Location via proxy:   [ UP ]  
[Report a bug]   [Manage cookies]                

Act.3 - Eq. 12

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 8

Materia: Derecho mercantil

Proyecto integrador etapa 2: Obligaciones mercantiles

Equipo 12:
Melissa María Oviedo Martínez.
Angel Santiago Dominguez Perez.
Estephanie Adalid Rodriguez Sifuentes.

Docente: Leticia Martinez Resendiz.

Fecha de entrega: 16 de Junio 2024


Identifica los elementos de existencia del contrato que prevé la

legislación federal.

ELEMENTOS DE LOS CONTRATOS.

Podemos clasificar a los elementos del contrato en dos categorías: a)


elementos de existencia, que son aquellos sin los cuales no existirían
contratos, es decir, son aquellos requisitos cuya presencia dan vida jurídica al
acto jurídico llamado contrato; y, b) elementos de validez, que son los
requisitos que perfeccionan la existencia del contrato y sin los cuales podría
anularse aquél. Tales requisitos están contemplados expresamente en
nuestro ordenamiento civil en los artículos 1652 y 1653.

ELEMENTOS DE EXISTENCIA.
Los elementos de existencia son dos, a saber: el consentimiento y el objeto.

a) EL CONSENTIMIENTO.

El consentimiento es el acuerdo de voluntades entre las partes sobre el


objeto materia del contrato. En su formación se pueden distinguir con claridad
dos momentos esenciales: la oferta y la aceptación. La oferta es una
proposición realizada por uno de los contratantes a otro sobre un asunto de
interés jurídico; mientras que la aceptación es el plegamiento de la voluntad
de un contratante a la oferta inicial, muchas veces previa contraoferta
realizada por el otro contratante.

Al respecto, opina Rojina Villegas que: "El proceso psicológico que precede a
la formación de un contrato comprende la discusión de la oferta y la
aceptación, toda vez que no siempre la oferta es aceptada lisa y llanamente,
sino que la aceptación puede darse en forma condicional o introduciendo
modificaciones. Si la oferta no es aceptada en los términos en que se haya
hecho, desde el punto de vista jurídico, el oferente no está obligado a
mantenerla. Si el contrato es entre presentes, la oferta debe aceptarse
inmediatamente; si es modificada, el oferente no tiene obligación de
sostenerla. Si el contrato es entre ausentes, la respuesta condicional o que
entraña alguna modificación, libera también al oferente de sostener la oferta.-
En el mecanismo de la formación del consentimiento entre presentes, la
discusión que se sostiene entre las partes, permite que la oferta sufra
modificaciones, de tal manera que aunque el oferente no está obligado a
sostenerla, por su propio interés acepta esas modificaciones y se llega a un
consentimiento".

VICIOS DEL CONSENTIMIENTO

Para la formación de un contrato válido, el consentimiento debe reunir los


siguientes requisitos: a) capacidad de los contratantes; b) ausencia de vicios
del consentimiento, y c) una forma especial de manifestación del
consentimiento, cuando la ley así lo exige.

La capacidad de los contratantes puede dividirse en capacidad de goce y


capacidad de ejercicio.

Por capacidad de goce se entiende la aptitud que la ley reconoce a una


persona para ser titular de derechos y obligaciones.

En tanto que la capacidad de ejercicio es la facultad para usar o poner en


práctica esos derechos y obligaciones.

Según disposición expresa del artículo 16 del Código Civil del Estado, la
capacidad de goce se adquiere por el nacimiento y se pierde por la muerte,
sin embargo, las personas físicas tienen derecho a la protección de la ley
desde su nacimiento.

La capacidad de ejercicio en principio es reconocida a toda persona, sin


embargo, por razones de interés social la ley impone restricciones para su
ejercicio a fin de proteger a cierta clase de personas, como son los menores
de edad, los mayores de edad privados de inteligencia por locura, idiotismo o
imbecilidad, aun cuando tengan intervalos lúcidos; los sordomudos que no
saben leer ni escribir, los ebrios consuetudinarios y los que habitualmente
hacen uso inmoderado de drogas enervantes.

Por último es conveniente precisar que no se debe confundir la capacidad de


ejercicio con la legitimación en general, consistente ésta en las condiciones
especiales que la ley exige para adquirir y tener determinados derechos o
bien para ejercitar éstos.

A continuación nos ocuparemos del estudio de los vicios del consentimiento


que pueden afectar la validez del consentimiento.

