 1839.2 que si el fiador ha transigido con el acreedor, no puede pedir al deudor más de lo que
realmente haya pagado.
5.3. El resarcimiento del fiador solvens.
El fiador solvens cuenta a su favor con dos tipos de acciones y podrá usar cualquiera de ellas.
Sea cual sea la vía elegida por el fiador para reclamar el debido resarcimiento del pago realizado,
conviene tener en cuenta las siguientes reglas complementarias.
- Si el fiador PAGA SIN PONERLO EN CONOCIMIENTO DEL DEUDOR, podrá éste oponerle las excepciones
“que hubiera podido oponer al acreedor al tiempo de hacerse el pago. Pesa sobre el fiador un deber de
comunicación al deudor principal de su intención de realizar el pago.
- Si PAGA CUANDO EL DEUDOR YA LO HIZO, sólo puede repetir contra el acreedor.
- Si PAGA ANTES DEL VENCIMIENTO DE LA DEUDA, no puede pedir rembolso hasta que el plazo venza.

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6. LAS RELACIONES DE LOS COFIADORES ENTRE SÍ. (1 vez)
Cuando son DOS O MÁS LOS FIADORES DE UN MISMO DEUDOR Y DE UNA MISMA DEUDA juega respecto de ellos
el llamado BENEFICIO DE DIVISIÓN. Por tanto, cada uno de ellos responderá de “la parte que le corres-
ponda satisfacer” (art. 1.837.1).
Pero puede ocurrir, aunque es infrecuente, que pese a existir esta obligación mancomunada, uno de los
fiadores satisfaga el importe integro de la deuda. En este “el que de ellos la haya pagado podrá reclamar a
cada uno de los otros la parte que proporcionalmente le corresponda satisfacer”.
Si alguno de los fiadores que no ha realizado el pago fuera insolvente, dispone el art. 1.844.2 que “la
parte de éste recaerá sobre todos en la misma proporción”, es decir, en lo “que proporcionalmente le
corresponda satisfacer”.
Los demás cofiadores, a los que se reclama su parte en la satisfacción del crédito, podrán oponerle al
cofiador que pagó las mismas excepciones que hubieran podido oponer al acreedor.
7. LA FIANZA SOLIDARIA.
La fianza solidaria se caracteriza por la INEXISTENCIA DEL BENEFICIO DE EXCUSIÓN alguno en favor del
fiador. Por lo que el acreedor puede reclamar el cumplimiento de la obligación tanto al deudor como
al fiador o fiadores solidarios.
Debido a que el articulo 1822.2 dice “si el fiador se obligare solidariamente con el deudor principal, se
observará lo dispuesto en la sección cuarta, capitulo 3º, titulo 1º de este libro” el cual comprende los art
1137 al 1148 y es titulado “de las obligaciones mancomunadas o solidarias”. Esto ha suscitado la
cuestión de si la fianza solidaria es una subespecie de las obligaciones solidarias o por el contrario es una
subespecie de fianza. Doctrinalmente se entiende que se aplican las reglas de las obligaciones
solidarias hasta el momento del pago, mientras que una vez que el fiador ha pagado se aplican las
reglas propias de la fianza.
A la relación externa entre acreedor y fiador les serían de aplicación los art. 1137 y ss, y a la relación
interna entre deudor y fiador los art. 1838 y ss.

8. EL AVAL A PRIMER REQUERIMIENTO


También llamado garantía a primera demanda o a primera solicitud, consiste tal aval en un acuerdo en
cuya virtud la entidad garante (institución financiera) garantiza el cumplimiento de la deuda u obligación
del deudor frente a su acreedor que, acaba por convertirse realmente en un beneficiario del aval y puede
requerir el pago a la entidad garante directamente en caso de producirse la falta de cumplimiento de la
obligación garantizada.
El aval a primer requerimiento nace en Alemania, como un especial contrato autónomo de garantía o
como una formulación de un complejo de cláusulas contractuales identificadas como tal, y fue
incorporado por la jurisprudencia y directamente por la LEC-2000.
Como garantía atípica, no existe dificultad para entenderla fundada en el principio de autonomía privada.

9. EXTINCIÓN DEL CONTRATO DE FIANZA.


Al ser un CONTRATO O UNA RELACIÓN JURÍDICA DE CARÁCTER ACCESORIO la obligación del fiador se extingue
al mismo tiempo que la del deudor, que es la obligación principal, y por las mismas causas que las demás
obligaciones. Así, además de considerar el pago hecho por el propio deudor, conviene hacer referencia a
la dación en pago hecha por el deudor, a la confusión que se verifica en la persona del deudor y en la del
fiador cuando uno de ellos hereda al otro, etc.
De otra parte, considera el Código Civil otros supuestos particulares de extinción de la fianza que se
basan en una agravación de la situación del fiador, el cual no puede resultar perjudicado ni gravado más
que a aquello a que se comprometió, y así:
1. La PRÓRROGA CONCEDIDA AL DEUDOR POR EL ACREEDOR SIN CONSENTIMIENTO DEL FIADOR EXTINGUE LA
FIANZA, pues se podría producir insolvencia del deudor en ese tiempo prorrogado.

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2. Los FIADORES, aunque sean solidarios, quedan LIBRES DE SU OBLIGACIÓN SIEMPRE QUE, por algún hecho
del acreedor, NO QUEDEN SUBROGADOS en los derechos, hipotecas y privilegios del mismo.

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