Filosofia 2do
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Filosofia 2do
Unidad I: INTRODUCCION.
CONTENIDO:
Idealismo
Materialismo.
FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA.
INTRODUCCIÓN
Apariencia y realidad:
¿Existe algún conocimiento en el mundo que pueda ser tan cierto que ningún
hombre razonable pueda dudar de él?
Esta pregunta, que a primera vista puede no parecer difícil, es realmente una de
las más complicadas que se pueden hacer. Cuando nos damos cuenta de los
obstáculos que hay para dar una respuesta directa y confiable a esta pregunta,
estamos ya en el camino del estudio de la filosofía – porque la filosofía es,
simplemente, el intento de dar respuesta a ese tipo de preguntas, sin premura y
sin dogmatismos, tal como se hace en la vida común e inclusive en las ciencias,
sino críticamente, después de explorar todo lo que hace de esas preguntas un
verdadero rompecabezas y después que nos hayamos percatado de toda la
vaguedad y la confusión en las que se basan nuestras ideas comunes.
En la vida diaria tomamos como ciertas muchas cosas que, después de una
revisión escrupulosa, las encontramos tan llenas de aparentes contradicciones
que sólo una gran cantidad de pensamiento nos permite saber lo que realmente
podemos creer.
En la búsqueda de la certeza, es natural empezar con nuestras experiencias más
inmediatas y, en cierto sentido, sin duda, el conocimiento podrá ser deducido de
ellas. Pero cualquier aseveración sobre lo que es por medio de lo que nuestras
experiencias inmediatas nos dan a conocer seguramente estará errada. Me
parece que yo estoy ahora sentado en una silla, enfrente de una mesa que tiene
cierta forma, sobre la que veo hojas de papel escritas o impresas. Al girar mi
cabeza veo a través de la ventana edificios, y nubes, y el sol. Yo creo que el sol
está a aproximadamente noventa y tres millones de millas de la Tierra, que es un
globo incandescente muchas veces más grande que la Tierra; que debido a la
rotación de nuestro planeta amanece cada mañana y que seguirá amaneciendo
por una cantidad indeterminada de tiempo en el futuro.
Yo creo que, si otra persona normal entra a mi habitación, verá las mismas sillas, y
mesas, y libros, y hojas de papel que yo veo, y que la mesa que veo es la misma
que siento cuando apoyo mi brazo sobre ella. Todo esto parece tan evidente que
hasta apenas merece la pena mencionarlo, a menos que tenga que hacerlo frente
a un hombre que dude si sé realmente algo. Sin embargo, todo esto puede ser
razonablemente puesto en duda, y todas las aseveraciones hechas con
anterioridad requieren de una cuidadosa discusión antes de que podamos estar
seguros de poderlas expresar de tal manera que sean completamente ciertas.
Idealismo
Estas tres leyes son muestras de principios lógicos que son evidentes por sí
mismos, pero realmente no son más fundamentales o más evidentes que varios
otros principios similares: por ejemplo, el que acabamos de considerar, que
establece que lo que sigue de una premisa verdadera es verdadero. El nombre
“Leyes del Pensamiento” también puede causar confusión, ya que lo que es
importante no es el hecho de que pensemos de acuerdo con estas leyes, más el
hecho de que las cosas se comporten de acuerdo a estas leyes; en otras palabras,
el hecho de que cuando pensemos de acuerdo con ellas pensemos verazmente.
Pero esta es una gran pregunta, a la cual deberemos regresar más tarde.
Antes de Kant, se sostenía generalmente que cualquier conocimiento que
era a priori debía ser “analítico”. Lo que esta palabra significa será mejor
ilustrado por algunos ejemplos. Si digo, “Un hombre calvo es un hombre”,
“Una figura de un plano es una figura”, “Un mal poeta es un poeta”, estoy
haciendo un juicio puramente analítico: el sujeto del que se habla es dado
como poseedor de al menos dos propiedades, en donde una es aislada para
ser afirmada. Las proposiciones como las de arriba son triviales, y nunca
serían enunciadas en la vida real, excepto por un orador que prepara su
camino hacia una parte sofista de su discurso. Son llamadas “analíticas”
porque el predicado se obtiene por el mero análisis del sujeto. Antes de
Kant, se pensaba que todos los juicios de los que pudiéramos estar seguros
a priori eran de este tipo: que en todos ellos había un predicado que sólo era
la afirmación de una parte del sujeto. Si esto fuera así, estaríamos
involucrados en una contradicción definitiva si intentáramos refutar
cualquier cosa que podía ser conocida a priori. “Un hombre calvo no es
calvo” afirmaría y negaría la calvicie del mismo hombre, y por lo tanto se
contradiría. Entonces, de acuerdo a los filósofos anteriores a Kant, la ley de
la contradicción, que afirma que nada puede tener o no tener al mismo
tiempo una propiedad en particular, era suficiente para establecer la verdad
de todos los conocimientos a priori.
