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America Latina y La Economia Internacional 1870 1914

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América Latina y la economía internacional, 1870-1914

Historia De Las Relaciones Internacionales Latinoamericanas (Universidad Católica de


Córdoba)

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U4 Bethell Cap.1: “América Latina y la economía internacional, 1870-1914”.


Entre 1820 y 1860-70 hubo un débil crecimiento económico, modestos progresos materiales y de organización, una
desigual difusión de la comercialización. Además la propiedad comunal de la tierra seguía existiendo al lado de
propiedades privadas, y otras rurales eran controladas por las autoridades eclesiásticas y públicas. 50 años después se
produjo una alteración que haría posibles avances institucionales y tecnológicos de 1870-1914. Latinoamérica comenzó a
tener, paulatinamente, una mayor participación en un intercambio mundial que ya no se veía determinado por la
política comercial ibérica.

La dislocación del comercio trajo consigo la mengua de la producción artesanal y la extinción virtual de los talleres
manufactureros u obrajes, el deterioro de los sistemas de transporte interregionales, las transferencias de tecnología
aumentaron la productividad, y así la producción total creció. Al pasar el control y la utilización del superávit económico
de los gobernantes imperiales a los nuevos gobiernos nacionales, disputas entre facciones se mezclaron con rivalidades
interregionales y la inexperiencia político-administrativa. Nuevos sistemas monetarios interpusieron nuevas
incertidumbres, lo que aumentó el estado de frecuente desorden de las finanzas públicas. El crecimiento demográfico en
Europa y América del Norte, los efectos aceleradores de las inversiones que indujo, junto con los cambios en la tecnología
de la producción y el transporte, incrementaron la capacidad de exportar e importar. Fue acumulándose mucha
información relativa a los recursos y posibilidades productivas de la región, y también se descubrieron nuevas rutas
marítimas.

En el último tercio del siglo XIX, el clima económico empezó a adquirir un carácter más sosegado. Era corriente la
manipulación de los procesos electorales. Sin embargo, la autoridad gubernamental se fue haciendo más estable, y los
conflictos internacionales fueron pocos, y el más importante fue la Guerra del Pacifico.

Brasil, Chile, Argentina y México se destacaron de la mayoría en la medida en que la estabilización de la vida política
permitió que el Estado se dedicara a afianzar la base normativa de la prosperidad material. Hacia 1888-89 en Brasil se
abolió la esclavitud y se instauró una república, lo que era un clima favorable a las inversiones. También Chile gozaba de
cierta estabilidad a pesar de las interrupciones de la guerra del Pacifico y la guerra civil de 1891. Afortunado fue el
gobierno oligárquico en Argentina, que se convirtió en un núcleo económico receptivo a las nuevas ideas, actitudes y
modos de conducta, nuevos métodos de producción. México, tras padecer medio siglo de desorden logra en 1876 instaurar
la estabilidad con el porfiriato y atraer a inversionistas.

En 1870, las zonas importantes para los capitales extranjeros fueron reforzando la afinidad cultural básica que les daba
vínculos más estrechos. Esto contribuyó a la acumulación de capital y a inversiones privadas, lo que beneficiaba mucho
más a los intermediarios financieros y a los políticos que a los prestatarios o prestamistas.

La estabilidad de los regímenes tendía a elevar la eficiencia con que se utilizaban las transferencias de capital a largo
plazo, así eran menores el despilfarro y el hurto. Las inversiones sociales se llevaban a cabo con mayor eficiencia en
Argentina o Chile. La relación era interactiva por cuanto el crecimiento de los ingresos de exportación y la capacidad de
importar facilitó la recaudación de recursos.

El siglo XIX se caracterizó por la expansión general de las exportaciones, y el comercio mundial de productos básicos
creció más rápidamente que el de manufacturas. Una vez empezado el siglo XX, el comercio de éstas creció con mayor
rapidez. Una heterogeneidad creciente ya caracterizaba a la región. Entre 1870 y 1914 el motor principal del
crecimiento fue la producción industrial en países del centro económico, con los cambios sociales y económicos que la
acompañaban.

Los aumentos del superávit del centro daban a las regiones avanzadas los medios técnicos y económicos que hacían falta
para que las regiones periféricas se introdujeran.

