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La Politica en La Internet Principal

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La política en internet, ¿de la mediatización a la

convergencia digital?
Politics on the Internet; from mediatization to digital convergence?

Germán Espino-Sánchez / herman@uaq.mx


Universidad Autónoma de Querétaro, México

Abstract: This article presents a theoretical framework to discuss the real scope of
Web 2.0 in conventional politics. In order to do so, this article explains Barack Obama’s
2008 presidential campaign, but also proposes a state of the art about the use of the new
technologies by politicians; empirical reports from different parts of the world prove that
political leaders are not using the social media resources to interact and collaborate with
Internet users. Finally, this article presents the results of empirical research that assesses the
participation of major Mexican political leaders in the social media. Like the politicians of
the rest of the world, Mexican ones are not committed to participate in social media.
This article is based in a case study made to evaluate the behavior of the Mexican political
leaders in Internet; the most important results come from a quantitative analysis of Facebook
and Twitter accounts of Mexican politicians.
Key words: cyber-politics, Web 2.0, new technologies, political communication.
Resumen: Este artículo plantea un marco teórico para discutir los verdaderos alcances de
la Web 2.0 en la política convencional. Para ello se explica la campaña de Obama de 2008
y se retoma el estado de la cuestión sobre la forma en que los políticos usan las nuevas
tecnologías. Los reportes de investigaciones empíricas de diversos países muestran que los
políticos no están adoptando los recursos de la Web 2.0 para dialogar sino para difundir su
publicidad. Por último, se exponen los resultados de una investigación empírica que evalúa
la participación de los principales líderes políticos mexicanos en la internet social. Como
en el resto del mundo, los políticos mexicanos no se comprometen con la participación
en la internet social. La investigación empírica se realizó como un estudio de caso con un
fuerte enfoque en un análisis cuantitativo de las cuentas de Facebook y Twitter de los líderes
políticos mexicanos.
Palabras clave: ciberpolítica, Web 2.0, nuevas tecnologías, comunicación política.

ISSN 1405-1435, UAEM, núm. 65, mayo-agosto 2014, pp. 39-63


Convergencia Revista de Ciencias Sociales, núm. 65, 2014, Universidad Autónoma del Estado de México

Introducción

El activismo político por internet se ha postulado como la nueva frontera en


materia de proselitismo para partidos y candidatos. En los medios de comu-
nicación se habla mucho de la participación de los líderes políticos en las re-
des sociales. Sin embargo, en este artículo se mostrará que las investigaciones,
llevadas a cabo en muchas partes del mundo, desmienten que las campañas
políticas se hayan transformado gracias a las nuevas herramientas de la inter-
net social.
En el presente artículo se discuten los alcances de la participación de los
líderes políticos mexicanos en la internet social. Los resultados de la inves-
tigación empírica muestran que estos actores políticos mexicanos no están
asumiendo el reto que propone la Web 2.0. Es decir, el modelo de la campaña
de Obama no ha sido retomado por los políticos mexicanos. Estos líderes
no asumen las actitudes necesarias para hacer una campaña 2.0, entre ellas
se pueden citar: la apertura al diálogo de pares; la colaboración con otros
usuarios; la participación en redes sociales; y la creación de contenidos para
intercambiar en la Red de redes.

Los ciberevangelistas dominan el espacio público

En los estudios sobre el uso de las nuevas tecnologías en la política conven-


cional se pueden distinguir dos grandes corrientes: 1) el determinismo tec-
nológico, pretende que las tecnologías representan una fuerza tan poderosa
que influye profundamente en el cambio social; 2) el determinismo social
considera que las tecnologías son sólo instrumentos al servicio de las fuerzas
político-sociales (Vaccari, 2010).
En los medios de comunicación estas dos corrientes importantes se pro-
yectan de la siguiente manera: primero, una vertiente de intelectuales opti-
mistas y gurúes de negocios considera que casi todas las transformaciones
que promueven las nuevas tecnologías serán positivas, llamemos ciberevan-
gelistas a estos expertos (por ejemplo, véase: O’ Reilly, 2005; Castells, 2012;
Tapscott y Williams, 2010); segundo, otro grupo critica las exageraciones de
los ciberevangelistas y trata de problematizar las transformaciones que está
sufriendo el mundo actual debido al uso de las nuevas tecnologías (por ejem-
plo, véase: Scholz, 2009; Dahlberg, 2010; Fuchs, 2011).
Estos intelectuales críticos advierten que no todo es positivo, las trans-
formaciones también generan nuevas problemáticas. Desde mi punto de vis-

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ta, los críticos tienen muchas razones de peso; la cuestión es que los cibere-
vangelistas tienen la fama y la cobertura mediática.

Política en internet

Este artículo se propone profundizar en el tema de la política en internet,


por ello se plantean algunas de las preguntas clave y se proponen respues-
tas provisionales. Por ejemplo: ¿las nuevas tecnologías sirven para construir
un nuevo espacio público, donde la gente discute libremente e influye sobre
la cosa pública? ¿La internet social promueve la democracia deliberativa o
no? ¿Con la Web 2.0 se están transformando las relaciones de los actores
del espacio público? En este artículo se propone una problematización sobre
dichos temas.
Cada día hay más obras que usan conceptos como “ciberpolítica” o “po-
lítica 2.0” para explicar la forma en que los actores políticos (políticos parti-
distas y activistas sociales) usan los recursos de la internet social (Fernández,
2009; Lanza y Fidel, 2011). En general, podemos decir que los conceptos
de este tipo remiten a dos procesos sociales que si bien en la vida real corren
integrados, para efectos analíticos, los investigadores usualmente los estudia-
mos por separado: 1) la forma en que los líderes políticos tradicionales usan
tecnologías de la internet social, y 2) la forma en que la sociedad civil —léa-
se movimientos sociales, grupos de interés, etc.— usan las tecnologías de la
Web 2.0 para participar en la política.
En el primer caso se habla de la política convencional en referencia a la
política partidista, a los actores de la clase política; los líderes más visibles de
ésta son los dirigentes de partidos, los candidatos y los gobernantes (Sartori,
1997). En el segundo caso se habla de política en el sentido de participación
social, donde ciudadanos, movimientos sociales y grupos organizados de la
sociedad civil participan en calidad de grupos de presión sobre la “cosa públi-
ca” (Sartori, 1997). A final de cuentas, ambos procesos reflejan dos caras de
una misma moneda: el uso de la internet social en las relaciones de poder que
se desarrollan en el espacio público.

