PRÓLOGO
PRÓLOGO
PRÓLOGO
Son las letras quienes irrumpen y fragmentan la fuerza elástica de una rutinaria
expresión de vida. La Literatura señala nuevos derroteros para establecer
estremecedores indicadores que la singularidad de un universo gesta y donde toda ley
física deja de tener efecto para dar paso al pulsante sentir del escriba. Es el caso de la
escritora Margot Noriega que con impresionante sutilidad nos lleva por explosivos
senderos que pinta la natural pasión y nos lleva a repensar en un mundo menos frío,
más humano.
Un poemario que deja tras sí, un intenso rastro de pasión donde los pasos trasuntan un
vehemente palpitar. La suma de instantes perdidos se convierte en atesorados cuencos
que les ha llegado el tiempo de florecer en rosadas colinas de exultación. Germina el
encendido deseo, lleva su propio ritmo, encuentra el ansiado portal donde los anhelos
no tienen años, tampoco, tiempo.
La poeta imprime en cada uno de sus versos un perfil muy singular, auténtico, como si
hubiera estado esperando llegar a la esquina de sus verdades y en una incontenible
catarata de emociones prodiga una exultante pasión que arroba, contagia, desnuda su
alma que emerge como afrodita en un mar de sargazos de costumbres anquilosadas
para adquirir su propio resplandor. Tiene un inefable acercamiento con la naturaleza y
el mar de su conciencia le susurra en cada una de sus olas de frenesí / Siempre he de
querer que bebas de mi fuente, si por sentirte tan ardiente llego a los sentidos perder/.
En estos versos, Margot, desnuda la profunda ternura que siente, en una entrega total
que se vuelca, sin reservas, desnuda hacia el ser anhelado. Lo plasma con maestría
cuando dice /Laten las caricias en su piel/ /Por entre las nubes miraba, sin discreción
ninguna, la ruborizada luna. el encuentro de madrugada.