El comercio mundial de manufacturas incluía el comercio de bienes de inversión, con lo cual fueron transformados partes
importantes de los sistemas de producción. El crecimiento de los sectores exteriores no fue un proceso continuo, sino que

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chocó con el obstáculo de la inestabilidad periódica, como la crisis posterior a 1873, o la recesión de GB y Francia hacia
1880, que hicieron a su vez descender los precios de productos como algodón, lana, trigo y café. No obstante, la
expansión continuó siendo abrumadora por las exportaciones, y la diferenciación estructural entre los países y regiones
aumentó todavía más.

LOS MERCADOS DE EXPORTACIÓN

Creció el volumen de artículos de consumo y de materias primas que se enviaban al exterior. En el Rio de la Plata, en
Argentina y menor escala Uruguay, se producían productos de zonas templadas, como ganadería y cereales. Se ampliaron
los terrenos, creció la industria, como la de lana, destinada principalmente al continente europeo.

En Argentina los cueros doblaron el valor, y hubo un avance en el transporte en barcos refrigerados, lo que supuso una
rápida subida de los envíos de carne. Se exportaba, como en Uruguay, buey, cordero y carnero congelados, y carne
enlatada hacia Europa. En 1870 se convirtió en exportadora neta de cereales, y los años siguientes la extensión de terrenos
pamperos aumentó 15 veces, por el trigo y maíz. Estos dos productos eran casi tres veces tan valiosos como las ventas de
lana en el extranjero. Las exportaciones tenían un movimiento irregular, reflejo de la natural variabilidad de la producción
y fluctuaciones de los precios. La distribución geográfica de la actividad económica había variado: las pampas y regiones
al oeste y norte de Bs. As eran ahora las principales zonas de colonización, y la lana se trasladaba de las pampas a la
Patagonia. Así, los argentinos alcanzaron una media de nivel de vida superior, y sólo entonces Uruguay rivalizaba con el
país.

En Chile la plata, trigo y cobre eran las principales exportaciones en manos de empresas nacionales. En 1900 llegaron
ingenieros de minas y capital extranjeros, inaugurando en el cobre la época de las técnicas de extracción masiva en gran
escala. Si Chile hubiera tenido una estructura basada solo en este mineral hubiera sufrido auges y depresiones, pero al
contar con otros recursos tuvo más opciones, como la lana o trigo que se enviaban al extranjero. Los nitratos
contribuyeron a atraer a los mercados continentales de Europa.

Entre 1870 y la 1ºGM, Brasil experimentó un auge en la exportación de café, debido a una superabundancia de tierra
apropiada y al clima favorable, en un Estado relativamente poco poblado. Este suponía más de la mitad de las
exportaciones, cuyo mayor mercado eran EEUU, Alemania y Francia. El azúcar vio descender su demanda tras la
aparición del azúcar de remolacha y la caña de azúcar caribeña, sobre todo cubana. Se producía también tabaco, cacao y
algodón. El caucho fue el último auge importante antes de la 1ºGM, lo que también sucedió en Perú y Bolivia. No
obstante, ninguno de estos productos se compararía al auge del café.

México es otro caso de participación nacional en los mercados de productos básicos de exportación, gracias a los recursos
del país, su ventajosa ubicación y a las medidas de apoyo del porfiriato. Se encontraba cerca de rutas marítimas a GB,
Francia, Alemania, y al lado de un mercado en expansión, EEUU. Exportó plata, oro, cobre, caucho, cueros, café, ganado,
maderas finas, frutas, y hacia 1910 empezó un crecimiento en la industria petrolera. La diversidad tendía a proporcionar
algo más de estabilidad para el sector exterior en su conjunto. Perú contó con el guano, y más tarde los nitratos. En su
segunda fase exportadora, su base fue más amplia, con lana, plata, oro y cobre en las sierras, café, coca y caucho al
interior, y azúcar y algodón en la costa.

Otras partes de América Latina, con frecuencia seguían una pauta de desarrollo monocultural, como Colombia y el café.
Luego lo sustituyó el cacao, y más tarde el petróleo. En Venezuela también lo fue el café. América Central y el Cribe
tenían productos agrícolas de tipo tropical como plátanos, café, azúcar y tabaco.