La transformación del mundo por las nuevas tecnologías

Muchos autores sugieren que una revolución en los medios de comunicación


motiva una transformación en nuestra forma de percibir el mundo (Debray,
1994). Castells (2010) agrega que la revolución mediática que estamos vi-

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viendo tiene sus orígenes en tres procesos sociales interdependientes que se


desarrollaron en las últimas dos décadas: 1) la comercialización generalizada
de los medios de comunicación en casi todo el mundo; 2) la globalización y
concentración de las empresas de comunicación de masas mediante conglo-
merados y redes; 3) la segmentación, personalización y diversificación de los
mercados de medios de comunicación, con especial hincapié en la identifi-
cación cultural de la audiencia. También considera que los actores sociales
y ciudadanos de todo el mundo se están articulando a través de las nuevas
capacidades de las redes de comunicación con la finalidad de hacer avanzar
sus proyectos, defender sus intereses y reafirmar sus valores.
Para muchos autores como Castells (2010), el centro de la revolución
que están generando las nuevas tecnologías consiste en que los consumido-
res ahora se convierten en productores, por lo cual ya no deben ser llama-
dos consumidores sino prosumidores. Los usuarios de internet seleccionan su
consumo, generan sus propios contenidos y los transmiten por la Red. La
comunicación entre los sujetos ya no está mediada sino que es directa. En este
contexto, los políticos innovadores como Obama han visto una veta enorme,
pues con la Web 2.0 ya no dependerían de las interpretaciones de los perio-
distas; además, se reducirían los costos de espacio y tiempo.
Todos estos procesos representan una revolución respecto al régimen de
medios que había implantado la televisión; en este viejo régimen, el público
era fundamentalmente un receptor, si no totalmente pasivo, sí muy diferente
del prosumidor que interactúa en internet.
Aclaremos que internet no es un medio, sino una plataforma para mu-
chos medios; para muchas personas que hacen las funciones de un medio,
pero también de un receptor y de un emisor. Por ello se habla de los medios
sociales de internet (social media en inglés). En la era de la Web 2.0, internet
es un espacio de encuentro para millones de personas que difunden e inter-
cambian contenidos. Gracias a la participación y al trabajo colaborativo de
millones de personas se habla de una internet social (Web 2.0); es decir, un
espacio virtual que se configura a partir de numerosas aplicaciones como las
redes sociales, los blogs, las wikis, etc. En algunas ocasiones se considera que
este sistema está configurando un nuevo espacio público, el cual conlleva li-
mitaciones, oportunidades y nuevos retos.
En el periodo primigenio de la Web 1.0, quienes participaban en la crea-
ción de contenidos para internet eran especialistas muy calificados, ingenieros
en informática, hackers… Esto se ha transformado porque en la era de la Web
2.0 una gran cantidad de personas carentes de formación especializada en in-

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formática se ha comprometido con la participación y creación de contenidos.


Sin embargo, es falso que cualquiera puede hacerlo. Hasta donde sabemos,
en el movimiento de la Web 2.0 participa solamente una minoría; un selecto
grupo que tiene recursos económicos, tiempo y calificación para participar;
no cualquiera puede, no cualquiera quiere y no cualquiera lo hace.
Los reportes sobre la situación en naciones desarrolladas (Estados Uni-
dos y Europa) nos dicen que aun en estos países privilegiados no es la mayoría
de la gente, sino una minoría muy reducida la que participa en la creación de
contenidos (Findahl, 2011). La mayoría de usuarios de internet de todo el
mundo participa en las redes sociales, pero ya no en la creación de conteni-
dos; por ejemplo, en la creación y mantenimiento de un blog, en la partici-
pación en comunidades especializadas de generación de contenidos (wikis),
etcétera.
La Web 2.0 no propone una nueva versión informática de la World
Wide Web sino más bien una serie de cambios que realizan los desarrolla-
dores de software para modificar el uso que dan los usuarios a estos nuevos
programas. En español, el término Web 2.0 a menudo se ha traducido como
internet social. Este concepto refiere a una serie de aplicaciones y páginas
de internet que utilizan la inteligencia colectiva para proporcionar servicios
interactivos en red, a la vez de permitir al usuario el control de sus datos
(­O’ Reilly, 2005).
Las nuevas aplicaciones facilitan compartir información, la interopera-
bilidad, el diseño centrado en el usuario y la colaboración. En la arquitectura
de la Web 2.0 se puede distinguir a los siguientes grupos de aplicaciones:
1) las redes sociales (Facebook, Twitter, Myspace, LinkedIn, etc.); 2) las
­wikis (como la Wikipedia); 3) los blogs; 4) los mashups (aplicaciones web
híbridas); 5) los servicios de alojamiento de videos, fotos y audios (YouTube,
Flickr, Instagram, etc.); 6) los sitios de intercambio de documentos (Napster,
BitTorrent, etc.), entre otros. Con esta forma de interactuar se desarrollan
comunidades de usuarios, redes de personas que pueden interactuar aprove-
chando las aplicaciones de la Web 2.0.

De la mediatización a la ciberpolítica

En el terreno de la comunicación política también se habla de un cambio de


modelo con el arribo de la Web 2.0. Pero este cambio no consiste en el despla-
zamiento de los viejos medios por los nuevos medios, sino en que las nuevas
tendencias se mezclan con las anteriores. Los viejos medios aprenden de los

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nuevos y éstos usan a los viejos; a este proceso se le llama “convergencia di-
gital” ( Jenkins, 2008). Recordaremos algunas tendencias del pasado y luego
ilustraremos la convergencia de modelos con la campaña de Obama.
En sus orígenes, en el siglo xix, las campañas electorales en Estados Uni-
dos eran básicamente campañas de proselitismo directo, lo que hoy en día se
denomina campaña tierra. En este modelo, los candidatos realizaban giras
por todo el país, llevaban en tren el espectáculo de la política a las ciudades
y pueblos. Los candidatos hacían presentaciones públicas, mítines, hablaban
con la gente de la calle, etc. La publicidad era básicamente publicidad de ca-
lle: estandartes, banderolas, pasacalles, etcétera.
Pero esto cambió con la aplicación de las técnicas del marketing comer-
cial a las campañas políticas. Diversos autores (Trad e Ibinarriaga, 2009) se-
ñalan que el primer político en aprovechar el potencial de la televisión fue
Dwight D. Eisenhower. Este candidato contrató a especialistas de marketing
comercial de la firma Markets Facts. Los expertos investigaron el mercado y
encontraron que a la gente le gustaba hablar sobre sus sentimientos respecto a
Eisenhower; en cambio, les costaba más trabajo hablar de temas políticos.
A partir de estos descubrimientos tomaron como eslogan de la campaña
una frase rítmica y pegajosa: I like Ike. Esta fue la primera campaña que adap-
taba los recursos de la mercadotecnia y la publicidad comercial a la política.
Para ello grabaron 36 spots publicitarios muy diferentes de los tradicionales
comerciales propagandísticos de los políticos de la vieja escuela. Después ven-
drían otros candidatos que innovarían en el marketing político como John F.
Kennedy y Lyndon B. Johnson.
Desde que la televisión y la radio se convirtieron en el vehículo privile-
giado para la comunicación política se habla de un nuevo modelo: la mediati-
zación de la política (Muñoz-Alonso y Rospir, 1999; Sartori, 1998). Muchos
expertos sugieren que con este nuevo modelo se desplaza el viejo modelo de
campaña tierra. Hay que aclarar que, en la práctica, la campaña tierra sigue
siendo un área estratégica de cualquier campaña; sin embargo, con la me-
diatización la campaña tierra ha disminuido en importancia en los procesos
electorales federales. En la era de la mediatización, la arena donde se debatirá
la vida pública será el espacio virtual construido por los medios electrónicos
(Castells, 2010).
Después del modelo de mediatización, la nueva frontera en tecnología
de campañas será marcado por el uso de internet. En 2003, Howard Dean,
precandidato demócrata, realizó una exitosa campaña para recaudar fondos a
través de internet durante las elecciones primarias presidenciales. Dean llegó

