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2.-Filosofía Como Asombro

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PRINCIPIOS DE FILOSOFIA LOS PROBLEMAS DE LA FILOSOFIA

sus características más generales. Así se ha dicho alguna vez, paradójicamente, que el
filósofo es un "especialista en generalidades".
La filosofía se ocupa con la totalidad de los entes -a diferencia de las ciencias, cada
una de las cuales trata de un determinado sector de entes tan sólo. En este sentido no hay
ningún saber que tenga radio mayor, un alcance más totalizador, que aquel que es propio
de la filosofía. Podría pues caracterizársela diciendo que la filosofía es el saber más amplio
de todos -ya que, según la definición aristotélica, no hay nada que no esté a su alcance,
pues todo, de una manera u otra, cae bajo su consideración, nada le escapa, ni siquiera la
"nada" misma.? (Si esto es un privilegio de la filosofía, si es ventaja o inconveniente, queda
sin embargo por discutir; sobre ello es mucho lo que puede decirse).

4. El fundamento. Primer origen de la filosofía: el asombro

Para poder precisar mejor el sentido de la afirmación según la cual la filosofía se


ocupa con la totalidad del ente, recuérdese el cuarto principio ontológico, el principio de
razón, y aplíqueselo a la totalidad de los entes. De ello resultarán las siguientes
preguntas: ¿por qué hay mundo?, ¿por qué hay entes? Pues "pudo" -quizás- no haber
habido nada; pero como de hecho hay algo, y como el principio de razón dice que todo
tiene su porqué o fundamento, entonces es preciso preguntar: ¿por qué hay ente, es
decir, cuál es el fundamento del ente en totalidad? La totalidad de los entes, el mundo,
parece una totalidad ordenada, estructurada conforme a leyes; pero, ¿por qué la realidad
está ordenada, y lo está tal como lo está y no según pautas diferentes? ¿Por qué está
constituida conforme a leyes, y no de modo enteramente desordenado, caótico? ¿Es ello
casualidad, un capricho, o responde a algún designio inteligente? La parte de la filosofía
que se ocupa de este problema del fundamento, con todas las inflexiones propias del
mismo, se llama metafísica.
Volvamos a preguntar. Si todo ente debe tener un fundamento, ¿cuál es el
fundamento de los entes en totalidad, vale decir, qué es lo que hace que los entes sean,
en qué consiste el ser de los entes, de cada uno de ellos y de la totalidad? Los entes son,
en efecto; pero, ¿qué quiere decir "ser"? ¿Qué es eso -el ser- por virtud de lo cual los
entes en cada caso son, y son tal cual son? Todas estas preguntas nacen del asombro
del hombre frente a la totalidad del ente, surgen del asombro ante el hecho de que haya
entes cuando bien pudo no haber habido nada5. Por ello se dice, desde Platón6 y
Aristóteles7, que el asombro o sorpresa ( [thaüma]) es el origen de la filosofía, lo
que impulsa al hombre a filosofar. En efecto, el que algo sorprenda hace que uno se
pregunte por lo que ocasiona la sorpresa; y la pregunta lo lleva al hombre a buscar el
conocimiento.
Pero cuando se lo refiere a la filosofía, está claro que no se trata del asombro más o
menos inteligente o tonto de la vida diaria, del asombro ante cosas o circunstancias
particulares -como ante un edificio de enormes dimensiones, o ante la conducta de cierta
persona extravagante; sino que el asombro filosófico es el asombro ante la totalidad del
ente, ante el mundo. Y este asombro -que en su plenitud y pureza aconteció según parece
por primera vez entre los griegos, allá hacia comienzos del siglo VI antes de J.C.- ocurre
cuando el hombre, libre de las exigencias vitales más urgentes -comida, habitación,
organización social, etc.-, y también libre de las supersticiones que estrechan su
consideración de las cosas, se pone en condiciones de elevar la mirada, mucho más
5
Uno de los libros más resonantes (con lo cual no se afirma nada acerca de sus méritos intrínsecos) de
hace unas cinco décadas se titula, justamente. El ser y la nada (1943): su autor, JEAN PAUL SARTRE.
6
Teétetos 155 d
7
Metafísica A 2 982 b 12s.
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA LOS PROBLEMAS DE LA FILOSOFIA