LOS MERCADOS NACIONALES

Hubo menos variación entre países que en los mercados de productos de exportación. Hubo cambios en los hábitos de
consumo entre la población urbana en rápida expansión. En América del Sur, las nuevas preferencias llegaron con la
inmigración europea, y crecieron los mercados urbanos. Los mercados de manufacturas de consumo eran abastecidos por
los británicos, alemanes y norteamericanos. Esto sucedía con piezas de lana, sedas, calzado, fármacos, papel, etc. Sin

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embargo, comenzaron a surgir industrias que fabricaban ferretería, derivados del tabaco, textiles y bienes de consumo.
Con la era de las manufacturas llegaron las nuevas relaciones sociales representadas por organizaciones sindicales.

Además, aumentaron los bienes de capital producidos en fábricas. Entre ellos materiales para construcción y de
fundiciones, ferrerías y talleres mecánicos para la reparación y mantenimiento de productos importados. No obstante, la
mayoría llegaba del extranjero (GB, Alemania, EEUU y Francia). También entraron servicios de producción, financieros
y de seguros, información económica. Se produjeron bienes y servicios colectivos, armamentos, aunque los recursos
dedicados a adquirir armas eran insignificantes comparados con los europeos. También eran significativos los servicios
municipales, sistemas de telecomunicaciones, transporte ferroviario, instalaciones portuarias. El alcance de la
transformación fue especialmente grande en el Rio de la Plata, sur de Brasil, Chile y, en menor medida, México.

EL CARÁCTER Y LAS FUNCIONES DE LOS NUEVOS MERCADOS DE PRODUCTOS

El desarrollo agrícola regional se vio estimulado por el crecimiento demográfico y por el aumento de la demanda urbana
en los mercados nacionales. La voz cantante la llevaba la demanda extranjera y no la nacional. Los cambios en los
mercados de productos interiores también revelan hasta qué punto las pautas de consumo totales de las diferentes naciones
se comprometieron a participar en el comercio exterior.

El fenómeno primordial de la época fue el creciente y cada vez más variado número de bienes y servicios que se obtenían
en el extranjero. La composición de las importaciones permite ver el funcionamiento de los mecanismos institucionales.
Una garantía para la continuidad del sistema era la gran cantidad de divisas extranjeras que se destinaban a comprar
artículos de consumo superfluos en el extranjero.

El apego del comprador a ciertos estilos y grados de importaciones o determinadas fuentes de abastecimiento fue
importante. En México, Uruguay, Argentina, Chile, Brasil, Colombia y Perú, la pauta de crecimiento liberal se vio puesta
en entredicho y se hicieron modificaciones en la política de laissez-faire: para cubrir costes de producción locales más
altos y rendir cierto grado de beneficio monopolístico. Prácticamente todos los beneficios de las innovaciones
pertenecieron a los extranjeros. Con menor frecuencia gozaban los proveedores latinoamericanos de ventaja en sus
mercados de exportación, aunque hubo casos como el caucho amazónico, los nitratos de Chile, etc.

LOS MERCADOS DE FACTORES

-Tierra

En su sentido económico designa a todos los recursos naturales, fundamentales para la naturaleza de las economías
exportadoras y críticos por condicionar las organizaciones sociales y políticas del periodo. A pesar de las alteraciones en la
estructura económica, sigue siendo el medio de producción básico para la mayor parte de la población. El más notable
cambio fue el incremento de la provisión de tierra como principal móvil para el desarrollo capitalista.

Hay dos tipos de expansión de la frontera de apropiación económica. En el primer caso, la colonización a lo largo del
extenso margen se correspondía directamente al aumento de la producción de artículos básicos para la exportación, como
en el café al sur de Brasil o la lana en la Patagonia. En otros casos, se hizo evidente un efecto de desplazamiento. En Perú,
los márgenes de la agricultura comercial fueron empujados a lo largo de la costa al extenderse los riegos.

Recursos naturales del subsuelo se introdujeron en el esquema de producción explotando los yacimientos dispersos por
una zona considerable en el norte y norte-centro de México, sierra de Perú, Bolivia y Chile. Parte de la superficie de la
tierra del dominio público se repartió en forma de concesiones a las compañías ferroviarias, a agrimensoras, otras se
vendieron. Grandes extensiones que antes estaban en poder del Estado cayeron en manos particulares, como en
individuos, familias o sociedades comerciales, esto último predominaba en la minería.

