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Ensayo Filosofia

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“Año del Bicentenario, de la consolidación de nuestra Independencia, y de la

conmemoración de las Heroicas Batallas de Junín y Ayacucho”

UNIVERSIDAD PRIVADA ANTENOR ORREGO


ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIAS
POLÍTICAS

ENSAYO

FILOSOFÍA

DOCENTE:

VILMA LILIAN ALVARADO ORBEGOSO

ALUMNOS:

● JHOSUE FERNANDO PANTA ZAPATA


● SIMONNE DOMINIC CORTES CORONADO
● SACHI MARIA ALEJANDRA SAAVEDRA ANTON
● DANIEL EMILIO ARRIETA MONTOYA

PIURA – PERÚ
2024
Voces de la Moral y la Justicia: Una Perspectiva Ética sobre
los Derechos Humanos

¿Es legítimo sacrificar ciertos derechos humanos en nombre de la justicia? Esta pregunta
controversial nos lleva a pensar sobre la relación entre dos ideas fundamentales para
cualquier sociedad. Como muchos sabemos los derechos humanos, que son las garantías
básicas que todos debemos tener, y la justicia, que implica tratar a todos con equidad y
corregir las injusticias, son esenciales para construir un mundo mejor.

Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948, estos derechos han
sido vistos como el estándar global para asegurar la dignidad y la libertad de las personas.
Sin embargo, aplicar estos derechos de manera efectiva no siempre es fácil ya que plantea
grandes desafíos tanto éticos como morales. Creemos que la justicia, además de aplicar la
ley también busca tratar a todos de manera justa y corregir las desigualdades, lo que nos
lleva a preguntarnos cómo equilibrar estos principios en diferentes culturas y situaciones.

Buscamos explorar la intersección entre los derechos humanos y la justicia desde una
perspectiva ética y moral. Analizaremos cómo estos conceptos se influyen mutuamente y
cómo su interpretación varía en diferentes contextos históricos y culturales. Sabemos que la
ética nos ayuda a evaluar las acciones humanas y sus consecuencias, mientras que la
moral por otro lado,nos ofrece un conjunto de valores y principios que orientan nuestro
comportamiento. A través de un análisis de teorías, casos importantes y prácticas actuales,
buscamos responder a la pregunta inicial y ofrecer una visión que inspire a reflexionar y
actuar para proteger y promover estos principios esenciales. (Garrido, 2023)
Desarrollo 1

Uno de los filósofos más influyentes en la ética de los derechos humanos es


Immanuel Kant. Según Kant, los seres humanos tienen un valor intrínseco por
el simple hecho de ser racionales y autónomos. Esto significa que los
individuos deben ser tratados con respeto y dignidad, independientemente de
su utilidad o estatus social (Kant, 1785). Para Kant, los derechos humanos se
derivan de este principio de respeto a la persona como un fin en sí mismo, y
no simplemente como un medio.

Kant argumenta que la dignidad humana es inviolable y que cada persona


tiene un valor absoluto. En su obra "Fundamentación de la metafísica de las
costumbres", afirma: "Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu
persona como en la persona de cualquier otro, siempre como un fin al mismo
tiempo y nunca solamente como un medio" (Kant, 1785, p. 67). Esta máxima
fundamental de Kant sienta las bases para la concepción moderna de los
derechos humanos.

Otro pensador clave en la ética de los derechos humanos es John Rawls. En


su obra "Teoría de la Justicia", Rawls propone un principio de justicia basado
en el "velo de la ignorancia" (Rawls, 1971). Según este principio, las personas
deben decidir sobre los principios de justicia sin saber cuál será su posición
en la sociedad. Esto lleva a la conclusión de que los principios de justicia
deben garantizar los derechos básicos e igualdad de oportunidades para
todos, independientemente de sus circunstancias.

Rawls argumenta que bajo el velo de la ignorancia, las personas elegirían dos
principios fundamentales: "Primero: Cada persona ha de tener un derecho
igual al esquema más extenso de libertades básicas que sea compatible con
un esquema semejante de libertades para los demás. Segundo: Las
desigualdades sociales y económicas habrán de ser conformadas de modo
tal que a la vez que: a) se espere razonablemente que sean ventajosas para
todos, b) se vinculen a empleos y cargos asequibles para todos" (Rawls,
1971, p. 67-68).

La ética del cuidado, desarrollada por pensadoras como Carol Gilligan y Nel
Noddings, también ha influido en la perspectiva ética de los derechos
humanos (Gilligan, 1982; Noddings, 1984). Desde esta visión, los derechos
humanos no se basan únicamente en principios abstractos, sino en las
relaciones y responsabilidades morales que tenemos hacia los demás. Esto
implica una perspectiva más contextual y sensible a las necesidades
particulares de los individuos.
Gilligan, en su obra "In a Different Voice", argumenta que la ética tradicional
ha ignorado la perspectiva femenina, que tiende a enfocarse más en las
relaciones y el cuidado. Ella afirma: "La moral de los derechos se basa en la
igualdad y se centra en la comprensión de la imparcialidad, mientras que la
ética de la responsabilidad se basa en el concepto de equidad, el
reconocimiento de las diferencias en las necesidades" (Gilligan, 1982, p. 164).

