El Desafio de La Racionalidad Mariano Artigas
El Desafio de La Racionalidad Mariano Artigas
El Desafio de La Racionalidad Mariano Artigas
EL DESAFIO DE LA RACIONALIDAD
INTRODUCCION
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Los científicos también se han lamentado. en ocasiones, de la minusvaloración a que queda sometida la verdad
científica en algunas interpretaciones que analizamos en nuestro trabajo. «En un ensayo publicado en Nature en 1987,
dos físicos se quejaban de que el escepticismo público hacia la ciencia no dejase de crecer. Atribuían esta corrosiva
tendencia a cuatro filósofos que habían atacado las ideas tradicionales de verdad y progreso científico: Karl R. Popper,
que propuso que las teorías nunca pueden ser probadas, sino tan sólo falsadas; lmre Lakatos, que sostenía que los
científicos se niegan a aceptar pruebas que vayan contra sus teorías; Thomas S. Kuhn que arguye que la ciencia es una
actividad más política que racional, y Paul K. Feyerabend. Distinguían a Feyerabend llamándolo “el peor de la Ciencia
en este momento'»: J. Horgan. «Paul Karl Feyerabend: El peor enemigo de la ciencia», Investigación y Ciencia. n.º 201
(junio 1993). p. 36.
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Pueden consultarse, por ejemplo. los siguientes: R. Verneaux. Epistemología General o crítica del conocimiento.
Herder. Barcelona 1971; C. Cardona. Metafísica de la opción intelectual. 2.° ed .. Rialp. Madrid 1973; J. Pieper, El
descubrimiento de la realidad. Rialp. Madrid 1974; J.J. Sanguinetti. La filosofía de la ciencia según Sanlo Tomás, Eunsa,
Pamplona 1977: S.L.laki. The Road of Science and the Ways to God, The University of Chicago Press. Chicago 1978; A.
Llano, Gnoseología, Eunsa. Pamplona 1983; E. Forment, Filosofía del ser. PPU. Barcelona 1988 y Lecciones de
Metafísica. Rialp. Madrid 1992.
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Se trata de: M. Artigas. Filosofía de la ciencia experimental, 2° ed., Eunsa, Pamplona 1992. Otros aspectos
relacionados con los temas que aquí se tratan se encuentran en: E. Agazzi-M. Artigas-G. Radnitzky, «La fiabilidad de la
ciencia". Investigación y Ciencia. nº 122 (noviembre 1986), pp. 66-74; M. Artigas, «Objectivité et fiabilité dans les
sciences", en: E. Agazzi (ed.). L' objectivité dans les dijférentes sciences, Editions Universitaires, Fribourg (Suisse) 1988,
pp. 41-54; M. Artigas, «Three Levels of Interaction between Science and Philosophy", en: C. Dilworth (ed.).
Intelligibility in Science. Rodopi, Amsterdam 1992, pp. 123-144. En el apartado dedicado a Popper se citan otros estudios
que hemos dedicado a este autor.
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Filosofía de la Naturaleza
Unidad I
1) Existen en la naturaleza un orden interno y unas estructuras reales, que puedan ser captados por el
conocimiento humano
Esta afirmación implica que la naturaleza posee una organización peculiar, centrada en torno
a pautas4. Y también implica el valor realista del conocimiento humano, que puede captar la
estructura de la realidad.
El realismo del conocimiento es un punto de partida, no una conclusión. Es un dato básico
constatable pero no demostrable. Si se pone en duda el sentido básico realista del conocimiento
humano, nunca podrá llegar a demostrarse: la demostración de que conocemos la realidad es
imposible si no se admite de algún modo que conocemos algunos aspectos verdaderos de la realidad,
con lo que nunca podrá darse una demostración estricta del realismo del conocimiento.
Esto no significa que el realismo deba aceptarse ciegamente. Por el contrario, puede
mostrarse que es la postura que corresponde a la estructura del conocimiento humano en su correcto
funcionamiento, puede además ser defendido frente a las posibles objeciones, y puede mostrarse que
su negación conducirá inevitablemente a alguna forma de escepticismo teórico o práctico claramente
insostenible.
