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Filosofia 2do

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Asignación: filosofía

Encuentro N°2: 4|04|2020

Unidad I: INTRODUCCION.

CONTENIDO:

 Problemas fundamentales de la filosofía.

 Idealismo

 Materialismo.

Objetivo: Determinar el concepto de filosofía de su objeto de estudio y


su estructura.

FUNDAMENTACIÓN TEÓRICA.

INTRODUCCIÓN

Apariencia y realidad:

¿Existe algún conocimiento en el mundo que pueda ser tan cierto que ningún
hombre razonable pueda dudar de él?

Esta pregunta, que a primera vista puede no parecer difícil, es realmente una de
las más complicadas que se pueden hacer. Cuando nos damos cuenta de los
obstáculos que hay para dar una respuesta directa y confiable a esta pregunta,
estamos ya en el camino del estudio de la filosofía – porque la filosofía es,
simplemente, el intento de dar respuesta a ese tipo de preguntas, sin premura y
sin dogmatismos, tal como se hace en la vida común e inclusive en las ciencias,
sino críticamente, después de explorar todo lo que hace de esas preguntas un
verdadero rompecabezas y después que nos hayamos percatado de toda la
vaguedad y la confusión en las que se basan nuestras ideas comunes.
En la vida diaria tomamos como ciertas muchas cosas que, después de una
revisión escrupulosa, las encontramos tan llenas de aparentes contradicciones
que sólo una gran cantidad de pensamiento nos permite saber lo que realmente
podemos creer.
En la búsqueda de la certeza, es natural empezar con nuestras experiencias más
inmediatas y, en cierto sentido, sin duda, el conocimiento podrá ser deducido de
ellas. Pero cualquier aseveración sobre lo que es por medio de lo que nuestras
experiencias inmediatas nos dan a conocer seguramente estará errada. Me
parece que yo estoy ahora sentado en una silla, enfrente de una mesa que tiene
cierta forma, sobre la que veo hojas de papel escritas o impresas. Al girar mi
cabeza veo a través de la ventana edificios, y nubes, y el sol. Yo creo que el sol
está a aproximadamente noventa y tres millones de millas de la Tierra, que es un
globo incandescente muchas veces más grande que la Tierra; que debido a la
rotación de nuestro planeta amanece cada mañana y que seguirá amaneciendo
por una cantidad indeterminada de tiempo en el futuro.
Yo creo que, si otra persona normal entra a mi habitación, verá las mismas sillas, y
mesas, y libros, y hojas de papel que yo veo, y que la mesa que veo es la misma
que siento cuando apoyo mi brazo sobre ella. Todo esto parece tan evidente que
hasta apenas merece la pena mencionarlo, a menos que tenga que hacerlo frente
a un hombre que dude si sé realmente algo. Sin embargo, todo esto puede ser
razonablemente puesto en duda, y todas las aseveraciones hechas con
anterioridad requieren de una cuidadosa discusión antes de que podamos estar
seguros de poderlas expresar de tal manera que sean completamente ciertas.

Para simplificar nuestras dificultades, concentremos nuestra atención en la mesa.


Al sentido de la vista es oblonga, café y brillante; para el tacto es lisa, y fría, y
dura; cuando la golpeo suavemente escucho un sonido como el que emite la
madera. Cualquier otro que vea, sienta y escuche la mesa estará de acuerdo con
esta descripción, de tal forma que parecerá que ninguna dificultad podrá surgir;
mas cuando queremos ser más precisos empiezan nuestros problemas. A pesar
de que creo que la mesa es “realmente” del mismo color en toda su extensión, las
zonas que reflejan la luz parecen ser mucho más brillantes que las demás, y
algunas partes se ven blancas porque reflejan aún más esa luz. Yo sé que, si me
muevo, las zonas que reflejan la luz serán distintas, así que la aparente
distribución de los colores sobre la mesa cambiará. Se sigue que si varias
personas están viendo la mesa en el mismo momento, ni siquiera dos de ellas
verán exactamente la misma distribución de colores, porque ninguna de ellas la ve
desde exactamente el mismo ángulo, y cualquier diferencia en el punto de vista
provoca algún cambio en el modo en que la luz es reflejada.