Había numerosos casos de inmigrantes europeos convertidos en propietarios rurales, o de granjas y ranchos. La enorme
escala de las nuevas propiedades formadas a costa del dominio público alcanzó proporciones notables en Argentina,

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México y Brasil. Las explotaciones mineras presentaban variaciones: las mayores estaban bajo dominio extranjero, las
pequeñas explotadas por ciudadanos del país, y las medianas podían estar en manos de inmigrantes, en ocasiones.

La segunda fuente principal de expansión de la tierra era el uso de un modo más eficiente, desde el punto de vista
comercial, de tierras que pertenecían a las tradicionales fincas o haciendas. La comercialización de la propiedad rural
tradicional surtió el efecto de crear un mercado de tierra bastante más activo que el que existía durante la época colonial.
Pero los resultados fueron muy desiguales. Hubo incluso una tendencia a la proliferación de los pequeños propietarios
agrícolas, por medio de la colonización de nuevas tierras o redistribución de títulos rurales a través del mercado.

Una tercera fuente fueron las propiedades corporativas en las regiones más tradicionales: tierras de la Iglesia o diversas
organizaciones religiosas o de beneficencia y tierras de comunidades indígenas o fundadas por los españoles. La compra
en el mercado, maniobras jurídicas y la simple apropiación fueron métodos que se usaron para que pasar a poder de
empresas capitalistas. En general, las condiciones daban ventaja a los grandes terratenientes, del mismo modo que las
concesiones para explotar los yacimientos de minerales mayores y con tecnologías más avanzadas, iban a parar a
empresas extranjeras.

-Trabajo

Los mercados de trabajo no resultaron menos afectados. En un extremo, en el caso de golondrinas, inmigrantes que
llegaban a Argentina, el nuevo mercado era muy sensible a los ritmos de la demanda, estacionalmente diferenciados. Este
fue el país que más se benefició, aunque no todas las personas que llegaron permanecieron.

En su mayoría eran italianos y españoles, habiendo también porcentajes menores de franceses, rusos, alemanes,
británicos, etc. La calidad de la fuerza laboral al estallar la 1ºGM era muy superior, más culta, especializada, sana. Todos
los sectores de la economía se beneficiaron.

Brasil fue el segundo beneficiario latinoamericano, pero tampoco aquí se quedaron todos los recién llegados. Se
encontraban italianos, portugueses, españoles, alemanes, rusos, japoneses, sobre todo al sur y en Rio de Janeiro. Los
gobiernos de ambos países adoptaron políticas para atraerlos, ya que de ellos dependían los sectores rurales, la
construcción de la infraestructura, la expansión del sector urbano.

En todo el continente, las relaciones entre economía internacional y los mercados de trabajo regionales fueron muy
variadas. Entre las generalizaciones que se pueden hacer, la esclavitud como institución fue eliminada, había gran
heterogeneidad en los mercados, los mercados urbanos funcionaban con más libertad que los rurales. En algunos lugares,
seguía recurriéndose a las prestaciones laborales obligatorias para obras públicas locales, agricultores particulares, era
común la remisión de deudas por trabajo, prestaciones forzosas.

Si bien algunas regiones experimentaron una especie de segunda enfeudación, la demanda de mano de obra generada
superó las necesidades. El resultado fue una reorganización de las diversas categorías de arrendamiento. La mejora de los
salarios reales, donde la hubo, fue decididamente modesta fuera de las zonas favorecidas del sur de Brasil y Argentina-
Uruguay.

-Capital

La conexión del centro industrial con América Latina fue la fuerza motriz del proceso de acumulación capital en todo el
continente. Con la era del alto capitalismo, fue una edad de oro para las inversiones extranjeras, y además mejoraron
mucho las condiciones para la recepción. La afluencia de capital continuó a pesar de las interrupciones, GB suministró la
mayor parte de estas transferencias, y también Francia y Alemania o EEUU.

Los norteamericanos invirtieron en ferrocarriles y minas de oro, sobre todo en Cuba y México. La dispersión geográfica
de las inversiones europeas era mucho mayor, una porción mayor correspondía a inversiones de cartera, infraestructura,
servicios públicos, ferrocarriles, etc. Estaban un tanto concretados los británicos en su distribución (Argentina, Brasil,

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poco más de las ¾ partes, y el resto Chile, Uruguay, Cuba y Perú). Los franceses se concentraron, por su parte en Brasil,
aunque participaron también en Argentina y México en campos como títulos del Estado, ferrocarriles, minas, banca, etc.