allá de sus necesidades y contorno más inmediatos, para contemplar la totalidad y


formularse estas preguntas: ¿qué es esto, el mundo?, ¿de dónde procede, qué
fundamento tiene, cuál es el sentido de todo esto que nos rodea? -Pues bien, en el
momento en que el hombre fue capaz de formularse estas preguntas de manera
conceptual, con independencia de toda concepción mítica, religiosa o tradicional-, en ese
momento había nacido la filosofía.8
Desde otro punto de vista, no conceptual, también responde a estas preguntas (al
menos en cierto sentido) otra manifestación de la vida humana, distinta de la filosofía: la
religión. En efecto -y para tomar un ejemplo concreto y referido al mundo griego-, en la
Teogonia ("generación de los dioses"), el poeta Hesíodo (alrededor del 700 a.C.) invoca a
las musas y escribe:

Decid cómo, con los dioses, nació todo desde un principio: la tierra, los ríos, el
mar infinito de impetuoso oleaje, los brillantes astros y el ancho cielo en lo alto. Y los que
de ellos nacieron, los dioses dispensadores de bienes. Decid cómo dividieron las
riquezas y cómo distribuyeron los honores; y cómo, desde el primer día, habitaron el
escarpado Olimpo.
Decidme todo esto, musas que habitáis las olímpicas moradas, comenzando
desde el principio; y decidme lo que fue primero de todo.
Primero nació Caos (abismo); luego Tierra de ancho seno, sede inamovible y
perenne de todos; y Eros [amor], el más bello entre los dioses inmortales, que afloja los
miembros y subyuga el corazón en el pecho y la prudente voluntad de todos los dioses y
de todos los hombres.
De Caos nacieron Erebo [tinieblas] y la negra Noche; y de Noche, a su vez,
nacieron Éter y Hemera (el día).
Tierra, en primer lugar, originó un ser igual a ella misma, para que la cubriera
enteramente: Urano (cielo] estrellado, el que habría de ser para los dioses sede
inamovible y perenne. Luego produjo las altas Montañas, plácidas moradas de dioses,
de las Ninfas, [...]
Lejos del amor deseable, también generó a Ponto, el infecundo piélago de oleaje
enardecido. Pero de inmediato, poseída por Urano, dio a luz a Océano, de profundos
9
remolinos,...

Toda religión y toda mitología, pues, dan una respuesta a aquellas preguntas. La
diferencia está en que la filosofía da una respuesta puramente conceptual. Ello parece
haber sido la obra de Tales de Mileto (hacia el 585 a.C.) y por lo cual pasa por ser el
primer filósofo. En efecto, él no se refiere a nada sobrenatural, no habla de dioses que
hayan hecho este mundo ni de las relaciones, amistades y luchas entre los mismos.
Simplemente, Taks se pregunta qué son las cosas. Y contesta con una respuesta que
puede parecer extraña: el agua; todo procede del agua, el principio o fundamento (
[arjé]) (cf. Cap. II,§ 3) de todas las cosas es el agua.

No se conoce cuál fue la argumentación, las razones por las cuales sostuvo
Tales esta tesis. Conjetura Aristóteles10 que el curso de su razonamiento pudo haber sido
el siguiente: los fenómenos fundamentales de la vida -la digestión y la reproducción- se
realizan en un medio húmedo; por tanto, según una inferencia analógica, Tales habría
sacado la conclusión de que es de la humedad, es decir, del agua, de donde se han
generado todas las cosas.
La respuesta de Tales, así como la hipotética argumentación, pueden resultar
demasiado simples, o aun ingenuas. Pero Bertrand Russell (1872-1970) observaba que la
respuesta, a pesar de que pueda parecer elemental y mal fundada, en el fondo no se aleja