Noddings, por su parte, en "Caring: A Feminine Approach to Ethics and Moral


Education", propone que el cuidado debe ser la base de la ética. Ella
argumenta: "El cuidado como orientación ética requiere una recepción, una
motivación para la acción en nombre del otro" (Noddings, 1984, p. 33).

Estas perspectivas filosóficas diversas ofrecen un marco rico para analizar y


comprender la compleja relación entre los derechos humanos y la justicia,
proporcionando diferentes enfoques para abordar dilemas éticos en este
campo.
Desarrollo 2

Creemos que sí, es legítimo sacrificar ciertos derechos humanos en nombre


de la justicia, pero del mismo modo creemos que depende mucho de la
situación o casos en específico. La discusión sobre la posibilidad de sacrificar
ciertos derechos humanos en nombre de la justicia plantea un dilema ético y
moral profundo. En términos generales, la inviolabilidad de los derechos
humanos debe ser considerada una piedra angular de cualquier sociedad
justa. Desde nuestra perspectiva ética, los derechos humanos representan
principios fundamentales que garantizan la dignidad, libertad e igualdad de
todos los individuos. Estos derechos son, por definición, inalienables y
universales, y cualquier intento de sacrificarlos en pos de la justicia puede
socavar estos principios esenciales.

La moralidad de una sociedad se refleja en su compromiso con los derechos


humanos. Según teorías éticas como el deontologismo, propuestas por
filósofos como Immanuel Kant, hay deberes morales que son absolutos e
inviolables, entre los cuales se encuentran los derechos humanos. Kant
argumentaría que los individuos deben ser tratados como fines en sí mismos
y nunca como medios para un fin mayor, lo que implica que sacrificar un
derecho humano, incluso por una causa que se considere justa, es
inherentemente inmoral (Flores, 2011).

Esta perspectiva kantiana ha sido fundamental en el desarrollo de la ética


moderna y los derechos humanos. Como señala Korsgaard (1996): "El
respeto por la humanidad como un fin en sí mismo es el fundamento de todos
los deberes morales" (p. 123).

Sacrificar derechos humanos podría parecer justificable si lleva a un mayor


bien para la mayoría. Sin embargo, esto puede resultar en una pendiente
resbaladiza donde los derechos de las minorías se ven constantemente
comprometidos en nombre del bien mayor, lo cual es una situación
moralmente insostenible. El riesgo de tales sacrificios es que abre la puerta a
abusos y a la erosión gradual de la protección de derechos, lo que a largo
plazo podría conducir a un mayor sufrimiento y a la injusticia.

Este dilema ha sido explorado por numerosos filósofos y teóricos de los


derechos humanos. Por ejemplo, Dworkin (1977) argumenta: "Los derechos
individuales son triunfos políticos en manos de los individuos. Los individuos
tienen derechos cuando, por alguna razón, un objetivo colectivo no es una
justificación suficiente para negarles lo que, como individuos, desean tener o
hacer" (p. xi).
La importancia de mantener un sistema justo y equitativo es fundamental en
el argumento contra sacrificar ciertos derechos humanos en nombre de la
justicia. Un sistema legal y social que respete y proteja los derechos humanos
de todos los individuos asegura que todas las personas sean tratadas de
manera equitativa, sin importar su posición social, económica o política.

Cuando se permite que ciertos derechos sean sacrificados, se corre el riesgo


de crear un precedente donde los derechos pueden ser negociables según
las circunstancias. Esto no solo crea inseguridad jurídica, sino que también
puede llevar a la discriminación y a la desigualdad, donde algunos grupos
pueden ser privilegiados sobre otros (Mendieta, 2014).

Este punto es reforzado por Rawls (1971) en su teoría de la justicia: "Cada


persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia que ni siquiera el
bienestar de la sociedad en conjunto puede atropellar" (p. 3).

Por ejemplo, si se justifica la tortura de un sospechoso para obtener


información en nombre de la seguridad nacional, se abre la puerta a abusos
de poder y violaciones sistemáticas de derechos humanos. Una vez que se
permite una excepción, es difícil establecer límites claros, y las autoridades
podrían sentirse autorizadas para violar derechos en una variedad de
situaciones bajo la excusa de la "justicia".

Este escenario ha sido ampliamente debatido en la literatura sobre ética y


seguridad. Luban (2005) argumenta: "La prohibición de la tortura es un
compromiso arquetípico con la dignidad humana en el corazón del derecho
de los derechos humanos" (p. 1425).

Por otro lado, al mantener un compromiso firme con los derechos humanos,
se fortalece la confianza en las instituciones y se promueve una cultura de
respeto y equidad. Las leyes y políticas que protegen los derechos humanos
crean un marco donde la justicia puede ser aplicada de manera uniforme y
consistente, lo cual es esencial para la paz y la estabilidad social.
Desarrollo 3

Consideramos que sacrificar ciertos derechos humanos en nombre de la justicia conlleva


graves consecuencias a largo plazo para la sociedad. Cuando se permite la violación de
derechos humanos bajo cualquier pretexto, se corre el riesgo de establecer un precedente
peligroso que puede erosionar lentamente las bases de una sociedad democrática y justa.