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a recaudar 50 millones de dólares entre pequeños donantes (personas que


donan menos de 80 dólares en promedio).
Antes de esta campaña, los políticos solían recaudar fondos principal-
mente entre los empresarios más poderosos del país. El problema de esta for-
ma de recaudación tradicional es que los candidatos establecían compromisos
muy fuertes con los grupos de interés que financiaban sus campañas; en caso
de que los candidatos resultaran electos debían supeditar sus acciones guber-
namentales a los intereses de sus benefactores (Trippi, 2009). Aunque Dean
no logró triunfar, su forma de recaudar fondos será retomada por la campaña
de Barack Obama, quien explotará a fondo el potencial de la internet social.

La campaña de Obama en 2008, un modelo de convergencia digital

La campaña para la presidencia de los Estados Unidos que realizó Obama en


2008 se considera el modelo fundacional de las campañas de convergencia
digital; no la expondremos en detalle, porque ya ha sido explicada suficiente-
mente en algunos libros (Kenski, 2009), pero reseñaremos las líneas estraté-
gicas de este nuevo modelo.
La campaña de Obama comenzó con un diagnóstico acertado sobre
la crítica situación que vivía Estados Unidos. En las primeras reuniones de
Obama con su equipo de campaña (Plouffe, 2010: 11-12) concluyeron que
su candidatura podría representar un profundo cambio respecto a la forma
tradicional de gobernar Estados Unidos. Tanto Hillary Clinton como los
candidatos republicanos provenían del status quo que había llevado al país al
desastre económico y político. Desde ese inicio, Obama y su equipo deciden
hacer una campaña diferente, en contra del status quo de la política norte-
americana.
Se plantearon una campaña basada en el activismo de la gente, en el tra-
bajo de campaña tierra, con activistas que fueran casa por casa, que hicieran
proselitismo por internet con sus amigos; campañas locales basadas en las
agrupaciones locales no sólo en los medios de comunicación; una campaña
basada en la gente joven que tenía expectativas de cambio (Plouffe, 2010).
Una campaña que recolectara pequeñas cantidades de dinero entre una gran
cantidad de gente, pero que ya no se comprometiera exclusivamente con los
lobbies.
Barack Obama reportó más de tres millones de donantes, con un pro-
medio de donación de 100 dólares; este fue un número de pequeños con-
tribuyentes nunca antes visto. Para el activismo y para recolectar dinero en

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pequeñas sumas usaron masivamente las nuevas tecnologías, los medios so-
ciales de internet, los mensajes de teléfonos celulares e incluso los videojue-
gos de Xbox.
Durante las primarias, el equipo de la campaña en internet de Obama
se enfocó —más que el de los otros candidatos—en involucrar a los simpati-
zantes; esto con la finalidad de convertirlos en seguidores que desarrollarán
actividades de proselitismo.
Más que enfocarse en la conversión de ciudadanos comprometidos con
otra opción, la campaña de Obama se enfocó en el nuevo mercado que no
estaba comprometido con una opción política: los jóvenes. La campaña se
proponía convertir a los seguidores en activistas, así motivaron a los jóvenes a
involucrarse con la campaña. Así, el equipo de Obama pretendía desarrollar
un movimiento social que empujara un profundo cambio en el escenario po-
lítico de Estados Unidos. Los coordinadores de la campaña apostaban a una
nueva forma de hacer política, eran consultores que ya habían trabajado con
Obama en su candidatura a senador en 2004 (Plouffe, 2010: 20-21).
Puesto que Hillary Clinton tenía demasiado control de la situación an-
tes de las primarias, la única oportunidad para derrotarla consistía en ganarle
la primer contienda de Iowa; tenían que dar un campanazo para demostrar
a todos que Obama podía derrotar a la poderosa familia Clinton. Con esta
consigna, el 3 de enero de 2008 Obama ganó en Iowa, lo cual representó un
golpe contundente, pues hasta entonces todos los actores del espacio público
americano creían que Clinton tenía asegurado el triunfo.
Después de ese campanazo, otro momento importante que marcó el
rumbo de las tendencias aconteció el 2 de febrero, cuando Will.I.am, voca-
lista del famoso grupo de música pop Black Eyed Peas, lanza en internet el
video de la canción Yes We Can, Song. Este video será visto más de 20 millo-
nes de veces en la campaña; fue uno de los grandes atractivos en el website de
Obama, a pesar de no haber sido creado por el equipo de campaña (Kenski
et al., 2010).
Este video explota una de las grandes fortalezas de Obama, su oratoria.
El discurso comúnmente conocido como “Yes we can”, se inscribe en la línea
de los grandes discursos de la lucha por los derechos civiles de las minorías
afroamericanas; rememora discursos como el famoso “I have a Dream” de
Martin Luther King. Gracias a este perfil, Obama se convierte en un símbolo
de esta histórica lucha por los derechos civiles de los afroamericanos.
Después de vencer en las primarias a Hillary Clinton, el equipo de
­Obama se propuso triunfar en los momentos estelares de la campaña consti-

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tucional, en particular: 1) en una gira del candidato por Asia y Europa; 2) en