Idealismo

La palabra “idealismo” es utilizada por diferentes filósofos en más o menos


distintos sentidos. Debemos entenderla como la doctrina de que todo lo que
existe, o en otras palabras todo lo que puede ser conocido como existente, debe
ser en cierto sentido mental. Esta doctrina, que es sostenida ampliamente entre
los filósofos, tiene diversas formas y está sus-tentada sobre distintas bases. Esta
doctrina es tan ampliamente sostenida, y es tan interesante en sí misma, que
inclusive el más breve estudio sobre filosofía debe darle algún espacio.
Aquellos que no estén acostumbrados con la especulación filosófica pudieran
inclinarse a desechar esta doctrina por serles a todas luces absurda. No hay duda
de que el sentido común considera generalmente a las mesas y a las sillas, y al
sol y a la luna, y a los objetos materiales como algo radicalmente distinto de las
mentes y sus contenidos, y como poseedores de existencia que puede continuar
inclusive si estas mentes dejaran de existir. Consideramos que la materia ha
existido por mucho tiempo antes de que hubiera alguna mente, y es difícil pensarla
como un mero producto de la actividad mental. Pero ya sea ver-dadero o falso, el
idealismo no debe ser menospreciado así lo consideremos como obvia-mente
absurdo.
Hemos visto que si inclusive los objetos físicos tienen una existencia
independiente, ellos deben diferir bastante de la información sensorial, y que sólo
pueden tener una correlación con la información sensorial, de la misma manera en
que un catálogo tiene una correlación con las cosas catalogadas en él. Por
consiguiente, el sentido común nos deja completamente en la oscuridad en cuanto
a la verdadera naturaleza intrínseca de los objetos físicos, y si hubiere alguna
buena razón para considerarlos como mentales, no podríamos legítimamente
desechar esta opinión sólo porque nos suena extravagante. La verdad sobre los
objetos físicos debe ser extraña. Podrá ser insostenible, pero si algún filósofo cree
que la ha sustentado, el hecho de que lo que ofrece como verdad sea extraño no
podrá ser toma-do como pretexto para objetar su opinión.
Las bases sobre las que el idealismo se sustenta se derivan generalmente de la
teoría del conocimiento, es decir, de la discusión de las condiciones que las cosas
deben satisfacer para que nosotros podamos conocerlas. El primer intento serio
para sustentar al idealismo sobre estas bases fue el que emprendió el obispo
Berkeley. Él probó primero, por medio de una argumentación ampliamente válida,
que nuestra información sensorial no puede ser supuesta como existente con
independencia de nosotros, pero que debe estar, al menos en parte, “en” nuestra
mente, en el sentido de que su existencia no continuaría si no hubiera ni vista, ni
oído, ni tacto, ni olfato, ni gusto. Hasta aquí su discusión fue casi ciertamente
válida, inclusive si algunos de sus argumentos no lo fueron. Pero él fue más allá al
argu-mentar que las informaciones sensoriales eran las únicas cosas cuya
existencia podía estar asegurada por nuestras percepciones, y éstas para ser
conocidas están “en” una mente, y por lo tanto son mentales. Entonces concluyó
que nada puede ser alguna vez conocido excepto si está en alguna mente, y todo
lo que es conocido que no está en mi mente debe estar en alguna otra mente.

El principio anterior es simplemente uno de varios principios lógicos que son


evidentes por sí mismos. Algunos de estos principios, al menos, deben ser
concedidos antes de que cualquier argumento o prueba sea posible. Cuando
algunos de ellos son concedidos, otros pueden ser probados, a pesar de que
estos otros, en cuanto sean simples, son tan justamente obvios como los
principios que se han concedido. Por alguna no muy buena razón, tres de estos
principios han sido erigidos por la tradición con el nombre de “Leyes del
Pensamiento”. A saber:
(1) La ley de identidad: “Lo que sea que es, es”.
(2) La ley de contradicción: “Nada puede ser y no ser”.
(3) La ley del medio excluido: “Todo debe ser o no ser”.