A largo plazo, las sociedades que permiten tales sacrificios tienden a experimentar una
degradación en la confianza pública hacia las instituciones. Si los ciudadanos perciben que
sus derechos no están protegidos y que pueden ser vulnerados en cualquier momento por
una supuesta causa justa, la confianza en el sistema judicial y en el gobierno disminuye.
Esto puede llevar a un incremento en la desobediencia civil, protestas, y en casos extremos,
a la radicalización y violencia (Paredes, 2017).

Este fenómeno ha sido ampliamente estudiado en la literatura sobre derechos humanos y


gobernanza. Por ejemplo, Davenport y Armstrong (2004) argumentan que "la represión
estatal no solo falla en suprimir la disidencia, sino que a menudo la intensifica, creando un
ciclo de violencia que puede desestabilizar regímenes" (p. 538).

Además, la historia ha demostrado repetidamente que los regímenes que comienzan


sacrificando derechos humanos en nombre de la justicia o seguridad tienden a volverse
autoritarios. Los ejemplos abundan, desde la Alemania nazi hasta regímenes
contemporáneos donde los derechos humanos se ven comprometidos bajo la justificación
de proteger el orden o la seguridad nacional. En todos estos casos, la justicia a corto plazo
se convirtió en una justificación para la opresión y la violación sistemática de derechos, lo
que resultó en consecuencias devastadoras para las sociedades.

Hannah Arendt, en su obra seminal "Los orígenes del totalitarismo", ofrece un análisis
profundo de cómo los regímenes totalitarios surgen a partir de la erosión gradual de los
derechos humanos. Ella afirma: "El primer paso esencial en el camino hacia la dominación
total es matar en el hombre a la persona jurídica" (Arendt, 1951, p. 447).

También es importante considerar el impacto en las generaciones futuras. Un sistema que


no protege consistentemente los derechos humanos establece un legado de injusticia y
desigualdad. Las futuras generaciones crecerán en un entorno donde la vulnerabilidad a la
violación de derechos es una norma, lo cual perpetúa un ciclo de desconfianza y conflicto.

Este concepto de "herencia de injusticia" ha sido explorado por varios académicos. Por
ejemplo, Nussbaum (2006) argumenta que "la justicia intergeneracional requiere que
preservemos y protejamos las instituciones que garantizan los derechos humanos para las
generaciones futuras" (p. 78).

Por estas razones, es crucial que las sociedades mantengan una postura firme en la
protección de los derechos humanos, no solo por los beneficios inmediatos, sino para
asegurar un futuro justo y equitativo. La verdadera justicia se logra cuando los derechos
humanos son respetados y protegidos para todos, sin excepción. Las consecuencias de
permitir sacrificios en estos derechos son demasiado graves y duraderas, poniendo en
peligro la cohesión y la estabilidad social a largo plazo (Paredes, 2017).
Conclusión

En conclusión, proteger los derechos humanos de manera incondicional es fundamental


para cualquier sociedad que aspire a ser justa y equitativa. La inviolabilidad de estos
derechos no solo tiene una base ética sólida, sino que también es esencial para mantener la
equidad y la justicia dentro de los sistemas legales y sociales.

La discusión sobre la posibilidad de sacrificar ciertos derechos humanos en nombre de la


justicia plantea un dilema ético y moral profundo. Desde la perspectiva de teorías éticas
como el deontologismo de Kant, los derechos humanos son absolutos e inviolables, y
cualquier intento de sacrificarlos socava los principios fundamentales de dignidad, libertad e
igualdad. Además, permitir excepciones en la protección de los derechos humanos puede
llevar a un precedente peligroso, abriendo la puerta a abusos de poder y erosionando la
confianza pública en las instituciones.

Sacrificar derechos humanos en nombre de la justicia también conlleva riesgos significativos


a largo plazo. Históricamente, los regímenes que han comprometido derechos humanos por
una causa supuestamente justa han tendido a volverse autoritarios, resultando en opresión
y violaciones sistemáticas de derechos. Esto no solo afecta a la generación presente, sino
que establece un legado de injusticia y desigualdad para futuras generaciones, perpetuando
un ciclo de desconfianza y conflicto.

Por estas razones, nuestra postura es clara: no es legítimo sacrificar ciertos derechos
humanos en nombre de la justicia. Una verdadera justicia debe construirse sobre la base
firme de la protección y el respeto incondicional de los derechos humanos. Las
consecuencias de permitir tales sacrificios son demasiado graves y duraderas, poniendo en
peligro la cohesión y la estabilidad social a largo plazo. En una sociedad verdaderamente
justa, la justicia y los derechos humanos deben ser principios inseparables y mutuamente
reforzantes
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