la selección del candidato de fórmula en la vicepresidencia; 3) en la conven-
ción del partido demócrata en la cual se designó oficialmente a Obama; y 4)
en los debates contra McCain (Plouffe, 2010).
Los triunfos de Obama en estos momentos estelares de exposición me-
diática redundaron en una mayor popularidad del candidato y en un mayor
enganchamiento de éste con los simpatizantes. En estos momentos se batie-
ron los récords de popularidad de la campaña, por ejemplo, se lograron 13
millones de contactos en la lista de correos electrónicos.
La campaña de Obama tenía un equipo de internet dirigido por espe-
cialistas entre los que destacaban algunos de los líderes mundiales de la Web
2.0. Éste era, quizá, el equipo de social media más importante que se hubie-
ra reunido para un proyecto político (Edelman, 2009). Entre las personali-
dades famosas destacaban: Chris Hughes, quien había sido cofundador de
­Facebook; Eric Schmidt, quien había sido CEO de Google; Kevin Malover,
cofundador de la agencia de viajes online Orbitz, y Craig Newmark, funda-
dor de la compañía Craiglist.
A este equipo de mentes brillantes, Obama les dio libertad para trabajar
a su gusto, les permitió empoderarse. Este equipo tenía una gran experiencia
en el marketing online; gracias a ello se desarrolló una estrategia de internet
muy profunda. Anteriormente casi todas las campañas habían usado a inter-
net como un plus, pero ahora Obama integró la visión de las redes sociales en
toda la estructura de la campaña.
El corazón de las grandes innovaciones fue la creación del sitio web
www.mybarackobama.com, el cual servía como una central de mando para
organizar toda la actividad social en internet. Desde este hub, se organizaban
las actividades sociales en sitios web como LinkedIn, eVite, Google Maps y
Facebook.
Más que inventar un nuevo producto, la campaña se montó en los sis-
temas ya establecidos; se conectó con las comunidades existentes y formó
otras tantas. La comunicación se desarrollaba a través de todos los canales
relevantes para llegar a consumidores específicos. Obama logró llegar a todas
las comunidades, en todos los grupos demográficos y a casi todos los perfiles
psicológicos, todo ello con una brillante combinación de medios tradiciona-
les y modernas tecnologías.
Lo más importante de esto es que se permitía a los usuarios empoderarse,
de manera que los millones de seguidores hicieron campaña por Obama por
su propia cuenta. Muchos seguidores crearon nuevos grupos que tuvieron un

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profundo impacto en la campaña, entre éstos destacan “One Million Strong


for Obama”, “I endorse Barack Obama —and I’m telling my friends!”, “One
Click for Barack Obama”.
Estos grupos lograron ser populares porque eran ciudadanos, no parti-
distas. De esta manera la campaña de Obama logró un amplio consenso social
con muy poco dinero. Por ejemplo, cuando el candidato escribía mensajes en
Facebook, éstos instantáneamente se retransmitían a millones de seguidores
a través de los grupos y simpatizantes individuales. La conjunción de sitios
como YouTube, Facebook y otras herramientas sociales de internet en el sitio
central www.mybarackobama.com crearon una red que se movía al unísono a
lo largo de Estados Unidos y del mundo entero.
La campaña de Obama explotó estas plataformas para fortalecer el per-
fil social de la candidatura ajustándose a las diferentes formas de trabajar de
cada red. Este candidato tenía cinco millones de amigos en más de 15 redes
sociales; tan sólo en Facebook tenía más de tres millones de amigos.
El canal oficial de la campaña en YouTube tenía más de dos mil videos, los
suscriptores a este canal eran 135,000 personas. Estos videos oficiales fueron
vistos más de ochenta millones de veces. También había aproximadamente
442,000 videos generados por los usuarios en YouTube (Edelman, 2009). El
sitio web de la campaña recibía más de 8.5 millones de visitantes al mes; en
ella se habían creado dos millones de perfiles que generaron más de 400,000
comentarios en blogs (Edelman, 2009).
Obama dominó las campañas presidenciales en internet gracias a estas
poderosas conexiones; además, claro, también mantuvo una integración de
los medios tradicionales (radio y TV) con los nuevos medios (de internet)
(Edelman, 2009). En este sentido era una campaña de la nueva era, de la con-
vergencia de viejos y nuevos medios.
De acuerdo con Google, el 90% de la gente que encuentra una página
web a través de los motores de búsqueda usualmente se queda con el primer
resultado de la búsqueda. El equipo de la campaña de Obama comprendió
perfectamente esta dinámica, por lo cual creó Web sites con los URLs de las
búsquedas más populares para incrementar la probabilidad de que ellos apa-
recieran en los primeros resultados de las búsquedas en los motores (Edel-
man, 2009).
La campaña de Obama difundió publicidad a través de los teléfonos ce-
lulares para dirigirse a los jóvenes y a los electores independientes en zonas
donde estos grupos eran decisivos. Al final de la campaña se tenía un registro
de tres millones de personas en el programa de mensajes sms. Además se rea-

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lizaron tres millones de llamadas telefónicas tan sólo en los últimos cuatro
días de la campaña (Edelman, 2009).
El equipo de campaña hacía un gran trabajo de investigación del mer-
cado electoral para mejorar la participación de los activistas. Se escribieron
siete mil diferentes mensajes que se transmitieron más de mil millones de
veces mediante correos electrónicos (Edelman, 2009).
La campaña de Obama rompió modelos y muchos récords, por ejemplo:
fue la más costosa en los antecedentes de los Estados Unidos; la elección re-
gistró la mayor votación de la historia y, por último, Obama logró la mayor
diferencia que se hubiera producido entre un candidato demócrata y un re-
publicano (Kenski et al., 2010).
Según la Comisión Federal Electoral de Estados Unidos, Obama recau-
dó casi 750 millones de dólares en las dos campañas (primarias y constitu-
cional). Gastó 729 millones y dejó sin gastar 18 millones que Obama podría
usar en la campaña de 2012 (Federal Election Comission, 2010). Cabe re-
saltar que 659 millones provenían de contribuciones individuales. La mayor
parte se recaudó por medio de internet, esto tenía muchos beneficios; por
ejemplo, que las donaciones no tienen que utilizarse para sufragar el aparato
que las recauda y que la horizontalidad del modelo permitía adquirir menos
compromisos (Kenski et al., 2010).
Hay que insistir en que la campaña de Obama fue la primera que tuvo
un trabajo profundo con la internet social, en ese sentido es un modelo de
política 2.0. Pero esto no quiere decir que la campaña haya descartado a los
“medios tradicionales”. Por el contrario, la mayor parte de la inversión de la
campaña se concentró en televisión y radio. En este rubro resaltan los gastos
en publicidad de televisión: Obama gastó cerca de 250 millones de dólares
en propaganda de tv.
Pero aun los medios tradicionales se usaron de una forma innovadora,
por ejemplo, contrató publicidad en programas que tradicionalmente no
aceptaban publicidad política como Comedy Central, vh1 y Spike. Destaca
el caso de la publicidad en la cadena mtv que tiene como principal audiencia
a los jóvenes; fue la primera vez que mtv transmitió publicidad política de
una campaña presidencial. Otro caso significativo es el infomercial de 30 mi-
nutos (American stories, American solutions) que se transmitió en el horario
estelar de las principales televisoras del país, justo en una pausa de la Serie
Mundial de Béisbol. En este sentido, podemos advertir, es un modelo de co-
municación política en el que convergen tanto los medios tradicionales como
los nuevos medios ( Jenkins, 2008).

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¿La Web 2.0 es otro dispositivo de control neoliberal?