El desarrollo sistemático de las afirmaciones precedentes da lugar a una teoría metafísica de
la naturaleza y del conocimiento. La pretensión de fundamentar el valor del conocimiento sobre unas
bases diferentes, sin aceptar un realismo básico como punto de partida, fácilmente conduce a teorías
filosóficas que, cuando son desarrolladas coherentemente, llevan a posturas pragmatistas.
Por otra parte, es interesante advertir que la existencia de un orden interno en la naturaleza,
aunque pueda parecer obvia, encuentra frecuentemente una cierta oposición por parte de quienes no
admiren la existencia de un Dios creador de ese orden, ya que la reflexión sobre el orden de la
naturaleza fácilmente remite a Dios. La metafísica realista, desarrollada coherentemente, conduce a
la existencia de Dios como Causa primera del ser, y uno de los caminos que conducen a esa Causa es
precisamente la existencia del orden natural.
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Filosofía de la Naturaleza
Unidad I
Un desarrollo más detenido de los problemas relacionados con el sentido realista de la ciencia
exigiría el análisis detallado de los problemas cuyo enfoque y solución quedan aquí esbozados
simplemente.
4) Existe continuidad entre el conocimiento científico y el conocimiento ordinario
El cientificismo, interpretando equivocadamente el éxito de la ciencia, la considera como
paradigma de todo conocimiento válido. El «conocimiento ordinario» quedaría entonces reducido a
la condición de un primer estadio que es superado con el progreso de la ciencia. En el mejor de los
casos, se llega a admitir que existe entre ambos tipos de conocimiento una continuidad, pero
afirmando que en la ciencia se da de un modo perfeccionado el proceso del conocimiento ordinario,
de tal manera que éste ha de ser siempre valorado en función de la ciencia.
Afirmamos ahora que la ciencia supone siempre el valor propio del conocimiento ordinario y
se apoya en él.
El conocimiento ordinario no es sólo un punto de partida para la ciencia (desde luego, lo es).
Además, el empalme de la ciencia con la realidad se efectúa mediante conceptos del conocimiento
ordinario. Más aún: los cánones de validez del conocimiento científico no son esencialmente
diferentes de los del ordinario; la evidencia, la observación, la abstracción, la inducción, la inferencia
deductiva, etc., se dan básicamente del mismo modo en ambos casos, aunque haya que tener en
cuenta las peculiaridades de los métodos científicos a las que hemos aludido anteriormente.
Todo ello hace ver con mayor fuerza todavía que, para valorar el conocimiento científico, es
importante disponer de una teoría del conocimiento en general construida sobre una adecuada base
metafísica. Si se deja de lado este aspecto imprescindible, será imposible caracterizar correctamente
la naturaleza del conocimiento científico. y la teoría de la ciencia se verá abocada a dificultades
insuperables. Esto sucede, en diversos grados, en las posturas que examinaremos.
Podría objetarse que el desarrollo de la ciencia modifica las imágenes de la realidad «pre-
científicas», lo que vendría a probar que la ciencia posee una superioridad sobre el conocimiento
ordinario. Pero hay que tener en cuenta que las modificaciones introducidas por la ciencia se refieren
a aspectos de la realidad acerca de los cuales el conocimiento ordinario se encuentra con limitaciones
obvias, pero no afectan a los aspectos sobre los que existe una evidencia suficiente. Por tanto, una
teoría del conocimiento humano se revela imprescindible para abordar con suficientes garantías la
filosofía de la ciencia.