Estas tres leyes son muestras de principios lógicos que son evidentes por sí
mismos, pero realmente no son más fundamentales o más evidentes que varios
otros principios similares: por ejemplo, el que acabamos de considerar, que
establece que lo que sigue de una premisa verdadera es verdadero. El nombre
“Leyes del Pensamiento” también puede causar confusión, ya que lo que es
importante no es el hecho de que pensemos de acuerdo con estas leyes, más el
hecho de que las cosas se comporten de acuerdo a estas leyes; en otras palabras,
el hecho de que cuando pensemos de acuerdo con ellas pensemos verazmente.
Pero esta es una gran pregunta, a la cual deberemos regresar más tarde.
Antes de Kant, se sostenía generalmente que cualquier conocimiento que
era a priori debía ser “analítico”. Lo que esta palabra significa será mejor
ilustrado por algunos ejemplos. Si digo, “Un hombre calvo es un hombre”,
“Una figura de un plano es una figura”, “Un mal poeta es un poeta”, estoy
haciendo un juicio puramente analítico: el sujeto del que se habla es dado
como poseedor de al menos dos propiedades, en donde una es aislada para
ser afirmada. Las proposiciones como las de arriba son triviales, y nunca
serían enunciadas en la vida real, excepto por un orador que prepara su
camino hacia una parte sofista de su discurso. Son llamadas “analíticas”
porque el predicado se obtiene por el mero análisis del sujeto. Antes de
Kant, se pensaba que todos los juicios de los que pudiéramos estar seguros
a priori eran de este tipo: que en todos ellos había un predicado que sólo era
la afirmación de una parte del sujeto. Si esto fuera así, estaríamos
involucrados en una contradicción definitiva si intentáramos refutar
cualquier cosa que podía ser conocida a priori. “Un hombre calvo no es
calvo” afirmaría y negaría la calvicie del mismo hombre, y por lo tanto se
contradiría. Entonces, de acuerdo a los filósofos anteriores a Kant, la ley de
la contradicción, que afirma que nada puede tener o no tener al mismo
tiempo una propiedad en particular, era suficiente para establecer la verdad
de todos los conocimientos a priori.
Hume (1711-1776), quien precedió a Kant, aceptando el punto de vista usual
sobre lo que hace a priori un conocimiento, descubrió que, en muchos casos
que antes habían sido supuestos como analíticos, y notablemente en el caso
de la causa y el efecto, la conexión realmente era sintética. Antes que Hume,
los racionalistas al menos supusieron que el efecto podía ser deducido
lógicamente de la causa, con sólo tener los conocimientos sufi-cientes.
Hume argumentó – correctamente, como se admite generalmente hoy en día
– que esto era imposible. Luego infirió la proposición aún más dudosa de
que nada puede ser conocido a priori con respecto a las causas y los
efectos. Kant, que fue educado en la tradición racionalista, estaba muy
inquieto por el escepticismo de Hume y procuró encontrar una respuesta a
él. Percibió que no sólo la conexión entre causa y efecto, mas todas las
proposiciones aritméticas y geométricas son “sintéticas”, esto es no-
analíticas: en todas estas proposiciones, ningún análisis del sujeto revelará
el predicado.