Casos exitosos como la campaña de Obama y el triunfo de la social media en


el mercado han llevado a muchos intelectuales a exagerar la importancia de
internet en nuestros días.
En el área de la política, algunos intelectuales (en Dahlgreen, 2002)
sugieren que las relaciones dialógicas que se desarrollan a través de las re-
des sociales, los blogs y la Web 2.0 en general promueven la construcción de
comunidades y el desarrollo de una democracia deliberativa digital. La con-
ceptualización de democracia deliberativa nos remite al concepto de esfera
pública elaborado por Habermas (1986). Según este autor, durante la consti-
tución del Estado moderno surgieron diversas instituciones donde incubó la
discusión pública: una “esfera pública de razonamiento crítico”.
En el siglo xix desde espacios como los cafés en Inglaterra, los salones
de París y las sociedades de tertulias de Alemania circularon publicaciones
políticas y comenzó a criticarse públicamente al Estado absolutista. En esos
espacios la discusión sustituyó a la autoridad de los títulos nobiliarios por
la capacidad de argumentación, se comenzó a trabajar con las herramientas
típicas de la opinión pública, especialmente con el debate público que pre-
tende establecer consensos en torno al bien común (Habermas, 1986).
De esta manera la existencia de la opinión pública es un fenómeno de
la modernidad y, de hecho, presupone una sociedad civil separada del go-
bierno, una sociedad libre y articulada; un público de individuos asociados,
interesados en controlar la política del gobierno. Desde esta perspectiva, en
la opinión pública se cristaliza la posibilidad, de la población organizada,
para incidir en el Estado; por otra parte, el gobierno, ante una sociedad civil
organizada y crítica no tiene más opción que incorporar las demandas de la
mayoría para legitimarse.
A este modelo fundacional de la democracia se le considera como una
democracia deliberativa y, en algunas ocasiones, como una democracia parti-
cipativa; en el sentido de que los ciudadanos comunes y corrientes participan
en las decisiones de la cosa pública (Dahlgreen, 2002). Muchos autores han
considerado que la democracia deliberativa que dio origen al Estado moder-
no se perdió en el siglo xx con las democracias representativas que dependen
de los medios de comunicación masiva.
Sin embargo, autores como Dahlgreen (2002) muestran que muchos
intelectuales optimistas creen que con los procesos de diálogo entre pares
que se desarrollan a través de las redes sociales de internet se puede volver a

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configurar una democracia deliberativa. Estos ciberevangelistas presuponen


que las interacciones comunicativas se desarrollan de manera multidireccio-
nal, entre varios participantes; con ello, sugieren, las relaciones de poder se
disuelven entre los usuarios.
Se pueden plantear dos grandes críticas a estas interpretaciones optimis-
tas. En la primera se debe advertir cuáles son los verdaderos alcances de la
movilización social que está propiciando la Web 2.0. Esta crítica parte de que
el crecimiento de los modelos participativos (como la campaña de Obama de
2008) no se han implantado en la política convencional. Una segunda crítica
refiere que esa presunta nueva plaza pública en realidad no es pública, no
pertenece a la gente, ni siquiera al gobierno, sino a los mercaderes, y como tal,
esa plaza pública serviría al mercado y no a la democracia.
Los ciberevangelistas argumentan que un “espacio digital democratiza-
do” es posible porque el trabajo colaborativo de la internet social funciona
perfectamente dentro de la cultura comercial. En contra de esta versión op-
timista, un importante grupo de investigadores críticos señala que el uso de
las tecnologías Web 2.0 también conlleva riesgos para el desarrollo social y
político de los individuos, por ejemplo: 1) a través de las redes sociales se
desarrolla un inmenso flujo de información personal, el cual puede ser ex-
plotado por cualquiera; 2) la emergencia de herramientas para la vigilancia
de los usuarios y los trabajadores; 3) las corporaciones tienen la capacidad de
explotar mano de obra sin salario con fines estrictamente comerciales, con lo
cual se promueve la corporatización de espacios y recursos sociales.
Desde esta perspectiva, los investigadores críticos acusan que, en lugar
de promover la democracia, la economía política de los nuevos medios está
estrechamente relacionada con el control neoliberal. En este sentido, la con-
cepción optimista de la Web 2.0 representaría una poderosa ideología que
ayuda a legitimar al capitalismo, no a la formación de una democracia deli-
berativa digital.

Control y explotación de los usuarios

Trebor Scholz (2009) considera que la vida social en línea siempre está invo-
lucrada con relaciones de mercado, no importa si los usuarios participan o
no con fines de lucro. En primer lugar hay que destacar que las generaciones
actuales se constituyen como nativos digitales, por lo cual desarrollan grandes
lazos de identidad con internet. La Red social influye profundamente en una
buena parte de la vida psicológica de estos usuarios. Esta identidad del usua-
rio se expresa en el perfil que elabora para sus redes sociales de internet.

51
Convergencia Revista de Ciencias Sociales, núm. 65, 2014, Universidad Autónoma del Estado de México

En este sentido, las redes sociales de internet representan un laborato-


rio de psicología social ideal para ser explotado por mercadólogos y agencias
de espionaje de los Estados modernos. En la era actual estos investigadores
de mercado pueden aprender de las historias que nos contamos en nuestros
círculos más íntimos; todo ello gracias a los perfiles y las conversaciones que
desarrollamos en las redes sociales. De esta manera, el Social Network System
funcionaría como un fenomenal panóptico para empresas y gobiernos. Para
estudiar a la población, las élites económicas y políticas no tienen más que
revisar las redes sociales de los ciudadanos.
Otra forma de investigar a la sociedad civil es crear perfiles muy sofisti-
cados de los internautas a partir de sus historiales de navegación en internet.
Este tipo de espionaje es fácil de realizar porque en el mercado internacio-
nal muchas compañías venden software para hackear los sistemas de las redes
sociales y los historiales de búsquedas de las personas; esto fue denunciado
y comprobado por Julian Assange, director de Wikileaks a fines de 2011
(Chatterjee, 2011).
Por otra parte, hay que recordar que las compañías 2.0 recolectan gigan-
tescas cantidades de datos para construir perfiles de los usuarios, a partir de
éstos se desarrollan agresivas campañas de publicidad personalizada. Estos
bancos de datos de los usuarios se han convertido en verdaderas minas de
oro para las compañías de internet. Pero estas bases de datos también han
sido usadas por los gobiernos para desarrollar un control más efectivo de las
poblaciones. Un caso ejemplar lo ha proporcionado el Estado chino, el cual
ha usado los datos que fueron recolectados por compañías como Google o
Yahoo para perseguir a los opositores (O’ Brien, 2010).
Por otra parte, apunta Scholz (2009), las empresas de internet valen mi-
llones de dólares gracias a los millones de usuarios que participan y ayudan a
mejorar los sistemas de las compañías. De esta manera, muchas actividades
de los prosumidores sirven para que los dueños de las empresas de internet
se enriquezcan.

¿Puede existir una democracia deliberativa digital?