Uno de los aspectos más importantes de la teoría del conocimiento que conviene resaltar es la
continuidad entre el conocimiento sensible y el intelectual, lo cual implica un enfoque adecuado de
los problemas de la abstracción y de la inducción. Precisamente, la moderna filosofía de la ciencia
adolece por lo general de serias lagunas al respecto, lo que motiva múltiples dificultades. La
inducción es frecuentemente concebida como simple inducción por enumeración; entonces, su
justificación es imposible, por lo que suele concluirse erróneamente que la inducción no desempeña
papel alguno en el conocimiento científico; la consecuencia de ello es que el sentido realista de la
ciencia queda en suspenso, ya que todo conocimiento de la realidad se apoya de algún modo en una
inducción por la cual se pasa de los datos sensibles concretos al conocimiento de las propiedades
generales.
No es aventurado afirmar que una buena parte de la moderna filosofía de la ciencia parte de
unos planteamientos de tipo racionalista y empirista en los que se establece una separación tal entre
el conocimiento sensible y el intelectual, que se hace imposible sostener coherentemente el valor
realista del conocimiento científico.
5) La ciencia supone una metafísica realista
La actividad científica tiene un sentido claramente realista: sin una referencia a un orden real
extra-mental que se intenta conocer, la ciencia no tendría ningún sentido ni podría existir. Así, toda
actividad científica es realista al menos implícitamente.
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Filosofía de la Naturaleza
Unidad I
Puede suceder, desde luego, que quien trabaja en la ciencia no piense explícitamente en el
sentido realista de su actividad, pero ese sentido siempre se encontrará implícitamente presente en su
trabajo.
Hay que distinguir la actividad científica real, de las interpretaciones filosóficas que los
científicos o los filósofos pueden hacer de los resultados de esa actividad o de sus métodos. No es
raro, en efecto, que científicos o filósofos defiendan interpretaciones de la ciencia que son
incompatibles con su sentido realista: tales interpretaciones filosóficas no deben confundirse con los
resultados válidos alcanzados por la actividad científica.
El hecho de que la actividad científica suponga el realismo no significa que el científico como
tal deba admitir explícitamente todo el desarrollo de una metafísica realista. Lo más frecuente será
que el científico se dedique a su tarea sin pensar expresamente en consideraciones filosóficas,
aunque, de hecho, su actividad suponga implícitamente unas bases realistas. Las ciencias
experimentales no son temáticamente filosóficas, aunque contengan ineludiblemente supuestos
filosóficos realistas. Pero el análisis de la naturaleza y valor de la ciencia -la «filosofía de la ciencia»
habrá de contar necesariamente con una base metafísica realista si quiere plantear los problemas
filosóficos con un mínimo de garantías.
Por otra parte, hay que distinguir el trabajo científico ordinario, en el que se trabaja sobre
unas bases admitidas comúnmente, de las fases creadoras verdaderamente de la actividad científica,
en las que llegan a proponerse nuevas concepciones acerca de determinados aspectos de la realidad.
La creatividad científica implica nuevas visiones de la realidad que no tendrían sentido fuera de un
contexto realista.
Estos cinco aspectos de una teoría realista del conocimiento ayudarán a comprender el
alcance de nuestras críticas y sugerencias. Pero su desarrollo sistemático nos llevaría fuera del
objetivo que nos hemos propuesto. Por ese motivo, hemos preferido limitar nuestras reflexiones
filosóficas a los aspectos más básicos, evitando análisis que complicarían excesivamente el
desarrollo de nuestro objetivo y restarían claridad a la exposición.
Una base metafísica realista no garantiza sin más que los enfoques concretos de la filosofía de
la ciencia sean correctos, pero constituye una base imprescindible para que los problemas se puedan
plantear correctamente. Por tanto, cuando insistimos en la necesidad de una metafísica realista, no
hacemos más que señalar la dirección básica que debería seguir un enfoque epistemológico adecu-
ado. El desarrollo sistemático de una filosofía de la ciencia orientada en esa dirección supera los
límites del presente trabajo, pero se encuentra en otros trabajos a los que ya hemos aludido5
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Especialmente en nuestra Filosofia de la ciencia experimental, cit. Nota 3
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Filosofía de la Naturaleza
Unidad I