Sobre el conocimiento intuitivo

Existe la impresión común que todo lo que creemos es capaz de ser probado, o al
menos de ser mostrado como muy probable. Muchos tienen la sensación que una
creencia de la que ninguna razón se pueda dar es una creencia irracional. En
general, este punto de vista es justo. Casi todas nuestras creencias comunes son
inferidas, o capaces de ser inferidas, de otras creencias que pueden ser tomadas
como proveedoras de razón para ellas. Como regla general, la razón ha sido
olvidada, o inclusive nunca ha estado presente conscientemente en nuestras
mentes. Muy pocos de nosotros alguna vez nos preguntamos, por ejemplo, qué
razón hay para suponer que la comida que estamos a punto de comer no se
convertirá en veneno. No obstante sentimos, cuando se nos reta, que una razón
perfectamente buena pudiera ser encontrada para justificar lo contrario, inclusive
si no la tenemos disponible en ese momento. Y, normalmente, tenemos
justificación para tener esta creencia.
Mas imaginemos a un insistente Sócrates, quien, no obstante cualquier razón le
demos, continúa demandando una razón para la razón. Entonces seremos
llevados tarde o temprano, y más temprano que tarde, a un punto en donde no
podamos encontrar más razones, y en donde se torne en casi una certeza que
ninguna razón pueda ser inclusive capaz de ser descubierta teóricamente.
Empezando con las creencias comunes de nuestra vida diaria, podemos
retroceder paso a paso, hasta que lleguemos a algún principio general, o a alguna
instancia de un principio general que parezca luminosamente evidente y que no
sea en sí capaz de ser deducida de algo más evidente. En la mayoría de las
preguntas de la vida diaria, tales como si nuestra comida va a ser nutritiva o
venenosa, debemos regresar al principio de inducción que discutimos en el
Capítulo IV. Pero más allá de este principio, parece no haber mayor regresión. El
principio en sí es constantemente usado por nuestro razona-miento, a veces
conscientemente, a veces inconscientemente; pero no hay razonamiento que,
empezando desde un principio auto-evidente más simple, nos guíe al principio de
inducción y su conclusión. Lo mismo opera para otros principios lógicos. Su
verdad es evidente para nosotros, y los empleamos para construir
demostraciones; pero ellos en sí mismos, o al menos algunos de ellos, nos
incapaces de ser demostrados.

La autoevidencia, sin embargo, no se limita a aquellos principios generales que


son incapaces de ser probados. Cuando una cierta cantidad de principios lógicos
ha sido admitida, el resto pueden ser deducidos de ellos; pero las proposiciones
deducidas son a menudo tan auto-evidentes como aquellas que fueron asumidas
sin prueba alguna. Toda la aritmética, también, puede ser deducida de los
principios generales de la lógica, aunque las proposiciones simples de la
aritmética, como “dos y dos son cuatro”, sean tan auto-evidentes como los
principios de la lógica. Parecerá, también, a pesar que esto es más discutible, que
hay algunos principios éticos auto-evidentes tales como “debemos buscar lo que
es bueno”.

El idealismo.

El idealismo supone que los objetos no pueden tener existencia sin que haya una
mente que este consiente de ellos. Para poder conocer las cosas se debe tomar
en cuenta la conciencia, las ideas, el sujeto y el pensamiento.

Guía de trabajo.

Estimados estudiantes responda de forma interpretativa el siguiente


cuestionario.

Nota||: De tener dificultada con los medios tecnológico puede


realizarlo en el cuaderno y mandarme fotos del trabajo.

1. ¿Por qué el ser humano se familiariza con las cosas en el


universo cuya existencia nos es? Ejemplo: el aire: su utilidad,
importancia. Razone su existencia.

2. Explique los siguientes principios:

(1) La ley de identidad: “Lo que sea que es, es”.


(2) La ley de contradicción: “Nada puede ser y no ser”.
(3) La ley del medio excluido: “Todo debe ser o no ser”.

3. Explique el pensamiento ideológico de Hume (1711-1776) y de


Kant.

4. Reflexione sobre los siguientes pensamientos filosóficos:

A. cuando menos piensa el hombre, mas habla.

B. el sabio no dice todo lo que piensa, pero siempre piensa todo


lo que dice.

C. ´´Yo solo sé que no se nada´´{SOCRATES}


5. Investigue el concepto de:

A. IDEALISMO

B. CARACTERISTICAS DEL IDEALISMO

C. MATERIALISMO

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