Dahlberg (2010) hace una profunda crítica a las versiones más propagandís-
ticas de las supuestas libertades que ofrece el nuevo espacio público digital.
En primer lugar advierte que la libertad que se propone en el movimiento de
la Web 2.0 tiene muchos límites; sobre todo porque la subjetividad del prosu-
midor y sus prácticas están enmarcadas en la sociedad de consumo.

52
Germán Espino-Sánchez. La política en internet, ¿de la mediatización a la convergencia digital?

Se debe recordar que, desde finales del siglo xx hasta los albores del siglo
xxi, el panorama sociopolítico ha estado dominado por la sociedad de con-
sumo. Como decía Cornelius Castoriadis (1997), éste ha sido el momento
cumbre del sistema capitalista porque este sistema aprendió a institucionali-
zar las tendencias disidentes de los grupos sociales. Este autor señala que en
las últimas décadas no se ha planteado una alternativa importante a la econo-
mía de mercado en todo el mundo.
La economía política crítica, según Dahlberg (2010), señala que las prác-
ticas de los prosumidores que se sustentan en las tecnologías 2.0 se enmarcan
en las tendencias dominantes de la sociedad de consumo: el entretenimiento,
el espectáculo, la desmovilización... Esto funciona así porque los formatos de
participación que proveen las compañías sirven para reproducir el sistema.
Los servicios de las compañías e incluso el trabajo cotidiano de las comuni-
dades de cibernautas suelen estar enmarcados en el sistema de producción de
la sociedad de consumo.
Dahlberg (2010) considera que el entretenimiento y el ciberespectáculo
que se promueven a través de la Web 2.0 ha servido para proveer una ilusión
de libertad y empoderamiento que es funcional con la desmovilización de la
población.
Estos autores críticos (Scholz, 2009; Dahlberg, 2010; Fuchs, 2011) co-
inciden en que a pesar de las tendencias igualitarias que promueve la internet
social, aún subsisten profundas inequidades. Una de ellas consiste en que la
web está programada para orientar a los usuarios hacia las corporaciones no
hacia los sitios independientes que proveen recursos gratuitos. Los sitios de
mayor espectacularidad, los más comprometidos con la sociedad de consu-
mo son los más beneficiados. Para lograr este predominio se utilizan todos
los trucos posibles: manipulación de los motores de búsqueda, inversiones
millonarias en producción e innovaciones tecnológicas, etcétera.
La investigación de Barabasi (en Cobo y Pardo, 2008) muestra que las
redes siguen dos patrones: 1) el crecimiento, es decir, constantemente se van
agregando nuevos nodos a la Red; y 2) la adjunción preferencial, es decir,
cuando se tiene que elegir entre dos nodos, se elegirá enlazar con el nodo
más conectado. De esta manera no cualquiera puede ser el centro de aten-
ción de la web, sino que, de entrada, son privilegiados los grandes actores:
los corporativos mediáticos, los grandes comunicadores, las celebridades del
espectáculo, los líderes políticos, sociales y económicos más famosos. Estas
personalidades funcionan como hubs, centros de mando desde los cuales se
ordenan las relaciones de internet.

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Convergencia Revista de Ciencias Sociales, núm. 65, 2014, Universidad Autónoma del Estado de México

Por tanto, desde el punto de vista de estos autores críticos, no existe una
democracia deliberativa digital, tal como la plantean los propagandistas de
internet; pues el sistema actual implica la exclusión de grandes sectores de la
población (los que no viven conectados a la Red) y el empoderamiento de
unos cuantos: la élite de los ciudadanos digitales, aquellos que tienen más
recursos económicos y mejor formación educativa.

Los políticos de todo el mundo no se comprometen con la Web 2.0

Los reportes de investigaciones empíricas de diferentes países de Europa y


algunos de los Estados Unidos advierten que los líderes político-partidistas
están avanzando muy lentamente en la adopción de los recursos de la Web
2.0; citaré algunos ejemplos.
Un reporte exhaustivo de la situación que guardan las campañas en in-
ternet en Alemania muestra que estos políticos sólo usan las nuevas tecnolo-
gías para hacer política al estilo tradicional, es decir, sólo hacen propaganda
(Schweitzer, 2012).
El caso de Italia también parece entrar en esta tendencia que reseñamos.
Dos autoras que estudian las elecciones regionales en este país (Mascheroni
y Matoni, 2012) advierten que los recursos de la Web 2.0 no son usados ade-
cuadamente, excepto, por una pequeña minoría de políticos.
El Informe sobre política y Redes Sociales (Intelligence Compass, 2011)
realizado en España muestra que casi todos los políticos (94%) valoran con
un sobresaliente la utilidad de las redes sociales para contactar con la ciu-
dadanía. Pero cuando se les pregunta que si se podría usar la campaña de
­Obama en España, casi el 70% responde negativamente.
Otro estudio (Tuñez y Sixto, 2011) realizado para estudiar el “compro-
miso 2.0” de los diputados españoles concluye que “la actitud de los con-
gresistas hacia la Red con un nivel de compromiso 2.0 es globalmente muy
escaso o inexistente: 83.7% nulo, frente a un 7.42% con un alto o excelente
nivel de compromiso 2.0.”
Estos reportes de la situación en España muestran que la política 2.0 ha
caído en un círculo vicioso: por una parte, a los ciudadanos no les interesa
relacionarse con los líderes político-partidistas; por otra, estos políticos no
explotan a profundidad los recursos de la Web 2.0 porque los ciudadanos no
están interesados en la política partidista.
Un estudio hecho en Inglaterra (Lilleker y Jackson, 2009) descubre que
el control de las relaciones de poder, en las relaciones dialógicas, preocupa

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Germán Espino-Sánchez. La política en internet, ¿de la mediatización a la convergencia digital?

demasiado a los políticos que se aventuran en la Web 2.0. Los debates sobre
las decisiones en el gobierno, las profundas críticas a partidos y políticos, son
difíciles de manejar en las redes sociales y fáciles de publicar en los medios de
comunicación masiva. En este contexto, dicen estos autores, los políticos se
preguntan si ganarían o perderían al participar en las redes sociales.
Estos autores concluyen que los políticos prefieren no involucrarse en
las discusiones y optan por usar las redes sociales casi sólo para difundir su
publicidad política (Lilleker y Jackson, 2009).