Los ferrocarriles revestían especial importancia para determinar las repercusiones de los movimientos de capital real y
para recoger los excedentes exportables de minerales y productos agrícolas. Su principal época fue sobre todo luego de
1970. En lo tecnológico, se introdujeron nuevos métodos de producción del extranjero en todos los sectores exportadores,
también se mejoró técnicamente la producción destinada a los mercados interiores. También había una transmisión social
del capital, porque junto con él llegaba una matriz de organización. Las compañías extranjeras desempeñaban un papel
importante como agencias para la formación de capital local. Los latinoamericanos adquirían en el extranjero experiencia
práctica en el campo mercantil, modos de gestión, etc. Esa formación del capital humano era fundamental en las nuevas
instituciones.

Se abrieron nuevos cauces de comercialización, se crearon redes de crédito concedido entre comerciantes, se pusieron en
marcha varios bancos británicos, que introdujeron sus respectivos métodos en la región. A estos les siguieron de otras
nacionalidades como alemanes, franceses, italianos, etc. La mayor parte de los fondos que recaudaban era de origen local.
Otro aspecto de capital de organización que se transmitió fue el espíritu de empresa industrial.

CONCLUSION: LA EVOLUCIÓN DEL CAPITALISMO EN AMÉRICA LATINA

Entre 1870 y 1914, se dio una creciente diferenciación regional y dotación de distintos factores de producción, lo cual fue
inducido por la demanda. Las pautas de recursos en las economías de la región en vísperas de la 1ºGM diferían
notablemente al empezar el periodo. La mano de obra era más abundante y diversificada, la tierra estaba en expansión
considerable, había una gran acumulación y reservas de capital.

La legitimación del nuevo orden nacía de 2 cosas importadas de Europa: el liberalismo y el positivismo. Las nuevas
normas se presentaron como propias de la civilización, contrastando con la barbarie. Se difundieron así nuevas ideas y
costumbres comerciales. La economía internacional generó los cambios socioeconómicos que habían transformado
América Latina y, al mismo tiempo, proporcionó interpretaciones opuestas de su significado.

Para algunos autores fue un desarrollo de tipo enclave, dentro del cual las fuerzas de transformación económica se
encontraban concentradas y contenidas, si bien con la ocupación indebida y gradual del campo de actividad económica
que rodeaba dicho enclave. A pesar del crecimiento y la acumulación de la época, seguía habiendo un superávit
insuficiente para disolver las formas capitalistas de organización social de la producción, imbuidas con el
conservadurismo y la inercia de las instituciones tradicionales. Fue la utilización del superávit lo que impidió que se
llevaran a cabo cambios significativos en los términos de intercambio entre las clases.

Las condiciones de la oferta contribuían a producir el desarrollo desproporcionado del periodo. Las que más influían eran
la extensión restringida del moderno sistema de transporte que se estaba construyendo y la baja calidad y deficiente
distribución del carbón y hierro. La red de transporte, al estar vinculada con el sector exterior, limitaba seriamente las
zonas que podían aprovecharse como abastecedoras de los mercados. Los costes del transporte por tierra seguían siendo
prohibitivamente elevados. Otros factores de la oferta también influyeron, donde la demanda era amplia, existían capital,
mano de obra y espíritu empresarial necesarios para poner en marcha la producción en cierta escala, como en Argentina,
Brasil y México.

El comercio internacional podía producir el tipo de crecimiento asimétrico que experimentaba la mayor parte de América
Latina. Si bien la organización de la producción tendía a ser pluriforme, había vinculaciones críticas entre las diferentes
partes de la economía. La posición subyugada de una parte de la economía nacional significaba también menores costes
de oportunidad para los factores de producción locales que se empleaban en el sector exterior.

A medida que el crecimiento de las exportaciones fue cobrando ímpetu, la experiencia alteró profundamente las relaciones
entre las diversas economías regionales y otras partes del mundo, en especial el Atlántico Norte. Formas pre capitalistas
de organización económica y social continuaron, sin embargo, siendo muy visibles.

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