El error es "…la falsa apreciación o conocimiento de una o realidad, o el total


desconocimiento de ella. Esto origina en el sujeto la deformación de su
voluntad; es decir, un sentido distinto al que se hubiera formado de no existir
tal circunstancia".

La doctrina suele distinguir cuatro tipos de errores que pueden afectar el


consentimiento de los contratantes: el error obstáculo o error impediente, que
se da cuando los contratantes se forman un juicio equivocado o concepto
erróneo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad de la cosa (error
in negotio y el error in corpore). El error nulidad puede consistir en un error de
hecho o en un error de derecho, el cual otorgará acción de nulidad siempre y
cuando recaiga sobre el motivo determinante de la voluntad de cualquiera de
los contratantes, pero a condición de que en el acto de la celebración se
declare ese motivo, o bien, que se pruebe por las circunstancias del mismo
contrato que se celebró éste en el falso supuesto que lo motivó y no por otra
causa. El error indiferente es aquel que no afecta la validez del contrato, ya
que se reduce al hecho de contratar en condiciones más onerosas o
desfavorables a las que originalmente se pensó. Por último, el error
rectificable o de cálculo es aquel que da lugar a una rectificación de carácter
aritmético.
El dolo y la mala fe merecen ser analizados de manera conjunta debido a su
íntima relación. "El dolo es cualquier sugestión o artificio que se emplee para
inducir a error o mantener en él a alguno de los contratantes. Se entiende por
mala fe la disimulación del error de uno de los contratantes, una vez conocido
(artículo 1814). Ahora bien, el dolo o mala fe de una de las partes y el que
proviene de un tercero, anulan el contrato si ha sido la causa determinante de
este acto jurídico. Esto quiere decir que, a causa de él, el negocio ha podido
realizarse. El motivo que vicia la voluntad es el error provocado por las
maniobras, que hacen que la víctima incurra o permanezca en el error…".

Complementando los anteriores conceptos transcritos diremos que el dolo


implica una actitud activa de uno de los contratantes, mediante el uso de un
engaño, maquinaciones o artificios, para hacer caer en el error al otro; sin
embargo, si ambos contratantes proceden con dolo, ninguno de ellos puede
alegar la nulidad del acto o reclamar indemnización alguna.

La mala fe no es otra cosa que la disimulación del error en que se encuentra


uno de los contratantes, una vez conocido, para que el otro se obligue bajo
esa falsa creencia. Implica una actitud pasiva por parte de un contratante con
la finalidad de el otro no salga de su error.

Tanto el dolo como la mala fe dan origen a una nulidad relativa, razón por la
cual sólo es oponible por quien los sufra; sin embargo, el acto jurídico así
viciado de nulidad, puede ser confirmado o ratificado por el cumplimiento
voluntario de las partes, extinguiéndose la acción de nulidad.

Por último, existe una clase de dolo que no da lugar a la nulidad del contrato,
es el conocido como dolo bueno; éste existe cuando una de las partes
exagera las cualidades de la cosa materia del contrato, a fin de despertar el
interés excesivo del otro por la celebración del contrato, generalmente se da
en las relaciones entre los comerciantes y consumidores.

La violencia se puede dividir en física o moral, siendo aquélla la que por


medio del dolor se coacciona la voluntad para que se exteriorice en la
celebración del acto jurídico, y la violencia moral, cuando por medio de
amenazas o intimidaciones se ponen en peligro los bienes jurídicos más
apreciados del autor del acto jurídico o de sus familiares más cercano. Así lo
dispone el artículo 1677 del Código Sustantivo Civil dispone que "Hay
violencia cuando se emplea fuerza física o amenazas que importen peligro de
perder la vida, la honra, la libertad, la salud, o una parte considerable de los
bienes del contratante, de su cónyuge, de sus ascendientes o de sus
parientes colaterales dentro del segundo grado".

Por lo que respecta al temor reverencial o temor de desagradar a las


personas a quienes se debe sumisión y respeto, no basta para viciar la
voluntad (artículo 1678 del Código Civil Estatal).

La violencia provoca la nulidad relativa del contrato, ya provenga ésta de uno


de los contratantes o de un tercero interesado o no en su celebración. No se
puede renunciar su acción para lo futuro, sin embargo, si se confirma el acto
una vez que cese la violencia, se torna válido por ratificación.