Reporte empírico sobre la participación de los políticos mexicanos

Planteamiento metodológico

En la investigación empírica se evaluó el compromiso que un grupo de líderes


políticos mexicanos establecen con la internet social. Se sabe que práctica-
mente todos los políticos importantes del país tienen cuentas en las prin-
cipales redes sociales, pero la gran pregunta es si participan en ellas y qué
tipo de participación tienen. ¿Acaso las usan sólo para difundir su informa-
ción propagandística y no para dialogar? ¿Acaso desarrollan plenamente las
potencialidades que brinda la Web 2.0 tal como hizo la campaña de Barack
Obama en 2008?
Para evaluar a los políticos se realizaron tres ejercicios: 1) investigación
y conteo de los recursos de la internet social que usaban los políticos, como
redes sociales, blogs, canales de video, etc.; 2) se envió un correo electrónico
a cada uno de ellos para solicitarles información, con ello se evaluó si respon-
dían los correos que les enviaba la población; 3) por último se analizaron las
características de su participación en Twitter y Facebook. En esta ocasión se
recogió una muestra en una época que no era de campañas (en 2011) para
investigar si los políticos tienen actividad en las redes sociales fuera de las
épocas electorales.
Los 81 políticos analizados tenían los siguientes cargos: Presidente de la
República (1), secretarios de Estado (22); gobernadores de los estados (32);
candidatos a la gubernatura del Estado de México (3); presidentes de los par-
tidos nacionales (14); presidentes de la Cámara de Diputados y de la Cámara
de Senadores (3); líderes de las bancadas en la Cámara de Diputados (4); y
dos líderes informales de partidos políticos (Andrés Manuel López Obrador
y Margarita Zavala). Se buscaron las cuentas de todos estos políticos pero en
algunos casos no se encontraron; en otras ocasiones las cuentas estaban con-

55
Convergencia Revista de Ciencias Sociales, núm. 65, 2014, Universidad Autónoma del Estado de México

sideradas inactivas porque los políticos tenían más de dos meses sin registrar
una sola participación.

Recursos de la Web 2.0 que los políticos han suscrito

El primer ejercicio consistió en analizar los recursos de la internet social que


usaba cada político. La pesquisa se hizo en el mes de mayo de 2011. Las bio-
grafías de Wikipedia (81), Facebook (80) y Twitter (72) representan los re-
cursos más utilizados por la mayoría. El siguiente es el correo electrónico (56
casos) y en tercer lugar el canal personal en YouTube (29 casos).
Hay que aclarar que no todas las cuentas de las redes sociales que los po-
líticos tienen registradas son activas, como veremos en el análisis de ­Twitter y
Facebook. La mayoría de los políticos no usan sus cuentas, por lo cual fueron
clasificadas como “inactivas”. Para el análisis de la participación de los polí-
ticos en Facebook y Twitter, se descartaron las “cuentas inactivas”, es decir,
aquellas que no registraban participación de los políticos desde dos meses
atrás.

Las respuestas al correo electrónico

Se buscaron los correos electrónicos institucionales de los líderes políticos


nacionales; se descubrieron 56 cuentas, a todas ellas se envió una solicitud de
información durante el mes de junio de 2011. En esta misiva se les pregun-
taba cuáles eran los medios de comunicación que cotidianamente consultan.
Con este procedimiento se esperaba conocer la forma como los políticos res-
ponden a solicitudes de información muy básicas de la ciudadanía.
Sólo cinco políticos respondieron al correo, los 51 restantes no lo hicie-
ron. Además, cinco de las cuentas de correo que no respondieron rebotaron
automáticamente el e-mail que se envió. Dos meses después se volvió a enviar
este correo a estas cinco cuentas que tenían bloqueado su e-mail; estas cuen-
tas volvieron a rebotar el mensaje. Al parecer, estos cinco políticos tienen sa-
turada su cuenta y no le dan mantenimiento; para efectos prácticos la tienen
abandonada.
De los cinco correos que sí respondieron, sólo el secretario de Economía,
Bruno Ferrari, respondió proporcionando la información que se le pedía. Los
otros cuatro que respondieron, incluido el presidente Felipe Calderón, in-
dicaron que se redirigiera la solicitud de información a otros funcionarios.
La conclusión sobre este tema es que los políticos no acostumbran atender
solicitudes de información por esta vía.

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Germán Espino-Sánchez. La política en internet, ¿de la mediatización a la convergencia digital?

Resultados del análisis de la participación de los políticos en Twitter

En el caso de las cuentas de Twitter se analizaron los antecedentes históricos


de cada cuenta, de manera que las principales variables que se revisaron fue-
ron: 1) antigüedad de la cuenta del político; 2) su número de seguidores; 3)
el número de cuentas que sigue; y 4) el número total de tweets que ha publi-
cado. En total, se revisaron las cuentas activas de 72 políticos en Twitter. La
observación se realizó en los meses de mayo y junio de 2011.
En el análisis no se evaluaron las cuentas inactivas, por ello no se eva-
luó, por ejemplo, el caso de Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de
México en ese momento. Meses después de que se realizó el análisis, el 7 de
noviembre de 2011, a raíz del comienzo de su precampaña para la presiden-
cia, Peña Nieto reactivó su cuenta oficial. Es muy significativo que el precan-
didato presidencial que en 2011 lideraba las encuestas, no tuviera una cuenta
activa de Twitter.
En el análisis de Twitter se demuestra que las suscripciones de los políti-
cos a esta red fueron recientes, pues el promedio fue de 11 meses de uso; sin
embargo, hay muchos casos que varían demasiado respecto a este promedio:
6 políticos tenían más de 2 años; 29 tenían de 12 a 21 meses; 13 tenían entre
7 y 11 meses; y 23 tenían 6 meses o menos (Marisela Morales tenía un mes).
El promedio de seguidores es de 22,322, éste es un número alto respecto
a los ciudadanos comunes que participan en esta red social. En esta variable,
quizá sólo por encima de los políticos estarían las personalidades famosas de
la farándula (incluidos algunos periodistas). Además el número de tweets que
emiten los políticos no es muy alto (1,066), el cual si se divide entre los 11
meses promedio, nos muestra que los políticos emiten, en promedio, 96.9
tweets cada mes.

Resultados del análisis de la participación de los políticos en Facebook

Para el análisis del comportamiento de los políticos en Facebook se tomaron


en cuenta más variables que en el análisis de Twitter, por este motivo se rea-
lizó un seguimiento de las cuentas durante sólo una semana, del 15 al 21 de
julio de 2011. Se eligió esta semana porque ya no había procesos electorales
en curso que afectaran la observación.
Entre los promedios que logran los políticos en Facebook hay que seña-
lar que publican pocos comentarios (17 posts a la semana), pero que tienen
una gran base de seguidores (64,902).