8
Cf. ARISTÓTELEs, Metafísica, I, 1 981 b 21-25
9
Teogonia, versos 108-113, trad. R.V. Caputo (Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1968, p. 33).
Cf. Génesis, Cap. I.
Metafísica I 3 983 b 21 ss.
10
PRINCIPIOS DE FILOSOFIA LOS PROBLEMAS DE LA FILOSOFIA

mucho de las teorías más modernas acerca de la constitución de la materia, según las
cuales el átomo más simple, y en ese sentido base de todos los demás, es el átomo de
hidrógeno (un solo protón y un solo electrón), el cual constituye las dos terceras partes del
agua; Tales se habría equivocado, según esto, por un error de sólo un tercio. Tal
interpretación, sin duda, es un flagrante anacronismo, porque le atribuye a Tales teorías
propias de nuestra época y que él desconoció por completo. Pero lo que nos interesa es
ver que, en todo caso, su pensamiento no tenía nada de absurdo, aun a la luz de la
ciencia actual.
Y sobre todo importa darse cuenta de que la afirmación de Tales carece de
elementos míticos o fantásticos, porque no habla del agua como algo sobrenatural, como
cuando Hesíodo se refería al Océano, que para él era una divinidad, sino que encara su
asunto de manera puramente pensante, de modo puramente conceptual. Con Tales nace
el pensamiento racional, y pasa por ser el primer filósofo precisamente porque intenta
explicar la realidad en términos exclusivamente conceptuales. Junto con ello Tales
descubre, a su manera, la idea fundamental de la unidad de la realidad, porque todo, a
pesar de su multiplicidad, se reduce a una sola cosa, a un solo principio: el agua.
Sin embargo, es preciso formular de inmediato una advertencia, si no se quiere
desconocer el sentido del pensamiento de Tales. Por el hecho de que el principio o
fundamento de todas las cosas sea el agua -es decir, uno de los que llamamos elementos
"materiales"-, no hay que creer que Tales fuese lo que se llamaría un materialista, por lo
menos en el sentido con que se usa hoy en día este término. Porque esa substancia
primordial -el agua- era para él algo fundamentalmente animado y animante, vale decir,
algo dotado de vida y a la vez capaz de otorgarla. (Por ello suele decirse que Tales, y
otros filósofos que inmediatamente le siguen -Anaximandro, Anaxímenes-, son
"hilozoístas", porque conciben la materia -en griego (hyle)- como algo viviente).

5. Filosofía e historia de la filosofía

Ahora bien, ocurre que para esta pregunta acerca del fundamento no hay una sola
respuesta, sino muchas; tantas como filósofos. Porque si Tales dijo que el principio de
todas las cosas está en el agua, Anaximandro afirmará que se lo encuentra en lo
indefinido o indeterminado, Anaxímenes en el aire y Pitágoras en los números; los
materialistas sostienen que el fundamento de todas las cosas es la materia, y según otros
filósofos ese fundamento lo constituye Dios, sea que a ese Dios se lo entienda como
trascendente al mundo, o bien como inmanente a las cosas, como constituyendo su
sentido o su organización interior; y habrá quienes digan, como Platón, que el verdadero
fundamento de las cosas son las "ideas", y también habrá quien diga que ese fundamento
se halla en el Espíritu, tal como sostendrá Hegel.
Más respuestas al problema del fundamento del ente en totalidad se verán a lo largo
de estas páginas. Lo que ahora interesa no es pasar lista de todas las opiniones, ni mucho
menos, sino tan sólo indicar algunas como ayuda para comprender mejor el sentido del
problema que nos ocupa. Pero además en este punto es preciso y oportuno llamar la
atención sobre un hecho -sin duda desconcertante- que es una de las constantes en el
estudio de la filosofía. Y es que, prima facie, la pregunta por el fundamento de todas las
cosas tiene respuestas diversas, contradictorias entre sí, y -repetimos, prima facie- sin que
ninguna parezca por lo pronto más verdadera que las otras. Hay quienes dicen que la
realidad es en su fondo materia, o que la realidad es Espíritu, o que la realidad es Dios.
Pero -por lo menos en el punto de nuestro estudio en que nos hallamos- no se ve en
primera instancia que ninguna de estas tesis tenga más privilegio que las otras. (Otra
cuestión es la de las preferencias de cada uno; pero de lo que aquí se trata no es de

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