El concepto legal de lesión se encuentra contenido en el artículo 14 de


nuestra legislación civil sustantivo en los siguientes términos: "Cuando alguno
por su ignorancia, inexperiencia o miseria se ve obligado a celebrar un
contrato leonino o a contraer obligaciones evidentemente desproporcionadas
a las que él recibió, tiene derecho a pedir la rescisión del contrato, y de ser
ésta imposible, la reducción de sus obligaciones. El derecho otorgado por
este artículo no es renunciable y durará un año". Solamente existe lesión
cuando hay una notoria desproporción entre lo que se da y lo que se recibe.

B) EL OBJETO.
El segundo elemento de existencia de los contratos es el objeto, sin embargo,
conviene precisar que no hay que confundir el objeto de la obligación con el
objeto del contrato, ya que aquél es la debe precisarse como la conducta
genérica que el obligado debe realizar y que según precisamos en capítulo
primero de este trabajo puede consistir en un dar, un hacer o una abstención.
En tanto que el objeto de los contratos consiste precisamente en el contenido
de esa prestación, es decir, la cosa que el deudor debe dar o el hecho que
éste debe hacer o no hacer. Así lo disponer expresamente el artículo 1682
del Código Civil de nuestra entidad al disponer que "Son objeto de los
contratos: I.- La cosa que el obligado debe dar; II.- El hecho que el obligado
debe hacer o no hacer".

El dispositivo 1683 del precitado ordenamiento prescribe que: "La cosa objeto
del contrato debe: 1° Existir en la naturaleza. 2° Ser determinada o
determinable en cuanto a su especie. 3° Estar en el comercio". Mientras que
el diverso numeral 1685 señala que el hecho positivo o negativo, objeto del
contrato, deber ser posible y lícito.

Por objeto posible debe entenderse que se refiere tanto a una posibilidad de
carácter físico como jurídico.

El objeto cosa es físicamente posible cuando está en la naturaleza, esto es,


que la cosa exista al momento de celebrarse el contrato. Sin embargo, es
preciso aclarar que las cosas futuras también pueden ser objeto de un
contrato, siempre y cuando la futura existencia del objeto pueda darse
conforme a la naturaleza y las partes estén conscientes de que se contrata
sobre un objeto que no existe en el presente, pero que tienen la seguridad de
que va existir; sin embargo el artículo 1684 de la Legislación Civil del Estado
prohibe que pueda ser objeto de un contrato la herencia de una persona viva,
aun cuando ésta preste su consentimiento. Por su parte, podemos decir que
el objeto cosa es jurídicamente posible cuando está en el comercio, ya que
solamente son objeto de los contratos civiles las cosas que son susceptibles
de entrar en el patrimonio de los particulares; por tanto, no son jurídicamente
posibles, como objeto de un contrato, los bienes del dominio público y los de
uso común.

Por lo que ve a la imposibilidad física y jurídica del objeto hecho, el Código


Civil en el dispositivo 1686 dispone literalmente que: "Es imposible el hecho
que no puede existir porque es incompatible con una ley de la naturaleza o
con una norma jurídica que debe regirlo necesariamente y que constituye un
obstáculo insuperable para su realización".

La licitud en el objeto, se hace consistir en que la cosa o hecho materia del


contrato no sea contrario a las leyes de orden público, a la leyes prohibitivas
o a las buenas costumbres.

Cuando hablamos de un objeto determinado o cierto, nos referimos a


aquellas cosas que se identifican por sus características o notas individuales,
del tal manera que solamente una cosa corresponde a esa descripción, por
ejemplo, el lote número 15, ubicado en la manzana 2, del fraccionamiento
"Las Canteras" de la ciudad de Morelia, Michoacán. En tanto que los objetos
determinables constituyen las cosas designadas de manera genérica en el
contrato, es decir, no que no pueden identificarse en su individualidad, sino
que se determinan por su peso, número o medida, por su especie, calidad y
cantidad.

Una última característica que debe reunir el objeto materia del contrato es su
estimación pecuniaria, ya como lo consideran la mayoría de los autores, el
contrato como fuente de obligaciones se encuentra ubicado dentro del ámbito
patrimonial, razón por la cual todo objeto (hecho o cosa) materia de un
contrato debe ser susceptible de valorarse en dinero, ya que en caso de
incumplimiento del contrato, el responsable está obligado a pagar los daños y
perjuicios causados por su incumplimiento.

References

Biblioteca - artículos electrónicos. (n.d.). Biblioteca - artículos electrónicos. Retrieved

June 14, 2024, from

https://www.poderjudicialmichoacan.gob.mx/tribunalm/biblioteca/luisfernando/

fuentesobligaciones.htm

También podría gustarte