Hume (1711-1776), quien precedió a Kant, aceptando el punto de vista usual
sobre lo que hace a priori un conocimiento, descubrió que, en muchos casos
que antes habían sido supuestos como analíticos, y notablemente en el caso
de la causa y el efecto, la conexión realmente era sintética. Antes que Hume,
los racionalistas al menos supusieron que el efecto podía ser deducido
lógicamente de la causa, con sólo tener los conocimientos sufi-cientes.
Hume argumentó – correctamente, como se admite generalmente hoy en día
– que esto era imposible. Luego infirió la proposición aún más dudosa de
que nada puede ser conocido a priori con respecto a las causas y los
efectos. Kant, que fue educado en la tradición racionalista, estaba muy
inquieto por el escepticismo de Hume y procuró encontrar una respuesta a
él. Percibió que no sólo la conexión entre causa y efecto, mas todas las
proposiciones aritméticas y geométricas son “sintéticas”, esto es no-
analíticas: en todas estas proposiciones, ningún análisis del sujeto revelará
el predicado.
Existe la impresión común que todo lo que creemos es capaz de ser probado, o al
menos de ser mostrado como muy probable. Muchos tienen la sensación que una
creencia de la que ninguna razón se pueda dar es una creencia irracional. En
general, este punto de vista es justo. Casi todas nuestras creencias comunes son
inferidas, o capaces de ser inferidas, de otras creencias que pueden ser tomadas
como proveedoras de razón para ellas. Como regla general, la razón ha sido
olvidada, o inclusive nunca ha estado presente conscientemente en nuestras
mentes. Muy pocos de nosotros alguna vez nos preguntamos, por ejemplo, qué
razón hay para suponer que la comida que estamos a punto de comer no se
convertirá en veneno. No obstante sentimos, cuando se nos reta, que una razón
perfectamente buena pudiera ser encontrada para justificar lo contrario, inclusive
si no la tenemos disponible en ese momento. Y, normalmente, tenemos
justificación para tener esta creencia.
Mas imaginemos a un insistente Sócrates, quien, no obstante cualquier razón le
demos, continúa demandando una razón para la razón. Entonces seremos
llevados tarde o temprano, y más temprano que tarde, a un punto en donde no
podamos encontrar más razones, y en donde se torne en casi una certeza que
ninguna razón pueda ser inclusive capaz de ser descubierta teóricamente.
Empezando con las creencias comunes de nuestra vida diaria, podemos
retroceder paso a paso, hasta que lleguemos a algún principio general, o a alguna
instancia de un principio general que parezca luminosamente evidente y que no
sea en sí capaz de ser deducida de algo más evidente. En la mayoría de las
preguntas de la vida diaria, tales como si nuestra comida va a ser nutritiva o
venenosa, debemos regresar al principio de inducción que discutimos en el
Capítulo IV. Pero más allá de este principio, parece no haber mayor regresión. El
principio en sí es constantemente usado por nuestro razona-miento, a veces
conscientemente, a veces inconscientemente; pero no hay razonamiento que,
empezando desde un principio auto-evidente más simple, nos guíe al principio de
inducción y su conclusión. Lo mismo opera para otros principios lógicos. Su
verdad es evidente para nosotros, y los empleamos para construir
demostraciones; pero ellos en sí mismos, o al menos algunos de ellos, nos
incapaces de ser demostrados.
El idealismo.
El idealismo supone que los objetos no pueden tener existencia sin que haya una
mente que este consiente de ellos. Para poder conocer las cosas se debe tomar
en cuenta la conciencia, las ideas, el sujeto y el pensamiento.
Guía de trabajo.
A. IDEALISMO
C. MATERIALISMO