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Convergencia Revista de Ciencias Sociales, núm. 65, 2014, Universidad Autónoma del Estado de México

Se elaboró un ranking de los políticos ponderando las dos variables fun-


damentales del análisis: número de seguidores y cantidad de posts publicados;
para este ranking de Facebook se asigna una calificación en una escala de 0 a
10 a los políticos a partir de sus logros en ambas variables. En el Cuadro 11 se
muestra el ranking que combina las calificaciones que los políticos obtuvie-
ron en Twitter y en Facebook. Con este ranking se trata de analizar quiénes
tienen un buen desempeño en ambas redes sociales.
Aparentemente los 10 primeros lugares de este Cuadro 1 tienen un buen
desempeño en ambos rankings; sin embargo, cuando se analizan los detalles
de la participación de cada político se descubre que en realidad la mayoría
privilegia una de las dos redes analizadas. El caso del entonces gobernador
Enrique Peña Nieto es muy significativo; este político es el actor dominante
en Facebook, pero en Twitter ni siquiera tiene cuenta activa (por este motivo
no aparece en este cuadro). Otro caso representativo es el de Marcelo Ebrard,
quien ocupa el segundo lugar en el ranking de Twitter, pero en Facebook sólo
se ubica en el lugar 27.
De esta manera, si se descarta a los que tienen un bajo promedio en algu-
na de las dos redes, la lista de los 10 primeros lugares se reduce a siete políti-
cos. Sólo estos siete de los 81 políticos investigados podrían ser considerados
como los políticos que se comprometen con la participación en las redes so-
ciales. Pero incluso a estos políticos se les puede criticar que su compromiso
2.0 es muy bajo; esto se demuestra con la nula respuesta que dieron al correo
electrónico de contacto que se les envió y con el hecho de que sólo tres de
ellos han creado páginas Web 2.0.

Conclusiones

Para corroborar la certeza de mi estudio empírico se analizaron otras inves-


tigaciones empíricas que realizan consultoras comerciales sobre el mismo
tema: la participación de los principales políticos mexicanos en internet. Las
mediciones que llevan a cabo estos sitios coinciden en lo fundamental con los
resultados de mi investigación empírica (véase Dos en social, 2011).
Sin embargo, algunos de los estudios comerciales recopilados (Twitter-
México.com, 2011 y los30tuiteros.com, 2011) permiten otro tipo de análisis:
comparar a los líderes políticos con las personalidades de la farándula mexi-
cana en materia de popularidad. El resultado de esta comparación demuestra

1 Este Cuadro se localiza al final del presente artículo (Nota del Editor).

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Germán Espino-Sánchez. La política en internet, ¿de la mediatización a la convergencia digital?

que los personajes de la farándula logran una popularidad muy superior a la


de los políticos.
El estudio de los30tuiteros.com muestra que en agosto de 2011, los tres
primeros lugares de personalidades de la farándula superan los dos millones
de seguidores; los nueve primeros lugares superan el millón de seguidores. En
cambio, entre los políticos, el presidente Felipe Calderón fue el único que se
acerca al millón de seguidores para este mes. Marcelo Ebrard, en el segundo
lugar apenas lograba 164,000 seguidores; el resto de los políticos tenía menos
de 100,000 seguidores.
Otro ejemplo de la importancia que tienen los temas del espectáculo en
las redes sociales nos lo proporciona el estudio de ibope (2010); esta investi-
gación cuantitativa señala que en el año 2010, en México, el tema más impor-
tante para la televisión y para las redes sociales fue el campeonato mundial de
futbol. El actor más importante en este último tema, en Twitter, ni siquiera
fue humano, sino que fue el “pulpo Paul”, quien supuestamente predijo los
resultados de la justa mundialista.
Una de las conclusiones obvias del comparativo de los políticos contra
los personajes de la farándula es que las redes sociales están cooptadas por la
dinámica del espectáculo, más que por la política convencional. Tal como
sugiere Dahlberg (2010), a partir de estas tendencias se puede deducir que
las redes sociales sirven fundamentalmente a la sociedad de consumo; difícil-
mente servirían, entonces, para el desarrollo de una esfera pública de debate;
ni rastros quedan de la democracia deliberativa que suponen los propagan-
distas de internet.
Los resultados de mi investigación muestran que en el caso de México los
políticos no participan en el nuevo modelo de convergencia (como la cam-
paña de Obama en 2012). El caso mexicano ilustra lo que está sucediendo
en todo el mundo, los políticos no se involucran de manera profunda con
los medios sociales de internet. Sin embargo, aparentemente, a la población
tampoco le interesa desarrollar una participación política a través de la Red.
Quizá sea por este círculo vicioso de baja participación política que la
gente, en cambio, sí se conecta masivamente con los personajes de la farándu-
la a través de las redes sociales, no así con los políticos tradicionales. De esta
manera, aparentemente, los nuevos medios sociales sirven para el desarrollo
de la sociedad de consumo no para construir una democracia deliberativa.

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Convergencia Revista de Ciencias Sociales, núm. 65, 2014, Universidad Autónoma del Estado de México

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Anexo

Cuadro 1

Ranking de influencia en Twitter y Facebook

Promedio
Promedio Promedio
en ambas
Núm. Nombre general en general en Partido
redes
Twitter Facebook
sociales
1 Felipe Calderón 5.17 2.09 3.63 PAN
2 Ivonne Ortega 2.79 0.95 1.87 PRI
3 Ney González 0.32 3.03 1.68 PRI
4 Heriberto Félix 0.05 2.91 1.48 PAN
Josefina Vázquez
5 0.31 1.18 0.75 PAN
Mota
6 Gabino Cué 0.66 0.8 0.73 Coalición
7 Marcelo Ebrard 1.34 0.08 0.71 PRD
Manlio Fabio
8 0.24 0.93 0.59 PRI
Beltrones
9 Roberto Borge 0.08 1.04 0.56 PRI
10 amlo 0.78 0.26 0.52 PRD
Conver-
11 Dante Delgado 0.92 0.04 0.48
gencia
12 Margarita Zavala 0.64 0.3 0.47 PAN
13 Emilio González 0.21 0.56 0.39 PAN
Rafael Moreno
14 0.02 0.68 0.35 Coalición
Valle
15 Alonso Lujambio 0.36 0.28 0.32 PAN

62
Germán Espino-Sánchez. La política en internet, ¿de la mediatización a la convergencia digital?

Promedio
Promedio Promedio
en ambas
Núm. Nombre general en general en Partido
redes
Twitter Facebook
sociales
16 César Duarte 0.22 0.4 0.31 PRI
José Ángel Córdova
17 0.2 0.39 0.3 PAN
Villalobos
18 Carlos Navarrete 0.48 0.11 0.3 PRD
19 Gustavo Madero 0.45 0.11 0.28 PAN
Jorge Carlos
20 0.05 0.46 0.26 PRI
Ramírez Marín
Fuente: Elaboración propia.

Germán Espino-Sánchez. Doctor en Ciencia Política por la Universidad


Autónoma de Barcelona. Es profesor investigador de la Universidad Autó-
noma de Querétaro, México. Líneas de investigación: comunicación polí-
tica, uso de nuevas tecnologías en la política, y sociología de los medios de
comunicación. Publicaciones recientes: ¿Cyberrevolución en la política? Mitos
y verdades sobre la ciberpolítica 2.0 en México, México: Fontamara (2012);
La república del escándalo. Política espectáculo, campaña negativa y escánda-
lo mediático en las presidenciales mexicanas, México: Fontamara (2009); El
nuevo escenario de las campañas presidenciales mexicanas, México: La Jornada
(2007).

Recepción: 17 de octubre de 2012.


Aprobación: 29 de octubre de 2013.

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